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Historia de España 2º Bachillerato María del Mar Cordón Caballero

TEMA 13: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)


1. INTRODUCCIÓN.
2. DEL GOLPE DE ESTADO A LA GUERRA CIVIL.
2.1. Levantamiento militar.
2.2. Hacia la guerra.
2.3. La consolidación de los bandos.
2.4. ¿Por qué la Guerra Civil alcanzó una dimensión internacional?
3. EL BANDO REPUBLICANO: GUERRA Y REVOLUCIÓN.
3.1. El desplome del Estado.
3.2. El gobierno de Largo Caballero (1936 – 1937).
3.3. El gobierno de Negrín. La resistencia a ultranza.
4. LA ZONA SUBLEVADA: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESTADO TOTALITARIO.
4.1. Militarización y mando único.
4.2. La creación del partido único.
4.3. El gobierno de Burgos.
5. LA EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO BÉLICO.
5.1. La batalla de Madrid.
5.2. Las batallas del Jarama y de Guadalajara.
5.3. La batalla del Norte.
5.4. La ruptura del territorio republicano.
5.5. La batalla del Ebro.
5.6. El final de la guerra.
6. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.

1. INTRODUCCIÓN.
La Guerra Civil, provocada por el golpe militar fascista de julio de 1936, constituye el
acontecimiento más trágico de la historia española del s. XX. La guerra fue el enfrentamiento entre
los grupos dominantes (aristócratas, grandes propietarios agrícolas, empresarios, Iglesia y ejército) y
las clases medias y populares (campesinos, obreros y pequeña burguesía) que habían dado apoyo a
las reformas republicanas. Asimismo, es imposible entender la guerra sin comprender el contexto
europeo y las tensiones producidas por el ascenso del fascismo y el triunfo de la Revolución rusa. El
resultado de la guerra fue el fin del régimen democrático y la consolidación de la dictadura franquista.

2. DEL GOLPE DE ESTADO A LA GUERRA CIVIL.


2.1. Levantamiento militar.
Desde los inicios del año 1936, grupos de militares se habían reunido para planear un golpe de
Estado en el caso de que los partidos de izquierdas ganaran las elecciones. El general Mola actuó
como organizador. Para alcanzar su objetivo, contaba con muchos oficiales de la UME (Unión Militar
Española), que era una asociación clandestina de oficiales antirrepublicanos, distribuidos por todo el
Y El general Sanjurjo, entonces exiliado en Lisboa, tomaría el mando superior.
territorio.
El pronunciamiento se inició el 17 de julio en los cuarteles de Melilla, y al día siguiente había
triunfado en el resto del Protectorado. El mismo día, el gobierno de Casares Quiroga fue informado,
pero no se atrevió a tomar ninguna medida. El día 18 llegó el general Franco desde Canarias y tomó
el mando del ejército de África, el más preparado y mejor armado de la República. El mismo día
18 se sublevaron otros jefes militares: Mola en Pamplona, Queipo de Llano en Sevilla, Goded en
Mallorca y Cabanellas en Zaragoza.

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El pronunciamiento triunfó, en líneas generales, en Castilla y León, Navarra, parte occidental de


