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Tema #8: La Comunión de los santos

Para estudiar el Dogma de la Comunión de los Santos en la Biblia

Uno de los dogmas de fe de la Iglesia católica es la comunión de los Santos. Creemos que la
Iglesia es el cuerpo místico de Cristo y está compuesta de la iglesia triunfante, la iglesia
purgante y la iglesia militante.

La Iglesia triunfante son todos aquellos que ya han muerto, se han salvado y completamente
purificados están en comunión completa con Dios. La Iglesia purgante son todos aquellos, que
aunque ya han muerto y están salvados y destinados al cielo, todavía no se encuentran
completamente purificados. Y la iglesia militante somos todos aquellos que estamos con vida
sirviendo a nuestro Señor aquí en la tierra.

El Catecismo nos dice:

954: “Los tres estados de la iglesia. “Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus
ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la
tierra; otros, ya difuntos se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando
claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es.”

La intercesión de los Santos

Creemos que aquellos que pertenecen a la


Iglesia triunfante pueden interceder por nosotros ante Dios para que nos brinde su auxilio
oportuno y nos ayude en nuestro camino hacia Él. Los ángeles que también están en comunión
con Dios y ven constantemente su rostro también pueden interceder por nosotros. El
catecismo a este respecto nos dice:
957: “Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan
más firmemente a toda la Iglesia en la santidad… no dejan de interceder por nosotros ante el
Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los
méritos que adquirieron en la tierra… Su solicitud fraterna ayuda pues, mucho a nuestra
debilidad.”

Es frecuente encontrar ante esta doctrina una dura oposición de los hermanos cristianos de
Iglesias no católicas: “Los católicos adoran a la Virgen y a los Santos” objetan frecuentemente
y afirman que no se les debe pedir intercesión ante Dios por algunas razones que analizaré a
continuación.

Argumentos protestantes negar la intercesión de los Santos.

Razón 1: Afirman que es pecado de idolatría pedir a alguien que no sea Cristo que interceda
por nosotros, ya que Él es el único mediador entre Dios Padre y los hombres. Esta afirmación
se basa en lo que dice la escritura:

“Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús,
hombre también,” 1 Timoteo 2,5

Idolatría implica poner dar a algo o alguien distinto de Dios su lugar. Ya al comprender esto
este argumento comienza con el pie izquierdo, ¿Cómo podría ser posible darle a los santos el
lugar de Dios cuando se les pide que interceda ante Él?.

Pero si el argumento está orientado a afirmar que damos a los santos el lugar de Cristo como
mediador entre Dios y los hombres (basándonos en el texto anterior) el argumento también
falla.

Ante es importante abordar la definición de mediador, el cual etimológicamente proviene del


latín mediator, de mediare, pararse o dividir en el medio, pero veamos una definición más
clara:

Mediador: “interceder o rogar por uno. Interponerse entre dos o más que riñen o contienden,
procurando reconciliarlos y unirlos en amistad. Existir o estar una cosa en medio de otras”.

El término mismo no produce gran dificultad, y se entiende en general de buenas a primera:


“mediador” es quién está entre dos o más personas, ofreciendo su persona para hacer como
de puente entre ellas, sobre todo si estas están en conflicto.

Cristo es mediador porque Él ha pagado por


la deuda que el ofensor (nosotros) teníamos con el ofendido (Dios). En esa forma solo Cristo
puede mediar por nosotros porque El siendo Dios y Hombre verdadero ha muerto para pagar
nuestros pecados y nadie más. En ese sentido, más nadie, ni la Virgen, ni los Santos, ni los
ángeles pueden mediar.
Pero interceder suplicando al ofendido (Dios) que perdone al ofensor (Nosotros), y en rogar al
Todopoderoso que envíe ayudas especiales al necesitado, en esta segunda forma de
mediación, la Virgen, los Santos y hasta nosotros podemos ser mediadores, porque todos
somos miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

En la Biblia podemos encontrar varios ejemplos:

Cuando Dios se disgustó por los cuatro hombres que le habían inventado al Patriarca Job lo
que él no había hecho, les dijo:

“Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde mi siervo Job, y ofreced por vosotros un
holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros y, en atención a él, no os castigaré por no
haber hablado con verdad de mí, como mi siervo Job.»” Job 42,8

En este caso Job aparece como intercesor entre los hombres y Dios, pero no para pagar las
deudas que le tenían al Señor sino para rogar en favor de ellos. Y el Señor atendió su petición y
los perdonó.

