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MARÍA INÉS BARBERO

Z£° JORGE SABORIDO


RUBÉN L. BERENBLUM
GONQAL LÓPEZ N A D A L
G ERM ÁN OJEDA

HISTORIA ECONOMICA
MUNDIAL
Del Paleolítico a Internet

emecé
84 H istoria económica mundial

Los historiadores más interesados en los cambios cualitativos generados por la indus­
trialización —por ejemplo, en los sistemas de producción y de trabajo— ponen el énfasis
en la lenta difusión que dichas transformaciones tuvieron a partir del siglo x viti. Sin discu­
tir la pertinencia del concepto de revolución industrial, resaltan a la vez la profundidad de
los cambios y su gradual expansión. Para ellos las transformaciones no pueden medirse só­
lo en términos cuantitativos, y menos aun con información agregada a nivel nacional que
opaca las diferencias entre las distintas ramas de la industria y las variaciones regionales.
Consideran la revolución como un proceso económico y social que dio un resultado mu­
cho mayor que la suma de las partes22.

¿En qué consistió la Revolución In d u stria l?

¿Cuál es el significado que los historiadores atribuyen hoy a la expresión “revolución


industrial”? Como vimos en páginas previas, no existe una única definición ni un consen­
so total acerca de su contenido. Para llegar a comprender su significado, el camino que se­
guiremos será transcribir algunas definiciones para reflexionar luego sobre ellas, buscan­
do los elementos que nos permitan tener una noción lo más clara posible de dicha expresión,
que a su vez no desdeñe los matices propuestos por los diversos autores. Una vez transcrip­
tas y comentadas las definiciones, iremos un poco más allá, para proponer una síntesis so­
bre los significados y contenidos que pueden asignarse a la Revolución Industrial como fe­
nómeno histórico.
David Landes propone tres definiciones, que se refieren a los distintos usos que se le
suelen atribuir:

a) “El término «revolución industrial», en minúsculas, suele referirse al complejo de


innovaciones tecnológicas que, al sustituir la habilidad humana por maquinaria, y
la fuerza humana.y animal por energía mecánica, provoca el paso desde la produc­
ción artesanal a la fabril, dando así lugar a la economía moderna.”
b) “El significado del término es a veces otro. Se utiliza para referirse a cualquier pro-
ces° decambioj^nológjco^tápjdoje.importánte. [...] En este sentido, se habla de
■úna «segunda»o una«tercera» revolución industrial, entendidas como secuencias
dejnnovación industrial históricamentedeterminadas.”[Hoy ya no se utiliza la ex­
presión “tercera revolución industrial”, sirio “Revolución de la Tecnología de la
Información y las Comunicaciones” o “tercera revolución tecnológica”.]
c) “El mismo término, con mayúsculas, tiene otro significado distinto. Se refiere a
la primera circunstancia histórica de cambio desde una economía agraria y arte­
sanal a otra dominada por la industria y la manufactura mecanizada. La Revolu­
ción Industrial se inició en Inglaterra en el siglo xvin y se expandió desde allí,
y en forma desigual, por los países de Europa continental y ptír algunas otras po­
cas áreas, y transformó, en el espacio de menos de dos generaciones, la vida del
hombre occidental, la naturaleza de su sociedad y sus relaciones con los demás
pueblos del mundo”23.

Berg y Hudson (1992).


L andes (1979).
E l s i g n i f i c a d o d e la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 85

A su vez, el historiador inglés P eter M athias la define como “ las fases iniciales del
p roceso de industrialización en el largo plazo”, y señala que los dos criterios centrales pa­
ra definir la Revolución Industrial son la aceleración del crecimiento de la economía en su
conjunto y la presencia de cambios estructurales. Pone el énfasis en que dicho crecimien­
to debe darse en el largo plazo y responder no a un incremento de los factores de produc­
ción, sino a un aumento de la productividad que se traduzca en un incremento del produc-
to per cápita. Los cambios estructurales que acompañan dicho crecimiento incluyen, entre
otros, la innovación tecnológica y organizativa, la modernización institucional, el desarro­
llo de un sistema de transportes y la movilización de la fuerza de trabajo. Este proceso ge­
nera, a su vez, modificaciones en la estructura de la economía, en particular, la reducción
de la participación sectorial de la agricultura en el empleo y en el total de la producción24.
Otro historiador inglés, E. A. W rigley , señala que “la característica distintiva de la Re­
volución Industrial, que ha transformado las vidas de los habitantes de las sociedades in­
dustrializadas, ha sido un aumento amplio y sostenido de los ingresos reales per cápita. Sin
un cam bio de este tipo, el grueso del total de ingresos se hubiese seguido gastando necesa­
riam ente en alimentos, y el grueso de la fuerza de trabajo hubiese seguido siendo emplea­
d o en la tierra”25. Al aumentar la productividad del trabajo, gracias al proceso de innova­
ció n , se increm enta el producto por habitante. W rigley contrapone dos modelos de
crecim iento económico, uno de ellos asociado a la economía orgánica avanzada, y el otro
a la econornía basada en la.energía de origen minera). El primero precede al segundó en el
tiem po, aunque existe una superposición entre ambos. En el modelo de economía orgáni­
ca avanzada, la industria se abastecía esencialmente de materias primas animales o vege­
tales, y el grueso de la energía que se utilizaba era proporcionado por los hombres y los
anim ales, complementado en algunos casos por la del viento o el agua. Ello ponía límites
m uy precisos al crecimiento económico. El uso de fuentes de energía de origen mineral, en
'p rim er lugar el carbón, permitió superar dichos límites, incrementando de manera sosteni­
da la productividad y las tasas de crecimiento de la economía.
Combinando estas definiciones podemos sostener que la Revolución Industrial consis­
te en un proceso de cambio estructural en- el que se combinan:

a) el crecimiento económico;
b) la innovación tecnológica y organizativa;
c) profundas transformaciones en la sociedad.

El rasgo más característico de dicho proceso es el nacimiento y el desarrollo de la in­


dustria fabril. El crecimiento económico se debe principalmente al aumento de la produc­
tividad de la economía, y dicho aumento de la productividad es posible gracias a la inno­
vación tecnológica y organizativa. Los rasgos esenciales de la innovación tecnológica son
el uso de máquinas que reemplazan a la habilidad humana y la utilización de nuevas fuen­
tes de energía inanimada que sustituyen a la fuerza humana y animal. La principal innova­
ción organizativa consiste en el nacimiento del sistema de fábrica, como alternativa a las
formas de producción tradicional (la industria artesanal y la industria a domicilio).
Los cambios tecnológicos y organizativos permiten producir una cantidad de bienes
muchísimo mayor que la que podía fabricarse con los métodos tradicionales, y a la vez nue­
vos tipos de bienes que son producto de un proceso de innovación que no se detiene.

