Está en la página 1de 9

UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

ESCUELA DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

TEMA:

LA HUELGA BANANERA DE 1960.

FACILITADOR:
MANUEL GONZALEZ GAITAN

MATERIA:
HISTORÍA DE PANAMÁ

CÓDIGO DE HORARIO 1222

CÓDIGO DE ASIGNATURA 22473

CONFORMADO:

ANABEL LOPEZ 9-725-1493


ELIZABETH VALDÉZ 8-753-1548

LA HUELGA BANANERA DE 1960.


“Se extiende la huelga en Bocas del Toro”, “Cinco mil guaimíes y kunas
empiezan la huelga"; reportaba el 8 de noviembre de 1960 el periódico El Día
el inicio de un conflicto laboral que más tarde se extendería hasta Puerto
Armuelles. El conflicto generó grandes disturbios en Puerto Armuelles, quizás
peores que los actuales, como veremos, pero solo un muerto por disparo de
bala, muy contrario a lo acaecido esta vez en Bocas. Existe mucha similitud
en las actitudes, causas y efectos de los disturbios del año 1960 en las
bananeras, tanto que dan fe al adagio que reza: “los pueblos que ignoran su
historia, están llamados a repetirla”.
El 16 de noviembre, el Presidente Chiari viaja a Bocas. En una plaza pública,
se presenta ante una manifestación de centenares de huelguistas. Hay una
foto muy elocuente del Presidente Chiari en una tarima improvisada,
dirigiéndose a centenares de huelguistas, solo con la presencia a su espalda
del Edecán Presidencial, Federico Boyd .
El Presidente Chiari negocia un acuerdo con el líder de los huelguistas,
Virgilio Scherwer, sellándolo con una gran abrazo caballeroso. Sin embargo,
la situación en Puerto Armuelles se torna crítica. Exigen el mismo acuerdo
que los de Bocas. Ocupan Puerto Armuelles y las fincas bananeras. Sitian a
los mandadores y ejecutivos de la frutera, inclusive su Gerente General, Andy
Holcombe. Toman atribuciones de justicia y policía, forzando la intervención
de la Guardia Nacional. Ocurre la única muerte del conflicto siendo el
causante, según el Gobierno, el mandador de la Finca Teca.
El Obispo Clavel de Chiriquí (q.e.pd.) acude a Puerto donde pide calma. Es
recibido por centenares de obreros con crespones luctuosos en señal de
duelo por la muerte del obrero, Dionisio Arrocha. Contrario a la actitud del
Obispo, el Ministro Robles, mantiene una actitud beligerante advirtiéndoles
que desistan de sus manifestaciones si no será necesario ordenar que los
desalojen a tiro limpio”. Finalmente el Presidente Chiari viaja a Puerto
Armuelles y eventualmente se logra un acuerdo, pero que no durará mucho.
Los conflictos bananeros volvieron a repetirse a mediados de la década de
los 60 y luego a la de los 80. Para esas épocas no estaba en el país, creo
mejor que las relate alguien con más propiedad. Como vemos existe
paralelismo en el desenvolvimiento de la crisis bananera actual y las
anteriores. Hay elementos comunes. En ambas situaciones los obreros
sentían que se habían violado sus derechos y que el Gobierno de turno hacía
caso omiso a sus derechos y aspiraciones. No hubo ningún intento de
diálogo. El Gobierno subestimó el poder de convocatoria de los obreros. Me
pareció interesante contribuir con este relato histórico de una crisis que viví
muy cerca. Estas y las que siguieron, debieron servirnos de lección y
aprender lo que se hizo mal y cómo evitar cometer los mismos errores en el
futuro; pero, no lo hicimos, obreros y gobierno, se les olvidó la lección
inexorable de la Historia y nos obligaron a revivir. Esperemos esta vez
aprender la lección. Si no lo hacemos, las próximas crisis laborales serán
peores.
El mes de septiembre de 1960, la empresa anunció un nuevo sistema que
aumentaba la tarea diaria de los trabajadores del campo. El 22 de
septiembre, un grupo de trabajadores envió una comunicación al Inspector
Provincial de trabajo para que interviniera ante los funcionarios de la empresa
con el fin de modificar la práctica seguida en cuanto al pago de las horas
extras y, y en el mes de octubre se envió otro memorándum al Juez seccional
de trabajo, con copia al Inspector Provincial de trabajo al Sub gerente de la
empresa Bocas del Toro.
Ambos documentos fueron entregados sin participación de los dirigentes
oficiales del sindicato controlado por la empresa.
Estas gestiones recibieron una sola respuesta: Un telegrama del Inspector
Provincial del Trabajo de octubre diciendo que cuando volviera de la ciudad
de Panamá, doce días más tarde, recibiría a los quejosos. El funcionario
público iba a pasar las fiestas patrias a la capital y pensaba atender la
solicitud después de sus vacaciones. Para esto, sin embargo, no hubo
tiempo. Cansados de esperar inÚtilmente, los indígenas de la Finca 31 on
donde trabajaba Manuel Montezuma Rodriguez, decidieron presentarse ante
los señores Kidd y Wells, altos funcionarios de la empress para exponer la
nueva tarea y su deseo de volver a is antigua, a pesar de su dureza. Ante los
representantes indígenas, los funcionarios de las empresas dijeron que si así
lo deseaban, podían irse ya que volverían dos horas más tarde en buses de
trabajo. funcionarios de la empresa para exponer la nueva tarea y su deseo
de volver a su antigua, a pesar de su dureza. Ante los representantes
indígenas, los funcionarios de las empresas dijeron que si así lo deseaban,
podían irse ya que volverían dos horas más tarde en buses de trabajo.
Cuando un trabajador ingresa al servicio no recibe paga ni la primera ni la
segunda semana; al final de la tercera semana recibe el salario
correspondiente a la primera, de manera que siempre tiene el salario
correspondiente a dos semanas "en fondo". En circunstancias normales y
práctica es causa del endeudamiento de los trabajadores, pero en esta
ocasión permitió que siguieran recibiendo salario —recortado por las deudas
y vales de adelanto— durante dos semanas. El 4 de noviembre, cuando
regresaban de Almirante, Jose M. Serracin y Virgilio Schuverer encontraron
una muchedumbre frente a las oficinas administrativas de las empresas en
Changuinola. Al saber la causa de la concentración, decidieron participar en
el movimiento, que desde entonces adquirió una fisonomía definida, de
protesta contra los desmanes de la filial panamericana de la United Fruit Co.

