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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

Clase Prof. F. Schejtman


2021

Dos efectos de la estructura del lenguaje: fragmentación y unificación. Es una oposición


freudiana que corresponde a la distinción entre autoerotismo y narcicismo. Freud marca que
el narcicismo es algo a introducir, dado que no está de entrada, sino que lo que hay de
entrada es autoerotismo, es decir, fragmentación; la "satisfacción anárquica de las pulsiones
parciales". Es preciso entonces un nuevo acto psíquico para que el Yo se constituya a partir
del autoerotismo, según Freud.

Entonces hay que diferenciar el par autoerotismo-narcicismo, de los efectos  de la


estructura del lenguaje, que son la fragmentación y la unificación. En tanto efectos,
son productos de operaciones, es decir que son efectos de operaciones simbólicas; es la
operatoria del lenguaje lo que produce esos dos efectos. Las operaciones son
TRAUMA/IDENTIFICACIÓN PRIMARIA y CASTRACIÓN.

Es notable que la primera operación, no opera sobre un vacío, sino que opera sobre un
campo; hay un tiempo anterior a la fragmentación por mítico que sea, que denominamos
Tiempo 0. Hay dos cortes (operaciones) que delimitan 3 campos. El primero de la
identificación primaria, traumática, establece la diferencia entre el tiempo 0 y 1, y la
castración, entre el tiempo 1 y el 2.

***
El tiempo 0 es el de la "ex-sistencia" del viviente; hay una relación del viviente con el objeto
de la necesidad (instinto) en donde se produce la satisfacción de las necesidades. El "sujeto
animal" o "viviente" se encuentra sin ninguna mediación con el objeto que viene a calmar la
necesidad. El instinto es ese saber que le permite al viviente alcanzar la satisfacción de la
necesidad en un objeto que viene a acoplarse precisamente a ese empuje que va del viviente
hacia él. Lo que llamamos trauma, es el aprendizaje de una lengua para Lacan; es el
trastorno absoluto que introduce para el viviente el encuentro con el Otro del lenguaje.
Suponemos un tiempo mítico en donde le viviente no ha sido tocado por el lenguaje, y una
operación primera, que con Freud llamamos identificación primaria, y que no debe
confundirse con la identificación especular, que es la que forma el yo, porque esa es
secundaria. Esa identificación primaria traumatiza al viviente, mortifica al viviente,
trastorna todas las funciones vitales; desde la alimentación hasta el sueño y la
reproducción, dejan de ser funciones naturales para el serhablante y están enloquecidas por
el hecho de tener que hacer pasar la necesidad por "los desfiladeros de la estructura del
significante". Como un efecto de esa operación traumática de haber sido tomados por el
Otro del lenguaje, lo que tenemos ya no es el instinto, sino la pulsión; en realidad, las
pulsiones parciales, lo que Freud llamo, la satisfacción anárquica de las satisfacciones
parciales, en el nivel de esa fragmentación de ese tiempo llamado autoerotismo. Es un
pasaje de la satisfacción de las necesidades por la vía del instinto, tiempo 0, al tiempo 1, que
es donde el hablanteser se presenta fragmentado en el nivel de esos plurales que ustedes

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encuentran en el autoerotismo, zonas erógenas de ningún cuerpo -porque el cuerpo no se


ha formado como totalidad-, objetos de las pulsiones parciales, es decir, la fragmentación.

Lacan da una definición temprana de "identificación primaria", retomando y modificando a


Freud, en La dirección de la cura (p.598): "...conviene recordar que es en la más antigua
demanda donde se produce la identificación primaria, la que se opera por la omnipotencia
materna, a saber, aquella que no sólo suspende del aparato significante la satisfacción de las
necesidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela en los desfiladeros de la
estructura del significante". 

Entonces Lacan dice primeramente que "es en la más antigua demanda donde se produce la
identificación primaria". Se trata precisamente de una demanda que le llega al viviente por
parte del Otro primordial, una demanda que es insensata, que esta operada por el "poder
absoluto materno". Hay una diferencia con Freud; ustedes estarán acostumbrados a leer la
identificación primordial en Freud como una identificación con el padre. Así lo dice
en Psicología  de las masas.... En todo caso, en El Yo y el Ello, Freud agrega que esa
identificación puede ser al padre o a la madre, porque en realidad en ese tiempo tan
primordial, no hay distinción entre madre y padre: es mítico. En Freud, todo lo que es
primario (represión primaria, masoquismo primario, identificación primaria) es mítico; o,
dicho desde Lacan, es estructural. Es decir que no se ubica en la diacronía de la vida de un
sujeto, sino que funda la posibilidad de la existencia de un serhablante. Con Freud diríamos
que instituye el aparato psíquico; no hay aparato psíquico antes de esa identificación. Lacan
ilustra que se trata de la demanda que proviene del Otro primordial; la demanda que opera
por el poder absoluto materno1.

Se va a producir a partir de esa identificación primordial, un sujeto que queda sujetado al


puro capricho del Otro primordial, al puro capricho de los significantes que provienen de
ese Otro primordial. Uno diría que en Freud, esto se liga a los cuidados maternos iniciales,
a partir de los cuales la madre erogeiniza el cuerpo del niño. Insisto en que no hay cuerpo en
el sentido de lo imaginario; hablo más bien de un organismo o del viviente que es tomado
por esos significantes insensatos, primordiales, que opera esa demanda materna caprichosa,
y que viene a recortar, en ese organismo, lo que Freud llama zonas erógenas. Son zonas sin
ninguna superficie total, porque la superficie como unidad, se va a constituir
secundariamente con el narcicismo. Acá se trata más bien de la posibilidad de pensar la
constitución de un cuerpo no como totalidad, sino como fragmentación inicial, ubicada al
nivel de las zonas erógenas, y de una satisfacción anárquica dada a nivel de las pulsiones
parciales.