24 M athias. en Mathias y D avis (1989).


25 W rigley (1993).
86 H is to ria e c o n ó m ic a mundial

1.a Revolución Industrial está acompañada por^eambios estru ctu rales, en la economía
y Pf>r unlTparte, se va produciendo un descenso ele j a p a rticip a ció n de la agri­
culturas el tntal de la-producción y de la proporción d e m ano d e o b ra em p le a d a en ejjsec-
't'or primario. Al mismo tiempo, se verifica un avance de la in d u stria y los serv icio s q u eau-
Tñénümsu narticiDación,en el producto_y~en la ocupación. O tro c a m b io estru ctu ral lo
constituyfcelproceso de urbanización. A medida que a vanza la in d u stria fabril, la produc­
ción y la población^ van concentrando en.las ciudades. Van crec ien d o el n ú m ero de ciu­
dades. sus dimensiones y la proporción de población urbana en relació n co n la rural.
— TíTcrecimemode ia industria y de los servicios y la difusión del sistem a d e fábrica dan
nacimientoa nuevos sectores sociales. Cambian las condiciones de trab a jo y se va multi-
plicando el número de trabajadores empleados en las fábricas, lo cual da o rig en al proleta­
riado industrial. Éste se diferencia de los trabajadores del período prein d u strial p o r sus con­
diciones de trabajo. La nueva clase obrera está compuesta por trab ajad o res asalariad o s que
no son propietarios Jefas metilos de producción, sino que venden su fuerza de trabajo. No
trabajan en sus casas, sino en las fábricas, en las que deben cum plir con una discip lin a es­
tricta. Viven mavoritariamente en áreas urbanas, en las cuales se va c o n ce n tran d o la pro­
ducción industrial.
Al mismo tiempo, se incrementa el número de em presarios que in v ierten su capital en
las nuevas actividades y son dueños de industrias^ Una nueva burguesía in d u strial va bus­
cando su lugar entre los sectores propietarios. Pero también las clases m ed ias so n produc­
to de la nueva sociedad industrjal. ya que crecen junto con la expansión de los servicios y
las actividades administrativas.
Desde el punto de vista cronológico, ia Revolución Industrial se in ició en G ran Breta-
ña en lgjggandajnitadjie) siglo xvm. y de allí se fue difundiendo, con ritm o s y caracterís-
ticas diversos, primero hacia el continente europeo y los Estados U nidos, y m ás tarde ha­
cia otras neones.* '"
Como hemos señalado en páginas precedentes, la Revolución Industrial n o tu v o lugar
en forma abrupta. La mayor parte de los trabajos recientes ha insistido en a ce n tu ar la com­
plejidad deLpmceso de industrialización, señalando que los cam bios tu vieron lu g ar de Tina
manera y c<m fuertesdifawtdas regionales. Aun en Gran B retaña, la p rim era na-
cidQ -jfláH ^^úa^^ugiós^.k iodustria moderna fue lenta, y afectó de m odo desigual a
los_diversos sector^¿e,la,actividad industrial y a las distintas áreas g eográficas.
Pero el hecho de que se haya tratado de un proceso gradual no invalida la existencia
de la Revolución Industrial entendida como el punto de partida para el n acim ien to de un
nuevo tipo de sociedad y, por lo tanto, como uno de los grandes hitos en la h isto ria de la
humanidad.

3.1.6. R evolución tecnológica y revo lu ció n e c o n ó m ic a

De acuerdo con las definiciones analizadas, la revolución industria) iniciada en el si­


glo xvm fue sin duda una revolución tecnológica, definiendo com o tal un “c am b io tecno­
lógico y acelerado sin precedentes según los parámetros históricos” que transform a los pro­
cesos de producción y distribución, crea un aluvión de nuevos productos y cam b ia la
ubicación de la riqueza y del poder en el planeta, dado que otorga superioridad económ ica
a los países que dominan la nueva tecnología2**.26

26 Castells(1998).
E l s ig n ific a d o d e ¡a R ev o lu c ió n I n d u s tr ia l 87

En general se considera que hubo ires grandes revoluciones tecnológicas desde el si­
glo xvm en adelante: la Primera Revolución Industrial, que tuvo su origen en Gran Bre­
taña entre 1760 y 1830, la Segunda Revolución Industrial, cuyos epicentros fueron Ale­
mania y los Estados Unidos entre 1870 y 1914, y la Revolución de la Tecnología de la
Información y las Comunicaciones, o Tercera Revolución Tecnológica, que también se ori­
gina en los Estados Unidos, en la década de 1970, y está hoy (2007) todavía en marcha.
Si la Primera Revolución Industria) hubiera sido sólo una revolución tecnológica, su
definición y su estudio serían menos complicados. Lo que la hace tan importante y a la vez
tan difícil de encasillar es que fue mucho más que una revolución tecnológica: fue también
una revolución económica.
D ouglass N ortii define a una revolución econónticacomo "un cambio fundamental
en el potencial productivo de la sociedad como consecuencia de un cambio básico en el ^
stock de conocimientos; y el cambio consiguiente, e igualmente básico, de la organización <
económica para realizar dicho potencial’’27. Para dicho autor han existido sólo dos revolu- r
ciones económicas en la historia: la revolución neolítica, con la cual nació la agricultura c
(hace unos diez mil años), y la que denomina “Segunda Revolución Económica”, que si­
túa a fines del siglo xix y comienzos del siglo xx, momento en que se produjo lo que la
mayor parte de los autores definen como Segunda Revolución Industrial.
Más allá de que N orth reserve el concepto de revolución económica para lo que
otros consideran la Segunda Revolución Industrial (y que justifica sosteniendo que re­
cién a fines del xix se produjo un “maridaje” entre la ciencia y la tecnología que permi­
tió ampliar indefinidamente las fronteras del conocimiento), puede utilizarse sin duda pa­
ra la Primera.
Lo que permite caracterizar a la Primera Revolución Industrial como una revolución
económica es (siguiendo la definición de N orth ) la combinación del cambio en el poten­
cial productivo de la sociedad con cambios en la organización económica, que afectaron al
Sisíémjfen su conjunto y permitieron acelerar radicalmente las lasas de crecimiento.
~ Junto con el nacimiento del sistema de fábrica, la difusión de las máquinas y el uso cre­
ciente de energía inanimada, se produjo un cambio estructural en la organización econó-
m teiryaqúe por primera vez en la historia de la humanidad la industria se convirtió en la
actividad más dinámica, creciendo a un ritmo mucho más rápido que la agricultura. Este
cambio, de una trascendencia enorme, implicó el paso de una economía agrícola a una eco­
nomía indusirial. v el paso de la industria tradicional a la industria moderna. El acelerado
aumento de la productividad permitió —como ya vimos— que los parámetros de creci­
miento económico se incrementaran a niveles insospechados en cualquier etapa previa de
la historia.
Pero también se produjeron, en forma paralela, transformaciones esenciales en la for­
ma de organización de los intercambios entre las pers'oñas. La principal fue un fuerte avan- 'L<-, ^>.
ce de las relaciones mercantiles, es decir de la economía de mercado, definida como un sis-
íéma en el cual la producción y distribución de bienes y servicios se realiza a través del
>A.vCVC<'<
mecanismo de precios y en el que compradores y vendedores se vinculan a través de rela­
ciones impersonales (guiadas por el sistema de precios). A* - '
Muchos autores han estudiado este proceso desde diversas perspectivas. Sin duda
A dam S mith fue el precursor, ya que en su obra Investigación sobre ¡a naturaleza y las
causas de la riqueza de ¡as naciones (1776) sostuvo que existía una relación directa entre X v t 'X
el avance de la producción para el intercambio y el crecimiento económico, oponiéndose
c —'•>

