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DE
DERECHO PENAL
y
CIENCIAS PENALES
TOMO XIII
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SEPBRE.· IJIGilRE.
FASr.ICULO Hl ~ ~ ,\\CMLX
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ANUARIO UE DERECHO PENAL
Y CIENCIAS PENALES
Director:
E u·G EN 1o e u Ello e Al o N
Cot~drótico de Derecho pl!nol
Sec r etorio:
DIEGO MOSQUETE
Profe1or fncorgodo de Cótedro de Dere.
che penol de lo Un1•ersid1Jd de Madrid
INDICE
Sección Doctrinal
El Anteproyecto do CóJi¡¡o pttnd •t&cntino de 1960 dtt Scburitin Soler, ror Jo al
M•ri• Roclrl.itoez Dcvu•. , , .... .. ............•.. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . :1[)~
L11 cri1 i• J.I cont11nido •a1tanci.1/ del dtt/110, "º'
C,r.dldo Condc•I'umpido fcrrei ro :Jl:l¡j
El Jotnl'olvimfrnto /ihtórlco -Jufmático del principio de •no uifibilidad•, por
Jo1é Antonio SAi:t Can.tero .• •• • ••••• , . . . . • • • • • • • • • . • • • • • • • • • • • • • • • . • • • 4HI
Sección Legislativo
Deereto de ai de 1t>ptiembrct Je J96o, re1•i2ando y c.nilicendo' ¡• Ley de a dtt marro
Ja 1943 y 1/ D1:~uco-Ley Je t8 da aliril da %947, po.r Dominio Tnuel Carrolcro Hó
Sección de .lurisprudcncio
De le conliiareci6n del dolo ~ne/, por Juan d•l ~oaal •••.• .•• • • •• . ••• • •• . , • • 460
Jurí•pradeni:ia pcnel corropondienlr el ac''mdo cue-trimt#R d e 1959, por Jo1é
M.atla Gon:zile.a Surano •.. , • ...•• • • .• ..•••••••.••••••••• , • , • • , • • • • . . • tlli
Crónicas extranjeros
Cóm• u la nueva pt:nitcnciuía de Mt?xfro. por J. J. GoodJu: Buttauiaatt . , ., . • • , 47-l
CORRESPONDENCIA
Sobre distribución, suscripciones, venta de fascículos, separatas, etc., dirigirla
al Servicio de Publicaciones del Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Duque
de Medinaceli, núm. 6, teléfono 22-92-42, Madrid.
La relativa a Dirección y' Co1aboraeiones, al Secretario del ANUARIO, Duque
de Medinaceli, núm. 6. MADRID.
PUBLICACIONES DEL INSTITUTO NACIONAL DE ESTUDIOS JURIDICOS
SERIE t.•
PUBLICACIONES PERIODICAS
NUMERO 3
MINISTERIO DE JUSTICIA
Y CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
.L\NUARIO
DE UE·RECHO PENAL
Y CIENCIA 8 PENALES
(1) A11teproyecto de Código pena~ del Dr. Sebastián Soler. Edición ofL
cial. Ministerio de E/ducación y Justicia <le la Nación, Subsecrefurf.a de
Justicia, Hueinos Aires, 19fu. AL frnail se hiaoo constar que fué .i.¡npreso en
los Talleires Gráficos <leipemdientes de la Dirección GeneraJ de Institutos
Penal:es ~n •maiyo de l~.
(2) El Decreto número 7.292 de octubre de 1958, publicarlo en el uB0-
letín Oficia:ln de 27 de diciembre de 1958 consta de cuatro artíoulos. Se
aprueba uel convenio <..-elebmdo por el señor ministro secret>a.rio C1I1 el De.
parlamento de Educación y Justicia con el doctor Sebastiá.n Sol'er para
la redacc;ón de un proyecto de Código pena1l de la Nación» (art. 1. 0 ), crean-
do uuna Comisión asesora consultiva y rn\"Í·sora para pn:\porcionar al re-
dactor del' Código penal !-le la N•ación un. informe con las cuestiones que con_
si<deren necesarias contemplar y las so!uciones que esitir.ncn procedentesn
(art. 2. 0 ). El proyecto debía ser sometido ua consideración de la COl!l11siónn
y. ésta elevarlo al uPoder Ejecutivo dentro de los veinte días de presen-
uaodo, con uo i·nform.en sobre cda;s obsen-aciones que éste l·e srug.ieran, acon,
sejando, en su ca•so, fas imodificacione:s que creyer.¡¡• conrvenientes (<!rt. 3. 0 ).
Este inrfor;me .no figura unij:lo al Anteproyecto e .ignora¡mos si ~ ha pre-
sentado. El artículo +º se refiere a !Os g.i•stos que ocasione el cumpli-
miento deil convenio con el Dr. SOLER.
(3) JrMÉNEz DE AsúA, Tratado de Derecho pe11al, vol. 1 (1950), págs. 785
y sigs. ;1 Rkar'!lo C. NúÑEZ, Das argentinische Strafrecht, en ccD<is :aruslan
dische Strafrecht der Gegenwartn, vol. 1 (1955), págs. 15 y sigs.
360 José María Rodríg'1iez Devesa
r.edbido con bastante mc1ms a¡pl;i,uso del' que merecía, y ello cOntribuyó a
que Ja práctica no lo fut'ra mejoran¡do» (E. de M., núm. 4).
(5) Rioa~·do C. NúÑEz, Ob. cit., páig. 18: « ... den Kritike1l111, die das
letzte Wort im italienischrn Entwurf von 1912, Gipfolpunkt <les Posith·iS-
mus, geschrieben g;!aubtcn ... » ·
(6) Es el llamado Proyecto Tejedor. Su autor, Carios TEJEDOR, pre-
sentó la ,pdmera parte el :w de d'icieimbre .de 1865 y l•a• segunda ec V
de enero de 1868. E>n total tenía 450 a.rtfcul'os. Sus fuentes fueron el Có-
digo báw1rn ele 1813, d de Lousiaina y el Código pena1l español de 1848,
refor.maido en 1850. Véase TrnÉNEZ DE Ast'.:A, Ob. cit., págs. 7&) y sigs.
(7) Redactado .P.or R1v1mOI-~, P1ÑERO y MATIENZA : Proyecto de Códi 0
go pcna.l para )'! República. Argentina. ·redact.ado en' cz~111plí111ie11to del. De-
creto de 7 de j1m!{¡ de 1&)o, 2.ª ecl., Buenos Aires, 18c¡8. Tenía 352 artícu-
los y una¡ E. de M .1 dei 242 rpáginas. Se inspira en el Código i1113:lia1no dt·
rB9o (ZANARDELLI) y en el C6di1go holandés. De corte clásico. Véase J1M~:-
NEZ DE AsúA, Ob. cit .. ,pigs. 812 y sigs. .
(8) SAA\'EDRA, BEAZLEY, Rl\'AROI..A, GACITÚA, PIÑERO y RA~IOS :\11,JÍA:
Proyecto' de íódigo penal para la República Argentina, redactado por_ la
Comisión de Reformas ~egi1slatz'.vas, constituítfu. por Decreto del Poder E'jt-
cz1th•o de 19 de diciembre de 1904, Bu<nos Aires, 1905. Véase TrnÉNEZ DE
AsúA, O/i. cit., p{ugs. 823 y sigs.
(9) Pro·yec:to de Código penal pam la Sació11 .'lrgentina, presentado por
el doctor Rodolfo Moreno (h.), Buenos Aires, 1917. Véase J1~1~:NEZ DE AsúA,
Ob. cit., pág. 82] y sigs. ·
(rn) Proyecto de Código penal, edición oficiail, Buenos Aires, 1881. Te-
nía 349 artículos. l\fodificó suskmciabmcnte el' Proyecto Tejedor y .tqmó
en cuenta el C6digo penal eEjpaziol reformado de 1870. Llegó a ser Código
en la pro\'incia de Córdoba (14 agosto 1882). Sus autores: V1LLEGAS, UGA.
RRIZA y GARCÍA.
(11) Los Proylclos <le 1go6 y 1917 estún iníluenciados por el Código
penal it!aliano de 18go, Hama'Clo de Z:inariclelli.
El anteproyeoto de (jódigo penal argentino 361
(12) Véase jmf:NEZ DE AsúA, Ob. cit., páigs. 837 y sigs. Tiene 305 ar-
tícu1Jos di·stribuídos en. dos libros («Disposiciones genera!lesn, «De los deli-
tosn). La•s fa'i'tas, lo mismo que en el Código anterior de 1886, se dejan a
las Prov.incias.· De .Ja legisl!ación com;plementaria del C69igo destJaca el De.
creto nwm:ero 536 de 15 de enero de 1945 sóbre repr'esión de. delitos contra
ia seguridad del Estado, .con 50 artícu1los repartidos en siete· capítuTos (1, De.
Ji tos contra la segurildad interna de¡J Estado; 11, Delitos contr·::v la seguridad
ex:rodor 9,el Estado; II l, Delitos contra los abastecimientos de Yas fuerzas
a11maidas; IV, Deditos conitra hi.• economía n•acionar, y V, Delitos contra la
ejecución del trnbajo industrial (sabotaje y hu€<bga).
(13) Proyecto de 3 de septiembre de 1934 que re¡ciadó una Comisión de
técnico$ nombr.ada por 'Decreito de 25 de julio de 1923, aunque en rea3idad
es obra de Eusebio Gó~IEZ que formaba parle de la Camisión. Ofr. J1MÉNEZ
DE AsúA, Ob. cit., pá•g. 853.
{14) Proyecto de-29 de diciembre de 1926. De la Comisión formaron
parte SEEBER, MoRENO, RAMOS, ROJAS, ARENAZA, Gó~rnz y otros.
(15) Proyecto !ie «estado peJi.groso sin den.ton de 21 de ma¡yo de 1928,
por una Camisión compuesta: por Carlos ARENAZA, Eusebio GóMEZ, Nerio
ROJAS y Ricardo SEEBER.
(16) Proye,cf.o de Código ,penal para la: RepúbliccD. Argentin;a, red:actado
en cimufalimiento del Decreto de 19 de septiembre de 1936 y precedi.do de y1ia
exposisión de motivos, Buenos Aires, 1937. Fué traduc~do a1l itaili·ano por
BELLONI y LAPLAZA. Se asienta, !ficen los propios aoutores, «sobre Jos pos..
ÚLl/Jados, no discutidos y¡a, <le ,\'a esou<'lla positi.van. Véase }IMf:NEz DE AsúA,
Ob. cit., págs. 85·5 y sigs.
(17) Proyecto de Código penal. Exposición de_ Motivos. Presentada a
la Cámara de Diputados de la Nación Argentina el 25 de septiembre de
1941, La Plata, Uni.versida1d N·acion¡¡_J, 1942. Véase jIMÉNEz DE AsúA,
Ob. cit., .págs. 858 y sigs. E1! Proyecto, dice PECO, es «neo;positivista>>.
