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Metodología de

la investigación
en antropología

BLOQUE TEÓRICOS

Antropología

Ante cualquier consulta comunicate vía:


saefilo@ffyh.unc.edu.ar
1
Para ello nos ejercitaremos individual y colectivamente en la lectura de diferentes textos y el
análisis de trabajos de investigación; en la problematización de casos de estudio y de
herramientas teórico-metodológicas; en la construcción de preguntas, registros y miradas
situadas. Esperamos así construir a lo largo del cursado un bagaje crítico y reflexivo sobre las
diversas maneras de investigar en antropología, que a su vez dialogue y se enriquezca con otros
aprendizajes de la carrera.

Objetivos

Acercar a les estudiantes conceptos y herramientas de aprendizaje para:


-Reconocer las dimensiones epistemológicas, socio-históricas, conceptuales, metodológicas e
intersubjetivas que se entretejen en la indagación científica.
-Analizar los momentos constitutivos de los procesos de investigación, y de la construcción y
análisis de registros.
-Reflexionar en torno a los marcos de sentido y las rupturas que se ponen en práctica al
investigar.
-Ejercitar una actitud reflexiva y ética en torno a las prácticas de escritura y comunicación del
conocimiento antropológico.

Unidades temáticas

Unidad I: Nociones y herramientas de partida


Contenidos: Supuestos epistemológicos. Conceptos. Condicionamientos históricos, políticos,
teórico-metodológicos en torno a la construcción de conocimiento. Técnicas. Método y
rupturas. Proceso y prácticas de investigación. Articulaciones teórico-empíricas. Preguntas y
problematizaciones. Herramientas de la sociología reflexiva.

Bibliografía Obligatoria:

MARRADI Alberto, ARCHENTI Nélida, PIOVANI Juan Ignacio. 2007. Metodología de las
Ciencias Sociales Buenos Aires: Emecé, pp. 47 a 60.

STOCKING, George W. 2002. “Delimitando la antropología: reflexiones históricas acerca de


las fronteras de una disciplina sin fronteras”. Revista de Antropología Social 11., pp 11-38

BOURDIEU, Pierre y WACQUANT, Loïc, 2005 [1991], “La práctica de la sociología reflexiva
(Seminario de París)”. Una invitación a la sociología reflexiva. Buenos Aires, Siglo XXI
Editores Argentina, pp. 301-358

ACHILLI, Elena. 2005. Investigar en Antropología Social: los desafíos de transmitir un oficio.
Rosario: Laborde Libros, cap. III, pp. 43-57

2
Bibliog. Complementaria:
FABIAN, Johannes. 2019 [2014]. “Cap. 1 El tiempo y el otro emergente. El tiempo y el otro:
cómo construye su objeto la antropología” En: Johannes Fabian; traducción Cristóbal Gnecco –
Bogotá: Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes; Popayán: Universidad del Cauca. pp.
17 - 61
BURKE Peter. 2017 “Procesos” En: Burke P. ¿Qué es la historia del conocimiento? Cómo la
información dispersa se ha convertido en saber consolidado a lo largo de la historia. Buenos
Aires: Siglo XXI editores, pp. 67 - 98

Unidad II: Investigar como proceso artesanal

Contenidos: Conocimiento y artesanía. Sujetos y encuentros en la investigación. Prácticas de


conocimiento. Disciplinar e indisciplinar la investigación. Notas de campo, construcción y
lecturas. Trabajo de campo en archivos.

Bibliografía Obligatoria:

CARDOSO DE OLIVEIRA, Roberto. 1996. “El trabajo del antropólogo: mirar, escuchar,
escribir”. En: Revista de Antropología, vol. 39, nº 1, pp. 13-37.

HABER, Alejandro. 2013. Anatomía disciplinaria y arqueología indisciplinada. Arqueología 19


Dossier: 53-60 2013 Instituto de Arqueología. FFyL. UBA

CABALLERO, Paula López. 2016. “Algunas preguntas metodológicas y epistemológicas para


leer las notas de campo etnográfico como documento histórico” En Gorbach, F. y Rufer, M.
(coords.), (In)disciplinar la investigación: archivo, trabajo de campo y escritura. México: Siglo
XXI. Pp 140-159

NACUZZI, Nidia. 2002. “Leyendo entre líneas. Una eterna duda acerca de las certezas” En:
Visacovsky S. Guber R. (comp.) Historia y estilos de trabajo de campo en Argentina. Buenos
Aires, Antropofagia

Bibliog. Complementaria:
BALBI, Fernando. 2012. La integración dinámica de las perspectivas nativas en la
investigación etnográfica. Intersecciones en Antropología nº 13, pp. 485-499.
LENOIR Rémi, 1993 “Objeto sociológico y problema social”. En: Patrick Champagne et al.
Iniciación a la práctica sociológica, México: Siglo XXI, pp. 57-102.

Unidad III. Prácticas y reflexiones metodológicas en arqueología

Contenidos: Prácticas de investigación con restos materiales. Elaboración de registros, primeros


análisis. Interdependencias trabajo de campo-laboratorio-comunidades. Sujetos y encuentros en
la investigación.

Bibliografía Obligatoria:

AMUEDO, Claudia y KERGARAVAT Marisa. 2008. “El cucharín por el mango: propuesta
3
para la aplicación de métodos reflexivos en el trabajo de campo”. La Zaranda de Ideas. Revista
de Jóvenes Investigadores en Arqueología nº 4, pp. 147-152

SALERNO, Virginia. 2012. “Pensar la arqueología desde el sur” En: Rev. Complutum, 2012,
Vol. 23 (2): 191-203

ROBLE NAVIA, C., SARIO, G., y FABRA, M. 2023. Representaciones y sentidos en torno a
la Arqueología y al patrimonio en una comunidad escolar de Villa Río Icho Cruz (Córdoba).
Práctica Arqueológica, 6(1), 1-19. https://doi.org/10.5281/zenodo.7863559

Bibliog. Complementaria:
NAHUELQUIR, S. C. Huiliano, F. Huillino, R.A. Guichón, S. Caracotche y P. García Laborde
2015. Trabajamos juntos. Antes y después de la ordenanza municipal de puerto santa
cruz 169/09. En: La arqueología pública en Argentina: historias, tendencias y desafíos en
la construcción de un campo disciplinar Fabra Mariana; Montenegro Mónica; Zabala
Mariela (eds) San Salvador de Jujuy: EDIUNJU. Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales Pp. 77- 92
GUBER Rosana, BONNIN Mirta, LAGUENS Andrés. 2007. “Tejedoras, topos y partisanos.
Prácticas y nociones acerca del trabajo de campo en la Arqueología y la Antropología Social en
la Argentina”. Relaciones, XXXII, pp. 381 a 406.

Unidad IV. Prácticas y reflexiones metodológicas en bioantropología

Contenidos: La generación de conocimiento en la investigación bioantropológica. Aspectos


éticos de los estudios de/con seres humanos. El consentimiento informado. El vínculo con las
comunidades originarias y otros actores involucrados. La publicación de los resultados y sus
implicancias.

Bibliografía Obligatoria:

SQUIRES, K., GARCÍA MANCUSO, R. (2021). Desafíos éticos asociados al estudio y trata-
miento de restos humanos en las ciencias antropológicas en el siglo XXI. Revista Argentina de
Antropología Biológica 23(2), 034. https://doi.org/10.24215/18536387e034

MOTTI, Josefina M. B. (2010). Detrás del consentimiento informado. International Journal of


Bio-Anthropological Practice 1, 000-0000.

ALPASLAN-ROODENBERG, S., ANTHONY, D., BABIKER, H., et al. (2021). Ethics of


DNA research on human remains: five globally applicable guidelines (Traducción: La ética en
la investigación del ADN en restos humanos: cinco directrices de aplicación mundial). Nature
599, 41-46. https://doi.org/10.1038/s41586-021-04008-x.

RODRÍGUEZ MEGA, Emiliano (2023). Navegando los dilemas éticos de la investigación del
ADN humano antiguo. https://www.sapiens.org/es/archaeology-es/ethics-ancient-dna-research/

Bibliog. Complementaria:
SALCEDA, Susana A., DESÁNTOLO, Bárbara, PLISCHUK, Marcos (2015). Espacio De Re-
4
flexión: El por qué y para quién de la investigación bioantropológica. Revista Argentina de An-
tropología Biológica 17(2), 1-6.
CARNESE, Francisco R., PUCCIARELLI Héctor M. (2007). Investigaciones antropobiológicas
en Argentina, desde la década de 1930 hasta la actualidad. Relaciones de la Sociedad Argentina
de Antropología XXXII, 243-280.
CESANI, María F., SARDI, Marina, COLANTONIO, Sonia E., AVENA, Sergio (2014). Lí-
neas de Investigación Actuales de la Antropología Biológica Argentina. Revista Argentina de
Antropología Biológica 16(1), 31-37.
VIANO, Lucas (2023). Publicaciones científicas: por qué las editoriales internacionales abrie-
ron una brecha académica y cómo afecta a Argentina. UNCiencia. https://unciencia.unc.edu.ar/
divulgacion/publicaciones-cientificas-por-que-las-editoriales-internacionales-abrieron-una-bre-
cha-academica-y-como-afecta-a-argentina/

Unidad V. Registros, reciprocidades, descubrimientos

Contenidos: Trabajo de campo y construcción de registros. Archivar, analizar. Experiencias de


investigación. Estrategias y creatividad metodológica. Encuentro de reflexividades.
Construcción y uso de los “datos”.

Bibliografía obligatoria:

GUBER, Rosana. 2004. “El registro de campo: primer análisis de datos”, en Guber, R. El
Salvaje Metropolitano, Buenos Aires, Paidós, pp: 251-262.

QUIRÓS, Julieta. 2014. “Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de trabajo de campo, escritura y
enseñanza en antropología”, Publicar en Antropología y Ciencias Sociales, Año XII N° XVII,
diciembre.

ANDREANI, H. 2016. “Clase, masculinidad y lenguas en el trabajo migrante santiagueño”.En:


Signo y Seña, 29 : 123-139.

MARCONETTO, M. B. 2021. Not people, women: Arqueología, mujeres y comunidad.


Reflexiones desde Lúxor (República Árabe de Egipto). Anales de Arqueología y Etnología,
76(2), 253–277. https://doi.org/10.48162/rev.46.009

Bibliografía Complementaria:
VESSURI Hebe. 2002. La Observación Participante en Tucumán, 1972 En: Historia y estilos de
trabajo de campo en Argentina. Rosana Guber y Sergio Visacovsky (comps.). Buenos Aires,
Editorial Antropofagia, pp.289-315
Grupo - taller de trabajo de campo del IDES. 1999. “De las notas de campo a la teoría.
Descubrimiento y redefinición de Nagual en los registros chiapanecos de Esther Hermitte”
Publicar en Antropología y Ciencias Sociales, Colegio de Graduados en Antropología, año VII,
no VIII.
DA MATTA, Roberto. 2004. “El oficio del etnólogo o cómo leer anthropological blues”.
Mauricio Boivin et all. (orgs), Constructores de otredad. Una introducción a la antropología
social y cultural. Antropofagia. Buenos Aires

5
Unidad VI. Escritura y usos de la investigación

Contenidos: Entrelazamiento teórico-empírico. Escribir e investigar. Proceso narrativo. La vida


de los textos después de la investigación. Usos del conocimiento. Interpelaciones del campo.
Reflexiones éticas.

Bibliografía Obligatoria:

SIRIMARCO, M. 2019. “Lo narrativo antropológico. Apuntes sobre el rol de lo empírico en la


construcción textual” Runa v40i1, 37-52

FASSIN, Didier. 2016. “Posfacio: La vida pública de los libros” En: Fassin D, La fuerza del
orden. Una etnografía del accionar policial en las periferias urbanas. Buenos Aires: Siglo
XXI

YACOVINO María Paula, Lekerman Vanina, Campos Nadina y Carman María. 2016. “Medio
ambiente y urbanizaciones populares: aportes de la antropología en los procesos judiciales” En:
Rev. Épocas Revista de Ciencias Sociales y Crítica Cultural UBA. FCS. Número 7

Bibliog. Complementaria:
FASANO, Patricia 2014 “Enredada. Dilemas sobre el proceso etnográfico de investigación de
un chisme y su publicación” En: Guber (comp.) Prácticas etnográficas. Ejercicios de
reflexividad de antropólogos de campo. Buenos Aires: Miño y Dávila
ZENOBI, Diego. 2019. El anonimato rebelde. Ética y conflicto en el trabajo de campo En:
Publicar - Año XVII N° XXVII/ Diciembre de 2019 acerca del trabajo de campo y la condición
de género". En: Publicar, IV (5), pp. 93-101.

RÉGIMEN DE CURSADO Y EVALUACIÓN

La materia se organiza a partir de clases teóricas y trabajos prácticos. Durante las clases y
ejercitaciones buscaremos trabajar los contenidos temáticos y alentar la discusión y aplicación
productiva de los mismos. Para ello, como estrategia de trabajo conjunto a lo largo del cursado,
llevaremos a cabo la discusión de textos clásicos y actuales, la aproximación a distintas
experiencias de investigación, la proyección de materiales audiovisuales, la realización
individual y grupal de ejercicios prácticos y salidas de campo.
La cátedra ofrece 2 (dos) comisiones de trabajos prácticos (mañana y noche), a elección.
Las dos evaluaciones parciales correspondientes a teóricos se realizarán de manera escrita y
presencial, sobre las unidades seleccionadas para el examen.
La cátedra informará las novedades, horarios, calificaciones y cualquier otra cuestión atinente al
desarrollo de la materia a través de la plataforma del aula virtual.

Lxs alumnxs podrán optar por un régimen de cursado promocional, regular o libre. La
Resolución Nº 408/02 del Honorable Consejo Superior, el anexo "A" de la Resolución Decanal
Nº 593/02 y la Resolución Nº 363/99 del Honorable Consejo Directivo (modificada por las
Resoluciones Nº 462/99 y Nº 248/02 de este Cuerpo) contemplan el régimen de alumnos (para
consultas del reglamento ver:

6
https://ffyh.unc.edu.ar/wp-content/uploads/2017/12/regimen_de_alumnos.pdf

Requisitos condición Alumne Promocional en la materia:

- Aprobar el 100% de los Parciales de Teórico (2 dos) con notas de 6 o más, y tener promedio
de 7 (Se podrá recuperar uno de ellos en la fecha establecida en el cronograma de la materia)
- Asistir al menos al 80 % de las clases prácticas (4 de 5).
- Aprobar al menos el 80% de los Trabajos Prácticos (4 de 5) con 6 o más y tener promedio
general de 7. Se pueden recuperar 2 Trabajos prácticos en casos de inasistencia y/o
desaprobación para alcanzar el 80% requerido. No se puede recuperar la asistencia para acceder
a la promoción.
- Asistir y aprobar el práctico 5.
- Coloquio

No deberán rendir el coloquio aquelles alumnes promocionales que en las calificaciones de


ambos parciales y de los trabajos prácticos obtengan en promedio, notas iguales o mayores a 8
(ocho) (Promoción directa). Las calificaciones promediadas de evaluaciones parciales y trabajos
prácticos serán consideradas separadamente y no serán promediables a los fines de la
PROMOCION. (art. 10 régimen alumnes)

Requisitos condición Alumne Regular en la materia:

- Aprobar el 100% de los parciales de Teórico (2 dos) con notas de 4 o más (Se podrá recuperar
uno de ellos en la fecha establecida en el cronograma de la materia)
- Aprobar al menos el 80% de los Trabajos Prácticos (4 de 5) con notas de 4 o más. Se pueden
recuperar 2 Trabajos prácticos en casos de inasistencia y/o desaprobación para alcanzar el 80%
requerido. Asistir a los días de la presentación de los trabajos escritos. (No pueden enviarse
trabajos por medio de terceros para ser calificados, la evaluación es presencial)
- Examen final durante alguna de las mesas de exámenes. En el mismo el alumne deberá dar
cuenta del manejo integral y preciso de los contenidos de la materia.

Alumnes Libres:
Serán alumnes libres quienes no lleguen a ninguna de las condiciones anteriores.
Para la opción libre, deberán rendir un examen escrito sobre la totalidad de la bibliografía de la
materia, y luego un examen oral. La nota final será el promedio de estas dos instancias. En caso
de obtener un 8 o una nota mayor en el examen escrito, el o la estudiante podrá optar por no
pasar al oral. Aquellxs estudiantes que hayan quedado en condición de Libres podrán ser
beneficiarios de la REPARCIALIZACIÓN, que consiste en una instancia evaluativa parcial (al
año siguiente) que brinda a lxs estudiantes la posibilidad de alcanzar la REGULARIDAD sin
necesidad de RECURSAR la materia (Resolución N° 149/19 del Honorable Consejo Directivo).
Para poder acceder a la reparcialización, lxs estudiantes deben contar con el 80% de las
evaluaciones prácticas aprobadas, tal como lo estipula el régimen de alumnos en el Art. 20°
para los estudiantes regulares. Lxs estudiantes podrán reparcializar una única vez, durante el
dictado de la materia al año siguiente. Los contenidos evaluados corresponderán al programa
del año en que se cursó la materia.

Les estudiantes trabajadores o con familiar a cargo tendrán los derechos contemplados en la
Resolución N°172/2002, que no implican en ningún caso la reducción de los contenidos, ni de
instancias evaluativas, ni de los requisitos establecidos para la aprobación de la materia. Para tal
7
caso les profesores deberán ser informades debidamente, presentando dichos alumnes el
Certificado Único de Estudiantes Trabajadores y/o con Familiares a Cargo expedido por la
Secretaría de Asuntos Estudiantiles.

OTRAS REGLAMENTACIONES
- Certificado Único de Estudiantes Trabajadores y/o con familiares a cargo: RHCD 172/2012.
Disponible en http://www.digesto.unc.edu.ar/normativa_search?
SearchableText=172&getArea=ffyh&getDate=2012
- Régimen de Reparcialización (solo para materias): RHCD 149/2019. Disponible en
http://www.digesto.unc.edu.ar/normativa_search?
SearchableText=149&getArea=ffyh&getDate=2019 8
- Protocolos de Accesibilidad Académica: RHCD 526/2019 Disponible en
http://www.digesto.unc.edu.ar/normativa_search?SearchableText=accesibilidad+acad
%C3%A9mica& getArea=ffyh&getDate=
- Reglamento de Licencias Estudiantiles RHCD 237/2021. Disponible en
http://www.digesto.unc.edu.ar/normativa_search?
SearchableText=237&getArea=ffyh&getDate=2021
- Régimen Docente de la FFyH: Ordenanza HCD 3/2018 Disponible en
http://www.digesto.unc.edu.ar/ffyh/honorable-consejo-directivo/ordenanza/3_2018/

Evaluación
Se tendrá en cuenta:
- La lectura previa y participación en las clases.
- La apropiación de los contenidos teórico-metodológicos de la materia y del vocabulario
técnico específico.
- Fundamentación adecuada de las argumentaciones de la bibliografía obligatoria.
- Expresión oral y escrita adecuada y argumentada, fundamentalmente en la entrega de parciales
y trabajos prácticos.

Metodología de la Investigación en Antropología

Programa de Trabajos Prácticos 2023

1. Presentación General:

Los trabajos prácticos de Metodología de la Investigación en Antropología tienen el objetivo de


generar espacios de ejercitación que inicien a les estudiantes en el oficio del antropólogue. En
tal sentido, coincidimos con Achilli (2005), en el carácter único y experimental que configura
cada proceso de investigación en antropología, como un constructo artesanal que se encuentra
metodológica, social, ética y teóricamente informado; pero que de ningún modo implica la apli-
cación automática de “recetas” o “instructivos” premoldeados. En tal sentido, en las instancias
prácticas la cátedra se alienta a les estudiantes a ensayar búsquedas documentales, observacio-
nes participantes, elaboración de registros de observación, formulación de preguntas de investi-
gación, a partir de la inmersión analítica en un sector de la ciudad.

8
En esta oportunidad proponemos centrar el trabajo de indagación exploratoria en torno a Barrio
Güemes. Este sector de la ciudad condensa numerosas “capas de historia”, presentes en dimen-
siones materiales como inmateriales; además ofrece una rica diversidad de dinámicas urbanas,
diversidad de grupos, sociabilidades, formas de habitar, materialidades, que articulan -o desarti-
culan- de modo particular ese pasado-presente en configuraciones sociales, culturales, históri-
cas, económicas, etc.

Objetivos:
 Introducir a les estudiantes en procesos de construcción de problemas de investigación
antropológicos a partir de ejercitaciones prácticas de indagación.
 Iniciar a les estudiantes en el conocimiento e instrumentación de algunos métodos y téc-
nicas de recolección y registro de información desde perspectivas antropológicas.
 Orientar la reflexividad y vigilancia epistémica en los procesos de construcción de pro-
blemas y preguntas de investigación antropológica.

Metodología de trabajo

El programa de Trabajos Prácticos de la materia está estructurado de manera progresiva, de tal


modo que en cada uno de los cinco encuentros, les estudiantes avanzarán en la aproximación
exploratoria y construcción de preguntas de investigación antropológicas en torno a un sector de
la ciudad de Córdoba.
La metodología de trabajo en los encuentros articulará la discusión bibliográfica con la produc-
ción y análisis de textos grupales. Los alumnos deberán trabajar en sus domicilios los textos y
actividades propuestas en las guías de trabajo práctico disponibles en el Aula Virtual y llevar al
encuentro-taller indicado, las producciones solicitadas por les docentes como instrumento de
evaluación. En la instancia de encuentro, además de analizar colectivamente los textos produci-
dos, se ofrecerá una instancia de re-elaboración colectiva de los trabajos prácticos antes de su
entrega.

Cronograma y régimen de aprobación de los Trabajos Prácticos:

Comisión Prof. Caminoa: viernes de 9:00 a 11:00 aula 11 casa verde


Comisión Prof. Eliana Lacombe: miércoles de 18:00 a 20:00 aula RH 5

Semana Número y tema Bibliografía Evalua-


del en- del TP. ción
cuentro.

14/08 al TP 1 : Presenta- Gorelik, Adrián, 2011. La memoria ma-


18/8 ción y organiza- terial: ciudad e historia. Mimeo.
ción.
Ramírez Agustín, “Córdoba es afrodes-
cendiente. Etnografía sobre la emergen-
9
cia de identificaciones “afrocordobesas”
y la organización de la Mesa Afro Cór-
doba”. Trabajo final de licenciatura.
Departamento de Antropología. UNC.
2018. (fragmento)

4/9 al 8/9 TP 2: Mapeo de lo Hammersley & Atkinson. 1994. “Docu-


“documentado”: mentos”, en Etnografías. Métodos de
fuentes documen- investigación, Madrid, Paidós, pp: 175-
tales (inéditas y 192.
editadas), archi-
vos, hemerotecas, Apuntes de Cátedra. 2002. "Las fuen-
etc. tes" y "El aparato crítico". En El proce-
so de investigación en Historia. Apuntes
de cátedra, p. 38-49. Escuela de Histo-
ria. FFyH, UNC.

25/9 al TP 3: La observa- Guber, Rosana .2004. “El registro de


29/9 ción: trabajo de campo: primer análisis de datos”, en
campo, prospec- Guber, R. El Salvaje Metropolitano,
ción, espacialidad Buenos Aires, Paidós, pp: 251-262.
y configuraciones
socioculturales. Quirós, Julieta 2014. “Etnografiar mun-
dos vívidos. Desafíos de trabajo de
campo, escritura y enseñanza en antro-
pología”, En: Publicar en Antropología
y Ciencias Sociales, Año XII N° XVII,
diciembre.

6/10 co- TP4: Búsqueda de Guber, Rosana (2004): A modo de Ejer-


misión Antecedentes teó- citación (ejercitación Nº 1: Un esquema
del vier- ricos y Construc- práctico para construir el objeto de co-
nes.
ción de preguntas nocimiento). En: El Salvaje Metropoli-
11/10
Comisión de investigación tano. Cap. 14. Buenos Aires: Paidós.
del Páginas 275-289.
miérco-
les. Achilli, Elena. 2005. Cap. III “El proce-
so de investigación: iniciando el proce-
so de construcción de una problemática
a investigar”. En Investigar en Antropo-
logía Social: los desafíos de trasmitir un
oficio. Rosario: Laborde Libros. Pp43-

10
57

16/10 al TP 5: Presenta-
20/10oc- ción de Trabajos
tubre Finales

La condición PROMOCIONAL en trabajos prácticos requiere cumplir con las siguientes exi-
gencias:
 Asistir al 80 % de las clases prácticas (4 de 5).
 Aprobar el 80 % de las instancias evaluativas (4 de 5) con 6 o más y un promedio de 7.
 Participar y aprobar el trabajo práctico 5.

La condición REGULAR en prácticos requiere:


 Aprobar al menos el 80% de los Trabajos Prácticos (4 de 5) con notas de 4 o más
 Asistir a los días de la presentación de los trabajos escritos. (No pueden enviarse traba-
jos por medio de terceros para ser calificados, la evaluación es presencial)

Lxs alumnxs pueden recuperar 2 (dos) trabajos prácticos para acceder a cualquiera de ambas
condiciones. No se puede recuperar la asistencia para acceder a la promoción.
Lxs alumnxs inscriptxs en régimen de alumnx trabajador o con personas a cargo podrán recupe-
rar un tercer trabajo práctico.

CRONOGRAMA GENERAL DE LA MATERIA

Clases de Teórico Clases Prácticas en


comisiones
Viernes 14 a 18 h CV7 TM.: Viernes 9-11h CV11
TN.: Miérc. 18-20h RH5

semana Teórico. Clase presentación


11 agosto
1
semana 14 a 18 Teórico Trabajo Práctico 1
2 agosto
semana 21 al 25 Teórico
3 agosto
semana 28 agosto al Teórico
4 1 septiembre
semana 4 al 8 Teórico Arqueo Trabajo Práctico 2
5 septiembre
semana 1er. PARCIAL TEÓRICO
11 al 15
6 (15 septiembre)
septiembre
semana 18 al 22 sep. Semana mesa examen sept.
11
7
semana Teórico Bioantropo Trabajo Práctico 3
25 al 29 sept
8
semana Teórico Trabajo práctico 4 (TM)
2 al 6 octubre
9
semana 9 al 13 Trabajo Práctico 4 (TN)
10 octubre FERIADO (viernes 13)
semana 16 al 20 Teórico Trabajo Práctico 5
11 octubre
semana 23 al 27 2do. PARCIAL TEÓRICO
12 octubre (27 octubre)
semana 30 octubre al Recuperatorio de Trabajos
13 3 noviembre Prácticos
semana 6 al 10 RECUPERATORIO
14 noviembre TEÓRICO

Prof. Graciela Tedesco

12
UNIDAD 1
MARRADI, Alberto, ARCHENTI, Nélida y PIOVANI, Juan Ignacio
Metodología de las ciencias sociales
Buenos Aires. Cengage Learning, 2010.
~
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, L.'C. ~.~-e ~
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300 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva

condiciones de posibilidad del "sujeto" y del objeto cientifico III


son una y la misma. Ya cada avance en el conocimiento de las
condiciones sociales de producci6n de "sujetos" cientificos co­ la practica de la
rresponde un avance en el conocimiento del objeto cientifico, sociologia reflexiva
y viceversa. Esto se puede ver mas claramente cuando la inves­ (Seminario de Paris)
tigaci6n adopta como objeto al campo cientifico mismo, esto
es, al verdadero sujeto del conocimiento cientifico.
Lejos de socavar los fundamentos de la ciencia social, enton­
ces, la sociologia de los determinantes sociales de la practica so­
ciol6gica es el iinico cimiento posible para una posible libertad
respecto de estas determinaciones. Yess6lo a condici6n de valer­
se del pleno uso de esta libertad, sometiendose a sl mismo conti­
nuamente a este analisis, que el soci6logo puede producir
una ciencia rigurosa del mundo social que, lejos de senten­
ciar a los agentes a la jaula de acero de un rlgido determinis­
mo, les ofrece los medios de un despertar de la conciencia
potencialmente liberador.

~~nJL.~ ~"Q)l~
~ L0' c...... ~ 2..c..~~z.\-U .
~ ,. (
~ .=:!:"L\.~c..:..:::iJ r.> 2... "SOc::. ~l ~ '" 2­
~L'I::~:h."JQ' , ~ -.)Q..~~ ~ ~', ,l~ \. o..1\._~t-.)L:
_-----. I
CS~~ ~I. ~
-,

Pierre Bourd ieu


. Me inclino mas que a medias a Com­
parar las reglas de Descartes Con es­
te precepto de no recuerdo que qui­
mico: si tomas 10 que debes y procedes
como debes, obtendras 10 que de­
sees. No admitas nada que no sea
verdaderamente obvio (es decir, ad­
mite 5610 aquello que tienes que ad­
mitir); divide el tema en las partes
necesarias (es decir, haz 10 que ten­
gas que hacer); procede de acuerdo
a un orden (el orden segun el cual
tienes que proceder); proporciona
enumeraciones completas (es decir,
las que tienes que proporcionar): ese
es precisamente el tipo de gente que
dice que debes buscar 10 bueno y evi­
tar 10 malo. Todo 10 cual es sin duda
apropiado, salvo que fa Ita el criterio
de 10 bueno y de 10 malo.
G. W. leibniz, Escritos filosoficos

;.- .

I
h•••••••••••••••••••••••••••....... _
1. Transmitir un aficia

Hoy, para hacer una excepci6n, me gustaria hablar y expli­


car un poco los prop6sitos pedag6gicos que persigo en este se­
minario. La pr6xima vez pedire a cada uno de los participan­
tes que se presente brevemente a sl mismo y que presente su
tema de investigaci6n en unas pocas !ineas; esto, insisto. de una
manera muy casual, sin ninguna preparaci6n especial.Lo que
espero no es una presentaci6n formal, es decir, un discurso
defensivo cerrado sobre SI mismo cuyo primer objetivo (co­
mo es comprensible) sea el de exorcizar el miedo a la critica,
sino mas bien una exposici6n simple, franca y sin pretensio­
nes del trabajo hecho, de las dificultades encontradas, de los
problemas descubiertos, etc. Nada es mas universal ni univer­
salizable que las dificultades. Cada uno enContrara un con­
suelo considerable al descubrir que muchas de las dificulta­
des que atribuimos a nuestra propia torpeza 0 incompetencia
306 Una invitacion a la sociologia reflexiva
La practica de la sociologia reflexiva 307

idiosincnisica son universalmente compartidas, yaun mas pro­ La manera mas eficiente de desembarazarse de los propios
vecho en el consejo supuestamente muy particular,izado que errores, asi como de los terrores en que suelen tener origen, es
Ie pueda dar. aprender a reirse de ellos, cosa que, como muy pronto descu­
De paso me gustaria decir que una de todas las disposicio­ briran, sucedera con frecuencia ...
nes que desearia ser capaz de inculcar es la habilidad de apre­ En su momento -10 hare la proxima vez- presentare el
.J hender la investigaci6n como un emprendimiento racional mas que
trabajo de investigacion que estoy llevando a cabo actualmen­
..J como una especie de indagacion mistica sobre la cual habla­ teo Entonces, verin en un estado que podriamos llamar de "bo­
mos ampulosamente para tranquilizarnos, pero tambien con el rrador", es decir, desordenado, nebuloso, trabajos que suelen
efecto de incrementaI- nuestro miedo y angustia. Esta posicion conocer solo en su estado final. AI homo academicus Ie gusta .,r

realista (10 que no significa que sea cinica) apunta a maximi­ 10 terminado. Como los pintores pompiers (adocenados, acade­
zar el resultado de sus inversiones y una optima implementa­ micos), les gusta hacer que las pinceladas, toques y retoques de­
cion de sus recursos, empezando por el tiempo del que dispo­ saparezcan de sus obras. En ocasiones, me ha procurado una
nen. Se que esta manera de experimentar el trabajo cientifico gran angustia descubrir que pintores como Couture, el maes­
es algo desencantada y desencantadora, y que corro el riesgo tro de Manet, habiendo partido de bocetos magnificos, muy
de daiiar la imagen de si mismos que a muchos investigadores cercanos a la pintura impresionista --que se construyo a si mis­
les gusta mantener. Pero es tal vez la mejor y la unica manera de rna contra la pintura pompier-, a menudo esos bocetos "estro­
resguardarse de las decepciones mucho mas graves que esperan pearon", en cierto sentido, al darles los toques finales estipula­
al academico que cae desde 10 alto de muchos aDos de automisti­ dos por la etica del trabajo bien hecho y bien pulido cuya
ficacion durante los cuales gasto mas energia tratando de confor­ expresion puede encontrarse en la estetica academica. 2 Trata­
marse a la imagen glorificada que tiene de la investigacion, es de­ re de presentar este trabajo de investigacion en progreso en su
cir de si mismo como investigador, que haciendo simplemente bullente confusion; dentro de ciertos limites, desde luego, pues
.l_sU trabajo. soy consciente de que, por obvias razones sociales, tengo me­
La presentacion de una investigacion es desde todo punto nos derecho a la confusion que ustedes, y ustedes estaran me­
de vista exactamente 10 opuesto de una exhibicion, de un show l nos inclinados a concederme ese derecho que yo a ustedes, y
donde el objetivo sea mostrarse e impresionar a otros. Es un en algUn sentido con mucha razon (una vez mas, sOlo en rela­
discurso donde se exponen a sf mismos, asumen riesgos. (Para es­ cion con un ideal pedagogico implicito que por cierto merece
tar seguro de desactivar sus mecanismos de defensa y de neu­ ser cuestionado, el que nos lleva, por ejemplo, a sopesar el va­
tralizar las estrategias de presentacion de si que probablemen­ lor de un curso, su resultado pedagogico, por la cantidad y la
te usen, no vacilare en darles la palabra por sorpresa y pedirles claridad de las notas que uno toma en eI).
que hablen sin advertencia previa ni preparacion.) Cuanto mas Una de las funciones de un seminario como este es darles
se expongan a si mismos, mayores oportunidades tendrin de una oportunidad de ver cOmo se lleva a cabo realmente el trabajo de
beneficiarse de la discusion y mas constructivas y bienintencio­ investigaciim. No tendrin registro completo de todos los contra­
nadas, estoy seguro, seran las criticas y el consejo que reciban.
2 Vease un anaIisis historico de la revolucion simboIica que implicola
emergencia de la pintura impresionista en la Francia del siglo XIX en
I En ingles en el original. Bourdieu 1987i.
308 Una inYitaci6n a la sociologia reflexiy. La practica de la sociologia reflexiYa 309

tiempos y errores, de todas las repeticiones que han sido nece­ 10 hizo Coffman con la minucia de la interaccion cara a cara), 4
sarias para producir la transcripcion final que los anula. Pero 0, 10 que equivale a 10 mismo, de aproximarse a un objeto so­
la pelicula en camara rapida que voy a mostrarles les permitir.i cialmente significante fundamental desde un angulo inespera­
hacerse una idea de 10 que ocurre en la privacidad del "Iabora­ do (algo que actualmente estoy intentando al estudiar los efec­
torio" 0, para hablar mas modestamente, en el taIler --en el sen­ tos del monopolio del Estado sobre los medios de violencia
tido del taIler del artesano 0 del pintor del Quattrocento-, es de­ simbolica legitima por medio de un ancilisis muy bajado a tie­
cir, incluira todos los falsos comienzos, las vacilaciones, los rra de 10 que un certificado --de enfermedad, de invalidez, de
callejones sin salida, los renunciamientos, etc. Investigadores escolaridad, etc.- es yhace). En tal sentido, el sociologo de
cuyo trabajo se encuentra en distintos estadios de progreso pre­ hoy estci, mutatis mutandi, en una posicion muy similar a la de
sentarcin los objetos que han tratado de construir y se somete­ Manet 0 Flaubert que, para realizar plenamente el modelo de
ran al cuestionamiento de todos los otros que, a la manera de construccion de la realidad que estaban inventando, tuvieron
los viejos compag;nons, los compaIieros de trabajo de la profe­ que aplicarlo a objetos tradicionalmente excluidos del domi­
sion, como se dice en ellenguaje del mitier,'3 contribuircin con nio del arte academico, exclusivamente interesado en las per­
la experiencia colectiva que han acumulado a 10 largo de las sonasy cosas socialmente seIialadas como importantes, 10 que
pruebas y errores del pasado. explica que hayan sido acusados de "realismo". EI sociologo
El summum del arte en ciencias sociales es, a mi juicio, ser ca­ bien podria hacer suyo ellema de Flauberc "Escribir bien sobre ~
paz de comprometer apuestas "teoricas" muy altas mediante ob­ 10 mediocre".
jetos empiricos muy precisos y a menudo aparentemente mun­ Debemos aprender como traducirfrroblemas altamente abstrac­
danos, si no irrisorios. Los cientificos sociales tienden a asumir tos a operaciones cientificas totalmente prticticas, 10 cual presupone,
con demasiada facilidad que la importancia sociopolitica de un como veremos, una relacion muy peculiar con 10 que ordina­
objeto es suficiente en si misma para garantizar la importancia riamente se llama "teona" e "investigaci6n" (empiria). En esta
del discurso que emiten. Tal vez esto explique por que los so­ empresa, preceptos abstractos como los enunciados en El oficio
ci610gos mas propensos a igualar su importancia con la de su de soci6logo (Bourdieu, Chamboredon y Passeron 1973), si es
objeto (como hacen algunos de aquellos a quienes hoy intere­ que tienen la virtud de despertar la atencion y ponernos sobre
sa el Estado, 0 el poder) a menudo prestan menor atencion al aviso, no son de mucha ayuda. Sin duda porque no hay otra ma­
metodo. Lo que cuenta, en realidad, es el rigor en la constroc­ nera de dominar los principios fundamentales de una practica
ciOn del objeto. EI poder de un modo de pensar nunca se ma­ -Ia practica de la investigacion cientifica no es una excep­
nifiesta mas claramente que en su capacidad de transmutar ob­ cion- que la de practicarlosjunto a un guia 0 entrenador que
jetos socialmente insignificantes en objetos cientificos (como nos de seguridad y tranquilidad, que establezca un ejemplo y
nos corrija proponiendo, en la situaci6n, los preceptos aplicados
3 William H. Sewell (1980: pp. 19-39) ofrece una detallada exegesis his­ al caso particular que se tiene entre manos.
torica de la nocion de mitin- bajo el Antiguo Regimen. Su compacta caracte­ Por supuesto, podria ocurrir que, despues de escuchar una
rizacion dellenguaje corporativo de la Francia del siglo XVIII merece ser ci­ discusion de dos horas sobre la enseIianza de la mUsica, la 1000ca
tada puesto que captura dos dimensiones clave del metier del sociologo tal
como 10 concibe Bourdieu: "Gens de mitin- [Ia gente del oficio] podria defi­
nirse como la interseccion del dominio del esfuerzo manual 0 trab.yo con el 4 Vease el epitafio que escribio Bourdieu (1983e) para Le Mondeen ocasion
dominio del arte 0 inteligencia." de la repentina muerte de Coffman. Vease tambien Boltanski 1974.
310 Una invitaci6n a la sociologla reflexiva La pr6ctica de la sociologla reflexiva 311

de los deportes de combate, la emergencia de los mercados ha­ prcicticas -un tipo de muestreo, un cuestionario, un dilema de
bitacionales subsidiados 0 la teologia griega, se pregunten si no codificacion, etc.- sin explicarlas necesariamente en forma
han perdido su tiempo y si han aprendido algo. No saldcin de de preceptos formales.
este seminario con resumenes claros acerca de la accion comu­ La enseiianza de un rMtier, un oficio, un negocio 0, para de­
nicativa, la teona de sistemas 0 incluso las nociones de campo cirlo segun Durkheim (1956: p. 101), un "arte" social entendi­
y de habitus. En lugar de dar una exposicion formal de la no­ do como "practica pura sin teona", requiere una pedagogia
cion de estructura en la matematica moderna y en la fisica y so­ que es completamente distinta de la adecuada para la enseiian­
bre las condiciones de aplicabilidad del modo de pensamien­ za de conocimientos (savoirs). Como se puede ver claramente
to estructural a la sociologfa, como solia hacerlo veinte aDos en sociedades sin escritura ni escuelas -sin que esto deje de
atras5 (indudablemente esto era mas "impactante"), dire 10 mis­ ser cierto tambien respecto de 10 que se transmite dentro de
mo pero en una forma practica, vale decir, por medio de o~ sociedades con escolaridad formal e incluso dentro de las escue­
servaciones muy triviales y preguntas elementales -tan ele­ las mismas--, una cantidad de modos de pensamiento y accion,
mentales, de hecho, que demasiado a menudo nos olvidamos y a menudo los mas vii:aIes, se transmiten de prcictica en pricti­
de formularlas-- y sumergiendome, en cada oportunidad, en ca, a traves de modos prcicticos y totales de transmision funda­
el detalle de cada estudio particular. Uno realmente puede su­ dos en el contacto directo y duradero entre el que enseiia y el
pervisar una investigacion, a fin de cuentas eso es 10 que eStel que aprende ("Haz 10 que yo hago"). 6 Historiadores y fl16sofos
involu.crado aquf, solo a condicion de haarlo junto con el inves­ de la ciencia, y especialmente los cientificos mismos, han o~
tigador que eStel a cargo de ella: esto implica que ustedes traba­ servado a menudo que buena parte del oficio del cientffico se
jan sobre la construccion de cuestionarios, sobre la lectura de adquiere por medio de modos de transmision que son entera­
cuadros estadisticos 0 interpretando documentos, que de ser mente prcicticos. 7 Via funcion que desempeiia la pedagogia del
necesario sugieren hipotesis, y asf sucesivamente. Estel claro silencio, que deja poco lugar para la explicacion tanto de los
que, bajo tales condiciones, uno puede supervisar solo un nu~ esquemas transmitidos como de los esquemas que estan ope­
mero muy pequeiio de proyectos de investigacion, y que aque­ rando en el proceso de transmision mismo, es sin duda mucho
llos que pretenden supervisar un nlimero muy elevado en rea­ mayor en aquellas ciencias donde los contenidos del conocimien­
lidad no estin haciendo 10 que dicen hacer. to y los modos de pensamiento y de accion son por su parte
Dado que 10 que ha de ser comunicado consiste esencial­ menos explicitos y menos codificados.
mente en un modus operandi, un modo de produccion cientffi­
ca que presupone un determinado modo de percepcion, un
conjunto de principiosde vision y di-vision, no hay otramane­ 6 Vease Bourdieu 1990a. Connerton 1989 proporciona una defensa efec­

ra de adquirirlo que hacer que la gente 10 vea en la operacion tiva y lIana de este argumento; tambienJackson 1989: cap. 8.
7 Vease Kuhn 1970 y Latour y Woolgar 1979. Este punto tambien es sus­
pnictica u observe como este habitus cientifico (podemos igualmen­ tentado por Rouse 1987 y Traweek 1989. Donald Schon (1983) muestra en
te llamarlo con este nombre) "reacciona" ante las elecciones El profesional rej1exivo que los profesionales (en administraeion e ingeoiena,
arquitectura. planificacion urbana y pscicoterapia) saben mas de 10 que pue­
den poner en palabras; como practicantes competentes, "exhiben un tipo de
~ Vease la discusion de Bourdieu (1968b) en "Estructuralismo y teona conocimiento en la pnictica, la mayor parte del cual es ticito". y confian an- .
del conocimiento sociologico", donde establece su deuda y sus diferencias tes en la improvisacion aprendida en accion que en las formulas aprendidas
con el estructuralismo como epistemologia social. en la universidad.
Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La practica de la sociologia reflexiva 313
312

La sociologia es una ciencia mas avanzada de 10 que usual­ en cierto sentido, que la epistemologia cuando se transforma
mente se cree, incluso entre los soci610gos. Tal vez un buen cri­ en un t6pico de disertaci6n9 0 de conversaci6n en sociedad, 0
terio de la posici6n de un cientifico social dentro de su disci­ en un sustituto de La investigaci6n. El soci610go enseiia por me­
plina seria cucin alta es su idea de 10 que debe dominar para dio de sugerencias practicas, y en esto se parece mucho a un
estar al tanto de los logros de su ciencia. La propensi6n a desa­ entrenador que imita unajugada ("si yo fuera tu haria esto ...")
rrollar una captacion sin pretensiones de sus capacidades cien­ o "corrigiendo" las practicas a medida que se las ejecuta, en el
tificas no puede sino verse incrementada en la medida en que espiritu de la pnicticfl misma ("Yo no formularia esa pregunta,
crece su conocimiento de los logros mas recientes en materia al menos no de esa forma") .
de metodo, tecnicas, conceptos 0 teorias. Pero la sociologia to­
davia esti poco codificada y formalizada. Por tanto no es posi­
ble, como en otros ambitos, descansar en los automatismos del 2. Pensar relacionalmente
pensamiento 0 en aquellos que toman ellugar del pensamien­
to (en la evidentia ex tenninis, la "cegadora evidencia" de los sim­ Todo esto no podria ser mas verdadero que cuando se
bolos que Leibniz solia oponer a la evidence cartesiana), 0 aun aplica a la construcci6n del objeto, sin duda la operaci6n mas
en esos codigos de conducta cientifica apropiada -metodos, crucial de la investigaci6n y aun asi la mas completamente ig­
protocolos de observacion, etc.- que constituyen la ley de los norada, especialmente por la tradicion dominante, organiza­
campos cientificos mas codificados. De manera que para obtener da como esti alrededor de la oposicion entre "teoria" y "me­
practicas adecuadas, uno debe con tar principalmente con los todologia". El paradigrna (en el sentido de caso ejemplar) de
esquemas encarnados del habitus. la teoria "teoricista" es el que ofrece la obra de Parsons, ese
El habitus cientifico es una regIa "hecha hombre", una re­ melting potlO conceptual producido por la recopilaci6n pura­
gIa encarnada 0, mejor, un 11Wdus ()jJerandi cientifico que fun­ mente te6rica (esto es, enteramente extraiia a cualquier apli­
ciona en un estado practico de acuerdo con normas de la cien- . cacion) de unas pocas grandes ceuvres selectas (Durkheim, Pa­
cia sin tener a estas normas como su principio explicito: 8 es esta reto, Weber, Marshall y, curiosamente, no Marx), reducidas
clase de "sentido deljuego" (sens du jeu) el que nos hace hacer a su dimension "teorica" 0 profesoral, 0 bien, mas cercano a
10 que hacemos en el momento adecuado sin necesidad de te­ nosotros, el ofrecido por el "neofuncionalismo" de jeffrey
matizar que debia hacerse y menos aUn el conocimiento de la Alexander. ll Nacidas de las necesidades de la enseiianza, este
regIa explicita que nos permite generar esta practica adecua­ tipo de compilaciones eclecticas y clasificatorias sirven para ser
da. De modo que el sociologo que busca transmitir un habitus
cientifico tiene mas en comun con un entrenador deportivo de
9 "Essay" ("ensayo"), escribe Wacquant, e inserta la siguiente nota al pie:
alto nivel que con un profesor de la Sorbona. Dice muy poco a "'Essay' no retiene la connotaci6n ligeramente peyorativa del frances disser­
modo de primeros principios 0 preceptos generales. Desde lue­ tation como discurso vado y gratuito". Tal connotaci6n se debe a que el ter­
go, puede exponerlos como hice yo en Eloftcio de soci6logo, pe­ mino dissertation se apliea a los trabajos ensayisticos producidos como tarea
ro sOlo si sabe que no puede detenerse alli: no hay nada peor, por los alumnos de la escuela media. [T.].
10 En ingles en el original. (Melting pot crisol, amalgama [T.]).
II Vease Parsons 1937, Alexander 198Q.82. 1985, Y Teorias sodolOgiws des­

8 Vease Bourdieu 1990g y Brubaker 1989a para un amilisis de la leona de La segunda guerra mundial de Alexander (1987b), que lUVO origen en una
de Bourdieu como un habitus cientifico de trabajo. serie de clases para eSludiantes de grado.
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314 Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva La practica de la sociologfa reflexiva 315

enseiiadas, y para nada mas. Por otro lado tenemos la "meta­ como evidence. 14 Ahora bien, a menudo procedemos como si
dologia", ese catalogo de preceptos que no pertenecen pra­ fuera evidente que puede servir de evidencia porque cGnfia­
piamente ni ala epistemologia, entendida como reflexion di­ mos en una rutina cultura~ impuesta e inculcada generalmen­
rigida a descubrir los esquemas de la practica cientifica te a traves de la escolaridad (los famosos cursos de "metoda­
aprehendidos en sus fracasos asi como en sus exitos, ni a la logia" dictados por las universidades estadounidenses). El
teona cientifica. Pienso aqui en Paul Lazarsfeld. La pareja fetichismo de la "evidencia" en ocasiones lleva a uno a recha­
formada por Parsons y Lazarsfeld (con Merton ysus teorias zar trabajos empiricos que no aceptan como autoevidente la
de "mediano alcance", a mitad de camino entre los dos) for­ definicion misma de "eVidencia". Todo investigador reconoce
mo cierto holding cientifico socialmente muy poderoso, que el estatuto de dato solo a una pequeiia fraccion de 10 dado, y
reino sobre la sociologia mundial durante la mayor parte de no, como deberia ser, a la fraccion invocada por su problemati­
las tres decadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial. I2 ca, sino a esa fraccion concedida y garantizada por la tradicion
La division entre "teoria" y "metodologia" establece como pedagogica de la que el investigador 0 investigadora forma parte
oposicion epistemologica una oposicion que es constitutiva y, con demasiada frecuencia, solo por esa tradicion.
de la division social del trabajo cientifico en un momento de­ Es un hecho revelador que "escuelas" enteras 0 tradiciones
terminado (expresada por la oposicion entre los profesores .de investigacion hayan podido desarrollarse alrededor de una
y el equipo de los departamentos de investigacion aplicada) .13 tecnica de recoleccion y analisis de datos. Por ejemplo, hoy al­
Yo creo que esta division en dos instancias aisladas debe ser gunos etnometodologos no quieren reconocer nada excepto
totalmente rechazada, pues estoy convencido de que uno no el analisis conversacional reducido a la exegesis de un texto, ig­
puede volverse hacia 10 concreto mediante la combinacion norando por completo los datos sobre el contexto inmediato
de dos abstracciones. que podriamos llamar etnognifico (10 que tradicionalmente se
En realidad, las opciones tecnicas mas "empiricas" no pue­ etiqueta como "situacion"), por no mencionar los datos que les
den desentenderse de las opciones mas "teoricas" que impli­ permitirian ubicar esta situacion dentro de la estructura social.
ca la construccion del objeto. Solo en funcion de una det~r­ Estos "datos", que son (mal)entendidos por 10 concreto en sf, son
minada construccion del objeto tal metodo de muestreo, tal en realidad producto de una formidable abstraccWn --es siem­
tecnica de recoleccion 0 analisis de datos, etc., se vuelven im­ pre el caso, puesto que los datos son construcciones--, pero en
perativos. De un modo mas preciso, solo en funcion de un este caso una abstraccion que se ignora a si misma en tanto que
cuerpo de hipotesis derivadas de un conjunto depresupues­ tal. 15 Asi que encontraremos monomaniacos del modelado li­
tos teoricos, cualquier dato empirico puede funcionar como neal, del analisis del discurso, de la observacion participante,
prueba 0, como 10 plantean los academicos estadounidenses, de la entrevista de final abierto 0 en profundidad, 0 de la des­
cripcion etnograflca. La adhesion rigida a tal 0 cual metodo de
12 Para elaboraciones adicionales, vease Bourdieu 1988e. Pollak (1979,
1980) esboza un amilisis de las actividades de Lazarsfeld dirigidas a exportar
met6dicamente la ciencia social positivista -«inones e instituciones-- fue­
14 En ingles en el original.
ra de los Estados Unidos.
IS Vease el analisis que hace Bourdieu (199Od) de la interacci6n discur­
IS Coleman (199Oa) ofrece ricas reminiscencias biognificas sobre estos "po­
siva entre los compradores de casas y sus vendedores, y por contraste, com­
los" de la sociologia de Columbia y sobre su acercamiento y mutua legitimaci6n
parese su constructivismo estructural con el marco analitico del discurso
en los aDOS cincuenta.
interaccional directo de Schegloff 1987.
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316 Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva La prlictica de la sociologfa reflexiva i' 317
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recolecci6n de datos determinani la membresia en una "escue­ casos, de movilizar todas las tecnicas que sean relevantes y pnic­
_ la", siendo los interaccionistas simb6licos, por ejemplo, reco­ ticamente utilizables, dada la definici6n del objeto y las princi­
nocibles por el culto que rinden ala observaci6n participante, pales condiciones de la recolecci6n de datos. Uno puede, por
los etnometod610gos por su pasi6n por el anaIisis conversacio­ ejemplo, utilizar el anaIisis de correspondencias para empren­
nal, los investigadores dellogro de estatus por su uso sistema­ der un anaIisis del discurso, como hice recientemente en el ca­
tico del anaIisis de la trayectoria, etc. jYel hecho de combinar so de las estrategias de propaganda de diversas firmas involu­
el analisis del discurso con la descripci6n etnogrcifica sera to­ cradas en la construcci6n de viviendas unifamiliares en Francia
mado como una ruptura y un audaz desafio al monoteismo me­ (Bourdieu 1990c), 0 combinar el ancilisis estadistico mas estcin­
todol6gicol Necesitariamos emprender una critica similar de dar con un conjunto de entrevistas en profundidad u observa­
las tecnicas de anaIisis estadistico, ya sean las de regresion mm­ ciones etnogrcificas, como intente hacer en La distincian (Bour­
tiple, de trayectoria, de redes, de factores 0 el anaIisis hist6rico dieu 1984a). AI fin y al cabo, la investigaci6n social es algo
de los acontecimientos. Una vez mas, con pocas excepciones, demasiado serio y dificil para nosotros como para permitirnos
el monoteismo es soberano. 16 Cualquier sociologia de la socio­ confundir la rigide:tcientifica, que es la nemesis de la inteligen­
logia, incluso la mas rudimentaria, nos enseiia que usualmente cia y de la invenci6n, con el rigvrcientifico y asi privarnos de es­
las acusaciones metodol6gicas no son sino una manera disfra­ te 0 aquel recurso disponible entre la panoplia de las tradicio­
zada de hacer de la necesidad virtud, de fingir que se despre­ nes intelectuales de nuestra disciplina y de las disciplinas
cia, que se ignora voluntariamente, aquello que en realidad hermanas de la antropologia, la economia, la historia, etc. AI
se ignora. respecto, yo estaria tentado a decir que s610 se aplica una re­
Y necesitariamos analizar tambien la ret6rica de la presen­ gia: "esta prohibido prohibir",17 0, jcuidado con el perro me­
taci6n de datos que, cuando se vuelve un despliegue ostento­ todol6gicol No hace falta decirlo: la extrema libertad por la
so, a menudo sirve para enmascarar errores elementales en la que abogo aqui (que me parece obviamente sensata y, permi­
construcci6n del objeto, mientras que en el extremo opuesto, tanme agregar, no tiene nada que ver con la clase de laissez fai­
una exposici6n rigurosa y econ6mica de 10 pertinente incurrirci re epistemol6gico relativista tan de moda en ciertos arrabales)
a menudo, si se la mide con la vara de ese exhibicionismo del tiene su coiltrapartida en la extrema vigilancia que debemos
datum brutum, en la sospecha a priori de los fetichistas del frrottr aplicar a las condiciones de uso de las tecnicas analiticas, y ase­
colo (en el doble sentido del termino) de cierta forma de "evi­ gurarnos de que se ajusten a la cuesti6n que tenemos entre ma­
dencia". jPobre ciencial jCucintos crimenes cientificos se come­ nos. Pienso a menudo que nuestra "policia" metodol6gica (pe­
ten en tu nombrel ... Para tratar de convertir todas estas criticas res-la-'Tiguer) demuestra ser bastante poco rigurosa, incluso laxa,
en un precepto positivo, s610 dire que debemos precavemos de en su uso de los mismos metodos de los cuales se manifiesta tan
todo desprecio sectario que se esconda detras de profesiones entusiasta.
de fe excesivamente exclusivas. Debemos tratar, en todos los Tal vez 10 que hagamos aqui les parezca insignificante. Pe­
ro, en primer lugar, la construcci6n de un objeto -al menos
en mi experiencia personal de investigaci6n- no es algo que
Iii "Denle un martillo a un niiio~, advierte Abraham Kaplan (1964: p. 112)
"y venin como Ie parece que todo merecer ser golpeado con el~. La discusion
emprendida por Everett C. Hughes sobre el "etnocentrismo metodologico~ 17 Ellector reconoceni aqui el famoso eslogan del Mayo frances, il est
es muy relevante aI respecto. interdit d'interdire.
..·
318 Una inYitaci6n a la sociologfa reflexiya La practica de la sociologfa reflexiYa , 319

se haga de tina vez y para siempre, de un solo golpe, por me­ cuerda asi el primer precepto del metodo, aquel que exige re­
dio de una suerte de acto teorico inaugural. El programa de sistir por todos los medios posibles la inclinaci6n primaria a
observaci6n y ancilisis mediante el cual se efectua no es una he­ pensar el mundo social de manera sustancialista. Para decirlo
liografia que uno dibuja de antemano, ala manera de un inge­ al modo de Cassirer (1923) en Sustancia yfuncion:. se debe pen_
niero. Es mas bien una tarea prolongada y exigente que se com­ sar relacionalmente. Ahora bien, es mas facil pensar en terminos
pleta poco a poco, 'a traves de toda una serie de pequeiias de realidades en cierto sentido "tangibles", como grupos 0 in­
rectificacionesy enmiendas inspiradas por 10 que se da en Ha­ dividuos, que en terminos de relaciones. Es mas facil, par ejem­
mar el metier, el "know-how", es decir, el conjunto de principios plo, pensar la diferenciacion social en terminos de grupos po­
practicos que orienta elecciones tan menudas como decisivas~ blacionales, como hace la nocion realista de clase, 0 incluso de
De manera que s610 en relaci6n con una nocion algo glorifica­ antagonismos entre esos grupos, que en terminos de un espa­
da y bastante poco realista de la investigacion podria sorpren­ cio de relaciones. 18 Los objetos habituales de investigacion son
der a alguien que discutamos extensamente detalles al parecer realidades que despiertan la atencion del cientifico en tanto
tan despreciables como si el investigador debe revelar su esta­ "sobresalen", podna decirse, "como cuestiones problematicas"
tus de sociologo, adoptar la cubierta de una identidad menos (por ejemplo, el caso de las madres solteras adolescentes del
amenazante (digamos, la del etn6grafo 0 el historiador) 0 es­ ghetto negro de Chicago que dependen de la asistencia social).
conderse completamente, 0 si es mejor incluir tales preguntas Casi todo el tiempo, los investigadores eligen como objeto de
en un instrumento de estudio diseiiado para el ancilisis estadis­ trab.yo problemas del ordenamiento y la domesticaci6n social
tico 0 reservarlo para entrevistas cara a cara, en profundidad, planteados por poblaciones definidas con una mayor 0 menor
con un numero selecto de informantes, y asi sucesivamente. arbitrariedad, producidas a partir de la sucesiva compartimen­
Esta atencion constante a los detalles del proceso de inves­ taci6n de una categoria inicial preconstruida: "ancianos", j6­
tigacion, cuya dimension propiamente social (como encontrar venes", "inmigrantes", "pobres", "profesionales", etc. Baste
informantes confiables y perspicaces, como presentarse ante como ejemplo "Losjovenes del proyecto habitacional oeste de
eHos, como explicarles el prop6sito de la investigacion y, de mo­ Villeurbanne".19 La prioridad cientifica fundamental y mas
do mas general, c6mo "entrar" en el mundo estudiado, etc.) no apremiante, en todo caso, sena la de tomarporobjeto deestudio el
es la menos importante, debiera tener el efecto de ponerlos so­ trabajo social de construccWn de ese objeto preconstruido. Alli reside
bre aviso contra el fetichismo de los conceptos y de la "teona", el punto de apoyo de una ruptura genuina.
nacido de la propensi6n a considerar a los instrumentos "te6­ Sin embargo, para escapar de un modo de pensar realista
ricos" -habitus, campo, capital, etc.- en si mismos y por si no basta con utilizar las grandes palabras de la Gran Teoria. Por
mismos, en lugar de ponerlos en acci6n y hacerlos trabajar. Asi, ejemplo, con relaci6n al poder algunos plantearcin cuestiones
la nocion de campo funciona como abreviatura conceptual de
un modo de construccion del objeto que comanda, u orienta, 18 Vease Bourdieu 1985a, 1987b, I98ge para algunas elaboraciones de es­
todas las elecciones practicas de investigaci6n. Funciona como ta cuesti6n. Bourdieu se basa en la obra del16gico Peter F. Strawson (1959)
un pense-bite, un ayudamemoria: me dice que debo asegurarme, para fundamentar su concepto relacional del espacio social y del estatuto
epistemol6gico de los individuos en el.
en cada etapa, de que el objeto que me he dado a mi mismo 19 Un equivalente estructural para Estados Unidos seria algo asi como
no este entrampado en una red de relaciones que Ie concedan los "miembros de pandillas de los proyectos habitacionales del lado sur de
sus propiedades mas distintivas. La noci6n de campo nos re­ Chicago".
'l!'"

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320 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La prActlea de la soeiologfa reflexiva
~t' 321

sustanciales y realistas de localizacion (como esos antropologos a los doscientos ejecutivos de primera linea del pais (Bour­
culturales que vagaban en una interminable busqueda del "l0­ dieu y de Saint Martin 1978; Bourdieu 1989a: pp. 396-481).
cus de la cultura") y otros preguntarcin de donde viene el po­ AI hacerlo, no obstante, es preciso cuidarse en todo mamen­
der, si de la cima 0 de la base (",quien gobierna?"), como aque­ to de no caer en una regresion a la "realidad" de las unidades
1I0s sociologos a los que les preocupaba si el locus del cambio sociales preconstruidas. Para evitarlo, les sugiero utilizar un
lingiiistico residia entre los pequenoburgueses 0 la burguesia, instrumento muy prcictico y simple de construccion del obje­
etc. 20 Es con el prop6sito de romper con este modo sustancia­ to: un cuadro de las propiedades pertinentes de un conjunto de agen­
lista de pensar, y no por mero entusiasmo de pegar una etique­ tes 0 instituciones. Si mi tarea, por ejemplo, es analizar distin­
ta nueva en viejos odres retoricos, que hablo del "campo del, tos deportes de combate (lucha libre, judo, aikido, boxeo,
poder" en vez de hablar de la clase dominante, siendo esta ul­ etc.), instituciones de educacion superior 0 periodicos parisi­
tima un concepto realista que hace referencia a una poblacion nos, ingresare cada una de esas instituciones en una linea y
concreta de poseedores de esta realidad tangible que lIamamos creare una nueva columna cada vez que descubra una nueva
el poder. Por campo del poder me refiero a las relaciones de propiedad necesaria para caracterizar a una de elIas, ponien­
fuerzas que prevalecen entre aquellas posiciones sociales que dome en la obligacion de indagar su ausencia 0 presencia en
garantizan a sus ocupantes un quantum de fuerza social, 0 capi­ todas las demas. Esto puede hacerse en la etapa inicial, pura­
tal, que los habilita a entrar en las contiendas por el monopo­ mente inductiva. De alli eliminare las redundancias y aquellas
lio del poder, contiendas entre las cuales las luchas por definir columnas dedicadas a rasgos estructural 0 funcionalmente
la forma legitima de poder ocupan una dimension crucial equivalentes, de modo tal de retener todos aquelIos--y solo
(pienso aqui en la confrontacion entre "artistas" y "burgueses" aquelIos-- que me permiten diferenciar las instituciones en­
a fines del siglo XIX).21 tre si, es decir, aquellos que resultan analiticamente relevan­
Dicho esto, una de las dificultades principales de un ana­ tes. Este instrumento tan sencillo tiene la virtud de obligar­
lisis relacional es que la mayor parte del tiempo los espacios nos a un pensamiento relacional tanto de las unidades
sociales solo se dan a conocer bajo la forma de propiedades sociales en consideracion como asi tambien de sus propieda­
distribuidas entre individuos 0 instituciones concretas, ya que des, que pueden ser caracterizadas en terminos de presencia
los datos disponibles estan adosados a individuos 0 institucio­ y ausencia (sl/no) 0 de grado (+,0, -; 1,2,3,4,5; etcetera.)
nes. Asl, para comprender el subcampo del poder economi­ Unicamente a expensas de es~e trabajo de elaboracion, que
co frances y las condiciones socioeconomicas de su reproduc­ no se hace de golpe sino por ensayo y error, se lIega a construir
cion, no quedan demasiadas alternativas aparte de entrevistar progresivamente espacios sociales que -si bien solo se revelan
bajo la forma de relaciones objetivas altamente abstractas, im­
20 Sobre la bl1squeda dellugar 0 locus del poder, vease Who Guverns de ROo
posibles de tocar 0 de"senalar con el dedo"- conforman la rea­
ben Dahl (1961) Ysu debate acerca de la "estructura de poder de la comuni­ lidad total del mundo social. Los remito al trabajo que publi­
dad" para una vision "desde arriba". La vision "desde ablYo" esti represenwb que recientemente (Bourdieu 1989a) sobre las Grandes ecoles,22
por la tradicion de la historiografia proctolOgica y la antropologia reciente (por
ejemplo, Scott 1985). Sobre ellocusdel cambio lingiiistico, vease Labov 1980.
2\ Sobre el campo del poder vease Bourdieu 1989a y antes, en la pane 1,
22 Las Grondes iaJles francesas son escuelas de elite para graduados separa­
seccion 3; sobre el choque entre "artistas" y "burgueses" al finalizar el siglo das del sistema universitlirio regular. Incluyen la Ecole nationale d'administra­
XIX en Francia, veanse Bourdieu 1983d y 1988d, YCharle 1987.
tion (ENA), que prepara a los mas altos funcionarios piiblicos, creada en 1945;
322 Una inYitaci6n a la sociologra reflexiYilI La practica de la sociologia reflexiya 323

donde cuento, mediante la cronica muy condensada de un pro­ creo, la Ecole normale superieure, a la que puedo estar unido
yecto de investigacion que nevo casi veinte aDos, como pasa uno por lazos afectivos, ya fueran positivos 0 negativos como pro­
de la monografia a un objeto cientifico de construccion genui­ ducto de mis investigaciones previas, no es otra cosa en reali­
na, en este caso el campo de las instituciones academicas en­ dad que un punto en un espacio de relaciones objetivas (un
cargadas de la reproduccion del campo del poder en Francia. punto cuyo "peso" en la estructura tendrci que ser determina­
En esa cuestion resulta mas dificil evitar la trampa del objeto do); 0 si, para ser mas preciso, la verdad de esta instituci6n re­
preconstruido en tanto trato con un objeto en el cual estoy por side en la red de relaciones de oposicion y competencia que la
definicion interesado, sin saber claramente cua! es el verdade­ vinculan con el conjunto total de las instituciones de educacion
ro motivo de tal "interes". Podria ser, por ejemplo, el hecho de superior francesas, que a su vez vinculan a esta red con el con­
haber sido alumno de la Ecole normale superieure. 23 EI cono­ junto total de las posiciones del campo del poder al que estas
cimiento que de ella tengo de primera mano, de 10 mas perni­ escuelas habilitan el acceso. Si es cierto que 10 real es relacio­
cioso en tanto es uno desmitificado y desmitificador, genera to­ nal, entonces quien haya escrito ese libro probablemente no
da un serle de preguntas por demas ingenuas que resultarcin sepa nada de una institucion acerca de la que cree saberlo to­
interesantes para cualquier normalien en tanto son aquellas que do, en tanto ella misma no es nada fuera de sus relaciones con
inmediatamente "Ie vendrian a la cabeza" al preguntarse acer­ la totalidad.
ca de su escuela, es decir, acerca de si mismo: por ejemplo ~el De alii los problemas de estrategia que no es posible evitar,
ranking de ingreso ala escuela contribuye a determinar la elec­ y que aparecercin una y otra vez en nuestras discusiones acerca
cion disciplinar entre matematica y fisica 0 "filo" y literatura? de proyectos de investigacion. EI prlmero de ellos puede plan­
(La problematica espontcinea, que involucra una considerable tearse de la siguiente manera: ~es mejor llevar adelante un es­
medida de complacencia narcisista, suele ser incluso mucho tudio extensivo de la totalidad de los elementos relevantes del
mas ingenua que esta. Para comprobarlo, pueden remitirse a objeto asi construido 0 abocarse a un estudio intensivo de un
la miriada de volumenes de pretendido estatus cientifico pu­ fragmento limitado de ese (:onjunto teorlco desprovisto de jus­
blicados en los ultimos veinte aDos acerca de esta 0 aquella Gran­ tificacion teorica? Usualmente, la alternativa con mayor con­
de ecole.) Uno podria terminar escribiendo un libro voluminoso, senso, en nombre de una concepcion ingenuamente positivis­
colmado de hechos en apariencia perfectamente cientificos, que ta de precision y "seriedad", es la segunda, la que consiste en
no obstante perdiera de vista el centro de la cuestion si, como yo "estudiar exhaustivamente un objeto muy preciso y bien deli­
mitado", como les gusta decir a los directores de tesis. (Seria
la Ecole des hautes etudes commerciales (HEC, abierta en 1881), que for­ muy facil demostrar el modo en que virtudes tipicamente pe­
ma a ejecutivos y expertos en negocios; la Ecole polytechnique y la Ecole quenoburguesas como "prudencia", "serledad", "honestidad",
Centrale (para ingenieros, 1794); y la Ecole normale superieure (1794), etc., sin duda muy apropiadas para administrar un pequeno ne­
que forma a los docentes y profesores universitarios de primer nive!. El in­
greso a estas escuelas es por medio de examenes competitivos nacionales gocio 0 conducirse en una posicion burocrcitica intermedia, se
altamente selectivos despues de uno a cuatro aiios de educacion preparato­ transmutan aqui en "metodo cientifico"; como asi tambien el
ria postsecundaria. • modo en que una intrascendencia socialmente aprobada-un
23 Pierre Bourdieu se graduo de la Ecole normal superieure (y por 10 tan­
to se convirtio en un ncmnalien) en 1954, tres aiios despues de Foucault, un
"estudio de comunidad" 0 un informe burocrcitico- puede ac­
aiio antes que Jacques Derrida yjunto con el historiador Le Roy Ladurie y el ceder a la existencia cientifica reconocida como resultado de
teorico Iiterario Gerard Genette. un clasico efecto de magia social.)
Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva La practica de la sociologia reflexiva 325
324

En la practica, veremos que la cuesti6n de las fronteras de un caso particular constituyendolo como un "ejemplo particular
campo, en apariencia una cuesti6n positivista a la que podria dar­ de 10 posible", segtin expresa Bachelard (1949), con el fin de
se una respuesta te6rica (un agente 0 una instituci6n pertenece extraer propiedades generales 0 invariantes que solo puedan
a un campo en tanto produce y padece efectos en el), surge una ser descubiertas por medio de esa interrogacion. (Si tal inten­
y otra vez. Por ende, deberan enfrentar casi siempre esta alter­ ci6n falta con demasiada frecuencia en el trabajo de los histo­
nativa entre el analisis intensivo del fragmento de un objeto pcic­ riadores, sin duda se debe a que la definicion de su tarea inscrip­
ticamente accesible 0 el analisis extensivo del verdadero objeto. ta en la definicion social de su disciplina es menos ambiciosa,
La utilidad cientifica de conocer el espacio del que ustedes han o pretenciosa, pero tambien menos exigente al respecto que
aislado al objeto de estudio (una determinada escuela de elite, aquella impuesta al sociologo.)
por ejemplo) y que deben intentar esbozar con cierta aproxima­ El razonamiento analogico, basado en la intuicion razonada
cion al menOS, con datos secundarios siquiera a falta de mejor de las homologias (fundada a su vez en el conocimiento de las Ie­
informaci6n, reside en que al saber que estan haciendo y en que yes invariantes de los campos) es un poderoso instrumento de
consiste la realidad de la que el fragmento ha sido abstraido, se­ construcci6n del objeto. Es 10 que permite a ustedes sumergirse
ran capaces de bosquejar las principales lineas de fuerza que es­ completamente en la particularidad del caso entre manos sin aho­
tructuran el espacio cuyas coerciones pesan sobre el punto en garse en el, como hace la idiografia empirista, y realizar la inten­
consideraci6n (de manera similar a la de aquellos arquitectos del ci6n de generalizaci6n, que es la ciencia misma, no por medio de
siglo XIX que dibujaban maravillosos croquis al carboncillo de la aplicaci6n artificial y caprichosa de construcciones conceptua­
la totalidad del edificio donde estaba la parte que querian repre­ les formales y vadas, sino a traves de esta manera particular de
sentar en detalle). De este modo, no correran el riesgo de bus­ pensar el caso particular que consiste en pensarlo realmente co­
car (y"encontrar") en el fragmento estudiado mecanismos 0 mo tal. Este modo de pensar se cumple plena y 16gicamente en y
principios que son en realidad externos a el, y que debe a sus re­ a traves del mitodo comparativo que les permite pensar relacional.:
mente un caso particular constituido como un "ejemplo particu­
laciones con otros objetos.
Construir un objeto cientifico exige tambien que ustedes lar de loposible", basado en las homologias estructurales que exis­
adopten una postura activa y sistematica frente a los "hechos". ten entre diferentes campos (por ejemplo, del campo del poder
Romper con la pasividad empirista, que hace poco mas que rati­ academico al campo del poder religioso, por medio de la homo­
fiear las preconstrUcciones del sentido comUn, sin recaer en el logia entre las relaciones profesor/intelectual, obispo/teologo)
discurso vacUO de la gran "teorlzaci6n" requiere no que propon­ o entre distintos estadios del mismo campo (el campo religioso
gaD constrUcciones te6ricas tan grandes como vadas, sino que en la Edad Media y hoy, por ejemplo).24
aborden un caso empirico muy concreto con el propOsito de en­ . Si este seminario funciona como 10 espero, ofrecera una rea­
gir un modelb (que no necesita adoptar una forma matematica 0 lizaci6n social practica del metodo que propongo. En el ustedes
abstracta para ser riguroso). Deben relacionar los datos pertinen­ escucharcin a gente que esta trabajando sobre objetos muy dis­
tes de manera tal que funcionen como un programa autopropul­ tintos y los someteran a un cuestionamiento constantemen­
sado de investigaci6n capaz de generar preguntas sistematicas te guiado por los mismos principios, de manera que el modus
. pasibles de recibir respuestas sistematicas, en suma, producir un
,j, sisterqa coherente de relaciones que pueda ser planteado co­
24Vease Bourdieu 1971b y "El demonio de Maxwell: la estructura y la
genesis del campo religioso M, en Bourdieu en preparacion (a).
mo\ta1.a los demas. El desafio es interrogar sistenuiticamente el
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326 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La practica de la sociologia reflexiva 327

operandi de 10 que quiero transmitir se transmitirci en cierto sen­ 3. Una duda radical
tido proiticamente, a traves de su repetida aplicacion a diversos ca­
sos, sin necesidad de una explicacion teorica explkita. AI es­ La construccion de un objeto cientifico requiere primero
cuchar a otros, cada uno de ustedes pensarci en su propia que nada de un corte con el sentido comtm, esto es, con las re­
investigacion, y la situaeiOn de comparacion instioocional asi crea­ presentaciones compartidas por todos, ya sean los meros luga­
da (como con la etica, este metodo sOlo funciona si puede ser ins­ res comunes de la existencia, cotidiana 0 las representaciones
cripto en los mecanismos del universo social) obligara a cada par­ oficiales, a menudo inscriptas en las instioociones y presentes
ticipante, simultineamente y sin contradiccion, a particularizar· de ese modo tanto en la objetividad de las organizaciones so­
su objeto, a percibirlo como un caso particular (esto contra la mas ciales como en las mentes de sus participantes. Lo preamstruido
comtm de las falacias de la ciencia social, vale decir la universali­ esta en todas partes. EI sociologo esta literalmente sitiado por ello,
zacion del caso particular), y a generalizarlo, a descubrir, a traves como cualquier otro. Carga asi con la tarea de conocer un ob­
de la aplicacion de preguntas generales, las propiedades invarian­ jeto -el mundo social- del que es producto, de manera tal
tes que oculta bajo la apariencia de su singularidad. (Uno de los que los problemas que plantea acerca de ese objeto y los con­
efectos mas directos de este modo de pensar es prohibir la clase ceptos que utiliza tienen todas las chances de ser productos
de semigeneralizacion que lleva a uno a producir conceptos de ese mismo objeto. (Esto es particularmente cierto acerca
abstracto-concretos nacidos del contrabando, en el interior del de las nociones clasificatorias que emplea para conocerlo,
universo cientffico, de palabras 0 actos indigenas no analizados.) nociones comunes como nombres de ocupaciones 0 nocio­
Durante el tiempo en que fui un profesor mas directivo, aconse­ nes academicas como las transmitidas por la tradicion de la dis­
jaba intensamente a los investigadores que esoodiaran al menos ciplina.) Su carcicter autoevidente surge del ajuste entre las es­
dos objetos, por ejemplo, en el caso de los historiadores, que tructuras objetivas y las estructuras subjetivas que resguardan del
tomaran aparte de su objeto principal (un editor bajo el Segun­ cuestionamiento.
do Imperio, digamos) su equivalente contemporaneo (una edi­ ~Como puede efectuar el sociologo en la practica este du­
torial parisina). El esoodio del presente tiene cuanto menos la vir­ dar radical que es indispensable para poner entre parentesis
ood de forzar al historiador a objetivar y controlar las prenociones todas las presuposiciones inherentes al hecho de ser un ser
que probablemente proyecte sobre el pasado, aunque solo sea social, estar por ende socializado e inclinado a sentirse "como
por el mero hecho de utilizar palabras del presente para nombrar un pez en el agua" dentro de ese mundo social cuyas estruc­
practicas del pasado, como ocurre con la palabra "artista", que a OOras ha internalizado? ~Como puede evitar que el mundo so­
menudo nos hace olvidar que la nocion actual es una invencion ciailleve a cabo la construcci6n del objeto, en cierto sentido,
por demas reciente (Bourdieu 1987d, 1987j, 1988<1).25 a traves suyo, a traves de estas operaciones no autoconscien­
tes 0 inconscientes de si mismas, de las que el es el aparente
25 De modo similar, Charle (1990) ha demostrado que los "intelectuales".
sujeto? No construir, como hace el hiperempirismo positivis­
como grupo social modemo, esquema de percepei6n y categoria politica, son ta cuando acepta sin examen cntico los conceptos que se Ie
una "invenci6n" reciente que tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX y cris­ ofrecen ("cumplimiento" y "adscripci6n", "profesi6n", "ac­
taliz6 alrededor del caso Dreyfus. Para el, como para Bourdieu (1989d), el hecho tor", "rol", etc.), sigue siendo construir, porque equivale a re­
de aplicar indiscriminadamente la noci6n a pensadores y escritores de epocas
previas provoca una caida ya sea en el anacronismo 0 en anaIisis presentistas que gistrar -y por 10 tanto ratificar-Io ya construido. La socio­
terminan por oscurecer la singularidad hist6rica de los "intelectuales". logia habitual, que sortea el cuestionamiento radical de sus
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328 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La practica de la sociologla reflexiva .,
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329
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propias operaciones y de sus propios instrumentos de pensa­ de los objetos reconocidos por la ciencia social oficial. como
miento, y que sin duda consideraria esta intenci6n reJlexiva co­ asi tambien los titulos de muchos estudios, no son otra cosa
mo una reliquia de la mentalidad filos6fica, y por ende una que problemas sociales que han sido contrabandeados den­
supervivencia de una era precientifica, esta completamente tro de la sociologia (pobreza, delincuencia, juventud, deser­
saturada del objeto que pretende y que en realidad no puede ci6n escolar en el nivel secundario, ocio, conducci6n de ve­
conocer porque no se conoce a si misma. Una practica cien­ hiculos bajo los efectos del alcohol, etc.) y que varian con las
tifica que omite cuestionarse a si misma, para decirlo con pro­ fluctuaciones de la conciencia social 0 academica del tiempo,
piedad, no sabe 10 que hace. Encajada en, 0 tomada por, el segun atestiguaria un analisis de la evoluci6n en el tiempo de
objeto al que toma por objeto, revela algo de el, pero algo que las principales divisiones realistas de la sociologia (esto pue­
no esta realmente objetivado puesto que consiste en los prin­ de captarse a traves de los subtitulos de los peri6dicos 0 en
cipios mismos de aprehensi6n del objeto. los nombres de los grupos 0 secciones de investigaci6n reu­
Seria facil demostrar que esta ciencia semiacademica26 to­ nidos peri6dicamente en el Congreso Mundial de Sociolo­
rna prestados sus problemas, sus conceptos y sus instrumentos de cono­
cimiento del mundo socia~ y que a menudo registra como dato, co­ acerca de las poblaciones que habia fracasado en domesticar. La redefini­
mo un algo dado empirico, independiente del acto de cion oficial del problema efectuada por el Departamento de oportunidad
conocimiento y de la ciencia que 10 ejecuta, hechos, represen­ economica {Office of Economic Opportunity] en 1964 convirti6 10 que
hasta entonces era un asunto sociopolitico en un area legitima de indaga­
taciones 0 instituciones que son el producto de una etapa anterior cion "cientifica", arrastrando veintenas de academicos -especialmente
de La ciencia. En suma, se registra a si misma sin reconocerse a economistas- a nuevos centros de investigacion, diarios y conferencias
si misma... dedicados a la pobreza y su gestion publica, llevando eventualmente a la
Permitanme detenerme en cada uno de estos puntos por institucionalizacion de la disciplina altamente tecnica (y altamente ideo­
logica) del "analisis de politicas pUblicas". Esto implico no solamente la
un momento. La ciencia social esta siempre dispuesta a reci­ adopcion acritica, por parte de cientificos sociales, de categorias burocra­
bir del mundo social que ella estudia los asuntos que plantea ticas e indicadores gubernamentales (como la famosa "linea de pobreza"
acerca de ese mundo. Cada sociedad, en cada momento, ela­ federal que sigue definiendo las fronteras del discurso a pesar de las ere­
cientes inadecuaciones conceptuales regularmente expuestas) y de preo­
bora un cuerpo de problemas sociales que da por legitimo, dig­ cupaciones gubernamentales (cLa asistencia social hace que la gente tra­
no de ser debatido, de hacerse publico, a veces oficializado baje menos? cQuienes reciben ayuda social comparten una cultura 0
y, hasta cierto punto, avalado porelEstado. Estos son por ejem­ participan de comportamientos que violan las normas de la cultura masi­
plo los problemas que se asigna a las comisiones de alto ni­ va? cCuales son los medios mas economicos para volverlos "autosuficien­
tes", es decir social y politicamenteinvisibles?) que han cosificado la per­
vel encargadas de estudiarlos, 0 tambien, mas 0 menos direc­ cepcion moralista e individualista de la pobreza por parte de los
tamente, a los propios soci6logos mediante todas las formas dominantes bajo la forma de "hechos cientificos" (Katz 1989: pp. 112-23).
de la demanda burocratica: programas de investigaci6n y pa­ Haveman (1987) demuestra de manera contundente que, en el proceso,
el gobierno federal reformo ademfls la cara de la ciencia social en su tota­
trocinio, contratos, becas, subsidios, etc. 27 Un buen numero lidad: en 1980, la investigacion relacionada con la pobreza absorbi6 com­
pletamente el 30% de los gastos federales de investigacion, contra el 0,6%
26En frances science ckmi-savante. de 1960. La reciente propagacion del discurso sobre la "marginalidad" es
27Un ejemplo fundamental seria el campo de investigacion de la pobre­ una ilustracion adicional de como un flujo mayor de los recursos propor­
za en Estados Unidos, cuya creacion es claramente una consecuencia de la cionados por fundaciones puede redefinir los terminos del debate cien­
"Guerra contra la pobreza" ["War on Poverty"] de los anos sesenta y de las tifico sin una discusion critica de las premisas incorporadas a la nueva de­
subsecuentes demandas del Estado por la produccion de conocimiento manda.

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330 La practlca de la sociologfa reflexiva 331
Una invitaci6n a la sociologia reflexiva
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gia) .28 Esta es una de las mediaciones a traves de las cuales el juventud, etc., 0 las taxonomias) que Heva a cabo el mundo s0­
mundo social construye su propia representaci6n, utilizando cial como totalidad 0 este 0 aquel campo especializado y, espe­
a la sociologia y al sociologo para su proposito. Para un so­ cialmente, el campo de las ciencias sociales. (Esto nos Hevaria a
ciologo, mas que para ningun otro pensador, dejar el propio asignar a la enseiianza de la historia social de las ciencias socia­
pensamiento en el estado de impensado (impense) es conde­ les -una historia que, en su mayor parte, todavia esta por escri­
narse a ser nada mas que el instrumento de aquello que uno birse- un prop6sito completamente diferente de aquel al que
pretende pensar. sirve en la actualidad.) Buena parte del trab.yo colectivo que en­
~Como hemos de efectuar esta ruptura? ~Como puede esca­ cuentra salida en Actes .de la recherche en sciences sociales trata con
par el sociologo a la disimulada persuasion que se ejerce sobre la historia social de los objetos mas comunes de la existencia or­
el cada vez que lee el diario, mira la television 0 incluso cuando dinaria. Pienso por ejemplo en todas esas cosas que se han vuel­
lee los trabajos de sus colegas? El simple hecho de estar alerta . to tan comunes, tan dadas, que nadie les presta la menor aten­
es importante pero dificilmente baste. Uno de los instrumentos cion, como la estructura de una corte de justicia, el espacio de
mas poderosos de ruptura yace en la historia social de los pro­ un museo, un cuarto oscuro electoral, la nocion de "peIjuicio
blemas, objetos e instrumentos de pensamiento, vale decir, den­ ocupacional" 0 de "cuadro" [en el sentido social militar, politi­
tro de la historia del trabajo de construccion social de la reali­ co 0 empresarial de la palabra], una tabla de dos por dos 0, sim­
dad (preservada por nociones tan comunes como rol, cultura, plemente, el acto de escribir 0 tipear. 29 La historia asi concebi­
da se inspira no en un interes de anticuario sino en una
28 Tambien se 10 puede ver flicilmente en la evolucion de las categorias voluntad de entender por que y como se comprende.
utilizadas para c1asificar los Iibros en la publicacion de resenas Contemporary Para evitar convertirse en objeto de los problemas que to­
Sociowgy, 0 en los cambios de los titulos de capitulos de los manuales (por man por objeto, deben rastrear la historia de la emergencia de
ejemplo, Smelser 1988) yen las entradas de las enciclopedias de ciencia so­
cial. La taxonomia de temas utilizada por la Annual Review o/Sociowgy es un estos problemas, de su constituci6n progresiva, es decir, del tra­
buen ejemplo de una mezcla de divisiones burocraticas, apegadas al senti­ bajo colectivo, a menudo realizado mediante competencia y lu­
do comun y sencillamente arbitrarias heredadas de la historia (academica) cha, que fue necesario para dar a conocer y reconocer tales y
de la disciplina: es rara la mente que puede impartir retrospectivamente un
grado de coherencia (socio)16gica a la manera en que parcela el asunto del
cuales asuntos como problemas legitimos, problemas que son re­
que trata. Abriendo cada volumen esta la categoria "Teoria y metodos M, conocibles, publicables, publicos y oficiales. Recordemos el pro­
transformada siempre en un t6pico autocontenido. Luego viene "Procesos blema de los "accidentes laborales" 0 riesgos ocupacionales es­
M
sociales , categoria tan amplia que es dificil ver que cosa podria no caer tudiado por Remi Lenoir (1980), 0 la invencion de la "tercera
denu:o de ella e "Instituciones y cultura M , que hipostasia la cultura en un
objeto distinto. Por que "Organizaciones formaies Mha sido separado de "So­ edad" sometida a escrutinio por Patrick Champagne (1979) y,
ciologia politica y economicaMno queda claro; como se las puede distinguir de manera mas general, topicos de la sociologia tales como la
a su vez de "Estratificacion y diferenciacionMes tambien discutible. "Socio­ familia, el divorcio, la delincuencia, las drogas y el porcenta­
logia historica" tiene el dudoso privilegio de ser reificada en una especiali­
dad separada (presumiblemente sobre la base del metodo, ~pero entonces
je de empleo femenino. En todos estos casos el problema que
no deberia estar reagrupada con "Teoria y metodos M? ~y por que otros abor­ el positivismo ordinario (la primera inclinacion de todo in­
dajes no tienen "sus" secciones?). Por que "Sociologia de la religion mun­ vestigador) da por sentado ha sido socialmente producido por
dial" tiene su r6brica para ella sola es un misterio. "Politicas" es un resulta­
do directo de la demanda burocratica del Estado de un conocimiento social.
Y, coronando a todas las otras categorias en su santificacion del sentido comful, 29Vease, respectivamente, Lenoir 1980. Boltanski 1979, Garrigou 1988,
la rlibrica "Individuo y sociedad". Bourdieu 1977a: pp. 36-38.188. YSayad 1985.
:1

.J
.332 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La prtictica de la sociologfa reflexiva 333

un trabajo colectivo de construcciOn de la realidad socia~ 30 por me­ buye decisivamente a la constituci6n y consagraci6n de proble­
dio de reuniones y comites, asociaciones y ligas, bancas y movi­ mas sociales "universales". La imposici6n de la problimatiqueque
mientos, demostraciones y petitorios, demandas y deliberacio­ el soci610go --como cualquier otro agente social- padece. de
nes, votos y tomas de posici6n, proyectos, programas y la que se convierte en relevo y sosten cada vez que aborda por
resoluciones que hicieron de 10 que era y pudo haber seguido su cuenta cuestiones que son una expresi6n del espiritu socio­
siendo un problema privado, particular, un problema socia~ un politico de su epoca (incluyendolas por ejemplo en sus cues­
asunto publico que puede ser publicamente tratado (piensen tionarios de sondeo 0, peor, diseiiando su sondeo alrededor de
el destino del aborto 0 de la homosexualidad)31 0 incluso un elIas), se ve acentuada en tanto los problemas que se dan pur sen­
problema oficial que se convierte en objeto de decisiones ofi­ tado en un determinado universo social tienen mayores chances
ciales y politicas, legislativas y gubernamentales. de recibir grantl'3 materiales 0 simb6licos, de ser, como decimos
Aqui sena necesario analizar el papel particular del campo en frances, bien vus, gozar del favor de los administradores de las
politico (Bourdieu 1981a), en especial el del campo burocniti­ burocracias cientfficas y de autoridades burocniticas tales como
co. A traves de la muy particular 16gica de la commOn adminis­ las fundaciones de investigaci6n, las empresas privadas 0 las ofl­
trativa, 16gica que estoy investigando actualmente en el caso de cinas gubernamentales. (Esto explica por que las encuestas de
la elaboraci6n de politicas publicas de asistencia habitacional opini6n, la "ciencia sin cientifico", siempre engendran la
en Francia alrededor de 1975,32 el campo burocnitico contri­ aprobaci6n de aquellos que tienen los medios para encargar­
las, quienes de otro modo se manifiestan tan cnticos de la so­
ciologia cada vez que esta ultima rompe con sus demandas y
~ Aunque la posicion de Bourdieu podria parecer afin a Ia aproximacion
mandatos.) 34
"socioconstructivista" de los problemas sociales (por ejemplo, Scnedider 1985,
Gusfield 1981, Spector y Kiitsuse 1987), difiere sustancialmente de esta ultima S610 aiiadire, para complicar las cosas un poco mas aUn, y
en el hecho de que fundamenta eI trabajo social de conslrUccion simb6lica y or­ para hacerles ver cuan dificil, casi desesperado en realidad, es
ganizacional en la estructura objetiva de los espacios sociaIes dentro de los cua­ el aprieto en que se encuentra el soci610go, que el trabajo de
les este tiene lugar. Esta fundamentaeion opera en el nivel de las posiciones y
las disposiciones de los productores y satisfactores de demandas. Bourdieu no producci6n de problemas oficiales, es decir, esos problemas do­
defiende una posicion construccionista "estricta" ni una "contextual" (tal como tados de una especie de universalidad que se les concede en tan­
las definio Best 1989: pp. 245-89) sino un "conslrUctivismo eslrUcturaI" que re­ to el Estado los garantice, casi siempre deja lugar para 10 que hoy
laciona causalmente a los demandantes y sus product05 con las condiciones ob­
jetivas. Vease Champagne 1990 por una anaIisis de la conslrUccion social de Ia
se denomina expertos. Entre estos expertos hay soci610gos que
"opinion publica" de acuerdo con tales Iineamientos.
5\ Kristin Luker (1984) y Faye Ginsburg (1988) ofrecen exposiciones histb­
55 En ingles en el texto original frances: aqui Bourdieu juega con las pa­
ricas y etnograticas detalladas de la conslrUccion social del aborto como asun­ labns "grants" [becas] y "for granted" [por sentado 0 sobreentendido] para
to publico en los niveles politico y de base. Pollak (1988a) esboza un anaIisis del enfatizar el vinculo organico entre la imposicion material y Ia imposicion cog­
eneuadre publico del vinculo entre eI sida y la homosexualidad en eI diSCUTSO nitiva de las problematicas.
politico frances reciente. Boltanski desentraIia las condiciones de eficacia de las 54 Ya desde la introduccion de las encuestas de opinion en la vida politi­
estrategias dirigidas a transformar los incidentes y ultrajes personales en ca francesa durante los aiios sesenta, Bourdieu ha sido un cntico persistente
asuntos socialmente aceptados e injusticias en su importante articulo sobre ya menudo caustico de sus usos sociales. Su articulo de 1971, provocativa­
la "Denuncia" (Boltanski con Dare y Schiltz 1984, YBoltanski 1990). mente titulado "La opinion publica no existe" (Bourdieu 197ge) ha sido
52 Vease el numero completo de maTZO de 1990 de Actes tk la recherche en
reimpreso en numerosas colecciones y periOdicos y traducido a seis idiomas.
sciences sociales dedicado a "La economia habitacional" (Bourdieu 1990b, £1 tema se vuelve a mencionar en "Una ciencia sin cientifico" (Bourdieu
1990c, 1990d; Bourdieu y de Saint Martin 1990; Bourdieu y Christin 1990). 1987a: pp. 217-24 [en espaiiol: pp. 194 Ysiguientes]).

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334 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La prlflctica de la sociologfa reflexiva 335

usan la autoridad de la ciencia para respaldar la universalidad, de preconstrucciones ignoradas como tales que pueden lIe­
la objetividad y el desinteres de larepresentaci6n burocrcitica gar a funcionar como instrumentos de construcci6n incons­
de los problemas. Esto equivale a decir que cualquier soci61o­ cientes. Podria tomar aqui el ejemplo de las taxonomias ocupa­
go que merezca ese nombre, es decir que haga aquello que, se­ cionales, ya sean los nombres de oficios vigentes en la vida
gUn mi parecer, se requiere para tener alguna posibilidad de cotidiana 0 las categorias socioecon6micas del INSEE (el Ins­
ser un sujeto de los problemas que plantea acerca del mundo tituto Nacional de la Estadisticas y de los Estudios Econ6mi­
social, debe considerar dentro de su objeto la contribuci6n cos de Francia), un caso ejemplar de conceptualizaci6n burocra­
que hacen la sociologia y los soci610gos (sus propios pares), tica,37 del universal burocratico y, de manera mas general,
con las mejores intenciones, ala producci6n de los problemas ejemplo de todas las taxonomias -grupos etarios, j6venes y
oficiales (incluso si esto parece una insoportable senal de viejos, y categorias de genero que, como bien sabemos, no es­
arrogancia 0 una traici6n a la solidaridad profesional y a los tan libres de 10 arbitrario social- que los soci610gos utilizan
intereses corporativos). sin pensar demasiado en elIas por ser categorias socialmente
En las ciencias sociales, como bien sabemos, las rupturas compartidas de entendimiento. 38 0, como en el caso de aque­
epistemol6gicas a menudo son sociales, rupturas con las creen­ lIas que lIame las "categorias de juicio profesional" (el siste­
cias fundamentales de un grupo y, a veces, con las creencias ma de adjetivos pareados utilizado para evaluar los articulos
centrales del cuerpo de profesionales, con el cuerpo de certezas de los estudiantes 0 las virtudes de los colegas [Bourdieu
compartidas que son el fundamento de la communis doctorum opi­ 1988a: pp. 194-255]), aquellas que pertenecen ala corporaci6n
mo. Practicar la duda radical en sociologia es algo parecido a con­ profesional (10 que no excluye su fundamento, en Ultima instan­
verrlrse en un marginal. Esto sinti6 sin duda Descartes, quien pa­ cia, en homologias estructurales, es decir, en las oposiciones
ra perplejidad de sus comentaristasjamas extendi6 su modo tan
intrepidamente inaugurado de pensar el reino del conoci­ parte desiguales para la tarea que les pedimos que realicen". Seiiala en par­
miento al de la politica (vease la prudencia con que habla de ticular, siguiendo a Benjamin Lee Whorf, que las lenguas occidentales tien­
Maquiavelo) . den a poner en primer plano los sustantivos y los objetos a expensas de las
relaciones y para reducir los procesos a condiciones estliticas.
Voy a abordar ahora los conceptos, palabras y metodos que 57 Otro ejemplo seria la invencion burocnitica y la subsecuente reificacion
la "projession"3S emplea para pensar y hablar acerca del mun­ de la "linea de pobreza" en la "ciencia" social de Estados Unidos (Beeghley
do social. Ellenguaje plantea un problema particularmente 1984; Katz 1989: pp. Il5-17).
dramatico para el soci610go: se trata en efecto de un inmen­ sa Maurice Halbwachs (1972: pp. 329-48) mostro hace mucho que no hay
nada "natural" en la categoria de la edad. Pialoux (1978), Thevenot (1979),
so dep6sito de preconstrucciones naturalizadas,36 por ende Mauger y Fosse-Poliak (1983) y "Lajuventud no es mas que una palabra" de
Bourdieu (1980b: pp. 143-54) Hevan mas lejos ese argumento en el caso de
lajuventud. Champagne (1979) YLenoir (1978) 10 aplican a la construcci6n
5!1 En ingles en el original, ya que Bourdieu esti preparandose para cri­ sociopolitica de la "tercera edad". Incontables estudios hist6ricos de las rela­
ticar el concepto sociologico angloamericano de "profesi6n". ciones de genero, en aiios recientes, han demostrado la arbitrariedad de las
!l6 Ahora bien, en palabras de Wittgenstein (1977: p. 18): "Ellenguaje les categorias de masculino y femenino, tal vez el mas incisivo de estos sea el de
tiende a todos las mismas trampas; es una inmensa red de giros err6neos fa­ Joan Scott (1988); veanse tambien variqs de los articulos publicados en los
cilmente accesible". Esta opinion es compartida por Elias (1978a: p. Ill) dos niimeros de A,tes de La recherche en sciences sociales sobre "Masculino/Feme­
quien cuenta a las "estructuras heredadas del habla y el pensamiento" entre nino" (junio y septiembre de 1990). Para una extensadiscusion de las luchas
los obsticulos mas serios para una ciencia de la sociedad: "Los medios del ha­ por la definicion de las categorias de "natural" vease Lenoir (en Champagne
bla y el pensamiento accesibles a los soci61ogos en el presente son en su mayor y otros 1989: pp. 61-77).
336 Una invitacion a la sociologia reflexiva La pr6ctica de la sociologia reflexiva 337
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fundamentales del espacio social, tales como rarol banal, Unicoi tambien, siempre que uno sea un poquito astuto, fondos ~ es­
comun, etc.). tudiarlo (como suele ocurrir en el caso de los abogados, por ejem­
Pero yo creo que uno debe ir mas alla y poner en cuesti6n plo). La categoria de profesi6n se refiere a realidades que son, en
no s610 clasificadones de ocupaciones y los conceptos utiliza­ derto sentido, "demasiado reales" para ser verdad, pues capta al
dos para designar clases de quehaceres, sino el concepto mis­ mismo tiempo una categoria mental y una categoria social, ambas
mo de ocupaci6n en sl, 0 de profession, que ha suministrado la sodalmente producidas fulicamente suplantando u obliterando
base a toda una tradici6n de investigaci6n que, para algunos, todo tipo de diferencias y contradicciones econ6micas, sociales y
se erige como una suerte de divisa metodol6gica. Soy muy cons­ etnicas que hacen de la, "profesi6n" de "abogado", por ejemplo,
dente de que el concepto de "profesi6n" y sus derivados (pro­ un espacio de competencia y de lucha. 59
fesionalismo, profesionalizaci6n, etc.) han sido severa y prove­ Todo resulta diferente, y mucho mas dificil, si en lugar de
chosamente cuestionados por las obras de Magali Sarfatti adoptar la noci6n de "profesi6n" me tomo en serio el trab.yo
Larson (1977), Randall Collins (1979), Elliott Friedson (1986) de agregaciOn y de imposici6n simb6lica que fue necesario para
yen particular Andrew Abbott (1988), quien ha llamado la producirla y la trato como un campo, esto es, como un espacio
atend6n, entre otras cosas, acerca de los conflictos endemicos estructurado de fuerzas y luchas sociales. 40 ~C6mo se toma una
del mundo de las profesiones. Igualmente, creo que debemos muestra en un campo? Si, siguiendo el canon dictado por la
ir mas alIa de esta critica, por muy radical que sea, y tratar, co­ metodologla ortodoxa, uno toma una muestra aleatoria, mu­
mo hago yo, de reemplaz.areste concepto por el de campo. tila el objeto que busca construir. Si en el estudio del campo
La noci6n de profesi6n es de 10 mas peligrosa porque tiene a juridico, por ejemplo, uno no toma al presidente de la Su­
su favor, como siempre en estos casos, toda la apariencia de neu­ prema Corte, 0 si, en una indagaci6n en el campo intelectual
tralidad, y porque su uso ha sido un avance sobre el revoltijo (boui­ frances de los aiios cincuenta, uno deja afuera a Jean-Paul
lIie) de Parsons. Hablar de "profesi6n" es ceiiirse a una realidad Sartre, 0 a la Princeton University en un estudio de la acade­
verdadera, un conjunto de personas que llevan el mismo nombre mia estadounidense, su campo esta destruido en la medida
(son todos "abogados" por ejemplo), tienen un estatus econ6mi­ en que estas personas 0 institudones marcan por sl solas una
co aproximadamente equivalente y, 10 que es mas importante, se posici6n crucial. Hay posiciones en un campo que solo ad­
organizan en "asociaciones profesionales" dotadas de un c6digo miten un ocupante pero que comandan toda la estructura. 41
de etica, cuerpos colegiados que definen las reglas de admisi6n, Con una muestra aleatoria 0 representativa de artistas 0 in­
etc. "Profesi6n" es un concepto popular que ha sido acriticamen­
te contrabandeado allengncYe cientifico y que importa a este to­ !l9Veanse los dos nUmerosde Aeus de 10 m:herchemsQmas ~sobre la ley
do un inconsciente social. Es el producto social de un trab.yo hist6­ y los expertos legales, n Q 64 (septiembre de 1986), y n Q 76/77 (mano de 1989,
rico de construcci6n de un grupo y de una representaciOn de los particulannente los articulos de \'\res Cezalay, Alain Bancaud yAnne Boigeol).
grupos que se ha deslizado subrepticiamente en la ciencia de ese (() EI concepto de campo se explica extensamente en la parte 2, seccion S.
Vease Boltanski 1984a y 1987 para un examen en profundidad de la invenci6n
grupo mismo. Por ella este "concepto" trabaja tan bien, 0 dema­ organizacional y simb6lica de la categoria de los "cuadros· en la sociedad
siado bien en un sentido: si aceptamos que construya nuestro ob­ francesa, y Charle 1990 sabre la de "intelectuales· que proceden segUn los
jeto, encontraremos directorios a mano, llstas y biografias ya tra­ mismos lineamientos analiticos.
41 Por ejemplo, Sartre domino y fue al mismo tiempo dominado por su
zadas, bibliografias compiladas, centros de informaci6n y bases propia dominaci6n en el campo intelectual frances de los anos cincuenta
de datos ya constituidos por cuerpos "profesionales", como asi (veanse Boschetti 1988 y Bourdieu 1980e, 1984b).