27 North (1984).
88 H is to r ia o o n n ñ in ic n m u n d i a l

a toda restricción que regulara o controlara los mercados. Por ejem plo, se o p o n ía a la s Le­
yes de Pobres vigentes en Gran Bretaña desde el siglo xvi, que g aran tizab an un in g reso a
los indigentes pero les impedían salir del área geográfica de su parroquia, lim ita n d o la mo­
vilidad de la mano de obra y la oferta de trabajo.
Lo que es importante destacar, más allá de la predilección de S miti i p o r u n a econom ía
guiada por la “mano invisible” del mercado, es que el proceso de m e rc a n tiliz a c ió n avanzó
sensiblemente con la revolución industrial, difundiéndose a través de to d o el s is te m a eco­
nómico. Otro célebre economista británico, Sir J ohn H icks (Prem io N o b el en 1 9 7 2 ) , estu-
\ dió la trayectoria de la economía de mercado en Europa desde fines de la E d ad M ed ia, y
observó cómo las relaciones mercantiles fueron avanzando desde el á m b ito d e la com pra
/ y venta de bienes muebles hasta la constitución de un mercado de la tie rra y u n m ercado
de trabajo, proceso este último que se concretó justamente a lo largo del s ig lo x v m . Veía al
nacimiento de la industria moderna como la culminación del p ro ceso d e d e s a rro llo mer­
cantil (que lo había hecho posible), y a la vez como el punto de p artid a p ara u n a fase de
nuevas regulaciones desde fines del xix, al dar origen a nuevas fo rm as d e o rg a n iz a c ió n de
los actores sociales (trabajadores y empresarios) y a una etapa de fo rta le c im ie n to del Esta­
do en el siglo xx (H icks escribía en 1969, en la etapa de auge de la e c o n o m ía m ix ta y el
Estado de Bienestar)24.
Arnold Toynbfjl a quien hemos citado como el autor de la p rim era o b ra académ ica
>4 la Revolución Industrial, consideraba que su esencia era la su stitu c ió n d e las regula­
r e - cLonesjnedievales (que hasta entonces habían controlado la pro d u cció n y la distrib u ció n
de la riqueza) por la competencia: se había pasado del m ercantilism o al la issez fa ire19.
Uno de los pensadores que más reflexionó sobre todas estas c u estio n es fu e K a r l P o-
lanyi3®(uno de los fundadores de la sociología económica), que a d ife re n c ia d e S m it h y
de H icks tenía una posición muy critica con respecto a la econom ía d e lib re m e rc ad o y a
sus defensores. Su obra más famosa, La Gran Transformación, p u b licad a en 1944, anali­
za a la Revolución Industrial como un momento de ruptura en la o rg an iz ació n económ ica
y social. Polanyi elige una fecha para el nacimiento del capitalism o in d u stria l c o m o siste­
ma social: 1834. En ese año se abolieron en Gran Bretaña las leyes de S p c c n h a m la n d , que
aseguraban un ingreso mínimo a los pobres a través de sus p arroquias, y q u e d e sd e 1795
habían reemplazado a las antiguas leyes de pobres. Según P o l a n y i , en 1834 se p ro d u jo el
triunfodejojjuedenominó “la lógica del mercado autorregulado” , q u e im p lic a b a que to­
da la producción se destinaba a la venta en el mercado (de bienes y se rv ic io s, de m ano de
obra, de tierra,jardinero) y que todos los ingresos (salarios, rentas, in tereses) d e riv a ban de
tales ventas. La Revolución industrial había provocado, para P o l a n y i , d o s e fe c to s de dis~
tinto signo: un mejoramiento casi milagroso de los instrum entos de p ro d u c c ió n y una dis-
locación catastrófica de las vidas de la gente, subordinando la so ciedad al m e rc ad o . D e allí
~én más, hasta la Primera Guerra Mundial, la economía de m ercado c o n tin u ó e n ascenso,
hasta que las reacciones que provocó entre los grupos sociales q u e se sin tie ro n perjudica­
dos por ella llevó, desde lajíécada de 1920, a una nueva fase de c re c ien te re g u la c ión, que
constituía justamente la Gran Transformación en curso cuando P o l a n y i escrib ía, y q u e tam­
bién H icks y N orth resaltan en sus trabajos.
La razón que justifica las referencias a todos estos autores, cu y a s a se v e ra c io n e s han

28 H icks (1969).
29 Hartwell (1967).
30 Polanyi (1992).
E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 89

generado largos debates, no es la de profundizar en las ideas de cada uno de ellos, sino la
de poner en evidencia la complejidad del proceso que denominamos Revolución Industrial,
en particular sus múltiples facetas y la profundidad de las transformaciones que implicó (y,
por qué no, las controversias que provocó y sigue provocando).
Todo indica, como ya hemos señalado repetidamente, que dichas transformaciones no_
tuvieron lugar en forma repentina. Fueron producto, por una parte, de un largo proceso que
se inició en Europa a Fines de la Edad Media, en el que se combinaron cambios económi­
cos, tecnológicos, institucionales, sociales y culturales31. Por otra parte, las nuevas condi­
ciones se fueron difundiendo paulatinamente, a un ritmo que varió según las regiones y los
países. Aún así, a mediados del siglo xtx era evidente que estaban en marcha modificacio­
nes estructurales que justifican el empleo de la palabra revolución, dada la profundidad y
la persistencia de sus efectos.

Una ú ltim a o b serva ció n acerca de lo s e n fo q u e s


so b re la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l

Para culminar con esta introducción al significado de la revolución industrial, y con el


fin de organizar una información que no sólo es muy vasta sino también compleja, utiliza­
remos la clasificación que propone J oel M okyr acerca de los enfoques que han guiado la
investigación sobre ella32. A partir de ella desarrollaremos también un tema pendiente, anun­
ciado en el punto referente a la historiografía de la Revolución Industrial, concerniente a
cómo los diversos estudiosos han privilegiado en su investigación y en su reflexión-deter­
j o inadosjispectos específicos de la revolución.
Según Mokyr, se pueden identificar cuatro escuelas, a las que denomina del cambio
social, de la organización industrial, macroeconómica y tecnológica.
La primera — escuela del cambio social— pone el énfasis en cómo se fueron modifi­
cando los modos de transacción económica entre los individuos, en el avance de las rela­
ciones de mercado en el mundo del trabajo y en las consecuencias sociales de la revolu­
ción. "En ella incluye, entre otros, a P olanyi.
~ “ La segunda —escuela de la organización industrial— se enfoca en los cambios expe­
rimentados por la estructura y por las dimensiones de la empresa, destacando el significa­
do del nacimiento del sistema de fábrica como nueva forma de organización del trabajo.
Tiene dos vertientes: la tradición marxista (comenzando por el propio M arx ) e historiado­
res no marxistas que hemos mencionado o mencionaremos enseguida, como Paul M an-
toux ,_Maxíne B erg ó S y dn ey P ollard .
La tercera — escuela macroeconómica— considera sobre todo el comportamiento de
determinadas variables agregadas que permitan medir las tasas de crecimiento económico:
PBI, formación de capital, inversión, población activa, desempeño del sector manufactu­
rero. En ella se ubican gran parte de los economistas, desde W.W. R ostow , S imón K uz-
nets , P hyllis D eane , W.A. C olé y E.A. W rigley, a los representantes de la New Ecpno-
inic History que hemos definido como cuantitativistas (N.F.R. C rafvs, K nick H arley),
La cuarta — escuela tecnológica— privilegia, como queda en evidencia, el proceso de
cambio tecnológico, e incluye entre muchos otros a D avid L andes, a quien ya hemos cita­
do más de una vez.

ji North (1984).
32 M okyr (1997).
90 H is to r in e c o n ó m ic a m u n d ia l

3.2$ El nacimiento de la industria m oderna

¿Cuáles son los rasgos sobresalientes de la industria moderna? ¿Cóm o se diferencia de


las formas anteriores de producción industrial?
i En su definición más general, industria significa cualquier transform ación de la mate­
rna prima llevada a cabo por parte del hombre, y existe como tal desde los tiem pos prehis-
Itóricos, como uno de los rasgos distintivos de la especie humana.
A lo laigo de la historia, se fueron sucediendo diversos modos de producción indus­
trial, a los cuales nos referiremos brevemente para poder comprender qué es lo q u e se fue
transformando a partir de la Revolución Industrial del siglo xvm.

