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PROFESORADO SUPERIOR DE CIENCIAS

SOCIALES.

PROFESORADO DE HISTORIA

Cátedra: Proc. Americanos III.

Trabajo: Los populismos clásicos.

Curso: 4° "A”.

Alumno: Corujo, Emiliano.

Profesora: Frigo, Flavia.

Ciclo lectivo 2023.

Consignas.
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A) Pensar sobre el papel que la irrupción política de los trabajadores desempeñó


en el origen del populismo en Brasil, respondiendo al interrogante ¿por qué estos
actores se movilizaron y votaron según la convocatoria de quien los había sometido a un
régimen autoritario y paternalista? (texto French, John).

B) Reconstruir el origen del populismo en Perú, teniendo en cuenta el texto de


Peter Klarén y las siguientes consignas: ¿El aprismo nació en el contexto de una crisis
de las elites dominantes?; ¿Cómo era su relación con las mismas?; ¿Qué importancia
tuvo el llamamiento a la movilización en ese origen?; ¿dicho llamado tuvo un carácter
exclusivo de clase?, ¿Qué clase era decisiva, en términos políticos, para Haya de la
Torre?; ¿Qué caminos utilizó para llegar al poder?

C) Analizar comparativamente los casos de populismos que analizamos, Brasil y


México. Usar como ejes de análisis los tres atributos propuestos por Mackinnon y
Petrone: crisis, participación y ambigüedad; señalar las semejanzas y diferencias entre
ellos; y explicar las diferencias.

Respuestas.
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A. Según el autor French John, el apoyo de los trabajadores hacia el gobierno de


Gertulio Vargas se debió a las circunstancias especiales que genero la Segunda Guerra
Mundial. En este sentido, si bien las dificultades económicas, el alto costo de vida y la
autoridad represiva del gobierno, no eran ninguna novedad para los trabajadores, estos
problemas comenzaron a estar imbuidos de un significado más amplio y potencialmente
político durante el transcurso del conflicto.

Como señala Franch (1998), “la segunda guerra mundial fue presentada a las
naciones del mundo como una guerra democrática en la que la derrota de una amenaza
común requería del sacrificio de todos, aun si la carga del esfuerzo se distribuía
claramente de forma desigual, como en Brasil” (p. 65).

En este contexto, los trabajadores comenzaron a tener la esperanza de obtener


una recompensa luego que finalizara la contienda. Esta convicción pronto fue
aprovechada por el gobierno de Gertulio, difundiendo promesas durante la guerra. Así
pues, aunque en un principio las medidas de Gertulio fueron insignificantes, los
trabajadores las recibieron como un adelanto de los que se les pagaría después de
obtener la victoria.

Para French (1998), “el exaltado sentido casi milenario de las posibilidades de
cambio se apodero de los trabajadores del ABC a mediados de 1945. Aunque se
desconocía el camino exacto hacia una vida mejor, había pocos obreros que no
sintieran que se dirigían hacia un futuro mejor” (p. 65).

Por otra parte, el apoyo popular hacia el partido de Gertulio se vio fuertemente
beneficiado debido a la división de los grupos dirigentes, y al hecho de que pocos
sectores de la elite estaban realmente interesados por escuchar las quejas de los
trabajadores o incorporarlos a la política. Esto favoreció al discurso de Vargas quien
desarrollo una política pro laboral.
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B) Durante la presidencia de Leguía (1919-1930) el gobierno llevo a cabo un


programa de modernización del país, para lo cual dio grandes concesiones a empresas
estadounidenses y contrato a expertos financieros norteamericanos.

En este escenario, Leguía se propuso modernizar Lima, que desde comienzos del
siglo se había convertido en una prospera ciudad comercial, burocrática e industrial. De
esta manera, mediante la contratación de una empresa constructora norteamericana, se
amplió y pavimento las principales calles y avenidas de la ciudad. A su vez, la
modernización de Lima fue acompañada por un esfuerzo para mejorar el sistema de
transporte del país.

