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DERECHO PENAL I

EL ORDENAMIENTO JURÍDICO PENAL


Tema 1: EL ORDENAMIENTO JURÍDICO PENAL: Concepto y
Características. El Derecho Penal y el Control Social. La Función del
Derecho Penal. La ciencia del Derecho Penal. La Evolución histórica del
Derecho Penal. Las Escuelas Penales. La formación del Derecho Penal
venezolano.

EL ORDENAMIENTO JURÍDICO PENAL

El Ordenamiento Jurídico Penal, Constituye un conjunto de normas


jurídicas de carácter sustantivas y adjetivas, por las cuales el Estado, en
ejercicio del poder sancionador o coercitivo, que le es dado por ejercicio
de lo dispuesto en la Constitución de la República y la ley, busca
garantizar la paz y la armonía social al establecer:

a) Los delitos y Las penas;


b) Las faltas y Las sanciones;
c) Las medidas de seguridad;
d) Los procedimientos; y
e) El régimen penitenciario
El objeto o finalidad del Derecho Penal en sí mismo, busca el estudio
profundo y sistemático de las normas de conducta social, las razones
que motivan su infracción, las diversas modalidades en su comisión y las
penas, sanciones o medidas aplicables en cada caso.
El Ordenamiento Jurídico Penal, se agrupa en tres grandes áreas:
1. Contiene las normas de carácter sustantivo que determinan los
delitos y las penas, las faltas y sanciones, así como las medidas
de seguridad, lo que constituye el Derecho Penal Sustantivo;
2. De igual forma, configura los procedimientos necesarios que
estructuran o rigen la investigación del hecho criminal y su
juzgamiento hasta alcanzar la definitiva condena o imposición
de la sanción o la medida de seguridad, y es cuando nos
referimos al derecho procesal penal o derecho penal adjetivo;
3. De igual forma, es rama del ordenamiento jurídico penal, el
conjunto de normas y reglas que abarcan el cumplimiento de la
pena, las medidas alternativas, los beneficios penitenciarios y el
cumplimiento de las medidas de seguridad, lo cual se conoce
como Derecho Penitenciario.
El Ordenamiento Jurídico Penal se nutre a sí mismo de todas las
disciplinas del conocimiento, estando asociado íntimamente con la
criminología y la criminalística con la finalidad de buscar respuestas a la
necesidad de establecer la conducta humana que se subsume en el tipo
penal y así reconstruir los acontecimiento pasados para encontrar en el
hecho criminal los responsables e imponerle, en aplicación del derecho,
la justa pena, sanción o medida de seguridad.
CONCEPTO DE ORDENAMIENTO JURÍDICO PENAL
El Ordenamiento Jurídico Penal en sentido objetivo, es el conjunto de
normas jurídicas, mediante las cuales el Estado prohíbe determinados
comportamientos, dictando delitos y penas, así como las faltas sus
sanciones y las medidas de seguridad.
Para Von Liszt, el derecho penal es el "conjunto de reglas jurídicas
establecidas por el Estado, que asocian al crimen como hecho y a la
pena como legítima consecuencia". En sentido subjetivo, busca dictar las
normas y exigir su aplicación mediante la coacción a la imposición de
una pena.
Para Bramont-Arias Torres, "El Derecho Penal es un medio de control
social que se caracteriza por imponer sanciones -penas o medidas de
seguridad- cuando, se han cometido acciones graves que atenten contra
los bienes jurídicos de mayor valor de la sociedad". Es así como, una vez
que se ha verificado la responsabilidad mediante las premisas
establecidas en el proceso, el derecho penal establece la pena, sanción
o medida que deberá ser impuesta.
Para Fontán Balestra El Derecho Penal es la "Rama del ordenamiento
jurídico que contiene las normas impuestas bajo amenaza de sanción".
De esta manera, la pena, sanción o medida de seguridad, es la
consecuencia directa impuesta por el Estado, determinada en el juicio
oral y público, cuando se verifican los supuestos de responsabilidad
penal demarcados en el ilícito penal.
Luís Jiménez de Asúa, señala que el derecho penal es el "Conjunto de
normas y disposiciones jurídicas que regulan el ejercicio del poder
sancionador y preventivo del Estado, estableciendo el concepto de
delito como presupuesto de la acción estatal, así como la
responsabilidad del sujeto activo, y asociando a la infracción de la
norma una pena finalista o una medida aseguradora."
CARACTERÍSTICAS DEL ORDENAMIENTO JURIDICO PENAL
El Derecho Penal, es de carácter normativo, público, contingente,
valorativo, finalista, garantizador, cultural, punitivo, coercitivo,
fragmentario, subsidiario, de mínima intervención por parte del Estado,
personalísimo e igualitario, que tiene la norma y el bien jurídico como
polos de sus ejes programáticos establecidos en la Constitución de la
República y cuya naturaleza es eminentemente sancionatoria.
Normativo: El Derecho Penal comprende un conjunto sistemático de
normas de carácter punitivo, lo que no está normado no está
comprendido dentro del rango del Derecho Penal, es así como la
prohibición de la conducta y su consecuencia o penalidad está contenida
en la norma jurídica de carácter penal. El carácter normativo del
Derecho Penal pretende conocer el entorno en que se producen las
normas, las razones por las cuales se verifican su existencia, así como
distinguir los casos en que los supuestos de su existencia o excepción no
se verifican en el orden social. En consecuencia, el carácter normativo
del Derecho Penal revisa los conceptos de derecho, sistemas jurídicos
penal, norma, aplicación y eficacia, entre otros, en virtud de su estrecha
relación con los conflictos normativos que se presentan en la aplicación
y existencia del derecho penal.
El carácter normativo del Derecho Penal pretende determinar el
significado de los conceptos que integran de sistema jurídico penal. De
tal forma que los elementos más relevantes de cada uno de estos
conceptos aporten las características para la identificación y
comprensión del concepto del sistema normativo que integra el campo
jurídico penal.
Público: el carácter protector del ordenamiento jurídico penal, atañen a
toda la colectividad, es por ello que tutela los intereses de carácter
general en resguardo del interés colectivo y difusos.
De igual forma, el Derecho Penal es de carácter público, porque a tenor
de lo expresamente dispuesto en la Constitución de la República,
respecto a lo que es considerado reserva legal, sólo el Estado tiene la
capacidad para crear normas que definan delitos y que impongan
sanciones en atención al principio de legalidad penal, “nullum crimen,
nulla poena sine lege”.
Contingente: porque el Derecho Penal pretende regular las relaciones
humanas en un determinado marco social, espacial y temporal, a
efectos de su efectiva aplicación práctica, esto quiere decir, que el
Derecho Penal debe observar la realidad y ajustarse a ella, la sociedad
va cambiando en el tiempo, de igual forma cambia la necesidad de
regular conductas que pudieran considerarse indeseables en un
determinado contexto de espacio-tiempo.
Valorativo: El Derecho Penal, determina las clases y naturaleza de la
acción humana que es considerado el hecho criminal, para así establecer
la sanción, por todo ello entiende que el centro valorativo de su acción
lo encuentra en la conducta humana, que es calificada bajo la
perspectiva dogmática que fija la norma penal, estableciendo
parámetros valorativos con la finalidad de determinar las formas y grado
de participación, responsabilidad y sanción.
Finalista o de Última Ratio: La acción del Derecho Penal se debe
circunscribir a la menor inferencia posible o mínima intervención. El
Derecho Penal se considera un instrumento social al cual debe recurrirse
cuando previamente, se han agotado todas las instancias de control,
tanto formal como material. En sí mismo, el fin del Derecho Penal no es
sancionatorio, busca esencialmente prevenir la ilicitud y garantizar la
paz, la armonía y el respeto dentro del orden social que determina el
Estado de Derecho.
Se confunde con el derecho de castigar del Estado o “Ius Puniendi”, de
ahí que la sanción impuesta por el Derecho Penal no solo puede ser
corporal o expiatoria, pueda también ser de orden retributiva o de
rectificación. Persigue como fin, la convivencia social, protege el
derecho e intereses de los individuos crea el ambiente para que exista
dentro del Estado la conciencia colectiva que determina la seguridad
jurídica.
El Derecho Penal, constituye el máximo y último recurso que una
sociedad puede aplicar a los miembros que se apartan de la conducta
que espera la norma, se distancia en el ámbito y extensión de la
aplicación del derecho disciplinario que las sociedades aplican a los
miembros que la integran, por ejemplo: un cuerpo de policía, de
bomberos, la milicia entre otros.
Garantizador: el Derecho Penal pretende asegurar los bienes jurídicos
que establece el orden universal, constitucional y legal, busca el
adecuado equilibrio social que constituye el desenvolvimiento social
determinando el ámbito de libertad individual y colectiva, dentro del
respeto a la ley en el entendimiento de los conceptos de justicia.
Cultural: el Derecho Penal es un producto de cada sociedad, que de
acuerdo al principio de autonomía, cuentan con la prerrogativa de
estructurar sus propias normas dentro de la aspiración de orden social.
Con la idea de garantizar el respeto, la equidad y la justicia, el Derecho
Penal concibe normas de conductas que en algunos casos criminaliza la
acción moral de la sociedad, es por ello que cada sociedad en particular,
en base a parámetros culturales, determina las conductas que en ese
entorno son consideradas criminales. Lo cultural se inserta en la ciencia
del saber humano, en su historia y en las formas y usos sociales en
particular que determina el Derecho Penal.
Punitivo: determina cuales conductas se consideran criminales y en
consecuencia establece sanciones. El hecho penal, encierra la conducta
que concibe la norma penal como injusta y en consecuencia como
punible en un espacio y tiempo determinado.
Coercitivo: el Derecho Penal impone una obligación de observar
determinado comportamiento o de abstenerse, bajo la presión o
coacción a la imposición de una pena o sanción.
Fragmentario: el Derecho Penal no puede llegar a brindar protección a
la totalidad de bienes jurídicos ni a protegerlos de todo tipo de agresión
lesiva. La fragmentariedad busca encontrar el margen mínimo de la
injerencia penal en el comportamiento humano que es considerado
lesivo por cuanto atenta contra la sociedad: las faltas contra la moral,
los ilícitos administrativos, disciplinarios, civiles, laborales, entre
otros. Esto significa que el Derecho Penal no ha de sancionar todas las
conductas lesivas de los bienes que protege, es decir, sólo sanciona las
modalidades de ataque más peligrosas para ellos. Así, no todos los
ataques a la propiedad constituyen delito, sino sólo ciertas modalidades
especialmente peligrosas, el otro espectro de daño será materia del
marco tutelar del Derecho Civil. Es por ello que, la intervención punitiva
estatal no se realiza frente a toda situación, únicamente a hechos que la
ley penal ha determinado específicamente dentro del carácter
fragmentario, por lo que la pena constituye un instrumento subsidiario,
que determina la consecuencia o castigo necesario.
Este principio pretende establecer, sólo aquellos bienes jurídicos,
importantes, necesarios e indispensables para la viabilidad de la
protección penal que garantice las interrelaciones y la cohesión del
sistema social y político del Estado.
Mediante este principio, se pretende fijar que el Derecho Penal no es un
mecanismo de control omnicomprensivo, ya que a través de él sólo se
protegen aquellos bienes jurídicos valiosos, criminalmente definidos,
cuya lesión o puesta en peligro, vía comportamientos dolosos y
excepcionalmente culposos, configura un alto grado de reproche social,
que es lo que propiamente da el sustento a la injerencia penal,
determinando una racional limitación al jus punendi del Estado.
Subsidiario: Este principio establece que sólo en defecto y ante la
inexistencia de solución al conflicto social, en otras vías como: la civil,
administrativa, laboral, de familia, entre otros, se legitima la
configuración, invocación o aplicación del tipo penal.
La subsidiaridad se deriva del principio fragmentario del Derecho Penal,
señala que la norma penal posee naturaleza subsidiaria. Este principio,
parte de reconocer la existencia y prioridad de otras vías distintas a la
penal para la solución de conflictos de relevancia jurídica, bajo el
presupuesto de que la vía penal sólo debe emplearse como el último
recurso al comprobar que concurren los elementos de necesidad que
están configurados en la norma penal, singularizada en razón al
principio de mínima regulación.
Mínima Intervención o Última Ratio: Este principio expresa que sólo
cuando sea absolutamente necesaria el establecimiento de una norma
de carácter penal debe producirse la intervención estatal. Lo que no le
haga daño a nadie, no puede ser castigado por la ley. En todo delito
debe haber un bien jurídico lesionado, exige que las consecuencias y
repercusiones del hecho sean socialmente relevantes, para que sea
necesario el establecimiento de la regulación penal que justifica la
protección social. El Derecho Penal debe cumplir el fin de reducción de
la violencia social, ha de asumir también, en su configuración moderna,
el fin de reducir la propia violencia punitiva del Estado. Esta reducción
tiene lugar por dos maneras: sobre la base del principio utilitarista de la
intervención mínima y sobre la base de los principios constitucionales
que establecen las garantías individuales y colectivas.
Personalísimo: La responsabilidad penal es personal; la pena y las
medidas de seguridad sólo pueden imponerse a quien haya incurrido
personalmente en la comisión de un delito, lo cual crea responsabilidad
personal al sujeto activo, el único sujeto activo de delito es la apersona
humana que lo cometió.
En materia penal, conceptos como la representación o transmisibilidad
no existen, ante la comisión de un hecho criminal sólo responde quien
haya cometido el delito, así mismo la pena impuesta al delincuente no
trasciende a ninguna otra persona. Al morir, la pena se extingue junto
con la responsabilidad penal.
Igualitario: el Derecho Penal debe ser aplicable igualitariamente a todos
los individuos que integran la sociedad, sin distinción de raza, sexo,
creencias políticas o convicción religiosa entre otros.
DERECHO PENAL Y CONTROL SOCIAL
El Derecho Penal es el instrumento jurídico más enérgico que dispone el
Estado para evitar y castigar las conductas que resultan más
reprochables socialmente. Sin embargo, es de gran importancia
entender que este instrumento social no es el único, y muchas veces el
más idóneo, del que dispone la sociedad y el Estado para alcanzar el
efectivo control social, la paz y armonía que se espera en las conductas
de los individuos que la integran.
En efecto, toda sociedad genera instancias formales e informales de
control social, es decir, ello demarca la formación y adecuación del
comportamiento social para alcanzar el grado esperado de convivencia.
La educación que determina el desenvolvimiento del comportamiento
social, dará forma directa y será el reflejo cónsono de las necesidades y
carencias que la convivencia alcanzada. Los métodos culturales, las
circunstancias políticas, sociales y económicas presentes en un
momento histórico especifico, conformará las características esenciales
del marco regulador de las libertades sociales y del avance o retroceso
alcanzado por la regulación penal que caracteriza a una determinada
sociedad.
Principio de seguridad jurídica: El principio de seguridad jurídica, debe
entenderse como la confianza que los ciudadanos pueden tener en la
observancia y respeto de las situaciones derivadas de la aplicación de
normas válidas y vigentes, es un principio del Derecho, universalmente
reconocido, que se basa en la certeza y confianza de toda la sociedad en
el cumplimiento del derecho, implica que todos los miembros del
colectivo social conocen el alcance de la norma y adecuan su
comportamiento a su aplicación, se conoce, o se intuye que puede
conocerse, lo previsto como prohibido, ordenado o permitido por el
Poder Público del Estado.
El Estado, como máximo exponente del Poder Público y a quien le está
encomendado el ejercicio regulador de las relaciones en la sociedad, no
sólo establece o debe establecer las disposiciones legales a seguir, sino
que en un sentido más amplio tiene la obligación de crear un ámbito
general de seguridad jurídica, dentro de la división de los poderes y el
marco Constitucional y legal que determina el ejercicio del poder
público, reflejado en sus atribuciones, en la actividad política, jurídica y
legislativa.
La seguridad jurídica es en suma, el eje trasversal que une los principios
fundamentales de todo ordenamiento constitucional y penal que
caracteriza de forma singular a las sociedades de corte democrático, por
cuanto transmite a todos los ciudadanos, la garantía y tranquilidad de
conocer, a qué atenerse en sus relaciones con el Estado y con los demás
particulares.
La seguridad jurídica es en el fondo, la garantía dada al individuo por el
Estado de modo que su persona, sus bienes y sus derechos no serán
violentados, o que si esto último llegara a producirse, le serán
asegurados por la sociedad, la protección y reparación de los mismos.
En resumen, la seguridad jurídica es la certeza en el cumplimiento del
derecho que tiene el individuo de modo que su situación jurídica no será
modificada, más allá de procedimientos regulares previamente
establecidos por el derecho.
Son principios típicamente derivados de la seguridad jurídica la
irretroactividad de la ley, la tipificación legal de los delitos y las penas,
las garantías y derechos constitucionales, la cosa juzgada, la caducidad
de las acciones y la prescripción.
La irretroactividad de la ley significa que las disposiciones contenidas en
las leyes no deben aplicarse hacia el pasado, afectando hechos o
situaciones que se presentaron antes de su vigencia, problema que se
conoce también como conflicto de leyes en el tiempo. En definitiva,
todo lo que supone la certeza del derecho como valor o atributo
esencial del Estado.
FUNCIÓN DEL DERECHO PENAL
La función primordial del Derecho penal es la de proteger bienes
jurídicos, contribuyendo de esta forma a la convivencia social.
En definitiva, el fin del Derecho penal es la protección de la sociedad
frente a las conductas más gravemente antisociales. Por ello establece
sanciones y penas, el quantum de la penal viene determinado por la
necesidad de tutelar el bien infringido, el máximo de pena viene fijado
por la gravedad del hecho y la calibración que haga el juez respecto a la
culpabilidad que es determinada en el proceso a los responsables y
participes del hecho criminal.
Puede así decirse que el fin del Derecho penal es el restablecimiento del
orden social amenazado o atacado por un culpable, en razón de la
infracción cometida, gravedad del hecho y culpabilidad del agente,
calibrada por un juez en la imposición de una pena.
LA CIENCIA DEL DERECHO PENAL
La ciencia del Derecho Penal, tiene por objeto organizar en un sistema
perfectamente definido, el contenido de las normas penales, para así
facilitar en extenso su comprensión entre otros aspectos.
La comprensión estructurada de dichas normas permitirá su eficiente
aplicación, por ello juega un papel preponderante en la Ciencia del
Derecho Penal el establecimiento de mecanismos interpretativos e
integrativos a fin de canalizar el conocimiento sistemático y científico de
los principios que forman la base de la estructura de la norma, bien sea
sustantiva o adjetiva dentro del ordenamiento jurídico penal, es por
ello, que la legislación penal al igual que otras normativas de derecho,
deben ser estudiadas de forma holísticas, es decir tomando en cuenta
todo su conjunto, de tal manera que el examen de las normas jurídicas
no pueden formularse atendiendo únicamente a disposición concreta,
aislada o abstractas.
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CIENCIA DEL DERECHO PENAL:
En los albores de la humanidad, en la época de las cavernas cuando el
homo sapiens se puso de pie y dio existencia a la sociedad, dando lugar
a las primeras agrupaciones tribales, el hombre conoció el fenómeno de
la criminalidad, fenómeno que ha caracterizo en el tiempo a todas las
sociedades que han surgido en el planeta, de forma peculiar de acuerdo
a la cultura que la historia ha permitido fijar a lo largo de todos los
tiempos.
La aparición de la criminalidad, ha constituido uno de los aspectos
constantes de la vida social, hasta el punto que hoy no se considera
como un fenómeno anormal del grupo social, sino como algo connatural
a toda sociedad organizada, siendo sólo lo anormal los bruscos
crecimientos o decrecimientos de las tasas de delito. Con base a ello, se
han señalado como características del fenómeno criminal, la constante
evolución, que aprovecha los avances alcanzado por la humanidad para
apropiarse de la oportunidad y alcanzar sus fines mezquino, lo que ha
obligado a la sociedad, y en particular al Estado, a criminalizar la
existencia de tales acciones dolosas.
El manejo que es posible clasificar la evolución del Derecho Penal en las
siguientes fases o etapas:
 La Venganza Privada o Tabú;
 La Venganza Divina;
 La Venganza Pública;
 La Defensa del Poder Absoluto;
 El Período Humanitario y
 La Etapa Científica del Derecho Penal.
La Venganza Privada o Tabú: en los tiempos primitivos no existía un
Derecho Penal estructurado, sino que había toda una serie de
prohibiciones basadas en conceptos mágicos y religiosos, cuya violación
traía consecuencias no sólo para el ofensor sino también para todos los
miembros de su familia, clan o tribu.
Cuando se responsabilizaba a alguien por la violación de una de estas
prohibiciones (tabú), el ofensor quedaba a merced de la víctima y sus
parientes, quienes tenían el derecho de causándole a él y su familia un
castigo que podía implicar un mal mayor al daño causado. Es to
implicaba, que no era posible establecer algún parámetro de
comparación o relación entre la ofensa y la magnitud del castigo.
A esta etapa se le conoce también como venganza de sangre o época
bárbara. El impulso de la defensa del interés particular lesionado es la
fuerza impulsora de la venganza, conocida como ratio essendi, que es la
razón de ser que justifica toda la actividad provocada por un presunto
ataque injusto a un interés personal o colectivo.
Durante esta época, la función punitiva la ejercían íntegramente los
particulares, pues cada individuo, cada familia y cada grupo se protegen
y se hace justicia por su propia mano y a su propio riesgo. En esta etapa
privaba el derecho del más fuerte, ya que motivado a instintos salvajes,
el más fuerte era quien imponía la norma y el castigo, lo cual por su
carácter casuístico, estaba regido por la fuerza del carácter o
temperamento de quien ostentaba el poder del grupo social y en cada
caso podía establecer reglas y castigos distintos para circunstancias
similares. La pena trascendía del infractor a los integrantes de su grupo
familiar o social, así como a sus bienes o posesiones.
La Venganza Divina: Al lado del período conocido como venganza
privada, se gestó también dentro de la organizan social más cultas o
elevada, el principio teocrático y este vino a convertirse en fundamento
del derecho penal de este período, pues no se castigaba al culpable para
satisfacer al ofendido, sino para que aquél expiase la ofensa causada a
los dioses por los delito cometidos. En este período se constituye una
etapa evolucionada en la civilización de los pueblos, Los conceptos de
derecho y religión se funden en uno sólo y así el delito más que ofensa a
la persona o al grupo, lo es a la divinidad. En general, en esta época la
clase sacerdotal era quien establecía la forma de expiación de los
pecados, que era satisfecha por la penitencia, o la ofrenda que debía
otorgar para la obtención del perdón divino.
En esta etapa evolutiva del Derecho Penal, la justicia represiva es
manejada generalmente por la clase sacerdotal, Aparece en muchísimos
pueblos, pero se perfila de manera clara en el pueblo hebreo: esto no
resulta extraño si se atiende que los judíos han sido siempre
eminentemente religiosos, dejando sentado el carácter de tal derecho
en múltiples escrituras dentro de las cuales se encuentra el Pentateuco,
que era un conjunto de cinco libros que integraban a la primera parte
del Antiguo Testamento y en los que se contienen las Normas del
Derecho del Pueblo de Israel.
Bajo este esquema, el derecho de castigar proviene de la divinidad y el
delito constituye una ofensa a ésta deidad, la pena en consecuencia,
está encaminada a borrar el ultraje a la divinidad, al aplicar su ira,
identificándose para el delincuente con el medio de espiar su culpa.
Otra forma de apreciación sobre la venganza divina la podemos
encontrar en los libros sagrados de Egipto, que son igualmente prueba
de la fusión entre los conceptos de delito y represión como los de
ofensa a la divinidad y expiación religiosa, El Derecho Egipcio está
también, como el del pueblo Judío, lleno de espíritu religioso; ya que en
él se observa la delegación del derecho de castigar a los sacerdotes.
Por tal motivo, únicamente debemos destacar de un modo resumido
que parece natural que al revestir los pueblos las características de la
organización teocráticas, todos los problemas se proyectaban hacia la
divinidad, como eje fundamental de la constitución del Estado. Así
surge, en el terreno de las ideas penales, el período de la venganza
divina, en el cual se estima al delito como una de las causas del
descontento de los dioses, por esos los jueces y los tribunales juzgan en
nombre de la divinidad ofendida, pronunciando sus sentencia e
imponiendo las penas para satisfacer su ira, logrando el desistimiento de
su justa indignación.
La Venganza Pública: En esta etapa de la evolución de las ideas penales,
se transforman los conceptos de pena y función represiva, dándoles un
carácter eminentemente público, es decir, esta etapa se caracteriza por
la aspiración de mantener a toda costa la tranquilidad pública, durante
esta etapa, se empieza a hacer distinción entre delitos privados y
públicos, según el hecho lesionado de manera directa, los intereses de
los particulares o el orden público.

Es entonces cuando aparece la etapa llamada "venganza pública" o


"concepción política"; el rey concedía poder para que en su nombre los
tribunales aplicaran el derecho, limitado su ejercicio al marco de la ley.
Este fue una inmensa época, de propósitos retributivos y a lo sumo
intimidantes, con fines de prevención general, en que se aspiraba a
utilizar al delincuente en provecho del Estado, mediante el trabajo
forzado en minas y galeras. Estableciendo formas de esclavitud como
mecanismos de condenas.
Otro aspecto importante de este periodo, lo constituye la masificación
de la escritura, que ya no es privativa de la clase religiosa, es así como su
difusión permite transmitir de una sociedad a otra los avances sociales y
la ley, que permitió poner freno a los excesos cometidos, por los
presuntos ofendidos al tomar la venganza en sus manos, por las afrentas
perpetradas en su contra o en contra de sus intereses.
Es así como surgió la regla escrita como forma de determinar y limitar el
castigo, dando lugar a lo que se conoce como la Ley del Talión, que no
fue otra cosa, sino una medida moderadora, pues sólo se le reconocía al
ofendido el derecho de causar un mal de igual intensidad al que había
sufrido. Fue poco después que nació la compensación, mediante la cual
se autorizaba para que el ofendido y el ofensor, nombrasen
representantes que moderaran los reclamos recíprocos y acordaran la
cantidad a indemnizar o los límites del castigo.
La norma jurídica en esta etapa adquiere una forma dicotómica o
simple, en donde se distingue un precepto jurídico y una consecuencia
de hecho.
El presupuesto jurídico contempla la acción, que es un comportamiento
humano dependiente de la voluntad que produce una determinada
consecuencia en el mundo exterior. Establece que la acción es un factor
causal del resultado, ello sin tomar en cuenta la intención que llevó al
sujeto a cometerla.
Se caracteriza por contener el imperativo de una determinada conducta
de no realizar algo o de realizar una determinada acción con la
consecuencia jurídica inmediata de una pena.
En el más antiguo Derecho del Oriente (Persia, Israel, Grecia Antigua y
Roma) el delito fue considerado originariamente como factor de
responsabilidad por el resultado antijurídico. Es de conocimiento que en
la Antigua Grecia, se juzgaba de igual forma a animales, árboles y
piedras. De allí que un filósofo y jurista de esa época, Esquines decía:
“Arrojamos lejos de nosotros los objetos sin voz y sin mente...” Platón
en su obra Las Leyes, contiene frases similares, exceptuando el rayo y
los meteoros lanzados por la mano de los dioses.
Zaffaroni señala que en la Edad Media se castigaba profusamente
animales y hasta se recuerda la historia de un famoso abogado
“especialista en la defensa de bestias”. Ello obedecía a la valoración
jurídica de entonces, ataviada de valores subjetivos, en los que se
apreciaba únicamente el resultado dañoso producido, sin reparar en los
aspectos típicos de la conducta cuya preeminencia se enarbola en la
actualidad. La preponderancia del elemento religioso en la Edad Media
hizo pensar que los animales y las bestias podían tener intención y por
tanto ser capaces de sanción.
El código más antiguo que ha sido descubierto es el Código de
Hammurabi, que de acuerdo a lo que narra su propia historia, fue la
recopilación de leyes dadas a su pueblo por Hammurabi, Rey de
Babilonia.
Pese a múltiples esfuerzos científicos, hasta hoy no se ha podido
determinar con certeza su fecha de origen, se supone que sus textos
fueron grabados por primera vez en piedra hace unos 4.000 años.

Fue encontrado en el año de 1902 en el trascurso de unas excavaciones


llevadas a cabo por un arqueólogo de apellido Morgan en la localidad de
Susa en Túnez. El ejemplar hallado era un cilindro de piedra de dos
metros de base por dos metros de altura. Su texto fue interpretado y
traducido al alemán por Scheil, Winkler y Muller. Adolfo Bonilla y San
Martín publicaron una versión castellana de esos textos legales
antiguos, constituye uno de los instrumentos jurídicos más antiguos que
se han encontrado y uno de los ejemplares mejor conservados en su
tipo, creados en la antigua Mesopotamia, que orienta su estructura de
aplicación en las premisas establecidas en la Ley del Talión aplicada a
casos concretos. Este código está integrado por un total de 285 textos,
que legislan sobre derechos personales y reales, familia, comercio,
Derecho Penal y Derecho Laboral. Sorprende que estas disposiciones
anticipan instituciones tales como el mutuo, el comodato, la prenda, la
anticresis y el préstamo a la gruesa. Establecía por ejemplo, que si un
esclavo golpea en la mejilla al hijo de un hombre libre, se debía cortar
una oreja al esclavo y si persistía en su afrenta se le debía dar muerte.
Por el hurto, le seria cortada la mano derecha al delincuente si persistía
sería ejecutado. La afrenta al rey o su familia o a los dioses era castigada
con la muerte.
Destacan también otros textos de codificación de normas penales que
describen similares características en su concesión, tales como: el
Código de Manú, el Código Gregoriano, el Código Hermogeniano, el
Código Teodosiano Creado en el año 1760 a. C. según la cronología
media.
Entre otras recopilaciones de leyes similares encontramos el Códice de
Ur-Nammu, Rey de Ur (2050 a. C.), el Códice de Eshnunna (1930 a. C.) y
el Códice de Lipit-Ishtar de Isín (1870 a. C.).
Respecto al Código de Hammurabi, a menudo se lo señala como el
primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan
fundamentales que ni un rey tiene la capacidad de cambiarlas o alterar
su aplicación o contenido.

Los antiguos concebían, que las leyes, escritas en piedra, eran


inmutables. Es curioso observa, que este concepto pervive en la mayoría
de los sistemas jurídicos modernos. El origen divino, demarca la
naturaleza en la conformación de estos instrumentos jurídicos, al igual
que sucede con casi todos los códigos de la antigüedad. En particular,
está representada la imagen tallada en lo alto de la estela, del
monumento principal, donde se deja ver que el Dios Shamash, el Dios de
la Justicia, entrega las leyes al Rey Hammurabi.
De hecho, reseña las imágenes talladas en piedra, que antes de entrar
en vigencia el Código de Hammurabi, la administración de justicia recaía
en los sacerdotes y que a partir de su vigencia pierden este poder.
Por otra parte, es evidente que el Código de Hammurabi, consiguió
unificar criterios, evitando la excesiva subjetividad en la aplicación del
derecho. El término Ley del Talión (latín: Lex Talionis) se refiere a un
principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un
castigo que se identificaba con el crimen cometido, de esta manera no
sólo se habla de una pena equivalente, sino de una pena idéntica e
igualitaria en casos similares. La expresión más famosa de la Ley del
Talión es "ojo por ojo, diente por diente" aparecida en el Éxodo
contenido en el Antiguo Testamento.
El análisis del Código de Hammurabi entiende la necesidad histórica que
representó quizás el primer intento por establecer una proporcionalidad
entre daño recibido en un crimen y daño producido en el castigo, siendo
así el primer límite a la venganza.
En relación al Derecho Romano, es necesario abrir un paréntesis para
destacar el contenido histórico e importancia que ha tenido para la
formación del derecho, respecto al aspecto penal, que en el inicio de su
evolución histórica, coincidía con todos los pueblos antiguos, lo cual nos
hace suponer que en sus raíces remotas haya existido también la
venganza privada.
Es en el Derecho Romano, donde se precisa con exactitud la diferencia
entre “delicta privada” y “crimina pública”, con posterioridad a las leyes
de las Xll tablas pues estos recogieron, principalmente esquemas
similares a los establecidos en el Talión, Aunque ya las Xll tablas
estatuyeron el delito de traición, castigando con la muerte, las leyes
surgidas con posterioridad dieron nacimiento al concepto del crimen
inminuatae vellaesae mastalis populi romani: consagrado en la Lex
Cornelia, que comprendió como delitos de mayor cuantía los
considerados como “perduellio”. La “perduellio”, es una de las
instituciones más antiguas del Derecho Romano, era la acción más
grave, entre las formas de delitos cometidos contra el Estado.
Todos los crímenes públicos, atentatorios de la seguridad del Estado,
quedaron incluidos en la Ley Julios, la cual aparece reproducida en el
Digesto, La Ley Julia, comprendió los delitos contra la seguridad externa
del Estado, clasificando los que comprometían la integridad territorial, la
entrega de hombres al enemigo, la deserción, la traición por vileza, la
excitación de un pueblo a la guerra entre otros.
Por último, se pueden señalar como características del Derecho Romano
las siguientes:
 El delito fue ofensa pública;
 La pena constituyó una reacción pública, en razón de la ofensa,
correspondiendo al estado su aplicación;
 Los crimina extraordinaria, que integraron una especie diferente a
los delitos públicos y privados, se persiguieron únicamente a
instancia del ofendido;
 El desconocimiento absoluto del principio de legalidad o de
reserva, originándose la aplicación analógica y, en algunos casos,
el exceso en la potestad de los jueces;
 La diferenciación entre los delitos dolosos y los culposos, y
 El reconocimiento en forma excepcional, de las causas
justificantes de legítima defensa y estado de necesidad.

En cuanto al procedimiento, en el Derecho Romano se adoptó el sistema


acusatorio, con independencia o autonomía de personalidad el acusador
y el magistrado, estableciéndose el derecho del acusado para
defenderse por sí o por cualquier otra persona de su confianza que el
acusado designara.
El predominio de lo religioso, la valoración jurídica de la conducta ha
variado en el transcurso de la humanidad: Zaffaroni sostiene que en
pleno medioevo el obispo de París excomulgó a las sanguijuelas del río
Sena, aunque es lógico pensar que ellas ni se enteraron. Y es
precisamente la premisa que plantea la sanción a la conducta humana la
que permite el punto de partida de la teoría del delito con criterios
científico en el ámbito penal.
Así hasta finales del siglo XVIII y tocando las puertas del siglo XIX, se
quemaban en las hogueras “a las brujas de Europa”, porque para
entonces la hechicería (como conducta) era el delito más grave
cometido en contra de la sociedad; la valoración jurídica de aquel
período así lo consideró; y en consecuencia infelices mujeres (algunas
afectadas por la demencia), fueron quemadas vivas.
Pero en modo alguno, el concepto de delito es imperio de la dogmática
de nuestro siglo, sino que adviene como construcción teórica de las
anteriores corrientes, presentando una evolución dinámica.
Históricamente son muchos los episodios que demuestran que el delito
fue siempre lo antijurídico, condición que lo convierte en ente jurídico.
El rasgo subjetivo (la intención) aparece en los albores de la Roma culta,
donde también se consideraba la posibilidad de castigar el homicidio
culpable, figura heredada que hoy reposa en todos los códigos de
nuestro tiempo.
La Defensa del Poder Absoluto, es una características de las etapas
finales históricas transcurridas en este período causalista, establece que
la motivación para prohibir o para castigar no fue ni la ofensa por parte
del individuo a la sociedad, ni la ofensa a la divinidad; fue la ofensa a la
majestad soberana del Rey o lo que el considerara como injusto, y es su
voluntad soberana quien dicta la ley e imponía el castigo. La ley
encontró su naturaleza y razón mediante un círculo vicioso en la
necesidad de conservar el poder por el beneficio mismo del poder. La
pena no tuvo otra medida, que el capricho o el temor de los
gobernantes, ante la necesidad de consolidar su poder.
El Período Humanitario: Nació como reacción a la excesiva crueldad
imperante en la aplicación de penas. Dentro de esta corriente, se pugna
por la exclusión de suplicios y crueldades innecesarios, se propone la
certeza contra las atrocidades de las penas, se preconiza la peligrosidad
del delincuente como punto de partida para la determinación de las
sanciones aplicables y se urge por una legalidad de los delitos y de las
penas.
Después de todas las vicisitudes que se habían presentado en etapas
anteriores, el campo del Derecho Penal asume una nueva fórmula que
pone fin a la excesiva crueldad, surgiendo un movimiento humanitario
de las penas y, en general, de los sistemas penales.
Esta tendencia humanitaria, de antecedentes muy remotos, tomó forma
en la segunda mitad del siglo XVlll, teniendo como su máximo
exponente a Cesar Bonnezana, Marques Beccaria, aun cuando no debe
desconocerse propugnaron por este movimiento Montesquiu, D'
Alembery, Voltaire, Rousseau y muchos más.
Cesar Beccaria, con su libro de los Delitos y de las penas (DEL DELETTE E
DELLLE PANE) se une a la crítica demoledora de los sistemas penales y
empleados hasta entonces a la proposición creadora de nuevos
conceptos y nuevas prácticas; se pugna por la exclusión de suplicios y
crueldades innecesarias; se propone la certeza contra las autoridades de
las penas, suprimiendo los indultos y las gracias que hacen posponer el
castigo y constituye formas de impunidad para los delincuentes; se
orienta la represión hacia el porvenir, subrayando la utilidad de las
penas sin desconocer su necesaria justificación; se preconiza la
peligrosidad del delincuente como punto de mira para la determinación
de las sanciones aplicables y se urge por una legalidad de los delitos y de
las penas, hasta el extremo de prescribir la interpretación de la ley, por
el peligro de que pudiera servir de pretexto para desviar su verdadera
intención.
De todos los capítulos que integran el libro de Beccaria, son más
importantes los que hacen referencia al origen de la pena y del derecho
de castigar, el de la interpretación de las leyes; el que se ocupa de la
obscuridad de las mismas; las relativas a la pena de muerte, la
templanza en las penas, la relación entre delito y la pena y las medidas
de seguridad.
De acuerdo con lo escrito por Fernando Castellanos, se deben destacar
sobre el libro de Cesar Bonnesana los siguientes puntos:
 El derecho a castigar basado en el contrato social y por tanto la
justicia humana y la divina son indispensables.
 Las penas únicamente pueden ser establecidas por las leyes:
estas han de ser generales y sólo los jueces pueden declarar que
han sido violadas.
 Las penas deben ser públicas, prontas y necesarias,
proporcionadas al delito y las mínimas posibles, nunca deben ser
atroces.
 Los jueces por no ser legisladores, carecen de la facultad de
interpretar la ley.
 El fin de la pena es evitar que el autor cometa nuevos delitos, así
como la ejemplaridad respecto a los demás hombres.
 La pena de muerte debe ser prescrita por injusta, el contrato
social no lo autoriza, dado que el hombre no puede ceder el
derecho a ser privado de la vida, de la cual el mismo no puede
disponer por no pertenecerle,

Etapa Científica: Podría decirse que esta etapa científica, se inicia con la
obra de Cesar Beccaria, y culmina con la de Francisco Carrara, que es
considerado el principal exponente de la Escuela Clásica del Derecho
Penal.
El inexorable paso del tiempo allana el camino para que aparezca en el
derecho, junto al elemento antijurídico, el más añejo, la culpabilidad
como característica intrínseca de la conducta delictuosa. Ya para 1840
Pufendorf y Luden enseñan en su obra la teoría de la imputación
influenciada por el pasado del delito, y clasificaron en forma tripartita
los caracteres de acción, antijuricidad y culpabilidad.

