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Introducción

Existe una gran variedad de conceptos de cultura a pesar de que


muchos de estos fueron concebidos desde una intención unificadora
universalista, circunstancia que, por otro lado, valida a una de sus tantas
acepciones, en tanto que le da contenido a la identidad de algo; y a su vez,
ese "algo", al ser, la define desde su particularidad, lo que va en
contrasentido de una definición única, y que además, reafirma una de
nuestras características más resaltante como cultura-caribe: la abrumadora
diversidad que nos conforma. Por lo tanto, disfrutamos y padecemos de
tantos conceptos, como culturas nos edifican. La cultura política constituye
un referente ineludible para la construcción de sociedades alternativas al
sistema político liberal burgués. Así mismo muestra cómo América Latina ha
constituido un escenario levantisco como respuesta a las formas de
intervención imperialistas sobre la región. Expresa la centralidad de la cultura
política como aspecto decisivo en el logro de reales avances emancipatorios
con orientación hacia el contexto latinoamericano. Al concluir se puede
apreciar la variabilidad y distensión en la visión del fenómeno de la cultura
política; además, se consigna que el carácter inclusivo y la necesidad de un
proceso de apropiación del universo social por parte de los sectores sociales
desprovistos históricamente de cuotas reales de poder constituye un factor
clave para alcanzar la emancipación social.
Cultura como hecho social para la emancipación

La cultura es el conjunto de elementos y características propias de


una determinada comunidad humana. Incluye aspectos como las
costumbres, las tradiciones, las normas y el modo de un grupo de pensarse a
sí mismo, de comunicarse y de construir una sociedad. La palabra “cultura”
es un término amplio que proviene del vocablo latino cultus, a su vez
derivado de colere, es decir, “cuidar del campo y del ganado”, lo que hoy en
día se conoce como “cultivar”. El pensador romano Cicerón (siglo I a. C.)
empleó el término cultura animi (“cultivar el espíritu”) para referirse
metafóricamente al trabajo de hacer florecer la sabiduría humana. La cultura
abarca aspectos como la religión, la moral, las artes, el protocolo, la ley, la
historia y la economía de un determinado grupo. El término se utiliza para
referirse a las distintas manifestaciones del ser humano y, según algunas
definiciones, todo lo que es creado por el humano es cultura.

La emancipación se relaciona con un complejo cultural construido en


la transición política e implantada en la etapa democrática, es decir que los
individuos sean quienes vuelvan a apropiarse de los medios de construcción
de subjetividad, disputándole a los poderes su dominio de la producción
cultural. Esta es hoy la lucha por una cultura de emancipación; se sustenta
sobre una lógica y una tradición de muy largo recorrido, ya que la sociedad
se caracteriza siempre por una emancipación. Los teóricos de la cultura en
el campo de las Ciencias Sociales, señalan que las estructuras culturales
están conformadas a su vez por una diversidad de subestructuras donde la
acción de los individuos no está determinada totalmente. La cultura deja
espacio para otras conductas que expresan alternativas culturales. Estudios
realizados han identificado la presencia de una tendencia que pareciera tener
carácter universal, como es la institución de la madre como figura dominante
de la dinámica familiar. La diferencia es que en Venezuela dicha tendencia
plantea a la madre, no solo como pilar de la familia, sino como dueña misma,
sobredimensionada, avasallante e invasiva hasta de los espacios de la vida
social y cultural; frente a un padre culturalmente ausente y minimizado.
Madre y familia se asocian como sinónimos, la cultura se plantea como pre-
edípica, “no hay mujer, sólo madre; no hay hombre, sólo hijo”, este fenómeno
ha sido definido por los estudiosos del tema bajo el nombre de
matricentrismo y, cuando se hace extensivo a la sociedad, como
matrisocialidad. Ambos fenómenos signan la cultura dominante en
Venezuela.