(18) Véase antes nota 2. La Comisión. aiSesora, nombr.ada por el De-
creto de 1958, estabai cüjmpuesta poi-: Enrique: RAMOS i\'fEJÍA (re¡presentan.
te derl Poder }uldic!aJ), José PEco (re¡presentante de La Facultad de Derecho
y Ciencias Soci•ales de la rUniversidad de Buenos Aires), Ernesto R. GA-
VIER (representa·nte de la Faou.ltaid de Ciencias Jur~dicas y Social!es d'e J.a
Universida¡d Nacional de La Plarta), Ernesto J. URE (representante d'e fo
Federación Ar·gentina• de Colegios de Ahogarlos) y Oswal<lo LouDET (re-
presentante de la Sociedad Argentir.a de Crimi·nología). Por Deoret? 9.e
7 de noviembre de 1958 esta Comisión fué ampli:wla con un representante
de la Facultad fle Ciencias Jurí!dica.s y Soci•arles de la Universidad Nado..
na! del Litoral!, nombrándose para ello a Jaime PRATS CARDONA. EJ 3J
de ?Ctuhre de 1958 se .resol'vió nombr.ar secretarios ccad hoc,, a petición del
doctor SOLER, ·a· EP,uardo MARQUARD y Luis C. CABRAL.
362 José Maríci Rodríguez Devesa
tículos 6, 23, 113, II9, 241, 277, 278, 349, 352 y 356 del Proyecto,
donde se regulan, r~spectivamente, el valor supletorio del Código,
la coacción y necesidad exculpantes, infanticidio, aborto por cau-
sa de honor, incendio, actos hostiles que comprometen la paz, vio-
lación .de tregua, exacciones ilegales, doble representación y mal-
versación. Entre las muchas excelencias del Anteproyecto no figu-
ra, óertamente, la de haber, cuidado estas referencias. No se indica
en ellas, como hace esmeradamente, por ejemplo, en las italianas,
la fecha <le! Código a que se alude que no siempre es, contra lo que
a primera vista pudiera pensarse, el texto refundido de 1944. En
realidad aluden a és'te tan sólo las citas de Jos artículos 23, 119,
241, 349 y 356 <le! Proyecto. Las remisiones que sei hacen en los
artícuios 277,, 278 y ,352 .a los artículos 134, 135 y 366 del Códj.go
español corresponden a la reforma ·de 1932, y la .que se 1hace en el
artículo I 13 al 424 corresponde nada menos que a la regulación
del infanticidio en el Código de 1870, cuya limitación a los tres
días, criticada con razón en el Anteproyecto, ha desaparecido <le
la legislación española desde 1932.
Finalmente, la cita del artículo 6 del nuevo Proyecto se refiere
al Código penal de 1928, cuyo artículo 4, correlativo al artículo 7
del Código de 1848 y subsiguientes reformas, era ciaro y termi-
nante en orden al valor supletorio del Código respecto a ias leyes
especiales en cuanto no se dispusiera en eilas lo contrario. Nos
duele este descuido no menos que la omisión de otras menciones ·de
la legislación •española-más presente en el Derecho penal argen-
tino de lo que pudiera inferir.se del Antepro~>'ecto , sobre todo por
que pensamos que siendo el j.dioma no sólo un vehículo del pensa ·
miento, sino el factor más potente ·de cuantos lo generan, tenemos
en común una s·erie de problemas que hemos de resolver los his-
panohablantes sin posibilidad de ajeno auxilio.
Estn1ct11ra.
El Anteproyecto coi:ista de 376 artículos precedidos de una E.r-
posició·n de Motivos (págs. 6 a 26). El articulado se distribuye en
una «Parte general» {arts. I a 109), una «Parte especial» (arts. IIO
a 373) y tres dispo;;iciones complementarias. Ambas Partes están
divididas en títulos y éstos en capítulos. A continuación de cada
uno de los artículos y con la misma numeración siguen las concor-
dancias con la legislación y proyectos argentinos y extranjeros,
añadiendo a veces e;>Gplicación de las reformas que se introducen
cuando es éste el caso.
La Parte general.
La simple enunciación que sigue del sistema del Código penal
vigente y ·del Anteproyecto pone de relieve la profundidad de los
.:ambios propuestos en lo que a ordenación ·de la materia se refiere
El anteproyecto de Código penal argentino 366
a) El sistema.
C6cDigo 1922 (26) Anteproyecto.
b) Prhuipa.les modijicaáones.
Como ya hemos indicado la mera lectura de los enunciados del
Código penal ar.gentino compara·do con los del Anti:proyecto pone
ya de manifiesto una ·de las dimensiones de la reforma, a saber,
una mayor corrección técnica y sistemática. Y no sólo ésto, sino
también un mayor número de temas frent,e a los que hoy se dis-
ciplinan en el Código argentino. Cierto es' que la concisión y bre-
ye.dad embellecen las leyes y hacen más fácil su manejo, y con él
su aplicación. El o:>'digo argentino vigente es el más breve ·de
cuantos están 1hoy en vigor en to·da _I_beroamérica. Pero esta Yen-
ta ja tiene un límite nacido de las exigencias mismas de la ley.
P·orque en ella, eso sí, con la mayor concisión posible, han de
tratarse una serie de materias de obligada indusión en una ley
penal. Cuando el contenido ·de la ley se reduce a base de la ex-
clusión ele ellas, la brevedad, como es obvio, dej;;i. de ser un mérito
para convertirse en fuente ele perplejidades para el juez. Por eso,
aunque el Proyecto· tenga i09 artículos frente a los 78 de que co·ns-
taban· las dDisposiciones generales» ·del Código vigente, no puede
sin más afirmarse que esté en desventaja frente .a él, porque son
muchísimas las cuestiones y problemas ni siquiera aludidos en ~l
Código de 1922 que toca y resuelve. Una sumaria exposioión si-
guiendo el propio articulado del Proyecto nos permitirá documen-
tar lo que acabamos ·de decir.
b') El delito.
El Proyecto muestra aquí su mayor originalidad. También es
a;quí ·donde ofrece mayor blanco a la polémica. Separa el «·delito»
del «autor». Dentro· de1l «delito» trata <le la acción, la tentativa
(tomada en sentido amplio)!, las causas de justificación y la culpa-
bilidad, comprendiendo en esta última el principio de que no hay
pena sin. culpa (art. 118), los conceptos de dolo y culpa (arts. 19 y
20), el error (a,r·ts. 21 y 22) así como la coacción y necesidad ex-
cUllpante (art. 23). La imputabilidad (art. 24), imputabilidad dismi-
nuída y actio libera.e in causa (arts. 25 y 26) se llevan al título ru-
bricado «el autorn, junto con la participación criminal, en donde
se sitúa la obediencia ·debida (art. 27, párrafo segundo). La razÓll
se explica ·sucintamente en la Exposición. de Moti-vos: «pues si
bien es correcto concebir el .dolo y la culpa. como forma<> del de-
lito, la imputabilidad es una calidad •del sujeto y no del hech0>>.
El argumento es, a primera vista, seductor. De un lado todo· lo
objetivo (el hecho), de otro todo lo subjetivo (el autor). Pero su-
cede que el hecho no puede en modo alguno desvincularse del
auto·r. Lo demuestra la misma fórmula de inimputaobilidad que
utiliza ell Al1lteproyecto en el artículo 24: «No es punible el que
no haya podido en el momento del hecho comprender la crimina-
lidad del acto o ·dirigir sus acciones ... ». La relación con los con-
ceptos dei dolo y la culpa •que se dan, en el mismo Ant·eproyecto es
tan es trecha que no puede por menos de resulta;r artifidosa la se-
1
allegado, siempre que 110 sea razonal1le de exigir q11c el necesitado afron.
tara el ríesgo.n
(33) Exposición d~ Motivos, pág. 10, núm. 21. .
(34) Proyecto, art. 8. 0 («Lugar ~le hecho»): «El hecho se re1putar(1 co-
metido ta.nto donde se ha ejeouta1do ía acción, en todo o en pnrte, cerno
dor.i<le se ha producido o debía produórse el recSiulta1tlo. En los d'elitos de
omisión, €11 hecho se reputa co1metiido e'n el. lugar donde- deibb oump1irse la
acción omitida.»
Ari. 9. 0 («Tiempo <.]eil hecho»): «El hecho se reputa cometido en d mo.
mento en que se ha ejecutado J.a acci6n. En ros delitos de omisi6n, el hecho
se reputa cometido en el momento en que debía oum1:llirse la acción omi-
tida.. ,,
(35) Proy,ecto, ar.t. 10 («Comisión por omisión»): uEI 4ue omite impe-
dir un resultado, que de nouen-do co:i las circunstarn:ias debf.a y podía evi-
tar, responde como s.i lo hubiera prnducido. El deber de obrar incumbe a
quien tenga ,por ley obligaci<?nes de cuidado, protección o vigillancia : a
quien con su com.portaimiento precodcnte creó el riesgo, y a quien, asu-
miendo la respons,abi!idaid de que el res.ulit:ado no ocurriera, determit:ó con
ello que el riesgo fuera arfrontak]o. n
· (36) Proyecto, art. 19 l•' Do;o,>) : «Übr·a• con dolo no solamonte quien
quiso de modo directo el hecho il:ícito, sino t::timbién aquei que asintió a su
prodrucción eventmul par¡¡ no desistir ~le su acción.»
Art. 20 («Culpan) : «Res;ponde por culpa el que ha prctducido un resul-
tado delliotuoso Stin quererlo, cu¡mdo por impru<ler.cia, 111egíigencia, i:m.pe-
ricia o por inobsen·ancia de los deberes que en concreto le i.noujmbían, no
previó que ooµrriría o, previéndolo, creyó poder evitarlo. La ley de-termina
en oada cas.o si es punible Eil heoho culiposo.»
(37) Proyecto, art. 22 («E·r.ror o igno11;:¡1ncia de derecho»): «No es cu~
pa!ble el que actúa en la creencia de obr;:ir lícitamente, tdebido ¡¡ ignorancia
o er.r6ne·a apredación de la ley, que no le sean re¡proohables. En c¡¡so
contira·rio, la pena pq¡ká ser atenuada !fe acuerdo con el <1rtfou:Io 74. Tam-
bién ipodrá el juez disiponer la a,plioaci6n de l'a medida del artículo 84, cu¡¡n-
do la ignorancia de la iey sea tail que revele una personalidad pe!ig.rosa
por su desvinruaci6n del medio civiliziá!do y el hecho sea punible con pena
superior a un año de prisión.»
370 José María Rodríguez Devesa .
d') La acción.
La regulación del Proyecto es más detallada y en conjunto más
acertada que la vigente. Particula.r interés tiene la ampliación. del
número de ·delitos perseguibles a «instancia privada» Actualmente
son (art. 72): violación, estupro, rapto y ultrajes al' pudor (48).
En el Proyecto (art. 95): violación, estupro, rapto, con!"agio ve-
nére.o, abusos deshonestos, lesiones l·eves, agresiÓJJ, (49), incum-
plimiento ,del «deber a1imentario», amenazas del artículo 192' y vio-
lación de domicilio del artículo 203. La tendencia a oficializar to-
dos los delitos respo:nde a tendencias moralizantes fuera de lugar
en un Código penal.
La Parte especial.
Numerosísimas son aquí .las innovaciones e imposible detener-
se en cada una de e!llas da,dos los límites .de e3te trabajo, cuy.o prin-
cipal objeto es llama1r la atención sobre el meritorio Pro:,1ecto de
Soler.· Daremo"S, como en la Parte genera'!, e1 sistema y luego
mencionaremos algunas de las noveda.des más salientes dentro <le
cada uno de los grandes grupos de delitos.
{49) E:n ·:os delitos de lesiones y agresión con armas puede IJ)roceder-
se de oficio "por razones de segurid'atd e .interés pú~icon {arts. 128 y 139).
El anteproyecto de Código pen,al argentino 375
a) El sistenia.
Código penal de 1922 (50). Anteproyecto.
