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MANUEL ATIENZA
Catedrático de Filosofía del Derecho
de la Universidad de Alicante - España
BIOÉTICA, DERECHO
Y ARGUMENTACIÓN
PALESTRA TEMIS
Lima-Bogotá
2010
P ENSAMIENTO
Colección
J URÍDICO
C ONTEMPORÁNEO
Directores:
Manuel Atienza
Universidad de Alicante
Luis Prieto
Universidad de Castilla - La Mancha
Coordinadores:
Pedro P. Grández Castro
Hugo Enrique Ortiz Pilares
Nº 1
Bioética, Derecho y argumentación
Primera edición, noviembre de 2004
Segunda edición ampliada, mayo de 2010
Capítulo I
BIOÉTICA Y ARGUMENTACIÓN .............................................. 17
1. ¿Qué es argumentar? ...................................................................... 17
2. Concepciones de la argumentación ............................................... 19
2.1. La concepción formal ............................................................... 19
2.2. La concepción material ............................................................ 21
2.3. La concepción pragmática ....................................................... 23
3. Contextos de la argumentación bioética ....................................... 26
4. Argumentación y falacias ............................................................... 29
5. Diez errores frecuentes en la argumentación bioética ................ 31
Capítulo II
JURIDIFICAR LA BIOÉTICA.
UNA PROPUESTA METODOLÓGICA ..................................... 33
1. Los comités de ética ........................................................................ 33
2. Los principios de la bioética: La versión estándar y algunas
propuestas alternativas. ................................................................... 41
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Capítulo III
INVESTIGACIÓN CON EMBRIONES Y CLONACIÓN:
LA ÉTICA DE LA RAZONABILIDAD ......................................... 79
Capítulo IV
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS BIOÉTICOS ......... 101
Sobre la nueva Ley de Reproducción Humana Asistida .................. 101
Huelga de hambre
1. Introducción ....................................................................................... 155
2. ¿Es lícita la huelga de hambre? ....................................................... 157
3. El caso de los GRAPO ...................................................................... 158
4. Huelga de hambre y derecho a la vida ............................................ 162
Capítulo V
SOBRE EL CONCEPTO DE DIGNIDAD HUMANA ............. 165
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ÍNDICE GENERAL
Anexos:
FALACIAS BIOÉTICAS
1. El Vaticano y la pedofilia ............................................................... 201
2. Paternidad forzosa ........................................................................... 203
3. Clonación .......................................................................................... 204
4. Ramón Sampedro ............................................................................ 208
5. Elección de sexo .............................................................................. 212
6. Bioética, religión y razonabilidad ................................................. 214
7. Excomunión ..................................................................................... 218
8. Justicia salomónica .......................................................................... 222
9. Clonación terapéutica. .................................................................... 224
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PRESENTACIÓN A LA SEGUND
PRESENTA SEGUNDAA EDICIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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Capítulo I
BIOÉTIC
BIOÉTICAA Y ARGUMENTACIÓN
ARGUMENTA
1. ¿Qué es argumentar?
Argumentar o razonar es una actividad que consiste en
dar razones a favor o en contra de una determinada tesis que
se trata de sostener o de refutar. Esa actividad puede ser muy
compleja y consistir en un número muy elevado de argumen-
tos (de razones parciales), conectadas entre sí de muy variadas
formas. Por ejemplo, una sentencia reciente del Tribunal
Constitucional español (de 18 de junio de 1999) sobre la cons-
titucionalidad o no de la ley sobre técnicas de reproducción
asistida (LTRA) ocupa casi 50 páginas (la extensión no es, en
absoluto, inusitada, cuando se trata de problemas jurídicos
de cierta complejidad que plantean o recogen numerosos ar-
gumentos parciales). Así, el tribunal entiende que la LTRA
en su conjunto no vulnera la reserva de ley orgánica, porque
el artículo 15 de la Constitución española (“todos tienen dere-
cho a la vida...”) se refiere a (“todos los nacidos”), de manera
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BIOÉTICA Y ARGUMENTACIÓN
2. Concepciones de la argumentación
No existe, sin embargo, una única forma de entender –y es-
tudiar– la argumentación y los argumentos. Sin entrar en muchos
detalles, podríamos distinguir tres concepciones a las que cabría
denominar, respectivamente, formal, material y pragmática.
