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HISTORIA ECONOMICA
MUNDIAL
Del Paleolítico a Internet
emecé
84 H istoria económica mundial
Los historiadores más interesados en los cambios cualitativos generados por la indus
trialización —por ejemplo, en los sistemas de producción y de trabajo— ponen el énfasis
en la lenta difusión que dichas transformaciones tuvieron a partir del siglo x viti. Sin discu
tir la pertinencia del concepto de revolución industrial, resaltan a la vez la profundidad de
los cambios y su gradual expansión. Para ellos las transformaciones no pueden medirse só
lo en términos cuantitativos, y menos aun con información agregada a nivel nacional que
opaca las diferencias entre las distintas ramas de la industria y las variaciones regionales.
Consideran la revolución como un proceso económico y social que dio un resultado mu
cho mayor que la suma de las partes22.
A su vez, el historiador inglés P eter M athias la define como “ las fases iniciales del
p roceso de industrialización en el largo plazo”, y señala que los dos criterios centrales pa
ra definir la Revolución Industrial son la aceleración del crecimiento de la economía en su
conjunto y la presencia de cambios estructurales. Pone el énfasis en que dicho crecimien
to debe darse en el largo plazo y responder no a un incremento de los factores de produc
ción, sino a un aumento de la productividad que se traduzca en un incremento del produc-
to per cápita. Los cambios estructurales que acompañan dicho crecimiento incluyen, entre
otros, la innovación tecnológica y organizativa, la modernización institucional, el desarro
llo de un sistema de transportes y la movilización de la fuerza de trabajo. Este proceso ge
nera, a su vez, modificaciones en la estructura de la economía, en particular, la reducción
de la participación sectorial de la agricultura en el empleo y en el total de la producción24.
Otro historiador inglés, E. A. W rigley , señala que “la característica distintiva de la Re
volución Industrial, que ha transformado las vidas de los habitantes de las sociedades in
dustrializadas, ha sido un aumento amplio y sostenido de los ingresos reales per cápita. Sin
un cam bio de este tipo, el grueso del total de ingresos se hubiese seguido gastando necesa
riam ente en alimentos, y el grueso de la fuerza de trabajo hubiese seguido siendo emplea
d o en la tierra”25. Al aumentar la productividad del trabajo, gracias al proceso de innova
ció n , se increm enta el producto por habitante. W rigley contrapone dos modelos de
crecim iento económico, uno de ellos asociado a la economía orgánica avanzada, y el otro
a la econornía basada en la.energía de origen minera). El primero precede al segundó en el
tiem po, aunque existe una superposición entre ambos. En el modelo de economía orgáni
ca avanzada, la industria se abastecía esencialmente de materias primas animales o vege
tales, y el grueso de la energía que se utilizaba era proporcionado por los hombres y los
anim ales, complementado en algunos casos por la del viento o el agua. Ello ponía límites
m uy precisos al crecimiento económico. El uso de fuentes de energía de origen mineral, en
'p rim er lugar el carbón, permitió superar dichos límites, incrementando de manera sosteni
da la productividad y las tasas de crecimiento de la economía.
Combinando estas definiciones podemos sostener que la Revolución Industrial consis
te en un proceso de cambio estructural en- el que se combinan:
a) el crecimiento económico;
b) la innovación tecnológica y organizativa;
c) profundas transformaciones en la sociedad.
1.a Revolución Industrial está acompañada por^eambios estru ctu rales, en la economía
y Pf>r unlTparte, se va produciendo un descenso ele j a p a rticip a ció n de la agri
culturas el tntal de la-producción y de la proporción d e m ano d e o b ra em p le a d a en ejjsec-
't'or primario. Al mismo tiempo, se verifica un avance de la in d u stria y los serv icio s q u eau-
Tñénümsu narticiDación,en el producto_y~en la ocupación. O tro c a m b io estru ctu ral lo
constituyfcelproceso de urbanización. A medida que a vanza la in d u stria fabril, la produc
ción y la población^ van concentrando en.las ciudades. Van crec ien d o el n ú m ero de ciu
dades. sus dimensiones y la proporción de población urbana en relació n co n la rural.
— TíTcrecimemode ia industria y de los servicios y la difusión del sistem a d e fábrica dan
nacimientoa nuevos sectores sociales. Cambian las condiciones de trab a jo y se va multi-
plicando el número de trabajadores empleados en las fábricas, lo cual da o rig en al proleta
riado industrial. Éste se diferencia de los trabajadores del período prein d u strial p o r sus con
diciones de trabajo. La nueva clase obrera está compuesta por trab ajad o res asalariad o s que
no son propietarios Jefas metilos de producción, sino que venden su fuerza de trabajo. No
trabajan en sus casas, sino en las fábricas, en las que deben cum plir con una discip lin a es
tricta. Viven mavoritariamente en áreas urbanas, en las cuales se va c o n ce n tran d o la pro
ducción industrial.