Volviendo al fragmento señalado; "aquella que no sólo suspende del aparato significante la
satisfacción de las necesidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela en los
desfiladeros de la estructura del significante". Es decir, en esta identificación primaria, el
poder absoluto materno produce un efecto de fragmentación de la necesidad; en el
encuentro con el Otro del lenguaje, el viviente sufre el poder fragmentador del significante.

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No obstante, en el Seminario 22 R.S.I, Lacan vuelve a la posición freudiana dad en Psicología de las masas,
destacando que esa identificación primaria, sería una identificación con el padre; más aún, con el amor del
padre. Se ve que aquí la cuestión radica en poder eventualmente determinar qué es lo que traumatiza ¿es el
padre, la madre? En última instancia, se trata del traumatismo que proviene del lenguaje.

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Esa es la entrada al campo del autoerotismo, y lo que da paso de la necesidad a las


pulsiones parciales. Es la fragmentación del organismo viviente en el encuentro con el
significante.

Esos significantes que dan a luz a un sujeto, indica que no es aún un sujeto representado
por un significante para otro significante. Sino que lo que se produce más bien, es la
"IDENTIFIJACIÓN" del sujeto a esos significantes primordiales. El sujeto que es producto
de esa "identifijación primaria" es un sujeto sujetado a esos significantes primordiales, que
no quieren decir nada, porque son "S1--S1--S1--S1---". No hallamos aun el
par discursivo S1--S2; es la marca insensata que le viene al viviente del Otro, y como si
fuese una vaca, lo yerra, lo quema, le deja una marca. Así el sujeto que es producto de esta
identificación primaria, queda fijado, "identifijado" a ese S1. Lo vemos como

S1
$

Hay una petrificación del Sujeto en esa "identifijación"  a los significantes del Otro primordial.
Esa identificación primaria no es imaginaria, sino que es propiamente y
puramente simbólica; es una identificación a los significantes del Otro primordial. Esa
demanda puede estar ejemplificada en el nivel de ese puro capricho de la madre en un
"respira", "vive", "come". Se trata de notar hasta qué punto el viviente es traumatizado por
esos S1 que provienen de esa demanda primordial ejercida por el poder absoluto materno.
Esos S1 no tienen ninguna significación; diríamos incluso que tienen un poder
de nominación, dan nombre. Alguien recibe un nombre; el nombre se recibe del Otro, no se
elige en principio el nombre que el Otro nos propone, nos da. Nadie elige la lengua en la
que habla. Por eso con Lacan, el trauma es el aprendizaje de una lengua, y no por nada se la
llama "lengua materna" a esa que nos traumatiza. Uno es introducido en el baño del
lenguaje, en la bañadera del lenguaje, pero esa bañadera es particular; no es lo mismo que
sea inglesa, japonesa o hispana. Hay una enajenación simbólica, una alienación a los
significantes del Otro. El sujeto nace de algún modo pasivo respecto a ese impacto de la
lengua (lalengua) en su organismo; el viviente es impactado por la lengua y eso deja marcas
en el cuerpo, que, insisto, no es aun la totalidad narcisista. 

Nos referimos a la entrada del viviente en el campo de lenguaje y los efectos de


mortificación y "desvitalización" que tiene este primer movimiento que hace pasar el
tiempo mítico 0, del viviente, al tiempo 1 de la fragmentación, llamado por Freud
autoerotismo. Para Freud, hay en el principio autoerotismo, satisfacción anárquica de las
pulsiones parciales. Lo que intentamos pensar, a partir de Lacan, es que el autoerotismo es
un producto de una operación simbólica, que Freud llamó Identificación Primordial.
Opongamos entonces, el viviente  al sujeto  que es producto de esta identificación primordial,
simbólica. Que no es un sujeto deseante, representado por un significante para otro
significante. A este sujeto del autoerotismo, Lacan lo ha denominado sujeto del goce. Hay
que decir que este sujeto del goce, es sujeto del goce en dos sentidos distintos, por eso en el
cuadro se distingue el "del". Veamos:

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- En el sentido del genitivo subjetivo, es un sujeto que está inmerso en el mar del goce
autoerótico. Esto es, pensando las cosas desde el lado del sujeto. Del lado del sujeto el goce
que está en juego es el de la satisfacción anárquica de las pulsiones parciales.

- En el sentido del genitivo objetivo, en donde es el sujeto el objeto del goce, uno podría decir
que este es un sujeto que esta "sujeto" a el  goce del Otro, al goce caprichoso del poder
absoluto materno.

Hay dos goces en juego; el goce auto-erótico, producto del enloquecimiento del instinto por
haber sido tomado en el baño del lenguaje. Pero además, la sujeción de ese hablanteser al
capricho del Otro primordial, estando sujeto al goce del Otro primordial, un goce que en
términos lógicos no tiene ningún límite, van a ver que el límite, se va a introducir con la
segunda operación que va a producir el segundo efecto de la estructura del lenguaje.

Podría decirse  que la primera operación es una alienación  a los significantes del Otro
primordial, y así queda enajenado, sujetado a ese goce del Otro primordial; y a la segunda
operación habría que ubicarla como una separación respecto a ese capricho del Otro
primordial. La función del padre entendida por Freud en términos de Castración, ha sido
retomada por Lacan, en la perspectiva de posibilitar algún tipo de límite a ese poder
absoluto materno. Lo veremos luego.

