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¿La IA Puede Ser Un Sujeto De Derecho En Argentina?

Resumen

En el presente trabajo de investigación se busca una aproximación a la Inteligencia


Artificial en cuanto a si es capaz de ser sujeto de derecho, las definiciones
adoptadas en la materia, las personas plasmadas en el ordenamiento jurídico. La
importancia de los derechos de autor, la responsabilidad y la jurisprudencia
comparada.

Palabras clave: Inteligencia artificial, sujeto de derecho, derechos de autor,


responsabilidad.

Abstract

In this research work, an approach to Artifical Intelligence is sought regarding


whether it can be considered a subject of law, the definitions adopted in the field, and
the individuals outlined in the legal system. The importance of copyright,
responsibility, and comparative jurisprudence are also discussed.

Keywords: Artificial Intelligence, subject of law, copyright, responsibility.

Introducción

La expresión "sujeto de derecho" es técnica de la ciencia jurídica de nuestros días para


designar supremamente a los entes sólo a los cuales es posible imputar derechos y
obligaciones. En un comienzo, las relaciones jurídicas únicamente podían darse entre
personas humanas, poniendo énfasis en su voluntad y capacidad de discernimiento.

Posteriormente con el pasar de los años, las sociedades fueron evolucionando y por ellos,
resultó una necesidad crear nuevas categorías jurídicas con el fin de actualizar y regular los
comportamientos que acontecían por fuera de la norma.

Así, el tráfico comercial y la necesidad de mayores capitales, con patrimonio diverso al de


sus propietarios, generó la creación de las personas jurídicas a las cuales se las dotó de
independencia de los hombres que las componían.
En síntesis, siempre existía una persona humana quien, bajo su discernimiento, tomaba las
determinaciones de qué se debía hacer. Pero ¿qué pasaría si existiera un ente que pudiera
tomar determinaciones racionales sin la necesidad de una persona humana?, ¿Las ciencias
jurídicas lo deberían reconocer como un sujeto de derecho nuevo?

¿Qué es la Inteligencia Artificial?

En la actualidad, no existe consenso en torno a la definición de inteligencia artificial. La Real


Academia Española la conceptualiza como una disciplina científica que se ocupa de crear
programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente
humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico.

Por su parte, John McMarthy, quien fue uno de los fundadores del término IA, la definió
como un proceso consistente en hacer que una máquina se comporte de formas que serían
llamadas inteligentes si un ser humano las hiciera.

La IA puede consistir simplemente en un programa informático, o estar incorporada en


dispositivos de hardware demostrando así sus posibilidades de ser corpórea e incorpórea
sin cambiar su esencia

Danesi, Cecilia Celeste en la revista jurídica ‘’La Justicia Uruguaya’’ expuso que de un
conjunto de comunicaciones entre las comunidades europeas entre sus institutos
parlamentarios, consejos y comités denominan a la IA como aquellos sistemas que
manifiestan comportamiento inteligente, ya que poseen la capacidad de analizar su entorno
y accionar con un grado de autonomía, para alcanzar objetivos específicos. Los sistemas
basados en Inteligencia Artificial pueden ser programas informáticos (por ejemplo asistentes
de voz), estar incorporadas en dispositivos hardware (por ejemplo robots avanzados,
automóviles autónomos, etc).

La persona como sujeto del derecho

Actualmente, en el ordenamiento jurídico argentino existen tres tipos de personas


reconocidas. Dos de ellos se encuentran legislados y el tercero es una creación
jurisprudencial. El primero es el de las personas humanas, el segundo es el de las
personas jurídicas y el tercero es el de las personas animales no humanas.

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El concepto jurídico de persona suele ser considerado uno de los fundamentales en el
marco de las técnicas legislativa y judicial y de la teoría general del derecho. La noción
permite imputar derechos y obligaciones a un ente y por ello muestra quién es responsable
y quién es tutelado en un ordenamiento jurídico.

