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LA ESCAMA DE OROPEL

Durante la Edad Antigua, antes de la primera migración de los Peregrinos a Voldor,


incontables dragones ocupaban el continente y luchaban encarnizadamente por su
control. Entre estas grandes sierpes se encontraba Da’alamar, de escamas de oropel y
gran sabiduría, que dedicó su vida a conocer la naturaleza, buscando con avidez la
esencia espiritual que había hecho posible la vida en el mundo, la fuerza primordial
del universo que impulsaba todo a su alrededor y que consideraba como el más
elevado ideal de vida.

Tal fue su insistencia que, tras miles de años de vida, alcanzó una profunda conexión
con la tierra y la naturaleza, siendo capaz de obrar milagros y comprender la voluntad
de la fuerza primigenia de Voldor. Esta sabiduría la compartió con su progenie, así
como con otras criaturas que se sentían atraídas por sus enseñanzas, formando una
doctrina que ha llegado hasta nuestros días. Y es que cuentan que, cuando Da’alamar
falleció a manos del Peregrino Kiralizor, su espíritu se fusionó con la tierra de Voldor
y quedó vinculada para siempre a la fuerza primordial que tanto había investigado.
Sus seguidores recogieron sus escamas metálicas, pues muchas se le habían
desprendido en la batalla, y las convirtieron en un símbolo bajo el cual continuar su
asociación desde la clandestinidad.

Esta orden, conocida como los Hijos de la Escama de Oropel o, sencillamente, la


Escama de Oropel, se ha mantenido siempre en el más absoluto de los secretos, tanto
durante el reinado de los Peregrinos como tras su marcha. Sus miembros, escasos pero
poderosos, longevos y dedicados, se consideran herederos espirituales de Da’alamar y
algunos incluso herederos de sangre, defensores de sus enseñanzas y protectores de
Voldor. Muchos consideran que la gran sierpe se unió a la tierra y obtuvo la
inmortalidad en forma de deidad, y que la llamada Madre Abundante por muchas de
las razas de Voldor es en realidad su fundadora. Otros opinan, en cambio, que la
Madre Abundante es aquella energía primordial que Da’alamar descubrió y juró
proteger, lo que los vincularía con cientos de credos por todo Voldor.

Pero, a diferencia de otros cultos a la naturaleza, los miembros de la Escama de


Oropel han optado por una estrategia paciente e impasible que reniega de las acciones
drásticas. Para ellos, los Peregrinos han causado un gran daño a Voldor, pero nada
que la energía vital del mundo no pueda curar con el paso del tiempo, pues la
naturaleza siempre se abre camino y antes o después Voldor recuperará su equilibrio
original. En este sentido, dedican sus esfuerzos a proteger grandes espacios naturales
y vigilar a las razas jóvenes para evitar que causen nuevos daños, siempre sin dejarse
ver y a través de engaños para asegurar su subsistencia. Su larga historia y la
longevidad de la mayoría de sus miembros les otorgan una perspectiva en el tiempo
que contrasta con las urgencias de las nuevas naciones y organizaciones que pueblan
el mundo.

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