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Capítulo VI

AFECTIVIDAD Y VÍNCULOS COLECTIVOS


En este capítulo, nos proponemos explorar aún más esa dimensión afectiva para
esclarecer su sentido, sus implicaciones y, si es posible, las oscuras relaciones con la
dimensión funcional y operativa.
La naturaleza del vínculo colectivo que une a los miembros de un grupo.

I. LAS CONTRIBUCIONES PSICOANALÍTICAS


1. Las indicaciones de S. Freud y de M. Klein
A) Según Freud (bib.), no habría diferencia alguna de naturaleza, sino sólo de nivel, entre
psicología individual y psicología colectiva. La historia del sujeto sólo se desarrolla a través
de una red de relaciones interpersonales, está constituido por las relaciones del niño con
su madre y su padre. Toda relación con los demás es de naturaleza esencialmente
afectiva y deriva de dos dinamismos: el deseo y la identificación. El deseo todas las formas
de "atracción", consiste en buscar el objeto complementario, su posesión exclusiva; en el
apego a la madre. La identificación o las identificaciones son procesos más complejos,
pero también primitivos. Conciernen al "sujeto" del yo, y no a una relación de objeto,
conducen progresivamente a la interiorización de un "modelo" que constituye lo que
Freud denomina "el ideal del yo" y que remplaza parcialmente el apego primario y
narcisista del sujeto hacia sí mismo. Esta relación de identificación adquiere con
frecuencia un carácter hostil, o por lo menos ambivalente. Lo mismo sucede con las
relaciones fraternales: el mayor experimenta ante 'todo un sentimiento de celos ante la
intrusión de un rival en el amor de los padres, antes de que entre los niños se desarrolle
un sentimiento de comunidad. Según Freud, combinación de esos vectores afectivos
constituye la trama de los vínculos de grupo, es a la vez objeto de deseo y de
identificación pues como modelo encarna el "ideal del yo". Los vínculos colectivos, y qué
lugar central ocupa el líder. Según sus propios términos: "El vínculo social se basa en la
trasformación de un sentimiento primitivamente hostil en un apego positivo, que en el
fondo no es más que una identificación", mantenida por el hecho de compartir "un mismo
amor con el mismo objeto"; cuando se introduce una fisura en ese amor, cuando surge
una duda en cuanto a la solicitud del jefe por los miembros, el grupo corre en el acto el
peligro de disgregarse.
B) La psicoanalista inglesa Melanie Klein. Dos puntos. El primero se refiere a la
ambivalencia de los afectos, que un mismo objeto, persona o grupo, puede ser, en forma
alternativa o simultánea, "bueno" o "malo". El origen de ello se remonta al período
infantil, en que el paso de un estado de satisfacción a uno de privación tiende a provocar
reacciones agresivas, en particular hacia la madre y sus cuidados. Las primeras relaciones
de amor hayan sido establecidas por el niño en un momento en que las personas amadas
le otorgaban a la vez placer y frustración repercute, en todas sus relaciones posteriores.
Segundo se refiere a la angustia y las fantasías que ella engloba. Por fantasías entender un
juego de imágenes, y aun un argumento, relacionado con una mezcla de deseos, defensas
y temores de origen infantil. Se trata de una proyección consistente y resistente que se
interpone entre el sujeto y el suceso. M. Klein insistió en particular en las repercusiones
de la angustia y de las fantasías primitivas de fragmentación del cuerpo y de devoración.
Esa angustia puede ser reactivada en la situación de grupo, sobre todo cuando se la vive
como confusa y anónima. La identidad del yo corre el riesgo de ser puesta en tela de
juicio por el individuo que siente el temor de perderse y en cierto modo disolverse en los
otros.