I. Delitos cont.ra las personas. r. Delitos con.tra Ja vida.
1. Delitos contra Ja vida. J. Homicidio.
2. Lesiones. 2. Aborto.
3· Homicidio o lesiooes 3· Lesiones.
en riña. + Due;o.
+ Duelo. ;)• Riña y agresión.
5. Abuso de armas. 6. Exposición de personas
6. Abandono de personas. a peligro.
1 r. Delitos conrtra el honor. 11. Delitos contra el honor.
III. .Delitos contra 'la hones_ 11 I. Delitos contra la hones..
tidad. ülad.
1. Adulterio. r. Vio,lación, estupro y
2. Violación y estupro. abuso deshonesto.
3. Cor,rupción v uhrajes 2. Ra¡pto.
al pudor. 3. Corrupción, proxeniitis-
+ Rapto. mo y rufianería.
;,· Dis.posiciones comur:es 4. :Ultraje al pudor pú-
a los ca¡pítulos a:He- hlico.
riores.
IV. Delitos contra el ~'stado IV. .Dcli;tos contra la fami11ia.
civil. 1. Matrimonios i1legales.
1. Matrimonios ilegales. 2. Atentai<los. contra el es-
2. Supresión y, suposición tado civil.
del estaido civil. 3. Sustracción de menores.
4. 1ncu.m¡plimien to de de-
beres a'limentarios.
V. Deli'!os co111tra la libertad. V. Delitos conltra '1a libertad.
1. Delitos contra la li_ 1. Delitos cont·r.a la IL
bertad individual. bertad individual.
2. Violación de domici.Jio 2. Delitos contrai la liber-
3· Violación de secretos. tad de det€11111linación.
+ Deilitos comtra la li- 3. De!litos contra Ja liber-
bertad de trabajo y tad de reunión y de
asociación. prensa.
5. Delitos contra '1a Ji_
bertad de ~eunión.
6. Delitos contra Ja ii-
bertad de la prensa.
VI. Deflitos contra l'a propiedad. VI. •Deli·tos contra el {unb.i!o de
J. Hurto. int·imida.d.
2. Robo. 1. Violación de secretos.
3· Extorsión. 2. Violación de domicilio.
b) O bseruaciones genera.les.
El Proyect.o contiene 39 artículos más que el Código penal vi-
gente, ·distribuí·dos en diecisiete títulos en lugar de doce. Las no-
vedades son: Tít. IV: Delitos contira la familia, en lugar de deli-
tos con.tra el estado civil ; Vl: Delitos contra _el ámbito de la in-
timidad, que recoge parte ·de los antiguos delitos contra la liber-
tad; VIII: Delitos contra la buena fe en los negocios, que atrae
parte del contenido del antiguo título de delitos contra la propie-
dad;· .lX : Delitos contra la seguridad común, en lugar de segnri -
.dad <«pública)) ; X: Delitos contra la tranquilidad pública; XIII:
Delitos contra la voluntad popular; XIV: Delitos conbra la auto-
ridad pública; X V: Delitos contra la administración de justicia;
XVII: Delitos contra los deberes de fos funcionarios, que recoge
parte de los delitos contra la a.dministración pública.
e onclusiones críticas.
Bl Proyecto del doctor Soler es merecedor de todo encomio.
Es una muestra de la madurez .del estudio ·de la ciencia del De-
r·echo penal en la ~ación argentina. El estilo es correcto. Las fórmu-
las, sobrias y comprensivas. La reelaboración s.istemática grand·~,
cualesquie.ra que sean las discrepancias que puedan separarnos ·de
este aspecto de su trabajo, cuyo mérito no cabe desconocer. El
enlace entre la tra.dición. legislativa de su país y las concepciones
modernas se verifica sin fisuras ni violencias. Me complazco en
felicitar al ma•estro y colega argentino, rogándole que me permita
enorgullecerme de que en la estirpe hispánica haya un penalis-
ta que ha·ya sido capaz ·de abordar la dificilísima tarea de pro -
yectar un Código penal y llevarla a buen término, de modo
congruente con sus propósitos, sin alterar con confosos extranje-
rismos los perfiles de su cultura jurí.dica penal ni renunciar tam-
poco a fa utilizació_n de fos progresos de la ciencia penal en los
últimos decenios. Sólo sentimos que no haya sido objeto de ma-
yor relieve la común herencia jurídica que es el patrimonio de
Iberoamérica, pero en esto la cu1pabi}i.dad recae un poco sobre
fodos y no sólo sobre el PrO)'Ccto, cuya bonda·d no queda empa-
ñada por ello.
( 1) Es claro que, aunque en l'l texto ·nos refiramos a la época e1n. que
la doctrina parece cristaEzar con visos <le permanencia, el concepto de bien
jurídico y el destaque <le su importancia como objc.to de Ja tuitela es muy
anterior. E\'1 e 1 siglo precedente y en Alemania nace tal doctrina : BIRNBAU~t
(Ucber das Erfordemiss ci11er Rcchfsc•erlet::;u11g ::;11111 Begriffe des Verbrecl1-
ens, in «Archiv des cr:mina'ln:chts .. , 183 ..¡., .págs. 1¡5 y ss.) fué ei! priirnero qu('
inicia esa dcctrina que se eXJtiende a todas las r;m1as def. Derecho y que
IHERING populariza con su famosa .definición: «Es bien todo aquello que
puede semos útil.»
(2) Segú::i la célebre fó¡¡mUJ:a de V. LrsTz. Cfr. Tratado de Derec110
penal, trad. esp. de AsúA, 1\Dadrid, 1916, t. 11, pár,<. 2. Saibido e,; quel esa
doble titularidad de los bienes jurídicos, que puooeJn pertmece,r al indh-i-
diuo o a la Sociedad, es al punto d<!. partida utilizado .por el autor para
claisifiaiN.. los ti.pos de la Parlle especial.
(3) A. Rocco, L'oggetlo del realf.o e delLa tutela giurida~a. penale, 1913.
pág. 580. La concepción metodol'ógica del bien jurídico, i1niciada. por Ho-
NIG {D1:e Eir1r.vi'lnEgu11g des Ver/J,etze11, 1919), tiende a identificar el bien
jurídico con el fim de los preceptos penales. El bien jurídico será según
esao concepción !al forma más sucinta <le expresai· d fin de la norma o,
c{)ll1o dice el .propio HoNrG, «aquella .síntesis con la que eil pens¡i.miento
juddico ha tratado de captar en forma comprimida el sentido y fitn de los
diferentes precept0$ penales».
(4) E. MEZGER (Tratado de Derecho penal, tr,atl. esp. de Rodríguez
Muñ-OZ, 2.ª ed., Madrid, Ed;t. Rev. pe Der. Pri\., t. 1, pág. 38¡) sigue
las orientaciones de HoNIG (op. oit.) y SCH\\ºINGE (Teleologische Begriffs-
bi'ldung im Strafrecht, 1930) sobre la concepción metodológica deil bien
jurídico. (Para la equivalencia entre «Valor objetivan y «bien; jurídico»,
vid. págs. 386-38¡.) Concepción metodológica que BETTJOL estima prefe-
La crisis dei c'onMnido susfo.nciai dei delito 387
(8) Basta com¡parnr 'las fórmulas utilizadas por JHERING y L1szr para
definir re.spect:vameinte el derooho subjetivo y el bie.n jurídico, pma co'm-
prerudor ha!sta qué punto estárn1 identificados ambos conceptos. Y a es sa,
bido que para IHERING el derecho subjetivo es el "rrrnterés jurídicamente pro-
tegido» y ya dij~mos que para V. L1szr el bien juddko· elS «un interés
vitall del individuo o de Ja comunidadn. El prop¡o lHERING concibió el de-
lito COfl11o un ataque a los 1nJtereises vitales <le l::i comunidad, con lo que
la identidad se hace completa. SiJn1 embargo, mie111t.ras a V. L1szr y a IHE-
RING se les tolera la confusión, er.masca•rada tras ?a fórmula del interés,
que sirve también deJ sqporte a! los «ius-privativistasn para la definición d€il
de1·echo subjetivo, se ataca más fuertemente lla doctrina ¡.nicia.I de FEUER-
BACH, de LoNING y ha.sta pe BINDING, que urtilizaban la expresión en l>t más
pura s.ig.nificación que es propia de su época. Reprocha~ a esta. úl1tima con-
cepd6n su formalismo, como hace M1EZGER (cfr. Tratado. pág. 384), a pre-
texto de que el derecho subjetivo es emanación 1ckl objetivo, con lo que
nada. se dioe usobre el contenido .positivo dei éste», es o.Jvid¡¡,r que los de-
rechos subjetivos, que como todo concepto jurídico tiene un apoyo norma-
tivo, no por eso carecen ele propio conteruido sustaccial. Al rechazo de
aquella posición habrá que llega.r, pues, por otros caminos, como más ade-
la1nte veremos.
(9) ~·niciada Ja tesis por CoMTE en su Catechisme positiviste (1852),
puede verse desarroUada! en DuGUIT, Las tran1sformaciones generales del
derecho privado desd,e el Código de N apoI'e6n {trad. eSt¡>. ), y L' Et-at, le
droit objetif y la ldi posiitif, 1901, pág. 143.
390 Cándido Conde-Pumpido Ferreiro
(1 l) Las ideas no era,·n del todo nue:vas. Ha señalado \VELZEL (La po-
sizione dogmafica della docttrina · fin!a:isPica dell'azione, en «Riv. it. di
diir. pen.n, 1951, pág. 2) que .,qmuoho ante:s del nacioinal-sod~J:.smo la
antijuricidad material fué caracterizada como daño social (Socialschaedlich-
keit) ; justificado resultaba un hecho que reportase más utilidad que daño
a la: :socieldal. En 1la cu1JpabkMa<l fué ¡puesto de relieve el momento ética-
mente indiferente de la ~ligrosidad ; la:. pena f.ué converü~a en um;ot m€l"a
medidiw de de.fen.sa social; al juez debía toc;;ir el p;:pel de funcionario mern-
menoo administraitlivo de lai Socie(j·ad, con un;:t misión más <le previsión y
seguridad que de apJ.ica.cióni det derecho». Lo que ocurre es que e.1 nazismo
tomó esa doctrina al pie de la let·ra y en un <lesarrollo de lóg:ca teutónica la
Jl€f\·ó a consecuencias inso~hadas. ·
(12) EJ preidominio del concepto ético-estatal en esta dootrina ha: sido
puesto d:e r.eiieve por MoRO (Oip. cit., págs. 65 y! sigs.) : «Se ha inspirado,
parece, en U1na concepción ética rig?r.ista en el sentido kantiano con su afir-
mación del in11pera1üvo categórico, que compromete ·a1l sujeto, .por la sola
oboli¡gación radar.al Kie la, cond1Ucita, a prescindir de tajo motivo empírico
que pertur;be aquel pleno homemuje a1l deber, el cuaJ es contramarea Pe la
volun1fad moral. Posición ésta adoptapa• como ~.ignific;;itiV'a ta,rnbién para
la oihligación jurídica en vista de la unidad afinnal:la ge ~os ordenamientos
jurídico y1 ético. Esto que podríamos· bieni llamar absolutismo del imperativo
jurídko se colorea 11uE'go en función: de la autori.da!l suprema: <le! Estado so-
be1';11no, eJ, icuaJ!1 dise1ña precisamente el idea1l de vida del individuo y¡ lo im-
pone can reSo!lución tan enérg;ca que se esfu'me la consideración del fin por
e~ cual es dado el mandato». En el' trasfondo de la adopción de: esa doctrim1
por parte del Esitado nazi, .no es: difícil .adivinar el deseo de exigir una
ple:1a: compenetración deil individuo con las directrices estaitaks, A un Estaiio
tal no le interesa sól'o fa con.fo111Tiidad externa de sus súbditos, exigEJ tam-
bién una aceptación in.ter.na: fideJ.idad, 1Jealtad, todo ello son situa.ciones
anhnicas que más pertenecen• a1! ámbito ético de la conciencia, que al j.urídico
de la conducta. Esi Mgico también comprern:ler que una concepción de ese
tipo, nacida en un ambiente propicio al de.sarro.Jlo de un conce¡pl!:o prusiano
de La disciplina', no pudiera aceptar fáici1lmemte la posibilidad de una inves-
tigación teileüllógica <le! mandato legal. Ea meiro hecho de pretender averi-
guar <{ porqué de ,Ja orden, :mplica una posición críticn. incompatible con
la exigencia• de aqueilla sumisión fieil y lea•! del' indaviduo a la dirección
(·tico-política, que .sól'.o el Fühn-1r, como intérprete de la "'·olunta.d de•! pue-
blon, podía señalar.