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La practica de la sociologia reflexiva
339
338 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva

telectuales concebidos como parte de una "profesi6n", en preexistentes- mediante 10 que ellos lIaman una "definici6n
cambio, no problem. 42 operacional" ("En este estudio lIamare 'escritor' ...", "Considera­
Si ustedes aceptan la noci6n de profesi6n como un instru­ re como una 'semiprofesi6n' ..."), sin ver que la cuesti6n de la de­
mento, en lugar de como un objeto, nada de esto crea ningu­ finici6n ("iTaly tal no esun veniaderoescritorl") estcienjuego den­
na dificultad. En la medida en que 10 toman tal como se pre­ tro del objeto mismo. 43 Hay una lucha dentro del objeto acerca
senta, 10 dado (los reverenciados datos de los soci610gos
positivistas) se presenta a ustedes sin dificultad. Todo va suave­ 4.!1 EI vigoroso esfuerzo de Peter Rossi (1989: pp. 11-13) por hacer pasar

mente, todo se da por sentado. Las puertas y las bocas se abren una definicion socialmente arbitraria de "lwmelessness" [la condicion del h0me­
less, el sin techo] como una fundada en consideraciones "cientificas" es ejem­
de par en par. ~Que grupo podna derribar el registro sacrali­ plar en su grado de ingenuidad positivista y notable por la ceguera a sus pro­
zador y naturalizador del cientifico social? Los estudios de obis­ pios presupuestos (incluyendo el de la existencia de una suerte de esencia
pos 0 de lideres corporativos que (tacitamente) aceptan la pro­ platonica dellwmelnsness). En vez de mostrar (como minimo) cu3n diferentes
blematica de la iglesia 0 de los negocios reclutarcin el apoyo del definiciones producen poblaciones de distintos tamaiios, composiciones y tra­
yectorias, y de analizar ios intereses politicos y cientificos involucrados en la
Episcopado y del Concejo de Negocios, y los cardenales y lide­ contienda que opone a sus diversos defensores, Rossi se contenta con afirmar
res corporativos que celosamente lIeguen a comentar sus "resul­ ex catlu!dra su definicion confeccionada a partir de datos y preconcept()s exis­
tados nunca dejaran de conceder un certificado de objetividad tentes. En su lucha por "operacionalizar" una nocion tomada del discurso de
todos los dias de modo tal que en vez de desafiar reforzara a este Ultimo, Ros­
al soci610go que tiene exito en dar realidad objetiva, es decir, si busca acumular congruencia con el sentido comUn ordinario, con eI senti­
publica, a la representaci6n subjetiva que tienen de su propio do comUn academico y con las coerciones practicas de la investigacion buro­
ser social. En suma, en tanto permanezcan dentro del dominio cratica. Notando que "es tacil quedar empantanado en ejercicios academicos
de las apariencias socialmente constituidas y sancionadas -y de definicion", explica: "usare una definicion de Iwmelessness que cubra la esen­
cia de ese tennino y sea al mismo tiempo prtictica para su utiliz.aci6n en la investiga­
este es el orden al que pertenece la noci6n de "profesi6n"­ ciOn concreto.. Aunque mi concepcion ultima es que la Iwmelessness es una cues­
tendran todas las apariencias de su parte, incluso la de cienti­ tion de grado, me veo obligatio a war la definiciOn mas comun en los estudios de la
ficidad. Por el contrario, en cuanto emprendan el trabajo so­ ciencia social sobre la Iwmelessness en los que me apoyo. [...] Hayalgunas ra.wnes
logisticas muy persuasivas por las que la mayoria de los estudios de los 1wmeless
bre un objeto construido genuino, todo resultarci dificil: el pro­ han adoptado esta defmicion de la practica" (el subrayado es mio). La cons­
greso "te6rico" genera dificultades "metodo16gicas" asociadas. truccion --en este caso, seria mas apropiado hablar de destruccion- de su ob­
Los "metod610gos", por su parte, no tendran dificultad en en­ jeto no sigue ni las principales articulaciones observables del fenomeno ni una
problematica teoricamente guiada de sus causas y variaciones. Termina por
contrar suficientes cabos sueltos en las operaciones que deben
arrojar una "definicion equitativamente estrecha" que basicamente retoma y
lIevarse a cabo para captar el objeto construido 10 mejor que ratifica aquella de las burocracias de Estado cuyo interes por normalizar y mi­
se pueda. (La metodologia es como la ortografia, de la que en nimizarel fenomeno esta ampliamente documentado: se centra "principalmen­
Francia decimos: c'est la science des anes, "es la ciencia de los as­ te en los sin teeho mas accesibles, clientes de agencias que proporcionan ser­
vicios como refugios, comedores y clinicas medicas instalados para atender a
nos": consiste en un compendio de errores respecto de los los sin techo". Excluye a todos aquellos a los que el Estado no quiere recono­
cuales uno sena un estupido para cometer la mayona de ellos.) cer como Iwmeless genuinos (habitantes de hospitales, circeles, prisiones, asi­
Entre esas dificultades, estala cuesti6n de las fronteras del cam­ los y a todos los "precariamente alojados", incluyendo a gente forzada a alqui­
lar u ocupar habitaciones en el domicilio de parientes 0 amigos, etcetera).
po. Los positivistas mas osados resuelven esta cuesti6n -<uan­
Esta obra maestra del positivismo llega a su climax cuando Rossi reemplaza
do no omiten plantearla pura y simplemente utilizando listas la categoria habitual, tributaria del sentido comUn de "Jwme/essness", por otra ea­
tegoria del corriente "lenguaje sociolOgico vernaeulo" (Merton). la de la "extre­
42 En ingles en el original. ma pobreza". definida aqui con el mismo sentido de autoevidencia (y la misma
r

340 Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva La prlldica de la sociologfa reflexiva 341

de quien es parte deljuego, quien merece en realidad el titulo de co. Las apariencias siempre est<in a favor de 10 aparente. La ver­
escritor. La nocion misma de escritor, pero tambien la de aboga­ dadera ciencia, a menudo, no consiste tanto en mirar hacia de­
do, medico 0 sociologo, a pesar de todos los esfuerzos de codifi­ lante y mover la ciencia en esa direccion sino en tomar el nesgo
cacion y homogeneizacion a traves de la certificacion, esta en jue­ de no desplegar todos los signos exteriores de cientificidad (que,
go en el campo de los escritores (0 abogados, etc.): la lucha por mas de una vez 10 olvidamos, son muy £iciles de impostar). En­
la definicion legitima, cuya cuestion -la palabra definicion 10 di­ tre otras razones porque los imbeciles 0 demi-habiks, como los lla­
ce- es la frontera, las fronteras, el derecho de admisiOn, en ocasio­ ma Pascal, aquellos que se detienen en las violaciones de los ca­
nes el numerus clasus, es una propiedad universal de los campos.44 nones de la "metodologia" elemental, se ven arrastrados p<>r su
La resignacion empirista tiene todas las apariencias de su confianza positivista a percibir como otros tantos "errores" y efec­
parte y recibe toda la aprobacion porque, evitando la construc­ tos de la incompetencia 0 de la ignorancia aquello que son op­
cion autoconsciente, deja las operaciones cruciales de la cons­ ciones metodologicas fundadas en una negativa deliberada a
truccion cientifica -la eleccion del problema y la elaboracion usar las puertas de emergencia de la "metodologia".
de conceptos y de categorias analiticas- al mundo social tal No es necesario decir que la reflexividad obsesiva que es
cual es, al orden establecido, y asi cumple, aunque solo sea por condicion de una practica cientifica rigurosa nada tiene en co­
defecto, una funcion quintaesencialmente conservadora de ra­ moo con la falsa radicalidad del cuestionamiento de la ciencia
tificacion de la doxa. Entre todos los obstaculos que se interpo­ que prolifera hoy. (Estoy pensando en aquellos que introducen
nen en el camino del desarrollo de una sociologia cientifica, la antigua critica filosofica de la ciencia, mas 0 menos actuali­
uno de los mas formidables es el hecho de que se llegue a los zada para ajustarse a la moda imperante en la ciencia social es­
descubrimientos cientificos genuinos al costo mas alto y los be­ tadounidense, cuyo sistema inmune ha sido paradojicamente
neficios mas bajos, no 8010 en los mercados comunes de la exis­ destruido por vadas generaciones de "metodologia" positivis­
tencia social sino, con demasiada frecuencia, en el mercado ta.) Entre estas criticas, hay que conceder un lugar especial a
academico, del que podria esperarse una mayor autonomia C0­ las de los etnometodologos, por mas que en algunas de sus for­
mo he tratado de demostrar en relacion con los costos y benefi­ mulaciones convergen con las conclusiones de quienes redu­
cios sociales y cientificos diferenciales de las nodones de profesiOn cen el discurso cientifico a estrategias retoricas acerca de un
y de campo, a menudo es necesario, para producir ciencia, so­ mundo reducido a su vez al estado de un texto. El ancilisis de
brepasar las apariendas de cientificidad e incluso contradecir las la logica de la practica, y de las teorias espont<ineas de las que
normas en vigor y desaflar los criterios usuales del rigor cientifi­ se provee para dar sentido al mundo, no es un fin en sf mismo,
no mas que la critica de las presuposiciones de la sociologia or­
arbitrariedad autotranquilizadora), como tener ingresos por debajo del 75 por dinaria (es decir, irreflexiva), especialmente en sus usos de los
ciento de Ia "llnea de pobreza oficial", otto constructo burocnitico. Homelessness metodos estadfsticos. Es un momento absolutamente decisivo,
y poverty transrnigran asi de una condicion sociopolftica -un conjunto de relacio­ pero solo un momento, de la ruptura con las presuposiciones
ne.s hist6rica.s y cattgonQ.s que resultan de las luchas por Ia produccion y colocacion
de bienestar social- a un Estado medido por variables atomisticas claras y distin­
del sentido comun lego y academico. Si es preciso objetivar los
las que Ie permiten a uno contar, dividir y disciplinar a los individuos. esquemas del sentido practico, no 10 es con el proposito de pro­
44 Sobre cambios recientes en la definicion y funciones sociales de los ex­ bar que esa sociologia puede ofrecer solo un punto de vista so­
pertos legales, vease Dezalay 1989; sobre la lucha por definir que es un escn­ bre el mundo entre muchos, ni mas ni menos cientillco que
tor en la Francia del siglo XIX, Viala 1985; sobre los dilemas de las mujeres
escritoras para ser reconocidas como tales, de Saint Martin 1990b. cualquier otro, sino para arrebatar la raz.6n cientifica del abrazo de
r

342 Una invitacion a la sociologia reflexiva La practica de la sociologia reflexiva 343

La raz.6n fntictica, para evitar que esta Ultima contamine ala prime­ 4. EI doble vinculo y la conversion
ra, para no tratar como un instrumento cientifico 10 que tendria
que ser el objeto del conocimiento, esto es, todo 10 que consti­ EI ejemplo que acabo de dar respecto de la noci6n de pro­
tuye el sentido practico del mundo social, las presuposiciones, fesi6n no es sino un caso particular de una dificultad general.
los esquemas de percepci6n y comprensi6n que dan al mundo De hecho, es la tradici6n academica de la sociologia en su to­
vivido su estructura. Tomar como objeto el entendimiento del talidad 10 que debemos cuestionar todo el tiempo y aquello de
sentido comun y la experiencia primaria del mundo social co­ 10 que debemos desconfiar met6dicamente. De alIi el double
mo una aceptaci6n noetica de un mundo que no esta consti­ bind en que todo soci610go digno de ese nombre queda atrapa­
tuido como un objeto frente a un sujeto es precisamente el me­ do: sin los instrumentos intelectuales que Ie son legados p()r su
dio de evitar quedar "atrapado" dentro delobjeto. Es el medio para tradici6n academica, es poco mas que un aficionado, un auto­
someter a escrutinio cientifico todo to que hace posible La experien­ didacta, un intuitivo (y por cierto, no el mejor equipado de to­
cia d6xica del mundo, esto es, no s610 la representaci6n precons­ dos los legos, dada la limitada extensi6n de las experiencias so­
truida de este mundo sino tambien los esquemas cognitivos que ciales de la mayor parte de los academicos); pero al mismo
subyacen ala construcci6n de esta imagen. Yaquellos entre los tiempo esos instrumentos 10 mantienen en el peligro constan­
etnometod610gos que se contentan con la mera descripci6n de te de no hacer mas que sustituir la doxa ingenua del sentido
esta experiencia sin cuestionar las condiciones sociales que la comun de los legos por la no menos ingenua doxa del senti­
hacen posible -es decir, la correspondencia entre las estruc­ do comun academico (sens commun savante), aquel que imita
turas sociales y las estructuras mentales, la estructura objetiva como un loro, con unajerga tecnica y bajo la tramposa aparien­
del mundo y las estructuras cognitivas a traves de las cuales es­ cia oficial del discurso cientifico, el discurso del sentido comun
te ultimo es aprehendido-- no hacen mas que repetir los cues­ (esto es 10 que llamo el "efecto Diafoirus").46
tionamientos mas tradicionales de la filosofia mas tradicional No es facil escapar a los cuernos de este dilema, esta alterna­
acerca de la realidad de la realidad. Para sopesar las limitacio­ tiva entre la ignorancia inerme del autodidacta privado de ins­
nes de esta semblanza de la radicalidad que su populismo episte­ trumentos de construcci6n cientifica y la seudociencia del seu­
mico les impone (debido a su rehabilitaci6n del pensamiento co­ docientifico que inadvertida y acriticamente acepta categorias
mun), sOlo tenemos que observar que los etnometod610gos no de percepci6n ligadas a un determinado estado de las relaciones
han visto nunca las implicaciones politicas de la experiencia d6xica sociales, conceptos semiconstruidos que toma directamente del
del mundo que, en tanto que aceptaci6n fundamental del orden mundo social. Nunca se siente tanto esta contradicci6n como en
establecido situada fuera del alcance de la critica, es el funda­ el caso de la etnologia, donde debido a la diferencia entre las tra­
mento mas seguro de un conservadurismo incluso mas radical diciones culturales y al extraiiamiento resultante uno no puede
que aquel que trabaja para establecer una ortodoxia poIitica. 45 vivir, como en sociologia, bajo la ilusi6n del entendimiento in­
mediato. En este caso, 0 bien uno no ve nada 0 bien se queda
45 Vease en la parte 2, seceion 1, una discusion ulterior. Es faeil entender
con las categorias de percepci6n y el modo de pensar (ellegaHs­
como dicho conservadurismo. bajo determinadas eircunstaneias historicas.
puede convertirse en su opuesto: como ha demostraedo Calhoun (1979) en mo de los antrop610gos) de sus predecesores, quien a menudo
su critica revisionista del analisis de Thompson de la formaei6n de la clase
trabajadora inglesa, una vision doxica del mundo, es deeir. una "tradieion"
cultural sin cuestionar y unificad puede, cuando se la desafia, proporeionar 46 Por el nombre del medico de Moliere, que habla un latin pretencioso
el mecanismo cognitivo necesario para la aceion radical colectiva. y falsamente academico en El enfenrw imaginario.
344 Una invitaci6n a la sociologia reflexiva
La prllictica de la sociologia reflexiva 345

los recibieron a su vez de otra tradici6n academica (Ia del Dere­


cho Romano, por ejemplo). Todo esto nos inclina hacia una suer­ A riesgo de parecer un partidario de llevar la duda radical
te de ronservadurismo estructural que conduce a la reproducci6n a una expresi6n hiperb6lica, me gustaria evocar una vez mas
de la dom academica. 47 las perniciosas formas que el pensamiento indolente puede
De alIi la peculiar antinomia de la pedagogia de la investi­ adoptar en sociologia. Tengo en mente un caso muy parad6ji­
gaci6n: debe transmitir tanto instrumentos probados de cons­ co, donde un pensamiento critico como el de Marx funciona
trucci6n de la realidad (problematicas, conceptos, tecnicas, en el estado de impensado (impensi), no 8010 en las mentes de
metodos) como una formidable disposici6n critica, una incli­ los investigadores (y esto se aplica tanto a los defensores como
naci6n a cuestionar despiadadamente tales instrumentos (por a los criticos de Marx) sino tambien dentro de la realidad que
ejemplo las taxonomias ocupacionales del INSEE u otras, que registran como pura hip6tesis observacional. Llevar adelante
no son dadas como regalo del cielo ni se ofrecen listas para sondeos sobre las c1ases sociales sin ninguna reflexi6n ulterior
usar fuera de toda realidad). No hace falta decir que, como acerca de su existencia 0 no existencia, su dimensi6n y si son 0
con todo mensaje, las chances de que esta pedagogia tenga no antag6nicas, como se ha hecho mas de una vez, sobre todo
exito varian sustancialmente de acuerdo a las disposiciones so-. con el objetivo de desacreditar la teoria marxista, es tomar co­
cialmente constituidas de sus receptores. La situaci6n mas fa­ mo objeto inadvertidamente las huellas, en la realidad, de los
vorable para su transmisi6n se presenta cuando uno estci fren­ efectos ejercidos por la teona de Marx, en particular por me­
te a gente que combina un dominio avanzado de la cultura dio de las actividades de los partidos y sindicatos que han tra­
cientifica y cierta rebeldia contra, 0 distancia de, esa cultura bajado para "hacer surgir la conciencia de clase".
(por 10 general, arraigada en una experiencia extraiiada del Lo que estoy diciendo sobre el "efecto teoria" que la teo­
universo academico), que los empuja a no "comprarla" a su ria de c1ases pueda haber ejercido, y del que la "conciencia
precio de expendio 0, simplemente, a una forma de resisten­ de clase" tal como la medimos empiricamente es en parte un
cia contra la representaci6n aseptica y desrealizada del mun­ producto, no es mas que una ilustraci6n particular de un fe­
do social que ofrece el discurso dominante en sociologia. Aaron n6meno mas general. Debido a la existencia de una ciencia
Cicourel es una buena ilustraci6n de ello: ha rondado con "de­ social y de practicas sociales que proclaman su parentesco con
lincuentes" en los barrios bajos de Los Angeles durante el esta ciencia (tales como las encuestas de opini6n, los conse­
tiempo suficiente en su juventud como para estar espontcinea­ jos mediaticos, la publicidad, etc.) 48 pero tambien a la peda­
mente inc1inado a cuestionar la representaci6n oficial de la gogia e incluso, con frecuencia cada vez mayor, a la conduc­
"delincuencia". Sin duda es esta intima familiaridad con ese ta de los politicos 0 de los funcionarios de gobierno. los
universo, unida a un s61ido conocimiento de las estadisticas y hombres de negocios y los periodistas, dentro del mundo so­
de las practicas estadisticas, el que 10 predispuso a plantear a cial mismo hay cada vez mas agentes que invocan un conoci­
las estadisticas de "delincuencia" preguntas que todos los pre­ miento academico, si no cientifico, en sus practicas y-Io que
ceptos metodol6gicos del mundo han sido incapaces de generar es mas importante- en su trabajo de producci6n de represen­
(CicoureI1968). taciones del mundo social y de manipulaciones de esas repre­
sentaciones. Asi que la ciencia corre el peligro cada vez mayor de
47 Este punto es sostenido de manera mas completa en Bourdieu 1986a
y 198&. 48 Vease Champagne 1988 y 1990, sobre los usos de la ciencia social y de
la seudociencia social en el "nuevo espacio politico" de Francia.
346

Una invitaci6n a la sociologia reflexiva La practica de la sociologia reflexiva 347

registrar inadvertidamente el resultado de practicas que preten­ tanto la ingenuidad primaria como la verdad objetiva que esa
den derivarse de la ciencia. ingenuidad oculta y en la que se detienen los demi-hahiks, aque­
Finalmente, y de manera mas satil, sucumbir a los hcibitos lias que piensan que son mas astutos que nadie, engaiiados por
de pensamiento, incluso a aquellos que bajo otras circunstan­ otra forma de ingenuidad. (No puedo contenerme de decir
cias pueden ejercer un poderoso efecto de ruptura, solo pue­ aqui que la excitacion de ser astuto, desmitificador y desmiti­
de conducir a formas inesperadas de ingenuidad. No vacilare ficado, de hacer el papel del desencantado desencantador, es
en decir que el marxismo, en sus usos sociales mas comunes, un ingrediente crucial en buena parte de las vocaciones socio­
constituye a menudo la forma par excellence de 10 acaabnicamen­ logicas... Yel sacrificio que el riguroso metodo exige es por
te preconstruido porque estci por encima de la suspicacia. Supon­ ello de 10 mas costoso.)
gamos que nos ponemos a estudiar la idelogia "legal", "religio­ No hay riesgo de sobreestimar la dificultad y los peligros
sa" 0 "profesoral". La misma palabra ideologla supone marcar cuando se trata de pensar el mundo social. La fuerza de 10 pre­
un quiebre con las representaciones que los agentes preten­ construido reside en el hecho de que, estando escrito tanto en
den dar a su propia practica: significa que no deberiamos to­ las cosas como en las mentes, se presenta bajo el manto de 10
mar sus declaraciones al pie de la letra, que tienen intereses, autoevidente que pasa desapercibido porque por definicion se
etc. Pero en su violencia iconoclasta, la palabra nos lleva a 01­ da por sentado. La ruptura requiere una conversiOn de la mirada
vidar que la dominacion de la que debemos arrancarnos para de uno y es posible decir acerca de la enseiianza de la sociolo­
objetivar logra ejercerse en gran medida en tanto es descono­ gia que primero debiera "dar nuevos ojos", como han dicho a
cida como tal. Por tanto nos hace olvidar que debemos rein­ veces los filosofos iniciciticos. La tarea es producir, si no una
troducir en el modelo cientifico el hecho de que la represen­ "nueva persona", al menos una "nueva mirada", un ojo sociolOgi­
tacion objetiva de la practica tuviese que ser construida contra co. Yesto no puede hacerse sin una genuina conversion, una
la experiencia primaria de la prcictica 0, si 10 prefieren, que la metanoia, una revolucion mental, una transformacion de la pro­
"verdad objetiva" de esta experiencia es inaccesible ala expe­ pia vision del mundo social en su totalidad.
riencia misma. Marx nos permite abrir de un portazo las puer­ 1.0 que se llama "ruptura epistemologica",49 es decir la pues­
tas de la doxa, de la adherencia doxica a la experiencia prima­ ta entre parentesis de las preconstrucciones habituales y de los
ria. Pero detras de esta puerta yace una trampa, y el demi-habile principios comllnmente en funcionamiento en la elaboracion
que confia en el sentido comlln academico olvida retornar a de dichas construcciones, a menudo presupone una ruptura
la experiencia primaria que la construccion academica habia con modos de pensar, conceptos y metodos que tienen a favor
puesto entre parentesis y dejado a un lado. La "ideologla" toda la apariencia del sentido comun, del sentido ordinario, y del
(realmente a esta altura hariamos mejor en llamarla de algu­ buen sentido cientffico (todo aquello que la tradicion positivis­
na otra manera) no se nos aparece como tal, a nosotros ya Sl ta dominante honra y reverencia). Ustedes seguramente com­
misma, y es este desconocimiento el que Ie da su eficacia sim­
bolica. En suma, no alcanza con romper con el sentido comlln 49 La nocion de "ruptura epistemolOgica" (como la de "perfil epistemo­
ordinario, 0 con el sentido comlln academico en su forma ha­ logico"), que muchos lectores angloamericanos asocian con Althusser (0 con
bitual. Debemos romper tambiin con los instrumentos de ruptura que Foucault) se origina con Gaston Bachelard y ha sido utilizado muyextensa­
mente por Bourdieu mucho antes del apogeo del marxismo estructuralista
niegan la experiencia misma contra la cual han sido construidos. Esto (notese el estatuto de pivote que se Ie da en Bourdieu, Chamboredon y Pas­
debe hacerse para erigir modelos mas completos, que abarquen sewn 1973, originalmente publicado en 1968).
348 Una InYItaci6n a la sociologfa reflexlYa La prActlca de la sociologfa reflexlya 349

prenderan que, cuando uno esta convencido, como yo, de que frances, decimos "director de conciencia"), un papel bastante
la tarea mas decisiva de la ciencia social, y por tanto de la ense­ peligroso, que no tiene justificacion, bajando de nuevo a la rea­
nanza de la investigacion en ciencias sociales, es establecer co­ lidad a quien "ve demasiado a 10 grande" e inyectando mas am­
mo norma fundamental de la pnictica cientifica la conversion bicion en quienes se dejan atrapar en la seguridad de empren­
del pensamiento, la revolucion de la mirada, la ruptura con 10 dimientos faciles y humildes.
preconstruido y con todo aquello que 10 apuntala en el orden De hecho, la ayuda mas decisiva que el investigador novato
social-yen el orden cientifico--, se esta condenado a la sos­ puede esperar de la experiencia es aquella que 10 anime a to­
pecha permanente de querer ejercer un magisterium profetico mar en cuenta, en la definicion de su proyecto, sus condicio­
y exigir una conversion personal. nes reales de realizacion, es decir, los medios que tiene a su dis­
Agudamente consciente de las contradicciones especifica­ posicion (especialmente en terminos de tiempo y competencia
mente sociales de la empresa cientifica tal como he tratado de especifica, dada la naturaleza de sus experiencias sociales y de
describirla, cada vez que juzgo un trabajo de investigacion, sue­ su formacion) y las posibilidades de acceso a los informantes y
10 preguntarme a mi mismo si debiera tratar de imponer la vi­ a la informacion, documentos y fuentes, etc. Con frecuencia,
sion critica que a mi me parece la condicion necesaria de cons­ es sOlo en la conclusion de un prolongado trabajo de socioana­
truccion de un objeto cientifico genuino, poniendo en lisis, a traves de toda una secuencia de fases de sobreinvestidu­
movimiento una critica del objeto preconstruido que probable­ ras y desposeimientos, que el ajuste ideal entre un investigador
mente parezca un coup de force, una suerte de Anchluss intelec­ y "su" objeto puede lograrse.
tual. Esta dificultad es muy seria porque en las ciencias sociales La sociologia de la sociologia, cuando adopta la forma muy
el principio de los errores casi siempre se funda, al menos en concreta de la sociologia del sociologo, de su proyecto cienti­
mi experiencia, en disposiciones socialmente constituidas asi fico, de sus ambiciones y omisiones, de sus audacias y miedos,
como en miedos y fantasias sociales. De manera que siempre no es un suppLement d 'time 0 una especie de lujo narcisista: la to­
es dificil pronunciar publicamente un juicio critico que, mas rna de conciencia de las disposiciones, favorables 0 desfavora­
alia de las practicas cientificas, toque a las disposiciones mas bles, asociadas a los propios origenes sociales, con su trasfon­
profundas del habitus, aquellas intimamente ligadas a los ori­ do academico y de genero, ofrece la oportunidad, aun si es
genes sociales y etnicos, al genero y tambien al grado de con­ limitada, de llegar a controlar tales disposiciones. Incluso asi,
sagracion academica previo. Tengo en mente aqui la humildad son incontables los trucos de las pulsiones sociales, y hacer una
exagerada de algunos investigadores (mas frecuente entre las sociologia del propio universo a veces puede ser otra manera,
mujeres que entre los hombres, 0 entre aquellos que provienen mas perversa, de satisfacer de manera indirecta esos impulsos
de un trasfondo social "modesto", como decimos a veces) que reprimidos. Por ejemplo, un ex teologo que se hizo sociologo
no es menos fatal que la arrogancia. En mi opinion, la postura puede experimentar una especie de regresion y empezar a ha­
correcta consiste en una combinacion altamente improbable blar como teologo 0, peor aun, usar la sociologia como un ar­
de una determinada ambicion, que lleva a uno a adoptar una rna para establecer sus pasadas posiciones teologicas. Lo mis­
mirada amplia (a voir grand), y la modestia indispensable para mo puede ocurrir con un ex filosofo: tarnbien el corre el riesgo I

enterrarse en el mas compieto detalle del objeto. Asi, el direc­ de encontrar en la sociologia de la filosofia el modo encubierto
tor de investigacion que realmente quiera cumplir su funcion
tendra a veces que adoptar el papel de confesor 0 guru (en
de librar las guerras filosoficas por otros medios. II
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350
. Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva La practica de la sociologfa reflexiva 351

5. Objetivaci6n participante de mi trabajo yo habia erigido un modelo del espacio academico


como un espacio de posiciones vinculadas por relaciones de
Lo que he llamado objetivaci6n participante (que no hay que fuerza espedficas, a la manera de un campo de fuerzas y al mis­
confundir con la observacion participante)50 es sin duda el mo tiempo un campo de luchas por preservar 0 transformar
ejercicio mas dificil de todos porque requiere de un quiebre I dicho campo de fuerzas. Pude haberme detenido alii, pero al­
con las adherencias y adhesiones mas profundas e inconscien­ gunas observaciones que habia hecho en el pasado, en el cur­
tes, aquellas que a menudo confieren a los objetos el "interes" so de mi trabajo etnogr.ifico en Argelia, me sensibilizaron ha­
que tienen por ellos quienes los estudian (es decir, aquello que cia el "epistemocentrismo" asociado con el punto de vista
menos quieren conocer sobre su relacion con el objeto que tra­ academico. Ademas, me vi forzado a revisar mi empresa debi­
tan de conocer). Es el ejercicio mas dificil pero tambien el mas do a la incomodidad que en el momenta de publicarla me pro­
necesario porque, como intente hacerlo en Homo academicus duda el sentimiento de haber cometido una especie de desleal­
(Bourdieu 1988a), el trabajo de objetivacion toca en este caso tad al elevarme como observador por encima de un juego que
un objeto muy peculiar dentro del cual estin inscriptos algu­ aiin estabajugando. Entonces experimente de un modo parti­
nos de los determinantes sociales mas poderosos de los princi­ cularmente punzante 10 que estaba implicito en la pretension
pios mismos de aprehension de cualquier objeto posible: por un de adoptar la postura del observador imparcial, ubicuo e invi­
lado, el interes especifico asociado a ser miembro del campo aca­ sible al mismo tiempo en tanto se disimula detras de la imper­
demico ya ocupar una posicion espedfica en dicho campo,·y sonalidad absoluta de los procedimientos de investigacion, ca­
por el otro, las categorias socialmente constituidas de percep­ paz por ende de adoptar un punto de vista cuasidivino sobre
cion del mundo academico y del mundo social, categorias del colegas que al mismo tiempo son competidores. AI objetivar la
entendimiento profesoral que, como dije antes, pueden pro­ pretension de posicion regia que convierte a la sociologfa en
porcionar el fundamento de una estetica (por ejemplo el art un arma en las luchas internas al campo en lugar de un instru­
pompier, el arte academico) 0 de una epistemologia (como la mento de conocimiento de tales luchas, y por ende del propio
epistemologia del resentimiento que, haciendo de una necesi­ sujeto cognoscente que, no importa 10 que haga, nunca deja
dad una virtud, valora siempre las pequeiias prudencias del ri­ de librarlas, me di ami mismo los medios para reintroducir en
gor positivista contra toda forma de audacia cientifica). el anaIisis la conciencia de las presuposiciones y prejuicios aso­
Sin tratar de explicar aqui todas las enseiianzas que una so­ ciados con el punto de vista local y localizado de alguien que
ciologia reflexiva puede extraer de tal anaIisis, me gustaria su­ construye el espacio de los puntos de vista.
gerir tan solo una de las suposiciones mejor escondidas de la La conciencia de los limites de la objetivacion objetivista me
empresa cientifica que el trabajo sobre dicho objeto me forzo hizo descubrir que existe, dentro del campo social, y particu­
a descubrir y cuya consecuencia inmediata -prueba de que la larmente dentro del mundo academico, todo un nexo de ins­
sociologia de la sociologia es una necesidad, no un lujo- fue tituciones cuyo efecto es tornar aceptable la brecha entre la ver­
un mejor conocimiento del objeto en s1. En una primera fase dad objetiva del mundo y la verdad vivida de 10 que somos y
hacemos en el (todo aquello que los sujetos objetivados susci­
50 Sobre esta noci6n, vease El sentido practico (Bourdieu 1990a), H01TW aca­ tan cuando confrontan el anaIisis objetivista diciendo que "las
demicus (Bourdieu 1988a), Bourdieu 1978a, y la parte 2, seccion I del presen­ cosas no son asi"). En este caso, existen por ejemplo sistemas
tevolumen.
. colectivos de defensa que, en universos donde todos luchan por
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352 Una invit1ci6n a la sociologfa reflexiva La practica de la sociologia reflexiva

el monopolio sobre un mercado en el que todos los consumi­ fracaso, como acto de re-conocimiento, es imposible de hecho.
dores de uno son tambien sus competidores y la vida es por tan­ Saben tambien que, para hablar con propiedad, los guarismos y
to muy dura,51 nos permiten aceptarnos a nosotros mismos al sus sign,ificados no son "hechos" universales, y que la estrategia
aceptar los subterfugios 0 gratificaciones compensatorias ofre­ que consiste en "negar 10 obvio" (e154 por ciento es mayor oque
cidos por el medio ambiente. Es esta doble verdad, objetiva y sub­ el 46 por ciento), si bien pareciera destinada a fracasar, conser­
jetiva, la que constituye toda la verdad del mundo social. va un grado de validez (el partido X gano pero el partido ¥ no
Si bien vacHo un poco, me gustaria evocar a manera de ilus­ perdio en realidad: X gano pero no tan limpiamente como en
tracion fmal una presentacion hecha aqui hace algful tiempo ~ elecciones previas 0 por 1,ID margen menor del que habia sido
bre un debate televisivo postelectoral,52 un objeto que, debido a anunciado, etcetera).
su aparente facilidad (todo 10 referido a el se presta de inmedia­ ~Pero es esto 10 que realmente importa? Aqui la cuestion
to a la intuicion inmediata), presenta muchas de las dificultades del quiebre se plantea con especial prominencia dado qu.e el
con las que un sociologo puede tropezar. ~Como hemos de ir analista esta contenido dentro del objeto de sus competidores
mas alIa de la descripcion inteligente, esa del tipo siempre ex­ en la interpretacion del objeto, y estos competidores pueden
puesto a "ser redundante con el mundo" (faire plionasme avec Ie incluso invocar la autoridad de la ciencia. Se plantea de forma
monde), al decir de Mallarme? Es grande el peligro, en verdad, particularmente aguda porque, en contraste con 10 que ocurre
de reafirmar en un lenguaje distinto aquello que los agentes in­ en otras ciencias, una mera construccion, incluso una descrip­
volucrados ya han dicho 0 hecho y extraer significados de pri­ cion construida --es decir, una determinada a capturar los rag­
mer grado (hay una dramatizacion de la espera de los resulta­ gos relevantes y solo esos-- no tiene el valor intrinseco que asu­
dos, hay una lucha por el significado de los resultados, etc.), 0 ya me en el caso de la descripcion de una ceremonia ritual secreta
fuera simple 0 pomposamente identificar los significados que entre los hopis 0 de la coronacion de un rey en la Edad Media:
son el producto de intenciones conscientes, que los agentes mis­ la escena ha sido vista y entendida (en cierto nivel y hasta cierto
mos podrian declarar si tuviesen tiempo y no temieran mostrar punto) por veinte millones de telespectadores, Yel registro da
su juego. Pues estos ultimos saben muy bien -al menos en la una lectura de ella cuya precision no puede igualar ninguna
prcictica, pero cada vez mas de modo consciente- que en una tfanscripcion positivista.
situacion donde 10 que estajuego es imponer la representacion De hecho, no podemos escapar de la serie indefmida de in­
mas favorable de la propia posicion, la aceptacion publica del terpretaciones mutuamente refutables --el hermeneuta esci en­
vuelto en una lucha entre hermeneutas que compiten por te­
ner la ultima palabra sobre un fenomeno 0 un resultado- a
51 Esto es 10 que Bourdieu (1985d) lIama el Mmercado de produccion res­
menos que realmente construyarnos el espacio de las relaciones
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tringida en oposicion al Mmercado generalizado donde los productores
,
objetivas (estructura) que expresan los intercambios comunica­
culturales someten sus obras a un publico amplio. cionales que observamos directamente (interacciOn). La urea
52 En la noche de carla eleccion naciona1los principales canales de tele­
consiste en captar la realidad escondida que se vela a si misma
vision francesa organizan programas especiales en que prominentes politi­
cos, politologos, periodistas y comentaristas politicos interpretan y debaten al develarse y solo se ofrece a los observadores bajo la forma
los resultados estimados de la votacion y su significacion para la evolucion anecdotica de la interaccion que la oculta. ~Que significa todo
politica del pais. E50S programas son casi universa1mente identificables por esto? Ante nuestros ojos tenemos un conjunto de individuos de­
los telespectadores franceses y constituyen un medio de accion politica de in­
fluencia creciente.
signados par sus apellidos, el senor Amar, periodista, el senor
355
La prictica de la 50ciolog ia reflexiva
354 Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva

Sin embargo, no podemos detenernos aqui. El espacio de


Remond, historiador, el senor X, politologo, y asi sucesivamen­ interaccion es e1 locus donde se Heva a cabo una interseccion
te, que intercambian, como solemos decir, declaraciones apa­ entre varios campos. En su lucha por imponer la interpretacion
rentemente pasibles de un "an:ilisis del discurso" y donde todas "imparcial", es decir, por hacer que los espectadores reconcz­
las "interacciones" visibles al parecer proporcionan las herra­ can la suya como la vision objetiva, los agentes tienen a su dis­
mientas necesarias para su propio an:ilisis. Sin embargo, la es­ ! posicion recurso s que dependen de su membresia en campos
cena que se desata en el estudio de televisi6n, las estrategias que objetivamente jerarquizados y de su posicion dentro de los res­
los agentes despliegan para ganar el combate simb61ico por el \ pectivos campos. En primer lugar, tenemos el campo politico
monopolio de la imposici6n del veredicto, por la reconocida ca­ (Bourdieu 19S1a): en tanto eSlim directamente implicados en
pacidad de decir la verdad sobre la cuestion en juego en el de­ el juego y por tanto directamente interesados Yasi se los ve~ se
bate, son la expresi6n de relaciones objetivas de fuerza entre los \ percibe de inmediato a los politicos como juez y parte, sospe­
agentes involucrados 0, para ser mas preciso, entre los distintos chosos siempre de proponer interpretaciones interesadas, ses­
campos en los que estan implicados y en los que ocupan posi­ gadas y por ende desacreditadas. Ocupan distintaS posiciones
dones de diversa reputaci6n. En otras palabras, lo. interacci6n es del tampo politico: se ubican en este espacio por su membre­
lo. resultante visible y fruramente fenomenica de lo. intersecci6n de cam­ sia en un partido pero tambien por su estatus en el partido~ su
pos jerarquizados. notoriedad, local 0 nacional, su atraccion publica, etc. Luego
El espacio de interacci6n funciona como una situacion del tenemo el campo periodistico: los periodistaS pueden y deben
s
mercado lingiiistico y podemos descubrir los principios que adoptar una ret6rica de la objetividad Yla neutralidad, con la
subyacen a sus propiedades coyunturales. 53 Primero, se trata de asistencia de los "politologos" cuando sea menester. Luego te­
un espacio preconstruido: la composicion social del grupo de nemos el campo de la "ciencia politica" dentro de la cuallos
participantes esta determinada de antemano. Para compren­ "politologos mediaticos" ocupan una posicion bastante despro­
der que puede ser dicho y especialmente que no puede ser dicho vista de glamour, si bien gozan de un prestigiO considerable del
en el estudio, uno debe conocer las leyes de formaci6n del gru­ lado de afuera, especialmente entre los periodistaS a los que
po de hablantes, quienes quedan excluidos y quienes se exclu­ dominan estructuralmente. Le sigue el campo del mercado po­
yen a si mismos. La censura mas radical es la ausencia. De ma­ litico, representado por los anunciantes y consultores mediati­
nera que debemos considerar las relaciones de representaci6n cos que revisten sus evaluaciones de los politicos de justificacio­
(tanto en el sentido estadistico como en el sentido social) de nes "cientificas". En Ultimo lugar esta e1 campo universitario
las diversas categorias (genero, edad, ocupacion, educacion, propiamente dicho, representado por especialistaS en historia
etc.) y por ende las chances de acceso al habla, medidas por la electoral que se han "especializado" en el comentarlo de resul­
cantidad de tiempo que utiliza cada uno. Una segunda carac­ tados electorales. De tal modo que encontramOS una progresi6n
teristica es la siguiente: el periodista ejerce una forma de do­ desde los mas "comprometidos" a los mas desapegados, estrUC­
minacion (coyuntural, no estructural) sabre el espacio dejue­ tural 0 estatutariamente: el academico es el que tiene mas 54dis­
go que ha construido y donde desempena el papel del <irbitro tancia", mas "desapego". Cuando llega a producir una retOrica de
que impone normas de "objetividad" y "neutralidad". /L£ objetividad 10 mas eficaz posible, como es el caso en estos pro­
gram de noticias postelectorales, el academico goza de una
as
53 EI concepto de mercado lingiifstico se explica en Bourdieu 1990fyen ventaja estructural sobre todos los demas.
la parte 2, secci6n 5.
356
Una invitaci6n a la sociologla reflexiva
l.II pr6ctica de la sociologla reflexiva 357

Lasestrategias discursivas de los diversos agentes, y en par­


ticular los efectos retoricos que apuntan a producir una facha­ juego que observa, mas 0 menos directamente envuelto en ri­
da de objetividad, dependeran del balance de fuerzas simboli­ vaIidades con ellos y por ende mas 0 menos tentado de entrar
cas entre los campos y de los recursos especificos que la en el juego del metadiscurso bajo el manto de la objetividad.
membresia en dichos campos conceda a los distintos participan­ Cuando eljuego que se analiza consiste, como en este caso,
tes. En otras palabras, se articularan segUn los intereses especifi­ en emitir un metadiscurso acerca de todos los demas discur­
cos y activos diferenciales que los participantes posean en esta sos --de los politicos que proclaman alegremente la victoria
particular lucha simbolica por el veredicto "neutral", en virtud electoral, del periodista que pretende ofrecer un informe ob­
de su posicion dentro del sistema de relaciones invisibles que jetivo sobre la distanciaentre los candidatos, del "politologo"
prevalece entre los diferentes campos en los que operan. Por y el especialista en historia electoral que pretenden ofrecernos
ejemplo, el politologo tendra una ventaja como tal sobre el po­ una explicacion objetiva del resultado mediante la compara­
litico y el periodista, debido a que se Ie acredita mas facilmen­ cion de los margenes y tendencias con las estadisticas pasadas
te una objetividad y porque tiene la alternativa de apelar a su y presentes-, alIi donde se trata, en una palabra, de ponerse
competencia especifica, es decir, su manejo de la historia elec­ a si mismo meta, por encima del juego, a traves de la sola fuer­
toral para hacer comparaciones. Puede aliarse al periodista, en za del discurso, es tentador usar la ciencia que analiza las estra­
cuyo caso reforzani y legitimara sus pretensiones de objetivi­ tegias desarroIIadas por los distintos agentes para asegurar la
dad. La resultante de todas estas relaciones objetivas son rela­ victoria de la propia "verdad" para decir la verdad del juego y
ciones de poder simbolico que se expresan en la interaccion asi asegurarse la victoria. Sigue siendo la relacion objetiva en­
bajo la forma de estrategias retoricas. Son estas relaciones ob­ tre la sociologia politica y la "politologia mediatica" 0, para ser
jetivas las que determinan en su mayor parte quien puede Cor- mas preciso, entre las posiciones que los observadores y los ob­
tar a quien, hacer preguntas, hablar largamente sin ser inte­ servados ocupan en sus campos respectivos y objetivamente je­
rrumpido 0 desatender a las interrupciones, etc., quien estci rarquizados, 10 que determina la percepcion del observador,
condenado a estrategias de negacion (de intereses y de estra­ especialmente imponiendole puntos ciegos que resultan indi­
tegias interesadas), a negativas rituales a dar respuesta 0 a for­ cativos de sus propios intereses creados.
mulas estereotipadas, etc. Podriamos avanzar un poco mas y de­ La objetivacion de la relacion del sociologo con su objeto
mostrar como el hecho de someter a ancilisis las estructuras es, como deja ver este caso, condicion necesaria del quiebre
objetivas nos permite explicar las particularidades del discurso y con la predisposicion a investir su objeto, que sin duda se en­
de las estfategias retoricas, las complicidades y antagonismos, asi cuentra en la raiz de su "interes" por el mismo. En cierto sen­
como lasjllgadas in ten tadas y producidas (en suma, todo aque­ tido, es preciso renunciar al uso de la ciencia para intervenir el
lIo que el ancilisis del discurso cree ser capaz de comprender objeto con el fin de estar en posicion de realizar una objetiva­
sobre la base del mero discurso). cion que no sea la vision meramente parcial y reduccionista que
~Pero por que es tan dificil el ancilisis en este caso? Sin du­ uno puede adquirir, estando dentro deljuego, del otro 0 los
da porque aquellos a quienes el sociologo pretende objetivar demasjugadores, sino mas bien la vision abarcadora que se ad­
son sus competidores por el monopolio sobre la objetivacion quiere de un juego que es posible captar como tal por haberse
objetiva. De hecho, segiin los objetos que estudie, el sociolo­ retirado de el. SOlo la sociologia de la sociologia -y del soci6­
go estara mas 0 menos alejado de los agentes y cuestiones en logo- puede darnos un determinado dominio de los objeti­
vos sociales que es posible perseguir por medio de las metas
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Una invitaci6n a la sociologfa reflexiva

cientificas que buscamos de manera inmediata. La objetivaeion


participante, que podria postularse como la forma mas alta del
arte sociologico, solo se realiza en la medida en que se la prac­ Apendice 1
tique sobre una objetivacion 10 mas completa posible del inte­
res implicito en objetivar inscripto en el acto de participar, co­ Como leer
mo asi tambien sobre la puesta entre parentesis de este interes
y de la representacion que SUstenta. a Bourdieu

Para el principiante, encontrar una entrada a la extensa


obra de Bourdieu plantea el tortuoso problema de por don­
de empezar. La siguiente estrategia refleja mis preferencias
personales y aquello que los participantes del Seminario so­
bre Pierre Bourdieu que organice encontraron efectivo (s610
se induyen escritos en ingles y se ha dado preferencia a los
textos breves por sobre los largos). EI orden dellistado, de 10
mas (meta)teorico y conceptual a 10 mas empirico es algo ar­
bitrario, puesto que Bourdieu rara vez separa la epistemolo­
gia, la teoria y el trabajo empirico, pero es utH como indica­
cion aproximativa del enfasis de los articulos. En general, se
aconseja a los lectores leer atravesando dominios empiricos, v
alternar textos mas teoricos con otros orientados mas empiri­
camente, y, sobre todo, entender a Bourdieu en sus propios
terminos antes de "traducirlo" a lexicos mas amables porque
el estilo y la sustancia de sus argumentos estan intimamente
ligados.
Revista de Antropología Social ISSN: 1131-558X
11 (2002) 1 Delimitando la antropología George W. Stocking Delimitando la antropología

Delimitando la antropología: reflexiones significativas dentro y fuera de la academia”, atraer “diversas voces a la disciplina”,
favorecer “el uso del conocimiento antropológico en el proceso de las políticas
históricas acerca de las fronteras de públicas”; “en resumen”, enfrentarnos “a los retos del actual clima reestructurante,
una disciplina sin fronteras competitivo” (Cornman, 1995, p.6).
Si la llamada a la reorganización realizada por el director ejecutivo se
centra en las fronteras internas de «la disciplina» y sus relaciones con las audiencias
George W. Stocking externas, un ensayo publicado en el mismo número (bajo el recientemente
Universidad de Chicago instituido título «Whither Our Subjets and Ourselves?») daba ejemplo de la
reciente preocupación acerca de las fronteras entre aquellos que practican la
antropología y su objeto de estudio tradicional. Argumentando que la misma
noción de frontera era «un resto» de la época colonialista, el autor citó un ensayo
Las fronteras de la antropología siempre han sido problemáticas; quizá aún previo, publicado en la misma serie, para sugerir que aquellos que eran tratados
más que las de otras disciplinas o discursos de las ciencias sociales. No ob- como «informantes cuyas mentes debían ser explotadas por el antropólogo», debían
stante, nunca fueron tan problemáticas como lo son hoy en día. Un reciente ser vistos ahora como «coproductores del conocimiento» (Mills, 1995, p.7).
número de Anthropology Newsletter sugiere algunas dimensiones y dinámicas En contraste con estas dos imágenes de lo que eran las fronteras en el fin
del problema de las fronteras. Desde 1983, cuando la American Anthropo- de siglo, consideremos la definición de frontera ofrecida, a principios del siglo
logical Association fue reorganizada para representar de manera más efectiva XX, por el hombre a quien se le atribuye la paternidad de «la disciplina» en
las numerosas “antropologías de adjetivo” que habían surgido durante el cuarto Estados Unidos. Para Franz Boas «el dominio de conocimiento» de la antropología
de siglo anterior, el número de unidades de la asociación reconocidas en 1904 incluía «la historia biológica de la humanidad en todas sus variantes; la
constitucionalmente era más del doble. Ahora hay quince “sociedades” subsidiarias lingüística aplicada a pueblos sin lenguaje escrito; la etnología de pueblos sin
(incluyendo la etnológica, humanística, lingüística, médica, psicológica, urbana, registros históricos y la arqueología prehistórica» (Boas, 1904, p.35). Esta
visual, latinoamericana y europea, así como aquellas dedicadas a la “consciencia” estructura es inmediatamente reconocible como los «cuatro campos» tradicionales
y al “trabajo”); diez “asociaciones” (incluyendo africanistas, blancos, feministas, de la disciplina americana -o, en la expresión irónica de algún reciente escéptico,
política y jurídica, tercera edad y estudiantes, así como varias asociaciones su «legajo sagrado»-. Considerado en el contexto de las imágenes más recientes
regionales y una dedicada a la “práctica de la antropología”); tres “consejos” (y algunos otros pasajes de Boas), sus comentarios proporcionan un ángulo
(educación, museos, nutrición); dos “secciones” (biología y arqueología); y una apropiado para la reflexión histórica de la variada problemática de las fronteras
agrupación no categorizada llamada simplemente “cultura y agricultura”. de la antropología.
Finalmente, existe una unidad dedicada a la “antropología general”- rúbrica
que en un tiempo podía haber incluido a todo el resto, pero cuyo actual estatus
residual está apropiadamente señalado por su denominación como “división”-. Orígenes múltiples y unidad contingente: las fronteras de la
antropología alrededor de 1904.
Reflejando esta fragmentación subdisciplinaria, la circulación del American An-
thropologist, el periódico oficial de la Asociación desde su fundación en 1902,
ha caído desde los casi 11.000 ejemplares a menos de 8.000, y en la actualidad Para empezar nótese que en el mismo momento histórico en el que «la
están suscritos menos de la mitad de sus miembros. Preocupados por tales disciplina» fue reconocida como campo de estudio en un pequeño número de las
problemas, y tal y como quedó plasmado en una serie de columnas en Newsletter, más prestigiosas universidades norteamericanas -usualmente en algún
el director ejecutivo de la asociación se preguntaba si la antropología estaba departamento compartido o en conjunción con un museo-, la figura líder de su
actualmente demasiado fragmentada para enfrentarse a las necesidades futuras institucionalización académica definió la antropología en términos históricamente
de lo que él aún denomina “la disciplina”: educar “a las audiencias más contingentes. Garantizando que su «desarrollo histórico parece [mis cursivas]

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haber señalado claramente un dominio de conocimiento que hasta entonces no Science Research Council (S.S.R.C.). Desde el principio de su moderna (o, lo
había sido tratado por ninguna otra ciencia», Boas insistió en que la apariencia que es lo mismo, institucionalizada) historia en las primeras décadas del siglo
de una disciplinariedad delimitada era engañosa: los orígenes de la antropología diecinueve, la antropología ha sido profundamente interdisciplinar, tanto en su
eran «múltiples» y ya existían, de hecho, «indicaciones de su ruptura». Los origen como en su constitución. En el tercer cuarto del siglo XX, antes de la
«métodos biológico, lingüístico y etnológico -arqueológico» eran tan distintos reciente aceleración de la fragmentación, los antropólogos se felicitaban a sí
que muy pronto «el mismo hombre» no hubiera podido ser «competente de igual mismos por haber sido capaces de lograr financiación para sus investigaciones
modo en todos ellos». No pasaría «tanto tiempo» en que la antropología biológica no sólo en la S.S.R.C., sino también en el A.C.L.S. (American Council of
y lingüística se separaran y «la antropología pura y simple» se centrara Learned Societies) y en la N.S.F. (National Science Foundation).
exclusivamente en el estudio de «las costumbres y creencias de los pueblos menos
civilizados» (Boas, 1904, p. 35). Pero como estas siglas sugieren, el desarrollo de fusión dibujado
anteriormente tiene un carácter nacional particular. En otros países, la historia
Como sugieren los orígenes «diversos» de Boas la antropología proviene disciplinar de la «antropología» ha sido bastante diferente. A pesar del aparente
de varios modelos bien conocidos de desarrollo disciplinar: el modelo jerárquico carácter inclusivo de su sujeto de estudio (antropo-logía = el discurso, o en el
de Comte, en el que el impulso del conocimiento positivo se extiende con éxito lenguaje común, la «ciencia» del «hombre»), el contenido actual de la
hacia dominios más complejos (matemáticas, astronomía, física, química, biología, «antropología» ha variado considerablemente en las distintas épocas y lugares.
sociología); y el modelo genealógico, en el que las disciplinas modernas pueden En contraste con la tradición angloamericana moderna, la «antropología» acabó
ser visualizadas surgiendo de varios discursos originarios no diferenciados (las por tener un significado diferente y más estrecho en la Europa continental, donde
ciencias biológicas de la ciencia natural, las humanidades de la filología y las el término se refería a la antropología física, bien como uno de los componentes
ciencias sociales de la filosofía moral). En contraste, la antropología puede ser
de un conjunto o bien con la pretensión de dominar la disciplina. La primera
visualizada históricamente como resultado de procesos de fusión más que de
relación es evidente en la Alemania del siglo XIX, donde las principales
fisión. El mismo Boas expresó que su fundación se asentaba, allá a mediados del
organizaciones antropológicas fueron llamadas sociedades para «la antropología,
siglo XIX, en tres puntos de vista -«el histórico, el clasificatorio y el geográfico»
la etnología y la prehistoria»; una tradición más conflictiva es evidente en Francia;
(Boas, 1904, p.25)-. Mirando hacia atrás un siglo después podemos sugerir que
la antropología representa una fusión imperfecta de cuatro modos de investigar en 1859 se fundaron dos sociedades diferentes en París: la sociedad
que difieren en sus orígenes históricos y en sus planteamientos epistemológicos, «antropológica» que insistía en la primacía de la diversidad física de la humanidad,
incluyendo no sólo la historia natural, la filología y la filosofía moral, sino también, y la sociedad «etnográfica», que insistía en la unidad de la humanidad como una
la afición por las antigüedades. Dependiendo de qué línea ancestral elijamos entidad espiritual. Incluso en la esfera angloamericana, sólo en la década de
para avanzar, uno puede empezar desde Buffon y Linneo, desde Vico y Herder, 1870 el término «antropología» se convierte en la rúbrica que engloba la disciplina
Ferguson y Montesquieu, o de Stukeley y Winckelmann. Y a pesar de que las -y aún en este caso con diferencias de énfasis que fueron reflejadas en las
líneas a seguir son complejas tanto en su diferenciación como en su interrelación, divergentes y reconvergentes historias del siglo XX-. En el continente europeo,
las diferentes herencias intelectuales pueden ser asociadas a cada linaje: de la las tradiciones separadas continuaron durante largo tiempo -a pesar de que en
tradición de la historia natural surge tanto la antropología física como el trabajo las últimas décadas las terminologías angloamericanas y los modelos de
de campo en la antropología social y cultural; de la tradición filológica no sólo organización han sido cada vez más influyentes en la Europa continental (tal y
surge la antropología lingüística sino, también, la antropología simbólica y la como antes lo fueron en cualquier lugar del mundo)-.
hermenéutica; de la tradición de la filosofía moral surge la antropología psicológica Como ocurriera con la tradición biológica francesa y las tradiciones federativas
y social; de la tradición de la afición a las antigüedades surge la arqueología y el alemanas, el uso angloamericano fue el desarrollo de una historia más temprana
folklore. que se refleja etimológicamente en la distinción entre «antropología» y «etnología»
Desde esta perspectiva, la antropología siempre ha tenido una suerte de -el discurso o ciencia de «las naciones»-. La relación histórica entre «etnología»
estatus diferente en relación con otras disciplinas sociales científicas que, tras un y «antropología» ofrece una tercera ventaja a partir de la cual se considera la
siglo de fisión, se juntaron en la década de los años 20 para formar el Social contingencia histórica de la formación de la disciplina y de los problemas de

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fronteras que son su herencia en la actualidad. Si el primer término sugiere un humanas, sino también del desarrollo de sus distintas capacidades mentales
énfasis en las características genéricas de las especies humanas, el segundo podría (incluyendo no sólo el lenguaje, sino todos los fenómenos sociales o mentales
parecer, a primera vista, que privilegia las diferencias entre los grupos que que E. B. Tylor incluyó en su definición de «cultura» o «civilización»). Y a pesar
conforman la humanidad; pero, tal y como sugiere el destino de la «antropología» de que el periodo de tiempo de la emergencia y diferenciación de la especie
en la tradición continental, la historia actual de los dos términos es más compleja. humana se había expandido considerablemente, el viejo problema «etnológico»
En el siglo XIX pre-darwiniano, las primeras sociedades estables que hoy -la reconstrucción de la historia de los pueblos- todavía tenía un lugar en la
podríamos llamar «antropológicas» estaban de hecho dedicadas a la «etnología» agenda antropológica, tanto más cuanto la diferenciación étnica entre las especies
en tanto que «la ciencia de las razas». La cuestión paradigmática de su humanas era, en principio, parte del más amplio proceso evolutivo. Ya fuera
planteamiento fue la unidad o diversidad de la humanidad: ya fuera, tal y como concebida en términos evolucionistas o etnológicos, las evidencias de la raza, el
los «poligenístas» argumentaban, en la medida en que las diferencias entre los lenguaje, la cultura y la arqueología eran entonces relevantes para la solución de
grupos humanos presentes eran suficientes para justificar su consideración como los principales problemas antropológicos.
especies separadas o, según los «monogenístas», que estas mismas diferencias
Es en este contexto de investigación históricamente constituido, en el que
pudieran haber surgido a lo largo del tiempo a partir de una única línea humana
Boas en 1904, abandonando el uso más restringido de la antropología física
dispersada por emigración a través del globo. Los dos grupos privilegiaban
criterios de clasificación bastante diferentes -los poligenistas (precursores de la continental, pudo definir el dominio del conocimiento antropológico en los términos
inclusivos del «legajo sagrado». Aunque la antropología fue para Boas un
posterior tradición de la antropología física) ponían el énfasis en la presumible
irreductibilidad de la diversidad de las razas humanas; los monogenistas, en la fenómeno históricamente contingente, todavía tenía una unidad sustancial por
diferenciación lingüística que había surgido históricamente- considerando las cuanto planteaba cuestiones interrelacionadas para las que resultaban relevantes
diferencias físicas como resultado de la modificación medioambiental a lo largo los datos extraídos de sus diferentes subdisciplinas.
del tiempo. Pero en la medida en que una amplia gama de tipos de evidencia era Existe, no obstante, otra característica en la definición de Boas que tiene
en principio relevante para la solución del problema de la unidad humana que ver con la constitución histórica de las fronteras de la «antropología» como
(especialmente por el intento de los monogenistas de reconstruir la historia de la «disciplina». Anticipando de manera inconsciente el título de un libro posterior y
diversificación humana a través de la migración), esto reforzó la amplia visión muy influyente de Eric Wolf, parece claro que Boas pensaba que la antropología
englobante de la investigación antropológica que acabaría por convertirse en la como dominio históricamente (más que lógicamente) constituido se centraba en
característica de la tradición angloamericana a finales del siglo XIX. «los pueblos sin historia» (Wolf, 1982). Si teóricamente tenía como objeto de
En el curso de la Revolución Darwiniana, la «antropología» sustituyó a la estudio toda la humanidad, en la práctica, se concentraba en aquellos seres
«etnología» como rúbrica en la tradición antropológica angloamericana. En humanos que se situaban fuera de la corriente de influencia de la historia europea,
Inglaterra, esto fue subrayado por la formación, en 1869, del Anthropological y cuya historia y estado de pre-contacto habían de ser reconstruidos mediante
Institute, bajo el liderazgo de miembros de la anterior Ethnological Society; en otros medios que los utilizados en la investigación histórica profesional. A pesar
los Estados Unidos, por la definición que John Wesley Powell hizo, una década de que Boas no planteó la cuestión en esos términos, uno puede sugerir que
más tarde, del funcionamiento del Bureau of Ethnology como una «corporación mientras las distintas ciencias humanas se diferenciaban gradualmente en términos
de hombres científicos comprometidos en el estudio de la antropología» (Powell, sustantivos y metodológicos a lo largo del siglo XIX, las gentes que se convirtieron
1881, p.iii). En cada caso, el cambio reflejaba la incorporación del género humano en el principal objeto de estudio de la antropología resbalaron a través de los
dentro de un proceso evolutivo global durante un largo periodo de tiempo. Lo espacios fronterizos que aparecieron entre estas disciplinas en proceso gradual
que estaba en discusión no era simplemente la génesis o historia de las «razas», de separación. Simplificando el proceso, se puede sugerir que mientras el análisis
sino el origen e historia de las propias especies humanas. Concebida por tanto detallado de los registros documentales se convirtió en el elemento clave del
en términos evolucionistas, la «antropología» no era menos holística de lo que método histórico, las personas cuyos únicos registros estaban constituidos por
había sido la «etnología», en la medida en que una explicación evolucionista la tradición oral (o «mitos») quedaron excluidas de la historia; en la medida en
debía, en principio, dar cuenta no sólo del desarrollo físico de las especies que los métodos de la filología comparada dependían de la evidencia del cambio

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en el lenguaje preservado en documentos escritos, aquellos cuyos lenguajes nunca Association for the Advancement of Science, en 1874-. Cada una de estas
habían sido recogidos en lenguaje escrito quedaron excluidos del estudio fuentes de información implicaban una frontera disciplinaria problemática: entre
lingüístico; mientras las economías se basaron sistemáticamente en el análisis del la antropología y el folklore, entre la antropología y los clásicos, y, lo más
intercambio monetario, los pueblos que se encontraban fuera del nexo del dinero importante, entre la antropología y la literatura de viajes (incluyendo la escrita
en metálico perdieron su lugar en la economía política. En el mismo periodo en por misioneros, exploradores y administradores coloniales). Cuando Boas escribía
que estas personas estaban siendo objeto de la dominación colonial de los países sus obras, el trabajo del Bureau of American Ethnology y el realizado por sus
europeos «civilizados», también estaban siendo excluidos de las ciencias humanas propios primeros alumnos, habían contribuido a sentar la base de la tradición
que, por razones tanto ideológicas como metodológicas, se centraban más moderna del trabajo de campo etnográfico llevado a cabo por profesionales a
estrechamente en el estudio de la humanidad «civilizada». tiempo completo e investigadores cualificados académicamente. No obstante,
Entonces sucedió que a pesar de que, desde el punto de vista etimológico y es significativo que el propio Boas concibiera este proyecto como la constitución,
desde la perspectiva del enfoque subyacente de su problemática, la «antropología» para los pueblos pre-literarios sin registros históricos, de un archivo textual y
estudiaba toda la humanidad, tendía, en la práctica, a limitarse principalmente a artifactual que, en la medida de lo posible, pudiera ser considerado como
los pueblos que, estigmatizados como «primitivos» o «salvajes», fueron encarnación de primera mano de la mente nativa -el equivalente al tipo de
considerados como racial, mental y culturalmente inferiores. Desde esta materiales que constituyeron la fundación de la erudición humanística occidental- .
perspectiva, entonces, la antropología «pura y simple» de Boas fue más que una Sin embargo, durante la mayor parte del siglo XIX, quienes defendían esta
«ciencia del hombre» integral, el legado disciplinario residual de los salvajes de disciplina constituida multifactorialmente, denominada de distintas formas, de
piel oscura (o, en los términos más generosos de Boas, «menos civilizados») del diversas nacionalidades, concentrada en lo residual y cuyos datos empíricos
mundo. Estos restos metodológicos y conceptuales de las emergentes disciplinas
provenían de informaciones de segunda mano, se consideraban a sí mismos y
de las ciencias humanas, políticamente dominados y culturalmente despreciados,
quisieron ser considerados como practicantes de una «ciencia». Y, a principios
fueron habitualmente considerados «en peligro de extinción». En estos términos,
de la década de l880, la «antropología» había ganado, de hecho, un estatus
la «antropología» no sólo estuvo históricamente constituida sino que, incluso,
como sección independiente en la Association for the Advancement of Science de
pudo estar históricamente delimitada y, por tanto fue considerada -en la mente
de sus proponentes- como un asunto urgente. América y Gran Bretaña. Pero inherente a la diversidad nacional de sus discursos
originarios tan imperfectamente fusionados había una dualidad fundamental de
De cualquier manera quedaba sin resolver a través de qué métodos y en planteamiento epistemológico, sobre el que el mismo Boas había sido uno de los
términos de qué asunciones epistemológicas era apropiado que se llevara a cabo. más perspicaces comentaristas. Oriundo de Alemania, donde la diferenciación
Una cierta cantidad de información folklórica pudo ser recogida cerca de casa de las ciencias de la naturaleza y las del espíritu humano habían sido más
en los grupos campesinos europeos que se presumía encarnaban «supervivencias» sistemáticamente planteada y formado tanto en física como en geografía, Boas
de costumbres y creencias salvajes; pero en la medida en que los salvajes (o inició su carrera antropológica en los Estados Unidos con un breve ensayo en el
sujetos «primitivos») de la investigación antropológica residían más allá de los que analizaba este último tipo de investigación en términos de este dualismo
centros geográficos del discurso antropológico euroamericano y como no epistemológico y metodológico, encarnado en los arquetipos del «físico» y el
producían ningún registro escrito, la información en la que se basaba la «cosmógrafo» (en algunos pasajes descrito como «el historiador»). El físico
especulación antropológica era, en su mayor parte, de segunda mano. Aunque perseguía un método analítico fragmentario que reducía el fenómeno a sus
las descripciones que habían sobrevivido de los pueblos situados en los márgenes elementos. El cosmógrafo buscaba un entendimiento integrador holístico de cada
del mundo clásico mediterráneo siguieron siendo una importante fuente de fenómeno, sin atención a «las leyes que corrobora o que pueden ser deducidas
información hasta 1900, desde la época de Rousseau, el énfasis fue cambiando de él» (Boas, 1887, p.138). El físico investigaba un fenómeno que tenía una
gradualmente hacia los relatos de «viajeros y residentes en tierras no civilizadas» «unidad objetiva» en el mundo externo; el cosmógrafo estudiaba fenómenos
europeos -sistematizado, si era posible, a través de cuestionarios tales como las cuyas conexiones «parecían ser subjetivas, originadas sólo en la mente del
Notes and Queries on Anthropology, preparado por un comité de la British observador» (Boas, 1887, p.138) -un fenómeno, se puede sugerir, del tipo de

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«el genio de un pueblo» o «la cultura de los Kwatkiutl»-. Motivado por el impulso de este retroceso puntual, se hizo imparable el dominio de Boas en la disciplina
«estético», el físico intentó «integrar la confusión de formas y especies en un cada vez más profesionalizada y académicamente orientada. En este momento
sistema» (Boas, 1887, p. 139); motivado por el impulso «afectivo», el cosmógrafo los estudiantes de Boas jugaban un papel importante en la media docena de los
trató de penetrar en los secretos del fenómeno mismo, «hasta que cada más prestigiosos departamentos de antropología y a pesar de las diferencias en
característica sea clara y simple» (Boas, 1887, p.140). Boas no propuso una la orientación antropológica (y de su identificación pública y auto-identificación
resolución de esta dualidad, sino que garantizó que ambos enfoques en la como «la escuela histórica americana»), se asumieron a sí mismos unidos en la
investigación científica tenían la misma validez. Y en la medida en que cada uno lucha por una «perspectiva científica» en la antropología (Stocking, 1992, p.
fue expresado en diferentes porciones de su propio trabajo antropológico, del 117). Mientras sólo uno o dos de ellos se acercaron al rango de competencia
mismo modo han sido expresadas de manera diferente en las distintas subdisciplinaria que Boas podría reclamar legítimamente, continuaron concibiendo
subdisciplinas y tradiciones nacionales que constituyen el fenómeno intelectual la «antropología» a cierto nivel como una empresa científica delimitada y unificada
que hoy llamamos antropología -no sólo como tensiones internas, si no también y lucharon por lograr su lugar entre otras disciplinas y su influencia en la vida
como fronteras entre las diferentes subdisciplinas, entre las diferentes tradiciones intelectual y en el discurso público. Esto se planteaba de un modo característico,
nacionales y los diferentes grupos de practicantes con planes de investigación en términos críticos (e, incluso, opuestos), basándose en su experiencia de
antropológica conflictivos, tal y como se articulan en la fase principal del siglo alternativas culturales, para cuestionar asunciones, disciplinares o de cultura popular,
XX-. presumiblemente universales pero en realidad de carácter etnocéntrico.
Dentro de la «disciplina» así delimitada, no obstante, las tendencias
centrífugas, evidentes en 1904, continuaron operando y durante las siguientes
De la revolución etnográfica a la antropología de ayer: décadas se vieron reforzadas por procesos creadores de fronteras de carácter
valores metodológicos y fronteras cambiantes en el periodo nuevo y diferente. Aunque distintos en manifestación e impacto, éstos pueden
«clásico» (c. 1920-c. 1960). ser vistos como concomitantes o consecuentes de un cambio paradigmático general:
lo que ha sido definido como «la revolución en la antropología» (Jarvie, 1964).
A pesar de que las distintas tensiones fronterizas ya evidentes continuaron Caracterizando este cambio en términos muy esquemáticos y generales, uno
manifestándose tanto en el interior como en los límites de la antropología en podría decir que, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra (con similares
1904, con diferentes grados de proyección durante las décadas que siguieron, la manifestaciones también en otros países), se desarrolló alrededor de diferentes
«antropología», en la tradición angloamericana, se las arregló para obtener una temas y a distinto ritmo en torno a de los planteamientos de la antropología
cierta unidad disciplinaria, a pesar de la predicción de Boas. En gran manera, evolucionista del siglo XIX.
esto puede ser explicado en términos institucionales: la existencia de una En los Estados Unidos, esta crítica incluía, en el trabajo de Boas, una
organización «antropológica» nacional y una revista, y el establecimiento de reconsideración sistemática de la idea de «raza» y de las supuestas diferencias
departamentos de antropología o facultades en las principales universidades. «raciales» de carácter jerárquico o evolucionista. Las diferencias físicas fueron
Me referiré principalmente, a partir de este punto, al desarrollo de la antropología interpretadas en términos de distribuciones de frecuencia superpuestas y
cultural, su subdisciplina dominante, en los Estados Unidos, un proceso que determinantes medioambientales; las presuntas diferencias mentales fueron
puede ser considerado principalmente en términos del papel jugado por Boas y reinterpretadas en términos de un emergente concepto antropológico de cultura
sus estudiantes. Hubo un episodio inmediatamente posterior a la primera guerra (pluralista y relativista). No todos los boasianos se habrían suscrito a una
mundial, en el que Boas (que había atacado públicamente a varios arqueólogos formulación tan extrema como la de Kroeber, quien insistía en que «las
anónimos que trabajaban en Méjico, acusándoles de «prostituir la ciencia usándola determinaciones de la ciencia natural, biológica o psicológica « no tenían fuerza
como coartada para sus actividades como espías» (citado en Stocking, 1968, p. para el estudio de la cultura (Kroeber, 1915, p. 286). Pero el efecto general de
273) fue censurado y expulsado del cargo por medio de una reñida votación en las críticas boasianas del racialismo evolucionista no sirvió sólo para dibujar una
la reunión anual de la American Anthropological Association. Pero, a pesar frontera más clara entre raza y cultura, sino que, simultáneamente, rechazó el

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determinismo biológico e hizo valer el determinismo cultural -un proceso que desarrollada con material de segunda mano, la etnografía se convirtió en una
podría ser llamado de «de-biologización» de la antropología-. Mientras habrían actividad para trabajadores de campo académicamente formados -aspirantes a
de aparecer, de hecho, investigaciones que cruzaron las fronteras a lo largo de antropólogos «profesionales», cuyas investigaciones estaban teóricamente
las siguientes décadas; esas fronteras continuaron (por razones ideológicas y orientadas y que buscaban desarrollar carreras en los departamentos
políticas así como teóricas y metodológicas) siendo defendidas hasta el día de universitarios-. Paralelamente a este cambio en el lugar institucional, existieron
hoy, en que las reclamaciones de la «sociobiología» son habitualmente rechazadas cambios en los fines de la antropología. La colección de artefactos físicos para
por los antropólogos culturales. los museos dejó de ser una función etnográfica esencial, para ser sustituida por
la colección de textos y/o la observación de conductas. Al mismo tiempo que el
En Inglaterra, la crítica del evolucionismo siguió diferentes líneas y diferentes
ritmos. La crítica al concepto de raza fue tardía y derivada, y las analogías fenómeno cultural buscado por los etnógrafos se adentraba en las ideas, la propia
biológicas continuaron presentes en el emergente y subsiguiente funcionalismo noción de «cultura material» empezó a parecer, de algún modo, contradictoria.
Mientras que inicialmente el nuevo trabajo de campo académico se centró en la
antropológico. Entonces, cincuenta años después de que empezara en los Estados
Unidos, la primera fase de reacción antievolucionista significó una similar reconstrucción del estado cultural del pre-contacto, basado en una etnografía
reafirmación del impulso histórico en antropología -en el trabajo de William Rivers y textual y de la «memoria», en la década de 1920 ya cambiaba hacia lo que
sus seguidores el intento de reconstruir las historias culturales, más que las posteriormente se llamó «observación participante» de la conducta en el «presente
secuencias evolucionistas (si bien en términos de poblaciones emigrantes más etnográfico» -un desarrollo paralelo, desde el punto de vista teórico, al cambio
que rasgos culturales difusos y a escala global más que a escala regional)-. Pero hacia el «funcionalismo» (en Gran Bretaña) y hacia el estudio de patrones culturales
en ambos países el resultado a largo plazo de la crítica al evolucionismo constituyó y de personalidad (en los Estados Unidos)-.
otro gran cambio en las fronteras de la antropología: una redefinición de su La redefinición de la empresa etnográfica puede simbolizarse en el cambio
orientación temporal. A lo largo del siglo XIX, la antropología había sido una del objeto arquetípico etnográfico: el «ethnos» individual o la «tribu». La «tribu»
investigación diacrónica enfocada en la reconstrucción retrospectiva de estadios arquetípica de la antropología evolucionista del siglo XIX, podría ser llamada los
de desarrollo o de diferenciación étnica. A pesar de que los lapsos de tiempo «Entrelos» («Amongtha») -como en el característico estribillo comparativista
fueron radicalmente diferentes, en ambos la meta fue la reconstrucción del cambio frazeriano, «Entre los arunta..., Entre los fueguinos...»-. Pero con el logro de la
en el tiempo. Pero allá por 1920 -tras los paréntesis «neodifusionistas» en ambos revolución etnográfica, era más apropiado llamar a estos pueblos «Mi Gente»,
países- la antropología en las tradiciones americana y británica, ya estaba el grupo entre quienes el trabajador de campo desarrollaba la «observación
encaminada a ser redefinida en términos sincrónicos. participante», a partir de los que se generaban los datos «etnográficos» para
Esta «des-historicización» de la antropología socio cultural estaba unida a posteriores interpretaciones y quienes se convertían en el punto de referencia
durante toda su vida de cada declaración antropológica comparativa de el/la
otros aspectos de marcación de fronteras en los primeros estadios de la revolución
investigador/a.
de la antropología del siglo XX: lo que, con disculpas por más «izaciones»
bárbaras, podría ser llamado su «academización» y «etnografización». En el siglo Paralelo al cambio desde los Entrelos a Mi Gente, la revolución etnográfica
XIX, la información etnográfica lograda principalmente a partir de fuentes impresas también se refleja en lo que podemos llamar, los «valores metodológicos» de la
o por observadores amateur en la periferia colonial y, a menudo, encarnada en antropología -las nociones pre-teóricas que se dan por sentado qué es hacer
artefactos físicos, era característicamente tratada como materia prima para las antropología y qué es ser un antropólogo: el valor situado en el trabajo de campo
especulaciones teóricas de los eruditos en casa, que acabaron siendo llamados en tanto que constitutivo del conocimiento antropológico como del propio
antropólogos «de salón». En la medida en que estos eruditos eran considerados antropólogo; el valor situado en un enfoque holístico sobre las entidades que son
como «profesionales» trabajando en «instituciones antropológicas», éstas fueron el sujeto del conocimiento antropológico; el valor situado en la valoración relativista
preferentemente museos de amplio espectro con departamentos etnográficos. de dichas entidades; y el valor situado en su papel único y privilegiado en la
Cuando la antropología se estableció en universidades, en las décadas posteriores construcción de la teoría antropológica. Cuando los antropólogos etnográficos
a 1900, se despojó de su asociación con los museos. Más que una actividad hablaban de «Mi Gente», él o ella estaban encapsulando, de hecho, estos cuatro

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«valores metodológicos» en una sola frase. Y, a partir de aquí, en tanto el trabajo europeo (aunque, ahora, raramente «primitivo» -a excepción quizá de los que
etnográfico se convirtió en la característica distintiva del sector dominante de la llevaban la coletilla de «los así llamados»), la posibilidad de que la antropología
tradición «de los cuatro campos», estos valores pueden ser generalizados al etnográfica pudiera desarrollarse en sociedades más «complejas», anteriormente
conjunto de la disciplina. relegadas a los «sociólogos», fue explorada en la década de 1930 por Lloyd
No obstante, recordando la oposición que Boas planteó entre los valores Warner y, durante la II Guerra Mundial, por Margaret Mead, Ruth Benedict y
del cosmógrafo y los del físico, podemos confrontar estos valores de «Mi Gente» otros en el estudio de «la cultura a distancia». Y de diferentes maneras, la
con un segundo conjunto de «valores metodológicos»: el valor situado en el antropología en el periodo de posguerra puede decirse que cambió hacia una
estudio comparativo sistemático de la variación humana; o en declaraciones orientación más «rigurosa», comparativista, universalista y científica.
generales acerca de la naturaleza y causas de la diversidad humana; en el carácter Una buena perspectiva para un breve comentario de estos procesos proviene
«científico» de la aventura; y en la integración potencial de un número de enfoques de Anthropology Today, los textos de un simposio internacional sobre el estado
hacia esos fines en una única disciplina compacta. Residuos, en algún sentido, de de la cuestión que estaba financiado, en 1952, por la Wenner-Gren Founda-
la fase evolucionista de la disciplina, estos valores «Entrelos» han permanecido tion y al que acudieron ochenta importantes antropólogos (que, en teoría,
mucho más vivos en la disciplina antropológica del siglo XX -de manera diferente representaban el cuatro por ciento de los antropólogos del mundo). A pesar de
en varios momentos históricos y en distintas subdisciplinas, pero, a menudo, que todavía reflejaba la orientación «histórica» y de los cuatro campos del más
simultáneamente en el trabajo de un mismo antropólogo- como en el caso de veterano y relevante de los organizadores, A. L. Kroeber, las tendencias
Boas quien, tanto por su formación como por su disposición, era más un físico «científicas» que surgían en la antropología cultural se hicieron muy evidentes: el
que un cosmógrafo. evolucionismo «multilineal» (Kroeber, 1953, p. 318); la estructura social tanto
Un examen más minucioso de la historia de la antropología moderna en los en la variante francesa como la británica; las «categorías universales de la cultura»
Estados Unidos (y, por extensión, en todas partes) podría revelar una compleja (p. 507); los test psicológicos y los «controles y experimentos» (p. 452) (incluyendo
interacción entre estos dos grupos de valores metodológicos, unas veces la repetición) en el trabajo de campo; la clasificación y el procesamiento
subrayados de manera más clara, otras difuminados, a veces redefiniendo tanto comparativo de los materiales etnográficos. Más sorprendentemente, para una
las fronteras internas como externas de la disciplina. Durante el periodo de entre disciplina cuya principal relevancia social en la tradición boasiana había estado
guerras, las tendencias internas de división de la disciplina que Boas apuntaba en durante largo tiempo limitada a la crítica de las asunciones etnocéntricas o raciales
1904, continuaron operando en la medida en que los antropólogos físicos, predominantes, había ahora un notable interés (de redefinición de fronteras) en
arqueológicos y lingüísticos establecieron sus propias organizaciones «los problemas de [la] aplicación» (Kroeber, 1953, p.741) del conocimiento
subdisciplinarias y sus publicaciones propias. En los albores de 1930, y de manera antropológico en la industria y el gobierno -nacional, internacional y colonial-.
creciente para las ciencias sociales, aquellos que en un momento se llamaran a sí Entre los participantes del simposio, Robert Redfield se hizo eco del pasado
mismos «etnólogos» comenzaron a referirse a ellos mismos como «antropólogos y visionó el futuro al reafirmar las relaciones humanísticas frente a las relaciones
culturales» (o, en Inglaterra, «sociales») -un desarrollo que se reflejó en una socio-científicas de la antropología. Pero el impulso positivista continuó siendo
segunda ola de institucionalización económica que, a menudo, tomó en sus inicios fuerte a lo largo de la década y se extendió hasta la siguiente. En 1963, en una
la forma de departamentos combinados de «antropología y sociología»-. No conferencia que evaluaba el saber en las humanidades, Eric Wolf aún proclamaba
obstante, esto condujo normalmente a la formación separada de los más el «nuevo evolucionismo americano» como evidencia de «madurez científica»
tradicionales departamentos de antropología de los «cuatro campos» en los que, (Wolf, 1963, p.31) . Como una «lección de dominación cultural a escala nunca
a mediados de siglo, estaba claro que un impulso más «científico» se había vista hasta ahora» (Wolf, 1963, p.13), la II Guerra Mundial había conducido a
reafirmado con fuerza. una «represión del motivo romántico en antropología» (p. 15) y el resurgir de los
Por norma, el enfoque etnográfico de la antropología cultural continuó siendo «temas de la Ilustración» (p. 15) de la predictibilidad, estandarización y resolución
el estudio de un solo pueblo a manos de un solo etnógrafo y realizado de una de problemas. Apartándose de la «flexibilidad sin límites» (Wolf, 1963, p. 20)
manera empática, holística y relativista. Mientras el grupo era usualmente no de la naturaleza humana, los antropólogos ahora ponían énfasis en los universales

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culturales frente a la relatividad; centrándose en el «desarrollo de la civilización» jóvenes en los países capitalistas avanzados (marcado por los conflictos urbanos
más que en «la cultura de los primitivos» (p. 22); estaban estudiando la de los años 60 y principios de los 70) -éstas y otras fuerzas históricas «externas»
aculturación, el campesinado y las sociedades complejas, con un interés en la precipitaron lo que parecía para unos una «crisis de la antropología»-. Mientras
antropología aplicada. Regresando a «los problemas ancestrales» (Wolf, 1963, esta caracterización no habría sido aceptada por la mayoría de los antropólogos
p. 59) de la antropología, estaban ahora «por primera vez en la historia de la de esa época, estaba claro que la optimista autoconfianza científica del periodo
antropología» situándose «en el umbral de una concepción científicamente fundada «clásico» no podía ser mantenida en el mundo postcolonial.
de la carrera humana como proceso universal», observada desde la perspectiva
A pesar de que un sentimiento de enfermedad, si no de crisis, se extendía de
de «una cultura mundial que lucha por nacer» (pp. 94-96).
manera generalizada en las ciencias humanas, el posicionamiento tradicional de
En el tiempo en el que Wolf escribía esto, la tendencia internacionalista que la antropología en medio de la frontera entre europeos y no europeos (ya fueran
ya se había manifestado en el simposio de la Wenner-Gren (y en los International llamados «salvajes», «primitivos», «preliterarios» u «Otros») hizo mucho menos
Congresses of Anthropological and Ethnological Sciences que tuvieron lugar adecuado cualquier intento de continuar el «negocio científico social tal y como
en el periodo de posguerra), reforzada por la creación de la revista de alcance se había desarrollado hasta entonces». Los síntomas antropológicos de la
mundial Current Anthropology, había establecido de hecho las bases para lo enfermedad eran ya manifiestos a lo largo de una serie de dimensiones de
que podía ser llamado una «antropología mundial». Compartiendo los valores marcación de fronteras: substantiva, ideológica, metodológica, epistemológica,
metodológicos asociados con el trabajo de campo a través de la observación teórica, demográfica, institucional. Frente al vertiginoso cambio social, y a los
participante, ello reflejó una convergencia teórica de la antropología sociocultural diferentes tipos de restricciones en ese momento localizadas en el acceso a las
angloamericana (aumentada por el estructuralismo francés) aunque dentro del zonas en las que se desarrollaba el trabajo de campo etnográfico, ya no era
contexto de compromiso con la «antropología general». Mientras manifestaba realista (ni deseable siquiera) considerar el rescate de «alteridades» no europeas
residuos ideológicos y conceptuales de la era evolucionista, esta «antropología incontaminadas como el enfoque substantivo privilegiado de la investigación
mundial» estaba caracterizada por el compromiso con los valores liberales antropológica. Como tampoco era posible considerar esta investigación como
contrarios al racismo de la UNESCO. Pero si este impulso internacionalizador éticamente neutral o inocente de consecuencias políticas. Una nueva conciencia
(de algún modo descentrado y pluralizado por procesos históricos aún operativos de la inherentemente problemática observación participante puso en tela de juicio
en 1960) había continuado hasta esos días, la visión de Wolf fue en muchos los presupuestos tanto metodológicos como epistemológicos del tradicional
aspectos más apta como comentario acerca de la antropología de posguerra trabajo de campo etnológico. En el contexto de un cuestionamiento general de
que como una visión de futuro de lo que acontecería en el siglo XX.
los presupuestos positivistas en las ciencias humanas, había signos de un cambio
que se alejaba de las orientaciones teóricas sincrónicas homeostáticas. El
De lo postcolonial a lo postmoderno: la explosión de las fron- crecimiento mismo del campo de estudio era en ese momento un problema en la
teras de la antropología en el final del milenio. medida en que los substanciales fondos del gobierno de los años 1950 y 1960
En el mismo periodo en el que empieza a ser percibida una «antropología empezaron a sufrir restricciones y los doctorados recién titulados comenzaron a
mundial», había fuerzas históricas en funcionamiento que, en el último tercio del salir de sus nichos académicos usuales, más allá de los que la antropología tenía,
siglo, habrían de problematizar y redefinir las cambiantes fronteras históricas de para establecer una enérgica reclamación centrada en la significante utilidad so-
la antropología. El final del colonialismo (marcado por la independencia de dos cial doméstica de la disciplina. Tras varias décadas en la cresta de la ola, con la
docenas de «nuevas naciones» africanas a principios de la década de 1960); las confianza de que un creciente número de antropólogos extenderían el humanismo
intrigas ultramarinas de los Estados Unidos en la guerra fría contra el comunismo tolerante crítico del «espíritu antropológico» por todo el mundo, la profesión de
internacional (simbolizado por el desenmascaramiento de la contra-insurgencia repente se enfrentó a lo que algunos percibieron como una «crisis de la
en Latinoamérica del Project Camelot en 1965); la incursión de Estados Unidos antropología» general postcolonial, en la que su futuro a largo plazo parecía
en el laberinto de la guerra postcolonial en el sudeste asiático (y el movimiento incluso estar en peligro.
contrario a la guerra de Vietnam); la contracultura y la resistencia política de los En un contexto de discusión llena de ansiedad y algunas veces irritada -cuyos
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ecos se sienten aún hoy en día- los albores de la década de los 70 fueron testigos políticos y sociales) en las sociedades contemporáneas euro-americanas; la
de una llamada para la «reinvención de la antropología». Como se expresaba en continua reflexión crítica en el proceso etnográfico y en la misma historia de la
el volumen así titulado, las propuestas específicas para el cambio reflejaron el disciplina, con énfasis en sus implicaciones en las ideologías y prácticas de la
sentido de crisis a lo largo de varias fronteras diferentes. Esencialmente la llamada dominación europea. Con la notable excepción del feminismo y los temas de
iba encaminada a que la antropología «volviera a casa» (Hymes, 1972, p. 83) -un género, que surgieron después de 1970 (redefiniendo aún otra frontera de
eslogan extraído de la retórica política popular de los años 60-. Restando énfasis investigación que, a pesar de su presumible universalidad, podría haber sido
al estudio de los «otros» exóticos en las periferias, la antropología debía centrarse llamada más que antropología, andro-logía), estos temas sugieren una perspectiva
más en las categorías sociales desfavorecidas del primer mundo. Aumentando la más clarividente del futuro de la disciplina que la que diera Wolf, ocho años
tradicional orientación descendente hacia los que carecen de poder, debería antes. Reforzado por el post-estructuralismo y el pensamiento deconstruccionista
también «estudiar hacia arriba» entre los grupos que ejercían el poder -con la -que había desestabilizado y relativizado una gran variedad de categorías
intelectuales antes muy integradas- y por una difuminación general de géneros
esperanza de que el poder pudiera ser radicalmente reestructurado-. Ideológicamente,
intelectuales y de fronteras disciplinarias, así como por otros rumbos intelectuales
iría más allá de la postura liberal de tolerancia relativista, hacia un compromiso
y tendencias históricas que a menudo son agrupadas bajo la rúbrica de
radical en la lucha de los desposeídos contra los que ostentaban el poder.
«posmodernas», el proceso de redefinición de las fronteras manifiesto en el periodo
Metodológica y epistemológicamente, rechazaría el presupuesto positivista de
de «crisis» y «reinvención» había ganado fuerza hasta el presente.
que las culturas o las conductas culturales pudieran ser observadas como
«objetos» en el mundo externo y reconocería la esencial reflexividad de la Con los «valores metodológicos» del periodo clásico en mente, uno puede
observación participante y el carácter inherentemente problemático del contrastar la situación enfrentando a los aprendices de etnógrafo de 1930 y los
conocimiento generado por el proceso etnográfico. Reconociendo la inevitable de la actualidad. Los valores de los de «Mi Gente» presumían la existencia de
implicación de todos los seres humanos en los procesos de la historia buscaría entidades culturales integradas -islas literales o putativas- a las que el etnógrafo
modelos teóricos más dinámicos que proporcionaran un rol a la acción humana. debería incorporarse a la moda del momento como «participante/observador»
Institucionalmente ya no podría darse por sentado la configuración de las (o «extranjero/amigo»), y aprender a conocer, en cierto sentido, desde dentro.
En 1930, prepararse para este tipo de proyecto no parecía tan desmoralizante;
subdisciplinas que habían sido congeladas dentro de la estructura de los
como diría posteriormente uno de los estudiantes de Malinowski, era lo
departamentos académicos por obra de los accidentes históricos del desarrollo
suficientemente fácil para un aspirante a etnógrafo leer «todo lo que había» acerca
disciplinario, y dirigiría su mirada hacia fuera, saliendo de su torre de marfil,
del «trabajo de campo moderno» (citado en Stocking, 1995, p. 367) -los escritos
hacia los problemas del mundo histórico contemporáneo.
de viajeros, misioneros y administradores coloniales eran desechados por su
En ese momento el texto Reinventing Anthropology fue recibido con implicación como algo alejado de las fronteras de una antropología seria y
distintas opiniones por los antropólogos, la mayoría de los cuales no estaban de académica-. A pesar de que el trabajo de campo entonces no estaba exento de
acuerdo en que la disciplina estaba en un estado de crisis. No obstante, si la problemática o reflexión como en ocasiones han supuesto sus críticos posteriores,
inercia institucional e intelectual provoca que los cambios en antropología sean lo más importante en aquellos días de profesionalismo en vías de expansión y de
más bien serenos que compulsivos, está claro en retrospectiva que muchas de primitivos en peligro de extinción era «seguir con el trabajo». La comprensión de
las sacudidas que afectarían a las fronteras de la disciplina, tal y como se recogían estas entidades culturales o sociales putativamente cercadas, se buscaba en
en este volumen, presagiaban desarrollos que han continuado redefiniendo las relación con un limitado grupo de temas teóricos; su representación en términos
distintas fronteras de la antropología en el último cuarto de siglo: el impacto del de modelos textuales justamente estandarizados.
pensamiento marxista (que ha sido durante mucho tiempo excluido de la Para el aprendiz de etnógrafo en la década de los noventa, la situación de
antropología) y el interés por temas de poder y dominación; el estudio de los las fronteras es radicalmente diferente en un buen número de aspectos cruciales.
movimientos de resistencia y el impacto de la crisis ecológica mundial; la El tipo de material etnográfico relevante ha aumentado enormemente, en parte a
concentración de la antropología en distintos grupos minoritarios (y otros temas causa de la historización de la antropología -la sustitución de entidades sincrónicas

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etnográficas tanto en las historias locales como mundiales- que ha requerido la de representación análogo al «sistema de parentesco de los X», hay una
reincorporación de categorías previamente excluidas por su consideración como considerable repetición de subtítulos en los catálogos de las editoriales que siguen
amateurs (viajes, descripciones de los misioneros y de los administrativos la fórmula de «raza, clase, género y etnicidad» de cualquier situación del pasado
coloniales)-. Pero también el tipo de literatura teórica potencialmente relevante colonial o postcolonial; yque los críticos postcoloniales, a pesar de que
se ha ampliado con el cambio y la difuminación de las fronteras disciplinares, al problematizan las «narrativas magistrales» en los discursos hegemónicos, tienden
mismo tiempo que se han puesto en duda las instrumentalidades de interpretación a compartir una narrativa propia anti-magistral y «desfamiliarizadora».
tradicionales de la gran teoría y la metanarrativa.
No solo se ha puesto en duda «el campo» de la investigación etnográfica y
Al aumentar esta explosión de las fronteras del discurso etnográfico, se ha sus modos de representación, sino que se ha desestabilizado el punto de vista
producido la difuminación o supresión de fronteras de sus objetos etnográficos: implícito comparativo del etnógrafo. A pesar de diferentes grados de un incipiente
de un lado, por el traspaso del enfoque etnográfico de sociedades a pequeña relativismo, los antropólogos del siglo XIX y de comienzos del XX podrían
escala a las sociedades complejas; por otro lado, por la reincorporación de las asumir que algunas de las categorías conceptuales de su propia «civilización»
primeras a los procesos históricos mundiales. Así también la frontera entre el proporcionaron puntos de referencia analíticos universales. Pero un siglo de guerra,
observador y el observado ha comenzado a redefinirse. En el «Hubo una vez…» de holocausto y de desastres ecológicos amenazantes han hecho mucho más
de la época colonial, los antropólogos y sus informantes pudieron ser vistos difícil el poder creer en el potencial universalista de la idea de «civilización». En
como participantes de una sola comunidad moral/ epistemológica dedicada a la un proceso paralelo de relativización conceptual, categorías antropológicas
preservación de las formas culturales tradicionales frente a la usurpadora presuntamente transculturales como el parentesco, la economía, la política y la
civilización europea. En el «aquí y ahora» del postcolonialismo, los términos de religión han sido desechadas como nociones «no definidas», «vacías» y «ancladas»
acceso al campo tuvieron que redefinirse, el proceso de información comenzó a en la cultura europea (Schneider, 1984, pp.181, 185). Incluso la propia idea de
ser reconceptualizado en términos «autoreflexivos» y «dialógicos» y la ética y la «cultura» se ha convertido en algo problemático -no sólo conceptualmente sino
política del trabajo de campo llegaron a ser preocupaciones corrosivas. Conforme también ideológica y políticamente-.
se percataban cada vez más de la «globalización de lo local», la propia idea del
Los críticos, tanto de dentro como de fuera de la antropología, han
campo mismo –la base sagrada del conocimiento antropológico del período
considerado la cultura como «esencialista» - como si fuera la imagen del espejo
clásico– fue muy cuestionada: «por cuanto los grupos ya no están estrechamente
conceptual de la presunción racialista; paradójicamente ha llegado a ser al mismo
territorializados, espacialmente unidos, históricamente autoconscientes o
tiempo la seña de identidad de una multitud de grupos minoritarios multiculturales
culturalmente homogéneos», se ha mantenido que «el etno de etno-grafía muestra
que de hecho pueden negar la posibilidad de que cualquier extraño (antropólogos
una cualidad escurridiza, no localizada, a la que tendrán que responder las
incluidos) sea capaz de comprender o representar su herencia cultural. Estos
prácticas descriptivas de la antropología» (Appadurai, 1991, p.191).
temas ideológicos/políticos pueden ser vistos también como los concomitantes
Ya hacia mediados de 1980 algunos antropólogos proclamaban una «crisis de la indeterminación conceptual: el moderno concepto pluralístico, antropológico,
de representación» (Marcus & Fisher, 1986, 7) en la antropología etnográfica y de «cultura», dado que surgió en el periodo boasiano, se refería a un arraigado
los años que siguieron contemplaron un número de «experimentos» en la «writing aspecto de identidad que era impuesto más que elegido por el individuo. Hoy, en
culture » (Clifford & Marcus, 1986) -muchos de ellos un ejemplo de contraste, los individuos (por separado y como miembros de colectividades)
«desdibujamiento del género» que había sido previamente percibido como un pueden, en una gran variedad de modos (selección, recreación, redefinición,
aspecto de la «refiguración del pensamiento social» (Geertz, 1983, p.19)-. Al reinvención, imaginación) «elegir» sus culturas -con la consecuencia de que la
sustituir la duplicación y la comparación por la interpretación y la narrativa, las profunda cronicidad de las culturas (así como la «autenticidad» de las prácticas
fronteras han continuado borrándose entre la etnografía y las formas literarias culturales) se ha visto de distintas maneras comprometida (o, si uno prefiere,
tradicionalmente no antropológicas: la historia cultural, la crítica cultural, el problematizada)-. Es verdad que se puede responder a esto que las fronteras de
periodismo de investigación. una «cultura» fueron siempre problemáticas (y muy raramente o casi nunca
Aunque no ha surgido de este «momento experimental» un solo paradigma tomadas en consideración por los antropólogos como una materia de definición

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conceptual). En 1936, Radcliffe-Brown, un científico crítico del culturalismo tema de la ciencia en la antropología se ha convertido en algo tan contencioso?»
boasiano, argumentó que nunca podría haber una «ciencia» de la cultura porque («Science in Anthropology», 1995, p.1). El estímulo inmediato parece haber
(a diferencia de la sociedad) no se corresponde con una entidad «real» en el sido el agravio y la reclamación de los antropólogos que se consideran científicos
mundo. No obstante, sesenta años después el problema es más bien que la contra la política editorial de la revista puntera de la Asociación, especialmente
cultura se asume para que corresponda con demasiadas entidades y con por un artículo publicado en 1994 que fue percibido como un atentado
demasiados niveles de límites: la cultura occidental, la cultura americana, la cultura «posmoderno» al «positivismo» tradicional de la arqueología. Bajo la dirección
gay, la cultura de una banda callejera o (volviendo al exterior) la cultura de una de dos editores «posmodernistas» (así etiquetados si no por ellos mismos, por
corporación multinacional y aquella de comunidades que existen sólo en el los demás), el American Anthropologist ha completado desde entonces una
ciberespacio -por no mencionar las distintas transformaciones de las culturas no reforma radical y ahora presenta una deslumbrante cubierta roja, páginas más
occidentales que fueron el objeto de estudio tradicional de la antropología grandes, dobles columnas, nuevos tipos de letra, llamativas ilustraciones, formatos
etnográfica-. de revista revisados, nuevas secciones y géneros deliberadamente desdibujados,
incluyendo la publicación de poesía («manteniendo nuestra promesa de no
La antropología etnográfica continúa siendo practicada en el espíritu de los privilegiar ninguna forma particular de discurso como único medio de legitimar la
valores de «mi gente». Cuando estudian sociedades «complejas» o cuando comunicación antropológica» (Tedlock, 1995, p. 657). En respuesta a una
persiguen la «globalización de lo local» los etnógrafos aún rastrean analogías de resolución tomada en el encuentro de 1994 (y a una enorme cantidad de críticas
islas -pequeños grupos de individuos relacionados entre los cuales puedan en Internet), el Executive Board decidió buscar «una base común y más elevada»
practicar la observación de forma participante: la clase de primer curso en una por encima del conflicto «ciencia/posmodernismo» (o «positivismo/
facultad de medicina, veinte familias de clase media en París, un grupo de interpretacionismo») refundiéndolos en los términos tradicionales y menos
trabajadoras domésticas en Milán que emigraron desde un pueblo de Mindanao-. valorativos de «ciencia y humanismo» en antropología (Peacock, 1995, p.1;
Pero si esta especificidad etnográfica aún puede ser defendida como un Fernandez, 1995).
característica definitoria de «la disciplina», no se puede negar que la difuminación
Mientras el resultado de esta discusión está más allá de los progresivos
de las fronteras que se desarrolló tras el periodo postcolonial ha hecho mucho
límites de la historia, puede ser útil reconsiderar algunas de las principales fuerzas
más problemático el estatus del conocimiento así producido y su lugar en la de definición de fronteras del pasado siglo -aquellas subrayadas anteriormente
amplia empresa antropológica (ya sea reinventada o simplemente desarrollada). con el sufijo «ización»-. A pesar de la tendencia «desbiologizante» del pasado
siglo, lo que puede ser considerada como la definición biológica de la humanidad
Inercia institucional y la persistencia del dualismo ha sido uno de los temas más recurrentes de la investigación antropológica. Dado
epistemológico entre una tradición integradora de el reciente resurgimiento de investigaciones acerca de las bases biológicas del
la antropología como la «ciencia» de la [hu]manidad comportamiento humano, en disciplinas afines a la antropología, parece probable
que el encuentro entre lo biológico y lo cultural, aunque ideológicamente
problemático, pueda convertirse una vez más en un foco de interés sistemático
Poco puede sorprender, pues, que al final del milenio -después de que la para los antropólogos de diferentes orientaciones subdisciplinarias. Y dada la
misma categoría de «ciencia» haya soportado más de tres décadas de crítica persistencia de intereses evolucionistas en algunas áreas de la antropología, uno
relativizante- el problema de la «Ciencia en la Antropología» haya sido no puede descartar la posibilidad de un eventual resurgimiento del evolucionismo
recientemente elegido como el tema anual del Anthropology Newsletter. La en la antropología, análogo al que se experimentó en el periodo de posguerra
discusión estuvo precedida por un texto atribuido a la Association’s Articles of tras la II Guerra Mundial.
Incorporation, en la que su «misión» fue definida como el avance de la En contraste, la «re-historización» de la antropología ha estado en marcha
antropología como «la ciencia» que estudia «la humanidad» [sic-en 1902?] en durante varias décadas, y un vistazo a los índices de materias de las revistas
todos sus aspectos, «a través de la investigación arqueológica, biológica, antropológicas es suficiente para sugerir que tiene suficiente impulso como para
etnológica y lingüística»- seguida inmediatamente por la pregunta «¿por qué el continuar en el próximo siglo. Ya sea como etnohistoria o como antropología

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histórica del proceso colonial o como el estudio histórico de grupos dominados novelistas o periodistas, y escribir poesía aparte, pero los novelistas y periodistas
o, por el contrario, grupos culturales distintivos dentro de sociedades «complejas» -en ausencia del título de doctor- no están cualificados como antropólogos.
o como re-análisis de archivos etnográficos existentes, tanto textuales como Cien años después de la predicción de Boas de que la antropología biológica
monográficos, los materiales históricos y los análisis históricos constituyen los y la lingüística se separarían, «la antropología», como rúbrica de identificación
principales componentes de la investigación antropológica contemporánea. profesional, continúa nominalmente abarcando los componentes subdisciplinarios
Aún así, la predicción hecha por el historiador británico William Maitlan, en del tradicional «legajo sagrado» -y en proporciones «relativamente estables»
la víspera de su «etnografización», según la cual «la antropología tendrá que (Givens y Jablonski, 1995, p. 306), como indican los porcentajes de los
elegir entre ser historia o ser nada» (citado por Stocking, 1995, p. 369), parece doctorados en los últimos veinte años: 50% socio culturales; 30% arqueológicos;
poco probable que se haga realidad en el futuro más próximo. Ciertamente, la 10% biológicos; 3% lingüísticos y 7% «aplicado/otros»-. Ciertamente, a nivel
búsqueda de información de archivos se ha ido convirtiendo cada vez más en un de estudiantes graduados, el otrora requisito tradicional de entrenamiento
complemento al (e incluso en un sustituto del) «trabajo de campo», y la propia significativo en cada uno de los «cuatro campos» tiene, como máximo, carácter
noción de «campo» ha sido puesta en tela de juicio. Pero si la predicción a corto de vestigio, si no es que se ha desvanecido completamente. Además, la
plazo de Boas de que «la antropología pura y simple» trataría «sólo de las comunicación a lo largo de las principales líneas subdisciplinarias entre
costumbres y creencias de los pueblos menos civilizados» y a largo plazo ha departamentos es a menudo limitada y en ocasiones agónicamente competitiva.
demostrado ser falsa por los procesos de la historia mundial, el estudio de lo No obstante, sólo en uno o dos casos hasta el momento se ha llevado a cabo la
«global en lo local» y de lo «local en lo global» aún se lleva a cabo en su mayor separación institucional formal. De los cerca de 400 departamentos académicos
parte por etnógrafos solitarios en relación directamente interactiva con pequeños registrados en la Guía de la asociación, 240 son «departamentos de antropología»
grupos de gente. Así mismo, mientras los sociólogos realizan estudios etnográficos separados. Mientras otros 124 departamentos en instituciones más pequeñas
y los etnógrafos antropólogos emplean métodos tradicionalmente «sociológicos» están en alguna combinación con otros de sociología, la tendencia de estas
(grupo de trabajo, muestreo, cuestionarios, análisis cuantitativos) en el estudio entidades conjuntas a lo largo de la última mitad de siglo ha girado en torno a la
de temas sociales contemporáneos, el «trabajo de campo» en profundidad, formación separada de departamentos de antropología integrales. Si la
realizado en términos de los valores de «Mi Gente», continúa siendo una continuación de esta tendencia es problemática en una era de recortes de plantilla
característica distintiva de la investigación antropológica. Y a pesar de que las en el mundo académico, la presión de las matriculaciones, en universidades con
fronteras de la investigación aparecen desdibujadas en varios sentidos -incluyendo una situación crítica donde «la antropología» a menudo satisface los requerimientos
la dialogización del proceso de trabajo de campo y la narrativización de su «científicos» puede ayudar a sostenerla. Cualquiera que sean sus fronteras,
producto, así como la apropiación (y cuestionamiento) de sus conceptos clave externas o internas, la «antropología» permanece siendo un campo académico
por parte de investigadores de otras disciplinas- la especialización académica de atractivo: a lo largo de los últimos siete años, el número de las licenciaturas casi
la antropología continúa fuertemente definida en términos institucionales. se ha doblado.
Es cierto que la «academización» de la antropología ha experimentado, en Es algo ciertamente problemático aventurar cuánto van a continuar estas
algunos aspectos, un brusco cambio de rumbo: mientras que a principios de la fuerzas de inercia institucional dentro de la academia, sustentando la tradición
década de los 70, el 87 por ciento de los doctores en antropología buscaban integradora de la antropología como una «ciencia de la [hu]manidad»,
puestos de trabajo en el círculo académico, una figura que sirve para todo nominalmente distinta y unificada, contra los procesos intelectuales e históricos
(Givens y Jablonski, 1995, p. 311), entre 1994-95 el porcentaje estaba cerca de fragmentación y difuminación de las fronteras del siglo XX. No obstante,
del 50 por ciento. Pero si el sexo de los antropólogos ha cambiado de manera dicha inercia queda reforzada por un fuerte compromiso con la «ciencia» como
importante (la proporción de mujeres doctoradas ha crecido del 32 por ciento al valor en varios sectores de la disciplina dentro de la antropología en general. A
59 por ciento desde 1972), y el protagonismo de los euro-americanos se ha pesar de la aparición de elementos de interpretación y narratividad en la
visto ligeramente reducido (del 96 por ciento al 84 por ciento), el ser considerado arqueología y la antropología biológica, estos dos subcampos permanecen
como «antropólogo» todavía supone la obtención del título de doctor en un fuertemente comprometidos con la «ciencia». De manera similar, la «ciencia»
departamento de antropología. Algunos antropólogos pueden escribir como aún es proclamada como un valor por muchos de los que pueblan esa «mitad»

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George W. Stocking Delimitando la antropología George W. Stocking Delimitando la antropología

de la antropología tradicionalmente más «humanística» -aunque en ocasiones BIBLIOGRAFÍA


con una redefinición relativizante que ofrece poco consuelo a los que tienen
inclinaciones positivistas- o simplemente en los términos de una larga tradición American Anthropological Association.
de presunta complementariedad. APPADURAI, A. (1991) “Global Ethnoscapes: Notes and Queries for a Transnational
Anthropology”, en Richard Fox, ed., Recapturing Anthropology: Working in the
En el nivel profesional nacional, las fuerzas de inercia institucional se han Present. Santa Fe, NM: School of American Research Press, pp. 191- 210.
manifestado de manera aún más contundente y reforzadas por el interés pragmático BARKAN, E. (1992) The Retreat of Scientific Racism: Changing Concepts of Race in
de la supervivencia. Frente a los recortes presupuestarios por parte de quienes Britain and the United States between the World Wars. Cambridge: Cambridge
toman decisiones bajo el criterio de «¿dónde está la ciencia en las ciencias University Press.
BOAS, F., “The Study of Geography”, Science 210 (February 11, 1887): 137- 41.
sociales?» (Cornman, 1995, p.1), la American Anthropological Association,
– “The History of Anthropology”, en G. W. Stocking, ed. (1974) The Shaping of American
a pesar de su fragmentación interna, está fuertemente obligada a re-presentarse Anthropology: A Franz Boas Reader [1904]. New York: Basic Books, pp. 23- 35.
a sí misma en términos unificados y científicos, con la dedicación de «difundir el CLIFFORD, J. y MARCUS, G., eds. (1986) Writing Culture: The Poetics and Politics of
conocimiento antropológico y su uso para resolver problemas humanos» («Science Ethnography. Berkeley, CA: University of California Press.
in Anthropology», 1995, p.1). Medidos en términos de asistencia y del número CORNMAN, J., “Can’t Get There from Here”, Anthropology Newsletter 36 (mayo
1995): 1,6.
de textos ofrecidos, los encuentros de la Association están más vivos que nunca.
– (diciembre 1995) “Congress Asks, Where’s the Science?: What Anthropologist Can
Mientras algunos pueden verlos como circos anómicos de confusión post- Do to Stop Funding Cuts”, Anthropology Newsletter 36: 1, 4.
paradigmática, para otros son la demostración de la energía sin límites de una DI LEONARDO, M. (1991) Gender at the Crossroads of Knowledge: Feminist Anthropology
disciplina no delimitada que es poco probable que sea históricamente delimitada, in the Post- Modern Era. Berkeley, CA: University of California.
al menos en un futuro próximo. FERNANDEZ, J., comunicación personal, 21 de diciembre de 1995.
GEERTZ, C., «Blurred Genres: The Refiguration of Social Thought», en GEERTZ, Clifford
(1983) Local Knowledge: Further Essays in Interpretive Anthropology. New York:
NOTAS Basic Books, pp. 19- 35.
GIVENS, D. y JABLONSKI, T., “1995 Survey of Anthropology PhDs”, en American
Anthropological Association Guide. Arlington, VA: American Anthropological As-
sociation, pp. 306- 317.
Este ensayo es una revisión y elaboración de la Snyder Visiting Lecture de GUPTA, A. y FERGUSON, J., “Anthropology and ‘the Field’: Boundaries, Areas and
la Universidad de Toronto titulada “The Science(?)s(?) of Man(?): Historical Grounds in the Constitution of a Discipline”, texto preparado para una conferencia en
Reflections on the ‘Sacred Bundle’ of Anthropology”. Al reelaborarlo me he la Universidad de Standord y en la de California, Santa Cruz, 19- 20 de febrero de 1994.
basado en una conferencia impartida en el IV Congreso de Antropología de HINSLEY, C. (1981) Savages and Scientifics: The Smithsonian Institution and the
Development of American Anthropology, 1846- 1910 . Washington, D.C:
España (“Anthropology Yesterday and Today: Thoughts on the ‘Crisis’ and Smithsonian Institution Press.
‘Reinvention’ of Anthropology”) al igual que en otros ensayos ya publicados HYMES, D. (ed., 1972) Reinventing Anthropology. New York: Pantheon Books.
citados en la lista de “Referencias”. También se ha basado en la discusión en un JARVIE, I. (1964) The Revolution in Anthropology. London: Routledge and Keegan Paul.
Graduate Seminar, “Exploring the Boundaries of Anthropological Discourse” KROEBER, A., (ed., 1953) Anthropology Today: An Enciclopedic Inventory. Chicago:
University of Chicago Press.
impartido en el invierno de 1995. Fue publicado en inglés en Social Research
KROEBER, C. y KLUCKHOHN, C. (1952) Culture: A Critical Review of Concepts and
Vol.62, nº 4 (Winter 1995), y más recientemente en una colección de mis ensayos Definitions. Cambridge: Peabody Museum.
que lleva por título Delimiting Anthropology: Occasional Inquiries and Re- MARCUS, G., “After the Critique of Ethnography: Faith, Hope, and Charity, but the
flections (2001) University of Wisconsin Press, editorial que ha permitido la Greatest of These is Charity”, en BOROVSKY, R. (ed., 1994) Assessing Cultural
publicación de este ensayo en lengua española. Anthropology. New York: McGraw- Hill.
MARCUS, G. y FISCHER, M. (1986) Anthropology as Cultural Critique: An Experimental
Moment in the Human Sciences Chicago: University of Chicago Press.
MILLS, A., “First Nations Help Create a Viable Human Future”, Anthropology Newsletter
36 (mayo.1995): 7, 36.