Moisés también fue intercesor del pueblo de Dios:

“Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has
soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.» Dijo Yahveh: «Le perdono, según tus
palabras.” Números 14,19

“El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra
ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por
el pueblo.” Números 21,7

“Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran
pueblo.» Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: “¿Por qué, oh Yahveh, ha de
encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y
mano fuerte?” Éxodo 32,10-11

Aquí otra vez, vemos que aparece Moisés como intercesor, no pagando los pecados de los
otros (que eso solamente lo pudo hacer y lo hizo Jesucristo) sino rogando en favor de ellos.

Abraham intercedió por Somoda y Gomorra :

“Dijo, pues, Yahveh: «El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo. Ea,
voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha
llegado hasta mí, y si no, he de saberlo.». Abordóle Abraham y dijo: «¿Así que vas a borrar al
justo con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no
perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro?” Génesis 18,20-21.23-24

Único mediador pagando la deuda es Cristo. Pero intercesores rogando, si pueden ser la
Santísima Virgen María, los santos y lo podemos ser nosotros rogando en favor de los demás.

Incluso también vemos como los mismos ángeles interceden con sus peticiones por nosotros:

“Tomó la palabra el ángel de Yahveh y dijo: «Oh Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin
apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado desde hace
setenta años?» Yahveh respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras de
consuelo.” Zacarías 1,12-13
Un ejemplo de este tipo de intercesión poderosa (no pagando la deuda) sino basada en la
petición de aquellos que están unidos a Cristo lo vemos en el nuevo testamento en el pasaje
de las bodas de Caná:

“Fue invitado también a la boda Jesús con


sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús
su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha
llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: = «Haced lo que él os diga.» = Había allí seis
tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les
dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua
convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua,
sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y
cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en
Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus
discípulos.” Juan 2,2-11

El pasaje anterior es clarísimo, nada menos que la hora en que Jesús comenzó sus señales y
manifestó su gloria fue adelantada en virtud de la petición de su madre: («¿Qué tengo yo
contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»). Aquí la enseñanza es clara, la petición de
aquellos que están unidos al Señor es poderosa. La petición de María fue tan poderosa que el
Señor adelantó su hora por amor a ella. Ahora habría que preguntarse, ¿Si el Señor escuchaba
hasta ese punto las peticiones de su madre, no lo hará ahora que están juntos por toda la
eternidad?

Otros ejemplos de intercesión que no es contrario a la única mediación de Cristo los vemos
cuando el Apóstol Pablo en numerosas ocasiones suplica que oren e intercedan por El y por los
demás miembros de la iglesia (a quienes llama santos):

“Hermanos, orad también por nosotros.” 1 Tesalonicenses 5,25

“Tomad, también, = el yelmo de la salvación = y la la espada del Espíritu, que es la Palabra de


Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos,” Efesios 6,18
“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis
curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.” Santiago 5,16

Si los apóstoles pensaran que no se puede interceder por lo demás con la oración, entonces
ellos no pidieran orar por ellos y su intercesión no es conflicto con la oración de Cristo porque
es en su nombre. Por eso cuando oramos en la misa y elevamos nuestras peticiones al Señor
decimos POR CRISTO CON ÈL Y EN ÈL. Todos somos intercesores porque estamos EN CRISTO, y
somos parte de su cuerpo místico que es la Iglesia.

