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Filosofía y Ética (Javaloyes) virtual uvas 1 a 5

Filosofia y Etica (Universidad Argentina de la Empresa)

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FILOSOFÍA Y ÉTICA
UVA 1

Filosofía: El filósofo es como un ingeniero de conceptos porque estudia la estructura del


pensamiento y cómo se relacionan sus partes. Las preguntas filosóficas son diferentes de las
científicas: mientras que estas últimas se responden luego de hacer observaciones y mediciones, las
filosóficas surgen de reflexionar sobre los conceptos y creencias que normalmente usamos. La
utilidad de estas preguntas reside en que lo que pensamos influye sobre lo que hacemos, en
nuestras actitudes; en definitiva, en toda nuestra vida.

Moral: conjunto de normas y principios con los que se evalúa una acción humana como buena o
mala. Es prescriptiva porque no describe estas acciones sino que las juzga.

Ética: es la disciplina filosófica que intenta dar una fundamentación de la moral. La ética es una
praxis porque es una teoría que pretende orientar la acción y puede ser aplicada, por ejemplo, a
dilemas éticos.

Una de las discusiones que está presente en muchas teorías éticas es si los principios morales son
los mismos para todos los seres humanos o son relativos a cada cultura. A lo largo de la historia, los
filósofos han ofrecido distintas teorías éticas: en la Antigüedad predominaron las éticas
teleológicas, de las virtudes, eudaimonistas y hedonistas. En la Modernidad, éticas deontológicas y
consecuencialistas.
En la ética se ponen en juego tanto el conocimiento como las actitudes y la capacidad de tomar
decisiones.
A la ética la podríamos definir como el esfuerzo de guiar nuestras acciones mediante razones. Esto
es, dando el mismo peso a los intereses de cada persona que será afectada por nuestros actos.
Mientras la moral se pregunta “qué debemos hacer”, la ética se cuestiona acerca de por qué lo
debemos hacer.
Tipos de éticas:
- Teleológicas: definen una acción como “buena” cuando responde a una finalidad. Si esa
finalidad es la felicidad, esa ética es “eudaimonista”; mientras que si la finalidad es placer,
la ética es “hedonista”.
- Deontológicas: tienen que ver con el “deber ser”. Definen una acción como “buena”
cuando se realiza sólo por cumplir con el deber y no para lograr fin alguno.
- Relativismo ético: sostiene que no hay ningún fundamento objetivo para la moral / las
reglas morales son convenciones relativas a cada sociedad. Es más descriptivo. El
relativismo ético significaría que nuestra moral ha evolucionado, que ha cambiado con el
tiempo y que ésta no es absoluta. Una ventaja del relativismo ético es que permite una
amplia variedad de culturas y prácticas. También les permite a las personas adaptarse
éticamente a los cambios en la sociedad.

El ámbito prescriptivo de la ética: en este ámbito se incluye el “deber ser” establece modelos de
comportamiento moral, además del trabajo teórico, una doble práctica, ya que es parte de su
tarea establecer reglas o principios de conducta, obligaciones morales y señalar las consecuencias
de los actos sobre los demás, con base en criterios, fundamentos o argumentos racionales, Ya que
se ocupa de defender o hacer recomendaciones sobre el comportamiento correcto o incorrecto,
podríamos decir que, como el médico “prescribe” una receta para curar el cuerpo, la ética prescribe
para la salud del espíritu.

La ética como praxis: tiene que ver en cómo pensar la acción humana. Es una praxis porque no es
un conocimiento teórico que nos interesa poseer sólo por el gusto de saber. Como praxis, la ética
supone que la teoría, mediante los conceptos, los juicios y las proposiciones, orienta la acción para

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que ésta no sea ciega, atrapada en las pasiones, en las respuestas inmediatas. En efecto la ética
como praxis hace que el hombre no actúe automáticamente en el mundo, es decir, no tiene un
reflejo incondicionado que lo obligue a realizar una acción determinada, sino que ella es fruto de
una decisión que lo mide en su realidad humana, que lo transforma y lo compromete en la
construcción de su propia identidad; decisiones que determinan en qué se convierte ante
situaciones que remiten al bien y al mal humanos y que lo involucran a él ineludiblemente.

Dilema ético: un dilema ético es cualquier situación en donde los principios morales que te guían
no pueden determinar qué curso de acción es el correcto o incorrecto. Es cuando te presentan dos
caminos en una cuestión y ambos, por distintos motivos, están en contra de tu moral. En
resumen, los dilemas son las situaciones en las que se confrontan alternativas de acción pero de
difícil elección y frente a las que debemos asumir la responsabilidad de decidir. Ejemplo: asume que
tu esposa está muy enferma y no tienes dinero para comprarle su medicina. Ella se siente muy mal
y podría morir si no le consigues los medicamentos que necesita. ¿Es aceptable que entres a la
farmacia y robes la medicina? Este dilema te obliga a considerar las leyes morales contra las leyes
escritas.

Continuando con las relaciones entre ética y moral, podemos decir que la ética cumple con tres
funciones diferentes: (I) aclara el ámbito práctico de estudio, definiendo qué es la moral, qué son
principios, normas, etc., (II) fundamenta lo moral, es decir, proporciona una justificación al código
utilizado, y (III) aplica a los distintos ámbitos los resultados de las dos consideraciones anteriores.
Según este último punto, la ética respondería frente a situaciones novedosas en las que no haya un
principio o norma establecido por una comunidad que nos permita determinar cómo actuar.

UVA 2

- El problema cosmocológico: el cosmos es la totalidad ordenada y brillante que se opone a


la noción del caos. Es la admiración frente a un universo que pese a que todo el tiempo
vemos cosas distintas y cambiantes, hay un orden. En el pensamiento antiguo, por ejemplo,
un tsunami se debía a la venganza de Poseidón.
- Arjé: origen y principio fundante del cosmos. Es decir, algo permanente y estable. A partir
de él se producen los cambios. Es el principio de todo
- Presocráticos: son los primeros filósofos de Occidente. Tienen en común la preocupación
por cuestiones relativas al cosmos y a la naturaleza. Se los llama presocráticos porque no
están influidos por el pensamiento de Sócrates, quien luego dará un giro a los temas
filosóficos. Dentro de estos filósofos están los jónicos y

Filósofos Jónicos:

1) Escuela de Mileto:
- Tales: el arjé es el AGUA. Considerado uno de los 7 sabios por predecir un eclipse.
- Anaximandro: el arjé es el “APEIRON” (lo indefinido). Es el primero de hablar de opuestos
como esenciales en la evolución del mundo
- Anaxímenes: el arjé es el AIRE.
2) Heráclito de Éfeso: el arjé es el FUEGO. El fuego es el principio del cambio y de todas las
cosas, a la vez que es la sustancia permanente bajo todo cambio Heráclito se basa en los
sentidos para explicarnos que nada es inmutable, que el universo está en continuo devenir.
Todo es fuego que se enciende y se apaga según una medida. Ese devenir o cambio no es
irracional o caótico, está regido por el logos, que es la propoción o medida común a todo,
principio normativo del universo y del hombre; es un cambio constante y porvenir interno.
El logos regula el devenir como una ley inmanente al mundo. Este devenir lo encuentra en
la lucha entre contrarios (día-noche/invierno-verano), concluyendo que la realidad se
muestra como un porvenir dialéctico, es decir, avanza y se transforma, pasando de una

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cosa a la contraria. La tensión entre los contrarios en lucha genera el movimiento y es por
eso que la paz sigue a la guerra y a ésta nuevamente la paz.

Otros presocráticos

1) Escuela de Elea: Parménides y Zenón


- Parménides: el ser no pudo ser engendrado ya que tendría entonces el origen en el no-ser
y como del no-ser no puede ser nada, esto es imposible. En esta explicación plasma su
concepción del ser inmutable, inmóvil, único, continuo, limitado y eterno, figurándolo
como una esfera perfecta. Parménides describe la existencia de dos Vías de conocimiento,
la de la opinión y la de la verdad. La de la opinión se basa en los sentidos y no aporta
conocimiento real, en cambio la de la verdad se basa en la razón y sí aporta saber. Como se
puede ver, Parménides cree en una correspondencia entre razón y realidad.
- Zenón: considerado tanto pitagórico como sucesor de Parménides. Su obra consistió en
crear una serie de paradojas que desmontaban el pluralismo y sostenían la inexistencia del
movimiento, tal como ya había explicado Parménides.
2) Escuela Pitagórica: Pitágoras
- Pitágoras: creía que el alma había caído del mundo divino y estaba atrapada en la prisión
que era el cuerpo. De esta forma, los sentidos son un impedimento para conocer la
realidad. El alma debía sufrir la transmigración a otros cuerpos, para ir purificándose hasta
que logre volver al origen. Para esto, era necesaria la dedicación a lo menos material, ya
que el conocimiento de lo abstracto libera la razón y el alma de su prisión. La filosofía de
Pitágoras entiende la realidad de una forma matemática geométrica. De esta forma, podría
decirse que su arjé son los números, tanto en la naturaleza como en lo material. Para
Pitágoras construir la realidad racionalmente significa dividirla en unidades, que se puedan
medir, operar y abstraer de forma matemática, entendiendo finalmente todo como infinito.
La teoría pitagórica introduce la creencia de que la razón es más fiable que los sentidos y es
el primer paso hacia la racionalización de la multiplicidad de todo aquello que existe.
3) Materialistas pluralistas: Anaxágoras, Empédocles y Demócrito
- Anaxágoras: ninguna realidad nueva puede originarse, luego todo existe desde siempre.
Partículas diminutas de todas las sustancias existen por siempre (homeomerías). Con este
filósofo aparece por primera vez la idea de Dios como principio rector del universo (no
como creador, sino como arquitecto del mundo)
- Empédocles: fuego, tierra, aire y agua. Todo lo que hay se ha formado a partir de la mezcla
y separación de estos cuatro elementos, todo responde al movimiento mecánico de estos
cuatro. Existen dos fuerzas externas que impulsan a estos movimientos de mezcla y
separación: el amor, que lleva a la unión, y la discordia que impulsa a la separación.
- Demócrito: el ser está formado por infinitos átomos que se mueven en el vacío. Estos
átomos son neutros, eternos e imperceptibles por los sentidos. El alma también está
formada por átomos y esta recibe estímulos del exterior. Postula unas máximas de moral
mediante las que explica que se debe conseguir la felicidad o equilibrio anímico, no
dejándose llevar por las emociones, ni placeres, ni perturbaciones.

Diferencias entre Heráclito y Parménides:


Heráclito y Parménides representan dos formas opuestas de concebir la naturaleza. Para Heráclito
hay que admitir necesariamente el movimiento para la comprensión del mundo. Su afirmación
“todo fluye” significa que el cosmos es una realidad en permanente cambio, pues el cambio está en
el origen. Para Parménides, la exigencia de la razón obliga a admitir como verdadero únicamente lo
inmutable, y por eso, no hay lugar para el cambio o movimiento, y consiguientemente, para el
conocimiento sensorial. Son también dos caminos diferentes de conocimiento.

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UVA 3

SÓCRATES

El método socrático/ Mayéutica: era el método que Sócrates llevaba adelante para que sus
compatriotas y el mismo, alcanzaran el conocimiento de las virtudes. Sócrates sostenía que este
conocimiento era lo que podía llevar a la felicidad.
En Atenas, en el siglo V a.C., Sócrates representaba el modelo de hombre sabio, virtuoso e idealista.
Durante toda su vida intentó que sus vecinos atenienses no se ocuparan de cuestiones superficiales
como la riqueza, la fama o el cuidado del cuerpo. Para él, lo importante era el cuidado del alma, que
se lograba llevando una vida conforme a las virtudes y era el ejercicio de estas virtudes lo que daba
la verdadera felicidad. La virtud, para Sócrates, no podía enseñarse desde el exterior, sino
solamente ser descubierta por cada uno en la propia alma. Cuando uno lograba encontrar en su
interior la virtud, la comprendía cabalmente y actuaba en consecuencia. Así, Sócrates desarrolló un
método para ayudar a los ciudadanos a que alcanzaran el conocimiento de las virtudes ocultas en
su interior y que, de este modo, fueran felices.
Mayéutica significa el arte de ayudar a parir. Así como su madre que era partera y ayudaba a dar a
luz, Sócrates ayudaba a dar a luz la verdad. Mientras caminaba por las calles de Atenas, conversaba
con otros destacados ciudadanos, haciéndoles preguntas, argumentando, discutiendo.
Un escritor de comedia contemporáneo de Sócrates, lo apodó “El Tábano de Atenas” porque
acosaba y pinchaba a sus interlocutores. Además, Sócrates acompañaba sus charlas con un tono
burlón y utilizaba a menudo el recurso de la ironía (dar a entender lo contrario de lo que se dice
para burlarse). Sócrates a veces se burlaba de los participantes y sobre todo de los sofistas cuando
presumían ser sabios.
El método socrático se puede dividir en dos momentos: la refutación y la mayéutica propiamente
dicha. Refutación: el primer momento consiste en mostrarle al interlocutor que aquello que cree
saber, aquello en lo que se cree un experto, en realidad, es erróneo. Si alguien cree que ya sabe

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todo lo necesario sobre un tema, no va a querer indagar más; por eso, en primer lugar, es necesario
hacer una catarsis. Es decir, desembarazarse de las ideas falsas que se poseen para así disponerse a
encontrar el verdadero conocimiento. Sócrates llevaba adelante esta primera fase mediante algún
diálogo en el que le pedía al supuesto experto en un tema la definición de alguna virtud: por
ejemplo, la belleza, la piedad o la valentía. Cuando el interlocutor le respondía, Sócrates le
mostraba que la definición brindada era incorrecta ya sea porque era demasiado amplia,
demasiado estrella o porque se contradecía.
Definición socrática: el buscaba definir la naturaleza misma. Por ej: valentía. Para encontrarla iba
descartando atributos particulares de los ejemplos concretos para encontrar aquello que era
común en todos los casos; buscaba lo que es universal e idéntico en todos los ejemplares de
“hombres valientes” sin depender de las circunstancias particulares que se observan en cada caso
(ej: la valentía del soldado, del enfermo o del marinero). Así, en contra de los sofistas que defendían
la verdad relativa en cada discurso o el punto de vista de cada uno, Sócrates buscaba la verdad que
para él es una sola y se refiere de cómo las cosas son realmente. La definición que pedía era la que
expresara la esencia misma de la virtud a la que apuntaba su pregunta.

Mayéutica: una vez que la persona interrogada por Sócrates se daba cuenta de que no sabía aquello
de lo que se preguntaba, comenzaba el segundo momento de su método, que es la mayéutica
propiamente dicha. En este momento se está en condiciones de dar a luz la verdad oculta en el
interior de nosotros. Sin embargo, la tan buscada verdad se escapaba. La mayoría de las
conversaciones de Sócrates terminaban como él mismo decía, “dando a luz a una criatura muerta”,
es decir, generando sólo ideas erróneas. De cualquier manera, sus interlocutores estaban en mejor
situación que al comienzo porque, al menos, habían descartado errores y ya no iban a presumir de
saber algo que, en realidad, desconocían. Cuando sus interlocutores se pedían que diera él mismo
la definición correcta, decía que él estaba en la misma situación de ignorancia. En general,
terminaba sus diálogos con promesa de volver a encontrarse para continuar la charla hasta que
surgiera la verdad. Su verdadera sabiduría, afirmaba en reconocer su ignorancia.

El alma: Sócrates explica que el verdadero conocimiento se encuentra en el interior del alma
humana, presentes como ideas innatas las cuales aparecen inseparables de la razón. Estas ideas
son verdaderas, porque son universales, es decir que todos las tenemos, y necesarias, ya que no
admiten crítica al ajustarse a la racionalidad. Para él, el conocimiento consiste en deshacerse de las
ideas adquiridas y convencionales que impone la sociedad para encontrar en el alma, las
verdaderas ideas, es decir, pensar por uno mismo. El punto central de su reflexión es la esencia del
hombre, la cual radica en su alma, entendiendo por tal la razón, concepción que funda
el intelectualismo moral. La tarea del educador será enseñar a los hombres el cuidado del alma
para que ésta alcance la virtud.

Teoría ética de Sócrates: se le denomina intelectualismo ético ya que une conocimiento/sabiduría


con ser ético, virtuoso. La idea de Sócrates es que es virtuoso el que tiene conocimiento y entiende
que el que actúa mal es por ignorancia y hay que enseñarlo, no castigarlo, para que modifique su
comportamiento para bien. Esto cambia cuando aparece el cristianismo. A esta teoría se le puede
tachar de ingenua.

¿Por qué mataron a Sócrates? Sócrates era tan insistente, tan sistemático en su búsqueda de la
verdad y por querer encontrar una certudimbre a toda prueba, que muy pronto fue conocido en su
ciudad natal como el "aguijón de Atenas", o sea, que él clavaba el aguijón de la duda en la
conciencia de sus conciudadanos. Este afán por preguntar, investigar y poner en tela de juicio todas
las opiniones, contribuyó a que Sócrates fuese condenado a muerte por todos los que se sintieron
vulnerados por sus críticas.

LOS SOFISTAS

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Eran pensadores que en el siglo quinto antes de Cristo se dedicaban a enseñar principalmente
retórica, o sea el arte de hablar bien y de la erística, o arte de persuadir y convencer. El objetivo de
los sofistas era darle la formación a los jóvenes, que ellos consideraban necesaria, para dedicarse a
la política. Sostenían que todo es relativo y que el conocimiento es sólo en apariencias, no en la
realidad y por lo tanto el ser es la medida de todas las cosas.
El sofismo representa el fin del período llamado cosmológico, en que la inquietud del saber se
centraba en la naturaleza, y el inicio del período antropológico, centrado en el hombre. Los sofistas
no creían en el ideal de la verdad absoluta y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la
virtud como la capacidad de ser eficaz en política. Para el sofismo toda moral y cultura proviene del
hombre y este concepto los llevó a romper con el pensamiento tradicional que los llevó a un
escepticismo y relativismo subjetivo.
Creían en el carácter funcional del lenguaje y en que no existe un conocimiento válido y necesario, y
esta forma de pensar los convirtió en los primeros en incursionar en una teoría del conocimiento.
Protágoras, el más notable de los sofistas, se ocupaba del microcosmos más que del macrocosmos,
o sea del hombre, como el misterio más grande, su civilización y sus costumbres. Los sofistas
trataban de reunir una gran cantidad de observaciones de hechos particulares para sacar
conclusiones, tanto teóricas como prácticas, siendo su método por lo tanto, empírico inductivo.
Estas conclusiones no pretendían establecer normas basadas en una verdad absoluta.
El método sofista más cuestionado era el arte de persuadir y ganar las controversias,
principalmente en lo concerniente a ganar los litigios judiciales. Obviamente en la práctica, esta
habilidad podía equivaler a que la causa injusta pareciera justa, cuestión contraria al afán de llegar a
la verdad de los antiguos filósofos. Los jóvenes recibían con entusiasmo las enseñanzas sofistas
pero los mayores tradicionalistas temían por la formación de sus descendientes.
Es indudable que la influencia de estos sofistas favoreció el proceso de desintegración, puesto que
destruyeron la santidad de la tradición en el espíritu de sus discípulos y no colocaron nada
adecuado en su reemplazo.
Los sofistas defienden el relativismo ético y el epistemológico.
Relativismo ético: teoría que defiende que no existe el bien en sí, es decir, no existe el bien
absoluto. Lo bueno y lo malo es relativo dependiendo de quién lo juzgue y las circunstancias.
Relativismo epistemológico: teoría que no existe la verdad en sí, es decir, no existe verdad absoluta.
Lo verdadero o falso es relativo y depende de quién lo juzgue y las circunstancias

- Protágoras: Era relativista, y su frase más célebre nos explica que el hombre es la medida
de todas las cosas, por lo tanto, nos muestra la imposibilidad de conocer una realidad
absoluta más allá que la de la realidad humana y subjetiva. Llega a esta conclusión dado
que cree que la realidad es un constante cambio y que el único conocimiento válido se
percibe mediante los sentidos. Así, si todo cambia y el sujeto también, lo único que
podemos saber es lo que siente cada uno, en un preciso momento y lugar.
De esta forma, pone de manifiesto la diferencia entre nómos (leyes humanas o
convenciones) y physis (las leyes naturales), mostrándose escéptico ante el conocimiento
de éstas y de la realidad. Además, innovó el pensamiento sobre los dioses, de los que decía
que al no poder conocerlos, no podemos asegurar su existencia, así que lo mejor es no
opinar. En este sentido, es el primer filósofo que propone el agnosticismo.
- Gorgias: explica que nada existe, nihilismo del ser (ontológico), que aunque existiera, no la
podríamos conocer, nihilismo del pensar (gnoseológico), y si pudiéramos conocer algo, no
lo podríamos comunicar a los demás, nihilismo del decir. Fundamenta sus afirmaciones
explicando que por el cambio, las cosas nunca son iguales, al nombrarlas ya son otra cosa.
Por lo tanto, nos explica que nada es. Niega la correspondencia entre pensamiento y
realidad, solo existe una correspondencia entre éste y sus conceptos, no pudiendo pensar
el ser por sí mismo. Es decir, podemos conocer el ser solo como concepto racional. Por
último, para Gorgias, el lenguaje solo trasmite palabras, debido a su convencionalidad y no
hay correspondencia entre decir y el saber.

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PLATÓN

La ética de Platón pertenece a las denominadas éticas eudaimonistas; es decir, a aquellas cuyas
normas morales tienen como finalidad alcanzar la felicidad, pero entendiendo a ésta no como un
estado momentáneo de alegría, sino como el resultado de lo que se va construyendo a lo largo de
la vida. Esto significa que sólo al final de su vida una persona puede estar en condiciones de afirmar
si fue feliz o no. Y es una ética de la virtud porque, para ser feliz, hay que ser virtuoso. La virtud
máxima, de acuerdo con este filósofo, es la justicia.