Sin embargo, la construcción del concepto ente jurídico que denota


expresión teórica de contenido, aparece propiamente en la doctrina
liberal del derecho, que la somete a la autoridad del Estado, vale decir a
los preceptos de la ley. Es a Beccaria a quien corresponde la primera
elaboración moderna de la teoría del delito (1764), producto de la
filosofía política del Iluminismo Europeo, en el marco conceptual del
Estado Liberal y del Derecho, consecuencia de las ideas del Contrato
social y la División de Poderes.
Según Jiménez de Asúa, la doctrina de Carrara, perfeccionada por
Carmignani y la que antes fue formulada por Feuerbach y Romagnosi,
asume la concepción técnica del delito como “ente jurídico”. A partir de
entonces Carrara define delito como: “La infracción de la ley del Estado,
promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de
un acto externo del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable
y políticamente dañoso”.
Por ello a Carrara se le vincula como el iniciador técnico de la doctrina
del delito ente jurídico, quien puso la base lógica para una construcción
jurídica coherente del sistema penal. Con Carrara nace, en Pisa, la
moderna ciencia del Derecho Penal Italiano, desde allí sostiene: “El
delito no es ente de hecho, sino un ente jurídico, porque su esencia
debe consistirse en la violación de un derecho”.
Posterior a Carrara, los cimientos del positivismo arrastraron parte del
material del antiguo maestro italiano, de tal manera que Garófalo
representa la síntesis del delito natural, la que después recogerá Mayer,
en Alemania, conocidas como las normas de cultura.
Garófalo, de acuerdo con Jiménez de Asúa, fiel exponente del
jurisnaturalismo, enfoca y amplía la visión antropológica de Lombroso y
define de forma sintética el delito: “el delito social o natural es una
lesión de aquella parte del sentido moral que consiste en los
sentimientos altruistas fundamentales (piedad y probidad)”.
Ernesto Beling (1906) visualiza el delito desde una óptica finalista y nos
dice que “delito es la acción típica, antijurídica, culpable, sometida a una
adecuada sanción penal y que llena las condiciones objetivas de
penalidad”. Jiménez de Asúa, comenta esta obra y afirma, que estaría
claro las condiciones de existencia del delito para este autor alemán, al
establecer que para que un acto sea delito requiere: una acción descrita
objetivamente en la ley (tipicidad), que sea contraria al derecho
(antijurídica) que sea culposa o dolosa (culpabilidad); y también que sea
sancionado con una pena (punibilidad).
El delito, se describe en consonancia con las ciencias naturales (debido
al apogeo de estas en el siglo XX, especialmente la botánica, la zoología,
o la física); el delito se contempla fundamentalmente como “acción”,
como fenómeno “natural”, o sea exteriorización de la voluntad que guía
la conducta humana.
Max Ernesto Mayer lo considera como “un acontecimiento típico,
antijurídico e imputable”. Mayer emplea la palabra imputable para
otorgarlo a la culpabilidad, de manera que se acerca de Beling. No
obstante, señala Jiménez de Asúa, que al introducir el término
imputable se refiere a la parte que corresponde al delincuente más que
a la consagrada al delito; pero es indispensable acuñarla en una
construcción técnico-jurídica del delito.
En Munich, Edmundo Mezger (1924) reemplaza a Beling y reduce la
definición del delito para señalar los elementos siguientes: “acción
típicamente antijurídica y culpable”. Para éste jurista, la penalidad es
una consecuencia del delito y no una característica como establecían los
anteriores.
El profesor Jiménez de Asúa, seguidor de la Escuela Alemana y crítico del
positivismo clásico, centra el concepto de delito en que: “es el acto
típicamente antijurídico, culpable, sometido a veces a condiciones
objetivas de penalidad, imputable a un hombre, y sometido a una
sanción penal”.
El maestro español lo considera entonces una unidad, cuya suma se
expresa en las características tales como: Actividad, Adecuación Típica,
Antijuricidad, Imputabilidad, Culpabilidad, Penalidad y, en ciertos casos,
condición objetiva de Punibilidad. El acto es para Jiménez de Asúa el
“soporte natural” del delito y la imputabilidad es la base psicológica de
la culpabilidad; las condiciones objetivas son para él, inconstantes y
adventicias... De modo que la “esencia técnico-jurídica de la infracción
penal radica en tres requisitos: Tipicidad, Antijuricidad y Culpabilidad. La
penalidad, en cambio, constituye, con el tipo, la nota diferencial del
delito”.
En esta etapa, el delincuente es el objeto de la máxima preocupación
científica de la justicia. El delito es una manifestación de la personalidad
del delincuente y hay que readaptar a éste a la sociedad corrigiendo sus
inclinaciones viciosas. Tal corrección es el pivote sobre el cual gira este
nuevo período.
La pena como sufrimiento carece de sentido material para la sociedad;
lo que importa es el mecanismo eficaz que se adopte para dar sentido a
su imposición y eficacia. Las ciencias criminológicas vinieron a iluminar
el problema hasta su fondo y a caracterizar el nuevo período en el que la
personalidad compleja del sujeto es lo que se destaca en el primer
término del panorama penal.
Algunos autores señalan, como principio del período científico, las
doctrinas de los positivistas de fines del siglo pasado, pero se considera
que hasta que aparecieron las teorías de hombres como, Manuel Kant,
Federico Hegel y otros, surgieron diversos criterios que fueron dando
luminosidad a esta etapa y se clasificaron de la siguiente manera:
 Teorías que ven en la pena la retribución, ya sea de origen divino,
moral o jurídico;
 Teorías según las cuales la pena tiene un carácter intimidatorio y,
por lo tanto, su fin es la prevención del delito;
 Teorías que encuentran la función de la pena en la defensa de la
sociedad, sea esta directa o indirecta.

Por último, se debe destacar que una vez que aparece la etapa
científica, al mismo tiempo van surgiendo diversas escuelas con un claro
movimiento jurídico filosófico que van dejando precedente, de estas
escuelas deben destacar a la Clásica, a la Positiva, la Tercera Escuela y la
Escuela Técnico–Jurídica.
En cuanto a la característica fundamental de esta etapa del derecho
penal, se caracteriza por su carácter finalista que describe el delito como
un hecho típico, anti jurídico y culpable.
La norma jurídica en esta etapa adquiere una forma tripartita o
compleja, en donde se distingue como:

Etapa Funcionalista: no es homogéneo en sus contenidos a la anterior.


El Derecho Penal está orientado a garantizar la integridad humana,
identidad y unidad normativa jurídica, la constitucionalidad y la
sociedad. La pena constituye una reacción frente a un hecho que
supone un grave quebrantamiento de una norma penal, es decir, se
abandona la tradicional concepción que sustenta a la pena como una
reacción frente a un hecho que lesiona un bien jurídico tutelado y se
erige como el medio de extrema necesidad a través del cual se confirma
la vigencia de la norma violada y de esa forma restituir la identidad
jurídica dentro de la particularidad social del infractor. El delito es una
afirmación positiva o negativa de la conducta humana, que contradice a
la norma jurídica con la cual se tutela a la sociedad, y la pena es la
respuesta necesaria y justa que confirma a la norma jurídica penal; por
tanto la función sustancial de la pena es reinsertar al infractor a la
sociedad, restituir la vigencia de la norma y alcanzar con ello el control
social violado con la conducta delictiva.
Esta teoría fue inicialmente postulada por el profesor alemán Claus
Roxin, en su obra “sistema funcionalismo y político-criminal” y Günter
Jakobs, con su obra “el sistema funcionalista normativista”.
Cabe distinguir seis ámbitos concretos que frecuentemente se combinan
y solapan:

 El denominado Derecho Penal del Riesgo, con el cual se trataría


de dar una respuesta, preferentemente por medio de los tipos de
peligro abstracto, a los grandes riesgos que crean ciertas
actividades en la actual “sociedad del riesgo”, como las relativas a
la tecnología atómica y nuclear, a la informática, a la genética, o a
la fabricación y comercialización de productos;
 El Derecho Penal económico y del ambiente, que agrupa un
conjunto de tipos penales orientados a proteger el ambiente y
otros "nuevos” bienes jurídicos de la economía que,
generalmente, remiten a substratos de carácter colectivo y difuso;
 El Derecho Penal de la Personas Jurídicas, en el cual se trata sobre
todo de las cuestiones de imputación que plantea el hecho
delictivo cometido a partir de una organización empresarial, y por
esto con arreglo a los principios de división del trabajo y de
jerarquía;
 El Derecho Penal Universal para la Protección de los Bienes
Jurídicos Específicos, cuyo carácter universal atañe a toda la
humanidad y cuya responsabilidad penal es individual, se habla de
crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y genocidio;
 El Derecho Penal de la Globalización para la Protección de otros
Bienes Jurídicos como: el narcotráfico, la legitimación de
capitales, el tráfico de personas, el tráfico de órganos, el tráfico de
armas, delitos informáticos, entre otros; y
 El Derecho Penal del Enemigo, teoría propuesta por Jakobs en
1985, dentro de la cual se construyen normas penales para
combatir el terrorismo, la delincuencia organizada trasnacional,
entre otros.
El esquema Funcionalista, amplía el criterio finalista y asume como
premisa básica el factor social y como centro al ser humano.
Es así como, sobre este esquema, es delineada la norma punitiva
sancionatoria, en donde la punibilidad es el último factor a evaluar en el
análisis valorativo de la conducta que puede representar una acción u
omisión típica, antijurídica culpable y punible.
En esta concepción, el responsable o agente de la acción penal no es
aquel a quien directamente se le atribuye un grado de responsabilidad,
autoría o participación en el suceso, sino aquel a quien la ley le confiere
la capacidad jurídica para responder por esos actos, por lo que la
punibilidad va a representar el valor social diferenciador que determina
la posibilidad de imposición de una pena. Igualmente, la determinación
en el diseño del tipo penal que se haga en la ley, debe establecer con
meridiana claridad, los limitar y alcance de los conceptos de causalidad,
poder, capacidad, culpabilidad, entre otros, por lo cual la generalidad
que caracterizaba el sistema finalista pierden su contenido supra-
jurídico, y en el modelo funcionalista se convierten en conceptos bien
definidos que designan grados de responsabilidad o incumbencia dentro
de la ecuación que describe la norma penal.
Estos conceptos no ofrecen al Derecho penal modelos de regulación,
sino que sólo surgen en el contexto de la conformación de la estructura
de que determina la norma penal, no se trata de disponer sistemas
normativos al margen del contexto social (lo que desde luego también
puede intentarse), sino que los esfuerzos se orientan a la construcción
de un Derecho penal, que atienda las peculiaridades y esencialidad del
seno de una sociedad de estructuras variadas o complejas que cada día
se transforma, sin que evidentemente haya que renunciar a formular
aspiraciones frente a la realidad. Por todo ello, el objetivo del modelo
funcionalista, es permitir la formulación y aplicación de normas
jurídicas, de carácter penal, que abarquen la óptima sistematización de
la problemática delincuencial que enfrenta el entorno social y que
entiende, que el ser humano es el centro esencial que motoriza la
comprensión y aplicación del derecho penal.
LAS ESCUELAS PENALES: Las Escuelas del Derecho Penal son un
conjunto de doctrinas y principios que a través de un método específico
y diferenciado, tienen por objeto investigar la filosofía del Derecho
Penal, con la finalidad de establecer la legitimidad del Jus Puniendi la
naturaleza del delito y los fines de la pena.
La Escuela Clásica o Liberal: El primer representante de esta escuela es
Francisco Carmignani. Su obra “Elementos de Derecho Criminal”
propone un sistema de Derecho Penal derivado de la razón, siendo uno
de los primeros en trazar un sistema científico del Derecho Penal en
lengua no germana.
Siguiendo a Carmignani, pero superándolo, aparece en el escenario de la
escuela liberal Francesco Carrara, conocido como ‘el Maestro de Pisa’.
En su “Programma del Corso di Diritto Criminale” (1859) la construcción
del sistema de Derecho Penal alcanza picos de depuración técnica, tanto
que cuando muere Carrara se empieza a visualizar el proceso de
demolición del Derecho Penal liberal.
"Ya tenemos el derecho penal liberal construido por unos hombres que
lo creen definitivo. Conviene recordar que Carrara le confía a sus
discípulos el encargo de dedicarse más bien al derecho adjetivo, al
derecho formal y rituario, que al derecho material, el cual creía
asentado para siempre." (Jiménez de Asúa).
Suelen citarse, como representantes de la Escuela Clásica, en Italia; a
Carminagni, Rossi, y, sobre todos, a Carrara. En Alemania, a Mittermaier,
Berner, Hälschner y Birkmeyer. En Francia, a Orolan y Tissot. Y, en
España, a F. Pacheco y a J. Montes. Existe no obstante, polémica
respecto a la correcta adscripción de algunos autores (García-Pablos de
Molina; Introducción al Derecho Penal, Pág. 634)
César Bonesana (Cesare Beccaria) fue el autor de ‘De los delitos y las
penas’ (1764) al cual se considera como la obra más importante del
Iluminismo en el campo del Derecho Penal.
La pretensión de Beccaria no fue construir un sistema de Derecho Penal,
sino trazar lineamientos para una política criminal.
"Beccaria fue el primero que se atrevió a escribir en forma sencilla, en
italiano, en forma de opúsculo, y concebido en escuetos silogismos y no
en la de aquellos infolios en que los prácticos trataban de resumir la
multiplicidad de las leyes de la época. Sobretodo, Beccaria es el primero
que se atreve a hacer política criminal, es decir, una crítica de la ley". Así
se expresaba Jiménez de Asúa haciendo referencia al autor italiano.
Sin embargo, no se puede dejar de mencionar en la misma línea a
Montesquieu, Marat y Voltaire.
Beccaria parte de los presupuestos filosóficos imperantes de la época (el
Contrato Social, de Rousseau) como origen del Estado Constitucional,
por lo cual desarrolla sus teorías sobre la base de los derechos que
reconoce y la cesión de libertad por parte de los ciudadanos a manos del
Estado y su poder punitivo para la conservación de las restantes
libertades.
La crítica surgida del libro de Beccaria conduce a la formulación de una
serie de reformas penales que son la base de lo que conocemos como
Derecho Penal Liberal, resumido en términos de humanización general
de las penas, abolición de la tortura, igualdad ante la ley, principio de
legalidad, proporcionalidad entre delito y pena, entre otros.

Uno de los más importantes difusores de la obra de Beccaria fue


Voltaire.
La Escuela Positivista: Ante los avances de la ciencia y el afán por
superar el Estado Liberal no intervencionista, buscando afrontar su
ineficacia respecto al nuevo crecimiento de la criminalidad, nace el
positivismo.
Su idea es que la lucha contra la criminalidad debe hacerse de una
forma integral permitiendo la intervención directa del Estado.
Las mayores críticas contra los autores positivistas radican en el olvido
de las garantías individuales, ya que su foco es la peligrosidad social del
delincuente.
Escuela Positivista Italiana: su fundador fue César Lombroso quien
cambió el enfoque del delito como ente jurídico para dirigirlo hacia el
delincuente como hecho observable. Lombroso escribió “L’uomo
Delinquente” en 1876, colocando al delincuente como fenómeno
patológico, respecto del cual sostiene la existencia de una
predisposición anatómica para delinquir, por lo que afirma la existencia
de un delincuente nato por una malformación en el occipital izquierdo.
Para Lombroso el que delinque es un ser que no ha terminado su
desarrollo embriofetal.
Lombroso no era un jurista, por lo que Enrico Ferri será quien le de
trascendencia jurídica a las teorías de Lombroso. Ferri rotula como
“delincuente nato” al “uomo delinquente” de Lombroso. El punto
central de Ferri es que para su positivismo el delito no es la conducta de
un hombre, sino el síntoma de un mecanismo descompuesto. El delito
es síntoma de peligrosidad, por ello la medida de la pena está dada por
la medida de la peligrosidad y no del acto ilícito.
Con el ‘estado peligroso sin delito’ se quiso limpiar la sociedad de vagos,
alcohólicos y todo aquel que demostrara peligrosidad predelictual.
Con Rafael Garófalo se completa el trío positivista italiano, y con él
queda demarcada la tesis de “guerra al delincuente”. Con él surge la
idea de un “delito natural”, ya que las culturas que no compartían las
pautas valorativas europeas eran tribus degeneradas que se apartaban
de la recta razón de los pueblos superiores, y que eran a la humanidad
lo que el delincuente a la sociedad. El delito natural sería el que lesione
los sentimientos de piedad, justicia y paz, que eran los pilares de la
civilización occidental.
Otras Posiciones Positivistas: Dentro del positivismo podemos citar
también otras posiciones, como las escuelas alemanas “Von Liszt y su
positivismo criminológico, y Binding y su positivismo jurídico”.
Franz Von Liszt ocupó todas las áreas académicas que consideraba
lindantes con el delito y formuló lo que llamó “Gesante
Strafrechtswissenschaft”, ciencia total del Derecho Penal, en la que
incluye al Derecho Penal sustantivo, Derecho Procesal Penal o Derecho
Penal Adjetivo, la Criminología, la Política Criminal, entre otras ramas.
Para Von Liszt señaló que, el Derecho Penal es “la carta magna del
delincuente”, es decir, no protege al orden jurídico, la comunidad o la
persona ofendida, sino al sujeto que ha obrado contra ella. El Derecho
Penal, dispone para el delincuente, los límites del derecho a ser
castigado, estableciendo para el Estado los requisitos legales para el
enjuiciamiento y la obtención de los elementos de convicción.
Von Liszt adjudica a la pena, un fin preventivo especial, rechazando la
retribución como fundamento central. Tal prevención tiene, a su juicio,
un triple contenido: corrección de los delincuentes corregibles y
necesitados de mejora, no intervención en caso de delincuentes no
necesitados de mejora y la “Inocuización” (incapacitación) de los
delincuentes no susceptibles de mejora o incorregibles. Defiende así la
pena indeterminada. En todo caso, ya admite la doble vía penal: penas
más medidas de seguridad.
Karl Binding con su positivismo jurídico desarrolló la teoría de las
normas, donde afirma que el delincuente no viola la ley penal sino que
la cumple, lo que viola es la norma prohibitiva que subyace dentro de la
norma penal.

La Crisis Del Positivismo Jurídico; el Positivismo entra en crisis desde


finales del siglo XIX, surgiendo nuevos movimientos doctrinales. Entre
ellos el Neokantismo y el Finalismo.
Neokantismo de Edmund Mezger. En él se encuadran 2 direcciones
distintas: la Escuela de Marburgo y la Escuela Sudoccidental Alemana.
La crítica básica del Neokantismo al Positivismo es la insuficiencia de su
concepto de ciencia. El método de las Ciencias Naturales sólo da un
conocimiento parcial, pues sólo determina aquello que se repite. Es
necesario añadir las ciencias del espíritu y otras clases de métodos
distintos a los científicos naturales. Es necesario referir los datos de la
realidad a los valores de una comunidad, lo que se hace a través de las
Ciencias de la Cultura, entre ellas el derecho.
Estas premisas, ha sido la base para el gran desarrollo de la dogmática
penal contemporánea, al delimitar con claridad las materias, disciplina y
alcance que le correspondía estudiar a la ciencia del Derecho Penal en
todas sus áreas.
La Escuela Finalista: parte de la Teoría del jurista alemán Hans Welzel
quien en el año de 1930 realiza una crítica del sistema causalista
diciendo que el ubicar la acción en forma causal, es una forma ciega de
observar el delito, aduciendo que es una forma ciega por que el
causalismo se reduce a causa-efecto sin tener en cuenta la finalidad o
alcance de la acción.
En el año de 1931 Hans Welzel estableció que el delito parte de una
acción pero tiene una finalidad, alcance y un fin, es decir, el delito basa
su creación en una relación ético-social en donde en primer plano se
encuentra la culpabilidad como elemento del delito, debiéndose medir y
tomar en cuenta la peligrosidad del individuo en relación a su
culpabilidad de ahí que la teoría finalista hace un análisis de la
culpabilidad del delincuente tomando en cuenta el fin o fines de la
acción delictiva; esta corriente ideológica recibe el nombre de finalista
por que atiende principalmente al estudio técnico-jurídico sobre la
finalidad o intención que tuvo el delincuente para cometer el delito.
Esta teoría, en cuya ideología intervinieron juristas como Hellmuth Von
Weber, Alexander Graf Zu Dohna Hellmut Mayer, revolucionó el
pensamiento penal de la época siguiendo la idea varios juristas como
Nicolai Hartmann y Richard Konnigsberg. Hans Welzel en base a ésta
teoría se saca de la culpabilidad el elemento de la forma (2° elemento)
que representa al dolo y la culpa, trasladándolo a la acción como
consecuencia natural y, toda vez que en ésta teoría la acción pertenece
al tipo, tanto el dolo y la culpa se deberán tomar en cuenta al estudiar la
conducta y el tipo, no obstante que el causalismo consideraba al dolo
como elemento de la culpabilidad. Esta escuela basó su ideología
principalmente en la psicología y la fenomenología como elementos
preponderantes en el actuar humano. Esta escuela, que para los
doctrinarios y estudiosos de la Teoría del Delito se ha dividido en
finalismo ortodoxo, finalismo radical, finalismo formal, finalismo
material y finalismo valorativo, tuvo su total desarrollo en Alemania
desde el año 1930 hasta el año 1970, habiendo sido interrumpido su
camino entre los años 1933 y 1945 aproximadamente por haber
imperado en esos años en Alemania otra escuela llamada del
“Irracionalismo Jurídico” o de la “Escuela de Kiel” sustentada por juristas
como Georg Dahm, Friedrich Schaffstein y Edmundo Mezger. La teoría
finalista expone dos diferentes fases en su estudio aduciendo que para
que un individuo pueda ser castigado en base a su demostrada
culpabilidad deben tomarse en cuenta diversos aspectos tanto internos
como externos de la conducta del individuo. Para la teoría finalista es
esencial el estudio minucioso de cada uno de los elementos integrantes
del tipo como lo son:
a) Los elementos Objetivos.
b) Los elementos Subjetivos.
c) Los elementos Normativos.
Basando lo anterior en la teoría alemana de la Tipicidad iniciada en el
año de 1906 por el jurista alemán Ernst Von Beling, la teoría finalista
señaló que sobre todo estudio de la culpabilidad deberán analizarse dos
fases en la conducta del hombre que son: la fase externa y la fase
interna.

Conducta:
Fase Interna Fase Externa
- Objetivos y propósitos -Ejecución de los medios
- Medios Empleados -Resultado previsto
- Posibles consecuencias. -Nexo causal

Por otro lado la Escuela Finalista funda su razón de ser en la subjetividad


del acto y que corresponde a la fase interna (el pensamiento del
individuo), analizando los motivos y finalidades del delincuente para
poder deducir de ahí la culpabilidad del sujeto en base a la realización
de un hecho. Por tal motivo esta escuela se basa totalmente en la Teoría
del Tipo y sus elementos como condición para que pueda establecerse
la culpabilidad; esto es, que esta teoría exige el estudio dogmático-
jurídico de cada uno de los elementos del tipo analizados en la relación
del hecho delictivo en particular para poder establecer la culpabilidad
sobre una persona. Haciendo una comparación entre la Escuela
Causalista y la Escuela Finalista.
Para el Finalismo es necesario además de tenerse por comprobado el
elemento objetivo el tipo, que se tengan comprobados también los
elementos normativos y subjetivos como por ejemplo todos aquellos
hechos que se encuentran vinculados a la antijuridicidad. Que deberán
ser valorados en base a las características del hecho delictivo, así como
de aquellos supuestos que hacen determinar la voluntad del sujeto
activo para actuar con intención, dolo o culpa.
Lo que da como consecuencia que esta Escuela Finalista funda su razón
de ser en la subjetividad del acto analizando los motivos y finalidad en el
actuar del delincuente para poder deducir de ahí la culpabilidad sobre la
persona. En consecuencia, y por los motivos antes expuestos, esta
escuela se basa totalmente en la Teoría del Tipo y sus elementos como
condición para que pueda establecerse la culpabilidad, esta teoría exige
el estudio dogmático-jurídico de cada uno de los elementos del Tipo
Analizados en relación al hecho delictivo en particular para poder
establecer culpabilidad.
Dentro de esta corriente de pensamiento destaca la impuesta por Hans
Welzer, la más modesta de todas las "remakes" de la doctrina del
Derecho Natural fue la de Hans Welzel con su teoría de las estructuras
lógico-reales. Se trataba de un Derecho Natural en sentido negativo: no
pretendía decir cómo debería ser el derecho, sino sólo lo que no era
derecho. A diferencia del neokantismo, para el cual el valor era lo que
ponía orden en el caos del mundo y lo hacía disponible, para el
ontologismo welzeliano el mundo tiene varios órdenes a los que el
legislador se vincula por las estructuras lógicas de la realidad. Según
Welzel, cuando se las ignora o quiebra, el derecho pierde eficacia, salvo
que quiebre la que lo vincula a la estructura del ser humano como
persona, en cuyo caso deja de ser derecho.
Escuela funcionalista del Derecho Penal. Pretende explicar que las
estructuras del delito dependen de los fines y funciones que cumple el
derecho en la sociedad y que la finalidad del derecho es la estabilización
de expectativas sociales.
En la década de los años ochenta un jurista Alemán de nombre Claus
Roxin expuso la teoría funcionalista en 1984, mediante el uso de la
llamada Política Criminal o Criminológica en donde se expone que la
misión última del Derecho Penal es la protección de bienes jurídicos en
todo ámbito dentro de la vida del hombre, esta escuela establece que la
pena o castigo debe aplicarse solo en función de una prevención general
del delito así como prevención especial que va dirigida al autor del
delito para que no reincida; y a la sociedad en general para que sirva de
ejemplo la imposición de un castigo.
Para esta escuela, el momento de imponerse la pena constituye la parte
más importante del proceso penal, ya que de ello depende el detener
tanto la acción definitiva del delito como la reinserción del delincuente a
la sociedad. Esta escuela descansa su ideología en los modernos
principios de política criminal, y entre sus principales desarrolladores se
encuentra Ghünter Jakobs quien ha dado impulso al llamado
“Funcionalismo Radical” al partir su teoría de principios filosóficos.
Así, los doctrinarios del Derecho Penal y de la Teoría del Delito han
dividido a la escuela funcionalista en dos:
 El Funcionalismo Moderado, cuyo principal exponente es el
profesor Claus Roxin; y el
 Funcionalismo Radical, formulado por Ghünter Jakobs.
Para Günther Jakobs, una de sus principales artífices, define al delito
como injusto, y éste es el comportamiento típico evitable (doloso o
imprudente) que no está justificado. El autor (del injusto) sólo es
responsable por el déficit de motivación jurídica si en el instante de la
comisión del hecho, convergen los elementos jurídicos que
responsabilizan a un sujeto que en plena conciencia permite establecer
con plenitud, la competencia y la validez de la norma, es decir, si es
punible la acción anti jurídica sometida al examen penal.
Esta escuela ha tenido diversos seguidores en el mundo; en Alemania
Bern Schunemann y Schmidhäuser; en España Santiago Mir Puig, Juan
Bustos Ramírez, Manuel Cancio Meliá, Francisco Muñoz Conde y Miguel
Polaina Navarrete; en Italia Alessandro Baratta.
En el funcionalismo, la estructura que configura el delito, dentro de la
norma penal, dependerá de los fines y funciones que cumple el derecho
en la sociedad.
LA FORMACION DEL DERECHO PENAL VENEZOLANO: Un Código Penal
es un conjunto unitario, ordenado y sistematizado de las normas
jurídicas punitivas de un Estado, es decir, concentra las normas en un
compendio ordenado que contiene distintos aspectos relativos a la
legislación aplicable en materia penal, en sí mismo la codificación busca
la eliminación de redundancias, la ausencia de lagunas y la universalidad
o sistematización del sistema jurídico, esto es, que busca concentrar y
sistematizar las normas penales vigentes para facilitar su análisis,
comprensión y aplicación.

El Código Penal, en cierto sentido, recoge buena parte de la política


criminal aplicable por un Estado, de esta manera, el Estado a través del
órgano legislador, que en Venezuela es la Asamblea Nacional, busca
legislar con el fin de evitar la aplicación de penas arbitrarias, sobre la
base del principio de mínima regulación, de igual forma el principio de
legalidad penal establece que sólo puede ser sancionada penalmente
aquellas conductas que se encuentren expresamente señaladas en el
Código Penal.
En Venezuela existen un sin número de leyes que, aparte del Código
Penal, contienen tipos penales lo cual ha roto el principio de codificación
y sistematización del sistema penal, dificultando la comprensión y
aplicación integral del sistema penal.
El primer Código Penal que reunió los requisitos de sistematización y
organización científica estructurada, surgió en la época histórica de la
Ilustración. Este fue el Código Penal Francés, que entró en vigencia en la
época napoleónica, es por lo que se ha conocido como Código Penal
Napoleónico, promulgado en 1810 con la finalidad de dar coherencia a
un sistema jurídico casi indescifrable por la multitud de normas
dispersas que existían, lo cual representó un avance significativo para la
época. Su principal aporte está representado en la aceptación de la
codificación, como sistema de simplificación y unificación. Más adelante
la codificación penal se fue extendiendo por toda Europa, sobre todo
por los países de Derecho Continental donde imperaba el sistema de
Derecho Formal o Escrito, y luego de ello se extendió por todos los
territorios bajo los cuales estos estados europeos tenían influencia
política o económica.
Contemporáneamente, se ha evidenciado en muchos países de
Latinoamérica el surgimiento de procesos inversos a la codificación,
evidenciando que la totalidad de legislación penal se encuentre en
diversas normas, distintas del Código Penal, lo cual obliga la remisión a
leyes penales especiales u otras leyes, de naturaleza no penales pero
que conciben tipos penales en sus estructuras; incluso en los países,
como España, que han realizado múltiples esfuerzos por alcanzar la
codificación de las normas penales, es evidente la utilización de la
técnica legislativa conocida como "Ley Penal en Blanco" lo cual obliga a
complementar la legislación penal con estructuras extrapenal, es decir,
contenidos en normas dispersas que pueden estar en la misma ley o en
otra y que pueden contener parte del tipo penal que integra la
estructura básica o complementaria del mismo.
El Código Penal venezolano, es netamente un instrumento jurídico
represivo, ya que establece en su conjunto las conductas que son
consideradas lesivas a la sociedad y en consecuencia fija las medidas de
seguridad, establece las penas y prerrogativas, la forma de
cumplimiento y extinción, establece el bien jurídico tutelado y en
consecuencia fija la gravedad y considera la personalidad del sujeto.
Se divide en 3 libros, con 546 artículos. El libro I, trata de las
disposiciones generales sobre los delitos y las faltas, las personas
responsables y las penas; el libro II, trata sobre las diversas especies de
delitos; y el libro III de las faltas en general.
De sumo interés para comprender la conformación del Derecho Penal
venezolano, resulta analizar en particular la legislación española, no sólo
por haber regido desde la época colonial, sino porque, además, sus
disposiciones penales se aplicaron de manera ininterrumpidas en
nuestro país prácticamente hasta 1873, cuando entró en vigor el Código
Penal del presidente Guzmán Blanco, que ordenó expresamente
derogarlas.
No obstante, a la presente fecha, permanecen vigentes muchas de esas
disposiciones por haber sido trasladadas de manera textual a nuestros
ordenamiento jurídico penal, como por ejemplo, la relativa al delito de
rebelión, que desde 1863 hasta nuestros días ha estado presente, sin
variación alguna en el Código Penal Venezolano, en razón a lo pautado
en la fórmula española de la época, al igual que en diversas leyes
penales venezolanas descodificadas.
Tenemos entonces que los Códigos Penales españoles de 1822, 1848,
reformado en 1850 y 1870, fueron tomados como modelo por la
mayoría de los primeros códigos penales latinoamericanos, salvo el de
Haití de 1835 y el de República Dominicana de 1845, que adoptaron el
Código Penal francés de 1810, al igual que el Código Penal de Ecuador
de 1872, que se basó en el Código Penal belga. Chile estuvo también a
punto de adoptar este último, pero en definitiva sus legisladores, en
esta época, prefirieron la adopción del Código el español.
El Maestro español Jiménez de Asúa, apunta que la inmensa mayoría de
los Códigos iberoamericanos, tomaron como base el Código penal
español, o lo transcribieron más o menos literalmente, por lo que
incluso los modernos textos conservan vestigios de la vieja estructuras
penales española, puesto que los innovadores dejaron subsistentes
numerosos artículos de estos Códigos.
El proceso de codificación penal en Venezuela coincide con el de
codificación nacional de las diferentes ramas del Derecho mercantil,
civil, penal y de procedimientos, toda vez que los primeros códigos
venezolanos que se sancionaron entre 1862 (Código de Comercio, el 27
de junio y Código Civil, el 28 de octubre) y 1863 (Código de
Procedimiento Civil, el 2 de marzo, Código Penal y Código de
Procedimiento Criminal, ambos el 19 de abril), son producto,
precisamente, del mismo proceso codificador nacional que se inició en
1811 con la sanción de nuestra primera Constitución.
Proclamada la independencia política de Venezuela, la Junta Suprema
Conservadora de los Derechos de Fernando VII decide convocar para
elecciones generales, a fin de integrar el Primer Congreso Constituyente
de la República, que se instaló en Caracas el 2 de marzo de 1811, donde
se planteó la necesidad de armonizar el naciente Estado independiente
con el ordenamiento jurídico en vigor en su territorio hasta ese
momento, es decir, el impuesto por la Corona española desde la
colonización.
En la sesión del 9 de marzo de 1811 se acordó comisionar a Don
Francisco Espejo, Don Miguel Sanz, Don José Domingo Duarte, Don
Francisco Berrío, Don José María Ramírez, Don Francisco Xavier Yanes,
Don Dionisio Franco y Don José Ignacio Ústariz, para que formasen un
Código Civil y Criminal, que tuviese por principal objeto la simplicidad y
brevedad de los juicios, y la recta y segura administración de justicia.
Quedó conformada así la Primera Comisión Codificadora venezolana.
Dado que ello no pudo realizarse con la prontitud requerida por el
Constituyente, fue necesario incluir en la Constitución de 21 de
diciembre de 1811 un artículo final, el número 228, que declaró la
fuerza y vigor del Código que hasta aquí nos ha regido, es decir, de la
legislación española imperante en el Territorio de Venezuela en todas
las materias y puntos que, directa o indirectamente, no se opongan a lo
establecido en esta la Constitución de la República, entretanto se
verificara la composición de un Código Civil y Criminal, acordado por el
Supremo Congreso el 8 de marzo de 1812, adaptable a la forma de
Gobierno establecido en Venezuela.
Mandato idéntico, advierte Parra Aranguren, fue reproducido en el
artículo 326 de la Carta Fundamental de la Provincia de Caracas, fechada
en 31 de enero de 1812, y de forma similar en la Constitución de la
Provincia de Barcelona del 12 de enero de 1812.
El proceso de conformación del nuevo orden jurídico proclamado por
nuestra primera Constitución fue de lenta y gradual evolución, lo que
resulta lógico porque, como dice Chiossone, habría sido imposible que la
organización política e institucional que dio España en más de tres siglos
a los diversos países americanos después del descubrimiento, pudiera
desaparecer de un momento a otro, pues, aún con todos los vicios que
pudieran achacársele, había formado una conciencia jurídica que siguió
por muchos años sirviendo de pedestal a los nuevos Estados una vez
emancipados.
Lo dispuesto por el citado artículo 228 de la Constitución de 1811 viene
a constituir, sin duda alguna, la semilla del proceso codificador en
Venezuela, que es relativamente contemporáneo al europeo, el cual
tomó cuerpo a finales del siglo XVIII, a partir de la Revolución Francesa,
y se manifestó con bríos a principios del siglo XIX, con los Códigos
Napoleónicos Civil (1804), de Procedimiento Civil (1807), de Comercio
(1807), de Instrucción Criminal (1808) y Penal (1810).
Las cruentas guerras independentistas venezolanas impidieron
acometer la tarea codificadora, y tan pronto fue restablecida la
continuidad de la vida republicana, surgió nuevamente la urgencia de
promulgar un Código de Leyes Patrias, conforme a los intereses y
requerimientos particulares del país; y así, el Libertador Simón Bolívar,
en su mensaje del 15 de febrero de 1819, señala lo siguiente en el
Congreso reunido en Angostura:

“…/…nuestras Leyes son funestas reliquias de todos los


despotismos antiguos y modernos; que este edificio
monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas,
elevemos un Templo a la Justicia; y bajo los auspicios de su
sana inspiración, dictemos un Código de Leyes venezolanas. Si
queremos consultar monumentos y modelos de la Legislación,
la Gran Bretaña, la Francia, la América Septentrional los
ofrecen admirables.”
Pese a esta proclama del Libertador, nada de dispuso en la Constitución
de Angostura de 1819 al respecto.
Posteriormente, una vez sellada la Independencia con la Batalla de
Carabobo en 1821 y constituida la Gran Colombia, la preocupación de
Bolívar por una legislación nacional encuentra eco al crearse, por
Decreto de Francisco de Paula Santander de 5 de enero de 1822, ―una
Comisión de Letrados para que, en vista de los Códigos Civiles y Penales
más célebres de Europa, de la legislación española que sentaba las bases
fundamentales sobre la cual se ha organizado el sistema de gobierno de
Colombia, redacte un Proyecto de Legislación propio y análogo a las
costumbres y necesidades de la naciente República.
Esta Comisión quedó conformada, de acuerdo al artículo 3º del mismo
Decreto, por el Secretario del Interior José María Restrepo; el Ministro
de la Alta Corte, doctor Félix Restrepo; el Senador, doctor Gerónimo
Torres, el Ministro de la Corte Superior de Justicia del Centro, doctor
Diego Fernando Gómez; y, el abogado doctor Tomás Tenorio. No se
existe documentación que avale el resultado cierto, en cuanto a la
conformación de un Proyecto que haya sido finalmente redactado.

Otros esfuerzos codificadores se realizaron antes de la disolución de la


Gran Colombia. Así, a instancias de Simón Bolívar, se crea el 31 de julio
de 1829, una nueva Comisión Codificadora integrada por los ciudadanos
Miguel Tobar, Francisco Pereira, Rufino Cuervo y Manuel Camacho
Quesada, dependiente del Ministerio de lo Interior, pero de igual forma,
ningún documento registra noticia cierta acerca del resultado de sus
trabajos.
Una vez separada Venezuela de la Gran Colombia, el Congreso
Constituyente convocado por el General José Antonio Páez para
construir el andamiaje jurídico del separado Estado venezolano, poder
constituyente que fue instaló en la ciudad de Valencia el 6 de mayo de
1830, promulga la Constitución de 7 de octubre 1830, que, en su Título
XIV, referente a las atribuciones del Congreso, estableció lo siguiente en
el artículo 87: “Son atribuciones del Congreso: 1ª. Dictar las leyes y
decretos necesarios en los diferentes ramos de la administración
pública; interpretar, reformar, derogar las establecidas, y formar los
códigos nacionales”.
Igualmente, el mismo Congreso Constituyente, por Resolución del 14 de
octubre de 1830, esto es, a la semana de haber sido aprobada la
Constitución, dicta lo siguiente:
“En el orden judicial continuarán observándose las Leyes y
Decretos expedidos por los Congresos de Colombia que hasta
ahora han regido, y que no sean contrarios a la Constitución y
Leyes sancionadas por este Congreso Constituyente,
entendiéndose de la Suprema Corte de Justicia y Jueces de Paz,
que establece la Constitución, los artículos de la Ley de 11 de
mayo de 1825, que hablan de la Alta Corte y Alcaldes
Provinciales; quedando derogados los Decretos del General
Simón Bolívar sobre la materia.”
Resulta interesante el análisis de las disposiciones constitucionales que
dieron base, en su momento, a la creación de numerosas Comisiones
Codificadoras, que tuvieron por objeto la redacción de los códigos
nacionales, según reseñamos de seguidas.