Quisiera destacar dos cosas más en este pasaje del tiempo 0 al 1. Por un lado, esos
significantes a los que el sujeto constituido en ese tiempo primordial se aliena, esos
significantes van a formar parte de lo que Lacan llama el núcleo del Ideal del Yo. El Ideal
del Yo es una instancia simbólica, se constituye en esa Identificación Primaria. Lean
Psicología de las masas...,  Freud dice que el niño toma al padre como su Ideal en esa
identificación primordial. Es importante destacarlo, porque el Ideal del Yo, tendrá su
función luego en la Identificación especular que forma al Yo en el Estadio del Espejo; una
función capital porque va a sostener esa identificación imaginaria. Pero para que la
sostenga, tiene que haber sido constituido primordialmente. Uno de los efectos de la
identificación primordial, además de la constitución de este sujeto que llamamos "del goce",
es la constitución del núcleo del Ideal del Yo, que es un S1; Lacan lo llama rasgo unario, es
decir, un significante que no tiene ningún sentido, que no está encadenado a otro. Los
significantes a los que el viviente se "identifija" y por esa vía deviene un sujeto del goce, son
"S1--S1--S1", es decir, ningún sentido en sí mismo; y el núcleo del Ideal del Yo es tan
insensato como esos significantes que no están encadenados. El núcleo del I(A) proviene de
esa operación inicial traumática de nominación. Una insignia que le viene al sujeto del
Otro, y por la cual se constituye él, el sujeto como tal. Es decir que no había sujeto antes de
esta operación, pero tampoco había I(A): su núcleo proviene de esta identificación
primordial, que no comporta más que la alienación del viviente a los significantes del Otro.

La otra cuestión que me interesa destacar de este pasaje, es que si bien hay en él una
pérdida de goce, puesto que toda operación significante (el significante mismo), supone un
límite al goce, hay algo más. En cuanto a la pérdida, en este caso se ve muy bien que se trata
de un efecto de mortificación; uno podría decir que el viviente tiene acceso al goce de la vida
y que esta alienación simbólica lo que introduce es una suerte de "desvitalización". Captamos
allí hasta qué punto el significante introduce un límite al goce. Esto lo dice Lacan en el

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Seminario XX, y al mismo tiempo propone que le significante es la causa del goce. Dice
Lacan en el Seminario 20 (Aún, Clase II, p.32-33):

“Para situar, antes de dejarlos, mi significante, les propongo sopesar lo que, la última vez,
se inscribe al comienzo de mi primera frase, el gozar de un cuerpo, de un cuerpo que
simboliza al Otro, y que acaso consta de algo que permite establecer otra forma de
sustancia, la sustancia gozante. ¿No es esto lo que supone propiamente la experiencia
psicoanalítica?: la sustancia del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se
goza. Propiedad del cuerpo viviente sin duda, pero no sabemos qué es estar vivo a no ser
por esto, que un cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera
significante. […] Gozar tiene la propiedad fundamental de que sea, en suma, el cuerpo de
uno el que goza de una parte del cuerpo del Otro. Pero esa parte goza también, lo que place
al Otro más o menos, pero el hecho es que no lo deja indiferente. Hasta puede producirse
algo que sobrepasa lo que acabo de describir, y que está marcado por toda la ambigüedad
significante, porque el gozar del cuerpo posee un genitivo que tiene esa nota sadiana sobre
la que puse un toque o, por el contrario, una nota extática, subjetiva, que dice que, en suma,
es el Otro quien goza. […] Pero lo que llamo propiamente el goce del Otro en tanto que no
está aquí sino simbolizado es algo aún muy distinto, a saber, el no-todo que tendré que
articular. En esta única articulación, ¿qué es el significante?, el significante sólo por hoy, y
para cerrar con esto, dado los motivos que tengo. Diré que el significante se sitúa a nivel de
la sustancia gozante. Es del todo diferente de la física aristotélica que voy a evocar, la cual
por poder ser solicitada como lo haré enseguida, nos muestra hasta qué punto era ilusoria.
El significante es la causa del goce. Sin el significante, ¿cómo siquiera abordar esa parte del
cuerpo?, ¿Cómo, sin el significante, centrar ese algo que es la causa material del goce? Por
desdibujado, por confuso que sea, una parte del cuerpo es significada en este aporte.

Pero ¿cómo entender que el significante al mismo tiempo que limita, sea la "causa" del
goce? Bueno, basta ser Freudiano para saber que si uno impone un límite a la satisfacción
pulsional, la pulsión encuentra otra vía para seguir satisfaciéndose. Como Hydra, le cortan
una cabeza a la satisfacción pulsional y le crecen dos más. En la estructura cada vez que
hay pérdida  de goce, hay recuperación de goce.

Hay un texto de Freud que se llama Sobre la conquista del Fuego, donde Freud señala que
para que haya avances culturales tiene que haber renuncia a una satisfacción pulsional. Y se
pregunta ¿Cuál es la renuncia pulsional que tuvo que producirse para que la humanidad
conquiste el fuego? Freud propone allí que la renuncia que hubo que introducir para
mantener el fuego vivo, es la renuncia a la satisfacción de apagarlo, es decir, la  satisfacción
uretral, urinaria. Para que el fuego se mantenga vivo, hubo que renunciar a la satisfacción
de apagarlo. El avance cultural que supone el dominio del fuego, es correlativo de una
renuncia pulsional. El asunto es que el goce permanece vivo de todos modos, encuentra
una vía para satisfacerse. El escrito que sigue al mencionado es El porqué de la Guerra, donde
Freud en esa carta un poco pesimista, le explica que los humanos entraron en guerra en
todos los tiempos porque encuentran una satisfacción muy particular en quemar al
prójimo. Así que vean ustedes, hay una renuncia a una satisfacción, al apagado del fuego
para mantenerlo vivo, pero esa renuncia es seguida por una recuperación de goce que no es

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otro -no es otra satisfacción en este caso- que la de quemar al prójimo, al hermano, con el
fuego que hemos dejado vivo.