El Código Civil y Comercial de la Nación, en su artículo 141 define a las Personas jurídicas
como “todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir
derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación”

‘’Personalidad electrónica significa considerar a los robots como una persona de derecho
que tiene ciertos derechos y obligaciones de carácter meramente instrumental para un
interés económico específico de un ser humano…’’ Valente, Luis Alberto. ‘’La Persona
Electrónica’’. Pág. 13.

Muñiz, Carlos expresa, que la diferencia en la naturaleza de las personas jurídicas


tradicionales y el sujeto ‘’electrónico’’ radica en que ‘’la primera no es capaz de obrar en el
mundo en ausencia de una acción humana, la IA podría llegar a ser potencialmente capaz
de "tomar decisiones" a partir de su propio aprendizaje, de forma tal que ellas no puedan
ser atribuibles directamente a una acción inmediata de su fabricante o programador.’’

TIPOS DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL

‘’Asimismo, hay que diferenciar entre IA débil e IA fuerte. Mientras que la primera tiene
las características de sólo ser capaz de realizar tareas específicas, de no ser reactiva,
es decir no actúa por sí sola, de no ser flexible, de tener que ser programada por un
humano, de imitar el pensamiento humano, ya que por sí sola no puede razonar, y de
aprender de los ejemplos que ya fueron insertos en ella.

La segunda es capaz de realizar las mismas tareas intelectuales que un ser humano,
resolviendo problemas abiertos de manera flexible, siendo proactiva,
autopogramándose y teniendo muchas redes neuronales complejas que
retroalimentan…’’ Grandi, Mario Nicolás. SID, Simposio Argentino de informática y Derecho
“¿Puede la Inteligencia Artificial ser un nuevo sujeto de derecho?”. Pág. 55.

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LA IA Y LOS DERECHOS DE AUTO

En términos generales, la propiedad intelectual es el área del derecho que regula la


creación, uso y explotación del trabajo que es resultado de procesos creativos o mentales.
En su acepción restringida, “propiedad intelectual” se refiere al “derecho de autor”, el cual
comprende un conjunto de prerrogativas o facultades que nacen por el solo hecho de la
creación de la obra en favor de los autores de “obras de la inteligencia” en los dominios
literarios, artísticos y científicos, cualquiera sea su forma de expresión. En los países de
tradición jurídica latina, además de la expresión “derecho de autor”, se utilizan las
expresiones “propiedad literaria y artística” (Lipszyc, 2001, p. 19).

Aunque el derecho de autor es uno solo, tiene una doble vertiente compuesta por las
facultades morales que nacen, por una parte, de la proyección de la personalidad del autor
mediante su obra (y que son esenciales al derecho y, por tanto, irrenunciables). En ese
sentido, se considera que los productos intelectuales tienen un valor intrínseco por ser
expresión de la dignidad y la creatividad humanas.

Y, por otra parte, están las facultades patrimoniales, cuya naturaleza es más bien
económica y se vinculan con la explotación de la obra y la posibilidad de beneficiarse del
producto económico de ella.

Por lo anterior, los conceptos de “obra” y “autor” se encuentran interconectados en la


medida en que uno es objeto y el otro es sujeto de protección del derecho de autor. Así que
para determinar si existe o debe existir un derecho de autor o similar para los productos de
la IA, se requiere analizar los conceptos citados en relación con el contexto de la IA.

El objeto del derecho de autor es “la obra”, término que no suele estar definido en las leyes
de propiedad intelectual. De acuerdo con la doctrina, una obra intelectual se refiere a
aquellos bienes inmateriales que se expresan a través de una forma determinada, o bien
que constituyen creaciones originales reflejo de la inteligencia y la sensibilidad humana que
pueden ser percibidas por el resto de la sociedad a través de su materialización en un
soporte determinado (Valdés, 2016, pp. 7-30). De este concepto se deduce que las obras
creativas gozan de la protección del derecho de autor si son originales.