Al mismo tiempo, se incrementa el número de em presarios que in v ierten su capital en
las nuevas actividades y son dueños de industrias^ Una nueva burguesía in d u strial va bus
cando su lugar entre los sectores propietarios. Pero también las clases m ed ias so n produc
to de la nueva sociedad industrjal. ya que crecen junto con la expansión de los servicios y
las actividades administrativas.
Desde el punto de vista cronológico, ia Revolución Industrial se in ició en G ran Breta-
ña en lgjggandajnitadjie) siglo xvm. y de allí se fue difundiendo, con ritm o s y caracterís-
ticas diversos, primero hacia el continente europeo y los Estados U nidos, y m ás tarde ha
cia otras neones.* '"
Como hemos señalado en páginas precedentes, la Revolución Industrial n o tu v o lugar
en forma abrupta. La mayor parte de los trabajos recientes ha insistido en a ce n tu ar la com
plejidad deLpmceso de industrialización, señalando que los cam bios tu vieron lu g ar de Tina
manera y c<m fuertesdifawtdas regionales. Aun en Gran B retaña, la p rim era na-
cidQ -jfláH ^^úa^^ugiós^.k iodustria moderna fue lenta, y afectó de m odo desigual a
los_diversos sector^¿e,la,actividad industrial y a las distintas áreas g eográficas.
Pero el hecho de que se haya tratado de un proceso gradual no invalida la existencia
de la Revolución Industrial entendida como el punto de partida para el n acim ien to de un
nuevo tipo de sociedad y, por lo tanto, como uno de los grandes hitos en la h isto ria de la
humanidad.
26 Castells(1998).
E l s ig n ific a d o d e ¡a R ev o lu c ió n I n d u s tr ia l 87
En general se considera que hubo ires grandes revoluciones tecnológicas desde el si
glo xvm en adelante: la Primera Revolución Industrial, que tuvo su origen en Gran Bre
taña entre 1760 y 1830, la Segunda Revolución Industrial, cuyos epicentros fueron Ale
mania y los Estados Unidos entre 1870 y 1914, y la Revolución de la Tecnología de la
Información y las Comunicaciones, o Tercera Revolución Tecnológica, que también se ori
gina en los Estados Unidos, en la década de 1970, y está hoy (2007) todavía en marcha.
Si la Primera Revolución Industria) hubiera sido sólo una revolución tecnológica, su
definición y su estudio serían menos complicados. Lo que la hace tan importante y a la vez
tan difícil de encasillar es que fue mucho más que una revolución tecnológica: fue también
una revolución económica.
D ouglass N ortii define a una revolución econónticacomo "un cambio fundamental
en el potencial productivo de la sociedad como consecuencia de un cambio básico en el ^
stock de conocimientos; y el cambio consiguiente, e igualmente básico, de la organización <
económica para realizar dicho potencial’’27. Para dicho autor han existido sólo dos revolu- r
ciones económicas en la historia: la revolución neolítica, con la cual nació la agricultura c
(hace unos diez mil años), y la que denomina “Segunda Revolución Económica”, que si
túa a fines del siglo xix y comienzos del siglo xx, momento en que se produjo lo que la
mayor parte de los autores definen como Segunda Revolución Industrial.
Más allá de que N orth reserve el concepto de revolución económica para lo que
otros consideran la Segunda Revolución Industrial (y que justifica sosteniendo que re
cién a fines del xix se produjo un “maridaje” entre la ciencia y la tecnología que permi
tió ampliar indefinidamente las fronteras del conocimiento), puede utilizarse sin duda pa
ra la Primera.
Lo que permite caracterizar a la Primera Revolución Industrial como una revolución
económica es (siguiendo la definición de N orth ) la combinación del cambio en el poten
cial productivo de la sociedad con cambios en la organización económica, que afectaron al
Sisíémjfen su conjunto y permitieron acelerar radicalmente las lasas de crecimiento.
