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Lenguaje y psicosis
Ambos son grandes territorios así que el recorrido que se hará no es exhaustivo, más
bien se podría decir que es tendencioso ya que sigue la dirección que propone, a partir
de una serie de afirmaciones, Jacques Lacan.
La palabra:
Mostraremos que no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que el
silencio, con tal de que tenga un oyente..."
Lacan nos dice que la palabra lo que hace es evocar. Evocar es una palabra procedente
del latín evocare, que a su vez procede de vocare, llamar. Siguiendo esta etimología
diremos que la palabra lo que hace es llamar al otro, toda palabra proferida busca una
respuesta en un otro.
Cómo se gesta ese llamado al otro. Freud nos dice que un principio de constancia es el
que hace que un organismo que apenas inicia su recorrido procure mantenerse exento
de estímulos. Pero el "apremio de la vida lo asedia", las grandes necesidades
corporales se imponen al niño. Seguirá sintiendo eso que llamamos hambre, hasta que
llegue la madre -o algún sustituto- a darle su alimento. Así podrá experimentar:
Pero el asunto no concluye de esta manera, el bebé querrá que esa sensación de placer
se repita:
El panorama propuesto por Freud no es para nada halagador. Este organismo humano
tenderá hacia la muerte, tenderá hacia el aislamiento. No hay algo en la "naturaleza
humana" que dirija a ese organismo hacia la vida, o que lo dirija hacia otros seres vivos.
El intentará en un primer momento mantener ese esquema del arco reflejo, y luego de
haber experimentado por primera vez el placer de eliminar la tensión que el hambre u
otra de sus necesidades le impone, procurará autoabastecerse, aunque sea de modo
alucinatorio.
Lo que sucede es que estos recursos no le sirven, el estímulo continuará, es porque una
persona decide amarle que él podrá sobrevivir. Si este pequeño organismo es
abandonado, y no tiene la suerte de que alguien (o algún animal) le provea calor,
alimento, etc., morirá.
Es el Otro , al instalar el deseo en el niño, quien le abre las puertas a la vida. Lacan nos
dice que todos los niños vienen dotados de necesidad, que la madre convierte el grito
del niño en una demanda y que toda demanda es de amor. La madre pone palabras
para cifrar esos gritos.
Sabemos todavía algo más, René Spitz nos dice en "El Primer año de vida" que un niño
que no es amado muere, que aunque se provea de alimentación calor y limpieza a un
niño, si no se establece con él, una relación amorosa, morirá.
Es extraño pero al nacer un ser humano, parece estar más cerca de la muerte que de la
vida. La incapacidad orgánica del niño recién nacido de sobrevivir sin ayuda y esta
tendencia a regresar a un estado anterior, ajeno a las perturbaciones del mundo. Serán
coordenadas que sólo la presencia de ese Otro pueden modificar.
Es así como surge esa primera versión de lenguaje, ese llamado al Otro. Esa boca
abierta en espera del pezón, ese cuerpo delineado con caricias, esa herida abierta que
el Otro deja como huella de su paso, ese deseo...
Así que en un primer acercamiento al problema que nos ocupa podemos decir que en la
psicosis hubo un poquito de deseo que fue dirigido al niño, haciendo que éste al menos
sobreviviera. De esto dan cuenta la experiencias clínicas:
"...el oficio del loco es entrar en contacto con alguien, no *los demás en
general*, *con alguien*, al menos uno..."
Quienes han tenido la experiencia de trabajo analítico nos dicen que el loco trata de
tocar al psicoanalista, emocionarlo, conmoverlo.
"Antes del *lobo*, Roberto era sólo un superyó cuyo soporte era el significante,
*señora*. Fue con un estridente *señora* con lo que me recibió el primer día que lo ví, el
25 de diciembre, y los días sucesivos."
El niño del que nos habla Rosine Lefort tiene 4 años y es hijo de una mujer
diagnosticada como paranoica, que le hizo padecer hambre. Este niño dice algunas
palabras desarticuladas "caca", "lobo", "señora", "pañal", "poner", "pipi", muy pocas,
pero quiere decir algo a esta mujer su analista.
"Los símbolos envuelven en efecto la vida del hombre con una red tan total, que reunen
antes de que él venga al mundo a aquellos que van a engendrarlo *por el hueso y por la
carne*, que aportan a su nacimiento con los dones de los astros, si no con los dones de
las hadas, el dibujo de su destino, que dan las palabras que lo harán fiel o renegado, la
ley de los actos que lo seguirán incluso hasta donde no es todavía y más allá de su
misma muerte..."
Podemos encontrar una segunda propuesta sobre esta relación del lenguaje con la
psicosis. En la que Lacan señala una estructura, la del lenguaje, cuyo componente
fundamental es el significante.
El lenguaje provee una legalidad que antecede al sujeto, le otorga un lugar en una
matriz en la que es representado por un significante, tal y como ese expediente en el
registro civil, que dice la fecha y el lugar de nacimiento, quienes son nuestros padres,
etc., sin el cual, aunque estemos vivos, no hay nada que dé cuenta de nuestra
existencia ante la ley.