Es así como, las Constituciones posteriores a la de 1830, esto es, las de


1857, 1858 y 1864 también se preocuparon por establecer las pautas
que dictaran la necesaria codificación de las leyes, pues en todas ellas se
contemplaron expresas disposiciones al respecto, pero sin ningún
resultado práctico.
En el año 1830 se nombraron tres Comisiones para redactar el código
penal, el de procedimiento criminal y el de juicio por jurados; pero sólo
se presentó un proyecto sobre lo último en 1832, formulado por Pedro
Pablo Díaz, y no se aprobó.
En 1832, el Congreso de Venezuela designa asimismo otra comisión para
redactar los proyectos de Código Civil, Criminal y de Comercio, que
tampoco fueron aprobados.
Luego, en 1834 los Ministros del Interior, en el uno el Dr. Diego Bautista
Urbaneja, y en el otro, José Santiago Rodríguez, exigen a los congresos
de los Estados, la reforma urgente de las leyes españolas, y en 1835 se
nombran comisiones para redactar los códigos nacionales, entre estos,
el penal, pero ninguno hizo la que concernía a la conformación de este
cuerpo de leyes.
En 1835 el Congreso acuerda la redacción cuatro proyectos de códigos:
civil, penal, militar y mercantil, comisionándose al efecto a los
distinguidos especialistas licenciado Francisco Aranda, doctor Francisco
Díaz, general Francisco Carabaño, doctores Tomás Hernández Sanabria y
Juan Nepomuceno Chávez, asignándoles a cada uno 4.000 pesos por su
trabajo. La revolución de las Reformas estalla en el propio año, y
únicamente Aranda puede cumplir su comisión, presentando en 1836
un proyecto de código de procedimiento judicial.
El Proyecto de Código de Procedimiento Judicial, redactado por Aranda,
y que se conoce comúnmente con el nombre de Código Arandino, o
Código de Aranda, fue acogido y aprobado por el Congreso, siendo
promulgado el 19 de mayo de 1836. 11 Títulos de este código trataban
del procedimiento en el juicio civil, y el duodécimo y último se refería al
juicio criminal, mientras se establecía el jurado. En los años siguientes se
reformaron varios de sus Títulos.
En 1840 se vuelve a nombrar otra Comisión Redactora de códigos,
compuesta de los abogados Aranda, Francisco Díaz y Juan José Romero,
con sueldo mensual de 250 pesos asignado para cada uno. A los dos
años presentan un código de comercio; pero el Congreso, dando
preferencia a otros asuntos, olvida tomarlo en consideración en este
periodo.
Así las cosas, los distintos Congresos de Venezuela con frecuencia
nombraron nuevas comisiones para redactar códigos en otras materias
o para revisar el Código Arandino sin que, en definitiva, estas comisiones
llegaran a ningún resultado o propusieran cambios al mismo.
Posteriormente, por una nueva insinuación del Ejecutivo, el Congreso de
1848 designa una Comisión compuesta del Licenciado Francisco Aranda,
Juan José Romero y Francisco Díaz para confeccionar un código penal,
mas esta comisión no presenta proyecto alguno.
En 1853, el Congreso comisiona al Dr. Julián Viso para que continúe
redactando sus proyectos de código civil y penal, y finalmente en 1854,
este eminente jurisconsulto presento el primer Proyecto de Código Civil,
elaborado por su cuenta, que no pasó de ser un proyecto.
Al respecto, en la Constitución de 1857, sancionada en Caracas el 18 de
abril de 1857, bajo la Presidencia de José Tadeo Monagas, dispuso en el
artículo 74, numeral 4., que el Consejo de Gobierno, compuesto por el
Vicepresidente de la República, que lo presidirá, cuatro ciudadanos con
las cualidades de Senador, elegidos por el Congreso, en Cámaras
reunidas; un miembro de la Corte Suprema de Justicia designado por
ella misma; y, de los Secretarios del Despacho, tenía como atribuciones,
entre otras: “…/… 4. Formar proyectos de códigos nacionales y de Leyes,
y presentarlos al Congreso”.
La de 1858, sancionada en Valencia el 31 de diciembre de 1857, bajo la
Presidencia de Julián Castro, en el Título IX, ―De las atribuciones del
Congreso, estableció en su artículo 64, numeral 1, lo siguiente: “Son
atribuciones del Congreso: 1. Formar los Códigos nacionales, pudiendo
hacerlo por medio de comisiones de redacción y de revisión nombradas
al efecto”.
CÓDIGO PENAL DE 1863:
Los esfuerzos codificadores continuaron sin mayores resultados. Según
Chiossone, es increíble que desde la separación de Venezuela de la Gran
Colombia en 1830 hasta 1863, existiendo eminentes letrados,
jurisconsultos e instituciones como el Congresos de la República
constituidos con la élite pensante de la época, el proceso de la
codificación hubiese demorado más de treinta años, siendo que de
forma expresa una dictadura iniciara el proceso de codificación y
formación de las leyes esenciales para la república, ya que en el año
1956, fue encomendado la elaboración de un proyecto de Código Penal
a un jurista de reconocida trayectoria para la época, de nombre Julián
Viso, quien elabora un proyecto de Código Penal basado en el Código
español de 1848. Es así como en el año 1863, durante la Guerra Federal,
fue promulgado por el Presidente de la República, General José Antonio
Páez el 19 de abril de 1863, la primera codificación penal sustantiva.
Este Código, marcan la aspiración del proceso de codificación en
Venezuela, no obstante que su vigencia fue realmente efímera, apenas
estuvo vigente cuatro (04) meses y que por los avatares de la Guerra
Federal, no logró tener una vigencia efectiva, fue promulgado por el
General José Antonio Páez el 19 de abril de 1863, y una vez depuesto
fue derogado por Decreto del Presidente entrante, General Juan
Crisóstomo Falcón del 8 de agosto de 1863.
Dicho Decreto declaró nulas y sin ningún valor las disposiciones dictadas
con posterioridad al 15 de marzo de 1858, restituyendo así la legislatura
contenidas en las viejas leyes españolas. En este Decreto se lee lo
siguiente:
“Juan C. Falcón, General en Jefe y Presidente de la Republica,
considerando: Que es de necesidad determinar la legislación a
que deben sujetarse todos los tribunales y oficinas de la
República, decreto:
Art. 1º.- Mientras se expiden las leyes y decretos
correspondientes, se declaran en su fuerza y vigor las leyes
civiles y criminales que estaban vigentes el día 15 de marzo de
1858, en todo aquello en que directa o indirectamente no se
opongan al sistema federal proclamado por los pueblos.
Único. Queda exceptuado el Código de Comercio, el cual se
declara vigente. “
A los tres días, esto es, el 11 de agosto de 1863, Juan Crisóstomo Falcón
dicta un nuevo Decreto creando una Comisión para formar los Códigos
nacionales, en el cual se lee lo siguiente:
“Juan C. Falcón, General en Jefe y Presidente provisional de la
República, considerando: Que es de necesidad poner en
armonía la legislación de la República declarada vigente con el
sistema federal proclamado por los pueblos, decreto:
Art. 1º.- Se crea una comisión revisora de la legislación del
país, cuyas funciones serán formar los códigos nacionales y
presentar proyectos de leyes que la impongan en armonía con
el sistema federal.
Art. 2º.- La comisión se compondrá de tres letrados
nombrados por el gobierno y del Procurador General de la
Nación.
Art. 3º.- Los tres letrados gozaran del sueldo de doscientos
pesos mensuales.
Art. 4º.- El secretario de Estado en los Despachos de lo
Interior, Justicia y Relaciones Exteriores queda encargado de
la ejecución de este decreto y de comunicarlo a quienes
corresponda.”
Las condiciones políticas imperante en el país evidenciaba que la
dictadura presidida por el General José Antonio Páez estaba a punto de
fenecer, parece difícil imaginar que sumido el país en las cruentas y
frecuentes confrontaciones producto de la Guerra Federal, hubiera
subsistido cualquier legislación promulgada por el gobierno depuesto,
no obstante, el ánimo suficiente y la serenidad política necesaria para
culminar la obra codificadora que por tantos años, y pese a los múltiples
esfuerzos realizados, no había logrado cristalizar. Sin embargo, ha de
tenerse presente que para 1863, el proceso codificador ya tenía varias
décadas en desarrollo paulatino pese a los fracasados intentos por
alcanzarlo.
Pese al corto tiempo que estuvo en vigor, este es nominalmente el
primer Código Penal venezolano, apenas estuvo vigente cuatro meses y
que por los avatares de la Guerra Federal, no logró tener una vigencia
efectiva.
Es así como la Constitución de 1864, sancionada en Caracas el 22 de
abril de 1864, bajo la Presidencia del General Juan Crisóstomo Falcón,
en la Sección V, relativa a las atribuciones de la Legislatura, estableció
en su artículo 43, numeral 6., lo siguiente: “La Legislatura nacional tiene
las atribuciones siguientes: (…) 6. Formar los Códigos nacionales con
arreglo al inciso 22 del artículo 13”. En este, a su vez, se
dispuso: “Artículo 13.- Los dichos Estados se obligan a defenderse contra
toda violencia que dañe su independencia o la integridad de la Unión; y
se obligan a establecer las reglas fundamentales de su régimen y
gobierno interior, y por tanto quedan comprometidos. (…) 22. A tener
para todos ellos una misma legislación sustantiva, civil y criminal”.
Posteriormente, el 27 de octubre de 1868, el Ejecutivo Federal nombra,
según lo refiere Chiossone, varias comisiones que fueron integradas por
los notables ciudadanos licenciados Luis Sanojo, Manuel Cadenas
Delgado, Cecilio Acosta, Juan Pablo Rojas Paúl y doctor Ramón
Fernández Feo. No se logró tampoco nada efectivo en este periodo.
CÓDIGO PENAL DE 1873:
En septiembre de 1872, bajo la presidencia del General Guzmán Blanco,
se crea otra comisión general de códigos, integrada por: Cecilio Acosta y
Juan Pablo Rojas Paúl, quienes presentaron el proyecto de Código que
fue aprobado el 17 de abril de 1873.
Es así como, bajo la presidencia del Ilustre Americano, se logra dictar la
nueva y definitiva codificación nacional al promulgarse los Códigos Civil,
de Comercio, Penal, Militar, de Hacienda, de Procedimiento Civil y de
Enjuiciamiento Criminal.
De manera que el proceso codificador venezolano, se prolongó una vez
más, hasta la entrada en vigencia de los códigos sancionados y
promulgados en 1873; y el penal en particular derogó definitivamente,
por expresa disposición de su artículo 582, todas las leyes españolas
que, en materia criminal, habían estado en plena observancia en la
República hasta esa fecha.
El Código Penal, constaba de 582 artículos, tiene la sistemática y los
preceptos del Código español de 1870, el cual sirvió de modelo. Lleva la
numeración de su articulado corrida. En este texto legal se suprime la
pena de muerte; se mantiene la subdivisión en Títulos, Leyes y Libros.
El Libro Primero contiene las disposiciones sobre delitos y faltas; sobre
las personas responsables y las penas, además contiene el principio de
legalidad penal, en su artículo primero.
Adicional, ente, el Código Penal Venezolano de 1873 tiene el mérito de
haber sido el primero de Hispanoamérica en suprimir la pena de
muerte. Su primer divulgador y comentarista fue el eminente jurista
zuliano Dr. Francisco Ochoa, Catedrático de la materia Penal en el
Colegio Federal de 1ª Categoría del Estado Falcón y Ministro de la Corte
Suprema de Justicia del mismo Estado. Expuso en su obra, “Exposición
del Código Penal Venezolano”, un completo análisis del instrumento
jurídico, cuya primera edición se hizo en Maracaibo en la Imprenta
Bolívar de Alvarado y Cia., en el año 1888.
De este Código sancionado en 1873, el propio Dr. Ochoa comenta que:
“…/… si bien es verdad no consideramos exento de defectos y
errores, debemos juzgar como un gran paso en el camino de la
legislación patria, comoquiera que mediante él poseemos un
código propio, sin tener que ocurrir, como hasta poco se
hacía, a las leyes de Partida y de la Novísima Recopilación,
incompatibles con nuestro sistema de gobierno y con las
conquistas de la moderna civilización.
…/…
Por lo demás, no debe verse en éste, nuestro trabajo, un estudio crítico,
sino una mera exposición del Código penal. Si en el curso de ella
indicamos algunos de los errores que él contiene, es sólo con el
propósito de llevar desde ahora nuestro humilde contingente para la
labor de su reforma, que creemos no está distante. Temeraria
pretensión habría sido exigir a los distinguidos jurisconsultos que
redactaron ese código una obra que satisficiese por completo, cuando
esto no puede ser sino el resultado de muchos años, de profundos
estudios y repetidos ensayos y experiencias, no siendo, por lo mismo,
posible alcanzarlo en un código que se implantaba en nuestro país por
vez primera.
Para justificar este aserto nos bastaría consignar aquí la historia del
código español, apuntando las vicisitudes porque ha pasado. En efecto,
ni el código sancionado en 1822 bajo el reinado de Fernando VII, ni los
proyectos de 1829 y 1834, ni el publicado en 1848, revisado luego en
1850, ni finalmente el vigente de 1870, han podido presentarse al
público sin adolecer de graves errores ni escapar al escalpelo de la
crítica, a pesar de haber sido redactados por los más notables
jurisconsultos de España. Por ello en 1879 proyectó una nueva reforma
el señor Bugallal; en 1882 y 1885 presentaron a las Cortes Españolas los
señores Alonso Martínez y Silvela, respectivamente, sus proyectos en tal
sentido, y últimamente, en 1886 tenemos noticia de que presentó otro
proyecto de reforma el mismo señor Alonso Martínez. ¿Podrá gloriarse
la Nación española de que el nuevo código penal que sancione sea una
obra acabada en su género? Ya lo veremos.”
Es así como, en la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de
1874, sancionada en fecha 27 de mayo de 1874 bajo la presidencia del
General Antonio Guzmán Blanco, no aparece consagrada ninguna
disposición similar a las anteriores Constituciones de 1811, 1830, 1857,
1858 y 1864, que permita establecer alguna directriz en materia de
codificación, lo cual parece lógico si se toma en consideración que en el
año 1873, ya el proceso de codificación nacional había alcanzado su
finalidad con la promulgación de los distintos Códigos: de Comercio,
Penal, Militar, de Hacienda, de Procedimiento Civil y de Enjuiciamiento
Criminal.
El auge arrollador de las nuevas doctrinas científicas en materia penal de
finales del siglo XIX se deja sentir en nuestro país, quedando abonado el
terreno para la reforma del Código Penal de 1873, que se logró
mantener en vigencia durante veinticuatro años.
CÓDIGO PENAL DE 1897:
El Código de 1897, viene a derogar el de 1873. Sus autores se inspiran
en el Código italiano de Zanardelli de 1889, o Codice Zanardelli, que
había entrado en vigencia en Italia el 1 de enero del año 1890,
rompiendo así el principio adoptado por el codificador patrio, que tomo
siempre como fuente primordial para la confección de las leyes penales
venezolanas las de raigambre española, seguidas fielmente por las leyes
penales que les antecedieron. A diferencia del anterior, en este texto
legal se cambia la técnica legislativa en el sentido de que la división es
en Libros, Títulos y Capítulos y además adopta la numeración corrida del
articulado.
El Código Penal de 1897 se promulga bajo el segundo período
presidencial del General Joaquín Crespo. En su primer periodo
presidencial (1884-1886) llega como sucesor de Guzmán Blanco cuando
es declarada la anuencia de éste.
Su segundo período es producto del triunfo de la denominada
Revolución Legalista, que lo lleva nuevamente al poder para un período
constitucional de seis años (1893-1898).
Asume el Poder Ejecutivo del país el 16 de junio de 1893, por elección
de la Asamblea Constituyente que había reformado el sistema de
elección a la presidencia. Durante este segundo mandato se enfrentó
con Gran Bretaña por el territorio de la Guayana Británica (actual
República de Guyana, que conforma el territorio en reclamación por
Venezuela). El 28 de febrero de 1898 Crespo es sustituido en la
presidencia por Ignacio Andrade, quien es proclamado por el Congreso
como nuevo Presidente de Venezuela por un período de cuatro años.
Para el día 14 de mayo de 1897, fecha en la cual fue promulgado el
Código Penal de 1897, se encontraba vigente la Constitución de 1893,
que fue sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente, en Caracas,
el 12 de junio de 1893 y mandada a ejecutar por el Presidente Joaquín
Crespo el 21 de junio de 1893.
De manera peculiar, el Código Penal Venezolano de 1897 incluyó
algunas disposiciones de su predecesor, de raíz netamente española,
como luego veremos.
De otra parte, no hay discrepancia alguna entre los autores, nacionales y
foráneos, respecto a la adopción en 1897 del modelo italiano para
nuestro tercer código penal, coincidiendo todos en señalar al Codice
Zanardelli de 1889 como el principal modelo del Código Penal
venezolano de aquél año, tal como lo ilustramos de seguido.
Según Alberto Arteaga Sánchez: En 1897, se sanciona un nuevo código
sobre el modelo italiano de Zanardelli de 1889.
En opinión de Bernardino Bravo Lira: El código de Zeiller tuvo larga vida
y amplia proyección en Europa central. Sirvió de modelo a los de una
serie de Estados alemanes e italianos y a través de algunos de estos
códigos influyó al otro lado del Atlántico en Hispanoamérica. Tal es el
caso del código bávaro de 1813 en relación a los de Argentina y
Paraguay y el código italiano de 1889 en relación al de Uruguay de ese
mismo año, al de Brasil de 1890 y al de Venezuela de 1897.
De acuerdo a Tulio Chiossone: Este Código el de 1873 rigió hasta el año
de 1897, pues fue sancionado uno nuevo sobre el modelo italiano del
año 89, aunque intercalando algunas normas del código anterior.
Pablo Godoy Fonseca es de la opinión, que el Código de 1897, sin temor
a equivocarnos está calcado íntegramente en el Código Penal Italiano.
Por otra parte, Gudrun Olbrich afirma que, El Código de 1897, viene a
derogar el de 1873. Sus autores se inspiran en el Código italiano de
Zanardelli.
Para el Dr. Luis Jiménez de Asúa: La más grande inestabilidad legislativa
se produce al ser derogado el Código de 1873. El 14 de mayo de 1897 se
promulga otro… La influencia del Código italiano de Zanardelli
predomina sobre la española.
El Dr. José Rafael Mendoza Troconis, hace referencia a dicho, del Dr.
Zuloaga, quien afirma que la reforma del código penal de 1873 consistió
en sustituir el que existía, por uno calcado casi de un todo en el italiano
de 1889.
Para Jorge Sosa Chacín y José Miguel Tamayo Tamayo, Nuestro Código
vigente está estructurado con las ideas de la escuela clásica ya que el
mismo sigue los lineamientos del Código italiano de 1889, cuyo texto
sirvió de guía a nuestro Código Penal de 1897, que luego inspiró al
legislador de 1926, fecha después de la cual no se han modificado los
principios generales que inspiran nuestra legislación penal.
El Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, es de la opinión que en Italia habían sido
sancionados diversos códigos locales, pero luego de la unidad se
generalizó el código sardo, salvo en toscana, hasta que fue reemplazado
por el primer código sancionado para todo el reino, que fue el de 1889,
conocido como Codice Zanardelli. Por la solidez de su estructura ejerció
influencia en otros códigos, como el de Venezuela (que lo sigue casi a la
letra), este Código penal continúa en la actualidad rigiendo en el estado
Vaticano.
Finalmente, en la exposición de motivos que dirige el Dr. Pedro Manuel
Arcaya, como Ministro de Relaciones Interiores, a la Cámara de
Diputados, en referencia al Proyecto de Código Penal de 1915, citada
por Mendoza Troconis, se lee lo siguiente: Desde 1873 hasta 1898 rigió
en la República un código penal calcado en el español de 1870. Mientras
tanto se había dictado en Italia en 1890 un nuevo código penal que,
elaborado por los más eminentes jurisconsultos de aquella ilustrada
nación, llamó poderosamente la atención de todos los hombres
dedicados a estos estudios en Europa y América. La comisión que
formuló sobre esa materia el código que entró a regir en la República
desde 1898, resolvió adoptar como modelo el italiano, pero incluyó sin
embargo en aquél muchas disposiciones que tomadas del código de
1873, y provenientes por tanto del español de 1870, resultaban
antinómicas con las que se adoptaron del italiano, porque era distinto al
plan conforme el cual se elaboró este del que se siguió en aquél.
Se puede desprender de todas esas opiniones, más del exhaustivo y
cuidadoso examen comparativo realizado entre el Código Penal de
Zanardelli de 1889 con el venezolano de 1897, que no puede abrigarse
duda alguna en torno a que efectivamente este adoptó a aquel como
modelo, sirviéndole de principal fuente para su redacción.
Sin embargo, lucen un tanto exageradas las palabras de Godoy Fonseca
cuando dice que el Código de 1897 está calcado íntegramente del
italiano, luciendo más apropiadas o prudentes las de Zuloaga cuando
señala que nuestro tercer código está calcado casi de un todo del de
Italia de 1889, pues aun cuando es cierto que su estructura (Libros,
Títulos y Capítulos) es prácticamente idéntica a la del de Zanardelli y que
el grueso de sus disposiciones fueron simplemente de él copiadas
(previa traducción del italiano al español, a veces imprecisa), también es
verdad que ciertas disposiciones son de origen español, provenientes
del Código Penal de 1873, el cual, a su vez, se basó principalmente en el
Código Penal español de 1870, particularmente en lo relativo a las
causas de justificación de la legítima defensa, estado de necesidad,
fuerza irresistible, miedo insuperable, cumplimiento de un deber y
obediencia legítima y debida; la causa de no punibilidad relativa al caso
del que ejecuta la acción hallándose dormido, que aparece en el ordinal
1º del artículo 19 del Código Penal Venezolano 1873, así como también
en cuanto a las circunstancias atenuantes y agravantes ordinarias o
genéricas.
En todas estas materias, y en algunas otras (todas del Libro Primero o
Parte General), como las relacionadas con las penas y las condenas
penales, las disposiciones del Código Penal de 1897 no corresponden a
un calco de sus correspondientes del Codice Zanardelli. Y con relación al
Libro Segundo, que describe los delitos y las penas, también se observan
numerosas disposiciones que no fueron calcadas totalmente del Código
italiano de 1889, cosa que, por el contrario, sí ocurre en cuanto al Libro
Tercero, concerniente a las faltas en general.
Como paso previo a la sanción del Código de 1897, encontramos el
Decreto de fecha 12 de agosto de 1895, Sobre revisión de los códigos
Civil, Mercantil, Penal y de ambos Procedimientos, dictado por Joaquín
Crespo quien, Considerando: Que es indispensable una revisión general
de los Código Nacionales que corresponda a las necesidades y
adelantamiento de la época, y que labor de tanta magnitud debe
prepararse con toda la calma, anticipación y estudio que exige su
importancia, a fin de que el Congreso Nacional, a quien ha de
someterse, pueda oportunamente considerarla, Decreto: Art. 1º. Se crea
una Comisión Codificadora compuesta de ocho vocales, que se ocupará
desde luego en la revisión de los Códigos Civil, Mercantil, Penal y de
Procedimiento Civil y Criminal.
Conforme al artículo 8º de dicho Decreto, fueron nombrados para
formar la Comisión Codificadora, los doctores Manuel Cadenas Delgado,
Elías Michelena, Ramón F. Feo, Aníbal Dominici, Antonino Zárraga,
Claudio Bruzual Serra, Pedro Febres Cordero y Carlos F. Grisanti.
Es innegable y fuera de toda discusión la capital importancia que el
código italiano de 1889 reviste para nuestro país, toda vez que en 1897
nuestro legislador penal patrio lo adoptó como modelo, rompiendo así
con el molde español que inspiró a los dos primeros Códigos penales
venezolanos de 1863 y 1873; y aun cuando con los códigos penales
posteriores de 1904 y 1912 se retomó el modelo español por lo que
atañe exclusivamente al Libro Primero o Parte General (pues en los
Libros Segundo y Tercero, relativos a los delitos y a las faltas, se
reprodujo casi de manera idéntica al Codice Zanardelli, como luego
veremos), en 1915 se readaptó nuevamente y de manera casi total, el
modelo italiano del Código italiano de 1889 para no ser abandonado
más, ya que en el Código de 1926 , lo mismo que en las sucesivas
reformas parciales de éste último, que se produjeron en 1958, 1964,
2000 y 2005, ha seguido imperando la estructura original del Código
italiano de 1889. Por eso se afirma, con mucha razón, que el vigente
Código Penal venezolano es prácticamente el mismo italiano de 1889.
CÓDIGO PENAL DE 1904 (Reforma):
Deroga la corriente impuesta por el Código Penal de 1897 y retorna a la
influencia hispánica. El Código Penal se subdivide en Libros, Títulos y
Leyes, es decir, desaparece la denominación Capítulos. Definitivamente
queda adoptada la numeración corrida de los artículos.
Cipriano Castro se convirtió en Jefe de Estado entre 1899 y 1908,
primero como Presidente de facto tras el triunfo de la denominada
Revolución Liberal, Restauradora, que derrocó al Presidente Ignacio
Andrade, conocido como la invasión de los 60, y desde 1901, como
Presidente Constitucional de Venezuela.
En 1901, bajo el imperio de la nueva Constitución de 1900, la Asamblea
Nacional Constituyente eligió a Cipriano Castro como Presidente
Constitucional por un mandato de seis años, y como segundo
vicepresidente a Juan Vicente Gómez, segundo jefe de la campaña de
Castro, en cuyo financiamiento había colaborado.
El gobierno de Castro se caracterizó por la arbitrariedad. Hizo frente a
diversas sediciones internas, entre ellas, la encabezada por el banquero
Manuel Antonio Matos, conocida como Revolución Libertadora y
también al bloqueo naval a las costas venezolanas, ocurrido entre
finales de 1902 y principios de 1903, cuando las marinas de guerra del
Imperio Británico, el Imperio Alemán y en el Reino de Italia,
bloquearon las costas y puertos del país exigiendo el pago inmediato de
las deudas contraídas por Venezuela con compañías inglesas, alemanas
e italianas.
El 24 de noviembre de 1908 parte a París, Francia, aquejado de
problemas de salud, dejando encargado del Ejecutivo al entonces
vicepresidente Juan Vicente Gómez, quien en diciembre de 1908, luego
de un golpe de Estado, impide el regreso de Castro a Venezuela.
Durante su mandato fue dictado el Código Penal que empezó a regir el
19 de abril de 1904, sancionado y promulgado por Decretos del propio
Castro dictados a finales de 1903 y principios de 1904. También fueron
reformados del mismo modo los códigos de Enjuiciamiento Criminal,
Civil, de Procedimiento Civil, de Comercio y el Código Militar. De allí que
haya sido cuestionada la legalidad de todos estos Códigos.
Para la fecha en la cual fue entró en vigencia el Código Penal de 1904, se
encontraba vigente la Constitución de 1901, que fue sancionada por la
Asamblea Nacional Constituyente en Caracas, el 26 de marzo de 1901 y
mandada a ejecutar por el Presidente Cipriano Castro el 29 de marzo de
1901. A los pocos días de haber entrado en vigencia el Código Penal de
1904, es sancionada la Constitución del 27 de abril de 1904, mandada a
ejecutar por el mismo Cipriano Castro en la misma fecha.
El Código Penal de 1904, se mantienen los principios ya consagrados
como el de legalidad de la pena y retroactividad de la ley cuando
favorece al reo, así como la no extradición de un venezolano. Otra
característica es el aumento de las penas.
En opinión de Rosales, el Código Penal de 1904 se limitó a combinar los
dos sistemas antagónicos implementados en los Códigos anteriores, el
de 1873, inspirado en el español de la época y el de 1897 copiado del
modelo italiano, quedando como resultado un híbrido jurídico, que en
teoría de los doctrinarios de la época, eran incompatibles. Con este
Código se regresa a la división de los Títulos en Leyes en lugar de
Capítulos, siguiéndose así en este aspecto el molde español.
Arcaya califica de absurda la revisión que se hizo del Código de 1897 en
1903 cuando, bajo el Gobierno del General Cipriano Castro, se dictó un
nuevo Código Penal, pues en su opinión, fue completamente antijurídico
el método que entonces se siguió, hacinándose, especialmente en el
Libro Primero, disposiciones contradictorias que se tomaron al azar de
las dos fuentes antes indicadas. Esta revisión, posiblemente, haya
obedecido a las críticas que se le hicieron entonces al Código Penal de
1897, como por ejemplo la de Nicomedes Zuloaga Ramírez, quien, en
1899, dijo lo siguiente:
“…/… Con posterioridad a 1896 han sido reformados en 1897,
el Código de Procedimiento Civil, el de Procedimiento Criminal
y el Penal. La reforma de éste último, que ha consistido en
sustituir el que existía, por uno calcado casi de un todo en el
italiano de 1889, como que no ha sido feliz. La reforma parece
que debió limitarse a completar el código anterior y a
aumentar las penas. El Código Penal reformado resulta a
veces muy complicado y a veces deficiente, y por eso no ha
sido bien acogido en el país …/...”
Efectivamente, el Código Penal de 1904 creó un verdadero híbrido entre
el Código Penal de 1873 y su predecesor de 1897. Respecto del primero,
reproduce de manera idéntica la estructura del Libro Primero, al
dividirlo en dos grandes Títulos, compuesto el primero por siete Leyes
(en lugar de emplear la denominación de Capítulos), y el segundo por
ocho Leyes, todos ellos (Títulos y Leyes) con la misma denominación; y
respecto del Código de 1897, reproduce de manera casi idéntica la
estructura de los Libros Segundo y Tercero, al dividirlos, en diez y cuatro
Títulos respectivamente, variando exclusivamente en la sustitución de
los Capítulos del Código Penal de 1897 por Leyes, y realizando leves
modificaciones (supresión de dos Capítulos y el cambio de
denominación de otro) en el Libro Segundo, quedando inalterado el
Libro Tercero.
Además, introduce en dicho Libro Primero algunas disposiciones que
figuraban en el Código de 1897 que no aparecían en el Código de 1873.
Juan Vicente Gómez asume el poder a finales de 1908, cuando en
noviembre de ese año Cipriano Castro sale del país hacia Europa a fin de
tratarse problemas de salud que lo aquejaban, quedando encargado
Gómez del Ejecutivo Nacional en su condición de Vicepresidente.
El gobierno del general Juan Vicente Gómez tuvo una duración de 27
años, de 1908 hasta su muerte producida en 1935, y comprende tres
etapas definidas por los historiadores en razón al tratamiento que este
dio a los problemas políticos que enfrento.
CÓDIGO PENAL DE 1912 (Reforma)
El 15 de junio de 1912 fue sancionado por el Congreso de los Estados
Unidos de Venezuela, la reforma del Código Penal, obteniendo el
ejecútese del General Juan Vicente Gómez, quien lo promulga el 28 de
junio de 1912, con el refrendado del Ministro de Relaciones Interiores
Cesar Zumeta, esta reforma derogó al Código Penal de 1904.
El Código Penal de 1912, se adhiere nuevamente a la fuente italiana que
inspiró el Código de 1897 y se subdivide en Libros, Títulos y Leyes. En
este trabajo legislativo se aumentan considerablemente las penas.
Viene a constituir el quinto Código Penal dictado en nuestro país y
mantiene la estructura hibrida establecida por su predecesor, pues, al
igual que éste, toma del Código Penal venezolano de 1873 el Libro
Primero y del de 1897 los Libros Segundo y Tercero. A decir de Pedro
Manuel Arcaya, el Código de 1912 mejoró notablemente al de 1904, aun
cuando quedaron varias antinomias entre ciertas disposiciones del
Título II del Libro Segundo, referente a los delitos contra el derecho
internacional, que coliden con otras del Título I. Continúa con la división
de sus Títulos en Leyes a lo largo de sus tres Libros, tal como lo hacía el
Código de 1904 que lo precedió.
El Proyecto de Código Penal de 1912 fue elaborado por una Comisión
Revisora de Códigos presidida por el entonces Ministro de Relaciones
Interiores Cesar Zumeta, quien el día 26 de abril de 1912 lo envía con
oficio a la Cámara del Senado del Congreso de la República. De esta
Comisión formaba parte el Dr. Arminio Borjas.
Inmediatamente, se inician las discusiones de rigor en la Cámara de
Diputados, y en la Sesión del 24 de mayo de 1912, esta Cámara aprueba
el Proyecto en tercera discusión, aparentemente sin mayores
modificaciones.
Posteriormente, el Proyecto aprobado pasa a la Cámara del Senado, el
cual lo somete igualmente a las tres discusiones de Ley, aprobándolo
igualmente sin mayores cambios durante el mes de junio de 1912. El día
15 ese mismo mes y año el Congreso de los Estados Unidos de
Venezuela sanciona el Código Penal de 1912.
En opinión del Dr. Arteaga Sánchez, el Códigos de 1904 y 1912, vuelven
a la tradición hispana, en tanto que Dr. Chiossone expresa que el Código
de 1912 fue redactado sobre el modelo del primer código penal de la
República, así mismo el Dr. Sosa Chacín, por su parte, asegura que el
Código de 1912, Copia nuevamente al Código de 1897 y algo similar
asevera el Dr. Mendoza Troconis cuando afirma que el Código de 1912
restituyó la orientación del italiano de 1889. Según el Dr. Jiménez de
Asúa, afirma que el Código del 28 de junio de 1912, no es más que una
nueva edición del Código de 1897 y se vuelve a la fuente italiana que ya
no se había abandonado.
Las anteriores afirmaciones no hacen sino corroborar que el Código de
1912 representa una reorganización que toma como fuente el código
español e italiano, se trató de conjugar las formas jurídicas en ocasión
de una mezcla o fusión, a nuestro juicio, inadecuada de los Códigos de
1873 y 1897.
Por tanto, podemos afirmar con seguridad que la orientación seguida
por el Código Penal de 1912, al igual que el de 1904, mantiene una
tendencia mixta, es decir, preponderantemente española para el Libro
Primero, y predominantemente italiana para los Libros Segundo y
Tercero.
CÓDIGO PENAL DE 1915
Se promulga a escasos tres años de vigencia del Código anterior. La
técnica legislativa vuelve a la subdivisión del texto legal en Libros,
Títulos y Capítulos en lugar de Leyes. Aumenta aún más las penas y por
otra parte, se plasman instituciones tanto de inspiración española, como
de influencia de Zanardelli, así como el natural aporte de formalismos
sociales de la época en Venezuela.
El Dr. Pedro Manuel Arcaya, distinguido jurista falconiano, fue el
principal promotor y ejecutor de las reformas que se realizó al Código
Penal venezolano de 1915, durante el régimen de Juan Vicente Gómez
en su condición de Ministro de Relaciones Interiores.
La legislación penal propuesta por Arcaya es de innegable valor y
trascendencia, pues gran parte del ordenamiento promovido por él,
sigue todavía en vigor. De hecho, el Código Penal vigente hoy día podría
decirse que se ha mantenido desde 1915, ya que a pesar de las reformas
puntuales formuladas en 1926, 1958, 1964, 2000 y 2005, la estructura
de aquél se mantiene intacta al igual que el contenido de su articulado,
sobre todo el correspondiente al Libro Primero o Parte General, que ha
permanecido prácticamente inalterado en todo este tiempo.
CÓDIGO PENAL DE 1926
Retoma la orientación impuesta por el Código de Zanardelli, mantiene la
subdivisión en Libros, Títulos y Capítulos del Código de 1915, al cual
deroga.
Esta reforma, no se considera sustancial, deja incólume la estructura del
Código y se limita a modificar accidentalmente algunos tipos
delictuales.
El Código Penal de 1926 fue sancionado por el Congreso de los Estados
Unidos de Venezuela, siendo su Presidente el Dr. Pedro Emilio Coll, el
día 6 de julio de 1926 y fue promulgado el 15 del mismo mes y año por
el Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez y el
refrendado de Pedro Manuel Arcaya como Ministro de Relaciones
Interiores.
Comenzó a regir el 16 de septiembre de 1926 y derogó al Código del 30
de junio de 1915. Aparece publicado en la Gaceta Oficial de los Estados
Unidos de Venezuela N° Extraordinario del 17 de agosto de 1926.
Para el momento de su promulgación, Gómez tenía dieciocho años
gobernando al país, que, al menos en lo interno, se encontraba en
relativa paz, a la que contribuyó el auge petrolero de la época.
Las modificaciones se limitaron, prácticamente, a cambiar la redacción,
contenido y alcance de los artículos comprendidos en los diversos
Capítulos del Título V del Libro Segundo del Proyecto de Código Penal
presentado por los Diputados Ramírez, Aranda y García, concerniente a
los delitos contra el orden público, artículos 273 al 298, incluyendo un
nuevo Capítulo I relacionado con la importación, fabricación, comercio,
detención y porte de armas artículos 273 al 284; y, aparte de estas
modificaciones, las únicas otras propuestas estuvo representada en la
de los artículos 40 y 61 del Proyecto, contenidas en el Libro Primero,
Títulos III y V respectivamente.
Finalmente, es preciso destacar que idéntica trayectoria al Proyecto de
reforma del Código Penal siguió el del Código de Enjuiciamiento
Criminal. De hecho, este fue propuesto, discutido y aprobado en las
mismas fechas y oportunidades que el Código Penal, resultando por
tanto sancionados ambos el mismo día 6 de julio de 1926 y en las
mismas sesiones de las Cámaras de Diputados y del Senado que se
celebraron al efecto. Sin embargo, el Código de Enjuiciamiento Criminal
fue promulgado por el presidente Juan Vicente Gómez el 13 de julio de
1926 y el Código Penal a los dos días siguientes, esto es, el 15 de julio de
1926.
Puede afirmarse, que el Código Penal de 1926 ha sido objeto hasta el
presente de cuatro reformas parciales, circunscritas todas ellas a
modificar delitos y penas de la Parte Especial, pues los principios
generales contenidos en la Parte General han permanecido inalterados.
En consecuencia puede afirmarse, que los principios formadores del
Código penal de 1897, que adoptó del Codice Zanardelli, con los
apreciables cambios que se le hicieron en la reforma efectuada en 1915
permanecen inalterables en el tiempo.
Estas cuatro reformas parciales son las siguientes:
La primera, en el año 1958, conforme al Decreto-Ley de Reforma Parcial
del Código Penal, dictado por la Junta de Gobierno presidida por el
Contralmirante Wolfgang Larrazabal, publicado en la Gaceta Oficial N°
25.777 del 4 de octubre de 1958, es decir, a los ocho meses de la caída
la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
La segunda, en el año 1964, conforme a la Ley de Reforma Parcial del
Código Penal, sancionada por el Congreso de la República durante la
presidencia del Dr. Raúl Leoni, publicada en la Gaceta Oficial N° 915
Extraordinario de fecha 30 de junio de 1964.
La tercera, en el año 2000, conforme a la Ley de Reforma Parcial del
Código Penal, sancionada por la Comisión Legislativa Nacional durante la
presidencia de Hugo Rafael Chávez Frías, publicada en la Gaceta Oficial
N° 5.494 de fecha 20 de octubre de 2000.
La cuarta y última --hasta el momento--, en el año 2005, conforme a la
Ley de Reforma Parcial del Código Penal, sancionada por la Asamblea
Nacional, también durante la presidencia de Hugo Rafael Chávez Frías,
publicada en la Gaceta Oficial N° 5.763 Extraordinario, de fecha 16 de
marzo de 2005, reimpresa por error material en la Gaceta Oficial Nº
5.768 Extraordinario, de fecha 13 de abril de 2005. Por un error
material que motivó la reimpresión, la cual obedeció a discrepancias en
las remisiones a otros artículos y a la conversión de ordinales por
numerales de conformidad con la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, según se lee en el texto de la propia Gaceta
Oficial Nº 5.768 Extraordinario.
CÓDIGO PENAL DE 1958 (Reforma)
Decreto Nº 378 de 4 de octubre de 1958, dictado por la Junta de
Gobierno, que reformó parcialmente el Código Penal de 1926, se
modificó el artículo 94 de la Parte General, para aumentar hasta el
límite máximo de treinta años la pena corporal, que, de acuerdo al
Código de 1926, era de veinte años. Esto se hizo conforme a la
Constitución de 1953, que aumentó dicho límite máximo a las penas
impuestas, de veinte a treinta años.
De la Parte Especial fueron reformados los artículos 128, 129, 130, 131,
132, 133, 134, 138, 142 y 144, todos ellos correspondientes al Título I,
De los delitos contra la independencia y seguridad de la Nación; lo
mismo que los artículos 407, 408 y 409, correspondientes al Título IX, De
los delitos contra las personas, aumentándose exageradamente las
penas.
Así por ejemplo, el delito de rebelión se castigó con pena de presidio de
veinticuatro a treinta años, que en el Código Penal de 1926 era de diez a
quince años de arresto en Fortaleza o Cárcel Política, esto es, destinada
a presos políticos; en tanto que el delito de homicidio intencional pasó a
ser castigado con pena de dieciséis a veinticuatro años de presidio.
Ciertos autores como Arteaga Sánchez y Grisanti Aveledo, lo mismo que
Gudrun Olbrich, obvian o pasan por alto la reforma que se le hizo al
Código Penal de 1926 en el año de 1958, ignorándola por completo,
como si nunca hubiese tenido lugar, lo que obedece, al hecho de
considerarla nula o sin ningún valor, por la circunstancia de que nunca
fue publicado el texto íntegro de la reforma y el Código refundido en la
Gaceta Oficial, publicando tan solo lo reformado, obviando así el texto
refundido.
En torno a este punto, Sosa Chacín apunta que el Decreto Nº 378 de 4
de octubre de 1958, dictado por la Junta de Gobierno, que reformó
parcialmente el Código Penal de 1926, fue producto del apresuramiento
y por ende, no resultó jurídicamente perfecto ni siquiera aceptable,
añadiendo que era notable su imprecisión técnica, pues la circunstancia
de que se reformaran artículos que comprendían delitos de escasa
comisión en nuestro medio y se dejaran intocados otros que requerían
urgente reforma, cooperaban en tal afirmación .
Sosa Chacín afirma que dicho Decreto carece de validez, ya que según el
Dr. Rafael Bielsa, “Los llamados decretos-leyes emanados de un
gobierno de facto, tienen vigor mientras ese gobierno está en funciones.
Si el Congreso los aprueba debe darles trámite de ley y no simplemente
ratificarlos, porque no hay continuidad constitucional entre el gobierno
de facto y el gobierno de jure”. De esta tesis, nos serviría para
establecer, que los decretos dictados por un gobierno de facto,
constituiría un acto írrito que no puede ser convalidado por un gobierno
de jure, por faltar ese hilo constitucional que los una.
Utilitariamente, se ha sostenido la contra tesis que dice que los actos
válidos del poder de facto siguen valiendo durante el gobierno de jure
para evitar inseguridad jurídica, contra tesis que es, eminentemente,
interesada y contraria al derecho y a la lógica.
Se entiende entonces, que un gobierno de facto podía hacer en el
ámbito legislativo lo que a bien tuviese, que por algo es gobierno de
hecho. El Decreto no fue publicado en la Gaceta Oficial, cometiendo el
error de no refundir el texto íntegro del Código Penal, con ello se violó
una norma fundamental de Derecho Público, pero eso no hubiese
importado por tratarse de un gobierno de facto cuyos actos eran válidos
así estuviesen derogando o modificando la Constitución. Lo grave del
asunto está en que esos poderes absolutos de este gobierno de facto,
fueron autolimitados; el mismo gobierno limitó su poder al establecer
en el artículo 15 de dicho Decreto: “Publíquese íntegramente en la
Gaceta Oficial de la República de Venezuela, el vigente Código Penal con
las modificaciones y adiciones previstas en este Decreto”.
Esta publicación refundida, según Sosa Chacín, jamás se llegó a
realizarse, el gobierno de facto ha desaparecido dándole paso al
gobierno de jure lo que impide cumplir el requisito legal que permitiría
subsanar el error en la publicación. En consecuencia, el gobierno de jure
instaurado no puede convalidar el acto írrito del poder de facto y, por
ende, carece de validez el Decreto que pretendió modificar el Código
Penal.
Sosa Chacín aclara luego que mediante decisión del 23 de julio de 1964,
la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia declaró la
nulidad del Decreto-Ley de 1958, y, por tanto, carente de valor, por el
defecto de forma consistente en la no publicación del texto refundido,
por lo tanto solo mantiene un valor histórico, sin embargo es innegable
que dicha reforma mantuvo una vigencia plena y formal por más de
cinco años, y que, por virtud de ella, ciertos artículos de dicho código
fueron modificados más adelante.
CÓDIGO PENAL DE 1964 (Reforma)
Publicada en la Gaceta Oficial Nº 915 del 30 de junio de 1964
extraordinario, la Ley de Reforma Parcial del Código Penal y el texto
refundido de la reforma y el Código.
En la segunda reforma parcial sufrida en 1964 por el Código Penal de
1926, que fue relativamente profunda, tenemos que de la Parte General
se reformó nuevamente el artículo 94, pero esta vez en cuanto a su
precepto. Quedaron inalterados los principios generales del Código
Penal de 1926.
De la Parte Especial fueron reformados los artículos 128, 129, 130, 131,
132, 133, 134, 138,142, 144, 146 y 164, todos ellos correspondientes al
Título I, ―De los delitos contra la independencia y seguridad de la
Nación, esto es, traición a la patria, rebelión y otros delitos políticos.
Asimismo, fueron reformados los artículos 182 (Actos arbitrarios contra
detenido), 265 y 266, referidos a la fuga de detenidos; 275 (Porte de
Armas); 287 (Agavillamiento); 295 (Formación de cuerpo armado); 297 y
298, relativos a los artefactos explosivos; 344 (incendio); 358
(Colocación de objetos en vías de circulación para preparar el peligro de
una catástrofe); 361 (Daños a las instalaciones públicas y sistemas de
transporte), 364 (Tala o roce ilegal); 367 (Tráfico y detentación de
estupefacientes); y, 372 (Circunstancia agravante por ejercicio abusivo
de una profesión).
Del Título VIII, relativo a los delitos contra las buenas costumbres y el
buen orden de las familias, fueron reformados los artículos 382, 388 y
389, que tipifican los delitos de ultraje al pudor, favorecimiento de la
prostitución y corrupción de menores, respectivamente.
Del Título IX, referente a los delitos contra las personas, fueron
reformados los artículos 407 (Homicidio Intencional), 408 (Homicidio
agravado) y 409 (Homicidio calificado); y en cuanto a los delitos contra
la propiedad, previstos en el Título X, fueron modificados los artículos
453 (Hurto simple), 454 (Hurto agravado) y 455 (Hurto calificado); 457
(Robo genérico) 460 (Robo agravado) y 462 (Secuestro); lo mismo que
los artículos 464, 465 y 466, relativos a la Estafa y otros fraudes, que
fueron objeto de una profunda modificación que determinó la
tipificación expresa de los diversos casos de estafa, fraude y
defraudación, descritos en los distintos ordinales de los artículos 465 y
466.
Según Grisanti Aveledo es infame y atroz esta reforma de 1964, ya que
carece de sentido moderno y no se ajusta a la necesidad social
imperante en Venezuela para la época, añadiendo que se quedaba corto
con la adjetivación y que la misma provino del pésimo proyecto de
Código Penal presentado en 1961.
CÓDIGO PENAL DE 2000 (Reforma)
En la tercera reforma parcial al Código Penal de 1926, se incluyó el
delito de Desaparición Forzada de Personas (artículo 185-A), para dar
cumplimiento así al mandato contenido en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999, a la par que se modificaron
los artículos 273, 275, 277, 278, 280 y 282 sobre comercio, importación
fabricación, porte, posesión, suministro, ocultamiento y uso indebido de
armas, aumentándose las penas correspondientes. Igualmente
incrementó las penas de algunos delitos. Fue una modificación parcial y
puntual.
También , fueron objeto de modificación y aumento de penas, los
hechos punibles previstos en los artículos 358 y 359, relativos a la
colocación de obstáculos en una vía de circulación con el objeto de
preparar el peligro de una catástrofe, asalto a unidades de transporte
colectivo o de carga y daños a las vías férreas; y, finalmente, se modificó
el artículo 362 con el fin de asimilar a los ferrocarriles ordinarios, para la
debida aplicación de la ley penal, de toda vía de hierro con ruedas
metálicas, neumáticas, de polietileno sólido y de goma o látex sólido
que sea explotada por medio de vapor, electricidad o de un motor
mecánico o magnético.
CÓDIGO PENAL DE 2005 (Reforma)
Aumenta en gran medida, en muchos de sus artículos las penas
aplicables. Fija las multas en unidades tributarias. Por otra parte, se
incluyen algunos delitos y se modifican otros, que en ningún momento
representan un cambio estructural del Código.
En consecuencia, la cuarta y última reforma al Código Penal de 1926 fue
la del año 2005. La respectiva Ley de Reforma Parcial consta de treinta y
ocho artículos, y las principales modificaciones fueron las siguientes:
De la Parte General (Libro Primero) se modificó el artículo 96,
concerniente a la aplicación de las penas de multa en unidades
tributarias; al igual que los artículos 108, 110 y 112 relativos, a la
prescripción de la acción penal y de la pena y la interrupción de su
curso. No fueron modificadas el resto de las disposiciones de la Parte
General, permaneciendo sin cambios los principios generales del Código
Penal de 1926.
De la Parte Especial (Libro Segundo) destacan, entre otras, las siguientes
reformas:
La supresión de los artículos 143 y 393, que produjo, lamentable e
innecesariamente, la alteración de la tradicional numeración de los
artículos del Código que se había mantenido desde 1926, y la
modificación de los artículos 128 (Conspiración contra la integridad del
territorio de la patria o contra sus instituciones republicanas) y 140
(Favorecimiento bélico), correspondientes al Título I, ―De los delitos
contra la independencia y seguridad de la Nación, con el objeto de
incluir como elementos del tipo a los enemigos exteriores, grupos o
asociaciones terroristas, paramilitares, insurgentes o subversivos. En
ambos se agregó un Parágrafo Único que es del siguiente
tenor: “Quienes resulten implicados en cualquiera de los supuestos
expresados, no tendrán derecho a gozar de los beneficios procesales de
ley ni a la aplicación de medidas alternativas del cumplimiento de la
pena.”
El mismo Parágrafo anterior fue agregado también en los artículos 357
(Obstaculización e interrupción de vías de comunicación y asalto de
medios de transporte), 360 (Daños a instalaciones), 374 y 375 (Violación
simple y Violación agravada), 406 y 407 (Homicidio Calificado y
Homicidio Agravado); 458 (Robo Agravado) y 460 (Secuestro); en tanto
que para los delitos de Robo Impropio (art. 456) y Extorsión (arts. 457 y
459) se les agregó el mismo Parágrafo, pero suprimiéndosele la mención
―ni a la aplicación de medidas alternativas del cumplimiento de la
pena.
La modificación de los artículos 148 y 149, que pasaron a ser los
artículos 147 y 148, relativos a los delitos de Ofensas al Presidente de la
República y otros altos funcionarios del Estado.
La modificación de los artículos 284, 285 y 286, que pasaron a ser los
artículos 283, 284 y 285, que tipifican los delitos de Instigación a
ejecutar contravenciones e Instigación a la desobediencia de las leyes.
La modificación del artículo 375, que pasó a ser el artículo 374, que
tipifica el delito de violación, del cual destaca que será considerada ésta
no sólo el constreñimiento a realizar un acto carnal por vía vaginal, anal
u oral, por medio de violencias o amenazas, sino también, bajo estas
mismas circunstancias, la introducción de objetos por alguna de las dos
primeras vías, lo mismo que la introducción, por vía oral, de un objeto
que simulen objetos sexuales.
La modificación del artículo 462, que pasó a ser el artículo 460, que
tipifica el delito de Secuestro, al cual se le agregaron cuatro nuevos
Parágrafos, con el fin de describir nuevas figuras típicas relacionadas con
este delito.
El aumento de las penas para los delitos de Falsedad de actos y
documentos (artículo 319); Violación (artículos 374 y 375); Homicidio
(artículos 406 y 407); Hurto Simple (artículo 451); Robo Genérico, Robo
Impropio y Robo Agravado (artículos 455, 456 y 457); y, Extorsión
(Artículos 457 y 459), Secuestro (artículo 460) y Aprovechamiento de
cosas provenientes de delito (artículo 470), entre otros.
El aumento desproporcionado de las penas de prisión para los delitos de
difamación e injuria, simple y agravada (artículos 442 y 444), a la par
que se les anejó la de multa en unidades tributarias; agregándose, en
ambos casos, un Parágrafo Único del siguiente tenor: En caso de que la
difamación (o la injuria) se produzca en documento público o con
escritos, dibujos divulgados o expuestos al público o con otros medios
de publicidad, se tendrá como prueba del hecho punible y de la autoría
el ejemplar del medio impreso o copia de la radiodifusión o emisión
televisiva de la especie difamatoria (o injuriante). Se aumenta también,
en el artículo 450, el tiempo de prescripción de ambos delitos, donde,
además, se añadió un aparte único conforme al cual: Cualquier
actuación de la víctima en el proceso interrumpirá la prescripción.
La tipificación de dos nuevos delitos: el de Difusión de informaciones
falsas (artículo 297-A), castigado con prisión de dos a cinco años; y, el de
Invasión de terrenos, inmuebles y bienhechurías (artículo 471A),
castigado con prisión de cinco a diez años y multa de cincuenta a
doscientas unidades tributarias.
Del Libro Tercero, que contempla las Faltas, sólo se modificó el artículo
508, que pasó a ser el artículo 506, para castigar con multa de hasta
doscientas unidades tributarias, a todo el que con gritos o
vociferaciones u otros instrumentos, o valiéndose de ejercicios o medios
ruidosos, haya perturbado las reuniones públicas o las ocupaciones o
reposo de los ciudadanos y ciudadanos; pudiéndose imponer arresto de
tres a cuatro meses y multa de hasta quinientas unidades tributarias,
cuando el hecho se hubiere cometido contra Altos Funcionarios del
Estado.

