Está en la página 1de 92

Ex fibrin

Bucarli $erry $fhnlh 111


COMPASION,
POEMA FILOSÓFICO Y MORAL ,

distribuido en cinco Discursos en verso


castellano,

POR DON JOSE 71RÚES.

Non ignara malí, miseris succurrere


disco, VlRQlL.

Sé condolerme , he sido desgraciado.

MADRID, 182.a:
IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS.
r
PRÓLO G O.

P
J- resiguiendo nuestro propósito ele dar
á luz algunas traducciones de poetas clá­
sicos modernos, para contribuir á hacer
populares entre nosotros, y por tanto
útiles, los acentos de la poesía, profana­
dos de mucho tiempo ha en su exclusiva
aplicación á materias fútiles, ó bien á
una elocución ininteligible para el co­
mún de los lectores publicamos hoi este
pequeño poema , persuadidos de que su
lectura puede ser provechosa cuando
menos a la juventud, en la. importante
época de la educación.
El panegírico que presenta de la vir-
a2
Í4) (5)
tud de la Compasión, distribuido en te patético, que es lo mas necesario de
cinco discursos, que habíamos procura­ todo en las primeras lecturas destinadas
do expresar en versos inteligibles y nu­ á la juventud durante su educación: épo­
merosos , nos ha parecido ahora no solo ca de la vida en que se siembra y nace el
un libro bueno, sino único en su especie, por-venir próspero ú adverso de cada
y que, si no nos engaña un celo poco hombre.
ilustrado, acaso algún dia podrá llegar á El material.que empleamos en estos
ser clásico en las escuelas. Discursos es casi todo sacado del poema
En efecto: con él se puede ejercitar de la Pitié del ilustre Delille, en la par­
á los discípulos en él arte útilísima de la te únicamente útil á nuestro propósito,
recitación ó declamación, sin ninguno es decir, al panegírico de la virtud de
dé los inconvenientes que ofrecen las la Misericordia; y aun de esta misma
obras dramáticas, y con las ventajas que parte no lo escogimos todo. Por lo cual,
jamas han producidQ ni podían producir dando á nuestra obra un tono enteramen­
las Fábulas, ni ninguna de nuestras poe­ te distinto del de aquella, y añadiéndole
sías filosóficas ó morales, antiguas ó mo­ libremente algunas ideas nuestras , pusi­
dernas, por su intrincada y á veces exó­ mos el nombre de Discursos á los trozos
tica y casi siempre incorrecta construc­ en que la distribuimos. De consiguiente
ción , por su vaga metafísica, y sobre to­ no podemos temer hoy ser cri ticados coñ
do por su carencia del suave y penetran» razón en calidad de traductores, pues
(6)
que no lo somos, bien que hablemos
siempre en nombre de Delille.
En cuanto á la versificación de esta
obrilla nos atrevemos desperar que hallán­
LA COMPASION.
dola los inteligentes igual á la de la Enria­
da Je darán la misma aprobación con que
DISCURSO PRIMERO.
tanto han recomendado ésta al aprecio del
público, y excitado nuestra gratitud. Ideas generales de esta virtud. Su apli­
A continuación del poema ofrece­ cación á favor de los irracionales.
mos á su exámen y juicio crítico unas
breves Reflexiones sobre algunos pun­
Harto tiempo al tronár de la impía Guerra
tos curiosos de literatura poética, que he­ Tembló yá eL orbe atónito. Harto tiempo
mos creído útil y preciso que acaben de Escuchó la Molicie embebecida
tener entre nosotros toda la claridad y Del corruptor Placer los torpes écos.
Ay! básta. Ven á mí, ¡oh precioso instinto
fijeza que necesitan los elementos de to­
De las cándidas almas! da á mi tierno
das la$ artes. Lidiamos contra fuerzas
Delirio voz ¡oh Compasión celeste!
muy superiores, pero ¿qué debíamos ha­ Y con llanto de amor baña mi plectro.
cer llamados á la arena, y pudiendo ser Pues yó te cánto á tí, tú a mí me inspira;
útiles hasta con el instructivo ejemplo de Y dignos sonarán de tí mis versos.
Lógren hoi, consolando al triste mundo ,
nuestra derrota?
(9 )
(8)
Lloramos contemplando al indefénso
Ser bendecidos de'l, gratos al cielo.
Huerfanillo vejado por el mismo
Lógren enternecer ai torpe avaro,
A quien lo confió paterno celo.
1 al déspota feroz , restituyendo
Y cuando la Piedad humilde ernpenh
Su llanto y su justicia al Indigente ,
Su elocuencia de Témis en el templo,
Su gloria y su virtud al Opulento.
¿ Qué corazón no arroja en la balanza
Copa inexhausta ofrece de ventura
Lágrimas que la inclinen acia el réo ?
Al hombre la Piedad , con el excelso
Dulce instinto á gemir nos amaestra ,
Título de Monarca de los Brutos.
Y á sentir como propio el mal ageno.
N-o fue la Fuerza quien le dio su cetro:
¿ Qué más ? la narración de un infortunio
Fue la Piedad, del débil protectora.
Básta á cubrir al corazón de duelo.
Breve orizórite sólo desde el suelo
Lloramos de Moisés el abandono
Los animales ven , y en él terminan
Por Pusíno expresado sobre un lienzo,
Los fines de su humilde movimiento.
Eufrates nuevo do en su cuna gime.
Lióles el Criador alma imperfecta ,
Llorámos de Danloux ante el porténto
Bastante á sujetarlos al imperio
De su hermosa Vestal, en flor y vida
De la Necesidad , nó á las Virtudes.
A la tumba abrazada descendiendo
Capaces de pasión, nó de consejo ,
Por la Piedad, que al par inspira llanto
•Cuánto distan del hombre! El hombre llora;
De su dolor , que olvido de su yerro.
V éste es su mas ilustre privilegio.
La Piedad, de su Autor noble trasunto,
Del hombre es protector el mismo llanto ,
Revéla al hombre el ínclito misterio
Cuando de su enemigo riega el pecho.
De su celeste origen. Maldecidos
Lloramos al mirar arrebatada
Por siempre lloren los inicuos pueblos
Al Amór y al amante en los destéllos
Que hoi, y ante nuestros ojos, inmolaron
De su primer albor la virgen pura.
( 10 ) ( 11 )
La Compasión , por manos de! vil Miedo. En romper la igualdad de los derechos
Aras á la Piedad consagró Ate'nas; Separando las clases. Vióse al rico
Y el aváro Interés pagó contento Distinguido del pobre. Tembló el siervo
Usuréra oblación á sus Auspicios, (i) Ante el señor. Mas, nueva Providencia,
¿ Qué no debe el mortal á tus desvelos, Súbito la Piedad dictó el remedio.
Oh deidad? Tulas artes nos' inspiras; En la colmada Trox su mano misma
Tú endulzas las costumbres ; y el veneno De la porción del pobre hizo descuento.
Del Vicio lábás con tu lloro santo. Inspiró mansedumbre al poderoso .
Sí. De tu vóz melosa el puro acénto Al vano caridad. Logró á su ruego
(Más fuerte que los pactos y las leyes) Hacer amable al tétrico Infortunio ,
Sacó á los hombres de los bosques yeTmos Mezclando llanto dulce , á llanto acerbo ;
A juntar sus hogáres en la Aldea. Y á la Bondad colmando de ventura,
Semibrutos en ella, y semideos Interés y Virtud puso de acuerdo.
Doquier de la Natura, que adoraban , Tál orden dió el Criador al bajo Mundo.
Un mismo valladar ligó los techos Cede ¡óh mortál! á Su querér supremo.
De todos , y una misma lei las almas. Escucha'á la Piedad , y el mismo daño
Contra común pobreza y común riesgo , Que alivies, acreciente tu provécho.
.En propiedad común se convirtieran Fuerza á que te bendiga al desgraciado,
Hondas, industria , pastos y alimentos; Y hazlo feliz , si tú pretendes serlo.
Como el terror y la común vigilia Sed, pues,primer objeto de mis cantos,
En plácida quietud y blando sueño. Vosotros , que pobláis nuestros oteros ,
Poco tardó Fortuna, injusta siempre, Vosotros, los que hacéis fecundo el campo,
¡De todos propiedad , de radie dueños!
(i) Véase la nota primera al fin del Discurso. Sí, nacisteis esclavos. Dios lo quiso.
( 12 )
Al formaros de un barro mas grosero ( 13)
No os dió inmortalidadsois de la tierra. «De que le desuncís lustroso el cuerno ,
A nosotros la dio: somos del cielo. «Mientras sediento lame, ensortijado
Mas, pues necesidad juntos sufrimos «Con sangre y con sudor , el rojo pelo ;
Juntos para aliviarla trabajemos. «Osais en pago de esa misma vida
Nó que rebelde intente mi ternura «Que su auxilio os conserva, el mortalhierro
Violar otro fatídico decreto, (i) «Clavarle en la garganta , y su mugido
Y al anciano de Sámos imitando , «Escuchar como un plácido concierto ?
Vano declamador, gritar diciendo: «¿Falta acaso materia á vuestra torpe
“¿En que os lian ofendido, hombres crueles, «Gula ¡oh, más que las fieras, hombres fieros!
«Esa inocente oveja y su cordero «Mirad la fruta á que os convida el brazo
»Que os ceden su vellón para abrigaros? «Del árbol con su amigo movimiento.
«¿No os dió á cambio de espinas dulce queso «Mirad los tallos que la sávia errante
«Y néctar de salud la frugal cabra? «Por vuestro bien convertirá en veneros
«Del licor de los dioses. Ved las mieses
«¿Las aves sonorosas nó supieron
«Crecer para saciar vuestros deseos.
«Vuestra pena calmar en lo escondido
«¿No os dá la abeja su fragante almívar?
«Del bosque inspirador con sus gorgeos,
«¿La cándida primicia de su seno
«Mas que el aura fragante deleitosos?
«Os niega acaso la nutriz novilla
« ¿ Qué os hizo el dócil buei, el compañero
«Para templar de vuestra sangre el fuego?
«De vuestro afán, de vuestro campo el Lijo,
«Labrador dél, como vosotros mesmos? «Nó, ¡bárbaros! pues ¡ay! ceded al lóbo,
«Al oso y tigre ese festin cruento
«¿ V osáis ¡hombres! osáis, junto ala esteva
«De que Naturaleza se estremece.. !!”
Vanos discursos: la habitud y el tiempo
(l) Veas# nota segunda.
(Más que Naturaleza poderosos)
( i5 )
( >4 1
Los de su esclava vida últimos restos;
La ley borraron, ya que no pudieron
Y al fin la convulsión de los dolores
La queja y maldición que al hombre envía
Prestarles nuevo impulso y vigor nuevo
En el balido y el mugir postrero.
Desuncid vuestros carros ¡hombres duros!
Haced los vientres tumbas ¡ oh inhumanos!
Sus hermanos vendrán á socorrerlos;
Mueran porque viváis : mas un momento
Y aun tú te detendrás para aliviarlos ,
No dilatéis su fin á la agonía:
Caballo del sensible pasagero.
Mirad que os lo prohíbe el Sér eterno ;
El bruto al bruto como el hombre al hom­
Y la Piedad , que resignada aprueba
bre
La esclavitud, maldice los tormentos.
Deben en la aflicción darse consuelo.
Pero , qué! ¿ yó, yó mismo no lo he visto?
¡Y cuánto más inicuo todavía
¿No he visto yó, cargados con un peso
Del justador ginete el torpe dueño
Mayor, que su poder sobre la hundida
Que lo enflaquece adrede porque pueda
Espalda, ensangrentada, y de pellejo
De palenque á palenque , bajo el peso.
Desnuda yá , bufar los animales
Y el látigo y la espuela del galano
Bájo el azóte déspota de uri necio,
Yoquéi, partir , llegar, y quedar muerto!
Que injusto, motejando su pereza,
Horrendo alarde del humano orgullo!
Castiga la flaqueza de sus nervios ?
¿Y se vé sin rubor? ¿Y hay quien al reto
Sí: yo los vi, los miembros dilatados
Bárbaro asista sin llorar , mirando
Dia^onalmente hincados en el suelo,
Dos brutos inocentes compitiendo,
Faltos de fuerza para echar el paso^
Sin ira ó gloria, á recibir la muerte
Yertos en tierra dár, doblado el cuello ;
O darla? ¿ Y para qué? para que enhiesto
Y aun entonces ¡qué horror! el rudo azóte
Sobre el cadáver, dándose á sí el lauro,
Caér con nueva rabia encima de ellos
“ Vencí” grite el estólido mancebo ,
Porque no desperdicie la codicia
( i6 )
7
( * )
Y arrebáte la apuesta ambicionada...
,Y los maltrata el hombreíjEique su propio
De infame honor , infame emolumento!
Mal llora , ríe asi dél mal ágeño!
En mi amada Albion , patria benigna
No tú, virtuoso Hogarth! tú cuya pluma
Del bruto justador , tomad ejemplo.
Trazó la historia y triste'monumento
Ella os enseñara de cada raza
De la suerte íñfelicé de'los brutos.
A distinguir .y respetar los fueros;
No tú, de quien bastára á hacer eterno
A cultivar su instinto, y desvelarse
El nombre la expresión del aldeano
Por su felicidad. Ni mas fraterno
Que la cólera de otro reprendiendo
Brilla el amor con que á los suyos nutren
Contra el asno paciente, Solo exclama :
Y acarician , y abrigan en sus lechos ,
«¡Tú no has oído á Hogarth, hombre
Esas hordas selváges , no inhumanas.
pervérso!” (i)
El bruto es grato , y ríndese al obsequio.
Hagámoslos éh fin nuestros sirvientes:
¿Quién no le ha visto , ai resonar apenas
Pero no nuestras víctimas. Entre ellos
La trompa, mas veloz que los deseos
Será el primero que mi Musa cante
De su señor, y con su alhágo ulano ,
Ese noble animal, norma y portento
A su voz, sin azote , espuela ó freno ,
De amor y gratitud, qué desvelado
Partir, volár , llegar, pasar la meta,
Noche y día, celoso ganadero,
Volver , pararse , y con mirar soberbio ,
Nuestros rebaños une , y guarda , y guia,
Y pisar redoblado sobre un punto,
Celebrar la victoria de su dueño ?
(') El sensible pintor Hogarth se dedicó a representar,
Prudentes emplead don y castigo: en una serie de eácenas preciosamente grabadas . todos los
padecimientos y males que causa á íos brutos el hombre.
Sentir favor y agravio es el primero Í-a exclamación con que acaban estos versos debia ser “ ¡tú
no has visto los grabados de Hogarth! ” pero por desgra­
Instinto de-los brutos: su venganza cia nuestra, hubiera sido ridicula en, boca de un aldeano
No es menos fiel que su agradecimiento. español , á quicu pudiera responder el otro : “ ¿ Y tu, qué
has visto, majadero, ? ¿hay en tu casa laminas? ”
b
( .8 ) ( r9 )
o defiende cual propios los hijuelo» Déla Piedad inspiración potente!)
De su pastor dormidos en la choza De sus mismos feroces carceleros
Si sorprenderla intenta el lobo hambriento; Fue voluntario don , que la justicia
Can fiel! en cuya inmóvil moribunda A la inocencia tributó del preso.
Mirada recibimos el mas tierno Ay! yó, qué proscribí los funerales, (i)
Saludo, y el adios mas amoroso! Por vana afectación , con que ios restos
¡O tú, el que diste ya tu último aliente Suele i ónrár de algún bruto grato elhom-
De tu Real Señora (i) entre los brazos ; bré, '
De su abandono y su horfandad consuelo; Injusto entonces fui, y hoy me arrepiento.
Tú , cuya boca alzaba la cadena En un mármol que cubra tus cenizas
Que arrastraba su pie ; tú del postrero Mi mano misma grabará :
Adios del puro adolescente hermano
Triste y único don! Cuando el adverso «F IDELIO
Querer de inescrutable Providencia MURIÓ LEAL EN ESTE SIGLO INGRATO!

Permitió que el anárquico gobierno SIRVA A LOS HOMBRES DE RUBOR Y EJEMPLO.”

De su dulce hermánita lo apartase


Ni junto al cán de Prócris celebrado
Para sumirlo triste en un horrendo
Se obstentará tu humilde mausoleo.
Calabozo , sensible la legara
Del noble Poniatowsky y de su tierna
El solo sér que en todo el universo
Hermana los jardines serán templo
Reconocer pudiera por amigo.
Do se acaten tu sombra y tus cenizas.
Y aun este amigo , (¡ oh del divino genio
Al lado allí de un límpido arroyuelo
bordado de amaril.á siempreviva ,(*)
(i) Hija de Luis XVI; hoy Duquesa de Angulema-
Veas» la nota tercera. (*) En el poema titulado Los Jardines.
b 2
( ao )
(Triste y perenne corno tu recuerdo)
En bosquecillo lóbrego escondido ,
Teresa amable , de los Reyes nuestros NOTAS
La pura huerfanita, irà à llorarte:::.-;
AL DISCURSO PRIMERO.
Si es que lágrimas quedan en su seno.
----------- . MI

NOTA PRIMERA , pág. 10 VÍTSO 2.

v.Aras d la Piedad consagró Atenas,>

Hyloshijo de Hércules y de Deyanira, per­


seguido por Euristhéo, se refugió á Atenas,
donde en honor de la Misericordia , ó la
Piedad, edificó un templo que los Atenien­
ses declararon por asilo inviolable para los
desgraciados y aun para los reos..
Representaban á la Piedad los antiguos
bajo la forma de una hermosa y blanquísi­
ma Matrona , con un ramo de incorrupti­
ble cedro en la mano derecha , y el brazo
izquierdo extendido y levantado en ade­
man de ofrecer amparo. A sus pies había
una Corneja, animal que, según lloro Apo­
lonio , reverenciaban inuy particularmen-
(
**
) ( 2.3 )
te los egipcios, como el mas propenso de tes en su doctrina ; porque , en efecto , si
todos á la compasión. según ellos el dolor no es un nial, claro es
Largo tiempo fueron sacros os altare? tá que la compasión que causa es un senti­
de esta Divinidad en Atenas , cuyos habi­ miento no solo inútil, sino impertinente
tantes , indispuestos entre sí casi de conti­ y evitable. Pero la secta de los estoicos
nuo, acudían también con igual frecuencia era poco numerosa; y la mayor parte del
á este templo para reconciliarse. “La vi- género humano no dejo nunca de conside­
«da del hombre (dice Pausánias) está tan rar el dolor como un mdl. ¡ Y sin embargo
«sujeta á vicisitudes, reveses y necesida- ha podido abandonar el culto de la Compa­
«des, que la Misericordia debe ocupar el sión 1
«primer lugar entre sus divinidades tute-
alares. Todos los hombres y todas las na- nota segunda, f>ag. 12. verso 7.
«ciones deberían ofrecerle sacrificios, por« v.Nó que rebelde intente mi ternura
«que todos y tocias tienen igual necesidad «Piolar otro fatídico decreto. ” &c.
«de ella.” Pitágoras introdujo en Grecia y en Ita­
Todavía fue virtud la Piedad después
lia el dogma de la transmigración de las al­
de dejar de ser adorada como D’osa. Pero
mas , en que le habian iniciado los sacer­
la corrupción de las costumbres acabó tam«
dotes egipcios, quienes verosímilmente lo
bien por sofocar sus dulces influencias, co­
habrían recibido de la India ; pero esta
mo había destruido su culto. doctrina no fue adoptada en Italia mas que
Los Estoicos, que se atrevieron á sos­
como una hipótesis ingeniosa. Aun los poe­
tener como un principio filosófico que la
tas mismos , á quienes la idea de la Me-
compasión no es otra cosa que una flaque­
tempsicosis debía surtir de muchas imáge-
za del ánimo , eran á lo menos consecuen

