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Módulo 4

IN TR ODUCCIÓN AL MÓDULO

Introducción

UN IDAD 14: GR ADOS DE IMPUTACIÓN DELICTIVA

Introducción a la unidad

Extensión de la punibilidad: Íter criminis; tentativa y delito imposible

Tentativa acabada e inacabada

Requisitos

Referencias

UN IDAD 15: PAR TICIPACIÓN CR IMIN AL

Introducción a la unidad

Teorías distintivas de la autoría y la participación estricta

Coautoría sucesiva

Teorías fundantes de la punibilidad de la participación

Instigación (o inducción a cometer delito)

Referencias

UN IDAD 16: UN IDAD Y PLUR ALIDAD DE DELITOS

Introducción a la unidad

Concurso aparente de leyes

Especies de concurso verdadero de delitos (concurso ideal y real)

Uni cación de penas y condenas


Referencias

UN IDAD 17: CON DICION ES DE PUN IB ILIDAD

Introducción a la unidad

Punibilidad en General

Faz negativa de la punibilidad

Referencias

UN IDAD 18: ACCIÓN PEN AL

Introducción a la unidad

Concepto general de acción penal

Acción dependiente de instancia privada

Acción privada (o Acción penal pública de ejercicio privado)

Amnistía

Prescripción

Renuncia del Agraviado (Art. 59 Inc. 4° del C.P.)

Referencias

CIER R E DEL MÓDULO

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Lesson 1 of 30

Introducción

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Contenidos del Módulo

Unidad 14- Grados de Imputación Delictiva

Tema 1: Extensión de la punibilidad: Íter criminis; tentativa y delito imposible

Tema 2: Tentativa acabada e inacabada

Tema 3: Requisitos

Tema 4: Referencias

Unidad 15- Participación Criminal

Tema 1: Teorías distintivas de la autoría y la participación estricta

Tema 2: Coautoría sucesiva


Tema 3: Teorías fundantes de la punibilidad de la participación

Tema 4: Instigación (o inducción a cometer delito)

Tema 5: Referencias

Unidad 16- Unidad y Pluralidad de Delitos

Tema 1: Concurso Aparente de Leyes

Tema 2: Especies de Concurso Verdadero de Delitos (concurso ideal y real)

Tema 3: Unificación de Penas y Condenas

Tema 4: Referencias

Unidad 17- Condiciones de Punibilidad

Tema 1: Punibilidad en General

Tema 2: Faz Negativa de la Punibilidad

Tema 3: Referencias

Unidad 18- Acción Penal

Tema 1: Concepto general de acción penal

Tema 2: Acción dependiente de instancia privada

Tema 3: Acción privada (o Acción penal pública de ejercicio privado)

Tema 4: Amnistía

Tema 5: Prescripción

Tema 6: Renuncia del Agraviado (Art. 59 Inc. 4° del C.P.)

Tema 7: Referencias
Lesson 2 of 30

Introducción a la unidad

Grados de Imputación Delictiva

Por regla, la ley penal impone penas a los autores de un delito consumado. Pero excepcionalmente
extiende la punibilidad a cómplices y encubridores de un delito y también, por excepción, reprime
conductas que no han llegado a perfeccionar el ilícito, que no han desarrollado íntegramente el tipo
penal o que no han llevado a cabo acciones idóneas para vulnerar el bien jurídicamente amparado por
la ley. En este capítulo, estudiaremos esas situaciones.

Contenidos de la Unidad

1 Extensión de la Punibilidad: Íter Criminis; Tentativa y Delito Imposible

2 Tentativa Acabada e Inacabada

3 Requisitos

4 Referencias

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Lesson 3 of 30

Extensión de la punibilidad: Íter criminis; tentativa y delito imposible

Íter Criminis

Concepto
El íter criminis comprende los sucesivos pasos o etapas que recorre el proceso delictivo (desde su ideación hasta su
consumación o perfección y para algunos autores hasta su agotamiento).

Se parte entonces de la esfera íntima y puramente subjetiva de las ideas o del pensamiento, de allí a la resolución
voluntaria de cometer un delito, luego a la fase de la preparación y predisposición de los elementos aptos para cometer el
hecho, le sigue la faz ejecutiva propiamente dicha, hasta arribar a la total perfección o consumación del tipo descrito por
la ley (delito consumado). Veamos:
LA FA Z I N T E RN A ( S U BJ E T I V A ) LA FA Z I N T E RM E D I A LA FA Z E XT E RN A ( E XT E RI O RI Z A D A )

En esta etapa, el delito es un mero pensamiento o una intención. Pero, también, es una efectiva resolución del autor.
Está fase está constituida por el proceso de ideación, deliberación y resolución de realizar la acción delictiva y se
produce en el psiquismo del agente[1]. En el derecho penal moderno, esta fase está exenta de punibilidad ya que no
se pune por las ideas sino por los hechos exteriorizados. En nuestra Constitución Nacional, tiene expresa
consagración en el art. 19. Como el derecho penal no pune ideas sino acciones, éstas deben ser a su vez
exteriorizadas, o sea, que deben trascender la esfera íntima del sujeto. A partir de allí, se debe analizar si ofenden la
moral pública, el orden público o los derechos de terceros.

LA FA Z I N T E RN A ( S U BJ E T I V A ) LA FA Z I N T E RM E D I A LA FA Z E XT E RN A ( E XT E RI O RI Z A D A )

Aquí, existe una exteriorización de la resolución criminal en palabras, actos o gestos reveladores que anticipan su
realización concreta. Excepcionalmente, se puede punir la expresión de las ideas hecha a terceros por parte del
autor, como un medio de extender la punibilidad por el peligro que esa expresión representa para ciertos bienes
jurídicos. Son las llamadas resoluciones manifestadas. Esto es, cuando el autor comunica a otro u otros su
resolución de cometer el delito.
Estas manifestaciones, si bien son acciones exteriorizadas no pertenecen a la faz externa propiamente dicha
porque no alcanzan a ser una actuación en el mundo de los hechos. Y entonces, en definitiva tampoco son punibles.
En nuestra legislación, el delito de conspiración, es considerado un acto preparatorio y solo es punible cuando la ley
expresamente lo indica.

LA FA Z I N T E RN A ( S U BJ E T I V A ) LA FA Z I N T E RM E D I A LA FA Z E XT E RN A ( E XT E RI O RI Z A D A )

La fase externa se inicia cuando la intención o resolución delictiva se traduce en actos materiales que se proyectan
al mundo exterior. A su vez se compone de: a) actos preparatorios, b) actos ejecutivos y c) consumación
propiamente dicha.

A C T O S PRE PA RAT O RI O S A C T O S E J E C U T I V O S O T E N TAT I V A C ONSU M A C IÓN


Son aquellos por medio de los que el autor se procura lo necesario o conveniente para ejecutar el delito que se ha
propuesto, pero que en la mayoría de los casos no indican certeramente qué delito pretende ejecutar.
Como bien enseñaba Carrara, pueden constituir la antesala de un delito o de un hecho totalmente inocente (la
compra de un arma, puede responder al comienzo de preparación de un homicidio o de un día de caza o llevarse a
cabo con fines defensivos). También, pueden anticipar la comisión de dos o más delitos (y nuestra ley refiere a
comienzo de ejecución de un delito determinado).
Welzel sostiene que son los actos que se anteponen para preparar un hecho reprobable por la ley penal y Núñez
afirma que les falta idoneidad para la realización del delito ya que por sí mismos son insuficientes para poner en
peligro el bien jurídicamente protegido y mostrar su vinculación con el propósito de ejecutar un delito determinado.
Por esta razón, en el derecho penal rige como regla el principio de que dichos actos quedan exentos de la
punibilidad, aunque excepcionalmente la ley declare punibles algunos por razones de política criminal o de
seguridad general (vgr. tenencia de armas de guerra o portación de armas de uso civil o tenencia de materiales
aptos para fabricación de explosivos, conspiración etc.)

A C T O S PRE PA RAT O RI O S A C T O S E J E C U T I V O S O T E N TAT I V A C ONSU M A C IÓN

Estos actos serán desarrollados en el siguiente apartado.

A C T O S PRE PA RAT O RI O S A C T O S E J E C U T I V O S O T E N TAT I V A C ONSU M A C IÓN

La consumación implica la efectiva vulneración del bien jurídicamente protegido. También se desarrolla con mayor
detalle a continuación.

Tentativa

(Fase externa del íter criminis)

Concepto
Genéricamente, el conato o la tentativa de delito es un delito imperfecto; no consumado, de ejecución completa o
incompleta. En ella, la conducta criminal dolosa del agente, a pesar de haberse manifestado a través de actos idóneos
externos, no alcanza a vulnerar el bien jurídico protegido.

Impallomeni la definía como “la ejecución frustrada de una determinación criminosa”. Carrara la llamó “delito incompleto
o inconcluso” (siendo discutible -según Terán Lomas- llamarla delito imperfecto). Maggiore como “un delito iniciado y no
cumplido por interrupción de la acción o irrealización del resultado”.

Teorías fundantes de la punición. A lo largo del tiempo, se ha tratado de explicar por qué un delito que no ha sido
perfeccionado o consumado, se castiga. A tal fin, la doctrina desarrolló diversas teorías:

Teoría Subjetiva

Esta posición se enfoca en el sujeto y su resolución criminal. Fundamenta la punibilidad de la tentativa en la manifiesta voluntad delictiva
que deviene en un peligro para la sociedad. D’Alessio y Divito sostienen que esta teoría funda la punición a partir de la comprobación de
una voluntad hostil al derecho por parte del agente aunque no se ponga en peligro al bien jurídico protegido[2]. De este modo, se justifica
la punición de la tentativa inidónea, postulándose —además— la equiparación de la tentativa con el delito consumado. Esto último es
incompatible con nuestra legislación toda vez que el art. 44 Cód. Penal establece una pena inferior para los supuestos de tentativa con
respecto a los de consumación.

Teoría Objetiva

Esta postura pone el acento en el peligro que corre el bien tutelado. Enfoca la razón del castigo hacia el objeto. D´Alessio y Divito
sostienen que es una solución influenciada por el respeto al principio de legalidad en conjunción con el de “lesividad”. La consecuencia
es la atipicidad de la tentativa inidónea —en rigor, la de cualquier tentativa en la que el bien jurídico en concreto no haya corrido peligro
alguno— y la pena inferior a los supuestos de consumación.

Teoría de la Impresión

Finalmente, de la conjunción de los dos postulados anteriores se ensayó esta opinión que, si bien ubica el fundamento de la punibilidad
de la tentativa en la voluntad contraria a una norma, afirma que el merecimiento de pena depende de que esa voluntad haya sido
adecuada para conmover la confianza en la vigencia del orden jurídico. La crítica principal a esta concepción se basa en que también la
preparación de un delito (especialmente de un delito grave), sería apta para "conmover la confianza", de modo que no explica
satisfactoriamente la impunidad de los actos preparatorios.

Infracción a la Norma

La dogmática funcionalista moderna señala que la tentativa pone de manifiesto una infracción a la norma y de ahí deviene su punibilidad.
En este sentido, resulta decisivo establecer si el agente obró —o no— según un juicio racional. Así, se excluye la punibilidad de las
llamadas tentativas supersticiosas y, en general, los intentos basados en conocimientos obtenidos de fuentes inadecuadas.

Nuestra legislación la contempla en el art. 42 del C.P. Allí, se establece que:

“El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero no la consuma por
circunstancias ajenas a su voluntad.....sufrirá la pena disminuida que correspondía al delito
consumado”[3].
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Tentativa acabada e inacabada

La doctrina distingue estas dos modalidades de tentativa:

T E N TAT I V A A C A BA D A

También llamada delito frustrado. Es aquella en la que el autor ha realizado todos los actos necesarios e idóneos
para consumar el delito, pero éste no alcanzó la consumación por circunstancias extrañas o ajenas a la voluntad
delictiva de aquél (como la falla de la puntería, una vez efectuado el disparo homicida). En este caso el delito está
formalmente cometido, o como se dice mayoritariamente subjetivamente consumado, y por ello, objetivamente
tentado. Al autor nada le quedaba por hacer (Romagnosi)
El C.P. argentino en su artículo 42 no distingue entre ambas categorías y por ende se aplica la misma pena a uno u
otro caso.
La distinción, sin embargo, tiene razón de ser[8] cuando se trata de aplicar el art. 43 del C.P. (“El autor de tentativa no
estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente del delito”) ya que no puede desistir quien haya ejecutado
todos los actos necesarios y por ende consumado subjetivamente el delito (si el autor arroja una bomba que luego
no explota se está en presencia de un delito frustrado que no da lugar al desistimiento).

Tentativa Inidónea

El problema de la inidoneidad de la tentativa, según refiere Mezger[9], tiene su fundamento en la discusión sobre el
carácter objetivo o subjetivo de la tentativa. En verdad, la doctrina ha venido tratando como sinónimos estos institutos
(delito imposible y tentativa inidónea). Sin embargo, últimamente, algunos autores ponen en duda esta pretendida
identidad y obligan a diferenciar su tratamiento (Zaffaroni, Slokar, Alagia).

Tampoco son escasos los fallos jurisprudenciales que hablan de tentativa inidónea, referida al delito imposible[10], ya que
como se verá, el art. 44 del C.P., deja librado al arbitrio del juez la aplicación de una pena mínima en caso de tentativa de
delito imposible.

Rusconi[11] afirma que “La tentativa normalmente implica la puesta en el mundo real de un riesgo (riesgo que sólo se
funda en el desconocimiento propio de los análisis ex ante). Es por ello que desde este ángulo la doctrina distingue entre
tentativa inidónea e idónea. En el primer caso, ya sea por idoneidad en el sujeto pasivo (matar al muerto), en el medio
(pretender matar con un instrumento absolutamente ineficiente para tal fin), o en el sujeto activo (delitos en los que se
exige la calidad de funcionario publico cuando el sujeto activo no lo es), de antemano se define la consumación como
imposible.

De acuerdo con el grado de la inidoneidad, cuando ésta se manifiesta desde el mismo comienzo de la
acción, es posible conceptualizar estos casos como ausencia de tipo.

El art. 44 establece que si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de
peligrosidad revelada por el delincuente.

Por supuesto que existe una relación directa entre idoneidad de la tentativa y la sanción correspondiente dentro del marco que propone la escala.

Ahora bien, la delimitación de la tentativa inidónea todavía punible presenta serias dificultades en sus dos extremos, es decir, por un lado en la necesaria
separación con la tentativa perfectamente idónea y, como vimos, por otro, frente a la directa ausencia de tipo.
No cabe duda de que la generación de un peligro o riesgo, implica una clara exigencia para la fundamentación del ilícito. No hay posibilidades de fundar cualquier
tipo de evaluación de tipicidad de acciones claramente no peligrosas.

En definitiva, el delito imposible implica una tentativa inidónea desde el comienzo de su ejecución ya sea
por el medio empleado, el sujeto activo que realiza la acción o la calidad del sujeto pasivo. Un ejemplo
sería intentar envenenar a una persona con agua.

En cambio, la tentativa inidónea propiamente dicha se presenta de modo posterior al inicio de la conducta delictiva. Por
ejemplo, si una persona entra a robar en una casa vacía y, una vez adentro, no encuentra nada para llevarse y se va. En este
caso, hubo actos efectivos encaminados a robar que pusieron de manifiesto su voluntad de quebrantar la ley, pero pese a
ello, el delito no pudo consumarse (imposibilidad de robo ex post).

En relación a la cuantía de la pena en el delito imposible, el art. 44 establece tres alternativas:

1 Reducirla a la mitad de la pena prevista para el delito de que se trate.

2 Reducirla al mínimo legal (de la especie de pena de que se trata) y que en el caso del C.P. argentino es de
cuatro días (según el art. 96 del C.P.).

3 Eximir de pena al autor.

La alternativa del punto 1) supone hacer un pronóstico de pena en concreto, ya que no refiere ni a la mitad del mínimo ni
del máximo (en abstracto).

La contemplada en el punto 2) es en realidad una especie de pena simbólica.

Y, finalmente la 3), depende del arbitrio del Juez. O de su percepción de mayor, menor o ínfima peligrosidad detectada.
El Delito Imposible

Concepto
Hay delito imposible en aquellas situaciones en que no existe la posibilidad de que se produzca la consumación por
inidoneidad en la acción o del sujetomedida ex ante.

Como anticipamos, se suscita confusión en doctrina, porque los alemanes le llaman (al delito imposible tal como lo prevé
nuestro art. 44) tentativa inidónea. Pero mientras en la tentativa la conducta puede representar algún peligro para el bien
jurídico protegido, en el delito imposible tal riesgo no existe nunca.

Por ello, bien dice Núñez[12], no deben confundirse ambos institutos ya que mientras en la tentativa inidónea hay actos
ejecutivos idóneos para vulnerar el bien jurídico protegido, en el delito imposible no hay idoneidad en lo absoluto. Dicho
de otro modo, en la primera puede estar en peligro el bien jurídico protegido, en el segundo no. No obstante, ambos
institutos tienen en común: la finalidad de cometer un delito determinado y la ausencia de consumación por alguna
imposibilidad verificada ex ante on ex post.

Requisitos
El delito imposible, demanda exigencias referidas a la imposibilidad de consumación o inidoneidad de la acción realizada
por el autor para consumar el delito (que es lo que constituye la esencia del delito imposible).

Otros le llaman inadecuación de la acción al tipo penal, que significa sólo atipicidad (no delito imposible), por lo tanto
tampoco es un término equivalente.

Objetivamente

La inidoneidad de la acción que imposibilita la consumación, supone ausencia de peligro para el bien jurídico. Esta inidoneidad, puede
ser: absoluta cuando, por naturaleza, la acción, en cualquier caso, resulta inepta para lograr la consumación (por ejemplo, querer matar
disparando un cartucho que sólo tiene el fulminante, pero no pólvora ni municiones); o puede ser relativa cuando la acción pudo ser apta
bajo otras circunstancias pero en el caso concreto fue inapta (por ejemplo, utilizar azúcar para matar creyendo que era arsénico, a pesar
de que el azúcar administrada en ciertas cantidades podría matar a un diabético).
Aunque en general se identifica el delito imposible con los supuestos de inidoneidad absoluta, Núñez sostiene que cualquiera que sea el
carácter de la inidoneidad, el delito es imposible si con arreglo a las circunstancias del caso concreto, la acción u omisión nunca podía
consumar el delito.
La inidoneidad de la acción puede derivar:

del medio empleado (pretender matar con hechicerías). En este caso se acepta unánimemente la existencia de delito imposible.

del objeto al cual se dirige el ataque o acción típica del delito. En estos casos, si bien clásicamente son tratados como delitos
imposibles, autores como Beling los distinguen considerando estos casos como atípicos y no como delitos imposibles (es el caso
del que apuñala a un muerto creyendo que está durmiendo).

Subjetivamente

Llamado inidoneidad del autor por Núñez, se requiere que medie error en el sujeto activo en cuanto a la idoneidad o inidoneidad de su
acción. No hay delito imposible sino una situación penalmente irrelevante (al decir de Binding y Soler), cuando el sujeto emprende la
acción sabiendo que es inidónea.

Punibilidad del Delito Imposible


Terán Lomas[13] sostiene que la ley penal argentina no define el delito imposible (como lo hace con la tentativa),
limitándose a su mención y sanción únicamente en consideración al autor y no al hecho. La pena está regulada por el art.
44.

Para otros autores, la ley argentina sigue, en este aspecto, el criterio positivista de la peligrosidad delictiva que no funda
la sanción en los aspectos objetivos del hecho, sino en la peligrosidad del autor del delito imposible. Núñez afirma que
representa un caso de punibilidad a la pura peligrosidad y Zaffaroni lo critica por inconstitucional.
Sin embargo, lo cierto es que el Código Penal, a pesar de sus sucesivas reformas, ha mantenido el
castigo a la peligrosidad, dejando librado al tribunal de juicio la oportunidad de imponer o no la pena.

La Tentativa en Casos Especiales

Veamos cómo funciona el instituto en determinadas circunstancias particulares propias de nuestra materia:

E N LO S D E LI T O S D E M E RA EN
E N LO S D E LI T O S D E O M I S I Ó N E N LO S D E LI T O S C U LPO S O S E N LO S D E LI T O S D E PE LI G RO
A C TIV I... PRE T

Mezger sostiene que si la omisión como tal es consumación delictiva punible en sí misma, la tentativa es
impensable ya que antes de ello no se puede pensar en actos ejecutivos de tales delitos. Otros autores como
Hippel, piensan que si bien el delito frustrado es imposible en los delitos de omisión, es probable la tentativa
inacabada ya que, en estos delitos, normalmente, el autor dispone de un cierto tiempo para emprender la acción
impuesta.

E N LO S D E LI T O S D E M E RA EN
E N LO S D E LI T O S D E O M I S I Ó N E N LO S D E LI T O S C U LPO S O S E N LO S D E LI T O S D E PE LI G RO
A C TIV I... PRE T

No podrían admitir tentativa, ya que la misma requiere la expresa finalidad de cometer un delito determinado y el
delito culposo, para ser tal, requiere, precisamente, la ausencia de esa dirección final de la voluntad del autor. La
tentativa, por tanto, aparecería como incongruente con la naturaleza del delito culposo.

E N LO S D E LI T O S D E M E RA EN
E N LO S D E LI T O S D E O M I S I Ó N E N LO S D E LI T O S C U LPO S O S E N LO S D E LI T O S D E PE LI G RO
A C TIV I... PRE T

Mientras que algunos sostienen que sólo los delitos de resultado de daño -o quizás los de peligro concreto-
admiten tentativa, otros extienden esta posibilidad aún a los delitos de peligro abstracto, cuando la acción típica
puede descomponerse en varios actos materiales distintos, todos los cuales se requieren para la consumación.
Nadie, sin embargo, admite la tentativa en aquellos delitos de peligro abstracto en los cuales la acción sólo supone
un acto material único indivisible.
E N LO S D E LI T O S D E M E RA EN
E N LO S D E LI T O S D E O M I S I Ó N E N LO S D E LI T O S C U LPO S O S E N LO S D E LI T O S D E PE LI G RO
A C TIV I... PRE T

Es evidente que quienes participan del criterio que distingue el acto ejecutivo como un acto de penetración en el
tipo, es decir, como comienzo de realización de la acción expresada en el verbo principal del tipo, no pueden admitir
tentativa en los delitos de mera actividad. Quienes, por el contrario, extienden la tentativa a actos que aunque no
penetren en el tipo están guiados al delito por la clara finalidad del autor, sostienen que, como en el caso anterior, si
la estructura del delito de mera actividad permite distinguir varios actos de realización, los mismos admitirán
tentativa (Por ejemplo: el delito de amenazas es un ilícito de mera conducta para la mayoría de la doctrina. Si remito
por carta el anuncio del mal grave e inminente y esta se pierde no llegando a destino, el bien jurídicamente protegido
–libertad psíquica-, jamás habría estado en peligro aunque hubo conducta externa idónea de parte del autor).

E N LO S D E LI T O S D E M E RA EN
E N LO S D E LI T O S D E O M I S I Ó N E N LO S D E LI T O S C U LPO S O S E N LO S D E LI T O S D E PE LI G RO
A C TIV I... PRE T

En principio sería imposible admitir la tentativa en estos delitos frente a la formulación del art. 42 C.P. En otros
derechos, que no traen un concepto de la tentativa como el nuestro, la cuestión puede ser discutible; así, por
ejemplo, en el derecho alemán Frank sostiene la posibilidad de tentativa en los delitos de esa especie.

Núñez que distingue delitos preterintencionales y delitos calificados por el resultado, aunque acepta
que los primeros no admiten tentativa, sostiene que los segundos sí la admiten porque en estos delitos
el resultado preterintencional no integra el corpus criminis -es un resultado que se agrega- y es éste el
que constituye el objetivo del propósito que guía al autor del conato.

El Desistimiento Durante la Tentativa

(o en el Íter Criminis)

Ya adelantamos que conforme al artículo 43, el Código Penal argentino declara la impunidad de la tentativa desistida
cuando dice: “El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente del delito”.

En general, se le asigna a esta disposición carácter de excusa absolutoria.


Concepto
El desistimiento es el abandono voluntario, definitivo y oportuno del propósito, por parte del autor, del delito que ya
comenzó a ejecutarse.

La mayoría de la doctrina y la jurisprudencia entienden al desistimiento como un instituto de política


criminal por el que el legislador trata de impulsar o estimular el arrepentimiento ex ante del
delincuente.
Lesson 5 of 30

Requisitos

Abandono voluntario (Activo) del propósito de cometer el delito,


por parte del autor

No importan cuáles hayan sido los reales motivos (pueden haber sido éticos o no, por arrepentimiento moral, por miedo,
por lástima u otra causal interna). No desiste quien por alguna circunstancia se ve impedido de continuar con el desarrollo
del íter criminis, sino quien activamente retrocede o da marcha atrás en su íter criminis. Hay dos especies o subdivisiones
que operan como causa impulsora:

Impedimento de Carácter Objetivo



Cuando sea ajeno a la voluntad del autor. O sea, no dependa del impulso negativo anímico del autor, sino que resulte extraño al mismo.
Proviene de una circunstancia o hecho o situación objetiva o material, por la cual el delincuente abandona su obra ilícita (por ejemplo,
que se le haya trabado el arma, o la víctima que se resiste y el autor desiste por esa circunstancia de seguir adelante con su obra).

Impedimento de Carácter Subjetivo



Cuando la oposición a seguir adelante surge o está dada o proviene de su propia actitud (por ejemplo, si por su propio error creyó que ya
había hecho todo lo que tenía que hacer).

Sin embargo, debe aclararse que el impedimento (externo o interno) no constituye desistimiento, como tampoco cuando
el autor, luego de completar su obra, decide marcharse del lugar por no conseguir el resultado. En realidad, en tal caso, no
desiste de cometer el delito, sino que en todo caso abandona su obra delictiva por haber fracasado la misma, pero hubo
tentativa acabada.

La discusión dogmática sobre esta cuestión se ha centrado en dos posiciones opuestas: por un lado,
las teorías psicológicas y, por el otro, las teorías valorativas o normativas.

Teorías Psicológicas
Entienden a la voluntariedad como un fenómeno psicológico, que exige la plena libertad de decisión del sujeto, sin ningún
tipo de condicionantes; por lo que no es voluntario el desistimiento cuando se debe a coacción o presión psicológica
externa.

Teorías valorativas o normativas


Centran su análisis en la valoración de los motivos por los que se renunció a la consumación.

Para esta opinión, sólo merece impunidad el desistimiento cuyas razones puedan ser valoradas positivamente desde la
óptica del ordenamiento jurídico —de ahí que también se las denomine teorías normativas—, pues así la impunidad resulta
merecida y justificada. Ponen el acento decisivo en el aspecto político-criminal del merecimiento o no merecimiento de la
pena. La jurisprudencia nacional se ha inclinado por aplicar, primordialmente, las teorías psicológicas”[14]
No constituye desistimiento la circunstancia de que el autor haya abandonado su actividad para elegir otra vía a fin de
concretar el delito o la finalidad reprochable que se propone. Tampoco, quien abandona su obra delictiva porque es
obligado por otra voluntad (se lo imponen) por coacción o amenaza. Mezger dice que el desistimiento debe ser
espontáneo.

El arrepentimiento activo o eficaz


Así se denomina a toda actividad del autor (de una tentativa acabada o delito frustrado), que impide efectivamente la
consumación del delito (por ejemplo, el que arroja un veneno en el agua del sujeto pasivo e inmediatamente o antes que la
tome le avisa a la víctima que no beba evitar que la misma sufra ningún daño). A diferencia del desistimiento que se da en
el caso de tentativa inacabada, el autor ya hizo todo lo que debía hacer (ejecución completa) y el resultado está por
producirse o en curso de ejecución, pero el propio sujeto activo (por sí o por otro) evita la consumación del daño por un
acto de voluntad contrario al que lo animaba hasta ese momento.

Oportuno
En cuanto a la oportunidad del desistimiento, si el arrepentimiento es posterior, también resulta ineficaz para el derecho
penal, aunque sea loable desde el punto de vista moral (como el ladrón que devuelve algo que había hurtado). Aunque
parezca una obviedad, no son pocos los defensores que intentan este fundamento para obtener una eximición de pena.
En el mejor de los casos, el Tribunal puede considerar aplicar el mínimo de la condena prevista para ese delito, pero
basado en las pautas del art. 41 del C.P., que se analizarán más adelante.

Extensión objetiva y subjetiva de la impunidad del desistimiento: La impunidad del desistimiento refiere al
delito que no se consumó exclusivamente y alcanza únicamente a los sujetos que se arrepienten activamente de
consumarlo o llevarlo adelante. Con ello, si en el curso del íter criminis hubo varios hechos, pueden existir actos
ejecutivos interrumpidos que ya constituyeron un delito autónomo, o se cometieron durante ese íter criminis (por
parte de algunos sujetos), u otros delitos –intermedios-, que no quedarán cubiertos por la impunidad. Por
ejemplo, quien para matar a una persona porta ilegalmente un arma de guerra, aunque desista del homicidio ya
cometió el delito de portación ilegal de arma de guerra.
Los efectos jurídicos del desistimiento se deben valorar según la naturaleza que se les otorgue. Para la
opinión mayoritaria, solo excluye la pena en forma personal y es una excusa absolutoria posterior al
hecho (ex post facto). Sin embargo, existe otra posición en nuestra doctrina que entiende que el
desistimiento voluntario constituye una causa de atipicidad de la tentativa.

Una u otra postura llevan a conclusiones distintas respecto a los partícipes del delito desistido. Si el desistimiento es una
causa de atipicidad, habrá que extender la impunidad también a los partícipes (sean del grado que fuere) como
consecuencia del principio de accesoriedad de la participación, el cual requiere —por lo menos— la existencia de un hecho
típico y antijurídico al que ha de referirse aquella. En cambio, si se considera el desistimiento como una causa de
exclusión de la pena, la impunidad no podrá hacerse extensiva a los partícipes.

Finalmente, respecto a los sujetos a quienes alcanza el beneficio del desistimiento, la opinión mayoritaria afirma que
abarca a los autores y a los partícipes.

Ahora bien, también debe considerarse a la otra opinión: Se desiste de un delito, no de los aportes al
mismo. Si el partícipe desiste de su auxilio o cooperación, no actúa, no aporta; ergo, no participa. Y si
como piensan algunos erradamente, el desistimiento del partícipe consiste en frustrar el hecho del
autor, entonces tenía parte del dominio del hecho y ya no estamos en presencia de un partícipe, sino de
un co-ejecutor o coautor”.

Pena de la Tentativa

Está universalmente aceptado en materia penal, que la pena de la tentativa o conato debe disminuirse
proporcionalmente al delito consumado (salvo en nuestra ley de contrabando, que reprime con la misma pena a la
tentativa que al delito consumado, tal como el Código Penal de Paraguay) y las legislaciones adoptan diversos
criterios al respecto.

En el Código penal argentino, esta situación está contenida en el art. 44, que dispone: “La pena que corresponderá al
agente, si hubiere consumado el delito, se disminuirá de un tercio a la mitad. Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pena
de la tentativa será reclusión de 15 a 20 años”. Si la pena fuese de prisión perpetua, la de tentativa será de prisión de 10 a
15 años. Si el delito fuere imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse de
ella, según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente”.
El texto pareciera no ofrecer duda alguna en principio[15], pero sin embargo, la primera parte ha
generado no pocas controversias que hasta hoy no se logran resolver. En tal sentido, bueno es
adelantar que tales controversias han nacido de la conveniencia de aplicar la pena de una u otra forma,
según se quisiera favorecer al reo.

En efecto, el primer párrafo supone la aplicación de la escala disminuida en casos de delitos reprimidos con pena
divisible en el tiempo y que en nuestra legislación penal se regulan desde un mínimo hasta un máximo. Entonces, si la
pena de la tentativa debe reducirse de un tercio a la mitad, no hay ninguna posibilidad de error, al afirmar que en caso de
tentativa de un delito determinado, el juez seleccionará la pena entre el mínimo del delito cometido reducida en un tercio
(quedará como mínimo los dos tercios) y el máximo reducido hasta la mitad.

Tal afirmación, surge claramente de la sistematización del código penal que estructura todas las penas en abstracto (en
la parte especial), desde un mínimo hasta un máximo.

Sin embargo, se encuentran diversas tesis que sostienen otras interpretaciones:

A B C

Para la tesis de la inversión, el máximo de la pena del delito consumado se disminuye en un tercio y el mínimo en la
mitad (González Roura). Fue una posición remozada y reeditada tímidamente por la Corte Suprema de la Nación en
el caso Veira y en el Plenario “Villarino Martín” (“Villarino Martín” - LL 1995 – E, 120) de la Cámara Federal de
Casación Penal.
Pese a ello, esta tesis ha recibido criticas de Jorge De la Rúa[16], Ricardo Cavallero[17], Elbert[18], Eugenio
Zaffaroni[19], Terán Lomas[20], Ricardo Núñez[21], Justo Laje Anaya y Ernesto Gavier[22] y D’Alessio-Divito[23]. Es
que en el caso de delitos cuyo máximo es de 25 años, resultaría más grave la pena de la tentativa (16 años y 8
meses), que la de un delito consumado y conminado con pena de prisión perpetua (que llega 15 años según el art.
44).