Pero las legislaciones tampoco definen lo que habrá de entenderse por “originalidad.” Así
que es de nuevo la doctrina la que precisa que ella se refiere al aporte creativo que
diferencia a la obra de otras creaciones preexistentes, lo que puede ser entendido desde al
menos dos perspectivas o criterios: objetivos y subjetivos. (Márquez, 2001). Dentro de los
criterios objetivos, bajo la tutela de los derechos de autor, solo se encontrarán aquellas
creaciones humanas que sean objetivamente nuevas, es decir, que se traten de una

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aportación al patrimonio cultural de algo que no existía. Mientras que los criterios
subjetivos, consideran que debe protegerse la creación siempre y cuando sea un reflejo de
la personalidad del autor, es decir, que conlleve un “sello” del autor con la creatividad propia
de este, con elementos que la distingan de otras del mismo género.

Pero si el derecho de autor nace en virtud de la originalidad, algunos de los productos


“creativos” generados por la IA, que desde cierto punto de vista serían considerados obras
originales, y los mismos podrían quedar desprovistos de protección jurídica, precisamente
porque la participación humana es mínima o nula. Y también porque el derecho de autor
corresponde al autor, esto es, una persona humana o natural que crea una obra
original, y la normativa tradicional no contempla situaciones para resolver una eventual
“titularidad de los robots”.

Sin embargo, desde la perspectiva tradicional de la originalidad, en principio la obra creada


mediante sistemas de IA solo podría reputarse original si interviniese el factor humano en su
generación, y dicha intervención no se limita a actividades meramente técnicas (pues estas,
si es que fueran dignas de protección, lo serían tal vez a través de otros regímenes
jurídicos, pero no por el derecho de autor), sino que su participación constituye un “mínimo
esfuerzo creativo”, jurídicamente relevante como para que pueda reconocerse algún
derecho, ya que, como se indicó, al vincularse a la personalidad del autor, se requiere su
“impronta personal”, y si es la máquina la que toma las decisiones “creativas”, ¿cuál sería la
personalidad humana que se plasma en el resultado?

Ante las diversas interpretaciones posibles, se evidencia que existe ambigüedad, por lo que
convendría que el legislador al menos fijase algunos criterios o aclarase qué hacer frente a
estos productos con el propósito de generar mayor seguridad jurídica, pues en definitiva es
este uno de los grandes fines que el derecho está llamado a satisfacer.

LA IA Y LA RESPONSABILIDAD CIVIL

Cuanto más autónomos son los sistemas, menos dependen de otros actores (es decir, el
fabricante, el propietario, el usuario, etc.) y mayor es su impacto en su entorno y en
terceros. Esto podría plantear cuestiones relativas a la responsabilidad, en situaciones
donde el daño causado por una “máquina” que opera con un cierto grado de autonomía no
solo puede vincularse a un defecto o intencionalidad humana (por ejemplo, del conductor, el
fabricante del automóvil, etc.)

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Esta nueva perspectiva lleva a pensar nuevos campos en los cuales la IA puede
desempeñarse como sujeto de derecho con sus consecuentes derechos y obligaciones. Y
una de la pregunta que se genera como consecuencia de esto, en el campo civil es ¿con
qué elementos patrimoniales podrá responder en caso de ser necesario?

Se plantean también los siguientes interrogantes. Se cuestiona si el instituto de la


responsabilidad por el hecho ajeno (tutores, padres por los hijos, etc.) resulta aplicable
para tecnologías como la IA. También aborda la corriente que propone utilizar las normas de
responsabilidad por los daños causados por animales. Ésta se basa en la similitud
existente entre la falta de previsibilidad de las acciones de la IA y de aquellos, es decir,
vinculado (nuevamente) al comportamiento autónomo.