í
( *4}) ( *5 )
lies agradables t no .se dignaron hablar de decen a todo animal, por vil que sea, con­
ella..Ln.eáno.sQ'o la nombra para llamarla siderándolo como partícipe de la humani­
mentira plausibley propia para borrar las dad por efecto de la transmigración de las
imágenes de, la muerte; y ios filósofos no la almas. Diferentes viageros refieren que to­
creían , puesto que el misino Pitágoras sa­ davía en el sigio pasado se veían en gara­
crificó cien bueye§ para celebrar su descu­ ta hospicios para las pulgas, chinches &c.;
brimiento del c adrado de la hipotenusa. y aun habla también de una secta de in
Menos propio era todavía, este dogma dios que hay en el reino de Goiconda , la
para lograr aceptación en Europa qjie.en cual profesa tal horror á la sangre, qúe sé
el Indostán ; porque como en las riberas abstiene de comer cebollas -solo porque
del Ganges la naturaleza ofrece espontánea­ esta legumbre contiene ciertos filamentos
mente al hombre cuanto en realidad nece­ que semejan de algún modo las venas del
sita, lo hace esencialmente sobrio; siguie'n- cuereo animal. El autor de la historia de
dose de esto que , por lo mismo que pre­ Missora refiere que durante la hambre que
fiere las frutas y legumbres á las carnes, en 177.4 afligió á Bengala y dio la muerte á
profése mayor respeto á los anímales ; y asi mas de tres millones de habitantes, se resig­
es, que esta creencia se ha conservado naban á morirlos indios antes que á probar
hasta hoy sin alteración en aquellos países. la carne. “En medio de tan lúgubre y espan­
Los indostanos tienen todavía sus solemni­ toso espectáculo (dice el mismo autor) una
dades y ceremonias en honor de los anima­ “cosa excitaba todavía , si es posible , mas
les. Los Bramas celebran una fiesta dedi­ “admiración que lástima, á saber: la imper­
cada á las vacas, que llaman el Pongól. A- turbable constancia de los indios en no a-
doran también al dios de la virtud bajo la “ceptar ninguna especie cíe alimento animal,
forma emblemática de un buey ; y compa­ “L en soportar todas las angustias de la
(
6)
* ( 27 )
»agonía, despreciando serenos el para elloi »as. El rey prófugo Luis XVIII escribió en­
«ilícito remedio ; de suerte que puede de . tonces una preciosa carta á Delille para
«cirse propiamente que en este naufragio que compusiera la inscripción de este mo­
«de la humanidad no sobrenadó otra cosa numento; y el poeta, que se hallaba á la
»que la Religión. sazón en Inglaterra , (también emigrado )
la hizo inmediatamente; pero quiso la des­
nota tercera, pág. 18. verso S. gracia que la poticia de Bonaparte, yá en
aquel tiempo apoderada de una gran parte
tú, el que diste ya tu último aliento de la Alemania, interceptase en Baireuth
De tu Real Señora éntrelos brazos. &c. los versos y la carta del aut or.
La joven María Teresa llevó consigo No parecerá inoportuno que aprove­
cuando la sacaron de la prisión llamada el chemos esta ocasión de citar aquí algunos
Temple un perrillo que su hermano el Del­ ejemplos de fidelidad dados por los perros
fín la había regalado. Este fiel compañero en los calamitosos dias de la revolución
de sus infortunios murió á su vista preci­ francesa. En un libro publicado en 1796,
pitado casualmente desde un balcón del se dice lo siguiente acerca del último de
palacio dePoniatowski en Varsoviaen 1801. estos anímalillos que habia pertenecido á
El príncipe Poniatowski, que por aquel la Reina.
tiempo habia recibido en su casa con gran­ «La desventurada María Antonia con­
des miramientos & la familia real de Fran­ servaba en su prisión del Temple un perrillo
cia, determinó elevar en sus jardines un que habia criado de chiquito , el cual la si­
monumento en honor de este animalillo, guió cuando ia trasladaron ála Consergeria-,
que podría recordar á la posteridad ideas pero los carceleros no le dejaron pasar de
no menos tiernas que sublimes y espanto- la puerta del calabozo. Alli esperó en vano;
(»«) ( a9 )
gimió , rogó , si asi puede decirse , á todo la Concordia!!) donde permaneció al pie dé
el que abría la puerta; y al fin estableció ali1 la guillotina mirándolo de hito en hito has­
para siempre su residencia, à pesar de la ta que vio caer la cabeza. Buscándola en­
persecución, amenazas y aun golpes de los tonces desatinado, y no pudiendo hallarla,
gendarmas , permaneciendo así fiel y á la viendo que se retiraba el carro que le ha­
mayor inmediación posible de su señora , bía conducido lo siguió hasta la puerta de
superior á los influjos del miedo y aun del la Consergeria ; y desde entonces durante
castigo. A las horas en que el hambre ó la mucho tiempo rio dejó un solo dia de ve­
sed lo apremiaban se dirigia á las casas mas nir al mismo sitio y en la misma hora pa­
inmediatas, en las cuales hallaba siempre ra acompañar de ida y vuelta á la plaza
remedio á su necesidad; y en seguida se el carro de las victimas.
volvia á la puerta de la prisión , de donde
Dos niños, hijos de M. D... iban diaria­
no faltó jamas dia ni noche. Muerta .des­
mente á verlo á la puerta de la misma pri­
pués en un cadalso la ilustre María Anto­
sión , donde no llevaban otro guia que el
nia , su pobre perrillo (que ha vivido has-
perro de su casa, que les servia de Men­
ta 1795) conservó inalterable su costumbre,
tor. Este cuidaba de su seguridad , ale­
sin haber querido nunca darse á otro amo(
jaba todo animal que pudiera amedrentar­
como lo testificaron los vecinos inmedia­ los, los mantenia unidos, los empujaba
tos de la Consergeria que lo socorrían, y para apartarlos de los carruages, se ade­
no le daban otro nombre que el de el perro lantaba y les abría paso , ú embarazaba á
de la Reina. ” los que pudieran estrecharlos, y finalmen­
A un vendedor de carnes condenado te los volvia á su casa del mismo modo ,
á muerte le siguió su perro hasta la plaza sin que en tantas repeticiones de peligros
de las ejecuciones, (llamada entonces de y dificultades les sucediera nunca el mas
í ( 3o )
leve contratiempo. (Téngase presente que
la industria y arte de cultivar el instinto
de los perros , ó llámese de educarlos , ha
llegado en algunos países á un grado de DISCURSO SEGUNDO.
perfección que no exige menos que verlo
para poderlo creer.)
La misma virtud ejercitada con los sir­
Pudiéramos citar' otros muchos rasgos
vientes libres. Con los Esclavos. Con
de fidelidad é inteligencia de los perros.
los parientes.
Ya se ha pensado en componer una histo­
ria moral de los animales durante la revo­
lución francesa ; pero quizá hubiera sido Objéto de piedad, si nó más justo
demasiado injuriosa para el género huma­ Más noble , la amorosa Providencia
no. Por lo que hace á la historia particu­ Al hombre da en su igual, no yá su es-
lar del perro , ya se lia mezclado muchas clávo.
veces con la de los hombres. El mismo
De vosotros diré : los que la agena
Homero que cantó á los Dioses , y celebró
Casa habitáis , sin amistad ni deudo,
las proezas de Aquiles , no se desdeñó de Por una humilladora recompensa
hablar en la Odiséa del perro de Ulíses, Con honrado sudor santificada ;
que fue el primer viviente que reconoció De vosotros diré : í i Nó que indiscreta,
á su amo. La Sagrada Escritura hace tam­ Proclamando igualdad contraria al orden ,
bién mención del perro de Tobías. Romper mi musa intéate la cadéna
De séres, que en el átomo termina ,
Desde el Omnipotente , en quien comienza
(3a ) W
Más nò por éso, prósperos mortales t Pues que asi le conviene , sirva el honi- *
Intentéis contristarlos , y la acérva bre;
Memoria , harto indeléble , renovarlos Mas, no hálle ultrage, en vez de recom-
De sh abyección , y vuestra prepotencia. pénsa.
A vuestra voluntad rinden la suya ; Amos-prudentes, mézclese invisible
Qs dan su libertad: ¿ qué más pudieran? La autoridad á la bondad paterna.
¿Con qué compensaréis tal sacrificio? Recíproco interes, mtítuo-contrato
Ah! si en un breve instante la apariencia La servidumbre y el dominio sean ;
De esta deidad sagrada bastó- sola Y el celo adivinando los preceptos1;
Mi noble Patria á trastornar ; si apénas , Decirse no podrá que uno obedezca
Del hierro de sus grillos, el esclavo Ni otro mande. ¡Oh cuán plácidó presiente
Espartáco forjó la que en su diestra ün tierno Corazón lo que desea
Brilló libre cuchilla , huyó el Romano , El corazón amado j convirtiendo
Se sublevó la Italia, y la potencia El deber en deleite y conveniencia!
Vaciló de Pompéyo ; si dos veces i Qué amistad no dá más que sé la pide!
Inèrme el inmortal pueblo de Iberia Mas el que la Piedad os recomienda
Lanzó á los mares , ó estrelló en los montes, Con más ferviente ruego ¡amos sensibles!
Es ese anciano servidor, que viera
Las huestes Africanas y Europeas: (i)
Ved si grabó profundo en nuestras almas ‘ Y acompañára ante el altar, llorando,
Su siempre invicto arnór Naturaleza! Joven, y enamorada, y pura , y Bella,
La que os dió el sér después i y entre sus
brazos
ir) Estos Cliajro versos no pueden ser del original,
compuesto antes de nuestra revolución de 1808. Pero ¿ que Mientras que descansaba Os depusiera;
español podría réjisíirse á la ocasiou de hacerlos y dejar­
los grabados eu un monumento tan digno de la posteridad Cuyas carias majaron vuestros besos ;
c
(34) ( 35 J
Cayo sigilo os evitó mil penas ; Regalillos de amor dió por respuesta
Cuya infidelidad , si no inculpable Anticipada á tu pedir continúo ?
Inocente en su fin , de las paternas Nó ; la justicia, el mismo honor lo vedan ;
Reprehensiones frustrára la justicia , Ve'dalo tu interés, ¡hombre sensible!
Declarando por suyas culpas vuestras. Monumento en tu hogar es su presencia
Pagadle ahora, desinteresados De antigua gloria , cual antiguo mármol,
Como lo fue su amor ; y pues sus fuerzas Que tu olvidada historia te recuerda.
Se consumieron todas por vosotros , ¿Le oirás indiferente repetirte
Del peso de la edad y las faenas De tu niñéz las plácidas escénas;
Descargadlo por siempre; (¡y éste siempre Tu naciente valor , cazas , combates ;
Quizá acábe en la aurora venidera.) El primer desafío en que tu diestra
Honor de vuestro hogar y timbre vuestro, Defendió al inocente atropellado ;
Su senectud inspire reverencia. Y el pleito en que vencistes , y las fiestas
Si nada puede yá , todo lo quiere ; De su celebridad ; y la batalla
Y su historia será libro en que aprendan
Famosa ,en que la sangre de tus venas
Sus nuevos sucesores á agradaros. Regó el campo y tiñó ia tremolante
Sus sonrisas, sus gestos de impaciencia,
Ganada por tu brazo alta bande'ra ;
Suprema autoridad tendrán con ellos. Y luego tns amores... tu himeneo...
¿Y tú, cuando yá en fin ni aun esto pueda,
Hombre ¡de qué te privas! ¡ qué eñagénas!!:
Tú , el resto venerable de.sus dias Si te es inútil yá, si las deshoras
Amo ingrato! darás ála miseria? Y el bullicio del pueblo le molestan,
En las calles mendigo ha de pararte Trasládalo á tu Quinta. Auras süáves
El mismo que por tí se desprendiera Allí respirará que le devuelvan
De su pobre salario , y cuando niño Si nó el vigor el gozo de la infancia ,
c2
I
(M) ( 37 )
Como suele el rocío á la flor séca. Huid, desventurados habitantes...
Allí otra véz se juzgará dichoso ; Los tigres quebrantaron sus cadénas...
Y el vago recordar de sus primeras Volcán es cada pecho ; cada brazo
Sensaciones y amores, duplicando Negra guadaña que las vidas siega.
Su niñéz , llevara ledo á la huesa Si el sol vio con horror vuestras crueldades,
Al que al nacer te recibió en sus brazos f El mismo Robespier hoi, con vergüenza
Y muere bendiciendo tu existencia. Y envidia, vé el honor de sus venganzas.
Ni olvidarán mis cantos á los hijos Ve'dlos. Clavados en las lanzas llevan
Del Africano sól ; los que por cuenta Por estandartes niños moribundos ;
De la tirana Europa fecundizan Y del hórrido ahullido de las tiernas
Las dulces Colombiánidas riberas. Madres al són, cantándo, á compás marchan;
Si en color desiguales, no en derechos. Padres, hijos, esposos, muertos ruedan
- Blancos ! ¿ qué hacéis ? ¿ armarlos con las Ante sus pies , qué para abrirse paso
mesmas Los apartan , en tanto que vadéan
Leyes con que pensasteis maniatarlos? Las calles , por la sangre hechas torrentes
Lejos de mí, doctrinas indiscretas ¡Del mál del mundo la Deidad siniestra
Que con falsa piedad , desanudando Pudo así, en solo un punto, entrámbo®
Los lazos que amarraban á hombres fieras, polos
(Por crueldades de otro hombre encruele­ Al fuego dár, con una misma tea !
cidos , ) ¿Y qué causa produjo tal desastre?
El hierro , el fuego, y la venganza ciega Vuestra sevicia, ¡ oh Blancos! vuestra acerva
Les concedieron , para mùtuo daño. Condición , vuestro olvido de las dulces
¡O triste Haíti! ¡ó libertad funesta! (i)_ Leyes de la justicia y la clemencia.
(i) Revolución d« la islá'd» santo Domingo,
Hollasteis la piedad, y perecisteis.
( 38 ) (( 39 )
Airóse el Odio. Peroró la Ofensa. ¿Yescucharás tranquilo su gemido?
La Astucia concitó, representando Del pariente infeliz en la presencia
Vuestra debilidad , su propia fuerza, ¿ Podrás gozár tus prósperos destinos
Despecho, agravios, ocasión , ejemplo, Sin cuidar del alivio de su pena ?
Derechos, libertad, gloria, opulencia: : :: No lo espéres : su sangre es quien te ar­
Caliád lodos ; ilusos! Ambos bandos guye ;
Oigan á la Piedad! Cese la guerra! Y tu remordimiento quien la vénga.
Renazca la amistad , y ambos colores Cállaenvano la Lei, cuando pronuncia
Recíproco matiz, no yá bandera Su imperioso querer Naturaleza.
De agresión muestren, confundiendo en Ved las ramillas , hijas de ese tronco ;
una Una, de pingüe jugo está repleta;
Las enemigas razas blanca y negra. Otra , sedienta dél, y desecada.
Mándese y obedézcase sin odió. Véd cuan celoso el jardinero llega ,
De la severidad y la indulgencia Y para alimentar à la indigente
Huyanse los extremos, que al desprecio Tomando lo supèrfluo á la opulenta ,
O á la venganza atroz sueltan la rienda. Con fecundante amputación compórte
Y si es forzoso que el sudor esclavo De la sávia nutriz la oculta véna.
Riegue las Tras-Atlánticas florestas , Sí : ¡pariente cruel! tus abundancias
La sávia al menos de la dulce caña No son de la incorrupta Providencia
Poción de sangre y lágrimas no sea. (i) Graciables injusticias: crimen tuyo
Con grito mas enérgico y mas tierno Son , si atesoras lo que dár te ordena.
La’ voz del deudo al corazón penetra. Oye su vóz, y tú también corrige
La injusta Lei, ó la Fortuna ciega.
(i) Véase la nota primera al fin del Discurso. ¿Y quién no gustó yá la fruición pura
( 41 )
Que cátisala Pied .d;< n.qpien laempléa? Y amante idolatrada de un mancebo
Tu nombre. ,. ¡ ilustre Cándida! grabado Con quien Amor no ha menester sus flechas,
Con fiurií, jnjportái por la discreta Cándida, minea á su adorado amigo
Musa derAdísson (i),, sírvame de ejémplo Quiso rendir la palma en competencia
iNoble , ,y .de madre huérfana , la bella Del tierno , adolorido , anciano padre.
Joven, al triste padre recordaba «Mi bien: llorémos (era su respuesta.)
La imagen de su amada compañera, «Nada te debo á tí, lo debo á él todo :
Dándole así dos ídolos en uno. «Tu amor es elección , mi afecto es deuda.
¡La esposa los sentidos embelesa ; «Mi padre para sí náda me pide :
El hijo irrita la ambición; la hija «Tú , amante de tí propio , me deseas.
Es en quien toda dicha se concentra; «De él apartada , yo te amára menos;
Como objeto de amor , nó menos puro , «(¡ Que no hay pasión que engáñe ála con­
Y (¡ oh verdad!) de mas, fiel corresponden, ciencia !)
cía! «Mis hijos fueran Lijos del Delito :
Modéle de beldád , en quien Apéles «Tú fueras infeliz; y él pereciera.
De la madre de Amor reconociera «Llorémos : mas llorémos inocentes,
Las perfecciones todas retiñidas , «Pues cuándo llora la Virtud consuela,
Que apenas encontrara en mil doncellas ; «Tiempo vendrá., ¡sacrilega, qué has dicho !
«Perdónala ¡óli eleménte Providencia!”
(r) Celebre literato, moralista y poeta inglés. Este epi­ Así hablara, con éco sobrehumano ,
sodio , que Delille imito del número 449 de su Espectador
lo liemos reducido, y quizá torpemente desfigurado ; pero La joven combatida. Ojalá puedan
debemos confesar habernos hallado siu las fuerzas necesa­
rias para traducir este trozo completo y con la singular Mis versos conmover así las almas
amplicidad de expresión que tiene en el original, á la Sensibles de otras hijas como élla.
cual resiste la nobleza de nuestro ritmo en los verso®
largos. Sublime oficio del divino arte,
( 4a )
Eco y aliento de la voz primera
Que resonó en el mundo desde el cielo!
De tu eminente gloria y tu nobleza NOTAS
¡Arte embelesador! este és el timbre.
Por tí la Lira sacra reverencia AL DISCURSO SEGUNDO.
El fiel creyente, y su divino acento
El éco todo de los orbes llena.
nota primera, pág. 38 verso 19.

lio se ha querido dar aquí una idea pro-


lija ó cuadro completo de las escenas hor­
ribles que vió la Revolución de la isla de
santo Domingo. En este poema, destina­
do á celebrar las dulces emociones de la
verdadera Caridad, no debía amontonarse
un número tan espantoso de atrocidades,
de las cuales muchas son tan notorias que
sería supérfluo el referirlas , y otras tan
irritantes que el alma se resiste á contem­
plarlas. Sin embargo recordaremos única­
mente que en la sesión de la Convención
nacional en que se desdobló ante la Fran­
cia atónita la inmensa lista de los crímenes
de Carrier , un Diputado negro llamado
r

( 44 )
Joseph, admirándose de que por tales ae
ció es se acusase á aquel patriota, dijo en ’ VYYY Y YYYYY y y y wy

su lenguage chapurrado , con una fria so n"


risa: “ Vaya, vaya-, mi haber hecho otras ! •. . ..
bien- mejores en San Domingo ” DISCURSO TERCERO.

.! -

\A favor de los amigos. De los foras­


teros. De los vergonzantes. De los
infelices d quienes la necesidad ar­
rastra para cometer el primer delito.