A B C

Jofré[24] y Sebastián Soler[25], aportaron en su momento una tesis que tuvo (y tiene) no pocos adeptos.
Sostuvieron que la pena de la tentativa se determina a partir de la pena que hipotéticamente hubiese impuesto el
juez para el delito si se hubiera consumado, fijándose en un tercio de aquella y el máximo en la mitad, por ejemplo,
si en un delito de tentativa de homicidio, el Juez pronostica una pena de 12 años, si se hubiese consumado el hecho.
La pena de la tentativa, será seleccionada de 4 años (1/3 de 12) a 6 años (mitad de 12).
El fundamento de esta postura es eminentemente gramatical, ya que la ley dice: la pena que correspondería al
agente, si se hubiese consumado el delito, se disminuirá de un tercio a la mitad.
La doctrina criticó esta tesis, ya que la pena pronosticada por el juez para el delito consumado era una cuestión
muy subjetiva, circunstancial y variable, pues al no realizarse en plenitud, el ilícito no presentaba todas las
circunstancias que el mismo podría acarrear (atenuantes o agravantes) y menos las que surgen de los arts. 41 y 42
del C.P. (que otorga los criterios de mensuración de pena, como por ejemplo la extensión del daño causado).
Entonces, la pena de la tentativa de homicidio iba a oscilar (como ocurre en la realidad), entre criterios
individualizados según cada caso concreto, ya que la pena referente también era oscilante según el criterio de cada
juez. Ello, no ofrecía seguridad jurídica en materia de aplicación de la ley de fondo.

A B C

Para la gran mayoría de la doctrina y la jurisprudencia sin embargo, a partir de una exacta interpretación gramatical,
contextual y sistemática del C.P. argentino, la pena de la tentativa se deduce de la que corresponde al delito
consumado, disminuyendo un tercio del mínimo y hasta la mitad de su máximo (De la Rúa – Núñez – Laje Anaya –
Gavier, entre otros). En definitiva, la pena de la tentativa será de dos tercios del mínimo hasta la mitad del máximo,
calculado ello sobre la pena del delito consumado.

La crítica que se le formula es que el mínimo es el más alto y por ende es una interpretación más
gravosa para el reo. Además, genera poca elasticidad (o margen) entre mínimo y máximo. Por otro
lado, algunos autores han sostenido que, reduciendo la mitad del mínimo en muchos delitos, se
posibilita la excarcelación, cosa que no ocurre cuando se disminuye solo un tercio.

La tentativa en materia del delito de contrabando

Hay una excepción a la regla de reducción de pena establecida en el Código Aduanero que dispone, en el art. 872: "La
tentativa de contrabando será reprimida con las mismas penas que corresponden al delito consumado". Esta es una
disposición atípica en nuestra legislación y que parece recoger los postulados de la teoría del disvalor de acto que —en la
doctrina— han postulado los autores subjetivistas. La jurisprudencia ha tenido que analizar la presunta
inconstitucionalidad de esta equiparación en diversos fallos, en los cuales se ha pronunciado de manera negativa. Así, se
ha afirmado la constitucionalidad de la norma pese a que difiere de la regla general establecida en el Código Penal en su
art. 44 debido a que el art. 4º del CP establece que las disposiciones generales del código se aplicarán a todos los delitos
previstos por leyes especiales “en cuanto éstas no dispusieren lo contrario”.
La equiparación de las penas del delito de contrabando consumado y del mismo en grado de tentativa, según se entendió

en estos precedentes, se justifica en razones de política legislativa criminal que valora la mayor alarma social producida

por la tentativa de dicho delito en comparación con la de otros, razón por la cual no se ve afectada la garantía

constitucional de igualdad ante la ley. También cabe señalar que, en materia de contrabando, se registran algunos

antecedentes jurisprudenciales en los cuales se ha ensanchado el concepto de tentativa, atrapando ciertos supuestos

que parecen constituir meros actos preparatorios.

Delito Consumado

Sostiene Núñez que el delito ha sido consumado cuando la acción realizada por el autor ha reunido todos los caracteres,
desde el punto de vista objetivo y subjetivo, exigidos por el tipo penal de que se trata (inclusive la vulneración efectiva o
destrucción del bien jurídicamente protegido). Sin embargo se distinguen tres opiniones marcadas:
El delito está consumado cuando el hecho se adecua sin
defecto alguno a la descripción típica. O sea, cuando el
Legalmente
autor materializó íntegramente la conducta prevista, con
comprobación de su antijuridicidad y culpabilidad.

El delito se consuma cuando la conducta del autor logra


lesionar efectivamente el bien jurídicamente protegido.
Terán Lomas adhiere a esta posición[26] cuando cita la
idéntica postura de Carrara en este sentido: “Es perfecto (o
Objetivamente
consumado) el delito, cuando el hecho ha alcanzado su
objetividad jurídica. Esto es, cuando ha violado el derecho
protegido por la ley penal, que constituye la esencialidad
del correspondiente delito”[27].

Se dice que el delito se consuma cuando el autor


completó su resolución criminal (es la tesis paraguaya que
Subjetivamente
castiga como consumado el delito tentado en su
totalidad).
De estas definiciones, la mayoría de la doctrina adopta la objetiva.

Delito Consumado

Se dice que el delito está agotado cuando el autor logró, además de consumarlo, la ulterior finalidad que se propuso al
cometer dicho ilícito (por ejemplo cuando se quiere hurtar un reloj para obtener dinero, el delito se agotaría al lograr
venderlo).

Esta situación genera confusión en aquellos delitos en los que se superponen el dolo propio requerido por el delito, con
el propósito criminal del autor que le asigna el propio tipo penal, como requisito para su perfeccionamiento. Son los
casos en que la ley dice: “el que...” “Con el fin de...” o “con el móvil de...” “o para...”.

En tales supuestos, basta que se pruebe el autor tuvo tal propósito, para que se considere consumado el delito y sea
castigado por ello, independientemente de que obtenga o no tal fin.

El agotamiento del delito resulta de importancia dogmática con referencia a dos cuestiones:

En la individualización de la pena (art. 41 C.P.), porque el agotamiento del delito puede constituir una pauta
útil que sirva al juez para proceder a aquella individualización (agravándola).

En las cuestiones concursales, ya que el agotamiento del delito puede constituir o un nuevo delito que
funcione en concurso real con aquel que agota (como el caso de quien falsifica un documento con el fin de
cobrar una suma de dinero en la cuenta de otra persona); o una actividad en sí lícita (casarse con la viuda
del que se mató con ese fin), o una actividad en sí ilícita, pero que queda consumida por el delito
consumado, conforme veremos al tratar de los problemas de concurso aparente.

Delito Putativo
Se llama delito putativo a aquel que solo existe en la imaginación del autor, pero que la ley no contempla ni reprime.
Carrara decía que la ley penal no reprime deseos, ni fantasías, sino actos externos. Mittermaier y Beling, siguiendo
aquellas enseñanzas, sostenían por su parte que una acción con la que se comienza la ejecución de un delito-tipo, no es lo
mismo que una acción no adecuada a tipo penal alguno[28].

Es necesario distinguir conceptualmente delito imposible del delito putativo porque el primero admite sanción y el
segundo nunca. Mientras que el error que opera en el delito imposible es relativo a la idoneidad de la acción o del sujeto,
el que opera en el delito putativo recae sobre la tipicidad de la conducta.

En efecto, el autor cree que está cometiendo un delito, cuando su conducta en realidad no está contemplada por tipo
penal alguno.

 El delito putativo tiene en común con el delito imposible la intención de realizar algo delictivo, pero difiere de aquél, en cuanto a que en
realidad no hay tipo penal que atrape esa conducta. La conducta del autor no se corresponde con un elemento externo delictivo (Soler).

Con otras palabras -para Creus-, dentro del delito putativo quedarían comprendidos aquellos casos de
delito imposible cuando la acción recae sobre un objeto no típico o típicamente inidóneo.

El delito experimental

En general, es la acción suscitada o inducida por un agente provocador, por lo que resulta en principio inidónea para vulnerar el bien jurídicamente protegido, sea
por estar la autoridad vigilando para que no se logre la supuesta consumación del hecho, o sea porque el agente provocador está atento para abortar la
consumación; y sin embargo el autor cree que podrá concretar el delito por ignorar dichas circunstancias (Son los casos en que se tiende una trampa o se utiliza
una cámara oculta ordenada por juez competente, para detectar o probar que un funcionario comete un cohecho –coima, vulgarmente-).

Para algunos se trataría de un caso de delito imposible (Soler, Díaz), para otros se trata de un caso de tentativa, porque "el defecto de consumación típica no se
debe a la propia inidoneidad de la acción u omisión del autor, sino a la interferencia de una causa ajena a la voluntad del agente" (Núñez).
En efecto, o se impedirá (por parte del agente provocador) que el bien jurídicamente amparado se vulnere; o,
perfeccionado el ilícito, en realidad surtirá efectos esperados o planeados, con los que no causará gravamen (en el
ejemplo del pago de una vulgar “coima” o una extorsión, el delito se consumará con la entrega del dinero o la aceptación
de la exigencia, pero en realidad “la supuesta víctima” permite y planea que ello ocurra, para que el sujeto del delito ponga
de manifiesto su delictuosidad).

En el ejemplo dado, se discute si existe en realidad delito o si no se trata de un delito imposible ya que quien simula ser
sujeto pasivo no es tal y por ende falta el titular del bien jurídicamente amparado (Pannain, Núñez, Caballero, Terán Lomas
y otros). Pero, en contrario, creemos que igualmente existe delito, ya que debe diferenciarse delito consumado de delito
agotado.

En el ejemplo dado, el delito está consumado (aunque nunca pudo agotarse, lo cual es bien distinto). Además, no siempre
el titular del bien ofendido es una persona de carne y hueso (como ocurre en muchos delitos contra la administración
pública, o contra la fe pública o contra la tranquilidad general).

Con otro argumento, Terán Lomas justifica la punición, sosteniendo que a pesar de que se trata de apariencia de delito,
corresponde aplicar pena de todos modos porque hay culpabilidad y peligrosidad manifestada (fundamento subjetivista).
Carrara también cuestiona la presencia del agente provocador porque sostiene que actúa con el fin de
comprometer o poner en manos de la justicia al agente del delito (instigado).
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Referencias

[1] Blasco Fernández de Moreda - Enciclopedia Omeba, T. XVI, pág. 919 y ss.

[2] D´Alessio, Andrés José –Director-, Divito, Mauro A. –Coordinador- Código Penal de la Nación Comentado y
Anotado. 2da Edición actualizada y ampliada. Tomo I. Parte General. La Ley. Buenos Aires- 2013.

[3]Conf. en jurisprudencia, se ha dicho: A).- “Para que la tentativa de un delito quede acreditada, es necesaria la
concurrencia de tres recaudos: la intención manifiesta, es decir la existencia del dolo o elemento subjetivo, un
comienzo de ejecución evidenciado por actos materiales constitutivos del elemento objetivo, y la falta de
consumación por circunstancias ajenas a la voluntad del agente que se había propuesto cometer el delito”. S. C. J. de
Mendoza, 23/3/88. LD Textos “El C.P.....” – T. 1 – E. Donna – Rubinzal Culzoni.

B).- “Los elementos de la tentativa que se desprenden claramente del art. 42 del C.P. son: 1) el fin de cometer un delito
determinado; 2) el comienzo de ejecución; 3) la no consumación, y 4) la ajenidad de la voluntad del autor respecto a
las causas de la no consumación citada. En la tentativa, el tipo objetivo no está completo. Por el contrario, el tipo
subjetivo debe darse íntegramente y por cierto del mismo modo como tiene que aparecer en un delito consumado”. T.
O. Cr. Nº 21, 15/4/94. c. 24. “El C.P.....” – T. 1 – E. Donna – Rubinzal Culzoni.

[4] Cfr. S. C. J. Mendoza, 11/2/98; L. D. Textos.

[5] “En la tentativa, la intención criminales vuelve punible cuando aún sin alcanzar la iniciación del tipo, consista
también en la realización de acciones idóneas que representen peligro objetivo inminente para el bien jurídicamente
protegido. Basta que el autor se guíe por el designio de cometer un hecho que la ley entiende como delictivo, con
prescindencia de las eventualidades que no alteran ni eliminan la criminalidad del acto”. C.S.J.N., 29/3/88. Fallos:
311:372.

[6] "Corresponde confirmar el procesamiento del imputado por el delito de supresión de documento en grado de
tentativa, en tanto utilizando la credencial de un abogado solicitó un expediente que se encontraba reservado —en el
caso, había sido reconstruido— y al ser advertida la maniobra se dio a la fuga, pues tratándose de quien era
demandado en el juicio, la única explicación probable de la finalidad contenida en la actividad exteriorizada era su plan
de sustraer el expediente, resultando su solicitud por mesa de entradas como una perturbación del bien jurídico
penalmente tutelado que constituye comienzo de ejecución de esa conducta en la medida en que pueda demostrarse
el dolo". C.N.C y C., Sala VII, 27/06/02; “S.N.E.” – LL, 2003 – A, 768.

[7] La tentativa es el comienzo de ejecución de un delito determinado que no se realiza conforme al plan del autor, por
interrupción accidental de los actos ejecutivos o frustración del resultado”. C. N. Casac. Penal, Sala IV, 26/6/96, BJCN
Cas. Pen., p – 76.

[8] Como apunta Terán Lomas, op. cit., T. II, pág. 119.

[9] "Libro de Estudio", pág. 284 y ss.

[10] A).- “Demostrado el carácter mortal e instantáneo de una herida de bala anterior que hizo estallar el hígado de la
víctima y, que por tanto, los golpes de pala y machetazos posteriormente inferidos al cuerpo de la misma no podían
herirla de muerte pues ya había fallecido, no procede considerar a quienes aplicaron los golpes, coautores de
homicidio que ya había sido cometido por manos ajenas, sino declarables pasibles de las sanciones propias del
delito imposible”. C.S.J.N., Fallos: 212:612. Como se ve, este fallo no refiere a una tentativa de homicidio inidónea sino
a un homicidio inidóneo (delito imposible), porque la supuesta víctima ya estaba muerta.

B).- “La tentativa inidónea no es apta para alcanzar la consumación del delito ya que el programa (del agente),
contiene un elemento que obsta a su conclusión. El delito imposible se funda en la idea de una imposibilidad causal
propia de la acción u omisión del agente, la imposibilidad causal debe ser propia y no debida a la interferencia de una
causa extraña que la volvió inocua”. CNCP, 27/9/99, CDJP 1, pág. 586.

[11] RUSCONI, Maximiliano Derecho Penal Parte General, 2da Edición, Ad- Hoc, Buenos Aires, 2009, pág. 217

[12] "Las Disposiciones Generales del Código Penal", pág. 177 – Ed. Lerner, pág. 180.

[13] obra citada, T. II, pág. 130 y ss.

[14] D’Alessio-Divito. Op. cit.

[15] Coincide Vargas Aignasse - La Tentativa, pág. 92 - Centro Editor de Córdoba - 1989.

[16] "La Pena de la Tentativa" - Cuadernos de los Institutos Nº 74, Universidad nacional de Córdoba.

[17] "El delito imposible" - Ed. Universidad, pág. 602.

[18] "El problema del cómputo de pena de la tentativa" - La Ley, Tomo 156, Nota a fallo Nº 72.192.

[19] "Teoría del delito", Ed. Ediar, pág. 686 - Parág. 30.

[20] "La escala penal de la Tentativa", J.A. - 1977-III, pág. 390 y Manual de derecho penal T. II.

[21] "Las Disposiciones Generales del Código Penal", pág. 177 – Ed. Lerner.

[22] “Notas al C.P. argentino”; T. I –p. 263; Ed. Lerner – Córdoba, 1994.

[23] “C.P. de la Nación comentado y anotado”; T. I. Ed. LL – Bs. As. 2013.

[24] "El Código penal de 1922", pág. 110.)

[25] "Derecho Penal Argentino", T. II, pág. 229 - Ed. TEA.

[26] en su op. cit., T. II, pág. 127.

[27] "Programma...", T. I, Parág. 49.

[28] ver Terán Lomas, T. II – pág. 136.


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Introducción a la unidad

Participación Criminal

Estudiamos la ampliación del campo de la punibilidad que se plantea cuando en la comisión de un


delito intervienen más de un sujeto. Se trata de conocer en qué grado participó cada uno y cuál es la
calificación que le corresponde a su conducta conforme al grado de intervención.

La mayoría de la doctrina, previo ingresar al estudio de este tema distingue entre dos acepciones del vocablo
participación:

1 En sentido amplio, participación implica a todos los que hayan tomado parte en la ejecución de un hecho,
lo hayan instigado o inducido, o hayan colaborado con su realización de cualquier otro modo. Es el
concepto que en realidad utiliza el Código Penal de Noruega y que castiga por igual a todos los que hayan
intervenido en un hecho delictivo sin efectuar distinción alguna.

2 En sentido estricto, participación refiere únicamente a quienes prestan colaboración en mayor o menor
grado al o a los autores de un hecho delictivo y que en la mayoría de las legislaciones responden en la
medida de su aporte objetivo-subjetivo a la comisión del ilícito, diferenciándose también el tratamiento de
la pena que se les da en cada caso (adecuada a su aporte).
Como bien lo señalan Creus, Terán Lomas, Núñez y otros autores nacionales, nuestro código comprende dentro de la
participación en sentido amplio, a la coautoría y otras formas subjetivas de intervención en el delito. Por ello, Núñez define
genéricamente a la participación criminal (en general o sentido amplio) como aquélla en que varias personas intervienen
en el proceso de comisión de un mismo hecho delictivo (comunidad de hecho) y en ayuda recíproca o unilateral
(convergencia intencional)[1]

Contenidos de la Unidad

1 Teorías distintivas de la autoría y la participación estricta.

2 Coautoría sucesiva.

3 Teorías fundantes de la punibilidad de la participación.

4 Instigación (o inducción a cometer delito).

5 Referencias

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Teorías distintivas de la autoría y la participación estricta

Según Jescheck, para tratar los problemas de la participación hay esencialmente dos posibilidades:

1 Una referida a todo aquél que contribuye causal y voluntariamente a la realización del tipo, con
independencia de la importancia de su aporte o colaboración.

2 Otra de carácter más restrictivo, que desemboca en lo que se llama teoría objetiva de la participación y
que reduce las posibilidades de considerar autor únicamente a quien lleve a cabo (ejecuta según nuestro
art. 45) el delito, y partícipe a los demás que intervengan de otro modo (contribuyan o instiguen) al hecho
punible.
Para D’Alessio-Divito, el art. 45 enuncia como merecedores de la pena del delito cometido a: a) los que
tomen parte en la ejecución del hecho; b) los que cooperen con el autor de un modo tal que sin esa
colaboración el ilícito no hubiera podido cometerse; y c) quienes determinen directamente a otro a
cometer el hecho (instigador).

La dogmática, por su parte, suele distinguir entre los autores y coautores —protagonistas principales— y los cómplices e
instigadores —partícipes en el hecho ajeno—, de modo que corresponde determinar cómo se insertan estas categorías en
la disposición examinada

Por razones de estudio, haremos la distinción a partir de las teorías objetivas y las teorías subjetivas.

Teorías Objetivas

Ponen el acento en la contribución efectiva realizada para cometer el hecho (y no tanto en la voluntad, que pone el acento
en el elemento anímico del autor), se pueden distinguir a su vez cuatro subgrupos:

Teoría Formal Objetiva



Sostiene que la distinción entre autoría y participación se determina de acuerdo al derecho positivo; o sea, a la descripción literal de la
acción contenida en los tipos penales y según se ejecute el hecho o sólo se preste un auxilio o cooperación para que al mismo lo
ejecute otro (el autor).
En principio esta es la solución que adopta la ley argentina. Pero, pese a ello, Rusconi la critica porque considera que resulta insuficiente
en los delitos de resultado porque la acción consiste únicamente en ocasionarlo y, al no estar descrito el injusto, es difícil distinguir entre
autor y partícipe (por ejemplo: en el delito de homicidio solo puede ser autor quien o quienes matan. El resto, únicamente contribuye a
causar la muerte, sea tendiendo la celada a la víctima, proporcionando el arma o aportaciones similares. Entonces, serian co-partícipes
primarios o secundarios, pero no estrictamente autores). Por su parte, Zaffaroni y Bacigalupo sostienen que esta teoría no satisface los
supuestos de coautoría funcional donde la tarea ejecutiva se divide entre varios sujetos. Tampoco en los casos de autoría mediata.

Teoría Material Objetiva (Feuerbach, Birkmeyer, etc.)



Para salvar la crítica anterior esta postura agrega un complemento referido a la mayor peligrosidad que debe caracterizar al autor
respecto del cómplice, aportando también un criterio diferenciador entre la calidad e intensidad de la relación causal existente entre la
conducta y el resultado producido. Esta postura efectúa una valoración del aporte concreto efectuado al delito y según su mayor o
menor importancia con relación a la causación del resultado, define quién es autor y quién partícipe.
Según el Aporte Realizado

Otras teorías distinguen entre causa y condición al sostener que autor es el que aporta la causa a la realización del hecho, mientras que
el cómplice solo aporta una condición para ello (mediante actos de auxilio o cooperación). Se le objeta, la dificultad de precisar el
alcance diferenciador de estos términos.

Teoría del Dominio del Hecho



También tiene carácter material objetivo, fija su atención en el valor del aporte del partícipe respecto al dominio del curso causal del
hecho. Para Maurach, autor es que mediante la conducción consciente del fin, lleva adelante el acontecer causal hacia el resultado típico,
por lo que es “señor” sobre la realización del tipo y el cooperador que dolosamente tiene en sus manos el curso del suceso típico,
pudiéndolo interrumpir, modificar o permitir la consecución del resultado total.

Por su parte, Roxin se refiere a:

1 El dominio de la acción (autor directo que ejecuta por sí mismo la acción).

2 Dominio de la voluntad aplicable a los autores mediatos que realizan el tipo a través de otro que le sirve
como herramienta, no pudiendo resistir la voluntad de quien domina el hecho.

3 La autoría funcional en la que cada uno de los sujetos tiene el dominio del hecho a través de su función
específica determinada para su realización total.

Se le critica que esta opinión es válida solo para delitos dolosos, pero incurre en la contradicción de que en algunos casos
llega al extremo de que el autor no resulta ser el ejecutor de la conducta típica. Aplicado a nuestro derecho positivo,
Núñez sostiene que con tal enunciación, dejaría en letra muerta el resto del art. 45. De todos modos ampliamos por
separado otros argumentos en los párrafos subsiguientes.

Teorías Subjetivas

Esta corriente doctrinaria, ha entendido que es autor quien quiere al hecho como propio; el que obra con animus auctoris
por oposición al partícipe que actúa con animus socii -quiere el hecho como ajeno-. Aquí, se tiene en cuenta la voluntad
del sujeto y si la ha subordinado a la del autor.
Estas teorías subjetivas, se subdividen en dos categorías:

E N S E N T I D O S U BJ E T I V O A M PLI O E N S E N T I D O S U BJ E T I V O RE S T RI N G . . .

(Köstlin, seguido por V. Buri y Baumann) Contiene un carácter extensivo del concepto de autor. Le reprocha a las
anteriores que partiendo de la teoría de la equivalencia de las condiciones frente al resultado, no se podía explicar
claramente la diferencia entre autor y partícipe desde una perspectiva objetiva ya que todos los actores contribuyen
causalmente al resultado y que el legislador no haría distinciones entre autores y partícipes, previendo la misma
pena para todos los que toman parte en un delito (lo que daría lugar a la tesis del "autor único" o concepto unitario
de autor).
Por ello, dicen que es necesario para distinguir, adecuadamente, basarse en el aspecto subjetivo del aporte y por
ende considerar autor a quien tenía voluntad de realizar un aporte causal a la ejecución, pero queriendo el delito
como propio (“ánimus auctoris”), mientras que el partícipe que actúa con “ánimus socii”, era quien quería cooperar
en el hecho ajeno y en ese sentido realizar su aporte causal.

E N S E N T I D O S U BJ E T I V O A M PLI O E N S E N T I D O S U BJ E T I V O RE S T RI N G . . .

Además de tener en cuenta los elementos subjetivos, valora la existencia de elementos objetivos, en el mismo
sentido que la doctrina del “dominio del hecho” (Bacigalupo), pero no resuelve finalmente la cuestión porque deja un
amplio margen de valoraciones librado a la discrecionalidad interpretativa.

Teorías Mixtas

Propugnada por Mezger entre otros (aunque Jescheck lo ubica entre los subjetivistas. Sostiene[2] que el punto de
partida para resolver esta cuestión es la dirección subjetiva de la voluntad. Así, el autor obra con voluntad de tal,
cuando tiene interés propio en el resultado. En cambio, el instigador tiene el fin de instigar y el cómplice de cooperar.

Pero esta dirección intencional, se reconoce objetivamente en la exterioridad de la conducta a través de un


comportamiento que es llevado a cabo efectivamente por el sujeto y su aporte realizado al delito. En definitiva, según
Mezger, el deslinde de las diversas formas de participación se realiza por separado, con arreglo a las características
subjetivas y objetivas de la actividad desplegada por cada sujeto interviniente en el delito. Él la llama una postura mixta.
Teoría del dominio del hecho

Según Jescheck, ni la postura subjetiva ni la objetiva son satisfactorias, por lo que surge una nueva
posición doctrinaria de la mano de Lobe (principal precursor en 1933) que luego fue seguido por Welzel
-quien no menciona claramente a su inspirador-. Décadas después, Roxin la profundiza y modifica
hasta ser reformulada por Jakobs (pero también estaban convencidos de su aplicación Bockelmann,
Maurach, Gössel, Zipf y otros). Es la más aceptada en la dogmática actual, pero en sus orígenes fue
resistida por Binding, Jiménez de Asúa y el propio Núñez tenía sus reparos (esencialmente hacia la
formulación de Welzel).

Tiene un alcance restrictivo del concepto de autor, ya que postula que sólo el que puede dominar la realización del tipo,
conduciendo conscientemente el proceso causalhacia el resultado o el que presta una cooperación a través de la cual
puede dominar el mismo modo ese proceso, es autor. Para esta teoría, autoría es sinónimo de inmediata realización del
tipo por parte de un agente que acarrea la presunción de que tiene el dominio del hecho (es decir, puede llevarlo adelante,
interrumpirlo o modificar las condiciones de su realización y hasta impedirlo), aun cuando no tenga interés en el resultado.
Pero debe aclararse que por acción típica, no debe entenderse una actuación con determinada actitud
personal, ni un mero acaecer del mundo exterior, sino como una unidad de acción o comportamiento de
sentido objetivo-subjetivo[3].

Así, el criterio de distinción entre autoría y participación se centra en el dominio del hecho, que es mantenido por el o los
sujetos en sus propias manos, lo cual abarca el dolo, el curso causal del hecho típico y con ello la posibilidad fáctica de
dirigir la configuración típica, pudiendo también alterarla o impedirla. Entonces, existiendo varios individuos que concurren
en un delito, autor es quien actúa con tal plenitud de poder que se lo puede comparar con el autor individual o coautores.
En cambio, los partícipes -por regla general- carecen del dominio del hecho.

Sin embargo, esta posición doctrinaria ha sufrido algunas variantes. Roxin distingue entre delitos de dominio del hecho y
delitos de infracción de deber. Los primeros corresponden propiamente a lo que venimos estudiando, pero los segundos,
como refieren a una infracción de deberes (propios de quien tiene deber de garante por razones funcionales, por razón de
la ley o de un contrato -para impedir el delito-), no son factibles de ser sometidos a la teoría del dominio del hecho
(delitos especiales y delitos de omisión).

Si bien no convence absolutamente esta postura porque en ambos casos el autor puede omitir o infringir con dolo y plena
conciencia el alcance de su abstención, debemos convenir que su influencia crece en toda la doctrina y jurisprudencia
penal occidental. Igual criterio parece observar Maurach cuando sostiene que todos los delitos revisten el carácter de
infracciones a un deber.

Jakobs, por su parte, distingue entre los delitos que quebrantan deberes que provienen de la
organización donde se desenvuelve el agente (en tales casos responde a título personal, como autor),
de los deberes que provienen de su posición institucional (allí, el autor tendrá dominio en ambos
sentidos ya que la infracción de deber del autor se encuentra fundada en la lesión de deberes
protegidos institucionalmente)[4].

En efecto, “según Jakobs, la responsabilidad jurídico-penal se fundamenta en el quebrantamiento de un papel o

representación que cumple cada persona, en el cual pueden distinguirse dos categorías: A) En roles especiales que

obligan a determinadas personas, el padre, la madre, servidor público, cónyuge, cuya vulneración conduce a los delitos de

"infracción de deber", caso en el cual solamente los titulares de estos roles son responsables de los quebrantamientos a

título de autor, de tal forma que aquellas personas no abarcadas dentro de dicho rol pueden aparecer como partícipes

pero no como autores. B) O, en obligaciones de carácter general o común de la persona en sociedad, que denomina actos
organizativos del titular de un ámbito de organización. Esta organización se denomina "dominio del hecho", por tanto a

estos actos se les conoce como delitos de dominio. Se identifican con los deberes comunes a todos dentro de la

sociedad, de respetar los bienes ajenos, de no abusar de los derechos propios. De esta manera, serán autores todos los

que concurran a ejecutar la acción punible, en tanto que, por acción u omisión, quebranten el papel común a toda

persona”.

 “Así, según la teoría funcional del concepto de autor, cuando una sola persona organiza y ejecuta el hecho
siempre será autora; si varias personas toman parte del hecho de manera coordinada en sus ámbitos de
organización, de tal manera que planean en conjunto un delito, aportando actos de la misma importancia,
se trata de coautores; si los aportes son de menor importancia, se trata de partícipes, y finalmente, si
existe sometimiento al ámbito de organización de otro, se considerará que éste es autor mediato”[5].
La solución en nuestro derecho positivo
Estas teorías más recientes han ganado muchos adeptos en la actualidad, pero no guardan relación con nuestro
ordenamiento penal vigente (que reclama adaptaciones), en tanto pueden conducir a una dudosa extensión de
responsabilidad extra personal (de la imputación criminosa).

El art. 45 del C.P. argentino (Título VII de la Parte General) dice: ”Los que tomasen parte en la ejecución de
un hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse,
tendrán la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado
directamente a otro a cometerlo” (autor mediato e inmediato, cómplice primario o necesario e instigador).

El art. 46 dice: “Los que cooperasen de cualquier otro modo a la ejecución del hecho y los que prestasen una
ayuda posterior cumpliendo promesas anteriores al mismo, serán reprimidos con la pena correspondiente al
delito, disminuida de un tercio a la mitad. Si la pena fuere de reclusión perpetua, se aplicará prisión de 10 a 15
años”. (Cómplice secundario o no necesario).

Las dificultades teóricas planteadas en el punto anterior cobran vigencia en nuestro derecho penal
gracias a la opinión de la doctrina y la jurisprudencia. Pero en verdad, nuestro código de fondo, en sus
arts. 45 y 46, resolvió el problema desde un punto de vista práctico, equiparando a los autores,
instigadores y cómplices primarios con una única y misma pena, atenuándola para los cómplices
secundarios[6].

Más aún, respecto a la complicidad, algunos fallos sostienen -con cierta razón-, que de acuerdo a la fórmula amplia del
art. 46 “o de cualquier otro modo cooperaren”, la participación admite además de las acciones auxiliadoras propiamente
dichas, aún las instrucciones o ayuda verbal que pueda efectuar un cómplice[7].

Especies o formas de actividad delictiva

Autoría

Carrara denominaba autor principal a quien había ejecutado el acto físico en el que consistía la consumación del
delito y destacaba 4 elementos esenciales para que el hombre fuera autor de delito penal:
1 Conocimiento de la Ley.

2 Previsión de sus efectos.

3 Libertad de elegir.

4 Voluntad de obrar.

Todo ello basado en el principio de que ningún derecho puede ser vulnerado por el delito si no procede de actos externos,
emanados de una voluntad inteligente y libre.

Para la doctrina de la tipicidad (o Tatbestand) de Beling, el autor debe concretar todas las exigencias
de cada figura delictiva, tanto en la faz objetiva (tipo de ilicitud) como subjetiva (tipo de culpabilidad).

Posiciones de:

Soler

Cuando refiere que la expresión "típicamente" que utiliza en su definición de delito (siguiendo la orientación de Beling), implica que solo se
impondrá pena a una acción, antijurídica y culpable y adecuadas, típicamente; o sea, que estén perfectamente adecuadas a una figura
penal.
Llama autor inmediato al sujeto que ejecuta la acción expresada por el verbo típico de la figura delictiva (el que se apodera, el que mata,
el que retiene indebidamente, etc.), partiendo de la letra del dispositivo legal de nuestro art. 45 (posición formal objetiva). Pero agrega que
están incluidos tanto el que solo por sí ejecuta la acción, como los que la ejecutan directa y conjuntamente con otros[10].

Núñez (al esbozar la teoría de la imputación jurídico delictiva)



Deben distinguirse los rasgos objetivos y subjetivos (contenidos en una conducta a la que la ley penal denomina delito y castiga como
tal); de la totalidad de los presupuestos de los que la ley penal hace depender la imputación de ese delito a una persona. Ésta comprende,
no solo las características atinentes a los aspectos subjetivos y objetivos de la conducta, sino también las condiciones externas a ella y
cuyo cumplimiento la ley exige para que proceda su castigo.

Mezger

Por su parte, enseña que autor de un hecho punible es el que comete el hecho con voluntad de autor, queriendo el hecho como propio, en
forma típica y -en los casos pertinentes-, causa el resultado del mismo. Luego distingue entre concepto extensivo de autor (todo el que
coopera en el hecho punible) y concepto restringido (el que por sí, desarrolla íntegramente el tipo)[8]. Destaca que pueden existir casos
de autor inmediato (delitos de propia mano y delitos especiales o de autor calificado en los que solo un sujeto que reúna determinadas
calidades puede ser imputado como tal -por ejemplo: delitos cometidos por funcionarios públicos o el caso del homicidio calificado por
el vínculo-) y autor mediato que comete el delito a través de otro a quien utiliza como instrumento para que realice parte o todo el tipo
penal (un demente o alienado, un idiota, un imbécil o un menor inimputable, una persona que actúa coaccionada, etc.)

Welzel

Refiriéndose a los delitos dolosos, dice que autor es solamente el que mediante una conducción consciente del fin del acontecer causal
en dirección al resultado típico, es señor sobre la realización del tipo (material objetiva). Es el origen de la teoría del dominio del hecho.