Esto es tan claro que si analizamos en su contexto el pasaje de la carta de Timoteo donde se
nos habla de la mediación de Cristo entenderemos bien que una cosa no entra en conflicto con
la otra:

“Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por
todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos
vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a
Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos.
Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno,” 1 Timoteo 2,1-6

Del análisis completo del pasaje anterior podemos entender muchas cosas que no se
entenderían con el análisis aislado del versículo. Entre estas tenemos:

Primero que aunque todos podemos orar directamente a Dios, para Dios también es agradable
que oremos e intercedamos mutuamente por los demás, ya que en esta forma colaboramos en
la obra de salvación de Dios, que quiere que todos nos salvemos, no como individuos, si no
como iglesia y comunidad ayudándonos mutuamente (ver versículos 1-3)

Segundo que Cristo es único mediador entre Dios porque se entregó a sí mismo como rescate
por todos (Ver versículos 5-6), pero que esto en ningún momento afirma que no podemos
interceder con nuestras oraciones unos por otros.

Razón 2: Los muertos no tienen consciencia de nada por lo que es inútil pedirles que
intercedan por nosotros. Este argumento generalmente es utilizado por testigos de Jehová y
algunas denominaciones evangélicas (una minoría).

Los que utilizan este argumento se basan en la interpretación literal del siguiente pasaje:

“Pues mientras uno sigue unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo
que león muerto. Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y
no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria. Tanto su amor, como su odio, como sus
celos, ha tiempo que pereció, y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol.”
Eclesiastés 9,4-6

El pasaje anterior se refiere a sus cuerpos pero no a su espíritu que retorna a Dios. En el mismo
libro más adelante lo aclara:

“Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos, y se echen
encima años en que dirás: «No me agradan»;…vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el
espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio.” Eclesiastés 12.1.7

El mensaje del libro del Eclesiastés es trata de que todo es vanidad sino es amar y servir a Dios.
Es escrito en un momento donde para este punto la revelación no estaba completamente
dada, no se tenía certeza de la vida después de la muerte, ni siquiera se tenía conocimiento de
la resurrección que fue mencionada por el profeta Daniel por primera vez en el capítulo 12. En
ese sentido no es raro encontrar en el libro del Eclesiastés pasajes como:
“¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida
de la bestia desciende hacia abajo, a la tierra?” Eclesiastés 3,21

No es que no se sepa si nuestro Espíritu va hacia el cielo en comparación con el de los


animales, sino que para ese entonces no estaba revelado.

“Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos
tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad.”
Eclesiastés 3,19

No es que el hombre y la bestia tengan la misma suerte y que en nada aventaje al hombre a la
bestia, sino que para este punto no estaba revelado. Cristo mismo reveló posteriormente que
nosotros valemos más que los animales:

“Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” Mateo 6,26

Este argumento de que los muertos no tienen conciencia de nada solo cobraría fuerza ante
alguien que no se ha leído el libro del eclesiatés completo y sin analizarlo a la luz del nuevo
testamento donde se nos revela que aquellos que han muerto en Cristo abandonan su cuerpo
para estar con Él en espera de ser revestidos de su cuerpo resucitado.

Pablo siempre tuvo la certeza de que al morir estaría con Cristo, lo cual para él era mucho
mejor:

“Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo
cual, ciertamente, es con mucho lo mejor;” Filipenses 1,23

“Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos
un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los
cielos. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra
habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. ¡Sí!, los que estamos en
esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser devestidos, sino más bien
sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha destinado a eso es
Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu. Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo
que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en
la visión… Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir
con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle.” 2
Corintios 5,1-9

La gran revelación de Cristo es que el ha venido para que tengamos vida y la tengamos en
abundancia y que Dios nos en un Dios de vivos sino un Dios de muertos:

“Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza,
cómo Dios le dijo: = Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? = No es un
Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error.»” Marcos 12,26-27

El pasaje anterior nos enseña que si Dios es Dios de Abraham, Isaac y Jacob es porque ellos
están vivos ya que Dios no puede ser Dios de alguien que no existe o no tiene conciencia y por
eso no es raro ver que Jesús habló con Elías y Moisés:

“Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.” Marcos 9,1-4
Según lo anteriormente visto la creencia de que los muertos no tienen conciencia de nada es
equivocada y contradice lo que la Escritura enseña.