La primera medida fue la de sustituir a los antiguos dirigentes sindicales. La


empresa habla de un "sin- yate de empresa" controlado con directores-
altoparlantes. Ellos negociaban cuando la compañía deseaba contratos que
sólo protegían los intereses patronales, los trabajadores desconfiaban y se
rehusaban a permitir que siguieran manejando el movimiento contra la
Frutera. Ese fue el acierto inicial de los trabajadores: desmadejar toda la
superestructura legal tejida por la comparsa alrededor del movimiento sindical
con lo cual se logró plena libertad de acción frente a la empresa y frente a las
autoridades públicas. Prueba de lo anterior se tuvo cuando la directiva de los
trabajadores que reemplazó los antiguos cipayos, se negó rotundamente a
discutir el problema colectivo en las oficinas de la empresa con la Inspectora
General del Trabajo, tal cual ella deseaba.
El 5 de noviembre se ve claramente que la posición de las autoridades
administrativas del trabajo no llevaría a una solución, por cuanto se limitaba a
la apreciación legalista del movimiento, favoreciendo así los intereses
patronales. Se reunieron entonces los trabajadores en Asamblea General y
luego de aceptar la renuncia de los dirigentes sindicales procedieron al
nombramiento de los reemplazantes, entre quienes ocupaban los puestos
principales Schuverer, Serracin, Anderson, Cubillas, Rodriguez, Smith, Bins,
Quintero y Nthiez. La nueva directiva se convirtió 116 en Comité Central de
Movimiento con sede en Changuinola y tuvo subcomités en Almirante,
Guabito y cada una de las fincas de la empresa. Para que el movimiento se
mantuviera dentro del orden era necesaria una fuerza de vigilancia. Si la
Guardia Nacional hubiera estado sola habrían podido surgir molestosos
incidentes, considerando su insuficiencia flumerica. Los trabajadores
formaron cuerpos de vigilancia que no solo fiscalizan el cumplimiento de las
disposiciones del Comité Central en cuanto a la efectividad del movimiento y
el mantenimiento del orden, sino también garantizaban las propiedades de la
empresa, evitando provocaciones de los opositores del movimiento, quienes
habrían podido destruir plantaciones —como ha ocurrido otras veces— para
lograr pronunciamientos gubernamentales contra los trabaj adores. En turnos
rotativos, las comisiones de vigilancia patrullaban todas las fincas y
poblaciones, debiéndose recalcar que los trabajos nocturnos eran hechos
casi siempre por Kunas en bicicleta. A tal punto fue satisfactoria la labor
combinada de los trabajadores y Guardias nacionales en este primer periodo,
que el único incidente reportado fue el de un joven Guaymí, golpeado
bárbaramente por elementos quienes aparentemente trataron de robarles.
El aumento de B/.0.25 a B/.0.40 por hora, con ser absolutamente necesario,
perdió importancia frente al significado de la lucha sindical, porque en
cualquiera de los dos casos se trataba de un salario de menor supervivencia.
Por estas consideraciones, cuando en las reuniones celebradas en Bocas del
Toro, el Gobierno Nacional plante 6 un salario de B/.0.35 por bora, más la
aceptación de los otros puntos solicitados por los trabajadores, hubo entre los
dirigentes del Comité Central una marcada tendencia a la aceptaciÓn. Solo
