Está en la página 1de 385

manuales

Libros de texto para todas las especialidades de


Derecho, Criminología, Economía y Sociología.
MANUAL DE

Juan Sebastián Fajardo Vanegas


Una colección clásica en la Literatura universi-
taria. Todos los títulos de la colección manuales
los encontrará en la página web de Tirant lo
CONTRAINTERROGATORIO
Blanch, www.tirant.es PASO A PASO PARA UN CONTRA IDEAL

ra
Lectu
nube
Juan Sebastián Fajardo Vanegas en la

MANUAL DE CONTRAINTERROGATORIO

978 - 84 - 1113 - 229 - 9

9 788411 132299 manuales


ACCESO GRATIS a la Lectura en la Nube

Para visualizar el libro electrónico en la nube de lectura envíe


junto a su nombre y apellidos una fotografía del código de barras
situado en la contraportada del libro y otra del ticket de compra
a la dirección:

ebooktirant@tirant.com

En un máximo de 72 horas laborables le enviaremos el código de


acceso con sus instrucciones.

La visualización del libro en NUBE DE LECTURA excluye los usos bibliotecarios


y públicos que puedan poner el archivo electrónico a disposición de una
comunidad de lectores. Se permite tan solo un uso individual y privado
Manual de contrainterrogatorio
Paso a paso para un contra ideal
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH

María José Añón Roig Javier de Lucas Martín


Catedrática de Filosofía del Derecho de la Catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía
Universidad de Valencia Política de la Universidad de Valencia
Ana Cañizares Laso Víctor Moreno Catena
Catedrática de Derecho Civil de la Catedrático de Derecho Procesal
Universidad de Málaga de la Universidad Carlos III de Madrid

Jorge A. Cerdio Herrán Francisco Muñoz Conde


Catedrático de Teoría y Filosofía de Catedrático de Derecho Penal
Derecho. Instituto Tecnológico de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Autónomo de México Angelika Nussberger
Catedrática de Derecho Constitucional
José Ramón Cossío Díaz
e Internacional en la Universidad de Colonia
Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia
(Alemania). Miembro de la Comisión de Venecia
de la Nación y miembro de El Colegio Nacional
Héctor Olasolo Alonso
Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot Catedrático de Derecho Internacional de la
Juez de la Corte Interamericana de Derechos Universidad del Rosario (Colombia) y Presidente
Humanos. Investigador del Instituto de del Instituto Ibero-Americano de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM La Haya (Holanda)
Owen Fiss Luciano Parejo Alfonso
Catedrático emérito de Teoría del Derecho de la Catedrático de Derecho Administrativo de la
Universidad de Yale (EEUU) Universidad Carlos III de Madrid
José Antonio García-Cruces González Tomás Sala Franco
Catedrático de Derecho Mercantil Catedrático de Derecho del Trabajo y de la
de la UNED Seguridad Social de la Universidad de Valencia
Luis López Guerra Ignacio Sancho Gargallo
Catedrático de Derecho Constitucional de la Magistrado de la Sala Primera (Civil) del
Universidad Carlos III de Madrid Tribunal Supremo de España
Ángel M. López y López Tomás S. Vives Antón
Catedrático de Derecho Civil de la Catedrático de Derecho Penal de la Universidad
Universidad de Sevilla de Valencia
Marta Lorente Sariñena Ruth Zimmerling
Catedrática de Historia del Derecho de la Catedrática de Ciencia Política de la Universidad
Universidad Autónoma de Madrid de Mainz (Alemania)

Procedimiento de selección de originales, ver página web:

www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-selección-de-originales
MANUAL DE
CONTRAINTERROGATORIO
Paso a paso para un contra ideal

Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Presentación
Francisco josé sintura varela
Conjuez de la Corte Suprema de Justicia Colombiana
Director del Área de Derecho Penal de la Universidad del Rosario

Prólogo
Justin brooks
Director del California Inoccence Project
Director del MASTER LL.M. En litigación oral
California W. School of Law

tirant lo blanch
Bogotá, 2022
Copyright ® 2022

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotoco-
pia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito del autor y del editor.

En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la perti-


nente corrección en la página web www.tirant.com incorporada a la ficha del libro. En
www.tirant.com dispondrá de un servicio con los textos legales básicos y sectoriales
actualizados como complemento de su libro.

Fajardo Vanegas, Juan Sebastián


Manual de contrainterrogatorio. Paso a paso para un contra ideal
/ Juan Sebastián Fajardo Vanegas; José Sintura Varela, presentación;
Justin Brooks, prólogo. – 1. edición. – Bogotá: Tirant lo Blanch, 2021.
380 páginas.
ISBN: 978-84-1113-229-9
1. Interrogatorio. 2. Procedimiento penal. 3. Examen de testigos.
4. Práctica judicial. I. Sintura Varela, José, presentación. II. Brooks,
Justin, prólogo. III. Título.
LC-KF8920
345.052-DDC20
Catalogación en publicación de la Biblioteca Carlos Gaviria Díaz

© Juan Sebastián Fajardo Vanegas

© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
Calle 11 # 2-16 (Bogotá D.C.)
Telf.: 4660171
Email: tlb@tirant.com
Librería virtual: www.tirant.com/co/
ISBN: 978-84-1113-229-9

Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no


ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-em-
presa nuestro procedimiento de quejas.

Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf


Agradecimientos

A mi padre, Álvaro Fajardo Suárez, cuya luz, desde el cielo, sigue guiando de
forma permanente mi trasegar. A mi madre, Clara Patricia Vanegas, quien con su
ternura, templanza y bondad me inspira a ser la persona que sus ojos ven cuando
me mira; espero lograrlo, cuando menos, en una pequeña medida. A mis herma-
nos, Sandra, Alex y Cristián, por siempre estar ahí.
A Majer Nayi Abushihab y Francisco José Sintura. Maestros, colegas y amigos,
a quienes debo mi pasión por el derecho penal. En ellos recae la responsabilidad,
a título doloso, por la existencia de varias generaciones de académicos y litigantes
enamorados de las garantías y los derechos fundamentales.
A todos mis amigos, estudiantes y compañeros docentes que, desinteresada-
mente, dedicaron largas horas, durante varios meses, a la lectura y análisis de
este manual1. Las bondades del libro son objetivamente imputables a ellos y a sus
rigurosos aportes. Las falencias son solo mías.
A mi casa, la Universidad del Rosario. Nunca tendré cómo agradecerle todo lo
que me ha dado.

1
Entre ellos debo destacar a Sofía Turbay León, Amir Nayi Abushihab Collazos, Alexander Ro-
gélis Sánchez, Juan Felipe Correa Cano, Cristián Andrés Fajardo Vanegas, Gustavo Balmaceda
Hoyos, Isabella Soto Rojas, Juan Carlos Páramo Vásquez, José Palma Arismendi, Paola Casa-
bianca Zuleta, Luis Felipe Camacho Martínez, Miguel Ángel Muñoz, David Benavides Morales,
Alejandro Romero Gaitán, Marlon Domínguez González, Andrés Sintura Sánchez, Daniella
Lozano Maldonado, David Leal Cortes, Isabella Jiménez Carvajal, Camilo Bocanegra, Pablo
Suárez Námen y a todos los miembros del Semillero de Litigación Oral de la Universidad del
Rosario, que orgullosamente dirijo.
Contenido

Presentación........................................................................................................................... 13

Prólogo.................................................................................................................................. 19

Introducción........................................................................................................................... 21

CAPÍTULO 1: GENERALIDADES DEL ARTE DE CONTRAINTERROGAR

1. El contrainterrogatorio: concepto y finalidad................................................................ 25


2. Acabemos con el mito: el contraexamen NO es una habilidad reservada para genios.... 30
3. El contraexamen y el total trial approach...................................................................... 37
3.1. ¿Qué es la teoría del caso?................................................................................... 40
3.2. Principales características de una teoría del caso convincente............................... 42
3.3. ¿Cuáles son los elementos estructurales de la teoría del caso?.............................. 47
3.4. Conclusión: La teoría del caso, siempre en la cabeza del buen contrainterrogador 54

CAPÍTULO 2. MANDAMIENTOS DEL CONTRAEXAMEN

1. Primer mandamiento: Prepare el contrainterrogatorio................................................... 55


2. Segundo mandamiento: sea homicida, no suicida.......................................................... 59
3. Tercer mandamiento: haga un contra a prueba de balas................................................ 64
4. Cuarto mandamiento: suave con el testigo, duro con el tema........................................ 68
5. Quinto mandamiento: Utilice siempre la camisa roja.................................................... 73
6. Sexto mandamiento: No ‘cantinflee’.............................................................................. 76
7. Séptimo mandamiento: Cuídese de su ego. Siempre es mal consejero............................ 82
8. Octavo mandamiento: ¡No lea! Escuche....................................................................... 87
9. Noveno mandamiento: No postergue el punto. Anótelo en cuanto pueda..................... 90
10. Décimo mandamiento: menos es más............................................................................ 94

CAPÍTULO 3. SISTEMA DE CONTRAINTERROGATORIO

PRIMERA PARTE: LA PREPARACIÓN DEL CONTRAINTERRROGATORIO................. 99


1. Primer paso: conocer las finalidades del contrainterrogatorio a testigos........................ 100
1.1. Áreas de impugnación de credibilidad de testigos................................................. 102
1) Manifestaciones previas inconsistentes........................................................ 105
Objetivos específicos................................................................................... 105
Características de una inconsistencia persuasiva......................................... 107
Fuentes de las inconsistencias...................................................................... 114
Las inconsistencias no son suficientes para “acabar” con el testigo.............. 131
10 Contenido

2) Impugnación por omisión........................................................................... 133


Objetivos específicos................................................................................... 134
Características de una omisión persuasiva................................................... 135
Fuente de las omisiones............................................................................... 138
Las omisiones tampoco son autosuficientes................................................. 138
3) Inconsistencias u omisiones dentro del testimonio en juicio........................ 140
4) Parcialidad, interés o motivo para mentir.................................................... 142
Requisitos particulares de la impugnación por parcialidad.......................... 145
Ejemplos más frecuentes de parcialidad...................................................... 147
5) Contaminación de los testigos..................................................................... 152
6) Carácter mendaz......................................................................................... 156
Requisitos................................................................................................... 157
Fuentes frecuentes del carácter mendaz....................................................... 158
7) Capacidad de percepción............................................................................ 161
8) Inverosimilitud de las afirmaciones............................................................. 164
9) Procesos de rememoración del testigo......................................................... 168
10) Impugnación con prueba de refutación....................................................... 173
11) Impugnación por récord criminal................................................................ 177
1.2. Contrainterrogatorio en búsqueda de concesiones............................................... 178
1) Aspectos favorables mencionados en el directo........................................... 181
2) Aspectos favorables no mencionados en el directo...................................... 182
3) Neutralizar el testimonio............................................................................. 183
4) Fuego cruzado: el testigo refuta otro testigo de la contraparte.................... 184
5) El testigo reafirma la credibilidad de un testigo propio................................ 186
2. Segundo paso: conocer las finalidades del contrainterrogatorio a peritos...................... 187
2.1. Nociones básicas de la prueba pericial................................................................. 187
2.2. Aspectos generales del contrainterrogatorio a peritos........................................... 194
2.3. Áreas de impugnación de credibilidad de peritos.................................................. 198
2.3.1. Áreas comunes......................................................................................... 198
1) Manifestaciones previas inconsistentes............................................... 198
2) Omisiones.......................................................................................... 199
3) Parcialidad......................................................................................... 200
2.3.2. Áreas específicas...................................................................................... 206
1) Idoneidad del perito: formación académica, experiencia y conocimiento.. 206
2) Atacando la pericia: premisa, método y conclusiones......................... 212
3) Antecedentes disciplinarios, éticos y penales de los peritos................. 218
4) Ataque al área de la experticia........................................................... 218
5) Impugnación del perito homólogo..................................................... 220
2.4. Contrainterrogatorio a peritos en búsqueda de concesiones................................. 222
3. Tercer paso: estudiar sistemáticamente el caso con miras al contrainterrogatorio.......... 223
3.1. Aclaraciones previas sobre el método de estudio del caso..................................... 224
3.2. El método............................................................................................................ 224
4. Cuarto paso: la decisión más difícil. “Cuándo contrainterrogar”.................................. 229
5. Quinto paso: Seleccionar las líneas del contrainterrogatorio......................................... 232
6. Sexto paso: determinar el orden del contrainterrogatorio.............................................. 235
7. Séptimo paso: construcción de las “preguntas”............................................................. 240
Contenido 11

7.1. Pasos para la construcción de las notas de apoyo................................................. 241


7.2. Reglas para la selección de las preguntas.............................................................. 244
7.3. Manténgase flexible............................................................................................. 255
8. Octavo paso: ¡Prepárese para la audiencia! - Consejos logísticos.................................. 256
SEGUNDA PARTE: LA EJECUCIÓN DEL CONTRAINTERROGATORIO....................... 258
1. Primer paso: escuche con atención el interrogatorio directo.......................................... 258
2. Segundo paso: cómo formular las preguntas................................................................. 265
2.1. Manténgase flexible: la clave de la fluidez............................................................ 266
2.2. El tono de las preguntas....................................................................................... 267
2.3. El ritmo del contrainterrogatorio......................................................................... 269
2.4. Escuche al testigo y nunca pierda contacto visual................................................. 269
3. Tercer paso: control del testigo...................................................................................... 270
4. Cuarto paso: ejecución de la impugnación de credibilidad............................................ 282
4.1. Ejecución de la impugnación por inconsistencias................................................. 282
4.2. Particularidades de impugnación por inconsistencias en manifestaciones orales
hechas a terceros — Testigo de impugnación........................................................ 298
4.3. Ejecución de la impugnación por omisiones......................................................... 327
4.4. Ejecución de la impugnación por parcialidad....................................................... 332
4.5. Ejecución de la impugnación por contaminación de los testigos........................... 334
4.6. Ejecución de la impugnación por carácter mendaz............................................... 339
4.7. Ejecución de la impugnación por percepción........................................................ 342
4.8. Ejecución de la impugnación por inverosimilitudes.............................................. 346
4.9. Ejecución de la impugnación por procesos de rememoración............................... 350
4.10. Impugnación con récord criminal......................................................................... 353
5. Quinto paso: particularidades de la ejecución del contra a peritos................................ 354
6. Sexto paso: Técnicas para la ejecución del contra por concesiones................................ 360
7. Séptimo paso: defiéndase de las objeciones más comunes.............................................. 362
7.1. Cómo y cuándo “replicar” las objeciones de la contraparte.................................. 362
7.2. Las objeciones más frecuentes frente al contra..................................................... 364
8. Octavo paso: el recontrainterrogatorio......................................................................... 369

Bibliografía.............................................................................................................. 375
Presentación

Francisco José Sintura Varela1

El autor de este manual pertenece a esa nueva generación de profesionales del


derecho que se educó y vive la cotidianeidad del ejercicio profesional con el nuevo
sistema de tendencia acusatoria, adquiriendo las destrezas y habilidades necesa-
rias para intervenir con éxito en la confrontación con las autoridades de perse-
cución penal en varios casos relevantes en el foro penal de los cuales ha salido
airoso, precisamente por su conocimiento y cada vez más depurada técnica para
el contrainterrogatorio, como expresión más relevante del derecho a controvertir.
Conocí al profesor Juan Sebastián Fajardo V. desde su paso destacado por la
Universidad del Rosario, cuna de la República con más de 367 años de historia y
en la que durante los últimos 30 años dirijo el área de Derecho Penal. Culminados
sus estudios de pregrado, adelantó su especialización en la Universidad Externado
de Colombia y el curso de Especialización de la Universidad de Salamanca. Ade-
más, asistimos conjuntamente a las aulas del California Western School of Law
en donde Juan Sebastián se destacó en los ejercicios prácticos de la Maestría en
Derecho con Especialización en Litigación Oral. Tuvimos también ocasión de tra-
bajar conjuntamente casos importantes en el foro penal desde nuestra posición de
defensores o de apoderados de víctimas, oportunidades todas en las que demostró
sus habilidades, organización y técnica propia en el contrainterrogatorio.
Justamente por su disciplina en el estudio, su conocimiento de la teoría del
delito y de los procedimientos, lo invité a combinar su práctica profesional con el
inicio de un proceso de formación docente en la Universidad del Rosario, proceso
que ajusta ya varios años y que le ha permitido por sus méritos, orientar la cate-
dra de técnicas de juicio oral, tanto en el pregrado como en el posgrado, con un
éxito total como lo evidencia el pedido que tiene su materia por los estudiantes
que quieren escucharlo y aprender de sus conocimientos, experiencias y habilida-
des. Hoy dirige y coordina el grupo de estudiantes que hacen parte del semillero

1
Ex Fiscal General de la Nación (E), Ex Vicefiscal General, Conjuez de la Corte Suprema de
Justicia, Director del Área de Derecho Penal de la Universidad del Rosario y Socio Principal de
Francisco Sintura Varela Abogados Asociados SAS.
14 Francisco José Sintura Varela

de prácticas en oralidad en la Universidad del Rosario en eventos y concursos


locales e internacionales.
Fajardo Vanegas encontró un tema de estudio que disfruta grandemente y que
demandaba ser abordado con el juicio, la disciplina, el lenguaje tranquilo y la
dedicación que evidencia el texto que hoy ofrece a la comunidad jurídica y acadé-
mica: “Manual de Contrainterrogatorio. Paso a paso para un contra ideal”.
El texto tiene el enorme valor de traer al discurso procesal en idioma español,
instituciones propias del sistema anglosajón, cuyas referencias ordinariamente
constituyen largo textos no traducidos desde el inglés o con traducciones livianas.
Referencia autores, casos prácticos y decisiones de las cortes americanas que se
han pronunciado sobre la naturaleza, objetivos, alcance, límites, práctica y conse-
cuencias del contrainterrogatorio, que resultan claramente pertinentes y de fácil
entendimiento para estudiantes y profesionales
Como bien se desprende del propio título, se trata de un manual; por tanto, no
teoriza sobre los temas de la dogmática procesal, sino que procura llevar al usua-
rio de la justicia, desde los estudiantes de consultorio jurídico, los actores del sis-
tema de enjuiciamiento criminal como policías judiciales, fiscales, procuradores y
defensores, peritos y expertos y, en general, a la comunidad académica, a un paso
a paso para efectuar un contrainterrogatorio organizado, apropiado y suficiente,
a partir de una propuesta de actividades previas, concomitantes y posteriores al
contraexamen, en el entendido que este ejercicio es el instrumento más apropiado
para develar al testigo mendaz, sesgado, parcializado, presionado o coaccionado.
Siendo ese el objetivo del “Manual”, este se logra con suficiencia por el autor.
Podemos decir, sin lugar a duda, que es el texto actual en idioma español más
completo sobre el contra examen de testigos y de gran utilidad para los países
latinoamericanos que han acogido en los últimos 30 años el modelo de tendencia
acusatoria. No es un texto exclusivamente para el ámbito judicial Colombiano,
sino para todos los modelos de enjuiciamiento criminal en idioma español que se
fundamentan en el sistema acusatorio.
Tiene la virtud, además, de que integra al examen del contrainterrogatorio
aspectos sustanciales del derecho probatorio haciendo énfasis en sus reglas más
importantes.
Siendo entonces un “Manual”, en la primera parte, sobre aspectos genera-
les, por así decirlo, parte de señalar que el examen cruzado de testigos no es un
ejercicio reservado para los más conocedores de la teoría o de la técnica, sino de
aquellos que tienen la disciplina y el cuidado de preparar con detalle el caso y
utilizar el contrainterrogatorio sí y solo si este sirve para fortalecer la teoría de ese
caso. Para tal efecto, el autor señala como definición puramente conceptual que
el contrainterrogatorio es “el turno de preguntas concedido a una parte para que
Presentación 15

examine al testigo que ofreció su oponente sobre los aspectos que fueron objeto
del directo y aquellos relacionados con su credibilidad”. No obstante, invita a
que el lector considere realmente que como lo señalara WIGMORE, que es, “más
allá de toda duda, el mejor mecanismo legal que se haya inventado jamás para
descubrir la verdad”.
Por ello, los contrainterrogatorios deben tener objetivos precisos y un concreto
propósito de contribuir a la teoría del caso de quien los formula; debe obedecer a
una visión global del caso y del juicio.
En palabras del autor, el contrainterrogatorio cumple el objetivo de servir de
importante dique o “filtro” probatorio para que el juez pueda depurar la infor-
mación que se advierte como cierta, de aquella falaz o que es producto de las
conjeturas, la mera sospecha o, la exageración. Es “un test de la verdad aplicado
a la prueba testimonial”, sobre todo cuando se trata de testigos que han rendido
varias versiones en entrevistas, declaraciones juradas, testimonios en otros juicios,
etc., eventos en los cuales el testigo ha quedado limitado para salirse o contradecir
esas afirmaciones precedentes.
En la segunda parte, se advierten tres ejes fundamentales integrados por:
a) las recomendaciones o “mandamientos” del contraexamen que se incorpo-
ran en el capítulo 2, distribuidos en aquellas que corresponden a la fase prepara-
toria de la diligencia y otras a su fase de ejecución. Allí se vierten con claridad las
condiciones para asegurar una buena técnica y un uso apropiado y oportuno del
instrumento.
En la fase de estudio y análisis del contraexamen se destacan en particular los
relativos a la preparación previa, a la que el autor concede la más alta importan-
cia, pues ella envuelve: i) conocer la integridad de los elementos del caso para en-
contrar “variables de previsibilidad” o lo que es lo mismo, anticipar las respuestas
del testigo o los riesgos y preparar eventuales contra preguntas en procura de
alcanzar el objetivo que se adhiere a la teoría del caso de la parte que ejerce el
contrainterrogatorio; ii) obtener y estudiar todas las declaraciones previas y, iii)
Revisar los antecedentes del testigo en las fuentes legalmente disponibles.
También se destaca la recomendación conforme con la cual “nunca haga una
pregunta si no está preparado para enfrentar cualquier respuesta posible”, la que
ciertamente deja en crisis la sacudida afirmación de que el interrogador no debe
preguntar si no conoce la respuesta que el testigo va a rendir, máxima que el autor
cuestiona abiertamente y con buenos argumentos.
Finalmente, destacamos del grupo de principios o recomendaciones para la
fase de ejecución, las relativas a la de escuchar al testigo más que preparar un
libreto de preguntas para el contra que siendo leídas, harán perder la visualiza-
16 Francisco José Sintura Varela

ción del respondiente y la percepción de su dicho; la de no confrontar al testigo y