Idea: Para Platón, la palabra alude al aspecto intelectual o conceptual con que algo se presenta, no
es nada que se vea con los ojos del cuerpo sino con la inteligencia, por eso se dice que se trata
del "aspecto inteligible", es decir, de la "esencia". Para Platón, las ideas no tienen que ver con algo
psíquico, sino que las ideas son algo real, las cosas verdaderas, metafísicamente reales. Las ideas
son la auténtica realidad y sus características son como las del “ser” de Parménides (son eternas,
han existido siempre), inmutables (no cambian) e inmateriales (carece de componente material). Se
podría decir que son los modelos a partir de los cuales el demiurgo construye el mundo sensible, es
decir, imitan a las ideas. EJ: para entender bien la teoría de las ideas se debe de hacer con términos
de entidades matemáticas: los círculos que vemos en el mundo sensible, es decir, los que uno hace
sobre su hoja o los que ves en las mesas, son entes materiales que se parecen al círculo ideal, que
se encuentra en el mundo de las ideas como un objeto inmutable que se puede alcanzar con la
razón. Así, los hombres son hombres, es decir, cuanta más cualidad tengas de hombre, te parecerás
más a la idea de hombre, y todas las acciones que vemos de justicia tienen algo en común y ese
parecido es que se parece a la idea absoluta de justicia, es decir, la justicia en sí todas las cosas del
mundo sensible, se parecen a sus modelos absolutos sin nunca llegar a ser como ellos.
Platón distingue dos mundos: el de las ideas, que es el verdaderamente real, y el sensible, que está
compuesto por las cosas que nos muestran los sentidos, que son copias de las ideas. La primera
forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la
segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir,
nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un
verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son
susceptibles de opinión o "doxa".

Doxa y episteme: Doxa es la palabra griega que se refiere a "opinión". En cambio el episteme es la
palabra griega que significa "conocimiento". La Doxa es opinión y es la parte inferior de
conocimiento. Esta se basa en aquello material, concreto, sujeto a cambio, imperfecto. En la doxa
se conoce como nivel más bajo dentro de la propia doxa, las copias de los objetos originales como
sea un cuadro o una sombra. Y se estudian las materias de arte, música y gimnastica. En el nivel
más alto dentro de la doxa, están los objetos naturales y los objetos fabricados: arboles, humanos y
demás. Y se estudian las ciencias naturales y demás. El espisteme basa su existencia en el
conocimiento de ideas perfectas, inmutables, abstracto y que son la esencia de todo lo que existe.
Dentro la episteme, el nivel mas bajo es aquello que aun basado en las ideas necesita de
representación gráfica. Esto es las matemáticas. El ejemplo más claro es la geometría. Además del
defecto de su representación, otro problema es que parten de un axioma (origen, punto de partida)
que es la unidad, y que los matemáticos son incapaces de definir. Aun así, suponen un buen
entrenamiento para el mayor nivel de conocimiento posible, la dialéctica. En esta se estudian las
ideas y su esencia. Estas son lo más perfecto y real, ya que no tiene defectos como lo podría tener
un objeto material. Las ideas más importantes son la de justicia y la de Bien, que es la idea
suprema. Según la filosofía platónica, no existen ideas de cosas malas, porque todas parten de la
idea de bien, por lo tanto no existe el mal, sino la ausencia de bien.

Cosas sensibles: estado del espíritu mediante el cual la captamos: Creencia (pístis): considera que
los objetos sensibles representan la verdadera realidad. En el campo ético, la pístis consiste en
creencias morales correctas acerca de lo que debe hacerse pero que no están acompañadas de

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conocimiento (episteme); el que las posee por ser creencias y no conocimiento, es incapaz de dar
razón de ellas, son inseguras, imperfectas y vacilantes, como toda cosa sensible. Las cosas sensibles
son contradictorias, cambiantes e imperfectas. Las ideas son idénticas, inmutables y perfectas. Por
esto, las cosas sensibles y las ideas representan dos órdenes de ser, dos modos de ser, totalmente
diferentes.

- Mundo sensible (Doxa): las cosas sensibles se las conoce a través de los sentidos. Doxa u
opinión. Tiene un ser intermedio, imperfecto, pero en fin algo de ser, no es el verdadero ser
que corresponde a las ideas, sino un intermedio entre ser y no-ser, es imperfecto y
está sometido al cambio. También Platón lo llama el mundo de lo visible, de lo opinable, el
mundo del devenir o mundo de la opinión (doxa). Lo que tiene de ser lo tiene en la medida
en que copia o imita imperfectamente a las ideas. Entre el ser pleno (mundo de las ideas) y
el no-ser absoluto se intercala este mundo, el mundo del devenir, el de las cosas sensibles,
que son y no son, que copian imitan, que dependen de las ideas.

El paso del mundo sensible al mundo inteligible es el paso que representa la alegoría de la
caverna: la salida del prisionero de las avernas, es decir, la salida del mundo de
las apariencias para penetrar en la zona del verdadero ser, se trata del paso a
la enseñanza superior.

- Mundo de las ideas o inteligible: el mundo de los sentidos es copia o imitación. Las ideas se
las capta mediante la razón, mediante la inteligencia: son entes inteligibles. Episteme: el
conocimiento propiamente dicho o "ciencia". Se lo conoce mediante la razón y la
inteligencia. Representa la verdadera realidad, los entes que son sin devenir, sin cambio. Es
el mundo que reconocen los filósofos.

Conocimiento: En el mundo inteligible, las imágenes de las Ideas (objetos matemáticos) dan lugar a
un conocimiento discursivo (diánoia), mientras que las Ideas mismas dan lugar a un conocimiento
intelectivo (nóesis), el conocimiento de la pura inteligencia. La dialéctica es, pues, el proceso por el
que se asciende gradualmente al verdadero conocimiento, al conocimiento del ser, de lo universal,
de la Idea. El saber auténtico (en griego Episteme) tiene como objeto la realidad inteligible, el ser
perfecto e inmutable: las ideas.
Dos grados:
- Conocimiento discursivo (diánoia): como ejemplo del grado inferior Platón piensa en la
aritmética o en la geometría. En ambas se parte siempre de hipótesis o presuposiciones y
se necesita (piensa Platón) de símbolos sensibles. La matemática procede según un tipo de

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razonamiento que podríamos denominar "hipotético-deductivo", es decir, se va de la


hipótesis a la conclusión mediante deducción.
- Conocimiento o inteligencia pura (nous): la superación de la diánoia se alcanza en
la dialéctica considerada como la "culminación de todas las ciencias". Sólo ella es capaz de
cancelar el carácter meramente hipotético de los principios utilizados en las restantes
disciplinas, al dar razón de ellos y justificarlos racionalmente. Para conseguirlo, la dialéctica
tiene que remontarse a un principio no hipotético desde el que pueda deducir a manera de
consecuencias todo lo demás. Es claro que este principio no hipotético, objeto de la
dialéctica, no es otro que la idea del Bien. Mediante ella se alcanza el conocimiento de la
estructura relacional de las ideas, y en último término, el conocimiento de la verdad
suprema, condición (fundamento) de las propias ideas y, por tanto, también del mundo
sensible: La idea del Bien.

Libro VI: los filósofo-gobernantes tienen la función de gobernar y dirigir el Estado, recibiendo una
educación especial en la cual se destaca el estudio de las Matemáticas y la Dialéctica. Para llevar a
la práctica la función de los filósofos-gobernantes, primero se debe seleccionar a las mejores
naturalezas, es decir, individuos con mayor capacidad innata. En segundo lugar, se debe educar para
enderezar y potenciar esa capacidad hacia la contemplación de las Ideas eternas. Una vez han
conseguido llegar a la contemplación de las Ideas, deben ser forzados a gobernar y adentrarse en
los asuntos humanos. Por eso, para Platón un gobierno de filósofos es el único capaz de gobernar
hacia la luz de las Ideas, según él, consideradas realidades eternas, inmateriales e inmutables, solo
accesibles a la inteligencia, y los modelos perfectos que se deben imitar de forma imperfecta.
Platón asegura que la educación de los filósofos es esencial porque de ella depende el futuro del
estado que el gobierne. Características que tiene que tener un filósofo: amante de la verdad y del
conocimiento, ser capaz de percibir la esencia de las cosas, inclinarse a los placeres del alma y no a
los del cuerpo, tener espíritu de libertad, despreciar a la muerte, tener buena memoria y ser
mesurado.
¿Quién hace que podamos ver la luz en la tierra? El sol lo hace. Éste sol, dice Sócrates, está
directamente relacionado con dios. Si bien no es parte de los órganos de los sentidos, es necesario
para que podamos ver. Por lo tanto, cuando el sol permite ver al ojo los objetos como son en
realidad, entonces los comprendemos, los reconocemos y esto es lo que finalmente se llama
inteligencia, pero si el ojo fija su atención en algo oscuro, no podrá concebirlo y lo único que se
podrá formar de él, es la opinión. Finalmente pasa a alejarse de la inteligencia. Aquí tenemos el
primer elemento del bien: El sol.

Así, se nos presenta que el sol es el mundo visible donde se encuentran:


 Las imágenes que nos acercan a formular una representación no muy clara de las cosas que
llamaremos imaginación.
 Las cosas materiales donde ya se puede tener una aproximación más clara; dicha
aproximación llamaremos creencia.
Mientras que en el bien, que está presente en el mundo inteligible se encuentran:
 Los objetos matemáticos que nos brindan el pensamiento.
 Las ideas que nos brindan y potencian la inteligencia.
El sol El bien
Mundo visible Mundo inteligible
Imágenes Cosas materiales Objetos lógicos, Ideas
matemáticos
Imaginación Creencia Razón discursiva Inteligencia

(Eikasia) (Pístis) (Dianoia) (Nóesis)


Opinión (Doxa) Conocimiento (episteme)

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El símil del sol: Existen cosas buenas y existe lo bueno en sí o idea del bien que es la que da sentido
a todas las otras. Y las ideas son percibidas por la razón. Así que, del mismo modo q el ojo no ve sin
que esté la luz del sol, tp la razón puede percibir las ideas sin la mediación de la idea del bien. Esto
lo explica Platón así: el sol cumple en el mundo sensible, lo que la idea del bien en el mundo
inteligible. Y dice que del mismo modo que el sol no solo ilumina ya q tb es el responsable de los
procesos de crecimientos en el mundo sensible, de igual modo cumple estas funciones la idea del
bien en el mundo inteligible. Lo q se da en este símil es una comparación del sol y del bien
El símil de la línea: El símil de la línea es una escala de luminosidad, los diversos segmentos son los
grados de claridad (objetos inteligibles) o de oscuridad (objetos visibles). La división mayor de la
línea separa la realidad (M.ideas) de las imágenes (M.sensible), el conocimiento (episteme) de lo
opinión (doxa). Sócrates, al igual que Platón, distingue cuatro estados de alma:
- Conjetura o ilusión: son las sombras de los objetos reales. Se refiere a todo aquello q no
conocemos y supone el estado de la masa humana.
- Creencia (Psycis): son las objetos reales (mundo vegetal, animal y de las cosas fabricadas).
Se refiere a la percepción de la realidad visible.
- Dianoia: son los objetos matemáticos. Significa el proceso de razonamiento q conduce a
una forma de conocimiento cierta, ya q se refiere a las relaciones entre las hipótesis y las
conclusiones extraídas de ellas.
Alegoría de la caverna: En el libro VII de la República, Platón nos presenta el mito de la caverna, que
describe a unos hombres (que se refiere a los hombres de este mundo) que desde niños fueron
encadenados en el fondo de una cueva, dando la espalda a la entrada de la cueva. Atados de pies y
manos de cara a la pared, lo único que ven son reflejos en la pared de estatuas de animales y
objetos, que son reflectados por una gran hoguera que está detrás de ellos y que por lo tanto
tampoco ven.
Uno de los prisioneros consigue escapar y huye. El camino hacia la salida es difícil pero finalmente
sale a la luz, la visión suprema de sol y de la luz en sí es la visión de Bien y la contemplación de lo
divino.
Entonces el prisionero liberado se da cuenta de que había vivido engañado, con las imágenes
reflectadas en el fondo de la cueva. Este ha de regresar a la caverna e intentar de explicar a los que
habían sido sus compañeros esclavos que lo q están viendo son sombras y apariencias y que el
mundo real les espera en el exterior. Los prisioneros se resignan a creer en otra realidad.
Platón a través del mito de la caverna nos intenta construir un modelo explicativo de la condición
humana:
Platón nos intenta explicar cómo el prisionero accede al mundo de las ideas, donde se da cuenta
que todo lo que había visto hasta ahora era un reflejo de la verdadera realidad. A los prisioneros
Platón los compara con los hombres de este mundo y para él las cadenas simbolizan el cuerpo ya
que este impone necesidades al alma y las sombras de la caverna, simbolizan para Platón el mundo
físico de las apariencias, y las estatuas son las cosas sensibles.
La escapada al exterior de la caverna simboliza el paso de lo sensible a lo inteligible, que está
representado como una liberación de las ataduras. Este paso de lo sensible a lo inteligible está
acompañado de un camino difícil, ya que representa la visión suprema del sol y de la luz, es decir, la
visión del bien.
El exterior de la caverna está representado como el mundo de las ideas, divino, y la hoguera
representa la idea más perfecta, que es la idea del bien, la cual según Platón tendrá primicia
absoluta sobre todas las ideas.
El individuo que consigue escapar representa la figura del filósofo que ha de volver a la caverna, ya
que tiene la intuición de las ideas, y cuya enseñanza del mundo superior es despreciada por los

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hombres encadenados, ya que creen estar en posesión de la verdad. El verdadero político, según
Platón, no ama el mando y el poder, sino que usa éstos como un servicio para llevar a cabo el bien,
pese al riesgo que supone volver de nuevo a la oscuridad d la caverna. Sin embargo, el hombre que
ha visto el verdadero bien tendrá que arriesgarse a trasmitir y liberar al que se halla en la oscuridad.
Las virtudes de la polis y sus individuos: Platón considera que la polis ideal debería conformarse por
tres estamentos sociales, y, dependiendo de sus talentos, cada ciudadano deberá quedar vinculado
a uno de ellos. Estas castas serían las siguientes:
- Gobernantes: su función es la de administrar, vigilar y organizar la polis con el objeto de
que ésta alcance el bien propio. Virtud: la prudencia (sabiduría para alcanzar el bien
general).
- Guardianes: defienden la polis. Virtud: valentía (firmes en la defensa de la polis y en el
cumplimiento de las órdenes)
- Productores: sean estos campesinos o artesanos, que desarrollan las actividades
económicas. Virtud: moderación o templación (en el sentido que deben someterse
voluntariamente a la autoridad de los gobernantes)

De manera análoga a lo que sucede en la polis ideal, el ser humano posee tres partes en su alma:
- Racional: es la que aporta el componente inteligente y racional al hombre y gracias a la cual
éste puede adquirir conocimientos. Virtud: prudencia
- Irascible: asociada con nuestra decisión y corazón para llevar a cabo las acciones. Virtud:
valentía o fortaleza
- Concupiscible/Pasiones: vinculada a los deseos. Virtud: moderación o templanza.

Para que un individuo sea justo, debe existir armonía entre las tres partes de su alma, para lo cual la
parte irascible y la concupiscible deben subordinarse a la racional.
Cuando hablamos de alcanzar la felicidad ahora en la actualidad nos estamos refiriendo a conseguir
lo que queremos y tener todo lo que nosotros creemos que se necesita para ser feliz. Esto antes no
era así, ya que para poder llegar a la felicidad se tenía que tener en equilibrio los tres tipos de almas
existentes, pero lo que también se tenía que tener en cuenta es que esta armonía tenía que estar
controlado por algo y qué mejor para controlarlo que la razón. En síntesis, lo que decía Platón es
que tenemos que satisfacer los tres tipos de para poder alcanzar la verdadera felicidad. Hoy en día,
la felicidad es distinta para cualquier persona. Esto significa que, por ejemplo, que para una persona
pobre seguramente ser feliz sea tan solo poder contar con las necesidades básicas: una casa, ropa,
alimentos, etc... Mientras que por otro lado, una persona que sea rica lo único que querrá para ser
feliz será seguir como hasta ahora, teniendo dinero, o incluso tener más del que ya tiene.

Justicia: para los griegos, la verdadera moral debe presidir tanto la vida del individuo como la de la
comunidad. La moral es un conocimiento que nos orienta a alcanzar la felicidad, pero 2 sólo
podemos lograrla dentro de una comunidad bien organizada. Por lo tanto, lo bueno y lo justo son lo
mismo para el individuo y para la polis; es decir, el único modo en el que un hombre justo puede
realizarse a sí mismo es en una ciudad justa.

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ARISTÓTELES

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Crítica a la Teoría de las Ideas: Aristóteles estará de acuerdo con Platón en que hay un elemento
común entre todos los objetos de la misma clase, el universal, la Idea, que es la causa de que
apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género; admitirá, por lo tanto,
que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las cosas, es decir, que sea
subsistente. La teoría de las Ideas, por lo demás , al dotar de realidad subsistente al universal, a la
Idea , duplica sin motivo el mundo de las cosas visibles, estableciendo un mundo paralelo que
necesitaría a su vez de explicación.

Tampoco es capaz de explicar el movimiento de las cosas, que era uno de los motivos de su
formulación; (recordemos que, al igual que los pluralistas intentaban con su propuesta explicar la
permanencia y el cambio, la teoría de las Ideas se propone con la misma finalidad); ahora bien, esta
teoría no ofrece ningún elemento para explicar el movimiento, el cambio, ya que siendo las Ideas
inmóviles e inmutables, si las cosas son una imitación de las ideas habrían de ser también inmóviles
e inmutables; pero si cambian ¿de dónde procede ese cambio?

Aristóteles considera que la teoría de las Ideas es imposible, ya que establece una separación entre
el mundo visible y el mundo inteligible, es decir, entre la sustancia y aquello por lo que una
sustancia es, su forma o esencia. Las Ideas, en efecto, representan la esencia de las cosas, es decir,
aquello por lo que las cosas son lo que son. ¿Cómo es posible que aquello por lo que algo es lo que
es no resida en el objeto, sino fuera de él? ¿Cómo es posible que aquello que hace que el hombre
sea hombre, su esencia, la Idea de hombre, no resida en el hombre, sino que exista
independientemente de él? Las formulaciones de Platón para tratar de explicar la relación entre las
Ideas y las cosas, las teorías de la participación y la imitación, por lo demás, lejos de explicar dicha
relación no son más que metáforas.

Categorías (sustancia y accidente): Existen entidades que no cambian que son universales, eternas,
inmutables, incorpóreas, como Platón y piensa q el objeto de la ciencia son esas cosas que no
cambian, para Platón están en una dimensión perfecta, para Aristóteles no, para Aristóteles la
realidad es lo que percibimos no hay otro mundo como Platon pero en estas realidades de
entidades concretas tiene que haber algo del orden universal de carácter inmutable.
Aristóteles dice que hay distintas maneras del ser y eso se refleja en nuestro lenguaje, hay distintos
modos de ser del ser y son las categorías. Las categorías son los distintos modos del ser que hay en
la realidad y que de alguna manera se ven reflejados en el lenguaje. Esos dos modos fundamentales
del ser son:
- Sustancia: Aquel ser que es en SÍ y NO en OTRO. Por ejemplo: “Esto es una mariposa”
MODO DE SER: En sí. Es individual y concreto.
- Accidente (pueden ser en cualidad, cantidad, color, etc): No es en sí, sino que es en OTRO.
“La mariposa ES AZUL” No es lo único azul que existe en el mundo, es una especie de
cualidad de algo

La sustancia es una especie de soporte sobre el cual están los accidentes. La sustancia es el
individuo concreto y particular, lo que ordinariamente llamamos "cosas" u "objetos", es decir, esta
mesa, este caballo, Sócrates, lo que es sujeto, aquello en lo que inhieren las otras formas de ser, los
accidentes. Frente a la irrealidad de las Ideas, el verdadero ser, la sustancia, adquiere las
características de la experiencia (concreto, particular) aunque sin perder por ello la referencia a lo
universal, a la esencia
Sustancia primera: está compuesta por lo concreto, lo que caracteriza a esa cosa y está compuesto
por dos elemento inseparables que son materia y forma.

La materia es el sustrato sobre el que se realiza la forma (o sustancia segunda, es la esencia). Es


algo absolutamente indeterminado, este será determinado por una forma, que es lo que le dará
estructura a esa materia. No existe la materia sola, solo podemos separarlo para analizarlo, pero en

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la realidad está junto con algo más. La materia es puro sustrato una posibilidad de ser, algo pasivo y
que no se puede conocer, es INCOGNOCIBLE. EJ: un carpintero transforma a partir de la madera de
un árbol una mesa… todas las mesas comparten esa esencia, ese “ser mesa” y lo que comparten
todas las mesas es la materia, que es común a todas las mesas, entonces Aristóteles establece que
la esencia es aquello que es común, universal, que se capta con la inteligencia.
La forma es lo que determina a la materia, es lo inteligible, es lo cognocible, está en las cosas
sensibles, en el mundo concreto y real en que vivimos. Se conoce algo cuando se conoce su forma
y, cuando sucede esto, se dice que la razón realizó un proceso de abstracción.
La forma es el conjunto de cualidades específicas de una cosa que hacen que sea aquello que es y
no otra cosa.
La teoría que defiende la composición material y formal de toda sustancia se
denomina “hilemorfismo” La materia es el soporte de la forma y sin materia no hay sustancia. Pero
la materia por sí sola tampoco es nada, sin forma no constituye nada.