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4. Argumentación y falacias
Un objeto de especial interés en el estudio de las argu-
mentaciones lo constituye las falacias, esto es, aquellos
argumentos que parecen buenos, pero que no lo son. De acuer-
do con lo que antes hemos visto, las falacias podrían clasificarse
en formales, materiales y pragmáticas, según infrinjan algu-
na de las reglas de la buena argumentación características de
cada una de esas concepciones.
Por ejemplo, cometería una falacia de tipo formal el que
argumentara de la siguiente forma: “Está permitido investigar
con preembriones no viables; un óvulo no es un preembrión no
viable; por lo tanto, no está permitido investigar con óvulos”.
El “error” consiste aquí en haber interpretado que en la pri-
mera premisa se establece que algo es condición necesaria para
otra cosa (que sólo se puede investigar, en el contexto del uso
de las técnicas de reproducción humana asistida, con preem-
briones no viables) y no una simple condición suficiente.
Un ejemplo de falacia material podría ser éste: “La pro-
hibición que establece la ley de investigar con preembriones
viables alcanza a los preembriones sobrantes de un tratamien-
to de fertilidad, si éstos no presentan ningún defecto de
carácter biológico, y aunque se sepa que su destino es la des-
trucción. No podemos retorcer las palabras; no podemos hacer
que “no viables” signifique lo que no significa. Los preem-
briones que biológicamente tienen la capacidad de desa-
rrollarse no pueden ser no viables. No hay ninguna otra for-
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otros dos” (p. 126). Entre unos y otros hay la diferencia que
va entre el bien común y el bien particular. Por eso –añade
GRACIA– los primeros configuran una “ética de mínimos” y
los segundos una “ética de máximos”: “A los mínimos mora-
les se nos puede obligar desde fuera, en tanto que la ética de
máximos depende siempre del propio sistema de valores, es
decir, del propio ideal de perfección y felicidad que nos haya-
mos marcado. Una es la ética del “deber” y la otra la ética de
la “felicidad”. También cabe decir que el primer nivel [el
configurado por los principios de no maleficencia y justicia]
es el propio de lo “correcto” (o incorrecto), en tanto que el
segundo [el de los principios de autonomía y beneficencia] es
el propio de lo “bueno” (o malo). Por eso, el primero se co-
rresponde con el Derecho, y el segundo es el específico de la
Moral” (p. 129–130).
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ductas que sólo tienen que ver con las opiniones morales de los
individuos; dicho de otra forma, que el Derecho debe perma-
necer neutral frente al pluralismo moral: no debe tratar de
imponer un determinado código moral frente a los demás; o,
como escribió John STUART MILL en un celebérrimo texto: “el
único fin por el cual es justificable que la humanidad, indivi-
dual o colectivamente, se entrometa en la libertad de acción de
uno cualquiera de sus miembros, es la propia protección.(...) la
única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho,
ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada
contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás”8
Ahora bien, no hay ninguna contradicción en aceptar lo
anterior y entender, al mismo tiempo, que, en un importante
sentido, el Derecho empieza donde termina la moral; esto es,
que sin una regulación detallada –legalista– unas instancias
encargadas de aplicar las anteriores normas a los casos con-
cretos –los jueces– y el respaldo de la fuerza física para
asegurar el cumplimiento de esas decisiones –la coacción es-
tatal–, la moral –cualquier moral: incluida, naturalmente, la
que defiende la anterior idea del “mínimo ético”– serviría de
muy poco. El Derecho es –o debe ser– una prolongación de la
moral, un mecanismo para positivizar la ética. Vistas así las
cosas, la idea de “juridificar la bioética” no parece fácilmente
discutible. Como ha escrito Ramón MARTÍN MATEO:
“Es, pues, necesario que el legislador intervenga ordenando
conductas y puntualizando extremos no deducibles sin más
de las vagas formulaciones de la bioética, lo que no puede que-
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5. El “método” jurídico
La contraposición entre la libertad de información y de ex-
presión, por un lado, y el derecho al honor, a la intimidad y
a la propia imagen, por el otro, constituye un buen ejemplo
de este último tipo de conflictos. En relación con el Derecho
español, la Constitución reconoce y protege, en el artículo
20.1, los derechos “a expresar y difundir libremente los pen-
samientos, ideas y opiniones...” (apdo. a)) y “a comunicar o
recibir libremente información veraz...” (apdo d)); pero el
mismo artículo añade que estas últimas libertades tienen su
límite “especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad
y a la propia imagen...” (artículo 20.4), que la propia Consti-
tución había ya “garantizado” previamente en el artículo