La cultura como un hecho histórico social, a pesar de la influencia que


ha tenido la antropología culturalista a lo largo del siglo XX para demarcar no
sólo las discusiones en torno a ella sino en cuanto a la percepción que uno
se hace de los hechos llamados culturales, al parecer no ha logrado una
significación que se ajuste a su concreción. Históricamente la cultura es la
producción que ejerce el hombre sobre el mundo, producción que a su vez
ha posibilitado su reproducción no sólo como especie, sino como un ser
social. La consecuencia de la cultura como producción es la demarcación del
mundo entre un mundo hecho para el hombre (el mundo social) y un mundo
existente sin el hombre (mundo físico). La cultura de Venezuela es un crisol
que integra fundamentalmente a tres familias distintas: la indígena, la
africana y la española. Las dos primeras a su vez tenían culturas
diferenciadas según las tribus. La transculturación y asimilación condicionó
para llegar a la cultura venezolana actual, similar en muchos aspectos al
resto de América Latina, pero el medio natural hace que haya diferencias
importantes. La cultura en Venezuela comenzó con la simbiosis de dos
elementos enteramente distintos que se encuentran en el momento del
descubrimiento colombino: el indio y el español. El choque de estas dos
culturas es el punto de partida de la formación de Venezuela como pueblo y
de su conciencia como ente social, gracias al mestizaje. En el fenómeno
cultural, según apunta Guillermo Morón, predominan en nuestro pueblo las
formas de pensamiento, los hábitos, las estructuras de los conquistadores o
pacificadores, que fueron, después de todo, los fundadores del pueblo. La
psicología, el modo, el ser cultural del venezolano, están plasmados en el
alma del conquistador, con todas las normales y eficaces transformaciones
ocurridas en un escenario geográfico diferente al originario y con la poderosa
aportación del aborigen y el negro.

La cultura política ha sido una de las categorías más importantes de


las ciencias sociales que ha centrado los debates de los últimos años para
explicar las características básicas y potenciales derroteros de los pueblos
en sus desafíos cotidianos. Constituye un espacio central para proyectarse
hacia una u otra tendencia política según los intereses, preferencias y
comportamientos políticos aprehendidos en la evolución de los estados. Pero
si es importante reconocer la complejidad del tratamiento dado
históricamente a ese término, marcado por la diversidad de puntos de vista y
ciencias desde las que se le aborda, también resulta lógico aceptar que, en
el ámbito de la práctica política concreta en Latinoamérica, su
esclarecimiento conceptual constituye una tarea esencial, lo que exige volver
a su conceptualización básica; La cultura política, tal y como sucede en el
ámbito de cultura en sentido general, es objeto de una amplia multivocidad
conceptual, diversas disciplinas son tomadas como referente para su
explicación, lo que complejiza la determinación de su objeto de estudio y su
conceptualización misma. El término cultura política se conforma como
resultado de la unión del binomio cultura-política. Ambos fenómenos se
caracterizan por una amplia profusión conceptual, así como por un vasto uso
en las ciencias sociales.

Ahora bien, La emancipación social, apunta al proceso en que el


hombre se convierte en el sujeto de su propio destino, para su realización
necesita de la subversión del orden social establecido. Por consiguiente, es
un proyecto de contenido liberador, que por su naturaleza rompe con la
lógica funcional del sistema capitalista. Este proyecto no se limita a su
anticapitalismo, sino que procura no incurrir en los mismos errores de sus
oponentes políticos. En la medida en que el ciudadano comprenda que la
enajenación política es un preciado tesoro en manos del Estado liberal, y que
es a través de su propia búsqueda de la libertad, es decir, de las condiciones
de su emancipación, como resultado de su voluntad ciudadana puede
liberarse de las condiciones que lo mantienen sujeto a dicha enajenación, así
será posible alcanzar la emancipación social. Pero tal empeño será una
ilusión si los procesos políticos no son acompañados por movimientos
sociales con adecuada capacidad de organización y convocatoria, es decir,
de amplia trascendencia social. La cultura política desde la perspectiva de la
emancipación en el contexto de América Latina no puede limitarse solo a la
aplicación de los llamados métodos de enseñanza, programas de acceso a la
educación superior y formación científica de determinados sectores de
profesionales. Debe centrarse, sobre todo, en la satisfacción de las
demandas sociales, con énfasis en los avances que en el trascurso de las
transformaciones van alcanzando los sectores sociales, así como de una
profunda mutación ideológica desde los propios procesos de formación
política y educativa.