El cambio: El cambio es el pasaje de la potencia al acto. La potencia es la posibilidad de ser, y toda


sustancia tiene ciertas “posibilidades de“, es la posibilidad de transformarse; es la materia
considerada dinámicamente. Mientras que el acto es lo que es una sustancia en el momento
presente (es la realidad), es la forma considerada dinámicamente. Por ejemplo: cuando veo un
árbol, ese árbol en este momento su materia está determinada por la forma árbol, es un “árbol en
el acto”, cuando se derriba y se hace una mesa con su tronco hubo un cambio, una transformación,
ese árbol tenia diferentes posibilidades de ser (una mesa, silla, etc) porque tiene una materia.
Por otra parte, hay 4 tipos de cambio:
- Cualidad: tengo mesa negra y la pinto de verde, pero la sustancia permaneció solo se alteró
el accidente
- Cantidad: serrucho un tablón, pero no deja de ser un tablón, se altera sólo uno de sus
accidentes
- Lugar: me traslado de un lugar a otro, no paso del ser a no ser, en todo caso esta sustancia
cambio uno de sus accidentes (el lugar).
- Sustancia: Por ejemplo un árbol es talado y se transforma en una mesa, esa materia
actualizo una de sus potencias, ahora está determinada por otra de sus potencias, hubo
una transformación, sambió la estructura, pero la materia sigue.. lo que cambia es la
forma.

Entonces en cantidad cualidad y lugar lo que se altera es el accidente pero la sustancia permanece.
En la sustancia, lo que cambia es la forma.
El cambio tiene sus causas y estos son:
- Material: las sustancias con las que está hecha, el material
- Formal: la idea o el modelo con el que trabajó el artista
- Eficiente: el artista o productor de la obra
- Final: el móvil u objetivo de realización de esa cosa
Ej: causas de construcción de una casa (material: viga/ladrillo – formal: plano de la vivienda –
eficiente: equipo de albañiles – final: cobijar a una familia), causas de nacimiento de una ternera
(material: rasgos de la especie bovina – formal: cachorro – eficiente: progenitores – final: perpetuar
la especie)

Motor inmóvil: todo móvil debe ser movido por un motor y este, a su vez, debe ser movido por otro
motor, que la cadena de móviles necesita de un primer motor que no sea movido a su vez por
otro. Sobre este Primer motor inmóvil, Aristóteles dirá que debe ser acto puro, forma pura, pues si
no estuviese en acto sería imposible que pueda ser motor de algo. Él mueve directamente a los
astros del primer cielo, éstos tratan de imitarlo dando vueltas en círculo. El círculo responde al acto
más perfecto según la ideología griega, pues no tiene comienzo ni fin, es continuo. Además
Aristóteles define al Primer Motor como conocimiento de conocimiento. Así, el Primer Motor

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vuelve sobre sí, conociendo sólo lo más perfecto: él mismo. Esto responde al porqué de la
estructura esférica del universo según Aristóteles. El Primer Motor aristotélico no conoce el mundo
sublunar (la Tierra), sino sólo realiza la actividad más perfecta: pensar, conocer. Y sólo puede
conocer lo más perfecto que es él mismo. De esta manera no hay lugar para los hombres o el
universo en el pensar del Primer Motor. Al Primer Motor no le interesa conocer algo que no sea él.
De aquí se siguen dos rasgos importantes, que el Primer Motor no es providente y tampoco nos
conoce. Además no es de ningún modo infinito. Esto último responde a que el conocimiento es
finito (conocer es justo poner límites a la realidad) y el conocimiento de algo ilimitado, al no poder
ser fijado, acaba por no ser conocimiento.

Bien supremo: es el fin último hacia el que tienden todas nuestras acciones. Para Aristóteles es la
felicidad, y más exactamente la felicidad que se experimenta en la contemplación. Esta "felicidad"
se refiere a aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, y la felicidad que
le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y
cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que
la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las
actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma
intelectiva o racional. Como en el alma intelectiva encontramos el entendimiento o intelecto y la
voluntad, y llamamos virtud a la perfección de una disposición natural, la felicidad más humana es
la que corresponde a la vida teorética o de conocimiento, y a la vida virtuosa. En resumen,
Aristóteles hace consistir la felicidad en la adquisición de la excelencia (virtud) del carácter y de las
facultades intelectivas.

Ética/Virtud: Aristóteles sostuvo lo que hoy se llama una ética de virtudes. Según Aristóteles, las
virtudes más importantes son las virtudes del alma, principalmente las se refieren a la parte
racional del hombre. Aristóteles divide la parte racional en dos: el intelecto y la voluntad. Cuando el
intelecto está bien dispuesto para aquello a lo que su naturaleza apunta, es decir para el
conocimiento o posesión de la verdad, decimos que dicho intelecto es virtuoso y bueno. Las
virtudes intelectuales perfeccionan al hombre en relación al conocimiento y la verdad y se
adquieren mediante la instrucción. A través de las virtudes, el hombre domina su parte irracional.
Existen dos clases de virtudes: virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Ambas expresan la excelencia
del hombre y su consecución produce la felicidad, ya que ésta última es "la actividad del hombre
conforme a la virtud".

- Virtudes éticas o morales: Las virtudes éticas están relacionadas con la manera de actuar en el
mundo, controlando nuestras pasiones y nuestros deseos. El ser humano actuará correctamente y
será virtuoso si sus deseos y costumbres se encuentran dentro de lo racional, una racionalidad que
en cada circunstancia escoge según un término medio óptimo entre dos extremos de conducta,
ambos negativos (uno por exceso y el otro por defecto). Las virtudes éticas se derivan en nosotros
de la costumbre: el hombre es potencialmente capaz de formarlas y, mediante el ejercicio, traduce
esa potencialidad en actualidad. Por tanto, realizando gradualmente actos justos, nos volvemos
justos, es decir, adquirimos la virtud de la justicia, que permanece en nosotros de forma estable,
como un hábito. Ante la variedad de factores y circunstancias, y de la imposibilidad de dictar reglas
para cada momento o reglas generales que sean válidas en cualquier situación, la pauta ética más
adecuada es buscar siempre el término medio, la moderación en todos los aspectos del
comportamiento. Cuando me pregunto qué he de hacer, la respuesta es “evitar tanto el exceso
como el defecto”. Por ejemplo, una persona poseerá la virtud de la valentía si su comportamiento
es un término medio entre la cobardía y la temeridad. Continúa Aristóteles con el mismo

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razonamiento aplicado a las restantes virtudes éticas: la templanza (dominio de uno mismo) es el
“justo medio” entre el libertinaje y la insensibilidad, la liberalidad (distribuir alguien generosamente
sus bienes sin esperar recompensa, generosidad) es el “justo medio”
entre la avaricia y la prodigalidad (gastar excesivamente), y así sucesivamente con el resto de
virtudes (amabilidad, veracidad, buen humor, etc). Entre todas las virtudes morales, el Estagirita
señala la justicia como la más importante. En sentido general, es el respeto a la ley del Estado, y
como esta ley abarca toda la vida moral (en el Estado griego), la justicia comprende toda la virtud.
En sentido específico, la justicia es la repartición de los bienes, de los beneficios, de las ventajas;
consiste, por tanto, en la justa medida con la que se reparten los beneficios, las ventajas y las
ganancias, o los males y desventajas. Constituye una posición media porque es la característica del
justo medio, mientras la injusticia lo es de los extremos. Las virtudes éticas son adquiridas a través
de la costumbre o el hábito y consisten, fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del
alma (sensitiva) y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más importantes son:
la fortaleza, la templanza, la justicia.

- Virtudes dianoéticas o intelectuales: Aristóteles distingue, dentro del alma racional, entre una
racionalidad epistémica o teórica (que conoce las cosas necesarias e inmutables) y una racionalidad
práctica (que conoce lascosas contingentes y variables), sustrayendo lo práctico-moral del dominio
de la teoría. Estas virtudes se corresponden con la parte racional del hombre y son cinco: arte o
técnica (téchne), ciencia (epistéme), sabiduría moral o prudencia (phrónesis), intelección (nôus) y
sabiduría (sophía). Se desarrollan con la educación, por lo que exigen experiencia reflexiva y
tiempo. La téchne es el oficio mediante el cual se transforma una realidad natural en un producto
artificial. Se trata de un saber que presupone el conocimiento de la naturaleza sobre la que se
trabaja, por lo que Aristóteles la emparenta con la episteme y la diferencia del saber moral. El
artesano (technítes), el técnico (experto) sabe por qué hace las cosas, por eso puede enseñarlas y
su saber es universal (y no particular como el de la experiencia). Epistéme, la ciencia, es un saber
deductivo (sigue el método o el camino de la lógica), en la medida en la que presupone la validez de
unos supuestos o principios, que son captados mediante el nôus. El nôus, la actividad del intelecto,
parte superior del alma, es el encargado deacceder a los “principios de lo demostrable y de toda
ciencia”, es decir, mediante la
intelección conocemos los primeros principios (arjai), que son los supuestos de la ciencia. Sophía, la
sabiduría, es la más excelsa (elevada) de las virtudes dianoéticas. El sabio no sólo debe conocer lo
que sigue de los principios, sino los principios mismos, por lo que la sabiduría es, afirma Aristóteles,
intelecto y ciencia. Si el arte es la virtud propia de la racionalidad de la producción (uso práctico de
la razón), y la ciencia, la intelección y su unión en la sabiduría conforman las virtudes de la
racionalidad teórica, la prudencia será la virtud de la racionalidad de la acción (la otra de las
vertientes de la razón práctica). Es la sabiduría práctica, una actividad (praxis) cuyo objeto es el bien
(agathon) y el mal (kakón). El hombre prudente es aquel que es capaz de deliberar rectamente no
sólo sobre lo que es bueno para él mismo, sino para vivir bien en general. La prudencia no es ni
ciencia ni arte, sino que es una virtud, una cualidad propia de administradores y políticos. Es fruto
de la experiencia y es una virtud fundamental de la vida moral, porque sin ella no podremos
adquirir las virtudes morales. Aplicada a las distintas facetas de la vida, privada y pública, del
hombre, tenemos distintos tipos de prudencia (individual, familiar, política).

Podemos concluir, entonces, que Sócrates hace residir en la theoría, en la actividad contemplativa,
la felicidad perfecta, el punto culminante de la actividad humana excelente, pues el intelecto es lo
más elevado que hay en nosotros. También hay que alcanzar un punto medio entre el exceso y el
escaso para ser feliz.

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La filosofía de la Edad Media

-Se requiere conocer las diferencias entre la religiosidad griega y la cristiana, entre la filosofía griega y el
pensamiento cristiano, y en particular qué respuestas surgieron con respecto a las relaciones entre la
razón y la fe. Una de estas respuestas, es la de Santo Tomas teólogo del siglo XIII que representa la última
posición y formula una teología basada en la filosofía de Aristóteles.

-Santo tomas, argumenta la existencia de Dios mediante 5 vias:

 Prueba por el movimiento


 Prueba por la causa eficiente
 Prueba por la contingencia
 Prueba por los grados de perfección
 Prueba por el orden

-A partir de ellas concluye que Dios es el primer motor inmóvil y la causa eficiente primera de todas las
cosas que percibimos en el mundo sensible; ente absolutamente necesario, perfecto y la inteligencia
primera y ordenadora del mundo. Con respecto a su esencia, mediante dos procedimientos –la vía de
negación y la vía de eminencia– establece que Dios es simple, perfecto, el bien supremo, infinito y
omnipresente, inmutable y eterno.

La filosofía de la Modernidad

En el Renacimiento desaparece este mundo ordenado, planteado en la edad media, según un centro y
una periferia; el universo ahora es abierto, infinito y uniforme. La Tierra ya no ocupa el lugar central, sino
que es un planeta más entre otros, y ya no hay un lugar natural para cada cosa, sino que ahora lo
importante es la función que cada una tiene en el universo. También se resquebraja la estructura
estratificada de la sociedad. Surgen los “hombres nuevos”, individuos aventureros que logran ascender
socialmente por su propia iniciativa. En suma, la vida del hombre no está marcada de antemano por
Dios; ahora éste tiene que labrar su propio destino.

Del Helenismo a la Modernidad

Helenismo: Es el periodo histórico que abarca desde la muerte de Alejandro magno (323 a.C) hasta la
muerte de cleopatra (30 a.C.). Esta época se caracterizo por la expansión de la lengua y cultura griega
por todos los confines del que fuera el Imperio de Alejandro.

-El pensamiento: al desaparecer la organización política de la polis, el individuo se encuentra aislado y se


refugia en su vida interior:

 La filosofía se vuelve terapia o filosofía del remedio


 Surgimiento de religiones que propugnan la salvación.

-La ciencia y la tecnología tuvieron un amplio desarrollo:

 La biblioteca de Alejandría
 Eratóstenes: calculo el diámetro de la tierra con un error menor a 1%
 Herón: creo la maquina a vapor
 Arquímedes: matemático más importante de la antigüedad. Desarrollo nuevas tecnologías.
Aterraba a los romanos con sus lanzas y poleas. Creo el aparato de Arquímedes, predictor de
eclipses y calendario.

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-La filosofía se ocupó del tema ético: la búsqueda de la felicidad individual

 Epicureísmo: para los seguidores de Epicuro, la felicidad consiste en perseguir el placer y evitar
el dolor, tanto en el cuerpo como en el alma. Epicuro de Samos.
 Estoicismo: para los estoicos, la felicidad se consigue eliminando las pasiones y sometiéndose al
destino con resignación. Zenón de Citio.
 Escépticos: para los escépticos, al no ser posible acceder a la verdad absoluta, no tiene sentido
tomar posición frente a nada. Esta “suspensión del juicio” trae la tranquilidad del espíritu y la
felicidad.

Otras escuelas:

- Platonismo: la más influyente


- Peripatéticos: seguidores de Aristóteles
- Cínicos: seguidores de Sócrates.

Pensamiento

-El imperio fue la continuación de la cultura Helenistica.

-Para la clase alta romana era honroso hablar griego y se educaba a los hijos con esta cultura.

-En el siglo II aparecen los primeros pensadores cristianos. Durante mas de mil años, la filosofía cristiana
dominara el pensamiento de la humanidad. Al primer periodo de este pensamiento se le denomina
“apologética”.

-Apologetica: siglos II y III. Los primeros filósofos cristianos escriben obras en las que difunden la religión
y la defienden frente a las autoridades civiles y a otras religiones.

En el siglo III el gran Imperio Romano se divide para su mejor administración. Posteriormente,
Constantino funda la ciudad Constantinopla o Nueva Roma en la antigua ciudad griega de Bizancio, que
será la segunda capital del imperio.

Imperio Bizantino: la parte oriental del Imperio Romano conservo la cultura helenística y el idioma
griego. Perduro mil años mas que su contraparte occidental.

EDAD MEDIA

- Vida monástica: surgen los primeros monasterios, donde algunos religiosos se retiraron a una
vida de aislamiento y oración.
- Feudalismo: a partir del siglo IX surgen los feudos. El señor entrega tierras a cambio de que las
administre y los defienda de ataques extranjeros.
- Castillos
- Cruzadas: con el objetivo de liberar tierra santa de la administración musulmana, frenar su
avance y conquistar nuevas tierras.
- La peste negra: epidema de peste bubónica que acabo un con un tercio de la población
europea. Esto dio lugar a cambios económicos que llevaron a la crisis del modelo medieval.
- El pensamiento: Durante la Edad Media, el universo era pensado como una serie concéntrica de
esferas en cuyo centro estaba la Tierra y, fuera de él, la presencia de Dios. De la misma manera,
en la Tierra hay un centro privilegiado, que es Jerusalén (o Roma). El tiempo también es finito,

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con un comienzo –la creación–, un centro –el instante en que Cristo salvó a la humanidad– y un
fin, el juicio final. Asimismo, la sociedad tiene un orden en el que cada individuo ocupa un lugar
asignado por Dios en la jerarquía social.
- La filosofía:
Patrística: siglos IV a VII. Los padres de la iglesia se encargaron e interpretar el dogma mediante
conceptos filosóficos. San Agustín de Hipona (siglo V) es el mayor exponente de este periodo.
De influencia PLATONICA, afirmo que hay dos ciudades: la terrena y la celestial, y ambas se
confunden en esta vida.
Escolástica: filosofía desarrollada en las escuelas monacales. Busca el fundamento racional de lo
que se acepta previamente por la fe. Santo tomas de Aquino es el máximo exponente de la
escolástica. Con influencia de ARISTOTELES, compatibilizo el pensamiento del filósofo griego con
la doctrina católica.

1453: constantinnopla en poder de los turcos. Comienza la edad Moderna.

SIGLOS XV y XVI
- Renacimiento
- Imprenta: permitio difundir nuevas ideas sin depender de la iglesia
- Humanismo: hombres de letras que estudiaron obras de la antigüedad e intentaron difundir los
ideales de la educación greco-Romana
- Descubrimiento de america
- La reforma: debilito a la iglesia “solo con fé alcanza”

EL SIGLO XVII

- Surgen los estados nacionales con gobiernos absolutistas. Aumenta el poder de los reyes
- Revolución científica. Copérnico, Galileo Galilei, Isaac Newton.
- Mecanicismo: el mundo físico es materia en movimiento y esta regido por leyes perfectamente
determinadas. Las cualidades que percibimos en las cosas no pertenecen a ellas sino a nuestro
modo de verlas. La verdadera realidad se puede expresar en términos matemáticos. Descartes
fue el mayor exponente del mecanicismo y su visión del mundo es comparable a un gran reloj.
- Centralidad del sujeto: el hombre se convierte en el fundamento del conocimiento. El objeto del
conocimiento será lo que el sujeto se represente en su mente. Y el homre mismo será objeto de
investigación de la ciencia y filosofía. El fundamento el conocimiento para descartes será su
propio pensamiento.

¿Cuál es la filosofía de la Edad Media?

Se denomina filosofía medieval a la filosofía dada en europa y el oriente medio durante el periodo
conocido como edad edia, periodo que se extienende desde la caída del imperio romano de occidente
en el siglo V hasta el descubrimiento de America en el año 1942.

Contenidos de la filosofía de la Edad Media

Los problemas fundamentales discutidos durante este periodo fueron la relación entre fe y la razón, la
naturaleza y la existencia de Dios, los limites del conocimiento y la libertad en el hombre, la naturaleza
de los universales y la individuación de las sustancias divisibles e indivisibles.

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La fe y la razón.

Son dos formas de convicción que subsisten con mas o menos grado de conflicto o de compatibilidad. La
fe es generalmente definida como cualquier creencia que no este basada en la evidencia o la razón, o
como la creencia que no puede ser entendida. Mientras que la razón es la creencia fundada en la lógica
o la evidencia.

Relación entre razón y fe

El racionalismo, en cualquier caso, no se pronuncia con respecto a la existencia de Dios o a la validez o el


valor de la religión, pero rechaza cualquier creencia basada solamente en la fe.

La fe, por el contrario, no descansa en pruebas lógicas o en la evidencia. Desde el punto de vista
semántico, las definiciones de fe y racionalismo están en lógica oposición.

UVA 7
DESCARTES

EL FUNDAMENTO DEL CONOCIMIENTO

MÉTODO DE LA DUDA: En esta obra, Descartes, enfrentado con la toma de conciencia del error que la
humanidad había sostenido por más de mil años, se propone destruir todas las opiniones antiguas dadas
por verdaderas y empezar de nuevo, pero esta vez con fundamentos sólidos. Para lograrlos, utilizará el
método de la duda: tomará las opiniones dudosas como si fueran falsas y las desechará. En lugar de
analizar una a una sus opiniones, atacará las fuentes de las que provienen, es decir, los sentidos y la
razón. Así, presenta argumentos para rechazar todos los conocimientos obtenidos por estas fuentes,
puesto que son dudosos. Termina la primera meditación con un escepticismo radical: concluye que no es
posible el conocimiento certero.
Sin embargo, al dudar de todas las cosas que existen, Descartes reconoce que es imposible que él
mismo, que duda, no exista. De este modo, en la segunda meditación llega a una verdad incuestionable,
que será el fundamento del conocimiento: “Yo soy, yo existo” es necesariamente verdadera mientras la
estoy concibiendo en mi espíritu (esta idea, conocida como el cogito cartesiano, se hizo más famosa con
otra formulación: “Pienso, luego existo”). Esta primera certeza le permitirá establecer un criterio de
verdad para reconocer otras verdades; pero, para asegurar su criterio de verdad, en la tercera
meditación prueba la existencia de Dios, quien será el garante del conocimiento, siempre que éste se
mantenga en los límites de las ideas claras y distintas.

HIPÓTESIS DEL SUEÑO: La Hipótesis del Sueño dice: “estoy ahora y siempre he estado soñando”.
Descartes planteó la pregunta: ¿cómo sabes que no estás soñando actualmente?
En un intento de proporcionar una base sólida para el conocimiento, Descartes comenzó
sus Meditaciones Filosóficas limpiando el terreno filosófico a través de dudar de todo lo que se podría
poner en duda. Esto se hizo, en parte, a fin de determinar si todo lo que puede contar como
conocimientos verdaderos podrían sobrevivir a un escepticismo riguroso y sistemático. Descartes toma
el primer paso hacia ese objetivo mediante el uso (a través de su narrador ficticio) de la posibilidad de
que podamos estar soñando.
Cuando soñamos a menudo ignoramos que estamos soñando. Teniendo esto en cuenta, y el hecho de
que a menudo los sueños parecen “ser tan reales” como la vida misma, ¿cómo se puede descartar la
posibilidad de que estemos soñando incluso ahora, en este preciso momento que está en su
computadora y leyendo esto? Este es el tipo de pensamiento desconcertante que Descartes nos obliga a
enfrentar. Parece que no tiene justificación la creencia de que no estamos soñando. Si es así, parece que
igualmente no tiene justificación el pensamiento de que el Mundo que experimentamos es el Mundo
Real. De hecho, se hace cuestionable el pensamiento de que todas nuestras creencias son verdaderas.
La hipótesis de que actualmente estoy soñando es similar a una versión de la Hipótesis de la Matriz. Si
es correcta, entonces muchas de mis creencias sobre mi entorno actual son incorrectas. Pero se supone
que todavía tengo muchas creencias sobre el Mundo exterior verdadero, ancladas en el pasado.

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¿Qué debo hacer si siempre he estado soñando? Es decir, ¿qué pasaría si todas los estímulos
manifestados por mi percepción han sido generadas por mi propio Sistema Cognitivo, sin darme
cuenta de eso? Este caso es entonces análogo a la Hipótesis del Genio Maligno: es sólo que el papel del
“Genio Maligno” es llevado a cabo por una parte de mi propio Sistema Cognitivo! Si mi sueño simula el
sistema de generación de la totalidad del Espacio-Tiempo, tenemos algo así como la Hipótesis de la
Matriz. Tenemos que decir que los objetos que estoy actualmente percibiendo realmente existen
(aunque los objetos más lejos de casa puede que no). Lo que ocurre es que algunas de ellas están
constituidos por mi propio Proceso Cognitivo.