Ahora bien, podríamos decir que este proceso tuvo un impacto negativo en la
elite, en el sentido de que políticas de modernización posibilitaron que un amplio
número de personas, provenientes de diversos estratos sociales, comenzaran a emigrar
hacia la capital. En este sentido, la fuerte presencia de inmigrantes produjo que la
ciudad aumentara el proceso de masificación que ya se venía dando. Pronto, las clases
populares comenzaron a ocupar y transitar los espacios públicos de la ciudad, que hasta
ese entonces eran considerados como un monopolio de la elite.

Esta irrupción tuvo principalmente consecuencias culturales. Un ejemplo fue la


transformación y popularización de los deportes, como el futbol, que paso de ser un
pasatiempo predominantemente de la elite, a ser tomado por los subalternos limeños a
finales de la Primera Guerra Mundial. Asimismo, se produjo la adopción de la marinera
afroperuana como baile nacional, se difundieron las decimas de poetas populares
negros, e incluso el floreció de la procesión religiosa anual del Señor de los Milagros.

En efecto, estas manifestaciones pueden interpretarse como una crisis de la elite


limeña, puesto que deja de monopolizar los espacios urbanos. En contraposición,
comienza a emerger una fuerte influencia de la cultura popular que reivindica lo negro y
las contribuciones culturales de la comunidad africana.

Esta crisis también se manifestó en el descredito de ciertas instituciones, como la


iglesia. Esto se vio reflejado principalmente en la drástica disminución de peruanos que
ingresaban al sacerdocio. Un cambio significativo, ya que dicha vocación durante
mucho tiempo fue considerada como un refugio que brindaba una vida acomodada y
respetable para los integrantes de las clases alta y media. Sin embargo, a partir de este
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momento comenzaría a ser evitada por los jóvenes, que encontraban mejores
oportunidades en el sector capitalista.

Ahora bien, durante este contexto de profundas transformaciones culturales, el


gobierno de Leguía se escondía detrás de un barniz reformista que le permitía conservar
cierta popularidad. Sin embargo, el presidente era más parecido a un caudillo tradicional
que a otra cosa, organizando redes de clientelaje político y otorgando concesiones a la
plutocracia que se beneficiaba con sus medidas. Como era de esperar, esto pronto
genero que su manto reformista comenzara a desvanecerse.

Así pues, en 1923 tuvo que enfrentar una fuerte protesta popular estimulada por
el anuncio realizado por el arzobispo Emilio Lisson, sobre los planes que el gobierno
tenía para consagrar el Perú al Sagrado Corazón de Jesús en una ceremonia publica
presidida por el presidente como patrono de la Iglesia.

El nombre del líder de esta protesta resonaría varios años en la historia de Perú,
Haya de la Torre. Este, era un veterano líder de la movilización de universitarios y
trabajadores en pos de la jornada de las ocho horas, y del movimiento de reforma
universitaria. Ahora se enfrentaba en contra de la iglesia y pronto obtuvo un gran apoyo
popular.

Temiendo que las protestas afectaran la reelección de Leguía, Lisson decidido


suspender la ceremonia propuesta. Mientras tanto, Haya quien había disparado su
reputación en el pueblo, paso al exilio.

Tiempo después, en 1924, decide formar la Alianza Popular Revolucionaria


Americana (APRA), un movimiento continental de jóvenes dirigido contra la expansión
del imperialismo latinoamericano. Como vimos, dicho movimiento se inserta en un
contexto de crisis y perdida de hegemonía por parte de los sectores de la elite, no solo
en sus prácticas culturales, sino también en sus instituciones tradicionales.

Para el Aprismo, esta elite conformada por la clase terrateniente de los


gamonales, sumergía a Perú en un estado feudal con una escasa base industrial. Para
Haya, esto significaba que ni una burguesía nacional, ni tampoco el proletariado, se
habían desarrollado lo suficiente. El capitalismo no se estaba desplegando internamente,
sino que era llevado al Perú por la expansión mundial del imperialismo.
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De esta manera, la lucha de Haya va más de una cuestión de clases. Considera


que el principal problema para Perú es nacional. Es el imperialismo extranjero quien
oprime una amplia gama de clases, sobre todo a las capas medias que ahora
comenzaban a redefinir la nación.