392 Cándido Conde-Pumpido Ferreiro
( 13) ANTOLISEI .sefra1ló cómo los Códigos, e induso <los tratadistas (sus
críticas se concenltr¡:m espedaitmente en MANZINI) liegaui a los mayores absur-
dos 1ógicos con ese afán deJ encontrar en todo delito un bien ju:dfdico que
represerute a la vez un interés social: lesiona/do. Aisí se haibla «<le'! bien jurí-
co diei1 Orden púbHco en sí conskler-aidon, y hasta, en las· in1jurias, del «bien
j11.1rídico <le 1garaintizair la inviolabHidad del honor y el decoro>,., eoc. (Cfr. Il
problema del biene giuri.dico, ¡n «S:critti di' dkitto penailen. Milano, 1955,
págs. 104-w5 y 120.) Sin embargo, prescindien.do de la observación de que
la 1a:bstracción es instrumento lógico que se pro9.iga en Dereoho .peuial,
incluso legislativaimente (¿qué otra cosa es el <<'ti.pon que una abstracción?),
lo cierto es .que no pueden imputairse a .la doctr~na del bien iuríd:co las exa-
ge:r:ncione$ ia que ipuerle1 :ser llevad1a, precisarrne:nte en aras .de un intento de
.inregrar en el' Estado todo interés protegido penalmente, intento CU!}"aSI raí-
ces, i1nduda1bJemenrte ajenas a 1los postulados deJ aquella doctrina, lo conde.
nab'!!1n de antemano ;:¡jl fracaso. Pretender convertir el bien jurídico en
Ulll' mero bien de 1a comuni<ladi, .privánd~i de todo el contenido i1ndivi<lual
que .Je es inrna1!;e.nte y que no debe ser desoonoci(fo, es un exceso que nece-
sariamente. ha de ofrecer :fácir blanco a la crítica. A lo más que1 ':"e puede
llegalf' es a una1 posición que cornsi.dere al bien jurídico, i;ndluso e1ll pertene"
ciente a uin .individuo, como objeto <le p'I'Otecci61n tan sólo en cuanto afecta
ail orden social. En este ilimitado sentido puede aidmitirse la afirmación
de DEL RosAL <le que: «ilos .bieines jurídicos pertenecen, .aunque a veces sea
mediatamente, a la comunidad .popul1arn (Cfr. Estudios pena).es.,. 1948, pá-
gina 6g, y Una nueva concepciórn del delito. «Boletín de la Universidad de
Gran:ada·n, Madrtdl, 1942).
(14) Ein P'lena efervescencia polémica, BETTIOL señaló que Y'1 Rocco,
uno de los máximos defensores d~l ccmceipto de <lelito colmo ofensa a un
bien jurídico, había combatido toda concep.ción individuaEsta deil concepto
de ese bien y sostenido que los intereses particu.lare~, enouentraJn su tutella
penail tan .só1lo cuando coincidetn con los i1ntereses del Estado. (Cfr. BETIIOL,
Bene giuridico e reato, i¡n· «Ri~'. it. di dir. pen.», i938, páig. 16.)
(15) Fueron especia•lmente ScHWINGE y. Z1MMERL quienes ireifutaron con
más :fuerza el argumento del ¡pretendido concepto materiaJiSlta del «bien ju-
rídico», señalai!:do que la palabra «bienn se a.plica, tainto en un sentido vull-
gar como en el técnico, no ya· a las cosas corporales, si.no también a cosas
incorporales e ideales y a los vailores del! esipíritu. (Cfr. ScHWI!l:'GE und
ZIMMERL, Wesenschau und konkretes-Ord111111gsde11ke11 in Strafrech, Bonn,
1937, pá,g. 68). Prccisamen.te pair;11 escapar de esa crítica e incluso del en-
La crisis del contenido sustancial del delito 393
(25) SAUEH, Derecho penal, Pra·rtc gcnernl. J'rad. esp. de Del Rosar
y C€rezo. Barcdona, pág. 75.
(26) Cfr. BETTIOL, Be>he giuridi·co e reato, in «Riv. it. di dir. pen.n,
1938, núm. 1.
(27) ANTOLISEJ, J!. problema. del bene giuridJiico, in «Riv. it. di d'.r. penn,
19..¡o. Forma parte de SUSi Scritti di diritto pe11ale, cit., págs. 97 y sigs.
(28) PETROCELl, l'rincifr:.¡ di diritto pena/e, vol. l. 1944, págs. ::>43 y sigs.
396 Cándido Conde-Pumpido Ferreiro
jurí1dico. Al ·contrafi.o, no· se recata e<n afirmar que <da noc1on del
bien jurídico, en verdad, lo que reclama a considernr en el as
pecto sustancial del delito es su contenido humano. Teniendo los
ojos fijos sobre eso, el delito aparece cual efectivamente es en
la mayor parte ·de los casos : no simple rebelión del individuo a
la soberanía de la ley, 1siino ofensa a un interés concreto, que co-
incide con los intereses de la sociedad. La indagación sobre el
bien jurídico, en una palabra, adara el carácter intrínsecamente
antisocial que el delito presenta generalmente, y no carece de im-
portancia también para una exacta interpretación de la Ley» (29).
Pueden verse las claras _,diferencias entre eisa posición y la de
la Escuela ·de Kiel, erspecialmente al rechazar que el ·delito pueda
ser una simple rebelión del individuo a la norma, y hemos de con-
vejnir que en algunos puntos la crítica de Antolisei dirige certera-
mente sus disparos, si bien. s-ólo sea en aquellos en los que las orien-
taciones de los Estados modernos, pr-o.pensos a conminar con la
samción penal acciones que vulneran sus directrices, aunque no con-
tengan una verdadera lesión u ofensa de bienes jurí.dicos, se apar
tan del auténtico sentido y finalidad del Derecho y, más concre
tamemte, del Derecho penal.
·Alhora bien, el Derecho es un instrumento de compatibilización
de conductas humanas ; tiene por fin la lucha contra los que rom-
pen las normas '.de convivencia y ha de ·desenvo1vense dentro de
un orden de ga·rantías (el máximo de liberta·d individual, dentro de
un mínimo de perjuicio social), que eso y no ·otra cosa es la juri-
dicidad. Por ello el Derecho ha de renunciar a toda aspiración de
fundirse c•on la Etica por cuanto ésta se dirige al individuo, a S'll
ser íntimo, y aquél a las reilaciones entre los individuos, a su obrar
exteriorizado. De aquí que el Derecho, fundamemtalmente altera-
tiv.o, no pueda pretender la aceptación interna de sus preceptos y
si s·Ó'.o su externo acatamiento, por lo que resulta inadmisible el
intento de construir una Etica estatai que se imponga a los súbdi-
tos jurÍ·dicamente (30). Por las mismas razones, tampoco i11teresan
al Derecho cuaolesquiera actos del indivi·duo, sino precisamente aque-
llos que lesionan valores inecesarios para la convivencia socia.J.
Estos valores, de orden material, económico o espiritual son, como
ahora veremós, los qi•e constit11-yc11- los bienes tutela.dos jurídica-
mente.
E i1ncluso en Ios delitos en los que no aparece «prima facie» la
lesión de un bien como contenido de la acción, puede tener y tie-
(29) ANTOLISEI, Op. cit., págs. 125-126. Vid. también L'offesa e 11 da11.
no ncl reato, Berg¡¡mo, 1930, págs. 139-140.
(30) No puede dejarse a un lado la observación .de que tanto este pr0-
blema d""l contenido dcJ del:ito, como muchas de las cuestiones de la teorí·.;
general (especialmente la! antijuricidad y la cu:lpabili<lad) se han visto hon-
-damente idluídos por la idea, de erigen hege!iano de la confusión de
la ::\foral en el Derecho, que des=oce ei1 distinto origen, l;,i distinta na-
turaleza v el disünto fin dP uno y otro de e,:os Jos órdenes nom1ativos, que
ToMAss10, KANT y F1cHTE, habían puesto de relieve.
La crisis del contenido sustancial del delito 397
(3.r) Cfr. Br:\'DING, Normen cit., ,·ol. 1, §§ 17, 52 y 53. Sabcdo es que.
el' autor !Pretende construir sobre esa tesis con da·ráoter iinde¡pein.cliiente el de.
lito de po.Jicía o contravención, '!o que dertame.'1te no ha tenido éxito. Ya
V. HIPPEL ( Op. dt., vol. II, pág. 100) señaló que en eseir:cia 1no eúste di-
ferencia allg.uma entre esos t~pos de mera desobedienci.a y los delitos de
peli•gro, Y•ª' que una da;se de estos úHimos \la constituyen los llamados de-·.
Htos de ipeJ.¡.gro abstu-aoto. De otra :parte, no creemos que nada se o¡xmga a
que en hts contravenciones falte ese contenido esencial!, 9ado su posible
·aa·rácrer a:dmi:ni•st•ra1Hvo.
(32) No tenemos inconvenier.1tt: en conceder que, en fases de transi.
ción, subsi.sta:n dellitos en :Jos que se ha esfoumado el conten"do <le •lesión de
un bien jurídico, ;por una transformación soda.l o política. Desde las in-
crim.i1naciones tut~ladoras de u111a• Monarquía, que es derribada, hasta el
propio delito de hurto, cuya razón de ser desaparece en una organi2laoión
comunal, fas ,posibi.l'i.dades de transformación Q.e Jas ti.pilfioaoiones de la
P.arte e51pecial ~on ili'm"tadas y sabido es que no siempre se llC'\·a 3J cabo can
la debida .rapidez la adaptación leg:slativa a Ja mutante rea.Jidaid social.
De otra pacte, Joa existencia de tipificaciones pe.na-les que lílunca Q.ebieron
s<11lir dd {unbho a1dministrativo, y que son prodigadas en aquellos órdenes
sociales en que el Estado pretende absorber toda acti,·'.·dad, tampoco cree-
mos pueda ufrl,izarse como a·ngumento en u1~a cuestión en la que fo deba-
tido es cuál debe ser el contenido del deHto v no ouál sea ese contenido en
los casos de desviación. En último re~mino, · 10 que demostmrá eso es que
tales iHdtudes nurr.ca debieron ser.lo de Derecho pena,!, como ,.a se señala
en el! texto. De otro fado, ha siclo destacado por BETTIOL (Op. cit., pág. 142)
como los bier·cs jurídicos aparecen íntin; J'ffit'ntc ligados a las concepciones
de una época y en corr:secue1ncia adquieren divF>rso ~ignificado y _contenido
ta:mbién cl.h-erso con el mudar dd tiempo y dd n:mbic»rote.