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George W. Stocking Delimitando la antropología George W. Stocking Delimitando la antropología

PEACOCK, J., “Anthropology for the Next Century”, Anthropology Newsletter 36 RESUMEN
(diciembre, 1995):1,4.
POWELL, J. W. (1881) First Annual Report of the Bureau of Ethnology. Washington, D.C.:
Government Printing Office.
SCHNEIDER, D. (1984) A Critique of the Study of Kinship. Ann Arbor: University of Este ensayo explora los cambios sobre las fronteras de la Antropología desde
Michigan Press. sus inicios en los discursos originarios del siglo XVIII hasta su desarrollo a
“Science in Anthropology”, Anthropology Newsletter 36 (abril, 1995): 1. finales del siglo XIX y la contingente unificación que lleva a cabo Franz Boas al
STOCKING, G. W., Jr. (1968) Race, Culture and Evolution: Essays in the History of Anthro- comienzo del siglo XX como una disciplina de orígenes múltiples. A continuación
pology. New York: Free Press.
se considera la mudanza de valores metodológicos y el cambio de fronteras que
– (1987) Victorian Anthropology (New York: Free Press).
– (1992), “The Ethnographic Sensibility of the 1920 and the Dualism of the An- tiene lugar en el periodo "clásico" (entre las décadas de 1920 y 1960), el impacto
thropological Tradition”, en Stocking, G. W., Jr. (1992) The Ethnographer’s de la "crisis de la antropología" y la "reinvención de la antropología". El análisis
Magic and Other Essays in the History of Anthropology. Madison, Wisconsin: ofrece una panorámica de los cambios en las fronteras internas y externas de la
University of Wisconsin Press, pp. 276-341. disciplina en las diferentes tradiciones nacionales, de las relaciones
– “Guardians of the sacred bundle: The American Anthropological Association and
interdisciplinares y de la estructura de las subdisciplinas dentro del campo. Tras
the representation of holistic anthropology”, en Learned Societies the Evolution of the
Disciplines (Occasional Paper 5), 17- 25. New York: American Council of Learned una revisión de una situación fronteriza radicalmente diferente a final de siglo, el
Societies. ensayo finaliza sugiriendo que la tensión recurrente entre ciencia y humanismo
– (1992) “Ideas and Institutions in America Anthropology: Thoughts Toward a podría reflejar un persistente dualismo epistemológico en la tradición
History of the Interwar Period”, en Stocking, G. W., Jr. (1992) The Ethonographer’s antropológica.
Magic and Other Essays in the History of Anthropology. Madison, WI: Univer-
sity of Wisconsin Press, pp. 114-77.
– (1992) “Paradigmatic Traditions in the History of Anthropology”, en Stocking, G. W., Jr.,
(1992) The Ethnographer’s Magic and Other Essays in the History of Anthropology.
ABSTRACT
Madison, WI: University of Wisconsin Press, pp. 342-361.
– (1992) “Postscriptive Prospective Reflections”, en Stocking, G. W., Jr., (1992) The
Ethonographer’s Magic and Other Essays in the History of Anthropology. This paper explores changes in the boundaries of anthropology from its origins in
Madison, WI: University of Wisconsin Press, pp. 362-372. the originary discourses of the 18th century through its development in the later
– (1995) After Tylor: British Social Anthropology. 1888-1951. Madison, WI: University nineteenth century and its contingent unification by Franz Boas in the early
of Wisconsin Press.
twentieth century as a discipline of manifold historical origins. It goes on to
– “Rousseau Redux, or Historical Reflections on the Ambivalence of Anthropology to the
Idea of Progress”, en Marx, L. y Mazlish, B., eds., Progress: Fact or Illusion?. Ann consider the changing methodological values and shifting boundaries of the
Arbor: University of Michigan Press, pp. 65-81. "classical" period (c.1920-c.1960), the impact of the "crisis of anthropology,"
TEDLOCK, B. y TEDLOCK, D., “From the Editors”, American Anthropologist 97 (diciembre and the "reinvention of anthropology" in the post-colonial period. The analysis
1995): 657. offers a panoramic view of changes in the external and internal disciplinary
WOLF, E. (1964) Anthropology. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice- Hall, Inc.
boundaries in different national traditions, and of the interdisciplinary relations
– (1982) Europe and the People without History. Berkeley, CA: University of
California Press. and subdisciplinary structure of the field. After a review of the very different
boundary situation at the end of the century, the essay ends with the suggestion
Traducido por Marta Arroyo that a recurrent tension between science and humanism may reflect an enduring
epistemological dualism in the anthropological tradition.
Revisado por María Cátedra

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UNIDAD 2
EL TRABAJO DEL ANTROPÓLOGO:
MIRAR, ESCUCHAR, ESCRIBIR

Roberto Cardoso De Oliveira

Introducción

Me pareció que abordar un tema frecuentemente visitado y revisitado por


miembros de nuestra comunidad profesional no sería del todo inadecuado, ya que
siempre valdrá, por lo menos, como una especie de declaración de alguien que, hace
ya varias décadas, viene preocupándose con él como parte de su métier de docente y
de investigador; y, como tal, aunque me dirija especialmente a mis colegas, me
gustaría también poder llegar al estudiante o al estudioso interesado genéricamente en
las ciencias sociales, toda vez que la especificidad del trabajo antropológico -por lo
menos como lo veo y como procuraré demostrarlo- no es en absoluto incompatible con
el trabajo realizado por colegas de otras disciplinas sociales, particularmente cuando,
en el ejercicio de su actividad, articulan la investigación empírica con la interpretación
de sus resultados.1 En este sentido, el subtítulo escogido -es necesario esclarecer- no
tiene nada que ver con el reciente libro de Claude Lévi-Strauss,2 aunque, en este
título, pueda yo haberme inspirado, al sustituir apenas lire por écrire, o "leer" por
"escribir". Pero, aquí, al contrario de los ensayos de antropología estética de Lévi-
Strauss, trato de cuestionar algunas de aquellas que se podrían llamar las principales
"facultades del entendimiento" socio-cultural que, creo, sean inherentes al modo de
conocer de las ciencias sociales. Naturalmente, es preciso decir que -al hablar, en
este contexto de facultades del entendimiento- no estoy más que parafraseando, y con
mucha libertad, el significado filosófico de la expresión "facultades del alma", como
Leibniz entendía la percepción y el pensamiento. Pues, sin percepción y pensamiento,
¿cómo podemos conocer? Por mi parte, o desde el punto de vista de mi disciplina -la
antropología-, quiero sólo enfatizar el carácter constitutivo de la mirada, de la escucha
y de la escritura, en la elaboración del conocimiento propio de las disciplinas sociales,
esto es, de aquellas que convergen para la elaboración de lo que Giddens, muy
apropiadamente, llama "teoría social", para sintetizar, con la asociación de estos dos
términos, el amplio espectro cognitivo que envuelve las disciplinas que denominamos
ciencias sociales.3 Resaltar rápidamente, ya que no pretendo más que aflorar algunos
problemas que comúnmente pasan desapercibidos, no solamente para el joven
investigador, pero, muchas veces, para el profesional maduro, cuando no se inclina
para las cuestiones epistemológicas que condicionan la investigación empírica en lo
que se refiere a la construcción del texto, resultado de la misma. Deseo así, llamar la
atención sobre tres maneras -mejor diría, tres etapas- de aprehensión de los
fenómenos sociales, tematizándolas -lo que significa decir: cuestionándolas- como
algo merecedor de nuestra reflexión en el ejercicio de la investigación y de la
producción de conocimiento. Procuraré demostrar como la mirada, la escucha y la
escritura pueden ser cuestionadas en sí mismas, aunque, en un primer momento,

1
La primera versión de este texto fue para una "Clase Inaugural" del año académico de 1994, relativa a
los cursos del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad del estado de Campinas -
Unicamp. La presente versión, que ahora se publica, debidamente revisada y ampliada, fue elaborada
para una conferencia en la Fundación Joaquín Nabuco, en Recife, el 23 de mayo del mismo año, en su
Instituto de Tropicología. Esta versión fue publicada por la Revista de Antropología, vol. 39, nº 1, 1996,
pp. 13-37.
2
Claude Lévi-Strauss, Regarder, Écouter, Lire.
3
Cf. Anthony Giddens, "Hermeneutics and social theory", in Gary Schapiro y Alan Sica (orgs.)
Hermeneutics: Questions and prospects.
puedan parecernos tan familiares y, por eso, tan triviales, hasta el punto de sentirnos
dispensados de problematizarlas; incluso, en un segundo momento -marcado por
nuestra inserción en las ciencias sociales-, esas "facultades" o, mejor dicho, estos
actos cognitivos de ellas resultantes, asumen un sentido muy particular, de naturaleza
epistémica, ya que es con tales actos que logramos construir nuestro saber. Así,
procuraré indicar que, en lo que se refiere a la mirada o a la escucha "disciplinadas" -a
saber, disciplinadas por la disciplina- se realiza nuestra percepción, y será en la
escritura que nuestro pensamiento se ejercita de la manera más cabal, como
productor de un discurso que sea tan creativo como propio de las ciencias dirigidas a
la construcción de la teoría social.

La mirada

Talvez la primera experiencia del investigador de terreno -o en el terreno- sea


la domestificación teórica de su mirada. Esto porque, a partir del momento en que nos
sentimos preparados para la investigación empírica, el objeto, sobre el cual dirigimos
nuestra mirada, ya fue previamente alterado por la propia manera de visualizarlo. Sea
cual fuere ese objeto, él no escapa de ser aprehendido por el esquema conceptual de
la disciplina formadora de nuestra manera de ver la realidad. Este esquema
conceptual -disciplinadamente aprendido durante nuestro itinerario académico, de ahí
el término disciplina para las materias que estudiamos- funciona como una especie de
prisma por medio del cual la realidad observada sufre un proceso de refracción -si se
me permite la imagen. Es cierto que esto no es exclusivo de la mirada, ya que está
presente en todo proceso de conocimiento, envolviendo, por lo tanto, todos los actos
cognitivos que mencioné en su conjunto. Con todo, es ciertamente en la mirada que
esa refracción puede ser mejor comprendida. La propia imagen óptica -refracción-
llama la atención hacia eso.

Imaginemos un antropólogo en el inicio de una investigación junto a un


determinado grupo indígena y entrando en una "maloca", vivienda de una o más
decenas de individuos, sin conocer todavía ni una palabra del idioma nativo. Esa
vivienda de tan amplias proporciones y de estilo tan peculiar, como, por ejemplo, las
tradicionales casas colectivas de los antiguos Tükúna, del alto río Solimões, en el
Amazonas, tendrían su interior inmediatamente dirigido para la "mirada etnográfica",
por medio de la cual toda la teoría que la disciplina dispone relativa a las residencias
indígenas pasaría a ser instrumentalizada por el investigador, esto es, por él referida.
En este sentido, el interior de la "maloca" no sería visto con ingenuidad, como una
mera curiosidad delante de lo exótico, sino con una mirada debidamente sensibilizada
por la teoría disponible. Al basarse en esta teoría, el observador bien preparado,
como etnólogo, la mirará como un objeto de investigación previamente construido por
él, por lo menos en una primera prefiguración: pasará entonces, a contar los fuegos -
pequeñas cocinas primitivas- cuyos residuos de ceniza y carbón le indicarán que,
alrededor de cada uno, estuvieron reunidos no sólo individuos, sino personas, por lo
tanto seres sociales, miembros de un único "grupo doméstico"; lo que le dará la
información subsidiaria de que, por lo menos en esa "maloca", de conformidad con el
número de fuegos, estaría abrigada una cierta proporción de grupos domésticos,
formados por una o más familias elementares y, eventualmente, de individuos
"agregados" -originarios de otro grupo tribal. Conocerá, igualmente, el número total de
habitantes -o casi- contando las hamacas colgadas en los muros de la "maloca" de los
miembros de cada grupo doméstico. Observará, también, las características
arquitectónicas de la "maloca", clasificándolas según una tipología de alcance
planetario sobre estilos de residencias, enseñada en la literatura etnológica existente.

Al referirse otra vez a los mismos Tükúna, pero en su aspecto moderno, el


etnólogo que visitase sus "malocas" observaría de pronto que ellas se diferencian
radicalmente de aquéllas descritas por cronistas o viajantes que, en el pasado,
navegaron por los "igarapés" habitados por ellos. Verificaría que las amplias
"malocas", dotadas de una cobertura en forma de medio arco descendiendo por sus
laterales hasta el suelo y cerrando la casa a toda y cualquier entrada de aire -y de las
miradas exteriores-, salvo por puertas removibles, están ahora totalmente
remodeladas. La "maloca" ya se presenta ampliamente abierta, constituida por una
cobertura de dos aguas, sin paredes -o con paredes precarias-, e, internamente,
imponiéndose a las miradas exteriores, se ven hamacas colgadas de los muros, con
sus respectivos mosquiteros -un elemento de la cultura material indígena desconocido
antes del contacto interétnico e innecesario para las casas antiguas, ya que su
cerrazón impedía la entrada de cualquier tipo de insecto. En este sentido, para este
etnólogo moderno, teniendo ya a su alcance una documentación histórica, la primera
conclusión será sobre la existencia de un cambio cultural de tanta importancia que, si,
por un lado, facilitó la construcción de casas indígenas, ya que la antigua residencia
exigía un gran trabajo, dada su complejidad arquitectónica, por otro, afectó las
relaciones de trabajo, por no ser ya necesaria la movilización de todo el clan para la
edificación de la "maloca", al mismo tiempo que hacía que el grupo residencial fuese
más vulnerable a los insectos, ya que los mosquiteros sólo podrían ser útiles en las
hamacas, quedando la familia a la merced de esos insectos durante el día. Se
observaba así, literalmente, lo que el melancólico Herbert Baldus llamaba una especie
de "naturaleza muerta" de la aculturación. ¿Cómo hacerla revivir, sino es por la
penetración en la naturaleza de las relaciones sociales?

Volvamos a nuestro ejemplo para ver que, para darse cuenta de la naturaleza
de las relaciones sociales mantenidas entre las personas de la unidad residencial -y de
ellas entre sí, tratándose de una pluralidad de "malocas" de una misma aldea o "grupo
local"-, la mirada por sí sola no sería suficiente. ¿Cómo alcanzar, solamente con la
mirada, el significado de esas relaciones sociales, sin conocer la nomenclatura del
parentesco, por medio de la cual podemos tener acceso a uno de los sistemas
simbólicos más importantes de nuestras sociedades ágrafas y sin lo cual no nos será
posible proseguir nuestro camino? El dominio de las teorías del parentesco por el
investigador se vuelve, entonces, indispensable. Para llegar, en este caso, a la
estructura de esas relaciones sociales, el etnólogo deberá valerse, preliminarmente,
de otro recurso de obtención de datos. Vamos a detenernos un poco en la escucha.

La escucha

Creo necesario mencionar que el ejemplo indígena -tomado como ilustración


de la mirada etnográfica- no puede ser considerado incapaz de generar analogías con
otras situaciones de investigación, con otros objetos concretos de investigación. El
sociólogo o el politólogo, por cierto, tendrá ejemplos tanto o más ilustrativos para
mostrar cuanto la teoría social preestructura nuestra mirada y sofistica nuestra
capacidad de observación. Juzgué, entonces, que los ejemplos bien simples son
generalmente los más comprensibles, y como la antropología es mi disciplina,
continuaré a valerme de sus enseñanzas y de mi propia experiencia, en la esperanza
de proporcionar una buena noción de esas etapas aparentemente comunes de la
investigación científica. Por lo tanto, si la mirada posee una significación específica
para un científico social, la escucha también goza de esa propiedad.

Evidentemente, tanto la escucha como la mirada no pueden ser tomadas como


facultades totalmente independientes en el ejercicio de la investigación. Ambas se
complementan y sirven para el investigador como dos muletas -que no nos perdamos
con esa metáfora tan negativa- que le permiten caminar, aunque sea torpemente, en el
camino del conocimiento. La metáfora, utilizada a propósito, permite recordar que el
camino de la investigación es siempre difícil, sujeto a muchas caídas. Es en este
ímpetu de conocer que la escucha, complementando la mirada, participa de las
mismas precondiciones de esta última, en la medida en que está preparada para
eliminar todos los ruidos que le parezcan insignificantes, esto es, que no tengan
ningún sentido en el corpus teórico de su disciplina o para el paradigma en el interior
del cual el investigador fue entrenado. No quiero discutir aquí la cuestión de los
paradigmas; pude hacerlo en mi libro Sobre el pensamiento antropológico y no pienso
que sea indispensable abordarla aquí. Bastaría entender que las disciplinas y sus
paradigmas son condicionantes tanto de nuestra mirada como de nuestra escucha.

Imaginemos una entrevista por medio de la cual el investigador puede obtener


informaciones que no se pueden conseguir a través de la observación estricta.
Sabemos que autores como Radcliffe-Brown, siempre recomendaron la observación
de rituales para estudiar sistemas religiosos. Para él, "en el empeño de comprender
una religión debemos primero concentrar la atención más en los ritos que en las
creencias".4 Lo que significa decir que la religión podía ser más rigurosamente
observada en la conducta ritual por ser esa "el elemento más estable y duradero", si la
comparamos con las creencias. Pero esto no quiere decir que esta conducta misma,
sin las ideas que la sustentan, jamás podría ser enteramente comprendida. Descrito el
ritual, por medio de la mirada y de la escucha -sus músicas y sus cantos-, le faltaba la
plena comprensión de su sentido para el pueblo que lo realizaba y su significación
para el antropólogo que lo observaba en toda su exterioridad.5 Por eso, la obtención
de explicaciones facilitadas por los propios miembros de la comunidad investigada
permitiría obtener aquello que los antropólogos llaman "modelo nativo", materia prima
para el entendimiento antropológico. Tales explicaciones nativas sólo podrían ser
obtenidas por medio de la entrevista, por lo tanto, de una escucha especial. Y, para
eso, hay que saber escuchar.

Si, aparentemente, la entrevista tiende a ser encarada como algo sin mayores
dificultades, salvo, naturalmente, la limitación lingüística -esto es, el débil dominio por
el etnólogo del idioma nativo-, se vuelve mucho más compleja cuando consideramos
que la mayor dificultad está en la diferencia entre "idiomas culturales", a saber, entre el
mundo del investigador y el del nativo, ese mundo extraño en el cual deseamos
penetrar. Por otra parte, hay que entender nuestro mundo, el del investigador, como
siendo occidental, constituido mínimamente por la sobreposición de dos subculturas:
la brasileña, por lo menos en el caso de la mayoría del público lector; y la
antropológica, en el caso particular de aquellos que fueron entrenados para
convertirse en profesionales de la disciplina. Y es la confrontación entre esos dos
mundos que constituye el contexto en el cual ocurre la entrevista. Es, por lo tanto, en
un contexto esencialmente problemático que tiene lugar nuestra escucha. ¿Cómo
podremos, entonces, cuestionar las posibilidades de la entrevista en estas condiciones
tan delicadas?

Pienso que ese cuestionamiento comienza con la pregunta sobre cuál es la


naturaleza de la relación entre el entrevistador y el entrevistado. Sabemos que tiene
una larga y arraigada tradición, en la literatura etnológica, sobre la relación
"investigador/informante". Si tomamos la clásica obra de Malinowski como referencia,
vemos como esa tradición se consolida y, prácticamente, se trivializa en la realización

4
Cf. Radcliffe-Brown, "Religión y sociedad", en Estructura y función en la sociedad primitiva, p. 194.
5
Aquí hago una distinción entre "sentido" y "significación". El primer término se consagra en el horizonte
semántico del "nativo" -como en el ejemplo del que me estoy valiendo-, en cuanto que el segundo término
sirve para designar el horizonte del antropólogo -que está constituido por su disciplina. Esa distinción
apóyase en E. D. Hirsch Jr. --Validity in Interpretation, apéndice I- el cual, a su vez, se apoya en la lógica
fregeana.
de la entrevista. En el acto de escuchar al "informante", el etnólogo ejerce un poder
extraordinario sobre el mismo, aunque intente ponerse como observador lo más
neutral posible, como pretende el objetivismo más radical. Ese poder, subyacente en
las relaciones humanas -que autores como Foucault jamás se cansaron de denunciar-,
ya en la relación investigador/informante desempeñará una función profundamente
empobrecedora del acto cognitivo: las preguntas hechas en busca de respuestas
puntuales lado a lado de la autoridad de quien las hace -con o sin autoritarismo-, crean
un campo ilusorio de interacción. En realidad, no hay verdadera interacción entre el
nativo y el investigador, por cuanto en la utilización de aquél como informante, el
etnólogo no crea condiciones de efectivo diálogo. La relación no es dialogal. Al
mismo tiempo que transformando ese informante en "interlocutor", una nueva
modalidad de relacionamiento puede -y debe- tener lugar.6

Esa relación dialogal -cuyas consecuencias epistemológicas, no es necesario


todavía desarrollar aquí- guarda por lo menos una gran superioridad sobre los
procedimientos tradicionales de entrevista. Hace que los horizontes semánticos en
enfrentamiento -el del investigador y el del nativo- se abran uno a otro, de manera a
transformar una tal confrontación en un verdadero "encuentro etnográfico". Crea un
espacio semántico compartido por ambos interlocutores, gracias a lo cual puede
ocurrir aquella "fusión de horizontes" -como los hermeneutas llamarían ese espacio-
desde que el investigador tenga la habilidad de escuchar al nativo y por él ser
igualmente oído, empezando formalmente un diálogo entre "iguales", sin miedo de
estar así contaminando el discurso del nativo con elementos de su propio discurso. Ya
que, acreditar que sea posible la neutralidad idealizada por los defensores de la
objetividad absoluta, es apenas vivir en una dulce ilusión. Al intercambiar ideas e
informaciones entre sí, etnólogo y nativo, ambos igualmente elevados a nivel de
interlocutores, se abren a un diálogo en todo y por todo superior, metodológicamente
hablando, la antigua relación investigador/informante. La escucha gana en calidad y
altera una relación, como una calle de vía única, en otra de vía doble, por tanto, una
verdadera interacción.

Tal interacción en la realización de una etnografía, incluye, por lo general,


aquello que los antropólogos llaman "observación participante", lo que significa decir
que el investigador asume un papel perfectamente digerible por la sociedad
observada, al punto de viabilizar una aceptación, sino óptima por los miembros de
aquella sociedad, por lo menos afable, de manera a no impedir la necesaria
interacción. Pero esa observación participante no siempre ha sido considerada como
generadora de conocimiento efectivo, siéndole frecuentemente atribuida la función de
generadora de hipótesis, teniendo que ser probada por procedimientos nomológicos,
esos sí explicativos por excelencia, capaces de asegurar un conocimiento
proposicional y positivo de la realidad estudiada. A mi entender, hay un cierto
equívoco en la reducción de la observación participante y en la empatía que ella
genera a un mero proceso de construcción de hipótesis. Entiendo que tal modalidad
de observación realiza un innegable acto cognitivo, desde que la comprensión -
Verstehen- que le es subyacente capta aquello que un hermeneuta llamaría de
"excedente de sentido", esto es, las significaciones -por consiguiente, los datos- que
escapan a cualquier metodología de pretensión nomológica. Volveré al tema de la
observación participante en la conclusión.

La escritura

6
Ese es un tema que he explorado seguidamente en diferentes publicaciones. Indicaría especialmente la
conferencia, titulada "La antropología y la crisis de los modelos explicativos", reproducido en este volumen
como capítulo 3.
Si la mirada y la escucha pueden ser consideradas como los actos cognitivos
más preliminares en el trabajo en el terreno, actividad que los antropólogos designan
por la expresión inglesa de fieldwork, es, seguramente, en el acto de escribir, por tanto
en la configuración final del producto de este trabajo, que la cuestión del conocimiento
se vuelve tanto o más crítica. Un interesante libro de Clifford Geertz -Trabajos y vidas:
el antropólogo como autor- ofrece importantes pistas para el desenvolvimiento de este
tema.7 Geertz parte de la idea de separar y naturalmente, evaluar dos etapas bien
distintas en la investigación empírica: la primera, que intenta calificar como la del
antropólogo "estando allí" -being there-, esto es, viviendo la situación de estar en el
terreno; y la segunda, que seguiría a ésa, correspondería a la experiencia de vivir,
mejor dicho, trabajar "estando aquí" -being here-, a saber, bien instalado en su oficina
de la ciudad, gozando de la convivencia de sus colegas y disfrutando de todo lo que
las instituciones universitarias y de investigación pueden ofrecer. En estos términos, la
mirada y la escucha serían parte de la primera parte, en cuanto que la escritura sería
parte de la segunda.

Debemos entender, así, por escritura, el acto ejercido principalmente en la


oficina, cuyas características lo singularizan de manera destacada, sobre todo cuando
lo comparamos con lo que se escribe en el terreno, tanto cuando hacemos nuestro
diario, como cuando escribimos las anotaciones en nuestras libretas. Y si tomamos
otra vez Geertz como referencia, vemos que en la manera por la cual él encamina sus
reflexiones, es la escritura "estando aquí", por lo tanto fuera de la situación en el
terreno, que cumple su más alta función cognitiva. ¿Por qué? Debido al hecho de
iniciar en la oficina el proceso de convertir en texto los fenómenos socio-culturales
observados "estando allí". Ya las condiciones de conversión en texto, esto es, de traer
los actos observados -vistos y oídos- para el plano del discurso, no dejan de ser muy
particulares y ejercen, a su vez, un papel definitivo, tanto en el proceso de
comunicación inter pares -esto es, en el seno de la comunidad profesional-, como en
el del conocimiento propiamente dicho. Sobre todo porque hay una relación dialéctica
entre el comunicar y el conocer, pues ambos comparten una misma condición: la que
le da el lenguaje. Aunque el lenguaje, como tema de reflexión, sea importante en sí
mismo, en este movimiento que podríamos llamar "desviación lingüística" -o linguistics
turn-, que sobrepasa actualmente tanto la filosofía como las ciencias sociales, el
aspecto que deseo tratar aquí, aunque sea muy sucintamente, es el de la disciplina y
de su propio idioma, por medio de los cuales los que se ejercitan en la antropología -u
otra ciencia social- piensan y se comunican. Alguien ya escribió que el hombre no
piensa solo, en un monólogo solitario, sino que lo hace socialmente, en el interior de la
"comunidad de comunicación" y "de argumentación".8 Él está, por tanto, contenido en
el espacio interno de un horizonte socialmente construido -o de su propia sociedad y
de su comunidad profesional. Pidiendo excusas por la imprecisión de la analogía, diría
que él se piensa en el interior de una "representación colectiva": expresión esta, al fin,
bien familiar al científico social y que, de cierta manera, da una idea aproximada de
aquello que entiendo por "idioma" de una disciplina. ¿Cómo podemos interpretar eso
en conexión con los ejemplos etnográficos?

Diría inicialmente que la conversión en texto de la cultura, o de nuestras


observaciones sobre ella, es un emprendimiento muy complejo. Exige el despojarse
de algunas costumbres al escribir, válidas para diversos géneros de escritura pero que

7
El título de la edición original es Works and lives. The anthropologist as author. Hay una traducción
española, publicada en Barcelona.
8
Cf. Karl-Otto Apel, "La comunidad de comunicación como presupuesto trascendental de las ciencias
sociales", en La transformación de la filosofía, tomo II.
para la construcción de un discurso disciplinado por aquello que se podría llamar
"(meta)teoría social" no siempre parecen adecuados. Es, por tanto, un discurso que
se funda en una actitud muy particular que podríamos definir como antropológica o
sociológica. Para Geertz, por ejemplo, se podría entender toda etnografía -o
sociografía si se prefiere- no sólo como técnicamente difícil, una vez que colocamos
vidas ajenas en "nuestros" textos, pero, sobre todo, porque este trabajo es "moral,
política y epistemológicamente delicado".9 Aunque Geertz no desarrolle esta
afirmación, como sería de desear, siempre podemos hacerlo a partir de un conjunto de
cuestiones.

Pienso, en este sentido, en la cuestión de la autonomía del autor/investigador


en el ejercicio de su métier. ¿Cuáles son las implicaciones de esta autonomía en la
conversión de los datos observados -por lo tanto, de la vida tribal, para continuar con
nuestros ejemplos- en el discurso de la disciplina? Tenemos que admitir que más que
una traducción de la "cultura nativa" en la "cultura antropológica" -esto es en el idioma
de mi disciplina-, realizamos una interpretación que, a su vez, está balizada por las
categorías o por los conceptos básicos que constituyen la disciplina. Pero, esa
autonomía epistémica no está de ninguna manera desvinculada de los datos -sean los
de su apariencia externa, propiciada por la mirada; sean los de sus significados
íntimos o del "modelo nativo", proporcionados por la escucha. Está fundada en estos
datos, con relación a los cuales tiene que rendir cuentas en algún momento de la
escritura. Lo que significa decir que tiene que permitirse siempre el control de los
datos por parte de la comunidad de colegas, esto es, por la comunidad profesional.
Por tanto, sistema conceptual, por un lado y, por el otro, los datos -nunca puros, pues
ya en una primera instancia, construidos por el observador desde el momento de su
descripción,10 guardan entre sí una relación dialéctica. Son interinfluenciables. El
momento de la escritura, marcado por una interpretación de y en el gabinete, hace que
aquellos datos sufran una nueva "refracción", ya que todo el proceso de la escritura, o
de inscribir las observaciones en el discurso de la disciplina, está contaminado por el
contexto del being here -a saber, por las conversaciones de pasillo o de restaurante,
por los debates realizados en congresos, por la actividad docente, por la investigación
de biblioteca o library fieldwork, como, jocosamente, se acostumbra a llamarla, entre
muchas otras actividades, en fin, por el ambiente académico.

Examinemos un poco más de cerca este proceso de conversión en texto, tan


diferente del trabajo en el terreno. Según Geertz, debería preguntarse lo que acontece
con la realidad observada en el terreno cuando se la traslada para fuera. -"What
happens to reality when it is shipped abroad?". Esta pregunta ha sido constante en la
llamada "antropología post moderna", movimiento que viene conquistando un lugar en
la disciplina a partir de los años sesenta, y que, a pesar de sus muchos errores -siendo
tal vez el principal la identificación que hace de la objetividad con su modalidad
perversa, el objetivismo- cuenta a su favor con el hecho de traer la cuestión del texto
etnográfico como tema de reflexión sistemática, como algo que no puede ser tomado
tácitamente, como suele ocurrir en nuestra comunidad profesional.11 A pesar de
Geertz estar considerado como un gran inspirador de ese movimiento, que reúne un
amplio grupo de antropólogos, sus miembros no participan de una posición unívoca

9
Clifford Geertz, Works and lives: The anthropologist as author, p.130.
10
Meyer Fortes, ya en los años cincuenta, llamaba este proceso -casi primitivo de investigación
etnográfica en el ámbito de la antropología social- "analytical description". Cf. M. Fortes, "Analysis and
description in social anthropology", en The advancement of science, vol. X, pp.190-201.
11
Cf. mi artículo, "La categoría del (des)orden y la post modernidad de la antropología", en Anuario
Antropológico, Nº 86, 1988, pp. 57-73; también en el libro Sobre el pensamiento antropológico, capítulo 4.
eventualmente dictada por el maestro.12 En realidad, la gran idea que los une, aparte
del hecho de poseer una orientación de base hermenéutica, inspirada en pensadores
como Dilthey, Heidegger, Gadamer o Ricoeur, esta idea es la de colocarse contra el
que consideran ser el modo tradicional de hacer antropología y eso, a lo que parece,
con la intención de rejuvenecer la antropología cultural norteamericana, huérfana de
un gran teórico desde Franz Boas.

¿Cuáles son los puntos que podríamos señalar como conductores de la


cuestión central del texto etnográfico? Texto que bien podría ser sociográfico, si
pudiéramos extenderlo, por analogía, a aquellos mismos resultados a que llegan los
científicos sociales, no importando su vinculación disciplinar. Talvez, lo que vuelva el
texto etnográfico más singular, cuando se compara con otros dedicados a la teoría
social, sea la articulación que busca entre el trabajo en el terreno y la construcción del
texto. George Marcus y Dick Cushman,13 llegan a considerar que la etnografía podría
ser definida como "la representación del trabajo en el trabajo en textos".14 Incluso esto
tiene varios "complicadores", como ellos mismos reconocen. Intentaré indicar algunos,
siguiendo esos mismos autores, aparte de otros que, como ellos -y, en cierta manera,
muchos de nosotros, actualmente- reflexionan sobre la peculiaridad de escribir un
texto que sea controlable por el lector y eso en la medida en que distinguimos tal texto
de la narrativa meramente literaria. Ya mencioné, un poco antes, el diario y la libreta
de terreno como maneras de escribir que se diferencian claramente del texto
etnográfico final. Podría añadir, siguiendo los mismos autores, que también los
artículos y las tesis académicas deben ser consideradas como "versiones escritas
intermediarias", ya que, en la elaboración de la monografía -ésta sí, el texto final-,
exigencias específicas deben o deberían ser hechas. Mencionaré simplemente
algunas, preocupado en no prolongar mucho estas consideraciones.

Desde luego, cabe una distinción entre las monografías clásicas y las
modernas. En cuanto a las primeras, fueron concebidas de conformidad con una
"estructura narrativa normativa" que se puede comparar a partir de una disposición de
capítulos casi canónica -territorio, economía, organización social y parentesco,
religión, mitología, cultura y personalidad, entre otros-, las segundas dan prioridad a un
tema, por medio del cual toda la sociedad o cultura pasa a ser descrita, analizada e
interpretada. Un buen ejemplo de monografías de este segundo tipo es la de Victor
Turner, "Cisma y continuidad en una sociedad africana", que manifiesta con mucho
acierto las posibilidades de una aprehensión holística, aunque concentrada en un gran
tema único, capaz de proporcionar una idea de esa sociedad como entidad
extraordinariamente viva. Esta visión holística, no significa retratar la totalidad de una
cultura, pero solamente tener en cuenta que la cultura, siendo totalizadora, aunque
parcialmente descrita, siempre debe ser tomada como referencia.

Un tercer tipo sería el de las llamadas "monografías experimentales" o post


modernas, como las defendidas por Marcus y Cushman, pero que, en este momento,
no me gustaría tratarlas sin un examen crítico preliminar que me parece indispensable,
pues iría a contener precisamente mis restricciones a lo que considero como
característica de esas monografías: el desprecio que sus autores demuestran en

12
Para una buena idea sobre la variedad de posiciones en el interior del movimiento hermenéutico, es
preciso consultar el volumen Writing culture: The poetics and politics of ethnography, James Clifford y
George E. Marcus (orgs.)
13
Cf. George E. Marcus e Dick Cushman, "Ethnographies as textes", en Annual Review of Anthropology,
Nº 11, 1982, pp. 25-69.
14
Idem, p. 27.
relación con la necesidad de control de los datos etnográficos, tema al cual me he
referido varias veces, cuando procuro demostrar que algunos desarrollos de la
antropología post moderna resultan en una perversión del propio paradigma
hermenéutico. Esas monografías llegan a ser casi intimistas, imponiendo al lector la
constante presencia del autor en el texto. Es un tema sobre el cual ha habido mucha
controversia, pero no pienso que sea aquí el mejor lugar para profundizarlo.15

Pero, el hecho de escribir en la primera persona del singular -como parecen


recomendar los defensores de este tercer tipo de monografía- no significa,
necesariamente, que el texto deba ser intimista. Debe significar, simplemente -y en
cuanto a esto creo que todos los investigadores pueden estar de acuerdo-, que el
autor no debe esconderse sistemáticamente bajo la capa de un observador
impersonal, colectivo, omnipresente y omnisciente, valiéndose de la primera persona
del plural: nosotros. Está claro que siempre habrá situaciones en que este nosotros
puede o debe ser evocado por el autor. No debe, con esto, ser el patrón de la retórica
del texto. Esto me parece importante porque con el creciente reconocimiento de la
pluralidad de voces que componen la escena de la investigación etnográfica, esas
voces deben ser distinguidas y jamás calladas por el tono imperial y muchas veces
autoritario de un autor esquivo, escondido en el interior de esa primera persona del
plural. A mi entender, la llamada antropología polifónica -en la cual teóricamente se
ofrece espacio para las voces de todos los actores del escenario etnográfico- remite,
sobre todo, a la responsabilidad específica de la voz del antropólogo, autor del
discurso propio de la disciplina, que no puede quedar oscurecido o sustituido por las
transcripciones de las conversaciones de los entrevistados. Sobre todo porque
sabemos que un buen reportero puede usar tales transcripciones con mucho más arte.

Es importante también reavivar otro aspecto del proceso de construcción del


texto: a pesar de las críticas, el tercer tipo de monografía trae una innegable
contribución para la teoría social. Marcus y Cushman observan, en lo relativo a la
influencia de Geertz en la antropología que, como él,

la etnografía se volvió un medio de hablar sobre teoría, filosofía y epistemología,


simultáneamente al cumplimiento de su tarea tradicional de interpretar diferentes
modos de vida.16

Evidentemente que, al elevar la producción del texto a nivel de reflexión sobre la


escritura, la disciplina está orientando su camino para las instancias meta-teóricas que
pocos alcanzaron. Quizá del ejemplo más conocido, entre los antropólogos vivos, sea
el de Lévi-Strauss en el ámbito del estructuralismo, de reducida eficacia en la
investigación etnográfica. Con Geertz y su antropología interpretativa, se verifica el
surgimiento de una práctica meta-teórica en proceso de apadrinamiento, a pesar de

15
Desde una perspectiva crítica, aunque favorable a esas monografías experimentales, léase el artículo
de la antropóloga Teresa Caldeira, titulado "La presencia del autor y la post modernidad de la
antropología", en Novos Estudos, Cebrap, Nº 21, jul. 1988, pp.133-157. Ya desde una perspectiva menos
favorable, cf., por ejemplo, el artículo-reseña de Wilson Trajano Filho, "Qué ruido es ese, el de los post
modernistas" y el de Carlos Fausto, "La antropología xamantística de Michael Taussig y las desaventuras
de la etnografía", ambos publicados en Anuario Antropológico, Nº 86, 1988, respectivamente las pp. 133-
151 y pp. 183-198; y el de Mariza Peitano "El encuentro etnográfico y el diálogo teórico", insertado en su
grupo de ensayos Una antropología en plural, como su capítulo 4. Para una apreciación más genérica de
esa antropología post moderna, en la que se procura señalar tanto sus aspectos positivos -en lo que se
refiere a la contribución al paradigma hermenéutico para el enriquecimiento de la matriz disciplinar de la
antropología-, como los aspectos negativos de aquello que considero ser el "desarrollo perverso" de este
paradigma, comparar con el artículo -versión final de las conferencias dadas en 1986- indicado en la nota
11.
16
George E. Marcus y Dick Cushman, "Ethnographics as textes", p.37.
algunos resbalones de sus adeptos para el intimismo, como se ha mencionado hace
poco. Entiendo que para elaborarse un buen texto etnográfico, debe pensarse en las
condiciones de su producción a partir de las etapas iniciales de la obtención de los
datos -la mirada y la escucha-, lo que no quiere decir que deba enmarañarse en la
subjetividad del autor/investigador. Primero, lo que está en juego es la
"intersubjetividad" -ésta de carácter epistémico-, gracias a la cual se articulan, en un
mismo horizonte teórico, los miembros de su comunidad profesional. Es el
reconocimiento de esta intersubjetividad que vuelve al antropólogo moderno un
científico social menos ingenuo. Me parece que tal vez sea ésta una de las
contribuciones más fuertes del paradigma hermenéutico para la disciplina.

Conclusión

Examinadas la mirada, la escucha y la escritura, ¿a qué conclusiones podemos


llegar? Como procuré demostrar desde el principio, estas "facultades" del espíritu
tienen características bien precisas cuando se ejercitan en la órbita de las ciencias
sociales y, de una manera especial, en la de la antropología. Si la mirada y la escucha
constituyen nuestra percepción de la realidad destacada en la investigación empírica,
la escritura pasa a ser parte casi indisociable de nuestro pensamiento, toda vez que el
acto de escribir es simultáneo al acto de pensar. Quiero llamar la atención sobre esto,
de modo a que esté claro que -por lo menos a mi modo de ver- es en el proceso de
redacción de un texto que nuestro pensamiento camina, encontrando soluciones que
difícilmente aparecerán antes de la conversión en texto de los datos provenientes de la
observación sistemática. Siendo así, sería una equivocación imaginar que, primero,
llegamos a conclusiones relativas a esos mismos datos, para, enseguida, poder
inscribir esas conclusiones en el texto. Por lo tanto, disociándose el pensamiento de la
escritura. Por lo menos mi experiencia indica que el acto de escribir y el de pensar
son de tal manera solidarios entre sí que, juntos, forman prácticamente un mismo acto
cognitivo. Esto significa que, en este caso, el texto no espera que su autor tenga
primero todas las respuestas para, sólo entonces, poder iniciarlo. Entiendo que en la
elaboración de una buena narrativa, el investigador, poseyendo sus observaciones
debidamente organizadas, inicia el proceso de convertir en texto -toda vez que ésta
no es más que una forma escrita de simple exposición, pues está también la forma
oral-, concomitante al proceso de producción del conocimiento. No obstante, siendo el
acto de escribir un acto igualmente cognitivo, este acto tiende a ser repetido cuantas
veces sea necesario; por lo tanto, él se escribe y se reescribe repetidamente, no
solamente para perfeccionar el texto desde el punto de vista formal, sino para mejorar
la veracidad de las descripciones y de la narrativa, profundizar el análisis y consolidar
argumentos.

Esto, por sí solo, no caracteriza la mirada, la escucha y la escritura


antropológicas, pues está presente en todo y en cualquier escrito en el interior de las
ciencias sociales. Con todo, en lo que se refiere a la antropología, como procuré
demostrar, estos actos están previamente comprometidos con el propio horizonte de la
disciplina, en el que mirar, escuchar y escribir están desde siempre sintonizados con el
sistema de ideas y valores que son los propios de la disciplina. El cuadro conceptual
de la antropología abriga, en este sentido, ideas y valores de difícil separación. Louis
Dumont, este excelente antropólogo francés, llama a esto "idea-valor",17 uniendo así,
en una única expresión, ideas que poseen una carga valorativa extremadamente
grande. Al traer esta cuestión a la práctica de la disciplina, diríamos que por lo menos
dos de esas "ideas-valor" marcan el hacer antropológico: "la observación participante"

17
Cf. Louis Dumont, "La valeur chez les modernes et chez les autres", en Essais sur l'individualisme: Une
perspective anthropologique sur l'idéologie moderne, Capítulo 7. Existe una traducción brasileña.
y la "relativización". Entre nosotros, Roberto Da Matta llamó la atención sobre la
relativización en su libro Relativizando: Una introducción a la antropología social,18
mostrando en qué medida el relativizar es constituyente del propio conocimiento
antropológico. Personalmente, entiendo por relativizar una actitud epistémica
eminentemente antropológica, gracias a la cual el investigador logra escapar de la
amenaza del etnocentrismo -esa forma habitual de ver el mundo que circunda el lego,
cuya manera de mirar y de escuchar no fueron disciplinadas por la antropología. Y
podría entenderse esto al escribir, en la medida en que, por hablar de Crapanzano,19
"la escritura etnográfica es una continuación de la confrontación" intercultural, por lo
tanto entre el investigador y el investigado. Por consiguiente, una continuidad de la
mirada y de la escucha en la escritura, esta última igualmente marcada por la actitud
relativista.20

Otra idea-valor debe ser destacada como constituyente del oficio antropológico
y es la "observación participante", que ya mencioné momentos atrás. Me permito decir
que tal vez sea ella la responsable por la caracterización del trabajo en el campo
antropológico, distinguiéndola, en lo que se refiere a la disciplina, de sus hermanas en
las ciencias sociales. A pesar de esta observación participante de haber alcanzado su
forma más consolidada en la investigación etnológica, junto con poblaciones ágrafas y
de pequeña escala, esto no significa que ella no ocurra en el ejercicio de la
investigación con segmentos urbanos o rurales de la sociedad a la que pertenece el
propio antropólogo. De esta observación participante, sobre la cual mucho se podría
decir todavía, no añadiré más que algunas pocas palabras; apenas para llamar la
atención para una modalidad de observación que ganó, a lo largo del desarrollo de la
disciplina, un status elevado en la jerarquía de las ideas-valor que marcan
emblemáticamente. En este sentido, los actos de mirar y escuchar son funciones de
un género de observación muy peculiar, -esto es, peculiar a la antropología-, por
medio de la cual el investigador busca interpretar -o comprender- la sociedad y la
cultura de otro "desde dentro", en su verdadera interioridad. Al tentar penetrar en
formas de vida que le son ajenas, la vivencia que de ellas pasa a tener cumple una
función estratégica en el acto de elaboración del texto, ya que esa vivencia -sólo
asegurada por la observación participante "estando allí"- pasa a ser evocada durante
toda la interpretación del material etnográfico en el proceso de su inscripción en el
discurso de la disciplina. Acostumbro a decir a mis alumnos que los datos contenidos
en el diario y en las libretas de terreno ganan en comprensión siempre que sean

18
Editado por Vozes, en 1981, el volumen es una buena introducción a la antropología social que
recomiendo al lector interesado en la disciplina, precisamente por no tratarse de un manual, pero sí de un
libro de reflexión sobre el hacer antropológico, apoyado en la rica experiencia investigativa del autor. Y en
una dirección un poco diferente, toma posición contra ciertas exageraciones antirrelativistas. Clifford
Geertz escribe su "Anti anti-relativismo", traducido para el portugués en la Revista Brasileira de Ciências
Sociais, vol. 3, Nº 8, octubre 1988, pp. 5-19, que vale la pena consultar.
19
Cf. Vincent Crapanzano, "On the writing of ethnography", en Dialectical Anthropology, Nº 2, 197, pp. 69-
73. Muchas veces por razones estilísticas -observa Crapanzano- "se aísla el acto de escribir, y su
producto final [el texto], de la propia confrontación. Cualquiera que sea la razón para esa disociación,
permanece el hecho de que la confrontación no termina antes de la etnografía, pero sí se puede decir,
finalmente, que ella termina con la etnografía" [p. 70].
20
Yo hago una distinción entre "actitud relativista" -que considero ser inherente a la posición
antropológica- y el "relativismo", una ideología científica. Este relativismo, por su carácter radical y
absolutista, no consigue visualizar adecuadamente cuestiones de moralidad y de ética, sobreponiendo,
por ejemplo, costumbre a norma moral y justificando ésta por aquélla. Tuve la ocasión de tratar de este
tema más detalladamente en mi "Etniticidad y las posibilidades de la ética planetaria", en Antropológicas,
México: UNAM, Nº 8, octubre 1993, pp. 20-33; una segunda versión fue publicada en la Revista Brasileira
de Ciências Sociais, ANPOCS, año 9, Nº 24, 1994, pp. 110-121, con el título "Antropología e moralidade",
insertada en el grupo de Ensayos antropológicos sobre moral y ética, de Roberto Cardoso de Oliveira y
Luís R. Cardoso de Oliveira, capítulo 3.
recordados por el investigador; lo que equivale a decir que la memoria constituye
probablemente el elemento más rico en la redacción de un texto, conteniendo ella
misma una masa de datos cuya significación es más alcanzable cuando el
investigador la trae de regreso del pasado, volviéndola presente en el acto de escribir.
Sería una especie de "presentificación" del pasado, con todo lo que esto pueda
implicar desde el punto de vista hermenéutico, o, en otras palabras, con toda la
influencia que el "estando aquí" pueda traer para la comprensión -Verstehen- y la
interpretación de los datos entonces obtenidos en el terreno.
Paremos aquí. En resumen, vimos, por intermedio de la experiencia
antropológica, como la disciplina condiciona las posibilidades de observación y de
conversión en texto siempre de conformidad con un horizonte que le es propio. Y, por
analogía, se podría decir que esto ocurre también en otras ciencias sociales, en mayor
o menor medida. Esto significa que la mirada, la escucha y la escritura deben ser
siempre tematizados o, en otras palabras, cuestionados en cuanto etapas de
constitución del conocimiento por la investigación empírica -esta última vista como el
programa prioritario de las ciencias sociales. Lo que vuelve cualquier experiencia
antropológica -y no solamente la mía- objeto de intereses que trascienden la disciplina.
Y fue con este fin que escogí el presente tema y me daré por satisfecho si hubiera
conseguido transformar actos aparentemente banales, como los aquí examinados, en
temas de reflexión y de cuestionamiento.
____________________
Yo hago una distinción entre "actitud relativista" -que considero ser inherente a la
posición antropológica- y el "relativismo", una ideología científica. Este relativismo, por
su carácter radical y absolutista, no consigue visualizar adecuadamente cuestiones de
moralidad y de ética, sobreponiendo, por ejemplo, costumbre a norma moral y
justificando ésta por aquélla. Tuve la ocasión de tratar de este tema más
detalladamente en mi "Etniticidad y las posibilidades de la ética planetaria", en
Antropológicas, México: UNAM, Nº 8, octubre 1993, pp. 20-33; una segunda versión
fue publicada en la Revista Brasileira de Ciências Sociais, ANPOCS, año 9, Nº 24,
1994, pp. 110-121, con el título "Antropología e moralidade", insertada en el grupo de
Ensayos antropológicos sobre moral y ética, de Roberto Cardoso de Oliveira y Luís R.
Cardoso de Oliveira, capítulo 3.
ARTÍCULO

Anatomía disciplinaria y arqueología


indisciplinada

Disciplinary anatomy and un-disciplined archaeology


I
Haber, alejandro

O riginal Recibido el 15 de Septiembre 2013 • Original A ceptado el 10 de Diciembre 2013

RESUMEN

Aquello que las nomenclaturas, trincheras teóricas y enfoques metodológicos tienen en común, es decir,
los supuestos ontológicos que se transportan en los marcos disciplinarios, son objeto, en este texto, de una
disección anatómica. Se enuncian, seguidamente, los modos de recapitulación de tal ontología disciplinaria
en contextos poscoloniales posmodernos de frontera, o entramados territoriales intervenidos pos-disci-
plinariamente. Lejos del deseo de acrecentamiento de una robustez disciplinaria, prefiero, en tercer lugar,
esbozar las condiciones y solidaridades de una arqueología indisciplinada en situación de conversación
inter-epistémica.
PALABRAS CLAVE: Disciplina; Ontología; Teoría de frontera; Teoría decolonial; Posdisciplina; Indisciplina.

ABSTRACT

The ontological assumptions that are transported with the disciplinary frameworks are what the labeling,
the theoretical trenches and the methodological approaches share among them. In this text those shared
assumptions are the focus of an anatomical dissection. Next, the ways in which that disciplinary ontology
is recapitulated in border postcolonial postmodern contexts, or territorial entanglements post-disciplinarily
intervened. Far from the aim of increasing a disciplinary strength, I prefer, in the third place, to sketch the
conditions and solidarities for an un-disciplined archaeology in situation of cross-epistemic conversation.
KEYWORDS: Discipline; Ontology; Border theory; Decolonial theory; Post-discipline; Un-discipline.

I
CONICET • Escuela de Arqueología, UNCA. Av. Belgrano 300 (CP 4700), San Fernando del Valle, Catamarca,
Argentina • E-Mail: afhaber@gmail.com
Arqueología 19 Dossier: 53-60 • 2013 • ­­Instituto de Arqueología • FFyL. UBA
ISSN (Versión impresa) 0327-5159 • ISSN (Versión en línea) 1853-8126
53
Arqueología 19 Dossier: 53-60 | 2013

TEORÍAS ARQUEOLÓGICAS Y distancia mensurable en la línea de tiempo.


MARCO DISCIPLINARIO Parte de la materia que existió en el pasado
permanece en el presente; de allí que hable-
Dicho sencillamente, la arqueología se pro- mos de “restos materiales”. Estudiando esos
pone conocer el pasado mediante el estudio restos materiales, los practicantes de la disci-
de sus restos materiales. Hay un tiempo lla- plina podemos conocer el pasado de donde
mado “pasado” que se ha ido antes de que provienen. Estos son los obvios principios
nosotros llegáramos. Algo material ha queda- básicos comunes de la disciplina, y suenan
do de ese tiempo, e incluso si no ha quedado obvios para un lectorado disciplinario porque
tal como era entonces, algo ha quedado de es un lenguaje cultural, es decir, naturalizado.
ese material original. Estudiando esos restos Ahora quisiera desarrollar una mirada externa
materiales en el sentido inverso podemos co- sobre ese lenguaje disciplinario2.
nocer cómo fueron esas cosas en el pasado,
y conociéndolas también podemos conocer
cómo fue el pasado1. ANATOMÍA DISCIPLINARIA

¿Cómo funcionaba el pasado? ¿Cuáles eran Mirando la disciplina desde fuera de ella3,
las fuerzas que lo gobernaban y las relacio- pareciera que su definición metodológica del
nes entre ellas? ¿Cómo hemos de considerar objeto (conocer el pasado mediante los res-
la cantidad y calidad de material original que tos materiales) implicara una división entre
resta en los restos, y del pasado que resta el conocedor (nosotros/as, los/as arqueó-
en el material? Todas estas cuestiones están logos/as) y el pasado cognoscible, y una
entre las muchas especificaciones teóricas y trascendencia de esa división mediante el
metodológicas que determinan las diferencias método arqueológico (un camino para la ob-
entre una “teoría” y otra dentro la discipli- tención de conocimiento). En la disciplina
na arqueológica. Es el marco disciplinario, es arqueológica (dentro de ese singular juego
decir, el conjunto básico de comprensiones del lenguaje), mi relación con lo arqueoló-
comunes sobre el objeto y el método, el que gico (el pasado y sus restos) es una relación
mantiene el debate teórico bajo el paraguas epistemológica, y no ontológica. Así, la pre-
de la misma disciplina. Es la comprensión tensión disciplinaria es que mi relación con
común la que nos hace decir que un traba- lo arqueológico me afecta como conocedor,
jo particular es arqueología, sin considerar la no como ser. En los términos de este lengua-
creciente variabilidad de maneras de hacer ar- je, existe una ruptura metafísica que separa
queología. Los nombres y las definiciones del a los seres conocedores y conocidos como
objeto -que llamaremos “lo arqueológico”- diferentes órdenes de seres. Y, una vez que
pueden cambiar de una “teoría” a otra (por el lenguaje disciplinario deviene el lenguaje
ejemplo, registro arqueológico, cultura ma- aceptado, esa ruptura solo puede ser atrave-
terial, cultura arqueológica, pasado material, sada por una relación asimétrica de conoci-
restos materiales, etc.; o prueba de hipótesis, miento (Haber 1999). La contribución de la
interpretación, inferencia, etc.) pero, más allá disciplina a la colonialidad (Lander 2000) es
de esa variabilidad se mantiene algún sentido la objetivación disciplinaria de una división
que es común a todas las teorías. anterior: la diferencia colonial entre cono-
cedor/colonizador y conocido/colonizado.
Dado que el tiempo ha pasado, el pasado se Esa diferencia no es tan sólo una diferencia
ha ido; una representación común del paso entre posibles sujetos, sino que ella misma
del tiempo desde el pasado al presente, y lue- constituye la subjetividad. Las subjetivida-
go al futuro, es la línea de tiempo, cuya mani- des coloniales así constituidas son objetiva-
festación natural es la estratigrafía. Estamos das en el marco disciplinario, de modo que
en el presente separados del pasado por una la relación asimétrica entre conocedor y co-

54
Haber | Anatomía disciplinaria y arqueología indisciplinada

nocido deviene tan natural que ni siquiera es Sin embargo, la descendencia y la memo-
teorizada; queda fuera de la teoría, pero en el ria son tipos de relaciones muy comunes en
marco disciplinario. De esta manera, la soli- el contexto social e histórico en el que se
dificación de la colonialidad es reproducida desarrolla la disciplina arqueológica. Ambas
en las representaciones disciplinarias mo- son fundamentales en una sociedad capi-
dernas de la historia (precolonial) y en las talista: hacen posible la transferencia de la
maneras correctas de tratar con sus restos propiedad de una generación a la siguiente,
(Haber 1999). Colonizado y colonizador es- transformando las relaciones capitalistas -la
tán constituidos en el mismo diferencial de propiedad del capital que se realiza en más
poder que conocido y conocedor. capital- en relaciones de clase –el grupo so-
cial propietario-. El mismo hecho de que
La idea de restos materiales, es decir, algo haya propietarios y no-propietarios, y que
que ha permanecido en su materialidad, im- estos últimos se encuentren obligados a ven-
plica que no ha permanecido en una cualidad der su fuerza de trabajo a los primeros -no-
inmaterial o, que lo que ha permanecido, no tas esenciales de la estructura social capita-
siendo material, no es conducente al conoci- lista- sólo es posible mediante diferenciales
miento –es decir, la relación normal- acerca que operan en relaciones de descendencia y
del pasado (Haber 2009). La afirmación de memoria. Dentro del capitalismo, mediante la
la materialidad es al mismo tiempo la nega- descendencia y la memoria –recordemos, los
ción de su negación (o una tachadura). Así, restos inmateriales del pasado-, la relación
el pasado solo puede ser conocido y tratado con el pasado no es solo una relación de co-
por medio de su materialidad, es decir, ex- nocimiento: afecta el ser de individuos y co-
cluyendo su inmaterialidad; en términos del lectivos. Pero mediante la ruptura metafísica
diferencial de poder, ello es lo mismo que arqueológica, es decir, a través de la frontera
decir: colonial o, dicho de otra manera, en la rela-
ción del capitalismo con su afuera, la relación
material = inmaterial (alma, espíritu, senti- disciplinada con el pasado y sus restos está
miento) solo mediada por el conocimiento obtenido
por el método arqueológico. Esto explica
Al mismo tiempo, los restos materiales del cómo el marco disciplinario recapitula la di-
pasado solo pueden ser mediados por la bus- ferencia colonial: la condición de posibilidad
ca de conocimiento. La definición de restos de la disciplina es la exclusión de los restos
materiales excluye restos otros-que-materia- inmateriales de los vencidos de la relación
les del pasado: la descendencia y la memoria. lícita (normal, disciplinaria). La disciplina
solo puede existir en base a la exclusión de
restos materiales = parentesco, subjetividad su otro (o, lo que viene a ser lo mismo, como
tachadura de las relaciones ontológicas entre
conocimiento de restos materiales = des- los vencidos y sus descendientes).
cendencia, memoria
La disciplina construye a su otro como
En la metafísica disciplinaria, la descenden- fase predisciplinaria, variadamente llamada
cia y la memoria están construidas como si especulativa, inicial, pionera, lega, etc. Lo
estuvieran separadas de la relación de la dis- predisciplinario es comprendido por la dis-
ciplina con su objeto. Si existen, son relacio- ciplina como un período en el tiempo supe-
nes no disciplinarias. Estar relacionado con el rado por la llegada de la disciplina (Gnecco
pasado mediante parentesco o memoria no es y Zambrano 2000). Los otros renuentes a
algo que pueda sucederme en mi capacidad incorporar el lenguaje y los supuestos dis-
como arqueólogo (ni en general como indivi- ciplinarios son usualmente considerados sa-
duo disciplinado). queadores o huaqueros, y consiguientemente

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Arqueología 19 Dossier: 53-60 | 2013

excluidos y castigados como anormales o LA DISCIPLINA DESPUÉS DE LA


subnormales. La arqueología representa su DISCIPLINA
historia como una línea progresiva desde la
ignorancia al conocimiento, solidificando en Los contextos poscoloniales plantean nue-
su propia genealogía la reproducción de la vos desafíos a la arqueología disciplinaria.
diferencia colonial y la violencia epistémica Estos consisten en la renovada expansión
y, al mismo tiempo, naturalizando su propia de las relaciones mercantiles, incluyendo las
comprensión de la historia. El principal rol expansiones sobre áreas geográficas nuevas o
de la arqueología dentro de la colonialidad abandonadas por la explotación de recursos
es escribir en tiempo pasado acerca del pa- (por la inversión de capital), la construcción
sado que es su objeto, un proyecto que lla- de infraestructura para la expansión capitalis-
mamos preterización histórica. La preterización ta (energía y transporte de bienes y recursos)
histórica es posible cuando los acercamien- y el desarrollo de nuevas mercancías “inma-
tos-otros a la misma cosa (lo arqueológico) teriales”, principalmente en el área turística.
son ellos mismos escritos en pasado, proyec- En esos contextos de frontera poscolonial, la
to que denominamos preterización epistémica. disciplina es transformada de maneras en las
La preterización histórica se combina con la que el conocimiento ya no es más un fin en
preterización epistémica como una cláusula sí mismo, sino que es parte de procedimien-
fundante del disciplinamiento. Es decir, la tos administrativos o desarrollos mercanti-
diferencia colonial es diferencia epistémica les orientados a la expansión capitalista. Al
y ambas son constitutivas de la subjetividad mismo tiempo, el apoderamiento político y
disciplinaria o, aún mejor, objetividad y sub- cultural de pueblos indígenas y movimientos
jetividad coloniales quedan constituidas por sociales implica nuevos escenarios en los cua-
el mismo conjunto de violencias. les ya no es posible el monólogo disciplinario.

Aunque en términos materiales pueda de- La disciplina se acomodó para tratar con
cirse que la disciplina es una cosa (literatura, esos contextos poscoloniales de frontera: el
lenguaje, leyes, etc.), vista en perspectiva prag- impacto arqueológico, el turismo patrimo-
matista, es decir, tomando en cuenta su per- nial y la arqueología indígena se desarro-
formatividad, vemos que el disciplinamiento es llaron como subcampos de intervención.
una fuerza continua tendiente a la disciplina, Trascendiendo las relaciones de busca de co-
antes que un período delimitado y acotado nocimiento, la arqueología dialoga con otros
institucionalmente. El disciplinamiento suce- valores (desarrollo, justicia social, paz) que
de también antes de la institucionalización de junto al conocimiento gobiernan la arqueología
la disciplina y en contextos posdisciplinarios. posdisciplinaria4, tal como puede ser llamada la
Puede decirse que el principal logro de la dis- reconversión de la arqueología para capaci-
ciplina ha sido transformar su propio lengua- tarla con el fin de que participe en contextos
je (preterización) en la relación hegemónica poscoloniales de frontera.
con lo arqueológico, disciplinando así la ma-
nera en la cual la sociedad trata con el pasado En la arqueología posdisciplinaria, la meta-
y sus restos. La metafísica disciplinaria fue física disciplinaria es puesta en diálogo con
socializada en la ley, los tratados internacio- proyectos de inversión de capital, estrate-
nales, la escuela, los medios, etc., a partir de gias ingenieriles y la política multicultural.
un proceso de disciplinamiento que comenzó La arqueología posdisciplinaria es lo sufi-
a fines del siglo XIX e inicios del XX. Puede cientemente flexible como para acomodarse
decirse que ella es la relación hegemónica con a diferentes escenarios, y la extraordinaria
el pasado en las relaciones internacionales y diversidad de campos de intervención, tal
en la mayoría de culturas nacionales desde las como puede verse en cualquier foro nacional,
últimas décadas. multinacional o internacional de importancia,

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Haber | Anatomía disciplinaria y arqueología indisciplinada

es una medida de su flexibilidad respecto de posdisciplinaria. Pero la teoría se detiene allí


los contextos de intervención (y no tan solo donde se alcanzan los marcos de contención
de variabilidad teórica). Lo que resta de la dis- disciplinaria. La metafísica de la diferencia,
ciplina arqueológica es su marco metafísico, implícita en los marcos disciplinarios, es así
y este constituye la verdadera condición de recapitulada, incluyendo la diferencia colonial
posibilidad de la arqueología posdisciplinaria. dentro de relaciones hegemónicas.

La disciplina arqueológica establece el jue- La recapitulación de la colonialidad tiene


go de lenguaje que enmarca los diálogos con poco que ver con las intenciones políticas o
otras fuerzas (por ejemplo, ancestros, dioses, éticas de los individuos que hacen arqueolo-
territorio). El impacto arqueológico es un gía. Incluso cuando se busca un diálogo ho-
ejemplo: trata de la medición de los efectos rizontal, el mismo ya está enmarcado en un
de un proyecto sobre los restos arqueológicos y particular lenguaje (un juego de lenguaje) que
la cuantificación de los costos y prioridades se supone es el lenguaje natural que describe
para su conservación / destrucción. La idea el mundo (la posición hegemónica). Socavar
disciplinaria de restos arqueológicos es reca- el lugar hegemónico desde el cual la arqueo-
pitulada, con las ya mencionadas implicancias logía disciplina las relaciones con el pasado y
para la reproducción de la metafísica disci- sus restos implica escuchar y aprender de las
plinaria. Pero también se reproduce la idea relaciones subalternas al pasado y sus restos,
arqueológica de tiempo e historia lineales: mudar el domicilio de la escritura y desarro-
mediante su inclusión en un procedimiento llar posiciones para indisciplinar a la arqueo-
administrativo orientado a la implementación logía de su metafísica disciplinaria.
de un desarrollo capitalista, implícitamente
supone la fatalidad del desarrollo capitalista,
como si éste estuviera gobernado por la pro- ARQUEOLOGÍA INDISCIPLINADA
gresión temporal.
El desarrollo, en cualquiera de las varian-
La arqueología indígena es otro campo en tes diversamente adjetivadas que lo reinven-
el que usualmente, aunque no siempre, se re- tan tras las críticas al desarrollo, es el lugar
capitula la metafísica arqueológica. Entrar en del deseo de la discursividad hegemónica
un diálogo5 con comunidades indígenas por (Escobar 2005). El tiempo lineal, que la me-
lo regular significa el desarrollo de relaciones tafísica arqueológica contribuye a construir
asimétricas (arqueólogos enseñando a los lo- como la normalidad universal, es condición
cales, locales participando de equipos arqueo- de posibilidad de Occidente como lugar de
lógicos, arqueólogos ayudando a indígenas, enunciación de la expansión neocolonial bajo
indígenas transformándose en arqueólogos, las retóricas del desarrollo. Describir la ana-
etc.). Lo que usualmente no se desafía en esas tomía de la disciplina y su complicidad con
aplicaciones es la episteme arqueológica, sus los discursos hegemónicos que expanden el
verdaderos cimientos: la materialidad de los proyecto moderno y occidental, es un movi-
hallazgos arqueológicos, su cualidad de me- miento en el sentido del indisciplinamiento
dios para conocer el pasado. (Shepherd y Haber 2013). Pero indisciplinar
la arqueología no acaba, sino que comienza
En la arqueología posdisciplinaria el foco por esta tarea, ya que el indisciplinamien-
teórico se desplaza desde la epistemología a la to consiste fundamentalmente en su trans-
ética, y quedan realzadas las cuestiones de formación en relación con espacio-tiempos
“práctica correcta”. Así como la epistemolo- otros (Haber 2013).
gía era el marco de la teoría en la arqueolo-
gía disciplinaria, es ahora el turno de la ética En ese sentido, el indisciplinamiento no se
enmarcar a la teoría dentro de la arqueología orienta a disolver la arqueología. Por el con-

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Arqueología 19 Dossier: 53-60 | 2013

trario, es el disciplinamiento el que sutura las lo hegemónico. El desprendimiento del len-


mayores potencialidades (contrahegemóni- guaje ya comenzó allí donde movimientos
cas) de la arqueología. Entre estas, la arqueo- sociales locales, campesinos, indígenas, de-
logía es una habilidad de reconocer instancias fensores de la vida, deben establecer su lugar
de inmediatez (Haber 2011, 2013). Aquello de habitación como domicilio de la teoría,
que es al mismo tiempo pasado y presente es, deben pensarse a contrapelo la discursividad
a fin de cuentas, sobre lo que la arqueología hegemónica, y variadamente relacionarse con
posa su mirada y, si bien introduce allí una ci- ella. Es en conversación con esa teoría local
sura moderna, lo arqueológico es, de hecho, de frontera, teorías de la relacionalidad local,
arcaico y contemporáneo sin mediación. Esa que la arqueología puede emprender el cami-
misma inmediatez de lo arqueológico está en no de su propia descolonización.
la base de la atracción que ejerce sobre to-
dos, disciplinados o no. La afección produ- La arqueología, encargada de inscribir y es-
cida por la inmediatez de lo arqueológico, la cribir en términos afines a occidente las re-
movilización interna, también es inmediata a laciones constitutivas entre los vencidos, sus
la percepción externa. Se ve tanto como se descendientes y sus agenciamientos territo-
siente, se conoce externamente tanto como riales, ha desarrollado una habilidad para atra-
afecta internamente. El que la disciplina aleje vesar mundos, géneros y lenguajes. Tiene una
de la experiencia la inmediatez, la afección y particular destreza para seguir relaciones allí
la sensibilidad, no dice nada acerca de lo ar- donde el cotidiano se detiene; mas no simple-
queológico, sino de los efectos del disciplina- mente relaciones de pensamiento, reflexiones
miento moderno que introduce una ruptura filosóficas que van allende el sentido común
entre pasado y presente, materia y espíritu, con vehículo meramente intelectual; la ar-
razón y sensibilidad, intelecto y afecto, tal queología también se ha entrenado en el aco-
como quedó más arriba expuesto a la manera plamiento del pensamiento y la sensorialidad,
de la tachadura. La arqueología se indiscipli- atravesando una y otra vez los límites moder-
na en cuanto se orienta a recuperar la inme- nos entre palabras y cosas, dejándose agen-
diatez, al dejarse llevar al mismo tiempo por ciar las ideas por las cosas, afrontando com-
aquello que la huella muestra –la impronta- y promisos corporales del conocimiento. La
por lo que oculta –la pisada, la planta, el pié, arqueología, ya no disciplina sino tekné que se
el caminante-. La violencia moderna colonial deja conducir por la relación no visible de la
secciona las relaciones constitutivas dejando cosa visible, las relaciones ocultas, reprimidas,
parte de ellas a la vista y ocultando otra par- violentadas, que anidan en lo concreto, en lo
te. Lo oculto, no obstante, no desaparece de visible, en lo tangible del mundo, despojada
la existencia sino que permanece acechando, de los supuestos disciplinarios, deviene una
en su desaparición, las relaciones modernas no metodología decolonial para las ciencias
disciplinadas (Haber 2011, Shepherd 2013). sociales y humanas (Haber 2011, Shepherd
La arqueología indisciplinada re-establece 2013). No es que interese aquí como una más
(re-liga) las relaciones seccionadas en el seno refinada estrategia objetivadora, sino precisa-
de relacionalidades ampliadas. Pero no lo mente por su potencialidad de reconocimien-
hace sola ni siguiendo un protocolo prees- to de la diversidad de soportes de relaciones
tablecido con alguna pretensión de alcanzar como efecto del ejercicio de la violencia mo-
mayor objetividad. Sino que lo hace en con- derna colonial, interesa como táctica –en el
versación localizada en la frontera poscolo- sentido del dejarse tocar- de re-ligazón inter-
nial. subjetiva e interepistémica del lugar del co-
nocimiento hegemónico. Al fin de cuentas,
En la frontera la arqueología se encuentra es este el lugar que hay que descolonizar; es
con lugares de teoría, es decir, teorías loca- aquí donde hay que aprender el conocimiento
lizadas que ya son teoría de su relación con como relacionalidad.

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Haber | Anatomía disciplinaria y arqueología indisciplinada

AGRADECIMIENTOS del disenso. Además de los mencionados,


muchas otras personas han comentado
Escribí una primera versión de este tex- versiones anteriores de este texto, entre
to en 2009 durante una estadía de investi- ellas Germán Giordano, Cristóbal Gnecco,
gación en la Universidad del Cauca, en el Yannis Hamilakis, Wilhelm Londoño, Ana
marco de una Beca Externa del CONICET María Rocchietti, Laura Roda y dos lectores
y una licencia sabática de la Universidad anónimos de esta edición.
Nacional de Catamarca, para su discusión
por Homi Bhabha en la sesión plenaria
del US-TAG en el Joukowsky Institute for NOTAS
Archaeology and the Ancient World, Brown
University, en 2010. Agradezco a las insti- 1. Este corto texto tiene la desmedida pre-
tuciones patrocinantes, así como a Omur tensión de abarcar la entera disciplina y sus
Harmanshah y Nick Shepherd, quienes contornos. Difícilmente pueda, bajo esas
condiciones, ser otra cosa que un esquema
organizaron aquella sesión en Providence. muy simplificado, y hasta cierto punto injus-
Más tarde ese año leí otra versión como to para con casos, autores, situaciones espe-
Conferencia Inaugural de las II Jornadas cíficas. Incluso a pesar de ello, considero que
de Arqueologia no Cerrado, en la Pontifícia el esquema que aquí adelanto es válido para
Universidade Católica de Goiás, Goiânia, comprender –y discutir- las solidaridades de
en donde conté con la cálida recepción de la arqueología en materia de política de cono-
cimiento.
Júlio Cesar Rubin y Roberto Pellini. Tuve 2. Advierto que como toda mirada externa sobre
en esa ocasión el privilegio de que Luis la propia cultura, este texto puede provocar al-
Borrero y Andrés Zarankin se encontraran guna incomodidad. No sé si sirva de consuelo,
presentes y tuvieran la deferencia de discu- pero a mí también me la provoca. Y hasta cier-
tir mi texto. Las inquietudes que allí expre- to punto es el objetivo de este texto. Llegado
só Borrero me llevaron a desarrollar más a ese punto el objetivo es que ocurra alguna
transformación en las condiciones que aquí se
descriptivamente la arqueología indiscipli-
describen.
nada, tarea que aún me entretiene. Esta 3. Verse desde afuera de uno mismo, del pro-
versión que aquí presento, modificada y ex- pio lenguaje o cultura, no es algo que pueda
pandida, fue leída en una sesión sobre teo- reducirse a un ejercicio metodológico. En
ría arqueológica preparada por José María este caso supone ya algún indisciplinamien-
Vaquer y Gabriel López en el Congreso to, toda vez que la anatomía disciplinaria es
Nacional de Arqueología Argentina en La un camino hacia ello, tal como adelanto en
el apartado sobre la arqueología indiscipli-
Rioja, 2013. Les agradezco la invitación a nada.
su simposio y su esfuerzo por generar un 4. El prefijo pos-, en este como en otros casos
ámbito de discusión honesta y profunda de uso más corriente, como posmodernidad y
sobre la disciplina. También son ellos quie- poscolonial, refiere a situaciones que son tanto
nes me alentaron a presentar el texto para de superación de una instancia previa como de
la publicación en Arqueología, un órgano su recapitulación y continuidad.
5. Me refiero aquí a las prácticas que tienen al
que supo hace 20 años rechazar un manus- diálogo como objetivo en sí mismo o como
crito mío porque, dado que no contenía ni método de intervención. El diálogo es una pa-
gráficos ni tablas, no era considerado cien- labra malversada por el multiculturalismo, que
tífico. Si este texto, que aún no contiene ni encubre nuevas maneras de dominación, tales
gráficos ni tablas ni pretende ser científico, como, por ejemplo, las estrategias más efica-
y que además continúa el desarrollo crítico ces de colonización pedagógica. Desarrollo
en otros textos (Haber 2011, 2013) la idea de
que entonces comenzaba con aquel texto, conversación como situación de exposición a
es finalmente publicado en Arqueología, la propia transformación, que está esquemáti-
tendré un nuevo desafío de interpretación camente descrita en el último párrafo de este
del devenir de la disciplina y la tolerancia apartado.

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Arqueología 19 Dossier: 53-60 | 2013

REFERENCIAS CITADAS tics: movements in un-disciplining ar-


chaeology. En Reclaiming Archaeology.
ESCOBAR, A. Beyond the Tropes of Modernity, editado por
2005 Más allá del Tercer Mundo. ICANH, Bogotá. A. González Ruibal, pp. 79-88. Routledge,
Oxon.
GNECCO, C. y M. ZAMBRANO (editores)
2000 Memorias hegemónicas, memorias disidentes: el LANDER, E. (editor)
pasado como política de la historia. Universidad
2000 Colonialidad del saber y eurocentrismo. Unesco
del Cauca, Popayán.
y Clacso, Buenos Aires.
HABER, A. F.
1999 Caspinchango, la ruptura metafísica y la SHEPHERD, N.
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americana: el caso del noroeste argentino. Town. En Reclaiming Archaeology. Beyond
Revista do Museu de Arqueologia e Etnologia the Tropes of Modernity, editado por A.
Suplemento 3: 129-141. González Ruibal, pp. 233-243. Routledge,
2009 ¿A dónde están los 99 tíficos? En Sed Oxon.
non satiata II, editado por F. Acuto y
A.Zarankin, pp. 103-120. Universidad
SHEPHERD, N. y A. F. HABER
Nacional de Catamarca y Encuentro,
Catamarca y Córdoba. 2013. “The hand of the archaeologist: historical
2011 Nometodología payanesa: notas de me- catastrophe, regimes of care, excision, re-
todología indisciplinada. Revista Chilena de lationality, undisciplinarity”. En Uncertain
Antropología 23: 9-49. Curature: In and Out of the Archive, editado
2013 Evestigation, nomethodology and deic- por C. Hamilton y N. Murray, en prensa.

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UNIDAD 3
El cucharín por el mango: propuesta para la aplicación
de métodos reflexivos en el trabajo de campo

Claudia Amuedo*
Marisa Kergaravat**

INTRODUCCIÓN los cuales el trabajo de campo no constituye


un evento aislado de observación de objetos y
Tradicionalmente la producción de contextos. El valor de la reflexión teórica reside
conocimiento y la interpretación en la en que surge de la experiencia de estar en el
arqueología ha estado dividida en dos instancias, campo, de entender que nuestras percepciones y
el trabajo de campo y el de laboratorio, las exposición física también constituyen datos que
cuales, tanto por la naturaleza del conocimiento pueden producir conocimiento arqueológico.
científico, como por el origen y desarrollo de la Además de nuestra inserción en el paisaje
disciplina, no gozan de la misma trascendencia habitado por las poblaciones que estudiamos,
a la hora de abordar e interpretar la vida social la producción de conocimiento y teoría en
pasada a partir de la evidencia actual (Hodder el campo se ve favorecida por la presencia
1999). Teniendo en cuenta lo anterior, el de pobladores locales contemporáneos, con
objetivo de este trabajo es el de reflexionar y conocimiento práctico y cotidiano de distintas
discutir sobre la producción del conocimiento facetas del habitar en la región. Considerar al
en arqueología y el papel (hoy devaluado) campo como instancia clave en la generación
que tiene la etapa de trabajo de campo en la de conocimiento favorece la producción
interpretación y la reflexión teórica. de narrativas y conocimiento multivocal, en
donde el conocimiento generado a partir de
En primer lugar realizaremos una crítica al cosmovisiones y ontologías nativas aporte a
problema fundamental que surge de reconocer la comprensión de la vida social en el pasado
al trabajo de campo y al laboratorio como (Acuto et al. 2008).
instancias cualitativamente diferentes. La
esfera de trabajo de campo es devaluada a la Por último presentaremos los métodos de
hora de producir conocimiento, limitando su registro que nos resultaron adecuados para
contribución a la recolección y registro de integrar el conocimiento de esta instancia
datos, quedando relegada la interpretación de a la información obtenida en el laboratorio.
los mismos a la esfera del laboratorio. Debemos Son métodos conocidos y utilizados en la
empezar a considerar ambas instancias como práctica arqueológica, pero sistematizados para
esferas de producción de conocimiento distintas, documentar las cavilaciones surgidas al estar
pero no necesariamente excluyentes. en contacto con los contextos de origen de
los objetos estudiados. En otras palabras, este
A partir de esto, en un segundo paso trabajo apunta a entender que el no registro
buscaremos localizar y valorizar el proceso de de la producción de conocimiento realizado en
reflexión teórica en el campo, considerando el el campo es también pérdida de información y
aporte que ésta pueda realizar y los motivos por datos para el análisis de laboratorio.

* FFyL, UBA – claudiaamuedo@gmail.com


** FFyL, UBA – marisakergaravat@yahoo.com

Amuedo, Claudia y Marisa Kergaravat. 2008. El cucharín por el mango: propuesta para la aplicación de
métodos reflexivos en el trabajo de campo. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en
Arqueología 4: 147-152. Buenos Aires. 147
Claudia Amuedo y Marisa Kergaravat - El cucharín por el mango...

Las dos esferas Reynoso 1991). Hodder (1999) planteó que la


interpretación empieza en el filo del cucharín,
Hoy por hoy el trabajo del arqueólogo está es decir, durante el trabajo de campo mismo.
desdoblado en dos momentos considerados De esta manera, se desdibuja la división que
cualitativamente diferentes. La primera instancia la ciencia positivista establece entre campo y
consiste en la práctica arqueológica misma, laboratorio, o entre la esfera de la acción y la de
que incluye la recolección y registro, durante la reflexión e interpretación (Hodder 1999).
el trabajo de campo, de datos siguiendo pasos
metodológicos pautados previamente1. Aquellas Esta dualidad fue asumida de manera
reflexiones surgidas de estar o experienciar el diferente en los distintos momentos teóricos
campo quedan en el plano anecdótico de los de la disciplina. Muchos arqueólogos histórico-
participantes (Barley 1996). Consideramos que culturales se apegaron exageradamente a los
lo calificado de anecdótico debería ser valorado hechos, a través de descripciones exhaustivas
como instancia reflexiva de este momento, como de la evidencia material (Renfrew y Bahn 1993;
por ejemplo lo sería la experiencia corporal de Lanata y Guráieb 1994). Por su lado, la arqueología
acceder y recorrer un sitio (es diferente nuestro procesual reconoció la idea de que los datos
desgaste físico como arqueólogos citadinos a la son construidos a través de la interpretación.
de un habitante local). Para evitar esta falencia teórica y a la vez
metodológica, que cargaría de subjetividad a los
La segunda instancia, por su parte, implica datos, fieles a su postura positiva, emanciparon
el análisis de la información recolectada en a éstos de sus interpretaciones a través de la
el campo y la posterior reflexión teórica e construcción de argumentos de rango medio
interpretación. En este momento la información (McGuire 1992; Hodder 1999).
extraída del material recolectado es abordada
de igual manera por aquellos que participaron Finalmente desde las corrientes
en el campo como los que no. En otras postprocesuales, Hodder (1999) planteó que
palabras, es indiferente tener acceso o no a las la interpretación ocurre en varios niveles de
experiencias y reflexiones hechas en campaña. la investigación arqueológica, por lo tanto no
No es lo mismo trabajar sobre la planta de puede ser confinada a los niveles más altos,
excavación de un recinto que el haber estado como la instancia última del laboratorio. La
en él, percibir sus dimensiones, sus cambios de recolección y el registro son parte de una
temperatura a lo largo del día y su conexión actividad que produce datos en sí misma,
con el paisaje. dentro de la cual también se da la producción
del conocimiento arqueológico, así como la
Esta división, entre las esferas práctica interpretación y la reflexión teórica.
y teórica-interpretativa, es un problema
arqueológico, ya que su propuesta metodológica
no asigna al trabajo de campo la posibilidad ¿POR QUÉ ES RELEVANTE EL CAMPO
de ser una instancia en la cual se genera COMO ESFERA DE PRODUCCIÓN DE
conocimiento. En The Archaeological Process: CONOCIMIENTO?
An Introduction, Hodder (1999) comienza
a reflexionar sobre la producción de La importancia de reconocer, registrar y
conocimiento en el campo. Esto tiene sus bases valorar las reflexiones en el campo radica en
en procesos similares que se dieron a partir que el conocimiento generado en esta instancia
de los setenta desde los cuestionamientos de es diferente al elaborado en el laboratorio. Esta
la antropología interpretativa en el ámbito del particularidad se debe a la imposibilidad de
trabajo etnográfico (Geertz 1987; Clifford 1991; reproducir este conocimiento, relacionado con

148
La Zaranda de Ideas 4: 147-152 (2008)

el “estar en el campo” (Hodder 1999; Bradley deba ser analizado en el campo, en su contexto
2003), en el laboratorio. El trabajo de laboratorio original, sino que cualquier reflexión sobre el
presenta ciertas limitaciones sobre el análisis mismo y sobre su entorno debe ser registrado
e interpretación de los datos, que surgen de en el momento de manera sistemática.
la abstracción de los mismos respecto de su
contexto de origen. Para subsanar esta falencia En segundo lugar, valoramos el conocimiento
es necesario complementarlo con las reflexiones producido en el campo como diferente porque
sobre el pasado que hayan sido recogidas es multivocal e intersubjetivo. La imposibilidad
durante las temporadas de excavación. de acceder a éste desde la instancia del
laboratorio se deriva de que el mismo se genera
Planteamos que el conocimiento producido a partir de interpretaciones colectivas, resultado
en el campo es diferente de aquel producido de reflexiones y discusiones producidas a través
en el laboratorio porque en primer lugar es de la discusión conjunta de los participantes.
un conocimiento contextualizado. Se refiere a Por esto hablamos de multivocalidad, que se
la situación de estar en el sitio, o “estar en el refiere no sólo al aporte de los estudiantes y
campo”, la familiarización (o exposición) con arqueólogos involucrados, sino también a la
el sitio arqueológico y su entorno, es lo que incorporación de las voces locales, y a la difusión,
Bradley (2003) denomina tridimensionalidad. justamente para generar esta integración, y por
“Estar en el campo” implica el estímulo de todos último la incorporación en el trabajo de campo
los sentidos, mientras que en el laboratorio de visiones externas a la arqueología (Agar
el potencial de interpretación se reduce a la 1991; Clifford 1991). El conocimiento práctico
indagación sensible de la observación; y aún de los habitantes locales es valioso para la
esta es una visión descontextualizada:“The first interpretación del pasado porque es producto
lesson we had to learn was that it was naive to de la aprehensión cotidiana de los espacios
study three dimensional monuments on the estudiados por los arqueólogos.
basis of two-dimensional site plans” (Bradley
2003:163). Lograr una aproximación multivocal e
intersubjetiva es un trabajo de discusión y
Por esto vamos a hablar de bidimensionalidad reflexión conjunta, por esto consideramos
versus tridimensionalidad (Bradley 2003) de la que no es válida una estructura jerárquica
interpretación de los datos. En el laboratorio los de producción del conocimiento. Porque
elementos son analizados fuera de su contexto, plantear una estructura reflexiva, integrada
y justamente éste es el que puede llevar a en los equipos, aporta a la producción de
percibirlos desde una perspectiva diferente trabajos no monológicos sino polifónicos, en
o a interpretarlos en forma distinta. Por esto términos de Bajtin (1989), integrando diferentes
las demandas de la reflexión en el campo no subjetividades en “el hacer arqueología”.
son las mismas que las del laboratorio. Es muy Estas interpretaciones colectivas deben ser
diferente, por ejemplo, la percepción del sitio estimuladas y registradas durante la instancia
visto en un plano (que es una abstracción y del trabajo de campo generando momentos
una reconstrucción simplificada de la realidad) donde se puedan hacer puestas en común de las
a lo que se ve en una fotografía de la superficie experiencias e interpretaciones individuales
del sitio. A su vez, nutriríamos mucho más
nuestro entendimiento si documentáramos
otras percepciones sensoriales que son factibles El Registro de la Reflexión
de ser experimentadas desde diferentes puntos
del sitio (sonidos, olores, colores, distancias, el Las ideas expuestas más arriba nos llevaron
clima, etc.). Esto no quiere decir que el material a poner a prueba en los trabajos de campo,

149
Claudia Amuedo y Marisa Kergaravat - El cucharín por el mango...

realizados en el Valle Calchaquí Norte (Provincia los grados de privacidad, esto último medido en
de Salta), distintas técnicas de registro de las términos del acceso sensorial entre estructuras.
reflexiones. A partir de nuestra experiencia en Además, se llevaron a cabo filmaciones para
los sitios Mariscal (SSalCac 5), Guitián (SSalCac contrastar lo registrado a través de las fichas y
2), El Apunao del Chinchillar (SSalCac 86) y Las fotografías, complementando lo escrito con el
Pailas (SSalCac 18), apuntamos a reconstruir material fílmico. No se busca crear una empatía
las experiencias y relaciones sociales de los con la gente que pobló estos paisajes en el
habitantes del pasado, discutiendo métodos pasado sino que nuestra propia inserción en el
para recuperar, recolectar y sistematizar las campo (caminar la región, circular por los sitios,
reflexiones producidas en el campo, para luego sentarse en las pircas, subir a los cerros, observar
complementarlas con el análisis de los datos el paisaje) genera reflexiones e interpretaciones
obtenidos en el laboratorio. sobre el pasado, contextualizadas por estar en
los mismos lugares que la gente que estudiamos
La visión ofrecida por los relevamientos una vez habitó.
realizados por nuestro equipo de investigación
sobre cada estructura arquitectónica en La realización de visitas guiadas en el sitio
particular, nos permitió evidenciar la dificultad permitió compartir el trabajo de excavación y
para reconocer ciertos rasgos (como vías de la experiencia de éste con la comunidad. Esto,
circulación, vanos de acceso a los recintos, junto a la realización de entrevistas a pobladores
continuación de los muros, rampas, rasgos locales dentro del sitio, permitió la apertura
asociados, relación con el paisaje, nivel de de la reflexión sobre el pasado a gente con
aislamiento entre estructuras, etc.) contando una realidad y experiencias de vida diferentes,
sólo con un relevamiento planimétrico previo. fomentando el diálogo y la interpretación de
Por esta razón, aplicamos formas de registro los contextos de hallazgo. Esto resultó de
de la reflexión sobre nuestras percepciones, gran ayuda a la hora de entender las técnicas
para no reducir nuestra comprensión a la sola de construcción. El entrevistar a un albañil y
consideración de los rasgos más sobresalientes, empleado del museo de Cachi, que conoce y ha
ignorando información igualmente valedera. utilizado las técnicas constructivas prehispánicas,
Estas pueden ser, por ejemplo, los sonidos nos ha brindado información sobre tiempos de
provenientes de distintas partes del valle que construcción, los materiales adecuados, cantidad
pueden ser percibidos desde los sitios. En de gente involucrada, etcétera (Acuto et al.
Mariscal tomamos en cuenta los sonidos de 2008). En este caso su aporte fue importante
los niños jugando debajo del sitio, y como éste porque antes de esto considerábamos que el
variaba según el lugar donde uno se ubicara. tipo de técnica constructiva que teníamos en el
Otro caso seria el de los olores. Estando en el registro arqueológico (pirca simple sin mortero)
sitio podíamos saber cuándo la gente cocinaba. no podría sostenerse por sí misma. Pero resultó
La misma gente del lugar puede distinguir qué ser una de las técnicas utilizadas actualmente,
se está cocinando porque estos olores forman con éxito, por los habitantes locales.
parte de lo cotidiano (Acuto 2007).
También incorporamos la colaboración de un
Las técnicas de registro que se implementaron artista plástico que realizó reconstrucciones del
fueron algunas formas tradicionales como sitio en el pasado, a partir de las interpretaciones
la fotografía y fichas de relevamiento de surgidas en los momentos de las discusiones
estructuras. Estas estaban integradas por colectivas. Estas nos permitieron complementar
preguntas relacionadas con la percepción de los registros anteriores, así como también
quienes llevaban a cabo el registro, como por abrir la discusión hacia profesionales de áreas
ejemplo, la relación de los recintos con el paisaje, externas a la arqueología.