además, parar cuando el objetivo esta alcanzado y el “punto anotado”.
b) Un segundo eje del texto surge del capítulo 3 en el que el autor invita y pro-
pone un sistema de contrainterrogatorio, entendido como el conjunto de pasos
que deben observarse si se quiere alcanzar el objetivo de una diligencia persuasiva
y contundente.
Al efecto estructura el sistema en dos partes: preparación y ejecución.
Ello implica iniciar por responder el interrogante acerca de “sobre qué puedo
contrainterrogar” que supone abarcar las modalidades del contraexamen, los ob-
jetivos y los aspectos que pueden ser objeto de impugnación en la declaración del
testigo. Seguidamente se instruye pragmáticamente sobre la manera efectiva de
elaborar resúmenes, listados y matrices para cubrir todos los aspectos del directo
que pueden ser útiles en el contrainterrogatorio y, finalmente, la ejecución del
contra y la flexibilidad con la que debe abordarse.
En la fase de preparación el autor insiste en la necesidad de preguntarse, antes
de decidir la necesidad o no de contrainterrogar, por el objetivo: Qué objetivo se
persigue o, lo que es lo mismo, qué finalidades se buscan. Explica cómo, tradicio-
nalmente se ha dicho que, la decisión consiste en: atacar al testigo o, enfrentar el
contenido del testimonio, por lo que dependiendo de esa premisa de estrategia, la
realización del contraexamen revestirá diversas modalidades.
Si los ataques se dirigen al testigo y su carácter, ellos incluirán cuestionamientos
por parcialidad, contaminación, mendacidad, capacidad de percepción, memoria
y, las impugnaciones por prueba de refutación e historia criminal; si los ataque se
dirigen al testimonio, ellos pueden revestir cuestionamientos relacionados con las
manifestaciones previas de las que pueden surgir inconsistencias, la impugnación
por omisión del testigo que conoce y calla; inverosimilitud y las inconsistencias
mismas de la declaración actual.
Sin embargo, el autor se aparta de esa manera de dividir la preparación del
contrainterrogatorio al entender que todos son, finalmente, ataques al testigo. Por
ello, propone una estructura en la que el abogado se pregunte más bien por:
– Aquellos aspectos del directo que deben ser objeto de “impugnación” por-
que afectan la teoría del caso de quien propone el contrainterrogatorio
– Aquellos otros que deben ser “exaltados” porque la favorecen.
En esa división propone “impugnar” por: i) manifestaciones previas del testigo,
inconsistentes o contradictorias; ii) omisiones inexcusables; iii) inconsistencias en
la declaración que se está actualmente rindiendo en el juicio oral; iv) parcialidad
o motivo para mentir; v) Contaminación, vi) mendacidad; vii) manifestaciones
Presentación 17

inverosímiles, contrarias al sentido común o a las reglas de la experiencia y ix)


problemas de memoria.
Y plantea el autor “exaltar”: i) los aspectos favorables mencionados durante el
interrogatorio, ii) aquellos que parcialmente pueden ser útiles a la teoría del caso,
iii) eventos en que el testigo refuta a otro testigo de la contraparte o, iv) cuando el
testigo reafirma la credibilidad de un testigo propio.
Interesante y muy útil resulta el ejercicio que hace el autor acerca de la meto-
dología de las llamadas entrevistas o deposiciones que está autorizada en nuestra
legislación como herramienta de la defensa frente a las facultades del Fiscal para
hacer lo propio, para conocer de manera previa lo que el testigo podrá decir y la
importancia y forma de su realización, así como la opción de impugnar por par-
cialidad cuando el potencial testigo se niega a prestar la entrevista para la defensa.
Igualmente se destaca el análisis acerca de los efectos que tiene el testimonio
del testigo que obtiene beneficios por parte del órgano de persecución penal, re-
presentados en inmunidad, prebendas o ventajas punitivas y la manera como el
contrainterrogatorio resulta instrumento esencial para advertir eventual parcia-
lidad. Y resulta muy pertinente este estudio, por los efectos que viene teniendo
en Colombia y en algunos otros países de Latinoamérica que utilizan a éste tipo
de testigos beneficiados con principios de oportunidad o rebajas sustanciales de
pena, sus declaraciones inclinadas o parcializadas a lo que sus benefactores per-
siguen.
También llamamos la atención sobre el desarrollo práctico que ofrece el autor
sobre el contraexamen de peritos, en particular lo relativo a las áreas de impugna-
ción y las que pueden constituir exaltaciones o concesiones al perito de cargo. Su
contenido es no solamente revelador, sino mejor aún, exhaustivo.
Esta parte de la obra responde al interrogante de cualquier interesado en cómo
preparar y ejecutar un contraexamen en forma efectiva y eficiente.
c) El tercer eje temático de esta parte del libro alude al El sistema y el método
de estudio. Sobre este particular, de entrada advierte el autor que el sistema que
propone no es un ejercicio para realizar el diseño de la investigación, ni para or-
ganizar la teoría del caso, sino un modelo de abordaje del caso cuando ya se ha
pasado por la acusación y la audiencia preparatoria del juicio oral. Recomienda
un método propio de estudio del caso para la preparación y ejecución de un con-
trainterrogatorio efectivo.
Es un método para organizar el estudio del caso que ya ha pasado por las au-
diencias preliminares, de acusación y preparatoria. Es un método de abordaje de
las declaraciones de testigos y preparación de los contras que puedan resultar ne-
cesarios. Es una metodología organizada de trabajo, exhaustiva, y exigente, pero
18 Francisco José Sintura Varela

práctica, que parte desde la síntesis de la información a partir de la cronología de


los hechos y sus actores, la utilización de herramientas de Excel para su recolec-
ción y organización y su estudio y preparación.
Empleado el método de estudio y vertida la declaración del testigo en audien-
cia, se pregunta el autor, cuando conviene contrainterrogar? Y se responde: cuan-
do beneficie la teoría del caso, cuando el efecto sea restar credibilidad al testigo
o cuando aumente la credibilidad de los propios. Pero esa no es decisión que se
pueda abordar solo cuando el testigo ya declaró. Es decisión que debe incubarse
desde la preparación, porque el abogado debe validar previamente si el testigo
con su declaración tiene la “potencialidad” de perjudicar su teoría del caso o de
reforzarla. Por ello, invita a seleccionar desde la preparación del caso unas líneas y
un orden de contrainterrogatorio a las que asigna una metodología de trabajo que
se instrumenta y concreta a partir de las notas que se van tomando del desarrollo
del juicio.
En la fase de ejecución del contrainterrogatorio, el autor aterriza sus propues-
tas metodológicas luego de que el abogado ha preparado sus líneas de contrainte-
rrogatorio, preguntas tentativas y notas de apoyo, entre otras actividades.
Utilizando la misma metodología de la fase de preparación, el autor propone
un conjunto de pasos para obtener un contra persuasivo, iniciando desde la forma
de escuchar el testimonio directo, el tono de las preguntas, el ritmo del contraexa-
men, el contacto visual, el control del testigo, la ejecución de la impugnabilidad de
credibilidad y por omisiones, etc. Esto es, los métodos de ejecución del contrainte-
rrogatorio que se revisaron en la fase de preparación. Todo el abordaje se realiza
a partir de casos concretos, formulaciones prácticas y recomendaciones atinadas.
Destaco el examen de las objeciones más frecuentes en el contrainterrogatorio
y en particular la relativa a que lo preguntado “no fue objeto del directo” frente
a la que el Tribunal Superior de Bogotá en providencia muy importante, ha dado
una interpretación amplia a esta regla restrictiva, para darle un verdadero valor
al contrainterrogatorio como instrumento eficaz de defensa y de contradicción de
la prueba testimonial.
La lectura de la obra de JUAN SEBASTIÁN FAJARDO VANEGAS fue agrada-
ble, amena, ilustrativa, reveladora, documentada y atractiva por el lenguaje des-
complicado, ajeno a la erudición, sencillo y articulado. El autor le habla al lector,
lo dirige, lo orienta, lo aconseja y lo nutre de información pertinente y práctica.
Es un texto que suma al ejercicio práctico de la profesión, sin pretensiones de
consagrado académico. Pero claramente demuestra el futuro promisorio de quien
tempranamente se erige como un estudioso, disciplinado y buen jurista.
Prólogo

El derecho a confrontar testigos es un principio fundamental en el sistema


adversarial. Un corolario importante del derecho a confrontar a los acusadores
es el derecho a probar la confiabilidad y credibilidad de esos testigos a través del
proceso de contraexaminar.
El contraexamen es una herramienta poderosa que se puede utilizar para re-
forzar la teoría del caso de una de las partes, contradecir la evidencia presentada
a través del testigo de la parte contraria y, en última instancia, para desacreditar
el testimonio. El estudio y la práctica de contraexamen es sumamente importante
en el sistema adversarial.
Los libros y manuales de técnicas en litigación, (como es el caso) que puedan
apoyar, expandir, aportar y mejorar las prácticas de litigación, no solo son una
buena herramienta, sino deben ser utilizados como guía de repaso antes de ir a
los primeros juicios.
Agradezco y aplaudo que un exalumno de California Western School of Law
haya dedicado tanto esfuerzo desmenuzando y compactando información con
mucha claridad para ser presentada como un apoyo para el abogado latinoame-
ricano. Es mi deseo que esta herramienta pueda llegar a ser leída y utilizada por
muchos profesionales del derecho.

Justin Brooks
Director del California Inoccence Project
Director del Master Ll.M. en Litigación Oral
de la California W. School of Law, EE.UU.
Introducción

Este no es un libro para eruditos. Este es un libro diseñado para que todos los
actores del proceso penal, desde los consagrados hasta el estudiante en proceso de
formación, tengan las herramientas necesarias para formular, estructurar y ejecu-
tar un contrainterrogatorio persuasivo e impactante.
El lector que espera disertaciones de altísimo calibre, desarrolladas en el más
intrincado lenguaje, en búsqueda de satisfacer el egocentrismo intelectual que
gobierna a muchos abogados, sabrá disculparme. Este libro está redactado —o
al menos eso espero— en el lenguaje más sencillo posible. En ese que debería
utilizarse en el ejercicio de la profesión, dentro y fuera de la sala de audiencias,
donde deben emplearse las más eficientes herramientas comunicativas1. El espa-
ñol barroco y los términos artificiosamente sofisticados, en ese orden, no tendrán
espacio en este manual.
No es fácil escribir sobre las expectativas con las que se elabora un manual
de esta naturaleza. Mentiría si digo que no espero que se convierta en el manual
más completo e integral que, en español, se haya escrito sobre el volátil arte de
contrainterrogar. Más allá de ello, si a un solo litigante que se encuentra preparan-
do su caso, a raíz de lo que leyó en este manual se le llega a ocurrir una vía para
contrainterrogar a un testigo; mejora en forma alguna su técnica para ejecutar las
distintas líneas de contra o, siquiera, llega a percatarse de un error que comete con
frecuencia, mi objetivo se habrá cumplido cabalmente.
Y es que no resulta fácil desarrollar un contrainterrogatorio devastador, de
esos que se ven en los juicios norteamericanos, cuando la figura resulta tan extra-
ña a nuestro ordenamiento jurídico, donde el sistema penal de corte adversarial
apenas se encuentra madurando. Esta es una realidad que debemos entender si
queremos que continúe su desarrollo progresivo. El problema es que su carácter
incipiente no puede seguir siendo utilizado para justificar que las intervenciones
de los litigantes y las decisiones de los funcionarios se basen en la intuición, esto
es, lo que les “suena” o no adecuado.

1
Un estudio muy interesante sobre la relación entre habilidades comunicativas, técnicas de per-
suasión y el juicio oral se encuentra en: CHING, Bruce, Narrative Implications of Evidentiary
Rules (November 18, 2010). Valparaiso University Legal Studies Research Paper No. 10-11,
Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1711483
22 Introducción

El contrainterrogatorio no es una institución cualquiera. Como señaló John


Henry Wigmore hace más de cien años, en una definición acogida incluso por la
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, el contrainterrogatorio es el mejor
mecanismo legal inventado por el hombre para la consecución de la verdad. En
ese orden, ningún sentido tiene confiarle el análisis y aplicación de una figura tan
importante al instinto de los diversos actores del proceso penal.
Mucho menos sentido adquiere cuando la doctrina y la jurisprudencia ex-
tranjera, particularmente la norteamericana, llevan más de cien años analizando,
discutiendo y escribiendo sobre el contrainterrogatorio. Por eso, durante el trans-
curso de este manual me referiré permanentemente a ellas para esclarecer algunos
aspectos complejos que no han sido desarrollados en debida forma por la legisla-
ción, la jurisprudencia o la doctrina latinoamericana.
La composición de este libro también es, espero, muy sencilla. En el primer
capítulo explicaré las generalidades del arte de contrainterrogar. Derrumbaré el
mito según el cual el contrainterrogatorio es una habilidad reservada para los
genios. Expondré algunas ideas sobre el total trial approach o la visión global del
juicio, incluyendo la más importante: nunca debe desarrollarse un contrainterro-
gatorio si no resulta favorable para la acreditación de la teoría del caso. Finalizaré
explicando, brevemente, cuáles son las características y los elementos de una teo-
ría del caso ganadora.
En el segundo capítulo me ocuparé de los diez mandamientos del contrain-
terrogatorio. Esas diez nociones básicas que deben permanecer en la cabeza del
litigante siempre que lo ejecute. Algunos de ellos, vale la pena aclarar, deberán
aplicarse en mayor o en menor medida dependiendo de la personalidad y la ex-
periencia del litigante. Otros, como la inocultable necesidad de preparar el caso a
profundidad, no admiten flexibilización alguna.
El tercer capítulo es la joya de la corona. Allí usted podrá encontrar el “sistema
de contrainterrogatorio” que he desarrollado a partir de las enseñanzas y viven-
cias de los más experimentados litigantes norteamericanos, así como desde la
propia experiencia. El sistema de contrainterrogatorio está dividido en dos partes.
En la primera encontrará ocho pasos dedicados a la preparación del contra. Esto
es, todo aquello que usted debe saber y hacer sobre el contra, antes de ir a la sala
de audiencias.
En esa primera parte explicaré cómo se puede atacar la credibilidad de los
testigos; cuáles son las principales vías de ataque en contra de los peritos; cuándo
debe hacerse el contrainterrogatorio y cuándo no; cómo deben formularse las
líneas de contraexamen y las preguntas que la componen; cuál debe ser el orden
y la estructura de unas y otras; cómo deben construirse las notas de apoyo que se
llevarán a la sala de audiencias y cuáles son los principales consejos logísticos que
Introducción 23

le evitarán problemas elementales cuando llegue el momento de la verdad, entre


otros.
La segunda parte está dedicada a la ejecución del contrainterrogatorio. Allí
explicaré otros ocho pasos para que todo aquello que con tanta rigurosidad se
preparó, lleve efectivamente a la materialización de un contrainterrogatorio per-
suasivo —un killer cross-examination, en palabras de la más especializada doctri-
na norteamericana—.
Entre otros aspectos, allí me detendré en cómo deben formularse las preguntas
(tono, ritmo y lenguaje). Explicaré cuáles son las técnicas para la ejecución de
cada una de las vías de impugnación de credibilidad y del contrainterrogatorio
por concesiones. Más de cincuenta técnicas que le permitirán maximizar el impac-
to persuasivo de cada una de sus líneas de contrainterrogatorio.
Otro punto muy importante que no podría quedarse por fuera lo constituyen
las diez técnicas para el control del testigo hostil. Además, no solo me ocuparé de
cuáles son las objeciones que usted puede realizar al interrogatorio directo que
haga su contraparte, sino también de cómo puede defenderse cuando infundada-
mente quieran limitar su contrainterrogatorio con objeciones del estilo “no fue
objeto del directo” o “está hostigando al testigo”, entre otras.
En términos generales, con esos dieciséis pasos, distribuidos en dos partes (pre-
paración y ejecución) espero trazar el camino completo que le permita realizar el
contrainterrogatorio ideal. Esto es, aquel que le permita alcanzar sus objetivos y
acreditar su teoría del caso.
Una aclaración final es necesaria. Muchas de las ideas que expongo en este
libro pueden resultar subjetivas y, por ende, discutibles. No solo soy consciente de
ello, sino que, además, considero que únicamente a través del escrutinio profundo
de las distintas técnicas propias del juicio oral, nuestro sistema de corte adversa-
rial, tan joven en los países latinoamericanos, zarpará en buen rumbo. Así, con
mis ideas no espero cerrar la discusión, espero abrirla.
Espero contribuir desde la experiencia y la visión de quien ha contrainterroga-
do prácticamente a todas las clases de testigos existentes: expertos en temas técni-
cos, jurídicos y financieros, poseedores de títulos doctorado y un ego que no cabe
por la puerta de la sala de audiencias; senadores y exsenadores de la República,
magistrados y exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia, fiscales Delegados
ante la Corte Suprema de Justicia; peritos de todo tipo, peritos rigurosos, verdade-
ros expertos en su área; pero, también, falsos expertos que ningún aporte le hacen
a la copiosa labor de encontrar la verdad e impartir justicia; testigos que decían
la verdad, otros que mentían sin sonrojarse; coimputados arrepentidos, “snitch”,
delatores, “testigos de la corona”, “pentitis” y, sin importar el nombre que se les
24 Introducción

dé, personas que recibían beneficios punitivos a cambio de servir como testigos
para la Fiscalía. Algunos sinceros; muchos otros, mentirosos sin remedio.
Desde esa visión quiero aportar a la discusión sobre las técnicas básicas y
avanzadas de contrainterrogatorio que otros autores latinoamericanos ya inicia-
ron. Esto no implica, y esa es la aclaración que debo hacer, que lo aquí escrito
deba entenderse como verdad incontestable, a modo “Roma ha dicho causa fini-
ta”. Todo lo contrario. Ante el desacuerdo, bienvenido el debate. Bienvenida la
discusión técnica, científica y siempre rigurosa. De allí surgirán los filtros necesa-
rios para que nuestro sistema progrese. Para que camine hacia adelante y, con ello,
para que nunca se materialice la aterradora y nefasta idea de volver al sistema
inquisitivo de enjuiciamiento criminal.
Capítulo 1
Generalidades del contrainterrogatorio

1. EL CONTRAINTERROGATORIO:
CONCEPTO Y FINALIDAD

Mucho se discute en la práctica acerca del concepto, alcance y finalidad del


contraexamen1. Pero un número significativo de las discusiones que al respecto se
presentan en las salas de audiencias carecen de los fundamentos teóricos que per-
mitan definir con claridad tales parámetros. Las razones son varias, pero quizá la
más importante radica en que los operadores jurídicos que allí intervienen poseen
la firme creencia de que se trata de un aspecto gobernado por la intuición.
“Este contrainterrogatorio me suena o no me suena adecuado”; “mi instinto me
dice que así es como debo preguntarle al testigo”; “creo que la forma en la que pre-
gunta este abogado no es admisible”; “no me parece correcto que pregunte sobre
ese tema”, y otros del mismo estilo, son los “razonamientos” que se utilizan para
resolver la mayoría de asuntos relacionados con la práctica del contrainterrogato-
rio. Tanto por el abogado que se dispone a hacerlo, por su contraparte al oponerse,
como por parte del Juez que debe fallar las objeciones y valorar el testimonio.
Y aquí empiezan los problemas. Carecemos de una cultura jurídica en la que el
concepto de contraexamen se encuentre profundamente arraigado. Se trata de un
concepto joven que no ha madurado como debería en las facultades de derecho
latinoamericanas. Esto conlleva a que nuestra siempre tentadora, pero poco efec-
tiva intuición, suela jugarnos una mala pasada.
Situémonos en una sala de audiencias latinoamericana promedio. Nadie se
atrevería a negar que la mayoría de contras que allí se ven son, cuando menos,
deficientes: son más suicidas que homicidas. Basta con darnos cuenta que en la
mayoría de ocasiones, no somos capaces de distinguir si el abogado que hace las
preguntas, está en ejercicio del directo o del contra. Muchas de ellas son abier-
tas, muchas otras son confusas, y en muchas otras, no estamos en presencia de

1
A lo largo de este libro los conceptos de contraexamen y contrainterrogatorios se manejarán
como sinónimos, pese a que entendemos el esfuerzo de algunos autores por explicar las que, en
su criterio, constituyen algunas diferencias.
26 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

verdaderas preguntas, sino de una autentica discusión (o pelea) entre el abogado


y el testigo. No necesitamos más para concluir que la formación que estamos re-
cibiendo como “abogados de juicio” (trial lawyers) es igualmente deficiente, a tal
punto que no hemos logrado entender el concepto, la finalidad ni las técnicas de
contraexamen.
Aunque suene sorprendente, este es un fenómeno al que no escapan los sis-
temas norteamericanos2 y europeos3. Shane Read, profesor de la Universidad de
Yale, es enfático cuando afirma que “Si hoy usted entra a cualquier sala de juicio,
probablemente verá abogados conduciendo contraexámenes muy aburridos, lar-
gos e ineficaces. Lo mismo sucede con los contraexámenes realizados en el marco
de deposiciones. Por el contrario, los contraexámenes nunca deberían ser abu-
rridos, y muchísimo menos ineficaces”4. Esta afirmación de Read recae sobre el
sistema norteamericano5, en el que la literatura jurídica sobre el particular data de
hace más de 100 años y cuyo sistema de justicia criminal ha servido de ejemplo6

2
Así lo acepta, por ejemplo, Terrence MacCarthy, cuando señala: “Apart from the interesting
historical stories of history, Wellman’s most significant contribution was his belief that cross
should be conducted differently from direct. Go into courtrooms throughout our country and
it becomes obvious that this distinction is not always observed”. MacCarthy, Terrence. MacCa-
rthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago. 2007, p. 39
3
En Italia, el Profesor Gianrico Carofiglio, afirma que: “En la experiencia cotidiana de los tribu-
nales de justicia se constata una y otra vez la muy común falta de destreza con que numerosos
abogados y fiscales se desempeñan en el manejo de los instrumentos aplicables a la práctica de
la prueba oral y, especialmente, en la práctica del cross-examination; una falta de destreza, cabe
decir, que está en correspondencia con el retraso que sufren tanto la reflexión científica como
la elaboración de jurisprudencia relativa al sistema de los interrogatorios en la vista oral como
mecanismos con que obtener saberes procesales fiables”. En Carofiglio, Gianrico. El arte de la
duda. Marcial Pons. Madrid, 2010, p. 27.
4
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 17. La traducción es propia. El texto original es: “If you
walk into any courtroom today, you are likely to see lawyers conducting very boring, long, and
ineffective cross-examinations. The same is true of cross-examinations at depositions. Instead,
you should never be ineffective—much less boring—on cross- examination”
5
A esa conclusión arriba, también, el profesor de la Universidad de Indiana, John Applegate, en
APPLEGATE, John S., “Witness Preparation” (1989). Articles by Maurer Faculty. 847, p. 295
6
Con esto no pretendo afirmar que es un sistema perfecto. Está lejos de serlo. Por ejemplo,
mucho se ha discutido acerca de los jurados. Aquellos ciudadanos encargados de fijar los hechos
dentro del proceso penal tras la valoración de las evidencias. Para un estudio pormenorizado,
ver: GERSHMAN, Bennett L., How Juries Get it Wrong - Anatomy of the Detroit Terror Case
(October, 31 2008). Washburn Law Journal, Vol. 44, 2005. Así mismo, sobre las amplísimas
facultades en la “preparación” de los testigos en el sistema americano y sus potenciales riesgos
de distorsión de la verdad, ver: Vasiliev, Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream?
The Comparative Controversies of Witness Preparation in the United States,” (2011) Interna-
tional Commentary on Evidence: Vol. 9: Iss. 2, Article 5.
Generalidades del contrainterrogatorio 27

para la gran mayoría de países que han buscado adoptar la adversarialidad7. El


panorama latinoamericano es mucho más desalentador.
Terrence MacCarthy —quien ha sido director ejecutivo del Programa de De-
fensa Pública Federal de Estados Unidos para el Distrito Norte de Illinois durante
más de 40 años— dice que “muchos abogados, un número aún más grande de
profesores de técnicas de litigación, e inclusive algunos observadores esporádicos
de juicios, han llegado al consenso general según el cual el contraexamen es la
habilidad de la que más carecen los abogados”8.
En una de las cunas del contraexamen —y del sistema adversarial mismo— los
expertos han encontrado estas falencias originadas en la falta de entendimiento
y formación profesional en el contraexamen, pero sobre todo, originadas en la
creencia generalizada de que es un asunto que no ha de abordarse desde una
perspectiva técnica y científica, sino desde el instinto del abogado que lo ejecuta.
Tan solo a modo de ejemplo, si las objeciones frente al alcance del contra-
interrogatorio; las decisiones sobre la procedencia de las técnicas puntuales de
exposición de contradicciones, omisiones, manifestaciones inverosímiles y demás;
la determinación acerca de la posibilidad de indagar determinados temas; e inclu-
sive, la posibilidad de llevar a cabo demostraciones —recreaciones— durante el
contrainterrogatorio, se fallan todas conforme a nuestra poco afilada intuición,
la consecuencia resulta ser aquello con lo que nos enfrentamos todos los días:
ilegitimas e indebidas limitaciones al contrainterrogatorio.
De tal manera que si usted quiere interiorizar qué es el contraexamen, lo pri-
mero que debe hacer es dejar de lado esa atracción hacía la intuición o el instinto
y reemplazarla por una aproximación metódica hacía un verdadero sistema de
contrainterrogatorio.
Cuando señalo que el primer paso para convertirse en un verdadero contrain-
terrogador es interiorizar lo que es el contraexamen, no me refiero simplemente a
la búsqueda de definiciones conceptuales que suelen revestir poca utilidad, sino a
entender y permearse de la razón de ser de la institución. Me refiero al sentido, la
finalidad y el espíritu mismo del contra.