18.1. Naturalmente, además de estas normas constituciona-
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de los vecinos que explicaron que “el equívoco surgió (...) por-
que los campistas, en los momentos de tensión, confundieron
a uno de los vecinos con el párroco”. A pesar de la rectifica-
ción, el cura de Hío promovió, con éxito, demanda de protec-
ción del derecho al honor contra el director del periódico, la
autora del artículo y la empresa editora. El Tribunal Consti-
tucional falló a favor de estos últimos el recurso de amparo
que habían interpuesto, y lo fundamentó así. El derecho a la
libertad de información goza, con respecto al derecho al ho-
nor, de una “posición prevalente, que no jerárquica”, pero
siempre y cuando la información transmitida sea “veraz” y
esté referida a asuntos de “relevancia pública”. El tribunal
entendió que la información, aunque hubiese resultado falsa,
sin embargo era veraz, porque el alcance del error no afecta-
ba esencialmente al contenido de la información (al parecer,
quien había participado en los acontecimientos había sido el
párroco de Viñó, no el de Hío) y porque el periodista había
procedido con la diligencia exigible (había contrastado la no-
ticia; el error había tenido carácter involuntario; y había sido
prontamente corregido). Además, se trataba también de una
información con relevancia pública, tanto por los hechos ob-
jeto de la información como por la condición de la persona
involucrada en la noticia. Finalmente, a pesar del tono sar-
cástico adoptado por la periodista, lo allí expresado no podía
considerarse como “afirmaciones absolutamente gratuitas o
innecesarias” o que hubiesen sido dictadas no con una inten-
ción informativa, sino “con una finalidad meramente vejatoria
o de menosprecio”.
Pues bien, me parece que este conjunto de decisiones,
con sus fundamentaciones, constituye un buen ejemplo de
cómo puede operar la racionalidad práctica –la frónesis aris-
totélica– sin necesidad de partir de una previa jerarquización
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6. La “juridificación” de la bioética
6.1. De nuevo sobre los principios de la bioética
Y ahora ha llegado el momento de retomar los principios
de la bioética. Anteriormente, al referirme a los comités éticos
de ensayos clínicos, señalé que las razones éticas son las razo-
nes últimas del discurso práctico, en el sentido de que prevalecen
siempre –por definición– frente a cualquier otra razón de tipo
instrumental, estratégico, etc. Naturalmente, este carácter úl-
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sea tratado peor que otro, etc. En estos casos –los supuestos
de paternalismo justificado– no tendría sentido decir que es-
tamos conculcando la autonomía de una persona, sino más
bien que hemos descubierto un nuevo principio moral, al ha-
ber aplicado las exigencias anteriores (de autonomía, dignidad,
etc.) a un conjunto de circunstancias típicas que antes no ha-
bíamos considerado. Si hiciéramos lo mismo en relación con
los otros tres principios de dignidad, universalidad e informa-
ción, descubriríamos otros tantos principios a los que propongo
llamar, respectivamente, principio del utilitarismo restringi-
do, de la diferencia y del secreto. Estos últimos podrían
considerarse principios secundarios (los otros serían prima-
rios), pues derivan de los anteriores, en el sentido de que su
fundamento son las ideas de autonomía, dignidad, igualdad e
información; parece también por ello plausible establecer en
el discurso práctico –por ejemplo, en su utilización en un co-
mité de ética– una cierta prioridad en favor de las primeros,
que podría adoptar la forma de una regla de carga de la argu-
mentación: quien pretenda utilizar, para la resolución de un
caso, uno de estos últimos principios (por ejemplo, el de pa-
ternalismo frente al de autonomía, etc.) asume la carga de la
prueba, en el sentido de que es él quien tiene que probar que,
efectivamente, se dan las circunstancias de aplicación de ese
principio. De acuerdo con lo que, me parece, constituirían
esos conjuntos de circunstancias, la formulación de los nue-
vos principios podría ser ésta:
Principio de paternalismo: Es lícito tomar una decisión
que afecta a la vida o salud de otro si:
– este último está en una situación de incompetencia bá-
sica, y
– la medida supone un beneficio objetivo para él, y
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Principios
Problemas secundarios
generales Principios (se aplican si Casos
de la primarios Justificación se dan las Reglas
controvertidos
bioética siguientes
circunstancias)
– Investigación – Un padre no
Paternalismo
Autonomía. con niños, per- puede impedir
justificado. sonas incons- que a un niño
Cada indivi-
– Beneficio cientes, etc. se le transfun-
¿Quién debe duo tiene
decidir? derecho a – Autonomía objetivo. – Límites de la da en caso de
– Incompeten- libertad necesidad.
saber lo que
te básico clínica. – ...
afecta a su – Eutanasia.