HIPÓTESIS DEL GENIO MALIGNO: la Hipótesis del Genio Maligno dice: tengo mi Mente desencarnada,
y un Genio Maligno la alimenta con Estímulos Sensoriales para darme la apariencia de la existencia de
un Mundo externo. ¿Qué tenemos que decir al respecto? Depende de cómo funcione el Genio
Maligno. Si el Genio Maligno simula un mundo entero en su cabeza a fin de determinar lo que deben
recibir los estímulos, entonces tenemos una versión de la Hipótesis de Dios. Aquí debemos decir que la
Realidad Física existe y está constituida por los Procesos de la Mente del Genio Maligno. Si el Genio
Maligno simula sólo una pequeña parte del Mundo Físico, sólo lo suficiente para darme estímulos
razonablemente coherentes, entonces tenemos una analogía de la Hipótesis de la Matriz Local (en
cualquiera de sus versiones ya sea fija o flexible). Aquí debemos decir que sólo una parte de la Realidad
Externa existe. Si el Genio Maligno no se molesta en simular los Niveles Microfísicos, sino sólo el Nivel
Macroscópico, entonces tenemos una analogía de la Hipótesis de la Matriz Macroscópica. Aquí debemos
decir que los Objetos Macroscópicos externos locales existen, pero nuestras creencias acerca de
su Naturaleza Microfísicas son incorrectas.
La Hipótesis del Genio Maligno es a menudo tomada como una Hipótesis Escéptica. Pero si el
razonamiento anterior es correcto, esto es incorrecto. Incluso si la Hipótesis del Genio Maligno es
correcta, parte de la Realidad Externa que nos parece percibir realmente existe, aunque puede haber
algunas falsas creencias acerca de ello, dependiendo de los detalles. Lo que ocurre es que esta Realidad
Externa subyacente tiene una naturaleza que es muy diferente de lo que podríamos haber pensado.

COGITO: Con esta expresión, Descartes designa tanto la primera verdad absolutamente indudable
("pienso luego existo"), como la realidad a la que se refiere dicha creencia: la mente. En la filosofía
cartesiana la mente o "res cogitans" es una substancia caracterizada esencialmente por el atributo del
pensamiento, y se opone radicalmente al cuerpo o "res extensa". Sólo los hombres poseen mente y
cuerpo, el resto de seres, incluidos los animales, son sólo cuerpo. Es habitual señalar la influencia de esta
concepción de la subjetividad en la psicología cognitiva, por ejemplo al entender, los dos modelos, que
las cogniciones o conocimientos son la dimensión fundamental del ser humano, antes que las
emociones, deseos, pasiones o instintos.

IDEA: Con esta palabra designa Descartes todo contenido capaz de representar algo. Descartes no
explica con precisión esta noción. Parece referirse con ella, y de un modo genérico, a todo lo que hay en
la mente, tanto las sensaciones como los objetos de la memoria, de la imaginación, los del pensamiento
e incluso las emociones. De todos modos en los textos identifica más las ideas con los contenidos
mentales que tienen la capacidad de representar cosas (las sensaciones, las imágenes de la fantasía, los
conceptos del pensamiento) que con otros contenidos mentales como los actos de voluntad o las
pasiones. Divide las ideas en ideas adventicias, facticias e innatas.
Hay que recordar que este uso de la palabra “idea” ya no tiene nada que ver con el platónico, y será el
aceptado posteriormente por los empiristas, trasladándose finalmente hasta el lenguaje corriente.
- Innatas: Son las ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia o
percepción del mundo. La más importante es la idea de Infinito o Dios. Han sido implantadas en
nuestra mente por Dios.
Descartes no limitó lo innato a los conceptos (como los de Dios, substancia o los conceptos
matemáticos), también consideró que hay principios innatos o verdades eternas, por ejemplo
en lógica y en física. Las proposiciones “cosas que son iguales a una misma cosa, son iguales
entre sí”, o “de la nada nada sale” son principios de este tipo. La experiencia perceptual no
permite nunca establecer nada con absoluta universalidad, y sin embargo tenemos verdades
que se presentan como universales, luego estas no pueden descansar en la experiencia sino en
la naturaleza de la propia razón.

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Descartes no consideró que las ideas innatas están en nuestra mente de forma actual o como
un saber siempre a nuestra disposición. El niño no tiene el concepto de Dios de esta manera.
Cuando Descartes se refiere a lo innato en nuestra mente quiere indicar que la experiencia
empírica o percepción no puede justificar ciertos contenidos mentales, y que si los tenemos es
porque descansan en la propia naturaleza de nuestra mente. Hay en nosotros una potencialidad
innata por la cual conocemos a Dios; la idea de Dios es innata en el sentido de que es producida
por una capacidad natural de la mente, es innata de una manera potencial, no actual. Nuestras
ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y también lo es nuestro
conocimiento de los principios universales y ciertos, y las leyes de la física. Esto fomenta la idea
del carácter deductivo de las ciencias y un cierto olvido del experimento. La física depende de la
metafísica: podemos llegar por el análisis a naturalezas simples como la extensión y el
movimiento, y a partir de éstas podemos deducir las leyes generales que gobiernan cualquier
mundo material.
- Facticias: Aquellas ideas consecuencia del poder de nuestra imaginación. Las construye la
mente a partir de otras ideas. Si me imagino un ser formado por el cuerpo de un perro y la
cabeza de un dragón, el pensamiento o idea de esta entidad fantástica pertenecería a este
grupo.
- Adventicias: Las ideas consecuencia del influjo del mundo exterior sobre nuestros sentidos. Son
las ideas (las sensaciones, imágenes y conceptos), que pueden explicarse a partir de la
experiencia perceptual que tenemos del mundo. Son, por lo tanto, las ideas que dan lugar al
conocimiento empírico.

EL RACIONALISMO CARTESIANO

CRÍTICAS A LA ESCOLÁSTICA: Constituía la enseñanza universitaria oficial de la época. La Escolástica es el


primer elemento que configura el horizonte donde se mueve la filosofía cartesiana. Los cursos de
filosofía que se impartían en las Universidades en el siglo XVII tenían como base teórica la síntesis
aristotélico-tomista parcialmente renovada por los escolásticos renacentistas que intentaban adaptarla a
los nuevos tiempos. Pese a su puesta al día Descartes la consideró, como muchos otros de su tiempo,
como un pseudo-saber basado en un método verbalista, estéril e ineficaz.
Era incapaz de explicar la nueva sociedad e impotente ante los hallazgos de la nueva ciencia. Ante el
derrumbe de la cosmovisión medieval la Escolástica es incapaz de ofrecer nuevas ideas o creencias e
intenta mantener las antiguas sólo a base de autoridad. De igual modo no sabe resolver ciertos
fenómenos naturales que la nueva ciencia sí que es capaz de explicar. Lo que ocurre es que esta nueva
ciencia va haciendo avances parciales pero es incapaz de desarrollar de forma sistemática un nuevo
modo de hacer filosofía.

Así nos encontramos un vacío por el derrumbe del sistema anterior (la Escolástica) y la necesidad de
establecer unos nuevos fundamentos sobre los que asentar firmemente la filosofía: un nuevo criterio de
verdad y un nuevo método.

RACIONALISMO: El término “racionalismo” tiene un significado muy amplio: en general, llamamos


racionalista a toda posición filosófica que prima el uso de la razón frente a otras instancias como la fe, la
autoridad, la vida, lo irracional, la experiencia empírica, ... Es racionalista todo aquél que cree que el
fundamento, el principio supremo, es la razón. Junto con ello, cabe ser racionalista en relación con un
género de cuestiones y no serlo en relación con otro: por ejemplo se puede reivindicar la necesidad del
ejercicio de la razón en política pero no en religión.

Pero el término “racionalismo” se usa comúnmente en la historia de la filosofía para designar una cierta
forma de fundamentar el conocimiento: cabe pensar que el conocimiento descansa en la razón, o que
descansa en la experiencia sensible; así, puesto que valoraron más la razón que los sentidos, podemos
llamar a Parménides, Platón y Descartes racionalistas; y podemos decir que Aristóteles, Santo Tomás y,
por supuesto, Hume, tienden al empirismo, dado el valor que dieron a la experiencia sen sible o

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percepción. Sin embargo, a pesar de que pueda recibir distintas acepciones y aplicarse en esferas
distintas, el término “Racionalismo” se utiliza primordialmente para referirse a la corriente filosófica de
la Edad Modema que se inicia con Descartes, desarrolla en la Europa continental con Spinoza,
Malebranche y Leibniz, y se opone al empirismo que en esta misma época tiene éxito en las Islas
Británicas.

Los rasgos que más definen al racionalismo moderno son los siguientes:

1. La tesis de que todos nuestros conocimientos acerca de la realidad proceden no de los sentidos,
sino de la razón, del entendimiento mismo.

2. El conocimiento puede ser construido deductivamente a partir de unos primeros principios.

3. Los primeros principios del conocimiento no se pueden extraer de la experiencia empírica sino que se
encuentran ya en el entendimiento: el innatismo de las ideas.

4. Consideración de la deducción y más aún de la intuición intelectual como los métodos más adecuados
para el ejercicio del pensamiento.

5. La consideración de la matemática como ciencia ideal.

6. Reivindicación del argumento ontológico para la demostración de la existencia de Dios.

7. La apreciación optimista del poder de la razón, ésta no tiene límites y puede alcanzar a todo lo real.

Racionalismo moderno:

En el siglo XVII el racionalismo es la expresión de un supuesto metafísico y a la vez religioso en el cual


Dios es la suprema garantía de las verdades racionales y el apoyo último del universo concebido como
inteligible.
Existen tres tipos de racionalismo que se han mezclado y admitido juntos por algunos filósofos, lo que no
quiere decir que no puedan ser admitidos individualmente sin adoptar los restantes. Éstos son:

1. Racionalismo psicológico. La razón equiparada al pensar es superior a la emoción y a la voluntad.


2. Racionalismo metafísico. La realidad es, en último término, de carácter racional.
3. Racionalismo gnoseológico. La razón es el único órgano adecuado y completo como medio de
conocimiento. Esta idea se concreta a partir de dos supuestos fundamentales:
a. Nuestro conocimiento puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios
evidentes.
b. Estas ideas y principios son innatos al entendimiento, éste los posee en sí mismo al margen de toda
experiencia sensible.
Siguiendo el modelo de conocimiento cierto de las matemáticas el racionalismo construirá nuevos
sistemas filosóficos que acabarán sustituyendo a los de la metafísica escolástica y constituyéndose en la
metafísica moderna.

FILOSOFIA DE LA DESCONFIANZA (Carpio): Como filósofo, interesa ante todo caracterizar el “radicalismo”
que singulariza el pensamiento de Descartes. Es una tendencia que apunta hacia las verdaderas y
profundas raíces de algo, hacia los fundamentos últimos.
La filosofía, a pesar de haberse empeñado en ella los más grandes espíritus de la humanidad, no ha
conseguido solucionar ninguno de sus problemas.
Es esto lo de Descartes no puede soportar: lo dudoso, lo simplemente verosímil. El conocimiento, o ha
de ser absolutamente seguro, o ha de ser abandonado como teoréticamente insuficiente.

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Su pensamiento puede caracterizarse como filosofía de la desconfianza, y es forzoso empezar totalmente


de nuevo, como si antes nadie hubiese hecho filosofía.
Se propone dar término definitivo a tal estado de las cosas y fundamentar el saber sobre bases cuya
firmeza esté más allá de toda sospecha. En un primer momento su pensamiento puede caracterizarse
como filosofía de la desconfianza. Porque hasta ahora la filosofía no ha hecho más que fracasar. Empezar
totalmente de nuevo, como si antes nadie hubiese hecho filosofía. Tomo las cosas desde el comienzo. Es
esta actitud lo que confiere al pensamiento cartesiano su imperecedera grandeza.

SUPUESTOS DEL RACIONALISMO (Carpio): La verdadera estructura de las cosas, más allá de las
apariencias o fenómenos que nos dan los sentidos, es racional, vale decir que tiene un fondo o trasfondo
inteligible o nouménico que constituye el verdadero ser de las cosas.
La razón de la que nos habla el racionalismo no tiene nada que ver con aquella que pueda hablarnos la
psicología, porque la psicología es ciencia empírica. La razón es una facultad de conocer innata.
Dios nos ha creado y en su infinita bondad y veracidad no puede querer engañarnos, por esto es que la
razón proporciona conocimientos válidos.
Entre las ideas innatas hay dos conceptos fundamentales:
-Substancia: es el modo de ser fundamental y primario, todo lo que es, o es cosa, o es propiedad o
característica de alguna cosa.
-Causalidad: representa una relación necesaria de nuestro pensamiento y de las cosas, que Descartes
dice que es una verdad eterna.
La substancia permanece igual por debajo, es aquello que en la cosa es lo permanente, lo inmutable a
través de los cambios. Existe por sí misma y en sí misma, sirviendo de unidad, sostén y fundamento de
los accidentes, y sosteniéndose y bastándose a sí misma.

DISCURSO DEL MÉTODO: El pasado encierra al menos una enseñanza, implícita en sus fracasos: la que
debemos cuidarnos en caer en el error, ser críticos de nosotros mismos no solo de lo anterior.
El radicalismo cartesiano manifiesta como preocupación por evitar el error: la duda metódica. No
significa dudar simplemente, sino hacer de la duda un método, convertir a la duda en un método.
Quiere alcanzar un saber absolutamente cierto, cuya verdad sea tan firme que esta mas allá de toda
posible duda. Busca un conocimiento absolutamente cierto. No puede aceptar lo dudoso. Solo dará por
valido lo que sea absolutamente cierto.
Para ver si dudando de todo, forzando la duda hasta sus mismos limites, queda algo que resista a ella.
La duda es metódica porque se usa como instrumento para llegar a la verdad.
Es universal porque habrá que aplicarse a todo sin excepción hasta llegar a que resulte imposible la
duda.
Es hiperbólica porque será llevada hasta su último extremo.
Debe retrotraerse el saber a sus fundamentos. Se deberá hacer primero la critica del saber sensible, y
luego la del saber racional.

LAS REGLAS DEL MÉTODO:


- De la evidencia: No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo
es, es decir evitar cuidadosamente la precipitación (consiste en afirmar o negar algo antes de
haber llegado a la evidencia) y la prevención (equivale a los prejuicios, falsos o verdaderos, que
nos han llegado por tradición, educación, factores sociales, y no por la evidencia, pero nada que
no hayamos examinado con nuestra propia razón, nada que nos venga fuera de ella), y no
comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi
espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda. Se debe admitir como verdadero
un conocimiento solo en caso de que sea evidente (cuando no pueda dudar de él, cuando no
haya ninguna ocasión de ponerlo en duda. La evidencia tiene dos características:
a) Un conocimiento es claro cuando esta presente y manifiesto a un espíritu atento, cuando la
idea misma a que me refiero se muestra directamente al espíritu. Ej. Si en este momento
tengo un dolor, este dolor es algo “claro”, pero si se me pasa y tengo un recuerdo de él,
será un conocimiento “oscuro”
b) Un conocimiento distinto es si además en este conocimiento de algo no hay nada que no le
pertenezca a ese algo. Ej. Seria “distinto“ “el triangulo es una figura de tres lados”,
seria “confuso” pensar “el triangulo es una figura” puesto que podría confundirlo con un
cuadrado., rectángulo o demás figuras que no son triángulos.

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- Del análisis: nos dice que cuando nos ocupamos de cualquier problema o dificultad, se lo debe
dividir, analizar, y seguir con la división hasta que se llegue a algo evidente.
- De la síntesis o deducción en todo conocimiento se debe partir siempre de lo mas sencillo, y de
allí proceder hacia lo más complicado, siempre según su orden.
- De la enumeración: exige examinar con cuidado la cuestión estudiada para ver si no hay algún
tema o aspecto que se haya pasado por algo.

LAS 3 SUSTANCIAS DE DESCARTES:

- El yo pensante: Descartes dice que él puede dudar del cuerpo y del mundo porque es algo que
yo percibo por los sentidos, los cuales no son fiables. Pero Descartes dice que no se puede
dudar del alma, ya que en esta tengo todos mis pensamientos y es mi subjetividad. La
subjetividad es el conjunto de ideas que fluyen en mi Yo. Entonces, Descartes estaba buscando
salir de esa subjetividad y entrar a una objetividad, es decir, que las cosas también existieran
fuera del Yo.
- Dios: Descartes sabe que el yo pensante no es perfecto, pero éste si tiene la idea de perfección.
Si sabemos esto, es porque al comparar nuestra naturaleza sabemos que hay otra que es
perfecta, por eso la nuestra es imperfecta, porque no alcanza el grado de perfección en el cual
esta la otra naturaleza. Descartes dice que la idea de perfección es Dios, que es la realidad
divina. Al hallar esta respuesta, Descartes deja el subjetivismo a un lado y entra al objetivismo,
porque ya Dios es una idea fuera de nosotros, extramental, es lo que nos permite decir que las
ideas claras y distintas no son engaño.
- Mundo: Descartes, al hallar el yo y a Dios, nos dice que del mundo no podemos dudar, ya que
Dios creó el mundo y Dios es perfecto, entonces Descartes dice, que del cuerpo podemos dudar,
pero como es creado por Dios y Dios no me engaña, entonces las cosas externas y naturales si
existen.

En conclusión: Dios es sustancia perfecta y razón perfecta (sustancia infinita); Mundo es un cuerpo
extenso y mundo extenso (sustancia imperfecta); y Yo Pensante es el alma (sustancia imperfecta y
dotada de razón)

UVA 8
HUME

EL EMPIRISMO DE HUME

Hume afirma que todo el material del pensamiento se origina en las impresiones que reciben nuestros
sentidos cuando los objetos están presentes; y que las ideas son una copia de aquellas, aunque más
débiles y menos vivaces. Estas ideas se conectan entre sí de un modo instintivo, mediante tres principios
de asociación: el de semejanza, de contigüidad en el tiempo o el espacio y de causa y efecto. Hume le
dedica gran interés a esta última relación porque sobre ella se fundan todos los razonamientos sobre
cuestiones de hecho, es decir, los que dependen de la experiencia.

La relación de causa y efecto no se conoce por la razón, sino por la experiencia. Sin embargo, aunque no
es posible fundamentar mediante la razón que un efecto determinado se siga necesariamente de una
causa, existe la expectativa de que eventos similares se repitan. Y esta expectativa se apoya en el
supuesto de que el curso de la naturaleza es uniforme y que el futuro será semejante al pasado. Pero
dado que este supuesto no se puede justificar, Hume concluye que lo que permite realizar la inferencia
que relaciona la causa con el efecto es la costumbre y no la razón. Al plantear que los fundamentos

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últimos de las relaciones de causa y efecto no pueden conocerse, su posición deriva en un escepticismo
moderado.

IMPRESIONES E IDEAS: Hume hace derivar todos los contenidos de la mente, de la experiencia. Los
contenidos de la mente los llama Percepciones, y los divide en Impresiones e Ideas. Las Impresiones son
datos inmediatos de la experiencia, tales como las sensaciones externas, pasiones, emociones, etc.. que
penetran con fuerza en la mente del hombre; las Ideas son descritas por Hume, como copias o imágenes
atenuadas de las impresiones en el pensamiento y en la razón, muchas veces ideas e impresiones se
confunden unas con otras. La diferencia entre impresiones e ideas, se produce en términos de
intensidad con las que unas y otras se abren paso en nuestro pensamiento. Las impresiones serían
aquéllas percepciones que penetran con mayor fuerza o violencia. Por ideas entiende las imágenes de
las sensaciones o emociones al pensar y razonar. Aunque a veces ideas e impresiones se confunden unas
con otras, insiste en la distinción en términos generales. Hay distinción entre percepción simple y
compleja, distinción que aplica tanto a las ideas como a las impresiones. La percepción de una mancha
roja es una impresión simple y el pensamiento o imagen de él es una idea simple; pero si subo a una
montaña y veo un valle, recibo una impresión compleja del lugar, y cuando pienso después en el valle y
recuerdo esta impresión, tengo una idea compleja. Las impresiones pueden dividirse en: · Impresiones
de Sensación · Impresiones de Reflexión. Las primeras surgen en el alma de causas desconocidas, las
segundas se derivan en gran medida de las ideas. La teoría general de las impresiones e ideas es de gran
importancia en su teoría del análisis de la causalidad ya que comienza su teoría, preguntándose de qué
impresión o impresiones deriva la idea de causa.

En resumen, Hume presenta varias clasificaciones de las percepciones, pero las más importantes son las
dos siguientes:

 Atendiendo a la primacía y origen se dividen en impresiones e ideas


 Atendiendo a si son compuestas o no en simples y complejas
- Simples: son las percepciones (tanto impresiones como ideas) que no pueden descomponerse
en percepciones más elementales. La percepción del color negro de mi mesa es una impresión
simple, el recuerdo de dicho color una idea simple. La percepción de la mesa misma es una
percepción compleja, más exactamente una impresión compleja: se compone de las
impresiones simples de su color, su forma, y, si también la estoy tocando, su textura, grado de
calor,... Si cierro los ojos y reproduzco con mi imaginación la percepción anterior, tengo una idea
compleja.
- Complejas: las percepciones (tanto impresiones como ideas) que admiten una descomposición
en percepciones simples.