De esta manera, y adoptando el viejo eslogan anarquista de “tierra y libertad”, la


nueva agrupación racializo un llamamiento que pedía la alianza transclasista de
trabajadores, campesinos, intelectuales y clases medias. También asumió un programa
radical y anti oligárquico que incluía la propiedad de la tierra para quien la trabajara, la
abolición de las leyes que favorecía al gamonalismo (el gobierno por parte de jefes y
oligarcas locales), el antiimperialismo y la independencia económica.

Como vimos, la base política del Estado antiimperialista de Haya sería un frente
popular, o una alianza pluriclasista de campesinos, trabajadores, intelectuales y la clase
media. Es decir, su llamamiento no tuvo un carácter exclusivo de clase.

No obstante, Haya consideraba que la clase media era la más importante en


términos políticos, ya que debía ser la encargada de liderar dicha alianza. Esto, no solo
porque era más numerosa y estaba mejor educada, sino porque la clase obrera seguía
siendo minúscula y era culturalmente retrograda.

Como podemos ver, Haya llego progresivamente al poder atrayendo a un


electorado cada vez más amplio y diversificado. El aprismo conto con el apoyo de los
trabajadores organizados, del proletariado azucarero rural, de pequeños y medianos
terratenientes y empresarios, de las clases profesionales y de la burocracia estatal. En
varios sentidos, estos eran los mismos estratos sociales que antes habían apoyado a
Leguía y que ahora se desplazaban naturalmente a Haya.

Por otro lado, la llegada de Haya al poder se debió en gran medida al atractivo
que gano el aprismo, el cual iba más allá de su ideología o de su programa. Este partido
tomaba los atributos de una cruzada moral, invitando a sus seguidores a convertirse en
ejemplos del nuevo hombre aprista, moralmente puros, auto disciplinados y físicamente
en forma.

Pronto, la figura de Haya comenzó a asumir el manto de un caudillo carismático,


una figura paterna que instruiría y protegería a sus hijos (las masas peruanas) de la
tormenta económica que los engullía. En suma, estas características singulares
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permitieron al APRA forjar una relación estrecha y duradera con una minoría sustancial
del electorado que seguiría a Haya durante más de medio siglo.

C) Como bien sabemos, el populismo es un termino que genera interminables


debates entre los investigadores del asunto. Esto ha producido que, a lo largo del
tiempo, el concepto tenga diversas caracterizaciones dependiendo el autor que la
escriba.

En este sentido, una de las conceptualizaciones más conocidas del término ha


sido la propuesta por los autores Mackinnon y Petrone, para quienes el populismo
consta de tres rasgos fundamentales:

a) aparece junto a una situación de crisis;

b) posee una dimensión participativa por sobre la dimensión representativa o liberal;

c) presenta un rasgo de ambigüedad bajo el cual la idea de control, cooptación y


manipulación de las masas convive con esa dimensión participativa.

Ahora bien, aunque los autores presentan estos rasgos para aportar una
conceptualización general del término, debemos tener en cuenta que dicho movimiento
obtiene particularidades propias según el país donde se inserte.

A continuación, tomare dos casos nacionales (Brasil y México) con el objetivo


de exponer sus similitudes y diferencias, teniendo como base los rasgos propuestos
anteriormente.

En Brasil, las condiciones particulares que impuso el ingreso de Brasil a la


guerra junto a Estados Unidos (1942-1945) obligan a relativizar el carácter represivo del
Estado. En este sentido, Vargas levanto los mecanismos de control para fomentar la
afiliación y el activismo de quienes serian una importante base política.

Así pues, la dimensión participativa consistió en la incorporación de las masas a


un sistema corporativo que permitía su control y participación a la vez. De esta manera,
la negociación directa entre la clase empresarial y los trabajadores paso a estar mediada
por un Estado arbitro que se reservaba el poder de decisión.
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Los controles sobre la actividad sindical se tornarían más severos a partir de la


instauración del Estado Novo en 1937. La negociación colectiva fue instituida como
medio de negociación de los sindicatos, aunque siempre contando con la previa
autorización ministerial.