~ Junto con el nacimiento del sistema de fábrica, la difusión de las máquinas y el uso cre
ciente de energía inanimada, se produjo un cambio estructural en la organización econó-
m teiryaqúe por primera vez en la historia de la humanidad la industria se convirtió en la
actividad más dinámica, creciendo a un ritmo mucho más rápido que la agricultura. Este
cambio, de una trascendencia enorme, implicó el paso de una economía agrícola a una eco
nomía indusirial. v el paso de la industria tradicional a la industria moderna. El acelerado
aumento de la productividad permitió —como ya vimos— que los parámetros de creci
miento económico se incrementaran a niveles insospechados en cualquier etapa previa de
la historia.
Pero también se produjeron, en forma paralela, transformaciones esenciales en la for
ma de organización de los intercambios entre las pers'oñas. La principal fue un fuerte avan- 'L<-, ^>.
ce de las relaciones mercantiles, es decir de la economía de mercado, definida como un sis-
íéma en el cual la producción y distribución de bienes y servicios se realiza a través del
>A.vCVC<'<
mecanismo de precios y en el que compradores y vendedores se vinculan a través de rela
ciones impersonales (guiadas por el sistema de precios). A* - '
Muchos autores han estudiado este proceso desde diversas perspectivas. Sin duda
A dam S mith fue el precursor, ya que en su obra Investigación sobre ¡a naturaleza y las
causas de la riqueza de ¡as naciones (1776) sostuvo que existía una relación directa entre X v t 'X
el avance de la producción para el intercambio y el crecimiento económico, oponiéndose
c —'•>
27 North (1984).
88 H is to r ia o o n n ñ in ic n m u n d i a l
a toda restricción que regulara o controlara los mercados. Por ejem plo, se o p o n ía a la s Le
yes de Pobres vigentes en Gran Bretaña desde el siglo xvi, que g aran tizab an un in g reso a
los indigentes pero les impedían salir del área geográfica de su parroquia, lim ita n d o la mo
vilidad de la mano de obra y la oferta de trabajo.
Lo que es importante destacar, más allá de la predilección de S miti i p o r u n a econom ía
guiada por la “mano invisible” del mercado, es que el proceso de m e rc a n tiliz a c ió n avanzó
sensiblemente con la revolución industrial, difundiéndose a través de to d o el s is te m a eco
nómico. Otro célebre economista británico, Sir J ohn H icks (Prem io N o b el en 1 9 7 2 ) , estu-
\ dió la trayectoria de la economía de mercado en Europa desde fines de la E d ad M ed ia, y
observó cómo las relaciones mercantiles fueron avanzando desde el á m b ito d e la com pra
/ y venta de bienes muebles hasta la constitución de un mercado de la tie rra y u n m ercado
de trabajo, proceso este último que se concretó justamente a lo largo del s ig lo x v m . Veía al
nacimiento de la industria moderna como la culminación del p ro ceso d e d e s a rro llo mer
cantil (que lo había hecho posible), y a la vez como el punto de p artid a p ara u n a fase de
nuevas regulaciones desde fines del xix, al dar origen a nuevas fo rm as d e o rg a n iz a c ió n de
los actores sociales (trabajadores y empresarios) y a una etapa de fo rta le c im ie n to del Esta
do en el siglo xx (H icks escribía en 1969, en la etapa de auge de la e c o n o m ía m ix ta y el
Estado de Bienestar)24.
Arnold Toynbfjl a quien hemos citado como el autor de la p rim era o b ra académ ica
>4 la Revolución Industrial, consideraba que su esencia era la su stitu c ió n d e las regula
r e - cLonesjnedievales (que hasta entonces habían controlado la pro d u cció n y la distrib u ció n
de la riqueza) por la competencia: se había pasado del m ercantilism o al la issez fa ire19.
Uno de los pensadores que más reflexionó sobre todas estas c u estio n es fu e K a r l P o-
lanyi3®(uno de los fundadores de la sociología económica), que a d ife re n c ia d e S m it h y
de H icks tenía una posición muy critica con respecto a la econom ía d e lib re m e rc ad o y a
sus defensores. Su obra más famosa, La Gran Transformación, p u b licad a en 1944, anali
za a la Revolución Industrial como un momento de ruptura en la o rg an iz ació n económ ica
y social. Polanyi elige una fecha para el nacimiento del capitalism o in d u stria l c o m o siste
ma social: 1834. En ese año se abolieron en Gran Bretaña las leyes de S p c c n h a m la n d , que
aseguraban un ingreso mínimo a los pobres a través de sus p arroquias, y q u e d e sd e 1795
habían reemplazado a las antiguas leyes de pobres. Según P o l a n y i , en 1834 se p ro d u jo el
triunfodejojjuedenominó “la lógica del mercado autorregulado” , q u e im p lic a b a que to
da la producción se destinaba a la venta en el mercado (de bienes y se rv ic io s, de m ano de
obra, de tierra,jardinero) y que todos los ingresos (salarios, rentas, in tereses) d e riv a ban de
tales ventas. La Revolución industrial había provocado, para P o l a n y i , d o s e fe c to s de dis~
tinto signo: un mejoramiento casi milagroso de los instrum entos de p ro d u c c ió n y una dis-
locación catastrófica de las vidas de la gente, subordinando la so ciedad al m e rc ad o . D e allí
~én más, hasta la Primera Guerra Mundial, la economía de m ercado c o n tin u ó e n ascenso,
hasta que las reacciones que provocó entre los grupos sociales q u e se sin tie ro n perjudica
dos por ella llevó, desde lajíécada de 1920, a una nueva fase de c re c ien te re g u la c ión, que
constituía justamente la Gran Transformación en curso cuando P o l a n y i escrib ía, y q u e tam
bién H icks y N orth resaltan en sus trabajos.