Maurach

Sostiene que es autor quien tiene el dominio del hecho de suerte tal que puede interrumpir o dejar correr la realización del resultado total
(material objetiva)[9].

Roxin

Distingue tres grupos de casos del dominio del hecho: el dominio de la acción, el dominio de la voluntad y el dominio funcional del hecho.
La tercera constelación de casos está integrada por aquellos supuestos donde se verifica la actuación de varios individuos en la
comisión del delito, es decir, cuando existe un dominio funcional del hecho en virtud de la cual todos los intervinientes responden a título
de coautores, categoría que se funda en el acuerdo previo de éstos para llevar adelante el delito y la división de funciones (“C.M.D. y
otros” - TOC Nº 28, CABA; 03-11-09; Rubinzal Online; RC J 11177/11)

Terán Lomas

En igual sentido a Soler, sostiene que autor es quien toma parte en la ejecución del hecho.

En efecto, para nuestro sistema legal, es autor todo aquel que toma parte en la realización de la acción
ejecutiva descripta por el tipo. Ese concepto se extrae de la expresión “los que tomasen parte en la
ejecución del hecho” (art. 45 del C.P.). La autoría depende, pues, estrictamente, en su forma, del
particular tipo delictivo.
Coautoría

Según la definición legal (art. 45 C.P.) coautores son todos “los que tomasen parte en la ejecución del hecho. Se discute,
sin embargo, en la doctrina argentina si se da alguna distinción esencial entre autores y coautores. Para algunos no existe
ninguna diferencia dogmática de esencia entre ambas categorías: casos de coautoría son aquellos en los que existe una
pluralidad de autores. O como expresa Soler: verdadero coautor es aquel que sigue siendo autor, aun cuando
hipotéticamente se suprima otra participación.

Para otros, como Núñez, puede especificarse una diferencia que se extrae del mismo art. 45 C.P.: Autor es el que realiza
todos los actos que la consumación exige; mientras que coautor es el que también realiza esa conducta o solo cumple
alguno o algunos o todos los actos que la consumación exige (especialmente en razón de la división del trabajo), no
necesariamente todos los actos ejecutivos. Es el criterio que sigue en su mayoría la jurisprudencia que pone el acento no
tanto en la igualdad de “acción” desplegada por los coautores, sino en la “convergencia intencional” al mismo acto en el
que bien se pueden dividir o acumular los aportes[11].

Para Mezger, coautor es el que como autor mediato o inmediato comete un hecho punible
conjuntamente con otros autores, en cooperación consciente y querida (también presupone acuerdo
sobre el acto común).

Por su parte, para los sostenedores de la teoría del dominio del hecho, coautor es quien codomina el hecho con los
demás (dominio funcional del hecho o división del trabajo en la ejecución efectiva del curso causal del injusto).

Para Villar, los requisitos de la coautoría son:

RE S O LU C I Ó N C O M Ú N A L H E C H O D I S T RI BU C I Ó N D E FU N C I O N E S C O-D OMINIO D E L HE C HO

Refiere al acuerdo previo de voluntades o ligamen intersubjetivo; pero se objeta que en delitos omisivos si no existe
una voluntad de realización no puede existir una resolución conjunta (Bacigalupo).

RE S O LU C I Ó N C O M Ú N A L H E C H O D I S T RI BU C I Ó N D E FU N C I O N E S C O-D OMINIO D E L HE C HO
(Concretadas en un aporte objetivo). Esto es que cada sujeto interviniente contribuye con una acción u omisión
efectiva a la realización del delito y por ende cada uno de ellos responde como autor por ese tramo de su aporte y
por del delito.

RE S O LU C I Ó N C O M Ú N A L H E C H O D I S T RI BU C I Ó N D E FU N C I O N E S C O-D OMINIO D E L HE C HO

Los coautores tienen una porción del dominio del delito que se lleva a cabo y es posible que cualquiera de ellos lo
pueda impedir, modificar su curso causal o evitar el daño que se pueda cometer[12].

La opinión de Villar (acumulativa o mixta), suma las opiniones anteriores, porque efectivamente hay delitos donde la
coautoría otorgará a cada uno de los autores un rol determinado y otros en el que a todos les otorgará dominio sobre el
desarrollo causal de los acontecimientos, con lo que cualquiera puede interferir en su desenvolvimiento y alterar la
producción del delito[13].

Si bien la doctrina es reacia en aceptarlo, crece cada vez más la postura de que la coautoría es posible
tanto en delitos dolosos como culposos, atendiendo a que cada uno de los coautores puede realizar
parte del tipo.
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Coautoría sucesiva

Los coautores pueden coincidir desde el principio mismo de


la realización típica (complot) o no. Así, puede ser coautor
un sujeto que interviene cuando la ejecución de un hecho ya
se ha iniciado. El ejemplo más práctico se da en el delito de
trata de personas, donde existen varias conductas
sucesivas (ofrecer, captar, trasladar y acoger a una persona
con fines de explotación).

Cada tramo o verbo típico, puede ser desarrollado por autor distinto y sin embargo responderá por todo el delito (no se
distingue una porción de responsabilidad por cada tramo). También en delitos continuados como la privación ilegítima de
la libertad o en el secuestro extorsivo, cuando en el íter criminis intervienen varios sujetos en diversos tramos.

No debe ser confundida, con la llamada autoría paralela por la cual distintos sujetos siguiendo distintos cursos causales
se encaminan a un mismo resultado lesivo, pero sin conexión ni acuerdo entre ellos.

Autoría Mediata

En la actualidad, la dogmática (especialmente alemana) entiende, bajo esta denominación dos variantes que se distinguen
conceptualmente, pero que, sin embargo tienen igual receptividad en nuestro Código Penal.

Autoría mediata clásica


En la clásica opinión de Creus, Fontán Balestra, Terán Lomas, Laje Anaya y Núñez, es autor mediato aquel que ejecuta el
hecho típico utilizando como instrumento a un inimputable o a un inculpable.

Lucio Herrera (citado por Terán Lomas), decía que el autor mediato reunía todos los caracteres especiales, subjetivos y
objetivos del autor y realiza el tipo valiéndose de otra persona a quien domina y que obra como instrumento al servicio de
sus fines.

Fabián Balcarce dice que el autor mediato realiza el tipo, utilizando a otro como instrumento, quien en
definitiva lo ejecutará.

El tercero (instrumento inculpable o inimputable), actúa como una especie de extensión física del autor
mediato, ya que no decide por sí mismo, sino que ejecuta por aquél el hecho.

Requisitos

A B

Para que exista autoría mediata (clásica) es preciso que la persona que ejecuta el hecho típico obre físicamente (sin
voluntad o con la misma viciada). No quedan comprendidos dentro de los casos de autoría mediata aquellos en los
que media una "vis" absoluta, es decir, una fuerza física irresistible, pues allí, el que actúa es el mismo autor y no la
persona que violentada físicamente es proyectada como instrumento.

A B

El inimputable o inculpable que realiza materialmente el hecho debe actuar como instrumento del autor mediato.
Pero, si en lugar de ello es determinado a realizar el hecho, el que actúa es autor inmediato y el que determina
instigador.
Balcarce[14], detallando con mayor intensidad las calidades del tercero que obra por el autor mediato
distingue entre Instrumento que obra: sin dolo, que obra lícitamente, coaccionado, inculpable,
inimputable, en error de prohibición, o el que es sometido a un aparato de poder (esto último es
discutible, porque el sujeto que se halle sujeto a una estructura de poder, decide –aunque
condicionadamente- llevar adelante el delito, y si ignorar el carácter ilícito de su acción, entra en
algunas de las categorías anteriores).

Formas

Las modalidades de autoría mediata son reducidas:

El inimputable puede serlo:


por un estado provocado en el ejecutor material, por acción del mismo autor mediato (por ejemplo, quien embriaga a otro para que
ejecute el delito), o

porque el autor aproveche un estado preexistente de inimputabilidad del ejecutor (por ejemplo, quien utiliza a un demente como
instrumento).

El inculpable puede serlo:


por error inducido por el autor, o por aprovechamiento del error en el cual el ejecutar ya está; o

por coacción, aunque en este caso se discute si la misma debe ser realizada en la persona del ejecutor o que éste se encuentre en
coacción preexistente en que ya se encontraba el ejecutor (por ejemplo, el que sabiendo que una persona ha sido amenazada por
otra para realizar un hecho ilícito aprovecha de esta circunstancia para hacérselo realizar dándole la orden que aquél esperaba).

El ejecutor puede revestir el carácter de instrumento doloso, cuando el autor mediato lo utiliza para cometer un delito especializado
por el fin (secuestro para cobrar rescate) y el instrumento no participa de esa finalidad pero sí de otro delito medio para alcanzar
aquel fin que desconocía (privación de la libertad).

El instrumento puede actuar conforme a derecho, pero siendo aprovechado o utilizado por el autor mediato que conoce la ilicitud del
accionar que oculta esa conducta inocente del instrumento. (Bacigalupo da el ejemplo del abogado “instrumento”, que presenta en un
juicio un documento cuya falsedad ignora, pero su poderdante conoce perfectamente y oculta).

Problemas Particulares
En los delitos especiales que exigen una calidad especial en el autor, dicha calidad debe reunirla el autor mediato. En caso
contrario (si esa calidad la reúne el ejecutor material), el delito no se pune como especial (Por ejemplo, quien hace matar a
una persona por intermedio del hijo inimputable de ésta, cometerá homicidio (art. 79 C.P.), no homicidio calificado (art.
80-1° C.P.)

En los llamados delitos de propia mano o de propia actividad (Soler) la autoría mediata es imposible, ya que en estos
supuestos sólo puede ejecutarse el hecho en forma personal y por determinado individuo.

Debe distinguirse la autoría mediata (en la que el sujeto utilizado no decide, es inimputable, inculpable u obra por error o
ignorancia), de la instigación (en la cual el que consuma el delito, decide y obra por sí mismo, determinado por otro). Y
modernamente, la concepción ampliada de autoría mediata desarrollada por el funcionalismo (Roxin y Jakobs,
esencialmente) que desarrollamos a continuación.

Autoría mediata a través de aparatos organizados de poder

(Roxin y Jakobs)[15]
Esta teoría, se afianzó después de la segunda guerra mundial y a partir de los crímenes de guerra cometidos por el
nazismo. Postula que existen hechos delictivos -como los crímenes de estado, de guerra o de organización-, que son
llevados a cabo por integrantes de estructuras de poder.

En tales casos, se trata de determinar la responsabilidad de quienes dirigen tales organizaciones teniendo en cuenta el
control que sus cabezas o autoridades tienen sobre los ejecutores inmediatos, aun cuando los mismos no obren bajo
algún supuesto de los que permiten el dominio del hecho a través de las formas ya reseñadas de autoría mediata. En tales
casos, hay “dominio organizativo concentrado en personas que manejan un aparato de poder", que son los supuestos en
los cuales el autor mediato está lejos de la víctima o no la conoce o no tiene jamás contacto con la ella; tampoco, sabe el
modo en que se desarrolla el delito ni conoce al ejecutor.

Se sostiene que es posible manejar la voluntad de los subordinados por medio de estos aparatos
organizados. Quienes ocupan la posición dominante se convierten en autores mediatos de los delitos
que ordenaron y ejecutaron los miembros subordinados. Estos sujetos (autores mediatos), son
denominados también el sujeto "de atrás", y tienen la disposición de la organización, estructura o
agrupación —en general—.

Asimismo, la fungibilidad del sujeto que realiza el acto ilícito es una característica de este tipo de circunstancia en tanto si
el ejecutor desistiere, otro vendría en su lugar y lo realizaría igualmente (lo trata ampliamente Kai Ambos).

Lo que ocurre es que de común, el “hombre de atrás” tiene efectivo dominio de la voluntad de éstos (a través de su
posición dominante en la estructura) y por ende, del hecho criminal que ordena ejecutar. Si otro agente subordinado al
primero (autor mediato jerárquicamente superior), tiene igual posición dominante hacia abajo (en la estructura) y
participa de lo que se llama “cadena de mando”, también es autor mediato del mismo delito que finalmente cometerá el
ejecutor directo, pues este segundo autor mediato, no pierde el carácter de tal siempre que pueda dirigir la parte de la
organización que le está subordinada.

Esta modalidad criminal, admite todas las formas de participación propiamente dicha (complicidad
primaria o secundaria).

Concepto
Aparato de poder, es un concepto claramente definido por Roxin para diferenciar los supuestos de autoría de los de
inducción, ya que quienes dan órdenes dentro de una estructura organizada, se encuentran en una posición clave
(dominante) que no es la misma que la de los simples instigadores de hechos individuales, toda vez que se exige como
requisito distintivo, que la organización funcione en forma independiente de sus integrantes y automáticamente, sin que
interese la persona del ejecutor, ni sea necesario que se lo coaccione, pues si algún miembro no ejecuta una orden será
suplantado por otro sin que se vea "afectada la ejecución del plan global".

Además, estas estructuras deben actuar “fuera del ordenamiento jurídico” pues si la dirección y los órganos ejecutores se
mantienen -en principio- ligados al orden legal independiente de ellos, "las órdenes de cometer delitos no pueden
fundamentar dominio, porque las leyes tienen el rango supremo y normalmente excluyen el cumplimiento de órdenes
antijurídicas, y con ello el poder de voluntad del sujeto de atrás". Entonces, si en un estado de derecho una autoridad
determina a sus subordinados a cometer delitos, debe valorarse tal acción como de inducción -salvo que se den otros
supuestos de autoría mediata-. Rusconi agrega que sería válido hablar de aparatos de poder estatales y también no
estatales o paraestatales[18].

El ejecutor (autor directo), aun cuando sea fungible es plenamente responsable; y a su vez, la responsabilidad de otros

autores mediatos intermedios (como ocurre en una “cadena de mandos”), se incrementa si dentro del aparato de poder u

organización ocupan cargos más altos (ya sea que intervengan en la planificación, organización, o ejecución de órdenes

mediante órganos de distinto rango), y cuanto más se hallen alejados del ejecutor directo o de quien ejecuta finalmente la

orden ilegal, inicialmente impartida.

Codelincuencia o participación necesaria


Hay delitos que están estructurados de tal modo que exigen la intervención de dos o más sujetos como mínimo pero que
no son, necesariamente, coautores del mismo delito.

En efecto, en el caso de homicidio por precio o promesa remuneratoria o por encargo, debe haber necesariamente quien
encomienda la muerte y paga u ofrece beneficio por ello y quien ejecuta efectivamente el homicidio. En este caso hay co-
delincuencia obligadamente pero además ambos son coautores del delito de homicidio calificado por precio o promesa
remuneratoria.

En cambio, en el cohecho pasivo, el delito que requiere de dos sujetos necesariamente (porque un sujeto debe ofrecer
dinero y el funcionario venal aceptarlo). El funcionario que acepta la dádiva es autor del delito de cohecho pasivo mientras
que quien ofrece es autor de otro delito, el cohecho activo. Más aun, el que ofrece puede incurrir en cohecho activo
únicamente, pues el funcionario puede rechazar el ofrecimiento con lo que no incurriría en delito alguno.

Mezger llama delitos de encuentro a aquellos que consisten en una actividad que requiere necesariamente
la concurrencia de la actividad de otro aunque no sean de la misma índole pero que se corresponden
mutuamente.

Complicidad

Concepto
Se considera partícipe (propiamente dicho) o cómplice al que interviene en el hecho delictivo objetivamente -
contribuyendo mediante una acción u omisión- y subjetivamente -con intención de cooperar o convergencia intencional-
en el hecho del autor (aunque también hemos visto que para alguna jurisprudencia se podría contribuir dando
instrucciones)[19].

Donna nos enseña que el problema de la participación en sentido estricto se caracteriza por estudiar la
situación de aquéllos que, tomando parte en el delito, no tienen el dominio del hecho; colaboran en un
hecho ajeno y no autónomo. Por ello, en sentido estricto participación es complicidad (primaria,
secundaria e instigación).

Según Núñez, esta cooperación a su vez puede consistir en:


1 Un auxilio que es la contribución que se presta al autor del delito para que éste lo ejecute sin necesidad de
que acuerde dicha ayuda con otro partícipe.

2 La cooperación que es una contribución que se presta al autor para llevar a cabo el delito pero que está
acordada con otro de los que interviene en ese hecho. Coopera el que actúa con.

3 Prestación de una ayuda posterior en base a promesa anterior. Es el que una vez cometido el hecho auxilia
o coopera con los autores u otros partícipes por un compromiso asumido con anterioridad al delito.

Como se observa, la complicidad implica una contribución fáctica, exteriorizada, querida pero con el ánimo o intención de
contribuir al hecho del otro (dolo directo). Esta actividad, que tiene carácter subsidiario o adhesivo, puede constituir un
aporte determinante para que el hecho se realice en el modo y bajo las circunstancias en que se lo ejecutó u otra
incidencia secundaria, pero que igualmente forma parte de la empresa criminal.

En base a este grado o relevancia del aporte y su incidencia en la ejecución del delito, se distinguirá entre complicidad
necesaria o no necesaria (también participación primaria o secundaria).

En los delitos culposos es difícil sino imposible entender que exista complicidad primaria o secundaria porque se trata
esencialmente de una omisión de cuidado. Al no representarse ni quererse el resultado que se debió prever, no puede
afirmarse válidamente que otra persona (partícipe) haya querido o tenido intención de cooperar, auxiliar o prestar ayuda al
autor principal en el delito cometido bajo alguna de las formas de culpa.
Sin embargo, crecen las opiniones respecto a la coparticipación en un delito culposo colaborando o
aumentando el riesgo asumido por el autor. Los ejemplos que suelen darse, más bien parecen de
coautoría (como cuando alguien manejando descuidadamente por bromear con su compañero/a, al
mismo tiempo el otro le cubre la cara o lo distrae en el mismo tono de broma.

Pero entonces, al producirse un accidente con lesiones o muertes, ambos habrán llevado a cabo actos imprudentes en
forma conjunta, dentro de una actividad riesgosa. Igual ocurre en casos de mala praxis médica, donde puede haber una
cadena de irresponsabilidades profesionales) Sin embargo, difícilmente pueda darse una modalidad de complicidad que
exige dolo directo. En todo caso, bien podría hablarse de autoría concomitante o paralela de un delito culposo. Esto es
que distintas personas, aporten con su acción u omisión a un resultado dañoso, realizando diversas conductas sin el nexo
propio de un plan común. En nuestro País, estas opiniones se dispararon a partir de las causas conocidas como
“Cromañon” y “la Tragedia de once”. En la última de ellas, se investigó una serie de conductas negligentes e imprudentes
que, según se sostenía, produjeron el trágico accidente. Entre ellos, se imputó inicialmente al jefe de taller que liberó la
máquina para transitar; al conductor que siguió conduciendo riesgosamente a pesar de notar que los frenos fallaban;
pero además, a los titulares de la empresa porque habrían omitido hacer reparar debidamente las máquinas.
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Teorías fundantes de la punibilidad de la participación

Bacigalupo menciona la teoría de la culpabilidad de la participación, que “se basa en la culpabilidad del
partícipe respecto a la corrupción del autor”. En segundo lugar, menciona la teoría de la causación que, al
medir la calidad de autor a través de la esencialidad de su conducta como aporte causal al delito, determina
una mayor distancia del aporte del cómplice al resultado final del delito y por ende su menor punibilidad.

Pero, critica que al excluir al partícipe del proceso causal, convierte a la participación en una especie de delito autónomo.
En verdad, la participación es una forma autónoma de ilicitud, ya que se corresponde con una conducta antijurídica dolosa
que coopera a la realización de otro injusto penal, regulado en la parte especial. De modo que la crítica no es totalmente
aceptable.

Por fin resume su opinión respecto a la teoría de la participación en lo ilícito, consistente en la violación de la prohibición
de participar en un hecho ilícito o prohibido. Ésta sería en rigor la más compatible con las definiciones que se vienen
sustentando.

Requisitos. La participación requiere una convergencia de la voluntad y otra de la actividad del partícipe encaminada o
hacia el hecho del autor.

Distinguimos entonces, como requisitos necesarios de la participación:


Los actos del partícipe deben dirigirse a la realización del
hecho típico del autor, es decir, la participación exige que el

Convergencia Objetiva agente aporte a un mismo y único hecho que aquél


ejecutado por el autor. Ello opera entonces como un factor
condicionante del mismo, junto con las acciones del autor.

Significa que el partícipe debe conocer y querer que su


actividad se enderece al hecho del autor; no es
imprescindible la preordenación de la participación, basta
con que el partícipe tenga el particular conocimiento de
Convergencia Subjetiva o Intencional
que su acto "tiende al hecho total" (Soler). Ni siquiera es
necesario que los distintos intervinientes en el hecho
tengan conciencia de la intervención de los demás
partícipes.

Terán Lomas desarrolla este punto de un modo distinto, llamándolos principios comunes a la
participación y al respecto menciona los siguientes:

P
I D E N T I D A D D E L D E LI T O C OMU NID AD D E AC C IÓN PRI N C I PI O D E E XT E RI O RI D A D PRI N C I PI O D E O BJ E T I V I D A D
ACCE

Significa que todos los partícipes deben intervenir en un mismo hecho delictivo.
P
I D E N T I D A D D E L D E LI T O C OMU NID AD D E AC C IÓN PRI N C I PI O D E E XT E RI O RI D A D PRI N C I PI O D E O BJ E T I V I D A D
ACCE

Implica una intervención para integrar la totalidad del delito aunque cada uno realice un aporte diferente.

P
I D E N T I D A D D E L D E LI T O C OMU NID AD D E AC C IÓN PRI N C I PI O D E E XT E RI O RI D A D PRI N C I PI O D E O BJ E T I V I D A D
ACCE

Significa que el partícipe contribuye al menos con actos externos o materiales.

P
I D E N T I D A D D E L D E LI T O C OMU NID AD D E AC C IÓN PRI N C I PI O D E E XT E RI O RI D A D PRI N C I PI O D E O BJ E T I V I D A D
ACCE

La responsabilidad del partícipe está dada por el hecho y su contribución en forma objetiva con lo que, la
inculpabilidad o existencia de una eventual excusa absolutoria en favor del actor principal, no excluye la
responsabilidad del partícipe según Soler.

P
I D E N T I D A D D E L D E LI T O C OMU NID AD D E AC C IÓN PRI N C I PI O D E E XT E RI O RI D A D PRI N C I PI O D E O BJ E T I V I D A D
ACCE

Significa que el partícipe es un delincuente accesorio que no interviene en el acto consumativo del delito, aunque
este último requisito es discutible porque como se verá más adelante el cómplice necesario o partícipe primario
presta una ayuda determinante para la realización del delito (que incluye su consumación) y por ello está
equiparado a la pena del autor. Pero este concepto funcionaría para el cómplice no necesario o secundario cuya
intervención no resulta determinante como en el caso anterior.

Más preciso es Maurach quien define a la participación como cooperación dolosa en un hecho ajeno. Y
anticipamos que para complicidad primaria, estamos convencidos de la necesidad de que exista dolo
directo (salvo en dos situaciones puntuales que admitirían dolo eventual: a) cuando el aporte o auxilio
consista en la provisión de elementos peligrosos o armas o explosivos, casos en los que el autor se
puede representar la causación de un daño cierto; y b) por razón de la función, oficio o actividad,
cuando el cómplice conoce las consecuencias que puede generar muy probablemente su auxilio)

Por su parte D’Alessio-Divito, sostienen que: “La participación es una forma de extensión típica que
alcanza al instigador y al cómplice, por realizar -sin dominar el hecho, un aporte doloso al injusto
doloso de otro, lesionando un bien jurídico. Conforme a ello pueden distinguirse dos aspectos:

Aspecto Objetivo

La tipicidad objetiva de la participación requiere, un hecho principal doloso y antijurídico (un injusto penal), que se configura cuando existe
principio de ejecución del mismo, de allí que la participación en la tentativa resulte típica. En la medida en que el hecho principal no haya
tenido principio de ejecución, la participación no puede entrar dentro del campo de lo prohibido. Además es preciso que el partícipe haga
un aporte útil al hecho principal, de modo que queda fuera de la tipicidad objetiva la acción que por cualquier razón resulta ineficaz, y -en
consecuencia- no es punible la tentativa de participación. En este sentido la jurisprudencia ha dicho que "la tentativa de complicidad no es
punible, si el aporte no se efectivizó por haberse descubierto la maniobra ardidosa investigada antes de la entrada en escena del
presunto cómplice, o por voluntad del partícipe o por una circunstancia ajena a su voluntad”.
Además, se señala que el bien jurídico afectado debe admitir la lesión -también- por el partícipe y no sólo por el autor. Por eso será
atípica la conducta de quien participa en la afectación de un bien jurídico propio.
En los casos en que los aportes se realicen en virtud de roles banales -o cotidianos- inocuos, se afirma que es posible excluir la
imputación al agente por complicidad a través de la llamada "prohibición de regreso", resultando de ello la atipicidad del cómplice.
El desistimiento del partícipe cuando, tras haber brindado el aporte, realiza una acción positiva que neutralice su colaboración
desincrimina su conducta. Pero remarcamos que la única posibilidad que tiene el partícipe para que su desistimiento merezca el
beneficio de la impunidad es que con su acción positiva evite la consumación del hecho ejecutado por el autor.

Aspecto Subjetivo

Se requiere que el agente conozca los elementos del aspecto objetivo de la participación y que actúe con dolo de participar en el hecho
principal. Cuando lo querido por el partícipe sea excedido por el dolo del autor, aquél responderá sólo por lo que quiso, aunque se admite
el dolo eventual. En los casos en que el autor del injusto incurre –objetivamente- en una figura agravada y, por estar en un error de tipo,
cree cometer la figura básica, él será punible por esta última. El partícipe que conoce los elementos agravantes no puede responder
como tal del delito calificado -pues no fue cometido subjetivamente por el autor-, pero podrá ser eventualmente autor mediato -quien
engaña al autor, haciéndole creer que el arma que le entrega para cometer el robo está inutilizada, no será partícipe de un robo calificado
ya que el autor desconoce el carácter viable del arma, pero será autor mediato de robo agravado por el uso de armas-. Es decir, que
podría agravarse su grado de intervención.

Cuando el tipo tiene elementos subjetivos distintos del dolo, por más que el partícipe los conozca, es el autor quien debe
obrar conociéndolos. Así, quien instiga a cometer un hurto calamitoso, en la medida en que el autor no obre con ánimo de
aprovecharse de la situación de infortunio, no será partícipe del delito calificado sino de un hurto simple”[20].

A fin de distinguir la participación de la autoría mediata resulta interesante lo señalado por Kai Ambos, en cuanto a que en
el caso de la autoría mediata la conducta está coordinada en un sentido vertical, mientras que la coautoría tiene como
presupuesto que la conducta coordinada es en el plano horizontal, es decir que todos ejecutan una parte del plan criminal
en un plano de dominio frente al hecho.

Otras consideraciones. Analizamos en este punto una serie de cuestiones que se plantean en materia
de coparticipación criminal y que otros autores tratan como acápites especiales, lo que no hemos
imitado porque excedería la planificación de este trabajo.

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Participación en delitos tentados o tentativa. Si el delito no se consuma, pero el partícipe ha realizado ya actos
idóneos de participación, responde de los mismos en la medida de punibilidad correspondiente a la tentativa
realizada. Esta es la solución de la ley cuando establece: "Si el hecho no se consumase, la pena del cómplice se
determinará conforme a los preceptos de este artículo y a los del título de la tentativa" (art. 47 "in fine", C.P.). A esto
se lo conoce como “participación en la tentativa”.
Queda, pues, excluida la figura llamada "tentativa de participación" conforme a nuestra legislación; es decir, los
casos en que el pretendido partícipe no alcanzó a llevar a cabo los actos en que iba a consistir su participación,
salvo que se trate de un auxiliador "sub sequens" útil. Tales supuestos quedan al margen de la punibilidad.
En la doctrina y jurisprudencia nacional es unánime la opinión que hay participación en la tentativa pero no hay
tentativa de participación, apotegma que ya no se discute[21].

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El exceso del autor (o el alcance de la responsabilidad del cómplice según la variación de circunstancias objetivas
del delito). Siempre en sentido general, Mezger define al cómplice como el que auxilia con voluntad de tal, en el
hecho del autor. Es decir, no quiere el hecho como propio sino como de otro, por lo que su actitud subjetiva y
dirección de la voluntad son distintas a las del autor (“animus socii”).
Si el cómplice no quiere el resultado finalmente operado varía el encuadre legal de su conducta -ya que conforme al
principio “nulla poena sine culpa” y el de derecho penal de acto y no de autor-, quien interviene en un delito responde
en la medida de su acto y de su culpabilidad (por lo que hizo y por lo que quiso o consintió hacer o principio de
la individualidad de la culpabilidad).
Esta última afirmación (sustentada también por Núñez), en nuestro derecho penal tiene consagración legal, cuando
en el art. 47 dice: “Si de las circunstancias particulares de la causa resultare que el acusado de complicidad no
quiso cooperar sino en un hecho menos grave que el cometido por el autor, la pena será aplicada al cómplice
solamente en razón del hecho que prometió ejecutar”, en consonancia con el ya mencionado principio de
prohibición de regreso.
Lo expresado tiene importancia decisiva en situaciones en las que el autor va más lejos del hecho para el cual pidió
cooperación o auxilio y bajo las normas o principios preindicados deberá calificarse adecuadamente la conducta
del partícipe (un ejemplo muy común es que Pedro contribuya para que Pablo mate a un tercero ignorando la
vinculación que tienen la víctima y el victimario. Cuando finalmente se establece que Pablo era hijo del tercero y
Pedro ignoraba esta circunstancia, mientras el autor principal responderá por homicidio agravado por el vínculo, el
partícipe verá encuadrada su conducta como cómplice de homicidio simple).
Autores como Creus, sostienen que la medida particular de la culpabilidad del partícipe no está dada sólo por su
dolo directo (querer un determinado hecho), sino aun por su dolo eventual, según los principios que rigen a este
último (quien concurre a robar sabiendo que otros llevan armas de fuego, prevé el posible resultado de muerte y
lesiones y lo acepta). Esta postura ha sido receptada en diversos casos de jurisprudencia.

Pueden darse entonces distintos supuestos:

Diverso hecho: ocurre cuando el hecho consumado sea distinto del querido por el partícipe o el instigado por
el inductor;

Diversa naturaleza: esta situación se da cuando el hecho realizado es de distinta naturaleza que el querido. O
sea, cuando el "corpus" del hecho ejecutado por el autor es diferente del querido por el partícipe, pero aun
cuando se trate de delitos regulados en el mismo título y capítulo del código (por ejemplo quien entendió
contribuir a un hurto cuando el autor realizó una extorsión).

Diversa modalidad: el hecho consumado difiere del querido por modalidades (que no sean de carácter
personal) que lo agraven (como el ejemplo del que queriendo colaborar para la ejecución de un robo simple,
termina siendo cómplice en un robo calificado por armas, cuya existencia en poder del autor, el cómplice
desconocía). Esos casos quedan comprendidos en la regla beneficiante para el partícipe, del art. 47 C.P.

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Partícipe inculpable o inimputable. También es impensable que la participación provenga de un inculpable o


inimputable a los fines de su punibilidad, porque por aplicación del art. 34 del C.P., carece de comprensión de la
criminalidad del acto, requisito esencial para que exista dolo. El art 41 quater del CP agrava la pena del autor cuando
“alguno de los delitos previstos en este Código sea cometido con la intervención de menores de dieciocho años de
edad, la escala penal correspondiente se incrementará en un tercio del mínimo y del máximo, respecto de los
mayores que hubieren participado en el mismo.”
Tampoco, es punible el sujeto obra en error o ignorancia invencible ya que pueden existir casos de auxilio o
cooperación sin conciencia o conocimiento de la criminalidad del acto a que se contribuye (como la enfermera que
inyecta veneno, creyendo que es un medicamento prescripto –y que ha sido sustituido por el verdadero matador-; o
el mozo que agrega veneno ignorándolo -por indicación del verdadero autor que sustituyó la sal por dicho elemento
letal-). El denominador común es que la participación criminal como ya lo dijimos, exige conocimiento de la
criminalidad del acto que se lleva a cabo, sus alcances, efectos y circunstancias.

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Participación necesaria, codelincuencia necesaria y encubrimiento. La participación criminal supone la


existencia de varios sujetos que concurren a un mismo delito, pero no debe confundirse con la comúnmente
llamada participación necesaria o codelincuencia, ya que en el caso de esta última, se trata de delitos en los que el
tipo delictivo exige la intervención de dos o más sujetos activos necesariamente y lo serán en grado de coautores.
Tampoco debe confundirse participación con el encubrimiento que se desarrollará extensamente en los apartados
siguientes. En ambos casos hay ayuda o auxilio al autor o a sus cómplices pero en la participación (primaria o
secundaria), la colaboración o aporte están pactados ex ante, mientras que los encubridores son quienes prestan
un auxilio ex post o posterior a la ejecución y consumación del delito, sin haber intervenido en el mismo y sin
mediar promesa o acuerdo anterior (punido como tipo específico en la parte especial por los arts. 277 y ss. del C.P).
Sin embargo, como ya vimos, el auxilio posterior será participación (llamada sub sequens), cuando haya mediado
una promesa anterior a la consumación del delito (es un verdadero cómplice secundario o no necesario, según el
art. 46 del C.P.).
Por ello, los partícipes, al igual que sus autores o instigadores responden por el delito cometido contra el bien
jurídico que ampara esa figura. Mientras que el encubridor, delinque contra la Justicia (específicamente con su labor
de esclarecimiento y represión). Por ello tiene un doble sistema de pena: más leve para delitos leves, y más gravosa
cuando se encubren delitos graves.).
Clases o grados de participación

Según la misma distinción de la ley, encontramos cómplices o partícipes primarios o necesarios (que son punidos con la
misma pena que los autores) y cómplices opartícipes secundarios o no necesarios (que son punidos con una pena
menor).

