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1.- Introducción.-
Entre julio de 1936 y abril de 1939, España vivió uno de los episodios más
trágicos de su historia. Lo que en un principio estaba previsto como un
pronunciamiento, que acabaría rápidamente con el Gobierno del Frente Popular, se
convirtió en una larga y cruenta guerra de tres años, que supuso un bache demográfico,
económico y cultural. La ayuda recibida del exterior, para ambos bandos, contribuyó a
incrementar la dureza y duración de la contienda.
Existen diferentes puntos de vistas con respecto a la Guerra Civil, que conllevan
diversas interpretaciones, según la ideología que se posea. La interpretación derechista
entiende la sublevación contra la República como una contrarrevolución ante el miedo
de la revolución extrema de la izquierda (al estilo de la Rusia soviética) ante la
debilidad del gobierno; no la entiende como un golpe militar, sino como un movimiento
3.1.- Preparativos.-
El gobierno del Frente Popular sabía de los preparativos del golpe de Estado,
pero no podía arrestar sin pruebas a los militares; además, si lo hacía, dejaría al ejército
descabezado ante las masas revolucionarias de extrema izquierda.
El temor, por parte del gobierno, a una sublevación militar, hizo que se tomaran
medidas como el traslado de los generales sospechosos a la periferia1: el general Mola
fue trasladado a Pamplona, el general Goded a Mallorca (a pesar de haber conspirado
contra la dictadura de Primo), el general Franco a Canarias, el general Sanjurjo estaba
exiliado en Estoril (Portugal) desde que fue puesto libre tras el juicio por la Sanjurjada,
etc. Sin embargo, Cabanellas, al no ser sospechoso, no fue trasladado. Eran militares
que habían hecho que el Ejército retomara conciencia de su fuerza en la vida política del
país, sobre todo, en unos momentos de desorden tras la represión de octubre de 1934.
Estos generales eran de diversa ideología; así algunos eran monárquicos como
los generales Orgaz, Saliquet, Fanjul y Goded; otros en cambio eran republicanos,
como los generales Queipo de Llano o Cabanellas; y otros no tenían filiación política
determinada, como los generales Sanjurjo, Mola y Franco.
3.2.- La sublevación.-
Esa misma noche, el general Franco se decide a sublevarse (pues hasta entonces
había sido reacio oficialmente a ello) y declara el estado de guerra en Canarias. Desde
allí se trasladó hasta Marruecos, a bordo del avión inglés Dragón Rápide (fletado por
empresarios españoles), para ponerse al mando del ejército del Protectorado (el ejército
mejor armado y preparado).
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Dolores Ibárruri, llamada La Pasionaria, fue una política española, destacó como dirigente política en
la Segunda República Española y en la Guerra Civil. Histórica dirigente del Partido Comunista de
España.
En cuanto al ejército, contaba con la mitad del ejército de Tierra y la mayor parte
de la aviación (elemento fundamental en la guerra moderna); pero por el contrario se
encontraba en situación inferior en lo referente a mandos superiores (que estaban en su
mayoría con los sublevados). Además contaba con el Tesoro del Banco de España.
Canción republicana
“¿Para qué tantos humos,
Tantos faroles,
Si nuestros marineros
Son españoles?.
¿Qué será, ay, qué pasará,
Qué estará pasando?
La marina española que está luchando.
Tanto alemán que tienen,
Tanto italiano,
Y a un español le basta
Con una mano.
Ya verán, ya lo habrán de ver,
Ya lo habrán visto,
Qué hacen los milicianos
Con el fascismo”
Tenía en sus manos la mitad del ejército de Tierra, pero su valor no era tanto por
el número como por la preparación con la que contaba el ejército de África. El problema
fue su traslado a la península a través del estrecho de Gibraltar, sin barcos para su
transporte (sólo tenían un acorazado y dos cruceros, que además estaban en reparación)
y con la flota republicana en Tánger impidiéndolo.
Otra ventaja fue la de contar en sus filas con la mayoría de los generales y altos
oficiales, que pronto supieron encontrar la solución a la carencia de los suboficiales, a
través de una preparación rápida y creando el cuerpo de Alféreces Provisionales (muy
Para la alimentación contaba con los campos trigueros de Castilla y León y las
zonas ganaderas de Galicia.
Canción falangista
“Cuando se enteró mi madre
De que yo era de las JONS
Me dio un abrazo y me dijo:
-Hijo mi de mi alma,
Así te quería ver yo,
Falangista valeroso
Y con este patrimonio:
La justicia, el pan, la Patria
Y la España grande y libre
Que soñaba José Antonio. …
Porque sé que si me matan,
De la sangre en que yo muera
Se alzará como una espiga
Roja y negra de la pólvora
Y la sangre, mi bandera”
Así cada bando tuvo sus propios patrocinadores, en la medida que asumían sus
mismas ideologías y a pesar de las recomendaciones del internacional Comité de No
Intervención (27 países se sumaron a este comité en 1936, comprometiéndose a
permanecer neutrales y de abstenerse de enviar armas, entre ellos Alemania, Italia,
Francia e Inglaterra.).