7
En este texto se presentan como sinónimos los conceptos de “sistema acusatorio” y “sistema de
corte adversarial”.
8
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 17. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Most trial lawyers and
an even greater number of trial advocacy teachers, and even some casual trial observers, are in
general agreement that cross- examination is the skill most lacking in trial lawyers. My own
experiences buttress this conclusion”.
28 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Frente a lo primero —la definición— bastará con decir que se trata del turno
de preguntas concedido a una parte para que examine al testigo que ofreció su
oponente sobre los aspectos que fueron objeto del directo y aquellos relacionados
con su credibilidad. Vale la salvedad, desde ya, que la limitación de referirse “a
los temas del directo” jamás podrá entenderse en forma literal y restringida. Por
su particular importancia, a ese tema le dedicaremos un apartado independiente.
Esa, sin más, es la definición que puede extraerse del tenor de la mayoría de
normas procesales en Latinoamérica. Pero esa es una aproximación carente de
sustancia. Una definición que no nos permitirá resolver los grandes problemas
que se originan cuando llega la hora de interpretar esa figura procesal. Una defi-
nición sin alma, y el contrainterrogatorio sí que la tiene.
Por eso prefiero que usted se quede con la definición que hace más de 100
años nos proporcionó el legendario jurista norteamericano John Henry Wigmo-
re9, cuando dijo que el contrainterrogatorio es “más allá de toda duda, el mejor
mecanismo legal que se haya inventado jamás para descubrir la verdad”10. O
con la de Edward Cox11, un aclamado barrister inglés, que dijo en 1852 que “el
contrainterrogatorio es el test de la verdad más certero que existe; una mejor ga-
rantía [para la verdad] que el juramento y la habilidad más útil, pero también la
más rara y difícil de adquirir, que un abogado podría llegar a dominar”. Jeremy
Bentham dijo, por su parte, que “ante el testimonio mendaz o errado, el contrain-
terrogatorio es la mejor de las garantías”12.

9
Para un análisis riguroso de la importancia de Wigmore, así como de la jurisprudencia nortea-
mericana que acogió su visión del contrainterrogatorio, ver: EPSTEIN, Jules, The Great Engine
that Couldn’t: Science, Mistaken Identifications, and the Limits of Cross-Examination (Septem-
ber 24, 2007). Stetson Law Review, Vol. 36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies
Research Paper No. 08-23, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090
10
La traducción es propia. El texto original es: “It may be that in more than one sense [cross-ex-
amination] takes the place in our system which torture occupied in the medieval system of the
civilians. Nevertheless, it is beyond any doubt the greatest legal engine ever invented for the dis-
covery of truth”. Citado por: CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion,
Strategies and Techniques. Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 20.
11
Ver: COX, Edward. The Advocate. His Training, Practice, Rights an Duties. John Crockford,
Law Time Office. Londres, 1852, p. 428 y 433. La traducción es propia. Los textos originales
son: “Hence, it is thar cross-examination has been always deemed the surest test of truth, and a
better security tan the oath (…) In concluding these remarks on cross-examination, the rarest,
the mos useful and the most dificult to be adquired of the accomplishments of the advocate”.
12
Citado por EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t: Science, Mistaken Identifica-
tions, and the Limits of Cross-Examination (September 24, 2007). Stetson Law Review, Vol.
36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies Research Paper No. 08-23, Disponible en
SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090, p. 765.
Generalidades del contrainterrogatorio 29

La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos dijo en Davis vs. Alaska que
“el contraexamen es el principal medio a través del cual se pone a prueba la cre-
dibilidad de un testigo y la veracidad de su declaración”13. Así mismo, en Perry Vs
Leake dijo que “el arma clásica para la búsqueda de la verdad en el curso del jui-
cio es el derecho a contraexaminar. Durante los dos siglos pasados, la regulación
del sistema probatorio anglosajón ha sido considerar, como un aspecto vital de
la ley, la necesidad de testear [la información] mediante el contraexamen”14. (Los
subrayados y los paréntesis son propios)
No es, entonces, un simple turno de preguntas,. No es una simple formalidad
que deba transitarse para arribar al fin del proceso penal, pese a que muchos lo
vean así. No es el rito por el rito. Y pese a que se insista —equivocadamente—
en que su alcance debe ser restringido, lo cierto es que su objetivo es tan amplio
como loable: la consecución de la verdad —o lo que más se le parezca— en el
proceso penal.
El contraexamen es un test de la verdad para la prueba testimonial. Un filtro
que permite separar la información impura que contienen algunas pruebas. Que
permite resaltar frente a los ojos del Juzgador la información fiable y transparente.
Es un arma en contra de las potenciales injusticias dentro del juicio. Es, también,
la más importante habilidad que todo abogado que intervenga en juicios orales,
sea fiscal, defensor o el mismo juez, debe conocer; y quizás el más significativo
derecho que tiene el acusado en el marco del proceso penal.
En palabras de uno de los juristas más destacados dentro del sistema adver-
sarial norteamericano, el Profesor Thomas Mauet: “Ejecutado correctamente, el
contra puede erosionar significativamente [la credibilidad] o limitar el testimonio
de la mayoría de testigos. Ejecutado pobremente, solamente logrará reforzar el
directo, o peor, dañar la credibilidad e imagen [del abogado]”15 (Los corchetes
son propios)

13
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Davis v. Alaska, 415 U.S. 308, 316 (1974). La
traducción es propia. El texto original es: “Cross-examination is the principle means by which
the believability of a witness and the truth of his or her testimony are tested”.
14
Corte Suprema de Justicia de los Estados unidos. Perry v. Leake, 488 U.S. 272, 283 n.7 (1989).
La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “The age-old tool for ferreting out
truth in the trial process is the right to cross-examination. For two centuries past, the policy
of the Anglo-American system of evidence has been to regard the necessity of testing by cross-
examination as a vital feature of the law”.
15
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 264. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Done well, cross-exa-
mination can significantly erode or limit the testimony of many witnesses. Done poorly, it suc-
ceeds only in reinforcing the direct examination or, even worse, damaging your credibility and
image”.
30 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Es esta concepción sustancial, profunda y reflexiva —que no la puramente for-


malista— la que debe irradiar cualquier problema de interpretación que se genere
frente a la práctica del contrainterrogatorio. Debe orientar la preparación de los
abogados frente a los temas que serán objeto del contra, pero sobre todo, debe
servir como foco para adoptar las difíciles determinaciones a las que usualmente
se enfrenta el litigante durante la práctica testimonial adversa.

2. ACABEMOS CON EL MITO: EL CONTRAEXAMEN


NO ES UNA HABILIDAD RESERVADA PARA GENIOS

A usted y a mí nos han dicho permanentemente que el contraexamen es una


habilidad tan compleja que difícilmente un abogado que carezca del coeficiente
intelectual propio de un genio —o que por lo menos se le acerque considerable-
mente— podrá ejecutarlo con éxito. En la doctrina norteamericana antigua se
encuentran ideas según las cuales, el contrainterrogatorio:
“…requiere del mejor de los ingenios; un hábito de pensamiento lógico; claridad de
percepción en general; infinita paciencia y autocontrol; la capacidad de leer la mente
de los hombres de forma intuitiva, de juzgar su carácter por su rostro, de apreciar sus
motivaciones; la habilidad de actuar con fuerza y precisión; un conocimiento maestro
del tema al que se enfrenta; una cautela extrema; y, sobre todo, el instinto para descubrir
el punto débil del testigo contrainterrogado”16
Algo así como un talento con el que se nace, no una destreza que se pueda
adquirir mediante el trabajo arduo y una aproximación metódica17. También nos
han hecho creer que el contra es una verdadera “batalla de ingenios o de intelec-
tos” entre el testigo y el abogado, en la que solo el más brillante podrá salir avan-
te. Lo que es peor, nos han enseñado que el contra es extremadamente peligroso,

16
Wellman, Francis. The Art Of Cross Examination. Edición de la American Bar Association. 2009.
Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company. Pos. 324. La traducción es pro-
pia. El texto original es el siguiente: “…requires the greatest ingenuity; a habit of logical thought;
clearness of perception in general; infinite patience and self-control; power to read men’s minds
intuitively, to judge of their characters by their faces, to appreciate their motives; ability to act with
force and precision; a masterful knowledge of the subject-matter itself; an extreme caution; and,
above all, the instinct to discover the weak point in the witness under examination”.
17
Parte de estas nociones las recoge MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination.
American Bar Association. Chicago. 2007, cuando señala: we have been told that cross- exam-
ination is an art. We have been told that if we cannot cross-examine, this is understandable. We
cannot cross-examine for the same reason that many of us cannot sing well. It is a talent that
you must be born with or you will never have it. (P. 39-40) (…) Moreover, we have, in effect,
been told that we should not expect to be taught to cross-examine effectively; as an art form,
it is something that can only be learned through years of experience, combined within innate
talents that few people are born with. (p. 40).
Generalidades del contrainterrogatorio 31

pues ante el menor desliz el testigo podrá arrojarnos una respuesta que acabe con
nuestra teoría del caso y su vocación de prosperidad.
Como si esto no fuese suficientemente aterrador, personas de la talla del legen-
dario profesor —sí, con mayúsculas— Irving Younger, han llegado al punto de
señalar en sus charlas y textos que un abogado tan solo estará “listo” para hacer
un contraexamen efectivo, después de haber adelantado 25 juicios completos. Me
pregunto quién quisiera ser uno de los 25 clientes —o víctimas, más bien— de ese
abogado que apenas está aprendiendo a contraexaminar18.
La buena noticia es que todas estas afirmaciones corresponden a una mirada
mitológica hecha desde el pedestal en el que algunos han querido situar al contra.
Pero lo cierto es que el mito se resquebraja, parte por parte:

(i) ¿Habilidad reservada para genios?


Como veremos más adelante, lo único que requiere todo aquel que pre-
tenda adelantar un contra devastador es preparación, preparación y más
preparación. Conocer su caso como nadie, identificar todas las variables
posibles que se podrán presentar durante el contra, determinar los objeti-
vos puntuales que busca y elegir una estrategia adecuada para lograrlos.
Las habilidades innatas, el coeficiente y la brillantez no son rivales dig-
nos —en lo que al contra refiere— para la dedicación, la disciplina y la
rigurosidad. Terrence MacCarthy lo dijo con más claridad:
“El contraexamen no es un arte, es una ciencia. Como ciencia, puede ser enseñada.
Más importante aún, puede ser aprendida. Por cualquiera. Con un poco de paciencia
y esfuerzo, usted también puede convertirse en un contraexaminador efectivo”19

(ii) ¿Una batalla intelectual?


Concebir el contra como una discusión donde chocan los intelectos de
quien pregunta y de quien responde, lo único que demuestra es la falta
de entendimiento sobre cómo debe ejecutarse un contra efectivo. En el
contra no hay discusión. No es ni debe ser un debate. Podríamos inclu-
sive afirmar que en el contra en realidad no se hacen preguntas, sino

18
Una reflexión similar se encuentra en MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination.
American Bar Association. Chicago. 2007.
19
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 44. Traducción propia. El texto original es el siguiente: “Cross-examination is not an
art, it is a science. As a science, it can be taught. More important, it can be learned. By anyone.
That is what this book undertakes to do —to teach you a complete system of cross— examina-
tion, and how to do it in a courtroom. With a little patience and effort, you too can become an
effective cross-examiner”.
32 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

que se realizan afirmaciones para que el testigo corrobore o niegue. Hay


autores destacados que han llegado a afirmar que sin importar cuál sea
la respuesta del testigo, siempre que no sea creíble, el objetivo del contra
se habrá logrado20.
Veámoslo en retrospectiva. Si no hay debate, no hay choque de intelec-
tos. No importará qué tan inteligente sea el testigo. Lo único que pesará
es qué tanto haya preparado usted sus líneas de contrainterrogatorio;
qué tanto conozca su caso y qué tan claros sean sus objetivos —lo que
jamás puede confundirse con llevar un libreto prefabricado de pregun-
tas, aspecto sobre el que me ocuparemos más adelante—.
Piénselo así, si el testigo se ve compelido a contestar “sí o no”, “cierto
o falso”, “afirmativo o negativo”, “correcto o incorrecto”; si, además,
cada vez que pretende discutir usted le recuerda cordialmente que res-
ponda con un “sí” o con un “no” su pregunta, el testigo está enjaulado. Y
si el testigo se encuentra enjaulado, entonces, ¿qué tan importante puede
resultar que se trate de un aventajado intelectual? Podrá ser un genio,
pero seguirá compelido a contestar sus preguntas, que se referirán a sus
temas, los que evidentemente tendrán que ser favorables a su teoría del
caso.
Tampoco debe preocuparle que fruto de esa inteligencia el testigo busque
la forma de rehusarse a responder. Al testigo le irá peor si no contesta.
Siempre que las preguntas sean claras y precisas, no hay nada que moles-
te más a un Juez que un testigo que deliberadamente se niega a responder
arguyendo astucias o minucias. El testigo perderá en credibilidad más de
lo que usted podría ganar con una respuesta sincera de su parte.

(iii) ¿El contra es peligroso porque no tenemos el control?


Uno de los temores más arraigados en todo abogado que se dispone a
contrainterrogar es el de generar una respuesta del testigo que vaya en
contravía de su teoría del caso. Algo así como un “tiro en el propio pie”.
Y la verdad es que en muchos de los contras que vemos diariamente, es
precisamente eso lo que termina sucediendo. “¡Se hubiese quedado ca-
llado!”, “¿por qué abordó ese tema que lo perjudicaba?”, “le terminó de
hacer el trabajo a la contraparte…”, son algunas de las conclusiones que
escuchamos cada vez que un contra se desarrolla inadecuadamente.

20
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 17.
Generalidades del contrainterrogatorio 33

Eso ha generado la creencia de que el contra es algo riesgoso y aleatorio.


Que depende de la suerte y de la voluntad de colaboración del testigo.
No obstante, La realidad es diametralmente opuesta. El profesor Shane
Read señala al respecto:
“Otro mito es que el testigo tiene el poder de perjudicarlo. A primera vista, el con-
traexamen parece difícil porque el abogado no sabe qué va a decir el testigo, por lo
que parece que el testigo tiene la ventaja. Sin embargo, la realidad es que usted elige
sobre qué temas preguntar y cuáles serán las preguntas que le formulará. Piense en
la inclinación de poder que eso genera. Usted tiene el control, no el testigo. Usted
puede preguntar sobre temas que le den a usted la ventaja, no al testigo”21
En ese orden de ideas, bastará con que usted realice preguntas claras,
formuladas sin adjetivos o calificativos, que se refieran a hechos especí-
ficos, utilizando el lenguaje más sencillo posible, para que el testigo se
vea obligado a contestarle lo que usted le preguntó, no lo que él quiera
decir. En otras palabras, bastará con que usted implemente el sistema de
contrainterrogatorio que ha sido decantado por varios de los mejores
litigantes norteamericanos y al cual se dedicará gran parte de este libro,
para que “el miedo a salir herido” se vea significativamente reducido.
No hay que tenerle miedo al testigo, por feroz que sea. Está enjaulado.
Pero si esto no es suficiente para disipar su temor, piense en aquellos
testigos que han realizado manifestaciones previas sobre los hechos. Este
es el santo grial del contrainterrogador. Cuando un testigo haya rendido
manifestaciones previas, bien sea en forma de entrevista, declaración ju-
rada, interrogatorio, testimonio en otro juicio, o de cualquier otra mane-
ra, usted estará en presencia de un testigo cuyo “ámbito de movilidad”
es casi inexistente. Usted estará en lo que algunos autores han denomina-
do, “safe area” o área segura, porque el testigo ya narró su versión de los
hechos. Ya cuenta con una base para estructurar la estrategia y las líneas
de contra, de las que el testigo no se podrá salir, al menos impunemente.
Ahora, ¿el testigo puede llegar a juicio a cambiar de versión? Sí, puede
pasar y es frecuente que esto suceda. Pero contando con una declaración
previa, cualquier cambio dará lugar a que usted ataque la credibilidad

21
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 69. La traducción es propia. El texto original es: “Another
myth is that the witness has the power to hurt you. At first glance, cross-examination seems
difficult because the attorney does not know what the witness is going to say, so it would appear
the witness has all the leverage. However, the reality is that you get to choose which topics to
question the witness on and then which questions to ask. Think about what a shift of power
that is. You are in control, not the witness. You can question the witness on topics that give you
the leverage, not him”.
34 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

del testigo y aniquile cualquier valor persuasivo que quieran darle a sus
mentiras.
Situémonos en la vida real. El abogado defensor lleva semanas prepa-
rando el contrainterrogatorio del testigo clave de la Fiscalía. Ha pensado
rigurosamente todas sus líneas, ha identificado los aspectos perjudiciales
y favorables del testigo, y también ha preparado la estrategia que uti-
lizará para enfrentarlo. Sin embargo, llega el testigo a juicio y cambia
de versión. Niega o esconde todo aquello que favorecía al defensor. Sus
contradicciones previas las corrige y además agrega a su testimonio un
número significativo de aspectos perjudiciales para la defensa.
Un abogado común se tomaría la cabeza y dejaría que su juicio se vea
nublado. Se preguntaría en silencio “¿cómo pudo haber arreglado todo
lo que tenía mal?”, mientras las manos empiezan a temblarle y su con-
vicción de salir triunfante empieza a abandonarlo. Pensará que ya no
tiene como atacarlo, que ya corrigió todo. Esta es una imagen de todos
los días. De hecho, al describirla, vienen a mi cabeza momentos en los
que pasé por ese lugar siniestro, cuándo aún no había entendido que
realmente estaba recibiendo un regalo por parte del testigo. Un auténtico
y valiosísimo regalo.
La razón es muy sencilla. Un verdadero contrainterrogador sabría que
el testigo acaba de darle más municiones para atacarlo, muchas más que
las que tenía antes. Cada hecho nuevo que artificialmente agregó a su
relato, supondrá la posibilidad de atacarlo por no haberlo mencionado
antes. Cada omisión o inconsistencia respecto a temas favorables que
en sus declaraciones previas había aceptado, en realidad supondrá una
nueva contradicción que podrá ser explotada en el contra.
Y lo que es mejor, cada corrección de “lo que estaba mal” o más técni-
camente, cada explicación falaz de contradicciones existentes, dará luz
verde a la impugnación más severa de todas: el carácter mendaz. Usted
podrá demostrarle al Juez que está en presencia no solo de un testigo
que mintió inicialmente —de ahí la contradicción preexistente— sino de
un testigo que es capaz de mentir para ocultar otras mentiras. Un testigo
que intenta cubrir sus rastros mentirosos con más mentiras. Esta forma
de contra, ejecutada correctamente, como explicaremos durante este li-
bro, es quizás la más fulminante de todas.
No pretendo con esto decirle que los contrainterrogatorios suelen salir
perfectos —si es que esa palabra tiene algún sentido frente a este tema—.
Tampoco pretendo decirle que es imposible que el testigo realice alguna
manifestación que aparentemente le haga daño. Suele pasar. Pero ape-
gándose a un verdadero sistema de contrainterrogatorio, la posibilidad
Generalidades del contrainterrogatorio 35

es infinitamente menor en comparación con los resultados de la impro-


visación. El Profesor Thomas Mauet lo explica de esta forma:
“El contra es frustrante porque rara vez sale de la forma en que se había
planeado. Una reacción común, cuando las cosas no salen como se han
planeado, es empezar a discutir con el testigo y olvidar la estrategia tra-
zada. Cuando esto pasa, el contra se desdibuja y los jurados usualmente
se ponen del lado de los testigos”22.
Lo importante es que, si esto sucede, si el testigo logra salir de las res-
puestas de “sí o no” y hacerle daño en alguna medida, usted no pierda
el control y retome su rumbo inmediatamente. Que vuelva al plan que
trazó con tanto cuidado y rigurosidad, en lugar de permitir que se genere
un efecto de bola de nieve por cualquier aspecto irrelevante. A esto, es a
lo que el profesor Terrence MacCarthy llama “contrainterrogar teniendo
puesta la camisa roja”23: con ella la sangre proveniente de las pequeñas
heridas no se notará y frente al Juez ningún efecto tendrá —volveremos
a hablar de la “camisa roja” cuando abordemos los mandamientos del
contra—.

(iv) ¿Años de experiencia antes de ser un verdadero contrainterrogador?