Razón 3: Una razón más frecuentemente escuchada es que no hay prueba ni garantía de que
los Santos y ángeles intercedan por nosotros ante Dios, por lo cual es inútil pedirles.

Esta razón es completamente inadecuada por varias razones:

Primero porque la Biblia enseña que aquellos que han muerto en santidad están en su
presencia clamando:

“Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la
Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Se pusieron a gritar con fuerte voz:
«¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por
nuestra sangre de los habitantes de la tierra?» Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco
y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus
consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos.” Apocalipsis 6,9-11

El razonamiento protestante no es lógico: Pensar que ellos pueden hacer peticiones solo para
ellos y no para sus hermanos que están en vida. ¿En que cabeza cabe que si pueden pedir no
pueden elegir sobre lo que van a pedir? ¿Qué clase de bien es ese donde vivimos en comunión
con Cristo Señor Omnipotente y este no puede escuchar nuestras plegarias porque “ya
estamos en el cielo”?

La Escritura en ninguna parte dice que los santos no pueden hacer peticiones a Dios por
nosotros, todo lo contrario:

“Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del
Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones
de los santos.” Apocalipsis 5,8

He aquí que se hace incomprensible la negativa protestante de excluir en estos textos de ente
los santos a aquellos que ya están en el cielo.

“Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes
para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado
delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes
con las oraciones de los santos.” Apocalipsis 8,3-4

Cuando se refiere a las oraciones de “todos los santos” los incluye a TODOS, sin excepciones,
porque Dios es un Dios de vivos y no de muertos.

“Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del
Señor contra los que obran el mal.” 1 Pedro 3,12

En el pasaje anterior podría uno preguntarse ¿Es que acaso los ojos del Señor dejan de
escuchar la oración de los justos precisamente cuando están en más intima comunión con Él?
¿Es que acaso dejan de ser justos y su oración ya no tiene poder?

“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis
curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder” Santiago 5,16

Si Jesucristo escuchó y respondió a la oración del buen ladrón por un momento de fe cuando
estaba en la cruz (Lucas 23,42) no escuchará a su madre (Lucas 2,16) que hizo en perfección la
voluntad de Dios y dijo: “he aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra” (Lucas
1,38). Si por un minuto de fe escuchó y respondió al malhechor, ¿Qué no hará Jesús por sus
amigos los santos que tuvieron una vida de fe y obediencia?

Razón 4: Afirman que es inútil pedirles porque como solo Dios es Omnipresente no pueden
escucharnos ni vernos.

Es cierto que solo Dios es Omnipresente (puede estar en todos lados) pero es cierto también
que aquellos que estan unidos a Cristo, “cara a cara” con Dios como dice Pablo, por medio de
Él podemos enterarnos de todo lo que acontece. Realmente no sabemos cómo funciona el
tiempo en el más allá, ya que los que han muerto y están con Dios están con Él en la eternidad,
la cual no podemos medir ni entender.

Lo que si nos enseña la Biblia es que ellos si nos pueden ver. Si analizamos el capítulo 11 y 12
de Hebreos se nos recuerdan a todos los Santos de la antigüedad: Abel, Henoc, Noé, Abraham,
Isaac, Jacob, Moisés, Rajab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas.

“Por la fe, ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que Caín, por ella fue declarado justo,
…Por la fe, Henoc fue trasladado, de modo que no vio la muerte y = no se le halló, porque le
trasladó Dios. = Porque antes de contar su traslado, la Escritura da en su favor testimonio = de
haber agradado a Dios. = … Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, … Por la
fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y = salió = para el lugar que había de recibir en
herencia, … lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas… Por la fe,
también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada, vigor para ser madre, pues tuvo como
digno de fe al que se lo prometía…Por la fe, bendijo Isaac a Jacob y Esaú en orden al futuro…
Por la fe, Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de los hijos de José, y = se inclinó apoyado en
la cabeza de su bastón. = … Por la fe, Moisés, recién nacido, = fue durante tres meses ocultado
por sus padres, = pues = vieron = que el niño era = hermoso = y no temieron el edicto del rey…
Por la fe, la ramera Rajab no pereció con los incrédulos, por haber acogido amistosamente a
los exploradores… Y ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre
Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas.” Hebreos 11,4-5.7-9.11.20-
21.23.31-32

Y luego se les describe como una nube de testigos:

“Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos,
sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se
nos propone,” Hebreos 12,1

Que la nube de testigos se refiere a los santos antes mencionados es algo imposible de negar,
y ahora cabría preguntarse, Si la Biblia dice claramente que son testigos nuestros ¿Hemos de
dudar de lo que dice? ¿Será el argumento presentado de que los santos no pueden vernos
válido y consistente con la escritura que les llama “nube de testigos?”.