El proceso de afianzamiento de una cultura política determinada, en


tanto proceso formador que involucra a la mayoría de la sociedad, no radica
en la existencia de altos o bajos estándares de cultura política. Reside más
bien en el apoyo de los más diversos sectores sociales en torno a un
programa político de alcance profundo, contrario a la fragmentación social
que desde siglos pasados ha afectado y afecta a la región. La cultura política
es un instrumento que permite a los sujetos sociales una orientación para su
adhesión a la tendencia política de su preferencia, aunque en ocasiones
algunos sectores sociales abandonan el rumbo de su condición de clase ante
ofertas económicas o simples actos de sabotajes al proceso electoral; por
tanto, se puede deducir que una perspectiva de la cultura política de corte
liberador, inexcusablemente, debe enfrentar todos los obstáculos propios de
la aplicación de los diferentes mecanismos de ejercicio de la participación
popular bajo el influjo de cánones propios del sistema liberal burgués. los
pasos institucionales en función de la emancipación social se canalizan a
través de algunos de los organismos políticos existentes al efecto,
reconociendo la esfera de lo político que identifica a cada organismo.

Colonialidad

La “colonialidad” representa una gran variedad de fenómenos que


abarcan toda una serie de fenómenos desde lo psicológico y existencial
hasta lo económico y militar, y que tienen una característica común: la
determinación y dominación de uno por otro, de una cultura, cosmovisión,
filosofía, religiosidad y un modo de vivir por otros del mismo tipo. En sentido
económico y político, la “colonialidad” es el reflejo de la dominación del
sector extractivo, productivo, comercial y financiero de los estados y sectores
“neo-colonizados” (“Sur”) por parte de los países industrializados (“Norte”), lo
que lleva a la dependencia y del “desarrollo del sub-desarrollo”, la sub-
alternidad y marginalidad de las “neo-colonias” frente al dominio de los
imperios dominadores.

La colonialidad del ser es un término que designa la condena de los


habitantes del sur global a vivir bajo el peso de una culpa o una deuda que
supone la imposibilidad de existir auténticamente en razón del alienante
sometimiento del que son objeto. La colonialidad del ser es la expresión de
una vida de condena, la cual encierra violencia, explotación y exclusión, así
como una aporía: ya que , purgar una condena implica la ejecución de una
decisión judicial, la cual recae sobre alguien que jurídicamente nunca ha sido
juzgado. El condenado, siguiendo a Frantz Fanon (2014), es un sujeto
colonizado que ha sido despojado de su potencia, sus habilidades y sus
bienes. Al condenado se le ha imposibilitado su capacidad de dar u ofrecer a
otros sus dones. Por ello, al condenado, privado de la potencia de la
donación, sólo le queda la posesión. Así, la posesión (que no
es apropiación) de lo que el conquistador colonizador le ha dado, hace del
condenado un ser anulado, un ser que no es capaz de dar.

El sintagma colonialidad del ser fue acuñado por Walter Mignolo


(2003) y Nelson Maldonado Torres (2007) para explorar otra forma de la
colonialidad que opera más allá del control del conocimiento (colonialidad del
saber) y de las relaciones de dominación (colonialidad del poder).
Preliminarmente, la colonialidad del ser refiere a la experiencia vivida de la
colonización y su impacto en la cultura. “La colonialidad del ser introduce el
reto de conectar los niveles genético, existencial e histórico, donde el ser
muestra de forma más evidente su lado colonial y sus fracturas” (Maldonado
Torres, N. 2007, 130-31). El punto de partida de la colonialidad del ser
consiste en negar ontológicamente al colonizado o afirmarlo desde el
horizonte político epistémico del colonizador. Es decir, negar al colonizado
significa negar su humanidad, su autonomía, su cultura e incluso sus
facultades cognitivas, infravalorándolo y sometiéndolo a la lógica cultural del
colonizador.

