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Rubén Carnero Fernández HISTORIA DE ESPAÑA IES CAPELLANÍA

TEMA 9: SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL (1936-1939). DIMENSIÓN POLÍTICA E


INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS. CONSECUENCIAS
DE LA GUERRA.

1. INTRODUCCIÓN

La proclamación de la II República (1931) abrió paso a un sistema plenamente democrático en el que iban
a abrirse paso las ideologías, básicamente de izquierdas, que hasta entonces se habían situado en un
segundo plano. De forma inmediata se realizaron reformas de un fuerte calado que el bienio conservador
detuvo o eliminó (1933-1936). La victoria del Frente Popular en 1936 como una coaliciónde partidos de
izquierda en la que ganaban peso los socialistas y comunistas, a la par del nacimiento de partidos de
derecha de corte fascista llevó al país a un ambiente irrespirable.

Los violentos enfrentamientos callejeros entre partidarios de uno y otro bando hicieron plantearse a parte
del ejército la posibilidad de dar un golpe de Estado. El asesinato de un líder de derechas, Calvo Sotelo,
como respuesta al asesinato del teniente Castillo, aceleró el proceso.

2. SUBLEVACIÓN MILITAR E INICIO DE LA GUERRA

Los planes del levantamiento dirigido por el general Mola establecían que todas las guarniciones deberían
declarar el estado de guerra y posteriormente se detendría y eliminaría a los principales dirigentes
políticos y sindicales de izquierdas. Las sublevaciones debían ser simultáneas y una vez tomada la capital
se formaría una junta de generales que sustituiría al gobierno.

Prevista para el 18 de julio, comenzó el 17 en Melilla,


extendiéndose a las tropas del protectorado en Marruecos.
Franco declaró el estado de guerra en Canarias y fue trasladado
a Marruecos para ponerse al frente de las tropas. Entre el 18 y
el 20 el alzamiento se extendió al resto del territorio español
con resultados diversos. En Andalucía, la rebelión triunfó en
Sevilla con el general Queipo de Llano y en las guarniciones
de Cádiz, Córdoba y Granada. El general Mola ocupó Navarra
con apoyo carlista. Triunfa en Galicia, Castilla y León,
Zaragoza, Mallorca y parte de Extremadura.

En cambio, la sublevación se abortó en zonas donde parte del ejército o las fuerzas de seguridad se
mantuvieron fieles a la república. En Barcelona, con las fuerzas de seguridad bajo el capitán Escofet y la
ayuda de los dirigentes anarquistas dieron al traste con la rebelión del general Goded. En Madrid los
militares se rebelaron en el Cuartel de la Montaña, que fue asaltado por tropas fieles al gobierno y por
obreros armados. En Valencia, la indecisión dio tiempo al gobierno para controlar la región.

Como tal, España queda dividida en dos zonas. La zonarepublicana posee las principales ciudades, con
la reserva de oro del Banco de España y las áreas industriales, mientras que la autollamada nacional
conservará las zonas predominantemente agrarias.

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Numéricamente ambas empatan en cuanto al ejército disponible, pero, objetivamente, las tropas mejor
preparadas y con más experiencia son las que venían del protectorado. La superioridad naval y aérea
inicial del gobierno se compensó con la llegada de aviones italianos y alemanes más modernos.

Además, algo que perjudicará de entrada a la zona republicana serán las decisiones del nuevo gobierno
de José Giral tras la dimisión de Casares Quiroga. La desmovilización de los soldados y la entrega de
armas a las milicias populares de partidos y sindicatos, comandados por comités locales o provinciales,
desarticuló al ejército gubernamental, sumiendo en el caos a muchas zonas del país.

3. DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA GUERRA CIVIL.

La guerra civil estalló en un momento muy crítico de las relaciones internacionales. Desde 1936 la tensión
entre las democracias europeas (Francia y Reino Unido) y los regímenes totalitarios fascista ynazi (Italia
y Alemania) alcanzó tal punto que se temía el comienzo de otra guerra mundial. La llamadaGuerra de
España fue vista desde muchos prismas. Los sectores conservadores y la mayoría de los católicos la
entendieron como una guerra entre la civilización occidental y el comunismo. Por su parte,los sectores
progresistas veían una lucha por la libertad y contra el fascismo totalitario.