No nos equivoquemos. Irving Younger es quizás el profesor de eviden-
cias y técnicas de juicio oral más importante del siglo pasado. Se le com-
para con lo que fue en su momento John Henry Wigmore, y con lo que
hoy son profesores de la talla de Thomas Mauet y Terrence MacCarthy.
No hay texto sobre esta materia que no aborde sus posturas. No hay
contrainterrogador, que se precie de llamarse así, que no haya estudiado
a profundidad sus charlas y sus libros. De hecho, la doctrina especializa-
da ha llegado a señalar que su obra constituye el “nuevo testamento” del
contrainterrogatorio.
Dicho esto, la verdad es que Irving Younger se equivoca cuando afir-
ma que un abogado requiere haber intervenido en 25 juicios completos
antes de ser un contrainterrogador efectivo. Para empezar, si usted no

22
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 351. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: Cross-examination is
frustrating, because the actual cross-examination rarely goes the way you had it planned. A
common reaction, when things don’t go as planned, is to begin arguing with the witness and
forgetting your game plan. When this happens, the cross-examination degenerates, and jurors
usually side with the witness.
23
Terrence MacCarthy, en: MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American
Bar Association. Chicago. 2007, p. 134.
36 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

cuenta con bases sólidas ni ha implementado un verdadero sistema de


contrainterrogatorio, siguiendo el mandamiento del profesor Younger,
lo único que logrará es repetir 25 juicios y varios años de los mismos
errores. Entre más tiempo pase, más arraigadas se encontrarán esas ma-
las prácticas y lo único que obtendrá son 25 víctimas, que no serán otras
que sus propios clientes.
Al profesor Younger le quedaría muy difícil explicar lo que sucede con
los estudiantes universitarios cuando, después de aprender estas técni-
cas puntuales, realizan tremendos contraexámenes con mayor eficiencia
que la inmensa mayoría de los abogados “experimentados”. Basta con
recordar —algo que he podido presenciar directamente— los contras
que estructuran y ejecutan los estudiantes de pregrado luego de pasar un
semestre abordando metódicamente estos temas que en la práctica diaria
son, como decíamos, gobernados por el instinto.
La práctica y la experiencia son importantes, por supuesto. Permiten
obtener mayor fluidez en la formulación de preguntas y un mejor ma-
nejo de los testigos. Pero la clave está en interiorizar el sistema del que
pretende ocuparse este libro y luego adaptarlo a su propia personalidad.
Después de ello, estará listo para ejecutar un contra efectivo sin que us-
ted y sus clientes tengan que haber padecido los años de derrotas de los
que habla el profesor Younger.
Valga decir que las simulaciones durante concursos universitarios, pos-
grados y programas de educación continuada —cursos y diplomados—
juegan un papel de trascendental importancia de cara a obtener una
experiencia muy parecida a la realidad, pero sin el mismo riesgo. Son
escenarios más propicios para aplicar el método de “ensayo y error” que
los juicios de la vida real, donde el “error” puede significar la privación
injusta de la libertad de un ser humano.
Si no tiene la posibilidad de acceder a ninguno de estos programas edu-
cativos, no se desanime. Pídale a un compañero de su oficina que sirva
como testigo para hacer la simulación del contra en el caso que está tra-
bajando. Si ejerce la profesión de forma individual, pídaselo a un amigo
abogado o a un familiar. El Derecho Penal es tan apasionante que inclu-
sive a aquellos que no son abogados, les llamará la atención.
Una vez hecho esto, instrúyalos a que vayan aumentando progresiva-
mente su nivel de hostilidad; a que intenten salirse de las preguntas de
“sí o no”, que intenten hacerlo quedar mal, muy mal. Piensen juntos
qué más podría “inventar” o intentar explicar el testigo, y ubique la po-
sición que debería adoptar frente a cada uno de esos eventos. Piense
cómo reaccionaría si le responde “no me acuerdo”, “no le entiendo”, o
Generalidades del contrainterrogatorio 37

“eso no es cierto”, etc. No deje ninguna variable por fuera, pues puede
ser precisamente esa la que se materialice cuando llegue “la hora cero”.
Pídale que lo graben y después revisen juntos si usted está guardando la
templanza debida ante la hostilidad del testigo. Y si todo esto le parece
muy engorroso, recuerde nuevamente que es la vida misma de su cliente
la que se debate en cada caso. Eso le proporcionará el combustible que
necesita para continuar.
En resumen, ni está reservado para los genios, ni es una batalla de inte-
lectos, ni debería generarnos temor crónico, ni mucho menos deberíamos
padecer varios años de derrotas antes de ejecutarlo eficazmente. Si usted
acepta esto, habrá dado un paso indispensable para el entendimiento de
un verdadero sistema de contrainterrogatorio.
Por eso mi invitación es a que usted no de desanime por lo que lee y escu-
cha acerca de la complejidad del contra, a que no deje de dedicarse a este
gratificante oficio por miedo a “no ser apto” o a “no dar la talla”. Este
es un caso en el que “la talla” la puede ir labrando y construyendo con
esfuerzo y dedicación. Mi invitación es a que no deje de ser un gran con-
trainterrogador por el efecto reflejo que suele generar la mirada mística
con la que se ha concebido una institución jurídica que no requiere sino
de técnica y método. No de genialidad. Mi llamado va dirigido a que se
deje de usar el contra como una habilidad demostrativa de pertenecer
a la “realeza jurídica”, cuando en realidad puede ser perfeccionada por
cualquiera que interiorice el sistema al que se refiere este libro.

3. EL CONTRAEXAMEN Y EL TOTAL TRIAL APPROACH

Más claro no se podría decir: “Siempre empiece con la teoría del caso. Tiene
poco sentido contra examinar a un testigo a menos que ese contra examen respal-
de su teoría del caso”.24
Resulta frecuente encontrarse con abogados que, pese a tener notorias habi-
lidades para contrainterrogar, incurren en graves errores al entender el contra
como un mecanismo insular, como un arma que debe utilizarse para atacar por
atacar. En otras palabras, con abogados que ejecutan sus líneas de contra sin que

24
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 327. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Always start with your
theory of the case. There’s little point in cross- examining a witness unless that cross-examina-
tion supports your theory of the case”.
38 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

muchas veces sus preguntas tengan que ver con la finalidad última del juicio: de-
mostrar su teoría del caso.
En lugar de desplegar una lucha estratégica con objetivos claramente determi-
nados, se convierten en litigantes con la consigna de destruir al testigo o mostrar
lo brillantes que son sin importar si con ello aumentan sus probabilidades de
ganar el juicio —pensemos en aquellos eventos en los que el Fiscal o el Defensor
buscan desacreditar a un testigo que en realidad resulta favorable a su postura o
que simplemente no ha generado ningún perjuicio a su teoría del caso—.
Es notoria la importancia de tener los objetivos claros al diseñar las líneas del
contra. Esto implica encaminar cada una de ellas a los aspectos que confirmen
nuestra teoría del caso, los que infirmen la de nuestro adversario, o los que sirvan
para impugnar la credibilidad de testigos que verdaderamente nos han afectado.
Son esos logros los que aumentarán sustancialmente las probabilidades de ganar
el juicio.
A esta visión —que aplica no solo para el contra sino para todas las interven-
ciones procesales— la doctrina norteamericana la ha denominado como “The
Total Trial Aproach”. Lo que en su traducción no literal bien podría significar la
visión global del juicio. El reconocido Profesor de la Universidad de Seattle, Ro-
nald H. Clark, la explica así:
“Los contrainterrogatorios no se conducen de forma aislada. Son parte de un plan total
del juicio, del cual el objetivo último es un veredicto favorable. Usted quiere que el Juez
y el jurado adopte su teoría del caso y rechace la de su contraparte. Su contraexamen
siempre debe tener ese objetivo en mente, calculando el efecto persuasivo de cada mo-
vimiento estratégico durante la audiencia. Nosotros usamos el término “contrainterroga-
torio ganador” a lo largo de este libro como un recordatorio de que el objetivo es lograr
el veredicto deseado, y un contra ganador es uno elaborado y ejecutado con ese fin”25.
Tal vez al lector experimentado en las arenas del juicio, el total trial aproach le
parezca un razonamiento elemental y obvio. Podría serlo, es cierto, pero el diario
trajinar del sistema nos muestra que un número muy significativo de abogados
litigan sin tener una estrategia del caso decantada profundamente. Y no solo en
Latinoamérica, sino que en otras latitudes el fenómeno se replica, a tal punto que

25
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 28 y 29. La traducción es propia.
El texto original es el siguiente: “Cross-examinations are not conducted in isolation. They are
part of the total trial plan, the ultimate goal of which is a favorable verdict. You want the judge
and the jury to adopt your case theory and reject that of the other side. Your cross always must
keep that objective in mind, calculating the persuasive effect of any strategic move on the target
audience. We use the phrase “winning cross-examination” throughout this book as a reminder
that the goal is to win the desired verdict, and a winning cross is one that is designed and con-
ducted to produce that result”.
Generalidades del contrainterrogatorio 39

litigantes y profesores de la talla de Shane Read llegan a afirmar que “el 99 por
ciento de los abogados no hacen esto (decantar la teoría del caso) en las etapas
iniciales del proceso, y la mayoría nunca lo hace, ni siquiera cuando llegan al
juicio”26. Esto hace que sea conveniente insistir en que el litigante debe tener una
carta de navegación clara que le permita discernir frente a qué testigos, sobre qué
temas y cómo debe contrainterrogar, o cuándo debe simplemente responder con
un “no es necesario, señoría” cuando le concedan el uso de la palabra para el
contraexamen.
Se trata de una tarea ardua y desgastante, sin duda. Pero, ¿podemos darnos el
lujo de irnos a juicio sin tener una teoría del caso debidamente decantada? ¿Ver-
daderamente vale la pena tomarse el trabajo de desarrollar punto por punto la
estrategia con la que enfrentaremos el juicio? Para contestar estas preguntas me
remito a una valiosa reflexión del profesor Read:
“Como se mencionaba anteriormente, otra razón por la que los abogados no desarrollan
la teoría del caso27 radica en que cumplir esa tarea toma mucho tiempo. Los abogados
piensan que es difícil encontrar el tiempo para hacerlo porque primero deben ocuparse de
asuntos de mayor premura. Por ejemplo, al principio de un proceso, es difícil enfocarse en
la teoría del caso porque el juicio se vislumbra lejano en el tiempo. Los abogados se ven
enfrentados a plazos perentorios más importantes: la necesidad de hacer el descubrimien-
to probatorio a la contraparte, responder su descubrimiento (…) Dados estos problemas
inmediatos, es difícil estar motivado a concentrarse en las declaraciones y el juicio.

Pero ocuparse de esos problemas aparentemente de mayor premura puede perjudicar el


caso si antes no se ha zarpado en el rumbo correcto. De hecho, si le dedica tiempo a
determinar su teoría del caso al inicio del proceso, usted será mucho más eficiente en el
descubrimiento porque sabrá cuáles son los problemas jurídicos y fácticos más impor-
tantes que debe desarrollar en orden a ganar.”28

26
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 29. La traducción es propia. El texto original es el sigui-
ente: “It is safe to say that 99 percent of lawyers do not do this in the early stages of a case, and
most never do it even when they get to trial”.
27
Shan Read se refiere a la teoria del caso como “estrategia del caso” o “bottom line message”.
28
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 29. La traducción es propia. El texto original es el sigui-
ente: “As mentioned earlier, another reason why lawyers do not develop a bottom- line message
is that it takes a lot of time to accomplish this task. Lawyers rationalize that it is hard to set
aside the necessary time because there always seems to be more pressing matters. For example,
at the beginning of a case, it is hard to focus on your bottom-line message because the trial is
scheduled far off in the future. You are faced with what seem like more important deadlines: the
need to send discovery to the opposing party, respond to discovery (…) Given these immediate
problems, it is hard to get motivated to focus on the depositions and trial. But these seemingly
important pressing matters can undermine your case if you do not first set sail on the right
course. Moreover, if you spend time at the beginning of a lawsuit determining your bottom-line
40 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

A lo anterior solo le agrego lo siguiente. Sí, es cierto, se trata de una enorme


cantidad de trabajo que, muchas veces, requerirá de cientos de horas para ser
completado. Sí, también es cierto que resulta especialmente difícil porque al mis-
mo tiempo debemos recolectar evidencias, obtener los permisos judiciales para el
acceso a la información, analizar el descubrimiento de la contraparte y presen-
tar el propio, solicitar la libertad del cliente —en los eventos en los que ha sido
privado de ella preventivamente—, intervenir en las audiencias de preparación
del juicio oral, etcétera. Esto, hecho con diligencia y profesionalismo, implica un
esfuerzo muy grande.
Pero nadie se atreve a negar que la libertad y la vida misma del ser humano
que defendemos valen el esfuerzo. Lo valen, y mucho. Así que la primera gran
conclusión de este apartado consiste en que la teoría del caso debe desarrollarse
con rigurosidad y profundidad, y debe hacerse desde el momento mismo en que
asumimos el proceso.
Este no es un libro sobre teoría del caso. Pero como el contra ha de analizar-
se desde “la visión global del juicio”, naturalmente debemos ocuparnos de su
concepto, contenidos y características. Dejando claro, como hicimos cuándo nos
preguntábamos “¿qué es el contra?”, que, en nuestro criterio, estos últimos —con-
tenidos y características— resultan mucho más importantes y útiles que aquel —el
concepto o la simple definición—.

3.1 ¿Qué es la teoría del caso?


La teoría del caso es una de las instituciones jurídicas más novedosas e im-
portantes que vinimos a conocer con la entrada en vigor del sistema penal con
tendencia adversarial.
Entre otras, las cargas que hasta la entrada en vigencia del “nuevo” sistema
eran relativamente desconocidas para los diversos actores del proceso penal ins-
taurado en la mayoría de países de Latinoamérica, pueden resumirse así: (i) que
hay hechos favorables, desfavorables e inclusive algunos que no serán objeto de
discusión; (ii) la necesidad de manejar a profundidad los conceptos de la prueba
pericial, pues son las partes quienes tienen que seleccionar, acreditar e interrogar
a los peritos; (iii) prever cómo acreditaremos cada uno de los hechos que postu-
laremos como ciertos; (iv) determinar qué testigos llamaremos como respaldo de
nuestro caso y decidir de forma anticipada a través de qué testigo llevaremos a
cabo la acreditación e incorporación de los elementos materiales probatorios de
índole documental —testigo de acreditación—, entre muchas otras.

message, you will be much more efficient in discovery because you will know the key legal issues
and facts you must develop in order to win”.
Generalidades del contrainterrogatorio 41

Si bien, el sistema entró progresivamente en vigencia en los países latinoame-


ricanos hace más o menos quince años, hoy se extraña en la práctica una solidez
conceptual al respecto. Tristemente, es frecuente ver abogados que no tienen claro
por qué pelean lo que pelean o cómo puntualmente planean “ganarse el caso”, lo
que sin duda resulta caro para el debido funcionamiento y la correcta administra-
ción de justicia.
Vamos a las definiciones. Para Thomas Mauet “(…) La teoría del caso es sim-
plemente una historia lógica y persuasiva sobre lo que “realmente” sucedió. Debe
ser consistente con la evidencia confiable y con la percepción del jurado acerca de
cómo funciona la vida. La teoría del caso debe combinar su evidencia no contro-
vertida y su versión sobre la evidencia controvertida que se presentará en el juicio
a modo de historia”29.
Ronal Clark30, por su parte, la entiende como un edificio en el cual el abogado
es tanto el ingeniero que estructura, el arquitecto que diseña y el constructor que
ejecuta. Allí, dice el profesor norteamericano, se encuentran dos componentes in-
terrelacionados: la teoría legal, integrada por los elementos de la responsabilidad
penal —o de la ausencia de ella—, y la teoría fáctica, en donde el foco se centra
en la suficiencia y la persuasión.
Quizás una de las definiciones más esclarecedoras es la del Profesor y liti-
gante chileno Leonardo Moreno Holman, quien nos dice que es “el conjunto de
actividades estratégicas que debe desarrollar un litigante frente a un caso, que le
permitirán determinar la versión de los hechos que sostendrá ante el tribunal, y la
manera más eficiente y eficaz de presentar persuasivamente, las argumentaciones
y evidencias que la acreditan en un juicio oral”31.
La Corte Constitucional colombiana se ha inclinado por afirmar que “La teo-
ría del caso no es más que la formulación de la hipótesis que cada parte pretende
sea acogida y aceptada por el juez en la sentencia, de acuerdo con los elementos
fácticos, jurídicos y probatorios que se han acopiado y habrán de presentarse y
valorarse en la etapa del juicio, que responde a la metodología y el plan de trabajo

29
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 683. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “What is the “theory
of the case”? Your theory of the case is simply a logical, persuasive story of “what really hap-
pened”. It must be consistent with the credible evidence and with the jury’s perception of how
life works. Your theory of the case must combine your undisputed evidence and your version of
the disputed evidence that you will present in storytelling form at trial”.
30
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 26.
31
MORENO, Leonardo. Teoría del Caso. Colección Litigación y Enjuiciamiento Criminal dirigi-
da por Alberto Binder. Editorial Didot. Buenos Aires, 2013, p. 25.
42 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

diseñado por las partes de cara al proceso, donde por su dialéctica “va y viene
varias veces a lo largo de las etapas previas al juicio oral, alterándose en la medida
en que nuestro conocimiento del caso se va modificando”32.
En definitiva, podemos señalar que la teoría del caso es la hoja de ruta del
litigante que contiene la versión de los hechos que expondrá, la particular forma
en que la presentará, las pruebas con las que la acreditará y las consecuencias
jurídicas que —en su criterio— se desprenden de las premisas fácticas que de-
fenderá. En ella deberían contenerse los aspectos más relevantes para adoptar
cada decisión a la que se enfrente en el juicio, lo que incluye, como no, aquellas
relativas a la delicada y volátil, pero potente arma que representa el contrainte-
rrogatorio.

3.2. Principales características de una teoría del caso convincente


Los factores específicos que determinarán cómo debe realizarse variarán con-
forme a los detalles y circunstancias de cada uno de los casos, por supuesto. No
obstante, hay varias características que, sin importar las particularidades de los
hechos, debería tener su teoría del caso. Estas le servirán como anclaje para de-
sarrollarla:

i. Integral
Es apenas natural que cuando usted se aproxime por primera vez a un caso
se vea deslumbrado por los aspectos más fuertes a su favor. Imagine cuando la
defensa, desde su revisión preliminar, encuentra claro que se presenta una legítima
defensa, que el principal testigo de la Fiscalía tiene serias contradicciones, que los
hechos de la acusación no configuran una conducta punible por no estructurarse
uno de los elementos del tipo en particular o, simple y llanamente, porque la Fis-
calía no tiene ningún testigo directo de los hechos.
O cuando la Fiscalía, una vez escuchada la víctima, concluye que su relato es
coherente, fiable y verosímil. Que sus dichos encuentran corroboración en otros
testigos, o que hay prueba documental demostrativa del delito que —se cree— di-
fícilmente será impugnada en juicio.
Cuando esto ocurre, debería prenderse una alerta roja en la mente del litigan-
te —fiscal o defensor— que le evite centrar toda su teoría del caso en ese aspecto
insular e independientemente concebido. Por supuesto que la idea inicial ante
uno de estos presuntos “no brain case” —caso que no requiere mayor análisis

32
Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-069-2009. Magistrada Ponente: Clara Inés Var-
gas Hernández.
Generalidades del contrainterrogatorio 43

para predecir su resultado— será, “¿cómo voy a perder este juicio?”, “ya lo ten-
go ganado…”. Pero cuando el triunfalismo se apodera de los razonamientos del
abogado y obnubila su juicio, es cuando, justamente, menos verá venir los golpes
que pueden afectarlo.
Por esa razón, sin importar qué tan “ganable” sea el caso o qué tan “asegu-
rado” se considere el triunfo, la teoría del caso ha de ser integral. Esto es, debe
abarcar todos aquellos aspectos que pueden resultar relevantes para el desenlace
del juicio. Sin importar que el fiscal considere que su caso es muy fuerte, no debe
olvidar los contrainterrogatorios para los testigos de la defensa. Y así la defensa
crea que sus testigos son lo suficientemente creíbles como para probar su teoría
del caso, no puede pasar por alto los aspectos de la evidencia de la Fiscalía que
pueden afectarlo.
En síntesis, cuando hablamos de una teoría del caso integral hablamos de un
esfuerzo diligente e intenso que abarque las premisas favorables, pero también y,
sobre todo, aquellos aspectos que pueden verse como flancos débiles por la con-
traparte. Solo así podrá determinar cómo los defenderá. Ningún ataque previsi-
ble, entonces, puede quedarse por fuera del radar del abogado.

ii. Coherente
Un segundo aspecto fundamental que debe poseer una teoría del caso eficaz
es la coherencia. Esto es, que no existan contradicciones que le hagan perder cre-
dibilidad. El asunto no es tan sencillo como parece, pues la coherencia debe ser
analizada desde varios ángulos. Veamos:
(i) La coherencia interna. Es decir, entre los postulados de la propia teoría
del caso. Esto implica que no pueden existir contradicciones entre la
información que el abogado pretende exponerle al Juez. Por ejemplo, si
la Fiscalía afirma que se han blanqueado dineros que son de origen legí-
timo, su teoría del caso lleva implícita una contradicción insalvable de
cara a los elementos estructurantes del tipo penal de lavado de activos.
Lo mismo sucede cuando la defensa plantea, como postura principal,
que el procesado no pudo haber cometido el crimen por encontrarse en
un sitio diferente al lugar de los hechos, pero al mismo tiempo plantea
como postura “subsidiaria”, que actuó amparado en una causal de au-
sencia de responsabilidad.
(ii) La coherencia entre los postulados de la teoría del caso y las pruebas que
la soportarán. Aspecto que se vulnera cuando las partes fallan en sus de-
beres de investigación y terminan ofreciendo como propios, testimonios
que realmente desvirtúan su teoría del caso. Un error tan imperdonable
como común en la práctica de nuestro sistema.
44 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

(iii) Coherencia entre las afirmaciones de los testigos ofrecidos. No es fácil, y


por el contrario debería despertar sospecha, que todos los testigos lleven
a cabo una narración casi idéntica de los sucesos que presuntamente
presenciaron.
Es usual que en las manifestaciones de los testigos existan contradic-
ciones o vacíos respecto de aspectos accesorios o intrascendentes. Pero
lo que no debería suceder es que una misma parte ofrezca testigos que
tengan graves contradicciones sobre aspectos sustanciales del caso.
Es evidente que, en tales eventos, usted tendrá que prescindir de alguno
de los testigos que genera el “fuego cruzado” —o de los dos—. Ahora, la
decisión sobre cuál de esos testigos deberá subir al estrado dependerá de
la credibilidad que cada uno de ellos posea, de la capacidad de percep-
ción que tuvo al momento de los hechos, de la ausencia de motivos para
mentir y de la suficiencia de su relato, entre otros.
(iv) Coherencia entre los testigos y las evidencias de orden documental y
pericial. La coherencia también se predica respecto de aquellos testigos
cuyas manifestaciones se enfrentan marcadamente con las evidencias de
orden documental o pericial. Y aquí vale la pena resaltar, contrario al
clamor general, la importancia que estas últimas revisten para al esclare-
cimiento de los hechos y que puede ser, inclusive, superior al de la prueba
testimonial, en tanto los documentos y evidencias físicas no pueden ser
maleadas con tanta facilidad como los relatos.
Si un testigo y un documento —debidamente autenticado— poseen se-
rias contradicciones entre sí, o si un testigo es desvirtuado por un in-
forme pericial, la balanza deberá inclinarse hacia las evidencias que no
están sometidas —o por lo menos, lo están en un menor grado—a la
mezquindad, volatilidad o mala fe con la que algunos testigos pueden lle-
gar a actuar. Volveremos sobre el particular al hablar de la impugnación
de credibilidad mediante prueba de refutación.

iii. Clara y breve


La teoría del caso ha de concebirse en el lenguaje más claro posible, de tal
manera que se facilite su aprehensión por el Juez. El abogado debe prescindir de
aquellos detalles irrelevantes que únicamente sirvan para generar confusión, pero
sin dejar de lado los que sirvan para hacer más probable su teoría del caso.
Un ejemplo de estos últimos son los llamados hechos de contexto, que, si bien,
en sí mismos no generan consecuencia jurídica alguna, en muchas ocasiones sir-
ven para entender o retener con mayor facilidad los hechos que verdaderamente
importan al juicio. Ahora bien, no deben confundirse los hechos de contexto con
Generalidades del contrainterrogatorio 45

aspectos sin ninguna relación con el juicio que solo pretendan viciar el conoci-
miento o inflamar las pasiones del Juez.
La brevedad y la capacidad de síntesis son aspectos que usted nunca puede
perder de vista. Como explica la doctrina especializada, la teoría del caso debe
ser breve y concisa. No solo para generar un mayor impacto y un adecuado en-
tendimiento, sino también para hacer que estos sean duraderos y generadores de
recordación. Lo que a su vez ayudará a que el Juez pueda estimar que su teoría del
caso es verosímil33. En otras palabras, la teoría del caso debe ser tan larga como
sea estrictamente necesario, pero tan corta como sea posible. Característica que,
como veremos más adelante, también se predica del contrainterrogatorio.
Esto le ayudará a sortear las limitaciones que legítimamente pueden imponer
los Jueces a los tiempos de intervención para las alegaciones, así como las que pue-
den imponer a los temas que se aborden durante el examen y el contraexamen. En
esa medida, también garantizará que una parte importante de la información no se
pierda en la distracción que suelen generar intervenciones innecesariamente largas.

iv. Persuasiva y memorable


En cuarto lugar, la teoría del caso debe ser verosímil, creíble y, sobre todo,
persuasiva. Esto implica que no sea una teoría reforzada o una postura que con-
traríe las máximas de la experiencia. Aquí usted debe tener sumo cuidado de no
presentar una versión cercenada de la historia, pues lo que está en juego es su cre-
dibilidad como litigante razonable y honesto. Aspecto que, como diría el litigante
y escritor norteamericano Gerry Spence, es “todo lo que un abogado tiene para
ofrecerle al Juez”34.
Una teoría del caso que oculte detalles perjudiciales en lugar de explicarlos;
que, en lugar de exponer sus naturales vacíos en materia probatoria, busque lle-
narlos con meras especulaciones; que plantee hechos fantasiosos, inverosímiles o
increíbles, difícilmente será adoptada por el fallador en su sentencia.
Esta característica —la persuasión— no apunta únicamente a que la teoría del
caso resulte verosímil. También hace referencia a que el mensaje que pretendemos
transmitir al Juez —la prueba de nuestro caso— sea enviado de una forma eficien-
te y a través de medios que faciliten su recordación. Bien puede tratarse de méto-
dos tan elementales como la utilización de diapositivas, gráficos, “papelógrafos”,
mapas y fotografías, como de otros más elaborados.

