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Capítulo cuatro.

Psicología social comunitaria.

En el contexto de la llamada crisis del modelo de las ciencias humanas y sociales, que ocurrió
posteriormente a la Guerra Fría y en los años 50 y 60 del siglo 20, cuando tanto el compromiso social
y político de los intelectuales como el papel de la Universidad fueron fuertemente cuestionado y
exigidos en campos específicos de la psicología y de sus prácticas, se observa una gran insatisfacción
a propósito del quehacer psicológico dirigido a las minorías. En Brasil, a comienzos de los años 60 Los
cuestionamientos señalaban la búsqueda de prácticas diferentes de las tradicionales que, por cierto,
se hayan constituido en los funcionamientos de la creación de esta profesión y que jugamos de los
tradicionales de dominaban en la Formación de los psicólogos. Aún mediante este fuerte hegemonía
de los modelos individualistas y elitistas en el trabajo psicológico, encontramos durante el proceso
de formación, pero los grupos de estudiantes de Psicología en Brasil a mediados de los años 60, una
especie de minoría activa construida por profesores, estudiantes de Psicología y psicólogos en
centros como San Pablo y porque intentaban desarrollar trabajos con los sectores más
desfavorecidos de la población buscando. Construir quehacer psicológico menos elitista y más
comprometido en los rumbos de la realidad social. Ese en este clima, donde encontramos las bases
para aquello que dos décadas y media más tarde conoceríamos como la emergencia y consolidación
de lo que llamamos psicología comunitaria, podemos decir que en parte esta inquietud respecto a
los diferentes Cáceres de la psicología, junto con la preocupación por hallar una práctica
diferenciada que estuviera dirigida a la mayoría de la población y vinculada a los servicios
psicológicos, fue un fuerte elemento que impulsó desde esa década la construcción de una
trayectoria. La psicología social comunitaria latinoamericana, que tiene características distintivas. En
la coyuntura histórica política de América Latina, el clima de terror y la pérdida de los derechos
humanos básicos, la violencia manifestada en diversos contextos y dinámicos sociales, así como la
exclusión social y de los servicios básicos como vivienda, salud, educación y empleo, junto a una
constante opresión, sumisión, fueron las marcas indelebles del sistema dictatorial y configurar un
proceso social no podía ser simplemente negado desde una realidad densidad perversamente vivida
por la mayoría de los brasileños en particular y por los latinoamericanos en general.

Pero aún así, la vida de las personas y sufrimiento conviven en la riqueza cultural de la población,
que traía consigo potencialmente muchas alternativas. Es en este escenario donde los
cuestionamientos sobre compromiso político de los intelectuales y profesionales provoca un
movimiento que emerge desde el corazón de la psicología junto a otros campos y que explícita. La
responsabilidad tienen los profesionales respecto a las transformaciones sociales y su compromiso
de luchar contra las relaciones injustas e indignas e incluso humanas presentes en los sistemas vivos
autoritarios. Se pretende construir una ecología que rompiese con la dualidad entre lo social y lo
individual, que eliminase la visión individualista y psicológicamente, que propusiese trabajar con
grupos, que reflexione sobre los asuntos y problemáticas de sus sectores, para potenciar las
comunidades a través de las prácticas y saberes compartidos, de modo de ganar autonomía en la
cotidianidad de las relaciones. Podemos decir así que en este periodo histórico que vivió América
Latina reunió condiciones objetivas para que me diese una nueva mirada psicológica que estuviesen
partiendo con la realidad cotidiana de la población, que intentará maximizar la salud de los
ciudadanos, la cual solo puede ser alcanzada con el acceso a la educación, a la cultura, a la vivienda,
al negocio, a la salubridad y a las naciones dignas e igualitarias. Esta nueva mirada fue ganando
fuerza a través de los años y ha estado acompañada de una postura diferenciada por parte de los
profesionales que en ella antes habían argumentado que no era posible que las personas fueran
felices en una sociedad inequitativa e injusta. Esta perspectiva teórica de la construcción social del
hombre en su versión eléctrica, como producto y productor de su historia y de su cotidianidad, pasa
a tener relevancia. Culmina en una postura pilórica diferente en términos de una nueva concepción
del hombre y del fenómeno psicológico. En este sentido, los autores mencionados firman que el
abordaje teórico metodológico le presentó la psicología social comunitaria a lo largo de las últimas
décadas, implica una especie de enfrentamiento que simbológico con la psicología tradicional, cuya
postura era la de legitimar el orden social sirviendo de instrumento de dominación.