La razón que justifica las referencias a todos estos autores, cu y a s a se v e ra c io n e s han
28 H icks (1969).
29 Hartwell (1967).
30 Polanyi (1992).
E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 89
generado largos debates, no es la de profundizar en las ideas de cada uno de ellos, sino la
de poner en evidencia la complejidad del proceso que denominamos Revolución Industrial,
en particular sus múltiples facetas y la profundidad de las transformaciones que implicó (y,
por qué no, las controversias que provocó y sigue provocando).
Todo indica, como ya hemos señalado repetidamente, que dichas transformaciones no_
tuvieron lugar en forma repentina. Fueron producto, por una parte, de un largo proceso que
se inició en Europa a Fines de la Edad Media, en el que se combinaron cambios económi
cos, tecnológicos, institucionales, sociales y culturales31. Por otra parte, las nuevas condi
ciones se fueron difundiendo paulatinamente, a un ritmo que varió según las regiones y los
países. Aún así, a mediados del siglo xtx era evidente que estaban en marcha modificacio
nes estructurales que justifican el empleo de la palabra revolución, dada la profundidad y
la persistencia de sus efectos.
ji North (1984).
32 M okyr (1997).
90 H is to r in e c o n ó m ic a m u n d ia l
L a industria artesanal
La industria artesanal se caracteriza por ser una forma de actividad industrial en la que
los productores utilizan herramientas manuales que exigen una alta dosis de habilidad.
La industria artesanal puede ser doméstica —cuando la actividad se realiza en el do-
1micilio de los trabajadores— o llevarse a cabo en un taller.
-¿ AWl^Desde fines de la Edad Media creció la industria artesanal urbana, que funcionaba en
pequeños talleres, con una organización jerárquica basada en el sistema de aprendizaje. Los
talleres funcionaban en las casas de los maestros, donde aprendices y oficiales realizaban
sus tareas y convivían. En algunas ciudades de Flandes y del norte de Italia surgieron ta
lleres de mayores'dimensiones, sobre todo en la industria textil, llegándose a concentrar un
número considerable de trabajadores bajo un mismo techo. Pero la forma m ás extendida
de producción industrial eran los pequeños talleres.
La actividad industrial urbana estaba fuertemente regulada por los grem ios, q u e esta
blecían desde las normas de calidad hasta las cuotas de producción, y ofrecían algunos ru
dimentarios servicios sociales a sus miembros. En general, salvo en determ inados rubros,
como el de los paños de lana, la producción artesanal de las ciudades estaba de s ti n a ^ al
mercado local y al campo circundante, aunque una proporción muy alta de la p o blación
campesina elaboraba en su hqgar los productos industriales que consumía: v estido, ^alza
do,utensilios domésticos.
L a industria a domicilio
L a PROTOINDUSTRIALIZACIÓN
33
M hndhls (1972).
34
M atnias, en AA.VV. (1988).
H is to r ia e c o n ó m i c a m u n d ia l
93
L a m a n u fa c tu r a c e n t r a l iz a d a
• Talleres centrales que preparaban y terminaban el trabajo de los trab a jad o res rura
les a domicilio, principalmente en el sector textil.
• Unidades que tenían que ser bastante grandes o que requerían m u c h o capital por
razones técnicas. Ejemplos: metalurgia, minería, fabricación d e v id rio , astilleros,
refinerías de azúcar.
• Agrupación de talleres por una razón que no es económ ica ni té cn ica , co m o con
secuencia de un monopolio o de la iniciativa de algún m ag n ate te rrito rial. Ejem
plos: manufacturas reales creadas en Francia en el siglo x v n (tap ices, porcelanas,
armas), empresas reales creadas en Prusia en el siglo xv u i (fu n d icio n es d e hierro,
fábricas textiles, de armas, de porcelana), fábricas textiles e stab lecid as p o r nobles
checos en el siglo xvm.