33
MORENO, Leonardo. Teoría del Caso. Colección Litigación y Enjuiciamiento Criminal dirigi-
da por Alberto Binder. Editorial Didot. Buenos Aires, 2013, p. 36.
34
SPENCE, Gerry. Soming Gun. Day by day trough a shocking murder trial with Gerry Spence.
A true story. Scribner – Simon & Schuster. Nueva york, 1999, p. 191.
46 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Pensemos en ilustraciones virtuales de los hechos realizadas a través de cá-


maras incorporadas en drones. También en experimentos científicos acerca de lo
ocurrido. En recreaciones llevadas a cabo por los testigos en pleno juicio o, por
qué no, pese a tratarse de un medio de prueba excepcional, en inspecciones prac-
ticadas por el Juez de conocimiento en el lugar de los hechos.
Lo anterior obliga a concluir que si es viable utilizar ayudas audiovisuales
durante el contrainterrogatorio. Es viable, y sí que resulta persuasivo. Por eso le
dedicaremos algunas ideas en la tercera parte de este texto.

v. No debe contener promesas irrealizables


Por último, pero no por eso menos importante, la teoría del caso debe ser
susceptible de acreditación total. El litigante tiene la carga de prever con qué
evidencias acreditará cada uno de los hechos que propone o desvirtuará los de la
contraparte. Si un hecho no puede ser acreditado por prueba directa ni a través
de indiciaria que supla la ausencia de aquella, no deberá hacer parte de la teoría
del caso del litigante.
Tom Mesereau, abogado de la Universidad de Harvard y reconocido litigante
norteamericano, le explicó esta idea a doce ciudadanos que estaban encargados
de determinar la inocencia o culpabilidad de su cliente, Michael Jackson, en el que
ha sido uno de los juicios más mediáticos de este siglo:
“Voy a anticiparme. Les quiero decir que, para mí, los alegatos de apertura son un con-
trato. Aquí se hacen promesas y más vale que se cumplan, porque al final de este juicio
ustedes determinarán si el contrato se cumplió o no. Y se los digo desde ya, en este caso
les voy a hacer algunas promesas que cumpliré. Quiero que, al finalizar este juicio, me
juzguen de conformidad”35.
Más adelante explicaré apartes de lo sucedido en juicio. Por ahora puedo anti-
cipar que Tom Mesereau cumplió, y de qué forma. La absolución por la totalidad
de cargos endilgados a Michael Jackson es prueba fehaciente de ello.
Volviendo a lo que nos ocupa, es importante resaltar que, una vez exponemos
la teoría del caso adquirimos un compromiso indeclinable con el juez, acreditarla
a cabalidad. Cualquier falencia en ese sentido, por pequeña que sea, podrá ser
vista como una derrota. No es extraño encontrarse con casos en los que se sobre-
dimensionan las falencias probatorias de las partes frente a circunstancias rela-
tivamente intrascendentes que nunca debieron incluirse dentro de las promesas.

35
Manifestaciones realizadas durante los alegatos de apertura por el defensor de Michael Jack-
son, Tom Mesereau, durante la sesión de juicio oral adelantada el 28 de febrero de 2005.
Generalidades del contrainterrogatorio 47

Por esa razón, si no cuenta con evidencia que la respalde, siempre será pre-
ferible no hacer la promesa —que se encuentra implícita en la inclusión de un
determinado hecho en nuestra teoría del caso—. Si no hay promesas incumplidas,
no habrá reproches y, por ende, habremos esquivado uno de esos golpes imperdo-
nables para quien los recibe: los previsibles.

3.3. ¿Cuáles son los elementos estructurales de la teoría del caso?


Vistas las principales características que deben rodear una teoría del caso con-
vincente, conviene ahora hablar de su contenido. Los principales elementos de la
teoría del caso podrían resumirse en cuatro puntos: los hechos, las evidencias, el
derecho y el factor persuasión.
(i) Frente a los hechos: Este primer elemento incluye la versión que expon-
drá ante el Juez, esto es, qué hechos de la teoría de la contraparte dis-
putará o controvertirá; cuáles serán objeto de estipulaciones o acuerdos
probatorios; cuáles corresponden a hechos exentos de prueba; en qué
orden presentará las distintas fracciones de premisas fácticas —pues el
orden importa, y mucho—.
(ii) Frente a las evidencias: Este elemento implica determinar a través de
qué medios de convicción acreditará los hechos propios o controvertirá
los ajenos; qué testigos explicarán los elementos de prueba que no ha-
blen por sí mismos (armas; cuchillos; casquillos, etc.)36; a través de qué
testigos acreditará las condiciones de autenticidad y mismidad de los
elementos —testigo de acreditación—; qué pruebas periciales requiere
presentar, etc.
(iii) Frente al derecho sustancial aplicable: el litigante debe precisar qué con-
secuencias jurídicas afirmará que se infieren a partir de esos hechos; y, si
se encuentra del lado de la defensa, qué clase de defensa elegirá, si una
defensa pasiva, activa de refutación o una defensa positiva, como sucede
en los eventos de causales de ausencia de responsabilidad, etc.
(iv) Frente a las técnicas de persuasión: Este último elemento está compues-
to, como explicaré, de las herramientas y estrategias legitimas que uti-
lizará para hacer más clara, persuasiva y suficiente su particular visión
de las circunstancias fácticas, probatorias y jurídicas relevantes para el

36
En MORENO, Leonardo. Teoría del Caso. Colección Litigación y Enjuiciamiento Criminal
dirigida por Alberto Binder. Editorial Didot. Buenos Aires, 2013, p. 20 y 21 se explica que uno
de los problemas más importantes con los que se encuentra el litigantes son aquellos objetos
materiales que no hablan por sí mismos y que deben ser dotados de sentido a través de un tes-
tigo que pueda deponer acerca de su origen, condiciones y relevancia para el juicio oral.
48 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

caso. En otras palabras, cómo hacer que la información no se quede a


medio camino, sino que llegue integralmente y de forma persuasiva al
Juez, y sobre todo, que no la olvide con facilidad.
Analicemos brevemente cada uno de los elementos:

i. Elemento fáctico. Los hechos de nuestra teoría del caso.


Como anticipábamos, lo primero que debe contener la teoría del caso es una
versión —nuestra versión— de los hechos jurídicamente relevantes que le permi-
tan al Juez comprender en detalle qué fue lo que sucedió.
Una vez el litigante cuente con una versión inicial de los hechos que cumpla
con las características explicadas en las páginas anteriores, debe llevar a cabo un
ejercicio de comparación entre la versión propia y la hipótesis de la contraparte.
El resultado de la ecuación arrojará qué hechos están en disputa y cuáles no.
Frente a los segundos —los que no están en disputa—, recomiendo enfática-
mente adelantar estipulaciones probatorias. Las bondades de hacerlo son tantas
que ameritarían un estudio independiente sobre el particular. Por ahora, sin em-
bargo, será suficiente resaltar que con las estipulaciones probatorias:
(i) Podrá fijar la atención del Juez —trascendental para obtener el fallo de-
seado—en los aspectos verdaderamente relevantes de la discusión;
(ii) Logrará que para el juicio se decreten menos pruebas, lo que a su vez
implica un juicio más corto y por ende un juicio en el que existe mayor
probabilidad de que se respete el principio de concentración; tan impor-
tante para la memoria y entendimiento integral del proceso por parte del
Juez;
(iii) Ganará en moneda de credibilidad más de lo que podría perder al esti-
pular un hecho que en todo caso será probado por la contraparte. Pues
quedará claro que ningún ánimo alternativo, distinto a ganar el juicio,
gobierna sus actuaciones.
(iv) Por último, con las estipulaciones probatorias logrará neutralizar el efec-
to perjudicial de los detalles, el tono, la forma o las particularidades con
las que depondrán los testigos en juicio.
Lo explico con un ejemplo: la estipulación probatoria n°. 1. consiste
en que “el procesado estuvo presente en el lugar de los hechos entre las
8:05 y las 8:50 de la noche”. ¿Consideraría usted que estipuló un hecho
perjudicial para los intereses de su cliente en tanto lo sitúa en el lugar y
en el momento del asesinato? Preliminarmente podría parecer así. Pero
piénselo dos veces.
Generalidades del contrainterrogatorio 49

Con ello evitó que acudiera a juicio uno de las testigos de la Fiscalía,
quien hubiese narrado que, si bien no vio al procesado disparar, si vio
que llegó al lugar de los hechos a eso de las 8:00 de la noche, con actitud
sospechosa, sin dejar de mirar a los lados, sin sacar nunca sus manos de
la gabardina y, lo más importante, visiblemente alterado —a tal punto
que tenía los ojos llorosos y no dejaba de lanzar improperios al aire—.
Ahora sí, ¿estipular ese hecho, en caso de ser cierto —por supuesto—,
terminó perjudicándolo? ¿O le evito un mal mayor? Si su postura como
defensor implica aceptar que su cliente sí estuvo presente, pero no fue
quien disparó, por supuesto que logró evitar un perjuicio muy grande
para la vocación de éxito de su caso.
Analizados los elementos anteriores, recapitulemos. A esa altura ya tiene su
propia versión de los hechos; ya la ha comparado con la de la contraparte y ha
adelantado estipulaciones probatorias sobre los hechos frente a los que hay con-
senso. Llega ahora el turno de la calificación de las circunstancias fácticas, que no
es nada diferente a atribuirle una calificación a cada uno de los hechos, depen-
diendo de si son buenos, malos o neutros.
En primer lugar, respecto de los hechos buenos, debe cerciorarse de acreditar-
los a través de más de una evidencia. Esto evitará que se cree un flanco débil en su
teoría del caso37. Es decir, un hecho que, pese a ser importante y favorable, es tan
inestable como un castillo de naipes, pues bastará con desacreditar la evidencia
única que lo acredita para dar al traste con la premisa que tanto quiere proteger.
Será sobre estos hechos favorables que desplegará la técnica del concession
seeking o búsqueda de concesiones a través del contrainterrogatorio, que explica-
ré en la tercera parte del libro. Por ahora, es suficiente señalar que esta técnica tie-
ne por objetivo lograr que testigos de la contraparte acepten como ciertos hechos
que a usted lo benefician. Esto le dará un respaldo múltiple e ideal a cada premisa
fáctica de su teoría del caso.
En segundo lugar, frente a los hechos malos o perjudiciales, resulta claro que
deben ser objeto de ataque. La técnica por utilizar será distinta, oscilando entre
la impugnación de credibilidad por inconsistencias con manifestaciones previas;
la acreditación de razones para mentir, de falencias en la percepción o de vacíos
insalvables en el relato del testigo, entre otros.

37
MORENO, Leonardo. Teoría del Caso. Colección Litigación y Enjuiciamiento Criminal dirigi-
da por Alberto Binder. Editorial Didot. Buenos Aires, 2013, p. 100.
50 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Sin embargo, también puede ocurrir que los hechos malos no sean atacados,
sino explicados. Así, aspectos que preliminarmente parecían fulminantes para su
teoría del caso, resultan inocuos cuando se les observa desde una óptica razonable
y bajo el prisma de los demás medios de prueba.
En tercer lugar, están los hechos neutros. Todos aquellos que, usualmente, de-
berían ser objeto de estipulaciones probatorias, precisamente porque su ocurren-
cia no es discutida. Son neutros, ya que no afectan su teoría del caso, no hacen
más o menos probable la comisión del delito y no conllevan consecuencia jurídica
alguna.

ii. Elemento probatorio. Las evidencias


Clara y delimitada su versión sobre los hechos, conviene llevar a cabo un análi-
sis profundo acerca de las pruebas que ofrecerá durante el juicio para acreditarla.
Para esto podemos valernos de cualquier medio de prueba obtenido lícitamente
—principio de libertad probatoria—-, incluyendo testimonios, documentos, peri-
cias, excepcionalmente inspecciones judiciales y, en general, cualquier otro medio
que no violente derechos fundamentales o garantías procesales.
Desde el punto de vista metodológico es importante que usted clasifique ade-
cuadamente las evidencias que utilizará, de tal manera que pueda tener una visión
global y realista de las fortalezas o debilidades de su caso. De esto dependerá que
se llegué a juicio o se opte por algún mecanismo de terminación anticipada que
favorezca los intereses de las partes.
Las evidencias se pueden clasificar atendiendo a su naturaleza y a su capacidad
de persuasión o valor suasorio.
(i) Respecto de su naturaleza, la evidencia podrá tener el carácter de prueba
directa o prueba indirecta —indiciaria—. Si se trata de un testigo que
percibió los hechos jurídicamente relevantes o de un documento que con-
tiene información que repercute en la responsabilidad penal del acusado
—o la ausencia de esta—, estará en presencia de una prueba directa.
Pero si se trata de un testigo que narrará sobre el móvil para delinquir,
las actitudes previas o posteriores al delito, la presencia en el lugar de los
hechos y en general, sobre cualquier otra cuestión de índole indiciaria,
estará ante prueba indirecta. Cuidado, porque ambas son pertinentes,
pero la argumentación en la audiencia preparatoria o de preparación del
juicio oral acerca de por qué son pertinentes será diferente.
(ii) Respecto de su valor probatorio, las evidencias podrán ser fuertes, mo-
deradas o débiles. Aquellas que se estimen coherentes, suficientes e inte-
grales, podrán calificarse como fuertes. Como sucede con los testigos que
presenciaron los hechos relevantes de su teoría del caso, carecen de con-
Generalidades del contrainterrogatorio 51

tradicciones y no tienen ningún motivo para mentir o sesgo de parciali-


dad. Aquellos que presenten problemas de coherencia interna —algunas
contradicciones—, pero que no sean testigos parcializados, tendrán una
capacidad persuasiva moderada.
Los testimonios rendidos por personas que claramente tienen intereses
en juego en el proceso penal y que además cuenten con contradicciones
importantes deberán estimarse como débiles. Pensemos en el testimonio
del acusado, o el de aquel que está recibiendo beneficios punitivos a cam-
bio de su testimonio, o el de aquel que testifica a favor de un pariente cer-
cano. Son pruebas que poseen una fuerza probatoria significativamente
menor a las demás, especialmente si tienen contradicciones importantes.
Lo anterior no significa que deben ser automáticamente descartados. No.
Significa que usted, durante la compleja labor de estructurar la teoría del
caso, en la medida de lo posible, tiene el deber de buscar pruebas de
corroboración, incluidos otros testimonios, documentos o peritajes que
no adolezcan de los mismos problemas y que permitan confirmar que
las afirmaciones de la prueba débil corresponden con la verdad. A una
conclusión similar, vale la pena anotar, ha arribado la Corte Suprema de
Justicia colombiana38.
Es usual, por otro lado, que teniendo delimitados los hechos y el caudal pro-
batorio que lo respaldan, encuentre que algunas de las circunstancias particulares
difícilmente podrán ser acreditadas. Antes de tomar la difícil decisión de sustraer
de la teoría del caso esa premisa fáctica carente de sustento tangible, usted deberá
hacer uso de la, a veces olvidada, pero siempre relevante, sana crítica, específica-
mente, de las máximas de la experiencia39.
Existe una probabilidad importante de que algunos de esos hechos carentes de
sustento probatorio puedan, igualmente, ser inferidos a través de las máximas de
la experiencia. Lo que supliría, casi con la misma fuerza persuasiva, la ausencia
de prueba directa al respecto.

38
Así, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia colombiana explicó que: “Es igualmente claro
que no resulta exótico que individuos interesados en las recompensas anunciadas por el Estado
o en los beneficios punitivos, suministren a las autoridades informaciones falsas, y es por ello
que ante la entrega de tales datos, el Estado emprende una tarea de verificación en procura de
constatar si son ciertos o no”. Corte Suprema de Justicia colombiana. Radicado 29.418 de
2019. Magistrada Ponente: María del Rosario González.
39
Por máximas de la experiencia se entienden los: “enunciados generales y abstractos, que dan
cuenta de la manera como casi siempre ocurren ciertos fenómenos, a partir de su observación
cotidiana”. Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP1467-2016. Magistrada Ponen-
te: Patricia Salazar Cuellar, entre muchas otras en el mismo sentido.
52 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Tras un ejercicio de honestidad intelectual en el que el gran adversario no es la


contraparte sino las malas pasadas del propio sesgo confirmatorio —lo que colo-
quialmente se conoce como razonar con el deseo—, usted estará en la posición de
saber cuáles hechos podrá acreditar cabalmente y frente a cuáles podrán subsistir
algunas dudas. Frente a estos últimos, resultará conveniente aplicar las máximas
acerca de la anticipación y explicación de las debilidades40, esto es, mostrarle al
Juez por qué, a pesar de que la debilidad existe, en realidad no resulta decisiva.

iii. Elemento jurídico. El derecho


Hasta aquí, ya sabe qué planteará frente a los hechos. También cómo acredi-
tará o intentará acreditar esos planteamientos fácticos. Le resta aún determinar
cuáles son las consecuencias jurídicas que a partir de esos hechos pueden esgri-
mirse. Ahora es cuando la teoría del delito, pese a que muchos afirmen que tiende
a desaparecer con el sistema adversarial —con lo que no estoy y no podría jamás
estar de acuerdo—cobra verdadera relevancia.
Sin importar la corriente dogmática que suscriba, a la Fiscalía le corresponde
acreditar la estructuración de todos y cada uno de los elementos objetivos y sub-
jetivos del tipo penal, pero esto no es todo, pues aún quedan en el aire los demás
eslabones de la teoría del delito. Así, a modo de ejemplo, la Fiscalía deberá acre-
ditar hechos puntuales que permitan inferir fundadamente:
(i) Que el sujeto activo actuó con dolo (tipicidad subjetiva);
(ii) Que obró sin encontrarse inmerso en alguna causal de justificación (an-
tijuridicidad formal);
(iii) La puesta en peligro o lesión efectiva del bien jurídico (antijuridicidad
material);
(iv) Aunque en la práctica se olvide, deberá acreditar también que obró sien-
do consciente de la antijuridicidad de sus actos (consciencia de antijuri-
dicidad como elemento de la culpabilidad), etcétera.
Inclusive, aceptando que los hechos como los plantea la Fiscalía ocurrieron, la
defensa podrá enfilar sus ataques en contra de aquel elemento puntual que, según
su teoría del caso, no se ha estructurado. Bien porque el sujeto activo actuó sin
dolo, bien porque lo hizo en el marco de una causal de ausencia de responsabili-
dad, bien porque no estaba al tanto de la antijuridicidad de su conducta, o bien

40
Desde la psicología de la persuasión se exaltan los beneficios, en términos de credibilidad, de
anticipar las debilidades de los testigos. Por ejemplo, ver WAITES, Richard, Helping Reluc-
tant Witnesses to Give Effective Testimony ( 2009). Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/
ssrn.1520809, p. 9.
Generalidades del contrainterrogatorio 53

por cualquier otra razón que recaiga exclusivamente en planteamientos de índole


dogmático.

iv. Elemento persuasivo y memorable. Las ayudas audiovisuales y evidencias de-


mostrativas.
El sistema adversarial impone que, perfeccionada la teoría del caso, el litigante
encamine sus esfuerzos a idear la forma más persuasiva y memorable de enviar su
mensaje al Juez sin que la información quede a mitad de camino. Ya comentaba
en páginas anteriores que la capacidad de atención del ser humano es limitada,
de tal manera que todas las energías invertidas en captar la atención del Juzgador
serán bien recompensadas en el fallo.
No es este el escenario para extenderme al respecto, es cierto, pero considero
importante dejar planteados algunos consejos específicos con vocación eminente-
mente práctica:
(i) No sobreactúe. No convierta la presentación de su teoría del caso en una
obra de opereta. Si los esfuerzos para captar la atención se pagarán en
moneda de recordación, la superposición de las formas sobre el fondo
tendrá repercusiones en materia de credibilidad. De tal manera que la
utilización de ayudas, gráficos o recreaciones no puede desnaturalizar la
solemnidad del juicio ni olvidar la gravedad del tema que se discute.
(ii) Identifique la necesidad. En concordancia con lo anterior, no se trata,
entonces, de que usted exagere en la utilización de tableros, cuadros,
presentaciones de Power Point, mapas, etcétera, sino de que sepa discer-
nir cuál es la información más compleja de entender. Es sobre ella que
deberán redoblarse los esfuerzos persuasivos y comunicativos, no sobre
la información que resulte obvia o de sencillo entendimiento, pues su
presentación se tornará repetitiva y el uso de las ayudas audiovisuales
innecesario.
(iii) Asesórese para la elaboración de las ayudas audiovisuales o la selección
de evidencias demostrativas. En algunos casos la necesidad se suplirá
con ayudas sencillas como Power Point, Google Maps u otros software
similares. Pero cuando el asunto resulta verdaderamente complejo por-
que, por ejemplo, se trata de tópicos que traen consigo aspectos técnicos,
científicos o de artes u oficios ajenos a su conocimiento, más vale que un
experto lo asesore.
En término generales, vale la pena resaltar que una teoría del caso verdade-
ramente exitosa deberá incorporar este cuarto elemento, relativo a la persuasión
y la comunicación. Uno tan olvidado como importante para llevar los hechos al
conocimiento del Juez.
54 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

3.4. Conclusión: la teoría del caso, siempre en la cabeza


del buen contrainterrogador
Consciente de que no se trata de un libro sobre la teoría del caso, he sustraído,
arbitrariamente, varios minutos del lector para abordar el tema, precisamente
porque todo aquel que se precie de ser buen contrainterrogador debe actuar, siem-
pre y sin excepción alguna, teniendo como objetivo y fin último la total acredita-
ción de su teoría del caso.
Usted debe tener en cuenta que no encontrará su premio en lograr confundir
a un testigo, hacerlo ver mal, o en exponer leves contradicciones, pues, aunque
ello pueda resultar en una efímera inyección de autoestima jurídica, el verdadero
premio del buen contrainterrogador es más loable e importante, ganar el juicio.
Y para eso es imprescindible que tenga debidamente estructurada y delimitada su
teoría del caso. Dicho en términos simples para que nunca se olvide: el objetivo
último del contrainterrogatorio es ganar el caso.
Capítulo 2.
Mandamientos del contraexamen

En las próximas páginas me dedicaré a exponer cuáles son esas máximas o


mandamientos que deberían inspirar y guiar todas las fases que conlleva un con-
trainterrogatorio. Desde la ideación, pasando por la preparación, hasta llegar a
la ejecución.
Hay dos advertencias que quiero hacerle al lector. La primera, algunos de los
razonamientos que pasaré a exponer, no son de unánime aceptación en la Doc-
trina ni en los abogados litigantes que en distintos roles intervienen en el proceso
penal. Por eso, cuando sea el caso, procuraré exponer las diversas posturas, inclu-
yendo aquella que considero adecuada y las razones de tal inclinación. Pero ello
no significa, en ninguna circunstancia, que se trate de un asunto zanjado o carente
de discusión.
La segunda. Pese a que los denominaré mandamientos, tal y como en su época
lo hizo el profesor Irving Younger, debo hacer una advertencia que él no hizo:
algunas de las máximas que expondré deberán aplicarse en mayor o menor me-
dida, desde uno u otro ángulo, y con énfasis en uno u otro aspecto, dependiendo
de la personalidad propia del contrainterrogador. De aquello con lo que se siente
cómodo, lo que considera “le fluye más”, y de lo que le resulta útil, conforme a su
experiencia. Cuando se trate de unos de esos mandamientos cuya vigencia y apli-
cabilidad se vea afectada por la personalidad del litigante, por supuesto, intentaré
dejarlo suficientemente claro.