¿Y qué será si un desgraciado amigo


Nos dirige su voz? ¡Olí Amistad santa,
,
c.r' "•
<•
Tu nombre sólo llena el alma mia!
Soy amigo : no quiero otra alabanza.
¿Quién no págó gustoso tus tributos ?
No es elección el deudo que nos áta:
Eslo sí la amistad , que sin cadenas
I Hace siervas recíprocas dos almas.
Bienes , desvélos, prósperas fortunas,
Privaciones , y riesgos , y desgracias ,
c
Todo es coman, porque es común la deuda
( 47 )
(46)
jPoéta humilde y ó- he cantado el mío!
A que empeña virtud de gloria tanta.
Mas nó desemejante en mi desgracia
Mas , quien no tiene amigo no es amigo,
Y ventura con él, el amor puro
Y en estéril viudéz su virtud guarda,
De una hija adoptiva suple , y cambia
¡Infeliz quien lo busca , y no lo encuentra!.
En luz , la obscuridad de los mis ojos.
¡ Dichoso yó que hallé jóya tan rara!
¡ Dulce consoladora de mis ansias!
Yo hallé á Lésbia, la tierna y generosa; (i)
¿Callaré yó, aunque aflija tu modestia ,
Lésbia , la que en los ecos de su harpa
Tus filiales virtudes, que juzgaras
Daba vida á mis versos balbucientes ,
Con razón imperfectas reducidas
(Si yá no es más verdad que los dictaba);
A tu adoptivo padre ? No. Callarlas
Lésbia , á quien solo y ó no llamé bella...;
Fuera robarlas al común ejemplo.
¿ Pero , acaso , mis ojos la miraran ?
Tu padre verdadero aprovechaba
¡Ay! mis ojos murieron! mas ¿ qué importa
El fruto de tu noble sacrificio ,
Si Lesbia vé por ellos, y traslada
Tu mezquino salario. ¡Oh cuán sagrada
Al papel los acentos de su amigo ?
Me fué , virtuosa Lesbia , tu indigencia!
Mi Lesbia , que oscurece vuestra fama
¡Cuánto más respetable que esas vanas
¡Nobles hijas de Milton! los preserva. (2)
Riquezas, que rompiendo cual torrentes
Si á la de vuestro padre no se iguala
Las márgenes del orden,inundadas
Mi Lira, de la gloria de su nombre
Tras sí dejan del vicio las florestas ,
Tampoco llorará la torpe mancha.
Do crécen tantos males , culpas tantas!
¡Vate estupendo , indigno, ciudadano , (5)
Tu virtud, semejante al arroyuelo
Milton , fue desleal á su Monarca!
Silencioso y fugaz , que se recata
Del beso de la flor agradecida,
(i.) Véase la nota primera al fin del Discurso.
(2) Véase la nota segunda id. Y riega y nutre con su vena escasa
(3) Véase la nota tercera, id.
(49 )
(48 )
Do pierde la Victoria quien las pierde:
El huertecillo , ornato de tu choza ,
Velad, justos, si habéis de aprovecharlas.
Y cual ella obra tuya, y dá abundancia
¿Veis aquel infeliz , que perturbado
De su misma pobreza , recibiendo
De un insáno furor , huye, se para,
Sombra, incienso y corona de las plantas..
Clava en el suelo los convulsos ojos
Tu virtud , digo , que del mismo modo
Como ante un precipicio que le aguarda,
Se ejerce providente , así consagra
Y súbito prosigue su carréra
Los bienes y los males que hace ó cura.
Con vaga dirección , cargada el alma
Mas ¡ay! que á la Piedad esto no basta,
De un crimen , y la mano de una joya ?
Si otros medios le ofrece la Fortuna.
Es un ladrón : seguidle hasta su estancia.
El extrangero errante, el que en su patria
¡Espectáculo horrible! ¡Oh Dios piadoso!
Padece ausente del hogar paterno ,
Como en lóbrego bosque la camada
Te invocan ¡oh deidad! óyelos grata.
De lobos, se descubre allí, desnuda
Ni siempre el infeliz puede implorarte
Su inocentilla prole, extenuada,
En los átrios, las calles, ó las plazas:
Yerta , y los ojos del llorár sangrientos.
Tambienitiene pudor el infortunio ,
Vedla que ahullando ante sus pies se ar­
Y ante el próspero orgullo se acobarda j.
rastra...
Nacen tantas pobrezas de los vicios,
Ved á la esposa, inmóvil, que al enjuto
Que el justo, con razón, teme á su infamia^.
Seno apoyando al hijo que la abraza,
Paciente y sólo , eh su ignorado asilo,
Con más llanto que leche le humedece
No provoca del vulgo las miradas.
Las secas fauces, del gemir llagádas.
Búsquelo, pues, la Caridad agente :
¿Veis mas que suelo y techo? nó: ayer mismo
¿Quién busca un infeliz que nó'lé halla?
Arrancó de la lóbrega morada
Al modo que la suerte de las lides ,
Un roto banco y un acerbo lecho
Tiene la Compasión sus horas faustas,
( 5o) t 51 )
De usurero acreedor la mano avara« «Quitadme de una véz la odiosa carga,
Ved al padre postrarse taciturno «Dejando así desagraviado al cielo,
En tierra , y con estúpida mirada «Pura la sociedad, la Leí vengada.
Clavar los ojos en su diestra mano, «¿ Quién sabe ? ¿ Quién lo duda ?¡ atroz pre­
Y arrojar por encima de la espalda sagio!
Con la siniestra el pan , que no ha probado, «Este, que es hoi ladrón, será mañana
A los hijos, que sólo entonces alzan. «Homicida feroz! ¡ay! libertadme
Cual gozquecillos las delgadas manos «¡Hermanos! de mí mismo. En esta gracia
Que de las de la madre lo arrebatan. «Se interesan los seres ¡nocentes
Roto su corazón de horror y pena «Que me circundan. Líbre de la infamia
Escuchad, ¡oh mortales! cómo os habla : «De ser horrendo albergue de un mal­
«Hombres, que con seguirmehabeis violád® vado ,
«El secreto del hombre, y la sagrada «Entrará sin rubor en esta casa
«Sombra de sus paredes, ¿ qué os obliga «La Caridad , buscando al infortunio”...
•A tal profanación ? ¿ será la vana Y aquí el dolor la débil vóz le embarga.
«Curiosidad ? pues, bien : mirád ; y oídme. Vosotros, que le oísteis sollozando,
«Ese espectro es mi espósa : esas fantasmas Acudid á su auxilió , y de la alhája
«Nacieron hombres, hijos de esa pura, Sustraída el valor , multiplicado
«No yá mugér > deidad podré llamarla : Por los tiernos suspiró^ que os arranca
«Yofui esposo y padre, hoyyásoi monstruo« Trocadle, vuelto ya del parasismo:
«Sucedió la maldad á la desgracia ; Prometedle sigilo; la palabra
«Y cuanto amaba ayér , hoi aborrezco. Tomadle de invocaros en lá urgencia;
«Soy ladrón : y el cadalso me reclama. Y de santa fruición llenas las almas
«Sí, hermanos; delatadme. De la vida Alejaos dél, alegres repitiendo ,
da
(M (53)
Quien priva un crimen , ¡ cuantas vida®
salva!” (i) Que la maldad del pueblo ha desbordado, ■
Si en los descubrimientos se complace
* Y refluido sus corruptas aguas
Jío sin razón , la diligencia humana: En los campos, sembrando hediondos vicios
Si al uno, interpretar mudas ruinas : Do aromas de virtud antes brotaban.
Si al otro , dar su nombre á la ignorada La Páz, la Candidez, el sacrosánto
Isla fueron blasón : si el gran Colómbo Amor del culto, en nuestros tiempos faltan
Y Herschél tierras y cielos nuevos hallan, Como de las Ciudades, del Aldea.
Y de inmortál aplauso se coronan; Por todas partes la insolente audacia,
Cree'dme : la mansión de la desgracia La ambición, la inmodestia , la avaricia,
Descubrid , y tendréis por recompensa Déspotas reinan, y en las consagradas
Gloria etèrna , que es más que etèrna fama< Selvas, templo de Páz , el ronco estruendo.
Mas, si entre su rumor la populosa Y el fiero estrágo de la Guerra causan.
Ciudad no os deja oir las quejas santas ¡Oh Campos! vuestro Vate os desconoce;
Del infeliz, que el muro no penetran No sois vosotros yá los que él cantaba (i).
De su.escondida y lóbrega morada, ¿Quién me dijera á mí que en el aldea
Id al campo. En la diáfana alquería Se mezclára algun día á la ignorancia,
La voz del padecer suena, y se espácia Inocente y humilde, la orgullosa
Hasta el èco remoto. La Inocencia Abominable ilustración bastarda
Mas veces en los campos acompaña De esos necios imbérbes ciudadanos ?
A la Infelicidad , que en las ciudades. Que el uno, en tanto que su campo escarda,
Ah! nó que ignore yó, (¡verdad amárga!) Se mófe del divino sacerdocio
Aplaudido con risas y palmadas ?
(i) Véase la sota cuarta al fin del Discurse; (i) En el poema del Hombre del campo.
f 54) (55)
Que el otro háble de Dios y de sus obras Cuando en su oscuro asilo sorprendida
Como de su ganado y su labranza ? Bése la ignota mano que la ampára.
Que el uno préste á usura, y sepa de agio'! En fin , con muy mayor deléite os brinda
Que el otro, carnicero, la balanza Mas solemne ocasión. He allí que brama
Política examíne, mientras deja La Tormenta; el granizo entierra el prado;
Correrá su favor la suya falta? Derriba el Uracán las fuertes háyas ;
Que en trages, desnudeces, torpe Lujo... Un incendio, que rayos alimentan,
¡Ejémplo, ejémplo .-cuántos males causas! De Mópso hace cenizas la cabaña;
Mas, no son así todos; y consuela Y ganados , y granos , y utensilios ,
Ver que en diferenciarse se difaman; Y domésticas aves que las llamas
Y la pluralidad tiene virtudes. En el cercado ahogan : todo ha muerto.
Muchas mas ocasiones aun os guarda Mópso fue rico ; ya no tiene nada.
De ocurrir á su amparo el infortunio. No es ficción; yó lo vi; precioso ejem­
Al industrioso dad las necesarias plo ,
Máquinas y utensilios de tas artes, Nó contingencia os canto ¡oh nobles almas!
En préstamo ofreciendo disfrazada Yo lo vi; y de Silváno, el generoso ,
La alt iva donación que al mismo tiempo Mis versos dejarán aquí grabáda
Que inspíre gratitúd, inste apagarla. La ingeniosa piedad , y sus efectos.
Con prudente artificio el Lujo mismo A Mópso, y su familia desolada
Cambiar podéis de profusión infausta A su Quinta conduce, y con paterno
En caridad plausible, y más sublime Afecto alberga , y viste, y le señala
Cuanto menos expuesta á la alabanza. Ocupación que su dolor divierta,
Violad la timidez de la indigencia, Endulzándole así la copa amarga
Y sonrósela eldón, nó la demanda, Del no retribüíble beneficio;
(56) (
7
* )
Mas , tal placer su corazón no sácia. Dudan; oréen en fin, y se desmayan.
Con sigilosa diligencia ordena Musa, di tú, (si acáso a los humildes
Edificar de nuevo la cabaña; Los mas altos sujétos se compáran),
Restablecer el palomár y el horno; Di tú, si un tiempo del Troyáno errante
Plantar el huerto ; reponer contada LA vista hiriera , ó conmoviera el alma
La activa población de los corrales, Con deleite mayor, la reducida
Establos y colmenas , y la mansa Copia de Ilion , en clima ignoto hallada.
Jumenta, amor y brinco de sus hijos; Di cómo los esposos exclamaron
Alzár fuerte, á nivélala derribada Al ver cuantos objetos ya olvidaran:
Cerca; profundizar la ciega noria; «¿ Todo existe ? ¡oh gran Dios! ¿ha renacido
Beneficiar las tierras y sembrárlas; «Todo , ó quizá no ha perecido nada?
De muebles y utensilios , (necesarios «¿ Es el presente, ó fue el pasado, un sueño ?
Al reposo y trabáje), ornar la estancia; «¡Todo sobra! oh gran Dios!” Nó: que re­
Ensemillar la trox ; y la cocina clama
Y despensa poner bien abastadas. Vuestro menor hijuelo sus juguetes,
Llega el dia feliz de la sorpresa. Y dice que sin ellos todo falta,
¡Mopso! tu, que avenido á tu desgracia , Y él sólo no es dichoso::: Razón tienes;
Piensas morir en triste servidumbre, Perdona, amor : tú lo serás mañana;
¡Que ageno estás del gozo que te aguarda! Perdona al que olvidó que la justicia
Seguido de su esposa y sus hijuelos, Hasta al niño inocente es necesaria,
Guiado y obediente á las instancias ¡Bienhadado mortal, justo Silvano!
De Silvano, sus pasos encaminan Loór eterno á tu virtud sea dada;
Al suelo que enterró sus esperanzas. A tu eficaz virtud , que mostrar supo
Llégan ; ven ; gritan ; lloran ; miran; ríen; De un daño remediable la importancia.
(¿9)

NOTA segunda, pag. 46. verso 15.


NOTAS
Lé.bia que obscurece vuestra fama
obles hijas de Milton” Ac.
AL DISCURSO TERCERO.
El exceso de aplicación a los trabajos
literarios á que este inmortal poeta inglés
nota primera , pág. 46 verso 6. se había entregado desde sus primeros años,
lo privó enteramente de la vista siendo
,cYo hallé d Lesbia , la tierna y generosa.” mozo todavía; y la ternura de sus tres hi­
Esta joven, llamada Mademoiselle Vaud- jas , (todas de diferentes madres), reparó
en lo posible ésta pérdida, la mas funesta
champ , no menos rec omendable por la
de todas para un hombre que cifraba yá
fidelidad con que siguió y asistió a De-
lille en su expatriación , que por el celo su única felicidad en el estudio. Aprendie­
con que socorrió durante ella á sus pro­ ron, pues, entre todas á leer y pronun-
pios parientes, contribuyó con su trabajo ciai’ con perfección hasta ocho lenguas, en
y consejos á la composición y publicación las cuales, sin entenderlas, leían á su pa­
de muchas de las obras de su amigo ; el dre loque las mandaba , con la misma e-
cual al fin de sus dias le pagó del modo xactitud y complacencia que si lo com­
mas solemne que pudo la deuda de su prendieran.
agradecimiento casándose con ella.
(61 )
(fio) 'Diario de los sabios , y que ha servido de
argumento al interesante drama titulado
NOTA TERCERA, pág. 46. VírSO 20. la Familia indigente. El distinguido pintor
Danloux, acabando de oir recitar estos
“ 7Z.ate estupendo, indigno ciudadano , versos al mismo Delille , se puso á traba­
Millón.fue desleal d su Monarca.” &cc. jar entusiasmado , y trazó de una sola y no
interrumpida tarea , su magnífico cuadro
Es bien sabido que Milton era uno de de este asunto , que después ha sido tan
los revolucionarios mas fogosos de su ¿po­ merecidamente celebrado por los inteli­
ca 5 que fué mucho tiempo secretario de gentes.
Cromwel; y en fin, que compuso é impri­
mió en latin en i65i una dpologia del ase­
sinato de Carlos I. Doloroso es á la ver­
dad que semejante hombre escribiese se­
mejante obra ; pero aun lo és mucho mas
que la refutación que de ella hizo el doc­
to Saumaise sea tan débil, -.y sobre todo
tan inferior á su argumento,

NOTA CUARTA, pág. $2 DSrSO I.

“Quien priva un crimen ¡cuántas vidas salva!

Este episodio es un hecho verdadero ,


referido por M. de Sallo primer autor dc^
( 63 )
En vil prisión temiendo u invocando.
Vén conmigo ¡ oh deidad consoladora!
Unidos penetremos de antro en antro ,
DISCURSO CUARTO. Hasta llegár al que contiene al hombre
Mudo, solo, sin luz, y encadenado.
En este mismo instante, ( que él no
En favor de los encarcelados-, de los cuenta,
dementes-, de los ajusticiados. Elo­ Porque es el tiempo indivisible caos
gio del célebre filántropo inglés Para el que el giro de la luz ignora);
Iloward.
En este mismo instante en los saraos
De la corte solazan sus amigos,
Da , Musa , á más dolor más alto verso: A sus bellas amantes enlazados.
Crézca la compasión , pues cí’ece el daño. En este mismo instante en el aldéa
De deudos asistido, y en el seno Al simple agricultor, al artesano,
De la fiel amistad, no es tan amargo (Si yá no simple, honrado todavía),
El infortunio. ¿ Qué dolor resiste Y al robusto zagál enamorado,
De una familia agente á los cuidados ? La Quéda avisa que llegó la hora
A los consuelos de una esposa amante? De darse á los placeres ó al descanso,
De una hija tierna al inocente ll mto? j Y en este mismo instante ese infelice
A un llorar incesante está entregado,
Cantemos, Musa, al hombre que sumido
Como en la oscuridad del hondo infierno
En más profundo horror, vive apartado
Sin mensurár ni duración ni espacio?
De su esposa , y su padre, y sus amigos,
1 los auspicios de sus lares sácros, Sí: alli está, (¡y no le vémos!) contra el
La pública justicia, ó la clemencia, muro
(«4)
Inmóble y yerto, descifrando al tacto ( 65 )
De informes letras el doliente verso Cual la brújula encuentra el boreal astro.
Que en e'l su antecesor dejó grabado. Si un instante la avara claraboya ,
«Al mísero indefenso O el sepulcral refléjO amortiguado
«Cobardemente oprime, De la linterna aléve, que protege
«Celebrádo del vulgo, Del carceléro atroz los cau tos pasos,
«El fuerte mientras vive. Hieren sus turbios ojos , lo deslumbran,
«No importa: mortál éres, Y adoloridos , tiene que cerrarlos.
«¡Oh enemigo inflexible! Así le halla la muerte apetecida ,
«Tiempo vendrá en que llores La misma Luz, que idolatraba, odiando.
«Los males que ahora ries.” Mas, no sólo cautivos hace el hombre :
Y al terminar la lúgubre lectura, Ni llenan las mazmorras sólo esclavos.
Con su propia cadena en el mojado Un deudor insolvente allí suspira.
Muro , para que un dia lo descifre De inflexible acreedor el rudo brazo
Su sucesor, escribe su epitafio: Sus grillos remachó , traidoramente
«Sacrificóme, débil é inocente, Su nombre con descrédito manchando.
«El odio inexorable de un tiráno. ¡Y es inocente y llora, hombres sensibles!
«Yo muero sobre el polvo: mas, tranquilo. Vuestras sobras de un dia fueran harto
«El morirá en su lecho : mas temblando.” ¡Proceres! á salvarlo, y devolverlo
Ya se aparta, y la bóveda retumba A su honor v sus hijos adorados.
De sus hierros alsón acompasádo. Dios, que os mira y lo escucha, á ruego suyo
Su orízonte y su cielo es ese muro En gloria y bienandanza os diera el pago.
Y ese techo que toca con las mafias. Víctima de mortal melancolía
Si alza la vista al sól es por instinto, Ved allí otro infeliz, en quien un rapto
De desesperación dejó turbada
(66)
La mente. ¿ Y quién le tiene así aberro jado? fto con iras frenéticas, y en campog
¡Es la misma Piedad, que á otros liberta 1 Elisios, nóen infierno, se conviertan
Temible , no culpable, en sus desbarros Esos tristes albergues que les damos.
Causando males, nó incurriendo en penas, Natura compasiva no los guarda
El público interés mandó encerrarlo. l«rS» tiempo. ¡Ay, Piedad! gu¡, sqs
Mas ¡ay! ¿ de qué no abusa la malicia ? Acia el reposo, y JM opicas agms
¿ Veis ese que á par de él, y al mismo trato Del Léthe béban, antes de pasarlo.
Sujéto, yá colérico enmudéce, En fin, la celestial Misericordia
Yá alzando al cielo las abiertas manos «asta al crimen atroz tiende su manto,
Le pide la justicia, que no espera ? •lara espiar la rastra de un delito
Pues ese es una víctima, no un fatuo : Con eficaz remordimiento amárgo
O, si lo es yá, no lo era el triste día A veces solamente necesita
En que aquí le encerró su inicuo hermano. Un fiero malhechor ser perdonado.
Con apariencia de piedad cubriendo ¡Qué admirable es el vicio combatido!
La atrocidad de un interés malvado a virtud sin contraste no lo es tanto,
Le sepultó aqui vivo , y de sus bienes yudad sus esfuerzos, y renázca
La prematura herencia arrebatando ? u perdida inocencia en vuestros brazos.
Hizo negociación del fratricidio !! Esa sentina de Albión, la un tiempo
Llegad, almas sensibles, y apiadóos. èrma Botdnibdi, (,) yá bien poblado
Dulcificad la suerte de esos séres. istrito de la tierra, ejemplo sea.
Mánes errantes son, que en estos claustro» Uei sabía ,de mil crímenes librando
t* —
Con leves ilusiones alimentan
. Ball‘a-ljotánica, colonia próspera, poblada exclusi-
De Un alma sin acción los restos vagos. re“l 1>or «os de destierro, ingleses, admirablemente
mor*g erad» por. la sabiduría de su institución:
Deliren de delirios apacibles, •riastf Ja nota uum. i.®
( 69 )
'( 68 ) Sepa que el mundo, que adoró, le arroja;
La sociedad britána allá conduce Y el cielo, que ofendió, le ofréce amparo.
A trabajar la tierra á los malvados, Lógre, sin codiciarla, amar la muerte;
Que Natura, Piedad y Fuerza unidas Que es la dicha mayor de los humanos.
Convierten prontamente en ciudadanos; La voz de los Ministros le consuele.
Al vil, siervo, sin patria, y rudo, haciendo Copas apure de contrito llanto.
Virtuoso, liberal, patricio, y sabio. Y caiga al fin én la i sondable muerte ,
Sigan el noble ejemplo las Naciones. Con néctar de esperanzas embriagado.
Bel calabozo estéril y mál-sano Sin piedad fuera crimen la Justicia.
Saquen al criminal á que indemnice Su esencia es caridad, y su conato
El mal que ocasionó, con su trabajo; Salvár la mayor suma de ventura.
Y aun si el remordimiento le consume, ¿Quién, Hovvárd! á este axioma sacrosanto
La correctiva gracia obtenga en pago. Dará mejor apoyo que tu historia? (i)
Mas ¡ay! si su delito y la vindicta ¿Qué es el Itaco Rey, ni sus diez años
Pública le conducen al cadalso De involuntarios riesgos, y su origen,
Acudid ¡hombres de piedad! y escuche A tu nombre y los tuyos comparados?
Palabras de verdad de vuestros labios. Tú, con mas noble objeto, y con mas fuerte
Esperanza y fervor llenen su pecho, Corazón proseguido, al entusiasmo
Hasta hacerle aceptable el postrer paso De Piedad, no al debér , te abandonaste.
Que sálve el alma, abandonado el cuerpo. Mares ignotos, montes escarpados,
La celeste Piedad ponga la mano Desiertos de cernidos arenóles,
Sobre el pecho contrito ; y que él la sienta. BajO la zona estéril, de este vasto
Oiga que un Dios, muriendopor ios matos,
Les dió en herencia su misericordia, (i) Véase la nota riúin. 2,9
Y es un derecho, y deben reclamarlo.
( 7° ) ( 71 )
Polo extremo, Jó muere la Natura: A veces el perdón, de anuncio fausto ;
Las regiones de Agár: cuantas el sacro A veces distracción en la agonía,
Emblema de la cruz por estandarte Que abrevia sus momentos dilatados.
Tendieron, y triunfantes adoraron: * Ya alzas los hierros que rompér no pue­
Dó quiera, en fin, que de aflicción se llora, des.
Parece Hovvard, á tiempo, y no esperado: Ya oyes al infeliz, (que es consolarlo,)
Justo! ¿buscas deleites, tí oro, ó gloria? Y su ruego repites, elocuente ,
Mas ¿cuándo en las prisiones se encontra­ Al graciable si recto magistrado;
ron ? Ya á veces restituyes el esposo
Cárceles buscas, cárceles do gimen De la doliente esposa al dulce abrazo ;
Hombres que necesitan de tu amparo. El padre al hijo, el hijo á sus amores.
Tumbas, en cuyos ángulos el Eco ¡Mortal por la virtud divinizado!
Jamas hiciera de la risa ensayo. Los serafines en el almo cielo ,
Olvidado del mundo y los place'res, Si nó envidiosos, con alegre pasmo :
Marcha al sóri de cadenas, derribando «¿Quién és el ángel nuevo, se preguntan ,
Gruesas trabadas réjas, que hasta entonces «Que enviara el Señor á los humanos,
La yóz ó el sól apenas penetraron. «Y á cuya vista los siniestros Genios
Por negro caracol interminable «Se postran, maldiciéndole admirados?”
Que anuncia los abismos ya cercanos, Vuelve: ya es tiempo: ó corazón subli­
Se sumerge en las sombras, carcomidos me!
Sonoros huesos con horrór pisando : Vuelve á tu patria ; vuelve á tu descanso;
Tesoro que la Muerte allí conserva Sé de tí mismo, pues de todos éres.
Hasta el tronar del grito, “Levantaos!” Págate lo que á tantos has prestado.
¿ Y qué conduces, bienqueriente Numen ? Goza la libertad, que dár supiste.
I t
Dà t» ejemp’ó y tu glòria al suelo pílrio
Y de cuantosportentós nos revélas
Vén a que en tí admirémos er mas ràro. NOTAS
AL DISCURSO CUARTO,

nota primera, pág. 67. verso 19.