Aragón, Galicia, Baleares, Canarias, y en algunas ciudades andaluzas. Pero fracasó en Cataluña, la
Comunidad Valenciana, Región de Murcia, la franja cantábrica (Asturias, Cataluña y País Vasco), en
Castilla la Mancha, Extremadura y gran parte de Andalucía. Fracasó, sobre todo, en la capital,
Madrid, y en Barcelona, que era la ciudad industrial más importante del país.
2.2. Hacia la guerra.
A finales de julio, los sublevados ocupaban una parte del territorio español, pero a diferencia de lo
que probablemente hubiera ocurrido en el s. XIX, el pronunciamiento militar no había triunfado,
aunque tampoco pudo ser sofocado por el gobierno, y la situación derivó hacia un enfrentamiento
civil armado. El gobierno de la República
que tardó en reaccionar. A pesar de las advertencias y de la
gravedad de los hechos, ni el presidente Azaña, ni el jefe de gobierno, Casares Quiroga, tomaron
medidas, perdiendo un tiempo vital para la defensa de la República. Casares Quiroga dimitió y Azaña
nombró a José Giral jefe de gobierno. Su primera medida fue autorizar la entrega de armas a los
sindicatos y a los partidos del Frente Popular. Fueron ellos, junto con una parte del ejército leal a la
República y la Guardia de Asalto, los que hicieron frente, en Madrid y Barcelona, a los golpistas.
De este modo, la República mantenía su dominio sobre los centros industriales, dominaba las
zonas de agricultura de exportación, disponía de la mayoría de la flota y de la aviación y de las
reservas del Banco de España. No parecía que los militares sublevados pudieran resistir demasiado si
no lograban trasladar el ejército de África a la Península y aumentar su armamento. Pero los
sublevados consiguieron establecer en pocos días un puente aéreo entre Tetuán y Sevilla. Se trataba
de aviones alemanes e italianos.
2.3. La consolidación de los bandos.
Los sublevados eran militares conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos,
falangistas, tradicionalistas (carlistas) y aquellos que se habían opuesto a las reformas de la
República. Estaban apoyados e inspirados por el fascismo y se definían como “nacionales” y
católicos. Los organizadores del alzamiento militar manifestaron que su intención era “restablecer el
orden”, a través de una dictadura militar y permitir, tras el tiempo necesario, la recomposición de un
poder civil en forma de monarquía o república. Los falangistas pretendían imponer un régimen
fascista a la italiana y los carlistas esperaban la instauración de la monarquía carlista.
Los leales a la República estaban constituidos por las clases populares: obreros y empleados,
pequeña burguesía y campesinado sin tierras. En su mayoría estaban afiliados o influidos por las
organizaciones socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, y eran definidos por la derecha como
“rojos”. Junto a ellos, estaban también las clases medias republicanas y un nutrido grupo de
intelectuales y artistas. Todos defendían la legitimidad republicana y habían dado apoyo al Frente
Popular, pero representaban intereses muy diversos: desde sectores simplemente reformistas hasta
grupos revolucionarios deseosos de una revolución socialista o anarquista.
2.4. ¿Por qué la Guerra Civil tuvo una dimensión internacional?
Desde el primer momento, la Guerra Civil Española tuvo una gran repercusión internacional. El
conflicto fue visto como una confrontación entre las fuerzas democráticas, y en parte revolucionarias,
y los regímenes fascistas. La opinión democrática progresista del mundo estuvo a favor de la
República, al igual que los partidos obreros y la URSS. Por el contrario, las fuerzas conservadoras
de las democracias y los gobiernos fascistas veían en el alzamiento de Franco un freno a la expansión
del comunismo. También el régimen filofascista portugués de Salazar así como el catolicismo
tradicional estuvo en general con los rebeldes. Por último, el Papado se pronunció a favor de Franco.

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A pesar de los posicionamientos hacia uno u otro bando, los gobernantes de las democracias fueron
prudentes por temor a que el conflicto pudiera extenderse por Europa. El Reino Unido defendía una
política de apaciguamiento ante la Alemania nazi y comunicó a Francia que si intervenía en España
ayudando a la República no apoyaría la política internacional francesa ante la amenaza de Hitler.
Francia se plegó a estas exigencias e impulsó la creación de un
se creo el Comité de No Intervención (agosto
de 1936), con sede en Londres, al que se adhirieron veintisiete países. La política de no intervención
constituyó una inmensa injusticia para la República
que fuey una de las causas de su derrota al negar a un
Estado soberano y legítimo el derecho a adquirir armas para defenderse de una insurrección.