Ese Otro al que hacíamos referencia hace un llamado al niño, le llama a ocupar un
lugar, le otorga un "nombre propio". En la psicosis algo ocurre en este orden del
significante, que impide al individuo posicionarse como sujeto. Eso que ocurre tiene que
ver con ser llamado a un lugar que no es suyo, un nombre que no le pertenece.
"Lacan define el significante como *lo que representa a un sujeto para otro significante*
[...] Para ser más preciso, un significante (denominado significante amo, que se escribe
S1) representa al sujeto para todos los otros significantes (que se escriben S2)."
Hay un significante, el nombre del padre, que no ha llegado a tiempo, a ocupar su lugar
en la cadena de los significantes. Plantea Lacan que el mecanismo de la psicosis, la
verwerfung se articula como la ausencia de una Bejahung, o juicio de atribución. "Es
pues también sobre el significante sobre el que tiene efecto la Bejahung
primordial..." (Lacan. IBID. P. 539).
La relación del sujeto con la realidad estaría filtrada por esa red simbólica hecha de
diferencias, la bejahung y la verneinung, par e impar ,+/-, fort/ da. El significante no se
define solo, se define en términos de los otros significantes y eso quiere decir en un
conjunto de relaciones en un ir y venir de las palabras.
"El sujeto, por no poder en modo alguno restablecer el pacto del sujeto con el otro, por
no poder realizar mediación simbólica alguna entre lo nuevo y él mismo, entra en otro
modo de mediación, completamente diferente del primero, que sustituye la mediación
simbólica por un pulular, una proliferación imaginaria..."
Se sustituye la verdad desmesurada del goce materno por una verdad con mentira, por
una verdad no toda. La presencia de la madre, le indica al niño hay un gran otro que tu,
y esta es su primer verdad, pero al introducirse el significante paterno, este dice hay un
gran otro que tu madre, relativizando esa primer verdad. La noción de gran otro viene
dada inicialmente por la madre, la madre no es el gran otro, ocupa ese lugar, hasta que
se produce la metáfora paterna. La introducción del Nombre del Padre le dirá al niño -
hay un Otro que ordena este mundo de relaciones.
Ahora una pregunta: ¿por qué se atribuye tanta importancia a un significante?, al falo.
Considero dos razones:
No creo que nadie que tenga una vida afectiva normal ignore que eso es algo que
existe, y que tiene un valor muy distinto al de la aprehensión fenoménica del declinar del
brillo del día, al de la atenuación de líneas y pasiones. En la paz del atardecer hay a la
vez una presencia y una selección en el conjunto de lo que los rodea.
• Así que pone las cosas en su lugar: tiene que ver con ese lugar con ese
estatuto propio de sujeto.
Recuerdo una escena de una película de cine, en que un hombre autista se encuentra
atravesando una calle, se queda a la mitad de ésta porque el semáforo decía pase y se
cambio a alto, en esa escena podemos ver que el personaje comprende la palabra, pero
no la dimensión del desplazamiento significante, habría una adherencia total entre
significante y significado. Sí, el semáforo dice no pase; pero su vida está en peligro,
corra termine de cruzar esa calle, no se quede ahí detenido. Esa palabra es verdadera,
pero también hay otra verdad, lo puede atropellar un carro.
Mohamed:
François Morel , precisamente a propósito de las reflexiones de Lacan sobre el papel del
Nombre del Padre en la psicosis, presenta un caso "Mohamed". Sólo quiero rescatar un
aspecto que considero importante para el presente trabajo.
"*Mon père, il m*attendait avec des chaînes et les cadenas. Chaque fois que je faisais
une bêtise il me donnait à manger dans un bol du pain écrasé à manger avec les doigts...
il me prenait le bras et me frappait les poignets sur le bord de la table comme des fléaux,
j*ai eu les scaphoïdes fractures. Il était viloent, très violent, très strict*."
El autor nos señala que Mohamed es el primer hijo de su familia, y que su psicosis se
desencadena, cuando al haberse divorciado sus padres, porque la madre ya no soportó
más el alcoholismo y violencia del padre, Mohamed es llamado a ocupar el lugar del
padre, por ser el primogénito debía asegurar la autoridad del padre.
Este padre no introduce esa dimensión de la ley como organizando las relaciones, no
introduce ese elemento del orden simbólico. Aparece colocado por encima de la ley,
como pudiendo hacer cualquier cosa con el hijo. ¿Cómo podría Mohamed ocupar ese
lugar?, hay un lugar para Mohamed, ese siniestro lugar que dejó su padre.
Morel plantea que no es una historia complicada, que con pocas palabras se puede
describir la esencia de la posición de este sujeto en la existencia.
Comentarios finales:
El nombre del padre vendría a ser un significante que introduce una lógica de
funcionamiento: El sentido de lo que se dice se produce en un movimiento en dos
direcciones, en la anticipación al sentido, y en ese efecto de resignificación.
Como hipótesis se puede plantear que en la psicosis ese grado de anticipación del
sentido existe, y que lo que no existiría es la corriente que viaja en la dirección contraria,
y que es la que le permite a la palabra mentir, no decir todo, decir otra cosa.
Referencias Bibliográficas:
"La negación".
Gilio, M. "El loco busca desesperado a otro."
http://www.pagina12.com.ar/1998/98-08/980806/pag36.htm
Lacan, J Escritos. Editorial Siglo XXI. México. 1989