Esta es la idea freudiana: cuando uno renuncia a una satisfacción, otra viene a su lugar.
Entonces lo que estamos localizando aquí, es que en lugar de esos goces de la vida, lo que
nos queda como recuperación de ello, es el goce pulsional. El goce pulsional es lo que nos
queda de vivo allí donde hemos renunciado al goce de la vida por esa identificación
primordial. 

Por lo demás, que Lacan escriba a la pulsión con el matema $ <> D, indica muy bien que la
pulsión proviene del efecto de esa Demanda primordial del poder absoluto materno sobre
el viviente que hace de él un “sujeto del goce”. No hay pulsión en los animales. En la
animalidad Freud habla de instinto. Y ubica para los seres hablante, el Trieb, la pulsión. Pues
bien, la satisfacción pulsional anárquica que Freud encontró en el autoerotismo es un efecto
simbólico, efecto de la estructura del lenguaje, es un primer efecto de la estructura del
lenguaje, un efecto de fragmentación.

Es preciso ponerle un límite al goce pulsional, aquel que introdujo la identificación


primaria, para que el cuerpo se constituya como una unidad, para que se constituya como
una ilusión de unidad que no es más que lo que Freud halla bajo el Yo. ¿Cuál es el nombre
freudiano del límite que es preciso introducir respecto del goce autoerótico para que el Yo
se constituya como unidad? No hablo del nuevo acto psíquico todavía, cuidado; hablo de la
operación que va a posibilitar ese nuevo acto psíquico. Ese nuevo acto será una
identificación, pero que será imaginaria y estará soportada por una operación simbólica,
una segunda operación simbólica, que es la que va a permitir la unificación.

Leyendo Schreber o El hombre de las Ratas, encontrarán que para Freud, un padre, su
función, es venir a oponerse, a limitar el goce autoerótico. Equiparemos momentáneamente,
la operación de la Castración a esa función del padre, y digamos que es la Castración la que
le pone un límite al goce autoerótico, y limitar al límite al goce autoerótico, será
fundamental para considerar la posibilidad de la constitución de un cuerpo como unitario.
Piensen a la castración como una tijera. A veces se cree que la castración, la función del
padre, venía a instaurarse para operar una separación respecto a una dualidad narcisista, y
la castración sería entonces tercera respecto a esta dualidad. Nosotros, por el contrario,
consideraremos que cualquier narcicismo precisa de la castración para instituirse como tal.
Si el narcicismo es una defensa contra la castración, es necesario suponer la castración como
una operación lógica anterior. 

Para darles una imagen, piensen en esas guirnaldas que se constituyen sobre un recorte,
que van formando hombrecitos que luego se toman de la mano. Esos hombrecitos tomados
de la mano que han formado sus cuerpitos individuales, aun cuando formen masa (tengan
presente el Yo y la masa), se soportan de la operación de recorte; no hay cuerpo que no se
constituya a partir de que algo de papel caiga. Digo que para pasar del autoerotismo al
narcicismo, es preciso suponer la operación del recorte de la castración que haga que algo
del goce autoerótico se pierda, caiga. Así define la castración Lacan en el Seminario XIV La
lógica del fantasma, diciendo que la castración es la separación del goce del cuerpo.
Pero agreguemos: no hay un cuerpo antes de esta operación; el cuerpo se constituye por ese
recorte que introduce la castración no sobre el cuerpo unitario -que será el efecto de esa

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operación-. La castración opera un límite sobre el goce autoerótico, hace que haya un resto
de goce autoerótico que se cae fuera de lo que será un cuerpo constituido precisamente por
esta operación de la castración. 

Entonces, rebobinemos. Sobre el viviente se produce una primera operación, que es una
operación traumática, que supone la alienación a los significantes del Otro primordial,
produciendo una mortificación del goce de la vida, y lo que queda en su lugar es la
satisfacción anárquica de las pulsiones parciales, fragmentación,  autoerotismo.

Ahora ubicamos una segunda operación, que es la castración: la introducción de la función


del padre, en el sentido de que opera una separación allí del goce que permite instituir un
cuerpo como unidad, esto es, la castración soportando la constitución del narcisismo.
Dijimos que el I(A), como instancia simbólica, es necesario para sostener la identificación
imaginaria, a partir de la cual el yo se constituye como unidad. Yo agrego ahora un
segundo elemento de lo simbólico -no el I(A)-, sino la operación de la castración que,
regulando el goce auto-erótico, instituye la posibilidad de una unificación narcisista.

Vuelvo sobre la imagen de los hombrecitos de la mano, que logran una imagen unificada a
nivel del Yo o de la masa; la analogía de la constitución del Yo y de la masa es gracias a que
operó el recorte de la castración y dejó caer pedacitos de papel, instituyendo al cuerpo
como unidad. No hay unidad ilusoria si no a partir del tijeretazo de la castración. Primeo
está el corte y luego la superficie se constituye como unidad2.
 
En el nivel del goce, uno podría decir que el goce autoerótico se limita, se ordena, se
encarrila, bajo los límites de la carretera principal. Una de las vertientes del goce que Lacan
llamó fálico, es esta; supone un goce delimitado bajo los auspicios del Nombre-del-Padre,
bajo los auspicios de la Castración. El goce fálico es un goce ordenado, que introduce un
equívoco importante, porque está regulado, pero también está la dimensión del Superyó. El
goce fálico es complejo, pero que supone la operación de la castración, lo que supone una
modificación en la economía de goce. Se pone un límite, se pierde el goce auto-erótico
(agregando que no-todo se pierde), y se instituye un goce ordenado, fálico, que se deja
encarrilar por la carretera principal. 