Partícipes necesarios o cómplices primarios


Son los que prestan al autor un auxilio o cooperación sin los que no habría podido cometerse el delito tal como se
cometió(según la expresa prescripción del art. 45 C.P. argentino).

Mientras la cooperación presupone una acción precedida necesariamente de un acuerdo con el autor o los autores, el
auxilio no lo requiere. Sin embargo uno y otro modo, implican una contribución para que el hecho se lleve a cabo. Creus y
Núñez coinciden en agregarle: “…un aporte….sin el cual (aporte), el delito no se hubiere cometido como se cometió”.

Para Zaffaroni, Alagia y Slokar la complicidad es la “cooperación” que se presta al autor de un injusto penal y "auxilio"
refiere a los aportes anteriores o prestados durante la ejecución, pero sin que exista acuerdo previo con el autor (es una
contribución esporádica, que da el cómplice de motu proprio, como quien -para facilitar el hurto- deja abierta la puerta).
En cambio, el acto de "cooperación" implica realizar aportes acordados, anteriores o simultáneos.

Fontán Balestra señala que los términos auxilio y cooperación se proponen abarcar toda intervención necesaria en el
delito que no implique tomar parte en la ejecución del mismo (propia del autor) o determinar a otro a cometerlo (propia
del instigador).

Mientras la cooperación presupone una acción precedida necesariamente de un acuerdo con el autor o
los autores, el auxilio no lo requiere. Sin embargo uno y otro modo, implican una contribución para que
el hecho se lleve a cabo. Creus y Núñez coinciden en agregarle: “…un aporte….sin el cual (aporte), el
delito no se hubiere cometido como se cometió”.

Para Zaffaroni, Alagia y Slokar la complicidad es la “cooperación” que se presta al autor de un injusto penal y "auxilio"
refiere a los aportes anteriores o prestados durante la ejecución, pero sin que exista acuerdo previo con el autor (es una
contribución esporádica, que da el cómplice de motu proprio, como quien -para facilitar el hurto- deja abierta la puerta).
En cambio, el acto de "cooperación" implica realizar aportes acordados, anteriores o simultáneos.

Fontán Balestra señala que los términos auxilio y cooperación se proponen abarcar toda intervención necesaria en el
delito que no implique tomar parte en la ejecución del mismo (propia del autor) o determinar a otro a cometerlo (propia
del instigador).

En este sentido, se desprende de la jurisprudencia que "la participación criminal asume el carácter de complicidad
necesaria si, antes del delito, o durante su ejecución, previo acuerdo (complicidad por cooperación), o sin él (complicidad
por auxilio), el partícipe ayudó, asistió o contribuyó (por comisión u omisión), a la realización de aquél. El cómplice tiene,
pues, parte en el delito”[22].

Gimbernat Ordeig[23] explica la importancia del aporte para diferenciar entre complicidad primaria y secundaria; y lo

hace, a través de la teoría de los bienes escasos que finalmente Balcarce resume así: si el partícipe coopera al delito con

un objeto difícil de obtener y que el autor material no dispone, es cómplice necesario (prescindiéndose de que por azar o

un esfuerzo importante el autor lo hubiera conseguido igualmente).

La posición es atractiva y bastante convincente, si tenemos en cuenta que la definición de la ley (arts. 45 y 46 del C.P.) no
es valorativa sino descriptiva del aporte que efectúa el partícipe. El mismo aporte en distintos delitos y bajo diversas
circunstancias de tiempo, modo, lugar y persona, puede constituir complicidad primaria o secundaria, porque la
imprescindibilidad de la cooperación o auxilio, deberá ser medida ante el hecho concreto, en ese caso puntual.

Aunque la doctrina y la jurisprudencia parecen construir el concepto de participación necesaria


teniendo en cuenta el carácter de imprescindibilidad del auxilio o cooperación prestado para que el
hecho se realice, esta opinión no es totalmente exacta. Como sostiene Creus, no se trata de que si
eliminamos hipotéticamente el acto del partícipe, no se pueda realizar el hecho, sino que interesa
determinar cómo se realizó ese hecho y si el acto del partícipe fue condicionante del modo como el
mismo se llevó a cabo.

Entonces para ser precisos:

Cuando el auxilio o cooperación fueron indispensables para que el hecho se realizase en la forma en que
se realizó, estaremos ante esta particular especie de participación.

Cuando el auxilio o cooperación no fueron indispensables para ello, la complicidad es no necesaria o


secundaria.

Partícipes secundarios o cómplices no cecesarios


Son los que cooperen de cualquier otro modo a la realización del delito y también, los que presten una ayuda posterior
cumpliendo promesas anteriores al mismo conforme al art. 46 del C.P. En suma (confrontado con el concepto de
cómplice necesario), el cómplice no necesario presta una ayuda o auxilio que no tiene relevancia determinante para la
producción del delito (tanto en su faz ejecutiva como consumativa).

Algunos autores exigen para la participación secundaria una coordinación de voluntades que no se exigiría en la primaria; sin
embargo, en la práctica, la expresión cooperación del art. 46 C.P. engloba tanto al auxilio cuanto a la cooperación propiamente
dicha.

Cuando media una promesa anterior de ayuda posterior (auxiliador "sub sequens"), para que la participación exista como punible
es necesario que la actividad prometida se lleve a cabo efectivamente, pues la simple promesa no resulta punible, conforme
al principio de exterioridad que rige nuestro derecho penal, en el cual no se punen las resoluciones manifestadas.
Todas esas actividades pertenecen a la participación secundaria y no a la primaria, y no son punibles en tanto no resulten
indispensables para que el delito se lleve a cabo en la forma que se realizó.

Participación criminal. Algunas cuestiones acerca del art. 45 del Código Penal. Aporte esencial

Para una mejor interpretación del concepto de Participación Criminal leer : "Participación criminal.

ACCEDER A WEB

Algunas cuestiones acerca del art. 45 del Código Penal. Aporte esencial" Dannenberg,A Recuperado el 14 de Febrero de 2020

de: https://www.terragnijurista.com.ar/doctrina/participa_criminal.htm
Lesson 11 of 30

Instigación (o inducción a cometer delito)


(Incluir pregunta disparadora)

Concepto y Elementos

La instigación es, para la mayoría de la doctrina, una forma de participación propiamente dicha pero
que se materializa por medios morales y no aportes concretos. Es previa o anterior a la decisión de
cometer el delito.

Conforme al art. 45 "in fine" del C.P., es instigador el que determina directamente a otro a cometer un particular delito. Esta
definición legal solo admite entonces la instigación a que otro cometa un delito (en carácter de autor) y no contempla la
instigación a que otro participe como cómplice de un delito (en cualquier grado).

Bacigalupo (que al igual que Fierro llaman inductor a este sujeto), sostiene que el acto penalmente reprochable
del inductor, consiste en crear (o generar) en el otro (el autor) la decisión de cometer el hecho punible. O en otras
palabras, que el instigado haya formado su voluntad de realización punible, como directa consecuencia de la acción del
inductor.

Mezger[24], define al instigador de un hecho punible, como aquél que con voluntad de instigar (dolo dirigido
finalísticamente) hace surgir en otro la resolución de cometer un delito (doloso o culposo) a quien toma la decisión
(instigado) para cometer el delito en carácter de autor. Pero en verdad, nada obsta a que se instigue a otro para que sea
cómplice.

Modernamente, la doctrina denomina a esta conducta: participación psíquica en el delito, ya que el


instigador lleva a cabo una actividad encaminada y eficaz para que el autor cometa el delito. Puede
consistir en proponérselo, o convencerlo de que permanezca en el propósito delictivo que dicho autor
ya tenía (reafirmarlo) u otros medios igualmente directos y eficaces.

Como esta determinación conlleva a que el autor cometa el delito, también implica que tal sujeto pueda voluntaria y
libremente querer o decidir delinquir. Entonces, quedarán fuera de la instigación los supuestos en que el autor sea un
inimputable o un inculpable, ya que en tales supuestos no hay autor determinado (que decide delinquir), sino un mero
instrumento utilizado para delinquir y se desplaza la cuestión a los supuestos de autoría mediata.

Para la mayoría de la doctrina, queda fuera de la instigación la situación en que el autor del delito ya había decidido el
delito, con lo que el accionar del instigador se tornaría penalmente irrelevante (especie de Instigación inidónea o putativa,
según se la mire)[25]. Por otro lado, se requiere que la instigación recaiga sobre personas determinadas porque si son
instigaciones de carácter indeterminado no son punibles por este título, sino a través del art. 209 como figura autónoma
(instigación a cometer delitos).

Como la determinación está encaminada en forma directa, demanda una actividad por parte del instigador dirigida a que
ese instigado cometa el delito, con lo que requiere dolo directo de instigación (aunque el delito que se instigue se baste
con cualquier clase de dolo, como ocurre en el homicidio). No es necesario, sin embargo que se trate de un despliegue
personal, porque puede llevarse a cabo por parte de un tercero o por medios que no impliquen esa relación personal.

Los casos de instigación, como todos los de participación, están regidos por el principio de exterioridad, con lo
que la instigación sólo es punible si el hecho instigado se consuma o, por lo menos, se tienta. En la parte especial,
sin embargo, se encuentran algunas especies de instigación punible, sin necesidad de que el delito instigado se
lleve a cabo o se tiente.
El instigador del instigador, responde como autor mediato para la mayoría de la doctrina.

Comunicabilidad de las circunstancias personales

 Art. 47: “Si de las circunstancias particulares de la causa resultare que el acusado de complicidad no quiso cooperar sino en un hecho
menos grave que el cometido por el autor, la pena será aplica al cómplice solamente en razón del hecho que prometió ejecutar. Si el hecho no
se consumase, la pena del cómplice se determinará conforme a los preceptos de este artículo y los del título de la tentativa”.

“El delito cometido por el autor no es el que determina la responsabilidad de los cómplices, sino la medida de la
cooperación (auxilio o ayuda) en base al dolo del partícipe, respecto al hecho que prometió cooperar, sólo responde y es
punible hasta el límite de su convergencia delictiva intencional con el autor” (falta la cita en el original). La regla no juega al
revés y se aplica tanto a los casos del art. 45 como 46.

La limitación del querer del cómplice a un hecho menos grave que el cometido por el autor, tiene su fuente en el error
respecto al propósito verdadero del autor y vale tanto el error inculpable como el culpable porque ambos excluyen ese
querer del cómplice.

Este error del cómplice resulta de las particulares circunstancias de la causa, de las modalidades de su cooperación,
auxilio o ayuda aportados y las conductas observadas por autor y cómplice. El error puede recaer sobre el hecho básico o
una circunstancia agravante”[26] .

Según el art. 48 del C.P.: “Las relaciones, circunstancias y calidades personales, cuyo efecto sea
disminuir o excluir la penalidad, no tendrán influencia sino con respecto al autor o cómplice a quienes
correspondan. Tampoco tendrán influencia aquellas cuyo efecto sea agravar la penalidad, salvo caso en
que fuesen conocidas por el partícipe”.

Como bien apunta Núñez[27], el artículo refiere a las calidades, relaciones o circunstancias correspondientes o previstas
para autores o cómplices, que tengan por efecto disminuir, agravar o excluir la pena correspondiente al delito del que se
trata, ya que la regla es que la participación juega en relación al hecho y no al autor.
Esto no debe ser confundido con las relaciones, circunstancias o calidades que requiere el tipo delictivo para que se
configure en su forma básica.

Aquellas en las cuales el partícipe se encuentra en una


posición, situación o estado particular requerido por la ley,
(como por ejemplo la incapacidad, ignorancia, error,
Son circunstancias personales emoción violenta, fines particulares, inculpabilidad, etc.).
Mezger las define como las relaciones de una persona
con el mundo exterior o con otras personas o cosas, que
también existen con cierta estabilidad.

1 of 3

Aquellas en las que el partícipe está vinculado a otras


personas involucradas en el delito (especialmente la
víctima u otras que por algún modo establezca la ley, o que
Son relaciones personales tenga relevancia según la misma -como por ejemplo el
parentesco en los delitos contra la integridad sexual, o la
amistad íntima en la eximente prevista para el delito de
Encubrimiento-).

2 of 3
La existencia de alguna condición personal que exige la ley
Son calidades personales en el partícipe expresamente (como por ejemplo las de funcionario,
sacerdote, guardador, etc.)

3 of 3

Según alguna doctrina, quedan excluidas de la norma aquellas circunstancias, relaciones y calidades
que son propias de los llamados delitos especiales (por ejemplo, el partícipe en una malversación de un
funcionario público.)

La ley distingue, pues, dos situaciones diversas, en cuanto a la


comunicabilidad:

Las circunstancias, relaciones y calidades personales que


operan como atenuantes o excluyen la punibilidad, o la
culpabilidad
Tales como la insania, coacción, minoridad, etc, que en ningún caso se comunican (lo alcanzan por efecto extensivo) a los
partícipes que no las reúnen. Solo benefician a los que poseen tales condiciones personales. (Por ejemplo, en el caso del
art. 185 del C.P., la ley desincrimina los hurtos, estafas y daños producidos entre ascendientes y descendientes, cónyuges
o hermanos y cuñados que vivan bajo el mismo techo. Pero esta excusa absolutoria no alcanzará al cómplice o al
instigador de alguno de estos delitos).
2

Las circunstancias, calidades o relaciones que agravan la


punibilidad, demandan una distinción:

1 Si el partícipe no las conoce, no se le comunican porque desde el punto de vista de la culpabilidad,


desconocía que participaba en un hecho más grave (por ejemplo, en el delito de homicidio calificado, el
partícipe debe conocer el vínculo que unía al autor con la víctima. Si no lo sabía, solo interviene en un
homicidio simple).

2 Si, por el contrario, conocía las circunstancias agravantes, se le comunican (salvo en aquellos casos en los
que la especial calidad del partícipe fundamenta una particular especie de pena -por ejemplo, la
inhabilitación especial para el funcionario autor del peculado no se le puede imponer al partícipe que no es
funcionario-).

3 Si las circunstancias tienen carácter personal (como la reincidencia), no se comunican a los demás
partícipes ni al autor, porque solo a él le corresponden.

Desde otra perspectiva, Mezger, comentando las disposiciones del Código alemán, proporciona las
siguientes reglas[28]:

1 Si las cualidades y condiciones que excluyen la pena suprimen la antijuridicidad (matar en cumplimiento de
un deber), cualquier participación en ese hecho es impune. Pero efectúa la salvedad, de que si se mata en
legítima defensa, puede ocurrir que la excusa solo alcance al que se defendió y no beneficie al Instigador.

2 Si las circunstancias que excluyen la pena suprimen solamente la culpabilidad del autor (alteración
morbosa de las facultades), el beneficio no es comunicable al partícipe que responde por su actuación o
cooperación en el delito.

3 Si las circunstancias generan una causa personal de supresión de la pena (excusa absolutoria subjetiva),
solo beneficia al que posee la cualidad absolvente y no a los partícipes.
Participación en los delitos de propia mano

La circunstancia de que un delito fuere de propia mano no excluye necesariamente la participación, pues todos los
requisitos de la misma (convergencia objetiva y subjetiva) se pueden dar en tales delitos, pero la imputación a título de
autor, solo será realizada en la persona del agente (la portación de armas es un delito de propia mano porque solo una
persona puede portar en forma efectiva y bajo su pleno y absoluto dominio el arma).

Pero si bien solo puede ser autor (ejecutor) una determinada persona, el tercero puede colaborar o contribuir a la
ejecución del hecho facilitando su comisión. En la mayoría de los casos, estos terceros están contemplados y penados
por la ley (como por ejemplo en el duelo, que castiga además de los duelistas -sujetos especialísimos-, a los padrinos,
instigadores etc.), pero si no se los individualiza a partir de las circunstancias en que se desarrolló el hecho.

El Encubridor

Hemos dejado para el final una breve referencia a este sujeto, que se ve involucrado tangencialmente en el delito, sea
porque preste colaboración a los autores o partícipes del mismo, contribuyendo a ocultarlos del accionar de la justicia y
sus investigaciones, o suprimiendo o reduciendo o adquiriendo los objetos del delito (sean su producido, como el botín o
los instrumentos utilizados para cometerlo).

Pero en realidad, éste no es un partícipe, sino autor principal de un delito autónomo que, en la mayoría de las legislaciones
del mundo, se castiga a título de ilícito contra la administración de justicia, ya que ella es la entorpecida por esta conducta
(art. 277 y ss. del C.P.)

El sujeto puede entonces encubrir a los autores de un delito en el que no participó (encubrimiento o favorecimiento
personal) o adquirir o reducir u ocultar los bienes provenientes del mismo (encubrimiento o favorecimiento real), o hacer
otro tanto con los instrumentos (armas, ganzúas, barretas etc.) utilizados para cometer el robo. Responde como
encubridor, ya que dificulta el accionar de las investigaciones y en todo caso ayuda al agotamiento del delito, pero no a su
consumación.

Sin embargo, ya dijimos más arriba, que la ayuda posterior prestada al delincuente o los partícipes, como consecuencia
de promesas o acuerdo anteriores a la comisión del delito, hará responsable a dicho sujeto como co-partícipe
secundario. En tal caso, responde entonces en tal carácter.

Welzel efectúa una importante distinción, a partir de la idea generalmente aceptada que el
encubrimiento, presupone la existencia de un delito anterior (que se encubre en forma personal o real).
Pero distingue que para encubrimiento real, bastará que respecto al delito encubierto se haya
verificado la adecuación típica (robo, hurto, homicidio, etc.) o sea que se trate de un delito penal
tipificado en la ley vigente y su antijuridicidad (que no exista una causa de justificación que el
encubridor conozca). En cambio, para el encubrimiento personal, además deberá verificarse que el
hecho precedente sea efectivamente punible, al que el encubridor sea ajeno[29].

Problemas referidos al lugar y tiempo de comisión del delito:

En Cuanto al lugar

Los delitos que pueden plantear problemas son los delitos a distancia y los delitos de tránsito. Por delitos a distancia se entienden
aquellos en los que la acción se lleva a cabo en un determinado lugar, mientras que el resultado ocurre en otro distinto. Por delitos de
tránsito se entienden aquellos en los que la acción se va desarrollando a lo largo de diversos lugares, lo que generalmente ocurre con
los delitos permanentes.
En Cuanto al tiempo

Los delitos que pueden plantear problemas son los delitos permanentes y los plurisubsistentes. En los delitos permanentes, la acción, se
prolonga a través del tiempo. Plantea problemas referidos a casi todos los elementos del delito. En cambio, en los plurisubsistentes, las
distintas conductas ocurren en tiempos diferentes.

También ofrecen dificultades en cuanto al tiempo aquellos casos en los cuales, sin darse las particulares especies de
delitos precedentemente enunciadas, la acción ocurre en un momento y el resultado en otro distinto, con solución de
continuidad entre ellos.

Los problemas principales que pueden ofrecerse en esta materia son los referidos al lugar y el tiempo de la acción, y los
que surgen del tiempo con relación a la típica antijuridicidad, imputabilidad y culpabilidad y acción procesal penal
(prescripción).

Teorías Principales

Para resolver estos problemas se han enunciado las siguientes teorías:

T E O RÍ A D E LA A C T I V I D A D T E O RÍ A D E L RE S U LTA D O T E O RÍ A D E LA U BI C U I D A D

También llamada de la residencia o de la manifestación de voluntad. En la cual la acción se considera consumada o


cometida en el lugar y en el tiempo en que el autor produce la manifestación de voluntad, es decir, actúa u omite. Se
le critica que según ella, no podrían punirse aquellos delitos en los que sólo el resultado se produce en el territorio
de un Estado o lugar sujeto a su jurisdicción, siendo que precisamente allí es donde el delito produce la conmoción
social propia del delito.

T E O RÍ A D E LA A C T I V I D A D T E O RÍ A D E L RE S U LTA D O T E O RÍ A D E LA U BI C U I D A D

Encontramos la del resultado final, según la cual la acción se considera cometida en el tiempo y lugar en que se
produce el resultado (de daño o de peligro) del delito. Se la critica porque no soluciona los problemas de los delitos
de pura actividad y los casos de tentativa. La teoría del resultado intermedio procura solucionar la cuestión con
referencia a los delitos agravados por el resultado (de resultado preterintencional), tomando como lugar y tiempo
de comisión de dichos delitos el lugar y tiempo del resultado que se ha propuesto el autor, es decir, del resultado
que está comprendido dentro de su culpabilidad.
T E O RÍ A D E LA A C T I V I D A D T E O RÍ A D E L RE S U LTA D O T E O RÍ A D E LA U BI C U I D A D

Se considera lugar y tiempo de comisión, tanto el de la manifestación de voluntad como el del resultado
indistintamente. Partiendo del principio de la unidad del delito se ha formulado esta teoría de un modo más amplio:
la acción se considera cometida en todo lugar y tiempo en que se concreta cualquiera de los elementos propios del
tipo penal de que se trate.

Sistema del C.P. Argentino

En cuanto al lugar de comisión, siguiendo a Núñez, se deben distinguir las soluciones que pueden darse
con referencia al derecho internacional, de las que pueden darse con referencia a la competencia de
los distintos tribunales de la Nación y de las Provincias.

En el primer aspecto, según la regla del art. 1º del C.P., se considera lugar de comisión tanto aquel donde
se realiza la manifestación de voluntad, cuanto aquel donde ocurre el resultado (los "efectos" del delito).
Es decir, nuestro derecho seguiría, en principio, la teoría llamada de la ubicuidad.

En el segundo aspecto, aunque por lugar de comisión se ha tomado tanto el lugar de manifestación de la
voluntad cuanto el del resultado, la competencia se determinaría por el principio político de una mejor
actuación de la justicia. Con ello, será competente el tribunal de cualquiera de aquellos lugares
(manifestación de voluntad o resultado) que más eficientemente pueda cumplir su función (por el
acercamiento del juez y las partes, facilitación de la tarea de la defensa, efectos políticos del fallo, etc.).
Esa doctrina se fundamenta directamente en la Constitución Nacional.

En cuanto al tiempo de comisión, se plantean problemas particulares referidos a determinados


institutos, conforme veremos en los siguientes apartados. La doctrina hace hincapié, sin embargo, en
precisar el tiempo de la acción en los delitos de omisión, considerando que en ellos, es tiempo de
"comisión" todo el que transcurre desde que comienza la inactividad prohibida hasta que cesa la
obligación de actuar del agente.

El Tiempo con Relación a la Típica Antijuridicidad



Se trata, en realidad, de problemas referidos a la aplicación de la ley penal en el tiempo, solucionados por el art. 2° del C.P. y que ya
hemos detallado en la teoría de la ley penal.
Con referencia a los delitos continuados, permanentes y plurisubsistentes, se considera que la acción comienza desde la primera
actividad o inactividad típica del autor y desde ese momento las leyes sucesivas juegan con arreglo al art. 2° del C.P. (por ejemplo, de
todas las leyes a través de las cuales ha permanecido cometiéndose un delito permanente, se aplica siempre la más favorable al
imputado).

El Tiempo con Relación a la Imputabilidad y Culpabilidad



El tiempo que se toma en consideración es el de la manifestación de voluntad, es decir, cuando el autor actúa u omite, ya que sólo en el
momento de la conducta el autor debe tener el "conocimiento" de lo que hace y la "libre posibilidad de determinarse". Nuestro derecho no
admite un dolo "sub sequens", es decir, que aparezca luego de la expresión corporal de la voluntad.

La Acción Procesal Penal



El problema de la prescripción. En nuestro derecho a los efectos de contar el tiempo de la prescripción, se parte desde el momento en
que se concreta el resultado (sea de daño o de peligro); o en los delitos de mera actividad y en la tentativa desde el momento en que
finaliza la acción delictiva, como comisión; o desde que desaparece la obligación jurídica de actuar del agente, en los delitos de omisión.
Ello es así porque la acción procesal penal nace del delito consumado o con la finalización de la actividad o inactividad típica del agente y
porque el art. 63 C.P., al referirse al "delito continuo" comienza a contar el tiempo de la prescripción, desde que el mismo "cesa de
cometerse".
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Referencias
(Incluir pregunta disparadora)

[1] "Manual", pág. 241.

[2] en su "Libro de Estudio" - pág. 302.

[3] Jescheck, op. cit. pág. 693/594.

[4] Jakobs Günther, "D. Penal – P. General - Fundamentos y teoría de la imputación", 2ª Edición corregida, Marcial Pons
Ediciones Jurídicas, Madrid, 1997.

[5] André Scheller D'Angelo - Universidad Cooperativa de Colombia seccional Santa Marta (Colombia); Revista de
Derecho 2011.

[6] Pero hay otras legislaciones, que gradúan: la pena mayor es para el autor y descendentemente: el instigador, por
debajo el cómplice primario, el secundario, etc. En nuestro país, alguna jurisprudencia hace esta diferencia al
momento de imponer la pena: “Si el material colectado demuestra que un imputado fue sujeto activo y otro participó,
en los términos del primer párrafo del art. 45, C. P., en un abuso deshonesto (art. 127 C. P.), la comunicabilidad opera
contra este último, pero es indisputable que la culpabilidad en uno y otro caso deben medirse con sujeción a las
conductas asumidas. Resultado de mayor gravedad la del agente del abuso (literalmente autor, como ejecutor de la
conducta descripta por el verbo típico), que la de partícipe. Esto obliga a considerar de modo distinto una y otra
situación al elegir la pena en concreto para cada caso, según la directiva del art. 41 C. P.” - Cám. Pen., Sala III, La Plata,
24/11/1988, "A.,A. s/ Robo y violación", RSD-119-88 S, Jueces: Lasarte - Silva Acevedo - Sanucci.
www.jusbuenosaires.gov.ar

[7] “La complicidad es una forma de acción, y no existe en la ley penal exigencia alguna acerca de la naturaleza de esa
acción, ya que el art. 46 CP dice "cooperen de cualquier otro modo". En consecuencia, puede entrarse en este
segundo grado de responsabilidad, tanto por el aporte de acciones físicas, como también por el suministro de
instrucciones”. “R. C., M. y otro” – T.O.C. Nº 12, Ciudad Autónoma de Buenos Aires; 07-10-2008; Rubinzal Online; RC J
12231/10

[8] “Frente al criterio legal que define a la autoría o a la coautoría bajo la exigencia de tomar parte en la ejecución del
hecho, cualquier otra intervención vinculada a la realización del delito importa una cooperación, un auxilio o una ayuda.
C.S.J.N. 30/12/86. LL 1987 –A – 535.

[9] “De acuerdo a la teoría del dominio del hecho, autor, a diferencia de los partícipes, es quien tiene el dominio del
suceso”. C. N. Cas. Pen., Sala I, 13/9/99. “El C.P.....” – Donna.

[10] Op. cit.; T. II - pág. 244.

[11] A.-”La coautoría es una forma independiente de autoría junto a la simple y se basa en el principio de la división del
trabajo, según la cual cada coautor complementa con su parte en el hecho la de los demás en la totalidad del delito,
por eso también responde por el todo”. C.N. Cas. Pen. 12/12/95. BJCN Cas. Pen. 1995. B.- “La decisión común es el
vehículo que determina la conexión de los diversos aportes al hecho llevados a cabo por distintas personas,
permitiendo imputar a cada uno de los intervinientes la parte de los otros. Ciertamente, no siempre es sencillo
distinguir si tal o cual modalidad de aporte objetivo atribuye realmente el dominio del hecho, a fin de imputar co-
ejecución o simplemente otra forma de cooperación. Sin embargo, hay consenso generalizado en afirmar la coautoría
cuando quien ejecuta junto con otro u otros el evento criminoso lo hace en virtud de un acuerdo previo por el cual
cada uno conoce la acción de los demás y distribución de funciones. Justamente, esto es lo que caracteriza la
coautoría de las demás formas de intervención a través de pluralidad de autores. En aquella el hecho no es dominado
por uno de los intervinientes, sino por el conjunto o "colectivo". Importa, pues, el despliegue de una parte del suceso
típico en combinación con el aporte de los otros. Por ello, rige en la coautoría la imputación recíproca de todas las
contribuciones al suceso que tienen lugar en el marco del común acuerdo”. SCJ Buenos Aires, 01/07/2008, "R., M. s/
Recurso de casación", P 98727 S, Jueces: Kogan-Genoud-de Lázzari-Negri. www.jusbuenosaires.gov.ar Sumario nº
B71885.

[12] “Cabe descartar la coautoría funcional si no puede afirmarse certeramente que cada uno de los coautores tiene
en el dominio del hecho, a través de su función específica, en la ejecución del suceso total, porque "como el plan
concreto incluye su aporte, si él no hace su parte el hecho fracasa. " (conf. Donna, Edgardo Alberto, "La autoría y la
participación criminal", Rubinzal Culzoni - 2da. ed. ampliada y profundizada, Santa Fe - 2002, p. 43”). TOC. Cap. Fed. Nº
21, 29/8/07, "S.V.H.", Causa Nº 2591. Jueces: Días, Barroetaveña, Bossi.

[13] A.- "La concreta circunstancia de que ambos prevenidos participaron en el hecho atribuido poseyendo también
ambos el co-dominio del mismo, torna en realidad secundaria la cuestión atinente a cuál de ellos extrajo o utilizó el
arma esgrimida". Cámara Criminal Primera, Sala II, Paraná, Entre Ríos, 07/03/1996, "R. J. Y. O. s/ Robo calificado",
Jueces: De la Vega- Nazar- Lando - (www.jusentrerios.gov.ar (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.).
B.-“Ante una pluralidad de autores en un hecho delictual, necesariamente debe estar presente en cada uno de ellos el
"dominio" del hecho -entendido como su capacidad de configurar al suceso en cuanto a su existencia y su forma de
ser, conforme la finalidad perseguida-, pudiendo tener lugar de dos modos distintos: por un dominio funcional del
hecho o por un dominio de la acción, generándose así los dos modos de coautoría posibles, a saber, la coautoría
funcional (por reparto de tareas) y la coautoría paralela o concomitante. Cada uno de estos modos de imputación
plural de la calidad de autor tienen sus presupuestos característicos que necesariamente deben acreditarse para
poder afirmar su existencia, y esta es precisamente una de las falencias de fundamentación incurrida por el fallo
impugnado. En autos, ni se ha establecido de qué modo la conducta de cada imputado ha tenido una particular
incidencia causal en las lesiones de la víctima (ya sea como un aporte indispensable en sí mismo y que requiere
además la confluencia del otro; o como autónoma en sí misma a los fines típicos de la figura revista por el art. 90 del
C. P.), ni tampoco se acreditaron los elementos subjetivos que permiten considerar los comportamientos de ambos
imputados como un accionar "solo único". (Voto de la Dra. Capolupo de Durañona y Vedia, adhiere Dra. Berraz de
Vidal, Dr. Hornos en disidencia). CNCP, Sala IV, 09/06/2006, "Brandi, Alberto Héctor y otro” s/recurso de casación", c.
5096, Jueces Berraz de Vidal, Hornos, Capolupo de Durañona y Vedia, PJN Intranet. Citas: Gimbernat Ordeig, Enrique
artículo "Causalidad omisión e imprudencia", en "Ensayos Penales", Ed. Tecnos, Madrid, 1999, pág. 193 y ss. Donna,
Edgardo "La autoría y la participación criminal", segunda edición profundizada, Edit Rubinzal Culzoni, Santa Fe,
Argentina, 2002, pág. 44.

[14] “Lecciones de D. Penal...", pág. 536 y ss.

[15] Hemos resumido en este tema, el muy buen trabajo de síntesis, que efectúan Ledesma y Divito, en el “C.P. de la
Nación, comentado y anotado”; Ed. L.L. – Bs. As., T. I; p. 750 y ss. Las permanentes referencias hechas a estos
autores en esta edición actualizada, tienen su razón de ser en que ante los vaivenes que sufre la dogmática penal
argentina, sobre todo enrolándose equivocadamente en la alemana (que parte de una legislación distinta), lleva a
desviaciones que los autores seleccionados han corregido y mejorado para la mejor comprensión de nuestra
legislación vigente.

[16] Claus Roxin:"Autoría y Dominio del hecho en Derecho Penal”- Marcial Pons Ed. Jurídicas y Sociales, Madrid, 1998.

[17] Donna Edgardo Alberto —director—, "El Código Penal y su interpretación en la jurisprudencia”, t. I, Rubinzal-Culzoni
Editores, Buenos Aires, 2003.

[18] Rusconi Maximiliano A., en "Código Penal y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial" -
Dirección: D. Baigun y E. R. Zaffaroni, t. 2 (comentario a los arts. 45 a 49) – Ed. Hammurabi, Bs. As, 2002.

[19] “La participación implica un favorecimiento al hecho del autor. El partícipe no infringe por sí la norma, sino que
coopera con quien posee el dominio funcional del resultado. Consecuentemente es un favorecimiento doloso de un
hecho doloso ajeno”. TOC Nº 24, CABA; 18-06-2010; Rubinzal Online; RC J 10953/11.

[20] D´ Alessio- Divito Op. Cit.

[21] "Balcarce - “Lecciones...”, pág. 539 – Ed. Advocatus, 2002.

[22] D’Alessio - Divito; Op. Cit. – T. I.

[23] citado por Balcarce – Op. cit. - pág. 542.

[24] "Libro de estudio", pág. 313.

[25] Ver Mezger, op. cit. – pág. 315.

[26] Núñez “Las disposiciones generales del C.P.” Ed. Lerner, pág. 209 y ss

[27] "Las disposiciones generales del Código Penal" - Ed. Lerner, pág. 211 y sgtes.