3.2.21
/ E l s is te m a de fá b rica
Con la Revolución Industrial nació el sistema de fábrica, que puede ser definido como
un sistema que se caracteriza por la mecanización de la producción (producción con má
quinas), por el uso de energía inanimada en reemplazo de la energía humana o animal-fias
primeras formas de energía inanimada utilizadas en las fábricas fueron la energía hidráuli-
cá"y7a energía del vapor), y por la presencia de trabajadores asalariados sometidos .a un ré
gimen de estricta disciplina.
E l MAQinmsMo
J6 M antoux (1962).
94 H is to r ia e c o n ó m ic a m u n d ia l
ro hacía ir y venir el carro —para que el hilo se estirara y torciera— , y co n la o tra daba
vueltas a una manivela cuyo movimiento se comunicaba a los husos, en los q u e se enrolla
ban los hilos.
La jenny se derivaba de la rueca, y fue alguna vez definida com o una rucea con varios
husos. Lo que tenía de ventaja clave era que un solo obrero podía p ro d u cir v ario s hilos a
la vez, con lo cual el trabajo humano se multiplicaba. Las prim eras jen n ies ten ían o ch o ca
nillas, con lo cual una persona hacía el trabajo que antes realizaban ocho. T o d av ía en vida
de Hargreaves llegaron a fabricarse con ochenta y más, y ello m ultiplicó aun m ás la pro
ductividad del trabajo.
Al mismo tiempo era una máquina muy sencilla, y era accionada p o r el trab ajad o r, es •
decir, por energía humana. Tenía una ventaja adicional: las jennies se u tilizab an en las ca
sas de los hilanderos, como las ruecas, con lo cual el sistema de org an izació n del trabajo
no se modificaba, pero se incrementaba notoriamente la producción.
De todos modos, el rasgo dominante de la industria moderna fue la d ifu sió n d e las má
quinas accionadas por energía inanimada—primero energía hidráulica, m ás tard e energía
del vapor— que obligaron a sustituir las formas tradicionales de o rg an izació n del trabajo
y dieron nacimiento al sistema de fábrica.
Volviendo al ejemplo de la industria textil, poco tiempo después de la in v en ció n d e la
jenny, Richard Arkwright patentó otra máquina de hilar, que recibió el n o m b re d e “wa-
terframe". A diferencia de la jenny, no era movida a mano, sino im pulsada p o r en erg ía hi
dráulica, lo que permitía ampliar la escala de la producción e introducía m o d ificacio n es
clave en la forma de oiganizar el trabajo. Con la water fram e y sus p o sterio res m odifica
ciones, el hilado pasó de ser una actividad doméstica a convertirse en un trab a jo realizado
en fábricas. Ya el tamaño y el costo de las maquinarias hicieron im posible q u e fu eran pro
piedad de los trabajadores y utilizadas en los domicilios. A dem ás, al ser acc io n a d a s por
eneigía hidráulica, requerían una localización específica, junto a un curso de ag u a, y de me
canismos a través de los cuales el movimiento se trasladaba a la m áquina. D esde este pun
to de vista, significó un cambio fundamental con respecto a la jenny, ya que fue el uso de
energía inanimada el que generó la difusión del sistema de fábrica, característico d e la m o
derna producción industrial.
L a s n u ev a s f u e n t e s d e e n e r g ía
afectados por el las antes de mediados del siglo xix. En las primeras décadas de la Revolución
Industrial se combinó el uso de la fuerza hidráulica y el de la energía del vapor, e incluso en
el siglo xviii también se utilizaban caballos y bueyes para accionar las máquinas en la indus
tria textil. La máquina a vapor de W att fue patentada en 1769, pero su uso se difundió lenta
mente en la industria, y en los primeros tiempos se empleaba sobre todo en las minas.
En un principio, las fábricas se instalaron en las orillas de cursos de agua que tuvieran
un caudal suficiente para aprovechar la energía hidráulica. Los primeros ingenieros que
construyeron fábricas eran los antiguos constructores de molinos, y la primera máquina de
hilar se llamó, como ya dijimos, “waterframe". Todavía a mediados del siglo Xix, la im
portancia de la fuerza hidráulica seguía siendo muy grande en Inglaterra, a pesar de que se
iba generalizando el uso de la máquina de vapor.