1. PRIMER MANDAMIENTO: PREPARE EL


CONTRAINTERROGATORIO

Al legendario abogado norteamericano F. Lee Bailey le preguntaron en una


entrevista cuál era el principal consejo que le daba a los jóvenes litigantes. Su
respuesta certera ilustra mi punto:
“Preparación, preparación y preparación.”1

1
Entrevista tomada por el litigante norteamericano Rich Lomurro a F. Lee Bailey el 2 de enero
de 2018. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=oJWcOzX9LcM
56 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Este no es un mandamiento que admita flexibilización alguna. Es el “no ma-


tarás” del contra. Esta es la causa eficiente, la génesis y la razón de ser de un
contraexamen exitoso. Un abogado puede ser muy brillante, contar con unas ca-
pacidades oratorias innatas y con una capacidad de razonamiento lógico que el
mismo Aristóteles envidiaría. Pero si ese abogado no prepara el contra, el fracaso
será inevitable.
Resulta desconcertante escuchar capacitadores, profesores y litigantes cuando
afirman que el contra no se debe preparar porque solo en el juicio se sabrá qué
dijo el testigo. Esto se ha convertido en un mito que algunos utilizan con el fin de
arropar la negligencia con un manto de legitimidad. “Estaré pendiente de lo que
diga el testigo, y mientras lo hago, encontraré sus contradicciones”, dicen algunos.
Suena heroico, pero es irreal.
En el juicio oral la velocidad con la que suceden las cosas es indescriptible. La
cantidad de información que se ventila a través de los testigos, de los documentos
y de los peritos hace que sea virtualmente imposible que el abogado logre conden-
sarla en tiempo real, preparar la estructura y las líneas de contraexamen, objetar
las preguntas del adversario, pensar en cómo preguntará y formular las preguntas,
todo al mismo tiempo.
Existe una probabilidad importante de que ese mito, que desde ya insto al
lector que ignore, haya hecho carrera a partir de un postulado del contraexamen
que prohíbe llevar las preguntas escritas. Esto es cierto. Pero cuidado, porque son
dos cosas diametralmente distintas. Cuando hablo sobre la necesidad de preparar
cabalmente el contraexamen, no me refiero a llevar las preguntas redactadas a la
audiencia y dedicarse a leer una serie de notas preconcebidas, que posiblemente
tendrán poco que ver con aquello que se dijo en el directo. Lo afirmo con conoci-
miento de causa, al haber incurrido en este error antes de entender que, con ello,
quien resulta enjaulado no es el testigo, sino el abogado.
No. Cuando señalo que preparar el contraexamen es el mandamiento más
importante de todos, lo hago en relación con la necesidad de estructurar variables
de previsibilidad. Me refiero a la necesidad de que usted, sentando en la comodi-
dad de su oficina, con la tranquilidad que ello implica, pueda hacer un ejercicio
de razonamiento profundo acerca de lo que, seguramente o probablemente, dirá
el testigo, cómo lo atacará, cuáles serán sus líneas de contra, qué respondería un
testigo ante determinada pregunta, y cómo contraatacaría usted en el evento que
responda de una u otra forma.
Me refiero a determinar la estrategia a utilizar, el orden en el que se abordará
cada uno de los temas —aspecto en el que las figuras del primacy and recency
jugarán un papel clave, como veremos—. En síntesis, un verdadero ejercicio de
variables de ingeniería, o, si se quiere, de previsibilidad y control de riesgos.
Mandamientos del contraexamen 57

Preparar el contra también implica adelantar las labores tendientes a la re-


colección, lectura y análisis de todas las declaraciones previas que haya rendido
cada testigo. Lo que supone la necesidad de investigar en fuentes abiertas sobre
los casos en los que ha rendido declaración, elevar solicitudes ante las autoridades
correspondientes, analizar los escritos de acusación presentados en casos donde
esos testigos también hayan sido utilizados por su contraparte, entre otras.
Todos estos aspectos deben ser objeto de una profunda preparación por parte
del abogado desde mucho antes de la ejecución del contrainterrogatorio. Abra-
ham Lincoln, cuya faceta de contrainterrogador y abogado defensor ha sido poco
divulgada, lo dijo mejor: “si yo tuviera ocho horas para tumbar un árbol, pasaría
las primeras seis afilando mi hacha”2.
Alan Dershowitz, Profesor de la Universidad de Harvard y emblemático liti-
gante —defendió a Mike Tyson, O.J. Simpson, Bill Clinton, Julian Assange, entre
otros—, señala al respecto:
“He escuchado a algunas de las personas más inteligentes que conozco
hacer algunos de los argumentos menos efectivos frente a jueces y jurados. La li-
tigación efectiva es uno de los atributos más difíciles de identificar en un abogado
o potencial abogado. Desarrollar y afilar las habilidades -realmente el conjunto
de habilidades- de las que los litigantes se sienten orgullosos puede tomar años.
Claro, hay consejos, atajos, callejones sin salida a evitar, y otras herramientas que
se pueden utilizar —y en los próximos ensayos me referiré a varias de ellas— pero
la clave es el trabajo duro.”3
Más adelante concluye:
“Los juicios penales suelen generar emoción ocasionalmente, pero jamás en la magnitud
que se refleja en las películas o series de Hollywood. Los casos se ganan o se pierden en
la preparación, en la biblioteca y en la investigación de campo.

Muchos abogados se confían en sus habilidades de juicio y minimizan la importancia de


la preparación necesaria para poder sacar provecho de esas habilidades. Como abogado
de apelaciones, probablemente he leído más transcripciones de juicios perdidos que

2
Citado por Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions
and trials. Westway publishing. Dallas. 2020, p. 20.
3
Dershowitz, Alan. Letters to a Young lawyer. Basic Boks, New York, p. 108. La traducción es
propia. El texto original es el siguiente: “I have heard some of the smartest people I know make
some of the least effective arguments before judges and juries. Effective advocacy is one of the
most difficult attributes to identify in a potential or practicing lawyer. It may take years to de-
velop and hone that skill — really a collection of skills — into the finished product of which the
advocate is justly proud. Sure, there are hints, shortcuts, blind alleys to be avoided, and other
handy tools of the trade to be picked up —and in the forthcoming essays I will mention some
of those— but the key is hard work”.
58 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

cualquiera, y el factor común es la falta de preparación. Abogados con una gran repu-
tación, alardeando de sus habilidades, pero sin estar familiarizados con los problemas
jurídicos del caso, las modernas tecnologías de ADN y los antecedentes de testigos de
especial importancia.4”
Prepare el caso, conózcalo como nadie. Tenga claros los hechos, los testigos y
las declaraciones que al respecto han dado, sus debilidades y sus fortalezas, los
aspectos que le favorecen y los que podrían perjudicarlo. Cuando usted tenga
todo esto interiorizado, habrá dado otro paso para ser un contrainterrogador
contundente y eficaz.
La preparación del contra, en un sistema de enjuiciamiento criminal que fun-
ciona como lo hacen algunos de los que en Latinoamérica han adoptado el mode-
lo de corte adversarial, resulta aún más importante —si cabe la expresión—. Me
explico. En la mayoría de los países donde se encuentra vigente el sistema adver-
sarial, la concentración del juicio no es solo un principio, no es solo un postulado
teórico, sino que es una realidad.
En Chile, por ejemplo, si el juicio oral se suspende durante más de 10 días,
automáticamente debe decretarse la nulidad para que se surta de nuevo desde el
inicio5. Todo en procura de resguardar el proceso de rememoración y análisis que
debe hacer el Juez, y la forma en la que el paso del tiempo puede afectarlo. Una
situación similar se presenta en México. Allí, de ocurrir una suspensión superior
a 10 días, se considerará una interrupción que acarreará una consecuencia doble.
Por un lado, la necesidad de iniciar el juicio de cero y, por otro, que el nuevo juicio
se realice ante un Tribunal diferente6.
Sin embargo, en Colombia la suspensión del juicio —como regla general— no
genera su nulidad ni la necesidad de repetirlo. Esto es así desde que la Corte Su-
prema de Justicia sentó línea jurisprudencial frente al particular —discusión que
escapa al objeto de este texto—7. Mi punto es el siguiente. La preparación del

4
Dershowitz, Alan. Letters to a Young lawyer. Basic Boks, New York, p. 110. La traducción es
propia. El texto original es el siguiente: “Criminal trials do occasionally generate some excite-
ment, but almost never of the sort that is the staple of Hollywood movies or TV courtroom
dramas. Cases are won and lost in preparation - in the library and in the field. Too many lawyers
depend on their “courtroom skills” and downplay the preparation necessary to take advantage
of their skills. As an appellate lawyer, I have probably read as many transcripts of losing crimi-
nal trials as anyone, and if there is one common theme, it is lack of preparation. Lawyers with
great reputations come into the courtroom strutting their stuff but unfamiliar with governing
case law, modern DNA technology and the background of critical witnesses”.
5
Artículo 283, inciso 3ero, del Código Procesal Penal chileno.
6
Artículo 352 del Código Nacional de Procesos Penales mexicano.
7
En ese sentido, entre otras, Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia 38.512 del 12 de
diciembre de 2012.
Mandamientos del contraexamen 59

contra adquiere una importancia adicional debido a la ausencia de concentración


del juicio, pues si debemos adelantar juicios orales cuyas sesiones suelen estar a
dos o tres meses de distancia una de la otra, ya no basta con estudiar el caso para
el juicio, sino que se debe estudiar para y durante el juicio.
Implica la necesidad de estudiar no solo los antecedentes y las declaraciones
previas de los testigos, sino también lo que dijo el testigo durante el juicio hace
unos meses —o años, en el peor de los casos—. De lo contrario, será muy difícil
lograr encontrar contradicciones entre ellos, y en general, será muy difícil tener
una percepción acertada sobre la información que se ha incorporado progresiva-
mente al juicio oral.
En todo caso, esto solo refuerza la condición de pilar fundamental que ostenta
la preparación del contrainterrogatorio.

2. SEGUNDO MANDAMIENTO: SEA HOMICIDA, NO SUICIDA

Todos tenemos arraigada una imagen de lo que consideramos un gran con-


trainterrogador: un abogado brillante, con dotes de orador persuasivo, que logra
exponer las mentiras de todos aquellos testigos que sufran la desgracia de enfren-
tarlo. Un maestro de la dialéctica, que nunca se equivoca al formular las pregun-
tas, y frente al que nunca prospera objeción alguna. Un abogado tan incisivo, que
logrará que los testigos lleguen al punto de aceptar sus mentiras o contradiccio-
nes, a como dé lugar.
Basta con pensar en las películas o series de televisión que sobre juicios orales
se han producido. La imagen es recurrente: el abogado —héroe— que con su as-
tucia logra que el testigo acepte que está mintiendo o que en realidad no percibió
lo que inicialmente afirmaba haber visto.
Películas como “Cuestión de Honor” muestran al abogado Daniel Kaffe (Tom
Cruise) realizando un contrainterrogatorio en el que, con tan solo 5 o 6 preguntas,
lleva al Coronel Jessep (Jack Nicholson) a aceptar que fue él quien emitió el có-
digo rojo —justo lo que el personaje principal requería para lograr la absolución
de su cliente— aun cuando eso implicaba la responsabilidad penal del Coronel.
En “Mi Primo Vinny”, el inexperimentado pero sagaz Vinny Gambini (Joe
Pesci) se encuentra contrainterrogando a un testigo que identificó a sus clientes
como los autores del homicidio. El testigo afirmaba haberlos visto desde su casa
mientras ellos se encontraban en la tienda donde se cometió el delito. El perspicaz
Vinny le muestra una serie de fotos que demostraban que entre la casa del testigo
y el lugar de los hechos se interponían varios objetos: las persianas de las ventanas
de la casa, algunos árboles con sus miles de hojas y 7 arbustos. Luego de esto, le
pregunta:
60 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Abogado: “Mr. Crank, ¿Usted pudo identificar positivamente a los acusados, por un ins-
tante de 2 segundos, mirando a través de esta ventana sucia, esta persiana que la cubría,
estos árboles con todas estas hojas en ellos, y no lo sé, ¿cuántos arbustos…?

Testigo: “eran como 5”

A: “Ah, ah, no olvide este y este…”

T: Siete arbustos

A: “Siete arbustos. ¿Qué piensa entonces? ¿Es posible que usted haya visto dos tipos en
un convertible verde y no necesariamente estos dos tipos en particular —sus defendi-
dos—?

T: Supongo

A: “Ya terminé con este tipo” —Dirigiéndose al Juez—.


Hollywood no ha dejado por fuera de sus grandes escenas de contra a los Fis-
cales. A modo de ejemplo, recordemos la película “Tiempo de Matar”, basada en
el best seller del autor de novelas legales más importante de las últimas décadas,
John Grisham8. El acusado era Carl Lee, un hombre afrodescendiente que asesi-
nó a los hombres que habían cometido la violación y posterior homicidio de su
menor hija.
Su defensa era la inconsciencia temporal —algo así como una mezcla entre la
circunstancia de atenuación que conocemos como la “ira e intenso dolor” y la
inimputabilidad por trastorno mental transitorio con base no patológica— ori-
ginada en que, a los violadores y asesinos de su hija, tan solo les había impuesto
una pena de prisión de 10 años. El Fiscal necesitaba mostrar que en realidad el
acusado cometió el homicidio dolosamente, por lo que contra examinó a Carl
Lee (Samuel Jackson). Allí, tras unas breves preguntas, logró que el acusado acep-
tara, gritando tan fuerte como sus pulmones se lo permitían, una y otra vez, que
él consideraba que las víctimas merecían morir por lo que le hicieron a su hija.
Una manifestación devastadora, de parte de un hombre cuya defensa era haber
actuado fuera de sí.
“Pobres testigos, realmente nunca tuvieron una oportunidad al enfrentarse
con esos abogados”, pensarán todos aquellos que NO hayan pasado por un con-
trainterrogatorio de la vida real. Y la verdad es que, si así sucedieran las cosas en
una sala de audiencias, el contra no infundiría el terror que genera en la inmensa
mayoría de abogados. Sería un asunto muy sencillo en el que bastaría con lanzarle
al testigo cinco o seis preguntas acusatorias para que él las acepte y listo. Asunto
arreglado y juicio ganado. Si cada uno de estos contras que acabamos de citar se

8
GRISHAM, John. Tiempo de matar. Wynwood press. New York, 1989.
Mandamientos del contraexamen 61

hubiesen ejecutado en la vida real, seguramente su resultado hubiese sido diame-


tralmente distinto.
Luego de ser bombardeados sistemáticamente por este tipo de guiones, sen-
timos la tendencia a creer erradamente que podríamos lograr ese tipo de “con-
fesiones” en la vida real. A esta distorsión, bien podríamos llamarle el síndrome
hollywoodense del contrainterrogatorio. La doctrina norteamericana especializa-
da la ha llamado “The Perry Mason Syndrome”, en honor a la popular serie cuyo
principal personaje era el abogado Perry Mason. Mason nunca perdió un caso.
Más aún, nunca tuvo que hacer alegatos de clausura, pues siempre ganaba los
juicios cuando lograba, en el contra, que los testigos aceptaran estar mintiendo,
ser los verdaderos autores del crimen o, simplemente, que las cosas no sucedieron
como las habían contado.
Terrence MacCarthy señala sobre el particular:
“Ya conocemos la escena. El testigo está en el estrado y Perry se levanta para contrainte-
rrogarlo. Después de unos minutos de un contra que no es particularmente bueno —la
verdad sea dicha—, el testigo empieza a sucumbir. Finalmente se quiebra, sacude su
cabeza y dice, “No, Mr. Mason, tengo que decirle la verdad, no fue su defendido Johnny
quien robó el banco, fui yo”. Todos en la sala gritan “¡aleluya!”, el juez desestima el caso
y el fiscal, Hamilton Berger sale reelecto. Así es como siempre suceden las cosas.”9
Shan Read se refiere al “síndrome hollywoodense” y los efectos que genera:
“Hollywood ha creado la expectativa en el público de que un buen abogado será capaz
de lograr que un testigo confiese sus malos actos en el estrado. Esta expectativa genera
un miedo innecesario en el abogado, quien piensa que debería ser capaz de lograr lo que
logran los actores. El retrato de Hollywood sobre lo que sucede en los juicios no podría
estar más alejado de la realidad.”10

9
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 36. La traducción es propia, el texto original es el siguiente: “You know the scene. The
witness is on the stand, and Perry stands up to cross-examine him. After a few minutes of Perry’s
(truth be known) not particularly good cross-examination, the witness starts to fall apart. Fi-
nally, he breaks down, shakes his head and says, “No, Mr. Mason, I’ve got to tell you the truth.
It wasn’t your Johnny that robbed the bank, it was me”. Everybody in the courtroom shouts
“hallelujah!” the judge dismisses the case, and the prosecutor, Hamilton Berger, goes back and
gets reelected. That is what always happens”.
10
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 67. La traducción es propia. El texto original es el sigui-
ente: “Hollywood has created an expectation among its viewers that a good lawyer will be
able to get a witness to confess to wrongdoing on the witness stand. This expectation creates
a needless fear in real attorneys who think they should be able to accomplish what actors can.
Hollywood’s portrayal of courtroom scenes could not be further from the truth”.
62 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Este no es un fenómeno reciente. Desde 1903, Francis Wellman, el llamado


padre del contrainterrogatorio, señaló:
“Es absurdo pensar que un testigo que ha jurado que los hechos ocurrieron de cierta
manera, inclusive si inadvertidamente estiró la verdad, fácilmente va a ser inducido por
el abogado para cambiarla y aceptar su error”11
Entendiendo que el fenómeno existe, vale la pena resaltar cuáles son las con-
secuencias que produce:
i. Frente al cliente, genera la expectativa de que un buen abogado, máxime
si es especialista en juicios orales, y mucho más si se reputa buen con-
trainterrogador, debería ser capaz de hacer que el testigo confiese estar
mintiendo. De lograr que confiese su parcialidad, sesgo, carácter proclive
a la mentira, etc.
Cualquier resultado distinto, por mucho que el abogado se haya esfor-
zado en conseguirlo, será visto como insuficiente y asumido como una
derrota. Esto impondrá al abogado una presión extra: “puede que no
consiga esa confesión, pero debo mostrar que lo intenté”. Lo que se tra-
duce en que el abogado ejecuta un contra suicida, solo para satisfacer las
expectativas del cliente.
ii. Frente al Juez. Si bien, no son la regla general, son conocidos los pro-
nunciamientos judiciales —de todos los niveles jerárquicos— en los que
se concluye que un testigo es creíble, pese a sus múltiples y gravísimas
contradicciones; sus manifestaciones que violentan el sentido común y
su evidente motivo para mentir; simple y llanamente porque “el testigo
se mantuvo en que el responsable de los hechos fue el procesado”.
Es claro que ese tipo de conclusiones, alejadas de un debido ejercicio de
valoración probatoria a la luz de los postulados de la sana crítica, guar-
dan relación inescindible con la expectativa según la cual, un testigo solo
deja de ser creíble si se retracta de sus afirmaciones. Otra consecuencia
del síndrome hollywoodense.
En ese orden, el contra de un mentiroso debería ser capaz de llevarlo
a que se retracte de sus manifestaciones. Si no, “de pronto no es tan
mentiroso como lo pintan”. Otra presión extra para el abogado: logra
lo imposible durante el contraexamen o el testigo se estimará creíble por
parte de los jueces.

11
Wellman, Francis. The Art Of Cross Examination. Edición de la American Bar Association.
2009. Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company. Pos. 351.
Mandamientos del contraexamen 63

iii. El principal destinatario de las consecuencias del síndrome hollywoo-


dense es el abogado que debe contrainterrogar. Al fin y al cabo, cuál sería
la razón por la cual, siendo un abogado preparado, hábil e inteligente, no
pueda alcanzar los logros que consiguen sus homólogos en las películas.
Se genera un estándar inalcanzable sobre lo que significan las destrezas
del buen contrainterrogador. Y si a eso le sumamos la presión que impli-
can las expectativas de los clientes, los demás abogados desconocedores
de la materia —pero siempre listos para opinar sobre su actuación— y
la forma en la que la prueba testimonial se valora por algunos jueces, el
asunto no pinta bien.
Pero este síndrome tiene tratamiento. Es relativamente sencillo y profunda-
mente efectivo: tener expectativas realistas sobre lo que podemos lograr en el
contrainterrogatorio. Entender que el testigo puede “sobrevivir al contra” sin que
eso signifique que hemos hecho un mal trabajo; que hay casos en los que tenemos
insumos para dejar a los testigos como auténticos mentirosos, mientras que, en
otros, neutralizar en una mínima proporción su credibilidad ya será una verda-
dera gesta.
Que el testigo, siempre, absolutamente siempre que pueda y que su intelecto
se lo permita, hará todo lo posible por quedar bien, por buscar una explicación
razonable a sus contradicciones y por evitar la confesión de sus mentiras o su
actuar inapropiado. El contra, finalmente, es una batalla y ningún sentido tiene
entrar en ella creyendo que a las primeras de cambio el testigo se arrodillará y
suplicará perdón.
El tratamiento al síndrome hollywoodense exige:
i. Seleccionar con cuidado aquellas batallas que puedo ganar y dejar de
lado aquellas que solo reforzarán la credibilidad del testigo.
ii. Prever qué contestará el testigo cuando lleguemos a los temas más álgi-
dos. Qué respondería si está contestando honestamente, qué respondería
si se convierte en un testigo hostil —o si desde el principio lo es— y cuál
sería el paso por seguir si su respuesta es una evasiva del tipo “no recuer-
do” o “no le entiendo”.
iii. Cómo reaccionaremos si contesta lo que buscamos, y cómo lo haremos
si no lo hace.
iv. Sobre qué aspectos puedo impugnarlo con las declaraciones previas que
tengo a disposición.
v. Cuáles respuestas serán contrarias al sentido común —evento en el cual
ni siquiera necesitaremos las declaraciones previas para impugnar—.
64 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

vi. Cuáles de sus respuestas contrarían la evidencia documental que fue ob-
jeto de descubrimiento.
vii. Qué afirmaciones del testigo son refutadas por mis pruebas o por las
mismas pruebas de la contraparte.
Con estos breves ejercicios de previsibilidad aumentarán sustancialmente sus
probabilidades de salir triunfante del contra. Más aún, si lleva a cabo ejercicios
de simulación con un tercero que, conociendo el caso, a través de todo tipo de
respuestas lo ayude a encontrar las distintas vertientes por las que podría salirse
el testigo.
En síntesis, tenga expectativas realistas. “Sea homicida y no suicida”.

3. TERCER MANDAMIENTO:
HAGA UN CONTRA A PRUEBA DE BALAS

¿“No pregunte si no sabe la respuesta”? No, esa no es la regla. Veamos.