Actividades de Refuerzo
Cuestionario:

1. ¿Qué entiende por Ordenamiento Jurídico Penal?


2. ¿Cuál es la finalidad u objetivo del Ordenamiento Jurídico Penal?
3. ¿Para garantizar la paz y armonía social el Ordenamiento Jurídico
Penal se vale de un mecanismo jurídico, de cuál? Razone su
respuesta.
4. ¿En qué área se puede agrupar el Ordenamiento Jurídico Penal?
5. ¿Establezca un concepto en sentido objetivo, de acuerdo a la
opinión doctrinal, del Ordenamiento Jurídico Penal?
6. ¿Señale las características del Ordenamiento Jurídico Penal?
7. ¿A qué se debe el carácter normativo del Ordenamiento Jurídico
Penal?
8. ¿Por qué se dice que el ordenamiento jurídico penal es de
carácter público?
9. ¿A qué se debe el carácter contingente del Ordenamiento Jurídico
Penal?
10.¿Por qué se afirma que Ordenamiento Jurídico Penal es de
carácter valorativo?
11.¿Por qué se afirma que Ordenamiento Jurídico Penal es de
carácter finalista o de última ratio?
12.¿En qué consiste el carácter garantizador del Ordenamiento
Jurídico Penal?
13.¿A qué se debe el carácter cultural del Ordenamiento Jurídico
Penal?
14.¿Por qué se afirma que el Ordenamiento Jurídico Penal es de
carácter punitivo?
15.¿A qué se debe el carácter coercitivo del Ordenamiento Jurídico
Penal?
16.¿Por qué se afirma que Ordenamiento Jurídico Penal es de
carácter fragmentario?
17.¿En qué consiste el carácter subsidiario del Ordenamiento Jurídico
Penal?
18.¿En qué consiste el principio de mínima intervención penal?
19.¿A qué se debe el carácter personalísimo del Ordenamiento
Jurídico Penal?
20.¿En qué consiste el carácter igualitario del Ordenamiento Jurídico
Penal?
21.¿Cómo actúa el derecho penal para garantizar el control social?
22.¿En qué consiste el principio de seguridad jurídica?
23.¿Cuál es la función del derecho penal?
24.¿Cuál es la finalidad de la ciencia del derecho penal?
25.¿Resuma las estepas evolutivas del derecho penal?
26.¿señale los esquemas evolutivos que caracterizan el diseño de la
norma penal?
27.¿Resuma las principales etapas en la conformación del derecho
penal venezolano?
28.¿De cuáles instrumentos jurídicos históricos deriva la legislación
penal venezolana y cuáles son sus principales características?
29.¿Cuántas reformas ha sufrido desde su implementación el Código
Penal Venezolano y que aspecto ha tratado?
30.Teniendo en cuenta los paradigmas filosóficos de que trata el
casualismo, el finalismo y el funcionalismo, se pregunta: ¿En qué
paradigma filosófico se circunscribe el Código Penal venezolano y
por qué?
LA FUENTE DEL DERECHO PENAL

Tema 2: LA FUENTE DEL DERECHO PENAL. Definición de fuente del


derecho penal. Clasificación de las fuentes del Derecho Penal. Fuente
Directa o de Producción. La ley. Concepto de ley. La fuente indirecta
o de conocimiento del Derecho Penal: La jurisprudencia; La doctrina;
los principios generales del Derecho. El valor de la fuente indirecta en
el Derecho Penal. El Principio de legalidad en el Derecho penal
venezolano.

Definición de Fuente del Derecho Penal: La fuente del Derecho penal es


aquella de donde en sí misma emana el conocimiento y alcance de la
expectativa punitiva del Estado y la Sociedad. Cuando se habla de fuente
desde el punto de vista jurídico y específicamente aplicado al derecho
penal, se alude al origen de éste de donde emana.
La única fuente del Derecho penal en los sistemas en los que impera el
principio de legalidad penal es la Ley, de la cual emana el poder que
determina el alcance de su conocimiento y aplicación, por lo tanto, sólo
la ley penal puede ser la creadora del conocimiento y alcance social de
su contención, por eso se dice que es fuente directa del Derecho penal.
La fuente del derecho son generalmente la ley, la jurisprudencias y la
doctrina hay que advertir que en materia penal, donde rige como aquí
en Venezuela, el principio de legalidad y de las penas, es la ley penal la
única fuente directa de conocimiento y alcance en su aplicación de la
expectativa punitiva del Estado. Solo la ley penal describe los delitos y
las sanciones aplicables a las personas que cometen los delitos.
En sentido general, entendemos por fuente de producción del Derecho
Penal a la autoridad del Estado o voluntad jurídica que, de acuerdo al
orden constitucional, dicta las normas de carácter penal.
El principio de reserva legal establece, en los Estado democrático de
derecho, que él único facultado para producir normas de carácter penal
es el órgano legislativo, pues además de ser su función natural la
elaboración del orden normativo que desarrolla el Estado constitucional,
dentro de los poderes públicos y en resguardo del principio de división
de poderes, en el poder legislativo reside la representación popular más
amplia, ya que es la expresión colectiva y directa del conjunto social que
expresa la voluntad de un pueblo, es el titular exclusivo y excluyente del
Derecho Subjetivo, que determina cuándo un acto puede ser
considerado reprochable y en razón a ello, configurar las conductas
delictiva que penaliza la ley, y fija en las consideraciones respecto al
quantum de la pena aplicable.
Este principio exige que la punibilidad de un hecho, sólo pueda ser
establecida por una ley anterior a la comisión del delito, e implica el
desarrollo programático de las ideas y principios que traza los derechos,
deberes, garantías individuales, colectivas y difusas establecidas en la
Constitución de la República.
Tratándose de una garantía individual, las disposiciones del Derecho
Penal, debe estar claramente trazada mediante la enumeración taxativa
que fija la ley, en cuanto a los hechos punibles y las penas, de manera
que aquellos y éstas representen un númerus clausus o relación cerrada
en recíproca e inalterable correspondencia unos de otros.
Al llenar esta finalidad es necesario conocer, que las reglas en la
conformación del Derecho Penal contemporáneo están regidas por una
serie de principios en donde principalmente se encuentran: el principio
de legalidad penal, "nullum crimen nulla poena sine praevia lege
poenali"; el principio de irretroactividad de la ley penal; el principio de
mínima regulación penal; la prohibición de la aplicación de la ley penal
por analogía; el principio “In dubio pro reo”; entre otros, que
constituyen el eje motor de la formación del derecho penal.
De igual forma, la Constitución de la República y la ley establece que
sólo el Estado puede dictar y aplicar los procedimientos, así como
establecer los órganos administrativos que realizarán la instrucción,
juzgamiento e imposición de las penas, su aplicación en su
correspondiente ejecución.
Clasificación de la Fuente del Derecho Penal.
Podemos clasificar la fuente del derecho penal en dos categorías:

1. Fuente directa: establece la fuente primaria de producción de la


ley penal y la autoridad Constitucional encargada de dictar la
norma jurídica que le dan existencia al derecho penal;
2. Fuente indirecta: determina la forma objetiva como se manifiesta
el derecho penal dentro de la vida social.
Fuente Directa: En materia penal, en Venezuela por imperio del orden
Constitucional, en principio es la ley la única fuente directa del Derecho
Penal, a excepción de la jurisprudencia emanada de la Sala
Constitucional del tribunal Supremo de Justicia, que haga la
interpretación de una norma o principio de carácter constitucional y lo
vincule con derechos, garantías o principios de orden Constitucional.
Este tipo de jurisprudencia se posesiona al nivel de la ley por contener
un carácter general y vinculante, ellas surgen en ejercicio de la
Jurisdicción Normativa que ha desarrollado la referida Sala
Constitucional en base a la interpretación hecha de forma sistemática al
contenido de la Constitución de la República basándose en lo
establecido en el artículo 335 y 336 del Texto Fundamental.
La ley: como fuente directa es la manifestación, que por sí mismas es
capaz de engendran la inteligencia y comprensión necesaria para
establecer el alcance, propósito y razón de la norma jurídica penal. De
forma general y abstracta, es la única fuente directa de conocimiento
que determina los límites de legalidad y alcance de la norma de carácter
penal.
La Ley como Fuente Directa del Derecho Penal, es esencialmente la
fuente inspiradora del derecho, no hay leyes buenas y malas, en el
tiempo las leyes pueden perder su vigencia o surgir nuevas
circunstancias que meriten ser reguladas. La ley como producto de la
sociedad, se ajusta a situaciones de orden político, económico, social,
religioso, entre otros. Es así como las condiciones de punibilidad
pueden variar de acuerdo a una determinada necesidad social, es por
ello que han surgidos diversas especies de tipos penales que penalizan
las actividades cambiarias, las venta de determinados productos y
mercancías, algunas prácticas profesionales. En el tiempo, la evolución
de la sociedad determina la razón y justificación de establecer leyes con
contenidos penales.
La ley como fuente directa del derecho penal, constituye la base de
estudio para determinar que el órgano legislativo establezca las
condiciones de variabilidad de una situación que está o no penalizada y
en consecuencia puede ser cambiada en algún sentido, es así como
pudiera incrementarse las penas, establecer modalidades distintas,
despenalizar o penalizar circunstancias, aumentar o disminuir los
beneficios procesales, sin afectar su agresividad o variar los mecanismos
de resarcimiento a la sociedad, derogar la ley o crear nuevas leyes
especiales. En todo caso, siempre será el conjunto de las circunstancias
sociales las que determinan la aparición, derogación o cambio de una
ley.
En consecuencia, el Estado no puede ni debe castigar una conducta que
no esté expresamente tipificada en la ley penal, tampoco podrá imponer
penas que no estén en ella establecidas para el correspondiente delito.
Al mismo tiempo se establece una pretensión subjetiva para el
ciudadano quien contará con la garantía de no ser penado más que por
las acciones y omisiones que estén establecidas expresamente en la ley.
De igual forma, el Estado no le podrá imponer otra pena distinta a la que
esté señalada en la ley para cada infracción.
En los Estados democráticos de derecho y de justicia, la ley penal es la
garantía de libertad con que cuentan los ciudadanos que se apegan a la
ley, y en sí misma la ley penal asegura las pretensiones punitivas y
reparativas del Estado y las víctimas.
Concepto de Ley: de acuerdo con el artículo 2 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, la Ley es un acto administrativo de
efecto general y carácter vinculante, sancionado por la Asamblea
Nacional, como cuerpo legislativo. El supra referido artículo también
señala que las leyes que reúnan sistemáticamente las normas relativas a
determinadas materias se podrán denominar códigos.
Por otra parte, el artículo 203 de la Constitución de la República,
establece que son leyes orgánicas las que así denomine la Constitución;
las que se dicten para organizar los poderes públicos o para desarrollar
los derechos constitucionales y las que sirvan de marco normativo a
otras leyes. De igual forma, en Venezuela la Asamblea Nacional cuenta
con la facultad para otorgar leyes habilitantes, y con ello delegar la
creación de decretos leyes al Ejecutivo Nacional.
El esquema que a continuación se exhibe, determina el conjunto de
leyes que pueden tener contenidos o reglamentación de naturaleza
penal.

La Fuente Indirecta del Derecho Penal:


La Fuente indirecta, son de dos tipos:
1. Fuente de producción, y
2. Fuente de conocimiento
La Fuente de Producción: la encontraríamos en el órgano del Poder
Público o la autoridad competente habilitada que en representación del
Estado, dicta las normas jurídicas de carácter y naturaleza penal.
La fuente de producción, se refiere a la autoridad que declara el
derecho, a la voluntad que origina y dicta la norma jurídica, el sujeto
legitimado para crearla. Por ejemplo en el derecho romano el “pater
familiae” tenía la potestad de dictar normas punitivas que abarcara a su
familia, en la edad media la iglesia y estaban legitimados para hacerlo,
en la actualidad, en los Estados Constitucionales, impera la división de
los poderes, y es entonces la Constitución la que establece que órganos
de su estructura están legitimados para producir leyes penales, de allí el
carácter público que asume esta rama del derecho.
En Venezuela la principal fuente de producción del Derecho Penal la
encontramos en la Asamblea Nacional, sin embargo existen otras
formas establecida en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, mediante las cuales se puede producir normas jurídicas de
carácter y naturaleza penal y por lo tanto son fuente de Derecho Penal,
ello es: la habilitación presidencial, que en consecuencia podrían dictar
leyes y normas jurídicas de carácter y naturaleza penal y por otra parte
el referendo aprobatorio de leyes y tratados internacionales, así como la
ratificación de tratados y acuerdos internacionales que contengan
normas de carácter penal como fue la aprobación del Estatuto de Roma.
La fuente de Conocimiento del Derecho Penal: constituye la forma
lógica, racional, gramatical e interpretativa que emana de la ley, su
aplicación o interpretación. La forma que el Derecho Objetivo asume en
la vida social.
Se suele citar como fuente de conocimiento en materia penal a la
jurisprudencia, la doctrina y los principios generales del derecho.
En la corriente que dirige el derecho penal formal o escrito (civil law), se
excluye la costumbre y la analogía como fuente de derecho penal.
En el derecho consuetudinario, (common law), el precedente judicial,
adquiere forma de costumbre y analogía por lo cual es considerado
fuente de Derecho Penal.

La jurisprudencia: es la interpretación que hacen los jueces de la ley en


aplicación a casos concretos sometidos a su competencia, el sentido
reiterado y vinculante, dependiendo del caso, asumido por los
tribunales de instancia y superiores tiene que ver con su naturaleza, en
Venezuela la jurisprudencia solo tendrá sentido general y carácter
vinculante cuanto es dictada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, en aplicación a la interpretación de principios o
normas constitucionales. Sin embargo, en término general, la
jurisprudencia es fuente interpretativa del derecho penal, ella sirve para
distinguir los criterios de interpretación de las normas penal, establecida
por los tribunales de justicia, cualquiera sea su clase o la jurisdicción a la
que pertenezcan.
En el sentido más estricto, la jurisprudencia es el criterio constante y
uniforme de aplicar el derecho, mostrado en las decisiones judiciales
que dictan los Tribunales, determinando su importancia en razón a la
jerarquía, es decir, tendrán las importancia la jurisprudencia dictada por
las cortes de apelación en jurisdicción penal, así como la Sala de
Casación Penal y la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
en ese orden, motivado a la labor de control en la aplicación del
derecho, hecha por los tribunales de justicia, mediante la unificación de
los criterios de interpretación de las normas utilizadas por los mismos.
La jurisprudencia en definitiva sería aquel criterio de interpretación de la
norma penal, contenido en el fallo de un juez o tribunal o en el conjunto
de ellos; en un sentido material, es el fallo mismo o conjunto de ellos;
en sentido formal, es el modo o forma de juzgar, el hábito o criterio de
apreciación, interpretación y subsunción de la norma penal, que en el
fallo o conjunto de fallos está contenido.
Por disposición constitucional e igualmente por disposición de la ley, la
labor de los tribunales de justicia se encuentra limitada al conocimiento
y la resolución de los casos que se le presenten. No le compete al juez
determinar la organización social a través del desarrollo normativo que
determina las leyes cuya naturaleza advierten un carácter general,
escapa de la función judicial la de crear derecho, estaría con ello
contraviniendo la organización del Estado. Por tanto, se proclama la
sujeción del Poder Judicial a la ley, lo que implica la prohibición del
desarrollo judicial normativo. No puede haber invasión del Poder
Legislativo por parte del Judicial, como corresponde a un sistema de
separación de poderes. Lo señalado anteriormente tiene su fundamento
en el principio de separación de los poderes que caracteriza a las
democracias actuales.
Ahora bien, ello quedaría claramente definido, a nivel normativo, si
fuese reconocido expresamente, sea por el constituyente o legislador;
en este sentido, es preciso establecer cuál en definitiva, es la capacidad
que concedió el constituyente venezolano de 1999, a la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, para dictar, en el
ejercicio de sus atribuciones, sentencias con carácter normativo, es
decir, de aplicación general y amplía a todo el ámbito social venezolano,
lo cual en esta condición se asemeja a una ley, situación que ha sido
denominado, por sus mismas jurisprudencia, como jurisdicción
normativa.
La Doctrina: la doctrina jurídica Penal, es la idea de derecho que
sustentan los juristas o estudiosos de derechos, expuestas en trabajos
de investigación o libros. Si bien no originan derecho directamente, es
innegable que en mayor o menor medida influyen en la creación del
ordenamiento jurídico.
Por otra parte, la doctrina constituye una fuerza de convicción para el
juez, el legislador y la sociedad en general que entiende el alcance del
derecho en base a las opiniones de los jurisconsultos, profesores de
derecho y científicos jurídicos que mediante libros, revistas u opiniones
en los medios de comunicación y, hoy mediante el empleo de las
Tecnologías de Información y Comunicación, exponen su interpretación
y crean una conciencia consuetudinaria colectiva del Derecho Penal,
dado que la opinión y la crítica de los teóricos del Derecho influye en la
formación de conocimiento de los que, posteriormente, tienen la tarea
de juzgar o de crean nuevas o modificar las normas.
Los Principios Generales del Derecho: son los enunciados normativos
más generales que, a pesar de no haber sido integrados formalmente en
los ordenamientos jurídicos particulares, recogen de manera abstracta
el contenido de un grupo de ellos. Son conceptos o proposiciones de
naturaleza axiológica o técnica que informan la estructura, la forma de
operación y el contenido mismo de las normas, grupos normativos,
conjuntos normativos y del propio Derecho Penal.
Estos principios son utilizados por los jueces, los legisladores, los
creadores de doctrina y por los juristas en general, sea para integrar el
ejercicio práctico de derechos o para interpretar normas jurídicas cuya
aplicación resulta dudosa.
Los principios Generales del Derecho tienen tres funciones que inciden
de forma importante en la aplicación de las normas del ordenamiento
penal, estas son: la función creativa, la función interpretativa, y la
función integradora.
 La función creativa establece que antes de promulgar la norma
jurídica, el legislador debe conocer los principios para inspirarse
en ellos y poder positivar su contenido.
 La función interpretativa implica que al interpretar las normas, el
operador debe inspirarse en los principios, para garantizar una
cabal interpretación.
 La función integradora significa que quien va a colmar un vacío
legal, debe inspirarse en los principios para que el Derecho se
convierta en un sistema hermético.
Estas funciones no actúan independientemente, sino que en la
aplicación del Derecho operan auxiliándose una a otra, así cada
interpretación de una norma, basada en los principios, es una nueva
creación. Para colmar una laguna legal es necesario interpretar el
Derecho ya existente según los principios; por último, las lagunas legales
en el derecho positivo no existen debido a la posibilidad que tienen los
miembros judiciales para interpretar una norma ya creada y adaptarla
según los principios generales, lo que garantiza una seguridad jurídica
sólida frente a la positivización del Derecho.
El Jurisconsulto Ulpiano nos deja tres principios de derecho:
 Vivir honestamente ( Honeste vivere):
 No dañar al otro ( Alterum non laedere)
 Dar a cada uno lo suyo (Suum cuique tribuere)
El valor de la fuente indirecta en el Derecho Penal: esta fuente
adquieren un valor interpretativo, que permite entender el alcance
gramatical, axiológico, contextual, histórico o formal de la norma de
derecho penal. Es de carácter alternativo y no vinculante a excepción de
la interpretación que haga la jurisprudencia de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, cuando vincula la norma penal a
principios, derechos o garantías de orden constitucional, ya que este
tipo de sentencias, tendrán carácter vinculante y efecto general.
Principio de legalidad en el Derecho penal venezolano: El principio de
legalidad penal está consagrado en el numeral 6 del artículo 49 de la
Constitución de la República y en el artículo 1 del Código Penal
venezolano.
Según Cabanella Guillermo (2003), El principio de legalidad penal se
instituye desde "el primer instante del ser, de la existencia de la vida,
razón, fundamento, origen". De esta forma afirma, que es el máximo
consagra la legitimidad y legalidad del Derecho Penal, que su contenido
está representado en el aforismo latino que señala: “Nullum crimen,
nula poena sine praevia lege”.
En este sentido el autor Castellanos Fernando (1989), señala que el
principio de legalidad de los delitos y de las penas es el supremo
postulado político criminal del derecho penal moderno, su importancia y
preponderancia se observa inscrita en la declaración francesa de los
Derechos del hombre y el ciudadano de 1789, proclamada en su artículo
8 que “la Ley no debe establecer más que las penas estricta y
manifiestamente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud
de una ley dictada y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada
conforme a la propia ley”.
Del principio de legalidad penal, se derivan diversos postulados que dan
origen a un conjunto de subprincipios: la reserva absoluta de Ley, el cual
establece que en principio solo la Asamblea Nacional tiene la facultad
para determinar, y en consecuencia definir, cuales conductas serían las
constitutivas de delitos, y por ello disponer la aplicación de penas, con
inclusión de otras disposiciones legales que determine las circunstancias
objetivas que agraven o atenúen la sanción a imponer.
Se trata de un principio cuya plena consolidación se encuentra
proclamado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos del
10 de diciembre de 1948, en el Convenio Europeo para la protección de
Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales del 4 de noviembre
de 1950, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto
de San José” del 22 de noviembre de 1969 y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos suscrito en la ciudad de Nueva York el 19 de
diciembre de 1966.
Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la mera existencia de este
principio y su reconocimiento internacional no ha sido garantía de su
cumplimiento, es así como en la historia reciente se ha registrado
acontecimiento dentro de los cuales regímenes autoritarios han
impuesto sanciones que van más allá del alcance y comprensión de lo
expresamente dispuesto en la ley, materializando con ello la flagrante
violación de los derechos individuales de los ciudadanos.
Precisamente para evitar que el principio de legalidad penal se
constituya en una mera y por demás vacía proclamación de contenidos,
la ley debe reunir una serie de requisitos que generalmente se asumen
en la necesidad de que sea escrita, previa a la realización de los hechos
que se pretenden sancionar y escrita, esto es, que establezca
claramente las características del hecho punible que pretende a futuro
sancionar.
Se trata, por tanto, de que el Principio de Legalidad Penal en primer
lugar establece una Garantía material que se corresponde con la
predeterminación normativa de las conductas ilícitas y de las sanciones
correspondientes , es decir, proporciona la necesaria seguridad jurídica
sobre cuáles son las conductas incriminadas y las penas que se les
asignan. Pero además, el principio de legalidad penal conlleva una
garantía formal que hace exigir que las leyes penales sean promulgadas
con determinación a la reserva de ley que exige su formación.
Por todo ello, se puede inferir que el principio de legalidad penal,
determina la existencia de un rango de garantía de liberad y seguridad
para el ciudadano, por otra parte determina límites al poder punitivo del
Estado, que es ejercido por medio de la capacidad de crear normas por
parte de los legisladores y de administrar justicia por parte de los jueces.
En la actualidad, el principio de legalidad penal “nullum crimen, nulla
poena, sine lege”, universalmente adoptado, prohíbe la aplicación de
penas sin la existencia de una ley formal, previa, escrita y estricta.
El Principio de Legalidad, constituye la más importante base para la
concepción del Derecho Penal Moderno, establece que la principal
fuente del derecho penal es la ley, la cual debe cumplir con tres
requisitos:
 Debe ser escrita y por tanto estar a disposición en la forma gráfica
que permita la comprensión amplia de su alcance y razón.
 Debe ser previa a la determinación del hecho sancionado.
 Debe ser estricta, en cuanto a no contener vacíos o ambigüedades
que permitan distorsionar la inteligencia de su comprensión y
aplicación.
Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Qué entiende por fuente de Derecho Penal?
2. ¿Cómo puede clasificar las fuentes del Derecho Penal?
3. ¿Esquematice y explique las fuentes del Derecho Penal?
4. ¿Qué importancia tiene la ley como fuente directa del Derecho
Penal?, defínala.
5. ¿Cuáles son y explique las fuentes de producción del Derecho
Penal?
6. ¿Cuáles son y explique las fuentes del conocimiento del Derecho
Penal?
7. ¿Cuál es el valor de la jurisprudencia y la doctrina como fuente del
conocimiento penal?
8. ¿Cuál es el valor y en que consiste el principio de legalidad penal?
9. ¿Cuál es el valor que se le otorga como fuente de derecho a los
principios generales del derecho?
LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL

Tema 3: LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL: La naturaleza del