Razón 5: El último argumento que suelen utilizar nuestros hermanos cuando los anteriores ya
ha sido refutados es que no se debe pedir a los Santos porque Cristo ha dicho que le pidamos
directamente a Él y eso es suficiente. Aquí mencionan pasajes como estos:

“Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si
me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.” Juan 14,13-14
“Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que
abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.” 1 Juan 2,1

Nadie discute que principalmente debemos pedir a Dios, pero también es cierto que
precisamente por las razones anteriores es que los Santos pueden pedir por nosotros, porque
ellos piden en nombre de Cristo, es Cristo que vive en ellos que hace posible su intercesión:

“y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la
vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2,20

Lo cierto es que Cristo dice que le pidamos a Él pero no dice que SOLO le pidamos a él,
realmente estas son dos cosas muy distintas.

Afirmar que yo no necesito la intercesión de los Santos porque puedo orar a Cristo
directamente es como afirmar que no necesito que oren por mí. Por su puesto que esta no es
la actitud que tuvieron los primeros cristianos que perseveraban juntos intercediendo unos
por otros y pidiendo que sus hermanos no desmayaran en orar por ellos. Pablo fue un ejemplo
claro de esto ya que jamás dijo a nadie que no oraran por él porque podía pedir a Cristo
directamente, por el contrario, él mismo pidió las oraciones de sus hermanos
incansablemente.

Podemos estar seguros que los Santos y los ángeles pueden interceder por nosotros ante Dios
y es agradable a Dios que les pidamos que lo hagan. Dios quiere que oremos unos por otros, y
los Santos y Ángeles que están muy cerca de Dios pueden ayudarnos en gran manera con sus
oraciones ante Dios. Debemos estar claros sin embargo que la fe de todo cristiano debe ser
CRISTOCENTRICA, las oraciones a los Santos deben tener un lugar completamente secundario,
pero no podemos negar que son escuchadas y que no pueden hacer nada por nosotros, esto es
equivocado desde todo punto de vista, recordemos que la oración ferviente del justo tiene
mucho poder.

Autor: José Miguel Arráiz


¿Creían los primeros cristianos en la intercesión de los santos?

En los próximos días celebraremos la festividad de todos los santos. Esta fiesta se basa en la
enseñanza paulina de la comunión de los Santos 1Cor 12, la Iglesia no solo es la que se
encuentra en la Tierra, que llamaremos peregrina, sino también la triunfante del cielo y la
purgante del purgatorio. Pues bien entre los miembros de esta santa Iglesia existe comunión,
de forma que pueden orar e interceder unos por otros, esto es lo que se conoce como la
"comunión de los Santos". Pero podemos preguntarnos, ¿Desde cuando los cristianos creen en
que los santos pueden interceder por nosotros los que vivimos aquí en la Tierra? La respuesta
a esta pregunta la daremos en el presente artículo. Desde los orígenes del cristianismo ya se
creían que tenemos santos, mártires, que oran por nosotros a Dios, que interceden por sus
hermanos en Cristo que aun están caminando en este mundo.

¿Qué enseñaron los santos padres de la Iglesia sobre la Intercesión de los Santos?

SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA (AÑO 106 D.C):

El amor de los esmirneanos y los efesios os saluda. Recordad en vuestras oraciones a la iglesia
que está en Siria; de la cual [además] no soy digno de ser llamado miembro, siendo el último de
ellos. Pasadlo bien en Jesucristo, sometiéndoos al obispo como al mandamiento, y del mismo
modo al presbiterio; y cada uno de vosotros ame al otro con corazón indiviso. Mi espíritu es
ofrecido por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando llegue a Dios. ( San Ignacio de
Antioquia Epistola a los Tralianos XIII).

