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Belén Gopegui o La Forja de La Experiencia Femenina
Belén Gopegui o La Forja de La Experiencia Femenina
B) Contra el embaucamiento
El hombre se ha servido del embaucamiento para engañar a la mujer y
ascender hacia el poder. Ay, qué prisión la de los elogios envenenados, que
dibujan a un solo tipo de mujer y toda la que se aleje de él no es digna de ser
amada.
Se ha construido la mujer ideal como aquella que se enfrenta a sus propios
defectos, de tal modo que son o bien ángelas o bien demonias. Shulamith
Firestone afirma en La dialéctica del sexo que en la tradición no existe el menor
resquicio para una perspectiva femenina de las cosas y esta ha de ser la condición
previa a una revolución cultural.
Esto no va de ser, fallecer, va de no pedir permiso, pedir a puro grito hasta que
te escuchen. La conquista de derechos no es automática, los caminos son largos y
es necesaria la perspectiva. Tan malo es sacramentar lo que hicimos como
olvidarlo. Los escombros pesan y el delta es un refugio. Sin embargo, para que la
historia de la mujer fluya en más de una dirección, hace falta autoridad, poder con
que encauzarla. Sin cauce, el enfado de la mujer actual solo arremetería contra sí
misma. Es importante tener en cuenta que lo que no pudo ser, no pudo ser y, sin
lamentarse por ello, aprender para construir de nuevo sin otro objetivo que escapar
del prototipo de mujer que la sociedad masculina ha creado: callada, modosa,
incapaz de rebelarse y tomar el poder.
C) La urgencia
El tiempo es necesario para poder leer, estudiar. Es necesaria esa pausa para
llegar a posiciones de autoridad. La fragilidad obligada de la mujer, le ha hecho
compartir conocimientos y esto le ha dado fuerza. Esta es también una forma de
conseguir autoridad.
De todos modos hay que «hacer cuidadosas distinciones», como decía
Sontag. Cualquier persona puede ser vulnerable y frágil y las desgracias no
afectan igual a quien tiene medios para pasarla y a quien no. ¿Qué sucede con las
personas vulneradas? Hay que darles urgencia.
Los buenos sentimientos, aunque no sirvan para hacer política, sí sirven para
hacer literatura. Pero, la dominación no puede ser tratada siempre en segundo
término o el sufrimiento irá a parar a LAS de siempre. Es necesario crear literatura
en clave femenina de manera inmediata para poner de manifiesto el lugar de
sumisión de la mujer en la sociedad y a partir de esta literatura edificar una
sociedad verdaderamente igualitaria, donde la mujer tenga el mismo poder que el
hombre.
La potencia de la literatura para dar vida y, a la par, constatar que no la tiene es
clave para que la mujer adquiera el papel que le corresponde. Es necesario dejar claro
que lo que no pudo ser, no pudo ser y, ahora, batallar con prisa pues no hay tiempo.
Se trata de una lucha hacia el pasado y hacia el futuro. El haber llegado tarde y no
haber podido hacer y pensar qué podría haberse hecho es una consecuencia de la
falta del medio principal: había argumentos, pero no autoridad. Ahora, no hay tiempo
de tragar saliva, se trata de una carrera a contrarreloj. Mediante la literatura se puede
lograr no solo la autoridad semántica sino también la narrativa. La mujer que escribe
tiene dos posibilidades: hacerlo como escritor que plantea su relación con la tradición
o como persona que conoce la posición en que ha sido colocada. Se cruza el hecho
de ser mujer y querer escribir novela política, de modo que los argumentos ya no son
literarios sino de género o políticos. Es el momento de que el arte, que ha sido
establecido por los poderosos (poder social y poder de género), es decir, por los
hombres, ya no sea hecho para ellos ni para sus criterios. Hay que buscar una estética
idealista más perteneciente al ámbito privado. Si no lo entienden, es decir, si no saben
leer, es su problema.