Las formas tradicionales de p ro d u c ció n i n d u s t r i a l

L a industria artesanal

La industria artesanal se caracteriza por ser una forma de actividad industrial en la que
los productores utilizan herramientas manuales que exigen una alta dosis de habilidad.
La industria artesanal puede ser doméstica —cuando la actividad se realiza en el do-
1micilio de los trabajadores— o llevarse a cabo en un taller.
-¿ AWl^Desde fines de la Edad Media creció la industria artesanal urbana, que funcionaba en
pequeños talleres, con una organización jerárquica basada en el sistema de aprendizaje. Los
talleres funcionaban en las casas de los maestros, donde aprendices y oficiales realizaban
sus tareas y convivían. En algunas ciudades de Flandes y del norte de Italia surgieron ta­
lleres de mayores'dimensiones, sobre todo en la industria textil, llegándose a concentrar un
número considerable de trabajadores bajo un mismo techo. Pero la forma m ás extendida
de producción industrial eran los pequeños talleres.
La actividad industrial urbana estaba fuertemente regulada por los grem ios, q u e esta­
blecían desde las normas de calidad hasta las cuotas de producción, y ofrecían algunos ru­
dimentarios servicios sociales a sus miembros. En general, salvo en determ inados rubros,
como el de los paños de lana, la producción artesanal de las ciudades estaba de s ti n a ^ al
mercado local y al campo circundante, aunque una proporción muy alta de la p o blación
campesina elaboraba en su hqgar los productos industriales que consumía: v estido, ^alza­
do,utensilios domésticos.

L a industria a domicilio

Desde el siglo xvi fue desarrollándose paulatinamente una forma de organización de


la producción industrial que tuvo una creciente expansión, conocida con el nom bre de “in­
dustria a domicilio”, cuya mayor difusión tuvo lugar durante los siglos xvn y xvm .
Se caracteriza por ser un sistema descentralizado de producción, en el que los trabaja-
| dores realizaban las tareas en sus domicilios, con herramientas que en general eran de su
I pertenencia. Trabajaban para un comerciante-empresario, que les encargaba los quehace-
I res y les suministraba la materia prima, retirando luego las piezas elaboradas p o r las que
I pagaba a destajo.
Los productos fabricados por los trabajadores en sus hogares podían estar ya listos pa­
ra su venta en el mercado, o bien podían requerir un proceso de terminación que era lleva­
do a cabo en talleres urbanos (por ejemplo, el teñido o el estampado en los textiles). El pro-
E l s i g n i f i c a d o d e la R e v o lu c ió n I n d u s t r i a l 91

c e s o de com ercialización estaba en manos de los comerciantes empresarios, y los produc­


to s se destinaban a mercados no locales, europeos o ultramarinos.
En este sistema de trabajo, la mayor parte de los trabajadores eran campesinos que rea­
lizaban sus actividades industriales en los tiempos muertos que dejaban las tareas agrícolas.
Las ventajas que presentaba esta forma de organización del trabajo con respecto a la
in d ustria urbana artesanal consistían en que, por un lado, era un sistema muy flexible, en
_el que la producción se regulaba de acuerdo con la.demanda, y en el que no existía una obli­
gación por parte del em presario de mantener un vínculo permanente con los trabajadores.
L o s costos fijos eran mínimos, y los salarios más bajos, ya que no se aplicaban las regula­
cio n es que establecían los gremios para la industria urbana. Los trabajadores aceptaban re­
c ib ir un pago m enor porque para ellos se trataba de una actividad complementaria, ya que
su ocupación principal era la agricultura. Además, a diferencia de la industria urbana, en la
m anufactura rural trabajaban también mujeres y niños, cuyas remuneraciones eran más ba­
ja s que las de los hom bres adultos.
En las zonas agrícolas menos fértiles, la industria a domicilio ofreció la posibilidad de
m ejo rar los ingresos de los campesinos, ya que a la producción de la tierra sumaban las re­
m uneraciones provenientes del trabajo industrial.
El sistem a de trabajo a dom icilio se extendió fundamentalmente en la industria textil,
au n q u e también se utilizaba en otras ramas, como la industria metalúrgica, la fabricación
d e vidrio y la de relojes. Se difundió por las distintas áreas de Europa, y en algunas regio­
n es siguió teniendo un papel muy relevante hasta fines del siglo xix. Ello se debió a que o
b ien era más ventajoso que el sistema de fábrica o bien se complementaba con él. En rea­
lid ad , en diversas ramas de la actividad industrial sigue utilizándose hoy en día, por ejem­
p lo , en la confección.

L a PROTOINDUSTRIALIZACIÓN

A com ienzos de la década de 1970, el historiador F ranklin M endels elaboró el concep­


to de protoindustrialización para referirse a lo que consideraba la primera fase del desarrollo
industrial de Europa, caracterizada por la expansión del sistema de trabajo a domicilio53.
E ste concepto ha tenido un fuerte impacto en la historiografía reciente, que ha sido
co m parado con las repercusiones del concepto de despegue de R ostow en los años sesen­
ta 34. Ha am pliado el horizonte del tiempo histórico en el que son analizados los procesos
d e industrialización, y ha permitido comprender mejor la relación y la complementación
e n tre viejos y nuevos sistem as de producción.
Para M endels , el proceso de industrialización en Europa pasó por dos etapas: la pri­
m era había consistido en una “industrialización preindustrial” , y 1¡j.segunda, ¿n la indus­
trialización m oderna propiam ente dicha. Llamó “protoindustrialización” a la primera fase,
caracterizada por la difusión del sistema de trabajo a domicilio en la producción de bienes
p ára m ercados no locales, que generó, a su vez, cambios significativos en la economía ru­
ral. L a segunda fase sería para M endels la de la Revolución Industrial, signada por ei sur­
gim iento del m aqum ism o y el sistema de fábrica.
La protoindustrialización, que se difundió entre los siglos xvi y xviiL^errniiiójgl cre-
cim iento de la producción dentro de los sistemas técnicos tradicionales de la industria do-

