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ADOLESCENCIA – Arminda Aberastury

CRISIS DE DESIMBIOTIZACIÓN
Lea Rivelis de Paz

SIMBIOSIS
UtiIizado primero en biología con el significado de asociación y vida conjunta de dos seres con beneficio
recíproco, Wallon introdujo la palabra en psicología aplicándola a un estadio primitivo del desarrollo
ontogenético caracterizado por una básica y casi absoluta dependencia e indiferenciación del niño en relación
con su madre, por la no discriminación entre ambos y por la falta de autonomización.
Wallon distingue en el desarrollo ontogenético de la personalidad dos etapas diferentes: el período de
simbiosis fisiológica que comprende la vida intrauterina y las primeras semanas de vida post-natal y el
período de simbiosis emocional, con la diferencia cualitativa dada por Ia relevancia del ligamnen emocional.
Corresponde a una etapa caracterizada por un subjetivismo radical y un tipo de sociabilidad que se llama
sincrética, con falta de conciencia de sí mismo y del otro y de partes diferenciadas en el conjunto.
Describe a los 3 años un momento critico; el estadio del Personalismo en el que se estabiliza una
diferenciación estructural y se construye una primera forma de autoconciencia. La adolescencia señala la
segunda gran crisis de la personalidad.
Margaret Mahler, describe en el desarrollo evolutivo del niño una fase normal presimbiótica o autista que
se extiende desde el nacimiento hasta los 3 meses, la que es reemplazada por la fase simbiótica propiamente
dicha la (madre y niño forman acá una unidad dual dentro de un límite común “membrana simbiótica”) que
finaliza a los 3 años. Alrededor de esta edad se produce la separación- individuación que debe ir acompañada
en condiciones normales por un proceso similar de separación en su pareja simbiótica.
Bleger lo define corno la persistencia en el adulto de niveles psicológicos muy primitivos de la personalidad,
es decir, de una organización cuya característica fundamenal es la carencia de diferenciación entre yo y no-yo.
De esa primitiva organización sincrética en donde el Yo y los objetos están fusionados, se ira diferenciando
el sujeto merced al interjuego introyección-proyección, que llevará a la discriminación de lo interno y lo
externo, del cuerpo, del mundo y de la mente, a la individuación y la autonomía por el rescate de aquellas
funciones y aspectos de la personalidad que estaban ubicadas en el otro.
Bleger considera que en toda personalidad subsiste un remanente de relaciones y vínculos no
discriminados ni interiorizados (parte psicótica) a los que llama “núcleo aglutinado” que se halla clivado del
resto de la personalidad (parte neurótica). Este núcleo aglutinado comprende las experiencias vitales más
primitivas que subsisten como remanente de las relaciones simbióticas tempranas.
De su amplitud depende: el déficit en la personificación, sentido de realidad, sentimiento de identidad y
esquema corporal, confusión en los roles femenino y masculino y déficit en la comunicación en el plano
simbólico, con incremento de la misma en el plano preverbal.
En la adolescencia se realiza un gran rescate de las partes enajenadas incluidas en la primitiva organización
sincrética a través de una desorganización y reestructuración crítica que pasamos a considerar en algunos de
sus aspectos.