A toda idea simple le corresponde siempre una impresión simple, puesto que es una imagen o copia de
ésta última. Pero no ocurre que a toda idea compleja le corresponda una impresión compleja, pues mi
fantasía puede mezclar a capricho las distintas ideas simples creando entidades fantásticas.
Por otra parte, a las impresiones se las divide en dos:
- De reflexión: las pasiones y las emociones, como el deseo o la aversión, el miedo o la esperanza.
En gran medida se derivan de nuestras ideas, bien sea porque la imaginación nos presenta una
imagen de una situación (como la perspectiva de un examen) que provoca una respuesta
emotiva, bien sea como consecuencia del recuerdo (como cuando recordamos una escena que
nos provocó dolor) y que provocará la aparición de la impresión de reflexión que llamamos
temor. Son consecuencia de la reflexión o capacidad de la mente para captarse o percibirse a sí
misma.
- De sensación: las sensaciones de dolor y placer y las impresiones sensoriales (lo que nosotros
llamamos ahora sensaciones: las de calor, color, tacto, olor, sonidos, formas... ). Cuando se

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expresa del modo habitual o tradicional Hume nos dice que son consecuencia de la influencia
del mundo físico sobre nuestros sentidos, pero en algunos textos es más fiel a las tesis básicas
de su filosofía, particularmente a su idea de que no sabemos si existen realmente los cuerpos, y
nos dice por ejemplo que “surgen en el alma a partir de causas desconocidas”.
LEYES DE ASOCIACIÓN:
- Ley de la causa y efecto: Nos dice que tras la observación de la existencia de contiguedad
espacial de dos hechos u objetos, de su sucesión en el tiempo y de la reiterada experiencia de
estas relaciones entre ambos, se crea en nuestra mente la predisposición a evocar la idea del
segundo (al que consideramos efecto) si está presente la idea del primero (al que consideramos
causa). Así, las ideas de “dentista” y de “dolor” mantienen una cierta relación entre ambas
como consecuencia de haber tenido dolor tras la intervención del dentista, de tal modo que el
pensamiento de uno puede traer consigo el pensamiento del otro.
- Ley de contigüidad: Aquellas ideas que se han vivido juntas tienden a aparecer juntas. El típico
caso de una canción que nos recuerda a una persona es un ejemplo de esta ley. Es una ley muy
importante porque está a la base de la formación de las ideas complejas, particularmente de las
de substancia: miramos a la calle y vemos un objeto, percibimos las ruedas, el volante, los
asientos, las puertas, las ventanillas, los faros, el maletero, abrimos el capó y percibimos el
motor, ...; todas estas percepciones se dan unas junto a otras, tanto en el sentido temporal,
puesto que pueden percibirse unas tras otras si nuestra mirada recorre sin interrupción dicho
objeto, como en un sentido espacial, puesto que las sensaciones visuales de las ruedas pueden
formar un continuo con las sensaciones visuales de la puerta o de la carrocería. Si se repite esta
experiencia, se crea en nosotros una disposición a reproducir una de las ideas correspondientes
a dicho objeto cuando está presente la otra, y de este modo podemos formar la idea compleja
“coche”. Nuestras expectativas respecto de los aspectos o rasgos que nos van a ofrecer las cosas
se basan en gran medida en esta ley: nos causaría gran sorpresa mirar en el interior del coche
que vemos en la calle y no encontrar un volante, puesto que siempre hemos visto que en los
coches hay volantes, experiencia ésta última que crea en nuestra mente el hábito o disposición
a considerar que ha de ser así en los casos futuros.
- Ley de semejanza: ley de asociación según la cual nuestra mente tiende a reproducir ideas
semejantes, como cuando un retrato lleva de forma natural o espontánea a nuestra mente
pensar en el original. Esta ley es importante en nuestro trato con las cosas pues consideramos
que los objetos semejantes deben tener las mismas propiedades y los mismos poderes causales.
RELACIONES DE IDEAS Y CUESTIONES DE HECHO: A partir de la Investigación sobre el entendimiento
humano, Hume introduce esta distinción. Para él, la razón puede tener dos objetos de estudio:

- Relaciones de ideas: propias de las ciencias formales, como la geometría, la aritmética o el


álgebra. Expresan proposiciones que se pueden descubrir por medio del pensamiento. Para
conocer este tipo de verdades no es necesaria la participación de la experiencia sensible, y
bastará con la razón, que se encarga de descubrir las conexiones existentes entre diferentes
ideas, proposiciones o teorías. Serían relaciones de ideas las leyes de la lógica o la matemática,
y su contrario es imposible, pues implica una contradicción. Se corresponden con
razonamientos demostrativos.
- Cuestiones de hecho: son aquellas a las que accedemos a través de la experiencia, y son propias
de las ciencias naturales y sociales. Se expresan en proposiciones con un contenido empírico, y
por tanto no son necesarias (como las relaciones de ideas) sino contingentes. Se puede concebir
el contrario de cualquier cuestión de hecho, pues eso no implicaría contradicción alguna. Las
cuestiones de hecho vienen avaladas por la experiencia, y son los sentidos los que nos permiten
tener acceso a las mismas. Los razonamientos propios de las cuestiones de hecho no son
demostrativos, sino probables.

RELACIÓN DE CAUSALIDAD: Hume inicia su examen de la relación causal preguntándose de que


impresión o impresiones deriva la idea de causa. La 1ª relación que menciona es la de la contigüidad:
"Encuentro que los objetos que consideramos causas y efectos son contiguos, aunque no quiere decir
que sean siempre inmediatamente contiguos". Lo que Hume descarta es la acción a distancia en el

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sentido propio del término; lo que también queda claro para Hume es que la contigüidad espacial fuese
un elemento indispensable de la relación causal. La 2ª relación es la de prioridad temporal: "Dice que la
causa debe ser temporalmente anterior al efecto". La experiencia así lo confirma. La 3ª relación que para
Hume tiene mucha más importancia: "Un objeto puede ser contiguo y anterior temporalmente a otro sin
que pueda ser considerado causa de él". Hay que tomar en consideración una conexión necesaria y esta
relación tiene mucha más importancia que las otras dos mencionadas anteriormente. - No es necesario
que todo aquello cuya existencia ha tenido un comienzo tenga así mismo una causa. - Ciertas causas
particulares deben necesariamente tener tales efectos particulares. La máxima según la cual todo lo que
comienza a existir debe tener una causa de su existencia, no es según Hume ni intuitivamente cierta ni
demostrable. Según esto, nuestra creencia de él, debe surgir de la experiencia y la observación; sólo
mediante la experiencia sabemos de la existencia de un objeto a partir de otro. Esto significa que
experimentamos con frecuencia la conjunción de dos objetos: la llama y la sensación de calor y
recordamos que esos objetos han aparecido en un orden regular recurrente de contigüidad y sucesión;
entonces, sin más requisitos, llamamos a uno causa y a otro efecto e inferimos la existencia del uno a
partir de la del otro. De acuerdo con esta experiencia podemos definir una causa como un objeto al que
sigue otro, siendo así que todos los objetos similares al primero, son seguidos por objetos similares al
segundo. Es decir, si el primer objeto no hubiese existido, el segundo tampoco. La idea de hábito o
costumbre, juega un gran papel en el análisis final de las causalidades que realiza Hume. La pregunta que
se hacía Hume, de ¿Por qué concluimos que tales causas particulares deben tener necesariamente
efectos particulares? y ¿Por qué establecemos una influencia de una a otra?, podíamos responderla en
términos psicológicos, referidos al efecto de la observación de cosas de constante conjunción. Esta
observación produce una costumbre o propensión de la mente, un puente asociativo por el que la mente
pasa de un modo natural de la idea de llama a la idea de calor; de la observación del humo deducimos la
existencia de fuego, aunque no lo hayamos visto. La validez objetiva de esta injerencia (deducción) está
avalada por la verificación empírica.
HÁBITO O COSTUMBRE: Disposición que se crea en nuestra mente a partir de la experiencia reiterada de
algo. Según Hume es, más que la propia razón, la guía de la vida humana y el fundamento de nuestras
inferencias causales y de nuestras expectativas respecto de los acontecimientos futuros. La repetición de
una acción crea en nosotros la disposición o facilidad para la realización posterior de dicha acción.
Aunque también la filosofía aristotélica aceptaba la existencia de hábitos referidos a las facultades
cognoscitivas y que le permiten al sujeto la adquisición de ciencia, el concepto aristotélico de hábito se
aplicaba fundamentalmente al mundo moral: los hábitos eran disposiciones de la voluntad para la buena
realización de una acción y se relacionaban con la esfera moral (las virtudes eran los buenos hábitos y los
vicios los malos hábitos). Sin embargo, en la filosofía humeana el papel de los hábitos es inverso pues no
se relaciona tanto con la moralidad como con el conocimiento. Al igual que el pensamiento aristotélico,
los hábitos a los que se refiere Hume no son hábitos del cuerpo sino de la mente, y se producen por la
repetición de un acto, repetición que produce una disposición para renovar el mismo acto. Pero Hume
sitúa su función explicativa en el tema del conocimiento: sirve para explicar, por ejemplo, nuestras
creencias en la existencia de relaciones causales, o nuestra creencia en la existencia de un mundo
exterior.
EL PUNTO DE PARTIDA: LA EXPERIENCIA
Desde una perspectiva empirista, David Hume sostiene que el conocimiento proviene de la experiencia:
lo que percibimos mediante los sentidos produce impresiones fuertes y vivaces en nuestro espíritu, y a
partir de éstas se originan las ideas, a las que considera imágenes débiles de las impresiones en el
pensamiento. Establecido esto, diferencia entre impresiones de la sensación y de la reflexión, entre
impresiones simples y complejas, y entre ideas simples y complejas, para finalmente establecer el
criterio de validez objetiva de una idea. Ese criterio le permite criticar supuestos que habían sido pilares
fundamentales de la filosofía previa: la idea de causalidad, la de sustancia y la de alma. No poseemos,
entonces, ideas innatas, sino que vamos formando nuestras ideas a partir de la experiencia, y con este
material la razón establece diferentes relaciones de asociación. Por último, mientras que para el
racionalismo el modelo de ciencia ideal es el de las matemáticas, para el empirismo es el de las ciencias
naturales y fácticas, cuyos juicios son contingentes y particulares. Su concepción del conocimiento podría
llevarnos a pensar que Hume es escéptico; sin embargo, se autodefine como un escéptico moderado,
que nos previene frente a los dogmatismos de cualquier clase y que considera que las únicas áreas del
conocimiento legítimo son las matemáticas y las ciencias de la naturaleza.

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EL PRINCIPIO EMPIRISTA DE HUME: Todo conocimiento deriva de la experiencia sensible, ésta es la


única fuente de conocimiento, y sin ella no se lograría saber alguno.
El empirismo encuentra el ideal del conocimiento en las ciencias naturales y tácticas, en
las ciencias de observación, cuyos juicios son particulares y contingentes (a posteriori).
El empirismo tiende a negar la posibilidad de la metafísica y a encerrar el conocimiento a los fenómenos,
a las fronteras de la experiencia: no hay más conocimiento de las cosas y procesos que el que se logra
mediante la sensibilidad; la razón no puede tener otra función más que ordenar lógicamente
los materiales que los sentidos nos ofrecen. Genéricamente se advierte una actitud antimetafísica
derivada de su peculiar forma de entender el conocimiento. Los empiristas sostienen que el origen,
límite y legitimidad de nuestro conocimiento está en la experiencia sensible. Al nacer, nuestra mente es
como un “papel en blanco” o una “tabla rasa”; no disponemos de ningún conocimiento previo o innato,
por lo que todas las ideas han de proceder de la experiencia sensible. Pero tampoco podemos tener
conocimiento de realidades que no se puedan captar mediante los sentidos, puesto que sólo hay
conocimiento legítimo de aquello que puedo percibir sensiblemente. Por eso, el empirismo es
antimetafísico: porque niega rotundamente cualquier intento de ir “más allá” (metá) de lo meramente
sensible.
La corriente empirista establece que toda ciencia se funda en la experiencia, que el
único método de conocimiento científico consiste en la observación y la experimentación, y construye en
consecuencia la teoría de la inducción: Inducción es el razonamiento que va de lo individual a lo general.
Según Hume, todo conocimiento procede de la experiencia, sea de la experiencia externa, que es la que
proviene de los sentidos, o de la experiencia intima, la autoexperiencia.
El estudio de Hume consiste en el análisis de los hechos de la propia experiencia, lo que Hume llama
percepciones del espíritu (donde percepción es sinónimo de cualquier estado de conciencia)
CRÍTICA A SUSTANCIA, CAUSALIDAD, ALMA Y DIOS:
- Sustancia: Hume, llevando hasta el final lo que podríamos denominar “criterio empirista del
conocimiento”, concluirá que la noción de substancia carece de fundamento y negará la
existencia de substancias físicas y de substancias espirituales. Considera que sólo es aceptable la
idea que tenga a su base una impresión y aplica este criterio al examen de las substancias: las
substancias no son perceptibles –mejor dicho, el carácter de substancia de las cosas no es
perceptible–: tomemos el ejemplo de la supuesta substancia "rosa"; toda la experiencia que
puedo tener de una rosa se agota en sus propiedades perceptuales o fenoménicas: veo su color,
su tamaño, su forma, los elementos que la componen, siento la suavidad de los pétalos, la
textura del tallo, huelo su aroma, ...; pero todas estas propiedades que me ofrece la percepción
se sitúan en el nivel de los atributos y no de la substancia. No puedo percibir nada más que
propiedades del tipo de la descritas, por lo tanto, no hay nada más que las propiedades
descritas. Si con la palabra “rosa” nos queremos referir a una realidad distinta de la suma de las
propiedades perceptuales, entonces nuestro uso de esta palabra es ilegítimo. Con todo,
podemos utilizar dicha palabra si con ella nos referimos no a una supuesta realidad oculta,
substrato de la propiedades perceptuales, sino a la suma de dichas propiedades, al conjunto de
ideas simples reunidas por la imaginación. Podemos utilizar términos como “rosa”, “libro”,
“perro”, “mente” si prescindimos de la interpretación substancialista y aceptamos que son
términos cómodos que utilizamos en nuestro lenguaje como compendio de propiedades
meramente perceptuales. Resulta difícil explicar el punto de vista de Hume, dado que nuestro
lenguaje está íntimamente vinculado con la concepción substancialista: llevado al extremo
parece defender que propiamente no hay objetos sino sucesos, no hay cosas tales como
“ceniceros”, “mesas”, “perros”, “mentes” sino sucesos de colores, formas, movimientos,
sentimientos, pensamientos, etc. Aunque Hume no lo llega a afirmar, su punto de vista parece
exigir la reforma del lenguaje para que todas nuestras construcciones lingüísticas sean como los
impersonales “llueve”, “nieva”.
- CAUSALIDAD: según Hume, el principio de causalidad tampoco puede ser considerado una
cuestión de hecho. Cierto es que entre el fenómeno “causa” y el fenómeno “efecto” existe una
contigüidad en el espacio, una sucesión temporal y una inquebrantable regularidad. Sin
embargo, la causalidad, tal y como es propuesta por principio, establece que necesariamente el
efecto debe suceder a la causa. Es postulado con la misma necesariedad que una relación de
ideas, y esto es lo que Hume no acepta. La experiencia acredita que hay una sucesión espacio-

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temporal y regular entre el fenómeno “causa” y el fenómeno “efecto”, pero en ningún caso se
tiene experiencia de esa necesidad con la que el principio se formula. Esta, procede, según
Hume, de la forma con que la naturaleza humana se apropia de la experiencia: el hombre
tiende a creer que existe necesidad allí donde se ha habituado a contemplar dos fenómenos tan
unidos como lo son los denominados causa y efecto. El hábito, es decir, la costumbre adquirida
por la experiencia de esa sucesión regular es la que conduce al ser humano a establecer la
creencia de que se encuentran unidos por una ligazón necesaria, al estilo del que impera en las
ciencias formales. Creencia y hábito son los dos mecanismos psicológicos a los que apela Hume
para explicar la supuesta necesidad que rige el principio de causalidad.
Pero esta explicación conlleva que la validez objetiva del principio de causalidad quede reducida
a una mera sensación de reflexión, absolutamente subjetiva. Se trata, en definitiva, de una
devaluación epistemológica de dicho principio, tradicional fundamento de todo discurso
científico de carecer empírico.
Consecuencia inevitable será que las ciencias empíricas no se encuentren ya en condiciones de
emitir juicios universales y necesarios, no podrán trascender el ámbito de la contingencia y la
particularidad. Las ciencias que tratan sobre hechos, como la Física, no nos podrán ofrecer ya
una demostración rigurosa y necesaria de sus proposiciones, sino únicamente un argumento
probable. En términos platónicos, podríamos afirmar que la episteme queda rebajada, por mor
de la teoría del conocimiento que postula Hume, a una doxa ajustada, y eso, en el mejor de los
casos.
- Alma: Hume cree imposible el conocimiento del alma y reduce toda la vida psíquica a un mero
“haz o colección de percepciones diferentes que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y
están en un perfecto flujo y movimiento.
- Dios: Dado que para Hume sólo es posible el conocimiento de las cosas que se ofrecen al
mundo empírico o perceptual, este filósofo declarará imposible el conocimiento de la esencia y
existencia de dios. Hume rechaza el argumento ontológico indicando que no es posible
demostrar a priori la existencia de Dios, puesto que las cuestiones de existencia sólo se pueden
decidir con la experiencia, nunca con el mero análisis de una idea. La no existencia de un objeto
correspondiente a una idea no es algo contradictorio con dicha idea: no es absurdo que no
existan los triángulos, ni las mesas, ni tampoco Dios. Pero tampoco nos sirven los argumentos
“a posteriori”, ni siquiera el relativo al orden y finalidad en el mundo, que de todos es el mejor,
puesto que parten del principio de causalidad, principio criticado por Hume y que debe
admitirse con restricciones: en realidad no existe la causalidad como una propiedad de las cosas
mismas, en las cosas sólo encontramos sucesión, encontramos que a un acontecimiento le
sigue otro, pero nada más; en todo caso, podemos aceptar la existencia de vínculos causales
pero sólo entre los datos de la percepción, nunca respecto de cosas situadas más allá de estos
datos.
ESCEPTICISMO: El escepticismo toma una actitud contraria al dogmatismo. Esta corriente tiene una
posición que el sujeto no puede aprehender al objeto. Para comprender el escepticismo es necesario
saber que: "El escepticismo como doctrina filosófica tiene dos aspectos: Uno teórico y otro práctico.
Desde el punto de vista teórico, el escepticismo es una doctrina del conocimiento según la cual no hay
ningún saber firme, ni puede encontrarse nunca ninguna opinión absolutamente segura. Desde el punto
de vista práctico, el escepticismo es una actitud que encuentra en la negativa a adherirse a ninguna
opinión determinada en la suspensión del juicio (epojé), la salvación del individuo, la paz interior”. El
escepticismo no pone en duda el fenómeno, sino lo que se dice de él, y esto es diferente del fenómeno
mismo.
ESCEPTICISMO ABSOLUTO VS. NATURALISMO: El escepticismo absoluto llevaría a eliminar toda acción y
torlo pensamiento. Pero en verdad tal escepticismo es imposible; la naturaleza, el instinto, lo superan de
hecho: "La naturaleza es siempre demasiado fuerte para los principios",'" es decir, para las
especulaciones, que siempre serán vencidas por la vida. A pesar de todas las dificultades que se han
revelado en los análisis de la causalidad y de la substancia, a cada momento de la vida diaria razonamos
suponiendo cosas y nexos casuales, "y no podríamos subsistir de ningún modo sin emplear esta clase de
argumento”. La praxis refuta al escepticismo.

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La condición humana es entonces bien peregrina; porque de hecho cree en principios sin los cuales su
propia existencia sería imposible, pero cuya indagación conduce a la duda, al escepticismo: la extraña
condición humana, que debe actuar y razonar y creer, aunque no es capaz, ni con la más prolija
investigación, de contentarse en lo que respecta al fundamento de estas operaciones o de alejar las
objeciones que puedan hacerse contra ellas.
El escepticismo, entonces, se contrapesa con el naturalismo. Es incuestionable que la duda tiene su
utilidad: despierta el sentido crítico, y elimina el dogmatismo y el fanatismo. Y Hume se declara
partidario de un escepticismo moderado o académico que confía en el instinto natural y valora las
ciencias en la medida en que concentren sus investigaciones en aquellos temas susceptibles de ser
verdaderamente conocidos y que estén al servicio de la vida humana. Así se entienden las palabras con
que Hume cierra su investigación sobre el entendimiento humano.
Los únicos campos de conocimiento legítimo son las matemáticas y las ciencias de la naturaleza. Fuera
de estos límites, no puede hacer el entendimiento humano otra cosa, sino perderse en falacias y
engaños.