Asimismo, sostiene que una pregunta fundamental a explorar es si corresponde aplicar a


los sistemas de IA las normas de la responsabilidad subjetiva u objetiva. Al respecto,
precisa que la responsabilidad basada en la culpa generalmente se justifica por el
razonamiento de que un sujeto no desplegó una conducta diligente (es decir, si se comportó
con negligencia, imprudencia y/o impericia). Con lo cual, en este punto habría que
determinar si podríamos hacerle un juicio de reproche a las cosas dotadas de IA, lo que
resulta —cuanto menos— extraño.

En lo que concierne a la responsabilidad objetiva, señala que reposa en el principio de que


una persona que generó un riesgo para su propio beneficio, debería ser responsable de
cualquier daño materializado en relación con ese riesgo. Y a continuación refiere que las
disposiciones actuales de responsabilidad objetiva podrían aplicarse al uso de ciertos
dispositivos alimentados con inteligencia artificial, en particular, en el caso de los
automóviles automatizados.

Puede concluirse entonces, que de lo dicho con respecto a la responsabilidad civil en


materia de IA, existe aún un vacío legal y las dificultades para que las disposiciones legales
vigentes abarquen estás particularidades.

Muñiz, Carlos explica que la persona jurídica posee una responsabilidad indirecta ya que,
se le imputa una acción de un tercero por el cual conforme el orden normativo debe
responder, en cuanto que la responsabilidad del sujeto electrónico ‘’podría ser’’ directa tanto
en la órbita contractual como extracontractual. Tampoco podría hablarse de que sea un
sujeto con conciencia moral como la persona humana, es entonces que las nociones de
culpa o falta resultan extrañas al mismo.

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Expone que ‘’...Será necesario en consecuencia un régimen propio de responsabilidad
civil propio de la IA, así como también un régimen de responsabilidad de las
personas que hubieran participado en su creación y puesta en funcionamiento, sea
en carácter de dueños, programadores, fabricantes o desarrolladores, teniendo en
consideración las particularidades de cada una de estas figuras y con los alcances
que resultan de los principios generales. El carácter de esta responsabilidad debería en
principio ser objetivo y con fundamento en el riesgo creado. En cuanto a los derechos que
estos sujetos electrónicos podrían ser susceptibles de adquirir deberían en principio
limitarse al ámbito patrimonial…’’ Muñiz, Carlos. : "Para nosotros, para nuestra posteridad, y
para todos los robots del mundo que quieran habitar el suelo argentino". ¿Puede la
inteligencia artificial ser sujeto de derecho? Pág. 4 y 5.

La IA y la responsabilidad penal

En el campo del derecho penal se están debatiendo otras cuestiones, no ya vinculadas con
la posibilidad de responder patrimonialmente de la IA, sino con la posibilidad de que la
máquina tenga libre albedrío y tenga conciencias de sus actos, con el fin de poder
reprocharle sus acciones.

De momento el único resultado lesivo producto de una IA contra una persona, con
relevancia penal, fue el accidente de un vehículo autónomo de UBER en Arizona en 2018.

Luego de más de un año de investigación la agencia de transporte de los Estados Unidos


determinó que la culpa no fue de la IA sino de la persona que estaba detrás del volante y
debía verificar al rodado, ya que ésta fue complaciente con la automatización del rodado y
no prestó la debida atención al camino y por ello el auto no frenó y mató a una señora que
cruzaba.

La IA en el Ministerio Público Fiscal Argentino.

Los algoritmos también están ingresando en el campo jurisdiccional, en Argentina, más


precisamente en CABA, existe un sistema basado en IA, llamado “Prometea” que ayuda al
Ministerio Público Fiscal al momento de resolver, dando posibles soluciones a los casos
debatidos.