398 Cándido Conde-Pumpido Ferreiro
dualismo, que atrajo sobre él las iras -políticas. Es ciertoi que, como
señala De Castro (36) «el concepto del Derecho subjetivo está eH
contra-dicción con la concepción colectivista ; pero tampoco pue-
de basarse, a·decuadamente, en l_a indi<vidualista. El error de ésta
se ha•lla en sePa,lar distinto origen, justificación y filil a la orga~
niza'Ción de fa comunj.dad jurídica y a lo1s derechos subjetivos de
la persona. Esta, como miembro activo de la organización, no ac-
túa :fuera ~ni en contra de la organización, sino en función de ella».
No es que con etso se acepte la idea de que el individuo que
ejercita un ·derecho subjetivo es un mero «funcionario de la co
munidad», cuya misión queda reduóda a actuar como represen-
tante mediato ·de aquélla en cualilto «hace triunfar su derecho con-
tra el que altera .la paz»; al modo como quiere cierto sector de
la doctrina germámca (1Manigk, Bind·er, Kaufmann, Husserl). Al
contrario, el poder absorbente que se concede en esas concepciones
;:¡ la comunidad es incompatible con una concepción cristiana de la:
p•ersona y la sociedad en la que, si bien el individuo actúa dentr:o
de la socieda.d, ésta a su vez está también constituída por y para los
indivj.duos.
Consecuencia de eUo es .que el Derecho subjetivo adquiera pan
los modernos civilistas un sentido más amplio que el de. un ma-
terial «goce, ganancia o ventaja» para el individuo, propio de las
fórmulas a lo lihering, e independiente, también, de un libérrimo
«s·eñorío <lel querer», en cuyo ámbito quisieron centrarlo las libe-
railies fórmulas a 1o Windsoheid. Pero pese a la amplitud de la mo-
<lerina concepción ·del .Dereclho subjetivo, resita una faceta del con-
cepto .que impide su i<lentificación con una noción del «bien jurí-
dico» que pueda tener en Derecho penal un valor fu1trcional téc-
nico y una utilidad: en el Dereoho subjeitivo· el poder concreto en
que consiste queda a la disposición de la perso111a a que pertene-
oe, «a cuyo arbitrio se confía su· ejercicio> y defensa» (De Castro,
loe. cit.). Claramente se comprende que ese poder de disposición
in<lividual poco tiene que hacer en un orode1namient·o jurídico ca-
racterizado por la l)ecesidad de sus normas, cua1l es el penal. Y
0
lb cierto es que aunque, cada día más, el ámbito del Derecho ne-
cesario se va ampliando también en el campo del Derecho privado,
exteJnidiéndose el nÚJmern de las normas que estaiblecen derechos
irrenunciables, ni esa irrenunciabilidad se refiere precisaimente al
ej'ercicio (37), ni el todavía numeroso y predominante número de
·(38) Yendo más allá, valientemen1te pretende defen9er BETTIOL (D. p.,
páig. 144) su totail equiva,Jencia diciendo que ello está en ]¡¡¡. prqpia esenci~
de las normas jurí9.icas en curunto normas de tutela. «Si el Derecho es aque~
llo que e~-cor.cluye----tas nociones de bien jurídico y Derecho subjetivo son
correlativasn.
\39) KESSLER, Dir Einwilligung 11,es Verletzen in ihrer Strafrechtlichen
Bedentung, 1884.
La crisis d!3l contenido sui;tancíal del delito 401
(40) Así, MEZGER, Tratado cit., .pág. 384. Aquí palpita. la concepción de
WINDSCHEID.
(41) Así CARNELUTTI, Teoría general dél Derecho. Trad .. e$p. de V. Con-
de. Madrid. «Rev. Der. Prív.n, .pág. 203 y núm. 83. Cfr. en anállogo
sentido ANTOLISEI en L'offesa e id danno cit. Aquí palputa la coiuepción
de JHERING.
· (42) MEzGER (Trat¡Qdo, pág. 386) señaila ya que el b:en jurídico «según
e1 punto de vista desde que se le cQ!lsidere, aipa•rece como objeto de protección
de la ley o como etl objeto del ataque conit!'ai el que se diri·ge el delito. Bien
jurídico, objeto de 1protección y objeto de ataque---pero no el objeto de l:J
acción-son térrninos ·~i1nónamos.n.
(43) La distinta valoración otor.g1ada .por la Etica y por e1l Derecho a
un mismo bien ideal o material ha sido puesta1 ya de relieve .por SAUER (Op.
cit., pág. 371) ouaindo señaJa que .1a eSClada de valores del Derecho es otra
que la de la Cuaturia. Más oonoretarnente LEGAZ (Filosofía del Derecho, pá..
gi1nas 573 Y· sigs.) hace observar que «el contenido de un deber moral _no
puede estar en contna<lioción con la idea moral que i1nforma el re51pect1yo
si1stema de moralidad, mientras que esta discrepancia cabe, al menos en
hipótesis, entre el Derecho positivo y un sistema de moralidad» y añiade
que «Cil 0€recho, como categoría ge la vida social de estructura nonmativa,
contiene deberes que son distinto~ de los morales y pueden ser incumpli-
dos por razones' moria•les, .porque -todo cumpllirniento o incumplimiento de
un dieber jurídico constiltuye para e1l hombre un problema momln. Como
ya apuntamos en el texto, De1recho y Mora•! son dos órdenes norma·?vos
diferentes., pero recayendo sobre un mismo sujeto (e1l hombre) y una misma
materÍla• (las condueroas) sus valoraciones respectivas tienden a coincidir.
Pero es;l! coincidencia no sie.m¡pre es plena y, más ·aún, puede ser opuesta
en aquellos casos en. que el Derecho de un Estado parta de presupuestos
distintos a Uo<:: inspiradores de la mom•l domiinaníe.
41'12 Cándido Conde-Pumpidq Ferreiro
(:;:z) Ahí radica una 9iferencia esenciaJl entre el orden ético y el orden
jurídico. Podríamos 9ecir que ~·a Moral obLiga al acto, el Derecho tan sóllo
13· sufrir .Ja coaatión, si el a.e.to t110 se cump1ie. Fren.te a la ~anción- moral!, el
hom:bres pierde su libertad, porque la siente en su propia entraña, la acep-
te o no. Frente a Ú1. coacción, jurídica Ell hombre puedo conservar su libertad
osencila·l, para lo cual le basta sufrirla y no ?Catarl1a. En ral caso· se set11tirá
coaccionado, pero no sometido. E·s :la pereúne ditfioult,a9 de la impotencia del
apamto jurídico paira i.m¡poner la realiZlación 9el acto debido (nemo praleci:,e
ad fa.ctu-m cogi po·test), que ha servido pami discutir el req-uisi:to 9e• 1'a c0tac-
ción como consustancial al Dereahü> y ha da9o origen a la sustitución de !Jtai
idea de coacción como rea[idaid actual, por, h-!· de coiercibi:ütkid, como coac-
ción virtual o de mera posibia.i(J'ad {Cfr. .p. ej. DEL VEccmo, Fii/,osofía del
Derecho, 3 ed. esp. Baroolona, págs. 313 y sigs.). .
(53) El da•rácter coactivo del lli:recho es i9ea necesaria para su con-
cepción. Puesto que el Derecho implica la aJ.terida~:j., esto es, fa. :relación
con otrns, precisa la no 1m¡peidiibi1lidad rpor terceros de aquello qiue debe o
o no debe j.uddkamente hacerse, no impedibi.Jücfo1d que requie.re corre'1;.1ti-
vamente la 1posibilid.ad de coación. De ahí que la· sanción sea e[emento
esencial de la normia• jurídica y su actuacióni quede a disposición de terceros
(ya el rperjudicado, ya el representante del orden jurídico-Soc,ia1l). La; nomrn
jurí<lic-a se formul1a con- preceplto y sanción. De dia·rse A, se dará B. En
cambio, 1a .norma moral sólo impone conductas, sin acompañarse de la
sanción : 'Dice: «debes .9mar a:Y rprójimon, pero no añade «Si 1110 sufrirás re.
mordi.mientosn o «Si no ;r;is ar infierno». Como dice LEC.AZ (Op. cit., pú-
gi.nas 257-58), «este preceipto posee perseidad, como dirían Jos escolás·ticos,
y toda la cuestiói111 tan discutida en la met.a:físiaa occide.nta·I sobre ]l¡t• «per-
seitas boni ac mallin se reduce precisarnente a eso: a 1 a posibilida~I de
una norma moral basada en el puro Y<tllor intrínseco de ;:ique.Jlo que order:la
y en el disvalor i1ntrínseco d!e lo que prohibe, al margen. de toda vol'untlad.,
incluso de la vollun!tlad di;vina, y1, por consiguiente, al ma1rgen de toda san-
ción. Lo que 1no quiere decir que l'a, mo11aJ carezca de sanción : pero ésta
no va 1implicada por la m,isma :f!onm'a, sino que viene supe:rpuest;:i a l;:i
mi~ma como una especie de 1a-ñadido. Que el hombre cuando comete una
acción contr-airia a la ley morail, sienta gravada su c0111ciencia con el peso
de l'a cul¡pa., que exper,imenJe el remmcLimiento, que sea castiga9o con
pe1nais de la otra vida o recompensado con la folici9ad eterna, si obra bien,
todo eso es perfectamente pfausi.ble y tiene una justificación iabsd1uta, pero
no entra para nada en la estructura ontolóigioa1 de la nor.rna moral, la cual
406 Cándido Conde-Pumpido Ferreiro
citado. ·
La crisis del contenido su11tancial del delito 40
respetar las normas de cu:tura reconocidas por :el Estado» (62). Con-
viene, sin embargo, rehuir desviaciones que pretenden <lesligar el
concepto de su auténtico contenido jurídico. Cuando se .hacen re
ferencias a¡ los «deberes naturales», al ffdeber de respeta•r la nor.
ma» o a «deberes úic-o-socia.les» se está hac.ien<lo un llamamien-
to a nociones que están fuera d~l campo estrictamente jurídi·co en
que ·debe des;:cnvolverse el delito como concepto propio del Derecho
p1mal (63).
El ..debe-r incumplido por el sujeto que delinque, y que tiene
relevancia en el .Derecho penal, no puede ser otro que un debe1
.¡uríd¡,co. Deber jurídico que, como señalamos, surge de la pro-
pia obligatoriedad de la norma infringida, que el individuo, como
súbdito ·del Estado de cuyo poder normativio nació aquélla, viene
obligado jurídicm111eq1·te a observa-r. Pero no existe aquí ninguna
i·dea <le tra.ición, ni de obligación. ética, sino tan solo ·de relación
errtre Estado e individuo. Este es libre Je acatar o no interna-
mente la 110-rma jurídica. E incluso ·exte.rnamente, ya que la única
conse.cuencia de la i,nfracción es el venir sometido a la coacción
jurídica (en este caso la sanción pena;J) que a: toda norma estatal
acompaña.