La colonialidad del saber está directamente relacionada con el racismo


epistemológico. El mismo es entendido por Grosfoguel en su análisis
dialógico sobre las teorías decoloniales de Fanon y Boaventura de Sousa
Santos como aquella “jerarquía de dominación colonial en la que los
conocimientos producidos por los sujetos occidentales” son considerados
superiores a los conocimientos producidos por los sujetos coloniales no
occidentales. Partiendo de esta base, debe señalarse la existencia, a su vez,
de una superposición de jerarquías epistémicas dentro del mundo
colonizado. Para el caso de América Latina, como lo refiere Aníbal, existe
una élite criolla, moderna, racista y, además, colonial. Se trata de una élite
hegemónica blanco-mestiza colonizada por Occidente, que reproduce sobre
sí misma y sobre la alteridad sub alternizada los patrones de dominación
mediante el ejercicio de la colonialidad del saber. Así, la colonialidad del
saber marca las relaciones asimétricas en las que las posiciones de poder
epistemológico son siempre ocupadas por sectores blanco-mestizos,
independientemente de que representen mayorías o minorías, ya que el
principio rector y estructurante que opera es la raza. A consecuencia de ello,
la alteridad sub alternizada es sometida a un doble colonialismo
epistemológico canalizado a través de los sistemas educativos: el externo -
que viene de Occidente y el interno que viene de la sociedad nacional
hegemónica blanco-mestiza.

La noción de colonialidad del poder se refiere a la prolongación


contemporánea de las bases coloniales que sustentaron la formación del
orden capitalista. La obra de Aníbal Quijano apunta hacia la construcción de
una racionalidad alternativa a la actualmente hegemónica. Para ello, el autor
devela a lo largo de sus diversos ensayos 8 la forma en que se constituyó la
estructuración del patrón de poder colonial a partir del descubrimiento de
América, el cual permanece vigente hasta nuestros días, y que en los
trabajos de Quijano se denomina como sistema o patrón de la “colonialidad
del poder”. Dicho patrón de poder colonial se forjó desde el descubrimiento y
la colonización de América, procesos históricos que representaron la
inauguración de la modernidad, y que el autor caracteriza como la
“colonialidad del poder”. Modernidad y colonialidad del poder son pues, dos
procesos de un mismo fenómeno, es decir, de un proceso histórico o
sistema-mundo, que delinea y configura el sistema actual.

La teoría de la colonialidad del poder propuesta por Aníbal Quijano


(1928-2018), a comienzos de los noventa, se articula en el contexto de
resquebrajamiento de los paradigmas epistemológicos modernos que
trazaron el horizonte teórico de las ciencias sociales hasta fines de los
ochenta. Ramón Pajuelo (2002) y Rita Segato (2013) señalan que la
formulación crítica de la modernidad/colonialidad radicaliza las ideas
desarrolladas en los ochenta, fruto de la revisión y reformulación de las
reflexiones esbozadas en torno a la disolución de las experiencias políticas y
sociales autogestivas de organización comunitaria que caracterizaron el
activismo político setentista del sociólogo peruano.

Hechos Socio Históricos de la Época Colonial

Las principales colonias en América estuvieron bajo domino español,


portugués, y luego la anglosajón. La más extensa de las tres fue la española,
que tras la llegada al continente en el siglo XV procedió a su sangrienta
conquista. La naciente sociedad americana era fruto de 300 años de
hispanización y de sincretismo con las culturas locales. A esta combinación
se sumó la cultura negra llevada desde África hasta América en calidad de
mano de obra esclava. Las colonias hispanas estuvieron sometidas al control
europeo hasta el siglo XIX, en el que se produjeron las Guerras de
Independencia y se crearon las repúblicas latinoamericanas.

La corona británica se apropió de los territorios de la costa este del


subcontinente y estableció su primera colonia en 1585 en la Isla de Roanoke
(actual territorio de Carolina del Norte, Estados Unidos). La expansión
británica continuó durante los siglos siguientes. Erradicó a las tribus locales y
al mismo tiempo que trasplantaba su cultura (especialmente los protestantes,
que buscaban mayor apertura religiosa empezando de cero en el “nuevo”
continente) a América. Las condiciones en que estas primeras 13 colonias
operaban era similar en su dependencia y control remoto al caso hispano.
Sin embargo, debido a su crecimiento acelerado durante el siglo XVIII, se
produjo la Revolución Estadounidense y en 1783 eran ya independientes.