Sobre la disciplina.

Dentro de presupuestos teóricos y conceptuales, se verifica que los orígenes de la psicología


comunitaria se localizan en el ámbito de la psicología social, que está a su presa específicamente
ligada a las tradiciones históricas y políticas del continente latinoamericano. En este contexto, y a
partir de la constatación de que estudiara los seres humanos aislados de la sociedad, refuerza una
visión fragmentada y histórica de los fenómenos sociales de Psicología social, fue. Ocupando más
espacio de investigación ya nadie, incluso dentro de las formas tradicionales de trabajo,
proponiendo la intervención, relación entre individuo y sociedad como objeto prioritario de estudio.

Diferentes autores, a lo largo de estas últimas décadas se han preocupado por construir una
psicología más comprometida con la realidad a subir, retoma o explican la difusión de la falsa
dicotomía que se establece en el individuo y la sociedad, como si aquel pudiese prescindir de esta
para su Constitución, como sujeto, actor y autor de su historia personal y colectiva, o como si la
sociedad a su vez pudiese constituirse como tal, prescindiendo de los eléctricas derivadas de las
interacciones de los individuos. La discusión sobre esta supuesta dicotomía se construye en un punto
permanente de tensión, no solo en la práctica de los trabajos, sino también en los análisis teóricos
sobre los fenómenos psicosociales. Para Serrano García se, la psicología social entiende el
funcionamiento social como una concepción limitada e individual de la práctica humana y utiliza el
método experimental de las Ciencias Naturales. No podrá comprender la complejidad de las
relaciones sociales. Es importante señalar que miento campo de conocimiento, campo de
conocimiento, preocupado en buscar alternativas para mejorar las condiciones de vida de las
personas y en procurar entender la complejidad de las relaciones sociales. La sociología y la
educación también trabajan en esta dirección, comprometiéndose con la Transformación Social.
Cedeño señala que los primeros trabajos comunitarios de final de los años 50 y décadas de los años
60 se caracterizan por la realización de prácticas emi clandestinas o muy discretas y aisladas. El
carácter de la plan de trabajo comunica el trabajo comunitario, posibilita que continuará siendo
realizado minimizaba la identificación de sus autores.

Freitas señala dos vertientes principales como subsidiarias del campo de acción de las prácticas y
sociales en la Comunidad, una proviene de la educación y la otra surge como consecuencia de las
reflexiones acogidas en el campo sociológico. En la primera se verifica que la inserción y la
participación de se coloca en la Comunidad hubo como propuesta contribuir con la formación de
una conciencia política en la población. De esta forma, la cultura y la educación pasa a ser
entendidas como vehículos, a través de los cuales pueden fijarse en los procesos de concientización.

El llamado paradigma de la educación popular puede ser considerado como una contundente
corriente de apoyo a los trabajos comunitarios, que engloba un conjunto de ideas por filosóficas
nacidas con los movimientos de la educación de base y la cultura popular al final de los años 50 y
comienzos de los 60, y que crecieron dentro de la resistencia popular en los años 70 y comienzos de
los 80. En este periodo, la educación popular se coloca al servicio de la sociedad y busca un proceso
de auto concientización sobre los problemas que dificultan al ciudadano y el libre ejercicio de la
ciudadanía de forma colectiva y democrática. No podemos dejar de destacar que a lo largo de los
años, integrando el contexto del saber popular, el arte surge como un aliado importante del
desarrollo de los trabajos comunitarios en nuestro continente, en la medida en que se forja en la
dinámica popular. Así, el saber popular y el arte han sido dos aspectos relevantes en ese contexto
histórico donde surgen la educación popular y las formas de concientización de la población. El arte
puede entonces considerado como una expresión de la libertad como potencia de ideas y deseos.