Inicialmente, el gobierno francés del Frente Popular quiso prestar ayuda a la República, pero la actitud
neutral del Reino Unido, temerosa de romper la política de apaciguamiento que se quería llevar con Hitler,
hizo que esa ayuda quedara en palabras. La política de la “no intervención” llevó al Acuerdo de No
Intervención en España, firmado en agosto de 1936 por veintisiete países incluido Alemania, Italia y la
URSS. Según ese acuerdo se prohibía la exportación a España de armas, municiones y todo tipo de
material de guerra. El acuerdo fue una gran farsa, Alemania, Italia o la URSS ayudaron de manera abierta
a los bandos. EE. UU., por ejemplo, no se sumó a los acuerdos.

La ayuda a la República

El principal valedor de la República fue la URSS de Stalin, con su ayuda en forma de material bélico
(aviones, carros de combate, combustibles), pilotos, técnicos y consejeros políticos, lo que permitió evitar
el derrumbe inmediato del sistema. La república financió la guerra con las reservas de oro del Banco de
España, cuya mayor parte fue depositada en Moscú por el gobierno de Largo Caballero y sirvió para
sufragar los gastos. La razón de entrada de la URSS también era estratégica, para no aumentar el eje
fascista europeo.

Menores fueron las ayudas de Francia y de México. Este último vendió


material militar y apoyó a la republica diplomáticamente. También
debemos destacar a las Brigadas Internacionales, formadas por
voluntarios (obreros, profesionales de clases medias, intelectuales) de un
amplio abanico ideológico, predominando la izquierda. Les movía un
sentimiento de solidaridad con la república frente a la amenaza
internacional del fascismo. Destacaron en la defensa de Madrid y en la
batalla de Teruel.

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La ayuda a los militares sublevados

Hitler y Mussolini tuvieron razones estratégicas para entrar en el conflicto. Hitler se aseguraba que
Francia no tendría aliados en el sur y además podía probar sobre el terreno su material militar y sus
tácticas. Mussolini ganaría un aliado en el Mediterráneo en su anhelo colonial africano. La ayuda rápida
de estos países facilitó el traslado de tropas desde el protectorado hasta la península.

Alemania envió unidades de carros de combate, defensas aéreas y aviación, organizadas en la llamada
Legión Cóndor. La aportación italiana fue más numerosa, desde las tropas del Corpo di Truppe Volontarie
(CTV) y la Aviazione Legionaria. Destacó también la ayuda de la dictadura del Estado Novo portugués,
que organizó un grupo de voluntarios, los “Viriatos”, que lucharon contra laRepública. Toda esta ayuda
fue decisiva para la victoria de Franco.

El bando nacional pudo financiarse gracias a créditos alemanes e italianos, cobrados con alimentos,
materias primas y minerales. También recibieron ayuda financiera de capitalistas españoles y de grandes
compañías multinacionales angloamericanas, como Texaco o Shell, que le suministraron petróleo a
crédito y de Ford y General Motors, que le proporcionaron material de transporte.

4. DESARROLLO DEL CONFLICTO

Primera fase: la lucha por Madrid (julio 1936 - marzo 1937)

El planteamiento inicial de los rebeldes consistió en conquistar Madrid lo más rápido posible. Para ello,
avanzaron desde dos direcciones simultáneas. Mola, desde el norte y con los requetés navarros y
columnas de Castilla y León, fue detenido en Guadarrama. Por eso el protagonismo pasó al ejército de
Marruecos dirigido por Franco, quien avanzó por Extremadura y conquistó no sin dificultad la ciudad de
Badajoz. Al comprobar la férrea defensa de Madrid, Franco se
desvió hacia Toledo con la intención de liberar a los sublevados
que se atrincheraban en el Alcázar. Ese movimiento, que tuvo
éxito, ralentizó la toma de la capital, pero le aupó a consolidarse
como jefe de la sublevación. Ello le llevaría a la jefatura del
Estado el 1 de Octubre.