[28] “Libro de estudio”, pág. 322

[29] “En el delito de encubrimiento, es necesario que el delito anterior lo haya cometido una persona distinta del que
encubre, porque no existe el delito de auto encubrimiento” (Conf. "Pacheco, Nino E. s/rec. de casación", CNCP, Sala III,
L. L. 2003 B, 201). Ucha, Juan Ignacio /// Tribunal Oral en lo Criminal Nº 24, Ciudad Autónoma de Buenos Aires; 07-03-
2007; Rubinzal Online; RC J 10947/11
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Introducción a la unidad

Unidad y Pluralidad de Delitos

Hemos visto la participación, el concurso o concurrencia de sujetos en un mismo hecho delictivo. En este, estudiaremos el concurso o concurrencia de leyes.
Analizaremos tres supuestos esenciales:

1 El concurso aparente de leyes: En este supuesto, a primera vista parecería que una misma conducta
recibe más de una valoración por parte del ordenamiento jurídico aunque, en verdad, sólo una de las
normas concurrentes es la tiene absoluta legitimidad dogmática para valorar la conducta.[1]

2 El concurso verdadero de leyes: Se trata siempre de supuestos en los que el agente realizó la acción
descripta en varios tipos penales (arts. 54 y 55 del CP). El verdadero concurso puede ser: 1) Ideal o formal
o 2) Real o material.

3 El concurso ideal se presenta cuando el autor realiza a través de una única acción más de un tipo penal o
incluso, el mismo tipo penal pero más de una vez.

En cambio, el concurso real se constituye cuando el sujeto realizó varias acciones punibles que están
unidas por el simple hecho de que todas son investigadas en el marco de un mismo proceso penal. Son
acciones independientes que de ningún modo pueden ser reconducidas a una consideración normativa
global.

Contenidos de la Unidad
1 Concurso Aparente de Leyes

2 Especies de Concurso Verdadero de Delitos (Concurso Ideal y Real)

3 Ubicación de Penas y Condenas

4 Referencias

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Concurso aparente de leyes

Concepto
Llamamos concurso aparente de leyes al problema que se presenta cuando, respecto de una misma situación de hecho,
aparecen dos o más disposiciones legales que parecen regirla simultáneamente, siendo que en realidad, la aplicación de
una de ellas excluye la aplicación de las otras. O, como afirmaba Gavier, hay concurso aparente, puesto que no obstante
existir varias figuras que a la vez pretenden entrar en aplicación, la misma ley indica cuál es la disposición única y exclusiva
aplicable al caso concreto.

Por ejemplo: Si un sujeto entra clandestinamente a una vivienda, rompiendo una ventana para ingresar y una vez allí sustrae
un aparato electrónico. Aparentemente, de esta secuencia de comportamientos, tendríamos tres tipos distintos
aplicables:
1 Art. 162: Hurto (desapoderamiento de una cosa mueble).

2 Art. 150: Violación de domicilio (porque hay un ingreso ilegítimo a morada).

3 Art. 183: Daño (fractura o ruptura de pared del inmueble).

Ante este hecho se presenta el problema de ver cuál de estas disposiciones es aplicable al hecho concreto: Vemos que
(solamente) se aplicará la figura del robo agravado por efracción previsto por el art. 167 - inc. 3º C. P., porque en ella se
subsumen o están descritos las tres situaciones ocurridas en el mundo real, que parecían sendos tipos delictivos
realizados. Como hay una única figura que contiene todas estas circunstancias, solo se aplica el robo agravado, que
desplaza (y consume) a las demás.

Pero si las mismas conductas se llevan a cabo en un colegio (forzando una cerradura, ingreso y
sustracción de una computadora), habrá robo simple porque se trata de un desapoderamiento con
fuerza en las cosas (cerradura rota=daño). Como no hay “domicilio” porque es un establecimiento
público, no hay Violación de domicilio.

En el primer ejemplo, el art. 167 (robo con efracción) se pena el apoderamiento ilegal de una cosa mueble
total o parcialmente ajena mediante efracción, que es la “perforación de pared, cerco, techo, piso, puerta o
ventana de un lugar habitado o sus dependencias” (texto legal). Entonces, la ruptura de la puerta y el
acceso al domicilio de un particular, son circunstancias definidas por el mismo tipo legal, con lo que no
pueden considerarse ilicitudes diferentes, sino subsumidas en el tipo objetivo.

En el segundo ejemplo, la violación de la cerradura (si ruptura de la puerta para acceder –lo cual sería
efracción-) es lo que se llama “ejercer fuerza en las cosas” (en este caso un daño propiamente dicho), pero
que está absorbido o contemplado como parte del tipo del robo (cuando estableces “apoderarse de una
cosa mueble total o parcialmente ajena, mediante fuerza en las cosas o violencia en las personas”). Ya no
hay una aparente “violación de domicilio”, porque un colegio no es casa ni morada ajena (es edificio
público).

En ambos ejemplos, las maniobras fueron idénticas (romper, entrar indebidamente y sustraer), pero por
definición legal la calificación de esas conductas son diversas[2].
Pero vamos a llegar más lejos aún, con un tercer ejemplo: Si se fuerza la cerradura de la puerta para ingresar a un
domicilio y se sustrae una computadora, habrá concurso de delitos: robo (apoderamiento mediante fuerza en las cosas -
cerradura-) y violación de domicilio en concurso (ideal o real), porque hay ingreso ilegal a domicilio o morada.

En efecto, en el primer ejemplo: robo con efracción, la previsión legal de que se perfore cerco, pared o techo o ventana o
puerta, supone el ingreso al domicilio (el tipo agravado consume la violación como una modalidad propia de la conducta).
En el robo simple, no está pre-supuesto el ingreso o violación de domicilio, con lo que aquí sí aparecen dos leyes violadas
por dos hechos distintos (aunque para alguna doctrina hay una relación de medio a fin y por ende califican este tercer
ejemplo como: robo en concurso ideal con violación de domicilio). Más todavía, alguna opinión dice que solamente hay
robo (porque la maniobra de ingreso era perfectamente necesaria para desapoderar desde su interior la cosa mueble).
Como se ve, hay distintas opiniones y todas fundadas. Todo esto que analizamos, no son meras disquisiciones teóricas,
sino que la importancia práctica de una correcta adecuación, impacta, es el monto de pena que merecerá el delincuente,
según se califique de una u otra forma. Por ello es tan importante saber distinguir correctamente las leyes o la ley
aplicable al caso.

Volviendo al primer ejemplo (robo con efracción), podemos determinar que hay concurso aparente de leyes (porque sólo

hay concurrencia de distintos tipos penales que se excluyen/absorben recíprocamente), ya que de todas las figuras en

juego, solamente se aplicará una, que será justamente la que defina o contemple todos los aspectos y circunstancias del

hecho (Ej. Art. 167 - inc. 3º)


Reglas de Aplicación de la Ley (Adecuación)

La doctrina ha elaborado una serie de teorías o métodos a fin de determinar la norma que ha de aplicarse en cada caso.

Alternatividad (o Exclusividad o de Exclusión)

Según Beling, la afirmación de un tipo significa simultánea y necesariamente la exclusión de otro. Este
principio es entendido de distinta manera por los distintos autores.

Podemos marcar tres corrientes doctrinarias que darán su postura al respecto:

Soler, Gavier:
Estos autores afirman que este principio funciona solamente en los casos de exclusividad de los tipos penales. Cuando
ante un mismo hecho los tipos que concurren a tipificarlo son contradictorios entre sí, deberá optarse por uno u otro, ya
que son contradictorios y entonces no es posible aplicarlos simultáneamente. Conforme a esta regla, según Soler, hay
incompatibilidad de los tipos respecto a un mismo hecho[3].

Soler recurre al siguiente ejemplo: Si un sujeto es sorprendido en sus manos con una cosa mueble ajena: ¿qué delito
podemos sospechar que cometió?: ¿hurto, apropiación de cosa perdida, encubrimiento por adquisición u ocultación de
un bien proveniente del delito de otro? ¿O se tratará de una situación indiferente para la ley penal? El análisis del hecho y
sus circunstancias, cuál es la solución y si hay delitos cuál de las figuras resulta aplicable. A) Si el mismo sujeto
desapoderó a otro ilegítimamente habrá hurto. B) Pero si la halló en la vereda, habrá eventualmente apropiación indebida
de cosa perdida; C) Si la obtuvo de otro que la sustrajo (o halló) y la tiene para ocultarla, o la adquirió sabiendo su origen
ilícito habrá encubrimiento. D) Si por el contrario halló la cosa abandonada, en un estado tal que le hizo suponer que había
sido descartada por su dueño, la conducta será indiferente para la ley penal. Pero como se puede ver, la totalidad del
análisis del hecho y sus circunstancias, determina exactamente la ley aplicable.
Mezger, Hippel:
Estos autores directamente niegan el principio estudiado, y se limitan a buscar esta prevalencia de una norma sobre otra
en otros principios. Mezger solo reconocerá dos principios que dan a una ley frente a otra: a) fuerza de validez exclusiva:
Son el de especialidad (ley especial deroga a la general) y consunción(relación valorativa de ambas leyes). Hippel solo
acepta las reglas de especialidad y subsidiaridad.

En suma, este principio no es muchas veces descrito por otros autores, ya que lo consideran un problema de correcta
adecuación de la ley (sin conflicto aparente).

Especialidad
Conforme a la máxima que establece “ley especial deroga a la ley general” se estructura esta regla. Esta relación de
especialidad se comprueba cuando un tipo penal contiene todos los elementos constitutivos de otro con el cual entra en
conflicto, pero presenta una característica adicional. El tipo especial prevalece sobre el general.
En efecto, el tipo especial o específico es el mismo tipo genérico con el agregado de uno o varios
elementos nuevos (llamados especializadores) que se le suman dándole un sentido más restringido
(específico). Soler afirma que la afirmación de uno de los tipos (especial), importa la afirmación del
otro (genérico).

De otra forma, Carlos Lescano (h) sostiene [4] que la especialidad se da cuando dos tipos contienen un núcleo típico
común ya que describen una misma conducta prohibida, pero se diferencian porque uno contiene otros detalles o
circunstancias que el otro no contempla y que coinciden con el hecho concreto bajo análisis.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación entendió que existe relación de especialidad “cuando el contenido íntegro de
ilicitud -objetivo y subjetivo- de uno de los tipos implicados, ya se encuentra contenido en el otro, y por ello, causará una
sola lesión a la ley penal. La especialidad importa que uno de los tipos concurrentes “en apariencia”, contenga los
elementos esenciales del otro, pero además que el específico precise mejor el hecho o al autor por medio de otros
adicionales.

Si los elementos o circunstancias o detalles especificadores vuelven más grave la pena, se llama tipo calificado o
agravado al tipo específico. Por el contrario, se llamará tipo atenuado a aquel que respecto del tipo básico o general
contiene circunstancias o elementos agregados, en virtud de los cuales se disminuye la pena o la tornan más leve”[5].

Por el principio de especialidad, una vez aplicada al hecho concreto la figura específica, la genérica se
excluye. Sin embargo, la figura genérica podrá aplicarse subsidiariamente en caso de que algún factor
rechace el encuadramiento del hecho en la figura específica[6]. Si por ejemplo, al iniciar una
investigación se tipifica inicialmente la conducta como homicidio agravado por alevosía (tipo agravado
del homicidio simple), pero durante el juicio se comprueba que la víctima estaba advertida e inclusive
predispuso defensas contra el atacante, puede que se condene finalmente al autor por homicidio
simple (figura genérica y subsidiaria), ya que no se pudo comprobar la “circunstancia agravante de la
alevosía que exige actuar a traición y sobre seguro.

Subsidiaridad
“La ley principal deroga a la subsidiaria”. Los casos de subsidiariedad se presentan cuando sólo es razonable aplicar
uno de los tipos penales en juego, desplazando al tipo auxiliar al que únicamente se recurrirá en caso de que fracase
la intervención del tipo penal de subsunción primaria.

Efectivamente, en la generalidad de los casos, la subsidiariedad está expresamente prevista por la propia ley que dispone
que su aplicación a un caso concreto “está condicionada a que no sea aplicable otra figura más grave”. Así veremos que,
si por medio de la figura primaria se llega a aplicar la pena, la subsidiaria desaparece, en tanto que si conforme a la
primaria por cualquier causa se excluye su aplicación, entrará en juego la subsidiaria que se aplicará finalmente al caso
concreto[7]. (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.

El carácter subsidiario de un tipo penal puede ser:

1 ) E XPRE S O 2 ) TÁ C I T O

La subsidiariedad está expresamente dispuesta por la ley, ya que el propio tipo penal “se coloca en esa situación”,
enunciando su carácter subsidiario (o sea que será aplicable si no es otra figura).

1 ) E XPRE S O 2 ) TÁ C I T O

Es la subsidiariedad que aunque no esté expresamente determinada como tal, su carácter se infiere o deduce
lógicamente. Autores como Núñez se oponen a reconocerlo. Soler y D’Alessio lo admiten, agregando que para ellos
también serán subsidiarias aquellas figuras cuyos tipos entran en la composición de otros, ya sea como un
elemento constitutivo o como un agravante. Bacigalupo enrola en esta postura dual.

La jurisprudencia reconoce la subsidiariedad expresa. En cambio, no tan general ha sido la recepción de lo que la
dogmática denominó subsidiariedad tácita, habiéndose afirmado que dichos casos pueden incluirse en el ámbito del
concurso ideal, "ya que no habría diferencias de tratamiento jurídico" que justifiquen tal distinción. Un caso de
subsidiariedad tácita que se utiliza, es el de la falsificación de un instrumento privado (art. 292) y el uso de tal documento
falso (art. 296). La autoría -probada- del primero desplaza (o excluye) a la del segundo delito, el cual -en la práctica-
resulta subsidiario de aquel para los casos en que no pueda probarse la intervención del imputado (en el uso) de la
confección o adulteración de dicho documento.
En igual sentido, Muñoz Conde y García Arán agregan que el principio de subsidiariedad, es una forma
de evitar que la no concurrencia de determinados requisitos deje sin sanción un hecho que -de todos
modos- puede ser sancionado por otro precepto que no exige esos requisitos; agregando que tal
técnica es idéntica a la que se utiliza para resolver los casos de "tentativa cualificada" cuando se exime
de pena al sujeto activo que ha desistido voluntariamente de consumar un delito (cfr. Art. 43), sin
perjuicio de la responsabilidad en que pudiera incurrir por los actos ya ejecutados.

Consunción
“La ley que consume deroga a la ley consumida”. Esta relación entre tipos (conocida con la máxima “lex consumens
derogat legi consuntae”), se da cuando uno de los tipos encierra en su texto al otro, pero no porque lo abarque
conceptualmente (algo propio de la relación o principio de especialidad) sino porque "consume" el contenido material de
su prohibición. Ocurre varias veces que un delito engloba otros hechos o conductas que en sí mismos constituyen sendos
delitos, pero que no se castigan autónomamente porque su desvalor va incluido en el desvalor del delito del que forman
parte.

Según Terán Lomas, en estos casos ocurre que la figura más completa y perfecta consume o absorbe a la incompleta e
imperfecta. Para Bacigalupo, en la consunción el contenido de ilícito y culpabilidad de un delito, están incluidos en otro
(Id. Schmidhäuser).

En cambio, según Barberá de Risso, por la estructura del tipo se está en presencia de un delito con pluralidad
ontológicamente diversa de acciones u omisiones típicas, el cual queda atrapado por un único tipo que desplaza a otros.

En definitiva, la figura preponderante o mayor, más que eliminar a la menor, la consume, la absorbe
tanto en su pena como en su tipo, de allí que se aplica el aforismo de que la ley que consume deroga a
la ley que es consumida. Este principio está presente cuando entre las leyes que concurren a sancionar
un mismo hecho, sin que entre ellas exista un nexo de subsidiaridad o especialidad.

Concurso Verdadero de Delitos


Concepto
El concurso de delitos se configura cuando una persona realiza una acción que se encuentra descripta en varios tipos
penales y todos ellos, en palabras de Rusconi, “reclaman un lugar en el análisis dogmático del caso”[8]. Este es el caso
contemplado en los arts. 54 y 55 del CP.

A diferencia del concurso aparente de leyes, en el que, de todas las normas que concurren, solo una se aplica; en el
concurso verdadero de delitos, de todas las normas

Requisitos
Para que exista un concurso verdadero de delitos se deben dar los siguientes requisitos:

1 Una conducta del sujeto activo que encuadre en más de una figura delictiva.

2 Que cada una de las figuras pueda funcionar al mismo tiempo de manera autónoma sin que la aplicación
de una excluya la aplicación de otra u otras normas penales.
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Especies de concurso verdadero de delitos (concurso ideal y real)

Como vimos anteriormente, uno de los requisitos del concurso de delitos era la concurrencia de varias
lesiones autónomas entre sí de la ley penal. Según cómo el agente haya producido esas lesiones
autónomas, tendremos las distintas especies de concurso.

Básicamente podemos distinguir dos:

1 Concurso Ideal o Formal: si esas lesiones a la ley penal surgen con una acción o un hecho.

2 Concurso Real o Material: cuando esas lesiones a la ley penal surgen de varias acciones o varios hechos
independientes entre sí.
La razón fundamental que permite diferenciar al concurso ideal del real reside en que en el primero de ellos, a pesar de
que el delincuente viola efectivamente más de una ley penal, se considera que sólo existe un solo y único hecho.

En cambio, en el concurso real, esa unidad de culpabilidad no existe, porque la violación a las distintas leyes penales
proviene ya no de un solo acto y decisión, sino de varios hechos independientes entre sí, pero que se hallan pendientes de
juzgamiento o aún no han sido condenados. El concurso real o material es el contrapunto del concurso ideal; existe
cuando el autor ha cometido varios delitos independientes que son enjuiciados en el mismo proceso penal” (Jescheck y
Núñez, entre otros).

A) Concurso Ideal o Formal

Concepto
Art. 54 del C.P. “Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará solamente la que fije pena mayor”.

Núñez, siguiendo estrictamente la letra de la ley, define al concurso ideal como “aquél mediante el cual el autor comete un
hecho, que cae bajo más de una sanción penal”; o sea, cuando por una sola conducta o un único hecho se vulneran
distintas leyes penales. Y continua: “Establecido -entonces- el concepto de unidad de hecho o acción (la actuación
corresponde a una misma manifestación de voluntad, que es valorada unitariamente en un tipo penal), no debe olvidarse
que para que aquélla integre el presupuesto del concurso ideal tiene que dar lugar a la realización de varios tipos penales
("más de una sanción penal")”[9]. “En el ámbito judicial, se ha caracterizado el concurso ideal ‘como una modalidad
especial de la unidad de acción’ con una pluralidad de lesiones típicas". Es preciso "que una conducta resulte típica según
dos o más tipos penales, no bastando con el solo factor subjetivo, sino que también es necesario que se exteriorice en
forma unitaria”[10].

No existe pluralidad de delitos como en el concurso real, sino una unidad delictiva en dónde la
imputación debe ser simple y no plural. A esta primera cuestión la estudiaremos como unidad de
hecho. Niño, Zaffaroni y otros autores, lo llaman concurrencia de tipos ante un único hecho, pero
además Zaffaroni aclara que existe unidad de hecho, cuando hay unidad de conducta. O sea, unidad de
hecho y unidad de conducta, resultan para este autor un mismo concepto.

El hecho único o la unidad del hecho


Interpretación según las diversas teorías. La importancia que reviste este tema, nace en que la idea del concurso ideal,
reside en la existencia de una acción o un hecho que provoca la violación de dos o más figuras o tipos penales. Como no
siempre se interpretó de igual manera, la doctrina y la jurisprudencia buscaron fundamento en diversas teorías:
A.1 A.2

Teoría de la unidad de acción: (Desarrollada por Capocelli). Sostiene que si existe una acción que provoca varias
violaciones a la ley penal, entonces hay un solo delito. Aquí la acción es equiparada al acto de acción o comisión
que ejecuta el sujeto activo y es considerado como delictiva la conducta del hombre en su aspecto subjetivo -
material. (Por Ej. Una persona que incendia una casa y produce varias muertes, cae bajo un concurso ideal por dos
motivos: a) Comete un solo acto o acción: Incendiar, por lo tanto, hay un solo delito. b) Al haber un solo delito,
aplica el principio de que para la comisión de un delito pueden intervenir una pluralidad de actos, pero no a la
inversa. O sea, de un solo acto no puede resultar una pluralidad de delitos, y justamente en ello fundamentará toda
su teoría).
Se tiene, según esta postura un único momento en donde el querer criminal del hombre pasa del pensamiento al
acto. Hay una sola acción que provoca la violación de distintas leyes penales.
La crítica fundamental que recibe esta teoría reside en que le confiere al Concurso Ideal una amplitud muy grande, al
punto extremo de que esta acción única (o único delito) no desaparecería ni siquiera cuando el autor hubiere tenido
la voluntad determinada de producir todas las violaciones de derecho para consumar su “único” acto[11].

A.1 A.2

Teoría de la unidad de culpabilidad: (Sustentada por Carrara). Aquí, se reemplaza el fundamento de la unidad
delictiva en la unidad del fin del autor. Para explicar su fundamento, Carrara sostiene que, para que llegue a ser
delito, toda acción humana debe presentar necesariamente tres objetividades:

Objetividad material: La representa el movimiento del cuerpo humano que se ejerce sobre cualquier
materialidad o la sola materialidad de la conducta y su resultado.

Objetividad ideológica: Reside en el designio del agente, o sea, la voluntad que tiene éste para dirigir el acto
externo hacia un fin o elemento intencional.

Objetividad jurídica: Agrega como requisito que el acto sea prohibido o castigado por la ley ya que lesiona
el bien jurídico protegido.

Tanto la objetividad material como la ideológica están presentes en toda acción humana. Sólo la jurídica convertirá
la acción en delito. En base a ello, Carrara afirma que la unidad de hecho del concurso ideal se fundamenta en la
determinación delictiva, o sea en el fin último, motivo determinante o causa que impulsó al sujeto activo al delito (es
decir la objetividad ideológica anteriormente analizada). Así, cuando el sujeto viola varios preceptos legales sólo se
lo castigará por el hecho que responde a su real interés o designio, ya que los otros delitos, sólo fueron medios de
los que se valió para alcanzar tal fin[12].

Esta tesis presenta diversas subteorias:


B. 1 B. 2 B. 3

Tesis Objetivista: (Impallomeni): Critica a Carrara, diciendo que confunde impulso criminoso con fin delictuoso.
Sostiene que el fin por el que se delinque no debe nunca confundirse con la causa. Afirma que el delito es la
violación de la ley y no el modo material adoptado por el autor: éste es sólo el sustento material para la
consumación.
Así, concluye en los siguientes postulados:

Cuando de una misma acción proceden varias lesiones jurídicas dirigidas a la consecución de un solo fin
inmediato, único es el delito, porque único es el fin inmediato.

Por el contrario, ante una acción habrá pluralidad de delitos cuando cada una de esas lesiones jurídicas estén
dirigidas hacia un fin inmediato, no único, sino propio de cada una de ellas; por lo tanto, habrá tantos fines
inmediatos como lesiones jurídicas se cometan.

Para explicar el carácter separable de las lesiones, Masucci da el ejemplo de quien queriendo matar a una persona
mata a varias personas incendiando la casa donde se encuentra su víctima o envenenando la comida que comerían
todos en esa familia. Estas acciones son perfectamente separables porque el sujeto activo pudo matar
separadamente.

B. 1 B. 2 B. 3

Esta es la tesis que, con reservas, adopta Núñez.


Teoría de la unidad de efectos jurídicos (Von Buri): Establece que cuando una única acción viola distintas leyes
penales, existirá una sola lesión jurídica y por consiguiente un solo delito, si la acción proviene de una sola
determinación criminosa o culpabilidad. Sostiene que esa culpabilidad se aprecia por las modificaciones que la
acción produce en el mundo exterior; o sea, por los efectos que ocasionan. Cuando por esa acción solo existe una
modificación en el mundo exterior, única es la culpabilidad, única la lesión jurídica y por lo tanto, único el delito y la
pena[13]. Por el contrario, cuando por un único hecho se produce más de una modificación en el mundo exterior,
hay una pluralidad de delitos y ya no una unidad de delito ni de pena[14].
La crítica más grave que se realiza a esta doctrina es que, al establecer que es única la lesión jurídica, excluye uno
de los requisitos esenciales del concurso ideal que es la pluralidad de lesiones jurídicas.

B. 1 B. 2 B. 3

Teoría de la inseparabilidad de las lesiones (Masucci, Alimena, Soler): Es el criterio más práctico y difundido.
Esta corriente doctrinaria siguió la posición que adoptó el C. P. italiano de 1891, pregonando el llamado “Criterio de
la inseparabilidad de las lesiones jurídicas como base del Concurso Ideal”.
Estos autores parten de la idea de que, en el concurso ideal, la unidad de la pena se funda en la unidad del elemento
psíquico de los dos delitos idealmente concurrentes, esto es en la unidad de la determinación o resolución
delictuosa. Por lo tanto, sostienen que la unidad de la culpabilidad no reside en que el delincuente haya actuado
guiado por la idea de un fin inmediato, porque paralelamente a éste puede también haber querido (o haberse
representado) producir todas las otras lesiones jurídicas en las que incurrió para alcanzar su fin inmediato.
Por ello, sostienen que lo que permite distinguir la unidad o pluralidad de la culpabilidad reside en la separabilidad o
inseparabilidad de las lesiones jurídicas ocasionadas por la única acción. Serán separables cuando no hay una
necesidad absoluta de producir todas las lesiones jurídicas para poder alcanzar el fin; e inseparables, cuando ésta
necesidad de producción de todas estas lesiones es esencial o inevitable, física y prácticamente.

Por el contrario, existe inseparabilidad material de las distintas lesiones jurídicas:

Debido a las especiales cualidades de la víctima o del culpable (por Ej. Las lesiones graves o gravísimas
causadas a cualquiera, tienen distinto carácter a las que se causan a un funcionario público para impedirle
llevar a cabo una función, porque en ese caso habrá Resistencia a la autoridad en concurso ideal con
Lesiones graves o gravísimas). Erradamente se sostiene que la Resistencia a la autoridad presupone
violencias y lesiones leves inclusive. En verdad, nada dice el tipo penal del art. 239, distinto al caso del
Atentado a la autoridad del art. 237, que prevé expresamente “uso de intimidación o fuerza (violencia
física)”.

Por la naturaleza especial de las relaciones personales entre víctima y victimario. Lo importante para
resaltar, es que al Derecho le interesa si una o varias resoluciones reales del autor hubieran producido un
distinto efecto jurídico o si el agente unió (porque quiso) las dos lesiones jurídicas en un solo hecho,
pudiéndolas separar. En este segundo caso, el Derecho puede atribuir la doble lesión a la doble resolución,
determinación o voluntad delictuosa del agente, porque la doble lesión estaba efectivamente supeditada a
un poder causal gobernable por la voluntad del autor, que previendo más de un resultado obró no obstante
voluntariamente, sea queriendo o aceptando los que excedían su finalidad criminal.

Existen, sin embargo, otros casos en los que el único hecho conduce necesariamente a la doble lesión jurídica, lo quiera o
no el agente (como la resistencia a la autoridad causando lesiones o la muerte o daños); y en tal sentido es fundamental
distinguir entre el concepto de inseparabilidad natural y el de inseparabilidad jurídica. También, es importante la distinción
cuando la unión de las lesiones por un solo hecho es accidental (verdadero caso de concurso ideal), de cuando depende
exclusivamente de la voluntad del autor

Concepto legal del ‘hecho único’. El texto del C.P. argentino, no admite otra interpretación
que la unidad de hecho como sinónimo de unidad de acción culpable y lesiva de dos o
más tipos penales, independientemente del contexto y entidad de tiempo en que se lleve
a cabo o de la sucesión de hechos que conformen una maniobra delictiva.

Este único hecho debe ser medido en el mundo real, o sea en el acontecer natural de la conducta humana y siempre que
exista unidad de culpa. Por lo tanto, dos o más decisiones diversas que demanden dos o más acciones también diversas,
aunque fueren consecutivas, y que produzcan consecuentemente dos o más violaciones, típicasimplican necesariamente
dos hechos diversos. No es hipótesis de concurso ideal.

Dijimos que lo que caracteriza al concurso ideal es que por un mismo hecho se violan distintas figuras o tipos penales. El
concurso ideal presenta, entonces, una doble (o múltiple) tipicidad del hecho único que lo constituye porque, por un lado,
cae bajo una figura penal respecto de circunstancias de tiempo, modo, lugar, personas, pero también cae bajo otra u
otras[15].

Pero también pueden darse particularidades de concurso real e ideal simultáneamente, porque la maniobra comienza con
un delito independiente, pero el autor aprovecha para continuar con una empresa delictiva que necesariamente no se
había propuesto. La jurisprudencia recepta sin mayores problemas estos casos, pero hay que estar muy atentos al
momento de una correcta adecuación de la conducta a los tipos legales.

Pena aplicable en el concurso ideal


En el concurso ideal un solo hecho natural encuentra varias calificaciones delictivas. Entonces, a los fines determinar la
pena aplicar se utiliza el principio de la absorción de la pena según el cual la pena mayor absorberá a la menor,
castigándose ese hecho único que violó distintas leyes penales con la sanción penal que fije la pena mayor.

La idea de “pena mayor” (o mayor gravedad) depende de su naturaleza, según cada legislación. En el caso del código
penal argentino, el art. 5 nos enumera en orden decreciente la gravedad de penas principales, a saber: reclusión, prisión
(hoy ambas equiparadas en cuanto a su régimen de cumplimiento), multa e inhabilitación[16].

Entonces ¿qué debe entenderse por pena mayor? Las respuestas pueden ser las siguientes:
1 Si las penas aplicables son de la misma naturaleza (o sea, dos delitos sancionados con prisión) es mayor
la pena máximo es superior.

2 Si los máximos fueren iguales, se considerará aplicable el tipo cuyo mínimo sea mayor al del otro tipo.

3 En el caso de que las penas sean conjuntas (unidas por la letra “y”) o alternativas (expresadas mediante la
letra “o”), la mayor, se determina por la pena de naturaleza más grave, según la escala del art. 5 (conforme
lo dispone el art. 57: “A los efectos del artículo anterior -concurso real-, la gravedad relativa de las penas
de diferente naturaleza se determinará por el orden en que se hallan enumeradas en el art. 5”).

Concurso real o material de delitos

Concepto
Es la segunda especie de concurso verdadero de delitos que se configura cuando se violan o lesionan varias leyes
penales a consecuencia de la comisión de varios hechos independientes entre sí que reconocen un mismo autor (por
varios entendemos por lo menos dos o más) y que aún no han sido objeto de condena. Esta especie de concurso está
contemplada en los arts. 55 y 56.

A RT. 5 5 . A RT. 5 6

"Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de pena, la pena aplicable al
reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y como máximo, la suma aritmética de las penas máximas
correspondientes a los diversos hechos. Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de
reclusión o prisión".[17]
Que esos diferentes hechos sean independientes óntica y ontológicamente: Es decir, que no formen parte de una
misma empresa delictiva. Puede que se lleven a cabo de modo simultáneo o en una secuencia inmediata de tiempo
(Entrar a robar una casa, violando a la empleada o a la dueña de casa y que algún fallo consideró concurso ideal -
errado-) o que ocurran sucesivamente (reiteración delictiva)[18].

A RT. 5 5 . A RT. 5 6

“Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con penas divisibles de reclusión o prisión, se
aplicará la pena más grave, teniendo en cuenta los delitos de pena menor. Si alguna de las penas no fuere divisible,
se aplicará ésta únicamente, salvo el caso en que concurrieren la de prisión perpetua y la de reclusión temporal en
que se aplicará reclusión perpetua. La inhabilitación y la multa se aplicarán siempre, sin sujeción a lo dispuesto en el
párrafo primero”.
Que todos estos hechos sean concurrentes: Es decir, que no habiendo sentencia condenatoria firme sea
imputables al mismo autor[19].

La Pena del Concurso Real, Regla de acumulación


Nuestro C.P. castiga al concurso real de la siguiente manera (arts. 55 y 56):

1 Delitos que concurren y que están reprimidos con la misma especie de pena (art. 55): En este caso, se
aplica el sistema de la acumulación jurídica, en dónde se sustituyen las distintas penas dadas para cada
uno de los delitos cometidos por una pena única cuyo mínimo, es el mínimo mayor de los delitos
cometidos y cuyo máximo es la suma de los máximos de cada delito, pero que nunca podrá dar un
resultado que sobrepase el máximo legal de la especie de pena que se trate. Dicha suma no podrá exceder
de 50 años.

2 Delitos reprimidos con distintas especies de penas divisibles de prisión o reclusión (art.56): Aquí, del
concurso participan los delitos penados con prisión y reclusión. Entonces, se aplica el sistema de la
absorción de la pena menor (prisión) por la pena mayor (reclusión).

En realidad, la pena mayor no absorbe a las menores porque éstas igualmente se tienen en cuenta para
aumentar la pena. Entonces, lo que realmente existe es una acumulación de penas que exige que se
aplique la pena más grave, o sea la de reclusión.

3 Cuando concurre algún delito cuya pena es indivisible con otro de penas divisibles (art. 56): Aquí la ley
admite la absorción absoluta de las otras penas por la pena indivisible. Las únicas penas indivisibles que el
Código contempla son las perpetuas, en este caso de prisión o reclusión o inhabilitación. Así, si concurren
las penas de prisión perpetua y reclusión temporal se aplicará la de reclusión perpetua. Si concurre una de
inhabilitación temporal y una perpetua, se aplica esta última.