Desde hace varias páginas tenemos claro que durante el contra la pelota se
encuentra en la cancha del abogado, no del testigo. Por eso, el abogado debe
conocer su caso a profundidad y debe estar preparado para todo lo que pueda
suceder. El contra debería transcurrir sin sorpresas significativas para quien hace
las preguntas.
Quizás por lo anterior, la “sabiduría de baranda” y una parte de la doctrina
llevan años señalando que el abogado “no debe preguntar si no sabe la respues-
ta”. Esta es una afirmación que categóricamente se repite en los pasillos de los
juzgados y las aulas de clase. Y se repite tanto que sin darnos cuenta se ha con-
vertido en un imperativo. En una realidad. Nos dicen, una y otra vez, que de su
cumplimiento depende el éxito del contra. Afortunadamente, no porque se repita
mil veces se vuelve cierta. No lo es.
El origen de esta confusión pareciera remontarse 60 años atrás en la historia
judicial del Deep South —Profundo Sur— norteamericano. Particularmente, al
libro y su adaptación al cine de la aclamada obra de Harper Lee: Matar un Ruise-
ñor. Allí, Atticus Finch, el abogado defensor de un afrodescendiente injustamente
acusado de atacar sexualmente a una mujer blanca, señala de forma concluyente:
“Nunca, nunca, nunca le hagas a un testigo, durante el contraexamen, una pregunta
cuya respuesta no conoces con antelación. Fue un principio que interiorice desde que
todavía era bebé. Hazlo y obtendrás seguramente una respuesta que no quieres y que
puede acabar completamente con tu caso”12

12
LEE, Harper. Matar a un Ruiseñor. Editorial Novoprint. Barcelona, 2014.
Mandamientos del contraexamen 65

Con el paso de los años esta epifanía literaria ha hecho carrera hasta conver-
tirse —indebidamente— en una máxima del contrainterrogatorio. Seguramente se
vio reforzada debido al fracaso rotundo al que se enfrentan todos los abogados
que, sin un conocimiento profundo de los hechos y las evidencias, y confiando
únicamente en su intuición, se estrellan contra las respuestas inesperadas de los
testigos.
Por ejemplo, el profesor de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, ha
criticado que esta sea una consideración enseñada en las aulas de clase con tintes
absolutos:
“Otra regla ‘absoluta’ que se enseña a los abogados jóvenes es ‘nunca haga una pregunta
cuya respuesta desconoce’. Eso es cierto en el interrogatorio directo de testigos amiga-
bles, tanto en casos civiles como penales. Si usted ha preparado adecuadamente a su
testigo, no debería haber sorpresas en el directo. La regla `absoluta´ también es aplicable
al contrainterrogatorio en los casos civiles, donde a los testigos adversos generalmente
se les ha tomado una deposición previa al juicio. Pero en los casos penales no hay tal
regla ‘absoluta’.”13
La proliferación de esta idea corresponde a una inadecuada interpretación del
contrainterrogatorio y conduce a un absurdo: el abogado nunca podría contrain-
terrogar porque desconoce las respuestas de los testigos, y no solo de los testigos
hostiles o los que van al juicio oral a mentir deliberadamente, también sucederá
con testigos honestos que tuvieron una percepción errada de los hechos o en cuya
memoria el tiempo ha hecho lo suyo. En otras palabras, si aceptamos este mito
como una máxima categórica, nunca podremos contrainterrogar, pues, en la prác-
tica, no sabemos puntualmente cuál será la respuesta del testigo.
No tenemos la capacidad para determinar previamente y con certeza qué res-
ponderá el testigo, si lo hará con la verdad, si mentirá, si evadirá alguna de las
preguntas. Ni siquiera podemos saberlo en aquellos eventos en los ha rendido una
declaración previa, pues es probable —y sucede con asombrosa frecuencia— que
el testigo cambie de versión. De tal manera que esa no puede ser la máxima que
rija un mecanismo tan importante para la exposición de la verdad en el juicio,
como lo es el contra.

13
Dershowitz, Alan. Letters to a Young lawyer. Basic Boks, New York, p. 114 La traducción es
propia, el texto original es el siguiente: “Another “never” rule that is taught to most young law-
yers is “Never ask a question to which you don’t know the answer”. That is certainly true of
direct examination of friendly witnesses in both civil and criminal cases. If you have prepared
your witnesses well, there should be no surprises on direct. But the “never” rule is also applied to
cross-examination, and it has validity in civil cases where adverse witnesses have generally been
deposed and interrogated prior to the trial. But in criminal cases, it should not be a “never” rule”.
66 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Frente al particular, el Profesor y litigante Ronald H. Clark, opina:


“De hecho, cuando un abogado hace una pregunta, le es imposible saber con certeza
qué va a decir el testigo. En ocasiones hasta el testigo más favorable puede decepcionar-
nos. Si su propio testigo puede decepcionarlo, ¿cómo un abogado litigante puede saber
cuál será la respuesta que dará un testigo hostil?”14
Ese no puede ser el mandamiento. El verdadero mandamiento es: nunca haga
una pregunta si no está preparado para enfrentar cualquier respuesta posible. Un
verdadero contra a prueba de balas es aquel diseñado para resistir todas las res-
puestas que pueda dar el testigo.
Y aquí debemos volver a la imperiosa necesidad de preparar hasta el último
detalle del juicio, examinar cuidadosamente hasta el último documento y analizar
rigurosamente hasta el último testigo. Esto le permitirá hacer juicios de previsi-
bilidad bastante fiables sobre lo que puede llegar a contestarle el testigo y, en ese
orden, estar preparado para cualquiera que sea la respuesta. Estará blindado ante
cualquier ataque. Eso sí, vale la pena anotar desde ya, el contra solo estará blin-
dado si se realiza a través de preguntas cerradas y sugestivas —aspecto del que
me ocuparé en el tercer capítulo de este libro—, pero no si se opta por formular
preguntas abiertas donde las opciones de respuesta apuntan al infinito.
Piénselo así, normalmente usted planteará una pregunta —una afirmación—
que el testigo solo puede negar o confirmar. Si contesta afirmativamente, y era lo
que esperaba, usted podrá continuar con las siguientes preguntas de su contra. Si
el testigo niega la afirmación, simplemente deberá impugnar su credibilidad para
mostrar que está mintiendo, se equivoca o contraría el sentido común15. Eso sí,
cuando no tiene los insumos para impugnarle credibilidad al testigo ante alguna
de las respuestas posibles, previamente deberá reconsiderar la conveniencia de
formular esa pregunta específica, pues estaría embarcándose en una pelea de la
que seguramente no saldrá ileso.
En resumen, usted puede preguntar sin conocer con certeza qué responderá el
testigo, siempre y cuando tenga herramientas suficientes para impugnar credibi-
lidad si la respuesta no es la esperada. Esto es lo que debe entenderse del manda-
miento en cuestión. Esta es la regla general.
Pero como no podría ser de otra forma, existen tres excepciones en las que
usted puede preguntar sin contar con las armas para enfrentar las posibles res-
puestas:

14
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 69-70.
15
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 70.
Mandamientos del contraexamen 67

i. La respuesta incierta no representa un riesgo relevante


Es viable formular preguntas sin contar con los insumos para impugnar cre-
dibilidad cuando el riesgo es muy bajo y, en cambio, es alta la probabilidad de
lograr una respuesta favorable para nuestra teoría del caso.

ii. Siendo un riesgo significativo, el tema es tan importante que debe ser abordado
También deberá tomar el riesgo cuando las particularidades del testigo así lo
demanden. Cuando se trate de un tema de gran importancia o un aspecto que
—de no abordarse— pueda comprometer las opciones de ganar el juicio. En estos
casos, la necesidad de preguntar sobrepasa el riesgo de una respuesta perjudicial.
La doctrina especializada explicada la idea en los siguientes términos:
“En algunos procesos penales, sin embargo, los abogados defensores no ganarían el jui-
cio si permanecen todo el tiempo “en tierra firme”. Los defensores, en ocasiones, se ven
forzados a hacer preguntas donde no hay certeza sobre la respuesta debido a la imposi-
bilidad de tomar declaraciones previas al juicio de los testigos (por falta de cooperación
de los testigos). La necesidad dicta tomar riesgo calculados.”16

iii. La respuesta no importa. Importa la pregunta y el argumento que trae implícito


La última excepción se presenta en aquellos eventos en los que la respuesta del
testigo poco o nada importa, y lo verdaderamente significativo está en el simple
hecho de formular la pregunta, pues su finalidad no es obtener información del
testigo, sino plantear su punto, argumento o posición frente a uno de los temas re-
levantes de la controversia17. Las reglas y particularidades que deben cumplir este
tipo de preguntas, las explicaré en el capítulo noveno al hablar de la conveniencia
excepcional de la “pregunta de más”.

16
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 144. La traducción es propia. El texto original es: “In
some criminal trials, however, many defense attorneys would never win if they always treaded
on safe ground (tierra firme). Defense attorneys are sometimes forced to ask questions where
the answer is not absolutely certain because of their inability (through lack of cooperation by
the witnesses) to interview police officers and other government witnesses prior to trial. Neces-
sity dictates taking calculated risks”.
17
Similar posición adopta Shane Read cuando señala: “Entonces, la regla para la mayoría de las
situaciones es que no debe realizar una pregunta si no conoce cuál es la respuesta que el testigo
tiene que dar, [salvo cuando] la respuesta no importa”. Read, Shane. Winning at cross-exam-
ination: A modern approach for deposititions and trials. Westway publishing. Dallas. 2020, p.
142. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: So, the rule for most situations,
then, is that you should never ask a question unless you know the answer the witness must give
or the answer does not matter.
68 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Por lo demás, al margen de estas excepciones, recuerde que en la inmensa


mayoría de ocasiones se encontrará frente a un testigo adverso, hostil o, por lo
menos, levemente parcializado, que hará todo lo que esté a su disposición —al-
gunos rayando incluso con la ilicitud— para perjudicarlo a usted y a su teoría del
caso. Debe, entonces, actuar de conformidad y únicamente sumergirse en aquellos
temas sobre los cuales se encuentra preparado y armado frente a cualquier res-
puesta del testigo.
Esto es lo que se conoce como un contrainterrogatorio a prueba de balas.
Lastimosamente, como lo enseña la práctica judicial, lejos de entrar al contra
blindados, la mayoría de los abogados perecen en el intento.

4. CUARTO MANDAMIENTO:
SUAVE CON EL TESTIGO, DURO CON EL TEMA

Seamos realistas. El contra es una batalla. Y como tal, las partes no entran a
ella pensando cómo ayudar al adversario. El testigo tampoco lo hace. Por eso, de
él no debemos esperar rosas y chocolates, sino la actitud propia de quien piensa
que al ser contrainterrogado es puesto en la palestra. Lo estamos cuestionando, a
él, su credibilidad, sus patrones de conducta, o su mendacidad.
Sin importar cuál sea el aspecto que ataquemos, es apenas natural que el testi-
go entre a la defensiva y con miedo. Miedo al Juez. Miedo al trámite desconocido
de la audiencia, a las consecuencias de sus dichos, inclusive miedo a hablar en
público, etc.
Si bien, hay testigos que reflejan ese temor en el tono de su voz, en las frases en-
trecortadas o en la imposibilidad de rememorar aspectos que normalmente recor-
darían, hay otros que ocultan el temor bajo un robusto caparazón de agresividad.
Así que es probable que usted se enfrente a un testigo cuya hostilidad radica en el
miedo que todo el contexto del juicio le produce. Por lo que, ante el más mínimo
cuestionamiento, con frecuencia se verá usted en medio de respuestas desafiantes,
erráticas y hasta irrespetuosas.
En otros casos se encontrará con testigos cuya hostilidad no radica en el miedo,
sino en la parcialidad o el interés que tienen en el resultado del proceso. Depen-
derá de la personalidad y el carácter del testigo, por supuesto, pero siempre que
un testigo tenga un interés en el caso, intentará defender tanto como sea posible
la credibilidad y la veracidad de sus afirmaciones.
Piense en el testimonio de la víctima o —lo que muchas veces es peor— en el
de sus familiares o personas cercanas. Cuando se trata de delitos que involucran
el patrimonio, la integridad o la vida de las personas, esos son testimonios que
Mandamientos del contraexamen 69

suelen tornarse muy emocionales y, por ende, muy agresivos. No espere que la
madre de un menor asesinado o de una mujer abusada le responda con elegancia
y cordialidad. La sensibilidad del testigo estará a flor de piel.
No podría terminar esta colección de testigos potencialmente agresivos sin ha-
blar de una categoría que en este libro ocupa un lugar privilegiado en la cúspide
del escepticismo, porque poco hay que creerles, salvo que exista prueba periférica
de corroboración. Me refiero al delator, al “Snitch”, al testigo con principio de
oportunidad o el coimputado arrepentido, llámesele como quiera. Sin duda, es
el testigo más problemático de contrainterrogar. A lo largo del libro haremos
referencia a varios de esos problemas prácticos y sus respectivas soluciones —por-
que todos la tienen, afortunadamente—, pero, por ahora, quiero enfocarme en su
agresividad.
El coimputado arrepentido o “Snitch” es un testigo que tiende a la profesio-
nalización. Muy seguramente para el momento en que usted lo contrainterrogue,
ya habrá rendido muchas declaraciones en todos los escenarios posibles. Solo
para poner en contexto al lector que apenas se sumerge en las aguas del litigio, he
contrainterrogado testigos delatores que, ante todo tipo de autoridades, habían
rendido más de sesenta declaraciones previas sobre los mismos hechos.
Esto genera un mar de información a estudiar, y si el testigo está mintiendo,
seguramente generará un gran número de contradicciones. Hasta ahí todo está
bien, pues seguramente tendremos insumos para adelantar un contrainterrogato-
rio devastador.
Aquí viene lo malo. Acudir una y otra vez ante las autoridades competentes a
contar “su versión” de los hechos genera que los testigos se profesionalicen. Se
convierten en verdaderos expertos sobre el funcionamiento y los vacíos del siste-
ma. Son testigos que saben que rehusándose a contestar “sí o no” ante preguntas
asertivas lograrán que los contrainterrogadores inexpertos claudiquen.
Saben que ante una pregunta de “cierto o falso”, bastará con contestar “par-
cialmente cierto” para obligar al abogado novato a realizar una pregunta abierta
del tipo “¿por qué parcialmente?”, y con ello, a perder el control del contraexa-
men. Saben que con un “pero déjeme contestar” o con una invitación a nuestro
cliente para que “cuente la verdad a la administración de justicia y acepte su
responsabilidad” —como ellos supuestamente lo han hecho— pondrán en vilo su
serenidad y la de su cliente. Como se diría coloquialmente, “se las saben todas”.
Por eso se han ganado el adjetivo de “testigos profesionales”.
Son testigos que conocen las ventajas de la agresividad para esconder la false-
dad de sus afirmaciones. Saben que adoptando una posición agresiva sus proba-
bilidades de tomar el control aumentan y, por ende, también aumentan las pro-
babilidades de que el abogado no logre los objetivos que inicialmente se planteó.
70 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En síntesis, saben que con una actitud tosca y desafiante asustarán a los no-
vatos y sacarán de casillas a los más experimentados. Para ellos es una victoria
segura, o eso creen hasta que se enfrentan a un contrainterrogador que sabe lo
que está haciendo y mantiene absoluta tranquilidad.
Sin importar la razón por la que el testigo se comporte agresivamente durante
la audiencia, en todos nosotros, como seres humanos que somos, se genera la
necesidad de reaccionar de forma semejante. Algo así como atacar la agresividad
con una mayor agresividad. He pasado por ahí. El que se ha enfrentado a esta
situación sabe de qué estoy hablando, y el que no, lo sabrá cuando contrainterro-
gue a un testigo hostil. El deseo de responder de la misma forma y gritar al testigo
para hacerle ver que es usted quien tiene el control, es el primer obstáculo con el
que se encontrará cuando deba contraexaminar a un testigo de esta naturaleza.
No es un reto sencillo de superar. La naturaleza humana nos hace reaccionar
ante las injusticias, y un testigo que miente es claro ejemplo de una terrible injus-
ticia. Esto indigna, sin duda. Pero salvo que quiera tirar por la borda sus posibi-
lidades de hacer un buen contra y de ganar el caso, no tiene otra opción distinta
a mantener la compostura y el decoro. Precisamente eso es lo que muchas veces
busca el testigo; que usted se desestabilice y le falte al respeto.
Si eso sucediera, solo a modo de ejemplo, tendría que hacer cara a las siguien-
tes consecuencias:
i. Un fuerte llamado de atención de parte del Juez, como mínimo. A los
Jueces no les gusta que maltraten a los testigos. Y con razón. Así el tes-
tigo sea un mentiroso empedernido y usted cuente con los elementos
para impugnarlo, la credibilidad del testigo se verá reforzada y la suya
aniquilada si llega a irrespetarlo.
Terrence MacCarthy explica en su libro MacCarthy On Crossexamina-
tion18 un fenómeno muy interesante. El contra es una constante batalla
de credibilidad ante los ojos del Juez. Desde el minuto uno, la batalla
siempre la empieza ganando el testigo19. El testigo va a juicio a colaborar
con la justicia, a contar los hechos que percibió y a cumplir un deber ciu-

18
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007.
19
Misma idea que presenta Richard Waites, en WAITES, Richard, Helping Reluctant Witnesses
to Give Effective Testimony ( 2009). Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1520809:
“Most fact finders will also sympathize with almost anyone who is called as a fact witness.
Jurors might even empathize with witnesses. Although judges and jurors view the act of asking
questions to witnesses differently, they all understand that questioning witnesses in a trial pro-
ceeding is an aggressive process that can be very manipulative. They realize how helpless they
would feel in the same circumstances as the witness”., p. 12.
Mandamientos del contraexamen 71

dadano. Mientras que el abogado está ahí porque tiene interés en ganar
el caso, en prevalecer y, en general, porque ese es su trabajo.
Superficialmente, explica MacCarthy, la posición del testigo es mucho
más loable que la de los litigantes que batallan por mostrar que su pos-
tura es “la correcta”, su argumento “el procedente” y su historia “la ver-
dadera”. Conclusión: la batalla por la credibilidad la empieza ganando
el testigo, por goleada, y solo después de un buen contra el marcador se
inclina hacia el lado contrario. De ahí que la simpatía y el ánimo de pro-
tección del Juez, por lo menos preliminarmente, estarán con el testigo.
ii. Como consecuencia de lo anterior, si usted cae en el juego del irrespeto
mutuo con el testigo, seguramente el Juez se volverá mucho más estricto
con la determinación de los temas que puede abordar durante el contra
y la forma en que puede hacerlo. Recuerde que constantemente el Juez
estará decidiendo si las preguntas “son pertinentes”, si el tema “hizo
parte del directo” y, en general, tendrá que estar tomando toda clase de
determinaciones frente a las que no procede recurso, pero que si tienen
la potencialidad de limitar sustancialmente el contra y sus alcances.
Ante la menor muestra de irrespeto, muy probablemente el Juez hará uso
de sus facultades para evitar extender en el tiempo el acto embarazoso
que significa que un abogado entre en confrontaciones verbales con el
testigo. Dicho en otros términos, “apague y vámonos”.
iii. Por último, si el contra se convierte en una pelea personal dónde se so-
brepasan los límites del decoro y el respeto debido, será prácticamente
imposible conservar la templanza y la serenidad que se requieren para
hacer un contra agudo y efectivo. Si la ira le nubla la razón, usted no
podrá formular las preguntas adecuadas, de la forma adecuada y en el
momento adecuado. Si la razón está nublada, no será capaz de impugnar
credibilidad, proyectar declaraciones previas y mostrar contradicciones
del testigo con la serenidad que un asunto tan complejo demanda.
El profesor italiano Gianrico Carofiglio explica la idea se la siguiente
forma:
“Los enfrentamientos directos con el testigo aminoran el grado de control sobre la se-
cuencia de preguntas y además pueden influir para mal en la imagen de quien las hace.
Por razones tanto de estilo como de eficacia han de evitarse estas posibles consecuen-
cias.”20

20
Carofiglio, Gianrico. El arte de la duda. Marcial Pons. Madrid, 2010, p. 44.
72 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Estas son solo algunas de las consecuencias. Pero la verdad es que las razones
para no caer en ese yerro sobran. Por eso vale la pena recordar el mandamiento
“duro con el tema, suave con el testigo”.
Duro con el tema significa no claudicar ante el testigo hostil; no permitir que
se salga con la suya utilizando respuestas evasivas o confusas; no dejar de impug-
narle credibilidad siempre que sea necesario, pero siempre en el marco del respeto
y el decoro debido a la majestad de la administración de justicia y a la dignidad
del testigo.
Suave con el testigo significa nunca discutir con él. No entrar en confrontacio-
nes personales que desdibujen los objetivos del contra. Significa limitarse a hacer
las preguntas, sin contestar las preguntas que malintencionadamente le haga el
testigo, y sin hacer comentarios o afirmaciones fuera de tono que lo denigren. Solo
preguntas, nada más.
Ahora bien, esto no significa que la actitud durante el contra deba ser pasiva
o letárgica. Muchísimo menos aduladora —una mala práctica de algunos aboga-
dos—. Tampoco significa que con todos los testigos la actitud deba ser la misma,
pues debe ser, en cada caso, un reflejo coherente de lo que pretende exponer el
litigante sobre el testigo.
En otras palabras, si el abogado considera que el testigo miente, su actitud —
sin ser nunca irrespetuosa— deberá mostrar que eso piensa y planea probar. El
tono, el ritmo y la forma de las preguntas deberán enfatizarse. Sin darle al testigo
el más mínimo margen para explicar sus contradicciones o tomar el control del
contrainterrogatorio.
Si usted cree, en cambio, que el testigo dice la verdad y el objetivo radica en
resaltar hechos que favorecen su teoría del caso, la actitud será distinta. Por ejem-
plo, si ese testigo incurre en alguna contradicción o confusión, no debe impug-
narle credibilidad, sino utilizar el procedimiento para refrescar memoria, entre
muchas otras diferencias que explicaré en el tercer capítulo de este libro.
Hace más de 100 años, al explicar sus reglas de oro del contra, el Barrister
David Paul Brown resumió con brillantez la actitud que debe adoptar el abogado
que lo ejecuta:
“Sea decoroso con el caballero; sagaz con el astuto; leal con el honesto; comprensivo
con el joven; delicado con el atemorizado; recio con el rufián; y un rayo con el mentiro-
so. Pero, en todo caso, nunca se olvide de su propia dignidad”21

21
Wellman, Francis. The Art Of Cross Examination. Edición de la American Bar Association.
2009. Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company, p. 246. Traducción
propia. El texto original es el siguiente: “Be mild with the mild; shrewd with the crafty; confid-
ing with the honest; merciful to the young, the frail, or the fearful; rough to the ruffian, and a
Mandamientos del contraexamen 73

En suma, la actitud del contrainterrogador debe ser consecuente con los obje-
tivos que se plantea frente a cada testigo y coherente con lo que pretende que su
contra refleje ante los ojos del Juez22.