150
La Zaranda de Ideas 4: 147-152 (2008)

Por último, trabajamos con registros un cuerpo metodológico reflexivo susceptible


personalizados llevados por cada uno de los de ser aplicado tanto a los sitios expuestos
miembros de la campaña (Bender et al. 1997). anteriormente como a futuras investigaciones
Durante las investigaciones realizadas en el en el área.
sitio El Apunao del Chinchillar (Leibowicz
y Jacob 2007) se implementaron diarios de
campo donde cada integrante escribió sus Recibido en Marzo de 2007
interpretaciones del sitio y su experiencia Aceptado en Agosto de 2008
personal y física al trabajar en un sitio a 5.000
msnm.
NOTAS
Vemos en estas propuestas vetas importantes
1. Esto es muy distinto a la discusión sobre la
de producción de conocimiento desde el
construcción del dato. La carga teórica a priori de
campo y el registro del mismo. La novedad no las categorías aplicadas en el campo son parte de un
se encuentra en su uso sino en su aplicación debate más amplio (ver Hodder 1999).
sistemática para el registro de la reflexión
de aquellas cosas que pueden considerarse
anecdóticas. AGRADECIMIENTOS

Agradecemos muy especialmente al Dr. Félix


DISCUSIÓN Acuto por los aportes, correcciones y horas
invertidas en las discusiones.Y al Lic. Sebastián
La división entre la esfera práctica, trabajo Matera por la lectura y comentarios sobre el
de campo, y teórica-interpretativa, laboratorio, trabajo.
no permite valorar la primera esfera como Y a los vecinos de Cachi por participar de
generadora de interpretaciones de la evidencia todas las actividades propuestas por nuestro
en arqueología. Consideramos que estas dos equipo.
esferas son complementarias desde el punto
de vista de la investigación y de la producción
de conocimiento, y por lo tanto, su escisión, BIBLIOGRAFIA
desde el punto de vista de la interpretación,
constituye un problema para el desarrollo de la Acuto, F.
2007. Fragmentación vs. integración comunal:
disciplina. A partir del reconocimiento, registro Repensando el Período Tardío del Noroeste Argentino.
y valoración del conocimiento generado en el Estudios Atacameños 34:71-95.
campo, es posible complementar las posteriores
interpretaciones en la instancia del laboratorio, Acuto, F., C. Amuedo, M. Kergaravat, A. Ferrari, L. Gamarra
y A.L. Goldin
produciendo un conocimiento diferente de 2008. Experiencias subjetivas en las aldeas prehispánicas
aquel generado a partir del sólo análisis de los del valle Calchaquí Norte: Arqueología de la vida
datos, descontextualizados de la experiencia cotidiana, prácticas y relaciones sociales durante
de campo. el Período Prehispánico Tardío. En Arqueología del
extremo sur del continente americano. Resultados de
nuevos proyectos, editado por L.A. Borrero y N. Franco.
Dado que no pretendemos reproducir la CONICET - Instituto Multidisciplinario de Historia y
división tradicional entre interpretaciones en Ciencias Humanas, Buenos Aires, en Prensa.
las instancias de los diferentes momentos de la
Agar, M.
investigación, intentamos exponer el modo en 1991. Hacia un lenguaje etnográfico. En El Surgimiento
que ambas pueden y deben contribuir de manera de la Antropología Posmoderna, editado por C. Reynoso,
complementaria, a partir de la construcción de pp. 117-137. Gedisa, México.

151
Claudia Amuedo y Marisa Kergaravat - El cucharín por el mango...

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1989. El Problema de los Géneros Discursivos. Siglo XXI,
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2004. Las bases teóricas del conocimiento científico.
En Explorando Algunos Temas de Arqueología, editado
por A. M. Aguerre y J. L. Lanata, pp. 17-34. Gedisa,
Buenos Aires.

Leibowicz, I. y C. Jacob *Claudia Amuedo es estudiante de la carrera


2007. Historias de altura, un poco más cerca del
de Ciencias Antropológicas con Orientación en
Qosqo. XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina.
Tras las huellas de la materialidad. Tomo II. 539 -544. Arqueología de la UBA. Actualmente se encuentra
Resúmenes ampliados. Universidad Nacional de Jujuy, trabajando en su tesis de Licenciatura, analizando las
San Salvador de Jujuy. prácticas mortuorias de niños en el Período Tardío del
Valle Calchaquí Norte, Salta. Dirección de contacto:
McGuire, R. claudiaamuedo@gmail.com
1992. A Marxist Archaeology. Academic Press, New
York.
**Marisa S. Kergaravat es Profesora en Enseñanza
Renfrew, C y P. Bahn Media y Superior en Ciencias Antropológicas, y
1993. Los Investigadores: La Historia de la Arqueología. tesista de la carrera de Ciencias Antropológicas con
En Arqueología, Teoría, Métodos y Prácticas, pp. 19-36. Orientación en Arqueología, FFyL. UBA. Su tesis de
Akal, Madrid.
Licenciatura en proceso versa sobre las relaciones de
Reynoso, C. continuidad entre las esferas de la vida y de la muerte
1991. Introducción. En El Surgimiento de la Antropología en las Prácticas Mortuorias del Valle Calchaquí Norte,
Posmoderna, editado por C. Reynoso, pp. 11-60. Gedisa, Salta. Dirección de contacto: marisakergaravat@
México. yahoo.com

152
PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA
Revista de la Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina

Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología


y al patrimonio en una comunidad escolar de Villa Río
Icho Cruz (Córdoba)
Camila Roble Navia1, Gisela Sario2 y Mariana Fabra3

1
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Av. Hipólito Yrigoyen 174, (CP 5000) Córdoba, Argentina.
E-mail: camila.roble.navia@gmail.com
2
Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR-CONICET) y Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba. Av. Hipólito Irigoyen 174 (CP 5000), Córdoba, Argentina. E-mail: giselasario@ffyh.unc.edu.ar
3
Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR-CONICET) y Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba. Av. Hipólito Irigoyen 174 (CP 5000), Córdoba, Argentina. E-mail: marianafabra@ffyh.unc.edu.ar

Recibido: 15 de diciembre de 2022. RESUMEN


Aceptado: 24 de abril de 2023. El objetivo es dar a conocer las representaciones que poseen docentes y
alumnos/as de cuarto grado de una escuela primaria pública de la localidad de
https://doi.org/10.5281/zenodo.7863559
Villa Río Icho Cruz (Departamento Punilla, Córdoba) sobre la Arqueología, el
patrimonio, el trabajo de los/as arqueólogos/as y las comunidades indígenas.
____________
Desde la Arqueología Pública, en particular, el dialogo de saberes, se adaptaron
Práctica Arqueológica 6 (1): 1-19 (2023) las propuestas metodológicas de la etnografía virtual debido al contexto de
ISSN: 2618-2874 pandemia, a partir de formularios y aplicaciones con tres docentes y 39 alumnos/
as. En las distintas actividades propuestas se observó que la comunidad educativa
implementa contenidos respecto a los primeros pobladores; sin embargo, éstos se
encuentran desactualizados o no logran una conexión con los pueblos indígenas
en la actualidad. En los diversos escritos recibidos por parte de los/as estudiantes
se utilizó un relato escolarizado sobre estos pueblos en tiempo verbal pasado.
Se reflexiona sobre la importancia de generar un material didáctico multivocal,
con el objetivo de aportar una mayor visibilidad con respecto a la Arqueología, el
patrimonio y los pueblos indígenas del pasado y de la actualidad.

ABSTRACT
This work aimed to report the representations formed by teachers and fourth-
grade students of a elementary school in Villa Río Icho Cruz (Punilla Department,
Córdoba) on archaeology, heritage, and the work of archaeologists and indigenous
communities. From a Public Archeology perspective, we proposed a dialogue
Los trabajos publicados en esta revista son de of knowledge; we adopted methodological proposals of virtual ethnography
acceso abierto y están bajo la licencia Creative
Commons Atribución - No Comercial 4.0 because of the pandemic context, working with forms and applications with three
Argentina. teachers and 39 students. We observed through the different proposed activities
that the content about first settlers of the area is outdated or unrelated to present-
day indigenous people. In their writings, students often used past tense and vague
language to characterize these indigenous communities. We acknowledge the
Práctica Arqueológica es una revista de la importance of developing multivocal didactic materials that provide greater
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la visibility of archaeology, heritage, and past and present indigenous communities.
República Argentina.

Palabras clave: Arqueología Pública; multivocalidad; patrimonio arqueológico;


comunidad educativa; Punilla sur (Córdoba).
Keywords: Public Archaeology; multivocality; archaeological heritage; educative
community; Punilla south (Córdoba).

Práctica Arqueológica | https://doi.org/10.5281/zenodo.7863559 1


Roble Navia et al. 2023

INTR O D UCCIÓN provincia. Uno de ellos es el Programa de Ar-


queología Pública (PAP)1, que intenta acercar
Este trabajo se desarrolló en un sector de las el conocimiento de la Arqueología a las diver-
sierras de Córdoba, en la localidad de Villa sas comunidades, al incorporar como concep-
Río Icho Cruz, al sur del valle de Punilla, en el to central el diálogo de saberes. En consecuen-
departamento homónimo, provincia de Cór- cia, se generaron talleres, una muestra itine-
doba. Las investigaciones arqueológicas en rante, un documental, una publicación virtual
esta área cuentan con varios antecedentes re- y material educativo (Bellis et al., 2019; Fabra
ferentes a hallazgos arqueológicos realizados y Zabala, 2019). Otro trabajo, en la misma
especialmente en la localidad arqueológica área, fue realizado desde la perspectiva de la
San Roque (Outes, 1911; Pastor et al., 2012, cartografía social, donde se aplicaron diferen-
2017; Serrano, 1945). Las evidencias registra- tes técnicas de mapeo colectivo, con diálogos
das en el sitio El Alto 3, en pampa de Achala, entre trabajadores de museo, vecinos, turistas
sitúan la ocupación más antigua del área en e investigadores sobre patrimonio, desde una
ca. 11.000 años AP (Rivero y Roldán, 2005). perspectiva colaborativa e interdisciplinaria
Durante el Holoceno medio y tardío inicial (Martín Silva et al., 2019).
las poblaciones estuvieron caracterizadas por En este artículo se presentan los resultados
cambios tecnológicos en los sistemas de ar- de una investigación que aborda el estudio de
mas, el incremento en el consumo de especies las representaciones sobre el trabajo de los/
de menor tamaño y un mayor consumo de re- as arqueólogos/as y el patrimonio arqueo-
cursos vegetales. A partir del Holoceno tardío lógico local que poseen los/as estudiantes
final hay un mayor crecimiento demográfico, de una escuela primaria, desde el diálogo de
prácticas de horticultura y una diversidad de saberes, con el fin de generar material multi-
objetos de producción cerámica (Pastor et al., vocal a la institución. Para este propósito, se
2012, 2017). trabajó con docentes y alumnos/as de cuarto
A partir del año 2018 se conformó un proyec- grado de la escuela Mercedes de Balcarce de
to con nuevos trabajos de campo y estudio Villa Río Icho Cruz durante los años 2020 y
de colecciones, que incluyen abordajes desde 2021, en pleno confinamiento sanitario deno-
el análisis lítico, cerámico, arqueobotánico, minado Distanciamiento Social Preventivo y
zooarqueológico, arqueometalúrgico, bioan- Obligatorio (DISPO), a causa de la pandemia
tropológico y de arqueología pública (Medina generada por el virus SARS-CoV-2, cuya en-
et al., 2022; Roble, 2021; Sario et al., 2022a, fermedad fue mundialmente conocida como
2022b). Desde esta última perspectiva, no COVID-19. Algunos de los interrogantes que
se contaba con antecedentes para el área, lo guiaron nuestra pesquisa fueron los siguien-
que condujo a plantear la necesidad de llevar tes: ¿Qué contenidos sobre los primeros po-
a cabo este tipo de estudios, en el marco de bladores de Córdoba les eran enseñados a los/
una tesis de licenciatura, que constituye una
síntesis y el puntapié inicial para las próximas 1
Programa de Arqueología Pública (PAP): diálogos posibles
investigaciones. entre comunidades —locales, científicas, originarias— sobre
restos humanos arqueológicos para su recuperación, conserva-
En Córdoba, en años recientes se han incre- ción, investigación y gestión —Noreste provincia de Córdoba
(Exp. UNC nro. 0020448/2011, Resolución HCD 267 y
mentado los trabajos en Arqueología Pública, 955384/2017). Responsables: Dras. Mariana Fabra y Mariela
particularmente en el noroeste y norte de la Zabala; Museo de Antropología - Secretaría de Extensión Uni-
versitaria Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad
Nacional de Córdoba.

Práctica Arqueológica 6 (1): 1-19 (2023). 2


Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

as estudiantes de cuarto grado desde la escue- Cruz, así como en otras escuelas de Punilla, en
la? ¿Qué conocimientos previos tenían los/as años sucesivos.
niños/as, producto de su interés propio y de
las charlas en familia? ¿Conocían acerca de LA E SCUE L A
las comunidades indígenas que viven en Cór-
doba en la actualidad, particularmente en el La localidad de Villa Río Icho Cruz se encuen-
valle de Punilla? El objetivo principal del tra- tra ubicada sobre el río Icho Cruz (pertene-
bajo fue aportar a la construcción de nuevos ciente a la cuenca de San Antonio), Departa-
saberes en torno a la Arqueología y los pue- mento Punilla, a 13 km de la ciudad de Villa
blos indígenas de esta región. De esta manera, Carlos Paz y a 45 km de la ciudad de Córdoba
se espera contribuir, no solo a la valorización (Figura 1). Según el Censo Nacional de 2010
del patrimonio arqueológico del sur del valle cuenta con 1.864 habitantes (Instituto Nacio-
de Punilla, sino al conocimiento de los modos nal de Estadísticas y Censos, 2010). El estudio
de vida de los pueblos originarios de la región, fue realizado en la Escuela primaria Mercedes
tanto en el pasado como en la actualidad. Con de Balcarce de dicha localidad, a la que asis-
el fin de producir también, desde el diálogo de ten estudiantes de Icho Cruz y zonas aledañas
saberes, un material didáctico que pueda ser como Mayu Sumaj, Cuesta Blanca y Tala Hua-
utilizado tanto por las docentes de Villa Icho si (Figura 1C). Se trabajó con el equipo de do-

Figura 1. A- Mapa del


sur del valle de Punilla
con la ubicación de la
localidad de Icho Cruz.
B- río Icho Cruz. C- Es-
cuela primaria Merce-
des de Balcarce.

Práctica Arqueológica | https://doi.org/10.5281/zenodo.7863559 3


Roble Navia et al. 2023

centes y alumnos/as de cuarto grado de nivel diante el cual los/as participantes tienen una
primario. El grupo de estudiantes está confor- clara intención de comprenderse mutuamen-
mado por un total de 39 personas, 26 niños te y es en esta comprensión que se logra el re-
y 13 niñas de 9 y 10 años; 14 niños y 7 niñas conocimiento del otro como alguien diferente.
pertenecientes a la división A, y 12 niños y 7 Por otra parte, la multivocalidad es entendida
niñas pertenecientes a la división B2. “en un marco de organización de diferencias
históricas, una propuesta académica contro-
C O NC E P TOS TEÓRICOS Y M E T O - lada y organizada que no quiere voces diso-
D O LÓ G ICOS nantes ni radicales” (Gnecco, 2014, p. 35). Por
ello, es un concepto que remite a nociones de
Se considera a la Arqueología Pública como horizontalidad y de apertura al conocimiento
una disciplina que “…estudia todas las re- en conjunto.
laciones entre la Arqueología y la sociedad A partir de aquí, cobra relevancia el lugar
contemporánea con el ánimo de mejorar la donde se realizó la recolección de datos: la
coexistencia entre ambos y lograr un enten- escuela. En este sentido, la construcción del
dimiento generalizado del valor y el uso de la pasado en las instituciones educativas con-
Arqueología” (Almansa Sanchez, 2011, p.90). tribuye a dibujar y desdibujar identidades, ya
En Argentina, en las últimas décadas ha ido que “…puede vislumbrarse como un espacio
creciendo como una línea de investigación para desarrollar propuestas didácticas que
propia a partir de la participación de los pro- contribuyan a generar conocimientos sobre
fesionales en determinados contextos sociales el pasado desde una perspectiva multivo-
e históricos (Salerno, 2013). El vínculo siem- cal” (Montenegro, 2014, p.1). Es decir, acep-
pre se construye desde el respeto, el diálogo tar el compromiso y desafío de re-valorizar
de saberes y la multivocalidad. Se toma al diá- el patrimonio y recuperar saberes. Por ello,
logo de saberes como: es a través de la educación donde “se crean
y se adquieren conocimientos, se construyen
… parte de una metodología cualitativa imágenes y significados que sustentan ideas
cuyo propósito es generar conocimiento sobre los pueblos indígenas” (Stagnaro, 2011,
sobre costumbres, experiencias y leccio- p.227). En el caso de Córdoba, cuando nos
nes aprendidas, buscando la compren- referimos a ‘Comechingón’, “…las representa-
sión de los fenómenos y permitiendo ciones construidas desde el imaginario social
participar a los actores involucrados hegemónico niegan la contemporaneidad de
desde un abordaje más cercano que fa- los indígenas, o bien consideran su presencia
cilite la comprensión y apropiación de como una anomalía” (Stagnaro, 2011, p.227),
conocimientos compartidos (Hernández es decir, ubican a lo originario “…en un antes
Rincón et al., 2017, p.244). y en un afuera que invisibiliza o mejor aún,
visibiliza a medias, ya que relativiza las pre-
Es decir, como una posibilidad que permite sencias contemporáneas y coterráneas en un
constatar que existen maneras alternativas contexto de emergencias e identificaciones
para llegar al conocimiento y construirlo, me- comechingonas” (Stagnaro, 2011, p.227), si-
tuando en un plano de cuestión y discusión.
2
El material producido por los/as alumnos/as cuenta con las Desde la perspectiva de la Arqueología Pú-
autorizaciones para su divulgación por parte de padres, madres
y tutores.

Práctica Arqueológica 6 (1): 1-19 (2023). 4


Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

blica, en años recientes se han incrementado es decir, que no es un “…elemento que exista
los trabajos, particularmente en el noroeste y en la naturaleza ni es algo dado o un fenóme-
norte de la provincia. En el marco del Progra- no social universal” (Prats, 1997, p.20). Por
ma de Arqueología Pública (PAP)3, se intenta lo tanto, es una posibilidad que los/as estu-
acercar el conocimiento de la Arqueología a diantes y/o docentes no lo nombren como tal,
las diversas comunidades, manteniendo como sino que lo denominen de otra manera, que en
concepto central el diálogo de saberes, desa- esencia tenga ese mismo significado de perte-
rrollando estrategias y procesos en donde las nencia y conservación. Su propósito principal
comunidades participen. Con estos delinea- es “reflexionar sistemáticamente sobre cono-
mientos lo que se genera son nuevos relatos cimientos, valores, actitudes y prácticas que
sobre el pasado que incorporen otras voces, se tienen sobre determinada problemática en
trabajando con las comunidades locales para un grupo o una comunidad” (Quezada, et al.
construir la noción de patrimonio local (Fa- 2001, p.16). El punto de partida es lo que los/
bra y Zabala, 2015, 2019). Producir un saber as participantes hacen, saben, viven y sienten;
colectivo desde la multivocalidad representa es decir, su realidad, su práctica.
la posibilidad de que, a partir de un mismo Con respecto a la metodología de trabajo y en
objeto o situación, se produzcan diferentes base a datos extraídos de la página web del
perspectivas. Por lo tanto, es necesario apren- Ministerio de Educación de Córdoba, en el di-
der a escuchar y hablar con los otros (Endere seño curricular para la educación primaria los
y Curtoni, 2007). aprendizajes y contenidos están organizados
Para recuperar las percepciones, represen- en base a varios ejes. El tema de interés, los
taciones y saberes de los/as alumnos/as en pobladores originarios de la provincia de Cór-
torno a la Arqueología y los sitios arqueoló- doba, se encuentra en el eje: las sociedades a
gicos significativos, se utilizó la cartografía través del tiempo, en el cual se presentan los
posmoderna que concibe la cartografía y los modos en que los diferentes grupos sociales
mapas con diferentes enfoques y perspecti- se fueron transformando con el correr de los
vas. Los mapas son “…un mensaje social que períodos. Se plantean como ejes transversales
aboga por dar voz al conocimiento subalterno, los temas de patrimonio cultural y memoria
transcender las rígidas fronteras de las disci- colectiva que fomentan la valoración de la cul-
plinas y proponer una producción del cono- tura local y regional, con el fin de estimular a
cimiento con y desde los territorios” (Martín la comunidad educativa el interés por conocer
Silva, et al. 2019, p.129). A partir de los sa- su herencia cultural y favorecer su preserva-
beres propios de cada persona, como expe- ción (Diseño curricular Educación primaria
riencias o conocimiento de lugares, se logra 2012-2020). Se seleccionó una parte de esta
un mapeo exhaustivo. Por ello, el patrimonio currícula de cuarto grado porque es aquí don-
se comprende como una construcción social, de se trabajan las representaciones que posee
cada alumno/a sobre los pueblos originarios.
3
Programa de Arqueología Pública (PAP): diálogos posibles
Estas se problematizan asociándolas al ima-
entre comunidades -locales, científicas, originarias- sobre ginario escolar (Zahn et al., 2020). Por ello,
restos humanos arqueológicos para su recuperación, con-
servación, investigación y gestión -Noreste provincia de Cór- es necesario reflexionar sobre los procesos
doba (Exp. UNC nro. 0020448/2011, Resolución HCD 267 y
955384/2017). Responsables: Dras. Mariana Fabra y Mariela identitarios y de comunalización de los pue-
Zabala; Museo de Antropología – Secretaría de Extensión Uni- blos indígenas de Córdoba y vincularlos con
versitaria Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad
Nacional de Córdoba.

Práctica Arqueológica | https://doi.org/10.5281/zenodo.7863559 5


Roble Navia et al. 2023

lo desarrollado en ámbitos escolares sobre las (Vázquez, 2008, p.6), demuestra una nueva
comunidades originarias que habitaron y ha- manera de comunicarnos y de relacionarse
bitan en la provincia. socialmente debido al distanciamiento. En
Siguiendo a García (2007), la incorporación este sentido, la Etnografía digital se realiza en
de la Arqueología a las materias científico so- la red, aunque no termina ni se agota allí (Di
ciales en la currícula escolar permite entender Próspero, 2017).
y valorar el patrimonio cultural, ayudando a Asimismo, las entrevistas asincrónicas gene-
construir el pasado del hombre pues hace evi- ran una experiencia muy distinta en cuanto
dentes las distintas formas de relación entre al tiempo, “…pues si en un encuentro sincró-
varias culturas, su desarrollo sociocultural nico tienen una duración de una hora, en el
y su evolución hasta nuestros días (García, asincrónico pueden durar horas o días. Esto
2007, p.204). se debe a que no siempre los participantes
Por otra parte, la Etnografía “…recurre a la responden de manera inmediata” (Bárcenas
observación participante, pero también ape- Barajas y Carreño, 2019, p.7), ya sea, por el
la a las entrevistas, análisis de documentos y, ritmo de sus propias actividades cotidianas o
en ocasiones, incorpora técnicas de investiga- la forma en que interactúan a través de dicha
ción cuantitativa” (Restrepo, 2016, p.39). Por plataforma elegida. También cambia el no po-
lo tanto, es a través del método etnográfico der compartir el mismo espacio físico dificul-
(Guber, 2001) que se obtiene la información tando las expresiones, los sentires y las diver-
obtenida de las entrevistas, actividades pro- sas emociones que genera ese tipo de contacto
puestas y demás materiales que surgen de los con el otro.
encuentros, para analizarlos de manera inter- Durante los meses del trabajo de campo junto
pretativa y así poder recuperar los saberes y con las docentes y estudiantes, las interaccio-
prácticas de la arqueología. nes fueron netamente virtuales, sustentándo-
Debido a la pandemia transcurrida durante el nos en diversas plataformas como WhatsApp,
2020, y que duró con diversas restricciones Gmail, Outlook, Zoom. Estas relaciones se
hasta finales del 2021, no fue posible realizar mantuvieron de la misma manera desde el
la observación participante ni las entrevistas primer día y las docentes funcionaron como
presenciales. Por ello, se trabajó mediante la nexo entre estudiantes/familias, para reunir
propuesta teórico-metodológica llamada et- las producciones de cada alumno/a.
nografía virtual, la cual propone una …trans-
formación reflexiva del método etnográfico LA E X PE R IE N CI A E SCO LAR : L A S
de investigación tradicional (Vázquez, 2008, ACT IVID AD E S
p.3), ya que no fue posible viajar al campo
ni interactuar presencialmente con los acto- Para recuperar los saberes y representaciones
res involucrados. Por lo tanto, el uso de las de los/as alumnos/as de cuarto grado, se ela-
tecnologías digitales permitió trabajar en las boraron las siguientes propuestas: la prime-
múltiples instancias de producción del cono- ra cuyo objetivo fue recuperar saberes sobre
cimiento (Ardévol et al., 2008). la arqueología del valle de Punilla, el trabajo
Esta manera de hacer etnografía “…combina de los/as arqueólogos/as y las poblaciones
las técnicas de la Etnografía y la aparición de originarias de la región a través de una acti-
un nuevo espacio dado a través de Internet” vidad de escritura y dibujo. La segunda activi-

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Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

dad propuso un ejercicio desde la cartografía Las respuestas a esta primera parte se divi-
social, donde los/as alumnos/as dibujaron dieron en tres grupos: en uno se encuentran
y señalaron en mapas los sitios arqueológi- las respuestas extensas, comprendidas por los
cos que conocen, así como los lugares más relatos, historias, historietas (Figura 2A), ma-
representativos. Para la tercera, se les envió pas conceptuales (Figura 2B) y dibujos, que
un audiovisual realizado por integrantes de representan la visión respecto de los pueblos
la Comunidad Comechingón Ticas donde se indígenas; en otro grupo se caracterizan las
abordaron distintos temas de interés, y luego respuestas cortas, donde se limitan a respon-
se les proporcionó consignas para problema- der el nombre de estos pueblos y, por último,
tizar los temas presentados. Este audiovisual uno del cual no se obtuvo registro, porque
se encuentra subido a la página de Facebook decidieron realizar directamente la segunda
de la comunidad. parte de la actividad, que incluía lo referido a
la Arqueología.
Un acercamiento a los modos de vida en el
sur de Punilla desde la Arqueología

Como primera actividad se propuso recuperar


saberes de los/as alumnos/as en torno a los
pueblos indígenas que habitaron el valle de
Punilla, desde los primeros pobladores hasta
momentos previos de la Conquista, y recupe-
rar nociones en torno al patrimonio y el trabajo
arqueológico. Esta tarea consiste en producir
una narración y/o un dibujo sobre los pueblos
indígenas que habitaron el sur del valle, y lue-
go responder estas consignas: 1- A veces reco-
rriendo un territorio, podemos encontrar ma-
teriales arqueológicos o evidencias de personas
que vivieron antes que nosotros; pedacitos de
cerámica, morteros en las piedras, piedras ta-
lladas o pulidas, puntas de flecha, etc. ¿Cómo
Figura 2. Representaciones de los/as alum-
denominamos a esos objetos? ¿Se les ocurre al-
nos/as. A- Historieta. B- Mapa conceptual.
gún nombre? ¿Qué hacemos cuando los encon-
tramos? 2- ¿Saben qué hacen o cómo trabajan
los arqueólogos/as? Para ustedes, su trabajo Algunas de las devoluciones fueron las si-
¿brinda algún beneficio a la sociedad? ¿Cuál? guientes:
Fue la única tarea virtual difundida a través de 1. “Cuenta la leyenda que cuando se instala-
las actividades obligatorias propuestas por la ron los españoles en América, se encontraron
escuela, ya que las demás fueron presentadas con tres distintos grupos de pueblos que habi-
de manera complementaria por el grupo de taban. Lo que sabemos de ellos es que vivían
WhatsApp de padres, madres, tutores y do- de la agricultura (maíz, porotos y zapallos), de
centes. la ganadería y recolección de frutos” (Alumno
D. Q.).

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Roble Navia et al. 2023

La realización de una historieta por parte de 2. “En el Valle de Punilla los primeros po-
una alumna estuvo acompañada de un relato: bladores fueron los indios comechingones”
2. “Originariamente los pueblos eran nóma- (Alumna K. G.).
des (iban de un lado a otro) y después se ins- 3. “Los primeros pobladores fueron los come-
talaron en casas hechas de piedra y techos de chingones y los sanavirones” (Alumno D. P.).
madera. Cuando llovía se formaban hilos de Aquí se evidencia que los/as alumnos/as re-
agua que bajaban por la ladera de la montaña conocen a los pueblos originarios del valle de
formando un hermoso valle. Al formarse pe- Punilla como Comechingones y Sanavirones.
queños ríos, luego de una lluvia, aprovecha- También los denominan como indios, pobla-
ban a pescar y regar las plantaciones. Hacían ciones indígenas y primeros pobladores; este
armas con las que cazaban y también hacían último es el término más elegido para deno-
ollas y utensilios de barro” (Alumna C. P.). minar a estas comunidades. En este punto,
3. “Hola seño Cami, lo que yo sé de los Co- es interesante problematizar la temporalidad
mechingones es que picaban su comida en que le otorga un alumno, el cual menciona
los morteros y a la orilla del rio San Antonio” que estos pueblos vivieron hacia el siglo XVI,
(Alumna T. G.). al desconocer la profundidad temporal de
Un análisis de estas producciones (escritas, 11000 años AP para el caso del Punilla (Rive-
visuales y audiovisuales) permitió identificar ro y Roldán, 2005). Otro punto interesante es
en primer lugar el tiempo verbal que usan que incluyen al Pueblo Sanavirón como parte
para referirse a los pueblos indígenas. El de los primeros pobladores del valle de Puni-
tiempo pasado es algo recurrente en la escri- lla, cuando en realidad este pueblo habría ha-
tura y en la oralidad, con la llegada de los es- bitado el noreste de la provincia de Córdoba
pañoles como punto de partida para comen- (Serrano, 1945).
zar a redactar su historia. Se permite inferir La segunda parte de esta actividad estuvo
que sitúan la presencia del indígena en un orientada respecto a los objetos arqueológicos
tiempo que ya pasó, que no es la actualidad encontrados, el trabajo del arqueólogo/a y el
o que al menos no reconoce vínculos con las patrimonio. Los/as alumnos/as debieron pro-
comunidades indígenas que hoy viven en Pu- poner nombres para estos objetos hallados en
nilla. Ninguno de los/as alumnos/as realizó el campo, y las respuestas fueron de lo más
ninguna conexión con la actualidad de estos diversas, ya que en sus escritos se pudo ob-
pueblos, encasillados en un tiempo pretérito, servar:
sin vínculo aparente con el hoy. 1. “Se nos ocurre el nombre de descubrimien-
Con respecto al segundo grupo, se pudo evi- to” (Alumno M. G.).
denciar cómo denominan a las poblaciones 2. “Esos objetos se llaman materiales prehis-
prehispánicas: tóricos” (Alumna O. M.).
1. “Los primeros pobladores del valle de Puni- 3. “Esos objetos se denominan utensilios, que
lla fueron en el año 1500, eran las poblaciones utilizaban los que vivían antes” (Alumno D.
indígenas de los comechingones y sanaviro- Q.).
nes” (Alumno M. G.). 4. “A los objetos los denominamos antigüeda-
des” (Alumno S. O.).

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Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

5. “A los objetos los denominamos fósiles, al- 3. “Cuando los encontramos los guardamos”
farería, piezas de pueblos originarios” (Alum- (Alumno D. Q.).
no U. F.). 4. “Cuando encuentro un mortero lo llevo al
6. “Restos materiales o fósiles” (Alumna C. museo” (Alumno S. O.).
P.). 5. “Lo llevo a mi casa y lo guardo” (Alumna
7. “Los llamamos objetos antiguos, platos de K. A.).
cerámica o piedra. Arcos y flechas de madera” 6. “Lo observamos y lo puedo llevar de recuer-
(Alumna K. A.). do a casa” (Alumno T. G.).
8. “Denominamos a estos objetos como obje- 7. “Cuando se encuentra algo se avisa a algún
tos antiguos. Se me ocurre reliquias pasadas” museo o a la municipalidad, en nuestro caso
(Alumno T. G.). la de Icho Cruz para que se encargue de avisar
9. “Denominamos a esos objetos como histó- a los expertos o a los arqueólogos encargados
ricos” (Alumna U. G.). de investigar de que se trata” (Alumno U. F.).
10. “Los materiales que encontramos en el 8. “Lo limpiamos, lo cepillamos, averiguamos
campo por ejemplo los pedacitos de piedra, que objeto es, y lo llevamos al museo para sa-
cerámica, piedras talladas, se denominan ob- ber cuántos años tiene el objeto que encontré”
jetos arqueológicos” (Alumno R. G.). (Alumna C. P.).
Se observan diversos términos que le dan a los Las respuestas se dividieron claramente en
hallazgos, tales como: descubrimiento, mate- dos posiciones: por un lado, indicaron que los
riales prehistóricos, utensilios, antigüedades, llevaban al museo o llamaban a la municipali-
objetos históricos, fósiles, piezas de pueblos dad. Por el otro, mencionaron que los guardan
originarios, restos materiales, objetos anti- y se los llevan a la casa de recuerdo. Existien-
guos y objetos arqueológicos. Estos nombres, do estas dos posturas se pudo problematizar
si bien hacen referencia al pasado, no están el desconocimiento o falta de información so-
todos vinculados a la Arqueología, salvo por bre los mecanismos que el Estado ha imple-
la denominación de un alumno que nombró mentado para resguardar el patrimonio ar-
a los objetos como arqueológicos. Por otra queológico a partir de leyes. Intentar enseñar
parte, se observó cómo en este tema no tie- las leyes de manera pedagógica no debe ser
nen muchos datos precisos, como sí los tuvie- una tarea fácil para las docentes, ya que al es-
ron en la primera parte de esta consigna, en tar escritas en un vocabulario tan específico se
donde hay más vaguedad de información para dificulta a la hora de ponerlas en un lenguaje
este punto. más ameno. Sin embargo, podrían ser inclui-
A continuación, lo/as alumno/as debían men- das y problematizadas en la currícula escolar.
cionar qué acciones debían realizar si encon- Un punto que llamó la atención fue lo natu-
traban estos objetos de manera fortuita en su ral que toman los/as alumnos/as el encon-
localidad: trar materiales arqueológicos, ya que no se
1. “Cuando lo encontramos investigamos detectaron expresiones de sorpresa ni mani-
quienes lo hicieron. Sacamos fotos, estudia- festación de no encontrar nada. Es decir, que
mos el objeto” (Alumno M. G). en algún momento han tomado contacto con
2. “Cuando lo encontramos lo guardamos de objetos. Otra cuestión es si en las respuestas
recuerdo” (Alumna O. M.). hubo intervención de padres, madres o tuto-

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Roble Navia et al. 2023

res. En este sentido, se considera que la vir- contribuye a la sociedad ya que se dedican a in-
tualidad pudo haber planteado esta realidad, vestigar “los huesos de animales y humanos” y
ya que si las actividades se hubiesen dado en gracias a ellos/as “aprendían y conocían más
el marco de la presencialidad, las respuestas sobre nuestro pasado”. Que sirve para “saber
quizás hubieran sido otras. de dónde venimos, cómo era nuestro mundo
En la tercera y última parte de esta primera en la antigüedad, y para saber cómo vivie-
actividad, los/as alumnos/as debieron res- ron los pueblos originarios”. También que, al
ponder preguntas sobre el trabajo de los/as mencionar ruinas, como escribió un alumno,
arqueólogos/as, algunas respuestas fueron: hace pensar en una Arqueología más monu-
1. “Los arqueólogos estudian la historia del mentalista y mucho más vistosa para niños/as
ser humano a través de los restos, como hue- de esa edad, y con más facilidad de recordar
sos, tejidos, cerámica, herramientas, carac- debido a su atractivo visual. Otro punto es que
terísticas del paisaje y de las construcciones. relacionan a la disciplina arqueológica a una
Ellos excavan, conservan, lo llevan a analizar” función y valor social, al aporte que hace al co-
(Alumno D. Q.). nocimiento sobre la vida en un determinado
2. “Los arqueólogos/as trabajan con el museo. lugar. Por último, resaltar una respuesta en la
Brindan un beneficio, para que se conozcan que se menciona “el estudio de los cambios”,
las antigüedades” (Alumno S. O.). algo muy problematizado en Arqueología, que
3. “Los arqueólogos buscan, encuentran y es- refiere a cambios y continuidades en aspectos
tudian los restos materiales que encuentran. tecnológicos, territoriales o de subsistencia de
Si brindan un beneficio para la sociedad, para las sociedades.
saber cómo vivieron y viven los pueblos origi-
narios, sus costumbres y tradiciones” (Alum- Construyendo nuevas narrativas en torno al
na C. P.). pasado del sur del valle de Punilla a partir de
4. “Los arqueólogos trabajan regularmente en la cartografía
excavaciones desenterrando ruinas antiguas.
Sí, brindan un beneficio, ya que la Arqueolo- Para la actividad número dos se propuso
gía en la actualidad es considerada una cien- que los/as estudiantes produjeran un mapa
cia histórica autónoma, es decir, sería una de a mano alzada del lugar donde viven, y mar-
las distintas disciplinas históricas. Su princi- quen sitios o espacios significativos de valor
pal objeto es el estudio de los cambios en la patrimonial; y luego representar esos mismos
organización social, así como la diversidad de lugares en un mapa estandarizado, confeccio-
comportamiento humano, económico, políti- nado por una de las autoras (Figura 3). Me-
co, ideológico, en el pasado” (Alumno T. G.). diante esta actividad, se buscó fomentar la
Aquí se pudo observar que varias respuestas creatividad en la percepción que podían tener
relacionan a la Arqueología con la Historia, los/as alumnos/as del territorio que habitan,
con la coincidencia que los/as arqueólogos/as los lugares significativos, a través de un regis-
estudian la historia del ser humano y que tra- tro espacial en el mapa, y así poder visualizar
bajan realizando excavaciones y en museos. cómo se apropian del espacio, caminos habi-
Por otra parte, consideraron que este trabajo tuales, lugares recreativos y la propia escuela.

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Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

Figura 3. Mapa de Villa


Río Icho Cruz y alrede-
dores.

Esta tarea tuvo menos repercusión que la pri- pólogo Diego Escolar (2003), al mencionar
mera al disminuir la cantidad de entregas con que “puede analizarse y comprenderse como
respecto a la actividad anterior. Se realizaron un proceso vigente de disputa, construcción
10 trabajos (corresponden al 26% del total y negociación colectiva de sentidos indígenas
de alumnos/as). Se observaron ciertas coin- sobre sus prácticas culturales y su pasado”
cidencias, como la representación de lugares (Escolar, 2003, p.37). En el caso de Córdoba
significativos, las casas, la escuela, la plaza, el este proceso se identifica desde la década de
dispensario y el río (Figura 4A). En este últi- 1990. Sin embargo, a partir de los registros
mo se dibujó a mano alzada ‘zonas de morte- del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas,
ros’ (Figura 4B), y se mencionó a estos lugares se viene sucediendo desde la década pasada
como sitios de esparcimiento frecuentados (Bompadre, 2014). Un antecedente es el reco-
por ellos/as. Con estos resultados se pudo in- nocimiento de una de las comunidades exis-
ferir que se logró resignificar este espacio de tentes, la Comunidad Comechingón Ticas,
recreación también como sitio arqueológico quien en su página de Blogspot, publicó en
de valor patrimonial. diciembre de 2010 una nota que habla sobre
Finalmente, un alumno marcó en el mapa su reconocimiento ante el Instituto de Asun-
donde para él había habitado el Pueblo Come- tos Indígenas (INAI). Desde la perspectiva de
chingón (Figura 4C). la Arqueología Pública, en años recientes se
No solo antes, también hoy. Los pueblos in- han incrementado los trabajos en vínculo con
dígenas del valle de Punilla en la actualidad. las demandas o necesidades manifestadas por
comunidades indígenas. En el marco del PAP,
En las últimas décadas se reconoce en nuestro se intenta problematizar acerca de la arqueo-
país “un proceso de emergencia con respecto logía y la bioarqueología desde el diálogo de
a nuestros pueblos originarios” (Bompadre, saberes, con estrategias y procesos en donde
2014, p.4). El concepto de ‘emergencia étnica’ las comunidades participen. Desde esta pers-
fue ampliamente desarrollado por el antro- pectiva se quiere generar nuevos relatos sobre

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Figura 4. Mapas con representaciones de los alumno/as. A. Lugares significativos.


B. Zonas de morteros. C. Pueblo Comechingón.

el pasado que incorporen otras voces, con el la visibilización de la problemática indígena


trabajo en conjunto con las comunidades lo- en Córdoba, la cuestión territorial y ambien-
cales y particularmente indígenas para cons- tal, los sitios arqueológicos o sitios sagrados
truir la noción de patrimonio local con sus para las comunidades, entre otros. Se ofrecie-
propios saberes y relatos. ron algunas consignas para problematizar los
En este marco, la actividad tres tuvo como temas presentados en el audiovisual (Figura
objetivo recuperar, a partir del registro au- 5). Las consignas fueron las siguientes: ¿Qué
diovisual, aspectos de la vida, saberes y pro- es un Nahuan? ¿Cuántos Pueblos originarios
blemáticas de las comunidades indígenas del hay en Córdoba? ¿Qué les pareció más signi-
valle de Punilla en la actualidad. Para ello, se ficativo de lo que cuentan los miembros de la
les envió a los/as alumnos/as un audiovisual Comunidad Ticas? ¿Qué tradiciones o prácti-
de corta duración realizado por integrantes cas los vinculan con sus ancestros? ¿Qué es la
de la Comunidad Comechingona Ticas, que Chakana y el Inti Raymi?
abordan distintos temas de interés tales como

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Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

Figura 5. Imagen to-


mada del audiovisual
realizado por la Comu-
nidad Comechingona
Ticas.

Algunas de las respuestas fueron: 2. “Es un jefe de la comunidad ticas” (Alumno


1. “Lo que más me gustó enterarme fue cuan- I. R.)
tos pueblos originarios hay” (Alumno I. R.) 3. “Nahuan es un pueblo comechingón, un
2. “Que aún siguen las tradiciones y que viven pueblo muy antiguo que tiene miles y miles
cerca nuestro” (Alumno R. G.) de años” (Alumno D. P.)
3. “Que en Carlos Paz y en Cabalango hay pue- 4. “Es un descendiente de la comunidad ticas
blos originarios” (Alumno D. P.) del pueblo comechingón” (Alumno U. F.).
4. “Me pareció muy significativo el nombre Si bien dos de los cuatro alumnos coincidie-
del lugar donde están y su significado” (Alum- ron en que se trataba de descendientes ac-
no U. F.). tuales del Pueblo Comechingón, los demás
En este sentido, cobra relevancia que los “confundieron” Nahuan con el nombre de un
alumnos/as conozcan cuántos pueblos origi- pueblo comechingón, y no como una persona
narios hay, que aún siguen viviendo y mante- descendiente de un pueblo. Se observó que
niendo sus tradiciones y en particular el nom- solamente en una pregunta de tres, se logró
bre de su territorio. recuperar saberes; las demás fueron resueltas
En respuesta a una de las preguntas ¿Qué es en función de agregar textualmente lo que se
un Nahuan?, los/as estudiantes respondieron mencionaba en el video. Tal vez la consigna
lo que se relataba en el video con su propia no quedó clara al mencionar que el interés
interpretación, por ejemplo: era saber qué podían recordar o responder
1. “Es un descendiente de la comunidad ticas con sus propias palabras, a partir del enten-
del pueblo comechingón” (Alumno R. G.) dimiento del audiovisual. En este punto, se

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retoma el nivel de detalle que existió en la pri- acudieron a libros o tuvieron acceso a diversas
mera actividad propuesta, donde tenían algo fuentes de información escolarizadas.
para decir sobre los pueblos indígenas y sus En cuanto a los objetos encontrados en el
modos de vida; mientras que para la actuali- campo y la denominación dada por los/as
dad no pudieron aportar conocimientos pre- alumnos/as se encontró con el uso de una
vios, ya sea, por no conocer a esta comunidad variedad de términos para referirnos a ellos,
en particular, o por no conocer ninguna de las tales como: descubrimiento, materiales pre-
comunidades existentes en Córdoba. históricos, antigüedades, piezas de pueblos
originarios, restos fósiles y objetos arqueoló-
D IS C U S I ÓN Y CONCL USIONE S gicos. Como arqueólogas denominamos a los
objetos encontrados en el campo como obje-
Cuando se indagó sobre los pueblos origina- tos, vestigios o materiales arqueológicos, que
rios del sur de Punilla, los/as alumnos/as se coinciden los propuestos por varios/as alum-
refirieron a dos de los tres pueblos originarios no/as. En estas diversas respuestas se eviden-
que habitan en Córdoba, los Comechingones cian una mayor variedad de representaciones
y Sanavirones, ya que los Ranqueles son ca- en torno a la Arqueología, que se asocian a
racterísticos del sur de la provincia. Sin em- otra disciplina, la paleontología, a partir del
bargo, no hay Comunidades Sanavironas en uso del término fósil. Es decir, en algunos ca-
el sur de Punilla. De manera similar, en otro sos, vinculan a la Arqueología con un plano
trabajo realizado al norte de nuestro país, en más histórico de las Ciencias Sociales y, en
la provincia de Jujuy, se observa que los ni- otros, con las Ciencias Naturales. En este pun-
ños/as en sus dibujos representaban al Puca- to reflexionamos sobre el plano interdiscipli-
rá del Tilcara como “un espacio habitado por nario de la Arqueología, que toma recursos de
Incas o indios sin tener muy en claro a qué ambas ciencias para sustentarse. Sin embar-
grupo refieren” (Montenegro, 2012, Monte- go, el término fósil es utilizado en las inves-
negro y Aparicio, 2012, p.124). Sin mencionar tigaciones bioarqueológicas del Viejo Mundo,
un nombre en concreto sobre los pueblos ori- con antigüedades mayores a las encontradas
ginarios de ese lugar. Otro punto que se logró en América. Por lo tanto, no se aplica a los es-
recuperar fue el tiempo verbal utilizado para tudios arqueológicos de este continente.
nombrar a estos pueblos, el cual siempre fue ¿Qué hacían los/as alumnos/as cuando en-
en pasado, al recurrir a verbos o descripcio- contraban algún objeto?. Aquí hubo dos pos-
nes como: se vestían, comían, sus costum- turas: lo llevaban al museo o llamaban a la
bres eran, que visibilizan también la manera municipalidad; o se lo llevaban a su casa de
en que organizan los relatos, vestimenta, vi- recuerdo. Con respecto a este punto se re-
vienda, costumbres, celebraciones, creencias, flexiona sobre la ausencia de un conocimiento
tal como aparecen en sus actividades y en los sobre cómo proceder frente al hallazgo de ob-
libros de Ciencias Sociales en general, por jetos de valor patrimonial. Por otra parte, en
lo tanto, dan un relato escolarizado de estos las respuestas de las actividades anteriores, se
pueblos. Si bien la actividad proponía que mencionó que la Arqueología contiene valor
los/as estudiantes escribieran lo que sabían, social y lo encontrado es valioso para poder
es decir, sin información escolar previa, por comprender mejor nuestro pasado. Sin em-
como realizaron sus relatos hace parecer que bargo, para todos/as no es relevante que los

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Representaciones y sentidos en torno a la Arqueología y al patrimonio....

objetos encontrados vayan a un museo para poder ser conservado. Si bien la actividad se
su conservación; y aquí podemos inferir que basó en representar sitios arqueológicos, se
no todos/as se apropian del patrimonio “como observó que surgieron otros elementos y di-
símbolos de pertenencia e identidad, de ma- versos lugares que frecuentaban y que consi-
nera homogénea” (Zabala et al., 2016, p.10), deraban significativos. Por lo tanto, “el patri-
ya que el campo patrimonial es un espacio en monio arqueológico solo puede ser compren-
constantes luchas, disputas y confrontacio- dido en su contexto territorial, junto con los
nes entre “los diversos actores sociales que se otros patrimonios que forman un territorio,
sienten involucrados en este proceso de pa- en una suerte de integración multipatrimo-
trimonialización, a partir de sus trayectorias nial” (Martín Silva et al., 2019, p.140). Esta
personales, valoraciones, interpretaciones y mirada tan abarcativa, nos hace pensar que
lugares de poder” (Zabala et al., 2016, p.10). lo que es patrimonio para una persona, pue-
Respecto a las representaciones en torno a la de no serlo para la otra; y lo mismo sucede
Arqueología como disciplina o el trabajo del con otros lugares, como los que se marcaron
arqueólogo/a, es interesante destacar la fun- en los distintos mapas. Una situación similar
ción que se le atribuye a la disciplina arqueo- ocurrió en Miramar, Córdoba, donde en los
lógica, que hace al conocimiento de los modos talleres de mapeo colectivo tanto residentes
de vida de las personas. Aquí las respuestas como turistas del lugar marcaron, además de
fueron similares, destacando el trabajo en el hitos que pueden considerase como patrimo-
campo, laboratorio y el papel que juegan los nio arqueológico, a la Laguna Mar Chiquita,
museos en la práctica arqueológica. que se consideraría patrimonio natural. En-
Con relación a cómo perciben los/as alum- tonces es “importante no restringir las mi-
nos/as los lugares y sitios arqueológicos sig- radas a un solo patrimonio, sino dejar que
nificativos a través del mapeo colectivo, en se dialogue sobre todos los patrimonios con
los dibujos se observa cómo cada alumno/a los que se identificaban” (Martín Silva et al.,
interpreta su propio mapa, al otorgar senti- 2019, p.141), lo que permite una visión más
do a sus propios espacios a partir de la expe- transversal de las construcciones, en torno a
riencia cotidiana (Aichino et al., 2012). Los/ lo que el creador del mapa considere patrimo-
as alumnos/as viven en la localidad de Villa nio.
Río Icho Cruz o en las cercanías, por lo tan- Respecto a elaborar, desde el diálogo de sabe-
to, conocen bien su espacio habitado. Los res, nuevos relatos en torno al pasado y pre-
elementos representados fueron su casa, la sente de las comunidades indígenas que ha-
plaza, la escuela y la municipalidad, que no bitaron y habitan el sur de Punilla, se generó
pertenecen a sitios patrimoniales, aunque son un cuadernillo que sintetiza esta investigación
lugares significativos. El trazado del río, en la (Roble et al., 2022). Este material puede ser
mayoría de los mapas, fue un rasgo en común, utilizado por los/as docentes para abordar el
donde además se representaron los morteros tema de los pueblos originarios, el cual integró
en sus márgenes evidenciando su existencia. de manera reflexiva los saberes y representa-
Esto quiere decir que la cartografía realizada ciones en torno a los temas presentados, por
de manera individual por cada uno/a de los/ parte de docentes y alumnos/as de esta escue-
as alumnos/as identificó un elemento mate- la, así como también, los saberes de una comu-
rial que consideran patrimonial y valioso de nidad indígena y las propias representaciones.

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Roble Navia et al. 2023

El abordaje de los pueblos originarios en las Nacional de Córdoba, de una de las autoras,
escuelas no deja de ser un tema dificultoso en el marco de los proyectos de investigación
para enseñar, por las mismas complejidades “Aportes arqueológicos al estudio de las ocu-
que contiene. Un problema recurrente son los paciones humanas de la cuenca del río San
saltos temporales, debido a que no es fácil en- Antonio (Punilla sur, Córdoba)”, que cuenta
tender el recorrido histórico de las primeras con subsidio de la SECyT, UNC y de extensión
poblaciones hasta la actualidad (Colombo, “Intersecciones, diálogos y reflexiones en tor-
2020). Con esta problemática tan vigente, se no a las prácticas arqueológicas en el sur de
minimizan las políticas de violencia, avasalla- Punilla, Córdoba” (Res. 467/22). Queremos
miento y continua la invisibilización de estos agradecer a la escuela S. M. Mercedes de Bal-
pueblos. carce, de Villa Río Icho Cruz, a las docentes,
Este trabajo representa una primera aproxi- estudiantes, padres, madres y tutores, que
mación a un estudio de Arqueología Pública acompañaron en cada actividad propuesta y
en un centro educativo de una pequeña locali- enviaron las producciones finales. A Caroli-
dad del sur de Punilla, en Córdoba. En el aná- na Mosconi por el abstract. A la Comunidad
lisis del material realizado por parte de los/ Comechingón Ticas por el audiovisual educa-
as estudiantes se observa la utilización de un tivo, creado con tanto esfuerzo y dedicación.
tiempo verbal pasado y un relato escolariza- Finalmente, a los/as evaluadores/as y equipo
do sobre los pueblos indígenas de Punilla. Los de edición que mejoraron sustancialmente el
contenidos empleados por la comunidad edu- manuscrito.
cativa, respecto a los primeros pobladores,
se encuentran desactualizados y/o no logran R E FE R E N CIAS CIT AD AS
una conexión con los pueblos indígenas en la
actualidad. Se reflexiona sobre la importancia Aichino, G., De Carli, M., Zabala, M. y Fabra,
de ampliar la información suministrada en las M. (2012). Procesos de activación y valora-
escuelas, al actualizar los conocimientos de ción del patrimonio arqueológico a través de
nuestros pueblos originarios con el objetivo la Cartografía Social. Revista EXT, 3, 1-27.
de aportar una mayor visibilidad, con la pro- https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ext/
ducción de un material didáctico de carácter article/view/2870
multivocal. En este continuo pensar, otorgar e
Almansa Sánchez, J. (2011). Arqueología para
intercambiar saberes entre todos/as hace una
todos los públicos. Hacia una definición de
arqueología mucho más nutrida que permite
la Arqueología “a la española”. ArqueoWeb
escribir una historia multivocal y consensua-
- Revista sobre Arqueología en Internet, 13,
da; sin acallar ninguna voz ni colocando voces
87-107. https://dialnet.unirioja.es/servlet/
por encima de otras.
articulo?codigo=3866972

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Pensar la arqueología desde el sur

Thinking about archaeology from the south

Virginia M. Salerno
CONICET - Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, UBA
Ramon Falcón 2647 Piso 1 Dto. 25 (1406) Capital Federal, Argentina
vmasalerno@gmail.com

Recibido: 19-06-2012
Aceptado: 13-10-2012

Resumen
Hacia fines del siglo XX, la confluencia de diversos movimientos que incluyeron una amplia gama de agentes, prácticas
y usos sociales en relación con la materialidad arqueológica, dio lugar al desarrollo de la Arqueología Pública. En el
marco de esta línea de trabajo, se vienen elaborando programas de acción, enfoques analíticos y reflexivos que abordan
la relación pasado-presente y el posicionamiento de los arqueólogos en estos procesos. En este trabajo se propone que
es necesario abordar la articulación arqueología-sociedad anclándola en las características del universo que le dan
sentido. Para discutir este postulado se consideran los procesos históricos que particularizan la Arqueología Pública
en América Latina donde el conocimiento arqueológico se construyó como el conocimiento sobre el pasado de “otros”,
excluidos de “nuestra” historia. Además se propone la existencia de una agenda de problemas comunes que conforman
la Arqueología Pública en los países del “Sur geopolítico” (Latinoamérica, Oceanía y África).

Palabras clave: Arqueología Pública. América Latina. Alteridad. Ética Profesional.

Abstract
By the end of twentieth century, the confluence of various movements which involved a wide range of actors, social
customs and practices in relation to the archaeological materiality resulted in the development of Public Archaeology.
Within this framework, some programs of action and also reflective analytical approaches have been developed. The
last addressed the past-present relationship and the positioning of the archaeologists in these processes. In this paper, it
is emphasized the necessity of considering the relation between archaeology and society inside the social and historical
features of the universe that give them meaning. With the aim of discussing this assumption, the historical processes
that particularize the Public Archaeology in Latin America are examined; in this development, the archaeological
knowledge is constructed as knowledge about an ‘other’ which is not recognized as a part of ‘our’ history. Finally, a list
of problems related to Public Archaeology in the Southern countries (Latin America, Oceania and Africa) is proposed.

Ke ywords: Public Archaeology. Latin America. Alterity. Professional Ethics.

Sumario: 1. Introducción. 2. Ayer, hoy, era mañana. La Arqueología Pública como línea de investigación. 3. Arqueolo-
gía y alteridad en América Latina. 4. Pensar la Arqueología Pública en el “Sur”. 5. Reflexiones finales.

Complutum, 2012, Vol. 23 (2): 191-203 191 ISSN: 1131-6993


http://dx.doi.org/10.5209/rev_CMPL.2012.v23.n2.40885
Virginia M. Salerno Pensar la arqueología desde el sur

1. Introducción do de esta concepción, en este trabajo se discute que


la Arqueología Pública tiene características distinti-
La época actual se caracteriza por la intensificación vas dependiendo de los procesos históricos a partir
y el aumento en la circulación del conocimiento y la de los cuáles el estudio de la materialidad arqueo-
heterogeneidad de los agentes que intervienen en las lógica se organizó como actividad social. Con este
interpretaciones del pasado (Ruiz Zapatero 2002). fin, primeramente se presentan algunas considera-
Estos movimientos han tenido diferentes causas y ciones teóricas sobre el desarrollo de esta línea de
duraciones que involucraron una amplia gama de investigación, para luego abordar las particularida-
agentes, prácticas y usos sociales en relación con des de la Arqueología Pública en las sociedades la-
la materialidad arqueológica. Pueden mencionarse tinoamericanas. Finalmente se propone una serie de
tanto a las reivindicaciones de pueblos originarios aspectos comunes a los países del “Sur geopolítico”
y afroamericanos para ampliar su participación en (Latinoamérica, Oceanía y África) donde el legado
la gestión y producción de conocimiento sobre su de las diversas trayectorias coloniales conllevaron
pasado (Trigger 1992, Johnson 2000), como a los la construcción de relatos históricos duales que re-
procesos de apropiación y de activación patrimonial chazan la diferencia e invisibilizan la desigualdad
con fines comerciales, turísticos, científicos, educa- (Lander 2000, Lahiri et al. 2007).
tivos o empresariales, entre otros (Ballart 1997).
Frente a esta situación, desde el campo arqueoló-
gico se han revisado los modos en que conocimien- 2. Ayer, hoy, era mañana. La Arqueología Públi-
tos y referentes materiales adquieren significativi- ca como línea de investigación.
dad fuera del campo académico. Estos abordajes se
están sistematizando dentro de una línea de investi- Hacia fines del siglo XX la confluencia de una serie
gación que se ha llamado Arqueología Pública (Mc- de procesos sociales, económicos y políticos gene-
Gimsey 1972, Schadla –Hall 1999, Funari 2004, raron modificaciones sustanciales en el modo en
Merriman 2004, Saucedo-Segami 2006, Segobye que la arqueología y los materiales arqueológicos
2006, Almansa Sanchez 2011, Dansac 2012). Esta adquieren significatividad en el presente. Para la
línea de trabajo no sólo trata sobre productos ar- arqueología fueron significativos los movimientos
queológicos (programas educacionales, materiales de las ciencias sociales que discutieron los senti-
de transferencia, actividades museísticas, etc.) sino dos del pasado en el presente (Berger y Luckman
también sobre procesos de negociación y creación 1968, Hobsbawn y Ranger 1988, Lowenthal 1998),
de sentidos en torno a la materialidad arqueológica las luchas de comunidades indígenas y otras mino-
(Funari 2004, Merriman 2004, Segobye 2006). Se rías sociales por participar en la interpretación de
incluye una diversa gama de temáticas entre las que su propio pasado (Hirst 1997, Johnson 2000, Ayala
pueden mencionarse la consideración de estrate- et al. 2003, Fernández Murillo 2003, Byrne 2004,
gias comunicativas por parte de los investigadores; Curtoni 2004, Fernández 2005, McNiven y Russell
la investigación de representaciones sociales de la 2005, Segobye 2006) y los movimientos de capi-
arqueología en el presente (Hall 2004, Hernández tal que llevaron a la definición de los materiales
1997, Lemaitre y Schall 2009, Salerno y Pupio arqueológicos como bienes culturales, con nuevas
2009, entre otros); y el estudio de los procesos de modalidades de exposición y un creciente proce-
transformación de los referentes del pasado en mer- so de mercantilización de los mismos (Merriman
cancías o en lugares emblemáticos que, como parte 2002, Ruiz Zapatero 2002, Almansa Sánchez 2011).
del patrimonio cultural, legitiman ciertas narrativas En conjunto, estos procesos dieron lugar a nuevas
sobre otras (Ballart 1997, Querol 2001, Ruiz Zapa- formas de entender los vínculos entre pasado y
tero 2002, Gnecco 2004, entre otros). En todos los presente (Ballart 1997) y entre ciencia y sociedad
casos, la reflexión sobre las acciones destinadas a (Salomón 2008). En este contexto los arqueólogos
generar formas de comunicación, diálogo e inter- formularon interrogantes y expectativas en torno a
consulta con distintos grupos sociales, se relaciona su práctica, dando lugar a los desarrollos de la Ar-
con imperativos éticos y responsabilidades deriva- queología Pública.
das de la arqueología entendida como una profesión Entre los nombres que se han ensayado para de-
social (Merriman 2004). signar esta nueva línea de indagación, la expresión
Desde este enfoque la ciencia es entendida como Arqueología Pública se impuso a pesar de las ambi-
una actividad que se lleva a cabo en múltiples con- güedades que se derivan en torno al adjetivo. Este
textos sociales (Echeverría 1998). De este modo se es el nombre de las primeras revistas especializadas
diluye el ambiguo límite entre teoría y práctica, dua- totalmente dedicadas al tema: Public Archaeology
lismo que remite a la dicotomía entre ciencia pura y desde el año 2000, revista internacional producida
ciencia aplicada del pensamiento moderno. Partien- desde la Universidad de Londres (University Co-

Complutum, 2012, Vol. 23 (2): 191-203 192


Pensar la arqueología desde el sur Virginia M. Salerno

llege London), y desde el año 2006 Arqueología En este sentido cabe preguntarse a quiénes repre-
Pública, revista de la Universidade Estadual de sentan los materiales arqueológicos (Johnson 2000,
Campinas (Brasil). Además de estas ediciones, las Funari 2004, Mapunda y Lane 2004, entre otros).
discusiones sobre este tema tienen amplia visibili- Por su parte, los estudios sobre los procesos de ob-
dad en los espacios virtuales de intercambio acadé- jetivación de la materialidad arqueológica en tér-
mico1. En estos se presentan recursos y actividades minos patrimoniales, nos recuerdan las relaciones
para la comunicación entre los arqueólogos y el pú- de poder que median la definición de límites entre
blico, se discuten los resultados de diversas expe- especialistas y no especialistas, entre arqueólogos y
riencias comunicativas y con menor frecuencia, se público (Ballart 1997, Londoño 2003, entre otros).
incluyen reflexiones teóricas sobre la relación entre En consonancia con estas ideas, Dansac (2012)
arqueología y sociedad. A diferencia de los ámbitos menciona tres ejes de discusión que fundamentan el
de discusión tradicionales de comunicación cientí- desenvolvimiento de la Arqueología Pública:
fica, los espacios virtuales tienen costos menores,
“a) la exclusión histórica que ha tenido la
mayor flexibilidad y rapidez para dar visibilidad a gente en la construcción y presentación del pa-
las nuevas ideas (Romanos de Tiratel 2008). Por trimonio cultural, b) a la falta de reflexión en
estos motivos, la información que circula en ellos las implicaciones socio-económicas y políticas
resulta un indicador interesante para pensar en la que conlleva el estudio o conservación de un
emergencia de nuevos problemas de investigación. sitio arqueológico para las comunidades próxi-
En congruencia, las narrativas sobre la arqueología mas, c) y a la nula o escasa comunicación con
y los textos de difusión incluidos en estas páginas la gente para la cual se desentierra y explora
sintetizan, reorganizan y presentan conocimientos a diariamente el pasado”.
una variedad de audiencias que incluyen la comu-
nidad disciplinar de los propios autores (Hochadel Estos ejes remiten a recorridos históricos e ins-
2009), contribuyendo de esta manera a la formación titucionales que hicieron posible la investigación
de consenso sobre las teorías en discusión dentro arqueológica en un determinado lugar. Se incluyen
del campo disciplinar (Echeverría 1998, Hochadel aquí relaciones humanas que se entretejieron articu-
2009). lando ideas, objetos, presente y pasado. En este sen-
En los variados abordajes de la Arqueología Pú- tido, lo interesante de esta propuesta es que pone en
blica pueden advertirse dos ejes a partir de los cua- primer plano los procesos históricos a partir de los
les se construyen sentidos en torno a lo “público”: cuáles el estudio de la materialidad arqueológica se
como espacio de interacción de la sociedad civil y/o organizó como actividad social y nos recuerda que
como parte de la esfera del Estado (Merriman 2004, no es posible pensar la articulación arqueología-
Almansa Sánchez 2011). Ambos remiten a dos ma- sociedad sin anclar estas indagaciones en las carac-
trices conceptuales que formaron parte de los de- terísticas del universo que le da sentido.
bates analíticos sobre esta categoría dentro de las Desde esta perspectiva se pueden analizar las
ciencias sociales (Minteguiaga 2008). En el primer tempranas reflexiones sobre las incumbencias de
caso, se trata de un enfoque centrado en la historia la Arqueología Pública en las dos primeras revis-
de los espacios y esferas de debate e intercambio tas especializadas sobre el tema mencionadas ante-
comunicacional. En el segundo caso, la relación riormente. En el editorial del primer número de la
entre lo público y lo estatal se organizó en vínculo revista inglesa Public Archaeology, Neal Ascherson
con el estudio de las políticas públicas (Minteguia- (2000) expresa que la Arqueología Pública surge
ga 2008). Ambas formas de entender lo público no en Gran Bretaña asociada a los movimientos post-
deberían considerarse excluyentes entre sí, en tanto sesenta cuando esta disciplina “abre” su campo.
se trata de un espacio complejo que se sustenta a la Asimismo, el autor relaciona dicha apertura con la
vez en: ética profesional; con una serie de actividades rela-
cionadas con la interpretación y manejo del pasado
“la capacidad asociativa, participación, de- en el presente y con el reconocimiento de responsa-
liberación y auto-organización de la sociedad bilidades sociales y políticas derivadas del estatus
civil, como en la universalidad que el Estado profesional de la arqueología. Seis años después,
debe asegurar para tornar efectiva la promesa en el editorial del primer número de Arqueología
democrática” (Iazzeta 2008:50). Pública, editado en el Núcleo de Estudios Estratégi-
Aplicadas a la arqueología, las distintas aproxi- cos de la Universidad Estadual de Campinas de San
maciones a lo público conllevan diversos posicio- Pablo, Pedro P. Funari y Erika M. Robrahn-Gon-
namientos sobre el lugar de las organizaciones pri- zález (2006) proponen que la expresión Arqueolo-
vadas y del Estado en la investigación, protección gía Pública puede entenderse como una acción con
y comunicación del conocimiento arqueológico. el pueblo, una ciencia aplicada en beneficio de las

193 Complutum, 2012, Vol. 23 (2): 191-203


Virginia M. Salerno Pensar la arqueología desde el sur

comunidades y de los diferentes grupos sociales, 1999). Existe acuerdo en que las nacientes ciencias
aludiendo con esto a los procesos de negociación y del siglo XIX (filología, arqueología, historia, etno-
a los conflictos derivados de los procesos de inter- logía, antropología, paleontología) produjeron un
pretación del pasado. imaginario sobre el mundo social de los domina-
Se trata de dos definiciones cuyas diferencias se dos. Este se vincula con el pensamiento de la Ilus-
derivan de dos geopolíticas: un país colonizador, tración y fue explicado por Dussel (1994) como el
un continente colonizado (Escobar 1998, Lander mito eurocéntrico de la modernidad que afirma la
2003). En ambas propuestas el reconocimiento del existencia de un proceso histórico lineal en el cual
proceso de profesionalización de la disciplina y las Europa, y con ella la ciencia moderna y el capitalis-
regulaciones éticas de la acción son dos dimensio- mo naciente, se proponen como lugar privilegiado
nes que confluyen en la delimitación del especia- de enunciación y producción de conocimientos. A
lista y sus funciones frente a otros no especialistas. partir de este imaginario no sólo se legitimó el po-
Sin embargo hay diferencias en la manera en que der imperial en el nivel económico y político sino
se proponen estas delimitaciones y funciones. En que se construyeron los presupuestos epistemológi-
el primer caso se pone el acento en el proceso de cos de las nacientes ciencias sociales, entre ellas la
reconocimiento del arqueólogo como una actividad arqueología (Dussel 1994, Mignolo 1995, Lander
más en el presente y de los objetos arqueológicos 2003).
como su producto. En el segundo, la discusión de En América Latina las estructuras científicas
la articulación arqueología-sociedad incluye el con- que promovieron el estudio del pasado se funda-
trovertido rol de la arqueología en América Latina ron en asociación con los ideales modernizadores
y se construye en torno a una toma de posición con de las elites gobernantes de la segunda mitad del
respecto al rol del profesional. Este posicionamien- siglo XIX (Saldaña 1993). Las investigaciones ar-
to busca comprometerse con la diversidad de tra- queológicas contribuyeron a la elaboración de un
yectorias históricamente excluidas e invisibilizadas relato histórico que legitimó los proyectos nacio-
mediante las narrativas construidas desde la arqueo- nalistas de aquéllas (ver Fernández Murillo 2003
logía en este continente (Díaz-Andreu 1999; Dussel para Bolivia, Gnecco 2004 en Colombia, Verdesio
1994). 2004 en Uruguay, Piñon 2008 en Brasil, Podgorny
De estas diferencias se desprenden no sólo dis- 2009 en Argentina). En ese momento los museos y
tintas formas de abordajes entre distintos centros “Sociedades Amigas”, instituciones que avalaron la
de estudio, también se incluyen diferentes crite- actividad científica en general y la arqueología en
rios para la definición de problemas y modos de particular (Arenas 1989/90), se caracterizaron por
resolverlos. Por ello consideramos que los proble- las relaciones de dependencia con los centros hege-
mas susceptibles de ser investigados en el marco mónicos y el objetivo imperioso de inserción y visi-
de la Arqueología Pública son inseparables de las bilidad internacional que perseguían las dirigencias
trayectorias históricas a través de las cuales en un locales (Mantegari 2002). Es relevante mencionar
determinado lugar la arqueología se legitimó como que en el impulso de estas instituciones, tuvieron
actividad social, ya que abordar la arqueología y sus una participación determinante diversos estudiosos
objetos en términos de productos y no en términos y especialistas extranjeros. Estos agentes delinearon
de procesos de construcción social y simbólica, im- la selección de estrategias y criterios académicos y
plicaría desconocer las relaciones de desigualdad organizativos de estas nuevas instituciones para la
a través de las cuales esta disciplina se constituyó actividad científica, principalmente asociadas al de-
(Galison 1991, Bourdieu 2003). Siguiendo esta lí- sarrollo del “saber natural” (Mantegari 2002).
nea de pensamiento, en el próximo apartado se pos- En este contexto, el marco epistemológico para
tulan una serie de consideraciones que nos permi- los estudios arqueológicos se organizó con base en
tirán contextualizar los estudios de la Arqueología los estudios de la arqueología prehistórica desarro-
Pública en América Latina. llada a fines del siglo XIX (Gnecco 2004, Haber
2004, Nastri 2005, Londoño 2007, Piñon 2008, Pe-
goraro 2009, Meneses Pacheco 2010, Carrizo 2010).
3. Arqueología y alteridad en América Latina La novedad de los estudios prehistóricos residió en
la aceptación de que la antigüedad del ser humano
Para pensar las múltiples formas de articulación de no podía limitarse a las propuestas bíblicas y su po-
la arqueología en las sociedades latinoamericanas, sible convivencia con animales extintos, tesis que
dos dimensiones ineludibles vinculadas a su trayec- se sostuvo gracias a la confluencia de los conoci-
toria histórica son la situación colonial y los mo- mientos geológicos, los hallazgos arqueológicos y
vimientos nacionalistas independentistas de princi- las ideas plasmadas por Darwin sobre el origen de
pios del siglo XIX (Lumbreras 1974, Díaz-Andreu las especies (Daniel 1973). Este enfoque promovió

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Pensar la arqueología desde el sur Virginia M. Salerno

el estudio del pasado humano remoto utilizando datos etnológicos y documentales prevalecieron
como marco interpretativo el sistema cronológico como fuente para interpretar y explicar los materia-
de las tres edades (Edad de Piedra, Edad de Bronce les arqueológicos (Fagan 1972, Politis 1995, Nastri
y Edad de Hierro), definidas principalmente en base 2005, Nastri y Ferreira 2010).
a referentes europeos, para explicar y estudiar los Como resultado de estos procesos, el pasado
hallazgos arqueológicos de todo el mundo (Daniel americano como objeto de estudio de la arqueolo-
1973, Podgorny 2009). gía fue discursivamente naturalizado mediante la
Es sabido que en este esquema universal la de- construcción de las nociones de tiempo y alteridad
finición de las sociedades del pasado se realizó en (Haber 2004). Al respecto resulta esclarecedora la
contraposición con las del presente, construyendo relación que propone Augé (1994) entre antropolo-
discursos de alteridad donde el “nosotros” estaba gía e historia en torno a la naturaleza de su objeto.
representado por la sociedad europea occidental. Mientras la historia puede pensarse como una dis-
Los “otros” representaron lo incompleto, el camino ciplina que se desplaza en el tiempo para conocer el
por el cual la humanidad toda llegaría a las carac- pasado de sociedades próximas, la antropología es-
terísticas del “nosotros” (Fabian 1983, Hernando tudia el presente de sociedades diferentes, teniendo
2006). A la vez, para explicar la diferencia entre como eje el desplazamiento espacial (Fabian 1983).
culturas se utilizaron las ideas racistas del evolucio- Por ello, en gran parte de la arqueología america-
nismo lineal, conformando un alineamiento teórico na puede considerarse un doble desplazamiento: en
entre arqueología y etnología europea que Trigger el espacio y en el tiempo. Este sería el caso de las
(1992) caracterizó como “síntesis imperial”. Con investigaciones que abordan el estudio de proce-
fines comparativos se promovió el intercambio de sos poblacionales que forman parte de la historia
novedades y datos a través de redes privadas y pú- de “otros”, excluidos de las identidades nacionales
blicas que contribuyeron a la formación de un sen- (Wolf 1987, Londoño 2007).
tido de pertenencia entre estudiosos del tema dentro Esta dualidad de origen está presente en la ma-
de un esquema de producción de conocimientos de- nera en que los agentes sociales dan sentido a la
finido como universal (Trigger 1992, Piñon 2008, información sobre el pasado, generando representa-
Podgorny 2009). ciones diversas sobre el conocimiento arqueológico
Los discursos forjados en estas relaciones de y la narrativa histórica. A su vez es parte del modo
dependencia (teórica y política) confluyeron en la en que los arqueólogos se posicionan como produc-
forma en que los estudiosos del pasado americano tores de conocimiento en relación con otros agentes
fueron organizando sus interpretaciones y prácticas sociales (Haber 1993). Por estos motivos estamos
arqueológicas, a la vez que se distinguieron de otros de acuerdo con Joan Gero (2000) en que el desarro-
sujetos sociales y otras formas de interpretar el pa- llo de la arqueología en una trayectoria de profesio-
sado. En un ámbito de disputas sobre las interpre- nalización exclusiva, organizada de forma interna-
taciones del pasado, los arqueólogos latinoamerica- cional, redujo la diversidad de agentes autorizados
nos construyeron su legitimidad en contraposición para estudiar el pasado e impuso las interpretacio-
con dos frentes. Por un lado, los no-especialistas nes producidas en los centros dominantes. Para dar
locales, que fueron desplazados de su derecho de perspectiva a esta discusión, en el próximo apartado
enunciación con respecto a su propia historia, pero retomamos cómo estos aspectos impactaron en las
que eran portadores de saberes con relación a los formas en que se comenzó a desarrollar la Arqueo-
lugares donde se encuentran los materiales arqueo- logía Pública en América Latina, incorporando la
lógicos. Por el otro, los especialistas de los centros comparación con otros países del “Sur geopolítico”
hegemónicos, con quienes se mantuvo una relación (Latinoamérica, Oceanía y África) donde las trayec-
de dependencia teórica en función de las estructuras torias históricas coloniales a pesar de sus diferen-
de saber colonial (Nastri y Ferreira 2010). A su vez cias, permiten discutir problemas comunes (Lander
el conocimiento que produjeron los arqueólogos en 2000, Lahiri et al. 2007).
América Latina tendió a disminuir la importancia
de los logros tecnológicos, culturales y políticos de
las culturas americanas, atribuyéndolos a la influen- 4. Pensar la Arqueología Pública en el “Sur”
cia de otras civilizaciones o negándoles profundi-
dad histórica. De modo tal que las interpretaciones En los países de África y Oceanía se ha señalado
sobre los materiales arqueológicos se realizaron en la importancia de los movimientos de descoloniza-
pos de negar la historia a los indígenas americanos, ción -que dieron lugar a la emergencia de formacio-
a la vez que se los insertaba en un esquema tem- nes estatales autónomas- para el desarrollo de una
poral europeo, concebido como natural y universal práctica arqueológica profesional que respondiera
(Haber 2004, Londoño 2007). En este esquema los a intereses locales (Mapunda y Lane 2004, Parker

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Pearson y Ramilisonina 2004, McNiven y Russell Moreno de Giraldo 1994, Gándara Vázquez 1999,
2005, Segobye 2006). En América Latina fue pri- Conforti et al. 2007, Piñon 2008).
mordial la estabilidad derivada de la instauración La relación museos-arqueología también ha sido
de regímenes democráticos durante el último cuarto estudiada desde una perspectiva histórica para con-
del siglo pasado (Politis 1995). En esos contextos siderar la articulación de estos espacios con la inves-
se puso en primer plano la necesidad de una reor- tigación y formación disciplinar (Mazel y Ritchie
ganización política, social, económica y educativa. 1994, Podgorny 2004, MacDonald y Schaw 2004,
En lo que refiere a la arqueología, estos cambios Roca 2008). Además, esta perspectiva histórica per-
llevaron a la discusión sobre su proyección social mitió revisar el lugar de estas instituciones en los
en distintos niveles (normativo, educativo, trabajo procesos de profesionalización y de distinción entre
participativo). arqueólogos y aficionados (Ucko 1994, Pupio 2005,
En todos los casos, en los planos normativos e Piñon 2008). En ambos casos los estudios eviden-
institucionales se hizo patente la necesidad de refor- ciaron la compleja trama en la que se entrelazan los
mas para actualizar los marcos de protección, ges- vínculos existentes entre la producción de conoci-
tión e investigación de los materiales arqueológicos miento arqueológico y diversos agentes sociales.
naturalizados en términos de patrimonio cultural En conjunto, puede decirse que estos estudios
con dispares niveles de efectividad (Durán Serrano y propuestas más que acciones continuas, homo-
2001, Piazzini 2001, Richardson III 2001, Endere géneas y lineales, son tácticas fragmentarias en
y Rolandi 2007, Guraieb y Frère 2008). Es desta- geopolíticas signadas por la organización burocrá-
cable que en algunos casos, como el de Bolivia y tica y la escasez de recursos humanos y financieros
Argentina, estos movimientos desembocaron en el para la protección y gestión de la información y de
establecimiento de un modelo de nación pluricultu- las colecciones arqueológicas. Entendiendo “pro-
ral (Podgorny 1999, Lima Tórrez 2003). En otros tección” en un sentido amplio que incluye desde
lugares, como Uruguay y Colombia, se buscó ge- aspectos relacionados con las condiciones de con-
nerar las condiciones institucionales para facilitar la servación de las colecciones en los museos públicos
existencia de proyectos globales que incluyeran la y espacios de investigación, hasta los mecanismos
comunicación de resultados (López y Reyes 1994, institucionales para evitar el tráfico ilegal de ma-
Curbelo y Cabrera Pérez 1992, López Mazz 2004). teriales arqueológicos. Así por ejemplo, en Costa
En cuanto a los espacios educativos, se esta- Rica la normativa adoptada en el año 1999 tendió
blecieron críticas a los sesgos de las narrativas de a disminuir las protecciones estatales de los mate-
las historias nacionales oficiales reproducidas me- riales arqueológicos a favor de la incorporación de
diante la enseñanza formal (Podgorny 1999, Funa- la práctica privada sin controles éticos del queha-
ri 1994, Mapunda y Lane 2004, Parker Pearson y cer arqueológico (Calvo Mora et al. 2001). La falta
Ramilisonina 2004, Kojan y Angelo 2005, Segobye de códigos de ética y marcos de regulación de la
2006, Tantaleán 2010). De la misma manera, los práctica profesional de los arqueólogos también se
museos fueron objeto de diversos análisis relacio- ha destacado como un inconveniente en Argentina
nados con la conservación de las colecciones, las (Endere 2001), en el este y sur de África (Mapunda
representaciones de las narrativas museográficas y y Lane 2004, Segobye 2006) y en Chile (Durán Se-
los modos de participación que éstos posibilitaban rrano 2001), entre otros.
(Odak 1985, Téllez 2002, Fernández Murillo 2003, Para finalizar, proponemos una reflexión en rela-
Godoy Gallardo et al. 2003, Parker Pearson y Ra- ción con los problemas derivados de la “participa-
milisonina 2004, Angelo 2005). Como correlato de ción”. En el contexto argentino, el creciente interés
estas revisiones, aumentó la creciente preocupación de distintos agentes en las comunidades locales por
y participación de equipos de arqueología en la or- la materialidad arqueológica anunciado por Endere
ganización de actividades educativas de perfeccio- (2001) se relacionaba con dos tendencias. Por un
namiento docente y en la reformulación de guiones lado, las firmes demandas de participación de gru-
museográficos en los ámbitos locales (Odak 1985, pos indígenas en la gestión de sus referentes del
Quintana 1999, Pupio y Visotsky 2001, Londoño y pasado y por el otro, la proliferación de empren-
Guatavita 2003). Estos trabajos pusieron en primer dimientos privados destinados a explotar sitios ar-
plano el lugar de los museos como mediadores entre queológicos como recursos turísticos. Hoy puede
comunidad e investigación y como espacio públi- decirse que ambos fenómenos se han profundizado
co donde el conocimiento puede ser aprehendido. y se encuentran lejos de ser un caso particular de
La relación entre los museos y la comunidad co- Argentina. Por una parte, y como ya se mencionó
menzó a ser replanteada mediante la formulación previamente, desde el último cuarto del siglo pasa-
de programas que promovieron diversas formas de do, los movimientos indígenas en un particular con-
participación (Delgado Cerón y Mz-Recaman 1994, texto histórico promovieron importantes revisiones

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Pensar la arqueología desde el sur Virginia M. Salerno

epistemológicas y ontológicas dentro del campo líneas de acción que promuevan el diálogo y uso
arqueológico. En los países del “Sur geopolítico” local del conocimiento arqueológico (Vara y Men-
la visibilidad de estos grupos como sujetos de de- doza 2004).
recho dio lugar a movimientos políticos particu-
larmente complejos, puesto que se enlazan con las
trayectorias históricas de exclusión y marginación 5. Reflexiones finales
coloniales. Estos movimientos también conllevaron
reformulaciones de los marcos legales, políticos y En este trabajo nos propusimos llamar la atención
económicos, principalmente relacionados con la sobre la necesidad de revisar el quehacer de la Ar-
restitución de recursos económicos y simbólicos queología Pública, en el marco de los contextos
(Molinari 2000, Durán Serrano 2001, Ayala et al. sociales e históricos particulares que le dieron lu-
2003, Fernández Murillo 2003, Parker Pearson y gar. Tal como se observó, los diferentes contextos
Ramilisonina 2004, Endere 2005, Fernández 2005, históricos no sólo conllevan diversos sentidos de
Massa 2008, Ramos 2009). lo público, sino también disímiles criterios para la
Por otra parte, en el aprovechamiento de la ma- definición de problemas y modos de resolverlos.
terialidad arqueológica con fines turísticos, un lugar Estos se vinculan con los recorridos históricos e
común en los países del “Sur geopolítico” se refiere institucionales que hicieron posible la investigación
a los limitados beneficios para las comunidades lo- arqueológica en un lugar; y la presencia de institu-
cales y un uso no sustentable de estos recursos (Var- ciones y agentes sociales que en determinados mo-
gas Arenas 1990, Endere 2002, Lima Tórrez 2003, mentos disputaron/disputarán el valor simbólico del
Nielsen et al. 2003, Crespo 2006, Segobye 2006, precedente.
Endere y Rolandi 2007, Onetto et al. 2008). A esto En el caso de los países del “Sur geopolítico”
se suma que en las últimas décadas el potencial puede decirse que como parte de los legados de
valor turístico de la materialidad arqueológica fue la experiencia colonial, los relatos históricos se
un eje de las políticas de desarrollo regional bajo erigieron a partir del rechazo de la diferencia, in-
el lema que sustenta el binomio turismo=desarrollo, visibilizando la desigualdad. Diferencias que en
haciendo de su puesta en acción un desafío para el estudio del pasado se concretan en la dualidad
los arqueólogos comprometidos con las realidades señalada entre arqueología e historia. Con el trans-
donde trabajan (Gil García 2005, Nuñez 2006, Se- curso del tiempo, los procesos de exclusión física
gobye 2006, Guraieb y Frère 2008). Además, puede y/o simbólica de grupos nativos ocurrieron junto
agregarse que el turismo es sólo una de las formas con movimientos migratorios y la elaboración de
de actividad económica legitimadas bajo la fórmula nuevas subjetividades en el marco de nuevos con-
del desarrollo que afectan a la materialidad arqueo- textos sociales. Por estos motivos, en la actualidad
lógica. Desde la década de 1990, en el continente coexisten y se desarrollan subjetividades a partir del
americano se ha dado cuenta de los problemas deri- entrelazamiento de prácticas fragmentadas y con-
vados por la implementación de megaproyectos pri- tradictorias que combinan estas diversas trayecto-
vados dirigidos a la explotación de recursos natura- rias históricas, conformando lo que Mignolo (2003)
les (Ratto 2002, Guraieb y Frère 2008, Jofré 2010) denominó la “doble conciencia criolla”, o lo que
y el desarrollo de grandes obras de infraestructura Mia Couto (2003) observó en Mozambique como
(oleoductos y acueductos, represas, entre otros). “ciudadanías diferentes”.
Estos problemas nos recuerdan que la arqueolo- Dentro de este esquema, la organización de la
gía es ante todo una actividad cuyo sentido es parte materialidad arqueológica en el presente se inscribe
del presente y nos advierte sobre la importancia de en el marco de distintos procesos de identificación
tomar una posición frente a determinados procesos y categorización de sujetos, tradicionalmente ho-
sociales. En ese camino consideramos prioritario mogeneizados en la categoría “identidad” (Handler
incluir en la investigación arqueológica la revisión 1996, Brubaker y Cooper 2001). Se trata de proce-
de prácticas y categorías utilizadas para la interpre- sos de apropiación del conocimiento sobre el pa-
tación, producción y gestión del conocimiento so- sado arqueológico ligados a situaciones concretas
bre el pasado en pos de generar nuevos marcos que y que incluyen relaciones identitarias, económicas
posibiliten el reconocimiento de distintos agentes e y políticas, entre otras (Salerno 2011-2012). Aquí
intereses comunales. Es por ello que entendemos el nos interesa destacar que el modo en que la rela-
trabajo de investigación y acción incluido dentro de ción arqueología-sociedad se construye puede va-
la Arqueología Pública como una vía para compren- riar entre un abanico de posibilidades que van desde
der cómo y en qué universos de sentido la infor- relatos fetichistas, ahistóricos, que legitiman situa-
mación arqueológica se integra en el presente, con ciones de dominación, a la producción de relatos
vistas a lograr información de base para proyectar críticos, historizantes y por tanto no naturalizados.

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Estos últimos son los relatos que permitirían fun- distribuyen los conocimientos (McGuire y Navarre-
dar una práctica de la “liberación” (Dussel 1983). te 1999). Por estos motivos, la reflexión sobre los
Ésta, en tanto que transformación de la realidad, es aspectos éticos debe ser un elemento necesario para
una posibilidad que descansa en la concepción de la el desenvolvimiento de la Arqueología Pública. En-
historia como un proceso dinámico, continuo y de- tendiendo la ética como una faceta dentro del proce-
pendiente de las acciones humanas (Lander 2000). so de investigación que aspira a la igualdad dentro
Estas particularidades que afectan a las formas de las relaciones de saber y poder asimétricas que
de construir sentidos en torno a la arqueología en se establecen entre los agentes involucrados (Ran-
el presente, son parte de las contradicciones a partir ce y Salinas 2001). Así, la autocrítica con respecto
de las cuales se erige la efectiva puesta en práctica al rol histórico de la arqueología y la búsqueda de
de la arqueología en los países del “Sur geopolíti- caminos para ampliar la participación y contribuir a
co”. Las mismas se relacionan tanto con el lugar visibilizar a poblaciones históricamente no visibles,
de los profesionales y el discurso que se sustenta, en principio pueden considerarse móviles teóricos
como con el contexto social en que se producen y que se enmarcan con esos ideales.

Notas

1. Para un análisis crítico sobre las formas de comunicación entre arqueólogos y públicos a través de estos espa-
cios puede consultarse McDavid (2004). Algunas de las páginas dedicadas específicamente al tema son:
http://www.flpublicarchaeology.org/; http://www.publicarchaeology.eu/; http://publicarchaeology.blogspot.com/;
http://www.arqueologiapublica.es/; http://www.saa.org/publicftp/PUBLIC/home/home.html; http://www.arqueo-
logiapublica.com.br.
https://arkeopatias.wordpress.com

Agradecimientos

Este trabajo fue realizado como parte de una beca de postgrado financiada por CONICET y en el marco de dos
proyectos mayores: UBACyT EXP-UBA Nº 18829/2010 (2011-2014) y PICT 2010-1517 (2011 – 2013). Al Dr.
Mariano Ramos, la Dra. María Isabel González, la Dra. Alejandra Pupio y la Lic. María Magdalena Frère por
sus comentarios y sugerencias que nos permitieron enriquecer este manuscrito. A la Dra. Paula Escosteguy por su
colaboración en la traducción del resumen.

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UNIDAD 4
Perspective

Ethics of DNA research on human remains:


five globally applicable guidelines

https://doi.org/10.1038/s41586-021-04008-x Songül Alpaslan-Roodenberg1,2, David Anthony3,4, Hiba Babiker5, Eszter Bánffy6,


Thomas Booth7, Patricia Capone8, Arati Deshpande-Mukherjee9, Stefanie Eisenmann5,10,
Received: 20 March 2021
Lars Fehren-Schmitz11,12 ✉, Michael Frachetti13, Ricardo Fujita14, Catherine J. Frieman15,
Accepted: 8 September 2021 Qiaomei Fu16, Victoria Gibbon17, Wolfgang Haak5, Mateja Hajdinjak7, Kerstin P. Hofmann6,
Brian Holguin18, Takeshi Inomata19, Hideaki Kanzawa-Kiriyama20, William Keegan21,
Published online: xx xx xxxx
Janet Kelso10, Johannes Krause10, Ganesan Kumaresan22, Chapurukha Kusimba23,
Check for updates Sibel Kusimba23, Carles Lalueza-Fox24, Bastien Llamas25,26, Scott MacEachern27,
Swapan Mallick1,28,29, Hirofumi Matsumura30, Ana Y. Morales-Arce31,
Giedre Motuzaite Matuzeviciute32, Veena Mushrif-Tripathy9, Nathan Nakatsuka1,
Rodrigo Nores33, Christine Ogola34, Mercedes Okumura35, Nick Patterson4,29, Ron Pinhasi2,36,
Samayamantri P. R. Prasad37, Mary E. Prendergast38 ✉, Jose Luis Punzo39, David Reich1,4,28,29 ✉,
Rikai Sawafuji40, Elizabeth Sawchuk41,42, Stephan Schiffels5,10, Jakob Sedig1,4 ✉,
Svetlana Shnaider43, Kendra Sirak1,4 ✉, Pontus Skoglund7, Viviane Slon44,45, Meradeth Snow46,
Marie Soressi47, Matthew Spriggs15,48, Philipp W. Stockhammer10,49 ✉, Anna Szécsényi-Nagy50,
Kumarasamy Thangaraj37,51, Vera Tiesler52, Ray Tobler23,25, Chuan-Chao Wang53,54,
Christina Warinner10,55, Surangi Yasawardene56 & Muhammad Zahir5,57

We are a group of archaeologists, anthropologists, curators and geneticists


representing diverse global communities and 31 countries. All of us met in a virtual
workshop dedicated to ethics in ancient DNA research held in November 2020. There
was widespread agreement that globally applicable ethical guidelines are needed, but
that recent recommendations grounded in discussion about research on human
remains from North America are not always generalizable worldwide. Here we
propose the following globally applicable guidelines, taking into consideration
diverse contexts. These hold that: (1) researchers must ensure that all regulations
were followed in the places where they work and from which the human remains
derived; (2) researchers must prepare a detailed plan prior to beginning any study; (3)
researchers must minimize damage to human remains; (4) researchers must ensure
that data are made available following publication to allow critical re-examination of
scientific findings; and (5) researchers must engage with other stakeholders from the
beginning of a study and ensure respect and sensitivity to stakeholder perspectives.
We commit to adhering to these guidelines and expect they will promote a high
ethical standard in DNA research on human remains going forward.

The analysis of ancient human genomes has emerged as a powerful conduct ancient DNA research ethically2–16, building on earlier conversa-
approach for investigating the relationships of people who lived in tions17–24. The ethics of DNA research has a particular urgency because
the past to each other and to people living today. A consistent theme of the rapid growth of the field, the social and political impacts of study-
is that people in any given location across time are usually there as ing ancestry, and the fact that ancient DNA work analyses once-living
the result of a long history of mobility and interaction. Over the past people who must be respected.
decade, ancient DNA has provided new evidence—adding to that from Institutional or governmental guidelines for obtaining permission
other disciplines—refuting myths of the ‘purity’ of any population and to analyse ancient individuals vary and do not always ensure ethical
falsifying racist and nationalistic narratives. While some have sought and engaged research. Researchers have an obligation to meet a higher
to misuse genetics as a tool for determining group belonging, in our standard than some governing bodies may require, but there is no
opinion it is inappropriate for genetic data to be used as an arbiter of consensus on what this entails11,25–27. Increasingly, publications on
identity1. ancient DNA have included statements describing how the research
The rapid increase in published genome-wide data from ancient team addressed ethical issues28–38, a development that we support. Pro-
humans—from none in 2009 to more than six thousand individuals fessional organizations are also beginning to articulate guidelines15,39,
today—has been accompanied by growing discussions about how to and at least one grant has been awarded to explore these issues in the

A list of affiliations appears at the end of the paper.

Nature | www.nature.com | 1
Perspective
any) material or oral links to present-day groups, or where promoting
Box 1 the idea that some groups have more ownership of cultural heritage
than others can contribute to social conflict, an Indigenous-centred
Five globally applicable ethical framework mandating that each ancient individual be associ-
ated with a contemporary group does not fit.
guidelines for DNA research on
Representation of Indigenous perspectives
human remains In many countries in the Americas, Indigenous heritage is embedded in
national identity and integrated into governmental cultural institutions.
(1) Researchers must ensure that all regulations were followed in For instance, following Independence in Mexico, mestizos (people of
the places where they work and from which the human remains mixed ancestry)—who form the great majority—embraced legacies from
derived. the Nahua (Aztec), Maya, Zapotec and other Indigenous groups as an
(2) R esearchers must prepare a detailed plan prior to beginning integral part of national identity43–45. In Peru, the Ministry of Culture
any study. was created in the context of indigenismo, a movement with the goal of
(3) Researchers must minimize damage to human remains. promoting Indigenous culture and fighting discrimination46–48. In such
(4) R  esearchers must ensure that data are made available following contexts, the process of seeking approval from government or heritage
publication to allow critical re-examination of scientific organizations for analysis of human remains can be a robust form of
findings. engagement, and adopting a US template can be counterproductive. We
(5) Researchers must engage with stakeholders from the have had multiple experiences of writing papers about ancient DNA from
beginning of a study and ensure respect and sensitivity to other Central and South America and receiving reviews stating the work did
stakeholder perspectives. not conform to standards for Indigenous engagement developed in the
USA3,4. Those of us who are from Mexico and Central and South America
have felt that such reviews have been paternalistic at best and colonialist
at worst, especially given that many places have embraced Indigenous
context of research on ancient North Americans (http://www.adnaeth- heritage and embedded it into government approval processes and
ics.org/). Notably lacking has been a statement on ethics co-signed by cultural institutions to a greater extent than has been done in the USA.
an internationally diverse and representative group of scholars engaged There is wide variation, however, in the nature of relationships
in ancient DNA research. between governments and Indigenous communities in the Americas,
We convened more than 60 archaeologists, anthropologists, curators and researchers must take a case-by-case approach to determining
and geneticists representing more than 30 countries and diverse global when additional consultation is needed. In Peru and Mexico, groups for
communities for a virtual workshop on ethics on 4 and 5 November 2020. whom Indigenous heritage is an important part of identity have variable
All participants are committed to carrying out research on DNA from degrees of representation in the government. In Brazil, Indigenous com-
human remains that is ethically responsible and sensitive to diverse munities are often disenfranchised, and there is no legal mechanism for
perspectives held by stakeholders (people who have a connection to Indigenous groups to have a voice in the fate of archaeological materials
a study, including descendant communities, those responsible for the associated with their ancestors49. In Argentina, a legal mandate that
stewardship of human remains, and researchers). Here we present case community consent must be obtained to carry out any project involving
studies from a variety of global contexts to illustrate the breadth of issues Indigenous heritage is not always followed. In Guatemala, the Maya and
surrounding community and Indigenous group consultation, highlight- other Indigenous groups who form roughly half the population remain
ing how the relevant issues vary worldwide. We then provide guidelines marginalized. In such contexts it is the ethical responsibility of mem-
for DNA research on human remains that apply globally (Box 1). bers of an ancient DNA research team to carry out additional outreach
beyond what is mandated to incorporate Indigenous perspectives.