– Consenti-
vida y salud. – Testigos de
miento.
Jehová.
Utilitarismo
Rasgos profundos que caracterizan a las personas:
restringido. – Es lícito
Dignidad. Un – Investigación transplantar
– Beneficio que no mejora
¿Qué daño y ser humano no un órgano de
social aprecia- directamente
qué beneficio puede ser – Dignidad un fallecido sin
ble. la salud.
se puede tratado como consultar con
– Consenti- – Realización el consenti-
(debe) causar? un medio para
miento. de transplan- miento de sus
otros. tes.
– Medida no familiares.
degradante. – ...
– Es lícito
– Listas de preferir para
Diferencia un transplantes
Universalidad – Circunstancia transplantes.
– Investigación (a igualdad de
¿Cómo debe (igualdad). universalizable.
con placebo. otras condicio-
tratarse a un Quienes están – Igualdad – Mayor nes) al enfermo
– Trato de
individuo en en las mismas beneficio al que pueda
sidosos.
relación con los condiciones apreciable. – Aleatoriedad pronosticarse
demás? deben ser – Consenti- para formar el una mayor
tratados igual. grupo de cantidad y
miento.
control. calidad de vida.
– ...
– Publicidad – El enfermo
Información. de los protoco- que participa
Secreto. los. en un ensayo
Todos los – Respeto de la – Información debe ser infor-
¿Qué se debe individuos que causa mado, en su
decir y a – Información personalidad.
tienen derecho dolor innecesa- caso, de que él
quién? – Hacer posible rio. puede integrar
a saber lo que la investigación. – Ensayos con (aleatoriamen-
afecta a su
técnica de te) el grupo de
salud. ciego o doble control.
ciego. – ...
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16. Esta es, cabría decir, una norma “legislada” por las autoridades médicas,
pues la ley de trasplantes de órganos (Ley 30/1979 de 27 de octubre,
desarrollada por Decreto 426/1980 de 22 de febrero) parte del principio
de que basta con que el fallecido no haya mostrado su voluntad en
contra para que se pueda usar sus órganos.
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Capítulo IV
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS
BIOÉTICOS
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para ello, pero que la ley (la anterior), tal y como estaba re-
dactada, no lo permitía. Al oponerse a ese tipo de actuación,
el PP se ha situado en una posición de extremada debilidad
argumentativa, como es fácil de comprobar cuando se leen
las intervenciones de su representante parlamentario en la
Comisión y en el Pleno del Congreso de los Diputados: lo
único que se encuentra en los diarios de sesiones es un uso
abusivo de términos emotivos de alcance puramente retóri-
co (“propósitos eugenésicos”, “instrumentalización de la vida
humana”, “bebé-medicamento”…); afirmaciones (como la
de que la ley permite el uso de esas técnicas “sin límite al-
guno”, “sin garantías de seguridad”…), cuya falsedad es fácil
de comprobar por cualquier lector desprejuiciado de la ley;
o acusaciones (que el PSOE y los grupos que apoyaron la
ley —todos menos el PP— estarían buscando el beneficio
de las clínicas privadas cuando no “oscuros intereses socia-
les”) que parecen simplemente infundadas (¿acaso no hay
en las clínicas privadas de reproducción asistida médicos y
personal sanitario —aparte de empresarios— afines al PP?)
y cuyo propósito no parece ser otro que el de presentar al
PP (en una especie de “tiro por elevación”) como el defen-
sor de la medicina pública y de la igualdad en el uso de esas
técnicas.