La influencia de la sociología rural en los trabajos comunidades dominadas, segunda vertiente por
pleitas, aparece como una alternativa a los modelos tradicionales de gentes y revela una
insatisfacción con el positivismo y una adopción de la investigación participante. Esta proviene de las
críticas que en los años 50 comenzaron a hacerse en el campo de las Ciencias Sociales,
principalmente en la relación con la rigidez de esta área de conocimiento, ya que se consideraba
como fuente de error para la investigación científica a cualquier práctica que implicará la
transformación de la realidad en esta posición llevaba a la dicotomía en teoría y práctica y a la
defensa de una postura de neutralidad y de distanciamiento político social para el profesional. Para
su trabajo, sin embargo, esta concepción no podía sostenerse más debido al trabajo que se venía
desarrollando en el campo comunitario, que contaba con la participación de profesores o vídeos de
campos diferentes. Las partes críticas dirigidas a las formas tradicionales de trabajar en psicología
derivan del hecho de que sus modelos explicativos se apoyaban y positivismo lógico y empirismo
estricto sin poder explicar estas situaciones de la realidad latina, ni mucho menos dar caminos para
transformarlas. En este clima de cuestionamiento al carácter supuestamente neutro de la práctica
psicológica, muchos grupos de intelectuales se vincularon con las luchas populares con el planificar
la actividad científica como el proceso de Transformación Social. A partir de este escenario de
discusiones sobre los primeros trabajos en contextos comunitarios que facilitan la formación de
conciencia crítica y la participación política, estos pasaron a tener mayor visibilidad a través de
diversos eventos y simposios que fueron realizados especialmente por la Abrapso, (asociación
brasileña de Psicología social). Y que tenían como eje orientador la preocupación por el
acercamiento de la psicología a la realidad. El Congreso Interamericano sobre Psicología, Arraigado
en La Habana en 1980, puede considerarse como 1 de los primeros importantes foros que
fomentaron los debates relativos a los paradigmas dominantes en el campo de las prácticas de la
psicología en las comunidades y que abordaron las exigencias teóricas y metodológicas de la
disciplina. Según Nascimento, en este encuentro se plantearon nuevas visiones del hombre y, por lo
tanto, diversos tipos de intervenciones en la Comunidad, entre los cuales habían prácticas
paternalistas y asistencialistas. Tal diversidad, ya presente a inicios de los años 80, señalaba la
necesidad de enmarcar los aspectos teóricos, métodos de la psicología social crítica, que mostraron
un tipo de actuación que pasó más tarde a ser conocido como psicología social comunitaria.

De la psicología social a la psicología social comunitaria.

La discusión sobre las relaciones que existen y pueden existir entre algunos muy cercanos en la
psicología, como es el caso de la psicología social, comunitaria y política, ha sido intensa y prolífica,
especialmente a comienzos del presente siglo. Aunque no sea nuestro objetivo aquí presentar una
discusión detallada sobre las influencias entre tales campos, consideramos relevante recuperar y
señalar algunos elementos ya señalados por estudiosos del área. Para campos y Guareschi Hay en el
siglo XIX demarcaciones importantes que contribuyeron en la definición de la psicología social
actual, incluyendo este término a la psicología social comunitaria. En primer lugar, la psicología de
las masas, nacida en Europa a comienzos del siglo 20, que surge como respuesta a los movimientos
sociales urbanos en las sociedades capitalistas modernas. En segundo lugar aparece un modelo de la
psicología tenía un pública que deriva de los cuestionamientos al funcionamiento de las democracias
modernas. Basado en la síntesis de miles de puntos de vista individuales y, finalmente, el modelo de
la psicología social comunitaria, que se basa en el pluralismo rural y en la ética igualitaria que se
impuso a finales del siglo 20. Una parte considerable de la producción contemporánea de Psicología
social en América Latina se desarrolló a partir de la década de los 90, como se puede verificar en los
congresos realizados por la sociedad Interamericana de Psicología, en la que por lo menos desde
1992 se observa una notable participación de trabajos inscritos en el área de Psicología comunitaria
a partir de esta producción bibliográfica. Montero propone lo que pasó a ser denominado paradigma
de la psicología social latinoamericana, que en palabras de campos y guareschi, es el paradigma de la
construcción y de la transformación crítica, caracterizada por la relación dialógica entre el
investigador y los sujetos de la investigación y por el énfasis en la aplicación de la ciencia en la
Transformación Social.