UVA 9
KANT
LA SÍNTESIS DE KANT
¿Qué significa la frase “todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia pero no todo
proviene de ella”? Quiere decir que no es posible que obtenga su validez, ya que nuestro mismo
conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones de lo que
nuestra propia facultad de conocer produce a partir de sí misma. Sería preciso reconocer en la
experiencia una materia (las sensaciones) y una forma aportada por nuestra facultad de conocimiento.
En este caso la forma misma de la experiencia será a priori y también los conocimientos que derivan su
validez de ella.
LA REVOLUCIÓN COPERNICANA: Kant afirma que el racionalismo y el empirismo son muy opuestos, sin
embargo comparten un mismo modo de entender el acto del conocimiento, comparten la forma en que
ven que es lo que pasa cuando un sujeto conoce un objeto. Kant dice que piensan que un sujeto al
conocer lo que hace es reflejar aquello que es conocido lo más adecuadamente posible. Esto constituye
el problema.
La postura de Kant es la que el sujeto no es algo meramente pasivo en cuanto a que refleja las cosas
como son, sino que el sujeto es activo, construye al objeto de conocimiento. Aquello que llamamos
objeto no es más que un producto de actividades del sujeto cuyo resultado final es el objeto. Es decir,
hay un lugar activo. Todos los humanos captamos las cosas de determinada manera que no son como
realmente son las cosas, sino a través de nuestro modo de percibir y entender las cosas. El ser humano
posee estructuras a priori (independientes de la experiencia) que le permiten elaborar lo que percibe
para conocerlo, es decir, que todos tenemos ciertas facultades de como recibimos y entendemos las
cosas y datos.
CONOCIMIENTOS A PRIORI Y POSTERIORI: Kant aborda el tema de los alcances y límites del conocimiento
y de la posibilidad de la metafísica. En primer término distingue aquellos conocimientos que se derivan
de la experiencia sensorial, a los que llama “a posteriori”, de aquellos producidos con independencia de
toda experiencia, a los que llama “a priori”. Los juicios o proposiciones a priori se distinguen por su
necesidad y universalidad, características de las que carecen los juicios a posteriori. En segundo término,
distingue otros dos tipos de juicios: los analíticos y los sintéticos. Los juicios analíticos son aquellos en los
que lo que se predica de un sujeto ya estaba incluido en el concepto del sujeto; en cambio, los juicios
sintéticos aportan nueva información en el predicado, que no está contenida en el concepto del sujeto.
Hechas estas aclaraciones, Kant establece que todos los principios de las ciencias teóricas (Matemáticas,
Física, Geometría) son juicios sintéticos a priori, pues en ellos se agrega un predicado nuevo al concepto
del sujeto (sintéticos) y son, a su vez, necesarios y universales (a priori). La pregunta que debe responder
Kant, entonces, es acerca de la posibilidad de los juicios sintéticos a priori, es decir, cómo es posible que

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tengamos un conocimiento a priori. En el resto de la obra intentará responder esta pregunta, aunque en
esta introducción adelanta que si bien todo el conocimiento comienza con la experiencia (como afirmaba
Hume), no proviene todo de ella; los objetos que conocemos son un compuesto de las impresiones que
recibimos del mundo más un agregado que proporciona nuestra propia facultad de conocimiento.
Si para clasificar los juicios empleamos el criterio del modo de justificar su verdad, obtenemos los dos
tipos siguientes: juicios a priori y juicios a posteriori.
- A priori: juicios o proposiciones que tienen su origen en el ejercicio de la razón pura y no en la
experiencia; ejemplo: "el todo es mayor que las partes que lo componen"; lo peculiar del
pensamiento kantiano en este punto es su creencia en la existencia de juicios sintéticos a priori,
por ser a priori no tienen su fundamento en la experiencia y son universales y necesarios; por
ser sintéticos, son extensivos, nos dan información nueva. Según Kant, estos juicios no son
posibles en la metafísica, pero sí en matemáticas y en la parte racional de la física: el propio
Kant pone los siguientes ejemplos: "4 + 3 = 7", "la línea recta es la distancia más corta entre dos
puntos", "la cantidad de materia del universo se mantiene invariable", "en todo movimiento
acción y reacción son siempre iguales". Juicios sintéticos a priori: juicios extensivos e
informativos que no descansan en la experiencia sino en la pura razón. La física racional y la
matemática constan de estos juicios. Son el conocimiento más excelente que nos cabe poseer.
- A posteriori: se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios empíricos, se refieren a
hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejemplos: "los alumnos de filosofía son
aplicados", "los ingleses son tranquilos".
Hay que tener cuidado con las nociones "universal y necesario" y "particular y contingente": que un
juicio sea universal y necesario no quiere decir que todas las personas deban saber que es verdadero, o
que necesariamente tengan que hacer dicho juicio; que un juicio sea particular y contingente no quiere
decir que sólo algunas personas saben que es verdadero o que no es necesario que lo hagamos. El juicio
"A es B" es universal y necesario si la nota o característica "B" se encuentra en todos y cada uno de los
individuos que caen bajo el concepto "A" (si no tiene excepciones), y si necesariamente todos los
individuos "A" la poseen. Que sea particular y contingente quiere decir que es pensable que haya algún
"A" que no posea la propiedad "B" (es pensable que haya excepciones) y que aún en el caso de que los
"A" existentes actualmente la posean, es pensable que otros "A" del futuro no la posean, porque el
vínculo entre "A" y "B" es contingente, es así, pero puede no ser así.
- Juicio analítico: “Todos los solteros son no casados”, porque su negación sería contradictoria
- Juicio sintético: “Un día lluvioso es un día frío”, porque su negación NO sería contradictoria
 Juicios analíticos a priori: son juicios independientes de la experiencia, y por ello universales y
necesarios. No aumentan nuestro conocimiento. Ej.”Todos los cuerpos ocupan un lugar en el espacio”.
(Según Hume: relaciones de ideas)
 Juicios analíticos a posteriori: juicios que dependen de la experiencia, pero no amplían nuestro
conocimiento, que, de hecho, son imposibles por que ningún juicio analítico puede depender de una
experiencia previa.
 Juicios sintéticos a posteriori: juicios que aportan información nueva y dependen de la experiencia, es
decir, son contingentes y particulares. (Según Hume: cuestiones de hecho)
 Juicios sintéticos a priori: estos juicios poseen dos condiciones muy importantes para la ciencia: en
primer lugar, son extensivos(es decir, amplían nuestro conocimiento); y en segundo lugar, son
universales y necesarios, puesto que son independientes de la experiencia(a priori). Ej. “La recta es la
distancia más corta entre dos puntos”. Es un juicio analítico por el concepto “distancia más corta entre
dos puntos” no está incluido en la definición de “recta”. Y además es un juicio a priori por que no
necesitamos comprobarlo empíricamente para saber que es cierto.
Según Hume sólo existían las relaciones de ideas (juicios analíticos a priori) y las cuestiones de hecho
(juicios sintéticos a posteriori), pero para Kant existían más juicios, por que la ciencia no podía basarse
en juicios que sólo aclaraban conceptos y no eran extensivos; y en juicios que dependían de la
experiencia, por que ésta particular y contingente, pero la ciencia tenía que ser universal y necesaria.

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TIPOS DE JUICIOS

si el concepto predicado se
modo de averiguar su verdad
criterio utilizado incluye o no se incluye en el
o tipo de fundamentación
concepto sujeto

analíticos sintéticos
a priori
el concepto el concepto
se basan en a posteriori
predicado se predicado no
tipos el ejercicio se basan en la
incluye en el se incluye en
de la razón experiencia
concepto el concepto
pura
sujeto sujeto

los a priori:
universales y
necesarios;
universales y universales y particulares y
los a
necesarios necesarios contingentes
posteriori:
particulares y
contingentes

consecuencias
los sintéticos:
no dan dan dan dan
información información información información
nueva, son nueva; son nueva; nueva; son
explicativos informativos los analíticos: informativos
más que más que no dan más que
informativos explicativos información explicativos
nueva

“el triángulo
“los cuerpos “los perros
ejemplos tiene tres “3+4 = 7”
son pesados” son fieles”
ángulos”

juicios científicos juicios sintéticos a priori

tienen su origen en el ejercicio de la pura


Fundamento
razón

Legitimidad se refieren al ámbito de los fenómenos

Características universales y necesarios

“la línea recta es la línea más corta entre dos


ejemplo en geometría
puntos”

ejemplo en aritmética “3 + 4 = 7”

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ejemplo en Física “acción y reacción son siempre iguales”

“el hombre es libre”, “los hombres tienen un


alma inmortal”; pero sus juicios sintéticos a
ejemplos en Metafísica
priori no son legítimos pues no se refieren a
la realidad fenoménica sino a la nouménica

IMPOSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA: La metafísica intenta obtener conocimiento


científico acerca de realidades que están más allá de la experiencia, aplicándoles las categorías, y por
tanto, haciendo un uso ilegítimo de éstas.
Kant llama “ILUSIÓN TRASCENDENTAL” al engaño necesario de la razón, que consiste en creer que
podemos ampliar el alcance del entendimiento, en realidad limitado a la experiencia sensible, hasta el
conocimiento de las cosas en sí.
La Crítica de la Razón Pura nos conduce a la conclusión de que la metafísica es imposible, pero
solamente como conocimiento científico. Lo que significa que hay que acceder a los objetos de la
metafísica por un camino que no sea el científico.
Kant señala que el ser humano no se dedica solo a la actividad científica, sino que también desarrolla
otras actividades, y entre estas está la conciencia moral. La “CONCIENCIA MORAL” es el sentido del bien
y del mal, de lo justo y lo injusto, de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer, que posee el ser
humano, y por el cual los hombres rigen sus vidas.
Kant también señala que el hombre no utiliza la razón sólo para obtener científico, sino que también
hace un uso práctico de ella, llamado “RAZÓN PRÁCTICA”.
El hombre utiliza esta facultad para dirigir sus acciones morales, y según Kant, es en este campo donde
cobran importancia los interrogantes que se hace la metafísica sobre el sentido de la vida o el destino
último del hombre. Para Kant estos interrogantes son más importantes que las cuestiones que trata la
ciencia.
EL IDEALISMO TRASCENDENTAL DE KANT
Carpio afirma que la filosofía planteada por Immanuel Kant es idealista, a diferencia del racionalismo y
del empirismo, que son realistas. Para el realismo, lo central en el acto de conocer es el objeto, y el
sujeto es visto como un espejo en cual el objeto se refleja, ya sea mediante la razón o mediante los
sentidos. En cambio, para Kant, lo determinante es el sujeto, ya que concibe al conocimiento como una
operación transformadora de elaboración del objeto. En esta construcción del objeto intervienen las
impresiones caóticas que recibimos del mundo (materia) y estructuras que son propias del ser humano
(forma); es decir que recibimos las impresiones del mundo según cómo está conformada la estructura de
nuestra mente. Contamos con “moldes” –que son a priori– a partir de los cuales configuramos la
experiencia: las formas puras de la sensibilidad o intuiciones puras (espacio y tiempo) y los conceptos
puros del entendimiento o categorías (sustancia, accidente, causa y efecto, etc.). Ahora bien, como para
conocer es necesario que algo sea intuido –que pueda ser captado en términos de espacio y tiempo– y
conceptualizado, lo que finalmente conocemos no es al objeto en sí (denominado noúmeno), sino a una
elaboración que hacemos de él (denominado fenómeno). Y todavía más: como aquello de lo que no
tenemos intuición alguna corresponde al noúmeno, que es incognoscible, ideas metafísicas como las de
Dios, Alma y Mundo, desde esta perspectiva, sólo pueden ser pensadas, pero nunca conocidas; por eso,
no corresponden al entendimiento, sino a la razón, facultad humana que busca lo absoluto.
IDEALISMO VS. REALISMO: El idealismo es la teoría filosófica para la cual la realidad es una consecuencia
de la actividad del sujeto. El idealismo considera que en el acto de conocimiento el sujeto que conoce
influye en la realidad conocida, que la mente está sometida a unos procesos o mecanismos que

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determinan y construyen la realidad del objeto conocido. Un ejemplo claro de idealismo es el de la


filosofía kantiana: Kant creyó que la mente impone a la realidad conocida características que son
consecuencia de la propia naturaleza de la mente (el tiempo y el espacio, por ejemplo). El idealismo
filosófico se contrapone al realismo filosófico. Podemos comprender qué es el idealismo si lo
comparamos con el realismo, la posición filosófica opuesta:
- Para el realismo, la realidad conocida existe aunque nosotros no la conozcamos; a la realidad
conocida no le afecta para nada el hecho que nosotros la conozcamos, su ser no queda
modificado por el acto del conocimiento, por el hecho de haberla conocido o de estar ahora
conociéndola. En resumen, la cosa conocida es independiente del sujeto cognoscente
- Para el idealismo, la realidad conocida tiene existencia sólo en la medida en la que nosotros la
conocemos; a la realidad conocida le afecta o influye el hecho de ser conocida por nosotros, es
como es porque nosotros la conocemos. En resumen, la realidad conocida no es independiente
del sujeto cognoscente.
SENSIBILIDAD, MATERIA Y FORMA:
Sensibilidad: la sensibilidad configuran en espacio y tiempo los datos perceptivos, impresiones empíricas.
¿Qué hace con eso un entendimiento? A esos datos en espacio y tiempo que todavía no son un objeto,
los va a entender, da sentido a esos datos que se dan en la sensibilidad, lo entiendo, es la otra parte del
programa. Le da sentido a esos datos a través de ciertos conceptos puros o categorías, esto es parte del
programa que tenemos los seres humanos. Estos conceptos son ciertos moldes con los que le damos
sentido a esas percepciones (ej: sustancia –todo lo que yo veo, lo entiendo como sustancias-. Es decir
que en la categoría de sustancia, es parte del programa).
- Conocimiento sensible: Para Kant es la síntesis de dos elementos: una materia (datos empíricos)
y una forma (espacio y tiempo), ninguno de los dos por separado constituyen conocimiento.
En el conocimiento sensible la materia está dada por las sensaciones que provienen de lo que Kant llama
la cosa en si esta es independiente o trascendente al conocimiento del sujeto por ejemplo un bebe
puede recibir todas las sensaciones pero no por ello se puede decir que conoce objetos. Para que haya
conocimiento hace falta la intervención del segundo elemento la Forma. Para Kant la forma es doble
el espacio y el tiempo. Estos son formas, moldes “recipientes” que están en el sujeto del conocimiento y
que sirve para ordenar las sensaciones procedentes de la cosa en si, son formas a priori (son
independientes de la experiencia). Disponiendo de las sensaciones espaciales y temporalmente se
constituye el fenómeno, esto es lo que aparece en la conciencia, que es el objeto de conocimiento. El
fenómeno es el resultado de las sensaciones de la cosa en si y esta ordenado por el espacio y tiempo. El
espacio y el tiempo son llamados por Kant formas a priori de la sensibilidad, son elementos
independientes de la experiencia que posibilitan el conocimiento sensible. Según Kant el espacio y el
tiempo que hace posible el conocimiento sensible, la experiencia, no son, ellos mismos, producto de la
experiencia.
El espacio y el tiempo son subjetivos en el sentido de que se encuentran en el sujeto, pero no se debe
interpretarse que cada sujeto de conocimiento posee su propio espacio y su propio tiempo. Espacio y
tiempo son los mismos para cualquier sujeto del conocimiento.
- Conocimiento inteligible: En el conocimiento inteligible, al igual que en el conocimiento
sensible, hay una materia y una forma. La materia del conocimiento inteligible es el fenómeno.
Este, es lo dado por la inteligencia, pero de por si no constituye conocimiento intelectual si no
es pensado por la inteligencia. Este solo no constituye conocimiento intelectual, debe estar
unido a las categorías, del cual el elemento formal está constituido. Las categorías son lo que en
el conocimiento sensible es el tiempo y espacio, es decir es para ordenar, organizar el
conocimiento; el mundo de los objetos, constituidos por los fenómenos, es ordenado en la
medida en que es pensado mediante las categorías. Por ejemplo: frente a un metal se puede
juzgar: “el metal se dilata por el calor” utilizando la categoría “causa-efecto”; pero frente al
mismo metal se pudo juzgar “el metal es brillante” utilizando las categorías de “sustancia-
accidente”. Hay doce categorías que constituyen otras tantas formas de enlazar los objetos en
juicios. A las categorías Kant las llama: formas a priori del entendimiento, es decir que son
totalmente independientes de la experiencia y que son la condición de posibilidad del

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conocimiento intelectual. Las categorías están en el sujeto del conocimiento, es decir son
propias de cada individuo, único e irrepetible, pero son las mismas para absolutamente todos
los sujetos de conocimiento. Más allá del entendimiento, la razón puede pensar pero no pude
conocer, porque el límite del conocimiento es la experiencia y la razón no la admite, no hay un
elemento que le sea dado. Estas categorías (y también espacio y tiempo) constituyen
condiciones trascendentales del conocimiento, es decir, son condiciones de posibilidad del
conocimiento.
Kant resume todo en una sola frase: “Intuiciones sin conceptos son ciegos, y conceptos sin
intuiciones son vacíos”. Por intuiciones se entiende lo “dado”, es decir la materia, (las
sensaciones en el conocimiento sensible y los fenómenos en el conocimiento intelectual), por
conceptos se entiende el elemento formal, (espacio y tiempo en el conocimiento sensible y
categorías en el conocimiento intelectual. Lo que Kant quiere decir es que la materia sola
inmediatamente constituye un puro caos, así, las sensaciones solas son ciegas, caóticas. Y el
elemento formal por si solos nada pueden conocer.
Consecuencia de la teoría Kantiana es que la cosa en si es incognoscible, es decir no podemos
conocer las cosas más que a través de nuestro instrumental gnoseológico, el conocimiento está
limitado por la experiencia, si no podemos conocer no va a haber conocimiento
Para Kant la física - matemática se compone de juicio, afirmaciones. En donde hay un sujeto del
cual se habla, algo del cual se habla, y acerca del cual se emite afirmaciones, se predican
afirmaciones o negaciones; se dice esto es esto, lo otro o lo demás.

CATEGORÍAS: Son las representaciones propias del Entendimiento y en consecuencia, fruto de la


espontaneidad del mismo, esto es, conocimientos puros privativos de esta facultad. Las categorías son
conceptos puros a priori y constituyen las condiciones trascendentales a través de las cuales los objetos
son pensados. Se trata de conceptos puros porque son fruto de la espontaneidad del sujeto y, por tanto,
independientes de la experiencia en su formación. Y son 'a priori' y 'trascendentales' porque sólo ellos
hacen posible la objetividad experiencial, sólo por ellos es posible pensar la experiencia como una, y sólo
ellos hacen posible el conocimiento, elevando a normas del pensar los distintos juegos que la
imaginación trascendental realiza con nuestras representaciones.

Definidas por Kant como funciones de síntesis de lo diverso, como maneras de organizar la diversidad
sensible, como reglas según las cuales son necesariamente pensados los objetos, las categorías, en
número de doce, son clasificadas por Kant (en A 80, B 196) atendiendo a su cantidad, cualidad, relación y
modalidad. La utilización propia de esos conceptos en juicios da lugar a todos los principios puros del
entendimiento, ya que éstos no son más que las reglas del uso objetivo de las categorías.

Las categorías, como conceptos puros que son del Entendimiento y como condiciones trascendentales
de la experiencia, se diferencian de otro tipo de conceptos, también puros, también independientes de
la experiencia en su formación, pero que a diferencia de aquéllos no pueden erigirse en condiciones
necesarias de la experiencia. Estos conceptos puros son fruto de una tercera capacidad que Kant
introduce en la Crítica de la Razón Pura, en polémica directa con la metafísica racionalista: la razón como
facultad que busca lo incondicionado para todo condicionado dado. Estas representaciones propias de la
razón que Kant estudia, son las Ideas. Estas no tienen la limitación de las categorías, a saber, referir a
objetos de experiencia. Pero por ello mismo, no aportan conocimiento objetivo alguno. Son las nociones

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de "Dios", "alma" y "mundo como totalidad", objetos de la Teología Racional, la Psicología Racional y la
Cosmología Racional precríticas respectivamente.

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FENÓMENO Y NOUÓMENO: Las categorías no son aplicables fuera de la experiencia, más allá de lo dado
en el espacio y en el tiempo. Ahora bien, la idea misma de algo que aparece implica, correlativamente, la
idea de algo que no aparece, la idea de algo en sí.

El objeto –en tanto que aparece y es conocido- se denomina «fenómeno»; el correlato del objeto,
considerado al margen de su relación con la sensibilidad, se llama «cosa en sí», o bien «noúmeno» (en la
medida en que es algo solo inteligible).

La distinción entre fenómenos y noúmeno es fundamental en el sistema kantiano. Al tratar de esta


cuestión, Kant distingue dos sentidos del concepto de noúmeno:

1) Negativamente, «noúmeno significa una cosa en la medida en que no puede ser reconocida por
medio de la intuición sensible».

2) Positivamente, significa un «objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible», es
decir, por medio de la intuición intelectual.

Ahora bien, como carecemos de intuición intelectual y solo tenemos intuición sensible, nuestro
conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de noúmeno queda
como algo negativo, como límite de la experiencia, como límite de lo que puede ser conocido. No hay
conocimiento de las cosas en sí, de los noúmenos. El acceso a las cosas en sí no se halla en la razón
teórica, sino en la razón práctica, como veremos.

La distinción entre fenómenos y noúmeno permite comprender por qué Kant denomina a su
doctrina «idealismo trascendental»: porque el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de
posibilidad de los fenómenos de la experiencia y no propiedades o rasgos reales de las cosas en sí
mismas.
DIOS, ALMA Y MUNDO: hay tres ideas trascendentales: alma, mundo y Dios. Mediante la idea de alma,
dice Kant, unificamos todos los fenómenos del psiquismo; es la condición incondicionada de todos los
fenómenos psíquicos (es decir , todos los fenómenos que tienen lugar en mi psiquismo han de ser
remitidos a un yo). Mediante la idea de mundo unificamos todos los fenómenos de la experiencia; la
idea de mundo es la condición incondicionada de todos los fenómenos de la experiencia (es decir, todos
los fenómenos de experiencia tienen lugar en el mundo). Mediante la idea de Dios unificamos la
totalidad de los fenómenos psíquicos y de la experiencia en una única causa de la que dependen y por la
que son explicados (Dios es la condición incondicionada de la existencia del alma y el mundo, su causa
última).
Pero si bien las ideas trascendentales nos ayudan a unificar en el pensamiento la totalidad de los
fenómenos, sean psíquicos o de la experiencia externa, sin embargo, al no poseer intuición ninguna de
las realidades a las que refiere la unidad de los fenómenos (Dios, alma, mundo) esas ideas
trascendentales no nos ofrecerán ningún conocimiento. Son conceptos puros, sin ningún contenido, que
sólo sirven para unificar los conocimientos del entendimiento, pero que nos proporcionan ellos mismos
conocimiento alguno.
La razón, sin embargo, entusiasmada por el avance del razonamiento, se cree capaz de alcanzar el
conocimiento de esos principios últimos, incondicionados, de todo lo real; y cae en todo tipo de
contradicciones: son las antinomias y paralogismos de la razón pura, que Kant analizará posteriormente
desmontando todas las ilusiones metafísicas concebidas por la razón acerca de la posibilidad de su
conocimiento.
La metafísica, pues, aunque posible como disposición natural es imposible como ciencia: para que haya
conocimiento un contenido empírico tiene que ser subsumido bajo una categoría; pero de los objetos de
la metafísica (Dios, mundo, y alma) no poseemos ningún contenido empírico. Son conceptos puros de la
razón, ideas trascendentales.