Así pues, vemos que el populismo varguista revela su carácter ambiguo, en


tanto extraña una posibilidad de participación, pero limitada y controlada. Esa relación
se da en el marco de una alianza que también denota su carácter ambiguo en la medida
que busca conciliar intereses contradictorios, conciliados que se expresa en la mediación
del Estado en los conflictos entre las clases populares.

En el caso de México, el surgimiento del populismo se inserta en el contexto la


depresión producida en 1929, que afecto severamente el apoyo político que tenía el
gobierno. La desocupación y la caída de la producción, tanto agraria como industrial,
debilitaron la clientela tradicional de los caudillos.

En este contexto, se produce la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia en


1934. Su política consistió en estructurar el apoyo popular en pos de una defensa de los
intereses nacionales frente a los extranjeros.

A diferencia de Vargas en Brasil, Cárdenas buscó apoyo principalmente en el


campesinado, aunque también en las masas populares urbanas ligadas al proceso de
industrialización. Así formo la CTM (Confederación de Trabajadores Mexicanos) y
estructuro al campesinado a través de corporaciones con control estatal como la CNC
(Confederación Nacional de Campesinos). Ambas eran controladas por el Estado a
través del partido único del PRM (Partido Revolucionario Mexicano) y a ambas les
estaba prohibido unirse, o concertar alguna acción en común.

Aquí podemos encontrar una similitud en ambas experiencias populistas. Tanto


en el gobierno de Cárdenas como en el de Vargas en Brasil, se hace presente una fuerte
estructura corporativa que posibilita la inclusión de las masas a la política, aunque con
ciertas restricciones que garantizan que esa situación no ir más allá de los que el
gobierno considere conveniente.

Ahora bien, el Cardenismo deja ver su carácter ambiguo en tanto promovió


libertades políticas y derechos civiles, pero creó las bases sociales e institucionales del
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autoritarismo presidencial. De esta manera, aunque fomentó las organizaciones de


asalariados y obreros, no pudo o no quiso, alentar su autonomía política y orgánica.

Para finalizar, podemos decir que tanto el caso brasileño como el mexicano
contienen los rasgos descriptos en la definición general del populismo que adoptamos.
Tanto el carácter ambiguo de las políticas, la dimensión participativa y la situación de
crisis que caracteriza las condiciones de emergencia de los populismos han aparecido en
los casos citados con matices diferentes.

Mientras Vargas construyó su liderazgo en la masa urbana a la cual luego


incorporó en forma de electorado, Cárdenas llevó adelante una campaña presidencial
recorriendo zonas campesinas de México enfrentándose cara a cara con el campesinado.
Pero en ambos casos la participación de las masas se estructuró en función de
corporaciones controladas estatalmente. También ha quedado claro el carácter ambiguo
de las políticas que intentaron incluir en un todo nacional a sectores con intereses
contradictorios, sometiendo a la vez a los distintos poderes regionales a un poder
central. Mientras en Brasil esa integración nacional trata de superar el poder de los
coronéis y políticos regionales, en México se trata “de fortalecer el poder
posrevolucionario.
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Bibliografía.

FRENCH, John. “Los trabajadores industriales y el nacimiento de la República


Populista en Brasil, 1945- 46”, en Mackinnon, María y Petrone, Mario (comp.)
Populismo y neopopulismo en América Latina. El problema de la Cenicienta.
Eudeba, Buenos Aires, 1998.

MACKINNON, M. y PETRONE, M. “Los complejos de la Cenicienta”, en Mackinnon,


M. y Petrone, M. ob.cit.

KLARÉN, Peter. F. “Nación y sociedad en la historia del Perú”. IEP Instituto de


Estudios Peruanos.2004.

SEMO, Ilán. "El cardenismo revisado: la tercera vía y otras utopías inciertas” en
Mackinnon, María y Petrone, Mario (comp.) Populismo y neopopulismo en
América Latina. El problema de la Cenicienta. Eudeba, Buenos Aires, 1998.

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