Entre los aspectos más relevantes de esta psicología social comunitaria latinoamericana, con su
carácter activo y constructor de influjos sociales. Junto al hecho de tener siempre en cuenta las
referencias históricas y la crítica social para las acciones que deben ser implementadas, así como la
explicación de sus determinantes políticos. Hay una reconocida influencia del Construccionismo
social de Berger y Luckman en las concepciones relativas a la producción humana y las formas de
Constitución social de existencia presentes en la Constitución social de la realidad. Esta presenta la
idea del ser humano como producto y producto de un medio social capaz de transformar la realidad
al mismo tiempo en que es transformado por ella, es decir, siendo el mismo una producción societal
y al mismo tiempo asiento de la sociedad una producción humana. El campo de la psicología social
comunitaria ha utilizado también la perspectiva crítica ideológica dirigida a la reflexión. Revelando
una influencia del materialismo histórico y de la escuela de Frankfurt.

Pero no solamente el aspecto constructor de la acción, sino también la de construcción en los


análisis de causa efecto han aparecido en diferentes trabajos dentro del campo de la psicología
comunitaria. Este aspecto aparece más recientemente en Montero, quien enfatiza que es necesario
incorporar la acción y la reflexión a los actores. Y oír las voces de aquellos que viven los problemas y
a quien están destinados a los programas sociales. Destacamos también que la originalidad de la
psicología social desde la perspectiva de latinoamericana. Se ubica en el interés por la colectividad y
por la comunidades, en el posicionamiento a favor de las minorías oprimidas y los movimientos
sociales, en una praxis que procura la Transformación Social e individual en la incorporación de las
culturas populares, así como la participación social.