Community ethical engagement is context-specific Global differences in the meaning of Indigeneity


Much of the literature about ethical DNA research on ancient indi- The meaning of Indigeneity varies globally. In Africa, descendants of
viduals has focused on the USA3,4,13,15. These discussions have produced colonized groups are now overwhelmingly in power, and Indigeneity
recommendations to promote engagement between researchers and often refers more to political or social marginalization on the basis of
Indigenous communities, summarized in the research guidance pub- identity than to traditions of how long groups have been established
lished by the American Society of Human Genetics, which suggests that in a region50. Many African communities have complex connections to
all ancient DNA studies should involve formal consultation, address the lands on which they live, including histories of colonial and post-
cultural and ethical considerations, engage communities and support colonial displacement and disruption. In some regions, people do not
capacity building, develop plans for reporting and managing data, and recognize past local populations as their relatives. This may be owing to
develop plans for long-term responsibility and stewardship15. contemporary religious or cultural belief systems being different from
Making Indigenous perspectives central is critical in regions with past ones51, collective memories of migrations from elsewhere, fear of
histories of settler colonialism, expropriation of Indigenous lands reprisal for being linked with other groups, and the continuing after-
and artifacts, and persistent disenfranchisement of Indigenous com- shocks of decisions made during European colonization that fractured
munities; not consulting with communities can cause harm in such socio-political landscapes and still contribute to violence and displace-
contexts5,6. In the USA, all ancient Native American remains held in fed- ments. In these situations, careful consultation among stakeholders is
erally funded institutions fall under the purview of the Native American necessary, from local groups to government representatives, to ensure
Graves Protection and Repatriation Act (NAGPRA), which mandates that that vesting decision-making power about cultural heritage does not
institutions consult with and seek to transfer the remains of ancient aggravate social conflict. In such cases, making Indigeneity a central
individuals (culturally identifiable or not) to Indigenous groups. In principle for permitting ancient DNA analysis would probably be harmful.
Australia, analogous laws seek to repatriate human remains, in some A more pressing issue related to ancient DNA research in Africa (and
cases up to 40,000 years old40, that have been removed from Aboriginal in many other regions) is confronting the colonial legacies of human
and Torres Strait Islander communities41,42. However, when carrying out remains collected in unethical ways and often sent abroad52,53. Research-
research on the remains of ancient individuals where there are few (if ers must work with both the curating institution and with scholars from

2 | Nature | www.nature.com
the country of origin to seek permissions to study the remains of ancient material from institutional, local, regional or national bodies, and to
individuals, and engage in discussions about provenance, historical injus- provide reports to curating institutions according to agreed timelines.
tices, repatriation and restitution as part of their work54–56 (https://www. Where local regulations are insufficient66, researchers must adhere to
globalcodeofconduct.org/affiliated-codes/). A related challenge is the a higher standard following the principles below.
history of non-equitable and often exploitative research in Africa by pre- (2) Researchers must prepare a detailed plan prior to beginning
dominantly European and North American scientists, with minimal local any study. This should include an articulation of research questions;
engagement25–27. Foreign researchers must prioritize establishing equita- a description of the techniques to be used and expected impact on
ble collaborations, which may include training and other capacity building remains (including skeletal elements to be studied and quantity to be
that empowers stakeholders to shape research questions and designs57. used); a description of the type of DNA data that will be generated; any
plan for material sharing with collaborating laboratories; a timeline for
Potential harm from emphasizing group identity the return of unused material and sharing of results; a plan for how,
There are many places in the world where discussions about who is where and by whom results will be disseminated; a plan for capacity
Indigenous have contributed to xenophobic and nationalistic narra- building or training in settings where this can be of value; and a plan
tives. In these places, using Indigenous identity to determine who can for data storage and sharing agreed by stakeholders and complying
permit ancient DNA research can be harmful, as it can contribute to with open data principles67. The plan should define the scope of the
conflict among groups and to discrimination. research and honestly communicate possible outcomes, recogniz-
In India, for example, many people avoid asking about caste and ing that the analysis of genetic data can lead in unanticipated direc-
religious background because of a long history of abuse based on group tions. Such a plan creates a record of the intended research that can
identity, and indeed discrimination on the basis of caste is outlawed. be referred to later should there be a deviation from it. Adjustments to
The very exercise of trying to determine what groups today have more the study design should occur only with the support of those involved
of a claim to ancient heritage than others has not only contributed to in the original agreement: researchers must acknowledge that when
conflict, but is also made almost meaningless in much of South Asia, permission is granted to study the remains of ancient individuals, they
owing to the fact that the great majority of groups today are mixtures become the stewards of that material for the purpose for which consent
of the same populations whose ancestors have resided in the subcon- was obtained, but that ‘ownership’ is not transferred68. It is the respon-
tinent for millennia58,59; however, there are cases in which it is clear sibility of the researchers to share their plan with those responsible for
who is Indigenous, such as in the Andaman Islands60. There are official the human remains and other groups whose perspectives need to be
procedures in many parts of South Asia for protecting cultural herit- reflected; as such, it should be written in a way that is accessible to a
age, and working within this framework is an important mechanism non-specialist audience. If appropriate and agreed upon by all relevant
for protecting communities from harm. parties, a pathway toward repatriation of human remains curated out-
In West Eurasia, the suggestion that groups who claim local origins side their area of origin may be outlined in the research plan.
should have a special status has contributed to xenophobia and geno- (3) Researchers must minimize damage to human remains. Minimiz-
cide. Nationalists promoting the idea of ‘blood and soil’ during the Nazi ing the impact of research on anthropological collections is especially
period twisted archaeological research to legitimize land seizures by important given the recent focus on a single skeletal element—the
claiming that skeletons excavated in eastern Europe had a ‘Germanic’ petrous bone—that often yields many-fold more human genetic data
morphology61. European archaeologists have worked for decades to than other elements69–72. Researchers should develop a strategy
deconstruct narratives that claim ownership of cultural heritage by through consultation with other stakeholders to balance concerns
specific groups. Ancient DNA research ethics in a West Eurasian context about protecting remains with their scientific analysis. Researchers
must follow this movement away from the use of self-identified notions should not collect human remains without training in best practice
of ancestral connections to certain lands61,62, while simultaneously techniques to minimize damage while maximizing yield of useable
ensuring respect for the perspectives of national minorities who have data11,12,73–76. Researchers should not sample more material than nec-
been the subject of discrimination. The danger of government leaders essary to be able to address their scientific questions, should provide
citing archaeological and ancient DNA research to support favoured documentation to those responsible for human remains noting when
narratives of group identity that can then be used to justify exclusion- sampling occurred, and should report negative results to prevent
ary policies is not just theoretical, but is an ongoing problem in some repeated analysis using similar methods on remains with poor DNA
countries in West Eurasia today, including in Hungary and Israel63–65. preservation. Before sampling, morphology should be documented
with high-resolution photography and bioarchaeological assessment.
At least for very ancient individuals or those from unique contexts,
Five globally applicable guidelines micro-CT scans or casts should be produced, and there should be dis-
We present five guidelines to promote robust ethical standards in cussion about whether analysis of faunal or non-diagnostic remains
ancient DNA research that apply across the breadth of research con- should take place first to evaluate DNA preservation at a site.
texts discussed above, as well as other major world regions that we Once sampling has occurred, responsible treatment of remains can also
have not discussed owing to space limitations, including Central Asia, be promoted through the sharing of material as well as derived molecular
Siberia, East Asia, Southeast Asia and Oceania (Box 1). We begin with products such as DNA extracts and libraries, which reduces the need for
guidelines that address issues of scientific ethics and then return to additional sampling in subsequent studies. Researchers have the respon-
the topic of ensuring sensitivity of research to perspectives of com- sibility to maintain derived molecular products for the purposes of study
munities, including Indigenous groups. replication. We also encourage researchers to seek approval for sharing
(1) Researchers must ensure that all regulations were followed in the sampled human remains and derived products between laboratories. This
places where they work and from which the human remains derived. facilitates reappraisal of the questions addressed in the original study, as
Researchers must consider whether it is ethical to carry out ancient DNA well as additional analyses beyond the scope of the initial study, as long
research given the environment in the place from which they sample as such uses are consistent with an approved research plan.
human remains. Once engaged in a project, researchers must abide by (4) Researchers must ensure that data are made available follow-
all local regulations. While this may seem obvious, the experience of ing publication to allow critical re-examination of scientific findings.
some co-authors is that ancient DNA researchers have not always fol- Ancient DNA data must be published in a timely manner and subse-
lowed all agreements. For example, it may be necessary to obtain mul- quently made available at least for the purpose of critical reappraisal
tiple levels of permission for scientific analysis or export of biological of results77,78. Scientists cannot ethically participate in a study if there

Nature | www.nature.com | 3
Perspective
is not a guarantee that data will be available at least for the purpose that there should be a requirement for manuscripts to be approved by
of verifying the accuracy of published findings, and this guarantee stakeholder groups who are not members of the research team before
needs to be incorporated into the original permissions for the study. publication15,81 is not feasible, as researchers cannot ethically participate
This is important both to prevent the spread of misinformation, and in a study in which this is mandated. The imperative of scientific inde-
to enable future analyses that seek to re-examine the same questions. pendence once a study begins does not mean that researchers should
It is best practice to make data fully available following publication, publish results without considering stakeholder perspectives about the
and indeed nearly all ancient genomic data have been published this implications of the data. It is valuable to invite stakeholders to engage
way in enduring public data repositories, which has been an ethical with research results through the addition of their perspectives or by
strength of the field79. Beyond contributing to the advancement of providing critical feedback prior to publication especially when results
scientific knowledge, making data fully available contributes to respon- are surprising and challenge previous assumptions. Continued engage-
sible stewardship of human remains, in that the ability to reuse data ment with other stakeholders after the beginning of a study is an effective
reduces the need for further sampling. However, we can envision sce- mechanism by which researchers can address their professional ethical
narios in which discussions among stakeholders reveal that it would obligation to understand whether reporting a result in a particular way is
be ethical to limit the ways in which ancient DNA data can be reused, likely to cause harm. If these conversations indicate that a result cannot
such as when reporting results from some types of analyses could be shared in a way that avoids substantial harm to a stakeholder group,
harm stakeholders, which could outweigh the benefits of fully open researchers should not publish that result.
data6,10,80. In these cases—which should be identified during a process Researchers should be available to provide regular updates and must
of engagement prior to the inception of the study—the limitation of commit to returning results at the culmination of a project. It should be
data distribution to qualified researchers who agree to only analyse made clear from the outset what the study’s potential findings may be,
the data for the purpose of reappraising the study findings should be that genetic data may be inconsistent with other forms of knowledge,
part of the initial research plan. and that while the results of scientific analyses are reported as scholarly
When data are not made fully publicly available, management output, they do not discredit, diminish or decrease the importance of tra-
and distribution of data for the purpose of critical re-examination ditional expertise and deeply held beliefs. Discrepancies between results
of results should be performed by an organization with expertise to from genetic analyses and other lines of evidence should be reported as
prevent data misuse and without an interest in research outcomes. It important elements of the compound nature of understanding the past.
has been suggested that stakeholders such as Indigenous groups could Researchers should commit to working with stakeholders on outreach
be responsible for managing distribution of data after publication to efforts that create additional outputs accessible to communities. This
researchers10,13,15,81. However, it is not consistent with professional ethics may involve working with local collaborators to translate the results of
for researchers to participate in a study where those with a stake in the papers into local languages30,35,36,86,87, developing children’s educational
research findings can deny the sharing of data to qualified researchers resources88–91, producing brochures and pamphlets for libraries or other
whose goal is to critically re-examine the questions covered by the community centres, or working with museums to design exhibits. When
original research agreement. There are established mechanisms for relevant, researchers should contribute to training and education, espe-
ensuring distribution of non-fully public data to researchers who apply cially for members of stakeholder groups and local communities4,15, and
to use it for the purposes of critical re-examination. For example, data should consider ways in which to improve the curatorial state of collec-
could be made available through a repository that shares data only upon tions11.This can include supplying the resources needed for participating
formal application and approval from a data access committee that in the generation, interpretation and dissemination of data, for example
determines whether the applicant’s request satisfies the limitations training in sampling of human remains or laboratory techniques, and
on data use described in the publication. This is sometimes done for financial support for further training or attending professional meetings.
modern genomic data to address privacy concerns through mecha- It is important for granting agencies to ensure that adequate funding is
nisms such as the dbGaP or EGA repositories82,83, although a shortcom- allocated to capacity building initiatives.
ing is that the data-acquisition process can be slow76. Repositories
for data from Indigenous people are also beginning to be established
that involve communities in data storage and dissemination10,13,79,84,85. Promoting ethical DNA research on human remains
While no stakeholder group—including researchers, community rep- As part of their work, scholars also have a broader obligation to correct
resentatives, or curators—should control the distribution of data to ideologically motivated distortions of research results. Following the
researchers who wish to critically re-examine questions covered in the technical presentation of data in academic publications, many studies
original research agreement, Indigenous data repositories could have are summarized by science journalists or educators for communication
an important role in storing and distributing data for purposes beyond to broad audiences. There have been instances of journalistic and gov-
those covered by the original research agreement. ernmental misrepresentation of study findings for political ends, and
(5) Researchers must engage with other stakeholders from the beginning scientists have an obligation to work to correct misinterpretation when
of a study and ensure respect and sensitivity to stakeholder perspectives. appropriate64. Reaching out to the public can include writing essays
A project to generate new ancient DNA data may be initiated by diverse and books, and contributing to social media and documentaries92–100.
stakeholders, including but not limited to local communities, archaeolo- Given the overwhelming support for these guidelines among the diverse
gists, anthropologists, geneticists or curators, any or all of whom may participants in our workshop, we anticipate that the broader community
be members of the research team if they contribute in a scholarly way to engaged in ancient DNA research will be supportive of these principles as
the work. Other stakeholders who are consulted should be thanked in well, and suggest that they could form a basis for official guidelines from
the Acknowledgments sections of papers if they consent to be named. journals, professional organizations and granting agencies going forward.
Stakeholders—ideally including groups from the place of origin of the Translation of this article into more than twenty languages. This article
human remains being studied—should be actively involved in discus- was reviewed in English. The authors prepared full translations (which
sions about study design, research questions and whether a scientific were not peer-reviewed or checked for correctness by Springer Nature)
project should proceed. Researchers must accept a negative answer if into more than twenty languages they speak, including Afrikaans, Arabic,
stakeholders are not collectively supportive of the work taking place15. Catalan, Chinese, Croatian, French, German, Hawaiian, Hebrew, Hindi,
Once a consensus to proceed has been reached, professional scientific Hungarian, Japanese, Portuguese, Punjabi, Russian, Sinhala, Spanish,
ethics requires that researchers are able to pursue their work up to the Swahili, Swedish, Tamil, Turkish, Urdu, and Xhosa, and have made them
point of publication without requiring further approval. The suggestion available at figshare (dx.doi.org/10.6084/m9.figshare.16744552).

4 | Nature | www.nature.com
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85. Tsosie, K. S., Fox, K. & Yracheta, J. M. Genomics data: the broken promise is to Indigenous Anthropology, Leipzig, Germany. 11Department of Anthropology, University of California,
people. Nature 591, 529–529 (2021). Santa Cruz, CA, USA. 12UCSC Genomics Institute, University of California, Santa Cruz, CA,
86. Jeong, C. et al. A dynamic 6,000-year genetic history of eurasia’s eastern steppe. Cell
USA. 13Department of Anthropology, Washington University in St Louis, St Louis, MO, USA.
183, 890-904.e29 (2020). 14
Centro de Genética y Biología Molecular, Facultad de Medicina, Universidad de San Martín
87. Wilkin, S. et al. Dairy pastoralism sustained eastern Eurasian steppe populations for 5,000
years. Nat. Ecol. Evol. 4, 346–355 (2020). de Porres, Lima, Peru. 15School of Archaeology and Anthropology, The Australian National
88. Stockhammer, P. W., Mittnik, A., Massy, K. & Knipper, C. Mobilität–Die wissenden Frauen University, Canberra, Australian Capital Territory, Australia. 16Key Laboratory of Vertebrate
vom Lechtal. Spektrum Wiss. Verl. Ges. Kultur 4, 38–41 (2018). Evolution and Human Origins, Institute of Vertebrate Paleontology and Paleoanthropology,
89. Stockhammer, P. W. BRONZEON: learning by gaming. Archaeologist 110, 24–25 Center for Excellence in Life and Paleoenvironment, Chinese Academy of Sciences, Beijing,
(2020). China. 17Division of Clinical Anatomy and Biological Anthropology, Department of Human
90. Sirak, K., Keegan, W. F. Where did the first people in the Caribbean come from? Science Biology, University of Cape Town, Cape Town, South Africa. 18Department of Anthropology,
Journal for Kids and Teens https://sciencejournalforkids.org/articles/
University of California, Santa Barbara, CA, USA. 19School of Anthropology, University of
where-did-the-first-people-in-the-caribbean-come-from/ (2021).
Arizona, Tucson, AZ, USA. 20National Museum of Nature and Science, Ibaraki, Japan. 21Florida
91. Warinner Group. Adventures in Archaeological Science. http://christinawarinner.com/
outreach/children/adventures-in-archaeological-science/ (2017). Museum of Natural History, Gainesville, FL, USA. 22Department of Genetics, School of
92. Birney, E., Inouye, M., Raff, J., Rutherford, A. & Scally, A. The language of race, ethnicity, Biological Sciences, Madurai Kamaraj University, Madurai, India. 23Department of
and ancestry in human genetic research. Preprint at https://arxiv.org/abs/2106.10041 Anthropology, University of South Florida, Tampa, FL, USA. 24Institute of Evolutionary Biology
(2021). (CSIC-UPF), Barcelona, Spain. 25Australian Centre for Ancient DNA, School of Biological
93. Fischer, M., Krause, J. & Richter, S. Jena Declaration. The concept of race is the result of Sciences and The Environment Institute, University of Adelaide, Adelaide, South Australia,
racism, not its prerequisite. Opening joint declaration at the 112th Annual Meeting of the Australia. 26ARC Centre of Excellence for Australian Biodiversity and Heritage, University of
German Zoological Society https://www.uni-jena.de/en/190910_JenaerErklaerung_EN
Adelaide, Adelaide, South Australia, Australia. 27Office of the Chancellors, Duke Kunshan
(2019).
University, Jiangsu, China. 28Howard Hughes Medical Institute, Boston, MA, USA. 29Broad
94. Gokcumen, O. & Frachetti, M. The impact of ancient genome studies in archaeology.
Annu. Rev. Anthropol. 49, 277–298 (2020). Institute of MIT and Harvard, Cambridge, MA, USA. 30School of Health Science, Sapporo
95. Howe, N. ‘Stick to the science’: when science gets political. Nature Podcast https:// Medical University, Sapporo, Japan. 31Institute of Ecology and Evolution, University of Bern,
doi.org/10.1038/d41586-020-03067-w (2020). Bern, Switzerland. 32Lithuanian Institute of History and Department of Archaeology, History
96. Krause, J. & Trappe, T. A Short History of Humanity: A New History of Old Europe (Random Faculty, Vilnius University, Vilnius, Lithuania. 33Departamento de Antropología, Facultad de
House, 2021). Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Instituto de Antropología de
97. Orlando, L. et al. Ancient DNA analysis. Nat. Rev. Methods Prim. 1, 1–26 (2021). Córdoba (IDACOR), CONICET, Córdoba, Argentina. 34Earth Sciences Department, National
98. Reich, D. Who We Are and How We Got Here: Ancient DNA and the New Science of the
Museums of Kenya, Nairobi, Kenya. 35Department of Genetics and Evolutionary Biology,
Human Past (Pantheon, 2018).
University of São Paulo, São Paulo, Brazil. 36Human Evolution and Archaeological Sciences,
99. Reich, D. & Patterson, O. Ancient DNA is changing how we think about the Caribbean.
The New York Times (23 December 2020). University of Vienna, Vienna, Austria. 37DBT-Centre for DNA Fingerprinting and Diagnostics,
100. Motti, J. M. B., Luisi, P., Salemme, M., Santiago, F. & Nores, R. 7.000 años de historia en el Hyderabad, India. 38Department of Anthropology, Rice University, Houston, TX, USA.
fin del mundo. Desde la Patagonia, Difundiendo Saberes 17, 12–20 (2020).
39
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Michoacán, Mexico. 40School of Advanced
Sciences, The Graduate University for Advanced Studies (SOKENDAI), Kanagawa, Japan.
41
Department of Anthropology, University of Alberta, Edmonton, Alberta, Canada.
Acknowledgements The participants in the workshop on ancient DNA ethics who are authors 42
Department of Anthropology, Stony Brook University, Stony Brook, NY, USA.
thank many colleagues who improved this article through discussions and critical comments.
To ensure open access, the authors have applied a CC BY licence to any accepted manuscript
43
ArchaeoZOOlogy in Siberia and Central Asia–ZooSCAn, CNRS–IAET SB RAS International
arising from this submission. C.J.F. acknowledges support from the Australian Research Research Laboratory, Novosibirsk, Russia. 44Department of Anatomy and Anthropology and
Council Discovery Project DP160100811. V.G. acknowledges support from the National Department of Human Molecular Genetics and Biochemistry, Sackler Faculty of Medicine,
Research Foundation (NRF) South Africa; opinions expressed and conclusions arrived at are Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel. 45The Dan David Center for Human Evolution and Biohistory
those of the authors and are not necessarily attributed to the NRF. M.O. acknowledges support Research, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel. 46Anthropology Department, University of
from Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico grant 302163/2017-4 Montana, Missoula, MO, USA. 47Faculty of Archaeology, Leiden University, Leiden,
and from Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo grant 2018/23282-5. P.S.
Netherlands. 48Vanuatu Cultural Centre, Port Vila, Vanuatu. 49Institute for Pre- and
acknowledges Francis Crick Institute core funding (FC001595) from Cancer Research UK, the
Protohistoric Archaeology and Archaeology of the Roman Provinces, Ludwig Maximilian
UK Medical Research Council and the Wellcome Trust. V.S. acknowledges funding from the
Alon Fellowship. M. Soressi acknowledges support from Dutch Research council grant University, Munich, Germany. 50Institute of Archaeogenomics, Research Centre for the
VI.C.191.070. A.S.-N. acknowledges the János Bolyai Research Scholarship of the Hungarian Humanities, Eötvös Loránd Research Network, Budapest, Hungary. 51CSIR-Centre for Cellular
Academy of Sciences. K.T. was supported by a J. C. Bose Fellowship (JCB/2019/000027), SERB and Molecular Biology, Hyderabad, India. 52School of Anthropological Sciences, Universidad
and CSIR, Ministry of Science and Technology, Government of India. C.W. acknowledges Autónoma de Yucatán, Mérida, Mexico. 53Department of Anthropology and Ethnology,
support from the European Research Council (ERC-2017-StG 804844- DAIRYCULTURES) and Institute of Anthropology, School of Sociology and Anthropology, State Key Laboratory of
the Werner Siemens Stiftung. The authors from Harvard Medical School acknowledge support Cellular Stress Biology, School of Life Sciences, Xiamen University, Xiamen, China. 54School
from the John Templeton Foundation (6122) and the Howard Hughes Medical Institute. The of Basic Medical Sciences, Zhejiang University School of Medicine, and Institute of Asian
authors from MPI Leipzig and MPI Jena are funded by the Max Planck Society and the Max
Civilizations, Zhejiang University, Hangzhou, China. 55Department of Anthropology, Harvard
Planck Harvard Research Center for the Archaeoscience of the Ancient Mediterranean. R.N.,
University, Cambridge, MA, USA. 56Department of Anatomy, University of Sri
E.S., J.S., K.S., V.T., and J.L.P. acknowledge support from the National Geographic Society.
Jayewardenepura, Nugegoda, Sri Lanka. 57Department of Archaeology, Hazara University,
Author contributions All authors participated in discussions and are listed alphabetically. Mansehra, Pakistan. ✉e-mail: lfehrens@ucsc.edu; mary@rice.edu;
reich@genetics.med.harvard.edu; Jakob_Sedig@hms.harvard.edu;
Competing interests The authors declare no competing interests. Kendra_Sirak@hms.harvard.edu; philipp.stockhammer@lmu.de

6 | Nature | www.nature.com
La ética en la investigación del ADN en restos
humanos: cinco directrices de aplicación mundial
Songül Alpaslan-Roodenberg1,2, David Anthony3,4, Hiba Babiker5, Eszter Bánffy6, Thomas Booth7,
Patricia Capone8, Arati Deshpande-Mukherjee9, Stefanie Eisenmann5,10, Lars Fehren-Schmitz11,12,
Michael Frachetti13, Ricardo Fujita14, Catherine J. Frieman15, Qiaomei Fu16, Victoria Gibbon17,
Wolfgang Haak5, Mateja Hajdinjak7, Kerstin P. Hofmann6, Brian Holguin18, Takeshi Inomata19,
Hideaki Kanzawa-Kiriyama20, William Keegan21, Janet Kelso10, Johannes Krause10, Ganesan
Kumaresan22, Chapurukha Kusimba23, Sibel Kusimba23, Carles Lalueza-Fox24, Bastien Llamas25,26,
Scott MacEachern27, Swapan Mallick1,28,29, Hirofumi Matsumura30, Ana Y. Morales-Arce31, Giedre
Motuzaite Matuzeviciute32, Veena Mushrif-Tripathy9, Nathan Nakatsuka1, Rodrigo Nores33, Christine
Ogola34, Mercedes Okumura35, Nick Patterson4,29, Ron Pinhasi2, Samayamantri P.R. Prasad36, Mary E.
Prendergast37, Jose Luis Punzo38, David Reich1,4,28,29, Rikai Sawafuji39, Elizabeth Sawchuk40,41,
Stephan Schiffels5,10, Jakob Sedig1,4, Svetlana Shnaider42, Kendra Sirak1,4, Pontus Skoglund7, Viviane
Slon43,44, Meradeth Snow45, Marie Soressi46, Matthew Spriggs15,47, Philipp W. Stockhammer10,48,, Anna
Szécsényi-Nagy49, Kumarasamy Thangaraj36,50, Vera Tiesler51, Ray Tobler23,25, Chuan-Chao
Wang52,53, Christina Warinner10,54, Surangi Yasawardene55, Muhammad Zahir5,56

Traducido al español por: Ricardo Fujita14, Carles Lalueza-Fox24, Rodrigo Nores33, Jose Luis
Punzo38, Vera Tiesler51

1: Department of Genetics, Harvard Medical School, Boston, MA, USA


2: Department of Evolutionary Anthropology, University of Vienna, Austria
3: Department of Anthropology, Hartwick College, Oneonta, NY, USA
4: Department of Human Evolutionary Biology, Harvard University, Cambridge, MA, USA
5: Max Planck Institute for the Science of Human History, Jena, Germany
6: Romano-Germanic Commission of the German Archaeological Institute, Frankfurt am Main, Germany
7: Francis Crick Institute, London, UK
8: Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, MA, USA
9: Department of Ancient Indian History Culture and Archaeology, Deccan College Post Graduate and Research
Institute, Pune, India
10: Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, Leipzig, Germany
11: Department of Anthropology, University of California, Santa Cruz, CA, USA
12: UCSC Genomics Institute, University of California, Santa Cruz, CA, USA
13: Department of Anthropology, Washington University in St. Louis, St. Louis, MO, USA
14: Centro de Genética y Biología Molecular, Facultad de Medicina, Universidad de San Martín de Porres, Lima,
Peru
15: School of Archaeology and Anthropology, The Australian National University, Canberra, Australia
16: Key Laboratory of Vertebrate Evolution and Human Origins, Institute of Vertebrate Paleontology and
Paleoanthropology, Center for Excellence in Life and Paleoenvironment, Chinese Academy of Sciences,
Beijing, China
17: Division of Clinical Anatomy and Biological Anthropology, Department of Human Biology, University of
Cape Town, Cape Town, South Africa
18: Department of Anthropology, University of California, Santa Barbara, CA, USA
19: School of Anthropology, University of Arizona, Tucson, AZ, USA
20: National Museum of Nature and Science, Ibaraki, Japan
21: Florida Museum of Natural History, Gainesville, FL, USA
22: Department. of Genetics, School of Biological Sciences, Madurai Kamaraj University, Tamil Nadu, India
23: Department of Anthropology, University of South Florida, Tampa, FL, USA
24: Institute of Evolutionary Biology (CSIC-UPF), Barcelona, Spain
25: Australian Centre for Ancient DNA, School of Biological Sciences and The Environment Institute,
University of Adelaide, Adelaide, SA, Australia
26: ARC Centre of Excellence for Australian Biodiversity and Heritage, University of Adelaide, Adelaide, SA
5005, Australia
27: Office of the Chancellors, Duke Kunshan University, Jiangsu, China
28: Howard Hughes Medical Institute, Boston, MA, USA
29: Broad Institute of MIT and Harvard, Cambridge, MA, USA
30: School of Health Science, Sapporo Medical University, Sapporo, Hokkaidō, Japan
31: Institute of Ecology and Evolution, University of Bern, Bern, Switzerland
32: Lithuanian Institute of History and Department of Archaeology, History Faculty, Vilnius University, Vilnius,
Lithuania
33: Departamento de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba,
Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR), CONICET, Córdoba, Argentina
34: Earth Sciences Department, National Museums of Kenya, Nairobi, Kenya
35: Department of Genetics and Evolutionary Biology, University of São Paulo, São Paulo, Brazil
36: DBT-Centre for DNA Fingerprinting and Diagnostics, Hyderabad, India
37: Department of Anthropology, Rice University, Houston, TX, USA
38: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Michoacán, México
39: School of Advanced Sciences, The Graduate University for Advanced Studies (SOKENDAI), Hayama,
Kanagawa, Japan
40: Department of Anthropology, University of Alberta, Edmonton, Alberta, Canada
41: Department of Anthropology, Stony Brook University, Stony Brook, NY, USA
42: ArchaeoZOOlogy in Siberia and Central Asia – ZooSCAn, CNRS – IAET SB RAS International Research
Laboratory, Novosibirsk, Russia
43: Department of Anatomy and Anthropology and Department of Human Molecular Genetics and
Biochemistry, Sackler Faculty of Medicine, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel
44: The Dan David Center for Human Evolution and Biohistory Research, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel
45: Anthropology Department, University of Montana, Missoula, MO, USA
46: Faculty of Archaeology, Leiden University, Leiden, Netherlands
47: Vanuatu Cultural Centre, Port Vila, Vanuatu
48: Institute for Pre- and Protohistoric Archaeology and Archaeology of the Roman Provinces, Ludwig
Maximilian University, Munich, Germany
49: Institute of Archaeogenomics, Research Centre for the Humanities, Eötvös Loránd Research Network,
Budapest, Hungary
50: CSIR-Centre for Cellular and Molecular Biology, Hyderabad, India
51: School of Anthropological Sciences, Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, Mexico
52: Department of Anthropology and Ethnology, Institute of Anthropology, School of Sociology and
Anthropology, and State Key Laboratory of Cellular Stress Biology, School of Life Sciences, Xiamen
University, Xiamen, China
53: School of Basic Medical Sciences, Zhejiang University School of Medicine, and Institute of Asian
Civilizations, Zhejiang University, Hangzhou, China
54: Department of Anthropology, Harvard University, Cambridge, MA, USA
55: Department of Anatomy, University of Sri Jayewardenepura, Nugegoda, Sri Lanka
56: Department of Archaeology, Hazara University, Mansehra, Pakistan
Favor de dirigir la correspondencia a: Lars Fehren-Schmitz (lfehrens@ucsc.edu), Ricardo Fujita
(rfujitaa@usmp.pe), Carles Lalueza-Fox (carles.lalueza@ibe.upf-csic.es), Rodrigo Nores
(rodrigonores@ffyh.unc.edu.ar), Mary Prendergast (mary@rice.edu), Jose Luis Punzo
(jose_punzo@inah.gob.mx), David Reich (reich@genetics.med.harvard.edu), Jakob Sedig
(Jakob_Sedig@hms.harvard.edu), Kendra Sirak (Kendra_Sirak@hms.harvard.edu), Philipp Stockhammer
(philipp.stockhammer@lmu.de), Vera Tiesler (vtiesler@correo.uady.mx)

2
Prefacio

Somos un grupo de arqueólogos, antropólogos, conservadores y genetistas representando a


diversas comunidades mundiales y a 31 países. Todos nosotros nos reunimos en noviembre de
2020 en un taller virtual dedicado a la ética en la investigación del ADN antiguo. Hubo un amplio
acuerdo en la necesidad de directrices éticas aplicables mundialmente, y en que las recientes
recomendaciones basadas en discusiones sobre la investigación sobre restos humanos de América
del Norte no siempre son generalizables en todo el mundo. Teniendo en cuenta los diversos
contextos, proponemos las siguientes directrices aplicables a nivel mundial. Éstas sostienen que 1)
los investigadores deben asegurarse que se hayan cumplido todas las normas de los lugares en
donde trabajan y de donde proceden los restos humanos; 2) los investigadores deben preparar un
plan detallado antes de comenzar cualquier estudio; 3) los investigadores deben minimizar el daño
a los restos humanos; 4) los investigadores deben garantizar la disponibilidad de los datos luego
de su publicación para permitir un reexamen crítico de los hallazgos científicos; y 5) los
investigadores deben comprometerse con los actores involucrados desde el comienzo de un estudio
y asegurar el respeto y la sensibilidad a las perspectivas de esos actores. Nos comprometemos a
cumplir estas directrices y consideramos que promoverán un elevado nivel ético en el futuro.

Introducción

El análisis de los genomas humanos antiguos ha surgido como una poderosa aproximación para la
investigación de las relaciones de las personas que vivieron en el pasado entre sí y con las personas
que viven en la actualidad. Un tema constante es que las personas que se encuentran en un lugar y
tiempo determinado suelen estar allí como resultado de una larga historia de movilidad e
interacción. En la última década, el ADN antiguo ha aportado nuevas pruebas -que se suman a
aquéllas de otras disciplinas- que refutan los mitos de la "pureza" de cualquier población y así
falsifican las narrativas racistas y nacionalistas. Aunque algunos han intentado utilizar la genética
como herramienta para determinar la pertenencia a un grupo, en nuestra opinión es inadecuado
que los datos genéticos se utilicen como árbitro de la identidad1.

El rápido aumento de los datos genómicos de humanos antiguos publicados -de ninguno en 2009
a más de seis mil individuos en la actualidad- ha ido acompañado de crecientes debates sobre cómo

3
llevar a cabo la investigación del ADN antiguo de forma ética2-16, basándose en conversaciones
anteriores17-24. La ética de la investigación sobre el ADN reviste una urgencia especial debido al
rápido crecimiento de este campo, a las repercusiones sociales y políticas del estudio de la
ascendencia y al hecho de que el trabajo sobre el ADN antiguo analiza a personas que alguna vez
vivieron y que deben ser respetadas.

Las directrices institucionales o gubernamentales para obtener el permiso de analizar individuos


antiguos varían y no siempre garantizan una investigación ética y comprometida. Los
investigadores tienen la obligación de cumplir una norma más estricta que la que exigen algunos
organismos gubernamentales, pero no existe consenso sobre lo que esto implica11,25-27. Cada vez
más, las publicaciones sobre el ADN antiguo han incluido declaraciones que describen cómo el
equipo de investigación abordó las cuestiones éticas28-38, un avance que nosotros apoyamos.
También las organizaciones profesionales están comenzando a articular directrices15,39, y ya se ha
financiado al menos un proyecto para explorar estas cuestiones en el contexto de la investigación
sobre los antiguos norteamericanos40. Sin embargo, aún no ha habido un pronunciamiento ético
firmado por un grupo internacionalmente diverso y representativo de la comunidad académica
dedicado a la investigación del ADN antiguo.

Nos hemos reunido más de 60 arqueólogos, antropólogos, conservadores y genetistas


representando a más de 30 países y diversas comunidades globales en un taller virtual sobre ética
que se celebró el 4 y 5 de noviembre de 2020. Todos los participantes están comprometidos a
llevar a cabo investigaciones sobre el ADN de restos humanos que sean éticamente responsables
y sensibles a las diversas perspectivas de los actores involucrados (personas que tienen una
conexión con un estudio, incluidas las comunidades de descendientes, los responsables de la
custodia de los restos humanos y los investigadores). Aquí presentamos estudios de casos de
diversos contextos mundiales para ilustrar la amplitud de las cuestiones relacionadas con la
consulta a las comunidades y los grupos indígenas, destacando cómo varían las cuestiones
pertinentes en el mundo. Seguidamente ofrecemos directrices para la investigación del ADN en
restos humanos que son globalmente aplicables (Cuadro 1).

4
El compromiso ético con las comunidades depende del contexto

Gran parte de la literatura sobre la investigación ética del ADN en individuos antiguos se ha
centrado en los Estados Unidos (EE.UU.)3,4,13,15. Estos debates han dado lugar a recomendaciones
para promover el compromiso entre los investigadores y las comunidades indígenas, las cuales se
resumen en una guía de investigación publicada por la Sociedad Americana de Genética Humana.
En ese documento se sugiere que todos los estudios de ADN antiguo deben incluir una consulta
formal, abordar las consideraciones culturales y éticas, involucrar a las comunidades y apoyar la
generación de capacidades, desarrollar planes para la presentación de informes y la gestión de los
datos y desarrollar planes para responsabilidades y administración a largo plazo15.

Centrarse en las perspectivas indígenas es fundamental en regiones con historias de colonialismo,


expropiación de tierras y de artefactos indígenas y persistente privación de los derechos de las
comunidades indígenas; no consultar a las comunidades en tales contextos puede causar daños5,6.
En EE.UU., todos los restos antiguos de nativos americanos que se conservan en instituciones
financiadas por el gobierno federal son competencia de la Ley de Protección y Repatriación de
Entierros de Indígenas Norteamericanos (NAGPRA), que obliga a las instituciones a consultar y
tratar de transferir los restos de individuos antiguos (culturalmente identificables o no) a los grupos
indígenas. En Australia, leyes análogas tratan de repatriar restos humanos, que en algunos casos
alcanzan hasta 40.000 años de antigüedad41 y que fueron extraídos de comunidades de Aborígenes
e Isleños del Estrecho de Torres42,43. Sin embargo, al llevar a cabo investigaciones sobre vestigios
de individuos del pasado que mantienen pocos (si hay alguno) vínculos materiales u orales con los
grupos actuales, o donde promover la idea que algunos grupos tienen más propiedad sobre el
patrimonio cultural que otros puede contribuir al conflicto social, no encaja un marco ético
centrado en los indígenas que exija que cada individuo antiguo se asocie con un grupo
contemporáneo.

Representación de las perspectivas indígenas

En muchos países del continente americano la herencia indígena está incorporada en la identidad
nacional y en las instituciones culturales gubernamentales. Por ejemplo, tras la independencia de
México, los mestizos (personas de ascendencia mixta), que hoy constituyen la gran mayoría de la

5
población, adoptaron los legados de los nahua (azteca), maya, zapoteca y otros grupos indígenas
como una parte integral de la identidad nacional44-46. En Perú, el Ministerio de Cultura se fundó
en el contexto del indigenismo, un movimiento cuyo objetivo era promover la cultura indígena y
luchar contra la discriminación47-49. En estos contextos, el proceso de búsqueda de la aprobación
del gobierno o de organizaciones del patrimonio para el análisis de restos humanos puede ser una
forma sólida de compromiso, mientras que adoptar un modelo estadounidense puede ser
contraproducente. Los autores de este artículo han tenido múltiples experiencias de escribir
artículos sobre ADN antiguo de América Central y América del Sur y recibir revisiones donde se
afirma que el trabajo no se apega a las normas de compromiso indígena desarrolladas en los
Estados Unidos3,4. Aquellos de nosotros que somos de México, de América Central y de
Sudamérica sentimos que dichas revisiones han sido paternalistas en el mejor de los casos y
colonialistas en el peor, especialmente teniendo en cuenta que muchos países han acogido el
patrimonio indígena y lo han integrado en los procesos de aprobación gubernamental y en las
instituciones culturales en un grado mayor que lo realizado en los Estados Unidos.

Aun así, la naturaleza de las relaciones entre los gobiernos y las comunidades indígenas también
varía mucho en el continente americano y los investigadores deben adoptar un enfoque
individualizado para determinar cuándo requieren realizar consultas adicionales. En Perú y
México, los grupos para los que la herencia indígena es una parte importante de la identidad
sostienen grados variables de representación dentro del gobierno. En Brasil, las comunidades
indígenas suelen estar privadas de derechos y no existe ningún mecanismo legal para que los
grupos indígenas tengan una voz en el destino de los materiales arqueológicos asignables a sus
antepasados50. En Argentina, no siempre se cumple el mandato legal de obtener el consentimiento
de la comunidad para llevar a cabo cualquier proyecto relacionado con el patrimonio indígena. En
Guatemala, los mayas y otros grupos indígenas, que constituyen aproximadamente la mitad de la
población, siguen estando marginados. En estos contextos, es la responsabilidad ética de los
miembros de un equipo de investigación de ADN antiguo llevar a cabo una labor de acercamiento
adicional, más allá de lo establecido, para incorporar las perspectivas indígenas.

6
Diferencias globales en el significado de indigenismo

El significado de indigenismo varía a nivel mundial. En África, los descendientes de los grupos
colonizados están ahora mayoritariamente en el poder, y el indigenismo suele referirse más a la
marginación política o social por motivos de identidad que a las tradiciones del tiempo en que los
grupos han estado radicando en una región51. Muchas comunidades africanas mantienen
conexiones complejas con las tierras en que viven, incluyendo historias de desplazamiento y
perturbación colonial y postcolonial. En algunas regiones, la gente no reconoce como parientes a
las poblaciones locales del pasado. Esto puede deberse a las diferencias entre los sistemas de
creencias religiosas o culturales contemporáneos y aquéllos del pasado52, a los recuerdos
colectivos de las migraciones desde otros lugares, al miedo a represalias por estar vinculados con
grupos ajenos y a las continuas repercusiones negativas de las decisiones tomadas durante la
colonización europea, las cuales han llegado a dividir los paisajes sociopolíticos y todavía siguen
contribuyendo a la violencia y los desplazamientos. En estas situaciones se requiere una cuidadosa
consulta entre los actores involucrados, desde los grupos locales hasta los representantes del
gobierno, para garantizar que la atribución del poder de decisión sobre el patrimonio cultural no
agrave el conflicto social. En estos casos, sería probablemente perjudicial centrarse en el
indigenismo como principio rector para permitir el análisis del ADN antiguo.

Una problemática más urgente relacionada con la investigación del ADN antiguo en África (y en
muchas otras regiones) es la de enfrentarse al legado colonial de aquellos restos humanos
recogidos de modo poco ético y enviados a menudo al extranjero53,54. Los investigadores deben
trabajar en estos casos tanto con la institución de custodia actual, así como con los académicos del
país de origen para solicitar los permisos para el estudio de los restos humanos antiguos. Este
proceso debe incluir como parte de su trabajo, la participación en debates sobre la procedencia, las
injusticias históricas ocurridas, la repatriación y la restitución55-58. Un reto relacionado considera
los antecedentes de investigaciones no equitativas y a menudo explotadoras en África por parte de
científicos predominantemente europeos y norteamericanos, con una participación local mínima25-
27
. Los investigadores extranjeros deben priorizar la puesta en función de colaboraciones
equitativas, que pueden incluir la capacitación y otros tipos de apoyos que permitan a los actores
involucrados participar en las preguntas y diseños de la investigación59.

7
Daño potencial por enfatizar la identidad de grupo

Hay muchos lugares en el mundo en los que los debates sobre quién es indígena han contribuido a
narrativas xenófobas y nacionalistas. En estos lugares, la utilización de la identidad indígena para
determinar quién puede permitir la investigación del ADN antiguo puede ser perjudicial, ya que
posiblemente contribuya al conflicto entre grupos y a la discriminación.

En la India, por ejemplo, muchas personas evitan preguntas relativas a la casta y el origen religioso
debido a una larga trayectoria de abusos que tienen su raíz en la identidad grupal. De hecho, está
prohibida la discriminación por motivos de pertenencia a una casta determinada. El propio
ejercicio de intentar determinar qué grupos tienen hoy más derecho al legado que otros, no sólo ha
contribuido a conflictos, sino que además carece prácticamente de sentido en gran parte del sur de
Asia, debido a que la gran mayoría de los grupos actuales constituyen mezclas de las mismas
poblaciones y cuyos antepasados han residido durante milenios en el subcontinente60,61; sin
embargo, hay casos en los que sí está claro quién es indígena, como ocurre en las islas Andamán62.
En muchas partes del Sur de Asia existen procedimientos oficiales para proteger el patrimonio
cultural, y trabajar en este marco representa un mecanismo importante para proteger a las
comunidades del daño discriminatorio.

En Eurasia Occidental, la sugerencia de que los grupos que reivindican sus orígenes locales deben
tener un estatus especial ha contribuido a la xenofobia y al genocidio. Los nacionalistas que
promovían la idea de "sangre y tierra" en el periodo nazi tergiversaron la investigación
arqueológica para legitimar las confiscaciones de tierras afirmando que los esqueletos excavados
en Europa del Este mostraban una morfología "germánica"63. Los arqueólogos europeos han
trabajado durante décadas para deconstruir las narrativas que reivindiquen que la propiedad del
patrimonio cultural pertenezca a grupos específicos. La ética en la investigación del ADN antiguo
en el contexto de Eurasia Occidental debe alejarse al uso de nociones autoidentificadas con
conexiones ancestrales a determinadas tierras63,64, así como garantizar simultáneamente el respeto
por las perspectivas de las minorías nacionales que han sido objeto de discriminación. El peligro
de que los dirigentes gubernamentales citen las investigaciones arqueológicas y de ADN antiguo
para apoyar narrativas favorables a la identidad grupal, que luego puedan utilizarse para justificar
políticas excluyentes, no es tan sólo un problema teórico, sino que es uno muy tangible en algunos
países de Eurasia Occidental, como en Hungría e Israel65-67.

8
Cinco directrices aplicables a nivel mundial

Presentamos cinco directrices para promover normas éticas sólidas en la investigación sobre el
ADN antiguo que se aplican en toda la gama de contextos de investigación mencionados
anteriormente, así como en otras regiones importantes del mundo que no hemos analizado debido
a las limitaciones de espacio, como son Asia Central, Siberia, Asia Oriental, Sudeste de Asia y
Oceanía (Cuadro 1). Iniciamos discutiendo aquellas directrices que abordan cuestiones de ética
científica para luego volver al tema de asegurar la sensibilidad de la investigación según las
perspectivas de las comunidades, incluyendo los grupos indígenas.

(1) Los investigadores deben asegurarse que se hayan cumplido todas las normas de los lugares en
donde trabajan y de donde proceden los restos humanos. Los investigadores deben considerar si
es ético llevar a cabo una investigación de ADN antiguo teniendo en cuenta el entorno donde se
toman las muestras de restos humanos. Una vez comprometidos con un proyecto, los
investigadores deben respetar todas las normativas locales. Aunque esto puede parecer obvio, la
experiencia de algunos coautores es que los investigadores de ADN antiguo no siempre han
seguido todos los acuerdos. Por ejemplo, para el análisis científico o la exportación de material
biológico puede ser necesario obtener permisos a múltiples niveles de organismos institucionales,
locales, regionales o nacionales, y presentar informes a las instituciones curadoras según los plazos
acordados. En los casos en que la reglamentación local sea insuficiente68, los investigadores deben
atenerse a una normativa más estricta siguiendo los principios que se indican a continuación.

(2) Los investigadores deben preparar un plan detallado antes de comenzar cualquier estudio. Éste
debe incluir la formulación de las preguntas de la investigación, una descripción de las técnicas a
utilizar y el impacto esperado en los restos (incluidos los elementos óseos que se estudiarán y la
cantidad que se utilizará), una descripción del tipo de datos de ADN que se generarán, cualquier
plan para compartir el material con los laboratorios colaboradores, un calendario para la
devolución del material no utilizado y la distribución de los resultados, un plan sobre cómo, dónde
y por quién serán difundidos los resultados, un plan para la generación de capacidades o para la
formación en entornos en los que pueda ser de valor, y un plan para el almacenamiento y la

9
distribución de los datos acordada con los actores involucrados y que cumpla con los principios de
datos abiertos69. El plan debe definir el alcance de la investigación y comunicar honestamente los
posibles resultados, reconociendo que el análisis de los datos genéticos puede llevar a direcciones
imprevistas. Dicho plan crea un registro de la investigación prevista al que se puede hacer
referencia más adelante en el caso de que ocurra un desvío de la misma. Los ajustes en el diseño
del estudio sólo deben producirse con el apoyo de los implicados en el acuerdo original: los
investigadores deben reconocer que cuando se concede el permiso para estudiar los restos de
individuos antiguos, ellos se convierten en los administradores de ese material para el propósito
para el cual se obtuvo el consentimiento, aunque la "propiedad" no se transfiere70. Es
responsabilidad de los investigadores compartir su plan con los responsables de los restos humanos
y con otros grupos cuyas perspectivas deban reflejarse; por ello, debe redactarse el plan de
investigación de forma que sea accesible para un público no especializado. Si es apropiado y todas
las partes relevantes lo acuerdan, puede esbozarse en el plan un camino hacia la repatriación de
los restos humanos resguardados fuera de su área de origen.

(3) Los investigadores deben minimizar el daño a los restos humanos. Minimizar el impacto de la
investigación en las colecciones antropológicas es especialmente importante dado el reciente
enfoque en un solo elemento del esqueleto -el hueso petroso- que a menudo arroja muchos más
datos genéticos humanos que otros elementos71-74. Los investigadores deben desarrollar una
estrategia de consulta a otros actores involucrados para equilibrar las preocupaciones sobre la
protección de los restos con su análisis científico. Los investigadores no deben recolectar restos
humanos sin capacitarse en las mejores técnicas para minimizar el daño y maximizar el
rendimiento de los datos utilizables11,12,75-78. Los investigadores no deben tomar muestras de más
material del que sea necesario para poder abordar sus preguntas científicas, deben proporcionar
documentación a los custodios de los restos humanos, indicando cuándo se tomó la muestra, y
deben informar de los resultados negativos para evitar repetir los análisis utilizando métodos
similares en restos con mala conservación del ADN. Previo a la toma de muestras debe
documentarse la morfología mediante fotografía de alta resolución y valoración bioarqueológica.
Al menos en el caso de individuos muy antiguos o de contextos singulares, deben realizarse

10
escaneos o moldes de microtecnología, y debe discutirse si el análisis de restos faunísticos o no
diagnósticos debe realizarse primero para valorar la preservación del ADN en un yacimiento.

Una vez realizado el muestreo, también se puede promover el tratamiento responsable de los restos
compartiendo el material y los productos moleculares derivados, como son los extractos y las
bibliotecas de ADN, lo cual reduce la necesidad de realizar muestreos adicionales en ulteriores
estudios. Los investigadores tienen la responsabilidad de mantener los productos moleculares
derivados para la replicación del estudio. También animamos a los investigadores a que soliciten
la aprobación para compartir entre laboratorios los restos humanos muestreados y los productos
derivados. Esto facilita la reevaluación de las cuestiones abordadas en el estudio original, así como
los análisis adicionales más allá del alcance del estudio inicial, siempre y cuando tales usos sean
coherentes con el plan de investigación previamente aprobado.

(4) Los investigadores deben garantizar la disponibilidad de los datos luego de su publicación para
permitir un reexamen crítico de los hallazgos científicos. Los datos sobre el ADN antiguo deben
publicarse oportunamente y ponerse a disposición posteriormente al menos para reevaluar
críticamente los resultados79,80. Los científicos no pueden participar éticamente en un estudio si no
existe una garantía de que los datos estarán disponibles al menos con el fin de verificar la exactitud
de los resultados publicados; tal garantía debe incorporarse en los permisos originales para el
estudio. Esto es importante tanto para evitar la propagación de información errónea como para
permitir futuros análisis que busquen reexaminar las mismas cuestiones.

Es una buena práctica hacer que los datos estén totalmente disponibles después de publicados, y
de hecho casi todos los datos genómicos antiguos se han publicado de esta manera en repositorios
de datos públicos duraderos, lo que se traduce en una fortaleza ética de este campo81. Más allá de
contribuir al avance del conocimiento científico, hacer que los datos estén totalmente disponibles
contribuye a la administración responsable de los restos humanos, ya que la capacidad de reutilizar
los datos reduce la necesidad de tomar más muestras. Sin embargo, podemos prever escenarios en
los que las discusiones entre los actores involucrados revelen que sería ético limitar las formas en
las que se pueden reutilizar los datos de ADN antiguo, como la comunicación de resultados, en
algunos tipos de análisis, que pueda perjudicar a los actores involucrados, daño que podría
contrarrestar los beneficios de los datos totalmente abiertos6,10,82. En estos casos, que deberían
11
identificarse durante un proceso de compromiso previo al inicio del estudio, la limitación de la
distribución de los datos a investigadores calificados, quienes acepten analizarlos únicamente con
el fin de reevaluar los resultados del estudio, debería formar parte del plan de investigación inicial.

Cuando los datos no se ponen totalmente a disposición pública, la gestión y distribución de los
datos para reexaminar críticamente los resultados debe ser realizada por una organización con
experiencia para evitar el mal uso de los datos y sin interés en los resultados de la investigación.
Se ha sugerido que los actores involucrados, como los museos o los grupos indígenas, podrían
encargarse de gestionar la distribución de los datos a los investigadores tras su publicación10,13,15,83.
Sin embargo, no es compatible con la ética profesional que los investigadores participen en un
estudio donde los interesados en los resultados de la investigación puedan negar el acceso a los
datos a investigadores calificados cuyo objetivo sea reexaminar críticamente las cuestiones
contempladas en el acuerdo de investigación original. Existen mecanismos establecidos para
garantizar la distribución de datos no totalmente públicos a los investigadores que soliciten
utilizarlos con fines de reexamen crítico. Por ejemplo, los datos podrían ponerse a disposición a
través de un repositorio que compartiera los datos sólo previa solicitud formal y aprobación de un
comité de acceso a los datos, el cual determinará si la petición del solicitante satisface las
limitaciones de uso de los datos descritas en la publicación. Esto se realiza algunas veces con los
datos genómicos modernos para abordar las preocupaciones sobre privacidad a través de
mecanismos como los repositorios dbGaP o EGA84,85, aun con el inconveniente que el proceso de
adquisición de datos pueda ser lento78. Se están comenzando a establecer repositorios para datos
de personas indígenas que implican directamente a las comunidades en el almacenamiento y la
difusión de los datos10,13,81,86,87. Si bien ningún grupo interesado -incluidos los investigadores, los
representantes de las comunidades o los conservadores- debería controlar la distribución de los
datos a los investigadores que deseen reexaminar de forma crítica las cuestiones contempladas en
el acuerdo de investigación original, los repositorios de datos indígenas podrían desempeñar un
papel importante en el almacenamiento y la distribución de los datos para fines que van más allá
de los contemplados en el acuerdo de investigación original.

(5) Los investigadores deben comprometerse con los actores involucrados desde el comienzo de
un estudio y asegurar el respeto y la sensibilidad a las perspectivas de esos actores. Un proyecto

12
para generar nuevos datos de ADN antiguo puede ser iniciado por diversos actores involucrados,
entre las que se incluyen, aunque no exclusivamente, las comunidades locales, los arqueólogos,
los antropólogos, los genetistas o los conservadores, cualquiera de los cuales, o todos en conjunto,
pueden ser miembros del equipo de investigación si contribuyen académicamente al trabajo. En la
sección de agradecimientos de los trabajos se debe dar las gracias a otros actores involucrados y
consultados si consienten en ser nombradas. Los actores involucrados -incluidos los grupos del
lugar de origen de los restos humanos a estudiar- deben participar activamente en las discusiones
sobre el diseño del estudio, las preguntas de la investigación y si el proyecto científico debe seguir
adelante. Los investigadores deben aceptar una respuesta negativa si los actores involucrados no
apoyan colectivamente el trabajo que se está llevando a cabo15.

Una vez que hay consenso para seguir adelante, la ética científica profesional exige que los
investigadores puedan proseguir su trabajo hasta el punto de publicarlo sin requerir más
aprobación. La sugerencia de exigir que los manuscritos sean aprobados por grupos de actores
involucrados que no sean miembros del equipo de investigación antes de su publicación15,83 no es
factible, ya que los investigadores no pueden participar éticamente en un estudio en el que esto sea
obligatorio. El imperativo de la independencia científica, una vez que se inicia un estudio, no
significa que los investigadores deban publicar los resultados sin tener en cuenta las perspectivas
de los actores involucrados sobre las implicaciones de los datos. Es valioso invitar a las partes
interesadas a comprometerse con los resultados de la investigación añadiendo sus puntos de vista
o proporcionando comentarios críticos antes de la publicación, especialmente cuando los
resultados son sorprendentes y desafían las suposiciones previas. El compromiso continuo con
otros actores involucrados tras el inicio de un estudio constituye un mecanismo eficaz mediante el
cual los investigadores pueden abordar su obligación ética profesional de entender si informar un
resultado de una manera particular pueda causar daño. Si estas discusiones indican que un
resultado no puede compartirse de una manera que evite un daño significativo a un grupo de actores
involucrados, los investigadores no deben publicar dichos resultados.

Los investigadores deben estar disponibles para proporcionar actualizaciones periódicas y deben
comprometerse a devolver los resultados al finalizar el proyecto. Debe quedar claro desde el
principio cuáles son los posibles hallazgos del estudio, que los datos genéticos pueden ser
inconsistentes con otras formas de conocimiento y que, aunque los resultados de los análisis

13
científicos se comunican como producto académico, no desacreditan, disminuyen o reducen la
importancia de los conocimientos tradicionales y de las creencias profundamente arraigadas. Las
discrepancias entre los resultados de los análisis genéticos y otras líneas de evidencia deben ser
reportadas como elementos importantes de la naturaleza compuesta de la comprensión del pasado.

Los investigadores deben comprometerse a trabajar con los actores involucrados en esfuerzos de
divulgación que generen productos adicionales accesibles para las comunidades. Esto puede
implicar trabajar con colaboradores locales para traducir los resultados de los trabajos a las lenguas
locales30,35,36,88,89, desarrollar recursos educativos para niños90-93, producir folletos y otros impresos
para bibliotecas u otros centros comunitarios, o trabajar con museos para diseñar exposiciones.
Cuando sea pertinente, los investigadores deben contribuir a la formación y educación,
especialmente de los miembros de los grupos involucrados y de las comunidades locales4,15, y
deben estudiar la forma de mejorar el estado de conservación de las colecciones11. Esto puede
incluir el suministro de los recursos necesarios para participar en la generación, interpretación y
difusión de los datos, tales como el entrenamiento en la toma de muestras de restos humanos o en
técnicas de laboratorio, y el apoyo financiero para la formación continua o la participación en
reuniones profesionales. Es importante que los organismos que conceden financiamiento se
aseguren de asignar fondos suficientes para cubrir las iniciativas de generación de capacidad.

Promover la investigación ética del ADN en restos humanos

Como parte de su trabajo, los académicos también tienen una obligación más amplia: la de corregir
las distorsiones, por motivos ideológicos, de los resultados de la investigación. Tras la presentación
técnica de los datos en las publicaciones académicas, muchos estudios son resumidos por
periodistas o educadores científicos para su comunicación a un público amplio. Ha habido casos
de tergiversación periodística y gubernamental de los resultados de los estudios con fines políticos,
y los científicos tienen la obligación, cuando corresponda, de trabajar para corregir tales
interpretaciones erróneas66. Llegar al público puede incluir la redacción de ensayos y libros, y
contribuir a los medios sociales y documentales94-102.

Dado el abrumador apoyo a estas directrices entre los diversos participantes en nuestro taller,
anticipamos que la extensa comunidad dedicada a la investigación del ADN antiguo también

14
apoyará estos principios, y sugerimos que podrían formar una base para las directrices oficiales de
las revistas, las organizaciones profesionales y los organismos que concedan apoyos financieros
en el futuro.

Cuadro 1 - Cinco directrices de aplicación mundial para la investigación del ADN en restos
humanos

(1) Los investigadores deben asegurarse que se hayan cumplido todas las normas de los lugares en
donde trabajan y de donde proceden los restos humanos.

(2) Los investigadores deben preparar un plan detallado antes de comenzar cualquier estudio.

(3) Los investigadores deben minimizar el daño a los restos humanos.

(4) Los investigadores deben garantizar la disponibilidad de los datos luego de su publicación para
permitir un reexamen crítico de los hallazgos científicos.

5) Los investigadores deben comprometerse con los actores involucrados desde el comienzo de un
estudio y asegurar el respeto y la sensibilidad a las perspectivas de esos actores.

15
Traducción de este artículo a más de veinte idiomas
Este artículo fue revisado en inglés y está disponible sin restricciones. Los autores prepararon
traducciones completas a más de veinte idiomas, entre ellos afrikáans, alemán, árabe, catalán,
chino, cingalés, croata, español, francés, hebreo, hindi, húngaro, japonés, portugués, punjabi, ruso,
sueco, swahili, tamil, turco, urdu y xhosa, y las han puesto a disposición en figshare.com.

Agradecimientos

Los participantes del taller sobre la ética en la investigación del ADN antiguo del ADN antiguo
que son autores de este trabajo agradecen a muchos otros colegas que mejoraron este artículo a
través de discusiones y comentarios críticos. Para garantizar el acceso abierto, los autores han
aplicado una licencia pública de copyright CC BY a cualquier manuscrito aceptado por el autor
que surja de esta presentación. C.J.F. agradece el apoyo del Australian Research Council
Discovery Project DP160100811. V.G. agradece el apoyo de la Fundación Nacional de
Investigación (NRF) de Sudáfrica; las opiniones expresadas y las conclusiones a las que se llegó
son de los autores y no se atribuyen necesariamente a la NRF. M.O. agradece el apoyo del
Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico con la subvención
302163/2017-4 y de la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo con la subvención
2018/23282-5. P.S. agradece al Instituto Francis Crick (FC001595) de Cancer Research UK, del
Consejo de Investigación Médica del Reino Unido y de Wellcome Trust. V.S. agradece el
financiamiento de Alon Fellowship. M. Soresssi agradece el apoyo de la subvención VI.C.191.070
del Consejo de Investigación Holandés. A.S.-N. agradece la beca de investigación János Bolyai de
la Academia de Ciencias de Hungría. K.T. recibió el apoyo de una beca J.C. Bose
(JCB/2019/000027), de SERB y CSIR, del Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno de la
India. C.W. agradece el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (ERC-2017-StG 804844-
DAIRYCULTURES) y de la Fundación Werner Siemens. Los autores adscritos a la Escuela de
Medicina de Harvard agradecen el apoyo de la John Templeton Foundation (6122) y del Howard
Hughes Medical Institute. Los autores de MPI Leipzig y MPI Jena recibieron financiamiento de la
Sociedad Max Planck y el Centro de Investigación Max Planck Harvard para la Arqueociencia del
Mediterráneo Antiguo.

16
Contribución de los autores

Todos los autores participaron en las discusiones y son enumerados por orden alfabético.

Conflictos de interés

Los autores declaran no tener conflictos de interés.

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25
International Journal of Bio-Anthropological Practice: 1 (2010) 000-0000

Detrás del consentimiento informado


Josefina M. B. Motti
Instituto Multidisciplinario de Biología Celular - CONICET - CICPBA
josemotti@yahoo.com.ar

“Las muestras se obtuvieron de cuerdo con la declaración de Helsinki”. Suena a


fórmula mágica que es necesario invocar: con ella presentamos nuestros trabajos y nadie
duda de su veracidad. Para el lector pasa a ser un acto de fe. En este ensayo intento
explicitar aquello que hay detrás de la frase: “Las muestras fueron obtenidas previo
consentimiento informado”. Una especie de apéndice que creo necesario como
complemento de otros trabajos donde no hay lugar para la reflexión sobre este punto. Y
ya que la obtención del consentimiento informado implica un diálogo, una relación
entre dos subjetividades, este trabajo se centra en explicitar al menos una de ellas: la
mía, ya que no me es dado acceder a la subjetividad ajena, por otra parte diversa, que
consistiría en una verdadera evaluación de la ética por detrás de la práctica.

Ser antropólogo biólogo respecta a la disciplina de moda que es


la genética, debemos tener cautela.
Soy antropóloga pero…. Pero La extremada cautela me
trabajo en genética molecular de conduce al mutismo.
poblaciones. Mi discurso continuaba Es así como estoy demediada, a
con una descripción de las maravillosas caballo entre las ciencias naturales y las
cualidades del ADN mitocondrial, hasta ciencias sociales; sin ser aceptada por
que alguien destacó y me hizo recordar ninguna de ellas, celosas de sus
que mi objeto de estudio no es el ADN respectivos campos. Fruto de la eterna
mitocondrial, sino las poblaciones de las indecisión, mi definición inicial se niega
cuales los linajes son sólo una a sí misma. Vamos a cambiarla: soy
característica que describo para poder antropóloga Y trabajo en genética
interpretarlas. El ADN funcionaba molecular de poblaciones.
como una especie de escudo, un arma
indiscutible con la cual presentarme: El trabajo de campo
nadie duda de las características del
ADN mitocondrial, pero hablar de Por suerte la práctica no sólo me
procesos de poblamiento es mucho más condujo hacia el perfeccionamiento de
arriesgado, requiere de asunciones, la caligrafía diminuta para el rotulado
presunciones, decisiones; todas ellas de tubos de 0,2 mililitros; sino que
propias de una verdadera ciencia, pero también pude experimentar el nunca
todas expuestas a la dura crítica, a la desprestigiado “trabajo de campo”.
discusión y, por supuesto, a la necesidad ¿Qué es el trabajo de campo para
de lidiar con aspectos éticos como el un antropólogo biólogo? En primer
riesgo constante de transformarnos en lugar, el viaje. No importa si es de 15
“censores de la indianidad” (Tamagno minutos o de 27 horas, sólo se llega al
dixit). Y sin olvidar las implicancias campo después de viajar. Y el campo
políticas de nuestros enunciados sólo es aquel lugar a donde uno no
constructores de verdad. Si saber-poder pertenece. En nuestro caso fue el
son dos caras de la misma moneda y el ambiente hospitalario. En seguida la
saber científico es reificado en todos los gente nos confundió con los médicos, a
medios y más especialmente en lo que eso ayudaron nuestros guardapolvos
blancos: necesarios para la
2 Motti / International Journal of Bio-Anthropological Practice: 1 (2010) 000-0000

manipulación de la sangre, se momento en que el otro se transforma


convirtieron en una suerte de “pase en sujeto-objeto de estudio. En nuestra
libre” que nos permitía atravesar puertas experiencia también hubo lugar para
restringidas al público, pero a su vez relaciones más igualitarias, ya que
provocaban el mencionado equívoco. Es trabajamos codo a codo con el personal
por eso que a menudo, en nuestra de los laboratorios en los hospitales.
presentación y explicación del trabajo Durante una semana compartimos
que estábamos realizando, incurríamos horarios, actuamos de oreja externa para
en la definición por la negativa: sus quejas institucionales, y sobre todo,
“nuestro trabajo no está relacionado con servimos para cortarles la rutina. Su
ninguna enfermedad, no somos colaboración fue clave en el éxito de
médicos”, Constantemente debíamos nuestras campañas y en la jerga
reforzar esa idea, pero no faltó quién, etnográfica podríamos llamarlos
ante mi explicación de la posibilidad de porteros o agentes locales (prefiero
estudiar el cromosoma “Y” en los recordarlos por sus nombres). El hecho
varones, respondiera: “¿Y eso es es que cuando ellos se enteraron de los
grave?” Debemos ser conscientes de objetivos de nuestro trabajo, también
que una imagen puede más que mil quisieron saber de dónde venían sus
palabras y un guardapolvo blanco dice ancestros por vía materna y/o paterna, y
mucho. se convirtieron, a su vez, en donantes,
Si nuestra forma de vestir influía así la línea comenzó a desdibujarse. Ya
en la aceptación de la gente, aún más lo no se trataba de una relación
hacía nuestra ubicación espacial: cuanto investigador-investigado, sino que el
más próximos estuviéramos al personal vínculo partía del interés mutuo. ¿Quién
hospitalario, más fácil se nos presentaba no quiere saber un poco más acerca de
el acceso al individuo. Incrementándose su historia? Afortunadamente nuestro
en gran medida la aceptación a tema de investigación tiene gran
participar. Es simple: la gente tiende a aceptación y nosotros prometimos una
confiar más en sus coterráneos. El devolución. La devolución de los
rótulo de “porteño”, que resultados fue en todo momento un
inevitablemente nos corresponde a aspecto fundamental en nuestro trabajo.
todos los nacidos en suelo bonaerense,
juega en contra. Un ejercicio clave fue La deuda
la desaceleración del discurso.
Sumamente difícil teniendo en cuenta De campaña… comprendí lo que
que nuestro espacio de trabajo consistía se siente ser un político en campaña:
en la línea de espera para la extracción siempre sonriendo, todos los chistes son
de sangre, momento en que bien graciosos y…. la deuda. La deuda de
podíamos servir como amenizadores del cumplir con la promesa de devolver los
tedio, preguntando por abuelos, resultados.
apelando a los recuerdos, pero todo Linaje materno proveniente de
antes de que llegue el turno. ¿Cómo América, de Europa u Oriente Medio, o
evitar hablar rápido? ¿Cómo de África; la variabilidad humana
desacelerar? En principio recordando simplificada a los fines de la
que en Mendoza “apuro” es sinónimo divulgación. Me consuelo pensando en
de “incomodidad”. lo que ya se ha dicho: es imposible
Si bien una característica abarcar a la verdad. La verdad es
intrínseca al trabajo de campo es la infinita, con sus infinitos detalles y uno
relación con “el otro” y esta relación es siempre incurre en la parcialidad.
inevitablemente desigual desde el
3 Motti / International Journal of Bio-Anthropological Practice: 1 (2010) 000-0000

Similares reflexiones me del proyecto. Mi argumento es que


provoca el tema del consentimiento tuvieron el derecho a decir que no, y
informado. El donante tiene que estar algunos lo ejercieron. Creo que ésa es la
informado acerca de los alcances y vara con la que debe medirse la
objetivos del proyecto en el cual va a franqueza del investigador al solicitar el
participar. ¿Qué hago? ¿Le pido que se consentimiento.
inscriba en la carrera de antropología,
curse y rinda sus 30 materias, luego Epílogo
continúe con el doctorado cumpliendo
con los 30 créditos en cursos varios? Nunca escribí en campaña para
¿Le paso la bibliografía? ¿Cómo no perder la magia. Siempre sentí que
explicar en unos cinco minutos lo que las palabras, con sus limitaciones,
me llevó tanto tiempo incorporar? El solidifican, estatizan, congelan y
gran dilema de la divulgación científica: encasillan momentos que al vivirlos son
simplificar sin reducir. Siempre me infinitos. El tiempo pasó y muchas
quedaré con la duda de qué tan bien cosas olvidé, pero no olvidé que en
comprendió la información y cómo la todos los lugares a donde fui me
interpretó. Como dije anteriormente, me trataron con cariño. Me ayudaron, no
es imposible acceder a la subjetividad sólo en lo laboral, sino también en lo
ajena que, por otra parte, no es una sino personal y estoy infinitamente
una por cada uno de los participantes agradecida.
TRABAJO ORIGINAL

Desafíos éticos asociados al estudio y


tratamiento de restos humanos en las
ciencias antropológicas en el siglo XXI

Ethical challenges associated with the


study and treatment of human remains
in anthropological sciences in the 21st
century
Kirsty Squires1* | Rocío García-Mancuso2, 3

1) Staffordshire University, Science Centre, Leek Road, Stoke-on-Trent, UK, 2) Consejo Nacional Científico y Tec-
nológico (CONICET), Argentina. 3) Cátedra de Citología, Histología y Embriología, Facultad de Ciencias Médicas,
Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina

Resumen
Los antropólogos biólogos y forenses se han vuelto cada vez más conscientes de los pro-
blemas éticos asociados a la investigación y la enseñanza con restos humanos. El proceso
de exhumación, el análisis y el almacenamiento de estos restos han sido el foco de atención
habitual tanto de profesionales como de los medios de comunicación. Además, debido al
REVISTA ARGENTINA DE surgimiento de nuevas tecnologías y metodologías, en las últimas décadas han aparecido
ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA una serie de preocupaciones adicionales. El objetivo de este artículo es destacar los desafíos
Volumen 23, Número 2
Julio-Diciembre 2021 éticos contemporáneos que enfrentan las ciencias antropológicas y aquellas involucradas
con el estudio y tratamiento de restos humanos en todo el mundo. A lo largo de este tra-
No se contó con financiamiento en este
trabajo bajo se exploran las características de las colecciones esqueléticas identificadas, la creación
*Correspondencia a: kirsty Squires.
School of Law, Policing and Forensics,
de instalaciones de tafonomía humana, el aumento del muestreo destructivo (con fines de
Staffordshire University, Leek Road, análisis biomolecular e histológico) y de la toma de imágenes digitales, así como el comercio
Stoke-on-Trent, ST4 2DF, UK. E-mail:
Kirsty.Squires@staffs.ac.uk de restos humanos. Las preocupaciones éticas asociadas con cada uno de estos desafíos se
examinan, teniendo en cuenta la historia reciente y la investigación contemporánea, desde
RECIBIDO: 22 Mayo 2020
una perspectiva global y, en particular en el contexto argentino. Finalmente, se detallan una
ACEPTADO: 28 Diciembre 2020 serie de recomendaciones con el objetivo de mejorar la conciencia ética y las prácticas en las
DOI: 10.24215/18536387e034 ciencias antropológicas sobre los puntos planteados a lo largo de este documento. Rev Arg
Antrop Biol 23(2), 2021. doi:10.24215/18536387e034
e-ISSN 1853-6387

https://revistas.unlp.edu.ar/raab
Palabras Clave: colecciones esqueléticas identificadas; muestreo destructivo; instalaciones
Entidad Editora de tafonomía humana; digitalización de restos humanos; comercio de restos humanos
Asociación de Antropología Biológica
Argentina

1
Abstract
Biological and forensic anthropologists have become increasingly aware of the ethical issues
associated with research and teaching involving human remains. The process of exhumation,
the analysis and the storage of remains have been the focus of regular attention from profes-
sionals and the media. Furthermore, due to the emergence of new technologies and method-
ologies, a number of additional issues have emerged over the past two decades. The aim of this
article is to highlight the contemporary ethical challenges that the anthropological sciences
and those involved in the study and treatment of human remains around the world are con-
fronted with. Throughout this article, the characteristics of identified skeletal collections, the
creation of human taphonomy facilities, the increase in destructive sampling (for biomolecular
and histological analysis) and the use of digital imaging are explored, as well as the trade of hu-
man remains. Ethical concerns associated with each of these challenges are examined from a
global perspective and within the Argentine local context. These issues are summarized taking
recent history and contemporary research into account. Finally, on the basis of the topics raised
throughout this article, a list of detailed recommendations is provided with the aim of improv-
ing ethical awareness and practice in anthropological science. Rev Arg Antrop Biol 23(2), 2021.
doi:10.24215/18536387e034

Keywords: identified skeletal collections; destructive sampling; human taphonomy fa-


cilities; digitization of human remains; human remains trade

Existen varias definiciones de ética que pueden ser aplicadas a la investigación en


antropología biológica y forense. El bioarqueólogo Berit Sellevold (2012, p. 141) la define
como “una filosofía o sistema de morales”, mientras que el filósofo Immanuel Kant destaca
que la ética es un principio o ley universalmente deseable (Blau, 2009). La ética, en tanto
aspecto de la moral, puede ser considerada como parte del fenómeno de la “producción
activa de la vida social por sujetos socialmente situados que operan en condiciones rela-
cionales, materiales y simbólicas históricamente engendradas” (Balbi, 2016, p. 47) y que
definen de manera provisional ciertas formas de comportamiento como aceptables o de-
seables. En este sentido, un punto particularmente pertinente es que las consideraciones
éticas en la investigación están, en gran medida, dictadas por factores políticos, legales,
históricos y culturales específicos para sociedades particulares (Fossheim, 2019). Así, lo
que una cultura considera inapropiado o antiético, es visto como una acción apropiada
por otras (p.ej., Halcrow et al., 2019; Huircapán, Jaramillo y Acuto, 2017). El concepto de
ética puede extenderse al ámbito de la antropología biológica y forense, ya que aquellos
que trabajan dentro de estas disciplinas deben superar complejas consideraciones cultu-
rales, políticas, ideológicas y legales, que están entrelazadas y hasta pueden contradecir-
se entre sí.
Tanto las guías de buenas prácticas (Advisory Panel on the Archaeology of Burials in
England, 2013, 2017; British Association for Biological Anthropology and Osteoarchaeolo-
gy, 2019a; Department of Culture, Media y Sport, 2005; Finegan et al., 2020; Fondebrider,
2020; International Committee of the Red Cross, 2017), como los códigos de ética (Ame-
rican Association of Physical Anthropologists, 2003; British Association for Biological An-
thropology and Osteoarchaeology, 2019b; World Archaeology Congress, 2019) y los códi-
gos deontológicos (Aranda, Barrientos y Del Papa, 2014) han sido utilizados en la antro-
pología biológica y forense como un intento de conducir a los investigadores a través de

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 2


la compleja red de problemas éticos asociados con la investigación de restos humanos.
Sin embargo, muchos están desactualizados y aún hay omisiones evidentes en aquellos
códigos de ética que han sido actualizados recientemente por las diferentes asociaciones
profesionales. Por ejemplo, la Declaración en Relación con la Ética del Estudio de Restos
Humanos de la Asociación de Antropología Biológica Argentina (2007) fue redactada en
virtud de numerosos reclamos relativos a la recuperación, exhibición y pedidos de resti-
tuciones de cuerpos humanos de origen indígena. Más tarde, se ampliaron estas consi-
deraciones y en 2011 se aprobó el Código Deontológico de la Asociación Argentina de
Antropología Biológica (Aranda et al., 2014) como un conjunto mínimo de normas éticas
para el estudio, conservación y gestión de restos humanos. Este código implica la obser-
vancia de la legislación vigente, la responsabilidad profesional y la adecuada justificación
de cualquier intervención sobre restos humanos, aunque no se contempló la utilización
de nuevas tecnologías ni la difusión de imágenes. De igual manera, la actualización re-
ciente del código de ética de la British Association for Biological Anthropology and Os-
teoarchaeology (2019b) no consideró la divulgación de imágenes de huesos humanos en
sitios web y redes sociales, ni su registro digital e impresión, ni el muestreo destructivo o
el comercio ilegal de tales restos. Este último es un importantísimo punto que se había
abordado en el Código de Ética de 2010 (British Association for Biological Anthropology
and Osteoarchaeology, 2010), pero no se ha actualizado, ni ampliado.
Estos temas han sido llevados a las mesas de debate contemporáneas a través de
casos de alto perfil y artículos de noticias en medios populares relacionados con repa-
triaciones (Arenas y Pinedo, 2005; Shariatmadari, 2019; Tallón, 2019), muestreos destruc-
tivos (Balter, 2017), digitalización de restos humanos (Turnbull, 2007) y desarrollo de co-
lecciones esqueléticas identificadas (Francisco, 2016; Romanello, 2019). Así también, el
creciente número de instalaciones de tafonomía humana (Herbert, 2018; Kirkey, 2019)
y el comercio de restos humanos (Etchenique, 2016; Hugo, 2016; Schwartz, 2019) se han
instalado como temas polémicos, aunque en Argentina, las principales discusiones y re-
planteos éticos que se han presentado en la comunidad científica, y que han reflejado su
impacto en los medios de comunicación y redes sociales, se relacionan con la extracción,
conservación y exhibición de restos humanos de origen indígena (Consejo Internacional
de Museos, 2019; García, 2019; Halperín, 2005). Estos desafíos éticos constituyen en la
actualidad una cuestión prevalente que necesita ser tratada por antropólogos biólogos
y forenses. Si bien algunos de estos asuntos no han sido abordados ampliamente en la
literatura publicada, se están convirtiendo en puntos de discusión entre los antropólogos
(Squires, Errickson y Márquez-Grant, 2019a).
El análisis y tratamiento de restos humanos afecta diversos grupos de individuos. En
primer lugar, involucra a los propios fallecidos. Considerando el respeto a sus sistemas
de creencias cada vez se pone mayor atención a cuáles son los derechos de los muertos,
particularmente en trabajos humanitarios en contextos forenses (Moon, 2014; 2019). En
segundo lugar, involucra a los sujetos vivos que están en estrecha relación con los indi-
viduos fallecidos. Entre éstos, puede mencionarse a las comunidades indígenas, quienes
tienen restos de sus ancestros alojados en museos, universidades y otras instituciones
semejantes (Endere et al., 2014; Fforde, McKeown y Keeler, 2020; Loveless y Linton, 2019).
En tercer lugar, los parientes de aquellos individuos cuyos sus cuerpos se encuentran
en colecciones identificadas o instalaciones de tafonomía humana (Henderson y Alves
Cardoso, 2018; Williams, Cassella y Pringle, 2019). Finalmente, puede afectar a la propia
comunidad científica dado que muestreos destructivos innecesarios llevan a la poten-
cial pérdida de valiosa información para generaciones futuras de investigadores (Squires,

K. SQUIRES Y R. GARCIA MANCUSO/REV ARG ANTROP BIOL 23(2), 2021. doi: 10.24215/18536387e034 3
Booth y Roberts, 2019). A su vez, conclusiones inadecuadas a partir de su estudio llevan
a la difusión de conocimiento que no está respaldado por una indagación rigurosa (Hal-
crow et al., 2018).
Este trabajo considerará los problemas actuales relacionados con la creación y curadu-
ría de colecciones esqueléticas identificadas, la fundación de instalaciones de tafonomía
humana, el muestreo destructivo, la digitalización y el creciente comercio de restos hu-
manos. El objetivo de este trabajo es resaltar cuestiones éticas clave dentro de las ciencias
antropológicas y, en particular, la antropología biológica y forense y proponer acciones
para superar estos desafíos. Con este manuscrito se espera demostrar tanto la necesidad
de un mayor diálogo entre los profesionales como la de actualizar los códigos de ética y
guías de buenas prácticas para abordar los temas aquí planteados.

Colecciones osteológicas identificadas

Las colecciones osteológicas identificadas son aquellas que están constituidas por restos
esqueletizados de individuos para los cuales también se conocen datos biográficos indivi-
duales (Alves-Cardoso, 2019). Este tipo de colecciones suelen ser llamadas colecciones de
referencia o colecciones documentadas y su importancia radica en que son fundamentales
para la generación y el testeo de metodologías de estimación de la edad y el sexo; algunas
también han permitido definir el diagnóstico de patologías específicas a partir de determi-
nadas lesiones esqueléticas (Henderson y Alves Cardoso, 2018). Dichas metodologías y diag-
nósticos son luego aplicables en restos arqueológicos y forenses, permitiendo la interpreta-
ción de características de sociedades del pasado o la resolución de casos judiciales. Aunque
en sus inicios las primeras colecciones tenían como interés principal registrar anomalías es-
queléticas, que además eran utilizadas para realizar comparaciones anatómicas entre pue-
blos de diversas regiones del mundo, hoy procuran representar la variabilidad poblacional
y permiten realizar importantes contribuciones a la antropología biológica (Santos, 2019).
Las colecciones de cráneos y esqueletos humanos con información documental aso-
ciada suelen incluir datos como el sexo y edad a la muerte, aunque en algunos casos
también conservan información como causa del fallecimiento, lugar de nacimiento, na-
cionalidad y hasta ocupación profesional. La constitución de colecciones osteológicas
documentadas comenzó temprano en el hemisferio norte; por ejemplo, Portugal (Santos,
2018) y Estados Unidos (Hrdlička, 1918) cuentan con colecciones constituidas a fines del
siglo XIX, pero este no fue el caso en otros países del mundo (para una reseña de las co-
lecciones mundiales ver Henderson y Alves Cardoso, 2018, Santos, 2019 y Ubelaker, 2014).
En Latinoamérica, se dieron a conocer una serie de colecciones identificadas a la au-
diencia internacional solo con el advenimiento del nuevo milenio, tales como: en Chile la
Colección Subactual de Santiago, Universidad de Chile (n = 1282) (Lemp Urzúa, Rodríguez
Balboa, Retamal Yermani y Aspillaga Fontaine, 2008); en Argentina, la Colección Lambre
(n = 445), Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata (Salceda et al.,
2009; 2012), y la Colección Chacarita, Universidad de Buenos Aires (n = 146) (Bosio et al.,
2012); además de otras colecciones actualmente en desarrollo (ver González y Aranda,
2019); en México, la colección de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad
Autónoma de Yucatán (n = 84) (Chi-Keb et al., 2013); en Colombia, la Colección Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (n = 600) (Sanabria-Medina et al., 2016);
también en Brasil se ha comenzado a informar sobre la existencia de este tipo de colec-
ciones en el marco de su utilización en investigaciones de antropología forense (Cunha et
al., 2018; Francisco et al., 2017).

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 4


Muchas de las colecciones identificadas de reciente formación en diferentes lugares
del mundo provienen de la excavación de espacios de inhumación en iglesias de los si-
glos XVII y XIX o de individuos fallecidos en instituciones hospitalarias cuyos familiares
no reclamaron los cuerpos. No obstante, la mayoría proviene de cementerios municipales
actuales (Santos, 2019). En estos casos su constitución está habilitada por legislaciones
locales, ya que la exhumación de aquellos cuerpos que han estado enterrados durante
una mayor cantidad de años es un proceso frecuente, principalmente en aquellos cemen-
terios pertenecientes a grandes conglomerados urbanos donde existe la necesidad de
reutilizar el espacio de inhumación. Previo a formar la colección es también es condición
necesaria notificar a las familias y esperar un tiempo para que reclamen los restos. Venci-
do ese período, la administración del cementerio tiene la autoridad para decidir sobre su
destino, sea el depósito en osario común o la cremación, o también se puede autorizar su
entrega para fines de enseñanza e investigación y pasar a constituir parte de una colec-
ción de referencia.
Las investigaciones que utilizan colecciones osteológicas identificadas deben conser-
var la anonimidad de los restos individuales (Henderson y Alves Cardoso, 2018), de modo
que sobre las colecciones se aplican los mismos lineamientos bioéticos de las investiga-
ciones biomédicas (Organización Panamericana de la Salud y Consejo de Organizaciones
Internacionales de las Ciencias Médicas, 2016) y los proyectos de creación de este tipo
de colecciones, o de investigación sobre las mismas, deben contar con la aprobación de
comités de bioética locales (Bosio et al., 2012; Salceda et al., 2009). Sin embargo, esto
no significa perder referencia individual ni la información referente a la manera en que
los cuerpos ingresaron a la colección (de la Cova, 2019). Las guías de buenas prácticas y
códigos de ética que se utilizan en la antropología biológica y forense destacan el trato
respetuoso en la investigación de restos humanos y también deben considerarse las pau-
tas del Consejo Internacional de Museos (2017), dado que los procesos curatoriales son
semejantes a aquellos allí aplicados.
Las colecciones identificadas pueden estar en permanente crecimiento en la medida
que se mantenga vigente la legislación y los curadores de la colección estén interesados
en su ampliación. Este es el caso de la Colección Dart iniciada a principios de la déca-
da de 1920, en Johannesburgo (Sudáfrica) (Dayal et al., 2009), la cual está modificando
su composición, ya que hasta fines del siglo XX los cuerpos se obtenían principalmente
de aquellos individuos no reclamados y actualmente solo incorporan cuerpos que fue-
ron donados y/o legados a través de un consentimiento previo, lo que dio inicio a una
transición ética en la adquisición de cuerpos para estudio (Kramer, Hutchinson, Brits y
Billings, 2019). Asimismo, actualmente están siendo estudiados los contextos de creación
de las colecciones esqueléticas, poniendo de manifiesto las situaciones de marginalidad
y violencia estructural que permitieron el acceso a los restos de individuos fallecidos para
estudios anatómicos (de la Cova, 2019).
Una mención especial merecen las colecciones esqueléticas de los museos fundados
hacia fines del siglo XIX y principios del XX en Sudamérica, cuya constitución se llevó a
cabo en el contexto de la avanzada militar del Estado Nación y que cuentan con restos
humanos identificados (Farro, 2009). En Argentina, la constitución de estas colecciones
estuvo impulsada por directivos de instituciones científicas en colaboración con miem-
bros del Ejército y en contextos de violencia como enfrentamientos, prisión y reduccio-
nes (Podgorny, 2019; Tolosa y Davila, 2016). En muchos casos, los restos permanecieron
como parte de las colecciones de diferentes instituciones y fueron exhibidos en museos.
Actualmente, los restos ya no son exhibidos (Sardi, Reca y Pucciarelli, 2015) y están siendo

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reclamados (Huircapán et al., 2017) y restituidos a las comunidades de origen (Ametrano,
2015a; Berón, Pegoraro y Correa, 2019), lo que se enmarca en la toma de decisiones insti-
tucionales que responden a los nuevos desafíos del tratamiento de restos humanos indí-
genas instruidos por la legislación vigente (Ley Nacional 25.517, 2001) (García-Mancuso,
Plischuk, Desántolo, Garizoain y Sardi, 2019; Sardi, 2011; Stella, 2017).
Las restituciones de restos humanos en Argentina comenzaron a partir de reclamos
respecto de individuos identificados. La primera requirió de una Ley de Repatriación que
se dictó en 1991 (23.940/91) y ordenó la restitución del cacique tehuelche Inakayal a Tec-
ka, Chubut (Argentina) (Endere, 2011; Endere y Ayala, 2012). Fue necesaria una profunda
serie de reformas legales (Endere, 2014) y modificaciones en las políticas institucionales
hacia las restituciones, para que se atendieran los reclamos en el marco legal y se con-
tribuyera en el reconocimiento de los contextos de violencia en los que se obtuvieron
restos humanos que constituyen las colecciones de estudio. Un intenso diálogo entre las
comunidades y las instituciones científicas se consolidó incluyendo múltiples voces como
los representantes de las comunidades indígenas, directores de museos, grupos autocon-
vocados y asesores (Ametrano, 2015b; Sardi y Ballestero, 2017).
Un último aspecto ético a considerar respecto de las colecciones identificadas está
relacionado con el hecho de que en la mayoría de las colecciones los individuos no dieron
su conformidad para que sus restos fueran estudiados por científicos (ej. de la Cova, 2019;
Hunt y Albanese, 2005; Rocha, 1995). A diferencia de algunas colecciones identificadas
más recientes que incluyen restos de personas que efectivamente donaron sus cuerpos
a la ciencia (ej. Kramer et al., 2019; Perreard Lopreno, 2006). Si bien en algunos países la
legislación permite el uso para la investigación, docencia y exhibición de cuerpos no re-
clamados y sobre los que no se cuenta con la autorización por parte del fallecido en vida
o sus familiares (Alves-Cardoso, 2019; Squires, Errickson y Márquez-Grant, 2019b), esto
no se corresponde con las pautas éticas bioantropológicas que requieren el consenti-
miento (p.ej., American Association of Physical Anthropologists, 2003; World Archaeology
Congress, 2019). En este sentido, es importante que los investigadores y curadores docu-
menten claramente si los esqueletos que están estudiando o almacenando pertenecían
a personas que dieron su aprobación para que su cadáver se utilizara de esa manera. Esta
distinción conducirá a una mayor transparencia dentro de la bioantropología y el sector
del patrimonio y también generará una mayor consciencia respecto de los deseos de los
muertos y sus descendientes entre quienes manipulen restos humanos en colecciones
identificadas (Winkelmann, 2016).

Instalaciones de investigación en tafonomía humana

El interés en el estudio de la descomposición de cadáveres humanos ha impulsado la


creación de instalaciones de tafonomía humana conocidas como "body farms". La prime-
ra fue creada en Estados Unidos, en la Universidad de Tennessee en Knoxville, en 1980
(Bytheway, Connor, Dabbs, Johnston y Sunkey, 2015) y a partir de entonces se han fun-
dado otras siete en el mismo país, una en Australia y una en los Países Bajos (Blau, 2017;
Christensen, Passalacqua y Bartelink, 2019). A pesar de las reacciones que puede provo-
car el uso de cuerpos humanos con fines de investigación en dichas instalaciones, este
es uno de los temas menos controvertidos que se tratan en este documento, ya que un
cuerpo puede ser utilizado si el sujeto (o su familia) ofrece el consentimiento antes de la
muerte. No obstante, han surgido múltiples preocupaciones en torno a su creación (para
un análisis más detallado sobre este punto, ver Williams, Cassella y Pringle, 2019).

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 6


Uno de los temas claves asociados con las instalaciones de tafonomía humana es la
replicabilidad de los resultados. Sumado al hecho que los números muestrales de los ex-
perimentos son muy pequeños, cada donante es único en términos de su peso, altura y
estilo de vida (p. ej. dieta, hábitos de bebida y tabaco, salud y uso de medicinas); además,
otras variables como el clima, el tipo de suelo y de animales carroñeros presentes en el
lugar, obstaculizan aún más la precisión de los resultados y vuelven prácticamente impo-
sible repetir el ensayo (Matuszewski et al., 2020). La combinación de estos factores obliga
a replantearse aspectos éticos vinculados a la utilización de restos humanos en experi-
mentos tafonómicos, dado que se cuestiona tanto la validez de los resultados generados
a partir los experimentos, como su contribución a nuestra comprensión de la tafonomía,
ya que no está claro si es superadora de la información que provee la utilización de aná-
logos faunísticos (típicamente porcinos) (Black, 2017).
La creación de instalaciones dedicadas a estudios tafonómicos que incluyen la experi-
mentación sobre restos humanos no es un tema de debate actual para los profesionales
en arqueología y antropología forense en Argentina. En cambio, ha sido frecuente el uso
de carcasas animales en estudios tafonómicos y experimentales (ej. Gordón y Bosio, 2012,
Gutiérrez et al., 2018) y también en estudios de procesos de colonización cadavérica (ej.
Aballay, Murúa, Acosta y Centeno, 2008). En el contexto local, la manipulación de cadáve-
res es un tema particularmente sensible que ha conducido a profundos debates éticos en
nuestra sociedad, tanto los restos de tiempos de la constitución del Estado-Nación (como
mencionamos en el apartado anterior), como los desaparecidos durante la Dictadura
cívico-militar (Salado y Fondebrider, 2008). En tiempos más recientes, algunas morgues
regionales fueron acusadas de presentar serios problemas en su documentación (Escobar
y Prósperi, 2014; Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, 2016).
Actualmente existen organizaciones que llevan adelante propuestas para la funda-
ción de estas instalaciones en muchos países del mundo, y las discusiones se encuen-
tran particularmente avanzadas en Canadá (Cardwell, 2019) y Gran Bretaña (Williams et
al., 2019). Por este motivo es importante que se adopten lineamientos éticos universales
y códigos deontológicos globales que definan como mínimo cuales son las formas de
adquisición de cuerpos, los procedimientos operativos de laboratorio, los protocolos de
recopilación de datos y las formas de comunicación respecto del funcionamiento de las
instalaciones y la difusión de las investigaciones (Black, 2017; Bytheway et al., 2015). Aun-
que la creación de este tipo de establecimientos está condicionada por las legislaciones
locales donde se pretenda su ubicación, los principales determinantes estarán dados por
cuestiones culturales, religiosas y diferentes trayectorias sociales y políticas. Si este tipo
de establecimientos van a convertirse en la norma dentro de los estudios tafonómicos,
los antropólogos forenses deberán además, justificar su creación y demostrar claramente,
en investigaciones revisadas por pares, que los análogos faunísticos no son substitutos
adecuados que permiten ampliar nuestra comprensión de la descomposición y la tafono-
mía humanas.

Muestras destructivas

La morfoscopía y la osteometría son formas de análisis tradicionalmente empleados


por los antropólogos biólogos y forenses para crear perfiles biológicos de individuos fa-
llecidos. Sin embargo, algunas preguntas planteadas en el marco de una investigación no
pueden ser respondidas mediante la sola utilización del análisis macroscópico sin inter-
vención sobre los restos. En los últimos treinta años hubo un incremento exponencial en

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el uso de formas invasivas de análisis para responder preguntas relativas a la movilidad,
dieta, parentesco, salud y enfermedad y procesos tafonómicos postdeposicionales. Las
técnicas como los análisis biomoleculares (ej. análisis de isótopos estables y ADN), data-
ción radiocarbónica y análisis histológico, requieren un muestreo destructivo que plantea
preocupaciones éticas sobre la preservación de la integridad de los restos esqueléticos
humanos para las generaciones futuras.
En muchas ocasiones la realización de muestreos innecesarios y costosos pueden ser el
resultado de la falta de diálogo y colaboración entre bioarqueólogos, antropólogos biólogos,
genetistas y arqueólogos biomoleculares. Por ejemplo, los bioarqueólogos son esenciales
en proyectos que involucran el estudio de restos humanos dado que están formados para
identificar lesiones patológicas y generar perfiles biológicos. Sin embargo, se han realizado
estudios con muestreos destructivos que terminaron en análisis superfluos y conclusiones in-
adecuadas, todo lo cual pudo evitarse de haber convocado a bioarqueólogos o especialistas
en antropología biológica (ver p.ej., Bhattacharya et al., 2018; Halcrow et al., 2018). Del mismo
modo, el uso de técnicas biomoleculares para confirmar observaciones osteológicas como la
determinación del sexo (Hedenstierna-Jonson et al., 2017), y análisis exploratorios carentes de
objetivos específicos claros agregan poco a nuestra comprensión del pasado (ej. Hershkovitz
et al., 2008; Wilbur et al., 2009).
Para evitar esos problemas, la observación macroscópica siempre debe ser realizada antes
que las técnicas biomoleculares. Por lo tanto, se recomienda que los resultados osteológicos
sean verificados por dos antropólogos biólogos, ya que esto aumentará la precisión y la con-
fianza en los resultados generados a través de los análisis. Esta aproximación es realizada por
odontólogos forenses, quienes por norma trabajan en parejas para asegurarse que la obser-
vación y registro sean precisos, detallados, completos y asentados de manera estandarizada
(Berkerta, James y Lake, 2011). Si esto no fuera posible, los antropólogos biólogos deberían
seguir los procedimientos de los antropólogos forenses. En el caso que el antropólogo foren-
se esté trabajando solo, debe verificar que todas las observaciones morfoscópicas y osteomé-
tricas sean correctas antes de proceder con el muestreo destructivo y los resultados y conclu-
siones deben verificarse analizando los restos una última vez antes de divulgar información
sobre un caso (Interpol, 2018).
En los últimos años han surgido inquietudes sobre el consentimiento y los permisos ne-
cesarios para tomar muestras esqueléticas para análisis destructivos (Advisory Panel on the
Archaeology of Burials in England, 2013; Henderson, 2007; O’Rourke, Hayes y Carlyle, 2005;
Tarlow, 2006). En ocasiones, los practicantes de algunas religiones y los grupos indígenas se
oponen al muestreo destructivo y a cualquier análisis microscópico o biomolecular (Squires et
al., 2019). Esto es particularmente pertinente cuando los científicos quieren llevar adelante un
análisis de ADN en restos de miembros de grupos indígenas, ya sea individuos recientemen-
te fallecidos o restos esqueléticos pertenecientes a museos o universidades (Jones y Harris,
1998; O’Rourke, et al., 2005; Walsh-Haney y Lieberman, 2005). En todos los casos se requiere
un diálogo abierto entre grupos indígenas y religiosos, curadores y científicos para garantizar
que se respeten las creencias de los vivos y los fallecidos (Colwell, 2017; ENOTPO, 2014).
La toma de muestras para análisis microscópicos y biomoleculares no debería aplicarse
en aquellos casos donde los resultados esperados respondan únicamente a la curiosidad de
los investigadores, sino solo para responder preguntas muy específicas y donde sean infor-
mativos en debates actuales. Esto puede referirse tanto a ampliar el conocimiento respecto
de movimientos de poblaciones antiguas (ej. Nakatsuka et al., 2020), como a la identificación
individual de los restos esqueléticos alojados en museos (ej. Dahinten et al., 2020) o a futuras
investigaciones sobre restos individuales que serán repatriados y sepultados (para los que

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 8


se solicita el consentimiento siempre que sea posible) (ej. Márquez-Grant, 2020). Cuando las
muestras fueran tomadas de restos que se encuentran depositados en instituciones acadé-
micas o museos, los consentimientos y autorizaciones provienen de las propias instituciones
(Crespo, Dejean, Postillone, Lanata y Carnese, 2010); aspecto que amerita una pronta revisión
en colaboración con las partes interesadas.
En Argentina, el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Origina-
rios ha trabajado en la instrumentación de un protocolo de consulta previa, libre e informada
a los Pueblos Originarios para todo aquel que pretenda desarrollar una acción que afecte a los
pueblos y/o sus territorios (ENOTPO, 2014). La participación de miembros de las comunidades
y profesionales de diferentes asociaciones científicas ha logrado resultados dispares (Ende-
re et al., 2014). Además, debe tenerse en cuenta que, aunque las legislaciones nacionales y
provinciales definen qué puede o no puede hacerse dentro del marco legal específico, estas
pueden entrar en contradicción entre ellas (Endere, 2018; Rodríguez, 2013).
En la provincia de Chubut, la recuperación de material de sitios arqueológicos, se encuen-
tra reglamentada por la Ley Provincial V Nº160 (2018) que define un protocolo de tratamiento
de los restos humanos arqueológicos explicitando, tanto la creación de una comisión para su
resguardo y preservación, como los procedimientos para la verificación y trabajo de campo,
involucrando tanto profesionales, como veedores referentes de los grupos indígenas locales.
Esta legislación fue elaborada en conjunto por la Secretaría de Cultura, el poder Judicial, cien-
tíficos del Centro Nacional Patagónico (arqueólogos y antropólogos biólogos), la Dirección de
Asuntos Indígenas y representantes de comunidades originarias. A su vez, dicha reglamenta-
ción es producto de años de trabajos de rescate requeridos a partir de frecuentes hallazgos
fortuitos de restos humanos en la región y que se tramitaron en diálogo con las comunidades
locales, quienes incluso solicitaron la no intervención de los profesionales por considerarlas
profanaciones (Gómez Otero, 2011). Existen otros casos también en que las comunidades han
solicitado explícitamente la participación de profesionales para la recuperación y estudio de
restos (Fabra y Zabala, 2019a; 2019b; Salceda, Desántolo y Plischuk, 2015), dando lugar a es-
pacios de creación de nuevas historias en el marco de la emergencia indígena (Fabra y Zabala,
2019a; 2019b). Cualquiera de estos casos demuestra que, a pesar de las tensiones, los proble-
mas relacionados con los aspectos prácticos, culturales e ideológicos de la ética del muestreo
pueden superarse cuando hay un diálogo activo entre todos los interesados.
Se necesita mayor transparencia en las publicaciones respecto de la ética de los
muestreos destructivos y sus análisis asociados. Los científicos que utilizan estas técni-
cas deberían afirmar que han buscado a la aprobación ética para todos los resultados
de la investigación; sin embargo, actualmente esto es raro (p.ej., ver Carroll y Squires,
2020; Crowder, Montgomery, Filipek y Evans, 2020). De hecho, debería ser un prerre-
quisito (similar a lo que ocurre en revistas médicas) al publicar en revistas dedicadas a la bio-
arqueología, antropología biológica y forense (Aranda et al., 2014; Squires et al., 2019a). Los
cambios en los requerimientos para la publicación demostrarán que quienes trabajan en es-
tos campos de investigación toman en serio las consideraciones éticas. Por otro lado, también
es necesario aumentar el número y fortalecer la profesionalización de los comités de ética en
investigación que otorgan la aprobación ética de los proyectos y muestreos que luego son
solicitados para la publicación.