Muchos autores siguen considerando la máquina de vapor como el invento más carac
terístico de la Revolución Industrial. Su principal aporte fue poder transformar la energía
térmica (calor) en energía cinética (movimiento y trabajo). Desde el siglo xvu se utiliza
ron en Inglaterra y en países del continente europeo máquinas precursoras de la de Watt
—como la máquina atmosférica de N ewcomen— para bombear agua de las minas, pero
eran demasiado grandes, por lo que consumían excesivo combustible.
J ames W att inventó una máquina de vapor a la que introdujo mejoras decisivas, que per
mitieron reducir el consumo de carbón, disminuir sus dimensiones y minimizar su costo. Gra
cias a ello pudo ser utilizada en cualquier parte, y su uso se fue extendiendo de las minas a la
industria manufacturera. Con ello la industria pudo independizarse de la geografía, porque
las fábricas ya no debían instalarse a la vera de los cursos de agua. Se fueron localizando pau
latinamente en los centros urbanos, dando nacimiento a las ciudades industriales.
La máquina de W att fue, a su vez, perfeccionada a lo largo del siglo xtx por otros in
ventores, y ello permitió que pudiera utilizarse para impulsar medios de transporte. A par
tir de la década de 1820 se construyeron los primeros ferrocarriles y barcos de vapor, que
revolucionaron las comunicaciones.
Como ya señalamos, además de la energía del vapor, durante todo el siglo xtx siguió
utilizándose la energía hidráulica, sobre todo en aquellos países o regiones en los que no
había carbón o era muy escaso y caro, y donde, en cambio, abundaban los cursos de agua
(como Suiza o el nordeste de los Estados Unidos). También la tecnología hidráulica se fue
perfeccionando, en especial gracias a la invención de la turbina en la década de 1830, que
permitió reemplazar la rueda y aprovechar mucho más eficientemente la fuerza del agua.
En la industria textil de Nueva Inglaterra la turbina retrasó por varias décadas la difusión
de la energía del vapor.
Volviendo al tema central del significado del uso de fuentes de energía inanimada co
mo característica de la Revolución Industrial, debemos destacar una vez más que el prin
cipal impacto que tuvo fue posibilitar aumentos de la productividad insospechados. Las in
novaciones que se introdujeron desde las últimas décadas del siglo xtx — la electricidad y
el motor a explosión— no hicieron más que reforzar esta tendencia, multiplicando la ofer
ta de bienes y servicios.
L a d is c ip l in a y l a o r g a n iz a c ió n d e l t r a b a jo
• la disciplina
Conla fábricase produjoen primer lugar una intensificación del trabajo. A diferencia
dela industriaa domicilio, en la que tos trabajadores decidían libremente cuándo y cuán*
lotrabajar, la fábricase caracteriza por exigir a los obreros un horario estricto y una acti
vidadconstante.
El trabajohumanodebióadaptarseal ritmo impuesto por las máquinas. Los trabajado
resdebieronacostumbrarsea una precisión y una asiduidad desconocidas con anterioridad,
ymodificar profundamente sus hábitos laborales.
Antesde) advenimientodel sistema de fábrica, el trabajo era muy irregular, y en gene*
ral secombinaban momentos de trabajo intenso con períodos de ociosidad (como recuer
dael historiadorE. P.Thompson, esto hoy sólo es posible en muy pocas profesiones: artis
tas, escritores, pequeños agricultores, estudiantes...)37.
Los lunes y martes se trabajaba a un ritmo lento: los jueves y viernes, óste se acelera
ba. Si por lamañanase empezabatarde, se recuperaba tiempo por la noche. Casi lodos los
oficioshacíanhonor a “San Lunes”: ese día no se trabajaba, sino que se usaba para reco
brarsedelosexcesos del domingo, sobre todo los de la bebida. Hasta las primeras décadas
del sigloxix, el añolaboral estaba salpicadode fiestas y ferias, que eran rigurosamente res
petadaspor los trabajadores. Un alto funcionario francés calculaba que en el siglo x vn un
artesanotrabajabaunos 120días ai año.
Unaspectocentral de la producción preindustrial era que el conocimiento tecnológico
lomaba la formade oficios calificados, y quienes poseían el oficio controlaban los proce
sos de producción.
Lanuevadisciplina noera fácilmente aceptada por los trabajadores adultos, acostum
brados a sistemas mucho más flexibles, en los que el ritmo de trabajo era mucho más rela
jado. Ello explica en parte que en la Revolución Industrial se haya recurrido al empleo de
niños en las fábricas, aunque otra razón era que cobraban salarios mucho más bajos.