acto de interpretar la ley penal. La Teorías que sustentan la
interpretación de la ley penal. Finalidad de la interpretación de la Ley
penal. Clases de Interpretación: conforme al sujeto que la hace;
conforme a los medios que se aplican; conforme al resultado que se
llega.
LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY:
De forma general, Según Muñoz Conde, la interpretación es una
operación intelectual por la que se busca establecer el sentido de las
expresiones utilizadas por la ley para decidir los supuestos contenidos
en ella y, consecuentemente, su aplicabilidad al supuesto de hecho que
se le plantea al intérprete.
También podría decirse, que la interpretación es la indagación del
certero sentido y alcance de la norma jurídica, en relación con el caso
que por ella ha de ser estudiado. Se trata de determinar cómo, es
posible aplicar el supuesto contenido en una norma jurídica de carácter
general, a un hecho concreto, en consecuencia el órgano judicial
subsume los hechos al derecho con la peculiaridad de su aplicación ya
que debe estar ajustada a las premisas de carácter individual que
caracterizan la concreción del hecho material. La Interpretación es la
técnica que conduce a la comprensión del sentido de la norma jurídica.
Desde el punto de vista teórico, Interpretación es la acción de
interpretar. Etimológicamente, el verbo “Interpretar” proviene de la voz
latina interpretare o interpretari, en el caso que nos interesa recalcar, el
diccionario de la Lengua Española dice que “Interpretar” es explicar o
declarar el sentido de algo, y principalmente el de textos poco claros.
Explicar, acertadamente o no, acciones, palabras o sucesos que pueden
ser entendidos de varias formas. Es desentrañar el sentido de una
expresión.
La interpretación jurídica, por excelencia es la que pretende revelar el
verdadero pensamiento del legislador o explicar el sentido que se
desprende de cada una de las palabras, que conectadas de forma
sistemática, determinan una disposición legal. Latorre Ángel con
claridad expresa que la interpretación pretende determinar el sentido
de la norma. Mientras que Mario Alzamora Valdez, señala que para
aplicar la norma a los hechos es necesario descubrir los pensamientos
que encierran las palabras que la forman hasta llegar a los objetos, a
este proceso, es a lo que denomina interpretación.
La Naturaleza del acto de Interpretar la Ley Penal:
Pretende determinar el Objeto, propósito y finalidad de la
Interpretación de la norma. Ello significa entenderla, comprenderla en
su sentido y significación, haciéndola susceptible de aplicarla al caso
concreto, y aunque a veces parezca evidente, es siempre necesaria, ya
que la fórmula que expresa la voluntad de la ley, tiene necesariamente
el carácter general y abstracto.
En relación a la naturaleza de interpretar la Ley Penal, se evidencio que
ante la fragilidad de la situación que rige la necesidad de interpretación
del texto jurídico, en la actualidad se rompió el régimen en donde el
soberano eran quien creaba la norma penal, la aplicaba dictando
sentencias, y en consecuencia la interpretaba, lo cual implico muchas
veces, la evidente circunstancia de adecuar su interpretación a la
necesidad puntual de juzgar y condenar a quienes eran considerados
enemigos del régimen.
El avance social trajo consigo el cambio evolutivo de los principios
fundamentales que rigen a las sociedades jurídicamente organizadas,
permitiendo el surgimiento de la división de los poderes públicos y la
aparición del Estado de Derecho y el principio de legalidad penal que se
deriva en muchos otros.
En este transcurrir de tiempo, se estableció la necesidad de declarar la
interpretación a la ley y a la norma penal el carácter restrictivo,
estableciendo preceptos que de forma taxativa prohibían cualquier
interpretación de la ley. Teorías estas sostenidas por Von Bar, Carrara,
Beccaria por mencionar algunos, quienes afirmaban que la ley penal
debe bastarse por sí sola, su alcance estricto no puede estar sujeto al
capricho o la necesidad de un intérprete que le pueda dar un sentido
restringido o sobrepasar la intención del legislador.
La evolución de criterios en el tiempo, ha permitido entender que el
problema no está en negar la posibilidad de interpretación a la ley
penal, que sería como negarle su aplicación, o como afirmar que el acto
de interpretar la norma penal no es psíquico, sino mecánico. El
problema consiste en fijar las condiciones de esa interpretación,
conforme a la naturaleza de la misma, de la condición social que la
vincula a un caso concreto. Ya que, la ley surge como producto de la
necesidad social de regular la conducta humana en general, pero su
aplicación es específica e individual respecto al caso concreto o
problema humano a resolver.
Puesto que la interpretación consiste en escudriñar y determinar el
sentido de la ley, se hace necesario ver qué debe entenderse por
sentido de la ley, llamado también pensamiento, espíritu, voluntad de la
ley, abandonando lo que algunos creen que el sentido de la ley equivale
a la voluntad del legislador, pensamiento este que imperaba en los
Estados totalitarios. En la actualidad, prima la corriente de pensamiento
que sostiene que el legislador tiene la función especializada de
proporcionar el medio y las condiciones para formar la ley, la cual, una
vez sancionada, tiene una entidad propia, y un contenido que se puede
distancia del significado intrínseco de la disposición,
independientemente de la voluntad subjetiva de su autor.
El resultado de la interpretación, pretenderá entonces, ajustar la
voluntad de la ley a los hechos sometido a ella, o esclarecer la voluntad
objetivada en la norma penal. Lo que interesa es el sentido que tiene
ahora y no el que tenía cuando entró en vigencia; interesa es el sentido
que tiene ahora en el lugar donde es menester aplicarla a un caso
concreto y particular que presenta la realidad.
La Teorías que sustentan la interpretación de la Ley penal:
La interpretación, persigue como premisa y finalidad, desentrañar el
sentido y alcance de la norma jurídica. El tema del objeto de la
Interpretación ha llevado al enfrentamiento de dos corrientes:
1. los Subjetivistas y
2. los objetivistas.
Los Subjetivistas o voluntaristas: sostienen que para interpretar una
norma debe tenerse como punto de referencia al legislador, con el
propósito de desentrañar de su mente lo que ése quiso decir. La
Interpretación jurídica de la Ley, debe necesariamente considerar la
consulta de la fuente única y exclusiva del Derecho, que se encuentra en
sus precursores, para poder determinar el alcance, propósito y razón de
su comprensión.
Para ellos, la interpretación de la ley es la averiguación de la voluntad
real del legislador y toda interpretación que no sea tal debe ser
rechazada, ya que estaría desvinculada de la voluntad manifiesta de su
fuente. Sostiene además, que la Interpretación no se queda en lo que la
construcción semántica de la norma podría denotar, sino que dicha
actividad llega a involucrar una tarea mucho más compleja y elaborada,
que determina establecer la razón de ser que permitió la iniciativa de
creación o adecuación de la norma penal.
Los Objetivistas o Intelectualistas: propugnaron que la Interpretación
es un acto de razonamiento, una operación lógico mental destinada a
revelar el significado o sentido de la norma jurídica penal.
Sostienen que sólo lo que aparece redactado en la ley es lo
objetivamente dispuesto como mandato, que una vez publicada la ley,
ésta se desprende de sus autores y adquiere vida y espíritu propios, en
consecuencia es la voluntad de la ley “mens legis” lo que debe
descubrirse, porque en ella está lo objetivamente plasmado. Concluyen,
que al ser puesta la ley en vigencia, se despoja ésta del pensamiento de
legislador para ir a vivir una vida propia, subordinada al medio social y
sus transformaciones al que deberá corresponder.
Como toda teoría tiene sus seguidores y sus críticos, en este caso el
profesor español Latorre Segura Angel, expresa que la norma no puede
tener voluntad y por ello, cuando, de acuerdo con el Objetivismo se
habla de “voluntad de la ley”, está sumamente claro que esta referencia
se hace únicamente en sentido metafórico.
Hans Kelsen, fue considerado uno de los defensores de la corriente
intelectualistas, destaca al respecto, que la interpretación de la norma
por parte del juez, es un acto de creación intelectual de una nueva
norma, solo que esta vez es de carácter individual, el cual es a su vez, un
acto de voluntad en la medida que se trata de llenar el marco
establecido por la norma general.
Al respecto Alvarez Gardiol Ariel sostiene que: “El célebre debate entre
intelectualistas y voluntaristas no ha agotado –a mi juicio- ni con
mucho, la intrincada madeja de elementos que se mueven alrededor de
este complejo problema. Ni la interpretación es un proceso que se agota
en una mera tarea de intelección del sentido de una norma, colocada allí
para que el intérprete valore su significado, ni tampoco puede
considerársela mero acto de voluntad del intérprete que decide a su
arbitrio el significado correcto para el caso”.
Refiriéndose a estas teorías, Karl Larenz considera que a cada una de
estas teorías corresponde parte de verdad y que por ello ninguna puede
aceptarse sin limitaciones. Continúa indicando que la verdad de la teoría
subjetiva es que la ley jurídica, a diferencia de la natural, es hecha por
hombres y para hombres, es la expresión de una voluntad dirigida a la
creación de un orden justo; en cambio la verdad de la teoría objetiva es
que una ley, tan pronto es aplicada, despliega una actividad peculiar a
ella, que va más allá de lo que el legislador había intentado.
Por su parte el jurista Alzamora Valdez Mario, explica que la teoría del
subjetivismo, sostiene que la ley no puede ser entendida de otro modo
que como “mandato”, que es la voluntad dirigida a regular las relaciones
jurídicas y que dicho mandato proviene de la mente y de la voluntad del
legislador; en tanto que la segunda teoría, refiriéndose al objetivismo, se
apoya en la forma como se originan las normas, en el valor de éstas
consideradas en sí mismas, y en el carácter de los objetos culturales,
para atribuir a la ley un sentido independiente de lo querido por su
autor.
De esta forma, los subjetivistas para alcanzar la interpretación de la
norma penal emplean la exegética, la cual construye su metodología de
interpretación dogmática, que se sustenta sobre la premisa de lograr la
comprensión de la Ley penal, a través de un método filológico-histórico,
que tiene como procedimiento el remontarse al pasado hasta llegar al
pensamiento del legislador, plasmado en los diarios de debate el
alcance que quiso otorgarle a la ley.
Es por ello, que La corriente subjetivistas, entiende que la Interpretación
de la argumentación confía en que la respuesta brindada por el jurista
puede ser escogida o respaldada en razones provistas por la razón
práctica, ya que en el acto de interpretación no hay conocimiento ni
razón, sino puro acto de voluntad, ello sin perjuicio de los márgenes que
le deja la norma superior para interpretar o crear la norma inferior que
es la derivada del proceso intelectual que realiza el juez al resolver un
caso y plasma tal resultado en la sentencia.
En cambio, los objetivistas proceden en una forma totalmente diferente,
por cuanto ellos, para encontrar la finalidad interpretativa de la norma
penal, lo hacen en virtud de un juicio de razón, de inteligencia del
intérprete, así como también del análisis sistemático del ordenamiento
jurídico, es decir, se trata de un método lógico sistemático; científico
porque toma en consideración, la integralidad del el ordenamiento
jurídico para alcanzar la interpretación de la norma penal.
En resumen podemos señalar, que la teoría subjetivista sostiene que la
interpretación consiste en buscar el pensamiento del legislador, tesis
actualmente superada pero no descartada de un todo, ya que es
complementaria a la tesis objetivista, que sostiene que lo que se trata
de descubrir es el sentido y alcance de la Ley; es decir lo que en la Ley
aparece objetivamente querido, en ocasiones para alcanzar un
conocimiento profundo, podemos ir a la fuente para ampliar el sentido
general de la norma y descubrir así las razones históricas que motivaron
su creación y con ello lograr su mejor comprensión.
Es por ello, que el objetivo de la Interpretación es el esclarecimiento del
sentido propio de una proposición jurídica, al respecto el artículo 4 del
Código Civil señala:
Artículo 4: A la Ley debe atribuírsele el sentido que aparece
evidente del significado propio de las palabras, según la conexión
de ellas entre si y la intención del legislador.
Cuando no hubiese disposiciones precisa de la Ley, se tendrá en
consideración las disposiciones que regulan casos semejantes o
materias análogas; y, si hubiese todavía dudas, se aplicaran los
principios generales del Derecho.
Por lo cual podríamos establecer, que el legislador venezolano se apega
a la corriente intelectualista, ya que orienta como parámetro de
interpretación de la norma el razonamiento y la operación lógico mental
destinada a revelar el significado o sentido propio contenido en la
interpretación que se haga de la norma jurídica.
Finalidad y Elementos de la interpretación de la Ley penal
La Finalidad de la interpretación de la Ley penal, como operación lógica
jurídica, tiene por finalidad esclarecer la voluntad manifiesta del
contenido, propósito y razón de la norma penal. Por lo tanto, lo que
interesa no es lo que quiso decir determinado legislador, lo que
importante representa determinar la voluntad de la ley.
Una vez que la ley entra en vigencia, se independiza de su pasado, y
muchas veces la interpretación puede variar en el tiempo en virtud de
cambios sociales, políticos, éticos, económico entre otros.
Elementos de La Interpretación de La Ley Penal
1. Ratio Legis: o razón de la ley, representa el motivo que ha tenido
el poder legislativo para poner en vigencia o articular una
disposición determinada.
2. Elemento Histórico: Las leyes no nacen por generación
espontánea, sino que hay un proceso histórico que determina su
formación, desde que se establece la necesidad de dictar
disposiciones legales en una materia determinada, hasta que la
ley entra en vigencia efectivamente o es derogada.
3. Elemento Sistemático: entre las diversas disposiciones de una ley,
el marco Constitucional y muchas veces el derecho internacional,
existen relaciones muy estrictas; y por ello, para poder esclarecer
adecuadamente el sentido y alcance de determinadas
disposiciones legales, se hace necesario conocer todo este
basamento jurídico, ya que se llegaría a resultados erróneos si se
pretende interpretar de forma dislocada una disposición legal sin
conocer a cabalidad de forma integral el marco normativo dentro
del cual forma parte e interactúa la ley.
4. Elemento comparativo extranjero: en muchos casos en lugar de
legislar expresamente para un país determinado, simplemente se
escoge la ley extranjera teóricamente más perfecta y se copia, en
ciertos casos, si esa ley escogida es de idioma extranjero, se
traduce al idioma nacional; por lo tanto pudieran orientar en el
esclarecimiento de dicha ley los comentarios hechos por los
juristas de ese país extranjero de donde procede. No obstante
aun cuando la ley sea teóricamente perfecta, y en consecuencia
haya resultado perfecta en dicho país, su aplicación en otro país
pudiera resultar nefasto, ya que la realidad política, social,
económica pudiera variar.
5. Elemento Extra – penal: en la redacción de una disposición penal,
pudieran emplearse términos que no son propios del Derecho
penal, sino que corresponden a otra disciplina jurídica; y cuando
esto ocurra, para poder entender el sentido y alcance que se le
pretende dar a la disposición en cuya redacción se empleó, será
menester acudir a la disciplina a la cual corresponda, para así
establecer el marco referencial adecuado.
6. Elemento Extra – jurídico: en otros casos se pudieran emplear en
la redacción de una disposición penal, términos técnicos o
concepto que pertenecen al mundo de la ciencia, la tecnología o
la bioética entre otras disciplina, y por lo tanto, cuando
encontremos uno de estos casos tendremos que apelar a la
ciencia o técnica a la que pertenezca ese término para
comprender el sentido y alcance de esa terminología, y nos ponga
en condiciones de interpretar correctamente la disposición penal
en la que fue empleado.
Clases de Interpretación:
De acuerdo al maestro Jiménez de Azua, la interpretación de la norma
penal se divide conforme al sujeto que la hace, a los medios que se
emplean y al resultado a que se llega. Conforme al sujeto que la hace,
puede ser auténtica, doctrinal y judicial. Según los medios usados, será
literal y teleológica. Y de acuerdo con los resultados a que se llega,
puede considerarse: declarativa, extensiva, restrictiva y progresiva.

Conforme al sujeto que la realiza:


Interpretación Auténtica: es la que realiza el mismo órgano
legislativo de donde emana la norma penal. Es la explicación
sobre el contenido, alcance, propósito o razón de la ley o norma
penal elaborado por el propio sujeto de donde emana.
En estos casos surge la llamada ley interpretativa, lo cual
constituye un instrumento normativo de efecto general que
establece la interpretación a cuyo tenor se ha denominado
“norma de interpretación legal”.
Dentro de esta categoría también se encuentra la interpretación
contextual, que es la que hace el propio legislador dentro del
cuerpo normativo de la ley. La interpretación contextual la
encontramos en los preámbulos, en los catálogos de definición de
conceptos y hasta fusionada dentro del articulado de la norma
que la misma ley incorpora. En ellos el legislador pretende
establecer un enfoque u orientación en cuanto a la utilización de
términos o bien al alcance que debe tenerse a una expresión
empleada, entre muchas otras definiciones suplementarias.
De igual forma, el legislador incorpora la interpretación
contextual, al determinar la denominación de los títulos,
capítulos, secciones y artículos de una ley. Dicha interpretación
auténtica busca a través de la denominación, orientar al
intérprete sobre el alcance propósito y razón del contexto y
contenido de la norma o de lo que se trate.
Interpretación Doctrinal: es la explicación del contenido de la ley
penal realizado por los jurisconsultos, doctrinarios o estudiosos
del derecho, que en aplicación del método científico, la dogmática
jurídica y la lógica, buscan darle explicación al contenido,
propósito y razón de la ley penal.
Su contenido se encuentra expresado en los libros, revistas,
trabajos de grados, tesis, trabajos de ascensos universitarios entre
otros. Representa el marco referencial utilizado por el juez en sus
sentencias.
Interpretación Judicial: es la que realiza el juez dentro de su tarea
de aplicar la justicia y que plasma en su sentencia. Representa el
esfuerzo psíquico del administrador de justicia que al subsumir los
hechos al derecho, se ve en la necesidad de interpretar la norma
que aplica y darle un contenido práctico a la misma.
A diferencia de la interpretación auténtica, en Venezuela no tiene
carácter vinculante a menos que sea de las decisiones dictadas
por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, quien
en uso de las atribuciones que la Constitución de La República le
otorga, como último y final interprete de la Constitución, fije
criterio sobre la aplicación de una norma penal en atención a un
principio o garantía constitucional y por tanto establezca un
precedente vinculante al respecto.
Conforme a los medios que se aplican:
Interpretación Literal o gramatical: El juez como interprete,
pretenderá descubrir el alcance, propósito y razón de la norma
penal que se desprende del significado propio de las palabras que
la integran y de la conexión lógica y sistemática entre ellas.
Cada palabra encierra un significado pero la misma no puede ni
debe ser analizada, para su adecuada interpretación en un
contexto estéril, la correcta interpretación se llega cuando de
forma sistemática es enlazado el concepto de cada palabra para
alcanzar la lógica de su comprensión.
Interpretación Teleológica: esta interpretación es la que mejor
descubre el significado íntimo de los preceptos, la verdadera
voluntad de la ley. El juez, como intérprete, deberá deducir no
solo el significado propio de la palabra, sino los múltiples
elementos que contribuyen a formar las disposiciones legislativas,
con ello deberán descubrir el alcance integral de la norma penal
atendiendo a sus causas finales y los fines que pretende el
derecho.
Conforme al resultado que se llega:
Interpretación Declarativa: la interpretación es declarativa
cuando la eventual duda de un juez, se resuelve con exacta
correspondencia entre la letra y el espíritu de la norma penal, al
declarar entendido el supuesto factico analizado dentro de la
norma legal a la cual no se le da un sentido más amplio ni más
restringido del que aparece expresamente señalado en ella.
Interpretación Extensiva: La interpretación es extensiva cuando el
juez como intérprete cree que se debe ampliar el alcance de las
palabras legales para que la letra corresponda al espíritu y
voluntad del texto legal.
Interpretación Restrictiva: la interpretación es restrictiva cuando
el juez reduce el alcance de las palabras que contiene la ley por
entender que su pensamiento y voluntad no consiente atribuirle a
su letra un contenido distinto al significado que en ella contiene.
La interpretación restrictiva es un principio consagrado en el
Código Orgánico Procesal Penal, el cual dispone que toda norma
que restrinja la libertad, limite facultades y defina la flagrancia,
debe ser interpretada restrictivamente. La concordancia legal de
dicha interpretación la podemos conseguir tanto en el artículo 9
del como en el artículo 233 del Código Orgánico Procesal Penal
venezolano.
Es importante destacar que la interpretación restrictiva es un
mecanismo que emplea el legislador con la finalidad de que el
intérprete judicial limite el alcance extensivo de cualquier
consideración que pudiera estar al margen establecido para la
norma penal.
Interpretación Progresiva: Es la que tiene por finalidad trazar la
línea de contacto entre el momento en que entró en vigencia
determinada ley y el presente, en el que ha de ser aplicada, a los
casos particulares y concretos que se presentan en la realidad. En
virtud de la interpretación progresiva se puede dar una
concepción diferente, e incluso radicalmente opuesta a una
disposición legal, sin cambiar el texto de esa disposición, sino
cambiando su sentido, al ponerlo en contacto con la realidad
actual. En el caso de la norma penal, debe entenderse el carácter
progresivo de su aplicación atendiendo el contenido de la
Constitución de la República así como de los tratados, convenios y
acuerdos internacionales. En este sentid, el juez no puede ser
ajeno a las transformaciones sociales, científicas, éticas, y
jurídicas. La ley vive y se desarrolla en ambientes que cambian y
evolucionan, en ocasiones las palabras persisten en el tiempo
pero su significado se transforma. Por ello el juez tiene la carga de
analizar en su interpretación, la ley pero dentro del entorno social
de su aplicación, adecuando su contenido a la lógica que implica
la razón de ser de las cosas, ya que en definitiva, su objetivo es la
administración de la justicia.

Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿En qué consiste la interpretación de la ley penal?

2. ¿Cuál es el objeto de la interpretación de la ley penal?

3. ¿Qué teorías sustentan la interpretación de la Ley Penal?

4. ¿Cuál es la finalidad y los elementos de la interpretación de la ley


penal?

5. ¿Esquematice y explique de acuerdo a la doctrina, cómo se divide


la interpretación de la ley penal?
EFICACIA DE LA LEY PENAL

Tema 4: EFICACIA DE LA LEY PENAL: Validez temporal; Sucesión de


leyes; La ley más favorable; Validez espacial; Principios que regulan la
aplicación de la ley penal venezolana; Validez personal: Inmunidades,
Prerrogativas; La extradición; La retroactividad de la Ley Penal.

EFICACIA DE LA NORMA PENAL


La determinación de la aplicación de la Ley penal, ha representado una
problemática a lo largo del tiempo, estableciendo importantes análisis
que han permitido en la actualidad, implantar el desarrollo de doctrinas
que ha concentrado el establecimiento de parámetros universales,
constitucionales y legales, en el sentido de fijar su aplicación dentro de
tres ámbitos claramente diferenciados: el temporal, el espacial y el
subjetivo o personal, en los términos siguientes:
VALIDEZ TEMPORAL:
El ámbito temporal de la ley penal se estudia teniendo en cuenta dos
parámetros:
1. La vigencia y
2. La derogación
El análisis de la problemática de la vigencia o validez formal, comprende
el estudio de su aplicación desde que se produce la publicación de la ley
y en consecuencia, su entrada en vigor hasta su derogación expresa o
tácita, ello pretende determinar la eficacia o vigencia material, bajo la
premisa de que la ley penal se aplica a los hechos cometidos bajo su
vigencia.
La regla general, está constituida en la aplicación del principio de
irretroactividad de la Ley, y la excepción es la retroactividad de la ley
penal que resulte más favorable al reo.
Con carácter general se formula el principio de retroactividad de la ley
penal en el artículo 2 del Código Penal venezolano que prevé: “Las leyes
penales tienen efecto retroactivo en cuanto favorezca al reo, aunque al
publicarse hubiere ya sentencia firme y el reo estuviere cumpliendo
condena”.
Por otra parte, el principio de legalidad penal prohíbe la retroactividad
de las normas penales, en cuanto a la aplicación de penas que no hayan
sido establecidas con posterioridad a la comisión de los hechos punible.
En consecuencia, no será castigado ningún delito ni falta con pena que
no se halle prevista por la ley anterior a su perpetración, disposición que
extiende su eficacia a las medidas de seguridad. En consecuencia la
irretroactividad es una excepción que se aplica al principio de legalidad
penal, sola cuando la norma penal preceptúa condiciones más
favorables al penado o al reo de acuerdo a los parámetros siguientes:
1.- Vigencia: En el Derecho Venezolano, la Ley Penal, como todas las
leyes, es obligatoria desde su publicación en la Gaceta Oficial, o desde la
fecha posterior que ella misma indique, según lo dispone el artículo 1º
del Código Civil, venezolano vigente.
La Constitución de la República disciplina también la entrada en vigencia
de las leyes en sus artículos 215 y 216, los cuales expresan:
Artículo 215. La ley quedará promulgada al publicarse, con el
correspondiente “Cúmplase”, en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela.
Artículo 216. Cuando el Presidente o Presidenta de la República no
promulgaren la ley en los lapsos señalados el Presidente o
Presidenta y los dos Vicepresidentes o Vicepresidentas de la
Asamblea Nacional procederán a su promulgación sin perjuicio de
la responsabilidad en que aquél o aquella incurriere por su
omisión.
Si coordinamos los transcritos artículos: 1 del Código Civil y 215 y 216 de
la Constitución de la República, permite apreciar: que la ley es
obligatoria desde el día de su publicación en la Gaceta Oficial o desde la
fecha posterior que ella misma indique, es decir, se produce una vacatio
legis que significa que la ley no se aplicará entre el lapso comprendido
entre el día de su publicación y el indicado en la misma ley para su
entrada en vigencia.
Con respecto a los tratados, acuerdos o convenios internacionales que
celebre el Estado venezolano, algunos en materia penal, lo prevé el
artículo 217 de la Constitución de la República que dice:
Artículo 217: La oportunidad en que debe ser promulgada la ley
aprobatoria de un tratado, de un acuerdo o de un convenio
internacional, quedará a la discreción del Ejecutivo Nacional, de
acuerdo con los usos internacionales y la conveniencia de la
República.
2.- Derogación: La Ley Penal, al igual que las demás leyes, puede ser
derogada por otra ley. El artículo 7 del Código Civil establece:
Artículo 7: Las leyes no pueden derogarse sino por otras leyes; y
no vale agregar contra su observancia el desuso ni la costumbre o
práctica en contrario por antiguos ni universales que sean.
Por su parte el artículo 218 de la Constitución de la República dispone:
Artículo 218: Las leyes se derogan por otras leyes y se abrogan por
referendo, salvo las excepciones establecidas en esta Constitución.
Podrán ser reformadas total o parcialmente La ley que sea objeto
de reforma parcial se publicará en un solo texto que incorpore las
modificaciones aprobadas.
En Venezuela la derogación de las leyes puede ser expresa o tácita, de
igual forma puede ser total o parcial. También existe la figura de la
abrogación de la ley, lo cual está previsto en el artículo 74 de la
Constitución de la República, ello se hará de forma refrendaría.
La derogación es expresa, cuando la nueva ley contiene una cláusula
que declara la pérdida de vigencia a la ley anterior.
La derogación será tácita, cuando se desprende de la lectura del
contenido de la nueva ley, que se está desaplicando la ley anterior, o
cuando es posible apreciar de alguna forma, que la nueva ley deroga
parcialmente alguna disposición contenida en una ley anterior. También
ocurre la derogación tácita, cuando una ley sin contener alguna
disposición derogatoria, es publicada posteriormente a otra,
conteniendo disposiciones que de alguna manera se contraponen o
diferencia del contenido de la ley anterior. En estos casos, priva el
criterio de aplicación de la ley más reciente, o el criterio de especialidad.
Muchas veces la ausencia de técnicas legislativas determina la aparición
de los conflictos de aplicación de las leyes. Por ello, será preciso
determinar estructuralmente el contenido y vigencia de las normas, que
de forma sistemática fijan la vigencia de su aplicación, no dejando
margen de duda que permita establecer distorsiones inadecuadas y
problemas innecesarios en cuanto a la aplicación de la ley penal.
La derogación será total, cuando es sustituido el contenido íntegro una
ley, por otra ley. Implicará una derogación parcial, cuando una ley
nueva sólo deroga algunas disposiciones contenidas en el cuerpo
normativo, en particular de alguna otra ley dejando intacto el resto de
su ordenamiento.
La excepción a esta regla está constituida por la llamada retroactividad
de la ley penal, en el caso que la ley derogada contenga disposiciones
más favorables para el procesado o el reo, esta situación está
establecida de forma expresa en el artículo 2 del Código Penal
venezolano, quien señala que la retroactividad de la ley se aplicará aun
cuando al publicarse la ley nueva hubiere recaído sentencia firme o el
condenado estuviere cumpliendo la respectiva condena.
Ello implica, que la eficacia de la retroactividad de la ley penal más
favorable, supera las consideraciones establecidas para la cosa juzgada,
ya que su efecto se extiende aún al reo que se encuentre cumpliendo la
condena, lo cual se circunscribe al contenido del principio de
progresividad.
Del principio de legalidad deriva el carácter irretroactivo de la ley y,
como excepción, su retroactividad es admitida sólo en materia penal,
tanto en el orden sustantivo como adjetivo, únicamente en el caso de su
mayor benignidad en relación al reo.
La retroactividad obedece a la existencia de una sucesión de leyes
penales, que por emanar de seres humanos y estar destinadas a
controlar la conducta de éstos, su validez o vigencia se encuentran
sometidas a la temporalidad, por lo cual se dan casos donde la situación
fáctica acaecida en un determinado momento y bajo el imperio de una
ley específica, para el tiempo de ser realizado el juzgamiento de una
persona, se consigue con que ha entrado en vigencia otro texto legal,
que de alguna forma favorece más a la persona encausada en los
hechos, por ello el juez debe aplicar la nueva ley retrotrayendo su
vigencia al momento de la comisión del delito.
SUCESIÓN DE LEYES:
La ley humana, está sometida a limitaciones temporales. La ley tiene un
proceso de formación, de acuerdo con lo establecido en la Constitución
de la República, que culmina con su promulgación y publicación en la
Gaceta Oficial; desde ese momento se hace obligatoria, a menos que la
misma ley indique una fecha posterior para su entada en vigencia, lo
cual está expresamente señalado en el artículo 1 del Código Civil
venezolano; y se extingue cuando queda derogada expresa o tácita,
total o parcialmente, por otra ley o se abroga por un referendo, de
acuerdo a lo señalado en el artículo 218 de la Constitución de la
República. También una ley puede perder su vigencia, cuando se cumpla
el término señalado en la misma ley o desaparecen las circunstancias
que justificaron su nacimiento, situación que puede estar
perfectamente regulada en el texto normativo legal.
La sucesión de leyes ocurre cuando una ley que regula determinados
hechos se extingue y otra la sustituye ocupando su lugar, quedando
regulados esos hechos por otra ley, que debe aplicarse a los hechos
realizados bajo la ley derogada.
En materia penal se plantea el problema de la sucesión de leyes con las
características propias de esta rama, señalándose tres hipótesis que
puedan darse:
1. En relación a la ley penal creadora de delitos: cuando surge una
nueva ley que establece tipos penales que tipifica hecho no
prohibido o no considerado como punible.
2. Cuando se promulga una ley penal que deroga delitos: cuando se
eliminan incriminaciones, esto es, cuando se quita el carácter de
punible a un hecho considerado como tal en la ley precedente.
3. Ley penal modificativa de delitos: cuando se modifica el
tratamiento penal de un hecho considerado como punible en la
legislación anterior. Esta modificación legislativa puede ser
modificativa más severa, cuando aumenta la pena, o la cambia
por una de mayor magnitud o incluye nuevas agravantes, o
excluye atenuantes, o aumenta el lapso de prescripción de la
acción penal o de la pena, o convierta en enjuiciable de oficio un
delito que según la ley derogada sólo podía perseguirse a
instancia de parte agraviada. También puede ser modificativa más
benigna, cuando reduce la cuantía de la pena, o cuando asigna
pena de prisión a una que tenía pena de presidio, o elimina
agravantes consagradas en la ley anterior, o establece nuevas
atenuantes, o disminuye el lapso de prescripción de la acción
penal o de la pena, o transforma un delito de acción pública en
delito de acción privada. Entre otros.
El problema de la sucesión de leyes se rige, como regla general, por el
principio de la irretroactividad de la ley, por lo que no puede aplicarse a
hechos que ocurran después de su extinción.
En nuestro ordenamiento jurídico tendrá plena vigencia desde que su
contenido íntegro sea publicado en la Gaceta Oficial. El principio de
irretroactividad de la ley, que constituye una exigencia del principio de
legalidad de los delitos y de las penas, es la fórmula acogida por el
artículo 1 del Código Penal venezolano. De esta manera, se amplía el
principio legalista con tal exigencia enunciándose como: “nullum
crimen, nulla poena sine previa lege”, lo cual implica que no hay delito
ni hay pena sin la existencia previa de una ley penal.
El ordenamiento jurídico venezolano establece excepciones al principio
general, admitiéndose la retroactividad de la ley cuando esta favorezca
al reo. De esta manera el artículo 24 de la Constitución de la República
señala que: “Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo,
excepto cuando imponga menor pena”. De igual forma, el artículo 2 del
Código Penal venezolano establece que: “Las leyes penales tienen
efecto retroactivo en cuanto favorezcan al reo, aunque al publicarse
hubiere ya sentencia firme y el reo estuviere cumpliendo condena”.
Las diversas posibilidades que pueden darse con relación a la sucesión
de leyes penales y a los principios que son aplicables son:
a. En el caso que la ley nueva considere como delito una conducta
no incriminada en la ley anterior, se aplica el principio de la
irretroactividad de la ley penal.
b. En el caso de que la nueva ley deje de considerar como delito un
hecho precedentemente tipificado como tal, se aplica el principio
de la retroactividad de la ley penal. Si el Estado quita a un hecho
el carácter punible, ello significa que ya no quiere castigarlo.
c. En el caso de que la nueva ley modifique el tratamiento penal de
determinados hechos delictivos considerados por la ley anterior,
debe distinguirse:
1. Si la nueva ley resulta desfavorable para el reo, no puede
ser aplicada. Es irretroactiva y por ello debe aplicarse la ley
vigente para el momento en que ocurrió el hecho, y
2. Si la nueva ley resulta favorable al reo, tendrá efecto
retroactivo.
LA LEY MÁS FAVORABLE:
En razón de todo lo dicho anteriormente y dado que la ley más
favorable debe aplicarse en materia penal con efecto retroactivo, se
impone precisar que se entiende por ley más favorable al reo.
Esta determinación debe hacerse no en abstracto, sino en concreto y
tomando en cuenta la situación en que se encuentra el reo. Debe
tenerse como más favorable o progresiva, aquella ley que al aplicarla al
caso concreto favorezca al reo, que lo trate con menos rigor, tomando
en cuenta todas las circunstancia que puedan beneficiarlo, como la
especie o duración de la pena, las penas accesorias, las circunstancias
atenuantes y agravantes, la calificación del hecho, las causas de
extinción del delito y de la pena, los beneficios que puedan ser
concedidos al reo, entre otros.
Debe aclararse que no puede el Juez, como intérprete de la ley,
combinar varias leyes, y aplicarlas simultáneamente, creando así una
tercera ley, sino que debe en todo caso aplicar la que considere más
favorable de forma íntegra al caso concreto sometido a su jurisdicción y
competencia.
Para aplicar la ley más favorable debe tomarse en consideración el
tiempo de comisión del delito, con la finalidad de establecer el criterio
para subsumir un hecho a una ley en particular.
En cuanto a la aplicación de la ley más favorable cuando el delito se
comete en un solo momento, pero puede suceder que medie un tiempo
entre la conducta y el resultado material de la acción delictual, o que la
conducta se fraccione en varios momentos o que nos encontremos
frente a un delito permanente o continuado. En estos casos, si ocurre un
cambio de legislación, es necesario precisar el momento en que se
estima cometido el delito. La fijación de ese momento interesa a los
fines de resolver otros problemas que pueden presentarse en la
materia, como por ejemplo, lo relacionado con las causas de
justificación, prescripción, imputabilidad, entre otros.
Tres teorías pretenden resolver este problema:
1. La Teoría de la actividad: Considera que para determinar el
tiempo de comisión del delito debe atenderse al momento de la
comisión o la omisión.
2. La Teoría del resultado: Establece que debe tomarse en cuenta el
momento en que se produce el resultado.
3. La Teoría mixta: Que entiende que el delito es cometido tanto en
el momento de la acción u omisión como en el momento en que
se produce el resultado.
La teoría dominante es la de la actividad, que estima que el delito es
cometido en el momento en que se produce la acción u omisión.
De manera que al realizarse la acción el hecho es lícito y cuando se
produce el resultado es punible, no cabe la posibilidad de aplicar la ley
vigente para el momento en que se produce el resultado.
Cuando la conducta se ha fraccionado en varios actos, se aplicará la ley
vigente en el momento de realizarse el último acto.
Y con relación al delito permanente y al continuado, debe señalarse que
si la nueva ley entra en vigencia, mientras perdura la permanencia o la
continuidad, se aplicará en todo caso la ley que esté vigente para la
comisión del delito, sea o no más favorable, quedando incluidos en los
supuestos que establezca todos los actos precedentes.
La Ley Intermedia: es aquella ley que entra en vigor después de haberse
cometido el hecho, pero es derogada antes de que el hecho sea juzgado.
Una parte de la doctrina sostiene que no puede acogerse cuando sea
más favorable, ya que se asumiría una disposición inexistente por su
temporalidad, tanto cuando ocurre el hecho como en el momento del
juicio. Otra parte de la doctrina es de la opinión de que el reo no es
culpable de la lentitud de la justicia y debe poder aprovecharse de la ley
intermedia si le es más favorable.
Tomando como supuesto la existencia de una ley vigente para el
momento de la comisión del delito, otra ley posterior que tiene vigencia
limitada en el tiempo y otra para el momento de producirse la condena,
y que en el período intermedio, la ley considera previsiones más
benévolas nos hace preguntemos:
¿Podrá aplicarse la ley penal intermedia, cuándo sea más favorable al
reo?
Parecería ilógico aplicarla, ya que no estaba vigente ni para el momento
en que se produce el hecho, ni para el momento en que se produce la
sentencia. Sin embargo, a favor de su aplicación se ha alegado que sería
injusto perjudicar al reo por el solo hecho de haberse prolongado el
juicio, además tenemos que tener presente el principio de legalidad de
los delitos y de las penas, por aplicación de la retroactividad de la ley
cuando esto beneficia al reo, empleando entonces como solución la
aplicación de la ley más favorable, la que beneficie al procesado o
penado.
VALIDEZ ESPACIAL:
El derecho positivo de cada Estado define su soberanía penal. La validez
espacial va referida a la definición de territorio del Estado como ámbito
esencial del ius puniendi. En relación al reconocimiento internacional
que permite aceptar la soberanía territorial de cada Estado, se establece
el principio de independencia territorial, permitiendo que se instituyan
los poderes públicos dentro de los elementos que lo define: Territorio,
población y poder. Surge entonces el derecho de la población a
organizar al Estado, en donde serán determinados los poderes públicos,
la forma de gobierno y las libertades ciudadanas. En ese ámbito es
donde el poder legislativo tendrá la plena capacidad, para que en el
nombre del Estado, dicte la ley penal que regirá el ius punendi en
particular.
En circunstancias especiales, el Estado decidirá mediante la suscripción
de tratados y acuerdos, los supuestos en los que la ley penal universal
podrá ser aplicada a hechos cometidos dentro o fuera del territorio
nacional. Debemos distinguir, que el ámbito de validez espacial sirve
para determinar cómo se aplica la ley penal de un determinado
territorio o Estado, es decir, en que espacio físico territorial se aplica y
hasta donde la misma extiende su señorío. Cada vez más cobra
importancia el análisis de la aplicación del derecho penal dentro del
territorio de los Estados y su interrelación con otros Estados ya que ello
permitirá combatir la denominada criminalidad internacional, con el fin
de que el delito no quede sin sanción. Entre otro, los factores que
otorgan cada vez más interés al estudio de la aplicación de la ley penal
en los parámetros de especio y tiempo, se debate la existencia de un
derecho penal internacional.
En Venezuela, la ley penal, así como establece su eficacia en el tiempo,
también define su aplicación en el espacio, existiendo una serie de
normas que fijan principios en este sentido y que determinan el ámbito
espacial de aplicación de la ley penal venezolana, que como se verá,
puede ser aplicada no sólo a hechos cometidos dentro del territorio
venezolano, sino a hechos cometidos en el extranjero.
En cuanto al derecho internacional, no existen las consideraciones
universales que permitan de forma armónica determinar los parámetros
de vigencia del Derecho Penal, importantes esfuerzo permitieron el
establecimiento del Estatuto de Roma, que permite implementar la
existencia de la jurisdicción penal universal. De igual forma, dentro de
los países que conforman la comunidad internacional existen un
conjunto de tratados bilaterales y multilaterales, que permite la
aplicación de la ley penal, apoyados dentro de principios que rigen su
aplicación espacial, dentro de los cuales se encuentran: el principio de la
territorialidad de la ley penal, que es de carácter fundamental, y además
los complementarios de éste, que son el principio de la nacionalidad o
personalidad, el principio real, de defensa o de protección y el principio
de la justicia mundial, de la universalidad o principio cosmopolita.
1.- Principio De La Territorialidad: De acuerdo con este principio, la ley
penal se aplica dentro del territorio del Estado que la ha dictado, a los
hechos punibles cometidos en él, bien sea por nacionales o extranjeros.
La eficacia de la ley penal estaría delimitada por el territorio.
2.- Principio De La Nacionalidad O Personalidad: Según este principio,
por un hecho punible cometido en un determinado lugar se deberá
aplicar a su autor la ley de su propio Estado. La ley de su Estado
perseguirá al individuo dondequiera que se encuentre, en forma de un
estatuto personal.
3.-Principio Real, de Defensa o Protección: De conformidad con este
principio, la ley penal aplicable a un hecho punible cometido en
cualquier lugar lo sería la ley del Estado cuyos intereses han sido
lesionados por el hecho, ya se trate de una ofensa que afecte directa o
inmediatamente al Estado o a sus nacionales. Se aplica la ley del Estado
del sujeto pasivo del delito.
4.- Principio de la Justicia Mundial, de la Universalidad o Principio
Cosmopolita: De acuerdo con este principio, que encontraría su razón
de ser en la comunidad de intereses de orden internacional que son
afectados por los hechos punibles, cualquier Estado podría aplicar su ley
penal y sancionar los delitos cometidos por cualquier sujeto en
cualquier lugar.
PRINCIPIOS QUE REGULAN LA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL
VENEZOLANA
Principios aplicables: En Venezuela se adopta como regla básica, para
determinar la eficacia espacial de la Ley Penal, el principio fundamental
de la territorialidad, así lo pauta el artículo 3 del Código Penal, según el
cual la ley penal venezolana se aplica a todo hecho punible cometido
dentro del territorio nacional, independientemente de la nacionalidad
de la víctima y el lugar de la perpetración del delito. Sin embargo para
evitar la impunidad de determinados hechos cometidos fuera del
territorio, para salvaguardar los intereses del Estado y responder a los
intereses de la comunidad internacional, este principio se complementa
con los otros principios enunciados, consagrando en nuestra legislación
que extienden la jurisdicción a casos de extraterritorialidad.
Principio que rigen la territorialidad en la legislación penal venezolana:
Este principio se encuentra consagrado en el artículo 3 del Código Penal
Venezolano, el cual expresa: “Todo el que cometa un delito o una falta
en el territorio de la República, será penado con arreglo a la ley
venezolana”.
Se impone determinar que se entiende por territorio venezolano o
territorio de la República. El concepto de territorio, a los efectos de la
ley penal, ha de entenderse en sentido jurídico y no sólo en sentido
geográfico, con lo cual quiere decir que no comprende sólo el territorio
natural. De esta manera el territorio venezolano comprende de acuerdo
a lo establecido en los artículos 10 y 11 de la Constitución de la
República, de acuerdo a lo siguiente:
1. La superficie terrestre.
2. El mar territorial.
3. La zona contigua.
4. La plataforma submarina continental.
5. La zona económica exclusiva.
6. El espacio insular de la República.
7. El espacio aéreo; y
8. Las naves y aeronaves venezolanas: de guerra, mercantes y
civiles.
La legislación penal venezolana contempla además algunos casos en los
cuales establece la extraterritorialidad en la aplicación de diversos
principios. De forma particular el artículo 4 del Código Penal prevé
varios casos de aplicación de la ley penal a hechos cometidos fuera del
territorio de la República, en los términos siguientes:
1. La legislación penal venezolana, contempla, determinados
supuestos de aplicación del principio de la nacionalidad o de la
personalidad, ante hechos cometidos fuera de Venezuela. En
virtud de este principio se toma en cuenta la nacionalidad del
sujeto activo del delito para aplicarle la ley de su propio Estado
cuando el hecho se ha cometido en el extranjero, lo cual cobra
más importancia en razón de la prohibición de la extradición de
un venezolano el cual debe ser juzgado en Venezuela, previo el
cumplimiento de determinados requisitos, si el hecho se
considera como delito, así lo establece el artículo 6 del Código
Penal, articulo 2 de la Ley contra el Secuestro y la Extorsión.
En razón del principio de la nacionalidad o de la personalidad, se
aplicará la ley penal venezolana a los delitos cometidos por
venezolanos (numeral 1 del artículo 4 del Código Penal) y a los
venezolanos que en el extranjero infrinjan las leyes relativas al
estado civil y capacidad de los venezolanos, como es el caso del
delito de bigamia (numeral 4 ejusdem).
2. En lo que respecta al principio real, de defensa o de protección,
por el cual se aplicará nuestra ley penal venezolana a hechos
cometidos en el extranjero que lesionen intereses del Estado
venezolano, se pueden citar los supuestos de venezolanos que en
el extranjero se hagan reos de traición contra la República
(numeral 1 del artículo 4 del Código Penal); de los venezolanos
que en el extranjero cometan delitos contra la seguridad de la
República o contra sus nacionales (ordinal 2 ejusdem); de los
venezolanos o extranjeros que sin autorización del Gobierno de la
República, fabriquen, adquieran o despachen armas en el
extranjero con destino a Venezuela o favorezcan su introducción
en nuestro territorio (numeral 3 ejusdem); de los empleados de la
República que desempeñen mal sus funciones o que cometan
cualquier otro hecho punible no enjuiciable en el lugar de su
residencia (numeral 6 ejusdem); de los venezolanos o extranjeros
que en otro país falsifique monedas de curso legal en Venezuela o
sellos de uso público o estampillas o títulos de crédito de la
nación (numeral 11 ejusdem); o favorezcan la introducción en
Venezuela de tales valores (numeral 12 ejusdem); de los
venezolanos o extranjeros que, en tiempos de paz, desde
territorio, buques de guerra o aeronaves extranjeras lancen
proyectiles o hagan cualquier otro mal a las poblaciones,
habitantes o al territorio de Venezuela (numeral 16 ejusdem).
3. En cuanto al principio de la justicia mundial, de la universalidad o
principio cosmopolita, en razón de que determinados hechos
punibles ofenden el orden internacional, puede aplicarse la ley
penal venezolana, aunque el hecho se cometa fuera del territorio
venezolano. Este es el caso de los venezolanos o extranjeros que
en alta mar, cometan actos de piratería u otros delitos de los que
el Derecho Internacional califica de atroces y contra la
humanidad, como el genocidio, la trata de blancas, el tráfico de
estupefacientes, la trata de esclavos, entre otros. (numeral 9 del
artículo 4 del Código Penal) y articulo 2 de la Ley contra el
Secuestro y la Extorsión.
La legislación penal venezolana establece una serie de requisitos para el
enjuiciamiento en los casos de extraterritorialidad de la ley penal
venezolana. En el artículo 4 del Código Penal venezolano, establece
diversos supuestos de extraterritorialidad de la ley penal venezolana,
dentro de los cuales se señalan los requisitos que deben cumplirse para
el enjuiciamiento en Venezuela, dentro de los que se encuentran:
1. Que el sujeto activo haya venido al territorio de la
República.
2. Que se intente la acción por la parte agraviada, o por el
Ministerio Público en los caso de traición a la patria o de
delitos contra la seguridad de Venezuela.
3. Que el indiciado no haya sido juzgado por los tribunales
extranjeros, a menos que habiéndolo sido, hubiere evadido
la condena.