Pasemos a lo que la ley prohíbe o pretende hacer imposi-
ble. Esquerra Republicana fue la única fuerza política que
defendió en el parlamento la posibilidad de elegir el sexo (a
partir del tercer hijo), pero su propuesta no tuvo práctica-
mente eco. En la discusión en comisión (el 21 de diciembre de
2005), el único interviniente que se refirió a ella fue el repre-
sentante del PSOE, pero lo que dijo al respecto quizás sea
mejor no considerarlo ni siquiera como un intento de argu-
mentar: “La enmienda (…) que se refiere a la elección de
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sexo, no nos parece que tenga que ver con el objeto de esta
ley [pero el artículo 26,C, 10ª de la nueva ley califica de “in-
fracción muy grave” “la selección del sexo o la manipulación
genética con fines no terapéuticos o terapéuticos no autoriza-
dos”], ni nos parece que sea este el momento oportuno para
plantearla [¿cuál entonces?], ni que se refiera a una demanda
socialmente justificada [¿por qué no?, ¿qué quiere decir “so-
cialmente justificada”?]”. He defendido en otro lugar que no
hay ninguna razón ética para oponerse, en términos absolu-
tos, a la elección del sexo cuando no se trata de evitar la
transmisión de una enfermedad. No voy a extenderme aquí
en este extremo, pero me limito a señalar que ninguno de los
argumentos que suelen esgrimir los prohibicionistas está, en
mi opinión, justificado: la elección del sexo (por ejemplo, a
partir del tercer hijo, como se permite en Gran Bretaña) no
tiene por qué tener consecuencias “monstruosas”; no supo-
ne “instrumentalizar a un ser humano” (como no supone
instrumentalizar a un niño el que sus padres hayan decidido
tenerlo en tal momento de sus vidas); y no es cierto que la
norma moral en que se apoya la permisión no sea perfecta-
mente universalizable aunque, al mismo tiempo, pueda tener
excepciones y, en ese sentido, no ser completamente gene-
ral (por ejemplo, puede estar justificado prohibir la selección
de sexo si se da la circunstancia de que, en tal sociedad,
existe una clara preferencia a favor de tener, digamos, hijos
varones).
Finalmente, la gestación por sustitución o maternidad “su-
brogada” no está exactamente prohibida en la nueva ley (no
hay previstas sanciones para quienes participan en ese tipo
de prácticas), sino que un contrato con esa finalidad se decla-
ra “nulo de pleno derecho” (art. 10. 1) y se establece que “la
filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será
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2. SI
No se trata del marido, sino de un varón no unido por vínculo
matrimonial y se produce el consentimiento señalado en 1. a)
o en 1. b),
ENTONCES
Dicho consentimiento servirá como título para iniciar el expe-
diente del artículo 46 de la Ley del Registro Civil, sin perjuicio
de la acción judicial de reclamación de paternidad.
3. SI
Tratándose del marido o de un varón no unido por vínculo
matrimonial, no se produce ninguno de los dos tipos de con-
sentimiento señalados en 1.a) y en 1. b), ENTONCES
No podrá determinarse legalmente la filiación ni reconocerse
efecto o relación jurídica alguna con el hijo nacido por la apli-
cación de las técnicas reguladas en esta Ley.
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“El gran espectáculo de los donantes”.
Sobre la ética de los transplantes de órganos
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Sobre la nueva regulación del aborto
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ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS BIOÉTICOS: SOBRE LA NUEVA REGULACIÓN DEL ABORTO
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De nuevo sobre las madres de alquiler
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ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS BIOÉTICOS: DE NUEVO SOBRE LAS MADRES DE ALQUILER
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Huelga de hambre
1. Introducción
Por huelga de hambre se entiende la acción consistente en
dejar de tomar alimentos para presionar a las autoridades y/o
movilizar a la opinión pública y lograr así algún objetivo de
carácter político, en un sentido muy amplio de la expresión.
Esta última finalidad permite distinguir esa acción del ayuno,
en cuanto acto privado que obedece a motivaciones religio-
sas, dietéticas, etc. De todas formas, es posible que el negarse
a tomar alimentos tenga una motivación religiosa pero que
con ello se persiga también alguna finalidad política; este ha-
bría sido el caso de Gandhi, quien recurrió con frecuencia (y
con éxito) a ese tipo de acción no violenta, y el cual hablaba
más bien de ayuno que de huelga.
Obviamente, las acciones que caen bajo el rótulo «huelga
de hambre» son distintas desde muy diversos puntos de vista.
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ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS BIOÉTICOS: HUELGA DE HAMBRE
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Referencias bibliográficas:
ATIENZA, Manuel: Tras la justicia. Una introducción al dere-
cho y al razonamiento jurídico (cap. 4), Ariel, Barcelona,
1993.
DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis: «La huelga de hambre en el ámbi-
to penitenciario», en Cuadernos de Política Criminal, nº
30, sep-dic., 1986.