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Como resultado de la Estética Trascendental y de la Analítica Trascendental se sigue la distinción de


todos los objetos en fenómenos y noúmenos. Por fenómeno entiende Kant el objeto tal como es
percibido por nosotros una vez que los contenidos de la sensación han sido sometidos a las formas
trascendentales del espacio y el tiempo, por lo que respecta a la sensibilidad, y a las categorías por lo
que respecta al entendimiento. La única forma posible de conocimiento, para nosotros, es el
conocimiento de la realidad como fenómeno. Lo que sea esa realidad considerada "en sí misma", en
cuanto noúmeno, es decir, independientemente de nuestro modo de conocerla, es algo que está fuera
de nuestro alcance. Las categorías del entendimiento sólo se pueden aplicar a contenidos procedentes
de la intuición sensible, (ya que no hay ningún tipo posible de intuición intelectual), sólo se pueden
aplicar a objetos de una experiencia posible.
¿Qué ocurre, pues, con esas supuestas realidades que están más allá de la experiencia posible? ¿Qué
ocurre con Dios, con el alma, con el mundo como totalidad, realidades sobre las que la metafísica ha
pretendido siempre tener un conocimiento cierto y seguro? Los conceptos de la razón pura, en la
medida en que no pueden ser aplicados a ninguna intuición empírica, son vacíos. Contienen solamente
la función unificadora que es propia de los conceptos de la razón, pero no pueden ofrecernos ningún
conocimiento. Ocurre con ellos lo mismo que ocurría con las categorías: en la medida en que pretenden
prescindir de toda experiencia posible, pues, son incapaces de ofrecernos conocimiento alguno, ya que
todas sus elaboraciones tienen lugar en el vacío. Por lo tanto, no tienen valor cognoscitivo.
En resumen:
- Dios: entidad trascendente y causa del mundo. No se puede conocer su existencia, pero sí
postularla a partir de la reflexión relativa al mundo moral. Kant sistematizó y resumió los
argumentos tradicionales para la demostración de la existencia de Dios en argumento físico
teológico; argumento cosmológico y argumento ontológico
- Alma: el principio inmaterial, simple y espiritual fundamento de nuestra vida psíquica. Según
Kant no es posible su conocimiento, aunque podemos postular su existencia como
consecuencia de la reflexión relativa a la experiencia moral. La percepción externa (los cinco
sentidos) nos muestran los cuerpos, y el sentido o percepción interna nos muestra el yo como
ser pensante, nos muestra la realidad psíquica. La psicología filosófica racionalista creyó posible
alcanzar el conocimiento del alma entendida como el sujeto o responsable último de dicha vida
psíquica: a partir del concepto “yo pensante” dedujo las características tradicionales del alma:
inmaterialidad, incorruptibilidad, identidad o personalidad y espiritualidad (que es la suma de
las tres propiedades). Aunque no negó la existencia del alma y de sus propiedades, Kant
consideró imposible su conocimiento y mostró que esta psicología racional utiliza
argumentaciones engañosas o paralogismos. De lo psíquico sólo es posible y legítima
la psicología empírica o conocimiento no del alma sino de las leyes naturales que determinan
los procesos y modificaciones de nuestra vida psíquica empírica (la que se ofrece a la
percepción interna).

UVA 10
KANT, BETHAM Y MILL
LA ÉTICA KANTIANA
En la ética de Immanuel Kant, facultades humanas, cualidades o circunstancias que se suelen valorar
positivamente (como el ingenio, la perseverancia o la riqueza, por ejemplo) no son buenas en sí mismas,
ya que pueden ser utilizadas para dañar. Para ser buenas, tienen que ser guiadas por una buena
voluntad, y por lo tanto lo único bueno sin restricción es –justamente– la buena voluntad. Esto significa
que la bondad de la acción no depende de que busque o logre un determinado fin; al contrario, será
buena en sí misma en la medida en que no dependa de inclinación, interés o resultado algunos. Dentro
de las acciones que podrían ser consideradas morales, el filósofo distingue entre acciones conformes al
deber –por inclinación mediata o inmediata– y acciones por deber. Y sostiene que sólo estas últimas
tienen valor moral, porque son aquellas que realizamos porque es lo que corresponde hacer y cuyo
único propósito es el cumplimiento del deber. Actuar moralmente significa hacerlo de tal manera que

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quisiéramos que toda la humanidad hiciera lo mismo que nosotros; es decir que se trata de una ética
formal, que no brinda un catálogo de acciones correctas, sino un procedimiento para determinar cuáles
lo son: si queremos que nuestro accionar se torne una ley de aplicación universal, entonces, estamos
actuando correctamente. De ahí que la formulación más general de esta ley –denominada “imperativo
categórico”– sea la siguiente: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que
se torne ley universal”. Esta ley nos es dictada por la razón práctica, y cuando nuestra voluntad obedece
solamente a imperativos dictados por la razón, es autónoma. La ética de Kant es autónoma porque es el
propio sujeto el que determina a sí mismo a obrar, a darse a sí mismo su ley, sin que sea impuesta por
nada; también es formal porque prescinde de elementos empíricos y se funda de manera exclusiva en la
razón, se trata de una Ética estrictamente racional. Por último, es universal porque él postula que hay
leyes universales y no universales, lo que él denomina imperativos categóricos (universales) e
imperativos hipotéticos.
VOLUNTAD Y BUENA VOLUNTAD: la voluntad es la facultad a la cual podemos determinarnos (podemos
determinar nuestra conducta) en virtud de principios; es el “motor de la acción”. Kant distingue la
voluntad santa y la voluntad humana. La santa es aquella que sólo puede ser determinada por la razón,
nunca por la inclinación, como ocurre en Dios. Para esta voluntad la ley moral no tiene la forma de
imperativos puesto que inevitablemente, dada su constitución, cumplirá la ley; mientras que la humana
puede ser determinada, además de por la razón, por la inclinación. Dado que la inclinación puede
movernos a realizar una acción contraria al deber, en nuestro caso la ley moral tiene la forma de
imperativo (“debes hacer X”).
La buena voluntad es la voluntad que es buena en sí misma, que es buena no porque gracias a su
actuación el sujeto pueda alcanzar un determinado fin sino porque actúa exclusivamente por deber. Y
ello aunque luego las acciones que el sujeto hace puedan verse truncadas en su intención, o puedan
tener consecuencias no queridas por el sujeto e incluso contrarias a la felicidad de los demás. La buena
voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber.
Una buena voluntad es aquella facultad cuando adopta buenos principios y se propone a actuar
acordemente. Puede hacerlo cuando necesita constreñirse en orden de realizar la acción, pero también
cuando no sea necesario, porque sus buenos principios están en una contingente armonía con las
inclinaciones (deseos empíricos y no-morales).
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD: Llamamos autónomo a un sujeto cuando se da a sí mismo sus propias
leyes y es capaz de cumplirlas. La autonomía de la voluntad describe la circunstancia de que cuando un
sujeto se comporta moralmente él mismo se da las leyes a las que se somete, pues dichas leyes tienen su
origen en la naturaleza de su propia razón. Esta tesis kantiana es una consecuencia de los ideales de la
Ilustración (que tiene en Kant a uno de sus representantes más importantes): la emancipación de la
humanidad, tanto social como individualmente, el paso a su mayoría de edad, es una consecuencia de la
realización de la Razón en la vida privada y pública.
RAZÓN: es la facultad formuladora de principios y se divide en teórica y práctica. No se trata de dos
razones distintas sino de dos usos de la misma y única razón. Cuando dichos principios se refieren a la
realidad de las cosas, cuando utilizamos la Razón para el conocimiento de la realidad, estamos ante el
uso teórico de la Razón (o Razón Teórica); cuando dichos principios tienen como objeto la dirección de la
conducta, la Razón tiene un uso práctico (Kant la llama Razón Práctica). En su uso teórico la Razón
genera juicios y en su uso práctico imperativos o mandatos. En un sentido mas restringido y en el
contexto de la "Crítica de la Razón Pura", la Razón es la facultad de las argumentaciones, es la facultad
que nos permite fundamentar unos juicios en otros, y que junto con la Sensibilidad y el Entendimiento
compone las tres facultades cognoscitivas principales que Kant estudia en la “Crítica de la Razón Pura”.

TIPOS DE RAZÓN
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ACCIONES CONFORMES AL DEBER Y POR DEBER:


Según Kant, lo único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es a buena voluntad. Y decir
que una persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por respeto al deber y no solo
conforme al deber. Se puede actuar conforme al deber, pero por motivos interesados, esto es, movido
por inclinaciones, deseos, ventajas o consecuencias beneficiosas. En cambio, actuar por respeto al deber
es tener como único motivo el propio deber, el deber puro.
Ahora bien ¿qué significa actuar por deber? El deber es un imperativo. Un imperativo sin condiciones, un
imperativo absoluto o categórico. Sin embargo, no nos lo impone ni la sociedad, ni una autoridad
externa, ni Dios, ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos lo imponemos nosotros mismos en
tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer la voz de la razón que hay en nosotros. La
persona que escucha y se guía por la razón actúa como corresponde a un ser racional, Para nosotros,
humanos, la voz de la razón se nos impone como un deber porque somos seres racionales imperfectos. Y
somos imperfectos porque estamos dotados de deseos e inclinaciones que nos impulsan en sentido
distinto al de la razón. Si fuésemos seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la
razón no nos parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente.
IMPERATIVO CATEGÓRICO: mandato con carácter universal y necesario; prescribe una acción como
buena de forma incondicionada, manda algo por la propia bondad de la acción, independientemente de
lo que con ella se pueda conseguir. Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a
ningún propósito extrínseco. Para Kant sólo este tipo de imperativo es propiamente un imperativo de la
moralidad. Los imperativos categóricos tienen la forma general "debes hacer X", o, en su versión
prohibitiva, "no debes hacer X"; "debes ser veraz", "no debes robar", son ejemplos de imperativos
categóricos. De todas formas es preciso tener cuidado porque la mera expresión lingüística no es
suficiente para determinar si el imperativo que ha guiado nuestra conducta es hipotético o categórico:
para averiguar si es uno u otro el caso es preciso referirse a lo que ha movido nuestra voluntad: si no
hemos robado, nuestra conducta es conforme al deber (conforme al imperativo “no debes robar”), pero
si no hemos robado por miedo a la policía, el imperativo que hemos seguido es hipotético (“no debes
robar si no quieres tener problemas con la policía”); sin embargo, si no hemos robado porque la acción
de robar es mala en sí misma, independientemente de si nos pueda detener o no la policía, entonces

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nuestro imperativo es categórico. Kant consideró que nunca se puede estar absolutamente seguro de
que nuestra conducta no haya estado motivada por un interés o por algún temor, y por ello concluyó que
cuando nos parece seguir un imperativo categórico siempre es posible que el imperativo por el que nos
regimos sea hipotético. Kant da también unas fórmulas generales del imperativo categórico, fórmulas
que resumen todos los mandatos morales:
- De la ley universal: Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se
torne ley universal
- De la ley de la naturaleza: Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu
voluntad, ley universal de la naturaleza
- Del fin en sí mismo: Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un
medio
- De la autonomía: Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro
legislador en un reino universal de fines

EL UTILITARISMO DE BENTHAM Y DE MILL


La ética desarrollada por Jeremy Bentham se enmarca en una perspectiva positivista, porque, para
evaluar el valor moral de las acciones, propone un parámetro observable (y por ende objetivo) e intenta
medir ese valor, buscando lograr la precisión de las matemáticas. Ahora bien, como las intenciones de
los actos no son observables, pero sí lo son sus consecuencias, estas últimas constituyen el criterio
elegido para determinar ese valor moral. Y, en este sentido, se trata de una ética de tipo
consecuencialista. De acuerdo con el principio utilitarista, una acción es moralmente útil o buena cuando
produce el máximo placer para el mayor número de personas posible. ¿Cómo saber si esto ocurre? Para
ello, Bentham propuso una serie de variables que permiten cuantificar los efectos de una acción
(intensidad, extensividad, duración, proximidad, certeza, fecundidad y pureza), ponderar si producen
mayor placer que dolor y, en consecuencia, determinar si es buena o útil.
Por su parte, John Stuart Mill, discípulo de Bentham, formuló cambios importantes en el utilitarismo.
Mientras que para su maestro no habría diferencias cualitativas entre los diferentes tipos de placeres
que puede satisfacer una acción, Mill consideró que sí las había: los placeres intelectuales son superiores
a los del cuerpo, en la medida en que nos diferencian de los animales, y por lo tanto preferibles. Y como
el placer intelectual no es observable ni medible, no alcanza con medir las variables de orden
cuantitativo para evaluar una acción: hay que considerar la dimensión cualitativa.
EL UTILITARISMO
Sus premisas y alcances El utilitarismo surge en Inglaterra en la misma época en que escribía David
Hume, el filósofo escocés que mencionamos en un tema anterior y que fue uno de los fundadores de la
filosofía empirista. Tengamos presente que el empirismo es la filosofía que sostiene que el conocimiento
proviene de nuestras percepciones y que toda idea en la que no pueda rastrearse la impresión sensorial
que la originó carece de sentido. Por ejemplo, desde esta perspectiva, las ideas de Dios o de alma no
refieren a nada, sino que son sólo ruidos que hacemos con la voz cuando decimos esas palabras. Fuerte,
¿no? Dentro del marco empirista, entonces, el utilitarismo pretende encontrar un parámetro observable
para medir el valor moral de las acciones. Obviamente, la intención o los preceptos que tenga una
persona para llevar a cabo una acción no son algo observable. En cambio, las consecuencias concretas
que pueda tener una acción sí lo son, y por lo tanto son objetivas y medibles. De ahí que éste sea el
criterio elegido para juzgar la conducta moral. El núcleo central de esta escuela reside en su definición de
‘bueno’, que consiste en lo siguiente: “la máxima felicidad para el mayor número de personas posible”.
Pero, ¿en qué tipo de felicidad están pensando? Esta premisa debe implicar una definición de felicidad,
que el utilitarismo rastreará en el hedonismo. De allí es que los utilitaristas, en su filiación a esa corriente
griega, conciban la felicidad en relación con el placer. Así, el principio utilitarista puede ser reformulado
de la siguiente manera: “el máximo placer para el mayor número de personas posible”. Éste –según
Bentham y Mill– debe ser el criterio a partir del cual debemos decidir si una acción es correcta o
incorrecta. En síntesis, esta escuela descansa en dos cuestiones principales: (a) Que la buena vida de un
hombre es una vida de placer. (b) En tanto los hombres son agentes morales, ellos deberían actuar de
acuerdo con el máximo placer para la mayor cantidad de personas posible. La primera pregunta que

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surge, entonces, es en qué punto es posible juzgar un acto como bueno, tomado en este sentido
utilitarista. Un acto puede ser juzgado como bueno o malo, según sus intenciones (como lo veremos en
el caso de Kant) o según las consecuencias que pueda tener. Cuando un acto es juzgado por sus
intenciones, lo que evaluamos es en qué estaba pensando esa persona cuando hizo algo. Muchas veces
la gente hace actos valiosos porque espera algo a cambio. Así, un político que tiene una mala imagen
pública puede hacer una gran donación, u otro tipo de obras de caridad, pero no porque esté bien
hacerlo, sino para que se modifique su imagen. Si la opinión pública evaluara ese acto desde el punto de
vista de la intención que lo originó, consideraría que ese acto es menos bueno o valioso que uno similar
realizado por Teresa de Calcuta (si viviera), dado que en este último caso la intención sería simplemente
ayudar a los más pobres. Si se evalúa un acto por sus consecuencias, en cambio, lo que se considera es el
resultado. Y en este caso, no importa la intención de Teresa ni la del político: si los dos donaron la misma
suma de dinero para ayudar a la misma organización, los actos de ambos son igualmente buenos. Ahora
bien, ¿cuál es la posición del utilitarismo a la hora de juzgar un acto? El utilitarismo evalúa los actos
según sus consecuencias, y por este motivo a este tipo de éticas se las denomina consecuencialistas.
Pero aquí no termina todo: de esta definición de ‘bueno’ se desprende también que esta escuela es
extensionalista, en el sentido de que evalúa los actos por sus efectos y no por quién los lleva a cabo.
Muchas veces el mayor número de placer para la mayoría puede producir una cantidad desmedida de
dolor para una minoría (cuyo número podría ser considerable), con lo cual el placer de la mayoría debe
estar balanceado con el dolor de la minoría. Es decir, el placer de muchos no debe exceder en gran
medida al dolor de unos pocos (o no tan pocos). De allí que una cuestión central para los criterios
utilitaristas de Bentham sea la posibilidad de un cálculo 4 de utilidad que pueda cuantificar los efectos de
una acción y, por ende, determinar su moralidad. Para el utilitarismo, la ética, en tanto vincula el bien y
el placer a través de lo útil, necesita “matematizar” la moral. Para ello, intentará ver de qué modo se
puede medir el bien y el mal de los actos. Volvamos al concepto de utilidad. Hay, en primera instancia,
dos aspectos fundamentales involucrados en él: uno es la intensidad y el otro es la extensividad; el
primero remite a la condición de máxima satisfacción de una necesidad, y el segundo, a la cantidad de
individuos afectados por ese acto u objeto útil. Así, la llegada del fin de semana nos da placer porque
satisface nuestra necesidad de descanso. ¡Pero una semana con dos sábados sería aún mejor! Y sería
mejor que cada uno se tome un día más de descanso, porque si es feriado descansamos todos, es decir,
afecta a una mayor cantidad de gente. Aquí cabría una consideración en relación con el hedonismo
antiguo; para éste la felicidad está en la búsqueda del placer; pero para el utilitarismo, aunque Bentham
o Mill no lo hayan enunciado de este modo, la felicidad estaría no exclusivamente en obtener placer y
evitar el dolor, sino en la satisfacción de necesidades, que no es exactamente lo mismo. En la época en
que se publicaron los primeros escritos de Bentham, se los caricaturizaba con dibujos de cerdos
dedicándose a los más bajos placeres del cuerpo. Pero en realidad, él pensaba más bien en el placer que
da satisfacer una necesidad. Un fin de semana largo después de rendir un examen difícil es muy
placentero, ¡pero tampoco es una bacanal! Veamos otro ejemplo. Un medicamento es más útil si
resuelve la congestión gripal, pero si además es antifebril, es mejor que aquel que sólo sirve para la
congestión. En este sentido se mide la intensidad, y si el medicamento tiene eficacia en el mayor número
de personas con las menores contraindicaciones, será, por carácter extensivo, más útil y, por lo tanto,
mejor. No obstante, rápidamente podemos advertir que en este cálculo de utilidad aparecen algunos
dilemas éticos. Puede ser que un medicamento, por ejemplo, sea intensamente mejor que otro pero
muy caro. Su alcance, en cuanto a la cantidad de personas que pueden beneficiarse con él, es menor.
¿Cuál es más útil?: ¿el que satisface más necesidades?, ¿o el que alcanza a más gente? Debido a
cuestiones como la ejemplificada arriba, aparecen otras variables, junto a la extensividad y la intensidad,
que hay que tener en cuenta para hacer el cálculo utilitarista. Una es la cuestión de la duración. En
efecto, puede ser que una acción sea útil por un tiempo menor que otra, y por ende será preferible la
que proporcione placer durante más tiempo. Por lo tanto, la condición temporal se convierte en otra
clave para dar cuenta de qué puede ser considerado útil. También hay que atender a la proximidad.
Puede que algo proporcione placer pero a muy largo plazo. Comparado con otro objeto o acción que nos
satisface de manera inmediata, pareciera que hay que preferir la última. Otro factor que entra en el
cálculo utilitarista es la certeza de que esa acción efectivamente va a ser útil para la mayoría. Esto le
agrega valor a una acción frente a otra acerca de cuyas consecuencias no estamos seguros. Además, hay
que tener en cuenta la fecundidad de ese acto, es decir, que dé lugar a futuros placeres; y, por último, la
pureza, esto es, que esa acción no conlleve dolor. Con todos los aspectos mencionados, deberíamos
poder calcular exactamente el valor de una acción. Se le asignarán puntajes a cada variable y la acción
que sume el puntaje más alto será la más útil, la que proporciona mayor placer. ¡Hay que tener un