Digitalización de Restos Humanos

El rápido desarrollo de las tecnologías digitales ha facilitado nuevas formas de registrar


y analizar restos humanos y hay un aumento en la utilización de imágenes por bioarqueó-

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logos, antropólogos biólogos y forenses y curadores de museos. Las imágenes digitales son
creadas escaneando restos humanos con tecnología de scanner laser o tomografías. Las
imágenes 3D resultantes permiten a los especialistas llevar adelante varios análisis (ej. medi-
ciones) sin tener que manipular físicamente los restos. También se pueden usar en procesos
judiciales (Errickson, Thompson y Rankin, 2014) o como medios de participación pública,
tanto en línea (Digitised Diseases, sf) como en exhibiciones de museos (Smith y Hirst, 2019).
La presión para repatriar restos humanos se ha incrementado en las últimas tres décadas.
Aquellos que trabajan en bioarqueología plantean inquietudes sobre la pérdida de infor-
mación una vez que los huesos son repatriados y vueltos a enterrar; por lo que la creación
de registros digitalizados permanentes (ej. imágenes digitales y réplicas tridimensionales de
dichas imágenes) son vistas como una posible solución (Clegg, 2020). Sin embargo, surgen
preocupaciones éticas sobre el uso de imágenes digitales, particularmente entre los grupos
indígenas. Uno de esos casos tuvo lugar en noviembre de 2006, cuando el Centro Aborigen
de Tasmania pidió la repatriación de 17 indígenas tasmanianos que estaban almacenados
en el Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido). El museo repatrió dichos indivi-
duos, pero antes generó información a través de imágenes digitales y análisis moleculares
(Turnbull, 2007). Si bien esto puede ser de valorado por generaciones futuras interesadas en
estudiar los orígenes y la diversidad humana, no se respetaron los requerimientos explícitos
del Centro Aborigen de Tasmania de no obtener imágenes digitales, ni realizar análisis mole-
culares sobre los restos (Turnbull, 2007). A pesar de esto, hay otros casos en los que quienes
trabajan en el sector de patrimonio arqueológico y bioantropológico han colaborado exito-
samente con grupos indígenas en Canadá y Nueva Zelanda (Brown y Nicholas, 2012; Resta,
Roy, de Montano y Christal, 2003). Estos ejemplos demuestran que la gestión conjunta de la
imagen digital de restos humanos puede ser beneficiosa para todos los interesados. De más
está decir que una mayor consideración e intercambio con los grupos indígenas es esencial
para crear registros digitales. No debemos favorecer nuestro deseo de crear imágenes digi-
tales permanentes de los muertos sobre las cosmovisiones y creencias de otras sociedades,
comunidades de descendientes o familias.
Actualmente en Argentina existe una tendencia hacia la digitalización y varios proyectos
en desarrollo se enfocan en colecciones arqueológicas (Izeta y Cattáneo, 2016). Respecto de
los restos humanos, la producción de imágenes digitales se restringe a aquellos que están
siendo utilizados en investigación, previo a la realización de un muestreo destructivo y, en
el Museo de La Plata, a restos que van a ser repatriados con el expreso consentimiento dado
por los representantes de la comunidad (Marina Sardi y Mariano Del Papa, comunicación
personal, 11 de mayo de 2020). Las principales limitantes por las cuales no se ha avanzado
en un mayor número de digitalizaciones de restos humanos son: la necesidad de tecnología
para el relevamiento digital, el alto costo en tiempo y recursos humanos necesarios para su
implementación y a las restricciones legales para su posterior difusión y eventual uso com-
partido con fines científicos (González y Béguelin, 2013). Sin embargo, la disminución de los
costos y el aumento de la disponibilidad de los instrumentos de digitalización, así como la
tendencia hacia una ciencia más abierta y accesible nos obligan a pensar en otras cuestiones
éticas de su aplicación.
La producción y reproducción de imágenes digitales de restos humanos y sus réplicas 3D
asociadas también nos plantean preguntas sobre la “propiedad” de tales piezas. En el pasado,
la institución a cargo de los restos y los especialistas que produjeron dichas imágenes fueron
consideraros los propietarios (Scott, 2018; Smith y Hirst, 2019). Sin embargo, se prestó menor
atención a los descendientes y grupos indígenas que podrían, en efecto, reclamar su propie-
dad de dichas imágenes dada su relación con el fallecido. En Argentina existe un conflicto

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 10


entre las leyes patrimoniales y los derechos de los pueblos indígenas (García-Mancuso et al.,
2019; Sardi, 2011). La problemática vinculada a la propiedad de las comunidades indígenas
sobre el patrimonio cultural quedó expresada en la Declaración de Río Cuarto (2005). Este es
un tema cuyo abordaje es complejo, dado que en museos, archivos y colecciones la tenencia
de la propiedad material no implica la que puedan disponer de ella libremente (p.ej. tomar
imágenes digitales de restos humanos o realizar muestreos destructivos).
La digitalización en sí misma no está contemplada en ninguna ley que se refiera a restos
humanos en Argentina. Los problemas legales relacionados con el patrimonio y los restos
humanos aún deben abordarse antes de que se lleven a cabo discusiones en profundidad
sobre la digitalización de restos humanos. La Ley Nacional 25.197 (1999), entiende por “bienes
culturales”, a todos aquellos objetos, seres o sitios que constituyen la expresión o el testimonio
de la creación humana y que tienen un valor arqueológico, histórico, artístico, científico o téc-
nico excepcional. A su vez, la Ley Nacional 25.743 (2003) establece que el patrimonio arqueo-
lógico son las cosas muebles e inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que puedan
proporcionar información sobre los grupos socioculturales que habitaron el país, y otorga a
universidades y entidades científicas, la protección, preservación y control del patrimonio ar-
queológico y paleontológico. Esta última legislación, a su vez, ha evidenciado dificultades en
su aplicación, lo que lleva a reflexionar sobre la necesidad de ser actualizada (Endere, 2018).
Solo la Ley Nacional 25.517 (2001) menciona abiertamente a los restos mortales de aborí-
genes y dispone que deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o co-
munidades de pertenencia que lo reclamen y también, en su Artículo 3, sanciona que toda
investigación científica que involucre su patrimonio debe contar con el consentimiento ex-
preso de dichas comunidades. La legislación nacional considera los restos humanos como
parte del patrimonio y convierte a los muertos en objetos, y luego delega dicho “patrimonio”
en la ciencia y en las comunidades en diferentes normativas (Rodríguez, 2013). Los cuestion-
amientos referidos al tratamiento de los restos mortales y las contradicciones en el marco
regulatorio forman parte de los desafíos éticos actuales que requieren reflexión.
Esta discusión necesita ser planteada entre bioarqueólogos, profesionales involucrados
en temas de patrimonio y grupos indígenas. Sin embargo, hay otras preguntas que también
merecen discusión. Por ejemplo, ¿qué pasa si los restos humanos no pueden vincularse a un
grupo/s indígena/s o descendiente/s? ¿Los científicos tienen derecho a tomar imágenes digi-
tales de estas personas? ¿Deberíamos tratar estos restos y, de hecho, las imágenes de manera
diferente a aquellas en las que se conocen familiares? Existe una evidente falta de legislación
y directrices de mejores prácticas respecto de estos problemas. La colaboración global entre
todas las partes interesadas es esencial para que estas preguntas se aborden con éxito.

Comercio de restos humanos

Los restos humanos (en diferentes estados de completitud y preservación, p.ej., mo-
mificados o esqueletizados) y otros objetos hechos de tejidos humanos, provenientes
de contextos arqueológicos o etnográficos, han sido intercambiados por siglos (Eckstein,
2018; Spennemann, 2006). La British Association for Biological Anthropology and Os-
teoarchaeology (2017, p. 1) estipula que "[E]s éticamente objetable comerciar restos de
personas como objetos...". Esto es extremadamente difícil de regular, y se agrava aún más
por la falta de legislación sobre la “propiedad” y el comercio de restos humanos (Aranda
et al., 2014; British Association for Biological Anthropology and Osteoarchaeology, 2017;
Endere, 2018; Huffer, Chappell, Charlton y Spatola, 2019). Durante la última década, el au-
mento exponencial de las redes sociales ha facilitado la compra y venta de restos en todo

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el mundo (Huffer y Charlton, 2019; Huffer y Graham, 2017; Huffer et al., 2019) y, aunque las
compañías de redes sociales (como Facebook e Instagram) tienen términos de uso que se
espera que los usuarios acuerden, estos son vagos y generalmente estipulan tibiamente
la prohibición de cualquier actividad ilícita (Huffer y Charlton, 2019). Las investigaciones
de Huffer y Graham (2017) y Huffer et al. (2019) proporcionan evidencia de que quienes
hacen uso de las redes sociales ignoran estas reglas. Lo que, en parte, podría atribuirse
a las lagunas legislativas, a la falta de monitoreo de estas actividades y a la vaguedad de
los términos de uso (por ejemplo, estipulan que los usuarios deben estar familiarizados
con la legislación local y nacional, pero no se proporciona más información) (Huffer y
Charlton, 2019).
Huffer y Charlton (2019) han destacado que los vendedores y compradores frecuent-
emente hacen consultas abiertas en internet sobre la autenticidad de los restos. Luego,
solicitan a los distintos especialistas – bioarqueólogos, antropólogos biólogos y antrop-
ólogos forenses, entre otros – que identifiquen la diferencia entre restos humanos reales
y falsificaciones (Huffer y Charlton, 2019). Es imperativo que los especialistas no ayuden a
estos vendedores, sino que sigan los protocolos para informar tales consultas.
Desafortunadamente, en la actualidad no existe una ruta oficial para denunciar a los
comerciantes de restos humanos, ante las compañías de redes sociales. Por lo tanto, es
evidente que los representantes de dichas empresas deben trabajar más cerca de la jus-
ticia y las fuerzas de seguridad para desarrollar un sistema mediante el cual los usuarios
puedan informar fácilmente las actividades asociadas con este comercio ilícito.
En Argentina, la Ley Nacional 25.743 (2003) fue sancionada con el objetivo de detener
el saqueo de sitios arqueológicos y evitar el robo de colecciones por parte de cazadores
de tesoros (Endere y Ayala, 2012). La venta de bienes considerados patrimonio arqueo-
lógico y paleontológico es ilegal, y las provincias y Ciudad Autónoma de Buenos Aires
están facultadas para adecuar sus legislaciones en materia de infracciones y sanciones,
además, el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL)
es el organismo de aplicación nacional de dicha reglamentación y encargado del registro
de bienes arqueológicos.
Sin embargo, recientemente ha llamado la atención la falta de legislación penal que
considere la profanación o daños a los restos mortales de una persona (Negrete, 2018).
Dado que existe un vacío legal en cuanto a la comercialización de restos humanos, a nivel
nacional la penalización por robar un cadáver solo es atendible legalmente si involucra la
extorsión para su devolución (Ley N° 11.179, artículo 171, 1921). A su vez, aunque existen
normativas provinciales que consideran la profanación, estas imponen penas leves.
Las denuncias recientes por comercialización de restos humanos en Argentina han
tenido como foco principal casos relacionados con estudiantes de carreras universitarias
como medicina, odontología o kinesiología que los compran para apoyar sus estudios
en anatomía humana. Este comercio ilegal se centraliza en algunos cementerios locales
donde los sepultureros y empleados con acceso a los restos óseos son los vendedores
(Etchenique, 2016). Este comercio es un problema recurrente en ciudades universitarias y
ha provocado enormes inconvenientes en las inestables administraciones de los cemen-
terios de grandes municipios. Actualmente existen osteotecas universitarias y también
se realizan préstamos registrados para estudiantes en los cementerios, sin embargo, la
permanente variación en sus estructuras organizativas ha hecho que estas propuestas re-
sulten inconstantes y descoordinadas. Por lo tanto, es necesaria la creación de instalacio-
nes adecuadas que sean atendidas por personal responsable de regular la manipulación
de los restos, así como controlar su adecuado tratamiento y devolución.

DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 12


CONCLUSIONES

A pesar de que los antropólogos biólogos y forenses se están volviendo más proactivos en
términos de las problemáticas éticas de cada disciplina, todavía queda un largo camino por reco-
rrer. Es evidente que tanto los desafíos éticos emergentes como aquellos que llevan más tiempo
siendo discutidos deberían incorporarse a los códigos de ética y guías de buenas prácticas, sin
embargo, las organizaciones tardan mucho tiempo en realizar tales cambios y estos no ocurren
de manera regular. Este trabajo ha destacado los problemas éticos actuales que enfrentan los
bioarqueólogos y los antropólogos forenses. Las colecciones esqueléticas identificadas existen-
tes en varios países, como Argentina, Brasil, Colombia y Portugal, son enormemente valiosas, ya
que permiten probar la fiabilidad y precisión de las metodologías utilizadas por los antropólo-
gos. Sin embargo, las preocupaciones éticas relacionadas con la obtención de restos humanos
para fines de investigación están siendo planteadas y es necesario abordarlas.
El establecimiento cada vez mayor de instalaciones de tafonomía humana en todo el
mundo puede proporcionar algunas respuestas a preguntas sobre el intervalo post mortem
y los procesos tafonómicos. Sin embargo, los antropólogos deben asegurarse de que el uso
de tales instalaciones esté justificado sobre la base de una investigación científica sólida y
agotar otras vías de investigación antes de recurrir a este enfoque.
Los estudios biomoleculares (por ejemplo, análisis de ADN e isótopos) e histológicos, a
través del muestreo destructivo, permiten a los antropólogos responder preguntas que no
es posible atender solo con los métodos osteológicos tradicionales. Pero, cuando no hay
colaboración e intercambio entre los especialistas biomoleculares y los antropólogos surgen
problemas que pueden dar como resultado muestreos y análisis innecesarios, ya que algu-
nas preguntas pueden responderse mediante la evaluación morfoscópica y/u osteométrica.
En una línea similar, con demasiada frecuencia hay falta de diálogo y consulta entre quienes
emplean muestras destructivas e imágenes digitales y los miembros de grupos indígenas
y religiosos. Esto da como resultado relaciones tensas entre las partes interesadas y genera
desconfianza hacia la totalidad de la comunidad científica.
El comercio de restos humanos, finalmente, constituye un problema global que se ve
agravado por el crecimiento de las redes sociales y su utilización para transacciones comer-
ciales. Sumado a que estas empresas no explicitan sus términos de uso en cuanto a opera-
ciones de compra y venta en general, hay una importante falta de legislación tanto a nivel
local como global respecto del comercio de restos humanos; lo que a su vez plantea mayores
dificultades cuando se intenta impedir transacciones que involucren huesos individuales y
esqueletos humanos.
El respeto por aquellos que fallecieron, sus familias y comunidades y por sus sistemas
de creencias, identidades y deseos debe ser el centro de todos los trabajos que involucren
restos humanos. Sobre la base de las preocupaciones éticas planteadas en este documento
se hacen algunas recomendaciones prácticas en antropología biológica y forense:
❚ Las directrices éticas y los documentos de buenas prácticas en todo el mundo deben
actualizarse regularmente a la luz de los desafíos éticos actuales. La colaboración entre
bioarqueólogos, antropobiólogos y antropólogos forenses a escala mundial es esencial,
ya que esto garantizará que las pautas sean consistentes, lo que mejorará los estándares
éticos dentro de estas disciplinas;
❚ Las colecciones esqueléticas identificadas, constituidas, principalmente, por individuos
no reclamados, amparadas en el marco legal local, deberían formarse a partir del con-
sentimiento para la obtención de los restos logrando una transición ética, tal como está
ocurriendo en diferentes lugares del mundo. Así también, deberían darse a conocer los

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contextos de obtención de los restos que constituyen las colecciones y explicitarse cada
vez que sean estudiadas;
❚ Las instalaciones de tafonomía humana solo obtienen restos de individuos que firmaron
un consentimiento previo. Pero dado que la donación de cuerpos para investigación no
está legislada en todo el mundo, deberían convenirse una serie de pautas éticas comu-
nes desde las disciplinas interesadas. La eventual creación de este tipo de establecimien-
tos debe discutirse hacia el interior de cada sociedad ya que las diferentes trayectorias
sociales y políticas conducirán a favorecer o evitar su instalación;
❚ Antes de realizar un muestreo destructivo, sería beneficioso verificar los hallazgos osteo-
lógicos, ya sea por el mismo antropólogo o por un segundo antropólogo, lo que podría
evitar la destrucción innecesaria de restos óseos;
❚ Los científicos deben comenzar a informar en revistas académicas que se les ha otorga-
do la aprobación ética para la investigación que involucra muestreo destructivo, dicha
aprobación debe ser otorgada (previo a la ejecución del proyecto) por parte de las insti-
tuciones responsables de la guarda de los restos y también por las partes interesadas;
❚ Un mayor diálogo con los grupos indígenas es esencial para establecer los términos res-
pecto de muestreo destructivo de restos humanos (por ejemplo, para el análisis de ADN
e isótopos) y la producción, almacenamiento y difusión de imágenes digitalizadas y ré-
plicas 3D asociadas;
AGRADECIMIENTOS ❚ Las instituciones a cargo de la curaduría de imágenes digitales deben discutir abierta-
mente con familiares o comunidades sobre los posibles usos de las mismas solicitar el
Las autoras queremos agradecer a los
Dres. Marina Sardi y Mariano del Papa
consentimiento;
por la valiosa información brindada ❚ Se requiere una mayor cooperación y colaboración para evitar el comercio de restos hu-
durante la redacción del manuscrito manos en internet. Las empresas de redes sociales, la justicia, las fuerzas de seguridad y
y a los revisores anónimos por sus
los antropólogos deben trabajar juntos para desarrollar un medio eficiente para denun-
comentarios en la preparación de este
trabajo. Agradecemos al Dr. Hugo Pérez
ciarlo. Todas las partes necesitan tener una participación activa en términos de informar
Trejo por la lectura crítica del borrador incidentes, monitorear la actividad en línea y garantizar que los términos de uso sean
final de este manuscrito. claros y completos.

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DESAFÍOS ÉTICOS EN EL ESTUDIO DE RESTOS HUMANOS 22


UNIDAD 5
Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS

EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

Héctor Andreani

RESUMEN. Los trabajadores rurales migrantes estacionales (TRME) llamados comúnmente “go-
londrina”, viajan principalmente a la pampa húmeda para la des.orada (despanojado) de maíz,
pero también en otros tipos de trabajos (arándanos, papas, cebollas, aceitunas, desmonte, de -
senraizamiento, etc.) de otras regiones de Argentina. El maíz, la papa y el obraje son conside-
rados los tres trabajos más “duros” de todos, de los cuales vamos a enfocarnos en el des.ore
de maíz. Este trabajo será un “rodeo” para llegar a una imagen, recortada pero más nítida, so-
bre la lengua quichua. Describo el proceso vivido desde las sensaciones corporales y afectivas
―cercanas al sufrimiento y dolor― vividas por el etnógrafo (enero-febrero 2013) surgido en un
trabajo rural migrante estacional (TRME). La re.exividad sobre esas sensaciones ―siguiendo
la perspectiva metodológica de Favret Saada― permitió acceder a un universo sobre este tipo
de trabajo migrante y sobre el proceso de socialización masculina. Al interior de este universo
migrante estacional aparecen aspectos que en los estudios sociolingüísticos no serían relacio -
nados con los “usos de lenguas”. Este trabajo conjuga aspectos de lengua quichua, masculini -
dad, explotación laboral y una práctica discursiva-afectiva que denomino como picardía, pero
que todos se encuentran inherentemente con@gurados desde la dimensión de clase, aspecto
que será desarrollado en la descripción del proceso vivo.
Palabras clave: lengua quichua, masculinidad, clase, picardía, proceso vivo.

ABSTRACT. Rural seasonal migrant workers (TRME), commonly called “swallow”, travel mainly
to the humid pampas to work in the de.owering (detasselling) of corn, but also in other types
of work (blueberries, potatoes, onions, olives, clean the forest .oor, extract roots, etc.) in other
regions of Argentina. Corn, potatoes and “obraje” are considered the three toughest jobs. We
will focus on the de.owering of corn. This paper attempts to reach by other means certain so -
cial uses of the Quichua language. The process is described from a bodily point of view linked
to body sensations ―close to suFer and pain― experienced by the ethnographer (January-Feb -
ruary 2013) throughout a seasonal migrant rural labor (TRME). Re.exivity about those feel-
ings ―following the methodological perspective of Favret Saada― allowed access to a universe
on this type of migrant labor and the process of male socialization. Within this universe appear
migrant seasonal aspects which in sociolinguistic studies would be unrelated to the “use of lan-
guages”. This work combines aspects of Quichua language, masculinity, labor exploitation and
discursive-aFective practice I call which I refer to as playfulness (sometimes as trickstery), but
all are inherently con@gured from the class dimension, an aspect that will be developed in the
description of the living process.
Keywords: Quichua language, masculinity, class, trickstery, live process.

Signo y Seña, número 29, junio de 2016, pp. 103-129


Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
http://revistas.@lo.uba.ar/index.php/sys/index
ISSN 2314-2189

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 103


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

RESUMO. Os trabalhadores rurais migrantes temporários (TRME), comumente chamados “ando-


rinha”, viajam principalmente aos pampas úmidos para a desfolhada (despendoamento) do mi -
lho , mas também para outros tipos de trabalho (mirtilos, batatas, cebolas, azeitonas, remover
galhos, o desenraizamento, etc.) em outras regiões da Argentina. Milho, batata e obraje são
considerados os três trabalhos mais difíceis de todos, dos quais vamos pesquisar o desfolha-
mento do milho. Este trabalho pretende explorar, por outros meios, a língua quíchua. Nós des-
crevemos o processo de sensações corporais e afetivas ―sofrimento emocional e dor― vividas
pelo etnógrafo (janeiro-fevereiro de 2013), surgido em um trabalho rural migrante temporário
(TRME). Re.etividade sobre esses sentimentos ―de acordo com a perspectiva metodológica de
Favret Saada― permitiu o acesso a um universo com este tipo de trabalho migrante e o proces-
so de socialização masculina. Dentro desse universo migrante aparecem aspectos que nos es -
tudos sociolinguísticos não teriam relação com a “utilização das línguas”. Este trabalho combi-
na aspectos da masculinidade, do idioma Quíchua, exploração do trabalho e da prática discur -
siva-afetiva a qual denomino picardía, mas todos são inerentemente con@gurados a partir da
dimensão de classe, um aspecto que será desenvolvido na descrição do processo vivo.
Palavras-chave: língua Quíchua, masculinidade, classe, picardia, processo vivo.

Curte el sol el cuero del santiagueño / castiga, y se echa a reír


Demi Carabajal

Lo que me es comunicado, es solamente la intensidad con la que el otro es afectado


Jeanne Favret-Saada

1. INTRODUCCIÓN. Había preparado casi todo lo que ellos llevan, cuando via-
jan al des.ore el maíz. Ejercité mis manos para que se parecieran a las
manos de mis futuros compañeros de cuadrilla. Friccioné arena y tierra
para tener la piel reseca y dura (como la de tantos ex-alumnos del secun-
dario rural). Imaginaba ―y así fue― que el cabecilla o algún miembro de
la cuadrilla me iba a inspeccionar las manos para evaluar mi ingreso en la
cuadrilla de trabajo. Duelen muchísimo los puntazos en la espalda, las
manos, las piernas, además de que suceden numerosas torceduras, heri-
das en las manos por cortes con la hoja de maíz, la maldejada (retención
muy dolorosa del orín por efecto del calor), diarreas, vómitos, @suras y
fracturas en los tobillos (por los innumerables pozos de mulitas en el sur-
co) o la muñequiada. Y más de una vez aparece la muerte súbita de algún
trabajador, cosa que no presencié, pero las anécdotas, en los demás, se
tornaban numerosas. Mi principal escollo no era la voluntad de trabajo,
sino el cuerpo. La ausencia de alguno de estos factores (o presencia de
accidentes) afectaría mi rendimiento, complicaría la situación de la cua-
drilla entera, y comprometería seriamente la subsistencia de muchas fa-

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 104


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

milias. Mi miedo en el trabajo de campo (Garriga Zucal 2013) fue un in-


tenso miedo moral. Había una cierta coerción física que me fue imposible
eludir: esa sujeción atravesó todo el régimen de construcción de datos en
el campo.
Santiago del Estero posee una intensa historia de migración laboral (y
de expulsión poblacional) que se remonta a los tiempos coloniales, pre-
vios a la formación del Estado argentino. Desde la década de 70 hay una
fuerza de trabajo considerable al nuevo capital agroindustrial extractivo,
que fue siempre subregistrada ―con bajos salarios, críticas condiciones
laborales y subalternidad cultural― pero que ha generado ganancias side-
rales a los empleadores multinacionales en relación con el pago concreto
al trabajador migrante. Los trabajadores rurales migrantes estacionales
(TRME) llamados comúnmente golondrina, viajan principalmente a la
pampa húmeda para la des)orada (despanojado) de maíz, pero también
en otros tipos de trabajos (arándanos, papas, cebollas, aceitunas, desmon-
te, desenraizamiento, etc.) de otras regiones de Argentina. El maíz, la
papa y el obraje son considerados los trabajos más duros, de entre los
cuales vamos a enfocarnos en el des.ore de maíz.

Imagen 1: La cuadrilla vuelve de trabajar a las 19:30 hs,


después de 12 horas de trabajo intensivo de desore1.

Describo brevemente el procedimiento: cada integrante de la cuadrilla


toma un surco, extrae la .or a la planta hembra para que otra variedad

1 Las fotos fueron tomadas en terreno y tienen un @n ilustrativo.

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 105


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

macho la polinice. Se tarda entre 1 y 3 horas en recorrer cada surco. Al


llegar a la cabecera, se descansa 10 o 15 minutos, y luego se retoma por
el surco aledaño realizando la misma operación. Mientras esperan que en
un campo determinado aparezcan las .ores que no han nacido aún, los
peones toman otro predio. Son los ingenieros los encargados de indicar
que la actividad ha @nalizado. Una vez que @nalizan, los peones deben
limpiar el campo. Es decir, quitar los yuyos que estorbarían la tarea o las
llamadas plantas fuera de tipo (cf. Desalvo 2009, 131-132). Las plantas
pueden ser de 1,50 m o llegar hasta los 3 m, situación que es temida por
muchos trabajadores por las di@cultades del despanojamiento y el dolor
corporal que éste provoca.
Este trabajo será un “rodeo” para llegar a una imagen, recortada pero
más nítida, sobre la lengua quichua. Se trata de un cruce determinante
entre lengua nativa y trabajo migrante, porque congrega entre 35.000 a
50.000 trabajadores todos los años (Neiman 2009, Tasso y Zurita 2013),
lo cual sería un factor determinante (o no) para los usos bilingües (qui-
chua-castellano) que portan como comunidad. El locus desde donde des-
cribo es netamente etnográ@co: especialmente, el proceso vivido de las
sensaciones corporales y afectivas ―cercanas al sufrimiento y dolor― vi-
vidas por el etnógrafo (enero-febrero 2013) en este escenario. Mi objetivo
inicial fue explorar los usos bilingües (quichua-castellano) en cuadrillas
de trabajadores de Santiago del Estero, en un campo de la pampa húme-
da bonaerense (sur de Buenos Aires), contratados por la multinacional
Xgreen Mundial2. El punto de inicio y de llegada es la quichua (dicho así
por sus hablantes), pero no en su aspecto lingüístico sino en los usos den-
tro de una trama social determinada.
Al interior de ese universo aparecen aspectos que no serían relaciona-
dos con los usos lingüísticos que explora la sociolingüística etnográ@ca:
mediante una práctica de conocimiento como propuesta singular dentro
de una corriente etnográ@ca (Quirós 2014), llego a una perspectiva nativa
de clase y masculinidad que atraviesa los usos bilingües de este sector so-
cio-laboral. Decir práctica de conocimiento es entenderla como un con-

2 Todos los nombres propios son inventados. Utilizo la itálica para categorías del mundo na-
tivo, y el discurso quichua en negrita. En determinados fragmentos integro la voz de varios
nativos en mi discurso (sin “comillas” y siguiendo un estilo indirecto libre), pero no como
excusa de una trivial “democratización” de voces en la investigación, sino para crear estra -
tegias textuales que sean @eles al carácter vívido de nuestros medios de conocimiento (cf.
Quirós 2014, 12).

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 106


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

junto de estrategias y decisiones no reductibles a la formalización meto-


dológica en antropología. La propuesta de Favret-Saada (2013 [1987]) no
es ningún dispositivo emocional de empatía con los sujetos de la investi-
gación, sino un dejarnos afectar “por las realidades que viven y experi-
mentan nuestros informantes e interlocutores, abandonando nuestro prin-
cipio de orientación etnocéntrico como única medida de la realidad y de
las teorías que elaboramos” (Zapata y Genovesi 2013). Dada esta justi@-
cación metodológica, el modo de presentación de datos, análisis e inter-
pretación no sigue un registro clásico de escritura cientí@ca, sino que res-
ponde a los parámetros del campo: hay experiencias transformadas en
dato, que precisan ser puestas al servicio de la economía del lenguaje
“necesarias para transmitir al lector la atmósfera […] que hace a los uni-
versos que etnogra@amos” (Quirós 2014b, 12). Dicho de otro modo: todos
los datos etnográ@cos están puestos al servicio de la indagación (corpo-
ral, moral, ideológica) sobre la relación entre los usos bilingües (Q-C) y el
proceso social vivido.
Este trabajo conjuga aspectos de lengua quichua, masculinidad, explo-
tación laboral y una práctica discursiva-afectiva, que denomino picardía.
Pero todo se encuentra inherentemente con@gurado desde la dimensión
de clase, aspecto desarrollado en la descripción como proceso vivo (Qui-
rós 2014a). Al @nal, expongo per@les problemáticos sobre lengua, trabajo
migrante, política textual de la interacción, además de clase.

2. SALIR. Estando en Loreto (ciudad desde donde salen centenares de cua-


drillas hacia sus itinerarios migratorios) me hice amigo de un grupo de
changos, que al @nal terminaron siendo mis compañeros de pieza. Creo
que fue mi primer “golazo” porque, realmente, no tenía cómo ser parte de
la cuadrilla, ni sabía dónde o con quiénes me iba a tocar estar. La contra
de esto es que eran los changos más movidos del pueblo, des.oradores de
5 o 6 años de experiencia, rápidos, jóvenes, mujeriegos, en @n, los más
cancheros respecto de los otros changos de la cuadrilla, que no eran del
pueblo sino del monte (zonas aledañas), supuestamente los más silencio-
sos, los más tímidos. La contra ―estaba diciendo― es que no tuve la ca-
pacidad su@ciente como para hacerme aceptar por los más ancianos, para
poder estar en la pieza de los viejos. Pero esto era un prejuicio mío: bus-
caba el quichua (y un determinado sujeto quichua-hablante que yo imagi-

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naba) y terminé encontrando a personas vivas que eran mucho más que
quien es quichuista3.
Dos aspectos operan en la conformación de la cuadrilla: (a) ser buen
trabajador y no fallar a la cuadrilla (no ser chalero ni volvedor), y (b) ser
de la zona, un familiar o un conocido de quien algo se sabe sobre su ren-
dimiento. Yo no cumplía con los dos requisitos. Pedro fue mi contacto y la
clave para que pudiera presentarme en la cuadrilla. Pedro es quichuista,
de Llajta Sur, locutor radial, gestor cultural en su pueblo, muy distinto al
destino de todos los otros jóvenes del pueblo. Tiene 30 años, laburó en la
des.orada desde que tenía 12, y convenció a don Eshti (Esteban, el cabe -
cilla) de que yo me dedicaba ―supuestamente― a “tareas propias de
campo”.
Estamos en un óvalo de 100 x 70 metros. El resto es soja, soja, soja en
todo el horizonte. Cielo arriba, soja abajo, en suelo seco y polvoriento, in-
vadido por malezas resistentes a agroquímicos. El óvalo es el campamen-
to, compuesto de baños modulares, comedor grande, las cocinas y las ha-
bitaciones para las cuadrillas. Estuvimos alrededor de 50 días. En los pri-
meros 20 días fue muy frecuente escucharlos hablar del rendimiento, de
ser un profesional en la chala4, de no cansarse.
Todos ignoran cómo es la des.orada. Es un trabajo inhumano, muy jo-
dido la des.orada. Así Pedro me contó muchas veces, como una presenta-
ción que siempre me increpaba, un recordatorio del dolor y la desespera-
ción que todos sintieron y que (después re.exioné) también sentí en el
surco. Y prosigue, a varios les ha tocado ir a partir de los 13, 14 años a la
des.orada, teniendo en cuenta que todas las familias del departamento
Llajta Sur, también de los departamentos Atamisqui, Loreto, Figueroa,
Avellaneda, más que nada los que están en el centro-sur, de la provincia.
Durante muchísimos años, han tenido que buscar trabajos.

3. DOLER. Muy @ero es cuando te toca estar en el lote, y los otros avanzan
y vos te quedas atrás en tu surco, tu surco se queda y los otros surcos ya
están con las .ores por el suelo y a vos te quedan tantas .ores sin cortar,
arriba. Te sientes una mierda porque sos muy poco hombre para laburar,

3 Quichuista es la categoría nativa para auto/hetero-adscripción como bilingüe (quichua-cas-


tellano). Como hetero-adscripción, signi@ca ―desde un bilingüe― que otra persona habla
quichua, pero es bilingüe en tanto oculta dicha lengua frente a dispositivos públicos o esta-
tales. Esto es caracterizado por Grosso como un bilingüismo estratégico (2008, 92).
4 Chala (quichua): hoja que recubre la mazorca del maíz.

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me cuenta con risas ahora Anshu (Anselmo), que tiene 40 años. Pero
cuando tenía 13 se quedaba hasta la noche trabajando solo en los surcos
que a él le tocaban, mientras los demás iban a bañarse, comer y descan-
sar. Es muy importante que Anshu me haya contado esto, porque me per -
mitió entender que todos habían pasado penurias y dolores como yo.
Anshu prosigue: yo con 13 años yanasu (amigo), y solito en esos surcos.
El maíz es muy alto cuando es variedad Hércules o Pucará, muy altos
como una persona y media5. Y aún mucho más altos puede haber, sí, y te
falta el aire. La espalda se te hace una puntada muy dolorosa porque los
dos brazos están levantados tres horas arriba, mientras tratas de sacar la
.or, la chala del maíz. Y cuando sacas una .or a tanta altura con los bra-
zos levantados, el puntazo se te hace como un dolor que se cuerre por la
espalda y los brazos se te duermen porque la sangre no llega ni aca 6. Un
dolor que no se termina porque cada .or, cada planta está a 10 centíme-
tros una de otra… y tienes que sacarle la .or a plantas como un kilómetro
o un kilómetro y medio. Muy @ero es, po, ¿me entiendes el dolor que no
se te quiere ir en todos esos días, menos cuando usted es un changuito de
14 años?, pregunta Anshu y ya no hay risas.
Hace dos días estabas diciendo chau a tus compañeritos en la escuela,
y ahora estás aquí, sin tener aire, buscas respirar porque no hay aire, no
hay luz porque las paredes de maíz son como de 2 metros y medio. No ves
ni acá para delante, y no ves ni acá para atrás. Muy te sientes que te vuel-
ves loco, que te pierdes, que solamente te queda llorar porque nadie ¿no?
nadie te va a sacar de ahí ni queriendo. Solo te queda sentarte arrodilla-
dito, respirar tres veces, y vuelves a levantar los brazos mirando para
arriba, tratando de no ahogarte mientras sacas las chalas, las .ores del
maíz. Te pierdes, te pierdes en la cabeza porque no sabes cuándo vas a
salir de ahí. Un kilómetro y medio de surco demasiado es, muy mucho es,
yanasu. Anshu quedó literalmente abandonado a los 13 años en el lote,
des.orando hasta la noche porque los demás se habían ido a la tarde.
Todos, absolutamente todos habían pasado por lo mismo. Tan fuerte es
la actuación de guapeza que se debía mostrar en los primeros días, que
en los días siguientes muchos terminaron contándome que, en realidad,
estaban muy doloridos del cuerpo. Desde el fondo de la memoria física de

5 Es intolerable la sensación de opresión, de as@xia y de intenso dolor de espaldas, brazos,


cabeza y diafragma con las variedades Pucará o Hércules, las más altas.
6 Aka (quichua): “mierda”, “excremento”.

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los changos y los viejos, la des.orada está cubierta de relatos anteriores


que hablan de muchas angustias y dolores corporales con el hacha y el
quebracho, la papa que quiebra la espalda agachada durante horas, el
hambre, y también la carne podrida que el proveedor del patrón jamás
vino a reemplazar. El dolor compartido ―y el posterior rendimiento
aprendido― fue una de vías de acceso a sus círculos de conversación, un
modo de entrar a su mundo. Parte del ser hombre ―ahí― signi@caba no
decir nada, era mucho más que el evitar que el jefe de lote (de la empre-
sa) se enterara. Estaban muy doloridos del cuerpo como yo, pero no que -
rían manifestar nada.

4. EL PIJUDO.7 El modo de “entrar” inmediatamente fue acompañando a un


grupo de los changos, caminando hasta la plaza de la ciudad, esperando a
que nos llegara el turno de nuestro contrato. Estando en la plaza, pasa-
ban las “chicas” pero los changos eran muy quedados (tímidos) como
para piropearlas. No tuve otra opción que inventar piropos (discursos de
galanteo) con rimas y con cierta ocurrencia, que después ellos ponían a
prueba para hacer el chamuyo8 a las chicas que pasaban. Le dije a Sami-
to: “Estás más linda que comer pollo con la mano”. Y cuando pasó una
chica, Samito hacía un esfuerzo enorme para abrir la boca, para terminar
diciéndole: “eh, eh, estás más linda que el pollo”. Carcajadas de todos en
ese momento. Otras inventivas de mi parte, entonces, hicieron que les ca-
yera bien a todos, y los llevó a pedir ―posteriormente― al cabecilla para
que yo me quedara con ellos en la pieza que les tocara. Ya estaba aden-
tro.
Todavía estando en Loreto, cenamos unas milas (sánguches) antes de
salir. Me senté con el nuevo grupo de amigos changos, y una moza (una
muchacha de 20 años, bastante bonita) se acercó para tomar nuestro pe-
dido. Samito quedó enganchado de la chica, pero no se animaba a pirope-
arla. Yo actué como mediador, y cuando trajo las milas y la pechito (cerve-
za), ella dejó un papelito con su número de celular para Samito. Durante
muchas tardes, con el grupo de la pieza salíamos a caminar entre los lo-
tes (esto es, caminar, orinar, hablar macanas ―bromas―, enviar SMS, ir a
defecar en medio de la soja). Allí, todos ayudábamos a Samito a redactar

7 Dícese de la persona que porta un pene (percibida y caracterizada por los demás como) de
gran tamaño.
8 Del lunfardo, hacer la “conversación” a una muchacha.

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SMS con frases poéticas, frases eróticas, y conforme pasaban los días,
frases “bien porno”, que la muchacha loretana respondía con la misma in-
tensidad.
A la des.orada no cualquiera la hace, la hace únicamente el santia-
gueño9, me dice Samito con cierto orgullo en la mirada. Trabaja todo el
año descargando cajones para una despensa grande del pueblo, y tam-
bién cría caballos. Tiene 23 años, un porte atlético descomunal y un histo-
rial de chinitas culeadas10 que da envidia, viejo, porque Samito es así
―según Volo, su amigo jocoso― un gringo culeador de ésos que ya no
quedan. Una madrugada Volo prendió la luz ―5 am― y Samito se bajó el
bóxer y le mostró la pija a Ali (“eh, chango, tomá por bobo”) solo para que
todos nos riéramos en la pieza.
Nótese el tipo de masculinidad, articulada a su vez con un tipo muy
particular de fuerza, propia del ritmo y rendimiento laboral, porque Sami-
to era ―visiblemente― quien más manifestaba un tipo de guapeza, y una
forma ruda de incentivar verbalmente a los demás para que seamos pro-
fesionales y trabajemos bien. Lo importante es que esto ocurría en el
campamento y en el lote, no con una muchacha en un bar de la ciudad.
Pero no es la única forma de masculinidad: me pareció un buen ejemplo
de cómo se cruzaban estos aspectos en una persona. Sin embargo, el mo-
mento gracioso de la madrugada ocupa su lugar fundamental en la econo-
mía moral de la masculinidad juvenil, con@gurada por la relación laboral
(ser buen des.orador, o sea, ser máquina) y las condiciones impuestas (el
rendimiento) desde hace décadas. Regresaré en las conclusiones sobre
este aspecto.

5. ESTILOS. Nadie trabaja sin guantes. Las manos corren peligro de lasti-
marse cada 10 metros, cosa que siempre sucedía antes, es decir, cuando
no existían los controles del Estado. Esos controles son recientes, con lo
cual tenemos cuatro décadas de ausencia de controles y total vulnerabili-
dad de reclamos por parte de las cuadrillas. Al único que vi trabajar con
las manos desnudas era el gran contador, narrador de cuentos, el amigo
de con@anza del cabecilla: don Andy. Personaje esquivo, pero siempre con

9 Santiago del Estero es la provincia (expulsora histórica) que más fuerza de trabajo aporta
a las corrientes migratorias internas de Argentina.
10 Muchachas con quienes Samito tuvo sexo (nótese el carácter pasivo de las mujeres dentro
de ese “historial”).

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una sonrisa pícara, de bigotes mexicanos chiquitos, de 63 años y más de


40 años yendo a des.orar. Es un gran personaje en mi escenario, porque
alrededor de él se congregaban todos los changos para escuchar alguna
macana (disparate) que don Andy hablaba. Samito, al igual que los otros
puebleros, usa sus brazos con fuerza, como si estuviera haciendo esfuerzo
en un gimnasio con máquinas. Volo y Pedro también: los changos des)o-
raban como queriéndole hacer ejercicio. Pero don Andy, que usaba las
manos sin guantes, trabajaba moviendo solamente las manos y no los bra-
zos, y despanojaba de un modo que solamente podría denominar como re-
@nado, sin esfuerzo, rápido y sin que se notara el trabajo realizado.
Don Eshti, Chilito, Vera, completaban con don Andy (de entre 45 a 65
años todos) el cuarteto perfecto de des.oradores: los que hablan maca-
nas juntos mientras des.oran, los que se cagan de risa siempre; los que
trabajan no tan ligero sino sostenido y sin pausa ―van juntos a la par―
los que siempre parecían estar a medio camino, pero, al @nal, eran los
primeros en salir a cabecera del surco; los quichuistas que no dejan de
quichuar mientras des.oran, durante gran parte del tiempo y varias en-
tradas al lote.
Describiré ahora una precaria estadística que armé en los primeros
días. Lo que hice fue completar en mi cuaderno un pequeño registro de
dos situaciones:

a) Los turnos donde escuchaba quichua, entendiendo los turnos como


media jornada (mañana o tarde). Sobre un total de 84 “turnos” en 42
días de trabajo efectivo, el resultado aproximado es que durante 79
“turnos” ―a la distancia― yo escuchaba al cuarteto hablar quichua
(Andy, Vera, Chilito, Eshti), es decir que había quichua un 95 por cien-
to de las veces que “traté de parar la oreja”.
b) De esos turnos, traté de “calcular” (y esto es ya muy complicado por-
que yo debía concentrarme muchísimo en lo mío) los turnos con más
conversaciones extensas en quichua. Repito que no pude elaborar un
registro @dedigno, pero sobre los 84 turnos, aproximadamente eran
más del 71 por ciento los turnos en conversaciones “extensas” en qui-
chua.

Entiéndase que estos números son confusos: ya sabemos que en etno-


grafía el investigador es su propio instrumento de recolección (Guber
2010); aquí ese rol es sospechoso porque se trata de cuanti@car subjetiva-

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mente (y con el oído a secas). Pero al menos me permite exponer un dato


importante: que los usos quichuas son efectivamente numerosos y mayo-
ritarios en el momento mismo del trabajo. En mi artículo anterior (2013),
refería que el silencio de los muchachos para no hablar quichua frente al
capataz no era solo por vergüenza, sino también por el ritmo biológico (la
)or apura) o la altura de las plantas, que no permite hablar y a veces pro-
voca as@xia. Parafraseando el epígrafe: el trabajo que castigaba sin pie-
dad al resto, y sin embargo ellos se echaban a reír a cada rato. Los chan-
gos usaban los brazos, con sus auriculares y su chamamé11. Don Andy
usaba solamente las manos, su risa y la complicidad con los otros tres
quichuistas.

Imagen 2: Desoradores en un momento muy breve de


descanso (30 segundos), donde aproveché para extraer
mi cámara y lograr tomar una foto.

6. HABLAS PÍCARAS. El momento donde yo podía estar presente era a la sali-


da (el intervalo entre surco y surco). Don Andy se ponía a contar algo,
gradualmente todos se iban acercando, y las carcajadas eran inevita-
bles12. Posteriormente, fui accediendo a otros eventos de interacción, muy
diferentes entre sí, de los cuales expondré algunos.

11 Música intensamente folclórica de la zona del NE argentino. Pero en estos trabajadores, el


chamamé es intenso como socialización corporal (amorosa, en los jóvenes), no como identi-
dad folklórica.
12 Solo para algunas situaciones especí@cas utilizo convenciones de transcripción: negrita:
discurso quichua; (paréntesis): nuestra traducción; / \ secuencias tonales ascendente y des-
cendente; pausas: | breve, || media, <4> en segundos; MAYUSC: intensidad forte; [ ]: aco-
taciones nuestras; po: remarcación especial.

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6.1. Una vez, cuenta don Andy, había ido por primera vez Upita, un hom-
brecito grande de 55 años, muy quichuista y tocador de armónica, que
había vivido en Buenos Aires, pero ya de grande había vuelvo a Llajta Sur.
“Y había entrao nomás en una cuadrilla, che. Y le había tocao la PUCARÁ
[maíz muy alto], bien alto esTABA el lote. Y Eshti le pregunta: che Upa,
vas a poder [des.orar] ¿qué no? Siiii po, ¿cómo no voy a poder? Pichita 13
es po.
Y habían comenzao ¿qué no? Y se escuchaba a Upa los quejidos de la
chala (TAC TAC TAC), y como a los 50 metros, che, ya se le escuchaba
(ta:c | ta:c | ta:c), y como a los 200 metros ya se le escuchaba (ta::c <4>
ta::c <4> ta::c) [RISAS. Don Andy imitaba el ruido último con un dejo de
debilidad/cansancio/amaneramiento cuando decía taaac… … taaac porque
indicaba el evidente el escaso rendimiento de Upa]. Al rato uno lo había
PASAO [es decir que en su propio surco llegó al punto de Upa y siguió de
largo] y vio a Upa que hacía para arriba y hacía para abajo, los brazos
arriba y después los brazos para abajo, abriendo las patas ¡CaGAO estaba
Upa de la respiRACIÓN porque no daba MÁS chee! [RISAS, le faltaba el
aire]. Y otra vez los brazos arriba y los brazos abajo. Cuando sale el otro
para la cabecera, Eshti le había preguntado si lo había visto a Upa. “Sí lo
he visto, parece que había quedado in.ando la rueda de la moto” [RISAS].
Imaginen las risas de todos. Momentos como este hubo muchos, y ya
se habían conformado como momentos para hablar macanas desde don
Andy, el gran narrador de este y otros trabajos migrantes de cosecha. Nó-
tese que el humor se sostenía en situaciones propias del trabajo y no eran
cualquier tema. El referente de la risa estaba en el sujeto que trabaja ler-
do, que no es una máquina.

6.2. Muchas veces escuchaba a Ali, Vera, Volo, hablar de lo bien que con -
taba los cuentos don Andy: lo imitaban, tratando de contar situaciones pa-
recidas con su misma forma de habla. Vera agregaba en varias ocasiones:
“¡Ehh po! Muy lindo le sabe contar don Anditu ¿Qué no?”
De todas las marcas de esta frase, no voy a hacer análisis lingüístico ni
mucho menos, pero sí identi@co el uso /u/ de “Anditu” como muy signi@ca-
tivo, que en este caso lo era. Tanto Vera como Ali (muy quichuistas) no

13 Pichita: muy fácil de realizar.

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enunciaban la /u/ en todos los @nales de palabras 14. Sin embargo, esa /u/
cobraba importancia para Ali y para Vera en ese momento, porque se tra-
taba del momento de hacerse como (imitar a) don Andy. Nótese la impor-
tancia de información sobre la situación en la que se pronuncian las pala-
bras (o en este caso, un sonido signi@cativo), con el @n de poder ubicarlas
en su auténtico entorno cultural (cf. Malinowski 1935).

6.3. En el día 15, estábamos en la sobremesa del almuerzo, parados algu -


nos en la cocina, yo ya había comido dos naranjas; don Coshmi entra,
saca una naranja y me pregunta:

C: Y? Mishkila kara o amarguta naranjá?


¿Y? ¿Dulce era o amarga la naranja?
Yo: chayna, chayna, tirando pa wakcha, y chaki.
Más o menos, tirando para pobre, y seca.
C: wakcha? Ah, claro, naranja @era! (Risas)
¿Pobre? ¡Ah, claro, naranja @era! (Risas)

Don Coshmi fue hachero durante veinte años completos, trabajando


―en completa soledad― en el monte y sin ningún tipo de compañía. Qui-
chuista, actualmente pastor evangélico, vio cosas raras estando solo en el
monte, muchas veces. Coshmi conmigo fue muy distante y silencioso los
primeros veinte días. Conforme yo iba mejorando mi rendimiento en el
surco, Coshmi se acercó un día para preguntarme si era bandeño (de la
ciudad de La Banda) y por qué venía a trabajar.
El momento clave fue que Coshmi se dislocó el tobillo al caer en un
pozo de quirquincho (armadillo), mientras trabajábamos. No quería ir al
hospital, pero el tobillo comenzó a hincharse cada vez más, hasta que
tuvo que ir, llevado en la camioneta del proveedor hasta la ciudad de Ge-
neral Fringes (a 37 km). Después de cuatro días volvió al campamento y
yo lo visitaba con mucha frecuencia. Trataba de animarlo contándole “de
cualquier cosa” porque Coshmi realmente estaba desanimado por no po-
der ir a trabajar con la cuadrilla. Eso fue para él un modo muy grande de
“apertura” conmigo: en su rostro podía ver un aprecio de mucha amistad.

14 Como ya sabemos, nunca es necesario que se cumplan todos los fenómenos fonológicos (de
supuesta “interferencia”) entre lenguas. De acuerdo con cierto estereotipo, suele caracte -
rizarse el habla castellana del bilingüe Q-C (y también de cualquier hablante de la castilla
regional ―yo incluido―) con marcas como la /u/ en @nal de palabra, en casos castellanos
que terminan en /o/. Esto es por el régimen trivocálico originario /a/, /i/, /u/ del quichua.

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Dado que uno de mis argumentos era que también quería aprender quich-
ua practicándolo con alguien (supuestamente yo no sabía, o sabía muy
poco), Coshmi comenzó muy gradualmente a preguntarme cosas en qui-
chua, lo cual me obligaba a tratar de responderle en el menor tiempo po-
sible. Para Coshmi, era realmente un juego verbal que ponía en acción
cada vez que me veía, y se divertía conmigo de un modo ameno, teniéndo-
me paciencia mientras yo trataba de elaborar precariamente alguna res-
puesta en quichua. Solo cuando estábamos con los demás, Coshmi me ha-
cía preguntas en quichua. Entiéndase que esto que describo es un contex-
to ―ampliado― de situación que permite entender la conversación mos-
trada arriba.

6.4. En el día 18 estábamos sentados viendo cómo otros mayores jugaban


al truco, apostando plata que habían traído desde Santiago, puesto que
recién íbamos a ver plata de la empresa cuando volviéramos de la campa-
ña. En el turno 5 de la conversación yo intenté decir en quichua algo gra-
cioso, en el sentido de la masculinidad que estoy re@riendo: por ejemplo,
preguntar si está bien dicha la frase de que un hombre esté copulando a
otro, y la pregunta es irónica:

1. Andy: chirichkan? ¿Te hace frío?


2. Pedro: ari, churaporani buzot Sí, me puse el buzo.
3. Yo: pero sikin timpulu apin Pero tiene el culo hervido.
4. Andy: JAJA JAJA.
5. Yo: Carlos qopuchkan? ¿Así se dice? ¿Carlos le está dando? ¿Así se dice?
6. Andy: rupapuchun, decile Que le queme, decile.
7. Yo: rupapuchun? ¿Que le queme?
[RISAS de todos] [RISAS de todos]

Este tipo de situaciones fueron posibles para mí ―en el sentido de ha-


bilitación a preguntar algo en quichua― solo porque ya habían pasado 20
días y había logrado salir adelante con mi ritmo de des.ore, y ya no preci-
saba la ayuda de don Eshti (cabecilla). Aquí bien vale un observación
emergente: había una habilitación para hablar quichua con don Andy (re-
cordemos la centralidad discursiva/narrativa de este des.orador), pero
fue posible (por ejemplo, como con don Coshmi en el punto 6.3) solamen -
te porque ya había dado muestras de trabajar bien, cosa que me llevó
―como dije― unos 20 días. Antes de eso, Coshmi jamás me dirigió la pa-
labra, y yo hasta ese momento no había podido presentarme o preguntar-
le su nombre.

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6.5. En otro caso, estábamos en la salida del lote, caminando. Y las refe-
rencias al “pene” o a la poca masculinidad del otro, son muy frecuentes
como motivo de burla amistosa. Ali aparentemente preguntaba a don
Andy como si estuviera interesado en su salud, y sin embargo la picardía
inmediata, no pensada, imprevista, daba su estocada:

Ali: ¿Qué te duele?


Andy: Sí, la rodilla
Ali: [inmediatamente] ¿Y no te duele poquititu de las bolas para atrás? [el culo]
Andy: Nooo, no, para nada.
[CARCAJADAS de todos los presentes.]

Marco nuevamente la /u/ en @nal de sílaba, con la misma intención que


en el punto 6.2. El caso aquí no era la broma misma de Ali, ni el interlocu-
tor, sino que Ali estaba generando una situación graciosa como habla (a la
manera de) don Andy, y más gracioso resultaba que era don Andy el desti-
natario. Ali buscaba, así, mostrarse como un @el narrador, @el bromista,
@el pícaro para hablar, 0el seguidor de don Andy. ¿Por qué? Recordemos
que don Andy era quien casi monopolizaba el rol de narrador de cuentos
y “casos” sobre trabajar en cosechas, y al mismo tiempo, era uno de los
más experimentados trabajadores.

6.6. Estábamos hablando de comidas en la pieza, y entró Vera, que no era


de nuestra pieza pero de vez en cuando se acercaba para hablar maca-
nas:

Pedro: A mí me encanta la morcilla.


Vera: ¿Te gusta la morcillita?
Pedro: Me encanta.
Vera: Con razón andas pashuku (muchas RISAS).

Pashuku, en quichua, es el caballo “de paso”, un caballo que no corre sino


que solo camina y por esa poca actividad desarrolla una panza prominen-
te. Aquí el pashuku no solo era en referencia a un caballo sino a un hom-
bre con la panza engordada con morcilla (esto es, de tanto “tragar penes”
de otros). Pero más gracioso resultaba por otra pista de contextualización
no mani@esta: días antes, Pedro se había accidentado jugando a la carre-
rita con otro compañero, pero se cayó y se lastimó la rodilla. Eso le afectó
por tres días el rendimiento. Las cargadas (burlas) lo comparaban con un

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caballo de carrera que Pedro tenía. Por eso, haber dicho pashuku a Pedro
era tan gracioso para los puebleros. El pashuku representa, aquí, la opo-
sición absoluta a la rapidez de un buen des.orador: no solo se burlaban
de él, sino que también le remarcaban que esa “travesura” afectaba al
rendimiento laboral de la cuadrilla.

6.7. La aplicación de Guasá (What's App) recién estaba llegando en los


escasísimos Androids. Mientras se enseña a usar la aplicación, se aprove-
cha lúdicamente para enviar mensajes en quichua. Todo el macro-evento
de socialización masculina bilingüe se complementaba notoriamente con
la tecnología. Nótese en los comentarios cómo el rendimiento laboral era
el tema para interactuar en quichua, vía aplicación Guasá con otros des-
.oradores santiagueños (y quichuistas) en otras zonas de la pampa húme-
da:

Campamento nuestro Otros campamentos de des)oradores

1. Pedro: A mí me llegan así los mensajes,


TODOS LOS días, de ellos. Yo estoy en un gru-
po. Yo les contaba que estaba aquí <8> bueno
|| ahora les voy a poner (escribir) que estamos
bien, que estamos aquí también “no-so-tross-
ta-m-bien-con-un-p-ie-en | elestribo-pee-ro-hoy-
nos-han-he-cho-aka-chir-las-puca-rá” *dele-
trea leyéndonos y teclea: “Nosotros bien con
un pie en el estribo, pero hoy nos han hecho
cagar las pucará”*
2. José: *escribe desde Córdoba* Jueves na
puntiasqayku paguyman [el jueves iremos
punteando para nuestro pago]
3. Pedro: *exclama sorprendido por el men-
saje de José* mirá | en quichua JoseCITO/
4. Ramiro: *escribe desde Pergamino, Buenos
Aires* Ahora andamos matando el segundo
lote || con DOS surcos huay en dos días le en-
tra la máquina al lote *Pedro nos lee el mensa-
je de Ramiro*

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 118


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

Campamento nuestro Otros campamentos de des)oradores

5. Pedro: *lee en voz alta su mensaje para


los demás* ANCHA UKU YUyas MANA atin-
ku compañeroyshta [muy recuerdo que ya no
podemos con el cuerpo compañeros]15 *nos co-
menta* le he puesto (a Ramiro) | que (nos es-
tán) des.orando mucho el agujero16 | no pue-
den ya nuestros compañeros || le pongo
6. *RISAS de todos*

Imagen 3: Llegada al campamento después de trabajar


en medio de la tormenta y las descargas eléctricas todo
el día.

7. OBSERVACIÓN CON CUATRO PROBLEMAS. En este apartado @nal expongo per@-


les problemáticos, entendiendo que hacer investigación etnográ@ca ―en
estas condiciones― es producir conocimiento desde la singularidad (y la
di@cultad) que implica re-socializarse en otro escenario (Quirós 2014). Lo
que haré ―hacia la literatura sobre la lengua quichua y sobre el trabajo
migrante estacional― es complementar y aportar desde el tipo de relacio-
nes sociales establecidas y el tipo de datos que surgen como producto de
esas relaciones: el campo. También me pregunto cómo generar y transmi-
tir sentidos con las escasas convenciones textuales que poseemos. Por úl-
timo, retomo una clásica dimensión que estaba impregnando toda la con-
@guración del campo mismo: clase.

15 Esta traducción no es literal, solo aproximada.


16 Se re@ere a la explotación laboral.

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 119


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

7.1. DESPLAZAMIENTO DEL QUICHUA. Desde las escasas investigaciones se pos-


tula un proceso de desplazamiento lingüístico del quichua (entre otros,
Lorenzino 2003; Alderetes y Albarracín 2004, 2005; Karlovich 2006). Re-
cientemente, se describía el bilingüismo (Q-C) como un trayecto histórico
desde mediados del siglo XIX (Grosso 2008, 92). Si bien estos estudios
son fundamentales para entender aspectos de la lengua misma, hay un
problema de acercamiento que afecta inevitablemente al estado de arte.
¿En qué incide el hecho de no contemplar determinados usos de la len-
gua en cuestión, sólo porque no se tiene llegada a él? ¿Qué decisiones
metodológicas son afectadas por la limitación de la imaginación sociolin-
güística del investigador, respecto del mundo social donde es practicada
la lengua? Dicho de otro modo: ¿qué niveles de interacción, contextos so-
ciales, franjas etarias, trayectos grupales, ambientes de uso, y otros as-
pectos debemos tener en cuenta para “observar” aquello que las investi-
gaciones ven como desplazamiento en una lengua minorizada u otros te-
mas similares? Lo que decidí hacer (dejar afectarme por el campo, o sería
más correcto decir que el campo me obligó a ser afectado porque tenía
un compromiso moral/laboral de no abandonarlo) permite ver de otro
modo los usos bilingües. Esto es, por fuera de cualquier diagnóstico so-
ciolingüístico convencional sobre lenguas nativas, cuyas herramientas de
recolección precisan de encuestas, entrevistas en profundidad o registros
audiovisuales de interacciones cara a cara. Es la limitación de cierta ima-
ginación sociológica, que reduce los usos de lenguas a ambientes natura-
lizados como la escuela, la familia, la comunidad, rituales u otros, pero no
puede percibir (o no integra) aspectos corporales, afectivos, ideológicos,
etc., inherentes al uso de lenguas pero que están fuertemente vinculados
a dimensiones impensadas, por ejemplo ―y teniendo en cuenta mi
campo― la dimensión de clase.
Tomo un caso pequeño que aparentemente no guarda relación con el
quichua: los modos de usar la mano para des.orar, y cómo esas dinámi-
cas (diferenciadas y múltiples) de trabajo se articulan con un ambiente
socio-laboral y determinados usos narrativos, lingüísticos, afectivos, etc.
Esta situación delimitada no puede ser “captada” con herramientas de re-
colección sociolingüística, ni tampoco de cierta etnografía que precisa de
la grabadora y del cuaderno de campo in situ. Solamente fue posible es-
tando allí, es decir, entrampado moralmente y sujeto (porque no podía
“irme”) a normas de coerción corporal que no eran propias del rol del in-

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 120


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

vestigador. Todos estos aspectos son imprescindibles a la hora de pensar


una práctica de conocimiento posible (no digo “metodología” a secas)
para llegar a una trama más humana de una lengua.

7.2. TRABAJO MIGRANTE. El trabajo rural migrante estacional ha sido abor-


dado principalmente con una bibliografía más profusa, entre otros, en la
literatura y la sociología regional o laboral de comienzos del siglo XX
(Bialet Massé 2010 [1904], Abregú Virreira 1917, Canal Feijóo 1951,
Biaggi et al. 2007, Desalvo 2009, Neiman 2009, Alberti y Martínez 2011,
Ledesma y Tasso 2011, Tasso y Zurita 2013). Todos son trabajos impres-
cindibles como marco general de los procesos de acumulación de capital,
de las condiciones de trabajo de esta fracción de la clase obrera, y son
abordajes con fuentes empíricas que construyen una imagen “general”
del sector (discriminado en tipos y condiciones de trabajo, ciclos migrato-
rios, proveniencias, impacto en la economía local, tasa de ganancia em-
presarial, etcétera). No obstante, hay limitaciones en el acercamiento
para dar cuenta del proceso vivo del trabajo, imposible de establecer
apriorísticamente con entrevistas en profundidad, historias de vida o con
abordajes cuantitativos, que son parte fundamental de la construcción de
datos que rigen en los estudios dominantes en sociología laboral agraria.
La imaginación sociológica del entrevistador (con muchos problemas de
acercamiento al ámbito de trabajo, principalmente por los controles inter-
nos de las empresas) no puede dar cuenta del mundo social que se vive
dentro de un ambiente no vivenciado, y eso ―se sabe― impacta notoria-
mente en el universo de preguntas en entrevistas (Briggs 1986). Esto es
más notorio cuando se trata de mundos laborales muy distantes respecto
de la clase social del investigador.
¿Qué implicancias tiene el trabajo migrante estacional en la socializa-
ción cultural-lingüística-laboral-sexual propia de sus zonas de residencia?
Consigno así cuatro aspectos porque este ámbito laboral es un enorme
aglutinador de trabajadores de distintos puntos geográ@cos de la Argenti-
na extracéntrica. Estos son solo unos pocos temas no consignados en la li-
teratura especí@ca:

a) la organización espacial que posibilita nuevas interacciones (dadas


nuevas inversiones en infraestructura): por ejemplo, no es lo mismo
una cuadrilla habitando ―solos― una casilla muy precaria en 2009,

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 121


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

que 25 cuadrillas habitando ―y compartiendo― un campamento com-


pleto en 2014;
b) la circulación de información sobre otros empleadores, otras condicio-
nes de trabajo (mediado por el acceso reciente a dispositivos móviles
y redes sociales) y nuevas ofertas laborales migrantes;
c) la circulación de “datos” que les permiten hacer comparaciones y ca-
racterizaciones propias sobre el desempeño y actitudes de cabecillas
de cuadrilla, cocineros, capataces, jefes de zona, contratistas terceri-
zadores, reclutadores locales, agentes empresariales de reuniones
previas donde se discute el precio, etcétera;
d) las transmisiones de contenidos culturales: transmisión de música zo-
nal; discusiones de política local; anuncios de bailes y otros eventos
culturales zonales, que a su vez posibilitan nuevos encuentros donde
se arregla la salida para una nueva temporada;
e) un tipo clave de transmisión narrativa: caudales de narraciones humo-
rísticas y anécdotas cuyo valor táctico es el impacto en su trayecto
formativo como obreros ―y mejor puntaje (cali@caciones) a futuro
desde los empleadores―;
f) el aprendizaje gradual de nuevos bilingües tardíos que deben sociali-
zarse en quichua porque integran cuadrillas compuestas casi en su to-
talidad por bilingües Q-C (Andreani, 2013; 2014), especialmente por-
que utilizan ―en la mayor parte del tiempo― recursos de su reperto-
rio quichua;
g) los aprendizajes y anécdotas varoniles ―entre los changos― sobre
modos de relacionarse sexualmente con mujeres (cuidarse de algunas,
comparar otras, “medirlas” según su capacidad de coger ―copular―
bien o no, modos de protección o no), etcétera.

Lo descripto en el punto 4 (“El pijudo”) puede parecer abrupto, al con -


tar aspectos muy personales de los trabajadores migrantes. Ante cierta
moralidad implícita (irre.exiva) en la metodología, se trataría siempre de
un sujeto subalterno que debiera ser descripto solo en sus aspectos de re-
sistencia hacia cierto orden dominante o cualquier otra elucubración mili-
tante. Sin embargo son situaciones “que tocan @bras íntimas: los asuntos
socialmente controvertidos son delicados porque afectan a las personas,
porque ponen algo (vital) en juego [y son] parte de las preguntas y mate-
riales que hacen a una indagación propiamente etnográ@ca” (Quirós
2014, 57). No incluir en la trama situaciones moralmente “dudosas”, o

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 122


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

desde una moralidad implícita del cuaderno de campo (la pija de Samito)
es no entender los detalles por donde la dimensión de clase articula las
masculinidades situadas y donde la picardía juega un rol muy importante
para estos trabajadores. Y todo esto, para llegar a entender cómo se con-
@gura el ambiente social que sostiene a la lengua quichua: contándose
chistes, hablándose tonteras y macanas, demostrándose ser máquinas
(fuerza y rapidez), jugando bien a las cartas, exponiendo jocosamente la
supuesta homosexualidad del otro. Estas situaciones, banales y recurren-
tes “desprovistas de intencionalidad, nunca son analizadas como lo que
son: la 'información' que estas situaciones aportan al etnógrafo son plas-
madas en el texto, pero sin ninguna referencia a la intensidad afectiva
que las acompañan en la realidad” (Favret-Saada 2013, 10).

7.3. COMUNICAR LA INTERACCIÓN. Son muchos los temas que parecieran ex-
cluirse en la descripción de este trabajo, porque ―aparentemente― no
guardan formalmente una relación, desde mi foco puesto a priori en los
usos del quichua. En varios estudios recientes sobre etnografía y sociolin-
güística,

no sólo el lenguaje es explorado como objeto de análisis, sino también las prácticas
culturales en su conjunto (objeto de estudio de la etnografía). Éstas son puestas en
discusión de diversos modos, y relevadas a través de maneras heterogéneas de hacer
etnografía [que] se centra en la observación y la entrevista, mientras que para otros,
el análisis de las interacciones cara a cara son la base del trabajo de reconstrucción
etnográ0ca de los sentidos de las prácticas que se analizan (Heras y Unamuno 2015,
7).

Dada esta riqueza de perspectivas surgidas desde (sean cuales fueren) las
interacciones, agrego aquí un problema nuevo: los procesos vividos que
interpelan notoriamente la transcripción analítica de eventos, comprendi-
dos exclusivamente mediante una re-socialización forzosa. ¿Cuál es, en-
tonces, el estatuto que adquiere el lenguaje como objeto de estudio? Pre-
gunto esto porque

el reconocimiento de que la comunicación etnográ0ca ordinaria –una comunicación


verbal, voluntaria e intencional que apunta al aprendizaje del sistema de representa -
ciones nativas- constituye una de las formas más empobrecidas de la comunicación
humana. Ella es especialmente inadecuada para proveer información acerca de los
aspectos no verbales e involuntarios de la experiencia (Favret-Saada 2013, s/d).

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 123


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

Reformulo la pregunta: ¿cómo de@nir una política textual sobre el len-


guaje, de acuerdo a las decisiones de investigación sobre lo que es ―o no
es― el lenguaje entendido como proceso vivo? Nótese que tuve que sepa-
rar en apartados temáticos (salir, doler, hablas pícaras), e incluso utilicé
diversos formatos de transcripción de eventos comunicativos en el punto
6, para poder hacer inteligible (y legible) una parcela de ese proceso vivo
donde hay un objeto (quichua). No se trata de “ubicar” algo en un contex-
to, sino que describo a sus “hablantes” haciendo cosas, diciendo cosas
(entre ellos, no a mí). Ese cambio de interacción (ellos < > ellos; no ellos
> mí, ni a mi cámara, grabadora o cuaderno), desborda notoriamente
nuestra concepción (formación) sobre la efectiva política de comunicación
que seguirá nuestra escritura. Va más allá de un modelo Speaking, de un
análisis conversacional o de cualquier exposición (convencional, necesa-
riamente), siempre que ese “algo” no se asemeje peligrosamente a un ca-
ligrama surrealista. Se sabe que el tipo de transcripción, análisis y exposi-
ción de fragmentos verbales registrados digitalmente, conllevan teorías
implícitas sobre el lenguaje mismo que muchas veces no manejamos y no
exteriorizamos (Duranti 2000, Pérez Milans 2009). En este trabajo no de-
sarrollo más la descripción de contexto de muchísimas situaciones regis-
tradas, donde ―en parte y a veces exitosamente― yo era parte activa de
la esfera de la conversación (por ejemplo, en 6.4), pero otras veces
―como dije antes― realmente pude sentarme a escuchar lo que ellos te-
nían para decirse entre sí (cf. Quirós 2014, 56) y no dirigiéndose a mí
como el etnógrafo que escucha, respecto de los procesos que los aqueja-
ban o de las macanas (bromas) con que interactuaban. Tal como propone
Briggs (1986) respecto de la entrevista de investigación social, yo cum-
plía con dos premisas: (a) entré al mundo social del trabajo de los demás,
participando activa ―y coercitivamente― en él; (b) la grabadora estaba
en eventos de conversación, y no de entrevista. Como Geertz ya proponía
(1988), conversar es lo más complicado de lograr, y es el punto de llegada
que va más allá de cualquier evento comunicativo arti@cial como una en-
trevista.

7.4. ¿QUÉ CLASE? Aquí se trata de un afectamiento desde un contexto de


ajenidad muy intensa: no solo porque era un campamento de 250 trabaja-
dores, todos del ámbito rural y escasamente escolarizados, y yo como pro-
fesor “de la ciudad” trabajando como uno más, lo cual era curioso (y sos -
pechoso), sino también por la ajenidad ―surgida de la dimensión percibi-

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 124


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

da de clase en los sujetos de investigación― que cruza todo el trabajo de


campo, y todas sus percepciones hacia mí. Esto permitió acceder al des-
pliegue del repertorio plurilingüe dentro del proceso de socialización la-
boral-masculina. En otras palabras: la descripción del cómo del repertorio
plurilingüe, permitió acceder ―por otra vía― al por qué de la clase que lo
sostiene.
Ahora bien, si a@rmo que clase es un con@gurador, no signi@ca que
haya cedido a un marxismo doctrinario (en todo caso, a los malos epígo-
nos de Marx) sobre el determinismo económico. La dimensión de clase
está debajo del análisis de los aspectos emergentes en el campo, simple-
mente porque ―en este escenario― es la que articula a los demás, y per-
mite entender ciertas motivaciones muy indirectas que el determinismo
económico no podría explicar. Partiendo de situaciones triviales (ej. con-
tarse chistes) desde la descripción misma damos cuenta del rol que cum-
ple la productividad narrativa-bilingüe dentro de esta relación social de
producción especí@ca, que, a su vez, termina con@gurando (por diversas
vías) los procesos culturales de estas poblaciones.
Otro aspecto de clase que ayuda mucho es en (ahora sí lo digo) la de-
terminación de los ambientes de conversación posteriores a la campaña.
Una vez que volví de la des.orada, las charlas posteriores que tuve con
otros des.oradores con quienes no compartí ―porque pertenecían a Fi-
gueroa, un departamento provincial al norte―, me permitieron entender
muchísimos elementos que jamás habría tenido en cuenta con las 22 en-
trevistas previas de 2012.
Nótese que el tratar de describir las condiciones situadas de un chiste
narrado entre los changos o entre los viejos, ofrece evidencias de una di-
mensión de clase que no está inferida desde variables más visibles como
el salario del trabajador, la plusvalía de la empresa multinacional o al con-
trol laboral de los empleadores (Desalvo 2009 y 2013), sino a otro aspec -
to. El procedimiento registrado ocurría ―en general― del siguiente
modo:

a) los chistes en castellano-quichua no eran dichos por cualquier perso-


na, sino por don Andy, es decir, el amigo de 63 años del cabecilla, de
con@anza y el segundo con más edad de toda la cuadrilla;
b) varios changos pretendían emular a don Andy, intentando hablar
como él y tratando de decirlo del mismo modo gracioso;

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 125


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

c) el modo de identi@carse inmediatamente con don Andy eran determi-


nadas marcas de habla, asociadas a la complicidad y donde se eviden-
cian indicadores del quichua: /u/ en @nalización de palabra, junto con
tonos medios y altos en determinadas frases de remate, reparación de
temas o caracterización del personaje que se relata;
d) estos “imitadores” también son muy quichuistas que se hacen como
don Andy, es decir que no todos estaban habilitados a actuar en el rol
de “emuladores” de los chistes;
e) los chistes y cuentos eran casi siempre referidos a temas del trabajo
migrante, a personajes que trabajan lerdo, o a referencias sexuales
sobreentendidas donde el objeto de burla era algún muchacho con su-
puestas marcaciones homosexuales, es decir, desmarcaciones muy
“naturales” en un ambiente solo de hombres trabajando en un lote;
f) la quichua aparece en varios oyentes participantes, ya sea como co-
municación fáctica (muletillas que acompañaban el relato: “ari che?”
[¿sí, che?]), o como comentario de cierre ―una “reparación” a modo
de síntesis del cuento― en simultáneo y después de las risas del rela-
to terminado.

De este modo, no es cualquier discurso, no es cualquier enunciador, y


no es el uso de lenguas en cualquier momento: la dimensión de clase cru-
za las prácticas y las hablas, y las con@gura en un determinado sentido.
Aquí clase también es el proceso vivo de don Andy, su humor, la búsqueda
de los changos de lograr manifestar (simular) el humor de él. Dicho de
otro modo, utilizando estos y muchos otros repertorios de su bilingüismo
situado, y con sus narrativas pícaras en la castilla o en quichua, sobre ser
un buen profesional de la chala.
En síntesis, no sería posible comprender la productividad situada de
narrativa bilingüe si no estuviera atravesada por este tipo de relación de
explotación, y por este tipo de obreros agrupados bajo una relación labo-
ral que lleva casi medio siglo con estos empleadores multinacionales. Así,
solamente por esta vía corporal de la investigación, fue posible entender
la acumulación gradual de trabajos muy duros en su propia memoria cor-
poral-lingüística-masculinizada, que los fue forjando como máquinas píca-
ras.

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 126


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

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Tasso, Alberto y Carlos Zurita. 2013. “Aves de paso: Los trabajadores estacionales de Santiago
del Estero”. Trabajo y Sociedad 21: 33-47.

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 128


Andreani CLASE, MASCULINIDAD Y LENGUAS EN EL TRABAJO MIGRANTE SANTIAGUEÑO

Villafañe, Laura. 1988. “El comportamiento del su@jo -ta en el quichua santiagueño”. Tesis de
maestría, Universidad de Leiden.

Héctor Andreani
Universidad Nacional de Santiago del Estero
sachahector@gmail.com
Trabajo recibido el 4 de mayo de 2016 y aprobado el 30 de mayo de 2016.

Signo y Seña 29 Dossier Hablantes bi/plurilingües y prácticas educativas 129


Rosana Guber

El salvaje metropolitano
Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de
campo

PAIDÓS
Buenos Aires
Barcelona
México
Cubierta de Gustavo Macri
Foto cubierta: gentileza de Carmen Guarini

1" edición en Editorial Legasa, 1991


1a edición en Editorial Paidós, 2004
1" reimpresión, 2005

2004 de todas las ediciones en castellano


Editorial Paidós SAICF
Defensa 599, Buenos Aires
e-mail: literaria@editorialpaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723


Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

California 1231, Ciudad de Buenos Aires, en marzo de 2005


Tirada: 1000 ejemplares

ISBN 950-12-2719-7
Índice♣

Prólogo a la segunda edición............................................................................... 13


Agradecimientos........................................................................................... 17
Presentación, por Victoria Casabona ........................................................... 21
Prólogo, por Esther Hermitte........................................................................ 23
Introducción.................................................................................................. 27

1. El trabajo de campo etnográfico: trayectorias y perspectivas...................... 37


1. En los comienzos …...................................................................................... 37
2. La cuna positivista del trabajo de campo ...................................................... 41
3. La perspectiva interpretativista....................................................................... 48
4. Algunas formulaciones críticas....................................................................... 51

2. Algunas pistas epistemológicas del conocimiento antropológico............... 55


1. Nuevos caminos ............................................................................................. 57
2. Reformulaciones en torno a la cuestión del objeto de conocimiento ............ 62

3. El enfoque antropológico: señas particulares............................................... 67


1. Aportes de la antropología clásica: el trabajo de campo y la etnografía........ 67
2. El papel de la teoría en la producción del conocimiento social...................... 69
3. Dos conceptos clave: diversidad y perspectiva del actor ………………....... 72
4. Características de la investigación socioantropológica…………………....... 77

4. El trabajo de campo como instancia reflexiva del conocimiento ................ 83


1. ¿Qué es el "campo"? ....................................................................................... 83
2. Trabajo de campo y reflexividad .................................................................... 85
3. Estilos de trabajo de campo ............................................................................ 92
4. Técnicas de campo para un conocimiento no etnocéntrico ………………….... 92

5. ¿Adonde y con quiénes? Preliminares y reformulaciones de la delimitación del


campo ………………………………………………………………………….. 99
1. Niveles de análisis ......................................................................................... 102
2. Acotando la unidad de estudio y las unidades de análisis: vías y criterios ....... 107
3. Unidad de estudio: número y extensión ........................................................ 117
4. Unidades de análisis: ¿muestra representativa o muestra significativa? ....... 119

6. El informante, sujeto de la investigación .................................................... 127


1. El informante: ¿portador o constructor de una cultura................................... 128
2. El informante como objeto: primeras categorizaciones... ................................ 132
3. Conceptualizaciones ulteriores: el informante como expresión de su mundo social
………………………………………………………………………………..…. 141

7. Presentación y roles: cara y ceca del investigador ...................................... 147


1. Vicisitudes de la presentación en campo ...................................................... 148
2. Asignación de roles al investigador o algunas pistas para identificar a un interlocutor
…………………………………………………………………………………. 161

Los números de página corresponden a la versión impresa.
8. La observación participante: nueva identidad para una vieja técnica ........ 171
1. Fundamentos "clásicos"................................................................................ 171
2. La reflexividad en la observación con participación ................................... 176

9. La corresidencia: un ensayo de ciencia y ficción ................................... 189


1. La residencia de la corresidencia ............................................................. 190
2. Participación y cotidianidad ...................................................................... 192
3. Cienciay ficción........................................................................................ 198
4. Viejas costumbres en nuevos contextos ................................................... 200

10. La entrevista antropológica: Introducción a la no directividad.................. 203


1. No hay preguntas sin respuestas (implícitas) ........................................... 204
2. Límites y supuestos de laño directividad.................................................. 210

11. La entrevista antropológica. 2. Preguntas para abrir los sentidos .......... 219
1. Dinámica general: la entrevista en la investigación.................................... 219
2. Dinámica particular: la entrevista en el encuentro ................................... 236
3. De controlesy mentiras............................................................................... 242
4. ¿Una buena o mala entrevista? ................................................................. 245
5. El rapport ¿una utopía necesaria?............................................................. 246

12. El registro de campo: primer análisis de datos ...................................... 251


1. Formas de registro..................................................................................... 252
2. ¿Qué se registra? ...................................................................................... 257
Epílogo ......................................................................................................... 261

13. Casos de registro .................................................................................... 263


1. De la presentación del investigador en campo. Notas de Raúl Díaz......... 263
2. De la observación con participación. Notas de Ménica Lacarrieu............. 266
3. De la producción de datos. Notas de Ariel Gravano ................................. 270

14. A modo de ejercitación ....................;...................................................... 275


1. Un esquema práctico para construir el objeto del conocimiento............... 275
2. Ejercicios para "mantener la cintura" ....................................................... 289

15. Conclusiones: cierre y apertura ............................................................... 303

Bibliografía general....................................................................................... 313


12. El registro de campo: primer análisis de datos
La concepción tradicional del trabajo de campo ha seguido los parámetros del
naturalismo: captación inmediata de "lo real", "recolección de datos" y posterior análisis
en gabinete. Esta concepción ha incidido en varios aspectos de la operación por
excelencia de obtención de información: el registro de datos. Según esta corriente, el re-
gistro es un medio por el cual se duplica el campo en las notas (registro escrito), en
imágenes (fotografía y cine) y en sonidos (registro magnetofónico). Así, el investigador
"recolecta lo real tal cual es", esto es, "recoge datos". La revisión del sentido del trabajo
de campo y de la relación entre investigador e informantes, mediatizada por las técnicas
de obtención de información y la situación de campo, ha llevado a resignificar las
formas de registro sin por eso desechar los aportes que la labor antropológica ha
realizado a lo largo de su historia. Un aspecto desde el cual se reformula el lugar del
registro de campo es la incidencia del investigador en el recorte de lo relevado. El
proceso investigativo que ha propuesto tradicionalmente una mirada abierta a la
totalidad social y sin sesgos etnocéntricos, plantea ahora el ideal de ampliar
progresivamente la mirada y la capacidad de registrar, captar y detectar información
significativa para ser integrada a las notas, conforme avanza el trabajo de campo en una
relación reflexiva de conocimiento paralelo y recíproco entre investigador e
informantes. Esto es: se ve lo que se puede ver. Tratemos, entonces, de ver cada vez
más y mejor. El registro es la manifestación concreta de este proceso y de cómo el
investigador concibe el campo y cuanto sucede en él. Con el registro, el investigador no
se lleva el campo a casa; se trata más bien de una imagen especular del proceso de
conocimiento que incluye las condiciones en que dicho conocimiento tiene lugar. Al
situarse en un contexto determinado, la relación entre investigador e informantes [251]
se concreta y complejiza incorporando las variantes de dicha relación. En ese proceso,
el registro es una especie de cristalización de la relación, vista desde el ángulo de quien
hace las anotaciones o fija el teleobjetivo de la cámara.

Sin embargo, como hemos dicho reiteradamente, este ángulo no es equiparable a lo


registrado sino que implica un recorte de lo que el investigador supone relevante y
significativo (siempre desde el grado de apertura que le permite su mirada en ese
momento de su trabajo). Por eso, el registro es una valiosa ayuda no sólo para preservar
información, sino también para visualizar el proceso por el cual el investigador va
abriendo su mirada, aprehendiendo el campo y aprehendiéndose a sí mismo. De ahí que
resulta imprescindible que el investigador registre todos aquellos aspectos que pueden
echar luz acerca de por qué se registran algunas cuestiones y relegan otras, por qué se
repara en determinados aspectos y se secundarizan otros, por qué se los integra de este y
no de otro modo. Lo que el investigador tiene en su registro es la materialización de su
propia perspectiva de conocimiento sobre una realidad determinada y no esa realidad en
sí. Sin embargo, esto no significa que la realidad no exista o sea irrelevante, porque el
investigador está permanentemente intentando dar cuenta más y mejor de ella. Para que
ese registro se torne cada vez más complejo y revele mayores aspectos de la perspectiva
del actor y sus vetas inesperadas, 1 es necesario explicitar a cada paso la intervención de
quien registra, pues, como también señalamos, el investigador sólo puede ampliar su
mirada si reconoce los contrastes con el mundo social de sus informantes,
interrogándose por el significado, en su propio marco conceptual y en función de su

1
Para el análisis e cómo Esther Hermitte consiguió hacer un lugar en sus notas de campo para captar lo
inesperado, véase GTTCE (2001).

166
objeto de conocimiento, del material obtenido y transformado en dato.

1. Formas de registro

Tradicionalmente se ha optado por una u otra forma de registro, según su grado de


fidelidad con respecto al referente empírico. Sin desechar este criterio, pero teniendo en
claro la incidencia del investigador en dicho proceso, podemos añadir que las formas de
registro son también factores que inciden en la dinámica de lo real, y que deben ser
analizadas en función de esa incidencia. Esto significa que el recurso al que apele el
investigador no es más o menos favorable porque [252] altere o no el campo o la
conducta de los informantes, sino porque cada forma de registro, así como cada
investigador y cada personalidad, inciden de algún modo y es este modo el que debe
reconocerse y explicitarse. Aun cuando el investigador no lleve consigo ningún
implemento técnico (grabador, filmadora, etc.), su sola presencia, su atención y su
comportamiento inciden en el medio observado. Lo deseable no es que esta incidencia
no exista, porque existe, sino que sea reconocida, caracterizada e incorporada como
condición de la investigación y el conocimiento social.

El investigador puede realizar el registro durante la entrevista o posteriormente. En el


primer caso, por medio de un grabador, lo que le asegura una fidelidad casi total (casi,
porque pueden aparecer problemas técnicos de nitidez en la grabación o en la dicción)
de lo verbalizado, o en una libreta de notas (en versión taquigráfica, tomando algunas
expresiones textuales o breves indicadores de los ternas tratados que se completarán a
posteriori). En el segundo caso, sin haber tomado notas en absoluto, se apela a la
memoria y a la reconstrucción una vez realizados la observación y el encuentro (el
registro fílmico en antropología ha sido muy elaborado en las últimas dos décadas, de
manera que obviaremos aquí su tratamiento). Cada uno de estos sistemas presenta sus
ventajas y desventajas, que es conveniente explicitar para controlar sus efectos.

Con respecto al informante, la grabación combina un efecto de total fidelidad con otro
contraproducente de inhibición, reticencia o temor; con respecto al investigador, implica
una mayor comodidad, al punto que es frecuente desentenderse de lo que se está
hablando. El investigador no recuerda a ciencia cierta qué se trató en el encuentro;
también suele suceder que el informante "se largue a hablar" cuando se apaga el
grabador. La extrema dependencia de este recurso técnico puede implicar que el
investigador no se anime a registrar los "datos fuera de libreto" y, finalmente, los pierda.
Por otra parte, la grabación exige una desgrabación, que suele ser lenta y costosa, lo que
ayuda a que estas tareas se posterguen para una vez finalizado el trabajo de campo; esto
presenta el inconveniente de que, por la índole del proceso de conocimiento
antropológico en campo, ya no se trata de un trabajo reflexivo sino, de hecho, de una
captación empirista de información. Al no proceder a la simultánea
elaboración/construcción de la perspectiva del actor, el trabajo de campo se transforma
en la aplicación cada vez más cristalizada de cuestionarios y de miradas guiados por la
costumbre y no por un examen crítico. Por eso, la transcripción de notas es una de las
herramientas, por excelencia, de la elaboración reflexiva de lo sucedido en campo y de
la producción de datos. No basta con tenerlos almacenados en un bibliorato o en la base
de [253] una computadora. Es necesario trabajarlos, estudiarlos, relacionarlos e
interpretarlos.

167
Cabe acotar que el supuesto según el cual la grabación asegura "llevarse el campo a
casa" es cierto sólo en la medida en que se registran sonidos físicos verbalizados por el
informante; pero ello no garantiza la reconstrucción exacta de la situación en la cual se
producen dichas verbalizaciones; tampoco se retienen gestos, expresiones faciales y
corporales, la identidad de las personas reunidas, movimientos y reacomodamientos,
eventos antecedentes y consecuentes de la entrevista y la actitud del investigador, que
puede ser decisiva para la del informante. Pero su limitación no es solo técnica sino
epistemológica. Si bien es cierto que un buen y fiel registro permite volver a los datos
con confiabilidad y revivir las condiciones de la información del campo cualquiera sea
el lapso transcurrido desde su obtención, es conveniente no homologar veracidad de la
información y veracidad de las conclusiones. El registro grabado no evita el recorte y la
construcción de datos, pues éstos, en tanto pasen a integrar el sistema explicativo, son
siempre una construcción del investigador. Lo mismo ocurre con la perspectiva del
actor, aunque ésta puede estar más o menos cargada de perspectivas etnocéntricas. En el
camino para descentrar el conocimiento de la unidad social, es imprescindible contar
con un nutrido cuerpo de materiales. Sin embargo, la forma de registro se encuadra en el
contexto de una relación social. Y suele ocurrir que el informante tenga una imagen
estereotipada de la investigación social, que requiera de ciertas prácticas para
legitimarse, como la presencia del grabador y los papeles.

Si el investigador es veloz para tomar notas simultáneamente a la entrevista, la función


del grabador puede ser sustituida por versiones más o menos completas de lo
verbalizado. Por ejemplo, los registros de lo que ocurre en una clase suelen realizarse
por este medio, valiéndose de una serie de criterios de notación que permiten, a
diferencia del grabador, incorporar la conducta de los alumnos y la disposición del
maestro, y lo que se escribe en las pizarras (véanse Rockwell, 1986; Bulmer, 1982;
Woods, 1987). Para registros en el campo educativo, Rockwell sugiere utilizar:

" " para notación textual;


/ / para textual aproximada;
( ) para aclaraciones contextúales como climas, gestos, etc.;
(…) lo que no se alcanza a registrar;
… el que habla y no termina;
subrayado lo que se escribe en el pizarrón o se dicta.

Sin embargo, este medio reitera algunas dificultades del registro magnetofónico y les
suma otras nuevas. Una de ellas es poner al investigador ante el dilema de atender y
mirar al informante o tomar notas; en el curso de la entrevista, el registro escrito puede
incomodar al informante, quien puede optar por empezar a dictarle al investigador j en
vez de expresarse más espontáneamente. Por otra parte, el contacto visual es
fundamental para establecer una relación de confianza, proximidad y soltura, marco
conveniente para desarrollar buenas entrevistas. Quizá sea aconsejable postergar el
registro o tomar nota indicando los temas tratados y algunas expresiones que parezcan
"interesantes" en función de los objetivos del investigador, sus hipótesis o, incluso, sus
intuiciones. La obsesión por "anotar todo" también puede dar por resultado que el
investigador no formule preguntas en momentos en que la conversación decae y, se
pueden llegar a producir, entonces, silencios desconcertantes para ambos. El registro
escrito simultáneo puede estorbar al informante en la medida en que le recuerda
permanentemente que está siendo registrado; su inhibición es entonces una versión
corregida y aumentada de la producida por el grabador, porque con éste funcionando,

168
dispuesto en forma no demasiado evidente, las partes pueden olvidar su presencia a
medida que se desarrolla el encuentro. El contacto visual con el investigador compensa
la atención hacia la forma de registro, lo cual no ocurre con el registro escrito
simultáneo. Si el informante concibe el trabajo serio como aquel que involucra formas
de registro visibles y éstas no son empleadas, puede ofenderse suponiendo que el
investigador olvidará partes relevantes de su discurso o que le está tomando el pelo o
que distorsionará todo cuanto le diga. Es usual que el informante pregunte, después de
dos horas o más de entrevista informal: "¿Y? ¿Cuándo me va a hacer la entrevista?", o
bien, que le "tome examen" al investigador para cerciorarse de que, aún sin grabador y
notas, se retiene lo comunicado por el informante. En estos casos, puede ser aconsejable
grabar o tomar nota y, para el propio registro, continuar la entrevista como una charla
informal, una vez apagado el grabador o cerrada la libreta. Aquí es cuando suelen surgir
los temas de modo menos planificado o sobreactuado por el informante.

Reconstruir a posteriori de la "sesión de campo" puede ser conveniente por varias


razones: en contextos conflictivos que impliquen persecución, suspicacia,
enfrentamiento, el informante puede retraerse al ver comprometida su palabra en manos
de un extraño y desconocer su destino, mal uso o publicidad ante grupos antagónicos.
La inhibición y la vergüenza pueden tener lugar cuando se tratan temas personales o
tabú para el informante, por ejemplo, sobre sexo, conflictos familiares, reflexiones
acerca de cuestiones morales, etc. Los aspectos no verbalizables del encuentro y su
contexto o los eventos que [255] lo preceden y suceden también pueden registrarse de
este modo, así también si el informante se explaya "fuera de libreto" sobre algún tema .
una vez que el investigador apaga el grabador o abandona la anotación. En todos estos
casos, lo más conveniente es hacer un primer listado indicativo de los temas, en un sitio
apartado o ya fuera del campo, y luego, con más tiempo, comenzar la transcripción
detallada de la situación de encuentro. Aunque al principio esto parezca impracticable,
conforme avance la práctica de la memoria, la asociación y la atención en el campo, el
investigador podrá retener cada vez mayor cantidad de información. Y ello no sólo por
la experiencia, sino también porque irá comprendiendo cada vez más lo que ve y le
resultará más significativo, siéndole más sencillo relacionarlo con su problema de
investigación y con sus interrogantes.

Por otra parte, el transcurso de la vida cotidiana y sus múltiples facetas no pueden ser
encerrados en una cinta magnetofónica ni en una filmación. Es cierto que el registro a
posteriori es menos fiel que la grabación y el registro simultáneo a la entrevista. La
mente del investigador procede por recortes, condensación y síntesis; evitar estas y otras
distorsiones es parte del aprendizaje de esta técnica de registro; pero también las
preguntas que el investigador lleva consigo y sus ; guías temáticas elaboradas en
gabinete pueden darle indicios o recordarle lo que se ha tratado. Lo relevante será, sin
duda, el resultado de un análisis progresivo del material obtenido, de modo que las
categorías que aparezcan oscurecidas por la mala memoria puedan reaparecer con la
redundancia de la vida social. Si bien cada situación es única e irrepetible y el material
generado en ella es irrecuperable, la naturaleza plural y reiterada del trabajo de campo
antropológico puede ser de valiosa ayuda si se sabe mirar y descubrir sus regularidades.
Nunca la reiteración de señales, signos y situaciones es exacta, pero, al ser hechos
sociales, la lógica de los actores presenta una combinatoria finita de posibilidades. Para
ello es necesario estar presente en las más diversas situaciones de campo. De ahí la
extensión de las estadías y la inmersión en la vida cotidiana, en virtud de lo cual el
investigador va reconstruyendo sus notas a través de las asociaciones que le suscitan los

169
hechos empíricos que observa e intenta registrar a partir de sus objetivos y conexiones
explicativas (Whyte, 1982: 236; Kemp y Ellen, 1984: 229). Pero queda aún un último
argumento a favor del registro a posteriori. Especialmente en las primeras experiencias
de trabajo de campo, esta modalidad obliga al investigador a realizar uní profunda
introspección -y con ello, un arduo y fructífero proceso de autoconocimiento- para
recordar. Ello supone, paralelamente, un aprendizaje de la elaboración de datos al
tiempo que se procede a si registro, de manera que el análisis de datos es, en buena
medida, paralelo (de hecho y no de palabra) al trabajo de campo mismo. [256]

Las formas de registro dependen de varios factores que atañen a la investigación, al


marco teórico y metodológico del investigador, y a la situación de entrevista y
observación. La viabilidad y practicidad de diversos medios de registro dependen de
cuestiones tales como la temática a tratar, su conflictividad y grado de compromiso para
los informantes, la personalidad de los presentes, la etapa de la investigación y el
método de análisis de datos (un análisis semiótico o de discurso requiere registros
textuales). No tener en cuenta estas rendiciones y requerimientos suele conducir, en una
extraña combinación con la avidez de "llevar el campo a casa", a recurrir a cualquier
medio -lícito o no- para obtener y registrar información. Efectivamente, numerosos
científicos sociales apelan al "grabador pirata", que -adelantos técnicos mediante-
pueden ocultar entre sus ropas o en un bolso y poner a funcionar cuando lo deseen. Este
procedimiento, además de éticamente censurable -al no contar con la aprobación del in-
formante, que es un ser humano con voluntad y raciocinio- puede tener graves
consecuencias, sobre todo si la relación con el informante no es anónima y pretende
continuarse. Como este recurso es fácilmente asimilable a un acto de mala fe y
espionaje, y se justifica más bien en casos de denuncia y de participante pleno'
(Wallraff, 198.5; Linhart, 1996), su descubrimiento puede revertir en una sanción ne-
gativa al investigador y éste puede verse imposibilitado de recuperar su imagen,
asociada ya a la de un auténtico mentiroso; entonces deberá abandonar el campo. Pero
por otra parte, consideramos que los beneficios de este recurso no son de tal magnitud
como para poner en peligro lo más importante con que cuenta el investigador: su rela-
ción con los informantes que son, de distintas formas, sus colaboradores. Al fin y al
cabo, las vías para registrar información son parte de la reflexividad del investigador y
del informante en una relación social, y, por lo tanto, son parte del proceso de
conocimiento.

2. ¿Qué se registra?

Si bien a grandes rasgos los registros obedecen a los lineamientos del objeto de
investigación y del marco conceptual, ello no implica una correspondencia directa,
pudiendo a veces excederlos o resultarles insuficientes. Así, los datos pueden aparecer
como directamente implicados en el objeto de conocimiento o como "cabos sueltos"
todavía inasibles en el proceso de investigación. Lograr reunir estos cabos en una cierta
unidad descriptivo-explicativa es uno de los cometidos, no el punto de partida, a menos
que el investigador proceda a forzar el ingreso de dicho material en el marco teórico del
que dispone. En el trabajo de campo, el investigador suele [257] apelar a dos usos del
registro que no son excluyentes. Uno es registrar sólo aquello que se vincula a lo que el
investigador preveía encontrar, con sus interrogantes y con su objeto de conocimiento.
Esta forma, si bien controlada, suele ser superada por el flujo de información a que se ve
enfrentado el investigador y puede circunscribir el material a sus presupuestos,
confirmando hipótesis, pero sin conducir hacia otras vetas y sin aportar conocimiento

170
significativo. Otro uso es registrar todo lo que le parezca, todo lo que recuerde, y esta-
blecer luego las relaciones y no relaciones (es decir, aquello que reconoce como
significativo y aquello cuya relevancia todavía no vislumbra) con su objeto de
investigación. La primera variante puede dar mayor tranquilidad al investigador pero
también sesga, desde el vamos, su acceso a lo empírico: no propicia la actitud de
apertura de la mirada de la que ya hemos hablado. Aunque nunca se alcance, quizá sea
conveniente seguir cultivando aquella vieja y productiva utopía de registrarlo todo, pero
siempre y cuando se tenga claro que la amplitud de ese todo no excederá, en mucho, las
referencias impuestas por el marco cognitivo del investigador. En todo caso la apertura
de la mirada será paralela a la apertura del conocimiento y de las conexiones
explicativas.