En el esquema se pueden ver los 3 goces: Goce de la Vida, la operación de Identificación


Primaria / Traumático que hace uno pierda ese goce de la vida. En su lugar viene el  Goce
Auto-erótico, que es ya un resto del goce de la vida en el hablanteser; y luego finalmente
el Goce Fálico, allí introducido por la castración que ha regulado el goce autoerótico. 

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“El corte revela la estructura”

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En esta segunda operación, también se deja pasar un resto autoerótico (no-todo lo


autoerótico se pierde), y así como en la primera operación algo del goce de la vida queda en
el goce autoerótico, pues, en la segunda operación, algo del goce autoerótico queda en el
goce fálico: queda en los síntomas neuróticos, por más que opere el nombre del padre y la
castración. La imagen narcisista -la unidad no es más que ilusoria-: en el nivel de
los síntomas siguen satisfaciéndose las pulsiones parciales. También en este campo hay un
resto de goce que se filtra, porque ni la Identificación Primaria logra finiquitar el goce de la
vida, ni la castración loga terminar con el goce autoerótico que persiste en el nivel de esa
satisfacción de las pulsiones parciales en los síntomas neuróticos. 

Diremos que el Narcisismo es un intento de unificación de las pulsiones parciales, pero esas
pulsiones parciales, perviven, sobreviven al impulso unificador y en
los síntomas neuróticos (como mejor enseña el síntoma conversivo histérico) se encuentra
allí esa parcialidad sobreviviendo.

***
En el tiempo 2, tenemos la unificación del Narcisismo, producto de la Castración sobre el
goce autoerótico. Pero no es la Castración el nuevo acto psíquico que permite pasar el
autoerotismo a la constitución del Yo [ i(a)´ ], sino el que Lacan propone en su Estadio del
Espejo, a nivel de una identificación especular, una identificación imaginaria que no se
confunde con la primaria, puramente simbólica, que hizo del viviente un ser hablante o un
sujeto del goce.  El tiempo 2 es propio del Estadio del Espejo, en que el sujeto (aún no hay
Yo), se identifica con una imagen amable, que Freud llamó Yo Ideal i(a), que esta provista,
sostenida desde el lugar del Ideal del Yo. La imagen amable, el Yo Ideal, es una instancia
precisamente imaginaria; pero que está soportada desde el lugar del I(A), bien simbólica.
Ahora podemos agregar que esa instancia simbólica I(A), se constituyó primariamente en el
nivel de esa identificación simbólica, primaria. Luego de ese núcleo constituido del I(A)
simbólicamente en esa identificación primaria, puede servir de soporte a
las identificaciones imaginarias que vienen a constituir al Yo secundariamente, y a darle su
carácter narcisista. 

Quiero destacar la confluencia en el nivel del estadio del estadio del espejo, lo que
llamamos constitución del Yo como una imagen unificada a partir de la imagen amable/yo
ideal i(a)´, que se le entrega al infans desde el lugar del Ideal del Yo, I(A), dado que es esta
instancia la que garantiza que ése que está allí en el espejo es el niño que se está mirando, la
confluencia de esa identificación imaginaria con lo que Lacan llama el Primer Tiempo del
Edipo.

En el primer tiempo el niño se identifica especularmente con el falo imaginario, objeto de


deseo materno. Al mismo tiempo, la madre se vuelve el objeto primordial, el das Ding, goce

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perdido por acción de lo simbólico. Pero la ley que transmite es incontrolada, omnipotente,
responde a su propia voluntad. El ternario imaginario se establece entre la madre, el niño y
el falo, pero el padre está presente en forma velada en el mundo simbólico.

En este primer tiempo entonces el niño queda identificado a la posición de falo de la madre,
pero para que ello suceda, el deseo de la madre (DM), que es un deseo loco, caprichoso,
tuvo que haber sido interpretado fálicamente. Para venir al lugar de falo de la madre, es
preciso la intervención de la metáfora paterna. La Metáfora Paterna sostiene el despliegue
de los 3 tiempos, y está presente ya en el primero, dado que no habría ningún tipo de
identificación posible con el falo de la madre si el DM no se hubiese ya interpretado
como Deseo del Falo, y esa interpretación está a cargo de esa operación metafórica por la
cual el Nombre del Padre sustituye al Deseo de la Madre e interpreta ese deseo loco y
caprichoso (el "poder absoluto materno"), interpretándolo como deseo de falo. Luego de
interpretado el DM como deseo de falo, el niño puede venir a identificarse a este lugar. Y
esto es lo central: no hay forma de constituirse como un Yo amable para el otro, si no a
partir de esa operación de castración, de la introducción de la Ley paterna que posibilita
que el niño venga a ese lugar del falo de la madre.  Intento acercar el estadio del espejo, por
el cual se constituye el Yo como imagen amable, unificada, con el primer tiempo del Edipo,
que está ya soportado por la operación de la MP que hace del DM un deseo del falo,
permitiéndole al niño venir al lugar del "falito de la madre". 

El niño precisa esa garantía que le viene del lugar del Ideal del Yo I(A) para identificarse
con el Yo ideal i(a). Necesita que ese lugar del Otro sea interpretado fálicamente para venir
a ubicarse como falo materno. Desde el lugar del I(A) se lo nomina, el adulto le dice "Ese
sos vos Juancito", "sos mi falito". Subrayo la confluencia del estadio del espejo con el 1T del
Edipo. Establecer un Yo unificado, es establecer un Yo fálico, es establecerse como falo del
otro. El narcisismo supone esa dimensión fálica, y aquí no hay diferencia sexual, no se trata
de tener, sino de ser el falo. El lugar de falo de la madre, espera al sujeto por venir. En la
MP Lacan lo llama significado al sujeto, es la significación fálica que la MP le otorga el ser
del sujeto, y en esa significación consolidamos una imagen ilusoriamente unificada.