SAN CLEMENTE DE ALEJANDRIA (AÑO 215 DC):

Y también reza con los ángeles, como si ya fuera "igual a los ángeles" (Lc 20,36), y nunca se
encuentra fuera de su santa vigilancia; y . aunque rece solo, tiene el coro asociado de los
santos( San Clemente de Alejandria Stromata Libro VII, cap 12).

ORÍGENES DE ALEJANDRIA (250 DC):


El sumo Sacerdote ora con los que oran de corazón. Y también "los ángeles en el cielo se
alegran por un pecador que se convierte más que por noventa y nueve justos que no tienen
necesidad de conversión" (Lc 15,7; Mt 18,13). Asimismo, las almas de los santos que ya
descansaron. Esto se prueba con el pasaje de Rafael ofreciendo al Señor un sacrificio espiritual
por Tobías y Sara. Después que ambos oraron, dice la Escritura: "Fue oída en aquel instante en
la gloria de Dios la plegaria de ambos y fue enviado Rafael a curar a los dos" (Tob. 3,16-17). El
mismo Rafael, al dar a conocer lo que había hecho por ellos como ángel a las órdenes de Dios
dice: "Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la gloria del Señor
el memorial de vuestras peticiones". Y un poco más adelante: "Yo soy Rafael, uno de los siete
ángeles que están siempre presentes y tienen entrada en la gloria del Señor" (Tob. 12,12. 15).
Por tanto, conforme a las palabras de Rafael, "buena es la oración con ayuno, limosna y
justicia" (Tob. 12,8). (Origenes tratado sobre la oración 11)

No está fuera de razón dirigir peticiones, súplicas y acción de gracias a los santos. Súplicas y
acción de gracias no sólo a los santos sino también a los hombres. Peticiones, sin embargo,
únicamente a los santos, si se halla algún Pablo o Pedro que nos ayude a merecer los frutos
del poder que ellos tienen para perdonar los pecados (Mt 9,6; Jn 20,23). Pero también, si
injuriamos a alguno que no sea santo, al caer en cuenta de que le hemos ofendido, le pedimos
perdón. Si se presentan estas súplicas al Señor, ¿con cuánta mayor razón podrán dirigirse a
Cristo, quien, por voluntad del Padre, tantos beneficios nos concede? Hay que suplicarle como
hizo Esteban diciendo: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado" (Hech 7,59). A ejemplo del
padre del lunático diremos: "Señor, ten piedad de mi hijo" (Mt 17,15; Lc 9,38). (Oraciones 14,6-
Origenes).

SAN EFREN DE SIRIA ( 340 D.C)

“ Ustedes mártires victoriosos que sufrieron tormentos voluntariamente por el amor de Dios
y Salvador, ustedes que tienen el valor de hablar al Señor mismo, ustedes santos, intercedan
por nosotros, que somos hombres tímidos y pecadores, llenos de pereza, que la gracia de
Cristo puede venir sobre nosotros e iluminar el corazón de todos nosotros para que podamos
amarlo. ” (Comentario sobre Marcos).

SAN CIRILO DE JERUSALEN ( 350 D.C):

" Entonces, [durante la oración eucarística] recordamos también a los que se durmieron
antes que nosotros: primero a los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires, para que Dios, a
través de sus oraciones y súplicas, se digne recibir las nuestras ". ( Lecturas catequéticas 23, 9
).

SAN GREGORIO DE NACIANZO ( 360 D.C):

Orando a San Cipriano, dice: " Que desde lo alto nos mires y guíes nuestra palabra y nuestra
vida, y pastoreas este sagrado rebaño ... regocijándote en la Santísima Trinidad, ante quien
estás ". (Oraciones 17 [24]).