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posgrado en matemáticas para decidir algo! Como podemos ver, estas consideraciones sitúan al
utilitarismo como una teoría que no presta demasiada atención a lo que sucede en la intimidad de la
persona, sino a una forma de objetividad, de exterioridad medible, cuantificable, que intenta
emparentar la ética con las ciencias del cálculo. Si bien hemos hecho referencia a la filiación del
utilitarismo con el hedonismo, hay en la corriente griega un egoísmo intrínseco que no pone de relieve el
vínculo con el otro: todo lo bueno es bueno para el individuo en tanto le provoca placer. En esta
ecuación, placer=felicidad=bien, no hay lugar para lo social más que como horizonte en el 5 cual
encontramos nuestras satisfacciones. Por eso se dice que el hedonismo antiguo es egoísta. El
utilitarismo, en cambio, pondrá en consideración la inclusión del otro en la medida en que una
necesidad del ser humano, uno de los puntos que se debe resolver en función de su felicidad, es ser
amado. Igualmente, la asociación entre felicidad y placer es bastante débil, tal como hemos podido ver
cuando estudiamos a los filósofos clásicos. Incluso, desde nuestra perspectiva del sentido común y desde
la concepción actual de felicidad, es bastante clara la diferencia: buscamos placer porque lo
consideramos bueno; pero a la felicidad no la buscamos porque sea buena. Por el contrario, nos
ponemos felices cuando hemos alcanzado algo que consideramos bueno. De hecho, para evitar todas
estas dificultades en cuanto a la identificación entre felicidad y placer, los utilitaristas contemporáneos
han buscado otras alternativas a la hora de definir a la felicidad. Un punto importante a tener en cuenta
es que para el utilitarismo la felicidad de cada persona cuenta por igual. Debemos tener presente esta
tesis, especialmente debido a la asociación que tiene en nuestra sociedad este término con el ámbito
empresarial y con el egoísmo, basada en el vínculo de este término con la palabra ‘útil’. Sin embargo,
nada más lejos de esta escuela, pues uno de sus conceptos centrales es el de imparcialidad. Como
explica Mill, “la felicidad que constituye el criterio utilitarista de lo que es correcto en una conducta no
es la propia felicidad del agente, sino la de todos los afectados. Entre la felicidad personal del agente y la
de los demás, el utilitarista obliga a aquél a ser tan estrictamente imparcial como un espectador
desinteresado y benévolo.”1 Esto significa que, al contrario de cualquier posición defensora del egoísmo,
uno debe sacrificar su propia felicidad en aras de la felicidad de la mayoría. En realidad, esta concepción
de imparcialidad ha dado lugar a una serie de debates de interés, no por el egoísmo que está en su base,
sino –por el contrario– por su excesiva exigencia. De hecho, esta exigencia es aun mayor si tomamos en
cuenta que para esta escuela no tiene sentido establecer una distinción moral entre seres humanos y no
humanos, lo cual significa que un animal debe ser tratado moralmente como un ser humano. Esta
posición es utilizada por varios ecologistas que rechazan el maltrato a los animales, así como su uso para
experimentaciones de distintos tipos y para el entretenimiento de los seres humanos. Bentham dio
fundamentos para estas tesis al desplazar lo que define el trato moral de un ente desde la razón o el
habla hacia la sensibilidad. Así, si consideramos que un ente es sensible al dolor, no debe ser maltratado.
Este filósofo plantea su tesis con las siguientes palabras: “Puede llegar el día en que el resto de las
criaturas animales pueda adquirir aquellos derechos que nunca podrían habérseles negado, excepto por
la mano de un tirano. Los franceses ya han descubierto que el color negro de la piel no es razón para que
un ser humano sea abandonado sin más al capricho de un torturador. Tal vez llegue un día en el que se
reconozca que el número de piernas, la vellosidad de la piel o la terminación del os sacrum sean razones
igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible a la misma suerte. ¿Qué otra cosa podría
trazar la insuperable línea? ¿Es la facultad de la razón, o quizá la facultad del habla? Pero un caballo o un
perro adultos son, sin comparación, animales más racionales, así como más capaces de sostener una
conversación, que un bebé de un día o una semana o incluso un mes de edad. Pero supongamos que
fuera de otra manera, ¿de qué les serviría? La pregunta no es ¿pueden razonar? ni ¿pueden hablar?, sino
¿pueden sufrir?”2 En efecto, supongamos que vivimos en un departamento de tres ambientes en un
barrio de clase media, poseemos un automóvil pequeño y tenemos un estándar medio de vida. Un día
alguien nos toca el timbre y nos 1 J. S. Mill, citado por Rachels, James. Introducción a la filosofía moral.
Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 165. 2 Rachels, James, Introducción a la filosofía moral.
Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2007, pp. 157-158. 6 recrimina la vida lujosa que tenemos, en
contraste con la gente del norte del país que muere de hambre. Nos exige que nos mudemos a un
departamento de dos ambientes, vendamos el auto y que donemos el dinero restante para nutrir a
gente que no conocemos. ¿Cómo lo tomaríamos? Si fuéramos utilitaristas consecuentes, deberíamos
hacerlo, pero desde el sentido común no nos cierra. Si bien podemos juzgar positivamente a quien tome
esa posición, no la consideramos obligatoria. Pareciera que desde el sentido común no existe esta
imparcialidad exigida por Bentham, y que no todos somos iguales. En efecto, una cosa es nuestra familia
y amigos y otra es el resto de la humanidad, la mayor parte de la cual nos resulta desconocida. Por los
primeros daríamos muchos, sino todos nuestros bienes, pero no haríamos lo mismo por el segundo

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grupo. Esta distinción está excelentemente graficada en la siguiente objeción al utilitarismo: “Un padre
que deja que su hijo se queme, sobre la base de que en el edificio en llamas había alguien más cuya
contribución futura al bienestar general prometía ser mayor, no es un héroe; es (correctamente) objeto
de desprecio moral, un leproso moral.”3 4. El utilitarismo de Stuart Mill Anteriormente dijimos que Mill
había suavizado el utilitarismo de Bentham. Resta preguntarnos entonces cuál es la diferencia entre la
posición de uno y otro y en qué consiste esa moderación propia de Mill. Una diferencia importante es
que Bentham asumió que si se calcula el aumento de placer que causa una acción determinada, ésta
producirá ese placer en cada persona en cantidades iguales; más aún: él asumió que no habría
diferencias cualitativas entre placeres, sino solamente cuantitativas, tales como la intensidad o la
duración. Supongamos, por ejemplo, que el placer que provoca comer un chocolate sea x cantidad, de
acuerdo con su intensidad, extensión, duración, etc. Supongamos, además, que leer una novela
provoque la misma cantidad de placer. Según Bentham, no habría ninguna diferencia, desde el punto de
vista ético, entre estas dos acciones. Así, para Bentham el cálculo del placer supone únicamente factores
cuantitativos. Pero Mill no estaba de acuerdo con esto; como Epicuro, él consideraba que los placeres de
la inteligencia son diferentes, superiores a los placeres del cuerpo. De ahí que distinguió entre tipos de
placeres y evaluó cuáles eran los más valiosos. Para Stuart Mill, la variante de placer que debe
considerarse como buena es la que él denomina placer intrínseco, es decir, aquel placer mental,
inherente a la psicología humana. Por otra parte, están los placeres extrínsecos, que valen en la medida
en que pueden generar los intrínsecos, es decir que son un medio para obtener los otros. Esto nos lleva a
considerar que no es posible determinar la bondad de algo por la sola consideración cuantitativa, tan
importante en la perspectiva de Bentham, ya que el impacto psicológico de los actos no puede
mensurarse fácilmente ni homogeneizarse para determinar un canon de bondad, utilidad y, por lo tanto,
de moralidad. En estas consideraciones, Mill también propone la clasificación de los placeres en
subjetivos y objetivos, siendo los primeros psicológicos y más deseables que los segundos, aunque éstos
últimos tienen la ventaja de que podrían ser calculables, mientras que los primeros no. Con respecto a lo
que entiende Mill por placer, oigámoslo a él: “Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo
satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho. Y si el tonto o el cerdo son de una
diferente opinión, es porque ellos conocen solamente su propio lado de la cuestión. En cambio, la otra
parte de la comparación conoce ambos lados.”4 Como podemos apreciar, ésta es una importante
restricción al principio que 3 Ibídem, p. 176. 4 Ésta es una célebre frase que encontramos en el capítulo 2
de su texto El utilitarismo (2007). 7 asocia placer y felicidad con aquello que es deseable o no. Y de
alguna manera muestra que, siguiendo a la tradición griega, la vida intelectual es más preciada que la
material. Para comprender hasta qué punto ambas posiciones pueden llegar a oponerse,
preguntémonos nosotros: ¿qué nos generaría más placer: una noche en el Colón o una noche de lujuria
asegurada? En el caso de Mill la respuesta será, sin lugar a dudas, la primera. Como Bentham, en cambio,
les otorga a todos los placeres el mismo valor, evaluará qué genera mayor placer para la mayoría. Y ¿cuál
de las opciones suponemos que preferirá la mayoría? 5. El utilitarismo como concepción liberal El
pensamiento utilitario, en particular a los puntos que lo lleva Stuart Mill, sostiene lazos con la política, la
psicología y la antropología. Parte de estas disciplinas y vuelve a ellas. En un fragmento de Sobre la
libertad expresa con claridad su perspectiva y la manera en que la ética queda instaurada en medio de
consideraciones de aquellas otras disciplinas y manifiesta una necesaria articulación del utilitarismo con
las posiciones liberales y su inherente individualismo. “Que la especie humana no es infalible; que sus
verdades no son más que medias verdades, en la mayor parte de los casos; que la unidad de opinión no
es deseable a menos que resulte de la más libre y más completa comparación de opiniones contrarias, y
que la diversidad de opiniones no es un mal sino un bien, por lo menos mientras la humanidad no sea
capaz de reconocer los diversos aspectos de la verdad, tales son los principios que se pueden aplicar a
los modos de acción de los hombres, así como a sus opiniones. Puesto que es útil mientras dure la
imperfección del género humano, que existan opiniones diferentes, del mismo modo será conveniente
que haya diferentes maneras de vivir; que se abra campo al desarrollo de la diversidad de carácter,
siempre que no suponga daño a los demás; y que cada uno pueda, cuando lo juzgue conveniente, hacer
la prueba de los diferentes géneros de vida. En resumen, es deseable que, en los asuntos que no
conciernen primariamente a los demás, sea afirmada la individualidad. Donde la regla de conducta no es
el carácter personal, sino las tradiciones o las costumbres de otros, allí faltará completamente uno de los
principales ingredientes del bienestar humano y el ingrediente más importante, sin duda, del progreso
individual y social.”5 Si en la posición de Bentham la clave del utilitarismo estaba en función de
responder al móvil fundamental del hombre, que es placer-dolor (díada inscripta en la condición
humana y que se despliega en todas las direcciones hasta llegar a la ética), en Mill lo útil es la posibilidad

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del hombre de expresarse libremente: es útil aquello que del hombre permite producir progreso, tanto
individual como colectivo. En Bentham, lo útil estaría en función de satisfacer necesidades, en Mill en
proyectar al individuo libremente, afirmando su diversidad y su originalidad. Es importante señalar que,
en este punto de Mill, no hay un anclaje tan claro en el hedonismo, sino más bien en el liberalismo
propio de la Inglaterra del siglo XIX. Bienestar y progreso son dos características que están en sintonía
con el liberalismo y abren la cuestión a la política y a la función del Estado. Un tema en el que se pone de
manifiesto la tensión existente entre esta concepción liberal utilitaria de la vida y la visión que impera en
la sociedad actual es la eutanasia. El término ‘eutanasia’ viene del griego eu, que significa ‘buena’, y
thanatos, ‘muerte’, y se refiere al derecho que tiene el ser humano a decidir sobre cuándo morir. El
debate se plantea en aquellas situaciones en las que las personas no pueden llevar a cabo dicha
decisión, como sucede en ciertas instancias de las enfermedades terminales, donde están bajo el control
médico, o en personas impedidas de 5 Mill, John Stuart. Sobre la libertad. Madrid: Alianza Editorial,
1970, p. 68. 8 movimiento. Por lo general, actualmente se recurre a argumentos cercanos al
paternalismo para rechazar dicho derecho, como por ejemplo, el planteado por John Locke de que Dios
nos ha creado y es nuestro dueño, por lo que no podemos hacernos nada que afecte a su propiedad. Los
utilitaristas, por el contrario, favorecen esta práctica, pues rechazan restringir cualquier libertad que no
afecte a terceros. Veamos cómo lo explica Bentham: “El único fin por el cual es justificable que la
humanidad, individual o colectivamente, se entremeta en la libertad de acción de uno cualquiera de sus
miembros es la propia protección. Que la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho,
ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es evitar que perjudique
a los demás. Su propio bien, físico o moral no es justificación suficiente […] Sobre sí mismo, sobre su
propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano.”6 Otro ejemplo de la concepción liberal de esta
escuela se encuentra también en el modo en que concibió el problema de la prisión y en qué consistía
una pena. Bentham rechazaba el retribucionismo, es decir, devolverle de algún modo al ofensor su mala
acción (un paradigma de esta posición es la famosa Ley del Talión, resumida en el Antiguo Testamento
con la frase “Ojo por ojo y diente por diente”). En su opinión, todo castigo era malo en sí mismo, siempre
y cuando el castigo supusiera tratar mal a la gente, quitándole su propiedad, mediante una multa, su
libertad, con la prisión, o incluso la vida; pues, en realidad, lo que todo esto hacía era aumentar el
sufrimiento en el mundo. Si de lo que se trata es de aumentar la felicidad en el mundo, la única
justificación para encerrar a los criminales es aislarlos para que no sigan infringiendo la ley. Sin embargo,
el concepto de la prisión se vio modificado cuando las ideas utilitarias empezaron a propagarse en las
distintas legislaciones. En efecto, la prisión dejó de ser considerada como un lugar de castigo, en el que
se encerraba a los malhechores, para convertirse en un centro de rehabilitación. Su objetivo pasó a ser
modificar la mala educación recibida y capacitar a quienes estaban encerrados para insertarlos en el
mundo laboral. En nuestro próximo tema, veremos cómo se puede concebir el castigo y las cárceles
desde otra perspectiva ética: la de Kant. ¡Exactamente al revés! 6. Algunas críticas En este punto
reuniremos algunas de las dificultades que se desprenden de lo que hemos venido señalando a lo largo
del apartado. Como hemos visto, la primera gran dificultad es determinar en qué consiste tanto el placer
como la felicidad, que son los conceptos fundamentales para la propuesta de qué es bueno, según esta
escuela. A este punto se le debe agregar la cuestión de cómo cuantificar el placer. Algunos herederos de
Bentham han propuesto utilizar como criterio la cuantificación del mercado, es decir, lo que se paga por
satisfacer ciertos deseos, intelectuales o no, daría una medida del valor de cada placer. Sin embargo, por
motivos de espacio, no nos adentraremos en este punto. En segundo lugar, tenemos que señalar el
problema consistente en determinar el alcance de una acción desde el punto de vista espacial y
temporal. Al respecto, podríamos recordar lo que dice Borges sobre esto. Para él las consecuencias de un
acto se ramifican hasta el infinito, por lo que un acto es infinitamente bueno y también malo, si es que lo
consideramos desde sus consecuencias; por lo tanto, las probabilidades de bondad o maldad se
neutralizan en el infinito, y con ello su consideración moral entra en la indeterminación.7 Tomemos el
caso de las plantas pasteras de Botnia y Ense como ejemplos de este punto. La ciudad de Fray Bentos, en
Uruguay, es una ciudad fronteriza que ha tenido pasados más gloriosos. Pueblo a la vera de una ruta del
MERCOSUR, vive del comercio y del turismo. En la plaza central hay una glorieta donada por los
emigrados de esa ciudad a diferentes países, lo que demuestra la alta desocupación de la ciudad y la
gran cantidad de emigrados que tuvo por ese motivo. A finales del 6 Rachels, James, óp. cit., pp. 154-
155. 7 Cf. Borges, Jorge Luis y Ferrari, Osvaldo. En diálogo. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 1998, p. 298.
9 siglo XIX la Anglo tenía una planta de procesamiento de carne de grandes proporciones, con un
amarradero para exportar la carne. Esta planta hoy en día se convirtió en “El Museo de la Revolución
Industrial”. La instalación de las plantas pasteras (después quedó sólo Botnia) proporcionaría fuentes de

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trabajo para el lugar y mejoraría de manera ostensible el PBI del país. Esto parecía un negocio redondo
por todas partes. Sin embargo, si ampliamos el alcance de la acción tomando en cuenta un período de
tiempo más amplio que los siguientes cuatro u ocho años –que es lo que tiene en mente un político que
es o apunta a ser presidente– y, además, ampliamos el alcance geográfico más allá de la República
Oriental del Uruguay, veremos que el panorama no resulta tan “redondo”. En efecto, por una parte,
tenemos el reclamo de la gente de Gualeguaychú que sostiene que los olores de la pastera así como las
sustancias limpiadoras utilizadas afectan la playa del Ñandubaysal. Más allá de estos efectos, ya el propio
reclamo de la Argentina fue un efecto no tenido en cuenta por exceder el alcance de lo evaluado a la
hora de tomar la decisión. Desde el punto de vista temporal, también es posible que haya efectos
perjudiciales no tenidos en cuenta en su momento. Así, del sector agrícola cercano a Fray Bentos hubo
reclamos referidos a los árboles utilizados para la pastera, que afectaban la agricultura de la región,
porque absorbían gran cantidad de agua. Por otra parte, podría darse el caso de que los olores y los
desperdicios de la planta terminaran afectando a Las Cañas, que es la playa de Fray Bentos y una fuente
importante de turismo. En síntesis, podría ser que esta planta terminara afectando al campo y al
turismo, dos de los pilares económicos de nuestro vecino país, en un período de tiempo mayor al tenido
en cuenta en la decisión primaria. El tercer punto que se le objeta al utilitarismo es que para ellos
“buenas” son las acciones que consiguen “el mayor bien para el mayor número de personas”. El
problema es que en aras de lograr ese objetivo puede darse el caso que se atente contra las minorías.
Leamos el siguiente ejemplo de Murray Rothbard, para mostrar de qué manera esta consecuencia puede
afectar un derecho de la minoría tan importante como el de la vida. “Imaginemos que en una
determinada sociedad la mayoría aborrece y vilipendia a los pelirrojos y que le gustaría enormemente
acabar con ellos; imaginemos además que en cada período concreto existe un número muy pequeño de
pelirrojos ¿debemos decir que, en tales circunstancias, es «bueno» para la inmensa mayoría degollar a
los pocos individuos de cabellos rojizos?”8 Impactante la cita ¿verdad? Pero en última instancia,
Rothbard quiere resaltar que las necesidades de las minorías también tienen que ser satisfechas.
Entonces, es posible reconstruir una gran cantidad de ejemplos que, desde el sentido común, resultan
inmorales, pero que para el utilitarismo son perfectamente correctos. Veamos el siguiente caso, en el
que se ponen en tensión la felicidad de la mayoría y el principio de equidad ligado con la justicia:
“Supóngase que un utilitarista estuviera visitando un área en la que hubiera conflictos raciales, y que,
durante su visita, un negro violara a una mujer blanca, y que ocurrieran disturbios raciales como
resultado del delito, turbas de gente blanca que, con la complicidad de la policía, golpean y matan
negros, etc. Supóngase también que nuestro utilitarista está en la zona del delito cuando éste se comete,
de modo que su testimonio conduciría a la condena de un negro en particular. Si él sabe que una pronta
detención pondrá fin a los disturbios y linchamientos, seguramente, como utilitarista, debe pensar que
tiene el deber de dar un falso testimonio que producirá el castigo de una persona inocente.”9 7. Las
respuestas a las críticas y el utilitarismo de las reglas 8 Rothbard, Murray. Algunas teorías alternativas
sobre la libertad. Libertas Nº 31, art. 03. Ed. ESEADE, 1999. 9 H. J. McCloskey, citado por Rachels, James,
Introducción a la filosofía moral, p. 169. 10 Los utilitaristas han contraatacado, en primer lugar,
señalando que los casos aquí recogidos son hipótesis que llevan la cuestión del derecho o la justicia a
extremos no realistas acerca del mundo, y de ahí se concluye que esta concepción es errónea. En efecto,
en el mundo real dar falso testimonio tiene malas consecuencias y no buenas, como se propuso más
arriba. Sin embargo, esto no parece una objeción suficientemente fuerte, pues es en estos ejemplos
imaginarios donde salen a la luz los problemas de las distintas teorías que hemos venido viendo hasta
ahora. Una segunda estrategia para responder a esta objeción es poner en duda el sentido común.
Nuestro sentido común no necesariamente es confiable. De hecho, es usual que se recurra a teorías
como las que estamos viendo para avalar de algún modo o justificar lo que dice el sentido común. Pero
hemos visto situaciones en las que la razón nos ha advertido contra lo que dice el sentido común. Habría
que ver hasta dónde no tendremos que rever ciertas cuestiones respecto de los derechos de los
animales o la eutanasia, en las que el sentido común nos guía hacia una dirección y la teoría utilitaria
hacia otra. Una última estrategia, especialmente dirigida hacia el problema de las minorías, es la que se
ha dado por llamar el utilitarismo de la regla. Para entender esta estrategia tenemos que analizar en qué
consiste el utilitarismo, recurriendo a las herramientas vistas en la primera unidad. A la hora de
introducir el tema de la ética, hemos mencionado tres ámbitos diferentes: el ámbito de las acciones; la
moral, en el que se encuentran los códigos que nos dicen qué hacer; y finalmente la ética, que
proporciona la justificación de la moral, es decir, responde a por qué hacemos algo. Hecha esta
distinción, podríamos decir que el utilitarismo –al que denominaremos utilitarismo de la acción para
distinguirlo del de la regla– está en el segundo nivel. Esto significa que nos responde qué hacer en

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determinada situación. El utilitarismo de la regla, por el contrario, se ubicaría a nivel de la ética. A


grandes rasgos, pretende establecer un código moral que sea el que mayor felicidad proporcione a la
mayoría de la gente. Es decir, es una suerte de justificación ética que utilizaría un legislador a la hora de
establecer un código. Grafiquemos esta distinción utilizando el esquema que vimos en el Tema 1: Ética
Utilitarismo de la regla Moral Utilitarismo de la acción Acciones Así, por ejemplo, en el utilitarismo de la
acción se evalúa si mentir va a generar mayor o menor felicidad en una situación en particular. En la
próxima ocasión, deberemos volver a evaluarlo. Dicho con otras palabras, nunca se puede establecer
desde el utilitarismo de la acción una regla o un mandamiento como “No mentirás”. En el utilitarismo de
la regla, en cambio, se trata justamente de determinar una regla como la anterior y para eso se toman en
cuenta diversas situaciones, algunas para las cuales esta regla generará mayor felicidad y otras en las que
no. Si finalmente se concluye que, definitivamente, la regla genera mayor felicidad que su contraria, en
adelante se toma como una regla que no se ha de modificar. En conclusión, el utilitarismo, a pesar de las
críticas que ha recibido, sigue siendo una doctrina muy popular aunque muchas veces, malinterpretada.
Se la suele asociar con el egoísmo pero ya hemos visto que, por el contrario, la felicidad del individuo se
ve supeditada a la de la mayoría. Esta escuela de pensamiento tuvo mucha influencia en 11 las teorías
económicas posteriores. Así, el economista italiano Wilfredo Pareto propuso el famoso principio
económico conocido como “Óptimo de Pareto”. Según este autor, una sociedad alcanza un estado
óptimo cuando no es posible aumentar el bienestar de un agente sin disminuir el de otro. Es decir, una
política es buena si a alguno o algunos les va mejor con dicha política mientras que a ninguno le va peor.
Las teorías económicas neoclásicas de la actualidad continúan esta línea de pensamiento.

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