Pues bien, en todos los casos en los que Ja existencia de una le-
sión de un bien jurídico realizada en forma típica dé lugar a lo que
se ha Hamado «apariencia de un delito», <lelito que ;no Jlega a con-
cretarse en una irealidaid punible por concurrencia de una causa <le
justificación, en todos esos casos, repetimos, lo que ocurre es
que el agente no ha incumplido ni1ngún deber jurídico. Queda así
subsisten.te la existencia .de un bien lesionado, pero esa lesióm. se
ha llevado a cabo por quien no tenía deber ·de respetarlo (66). Las
causas de justificación serían, pues, supuestos de aus(.ncia del de-
ber jurídico ·de abstenerse <le la acción incriminada. El deber ju-
rídico ·daría así. unidad a la dodrina del aspecto negativo de la
antijuricidad en cua.n.to en ·tales casos habría en primer plano la no
sujeción al deber, en tanto que las r.eferencias al «principio de
ausencia del interésn, «principio del interés prepo1n<lerante», «prin-
cipio del veirdadero bien» y demás conceptos que han dado hasta
ahora variedad a la doctrina, pasarían a constituir el trasfondo de
la misma, jugando su papel a través del concreto fundamento .de
ca.da órcunsta:ncia justificativa.
Bien jwrúiico y de·ber jurídico son, pues, <los nociones indispen-
sables para el c0<ncepto del •delito, 'en el que tienen un valor fon~
cional propio: El bi·en jurídico hace reJerencia al aspecto objetivo
del delito y1al positivo de la antijuricidad, en cuanto el Derecho
objetivo declara ilícito un acto po-r lesionar o poner en peligro un
biein jurídicamenitle, protegido ; el deber jurídico apairece conectad0:
explicar, con :Ja alusión a un interés <le mis alto valor social, el no recurrir
al hecho tíipico i.Jícilto en !la• situación concreta y (Ómo ·por eso el punrto de
v;i!':ta de la ley en aquel! caso consiste insosp€Cha<lamente en exdluir la in-·
criminación. Pero prqpiamente la justicia intrí1nseca de 1¡¡quella realización
de fines constj.tuye cdterio parn la: prevalencia del interé<> que \luego talifi-
caimos de mayor v'?.Jor social y no al revés». Lo fundamental es, pues, la
lidtud 1del acto y la ca.usa de esa Qiciru<l habrá que buscarla qespués.
(66) Estimamos que este planteamiento del probleffil¡¡· ¡puede esclarecer
muchos rpun,tos td.e la dootri1na de fas oausas exdu:}'entes gel injusto. Así,.
por ejernpllo, el de La: compa:t~bili<lad entre la licitud del acto y la necesi-
d1ald ;de lUJna indemnización, en fos casos de estado de neicesida<l, reconocida.
en el .artículo 20, re~la 2.ª <le .muestro Códi·go penal. El que en los ca.sos de
estado de necesidad por confüicto de bienes de v<~lor desigual el sujeto no
tenga eJI deber jurídico <le respetar el! bi€in inferior legitima pena~mente el
acto ; pero :la existencia: de un bien ITesiona;do ex¡plica la necesidad <le in-
demnizar la lesión causai:la., en· cuanto de esa aesión ha sobrevenido un bene-
ficio para el .titular dei 1bien .sailvado, sin que exist.a una cau.sq. 1'econociga·
po1' el derecho que ~o justifique (nos referimos a «causan en su semti~o usual
de derecho priv1ado). Estamos plename1rnte en d terreno del endquecimien-
to sin causa {enriquecimiento por una parte; empobrecimiento por otra;
ausencia <le ca.u~a que justifique el enriquecimiento, y relación causal en-
tre u1no y otro efecto). EJl que nues•tro Derecho haga reoaer la obligación
de indemnizar sobre «las ¡personas a cuyp favor se ha¡ya precavido el mal»·
y :r.o sobre el a¡utor de;! dafio; y el sef1al•a·r como criterio de indemnización
«el beneficio que hubiera reportado»., y .no la entidad derr perjuicio, son
oxtrnmos que claramente sefiafan que el principio segui•do por el legisl¡¡dor
ha sido el mismo que in~piró las cMsic3·S «cond:ictionesn.
412 Cándido Conde-Pumpido F.'erreiro
(71) Cfr. GEORGE C. GmNs, Soviet Law and Soviet Socir,,ty, La Hayia.,
1954, ¡págs. 41 y 42. La definición de VICHJNSKY se compone de dos
pa,rtes: 1.", el ,derecho es un conjunto P.e :norm¡is de conducta, estahleci-
das ;por la legislación, que ex¡presian .la vo1untad de l•a clase domilllan;te; y
2.º, es :un conju:nto de cos·t>umbres y no11mas de comunidad s¡mcionada"
por el poder de1l E'sta:do, cuya a,pliraciórn1 es ga•rantizada por fa fuerza co;i.c-
tiva del Estado a¡ fin de guardar, confirmar y desarroll!a·1- las relaciones
y; el orden socia:les, de acuerdo con dos deseos de la clase domin!a,nte y para
su Yen.ta.ja'. Consciente quizá de a¡:¡, cointra<l.ic.ión que esa definic!ón en'-
cierra, pretende deshacerfa. VICHJNSKY afinma:ndo que en su esencia la po-
Htica de un Esta1do sin obses es la contiomación de fa política <lel Es-
taido en una soc.ied!ad1 dt> clases, con lo que la voluntaó. de la .Clase: domi-
'llante contiinuaría persistiendo en el utópico Estado sin olages en que de-
biera desembocar ~<JJ dict¡¡dura del proletariado.
{72) BETTIOL, L'od~erllo problema, pág. 707.
(73) Es sugestivo señalar cómo a medida que se desarrolla lia• argu-
La crisis del contenido sui:tancial del delito 415
Por ello no es ·de extratl!a•r que la .noción del bien jurídico sea ata-
cada. lo mismo ·desde el punto de vista del sujetivismo irracional y
pseudo-ético, nacional-socialista, que desde el campo de la dialéc-
tica marxista, que enarbola la bandera de la defensa. del bien ju-
r~dico, mientras que en· la práctica ie niega todo valor.
Hasta qué punto puede influir en esa. disolución del concepto
objetivo del bien jurídico, en los términos subjetivos de la peli-
gr-osidad, que es característica .del 'Derecho penal soviético, el re-
troceso •dootánal representado por los nuevos ((Fundamentos» de
z5 <le diciembre de 1958 (8o), es algo que· queda aún p0or ver. Si
bien la postura dominante, de Schroeder (up. cit.) a Pisapia (op.
cit.), irJtenpreta la reforma como un retorno al pasado y a la tira·
dición jurídica occidental del Derecho penal soviético, curado de
sus ilusioues marxistas, es io cierto que en tanto esos teóricos prin
cipios 'fundamentales no se vean encarna·dos en la realidad de los
Códigos penales, nada puede decirse en pro o en contra de la sin-
ceridad de su proclamación. Señalaremos, sin embargo, •que, pres-
cindiendo ·de lo que de significativo tienen en cuanf!o a aproxima-
ci·Ón al Derecho penal occidental la proscripción de la analogía
(art. 7. 0
el reconocimiento ·de «la persona y los ·derechos de los
),
.do exteriormente l'ai forma de una acciémi prev,ista en l'a iley, «no presienllá
_peligm socia.! en razón de su insignificancian (•art. 7). Como señal•a· Pls_A-
-PIA (op. cit., pág. 158), «tal relevancia concedida a l•a• antijurioidiad o anti-
_socialidad sustancia[ merece ser subr.ayadoa·, porque. representa el aspecto
más significativo 9.e la s~pervivencia, en los nuevos principios, 9.e aquel!
poder discrecional de'! Juez parn lia valoración social dd hecho, que en la
precedente 1eg.islación podía corniucir tambiérn a la creación de nuevos
hechos punible·s, por ser socialmente peligrosos. El cual recibe aplicación
ahora', solamente in bonam pa-rtem, en el sentido de excluir la punibfüidad
.de la 2-c.ción •no .peligrosan.
El des envolvimiento histúrico-dogmático del prin-
cipio de «no exigibiJidad»
JOSE ANTONIO SAIZ CANTERO
Profesor Adjunto de Derecho Penal de la
Univer>idad de Granada.
(3) .También con razón, ha escrito GLE1SPACH que hay ta•ntas defini-
ciones 9e culpabiJ:da.d como autores .se"han ocupado de ella: (Der deutsche
Strafgese:,tz-En.twurf, en <eÜes.terireichische kri:minallistische Verein.;gn.mgn,
1921' pág. 9).
(4) En medio 9e esta oscuridad produóda por las múltiples doctrinas,
MAGGIORE ha fija.do un principio que ipued€1 explicar muchas de las Clootri-
nas formuladas : cuanto más se acentúa el funda.mento naturallístico, con la
correspondie1JJte func:ón profiláctico-defensiva del Derecho penal, .ta1nto más
se debili1ta el interés por el probllema de la culpabilidad. Por eso, muchas \je
las que los autores llaman teorías naturalísrt:.icas sobre la oulpabi~i9.ad no
son más que concepciones negativas que concib0n el delito y la pena ail
margen de la cuJpabiilidad misma.
(5) JrMÉNEZ AsúA, Tratado, cit., V, pág. 130.
(6) MEZGER {Traf.4do de Derecho penal, Madrid, 1946, 11, ;pág. 5) se-
ñala que un sicologismo puro ino ha existi\:lo nunca, y, en rea1lidad, se trata
de una orientación nada unifonme, t;rnto en los criterios que 1a i·niforman
como en isu formulación y consecuencias.
(7) P'ETROCELLI, La colpevolezza, Padova, 1951, pág. 117.
422 José Antonio Sáiz Cantero
MANN aJ t;raba,jo de FRANK en uZ.Str.W.n, •t. 28, .pág. 713.) Que las cir-
cunstanc'i.as en que a.ctúa el autor pueden ser tom.adas en cons'ideración
para la detei:minación de la gravedad de la culpabilülad, y por' consiguienJl:e
en la medida de la pena, pero no son nii la· culPabiHaad, lni elemento· de
ella (Cfr. ScHMIDT, Ueber Schuld und Schuldarten, 1910, pág. 35) ;1 que al
considerar las Begleitungsu.mst.ande como elemento de .la culpabilidad, se
llega a confundir los eleme1itos subjetivos y objetivos del ~lito, los ele-
ment-Os de la culpabilidad y los del hecho (SrnRM, Seelenzustand und
Schuld, Gerichtsaal, t. 74, pág. 18o), y que con la ino1usi6n de las cireul!1s.-
tancia,s de FRANK, se volaitiliza el concepto de culpabílilad (BELING, Un-
schukl, Schuld und SchuUJ.stufeti, 1910, pág. 8).
(38) FRANK, Ob. cit .. pág. w y sigs.
(39) Cfr. MAURACH, Deutsches 'Strafrecht, cit., «Allg. Teiln, pág. 315.
El desenvolvimiento histórico-dogmático 429
de ella. que pue.de decirse que sólo hay uniformidad en lo que res-
pecta a la esencia ·de la culpabilidad. .
Agrupando los matices más parecidos, y pasando por alto dife-
rencias de menor cuantía, merecen destacarse actualmente en la
concepción normativa dos direcciones pedectamente diferencia-
das: la ·que podemos llamar dirección tradiciional constituída sobre
la base del concepto causal ·de acción, y la dirección mod'{?'rna, que
vuelca los postulados de la teoría finalista en la culpabilidad (40).
a) El representante más caracterizado es Edmundo Mezger,
con quien haJla madurez la concepción norrr:ativa. Sobre las apor-
taciones de Frank y Goldschmidt, concibe la culpabilidad como
un complejo de varios presupuestos· de procedencia ·diversa y me-
todológicamente diferentes: la culpabilidad es una situación de
heoho sicológica, qüe en virtud de una valoración jurídica se de-
termina como contraria al deber y como reprochable.