33
M hndhls (1972).
34
M atnias, en AA.VV. (1988).
H is to r ia e c o n ó m i c a m u n d ia l
93

méstica, aumentando la productividad de los trabajadores al ocupar en la in d u stria mano


de obra antes desempleada o empleada parcialmente en actividades agrícolas.
Con la protoindustrialización se establecieron nuevas relaciones en tre lo s c e n tro s ur-
banos y las áreas rurales. De la ciudad provenían los empresarios, los cap itales y las redes
decomercÍaíTzación,"yen la ciudad se realizaban algunas actividades in d u striales, so b re to­
do, procesos de preparación o acabado. En el campo se llevaba a cabo la m a y o r p a rte de la
producción, con una organización descentralizada que operaba a escala reg io n al. O tro s ras­
gos centrales eran que la producción estaba orientada a mercados ex tern o s — regionales,
nacionales o internacionales—, y que el management estaba en m anos de lo s com ercian­
tes empresarios y no de los trabajadores.
Al ofrecer un medio de subsistencia complementario a la agricultura, la protoindustria
contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los campesinos, red u cien d o el im p acto de
las tradicionales crisis de subsistencia y estimulando el crecim iento d em o g ráfico .
El concepto de protoindustrialización generó extendidos debates en tre los historiado­
res económicos. Mientras que algunos autores aceptan la visión de M e n o r e s d e la protoin­
dustria como la primera fase del proceso de industrialización, otros so stien en q u e no se tra­
ta de una etapa necesaria, sino de una forma de producción que co ex istió co n o tra s en los
siglos anteriores a la Revolución Industrial. Uno de los puntos m ás c u estio n ad o s es esta­
blecer por qué en algunas regiones la protoindustria condujo al n acim ien to d e la industria
fabril, mientras que en otras el proceso de industrialización quedó trunco.
Por otra parte, ia obra de M endels sirvió para revalorizar el sistem a d e tra b a jo a do­
micilio, que dejó de ser visto como un híbrido que no era ni artesanía u rb an a ni industria
fabril, para ser considerado una forma de producción industrial que h ab ía sid o caracterís­
tica de la Europa Moderna.

L a m a n u fa c tu r a c e n t r a l iz a d a

Además de la pequeña industria artesanal urbana y de la industria a d o m icilio , existió


en la Europa moderna un tercer tipo de oiganización industrial, c a ra cterizad a p o r las ma­
yores dimensiones de )a empresa, a la que suele denom inarse “ p ro to fáb rica” -'5.
Sidney Pollard, uno de los más importantes historiadores co n tem p o rán eo s d e la in­
dustrialización europea, distingue tres clases de “protofábricas” , y a la v ez aclara q u e las
fronteras entre ellas no son siempre precisas:

• Talleres centrales que preparaban y terminaban el trabajo de los trab a jad o res rura­
les a domicilio, principalmente en el sector textil.
• Unidades que tenían que ser bastante grandes o que requerían m u c h o capital por
razones técnicas. Ejemplos: metalurgia, minería, fabricación d e v id rio , astilleros,
refinerías de azúcar.
• Agrupación de talleres por una razón que no es económ ica ni té cn ica , co m o con­
secuencia de un monopolio o de la iniciativa de algún m ag n ate te rrito rial. Ejem ­
plos: manufacturas reales creadas en Francia en el siglo x v n (tap ices, porcelanas,
armas), empresas reales creadas en Prusia en el siglo xv u i (fu n d icio n es d e hierro,
fábricas textiles, de armas, de porcelana), fábricas textiles e stab lecid as p o r nobles
checos en el siglo xvm.

v pou .akd (¡99¡).


E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n In d u s tr ia l 93

3.2.21
/ E l s is te m a de fá b rica
Con la Revolución Industrial nació el sistema de fábrica, que puede ser definido como
un sistema que se caracteriza por la mecanización de la producción (producción con má­
quinas), por el uso de energía inanimada en reemplazo de la energía humana o animal-fias
primeras formas de energía inanimada utilizadas en las fábricas fueron la energía hidráuli-
cá"y7a energía del vapor), y por la presencia de trabajadores asalariados sometidos .a un ré­
gimen de estricta disciplina.

E l MAQinmsMo

El sistema de fábrica constituye lo que se denomina también “industria moderna”, que


se contrapone a la “industria tradicional”. Desde el punto de vista de la producción, un ras­
go central del proceso de modernización de la industria fue la paulatina difusión del uso de
máquinas activadas por energía inanimada.
Como señala P aul M antoux36, no es sencillo encontrar una definición adecuada del
término “máquina”. Un primer paso es diferenciar una máquina de una herramienta. Tan­
to una máquina como una herramienta permiten economizar trabajo manual, ya que poten­
cian la actividad humana. Hasta una herramienta sencilla como una azada hace la tarea de
veinte hombres que utilizaran sus uñas para cavar la tierra.
Sin embargo, uno de los rasgos que distingue a las herramientas de las máquinas es que
las primeras son instrumentos en manos del trabajador, que requieren una habilidad espe­
cífica, sin la cual no puede llevarse a cabo el proceso de producción. Hay herramientas sen­
cillas, como el martillo, y otras más complejas, como el telar, y no siempre es fácil trazar
la línea divisoria entre una herramienta compleja y una máquina sencilla. Pero siempre que
se utilizan herramientas, el hombre o la mujer que las manejan emplean sus conocimien­
tos, su fuerza y su habilidad para producir bienes.
En el caso de las máquinas, en cambio, estamos frente a artefactos que disponen de
mecanismos que reemplazan a la habilidad humana. M antoux define la máquina como “un
mecanismo que bajo el impulso de una fuerza motriz simple ejecuta los movimientos com­
puestos de una operación técnica efectuada antes por uno o varios hombres”. Las máqui­
nas pueden ser impulsadas por energía animada (humana o animal) o inanimada (hidráuli­
ca, eólica, del vapor, eléctrica, de motores a explosión, atómica).
Algunos ejemplos pueden servir para aclarar más este punto. Tomemos en primer lu­
gar la industria del hilado. Desde tiempos remotos se utilizaron herramientas como el hu­
so y, más adelante, la rueca, que era la más difundida en Europa desde la Edad Media. El
manejo de la rueca requiere un alto grado de habilidad, ya que se utilizan las manos, para
sostener y retorcer el vellón que se va transformando en hilo, y también los pies, para ac­
cionar un pedal que sirve para mover la rueda.
En 1765 J ames H argreaves , un tejedor y carpintero de Lancashire, inventó la prime­
ra hiladora mecánica, que recibió el nombre de " spinning-jenny”. Se trataba de una má­
quina relativamente sencilla, compuesta por un marco rectangular montado sobre cuatro
patas, en el que se colocaban los husos para enrollar los hilos — husos que reciben el nom­
bre de “canillas”— y dos barras de madera montadas sobre una especie de carro, que se
deslizaban hacia adelante y hacia atrás e iban estirando el hilo. Con una mano el hilande-