La necesidad de enfrentarse a una realidad política, cultural y social marcada por conflictos,
explotación, injusticia social, exclusión y miseria en el contexto latinoamericano, definió las bases
sobre las cuales se desarrolló la psicología social comunitaria. La coyuntura política dictatorial, entre
1960 y 1980, en varios países de América Latina, así como al repro- ducción acrítica de la psicología
norteamericana, llevó a una amplia revisión crítica de las teorías desarrolladas hasta entonces
(Martins, 1999). Se buscó la construcción de una psicología que considerara las particularidades
nacionales y el momento histórico por el cual atravesaban estos países. Procurando escuchar la
relación entre teoría y práctica, el contexto social pasó a ser referencia obligatoria. Actualmente, la
inserción y la práctica de al psicología social comunitaria han sido reconocidas como nunca antes en
su historia, desde comienzos de la década de los años sesenta (Freitas, 2001). Tomando como
referencia las conceptualizaciones que se han brindado en este campo, se observan varias formas de
concebir la psicología social comunitaria. Una de las prime- ras definiciones que fue ampliamente
divulgada es lade Maritza Montero (1982, p. 16), según al cual esta disciplina constituye el "área de
la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomen-
tar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y
social, para solucionar problemas que los afectan y lograr cambios en estos ambien- tes y en la
estructura social". Otra definición utilizada es la propuesta por Góis (1993), para quien al psicología
social comunitaria es un área de al psicología social que se interesa por al actividad del psiquismo
derivado del modo de vida dentro de la comunidad. En al visión de este autor, el objetivo de la
intervención psicológica es el desarrollo de laçone ciencia de los sujetos, a los que se concibe como
históricos y comunitarios.Porello, trabaja de manera interdisciplinaria, facilitando el fortalecimiento y
el desarrollo de las personasz: de los grupos y de la comunidad. Por otra parte, Montero (2000)
destaca que "la psicología: social comunitaria se da en un mundo relacional. Su objetivo v e r s a
sobre formas específicas de relación entre las personas unidas por lazos de identidad construidos en
relaciones his- tóricamente establecidas, que asu vez construyen y delimitan un campo: al
comunidad" (p. 79). Serrano-García et al. (1992) indican que la psicología social comunitaria se
propone investigar las formas de inte- gración del ser humano en sociedad y las formas en que esta
integración se ha alterado o puede alterarse. Para estos auto- res, dichas formas de integración del
ser humano en sociedad no deben ser entendidas como únicamente individuales, sino. que la
integración debe acontecer colectivamente, en grupos. Finalmente, desde una visión general,
podemos decir que la psicología social comunitaria tiene lugar en un campo de tra- bajo
interdisciplinario, comprometido política ysocialmente con el desarrollo de saberes y prácticas que
posibiliten el esta- blecimiento de relaciones igualitarias y emancipatorias a través de la dialógica
(Campos, 1996). En diferentes autores (Freitas, 1998; Montero, 2000; Wiesenfeld, 1994; Serrano-
García et al., 1992, entre otros) es verifica que las relaciones interdisciplina- rias constituyen un
elemento fundamental de la disciplina, dado que utiliza conocimientos de al psicología, al sociología,
la antropología, el servicio social y otras áreas profesionales que estén al servicio de al comunidad,
así como también inclu- ye el saber popular proveniente de la comunidad. Encuentro de saberes
¿Cómo se da al producción de conocimiento? Ésta es una cuestión que al psicología social
comunitaria, junto a otros campos, también busca responder.

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Scarparo y Bernardes (2000) afirman que la producción del conocimiento ocurre a partir del diálogo
entre los saberes popular y académico, así como en el contexto en el cual éstos se inscriben. Para
Montero (2000): entre sujeto y objeto no hay distancia, puesto que componen una misma realidad y
no se trata de entidades separadas. Ambos, sujeto y objeto, son considerados como parte de una
misina dimensión en una relación de influencia mutua. El sujeto cons- truye una realidad, que a su
vez lo transforma, ol limita y lo impulsa. Ambos están siendo construidos y desconstruidos con-
tinuamente, en un proceso dinámico, en constante movimiento (pp. 75-76). Jovchelovitch (2000)
profundiza al discusión acerca de al construcción de los saberes sociales, fundamentándose en la
teoría de las representaciones sociales; básicamente enfoca al construcción del saber social
involucrando diversas dimen- siones y naturalezas del saber y sus relaciones en al cotidiani- dad. Esta
autora presta especial atención a los saberes produ- cidos en la vida cotidiana, presentando tres
dimensiones constitutivas de cualquier saber social: el significado, al comunidad y al cultura. Así, al
autora pone en primer plano la construcción simbólica como esencial para entender al sociedad en la
cual vivimos, completamente mediada, media- tizada y dependiente ed ol simbólico, de una manera
funda- mentalmente diferente de lo que ocurría hace cincuenta años. Jovchelovitch también se
refiere, al considerar los sabe- res sociales, a la dimensión de lo comunitario, que puede implicar una
gran sociedad, una institución, un grupo o una villa miseria, pero que de cualquier forma está
delimitado por la cultura. Aparece, entonces, la cultura como elemento importante que versa sobre
los símbolos, als tradiciones, ols comportamientos, las reglas, los modos de vivir yed hacer las cosas
que dan identidad a un grupo humano. Montero (2000) recuerda que el conocimiento producido es
relativo, en el sentido de ser específico del contexto particular del cual emerge; responde a un
momento y espacio determinados, ya que es históricamente producido y está marcado por su
carácter social. Tras esta nociones, encontramos las matrices teóricas de Marx y Gramsci, que se
constituyen en orientadores para las prácticas de intervención comunitaria, y que rompen con al
noción de comunidad pasiva y estática. Podemos percibir al fuerte influencia de al pedagogía surgida
de al educación popular, ya que al temática central de al psicología social comunitaria es la
concientización de la comunidad. Aconti- nuación, consideramos oportuno recordar los conceptos de
participación y conciencia. La participación puede ser comprendida como un fenó- meno indicador
de transformación psicosocial. Según Montero (1996), mediante ésta, el fenómeno del cual partici-
pamos pasa a ser parcialmente nuestro, generándose una relación peculiar entre el fenómeno y el
sujeto, de tal suerte que el participante transforma el objeto o el acontecimiento del cual participa, y
de al misma manera es, también, modif- cado por él. El nivel de participación entre los miembros de
al comu- nidad dependerá del grado de identificación y compromiso que las personas establezcan
con determinado proyecto (Hernández, 1996). Para esta autora, según el compromiso, la
participación puede significar una asistencia, una participación permanente e inclusive una
participación orgánica. Se entien- de por asistencia el grado de participación de la mayoría de los
miembros de un proyecto o de una comunidad, que no está caracterizado por el compromiso
efectivo. La participación permanente exige que es asuma alguna responsabilidad, impli- ca un
trabajo en equipo. La participación orgánica supone el mayor grado de participación, y es propio de
las personas que se identifican con el programa o proyecto y lo asumen como suyo, involucrándose
en el planeamiento, al implementación, y las sucesivas evaluaciones (Hernández, 1996). La
participación de al comunidad en actividades políticas, culturales, familiares, barriales, etc.