CONCEPTO DE CRISIS
Según Ferrater Mora el sentido originario de “crisis” es “juicio” (en tanto que decisión final sobre un
proceso), “elección”, y en general, terminación de un acontecer en un sentido o en otro. La crisis resuelve una
situación, pero al mismo tiempo designa el ingreso en una situación nueva que plantea sus propios
problemas.
Suele entenderse por “crisis” una fase peligrosa de la cual puede resultar algo beneficioso o algo pernicioso
para la entidad que la experimenta. La crisis no ofrece nunca un aspecto “gradual y normal”; parece ser
siempre lo contrario de toda permanencia y estabilidad.
La relación simbiótica inestable en sí misma sería una relación “crítica” pero la crisis en cuanto nueva
situación, fase de agudización, aceleración y cambio no es simplemente una acentuación o desarrollo de un
permanente estado crítico, sino una modificación sustancial con circunstancias deterrninantes: la
desestructuración del sistema u organización simbiótica.
El conflicto básico de la crisis adolescente es la elaboración del vínculo de dependencia simbiótica, la
remoción de sus relaciones objetales. Los procesos de desprendimiento y diferenciación desorganizan y
desestructuran la precaria identidad lograda hasta ese momento.
En estos momentos de quebranto o disolución del vínculo simbiótico, este importante “grupo psíquico”
clivado del resto de la personalidad, es en parte discriminado, con lo cual pueden recuperarse para el Yo
partes no reconocidas como propias, con un consiguiente enriquecimiento de Ia noción de identidad y
rescate de aquellas funciones que estaban enajenadas de la propia persona y delegadas en el depositario.
La cultura internalizada, mediatizada e instrumentada por la familia, prefiguran de alguna manera la crisis
de la adolescencia, al establecer expectativa y exigencias de independencia, libertad y competencia en el
manejo social, situación nueva y muy diferente para el sujeto de la etapa anterior de protección, contención y
limitación que vive el latente.
El vínculo simbiótico que el sujeto mantiene con sus objetos es en sí mismo inestable y pasa por momentos
de resolución, o desimbiotización, que en situaciones normales (estructura de personalidad, naturaleza del
vínculo y modalidades graduadas de la ruptura) dan lugar a un enriquecímiento del Yo y de la identidad y
rescate de funciones delegadas en el depositario.
El vínculo es discriminado en los momentos de ruptura mediante la diversificación del mismo con otros
objetos (importancia de la existencia de otros depositarios con los cuales “jugar” la relación simbiótica
modificada) y mediante la diversificación de contactos con el mismo objeto (reactivación de las fases genital
previa y perverso polimorfa).
La patología a que da lugar esta cr isis del vínculo simbiótico, depende de varios factores:
a) la estructura de personalidad previa más o menos estable o lograda, la existencia o no de una latencia
adecuada merced a la resolución del conflicto edípico.
b) la estructura peculiar del vínculo simbiótico (simbiosis normal o patológica).
c) la modalidad y alcance de la ruptura simbiótica.

RECREACIÓN DEL VÍNCULO SIMBIÓTICO


ADHESIÓN A SUSTITUTOS
Frente al riesgo de pérdida del vínculo en la “desimbiotización”, el sujeto intenta la resolución del conflicto
recreando regresivamente la situación simbiótica mediante la adhesión a sustitutos, personas o cosas. Tal
sería por ejemplo la especial “aficción” a un grupo extra-familiar en ciertos casos: el grupo de
contemporáneos, la pandilla, los amigos íntimos, la pareja amorosa idealizada.
En orden similar de cosas se encontraría la intensa y efímera afiliación ideológica o religiosa que suele
darse con caracteres patológicos, por su grado de idealización en esta edad. La vestimenta, el cigarrillo, las
drogas y medicamentos que expresan asimismo la adicción a un sustituto, con cierta recuperación del
organismo perdido.
Pareciera que el motor de la adicción a personas (grupos o pareja) y a una ideología actuada a través de
grupos sea el temor dominante a la soledad y al abandono del objeto.
Consideramos que el conflicto básico de la adolescencia es la elaboración de la ruptura del vínculo de
dependencia simbiótica, y en el curso de esta “crisis” elavorativa, aparecen estados de angustia, crisis de
despersonalización, síntomas fóbicos, rituales más o menos pasajeros, alteraciones del esquema corporal,
etc.

DISTORSIÓN DEL ESQUEMA CORPORAL


MANIFESTACIONES HIPOCONDRÍACAS
El crecimiento físico del niño experimenta en la adolescencia una intensificación extrema. Durante un lapso
que dura generalmente de 18 meses a 2 años se efectúa un salto de un nivel a otro que incluye no sólo el
crecimiento sino la metamorfosis, la realidad concreta de un cambio completo por la aparición de los
caracteres sexuales primarios y secundarios.
El azoramiento, la perplejidad, la confusión, el miedo, la nostalgia por el cambio han sido tema escogido
por la literatura mucho antes de su tratamiento psicológico profundo.
Los duelos que el adolescente sufre durante la metamorfosis son:
1- por el cuerpo infantil que abandona
2- por la identidad
3- por la relación infantil con los objetos primarios (los padres se transforman en rivales activos, a
diferencia de la infancia donde la rivalidad era fantaseada)
4- por la imagen corporal ideal fantaseada que se aspiraba tener o llegar a tener y donde interfieren
identificaciones con figuras significativas.
5- por la bisexualidad.