GIMBERNAT, José Antonio: «Consideraciones éticas en torno
a la huelga de hambre de los ‘grapo’», en Jueces para la
democracia, nº 9, 1990, pp. 40-41
HOHFELD, W.N.: Conceptos jurídicos fundamentales, Fon-
tamara, México, 1991.
JUANATEY, Carmen: El Derecho y la muerte voluntaria, Fon-
tamara, México, 2004.
RUIZ MIGUEL, Alfonso: «Autonomía individual y derecho a la
propia vida (Un análisis filosófico-jurídico)», en Revista
del Centro de Estudios Constitucionales, nº 14, enero-
abril 1993, pp. 135-165.
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Capítulo V
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Society, vol. LVI, 1955-6). Se caracterizan así: son (1) conceptos evaluati-
vos, (2) a lo que se atribuye valor es a algo internamente complejo que (3)
se puede describir de diversos modos (contienen cierta ambigüedad), (4)
su significado se modifica esencialmente según circunstancias cambiantes
que no se pueden describir por adelantado (son conceptos persistente-
mente vagos) y (5) su carácter controvertido se reconoce en cuanto cada
grupo social es consciente de que el uso que hace del concepto es impugna-
do por otros grupos. Sin embargo, parece obvio que no es así como
entienden el concepto tanto la Iglesia católica (que no admitiría que se trate
de un concepto esencialmente vago), como los críticos radicales a los que
en seguida haré referencia (y que niegan la legitimidad del concepto)
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11 El riesgo está en pasar de aquí a considerar que entre los seres humanos
pudiera hacerse también una distinción en cuanto al grado de dignidad.
Pero ésta no tendría por qué ser una consecuencia inevitable. Se podría
fijar un umbral a partir del cual el concepto dejara de ser borroso, esto
es, la dignidad se poseyera en forma plena, de la misma manera que, por
ejemplo, se podría establecer que a partir de 1,80 centímetros se es alto
sin más, mientras que, hasta llegar ahí, podríamos admitir que alguien
puede aproximarse en grados distintos, más o menos, a ser alto. En ese
sentido, referido a los seres humanos, podría aceptarse la tesis T3. El
problema, claro está, es el de cómo fijar ese umbral. Pero ese problema
existe también cuando el concepto de dignidad se considera, en relación
con todo su ámbito de aplicación, como un concepto todo-o-nada.
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trae a colación, sino todos los que suelen calificarse como ca-
sos difíciles— para los cuales la moral no suministraría una
solución correcta, y no porque habría más de una, sino por-
que no habría ninguna plenamente satisfactoria.
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22 Esa idea kantiana viene a ser bastante parecida a la que defiende von
Wright en su análisis del concepto de bien. En The varieties of goodness
(Routledge & K. Paul, 1963), von Wright se pregunta si en la diversidad
de significados de lo bueno puede encontrarse una unidad. Y llega a la
conclusión de que las formas de la bondad no están relacionadas con un
bien genérico de la misma manera que las especies lo están con un género,
ni se trata tampoco de una relación de caso [token] a tipo [type], ni de
individual a universal. En su opinión, se trataría de una relación entre
una forma de X y X, pero en su trabajo renuncia a aclarar esa noción de
forma. Un análisis sobre esta última y compleja noción puede verse en
Robert S. Summers, Form and Function in a Legal System: A General
Study, Cambridge University Press, 2005
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Anexos
Anexos::
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1. El Vaticano y la pedofilia
Frente a quien argumenta por reducción al absurdo (si se acep-
ta X, entonces debe aceptarse también Y; pero Y es absurdo;
por lo tanto, debe rechazarse X) cabe a veces oponer que hay
una forma de entender X (como X’) que no lleva a Y.
En septiembre de 1995 se celebró en Pekín, y tuvo un
gran despliegue en toda la prensa, la Conferencia Mundial de
la Mujer. Parte del interés que la reunión suscitó se debió a
que la delegación vaticana anunció, al comienzo de la misma,
lo que sin duda era un cambio de actitud substancial –y de
gran trascendencia– en materia de reproducción humana: “La
planificación familiar –declararon los delegados vaticanos–
es una decisión libre del hombre y la mujer. Sólo ellos deben
elegir la frecuencia y el número de hijos que quieren tener,
sin presiones externas. El Vaticano acepta todos los métodos
anticonceptivos, como recoge el documento”.