J6 M antoux (1962).
94 H is to r ia e c o n ó m ic a m u n d ia l

ro hacía ir y venir el carro —para que el hilo se estirara y torciera— , y co n la o tra daba
vueltas a una manivela cuyo movimiento se comunicaba a los husos, en los q u e se enrolla­
ban los hilos.
La jenny se derivaba de la rueca, y fue alguna vez definida com o una rucea con varios
husos. Lo que tenía de ventaja clave era que un solo obrero podía p ro d u cir v ario s hilos a
la vez, con lo cual el trabajo humano se multiplicaba. Las prim eras jen n ies ten ían o ch o ca­
nillas, con lo cual una persona hacía el trabajo que antes realizaban ocho. T o d av ía en vida
de Hargreaves llegaron a fabricarse con ochenta y más, y ello m ultiplicó aun m ás la pro­
ductividad del trabajo.
Al mismo tiempo era una máquina muy sencilla, y era accionada p o r el trab ajad o r, es •
decir, por energía humana. Tenía una ventaja adicional: las jennies se u tilizab an en las ca­
sas de los hilanderos, como las ruecas, con lo cual el sistema de org an izació n del trabajo
no se modificaba, pero se incrementaba notoriamente la producción.
De todos modos, el rasgo dominante de la industria moderna fue la d ifu sió n d e las má­
quinas accionadas por energía inanimada—primero energía hidráulica, m ás tard e energía
del vapor— que obligaron a sustituir las formas tradicionales de o rg an izació n del trabajo
y dieron nacimiento al sistema de fábrica.
Volviendo al ejemplo de la industria textil, poco tiempo después de la in v en ció n d e la
jenny, Richard Arkwright patentó otra máquina de hilar, que recibió el n o m b re d e “wa-
terframe". A diferencia de la jenny, no era movida a mano, sino im pulsada p o r en erg ía hi­
dráulica, lo que permitía ampliar la escala de la producción e introducía m o d ificacio n es
clave en la forma de oiganizar el trabajo. Con la water fram e y sus p o sterio res m odifica­
ciones, el hilado pasó de ser una actividad doméstica a convertirse en un trab a jo realizado
en fábricas. Ya el tamaño y el costo de las maquinarias hicieron im posible q u e fu eran pro­
piedad de los trabajadores y utilizadas en los domicilios. A dem ás, al ser acc io n a d a s por
eneigía hidráulica, requerían una localización específica, junto a un curso de ag u a, y de me­
canismos a través de los cuales el movimiento se trasladaba a la m áquina. D esde este pun­
to de vista, significó un cambio fundamental con respecto a la jenny, ya que fue el uso de
energía inanimada el que generó la difusión del sistema de fábrica, característico d e la m o­
derna producción industrial.

L a s n u ev a s f u e n t e s d e e n e r g ía

Una de las claves del proceso de industrialización fue el acceso a n u ev as fu en tes de


energía calorífera y mecánica, y el símbolo de los nuevos tiem pos fue la m áq u in a a vapor.
En la sociedad preindustrial, el grueso de la energía que se utilizaba p ro v en ía d e fuen­
tes orgánicas. La mayor parte de la energía era suministrada por la fu erza h u m a n a o ani­
mal, complementada en algunos casos por la del viento o la del agua, y p o r el ca lo r propor­
cionado por la madera. Por ello, los niveles de productividad que podían c o n seg u irse eran
modestos, a pesar de los avances que se lograran con la división del trabajo o con la m ejo­
ra de las herramientas y los artefactos mecánicos que se em pleaban en la p ro d u cció n .
Como ya vimos, W rigley señala como característica distintiva de la R evolución Indus­
trial el paso de una economía orgánica avanzada a una economía sustentada en la energía de
origen mineral. La utilización de la energía calórica y mecánica proveniente del carbón mine­
ral permitió incrementar hasta niveles insospechados la productividad del trabajo. En un gran
número de procesos industriales la energía que gasta el trabajador es considerable, y su fuer­
za física es una limitación fundamental para el nivel de productividad que se puede alcanzar.
La difusión de las innovaciones fue lenta, y amplios sectores de la econom ía no se vieron
E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 95

afectados por el las antes de mediados del siglo xix. En las primeras décadas de la Revolución
Industrial se combinó el uso de la fuerza hidráulica y el de la energía del vapor, e incluso en
el siglo xviii también se utilizaban caballos y bueyes para accionar las máquinas en la indus­
tria textil. La máquina a vapor de W att fue patentada en 1769, pero su uso se difundió lenta­
mente en la industria, y en los primeros tiempos se empleaba sobre todo en las minas.
En un principio, las fábricas se instalaron en las orillas de cursos de agua que tuvieran
un caudal suficiente para aprovechar la energía hidráulica. Los primeros ingenieros que
construyeron fábricas eran los antiguos constructores de molinos, y la primera máquina de
hilar se llamó, como ya dijimos, “waterframe". Todavía a mediados del siglo Xix, la im­
portancia de la fuerza hidráulica seguía siendo muy grande en Inglaterra, a pesar de que se
iba generalizando el uso de la máquina de vapor.
Muchos autores siguen considerando la máquina de vapor como el invento más carac­
terístico de la Revolución Industrial. Su principal aporte fue poder transformar la energía
térmica (calor) en energía cinética (movimiento y trabajo). Desde el siglo xvu se utiliza­
ron en Inglaterra y en países del continente europeo máquinas precursoras de la de Watt
—como la máquina atmosférica de N ewcomen— para bombear agua de las minas, pero
eran demasiado grandes, por lo que consumían excesivo combustible.
J ames W att inventó una máquina de vapor a la que introdujo mejoras decisivas, que per­
mitieron reducir el consumo de carbón, disminuir sus dimensiones y minimizar su costo. Gra­
cias a ello pudo ser utilizada en cualquier parte, y su uso se fue extendiendo de las minas a la
industria manufacturera. Con ello la industria pudo independizarse de la geografía, porque
las fábricas ya no debían instalarse a la vera de los cursos de agua. Se fueron localizando pau­
latinamente en los centros urbanos, dando nacimiento a las ciudades industriales.
La máquina de W att fue, a su vez, perfeccionada a lo largo del siglo xtx por otros in­
ventores, y ello permitió que pudiera utilizarse para impulsar medios de transporte. A par­
tir de la década de 1820 se construyeron los primeros ferrocarriles y barcos de vapor, que
revolucionaron las comunicaciones.
Como ya señalamos, además de la energía del vapor, durante todo el siglo xtx siguió
utilizándose la energía hidráulica, sobre todo en aquellos países o regiones en los que no
había carbón o era muy escaso y caro, y donde, en cambio, abundaban los cursos de agua
(como Suiza o el nordeste de los Estados Unidos). También la tecnología hidráulica se fue
perfeccionando, en especial gracias a la invención de la turbina en la década de 1830, que
permitió reemplazar la rueda y aprovechar mucho más eficientemente la fuerza del agua.
En la industria textil de Nueva Inglaterra la turbina retrasó por varias décadas la difusión
de la energía del vapor.
Volviendo al tema central del significado del uso de fuentes de energía inanimada co­
mo característica de la Revolución Industrial, debemos destacar una vez más que el prin­
cipal impacto que tuvo fue posibilitar aumentos de la productividad insospechados. Las in­
novaciones que se introdujeron desde las últimas décadas del siglo xtx — la electricidad y
el motor a explosión— no hicieron más que reforzar esta tendencia, multiplicando la ofer­
ta de bienes y servicios.

L a d is c ip l in a y l a o r g a n iz a c ió n d e l t r a b a jo

La productividad creció no sólo gracias a la utilización de máquinas y al uso de nue­


vas fuentes de energía. Lo hizo también como producto de las nuevas formas de organiza­
ción del trabajo que acompañaron al sistema de fábrica y del nuevo tipo de empresa que
iba surgiendo con la Revolución Industrial.
H istoria e co n ó m ica m undial

