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Paulo Freire, en su libro “La educación como práctica de libertad”, comenta una
anécdota sobre cómo le enseñó a un campesino lo que “verdaderamente”
significaba ser “culto”. “Sé ahora que soy culto —afirmó enfáticamente un viejo
campesino. Y al preguntársele cómo lo sabía, respondió con el mismo énfasis:
Cambiar ejemplo
La hegemonía por la que aboga Gramsci no es entonces la del Estado (eso es,
en el mejor de los casos, una forma de “revolución pasiva”), sino la de la
construcción “nacional-popular” (son palabras del propio Gramsci) conducida
por las masas trabajadoras y sus aliados independientemente del Estado y las
clases dominantes. Esa construcción, que en una primera etapa es
contrahegemónica, tiene que partir, obviamente, del “sentido común” realmente
existente, que incluye “lo que no viene de las propias filas” (por eso la
hegemonía la tiene el otro), pero lo hace para desarrollar su propia búsqueda
de hegemonía. Lo mismo hace el Estado –y más en particular, un gobierno–:
cuando acepta incluir en su proyecto demandas “que no vienen de sus propias
filas” (¿es eso lo que está diciendo la autora?, ¿que el actual gobierno tuvo que
aceptar demandas que no hubiera aceptado de haber sido mayor su
hegemonía inicial?, es una hipótesis...) puede hacerlo porque las cree
legítimas, o porque las va a utilizar para su propia construcción hegemónica, o
por una combinación sui generis de ambas cosas (dar con la tecla
correspondiente sería una buena manera de calificar a un gobierno)
El imaginario ha triunfado.
Absurdo de la actualidad. El auto percibimiento.
«El comunismo fue algo muy bueno para todos, salvo para aquellos que
tuvieron la desgracia de vivir bajo ese sistema».
Batalla cultural
De una manera practica y a los fines de ser más claros y bajar a tierra este
concepto anterior podemos decir que se debe dividir la gestión en tres partes,
la primera y siguiendo la definición antropológica son las acciones culturales
que no se ven, que tienen que ver con fomentar la identidad del tandilense,
haciendo hincapié en sus costumbres y tradiciones y apoyando iniciativas que
estén alineadas con los valores cristianos que también representa el partido.
Son conceptos que siempre deben estar presentes en todo tipo de acción
cultural y principalmente en la comunicación ya que forman parte del
inconsciente colectivo de gran parte de la ciudadanía y despertarlos es
despertar también el compromiso ciudadano con la política. Si esta parte, por
decirlo de alguna manera “antropológica” de la gestión cultural se lleva a cabo
correctamente cambiará seguramente y por completo la percepción de la
gestión, ya que el ciudadano no estará solamente apoyando un “partido
político” sino una visión de mundo y un ideal moral, y cada una de estas
acciones será apreciada no solo como una “obra política” sino como un paso
más hacia ese ideal.
Subsecretaria de Cultura