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A) El esquema del encuentro. Acercarse hacia el otro para estar con él o contra él, pero
nunca solos; "tener que ver" con él (aquí coincidimos con Pagés). Se trata de un esquema
muy general que abarca todos los preludios y todos los avatares antes mencionados:
angustia primaria de la separación; ansiedad ante la propia relación, que es temida y
deseada; búsqueda de semejanza, de protección o de dominación, necesidad de amar y
de ser amado, valoración de sí en y por el grupo. Los análisis precedentes han insistido
sobre todo en las emociones penosas de angustia o de tensiones más intensas, pero es
preciso reconocer en el otro polo estados gratificantes, a veces casi orgásmicos, que
adquieren la forma de un júbilo silencioso, de exaltación lírica y aun de ruidosas
manifestaciones triunfales. "El estar juntos" afectivo, el NOSOTROS cuando escapa al
conflicto o a ese estado de masas y anónimo bien expresado por el pronombre SE, y que
deriva de las hipótesis de Bion, implicar dos sentidos distintos: A- Procesos de connivencia
colectiva de naturaleza fundamentalmente narcisista, "nosotros" es un juego fantástico
de proyecciones y de identificaciones, "espíritu de cuerpo", está encerrado en sí mismo
y es virtualmente agresivo hacia el exterior. Como "inmaturo" nada cambia de su
dinamismo unificador. B- Procesos de comunión, no todos los altos grados de intensidad
emocional, sino un "nosotros" cuyos miembros se comunican y se unen sin confundirse.
"Sentimos en qué nos parecemos y completamos", o bien "Es una especie de alegría que
no impide la lucidez"; "estamos juntos, pero seguimos siendo varios, y está bien que así
sea". En rigor estos dos procesos, connivencia y comunión, pueden alternar, e incluso nos
inclinamos a pensar que los momentos precarios de intercambios de comunión se
despliegan sobre un fondo de connivencia narcisista, en la Vida de los grupos como en la
de las parejas.
B) El esquema del trabajo. La preocupación del trabajo y el progreso. Se trate de grupos
estables o efímeros, formales o informales, centrados en la tarea o en sí mismos; sea la
situación colectiva vivida con entusiasmo o con reserva, en la medida en que subsiste,
dicha preocupación sigue presente. "Hay que marchar." Esta preocupación, compartida
por todos los miembros del grupo, incluido el líder o monitor, es uno de los hilos del
vínculo que mantiene unidas a las personas a través de las crisis; todo proyecto participa
en mayor o menor grado de dos modos de esfuerzo. Un modo de tonalidad imperativa o
competitiva, que sin duda es el más difundido y que a menudo da la impresión de
provenir de presiones "externas". Ese esfuerzo tiene ante todo una función protectora y
compensadora. Todo esfuerzo traduce esa preocupación de actuar y de emprender, que
ya se trasparenta en el juego del niño y que constituye una motivación tan fundamental
como la de amar y ser amado. Modo de esfuerzo, de tonalidad más libre e inventiva, a la
que el adulto llega sin duda menos veces que el niño. En cuanto a la organización racional,
no es otra cosa que su prolongación, cuando el grupo procede a la elucidación de sus
condiciones de ejercicio; las emociones en el plano afectivo.
C) El intercambio creador. La observación de los grupos nacientes revela muy bien esa
oscilación entre dos series de a va tares: los del esfuerzo alternativamente estéril y
productivo, y los del encuentro, en el cual interfieren el deseo de poderío y el de afecto,
la atracción y el temor de los otros; preocupación constructiva y preocupación afectiva
entrelazadas, enfrentadas y a veces confundidas en una experiencia creadora y de
comunión. La cooperación no sea nunca espontánea ni definitiva, sino secundaria y
vulnerable; no es la fuente, la manifestación a la vez objetiva y vivida del vínculo colectivo.
El pluralismo de los esquemas y sus dimensiones implica una forma de superación, ello
no sucede en la existencia de un hilo previo, sino en ciertas experiencias últimas: es el
posible acceso a la intimidad colectiva que puede engendrar, alegría y trabajo eficaces
cuando un grupo, se encuentra animado de un deseo y un poder de creación. El "ser
juntos" y el "hacer juntos" parecen coincidir. Dos zonas, afectiva y racional; en una
especie de estallido dinámico de la vivencia de grupo. Son intercambio y progreso al
mismo tiempo.