“Si la república perdiese, resultaría imposible para los que creían en ella vivir en
España. ¿Estaba seguro de ello? Sí, lo sabia por las cosas que había visto que
habían sucedido e los lugares en donde había estado los fascistas … Si luchaba en
aquella guerra era porque había comenzado en un país que él amaba y porque
creía en la república y porque si la República era destruida, la vida sería
imposible para todos los que creían en ella. Se había puesto bajo el mando
comunista mientras durase la guerra. En España eran los comunistas quienes
ofrecían la mejor disciplina, la más razonable y la más sana para la prosecución
de la guerra… Pero, ¿Cuáles eran sus opciones políticas? Por el momento no las
tenía… Él creía en la República como una forma de gobierno; pero la República
tendría que sacudirse a aquella banda de cuatreros que la había llevado al
callejón sin salida en que se encontraba cuando la rebelión había comenzado”
Hemingway, Ernest: Por quién doblan las campanas.
En este bando la ayuda fue menos espectacular pero más efectiva. La ayuda más
importante fue la italiana con material bélico y unos 70.000 hombres; pero la más
importante fue la alemana, que envió poco personal pero sí mucho material, como la
Legión Cóndor; en cuanto a personal vinieron altos cargos que formaron a los alféreces
provisionales de forma efectiva, que actuarían como cargos intermedios en el ejército.
La ayuda alemana fue decisiva en el paso del Estrecho, por el envío de barcos y aviones
para poder trasladar las tropas de África. También ayudaron, con pocos hombres,
Irlanda y Portugal.
Por todo ello se desató el llamado terror rojo, un estado de caos donde las
milicias armadas actuaban realizando matanzas espontaneas y descontroladas de
personas supuestamente enemigas: derechistas, eclesiásticos (6.882 clérigos), militantes
católicos, terratenientes o gentes adineradas, sin previo juicio legal. Casos destacables
fueron fusilamientos, por desacato, tras juicio militar, de los generales sublevados
Goded y Fanjul; el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera (fundador de la
Falange Española); y los 2.700 fusilamientos, realizados por comunistas sin juicio
previo, en Paracuellos del Jarama y otros en Torrejón de Ardoz (eran detenidos en
cárceles de Madrid, que so pretexto de su traslado a Valencia -donde estaba la sede
ahora de la República tras el asedio de Madrid-, eran sacados de allí y fusilados). Los
asesinatos fueron más fruto de la sed de venganza, que intento de acabar con el golpe y
la guerra.
“La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha blanca de los comicios
de febrero de 1936, en que la falta de conciencia política del gobierno nacional
dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado
en las urnas, se transformó, por la conciencia cívico-militar, en la lucha cruenta
de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados,
que salió a la defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional y la
patria, y muy ostensiblemente, en un gran sector, para la defensa de la religión; y
de la otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que
quiso sustituir la vieja civilización de España, con todos sus factores, por la
novísima "civilización" de los soviets rusos... La Iglesia no podía ser indiferente en
la lucha. De una parte, se suprimía a Dios, cuya obra ha de realizar la Iglesia en
el mundo y se causaba a la misma un daño inmenso, en personas, cosas y
derechos; de la otra estaba el esfuerzo por la conservación del viejo espíritu,
español y cristiano. […]”
Carta colectiva del episcopado español sobre la guerra (1 de julio de 1937)
“La República había, pues, provocado la guerra civil que era la prueba de
su fracaso y la razón de su caducidad. Si ésta era convicción unánime en la
España nacional, si era claro que no se podía volver al pasado, la verdad
era también –quiérase o no- que por nuestra parte sólo disponíamos
entonces de una organización provisional, de guerra. Esta ausencia de una
morfología política normal se explotaba habilidosamente por el enemigo
en ambientes propicios presentándonos como una mera facción de
insurrectos. Tácticamente, pues urgía la configuración del Movimiento
como un Estado. Aunque mucho más importante todavía que esta razón de
orden táctico era la ocasión excepcional ¡única! Que se nos presentaba de
crear un Estado sin antecedentes, sin compromisos, sin cargas. Un Estado
verdaderamente nuevo; el único que en mucho tiempo hubiese podido el
mundo ver surgir de ese modo, con novedad mucho más radical que la de
cualquier revolución que fuera heredera inmediata del régimen derrocado.