la un tiempo
Yerma Botanildi, ya bien poblado
Distrito de la tierra"
Bahia-botdnica. fue así llamada á causa
de las muchas plantas medicinales que en
ella se encuentran. Descubrióla el célebre
navegador Cook, en abril de 1770, y está
situada en la costa de la Nueva-Holanda.
El clima es sano y templado, y su suelo, de
arena húmeda y ligera , bastante poblado
de bosques y fértiles praderas. El gobier­
no inglés designó á Bai.ía-botánica en 1781
¡para establecimiento de una colonia que
había de componerse de los delincuentes
que, sin merecer la pena de muerte, deben
expulsarse de la sociedad. En 1788 llegó á
( 74 )
Bahía-botánica ei primer convoí, después (75)
«tino á los oficios, y son herreros, calde-
de un viage de 56 semanas. Al principio
«reros , panaderos, sastres, jardineros, y
tuvieron los nuevos colonos muchas difi­
«aun enfermeros. Las horas del trabajo
cultades que vencer, ya por la oposición
«son desde que sale el sol hasta las once
armada de los indígenos., ya por las esca­
«y media que los llaman á comer, A las
seces de algunas cosas necesarias.
«dos vuelven al trabajo hasta que se po-
Todas las relaciones é informes recibi­
«ne el sol; á cuya hora cesa toda faena al
dos desde entonces acreditan los felices
«toque de retreta.
progresos del establecimiento; y debe de­
«Para estimularlos al mejor cultivo de
cirse en honor de aquellos desdichados, que
«sus jardines tienen libre el dia del sába-
desde el dja de su llegada á este lugar de
"d°, y se dan premiosa los que hacen pro-
espiacion su conducta ha sido infinitamen­
«ducir mayor cantidad de legumbres y
te mejor de lo que podía esperarse. He
«frutas. Las mugeres limpian todas las ma-
aquí lo que dice Jorge Barrington en sus
«ñanas las habitaciones ; reunen y lavan
memorias: “Empecé (dice) á visitar las
«la ropa, la componen y la devuelven el Do-
«diferentes clases de pobladores, y á todos
«mingo. En este dia nadie puede dejar de
«los hallé mas aplicados al trabajo, mas
«asistir al oficio divino , que se celebra á
«respetuosos con sus sobrestantes, de lo
las once, y los sentenciados están obliga-
«que me había imaginado. Unos se em-
«dos á presentarse vestidos completamente
«plean en hacer ladrillos, otros en la fa-
«de limpio. Debo notar que su compostura,
«hricacion de habitaciones y almacenes,
«decencia y aun devoción en el templo sor-
«otros en desmontar y all anar terrenos,
«prenden al .que considera lo que han si-
«cortar y acarrear maderas, formar cami-
«do antes aquellos infelices.
»nos Scc. Otra clase está dividida con des-
«A los cumplidos en la condena del tra-
( 77 )
«bajo reparte tierras el gobierno en esta y el gobierno busca una isla á propósito
«proporción : para ello.
«Al hombre soltero. 5o acres.
NOTA SEGUNDA , 69« V^fSO 12.
«Al casado.................... 5o.
«Para cada hijo. ... io. y “¿ Quién, [IíóvvarcV. &c.
«Los 18 primeros meses de su eman. El ilustre inglés Juan Hovvard consa­
«cipacion sigue el gobierno asistiéndolos gró toda su vida al socorro de la humani­
«de vestuario y manutención, y les dá ade- dad' doliente. Habiéndose apercibido de
«mas un surtido completo de cuanto los abusos que se hablan introducido en
«objetos é instrumentos necesita un cul- las cárceles de Inglaterra, quiso remediar­
«tivador, con granos para sembrar el pri- los; estudió el régimen que se observaba
«meraño. De este modo la mayor parte de en las casas de detención ; presentó sus
«los sentenciados se concierten en pro- quejas al parlamento, y logró mejorar la
«pietarios, y suelen dar los mejores ejern- suerte de los presos. Este primer triunfo
«plos de virtudes domésticas. No pocas ve- aumentó su celo, é hizo que diese mucha ma-
«ces se ha visto á un foragido, condenado vor estension a sus filantrópicas miras. Le—
«por los tribunales de Londres, ser juez corrió las cárceles de Holanda, Alemania,
«de paz en Bahía-botánica y administrar Rusia, Suecia, Dinamarca, Francia, Italia,
«justicia con tal probidad, que podría ser España y Turquía, y puede decirse que no
«vir de modelo á los mismos magistrados hubo un solo calabozo en que no introdu-
«que lo sentenciaron.” gese á lo menos el socorro de la consola­
Finalmente: ha prosperado de tál mo­ ción. Restituido á su pateia publicó el re­
do este establecimiento, que se piensa tiem sultado de sus observaciones, y sus proyec­
po luí en. formar otro bajo el mismo-plan. tos; obra que puede mirarse como uno
( 78 )
de los mas bellos monumentos que se han
erigido en honor y gloria de la Humanidad.
Sus descripciones de las cárceles de todos
los países, y las observaciones sobre el nú­ DISCURSO QUINTO.
mero de los réos, calidad de los crímenes
Sic. son curiosas y filosóficas.
Hovvard, que no solo visitó las cárce­ Id. Délos Hospitales, Hospicios, In­
les sino también los hospitales de Europa clusas &c. De los heridos en campa
murió mártir de su propia caridad, asis­ ña. Conclusión.
tiendo á un enfermo contagiado, en 1790.
Vole'mos, Musa, áloslugáres sácros
Do invoca á la Piedad el alharido
Del Dolor; á esa estancia religiosa
Donde alegre se humilla el hombre pío
Al hombre enfermo, y próvido le oírece
Los socorros humanos y divinos.
La Compasión alzó sus fundamentos
De lustre y solidez; mas no los hizo
Incorruptibles. ¡Cielos! ¡Cuantas véces
Descuido y avaricia reunidos
Hicieron delios fétidas cloacas,
O públicos mercados de ¡os vicios!
Corno leños al fuego destinados
Allí se apilan muertos sobre vivos.
(So )
( 8r >
Allí el convaleciente al moribundo Rogie <1 lo menos el postrer suspiro
Con la propia cubierta está ceñido. Desacerbar con dulce Adormidera.
De mortíferos hálitos henchida Véase en fin por él restituido
La atmósfera presenta el parasismo A su hogar el feliz convaleciente:
Por síntoma de un mal, de que ella es Y alegre y débil, vacilante y tibio
causa. Como en segunda infancia, ensáye el paso'.
Allí, sobre el jergón medio vacío , Canten ¡ó arte sublime! dulces himnos
A veces más que el mal llora el remedio En tu alabanza Cielo y Tierra : adoren
El paciente Indefenso. Al Domicilio A la Piedad en este santo asilo
Conduce en la visita la Ignorancia. Indigencia y Dolor; y en fin, aclame
La sorda indiferencia hace su giro; El hombre grato al hombre compasivo.
Receta; y al Acaso alarga el orden. Afas ¡Cielos! ¡ó sorpresa! ¿qué siniestro
¡Piedad! acude, y ce'se el sacrificio. Genio arrebata y cambia los destinos
Distingue y clasifica las dolencias. De mi adorada Patria? Aiií aparéce
A ese Arte , más que humano, pide auxilio Da Destrucción , del bárbaro Delirio
Que dá segunda vez el ser primero. Del Odio precedida, devorando
El desinfecte el aire corrompido, Con indistinto ardor muertos y vivos;
A al compreso pulmón sacie y diláte. Cunas, sepulcros, la Ciudad, la Aldea,’
El, al celo y al orden, que sumisos La humilde y pobre Hermita, el alto y rico
Le escuchan, de' preceptos, tráce ejemplos. Templo, todo ¡o arrasa y lo sepulta
El, del Ase'o, de ese negativo Con su gloria y su nombre en el olvido.
Tutelar de la Hygiene, el culto imponga. Tá desaparecisteis ¡ó sagrados
El de la Muerte frustre los designios, ^.efugios del dolor, do un celo pío
O, cuando sucumbiere en la batalla, Lnpuso las riquézas expiadoras
f
( 82 ) ( 83 )
Que ante la muerte le donara el vicio! Huérfano que te implora! Tú que escuchas
¿Dó están esas doncellas venerables (i) Bendiciendo tu rombre agradecido
Ministros de salud, esos prodigios Al fuerte veterano de la gloria,
De caridad que endulzan la agonía? Héroe, de nobles héroes padre é hijo!
Esas jóvenes tiernas cuyos limpios Tú , templo dó halla el hombre acongojado
Corazones jamás al aire dieron Al que temió sevèro Dios propicio!.. .
De otro amor que el del prójimo un suspiro, ¿Quién levantó tus ricos fundamentos?
Y su salud y juventud consagran Un pobre humilde, un mísero proscrito !(i)
A la vejez y al padecer ¿dó han ido? Carrón fue : cuyá voz sonó en los pechos
Sus techos arden; yermos sus salones Como celeste oráculo, y al grito
Resuenan devolviendo el eco tibio De la Indigencia vió turbado al Lujo
Del postrero que espira. Piedad, ¡huye! Tributarle profusos donativos.
Cayó tu altar: hundióse el edificio: Obra de Sü virtud es ese tèmpio,
Las fuentes del socórro vió cegadas Y él solo es su riqueza y su ministro.
El indigente: el indefenso» niño El sólo supo hallar hasta en la estrecha
Espiró en los umbrales de la vida: : : ; Pobreza algo supèrfluo, y la dio arbitrio
Mas ¿que ímpensádo, qué celeste auxilio Para ser bienhechora, consiguiendo
Se ofrece al infelice desterrado? Ver por mano del pobre al pobre rico.
Salve ¡ó tú Sommerstown! del fiel patricio El bastó sólo á concitar , con dulce
Francés (¡hoi yá sin patria!) noble am­ Persuasión,-del hermoso y compasivo
paro. (2) séxo las almas á las rudas obras
Salve ¡ó tú, madre yá del adoptivo Ee su instituto. ¡O Dios, qué sacrificio
(1) Véase la nota uúm. 1.
(2) Véase la nota uúm. 2. (x) Véase la nota núm. 2.
f3
( 84 )
Ni al amoroso nombre de f‘hermanito”
Recibe déllas Ja desgracia! Fuertes,,
Despiertan ; ni á la tierna hermana abrazan;
Doman el asco , arrostran los peligros j
Y á llevar condenados sin delito,
La llaga enjúgan con la mano misma
Por padres re'os, de su especie el nombre,
Que debe coronar de rosa y mirto
Cual la bestia feroz, por apellido ,
Al dichoso Himeneo; fortale'cen
Su herencia vén gozar á otro inocente
Su amor Fé y Esperanza, y el gemida
Que, antes de ser, de ser logró el permiso.
Del dolor por las Gracias replicado
Nada es suyo ¡oh mortales! en la tierra
Si no lo extingue alivia su martirio.
Si no vuestra piedad: ella es su asilo.
Pero ¿qué acento desmayado y flébil
Ni arrulladora cuna los espera;
Resuena sordamente en mis oidos?
Ni terso lienzo les prepara abrigo;
Ay! ¿Sois vosotros, séres infelices,
Ni una gota de leche prevenida
Del débil crimen víctimas é hijos?
Les acompaña en el destierro impío.
Ay! Si en púrpura envuelto y sobre el solía Acudid ¡Justos! Si Naturaleza
Mueve á piedad menesteroso el niño , Delinquió, la Piedad venga en su auxilio,
¿Quién verá sin dolór, precipitados Y remplace á esos padres qué algún día
Por un forzoso y bárbaro sigilo
Derramarán mas llanto que sus hijos.
En manos del Acaso, esos precoces
Nuestros hermanos son, y acaso entre ellos
Hijos de Amor, por el pudor proscritos? Prepáran grandes hombres los destinos
Esos que el néctar maternal no beben. De la adorada Patria; ¡ay! no se frustren;
Ni el insaciable beso derretido Y pues que os hábla el Pró-cómün, oídlo.
Aspiran; ni ¡amas lédos sonríen El perito cultor os dará ejemplo,"
Al grito penetrante de “¡hijo mió! Que el olmo apoyará reciennacidó,
Ni distinguen á un hombre entre otros Descargará la decadente encina,
hombres;
(86) (87)
Y al desmedrado arbusto huerfanillo Véd ese campo. El hórrido Exterminio
Que en el egído helado y solo encuentre Riega sus surcos de fraterna sangre.
Para qué crezca como en patrio nido La Guerra le conduce. Divididos
Llevará á su abrigado semillero. Ejércitos lo huellan, aceradas
¡Legislador prudente! tu benigno Espesas filas, al sonoro grito
Celo y alto debe'r próvido supla Del clarín, desplegando contrapuestas;::::
Al sofocado maternal cariño , ¡Y aun aquí la Piedad hará su oficio 1
Y rescáte esos hijos á la patria. Sí ingratos.- de su ampáro el almo cielo
Con las útiles artes, los oficios Ningún menesteroso encuentra indigno.
De mas seguro lucro, compensadles Marte, el terrible Marte, ante sus aras
El patrimonio , por su mál perdido , Se postra á veces trémulo. Ese mismo
O la dote, que suple á los blasones. Que á la necesidad de la victoria
De esta suerte Albión vé sus navios Da en oblación sus fuertes escogidos ,
Poblados de animosos marinéros; Y muerte, y robo, y destrucción, ordena
Como medios de triunfo, en el conflicto
De agricultores próvidos y activos
Sus campos; y sus filas de altos héroes} De la lid , tras sus pasos acatada
Así, al daño acudiendo el beneficio, Conduce á la Piedad. Enternecido
El Pró-común aclama de éstos seres La encarga de aplacar el irritado
Madre á la patria, padre al hombre rico. Brazo deL Vencedor ; y delpagízo
Mas ah! si al fin, bajo éstos santos techos, Albergue del pastor ser defensora ;
Como en su propio templo , halla el divino Y del incendio devoráz, y el vicio,
Numen de ja Piedad incienso y gloria; Más devoráz, salvar el templo santo,
Mayor admiración, nuevo prodigio, Y sus vírgenes santas ; y al ardido
Escuadrón que persigue la derrota
Nos dá en otro lugar su culto santo.
'( 88)
(89)
Parar tras del turbado fugitivo;
Título un día. Allá, en un bosque umbrío,
Y anticiparse enérgica al confuso
De lauréles y pálmas circundado,
Canto de la Victoria, en alto grito
Esclamando:‘^Hombresfieras.'escuchádme.» (Recuerdos de gloriosos sacrificios,)
Alza un noble palacio, dó la justa
«De Tierra y Cielo mueren maldecidos
Pública Gratitud ofrezca asilo
«Los hcmbres de ios hombres vencedores
«Que en e! carro triunfal, de sangre tinto, A esos vivientes restos de las lides.
«Suben, bollando cual ebúrnea grada ¡Monuménto sublime, no yá hospicio , (1)
«Cadáveres, y miembros semivivos.” Que el Sena admira; albergue suntuoso
La lucha en fin cesó; de los aceros De inválidos franceses! ¡Noble archivo
El chocar; el horrísono estampido De los britános restos, que los máres
Del cañón; y en silencio duerme el Odio« A Grenvich restituyen ! (2) ¿ quién os hizo?
líela allí la deidad, los restos tibios La Piedad providente y justiciera.
De los muertos cubriendo de ligera Mas ¿quién podrá cantar con verso digno
Tierra, v en terso mármol el sencillo Tus glorias todas, sacrosanto Numen?
Epitafio grabando enternecida Cálle la Lira ; y más acéptos himnos
Diríjate el silencio de tu Vate
Que los recuerde á los futuros siglos.
Al lecho de dolor del trucidado Con obras consolando al afligido.
Guerrero vuela, y bálsamo benigno (1) Véase la nota núm, 3,
O ace’ro que en sus manos dá la vida, (2) Véase la nota núm. 4.

O vendaje de próvido artificio


E hilas blandas, aplica á las sangrientas
Hondas heridas que han de ser testigos li

De su valor, y de altas recompensas


( 91 )
y allí formó un admirable establecimiento
de educación para los hijos de los emigra­
NOTAS
dos, con hospicio para los indigentes de am-
bos sexos, y aun hospital para enfermos é
AL DISCURSO QUINTO.
impedidos. Mendigo él mismo, pero sensi­
ble y celoso, supo sacar de las escaseces de
NOTA PRIMERA, pdg. H>lVerSO2.
sus compatricios y de la liberalidad ingle­
41 ¿Dó están esas doncellas venerables” &cc. sa los recursos necesarios para crear y per­
El célebre instituto de Hermanas de Ict petuar estos prodigios de la caridad cris­
Caridad, (llamadas en Francia les sceurs gri­ tiana, que admiran todos los viajeros, y
ses,) honor del sexo y del fundador san Vi­ confunden á los observadores mas incré­
cente de Paúl, es la única asociación reli­ dulos.
giosa que sobrevivió en parte á la revolu­ NOTA TERCERA , pág. 89 VeTSO 7.
ción francesa. (A ella pertenecen las san­
tas hermanas que en 1821 se presentaron ^Monumento sublime, no ya hospicio &c.”
voluntariamente en Barcelona á consolar El palacio de los inválidos, en París,
y asistir á los enfermos de la horrorosa epi­ construido por; orden de Luis XIV.
demia que afligió á aquella ciudad.) NOTA CUARTA, pág. 89 Wrjfl II.
NOTA SEGUNDA , gág. 83 VeTSO 8. “A Grenvich restituyen , &cc. ”
ííUn hombre humilde, un misero proscrito.” Edificio magnífico sobre las orillas del
El virtuoso sacerdote Mr. Carrón, for­ Támesis, construido de orden de la Reina
zado á retirarse del teatro de la perse­ Ana para alojamiento perpetuo de los ma­
cución, en 1792 se refugió á Inglaterra, jónos de todos grados y clases inutilizados
( 9a )
por cualquiera causa en el servicio. La
Policía, la Beneficencia y la Filosofía han
apurado todos sus recursos para dar, como
han dado, a este establecimiento tal grado
de perfección, que lo constituye sin com­
ADVERTENCIA.
petencia el primero de su clase en elniun«
do conocido.
/jas siguientes reflexiones sobre al­
gunos principios del arte poético, diri­
gidas á confirmar ciertas ideas poco ge­
neralizadas, que acerca de ellos in­
sinuamos en el prólogo de la Enria­
da , no verían la luz pública, si la ex­
periencia no nos hubiera convencido de
que, la general aprobación que ha lo­
grado este libro, se debe más á su ver­
sificación castellana arreglada exclusi­
vamente á aquellas ideas, que no d la
novedad y mérito raro del original,
puesto que éste era ya conocido del pú­
blico por otras dos diferentes traduccio­
nes, evidentemente mas literales que la
(94)
nuestra, y que ha desatendido sin em­
bargo.
Jsi, nos hemos persuadido de que REFLEXIONES
este breve opúsculo puede ser útil á la
sobre algunos puntos de critica,
juventud estudiosa, á su entrada en la poética contenidos en un arti­
carrera de las bellas letras y y nos atre­ culo del Censor número 82 }
vemos á dedicárselo. página 292,

t{2Vo liemos debido omitir nuestras re-


»jlexiones, porque pueden servir pa-
»ra aclarar este punto de literatura
»poética.” Censor numero 82, pági­
na 293.