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sión de ideas que no comparte– sin que ello suponga dar por
buena la injuria y la calumnia, uno debería también aceptar
la libertad sexual –de todas las tendencias, incluida la homo-
sexualidad o el masoquismo– sin por ello bendecir la pedofi-
lia, la violación o el acoso sexual ¿Pero era ese el propósito
del representante permanente del Vaticano?
2. Paternidad forzosa
El formalismo (el aplastamiento del “espíritu” por la “letra”)
sería una concepción defendible si no fuera porque raramente
un texto puede ser interpretado en un único sentido.
“El Tribunal Supremo denegó ayer [17–10–96] en Lon-
dres a Diane Blood, una viuda de 30 años, la posibilidad de
ser inseminada artificialmente con el semen de su marido,
fallecido hace 18 meses de una meningitis. La demandante
carecía del correspondiente permiso escrito firmado por el
futuro padre y exigido por las leyes vigentes en el Reino Uni-
do”. Hasta aquí, la noticia no parece dar lugar a ningún tipo
de falacia. Alguien podría, por ejemplo, considerar que la de-
cisión en cuestión es injusta –a mí, así me lo parece–, pero no
encontrar razones que oponer a la argumentación ofrecida
por los jueces británicos y que parece ser ésta: el Derecho en
vigor en el Reino Unido exige el consentimiento del futuro
padre para que pueda procederse a la inseminación artificial;
ahora bien, en este caso no hay tal consentimiento; en conse-
cuencia, no puede llevarse a cabo la inseminación.
La corrección de la argumentación puede, sin embargo,
ponerse en duda cuando se sigue leyendo la noticia unas lí-
neas más abajo: “Los jueces argumentaron que aun compar-
tiendo la pena causada a la viuda por su situación, el parla-
mento aprobó una ley y no es caso de vulnerarla”. El motivo
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3. Clonación
Muchos errores de argumentación en materia moral provie-
nen de no advertir la complejidad que normalmente encierra
la pregunta de si debería o no prohibirse la acción X; se presu-
pone –falsamente– que la única respuesta posible consiste en
sostener que X debería prohibirse o permitirse en cualquier
circunstancia, con lo que se descarta ab initio la que, muchas
veces, resulta ser la respuesta mejor fundada: X debería prohi-
birse en las circunstancias C y permitirse en C’.
Hace algunos días, un “científico y hombre de negocios”
estadounidense, Richard Seed, anunció que había puesto en
marcha un proyecto para producir niños clónicos a petición
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4. Ramón Sampedro
Frente a la tendencia de no pocos clérigos y políticos a cometer
falacias, la mejor táctica consiste en tomarse sus argumentos
en serio.
“Mi vida –decía Ramón Sampedro meses antes de su muer-
te– ronda en torno a conseguir la libertad. En ser dueño de mí
mismo”. Para ello necesitaba, sin embargo, desembarazarse
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5. Elección de sexo
Contra los prejuicios, razones.
Hace unos días, en el Practicum de la Facultad de Dere-
cho, discutíamos un “caso difícil” que, me parece, puede
interesar a muchos lectores.
En noviembre de 1990, la Audiencia de Barcelona revocó
una decisión de un juez de Mataró que había autorizado la
inseminación artificial de una mujer (con semen del marido)
para que alumbrara “un ser humano del sexo femenino”. La
mujer en cuestión tenía ya cinco hijos varones y, de acuerdo
con varios dictámenes médicos, padecía una “depresión reac-
tiva” originada en su deseo de tener una niña, que podía
curarse con el embarazo que pretendía; la técnica a emplear
para ello –se añadía– era “sencilla y sin riesgos”. La Audien-
cia consideró, sin embargo, que la decisión del juez no sólo
iba en contra de un determinado artículo de la Ley de Repro-
ducción Humana Asistida (de 1988) que prohíbe la selección
de sexo salvo por razones terapéuticas en favor de la descen-
dencia (por ejemplo, para evitar la transmisión de enfer-
medades como la hemofilia que sólo pueden padecerla varo-
nes), sino que, además, implicaba “lesión o agravio al valor
supremo de la dignidad humana”. Ahora bien, ¿es esto último
cierto? ¿Va realmente la elección de sexo contra principios
éticos fundamentales como el de la dignidad humana?
Los argumentos que me ha parecido encontrar tanto en
la decisión señalada como en la discusión a que hacía referen-
cia son los siguientes.