Para el ejercicio del juzgamiento, es importante establecer el lugar


donde se cometió el delito, a fin de determinar la aplicabilidad de las
normas y principios estudiados, para fijar así la jurisdicción.
Normalmente no se presenta problema cuando el hecho en su totalidad
ocurre en un determinado lugar, pero puede presentarse el caso de los
delitos a distancia o delitos materiales en que puede tener lugar la
conducta en un lugar o territorio y producirse el resultado en otro, o el
caso de hechos cuya ejecución se extiende por diversos territorios como
puede ocurrir en los delitos permanentes o en los delitos continuados.
Para la determinación de la competencia a razón del territorio, debe
tomarse en cuenta las reglas relacionadas a las teorías relativas a la
aplicación de la ley más favorable.
Como indica Creus Carlos, hay delitos cuyas particulares circunstancias
de ejecución requieren la aplicación de la ley penal del Estado a hechos
cometidos fuera de su territorio, ya sea por el resultado dañoso que se
produce en él, o bien porque siendo parcialmente ejecutado en dicho
Estado, su accionar termina en otro.
Cada Estado determina en su ley el alcance espacial que quiere darle, sin
perjuicio de la regulación que pueda provenir de los convenios
internacionales. Los principios sostenidos por la doctrina y que han sido
adoptados en forma parcial o combinada por la mayoría de las
legislaciones, pueden reducirse a cuatro:
1. Territorialidad.
2. Personal o de la nacionalidad.
3. Real, de protección o de defensa.
4. Universal, justicia mundial o cosmopolita.

1. Principio de territorialidad o territorial: Como expresa Fontán


Balestra, de acuerdo con este principio, la ley penal es aplicable a los
delitos cometidos en el territorio del Estado, basándose en el concepto
de soberanía, expresión que sintetiza la idea de independencia. Para
este principio lo que decide la aplicación de la ley penal del Estado es el
lugar de comisión del delito, es decir, la mencionada ley penal se aplica
a los delitos cometidos dentro del Estado o sometidos a su jurisdicción,
sin que importe la condición del autor o del ofendido, ni la nacionalidad
del bien jurídico afectado.
Lo que limita la aplicación territorial de la ley es el concepto jurídico de
territorio, que no necesariamente coincide con su extensión física, ya
que aquel se extiende a todos los lugares sobre los que el Estado ejerce
su jurisdicción legislativa y judicial de conformidad a los parámetros que
la Constitución de la República determina.
2. Principio de la personalidad (personal) o de la nacionalidad: Expresa
Creus Carlos, que en este principio es decisiva la nacionalidad de los
sujetos que intervienen en la relación jurídica originada por el delito.
Considera que la ley del Estado sigue al nacional dondequiera que él se
encuentre, es decir, los individuos son portadores de su propio estatuto
personal. Agrega Fontán Balestra que, según este principio, la ley del
país a que el individuo pertenece es la que debe aplicarse, fundándose
esta tesis en el sentido de dependencia persona de cada individuo
respecto del estado en el cual es nacional. Distingue este doctrinario
que el principio de personalidad será, activa cuando se trata del autor
del delito, o personalidad, pasiva al referirse a la víctima.
3. Principio real, de protección o de defensa: Se basa en la necesidad de
proteger los intereses nacionales y castigar los delitos que ataquen esos
intereses, con arreglo a la legislación del país atacado, sin tomar en
consideración el lugar donde se cometió el delito. El ejemplo que indica
Fontán Balestra es el de la falsificación de moneda perpetrada en el
extranjero, que afecta al Estado cuyo signo monetario es objeto de
imitación. De acuerdo con Creus Carlos, el principio de defensa es una
derivación objetiva del principio de nacionalidad, ya que el aspecto
decisivo en él es la nacionalidad del bien protegido, la ley penal ampara
los intereses nacionales y, por tanto, rige ella en todos los casos en que
el delito vulnera o amenaza uno de esos intereses, cualquiera que sea su
lugar de comisión y sin que interese la nacionalidad del autor.
La cuestión básica que tiene que ser resuelta es la de que bienes
jurídicos nacionales se tienen que considerar para discernir la ley
aplicable, ya que sólo algunos de esos bienes dar lugar a la aplicación de
la ley penal del estado. Indica Creus Carlos que generalmente se
reducen a los consustanciados con la organización, preservación y
actividades fundamentales del Estado, en cuanto a la integridad
territorial, defensa, de la moneda, entre otros, siendo habitual que para
determinarlos las leyes enuncien taxativamente esos bienes o los delitos
que se rigen por este principio para evitar dificultades interpretativas.
4. Principio Universal, justicia mundial o cosmopolita: Explica Fontán
Balestra que en los delitos que afecten por igual a todos los miembros
de la comunidad internacional, cada Estado, como integrante de ella y
con miras a su protección, debe proceder a juzgar a todo delincuente
que detenga en su territorio, sin que importe cual sea su nacionalidad y
el lugar de ejecución del delito, como ocurre, por ejemplo, con la trata
de blancas, la piratería, el narco tráfico, el terrorismo o la legitimación
de capitales, entre otros. El derecho internacional igualmente ha
establecido una serie de pactos internacionales a este tenor con el fin de
perseguir la criminalidad trasnacional, extendiendo en muchos casos la
jurisdicción de los países tratantes de los referidos instrumentos
internacionales.
De forma especial el derecho penal internacional ha desarrollado en el
Estatuto de Roma la persecución de los delitos de Genocidio, Crímenes
de Guerra y de Lesa Humanidad.

VALIDEZ PERSONAL:
La ley penal se aplica indistintamente a todo individuo que cometa un
delito o una falta en el territorio de la República (artículo 3 del Código
Penal). Y así mismo la Constitución de la República consagra en su
artículo 21 el principio de la igualdad de todos los ciudadanos, lo que
impide establecer discriminaciones entre los individuos que puedan
sustraerlos de la aplicación en, nuestro caso, de la ley penal.
Sin embargo, en nuestro ordenamiento, como en la mayoría de las
legislaciones, se establecen algunas excepciones, para ciertas personas,
en razón de las funciones públicas que desempeñan.
INMUNIDADES:
Los Diputados a la Asamblea Nacional y Asambleas Legislativa de los
Estados: En Venezuela existen diversos casos de exención de la
aplicación de la ley penal venezolana por hechos punibles cometidos por
determinadas personas en el ejercicio de sus funciones.
Es el caso de la denominada inviolabilidad de los diputados de la
Asamblea Nacional y de las Asamblea Legislativas de los Estados, a
quienes la Constitución de la República y de los Estados le reconoce la
inmunidad, no concediendo responsabilidad penal, civil o administrativa
a consecuencia de los votos y opiniones emitidas en el ejercicio de sus
funciones.
De esta forma, se consagra la inmunidad parlamentaria como una
garantía del ejercicio autónomo de las funciones legislativas respecto de
los otros poderes y como garantía para el mejor y efectivo cumplimiento
de la función parlamentaria. La inmunidad, está referida al ejercicio de
las funciones parlamentarias, desde el momento de la proclamación por
parte del órgano electoral, hasta la conclusión del mandato.
Su desconocimiento por parte de los funcionarios públicos ocasiona
sanciones de naturaleza penal que el legislador deberá establecer en la
ley correspondiente.
En cuanto a los presuntos delitos cometidos por los diputados, conocerá
el Tribunal Supremo de Justicia en forma privativa, siendo la única
autoridad que, previa autorización de la Asamblea Nacional, podrá
ordenar la detención o continuar el enjuiciamiento, según sea el caso.
En caso de delito flagrante cometido por algún diputado, la autoridad
competente pondrá a éste bajo custodia en su residencia y comunicará
de manera inmediata el hecho al Tribunal Supremo de Justicia.
De acuerdo con la Constitución de la República en el artículo 199 señala:
Artículo 199: Los Diputados o Diputadas de la Asamblea Nacional
no son responsables por votos y opiniones ejercidas en el ejercicio
de sus funciones. Sólo responderán ante los electores o electoras y
el cuerpo legislativo de acuerdo con la constitución y los
reglamentos.
Dos aspectos básicos discute la doctrina con relación a este punto, la
extensión de esta inmunidad y su naturaleza jurídica.
En cuanto a la extensión de la inmunidad, debe precisarse que la
inviolabilidad se limita a los votos y opiniones emitidos por los diputados
en ejercicio de sus funciones, dentro o fuera de la Asamblea Nacional.
En cuanto a la naturaleza jurídica, algunos autores creen que se trata de
una causa de justificación, otros de una excusa absolutoria y otros de
una excusa personal de exclusión de la pena. La doctrina venezolana se
ha inclinado a considerarlo una causa personal de exclusión de la pena,
por quedar excluidos de la aplicación del Derecho Penal, en razón de la
función ejercida.
Artículo 200. Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional
gozarán de inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su
proclamación hasta la conclusión de su mandato o la renuncia del
mismo. De los presuntos delitos que cometan los o las integrantes
de la Asamblea Nacional conocerá en forma privativa el Tribunal
Supremo de Justicia, única autoridad que podrá ordenar, previa
autorización de la Asamblea Nacional, su detención y continuar su
enjuiciamiento. En caso de delito flagrante cometido por un
parlamentario o parlamentaria, la autoridad competente lo o la
pondrá bajo custodia en su residencia y comunicará
inmediatamente el hecho al Tribunal Supremo de Justicia.
Los funcionarios públicos o funcionarias públicas que violen la
inmunidad de los o las integrantes de la Asamblea Nacional,
incurrirán en responsabilidad penal y serán castigados o
castigadas de conformidad con la ley.
El Defensor del Pueblo: En lo que respecta al Defensor del Pueblo,
órgano del Poder Ciudadano, el artículo 282 de la Constitución de la
República, le acuerda el goce de inmunidad en el ejercicio de sus
funciones. Al igual que para los diputados de la Asamblea Nacional, esta
inmunidad es temporal y limitada al período de ejercicio de su cargo. No
puede ser sometido a juicio penal por hechos que no guarden relación
con sus funciones, si previamente el Tribunal Supremo de Justicia no
declara la existencia de méritos, correspondiendo a esta máxima
instancia el conocimiento de la causa.
Los Jefes de Estado extranjeros: Otra excepción de la aplicación de la
ley penal en Venezuela, es el caso de Jefes de Estado extranjeros, que se
encuentre en el territorio de la República, por reconocimiento a la
soberanía del Estado que representa.
El ordenamiento jurídico venezolano consagra o acuerda ciertas
prerrogativas, que no constituyen realmente excepciones al principio de
igualdad de la ley penal que no sustraen absolutamente a estas
personas de su aplicación pero si le dan privilegios o tratamiento
especial, cumpliendo determinados requisitos. La excepción a esta regla
la encontramos en otro tratado internacional como lo es el Estatuto de
Roma de la Corte penal internacional, que es ley interna por imperio de
la ratificación hecha por Venezuela. En este caso, cuando la Corte Penal
Internacional, emita una orden de entrega de un Jefe de Estado o algún
funcionario extranjero que se encuentre de paso en el país, el gobierno
venezolano estaría obligado a producir la aprehensión y eventual
entrega del funcionario a la justicia internacional.
La inmunidad de los diplomáticos extranjeros acreditados en
Venezuela: Se consagra la inviolabilidad en sus personas, residencias
particulares y oficiales, bienes y documentos, y la inmunidad de la
jurisdicción civil administrativa y penal del Estado receptor, lo que no los
exime de la jurisdicción del Estado acreditante, ello de acuerdo a lo
establecido en la Ley aprobatoria de la Convención de Viena sobre
relaciones Diplomáticas de l961. Conforme el artículo 31, de la
convención internacional, el agente diplomático gozará de inmunidad
de la jurisdicción penal del Estado receptor, en consecuencia no estará
obligado a testificar y su persona es inviolable. El artículo 29, ejusdem
advierte que el diplomático no puede ser objeto de ninguna forma de
detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto
y adoptará todas las medidas adecuadas para impedir cualquier
atentado contra su persona, su libertad o su dignidad.
Los miembros de la familia de un agente diplomático, siempre que no
sean nacionales del Estado receptor, gozarán de la misma inmunidad
diplomática de acuerdo al artículo 37 del ya mencionado tratado
internacional, y también están protegidos por la inmunidad de
jurisdicción, que estaría limitada al ejercicio de sus funciones, los
miembros del personal administrativo y técnico de las misiones
diplomáticas. El Estado acreditante puede renunciar expresamente a la
inmunidad de jurisdicción de sus agentes diplomáticos, de acuerdo con
lo establecido en el artículo 32, del Tratado, siendo la forma de enjuiciar
a estas personas por el Estado venezolano.
De igual forma, los locales de la misión diplomática son inviolables, las
autoridades venezolanas, como Estado receptor no podrán penetrar en
ellos sin consentimiento del jefe de la misión. Los locales de la misión,
no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de
ejecución, así como su mobiliario, archivos o medios de transportes, que
deberán ser protegidos contra todo ataque o intrusión, de acuerdo a lo
expresamente dispuesto en el artículo 22 de la Convención de Viena
sobre relaciones Diplomáticas. También están protegidas por esta
inviolabilidad las viviendas de los agentes diplomáticos. Esta
inviolabilidad se extiende a su residencia particular, sus documentos, su
correspondencia y sus bienes, que sólo excepcionalmente podrán ser
embargados, (art. 30).
Los Funcionarios Consulares: En relación a la inmunidad con que
cuentan los funcionarios consulares en Venezuela, existen ciertas
prerrogativas, consagradas en la Ley Aprobatoria de la Convención de
Viena sobre relaciones consulares de l963, que prevé la inmunidad de
estos funcionarios, es así como el artículo 43 de ya mencionado
instrumento normativo, consagra la denominada “Inmunidad de
Jurisdicción”, que resguarda a los funcionarios consulares y los
empleados consulares, señalando que en materia penal no estarán
sometidos a la jurisdicción de las autoridades judiciales y administrativas
del Estado receptor por los actos ejecutados en el ejercicio de las
funciones consulares. Es por ello, que en caso de iniciarse un
procedimiento penal en contra del cónsul o de algún funcionario
consular, si el delito no es grave, el funcionario no podrá ser detenido
preventivamente, ni sometido a ninguna limitación de su libertad, sin la
previa autorización del Estado que le envía. En caso de delito grave,
opera las mismas condiciones de los funcionarios consulares, en cuyo
caso el Estado al cual pertenece el funcionario consular puede
renunciar, a la inmunidad del funcionario y en este caso se procedería
con su enjuiciamiento.
PRERROGATIVAS:
Respecto a los altos funcionarios: El Presidente de la República y otros
altos funcionarios, gozan de prerrogativas de acuerdo a lo establecido
en el artículo 232 de la Constitución de la República, que señala: “el
Presidente o Presidenta de la República es responsable de sus actos y
del cumplimiento de las obligaciones inherentes a su cargo”. Por tanto,
no goza de exención alguna en relación a la aplicación de la ley penal
sustantiva. Sin embargo de acuerdo al artículo 266, numeral 2 de la
misma Carta Fundamental, corresponde al Tribunal Supremo de Justicia
declarar si hay o no méritos para su enjuiciamiento y, en caso
afirmativo, conocerá de la causa el propio Tribunal Supremo, previa
autorización de la Asamblea Nacional, hasta la sentencia definitiva.
Asimismo, en lo que respecta al Vicepresidente de la República, a los
integrantes de la Asamblea Nacional, a los Magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia, a los Ministros, al Procurador General, al Fiscal
General, al Contralor General, al Defensor del Pueblo, a los
Gobernadores, a los Oficiales Generales y Almirantes de las Fuerzas
Armadas y a los Jefes de misiones diplomáticas, corresponde al Tribunal
Supremo de Justicia declarar si hay o no méritos para su enjuiciamiento
y en caso afirmativo, remitirá los autos al Fiscal General de la República
o a quien haga sus veces, si fuese el caso, y seguirá conociendo, hasta
sentencia definitiva si se trata de un delito común (artículo 266,
numeral 3, ejusdem).
En relación a este procedimiento especial, se debe tener en cuenta lo
previsto en los artículos 376 y siguiente del Código Orgánico Procesal
Penal y otras leyes especiales. A los efectos del enjuiciamiento se
requiere la previa querella del Fiscal General de la República y la
realización del antejuicio de mérito ante el Tribunal Supremo de Justicia.
Si se declara que hay mérito seguirá conociendo hasta sentencia
definitiva el Tribunal Supremo de Justicia como juez natural, de acuerdo
a lo expresamente señalado en el artículo 266 de la Constitución de la
Republica.
Recibida la querella, El Tribunal Supremo de Justicia convocará a una
audiencia oral y pública dentro de los treinta días siguientes, para que el
imputado responda. En la audiencia el Fiscal General explanará la
querella, seguidamente el defensor hará sus alegatos, se admitirá
réplica y contra réplica y el imputado tendrá la última palabra.
Concluido el debate el Tribunal Supremo tendrá cinco días para
dictaminar si hay o no méritos para el enjuiciamiento (artículo 379 del
Código Orgánico Procesal Penal).
Declarado el enjuiciamiento el funcionario público quedará suspendido
o inhabilitado para ejercer cualquier cargo durante el proceso (artículo
380 del Código Orgánico Procesal Penal).
LA EXTRADICIÓN
Se entiende por extradición el acto por el cual un Estado, en el cual se
encuentra un sujeto reclamado por la comisión de un delito, lo entrega
a otro Estado que lo requiere por tener competencia para juzgarlo o
para la ejecución de una pena impuesta.
La extradición es el procedimiento judicial penal-administrativo por el
cual una persona acusada o condenada por un delito conforme a la ley
de un Estado es detenida en otro Estado y devuelta al primero para ser
enjuiciada o para que cumpla la pena ya impuesta.
Si bien existe una cooperación internacional muy activa para la
represión de los delitos, continúa existiendo la regla de que un Estado
está obligado a conceder la extradición de un delincuente extranjero,
solamente si existe tratado internacional con el Estado requirente o
Convención Internacional sobre extradición, de la que ambos Estados
sean firmantes. Cuando no hay tratado o convención internacional, el
Estado requerido está facultado para acordar la extradición, pero no
está obligado a concederla. Sin embargo la obligación señalada no es
absoluta pues siempre el estado requerido conserva la facultad
soberana de no conceder la ex-tradición si de acuerdo a su legislación
interna no se cumplen los requisitos establecidos para tal efecto.
Hoy en día, se señala que la extradición es un acto de colaboración
internacional en materia penal con el cual se refuerza la lucha contra el
delito, con el fin de evitar la impunidad.
Terminología:
 El Estado que solicita la entrega se llama requirente y
 El Estado a quien se le solicita se llama requerido
 La Extradición Activa, es la que realiza el Estado requirente y
 Extradición Pasiva es la denominación al Estado requerido.
Clasificación de la extradición.
1.- Necesaria u obligatoria: cuando entre uno y otro de dichos Estados
está vigente un tratado de extradición, en el que, además, se ha incluido
el delito que motiva la extradición, el Estado requerido está
jurídicamente obligado a atender dicha solicitud; y
2.- Facultativa o potestativa: cuando entre el Estado requirente y el
requerido no existe tratado de extradición o si aquél existe, pero en él
no está comprendido el hecho delictivo que ha dado origen a la
solicitud, el Estado requerido no está jurídicamente obligado a conceder
la extradición, aun cuando puede acordarla en ejercicio de un acto de
soberanía.
En Venezuela existe un procedimiento para la extradición activa, por ser
el Estado que la solicita y otro procedimiento diferente cuando se trata
de la extradición pasiva, por ser el Estado a quien se le solicita, así lo
establece el Código Orgánico Procesal Penal en los artículos 391 al 399.
Fuentes de la extradición.
En Venezuela esta materia está regulada por normas contenidas en los
artículos 6, y 391 al 399 del Código Orgánico Procesal Penal. De igual
forma, está contemplada en otras leyes especiales que conforman la
ratificación de Tratados de Extradición suscritos por Venezuela con otros
Estados y por los principios de Derecho Internacional, específicamente,
por la costumbre internacional y la reciprocidad, respecto a otros
Estados de los cuales no existe ningún acuerdo internacional.
No se puede considera como fuente exclusiva de la extradición los
Tratados, ello no lo admite nuestro ordenamiento, al señalarse en el
artículo 6 del Código Penal, que la extradición de un extranjero por
delitos comunes se acordará por la autoridad competente, de acuerdo
con los Tratados Internacionales en vigor suscritos por Venezuela, y a
falta de estos, por las leyes venezolanas.
Por su parte, el artículo 391 del Código Orgánico Procesal Penal dispone
que la extradición se rige por las normas contenidas en este
instrumento legal y por los Tratados, Convenios y Acuerdos
internacionales suscritos por la República a lo que se añade la mención
de las normas internacionales aplicables, según el artículo 399 ejusdem.
Lamentablemente, el artículo citado del Código Orgánico Procesal Penal
se quedó corto en el enunciado de las fuentes de la extradición, pues
impone la misma referencia a los principios de Derecho Internacional y a
la costumbre entre los Estados. Sin embargo la mención de los Acuerdos
y Convenios, haría procedente la entrega cuando, en ausencia de
Tratado, se da un compromiso o convenio de reciprocidad que obliga a
la entrega al Estado requirente en situación analógica, en razón de la
cooperación internacional en la lucha contra el delito.
Principios que rigen la extradición según los tratados suscritos por
Venezuela y la ley penal venezolana.
1.- principios relativos al hecho punible.
a) Principio de la doble incriminación: De acuerdo con este
principio, el hecho que da lugar a la extradición debe ser
constitutivo de delito tanto en la legislación del Estado requirente
como en la legislación del Estado requerido. Tal principio se
establece en el artículo 6 del Código Penal venezolano. Que señala
que Venezuela no concederá la extradición de un extranjero por
ningún hecho que no esté calificado como delito por la ley
venezolana.
Además, el mencionado principio exige que los tipos por los que
solicita la extradición sean similares en ambas legislaciones, lo que
supone una identidad sustancial, sin que se tomen en cuenta las
circunstancias modificativas del hecho o su denominación en cada
una de las legislaciones.
b) Principio de la mínima gravedad del hecho: De acuerdo con
este principio sólo se concede la extradición por delitos y no por
faltas, así lo señala el artículo 6 del Código Penal y en relación a
aquellos se suele establecer en los tratados la pena mínima que
debe tener asignada el delito para que proceda la extradición.
Además, la extradición no sólo se concede por delitos
consumados sino también en grado de tentativa o en grado de
frustración, y a ello aluden la mayoría de los tratados. Asimismo,
no sólo hace referencia a los autores del hecho punible, sino
también a los partícipes y a los encubridores.
c) Principio de la especialidad: Según este principio el sujeto
extraditado no puede ser juzgado por un delito distinto al que
motivó la extradición, cometido con anterioridad a la solicitud.
Sin embargo, excepcionalmente, como lo prevén los mismos
tratados, puede el sujeto ser juzgado por un hecho cometido con
anterioridad a la extradición, siempre que consienta en ello el
Estado requerido, o si el extraditado permanece libre en el Estado
requirente durante un determinado lapso después de juzgado y
absuelto por el delito que originó la extradición, o de cumplida la
pena de privación de libertad impuesta.
Otro problema se plantea cuando el sujeto comete un nuevo
delito en el Estado requerido. En este caso, si el hecho se comete
con anterioridad a la solicitud, la entrega podrá diferirse hasta
que el sujeto sea juzgado y cumpla la pena. Además, también
podrá postergarse la entrega cuando el traslado ponga en peligro
la vida de la persona, por razones de salud.
d) Principio de no entrega por delitos políticos: Este principio
según lo establecido en el artículo 6 del Código Penal y en la
mayoría de los tratados, se prohíbe la entrega de sujetos
perseguidos por delitos políticos, lo cual se ve reforzado por el
derecho de asilo consagrado también en nuestra legislación.
Cabe señalar en este punto que se han dado diversa razones por
las cuales se justifica la protección al delincuente político y su no
extradición. Fundamentalmente se han formulado
consideraciones sobre el carácter altruista del delincuente
político; sobre su relatividad en el tiempo y en el espacio y
básicamente, sobre su importancia limitada al Estado en el cual
busca refugiar al individuo.
En algunos tratados quedan abarcados por el principio de la no
entrega, los delitos militares, los de carácter religioso, los delitos
culposos y los contrarios a las leyes de prensa.
2.- principios relativos a la persona.
Nuestra legislación establece el principio de la no entrega de los
nacionales, al señalar el artículo 6 del Código Penal, que “la extradición
de un venezolano no podrá concederse por ningún motivo; pero deberá
ser enjuiciado en Venezuela a solicitud de la parte agraviada o del
Ministerio Público, si el delito que se le imputa mereciere pena por la ley
venezolana”.
La entrega del nacional sería atentar contra la dignidad nacional,
exponer al ciudadano a una justicia no confiable, sacrificar el deber de
protección del Estado con sus súbditos y un derecho de estos, y
sustraerlo de sus jueces naturales. La Constitución de la República,
defendiendo la soberanía, sin tomar en cuenta el valor de la solidaridad
internacional y la eficacia de la lucha contra el delito, sobre todo en sus
manifestaciones de crímenes que no conocen fronteras, como en el caso
del tráfico de drogas, ha consagrado, en el artículo 69, que “se prohíbe
la extradición de venezolanos y venezolanas”.
En cambio, en franca desigualad y dejando en el vacío la salvaguarda de
otros derechos y garantías que no pueden ser desconocidos, la misma
Constitución prescribe en su artículo 271, que “en ningún caso podrá ser
negada la extradición de los extranjeros o extranjeras responsables de
los delitos de deslegitimación de capitales, drogas, delincuencia
organizada internacional, hechos contra el patrimonio público de otros
Estados y contra los derechos humanos”.
3.- principios relativos a la acción penal, a la pena y al cumplimiento de
otros requisitos procesales.
1. No se concederá la extradición si la acción penal o la pena han
prescrito conforme a la ley del Estado requirente.
2. No se concederá la extradición por delitos que tengan asignada
en la legislación del Estado requirente la pena de muerte o una
pena perpetua, según el artículo 6 del Código Penal. Así,
también se establece en la mayoría de los tratados, aunque se
señala que podrá hacerlo, si el Estado requirente se
compromete expresamente a no aplicar la cadena perpetua o
la pena de muerte.
3. No se concederá la extradición si la persona reclamada ya ha
sido juzgada y puesta en libertad, o ha cumplido la pena, o si
está pendiente de juicio en el Estado requerido, por el mismo
delito que motiva la extradición.
Consideramos que no puede considerarse como absoluta la
prohibición que hace el transcrito artículo 271 de la
Constitución, sino que debe interpretarse en congruencia con
los principios que hemos mencionado.
El procedimiento en materia de extradición: El Código Orgánico
Procesal Penal, en los artículo 391 y siguiente, regula el Procedimiento
de Extradición, y fija las normas que deben observarse, tanto para el
caso de la “extradición activa”, cuando Venezuela es el país requirente,
que ejerce el derecho de solicitar la entrega de una persona procesada
o condenada que ha buscado refugio en otro país; como para el caso de
la “extradición pasiva”, cuando Venezuela es el país requerido y se
cumple con la obligación de entregar a un país extranjero a una persona
procesada o condenada que se encuentra en nuestro territorio.

Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Cuál ha sido la importancia para para las ciencias penales del
estudio de la eficacia de la ley penal? Explique.

2. ¿En qué consiste la validez temporal de la ley penal?


3. ¿De qué parámetro se vale para determinar la vigencia de la ley
penal?

4. ¿Qué mecanismos existe para sustituir o dejar sin efecto la ley


penal? Explique.

5. ¿En qué consiste la sucesión de leyes penales?

6. ¿Cuáles son las diversas posibilidades que pueden darse con


relación a la sucesión de leyes penales y los principios que son
aplicables?

7. ¿En qué consiste el principio de retroactividad de la ley penal?

8. ¿Qué teorías sustentan la determinación del delito para la


aplicación de la ley más favorable?

9. ¿En qué consiste la validez espacial de la ley penal?

10. ¿Qué principios enuncian la validez espacial de la ley penal?

11.¿Qué principios regulan dentro de la legislación penal venezolana,


la aplicación de la ley penal?

12.¿En qué consiste la validez personal de la ley penal?

13.¿Qué personas están revestidas de inmunidad frente a la


aplicación de la ley penal, explique?

14.¿Explique, qué personas cuentan con prerrogativas para la


aplicación de la ley penal?

15.¿En qué consiste la extradición, cómo se pueden clasificar?

16.¿Explique la fuente de extradición en Venezuela?

17.¿Qué principios rigen la extradición en Venezuela según los


tratados suscritos y ratificados por la República?
18.¿En qué norma encontramos el procedimiento de extradición
aplicable en Venezuela?

19.¿Señale la diferencia que existe entre la extradición pasiva y la


activa?
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DELITO

Tema 5: INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DELITO. Noción formal y


sustancial del delito. Evolución del concepto dogmático del delito. Teoría
clásica del delito. Bipartición, Tripartición y Funcionalismo. Formas del
hecho punible.

INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DELITO:


A lo largo de la historia, se ha hecho uso de diversas reglas o criterios
para atribuir responsabilidad penal, a la cual se le ha dado diversos
nombres o denominaciones, en concreto estas teorías siempre
buscaban la mejor forma para decidir quién es responsable o no de un
hecho que era considerado dañino, así mismo a quién se le aplicará una
pena, cuándo puede ésta rebajarse, es decir, atenuarse. Hoy día,
conocemos esta teoría como, la teoría jurídica del delito, dentro de la
cual se encuentra de forma ordenada las diversas reglas y criterios de
imputación que integra un sistema; en dicha teoría se agrupan
ordenadamente las categorías y conceptos sobre los que se basa la
imputación de responsabilidad penal.
Es así, como en la Teoría General del Delito, se ocupa de estudiar las
características que debe tener cualquier hecho para poder establecerle
en la ley penal una penalidad.
En la formulación de la Teoría del Delito ha transitado por diversas fases
del proceso socializador que ha marcado a la humanidad, aun en la
época actual permanece activo el debate filosófico que pretende
establecer la razón que dinamiza la construcción del tipo en la ley penal.
La tarea de mayor importancia y cuidado que plantea la teoría general
del delito es precisamente establecer un concepto apropiado de delito,
que pueda ser incluido dentro de un sistema común de reglas, que
integre los diversos aspectos jurídicos que determinan la estructura
lógica operativa de la normas de naturaleza penal.
De esta forma, la teoría del delito pretende establecer un sistema de
elementos característicos, comunes y diferenciados, que dan forma al
derecho positivo. La teoría del delito es producto del pensamiento
ilustrado de la doctrina jurídico penal, se nutre de la dogmática para
establecer los principios de acción básicos y la debida articulación de los
elementos que la forman.
Del estudio de las diversas épocas, se encuentra que existen
características comunes en los planteamientos formulados a la teoría
del delito, en cuanto a la construcción del tipo penal y otras que
efectivamente determinan o diferencian los tipos delictivos unos de
otros. Por ejemplo: un asesinato es algo distinto a una estafa y está se
distancia del hurto; cada uno de estos tipos penales presentan
peculiaridades distintas y tienen asignada, en principio, penas de
diferente gravedad. Sin embargo, tanto el asesinato, como hurto o la
estafa tienen unas características que son comunes a todos los delitos y
que constituyen la esencia del concepto integrador que de forma
general determinan la estructura del tipo penal.
Precisamente, el estudio de todas estas características corresponde a la
teoría General del delito, es decir, a la parte general del derecho penal.
Por otra parte, el estudio de las concretas figuras delictivas, que
comprende el análisis puntual de las particularidades específicas de cada
tipo penal corresponde a la parte especial del Derecho Penal.
NOCIÓN FORMAL Y SUSTANCIAL DEL DELITO.
La primera tarea que enfrenta la Teoría General del Delito es la de dar
un concepto de delito que contenga todas las características que debe
tener para ser considerado como delito y ser sancionado, en
consecuencia, con una pena. Para ello, se debe partir del Derecho penal
positivo, ya que todo intento de definir el delito al margen del Derecho
penal vigente, implica situarse fuera del ámbito de lo jurídico, para
entrar al área de la filosofía, la religión, la moral o la política.
Desde el punto de vista formal, el delito puede definirse, según el
artículo 1 del Código Penal venezolano, como el hecho que la ley
prohíbe con la amenaza de la imposición de una pena. En consecuencia,
delito es toda conducta que el legislador sanciona con una pena, por
tanto es consecuencia directa del principio de legalidad penal, que
establece el “nullum crimen sine lege”, que rige el moderno Derecho
penal.
Es así como, la idea del delito toma su origen en la ley penal, entre la ley
penal y el delito existe un nexo indisoluble, pues el delito es
propiamente la violación de la ley penal, para ser más exactos, la
infracción de una orden o prohibición impuesta por la ley; en
consecuencia, delito será todo hecho al cual el ordenamiento jurídico
penal le adscribe como consecuencia, una pena. Impuesta claro está,
por la autoridad judicial luego de cumplido con todas las exigencias que
impone el debido proceso.
Esta definición debe ser complementada por una noción que haga
referencia al contenido del hecho que se denomina delito. En el plano
sustancial, el delito ha de entenderse como un hecho, que en sí mismo o
por su forma, lesiona intereses fundamentales de la sociedad, intereses
que se consideran básicos para la existencia, conservación y desarrollo
del conglomerado social. Precisamente, el ordenamiento penal protege
tales intereses o condiciones, por tratarse del equilibrio moral de la
sociedad, el cual depende de la salvaguarda de determinados valores,
de determinadas condiciones o situaciones que hacen referencia a
exigencias éticas básicas del individuo, de la familia y del Estado, contra
los cuales atenta de forma directa sustancialmente el delito.
El concepto de delito, como conducta castigada por la ley con una pena,
es sin embargo, un concepto puramente formalista, que nada dice sobre
los elementos que debe tener esa conducta para ser castigada por la ley
con una pena.
Aunque la descripción del concepto de delito ha sido y sigue siendo
objeto de una serie de discusiones científicas y filosóficas, hay algo en él
que no es objeto de polémica, la denominación de sus elementos
esenciales. En efecto, desde los años treinta, con el surgimiento de la
teoría finalista del derecho penal, hasta el presente se ha tomado como
válido que los elementos esenciales en la definición de delito son: una
conducta típica, anti jurídica y culpable, más adelante veremos cómo
luego con el surgimiento de la teoría funcionalista del derecho penal,
matizan los mismos elementos fundamentales con otros, para así
establecer de una forma ampliada el concepto de delito como: una
acción u omisión, típica, antijurídica, culpable y punible.
El concepto de delito ha sido señalado por algunos tratadistas de la
siguiente manera:
Según el maestro Luis Jiménez De Asúa, el Delito es: “Un acto
típicamente antijurídico, imputable al culpable, sometido a veces a
condiciones objetivas de penalidad y que se halla conminado con una
pena, o en ciertos casos, con determinada medida de seguridad en
reemplazo de ella”.
Según Cuello Calón, “Delito es, La acción humana antijurídica, típica,
culpable sancionada por la ley”.
Rodríguez Devesa José María, señala que: “Delito es, El acto
típicamente antijurídico y culpable a la que está señalada una pena”.
Para Fontán Balestra Carlos, “Delito es, La acción típicamente
antijurídica y culpable”.
Carranca y Trujillo Raúl afirman que, “Delito es, El acto típicamente
antijurídico, culpable, sometido a veces a condiciones objetivas de
penalidad, imputables a un hombre y sometidos a una sanción penal”.
Soler Sebastián, señala que, “Delito es una acción típicamente
antijurídica, culpable y adecuada a una figura penal”.
Para Muñoz Conde Francisco, el delito es: “Toda conducta que el
legislador sanciona con una pena”.
EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DOGMÁTICO DE DELITO.
Concepto antiguo del delito: En la antigüedad y hasta la edad media,
para determinar la pena aplicable a un delincuente, se tomaba en
cuenta, sólo la mayor intensidad o gravedad del hecho causado, no se
tenían en cuenta los elementos sustanciales que, con absoluta
aceptación, hoy caracterizan el concepto del delito: los que en la
actualidad llamamos imputabilidad y culpabilidad. En concreto, no se
tomaba en cuenta la madurez de la persona, su salud mental, su
intención, o alguna otra circunstancia que permitiera determinar el
desvalor de la acción. Solo se valoraba en cuenta el resultado dañino de
la acción perpetrada por el agente que la ocasiono. En este sentido, se
llegó al extremo de juzgar a un animal por el daño causado, lo que
resulta absurdo, por ser un animal un ser irracional, de esta forma un
caballo que arrojaba a su jinete y con ello le ocasionaba la muerte, podía
ser sacrificado. Es por ello, que el resultado causal es el que determina
la consecuencia directa de la imposición de la pena. La acción delictiva
se determina entonces por la consecuencia material, de lo que deriva la
Causa, el efecto o consecuencia jurídica está determinado por la
imposición de la pena respectiva.
Según Velázquez Fernando, el precedente más remoto que se conoce
sobre la formulación de una teoría del delito, con la intención de que
fuese aplicado de forma común para la construcción de norma penal,
fue el desarrollado por los doctrinarios italianos en los siglos XVI y XVII,
bajo la influencia de la concepción, del para entonces imperante
derecho natural, se trató de la formulación de una estructura bipartita
del delito, que distinguía entre “imputatio facti”, imputación objetiva e
“imputatio iuris”, imputación subjetiva, entre una parte externa al
delito y otra interna. Dicha sistemática, retomada por el derecho alemán
de la época, fue sostenida por autores como Tiberio Deciani (1590, ocho
años después de su muerte), Petrus Theodoricus (1618), Samuel
Freiherr von Pufendorf (1660) y Christian Freiherr von Wolff (1738).
Pero lo que hoy día se conoce como teoría jurídica del delito es
relativamente moderna: surge a finales del siglo XIX, cuando los
docentes del Derecho penal se ven en la necesidad de explicar a sus
alumnos de forma sistemática y ordenada el contenido de la parte
general del estudio del derecho penal contenida en los preceptos que
integraban el Libro I o equivalente del código penal. En concreto, surge
en Alemania tras la promulgación del código penal de 1871, y
precisamente por estudios publicados por autores como Franz Ritter
von Liszt (1851‐1919), Ernst Ludwig von Beling (1866‐1932), entre otros.
Ahora bien, los estadios de la evolución de la teoría del delito desde que
surge en Alemania, hace ya más de un siglo, hasta la actualidad son:
En primer lugar, La teoría Clásica: El causalismo positivista, bajo cuya
influencia se pretende plantear el delito y la responsabilidad como datos
positivos, y realidades físicas explicadas mediante la mera causalidad y
no la libertad (Franz Ritter von Liszt, 1851‐1919, por ejemplo).
En segundo lugar, La teoría positivista: Ante la insuficiencia del enfoque
causalista, se recurre a punto de vista denominado positivismo, atentos
a los valores que se hallan presentes en las diversos elementos de la
acción humana, la libertad, la culpabilidad como reproche, tal como fue
formulado por el alemán Gustav Radbruch en su obras de (1878‐1949), y
apoyado por Edmund Mezger (1883‐1962), por ejemplo.
En tercer lugar, Escuela Finalista: tras la segunda guerra mundial, el re‐
descubrimiento de que la acción humana se encuentra gobernada por la
idea de finalidad buscada por el agente, idea que sirve para replantear
el orden de las categorías de la teoría del delito, e ir dotándolas de
nuevo contenido. Es así, como surge la corriente denominada finalista
inaugurada por Hans Welzel (1904‐1977), y Reinhart Maurach, por
ejemplo.
En cuarto lugar Escuela Funcionalista: Desde los años setenta del
pasado siglo, y hasta ahora, ha dominado fundamentalmente en todo el
mundo, el panorama doctrinal del enfoques finalistas, delimitando el
esquema y orden de las categorías del delito, combinados con teorías
más avanzadas pero complementarias como el funcionalismo. El cual
pretende matizar la teoría finalista con la explicación y justificación de
los contenidos de las categorías que terminan las funciones que
cumplen el derecho penal en la sociedad, o por las consecuencias que
deriva de la aplicación del derecho penal, expresada en la finalidad de la
pena y su contribución al mantenimiento de la vida social, que
precisamente sirve para dar contenido a las categorías del delito, así,
explicado por uno de los doctrinarios de la corriente funcionalista como
lo es Günther Jakobs; o bien, como lo explica el profesor Claus Roxin, al
señalar que son los principios y categorías de la política criminal que
integra el principio de legalidad, prevención y control social, los que han
de dar contenido a cada una de las categorías de la teoría del delito.
TEORÍA CLÁSICA DEL DELITO: Fueron muchos los penalistas afiliados a
las teorías sostenidas por la Escuela Clásica, que pretendieron formular
conceptos filosóficos del delito, con la intención de universalizar o
sistematizar su implementación de modo tal que sirva en todo tiempo y
en todo lugar para determinar cuándo un acto tiene carácter delictivo.
El nombre, Escuela Clásica, no le fue dada por sus fundadores, sino por
sus adversarios, los positivistas, que al término “clásico” atribuyeron
una significación despectiva, la de tradicionalismo caduco o retrógrado.
Quienes repudiaban y rechazaban las bases metodológicas en que esta
escuela se sustentaba.
El paradigma de la escuela clásica, está representado por el gran
desarrollo alcanzado por el estudio de la ciencia de la naturaleza, que
provocó el surgimiento de una corriente de pensamiento, que amparada
en los criterios científicos, entendió que mediante la comprensión de los
procesos naturales, podía encontrar el camino para la solución de los
múltiples problemas sociales y humanos que aquejaban al mundo. El
estudio de la ciencia, condujo a determinar que su comprensión estaba
asociada al dominio de la naturaleza, y con tal conocimiento pretendió
limitar las miserias humanas. Las premisas científicas, desarrolladas en
este periodo, establecían la posibilidad que mediante el empleo del
conocimiento de la ciencia, se podía en teoría, conducir a la sociedad
por el camino de la felicidad suprema, suprimiendo de forma científica o
categórica los males que la aquejaban.
Con el transcurrir del tiempo, pudo comprobarse, que estas tentativas
están condenadas al fracaso, porque la noción del delito está
íntimamente ligada a la vida social y jurídica de cada pueblo y de cada
siglo, y por eso, hay mutaciones entre lo que hoy se considera delito y lo
que antes era considerado como tal, en otra parte o en otro lugar.
Por eso resulta inútil establecer un concepto filosófico del delito, que
determine cuando un acto tiene carácter delictivo y cuando no. Ha
habido actos que en otras épocas eran lícitos y ahora no lo son. Por
ejemplo, en la antigüedad no sólo era lícito, sino obligatorio, dar muerte
al padre viejo y enfermo. Hoy se castiga ese acto, llamado parricidio, en
todos los países del mundo se considera homicidio practicado en la
persona de un ascendiente.
En la antigüedad existieron los delitos religiosos, los cuales se castigaban
severamente, como por ejemplo, el sortilegio, la hechicería, entre otros,
que hoy han desaparecido y por lo tanto no acarrean sanción penal.
Ahora bien, hay actos que violan un deber jurídico y nieguen un derecho
subjetivo y si no está tipificado en la ley penal como delito, no acarrea
sanción penal. Por ejemplo, la omisión del oportuno pago de una deuda,
viola un deber jurídico, que es el de pagar oportunamente; y además,
viola un derecho subjetivo: el del acreedor de ver satisfecha su
acreencia, y no obstante, no está tipificado como delito y por lo tanto no
acarrea sanción penal.
La teoría clásica del delito, nace como reacción a la barbarie y los
métodos medievales donde privaba la tortura como medios de
obtención de pruebas, igualmente como reacción al principio de juez
natural, es decir, tribunales diferentes para nobleza y plebeyos. Las
teorías clásicas del delito encontraron inspiración en la Doctrina de los
Enciclopedistas del siglo XVIII, como Cesare de Beccaria que en 1764
publica su obra "De los delitos y de las Penas", de contenido
individualista liberal, basado en los principios de la Revolución Francesa
de 1789.
La teoría clásica del delito, encuentra sus bases filosóficas en el derecho
natural, negando la tesis del contrato social, afirma que el derecho es
innato al hombre porque es dado por dios, por lo tanto el hombre debe
vivir conforme a la ley natural pero ésta no es suficiente, el hombre
acepta leyes hechas por él, y para que estas leyes sean cumplidas
necesita un conjunto de normas sancionadoras, que establezcan el
orden humano en cuanto a la siguiente prelación:
1. Leyes de Dios.
2. Leyes del Hombre.
3. Leyes Sancionatorias.
Los filósofos que influyeron en la Escuela Clásica fueron Immanuel Kant
y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el primero sostenía que nunca se debe
tratar a nadie como simple medio, sino como fin en sí mismo. El
segundo decía que el delito es la negación del derecho; la pena es la
negación del delito o sea la afirmación del derecho.
Para la teoría clásica, la técnica penal, pretende la encontrar los
elementos que matemáticamente identifiquen al delito, para establecer
como consecuencia la imposición de la pena, de allí surgen las
diferencias entre autor, coautor, cómplice en el concurso de delitos y
personas.
El concepto de delito para la escuela clásica señala que es un ente
jurídico previsto en la norma jurídica y no un fenómeno social, es
denominado infracción, se valora por el resultado de un acto externo
del hombre.
El acto externo humano, se refiere a que no pueden ser sancionables
aquellos actos internos o pensamientos que pueda tener un hombre,
como entidad consiente y abstracta.
La teoría positivista establece como acto positivo o negativo, a aquellos
que se refiere a las acciones y omisiones, las acciones son positivas y las
omisiones negativas.
Es considerado moralmente imputable, cuando el hombre comete un
delito movido por su libre albedrio, que significa que este puede escoger
libremente en hacerlo o no.
La teoría clásica considera que el acto es políticamente dañoso, cuando
se refiere a que se ha cometido por el hombre, en franca violación de los
derechos de otras personas, perjudicando a toda la sociedad.
Se tiene al delincuente como un ser normal, que obra con inteligencia y
voluntad propia, dotado de libre albedrio que viola la ley y es castigado
por su acto y no por su responsabilidad.
La Pena en consecuencia representa el medio con que cuenta el Estado
para reaccionar frente al delito, expresándose como la "restricción de
derechos del responsable". La pena repara la ofensa a la sociedad y el
fin que persigue no es otro que el de restablecer el orden jurídico
perpetuado de la sociedad y con este fin debe ser aflictiva, moral o
físicamente, cierta, pronta y publica en cuanto a su aplicación para asi
lograr su carácter ejemplarizante.
El método que emplea es el deductivo que va de lo particular a lo
general, utiliza la razón, la lógica y la ciencia para determinar la esencia
del delito y así castigarlo.
Postulados de la Escuela Clásica del Derecho Penal:
1. Encuentra sus bases filosóficas en el derecho natural.
2. Establece un respecto absoluto al principio de legalidad penal.
3. Considera que el método debe ser lógico-abstracto, silogístico y
deductivo.
4. Entiende que el delito representa un ente jurídico y no un ente
filosófico.
5. La acción es motivada por el libre albedrio de las personas.
6. La aplicación de las penas, a los individuaos moralmente
responsables, es la razón que determina la existencia del derecho
penal.
7. Entiende que existen circunstancias especiales en donde se
encuentran las personas que carezcan de libre albedrio, como por
ejemplo los locos y los niños, quienes quedan excluidos de la
aplicación del derecho penal.
8. La pena es la retribución o consecuencia directa que se aplica al
criminal por el mal que se hizo a la sociedad.
9. La medida de la retribución debe ser exacta, oportuna y concreta
al daño causado.
10. Las penas son sanciones aflictivas determinadas, ciertas,
ejemplares, proporcionales, deben reunir los requisitos de
certeza, prontitud, publicidad, fraccionabilidad y reparabilidad, y
en su ejecución deben ser correctivas inmutable e
improrrogables.
11. La finalidad de la pena es restablecer el orden social externo que
ha sido roto por el delincuente.
12. El derecho de castigar pertenece al Estado, titular de la tutela
jurídica.
13. El derecho penal es garantía de libertad, ya que mediante él se
asegura la preminencia y continuidad del orden social, la
seguridad jurídica y el estado de derecho que representa el
imperio de la autoridad soberana del Estado.
Evolución doctrinal de la teoría clásica del delito:
Se divide en tres periodos:
1. Periodo Filosófico: Estudia el ius puniendi del Estado, el concepto
y finalidad de la pena, el fundamento de los delitos, el principio de
legalidad, en este periodo se destacan autores como: Cesare
Beccaria, Juan Domingo Romagnosi y Giovanni Carmignani.
2. Periodo Matemático: La pena debe ser proporcional al delito, el
daño de la pena debe ser matemáticamente igual al tipo de delito,
sus mayores exponentes fueron Juan Domingo Romagnosi,
Francisco Carrara y Franck Enrique Pessina.
3. Periodo Jurídico: Los principios doctrinales son trasladados a la
legislación positiva, su mayor exponente es Luis Luchinni.
Aportes de la escuela clásica penal: se considera que en este periodo
se sistematizo el derecho penal, de igual forma se humaniza su
contenido al crear los tipos penales y suaviza las penas, entes de la
revolución francesa, luego de ello se reafirma e institucionaliza el
principio de legalidad penal.
Críticas a la Escuela Clásica del delito: No acepta las medidas de
seguridad, porque concebía que el autor del delito obraba bajo su libre
albedrío y en consecuencia Dios otorgo la capacidad de discernimiento a
todos los hombres por igual, por lo que es un deber del Estado
garantizar el orden y control social por encima del deseo individual. En
consecuencia en esta etapa no se estudia la individualidad del
delincuente.
TEORÍA POSITIVISTA DEL DELITO: A consecuencia de que la teoría
clásica del delito, no fue capaz de mostrar el mejor interés por realizar
un estudio del delincuente. Surge entonces esta nueva corriente, la
teoría Positivista mostró mayor interés por el estudio del delincuente,
considerando al hombre que delinque como alguien que se ve
influenciado por factores internos y externos que lo impulsaron a ellos;
por consiguiente, le niegan vigencia al principio del “libre albedrio” que
sostenía la Escuela Clásica.
La concurrencia históricas acaecidas en la segunda mitad del siglo XIX,
permite el surgimiento de un nuevo concepto de Ciencia, unido a la
variación del carácter del Estado, ello produce a revisar las teorías y
formular un profundo cambio de orientación en los estudios del
Derecho en general y del Derecho penal de forma particular.
Esta doctrina antropológica nació en Italia en el año 1876, a partir de la
publicación de la obra de César Lombroso titulada “El Hombre
Delincuente”, donde se plantea en forma sistemática una explicación
causal del delito. A mediados del siglo XIX, cuando la corriente clásica
del Derecho Penal, consideraba haber alcanzado su más alto grado de
perfeccionamiento, en relación a la majestuosa construcción jurídica
formulada por Francesco Carrara, aparece en Italia una nueva corriente
de pensamiento en la Ciencia del Derecho Penal, que apartándose
radicalmente de los principios y postulados clásicos, hasta entonces
aceptados, provocó una verdadera revolución en el campo jurídico
penal minando su estructura desde los cimientos hasta sus niveles más
elevados. Tal es el surgimiento de la Escuela Positiva del Derecho Penal,
que representa una sub-estimación de lo jurídico en beneficio de lo
biológico-social.
La concepción antropológica del delito es obra de Cesar Lombroso
(1836- 1909), quien en 1878 publica la primera edición de la obra en que
vació todas sus observaciones antropológicas sobre los criminales,
llamada “El hombre Delincuente”. Lombroso también es creador de la
Antropología Criminal. Quien sostenía que, a través de sus
investigaciones había podido comprobar que el delincuente es un
anormal con ciertas características que lo hacen diferente de cualquiera
persona.
En este sentido, se incorpora al positivismo las indagaciones en el
terreno sociológico que realizó Enrique Ferri (1856- 1929), quien plasmó
sus doctrinas en su obra capital “Sociología Criminal”, publicada en
1881. Sus ideas eran de origen sociológico, y se debe a él la
consideración del delito no solo como un ente natural, sino también
social.
Pero, lo antropológico y sociológico no bastaba, era necesario todavía
revisar los principios jurídicos de la Escuela Clásica relativos al delito,
que los positivistas habían subestimados. A esta tarea se consagró
Rafael Garofalo (1851- 1934) en su obra fundamental “Criminología”.
Quien proporciona el componente jurídico a las concepciones del delito
como ente natural que venía manejando Lambroso, y afirma la
necesidad de definir previamente el concepto de delito, creando la
Teoría Sociológica de Delito Natural.
Así tenemos que los principales exponentes de la Teoría positivista del
delito son:
· César Lombroso (Antropólogo)
· Enrique Ferri (Sociólogo)
· Rafael Garófalo. (Jurista).
Concepto sociológico del delito: Ante el fracaso de la escuela clásica en
su intento de formular un concepto filosófico del delito, la escuela
positivista pretendió formular un concepto sociológico del delito.
Por ejemplo Rafael Garófalo, afirmó que hay que renunciar al examen
de los hechos y acudir al examen de los sentimientos, por eso, formuló
el concepto sociológico del delito, como: “la violación de los
sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad en la
medida en que tales sentimientos se encuentran en la sociedad civil y
por tanto, en la medida en que son necesarios para la adaptación del
individuo a la colectividad”.
Esta teoría es rechazada, por las siguientes razones:
1. No hace más que reproducir la antiquísima distinción entre los
delitos malos y los delitos artificiales, de pura creación legal.
2. Garófalo sostiene, que el delito natural, es la violación de los
sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad. en
realidad existen otros sentimientos fundamentales, como por
ejemplo, la protección al patrimonio, cuya violación debe
constituir delito natural; y
3. Se objeta al concepto del delito natural, que por más que un acto
de la vida real sea contrario y viole los sentimientos
fundamentales de piedad y probidad, si ese acto no está previsto
en la ley penal como delictivo, no se le puede asignar ese carácter
a tal acto, por más antisocial que sea, ni debe ni puede aplicarse
una sanción penal a quien lo perpetre.

