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Porqué Yuruparí no pudo ser mujer

Juan David Echeverry García

2255983 - 3252

Cuarto semestre

Gilberto Rangel Ordoñez

Literatura colombiana

Licenciatura de literatura

Universidad del Valle, sede Palmira


Resumen

La leyenda de Yuruparí es un texto con demasiado valor histórico y con una carga de
representación a las comunidades indígenas de Colombia, dentro del canon literario, pero
que al transcurrir del tiempo puede generar una diversidad de opiniones, siendo una obra
demostrativa del poder masculino hegemónico desde las culturas tribales, mas, sin
embargo, ¿la traducción no se pudo haber visto manipulada por intereses socio-políticos
para mejorar su recepción del momento?

Es entonces en este ensayo donde se propende dejar la duda acerca de la liviandad del papel
de la mujer dentro de la obra, cuando en las culturas indígenas la figura femenina no suele
verse tan invisibilizada como en el texto se procura. Esa obra cumbre, importante para
mostrar al mundo la idiosincrasia de las comunidades amazónicas, pero al mostrar el valor
representativo de la mujer podría generar un impacto contraproducente a la Europa que se
veía en problemas por la lucha femenina a recibir mejores condiciones, sirviendo como
fuente de inspiración tal vez. De ahí la idea de permear la obra desde una traducción mal
contada, pero sin dejar de lado la esencia imaginativa, lo más atractivo para las sociedades
eurocéntricas; todo bajo la imaginación del ensayista presente.

Palabras claves: conquista, Yuruparí, indígenas, mujer, visibilidad, arquetipo.


Porqué Yuruparí no pudo ser mujer

La conquista de América fue un acontecimiento más allá de un descubrimiento sobre otros,


un proceso de descubrirse el descubridor. Llegar a lejanas tierras, conocer que existen
diferentes culturas, muy diferentes a la propia, debió de ser un verdadero despertar del
pensamiento topo céntrico, sumándole una nueva perspectiva general al mapamundi. Se
dice mucho que cuando se conoce algo nuevo, está presente un conocimiento a priori que se
utiliza para tener una concepción de esa novedad y poderla apropiar.

En una sociedad invadida por el poder masculino sin manera posible de prescribir, como lo
era el viejo mundo, descubrir que, en el nuevo, la mujer tenía más poder en las decisiones
del orden social sería una reconstrucción de la figura femenina que posibilitaría la
sublevación del género históricamente vulnerado, un cambio que seguramente hubiese
podido ser bien aplicado, pero no lo fue. Las mentes que leen permiten el paso a nuevas
ideas, nuevas maneras de ver el mundo y para la vieja Europa dejar que el género ligado
directamente a la concupiscencia, lo pecaminoso de la carne, pudiera tener el control de la
sociedad, en manos tan delicadas, sería dejar el desarrollo de la humanidad, descuidada y
con posibilidad de generar el fin. Pero entonces, tal vez, ese fue el verdadero
descubrimiento al llegar, darse cuenta que las indígenas de esas tierras americanas eran
quienes lideraban las sociedades precolombinas.

¿Cómo dejar que un texto contara el poder de la mujer en una civilización menos
avanzada? Pensar, quizás, que grupos humanos menos desarrollados podían darle más
validación a la mujer dentro de la estructura social era algo insólito, pero qué mejor
estrategia que poner la comparación de la forma de vida tan bagual que llevaban los
indígenas junto con esa catastrófica idea de empoderar a la mujer. Los otros, los indígenas
incultos, eran la primicia barbárica, la fealdad en una sociedad, el mal que habita, la
decadencia; y todo eso en vista del valor a la mujer, como algo más allá de una estatua, un
adorno, una bella flor, pero no como un ser vivo capaz de opinar o tener decisión, porque su
función principal era la concepción y crianza de los hijos. Entonces ahí una de las
principales incógnitas de este ensayo ¿Es completa la fidelidad del relato al mito, o pudo
ser alterada?
La ética de un traductor debe ser impoluta, traer un texto a una lengua diferente de la
original en que fue escrito, debe ser un trabajo de mucha responsabilidad, meticuloso para
evitar cambiar los significados de contexto o la alteridad del producto inicial para
convertirlo en un alter ego solo con la inspiración del primero. Pero decía en palabras más,
palabras menos Maquiavelo, el hombre es malo por naturaleza, y qué podría importar
tergiversar un mito de comunidades subdesarrolladas a la propia, esas creencias burdas
diferentes a la católica, hablando de profanas historias sobre brujos también llamados payé,
en donde nunca se había escuchado la palabra de Dios; no habría ninguna implicación hacer
lo más aceptable posible las historias de esa cultura, sin pensar, tal vez, que esas creencias
atípicas eran la representación de una sociedad a punto de flaquear ante la violencia y el
genocidio. Pero, ¿cómo llevar al nuevo mundo una texto donde se describa el poder de la
mujer?