Jjjl ilustrado y benévolo autor del artí­


culo sobre que vamos á escribir, y del cual
hemos tomado el epígrafe de estas reflexio­
nes, nos favoreció en él con tales elogios,
que la sola gratitud que por ellos le debe­
mos bastaría para atarnos las manos , si
pudiéramos querer impugnar las doctrinas
( 9& ) ( 97 )
generales expuestas por él en aquel erudito da. Y este sera el mismo orden por el cual
artículo i pero justamente la misma con­ discurriremos en las dos partes sucesivas
formidad que reconocemos entre nuestros de estas reflexiones.
principios y ios suyos, y la identidad de
nuestro com'un interés, que no es otro que $ I-
ilustrar, según el alcance respectivo de
Nota el autor del artículo escasez suma
nuestros esfuerzos, la teoría del arte poéti­
co en puntos todavía problemáticos, ó qui­ de grandes periodos poéticos y falta absoluta
zá de ningún modo tratados basta ahora, de grandilocuencia en nuestra traducción
nos dá el aliento necesario para ponernos de la Enriada ; bien que atribuyendo uno
en frente de nuestro docto crítico, nó á y otro á defecto del original. No hablare­
contradecirlo, sino á ofrecer de nuevo á su mos de éste, porque lo consideramos en to­
examen y. mas detenida decisión nuestro do lo concerniente álenguage como de tan
modo de pensar sobre algunos de los pun­ distinta naturaleza respecto á nuestra tra­
tos tratados con tanta maestría en dicho ducción, que no sufren ser comparadas en­
artículo. tre sí. Pero hablaremos de ésta, porque
Distínguense dos clases de reparos en él; siendo nuestra opinión que en ella abundan
la primera consiste en ciertas frases que el notablemente los grandes periodos poéticos
autor destierra de la poesía, calificándolas y la llamada grandilocuencia, es claro que
de prosaicas; la segunda e • la inoportunidad, comprendemos de diferente manera que
ó sea indignidad que se atribuye al roman­ nuestro crítico la esencia y estension de
ce endecasílabo cotí asonante para la epo- estas dos ideas , y es preciso que uno de los
Peya, y impugnación que se hace de al­ dos esté sobre ésto equivocado.
gunas ideas de nuestro prólogo de la Enria- Como la negación supone definición , el
S
(98 ) ( 99 )
autor del artículo no tuvo para qué decir­
los lectores que no quieran registrar todo
nos, ni nos dijo, que cosa reconocía por
el poema, donde les aseg ramos que no ha­
gran periodo poético, ni por esa magnilocuen-
llarán una sola página sin algún ejemplo
eia, (¡uè (según añade) admira en nuestros notable de este ge'nero.
buenos poetas. A nosotros pues nos toca dar
definiciones y ejemplos de lo que entende­
«Allá en la Eternidad inconcebible,
mos bajo esos dos nombres.
«Antes de dar al tiempo su principio ,
Y decimos ¡ primeramente, que el gran
«Entre un piélago de áureos resplandores
periodo poètico es á nuestro entender una
«Que llenan el Espacio indefinido,
cláusula en verso, de considerable dura­
«Fijó el Señor su indestructible trono.
ción, y en la cual se contenga una idea im­
«El cielo es su tapóte. El infinito
portante , expresada con voces nobles y
«Ejército de estrellas que lo esmaltan
claras, de vària extensión, sonidos y acen­
«Celebran el podér de quien las hizo.
tos, distribuida en frases, también diversas
«Omnipotencia, Amor y Entendimiento,
entre sí en tamaño, y terminadas precisa­
«Constituyen su Sér, Unico y Trino.
mente por la que encierra la parte mas in­
«Sus santos, en su paz imperturbable,
teresante, ó el complemento de dicha idea.
«En deleite inmortál embebecidos,
Para confirmar nuestra definición (y si
«Saciados de su gracia y de su gloria ,
ella es exacta dejar probada la equivoca­
«Le dirigen de amor émulos himnos.
ción que pudo padecer nuestro respetable
«Millones de impalpables serafines
crítico,) no debemos sacar los ejemplos de
«Revuelan á sus pies, fieles ministros
otro idioma que el español, ni de otro li­
«De la suerte al mortal predestinada;
bro que la Enriada. El siguiente trozo
«A cuya voz tonante ven los siglos
presenta tantos, que bastará á satisfacer á
«Borrarse las Naciones, y las razas
ga
(loo) ( IOT )
«De sus Reyes sumirse en el olvido, La mdgnflocuencia, que cómo cualidad,
«Tal vez ¡qué error! tachando de sevéros del estilo es esencial á la poesía, aunque
«De su libre Hacedor los altos juicios. sólo eventualmente conveniente á la pro­
«Estos son los que, hollada la soberbia sa, se vé claramente que es la materia sen­
«Romana, consignaron el dominio sible del periodo poético, es decir, delrit-
«De la apacible Italia á las feroces mo ú movimiento melódico del habla y de la
«Hordasseptentrionales ; los Elisios sonoridad que puede llamarse armónica
«Campos del Léte, y Bétis, y Ebro,y Duero, por la rápida succesion de varios sónes que
«AI Agaréno estúpido y cetrino, se hacen percibir por el oido casi simultá­
«Y la altiva Eizáncio al otomano. neamente en cada palabra. Los Griegos,
«¡Qué ejémplos ¡ohdolor! tan instructivos! aun en la música, entendían por armo­
«¿Qué imperio no redujo el tiempo á es­ nía la succesion melódica de los sones tetra-
combros? córdicos, y nó como los modernos la simul­
«¿Qué pueblo sus tiranos no ha tenido?&c.” taneidad. La razón y la exactitud de ésta
idea se percibe clarísimamente haciendo
Si estos no son grandes periodos poéti­ una simple reflexión, y es ésta : ¡ cuán dis­
cos (propios de la epopeya, no de la oda) tinta, ó á lo menos cuánto mas vehemente
confesamos sinceramente nuestra completa impresión, causa en nuestro oido la succe­
ignorancia en este punto’; y si en cada pá­ sion velocísimamcnte pronunciada de una
gina del poema no se encuentran otros série de entonaciones sábiamente dispues­
muchos, de varios tonos y grados de su­ ta, que nó la prolongada duración de cada
blimidad, proporcionada á la materia, con­ tino de los mismos sones, articulados ora
venimos de buena fe en la justicia da la por el canto , ora por el tañido de algún
crítica. instrumento! Es ésto tan evidente, que de
( tea ) ( ioS )
ello ha nacido el uso, y aun abuso, de lo reinte páginas de un buen poema, cierta­
llamado por los italianos bravura y por no« mente no ha saboreado sus bellezas; en
sotros ejecución brillante, con que los mú­ una palabra: no lo ha entendido.
sicos procuran y logran agradar juas viva­ Asi , diremos sin vacilar que donde hay
mente á su auditorio. rúes: ia pausa de es * periodo poético hay necesariamente grandi­
te aumento de placer no dudamos noso­ locuencia; por que nada existe sin su ma­
tros afirmar que se descubre en la aproxi­ teria propia.
mación á la simultaneidad que da la rapi­ Recordarémos aquí, aunque á alguno
dez á la sucesión de los sonidos, los cuales pueda parecér inútil, que el periodo poéti­
conmueven mas agradablemente al oido por co en la Lírica es bastante diferente del de
la nó-iat rrupcion perceptible; del mismo mo­ la Epopéya, para que no fuera ridículo el
do que el agua deleita mas al sediento pala­ que comparase á Homero con Píndaro, ú
dar bebida de una vez que no á sorbos. Pe­ Horacio con Virgilio. En esto insistire­
ro, como todo lo violento dura poco, cui­ mos en la 2.a parte con ocasión de hablar
dan los músicos de no fatigar al oyente; y del metro castellano mas propio para una
deben los poetas hacer lo mismo. De aquí la obra larga, grave, narrativa, escénica y va­
imperiosa necesidad de compartir las obras riada, como llamamos á la epopéya en el
largas en fracciones cortas, y de intercalar prologo de la Enriada. Entretanto dire­
estas mismas fracciones con trozos menos mos que el os magna sonaturum, que nues­
eficaces que dejen reposar la sensibilidad tro crítico echa de menos en la, Enriada,
del lector, para recibir después con anhe­ no es otra cosa que la granddocuencia, que
lo y con perfecta actividad de percepción como hemos visto existe siempre donde
los lugares fuertes de la composición. El hay periodo poético.
lector que puede leer de una vez mas de No hubiéramos dicho esto si no temie-
( )
( ip5 )
ramos que el trozo de nuestra traducción Parábola encendida recorriendo
que dejamos citado pudiese quizá parecer
De Ja trinchara al muro, en férreosglóbos
prosaico á algún lector de los que se ha­
De muerte henchidos, de fragor ó in­
llen preocupados de la vaga inteligencia
cendio.
que algunos de nuestros modernos han da­
En ellos, encerrada y comprimida
do al os magna sonaturum, creyendo prac­
La elástica espansiva acción del fuego
ticarlo con la explosión y succesion de los
Que al salitre devora de aire hambrienta,
roncos rimbombos del son, como expresión,
Rotando vuelan la prisión y el préso,
del ore rotundo (i) de Horacio, ü imitación Y al dar en tierra, en explosion tonánte,
del gemitumque dedere cavernas de Virgilio. Miles de muertes lánzan de su séno.
Róstanos citar algunos ejemplos He. gran­
dilocuencia de la Enriada, (donde creemos
que abundan), y vamos á hacerlo sin esco-t Con soterrána excavación colocan
ger entre los mas notables.
Tácito el mixto aleve bájo el térso
Engañoso camino, en que se apoya
Con cuánto menos arte el desgraciado Laplánta del impávido guerróro,
Mortal buscaba y daba en otro tiempo Fiádo en su valor, ¡insuficiente!
La muerte en los combates, cuando al farazQ A sus pies ruge de repente el trueno;
Mas airádo bastaba un simple acóro! Y, antes de oirlo , lejos ya en los aires,
Y ¡cuanto más feroces son sus hijos! Rueda entre escombros, y ármas, y hú-
Con industria infernal roban al cielo mo envuelto.
El ígneo rayo que en los aires silva,