Serraño Suñer, Ramón5: Entre Hendaya y Gibraltar, EPESA, Madrid, 1947, pp. 28-29
A los pocos días de la sublevación los límites entre ambos frentes estaban
establecidos. Los rebelados habían realizado dos importantes operaciones: el Paso del
Estrecho (gracias a la ayuda alemana y a la impericia de la marina y aviación
republicanas), por lo que consiguieron toda la Andalucía occidental, llegando a
conquistar Extremadura (con lo que se abrió un pasillo amplio que comunicaba
Andalucía y Castilla y León, unificando gran parte del territorio) y a conectar con
Granada.
En esta fase los franquistas siempre llevaron la iniciativa (sobre todo por el sur y
por el norte al cortar la comunicación con Francia), mientras que los republicanos
fracasaron en Aragón y Baleares.
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Ramón Serrano Súñer (1901–2003). Fue un político español, seis veces ministro de los primeros
gobiernos franquistas entre 1938 y 1942, ocupando las carteras de Interior, Gobernación y Asuntos
Exteriores. Conocido popularmente con el sobrenombre del Cuñadísimo (al ser hermano político de
Carmen Polo, esposa de Franco), fue uno de los principales artífices del Régimen en sus primeros años,
tanto en lo jurídico como en lo político. Reconocido por su germanofilia, promovió el envío de la
División Azul para luchar contra la Unión Soviética. Máximo dirigente del partido único, FET de las
JONS. Fundador del medio de comunicación Agencia Efe (1939), así como también de la organización no
gubernamental ONCE (1938).
La toma de Madrid era decisiva en los planes de los sublevados, pero el dedicar
el ejército, dirigido por el general Varela, para rescatar el Alcázar de Toledo hizo
retrasar este ataque, lo que dio tiempo para la fortificación de la capital y la
militarización de la población. Mientras Mola esperaba en la meseta norte, sin
munición, la llegada de más tropas desde el sur.
Pancarta en las calles de Madrid, donde siguiendo el lema de Verdún dice: “¡No pasarán!
El fascismo quiere conquistar Madrid. Madrid será la tumba de los fascismos”
Los hitos bélicos de la batalla de Madrid son las batallas del Jarama y
Guadalajara. La primera fue un intento nacional de una maniobra de envolver a través
del dominio de la carretera que conducía a Valencia; se desarrolló entre el 5 y 25 de
febrero de 1937 y en ella los nacionales toman mucho terreno, que luego es
reconquistado por los republicanos en una contraofensiva.
La lucha por Madrid, donde se mantuvieron las líneas del frente, tuvo tablas
como resultado. Por ello los su nacionales pasaron a la conquista del norte peninsular.
El cinturón de hierro de Bilbao fue destruido por las tropas franquistas a través
de la concentración de artillería; posteriormente cayeron en manos nacionales Vizcaya y
Santander; ya sólo quedaba Asturias, pero presentaba la dificultad del relieve del terreno
y los grupos de resistencia (los “maquis” que actuaban a través de una guerra de
guerrillas contra los nacionales, y que no llegaron a desaparecer aquí hasta 1945).
Al final Franco tomó Teruel y con ello podía abrir un corredor hacia el
Mediterráneo; consiguió llegar a Vinaroz (al sur del Ebro), el 15 de abril de 1938, con
lo que dividió el territorio republicano en dos y sentenciaba a Cataluña (recomiendo
aquí ver la película “¡Ay Carmela!” y “Sierra de Teruel”).
Ante esto la República intentó una batalla de gran alcance: la del Ebro (24 julio-
15 noviembre de 1938, ¡casi cuatro meses!) con un ejército bien armado y entrenado,
que se enfrentaba decididamente a Franco, a sabiendas de que de su éxito o fracaso
dependía el triunfo en la guerra. La iniciativa correspondió a la República que
aprovechó la oscuridad de la noche para atravesar el río y se enfrentó en una batalla
frontal y sangrienta que duró más de tres meses, donde la superioridad técnica y mejor
disposición táctica de Franco decidió la batalla a su favor. El coste fue de 100.000
hombres y grandes pérdidas materiales, además de la posterior caída de Cataluña
(Franco entró en Barcelona el 26 de enero de 1939, sin encontrar resistencia alguna,
mientras que miles de refugiados se agolpaban en la frontera francesa camino del
exilio).
“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las
tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.
El Generalísimo, Franco. Burgos, 1 de abril de 1939”
En cuanto a las vidas que se cobró el conflicto podemos diferenciar entre las
muertes en combate (en el frente), militares capturados y fusilados, y civiles en
bombardeos y fusilamientos, ascendiendo aproximadamente a unos 350.000 muertos en
total. A esto unimos las bajas por hambrunas y enfermedades, y los exiliados en el
extranjero (sobre todo en campos de concentración de Francia, que luego con la
ocupación nazi fueron exterminados unos 20.000), entre ellos muchos intelectuales.
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La autarquía fue el desarrollo de los recursos disponibles hasta alcanzar la autosuficiencia frente al
exterior.