De modo que esa idea de que al principio "hay una díada narcisista, de la madre y el niño, y
la castración vendría a introducir una separación que permitiría separar al niño de esa
posición fálica", no es la única versión. Hay una versión más lógica, que implica que  el
narcisismo supone a la castración como una operación que lo sostiene y lo promueve, por lo
menos en una primera dimensión. La castración permite la conformación del cuerpo como
unidad. El Nombre del Padre, interpretando el DM como deseo de falo, le ofrece al niño la
posibilidad de una identificación con esa imagen fálica. Luego veremos al padre real que
venga a separar en el 3er T del Edipo, al niño de esa identificación con el falo de la madre.
La MP es una operación simbólica que sostiene los 3 tiempos del Edipo y permite su
entrada. Lacan plantea a las psicosis en el Seminario III como "fuera de Edipo", porque
precisamente falta esta operación de separación que va a permitir la conformación del
cuerpo como unidad. La esquizofrénica da testimonio de esa fragmentación en la que
queda inmerso el sujeto con no contar con el NdP, la castración, que permite la
conformación de unidad narcisista; y si se logra esa unificación, como en psicosis
paranoicas, será a partir de que se instituya algún tipo de suplencia respecto a esta
operación de castración, que es la que posibilita la unificación.

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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

***
Ahora tomaré finalmente no tanto al sujeto viviente, sino al objeto. Se trata de las 5
versiones del objeto a, dado que Lacan no la concibe siempre del mismo modo.

En primer lugar, a1. Lo ubico en el Tiempo 0. Es lo que Lacan llama "el objeto perdido
freudiano". El das Ding. La cosa se pierde por el hecho de habitar el lenguaje. El
significante mata a la cosa. No es que haya la Cosa en la animalidad, en el nivel del
viviente. La suponemos perdida una vez que entramos al campo del lenguaje.

En segundo lugar, a2. Lo ubico en el tiempo mismo de la primera operación, del


traumatismo que supone la identificación primordial. Es el agujero -lacan conceptualiza el
objeto a también así-; Lacan referencia al objeto a como "la nada", el agujero que queda en la
estructura por el hecho de que para los hablanteseres, no hay el objeto necesario, pues si
hubiese el objeto perdido freudiano, habría la relación sexual. Es el objeto que si lo hubiese,
habría esa complementariedad con el objeto, que precisamente está perdida por el hecho de
hablar. En el lugar de ese lugar de ese objeto de la necesidad, objeto perdido
primordialmente, queda un agujero en la estructura, y a eso Lacan lo llama objeto a
también.

En tercer lugar, a3. Son los objetos pulsionales que vienen a suturar ese agujero dejado en la
estructura por el hecho de que no haya el objeto necesario. Los objetos de las pulsiones
parciales, a las cuales llama substancias episódicas en la Nota Italiana. Dice "Está el objeto
(a). Ex‐siste ahora por haberlo yo construido. Supongo que se le conocen las
cuatro substancias episódicas, que se sabe para qué sirve, por envolverse con la pulsión por la
que cada uno se apunta al corazón y no se alcanza más que con un tiro que lo falla". El
objeto oral (pecho), anal (caca) -que tienen una marca freudiana-, agregando el objeto
escópico (mirada) e invocante (voz); son los objetos de las pulsiones parciales que vienen a
ubicarse en el mismo lugar de la falta del objeto que supone esa pérdida original por el
hecho de haber sido tomados por el lenguaje.

Sirvámonos de dos metáforas para ilustrar el pasaje, al nivel del objeto ahora, en esa
primera operación que vaque implica el pasaje del a1, a2 pasando por el a2, llegando al a3.
Vayamos a Freud y a1 ¿Qué quiere decir el objeto perdido freudiano? ¿Cómo puede haber
un objeto perdido que nunca se tuvo? Se trata de un objeto perdido desde siempre, este es
el punto. Por ejemplo, al inicio de la era mezosoica, existía Pangea, una gran isla, y los
continentes actuales se desprendieron de él, por el movimiento de las placas. Así que hubo
un momento no había islas, sino que se formaron por el desprendimiento del continente.
Ahora bien, ¿la isla estuvo alguna vez en el continente? No, no había isla, pero tampoco
había continente, porque el continente se refiere a la isla. La isla se constituye como perdida,
como separada. No es que alguna vez estuvo en el continente. El objeto freudiano nunca se
tuvo y está perdido desde el vamos.

El a2, el agujero en la estructura, es la marca que deja el objeto que falta desde siempre. 

El a3., son esos objetos pulsionales, que no son sino lo que nos queda de vivo a los
hablanteseres, una vez que impuso esa operación de mortificación que nos arrancó de la
vida y nos puso en este mundo palabrero en el que existimos. Para abordar estos objetos

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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

pulsionales, los dirijo al mito de Aquiles, y su punto vulnerable: el talón. Cuando uno
sumerge en ese baño lenguajero hay algo vivo que no es tocado por el rio del lenguaje, Real,
y que, en este caso, no es más que su talón; lo que queda de vivo, es lo que queda de
vulnerable en Aquiles. El talón figura para nosotros, estos objetos pulsionales que son los
que nos queda de vivo una vez que hemos sido mortificados por el trauma de habitar el
lenguaje. La satisfacción autoerótica freudiana es lo que queda de vivo en el serhablante. Y el
lenguaje permanentemente intenta regularla, limitarla, apagarla y eso, es decir, ello,
resiste.  Recuerden que el ello es resistencia, no es el inconsciente palabrero que insiste; el
ello es la resistencia de la satisfacción pulsional, es decir, la resistencia de lo vivo al carácter
mortificante del lenguaje. Lo que Lacan llama objeto a ene le nivel pulsional, localiza el
punto en que lo real del goce resiste a la mortificación lenguajera. El lenguaje con todo,
intenta apagar ese goce. La operación de castración es el segundo intento del lenguaje por
apagar el goce; goce ahora ya no de la vida, sino el goce del resto que nos queda en el nivel
de la satisfacción autoerótica. La castración es el intento de limitar, suavizar, amortiguar lo
traumático que ha dejado, en el organismo viviente, ese goce autoerótico.