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Ia En El Derecho Comparado

El puntapié inicial fue la Resolución del Parlamento Europeo, de 16 de febrero de 2017, con
recomendaciones destinadas a la Comisión sobre normas de Derecho civil sobre robótica
(2015/2103(INL)) en la cual el punto 59 establece: Pide a la Comisión que, cuando realice
una evaluación de impacto de su futuro instrumento legislativo, explore, analice y considere
las implicaciones de todas las posibles soluciones jurídicas, tales como: (…) f) crear a largo
plazo una personalidad jurídica específica para los robots, de forma que como mínimo
los robots autónomos más complejos puedan ser considerados personas electrónicas
responsables de reparar los daños que puedan causar, y posiblemente aplicar la
personalidad electrónica a aquellos supuestos en los que los robots tomen decisiones
autónomas inteligentes o interactúen con terceros de forma independiente.

Este punto es importante porque cambia el eje de la regulación de los robots o sistemas de
IA de objeto a sujeto.

La Justicia de EEUU dictaminó que el arte creado por IA no tiene derechos de autor

El dictamen de la jueza federal Beryl Howell subraya que “la autoría humana es un requisito
fundamental” para el copyright.

En una sentencia de importancia trascendental se ha confirmado la postura de la Oficina de


derechos de autor de los Estados Unidos que las obras creadas con Inteligencia artificial no
pueden acogerse a la protección de los derechos de autor.

Esto se dio a una impugnación de una sentencia de rechazo de demanda por la postura del
estado de negarse registrar a la IA, como así también negarse a registrar sus obras.

La máquina había creado una obra de arte por sus propios algoritmos puntualmente la obra
se llamaba una entrada reciente al paraíso punto luego de que la Oficina de derechos de
autor de Estados Unidos denegara la solicitud, basándose que la conexión entre la mente
humana y la expresión creativa es un elemento vital de la protección. El demandante
obviamente en desacuerdo con esta postura argumentó que la IA debería ser reconocida
como autora cuando cumpla Los criterios de autoría y que la propiedad debería recaer en el
dueño de la máquina. El demandante sostuvo que la postura de la denegación era arbitraria
e infringía la ley del procedimiento administrativo.

La jueza sin embargo confirmó la decisión de la oficina de derecho de autor y declaró que la
ley de derechos de autor nunca se ha extendido tanto para proteger las obras generadas

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por nuevas formas de tecnología que operan sin ninguna mano humana que las guíe punto
la sentencia subraya además la autoría humana es un requisito fundamental.

Shenzhen Tencent Computer System Co., Ltd. Contra Shanghai Yingxun


Technology Co., Ltd.
A inicios de 2020, un tribunal en China determinó que un texto creado por el robot periodista
Dreamwriter debe recibir la misma protección que los textos creados por seres humanos. En
ese sentido, se dictaminó que un trabajo generado por IA califica para la protección de los
derechos de autor. El fallo se produjo después de que la empresa Tencent, creadora del
robot Dreamwriter demandara a una plataforma en línea que proporciona información sobre
préstamos por copiar un artículo que contenía un informe financiero escrito por la IA (robot
periodista) sin autorización de Tencent.

El tribunal también señaló que el acusado, Shanghai Yingxun Technology Company,


infringió los derechos de autor de Tencent y debía asumir responsabilidad civil, ordenando
así a que pagara a Tencent por pérdidas económicas y protección de derechos.

Los derechos fueron entonces para el titular de la IA y la decisión se fundó en que la forma
de expresión del artículo se ajustaba a los requisitos del trabajo escrito y el contenido
mostró la selección, el análisis y el juicio de la información y los datos relevantes del
mercado de valores. Además, el tribunal estimó que su estructura era razonable, la lógica
era clara y tenía cierta originalidad.

Vehículos Autónomos

En Singapur y Abu Dabi existen vehículos autónomos para el transporte público con
capacidad para 24 personas, también han sido incorporados a las calles de Estocolmo y, la
empresa Uber creó los nuevos autos automáticos; por nombrar solo unos pocos ejemplos.
Estos perciben el entorno a través de cámaras y sensores que cuentan con una tecnología
llamada Lidar (Light Detection and Ranging, o detección por luz y distancia) que sirve para
saber cuándo cambia el semáforo, o se cruzan peatones o ciclistas, o todo otro dato del
entorno del vehículo.