4 Cuando concurren distintas clases o especies de penas (prisión, multa, inhabilitación). Se unifican las
penas de la misma naturaleza y la multa o la inhabilitación (o ambas), se aplican además de la pena
unificada. No hay unificación, sino acumulación.
Lesson 16 of 30

Unificación de penas y condenas

El art. 58 del C. P establece lo siguiente:

“Las reglas precedentes se aplicarán también en el caso en que después de una condena pronunciada por sentencia firme se
deba juzgar a la misma persona que esté cumpliendo pena por hecho distinto, o cuando se hubieren dictado 2 o más
sentencias firmes con violación de dichas reglas. Corresponderá al juez que haya aplicado la pena mayor dictar, a pedido de
parte, su única sentencia, sin alterar las declaraciones de hechos contenidas en las otras. Cuando por cualquier causa la
justicia federal, en autos en que ella haya intervenido, no pueda aplicar esta regla, lo hará la justicia ordinaria nacional o
provincial que conoció de la infracción penal, según sea el caso”.
Tal como puede observarse, el artículo 58 hace referencia a dos supuestos diversos. El primero referente a la “unificación
de penas”; el segundo, al que la doctrina optó por denominar “unificación de condenas”. Las consecuencias de ambos
supuestos son diversas pese a que, como hemos visto, los dos se encuentran regulados en el mismo articulado. Veamos
cada uno.

U N I FI C A C I Ó N D E PE N A S U N I FI C A C I Ó N D E C O N D E N A S

Las penas se unificarán si después de una condena pronunciada por sentencia firme se debe juzgar, por otro hecho
distinto, a la persona que está cumpliendo condena. Los requisitos para que la acumulación opere son:

Que exista una sentencia condenatoria firme, o sea no recurrible.

Que por esa sentencia se haya condenado a una persona a una pena de prisión (efectiva o condicional)

Que esa misma persona esté siendo encausada por un hecho distinto anterior o posterior que motivó la
condena.

Que la condena anterior aún no se halle extinguida o cumplida en su totalidad (agotada) al momento de dictarse
la nueva condena.

En este supuesto, entonces, corresponde unificar las penas e imponer una pena única que podrá ser la suma
aritmética de ambas penas (método aritmético) o ser menor (método composicional).
Corresponde al tribunal que dictó la pena más alta realizar la unificación. En su defecto, lo hará el que haya juzgado
el último hecho.

U N I FI C A C I Ó N D E PE N A S U N I FI C A C I Ó N D E C O N D E N A S

Este supuesto se presenta cuando se hubieran dictado dos o más sentencias condenatorias firmes violando las
reglas de lo establecido en los arts. 55, 56 y 57 del C. P., es decir, las reglas del concurso. Entonces, aquí la
unificación supondrá dos requisitos:

que la pena no haya sido unificada antes en los casos de los arts. 55, 56 o 58 y;

que exista o subsista un interés en la unificación de las mismas, basado en la ejecución (cumplimiento
efectivo) de la pena unificada, o que sirva de base para la prescripción.

En este caso, lo que se unifica no es la pena sino la condena, ya que en ella se contemplan los hechos que, por
determinadas circunstancias, fueron juzgados por distintos tribunales, pero debieron tramitar conjuntamente. Este
caso opera a pedido de parte.
Sobre el tema, D’Alessio y Divito[20] sostienen que así como en el concurso real de los arts. 55, 56 y 57 hay una
única condena -cuando los hechos fueron juzgados en un mismo proceso-, también la debe haber en los casos en
los que hayan sido dos o más las sentencias condenatorias recaídas todas sobre delitos cometidos antes de la
primera. Son casos de concurso real en los que, de no mediar una imposibilidad procesal u otra índole, los diversos
hechos delictivos independientes debieron ser objeto de juzgamiento en el mismo proceso y de una única sentencia
condenatoria que impusiera una pena total (única), determinada conforme a las reglas de los arts. 55 a 57. Para
Fontán Balestra, la ley ha querido asegurar, aun a expensas de la propia cosa juzgada, las reglas sobre el concurso
de delitos establecidas en los arts. 55 y 56 del C.P.

Se coincide en que, no obstante la genérica remisión realizada en el art. 58 a las reglas precedentes, no son aplicables las
que determinan la individualización de la pena cuando existe concurso ideal, puesto que en éste la cosa juzgada abarca el
único hecho. También se considera excluido al delito continuado. Es decir, que solo están incluidos en la unificación de
condenas los casos de concurso real. Tampoco queda comprendido el delito cometido con posterioridad a una condena
aún no firme.

Entonces, en este supuesto, y a diferencia del de unificación de penas, la unificación no consiste en la suma de las penas
concurrentes, sino en la imposición de una única pena cuyos máximo y mínimo serán los del delito mayor. (cfr. arts. 55, 57,
40 y 41 del C. P.).

En otras palabras, se trata de una especie de revisión que establece la pena justa, que así entendida
debe ser fijada por composición y no por suma. Como la cosa juzgada cede hasta lo que resta en pie de
la primera sentencia, solo la declaración de los hechos probados y su calificación legal -
desapareciendo no solo la pena sino la condenación misma-, el tribunal que impone la pena total puede
aplicar su propio criterio dentro de la escala penal que se indica en los arts. 55, 56 y 57. Se coincide en
que el tribunal unifica las condenas sin determinar cuál es la pena que corresponde a cada uno de los
hechos que motivan el dictado de la sentencia.

La unificación de condenas debe ser aplicada, de oficio, por el órgano jurisdiccional que pronuncia la última sentencia. El
tribunal unificador será -en principio- competente para la ejecución y tendrá a su cargo en todo caso los cómputos
legales.

Hay consenso en cuanto a que, por importar la pena única, una revisión de las anteriores, y porque el juez encuentra como
única limitación no alterar declaraciones de hechos, puede unificarse en forma condicional -aun cuando la condena que
desaparece hubiese sido impuesta en forma efectiva- si la condena única es primera condena en aquel sentido. Afirma
Creus que si el monto de la condena única encuadra en las previsiones del art. 26, sostener lo contrario implicaría
perjudicar al condenado por una violación a las reglas del concurso, no imputable a él. Por otra parte (también Creus) si la
segunda condena es de cumplimiento efectivo, no puede unificarse con la condena condicional preexistente si no se dan
los requisitos para que esa condicionalidad sea revocada según el art. 27.
En el caso del tribunal que luego de unificar una pena cuyo cumplimiento había sido dejado en suspenso, dicta una

condena única condicional, la unificación será comprensiva también de las reglas de conducta que se hubieren impuesto

en la primer condena, debiendo aquel imponer en la pena única las que considere pertinentes atendiendo a los fines

preventivos que enuncia el art. 27 bis, a los hechos ventilados en la última causa y los que motivaron la primera condena.

Para De la Rúa, si la primera condena fue condicional y la segunda es efectiva, el tiempo en libertad de la primera no se
computa. Pero aun siendo condicional la primera, si en la causa que la precedió hubo prisión preventiva rige el art. 24,
extremo este último aplicable también al caso de la simple detención. En cambio -sigue De la Rúa-, efectivamente se
computará el tiempo de cumplimiento si la primera condena es efectiva y la segunda condicional. Por último, afirma este
autor, en caso de que primera y segunda condenas sean condicionales, el tiempo de libertad de la primera es válido para
la duración del plazo de prueba de la condena unificada.

La doctrina sostiene que si el hecho es anterior a aquel por el cual existe condena firme, la unificación procede, aunque
esté extinguida la pena, ya que entre ambos hechos media un concurso real al que necesariamente debe atender la pena
unificada. Se señala que en estos supuestos corresponderá unificar, ya que si a quien está cumpliendo una pena
(pudiendo incluso estar condenado condicionalmente o en libertad condicional) se lo beneficia con el sistema de los arts.
55, 56 y 58, reconociéndole la pena cumplida como computable en un sistema de pura acumulación, con mayor razón
debe hacerse ello respecto de quien cumplió íntegramente la pena. No obstante, se señala que en estos casos debe
existir un interés en la unificación. Se ha resuelto que procede la unificación en función de la hipótesis legal que se
comenta si, al momento de cometerse el hecho que motiva el dictado de la última sentencia condenatoria, las anteriores
—a través de las cuales se había compurgado la pena en virtud del período que el encausado había cumplido en detención
— no se encontraban firmes.

La prisión preventiva que el sujeto hubiere sufrido por cualquiera de los hechos que integran la
unificación -incluso antes de la comisión del último- debe computarse en la pena impuesta en la única
condenación. También deben ser descontados los días que el sujeto haya permanecido detenido aun
sin que se hubiera dictado un auto de prisión preventiva a su respecto. No hay diferencia de opiniones
al respecto (contabilizándose perfectamente el tiempo de la prisión domiciliaria).

La sentencia unificadora se considera única condena y al penado como primario, con todas las consecuencias legales que
ello implique a todos sus efectos sustanciales y procesales, habilitando en su caso el goce de derechos cuando normas
de esa última naturaleza lo prevean.

Dice Creus que si el hecho que se juzga en la última causa es anterior a la sentencia que impuso la pena en que se alcanzó
la libertad condicional, ésta no puede revocarse, no obstante lo cual —sigue el autor— si el monto de la pena única no
permite que el tiempo de internación ya cumplido respecto de la pena preexistente satisfaga los extremos del art. 13, la
consecuencia inmediata de la unificación será el cese del estado de libertad, debiendo el condenado volver a cumplir pena
intramuros hasta que transcurra aquel plazo respecto de la pena única. Comparte ese criterio el resto de la doctrina. Así,
para De la Rúa, el juez de la segunda condena unifica y puede dejar sin efecto (no revocar, dice el autor, porque no se dan
las condiciones del art. 15) la libertad condicional. Siguen esa línea Zaffaroni, Alagia y Slokar, quienes sostienen que no
existe una revocación de la condena anterior sino un cese por aniquilamiento de la condena misma y agregan: con la
condena anterior desaparece la modalidad con la que se ejecutaba (en este caso, la libertad condicional) sin perjuicio de
que pueda concederse nuevamente, siempre y cuando lo permita la condenación única.

El mismo criterio orientador debe aplicarse al resto de los institutos previstos en la ley 24.660, cuya
operatividad esté de algún modo supeditada al cumplimiento parcial de la pena, esto es salidas
transitorias (art. 17), régimen de semilibertad (arts. 23 y 17), prelibertad (art. 30) y libertad asistida (art.
54).

Delito Continuado
Concepto
Se considera que existe delito continuado ante la concurrencia de varios hechos que son dependientes entre sí, de modo
tal que se considere a cada acción exterior que el sujeto activo realiza como constitutivas de ejecuciones parciales de un
solo delito. (Citamos el famoso ejemplo de quien para hurtar un collar de perlas, sustrae una por día o aquél que para
sustraer una suma de dinero guardada en una caja fuerte, hurta unas cuantas monedas o billetes cada día, para evitar ser
descubierto).

El delito continuado es creación doctrinaria en la mayoría de los países que lo aplican. Tampoco nuestro código contiene
una definición específica sobre esta figura, con lo que la doctrina reconoce su existencia a partir del texto del art. 63 del C.
P., que dice:

“La prescripción de la acción comenzará a correr desde la medianoche del día en que se cometió el delito o si éste fuese
continuo, en que cesó de cometerse”

En el art. 63, el codificador se refiere a delitos de consumación continua (como la


privación ilegítima de la libertad o incumplimiento de deberes de asistencia familiar),
cuya consumación se prolonga en el tiempo hasta que cesa la actividad delictiva. En el
caso de la privación de libertad, cuando la víctima recupera su autodeterminación y en el
incumplimiento de deberes, cuando se comienza a pasar alimentos.

Según la doctrina que sostiene su existencia, el delito continuado difiere de la formas de concurso conforme al siguiente
detalle:

En el concurso ideal, con un hecho, el autor viola más de una disposición legal (tipo o figura).

En el delito continuado se lesiona siempre el mismo bien jurídico protegido.

En el concurso real, además de existir pluralidad de lesiones jurídicas surgidas de una pluralidad de
hechos, cada uno de ellos es independiente respecto de los demás, mientras que en el delito continuado
se requiere dependencia entre los hechos, que hacen que como unidad delictiva se lo someta a una sola
sanción legal. Tiene de distinto la aplicación de la pena (única) y de similar la pluralidad de hechos.
Ambos tienen en común sin embargo, la aplicación de una pena única.

Elementos del Delito Continuado


La doctrina nacional, en definitiva, distingue básicamente, tres elementos que configuran este instituto:

PLU RA LI D A D D E H E C H O S D E PE N D E N C I A D E LO S H E C H O S E N T. . .

La pluralidad exige que la misma persona cometa dos o más hechos tipificados, aun en distinto tiempo y lugares distintos. La prolongación discontinua
diferenciará a esta clase de delitos del delito permanente (dónde hay una conducta delictiva permanente).

PLU RA LI D A D D E H E C H O S D E PE N D E N C I A D E LO S H E C H O S E N T. . .

El elemento esencial de la continuación delictiva es la existencia de homogeneidad material y homogeneidad conceptual de los hechos.
A) La homogeneidad material se presenta cuando el autor prosigue cometiendo el mismo delito con cada uno de los hechos ejecutados
B) La homogeneidad conceptual se presentará claramente en los siguientes casos:

1. Si los particulares hechos ejecutados por el autor se presentan como partes de un mismo y único contexto delictivo. El ladrón que en la misma
oportunidad, en vez de sustraer de una vez las cosas ajenas, por razones de comodidad lo hace en varias veces durante ese día u otros seguidos.

2. Si los hechos posteriores son la secuela de una misma conducta delictiva. Por Ej.: los distintos hechos consumativos de un estupro que se
prolongan en el tiempo.

3. Si los hechos posteriores son efectos de una misma trama delictiva. Por Ej. si la repetición de la injuria contra la misma persona es el efecto del
modo elegido por el autor.

4. Si entre los distintos hechos media una relación de servidumbre del posterior al anterior. cuando uno de estos hechos tienda a mantener y ocultar
los efectos de los otros.

Sometimiento a una Misma Sanción Legal


Es la condición o elemento que le confiere unidad legal a estos hechos que, aunque separados, son dependientes entre sí.
El sometimiento de estos hechos a una misma sanción legal está supeditado a dos cosas:

1 A que todos los hechos constitutivos de la empresa delictiva merezcan la misma calificación delictiva
(delito de peligro, de daño). Esta calificación no variará en razón del grado de la comisión delictiva
(consumación y tentativa), ni del grado de la imputación delictiva (delito simple y delito calificado),
siempre que la circunstancia calificativa no implique una modalidad ejecutiva materialmente distinta de la
forma simple.

2 En caso de pluralidad de ofendidos, la naturaleza de los bienes lesionados debe admitir esa unificación
delictiva: así, el uso de pesas y medidas falsas constituye una única defraudación con pluralidad de
víctimas[21].
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Referencias

[1] RUSCONI, Maximiliano DerechoPenal Parte General. 2da Edición, Ad-Hoc, Buenos Aires,2009, pág. 622 y ss.

[2] Sin embargo, en defensa de la opinión de Lascano (h), es verdad que “en el mundo real”, en ambos ejemplos se
visualizan claramente tres tipos penales diversos: Daños (por la ruptura de la puerta o la cerradura); Hurto (por la
sustracción del televisor o la computadora) y Violación del domicilio en el caso de ingresar a la morada (primer
ejemplo).

[3] Un ejemplo común es el de una persona que actúa como cómplice y encubridor de un determinado delito: Aunque
tanto en uno como en otro caso esta persona ayuda al delito cometido por otro, la complicidad consiste en una
ayuda anterior o contemporánea al hecho delictivo, mientras que el encubrimiento es la ayuda posterior al hecho o a
su consumación o a su autor, pero “siendo totalmente ajeno a la ejecución del hecho principal”. Entonces si el sujeto
estuvo en los dos momentos (ejecución y posterior ocultamiento), no puede más que seleccionarse una forma de
conducta: Es partícipe o cómplice.

[4] “D. Penal - Libro de Estudio...”, pág. 560.


[5] Otros ejemplos: Homicidio es el tipo genérico del art. 79 C.P.; pero Homicidio de un ascendiente (circunstancia
parental) se especializa como Homicidio Agravado en el art. 80 C.P.; el Homicidio cometido en estado de emoción
violenta -agregado de una circunstancia atenuante- lleva a aplicar del tipo atenuado de Homicidio en estado de
emoción violenta: art. 81 inc. 1. Otro ejemplo es el de Hurto simple -art. 162-, que es absorbido por el de Hurto
agravado por escalamiento o por uso de llave o ganzúa -art. 163-.

[6] Es el caso de un homicidio calificado por el vínculo en el que ha intervenido el autor y dos cómplices, ocurriendo
que uno de los cómplices no supiera que se mataba al ascendiente del autor. En tal situación, no podrá aplicarse el
tipo especializado de Homicidio calificado al cómplice que ignoraba el vínculo, pero igualmente responderá por
Homicidio Simple en forma subsidiaria

[7] En el caso de la tenencia de drogas con fines de comercialización, la pena es de 5 a 15 años, pero si la finalidad es
de consumo personal, la pena será de 6 meses a 2 años. Si el juez no puede probar ninguna de estas dos finalidades
queda en pie la llamada tenencia simple que prevé una pena de 1 a 6 años de prisión.

[8] Rusconi, Maximiliano Derecho Penal. Parte General. 2da. Edicion, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2009, pag. 628.

[9] “La unidad o pluralidad de hechos es un concepto central en el concurso de delitos que no depende sólo de la
unidad de acción o de resultado, sino del funcionamiento de la relaciones entre los tipos penales que abarcan una
conducta final, en lo que se denomina el factor normativo”. G. P. s/ Rec. de casación /// Tribunal de Casación Penal
Sala II, La Plata, Buenos Aires; 03-07-2008; Jurisp. de la Provincia de Bs. As.; RC J 12389/10.

[10] D’Alessio – Divito; “C.P….”; Ed. La Ley, T. I.

[11] Por Ej.: El sujeto activo atenta contra la vida de su enemigo y con su accionar hiere a un tercero previendo poder
herirlo.

[12] Por Ej.: Para cometer una defraudación, el sujeto se sirvió como medio de un documento que falsificó.

[13] Por Ej. el sujeto activo que abusa a una menor que además es su hija. Aquí concurrirían las figuras de Estupro o
abuso sexual consentido e incesto Suponiendo que sea delito como en algunas legislaciones foráneas), pero se
considera que sólo hay una modificación en el mundo exterior (acceso carnal con la menor) entonces, único será el
delito conjuntamente con la pena.

[14] Por ejemplo, cuando con un mismo disparo se mata a una persona y se lesiona a otra.

[15] Por ejemplo: El que se apodera de un auto en la vía pública es autor de hurto calificado, pero también incurre en
sustracción de menores si en el interior del vehículo había un bebé, que vio al sustraer el rodado.

[16] Lo cual no deja de ser un contrasentido. Que la multa de carácter pecuniario, esté por encima de la inhabilitación
que supone privar al sujeto de ejercer sus derechos, es colocar el valor dinero por encima de la capacidad de ejercer
atributos, a nuestro entender mucho más importante que el vil metal..

[17] Texto anterior: "Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de pena,
la pena aplicable al reo en tal caso, tendrá como mínimo el mínimo mayor y como máximo la suma resultante de la
acumulación de las penas correspondientes a los diversos hechos. Sin embargo esta suma no podrá exceder del
máximum legal de la especie de pena de que se trate”.

[18]“La sustracción y posterior adulteración de certificados médicos encuadra en la norma de los arts. 162 y 292
última parte, 1er. párrafo C. P. en concurso real”. C.N.A. Crim. y Correc., Sala VII, 14/06/1984, "B.D." Causa Nº 4.056.
Jueces: Seyahian, Ouviña. (pjn.gov.ar).

[19] D’Alessio – Divito, dan varios ejemplos: “hay concurso material (real), entre asociación ilícita y lavado de dinero
proveniente del narcotráfico; entre usurpación de títulos (de abogada) y la extorsión; entre suministro y/o aplicación
de estupefacientes a la víctima y los vejámenes producidos tras doblegarse su voluntad mediante aquéllos; el robo
simple y la resistencia a la autoridad (si la utilización del arma de fuego, que en el caso se empleó, fue para lograr la
impunidad y no el apoderamiento de la cosa); la falsificación de un documento público falso y la "adulteración" del
estado civil de una persona (realizada mediante aquel instrumento); la apropiación ilegítima de una tarjeta de crédito
ajena perdida -art. 175, inc. 1º- y la posterior estafa mediante el uso de la misma; el hurto de un cheque y la posterior
falsificación del mismo (llenándolo, colocándole la firma y entregándolo en un restorán como pago de lo consumido.
Trata de personas y lesiones o violación a las víctimas durante el traslado a su destino o el acogimiento final (Op. cit.
T. I).

[20] “Código Penal de la Nación, anotado y comentado”; Ed. La Ley. T. I. Bs. As. 2013

[21] Sin embargo, esta opinión está olvidando que el comerciante o vendedor que usa pesas falsas, aunque lo haga en
un mismo día o respecto a un mismo lote de mercaderías, está engañando a diversas víctimas. Ergo, está estafando
a diversas personas, atacando diversos patrimonios y en cada caso tomó la decisión de llevar a cabo tal ofensa
patrimonial. Quiérase o no, es un concurso real de delitos.
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Introducción a la unidad

Condiciones de Punibilidad

El principio general es que todo delito “penal” lleva ínsito en su naturaleza misma la nota característica de
“punible”. O sea: un delito penal es toda acción humana, externa, típica, antijurídica, culpable y punible.

Contenidos de la Unidad

1 Punibilidad en General

2 Faz Negativa de la Punibilidad

3 Referencias

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Punibilidad en General

Concepto de Punibilidad

El principio general es que todo delito “penal” lleva ínsito en su naturaleza misma la nota característica de “punible”. O sea: un
delito penal es toda acción humana externa, típica, antijurídica, culpable y punible.

También se sostiene que a toda acción típica, antijurídica y culpable, le corresponde una “consecuencia jurídico-penal” -
ordinariamente una pena o, excepcionalmente, una medida de seguridad-.

No obstante ello, la ausencia de ciertas condiciones pueden tornar inviable la punibilidad, a saber:

1 Imposibilidad jurídica de ejercer el "ius puniendi", por ejemplo: falta de acción (imposibilidad de perseguir
o castigar por expresa prohibición de la ley), el art. 72 del C.P. exige la denuncia del agraviado o sus
representantes legales para instar la acción penal. Asimismo, el 73 del C.P. establece la necesidad de la
querella criminal, pues el Estado no persigue, ni castiga de oficio determinadas conductas típicas. La
prescripción (extinción de la potestad de perseguir y castigar por el solo paso del tiempo) de la acción
penal (arts. 59 y 62 del C.P.); un instituto de orden público que debe aplicarse de oficio.

2 Ausencia de una condición objetiva de punibilidad exigida por la ley para que se perfeccione el delito
punible (como la exigencia de evadir una determinada suma mínima anual de dinero para que se configure
el tipo penal de “evasión impositiva”).

3 Existencia de una excusa absolutoria “por razones de política criminal”, como la eliminación del castigo del
hurto entre cónyuges o ascendientes y descendientes, para atender a la preservación de la familia
(cuestión que es materia de discusión en estos días), como ocurre en el art. 185 del C.P., o la impunidad de
la tentativa de propio aborto llevado a cabo por la mujer (los terceros responden). O la impunidad del
encubrimiento de delitos entre cónyuges, ascendientes, descendientes.

En todos los casos enumerados, debe remarcarse que existe una acción, típica, antijurídica y culpable (en decir, según la
ley hay delito), pero “a priori” se sabe que, en caso de constatar la existencia de esas razones impeditivas de punibilidad,
no podrá aplicarse al beneficiario indicado por la ley, una pena.

Cuando se habla “en general” de punibilidad, lo es para referirse a la posibilidad (la potencialidad) de aplicarse la sanción
a un hecho típicamente antijurídico y culpable -es decir, al hecho delictivo perfecto- en un caso determinado.
Entonces, luego de analizar cada uno de los elementos constitutivos de la teoría del delito y llegado el
momento de aplicar en concreto una pena, debe evaluarse la inexistencia de las condiciones negativas
de punibilidad. Ello, al efecto de estudiar la posibilidad de aplicar efectivamente una sanción.

Naturaleza de la Punibilidad

No hay acuerdo en doctrina sobre el carácter que reviste la punibilidad como elemento dogmático u objeto de estudio
dentro de la teoría jurídico-penal.

Para algunos autores la punibilidad es una consecuencia del delito (como hecho punible) y no un requisito
o elemento constitutivo del mismo; porque sostienen que un hecho típicamente antijurídico y culpable ya
es delito, aun cuando no se vea acompañado de la punibilidad en el caso concreto.

En cambio, para otros, la punibilidad es un carácter o requisito constitutivo del delito, pues “punibilidad” es
lo que le otorga el carácter específico de delito a una infracción; es el elemento que lo distingue como tal -
en cuanto es hecho punible-. Es así que normalmente este grupo de autores define al delito como un hecho
típicamente antijurídico, típicamente culpable y típicamente punible.

Condiciones Objetivas de la Punibilidad

Concepto general
Son las circunstancias exigidas o establecidas por la ley para que pueda imponerse una pena, además de que la acción
concuerde con la descripta por la ley (típica) como prohibida (antijurídica) y que el sujeto activo haya actuado con
capacidad de reproche (culpable).

Dicho de otra forma, para que se penalice efectivamente una conducta humana, debe existir una acción típica, antijurídica,
culpable y ausencia de condiciones negativas de exclusión de esa punibilidad o lo que es igual, deben mantenerse en pie
las condiciones positivas de punibilidad -condiciones de carácter objetivo-.

Entonces, las condiciones positivas de punibilidad son:


1 La subsistencia de la acción penal (potestad represiva del Estado) para perseguir y castigar. Estos es que
no se haya extinguido el Ius Puniendi por alguna de las causales previstas por la ley (art. 59 y ss. del C.P.).

2 La no concurrencia, en favor del autor, de alguna excusa absolutoria (como la prevista en el art. 185 del
C.P.).

Consecuencia de la inexistencia de la condición objetiva de punibilidad. En general, la inexistencia de la condición objetiva


de punibilidad requerida, impide la imposición de la pena, pese al carácter antijurídico y culpable del hecho de que se
trate. Pero además genera consecuencias en otros aspectos que deben ser tratados específicamente.

RE PE RC U S I O N E S PRO C E S A LE S RE PE RC U S I O N E S C I V I LE S

Para los que le otorgan a la condición objetiva carácter material, siendo ella una exigencia de la disposición
penal (del tipo para algunos), su ausencia debe tomarse como un caso de falta de adecuación a dicha
disposición, por lo que una vez juzgado el hecho y declarada su impunidad por falta de la condición objetiva,
aquél no podrá debatirse nuevamente en otro proceso por aplicación del principio "non bis in eadem" (Soler).

Para los que sólo reconocen condiciones objetivas en los presupuestos procesales y condiciones de
procedibilidad el proceso donde se declara su ausencia no puede hacer cosa juzgada, ya que la falta de la
condición objetiva permite (una vez subsanado el presupuesto procesal ausente), reproducir la acción contra el
responsable (Jiménez de Asúa).

RE PE RC U S I O N E S PRO C E S A LE S RE PE RC U S I O N E S C I V I LE S

Aunque falte la condición objetiva de punibilidad, vimos que permanece el carácter ilícito de la conducta del autor,
por lo que no puede mediar duda alguna sobre la procedencia de las indemnizaciones civiles, aun cuando no pueda
imponerse pena. Este punto es esencial: una conducta típica, antijurídica, y culpable ya genera consecuencias
jurídicas para el autor: será una pena y, si ella no se puede aplicar porque existen condiciones negativas de
punibilidad, serán de carácter civil (resarcitorias), disciplinarias, administrativas, o tributarias.
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Faz negativa de la punibilidad

La falta o ausencia de la condición objetiva de punibilidad que se requiere para condenar (llamadas
condiciones negativas de punibilidad), establecidas por la ley, son los factores que excluyen la posibilidad
concreta de punibilidad (en el sentido de aplicación efectiva de la pena):

Excusas Absolutorias

Concepto General
Son las circunstancias que, no estando relacionadas en manera directa con el delito (o la conducta del autor descripta en el tipo), excluyen la pena cuando se dan
en el caso concreto. Pueden referir a la calidad personal del mismo autor, a su propia actividad fuera del tipo, a la actividad de un tercero, a la situación en que el
hecho se comete, o a las llamadas razones de política criminal.

Viéndolas como condiciones objetivas de punibilidad negativamente consideradas (que excluyen la adecuación) son aquellas condiciones objetivas en cuyo caso:

1 La ley expresamente se niega a aplicar la pena por razones extrañas a la pura ilicitud culpable de la acción
(pueden ser genéricamente denominadas razones de Política Criminal). Son ejemplos: la despenalización
de la tentativa de aborto de la propia mujer, el arrepentimiento activo del delincuente en la tentativa, la
despenalización de algunos delitos contra la propiedad entre parientes, cónyuges, etc.)

2 La ley, además de los elementos comunes, incluye en la figura otras circunstancias exteriores que actúan
como “condiciones objetivas de punibilidad” (por ejemplo: en la instigación al suicidio, será necesario que
el instigado se suicide o al menos lo intente; o en el delito de evasión, que la cifra evadida supere un
determinado monto anual o en materia aduanera otro tanto. Ya no serán delito, pero queda en grado de
infracción administrativa")[1].

Fundamentos y Efectos
Resumiendo la postura mayoritaria, concluimos que las excusas absolutorias son causas de impunidad establecidas por
razones de utilidad. No se relacionan directamente con la facultad de punir que surge del hecho ilícito, sino que su
fundamento parte de la consideración política del legislador de que en esos casos es mejor no punir el hecho.

Por ese motivo, las excusas absolutorias a veces excluyen "a posteriori" la facultad de punir (como ocurre en el caso de
extinción de la acción o de la pena), y otras impiden "ab initio" el ejercicio de esa facultad punitiva (tentativa de aborto de
la propia mujer). Pero en todos los casos exigen la determinación de su existencia. La infracción impositiva dejará de ser
delito, si luego de la determinación de AFIP, se comprueba que el monto fue menor al necesario para constituir delito. La
tentativa de aborto de la mujer, una vez que se compruebe que fue la única que participó del hecho. La eximente entre
ascendientes y descendientes o cónyuges no divorciados, exige la prueba de la existencia de ese vínculo o no, otro tanto
exige la eximente del encubrimiento

División y Consecuencias Jurídicas


Pueden subdividirse en las siguientes:

1) Consecuencia genérica de las excusas absolutorias



En general, como ya hemos visto, la consecuencia básica es la exclusión de la punibilidad, para determinados casos particulares
expresamente reconocidas o descritas por la ley.
2) Con relación a la culpabilidad

Aunque, en principio, el conocimiento de la no existencia de una excusa absolutoria no es contenido necesario del dolo del autor, algunos
casos de error sobre su existencia parecerían ubicarnos en situaciones de inculpabilidad (por ejemplo, error sobre el parentesco en
delitos contra la propiedad). La cuestión se discute, sin embargo, es difícil afirmar que existe una solución unitaria.

3) Con relación a los efectos civiles del delito



Desde que la ilicitud o antijuridicidad del hecho permanece incólume, queda subsistente la responsabilidad civil por el mismo y se deben
las indemnizaciones correspondientes.

4) Repercusiones procesales

La existencia de una excusa absolutoria declarada en un proceso permite invocar la cosa juzgada; la acción no podrá renovarse en otro
proceso.

Excusas Absolutorias Previstas en el Código Penal


A modo de ejemplo, nombraremos las excusas expresamente previstas por nuestro derecho positivo vigente y que se
discriminan así:

Fundadas en la calidad del autor



La impunidad de la mujer que intenta su propio aborto (art. 88 del C.P.); impunidad de ciertos delitos contra la propiedad cometidos por
determinados parientes, calidad ésta que los exime de pena (art. 185 del C.P.); impunidad del encubrimiento por parte de ciertos autores
que por ser amigos íntimos, cónyuges, ascendientes o descendientes, están expresamente eximidos de pena (art. 279 del C.P.).

Fundadas en la actividad del autor posterior al delito



Como la impunidad de la tentativa desistida (art.43 del C.P.); impunidad de las injurias retractadas (art.117 del C.P.).

Fundadas en la actividad de terceros



Impunidad de las injurias recíprocas (art.116 del C.P.).

Fundadas en las circunstancias en que se comete el delito



Impunidad de las injurias vertidas en juicio (art.115 del C.P.).

Fundadas en Razones de Política Criminal



Como la preservación de los vínculos familiares por sobre otros valores ofendidos (art. 185 del C.P).[2].

Si se repasan estas disposiciones, se verá que la impunidad no está basada en circunstancias


relacionadas a la estructura del delito, ni reconocen un fundamento dogmático. Son decisiones
legislativas que excluyen la pena, basadas en las más diversas causas de política criminal, orientada
por la razón, el sentido común, la conveniencia o la necesidad de preservar otros valores relevantes
(superiores a los que dañó el delito).
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Referencias

[1] Beling, Soler – “Tratado", T. II – pág. 196 y s.s.