Durante la época colonial se forman las bases de lo que sería más


adelante la nación venezolana: la mezcla de las culturas española, indígena
y africana; el uso del español como idioma principal, la adopción
del cristianismo, la delimitación de la colonia y su organización territorial que
culminaría en la creación de la Capitanía General. Por eso mismo las
colonias aceleraron el bien estar de todas las poblaciones. A comienzos del
siglo xvii (diecisiete) los españoles controlaban en realidad la zona costera,
los Andes y su extensión hacia Barquisimeto y algunos reducidos enclaves,
mientras que los Llanos y el sur seguían estando básicamente en poder de
los indígenas. Encuentros violentos entre colonizadores e indígenas se
prolongaron hasta el siglo xviii, cuando aún se fundaron numerosas ciudades
y pueblos en la zona de los Llanos y Guayana. A finales del siglo xviii, la
sociedad colonial entra en crisis y se producen los primeros movimientos
independentistas que preludian la emancipación de la colonia a comienzos
del siglo xix.

La característica esencial de la sociedad venezolana, desde la


conquista de su territorio por España hasta nuestros días ha sido su
permanente relación de dependencia respecto a otras sociedades
extranjeras, que han subordinado nuestro desarrollo económico, político y
social a sus propios intereses. Este proceso no puede ser comprendido ni
explicado en si mismo, sino tomando en cuenta la influencia que han tenido
hechos, situaciones y procesos que se desarrollaban fuera de nuestro
territorio y que lo han orientado en el sentido que más convenía a las
potencias dominantes de cada periodo. La dependencia, ha sido una
constante en nuestra historia, que ha jugado un papel importante en el
proceso de formación de nuestro país. Debido al privilegio que tenían
algunos grupos sociales y al grado de marginación en el que se veían otros
desde el punto de vista económico, político y social siempre existió una
rivalidad entre ellos por tratar de superarse o de tener una mejor vida. En
general el centro de tensión se vio con los blancos criollos que intentaron
superar a los blancos peninsulares bajo cualquier circunstancia sin permitir
que otros se igualaran siquiera al menor cargo que ellos pudiesen ejercer.
Los blancos peninsulares si bien tenían cierto privilegio por ser los
conquistadores, los criollos se sentían con esa potestad también por ser
familiares directamente de ellos, así que se originó una rivalidad política
porque los criollos querían tener los mismos cargos políticos, militares y
eclesiásticos que los peninsulares.

Forma de Dominación y Resistencia

La dominación se produce cuando un grupo o un individuo están en


condiciones de imponer sus creencias, sus visiones y sus ideas ya sea por la
fuerza, mediante amenazas o incluso a través de la persuasión. Esta
sumisión se basa en el miedo de aquellos que son dominados, quienes
temen sufrir represalias o perder sus medios de supervivencia. La
dominación implica una relación desigual. Hay alguien que domina,
estableciendo las condiciones, y otro que se encuentra subordinado.

Los españoles destinaron colegios para la nobleza indígena, en los


cuales enseñaron los ejes centrales de la cultura occidental: conocimientos
bíblicos, jurisprudencia, filosofía clásica y arte. Los misioneros cumplieron
una de las funciones más importantes del proceso de colonización y
occidentalización de lo que hoy es América Latina, ya que la evangelización
–razón por la que fueron enviados– fue la condensación de una cosmogonía
europea renacentista que encierra lo político, económico y espiritual. Los
colegios, universidades y demás sitios de enseñanza fueron dirigidos por
misioneros católicos, quienes enseñaron la lengua, la escritura, la ley y la
imagen renacentista religiosa a los aborígenes. Esto fue muy importante
para garantizar la dominación sobre las culturas autóctonas de América, ya
que la nobleza india se constituyó en el enlace que podía comunicar a la élite
española aposentada en el poder con los pueblos indígenas que serían la
mano de obra para su empresa político económico. Los caciques se
encargaron de garantizar el pago de los impuestos a los españoles, de ahí el
que estos tuvieran un grado de formación europea que les permitiera
comunicarse con el hombre blanco. La comunicación se estableció en
términos de dominación, por lo que resulta difícil pensar en un aprendizaje de
lo occidental como evolución, avance o desarrollo; Al indio se le instauraron
impuestos y trabajos forzosos muy severos, que lo redujeron a la esclavitud y
lo destinaron a la desaparición. La vida del aborigen se limitó a trabajar,
trabajar y trabajar para pagar al blanco lo que debía en señal de vasallaje a
la Corona española. En los casos de la mita y los obrajes, la vida del indio no
fue otra cosa que trabajo.