En noviembre las tropas franquistas intentaron el asalto a


Madrid. El gobierno de la república fue evacuado a Valencia y
dejó el mando a cargo de la Junta de Defensa de Madrid. Son los meses en que llegan a Madrid las
primeras Brigadas Internacionales y el material soviético. Entonces se crea el grito de “No pasarán”, que
se convertiría en lema de la España republicana.

Como Madrid resistía incluso con los bombardeos alemanes, Franco intentó una maniobra envolvente
sobre la capital, en las batallas del Jarama y de Guadalajara, siendo derrotado en ambas. A la vez, Franco
decidió reducir el frente andaluz. Tras bombardeos alemanes e italianos, las tropas de Queipo de Llano
conquistan Málaga en febrero de 1937, siguiéndole una durísima represión.

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Segunda fase: la campaña del Norte (abril-octubre de 1937)

La defensa de Madrid obligó a Franco a cambiar la estrategia, ya no podía realizarse una victoria rápida.
Por tanto, la estrategia pasa por el desgaste de la conquista gradual del territorio republicano. La primera
elección en esta estrategia era la cornisa cantábrica, que había quedado aislada del resto del territorio
republicano y que era una amenaza para la retaguardia. En junio caía Bilbao, en agosto los italianos
entran en Santander y en octubre en Asturias. El episodio más destacado de esta ofensiva fue el
bombardeo de Guernica por parte de la Legión Cóndor alemana.

Para reducir la presión franquista sobre el norte, el general Vicente Rojo, principal estratega republicano,
diseñó una serie de ofensivas de distracción, como la de Brunete, en el frente de Madrid o la de Belchite,
en el frente de Aragón, aunque ambas fracasaron.

Para Franco estas conquistas significaban abundantes recursos minerales e industriales necesarios para
una guerra tan larga. También pudo mover la flota hacia el Mediterráneo para bloquear los cargamentos
soviéticos que llegaban a la república.

Tercera fase: la decisión de la guerra (diciembre 1937-noviembre 1938)

Durante el año 1938 los dos bandos se esforzaron por imponer su iniciativa estratégica de la guerra,
convertida ya en una prueba de resistencia. Ante los indicios de que Franco iba a retomar su ofensiva
contra Madrid, el Ejército Popular de la República lanzó un ataque en el frente de Aragón.

La batalla de Teruel (diciembre a enero de 1938) fue


una derrota republicana tras un principio esperanzador
al reconquistar la ciudad. Esta batalla decidió a Franco
a trasladar la guerra al frente aragonés. Tras una fuerte
ofensiva las tropas franquistas alcanzan el
Mediterráneo en la localidad de Vinaroz en abril de
1938. De esta manera, el territorio republicano se parte
en dos, aislando a Cataluña. El próximo objetivo del
bando nacional sería Valencia, aunque son frenados.

El último intento republicano para dar un giro a la guerra fue una operación brillante en cuanto a
estrategia. En julio de 1938 el Ejército Popular cruza el río Ebro y cae sobre la retaguardia de las tropas
franquistas que estaban centradas en su ofensiva a Valencia. Era un intento de volver a unir los territorios
y de dar un fuerte golpe al bando nacional. La batalla del Ebro fue la más cruenta, murieron 30000
franquistas y 60000 republicanos y duró hasta noviembre. Finalmente, la contraofensiva franquista agotó
al ejército republicano por desgaste.

El fin de la República (noviembre 1938- abril 1939)

La derrota en el Ebro fue definitiva para la república. Entre diciembre y enero de 1939 se desarrolla la
campaña para conquistar Cataluña. Franco entra en Barcelona a finales de enero. En esta campaña las
tropas republicanas apenas opusieron resistencia. Se produjo entonces un enorme exilio hacia la frontera
francesa, de aproximadamente 400000 civiles y militares, entre los que se encontraba el propio
presidente Manuel Azaña.

En el gobierno de la república se produce una escisión. El jefe del gobierno, Juan Negrín, y los
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comunistas eran partidarios de continuar la resistencia, esperanzados en la inminente guerra mundial y
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que España fuera otra zona más que pudiera ser liberada. Aunque era una esperanza relativa, pues Reino
Unido ya había reconocido al régimen de Franco. Por otro lado, anarquistas y socialistas moderados
veían clara la derrota y buscaban una solución negociada del conflicto.

En marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado se


sublevó contra el gobierno de la República. Durante
días las dos facciones luchan por el control de
Madrid, venciendo los casadistas. El recién
creado Consejo Nacional de Defensa de Casado
entabló negociaciones de paz, pero Franco rechazó
cualquier acuerdo e impuso la rendición
incondicional. El 28 de marzo entraban en Madrid y
el resto de los frentes comienzan a desmoronarse. El
1 de abril la guerra había acabado y se producía el
desfile de la victoria en la capital.

5. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ESPAÑAS

La zona republicana

El levantamiento militar, que tomó como justificación el evitar la revolución de izquierdas, provocó, sin
pretenderlo, un tipo de revolución de izquierdas en la zona republicana. El poder legalmente constituido en la
zona republicana se derrumbó. El presidente Casares Quiroga no podía controlar el caos y dimitió. Martínez
Barrio intentó negociar con el general Mola en vano. El siguiente gobierno en apenas semanas sería el de José
Giral, quien decide repartir armas a los militantes de organizaciones obreras al no poder contar con suficiente
ejército para defenderse.

Las asociaciones sindicales y de partidos, organizadas en comités, pusieron en marcha una dura represión
contra las personas identificadas con los sublevados, sobre todo durante el verano de 1936. El terror se
desbordó y se amplió la represión hacia la aristocracia y la burguesía, contra militares y políticos derechistas
y contra la Iglesia, que sumó más de 7000 muertos. Cabe destacar la masacre de Paracuellos del Jarama en la
que son asesinadas casi 5000 personas sacadas de las cárceles de Madrid ante la llegada de las tropas
franquistas. La represión continuó con los tribunales populares o las checas en las que se recluía a cualquier
sospechoso de derechista. El total de los asesinados en la zona republicana ronda los 50000, lo que aportó
mala imagen para el esperado apoyo exterior.

Las organizaciones obreras se hicieron con el control de la economía y pretendieron la liquidación de la


propiedad privada. En el campo se expropian más de 5 mill. de has., estableciendo en su mayoría el sistema
de colectivización. También en la industria se hicieron cargo de la producción, sobre todo en Cataluña. Pese
a ello, buena parte de la República sufrió desabastecimiento durante el conflicto.

Para crear un gobierno central fuerte que tomara el control había que superar las disensiones entre anarquistas,
que querían la revolución, los comunistas y socialistas, que la querían tras ganar la guerra o los nacionalistas
catalanes y vascos que buscaban aumentar su autonomía. En septiembre se crea un nuevo gobierno dirigido
por el socialista Largo Caballero, donde al final encajarían todas las fuerzas anteriormente nombradas,
incluidos los anarquistas y entre ellos la primera ministra de España, la anarquista Federica Montseny. Era un
gobierno de unidad “antifascista”. 5
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Largo Caballero intentó regularizar la situación para que el control volviera al gobierno. Para ello disolvió los
comités de milicianos, reguló las colectivizaciones de tierras y puso en marcha el
proceso para convertir a las dispersas milicias en un auténtico ejército regular. Los
anarquistas se oponían a cambiar las colectivizaciones y en el País Vasco (con
estatuto desde 1936) y Cataluña los resortes de poder constituidos se manejan con
bastante independencia frente al poder central.

En mayo de 1937 estalla la crisis de este gobierno de unidad. Los anarquistas y el


POUM (comunistas que no acataban la III Internacional dirigida por Stalin) se
niegan en Cataluña a ceder el poder político y económico. Esto les enfrentó a los
comunistas del PCE, la UGT y el gobierno catalán de Companys. Durante una
semana hubo enfrentamientos armados en Barcelona. Largo Caballero se negó a
ilegalizar el POUM a petición del PCE y eso forzó la ruptura del gobierno.

En mayo del 37 sería presidente Juan Negrín, socialista del ala izquierda, más cercano a los comunistas. Siguió
con el proceso de centralización y trasladó el gobierno a Barcelona para controlar la situación de manera más
efectiva. El devenir de la guerra le haría incluir a los anarquistas en el gobierno. Más tarde, tras la caída de
Cataluña volverían las disensiones que hemos descrito al final de la guerra, entre los que buscaban una
solución negociada o la resistencia. Acabada la guerra, sus principales dirigentes partían hacia el exilio.