[2] La disposición merece fundada critica, cuando los cónyuges ya no viven juntos y aún no se ha sentenciado el
divorcio, porque en verdad esa “familia” está en pleno proceso de disolución (y muchas veces en malos términos), lo
que se ve claramente reafirmado a la luz de los desmanes patrimoniales que se conocen entre cónyuges separados,
aún no divorciados legalmente o con vínculo sin disolver, y que destruyen cosas entre sí o se defraudan o se sustraen
bienes y que no tienen sanción penal. Aplicar la eximente “literalmente” en estos casos, es inmoral porque la finalidad
de la disposición (de indudable fundamento ético, moral y familiar), se ha vaciado de contenido. Ya no hay familia. Ya
no hay vínculos que proteger. Por el contrario hay “litigantes” (combatientes) que se enfrentan con efectos
personales y patrimoniales destructivos, muchas veces en desmedro del resto de los miembros de la familia o de
terceros que se ven perjudicados. La norma debiera reformularse, diciendo: “aquellos cónyuges que conviven
únicamente” y solamente respecto de los bienes gananciales, sin por ello dejar de imponer la reparación de los daños
causados, que resulta de toda razonabilidad reclamar. Los casos más escandalosos (jurídicamente), se dan cuando
los cónyuges o ascendientes y descendientes, se causan recíprocamente (o solo uno de ellos), daños de carácter
patrimonial en negocios o sociedades que les pertenecen. En efecto, aquí los terceros posibles damnificados
(incluidos los hijos), están en absoluta situación de desprotección ante las conductas ilícitas asumidas por los
contendientes. ¿Es moral, aplicar la eximente en tales casos? Y remarcamos esta condición, porque si bien no toda
norma moral interesa al derecho penal, ninguna norma penal puede ser inmoral. La ley es clara a nuestro entender
respecto a eximir de pena a cónyuges y hermanos que conviven, porque el vínculo familiar persiste y el valor
patrimonial no puede superponerse al de familia (aunque pueden haber daños intolerables, como vender o hipotecar
la vivienda familiar). Pero no existiendo esa convivencia, ni “perviviendo la familia”, y rotos los vínculos, la eximente se
convierte en un inmoral permiso para delinquir. Una fábrica de impunidad. Esta norma debe reformularse. De todos
modos, aún con sus defectos, la ley no desampara totalmente al cónyuge damnificado, ya que la excusa absolutoria
(como todas), sólo tiene efectos o alcances de carácter penal y deja indemne el derecho a resarcimiento civil, que ya
no se discute (como ocurría antiguamente) e inclusive se propicia mayoritariamente en doctrina. Pero esta es una
verdad a medias, porque nuestra experiencia judicial nos ha enseñado que algunos daños son irreparables y no sólo
perjudican al cónyuge sino a todo el grupo familiar (casos de maridos violentos que han incendiado su casa; o
mujeres u hombres que han enajenado bienes fraudulentamente, habiendo hijos que se vieron privados de una mejor
vida, en virtud de las rencillas de sus padres). Reiteramos este concepto y no nos cansamos de hacerlo, porque a
diario conocemos estos verdaderos “dramas”. La única razón de la eximente de pena, es porque el legislador
pretendió privilegiar el vínculo de familia por sobre el derecho de propiedad, pero en los casos de separación de
hecho o divorcio en trámite, de agresiones intrafamiliares y otras conductas semejantes, la excusa aparece como
“lela” y en rigor conduce a la impunidad de verdaderas conductas reprobables en las que ya no hay vínculo
válidamente qué proteger. Antes bien, se generan injustas situaciones de impunidad.
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Introducción a la unidad

Acción Penal (En Sentido Material)

En sentido material, la acción fue entendida como la potestad (poder-deber) punitiva del estado
limitada a cada uno de los tipos del orden jurídico penal, que tiene por objeto, en cada caso concreto, la
aplicación real de la pena, transformando la punibilidad en punición efectiva. En otras palabras, la
acción penal es la manifestación de la potestad represiva del Estado que aparece como “el derecho de
someter al autor a la pena que la ley establece para el caso” (Núñez).

Contenidos de la Unidad

1 Concepto General de Acción Penal.

2 Acción Dependiente de Instancia Privada.

3 Acción Privada (o Acción Penal Pública de Ejercicio Privado).

4 Amnistía.

5 Prescripción.
6 Renuncia del Agravado (Art. 59 Inc. 4° del C.P.).

7 Referencias.

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Concepto general de acción penal

En Sentido Material
La acción fue entendida como la potestad (poder-deber) punitiva del estado limitada a cada uno de los tipos del orden
jurídico penal, que tiene por objeto, en cada caso concreto, la aplicación real de la pena, transformando la punibilidad en
punición efectiva. En otras palabras, la acción penal es la manifestación de la potestad represiva del Estado que aparece
como “el derecho de someter al autor a la pena que la ley establece para el caso” (Núñez).

En Sentido Procesal
es la actividad de los órganos legalmente autorizados, que tiene por objeto llegar a realizar la sanción con que se
amenaza una determinada conducta prohibida cuando ésta se ha producido o se afirma que se ha producido. Aparece así
como "el momento dinámico de una pretensión punitiva preexistente" (Soler).
El presente estudio, refiere únicamente a su aspecto material, regulada por el código de fondo.

Naturaleza: según lo expresado, para una tendencia tiene un carácter estrictamente procesal:
paralelamente a la acción civil, la acción penal no es más que el derecho, de carácter formal, de
peticionar a los órganos encargados de aplicar la ley penal, que la hagan efectiva.

Según otros autores, como Maggiore, Terán Lomas, Creus, Núñez, etc., tiene carácter material ya que es la manifestación
de la potestad de castigar en sí misma, como derecho sustancial constitutivo de uno de los presupuestos de la
imputación penal. Núñez especialmente afirma que "La acción penal tiene siempre naturaleza pública, porque pertenece al
Estado y persigue satisfacer un interés social, como el castigo del delincuente para seguridad y tranquilidad de la
sociedad”.

Objeciones Constitucionales
No hay acuerdo pleno en doctrina sobre la constitucionalidad que el código penal contenga normas sobre acción penal,
ya que por tratarse de acción, implica dinámica o procedimiento y esto es materia propia y reservada de legislación de las
provincias.

Para la tesis puramente procesalista de la acción penal, su regulación, en principio, debería estar estrictamente reservada
a los códigos procesales de cada estado (provinciales y nacionales).

Para la concepción material, no habría objeción alguna al incluir normas sobre acción penal en el código de fondo; sea
estrictamente por aquel carácter material, sea por el carácter limitado de la potestad de la cual la acción penal es
expresión. El código de la Nación define la naturaleza de la acción penal, porque el Ius puniendicorresponde al Estado
Nacional.

Distintas clases de acciones penales y su ejercicio

En nuestro derecho se distinguen aquellas acciones cuya titularidad y ejercicio corresponde a los órganos públicos y las
acciones privadas cuya titularidad y ejercicio corresponden a los particulares involucrados. Dentro de las primeras están las
ejercitables de oficio y las dependientes de instancia privada.

Acción ejercitable de oficio u oficiosa


Concepto

El principio general en materia de acciones penales (que surge del anterior art. 71 del C.P.) es que todas las acciones se

debían ejercitar de oficio, salvo aquellas que expresamente están excluidas por la ley.

Este es una regla o mandato estatal que manda (en general) a perseguir y castigar todo delito cometido en el territorio de

la Nación (con la excepción que el mismo C.P. establece en los arts. 72 y 73).

Por un principio de seguridad jurídica contenido en el Preámbulo de la Constitución Nacional (“afianzar


la justicia”), la Nación tiene la potestad (a través del Congreso) de establecer las conductas que se
perseguirán y reprimirán a título de delito; y además tiene el deber (a través de los órganos de Justicia
–Ministerio Público y Poder judicial-) de perseguirlos, juzgarlos y condenarlos.

La primera excepción a esta regla surge del propio art. 71 del C.P. que en su nueva redacción
establece:
“Sin perjuicio de las reglas de disponibilidad de la acción penal previstas en la legislación procesal, deberán iniciarse de oficio
todas las acciones penales, con excepción de las siguientes:

1. Las que dependieren de instancia privada;

2. Las acciones privadas”.

(Artículo sustituido por art. 2° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015).

Ejercitable de oficio, significa que ante el conocimiento de un hecho delictivo (“notitia criminis”) por cualquier medio que
no sea ilegal, debe promoverse y procederse a la persecución y represión del delito por propia iniciativa y sin necesidad
de que nadie lo requiera; por ello se dice que constituye un poder y un deber del Estado y sus órganos predispuestos.

Los códigos procesales, establecen el modo en que previamente (juicio previo) se investigará y los
medios legales que se emplearán a fin de individualizar a todos los que participaron del mismo (según
los arts. 45 y 46 del C.P. y a quienes eventualmente lo encubrieron)[1].

Entonces, la regla es que deben iniciarse de oficio (sin


necesidad de denuncia) todas las acciones por delitos
contenidos en la ley penal de fondo y sus leyes
complementarias, excepto las que se enumeran en los arts.
72 (dependientes de instancia privadas) y en el art. 73
(acciones penales públicas de ejercicio privado) o las que
los códigos procesales dispongan.

Principios que la rigen


Legalidad Procesal Parcial

Según el cual el órgano estatal encargado de ejercer la acción debe hacerlo (poder-deber) toda vez que se den los presupuestos
materiales de ella, aunque ahora pueda basarse en juicios de conveniencia o de carácter político o de oportunidad, para evitar ejercerla
(indisponibilidad del órgano persecutorio).

Indivisibilidad Parcial

Según el cual la acción penal debe ejercerse contra todos aquéllos que han participado en el delito, sin excepción alguna (aunque en el
devenir del proceso se vayan eliminando a los que están amparados por una excusa absolutoria, causas de justificación o de
inculpabilidad).

Irretractabilidad Parcial

Una vez promovida la acción penal, su ejercicio puede suspenderse, interrumpirse o hacerse cesar, o retrotraerse, en los casos que el
Fiscal lo considere, por lo que el Ministerio Público Fiscal[2].

Caracteres
La acción penal pública perseguible de oficio al igual que la acción penal pública dependiente de instancia privada (que
una vez instada se torna igualmente oficiosa), poseen los siguientes caracteres:

1 Son de ejercicio obligatorio.

2 Son de ejercicio público (exclusiva y excluyentemente a cargo de órganos naturales y predispuestos


previamente por el estado).

3 Irrefragable.

4 Indisponible por los particulares y aún por los órganos públicos[3].

Señala D’Alessio-Divito (en el C.P. de la Nación comentado), “no tiene relevancia el desistimiento o la
renuncia de la parte interesada, ya que el Ministerio Público actúa contra todas las personas que
aparezcan involucradas en la perpetración de un delito (principio de indivisibilidad subjetiva o
personal), a las que someterá al debido proceso para que el órgano jurisdiccional competente
determine su responsabilidad penal o inocencia”. Esto puede variar según el código de forma ha
aplicar.

Art. 120 de la C.N.

"El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por función
promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales de la sociedad... ".

Allí se expresa normativamente el Ius puniendi, entendido como el poder-deber del Estado de promover de oficio la
investigación (sistema acusatorio), o la excitación de la actividad jurisdiccional (sistema mixto) para perseguir necesaria
e indisponiblemente a los posibles autores o partícipes de un ilícito penal, sin otros condicionamientos que los que
establece la propia ley. Tanto la exclusividad del fiscal para promover la acción penal pública como su indisponibilidad
están consagradas por la ley 24.946 (Ley Orgánica del Ministerio Público nacional) y por el art. 5º, CPPN”[4].

En cuanto al modo de conjugarse esa exclusividad con la presencia del querellante, la jurisprudencia ha afirmado que el
M.P. Fiscal es quien debe ejercer la acción penal, mientras que el querellante particular es una parte eventual en el proceso
y ahora tiene potestad acusatoria autónoma -para ejercer la pretensión punitiva y para promover el proceso penal-, si la
legislación procesal del lugar se la otorga.
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Acción dependiente de instancia privada

Concepto
Existen acciones penales públicas pero dependientes de instancia privada, cuando la ley requiere una manifestación de
voluntad del ofendido por el delito, o de sus representantes legales (cuando el mismo no puede expresaría válidamente
por sí), para que la actividad estatal persecutoria-represiva pueda ser ejercitada por el órgano estatal que es titular de la
misma.

Es una acción penal, pública, oficiosa, pero por excepción, dependiente de instancia privada (requiere la
previa denuncia del ofendido o de sus representantes legales).
Fórmula Legal

El art. 72 dispone:

“Son acciones dependientes de instancia privada, las que nacen de los siguientes delitos:

1 Los previstos en los arts. 119 (Abuso sexual simple, grave, con penetración y sus agravantes), 120
(Estupro) y 130 (Rapto) del C.P., cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o lesiones de las
mencionadas en el art. 91 (gravísimas).

2 Lesiones leves, sean dolosas o culposas. Sin embargo, en los casos de este inciso se procederá de oficio,
cuando mediaren razones de seguridad o interés público.

3 Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.

En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia del agraviado, de su tutor,
guardador, o representantes legales.
Sin embargo se procederá de oficio cuando el delito fuere cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni

guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador.

Cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre algunos de éstos y el menor, el Fiscal podrá actuar de oficio

cuando así resultare más conveniente para el interés superior de aquél”.

Fundamento
Por lo general, la ley dispone la acción dependiente de instancia privada para aquellos delitos en los que se considera políticamente más conveniente respetar la
decisión del ofendido, por encima del interés que puede tener el Estado en la represión.

Titular del Derecho a Instar


La manifestación de voluntad que constituye el acto de instancia debe realizarla el agraviado por el delito (art. 72, 2°
párrafo del C.P.) Agraviado es el ofendido por el delito, es decir, el titular del bien jurídico que el delito vulnera[5].

Forma del acto de instancia: El acto de instancia puede realizarse por denuncia o acusación (en
realidad ésta última debe ser entendida como querella), conforme al art. 72, 2° p. C.P.
En el sentido del código penal, denuncia es el hecho de poner en conocimiento de la autoridad competente (policía,
prefectura, gendarmería, Fiscal penal o Juez de Instrucción) un hecho supuestamente delictivo con el pedido de que el
mismo se investigue.

No se requiere formalidad estricta alguna para denunciar. El acto de instancia, por consiguiente, puede formularse de
cualquier modo, por escrito o verbalmente (aunque de ello se dejará debida constancia), personalmente o por intermedio
de mandatario munido de poder especial.

Efectos del acto de instancia


Con relación a la acción, el acto de instancia no constituye el ejercicio de la misma ni su promoción, sino la remoción de
obstáculo para que dicha acción pueda ejercitarse.

Sin embargo, una vez producido es definitivo, no puede retractarse, ya que el titular del acto de instancia
no es el titular de la acción. Una vez que se produce aquél, el titular de la acción (es decir, el órgano público
correspondiente) debe iniciarla de oficio bajo la vigencia de los principios de legalidad procesal e
indivisibilidad de que hemos hablado al referirnos a la acción ejercitable de oficio.

Efectos de la falta de acto de instancia


Se considera, mayoritariamente, que el acto de instancia es una condición de procedibilidad, con lo que si falta el mismo,
el titular de la acción (Ministerio Público Fiscal) no la puede promover.

Si se inició o concluyó un proceso (por inadvertencia de los órganos públicos o por error), el mismo no es válido y debe
declararse su nulidad en el momento de detectarse la falencia (de oficio o a pedido de parte). Pero no por ello desaparece
el delito, sino que la punibilidad queda suspendida, ante la posibilidad de que se denuncie efectivamente el hecho y
renazca el poder punitivo del estado en plenitud (si no se ha operado el plazo de prescripción o sobrevenido alguna otra
causal de extinción de la acción penal), sin que por ello se viole el principio “non bis in eadem” (puesto que el anterior
proceso por ser nulo no surtió nunca efectos).
Plazos para realizar el acto de instancia
Como nuestra ley no fija plazo alguno para la producción del acto de instancia, el mismo puede ser válidamente
formulado durante todo el tiempo comprendido entre la realización del hecho y el término en que se prescribe la acción
correspondiente al delito o concurso de delitos (plazo que nunca podrá exceder de 12 años, por mera decisión del
legislador argentino).

Casos comprendidos y excepciones

Conforme a lo dispuesto por el art. 72 C.P., los delitos dependientes de instancia privada son:

Abuso Sexual (simple, grave y con penetración o violación), Estupro y Rapto



En estos casos, se espera la denuncia de la víctima para evitar que, como consecuencia del proceso penal, sufra la revictimización
(revivir el daño causado). Según Clariá Olmedo, la necesidad de denuncia refiere a delitos que afectan el pudor privado, quedando
excluido el pudor público (también lo entiende así Núñez). Por ello no son dependientes de instancia privada la promoción y facilitación
de la prostitución y corrupción, ni el suministro de pornografía a menores, ni las exhibiciones obscenas, ni la explotación de la
prostitución, todos estos delitos se investigan de oficio.

Lesiones leves, sean dolosas o culposas



Pero se procederá de oficio cuando median razones de interés público o de seguridad común, circunstancias que son externas o ajenas
al resultado de la figura penal, pero cuya repercusión impone que se investiguen de oficio. “Puede ser por conducción temeraria de
vehículos, cuando la víctima fuera funcionario público, cuando se producen en un ámbito oficial o en establecimientos de alojamiento de
detenidos o presos. Las razones de seguridad pública, refieren al interés social de la seguridad general.

Impedimento de Contacto de los Hijos Menores con sus Padres No Convivientes



Sin embargo, la misma ley plantea excepciones, sea teniendo en cuenta la gravedad del resultado, el carácter del autor o la particular
situación de la víctima incapaz.

Por la gravedad del resultado, la ley excepciona aquellos casos en que la comisión de cualquiera de los delitos enumerados hubiese
resultado la muerte de la víctima o se le hubiesen causado lesiones gravísimas (los del art. 91 C.P.);

Por el carácter o calidad del autor se excepcionan los casos en que el delito dependiente de instancia privada lo haya cometido
cualquiera de las personas que deben formular el acto de instancia por la víctima incapaz de hacerlo, o una persona que puede
entorpecer la formulación de ese acto por quien lo puede realizar en razón de la relación que los une (ascendiente, tutor, guardador);

Por la calidad de la víctima del delito, cuando hubiese sido un menor que carezca de representantes que formulen dicho acto, es
decir, que no tiene ni padres, ni tutores, ni curadores, ni guardadores.

Discriminando detalladamente las excepciones contenidas en la ley, aun cuando no exista el acto de
instancia:

1º) Se Debe actuar de oficio en los siguientes casos:



a.- En los delitos contra la Integridad sexual (de los arts. 119, 120 y 130):

Cuando resulte la muerte de la persona ofendida;

Cuando resulten lesiones de las mencionadas en el artículo 91.

b.- En los delitos de Lesiones leves (sean dolosas -art.89-, o culposas -art.94-):
Cuando medien razones de seguridad, esto es, que por la naturaleza o por las circunstancias de su realización, el hecho resulta
potencialmente peligroso para la incolumidad de personas o bienes. Son actos generadores de daño o peligro indeterminado o
potencial para la seguridad general, que imponen la persecución de oficio más allá de la voluntad de denunciar de la víctima (como
es el caso de las lesiones culposas producidas a raíz de la conducción de un vehículo de transporte público por parte de un
conductor en estado de ebriedad).

Cuando medien razones de interés público, es decir, que las características de las conductas o agresiones que generaron las
lesiones o el contexto en el que se produjeron, ponen en juego el orden o bienestar de la comunidad (como las lesiones producidas
por la agresión de una patota, o en un establecimiento de detención).

En ambos casos (delitos sexuales y lesiones leves, dolosas o culposas):

Cuando la víctima sea un menor que no tenga padres, tutor, guardador o representantes legales

Cuando el victimario sea un ascendiente, tutor o guardador.

La doctrina incluye a otros incapaces, que encontrándose en la misma situación del menor y por no estar expresamente nombrados,
provocarían acción oficiosa.

2º) Se Puede actuar de oficio:



El Fiscal podrá (enunciación de carácter facultativo legalmente reglada) actuar de oficio, cuando existieren intereses gravemente
contrapuestos entre el menor y sus padres, tutor, guardador o representantes legales, y dicha actividad oficiosa, resultare más
conveniente para el interés superior del menor.
“Si bien la ley autoriza a la persona ofendida o a quienes corresponda, a ocultar los hechos si así lo decidiesen, dicha autorización no es
ilimitada y cesa, debiendo procederse de oficio frente a determinadas excepciones, y una vez removido el obstáculo la acción penal se
encuentra a cargo del Fiscal de Instrucción. Caso en el que en conocimiento de lo ocurrido (denuncia) y en atención a su gravedad, el
fiscal podrá actuar de oficio en protección de la persona abusada, quien a priori aparecería con facultades reducidas”.Cáceres, Ramón
Javier s. Abuso sexual agravado por acceso carnal y lesiones leves en concurso real - STJ, Corrientes; 07-03-2012; Sumarios Oficiales
Poder Judicial de Corrientes; RC J 5366/13.
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Acción privada (o Acción penal pública de ejercicio privado)

Es aquella cuyo titular del ejercicio no es el órgano público, sino el particular ofendido por el delito, que, por
consiguiente, es quien la inicia y ejerce.

En estos casos, la ley considera prevaleciente el interés del particular en perseguir o no el delito, sobre el interés público
en la represión del mismo. En suma, al Estado no le interesa sancionar estos delitos, más allá del interés del ofendido,
quien puede ejercerlo o no, en forma total o parcial, contra uno o todos sus ofensores[6].

Definición legal: Art. 73 del C.P. dispone:


“Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos:

1 Calumnias e Injurias.

2 Violación de Secretos, salvo en los casos de los arts. 154 y 157.

3 Concurrencia desleal, prevista en el art. 159.

4 Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge (ley 14.394).

Asimismo, son acciones privadas las que, de conformidad con lo dispuesto por las leyes procesales correspondientes,
surgen de la conversión de la acción pública en privada o de la prosecución de la acción penal por parte de la víctima.

La acción, por calumnia e injuria, podrá ser ejercitada solo por el ofendido y después de su muerte por el cónyuge, hijos,
nietos o padres sobrevivientes.

En los demás casos, se procederá únicamente por querella del agraviado o de sus guardadores o
representantes legales. (Artículo sustituido por art. 3° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)

Titular de la acción

La regla general es que solo puede instar y ejercer la acción el agraviado u ofendido por el delito (porque solo a él
incumbe demandar la pena como retribución por el delito cometido).

Si se tratase de un incapaz, la acción puede ser ejercida por los representantes legales del mismo (padres, tutores,
curadores) y, subsidiariamente, por sus guardadores (art. 76 C.P.).

La regla de la posibilidad de ejercer la acción por parte de los representantes y guardadores del incapaz, tiene una sola
excepción en la acción por los delitos de Calumnias e Injurias, que solo puede ser ejercida por el ofendido (o los
representantes del incapaz) y únicamente continuada por terceros después de su muerte, es decir, cuando él la haya
iniciado pueden continuarla ciertos herederos (cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes), conforme al art. 75 C.P.
Ejercicio

En cuanto a su ejercicio, tanto la promoción como el impulso de la acción en todo su desarrollo procesal corresponde al

agraviado (el ministerio público fiscal no interviene), se lleva a cabo mediante una querella criminal, que normalmente se

ejerce en sede correccional (con competencia para delitos menores)[7].

En ese proceso, el ofendido (actor penal), promueve, prueba, impulsa y requiere sentencia condenatoria al Tribunal. Si
abandona su labor, renuncia a su querella o perdona al ofensor, el proceso se paraliza y la pretensión se extingue, pero
carga con las costas que produjo por el desgaste jurisdiccional provocado[8].

No debe confundirse la querella criminal por delitos de acción de ejercicio privado, con el querellante que actúa adhesiva
o conjuntamente con el Ministerio Fiscal, en pos de la persecución y castigo de un delito perseguible de oficio puro o
dependiente de instancia privada.

Caracteres
A pesar de seguir siendo acción penal y pública, en la acción de ejercicio privado encontramos los siguientes caracteres
distintivos con la oficiosa y la dependiente de instancia privada:
1 2 3

La acción privada (a diferencia de la acción pública oficiosa pura o dependiente de instancia privada), admite el
principio de divisibilidad, es decir, el agraviado puede iniciarla contra uno o algunos de los partícipes en el hecho y
no contra otros.

1 2 3

La acción privada es renunciable y, conforme al principio de divisibilidad, la renuncia también puede limitarse a uno
o algunos de los partícipes del hecho.

1 2 3

Como es un derecho personal del agraviado, la facultad conferida por la ley con referencia a la acción privada en
principio no es transmisible a los herederos del mismo, excepto con referencia a los delitos de calumnias e
injurias, que, como hemos visto, resulta relativa, ya que se requiere que la acción haya sido iniciada por el agraviado
y los herederos que la ley menciona solo pueden continuarla.

Casos comprendidos. Según el art. 73 C.P., los delitos de acción privada son:

Calumnias o Injurias (arts. 109 y 110 del C.P.)

Violación de secretos, salvo los casos de los arts. 154 y 157 C.P.

Concurrencia desleal o competencia desleal (art. 159 C.P.)

Incumplimiento de deberes de asistencia familiar cuando la víctima fuere el cónyuge (ley 13.944).

Las que, de conformidad con lo dispuesto por las leyes procesales correspondientes, surgen de la
conversión de la acción pública en privada o de la prosecución de la acción penal por parte de la víctima
(incorporado en 2015). Esta acción privada surge a partir del “abandono del estado” de sus funciones
esenciales por mandato constitucional.

Extinción de las acciones

En este tópico, estudiaremos la extinción del poder represivo del estado (Ius puniendi).

El instituto se halla establecido a favor de los autores de un delito, pero también en la necesidad de cerrar en algún
momento las persecuciones penales para pacificar a la sociedad, por lo que en su origen obedece a diversas
motivaciones (personales, temporales, de política criminal, de conveniencia legislativa, de carácter político, etc.)

Especies de Extinción
Las causas de extinción de la acción pueden ser:

a) De carácter personal

Son aquellas que refieren exclusivamente a un determinado autor o participe; los efectos no se extienden a los demás partícipes del
hecho.

b) De carácter objetivo

Son aquellas que refieren al mismo hecho ilícito; sus efectos se extienden a todos los agentes de ese hecho.

De carácter mixto

Son aquellas cuyos efectos pueden extenderse a los agentes del hecho o restringirse a uno o algunos de ellos, es decir, son causas que
operan dentro de la esfera del derecho del titular de la acción privada según la regla de la divisibilidad que rige a la misma.

Efectos de las Causas de Extinción de la Acción


Producen efectos materiales y procesales:
1 Materialmente, extinguen la potestad represiva del estado y con ello, la posibilidad de perseguir por el
delito cometido e imponer la sanción que hubiere correspondido (sea que se trate de una pena o de una
medida de seguridad).

2 Procesalmente, si la acción no ha sido ejercitada, ya no podrá serlo en el futuro. Si ha sido iniciada o


manifestada en actos procesales de persecución, el proceso termina automáticamente por
sobreseimiento, lo cual implica la imposibilidad de renovar la acción, pues el imputado oportunamente
sobreseído queda amparado por la garantía del “non bis in eadem”.

Extinción de la Acción Penal en el Derecho Argentino

1. Por la muerte del imputado;

2. Por la amnistía;

3. Por la prescripción;

4. Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción privada;

5. Por aplicación de un criterio de oportunidad, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes;

6. Por conciliación o reparación integral del perjuicio, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes;

7. Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para la suspensión del proceso a prueba, de
conformidad con lo previsto en este Código y las leyes procesales correspondientes.

(Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)

Muerte del Imputado


Siendo la responsabilidad delictiva y la sanción penal de estricto carácter personal, la muerte del imputado quita toda
base a la acción (y lo hará con la pena). En nuestro derecho es una causa de extinción que tiene carácter absoluto. No se
podrá llevar adelante el proceso contra un tercero, ni se podrá imponer pena alguna (ni siquiera la de multa) a terceros, a
quienes se pretenda transmitir la responsabilidad, como ocurre en materia civil[9].
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Amnistía

Antes que nada, debemos aclarar que amnistía proviene


del vocablo griego amnesis (que significa olvido). Y esto es
importante porque amnistía significa exactamente el olvido
del delito.

Tanto la amnistía como el indulto nacieron del Ius gratiandi (o derecho de perdonar) que tenía el príncipe (el rey, o el
gobernante), generalmente para pacificar los ánimos en las comunidades sometidas a su “imperium” y que a veces se
hallaban más conmocionados por la persecución y castigo de los delitos, que por la alarma y desasosiego que había
causado el delito mismo.

Hoy por hoy, podemos definir a la amnistía como el acto legislativo que suspende la aplicación de la ley penal con
referencia a hechos determinados, extinguiendo la acción en curso, que pueda ejercitarse o que aún no se ha iniciado.

No es un acto jurisdiccional sino político-jurídico como bien lo define Lescano (h)[10].

Se fundamenta en la preservación de la paz social, en aquellos casos donde no es conveniente la total derogación de la
ley penal, sino su restricción con respecto a situaciones determinadas, pero no por ello es un acto de poder discrecional,
sino subordinado al orden jurídico-constitucional y concretado según sus prescripciones.

Pero además guarda exacta correlación con la existencia de la ley penal. Si el legislador crea delitos
para garantizar la paz, la tranquilidad y la seguridad general e individual, igualmente puede derogar su
persecución, cuando ello implica una alteración de esa paz, de esa tranquilidad o de la seguridad
común o individual.
En efecto, al igual que en el caso anterior, la amnistía deja incólumes los derechos a resarcimiento patrimonial a favor de
quienes resultaron perjudicados por el delito. Tampoco la amnistía impide el decomiso de los instrumentos y producido
del delito.

Órgano que dispone la amnistía


En la mayoría de los países, son los órganos legislativos nacionales quienes otorgan la amnistía (en nuestro país, al
Congreso Nacional posee la facultad de dictar la amnistía con referencia a los casos de delitos previstos en el código
penal o leyes penales especiales dictadas por el mismo Congreso; mientras que a las legislaturas provinciales les
corresponde dictarla en aquellos casos de infracciones a leyes que entran en la esfera de sus atribuciones, según los
poderes reservados, como en materia de contravenciones u otras leyes locales).

Oportunidad

La amnistía puede dictarse únicamente por hechos ya ocurridos, pero ello puede ser antes de que hubiesen sido objeto

de proceso, investigación o juzgamiento; siempre y cuando no haya recaído sentencia condenatoria firme. En este último

caso, el beneficio ya no opera como causal de extinción de la acción penal, sino como de extinción de la pena.
Sin embargo, la amnistía no produce efecto alguno en aquellos procesos en los cuales la acción ya ha
sido declarada extinguida por otra causal distinta.

Requisitos

Los caracteres o requisitos que la distinguen de otros institutos son los siguientes:

1. Generalidad

La amnistía, para ser constitucionalmente válida, requiere que sea general. Es general cuando "comprende todos los delitos de una
misma especie que pueden haberse cometido en un momento dado o los de cierta época" (S.C.N.).

2. Impersonalidad

Debe referirse impersonalmente al hecho o hechos amnistiados (Soler), de manera que no individualice la delincuencia por la
determinación concreta de los hechos delictuosos particulares o de sus autores (Núñez). Es inconstitucional una ley de amnistía que se
pronuncie sobre un delito concreto, cometido por una determinada persona.
No obstante ello, existen ciertas limitaciones al carácter general del instituto fundadas en la posibilidad de imponer restricciones para su
concesión -también de carácter general- (ejemplos: la exclusión de determinadas categorías de agentes, como los reincidentes; la
exclusión de ciertos hechos por sus móviles, como los cometidos con ánimo de lucro, por su naturaleza en los delitos comunes, o por
las circunstancias en que los mismos se cometen, como los ocurridos en tiempo de guerra; por las modalidades de ejecución, como el
uso de medios estragosos; o la imposición de condiciones para que la amnistía proceda en casos determinados, como devolver las
armas, los efectos del delito o el botín del mismo).

3. Rige para lo futuro



Al respecto, debe señalarse que la amnistía significa olvidar lo que fue, por ende no puede generar un beneficio a futuro, pues -en tal
caso- el legislador incurriría en el error de autorizar la comisión de futuros delitos. Los alentaría.
Ahora bien, en el caso de delitos continuados, el beneficio cancelatorio de la represión penal que implica la Amnistía, juega hasta el
momento de la entrada en vigencia de la ley. Pero los actos que prosigan después de ese momento, serán punibles[11]

4. Emanada de un acto legislativo



Conforme a la normativa constitucional (nacional y provincial) solo el Congreso (a través de un acto legislativo) o las legislaturas
provinciales pueden otorgar amnistías.
5. Irrevocable

Salvo que lo sea por otra ley más benigna. El derecho adquirido por los beneficiarios de la ley no puede ser cancelado una vez que la ley
que los otorgó entró en vigencia.

6. Irrenunciable

Al tratarse de un acto de poder político-jurídico, es indisponible por los beneficiarios y debe aplicarse aún de oficio a favor de los
mismos.

7. De orden público

Atento los altos fines de bien común que persigue el instituto, su origen constitucional y el acto legislativo que la implementa, sus
disposiciones son de orden público, hallándose por encima de los intereses particulares.

8. Eventualmente Objetiva

Cuando la ley amnistía delitos, opera desde un punto de vista objetivo y por ende alcanza a todos los partícipes de estos hechos.

9. Eventualmente Subjetiva

Cuando la ley opera en beneficio de una franja o categoría de determinados imputados por hechos determinados, sólo opera en
beneficio de los que señala expresamente (Como por ejemplo, una ley de amnistía a favor de quienes participaron en la época subversiva
obedeciendo órdenes superiores, o que beneficia específicamente a los partícipes de delitos contra la propiedad y no a los
encubridores).

Efectos

En cuanto a la extensión objetiva de sus efectos, la amnistía puede comprender cualquier clase de delitos, tantos
políticos cuanto comunes.

A B C D
A B C D

En los delitos de consumación compleja, si se amnistía el delito principal, quedan también amnistiados los delitos
componentes de la consumación de aquel.

A B C D

Se extiende a todas las formas de manifestación del delito, es decir, a la tentativa, toda especie de participación y a
delitos que juegan en concurso ideal con el amnistiado, conforme lo acabamos de sostener como principio
general. Inclusive se ha extendido la amnistía a ciertos casos de concurso real, cuando se trate de delitos conexos,
por ejemplo, los que son medios o fines de los delitos amnistiados. Sin embargo, la ley de amnistía puede excluir
cualquiera de aquellas formas o delitos, de sus efectos.

A B C D

Procesalmente, al quedar extinguida la acción penal, el Juez que tenga la causa a su cargo en ese momento
(cualquier etapa procesal) debe declarar el sobreseimiento de oficio, concluyendo el proceso de pleno derecho.

A B C D

Materialmente, la amnistía borra el hecho como delito (S.C.N.). Con ello, borra el carácter delictivo del suceso de
una manera absoluta, por lo que el mismo hecho no podrá ser atribuido al autor como delito por un rubro distinto de
aquel en el que fue comprendido en la amnistía.