(i) Obsérvese que Horacio habla aquí de los Griegos


y por consiguiente de su lengua.
( TO7)
( io6 )
El Gàio, el Albio, el Ibero, el Loréno.
Más veloz que el relámpago la Diosa (i)
¡Numen, que riges sus horre'ndas iras!
Hiende ufana del aire el golfo inménso.
¡Ministro de exterminio! ¡Angel siniestro!
El soplo que despiden sus entrañas
¿A quien protéges? ¿Contra quien com-
Marchita cuanto toca. Inmundo y séco,
bátes?
Del árbol se desploma el nuevo fruto.
¿Qué ordéna la justicia de los cielos?
La desgreñada mies tapiza el suelo.
Harto tiempo, agresores y asaltádos
Se enlobreguéce el Eter. Amarillos
Breve y alternamente, sucumbieron
E inmóviles se ostentan los lucéros,
Mayen y Enrique, con sus fuertes bandos.
Grúpos de negras nubes rojo el rayo
Mas, vence en fin lo justo. Enrique el
Rómpe, el profundo valle estremeciendo,
bueno
Todo paréce en fin que al hombre dice:
Arrólla yá las háces enemigas,
»Llegó la destrucción del Universo.”
Como á menudo polvo arrólla el viento.
Cáér se ven del muro, desplomádas
Ante él, cual desde el alto Pirínéo
Esséx contra Daumal pugna en la brecha:
Torrènte baja hasta el profundo valle,
De igual edad entrambos, de igual celo
Ahuyentándolas Ninfas, sorprendiendo
Dotádos, cuales vieran yá los muros
Rebaño y mayorál, arrebatándo
De Troya sus antiguos semidéos.
Débiles chozas, robles corpulentos,
Fiel á honór y amistad, bañada eu
Que al lado ruedan de ínclitos peñones
sangre,
En su corriente estrepitosa envueltos.”
Los circunda la flor de sus guerreros.
Avánzan, mátan, mueren confundidos
Lo repetimos ; si no hay grandilocuen­
cia en estos versos, nuestro crítico tiene
(i) Discordia.
( ro8 ) ( I09 )
razón. Pero ¿se nos habrá querido decir El hosco Olimpo al encumbrado Averno”
acaso, que la grandilocuencia está en la
emisión sonante ó audible de las ideas, ¿ Aquí habría más que un hermoso ritmo,
y nó en las ideas mismas, independien­ no solamente sin grandilocuencia, sino ab­
temente de los medios, yá sonoros yá solutamente mudo , como el son de un ins­
gráficos , de comunicarlas ? Pare'cenos trumento, ó como el de una lengua del
imposible. A lo menos: si cabe grandilo­ todo extrangera para el lector? La obser­
cuencia en la emisión de ideas absurdas, vación de esta útil regla es la que hace di­
inordenadas, é insuficientes á persuadir ó sertos, perspicuos , y por tanto útiles, á
conmover el ánimo del oyente, confesa­ los grandes maestros del bien hablar en
mos haberlo ignorado hasta ahora. Pues: prosa ó verso. La sonoridad es un mero
decir por lo contrario que cabe expresar estrépito, sin palabras propias, ideas be­
ideas altas é importantes con bajas y tri­ llas ó importantes, y orden perfecto. En
viales voces, también nos parece erróneo. esto, y no en otra cosa alguna, se diferen­
Porque, no existiendo sinonimia en la cia la versificación de los poetas de la de
ideología, es claro que tampoco existe en los versistas. Hacer mil versos cadencio­
la locución , que es su exacta imagen, ó, sos pero insignificantes eS tan fácil y tan
por mejor decir, su cuerpo mismo. Cada disparatado como baquetear sonsonetes en
idea, cada acción tiene su eco y su signo un tambór, y figurarse estár sinfónicamen­
gráfico en las lenguas , distinto é inequi- te modulando en el magnífico órgano de
aocabl >. ¿Habría grandilocuencia en decir, la catedral de Sevilla. Nombramos á Se­
por egempio: villa , no solo por que somos y nos gloria­
mos de ser Andaluces, sino porque el
»Relanza el grato són del llóro eterno Hombre de la capital de la Bélica es y será
( 111 )
(110)
» y en proporción concorde tan iguales, (i)
ya para siempre el mas glorioso en los fas-
*
.................. »el reluciente coro ('2)
tos de la Poesía Castellana; y para recor­ » su luz vá repartiendo y su tesoro. (3)
dar á nuestro docto crítico que tenemos ............................ : . ’’comparado
en mucho á los grandes poetas nuestros
paisanos, á quienes no hemos pensado (1) Proporción concorde, ó no signifi­
agraviar, ni hemos excluido, al citar á ca nada ó es un pleondsmo. Ademas cion
los Argensolas, Garcilaso y Lope, como de­ concór es una cacofonia insufrible. El ad­
jetivo propio seria hoy, como en tiempo de
chados de locución poética; punto sobre Leon, constante, y mejor perenne. Ulti­
el cual discurriremos mas adelante. Entre, mamente, usar como rima el positivo y el ne­
tanto y siempre, para ser escritores úti­ gativo iguales y desiguales, es un desali­
ño indisculpable, sobre todo en la oda; y
les, seamos justos hasta contra nuestros ademas sabe d antítesis ridicula.
mismos amigos cuando no podemos callar. (2) Reluciente coro, por el firmamen­
Respóndasenos sinceramente: ¿qué valen to , es unafigura extravagante, por la inco­
nexión del adjetivo con el sustantivo ; amén
en el siglo de la razón y del análisis estos délo cual es también obscura, porque sola­
y otros versos importunamente célebres mente después de meditar que la propiedad
de Frai Luis de León ? del coro es cantdr, llegamos d comprender
que el poeta quiso recordar aqui el sublime
Coeli enarrant.
b de aquestos resplandores eternales, (j) (3) En cuanto al tesoro del coro no po­
» sus pasos desiguales dríamos decir nada sin hacer reir; y es me­
jor que no enseñemos d reir de nuestros ma­
yores; particularmente de éste, d quien de­
ben de juzgar muchos españoles , riquísimo,
(i) Aquí resplandores son los astros fecundísimo , y sobre todo sencillo en su
mismos , y nó la reflexión déla luz en ellos-, mismo artificio , como lo juzga nuestro cri­
idea derivada, y na directa, como deben ser tico.
todas las de las imágenes.
( na ) ( 113 )
» con este gran trasunto (i) » confusa y vària crece. (1)
» do vive mejorado (2) » Quien oyó tu dulzura
» lo que és, &c.
al decir que Enrique sube el primero al asal­
........................ . »á la bandera to de París
» que al aire desplegada vd ligera (3} «y el primero enarbóla sobre el muro
.............................. »la voz al cielo »el pendón de la Lis, que extiende el viento,'
Tales desalinos , ó siquier licencias , son im­
perdonables en una obra larga; risibles en
(1) Trasunto, significa rectamente copia, las cortas.
ó traslado,- en metáfora, imagen ó seme­ (1) Al cielo crece la voz, es impropio.
janza. Hablase aquí otra vez del firmamen­ La voz puede elevarse hasta el cielo, ó diri­
to ú cielo visible, y solamente al cabo de al­ girse al cielo, lanzada y desprendida del sue­
guna meditación entenderemos que este tra­ lo, pero no crecer al cielo; porque esto no
sunto es el trasunto del seno de la sabidu­ es ni gramatical en español, niverdadero, pues­
ría del Criador ; pero ni con meditación ni to que crecer desde la tierra hasta el cielo
sin ella comprenderemos jamás que en él. . . envuelve la idea de un apoyo necesario y per­
(2) vive mejorado lo que és. Acaso lo enten­ manente ; idea absolutamente absurda ha­
diéramos si dijera archivado; pero para esto blando de la voz ú sonido , lo cual no es
hubiera habido que construir de otro modo otra cosa que una sèrie de vibraciones del
el verso., d causa déla diferencia de silabas, aire rapidlsimamente succesivas y distintas,
y nuestros antiguos se detenían muy poco incompatibles con la continuidad. El que
en la propiedady menos en la perspicuidad, crea que esta critica es alambicada y pedan­
sin cuyas prendas no hay buena Poesía. tesca debe renunciar d la Poesía ; porque
(3) Ir Ja bandera al aire ligera es ex­ sin corrección y perspicuidad todo esfuer­
presión vaga. Féase la misma idea en Lu- zo es inútil para ser poeta. ¿ Qué diríamos
percio Argensóla hoy del que hablando de un sitio de plaza
»tienda pusiera que el mortero del sitiador, apunta­
»La roja Cruz el viento en la bandera?123 do de abajo arriba, dispdra y
la explosión el muro se estremece;
lo cual no olvidamos nosotros en la Enriada, »la bomba al cielo créce.”!!!
b
( lx4)
fxx5)
» ¿qué no tendrá por sordo y desven­
Desafiamos al lector despreocupado á
tura? (i)
que no nos dice que la primera véz que
leyó estos ú otros versos semejantes reci­
(i) Oir dulzuras’, es lo mismo que tra­ bió una idea clara por medio de cada pa­
gar sonidos. Esta no es prudente audacia;
labra , y no tuvo que explicarse á sí mis­
es negligencia, ó acaso excesiva presunción
Me autoridad- ,,Quien oyó tu dulzura ¿qué mo las intenciones del poeta. Pues decir
ato tendrá por sordo y desventura?’’ La voz que nuestra doctrina tiene tendencia nada
sordo se usa aquí por confusamente estre­ menos que d convertir la poesía en prosa ri­
pitoso.- significación que no tiene jamas es­
te adjetivo, por si solo, sin el sustantivo mada, como lo piensa nuestro crítico, es,
•ruido , ú otro de igual naturaleza. Se dirá á nuestro juicio, conceder que la grandi­
que el poeta lo sustantivó, empleándolo co­ locuencia poética consiste en la confusión
mo sordéz (nó sordera) ó negación de so­
noridad; en una palabra: silencio. ¿Y que y preñez de la frase, y que con ella sea
contraposición hay entre el dulce sonido y posible penetrar y arrebatar el espíritu
el silencio? Lo que convenia aquí era »¿qué del lector: contraprincipio igual al del
no tendrá por dísono, ó discordante ó ás­
pero &c. &c. Más confusa é inadecuada es que enseñára que Venus en Ida hubiera
todavía la palabra desventura contrapuesta parecido mas bella con máscara y dominó
á dulzura.- al notar esto nos ocurre que tal que desnuda. Decimos pues, que donde el
palabra es imposible que sehubiera usado aquí
si sus últimas letras fueran otras, es decir, asunto es grande, el hablista puede y de­
sízi la fuerza del consonante. Concluyamos: be ser magnilocuo; en todo lo demas, (co­
estos y semejantes versos no son dignos de mo también en ésto) correcto, conciso,
elogio en el siglo 19. Los Melendez, Quinta-
mas, Moratines, Listas, Burgos &c. no los harmonioso, fluido , y sobre todo perspi-
hubieran hecho. ¿Y deben celebrarlos? ¿No
han visto, como nosotros, estos elegantes y
correctos Poetas á muchos jóvenes imitar dt propósito estos desaciertos? Pues ¿porquéno
desengañarlos?.
h 2
( ”6 ) ( IT7 )
cuo: en sama, que el tono y la modula­ qué? en no imitarlos á ellos en lo que ellos
ción poética es, y no puede dejar de ser, mismos no imitaron tampoco á sus antece­
absoluta y exclusivamente dependiente de sores Bercéo, Juan de Mena &¿c. &c.; es­
las ideas. Es menester que nos desenga­ to es : en el desaliño , la licencia, la in­
ñemos y que corrijamos á la juventud corrección , el mal gusto, y cuanto ya se
preocupada: el tiempo lia llegado en que compadecía mal con la cultura y luces de
la razón, la simple elegancia, la fácil in­ su época. Y esta época pasó ya como to­
teligencia, sean las prendas principales de das. Quererla perpetuar en la poesía es
un escrito, ora en prosa, ora en verso. Un desacierto y un imposible. Pasarán de
En nuestro citado prólogo dijimos en qué ella, como de la nuestra, á toda la posteri­
se diferencia únicamente lo uno de lo otro. dad losprincipios inalterables y los ejemplos
Pensar que para leer y apreciar á un Poe' ideales-, pero la construcción, y las voces,
ta sea justo y necesario recorrer lexico­ y las frases, padecerán alteración, desuso
nes viejos, haber malgastado un tiempo y olvido, como todo lo inútil, á medida
precioso en aprender á convertir en bue­ que se vayan remplazando por otras mejo­
na sintaxis las incorrecciones, obscurida­ res ó mas aceptas al gusto y adecuadas á
des , alusiones, sentidos forzados por la las ideas de cada tiempo. Horacio dió mo­
rima, y otras ridiculeces; pensar esto, de­ delo y reglas. Siempre perspicuo en la
cimos, es desterrar la poesía á los gabi­ construcción y en los vocablos, lo dijo to­
netes de cuatro entusiastas, y querer que do en dos sentencias. i.a Que el que sabe
los pueblos y los verdaderos sabios la mi­ lo que dice , lo dice bien, porque lo lia
ren como un juguete, ó como un guiri- juzgado bien. 2.a Que para conmover es
gai indigno de la Razón y de la Doctrina. menester estar conmovido. ¿Y como se di­
Imilémos á l*s poetas del siglo x6;pero en rá bien lo que no se diga clara y percep-
( V8 ) ( n9 )
tiblementc? ¿Y como tendrá tiempo de imposible. Enmienda , sí, la construcción
bascar y elegir espresion el que está agi­ gramatical, y la trastorna hasta encentrar
tado por una idea que no tiene otro ser el orden mas adecuado, lógico y sonoro;
trasinisible que la palabra con que la re­ pero cuando no halla uno que le satisfaga,
conoce su espíritu? Nuestro crítico lo ha muda la idea y compone de nuevo. Inven­
dicho sábiamente: »en el calor de la com- ta, pues, como poeta: corrige como re­
»posicion ningún pensamiento ocurre ais­ tórico y versificador. El que no haya he­
lado; sino revestido de todos los prestí- cho una larga costumbre forzada de usar
agios que lo constituyen poético. ” Pero las voces gaya, riente, albura, ¿verá de
¿cómo podra el poeta conmovido emitir pronto representadas por ellas en su ima­
otra espresion que la que la idea le pre­ ginación las ideas de alegre, risueña, can­
senta por que es su cuerpo mismo? Se nos didez ó blancura 1 Respóndasenos de bue­
La dichoque de esta doctrina resulta (con­ na fé. Ahora: si lo que se quiere es que
tía el consejo de todos los maestros) que no puedan leer á los poetas mas que los
el poeta no debe corregir, puesto que no que hayan estudiado esa Germanía llama­
ha podido dejar de atinar con la espre­ da de algún tiempo á esta parte entre no­
sion propia. A esto respondemos, que así sotros locución poética, nada tenemos que
es. Porque el poeta lo que hace cuando negar á sus partidarios mas que nuestra
se dice que corrige es inventar de nuevo: atención, como lo hace el público. Pero
esto es, decir otra cosa en lugar de lo que ¿porqué malograr tales talentos, y tanta
había dicho, mal conducido por su entu­ útil doctrina como podían esparcir en la
siasmo y como á cierra ojos ; pero en ma­ sociedad culta que es el vehículo de la
nera alguna decir lo mismo que había di­ ilustración popular y de la moral pública?
cho, con otras palabras, por que esto es Se nos reprende que, por consecuen-
( *2° ) ( tai )
cia de nuestra doctrina, hemos admitido En confirmación de ésto llamaremos
en la poesía giros y expresiones prosaicas. la atención de nuestro crítico sobre una
No comprendemos la fuerza de este repa­ cosa que acaso e'I mismo no reparó al es­
ro, porque ignoramos qué son espresio- cribirla, y es: que todos los demas ejem­
nes prosaicas sino las que no tienen ríí- plos que cita son de la misma naturaleza;
nzo, decencia y propiedad conspicua, á las esto es: adverbios. De un todo» En suma»
cuales llamamos nosotros familiares, y aun De pronto. ¡Que de &c. Todas estas son fra­
haladles á veces, si no caben en la hones­ ses adverbiales de tiempo y acción , las
ta aunque humilde prosa. Se nos cita pa­ cuales siendo por su naturaleza correcti­
ra ejemplo, el “mejor dicho” del siguien­ vas y modificadoras del verbo, pertenecen
te verso de necesidad á todos los tonos y estilos, á
“Mejor dicho; Valois ya no reinaba.” diferencia de los mismos verbos y de los
sustantivos y adjetivos, que, siendo ios
y nosotros, que lo escogimos detenidamen­ tipos ó imágenes audibles de las cosas y de
te, estamos hoy todavía persuadidos de que las acciones , son de por si invariables can­
no erramos en ello. El autor usó aqui del tidades, á quienes solamente el adverbio
adverbio de ampliación correctiva ouplu~
puede sustraer ó aumentar parte del valor.
tôt, y ese mismo hemos empleado. Si nues­
El adverbio es pues esencia del verbo, y
tra expresión es correspondiente, y ade­ solo puede tener la honda i ó la indignidad
mas insustituible , no hay que dudar que de éste, y nada por sí mismo. ¡Hasta qué
es de necesidad poética, pues que la poe­
estremo se quiere reducir la lengua de la
sía no puede excluir idea alguna conve­
Poesía! Gracias á Apolo , no conocemos
niente, ni por consecuencia su frase pe­
ningún buen poeta que haya sancionado
culiar incambiable,
con la práctica tan atroces prohibiciones.
(laa) ( )
Volvemos á decir que no confundimos la eos.) Pero no conocemos uno solo dignos
oda con la epopeya: ala una suele sobrar­ de la culta prosa que (siendo fluidamente
le con un red cido número de frases y rítmico) no lo sea de la verdadera buena
giros ; á la otra no le basta una lengua poesía. Quisiéramos que se nos citára un
entera. II cese una joya con pocos dia­ adjetivo, sustantivo, ú verbo, en alguno
mantes; el Vaticano ú el Escorial no se de nuestros buenos prosistas, que no po­
hacen ni con diamantes, ni con pocos * damos nosotros hallarlo en alguno de los
Otras materias, otras cantidades, otras buenos poetas sus contemporáneos. Este
formas , piden otros instrumentos y otros hecho nos parece que probaría mas que la
medios. Pero no confundamos lo dife­ mejor controversia. Finalmente, resulta
rente. también de lo dicho, que solo al corregir
Infiérese de lo que acabamos de decir: y escuchar nuestras ideas, (complicadas
i0 que todas las frases adverbiales, genuinas con los erróneos ejemplos introducidos por
y honestas^ son necesarias en la poesia, y la moda) es cuando damos en esas estra-
por tanto lícitas, sobre todo en las obras yagantes sustituciones de palabras, ya por
largas, en que la frecuencia exige varie­ parecer mas estudiosos y esmerados, yá
dad; y 2.0 que si en efecto hay eso qne por conformar mejor el ritmo de un ver­
exclusivamente se quiere llamar dicción so, ú por otras razones aun mas frívolas
poética , habrá de consistir precisamente ó vergonzosas. Nos atrevemos á vaticinar
solo en los nombres y verbos, entre los que, si los ruidos políticos no detienen los
cuales conocemos en efecto muchos que progresos de la ilustración y del buen gusto
no caen ya bien en la prosa por desusados en la literatura, antes de 20 años no habrá
en ella ; (que es lo que, según parece, los en España quien celebre ciertos versos
constituye digna y exclusivamente poéti- que ahora embelesan á ciertos lectores.
( ^5 )
Con todo: debe pararnos la atenciotí to á los latinos, á los italianos, a los ingle­
oir decir á nuestro respetable adversario ses y á los españoles, podemos asegurar y
que «el que leyendo sucesivamente á Vir­ probar que es posible y constante.
gilio y Cicerón, á Homero y Tucídides, á ¿Podrá desconocerse la elocución de
León y Mariana , a Maquiavelo y Taso , á Frai Luis de Granada en el siguiente pár­
IJope y Hume, no observase la diferencia, rafo? ¿Podrá decirse que le falta otra co­
no ya de los dos estilos, sino también de sa que el ritmo poético y la rima para ser
las dos dicciones {prosdica y poética') no excelente poesia española? “¡Ay 1 levánta
comprenderá nunca la doctrina” del au­ «los ojos á aquella esféra eterna y celestial
tor. Y mas adelante: “Entre los poetas que «y burlarás los anhelos de ésta lisonjera
hemos nombrado {León, Jdiiregiii, Arguijo, «vida, con todo lo que ella teme y aguar-
Rioja., Góngora,y Herrera) hay por lo me­ «da. ¿Quién es el que mira ésto , y precia
nos seis escuelas muy diferentes en cuanto «la bajeza del suelo, y no suspira, y no gi-
á la elocución.” Y después: “Los Argenso- «me, ni quebranta la cárcel del alma, y así
las pertenecen á su escuela” {de Frai Luis «la aleja de estos bienes?” Pues; y si in­
de León.) troducimos en esta prosa el ritmo poético
Permítasenos hacer alguna breve ob­ y rima que le faltan ¿dejará de ser bella
servación sobre estos tres puntos. poesía? Veamos.
i.° El autor sabe , sin duda harto me­
jor que nosotros, si es dable, (como lo «¡Ay! levantad los ojos
creemos) ó si no lo és, el confundir la elo­ «A aquella celestial eterna esféra,
cución de Tucídides en algunos lugares con «Burlareis los antojos
la de Homero en otros, despojando á éstos «De aquesta lisonjera
del ritmo y de las licencias. Pero en cuan- «Vida, con cuanto teme y cuanto espéra. '
( ) ( I27 )
hráotras tantas más, cuantos poetas haya,
«¿ Quién es el que esto mira,
y á fe que entonces no serán en menor nú­
«Y precia la bajeza de la tierra ,
mero que ahora, debiendo multiplicarlos
«Y no gime y suspira,
esta libertad y esta división de la propie­
«Y rompe lo que encierra
dad. Como quiera que sea, repetiremos se­
«El alma, y de estos bienes la destierra?”
riamente que no hemos acertado apercibir
Fb. Luis de León. Noche serena. en los seis poetas citados otra diferencia
Baste éste ejemplo, y perdónesenos to­ que la del genio y el estilo de cada uno,
davía que observemos como descuidos í.? sin distinguirlos en la elocución sobre asun­
El no decir, ni rompe, para la perfecta in­ tos iguales, ó de un mismo género.
teligencia. 2..° Llamar al cuerpo lo c/ue en­ Por último, y á causa de ésto mismo
cierra el alma. 5.° La destierra de estos bie­ no podemos conocer, ni por tanto confe­
nes : expresión vaga, y figura sin aliño. sar, que los Argensolas fuesen de la escue­
En cuanto á lo segundo nos confesa­ la de León. Lo que vemos evidentemente
mos humildemente á nuestro adversario es que nada tomáron de ella. La fluidez y
por ignorantes de lo que son seis , ni aun la perspicuidad de los versos de éstos dos
dos escuelas distintas de elocución Cree­ ilustres hermanos los hacen tan diferentes
mos nosotras que la elocución, como pacte y tan superiores, en calidad de hablistas, á
mecánica ó signo material de las ideas, par­ su célebre maestro, que cási son como
ticipa de la Unidad, indivisibilidad, é inal­ quien dice incomparables á él. ¿Qué co­
terabilidad de sus typos ú esencia , que son nexión ú afinidad puede descubrirse entre
las ideas mismas. Si ésto no es así resultará los versos de León, y estos de Lupercio.
que ademas de la tal lengua poética au­
mentada á la general de cada nación, ha-
( ) ( I29 )
Hay por ventura de diamante escudo Y i dos tablas delgadas
Que pueda hacer tan firme resistencia
El otro que del oro está sediento,
Como de un alma pura la inocencia
Escóndesele el día,
Que ofrece el pecho al vencedor desnudo?” Y las olas hinchadas
Suben á combatir el firmamento ;
“Alivia sus fatigas
El quita el pensamiento
El labrador cansado
De la muerte vecina;
Cuando su yerta barba escarcha cubre, Y en el oro le pone y en la mina.”
Pensando en las espigas
Del agosto abrasado, No hablemos de Bartolomé', porque es
Y en los lagares ricos del octubre ; aun mayor la disparidad; pero oigamos de
La hóz se le descubre paso estos versos verdaderamente robustos
Cuando el arado apaña; claros y numerosos de Lope, y convendre­
Y con dulces memorias le acompaña« mos necesariamente en que éste es el tono
‘‘Carga de hierro duro esencial de la poesía útil, que es la única
Sus miembros y se obliga buena. Y compárese si se quiere con lo
El joven al trabajo de la guerra.- mejor de León; se verá la ventaja de par­
Huye el ocio seguro; te de la elocución perspicua de Lope.
Trueca por la enemiga
«Pero felicidad tan soberana
Su dulce, naturál y amiga tierra^
«Poco duró, por la soberbia humana.
Más cuando se destierra,
O al asalto acomete
«Y haciendo ya ciudades,
Mil triunfos y mil glorias se promete«
«Y fábricas de inmensos edificios,
“La vida al mar confía
«Con armas en los altos frontispicios,
i ■
( i3° ) í lSl )
«Comenzaron con bárbaras crueldades, Nuestro crítico impugna ésta conclu­
«Intereses, envidias, injusticias, sion en todas sus partes, con gran saber
«Los adulterios, logros, y codicias, y delicadeza, probando inconcusamente su
«Los robos, homicidios y desgracias;
propia doctrina. ¿Y sin embargo la nues­
«Y no contentos yá de Aristocracias,
tra no es errónea ? Ciertamente que nó.
«Emprendieron llegar á Monarquías.
Porque pensando impugnarnos , dijo nues­
«La Púrpura engendró las tiranías !
tro adversario justamente lo mismo que
«Nació la guerra en manos de la muerte.
nosotros creemos, en cuanto á lo c/ue él di­
«Los campos dividieron fuerza ó suerte.
ce; pero se equivocó en cuanto d lo que
«Dispuso la Traición el blanco acero
nosotros hablamos dicho.
«Para verter su propia sangre humana.
Prueba muy bien que «la sencillez no es
«Y fue la Envidia el agresor primero;
para el estilo grandioso; y que al contrario
«Y procedió la Ingratitud villana se alimenta éste con la pompa del lengua-
«Del mismo Bien, ¿tantos vicios madre r
ge, con el prestigio de la armonía , con
«¡luíame hija de tan noble padre! Scc.
todas las gracias de la elocución, con to­
das las licencias de la poesía”; y á excep­
Habíamos nosotros asentado por con­
secuencia de nuestros principios en el pró­ ción de las licencias (que nosotros ni pe­
logo de la Enriada, «que la importancia ó dimos ni damos en todo lo que no es la in­
la oportunidad de la idea, ó ambas cosas vención, por ridiculas é innecesarias,) en
juntas, constituyen la sublimidad, y por todo lo demas estamos de acuerdo. Pero
tanto la poesía’*, y de allí concluimos «que le suplicamos repáre, en que nosotros pu­
la expresión mas simple, honesta, sonora, f simos expresión por frase, y nó, como él,
breve, es la mas sublime, y por tanto Ia por estilo. Hablábamos allí de la unidad, y
mas poética. no de la adición ó complexo-, esto és: de
i2
( i33 )
(I3a)
sotros la razón filosófica de esta útilísima
la frase, pero nó del cuadro ú dilatado
operación. El problema que con ella se re­
trozo, en cuyo total ciertamente no ha­
suelve es éste: hacer gozar mas vivamente
bría sublimidad si careciese de orden, de
en menos tiempo con menor Jaliga ; porque
decencia y de ritmo proporcionado á su
de ésto nace la posibilidad de repetir ésta
duración, aun cuando cada una de sus fra­
misma fruición mayor número de veces
ses fuese ele por si 'sublime como cuerpo de
seguidas. Y he aquí toda la importancia y
sublime idea. Esta explicación nos parece
mérito de la concision perspicua. En re­
si nó tan breve, tan simple á lo menos co­
sumen; según nuestros principios resulta:
mo el pensamiento que enuncia.
que un poema puede ser extenso y lacónico,
Y siendo esto así, es claro que nuestro
c ortísimo y redundante.
crítico divaga igualmente sobre la calidad
Acuérdasenos ahora à éste propósito un
de breve, que nosotros exigimos también
ejemplo de expresión rápida que citan los
al sublime de expresión, cuando dice que
franceses, y es el siguiente verso, (del pri­
“la concisión ó brevedad de expresión no
mero de sus poetas,) el cual constando de
«es una cualidad permanente del estilo
12 sílabas, comprende i5 palabras, y en
«poético”, y que “hay veces que se exige
ellas un complexo de io ideas; à saber: 5
«amplificación; como en las descripciones
sustantivos, i verbo , i negativo hisono , r
«de cualquiera género que sean.” ¿Y qué
adjetivo, i adverbio, i pronombre, y 2 ar­
inconveniente podemos tener nosotros en
tículos, de los cuales el uno duplicado.
que se amplifique cuanto se quiera, contal
que se haga con expresión simple y breve! “Lé ciel n* est pas plus pur que le fond de mon cœur.”
Nuestro docto adversario sabe con cuánta J
Nuestra hermosa lengua, que es la de
pasión y tenaz industria abreviaron los
menos mono sílabos entre todas las anti-
Griegos su lengua; y conoce mejor que no­
( >35 )
guas y modernas, repulsa inexorable todo» el mismo Longino, ¿qué se nos podrá re­
los esfuerzos del escritor que se empeña plicar? Pronunció Dios:
en hacerla correr rápidamente; á lo cual “Sea Ja Luz.” Y fué.
se oponen también los embarazosos atavíos ¡Un solo verbo con un sustantivo, y en­
de su construcción. Esta insuperable diíir trambos los mas simples en todas las len­
cuitad es la que ha hecho tantas veces obs­ guas, ¡qué cuadro presentan! ¡cuánta me­
curos á Frai Luis de León y Fernando de ditación excitan! ¡qué concurso instantá­
Herrera, á Mariana y don Diego de Men­ neo de asombro, de humillación, de agra­
doza. Y por lo mismo rara vez se podrían decimiento ocasionan !
hacer en nuestra lengua versos que com­ Y7 he aquí también por qué es tan nece­
prendiesen tantas partículas y tantas ideas sario que lo que se escribe bien se lea no
como el siguiente del poema de la Compa­ sólo bien sino á un compás proporciona­
sión, en el cual invocando el poeta á esta do á la gravedad y exactitud de la ex­
presión; sin lo cual se malogran todos sus
divinidad le dice:
primores y se frustran todos sus efectos.
Léanse de prisa estas tres palabras “sea la
“Pues yó te canto á tí, tú á mime inspira,”
luz, y fue”’, qué impresión tan débil! ¡qué
movimiento tan inadecuado! ¡qué sonsonéte
De ningún modo en que se quisieran
tan bufón! Esto es lo mismo que sucedería
amplificar ésta proposición, argumentación,
si un organista interrumpiese nuestro re­
y súplica, serían tan elegantes y perspicuas
cogimiento y adoración glosando en aire
como en la concisión con que e^tán aquí
de ¿legro assai la solemne y magestuosa
presentadas. ¿ Y si de este ejemplo de idea
canturía del Tantum ergo ¿<c. La duración,
humilde y común , pasamos á otro de la
pues y la modulación de cada bella frase es
mas sublime, cual és el que tanto encarece
( >3« )
( i37 )
siempre vária, y caracterizada por la im­
Pero hay mas todavía ; y es: que esas
portancia, naturaleza y orden de los pensa­