Método de la teoría positivista: Su aparición fue favorecida, no sólo por


el fracaso de los principios clásicos en la lucha contra el delito, sino
también por la extensión del método experimental y de observación, de
las ciencias causal- explicativas, a las ciencias sociales.
El concepto de Delito para la teoría positivista: Para la teoría positiva el
delito es un ente de hecho natural y social, producto de un complejo
determinismo integrado por factores antropológicos, físicos y sociales.
Por consiguiente, el delito debe ser estudiado como fenómeno natural
desde los aspectos individual y social.
El delito se definía como: “una lesión a aquella parte del sentimiento
moral que consiste en los sentimientos altruistas fundamentales, o
sea, la piedad y la probidad, en la medida media en que estos
sentimientos son poseídos por una comunidad”. O como “acción
punible determinada por aquellas acciones encaminadas por móviles
individuales y anti sociales que turban las condiciones de vida y
contravienen la moralidad media de un pueblo en un momento dado”.
De tales conceptos se infiere que el delito es, ante todo,
comportamiento humano debido a factores antropológicos, físicos, y
sociales. Por lo tanto, no es un ente de derecho, es un ente de hecho.
En conclusión el delito es considerado como un hecho natural y social,
producto de factores internos de orden biológico, psíquico,
antropológico, entre otros, y factores externos: medio circundante,
familia y sociedad.
A diferencia de la teoría clásica, que centró su estudio en el delito como
ente jurídico sin prestar demasiada atención a la acción delictiva como
resultante de influencias que necesariamente determinan al sujeto, la
teoría positiva se preocupa por el estudio de las causas del delito, para
poder prevenir y reprimir la criminalidad.
La Responsabilidad Penal: Para la teoría clásica, la responsabilidad
penal se fundamenta en la imputabilidad del sujeto, la cual descansa en
el libre albedrio. Para la teoría positivista, de acuerdo con su orientación
determinista, niega la existencia del libre albedrio o libre arbitrio,
problema que, por lo demás, no es de interés del Derecho Penal, sino de
la filosofía o de la metafísica, y fundamenta la responsabilidad penal en
la responsabilidad social, derivada del determinismo y temibilidad del
delincuente, cuya fórmula es la siguiente: “Todo individuo responde de
los delitos que ejecuta por el solo hecho de vivir en la sociedad”. De
acuerdo con la responsabilidad social, el hombre es imputable, no
porque sea un ser consciente, inteligente, libre y espontaneo, sino que
sencillamente su responsabilidad se deriva del simple hecho de vivir en
sociedad y la sociedad debe defenderse contra los que la atacan, sean
estos individuos considerados normales o anormales.
No se distingue, bajo esta concepción, entre imputables o inimputables.
Toda persona, cualquiera que sea su edad o condición psíquica,
responde de los delitos que cometa; por ello no significa que la sanción
a imponer sea la misma para todos los infractores de la ley. La calidad
de la sanción dependerá de la categoría antropológica a que el
delincuente pertenece, y la cantidad varía de acuerdo con el grado de su
peligrosidad.
En consideración a ello, el delincuente actúa conforme a determinados
factores antropológicos, físicos y sociales. Es por ello, que en contra de
su actuación antisocial, se plantean los mecanismos jurídicos de defensa
de la sociedad. Su responsabilidad es, por consiguiente, social y
adquiere carácter objetivo.
La pena como Medio de Defensa Social con Carácter Preventivo:
representa el castigo que se pudiera imponer al delincuente en
retribución o compensación del mal del delito cometido. Por ello, el
positivismo emplea, en lugar de la denominación pena en la ley, en
empleo de la palabra “sanción” como mecanismo de defensa social, que
se realizaba mediante la prevención general, lo cual representa para el
colectivo una amenaza a todos los que atenten contra la norma penal, y
la prevención especial que está representada en la imposición de la
sanción al infractor por la acción antijurídica cometida.
La sanción, como la conciben los positivistas, no pretende causar un
sufrimiento al culpable, sino asegurar la defensa social, procurando un
máximo de seguridad con un mínimo de sufrimiento individual; y se
traduce en las medidas de seguridad, que consisten en la aplicación de
ciertas disposiciones adoptables, respecto de determinadas personas,
no dentro de una idea de amenaza o de retribución sino de un concepto
de defensa social y de readaptación humana, por tiempo
indeterminado.
En la teoría positivista, la sanción debe adaptarse al delincuente, el juez
debe aplicarla por un plazo indeterminado, hasta que cese la
peligrosidad del reo. El fin principal de las penas deja de ser el
restablecimiento del derecho violado, pasando a convertirse en el
positivismo en la prevención y, en esa virtud, las penas ya no son
determinadas y proporcionales al daño causado por el delito, sino más
bien las sanciones indeterminadas y proporcionadas a la temibilidad del
delincuente.
Su medida ha de hallarse en la peligrosidad del delincuente y no en la
gravedad objetiva del delito. Así, la naturaleza de la pena se orienta a
establecer una terapeuta social, encaminada a obtener la readaptación
social del delincuente, siempre que ellos sean posibles o en
consecuencia, su eliminación o segregación en caso contrario ya que
admitía para entonces, la pena de muerte como solución final.
En conclusión, se considera la pena como un medio de defensa social
con carácter preventivo, procurándose con ella la readaptación del
delincuente. Así también, esta sanción penal no solo debe ser acorde
con la clase de delito cometido, sino que también deberá tomar en
cuenta al delincuente, quien como entidad individual, es materia de
interés para el colectivo.
Así, la teoría positivista no solo se considera la pena como un medio de
defensa social, sino que incluye también las medidas de seguridad. A
esta teoría, le corresponde el mérito de haber afirmado por primera vez,
que también la delincuencia, al igual que la enfermedad, podía ser
prevenida.
La teoría positivista ve al delincuente como un enfermo, es un ser
anormal, por lo cual la sociedad debe centrar su atención, tanto
respecto al estudio científico, como en relación a establecer las medidas
profilácticas legales que se adopten para combatir el delito. En el
aspecto personal, la teoría clásica no hace distinción entre imputables y
no imputables.
Delincuente es el individuo que perpetra un hecho dañino a los
intereses sociales, cualesquiera que sean las condiciones o
circunstancias en que se encuentre. La mera imputabilidad física o
amenaza, trae consigo la responsabilidad penal. Recordemos en este
punto que, para la Escuela Clásica, en cambio, la simple atribución
material del hecho punible a su autor no acarrea responsabilidad
criminal, si éste no obro con libre albedrio.
En conclusión, el Delincuente en su acción delictiva, obra influenciado
por factores criminógenos internos y externos; cuando delinque, no es
un hombre normal, sino que sufre anomalías congénitas o adquiridas,
permanentes o transitorias, derivada de factores de orden externo o
interno a él.
TEORIA FINALISTA DEL DELITO: tras la segunda guerra mundial, el re‐
descubrimiento de que la acción humana se encuentra gobernada por la
idea de finalidad buscada por el agente, se planteó la teoría finalista que
sirve para reorientar el orden de las categorías de la teoría del delito, e
ir dotándolas de nuevo contenido, es así como surge esta teoría,
expuesta por Hans Welzel y R. Maurach (1904‐1977).
Desde los años setenta del pasado siglo, y hasta ahora, dominan de
forma universal el panorama doctrinal que establece el enfoque
finalista, matizado más adelante con otras singularidades que dan forma
al modelo funcionalista que en la actualidad impera en el mundo
jurídico penal, plasmado sobre todo en el esquema y orden de las
categorías del delito.
El Autor Fernando Velásquez señala que en el periodo de la postguerra,
una vez derrotados los extravíos del nacionalsocialismo, fue que origino
el cambio que también influyo en el ámbito del derecho penal. Gracias a
la labor de Hans Welsel, que quiso establecer de nuevo, el carácter
central de la acción humana, la cual dinamiza la teoría del delito, desde
un punto de vista ontológico, de manera Aristotélica.
La escuela finalista nace cuando Welzel, en su obra replanteó un nuevo
rumbo metodológico de la acción. El cambio se genera a partir del
análisis de dos factores: un factor político y otro científico; el primer
factor hace parte de la influencia en Europa que tuvo la derrota sufrida
por el régimen nazi, que al rigor de la derrota motivo una revisión
profunda de todas las teorías que dinamizaban el derecho penal
alemán, obligándolos a mirar hacia otros horizontes, que se distanciara
del modelo de Estado Nacional Socialista y abriera paso a la
transformación del paradigmas, a un Estado Liberal. Lo cual dio cabida, a
la transformación del derecho penal que tomó como centro, el respeto
del ser humano, y orientó al legislador para hacer efectivo un examen
profundo de diversas doctrinas en procura de resguardar las condiciones
punitivas del cual es responsable el derecho penal, en resguardo de los
Derechos Humanos.
El segundo factor, científico, derivado del hecho de que Hans Welsel
planteaba en sus escritos filosóficos, un paso del subjetivismo al
objetivismo, por lo cual era el objeto del conocimiento el que
determinaba al sujeto y no al contrario, como postulaba la teoría
positivista o también conocida como neokantiana del delito, quienes
acusaban de malinterpretar la doctrina del gran pensador Immanuel
Kant.
Ahora bien, sobre el planteamiento de Welzel respecto del concepto de
acción final algunos autores han sostenido y aun el propio Welzel que
este tiene su origen en la filosofía de Aristóteles, quien afirmaba: “No
deliberamos acerca de los fines, una vez que ha sido determinado el fin,
uno examina como y porque medios se alcanzara; si este fin parece
debe ser conseguido por medio de varios recursos, se busca el medio
más fácil y mejor; si no hay más que uno, se busca como alcanzar este
medio y aun otro por medio de este, hasta llegar a la causa primera, que
es lo que se halla en último lugar, el resultado ultimo del análisis es el
primero en el orden de los hechos.
Como puede apreciarse, Aristóteles ligaba a la conducta voluntaria una
finalidad. En opinión de Hans-Heinrich Jescheck: “La conducción final de
la acción, tiene lugar a través de la anticipación mental de la meta, la
elección de los medios necesarios y la realización en el mundo
material”.
La Teoría de Welzel distinguió conceptualmente dos etapas en la
dirección final de la acción, que son: La primera etapa se desarrolla en la
esfera del pensamiento, subdivida en tres momentos, algunas veces
difíciles de delimitar cronológicamente que son:
1. La anticipación del fin que el autor quiere realizar;
2. La selección por parte del autor de los medios más idóneos para
lograr el fin; y,
3. La consideración de los efectos concomitantes que van unidos al
proceso causal.
La Segunda etapa consiste en la realización por parte del autor de su
acción final en el mundo real. No cabe duda de que, de esa manera,
conociendo el hombre lo que quiere causar, puede dominar, aunque no
ilimitadamente, el suceso y orientar su comportamiento a conseguir el
fin que ha planeado.
La Doctrina final de la acción fundada por Welzel, parte de la crítica del
esquema positivista o neo-clásico del delito y pretende pasar, de forma
tajante a la realidad del ser social, poniendo de modas el concepto de
“estructuras lógico-objetivas”, previas a toda regulación jurídica y se
edifica el Derecho sobre la “naturaleza de las cosas” esto es, como dice
Cerezo Mir “La vinculación del Derecho a la realidad, objeto de su
regulación”.
Unido a lo anterior se pretende superar el neutralismo valorativo del
positivismo, mediante el intento de proceder a una fundamentación
ético-social del Derecho penal lo que pronto quedó plasmado en la
concepción personal de la antijuricidad o en el “injusto personal” como
prefiere llamarlo Gómez Benítez y Muñoz Conde.
Esta característica fundamental, como lo es la concepción personal de la
antijuricidad o injusto penal, es la que considera que la esencia de la
desvaloración de la acción típica y antijuricidad no es la acusación del
resultado, sino el desvalor de la acción.
Ello se entiende claramente cuando Welzel dice: “Toda acción humana,
para bien o para mal, está sujeta a dos aspectos valorativos
diferentes”. Puede ser valorada de acuerdo al resultado que origina,
“valor de resultado o material”, y también, independientemente del
logro del resultado, según el sentido de la actividad como tal, “valor de
acto”.
Más adelante agrega Welzel: que,”…una acción dirigida a un resultado
reprobado también es valorativamente reprobable, con independencia
de que se alcance o no el resultado”, ya que implica el desvalor de acto
de la acción, por ejemplo la acción del delincuente que introduce la
mano en el bolsillo vacío de una persona. En consecuencia, no solo se
sanciona cuando se ha producido un resultado, sino también, cuando ha
existido un desvalor de acto.
Esto ha dado lugar a que algunos autores como Enrique Bacigalupo
señalen, que: “el concepto personal de lo ilícito”, en donde esta teoría
requiere “junto al desvalor del resultado un desvalor de acción, ya que
el análisis de la acción nos lleva a valorar lo que el autor quiso hacer,
por cuanto importa tanto como lo que hizo”. En consecuencia, la teoría
personal de lo ilícito, bajo la perspectiva de la teoría finalista llevada a
sus extremos, “reduce lo ilícito exclusivamente al desvalor de la
acción".
Retomando el concepto final de acción, parte Welzel, como hemos
dicho, de lo que se ha llamado un concepto ontológico de la acción,
porque la esencia del actuar humano es una forma de comportamiento
que está dirigida a un fin determinado. El Ser Humano está dotado de
poder para tomar decisiones y tiene la capacidad de influir en los cursos
causales para poder llegar a un fin, a un objetivo determinado. Es claro
que la introducción del concepto final de acción en la base de la
estructura del delito tuvo repercusiones inmediatas. Por un lado, la
consideración de la acción como un concepto pre jurídico, lo que hacía
que no fueran ya objeto del tipo todas las consecuencias de un
resultado, sino solo aquellas que fueran finales. Por otra parte, al
equiparar el dolo a la finalidad típica, la consecuencia lógica era sostener
que el dolo debía pertenecer al tipo.
De acuerdo con Jescheck, el cambio metodológico del enfoque analítico
del concepto de delito del finalismo, trajo algunas consecuencias que
someramente enunciamos:
La Separación entre la conciencia del agente que tiene sobre la
antijuricidad y el dolo, para en la teoría finalista a ser un elemento
natural en el dolo.
Tal separación obligo a dar un trato diferente a los casos de error de
tipo y error de prohibición y, por último, establecido que la participación
solo puede darse en un hecho principal doloso, pues sin dolo falta el
tipo del hecho principal.
Welzel logro superar los escollos de los delitos imprudentes y de los
delitos de omisión; en los primeros, la acción final está encaminada
hacia fines que carecen de transcendencia para el Derecho Penal; en
ellos lo importante es la infracción del deber objetivo de cuidado. En
cuanto a los delitos omisivos, el panorama se completó con la
aportación de Armin Kaufmann, que los concibió como una tercera
forma de aparición del hecho punible, dotado de una estructura
diferente.
Con la Teoría Finalista del delito, manifiesta Bustos “se logra pues
culminar todo un proceso dogmático en la configuración de la Teoría
del Delito, que permite superar las contradicciones y simplificaciones
anteriores, con lo cual se logra una mayor precisión conceptual y
garantista”.
En resumen, para la teoría finalista, el Delito es: una conducta típica,
antijurídica y culpable. Con respecto a esta definición es importante
tener en cuenta primero que la conducta tenga las características
elementales, Típica y antijurídica y luego que al autor le sea reprochable
el resultado. Para esta teoría, hablar de hecho punible y delito son
sinónimos.
TEORÍA FUNCIONALISTA: En la década de los años ochenta un jurista
Alemán de nombre Claus Roxin realiza una nueva teoría (1984)
mediante el uso de la llamada Política Criminal o Criminológica en
donde se expone que la misión última del Derecho Penal es la
protección de bienes jurídicos en todo ámbito dentro de la vida del
hombre, dándole el nombre a ésta teoría de funcionalista en virtud de
que ve a la pena o castigo en función de una prevención general del
delito así como prevención especial que va dirigida al autor del delito
para que no reincida; y a la sociedad en general para que sirva de
ejemplo la imposición de un castigo.
Para esta teoría, el momento de imponerse la pena constituye la parte
más importante del proceso penal, ya que de ello depende el detener
tanto al delito como al delincuente.
Esta escuela descansa su ideología en los modernos principios de
política criminal, y entre sus principales desarrolladores se encuentra
Ghünter Jakobs quien ha dado impulso al llamado “Funcionalismo
Radical” al partir su teoría de principios filosóficos.
Así, los doctrinarios del Derecho Penal y de la Teoría del Delito han
dividido a la escuela funcionalista en dos:
1. El Funcionalismo Moderado, cuyo autor es Claus Roxin; y el
2. El Funcionalismo Radical, cuyo exponente es Ghünter Jakobs.
Esta escuela ha tenido diversos seguidores en el mundo; en Alemania
Bern Schunemann y Schmidhäuser; en España Santiago Mir Puig, Juan
Bustos Ramírez, Manuel Cancio Meliá, Francisco Muñoz Conde y Miguel
Polaina Navarrete; en Italia Alessandro Baratta.
Según Jakobs (1995), la teoría funcionalista, del derecho penal explica
que las estructuras del delito dependen de los fines y funciones que
cumple el derecho en la sociedad y que la finalidad del derecho es la
estabilización de expectativas sociales. Günther Jakobs, una de sus
principales artífices, define al delito como injusto, y éste es el
comportamiento típico evitable, doloso o imprudente que no está
justificado. El autor del injusto sólo es responsable por el déficit de
motivación jurídica, si en el instante del hecho constituye un sujeto con
la competencia de poner en cuestión la validez de la norma, es decir, si
es imputable.
En concreto la teoría funcionalista, rechaza el punto de partida del
finalismo, parte de la hipótesis de que la formación del sistema jurídico-
penal no puede vincularse a realidades ontológicas previas, como son: la
acción, la causalidad, las estructuras lógico-reales, entre otras, sino que
única y exclusivamente puede guiarse por las finalidades que cumple el
Derecho Penal. Y todo ello, en base a la filosofía jurídica positivista y
finalista, que había sufrido un detente en la época de entreguerras y en
el sistema neoclásico habían tenido un desarrollo insuficiente, como
cree Roxín.
CONCEPCIÓN BIPARTITA: De acuerdo con esta concepción el delito se
define como la acción culpable, ello implica la existencia de tan solo dos
elementos: La Acción y la Culpabilidad.
La concepción bipartita del delito, es un reflejo de la doctrina anclada en
las raíces de la Escuela clásica, que toma como precedente, la
descomposición del tipo penal que formuló Carrara bajo la premisa de:
“fuerza física” y “fuerza moral”.
Bajo esta premisa, se concibe la existencia de dos elementos: uno
objetivo: “fuerza física”, referido a lo material, a lo externo, y; otro
subjetivo, “fuerza moral”, referido a lo subjetivo, a la conciencia de lo
que se hace, al entendimiento de lo bueno y lo malo. Por lo cual, se
plantea bajo esta concepción bipartita, que la antijuricidad no es un
elemento integrante de la estructura fundamental del tipo penal, sino
que es la esencia misma del delito.
En el primer término, se analiza todo aquello que en la descripción legal
del hecho, determina la forma objetiva o material del tipo penal, que
establece los elementos diferenciadores, los cuales abarcan todos
aquellos términos que hacen referencia al juicio valorativo de exclusión
de la responsabilidad penal, y también, las causas de justificación.
En el elemento subjetivo se incluyen, todos aquellos aspectos relevantes
de la descripción legal que conciernen a la actitud que define la voluntad
humana, como conexión psicológica entre el hecho y su autor.
Esta concepción, sostiene que la tripartición no debe ser aceptada por el
solo hecho de considerar la antijurícidad como un elemento propio del
delito. En consecuencia sustenta, que en el delito no cabría la
posibilidad de distinguir sino dos elementos sustanciales: el elemento
objetivo que determina el hecho material o manifestación del
comportamiento exterior del hombre; y el elemento subjetivo, dado por
la actitud o voluntad que permite dar origen al hecho material que
conduce la voluntad culpable del agente.
En su paulatina evolución, los polos de la bipartición varían según los
autores, de igual forma se mencionan dos tipo o elementos dentro de la
terminación global que abarca el juicio de culpabilidad: un elemento
físico y otro elemento psicológico. Ya se ha hecho referencia al hecho de
que, desde esta perspectiva, el tipo penal se estructura en torno a estos
dos componentes fundamentales: el elemento objetivo y el elemento
subjetivo.
En consecuencia, en esta concepción, la antijuricidad no es un elemento
del tipo penal, porque constituye en sí misma, el elemento abstracto
general, que integran la esencia misma del delito, y como carácter
esencial de su conformación, determina su existencia intrínseca.
CONCEPCIÓN TRIPARTITA: Que ha tenido una compleja evolución en la
dogmática alemana, el concepto tripartito del delito se estructuró sobre
la base de tres elementos: la típica, la antijuricidad y la culpabilidad. De
acuerdo con esta concepción el delito se define como una acción típica,
antijurídica y culpable.
En esta concepción del injusto penal, fue claramente expuesta por el
alemán h. Luden (1840) elaboró un concepto tripartito de delito a pesar
del estudio que se realiza de la acción u omisión se considera como el
primer elemento la tipicidad, luego la antijuridicidad y el tercer
elemento es la culpabilidad.
A diferencia de la concepción bipartita, el componente fundamental y
primordial, lo constituye la antijuridicidad, como momento de la
negación del valor representado por la lesión del bien jurídico. La
tipicidad es concebida como una forma técnica de descripción del hecho
que lleva en su seno reflejado el interés relevante para el Derecho
penal.
A diferencia de la concepción bipartita en la teoría tripartita la
antijurícidad, cumple la función de determinar el momento preciso
cuándo un hecho representa una lesión a un bien jurídico tutelado.
Estos dos elementos constituyen la categoría formal del tipo penal, ya
que en sí mismo, representa la noción teleológica para el Derecho.
La culpabilidad, en sí misma, vendría a significar el momento a partir del
cual el hecho puede ser considerado reprochable al autor que lo ha
perpetrado.
CONCEPCIÓN FUNCIONALISTA: Surge desde los inicios de los años 60
hasta el presente, ha conformado un conjunto de teorías Dogmáticas
que dan forma a las nuevas tendencias del derecho penal, denominada
funcionalista o final-racional, cuyo denominador común viene definido
por una orientación en la sistematización de los diversos conceptos y
principios del Derecho penal, para construir los criterios que determinan
la moderna política criminal. Su principal interacción está representada
en la búsqueda de los fines propios de la pena, en particular, de la
prevención general.
Define el delito como la acción u omisión, típica, antijurídica, culpable y
punible. De tal forma que complementa la idea tripartita o finalista y
centra la intención de la construcción de estructuras típicas dentro de la
función que cumple la pena para el derecho penal, conformando la
denominada teoría democrática de la pena.
La concepción funcionalista está integrada por varias tendencias de muy
diverso signo. Con el fin de no complicar demasiado la explicación,
pasamos a examinar los rasgos sistemáticos fundamentales que
presentan las obras de dos de los más representativos autores.
Por una parte se encuentra la posición de Ghünter Jakobs, quien orienta
su exposición sobre la teoría funcionalista, basada en razones de
naturaleza sociológicas, señalando que el derecho penal debe
construirse sobre los criterios de prevención general que debe cumplir
la pena, es decir, a raíz de la teoría de los fines de la pena se construye
la función general de prevención que debe cumplir el derecho penal.
Por otra parte, rescatando la concepción valorativa del pos finalismo, se
desarrolla la teoría expuesta por Claus Roxín, quien conjuga el
desenvolvimiento dogmático de la teoría finalista del delito, con la
teoría que orienta la finalidad de la política criminal de un Estado, es
decir, no sólo centra su atención en los derechos tutelados a los que
atiende el fin de la pena para la teoría tripartita, sino que va mas allá
para establecer la finalidad esencial y funcional para la sociedad del
Derecho penal. Entre ambos autores existen, claro está, diversas
posiciones intermedias que sustentan sus teorías, que no pueden ser
estudiadas ahora, por razones fácilmente comprensibles.
En su visión general de la concepción funcionalista del Derecho penal, se
aparta del principio clásico que sostiene la teoría finalista o tripartita del
derecho penal, quien sitúa su función final, en la mera protección de un
catálogo de bienes jurídicos que desarrolla la ley penal. La concepción
funcionalista considera que la lesividad social es algo más que la
violación de valores ideales, y que su centro de protección es el ser
humano, dentro del conjunto de peculiaridades y diferencias que los
caracterizan, quien en definitiva representa la esencia de la sociedad,
precisamente por esta razón se denomina de igual forma la corriente
funcionalista como: derecho penal social.
La crítica funcionalista achaca a la Dogmática finalista la pérdida de
contacto con la realidad, y el que aquélla haya consagrado la teoría de
los valores como postulado único y fundamental sobre el que se asienta
el sistema tripartito.
La pregunta sobre la función representada por esos valores sería, según
los partidarios del funcionalismo, un tabú incontestable como todo
aquello que queda fuera de la capa del derecho positivo, ya que la
premisa formadora del derecho penal final está expuesta a las fuerzas
inclementes que ejercen las diversas tendencias sociales en el tiempo,
tales como: la moral, la economía, la religión, la política, entre otras, que
determinan valores sociales a los cuales habría que asignar una
protección de carácter penal. En consecuencia, la tendencia de
protección de bienes jurídicos que caracteriza la teoría tripartita, se
distancia de la intención de prevención funcional que caracteriza la
teoría funcionalista.
Así, se aconseja al Derecho penal que se olvide del examen de la
problemática sobre la naturaleza del valor fundamental para que
desarrolle su actividad investigadora en la vida social y en la función
esencial que cumple para garantizar la libertad, la democracia y el
progreso social, basados en premisas como la mínima regulación y
entendiendo la pena como la última ratio social.
FORMAS DEL HECHO PUNIBLE

Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Cuál es la importancia que ha tenido el planteamiento en el
tiempo de la teoría del delito, para el Derecho Penal? Explique.
2. ¿Explique cuál es la noción formal y material del delito?
3. ¿Señale de acuerdo a la doctrina un concepto dado al delito?
4. ¿Resuma la evolución histórica que ha sufrido el concepto de
delito de acuerdo a las escuelas doctrinarias?
5. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela clásica respecto a
la concepción del delito?
6. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela finalista respecto a
la concepción del delito?
7. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela funcionalista
respecto a la concepción del delito?
8. ¿En qué consiste la concepción bipartita del delito?
9. ¿En qué consiste la concepción tripartita del delito?
10.¿En qué consiste la concepción funcionalista del delito?
11.¿Señale y explique la estructura básica y complementaria del tipo
penal?
12.¿Qué distinción existe entre delitos y faltas?
13.¿Señale la clasificación de los delitos contenida en la legislación
penal venezolana?
14.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos comunes,
políticos y Militares?
15.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de acción,
omisión y de comisión por omisión?
16.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos simples,
complejos y conexos?
17.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos
instantáneos y permanentes?
18.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de acción
pública y de acción privada?
19.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos doloso o
intencional, culposo y preterintencional?
20.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos formales o
de mera conducta y materiales o de resultado?
21.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de daño y
de peligro?
22.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de daño y
de peligro?
23.¿Cómo se clasifican los delitos de peligro?
24.¿En qué consisten los delitos comunes y especiales?
25.¿En qué consisten los delitos flagrantes?
26.¿En qué consisten los delitos individuales y colectivos?
27.¿Cuáles son los delitos principales y accesorios?
28.¿En qué consisten los delitos denominados tipos y
circunstanciados?
29.¿En qué consisten los delitos de fraude y de violencia?
30.¿En qué consisten los delitos de sujeto activo indiferente y de
sujeto activo calificado?
31.¿En qué consiste los delitos de sujeto pasivo indiferente y de
sujeto pasivo calificado?
LA ACCIÓN

Tema 6: LA ACCIÓN. El concepto de acción. Teorías. La omisión. Delitos


de comisión por omisión. El resultado. Estructura. Teorías sobre la
relación causal. La ausencia de acción.