algunos de los más exaltados, entre los cuales figuraban simpatizantes que
no trabajaban con la empresa, como Carlos del Cid, insisten en la lucha
frontal, forzando con implicaciones políticas que no tenían Din- (Irma base
real.
Todas estas consideraciones llevan a concluir que la decisión de Bocas del
Toro de negociar por separado, respondía a los intereses de la clase
trabajadora en general y de los trabajadores bananeros en particular.
Creemos conveniente analizar los factores favorables a los trabajadores, en
cuanto a la formación del movimiento y su desarrollo, especialmente ahora
cuando se han querido dar explicaciones novelescas que solo tienden a la
represión del sindicalismo libre en la zona bananera. “Se extiende la
huelga en Bocas del Toro”, “Cinco mil guaimíes y kunas empiezan la
huelga"; reportaba el 8 de noviembre de 1960 el periódico El Día el
inicio de un conflicto laboral que más tarde se extendería hasta
Puerto Armuelles. El conflicto generó grandes disturbios en Puerto
Armuelles, quizás peores que los actuales, como veremos, pero solo un
muerto por disparo de bala, muy contrario a lo acaecido esta vez en Bocas.
Existe mucha similitud en las actitudes, causas y efectos de los disturbios del
año 1960 en las bananeras, tanto que dan fe al adagio que reza: “los pueblos
que ignoran su historia, están llamados a repetirla”.
Puedo hablar en propiedad de los sucesos del año 1960 pues aún residía en
David antes de iniciar mi carrera bancaria internacional. Además tenía interés
personal en estar atento de los acontecimientos por tener fuertes relaciones
amistosas y familiares con ejecutivos de la bananera, Chiriquí Land
Company. Según los diarios del tiempo, los disturbios comenzaron en Bocas
al inicio del mes de noviembre de 1960. Los obreros bananeros en su
inmensa mayoría de las etnias indias declaran una huelga para exigir
cumplimiento de ciertas aspiraciones laborales: mejores sueldos, estructura
de puestos, rebajas en la canasta familiar, mejor trato, mejores viviendas
(¿suena familiar?).De acuerdo a la prensa de la época, la reacción oficial
inicial no fue conciliatoria. El periódico El Día registra las declaraciones de la
Inspectora de Trabajo (antecesor del Ministerio de Trabajo), Dra. Oller de
Sarasqueta indicando que “ella no negocia con insubordinados”. La huelga
continúa y se extiende a Puerto Armuelles. Como vemos existe paralelismo
en el desenvolvimiento de la crisis bananera actual y las anteriores. Hay
elementos comunes. En ambas situaciones los obreros sentían que se
habían violado sus derechos y que el Gobierno de turno hacía caso omiso a
sus derechos y aspiraciones. No hubo ningún intento de diálogo. El Gobierno
subestimó el poder de convocatoria de los obreros. Me pareció interesante
contribuir con este relato histórico de una crisis que viví muy cerca. Estas y
las que siguieron, debieron servirnos de lección y aprender lo que se hizo mal
y cómo evitar cometer los mismos errores en el futuro; pero, no lo hicimos,
obreros y gobierno, se les olvidó la lección inexorable de la Historia y nos
obligaron a revivir. Esperemos esta vez aprender la lección. Si no lo
hacemos, las próximas crisis laborales serán peores.

Efectos del replanteamiento de los enclaves bananeros en la población


ngäbe.