En lo social, la zona republicana produjo intensos cambios. Se estimuló el proceso de liberación de la mujer,
crecieron las uniones de hecho y en la mayoría del territorio se prohibió el culto público. Ante los bombardeos,
las evacuaciones (niños de Rusia) y el hambre, el cine sería la forma de evasión.

La cultura quedó supeditada a la política. Siguieron las campañas de alfabetización y se llevó el teatro a las
trincheras y hospitales. La República se benefició de una brillante nómina de intelectuales que acogieron su
causa: Rafael Alberti, Miguel Hernández, María Zambrano o Antonio Machado.

La España de Franco

Como en la zona republicana, las primeras semanas tras el alzamiento estuvieron presididas por el caos y la
violencia. Los militares fieles a la república, los líderes sindicales y políticos de izquierdas así como
profesionales e intelectuales de ideas republicanas fueron los primeros perseguidos. El tiro en la nuca y los
“paseos” hacia la muerte en las cunetas fueron habituales. A la represión espontánea siguió otra oficial con
consejos de guerra. Se calculan unos 90.000 muertos en la zona franquista.

La Junta de Defensa Nacional se creó agrupando a los generales golpistas a los pocos días en Burgos, presidida
por Cabanellas, el de más edad, pero pronto se hizo patente la necesidad de un mando único militar y político.
En Salamanca, Franco será nombrado Generalísimo y Jefe del Estado. Su candidatura se basaba en el control
que tenía del ejército de África y que otros candidatos habían muerto: Sanjurjo en accidente de avión en
Portugal y Goded en el alzamiento en Barcelona. La primera decisión de Franco fue crear una Junta Técnica
del Estado, presidida por el general Dávila.

Aunque el bando sublevado da impresión de homogeneidad, en realidad era un conglomerado de grupos


distintos: monárquicos, carlistas, cedistas, falangistas, católicos… por lo que era necesario una coordinación.
Esa labor recayó en Serrano Suñer, cuñado de Franco,6que creó en 1937 el Decreto de Unificación por el cual
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se creaba Falange Española Tradicionalista y de las JONS, único partido permitido desde entonces, dirigido
personalmente por Franco.

En enero de 1938, Franco nombraba su primer gobierno, desplazando a la


provisional Junta Técnica. Este nuevo régimen se perfilaría sobre la
combinación de dos elementos básicos: el falangismo y el catolicismo. La
Iglesia católica, atemorizada por la persecución anticlerical en la zona
republicana, apoyó la causa franquista. Ya en julio de 1937 los obispos
publicaron una carta expresando su lealtad al bando nacional y calificando la
guerra como “cruzada”. A cambio, las autoridades franquistas promoverían una
auténtica recatolización de la sociedad, anulando la legislación laica republicana
y entregando a la Iglesia un elemento decisivo como la educación.

Económicamente, en la zona nacional no se vivieron las estrecheces de la zona


republicana porque fueron beneficiándose de la continua expansión y porque no
tenían la cantidad de grandes ciudades que tenían los republicanos. Se devolvieron tierras ocupadas durante
los años anteriores y se creó el Servicio Nacional del Trigo para controlar las existencias y precios. En la
industria se promulgó el decreto de Protección y Fomento de la Industria Nacional, de carácter autárquico.

En lo social, la zona se caracterizó por lo militar y lo religioso. Las afiliaciones a la Falange crecieron de
forma exponencial y la práctica religiosa se convirtió en multitudinaria. Se relegó a la mujer a su papel
tradicional de ama de casa. Sin bombardeos y sin problemas de suministro, la zona franquista daba aspecto de
normalidad externa.

La cultura se tiñó de propaganda, de la civilización cristiana occidental y de culto a la personalidad de Franco.


La producción cultural adoleció de cierta mediocridad pese a contar con personajes como José Mª Pemán o
Dionisio Ridruejo. En 1938 se aprobaba la nueva Ley de Prensa, que terminaba con la libertad de imprenta
que implantase las Cortes de Cádiz más de cien años antes.

6. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

Consecuencias humanas

Desterrado el tópico del millón de muertos, se calcula unos 500.000 o 600.000 muertos en la guerra. De ellos
debemos desglosar unos 160.000 muertos en combate, otros 140.000 por la represión entre ambas zonas y el
resto a consecuencia del hambre y las privaciones durante y después de la guerra. Por último, hay que sumar
otros 40.000 por la represión franquista entre 1939 y 1943.

Otra consecuencia fue el exilio republicano, que comenzó a gran escala con la conquista franquista del País
Vasco, entre ellos de los “niños de la guerra”, evacuados a países extranjeros. Pero la gran oleada se produce
con la entrada de los sublevados en Cataluña, cuando se produce el exilio de medio millón de personas hacia
la frontera francesa. Los soldados fueron internados en campos de concentración de desoladas playas del
sudeste de Francia en condiciones muy precarias.

Poco antes de finalizar la guerra y fruto de las negociaciones de Franco con el gobierno francés, volvieron del
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país galo casi la mitad. El resto permaneció en un exilio permanente en Francia y otros fueron acogidos en
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países de América Latina. En este caso destaca México como país que más ayuda prestó a la república,
acogiendo a 22.000 exiliados entre los que destacan políticos del Frente Popular, intelectuales y profesionales
(abogados, médicos, ingenieros, maestros…).

Consecuencias económicas

La guerra civil tuvo unos efectos económicos desastrosos y dejó al país exhausto. Las destrucciones fueron
considerables en los sectores relacionados con las operaciones militares, sobre todo las comunicaciones. Se
vieron afectadas por la falta de conservación y la destrucción continuada de puentes. Además, casi la mitad
de locomotoras y vagones quedaron destruidos, así como el 70% de los coches de pasajeros.

Aunque se perdió una parte de la maquinaria y utillaje industrial, no hubo grandes destrucciones en las fábricas
de Bilbao, Barcelona, Valencia o Sevilla. Por el contrario, unas 500.000 viviendas quedaron destruidas total
o parcialmente. La producción industrial descendió un tercio por la falta
de materias primas y energía. Por otro lado, la producción agrícola cayó
un 25% por la marcha de hombres al frente y la falta de abono, semillas
y animales de tiro.

Además, cayó la inversión, el comercio exterior y el consumo privado.


Se calcula que el nivel de renta descendió un 28%. La Hacienda pública
estaba arruinada y sin reservas financieras y la inflación multiplicó por
diez los precios en los siguientes años.

Efectos culturales

La guerra fue también una catástrofe cultural. Buena parte de los intelectuales que se manifestaron a favor de
la república tuvieron que exiliarse, como mencionamos anteriormente con los casos de Juan Ramón Jiménez,
Alberti, Antonio Machado, Jorge Guillén, Picasso, Miró o Buñuel. También recordemos que algunos
intelectuales apoyaron al nuevo régimen como Eugenio D’Ors, Manuel Machado o Salvador Dalí. Otros
simplemente lo aceptaron como un mal menor ante la barbarie de ambos bandos, como Gregorio Marañón,
Ortega y Gasset o Pío Baroja.

Singulares son los casos de intelectuales que murieran en la guerra o la represión. Cabe destacar el fusilamiento
de García Lorca, ejecutado por el bando franquista, Miguel Hernández, que murió en la cárcel de Alicante en
1942 y Ramiro de Maeztu, víctima de las “sacas” de la cárcel de Madrid.

7. CONCLUSIÓN

En primer lugar, la conclusión principal debe radicar en una idea esencial: la guerra no es el camino de solución
de los problemas. Además, siendo la española una guerra civil añade dramatismo al conflicto, separando a
padres de hijos y enfrentando a hermanos. Las consecuencias que se derivaron de ella, desde las políticas a
las económicas sumieron al país en décadas de atraso.

Afortunadamente, la generación posterior apostó por el consenso y el entendimiento en lugar del


enfrentamiento con el contrario. La transición democrática fue un ejemplo de superación del episodio bélico
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y fue tomada como ejemplo para la realización de otros saltos a la democracia en muchos países con grandes
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diferencias ideológicas en su seno. La guerra civil nos enseña, por tanto, la barbarie y el sufrimiento que deben
estar alejados de nuestra forma de vida democrática en la que el diálogo, la comprensión o la negociación son
las únicas armas útiles.

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