Vamos al a4 ¿De qué modo se regula el goce de las pulsiones parciales? Lacan ubica allí la
coordinación del objeto a con la castración con un matema

_a_
-

Esto Lacan lo llama agalma, en el Seminario VIII, y lo llama la "coordinación del objeto


pulsional con la castración", lo que no es otra cosa que el a4. Es el objeto pulsional en tanto
que velado fálicamente, recubierto con brillos fálicos. Es el objeto a, ahora ya no en su
dimensión pulsional, sino que, coordinado con la castración, falta. Si falta el objeto a, puede
el objeto pulsional, devenir causa del objeto, porque el objeto que causa el deseo es
precisamente este objeto a4.
Se ve muy bien aquí la diferencia entre el  objeto  pulsional (objeto del goce de las pulsiones
parciales) y el objeto que causa el deseo, que supone ya la coordinación de los objetos
pulsionales con la función de la castración, es decir con la función del padre. Esto permite
que el objeto pulsional no esté presente, sino que falte. Por eso se escribe -, es la castración
imaginaria que viene a vestir lo real del objeto a. Así, alcanza brillo fálico, y se vuelve un
objeto eventualmente deseable.
Ejemplo a nivel del objeto oral. Película Birdy (A. Parker) donde el psicótico le dice al
amigo “¿Por qué la chica puso mi mano en su glándula mamaria?” Este es el punto: hay allí
la evidencia de que hay un objeto que no se ha revestido fálicamente. Una teta no es una
glándula mamaria. Lo real del objeto tiene que revestirse fálicamente, brillo fálico, para que
eso cause el deseo. Las dificultades son evidentes en la esquizofrenia, para que el objeto se
vuelva causa de deseo. Si la psiquiatría clásica, Kraepelin sobre todo, la falta o el trastorno a
nivel de la voluntad en el nivel de la "Dementia Preacox", en psicoanálisis ubicaremos una
dificultad en el nivel del deseo toda vez que el objeto pulsional no se coordinó con la
función de la castración, que es lo que vuelve al objeto pulsional, un objeto que cause el
deseo.

Ejemplo a nivel del objeto anal. Cuando Lacan revisa en el Seminario X la fase anal, tal
como Freud la revisó en los niños, lo que destaca es que en el nivel del objeto anal, de lo

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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

que se trata sobre todo, es de la prevalencia de la Demanda del Otro: el objeto anal no es un
puro y simple excremento, es el excremento en tanto que demandado por el otro, bajo
condiciones muy precisas; es esa "caquita" que la mama le pide al niño, y le pide que lo
entregue. No es la caca a secas, es una caca revestida fálicamente, un tesoro,
un tesoretito. Una caca vuelta tesoro para el otro. Esto supone la coordinación del objeto
pulsional, como real, con la dimensión fálica, de la castración, que lo vuelve un
objeto deseable.

Hay que distinguir el objeto deseable, que es un señuelo, del que causa el deseo; aquí radica
la diferencia entre el a4 y el a5. En a4 yo sitúo al objeto pulsional en tanto que falta; cuando se
coordinó con la función de la falta, el objeto pasa detrás del sujeto y causa al sujeto desde
detrás. Lo que el sujeto tiene delante, son objetos que son señuelos, son objetos no que
causan el deseo, no son el objeto causa del deseo, sino objetos deseables, objetos del deseo,
la dimensión más imaginaria del objeto. Yo ubicaría allí la quinta dimensión, que es la
versión más imaginaria del objeto, que Lacan a veces escribe i(a). ¿Cuál es el primer objeto
a5, objeto imaginario? Uno diría es el Yo ideal. Y es el yo ideal a partir del cual el Yo del
sujeto se constituye. El yo del sujeto como un objeto amable, unificado, es el primer objeto de
amor. Ese es un objeto a5. El amor en su vertiente imaginaria, se ubica en el nivel de ese
objeto a5.

No confundir estas dos últimas dimensiones. El a4 proviene de la operación de la castración


en la medida en que la castración hace que el objeto pulsional se pierda, y cause desde atrás
-allí entonces el objeto a funciona como causa de deseo-; y luego tenemos los objetos
imaginarios, a5, que son los que se le muestran al sujeto por delante, y con los cuales se
identifica para desde allí una imagen amable desde donde constituye el yo.

Podemos finalizar el recorrido por los objetos a, con la metáfora del burro y la zanahoria.
Dijimos que el objeto que causa el deseo es el objeto pulsional en la medida en que falta, de
modo tal que situamos al objeto a causando el deseo del sujeto, lo que se escribe a -> $. El
objeto causa el deseo dese atrás, y adelante tiene los objetos del deseo, los señuelos, los i(a).
En el esquema verán que entre el sujeto y los objetos del deseo, i(a), quinta versión del
objeto a, he interpuesto una barrera que es un vidrio

El sujeto ve a esos señuelos a través del vidrio, pero a la vez, encuentra un reflejo de sí; de
modo que en esos objetos señuelos, encuentra algo de sí. El amor en este punto es
narcisista: en el vidrio ustedes pueden ver lo que está del otro lado del vidrio, pero el reflejo
hace que podamos reencontrar algo familiar, es decir, algo yoico, en los objetos de amor.

