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Asignatura: Historia
Cursos: 1º C – 1º D
Profesora: Marcela Fernández García
Los hombres del Paleolítico practicaban una economía parasitaria y destructiva. Parasitaria,
porque aprovechaban al máximo lo que la naturaleza les ofrecía hasta agotar los recursos de una
región; y destructiva, porque no sabían producir alimentos. Debido a este tipo de economía, los
hombres y las mujeres del Paleolítico desarrollaron un modo de vida nómade, es decir, que se
desplazaban de un lugar a otro, buscando zonas donde pudieran conseguir sus alimentos y frutos
para recolectar.
La preocupación fundamental de los hombres durante el paleolítico fue sobrevivir; por lo que
debían conseguir alimentos y defenderse de los innumerables peligros que los amenazaban. El límite
natural para el crecimiento de la población era la disponibilidad de alimentos.
Si el clima era cálido, los grupos se refugiaban en árboles o abrigos rocosos. Si, por el contrario,
era frío se refugiaban en grandes cavernas o bien fabricaban chozas con los elementos que
estuvieran a su alcance: madera, piedras y pieles.
Los primeros homínidos eran carroñeros, es decir, se alimentaban de los restos de animales
muertos que dejaban los leones y las hienas. A veces se alimentaban de animales heridos o
pequeños que se habían alejado de la manada., arrojándoles piedras para matarlos. Tomaban todo
aquello que la naturaleza les brindaba: recolectaban frutos, insectos, huevos, raíces y semillas.
Cuando aprendieron a fabricar armas más complejas y a organizar los grupos, comenzaron a
cazar animales de gran tamaño como caballos, ciervos, jabalíes y bisontes. Para atraparlos y separar
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la carne de sus pieles fabricaban diferentes herramientas de piedra, madera y huesos: cuchillos,
arpones, lanzas, arcos y flechas. Para pescar elaboraban redes.
Con las pieles confeccionaban abrigos y primitivas viviendas que los protegían del frío.
Empleaban los tendones y las tripas de los animales como ataduras y la grasa como combustible.
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mientras que las mujeres se dedicaban a la recolección de frutos, semillas, raíces en las cercanías
del campamento; también cuidaban a los niños, enfermos y ancianos. Con el transcurso del tiempo
estas actividades le dieron a la mujer un conocimiento muy importante: aprendió a distinguir los
frutos y raíces que podían ingerirse y diferenciarlos de los venenosos. Al mismo tiempo pudo
aprender cuáles hojas, raíces o frutos tenían efecto curativo.
Eran sociedades igualitarias, en las que todos debían trabajar para asegurar la subsistencia del
grupo y no había diferencias en la posesión de bienes.
El descubrimiento de la utilidad del fuego cambió los hábitos de los grupos. Antes de poder
dominar el fuego, los hombres le temían. Ellos ya lo conocían porque accidentalmente podía
encenderse en lugares secos y calurosos, por erupciones volcánicas o por la caída de un rayo.
Al principio el hombre aprovechó y mantuvo el fuego producido por los rayos, erupciones
volcánicas o por otras causas. Más adelante aprendió a encender el fuego. Este hecho le ayudó a
diferenciarse de las otras especies.
Hace 500.000 años, durante el Paleolítico, los hombres lograron controlar el fuego. Con ello
dieron un importante paso para independizarse de su medio ambiente, es decir, pudieron soportar
mejor las noches y los días más fríos, controlando el frío. Esto permitió que pudieran conquistar
espacios de la tierra con clima frío. Los grupos humanos se desplazan hacia Europa y Asia, saliendo
por primera vez de África, continente donde nació la humanidad.
Además, la luz del fuego les permitió prolongar sus jornadas durante unas horas más. El fuego
también ahuyentaba a las bestias salvajes y lo que es más importante les permitió cocer sus
comidas. El poder cocinar la carne y otros alimentos provocó un cambio fundamental en estos
hombres. Su mandíbulas y dientes disminuyeron de tamaño lo que generó el aumento del cerebro
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humano que tuvo más espacio en el cráneo. La disminución del tamaño de la lengua, les permitió el
desarrollo del lenguaje articulado.
LA RELIGION Y EL ARTE
En la Prehistoria no se conocía la escritura, por lo que no se sabe mucho sobre la vida de estas
sociedades. Por los restos encontrados sabemos que practicaban la magia y el arte para intentar
influir en la naturaleza.
Los hombres del Paleolítico temían a
la naturaleza porque desconocían el
origen de los fenómenos. Al no poder
explicar el origen de los truenos, los rayos,
el poder del sol o la luz nocturna de la luna,
creyeron que eran superiores al hombre y
fueron sus primeros dioses.
Los brujos, hechiceros o chamanes
tenían mucho prestigio porque se
comunicaban con los espíritus
sobrenaturales. También podían ser jefes;
por sus conocimientos mágicos porque
podían curar heridas y enfermedades por
lo que eran muy respetados.
Hace 40.000 años, los hombres
paleolíticos comenzaron a realizar los
primeros enterramientos porque creían
en la existencia de la vida después de la
muerte. Daban mucha importancia a los
ritos funerarios; enterraban a sus muertos con cuidados especiales.
Los enterraban en posición fetal cerca de las hogueras y de las cuevas, con adornos, armas y
alimentos. Creían que el muerto podía influir positiva o negativamente en la familia a la que había
pertenecido. Por eso nació la costumbre de hacerles ofrendas.
Pero, en otras oportunidades también le temían los muertos, porque pensaban que podían
regresar como espíritus malignos. Para evitar su regreso, es que algunos cuerpos fueron
encontrados atados o con las piernas y los brazos mutilados. También empezaron a cubrirlos con
grandes piedras para evitar que regresaran.
Durante el Paleolítico, los hombres comenzaron a realizar pinturas y esculturas, las primeras
manifestaciones artísticas de la humanidad.
En las paredes rocosas de las galerías más ocultas y oscuras de las cavernas, pintaron y
grabaron a los animales con los que convivían. Algunos eran los que les servían de alimentos, por
eso pintaban escenas de caza. Los cazadores creían que si antes de cazar pintaban a sus presas, las
pinturas atrapaban sus fuerzas y la caza resultaría más fácil. Otras veces, pintaban manos
superpuestas y figuras humanas, con personas cubiertas de pieles y sus cabezas adornadas con
cuernos, probablemente eran hechiceros. Estas pinturas se llaman, pinturas rupestres (rupes:
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significa piedra en latín). Algunos investigadores consideran que las pinturas también servían para
enseñar técnicas de caza a los más jóvenes.
Se pintaba con los dedos, pinceles o soplando polvos de colores con tubos hechos con huesos.
Los colores más usados eran el negro, ocre, amarillo, rojo y marrones.
También realizaron estatuillas femeninas de piedra, hueso y marfil, que tenían muy
desarrollados los rasgos relacionados con la fertilidad: vientre, caderas y pechos. Estas servían para
realizar cultos a la fertilidad, debido a que los nacimientos de los niños eran muy importantes para
garantizar la existencia de los grupos.
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