Esos elementos, presupuestos de la culpabilidad, son: la impu-
tab~lVdad¡, las formas de cuipabilidad (dolo y ,culpa)· y la esencia
de causas excluyentes de culpabilidad.
Para Mezger el dolo comprende la conci:e.ncia de antijuridici-
dad, por lo que apar·ece ya como desvalorado en sí mismo. Cuando
falta la co.nciencia de antijuricidad, no éxiste el carác1ter doloso de
la acción, pero si se da Rechtsfeimáischaft o Rechtsblimdheit la
conducta puede ser castigada como si fuera dolosa (41).
Del término R.,e\chtsblindheit habla Mezger por primera vez en
el año 1944, en un artículo que ,titula Rechtsirrtwrn itnd Rechts-
blinidheit (42), sustituyéndolo más tarde por el de Rechtsfeinds-
chaft (43). Se ·da ésta, cuando el autor, por el hecho cometido,
revela una conformación <<incompatible· con la sana concepción de
lo justo y lo .injusto·». Cuando la conduch del agente no es do-
losa, pero constituye un síntoma ·de esa conformación, .debe ser
castigada como si 10 .fuera (44). La justificación de esta extensión
del dolo, la encuentra el profesor muniqués en «las inexcusables
finalista, Valemcia, 1954), y }IMÉNEZ iDE AsúA ,(Tratado, cit., V, págs. 211 y
sigs.), ¡:¡nnbos con argumentos serios y ~e peso.
(49) L'ls obras donde ex.pone de majo más cam¡pleto su pe,nsarrniento
<:obre culpaibiilidad, son : Das neue Bild des Straifrechtssystems, Gottin¡!'P"
1951 : Das deu;tsche Strafrecht, 1954; P'ersonlichkeit und Schitld, ~'In< «Z.
Str.\V., 1941, págs. 428-478; Um ilie finale Handlungslehre, Tubingen,
1949; Aktuelle Strafrechtsprob'Pme i1m Rahme der finaJen Handlungslehre,
Karlsruhe, 1953; Schuk/; und Bewusstesein der Rechtwidrígkei"lf;, Mo1iats-
schríft für Deutsches Recht (MDR), 1951, págs. 65-67; Der lrrtum ü/Je1
di,e Rechtwidrigkeit des Handelns, e<Süddeutsche Juristen:reitu1ng (SJZ).,
1948, cols. 368-372); Zur Abgrernzung des Tatdestandsirrtum von Ver/Jots-
i11tum, MiDR, 1952, 5&y590; Die final/e Handlungslehre und die fahrliis-
singen Handlungen, ]Z, 1956, pág. 316-317; Arten des Verbotsirrtu1m, JZ,
1953, págs. 266-268; Der lrrturm iiber einem Re·chtfertigungsgrund, «Neuc
Juristische Woohenschrift» (NJW), 1952, 564-66 ;'Die Regulug von Vorsatz
und Jrr,f!um .frn Stra/1'.echt als Zegislatorische·s Problem, «Z.Str.W.n., 1955,
págs. 196-228; Zwm Notstandsproblemi, «Z.Str.W.n, 1951, págs. 47-5~;
Nochmals der Verbotsirrtl#n, NJW. 1951. pá1g1s. 577-579; De'r übergesetz-
liche Notstand unil die lr1'.tumsproblemafiik, ]Z, 1955, pá,gs. 142-144, etc.
(50) Su pensamiento está ex.puesto en Finalitiit, Vorsatz und Fahr-
lassigke~t, Tübingen, 1951; Dlie finale Hándlungslehre urnd ihre praktis-
che Bedeutung, «Deutsahe Richterzeitu1ngn (DRIZ), 1951, pág. 221, y 1952,
pág. 21; Der lrrtwm über Rechtfl!'rt-igungsgründe, DRIZ, 1953,. pá¡<s. 20-22.
(51) H. WEBER, Grurwlriss des deutschen Strafr>echts, 2.ª edic. Bonn,
1948.
(52) MAURACH, Deutsches St,yafrecht, «AUg. Teiln, cit., págs. 309 y sigs.
(53) BETIJOL, D'iritto Penale, cit. Es <le advertir que Be1Jtio1l, en el pr6~
Iogo de la segunda edición de su ftibro, anuncia que en la próxima hará una
reelaboración sistemática ~e su obra, orientánd0<la en e<l sentido de la teoría
finaftista.
(54) DEL ROSAL, Derecho Pe111al español, vol. l. Madrid, 1959, pág. 376.
El desenvolvimiento histórico-dogmático 43~
3. El pensamienito de Fri.Dudenthcvl.
Ent11e los dos trabajos de Goldschmí,dt aparece el opúsculo de
Firendenthal, Schuld unid V orv.;urf, publicado en 1922, que supone
un interesa•nte paso en la teoría normativa ·de la culpabilidad, y un
trascendental jalón oo la historia del pensamiento de la no exi-
gibilidad, al mismo tiempo que constituye la posición más extre-
mista de la teoría.
Freudenthal reprocha a Frank haber concebido las Begleitwwg-
swmstiinde con límites demasiado estrechos. «·Las Begle1'tungsums-
tande, más que simple medida de la pena, pueden tener sig.nifica-
·ción para decidir la cuestión <le si el autor ha actuado culpable
·o inculpablemente, si se le debe hacer el juicio de reproche o
debe ser absuelto».
Para la culpabilidad es decisiva la idea de poder. El reproche
de culpabilidad se hace al autor por haber actuado como lo ha
(73) Ob. cit., pág. 34. -
(74) GoLDSCHMIDT, Concepoión, norm¡!l·tfoa, cit., ¡pág. 23.
(75) Ob. cit., pág. 31. Las ;<leas de GoLDSCHIMIDT son expuestas con mo-
dificac:ones de poca importancia por SIEGERT (Notstand und PutatJiv-notstand,
Bei1tzage sur Strafrechtswü.ssenchaft. Tühingen 1931) a quien ScARANO (Non
eSigibilitá, pág. 45) estudia en la historia dogmáLca de la .no exigibilillak:l.
En ,nuestra opinión, Siegerd no merece estudio específico, ya que no hace
más que repetir las ideas de GüLDSCHMIDT, sin apuntaa- nada nuevo a la
dogmática ~e la no exig:biilidad.
El desenvolvimiento histórico-dogmático 439
3. El pensamiento de E. Schmidt.
Partiendo de las ideas precedentes, Eberlhard Schmidt toma
interesantes posicione·s sobre el tema, en el Tratado de von Listz,
que rehace y actualiza {82).
Para él, como para los demás representantes <le la teoría nor-
mativa, el r.eproche de culpabilidad no debe hacerse, si: a) el
autor es inimputable; b) se encuentra en un error excluyente
del dolo y .no existe tampoco culpa, y e) cuando• previendo o pu-
diendo- prever el alcance real y jurídico .de su acción, no puede
serle exigida conducta distinta a la que ha realizado, lo que su-
cede cuando no puede esperarse que la repres•entación del resul-
tado y de su antis-ocialidad actué como contramotivo. En tales
casos, el proces-o <le motivación -no podrá ser co111siderado · como
contrario al deber, si se tienen en cuenta las circunstancias en
que el sujeto se produ·ce (83).
La determinación de cuándo al suje,to puede serle exigi•da una
conducta acor·de corn lo •que ·dispone el ordenamiento jurídico,
cree E. Schmidt •que es una cuestión de hecho que debe ser re-
suelta en cada caso particular. sie ha de hacer un examen de cir-
4. El pensami~ento de E. Mezger.
La aportación de E. Mezger al penisamirnto de la no exigibi-
lidad es de alta significación. Su posición lia experimentado una
trascendental modificación en rdación con las primeras ideas que
expuso en el Le:hrbuch, alteración que recoge el Grundriss (Deuts-
ches Strafrecht. Ein. Grundriss, 1943), y que ratifica en post·eriores
ediciones, y últimamente en la Conferencia que pronunció en las
U1!1iversi·dades de Valladolid, Granada y Coi:mbra, en la prima-
vera de 1956 (86).
En el Lehrbuch se dedara partidario de la doctrina de la cmo
exigibilidad», configurámdola como causa genérica y supralegal
de exclusión de culpabilidad (87). No actúa culpablemente, dice,
la persona a qui·en no puede s•erle exigida una conducta distinta
a la realizada. El fu;ri,damen,to de esta exclusión reside en que el
pensamiento jurídico penal es en último extr.emo pensamiento in-
dividualiza·dor, que exige criterios reguladores firmes,' en los que
se apoya para defenderse y que garantizan la seguridad máxima
del Dereoho. P.er.o en sus últimas y más complica·das ramificacio-
nes se sustrae a estos moldes rígi.dos y demanda formas que ha-
gan posible una a·daptación a las últimas configuraciones de la
vida real. ·
Advierte Mezger que es
preciso distinguir el área de la culpa
<le la ·del dolo. po.n~endo priecisas barreras a las exageraciones de
Freudenthal. En 1a aplicación de es.te ·principio-apunta-es nece-
(84) Pone de manifiesto Eh. Schmidt lo d;f{cil de la misión del juez en
esfos casos, que exig-€111 mucho de su ex;periencia y de sus conocimientos hu-
manos. «Debiil'Jdad sensiblera v dureza inflexible son, en la cuestión de la
no E>xi~ibilida•d. la Scila y Caribdis, que traen los riesgos de just'cia».
(8.~) Ob. cit., pág. 271.
(86) Ta:mb'én en su trabajo Schuld und Per,1iinlichkeit, 1932, presenta
MEZGER con olaridad su posiciÓ!n sobre la no exigih:lidad, fija•n9o irnteresantes
<:ondus:one:s para1 Oa: 9eter.minaci6n 9e la mism¡¡.
(87) MEZGER, T-ratado, IT, pág. 203.
!l42 José Antonio Sáfa Cantero.
5. El pensamiento de En>gisch.
7.
Las objeciones al pensamiento de la no exigibilidad.
S chaffstein.
Pronto s·e levantan en la dogmática voces eontra el pensamien-
to de la •no exigibilidad, las cuales pl'evien~n sobre 1os peligro5
que encierra la aceptació.n del principio. Uno de los pr·imeros cd-
(92) Frente a la opinión dé MEzGER (Tratado, II, pág. 207)., que, como
hemos visto, después ha rectificado, ScHAFFSTEIN :¡¡J inter;pretar la:s mismas
sentencias, conoluye que el principio de exigibilida-d nunca ha merecido de
la jurisprudencia: del RG un reconocimien'to general, supralegal en el área de
los -delitos dolosos de acción. (ScHAFFSTEIN, Nichtzumutbarkeit, cit., pág. 14).
De esta opinión son también WACHINGER (Der übergesetzliche No_tst<Ind nach
de., neuesten Rechtsprechimg des Reichsgerichtes. ((Franz-Festg.n, I, pági-
na 46g), y GRuNHUT (Grenzen des übergesetzlichen Notstandes, ccZ.Str.W.n,
SI' pág. 455).
El desenvolvimiento histórico-dogmático 445
(93) LIEPMANN, Vid. la nobo bibliográfica que hace ¡¡.\ libro de FREU-
DENTHAL en «Z.Sitr.W.», 43, págs. 710 y sigs.