2. El deseo y lo imaginario en los grupos: A- D. AnzieuE, fantasías penetran


profundamente en la vida interna de todos los grupos estables o efímeros, así como en
las relaciones entre esos grupos. Insiste más en las pulsiones que en las ansiedades, y
establece un paralelo bastante notable entre el grupo y el sueño. Muchos deseos
insatisfechos en la vida privada son trasladados a ciertos grupos. Ejemplo, el papel de la
"barra" para el adolescente, clubes, o sectas para el adulto. Grupos "compensadores"
provocan la desconfianza de los miembros de la sociedad "oficial", que sospechan una
satisfacción subrepticia de deseos prohibidos. B- Por otra parte, los deseos realizados en
grupo como en los sueños son a menudo deseos de infancia reprimidos. Los niños imitan
las actividades adultas, sucede lo contrario, en las cuales los adultos vuelven a ser niños
en el plano de las conductas. C-Acciones colectivas son desplazamientos o
simbolizaciones del deseo. Culminan en realizaciones efectivas, pero todas aureoladas de
lo imaginario y de símbolos. Anzieu, la multitud, de la cual se dice por lo general que es
"mujer caprichosa, cambiante, sentimental, se esclarecen por la presencia subyacente de
imágenes paternales.
3. Las hipótesis de Bion
Se basan en una experiencia intensiva de grupos terapéuticos consistentes en
intercambios libres, sin orden del día ni líder designado, se realiza en dos planos: a) Un
plano manifiesto racional, consciente, en relación directa con la realidad objetiva, "grupo
de trabajo". La actividad en él supone un aprendizaje y por lo común es facilitada por una
estructura institucional y diversos sistemas de control aceptados por los miembros que
colaboran voluntariamente. b) Un plano implícito, irracional, por lo general inconsciente
e irrealista, dominado por las fantasías, "grupo de base" es "instantánea e instintiva". Una
"valencia", la disposición espontánea de los individuos a entrar en combinación con el
resto del grupo y a hacer concordar sus sentimientos y su' conducta con lo que Bion
denomina las "hipótesis de base", designa actitudes o más bien esquemas mentales
colectivos (group mentality). Distinguir tres esquemas entre los cuales oscilaría la vida
emocional de los grupos, y constituyen "instrumentos" pertinentes para desentrañar el
material caótico que surge durante las sesiones de grupo.
A) La dependencia, el grupo adopta en forma inconsciente, para ser protegido por una
persona, una idea o un símbolo cuya "función consiste en asegurar la tranquilidad de un
organismo inmaturo", proporcionarle un "alimento material y espiritual". Si el líder
acepta complementariamente el papel omnipotente y protector que se trata de
asignarle. El sentimiento de seguridad se vincula, en varios miembros, con un sentimiento
de impotencia y frustración.
B) El ataque-huida (fight-flight). El líder correspondiente a este esquema es aquel cuyas
intervenciones dan precisamente a los miembros ocasiones de huida o agresión; resucita
fantasías relacionadas con la imagen del padre terrible. Contra un líder que se niega a
garantizar la seguridad del esquema de dependencia, o determinado subgrupo percibido
como desviante o traidor. Se expresa la incapacidad real del grupo para comprender y
amar.
C) El apareamiento (pairing). Sería iniciada y simbolizada en los grupos nacientes por la
formación de parejas y de relaciones de intimidad en el seno del grupo; implicaría la
espera de un "salvador" por nacer, capaz de trasformar al grupo, de arrancarlo de la
destrucción y la desesperanza. Para Bion el fundamento último de la vida afectiva de los
grupos; antes bien, son respuestas variadas y alternadas a ansiedades y deseos muy
primitivos, reactivados por la situación de grupo. Como a lo largo de su historia infantil,
los sujetos se encuentran frente a objetos ambivalentes y fragmentados, gratificantes o
amenazantes por turno, acogedores o devoradores, que se trata de conciliar, eludir o
destruir. El resurgimiento de las fantasías nacidas de estas experiencias constituye el
principal obstáculo para una adaptación a las realidades de la situación colectiva y para
el establecimiento de una colaboración verdadera. Lo propio de la actitud racional es
tratar de conocer y comprender, a diferencia de las actitudes afectivas, caracterizadas por
el rechazo de la experiencia y la tendencia "a remitirse a la eficacia de la magia". Dos
planos, tanto más penosa cuanto que los sujetos "ignoran las fuerzas contra las cuales
luchan" y son el foco de emociones irreprimibles, vinculadas con los esquemas mentales
colectivos que hemos descrito. Cuando el líder (padre, jefe, monitor, psiquiatra) llega a
movilizar las emociones asociadas a los esquemas de base sin poner en peligro la
estructura racional del grupo, gracias a la cual el individuo puede proteger su
personalidad y a la vez seguir siendo miembro del grupo, se establece cierto equilibrio y
el grupo es capaz de colaborar con eficacia.
Alcance de la teoría. 1-Su repercusión fue considerable en el dominio de la psicoterapia
de grupo y de la formación psicosociológica. Por ejemplo, dos grupos puedan a menudo
buscar para conducirlos a individuos paranoicos, en los límites de la alienación; que
tiendan de modo espontáneo a un culto religioso (en el sentido más fuerte del término)
de su jefe. 2- Al insistir en el papel de las fantasías que aparecen en forma casi constante
en la representación del grupo por sus miembros, teorías dinamistas, Lewin. Si el grupo
tiene una realidad sociológica específica e irreductible a la suma de los individuos-
miembros en el campo psicológico de esos individuos, el grupo es vivido en gran medida
según un modo imaginario. Un conjunto de imágenes, afectos e imputaciones de
tonalidad "persecutoria", relativos a los otros y sobre todo al líder. 3- El problema de las
relaciones entre el nivel afectivo y el racional, y el de los resortes de la cooperación,
aparecen como los más discutibles. Los fundamentos y el sentido últimos del vínculo
colectivo.