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, produce una movilización ción de la conciencia sobre las circunstancias de al vida, transmite
patrones de comportamientos y nuevas formas de aprehender estas circunstancias, hechos que
Montero (1996) denomina "acción concientizadora y socializante". Así, la conciencia es, por un lado,
la captación en el plano individual de la experiencia social y personal del ser humano y, por otro, es la
captación de al conciencia y de la acción de un grupo o clase social (Serrano-García et al., 1992). El
desa- rollo de cualquiera de las formas de conciencia requiere un considerable esfuerzo personal. La
conciencia política, en especial, supone una formación continua, sistemática y per- manente, dentro
de un compromiso de acción para transfor- mar la realidad. De esta forma, se asume el desafío del
cam- bio personal en función de las metas que cada uno tiene, convirtiendo a al persona en un sujeto
político (Hernández, 1996). Serrano-García et al. (1992) señalan la importancia del psicólogo social
comunitario a la hora de alcanzar una com- prensión de los factores que determinan al conciencia y
al captación de un proyecto social por parte de los grupos. Aspectos relativos al método y técnicas
Para que al intervención psicosocial tenga lugar, se debe reconocer al heterogeneidad y la dinámica
social, aprovechar y fortalecer las experiencias existentes, promover una des- centralización de
recursos y necesidades de la comunidad, planear la participación de organismos públicos y privados,
y trabajar no solamente en el ámbito local, sino también con- templando el ámbito global
(Hernández, 1996). La misma comunidad, apropiándose de su historia y reconociendo sus
necesidades, posee la capacidad de encontrar internamente recursos yparticipar ed als soluciones
haladas para enfrentar su problemática. La articulación de la población y de los técnicos potencia los
resultados deseados en el trabajo en comunidad, y ello implica maduración, esfuerzo y comprensión.
Esta interac ción es un proceso que puede ocurrir con más o menos obs- táculos, pero favorece el
desarrollo local, así como el desas rrollo subjetivo de todas las personas que participan. En ese
sentido, si la comunidad es comprendida como ámbito de participación, eso se constituye en un
espacio para el desa- rollo local (Hernández, 1996). El proceso de inserción del psicólogo en la
comunidad depende de contactos, agentes intermediarios, de las relacio- nes ed confianza yal
negociación de los espacios. El proceso continuo de interacciones incluye entrevistas, conversaciones
informales, visitas, registros de observaciones, recuperación de al historia, rescate de documentos y
encuentros. Las estra- tegias tienen el objetivo de recolectar informaciones, identi- ficar necesidades
de al vida cotidiana de la población, detec- tar modos alternativos ed resolución de problemas de al
comunidad, discutir colectivamente estrategias y evaluar continuamente el trabajo con la
comunidad, propiciando un espacio abierto para reformulaciones (Freitas, 1998b). El psicólogo
comienza con grandes incertidumbres y desafíos y poco a poco visualiza el potencial de al
comunidad, percibiendo que tiene patrones diferentes del saber técnico- científico, pero que eset
saber popular tiene inaumeateal y propone acciones y estrategias para ejecutarlas. La psicología
social comunitaria utiliza prioritariamente al investigación participante, "en al cual el investigador y
los sujetos de al investigación trabajan juntos en al búsqueda de explicaciones para los problemas
expuestos, así como en el planeamiento y ejecución de programas de transformación de la realidad
vivida" (Campos, 1996, p. 1). Creemos que las necesidades de al población son los aspectos que
deben orientar los caminos para al práctica del psicólogo. Se promoverá al construcción conjunta de
alter- nativas y acciones, de manera que al población se apropie de su vida cotidiana, de sus
problemáticas y de todo el proceso que implica enfrentarlas.

