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El autor (Richard Sennet, sociólogo de EEUU) elabora su artículo acerca del impacto de la nueva
forma de trabajo en las personas.
La oficina virtual nunca cierra: Los antiguos jefes de mal carácter han desaparecido,
reemplazados por organizaciones en cambio permanente donde se manipula al trabajador. Ese
cambio se identifica con la flexibilización que surge de la globalización (mercado del mundo
entero y no ya de países determinados), la competencia feroz entre empresas, la propiedad de
las mismas en manos privadas (no estatales) y la desregulación (leyes laborales y comerciales
mucho menos rígidas). Bajo la supuesta libertad de la desregulación, en realidad se esconde un
mayor control sobre los trabajadores (que llegan a trabajar más allá de su jornada diaria, en
Argentina son 8horas por día), a través de horarios flexibles y tele-trabajo, pues implica una
oficina abierta las 24hs del día. La tecnología hizo también que el trabajador se despersonalice
(se sienta ajeno y no orgullosos) de su trabajo.
No hay carreras seguras: como hace unas décadas, ninguna asegura un buen ingreso de sueldo
y el cambio continuo es la característica más relevante, a la cual sólo saben adaptarse los
jóvenes, porque la gente mayor es muy rígida. Anteriormente, las empresas ofrecían al
trabajador un lugar estable, donde podían incluso trabajar horas extras para ahorrar para sus
hijos, hoy eso no sucede porque las empresas no dan ese marco de seguridad, sino flexible y
cambiante. Se valoran aptitudes nuevas (saber escuchar, ser adaptable a los cambios) y la
estructura de mando vertical (jefes clásicos) fue reemplazada por otra, horizontal donde la
presión de los compañeros es más fuerte aun, y de paso la responsabilidad del mando se
diluye, y todos los trabajadores terminan aceptando que son cambiables por otros,
prescindibles, según las circunstancias. Por eso esta nueva estructura empresaria se
desinteresa de las personas, los objetivos son a corto plazo, con desaparición de “empleados
de carrera” (que empezaban y se jubilaban en la misma empresa, pasando por todos los
sectores y ascendiendo de a poco) lo que hace que el futuro de los empleados sea mayormente
incierto, con el impacto psicológico y familiar que eso implica.
CONTRA: El lugar laboral no sólo es la oficina, sino que importa mucho la relación personal que
se tiene entre compañeros de trabajo, se busca la formación y el buen funcionamiento de
“equipos” donde todos se sientan parte importante del mismo y comprometidos con los
objetivos del grupo y –por ende- de la empresa. A su vez, la tecnología (celulares,
computadoras portátiles) si bien facilitan muchísimo la conexión y la interrelación, también
provocan la falta de desconexión y la sensación de estar “todo el tiempo” a disposición de la
empresa, lo que produce cuadros de estrés y se olvidan de que tienen una vida más allá del
trabajo. Disminuye costos y gastos para las empresas. El trabajo virtual permite al trabajador
adaptarlo a sus tiempos y mayor comodidad. Disminuye el estrés, están menos irritables y
pueden coordinar mejor trabajo y flia., con la cual pueden estar presentes sin dejar de trabajar,
lo que importa mucho cuando son hombre y mujer de la casa quienes necesitan hacerlo a la
vez.
TELETRABAJO:
LA CULTURA EMPRENDEDORA
Muy ligada a la iniciativa y a la acción, a la voluntad de probar cosas nuevas o hacerlas de modo
distinto, se identifican oportunidades y se reúnen recursos de varia naturaleza para
transformarlos en una empresa. Se desarrollan capacidades de cambio y se reacciona con más
apertura y flexibilidad, capacidad de asumir riesgos con responsabilidad, con intuición, para
resolver los problemas. Fomentar esta cultura es clave para generar empleo y mejorar la
competitividad. Aparecen el desempleo simultáneo, o la actividad profesional independiente.
Se nota descenso del empleo público, subcontratación