3. EL BANDO REPUBLICANO: GUERRA Y REVOLUCIÓN.


3.1. El desplome del Estado.
La necesidad de recurrir a las organizaciones políticas y sindicales de izquierda para hacer frente
al golpe de Estado originó la aparición de una estructura de poder popular, única fuerza armada
capaz de defender la legalidad republicana. El gobierno decretó la disolución del ejército tradicional
y la creación de batallones de voluntarios, en los que debían integrarse las milicias populares.
Además, en el territorio republicano, en el verano de 1936, el poder del Estado sufrió un desplome
casi total y fue sustituido por: consejos, comités y juntas. En algunas zonas, los comités se unificaron
para formar Consejos Regionales. Se ocupaban de organizar las columnas de voluntarios para el
frente, del orden público, o de la economía. También se desarrolló un violento movimiento
anticlerical y antiburgués, que se concretó en el saqueo e incendio de iglesias, asalto a propiedades,
detenciones de empresarios o grandes propietarios, y hasta en el asesinato de religiosos. Estas
acciones fueron protagonizadas en su mayor parte, por grupos incontrolados de tendencia anarquista.
3.2. El gobierno de Largo Caballero (1936 – 1937).
A finales del verano de 1936, los milicianos no conseguían detener el avance de los sublevados, y
las fuerzas republicanas eran conscientes de la necesidad de la formación de un gobierno capaz de
aunar esfuerzos para ganar la guerra. En septiembre de 1936 se formó un gobierno presidido por
Largo Caballero, en el que estaban presente republicanos, socialistas y comunistas. En noviembre,
entraron en el gabinete cuatro ministros anarcosindicalistas, hecho sin precedentes en el mundo.
Su proyecto era crear una “gran alianza antifascista” frente a los sublevados: recomponer el poder
del Estado, eliminando juntas y comités, pero reconociendo los Consejos Regionales, y dirigir la
guerra militarizando las milicias de los partidos y creando el Ejército Popular. Pero el empeño de
Largo Caballero por dirigir la guerra personalmente y la enemistad con los comunistas hicieron que
se distanciara de los partidos. Por su parte, los anarcosindicalistas insistían en las colectivizaciones y
se resistían a integrar sus milicias en el ejército regular.
Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno de Largo Caballero estallaron en
Barcelona en mayo de 1937. Las fuerzas del gobierno de la Generalitat intentaron desalojar a los
anarquistas del edificio de Telefónica que habían ocupado y desde donde controlaban las
comunicaciones. Los hechos derivaron en un enfrentamiento entre militantes de la CNT y el POUM
y militantes del PSUC, ERC y la UGT. El gobierno central envió fuerzas a Cataluña para controlar el
orden público. El conflicto se saldó con más de 200 muertos y una fuerte crisis de gobierno.
3.3. El gobierno de Negrín. La resistencia a ultranza.
Los hechos de mayo obligaron a dimitir a Largo Caballero y se constituyó un nuevo gobierno
presidido por el socialista Juan Negrín; de la dirección de la guerra se encargaría el ministro de
Defensa, Indalecio Prieto. El gobierno de Negrín permaneció en el poder hasta el final de la guerra,
y propuso una política de resistencia de la República hasta el fin. Su célebre programa de los Trece

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Puntos preveía la permanencia de la República cuando cesara la lucha armada, pero Franco no aceptó
entrar en ningún tipo de negociación e hizo saber que “solo aceptaría una rendición sin condiciones”.
A partir de marzo de 1938, en el territorio republicano faltaban alimentos y productos básicos, los
reveses militares eran continuos y entre la población empezaba a extenderse el cansancio de la guerra.
Negrín, con casi la única ayuda de los comunistas, insistía en la necesidad de resistir con la esperanza
de que el inicio del previsible conflicto en Europa aligerara sustancialmente la presencia alemana e
italiana en España. La pérdida de Cataluña entre enero y febrero de 1939 y el exilio de los gobiernos
de la República, de Cataluña y del País Vasco, evidenció que la República tenían los días contados.

4. LA ZONA SUBLEVADA: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESTADO TOTALITARIO.


4.1. Militarización y mando único.
En la zona dominada por los militares, conocida como la “zona nacional”, la muerte accidental
en Lisboa del general Sanjurjo y el hecho de que la insurrección no triunfase y diera origen a una
guerra, plantearon el problema del liderazgo en la dirección militar y en el gobierno del territorio
“nacional”. El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares
y presidida por el general Miguel Cabanellas. La misión de la Junta era gobernar el territorio ocupado
y sus primeras medidas fueron prohibir los partidos políticos, suspender la Constitución y decretar la
paralización de la reforma agraria. Para dirigir la guerra fue ganando cada vez más adeptos el general
Franco. Su liderazgo se impuso tras liberar el Alcázar de Toledo y conseguir que Hitler y Mussolini
lo reconocieran como único interlocutor válido para negociar su apoyo a la sublevación. Finalmente,
el día 30 de septiembre, los militares lo eligieron jefe del Alzamiento. El 1 de octubre de 1936 se
publicó el decreto que lo nombraba Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos
españoles. La Junta de Defensa Nacional desapareció y estableció una Junta Técnica del Estado,
con sede en Valladolid y Burgos. El cuartel general del Generalísimo se trasladó a Salamanca.
4.2. La creación del partido único.
A partir de octubre de 1936 existía en la zona sublevada un mando militar único, pero no una
uniformidad política. Los sublevados habían prohibido los partidos políticos y sindicatos. Solo eran
legales Falange Española y de las JONS, cuyo fundador, José Antonio Primo de Rivera, había sido
fusilado por los republicanos, y la Comunión Tradicionalista. Se toleraban la CEDA y los grupos
monárquicos. Franco, inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán de partido único
y con un jefe con plenos poderes, dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un
partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Franco sería Jefe Nacional de este
partido único, concentrando en sus manos otro poder más. El nuevo partido adoptó el uniforme con
la camisa azul de Falange, la boina roja de los carlistas y el saludo fascista con el brazo en alto. Las
resistencias de algunos carlistas o falangistas fueron acalladas con el destierro o la prisión.
4.3. El gobierno de Burgos.
En enero de 1938 se formó en Burgos el primer gobierno de Franco, que concentraba en su
persona la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno. Se inspiraba en el fascismo y defendía
un modelo social basado en el conservadurismo y el catolicismo. Se suprimieron las libertades
religiosa, política y sindical y se impuso la censura en la prensa. Se suprimieron los estatutos de
autonomía y se restableció la pena de muerte. En marzo de 1938 se aprobó la primera de las Leyes
Fundamentales, el Fuero del Trabajo, inspirada en el fascismo italiano, con un único sindicato que
agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas y reivindicaciones obreras. Por
último, se respetaba la influencia de la Iglesia católica, con el establecimiento de un Estado
confesional; por lo que se derogó el matrimonio civil y el divorcio, y se estableció el culto religioso
en la enseñanza y en el ejército. La “zona nacional” se había convertido en un Estado totalitario.