Teniendo presente estas premisas proponemos registrar todo (lo posible). Siguiendo las
recomendaciones de capítulos anteriores, ese todo incluye los datos observables y los
audibles, esto es, los que proceden de la observación y de las verbalizaciones. Ambos
tipos de datos surgen en situaciones donde convergen un ámbito, una serie de
actividades y un grupo de personas (dentro de las que se cuenta el investigador o el
equipo de investigación) en una secuencia de tiempo. Por último, y para que los datos
puedan aportar nuevo material al conocimiento sobre la unidad social en cuestión,
convendría recordar que el investigador aprende gradualmente a diferenciarse más y
más de los informantes, a distinguir sus inferencias de los observables y sus
valoraciones de aquellas que no le pertenecen. Esto entraña, por un lado, efectuar una
nítida diferenciación entre lo que el investigador observa y escucha, aquello que creyó
ver y escuchar, y lo que piensa sobre lo que vio y escuchó. Por otro lado, implica
desarrollar una mayor agudeza en la captación de información significativa que pueda
transformar en datos, ya se trate de sentidos, relaciones, información cuantitativa, etc.

Lo que observa, lo que oye

El investigador, aun cuando se encuentra en una entrevista, no sólo recibe información


de labios de sus informantes. Observa gestos, [258] escudriña entornos, ve actividades y
movimientos de personas. Por eso su registro contiene, en todo momento, datos
acústicos y observacionales. Es útil, aquí, diferenciar entre los datos observacionales (no
mediatizados por el informante, sino obtenidos directamente por el investigador) y los
verbalizados (que pueden consistir en referencias de los informantes sobre alguna
actividad o suceso no atestiguado por el investigador). Al registrar observaciones, es
frecuente caer en adjetivaciones que abrevian aparentemente la labor descriptiva del
investigador. A la larga, este procedimiento inutiliza el registro, debido a su
ambigüedad y a sus marcos de referencia inciertos. No es posible su reutilización ni por
terceros y, probablemente, tampoco por el investigador quien, es de creer, habrá tomado
suficiente distancia con los parámetros que le fueron útiles cuando hizo el registro.

Adjetivaciones como "estaba todo sucio", "la sala de espera era grande", "el director
estaba de mal humor", "la maestra trataba mal a los alumnos", "el hombre estaba fuera
de sí", etc., serían inutilizables, salvo si se explícita:

• a quién pertenecen (al investigador o a algún informante);


• qué significan ("sucio", "grande", etc., teniendo en cuenta los términos
de comparación);
• en qué elementos concretos (observables y verbalizables) se expresan

171
("maltrato" visualizado en qué actitudes; en qué se manifiesta "estar fuera
de sí" por parte de aquel hombre, etc.).

Por otra parte, los datos procedentes de información verbalizada no son sólo aquellos
que se encuadran en la entrevista y que responden a las preguntas del investigador. A lo
largo de estas páginas, hemos intentado reafirmar la noción de que el trabajo de campo
es todo cuanto ocurre en el campo (y aún fuera de él) con los informantes -reales y
potenciales— y con el investigador. De manera que cualquier hecho o enunciado, por
ínfimo que parezca, puede aportar datos, echar nueva luz o suscitar otras preguntas. De
modo que el contenido del registro debería estar referido a lo que sucedía desde antes de
comenzar la entrevista. A los parámetros del registro podríamos llamarlos PATE
(Personas - Actividades - Tiempo - Espacio).

Cualquier acontecimiento, incluidas las situaciones de entrevista, está enmarcado en


coordenadas de tiempo y espacio, dentro de las cuales algunos actores llevan a cabo
ciertas actividades. En un registro completo no puede faltar ninguno de estos
ingredientes, como tampoco su peculiar relación, ya provenga de lo manifiesto, ya de
las inferencias del investigador. Se contará, además, con información requerida que
resulte pertinente al tema. [259]

Personas presentes: desde el comienzo hasta el final de la observación/entrevista,


pueden hallarse en grados diversos de relación con el investigador. Así, no solamente
caben en el registro los entrevistados, sino también los testigos o presentes esporádicos
del encuentro y que, como ya vimos, pueden remodelar el contexto y, por consiguiente,
afectar la disposición del informante sobre los temas a tratar, además de aportar
información acerca de los vínculos del informante con otras personas en su medio
laboral (si el encuentro se realiza en su trabajo), doméstico (si se lleva a cabo en su
hogar) o vecinal (si se realiza en su barrio). Registrar "personas" significa tener en
cuenta:
• sexo/género;
• edades (aproximadas), nacionalidad, grupo étnico ocupación;
• vínculos entre sí y formas de trato interpersonal;
• flujos sociales (en sitios públicos, reparando en la mayor afluencia en
determinados horarios);
• vestimenta y ornamentación;
• actitudes generales y,
• actividades desarrolladas en el lugar.

Actividades: incluyen el número de personas que las llevan a cabo, la división de tareas,
cadenas de mando y poder, ritmo de la actividad, su tipo y duración, carácter habitual o
no de la presencia de esas personas en el lugar, etc.

Tiempo: atañe, por un lado, al espacio temporal abarcado por la observación, el


encuentro y la entrevista y, por el otro, a la secuencia de hechos y vicisitudes de la
interacción entre el investigador y los presentes. En todo registro conviene incluir qué
lapso temporal abarca, la hora de arribo del investigador y del informante.

Espacio: se incluye aquí información sobre las dimensiones del ámbito de


observación/entrevista, su mobiliario, sus condiciones, objetos, decoración, como
también el ámbito mayor en el que dicho lugar se encuentra.

172
Cuanto más acabadas sean las descripciones, más información se habrá recabado y de
mayor utilidad serán las notas. Pero habíamos observado que el investigador y el
informante son, también, personas presentes en la situación de encuentro. Conviene,
pues, registrar los datos del encuentro:

• forma de concertación (casual, planificada);


• canales de acceso al informante; [260]
• número de encuentros previos;
• condiciones generales de la apertura condiciones generales del encuentro:
interrupciones y desarrollo;
• condiciones del cierre y finalización: causas exógenas o endógenas, modo
abrupto o gradual, etc.

El informante: es de suma importancia recabar su sexo, edad, nacionalidad, grupo


étnico, religioso, nivel de instrucción formal, nombre o seudónimo, unidad doméstica y
lugar en la unidad doméstica, ocupaciones -principal, secundaria-, antigüedad en la/s
ocupación/es, lugar de residencia actual, etc. Caben también anotaciones acerca de la
disposición del informante durante el encuentro, su forma de presentarse, su vestimenta,
información indicativa que pudiera provenir de sus gestos o expresiones, recurrencias,
redundancias y renuencias, nuevas temáticas aportadas por él, etc.

El investigador: es necesario consignar su presentación al informante y a otros


presentes, su disposición previa al encuentro y en su transcurso, expectativas del
encuentro, temas que se propone relevar, primeras impresiones, preguntas, comentarios,
movimientos, silencios, dudas, inferencias y supuestos, interrupciones, preguntas
aclaratorias, asociaciones con material de registros previos, etc.

Epílogo

Un registro no es una recopilación de información que quedará relegada hasta finalizar


el trabajo de campo, sino un material que cimienta la siguiente visita al campo (esto si
seguimos siendo consecuentes con la reflexividad del investigador en el terreno y con
un conocimiento no empirista de lo real) y resignifica todo lo actuado hasta el momento.
De ese modo, el registro es una herramienta que puede hacer reformular el contenido y
los canales de los futuros encuentros. Para que adquiera este carácter dinámico es
aconsejable que, al cabo de su realización, se anoten las expectativas de trabajo futuro,
que pueden incluir:

• resumen de los puntos que se presentan como más destacables de la jornada;


• nuevos informantes contactados;
• posibilidades de futuros informantes y canales de acceso a ellos;
• temas desechados o que no se pudieron explorar;
• temas a explorar con el informante; [261]
• temas generales a explorar;
• dudas y contradicciones suscitadas por el nuevo material obtenido en la jornada;
• limitaciones del encuentro y limitaciones del investigador.

Este resumen puede ser de rápida visualización antes de emprender la nueva visita al
campo o a determinado informante y además presenta-un somero análisis de las líneas
tratadas con cada uno y a lo largo de la investigación global.

173
El registro es la imagen del proceso de conocimiento de otros y de sí mismo que va
experimentando el investigador; su progresiva agudeza y percepción se manifiestan en
la información vertida en datos cada vez más numerosos, sorprendentes y relacionados.
El registro no es un depósito de información, sino uno de los aspectos del eterno diálogo
que el investigador lleva a cabo consigo para conocer a sus informantes y al mismo
tiempo conocerse a sí mismo. Por consiguiente, el registro no es una fotocopia de la
realidad, sino una buena radiografía del proceso cognitivo. Ello no obsta para que haya
registros más y menos precisos sobre la vida social, ya que lo real existe
independientemente de que el investigador esté allí para registrarlo. Lo importante es
que, al ser consecuentes con el principio de que el conocimiento es un proceso
construido por un sujeto con su bagaje, el conocimiento de lo real no sea independiente
del conocimiento de sí mismo. Un buen registro es, a la vez, una ventana hacia afuera y
otra hacia adentro. [262]

174
Volumen 76. n°2, jul-dic 2021: pp. 253-277
Dossier género y arqueología
Mendoza, Argentina
eISSN 2591-3093 - ISSN 0325-0288

Not people, women: Arqueología, mujeres y comunidad.


Reflexiones desde Lúxor (República Árabe de Egipto)

Not People, women: Reflections on archaeology, women,


and community at Luxor, Arab Republic of Egypt

doi.org/10.48162/rev.46.009

María Bernarda Marconetto orcid.org/0000-0002-1865-4024

RESUMEN
El presente escrito propone una reflexión acerca de vínculos que las mujeres de las
comunidades en las que trabajamos pueden tejer con aquello que definimos como materialidades
arqueológicas y, en paralelo, nuestro propio lugar como investigadoras en el seno de comunidades en
las que, en muchas ocasiones, la experiencia de ser mujer es diferente a la propia. Partiendo de un
análisis previo acerca de un particular tipo de traza, el oscurecimiento de algunas representaciones y
signos jeroglíficos producto del repetido contacto con manos, describiré una potente relación entre las
mujeres, la concepción y los objetos y sitios arqueológicos en la zona de Lúxor (República Árabe de
Egipto). Asimismo, discutiré prácticas y discursos de la comunidad académica en torno a las mujeres
pasadas y presentes.

Palabras clave: arqueología, mujeres, fertilidad

ABSTRACT
This paper offers a reflection on the relationship between women who inhabit the
communities in which we work and what we define as archaeological materialities. Along these lines,
I discuss our place as researchers within communities in which, on many occasions, the experience of
being a woman is different. Starting from a previous analysis of a particular type of design and the
obscuring of some representations and hieroglyphics due to repeated contact with hands, I will
describe a powerful relationship between women, conception, and archaeological objects and sites in
the area of Luxor in the Arab Republic of Egypt. I also discuss practices and discourses of the
academic community around women, past and present.

Keywords: archaeology, women, fertility

 Instituto de Antropología de Córdoba. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad


Nacional de Córdoba. bernarda.marconetto@gmail.com

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0).


https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/deed.es
María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Recibido: 27/04/2021
Aceptado: 27/08/2021

INTRODUCCIÓN
Tal y como anuncia la convocatoria a este volumen, el feminismo en la
arqueología ha resultado en un relevante aporte a nuestro campo. Su mayor aporte
es la posibilidad de desandar la fabricación de pasados que enraízan nuestros
propios modos de estar en el mundo, al tiempo que instaló discusiones en torno a
cuestiones de género en nuestro quehacer profesional. Quisiera poder aportar en
este escrito a discusiones que involucren la cuestión de género en las comunidades
en las que trabajamos. Por un lado, me interesa explorar los vínculos específicos
que las mujeres pueden tejer con “lo arqueológico”; y por otro, reflexionar acerca
de nuestro propio lugar como investigadoras en el seno de espacios donde, en
muchas oportunidades, la experiencia de ser mujer es muy diferente a la propia.
El locus desde el que ensayaré es Lúxor, en la República Árabe de Egipto,
donde trabajo desde el año 2017 cuando me incorporé a un proyecto egipcio-
brasileño. Egipto para quienes ejercemos esta profesión tiene una magia particular
que, en muchos casos, moldeó incluso el imaginario que nos llevó a optar por la
arqueología, pero, además, es un gran laboratorio en el cual pensarnos. Suelo
analogarlo al microscopio (objeto con el que he tenido un largo vínculo) ya que
permite magnificar lo que se observa, todo parece verse allí ampliado,
magnificado; es, además, un excelente lugar para afilar herramientas conceptuales.
Aspectos tales como entramados de ciencia y política o controversias entre
arqueología y comunidades locales, cobran allí una dimensión de amplia magnitud
que invita a la reflexión. Particularmente, referiré a pequeñas localidades que
habitan en los alrededores de las zonas arqueológicas de la ribera occidental de
Lúxor. Las relaciones de género en ese país de 100 millones de habitantes, están
atravesadas por cuestiones religiosas, de clase y/o el acceso a la educación, y
presentan diversidad de situaciones inabordables aquí e inaccesibles a mi actual
estado de conocimiento (Ver por ejemplo Bracco, 2018; Grosfoguel, 2016;
Mahmood, 2008; Ramírez y Mijares, 2021). Por tanto, me acotaré simplemente al
espacio de relación entre mujeres y sitios arqueológicos en la zona en que trabajo a
partir de algunas experiencias propias y de revisiones bibliográficas en torno al
tema que nos convoca.

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Haciendo foco
La ubicuidad y relevancia del loto azul del Nilo Nymphaea caerulea en
contextos arqueológicos faraónicos, y la a undancia de plantas y animales que
aparecen en las escenas de la tum a en que se radica el proyecto, llevó a os
ellini, director del razilian rchaeological rogram in gypt de la
niversidad ederal de inas erais, a invitarme a su equipo de tra ajo en la
um a e ana en la necrópolis de xor s , desde permanezco durante
el invierno egipcio entre y d as cada a o, viviendo y tra ajando en la ri era
occidental de xor los lotos no solo esta an en tum as y templos, sino en
innumera les materialidades contempor neas, y la necrópolis no solo esta a
habitada por gente muerta, sino que herv a de vida y relaciones entre personas,
o jetos y diversas entidades a arqueolog a quedó des ordada en mi experiencia
de campo egipcia y una etnograf a no planeada empezó a tomar forma t midamente
desde el primer a o ecid comenzar a estudiar el dialecto ra e egipcio, lo cual
empezó a transformar mis v nculos en las sucesivas estad as en el campo, y esos
v nculos a mis preguntas de investigación all
Como señala R. Guber (2001: 56), en etnografía

“la o servación participante consiste precisamente en la no especificidad de las


actividades que comprende: integrar un equipo de f t ol, residir con la
po lación, tomar mate y conversar, hacer las compras, ailar, cocinar, ser o jeto
de burla, confidencia, declaraciones amorosas y agresiones, asistir a una clase en
la escuela o a una reunión del partido pol tico n rigor, su am ig edad es, m s
que un d ficit, su cualidad distintiva”

A. Spedding (2014: 328) va en la misma línea al referir al método de


campo en su investigación en comunidades cocaleras en las yungas de olivia “los
métodos utilizados corresponden a la observación participante en su forma más
generalizada y menos sistemática (es decir desde cultivar un cocal propio y tener
relaciones amorosas en los chumes, hasta interminables sesiones nocturnas de coca
y cigarro ” n t rminos de estas autoras, pr cticamente todas las actividades que
realizamos durante las largas estadías en la ribera occidental de Lúxor pueden
calificar como experiencias de observación: participar en una excavación
arqueológica junto a diversidad de actores locales (trabajadores, inspectores e
inspectoras del servicio de antigüedades pertenecientes a la comunidad), residir en
el lugar, sostener largas conversaciones acompañadas de té e intercambios de
Phillip Morris por Cleopatra, ir al mercado, aprender el idioma, cocinar e

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

intercambiar recetas, asistir a bodas o funerales, entre otras tantas actividades


cotidianas. Es en el seno de ese devenir que nacen las líneas aquí escritas.
Una cuestión que quisiera destacar es que en el ámbito de trabajo de
campo, con excepción de algunas arqueólogas egipcias y unas pocas funcionarias e
inspectoras del servicio de antigüedades, la gran mayoría de la gente con la que
interactúo en mi cotidianidad son hombres (funcionarios, trabajadores de las
excavaciones, artesanos y comerciantes, guardias). La interacción con mujeres se
da por fuera del ámbito de la zona arqueológica, son en general vecinas de donde
me alojo, encargadas de pequeños comercios que frecuento, o familiares de los
hombres con los que trabajo y nos invitan a su casa. En este escenario, un elemento
no menor y que atraviesa el género es el idioma. Debido a la constante interacción
con extranjeros y extranjeras, prácticamente todos los hombres a los que referí
hablan, en mayor o menor medida, inglés o francés. No así las mujeres, quienes
hablan el dialecto árabe egipcio (exceptuando las profesionales) por lo cual la
comunicación, especialmente el primer año, fue difícil y en general mediada -y
traducida- por hombres. Las aventuras de traducciones masculinas ameritarían un
nuevo artículo por lo que las dejaré de lado. No obstante, mencionaré que escapar a
ellas requirió de un par de herramientas: la más obvia, estudiar el idioma; y la más
interesante, conocer las prácticas de las mujeres. Desde el inicio y aun sin hablar
árabe, pude encontrarlas en improntas materiales como las trazas de sus manos en
los jeroglíficos, y ser arqueóloga me alegró.
El trabajo de campo arqueológico se lleva adelante en la denominada
Tumba Tebana 123 ubicada en el sector conocido como Sheikh abd el Qurna, en la
necrópolis Tebana (Saleh el-kholy et al., 2018). Se trata de la tumba de un escriba
llamado Amenemhet y su esposa Henutiri, siempre acompañada de su flor de loto
en la frente o en sus manos, y ubicada ella a la par o bajo las faldas de su marido
(Figura 1). No sólo la palabra tumba describe adecuadamente este lugar (Pellini,
2020; Pellini, 2021; Pellini et al., 2021). Al igual que otros sitios arqueológicos
egipcios, lejos de ser reflejos prístinos del período faraónico, materializan múltiples
relaciones desde esos tiempos hasta la actualidad. Una de las materializaciones se
liga al potente vínculo que las mujeres de las comunidades que habitan las zonas
arqueológicas establecen con los sitios desde hace siglos.
Quienes contamos con permiso de trabajo tenemos la posibilidad de
gestionar pases de acceso libre a las zonas arqueológicas, lo que permite visitas
repetidas a los diferentes monumentos. Estas visitas, en especial a los templos,
llevaron mi atención, en medio de la inmensidad de columnas y muros con
inscripciones, hacia algunos puntos que presentaban trazas de repetidos contactos
que hicieron que se vean marcadamente oscuros respecto del resto de las
inscripciones (Figura 2). Al indagar acerca de estas particulares marcas las

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respuestas me llevaron a aproximarme al rico lazo entre las mujeres y estos sitios
(Marconetto, 2021).

Figura 1. Henutiri, Tumba TT123, necrópolis tebana, Lúxor (Egipto). Figura en color en la versión
digital.

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Figura 2. Jeroglíficos marcados. Figura en color en la versión digital.

Una mañana durante mi primera campaña allí, en una pausa para el té, se
encontraba en la tumba un funcionario del inspectorado de antigüedades de Qurna.
Mientras conversábamos de generalidades, le comenté lo que venía observando y le
pregunt qu sa a acerca del motivo por el cual “la gente toca” los sitios dejando
marcas en algunos puntos específicos. Su contundente respuesta me incomodó,
incluso me enojó un poco, aunque me prometí que tarde o temprano daría título a
alg n escrito Él afirmó: “Not people, women” su criterio, no es la gente
genéricamente la que toca los sitios, son las mujeres. Frase misógina que, en boca
de un funcionario estatal y musulmán practicante, encierra algunos elementos
interesantes. Respecto a su rol de funcionario, el tocar los sitios es una acción con
connotaciones claramente negativas a su juicio y al de las autoridades estatales en
general. Por otra parte, es frecuente que prácticas tildadas de “supersticiosas”, tales
como tocar estas inscripciones u otras acciones, suelan ser atribuidas a mujeres o a
infantes, y no a los hombres, en especial en discursos de musulmanes algo
ortodoxos, como es este el caso. Al mismo tiempo, not people, women no deja de
remitir a que se trata de una cuestión de suma relevancia para muchas mujeres
egipcias, como el poder embarazarse y tener hijos, tema sobre el cual comencé a
indagar y los puntos oscuros comenzaron, paradójicamente, a echar luz.

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ARQUEOLOGÍA, MUJERES Y BARAKA

Algunos vínculos esenciales


Durante el año 2007, se completó -bruscamente- el desalojo y demolición
de la población qurnawi de la montaña tebana (o al-Qurn) en la que se encuentra la
necrópolis a fin de “proteger” el rea arqueológica. Esta acción ha sido cuestionada
por un puñado de investigadores e investigadoras (Meskell, 2010; Pellini, 2020;
Simpson, 2001; van der Speck, 2011). Más de 10 años después, gran parte de la
comunidad ligada a la arqueología local se arrepiente, e incluso acepta que la
demolición se llevó consigo un valioso paisaje cultural borrando a la vez gran parte
de la historia de la egiptología (Leblanc, 2015). Agregaría que también desvaneció
un paisaje femenino, en tanto parte de los hombres que antiguamente habitaban el
lugar continúan frecuentándolo, ya que trabajan en las misiones internacionales, o
como guardias, o comerciantes. No obstante, la relocalización quitó a las mujeres
de la escena casi por completo.
Evitar prácticas basadas en el avance de los Estados y de la academia sobre
comunidades locales requiere de la comprensión profunda de la relación de estas
últimas con aquello que definimos como arqueológico (templos, tumbas, objetos,
cuerpos, en este caso). Es necesario entender ese vínculo sin preconceptos, ni
siquiera aquellos a priori bienintencionados. En la región, la producción
antropológica que aborda estos problemas es ínfima en relación al cúmulo de
publicaciones egiptológicas y arqueológicas. La muerte se ha devorado a la vida en
el interés foráneo por esas tierras. Se destacan, en particular, los trabajos críticos
del antropólogo Kees van der Speck (2011) quien ofrece un importante corpus de
información y discusiones interesantes, aunque con acento en los efectos
económicos para la población local que tuvo el desalojo; y Lynn Meskell (2010),
quien participó de investigaciones arqueológicas en Egipto y seguramente se vio
impactada por la abismal diferencia con respecto al lugar de las voces locales, entre
el caso egipcio y el de su país de origen (Australia). Es destacable que tanto
Meskell como van der Speck, de las pocas voces críticas, hayan nacido en
Australia. Aún ante las críticas, se percibe la falta de una mirada simétrica más allá
de dicotomías víctimas y victimarios, colonizadores y colonizados, o manuales de
buenas prácticas (de)coloniales. Tal vez el problema no sea tanto apropiarse de los
objetos (aunque desde la década del „80 quedan bajo custodia del Estado Egipcio),
sino la incomprensión de qué son exactamente esas materialidades y en el intento
por salvarlas, romper lazos de relevancia ontológica para la comunidad. Por suerte
ha corrido bastante tinta sobre estas cuestiones (García Canclini, 2010; Haber,

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

2017; Hamilakis y Anagnostopoulos, 2009; Rivolta et al., 2014, entre otros)


aunque posiblemente no la suficiente.
Fue, en parte, motivo del desalojo que las tumbas se emplearan (y aun es
así en algunas de las muy pocas habitadas) como graneros, corrales, talleres de
artesanos, o sector de baño (para bañarse). Dejaré de lado este último uso sobre el
que pretendo continuar indagando, pero no pasa desapercibido el hecho de que las
tumbas custodian aquello relacionado con la prosperidad de la familia (los
animales, los granos, las obras de los artesanos).
Durante el último trabajo de campo, en enero de 2020, tuvimos ocasión de
visitar y relevar algunas de las casas/tumba 1 que aún siguen en pie en Qurnet
Murraï, y las recorrimos en compañía de un antiguo habitante, Mohamed. Si bien,
como mencioné, la población fue casi completamente desalojada de la necrópolis,
la demolición no alcanzó este sector que quedó como un relicto de lo que alguna
vez fuera la ocupación qurnawi2 allí (Figura 3).

Figura 3. Qurnet Murrai, ribera occidental Lúxor (Egipto). Figura en color en la versión digital.

Bismala al-rahman al-rahim (por el nombre de Alá, el compasivo, el


misericordioso) se lee escrito en tiza sobre la puerta de ingreso a la que llamamos
tumba azul, una de las casas-tumba habitada hasta el desalojo. Ahmed, trabajador
de la necrópolis, me explicó que “son algunos de los 99 nom res que l tiene”, en
su mayoría epítetos que refieren a sus atributos, y agrega que gracias a esa fórmula
mafish afrit (garantía de ausencia de espíritus malignos). Las casas y las casas-
tumba, en general tienen diversos elementos destinados a eludir a seres indeseados,
así como a conservar la baraka, suerte de emanación benéfica sobre la que volveré

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más adelante. Las improntas de manos mojadas en la sangre de un animal


sacrificado para alguna festividad que haya tenido lugar en la familia, son de las
más recurrentes (Figura 4). La casa de Mohamed, hermosa y grande, en la que
habitaban unas 20 personas en el pasado, aún sigue en pie por lo que pudimos
recorrerla mientras él nos explicaba detalles de la vida cotidiana allí, así como
cuánto extraña su vida en Qurna, porque en Qurna gdida (Qurna la nueva, ubicada
a algunos kilómetros) ya no es lo mismo. Fue una conversación larga y compleja,
mi interlocutor me ayudaba con gestos cuando era necesario, fue muy paciente y
estaba atento a que entienda adecuadamente. Al ingresar al sector del pasillo que
baja a la tumba se ve en el muro una impronta de mano y le consulto si es por la
baraka, y fue un “s , pero”; insisto, pregunto por el khir y su afirmación fue
rotunda.

Figura 4. Impronta de mano en la entrada de una vivienda en Qurnet Murrai. Figura en color en la
versión digital.

El saludo del primer encuentro diario comienza con el deseo del khir al que
la otra persona responderá deseando luz, jazmines o miel, por ejemplo. Los buenos
deseos por fiestas o cumpleaños incluyen el bkhir (con khir) que es un término
reiterado al expresar buenos deseos para otros. Esta palabra, según me explicaron,
significa todo lo bueno, a alguien que hace el khir se lo llama khiri que podríamos
traducir como caritativo o generoso, concepto relevante si recordamos que uno de

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

los cinco pilares 3 del Islam es la caridad o limosna, que exige dar parte de los
recursos a los necesitados.
La literatura etnográfica del mundo árabe ha descripto largamente el
concepto baraka (Blackman, 2000; Chelhod, 1955; Hell, 2002; Perrin, 2004; Radi,
2014; van der Speck, 2011, entre otros). Se trata de una emanación benéfica que
ciertas personas u objetos pueden transmitir, particularmente por contacto. Esta es
transmitida también por algunos sitios y material arqueológico; de hecho, las
huellas de contacto en los jeroglíficos ennegrecidos suelen explicarse por su
baraka. La baraka que se obtiene puede perderse y hay que ser precavido, existe
así una amplia gama de procedimientos para evitar perderla, así como para
obtenerla. La baraka se vincula estrechamente a la prosperidad y la fertilidad (no
sólo femenina), por lo que parece clara la conexión con el concepto del khir.
Ambos se retroalimentan, se necesitan mutuamente y no deja de asombrar el rol de
las materialidades arqueológicas que potencian ese vínculo.

Fertilidad, mujeres, materialidades arqueológicas


Existen menciones, tanto en la bibliografía como en relatos que he
recogido, acerca del vínculo entre lo arqueológico y la fertilidad femenina, tema al
que referiré a continuación. La fertilidad, la abundancia, la prosperidad posibilitan -
y resultan de- el retroalimentado vínculo entre baraka y khir. En esta trama la
fertilidad de las mujeres de la comunidad también se teje junto a las materialidades
arqueológicas. Discutí previamente las marcas negras en ciertas inscripciones, así
como otras trazas observables en templos de Lúxor y Asuán en el sur de Egipto, y
su relación con la búsqueda de descendencia (Marconetto, 2021). Traeré aquí
algunos de estos elementos a fin de dar cuenta de la importancia del vínculo.
La alta relevancia de la maternidad en la vida de las mujeres pude
vislumbrarla en la literatura etnográfica como en diversas conversaciones que
sostuve. Existe una amplia gama de prácticas asociadas tanto a la concepción como
a la supervivencia de la descendencia, particularmente entre población rural del
Said, en el sur de Egipto, donde la tasa de mortandad infantil era muy elevada hasta
hace pocas décadas.
Si bien insume una importante cantidad de dinero, por lo cual ya no es
habitual, el Islam permite que un hombre tome varias esposas, hasta cuatro. Entre
las razones está el hecho de que una mujer “no le d hijos”, lo cual redunda en una
situación que, si bien es legal, no deja de ser conflictiva para las mujeres según me
hicieron comprender mis interlocutoras cuando este tema se coló en alguna
conversación. Las prácticas, rituales, protocolos y cuidados ligados a la concepción
y llegada a término de un embarazo abundan, y tienen lugar tanto entre mujeres

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musulmanas como entre las pertenecientes a la minoría cristiana copta (Atiya,


1982; Blackman, [1927] 2000; van der Speck; 2007, 2011).
Nayra Atiya (1982: 2) recoge el relato de una mujer a quien luego de haber
perdido varios embarazos, un sheikh 4 al que visitó debido a este problema le
recomendó resolver todas las cuestiones pendientes que pudiera tener con su
kareena, t rmino traducido en el texto como “hermana celestial” heavenly sister).
Seg n explica la entrevistada “todas tenemos una kareena. Nos llevan a hacer
cosas que podríamos no querer hacer. Si por ejemplo alguien rechazara una taza de
té y su kareena hubiera querido tomarlo, le guardar rencor” stas entidades
suelen eventualmente tomar revanchas, entre las que se encuentra generar abortos.
El Islam considera al karin como un compañero genio, generalmente de influencia
negativa que lleva a desobedecer a Alá, solo el Profeta logró convertir a su karin a
la religión. Winifred Blackman, etnógrafa que llevó a cabo un extenso trabajo de
campo entre poblaciones campesinas del centro y sur de Egipto, durante la década
de 1920, también refiere extensamente a esta entidad a la que nombra karineh (o
karin en el caso de hombres, aunque estos últimos no interfieren en la fertilidad
masculina). Explica que se trata de una doble, cuando una pareja se casa, también
lo hacen sus respectivos karin y karineh, que a su vez enviudan al morir algún
miembro de la pareja. Un grave problema es la tendencia del karineh a tener celos
de los hijos5 de su doble humana, aun cuando el karin del hijo sea en efecto la
descendencia del karineh de la madre. Especialmente en el sur de Egipto Blackman
([1927] 2000: 71) refiere al hecho de que al morir un niño va hacia el karineh de su
madre, lo cual le permite así tener su propio hijo. La autora describe las medidas
que deben tomarse a fin de proteger a los niños de la doble de su madre,
particularmente durante el embarazo, y una vez nacidos, hasta la edad de 7 años.
Durante el embarazo, en un ataque de celos, el karineh puede durante la noche
golpear a la madre en el vientre y hacerle perder su hijo.
Un siglo después del trabajo de campo de esta investigadora, mientras
tomaba té en casa de una familia conocida, surgió un relato que resuena
fuertemente en las descripciones de Blackman. En la casa había sólo un niño de
unos seis años, me contaron que era el único y los problemas que había tenido su
madre para concebirlo después de perder varios embarazos al ser atacada y sentir
golpes por la noche, amaneciendo incluso con moretones. Debieron recurrir a un
sheikh, realizar algunos viajes “a la monta a” donde se encuentra la necrópolis y
finalmente el problema se resolvió y pudo concebir. Fue preciso, entre otras cosas,
retirar los espejos de la casa y ella no volvió jamás a mirarse en uno. Si bien no se
hizo referencia al karineh ni a ninguna otra entidad -nombrarlas es llamarlas- y nos
limitábamos a los “usted sa e”, la interdicción de los espejos rever era en una
posible doble celosa.

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Los registros de Blackman resultan particularmente interesantes, por un


lado, se trata de una inglesa de moral victoriana habitando suelo colonial a
principios del siglo XX, cuyas apreciaciones, respecto de las mujeres en particular,
son difíciles de digerir desde nuestros parámetros. Aunque, al mismo tiempo, el
hecho de ser ella misma mujer hace que haya tenido una particular sensibilidad
para captar cuestiones y matices en los que los investigadores hombres que la
precedieron -y sucedieron- no alcanzaron a profundizar.
Relata que, en su primera visita a Egipto en 1920, se alojó en Asyut, en el
campamento de su hermano, Aylward quien era egiptólogo. Cuando estaba allí
recibió solicitudes de mujeres sin hijos que requerían algunos de los tantos huesos
que salían de la excavación a fin de poder saltar o pararse sobre los mismos para
asegurarse la descendencia. También solían pedir prestadas algunas réplicas que
ella misma utilizaba como aros o colgantes a fin de sumergirlas en agua que
después era bebida o utilizada en la higiene de mujeres que aspiraban a concebir.
Los objetos, asimismo, podían succionarse o ser frotados directamente en el
cuerpo. Observó además como algunas mujeres solicitaban ingresar a alguna
tumba, requiriendo la llave a los guardias, y pisar siete veces sobre el lugar que
baja a la cámara funeraria (Blackman, [1927] 2000: 98-99). La autora describe
diversos episodios en los que los objetos arqueológicos (y las réplicas) eran
empleados también en prácticas que favorecieran la lactancia e incluso en alguna
ocasión observó que estas se extendían a alguna burra o vaca. Según señala,
también E. Lane en el siglo XIX registró las visitas a espacios funerarios
(faraónicos o islámicos) en torno a los cuales las mujeres giraban siete veces.
Durante el tiempo transcurrido entre esos escritos y el presente, el aumento de la
represión patrimonial en torno a las materialidades hace que no sean prácticas tan
observables, aunque siguen vigentes.
La interacción con lo arqueológico en pos de la concepción es ilustrada con
diversos ejemplos por K. van der Speck e involucran desde el uso de polvo de los
muros de arenisca de los templos hasta dar siete vueltas a la momia del feto que se
encuentra en la tumba de Amonherkhpeshef en el valle de las reinas (2007: 185).
El templo de Medinet Habu, en la ribera occidental, es un espacio reconocido por
su eficacia, según lo que me refirieron y observé; intervienen claramente allí
elementos arqueológicos en la búsqueda de descendencia (Marconetto, 2021). Van
der Speck (2011) pone en juego en ese templo un factor particular en relación con
la eficacia: el miedo. Informa que suele contarse con la complicidad de algún
guardia que lanza piedras escondido en algún lugar alto y así asusta a la mujer que
es llevada al templo en busca de lograr su embarazo. El papel que juega el susto, lo
destaca también en una de las tumbas del sector de la necrópolis conocido como
Al-Asasif (el laberinto), allí nuevamente con la complicidad de un ghafir (guardia)

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que confronta a la mujer con un torso momificado, se logra aterrorizarla. El


elemento miedo es también abordado por Blackman ([1927] 2000: 102) aunque lo
vincula a asustar al karineh de la madre, que estaría limitando la posibilidad de
concebir.
Al felicitar a una mujer embarazada se emplean diversidad de frases
ligadas a los deseos de salud, fuerza y belleza para la futura criatura, así como
invocaciones a Dios para que acompañe y proteja el embarazo hasta su fin. Al
nacer, los deseos se relacionan con que el/la bebé crezca saludable, que Dios lo/la
mantenga a salvo y bendiga a su madre y padre, que estén a salvo, o incluso se le
desea que crezca en la riqueza. Sin embargo, una de las congratulaciones más
habituales, no solo para embarazos y nacimientos, sino también empleada
especialmente en las bodas u otros logros de la vida es alf mabruk que podría
traducirse como miles de bendiciones, aunque es mucho más que esto. En diversas
frases empleadas en fórmulas de educación o religiosas se incluyen palabras que,
tal como mabruk, provienen de la raíz brk (Radi, 2014). Esta raíz en las lenguas
semíticas expresa a la vez la acción de inclinarse y la bendición (Cohen 1928,
citado en Chelhood, 1955). El término más potente asociado a esta raíz es
justamente baraka. Término al que apelaba la mayor parte de mis interlocutores
ante los jeroglíficos marcados además del vínculo a la concepción.
Actualmente los colosos de Memnon ubicados al ingreso de la necrópolis
suelen ser visitados por las novias en el día de su boda; la vertiente de agua debajo
del nilómetro del templo de Medinet Habu se sigue empleando por mujeres que
buscan la concepción; las inscripciones continúan oscureciéndose; la arenisca de
los muros de los templos no dejó de ser asperjada sobre cuerpos de mujeres que
buscan fertilidad; por el polvo de las colinas cercanas al templo de la faraona
Hapshetsut ruedan también las esperanzas de concepción. Aun con restricciones
patrimoniales, y en un mundo cada vez más globalizado, estas acciones no son
parte del pasado, tal vez sean menos, en muchos casos se conjugan con visitas
ginecológicas, pero allí están, tan presentes como los monumentos.
Para la disciplina arqueológica, en palabras de Haber (2017: 109) la
relación con el pasado y sus restos es epistémica, no ontológica, así nos afecta en
tanto conocedores o conocedoras, no como seres. En el caso de las comunidades, y
las mujeres de esas comunidades, que habitan las denominadas zonas
arqueológicas, la relación sí afecta al ser. Ante ese potente y esencial lugar, la
protección patrimonial o las gentiles intenciones de “ense ar a la po lación que
tienen un pasado digno”, como escuch reiteradas veces en voces acad micas,
lucen cuanto menos ingenuas, y pueden, como de hecho ha ocurrido, desembocar
en acciones violentas como desalojos.

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Lamentablemente la teoría local ha sido reducida a supersticiones y


leyendas ya en el siglo XIX (Maspero, 1910), y aun entrado el siglo XXI. Gihane
Zaki, investigadora egipcia formada en Francia expresa

“…fue en este suelo6, fecundado por la ignorancia y la pobreza, donde nacieron


toda clase de fabulaciones. Uno puede imaginar cuántas veces, las mujeres de
estos pueblos reunidas alrededor del fuego, en la esquina de una calle o cerca de
un punto de agua, contaron estas historias so re los „āfarît‟, los „djinn‟ 7 , o
incluso, sobre las extrañas reapariciones de un muerto. Herederas de la memoria
de sus madres y a uelas, sólo repitieron y transmitieron este „legado oral‟, en
términos a menudo extraídos de este bagaje cultural tan rico como el del antiguo
gipto” Zaki, : 208) (El entrecomillado es original).

Varios elementos se desprenden de este párrafo, la clara asociación a las


mujeres de los relatos, as como a la “ignorancia y la po reza” al tiempo que,
paradójicamente, los liga a una “rica” tradición del gipto antiguo unque aquel
Egipto pareciera haberse deteriorado, lo cual constituye un discurso repetitivo
como veremos más adelante. Este discurso tiñe las investigaciones arqueológicas
moldeando las herramientas conceptuales que, por ejemplo, definen como “ asura
de la necrópolis” a las materialidades no faraónicas resultadas de ocupaciones
qurnawi recientes, entre otras.
“ ornar serio” o tomar en serio la teor a local en términos de la
antropología contemporánea (Viveiros de Castro, 2010), reclama la potencia de
estas teorías en vistas a ampliar la propia imaginación conceptual. En el caso de
Egipto, aún lejos de casa y aparentemente de nuestros intereses, fácilmente
exotizable y con reminiscencias de un orientalismo decimonónico todavía
detectable en investigaciones llevadas allí a cabo, permite activar el mencionado
reclamo de la antropología. Ese escenario en el que, como mencioné al inicio, todo
parece magnificado, desde la monumentalidad de lo arqueológico hasta los
conflictos y controversias, puede aportar a reflexiones acerca nuestras propias
herramientas, políticas patrimoniales, o a consideraciones en torno al lugar de las
mujeres en las comunidades en las que trabajamos, entre muchas otras
seguramente.

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LAS UNAS Y LAS OTRAS

Shuwayya ‘an nafsi8


El ejercicio requiere también de reflexión acerca de la propia experiencia
de ser mujer en un ámbito que genera extrañamientos tanto en una misma como en
las interlocutoras mpezar por ese “un poco de mi” con el que empec a aprender
masri. Los intercambios cotidianos involucran idas y vueltas de información
personal en particular respecto a un tema tan medular allí que hasta oscurece
jeroglíficos: la maternidad.
No he parido hijos y no es un tema que me preocupe, la opción a la
maternidad no ha sido un tópico que haya abordado más que con mis afectos.
Actualmente, en Argentina, en mi cotidianidad y en los habituales espacios que
frecuento, no es un tema sobre el que deba dar explicaciones. De hecho, en ciertos
ámbitos, resulta hasta políticamente incorrecto indagar al respecto. Sin embargo,
cuando estoy en Lúxor es un tema sobre el que debo responder casi como al
“ uenos d as” a respuesta negativa se asocia a un obvio problema mío que genera
cierta tristeza en la interlocutora, situación a la que ya me habitué, no sin antes
haber cometido algún traspié. En una ocasión, incómoda por la pena de la adorable
mujer con la que hablaba, me apropié sin dudarlo del hijo de mi marido, lo que
alivió su aflicción y sal airosa del lugar de “dar l stima”; lugar al que mi
independiente madre me enseñó, nunca hay que ir. Finalmente, opté por aceptar la
voluntad de Alá y hacerme cargo de mi no maternidad, incluida la
condescendencia. A veces, si tengo confianza con mi interlocutora -o interlocutor
también- aclaro que estoy contenta así, lo cual les parece divertido; que yo sea la
“segunda esposa” de mi compa ero -aclarado el punto de consecutiva no
simultánea- y que la “primera” si le dio un hijo y no yo, resulta extraño, aunque me
da cierto arniz interesante en la distop a de que est conmigo aun sin “darle
hijos”
La cuestión de la poligamia, si bien como mencioné es poco frecuente
actualmente entre quienes tienen pocos recursos, no deja de ser un tema que genera
cierto malestar. Ha surgido en los intercambios, estrechamente vinculada al ser o
no madre, la pregunta de si “en rgentina mi marido podr a casarse nuevamente”;
lo cual lleva a explicar un poco nuestro código civil y algunas variaciones de
posturas religiosas existentes respecto al divorcio. Las razones por las cuales un
hombre suele casarse nuevamente, me han explicado, son básicamente tres, aunque
puede ha er otras: que la esposa no “le d hijos”, que est enferma, o “esté
cansada” en este caso la opción parece ser consensuada

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Mi estado civil es otro punto de interés. Alain, mi compañero, es geólogo y


participa del proyecto como exigencia del permiso de trabajo del equipo dadas las
condiciones de la tumba excavada en la roca, que presenta agrietamientos que
pueden resultar riesgosos. Así, no solo lo conocen en la necrópolis, sino también en
el entorno en que vivimos “Ser casada” reconfigura mis v nculos de un modo
particular. Si bien la necesidad de alquilar a turistas hace que se pase por alto
“porque sa emos que ustedes son diferentes”, suele exigirse certificar ser un
matrimonio para compartir casa o habitación. De hecho, en mi primera visita
debimos cambiar de lugar de residencia ya que al tener, mi marido y yo, pasaportes
de distintas nacionalidades, no me creyeron (a mí que estaba casada). Fue mi
primer extrañamiento remarcable.
Una particularidad que no es metodológicamente desestimable, es que,
durante estos cuatro años, Alain ha tejido una amplia red de afectos masculinos
entre comerciantes, vecinos, colegas y demás hombres que trabajan en la zona
arqueológica que se hizo extensible a mí. Mi lugar en ese entramado sería diferente
si él no estuviera presente; ni mejor, ni peor, diferente sin ninguna duda. El
ejemplo más claro tal vez sea el primer jeroglífico marcado que vi a pocos días de
iniciada la primera campaña en la que participé. Nos lo mostró un guardia militar
en el templo de Lúxor mientras recorría el lugar un anochecer con Alain. El
hombre nos vio paseando, nos llevó a una pequeña cámara, me indicó con gestos
una particular inscripción ennegrecida, me mostró que debía tocarla (yo y no él)
tres veces alternando mi mano y mi frente y luego besar a mi esposo. El haber
estado allí mi compañero cambió sensiblemente el escenario. Ni el guardia hubiera
llevado a una mujer sola entre las laberínticas salas, ni yo hubiera ido allí sola, de
noche, y con un guardia9 fuertemente armado. No es la única inscripción marcada,
las hay en otros sectores y en otros templos; me gustan los detalles, tarde o
temprano las hubiera visto, pero la performance jeroglífico-toque-beso, que
realmente atrajo mi atención, no hubiese existido. Es destacable que, si bien el
oscurecimiento materializa, principalmente, prácticas femeninas, fue un hombre
quien me lo señaló, un oficial en este caso.
Los extrañamientos, lejos de la exotización, constituyen una herramienta
metodológica, son intersticios que habilitan la entrada a la comprensión de aquello
a lo que estamos ciegos/as. Fumo, y Zé Pellini también. Al llegar por primera vez
le pregunté cuán adecuado era -para mí- fumar en la calle (como está prohibido en
Argentina fumar en espacios cerrados, me habitué a hacerlo en espacios abiertos o
en la calle). La respuesta de Pellini, quien trabaja allí desde hace muchos años, fue
“claro, ac fuman hasta las piedras” los pocos d as, ante recurrentes miradas de
desaprobación -particularmente de mujeres- supe que fuman hasta las piedras,

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excepto las mujeres en lugares públicos. Dejé de hacerlo si estaba sola en la calle, y
un par de a os m s tarde supe que soy descripta como “la mujer que fuma”
El devenir yo misma, por momentos, la sujeto de indagación transformó
mis preguntas, o sumó nuevas. Mi entrada a ese campo fue para estudiar plantas,
no a priori, mujeres, ni cuestiones patrimoniales, ni la baraka; sin embargo, el gran
microscopio egipcio a veces se invierte y aun desde el portaobjetos, permite ver
maravillas.

Las de aquí y las de allí


Indudablemente, en nuestro mundo globalizado las estadísticas muestran
alarmantes datos recabados en todos los puntos del planeta sobre femicidios,
desigualdades, menor remuneración a igual trabajo, techos de cristal, acoso sexual,
tareas de cuidado que recaen mayoritariamente sobre las mujeres, y toda una serie
de incuestionables desventajas ligadas a desigualdades de género. Aun así, pero al
mismo tiempo debido a este escenario, es relevante dar cuenta de la variabilidad en
la que cristalizan desigualdades y violencias.
Las perspectivas universalizantes de la opresión o la subalternidad
femenina pueden empobrecer los aportes. No deja de ser una trampa colonial
extrapolar a otros contextos pasados y presentes las formas propias de catalogar y
analizar los fenómenos observados. En este sentido existen aportes de arqueólogas
europeas interesadas en descolonizar las prácticas arqueológicas (Montón Subías y
Hernando, 2018), al tiempo que abordan la construcción de subalternidad en las
relaciones humanas (Hernando, 2017). Sería interesante situar en clave local el
concepto de “su alternidad” entre las umuz y ats‟in de tiop a entre las cuales
se desarrolla el trabajo, en tanto enriquecería sensiblemente la comprensión del
fenómeno. En ese sentido argumenta R. Hernández Castillo (2008) apoyada en
trabajos de diversas feministas poscoloniales, muchas de ellas islámicas,

“quienes con sus cr ticas a los esencialismos feministas, nos muestran que estas
perspectivas universalistas del patriarcado y de las mujeres no sólo hacen
representaciones erróneas de las mujeres que no comparten las caracter sticas de
las normas de g nero que se presumen, sino que se trata de discursos con efectos
de poder que colonizan las vidas de las mujeres” Hern ndez Castillo 8: 8

En los últimos años, pensadoras musulmanas, indígenas o


afrodescendientes, habitantes de países colonizadores y colonizados, han
comenzado a abrir el juego a encuentros posibles. Resulta interesante la postura de
una línea del feminismo islámico que define la modernidad como un proyecto

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colonial civilizatorio y reivindica una crítica radical de la modernidad


eurocentrada, generando una autonomía epistémica y organizativa respecto de los
proyectos feministas occidentales (Grosfoguel, 2016: 33). Recientemente, Ramírez
y Mijares (2021) han analizado aspectos del racismo estructural que atraviesa los
llamados feminismos ilustrados y la retórica salvacionista. Las autoras analizan el
caso europeo, en especial controversias condensadas en normas vestimentarias
como el impedimento del uso del pañuelo.
Al pensar en una arqueología alineada al feminismo me pregunto, hoy ya
entrado el siglo XXI, a cuál feminismo debo remitirme. Dado que los azares de la
investigación -y de la vida- me han llevado a participar de un proyecto radicado en
un país islámico, intuyo debo indagar entre pensadoras locales. Las discusiones
locales me resultarán herramientas más sólidas seguramente que algunas apuestas
europeas o norteamericanas, al tiempo que tal vez se ajusten a quebrar sentidos
propios en mi práctica académica en Sudamérica. Las palabras de Asma Lamrabet
“ya no queremos ser las v ctimas antropológicas de los estudios e investigaciones
feministas internacionales y de los institutos de estrategias geopol ticas”
(Lamrabet, 2016: 61), resuenan fuerte al pensar en los modos en que ejercemos
nuestro quehacer.
Una de las herramientas potentes que, a mi criterio, propone Lamrabet es la
superación de la eterna dicotomía entre modernidad y tradición en el corazón de los
debates sobre mujeres musulmanas y Occidente. La apuesta de franquear esta
dicotomía que no deja de minorizar prácticas locales, se hermana a la propuesta de
“tornar serio” el pensamiento y la teor a local as controversias en torno al velo de
la mujer desde inicios del siglo XX, en Egipto en particular como en otros países
del norte de África, no pueden disociarse del escenario colonial l “desvelo” y la
“emancipación” fueron conceptos fa ricados por la colonización a construcción
de discursos sobre la inferioridad de las sociedades musulmanas se centraba
principalmente en las mujeres consideradas oprimidas, y legitimaba la colonización
como misión civilizadora amra et, 6: as ceremonias de “desvelo” eran
una performance llevada a cabo en las colonias (o protectorados) como Argelia,
donde eran patrocinadas por las esposas de los militares franceses de alto rango
destinados allí. En varias ciudades se montaban escenarios en los que las mujeres
se “desvela an” en p lico oggio Éwanj -Épée y Magliani-Belkacem, 2011).
Me resulta curiosa la inquietud de los franceses por quitar telas en la región, las
ceremonias de demalliotage de momias egipcias se llevaban a cabo frente al
público para recabar fondos para los museos en el siglo XIX.

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Las de ayer y las de hoy


Es abundante la literatura arqueológica que aborda a las mujeres o discute
aspectos de género en el Egipto antiguo desde diversas perspectivas (Capel y
Markoe, 1996; Lesko, 1978; Robins, 1993, 2015; Sweeney, 2002, 2011, 2016,
entre muchos otros escritos). Podemos encontrar trabajos que abordan el papel
económico, social, pol tico y religioso de las mujeres en la realeza del ntiguo
gipto que se alinean en una serie de estudios que apuntan a “devolver a las
mujeres su historia, y a la historia la otra mitad de la humanidad, omitida e
invisibilizada, voluntaria o involuntariamente” ravo onte, n esta l nea,
diversos escritos han sido dedicados a Hapshetsut, poderosa gobernante de la
XVIII dinastía quién tomo el título de faraón aun siendo mujer. En los últimos
años, su caso ha sido analizado en términos de trascender el inarismo, en tanto
ejemplo de cómo la academia moderna interpreta la evidencia en sus propias
categor as iamond, ; ati , 6 a y , de ate al que a n le falta un uen
trecho por recorrer en la arqueología. También hay estudios de pr cticas
propiciatorias dirigidas a llevar a uen t rmino los em arazos en la antig edad:
amuletos, conjuros e im genes de divinidades cuyo culto estuvo especialmente
vinculado con el entorno dom stico rroyo de la uente, pesar de la
profusa producción, las mujeres contemporáneas son las grandes ausentes, excepto
en dos cuestiones: 1- el rastreo de permanencias entre la antigüedad y el presente,
interés que excede las investigaciones de género, y sobre el que no me extenderé; y
2- el modelo comparativo entre un glorioso pasado de mujeres empoderadas como
contracara de la actual subordinación femenina en la región, ligada especialmente a
cuestiones religiosas.
En relación con este último punto el trabajo de Khalil y colaboradores
(2017) es remarcable. Desde el campo de las neurociencias y la psicología
presentan una revisión detallada del papel de las mujeres en el Antiguo Egipto que
destaca su relevancia e influencia en las sociedades antiguas, y afirman que este
tipo de investigaciones puede generar un “impacto psicológico positivo” tendiente
a mejorar las relaciones de género actuales en Egipto y el Medio Oriente. Se
lamentan de que “…por m s de siete milenios, las mujeres jugaron roles
extraordinarios en el antiguo Egipto. Trágicamente, en tiempos recientes el rol y el
impacto de las mujeres egipcias declinó dramáticamente a causa de erróneas
creencias religiosas y culturales” Khalil et al., 2017: 5) (el resaltado es mío).
Como mencioné más arriba, existe acerca de Egipto una suerte de
percepción -foránea y a veces recuperada desde sectores locales- de un presente
degradado respecto de un pasado glorioso, razonamiento extrapolable a las mujeres
cuyo lugar en la sociedad se habría deteriorado marcadamente. Si bien el lugar de

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

la mujer en los países árabes en general puede impactarnos como extrajeras, existe
un factor caro a la arqueología que tiene un rol protagónico en este imaginario: el
tiempo lineal y vectorial.
Egipto parece desafiar al evolucionismo y a su pariente el progreso. En
repetidas oportunidades oí a grupos de turistas de diversas nacionalidades
(occidentales) mientras se admiraban en la inmensidad de los templos preguntarse
¿qué pasó con esta gente?. La ficcional comparación directa entre el pasado
esplendor del templo de Lúxor y la actual ciudad de Lúxor con su bullicio, olores,
embotellamientos, callejones estrechos, edificios simples, caballos, motos, burros,
etc., puede resultar abrumadora y llevar a esa pregunta fácilmente. Luego, la
pregunta “qu les pasó” se convierte en retórica. El tiempo lineal y vectorial
orientado al progreso requiere que ese registro magnificente sea el pasado de
alguien, y esa vacante la cubre occidente. El desembarco de Napoleón y sus sabios
a fines del siglo XVIII dió a luz al, tal vez, más colonial de los saberes, la
giptolog a, y al inter s por ese espacio que fue transformado en la “cuna de la
civilización” -occidental, claro-. Occidente se alimenta de pasados otros, y la
arqueología ha tenido un rol central en esos procesos predatorios, señala Haber
(2017: 182). En esta lógica, ese pasado radicado en la actual República Árabe de
Egipto parece ser la raíz de la historia de las y los visitantes, no de egipcias y
egipcios de la actualidad (aunque así lo crean).
Así, el movimiento parece análogo a lo que ocurre entre mujeres pasadas y
presentes en ciertos discursos. Las desnudas y poderosas mujeres inscriptas en
templos y tumbas, debieran ser el pasado glorioso de las veladas y subordinadas
mujeres contemporáneas en esa imaginaria línea de tiempo vectorial evolutivo que
por alguna misteriosa razón se ha invertido. Ante esta suerte de problema, se
propone a la arqueolog a como herramienta que, incluso a partir de un “shock
psicológico”, aporte a corregir el descarriado rum o del universo -extremadamente
complejo y diverso 10 - de mujeres árabes. Juego bastante perverso. La ecuación
esbozada antes se permite además otra operación. En un tiempo lineal sin
desórdenes, las mujeres de ese tiempo pasado -que parece fue mejor- deberían ser
ancestras de alguien más evolucionada que las actuales habitantes de ese territorio:
la mujer moderna occidental.
Dos de los grandes aportes del feminismo a la arqueología nos enseñaron,
por un lado, a no extrapolar nuestro presente al pasado y así enraizar y
universalizar un particular modo de estar en el mundo; por otro, a visibilizar a las
mujeres en ese pasado de registro neutro en el que “hom re” englo a a a la
humanidad. Estas fértiles contribuciones corren riesgo de neutralizarse si las
mujeres del pasado resultan en un reflejo de las mujeres occidentales
contemporáneas en detrimento de otras formas de ser mujer en el mundo.

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PALABRAS FINALES
En donde trabajo, el nombre de las personas es una categoría fluida,
cambia a lo largo de la vida indicando identidades, actividades, particularidades y
relaciones. El acto de parir cambia significativamente el estatus de una mujer,
cambio que trae aparejado un nuevo modo de referirse a ella. En particular se me
advirtió que no era de buena educación apelar a una mujer por su nombre si es
madre, en ese caso de e llam rsela “um…” madre de … y excepto que se tenga
un vínculo familiar o realmente muy cercano, no es correcto llamarla por su
nom re de pila l t rmino “um” ser sucedido por el nom re de su primer hijo
varón, si no los hubiera, el de la primer hija mujer, en caso de tratarse de partos
m ltiples se optar por quien sea “m s famoso/a”, categor a que me llamó la
atención dada la dificultad, a mi criterio, de determinar “la fama” en caso de
niños/as; la respuesta fue que quedaba a elección de sus progenitores. Los hombres
tam i n pueden en ocasiones cam iar el apelativo agregando el t rmino “a u”
(padre de), sin embargo, no se me advirtió que se tratara de una falta de respeto
usar el nombre de pila, nombre por el cual, de hecho, conozco a la gran mayoría de
los hombres con los que interactúo.
Ser madre allí no es lo mismo que ser (o no) madre en nuestro mundo
cotidiano. La maternidad occidental acarrea indudablemente cambios, reconfigura
afectos, cuerpos, tiempos, actividades, intereses, aunque no constituye un quiebre
de las dimensiones que pude percibir. Casi arriesgaría a pensar que la maternidad
parece reconfigurar el status ontológico, afectando a las mujeres como seres en su
totalidad. Esto resuena en el vínculo con las materialidades pasadas, que afectan a
arqueólogas y arqueólogos como conocedores de ese pasado y esas materialidades,
aunque no como seres que reconfiguran las relaciones con otras entidades humanas
o no.
El caso al que referí en la presente contribución, puntualmente
comunidades pequeñas que habitan en torno a monumentales zonas arqueológicas,
definidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, puede resultar
válido para pensarnos en nuestras prácticas profesionales en diversos ámbitos.
Elegí poner el acento en las mujeres que habitan y constituyen las comunidades en
el seno de las cuales solemos trabajar. Los vínculos que pueden tejerse respecto a
aquello que definimos como “lo arqueológico”, y al mismo tiempo las relaciones y
extrañamientos que surgen entre nosotras, son elementos que no pueden quedar
fuera de agenda. De una agenda simétrica, que lejos de la redención, habilite a
pensarnos y deconstruirnos en la diversidad atendiendo a la fluidez de las
categorías.

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María Bernarda Marconetto 2021. Not People, women. Arqueología, mujeres y comunidad…

Cuando nuestro quehacer como arqueólogas o arqueólogos intersecta la


vida de comunidades locales es recurrente el cuestionamiento acerca del “aporte” a
esa comunidad. Me pregunto por los alcances de tal contribución cuando el mismo
no es solicitado ¿quiénes y bajo qué lógicas deciden aquello que constituye un
aporte a determinada comunidad?. En la entrevista a Viveiros de Castro “Una
buena política es aquella que multiplica los mundos posibles” pu licada en el li ro
La Mirada del Jaguar (2013: 157), discutiendo las relaciones entre el Estado, la
academia y los indios, l afirma taxativamente “Qu hay que hacer en Brasil, ya
todos sabemos: parar de prender fuego el Amazonas, distribuir la renta en el país,
volver un poco más difícil que la misma clase social continúe impávida en el poder
por siglos dejar a los indios en paz”; propone dejar de encontrar “una excusa
para invadir, para aniquilar a quienes sólo piden ser dejados en paz”
Trasladado esto al escenario del proyecto en que participo, surgido de una
cooperación egipcio-brasileña, la contribución de nuestra tarea apunta simplemente
a redireccionar nuestra práctica arqueológica desmarcándonos de algunas de las
prácticas egiptológicas tradicionales llevadas a cabo allí desde hace ya dos siglos.
No se trata de abandonar el quehacer arqueológico que de hecho es hoy parte
constitutiva de las comunidades que allí residen. La comunidad local no reclama ni
desea que se interrumpan los trabajos arqueológicos en la zona, por el contrario,
son la base económica de numerosas familias11.
No obstante, sí han sido víctimas y han existido reclamos por el avance del
Estado y de la comunidad académica sobre su existencia cotidiana (especialmente
al momento del desalojo de la población de los faldeos de la montaña del Qurn
donde se encuentra la necrópolis). La comprensión profunda de la relación de estas
últimas con aquello que definimos como arqueológico, asumimos evitará, en
palabras de Viveiros, “excusas para invadir, para aniquilar a quienes solo piden ser
dejados en paz” Se trata sencillamente y sin grandes am iciones, de no aportar con
nuestras prácticas y discursos a prácticas y discursos islamófobos, a la construcción
de un pasado pr stino faraónico desacoplado del presente, a no considerar “ asura
de la necrópolis” a materialidades no faraónicas que evidencian el largo v nculo de
la comunidad local con ese lugar, o a no definir desde perspectivas ortodoxas de la
conservación como “da o” a, entre otras trazas, las huellas superpuestas de miles
de manos de mujeres que desde hace incontables años tocan jeroglíficos en busca
de concebir un hijo y un mundo mejor.

REFERENCIAS
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a protección divina de la maternidad en
Egipto. En ern ndez riel, y

274 Anales de Arqueología y Etnología. Volumen 76. n°2, jul-dic 2021. eISSN 2591-3093 - ISSN 0325-0288
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276 Anales de Arqueología y Etnología. Volumen 76. n°2, jul-dic 2021. eISSN 2591-3093 - ISSN 0325-0288
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1
Proyecto CNPq: Casa, Tumba ou Sítio Arqueológico? Paisagens Potenciais, Materialidades Transitórias.
Dirigido por Dr. José Roberto Pellini, Departamento de Antropologia e Arqueologia UFMG (Universidad Federal
de Minas Gerais).
2
Apelativo de habitantes de la zona de la montaña Al Qurn (el cuerno) también llamada Montaña tebana, donde se
encuentra la necrópolis.
3
Los demás pilares son atestiguar que no hay más Dios que Alá y Mahoma es su mensajero; la visita a la Meca al
menos una vez en la vida; los 5 rezos diarios (3 en Irán); y el ayuno durante el mes del Ramadán.
4
Personas respetadas y honradas, por lo general hombres (aunque también hay algunas mujeres), que suelen hacen
curaciones o interceder con diferentes entidades no humanas. Las tumbas de los sheikh son visitadas en busca de
favores o alivio. Sólo conozco tumbas de sheikh hombres.
5
Refiero a hijos, y no a hijos e hijas, en tanto el original, si ien menciona la pala ra “children”, t rmino que no
especifica sexo, enfatiza en la protección requerida particularmente por hijos varones. De hecho, a fin de evitar el
mal de ojo entre otros problemas, la autora recaba casos de nacimientos de varones en los que se informa a
vecinos, familiares e incluso al padre, que se trata de una niña, información que se corrige unos años más tarde una
vez pasado el riesgo.
6
El Said, nombre dado al Alto Egipto o sur de Egipto. Nota de M. B. M.
7
Demonios y genios respectivamente, uno de los espacios de preferencia para habitar de estas entidades son los
sitios arqueológicos. Nota de M. B. M.
8
“ n poco de mi” nom re del li ro inicial de ra e masri, ha lado en gipto
9
Hay en los sitios guardias armados, como en este caso, pertenecientes a fuerzas estatales; también se encuentran
en las zonas arqueológicas los llamados háres azar (guardias de antigüedades) hombres de las comunidades
locales que tienen asignados sectores en templos o tumbas y suelen operar como guías dando explicaciones a
turistas a cambio de una propina.
10
Universo que incluye desde mujeres extremadamente ricas a extremadamente pobres, doctoradas en la Sorbona
a analfabetas, musulmanas y un puñado de cristianas, campesinas o habitantes de grandes metrópolis, víctimas de
violencia de género a divorciadas por propia voluntad, desde la hijab a la burka, la que es obligada a usar velo
hasta la que lo milita, que peregrinó a Meca a la que jamás podrá hacerlo, e innumerables etcéteras.
11
Solo el proyecto llevado adelante en el Ramasseum, Templo de Ramsés II, es fuente de ingresos de 120
trabajadores locales, por citar un ejemplo.

Anales de Arqueología y Etnología. Volumen 76. n°2, jul-dic 2021. eISSN 2591-3093 - ISSN 0325-0288 277
Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

ETNOGRAFIAR MUNDOS VÍVIDOS.


DESAFÍOS DE TRABAJO DE CAMPO, ESCRITURA Y
ENSEÑANZA EN ANTROPOLOGÍA1

Julieta Quirós
Doctora en Antropología
Investigadora Asistente de CONICET/IDACOR
juquiros@hotmail.com 2

RESUMEN

Este texto está animado por un propósito pedagógico:


el de ofrecer una serie de reflexiones orientadas a potenciar una
práctica de conocimiento que, entiendo, define de manera crucial
al quehacer antropológico, a saber, la posibilidad de estudiar “lo
social” como proceso vivo. Apelando a ciertos recorridos de mis
propias investigaciones en el campo de la antropología política,
apunto en particular a un conjunto de estrategias y procedimientos
etnográficos implicados en la realización del siguiente principio
epistemológico: las “perspectivas nativas”, sobre y con las cuales
los antropólogos trabajamos, deberían ser entendidas menos como
un punto de vista “intelectual” (i.e.: formas de concebir y significar
mundos) y más como un punto de vista “vivencial” (formas de hacer
y crear vida social). Sobre este argumento, mi reflexión se desplaza
del campo a la escritura para proponer que una tarea pendiente
de nuestra investigación y enseñanza antropológicas atañe al
desarrollo y la sistematización de políticas textuales que sean fieles
al carácter vívido de nuestros medios de conocimiento. En esta
dirección, reflexiono sobre algunas estrategias textuales ensayadas
en mi propia experiencia de escritura, y postulo la importancia

1
Agradezco a Rosana Guber la interlocución y el impulso para sentarme a escribir estas páginas, y a
los evaluadores anónimos de Publicar, la calidad y la generosidad de sus comentarios y sugerencias.
2
Fecha de realización del artículo: abril-junio de 2014, aprobado en septiembre 2014.

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de conceptualizar la escritura etnográfica como trabajo artesanal


a través del cual desenvolvemos procesos de pensamiento,
descubrimiento y creatividad conceptual.

Palabras clave: conocimiento antropológico, proceso social


vivo, escritura etnográfica, creatividad.

ABSTRACT

The paper proposes a series of reflections concerned with


a knowledge practice that, as I understand it, crucially defines
anthropology: studying “the social” as a living process. By means
of my own research in the field of political anthropology, I propose
ethnographic strategies involved in the following assumption:
the “native perspectives”, we anthropologists work with, should
be understood less as an “intellectual” point of view (i.e.: ways of
conceiving and signifying worlds) and more as an “experiential”
point of view (ways of doing and creating social life). On this
argument, I suggest a pending task of our current anthropology
concerns with the development and systematization of textual
politics true to the vivid character of our means and methods of
knowledge. In this direction, I invoke some textual tools rehearsed
in my own writing experience, and I argue the importance of
conceptualizing ethnographic writing as an art through which we
unravel processes of thought, discovery and conceptual creativity.

Key words: anthropological knowledge, living social


process, ethnographic writing, creativity.

Llevo algún tiempo trabajando en la elaboración de una perspectiva


analítica a la que di el nombre de antropología de la política vivida; lejos de
designar un objeto particular o un concepto, esa expresión, “política vivida”,
es la fórmula que encontré para enfatizar una práctica de conocimiento que,
en mi opinión, define de manera crucial la especificidad y potencialidad del
quehacer antropológico. Si tuviera que formular esa práctica de conocimiento
en pocas palabras, diría entonces que los antropólogos estudiamos “vida social”,
lo que equivale a decir que procuramos entender y comprender “lo social”
en tanto proceso vivo. Mi inquietud por subrayar esta condición del análisis
antropológico es, de algún modo, una forma de resistir a un sesgo con el que yo
misma he tropezado en distintas circunstancias: primero, como alumna (en mis
carreras de grado y de posgrado en antropología); después, como investigadora
(de procesos políticos) y docente de antropología (para antropólogos y no
antropólogos) y, más recientemente, dirigiendo investigaciones de alumnos
con vistas a la elaboración de sus tesis en antropología. Ese sesgo puede ser

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

formulado en términos de lo que, hace algún tiempo ya, la antropóloga francesa


Jean Favret-Saada (1990) diagnosticó como la desafortunada sujeción de
la práctica antropológica a una indagación de “aspectos intelectuales” de la
experiencia humana.
Cada ciencia social acuña un universo semántico que le es propio, y creo
no equivocarme si digo que quienes participamos de ámbitos antropológicos –
académicos o no– estamos acostumbrados a que esos aspectos a los que refiere
Favret-Saada sean sustantivados en ciertos términos: “significados”, “creencias”,
“representaciones”, “categorías”, “teorías”, “sentidos de”, “concepciones de”,
“percepciones sobre”, son algunos de los más populares. Sabemos también
que, cuando estas fórmulas aparecen, comúnmente refieren a algún colectivo
humano específico: los grupos, las identidades, clases o sociedades, entre
quienes el antropólogo trabaja. Así los antropólogos estudian o trabajan con
significados/representaciones/teorías/categorías que suelen calificar como
“nativos”.
Hace algún tiempo vengo ensayando un ejercicio de pensamiento
estadístico (no representativo pero, aun así, bueno para pensar): suelo registrar
por escrito el vocabulario con que estudiantes de posgrado en antropología
expresan sus inquietudes e intereses de investigación, oralmente, al presentarse
al inicio de un curso, en un congreso al discutir sus trabajos de investigación,
por escrito en sus ponencias, trabajos finales, proyectos, planes de tesis, tesis,
etc. En esas expresiones, la recurrencia y proporción relativa de las fórmulas y
los términos arriba mencionados es realmente llamativa. Creo que el hecho de
tratarse de estudiantes de posgrado torna el resultado más interesante: se trata
de gente que pasó por una formación universitaria, o bien en antropología o bien
en otra disciplina social o humana; de modo que si esos términos dominan su
“imagen de antropología” es porque ellos tienen un lugar en la propia enseñanza
de la antropología –y a juzgar por lo que arroja mi modesta indagación, no solo
de la antropología por y para no antropólogos, sino también de la antropología
que se enseña en las carreras de ciencias antropológicas.
Algunos de los procesos intelectuales implicados en la constitución de
esta imagen de antropología no tienen nada de extraño, ni son tampoco privativos
de nuestra disciplina: podemos decir que el giro discursivo, que en la década del
80 hizo de “significados”, “sentidos” y “símbolos” objetos distintivos del análisis
social, afectó a todas las ciencias humanas en su conjunto. La “refiguración del
pensamiento social”–expresión célebre de Clifford Geertz (1991 [1980]) con
que mi generación aprendió a referir y valorar positivamente ese movimiento
intelectual gracias al cual lo social ya no sería más pensado como máquina,
organismo o sistema– adoptó, sin embargo, formas e implicancias específicas
para una disciplina que, como la antropología, se constituyó históricamente
como un conocimiento producido desde la “perspectiva” o “punto de vista” de
las sociedades estudiadas.3 Pondría mi argumento en estos términos: al erigirse

3
Supongo que la idea de que el antropólogo busca conocer y entender los fenómenos que estudia
desde el/los punto/s de vista de sus protagonistas es uno de los pocos acuerdos que mantenemos los
antropólogos en relación a la definición de nuestro quehacer, aun cuando, como señala Fernando Balbi
(2012) en una propuesta iluminadora, no necesariamente haya consenso sobre qué sería/n o en qué
consistiría/n, exactamente, ese/os “punto/s de vista”, ni qué implicaría, en términos de procedimientos
cognoscitivos, dar cuenta de él/ellos.

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bajo la hegemonía de concepciones y abordajes más semánticos que pragmáticos


del lenguaje, la pregunta por los “significados” ha comportado una sobre-
intelectualización del “punto de vista nativo” y sedimentado en el presupuesto
de que el trabajo del antropólogo –la “perspectiva antropológica”–consistiría,
básicamente, en dar cuenta de las formas (siempre diversas, claro) en que la
gente representa/da sentido/significa/re-significa experiencias, fenómenos,
sucesos, hechos sociales, categorías, etc.
Me atajo a la reacción de mis colegas: no todos los antropólogos nos
dedicamos a buscar “representaciones” y “significados-de”, ciertamente. No es
esta la única forma en que la antropología se entiende y se practica hoy –absoluta
y afortunadamente cierto. Pero igualmente cierto es que se trata de una de las
antropologías más populares y extendidas en la producción y enseñanza de la
academia social latinoamericana actual. Recientemente, Eduardo Menéndez
(2012) ha señalado su preocupación en relación a la sedimentación de las
“prácticas lingüísticas” y las “representaciones” como objeto privilegiado del
análisis antropológico contemporáneo; sus inquietudes guardan especial
sintonía con el problema que me ocupa en estas páginas, y que propongo
formular, a modo de hipótesis, en estos términos: lo que estoy llamando aquí –a
los fines de mi argumento y en un ejercicio pedagógico de sobre-simplificación–
el giro o sesgo “semántico-discursivo” del análisis antropológico no solo afecta a
las preguntas y las herramientas conceptuales de la antropología, sino también,
y de manera crucial, a sus métodos de investigación.
Estamos habituados a que la investigación etnográfica contemporánea
–tanto la desarrollada en Argentina como en otras academias latinoamericanas;
tanto la practicada por antropólogos como por analistas de otras disciplinas
sociales4– esté seriamente inclinada a privilegiar un tipo particular de técnica
de producción de datos, la “entrevista en profundidad”, y un tipo particular de
evidencia, la “palabra dicha” por los entrevistados. Como he argumentado en otra
parte (Quirós 2011), la obsesión etnográfica por la palabra dicha –y, en muchos
casos, la reducción de lo que se registra en campo a “lo que la gente dice”–,
guarda una serie de operaciones no-dichas: en primer lugar, un isomorfismo
entre la “perspectiva del actor” –que, se presume, una indagación etnográfica
procuraría contemplar/analizar– y “lo que la gente piensa” sobre determinados
asuntos; en segundo lugar, un isomorfismo entre “lo que la gente piensa” y “lo
que la gente dice”; por último, una reducción de “lo que la gente dice” a “lo que
dice en circunstancias y contextos de situación socialmente hechos para decir”
(un discurso público, un manifiesto, un documento escrito, una conversación o
entrevista con el investigador).
Esta concatenación de operaciones es realmente desafortunada si
tenemos en cuenta que la etnografía es un modo de conocimiento que permite
al investigador tomar contacto con múltiples dimensiones de comunicación y
experiencia, más allá –o más acá– de la palabra dicha y para decir. En definitiva:
¿qué hacemos los antropólogos en campo? No hacemos otra cosa que acompañar

4
En la última década, el uso de técnicas etnográficas se ha extendido, de modo extraordinario, por
fuera de las fronteras de la antropología. Como escuché diagnosticar al sociólogo Gabriel Vommaro,
bien podemos decir que hoy estamos asistiendo a un “giro etnográfico” de la ciencia social argentina y
latinoamericana.

50
Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

y vivenciar fragmentos del proceso social en su propio discurrir. ¿Cómo


logramos ese acompañamiento? Tejiendo relaciones personales y de confianza
–o, como escribe, Axel Lázzari (2013), relaciones que superen la desconfianza
inicial que provoca nuestra presencia. Es, por intermedio de esas relaciones, es
decir, de nuestra “participación” en un universo de vínculos, como producimos
conocimiento. Los antropólogos, escribe Marcio Goldman (2006), somos un tipo
de cientista social para quien la socialidad (hacer relaciones) no solo es objeto
de investigación, sino también principal medio de investigación; conocemos,
argumenta el autor, no solo (ni tanto) a través del “diálogo” con los otros,
como de nuestras “experiencias personales” con las experiencias de los otros.
Entre otras cosas, esto quiere decir que la relación con nuestros interlocutores
de campo está, como cualquier relación social, atravesada por formas de
comunicación no verbal y no intencional: el antropólogo en campo se vincula
a través del intelecto y la palabra, pero también –como ha sido ampliamente
trabajado en la teoría antropológica, véase especialmente Favret-Saada (1990),
Wacquant (2002 y 2005), Ingold (2008)– del cuerpo, el olfato, la sensación, la
intuición, el juicio y el afecto. Si se quiere, la investigación etnográfica no es otra
cosa que aprehender el proceso social en su aspecto vivo por intermedio de
nuestra condición de seres vivos.
Entiendo, en este sentido, que esa tríada con que Rosana Guber
(2001) caracteriza la etnografía –un método, una perspectiva y un tipo de
texto– compone todo un modo de conocimiento: hace a una forma de conocer
“cosas” que, de otro modo, no conoceríamos. De manera que podemos –desde
luego, cómo no– estudiar “sentidos de religión”, pero resulta que tenemos la
posibilidad de estudiar las formas en que la religión se vive, hace y transforma.
Claro que esas formas incluyen a las “concepciones”, “significados” y “sentidos-
de” –sentidos “polisémicos”, “situacionales”, “disputados”, “impuestos”,
“resistidos”, “negociados”, y demás palabras esperadas del lenguaje política y
académicamente correcto–; pero ocurre que no se agotan en ellos. Podemos
estudiar “significados de la política”, sí, pero mediante la etnografía tenemos la
posibilidad de estudiar los modos en que la política funciona, cómo se produce
y qué produce. Del mismo modo que podemos estudiar “concepciones de
género”, aun cuando lo que tenemos es la magnífica posibilidad de investigar y
descubrir los modos y las posibilidades en que hombres y mujeres se relacionan,
y los modos y las posibilidades en que los seres humanos creamos “hombres”,
“mujeres” y otras formas de persona.
Siguiendo un principio epistemológico que tuve oportunidad de
aprender del etnólogo Eduardo Viveiros de Castro (2002, 2010), si hay algo que
a los antropólogos nos interesa de la/s perspectiva/s de la gente con la que
trabajamos es lo que ellas tienen para decirnos (enseñarnos por tanto) sobre
cómo el mundo es, es decir, sobre cómo el mundo efectivamente funciona. La
experiencia etnográfica nos muestra que ese “decirnos” en modo alguno es
literal: la gente nos dice (cómo es y cómo funciona el mundo) a través de lo
que dice, pero también y de manera fundamental a través de lo que hace, de
cómo lo hace, de lo que no hace, de lo que no dice, y –como nos enseñaron hace
tiempo los pragmáticos del lenguaje– de lo que hace, intencionalmente o no, por
intermedio de lo que dice.

51
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En última instancia, mi argumento es que debemos revisar la propia


noción de “perspectiva” o “punto de vista”: deberíamos enfatizar(nos) la idea de
que las perspectivas nativas consisten menos en un punto de vista “intelectual”
–una/s forma/s de pensar, significar o representar el mundo– y más en un
punto de vista “vivencial”, es decir, forma/s y posibilidad/es de hacer, producir
y crear vida social. Esta es, en definitiva, la materia prima que la etnografía nos
ofrece para trabajar y, por tanto, aquello que deberíamos procurar “incorporar
dinámicamente”, como propone Fernando Balbi (2012), a nuestros análisis.

LA POLÍTICA VIVIDA: REFLEXIONES SOBRE UN RECORRIDO (INTER)


PERSONAL

En los últimos años me he dedicado a desarrollar y sistematizar


algunos de estos principios epistemológicos en mis investigaciones dentro
del campo de la antropología política. Tiendo a creer que, sobre todo en sus
formas hegemónicas, la política es de esas actividades especialmente afines a
los abordajes “representacionales”: por un lado, el “discurso político” es una
de las formas verbales en que relaciones, ideas, posiciones y pertenencias
políticas se crean y expresan; por otro lado, las controversias que hacen, en
cada contexto de situación, a esas relaciones, posiciones y pertenencias, suelen
ser verbalmente planteadas, habladas, discutidas, es decir, puestas en palabras.
No es casual que entre los “profesionales de la política” –políticos, dirigentes,
militantes, activistas–, podamos encontrar, frecuentemente, personas altamente
ejercitadas en el arte de la narrativa y la retórica del sí: gente habituada a tener
que dar cuenta de decisiones, razones y racionalidad de su quehacer; gente con
“un discurso coherente” de afán auto-explicativo. Maravillosa música para los
oídos del investigador express, canto de sirenas para el etnógrafo desprevenido.
Entre los años 2005 y 2010 me dediqué a investigar etnográficamente
formas de organización y movilización popular en un conjunto de barrios
de Florencio Varela, distrito del sur del Gran Buenos Aires. El carácter
heterogéneo y dinámico de las experiencias de politización que encontré en
el Gran Buenos Aires me ofreció una oportunidad excepcional para revisar
mi propia inclinación a entender y construir la “perspectiva de los actores”
desde una mirada preeminentemente intelectualista. Asimismo, la atención a
una mirada propiamente relacional de lo político fue central en ese proceso:
como argumentan Ana Rosato y Fernando Balbi (2003; véase también Nuap
1998), si a los antropólogos nos cuesta sustantivar lo político en un “campo”,
un “sistema”, o una esfera delimitada y delimitable de actores y acciones, es
porque, etnográficamente, la política se nos despliega de manera entramada. En
una primera etapa de mi investigación, esta perspectiva me permitió plantear
preguntas alternativas a los abordajes “formalistas” que dominaban los estudios
del fenómeno político que, en ese entonces, me había llevado a hacer etnografía
en los barrios del Gran Buenos Aires: los movimientos de desocupados (Quirós
2006). En una segunda etapa de investigación, esa búsqueda sedimentó en un
nombre, la política vivida, con el que procuré designar menos un objeto y más
una actitud o disposición etnográfica y analítica: estudiar la política vivida no
quería decir otra cosa que atender a la política que mis interlocutores de campo

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

–vecinos, militantes, punteros partidarios, referentes barriales, dirigentes de


organizaciones sociales, funcionarios de gobierno– hacían ordinariamente,
antes que la política que decían, explicaban, o enunciaban. En términos de
estrategia etnográfica, este principio se tradujo en un seguimiento privilegiado
y sistemático del hacer de mis interlocutores, es decir, de las actividades, rutinas
e interacciones cotidianas en y a través de las cuales creaban, transformaban,
deshacían y rehacían sus relaciones, prácticas, pertenencias, espacios y
organizaciones políticas (Quirós 2011). Naturalmente, etnografiar el “hacer-
se de la política” involucraba a la política y a otras cosas más. Por ejemplo,
etnografiar el hacerse del trabajo político de la Huanca, una referente barrial
del peronismo bonaerense, implicaba acompañar tanto aquellas actividades
consideradas (alternativamente por ella, por otros, por mí) propiamente
políticas, como también acompañar rutinas que, en principio, nada o poco
tenían que ver con su actividad militante. El valor etnográfico de acompañar a
la Huanca a atender su puesto de ropa usada en la Feria Franca, o a llevar y traer
sus hijos a la escuela, o al hospital por una dolencia, o a visitar a un familiar
que vivía a un par de horas de tren de Florencio Varela, no residía solo en su
idoneidad para “contextualizar” su actividad política, sino más bien, y de modo
fundamental, en su condición de posibilidad para conocer a la Huanca como
persona y vincularme con ella de persona a persona. Diría que de ese vínculo
personal dependían, de hecho, las condiciones y las posibilidades de construir
(desde mi perspectiva) la “perspectiva” de la Huanca.
Pero además, de ese conocimiento interpersonal dependían mis
posibilidades para capturar y entender el cómo del hacer de la Huanca. Si
hay algo que un estudio de la política como proceso vivo requiere, es que
estemos dispuestos a construir nuestros datos no solo teniendo en cuenta
lo que las personas hacen, sino también, y de modo fundamental, cómo lo
hacen. E interrogar ese cómo no es otra cosa que dar estatuto epistemológico
a todo aquello que estamos en condiciones de captar y percibir en virtud y
por intermedio de nuestra convivencia con los otros: esas dimensiones de
experiencia que, por lo general, se resisten a ser documentadas en descripciones
del tipo ‘Huanca dijo tal cosa’ o ‘Huanca hizo tal otra’, y tienden a escabullirse,
más bien, en impresiones vacilantes como el tono con que Huanca (o su vecina,
o su compañera, su dirigente, sus contrincantes, sus amigos, sus enemigos)
dijeron tal o cual cosa; los gestos corporales con que hicieron tal o cual otra; las
intenciones e intensidades de esas acciones: las ganas, el entusiasmo, el tedio, la
expectativa, la decepción, la tensión, los nervios, el enojo, la satisfacción.
Sin duda, atribuir a alguien una expectativa que no fue verbalizada
como tal es una interpretación epistemológicamente discutible. No obstante, la
pregunta que se plantea es la siguiente: ¿qué ciencia social estamos haciendo si
no somos capaces de arriesgar sobre las expectativas de la gente y de dar cuenta
del lugar –tal como Marcel Mauss llamara la atención– de la expectativa en la
constitución y dinámica de las relaciones que estudiamos?5
Abro un paréntesis para decir que, naturalmente, la posibilidad de incluir

5
Mauss (1971 [1924]) incluyó la pregunta por la expectativa en el programa de investigación de una so-
ciología que, como él defendía, debía estudiar al “hombre total”, sin escindirlo en dimensiones, aspectos
o facultades. Principios equivalentes están implicados en la noción de “hecho social total”.

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estas dimensiones en la construcción de nuestros datos e interpretaciones


depende, entre otras cosas, de los niveles de “intimidad cultural” (Herzfeld 1997)
que cada universo habilite. Los antropólogos sabemos que ese acceso es variable:
el poder –lo explicitó hace tiempo Michael Taussig (1999)–, por ejemplo, no se
deja etnografiar. Ante este hecho, permítaseme introducir dos observaciones
que creo pueden ser de interés y utilidad a aquellos estudiantes que estén
llevando adelante sus proyectos de investigación. En primer lugar, nunca debe
olvidarse que las condiciones de acceso a la investigación de un universo social
son parte de las características de ese universo y nos hablan –y mucho– de él.
Es por eso que el trabajo de campo propiamente dicho (y el diario de campo,
por tanto) empieza a partir del instante en que uno imagina o enuncia un tema
u objeto de investigación a ser abordado; desde ese momento, todos y cada uno
de los movimientos, conversaciones, comentarios, interacciones, pensamientos,
sueños, idas, venidas, azares, fortunas e infortunios de aproximación a ese
tema/objeto/campo, son parte fundamental de nuestro material etnográfico. El
ingreso al campo es un proceso social que empieza mucho antes de “la vez que
llegué a” tal o cual lugar; debe ser seriamente registrado y sometido a análisis,
precisamente porque habla no solo de nosotros (de nuestras habilidades y
torpezas como etnógrafos, por ejemplo), sino también, y fundamentalmente,
del mundo social en cuestión. En segundo lugar, ciertamente el transcurso y
resultados de un campo etnográfico que permite al antropólogo participar de
circuitos de intimidad social serán distintos de aquellos implicados en un campo
que solo habilita la participación en instancias “oficiales” –i.e: hechas para
decir. Aun así, y mismo en un universo de acceso restringido, el resultado será
sustancialmente superior si el etnógrafo se dispone a una actitud cognoscitiva
que consista menos en “buscar información” sobre su objeto o tema de interés
y, más en tejer vínculos de inter-conocimiento con las personas que hacen a
ese universo. Es en esos casos donde la entrevista se convierte en una técnica
de altísimo valor etnográfico, menos por lo que allí se dice y más por constituir
una instancia para crear y/o mantener un vínculo con alguien. Desde ya, en lo
que al antropólogo respecta, la forma apropiada–no solo en términos éticos
sino también propiamente cognoscitivos– de tejer esos vínculos consiste en ser
francos en cuanto al “por qué” estamos ahí. Sin embargo, ello no quiere decir que
tengamos que dar explicaciones que excedan la propia curiosidad de nuestros
interlocutores, o que debamos explicitar nuestras preguntas y presupuestos
de investigación; esa explicitación no solo puede ser contraproducente al
direccionar, condicionar y/o estorbar a nuestros interlocutores en su decir y
hacer, sino que además puede incurrir en una honestidad tramposa: siendo
fieles a los principios de nuestra disciplina, para un antropólogo la pregunta
de investigación nunca es una formulación sabida. El objeto y preguntas de
investigación son, precisamente, parte de lo que vamos a buscar al campo.
Cierro el paréntesis para volver al cómo del hacer. Me gustaría señalar
que, en mi propio trabajo de investigación, la práctica de transformar en dato
etnográfico ese cómo tuvo implicancias analíticas sustantivas. Valiéndome de
ella pude, por ejemplo, incorporar a mi análisis el carácter eminentemente
afectivo del hacer política de mis interlocutores y cuestionar, en ese movimiento,
la matriz de explicaciones “economicistas” y “moralistas” que atravesaba los

54
Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

estudios sobre la condición política de los sectores populares. Mientras la


Huanca solía decir que la política no se “mezclaba” ni debía “mezclarse” con
“los afectos”, yo advertía, en las vicisitudes y avatares cotidianos de su trabajo
político, que ella no podía evitar ser afectada por la política, y que lo que se
ponía en juego para ella–en una jornada electoral, en un acto partidario, o en un
conflicto con algún compañero o dirigente– era mucho más que una “posición”
o un quantum de “capital político”: era su disposición (o no) para recibir a un
vecino, para atenderme al teléfono, para salir de su casa, para levantarse de la
cama. A través de su mundo de relaciones, la Huanca me mostró que, así como
las personas hacen política, la política hace personas.
Análogamente, puedo decir que, al acompañar el cómo del hacer,
pude plantear una pregunta de investigación de carácter procesual –cómo
las personas se involucran y des-involucran en política– que me permitió asir,
empírica y analíticamente, la naturaleza dinámica de la política vivida. Por
ejemplo, siguiendo etnográficamente las actividades diarias de la sede barrial
de un movimiento de desocupados de Florencio Varela, pude empezar a
percibir y dimensionar procesos de involucramiento y compromiso inter-
personal implicados en el propio hacer(se) de esas rutinas. La noción de “placer
de hacer”, acuñada por la socióloga Florence Weber (1989) en su estudio sobre
el travail à-côté en poblados industriales de Francia, me permitió ponderar
conceptualmente las implicancias “performativas”, al de decir de Marshall
Sahlins (1988), o socialmente “creativas”, al decir de David Graeber (2005), que
esas actividades ordinarias tenían en la trama de la política local: sin ser prácticas
socialmente reconocidas como “políticas”, sin incumbir a personas socialmente
reconocidas como “militantes”, hacían a las experiencias y relaciones que, día
a día, involucraban –y des-involucraban– a las personas en organizaciones de
desocupados y, en última instancia, aquello que creaba esos espacios políticos.
A la luz de esta perspectiva, pude también entender y formular que, lejos de
estar “dadas”, las motivaciones que llevaban a mis interlocutores a “participar”
en política formaban parte de lo que se (co)producía haciendo, es decir, en y por
intermedio del hacer (Quirós 2006 y 2011).6

LA PALABRA EN ACTO: ¿QUÉ SE PREGUNTA LA GENTE?

Claramente, estudiar el hacerse de la política no significa excluir de


nuestra indagación sus aspectos discursivos: la palabra es tan constitutiva
de la vida social como lo es el afecto o la expectativa. De lo que se trata, más
bien, es de buscar un tratamiento propiamente etnográfico del discurso.
Bien, precisamente a través del trabajo de campo, los antropólogos tenemos
la extraordinaria oportunidad de acceder a la palabra-en-el-mundo-social, es
decir, a la palabra en acto. Entre otras cosas, esto quiere decir que tenemos

6
Me gustaría decir que esta mirada procesual ha sido nutrida y co-producida en el intercambio y la
interlocución con colegas que, contemporáneamente, desarrollaban procesos de investigación sobre
experiencias políticas populares en Argentina. Especialmente me refiero a los iluminadores trabajos de
Virginia Manzano, María Inés Fernández Álvarez, Gabriel Vommaro y Cecilia Ferraudi Curto, con los que
he tenido la suerte de dialogar a lo largo de mi propio proceso de investigación. Más tarde, los diálogos
con Julieta Gaztañaga y Adrián Koberwein sobre la noción de “creatividad social” me han permitido
profundizar conceptualmente el carácter performativo de los procesos de acción observados en campo.

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la posibilidad de analizar los contextos de situación en que las palabras


“significan”, como también de explorar los efectos que las palabras producen en
esos contextos, es decir, de interrogar –como propone Mariza Peirano (2001),
siguiendo las formulaciones de Austin– la fuerza performativa del lenguaje.
¿Qué implican estas proposiciones en términos de estrategia y
procedimientos de campo? Diría que implican, en primer lugar, que para el
etnógrafo todos los mensajes no-discursivos involucrados en una situación
en que alguien está “diciendo” o “contando” algo deberían tener tanta o más
importancia que aquello mismo que se está contando. Para el etnógrafo,
cualquier interrupción a una conversación –la demanda de un niño, la llegada
de una visita, el ruido de una máquina, el llamado de un teléfono– debe tener
igual –o inclusive más– valor cognoscitivo que aquello sobre lo que se está
conversando. Son esos pormenores del proceso social los que nos permiten
reconstruir la atmósfera en que la palabra dice y actúa. En segundo lugar, y de
modo fundamental, los antropólogos en campo deberíamos desplazar nuestra
atención desde lo que las personas dicen o tienen para decirnos a nosotros,
hacia lo que las personas se dicen y tienen para decirse entre ellas. El material
que resulta de esa escucha paciente y no direccionada debería, además, ser
analizado menos en términos de su “semántica” –el/los “significado/s” de
tal o cual “noción”– y más, en términos de su pragmática: ¿De qué hablan las
personas en este lugar? ¿Qué se preguntan? ¿Qué se responden? ¿Qué signos
son pertinentes? ¿Qué producen (hacen, deshacen, transforman) esos signos en
las situaciones, interacciones y relaciones estudiadas?
Hace algún tiempo Luc Boltanski y Laurent Thévenot (1991) han
señalado que ningún análisis sociológico serio puede ignorar el hecho de que el
requerimiento de explicar forma parte de la vida ordinaria, y que las personas
con quienes trabajamos someten cotidianamente su mundo a interrogación,
esto es: producen preguntas y explicaciones sobre lo que hacen y hacen los
demás. Ciertamente, parte fundamental de la palabra viva a la que accedemos
los antropólogos por medio de la etnografía atañe a esta dimensión reflexiva del
proceso social. Tengo la sensación de que aquí descansa otro asunto pendiente
para la investigación antropológica actual: deberíamos dejar de limitar (o enfatizar
la importancia de dejar de limitar) la noción de “reflexividad” a las situaciones
de comunicación verbal con el investigador, y empezar a (enseñar a) pensarla
y trabajarla en acto, es decir, la reflexividad en-el-mundo-social. El trabajo de
campo nos abre una oportunidad excepcionalmente propicia para esta tarea:
allí tenemos la posibilidad de acompañar y registrar infinidad de situaciones
en que las personas ponen a jugar explicaciones, atribuciones de intención y
justificaciones sobre la acción propia y ajena; los acuerdos y desacuerdos que
se producen en torno a esas explicaciones; las alianzas, tensiones y rupturas
que promueven o vehiculizan. El mundo social, señaló Bruno Latour (2005), es
eminentemente controversial, y cada universo etnográfico, podemos decir, está
hecho de ciertas controversias: cada trama social es tejida y destejida a través
de determinadas “cuestiones” (aquello que es importante; aquello que está en
juego) y se vale de un lenguaje propio (verbal y no verbal) para expresarlas,
desarrollarlas, dirimirlas, crearlas. En mi opinión, es preocupante la proclividad
de cierta etnografía contemporánea a construir sus problemas y preguntas

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

de investigación o bien dando la espalda a las controversias “nativas”, o bien


“desinfectándolas”, como cuestiona Philippe Bourgois (2002). Si esto ocurre es
porque eso que estoy llamando “controversias” atañe, precisamente, a asuntos
socialmente significativos de cada figuración. Muchas veces, en virtud de la
sensibilidad que suscitan, o de su carácter moral o políticamente paradojal,
son asuntos de los que el antropólogo preferiría no hablar ni tener que hablar.
Creo, en efecto, que una señal infalible que nos indica que estamos frente a
una controversia social es, precisamente, esa sensación de incomodidad y de
evasión analítica que nos provoca. Pero, entiéndase bien, una controversia no
es un asunto secreto o del ámbito de la intimidad de la gente; las controversias
de cada mundo social suelen tener una expresión altamente pública; no son
lo que se oculta sino precisamente aquello sobre lo que se discute. Desde ya
que tocan fibras íntimas: los asuntos socialmente controvertidos son delicados
porque afectan a las personas, porque ponen algo (vital) en juego. Es por eso
que es también vital que sean parte de las preguntas y materiales que hacen
a una indagación propiamente etnográfica. Es común que pensemos que, al
excluir esos asuntos de nuestro análisis, estamos “preservando” a nuestros
interlocutores; creo que en realidad no estamos más que resguardándonos
nosotros mismos de las implicancias cognoscitivas y políticas de dar cuenta de
los dilemas y contradicciones en que las personas de carne y hueso viven, hacen
y deshacen “sociedad”.
En algún momento de mi trabajo etnográfico sobre la política vivida en
el Gran Buenos Aires, empecé a prestar atención a las preguntas y respuestas
que las personas ensayaban en y acerca-de sus vínculos y prácticas políticas.
Fui percibiendo que ciertas atribuciones de intención y motivación del
comportamiento político propio y ajeno aparecían de modo recurrente en
sus interacciones cotidianas y que, a través de ellas, las personas producían
juicios morales sobre formas y razones apropiadas e inapropiadas, lícitas e
ilícitas de acción política. Esos juicios eran expresados controversialmente:
estar o participar de un espacio político “por compromiso” o “por interés”,
por “convicción” o “por necesidad”, participar de forma libre y voluntaria o de
manera condicionada y/o compulsiva, eran algunos de los términos con que
la política se discutía, disputaba, hacía y deshacía. Siguiendo esas discusiones
entendí que las explicaciones “moralistas” y “economicistas” que yo encontraba
en el debate social y sociológico sobre la politicidad de los sectores populares
tenían su “versión nativa” y hacían a la dinámica y los vaivenes de las relaciones
políticas que me encontraba etnografiando. Esas explicaciones en acto ponían
en juego sentimientos y dignidades personales y eran, por tanto, una dimensión
ineludible, no diría ya de la “política vivida”, sino más bien, y sencillamente, de
cualquier indagación empíricamente situada de la política en el Gran Buenos
Aires.
La importancia analítica de las controversias nativas descansa en otra
razón fundamental: ellas pueden ser un camino privilegiado a nuestras preguntas
de investigación. Si los antropólogos somos, como dije anteriormente, un tipo de
cientista social interesado en lo que las personas tienen para decirnos sobre cómo
el mundo es, ello quiere decir que estamos interesados no solo en las respuestas
que ellas tienen a nuestras preguntas, sino también, y fundamentalmente, en

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saber qué es lo que se preguntan –qué es “pregunta” para la gente, diría Eduardo
Viveiros de Castro. Claro que los antropólogos vamos al campo con y por ciertas
inquietudes, preguntas e intereses de pesquisa; pero igualmente cierto es que la
etnografía es un modo peculiar de construir problemas de investigación, y esta
es otra de las razones por las que los antropólogos solemos estar, en relación
al resto de los cientistas sociales, a contramano de los sistemas de “percepción
y acción” del campo académico: formalmente estamos obligados a responder
a los requerimientos de las instituciones y agencias de investigación que nos
financian, por lo que presentamos “proyectos” que incluyen formulación de
problemas, objetivos e hipótesis; mientras tanto, nuestro trabajo real consiste
en dejar esa mochila en casa antes de ir al campo. Es en el campo –o, mejor
dicho, por intermedio del proceso de trabajo de campo– donde vamos a producir
nuestras preguntas.