SAN AMBROSIO DE MILAN ( 388 D.C):

Que Pedro, que lloró tan eficazmente por sí mismo, llore por nosotros y vuelva hacia nosotros
el rostro benigno de Cristo. (Hexamerón 5:25:90 )

La llevaron, se dice, con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Tú también tienes personas
cerca de ti para suplicar por ti. Tienes a los Apóstoles cerca, tienes a los Mártires cerca; si te
asocias con los mártires en devoción, te acercas a ellos también por obras de
misericordia. Muestra misericordia y estarás cerca de Pedro. No es la relación de sangre, sino
la afinidad de la virtud lo que nos acerca, porque no andamos en la carne sino en el
Espiritu . Aprecia, pues, la cercanía de Pedro y la afinidad de Andrés, para que oren por ti y
concedan tus deseos. (Sobre las viudas 54).

SAN JERONIMO ( 390.D.C):

Dices en tu libro que mientras vivamos, podemos orar unos por otros, pero luego, cuando
muramos, la oración de una persona a otra no se puede escuchar [...] Si los Apóstoles y los
mártires, mientras están en su carne mortal, y todavía necesitado de cuidados personales,
todavía podian orar por los demás, mucho más ahora que ya han recibido la corona de sus
victorias y triunfos. Moisés, un hombre, obtuvo el perdón de Dios por 600 mil hombres
armados; y Esteban, por sus perseguidores. ¿Serán menos poderosos ahora que reinan con
Cristo? São Paulo dice que con sus oraciones salvó la vida de 276 hombres, que lo siguieron en
el barco [naufragio en la isla de Malta]. Y después de su muerte, ¿cesará su boca y no hablará
una palabra a favor de los que en el mundo, por él, creyeron en el Evangelio? ( Contra la
Vigilancia 6 ).

SAN AGUSTIN DE HIPONA ( 420D.C.):

El pueblo cristiano, en cambio, celebra unido en solemnidad religiosa las memorias de los
mártires, para estimular su imitación, asociarse a sus méritos, y ayudarse con sus
oraciones, de tal modo, sin embargo, que no levantamos altares a ningún mártir, sino al Dios
de los mártires, aunque en las memorias de los mártires ( Agustín Réplica a Fausto el
Maniqueo Libro 20 par 21).

Porque lloran en esta muerte, en estas tribulaciones, en su deambular; y porque reconocen que
están en esta miseria, y lloran, son bienaventurados. ¿Por qué lloran? El bienaventurado
Cipriano se entristeció en su pasión: ahora se consuela con su corona; ahora, aunque
reconfortado, estaba triste. Por nuestro Señor Jesucristo todavía intercede por nosotros:
todos los mártires que están con él interceden por nosotros. ( Exposición de Agustín sobre el
Salmo 86 par 23).

SAN FULGENCIO DE RUSPE ( 520 D.C):

Ahora Pablo se alegra con Esteban, goza con el de la gloria de Cristo, con el desborda de
alegría, con el reina. Allí donde entro primero Esteban, aplastado por las piedras de Pablo,
entro luego Pablo, ayudado por las oraciones de Esteban (SAN FULGENCIO DE RUSPE,
Sermón 3).

SAN JULIAN DE TOLEDO ( 675 D.C.):

Pueden los bienaventurados rezar por la salvación de los vivientes, conforme se lo permita el
Señor. Es cierto , efectivamente que ellos se acuerdan de las personas que amaron cuando
habitaban en este mundo, pues no han perecido los sentimientos que les unían cuando estaban
en vida, antes bien hemos de pensar que se han intensificado una vez que se han liberado del
peso del cuerpo. La sagrada Escritura en efecto, dice que el cuerpo corruptible entorpece el
alma (Sb 9,15) y por tanto el alma que ya no experimenta el peso del cuerpo, goza de mayor
libertar. El alma que ya ha experimentado la muerte conserva el conocimiento íntegro y la
plenitud de memoria, y por eso guarda un amable recuerdo de sus seres queridos. Recordando
pues, a aquellos que amaba estando en el mundo, los encomienda a Cristo con sus preces, y
estas oraciones, no son otra cosa sino el deseo de tenerlos junto a si. (San Julián de Toledo,
Prognosticon II, 26; PL 96,488)

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