II. EL PROBLEMA DEL VÍNCULO COLECTIVO


Bion implicar un dualismo tajante, entre el grupo de base, o zona afectiva, y el grupo de
trabajo, o zona racional. Acceso a una cooperación activa que estaría incesantemente
amenazada por la irrupción inconsciente de las ansiedades y de las pulsiones afectivas.
Dos modos de cooperación, una "reflexiva y organizada", la otra "instintiva y análoga" a
una especie de combinación clínica.
1. La hipótesis de un vínculo positivo
Según M. Pagés, en el plano de la tarea y de la racionalidad es lo que constituye muy a
menudo un obstáculo para la cooperación, un "vínculo positivo". Los miembros de un
grupo hacen la experiencia de un vínculo que sobrevive a todas esas experiencias
negativas y las engloba sin negarlas. Una angustia común de abandono, de separación,
de soledad; una soledad compartida, excluiría toda ambivalencia y constituiría por sí solo
una defensa objetiva contra esa angustia básica. Las actividades de la zona racional y a
las estructuras formales de los grupos, tendrían también una función defensiva, contra
las ansiedades provocadas por la copresencia y la relación misma. El origen de la
cooperación no podría residir, como lo piensa Bion, en alguna motivación específica:
deseo de aprendizaje, actitud científica; "espíritu de grupo", que "corresponden a un
estado de inmadurez" y producen por lo tanto una mitología (deificación del grupo,
proclamación de juramentos, de sacrificios, etcétera). Los psicoanalistas no dejarán de
sospechar, incluso bajo la soledad y la diferencia compartidas, o bien un simple modo de
identificación tranquilizador (por lo menos nos parecemos en ese sentido), o bien un
modo sutil de apropiación del grupo por sí mismo. No pueden negar el sentimiento vivido
de estar vinculados por ese intercambio. Los aspectos "complacientes" del espíritu de
grupo, ni los aspectos laboriosos del "hacer juntos". Las objeciones de Pagés se dirigen
más bien contra la oposición que establece Bion entre emoción y racionalidad, y no contra
toda pluralidad de los "ingredientes" que constituyen el vínculo colectivo. En la vida de los
grupos, los esquemas afectivos de encuentro y de intimidad, y los esquemas productivos
de labor y de progreso. ¿el "nosotros" es incompatible con el amor hacia sí mismo, ese
narcisismo al cual Freud consideraba que el hombre jamás podría renunciar?
2. Hacia un pluralismo coherente
Tratar de captar el sentido del vínculo en cuestión, bien en función de motivaciones
básicas, bien en el plano de procesos de relación correspondientes a esas motivaciones
y a vivencias más o menos conscientes. La experiencia nos inclina aquí hacia una actitud
pluralista.