• la disciplina
Conla fábricase produjoen primer lugar una intensificación del trabajo. A diferencia
dela industriaa domicilio, en la que tos trabajadores decidían libremente cuándo y cuán*
lotrabajar, la fábricase caracteriza por exigir a los obreros un horario estricto y una acti­
vidadconstante.
El trabajohumanodebióadaptarseal ritmo impuesto por las máquinas. Los trabajado­
resdebieronacostumbrarsea una precisión y una asiduidad desconocidas con anterioridad,
ymodificar profundamente sus hábitos laborales.
Antesde) advenimientodel sistema de fábrica, el trabajo era muy irregular, y en gene*
ral secombinaban momentos de trabajo intenso con períodos de ociosidad (como recuer­
dael historiadorE. P.Thompson, esto hoy sólo es posible en muy pocas profesiones: artis­
tas, escritores, pequeños agricultores, estudiantes...)37.
Los lunes y martes se trabajaba a un ritmo lento: los jueves y viernes, óste se acelera­
ba. Si por lamañanase empezabatarde, se recuperaba tiempo por la noche. Casi lodos los
oficioshacíanhonor a “San Lunes”: ese día no se trabajaba, sino que se usaba para reco­
brarsedelosexcesos del domingo, sobre todo los de la bebida. Hasta las primeras décadas
del sigloxix, el añolaboral estaba salpicadode fiestas y ferias, que eran rigurosamente res­
petadaspor los trabajadores. Un alto funcionario francés calculaba que en el siglo x vn un
artesanotrabajabaunos 120días ai año.
Unaspectocentral de la producción preindustrial era que el conocimiento tecnológico
lomaba la formade oficios calificados, y quienes poseían el oficio controlaban los proce­
sos de producción.
Lanuevadisciplina noera fácilmente aceptada por los trabajadores adultos, acostum­
brados a sistemas mucho más flexibles, en los que el ritmo de trabajo era mucho más rela­
jado. Ello explica en parte que en la Revolución Industrial se haya recurrido al empleo de
niños en las fábricas, aunque otra razón era que cobraban salarios mucho más bajos.
Losnuevosempresarioslucharon por modificar los viejos sistemas de trabajo recurrien­
do al control de los obreros, y algunos de ellos establecieron una normativa muy rígida.
La entrada de los obreros en la fábrica, sus comidas y su salida tenían lugar a una ho­
ra fija, pautada por el toque de una campana o por una sirena. En el interior, cada uno te-
nía.un puesto determinado y una tarea estrictamente delimitada. Debían trabajar regular­
mente y sin detenerse, bajo la mirada del capataz.
Lajornada laboral era no sólo muy intensa, sino también muy extensa. A comienzos
del siglo xix, el promediode los establecimientos alcanzaba y sobrepasaba las catorce ho­
ras diarias.
Para disciplinar a los trabajadores, los empresarios recurrían mayoritari ámente a los
castigos, yen mucha menormedida, a tos premios para quienes cumplían satisfactoriamen­
te con las exigencias. Sidney Pollard utilizó la información proporcionada por una en­
cuesta Nevadaa cabo por el gobiernoinglés en 1833 sobre el trabajo en las fábricas, para
calcular en qué proporción se utilizaban premios y castigos en el trabajo de los niños. De
607 empresas consideradas, 575 recurrían al castigo, que en más de la mitad de los casos
consistíaenel despido. Las queutilizaban los castigos corporales eran 55, y sólo 34 tas que
daban premios38.
Los castigos más difundidoseranel despido y las multas. Estas últimas eran muy eleva­
das y noguaidaban proporción con las faltas. A un obrero que llegara uno o dos minutos tar-

Thompson (1979).
38 Pollard O965).
El significado de la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 97

de se lo podía privar de la paga de todo un tumo. También se reprimía severamente la falta


de disciplina durante el trabajo, por ejemplo, cuando los trabajadores hablaban entre sí mien­
tras realizaban sus tareas, no estaban en su puesto o dejaban objetos fuera de lugar.

• La división del trabajo


Una segunda característica de tas fábricas, además de la disciplina, fue la intensifica­
ción de la división del trabajo.
Se trata, en primer lugar, de una innovación organizativa, que no necesariamente estuvo
vinculada a la difusión de las máquinas, pero permitió aumentos muy grandes de la produc­
tividad, que se obtuvieron gracias a nuevas formas de organización de la actividad laboral.
En Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, que ya
hemos citado, A dam S m ith dedicó el primer capítulo del libro primero a la división del tra­
bajo, a la que consideraba “causa principal de la expansión de su eficiencia”-'9.
Si bien le daba a la división del trabajo un significado amplio, que implicaba la difu­
sión de la producción para el intercambio, también incluía en ella a la especialización de
la mano de obra. En su famoso ejemplo sobre una manufactura de alfileres, comparaba la
cantidad de piezas que podía confeccionar por día una empresa que aplicara métodos tra­
dicionales y la que podía fabricar otra que utilizara la división del trabajo. En su cálculo
(que, por otra parte, parece poco verosímil), indicaba que empleando 10 obreros, una fá­
brica sin división del trabajo podía producir como máximo 2CK) alfileres por día, mientras
que una que utilizara la división del trabajo podía ilegar a fabricar 48.000. En el primer ca­
so, cada obrero producía como máximo 20 alfileres por día; en el segundo, 4.800, es decir,
240 veces más.
Aunque su cálculo fuera exagerado, da una idea muy precisa de cómo la división de)
trabajo genera un fuerte aumento de sus facultades productivas. Implica la especialización
de los trabajadores en una o varias tareas determinadas. Ya no se trata de que cada uno de
ellos haga un alfiler completo: “Uno estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va
cortando en trozos iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar
el extremo donde se va a colocar la cabeza; a su vez, la confección de la cabeza requiere
dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y
todavía es un oficio distinto colocarlos en el papel”.
S mith in d icab a que la m ayor produ ctiv id ad derivaba de tres factores: la m ayor destre­
z a d e cad a o b re ro e n p articu lar, el ah o rro d e tiem p o que com únm ente se p ierde al p asar de
u n a o cu p ació n a o tra y la invención de m áquinas q u e facilitan y abrevian el trab ajo , capa­
c ita n d o a un h o m b re p ara h a ce r la lab o r d e m uchos.
Con la difusión del sistema de fábrica y el empleo creciente de maquinarias, la divi­
sión del trabajo se intensificó. La introducción de las máquinas tuvo varias consecuencias.
En primer lugar, muchas tareas se simplificaron, ya que los mecanismos fueron reempla­
zando a la habilidad de los trabajadores. Ello hizo posible incrementar la contratación de
personal no calificado que se especializaba en actividades rutinarias, como el simple con­
trol de la máquina. En segundo término, muchas tareas dejaron de requerir no sólo habili­
dad, sino también fuerza. Ambas condiciones llevaron a que en las fábricas se contrataran
cada vez más mujeres y niños, a los cuales se pagaba salarios mucho más tojos y a los que
se sometía a la disciplina con más facilidad que a los hombres adultos.
En el to m o I d e El capital40, K a rl M arx analizó la lógica del proceso de división del•