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5. LA EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO BÉLICO.


5.1. La batalla de Madrid.
El primer objetivo de los sublevados era la toma de Madrid, capital y símbolo de la República.
Después de cruzar el Estrecho, las tropas de África, legionarios y regulares al mando del general
Yagüe, consiguieron el enlace con la zona sublevada del norte, una vez eliminada la resistencia de
Badajoz. En septiembre, Franco, nombrado jefe del ejército del sur tras la muerte de Sanjurjo, ocupó
Toledo y puso fin al cerco de su Alcázar, donde resistían unos centenares de militares sublevados. A
finales de octubre, se hallaba a las puertas de Madrid. La conquista de la capital podía ser inminente
por lo que el 29 de octubre el gobierno de la República decretó la movilización general para salvar
Madrid. Miles de hombres y mujeres fortificaron los accesos y el interior de la ciudad, y mientras se
cavaban zanjas, nacían consignas como “No pasarán” y “Madrid, tumba del fascismo”.
El 6 de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando la ciudad en manos de
una Junta presidida por el general Miaja, mientras que la estrategia de la defensa de la capital quedaba
en manos del comandante Rojo. Pese a los ataques aéreos, Madrid resistió gracias a la llegada de las
Brigadas Internacionales y de una columna anarcosindicalista desde Barcelona, la Columna
Libertad, al mando de Buenaventura Durruti, que encontró ahí la muerte. La resistencia de la ciudad
de Madrid concluyó la fase de la guerra denominada de “columnas”, en la que las tropas republicanas
estaban compuestas por columnas de milicias integradas por voluntarios de partidos y sindicatos.
5.2. Las batallas del Jarama y de Guadalajara.
Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron dos maniobras
envolventes para aislar Madrid y cortar sus comunicaciones con Valencia. Una primera maniobra
produjo la batalla del Jarama, en febrero de 1937, en la que los sublevados cruzaron el río, pero
fueron detenidos por los republicanos y no consiguieron su objetivo de incomunicar la ciudad. Por su
parte, en la batalla de Guadalajara, en el mes de marzo de 1937, las tropas fascistas italianas, aliadas
de Franco, sufrieron una espectacular derrota a manos del reconstituido Ejército Popular de la
República. Fue la primera victoria republicana de gran resonancia.
5.3. La batalla del Norte.
Franco decidió cambiar la estrategia de la guerra, abandonando el ataque a Madrid y trasladando
la lucha al norte, a la franja cantábrica. Los combates principales se produjeron entre abril y octubre
de 1937, y los frentes de combate fueron desplazándose de este a oeste: Guipúzcoa, Vizcaya,
Cantabria y Asturias. Los sublevados, al mando del general Mola, desencadenaron un ataque hacia
Vizcaya en los últimos días de marzo. En abril se producía el primer bombardeo aéreo del mundo
sobre una población civil, la localidad de Guernica (Vizcaya), realizado por las aviaciones alemana
e italiana por orden del cuartel general de Franco, y que produjo un gran número de víctimas. Bilbao
fue ocupada en de julio de 1937 gracias a la superioridad en medios, armamento y aviación de los
sublevados. La República, para aliviar la presión militar en el norte, desencadenó el ataque a Brunete,
cerca de Madrid, y a Belchite, junto a Zaragoza, pero no consiguió evitar que las tropas de Franco
entrasen en agosto de 1937 en Cantabria y luego en Asturias, donde la batalla se llevó a cabo entre
septiembre y octubre del mismo año. Toda la franja norte quedaba en manos de los rebeldes.
5.4. La ruptura del territorio republicano.
En diciembre de 1937, el ejército republicano había sido reorganizado con la creación de las
Brigadas Mixtas, y tenía a su frente al general Vicente Rojo. Se pretendía dotar al ejército de la
necesaria eficacia para dar un giro al desarrollo de la guerra. A tal fin, el ejército se dotó de mandos
profesionales y en él se integraron los cuadros procedentes de las milicias populares. Este nuevo
ejército republicano intentó tomar la iniciativa desencadenando diversas ofensivas, la más exitosa