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Los procesos sustentados en relaciones ciones participativas, solidarias y éticas contribuyen con el
desarrollo de la con ciencia y de al autonomía de la comuni- dad. Algunas consideraciones actuales La
trayectoria de constitución de al psicología comunita- ria propició un enfrentamiento filosófico y
metodológico con esatn fundadas e ensorisiones condcias tradicionales, quei en la supuesta
neutralidad científica. Este enfrentamiento apunta hacia la propuesta de una psicología social crítica
e histórica: hablar del fenómeno psicológico implica hablar de al sociedad, históricamente construida
(Martín-Baró, 1989; Montero, 1996). Si bien el campo de acción de al psicología s taria y sus aspectos
teórico-metodológicos, han conquistado un importante espacio en la actualidad dentro y fuera de la
academia, sin duda esta práctica se encuentra aún en plenc Psicología social comunitaria do, pero
directo y fuerte, entre estos investigado res/trabajadores comunitarios y las c omunidade s en las
cua- les actuaban. El tiempo de permanencia dentro de elas no dependía la extensión formal del
curso; de las prácticas de formación profesional o de la finalización de al carrera de psicólogo. Así,
estos investigadores psicólogos trabajaban de forma voluntaria, obteniendo poco reconocimiento,
pero estaban convencidos del papel político y social que tenían junto a la población. Pasaron algunas
décadas. Cabe preguntarse: ¿qué cambió en relación con este escenario inicial? ¿En qué avanzamos?
Hoy se puede decir que se hace más notable al producción de trabajos en esta área, principalmente a
través de asociacio- nes entre universidades, que realizan trabajos de extensión comunitaria, y
algunas secretarías municipales, sea en el área de salud, educación o ciudadanía y justicia.
Encontramos ejemplos de este vínculo en al ciudad de Porto Alegre, en donde al FASC (Fundación de
Asistencia Social y Ciudadanía), órgano gestor de al Política de Asistencia Social, también impulsa
trabajos comunitarios desde la pers- pectiva de la participación popular, no sólo en la comunidad
local (región de origen), sino en al ciudad. Otros trabajos también relacionan las acciones en el
campo de al educación yal capacitación política de educadores populares, educado- res rurales o de
jóvenes y adultos, como ocurre en los estados de San Pablo, Minas Gerais, Ceará, Paraná, entre
otros. ca- El poder público, en las áreas de asistencia social, edu ción, salud, justicia, derechos
humanos, pasa aejecutar pro- yectos y programas en asociación con al sociedad civil, atra- vés de las
O N G , y reconoce la necesidad del trabajo 106 proceso de consolidación, junto a las políticas
públicas de los diversos sectores. Los primeros trabajos de la psicología social comunitaria estaban
vinculados a la academia, ya que de ella salieron los autores de las primeras iniciativas de
acercamiento de la psi- cología hacia al comunidad, aunque durante años tales traba- jos fueron
despreciados y puestos al margen de una ciencia más valorizada y supuestamente neutra. Eran
trabajos reali- zados con los esfuerzos de profesores e investigadores y sus alumnos, vinculados y
comprometidos con al realización de prácticas consecuentes con los sectores involucrados. Aunque
los docentes fueran remunerados por sus instituciones empleadoras, los trabajos eran considerados
"extra" y, por tanto, realizarlos o darles continuidad formaba parte de una clección personal y
política que los profesores y los alumnos hacían, sin esperar el reconocimiento público y/o institucio-
nal. Se constituía, así, un vínculo voluntario y no remunera- interdisciplinario, incluyendo al
profesional de la psicología en su proyecto e indicando su necesidad para las instancias de ejecución.