•w S m it h (1958).
4° M arx (1968).
98 H i s t o r i a e c o n ó m i c a m u n d ia l

trabajo en las manufacturas y en las fábricas, remarcando las d ifere n cias e n tre am b o s ca­
sos. En la manufactura, la división del trabajo consiste en la d e sco m p o sició n d e un oficio
manual en las diversas operaciones parciales: por ello, en este caso M arx h ab lab a del “obre­
ro parcial”. Pero, a la vez, el oficio manual sigue siendo la base de todo.
Para Marx, la lógica del maqumismo, característica de la fáb rica, e s d e ín d o le diver­
sa. El principio que rige en ella es el de un órgano de producción o b je tiv o e im personal,
que impone sus condiciones a los obreros. Aquí la máquina su stitu y e al o b re ro p o r un me­
canismo, y las herramientas se transforman en componentes de un ap ara to m e cán ic o . Mien­
tras que el obrero de la manufactura y de la industria manual se serv ía de su s herram ien­
tas, el de la fábrica debe servir a la máquina, siguiendo sus m o vim ientos, c o m o p a rte d e un
“mecanismo muerto”.
Como consecuencia de ello, la graduación jerárquica de los o b rero s q u e se conserva­
ba en la manufactura va siendo reemplazada por la tendencia a ig u a lar o a n iv e la r los tra­
bajos. La degradación de la calificación, que explica el aum ento del tra b a jo d e m ujeres y
niños, redunda en una pérdida del interés por el trabajo. Con la gran in d u stria se com ple­
ta, para Marx, la separación entre el trabajo manual y las p o ten cialid ad es in te le c tu a le s de
la producción.
En realidad, la división del trabajo en las fábricas no im plicaba n e c e sa ria m e n te la pér­
dida de la calificación, y en la mayor parte de los sectores de la in d u stria los trabajadores
de oficio siguieron teniendo un papel significativo, por lo m enos hasta fin e s d el s ig lo XIX.
Por una parte, siguieron diferenciándose las tareas entre trabajadores c a lific a d o s y peones,
y las máquinas generaron también un nuevo tipo de obrero esp ecializad o : el d e los mecá­
nicos responsables de su manutención y reparación.
En palabras de Benjamín Coriat, “ni la máquina ni el trabajo d e las m u je re s y los ni­
ños podrán suplirlo todo. Y el oficio sigue siendo un paso o b ligado p ara m u c h a s ta re a s”41.
AlainTouraine42describe como sistema profesional aquel en el q u e lo s o b re ro s con­
servan una cierta autonomía y controlan los tiempos de producción, d ife re n c iá n d o lo d e una
segunda etapa, que se inicia a fines del siglo xix, en que los ritm os so n fija d o s p o r la ma­
quinaria y el trabajo es continuo. Esta segunda fase corresponde a la p ro d u c c ió n e n masa
y la difusión del taylorismo y del fordismo, a los cuales nos referirem o s m ás a d e la n te .

• Lasfábricas de Josiah Wedgwood


Una de las empresas que es considerada un m odelo en c u a n to a la e f ic ie n c ia y la
disciplina en los primeros tiempos de la Revolución Industrial e s la q u e p e r te n e c ía a Jo-
siah Wedgwood43, dedicada a la fabricación de productos de a lfa re ría , q u e to d a v ía si­
gue existiendo.
En sus talleres, Wedgwood luchó por imponer una estricta d isc ip lin a a los o b re ro s al­
fareros, que hasta entonces tenían hábitos de trabajo muy irregulares: la c o s tu m b re e ra que
los lunes y martes, las mujeres y los niños prepararan la arcilla, y q u e lo s a lfa re ro s traba­
jaran a un ritmo intenso a partir del miércoles.
Una de las facetas más interesantes que presenta el e jem p lo d e W e d g w o o d e s que
consiguió grandes incrementos de la productividad m ediante la o rg a n iz a c ió n d e l trab a­
jo, sin recurrir a las máquinas. En sus empresas el trabajo no e sta b a m e c a n iz a d o , sino

41 Coriat (1982).
42 Touraine, en Friedmann y Naville (1962).
43 McKendrick, en Landes (1972).
E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n In d u s tr ia l 99

que era llevado a cabo por artesanos más o menos especializados. Sin introducir inno­
vaciones técnicas. W edgw ood trató de incrementar al máximo la productividad del tra­
bajo gracias a la disciplina y la división de las tareas, es decir, mediante innovaciones
organizacionales.
En primer lugar, separó la producción en cinco partes y diseñó los talleres de forma de
conseguir la más estricta economía de trabajo, ya que las piezas iban siguiendo un recorri­
do desde la preparación y los hornos hasta los depósitos.
En sus fábricas existía una estricta división de tareas, y los obreros no podían pasar
de una actividad a otra. De los 278 trabajadores empleados en una de sus plantas —Etru-
ria— en 1790, sólo cinco no tenían asignado un puesto específico, y todo el resto se es­
pecializaba en una tarea determinada. Dentro de los talleres, W edgw ood buscaba la ma­
yor sincronización del trabajo para incrementare! rendimiento individual. Incluso llegó
a organizar una escuela de aprendices para hacer frente a la escasez de mano de obra
calificada.
Además de adiestrar a los alfareros especializados, tenía que amoldar a los trabajado­
res a las necesidades de su fábrica. Las normas que fue imponiendo fueron la puntualidad,
la asistencia constante, las horas fijas, estrictas reglas de cuidado y limpieza, medidas con­
tra el derroche, la prohibición de beber. Pero como los alfareros no estaban dispuestos a
aceptarlas fácilmente, fue ideando diversos sistemas para ponerlas en práctica.
El factor clave para W edgwood fue un estricto control. En primer lugar, supervisaba
personalmente a los trabajadores, llegando a romper las piezas que consideraba que no cum­
plían con las normas de calidad. A medida que sus actividades se diversificaron y no pudo
estar todos los días en la fábrica, delegó esta función en capataces y vigilantes móviles. Pe­
ro para hacer más estricto el control, elaboró instrucciones que contenían las normas por
las cuales debía regirse la actividad en los talleres.
Uno de los principales problemas era garantizar la puntualidad y la asistencia regular
de los trabajadores. Para ello se utilizaba una campana que iba marcando desde la hora de
entrada hasta las pausas para la comida y la salida. Para controlar efectivamente que los
trabajadores llegaran a horario, inventó un sistema de fichado, en el que se empleaban tic­
kets y pizarras, y se castigaba con multas a los infractores.
Las instrucciones incluían también normas sobre la limpieza y el aprovechamiento de
la arcilla, y reglamentaciones muy detalladas sobre la fabricación de las piezas.
El no cumplimiento de las disposiciones era castigado con severas multas. Además de
las infracciones a la puntualidad, la asistencia, la limpieza o las normas de producción, las
multas se aplicaban a quienes introdujeran cerveza o licor en los talleres, tiraran algún ob­
jeto a los patios, escribieran obscenidades en las paredes o jugaran a las cartas contra cual­
quier pared que tuviera ventanas.
En la nueva sociedad industrial, el tiempo y la eficiencia pasaron a ser las metas de los
empresarios, pero para imponerlas debieron luchar contra las prácticas tradicionales del tra­
bajo y contra los hábitos de los trabajadores. Aun en las fábricas de W edgwood los alfare­
ros volvieron, después de su muerte, a muchas de las antiguas costumbres.
En realidad, se trató de un cambio no sólo de las formas de trabajo, sino de una nueva
concepción del tiempo y de una nueva visión del valor del trabajo y del ocio en la sociedad.
A fines del siglo xvm, el reloj todavía era considerado en Inglaterra un producto de lu­
jo: en 1797, el ministro P itt decidió cobrar un impuesto a los propietarios de todo tipo de
relojes (impuesto que duró menos de un año). Pero para entonces, la realidad estaba cam­
biando, y los relojes se iban difundiendo a medida que descendía su precio.
El uso del reloj se difundía también porque eran cada vez más necesarios para regular
el ritmo del trabajo y de la vida cotidiana. De la Revolución Industrial surgió una sociedad
100 H istoria económ ica m uaái^

más disciplinada, lo cual permitió sin duda incrementar la productividad del trabajo y
ner a disposición de la gente muchos más bienes a precios accesibles.
Si ello fue o no favorable para los protagonistas del cambio, sobre todo para los traba*
jadores, forma parte de una interminable discusión entre quienes se inclinan por una uot^
posición, a la cual volveremos a hacer referencia más adelante.

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