En las ilustraciones del mundo viejo, de la Europa conquistadora se puede apreciar siempre
la figura femenina como un artículo de prestigio, belleza, ostentosidad, deseo, entre otros
adjetivos pecaminosos y otros nos; pero nunca como una figura de poder, debía aparecer
con un hombre al lado, o con niños, a menos que fuera de la nobleza, ahí sí tenía la
delicadeza para merecer, estar representada. Es inconcebible entonces pensar que en las
sociedades primigenias, donde el homo habilis no conocía la palabra sociedad, sin
distinción alguna entre géneros, solo con la capacidad de discernir entre qué roles ejerce un
ser en la manutención de la comunidad, la persona con la capacidad de dar vida también
podía ejercer oficios como la caza o liderar su dinastía; eso a partir de los descubrimientos
científicos, que aseguran una mayor igualdad en las labores del hombre primitivo, sin esa
distinción de roles como antes se imaginaba. Pero esa era una realidad que no convenía,
mejor seguir viviendo en medio de la mentira ya adjudicada como estatuto.

La percepción acerca de los indígenas según las bitácoras de navegación es que vivían de
manera poco usual o muy alejadas a la sociedad civilizada, por lo que se podría entrar a
imaginar una forma de vida con tecnología diferente a la conquistadora, pero sin tanto
artilugio social, con una estructura que contaba con figuras no eclesiásticas, como el rey, el
papa, el noble, etc; eso al menos lo cuenta dentro del mito de Yuruparí, el poder de los
viejos, la figura del héroe advenido por los Dioses. Porqué no se podría imaginar que en la
Sierra del Tenui lideraron las mujeres, o que debido a eso la epidemia no les atacó, pero
empieza contando que por curiosas, necias e impacientes se les retira la posibilidad de
participar en los asuntos de la tribu, siendo ellas mayoría, a partir de esa decisión el viejo
payé las embaraza, pero ¿cómo hace la tribu para subsistir si solo quedaban algunos viejos
y el payé?

Ahí entra una exigencia personal, la aclaración de los roles en las labores de la tribu, pero
esa glosa hubiese sido muy necesaria para ahondar en la visión del valor a la mujer. Cuando
sale el texto de la leyenda de Yuruparí, se ha venido gestando una lucha de género que
busca la igualdad o al menos un cambio en la percepción de la mujer, un constructo
fomentado en su mayoría por la iglesia, generando un significado para la fémina como un
artilugio o posesión de un hombre con la finalidad de procrear o la manutención del hogar,
un instrumento de oficios varios, pero nada más. Si una mujer en esa coyuntura social del
empoderamiento al género femenino y la validación social al poseer una identificación
propia, se hubiese dado cuenta que en otras culturas, denominadas como subdesarrolladas
o impúdicas, la mujer tenía lo que en esa sociedad se estaba peleando, podría servir de
ahínco para que muchas más se revelaran y lucharan por ese interés; pero mejor sería,
deleitar al público lector con ficciones antropológicas, ese conocimiento de pensar en qué
creían esos amerindios, la idiosincrasia que al final de cuentas podía ser leída como un
cuento sin más fondo.

Para eso entonces, mejor coadyuvar la generación de ese entramado del significado de
mujer, calificándolas con el arquetipo de necias, curiosas e impacientes, pecaminosas que
utilizaban su belleza para fines de espionaje, que en el mínimo error serían convertidas en
estatua, el mejor pretexto para invisibilizar un género como el femenino. Pero es que fuera
de la leyenda, donde más recepción podría tener, la mujer en muchos casos ya se concebía
como una estatua. Una figura bella hecha de piedra, sin posibilidad de opinar o participar
en hechos que ayudaran por un bien común la tribu, no, no podría una mejor forma de
ejemplificar el rol de la mujer en la historia, como lo hace ese mito creacionista, que
alberga la historia de muchas culturas indígenas, pero que evidencia el machismo de la
sociedad completa.
Queda entonces en vilo, la idea vaga de si pudo o no, ser tergiversada la esencia de la
leyenda en su traducción, Ermanno Stradelli no contó nunca si en verdad lo tradujo a
cabalidad, pero ya a su muerte, solo queda creer en la ética, pelética, de su trabajo. Pero no
está mal, repensar las pulsiones que pudieron habitar dentro de su mente, o las intenciones
más allá personales, sociales o políticas; presentes al momento de sacar una de las obras
cumbres de la literatura precolombina, y que pudiera generar un recepción errónea en
medio de los problemas que habituaban las sociedades de la época. De lo contrario,
entonces gesta una visión del machismo impreso, que al ser leída en una contemporaneidad
(2023, 04, 09) generaría un desarraigo de la importancia del texto como novela histórica
para ser tildado como novela sucia, con esas escenas de violaciones explícitas solo bajo el
consentimiento de que es un figura de poder hacia una mujer, con el machismo
demostrativo al tildar y señalar que las mujeres solo son curiosas, necias e impacientes, solo
con la participación en un mito creacionista siendo madres, pecadoras, seductoras,
ignorantes, solo con la intención de ser amadas por un hombre.

Ver que solo a eso se reduce la aparición de la mujer en la leyenda de una tribu, deja mucho
para pensar. Tal vez son desvaríos propios de poner en juicio un texto fuera de su época,
pero son necesidades, o incluso necedades, que surgen al hacer la lectura y mezclarla con la
intención crítica. Todo esto procurando no desmeritar la lucha por la representación en la
literatura de las comunidades abnegadas al canon literario, pero que, de igual, no se puede
cerrar los ojos ante una vulneración semejante.

Referencias
La leyenda de Yuruparí. Ermanno Stradelli
EL MITO DE YURUPARY: MEMORIA ANCESTRAL COMO RESISTENCIA
HISTÓRICA. Betty Osorio
https://www.lasprovincias.es/valencia/20080423/opinion/arquetipos-femeninos-tradicion-
innovacion-20080423.html

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