Losnuevosempresarioslucharon por modificar los viejos sistemas de trabajo recurrien
do al control de los obreros, y algunos de ellos establecieron una normativa muy rígida.
La entrada de los obreros en la fábrica, sus comidas y su salida tenían lugar a una ho
ra fija, pautada por el toque de una campana o por una sirena. En el interior, cada uno te-
nía.un puesto determinado y una tarea estrictamente delimitada. Debían trabajar regular
mente y sin detenerse, bajo la mirada del capataz.
Lajornada laboral era no sólo muy intensa, sino también muy extensa. A comienzos
del siglo xix, el promediode los establecimientos alcanzaba y sobrepasaba las catorce ho
ras diarias.
Para disciplinar a los trabajadores, los empresarios recurrían mayoritari ámente a los
castigos, yen mucha menormedida, a tos premios para quienes cumplían satisfactoriamen
te con las exigencias. Sidney Pollard utilizó la información proporcionada por una en
cuesta Nevadaa cabo por el gobiernoinglés en 1833 sobre el trabajo en las fábricas, para
calcular en qué proporción se utilizaban premios y castigos en el trabajo de los niños. De
607 empresas consideradas, 575 recurrían al castigo, que en más de la mitad de los casos
consistíaenel despido. Las queutilizaban los castigos corporales eran 55, y sólo 34 tas que
daban premios38.
Los castigos más difundidoseranel despido y las multas. Estas últimas eran muy eleva
das y noguaidaban proporción con las faltas. A un obrero que llegara uno o dos minutos tar-
Thompson (1979).
38 Pollard O965).
El significado de la R e v o lu c ió n I n d u s tr ia l 97
•w S m it h (1958).
4° M arx (1968).
98 H i s t o r i a e c o n ó m i c a m u n d ia l
trabajo en las manufacturas y en las fábricas, remarcando las d ifere n cias e n tre am b o s ca
sos. En la manufactura, la división del trabajo consiste en la d e sco m p o sició n d e un oficio
manual en las diversas operaciones parciales: por ello, en este caso M arx h ab lab a del “obre
ro parcial”. Pero, a la vez, el oficio manual sigue siendo la base de todo.
Para Marx, la lógica del maqumismo, característica de la fáb rica, e s d e ín d o le diver
sa. El principio que rige en ella es el de un órgano de producción o b je tiv o e im personal,
que impone sus condiciones a los obreros. Aquí la máquina su stitu y e al o b re ro p o r un me
canismo, y las herramientas se transforman en componentes de un ap ara to m e cán ic o . Mien
tras que el obrero de la manufactura y de la industria manual se serv ía de su s herram ien
tas, el de la fábrica debe servir a la máquina, siguiendo sus m o vim ientos, c o m o p a rte d e un
“mecanismo muerto”.
Como consecuencia de ello, la graduación jerárquica de los o b rero s q u e se conserva
ba en la manufactura va siendo reemplazada por la tendencia a ig u a lar o a n iv e la r los tra
bajos. La degradación de la calificación, que explica el aum ento del tra b a jo d e m ujeres y
niños, redunda en una pérdida del interés por el trabajo. Con la gran in d u stria se com ple
ta, para Marx, la separación entre el trabajo manual y las p o ten cialid ad es in te le c tu a le s de
la producción.
En realidad, la división del trabajo en las fábricas no im plicaba n e c e sa ria m e n te la pér
dida de la calificación, y en la mayor parte de los sectores de la in d u stria los trabajadores
de oficio siguieron teniendo un papel significativo, por lo m enos hasta fin e s d el s ig lo XIX.
Por una parte, siguieron diferenciándose las tareas entre trabajadores c a lific a d o s y peones,
y las máquinas generaron también un nuevo tipo de obrero esp ecializad o : el d e los mecá
nicos responsables de su manutención y reparación.
En palabras de Benjamín Coriat, “ni la máquina ni el trabajo d e las m u je re s y los ni
ños podrán suplirlo todo. Y el oficio sigue siendo un paso o b ligado p ara m u c h a s ta re a s”41.
AlainTouraine42describe como sistema profesional aquel en el q u e lo s o b re ro s con
servan una cierta autonomía y controlan los tiempos de producción, d ife re n c iá n d o lo d e una
segunda etapa, que se inicia a fines del siglo xix, en que los ritm os so n fija d o s p o r la ma
quinaria y el trabajo es continuo. Esta segunda fase corresponde a la p ro d u c c ió n e n masa
y la difusión del taylorismo y del fordismo, a los cuales nos referirem o s m ás a d e la n te .