La distorsión del esquema corporal, la vivencia de deformidad de la metamorfosis puberal, es un elemento


más del cuadro de confusión por el profundo cambio interno ocasionado por la recuperación y elaboración de
la parte psicótica de la personalidad, por la ruptura del vínculo simbiótico y pérdida del depositario.
Las alteraciones del esquema corporal se expresan con frecuencia por conductas hipocondríacas, cuyas
características más evidentes son la queja, autoobservación y la relación con el cuerpo.
Rosenfeld, diferenció dos tipos de manifestaciones hipocondríacas:
a) las angustias hipocondríacas temporarias o fases hipocondríacas frecuentes en los momentos de reajuste
vital (adolescencia, climaterio, embarazo) y b) la “hipocondría crónica” o “estados hipocondríacos”, cuadro
grave de tipo defensivo contra un “estado confusional” a menudo ele naturaleza esquizofrénica.
La psicopatología del estado confusional comprende dificultad para diferenciar entre el self y los objetos,
entre objetos buenos y malos, entre impulsos homo y heterosexuales y particularmente entre angustias
depresivas y paranoides.

Bleger ubica en cambio la hipocondría dentro de la patología del núcleo aglutinado. Distingue en esta
última tres circunstancias configuradas por el destino del núcleo aglutinado y por un relación con el Y o más
integrado de la personalidad.
1- Control del núcleo aglutinado (para evitar la reintroyección masiva de partes aglutinadas y no
discriminadas).
2- Pérdida del control del núcleo aglutinado e invasión masiva del Yo.
3- Disgregación psicótica.

La hipocondría sería una forma de control. A través de la utilización del cuerpo como “buffer”, se inmoviliza
a este núcleo aglutinado que comprende objetos y partes del Yo no diferenciados ni discriminados, en un
conglomerado de experiencias frustrantes y gratificadoras que abarcan todas las etapas del desarrollo (oral,
anal, genital) no estratificadas, ni vinculadas entre sí y entre las cuales no se han hecho las básicas
diferenciaciones de los objetos parciales y partes del Yo (propias de la posición esquizoparanoide). Se trataría
por lo tanto de una etapa previa a la misma y que propone llamar posición glischocárica.

DROGADICCIÓN O ADICCIÓN A FÁRMACOS


Wickler define la adicción como el uso compulsivo de agentes químicos que son peligrosos para el
individuo, para la sociedad o para ambos. Inherente a la definición de adicción son los fenómenos de
tolerancia (disminución del efecto de la droga con el uso) dependencia y síndrome de abstinencia.
La morfina, heroína y cocaína son las llamadas clásicamente drogas por el síndrome de abstinencia que
pueden desarrollar. Pero muchas otras sustancias, marihuana, ácido lisérgico, por ejemplo, fueron al
comienzo de su utilización consideradas como no-a dictivas o de escasísima potencialidad adictiva. Pero
tiempo después se observaron adicciones primarias a las mismas. Algunas de estas sustancias han recibido la
denominación de “drogas blandas”, preparadoras del terreno propicio para las “drogas duras” (heroína,
morfina, cocaína) y facilitadoras del contacto con los dispensadores de las mismas.
La adicción barbitúrica es común y frecucntemente no reconocida. Según Nyswander el paciente que toma
2, 3 o 4 pastillas por noche para dormir, es un adicto en cuanto no quiere y no puede parar. Nos interesa
analizar la adicción a fármacos con los cuales puede el adolescente pretender la resolución del conflicto de la
falta de depositario, con la sustitución por otro depositario (fármaco) a la par que solucionar sus ansiedades
en el área del cuerpo.
Los anoréxicos (bencedrínicos o anletamínicos) por su acción sobre la apetencia alimenticia coadyuvarían al
logro de la imagen corporal idealizada según modelos culturales internalizados que exigen delgadez y
estilización.
La utilización de anfetamínicos como de otro sustituto del ligamen simbiótico pasa en ocasiones de ser
temporaria y ocasional a transformarse en una drogadicción. Por la irritabilidad y el insomnio que provocan el
paciente utiliza al mismo tiempo barbitúricos para dormir cerrándose así el ciclo de su dependencia vital.
En estos casos, nos encontramos con una estructura de personalidad básicamente alterada; con una fuerte
organización narcisística enquistada. La droga y la adicción a la misma son un intento de recrear la relación a
un nivel oral regresivo, en un momento de ruptura o amenaza de ruptura de la misma, a la par que calmar
ansiedades hipocondríacas de alteración del esquema corporal, logrado en parte con el control e
inmovilización del núcleo aglutinado en el cuerpo.
En nuestro medio, es frecuente la administración de anfetamínicos por clínicos y dietólogos en pro de
modificaciones corporales (a veces en situaciones de stress en el plano competitivo: exámenes, pruebas
deportivas, etc.). Los mismos, por otra parte, son el medicamento “activo” de complejas fórmulas
homeopáticas destinadas al adelgazamiento.

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