mismas reglas están enunciadas en el pró­
mientos. La brevedad, por tanto, es rela­
logo. Alli dijimos: “la buena poesía seha-
tiva , á la enunciación y percepción de ca­
«ce con la buena prosa, el ritmo y la ri-
da idea de por si, y nó á la duración del
«ma.” Lo único que ahora podemos aña­
complexo ú succesion de muchas, en que
dir a ésto es: que si la buena prosa
consiste- la amplificación, que nunca hemos
no pide el escogimiento de palabras gráficas-,
pensado en condenar.
si permite (en discurso noble) palabras co­
Se nos dice últimamente que de las
munes y familiares-, si no exige el corte de
cualidades propias de la dicción poética
frases acomodado al del pensamiento, nues­
excluimos nosotros, pues que no las nom­
tro crítico tiene razón; pero debe perdo­
bramos, las siguientes : i.a El escogimiento
nársenos,porque habíamos hasta ahora creí­
de palabras gráficas; 2.a El uso de voces
do a Cicerón y Quintiliano, que dicen lo
no comunes ni familiares • 5.^ Ijcl transposi
**
contrario.
cion u colocación de las voces según el grado
Por lo que hace á las transposiciones
de interes de los objetos. Y El corte de la
que no tuvieren un uso universal é inva­
versificación acomodado al del pensamiento.
riable, que es lo que las naturaliza y hace
En efecto pudimos olvidar hablar de
inteligibles en nuestra lengua, se nos per­
estas reglas en el prólogo; pero es noto­
mitirá que las desechemos de la poesía co­
rio que á lo menos no Jas olvidamos al ver­
mo de la prosa, por supérílúas todas y per­
sificar nuestra traducción, con tal sujeción,
judiciales las más á la claridad; á esa pri­
á ellas y a otras muchas, que nos atreve­
mera de todas las prendas del habla. Dis­
mos á suplicar se nos pruebe que no es
locar y barajar los eslabones de la cadena
así.
lógica, no puede nunca añadir mérito al
( i38 ) ( i39 )
das pero útilísimas sentencias de los orácu­
sermón ú oración. Asi es que no hallamos
los; porque vulgarizaba por medio de des­
en nuestros poetas una sola trasposición
cripciones, encomios, memorias y doctri­
extraordinaria que tenga otro efecto plau­
nas de altísima importancia, la instrucción
sible que cumplir con el ritmo ú la ri­
que solo poseían ó creían poseer los va­
ma, y encubrir dentro de la afectación de
tes ó adivinos: en una palabra los hombres
originalidad la negligencia ó la impericia
dotados de mayores luces y de mas pro­
del versificador.
funda meditación.
El temor de no dejar bien probada la
Fue pues en su principio la poesía el
razón de nuestro modo de pensar, que pa­
archivo de la Teología, de la Moral, y de
reció tan errado al crítico, nos ha hecho
la Política ; y en todas lenguas emitió ideas
incurrir hasta aquí en proiigidad: en lo
abstrusas, complicadísimas, y á veces de pe­
que nos resta que decir acerca de los me
ligrosa publicidad, cuyo estudio y trans­
tros españoles, seremos menos difusos, por­
misión se reservaron entre sí los mismos
que atacamos preocupaciones no tan gene­
sabios; y asi en esta parte su materia y sus
rales, ó cuando menos no tan arraigadas,
conceptos fueron lo que debian ser, al vul­
por hallarse todavía la cuestión intacta.
go idiota ininteligibles. Pero no hay razón
§11. ni dato ninguno para creer que en lengua
No se llamó á la poesía desde los pri­ alguna se haya escrito la poesía primitiva
meros tiempo? el lenguage de los Dioses con palabras y construcciones peculiares,
porque no hablase la lengua vulgar, sino exclusivas, y sobre todo ininteligibles á la
precisamente por lo contrario; esto es: por­ generalidad de los habitantes del país.
que instruía al vulgo haciéndose entender Consagrado despues dste arte embele­
de él; porque era el vehículo de las fingí
* sador en la Epopeya a la narración estu-
( *4° )
penda de las acciones de los Dioses y da ( )
los Héroes, á la descripción física del uni­ Con lo dicho se prueba, según nuestra
verso visible, á los dogmas relativos al in­ humilde opinión , lo que tanto hemos re-
visible ó divino , y finalmente á la filoso­ * petido; á saber: que la mayor dificultad
fía metafísica y moral , (todo para uso y que tiene que vencer el gran poeta es la
utilidad del cuerpo social en cada uno de de hacer tan fácil su inteligencia , como
sus individuos,) dejó por necesidad de ser dulce y magnífica su dicción.
interlocutora ú órgano de enigmas é indi­ Con estas ideas preliminares, proceda­
rectas , y tomó un carácter en parte his­ mos al exámen de los metros españoles
tórico, y en parte demagógico ú didáctico, como instrumentos de las dilatadas epope­
el cual, á la perspicuidad retórica , que ya yas y composiciones filosóficas.
tenia , unió la de la materia misma en que Oigase primero la opinión de nuestro
la empleaba. Así se hizo la poesía cien­ adversario. »Nosotros tenemos (dice, pag.
cia y lengua común ; sin lo cual, es claro » 291) el verso libre, que si ha de sonar
que la generalidad de los pueblos antiguos, » iie/i, es el mas difícil de todos, la octava,
ésto es el público de cada nación, no la » y las infinitas combinaciones de la silva;
hubiera oido con embeleso, ni amado con » cualquiera de estos metros es muy pre-
pasión , ni celebrado como la primera de » ferible para la epopeya al romance en-
las ciencias y el mayor blasón de su cul­ » decasílabo ; porque cualquiera de ellos
tura. Así finalmente quedó hecha lo que es » admite períodos poéticos mas llenos, so-
hoy para nosotros: una Oratoria perfectí- » nóros y variados, y en todos se evita el
sima, sublime, encarecida y ornada con el » perpetuo martilleo del asonante. La fa-
ritmo auxiliado de todos los medios de la » cilidad del romance endecasílabo no es
retórica, y hasta de la rima entre los mo­ » aparente (como lo asegura el traductor
dernos. » de la Enriada) sino real y verdadera:.
( -43 )
ya la epopeya. Dejaremos para lo último
» ó sinó, que lo decidan los versificadores.
el verso libre, á quien se dá título del me­
.................... » Como ninguno de nuestros
jor y mas difícil de todos.
» grandes poetas antiguos lia cultivado es-
De la octava. Hemos dicho, y nadie nos
» te métro , no se conoce todavía su ín-
negará, que la Epopeya es de naturaleza
» dolé, ni las ventajas ó dificultades que
esencialmente distinta de la Oda. Las cau­
» ofrece, ni los medios de cortarlo, va-
sas son estás. i.a La Oda es obra y sermón
n riarlo, doblegarlo á las diferentes exi-
del poeta: la Epopeya lo es de la divinidad'
» gencias poéticas.”
invocada. 2.» La Oda excluye proposición,
Lo que sobre esto habíamos dicho
y por consiguiente, órden> simetría, tér­
nosotros viene á reducirse á lo siguiente;
mino previsto, narración, unidad é inte­
* Los lectores versados en la poesía espa-
gridad; la Epopeya no existe sin todas
» ñola conocerán toda la razón con que se
estas cosas. 3.a La Oda exige del Poeta
» ha adoptado el romance endecasílabo
impulsos indeliberados, contemplación ex­
» con asonante para esta traducción, y
tática, arrebatos como de embriaguéz ó in­
» son también los únicos que pueden qui-
sanidad: la Epopeya se los prohíbe, atán­
b latear exactamente el mérito de su apa-
dole la mano á la dócta, imperturbada
» rente facilidad. A los demas lectores to-
celeste voz de la divinidad, de quien es
» ca solo recrearse con la fluidez de su ca­
solamente secretario ó mas bien escribien­
li dencia, sin duda mas melodiosa que ar-
te. La brevedad de la Oda pide que
» mónica; pero única propia para una obra
su movimiento sea mas repetido y percep­
b larga, grave, narrativa, escénica y varia-
tible, y así permite, (si no es que también
» da.” Vamos ya á probarlo, y á refutar
exige) el corte en estrofas , las cuales son
la opinión de nuestro crítico , sobre este
como otras tantas cuadríoulas, cuyos bor­
y los demas metros castellanos propios pa-
( J44 ) (145)
les ó divisiones no deben verse en el gran la Epica en cuadrículas, ó laminitas cla­
lienzo de la epopeya, ni ésta las necesita, vadas con sus ocho consonantes, es incon­
porque su tipo músico no es de mensura gruente. Esta invención, debida al genio
igual y repetida, sino de libre é indeter­ musical de la Italia (ya no Latina), que
minada duración, á manera del recitado, todo lo sacrifica al periodo armónico, y
cuyo ritmo es una serie perenne de varia­ á la facilidad y placer con que la oreja
da modulación. Así, el nombre de la una aprecia su duración y sonoridad: ésta in­
es musical; el de lá otra puramente ora­ vención, decimos, no tiene ni autoridad ni
torio. De aquí una observación de hecho: Utilidad de leí; porque no está sanciona­
ningún poema heroico de la antigüedad con­ da por el voto universal, después de tantos
siderablemente extenso, está escrito en es­ años de conocida, y porque hace degene­
trofas, ni lo están tampoco los de los gran­ rar en sonsonete y rondó lo que debe ne­
des poetas modernos Alemanes, Ingleses ó cesariamente ser un concierto modulado,
Franceses. Los Italianos, !y nosotros con pero nó interrumpido; de otra manera: un
los Portugueses, somos los únicos que he­ rio magestuoso, exténso, rápido, riquísimo
mos tenido ésta estravaganteidea; y aun y perénne, de ritmo melódico, de elocu­
entre los Italianos debemos observar que ción pura, en que reflecte la idea como la
la mejor traducción que poséen de Virgi­ luz en el agua, que embelése y no recuer­
lio, que es la de Aníbal Caro, está escri­ de ni deje percibir el artificio y las difi­
ta en verso endecasílabo libre, (y no aso- cultades con que se han reunido en uno
nantado , porque aquel idioma no conoce muchos manantiales, y se le ha abierto pro­
tal rima.)- Parécenos imposible que nues­ porcionado cauce, y sembrado sus márge­
tro crítico déje de convenir con nosotros nes de flores hijas de otras riberas y á quie­
en que la distribución del gran lienzo de nes alimenta como propias. ¿Son ésto las
( r47 )
estrofas? ¿Puede compararse á e'sto una se'- «Infandum, regina, jubes renovare
rie de mezquinas cascadas, idénticas en el dolorem ,
caudal, y en el estrépito? «Trojanas ut opes, et lamentabile regnmn
Y si á los defectos que la octava tiene «Eruerint Daña;, quaeque ipse misserrima
para la epopeya original, se agrega su im­ vidi,
posibilidad- absoluta de prestarse á la exac. «Et quorum pars magna fui. Quis talia fando
titud irremisible de una traducción, ¿no bu" «Myrmidonum, Dolopumve , aut duri mi­
hiera sido un desacierto en nosotros darle les Ulissei,
la preferencia ? Enhorabuena que Velas- «Temperet á lacrymis ?
co ú jauregui, traduciendo á Virgilio ú á
Lucáno, hayan hecho algunas bellas octa­ «Mándasme renovar, Reina excelente,
vas; pero ¿probará esto que lian traduci­ «La horrible historia y el dolor infando
do bien? Aseguramos por el contrario que «Como de Troya el oro, el reino y gente
sus buenas octavas son precisamente los «Destruyó el gran furor del Griego bando:
peores trozos de sus traducciones; y noso­ «Los tristes casos d que fui presente,
tros no nos propusimos solamente hacer «Gran parte de la pérdida probando;
los mejores versos que pudiéramos, sino «¿Cuál Mirmidón, cuál Dólope, ó Soldado
sobre todo, una buena traducción. «De Ulises, tal diría nó lastimado ?
Permítasenos citar un ejemplo de cada
uno de estos célebres traductores. He aquí Nohai clase de negligencia que no re­
"como rinde Velaséo en una de sus mejo­ salte en estos versos; su periodo queda in­
res octavas estos conocidos versos: completo, porque la exclamación no está
ligada á los antecedentes con discurso cor­
recto; renovar los tristes casos es impropio
( i48 )
( *49 )
por referir-, gran parte de la pérdida proban­
«Sobre el marino campo el rojo Apolo
do^ en lugar de decir “y de que una grau
«Tendió su luz flamante una mañana;
parte fui yó mismo” es despreciar ó no en­
«Libre de nubes y sereno el Polo
tender el original. '■'■Tal diría no lastimado
«Su manto á partes retocaba en grana.
en vez de “pudiera referirlo sin llorar” es
«Ató los vientos el soberbio Eólo,
una vaga indicación de la idea. Las redun­
«Al Euro, al Noto, al Cauro y Tramontana;
dancias de excelente, horrible historia (que
«Y sosegando el mar su movimiento
viene con un solo verso intermedio del en
«En calma estuvo á la batalla atento.”
que el traductor ingirió la redundante ex­
presión de que Eneas comenzó así su triste Oigamos aLucano:
y larga historia',) gente', a que fui presente', el «Ut matutinos spargens super sequora Phoe-
gran furor; bando; las impropiedades como bus
y oro; finalmente el desaliño de ser los dos «Fregit aquis radios, et líber nubibus
últimos versos asonantes con tres anterio­ ffither ,
res, ¿podrémos celebrarlo? ¡Jóvenes culti­ «Et pósito borea, pacemque tenentibns
vadores del Parnaso! si tal hiciéremos, lla­ austris
madnos fanáticos, pero sobre todo, no nos «Servatum bello jacuit mare.” &c.
creáis.
Veamos ahora si estotra octava de Jau­ ¡Qué redundancia y qué estrépito en
regui, que como original sería bellísima, Jáuregui, añadido todavía al mas estrepi­
merece mas elogio como traducción. La toso y redundante de los latinos; y al mis­
pondremos antes del texto para percibir mo tiempo cuánta omisión! De esta traduc­
sin ninguna distracción todo su mérito. ción solo diremos nosotros lo que un pro­
fundo crítico inglés dice de la celebradí-
sima traducción déla Odisseapor el ilus_
( i5o )
tre Pope; uque como poema original me­ te sucesivo, qtie tarda á veces seis ó siete
recería altos elogios; pero como traduc­ versos, y siempre á distancias diferentes.
ción es indigna de la reputación de la obra Nosotros no conocemos silva ninguna épi­
y del traductor.” (i) ¿Y en qué consiste ca; y en las morales y filosóficas que ha­
enJáuregui este género de imperfección? llamos en nuestros buenos poetas ninguna
en el periodo cerrado de la octava, en su es, ni podía serlo, narrativa, larga, escénica
corte simétrico y esquinado; y sobre todo y variada, que son los caractères esenciales
en esas ocho palabras forzadas que como de la epopéya. Nuestras silvas, son, pues,
otras tantas tachuelas parecen destinadas un género de elegía en que habla necesa­
á clavar el cuadro mas bien que á for­ riamente el poeta meditando y sintiendo,
mar parte de él. y declamando é instruyendo, pero no nar­
De la silva. Este metro es por natura­ rando; en discursos pausados, redundan­
leza vago, y envuelve inconvenientes opues­ tes y de arbitrario giro y duración. Lope
tos á los de la octava, porque en vez de es el único que haya ensayado semejante
tener tranquila la espectacion del lector metro en la epopeya, ¿pero en cuál? en la
con la seguridad de la llegada prevista del burlesca Gatomaquia, donde presentando
consonante, la mantiene siempre inquieta, con botarga el poema heroico eligió para
distraída , y como con sobrealiento por mayor chiste y contraposición la silva co­
el retardo, cuyo término incierto anhela, mo metro consagrado, bien que por un uso
haciéndole así perder el gusto del verso ciego, á las verdades mas sérias de la Filo­
actual, y contrayéndolo casi exclusivamen­ sofía, y que más podía hacer reir usado á
te al afan de buscar y hallar el consonan- manera de remedo y mofa.
Pero ¿ nos atreveremos á decirlo? Pues
(i) Knox’s essaya. Vol. II. pág. 3j2. en nuestro concepto, ni aun para el géne­
(M ( i53 )
ro puramente filosófico es oportuno éste
Verso suelto. Habla la Fé.
metro, sobre todo en la traducción, de lo
cual podrán convencerse los curiosos exa­ «Flaca y vana Razón! mis resplandores
minando las de nuestro docto y eminente A conducirte bastan, si la altiva
poeta Quevedo. Asi es, que cuando pen­ Mirada humillas. La sombría Noche
sábamos incluir en nuestra colección el poe­ Para observar al sol no fue criada,
ma de la Religión de Luis Hacine , ignoran­ Modesto anhelo de saber, y el día,
do que estuviese como lo está traducido al Te ilustrarán. Corrige tu impaciencia;
castellano en metro de silva (i), lo escri­ Creyendo ignora; adora no entendiendo;
bíamos nosotros en verso suelto; y cotejan­ Ama sin comprender: mi lei es esta.
do ahora nuestra versión con la de un tra­ Vana curiosidad indága el árduo
ductor tan superior á nosotros en saber, Mecanismo interior de la Natura,
no hemos podido mudar de juicio viendo que Y sus efectos ve', no sus resortes»
no logró ser tan exacto como convenia, ni ¡Hombre, de lodo abyecto masa ruda!
evitar lo vago del ritmo inseparable de lo ¿ Pudieras tú sufrir los resplandores
desigual é intempestivo de la rima, y de la Del sol eterno de Verdad y Ciencia?
medida. Permítasenos citar aquí un-breve Y ¿acásotu Hacedor te necesita?
y mismo pasage en ambas traducciones, y Arbitro, inalterado, llena y rige
si no se halláre que satisface más el verso El ser como la Nada, De él dependen
suelto que la silva confesaremos nuestro Premios, castigos, contrición, protervia,
yerro. Sombras y luces, grillos y coronas»
¡Saber supremo, Providencia arcána!
¿ Quién residenciará tus voluntades ?
(i) Por don Antonio Ranz Romanillos. ;Qh mortál! de su amor y sus larguezas
( x55 )
Todo dá testimonio; harto te dice: de versos desiguales al cadencioso y grave
Resuélvete á ignorar lo que te calla.” tipo endecasílabo, basta para hacer á éste
metro indigno de la constancia y magos­
Silva........“El loco atrevimiento
tad épica. Confesamos que nos tiene admi­
Flaca y vana razón, humilla.
rados el que nuestro crítico, que es uno de
Sígueme, (dice,) la brillante llama
l os poquísimos grandes maestros prácticos
Que yo para tí enciendo
que tenemos de versificación espafiola, pro­
Basta á guiarte, si seguirme quieres.
fese las opiniones que acabamos de refu­
La hora de las tinieblas es la hora
tar. La Eneida cortada á pedacítos igua­
Aquí de vér, entanto que el deseado les y descosidos, ó escrita en versos desi­
Dia viene. Si al maestro dócil eres, guales y de imprescrita y vaga sonoridad,
Sin entender á cada paso pdora, es idea que no podía ocurrir á Virgilio,
Y en lugar de saberlo que anunciado ni sabríamos nosotros alabar.
Te fuere , creelo , y dá al conocimiento Del verso libre y del romance endecasíla­
Menos que no a! amor y al rendimiento. bo con asonante. Llegamos por fin al fallo
lAy, cuán inútilmente pretendemos mas severo de nuestro proceso, que ccm-
De Ja Naturaleza con desvelo prende dos proposiciones: i.a Que es pre­
El fondo hallar’ Seremos admitidos ferible á todos el verso libre, el cual si ha
A sus juegos: mas nunca ver podremos de sonar bien es el mas difícil. X 2.a que la
Los que emplea resortes escondidos. facilidad del Romance endecasílabo no es
Adorad, clama, á vuestro Reí rendidos: aparente ( como dijimos en el prólogo de
Contemplad, admirad, gozad mis bienes,
1? Enriada,) sino real y verdadera: y sino,
De conocerlos sin el vano anhelo.” que lo decidan los versificadores.
Finalmente: consolada intercalación Responderemos brevísimamente. i.° El
í *56 ) ( i57)
verso libre tiene la misma dimensión del que no empleó éste metro en laScena-Pró-
endecasílabo asonantado ; el mismo núme­ logo del Aminta por otra razón que por
ro posible de cesuras; pide igual y no ma­ asimilar hasta en ello su traducción al ori-
yor corrección y fluidez; el mismo ritmo; ginál. Estos versos no tienen en cuanto
pero, ni tiene periodo forzado como la es­ al ritmo, al corte &c. ni primores ni de­
trofa, la octava, el terceto, &c. ni obede­ fectos; son, ni mas ni menos que todo ver­
ce á la terrible lei de la rima. Y con estas so bien medido, y nada prueban á favor
dos últimas dificultades de menos ¿será más de la dificultad y de la superioridad del ver­
difícil que ellos? A la verdad no lo pode­ so suelto. Por lo que hace á la traducción
mos comprender. Y ademas lo nega­ misma, diremos solo de paso que no se le.
mos, apoyándonos en la opinión práctica nota gracia alguna que no provenga del
que de ellos nos han dejado nuestros gran­ original, cuyos versos casi siempre se en­
des poetas antiguos, los cuales, habiendo cuentran hechos en español con las mis­
probado su industria y fuerzas en todo gé­ mas palabras. Pero ésta puntualidad de so­
nero de dificultades métricas, no nos han nidos á que se dió Jáuregui, ora por pere­
dejado un solo verso suelto original. Los za, ora por hacer mas fluida y apacible su
primeros que se encuentran, si no estamos versificación, produjo ademas dos grandes
equivocados, son los de las traducciones imperfecciones: la una, que ésta tenga to­
del Aminta del Tasso por Jáuregui; del Ar­ do el sabor extrangero que debe desapa­
te poética de Horacio por Espinel; de la recer en las buenas traducciones; y la otra,
Eneida por Hernández de Velasco, y déla qué á veces traslade las palabras por el so­
Odissea por el Secretario Gonzalo Perezf. nido, y nó poi’ el significado; como por pas­
En cuanto á Jáuregui, que italianizó torali spoglie, despojos pastoriles^ en vez de
hasta en esto su traducción, es probable irage adornos, vestidos, atavíos; por non
(158) C i59 )
mica un Dio, no un Dios agora, en vez de no es demasiado conocida para que debamos ci­
como quiera un Dios, porque e) adverbio tar nada de ella; pero de la Eneida y la Odis-
agora es de tiempo y no de acción-, (y ob­ sea pondremos aquí unas brevísimas mues­
servaremos ademas que la g de agora era tras. Véase como traduce Velasco los dos
primeros versos del libro 2.0 de la Eneida.
pronunciación que ya no usaba entonces
ni aun el sonoro Herrera, y como anti­ «Conticuere omnes, intentique ora
cuada hace mas impropia la expresión en tenebant.
boca del Amor, representado por un ra­ «Inde toro pater Eneas sic orsus ab alto”
paz, jandullo, que nuestro poeta traduce
Callaron todos tirios y troyanos-,
en Andaluz criatura;') por Dio selvaggio,
\ atentos escucharon con silencio.
dios selvage, en vez de dios campestre, por­
El padre Eneas desde su alto asiento
que el adjetivo selvage no significa en es­
Comenzó así su larga y triste historia.
pañol otra cosa que grosero, tosco, rudo,
inculto, bruto, en vez que en el Tasso indi­ ¿Es ésto poesía, es ésto traducción, son
ca meramente uno de los tutelares de los éstos versos? Pues óigase á Perez, tradu­
campos, dioses menores, entre los cuales ciendo del Griego, que es la lengua mas
lo clasifica en el mismo verso por la am­ análoga de todas á la española, según los
plificación ó della pleve degli dei. Estos des­ inteligentes; canto 8.° de la Odisea:
aliños se hallan en los cuatro primeros ver­
«Al tiempo que salió la clara aurora
sos de la traducción.
«Con sus rosados dedos la mañana,
' Espinel, Velasco y Perez no nos han
«Entonces levantóse de la cama
dejado tampoco ejemplos que estudiar. La
«La sacra Magestad del Rei Alcínoo.
desabrida é incorrecta versión del Arte
«También se levantó aquel generoso
poética de Horacio hecha por el primero
( i6o )
( )
«Ulises destruidor de pueblos bravo«
siii ser del subido color de su padre con­
«Alcínoo llevó pues á los Pheaces
servaba la fisonomía de la raza. Esos evo­
«A su concion (i), la cual les tuvo y hizo
cadores de monstruosas sombras que se
«Junto á las naves negras y ligeras.
creyeron resucitadores de cuerpos her­
«y á cada uno que topaba
niosísimos, persuadieron la dificultad del
«Hablaba y le decía de ésta suerte.”
verso suelto que ellos hacían tan fácil­
¿ Serán éstos los modelos en que ápren-
mente. Pero su ejemplo y doctrina han
dieron á hacer buenos versos sueltos los
cáido en el olvido con los mismos Gerar­
Mele'ndez, los Jovellanos,y los Listas? ¿y si
do Lobo y demas coplistas á quienes con
no existieran éstos modelos, diría nuestro
razón despreciaban.
crítico que por ésto se ignoraba todavía la
Esto; sin embargo, no es decir que al­
índole de éste metro, á pesar de su pro­
gunos versos libres, de Melehdez por e-
pio ejemplo, como lo ha dicho del roman­
jemplo, no valgan mas que otros rimados
ce endecasílabo después de vista la traduc­
del mismo autor; pero estamos prontos
ción de la Enriada ?
á probar que estos versos rimados no son
Concluyamos pues acerca de ésto que
buenos. Y á la verdad, nunca nos ha ocur­
la gran reputación moderna del verso suel­
rido negar que sean mejores los versos
to tuvo su origen en la misma época y en
sueltos buenos que los malos rimados.
los mismos versificadores que promovie­
Y si el romance endecasílabo con aso­
ron entre su admiradora clientela litera­
nante, ademas de requerir todas las pren­
ria la celebridad del consabido guirigai,
das del mejor y mas difícil de los métros,
progenie degenerada del Gongorismo, que
posde una cualidad peculiar, como lo es
( i ) Razo namiento. la armonía, nó gárrula é imperiosa del
consonante, sino blanda y apacible del
( 16a ) ( *63 )
asonante, ¿cómo podrá ser inferior al ley, (ridicula como todas las impotentes)
verso libre, ni poi' qué será mas fácil? de la rima, desdeñaron el asonante, co­
Dice nuestro crítico que á lo ménos mo adorno plebeyo del noble Verso largo;
hasta ahora es ignorado el mérito de es­ y sin embargo, en ésto como en otras co­
ta versificación por no haber fijado sus sas incurrieron en error, confundiendo
reglas y sus primores el uso de ninguno la dignidad del métro con la de la mate­
de nuestros antiguos poétas. A esto res­ ria. La prueba és, que uno de los ma­
ponderemos: i.° Que si vale éste racio­ yores blasones de nuestra poesía, que sin
cinio, es menester confesar que el Hon» disputa son los romances, está trabajado
bre no ha tenido jamas acierto en nada eon asonantes, y en ellos se hallan todos
en que no ha tenido ejemplo; de don- los tonos y estilos de la Poesía, y todos
dé resultaría una de dos cosas: ó que los primores y modificaciones de la locu­
nuestros antiguos no podían servirnos de ción y del métro. Citarémos solo uno, por
modelo si ellos no lo habían tenido, no molestar, y será del género grave, nar­
pues que se hallarían entonces en el mis­ rativo y patético; y si se halla una oda,
mo caso que ahora nosotros ; ó que és­ ó un trozo de epopeya del mismo géne­
ta indispensable ascendencia de ejemplis- ro, que produzca mayor impresión en el
tas pasivos y activos subía hasta.... la crea­ ánimo del lector, confesaremos que nues­
ción. a.° Que es una verdad notoria que tra opinión es una extravagancia.
no hay tal ignorancia, pues abundan en­
tre nosotros composiciones en-éste métro Al Rey Rodrigo.
buenas y malas como en los demás. 5. 0 Que Cuando las pintadas aves
es mas que probable que nuestros poétas Mudas están, y la tierra
antiguos, esclavos con vanagloria de esa Atenta escucha los ríos
12
( *
65 )
( l64) Que en polvo se vé deshecha;
Que al már su tributo llevan; En Orélia, su caballo,
Al escaso resplandor Tan cansado ya-, que apenas
De cualquier luciente estrélla, Mueve el presuroso aliento,
Que en el medroso silencio Y á veces la tierra be'sa;
Tristemente centelléa; Por los campos de Jeréz,
Teniendo por mas segura Gelvoé lloróla y nueva,
De trage humilde la muestra, Huyendo vá el Rey Rodrigo
Que la acechada corona Por montes, valles-y sierras.
Ni la envidiada riqueza; Tristes representaciones
Sin las insignias reales Ante los ojos le vuelan;
De la Magestad soberbia, Hiere el temeroso pido
Que amor y temor de muerta Confuso estruendo de guerra;
Junto á Guadale'te dejan; No sabe donde mirar;
Bien diferente de aquel, De todo teme y recela:
Que antes entró en la peléa Si al cielo, teme su furia,
Rico de joyas, que al Godo Porque hizo al cielo ofensa;.
Dió la victoriosa diestra; Si á la tierra, yá no es suya,
Tintas en sangre las armas, Que la que pisa es agena;
Suya alguna, y parte agena, . Pues qué, si dentro en sí mism«
Por mil partes abolladas, Con sus memorias se encierra?
Y rotas algunas piezas; Mayor campo de batalla
La cabeza sin alméte, Dentro el alma le aparejan;
La cara de polvo llena, Y entre sollozo y suspiro
Imdgen de su fortuna
( i66) ( i67))
Asi el Rey Godo se quéja: »0 con los plebeyos de ella.
u ¡ Desventurado- Rodrigo ! »Quitárale á la Fortuna
»Si esto en otro tiempo hicieras, »Carro en que triunfar pudiera,
»Y huyeras de tus deseos »Y un Rodrigo, ¡ para España
»Con el paso que ahora llevas, »Materia de tantas quejas! I
»Y a los asaltos de amor ■»Traidor Conde Don Julián,
»No mostráras la flaqueza »Si uno solo es el que yerra
»Tan indigna de hombre Godo, » ¿Por qué tan injustamente
»Y más de Rey que gobierna, »Hiciste común la pena?
»Gozara su gloria España, »No ofendí yo al Africano :
»Y aquella fuerte defensa » ¿ Torqué Africano te vénga?
»Que yá por el suelo yace, » ¡ Oh, si este agudo puñal
»Y el color cambia á las yerbas. »Rasgara tus falsas venas!”—
»Amada enemiga mía, Más iba á decir Rodrigo,
»De España segunda Eléna, Pero las palabras medias
» ¡ Oh si yó naciera ciego, Las arrebata el enojo
Y entre los dientes las quiebra.
» O tú sin beldad nacieras!
»Maldito sea el punto y hora Y diciendo adios á España
»Que al mundo me dio mi estrella: Que el Bárbaro señoréa,
»Pechos que me dieron leche Junto su Orélia querido
»Mejor sepulcro me dieran. La luz enemiga espera.
»Pagara á la tierra el censo;
¡Cuanta belleza junta en éste trozo de elo­
»Y en su soledad durmiera
cuencia poética! Sin la importuna rapidez
»Con los cónsules y reyes

