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Guia - Sda - Intervenciones - Psicologicas (1) - 15-23 9 DROGO
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terizado por dos fenómenos, el craving o experiencia subjetiva de desear o
necesitar consumir drogas y la falta de control (la incapacidad para resistir
el craving), es decir, la tendencia a elegir una recompensa menor, pero in-
mediata, frente a una recompensa de mayor magnitud, pero más demorada.
Finalmente, los criterios 6 y 7 se centran en los efectos adversos (la pérdida
de reforzadores) provocados por el consumo de drogas
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conducta, con lo que la visión psicológica se convierte inevitablemente en la
perspectiva dominante en el campo del tratamiento.
Dejando a un lado la perspectiva social, muy general para que resulte
útil en el tratamiento individual, podría decirse que la contrafigura posible
a la perspectiva psicológica sería un modelo predominantemente biológico
de la adicción. Tal modelo debería inspirar tratamientos con evidencia em-
pírica, en el que los componentes psicológicos estuvieran al servicio de las
intervenciones biológicas, que irían dirigidas a remediar o subsanar déficits
o alteraciones biológicas subyacentes. No existe ningún tratamiento efectivo
actual que tenga estas características. Por el contrario, las intervenciones
farmacológicas adquieren su significado en el contexto de los tratamientos
psicológicos, tal y como se apunta en el principio séptimo, que se ha men-
cionado anteriormente. Es esta constatación un argumento que confirma la
característica central de los modelos y los tratamientos psicológicos en las
adicciones.
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del cambio (p.ej.: minimizando los síntomas de abstinencia), o, en otros, los
beneficios del consumo actual, como pasa con las medicaciones antagonis-
tas. El uso de estrategias terapéuticas farmacológicas ajenas aparentemente
a cualquier intervención psicológica explícita, no supone negar que la razón
y el modelo implícitos que subyacen no sean psicológicos. Por ejemplo, el
efecto terapéutico de los fármacos antagonistas se debe a la ruptura de la
asociación estímulo (droga)-respuesta (efecto de la droga) y, en todo caso,
a la inhibición de la conducta de consumo de drogas motivada por el co-
nocimiento que el sujeto tiene de las consecuencias aversivas en caso de
que se produjera dicho consumo. Por otra parte, nadie mide el éxito de las
estrategias farmacológicas por las modificaciones que se producen en el or-
ganismo, sino por los cambios en el comportamiento del sujeto, que no están
mecánicamente conectados con la acción biológica de la sustancia que se
haya empleado.
Puede decirse, en resumen, que la motivación para el tratamiento y el
cambio son conceptos psicológicos críticos en el tratamiento de las drogode-
pendencias, que deben ser necesariamente abordados desde una perspectiva
psicológica homogénea con la propia naturaleza del concepto de motivación,
dentro de un plan de tratamiento que de forma explícita los contemple.
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todos ellos de naturaleza psicológica: (1) El modelo del alivio de la abstinen-
cia condicionada (Wikler, 1973); (2) El modelo de la respuesta compensatoria
condicionada (Siegel, 1983); (3) El modelo de la apetencia motivacional condi-
cionada (Stewart, de Wit y Eikelboom, 1984); y (4) El modelo del aprendizaje
social (Marlatt y Gordon, 1985). Todos estos modelos tienen en común que
ven la recaída como el resultado de mecanismos psicológicos de aprendi-
zaje y condicionamiento en los que actúan distintos factores antecedentes
y consecuentes que incluyen los sucesos ambientales, cognitivo-afectivos,
fisiológicos y conductuales. La exclusividad explicativa de los modelos psico-
lógicos se observa también en que las revisiones modernas (Brandon, Vidri-
ne y Litvin, 2007), que no sólo no aportan ninguna perspectiva radicalmente
diferente sino que siguen insistiendo en que la efectividad a largo plazo de
los tratamientos requieren la comprensión de las causas y procesos de las
recaídas, con el fin último de desarrollar estrategias que reduzcan su pre-
sencia.
El conocimiento y la intervención sobre los determinantes de las recaídas
son esenciales si se pretende conseguir mayor efectividad terapéutica. En un
estudio (Bradley, Phillips, Green y Gossop, 1989) que analizó los predictores
de recaída en heroinómanos se encontró que los principales podrían encua-
drarse en las siguientes categorías: factores cognitivos, estados de humor,
influencias externas, síntomas de abstinencia, influencias interpersonales,
presión social, cambio de contexto o de situación, disponibilidad de drogas,
pistas relacionadas con las drogas, deseo vehemente y facilitación por con-
sumo de otras sustancias. Salvo los síntomas de abstinencia (y sólo en parte,
dado el papel que puede jugar el condicionamiento en su desarrollo), todos
los demás factores tienen una clara naturaleza psicológica.
De una forma más amplia y sistemática, Marlatt y Gordon (1985) clasifica-
ron los determinantes de la recaída en dos grandes categorías: intrapersona-
les e interpersonales. Los primeros abarcan los estados emocionales negati-
vos, los estados fisiológicos negativos derivados o no del uso de la sustancia,
el deseo de incrementar los estados emocionales positivos, las pruebas de
basadas en la EVIDENCIA CIENTÍFICA
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1.5. CONCLUSIÓN
De lo dicho hasta ahora puede inferirse que las intervenciones psicológi-
cas constituyen el núcleo central y crítico de los tratamientos de los trastor-
nos adictivos. Los modelos psicológicos constituyen actualmente los modelos
conceptuales básicos que informan las intervenciones terapéuticas y que
pueden dar mejor respuesta a necesidades básicas de los tratamientos como
son el incremento de la motivación, la atención a la diversidad psicológica y
la reducción de las recaídas. Sin embargo, conviene recordar que los mode-
los y tratamientos psicológicos no excluyen sino que demandan las aproxi-
maciones multidimensionales, incluyendo las intervenciones farmacológicas
y sociales. Los modelos funcionales psicológicos pueden ofrecer un punto na-
tural de integración multidisciplinar (Gifford y Humphreys, 2007) en el que
los distintos dominios terapéuticos ejerzan su acción de forma coherente, y
teóricamente fundada.
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