La dominación no solo fue material o física como la ciudad cuadricula,


la iglesia, los colegios y los impuestos; esta dominación pudo mantenerse
porque hubo una dominación en el campo del pensamiento, de la cultura, de
lo simbólico, por ello fueron indispensables imaginarios sobre el indio que
justificaran su eliminación. Se dijo que no tenían alma, que andaban
desnudos, que eran caníbales, ladinos y que no les interesaba la riqueza y,
por ello, hacían la guerra por hacerla, sin sentido alguno. Este imaginario los
posicionaba en la condición de infrahumanos, lo que justificaba su
adoctrinamiento, esclavitud y exterminio. Eran no culturas, no humanos; eran
“otros” jamás reconocibles, pues reconocer su status de humanidad era
reconocer su estatus político.

Se entiende por resistencia la acción en la que una persona, animal,


cosa u organismo resiste o tiene la capacidad de resistirse, es decir,
mantenerse firme o en oposición. El mestizaje se convierte en forma de
resistencia a la dominación española. Los aborígenes han resistido a la
dominación desde el momento mismo en que se encontraron, si bien la
mezcla ha aclimatado la relación de oposición, el aborigen ha tenido que
aceptar el pensamiento occidental y esconder el suyo, manteniéndolo en
silencio. Las culturas autóctonas de América han resistido siempre hacia la
autodeterminación de sus pueblos y su pensamiento emancipatorio sigue
absolutamente vigente. Por ello, pensar que su liberación solo fue pensada
en los movimientos independentistas criollos es ilusorio cuando su lucha data
del mismo momento en que llegó la conquista española. Las culturas
autóctonas de América recurrieron a la guerra, al suicidio colectivo, a la difícil
conservación de sus orígenes, a su actitud ladina. El indio no “copia” del
todo, simplemente ha tenido que callarse para sobrevivir a la barbarie y tratar
de conservar sus orígenes, el conservarlos ya los pone en una actitud de
resistencia, no es una coyuntura, es un estilo de vida que ha estado ahí
desde siempre. De ahí, el que se pueda concluir que los pensamientos de
emancipación no solo se gestaron en las campañas de independencia
criollas, o en los revolucionarios franceses; los indígenas ya lo eran como
posición en el mundo, como la vida misma. En sus ofensivas, los indígenas
usaban el grito, los tambores y cantos. Para infundir pavor al enemigo,
parecer más feroces y eliminar los malos presagios, se pintaban y tatuaban
sus cuerpos. La sublevación de Canoabó, fue determinante para dar inicio a
la resistencia indígena, y se comienza a descubrir a ese personaje, llamado
Caonabó. A partir de allí de ese acontecimiento histórico comienza la primera
guerra mundial en la que van a participar todas las potencias de la época.
Conclusiones

La cultura, entendida como bien común, debería ser una parte


importante en los presupuestos de cualquier sociedad. La justificación de las
políticas culturales se sustenta en el valor intrínseco de la cultura para
maximizar nuestro bienestar. Ahora bien, la época colonial fue el período
histórico en el que las poblaciones de diversos continentes, como América y
África, fueron controladas y sometidas por el poder de los imperios europeos.
Así pues tenemos que la colonialidad representa una gran variedad de
fenómenos que abarcan toda una serie de fenómenos desde lo psicológico y
existencial hasta lo económico y militar, y que tienen una característica
común; sien también el ser, saber y poder que respectivamente serian la
infravaloración o interiorización cultural de la vida humana colonizada, la
condena de los habitantes del sur global a vivir bajo el peso de una culpa y la
prolongación contemporánea de las bases coloniales que sustentaron la
formación del orden capitalista. Para finalizar, la emancipación te brinda la
oportunidad de vivir tu vida de acuerdo con tus propias decisiones y ser
responsable de tus propias elecciones, te permite desarrollar un sentido de
autonomía y ganar independencia en la toma de decisiones y en la gestión
de tu vida cotidiana.
Bibliografía

 https://www.researchgate.net/publication/
317513515_La_cultura_politica_como_instrumento_de_la_ema
ncipacion_social_Una_aproximacion_al_contexto_latinoamerica
no
 https://cissocial.org.ve/matricentrismo-y-emancipacion/
 https://www.clubensayos.com/Acontecimientos-Sociales/
Formas-de-resistencia-a-la-dominaci%C3%B3n/5419774.html
 https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140506032333/eje1-
7.pdf
 https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/sur-sur/
20100708034410/lander.pdf

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