Existen algunos países con legislaciones de avanzada, que ya adoptan en su ordenamiento


algunas disposiciones relativas a los vehículos autónomos. Uno de los más desarrollados es
Estados Unidos, el que a lo largo de sus distintos Estados acopian una gran cantidad de
normas en la materia.

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California mediante la legislación SB 1298 autorizó la utilización de los vehículos
autónomos en las vías públicas con fines de prueba. Los conductores —con el tipo licencia
“adecuada”(51)— deberán estar sentados en el asiento correspondiente y monitorear en
forma permanente el funcionamiento seguro de la unidad, de modo tal que, en caso de falla
o emergencia, sean capaces de hacerse cargo inmediatamente del control manual del
rodado.

El Distrito de Columbia dictó la “Autonomous Vehicle Act of 2012” que autoriza la


circulación de vehículos autónomos en vías públicas, siempre y cuando éstos posean una
función de anulación manual que permita a un conductor asumir el control en cualquier
momento. Además, mientras esté en funcionamiento el conductor debe estar sentado en el
asiento de control.

Alemania modificó su Ley de Tráfico para permitir que los automóviles autónomos operen
en las calles, siempre que un conductor humano esté presente para tomar el control en todo
momento. Suecia ha introducido una ley que permite la prueba de vehículos autónomos y,
en el Reino Unido, el gobierno ha propuesto una legislación que modificaría la legislación
de seguros en relación con el posible despliegue de vehículos autónomos.

En el marco del Derecho Societario se puede afirmar que el mismo no escapa de estos
avances. La doctrina internacional y derecho comparado ya hay discusiones sobre el
legislar sobre uso de estructuras societarias para potenciar las IA hasta el planteo de una
personalidad jurídica propia para las IA avanzadas con el objetivo de realizar determinados
actos jurídicos con cierta autonomía frente a terceros.

Conclusión

Ante el cuestionamiento de si la Inteligencia Artificial debe ser reconocida como sujeto de


derecho por nuestro ordenamiento jurídico, la respuesta resulta aún incierta, esto es así
porque la misma plantea desafíos en términos de responsabilidad legal, derechos de autor y
mucho más. Es entonces que la falta de de normativa nos deja en una incertidumbre sobre
cómo abordar las situaciones donde la inteligencia artificial se vea involucrada, lo más
preocupante es la responsabilidad sobre los daños y perjuicios que pudiera y está
ocasionando actualmente.

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Finalmente, reconocemos y exponemos que hay una necesidad de establecer regulaciones
claras y adecuadas para los desafíos que nacen ante la creciente y galopante IA, siendo
cuidadosos para garantizar que los derechos y responsabilidades de los individuos se
protejan adecuadamente en este mundo donde la inteligencia artificial cada vez desempeña
un papel más importante.

La inteligencia artificial como sujeto de derecho ante nuestra pregunta investigativa resulta
ausente su posible reconocimiento en nuestro ordenamiento jurídico argentino, esto es así
porque la misma plantea desafíos en términos de responsabilidad legal, derechos de autor y
mucho más. Es entonces que la falta de de normativa nos deja en incertidumbre sobre
cómo abordar las situaciones donde la inteligencia artificial se vea involucrada, lo más
preocupante es la responsabilidad sobre los daños y perjuicios que pudiere ocasionar.

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Bibliografía

 Código Civil y Comercial de la Nación. (2015). Artículo 141.

 Cientofante, Fernanda. Sistemas de Inteligencia Artificial y el futuro del Derecho


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11
 Muñiz, Carlos. "Para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los robots del
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Inteligencia Artificial ser un nuevo sujeto de derecho?”. Pág. 55 Disponible en:
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Anexo

12
Infografía del Informe

13

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