{94) HrPPEL, Deutsches Strafrecht, Beri!ín, 1930, II, pág. 375.
(95) SAUER, Kausalítiit imd Rechtswídrigkeit der Unter'assung, <eFrank
:Festg.», I, pág. 228. ·
(96) GERLAND, Deutsches R eichsstrafrecht. Lehrbuch, Be11Hn-Leipzig,
1932, pág. 126.
· (97) ScHUMACHER, Um das Wesen des Strafrechtsschuld, Berlín, 1927,
pág. 33·
· (9B) FrNGER, Strafrecht, 1932, pág. 528.
(99) WEBER, Nots,tiandsproblem. Leipizig, 1925, pág. 9.
(100) H. GROSSMANN, D.ie Grenze vom l'orsatz und Fah1liissigkeit. Ham-
burgo, 1924.
(101) ExNER, Untersuchungen über Vorsatz und Fahrliissigkeit tim Straf.
1echt. Berlín, 1930, .págs. 441 y sigs.
(102) THIERFELDER, Objektiv gefasste Schuldmerkmale, Breslau, 1932.
(103) SAUERLANDT, Zttr TVandlimg des ZumutbarkeV-,,sbegriffs im S.tra-
frecht, Leipzig, 1936.
José Antonio Sáiz Cantero
8. El pensamiento de R. Maumch.
Modernamente experimenta UJJ¡ 1notable· cambio de orientación
el pensamiento <le la no exigibi'lidaid. Las obj·eciones que em:on
tró en su ca·mino hacen impacto, y pronto se a·dvierten una serie de
rectificaciones que ya hemos señalado al examinar la doctrina de
Edmunrdo Mezger. La nota más característica de este cambio de
rumbo es que la no exigibilidad deja <le proponerse como causa
supralegaI de .inculpabilidad. Los peligrns que para la seguridad
del Derecho suponíai1Ji las coinicepciones más extremas (particular-
mente la <le Freudenthal), se pretenden alejar con un nuevo pla11-
teamiento.
En el primer autor e11 que encontramos el cambio, y al que,
sin duda, hay que conceder un lugar destacado en la historia dog-
(107) En los trabajos hasrta ahora publicado3 sobre el tema que nos
ocupa, se descuida la .importancia de MAURACH en esta evdluciém. J1MÉNEZ
AsúA no lo cita, a ipesar de hace.r mención pe autores de la escasa• impor-
tancia de RAÜBER o MARCETUS, y HENKEL lo menciona de .pasada.
(1oS) MAURACH, Kritik der Notstandlehre, cit., pág. 120.
(109) MAURACH, Kritik, cit., págs. 132 y 130.
El desenvolvimiento histórico-dogmático 449
fundamento fuera del Derecho, esto es: tiene una base extrajurí-
dica. Tal es el caso de Freudenthal (uo).
En su Deutsches Strafrescht (Lehrbuch) da el emplazamiento
sistemático definitivo a la exigilidad. Maurach trae a la teoría del
delito el concepto de atribuibilidad (Zurechenbarkeit), que define
como la «relación jurídicamente· desaprobada del autor con su ac.:
ción típica y a•ntijurídica, la cual constituye eI fundam~to jurídico
de las distintas clases de reacción penal» ( 1II). Se dice .de una ac-
ción que es atribuible a su autor, cuando é5te, lejos de responder
a las exigencias del Derecho, se ha decidido por la comisión de Ja
acción típica y arutijurídica.
La atribuibi1idad es una consecuencia del complejo vital del
hombre, y, por tanto, una necesidad puramente práctica. El orde-
namiento jurídico no puede exigir ·de todos los hombres . que se
comporten de acuerdo con el Derecho frente a los menores y a
los ali•enados, esta exigencia carecería de c;tntido. Puede,· si.n em-
bargo, valorar como expresión de su personalida.<l la conducta de
todos los destinatarios <le las normas. A diferen_cia de la antiju-
ricidad y tii.picidad, que c·o.nsiste en una valor:ición real, la atribuibi-
lidad es una valoración personai del autor. Determina esta valora-
ción, que el hedho realizado es· atribuible al sujeto, y que el. juicio
de desvaloración de la conducta antijuddica corresponde al autor
de ella. La atribuibilidad no se excluye auaque no pueda ser he-
1
(IIo) · Ob. ciit., pá·g. 13:!. FREUDENTHAL rompe ·las barreras d:.ferenciailes
de Derecho y Mor¡¡•!, .para abordar na relación de valores que existen
antre ambos, pensando que el Derecho es el míni¡mum ético. Esta con-
fusión se advierte también etllJ jELLINEK, 'Die socia}!thiische Bedewtung van
Recht, Uwrecht und Strafe, 1908, págs. 42 y si.g.s. No aparece, si1n embargo,
en GoLDSCHMIDT, adv:erte MAURACH, pues este autor rehusa introducir en su
sistema la culp;:rbi:lida!f nnora:l.
Con argumentos jurídicos, por el contrario, intenta HERZBRUCH (Die Zu_
mutbarke'it der Verbotsbefolgung der Strafberkeit, Breslau, 1934, págs. 6 y
sigs. ), la rehabilitación d'e fa no exigibili!iad como causa supralegal de ex-
olusión de culpab:lidarl, sosteniendo que la i1119,icación legal só1.o tiene el va..:
lor de hipót-esis de las circunstancias de hecho que no obiligam en los casos
de una motivación anorunal, que l'a enumeración. de los parágrafos 248 ~ 264 lo
son a modo de ejennplo, y que la medición vallorativa del juez es· decisiva en
lo que respecta: a la aplicación de la ley. Fd"ente a estos argumentos, dice
MAURACH, que el problmna con tall planteamiento se vuelve fácil, pero con-
duce a un menosprecio deil Derecho positivo (Cifr. MAURACH, Kritik der Nots_
ta1~dleh1'e, cit., pág. 138).
(111) MAURACH, Strafrecht, <<.A.11. Teiln, cit., pág. 327.
450 José Antonio Sáü Cantero
(116) Así, Ob. c~t., pág. 305. Concebido como pri•ncip'.o reg1;1Ia~i:o, cree
HENKEL, saiJ.van aquellas objoc;ones que le f!CUSaban de ser un pnnc1p10 vado
de con.tenido (ÜETKER, N otwehr und N otstand, «Frank-Festgaben, 1, pági-
na 388), ya que como tf!Jl no necesita ninguna valoración.
SECCION LEGISLATIVA
TEXTO
La vigente Ley de Orden Publico otorgct ' especial autorización
al Gobiemo para revisar y unificar la legislación que atribuye a la
juri'sdicción militar competencia para conocer de <letermi•nadas in-
fracciones, refiriéndose a las Leyes de 1 de marzo• ·de 1940, 2 de
marzo de 1943 y necre.toc1;Ley ide 18 de abril de 1947.
Recogida dicha autorización en las disposición transitoria se-
gunda, considérase Hegado el mome.nrto de hacer uso ·de la expre·
sada facultad, circunscribiéndola a la Ley de 2 de marzo de 1943
y al Decreto-Ley de 18 <le abril de 1947, por no estimarse necesa-
rio hacerla extensiva a la Ley de I de marzo de 1940, ya que la
competencia pmpiamente judicial que establece está reservada a un
tribuna•! especial con jurisdicción en todo el ámbito nacional.
Así, pues, haciendo uso de .dicha autorización, se refunden
las <los mencionadas ·disposiciones en una sola que recoge aque-
llos preceptos ·de ambas que parece aconsejable conservar, por
considerar necesaria su continuidad, para reprimir eficazmente
actuaciones subversivas o reveladoras ·de peligwsidad y que pw-
duzcan o pueda,n producir resultados de grave 1:rasce1ndencia, bien
por mot,ivos político-sociales o terroristas o simplemente por im-
pulsos ·de singular criminalidad, manteniendo, desde luego, la atri-
bución de la competencia a la jurisdicción caE:.trense y al trámite de
los procedimient.os en juicio· sumarísimo, con facultad de inhibició·n
en favor ·del fuero or.dinario, cuan.do los hc:1·hos por no afectar al
456 Anuario de Derecho penal y Cienc".as penales
más casos.
Dos. La mera colocación o empleo de sustancias, materias o
artificios adecuados, con los propósit9s a que se refiere el apartado
precedente, será castigada con la pena señalada en el número se-
gundo de dicho aparta.do uno, aunque no se produzca la explosióu,
incendio o efecto pretendido.
Art. 4.º Los que para cometer un robo o con motivo u oca-
sión. del mismo atacasen o intimidase,n a las personas con armas
de fuego serán castigados :
Primero. Con la pena de muerte si se produjese la muerte de
alguna persona.
Segundo. Con la pena de reclusió.n mayor a muerte:
a) Si el malhechor o malhechores hubi.esen sorprendido a los
Sección legislativa 457
gados:
Primer.a. Con la pena de muerte si produjesen la muerte, mu-
tilación o violación 1de la persona secuestrada, o, desaparecida ésta,
1110 dieran razón de 'SU paradero.
Segundo. Con la pena de redusión mayor a muerte en los
demás casos.
Cuando las especiales circunstancias del hecho pongan clara-
mente ide manifiesto ·que en ningún moment ..1 haya debido temerse
racionalmen~e por la vj.da. o integridad corporal de la persona se-
cuestrada se aplicará la legislación común.
Art. 6. 0 Uno. Los que, apartándose ostensiblemente de la
conviv·encia social o v.ivienido subnepticiament¡;: en los núcleos urba-
nos .formaren partidas o grupos de gente armada para dedicarse al
merodeo. El bandidaj•e o la subversiÓ'n1 socia!! serán castigwdos:
Primero. Co1rn la pena de muerte:
a) •El jde de la partida, en todo caso.
b) Lo'S componentes de la partida que hubiesen colaborado
de cualquier modo a la comisión de algún delito castigado· con
pena de muerte en ·este Decreto.
Segundo. Con la pena de reclusión mayor a muerte los que
hubieren tomaido parte en Ia comisión de cu~·lquier otro delito
comprendido en este Decreto.
Tercero. Oon la reclusión mayor los demás incluídos en los
números anteriores.
Dos.. Los ·que pres.taren cualquier auxilio, que no constituya
por sí complicida·d ni encubrimiento, a los compomentes de los gru-
pos o partidas a que se refier.e el apartado anterior, serán casti-
ga·dos co11 la pena ·de prisión menor o .destierro. El tribunal podrá,
asimismo, imponer la multa ·de 5.000 a roo.coo pesetas.
1Tres. Los que aprovechándose del temor más o menos fu.n-
da·do que haya producido la comisión de alguno de los delitos cas-
tigados en este Decreto u otros hechos ele J;andolerismo requieran
a alguien en forma anónima, bajo amenazas claras o encubiertas,
para que entregue o sitúe en algún lugar dinero, alhajas, valores
o bienes ·de otras clases o para compeler.le 2 hacer o ·dejar de ha-
cer alguna cosa, serán castigados CO!ll la pena de prisi.ón menor
a muerte.
Art. 7.º Uno. Quedarán exentos <le la pena que pudiera co-
rresponderles :
a) Los que h~llándose comprometidos a realizar alguno ·de
los delitos ca'Stigados e:n este Decreto lo denunciaren antes de co-
menzar a ejecutarse y a tiempo ·de evitar sus consecuencias.
458 Anuario de Derecho penal y Ciencias penales