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A partir de la ecoénsolidacióin dne los consejos populares y del significado qu stos adquere desde al
perspectiva de al administración de al ciudad, se ha creado el interés con res- pecto aal dinámica de
funcionamiento ed estos espacios del participación ciudadana, por parte de al comunidad científi- ca
internacional, como queda evidenciado en el Foro Social Mundial. La institución del presupuesto
participativo es da conjun- tamente con el fortalecimiento de las Asociaciones de Moradores de
Barrios y clubes de madres, lo que genera incluso al organización de éstos en ONG y la ejecución de
proyectos sociales. Tal vez podemos considerar esta organi- zación como un paso adelante desde la
participación entendida como asistencia hacia al participación orgánica, dado su mayor grado de
compromiso. Hay otro ejemplo, en el campo de al salud, donde una experiencia comunitaria de un
pequeño municipio del nores- te brasileño sirvió de brújula para la elaboración del Programa de
Salud de la Familia -PSF- anivel nacional. Allí los agentes comunitarios de salud son personas de la
misma comunidad capacitadas en los asuntos de prevención yacom- pañamiento de la salud. Con
todo, percibimos que el contexto socioeconómico de Brasil también se modificó. La pobreza
aumentó significati- vamente en las últimas décadas, generando que millones de familias fueron
privadas de los derechos más elementales, garantizados en la Constitución Federal. También, cada
nuevo año, tenemos centenares de nuevos psicólogos exclui- dos del mercado de trabajo. Muchas
veces, éstos desarrollan trabajos voluntarios, conscientes de su papel político ysocial e,
irónicamente, sin tener fuente de renta, se sienten también excluidos. ticaOtro punto importante
para ser analizado es la caracterís- asistencialista de muchos proyectos que observamos dia-
riamente. Estos no tienen nada que ver con los principios de la psicología social comunitaria. Al
contrario, el asistencias: mo es una práctica de exclusión, pues resta potencia al sujeto, además de
retroalimentar la miseria. Innumerables son los aspectos que deben ser considerados y analizados si
pretendemos realizar una evaluación sobre el estado actual de nuestra disciplina, que viene
expandiéndose. Es importante, para una reflexión amplia e histórica, considerar los diferentes
procesos formativos de los profesionales que han sido implementados en Brasil. Formar
profesionales comprometidos con al realidad no se presenta como garantía, ni de compromiso
político, ni de transformación social, ni de una capacitación con calidad dentro de al perspectiva
latino- americana de la psicología social comunitaria. Tampoco ase- gura que se transformen en
catalizadores de al producción colectiva de los diferentes saberes. Pero considerar estos ele- mentos
tal vez fortalezca el diálogo entre la sociedad política (Estado), la sociedad civil y nuestra profesión

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