A) El esquema del encuentro. Acercarse hacia el otro para estar con él o contra él, pero
nunca solos; "tener que ver" con él (aquí coincidimos con Pagés). Se trata de un esquema
muy general que abarca todos los preludios y todos los avatares antes mencionados:
angustia primaria de la separación; ansiedad ante la propia relación, que es temida y
deseada; búsqueda de semejanza, de protección o de dominación, necesidad de amar y
de ser amado, valoración de sí en y por el grupo. Los análisis precedentes han insistido
sobre todo en las emociones penosas de angustia o de tensiones más intensas, pero es
preciso reconocer en el otro polo estados gratificantes, a veces casi orgásmicos, que
adquieren la forma de un júbilo silencioso, de exaltación lírica y aun de ruidosas
manifestaciones triunfales. "El estar juntos" afectivo, el NOSOTROS cuando escapa al
conflicto o a ese estado de masas y anónimo bien expresado por el pronombre SE, y que
deriva de las hipótesis de Bion, implicar dos sentidos distintos: A- Procesos de connivencia
colectiva de naturaleza fundamentalmente narcisista, "nosotros" es un juego fantástico
de proyecciones y de identificaciones, "espíritu de cuerpo", está encerrado en sí mismo
y es virtualmente agresivo hacia el exterior. Como "inmaturo" nada cambia de su
dinamismo unificador. B- Procesos de comunión, no todos los altos grados de intensidad
emocional, sino un "nosotros" cuyos miembros se comunican y se unen sin confundirse.
"Sentimos en qué nos parecemos y completamos", o bien "Es una especie de alegría que
no impide la lucidez"; "estamos juntos, pero seguimos siendo varios, y está bien que así
sea". En rigor estos dos procesos, connivencia y comunión, pueden alternar, e incluso nos
inclinamos a pensar que los momentos precarios de intercambios de comunión se
despliegan sobre un fondo de connivencia narcisista, en la Vida de los grupos como en la
de las parejas.
B) El esquema del trabajo. La preocupación del trabajo y el progreso. Se trate de grupos
estables o efímeros, formales o informales, centrados en la tarea o en sí mismos; sea la
situación colectiva vivida con entusiasmo o con reserva, en la medida en que subsiste,
dicha preocupación sigue presente. "Hay que marchar." Esta preocupación, compartida
por todos los miembros del grupo, incluido el líder o monitor, es uno de los hilos del
vínculo que mantiene unidas a las personas a través de las crisis; todo proyecto participa
en mayor o menor grado de dos modos de esfuerzo. Un modo de tonalidad imperativa o
competitiva, que sin duda es el más difundido y que a menudo da la impresión de
provenir de presiones "externas". Ese esfuerzo tiene ante todo una función protectora y
compensadora. Todo esfuerzo traduce esa preocupación de actuar y de emprender, que
ya se trasparenta en el juego del niño y que constituye una motivación tan fundamental
como la de amar y ser amado. Modo de esfuerzo, de tonalidad más libre e inventiva, a la
que el adulto llega sin duda menos veces que el niño. En cuanto a la organización racional,
no es otra cosa que su prolongación, cuando el grupo procede a la elucidación de sus
condiciones de ejercicio; las emociones en el plano afectivo.
C) El intercambio creador. La observación de los grupos nacientes revela muy bien esa
oscilación entre dos series de a va tares: los del esfuerzo alternativamente estéril y
productivo, y los del encuentro, en el cual interfieren el deseo de poderío y el de afecto,
la atracción y el temor de los otros; preocupación constructiva y preocupación afectiva
entrelazadas, enfrentadas y a veces confundidas en una experiencia creadora y de
comunión. La cooperación no sea nunca espontánea ni definitiva, sino secundaria y
vulnerable; no es la fuente, la manifestación a la vez objetiva y vivida del vínculo colectivo.
El pluralismo de los esquemas y sus dimensiones implica una forma de superación, ello
no sucede en la existencia de un hilo previo, sino en ciertas experiencias últimas: es el
posible acceso a la intimidad colectiva que puede engendrar, alegría y trabajo eficaces
cuando un grupo, se encuentra animado de un deseo y un poder de creación. El "ser
juntos" y el "hacer juntos" parecen coincidir. Dos zonas, afectiva y racional; en una
especie de estallido dinámico de la vivencia de grupo. Son intercambio y progreso al
mismo tiempo.

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