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“Elegía a las musas”, de Solón (638-558 a. C.

Famosas hijas de Mnemósine y Zeus Olímpico


Musas Piéridas, escuchadme cuando os invoco.
Concededme la felicidad que otorgan los dioses bienaventurados y gozar
siempre entre todos los hombres de una buena fama;
ser así dulce para los amigos, y amargo para los enemigos,
que mi vista sea para unos objeto de respeto, para otros de temor.
Si bien deseo tener riquezas, no quiero obtenerlas
de manera injusta. Más tarde, llega certero el castigo.
La riqueza que otorgan los dioses, es firme para el hombre
desde su cimiento más profundo hasta la cima.
Pero la que buscan los hombres a causa de su insolencia, no viene
con orden, sino que obedeciendo a las obras injustas, sin querer las sigue
y rápidamente se mezcla con la desgracia.
Nace de un pequeño origen, como el del fuego,
débil primero, incurable termina.
No duran por cierto mucho tiempo para los mortales
las obras de la insolencia,
sino que Zeus vigila el fin de todo y, de repente,
como súbitamente dispersa las nubes
el viento primaveral, que, tras revolver el fondo
del yermo mar de muchas olas y devastar
en la tierra productora de trigo las bellas obras alcanza la alta sede
de los dioses, el cielo, y nuevamente aclara el día
y brilla la bella fuerza del sol en la fértil tierra,
y no haya la vista ni siquiera una nube.
Tal es el castigo de Zeus; no contra uno
como se encoleriza un hombre mortal. (…)

griega
1. “I” de Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique (1440-1479)
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

romana
Himno de grecia

Se gnorizo apó tin kópsi

tu spathiú tin tromerí,

se gnorizo apó tin ópsi,

pu me vía metrái ti gi.

Ap’ ta kókkala vgalmeni

ton Elínon ta ierá.

ke san prota andriomeni,

jere o jere eleftheriá.


Himno roma
‘La Roma non si discute, si ama’,
Antonello Venditti (1974)

Roma Roma Roma


Core de 'sta città
Unico grande amore
De tanta e tanta ggente
Che fai sospirà

Roma Roma Roma


Lassace cantà
Da 'sta voce nasce un
coro
So' centomila voci

C'hai fatto 'nnamorà


Roma Roma bella
T'ho dipinta io
Gialla come er sole
Rossa come er core mio

Roma Roma mia


Nun te fà 'ncantà
Tu sei nata grande
E grande hai da resta
2. Fragmento de Libro XIII, de Cayo Lucilio (148 o 147-102 o 101 a. C.). Es
una sátira en verso en la que se ironiza sobre los banquetes.
Añade viniendo de Siracusa una bolsa de cordobán…
Suprímanse ante todo los banquetes solemnes y las francachelas.
Esto mismo se hace en un banquete; presentarás ostras compradas por muchos miles de
sestercios.
Pero cuando nos recostamos a la mesa, ampliamente abastada, a costa de grandes
gastos…
El alimento del convite fue idéntico al que toma el todopoderoso Júpiter.
Y no como un pobre, con un plato roto de tierra de Samos. (…)

Fragmento de “La vanidad”, de Voltaire (1694-1778). Es una sátira en la que se hace


una reflexión moral sobre la vanidad.
¿Por qué estraño accidente,
Dime, pobre criatura,
Cubre ese adusto ceño tu ancha frente?
¿Cuál es, dime, la causa
Que abultados tus ojos centellan
La rabia y el furor? -El universo
Vengar debe así mi honor ultrajado;
Por él soy contemplado,
Y los futuros siglos
Con imparcial justicia
Vean de mis contrarios la malicia.
-El universo, amigo, nada piensa
Ni ha pensado de ti, y aun mucho menos
Tendrá posteridad que hacer contigo.
Cuida pues, tus negocios
Con sensata cordura, y de tu vida
Los fugaces momentos aprovecha (…)
Fragmento de “Primera sátira” del Libro I, de Quinto Horacio Flaco (65-8 a. C.).
Es una sátira en verso en la que se critica el comportamiento de determinados sujetos.
¿Por qué será que nadie bien hallado
Vive, o Mecenas, con aquel estado
Que, tal vez, el acaso le destina,
O a quien por elección, tal vez, se inclina?
¿Y ha de tener cualquiera
Por feliz al que sigue otra carrera?
Dichoso el Mercader! Dice el Soldado,
De años y fatigas quebrantado.
Oh! Clama el Mercader, por otra parte,
Cuando su nave sufre adverso viento,
Más vale, sí, la profesión de Marte.
¿A qué está reducido? En un momento,
La pelea se traba,
Y en pronta muerte acaba,
O en festivo y glorioso vencimiento.
El abogado con envidia alaba
Al Labrador, si antes que el gallo cante
Llamando está a su puerta el Litigante:
Y al mismo Labrador, cuando abandona
Sus haciendas, y en Roma comparece
Porque de su persona
Un fïador responde, le parece
Que solo el Ciudadano es envidiable.
De esto hay tantos ejemplos cada día,
Que aun Fabio, el hablador infatigable,
Si los fuera a citar, se cansaría.
Y por no entretenerte mas prolijo,
Oye a qué fin mi plática dirijo.
Si les dijera un Dios: Vaya en-buen-hora;
Que a comentaros vengo; tú, Soldado,
Has de ser Mercader; y tú, Abogado,
En Labrador de volverás ahora:
Trocad vuestros papeles: idos: ea! (…)

Fragmento de “Sátira sexta. Contra los Avaros”, de Aulo Persio Flaco (34-62 d.
C.). Es una sátira en verso en la que se critica la avaricia.
(…) No me inquieta aquí el vulgo, ni me inquieta
Lo que el viento cruel del mediodía
A los rebaños infelices guarda.
Ni si por dicha la heredad vecina
es mejor que la mía. En horabuena
Enriquézcanse aquellos que indigna
Condición se levantan; no por eso
La vejez prematura me contrista,
Ni mi alimento amenguaré, ni ansioso
Iré a poner de una botella insípida
La nariz en el sello. Que otro piense
Diversamente. Horóscopo, tú guías
A dos gemelos por distintos rumbos:
El uno solo en su natal prodiga
Legumbres secas que humedece diestro
Con salmuera comprado en vil vasija,
Rociando él mismo el plato con pimienta
Que cual cosa sagrada participa,
Mientras que el otro a grandes dentelladas
Su rico patrimonio dilapida.
Yo el favor gozaré de mi fortuna,
Sin que por eso a mis libertos sirva
El exquisito rodaballo, o quiera
Que ejercitado el paladar distinga
De todas las especies. Vive solo
Con lo que tu cosecha propia rinda;
El grano muele que tus trojes guardan
¿Qué es lo que por ventura te intimida? (…)

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