Todos estos efectos se producen desde el momento que fija la ley, o, en su defecto, desde que la
misma entra en vigencia y no pueden ser renunciados por el beneficiario, el cual únicamente puede
discutir si su particular caso queda o no comprendido en la ley respectiva.
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Prescripción
1

Concepto
Es una forma de extinción de la acción penal (entendida desde el aspecto sustancial, como potestad represiva del estado
o Ius Puniendi) por el solo transcurso del tiempo, a partir de un plazo fijado por la ley, que tiene como efecto aniquilar la
potestad punitiva estatal, lo cual impide la persecución penal de los responsables (cualquiera sea su grado de
participación)[12].

Fundamento
En general, la aplicación de este instituto jurídico se funda en la desaparición de los efectos del delito, dado el transcurso
del tiempo, y las dificultades para su investigación y juzgamiento.

Naturaleza
Aunque la solución que se dé al problema, depende en última instancia de los conceptos de acción procesal penal, tres
tesis diversas se han pronunciado al respecto:

A B C

La que afirma que el instituto de la prescripción es de naturaleza jurídico-material, por cuanto extingue la
potestad punitiva del estado (ius puniendi). La doctrina y jurisprudencia parecen pronunciarse por esta tesis.

No hay mucho por discutir, con los pronunciamientos definitivos de la CSJN y la CFCP en esta materia:

1) “En relación al planteo efectuado en los recursos de casación interpuestos con relación a la errónea
aplicación de lo dispuesto por el artículo 2 del Código Penal, cabe recordar liminarmente que tal como lo ha
afirmado la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo relativo a la prescripción cabe sin duda alguna en el
concepto de ley penal, desde que ésta comprende no solo el precepto, la sanción, la noción del delito y la
culpabilidad, sino todo el complejo de las disposiciones ordenadoras del régimen de extinción de la pretensión
punitiva”. (CSJN - Fallos 287:76) “M.L.M. y otros s. Recurso de casación – CNCP - Sala IV (denominación
anterior al art. 13, Ley 26371, B.O. 30/05/2008); 13-03-2009; Boletín Secretaría de Jurisprudencia de la CFCP; RC
J 12574/10.

2) "La extinción de la acción penal es de orden público y se produce de pleno derecho por el transcurso del
plazo pertinente, de tal suerte que debe ser declarada de oficio, por cualquier tribunal, en cualquier estado de la
causa y en forma previa a cualquier decisión sobre el fondo". CSJN. (Voto de la Dra. Elena I. Highton de
Nolasco), S. 717. XXXVI, "Sanz T. M. s/ Calumnias", 30/05/2006; Fallo: 329: 2005). F.J.R. y otros s. Recurso
extraordinario de inconstitucionalidad - Recurso de queja - STJ, San Luis; 19-08-2008; Sumarios Oficiales Poder
Judicial de San Luis; RC J 1134/13.

A B C

La que afirma que es un instituto de naturaleza procesal, porque es un impedimento para la prosecución de la
acción penal o la dificulta, al extremo de justificar la cancelación de la acción en sentido sustancial.
A B C

Otra postura sostiene que se trata de un instituto de carácter mixto, ya que si bien es esencialmente de
carácter material, produce efectos de carácter procesal.

Carácter
El instituto bajo estudio, es una causa de extinción de la acción penal, de carácter estrictamente personal, por expresa
imposición legal, conforme surge del art. 67 "in fine" del C.P.[13]

“La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada uno de los partícipes del delito”.

Plazos y Términos, Según el Art. 62 C.P.

“La acción penal se prescribirá durante el tiempo fijado a continuación:

1 A los 15 años cuando se tratare de delitos cuya pena fuere la de reclusión o prisión perpetua.

2 Después de transcurrido el máximo de duración de la pena señalada para el delito, si se tratare de hechos
reprimidos con reclusión o prisión, no pudiendo en ningún caso, el término de la prescripción exceder de
12 años ni bajar de 2 años.

3 A los 5 años, cuando se tratare de un hecho reprimido únicamente con inhabilitación perpetua.

4 Al año cuando se tratare de un hecho reprimido únicamente con inhabilitación temporal.

5 A los 2 años, cuando se tratare de hechos reprimidos con multa”.

En definitiva:
1 2 3 4

En los delitos conminados con penas de reclusión o prisión perpetua (pena a término fijo), la acción se prescribe a
los 15 años (plazo fijo). Este es uno de los casos en que contrariamente a otras disposiciones, el código penal
argentino equipara la pena de reclusión o prisión, siguiendo una tendencia general que se viene dando en occidente
desde mediados del S. XX. Claro que nuestro código, establece plazos mucho más benignos que otras
legislaciones.

1 2 3 4

En los delitos conminados con penas temporales privativas de libertad, la acción prescribe en el tiempo máximo de
la pena fijada (sea el delito tentado o consumado). Sin embargo este plazo no puede ser mayor de doce años ni
menor de dos años (Si por ejemplo un delito tiene pena de 1 mes a 1 año de prisión o reclusión, deberán transcurrir
como mínimo dos años para que prescriba la acción. Viceversa en un delito como el Homicidio simple que tiene
pena de 8 a 25 años, deberán transcurrir como máximo 12 años para que prescriba la acción penal). Al igual que en
el caso anterior, la prescripción se interrumpirá por la comisión de un nuevo delito. Concordantemente, la mayoría
de los códigos procesales del país instan a la conclusión de los procesos en un plazo no mayor de dos años, ya
que sin condena -se sostiene-, no se puede tener en cuenta el nuevo delito como causal de interrupción.

1 2 3 4

En los delitos conminados con penas de inhabilitación perpetua, prescribe a los cinco años. Al cabo de los mismos,
el reo no juzgado o condenado, quedará rehabilitado en forma automática.

1 2 3 4

En los delitos conminados con pena de inhabilitación temporal, prescribe al año.


1 2 3 4

En los delitos conminados con penas de multa (cualquiera sea su monto) la acción prescribe a los dos años.
Transcurrido ese término no se le podrá perseguir ni juzgar por el delito conminado únicamente con pena de multa.

Cómputo

El cómputo de la prescripción está regido por el principio de unidad, según el cual, el plazo de prescripción es uno aunque

el delito se castigue con penas alternativas o conjuntas de distinta naturaleza.

Se discute cuál de las distintas penas se toma para realizar el cómputo: se ha sostenido alguna vez que la prescripción se

rige por la pena de naturaleza más grave, pero la tesis que prima en nuestra doctrina y jurisprudencia es la que sostiene

que el cómputo se realiza tomando el plazo mayor de prescripción, aunque éste no corresponda a la pena de naturaleza

más grave.

Respecto al interrogante de cuándo se comienza a contar el plazo de prescripción, la cuestión se


resuelve según el art. 63 C.P. que dispone:
La prescripción de la acción empezará a correr desde la medianoche del día en que se cometió el delito o, si éste fuese
continuo, en que cesó de cometerse.

En los delitos previstos en los artículos 119, 120, 124, 125, 125 bis, 128, 129 -in fine-, y 130 -párrafos segundo y tercero-
del Código Penal, cuando la víctima fuere menor de edad la prescripción de la acción comenzará a correr desde la
medianoche del día en que éste haya alcanzado la mayoría de edad.

Si como consecuencia de cualquiera de los delitos indicados hubiera ocurrido la muerte del menor de edad, la
prescripción de la acción comenzará a correr desde la medianoche del día en que aquél hubiera alcanzado la mayoría de
edad”. (Segundo párrafo incorporado por art. 1° de la Ley N° 26.705, publicada en el (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a
un sitio externo.B.O. el 05/10/2011).

El término comisión implica la realización del tipo delictivo (sea consumado o tentado). Si el delito
exige resultado, para verse consumado el plazo se cuenta a partir de la ocurrencia de dicho resultado.

Sin embargo, es preciso considerar que en los delitos calificados por el resultado, el plazo se cuenta a partir de la
ocurrencia del resultado que califica (por ejemplo, en el incendio seguido de muerte, no desde el momento en que se
produce el incendio, sino desde el momento en que ocurre la muerte).

En los delitos continuados y permanentes, el plazo se cuenta desde el momento en que el delito cesa de cometerse
(cuando se lleva a cabo la última omisión o comisión de esa sucesión delictiva que se extiende en el tiempo), ya que si
bien el art. 63 C.P. se refiere exclusivamente a los primeros, es aceptable la postura de Núñez que considera que resuelve
todos los casos de unidad delictiva.

En los casos de concurso ideal no se presenta ninguna dificultad, dada la unidad de la acción o hecho y
consecuentemente de pena, conforme al art. 54 C.P.

En los supuestos de concurso real, siendo las opiniones divergentes, adoptamos (como la mayoría de la doctrina y la
jurisprudencia) la tesis del paralelismo o de la prescripción paralela, la cual sostiene que los particulares términos de
prescripción se determinan por cada una de las penas correspondientes a los delitos concurrentes y corren
separadamente para cada delito, a partir del último de ellos (Núñez)[14] y que es la que adoptó la ley finalmente.

Hay otra posición de la acumulación, la cual sostiene que, en el caso de concurso real, existe un único
plazo de prescripción, el determinado por el monto de pena que surge de la suma de las penas de los
delitos que integran el concurso (siguiendo así una orientación interpretativa sistemática con el art.
55). Para ello, el cómputo se empezaría a realizar desde que se completa el último delito tentado o
consumado, lo cual es así -se dice porque el art. 55 C.P. tiene la función de fijar un máximo legal para el
caso, como si fuera una pena fijada por la parte especial del código (Soler).

En la reforma operada por ley N° 26.705 (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.(B.O. 5/10/2011), los
delitos previstos en los artículos 119, 120, 124, 125, 125 bis, 128, 129 -in fine-, y 130 -párrafos segundo y tercero- del
Código Penal, cuando la víctima fuere menor de edad, la prescripción de la acción comenzará a correr o se comenzará a
computar desde la medianoche del día en que éste haya alcanzado la mayoría de edad. Si como consecuencia de
cualquiera de los delitos indicados hubiera ocurrido la muerte del menor de edad, la prescripción de la acción comenzará
a correr desde la medianoche del día en que aquel hubiera alcanzado la mayoría de edad”.

Suspensión del plazo de prescripción


En la suspensión de la prescripción, el plazo durante el cual se computa la misma se paraliza, deja de correr. Cuando
nuevamente se pone en marcha el proceso prescriptivo, el plazo que había corrido hasta el momento de la suspensión, no
se pierde, sino que sigue jugando (y acumulándose al nuevo), a favor del reo.

El art. 67 C.P., prevé tres situaciones como motivos de suspensión del curso de la prescripción. Primer
párrafo:
“La prescripción se suspende en los casos de los delitos para cuyo juzgamiento sea necesaria la resolución de cuestiones
previas o prejudiciales, que deban ser resueltas en otro juicio. Terminada la causa de la suspensión, la prescripción sigue su
curso.

La prescripción también se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los
que hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público.

El curso de la prescripción de la acción penal correspondiente a los delitos previstos en los artículos 226 y 227 bis, se
suspenderá hasta el restablecimiento del orden constitucional”.

El texto alcanza a todos los que hayan intervenido como autores, cómplices y/o partícipes de los delitos mencionados
en esas figuras.

A su vez, el art. 76 ter (correlativo del 76 bis que introdujo el instituto de la Suspensión de Juicio a Prueba,
mediante la ley 24.316/94), dispone en su segundo párrafo: “Durante el tiempo de suspensión de juicio a
prueba (1 a 3 años) se suspenderá la prescripción de la acción penal”.

Este texto alcanza solo al beneficiario del instituto de la suspensión de juicio a prueba y no a los demás cónyuges de
causa que no se hayan beneficiado con el instituto, para quienes sigue corriendo el término.

El efecto de la suspensión es impedir que comience a correr el plazo, o que siga corriendo, desde el momento que se
suscita la causal de suspensión, pero en este segundo supuesto no aniquila el plazo ya corrido, sino que se suma al
posterior al momento en que se ha removido la causa de suspensión.

Interrupción del plazo de prescripción


Las causas enunciadas en el artículo reformado prevén la interrupción del plazo de la prescripción de la acción penal por
los siguientes motivos:

El art. 67 en su Segundo Párrafo prescribe:

“La prescripción se interrumpe solamente por:

1 La comisión de otro delito.


2 El primer llamado efectuado a una persona, en el marco de un proceso judicial, con el objeto de recibirle
declaración indagatoria por el delito investigado.

3 El requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo establezca la


legislación procesal correspondiente.

4 El auto de citación a juicio o acto procesal equivalente.

5 El dictado de sentencia condenatoria, aunque la misma no se encuentre firme. (Párrafo sustituido por art.
1° de la Ley N° 25.990 (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.O. 11/1/2005).

La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada delito y para cada uno de sus partícipes, con la
excepción prevista en el segundo párrafo de este artículo”.

Esta interrupción, significa el aniquilamiento del plazo que venía corriendo a favor del reo y el
renacimiento del cómputo del plazo desde cero, a partir del suceso o causal interruptiva. Veamos las
causales previstas por nuestra ley penal, exclusivamente:

A B C D

En cuanto a la comisión de otro delito, debe tratarse de una actividad delictiva producida por el agente, con
posterioridad al delito cuya acción estaba prescribiendo y anterior al término final de dicha prescripción.
La doctrina debate sobre la significación del término nuevo delito u otro delito y no es un problema menor, ya que de
este cómputo depende la aplicación de muchas normas de fondo y procesales en materia penal (no solo el
sobreseimiento que favorece al reo, sino la eventual prescripción de otras acciones por causas anteriores y
posteriores que el mismo registra, la aplicación de la suspensión del juicio a prueba, la aplicación de una condena
efectiva o condicional, la excarcelación o el dictado de prisión preventiva –según su calidad de reiterante o no-,
etc.).
La posición más rigurosa en cuanto a la interpretación restrictiva y aplicación de la ley penal, sostiene que debe
tratarse de otro delito punible, declarado tal y sancionado por sentencia firme, puesto que la ley siempre que se
refiere a delito, lo hace respecto a delito punible (es la posición mayoritaria).
Esto demanda que el nuevo delito que interrumpa la prescripción, para ser tenido en cuenta como tal, debe estar
sentenciado y con condena firme.
La otra postura, menos favorable para el reo, sostiene que basta con que se trate de una nueva conducta típica y
culpable del agente, declarada por cualquier resolución firme (auto de procesamiento, calificación provisoria a los
fines de la investigación, resolución excarcelatoria o que imponga la detención provisoria o la prisión preventiva,
etc.), aunque no fuere una sentencia condenatoria, para que este nuevo hecho sea considerado otro delito
interruptivo de la prescripción[15]. Es decir, no se requiere que el delito sea punible, ya que la ley sólo habla de delito
y no de delito punible (Núñez).
A B C D

El primer llamado efectuado a una persona, en el marco de un proceso judicial, con el objeto de recibirle
declaración indagatoria por el delito investigado;
El único acto que interrumpe el curso de la prescripción durante la instrucción preliminar consiste en la primera
citación del imputado para que preste declaración indagatoria. Debe tenerse en cuenta que sólo el primer llamado a
indagatoria interrumpe la prescripción. Quedan excluidas las reiteraciones por el mismo delito, aunque fueren
dispuestas para indagar sobre nuevas pruebas recogidas. Si en un mismo proceso se cita nuevamente al imputado
para indagarlo sobre otro hecho delictivo, ésta nueva citación sólo tiene efecto interruptor respecto de este delito,
no en cambio sobre el que ya había sido motivo de indagatoria anterior, pues los plazos de prescripción de cada
delito corren de manera paralela.

A B C D

El requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo establezca la


legislación procesal correspondiente;
En consonancia también con el panorama procesal vigente en varias provincias, se ha quitado relevancia al auto de
procesamiento y ha desaparecido en consecuencia su poder interruptor. En cambio, el siguiente impulso real del
proceso recién se atribuye a la etapa de crítica instructoria, cuando a partir de lo actuado en la investigación
preliminar se requiere que el imputado sea llevado a juicio.
Cabe destacar que sólo se habla de "acusador", sin distinguir el público del privado, por lo cual pueden considerarse
incluidas en este supuesto interruptor tanto la requisitoria del fiscal como la del querellante particular.

A B C D

El auto de citación a juicio o acto procesal equivalente;


También interrumpen la prescripción la citación que dispone el tribunal de juicio para que las partes comparezcan a
examinar el caso, ofrecer prueba y efectuar planteos preliminares (es por regla el primer acto jurisdiccional que
lleva a cabo el tribunal de juicio). Cabe tener en cuenta que este acto procesal también contiene entidad interruptora
en los procesos de acción privada (generalmente en sede correccional)

A B C D
El dictado de sentencia condenatoria, aunque la misma no se encuentre firme. (Párrafo sustituido por art. 1° de
la Ley N° 25.990 (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.O. 11/1/2005).
Por último, como se puede ver, interrumpe la prescripción de la acción el dictado de la sentencia condenatoria.
Debe tenerse en cuenta que la interrupción (que implica el aniquilamiento del tiempo de prescripción que venía
corriendo a lo largo de todo ese tiempo previo, en favor del imputado), se produce cuando se dicta sentencia,
momento en el que obviamente no adquiere firmeza la resolución, sino que ello ocurrirá al cabo del plazo prescrito
para recurrirla, sin que ninguna de las partes lo haya hecho.
En cuanto a los efectos de la interrupción, aquellos recaen sobre el plazo que estaba corriendo y al aniquilarlo
definitivamente, ya no se puede volver a computar. Sin embargo, debe advertirse que puede ocurrir que la sentencia
(interruptora) sea anulada por el Tribunal Superior, en ese caso y hasta el dictado de una nueva sentencia, la anulada
no produce sus efectos y allí sí se debe tomar en cuenta el plazo anterior que venía corriendo en favor del reo,
puesto que el acto aniquilador de aquel plazo interruptivo fue invalidado (incluidos sus efectos).

Excepción a la Imprescriptibilidad de la Acción


Los crímenes de guerra, los de lesa humanidad, Genocidios (crímenes horrendos)
En el caso de los llamados “Crímenes contra la Humanidad”, no rigen los plazos de prescripción contemplados en
el Código Penal, y en consecuencia pueden ser perseguidos y sancionados sin limitación temporal alguna. Similar
previsión contiene el C.P., respecto a los delitos que se cometen en ocasión de ataques al orden constitucional,
cuya prescripción se suspende mientras dure el estado de fuerza o alteración del estado de derecho. Recuperado
el régimen constitucional en plenitud, se recupera la posibilidad de persecución y represión de estos delitos
(entre los que puede haber de Lesa Humanidad, u otros crímenes atroces similares).
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Renuncia del Agraviado (Art. 59 Inc. 4° del C.P.)

En los delitos de acción privada o de ejercicio privado, el ofendido por el delito puede renunciar a iniciar
o a proseguir la acción penal (si ya la hubiese iniciado). Este acto voluntario, expreso (o tácito en
algunas legislaciones), extingue de pleno derecho la acción privada, cargando con las costas quien
renuncia la acción.

En cuanto a las formalidades o exigencias, la renuncia debe ser formulada por el agraviado por el delito, o por sus
representantes legales (con poder especial, ya que es un acto personalísimo), salvo en aquellos casos en que la ley exige
que la acción sea promovida exclusivamente por aquel.
Los efectos de la renuncia son los siguientes: extingue la acción penal en forma irretractable para el renunciante, salvo
que se someta a condición (en cuyo caso la renuncia no opera como causal de extinción de la acción hasta tanto no se
cumple la condición). A su vez, es un acto unipersonal, puramente potestativo, por lo que no requiere el asentimiento ni
aceptación del reo.

En cuanto a las costas, el renunciante cargará siempre con las mismas, porque es su decisión la que pone fin un proceso
que él generó y él detuvo por propia iniciativa. El desgaste jurisdiccional solo le es imputable a él.

En cuanto a la extensión objetiva o subjetiva de la renuncia, la misma tiene el mismo carácter divisible
de la acción penal privada (principio de la divisibilidad pasiva), con lo que la remisión puede formularse
respecto de uno o algunos de los partícipes en el hecho y no respecto de otros, por eso es que se ha
señalado su carácter mixto.

Sin embargo, por el principio de la indivisibilidad activa, si los agraviados -que son titulares de la acción-
son varios, la misma sólo se extingue cuando todos ellos formulan la renuncia. Esta disposición surge
expresamente del art. 60 C.P.: “La renuncia de la persona ofendida al ejercicio de la acción penal, sólo
perjudicará al renunciante y a sus herederos”.

Extinción de la pena de multa por oblación voluntaria

Conforme al art. 64:

“La acción penal por delito reprimido con multa, se extinguirá en cualquier estado de la instrucción y mientras no se haya
iniciado el juicio, por el pago voluntario del mínimo de la multa correspondiente y las reparaciones de los daños causados
por el delito.

Si se hubiese iniciado el juicio, deberá pagarse el máximo de la multa correspondiente, además de repararse los daños
causados por el delito.

En ambos casos, el imputado deberá abandonar, a favor del Estado, los objetos que presumiblemente resultarían
decomisados en caso de que recayera condena.

El modo de extinción de la acción penal previsto en este artículo podrá ser admitido por segunda vez si el nuevo delito ha
sido cometido después de haber transcurrido 8 años a partir de la fecha de la resolución que hubiese declarado la
extinción de la acción penal en la causa anterior”.
En cuanto a la procedencia de la oblación voluntaria (pago) como causal extintiva de la acción penal,
aquella sólo se da con referencia a los delitos reprimidos en forma exclusiva con pena de multa; pero
no para los casos en que está prevista como pena conjunta o alternativa[16].

Se discute si procede en los casos en que la multa aparece como pena principal y se acompaña de una
pena accesoria de distinta naturaleza (por ejemplo, inhabilitación especial). Cierta jurisprudencia
admitió en ese caso la vigencia de la causal extintiva (ver L.L. 68-53), pero la solución no es pacífica ya
que la misma, aparentemente, se opondría a las finalidades del instituto o a su naturaleza.

El juez competente para recibir la oblación y pronunciarse sobre la extinción de la acción penal consecuente es el de
Garantías o Instrucción (según los sistemas procesales vigentes en el País), o del Tribunal de Sentencia (Correccional,
Cámara Criminal o Tribunal Oral Criminal), cuando la causa ya está radicada en esa sede. En el primer caso, pagará el
mínimo más los daños y perjuicios y en el segundo el máximo de la multa prevista más los daños y perjuicios pertinentes.

Claro que para que proceda la oblación voluntaria, el delito debe haber sido al menos provisoriamente calificado como
aquel que merezca, únicamente, pena de multa (por ejemplo, el de exhibiciones obscenas del art. 129, primer párrafo del
C.P.).
Requisitos
Para el otorgamiento de este verdadero beneficio (que no solo le evita al reo un proceso y eventual condena, sino que al
Estado un inútil desgaste jurisdiccional), se requiere las siguientes exigencias:

1 2 3

El pago de la multa (según el monto que corresponda en el grado en que se encuentre el proceso y hasta la
sentencia firme).
Deberá ser efectuado en moneda corriente de curso legal, sea mediante depósito a la orden del Tribunal (como
perteneciente a esa causa) o mediante reposición de papel sellado que se agregará al expediente, sellado y firmado
por Secretaría.
El pago debe ser efectuado en forma voluntaria y personal por el imputado (o un mandatario especial al efecto)
conforme al principio de individualidad de la pena. No es admisible el pago efectuado por terceros, salvo que actúen
como mandatarios de aquel.
En cuanto a la extensión, el pago debe equivaler al mínimo previsto en el tipo de que se trata, hasta la etapa de juicio.
Debe efectuarse desde el avocamiento del Fiscal o Juez de Instrucción y puede hacerse aún durante la etapa de
apelación. Receptada la causa en el Tribunal de Mérito o en el de Casación (Corte u Superior Tribunal) el pago tiene
que abarcar el máximo de la multa fijada por la ley como pena del delito atribuido.
1 2 3

La segunda exigencia conjunta, consiste en reparar los daños ocasionados por el delito. Esto debe ser entendido
como todo medio apto para reparar al damnificado y demás efectos nocivos producidos por el ilícito. Comprende,
conforme al art. 29 del C.P.:

1. La restitución de las cosas a su estado anterior.

2. La reposición de las cosas al estado anterior al delito.

3. Endefecto de todo ello (o por elección de la víctima), el pago de las indemnizaciones correspondientes por los
daños materiales y morales

4. Otrasformas de reparación que acepte la víctima[17]. En efecto, la alocución reparar utilizada por la ley,
permite satisfacer las pretensiones de la víctima, mediante trabajos especiales, servicios profesionales, cesión
de derechos reales o personales, remisión de deudas que existan entre ambos, siempre que sean valorables
patrimonialmente etc.

En lo referente al pago de indemnizaciones, los respectivos montos deben ser fijados por el Juez de la causa
conforme a los parámetros del art. 29 C.P. si hay acción civil interpuesta. Si no la hay, conforme a la exigencia del
damnificado, ni tampoco existe acuerdo al respecto, el damnificado -no pudiendo discutir para oponerse a que la
oblación voluntaria funcione como causal extintiva- podrá concurrir a la sede civil para obtener las justas
indemnizaciones que le sean debidas, claro que en este caso creemos que el Juez Penal no podrá declarar
extinguida la acción penal, hasta tanto no se haya abonado lo que dictamine el Juez Civil, pues tales erogaciones
son requisitos ineludibles de otorgamiento del beneficio.

1 2 3

El tercer requisito, es el abandono en favor del Estado aquellos bienes que, presumiblemente, resultarían
decomisados. Este es otro elemento insoslayable con el que se debe cumplir y nuevamente el juez, previa vista
fiscal, determinará cuáles son esos instrumentos o efectos.
Entre los efectos más destacados de esta causal extintiva de la acción penal (que sin embargo deja incólume los
efectos civiles), al igual que en todas las analizadas hasta este momento, es que borra el delito y sus efectos
penales, como si nunca hubiese existido. Por ende, no puede ser tenido en cuenta a los fines de la reincidencia, de
una posible pena futura por otro delito, o de obtener el beneficio de suspensión de juicio a prueba.

Extinción de la acción por suspensión de Juicio a prueba, por


conciliación o reparación Integral (Inc. 6 y 7 del Art. 59 del C.P.)
Inciso 7°: “Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para la suspensión del proceso a prueba, de conformidad
con lo previsto en este Código y las leyes procesales correspondientes”. (Según nuevo artículo 59, sustituido por art. 1° de
la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)

En honor a la brevedad nos remitimos a los análisis efectuados en los capítulos XVI XX de la presente obra.
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Referencias

[1] El anteproyecto de C.P. de 2013, acota a muchos menos delitos la necesidad de la oficiosidad y somete
(especialmente los delitos contra la propiedad, salvo que existiese violencia en las personas), a la posibilidad de la
instancia privada, con buen criterio, según lo explicamos en “Hurto -Abigeato y Robo”, de Ed. Advocatus, 2014.
Córdoba. Esto es, entre otras cosas si se le va a reparar a la víctima todos los daños sufridos, la conducta anterior y
posterior del delincuente y demás circunstancias del caso.

[2] El sistema acusatorio de algunas provincias como Salta y el nuevo C.P.P.N., son la excepción a esta regla
totalmente inconstitucional y perversa en “perjuicio de las víctimas”, ya que ellas son las destinatarias de la
protección penal de fondo, salvo que la víctima acepte y sea reparada in integrum y el Estado perciba las costas que
la sociedad pagó por ese proceso.

[3] Con las excepciones que ahora por vía inconstitucional procesal, han generado algunos sistemas acusatorios
provinciales y federal.

[4]“El delito atribuido -robo-, para ser perseguido, no necesita más impulso que el de los organismos estatales
previstos en el ordenamiento procesal. En tal sentido, al tratarse de una acción pública, promovible de oficio, es
indistinto cómo llega a conocimiento de las autoridades la noticia del delito: por presenciarlo -en flagrancia-, por
dichos del damnificado -denuncia o querella-, por dichos de un testigo -denuncia-. Estos delitos pueden ser
denunciados o anoticiados por cualquiera sin que quepa exigir acreditación de personería alguna”. “B.M.A. s/ Robo en
concurso real con homicidio calificado con arma de fuego” - TSJ, Neuquén; 22-11-2012; Sumarios Oficiales Poder
Judicial de Neuquén; RC J 10141/13.

[5] “La voluntad de persecución penal ínsita en la denuncia del art. 72, Código Penal, puede manifestarse a través de
comportamientos concretos del ofendido que permitan asegurar su voluntad en tal sentido”. “C.J. A. s. Robo
agravado por el empleo de armas reiterado” - SCJ, Buenos Aires; 17-12-2003; Rubinzal Online; RC J 1106/04.

[6] “En las acciones privadas, en las que la titularidad del ejercicio de la acción pertenece con exclusividad a los
sujetos pasivos del delito, ellos son quienes deciden si accionan o no, y en su caso, si mantienen o no tal decisión
mediante una actividad procesal determinada, por lo que se produce una declinación del principio de legalidad
determinante de la obligatoriedad de la acción, a lo que acompaña necesariamente la total retracción del principio de
indivisibilidad. En virtud de ello, el ofendido puede ejercer la acción penal contra uno solo de los sujetos activos aun
existiendo otros, o por un solo delito aun cuando se dieran otros de la misma especie”. “G.M.C.T. vs. L.A.M. y otros” s.
Queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad - Injurias, querellas /// C. S. J. - Santa Fe; 21-09-1994; Sec.
de Informática del Poder Judicial de Santa Fe; RC J 22123/09.

[7] “Es característica fundamental en el proceso por delito de acción privada la exclusión de la etapa instructoria
jurisdiccional. Como expresa Julio B. J. Maier tanto la Ordenanza Procesal Penal Alemana como los códigos
argentinos suprimen con razón una etapa del procedimiento oficial: preparar su acusación privadamente sin poner en
peligro las libertades ciudadanas en virtud de no contar con la fuerza pública y cuando no reúna suficientes elementos
para querellar o se oponga a su actividad algún obstáculo persecutorio, desechar, aunque mas no sea
temporariamente, su intención de perseguir”. E. A. M. O. A. s. Injurias /// Cámara de Apelaciones en lo Penal Sala 2,
Rosario, Santa Fe; 30-04-1985; Secretaría de Informática del Poder Judicial de Santa Fe; RC J 22068/09.

[8] "La obligación por parte de la querella de instar el trámite en el juicio por (delitos de acción privada) es continua y
permanente, pues de lo contrario bastaría que en la acusación se solicitara la realización de todos los actos
procesales que podrían integrar este proceso para que el magistrado se viera obligado a llevarlos a cabo, lo cual
desvirtuaría abiertamente la naturaleza de esta acción”

[9] Salvo la reciente reforma para casos muy puntuales de personas jurídicas.

[10] En su op. cit. - Pág.604.

[11] Ello puede ocurrir, con la Privación ilegítima de la libertad. O supóngase que por la crisis financiera o económica
de un País, con alto índice de desocupación, se amnistían todos los Incumplimientos de deberes alimentarios (delito
permanente). Solo serán beneficiados los ocurridos. Si el autor sigue omitiendo alimentar, a pesar de tratarse de
aquel y único delito, no será alcanzado por el beneficio desde la entrada en vigencia de la ley.

[12] Id. Maggiore, T. I, pág. 363 y ss.

[13] “B.S.M. s/ Rec. de casación -/ C.N.C.P. - Sala III (actual CFCP); 06-03-2007; Boletín Secretaría de Jurisprudencia
de la CFCP; RC J 12658/10).

[14] “A partir del precedente "V" (P. 79.797, sent. del 28 V 2003) esta Suprema Corte se ha plegado a la tesis del
paralelismo en el cómputo del plazo de la prescripción en el concurso real de delitos. Siguiendo tal línea, en la causa
P. 64.341 (sent. del 6 VIII 2003) compartí la tesis que determina que la prescripción de la acción penal corre y se
opera en orden a cada delito, aun cuando exista entre ellos una relación concursal. Dicha postura hoy día posee
basamento legal en el art. 67 último párrafo del Código Penal (conf. ley 25.990, B. O., 11-I-2005). La citada ley 25.990
también modificó las causales de interrupción de la prescripción por actos de procedimiento (art. 67, apartado
cuarto). El principio de retroactividad de la ley penal más benigna también rige en lo atingente a los mecanismos de
extinción de la acción, ya que este extremo está incluido en el concepto de ley penal que establece el mentado art. 2
del digesto sustancial (C. S., Fallos 287:76)”. SCBA, 05/12/2007, "M.P.G. Robos reiterados" P. 73.559, Jueces: de
Lázzari, Genoud, Hitters, Kogan. En el mismo sentido: SCBA, 19/12/2007, "A.N.R. Robo calificado" 78.908, Jueces: de
Lázzari, Genoud, Hitters, Kogan. También: SCBA, 12/03/2008, "R.M. s/ lesiones "; P 93.481, Jueces: Genoud, de
Lázzari, Hitters, Pettigiani. Del voto del Dr. Genoud.
[15] Carlos Lescano (h), op. cit., pág. 618 y s.s.)

[16] "La doctrina tiene dicho que la causal de extinción de la acción penal que prevé el Art. 64 del Código Penal
solamente procede cuando el delito atribuido es reprimido únicamente con pena de multa, estableciendo que la
acción penal por el delito reprimido con multa se extinguirá en cualquier estado de la instrucción y mientras no se
haya iniciado el juicio, por el pago voluntario del mínimo de la multa correspondiente y la reparación de los daños
causados por el delito”. I.P. - CN de Apelaciones en lo Crim. y Correc. Sala VI; 16-03-2009; Bol. Sec. de Jurisp. de la
CFCP; RC J 12680/10

[17] que hemos propuesto en nuestros trabajos sobre “Suspensión de Juicio a Prueba”, “Reformas al Código Penal” y
“Delitos Leves y Contravenciones”.
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