Algo del objeto a que causa el deseo de atrás también se refleja allí, pero eso no hay que
verlo, porque eso ya está puesto entre paréntesis "(a)", dado que el objeto pulsional, la
dimensión real del objeto, no es especularizable. No es especularizable mientras el velo se
mantenga. Por ejemplo, Lacan dice "la angustia surge cuando falta la falta". Acá se extrae la
potencia de ese aforismo, viendo que cuando falta la falta del objeto, ese objeto pulsional
que tendría que haber causado desde atrás porque falta, y el deseo solo está causado en la

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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

medida en que el objeto falte, cuando falta esa falta (es decir, cuando falta la castración), el
objeto que tendría que estar atrás pasa a adelante, y allí surge la angustia como tal. LA
angustia es la señal de la irrupción de lo real del objeto, que se ha des-velado y nos desvela,
nos impide dormir a veces en modo de un sueño de angustia. 

El burro persigue a sus zanahorias, esos i(a), señuelos, versiones 5tas del objeto a. Los
persigue en la medida en que no los alcanza, y si los alcanza eventualmente, encuentra
diferencia entre lo esperado y lo hallado, "no era eso", y sigue buscando y buscando al
próximo señuelo. Se engaña entre los señuelos, hasta que aparece de golpe lo que no
engaña: la angustia es la certeza de hallarse frente a un objeto que debía faltar y de golpe
aparece, irrumpe como presencia. ¿Porque irrumpe como presencia cuando debería faltar?
Porque hay algo en la función de la castración que allí donde se inscribe, lo hace
fallidamente, por lo que, aunque opere allí esa función que nos hace perder esos restos de
goce autoerótico, hay determinados momentos en la existencia en donde trastabilla esa
función de la castración y eso que debía faltar, pues ya no falta: falta la falta. Trastabilla la
castración y hay presencia de la dimensión 3 del objeto, la dimensión pulsional, lo que
supone la irrupción de angustia. El burro persigue las zanahorias, en la medida en que no
se presente frente a él, el objeto que en verdad causa su deseo. Mejor perseguir la zanahoria
por un tiempo y no angustiarse ante el objeto que causa el deseo y que debe permanecer
causando desde atrás.

Dos últimas cuestiones. La castración en verdad no es la introducción de la falta en la


estructura como tal. Vimos que la falta se introduce en el nivel de esa identificación
primordial que precisamente vuelve perdido de modo radical al objeto freudiano, a la Cosa.
Así que hay una falta de objeto que está en juego allí, que he nombrado a2, que no está
operada por la función de la castración, es decir por la función del padre, sino por el
Lenguaje. LA falta esta introducida en el serhablante, por el hecho de habitar el lenguaje.
Entonces la castración no es la introducción de la falta en la estructura, sino su
redoblamiento simbólico. Solamente cuando es redoblada esa falta que es introducida
inicialmente por el lenguaje, que cobra efectivamente toda su eficacia. Una última
ilustración. Un gol en un partido de fútbol, se determina cuando la pelota pasa toda la línea
de base de los tres palos, y eso es sancionado por el árbitro, el juez, el tercero al que se
apela. El gol se convierte cuando la instancia simbólica del árbitro convalida, con una
operación simbólica (tocar el silbato y señalar el centro de la cancha), y recién ahí el
marcador pone el 1 a 0. Así puede suceder también que el árbitro no convalide un gol
cuando acometió o que dé como valido un gol, cuando no sucedió.

Hay una intervención simbólica del árbitro, que puede dar en lo simbólico un gol cuando el
gol no aconteció "en lo real", o viceversa. Digo que la castración es la operación simbólica
que redobla una falta introducida por el hecho de habitar el lenguaje. Cualquier serhablante
queda a merced de esa falta inicial, introducida en lo Real por habitar el lenguaje. Es una
falta que la introduce la primera operación y es lo que hace que en ningún caso, en ningún
serhablante, tenga una relación natural con el objeto, sino que el objeto natural está perdido
de entrada. Ahora, es necesario que ese "este perdido de entrada", sea redoblado por la
operación de la castración, es decir una operación simbólica, que venga a redoblar,
a nombrar esa falta como  falta fálica, para que allí se comience a articular algo de lo que
Lacan llama deseo. 

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DOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

Es una falta que desde lo simbólico se introduce en lo real, la operación primera es


simbólica, identificación primaria, simbólica, traumática, introduce una falta en lo Real. La
segunda operación es un redoblamiento de la primera: la castración es lo que da nombre a
la falta introducida por el lenguaje. La castración es el nombre de la falta.

La primera operación introduce al viviente al campo del lenguaje: todo serhablante está en el
campo del lenguaje (psicóticos, autistas), traumatizados por la alienación a los significantes
del Otro, sometidos al “virus lenguajero”, esa enfermedad del lenguaje. Otra cosa es estar
en el discurso; esto supone la operación de la castración o lo que haga sus veces. El psicótico
está “fuera de los discursos establecidos”, no está afiliado al club del Edipo, pero eso no le
impide eventualmente inventarse una suplencia discursiva para paliar ese fuera-de-
discurso que especifica Lacan específicamente para la Esquizofrenia. El psicótico puede
encontrar algunas suplencias que moderen, no de modo estándar (edípico), ese
traumatismo del que estamos suspendidos todos los seres hablantes.

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