Empresas bananeras y la sociedad panameña, y de las concesiones


ventajosas que mantenía, al estar además vinculados a grupos nacionales
dominantes. También explica sobre el Acuerdo de Panamá de 1974, por el
cual se establecía un impuesto de exportación o el aumento en el precio de
venta local. Sin embargo, el mismo no fue cumplido plenamente al retractarse
o flexibilizarse Costa Rica, Honduras y Ecuador. Ante esta situación de
aparente triunfo de la compañía transnacional se enfrentó directamente con
Panamá, realizando un “boicot”, al efectuar el último embarque el 26 de julio
de 1974. Sin embargo, parece que en lugar de ocasionar la desunión, hubo
arreglos en el país. Al gobierno panameño no rebajar el gravamen impuesto,
la compañía sufrió pérdidas en el mes de agosto, y en el mes de septiembre
aceptó un entendimiento con el gobierno, en el cual se incluyeron la
reanudación inmediata de las exportaciones, el pago de los impuestos
atrasados y de salarios caídos a los trabajadores, un mayor precio de compra
a los bananeros independientes y la aceptación de negociar con el Gobierno
la transferencia de sus activos. En la cesión de la producción bananera
mencionada, también es posible encontrar los orígenes de las diferentes
rutas tomadas por la compañía bananera transnacional en las provincias de
Bocas del Toro y Chiriquí. Una revisión de las leyes muestra que: - Por el
tercer contrato, que empezó a regir el 1 de enero de 1976, la compañía
convenía el suministro de embarques con el Estado, a través de la empresa
estatal Corporación Bananera del Pacífico (COVAPA). - Por la Ley 4, del 27
de enero de 1977, se creaba la empresa estatal COVAPA, que estaría “(...)
sujeta a la política económica del Órgano Ejecutivo, por conducto del
Ministerio de Desarrollo Agropecuario” (Artículo 1). - Por la Ley 49, del 2 de
diciembre de 1977, se creaba otra empresa estatal, la Corporación Bananera
del Atlántico (CUBANA), también bajo la organización del Ministerio de8
Desarrollo Agropecuario, pero esta tendría como sede al Distrito de
Changuinola, Provincia de Bocas del Toro (Artículo 2). El objetivo del Estado,
al momento de la creación de estas corporaciones, pudo haber sido una
mayor participación y experiencia del mercadeo del negocio bananero, que
redundaría en una menor dependencia de la compañía transnacional. Sin
embargo, el cambio de la política económica del Órgano Ejecutivo en la
década de 1980, que tenía orígenes a nivel global, haría que el
mantenimiento de fincas productoras a cargo del Estado beneficiara más a la
compañía. Aunque por la delimitación geográfica de Panamá, la zona
bananera no ha quedado dentro de la Comarca Ngäbe-Buglé, la mayoría de
sus trabajadores, sobre todo en el área caribeña, son indígenas. No obstante,
en ella ha ocurrido una interacción con otras culturas, que ha influenciado la
creación de una nueva mentalidad de los habitantes de la zona. Aunque en
aparente contradicción a esta afirmación, en ella también han ocurrido
historias de irrespeto hacia sus derechos, que en los casos tratados en las
bananeras no se limitan necesariamente a los ngäbes, sino a todos los
panameños, al estar gobernados los enclaves bananeros y el país por grupos
centrales. Desde la última mitad del siglo XX, se ha visto el despertar de la
etnia ngäbe, partiendo su caminar de un desconocimiento del sistema
occidental, a una integración manteniendo aún en lo posible sus diferencias,
sobre todo culturales, que ha permitido un dominio de las normas que el
sistema brinda a todos los panameños. Sus acciones afectaron primero en su
nivel local, debido a la característica propia de los enclaves - colocándolos
más cercanos en los planos socioculturales y económicos al país huésped
que al anfitrión, añadiendo otra cultura con la cual polemizar - para impactar,
en el presente, a un nivel nacional al haber desaparecidos los anteriores.

Sin embargo, la clausura de los enclaves no ha significado la finalización de


un estilo de explotación, que solo se ha superado parcialmente. Contrario a lo
sucedido en el lado pacífico, la iniciativa ngäbe ha logrado convertir a las
corporaciones estatales bananeras en una cooperativa productiva en el
sector caribeño. Un cuestionamiento de por qué no funcionó en el primer
sector podría situarse en la preferencia de los gobiernos centrales, con visión
mercantilista, de seguir el modelo extraccionista transnacional al promover su
alianza con los países centrales y la desunión de los grupos periféricos en
general, obstruyendo la formación del nuevo hombre panameño necesario
para los retos del siglo XXI. La geografía de Ciénaga la hizo muy apta para la
producción bananera. A mediados del siglo MIXTAS, sin embargo, el potencial
de Ciénaga no había sido aprovechado. Casi nadie en los Estados Unidos de
América o en los países europeos había visto y mucho menos probado
bananos, y se consideraban una fruta exótica. Ciénaga era una población
soñolienta, aislada del resto de Colombia y del mundo. Unas pocas familias
con intereses mercantiles vivían en el pueblo. Poseían también propiedades
rurales, pero la abolición de la esclavitud en 1851 había empobrecido las
haciendas y muchas habían sido abandonadas. Intercaladas con las grandes
propiedades, existían enormes extensiones de tierras baldías que nadie
reclamaba. Unos pocos indígenas pescaban y cultivaban cosechas de
subsistencia y unos pocos pueblos dispersos de colonos indígenas, negros y
mulatos producían cosechas para alimentarse.

También podría gustarte