NARRAR MUNDOS VÍVIDOS: LA ESCRITURA ETNOGRÁFICA COMO


PROCESO CREATIVO

Ocurre que ese etnógrafo que se vale de un modo de conocimiento que


implica una inmersión personal en un universo relacional dado es el mismo
que, al momento de construir y analizar sus datos, y sobre todo al momento de
volcarlos al papel, se dedica a anular algunas de las dimensiones y rastros más
vívidos de esa experiencia cognoscitiva. Como señaló Loïc Wacquant (2005), la
epistemología dominante nos enseñó que el “sabor” y el “dolor” de la acción social
pueden –incluso, deberían– ocupar un lugar de segundo orden en ese orden de
lo real que llamamos “social”. Creo, en este sentido, que más de un colega estará
de acuerdo con la siguiente proposición: una de las asignaturas pendientes de
nuestra/s antropología/s contemporánea/s es la de crear, instituir y consolidar
estrategias y políticas textuales que sean fieles al carácter vívido de nuestros
medios y métodos de conocimiento. Y hablo de “instituir” y “consolidar” porque
a pesar de que, ciertamente, la tradición antropológica cuenta con un sustantivo
y heteróclito desarrollo de reflexiones y experimentaciones textuales ligadas
a la noción de experiencia (social y etnográfica)7; y, a pesar de que muchos
antropólogos han ensayado y ensayan estrategias narrativas que apuestan a
análisis vívidos del mundo social, lo cierto es que ellas no hacen al lenguaje
de la antropología media que se enseña y practica en ámbitos universitarios y
académicos, no hacen a la antropología media que escuchamos en las mesas de
trabajo de los congresos, ni a la que leemos en artículos, tesis, libros y proyectos
propuestos a las agencias que financian investigación social.
En lo personal, más de una vez me encontré ante la situación de tener
que formalizar mi lenguaje para ajustarlo a los estándares que me permitieran

7
Sin duda, las propuestas formuladas, en los años 80 y 90, por los antropólogos norteamericanos que
aprendimos a agrupar bajo el nombre de “posmodernos” conforman uno de los principales exponentes y
aportes a ese desarrollo. Creo importante, no obstante, no perder de vista la centralidad que la explora-
ción textual –esto es, la búsqueda de estrategias textuales fieles al carácter vívido de los medios de co-
nocimiento del antropólogo en campo– ha tenido en la constitución de la tradición etnográfica “moderna”;
estrategias como las desplegadas en los años 50 por Víctor Turner en sus estudios del ritual ndembu, o
técnicas de realismo etnográfico como las ensayadas en los años 20 y 30 por el propio Malinowski, son
algunos ejemplos clásicos.

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

atravesar con éxito los procesos de evaluación que habilitan, en tiempos del
fast-knowledge, la publicación en revistas conceptuadas. Fue en ocasión de la
elaboración de mis tesis de posgrado, y fundamentalmente en su reelaboración
para ser publicadas en libro, donde pude tomarme una serie de licencias
narrativas orientadas a interrogar la política vivida. Con mayor o menor éxito
en lo que a la realización de sus objetivos respecta, existe una apreciación sobre
esas obras que lectores de lo más diverso se han ocupado en transmitirme, y que
creo pertinente comentar aquí. De manera recurrente a lo largo de estos años (la
publicación del primer libro fue en 2006 y la del segundo, en 2011), lectores de
dentro y fuera del ámbito académico han mostrado interés en expresarme que
una de las cosas que les había gustado de esos (o alguno de esos) trabajos era su
narrativa y, en particular, el modo en que ella los había llevado o metido dentro
del mundo social narrado. La recurrencia de esta apreciación me deparó con
una sorpresa: fui dándome cuenta de que muchos de esos lectores presuponían
que la sensación de “realismo” que les provocaban esos textos residía en su
presunta proximidad y/o grado de fidelidad con el material del que resultaban,
es decir, con el diario de campo. Esta suposición me asombró por completo,
porque si algo estaba en las antípodas del producto y proceso de producción de
esas etnografías era la “llaneza” o “naturalidad” que caracteriza la escritura del
registro de campo. Yo misma explicité, en la introducción a esos trabajos, que el
material etnográfico presentado era resultado de un trabajo de composición y
ficcionalización, en base a procedimientos de montaje, edición y manipulación
narrativa de los tiempos y espacios etnográficos. La pregunta que me quedaba
planteada era: ¿En qué residía –o cómo explicar en qué residía–, entonces, ese
efecto vívido del texto?
Si hoy tuviera que decir algo más sobre las operaciones implicadas
en esos trabajos –y algo que, acaso, pudiera ser útil a alumnos y colegas que
escriben etnografía o tienen interés en estos temas– me gustaría decir lo
siguiente: escribir la política vivida –y, de modo general, escribir mundos
vívidos– no equivale en modo alguno a dejarnos llevar por el ritmo y tiempo
“real” del diario de campo; tampoco, a construir descripciones extensas y
prolíficamente detalladas; menos aún, a emperifollar nuestros relatos con
adjetivos presuntamente expresivos. Diría que se trata precisamente de lo
contrario: se trata de transformar en dato ciertos pormenores cruciales de la
experiencia etnográfica e hilvanarlos al servicio de una determinada economía.
Esa economía no es otra cosa que la liquidez necesaria para transmitir al lector
la atmósfera –en el sentido maussiano del término (Mauss 2007 [1925])– que
hace al universo social estudiado.
Supongo que existen tantas maneras de contar como atmósferas a ser
contadas, y sospecho que cada universo –y las preguntas de investigación que
nos plantea y nos invita a plantear– nos proporciona las claves narrativas que
mejor permiten aprehenderlo. Así, por ejemplo, buscando escribir el “hacer-se
de la política” en el Gran Buenos Aires, ensayé estrategias textuales orientadas
a desplegar a las personas haciendo cosas. Los dos libros arriba mencionados
fueron construidos sobre situaciones etnográficas que mostraban a un conjunto
finito de personajes en escena –actuando, interactuando, dialogando conmigo
y entre sí. Esas estrategias –planteadas en términos de una descripción que,

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tomando prestado un término de Bruno Latour (2005), llamé “lenta”– me


permitió llevar al lector hacia la dimensión performativa de la política y, con ella,
a una serie de propuestas de orden conceptual. Mientras tanto, una estrategia
narrativa bastante diferente me deparó mi reciente investigación sobre la
política vivida en pueblos rurales del interior de la provincia de Córdoba. El
análisis de una serie de procesos políticos implicados en este nuevo escenario
etnográfico me llevó a ensayar una estrategia de escritura que, en un sentido,
es exactamente opuesta a la seguida en mis escritos sobre el Gran Buenos
Aires: más que desplegar lentamente un hacer, me volqué a construir, sobre
una variabilidad de sucesos etnográficos, una serie de “estereotipos” sociales.
Para la antropología académicamente correcta, ese tipo de construcción –un
estereotipo social– es, desde el vamos, improcedente. Sin embargo, ella se reveló
como una estrategia potente para interrogar vívidamente algunas controversias
del universo en cuestión: entre otras cosas, me permitió objetivar el modo
estereotipado y corrosivo en que ciertos grupos e identidades colectivas se
narran, miran y vinculan los unos con los otros; también me permitió polemizar
yo misma (como analista, autora y actora) sobre los procesos políticos analizados
(véase Quirós 2014).
Calculo que, a esta altura, se entenderá que no estoy hablando de una
cuestión, como quien dice, “meramente estética” (con todo respeto de la estética).
El desarrollo y la adecuación de nuestras técnicas de escritura a nuestros
medios de conocimiento es un asunto metodológico de crucial importancia.
Sobre todo, si tenemos en cuenta que: 1) los antropólogos –lo dijo hace mucho
tiempo Clifford Geertz– nos la pasamos escribiendo y la inclinación a excluir
las dimensiones vívidas de conocimiento implicadas en el trabajo de campo
etnográfico no se ciñe al momento de la escritura del texto a ser publicado:
ocurre mucho antes, empezando por el propio cuaderno de campo, esa primera
instancia de selección –tan determinante y tan relegada en las consideraciones
y enseñanzas de “metodología”– de aquello que merece quedar registrado (y,
por tanto, de convertirse en dato) y aquello que no; 2) a diferencia de lo que
puede pensarse desde una mirada externa, ocurre que la sucesión de etapas
de escritura que resulta en los textos publicables y publicados no consiste
en la operación de “volcar resultados” al papel. Desde mi punto de vista, la
escritura etnográfica es –y debería ser abordada pedagógicamente como– un
auténtico trabajo de “artesanía intelectual”, al decir de C. Wright Mills (1961), a
través del cual desenvolvemos procesos de pensamiento, análisis, asociación y
descubrimiento.
Marcio Goldman, antropólogo brasilero a quien tuve la suerte de tener
como profesor, solía decir en sus clases que el trabajo de campo es el método
para encontrar lo que no se buscaba. Siempre me pareció una buena síntesis
de nuestro quehacer y creo que aplica, perfectamente bien, a la escritura
etnográfica y, específicamente, a la descripción etnográfica: en mi experiencia
de investigación –y entiendo que en la de muchos–, el proceso de describir
siempre fue un auténtico camino de creación y descubrimiento; fue el itinerario
necesario para concebir lo que jamás –al menos no de modo consciente–
había concebido, para formular preguntas que no había siquiera sospechado,
para asociar cosas que no había relacionado, y para “ver” las cosas del modo

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

exactamente opuesto al que hasta entonces (durante el trabajo de campo, en


la elaboración del diario, en la elaboración de informes, proyectos, etc.) las
había visto. En ciencias sociales no estamos habituados a hablar en términos
de “descubrimiento”: el constructivismo nos enseñó que eso es creencia de los
físicos, biólogos y “etc.”, y que, “en realidad”, nada se “descubre”. Supongo que ya
tuvimos suficiente dosis de constructivismo y que podemos perderle miedo a
esa palabra. Mariza Peirano (1995) ha defendido elocuentemente la importancia
de reflexionar sobre la especificidad del “descubrimiento antropológico”, al que
propone pensar como resultado del diálogo y encuentro entre teoría acumulada
y observación etnográfica. Bien: entiendo que la escritura juega un rol crucial
en la producción de ese encuentro; y, en este sentido, descubrimiento es el
nombre y el estatuto epistemológico que deberíamos dar a esos momentos
de (sensación de) hallazgo que, de tanto en tanto, nos depara el proceso de
escritura etnográfica y que, de manera fundamental, nos marcan el camino a
seguir.
En lo personal, creo que nunca tuve la suerte de encarar la escritura
de un trabajo original sabiendo qué es lo que iba a decir, o qué es lo que tenía
para decir. Con el tiempo, y a fuerza de repetición, fui aprendiendo que ese
desconocimiento –que en el momento solo produce desánimo e incertidumbre,
y cuando uno es tesista y el plazo se le vino encima, ansiedad, irritación,
angustia, trastornos de sueño, etc., etc.– era la condición de posibilidad para
entregarme a un proceso creativo –la descripción etnográfica– de cuyas idas
y venidas, asociaciones y des-asociaciones, azares y contingencias, ese “qué
decir” emergía.
Mi argumento, por tanto, es que “contar” y “narrar” son operaciones de
fundamental valor cognoscitivo para nuestro trabajo. Y que ese valor reside no
solo ni tanto en el producto –describir mundos vívidos para nuestros lectores–
como en el propio proceso: por intermedio de la descripción podemos aprender
a interrogar y analizar vívidamente el mundo social.
Naturalmente, entregarse a un proceso creativo de esa naturaleza no
quiere decir que nuestra tarea consista en escribir mucho. Nuestra tarea es, en
todo caso, escribir bien, y esto quiere decir: decir mucho con poco –cosa que, vale
señalarlo, requiere de mucho más trabajo que escribir mucho. Estoy convencida
de que los antropólogos necesitamos formarnos en el uso de técnicas narrativas
y que, lejos de quedar librada a las condiciones, destrezas y disposiciones de
cada quien, esa formación incumbe a las currículas universitarias. La formación
en el arte de saber contar debe ser parte de los conocimientos y habilidades
de –al decir de Esteban Krotz (2012)– “lo que se aprende cuando se estudia
antropología”.
Me gustaría argumentar algo más, sobre todo para aquellos que le
temen a una antropología “meramente descriptiva”. Entendida como trabajo
propiamente artesanal, la descripción etnográfica no solo es un camino de
descubrimiento, sino que es también un camino de explicación. Cuando estaba
concluyendo la escritura de mi tesis de doctorado “descubrí” que la descripción
etnográfica de cómo las personas se involucraban en política podía ser una
forma de reformular y responder a la pregunta de por qué. “El porqué de los
que van” fue el título que resultó de una descripción explicativa de ese o de

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algunos de esos porqués. Como argumenté entonces, describir y explicar no


son operaciones intelectuales situadas en “niveles” distintos, sino que bien
pueden mantener una relación de continuidad e implicancia recíproca. Creo
que este mismo principio aplica a la relación entre etnografía y teoría que tanto
preocupa a los antropólogos. La conversión de la antropología contemporánea
en una proliferación de etnografías temáticas que poco o nada dialogan fuera
de sí es, sin duda, desafortunada; pero también lo es la idea de que la teoría es
aquello que debe ser incorporado al análisis etnográfico a los fines de tornarlo
iluminador, relevante o generalizador –sin ir más lejos, es bajo esta concepción
y este uso de teoría que hoy estamos ante esta dispersión etnográfica.
Si entendemos y practicamos la descripción etnográfica como camino de
explicación –esto es, si le perdemos el miedo a nuestras descripciones–, no solo
habremos de propiciar un uso más operativo y solidario de las herramientas
conceptuales de la teoría, sino que también –y esto es fundamental– habremos
de habilitar posibilidades de creación conceptual. ¿A qué me refiero? La
antropología es conceptualmente subversiva y la etnografía juega en esto un
papel clave: su apertura a la diversidad y heterogeneidad de lo social siempre
la obliga a tensionar, hibridar y transformar los conceptos disponibles, como
también a producir nuevos conceptos (Peirano 1995). La historia de la
antropología abunda en casos de creación teórica (algunos, de hecho, muy
famosos e inspirados en nociones nativas como tabú, tótem o mana). Tengo la
sensación de que ejercicios de esta naturaleza están mucho más a mano de lo
que pensamos y no me refiero a la operación de transformar términos sociales
en “categorías” o “conceptos”, sino, más bien, a la posibilidad y la potencialidad
cognoscitiva de desarrollar nuestra sensibilidad hacia esos términos en tanto
llaves o pistas de reflexión conceptual.
Para poner un ejemplo de experiencia próxima, diría que un ejercicio de
este tipo me deparó mi trabajo sobre la política vivida en el Gran Buenos Aires
cuando, en algún momento, estuve dispuesta a prestar atención al término con
que mis interlocutores de campo solían sintetizar el camino a través del cual
habían llegado a ser y hacer lo que eran y hacían en ese momento (i.e: dirigentes
políticos, referentes barriales, militantes partidarios, vecinos politizados):
engancharse en política, decían; Así me fui enganchando, me decían. Durante
mucho tiempo, la expresión me había pasado enteramente desapercibida; solo
cuando, por intermedio del proceso de descripción etnográfica, mis horizontes
conceptuales fueron atravesando ciertos desplazamientos, es que esa expresión
encontró un lugar analítico. Ese lugar no fue ni el de “objeto” de investigación, ni
el de “categoría nativa” cuyos “sentidos” o “significados” debía develar; más bien,
tomé al engancharse como la llave que ese mundo me ofrecía para interrogarlo–
cómo las personas se enganchan en política, cómo la política las engancha– y
para acoger el carácter total de las experiencias de involucramiento y des-
involucramiento político que la etnografía me desplegaba. Ese verbo impreciso,
sintético y procesual en su forma –ir enganchándose– me invitó a enganchar
términos analíticos que mis prácticas de conocimiento me habían enseñado
a pensar y operar desenganchados. También me llevó a buscar, en la teoría
antropológica, herramientas que le fueran afines. De allí que se convirtiera en
pilar de lo que, valiéndome del término de B. Malinowski (1935), di en llamar

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
escritura y enseñanza en antropología ::

una “teoría etnográfica” del involucramiento político (Quirós 2011).


Termino –ahora sí– con una última consideración. Interrogar
vívidamente el mundo social, desarrollar y consolidar técnicas y políticas de
escritura fieles a nuestros modos vívidos de conocimiento, requiere, también,
empezar a valernos de un lenguaje llano y abierto al mundo. “Des-acartonar”,
como me gusta decir, nuestro lenguaje y nuestra antropología; esto no significa
simplificarlos ni empobrecerlos sino todo lo contrario: es apostar a potenciar
la agudeza interpretativa de nuestra disciplina, sus alcances cognoscitivos
y políticos, y sus posibilidades de intervención en los debates de la sociedad
contemporánea. Porque si hay algo que el benevolente e inobjetable proyecto
relativista de estudiar “significados”, “narrativas” y “representaciones” nos ha
valido, ha sido la marginación de la antropología en esos debates. Sin duda,
nuestra suspicacia de oficio hacia los llamados juicios normativos o “preguntas
normativas” ha contribuido a este cuadro. Sospecho que también han
contribuido, a modo de “efecto no deseado”, ciertas versiones popularizadas de la
ciencia social autoproclamada comprometida o militante: me refiero a aquellas
formas de investigación que por “compromiso” entienden la noble e inequívoca
misión de decir y escribir todo lo necesario para confirmar y reafirmar que
los malos son malos y los buenos son buenos, poder y contrapoder, que no
haya dudas, cada cosa en su lugar. En lo personal, pertenezco no sé si a “una
generación”, sino más bien a algo así como “una porción inter-generacional” de
antropólogos que, en parte, aprendió y, en parte, desarrolló una visión crítica
hacia esas formas “instrumentales”–al decir de Alejandro Grimson (2012)–de
entender y practicar la relación entre ciencia y política. Entiendo que esa crítica
es necesaria. También tengo la sensación de que tácitamente nos confinó –a
algunos de nosotros, al menos– a cierto abstencionismo valorativo artificial
e improductivo. A veces, la gente termina de leernos y se pregunta: Okay, te
entendí, todo es “complejo”, ¿pero vos qué pensás?8
Sabemos que ninguna de nuestras descripciones puede estar desprovista
de juicio de valor ni pretendemos que lo esté. Pero, resulta que escribimos en una
suerte de “como si”. Creo que podemos seguir buscando relaciones más genuinas
e interesantes entre conocimiento y política, y creo, también aquí, que la clave
está en nuestra fidelidad a la naturaleza de nuestros medios de investigación:
como el cuerpo, la sensación y el afecto, la evaluación y la valoración, forman
parte ineludible de nuestros sentidos de conocimiento. Son parte del aspecto
vivo de esa experiencia vincular que es el trabajo de campo etnográfico. Desde
mi punto de vista, potenciar el valor cognoscitivo y político de nuestros juicios
de valor equivale menos a tomar “posiciones” prefiguradas –esas que consagran

8 En lo que a la antropología respecta, estas cuestiones me remiten a una pregunta de investigación


que, en un texto iluminador, Rosana Guber (2009) deja planteada sobre los ecos de una escena que
rescata de la historia vivida: invierno de 1986, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bue-
nos Aires, acto de cierre del segundo Congreso Argentino de Antropología Social. Alguien del auditorio,
cuenta Guber, se pone de pie y pide la palabra para recordar a los compañeros asesinados y desapare-
cidos; inmediatamente, desde otro lugar del auditorio, alguien grita un nombre; luego, otra voz grita otro
nombre, después otras gritan otros nombres más: nombres que van siendo evocados y pronunciados,
desde distintos lugares de la sala, a la respuesta colectiva de “¡Presente!”. Nombres dichos “sin pompa,
ni papers, ni título académico”, escribe Guber (27), en lo que identifica como el fin del ciclo heroico de
la antropología social y el inicio de su institucionalización. ¿Cómo sería de ahí en más, se pregunta la
autora, el compromiso?

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al intelectual “comprometido”– y más a asumir la incomodidad de involucrarnos


en el carácter propiamente controversial y contradictorio de todo proceso
social. Ver qué resulta si nos permitimos colocar abiertamente las dudas,
preguntas y dilemas que hacen a la constitución, dinámica y transformación de
esas “posiciones” (nuestras y de los otros)9.
Se me ocurre que un buen comienzo es dejar de reservar nuestra doxa
a las conversaciones off de record con nuestros interlocutores de campo o a las
charlas de pasillo con nuestros colegas: ponerla sobre la mesa, dejarla formar
parte de lo que escribimos, tal como forma parte de lo que vivimos.

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9
Encuentro particularmente prometedoras, en este sentido, líneas de experiencia y reflexión como las
ensayadas por María Inés Fernández Álvarez y Sebastián Carenzo (2012).

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Quirós. Etnografiar mundos vívidos. Desafíos de Trabajo de Campo,
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ISSN 1851-9628 (en línea) / ISSN 0325-1217 (impresa)
Lo narrativo antropológico [37-52] Runa /40.1 mayo-octubre (2019) 37
doi: 10.34096/runa.v40i1.5545

Lo narrativo antropológico

ARTÍCULOS ORIGINALES
Apuntes sobre el rol de lo empírico en la
construcción textual

" Mariana Sirimarco Recibido:


6 de febrero de 2019
Aceptado:
Universidad de Buenos Aires, Ciudad A. de Buenos Aires, Argentina 19 de abril de 2019
CONICET, Ciudad A. de Buenos Aires, Argentina
doi: 10.34096/runa.v40i1.5545
Correo electrónico: maikenas@yahoo.com.ar

Resumen
Construir un texto etnográfico implica, entre otras cosas, resolver hábilmente Palabras clave
la inscripción de lo empírico en lo textual. Este trabajo es un intento por enfa- Antropología; Narratividad;
tizar esta vinculación, para demostrar que etnografía y narración son términos Etnografía; Empiria; Texto
coimplicados. Se trata, así, de desmitificar la incompetencia de lo narrativo etnográfico
en el desarrollo de nuestro oficio, y de abogar por una escritura académica
que reposicione la experiencia empírica analítica en el centro del proyecto
antropológico.

The anthropological narrative. Notes about the role of the


empirical in the ethnographic text

Abstract
Producing an ethnographic text implies -among other things- to skilfully solve Key words
the inscription of the empirical record in the text. This paper is an attempt Anthropology; Narrative;
to emphasize this connection, probing that ethnography and narrative are Ethnography; Empirical record;
co-implicated terms. It is also an effort to demythologize the incompetence Ethnographic text
of narrativity in the development of our profession and to advocate for an
academic writing that could reposition the empirical and analytical experience
in the centre of the anthropological project.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
ISSN 1851-9628 (en línea) / ISSN 0325-1217 (impresa)
38 Runa /40.1 (2019) [37-52] Mariana Sirimarco
doi: 10.34096/runa.v40i1.5545

A narrativa antropológica. Notas sobre o papel do empírico


na construção textual

Resumo
Palavras-chave A construção de um texto etnográfico supõe, entre outras coisas, resolver com
Antropologia; Narratividade;
habilidade a inscrição do empírico no textual. Este trabalho é uma tentativa
Etnografia; Empiria; Texto de enfatizar essa relação, mostrando que etnografia e narração são termos co-
etnográfico implicados. Trata se de desmistificar a incompetência do narrativo no desen-
volvimento do nosso ofício, e advogar en favor de uma escrita acadêmica que
reposicione a experiência empírica analítica no centro do projeto antropológico.

I
En una cita famosa, una y mil veces recuperada, Clifford Geertz (1986) sostuvo
que lo que hacemos los antropólogos es escribir. La tesis fue contestada, de
manera mayormente impugnatoria, sacando a relucir las muchas otras cosas
que los antropólogos también hacemos, “antes y después de la escritura”
(Reynoso, 1991, p. 55). Si lo que existe antes y después es —se supone, y para
decirlo de modo resumido— aquello que se ha convertido en la tarjeta de
1. No es objetivo de este trabajo presentación de nuestra disciplina —el trabajo de campo—,1 las respuestas a
contestar la afirmación lanzada por
Geertz, sino tomarla como punto la provocación de Geertz no hicieron más que levantar la polvareda de un
de partida para el desarrollo de debate que pareció convalidar ambas instancias como empresas disociadas.
otra discusión. Para un análisis de
todas las aptitudes sobre las que se
Sabemos, por el contrario, que trabajo de campo y escritura son tareas en
monta el trabajo del antropólogo, continuidad, en tanto el primero origina una oralidad que suele inscribirse
ver Cardoso de Oliveira (2000). luego bajo formas discursivas. La hechura de la etnografía está indisolublemente
ligada al trabajo cotidiano de escribir, pues la textualización —y no es esta
una frase en redondo— es el nudo central de toda empresa etnográfica (Marcus,
1991; Clifford y Marcus, en Sharman, 2007).

2. A lo largo de este texto utilizaré Esta ligazón indisoluble entre etnografía y escritura se encuentra en el origen
las categorías “etnográfica” y “an- mismo del desarrollo disciplinar. Después de todo, una etnografía es, en su
tropológica” como equivalentes,
siempre que aluda a la escritura sentido etimológico, la escritura acerca de una sociedad.2 Es decir (entre otras
realizada por antropólogos. Hago cosas), un texto. Los antropólogos escribimos.3 Notas y diarios de campo, por
esta aclaración porque entiendo
que la etnografía como método
supuesto, pero también el resultado de esa labor: tesis, libros, artículos. La
puede ser extensiva a varias redacción de monografías y tesinas es, sin ir más lejos, parte insoslayable de
ciencias sociales, pero que es sin la finalización de una carrera académica en el ámbito local: no hay modo de
embargo, en el ámbito de la an-
tropología donde la etnografía no obtener un título de grado en Antropología sin enfrentarse al texto escrito.
solo implica un método sino una
reflexión metodológica. Es a partir
de esta confluencia que las planteo Es aquí —en el pasaje del campo al texto— donde vengo identificando desde
como equivalentes. hace un tiempo un cierto problema. En mi experiencia como docente e inves-
3. Si centro mi análisis únicamente tigadora en distintos centros nacionales en el área de la antropología social (y
en el discurso escrito es porque la de muchos de mis colegas, a partir de las discusiones compartidas), me ha
este es el recurso mayormente
utilizado, en el ámbito local, para tocado presenciar las dificultades que genera en gran proporción de los estu-
la construcción de conocimiento diantes (mayormente de grado) la construcción del texto etnográfico, ya sea
antropológico. Este énfasis no
invalida la existencia y pertinencia este una tesina o un paper. Desde luego, las dificultades varían según las lógicas
de otros registros. particulares de cada texto, pero en todas parece repetirse un mismo grado de
conflicto, relativo a la sobreiluminación de la investigación-como-campo por
sobre la investigación-como-texto. Pareciera existir el supuesto de que el proceso
de investigación se circunscribe al trabajo de campo y al armado, cuanto
mucho, del marco teórico, y que el proceso de escritura es un simple “volcado
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de ideas”, como si se tratara de una suerte de traducción inmediata y alcanzada


sin esfuerzo de todo lo hecho en el campo.4 4. Entrevista a Fernando
Alfón: “La tesis como escritura
hermética”, en diario Pági-
Si el primer momento alude, obviamente, al trabajo de campo y al material na/12 (20 de junio de 2018).
empírico que se va construyendo, el segundo tiene que ver con el modo en que
convertimos todo ese material y esa vivencia en un escrito. Este modo implica,
por un lado, la elección de un camino determinado entre la multiplicidad
de caminos posibles: el recorte de una pregunta específica y una operación
de armado del texto puesta en función de ella, de modo tal que el trabajo de
campo —que es un corpus de datos enorme— logre acomodarse en función
de ese interrogante construido como núcleo. Sabemos que la construcción de
un texto antropológico es siempre un recorte, no solo espacial o temporal,
sino principalmente analítico. Y que es, por ello, la construcción de una
estrategia epistemológica: la elaboración de un curso de acción en función de
una pregunta determinada.

Ambos momentos —la investigación-como-texto y la investigación-como-campo—


encierran objetivos distintivos. Y es por ello que la distancia entre ambos
funciona de modo semejante al que plantea Wendy Belcher (2010) para el
abogado y el detective: mientras este último recopila datos, junta información,
acumula evidencia, el primero defiende un caso. Es decir, teje argumentaciones,
elabora pistas, construye nexos y conclusiones. La problemática que guía a
la investigación-como-campo nunca puede “traducirse”, de modo lineal, en la
pregunta (y su desarrollo) que ilumina la investigación-como-texto.

Y es en este tejer argumentaciones y construir nexos donde descansa el sentido


último del pasaje del campo al texto, y la problemática de construcción textual
que me interesa señalar de modo particular en este artículo. No porque sea —
de entre las muchas y variadas problemáticas posibles— necesariamente la más
ardua, sino porque creo que es la que permite englobar mejor las dificultades
de construcción textual que he venido identificando. Me refiero a la relación
entre antropología y narrativa. Y no hablo aquí de narrativa en su sentido
restringido de ficción, sino en un sentido tal vez más simple y primordial: en su
acepción de decir. De escribir —como quería Cormac McCarthy— desplegando
y eligiendo palabras.

Podría creerse que este eje puntual le queda grande a las problemáticas de
construcción de un texto académico. Si entendemos que la acción de narrar —de
contar, desplegar, desarrollar— se relaciona íntimamente con la construcción
de lo empírico, entenderemos, sin embargo, que esta problemática condensa
buena parte de las dificultades que los que somos docentes e investigadores
venimos percibiendo en muchos de los alumnos (a partir de la evaluación de
papers, de la corrección de monografías o de la dirección de tesis, por citar
solo algunos ejemplos). Desde esta perspectiva, abordar la relación entre
antropología y narratividad no es más que enfrentar las dificultades que
conlleva la inscripción de la empiria en lo textual.

Porque construir un texto etnográfico implica, necesariamente, la presentación


de este registro. Se ha dicho largamente: en parte para situarnos, como lectores,
en la aldea que el investigador ha visitado; en parte también para convencer-
nos de que este ha estado allí. Si lo empírico es el basamento sobre (y desde)
el cual construimos los antropólogos nuestro análisis, lo narrativo se vuelve
el recurso con el que contamos para aproximar ese campo a quienes nos leen.
Para aproximar, si se quiere, cierta dosis de cercanía y credibilidad. Y no me
refiero con esto a escribir bonito, sino a escribir adecuadamente: la comunicación
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de nuestra experiencia de campo se sustenta grandemente en nuestra capa-


cidad de construir, discursivamente, la justeza de eso que hemos experimen-
tado (Díaz Viana, 1991). Desde este punto de vista, la narratividad no es otra
cosa que la capacidad de describir y caracterizar, ya sean situaciones, actores,
relaciones sociales o argumentos.

Etnografía y narración, entonces, son términos coimplicados. Este trabajo es


un intento por resaltar esta vinculación, a partir de considerar dos de los
obstáculos textuales que entraña la vinculación entre empiria y narratividad.
El primero, el siempre difícil balance entre lo empírico y lo teórico a la hora
de la construcción del conocimiento antropológico. El segundo, el papel que
reservamos al trabajo de campo en los textos que escribimos. Se trata aquí de
apuntar, respecto de estos obstáculos, algunas simples reflexiones, sobrevo-
lando rápidamente por encima de argumentos y debates conocidos, para ir de
lleno al planteo de situaciones. El objetivo es modesto y, en última instancia,
pedagógico, pues apunta a hilar algunas pocas consideraciones en voz alta, con
vistas a acercar, a nuestros estudiantes, un punteo esquemático pero concreto
acerca de estas cuestiones. Lo que está en juego, en una panorámica de más
largo alcance, es por supuesto la estimulación por una escritura académica que
refleje toda la complejidad y la potencialidad de nuestros trabajos de campo,
que reposicione la experiencia empírica analítica en el centro del proyecto
antropológico (Sharman, 2007).

II
Me gustaría comenzar este apartado con el racconto de una experiencia
personal. Hace unos años retomé mis estudios formales de dibujo. En las
primeras clases ejercitamos la flexibilidad: el desafío era dibujar algo cinco
veces —un pez, por ejemplo—, pero haciéndolo cada vez de modo distinto.
Cinco versiones del mismo concepto. Después de décadas de no agarrar un
lápiz por placer, fue una alegría asombrada ver que la mano se soltaba y era
capaz de crear más allá de un solo pez prototípico.

Después vinieron las figuras en movimiento, los ejercicios de memoria visual


y las pequeñas historias secuenciadas. Hasta que llegó la clase definitoria, a
decir del profesor: aquella en la que se revelaban los verdaderos dibujantes.
No verdaderos por sus “capacidades estéticas”, es claro, sino por sus ganas de
dibujar. La consigna era clara y parecía interminable: se trataba de dibujar una
panorámica de ciudad. Esa primera vez, lo confieso, odié dibujar edificios al
por mayor. Tres o cuatro clases después, al dibujar una historia que transcurría
a lo largo de varios años, me descubrí disfrutando del hecho de navegar por
Internet chequeando cómo era la ropa de los chicos de los años cuarenta o
cómo lucían los patios de las casas de fines de los cincuenta. Disfruté aún más
dibujándolos: poniendo esa ropa en un chico en particular, haciendo de ese
patio construido a partir de mil imágenes sueltas el escenario de una acción.

Fue ahí que aprendí dos cosas. La primera, que un dibujo no es producto de
una mano virtuosa, sino de un trabajo constante. Que la imagen no brota,
impecable y acabada, de la punta de ningún lápiz, sino que se hace y se rehace
innumerables veces. Que ningún dibujante es capaz de trazar, de la nada, el
galope de un caballo sin antes haberlo estudiado. Que, en definitiva, un dibujo
no es (salvo contadísimas excepciones) obra del genio espontáneo, sino un
proceso de construcción: que antes de la imagen final hay borradores, pruebas,
modelos, líneas descartadas, horas de documentarse.
ISSN 1851-9628 (en línea) / ISSN 0325-1217 (impresa)
Lo narrativo antropológico [37-52] Runa /40.1 (2019) 41
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La segunda cosa que aprendí no fue estrictamente un aprendizaje sino la


recuperación de una memoria: había olvidado que dibujar era tan parecido a
escribir. Bocetando contextos —decidiendo cómo es la calle por la que camina el
personaje que dibujo: el entramado de las baldosas o las puertas de las casas—,
entendí que el escenario que se dibuja no es un mero fondo intrascendente sino
parte central de la historia que ese dibujo narra. Casi otro personaje.

Si dibujar es contar con imágenes, dibujar escenarios es añadir a la caracterización


de un suceso o de un personaje. Una historia —escrita o dibujada— no existe
en un vacío empírico, sino en un mundo poblado de detalles que están ahí para
darle a esa historia su color específico. Peinados batidos, casas bajas con frente
de laja, las parras de los patios de otras épocas: esos detalles no son anécdotas,
sino datos: marcas gráficas que sitúan a actores y eventos en un entramado
social específico. Dibujar fondos, como quería mi profesor, me enseñó a narrar
(si entendemos por dibujar el acto de obligarte a mirar detenidamente las cosas,
y a usar eso que miraste para contar con imágenes).

La lección es igualmente válida para la narración escrita: si el dibujo enseña a


narrar es porque enseña que el verdadero trabajo no consiste en explicar cosas,
sino en mostrarlas. La máxima aplica al escrito académico, pues la narración
no es ni más ni menos que un despliegue de lo empírico. Que es, al fin de
cuentas, el tendido de un hilo argumentativo, en tanto se entienda al campo
como sostén del análisis.

Y es acá, tal vez, donde en muchos de los textos que nos llegan como docentes
e investigadores, se produce un primer cortocircuito. En un entendimiento
restringido de la dinámica de construcción de conocimiento antropológico,
que hace descansar el andamiaje del análisis en la única cadena de lo teórico.
O mejor dicho, en lo teórico aislado de lo empírico, olvidando que la fortaleza
de nuestro enfoque disciplinar implica la capacidad de construir teoría a par-
tir de la reflexión empírica. En concordancia con esto, suele suceder que los
estudiantes terminen sobredimensionando este registro teórico a la hora de
construir sus textos. Que no se malentienda: no es esto un alegato en contra
de lecturas y armazones conceptuales, sino un llamado de alerta respecto a su
sobreutilización en el texto escrito. O mejor dicho: respecto de su desbalance
en relación con la construcción del otro registro.

La sobredimensión de lo teórico ocurre, en estos textos, de dos modos básicos.


Uno tiene que ver con la construcción de extensos recorridos conceptuales,
con estados de la cuestión que desgranan datos y relaciones entre autores de
modo tan extenso y detallado que el caso, cuando finalmente asoma en el texto,
termina pareciendo un mero apéndice contingente y hasta tardío.

El otro modo es una variante del primero: el acorralamiento de lo empírico a


manos de la profusión bibliográfica, donde pareciera que el campo propio no
pudiera avanzar más que a resguardo de las citas de autoridad de los otros

Los informantes relatan una situación de mucha tensión, donde cuentan que los
pibes de la otra cuadra habían pintado con consignas agresivas todo el frente de
la salita.

El hecho fue visto negativamente, como un modo de “ensuciar” o “contaminar” un


espacio recién pintado. De ahí que pueda ser visto como algo que puede resultar
impuro para el entorno (de Certeau, 2009). Es también un modo de rebelarse frente
a una figura de autoridad y desafiarla (Eamsley, 1998).
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Sin embargo, aquí pareciera tratarse de un reclamo de “los pibes de la otra cuadra”
por una aparente prerrogativa perdida, como lo es el uso de una calle y una esquina
que era considerada propia. También podría ser visto como un castigo, un acto que
busca marcar límites y decirle al otro quién se es, para reafirmarse a uno mismo
5. Este, como los restantes (Connell, 2012).5
extractos, corresponde a una
monografía evaluada, cuyos
datos fueron cambiados —con Ambas operaciones de escritura tienen que ver, tal vez, con un modo de desen-
consentimiento del autor— para volverse propio de los comienzos del oficio: la inseguridad por la utilizacion de
evitar la asociación directa
con su trabajo de campo. la voz propia, la inseguridad por un papel activo en el proceso de construcción
de conocimiento. Pero no interesa acá rastrear causas, sino ponderar efectos. El
producto de estas inseguridades apunta al agotamiento de lo empírico, en tanto
alimentan párrafos de gran densidad conceptual que despachan el despliegue
de este registro (las pintadas en el frente) en una o dos líneas.

En un sentido más inmediato, las operaciones reseñadas operan reduciendo


el propio campo a una nota de color, al subsumirlo al estatus de ejemplo o de
caso local de cara a una teoría de amplio espectro. En un sentido más general,
y por supuesto relacionado, opera degradando lo empírico como fuente de
saber: apostarse en una mirada confirmatoria puede llevar a pasar por alto los
puntos de tensión posibles entre campo y teoría, obturando así la posibilidad
de que este se convierta en un foco en sí mismo de producción de conocimiento.

La formación académica nos ha enseñado que las perspectivas etnográficas


surgen a partir de construir el saber desde el interior hacia el exterior, y no
de modo contrario. Que los argumentos deben generarse desde el campo, y
no importarse desde el exterior. Sin embargo, la construcción de los textos
antropológicos termina muchas veces operando de modo contrario: desarrai-
gando la experiencia de campo e injertándola sobre el discurso académico,
donde corre el riesgo de marchitarse demasiado fácilmente (Sharman, 2007;
McGranahan, 2014).

Salir de este atolladero implica, creo yo, prestarle una atención más puntual al
proceso narrativo. No se trata en este artículo de proponer estrategias narra-
tivas concretas, sino de abogar por la posibilidad misma y general de esa
narratividad. Señala Federico Lorenz que el oficio literario y el de historiador
comparten una misma práctica: la escritura. Y que el historiador lo es “no
(solamente) por analizar críticamente el pasado sino, sobre todo, por contar
(y recoger) buenas historias” (2014, p. 31). Con las obvias variaciones disci-
plinares, similar afirmación le cabe también al oficio antropológico. Pero no
porque persiga como fin último meras descripciones de campo, sino porque
ese campo, para servir de insumo de conocimiento, precisa de construirse y
desplegarse sabiamente en los textos.

Decía Flannery O´Connor que la ficción opera a través de los sentidos. Que
ningún lector creerá nada de la historia que el autor narra, a menos que se le
permita experimentar situaciones y sentimientos concretos. “La primera y más
obvia característica de la ficción —detalla O´Connor— es que transmite de la
6. En https://www.eternacaden- realidad lo que puede ser visto, oído, olido, gustado y tocado”.6 Lo mismo
cia.com.ar/blog/taller-literario/
item/el-arte-del-cuento.html resalta Sharman de la antropología: “el arte etnográfico pasa por evocar las
miradas, los sonidos, los olores, los sabores y la sensación de un lugar, conec-
tando a la audiencia con los informantes a través del etnógrafo” (2007, p. 118).

Podría creerse que lo narrativo tiene solo que ver con el convencimiento. De la
veracidad de una historia, como diría O´Connor. O de haber estado allí, como
diría Geertz. Lograr ese convencimiento requiere, cómo no, de la escritura.
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De lograr transmitir, a partir de la composición del campo (descripciones,


evocaciones, detalles, imágenes), cierto sentido de realidad. Pero conviene no
cargar demasiado las tintas en la ligazón entre narratividad y convencimiento.
Reducir lo narrativo a este eje (o leer este eje de modo ramplón) equivaldría a
creer que despacharse narrativamente en un texto académico guarda visos de
mero artilugio, casi de truco de magia, y que el modo en que el antropólogo
acomoda sus ideas en el papel no es más que una fórmula mecánica y
premeditada, destinada a la persuasión (siempre un poco embustera).

El papel de lo narrativo en un texto antropológico se anuda, creo yo, a una


necesidad más básica y urgente. No busca solo convencer; busca antes mostrar.
Un campo, un mapa de relaciones, una serie compleja de prácticas. Mostrar,
no para explicar en líneas teóricas condensadas; mostrar como si se dibujara.
Como si el campo, lejos de resolverse en unos pocos renglones —aplanado
por la voz del investigador, que traduce sintetizando—, se desplegara,
detalladamente, ante los ojos del lector. Mostrar ya no para persuadir, sino
para acercar, para que lo dicho cobre vida: para invitar al lector a ver por sí
mismo, para producir una experiencia narrativa donde ya no sea necesario,
por ejemplo, que el investigador tenga que explicarle a ese lector lo que tal
actor está sintiendo. El lector lo sabría: el trazado narrativo lo habría llevado
hasta allí (Sharman, 2007; Beatty, 2010).

La diferencia es apreciable a simple vista: se trata, ni más ni menos, que de


cerrar o abrir el campo. Volvamos al ejemplo de lo que siente una persona.
Tomemos un extracto de campo:

La muerte de su amigo, a manos de la policía, lo atravesó de manera muy fuerte.


El dolor, la bronca y la impotencia que sintió por su asesinato le permitieron darse
cuenta de las situaciones de violencia y discriminación que habían vivido desde
chicos en el barrio. Así, reconocer estas experiencias comunes de sujeción fue
delimitando su participación en un grupo de activismo político.

Y contrastémoslo con el retrato que Barbara Myherhoff hace de Basha, una


mujer mayor que asiste un centro de adultos mayores judíos en la Venice de
principios de los años setenta:

Basha, sobre todo, quiere permanecer independiente. Su vida sola junto a la playa
depende de su habilidad para desarrollar un número mínimo de tareas básicas. Debe
hacer las compras y cocinar, vestirse, cuidar de su cuerpo y de su departamento
de una habitación, caminar, tomar el bus hacia el mercado y el médico, ser capaz
de hacer una llamada telefónica en caso de emergencia. Sus manos artríticas no la
pasan bien con los botones de sus vestidos. Algunos días los dedos le duelen y se
hinchan, a tal punto de que no entran en los agujeros del disco del teléfono. Sus
manos tiemblan mientras se pone las gotas para el glaucoma. Afortunadamente,
ya no tiene que auto-inyectarse para la diabetes. Ahora la controla con pastillas, si
tiene el cuidado suficiente de medir lo que come (Myerhoff, 1980, pp. 1-2, traducción
propia).

Las diferencias entre uno y otro caso, creo, son notorias. El primer texto toma
la escena —el dolor, la bronca, la impotencia—, pero la pasa automáticamente
por encima. El hecho no sucede presencialmente, sino que a partir de una línea
titular se asume todo.7 El texto de Myerhoff, en cambio, nos carga de imágenes. 7. Entrevista a Samanta Schweblin:
“Alguien te está mirando”, en dia-
Nos dispara sensaciones y entendimientos que tal vez no se hubieran despertado rio Página/12 (11 de enero de 2019).
de no ser por ese relato minucioso y empático que nos hace ser un poco Basha,
al menos mientras leemos. El texto de Myerhoff nos permite palpar lo real.
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Esa es la impronta de lo narrativo: no explicar, sino transportarnos allí.


Hacernos vívido, experiencialmente, el mundo del otro (Quirós, 2014). La apro-
ximación narrativa se vuelve, en tal sentido, una estrategia de escritura pro-
fundamente etnográfica.

Pero, ¿qué clase de escrito escribe el antropólogo? Es aquí donde surge una
pregunta enteramente válida y que requiere de salvedades. Pues abogar por
un despliegue mayor de lo narrativo en los dispositivos textuales de nuestra
disciplina no implica nunca defender la existencia de una escritura etnográfi-
ca que se mueva dentro de las coordenadas de lo meramente descriptivo. El
desarrollo argumentativo de las últimas páginas no debe impedirnos ver que,
al igual que la excesiva teoricidad, la excesiva empiria es también un obstáculo
frecuente en algunos escritos monográficos:

La posibilidad de irse del pueblo era parte del horizonte de vida de los jóvenes de
su edad:

“Yo estoy esperando a terminar la secundaria para poder irme. Mi sueño es estudiar
en Rosario. Mientras, trato de hacer changas en mi tiempo libre, cosa de ir juntando
unos pesos. Ahora estoy esperando a ver si se vende un terrenito que tiene un tío
de mi vieja, allá en el campo. Si lo vende bien, algo de plata le prometió a ella. Eso
sería una pegada”.

Las posibilidades de progreso de los jóvenes del pueblo depende muchas veces de
estas “pegadas”. La situación económica no es buena para nadie, y tener plata para
mantenerse afuera no es fácil. Las “changas” son casi la única solución en manos
de estos jóvenes.

Todos nos hemos cruzado alguna vez con esos escritos, donde el ejemplo
precedente se repite en su forma a lo largo de las páginas, logrando una cons-
trucción textual que, leída en su conjunto, abona un segundo cortocircuito en
la relación textual entre empiria y teoría. Hay también aquí un entendimiento
restringido respecto de cómo se construye el conocimiento antropológico: el
campo gana una preponderancia tal (a veces una fascinación tal), que parece
bastarse a sí mismo. El material empírico cobra completo protagonismo, pero
en un sentido limitante: se transforma en un material de construcción único,
que tanto pretende narrar como explicar, todo en un movimiento tautológico.
El problema aquí no es que falte necesariamente teoría; es que falta análisis.

Que el análisis falte puede ser consecuencia, al menos en parte, de la mala


interpretación de una muletilla del oficio: darles voz a los sujetos. Llevada al
extremo, esta directriz no deja de producir una asociación bastante lineal
entre antropología y descripción, al equiparar la transcripción de estas voces
con el solo oficio del etnógrafo. Hablo específicamente de lo que sucede en
el texto disciplinar: inscribir en ellos la voz de los sujetos —o su equivalente:
la explicación del mundo en sus propios términos— termina confundiendo
esos escritos con registros asépticos de campo, y haciendo por ende que la
narratividad y la empiria se vuelvan insumos que basten y sobren para el
sostenimiento de la construcción textual.

Proceder de este modo implicaría —yendo otra vez a los extremos— aquello
que ya vaticinara Geertz: producir una interpretación de la forma en que
vive un grupo que resultara prisionera de sus horizontes mentales, algo así
como “una etnografía de la brujería escrita por una bruja” (1994, p. 75). El
resultado no distaría mucho —para retomar los sugerentes contrapuntos
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disciplinares de Belcher, mencionados antes— de la acción de ir al psicólogo


y de encontrarse con que este, a modo de devolución, solo repite lo que uno
le dijo. Un texto antropológico —intento argumentar— lo es por no poder
prescindir, justamente y en primer lugar, del análisis. Pero también por no
poder prescindir de uno que suponga la mediación siempre interpretativa
del etnógrafo.

Desde este punto de vista, es claro que la escritura antropológica no implica


la construcción de cualquier narrativa, mucho menos de una narratividad
genérica e inespecífica. Lo narrativo antropológico no apunta a la simple
descripción de un evento, sino a una relación dialéctica: a un mostrar que sea
deudor del ir y venir entre campo y teoría. A una manera de pintar la aldea8 8. “Pinta tu aldea y pinta-
rás el mundo”. La frase se
que no agote sus fines en la mera persecución de una imagen de fidelidad atribuye a León Tolstoi.
fotográfica, sino en una capaz de tornar evidentes paletas, pinceladas, técnicas
e intenciones; en una, finalmente, donde haya lugar tanto para la composición
como para el artista (Daich y Varela, 2018).

Abogar por una mayor participación de lo narrativo en los textos antropo-


lógicos se vuelve entonces una empresa de contornos tan delicados como
precisos. No implica, como espero haber demostrado, un mero reclamo por
un mayor empiricismo-descriptivo o una mayor literatura, sino una invitación
a una mayor experiencia empírica-analítica. Es decir, una invitación a que la
textualización de nuestros campos gane en densidad fáctica sin caer en des-
criptivismos autoexplicativos.

Calibrar la justa importancia de esta empresa narrativa implica asumir enton-


ces que la investigación académica es también, entre otras cosas, una operación
de escritura. Que dicha escritura no es el mero vehículo con que se ofrecen los
“resultados” de lo investigado, ni el paquete que uno ata a las apuradas una
vez que termina esa investigación. Que el despliegue de la escritura es, por el
contrario, el cuerpo mismo de la indagación. Y que conciliar antropología y
proceso narrativo es, por ello, un intento por escribir de manera más justa y
reflexiva, no para relajar la cientificidad de la investigación, sino para fortale-
cerla (Jablonka, 2016). Se dirá que nuestra disciplina obedece a exigencias de
método. Por supuesto. Pero dentro de ese marco, como diría este autor, nada
impide que el investigador escriba.

III
Pero la problemática que se anuda entre narratividad y texto académico no se
agota en cómo se arregla, en ellos, el material de campo. Otro aspecto sobre
el que me gustaría llamar la atención tiene que ver con el tratamiento (con la
inclusión) del trabajo de campo mismo en los escritos que tratamos.

No se trata, por supuesto, de una línea de reflexión novedosa. El tópico viene


analizándose desde hace décadas, al menos tangencialmente, para señalar
un arco que parece comenzar en el realismo etnográfico de los antropólogos
clásicos. El eje es aquí, como todos sabemos, el de la relación textual entre
autoría y otredad, con un otro construido como homogéneo y generalizable,
una etnografía que espeja la vida social y un antropólogo ausente —en tanto
personaje— de la investigación escrita (con las justificadas excepciones de las
palabras introductorias a la “investigación” en sí).
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Lo que subyace a este paradigma es, claramente, un posicionamiento


epistemológico y político. O, lo que es lo mismo, un entendimiento particular
de aquello que es considerado apto —objetividad, neutralidad— para formar
parte de la investigación-como-texto. Así, autoría etnográfica y presencia del
investigador en el texto no son más que emergentes puntuales de una particular
manera de concebir un escrito antropológico legítimo. Es decir, de cribar lo
que debe o no pasar del campo a la letra impresa.

Las reacciones que suscitó, en el mundillo académico, allá lejos y hace tiem-
po, la publicación de los diarios de Bronislaw Malinowski, es buen ejemplo
de esto. Se recordará la introducción que Raymond Firth escribiera para su
reedición, en la que revisa la incomodidad y vergüenza que le había causado
tener que escribir la primera:

Lo que tendí a pasar por alto en la Introducción original fue el valor de los Diarios en
un sentido analógico [...] La moda contemporánea por la “antropología reflexiva”
parece a veces volver la etnografía en autobiografía. Pero hay un reconocimiento
más claro, actualmente, acerca de que la posición de un etnógrafo no es solamente
la de un registrador de la vida de una sociedad, sino que es también la de alguien
que tanto afecta esa vida y es afectado por ella [...].

La relativa falta de información sobre las reacciones personales de los tempranos


antropólogos en el campo tendieron a dar un aire de olímpica distancia en relación
con los informes publicados: el antropólogo llegó, vio, registró y se retiró para pasar
en limpio el material, aparentemente no tocado por sus experiencias, con, a lo sumo,
un capítulo introductorio con comentarios sobre la relación con la gente y su efecto
sobre el trabajador de campo. Con la publicación de los Diarios de Malinowski este
estereotipo se destruyó (Firth, 1989, pp. xxi-xxxi, traducción propia).

La introducción de Firth que acompaña a la publicación original de los diarios


es de 1966. La segunda, correspondiente a la reimpresión, es ya de 1988. La moda
de la antropología reflexiva, según su decir, había cambiado, de una introducción
a otra, el signo de los tiempos. Lo que se había expandido —también según sus
palabras— era el concepto mismo de etnografía. Si en la primera introducción Firth
dejaba traslucir un cierto regusto escandalizado por la irrupción de la agenda
“personal” en el texto académico, en la segunda comenzaba a preguntarse
por la validez de una pregunta: ¿qué lugar hay para el yo del investigador (y
para qué clase de yo) en la etnografía escrita? La apuesta contemporánea parecía
habilitar esta pregunta, pues no solo se trataba de rescatar la gravitación de la
subjetividad del antropólogo en el proceso de investigación, sino también de
dejar de silenciar su contorno en las investigaciones que escribimos.

De lo que se trataba, en última instancia, en esa expansión de la etnografía, era de


dejar de leer el trabajo de campo en función de efectos compartimentados: de
este lado el producto cognitivo (el texto científico), de este otro las tribulacio-
nes personales (diarios, cartas); de un lado el campo-como-dato (la información
cualitativa “dignificada” al tamiz de las convenciones académicas), del otro el
campo-como-anécdota (la masa burda de empiria incapaz de tomar una forma
científicamente jerarquizada).

A nadie escapa que todas estas consideraciones pertenecen al pasado, y que los
textos antropológicos de hoy ya no reconocen estas distinciones. Tiendo a creer,
sin embargo, que este proceso está lejos aún de completarse. Porque, a pesar
de que, ciertamente —como señala Julieta Quirós—, muchos colegas ensayan
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estrategias narrativas que apuestan a análisis vívidos del mundo social, estas
estrategias no hacen al lenguaje de la antropología media que escuchamos en
mesas de trabajo o leemos en tesinas (2014, p. 58). Seguimos asistiendo, en
muchos de estos casos, a textos que, aun cuando comercian con el material
empírico como lo hacen, siguen sin abordar, necesaria y completamente, el
proceso en sí de ese trabajo de campo. Es decir, del trabajo de campo como
verdadero protagonista de la configuración textual: de la inclusión en nuestros
escritos de la trama misma —los vínculos, las prácticas, las marchas, los
rechazos— con que se fue conformando la investigación-como-campo.

Es probable que la diferencia entre una y otra postura quede mejor evidencia-
da en los siguientes ejemplos. Tomemos en primer lugar la conferencia que
Jean Briggs diera, en 1995, en Memorial University, donde revisita su estadía
de campo en el campamento Inuit de Gjoa Haven durante los años que van
de 1963 a 1965 (y que fuera publicada cinco años después en una revista
académica):

Una idea central de la educación Inuit es “causar el pensamiento”. Los adultos


estimulan a los niños a pensar presentándoles problemas poderosamente
emocionales, que los niños no pueden ignorar. Una forma de hacer esto es hacer
una pregunta que tiene el potencial de ser peligrosa para el niño siendo cuestionado
y dramatizar las consecuencias de las diferentes respuestas [...].

Una niña de tres años ... estaba sentada en mi falda, jugando con mi nariz y con los
lápices en mi bolsillo. Su madre le preguntó: “¿consideras que Yiini es buena?”.
Maata levantó sus cejas: “sí”. Madre: “¿sí? ¿Sabes que ella es una qallunaaq? ¿Sabes
que los qallunaaq reprenden? ¿Sabes que ella se va a ir muy lejos, a su país? ¿Quieres
ir con ella?”. Chubby Maata comenzó a mirarme solemne e inquisitivamente. Madre:
“¿crees que Yiini es buena?”. Maata arrugó su nariz: “no”. Madre, con un tono de
sorpresa: “¿no? ¿Crees que no te nallik-? ¿Quién te da té? ¿Quién te da pan y jamón?
... ¿Crees que es buena?”. Maata: “no”. Su madre se rió (Brigss, 2000, pp. 161-162,
traducción propia).

Pasemos ahora a un texto anterior de la autora: Never in Anger, la etnografía


producto del trabajo de campo mencionado, publicada en 1970:

Algunos días pasaron, sin embargo, antes de que me diera cuenta de que había
sido aislada. Mi trabajo me parecía, de algún modo, más difícil que de costumbre,
me sentía cansada y deprimida; “molida”. Tal vez, pensé, necesitaba vacaciones
[...] Ahora que los hombres se habían ido, pasaba un montón de tiempo sola en
mi tienda, pasando notas a máquina, escribiendo cartas y tratando de analizar mis
datos lingüísticos. Sentía pocos deseos de compañía y me sentía agradecida de que
las caras sonrientes que aparecían de tanto en tanto en la entrada de mi tienda
se hubieran retirado sin entrar. No percibí nada inusual en el comportamiento de
ninguno de ellos hacia mí.

Me di cuenta de repente y de una manera inesperada [...] Sabiendo que el avión


escolar podía llegar en cualquier momento, escribí una carta tras otra [...].

Pala también escribió una carta... y, sonriendo cálidamente, me la dio para que
se la guardara hasta que llegase el avión. “Así no me olvido de enviarla”, me dijo.
La carta estaba en silábico, por supuesto, y movida por no sé qué espíritu amoral,
decidí leerla —para testear mi habilidad en leer Eskimo ... Comenzaba, más o menos
como era de esperar, describiendo la recompensa de los kapluna y cuánto habían
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ayudado estos a los Eskimo. Luego continuaba en un tono que no había anticipado:
“Yiini es una mentirosa. Le mintió a los kapluna. Se enoja (ningaq) muy fácilmente.
Es fastidiosa (urulu), porque regaña (huaq) y uno se siente tentado de regañarla. Se
enoja fácilmente. Dado que es tan fastidiosa, deseamos cada vez más que se vaya”.

Escrudiñé las sílabas crueles por algún tiempo, deseosa de no estar leyéndolas
correctamente. Tal vez estaba insertando las consonantes equivocadas al final de
las sílabas; el texto no las suministraba. Pero no estaba equivocada. Había solo una
manera de leer los caracteres. ¡Así que había una razón por la cual mi trabajo había
andado malamente! Y mi depresión no se debía para nada al fatigoso verano. Lo que
más me impactó fue que, al mirar atrás hacia los diez días desde que había hablado
con el guía kapluna, no era capaz de identificar ningún cambio en el comportamiento
habitualmente cálido, amistoso y considerado de los Utku (Briggs, 1970, pp. 285-286,
traducción propia).

Se trata, este último texto, de una etnografía pionera. Y no solo por el estudio
de la emoción y la reflexión acerca de la propia emocionalidad de la etnógrafa
en el proceso de investigación, sino por ser una pieza que, en tanto escapa un
poco a las convenciones de un registro académico ortodoxo, nos permite atisbar
el camino de los obstáculos, aciertos y decisiones empíricas que fueron
haciendo posible su investigación. En esta, el trabajo de campo cobra
preponderancia en tanto ruta: su derrotero está contenido por entero en el
9. No se trata acá de sugerir que texto.9 Algo diferente sucede en el primer caso —el de la transcripción de la
el trabajo de campo inscrito en el
texto sea un calco inocente del tra- conferencia—, donde el campo aparece ya no como proceso sino como cantera:
bajo de campo en sí (ningún mapa como espacio que solo se vuelve visible, y de modo fragmentario, a partir de
es un territorio, como nos enseñó
el cuento de Borges). Todo texto
las piedras (los datos) que de él extraemos para exhibir en el texto.
implica una construcción, pero una
cosa es que la haya del proceso Recuperar el trabajo de campo en el texto antropológico académico es
recorrido y otra del dato suelto.
justamente la apuesta —tanto epistemológica como narrativa— que me interesa
enfatizar en este apartado. Esto es, recuperar la posibilidad de que el trabajo
de campo —no solo el campo-como-dato sino el campo-como-proceso— se vuelva
un insumo legítimo en las etnografías que escribimos. De lo que se trata es,
en definitiva, de recuperar toda la riqueza que encierra la marca distintiva de
nuestra disciplina.

Porque el trabajo de campo es, extrañamente, una instancia sobre la que


solemos vanagloriarnos a la hora de trazar coordenadas epistemológicas, pero
de la que solemos escribir poco y nada. El trabajo de campo pareciera no ser
merecedor, como diría Rosana Guber (2017), de convertirse en cuestión y objeto
de nuestras elucubraciones teóricas. Nos sirve para tomarlo como instancia
de producción de datos, pero no para permitirnos reflexionar acerca de sus
desafíos. Al no analizar conceptualmente en el texto las instancias propias
del trabajo de campo —continúa la autora—, la empiria se transforma en un
“dato pelado”, plantado allí de manera autónoma y recortada, como si ese
dato tuviera un sentido transparente y propio al que se pudiera acceder sin
contexto ni situación (Guber, 2017).

La apuesta es entonces, decía, epistemológica, pues implica valorizar el proceso


de trabajo de campo tanto en la formulación de nuestras investigaciones
como en sus resultados escritos. Mirar de cerca los modos en que escribimos
antropología se vuelve necesario para nivelar procesos de escritura y procesos
investigativos, haciendo que la construcción de un texto disciplinar pueda
acercarse a toda la riqueza y todo el potencial que esconde la práctica de
nuestro oficio. Que no se malentienda: no se trata de abogar por la necesidad
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de una mejor escritura, sino por la necesidad de una escritura antropológica


más fiel al trabajo de campo del que proviene.

Pero la apuesta es también, por todo esto, narrativa. En 1972, la revista American
Anthropologist publicaba una reseña de la etnografía de Jean Briggs:

Desafortunadamente, en su forma actual, los datos no están ni suficientemente


sistematizados ni analizados para ser valiosos con vistas a un objetivo comparativo,
ni proveen el marco coherente para comprender la vida emocional de los esquimales.
Desde esta perspectiva, la obra es difícil y a menudo frustrante de leer. Sin embargo,
si uno elige desde el principio leerla de modo diferente, como uno pudiera leer
una novela, es fascinante, informativa y muy humana... El estilo narrativo, que es
inadecuado para la descripción cultural y la generalización, puede ser un insumo
delicado para expresar, a nivel visceral, lo que significa un trabajo de campo largo
y difícil para todas las partes involucradas (Gussow, 1972, p. 871, traducción propia).

La reseña puede fácilmente leerse como el relato de una indignación. Allí


donde hay un trabajo fundacional, Gussow ve un trabajo fallido. La ecuación
es clara: una pluma en primera persona, con la investigadora habitando vívi-
damente las páginas de la etnografía, no puede parecerle más que una novela.
El estilo narrativo elegido por la autora la hace para siempre una obra inadecuada
para su género. Adolece de cientificidad: no hay en ella datos que puedan
sistematizarse ni generalizarse. Es, cuanto mucho, el racconto visceral10 que 10. Que la etnografía fuera un
estudio de las emociones ilongot
permite dar cuenta de las vicisitudes de un trabajo de campo. Es decir, la de seguro ayudaba a la pátina
escritura de una obra menor. de sospecha. El estudio de las
emociones por parte de las
ciencias sociales solo termina de
Cuarenta y dos años después de la publicación de Never in Anger, el historiador legitimarse en Estados Unidos
Ivan Jablonka daba luz a un libro que sería profusamente aclamado justamente en la década del ochenta. La
literatura es profusa el respecto;
por aquello que se le había criticado al de Briggs. Historia de los abuelos que para un mapa de ruta por ella, ver
no tuve es, a la vez que una investigación, “una biografía familiar”: una obra Sirimarco y Spivak L´Hoste (2018).
que une el archivo riguroso con la reconstrucción flexible, una prolongación
del trabajo de historiador del autor, acometido para investigar y narrar —las
dos empresas al unísono— la historia de los abuelos paternos a los que nunca
conoció, muertos en campos de concentración durante el nazismo:

Partí, como historiador, tras las huellas de los abuelos que no tuve. Sus vidas se
terminan mucho antes de que la mía comience: Mates e Idesa Jablonka son tan
parientes míos como absolutos desconocidos. No son famosos. Se los llevaron las
tragedias del siglo XX: el estalinismo, la Segunda Guerra Mundial, la destrucción
del judaísmo europeo (Jablonka, 2015, p. 12).

Este es el comienzo. Lo que sigue son más de trescientas páginas del relato de
un derrotero. Del peregrinar de sus abuelos, desde el shtetl polaco de origen
hasta el final en los campos de concentración. Pero también del suyo propio,
como nieto e historiador, buscando desandar esos pasos: siguiéndolos a través
de las fuentes existentes, imaginándolos a través de experiencias similares,
echándolos en falta en las lagunas de la historia. Jablonka podría haber escrito
un libro “depurado”: uno donde la materia prima quedara oculta bajo la
tersa prosa de la historia, donde apenas se distinguiese esa base, ese proceso
(Caimari, 2017). Eligió, en cambio, un camino infinitamente más rico: un cruce
que reuniera aquello que en el siglo XIX había sido separado —ciencias sociales
y bellas letras— y que le permitiera desplegar, una a una, las rugosidades de
la investigación. El desafío era claro: discutir el falso postulado de que las
ciencias sociales no tienen una dimensión “literaria”, y que, de tenerla, no por
ello pierden “cientificidad” (Jablonka, 2016, p. 11).
ISSN 1851-9628 (en línea) / ISSN 0325-1217 (impresa)
50 Runa /40.1 (2019) [37-52] Mariana Sirimarco
doi: 10.34096/runa.v40i1.5545

Porque al fin de cuentas, lo que importa en el texto de Jablonka —así como en


el de Briggs— es que la riqueza de lo encontrado no termine convirtiéndose
en un mero reporte de datos, ni que las vivencias que conducen a ellos queden
aplanadas por el despliegue de los hechos rasos. Lo que importa, en estas obras,
es plantear un problema que tanto pueda ser analizado como contado. Evitar
el recuento frío de “los hechos” se vuelve entonces, me parece, un modo de
hacerle justicia a la experiencia (Sirimarco, 2016).

Y acá es donde entra a jugar lo narrativo. Pues la inclusión del proceso de tra-
bajo de campo en nuestros textos implica animarse a prescindir de cánones de
escritura académica más encorsetados. Esto es, animarse a habilitar como zona
narrable los pasos que terminan dando forma al camino de una investigación.
No solo para rescatar la infinita largura que conlleva la construcción de un
dato, sino para componer un texto que sea fiel al carácter siempre subjetivo de
su producción y que no pierda de vista que el racconto de una investigación es
siempre la narración de un suceso visto por alguien (Sirimarco, 2016). Se trata,
en otras palabras, de lograr que la importancia del recorrido no sucumba ante
la premura del resultado. De generar un texto etnográfico en su sentido más
profundo: un texto que no sea impermeable a la experiencia de haber estado allí.

Se trata, por ende, de darle lugar, no al regodeo autorreferencial, sino al narra-


dor situado. La diferencia es abismal: lo que se ilumina, en este camino narrati-
vo, no es el investigador en sí mismo, sino el proceso del encuentro etnográfico
(Tedlock, 1991). Porque después de todo, como señala Renato Rosaldo (2011),
la narrativa siempre ha existido dentro de la etnografía. El tema es que lo ha
hecho de modo marginal, bajo el formato siempre menor de las introducciones
a los libros, las notas a pie de página o los casos de estudio.

Este trabajo ha intentado argumentar así la necesidad de reunir aquellos


registros que por mucho tiempo fueron vistos como entidades separadas —
narrativa y análisis etnográfico—, no con ansias literarias o ficcionales, sino
con fines perfectamente científicos: se trata, en última instancia, de aprovechar
de modo máximo las posibilidades analíticas de lo empírico, para construir
textos que verdaderamente reflejen el contexto de producción de nuestro
conocimiento. O lo que es lo mismo, de hacer de lo narrativo antropológico el
motor real de los textos que escribimos.

Sobre la autora
Mariana Sirimarco es Doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias
Antropológicas, Investigadora Independiente del CONICET.
ISSN 1851-9628 (en línea) / ISSN 0325-1217 (impresa)
Lo narrativo antropológico [37-52] Runa /40.1 (2019) 51
doi: 10.34096/runa.v40i1.5545

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procesos judiciales”. (En coautoría con Lekerman, V., Yacovino, P. y Campos, N.). En:
Revista Épocas, ciencias sociales y crítica cultural No. 2.

Medio ambiente y urbanizaciones populares: aportes de la


antropología en los procesos judiciales.

María Paula Yacovino1. mpyacovino@gmail.com


Vanina Lekerman2. vaninalekerman@gmail.com http:///h
Nadina Campos3. nadinacampos@gmail.com
María Carman4. mariacarman1971@gmail.com

Resumen
En este trabajo nos proponemos reflexionar sobre un amicus curiae elaborado por un
equipo de antropólogas en el marco de una causa judicial iniciada por los habitantes de la
Villa Rodrigo Bueno, con el objeto de demostrar que un barrio popular no solo puede
coexistir con una reserva ecológica, sino que incluso pueden desarrollarse estrategias para
consolidar su política de conservación. Dicho documento -que fue recientemente presentado
en el Tribunal Superior de Justicia de la ciudad de Buenos Aires- constituye el último eslabón
de una serie de participaciones de este equipo a lo largo del conflicto suscitado por la
presencia de esta villa en las proximidades de una reserva natural, así como de tierras de
altísimo valor inmobiliario. A partir de esta experiencia de “investigación activista”, interesa
presentar algunas reflexiones acerca de los desafíos que estos vínculos entre el campo
académico, el campo judicial y el campo político implican para la práctica etnográfica.

1
Prof. Ciencias Antropológicas. Integrante del Equipo “Antropología, ciudad y naturaleza” del Instituto
de Investigaciones Gino Germani.
2
Dra. en Ciencias Antropológicas. Integrante del Equipo “Antropología, ciudad y naturaleza” del
Instituto de Investigaciones Gino Germani.
3
Lic. Trabajo Social. Integrante del Equipo “Antropología, ciudad y naturaleza” del Instituto de
Investigaciones Gino Germani.
4
Dra. en Ciencias Antropológicas. Investigadora independiente CONICET. Directora del Equipo de
investigación “Antropología, ciudad y naturaleza” del Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones
Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. http://aeuiigg.sociales.uba.ar/
1
Palabras claves: judicialización - derecho a la vivienda - derecho al medio ambiente

Introducción5
En este trabajo nos proponemos reflexionar sobre un amicus curiae elaborado por un
equipo de antropólogas en el marco de una causa judicial iniciada por los habitantes de la
Villa Rodrigo Bueno, con el objeto de demostrar que un barrio popular no solo puede
coexistir con una reserva ecológica, sino que incluso pueden desarrollarse estrategias para
consolidar su política de conservación. Dicho documento -que fue recientemente presentado
en el Tribunal Superior de Justicia de la ciudad de Buenos Aires- constituye el último eslabón
de una serie de participaciones de este equipo a lo largo del conflicto suscitado por la
presencia de esta villa en las proximidades de una reserva natural, así como de tierras de
altísimo valor inmobiliario.
Hemos de reconstruir, en primer lugar, las diversas instancias de la demanda judicial
por el derecho a la vivienda impulsadas desde hace una década por habitantes de la Villa
Rodrigo Bueno -en conjunto con otros organismos-, prestando especial atención a la trama
argumentativa de este proceso de judicialización. A continuación, interesa exponer los
argumentos centrales del amicus curiae presentado por nuestro equipo a fin de proponer la
urbanización sustentable de la Villa Rodrigo Bueno. Por último, presentamos algunas
reflexiones acerca de los vínculos entre el campo académico, el campo judicial y el campo
político, y los desafíos que implican para la práctica etnográfica.

El conflicto en torno a la Villa Rodrigo Bueno


La Villa Rodrigo Bueno se asienta en una franja ribereña de la ciudad de Buenos Aires
comprendida entre la avenida España, la Reserva Ecológica Costanera Sur y un estrecho canal
que la separa del predio vacante de la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors. La villa linda

5
Esta investigación se desarrolló en el marco del proyecto UBACYT 20020130200097; del PICT-
2013-1887 de la ANPCyT y en el marco del proyecto CONTESTED_CITIES, recibiendo financiación de la
línea PEOPLE-IRSES del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea (Contrato PIRSES-GA-2012-
318944). Una versión ampliada de este trabajo titulada “Producciones jurídicas desde arriba y desde abajo: el
caso de la Villa Rodrigo Bueno” se encuentra en prensa. En Scheibler, G. (comp.) Casos y problemas
urbanísticos de la Ciudad de Buenos Aires. Ed. Asociación de Derecho Administrativo de la Ciudad de Buenos
Aires-Librería Editora Platense.

2
también con el barrio de Puerto Madero, un proyecto de desarrollo urbano gestado en 1989
por la Corporación Antiguo Puerto Madero y que, en la actualidad, configura uno de los
lugares más exclusivos de la ciudad. En las 70 hectáreas de la ex Ciudad Deportiva de Boca
Juniors, contigua a la Villa Rodrigo Bueno, la empresa IRSA proyecta construir el complejo
urbanístico “Solares de Santa María”. Dicho proyecto -actualmente suspendido por no contar
con la aprobación de la Legislatura porteña- supone una cuantiosa inversión para erigir un
nuevo barrio destinado a un público de alto poder adquisitivo.
El origen de la Villa Rodrigo Bueno exige remontarnos a un entorno urbano
radicalmente distinto. Desde mediados de la década del 50 la zona se encontraba abandonada
y en desuso, con un alto grado de deterioro. Recién a comienzos de los años 70 se aprobó el
proyecto denominado Ensanche del Área Central a fin de ampliar el centro administrativo
sobre tierras ganadas al río. Con este objetivo, se autorizó a rellenar el lugar bajo el sistema
holandés de polderización. Las obras de relleno se iniciaron en 1978, utilizando materiales de
las demoliciones realizadas para la construcción de autopistas. El proyecto fue, sin embargo,
suspendido definitivamente con el retorno de la democracia.
Es en ese espacio urbano abandonado donde se sitúan los relatos de los habitantes más
antiguos de la Villa Rodrigo Bueno. De acuerdo a la información provista por nuestro trabajo
de campo, la villa se desarrolló a partir de dos asentamientos surgidos a principios de la
década del 80, cuyos habitantes conocían el lugar porque solían pescar en el río o pasear allí
en sus días francos. Ambos estaban habitados mayormente por personas solas, con una
inserción laboral precaria, para quienes la ocupación de tales espacios constituyó la única
forma de garantizarse el acceso a una vivienda. En este sentido, el origen de la Villa Rodrigo
Bueno -al igual que otras villas y ocupaciones de inmuebles- es una expresión más de las
modalidades que asume la pobreza urbana en la ciudad. La legitimidad de tales espacios
habitacionales informales se sustenta, como sabemos, en su misma existencia y consolidación
gracias al trabajo de sus pobladores.
En el año 2005, el Gobierno de la Ciudad puso en marcha el Programa de
Recuperación de Terrenos de la Reserva Ecológica, eufemismo que expresaba la voluntad de
desalojar esta villa. En ese contexto, un grupo de habitantes interpuso un recurso de amparo
ante la justicia porteña a fin de frenar la erradicación del barrio y exigir su urbanización. En
dicho amparo los vecinos denunciaban las acciones tendientes a amedrentarlos para lograr su

3
aceptación extorsiva del traslado, y solicitaban la protección de su derecho constitucional a la
vivienda mediante la urbanización del barrio6. También requerían que se disponga
cautelarmente la suspensión de la operatoria y que se tomen las medidas necesarias para
garantizar condiciones dignas de habitabilidad.
El amparo recayó en el Juzgado Contencioso Administrativo y Tributario Nº4 a cargo
de la Dra. Liberatori, quien poco tiempo después hizo lugar al recurso presentado. El
operativo de desalojo que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había comenzado a
implementar se vio entonces suspendido.
En términos generales, el conflicto generado a partir de la creación del Programa de
Recuperación de Terrenos de la Reserva Ecológica Costanera Sur y sus implicancias para la
villa se estructura en torno a dos grandes bloques de actores:
a- Un primer bloque de actores objeta la presencia de la villa, así como el
comportamiento ambiental y moral de sus habitantes: ellos estarían invadiendo terrenos
pertenecientes a la Reserva Ecológica, destruyendo el ecosistema y cercenando el derecho al
disfrute del espacio público del resto de la ciudadanía. Este primer bloque de actores propicia
el desalojo de la villa para destinar esos terrenos a fines “nobles”, como el esparcimiento y la
ampliación de la reserva. En líneas generales podemos agrupar aquí a organizaciones
ambientalistas vinculadas a la Reserva Ecológica; legisladores “verdes” y funcionarios del
Poder Ejecutivo porteño, fundamentalmente de las áreas de Desarrollo Social y Espacio
Público.
b- En permanente diálogo con ese primer grupo no homogéneo de actores, podemos
identificar un segundo bloque de actores cuya interpretación de la problemática hace hincapié
en la vulneración estatal del derecho a la vivienda. Estos actores destacan el esfuerzo
invertido por los sectores de menores recursos para “construir ciudad” en condiciones
adversas; esfuerzo que involucra el relleno de tierras ganadas al río, la construcción de sus
viviendas y la gestión colectiva de servicios. A partir de tales consideraciones, este segundo
bloque de actores reivindica la (re)urbanización del barrio. Entre los principales actores afines

6
Durante los meses de julio y agosto de 2005, funcionarios y empleados del Gobierno de la Ciudad implicados
en el operativo de desalojo desplegaron medidas intimidatorias hacia los habitantes de Rodrigo Bueno, tales
como la construcción de una muralla de tierra de 10 metros de altura rodeando parte de la villa; la instalación de
personal de seguridad controlando los ingresos y egresos de los vecinos; la suspensión de servicios -tales como
recolección de residuos, disposición de excretas y desratización del predio-; y la amenaza verbal de recurrir al
uso de la violencia en caso de que se resistieran a abandonar el lugar.
4
a esta postura es posible mencionar a los miembros de un organismo de derechos humanos de
activa participación en la villa; la Defensoría del Pueblo de la Ciudad; algunos legisladores
porteños pertenecientes a la Comisión de Vivienda y agentes del Poder Judicial local (jueza,
asesor, defensor); un equipo de arquitectos de la Universidad de Buenos Aires y habitantes de
la villa. Y casi lo olvidamos: también nosotras mismas, el equipo de antropólogas de la
Universidad de Buenos Aires.
El problema suscitado por la presencia de la villa se construye en torno a la tensión
entre el derecho a la vivienda -vulnerado por el Estado local- y el derecho al medio
ambiente, en apariencia vulnerado por la existencia de la villa y los comportamientos non
sanctos atribuidos a sus habitantes, tales como alimentarse con especies animales protegidas y
afectar la biodiversidad.
Durante 2005, la puesta en marcha del Programa de Recuperación de Terrenos de la
Reserva Ecológica dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires consolidó la
clasificación del “problema” en los términos del primer bloque de actores. Las soluciones
habitacionales propuestas -magros subsidios monetarios e inalcanzables créditos- apuntaron
menos a satisfacer necesidades de vivienda de los habitantes que a agilizar la desocupación
del área. Como ya comentamos, el desalojo total de la villa nunca fue concluido: en
septiembre de 2005, la jueza Elena Liberatori dictó una medida cautelar que dispuso
interrumpir la operatoria. Desde ese momento y hasta la actualidad, la regularización de la
infraestructura de servicios de la villa y otras políticas desplegadas por parte del Ejecutivo
porteño se fueron desarrollando como respuesta a sucesivas exhortaciones del Juzgado.

Las cosmovisiones jurídicas contrapuestas


El proceso de judicialización del caso Rodrigo Bueno en la ciudad de Buenos Aires
expresa diferentes modos en que la justicia construye el armado y el transcurrir de un litigio.
Para algunos actores, el escenario se reduce al cuerpo normativo local; para otros, el relato
testimonial, el trabajo de campo y la producción académica son fuentes de información
decisivas a la hora de analizar los elementos de prueba en el mundo del derecho.
Tales diferencias se inscriben en cosmovisiones jurídicas contrapuestas que se
plasman en fallos de diversa índole, que hemos caracterizado bajo la dicotomía de
dialógicos/polifónicos versus monológicos. Mientras que un fallo polifónico se sirve de

5
técnicas y recursos para incorporar una pluralidad de voces que entablan un diálogo entre sí,
un fallo monológico reduce el potencial de perspectivas a una sola voz dotada de autoridad.
En marzo de 2011, la jueza Liberatori dictó un fallo judicial a favor de la
(re)urbanización de la Villa Rodrigo Bueno, en el cual además declaró nulo el decreto que
creaba el Programa de Recuperación de Terrenos de la reserva ecológica, prohibió el desalojo
del barrio y conminó al Gobierno de la Ciudad a elaborar un plan de integración urbanística y
social de la villa con la participación de sus habitantes. La magistrada estableció que hasta
tanto se llevara a cabo la (re)urbanización, el Gobierno de la Ciudad debía proveer al barrio de
servicios públicos; realizar acciones de descompactación y traslado de automóviles; y efectuar
un informe sobre contaminación y afectación de los menores y adultos, con su
correspondiente propuesta de saneamiento del suelo. Por último, la jueza declaró la
inconstitucionalidad de la ordenanza que establece los límites de la Reserva Ecológica debido
a que no contempló la existencia de la Villa Rodrigo Bueno respecto a dicha reserva7.
Desde nuestra perspectiva, el fallo de primera instancia puede ser caracterizado como
polifónico en tanto su argumentación se fue construyendo en la puesta en diálogo, a lo largo
del proceso judicial, de una multiplicidad de voces y perspectivas. Dicho fallo polifónico no
solo incorpora la voz de otras disciplinas -la antropología, la sociología, la arquitectura y el
urbanismo- sino que habilita a la voz de la parte actora -los habitantes de Rodrigo Bueno-
para ser escuchada.
En efecto, la jueza solicitó la realización de informes técnicos sobre temáticas
específicas a profesionales del campo de las ciencias sociales -antropólogas de la Universidad
de Buenos Aires-; a la veedora del censo poblacional efectuado por el Instituto de Vivienda
en el año 2009 y al entonces Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, quien
realizó un informe sobre la factibilidad de urbanización. Asimismo, recurrió a investigaciones
realizadas por cientistas sociales pertenecientes a la Universidad de Buenos Aires y el
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. A esto se sumaron las
conversaciones de la jueza con los vecinos; los reconocimientos judiciales en la villa y las
audiencias públicas en las cuales participaron todas las partes de la causa: organismos del
Ejecutivo, residentes, funcionarios de la defensoría, etc.

7
Véase el artículo 1 de la Ordenanza 41.247/86. El fallo de Liberatori plantea que el verdadero conflicto del
expediente reside en la tensión entre los derechos fundamentales de los habitantes del predio, las actividades
inmobiliarias proyectadas y el rol asumido por el gobierno en disfavor de los primeros.
6
La inclusión de una mirada foránea al campo del derecho aportó nuevas claves de
lectura que inscribieron las historias, prácticas y relatos de los habitantes de la Villa Rodrigo
Bueno en el marco de problemáticas urbanas de larga data. Tanto los informes como la
bibliografía académica consultada constituyeron elementos de prueba que se entrelazaron en
la argumentación del fallo. Este abanico de voces recuperadas incidió significativamente en la
representación de los vecinos de Rodrigo Bueno sobre sí mismos. En este clima más
receptivo, ellos encontraron una oportunidad fuera de lo ordinario para que sus demandas de
mejores condiciones de vida fuesen incorporadas a las medidas propuestas por la jueza o el
asesor de menores, o bien al proyecto de urbanización promovido por la Comisión de
Vivienda de la Legislatura porteña8.
Previsiblemente, el Gobierno de la Ciudad no demoró en apelar la resolución. Tres
años y medio después de dictarse el fallo en primera instancia, la Sala II de la Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario revocó la sentencia de primer
grado. En sintonía con la postura comentada del primer bloque de actores, el fallo en mayoría
de la Cámara definió el conflicto a resolver como un problema de ocupación del espacio
público, cuyos responsables no reunían los requisitos legales para reclamar la propiedad.
A diferencia del fallo polifónico dictado por la jueza de primera instancia, el fallo en
mayoría de la Cámara puede ser definido como monológico ya que su argumentación se
construyó a partir de la jerarquización de la voz de los actores judiciales como una única voz
autorizada para producir una adecuada interpretación de los hechos. Los jueces que firmaron
este fallo privilegiaron una lectura ceñida a lo procesal, desestimando la validez de los
testimonios e informes elaborados por diferentes expertos y asignando “escaso valor” a las
voces de los pobladores. Desde esta concepción restringida del proceso de producción de la
prueba, los magistrados afirmaron la ilegitimidad de la permanencia en el lugar de los
habitantes de Rodrigo Bueno y la pertinencia de la política de subsidio habitacional diseñada
por el Gobierno de la Ciudad en el marco del Programa de Recuperación de Terrenos de la
Reserva Ecológica Costanera Sur.

8
Cfr. Carman, M.; Lekerman, V. y Yacovino, M. P. 2012. “La coproducción intelectual del
antropólogo y los sujetos del campo: apuntes para un nuevo paradigma de antropología aplicada”. Revista
Tempo da Ciência. Volume 19, nº 38, 2º Semestre de 2012. Revista de Ciências Sociais e humanas. Centro de
Ciências humanas e sociais. Universidade estadual do oeste do Paraná. Campus de Toledo.
7
Un interesante fallo en disidencia de la Sala II argumentó en sentido coincidente con
el fallo polifónico de primera instancia, incorporando las diversas perspectivas que aportaron
especialistas en la temática, así como también los puntos de vista de los habitantes de la villa.

La propuesta de una urbanización sustentable


Fruto de los recursos de inconstitucionalidad presentados por la Asesoría y Defensoría
de Cámara, la causa Rodrigo Bueno se encuentra actualmente en el Tribunal Superior de
Justicia. Allí se han presentado durante 2015 un total de cuatro amicus curiae, impulsados por
los siguientes colectivos: 1) la organización TECHO, 2) el Centro de Estudios Legales y
Sociales en conjunto con la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia; 3) el Instituto de la
Espacialidad Humana de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) y 4) el
Área Urbana del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Cada
uno de los amicus curiae, de acuerdo a la expertise de las instituciones participantes, aborda
dimensiones específicas de la problemática planteada en el expediente.
El documento presentado por nuestro equipo desarrolló los siguientes ejes: a) la
pertinencia del reclamo de urbanización del barrio Rodrigo Bueno sustentada en la historia
del barrio y sus pobladores; b) la completa inadecuación e ineficiencia de la política de
subsidios monetarios del gobierno local que fuera ofrecida a los habitantes del barrio como
respuesta institucional al desalojo; y c) la coexistencia del derecho a la vivienda de los
habitantes de Rodrigo Bueno (expresado en la demanda de urbanización) y el derecho al
medio ambiente de la ciudadanía (garantizado por la existencia de la Reserva Ecológica
Costanera Sur) que, desde nuestra perspectiva, permite pensar en un proyecto de urbanización
sustentable.
Nos detendremos sobre este último punto ya que constituye una línea de
argumentación poco explorada que habilita, a nuestro entender, un abordaje integral del
conflicto, superador del abordaje ortodoxo en términos de colisión de derechos.
1) El amicus curiae en cuestión retoma, en primer lugar, las normativas,
reglamentaciones y directrices que -a escala local, nacional e internacional- regulan la
planificación, gestión y manejo de las áreas protegidas; así como los antecedentes de áreas
protegidas en las que reside población. El análisis de la documentación elaborada por
organismos internacionales (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -

8
UICN-; Convenio sobre la Diversidad Biológica; Convenio de RAMSAR) y nacionales (la
Administración Nacional de Parques Nacionales) revela un cambio de paradigma en relación
a los criterios de conservación tradicionalmente regidos por una lógica restrictiva y
excluyente, que suponía que el medio ambiente debía ser protegido de la interferencia humana
(Trentini, 2012).
Los lineamientos elaborados en las últimas décadas, por el contrario, parten del
reconocimiento de que la intervención estatal en la conformación de áreas protegidas
frecuentemente ha implicado la negación de las poblaciones preexistentes; provocando su
desalojo ante la evidencia incuestionable de su existencia (Starapoli, Napole, y Paradela,
2010). En este sentido, uno de los desafíos de la gestión de áreas protegidas consiste en
resolver eficientemente los frecuentes conflictos y tensiones suscitados con la población
residente en ellas, evitando que el uso de categorías más o menos estrictas de conservación
sean funcionales a “la expulsión de los pueblos de sus tierras tradicionales” (UICN
2008:7).
2) En segundo lugar, el amicus curiae enumera algunas experiencias de gestión de las
áreas protegidas en diversos países en las que existe población asentada, a fin de aportar
antecedentes que permitan proponer soluciones para el caso de Rodrigo Bueno. En términos
generales, las experiencias relevadas siguen las recomendaciones de los organismos ya
citados en torno a la necesidad de contemplar los usos y necesidades de la población asentada.
En esta línea, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) advierte,
por ejemplo, que una declaración de áreas estrictamente protegidas que no contemple las
necesidades de la población local, puede resultar contraproducente y obstaculizar el manejo
diario del área (Amend y Amend, 1998). Uno de los antecedentes más pertinentes para
nuestra propuesta es el informe elaborado por el Comité Boliviano de la UICN (Amend y
Amend, 1998) que sostiene que, aun en los casos sin base legal explícita a nivel nacional, se
pueden adjudicar derechos de uso a la población asentada.
3) Por último, el amicus curiae recupera la legislación nacional y local en torno a la
gestión de áreas protegidas y, en particular, las zonas declaradas de reserva ecológica. En
relación a los Parques Nacionales en nuestro país se desarrolló la categoría de co-manejo o
manejo participativo, la cual implica “un reparto de responsabilidades y competencias, y una
clara definición del ejercicio de la autoridad pública, y de las pautas de uso y manejo de los

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recursos que surgen del saber ancestral de las comunidades” (Plan de Gestión para los
Parques Nacionales 2001, citado en Trentini, op.cit). El caso de la implementación del co-
manejo entre el Parque Nacional Lanín y la Confederación Mapuche Neuquina resulta una
experiencia paradigmática en este sentido. En enero de 2012, la Administración de Parques
Nacionales creó un Departamento de Co-manejo a fin de posibilitar su administración
conjunta con las nueve comunidades mapuches que viven al interior del área protegida. La
nueva figura legal permite no sólo habitar en esas tierras sino aprovechar la naturaleza como
recurso de subsistencia, proteger el medio ambiente y realizar actividades productivas.
La Reserva Ecológica Costanera Sur abarca una superficie de 353 hectáreas y
constituye el espacio verde más grande y de mayor diversidad biológica de la ciudad de
Buenos Aires. Los criterios de conservación y gestión de esta área urbana se han establecido
de acuerdo con las normativas internacionales y nacionales y con la legislación específica de
la ciudad. Desde 1992, esta reserva cuenta con un Plan de Manejo que especifica los objetivos
de su creación y se pautan las actividades, gestiones y usos del área. El Plan reconoce
objetivos educativos, recreativos, de conservación, de investigación y turísticos.
En el año 2005, la Reserva Ecológica Costanera Sur fue incluida en el listado de
humedales reconocidos por la “Convención relativa a los humedales de importancia
internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas”, conocida como Convención de
RAMSAR. Dicha convención, firmada en 1971 en Irán, es uno de los más antiguos e
influyentes tratados intergubernamentales sobre el medio ambiente. La filosofía de la
Convención RAMSAR gira en torno a la idea del uso racional de los humedales, definido
como “el mantenimiento de sus características ecológicas, logrado mediante la
implementación de enfoques por ecosistemas dentro del contexto del desarrollo sostenible”
(www.ramsar.org). El reconocimiento de sitios RAMSAR en muy diversos ecosistemas
permite aplicar nuevos enfoques para resolver viejos problemas, que incluye no sólo el
diálogo y la discusión sobre problemas de conservación y manejo de recursos naturales sino
también formas específicas de resolver conflictos surgidos de la existencia de poblaciones que
residen en áreas declaradas sitio RAMSAR, promoviendo el uso racional de los humedales
y capacitando a los pobladores en el desarrollo de actividades económicas sustentables.
En síntesis, las declaratorias y convenciones internacionales que respaldan la
existencia de la Reserva Ecológica Costanera Sur (UICN; RAMSAR) reconocen la

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complejidad ecológica y social que presentan las áreas protegidas y respaldan las propuestas
de gestión que articulan la diversidad de necesidades en juego. En este sentido, se resalta el
papel central de los programas educativos y de concientización de la población residente en
ellas o en zonas linderas a fin de favorecer el desarrollo de proyectos sustentables. Desde
esta perspectiva, sostenemos que no existe una necesaria contradicción entre el derecho al
medio ambiente de la ciudadanía y el derecho a la vivienda de las poblaciones que
residen en un área protegida.
En este contexto, la (re)urbanización sustentable de la Villa Rodrigo Bueno
constituye, a nuestro entender, una solución adecuada que posibilita la articulación del
derecho a la vivienda de dicha población con el derecho al medio ambiente de la ciudadanía.
Por un lado, la política de urbanización forma parte del corpus normativo vigente para
garantizar el derecho a la vivienda (artículo 31 de la Constitución de la Ciudad) que se
expresa específicamente en la ley 148. Por otra parte, los objetivos en torno a la
sustentabilidad de la reserva responden tanto a los lineamientos establecidos por la
Convención RAMSAR como a los principios establecidos en el artículo 27 de la Constitución
de la Ciudad y al artículo 41 de la Constitución Nacional. Por último, el desarrollo de una
política pública de tales características resulta viable ya que la Constitución de la Ciudad
establece que las modificaciones al Código de Planeamiento Urbano son posibles en tanto se
respeten los procedimientos enunciados en sus artículos 89 y 90.

Conclusiones
Desde hace una década, nuestro equipo viene acompañando a los vecinos de Rodrigo
Bueno en distintas instancias de su lucha política y judicial por la urbanización del barrio. Si
bien periférica, nuestra participación en la causa judicial constituyó una experiencia que nos
llevó a reflexionar sobre la potencia de la investigación etnográfica y las implicancias sociales
de la producción de conocimiento.
Dos ejes han sido centrales en este proceso: la experiencia judicial y la (co)producción
de conocimiento social. ¿En qué contextos la producción académica en ciencias sociales
adquiere la legitimidad necesaria para ser incluida como voz autorizada en una causa judicial,
en este caso vinculada al derecho a la vivienda?

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El análisis de las distintas etapas de la causa Rodrigo Bueno nos ha permitido observar
un transcurrir judicial que -lejos de responder a una unívoca lógica legal- da cuenta de
disputas e intereses en pugna que van delineando el campo jurídico. Tales disputas cobran
forma en el contraste entre lo que hemos denominado una producción jurídica desde abajo -en
la cual la mirada del experto sintoniza con el padecimiento de un otro vulnerable y dialoga
con otras disciplinas y actores- y una producción jurídica desde arriba. Esta última se
caracteriza por una mirada tecnocrática del experto judicial que se mantiene a prudente
distancia de los afectados del conflicto, y cuyo resultado es un fallo monológico.
La producción jurídica desde abajo -expresada en la postura del primer bloque de
actores, el fallo de primera instancia de la Dra. Liberatori y el fallo en disidencia de Cámara
de la Dra. Daniele- opera desde una lógica dialógica: no sólo incorpora las distintas voces y
testimonios de los habitantes -acortando la distancia espacial y simbólica entre la justicia y el
barrio- sino también la perspectiva de otras disciplinas sociales. La producción jurídica
desde arriba refuerza, por el contrario, la distancia entre el mundo judicial y el transcurrir de
una villa históricamente relegada pese a su ubicación estratégica.
La intervención de nuestro equipo en el marco del expediente fue posible en tanto
algunos de los actores judiciales involucrados en la causa consideraron necesario sumar
diversas perspectivas para comprender cabalmente la problemática en cuestión. La inclusión
de la mirada antropológica permitió reponer en el expediente un material en apariencia
inasible, como son las voces de los sujetos involucrados. En ese marco, nuestro trabajo apuntó
a reconstruir el complejo contexto en el que se sitúa el conflicto en cuestión así como los
significados que asume para los diferentes actores involucrados, a fin de favorecer una
adecuada interpretación de los argumentos y pruebas presentadas.
La apertura dialógica generada durante la primera instancia del proceso judicial
permitió además que los vecinos pudieran reconstruir su pasado en un ejercicio activo sobre
su propia identidad; impugnando la versión oficial -hasta entonces imperante- del Poder
Ejecutivo porteño. Pese a estas conquistas, el sinuoso transcurrir del litigio judicial no impide
la persistencia de los padecimientos en la vida cotidiana de estos pobladores, como el alto
porcentaje de plomo en sangre en los niños.
Por otra parte, la legitimidad temporaria alcanzada por los conocimientos producidos
desde las ciencias sociales en el marco de esa apertura dialógica nos enfrentó a dilemas

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prácticos y éticos, obligándonos a reflexionar sobre el modo en que producíamos tales
conocimientos sobre el barrio y sus pobladores. Strathern (1987) sintetiza parte de esas
preocupaciones con su lucidez habitual: “Necesitamos tener alguna idea de la actividad
productiva que yace detrás de lo que la gente dice y, así, su propia relación con lo que fue
dicho. Sin saber de qué manera ‘poseen’ sus propias palabras, no podemos saber lo que
hemos hecho al apropiárnoslas”.
Casi imperceptiblemente nos hemos convertido en portavoces autorizadas de las voces
de los vecinos, inscriptos en nuestros artículos e informes. Somos en parte conscientes de las
transformaciones que sufren esos corpus de los nativos cuando son reproducidos en el marco
de nuevos dispositivos; las traiciones implicadas en toda traducción, diría Viveiros de Castro.
A esta temática, ya abordada oportunamente por la antropología posmoderna, se le suma otra
no menor: ¿Qué tipo de autores son aquellos nativos con los que trabajamos? ¿Y qué tipo de
autores somos nosotras mismas?
En un próximo trabajo seguiremos profundizando en los pormenores de la
coproducción intelectual (Viveiros de Castro 2010:15-18) entre ambos tipos de autores, el
nativo y el antropólogo; en el marco de lo que algunos colegas denominan una investigación
colaborativa o activista (Carenzo y Fernández Álvarez 2012).

Bibliografía

Abramovich, Víctor. 2007. Acceso a la justicia y nuevas formas de participación en la esfera


política. Revista Estudios Socio- Jurídicos. 9: 9-33. Bogotá, Universidad del Rosario.
Abramovich, Víctor y Courtis, Cristian. 2006. El umbral de la ciudadanía. El significado de
los derechos sociales en el Estado social constitucional. Buenos Aires: Estudios del Puerto.
Amend, Stephan y Amend, Thora. 1998. La zonificación, elemento clave de los planes de
manejo. En Metodologías participativas para elaboración e implementación de planes de
manejo en áreas protegidas. Cochabamba, Bolivia. GTZ y Comité Boliviano de la UICN.
Carenzo, Sebastián y Fernández Álvarez, María Inés. 2012. “Ellos son los compañeros del
CONICET”: el vínculo con organizaciones sociales como desafío etnográfico. En Publicar.
Año X, nº XII.

13
Carman, María, Crovara, María Eugenia, Girola, Florencia, Lekerman, Vanina y Yacovino,
María Paula. 2005. “Informe sobre el asentamiento Costanera Sur”. Expediente "Ramírez
Tito, Magdalena y Otros C/ GCBA S/ Amparo (Art.14 CCABA)” Exp. 17601. Juzgado Nº 4
en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2005
Carman, María; Lekerman, Vanina y Yacovino, María Paula. 2013. La coproducción
intelectual del antropólogo y los sujetos del campo: apuntes para un nuevo paradigma de
antropología aplicada. En Tempo da Ciencia. Vol. 38 p. 52–72.
Dudley, Nigel. 2008. Directrices para la aplicación de las categorías de gestión de áreas
protegidas, UICN.
Starapoli, Laura, Napole, María Eugenia, y Paradela, Horacio. 2010. Revalorización del
archivo histórico sobre pobladores y comunidades en la Administración de Parques
Nacionales, Reflexiones y usos actuales. Ponencia presentada en IV Congreso Interoceánico
de actividad pesquera.
Strathern, Marilyn. 1987. Los límites de la autoantropología. En Jackson, A. (ed.)
Anthropology at home. London and New York: Tavistock Publications. Traducción: Laura
Vugman, Departamento de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires.
Trentini, Florencia 2012. Ecología política y conservación: El caso del ‘co-manejo’ del
Parque Nacional Nahuel Huapi y el Pueblo Mapuche. En Revista Pilquen. Sección ciencias
sociales. Año XIV, n 15.
Viveiros de Castro, Eduardo, 2010. Metafísicas caníbales. Líneas de antropología
postestructural. Buenos Aires: Editorial Katz.

Documentación consultada
Decreto 1.247/GCABA/05. Creación del Programa de Recuperación de Terrenos de la Reserva
Ecológica Costanera Sur.
Decreto N° 2.136/GCABA/06. Programa de Recuperación de Terrenos de la Reserva Ecológica
Costanera Sur. Subsidios, mutuos con garantía hipotecaria y soluciones habitacionales para grupos familiares
que lo ocupan.
Ficha Informativa de los Humedales de Ramsar (FIR), elaborada en marzo 2005
Fondo de Humedales para el Futuro. Beneficiando el manejo y la conservación de humedales en
América Latina y el Caribe. 2010.
Guía para la elaboración de Planes de Gestión de Áreas Protegidas. 2010. Administración Nacional de
Parques Nacionales.

14
Ordenanza N° 41.247/CD/86. Declaración de Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica.
Ordenanza Nº 43.609/CD/89. Creación del Distrito Área Reserva Ecológica en el área Costanera Sur.
Ordenanza Nº 45.676/CD/91. Aprobación del Plan de Manejo de la Reserva Ecológica Costanera Sur.
Plan de Manejo de la Reserva Costanera Ecológica Costanera Sur.
http://www.iucn.org/es
http://ciaper.com.ar/wordpress
www.ramsar.org

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