LA ACCIÓN: Constituye el primer elemento que integra la teoría analítica


del delito. Para el maestro Jiménez de Asúa, es posible emplear la
palabra acto como sinónimo de acción, en cambio que el empleo de la
palabra “hecho”, sustrae un concepto más amplio y en consecuencia
más ambiguo, ya que un hecho puede ubicarse en todo acto acaecido en
la vida social, procedente del accionar humano o bien del mundo de la
naturaleza. En cambio que la utilización de la palabra acto, supone
eficientemente, la existencia de la voluntad humana que lo ejecuta.
De esta forma dentro del contexto estudiado, puede definirse la palabra
acto, como la manifestación de voluntad, que mediante una acción u
omisión, es capaz de producir un cambio significativo en el mundo
jurídico que determina la sociedad, o que por no hacer la acción que se
espera, deja en suspenso un deber que la sociedad aguarda en procura
de una obligación impuesta.
EL CONCEPTO DE ACCIÓN
Según Muñoz Conde, la acción es todo comportamiento dependiente de
la voluntad humana. Solo el acto voluntario puede ser penalmente
relevante y la voluntad implica siempre una finalidad consiente y
decidida. Ello implica, que no puede constituir acción el mero
pensamiento y la simple disposición de ánimo, ni la mera resolución
delictiva que no se traduzca en actos exteriores. De ahí que el accionar
humano, regido por la voluntad consiente del autor, materialice los
resultados que determinan la activación del poder punitivo del Estado y
desencadenan las consecuencias jurídicas de carácter penal.
Para Ignacio Berdugo, el comportamiento humano se divide en acción u
omisión, por ello el sistema moderno de delito se estructura sobre la
base del análisis de estos dos elementos, que en sí mismo constituyen
un concepto ontológico y por tanto prejurídico.
En Venezuela, la búsqueda de una definición jurídica, encuentra
obstáculo en la falta de definición del concepto de acción u omisión, ya
que el Código Penal no proporciona una enunciación expresa de estos
términos. Pero el caso venezolano no constituye una situación aislada,
ya que la mayoría de los códigos penales en el derecho comparado, no
proporcionan ninguna definición de acción u omisión.
Sin embargo, el Código Penal venezolano orienta en su normativa,
cuando una omisión o una acción es delito. Por lo tanto, al ser la acción
u omisión un elemento esencial para el análisis que pretende la teoría
del delito, es preciso que se entienda con suma claridad ese concepto.
La doctrina y la jurisprudencia han tratado en consecuencia de aclarar el
punto, este interés se explica porque el primer elemento del delito es la
acción o la omisión. Es así, como desde el análisis causalista planteado
por Von Listz, el delito se ha definido a partir de una acción o una
omisión, evolucionando hasta la concepción actual, la cual le atribuye
una serie de funciones específicas, que matizan la dogmática que
caracteriza el análisis de los elementos del tipo, dentro de la teoría de la
imputación objetiva:
Función clasificadora o de elemento básico: la acción u omisión sirve de
base para determinar la naturaleza del delito. De esto se deriva la
necesidad, de encontrar en la construcción del tipo penal, un concepto
de acción u omisión suficientemente amplio que permita abarcar
eficientemente el comportamiento humano que sea penalmente
relevante. Que sea capaz de abarcar acción, omisión, comportamientos
dolosos, imprudentes, y todas las combinaciones de éstos.
Función de conexión o de enlace: Es decir, que la construcción del tipo
penal, tiene que integrar de forma armónica, todo su contenido para
establecer el concepto que de forma sistemática, enlace las distintas
categorías de acción u omisión.
TEORÍAS:

El desarrollo epistémico del concepto de acción a través de los tiempo,


ha ido evolucionando progresivamente, la ciencia del Derecho Penal ha
hecho especial énfasis en su contenido, en consideración de que este es
el elemento inicial o de partida en la relación criminal, por lo cual ha
puesto especial interés para determinar su composición y naturaleza.
Inicialmente en la dogmática causalista, se considera que la acción es el
simple movimiento corporal capaz de generar un resultado.
En la dogmática positivista alemana del siglo XIX, la acción cobro
importancia en los análisis dogmáticos de importantes autores como
Von Lizt, Beling y Radbruch, entre otros.
Concepto causalista de acción: Este concepto de acción fue elaborado
por Von Listz a fines del Siglo XIX, en su obra “Lehrbuch des Deutschen”.
Establece, que la acción en el delito, es parte del comportamiento
humano y está dirigida por su voluntad, lo cual por consecuencia o libre
albedrío, causa una modificación del mundo jurídico exterior.
Esto lleva a que la acción, se define como un comportamiento humano,
impulsado por su voluntad consiente y decidida, que lleva a una
modificación jurídica del mundo exterior. Por lo tanto, en el concepto de
acción de Von Listz, se distingue tres elementos diferenciados:
1. Una acción humana, movida por la voluntad consiente y decidida
de un agente.
2. Una modificación jurídica del mundo exterior.
3. Un tercer elemento que vincula la acción y el resultado que es la
relación de causalidad.
Este concepto distingue que la acción causal es producto de la voluntad
causal, es decir, la acción es consecuencia directa e inmediata del
impulso que motiva la voluntad. Esto quiere decir que para Von Listz, lo
que desencadena el curso causal es la voluntad. En dicho
planteamiento, no se observa interés alguno para determinar, cuál es el
contenido de esa voluntad o que la acción sea deseada o no.
Hay otros autores, que razonando en base a esta corriente causalista, de
igual forma desarrollan este concepto, como Belling y Mezger.
Para Belling, la acción pone de manifiesto que lo que quería el sujeto es
irrelevante, lo importante es el resultado que alcanza con su acción,
para constatar si hay o no acción da igual lo que pretendiera el agente,
ya que el contenido de la voluntad se analiza junto con la culpabilidad,
no en la determinación de la acción.
De igual forma, Mezger señala, que sólo interesa conocer que es lo que
se ha causado, que es lo que ha producido el agente. Es decir, la
identificación y cuantificación de la modificación del mundo exterior,
que en consecuencia es donde se deriva el delito.
Al concepto causalista de acción, se le critica por no ser lo
suficientemente amplio para abarcar la gran gama de comportamientos
humanos relevantes para el Derecho penal. Se afirma, que no es capaz
de abarcar el concepto de omisión, es así como esta teoría, respecto a la
omisión, no podría establecer un nexo válido de causalidad. En
consecuencia, la omisión no produciría ningún efecto jurídico, al no
poder establecerse ningún nexo causal.
Concepto finalista de acción. Esta teoría fue formulada inicialmente por
Welzel en 1931, y ha sido desarrollada por muchos autores dentro de
los cuales se encuentran algunos de sus discípulos tales como:
Kaufmann, Maura o Stratenwerth. Esta teoría sostiene, que todo
desempeño del hombre en su entorno social, se estructura sobre la
actividad final. Los miembros de la sociedad pueden actuar conscientes
del fin, es decir, proponerse fines, elegir los medios requeridos para su
obtención y ponerlos en movimiento, con plena conciencia del objetivo
final perseguido. Dentro del paradigma finalista, esta actividad final, es
lo que se conoce como acción, el cual se estructura sobre las siguientes
teorías:
a. Teoría de la acción sintomática:
b. Teoría de la acción dependiente de la imputabilidad, de la
antijuridicidad o del tipo:
c. Teoría de la acción que excluye la omisión:
d. Teoría de la acción acromática:

Teoría de la acción sintomática: Dentro de esta teoría, cuando el ser


humano es corporalmente causal, ello es, que es incapaz de dominar su
movimiento, y en consecuencia, el resultado material obtenido a través
de sus actos, sea porque obre como simple masa mecánica, por
ejemplo: al ser empujado por otra persona o porque ejecute
movimientos reflejos, el resultado jurídico de dicho accionar, queda
excluido del ámbito de persecución de las normas del Derecho penal.
La exigencia de la voluntariedad de la conducta humana es un
presupuesto esencial del juicio jurídico penal. Voluntariedad es la
posibilidad de dominio de la actividad o pasividad corporal humana.
El objeto de las normas penales es la conducta humana, esto es, la
actividad o pasividad corporal del hombre sometida a la capacidad de
dirección final de la voluntad. Esta conducta puede ser una acción, el
ejercicio efectivo de actividad final, o la omisión de una acción, es decir,
el no ejercicio de una actividad final posible.
Teoría de la acción dependiente de la imputabilidad, de la
antijuridicidad o del tipo: La tesis de partida del concepto finalista de
acción, está centrada en determinar si el legislador empleó en la
construcción de la norma, lo que estos autores han denominado: “las
estructuras lógico-objetivas”, que son formas gramaticales propias
dependiente de la imputabilidad, de la antijuridicidad y que inciden en
el análisis de culpabilidad, regulando así las formas de acción u omisión
en el tipo penal.
Entre estas estructuras lógico-objetivas está precisamente la acción que
tiene una estructura finalista, por lo cual afirma, que “la acción humana
es finalista”, de manera que tenemos que tener presente que si el
legislador no toma en cuenta estas estructuras lógico-objetivas éste se
estará apartando de la propia naturaleza de las cosas y en consecuencia
serían errónea la formulación normativa que haga.
c. Teoría de la acción que excluye la omisión:
d. Teoría de la acción acromática

Welzel pretende conectar el Derecho penal y la ciencia. Para Welzel la


acción humana es el ejercicio de una actividad finalista. El carácter
finalista de la acción se basa en que el ser humano se considera como
racional capaz de asignarse fines, y de conducir su actividad gracias al
conocimiento que tiene de los cursos causales hacia la consecución de
ese fin que se ha asignado, de manera que lo esencial para el concepto
finalista de acción es el contenido de la voluntad. De manera que es una
actividad consciente querida en todo su contenido.
Desde el punto de vista del finalismo la acción persigue un fin que es lo
que interesa. Para el causalismo el resultado no es necesariamente lo
que buscaba el sujeto, el resultado es fruto de una constatación de
causas, y una de estas causas es la acción humana.
La acción causal es ciega (porque el contenido de la voluntad no
importa), en cambio la acción finalista es vidente (porque es dirigida por
una voluntad consciente).
El contenido de la voluntad es absolutamente relevante, además ese
contenido de la voluntad pertenece a la acción
Desde el punto de vista finalista pertenecen a la acción todos los
elementos que estén abarcados por la voluntad de realización que es
sinónimo de voluntad. Elementos de la acción:
1. El fin perseguido por el sujeto
2. Aquellas consecuencias que no eran del fin del autor, pero que
estaban necesariamente unidas a la consecución del fin.
3. Aquellas consecuencias previstas por el autor como posibles en
con realización contaba. (CONSTATAR ESTE 3ª ELEMENTO)
La crítica básica al concepto finalista de acción es que es un concepto
muy adecuado para explicar el comportamiento humano que está en
la base de los delitos dolosos, pero adecuando para explicar la base
que está en los delitos imprudentes.

En el delito doloso el resultado está abarcado por la voluntad de


realización del sujeto, y éste es o bien el fin que pretendía o bien una
consecuencia asociada a ese fin.

No ocurre así con los comportamientos imprudentes porque el


resultado se produce de una manera causal, es decir, el
comportamiento es la causa del delito imprudente, pero no abarca la
voluntad del sujeto, y esto no se consigue explicar con el concepto
finalista de acción.

Hay que tener en cuenta que dentro de los delitos imprudentes


podemos hablar de dos tipos de imprudencia:

Consciente. El sujeto prevé una consecuencia, pero confía que el


resultado no se produzca. Por ejemplo el que conduce a mucha
velocidad por ciudad confía en no matar, pero sabe que puede pasar.

Inconsciente. El sujeto no prevé una consecuencia, y por eso


difícilmente se puede abarcar por el concepto finalista de acción. A
diferencia del la consciente el sujeto ni siquiera prevé la consecuencia,
y lo que le reprocha el derecho es que tendría que haberla previsto.
Para intentar salvar esta objeción Welzel reelabora su concepto de
acción y dice que también en los comportamientos imprudentes hay
una acción finalista real, porque en los delitos imprudentes esa acción
finalista está presente aunque lo que nos interesa de ella no es lo que
perseguía, sino el modo en que se realiza. Es decir, que se realiza de
una manera desmedida.

El resultado es consecuencia del modo en que se ha realizado esa


actividad finalista.

Según Welzel la finalidad en un delito imprudente es irrelevante para


el Derecho penal. Con esta reformulación se consigue salvar el
problema de la imprudencia del concepto finalista de acción.

En contra se critica que a pesar de que se salve, se llega en relación con


los delitos imprudentes al mismo concepto causal de acción. Además
se le reprocha que en relación a los delitos imprudentes la relación de
causalidad y el resultado no forman parte de la acción porque no están
abarcados por la voluntad de realización, y la relación de causalidad
tampoco.

En cualquier tanto caso el resultado como la relación de causalidad en


delitos imprudentes sí forman parte del tipo de lo injusto, no de la
acción. Es decir, la acción para Welzel es un concepto ontológico en los
delitos dolosos, pero la acción en delitos imprudentes no son
ontológicos.

Llegamos a la conclusión que el concepto finalista de acción no es tan


ontológico como pensaba Welzel. Es decir, incluye elementos
normativos (elemento relevantes para el Derecho penal). También
llegamos a la conclusión que de cara a los delitos imprudentes no hay
más remedio que normativizarlos, es decir, incluirles elementos
normativos.

A favor del concepto finalista de acción, respecto a la crítica que dice


que se equipara la acción causalista con la finalista, cabe replicar a esta
crítica diciendo que en realidad el contenido de la voluntad no es
totalmente irrelevante para el finalismo para los delitos imprudentes.

Otro problema que plantea el concepto finalista de acción es que no es


suficiente para abarcar la omisión, porque en ella falta la finalidad y la
causalidad. Eso lleva a que desde el punto de vista finalista se
responda que la acción y la omisión sí tiene para el finalismo una nota
en común, y esa nota es la capacidad de acción, es decir, que en una
acción hay capacidad de acción hasta el punto de que si no hay esa
capacidad de acción la omisión no es relevante.

Podemos definir la omisión desde el punto de vista finalista como la


acción con capacidad concreta de acción. Esto lleva a poder afirmar
que la conducta se puede definir desde el punto de vista del finalismo
como la actividad o pasividad comprendida dentro de la capacidad de
dirección finalista de la acción (lo que el sujeto podría haber dirigido a
un fin, pero que no lo ha hecho).

A partir de este punto hay autores que llegan a la conclusión que ni el


concepto finalista ni el concepto causalista son válidos porque ninguno
de los dos cubren lo que tendrían que cubrir, y buscan otras vías por lo
que surgen nuevas corrientes. Hay autores que abandonan el plano
ontológico del ser el intentan formular un concepto normativo de
acción, es decir, qué acciones son relevantes para el Derecho penal.
Surge por tanto el concepto social de acción que también se llamó
concepto finalista-objetivo, porque pretenden seguir el mismo camino
que el finalismo prescindiendo del causalismo, y además se intenta no
estar vinculado al contenido de la voluntad.

Este concepto finalista-objetivo surge después de otros intentos


también abarcables por el concepto social de acción. En esos primeros
conceptos sociales de acción hay que citar a Schmist, Englich y
Maihofer, que destacan porque pretenden prescindir completamente
del concepto subjetivo.

Estos primeros conceptos sociales de acción para saber lo que es


acción habría que ir tipo por tipo comprobando cuáles son los
comportamientos relevantes. Todos estos conceptos tienen en común
que definen la acción como un comportamiento socialmente
relevante, lo que añade nada. Además para saber lo que es
socialmente relevante hay que ver si encajan en cada tipo
correspondiente.

Tras esos fracasos del concepto de acción puramente objetivo,


Jescheck pretende mantener un aspecto subjetivo y propone un
concepto final objetivo.

Para Jescheck la acción en los hechos dolosos se define igual que en el


finalismo. En los delitos imprudentes y omisiones el tipo básico es la
posibilidad de finalidad.

Este autor define la acción como una respuesta humana antes una
exigencia social que el sujeto reconoce o puede reconocer.
Pero hay autores que sí introducen dentro del concepto de acción la
relevancia social del comportamiento, aunque, en realidad mantienen
un concepto causal o final de acción porque en realidad no son
partidarios del concepto social (Jiménez de Assua y Mir Puig).

Solamente hay una excepción: Rodríguez Mourullo, que sí que


mantiene un concepto social de acción de Wessels que dice que la
acción es una conducta socialmente relevante dominada por la
voluntad o dominable.

Crítica al concepto social de acción.

En primer lugar cabe decir que no se trata de un concepto


valorativamente neutral porque es un concepto que incluye ya la
previsibilidad objetiva.

Además no es un concepto particularmente adecuado para cumplir la


función de elemento básico, porque decir un comportamiento
socialmente relevante es muy abstracto, con lo que no puede cumplir
la primera finalidad del concepto de acción.

Autores como Roxín dicen que acción es un “elemento estético”


porque:

O bien nos dan conceptos de acción vacíos de contenido.

O porque nos hace ir tipo por tipo para ver si la acción corresponde a
algún tipo.
Eso lleva a que otros autores opten por elaborar un concepto
normativo de acción.

Roxín define la acción como una conducta personalmente imputable.


Ese concepto tan amplio lo concreta posteriormente Roxín recurriendo
a criterios de imputación de la acción y del resultado. Por ejemplo a
través del criterio de la disminución del daño.

Posteriormente Roxín cambia el criterio de acción diciendo que acción


es toda manifestación de la personalidad. Lo que intenta restringir
luego a través de criterio de imputación de la acción y el resultado.

Esto ha recibido críticas porque adelantan categorías que vienen


después, fundamentalmente contenidos del tipo.

Otro concepto importante es el de Jakobs, que define la acción como


la causación de un resultado evitable por el sujeto. Este concepto
tampoco resulta válido, ya que prejuzga la culpabilidad, y por tanto
tampoco es valorativamente neutral.

La segunda corriente o vía posterior al finalismo estaría integrada por


esos autores que consideran que no hay uno, sino dos conceptos como
elementos bases del tipo: acción y omisión.

Entre estos autores se encuentra Cerezo Mir, que cosidera que esos
dos conceptos pueden cumplir una función de base, enlace y límite.
Todo este problema de tratar de buscar un solo concepto fue fruto de
un planteamiento exagerado, fundamentalmente porque el Código
penal alemán ha hablado siempre de la acción y no de la omisión. Eso
llevó a doctrina alemana a la búsqueda de un solo concepto, y la
doctrina alemana arrastró a la demás.

Cerezo es un autor finalista, pero llega a la conclusión de que no hace


falta un solo concepto.

Concepto de acción y omisión adoptado.

Vamos a partir del finalismo. El concepto finalista de acción es un


concepto que explica los delitos dolosos mejor que ningún otro
concepto porque atiende al contenido de la voluntad. También nos
sirve para explicar los delitos imprudentes.

De cara a la omisión tampoco hay problema porque podemos ______


con dos conceptos, el de acción y el de omisión. Definimos omisión
como la acción con capacidad concreta de acción. (FALTA PALABRA)

Otra ventaja es que permite partir de un concepto del ser humano


como un ser responsable que persigue unos fines y es capaz de
conseguirlo.

Cerezo reconoce que el concepto de acción de Welzel no es tan


ontológico. El problema es que es un concepto que adelanta el dolo,
porque en relación con los delitos imprudentes sólo nos interesa el
modo en que se desarrolla la acción.
Vamos a mantener el concepto finalista de acción, pero admitiendo
que debe tener una base normativa.

LA OMISIÓN.
DELITOS DE COMISIÓN POR OMISIÓN.
EL RESULTADO.
ESTRUCTURA.
TEORÍAS SOBRE LA RELACIÓN CAUSAL.
LA AUSENCIA DE ACCIÓN.
LA TIPICIDAD

Tema 7: LA TIPICIDAD. Concepto de tipicidad. El injusto típico.


Estructura del tipo penal. Especies de los tipos penales. Función de la
tipicidad. La atipicidad.

Concepto de tipicidad: En principio, podríamos afirmar que la tipicidad


es una consecuencia directa e inmediata del principio de legalidad
penal, ya que sólo por medio de la descripción de las conductas
prohibidas en los tipos penales, se cumple el principio “nullum crimen
sine lege”, al que ya antes hemos aludido como el principio vinculante
para el concepto jurídico formal de delito; pero también del principio de
intervención mínima, por cuanto, en principio, sólo se tipifican los
ataques verdaderamente graves a los bienes jurídicos más importantes
para la sociedad.
Según Muñoz Conde (2010): La tipicidad es, la adecuación de un hecho
cometido a la descripción que de ese hecho se hace en la ley penal.
De ello se infiere, que la tipicidad es el resultado de un juicio u
operación mental llevada a cabo por el intérprete de la ley o el juez, que
permite determinar que la conducta objeto de examen coincide con la
descripción abstracta contenida en la ley penal.
Por el contrario, si realizado dicho procedimiento y surge que el
resultado es negativo, porque el comportamiento en cuestión analizado
no se adecua al respectivo tipo delictivo en la ley, se dirá que estamos
en presencia de la atipicidad.
Por ende, la conducta será típica o atípica según se subsuma o no en la
especifica descripción abstracta del tipo penal que se haga en la ley.

El injusto típico.
Estructura del tipo penal.
ESTRUCTURA BÁSICA DEL TIPO PENAL
Núcleo Rector: representa el marco general en donde se agrupan las
distintas modalidades de un mismo tipo penal.
El legislador establece categorías dentro de las cuales agrupa de forma
sistemática un conjunto de topos penales, que de forma peculiar,
establece condiciones variadas de punibilidad, el conjunto general
encierra en sí mismo la categoría que los agrupa, por ejemplo: robar,
matar, hurtar, violar entre otros.
Verbo que dirige la acción del tipo penal: se encuentra dentro de la
construcción típica, se subsume dentro de la acción humana. El
legislador puede establecer para un tipo penal un único verbo de acción,
o bien puede de forma alternativa enumerar un conjunto de ellos, por
ejemplo: “quien oculte, trafique, comercie, distribuya, modifique….”.
Sujeto activo del delito: Es la persona física, la persona natural, el
individuo de la especie humana, el hombre que comete el delito. Sólo
las personas físicas pueden ser sujetos activos de delito. No pueden
serlo las personas jurídicas, por cuanto falta en ellas la conciencia y
voluntad que constituyen la base de la imputabilidad y por lo tanto la
base de la responsabilidad penal.
Sin embargo en las modernas teorías de responsabilidad de las personas
jurídica, se establece por delegación la responsabilidad de ellas en los
dueños o administradores.
Sujeto pasivo del delito: Es el titular del bien jurídico destruido,
lesionado o puesto en peligro mediante la comisión de un delito. Por lo
regular, es una persona física o natural, pero también puede ser una
persona jurídica, como por Ejemplo, el hurto cometido contra el
patrimonio de una persona jurídica. Los animales no pueden ser sujeto
pasivo de delito, sólo pueden ser objetos materiales de delito.
Objeto material del delito: Es la persona o cosa sobre la cual recae la
actividad del delincuente. Por Ejemplo, cuando una cosa ha sido
destruida, cuando una persona ha sido lesionada, entre otros. En ciertos
casos pueden coincidir en la misma persona física las cualidades de
sujeto pasivo y objeto material del delito. Por Ejemplo, el delito de
lesiones personales, en el cual la persona lesionada es al mismo tiempo
sujeto pasivo y objeto material del delito.
Objeto jurídico del delito: Es el bien jurídico destruido, lesionado,
perjudicado o tan siquiera puesto en peligro mediante la perpetración
de un delito, Por Ejemplo, el derecho a la propiedad, a la vida, a la
libertad personal, al libre tránsito, entre otros. En el delito de homicidio
el bien jurídico corresponde a la vida humana; en el delito de lesiones
personales el bien jurídico corresponde a la integridad personal o física
que es el bien jurídico ofendido.
ESTRUCTURA COMPLEMENTARIA:
Está constituida sobre un conjunto de situaciones que de forma
incidental expone el legislador en los tipos penales para establecer
condiciones especiales de: modo, tiempo, lugar entre otras. Por
ejemplo: la nocturnidad es una condición de tiempo, mediante
escalamiento, es un una modalidad, también es una modalidad el
empleo de astucia o medios electrónicos, una condición de lugar puede
ser: en cementerios, templos, oficinas públicas entre otras.
DISTINCIÓN ENTRE DELITOS Y FALTAS:
Según el aparte único del artículo 1º del Código Penal Venezolano, los
hechos punibles se dividen en: delitos y faltas. En algunos países, como
Francia, se acoge en el Código Penal la división tripartita: crímenes,
delitos y contravenciones. En Venezuela, en cambio, se acoge la
bipartición, que es la distinción en delitos y faltas.
Nos preguntamos qué diferencias existen entre delitos y faltas? Algunos
autores sostienen que existen diferencias cualitativas, esenciales,
ontológicas, de naturaleza, que radican en que los delitos violan u
ofenden un derecho subjetivo, en tanto que las faltas violan el derecho
objetivo. Este criterio de distinción fracasa porque el acto que viola un
derecho subjetivo, automáticamente viola el derecho objetivo que
otorga a una persona un derecho subjetivo.
Grandes discusiones se han suscitado en la doctrina para establecer las
diferencias entre delitos y faltas. Se ha dicho que los delitos ofenden la
seguridad del individuo y de la sociedad y que constituyen hechos
reprochables y que las faltas violan tan sólo leyes destinadas a promover
el bien público; que los delitos ofenden condiciones primarias,
esenciales, permanentes de la vida social, y las faltas condiciones
secundarias, accesorias contingentes; que los delitos son infracciones
dolosas o culposas y que en las faltas basta la mera voluntariedad de la
acción o de la omisión; que los delitos producen una lesión jurídica, y las
faltas aun pudiendo ser hechos inocuos en sí mismos, representan un
peligro para la tranquilidad pública o el derecho ajeno, de manera que el
precepto de la ley en los delitos diría, no matar, en tanto que en las
faltas diría, no hacer nada que pueda exponer a peligro la vida ajena.
La crítica a estos criterios, han llevado a la doctrina y a muchas
legislaciones, a conformarse con razones cualitativas de distinción entre
los delitos y las faltas estableciéndolos en la mayor o menor
gravedad del hecho punible por el tipo de pena.
Al respecto, en Venezuela no existe problema alguno para diferenciar
los delitos de las faltas, pues los delitos están previstos en el Libro II del
Código Penal y las faltas en el Libro III del mismo Código Penal.
De esta distinción de tipo estructural se derivan Importantes
consecuencias jurídicas:
1. La extradición se concede por delitos y no por faltas.
2. El delito se castiga no sólo cuando se comete, sino cuando queda
en grado de tentativa o en grado de frustración, siempre que
admita, por su naturaleza misma, la tentativa o la frustración. Las
faltas se castigan cuando se consuman realmente.
3. En cuanto al orden procesal tanto los delitos como las faltas se
castigan, de conformidad con las previsiones del Código Orgánico
Procesal Penal.
Especies de los tipos penales.
CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS EN LA LEGISLACIÓN VENEZOLANA
Delitos Comunes, Políticos, Sociales y Militares.
1.- Delitos Comunes: Son aquellos que ofenden o lesionan bienes
jurídicos individuales. Por ejemplo: la violación, el hurto, el robo, el
homicidio, la estafa entre otros.
2.- DELITOS POLÍTICOS: Puros son los cometidos contra el orden
establecido en el Estado. El orden político es el conjunto de mecanismos
que son necesarios para el correcto desarrollo del Estado. Por ejemplo:
la rebelión. Al lado de los delitos políticos puros, están las infracciones
conexas con el delito político, que son en realidad delitos comunes, pero
estrechamente relacionados con un delito político puro, y esa
vinculación les da un matiz político. Ejemplo: un robo, que es un delito
común, se convierte en delito político conexo, si se cometiere con un fin
político, como sería preparar una rebelión (robo de armas).
3.- DELITOS SOCIALES: Son los cometidos contra el régimen económico-
social establecido en una comunidad organizada. Esta denominación de
delitos sociales es artificial y ha sido creada para impedir que los
terroristas sean amparados por el trato de favor que, en materia de
extradición, protege a los delincuentes políticos. Ejemplo: el terrorismo,
delito por el cual si se concede la extradición de extranjeros.
4.- DELITOS MILITARES: Son aquellos que están constituidos por
infracciones o violaciones del orden, disciplina o deberes militares. No
están tipificados en el Código Penal, sino en el Código Orgánico de
Justicia Militar y quienes los cometen serán juzgados por los Tribunales
de Justicia Militar, según lo previsto en el citado Código. Por ejemplo: la
deserción, el ataque al centinela, entre otros.
Delitos de Acción, Omisión y de Comisión por Omisión.
1.- DELITOS DE ACCIÓN: Se cometen haciendo algo que la Ley Penal
prohíbe en forma implícita, en ellos el resultado antijurídico se produce
por una conducta positiva, haciendo algo que el precepto de ley
prohíbe. Ejemplo: matar a una persona, robar, hurtar, violar, entre
otros.
2.- DELITOS DE OMISIÓN: Se consuman cuando el resultado antijurídico
se produce como consecuencia de una conducta negativa, abstención
del sujeto activo, cuando deja de hacer algo que el precepto de ley
ordena. Por ejemplo: el tipificado en el artículo 207 del Código Penal,
cuando el funcionario público en el ejercicio de sus funciones, tiene
conocimiento de la comisión de un delito que debe ser castigado de
oficio, omite denunciar o dar parte a la autoridad competente.
3.- DELITOS DE COMISIÓN POR OMISIÓN: Son verdaderos delitos de
comisión, cuyo resultado antijurídico se produce por una omisión y que
entran en la categoría de los delitos de resultado, cuya noción
analizaremos más adelante. Por ejemplo: la madre que no suministra a
su hijo alimento y le causa la muerte. La madre viola un precepto de ley
negativo, por ello se habla de omisión, que es el medio para lograr el
resultado.
Delitos Simples, Complejos y Conexos.
1.- DELITOS SIMPLES: Son aquellos que ofenden o violan un solo
derecho o bien jurídico. Por ejemplo: el homicidio, el cual destruye el
bien jurídico de la vida.
2.- DELITOS COMPLEJOS O PLURIOFENSIVO: Son aquellos que ofenden
o violan varios derechos o bienes jurídicos. Por ejemplo: la seducción
con promesa matrimonial, que ofende o ataca, en primer lugar, la
libertad sexual de entregarse a quién ella elija, y en segundo lugar, ataca
el bien jurídico del pudor, de la honestidad.
3.- DELITOS CONEXOS: Son los que están tan íntimamente vinculados,
que los unos son consecuencia de los otros. Por ejemplo: el caso de una
persona que roba y luego, al enterarse que un individuo ha presenciado
el hecho, da muerte a ese testigo accidental, para evitar que éste lo
descubra. Sin duda que el robo inicial y el homicidio perpetrado para
encubrir el robo, son delitos conexos.
Delitos Instantáneos y Permanentes.
1.- DELITOS INSTANTÁNEOS: Son aquellos en los que la acción termina
en el mismo instante en que el delito queda consumado. Por ejemplo: el
homicidio es instantáneo, puesto que la acción del ejecutor termina con
la vida del sujeto pasivo o víctima.
2.- DELITOS PERMANENTES: Son aquellos en los que el proceso
ejecutivo perdura en el tiempo. Por ejemplo: el secuestro es un delito
permanente, porque el proceso ejecutivo, dura todo el tiempo que el
secuestrado permanezca privado de su libertad por decisión del
secuestrador.
La distinción entre estos dos tipos de delito es importante en la práctica
en lo que se refiere al cómputo del lapso de prescripción de la acción
penal. En principio, el lapso de prescripción de la acción penal en los
delitos instantáneos, comienza a correr a partir del momento en que se
perpetra el delito, en tanto que, en los delitos permanentes, dicho lapso
corre desde que cesa la ejecución del delito. En el homicidio, desde el
momento que muere el sujeto pasivo; en el secuestro, no corre sino
desde que la persona secuestrada recobra su libertad.
Delitos de Acción Pública y de Acción Privada.
1.- DELITOS DE ACCIÓN PÚBLICA: Son aquellos en los cuales el
enjuiciamiento del sujeto activo es, del todo, independiente de la
voluntad de la persona agraviada. El sujeto activo debe ser enjuiciado,
aun cuando la parte agraviada no manifieste voluntad de que así sea.
Por ejemplo: el homicidio, es un delito de acción pública en todas sus
clases. Al perpetrarse un homicidio, el Estado debe enjuiciar al sujeto
activo, con absoluta prescindencia de la voluntad de la parte agraviada,
en este caso, de los parientes de la víctima.
2.- DELITOS DE ACCIÓN PRIVADA: Son aquellos en los cuales el
enjuiciamiento del sujeto activo está subordinado al enjuiciamiento de
la parte agraviada o de sus representantes legales. Sólo pueden
enjuiciarse por acusación. Por ejemplo: el delito de difamación e injuria.
La parte agraviada tiene la titularidad y la disponibilidad de la acción
penal. Para que el perdón surta efectos jurídicos se requiere la
aceptación del acusado. En algunos casos cuando el delito de acción
privada es cometido en determinadas circunstancias se convierte en
delito de acción pública, como por ejemplo: la violación, cuando se
comete en algún sitio público o expuesto a la vista del público, o cuando
la víctima se trata de un niño o adolescente.
Delito Doloso o Intencional, Culposo y Preterintencional.
1.- DELITOS DOLOSOS O INTENCIONALES: Son aquellos en los cuales el
resultado antijurídico coincide con la intención delictiva del agente Por
ejemplo: en el homicidio, el agente quiere matar y en efecto mata.
2.- DELITOS CULPOSOS: Son aquellos en los cuales el agente no se
propone cometer delito alguno, sino que el acto delictivo ocurre por
negligencia, imprudencia, impericia en su profesión, arte o industria o
por inobservancia de los reglamentos, ordenes o instrucciones. Por
ejemplo: los accidentes de tránsito, en cualquiera de las circunstancias
descritas.
3.- DELITOS PRETERINTENCIONALES O ULTRAINTENCIONALES: Son
aquellos en los cuales el resultado antijurídico excede a la intención
delictiva del agente. Por ejemplo: una persona quiere lesionar a otra y la
empuja, ésta cae, se fractura el cráneo y muere. Esta persona no quería
causar la muerte de la otra persona, pero la mató, en este caso ocurre
un homicidio preterintencional.
Delitos Formales o de mera conducta y materiales o de resultado.
1.- DELITOS FORMALES O DE MERA CONDUCTA: Son aquellos que se
perfeccionan con una simple acción u omisión. Basta la conducta y con
ella sola se tiene el daño o peligro en que consiste esencialmente el
peligro. Por ejemplo: la difamación o injuria.
2.- DELITOS MATERIALES O DE RESULTADO: Son aquellos que se
perfeccionan con el resultado o efecto material que se persigue. Por
ejemplo: el homicidio sólo se consuma cuando se produce la muerte de
la persona contra quién se dirigió la acción.
Delitos de Daño y de Peligro.
1.- DELITOS DE DAÑO: Son los que ocasionan una lesión material en
bienes o intereses jurídicamente protegidos. Por ejemplo: el hurto, el
robo, entre otros.
2.- DELITOS DE PELIGRO: Son los que, sin ocasionar lesiones materiales,
crean una situación de peligro, una probabilidad – no simplemente una
posibilidad – de que se produzca un daño. Lo probable está más cerca
de que se produzca el daño: un hecho es probable cuando el número de
posibilidades de que ocurra es superior al de las posibilidades de que no
ocurra.
Los delitos de peligro se clasifican:
a) Delitos de Peligro Común: Son los que ponen en peligro un número
indeterminado de personas, como por ejemplo: el envenenamiento de
aguas, porque se expone a todas las personas que usen esas aguas, a
sufrir una enfermedad física a causa del efecto del envenenamiento e
incluso a la muerte.
b) Delitos de Peligro Individual: Son los que ponen en peligro a una
persona individualizada. Por ejemplo: el abandono de niños: la persona
que abandona un niño, comete un delito de peligro individual, como
que sólo ha puesto en peligro, la vida o al menos la salud del pequeño
abandonado.
Delitos Comunes y Especiales.
1.- DELITOS COMUNES: Son por oposición a los especiales, los previstos
en el Código Penal, que es la Ley penal fundamental, aunque no la única.
Por ejemplo: el homicidio, el robo, el hurto, la violación, entre otros.
2.- DELITOS ESPECIALES: Son los consagrados en las leyes especiales en
sentido propio e impropio. Por ejemplo: el tráfico de estupefacientes,
los delitos ambientales, el contrabando, el cheque sin provisión de
fondos, entre otros.
Delitos Flagrantes y No Flagrantes.
1.- DELITOS FLAGRANTES: Cuando el agente que acaba de cometerlo se
ve perseguido por la autoridad o por el clamor público; o cuando es
sorprendido mientras lo está cometiendo, o poco después de haberlo
perpetrado, en el mismo lugar de la comisión o cerca de él. Por ejemplo:
la persona que es detenida en la comisión de un robo.
2.- DELITOS NO FLAGRANTES: Cuando no se dan ninguna de las
hipótesis anteriores. Por ejemplo: la estafa, cuando se detiene a la
persona con posterioridad a la comisión del hecho.
Delitos Individuales y Colectivos.
1.- DELITOS INDIVIDUALES: Son los que pueden ser perpetrados por una
sola persona física e imputable. Por ejemplo: el homicidio, el robo, el
hurto, entre otros.
2.- DELITOS COLECTIVOS: Son aquellos que no pueden se cometidos
jamás por una sola persona física e imputable, sino que tienen que ser
cometidos necesariamente por dos o más personas físicas e imputables.
Por ejemplo: el agavillamiento, la riña tumultuaria, entre otros.
Delitos Principales y Accesorios.
1.- DELITOS PRINCIPALES: Son aquellos cuyo contenido se manifiesta
con independencia de toda otra forma delictiva. Para su existencia
jurídica no necesitan apoyarse en la consumación previa de otro delito.
Por ejemplo: el homicidio.
2.- DELITOS ACCESORIOS: Son los que requieren como condición
indispensable para su existencia, el haber cometido previamente otro
delito. Por ejemplo: el encubrimiento, el cual no se puede cometer si
antes no se ha cometido el delito que se va a encubrir.
Delitos Tipos y Circunstanciados.
1.- DELITOS TIPOS: Son los que se presentan en su solo modelo legal,
básico, que sólo contienen los elementos esenciales del delito y nada
más. Por ejemplo: el homicidio intencional simple. Se trata que una
persona que intencionalmente le ha dado muerte a otra.
2.- DELITOS CIRCUNSTANCIADOS: Son aquellos en que la perpetración
del hecho delictivo está acompañado de ciertas circunstancias, además
de tener los elementos esenciales del mismo. Por ejemplo: el parricidio,
que es el homicidio perpetrado por el agente en la persona del padre o
de algún otro ascendiente.
Delitos de Fraude y de Violencia.
1.- DELITOS DE FRAUDE: Son los que se cometen por medio de la
astucia, del engaño. Por ejemplo: la estafa.
2.- DELITOS DE VIOLENCIA: Son los que se perpetran por medio de la
violencia, de la fuerza. Por ejemplo: el robo, la violación, entre otros.
Delitos de Sujeto Activo Indiferente y de Sujeto Activo Calificado.
1.- DELITOS DE SUJETO ACTIVO INDIFERENTE: Son los que pueden ser
cometidos indistintamente por cualquier persona física e imputable. Por
ejemplo: el homicidio, el robo.
2.- DELITOS DE SUJETO ACTIVO CALIFICADO: Son los que solo pueden
ser perpetrados por determinadas personas físicas e imputables, pues
suponen una determinada cualidad en el sujeto activo. Por ejemplo: el
peculado, sólo puede cometerlo el funcionario público.
Delitos de Sujeto Pasivo Indiferente y de Sujeto Pasivo Calificado.
1.- DELITOS DE SUJETO PASIVO INDIFERENTE: Son los que pueden ser
perpetrados en contra de cualquier persona. Por ejemplo: el hurto, el
homicidio, entre otros.
2.- DELITOS DE SUJETO PASIVO CALIFICADO: Son los que únicamente
pueden cometerse contra una clase determinada de personas. Por
ejemplo: la seducción con promesa matrimonial, sólo puede cometerse
contra una mujer mayor de dieciséis y menor de veintiún años,
conocidamente honesta.

Función de la tipicidad.
La atipicidad.
LA ANTIJURICIDAD

Tema 8: LA ANTIJURICIDAD. Antijuricidad en sentido formal y en sentido


material. Desvalor de la acción y el desvalor del resultado. Relación
entre tipicidad y antijuricidad.

LA ANTIJURICIDAD.
Antijuricidad en sentido formal y en sentido material.
Desvalor de la acción y el desvalor del resultado.
Relación entre tipicidad y antijuricidad
LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

Tema 9: LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN. Naturaleza de las causas de


justificación. Definición. Efecto. La legítima defensa. Actos legítimos.
Omisión por causa justificada.

LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN.


Naturaleza de las causas de justificación.
Definición.
Efecto.
La legítima defensa.
Actos legítimos.
Omisión por causa justificada.
INSTRUMENTOS JURÍDICOS
Código Orgánico Procesal Penal venezolano (2012). G.O. N° 6.078
Extraordinaria del 15/06/2012.
Código Penal venezolano (2005). G.O. 5.768 Extraordinaria del
13/04/2005.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). G.O. N°
36.860 del 30/12/1999, reimpresa por “error material” de ente
emisor en la G.O. N° 5.453 Extraordinaria de fecha 24/03/2000.
Ley contra el Secuestro y la Extorción (2009). G.O. N° 39.194 del
05/06/2009.
Ley contra el Secuestro y la Extorsión (2009). G.O. N° 39194 de
05/06/2009.
Ley contra la Corrupción (2014), G.O. N° 6.155 del 19/11/2014.
Ley de Instituciones del Sector Bancario (2014). G.O. N° 40.557 del
08/12/2014.
Ley Especial contra los Delitos Informáticos (2001). G.O. 37.313 del
30/10/2001.
Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al
Terrorismo (2012). G.O. N° 39.912 del 30/04/2012.
Ley Orgánica de Drogas (2010). G.O. N° 37510 del 05/09/2010
Ley Orgánica sobre el derecho de las Mujeres a una vida libre de
Violencia (2014). G.O. N° 40.551 del 28/11/2014.
Ley Penal del Ambiente (2012). G.O. N° 39.913 del 02/05/2012.
Ley sobre el Delito de Contrabando (2010). G.O. Nº 6.017
Extraordinario del 30/12/2010
Ley sobre el Hurto y Robo de Vehículos (2000). G.O. N° 37.000 del 26
de junio de 2000.
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