El primero viene a decir (reproduzco fragmentos de la
decisión de la Audiencia) que “la filosofía de todas las decla-
raciones y conclusiones adoptadas respecto del tema” coincide
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7. Excomunión
Lo que caracteriza al irrazonable es una incapacidad para ver
diferencias donde la gente (razonable) las encuentra
Leo con asombro la noticia de que el arzobispo de Toledo
considera como un “atentado contra la humanidad” el aborto
que se le ha practicado a una niña nicaragüense violada hace
cuatro meses. Y dejo sin contestar la invitación que me llega
a través de Internet para sumarme a la campaña “yo también
quiero ser excomulgada/o”.
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8. Justicia salomónica
Lo mejor es enemigo de lo bueno. De acuerdo. ¿Pero puede
una decisión judicial ser buena si no es la mejor?
Hace ya algunos días se dio a conocer una resolución de un
juzgado de Valencia que tuvo una amplia repercusión en la
opinión pública. Al juez se le había pedido que autorizara la
inseminación artificial, con semen del esposo, de una mujer
casada. La razón para ello es que se trataba de una persona
que, a causa de un accidente, estaba en una situación de coma
irreversible y que, por tanto, no podía prestar su consentimien-
to. Además, se daba la circunstancia de que el incapacitado
había tenido una hija en un anterior matrimonio, y los dere-
chos hereditarios de esta última podían verse afectados si se
procedía a la inseminación artificial de la mujer.
La lectura de la motivación judicial produce una impre-
sión de trabajo bien hecho, a pesar de que el auto esté escrito
a base de párrafos desmesuradamente largos; alguna vez ha-
bría que emplazar a nuestros jueces y magistrados para que
nos expliquen qué tienen contra los puntos y los puntos y
coma. Pero dejando de lado esa cuestión estilística, el fondo
de la resolución viene a ser, casi podría decirse, salomónico.
La ley de Reproducción Humana Asistida no permite la
inseminación artificial de una mujer casada sin el consenti-
miento del marido; pero una mujer no casada o separada
legalmente sí que puede ser inseminada, con semen de un
donante anónimo. Pues bien, dada la imposibilidad de que el
esposo pueda prestar su consentimiento, la manera que el juez
encuentra para satisfacer los intereses de la esposa (“poder
ser madre a través de la reproducción asistida”) y de la here-
dera (que no nazca alguien que pudiera tener también
derechos hereditarios) es la de considerar a la esposa separa-
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9. Clonación terapéutica.
Argumentar bien no consiste en acumular muchos argu-
mentos.
Al igual que la clonación con fines reproductivos, la llamada
“clonación terapéutica” supone la creación de un cigoto re-
emplazando el núcleo de una célula. La diferencia estriba en
que en la clonación no reproductiva el preembrión creado no
se implanta en el útero de una mujer para dar lugar a un
nuevo niño, sino que se usa la técnica de la clonación celular
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TÍTULOS ANTERIORES DE LA COLECCIÓN
“PENSAMIENTO JURÍDICO CONTEMPORÁNEO”
1
BIOÉTICA, DERECHO
Y ARGUMENTACIÓN
Manuel Atienza (España)
2
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO
CONSTITUCIONAL
Josep Aguiló Regla (España)
3
INTERPRETACIÓN JURÍDICA Y
CREACIÓN JUDICIAL DEL DERECHO
Luis Prieto Sanchís (España)
4
QUAESTIO FACTI. ENSAYOS SOBRE PRUEBA,
CAUSALIDAD Y ACCIÓN
Daniel González Lagier (España)
5
LA ENSEÑANZA DEL DERECHO.
DOS MODELOS Y UNA PROPUESTA
Juan Antonio Pérez Lledó (España)
6
JUSTICIA PENAL,
DERECHOS Y GARANTÍAS
Perfecto Andrés Ibáñez (España)
7
DILEMAS Y CONFLICTOS TRÁGICOS.
UNA INVESTIGACIÓN CONCEPTUAL
Guillermo Lariguet (Argentina)
8
EL INSTRUMENTALISMO
JURÍDICO EN ESTADOS UNIDOS
Juan A. Pérez Lledó (España)
9
EL RAZONAMIENTO EN
LAS RESOLUCIONES JUDICIALES
Juan Igartua Salaverría (España)
10
PARA UNA TEORÍA POST-POSITIVISTA DEL DERECHO
Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero (España)
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