REVOLUCIÓN VERDE

La revolución verde se conoce como el periodo comprendido entre 1960 y 1980 donde se
incrementó la producción agrícola, a través de la aplicación de tecnologías integradas en las
siembras de varios granos, principalmente maíz y trigo, logrando sembrar grandes extensiones de
tierra durante un largo periodo de tiempo (originando los monocultivos), acompañado de la
aplicación de grandes cantidades de plaguicidas y fertilizantes, con el fin de alcanzar altos niveles
de producción.

Este desarrollo agrícola, que se inició en el estado de Sonora (México), con el mejoramiento
genético de semillas de maíz y trigo, las cuales salvaron a la India de caer en un periodo de
hambruna en 1961. La región de Panyab fue seleccionada por el gobierno local para la evaluación
de los nuevos cultivos, disponiendo de un suministro de agua confiable a través de la
implementación de sistemas de riego y la utilización de grandes cantidades de productos
agroquímicos, los cuales fueron financiados por la fundación Ford.

Muy pronto, la India adopto una variedad de arroz (modificada genéticamente) conocida como IR8,
la cual a diferencia de la tradicional lograba producir más granos de arroz por cada planta sembrada,
logrando el doble de producción; convirtiendo a la India en un importante exportador de arroz a
nivel mundial.

La utilización o abastecimiento controlado del agua, el aprovechamiento de la humedad, la

aplicación de fertilizantes y plaguicidas en cantidades adecuadas y las adecuadas técnicas de
gestión, aplicadas en tierras idóneas y en entornos socioeconómicos propicios, tuvo excelentes
resultados en cuanto a los rendimientos e ingresos para muchos agricultores de países en desarrollo
y que tenían experiencia en cultivos de regadío.

Esta revolución ha representado un gran avance a nivel tecnológico y desarrollo para el agro, pero
ha traído consecuencias que han perdurado a través de los años, ya que las especies modificas han
sustituido paulatinamente las variedades locales, lo cual ha hecho que el mundo sufra una “erosión”
genética significativa y convirtiéndolo en un dependiente de este tipo de especies; por otra parte la
lucha contra “nuevas” plagas y malas hierbas, ha ocasionado efectos muy negativos contra el medio
ambiente y la salud humana; es por estas consecuencias que es necesario retomar los saberes
tradicionales, con el fin de continuar los niveles de producción sin terminar de dañar el ambiente
que nos rodea.

A continuación se realiza un cuadro comparativo de la forma de producción actual y la tradicional:

Producción tradicional Producción actual

Los rendimientos de producción no son bajos,
comparados con los rendimientos de los
productos transgénicos.
Utiliza poca tecnología y maquinaria, las
técnicas de cultivo suelen utilizar productos
orgánicos para mejorar los suelos
La inversión económica es relativamente poca
Los rendimientos son altos, debido a las
La tecnología utilizada es alta, ya que en
algunos casos requiere de maquinaria
especializada para la recolección de las
cosechas.
La inversión económica es alta, ya que se

En algunas ocasiones la producción es de
subsistencia, es decir los cultivos son destinados
a consumo propio.
Suelen tratarse de policultivos
Al tratarse de policultivos, no hay ningún tipo
de especialización en los cultivos desarrollados.
El uso de productos orgánicos no contamina
suelos, haciéndolos más productivos y
mejorando las condiciones fisicoquímicas de
este, no contamina aguas.
invierte en muchos productos y maquinaria para
recoger las cosechas.
Es una agricultura de mercado, la producción
está destinada al comercio para obtener las
mayores ganancias.
Suelen ser monocultivos
Hay una especialización productiva y
comercial.
Incremento desmedido en el uso de productos
fitosanitarios y fertilizantes químicos,
contaminando suelo y aguas

Es por esto, que a pesar de que la producción actual alimenta la población del mundo, las
consecuencias sufridas por los altos niveles de contaminación hace que este modelo acabe con los
recursos naturales y al final con la humanidad.