41 Coriat (1982).
42 Touraine, en Friedmann y Naville (1962).
43 McKendrick, en Landes (1972).
E l s ig n ific a d o d e la R e v o lu c ió n In d u s tr ia l 99
que era llevado a cabo por artesanos más o menos especializados. Sin introducir inno
vaciones técnicas. W edgw ood trató de incrementar al máximo la productividad del tra
bajo gracias a la disciplina y la división de las tareas, es decir, mediante innovaciones
organizacionales.
En primer lugar, separó la producción en cinco partes y diseñó los talleres de forma de
conseguir la más estricta economía de trabajo, ya que las piezas iban siguiendo un recorri
do desde la preparación y los hornos hasta los depósitos.
En sus fábricas existía una estricta división de tareas, y los obreros no podían pasar
de una actividad a otra. De los 278 trabajadores empleados en una de sus plantas —Etru-
ria— en 1790, sólo cinco no tenían asignado un puesto específico, y todo el resto se es
pecializaba en una tarea determinada. Dentro de los talleres, W edgw ood buscaba la ma
yor sincronización del trabajo para incrementare! rendimiento individual. Incluso llegó
a organizar una escuela de aprendices para hacer frente a la escasez de mano de obra
calificada.
Además de adiestrar a los alfareros especializados, tenía que amoldar a los trabajado
res a las necesidades de su fábrica. Las normas que fue imponiendo fueron la puntualidad,
la asistencia constante, las horas fijas, estrictas reglas de cuidado y limpieza, medidas con
tra el derroche, la prohibición de beber. Pero como los alfareros no estaban dispuestos a
aceptarlas fácilmente, fue ideando diversos sistemas para ponerlas en práctica.
El factor clave para W edgwood fue un estricto control. En primer lugar, supervisaba
personalmente a los trabajadores, llegando a romper las piezas que consideraba que no cum
plían con las normas de calidad. A medida que sus actividades se diversificaron y no pudo
estar todos los días en la fábrica, delegó esta función en capataces y vigilantes móviles. Pe
ro para hacer más estricto el control, elaboró instrucciones que contenían las normas por
las cuales debía regirse la actividad en los talleres.
Uno de los principales problemas era garantizar la puntualidad y la asistencia regular
de los trabajadores. Para ello se utilizaba una campana que iba marcando desde la hora de
entrada hasta las pausas para la comida y la salida. Para controlar efectivamente que los
trabajadores llegaran a horario, inventó un sistema de fichado, en el que se empleaban tic
kets y pizarras, y se castigaba con multas a los infractores.
Las instrucciones incluían también normas sobre la limpieza y el aprovechamiento de
la arcilla, y reglamentaciones muy detalladas sobre la fabricación de las piezas.
El no cumplimiento de las disposiciones era castigado con severas multas. Además de
las infracciones a la puntualidad, la asistencia, la limpieza o las normas de producción, las
multas se aplicaban a quienes introdujeran cerveza o licor en los talleres, tiraran algún ob
jeto a los patios, escribieran obscenidades en las paredes o jugaran a las cartas contra cual
quier pared que tuviera ventanas.
En la nueva sociedad industrial, el tiempo y la eficiencia pasaron a ser las metas de los
empresarios, pero para imponerlas debieron luchar contra las prácticas tradicionales del tra
bajo y contra los hábitos de los trabajadores. Aun en las fábricas de W edgwood los alfare
ros volvieron, después de su muerte, a muchas de las antiguas costumbres.
En realidad, se trató de un cambio no sólo de las formas de trabajo, sino de una nueva
concepción del tiempo y de una nueva visión del valor del trabajo y del ocio en la sociedad.
A fines del siglo xvm, el reloj todavía era considerado en Inglaterra un producto de lu
jo: en 1797, el ministro P itt decidió cobrar un impuesto a los propietarios de todo tipo de
relojes (impuesto que duró menos de un año). Pero para entonces, la realidad estaba cam
biando, y los relojes se iban difundiendo a medida que descendía su precio.
El uso del reloj se difundía también porque eran cada vez más necesarios para regular
el ritmo del trabajo y de la vida cotidiana. De la Revolución Industrial surgió una sociedad
100 H istoria económ ica m uaái^
más disciplinada, lo cual permitió sin duda incrementar la productividad del trabajo y
ner a disposición de la gente muchos más bienes a precios accesibles.
Si ello fue o no favorable para los protagonistas del cambio, sobre todo para los traba*
jadores, forma parte de una interminable discusión entre quienes se inclinan por una uot^
posición, a la cual volveremos a hacer referencia más adelante.