(169)
ï 168) rogándole que nos diga sinceramente si
que dá al ritmo la Brevedad de los ver­
sos, es decir, si éstos fueran graves en­
halla mayor perfección en los versos de
decasílabos, ¿podría citarse en nuestra len­ Fray Luis de León que en éstos.
gua un trozo rimado de mayor mérito? „ Pacífico habitante de la cuna
Nosotros á lo menos estamos persuadidos » Dó en los brazos del Euro nace el dia,
firmemente á que , tal como está ahora » Goza tranquilo tan feliz morada.
éste Romance , agrada mas que la Profe­ » Nó, Ganges, tus riberas florecientes,
cia del Tajo, y á mayor número de per­ » Ni tu sacro raudal enrojecido
sonas de entre las de mejor gusto, no sis­ » Verán los dulces pueblos de la aurora.
temáticas. s Y vosotras, mansiones del ocaso,
Continuemos. 4° Nos admira sobrema­ » Que veis templarse en los inmensos mares
nera el que nuestro docto adversario no j. El carro abrasador, que dora el cielo,
piense como nosotros que la versificación » No temáis: no ya viene la alta nave,
castellana se ha elevado en nuestros día# „ De muerte, luto y destrucción preñada,
á un grado de perfección que no le dieron » A espigar de cadáveres los campos
ni pudieron dar los poe'tas del siglo XVI. » Y á trocar sangre y crímenes por oro. (1)
Ni ¿cómo podía dejar de ser así, habien­ Pues todavía lo importunaríamos con
do progresado la ilustración, y con ella ¡pira pregunta: ¿qué desmérito pondría en,
la corrección gramatical y lógica de la éstos versos la circunstancia de tener aso­
Lengua, instrumento de la Poesía, y des- nante? No lo comprendemos. Porque el
terradose de ésta tantos vicios y tantas perpetuo martilleo deja de serlo en manos há­
licencias'! Permítanos el crítico que no le biles , como la percusión del compás ó par-
citemos otro que el siguiente ejemplo , y
(!) PoesíaTdT don Alberto Lista. Véndese en la li­
que nos sujetemos á su propia sentencia, brería de Paz, frente á saa Felipe.
( *7° ) ( 171 )
te fuerte de la sonoridad y el tiempo en tibie de los mismos primores que caben en
a buena musica , cuando así conviene, que el verso libre ; que no tiene los defectos
es casi siempre ; y ésta es una de las pe­ de la octava, el terceto, la estrofa y la silva
culiares dificultades de los buenos versos para la epopeya, nos queda que añadir y jus­
asonantados, de los cuales vamos á hablar tificar lo que vá probablemente á sorpren­
pronto; pero por otra parte ¡ cuantas ven­ der á nuestro mismo crítico , y es: que,
tajas-no proporciona para hacer penetran­ para ser todo lo perfecto de que lo con­
te la sentencia final, para fijar la expre­ sideramos capaz y digno , lo creemos su­
sión intermedia, para mantener unaagra- jeto á dificultades que nunca se ha pensa­
dable espectacion del oido, para ostentar do en vencer en los demás, y de ésto lie­
el laconismo amontonando rapidísimas mos dado nosotros las primeras pruebas en
ideas dentro de un término breve pre­ la Enriada y en la Compasión. Obsérvese,
sentido &c. &c. pues, que según nuestro sistema, hecho ya
práctico, el romance endecasílabo asonan­
, » Llegan, ven, miran, lloran, gritan, ríen,
do debe reunir á todos los primores
» Dudan, créen en fin, y se desmayan.”(i)
hasta ahora conocidos en los otros metros,
* Este se desmayan , que aquí hace poco las siguientes dificultades vencidas: i No
efecto porque está suelto, hiere de un mo­ consonar ni asonar jamás entre sí los ver­
do singular encajonado en su asonancia, sos impares. 2 a No consonar nunca los
pares. 3.a Variar continuamente las di­
■ como puede observarse.
mensiones de las frases y periodos termi­
Probado, pues, que la estructura rít­
nados en el asonante. 4-a Girar y cortar
mica del Romance endecasílabo essuscep-
las oraciones, de modo que caiga en ellas
(i) Discurso tercero, pág. 56 del Poema de la Compasión. el asonante á diferentes distancias del prin-
( ’7a )
7 3 )
( *
eipío y del fin. 5.a No rimar consecuti­
fesar que no'lo es todavía, solamente por­
vamente adjetivos, sustantivos, adverbios,
que no lo usaron los antiguos poetas;
ni aun verbos en igual tiempo. 6.a No usar
creemos, sí, que los versificadores, á cu­
por asonante palabra alguna que pudiera
yo tribunal se nos envía, se han equivo­
ser sustituida ó corregida si se halíára en
cado como nuestro criticó, sobre la fá
medio del verso. ?.a Desechar todo esdrú­
de un tradicional no-uso¡ y no han estu­
julo y todo agudo en los finales, de lo cual
diado este metro por hallarse preocupa­
sacan gran partido los italianos por la
dos de esa síerva y vana persuasión de
calidad distinguidamente gráfico, de estas
no ser posible darle la magestad , armo­
Voces. 8.a Que no haya una sola palabra en
nía, rica variedad de ritmo, concisión,
los versos , pares ó impares , que sea con«
y noble perspicuidad, de que nosotros
sonante ni aun asonante del asonante es­
con particular estudio y empeño hemos
tablecido en cada canto, á ménos que la
procurado adornarlo. Debimos nosotros
calidad de la idea exija como una per­
en efecto, al ensayar este metro parala
fección de la imitación la reiteración
del son. epopeya decir, como se nos indica;
Si nuestro crítico reconoce y aprue­
,, Incedo per ignes
ba la dificultad y ventajas de éste esme­
Suppositos cincri doloso.”
ro en la estructura del romance endeca­
sílabo , desde luego convendremos tam­
Pero hecho yá el ensáyo, que es cuan­
bién nosotros con él en que el mérito
do nuestro crítico examinó ésta cuestión,
perfectibilidad Je que es capaz el romance
es claro que en mostrarse así indeciso pro­
endecasílabo no era conocido hasta aho­
nuncia que nuestros esfuerzos han sido
ra; pero de ningún modo debemos con-
vanos, lo cual convenia probar} y lo que
( »74 ) 7 5 )
( *
es peor, da así por inaccesible á todos el do nuestro crítico declarándolo autor de
empeño, declarando virtualmente que el prosaica memoria, que ni era delicado, (co­
estudio y la industria de los modernos es mo dijimos nosotros,) ni poeta, ni aun
escusadaya para siempre, faltándoles ejem­ versificador. El único pues capaz de fallar
plo en los consonantistas del siglo XVI. Lo dignamente sería nuestro común amigo
cual no hallamos conforme á una sana crí­ Don Leandro Moratin, porque á su alto
tica. genio y conocimientos reune la experien­
¡Y pudo nuestro crítico dejar de ob­ cia que hizo en el Romance Heroico de
servar que la Enriada está versificada con la toma de Granada premiado por la Aca­
este esmero? ¿y asegurar que la facilidad demia Española. Pero no es necesario tam­
de tal versificación no es aparente sino real poco que recaiga sentencia de tercero en­
y verdadera? ¿y sobre todo, apelar á la tre dos contendientes amigos, y que no
decisión de los versificadores? ¿Y quié­ tienen otro ínteres que el de la verdad.
nes son éstos? Porque si exceptuamos í Nuestro docto crítico es pues el único que
los poetas trágicos, que ni han querido podemos querer por juez, y quien debe
ni debido sujetarse á tanta traba y pri­ ya confirmar ó modificar sus declaracio­
mor, casi nadie hasta ahora ha sacado á nes anteriores, para que guiada por ellas
e'ste metro del desafino jacaresco á que la juventud, pise firme en las resbalosas
lo condenó desde el principio el ridículo sendas del Parnaso. En la sinceridad de
orgullo de los consonantis'as. Nosotros no nuestro amor á la bella poesía protesta­
sabemos mas que de tres autores ejerci­ mos no apelar en manera alguna de su
tados épicamente en esta versificación, pe­ sentencia , por desfavorable que pueda
ro dos de ellos no existen: Iriarte y Va­ sernos.
ca, y al primero lo tiene ademas recusa- FIN.
y' - «

También podría gustarte