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tuvo lugar en dirección a Teruel. La batalla de Teruel llevó a la ocupación republicana de la ciudad,
que se mantuvo hasta febrero de 1938, momento en que los republicanos la abandonaron
definitivamente. El ejército de Franco desencadenó entonces la campaña de Aragón, en tierras de
Teruel, atravesando el Maestrazgo y llegando al Mediterráneo por Vinaroz (Castellón) en el mes de
abril. El territorio republicano quedaba dividido en dos zonas, una de las cuales era Cataluña. Franco
podría haber atacado Cataluña y haber acabado con la guerra, pero no lo hizo. Prefirió continuar la
ofensiva hacia el sur, manteniendo fuertes combates en Castellón y Valencia, capital de la República.
5.5. La batalla del Ebro.
La última fase de la guerra se inició con la batalla del Ebro y terminó con la derrota definitiva de
la República, en un contexto internacional en el que los representantes de las grandes potencias
dejaron abandonada a su suerte a la República (Conferencia de Múnich). Esta batalla fue uno de los
mayores episodios militares de la guerra. Empezó el día 25 de julio de 1938 con un ataque
republicano que logró resistir unos meses. Franco envió grandes refuerzos y consiguió detener el
ataque. Luego contraatacó y, a principios de noviembre, el ejército republicano tuvo que replegarse
quedando gravemente mermado. El 16 de noviembre de 1938 se dio por acabada la batalla. Entonces
Franco decidió emprender definitivamente la ofensiva sobre Cataluña. El día 26 de enero de 1939
entraba en Barcelona sin lucha. La caída de Girona significó la huida hacia Francia de miles de
refugiados, entre ellos el gobierno republicano, instalado en Barcelona desde octubre de 1937, con
el jefe del gobierno, Juan Negrín, y el presidente de la República, Manuel Azaña. A principios de
febrero, toda Cataluña estaba ocupada y la suerte de la República, totalmente decidida.
5.6. El final de la guerra.
En febrero de 1939, a la República solo le quedaba la llamada zona centro, que comprendía
Madrid y toda la región mediterránea desde Valencia hasta Almería. A pesar de que Negrín había
regresado de Francia y quería continuar la guerra, ya no hubo ninguna batalla importante. A finales
de este mes, Reino Unido y Francia reconocieron al gobierno de Franco y, a primeros de marzo,
Manuel Azaña presentó en París su dimisión. En este mismo mes, se produjo en Madrid una
sublevación contra el gobierno de la República dirigida por el coronel Casado, que acabó
controlando la capital. Junto con el socialista Julián Besteiro y el apoyo de la UGT, se creó una Junta
de Defensa, con el objetivo de negociar con Franco una “paz honrosa” basada en la “generosidad del
Caudillo”. Franco no aceptó condición alguna y obligó a entregar las armas. El día 28 de marzo, las
tropas de Franco entraron en Madrid sin resistencia. En los días posteriores, se ocupó toda la zona
mediterránea; y el 1 de abril, firmó en Burgos el último parte de guerra, poniendo fin al conflicto.

6. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.


La guerra había concluido, pero sus consecuencias iban a estar presentes durante decenios. La
guerra dejó un terrible saldo de víctimas: muertos, heridos, mutilados, desaparecidos, etc. Decenas
de miles de personas perdieron la vida en el conflicto, tanto soldados en el frente como civiles por los
bombardeos, penurias y represión. Además, hacia el final de la guerra, población procedente de toda
España y miles de soldados en retirada se concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa.
Entre enero y febrero de 1939, aproximadamente medio millón de españoles entraron en Francia.
Mientras, otros miles huían en barcos hacia el norte de África y otros destinos. En segundo lugar, la
guerra arruinó al país: las infraestructuras y las comunicaciones se destruyeron, así como miles de
viviendas afectadas por los bombardeos; la actividad económica se paralizó y la ayuda recibida por
los “nacionales” debía ser pagada ahora, endeudando al país. Por último, la guerra destruyó la
convivencia y el frágil sistema democrático de la II República, y fue sustituido por una dictadura
militar, de inspiración fascista, que se prolongará durante 40 años.

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