5. QUINTO MANDAMIENTO:
UTILICE SIEMPRE LA CAMISA ROJA

Ni la preparación rigurosa ni las largas noches de estudio ni la estricta selec-


ción de las declaraciones previas que se utilizarán para impugnar credibilidad ga-
rantizan un contra perfecto. De hecho, si se concibe el contra perfecto como aquel
en el que todo sale conforme lo esperado, sin sobresalto alguno y sin que uno solo
de los objetivos se deje de alcanzar, entonces el contra perfecto NO existe.
Ya anticipábamos al inicio del libro, citando al profesor Mauet, que esto vuel-
ve al contra una actividad sumamente frustrante23. Pues sin importar qué tanto lo
hayamos preparado o qué tan blindado consideremos que se encuentra, siempre
habrá aspectos que no saldrán conforme lo esperamos. Son muchas las variables
que no están bajo el control del litigante.
Terrence MacCarthy explica que existen dos formas de sufrir daños durante
el contra. La primera, cuando nosotros mismos propiciamos el daño al formu-
lar las preguntas incorrectas, y la segunda, cuando el testigo profiere respuestas
desfavorables. En todo caso, “no importa qué tan cuidadoso usted sea, muchas
veces el testigo encontrará la forma de dar una respuesta devastadora durante el
contrainterrogatorio”24.
Pero aquí quiero que nos detengamos a pensar unos instantes. Usted puede
considerar que algo no salió a la perfección —o, inclusive, que salió mal— sin
embargo, esto no significa que el juez se percate de ello. En la inmensa mayoría
de ocasiones el juez no lo percibe. Y la razón es muy sencilla: solo usted conoce el
plan que diseñó para la ejecución del contra y, por ende, solo usted sabe cuándo
este salió conforme a lo esperado y cuándo no. Por supuesto, habrá casos extre-

thunderbolt to the liar. But in all this, never be unmindful of your own dignity”.
22
En el mismo sentido: Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster
Kluwers. Nueva York. 2017, p. 271-272.
23
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 264.
24
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 134. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: However, no matter how
careful you are, sometimes the witness will manage to say something devastating during your
cross-examination.
74 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

mos en los que el éxito o el fracaso del contra serán evidentes, pero inclusive en
esos eventos, muchos aspectos escaparán a la percepción del juez.
Claro, cuando estamos contrainterrogando y algo no sale como lo planeamos
porque el testigo nos da una respuesta diferente a la que esperábamos, o porque
formulamos una pregunta que no se compadece con la estrategia que inicialmente
habíamos ideado, inmediatamente nos inclinamos por pensar que el Juez —y los
demás espectadores— son conscientes de nuestro tropiezo, así como lo somos
nosotros.
Pero la verdad es que ellos solo se percatan de estos errores cuando nuestra
actitud refleja que nos hemos equivocado. Cuando en nuestra cara se ven la frus-
tración, el temor o el desespero producidos por una equivocación. Cuando permi-
timos que eso nos afecte.
En mis clases de pregrado y posgrado siempre le pido a los estudiantes que
evalúen alguno de los contrainterrogatorios más confrontacionales que he realiza-
do —los demás también los estudiamos, pero no son tan interesantes—. Lo hago,
por un lado, con el objetivo de despojarlos del síndrome hollywoodense del que
ya hablamos, también para quitarles temor a las equivocaciones —pues todos las
cometemos— pero, especialmente, para ilustrar este punto. Luego de repasar las
técnicas básicas y especializadas del contra, llevo su atención a uno de los frag-
mentos de la audiencia en los que, en su momento, sentí que algo no salió bien, y
les pregunto: “¿qué salió mal en esta parte?”. Sin excepción, las respuestas oscilan
entre “nada” y “no sé”.
No porque no me haya equivocado. Evidentemente ilustro el mandamiento
con ese fragmento de la audiencia porque siento que algo no salió bien. La res-
puesta unánime de mis estudiantes tiene origen en que, cuando me equivoqué o
algo no salió bien, estaba usando la camisa roja. ¡Por eso no me ven sangrar!
Usar la camisa roja significa no dejar que los pequeños tropiezos nos afecten.
Significa que nuestra actitud no cambia. Que, lejos de mostrarnos derrotados,
continuamos el contra con la misma intensidad con la que veníamos. Como si
nada hubiese pasado, así haya pasado de todo. No nos tornamos agresivos con el
testigo cuando ha encontrado la forma de hacernos daño.
No dejamos de contrainterrogar ni abandonamos la guerra, por el contrario,
le hacemos frente a la siguiente batalla. Al fin y al cabo, en el contra cada línea
es una batalla independiente. En unas estaremos más fuertes que en otras, pero
en ninguna dejaremos que las heridas que lentamente va dejando el testigo —es-
pecialmente el hostil— se noten, ni mucho menos, que ralenticen nuestro avance.
Mantenemos la compostura y seguimos.
Frecuentemente es el abogado, con su reacción, quien alerta al testigo y al juez
del daño que le han ocasionado. Por eso es tan importante mantenerse firme y no
Mandamientos del contraexamen 75

permitir que nadie, absolutamente nadie, nos vea sangrar25. Con ello lograremos,
por un lado, minimizar el impacto o inclusive neutralizar el potencial daño —las
probabilidades de que la herida pase desapercibida aumentarán tangencialmen-
te— y, por otro, evitaremos desconcentrarnos, perder el rumbo y, por ende, la po-
sibilidad de vivir otro día para luchar las demás batallas —o líneas del contra—.
Nuevamente, terminemos con sabiduría centenaria. En su época, Francis We-
llman señaló:
“Hasta el contrainterrogador más cauteloso frecuentemente obtendrá una respuesta per-
judicial. Ese es el momento propicio para el más rotundo autocontrol. Si usted muestra
con su cara que la respuesta lo perjudicó, puede perder el caso solo por ese punto. Muy
frecuentemente vemos contrainterrogadores tambalear por una respuesta perjudicial.
Hacen una pausa, se sonrojan, y solo después de que la respuesta ha producido todos
sus efectos, finalmente recobran su autocontrol, pero difícilmente el control del testigo.

Para el abogado litigante verdaderamente experimentado esas respuestas, en lugar de


sorprenderlo o desconcertarlo, se dan por descontadas y no generan efecto alguno. El
abogado experimentado continuará con su próxima pregunta como si nada hubiese su-
cedido o inclusive le dará al testigo una sonrisa incrédula, como diciendo ¿piensa que
alguien puede llegar a creerle eso?”26

La conclusión de Wellman puede sonar un tanto exagerada —hay que tener


en cuenta que sus ideas se expusieron hace más de un siglo—, pero la necesidad
de aplicar a ultranza este mandamiento no lo es. Use siempre la camisa roja, evite
que lo vean sangrar y siga, inmediatamente, con una línea de contrainterrogatorio
con la que se sienta fuerte. Abordando una línea fuerte, inmediatamente después
del tropiezo, aumentarán las probabilidades de que el daño que nos ocasionó el
testigo se vea disipado por el golpe que, seguidamente, le propinamos.

25
La idea es desarrollada y explicada a profundidad por Terrence MacCarthy, en: MacCarthy,
Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago. 2007, p. 134.
26
Wellman, Francis. The Art Of Cross Examination. Edición de la American Bar Association.
2009. Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company. Pos. 380. La traduc-
ción es propia, el texto original es el siguiente: A good advocate should be a good actor. The
most cautious cross-examiner will often elicit a damaging answer. Now is the time for the
greatest self-control. If you show by your face how the answer hurt, you may lose your case by
that one point alone. How often one sees the cross-examiner fairly staggered by such an answer.
He pauses, perhaps blushes, and after he has allowed the answer to have its full effect, finally
regains his self-possession, but seldom his control of the witness. With the really experienced
trial lawyer, such answers, instead of appearing to surprise or disconcert him, will seem to come
as a matter of course, and will fall perfectly flat. He will proceed with the next question as if
nothing had happened, or even perhaps give the witness an incredulous smile, as if to say, “Who
do you suppose would believe that for a minute?”
76 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

6. SEXTO MANDAMIENTO: NO ‘CANTINFLEE’

Ahora mismo usted estará pensando que esta inflexión verbal no existe. Pero
desde 1992 la RAE autorizó su uso y le dio una definición tan clara que sería su-
ficiente para entender este mandamiento sin mayores explicaciones de mi parte:
“Hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia”27
Todos tenemos en la cabeza al ícono de la sátira y la comedia mexicana, Can-
tinflas, como una muestra de locuacidad insustancial. De hablar mucho y decir
poco. De utilizar términos rimbombantes y estrafalarios. Y, sobre todo, de nunca
concretar el punto. Si por alguna razón usted no está familiarizado con aquello
a lo que nos estamos refiriendo, bastará con que recuerde la película “Si yo fuera
diputado”.
Veamos solo un extracto del discurso pronunciado por Cantinflas, en su face-
ta de político, durante la campaña en la que se enfrentó ferozmente contra Don
Próculo:
“[Después de los fuertes aplausos de recibimiento]

¡Pueblo que me escucha! Aquí me tienen delante de ustedes, y ustedes delante de mí, y
es una verdad que nadie podrá desmentir. Y ahora me pregunto, ¿y por qué estoy aquí?
Y en seguida tengo mi respuestación, porque yo soy muy rápido en todo: estoy aquí,
porque no estoy en otra parte, y porque ustedes me llamaron. Y si el pueblo me llama, el
pueblo sabrá por qué lo hizo.

[Siguen los aplausos emotivos]

Yo contrariamente a cierto sujeto que no quiero pronunciar su nombre, pero que lo


estoy viendo… [enfoca a Don Próculo] no represento a ningún partido. Y no represento
a ningún partido, porque me represento yo solito. Porque como dice el dicho, más vale
solo, que mal acompañado… [enfoca nuevamente a Don Próculo y a sus acompañantes]

[Los aplausos siguen creciendo en intensidad]

Agradezco estos aplausos tan desnutridos, a la par que merecidos, que me incitan a
seguir discurseando. Y ustedes se preguntarán, este joven de tan tierna edad, de aspecto
tan distinguido de faiciones [no facciones] regulares y agradables, será capaz de con-
ducir la nave a buen puerto, será capaz de sortear todos los peligros hasta encontrar el
faro de felicidad que nos deje positivamente seguros. Y este joven, este mismo, que entre
paréntesis, es el que les habla, les contestará: a pesar de ser tan pollo, tengo más plumas
que un gallo, y sobre todo, tengo ganas de darle al pueblo, lo que el pueblo necesita.”28

27
Desde 1992 la Real Academia de la Lengua Española aceptó el verbo “cantinflear” en estos
términos. Consulta realizada en https://dle.rae.es/cantinflear.
28
Película “Si yo fuera diputado”. Dirigida por Miguel M. Delgado. 1952.
Mandamientos del contraexamen 77

La crítica oculta en el personaje político de Cantinflas es la misma a la que me


quiero referir. Claro que comparar al abogado contemporáneo con un personaje
de comedia como Cantinflas puede parecer exagerado. Pero aceptémoslo, todos
hemos presenciado intervenciones o alegatos interminables, intrincados e inso-
portables, de abogados que van hablando sin rumbo fijo y con el único objetivo
de hacer gala de su locuacidad. A diferencia de lo que sucede cuando vemos a
Cantinflas, esas intervenciones no nos producen ni un poco de gracia. ¡Son una
autentica tortura!
Uno de los grandes problemas de estos refinados abogados recae en creer que
entre más rebuscado sea su lenguaje y más intrincado sea su discurso, mayor ad-
miración intelectual generarán en sus interlocutores. Como si la inteligencia o la
persuasión del discurso se midiera por la dificultad para entenderlo. Es lo mismo
que les sucede a muchos profesores que no se percatan del somnífero en que ellos
mismos se convierten para sus estudiantes. Son tan inteligentes que no logramos
entenderles una sola palabra.
En el contexto de nuestra profesión se suele pensar, además, que esta capacidad
de utilizar un lenguaje pomposo es muestra de pedigree jurídico, de realeza legal.
Repito, porque encuentran mérito en que nadie los entienda. Basta con acudir
a la inmensa mayoría de textos jurídicos para comprobar la veracidad de esta
afirmación. En consecuencia, aquel que se atreva a desafiar el dogma de la reale-
za jurídica utilizando un lenguaje claro, sencillo y entendible, llega incluso a ser
descalificado como corriente o inculto.
El profesor Diego López Medina le ha dado nombre a este fenómeno: “el estilo
Grecoquimbaya”:
“Esta recomendación puede causar algo de gracia; sin embargo, va muy en serio. En
nuestro país existe una tradición estilística grandilocuente. Los abogados se caracterizan
por sus discursos recargados, rimbombantes e incluso incomprensibles para el ciuda-
dano común. Esta pedante tradición ha permanecido en la escritura jurídica. (…) En
la cultura popular, nuestros conciudadanos se burlan de la forma relamida de hablar y
escribir de los abogados. Nuestros escritos jurídicos están llenos de “palabras cultas” que
en realidad son arcaísmos, expresiones en desuso, frases rebuscadas y otras que, incluso,
parecen tecnicismos jurídicos sin serlo(…)”.29
Ese lenguaje artificialmente sofisticado le servirá para impresionar en una reu-
nión profesional, o descrestar —más que persuadir— a sus interlocutores. Seguro
que sí. Pero las cosas no funcionan de esa manera en el juicio oral. Allí hay magia
en hablar y escribir con sencillez y claridad. El trabajo de los litigantes, como

29
LÓPEZ, Diego. Manual de escritura jurídica. Primera edición. Agencia Nacional de Defensa
Jurídica del Estado. Edición virtual, 2019.
78 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

veíamos en el primer capítulo de este libro, consiste en hacerle llegar al Juez un


mensaje.
Un mensaje lleno de contenido. Un mensaje sobre la procedencia de nues-
tros argumentos y la preponderancia de nuestras pruebas. Pero especialmente, un
mensaje que el Juez entienda, pues solo si lo entiende, podrá ser persuadido por
él. ¿Y cómo pretende que el Juez le entienda si su español arcaico parece salido de
lo más profundo del Quijote de la Mancha?
De tal manera que hablar con un lenguaje innecesariamente complejo cons-
pirará en contra del objetivo fundamental que nos planteamos al encarar todo
proceso. Por eso no escribí este libro —o por lo menos busqué intensamente no
hacerlo— de forma intrincada y compleja. Pues más que una inyección a mi ego
profesional —de eso hablaremos en el siguiente mandamiento— o lograr admira-
ción por la sofisticación de mi lenguaje, mi principal objetivo es que usted no se
muera de aburrimiento al leerlo. Estoy convencido de que eso generará las condi-
ciones propicias para que interiorice el resto de la información. Es decir, para que
el mensaje llegue y se arraigue profundamente. ¿No es ese acaso el trabajo de los
litigantes?
Por eso el mandamiento es muy simple: durante el contra formule las pregun-
tas utilizando el lenguaje más sencillo posible. Hágalo hablando como usualmen-
te lo hace, con el tono que usualmente utiliza y con el lenguaje que más cómodo
lo hace sentir. Por supuesto, respetando los límites del decoro debido a la solem-
nidad de las audiencias. Pero sin complicaciones innecesarias.
Sin términos rebuscados y recordando siempre que no está en un concurso de
esnobismo intelectual. No utilice adjetivos complejos, no utilice calificativos salvo
que sea estrictamente necesario. Sea breve, sea conciso. No deje que el espíritu
cantinflesco se apodere de usted. Mejor vaya al punto. En resumen, hable con sen-
cillez y claridad —este es un tema tan importante que volveremos sobre él cuando
abordemos la formulación de las preguntas para el contra—.
No pido la abolición de la creatividad. La creatividad es un poderoso instru-
mento para llamar la atención de quienes nos escuchan. Pero es un instrumento
que debe ser utilizado con mesura, buscando siempre el perfecto equilibrio entre
creatividad y sobriedad. Ni una intervención con cualidades somníferas ni una
obra de teatro —sorprendentemente hay quienes dicen que el juicio es una obra
de teatro—.
Cumplir este mandamiento le permitirá concentrarse más en qué dice y no
en cómo lo dice; en qué pregunta y no en cómo lo pregunta. Le permitirá hacer
prevalecer el fondo sobre la forma. Le permitirá lograr que el testigo y el Juez le
entiendan. Y, más importante aún, impedirá que el testigo evada sus preguntas
alegando que no entiende el significado, alcance o contexto de alguno de los com-
plejos términos utilizados.
Mandamientos del contraexamen 79

Cuando usted le pregunte al testigo de un homicidio que presenció en altas


horas de la noche si “es correcto afirmar que la luminosidad era deficiente”, se-
guramente el testigo medianamente astuto, a pesar de haberle entendido y de
comprender el significado, le responderá interrogando “a qué se refiere con lumi-
nosidad”. El margen de maniobra del testigo para evadirlo se reducirá si usted le
pregunta si “la noche era oscura”. Pero todavía corre el riesgo de que le conteste
“depende de lo que usted entienda por oscuro”.
El testigo quedará absolutamente atado, solamente, si usted le pregunta, por
ejemplo, si “estaba de noche”; si él “estaba utilizando alguna linterna cuando su-
cedieron los hechos”; si “había algún poste de luz en el sitio en el que se encontra-
ba” —lo que supone haberse cerciorado de que no es así—, y si él “portaba algún
mecanismo de visión nocturna” —como los que se ven en las películas—. Puede
pasar, en el caso más extremo, que el testigo manifieste no entender a qué se refiere
con “estaba de noche”, que no sabe qué es “un poste de luz”. No obstante, las
preguntas fueron tan sencillas que la renuencia del testigo a contestar le costará
mucho en términos de credibilidad.
Esto será mucho más efectivo —por obvio y burdo que parezca— que pre-
guntarle al testigo por “la cantidad de partículas por unidad de superficie y por
unidad de tiempo en un haz de luz” (definición física de luminosidad). Nuestra
forma de preguntar será menos glamurosa e intelectual, sin duda, pero mucho
más eficiente.
Algunos estarán en contra de mi postura. Pero la Corte de Apelaciones del
Noveno Circuito de los Estados Unidos no entra en ese selecto —y seguramente
refinado— grupo. Como prueba de esto tomaré unos minutos para hablar de la
decisión United States V. Marshall (1974).
Se trata de una decisión digna de enmarcar frente a temas como la expectativa
razonable de intimidad, la necesidad de obtener orden judicial para realizar re-
gistros y allanamientos —de conformidad con la regulación norteamericana— y
las limitaciones a la doctrina de “plena vista”. La decisión también se ocupa de
la valoración crítica de la prueba testimonial —tanto que las contradicciones de
los testigos, expuestas en el contrainterrogatorio, llevaron a la Corte a reversar la
condena que inicialmente se había proferido frente a todos los acusados—; y, lo
que me interesa para los efectos de este capítulo, la certera crítica que realiza la
Corte al intrincado lenguaje que policías —y abogados— suelen utilizar.
El caso, en términos breves, es el siguiente. Varios agentes de la Oficina de
Narcóticos y Drogas Peligrosas del Departamento de Justicia de los Estados Uni-
dos30 —BNDD, por sus siglas en inglés— llevaron a cabo un acuerdo con un

30
Tras su disolución, esta oficina se convertiría en la mundialmente famosa Drug Enforcement
80 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ciudadano previamente acusado por narcotráfico que decidió cooperar con la


justicia. La cooperación consistía en promover una compra de sustancias prohi-
bidas para grabar y posteriormente capturar al expendedor —clásica hipótesis de
entrampamiento o agente provocador—.
Le dieron cinco mil dólares al cooperante. La operación se llevó a cabo y luego
del intercambio capturaron al vendedor cuando salía de la casa en la que se ha-
bía perfeccionado la transacción. Pero el vendedor no tenía los cinco mil dólares
sino únicamente una fracción. Por temor a perder el dinero federal, y buscando
agrandar los resultados ya obtenidos, los agentes decidieron ingresar a la casa sin
orden del Juez —Warrant— y sin que ninguna de las excepciones a tal requisito
se estructurara. Cuando ingresaron encontraron el dinero, tres personas más y
varias bolsas de metanfetamina.
Conscientes de su actuar irregular, los agentes decidieron narrar los hechos con
unas “sutiles variaciones” —ciertamente un eufemismo para el falso testimonio—.
Este fue el primer motivo de evidente indignación para la Corte de Apelaciones:
“Estas apelaciones presentan una preocupante imagen [para la Corte] sobre la noción
que tienen los agentes de la BNDD que participaron en el caso acerca de la manera en
la que deben cumplir sus deberes y obligaciones constitucionales frente a los ciudadanos
(…) Esperamos que los agentes que testificaron en este caso no sean los típicos agentes
de la BNDD. Si lo son, nos preguntamos qué clase de entrenamiento están recibiendo.
Dos de los agentes parecen particularmente dispuestos a rendir declaraciones
juramentadas falsas, en las que los hechos son distorsionados para lograr un re-
sultado determinado…”31
Toda la decisión es sumamente interesante frente a un abanico completo de
temas, pero la traigo a colación por la crítica punzante que realiza la Corte de
Apelaciones al lenguaje empleado por los agentes. Ese lenguaje pomposo, estra-
falario e inútil que tanto usamos los abogados en nuestro día a día, y que resulta
tan adverso para nuestros objetivos en juicio. La crítica mordaz de la Corte es la
siguiente:

Agency (DEA).
31
United States v. Marshall, 488 F.2d 1169, 1171 (9th Cir. 1974). La traducción es propia. El
texto original es el siguiente: “These appeals present a distressing picture of the notions of the
agents of the Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs of the Department of Justice who
were involved in the case about the manner in which they are to perform their duties and their
obligations toward citizens under the Constitution (…) We hope that the agents who testified in
this case are not typical agents of the Bureau. If they are, we wonder what sort of training the
Bureau gives its agents. Two of the agents seem quite willing to make false affidavits, in which
facts are distorted to achieve a result”.
Mandamientos del contraexamen 81

“Los agentes involucrados hablaban en una jerga casi indescifrable. Ellos no entraban en
sus carros; ellos ingresaban en vehículos gubernamentales oficiales. Ellos no se bajaban
de los carros; ellos se retiraban. Ellos no miraban algo; lo vigilaban sigilosamente. Nadie
les dice nada; son advertidos de algo. Una persona no les dice su nombre; se identifica
ante ellos. Una persona no dice algo; lo indica. Ellos no escuchan una conversación; la
monitorean. Las personas que se llaman por teléfono no dicen “hola”; se intercambian
saludos. Ellos no le entregan dinero a un informante para que haga una compra; le con-
fían fondos oficiales del gobierno previamente registrados. Para un agente, una lista de
números seriales [de billetes] no contiene números seriales; contiene notas de reserva
federal. Un agente no dice lo que es una evidencia; dice lo que presuntamente podría
ser. Ellos adornan respuestas a preguntas simples y directas con un “lo que mi conoci-
miento me permite”. Ellos no pueden describir una conversación contando “él dijo” o
“yo dije”, ellos emiten conclusiones sobre lo escuchado. A veces se requiere el esfuerzo
combinado de los abogados y el Juez para llevarlos a aclarar quién dijo qué. Bajo el
contrainterrogatorio, parecen impedidos para dar una respuesta directa; en cambio, o
no entienden la pregunta o la contestan con una conclusión propia. Esto, en ocasiones,
le da al Fiscal la oportunidad para sugerirle la respuesta al testigo bajo el disfraz de una
objeción. Y con gusto lo hacen.”32
Este fenómeno descrito y fuertemente criticado por la Corte de Apelaciones es
lo que coloquialmente se conoce como leguleyadas o legañol —español legal—.
Póngale el nombre que quiera, pero evite su uso en el contra —y en la vida— a
como dé lugar.

32
United States v. Marshall, 488 F.2d 1169, 1171 n.1 (9th Cir. 1974). La traducción es propia. El
texto original es el siguiente: “The agents involved speak an almost impenetrable jargon. They
do not get into their cars; they enter official government vehicles. They do not get out of or leave
their cars, they exit them. They do not go somewhere; they proceed. They do not go to a partic-
ular place; they proceed to its vicinity. They do not watch or look; they surveille. They never see
anything; they observe it. No one tells them anything; they are advised. A person does not tell
them his name; he identifies himself. A person does not say something; he indicates. They do not
listen to a telephone conversation; they monitor it. People telephoning to each other do not say
“hello;” they exchange greetings. An agent does not hand money to an informer to make a buy;
he advances previously recorded official government funds. To an agent, a list of serial numbers
does not list serial numbers, it depicts Federal Reserve Notes. An agent does not say what an ex-
hibit is; he says that it purports to be. The agents preface answers to simple and direct questions
with “to my knowledge.” They cannot describe a conversation by saying “he said” and “I said;”
they speak in conclusions. Sometimes it takes the combined efforts of counsel and the judge to
get them to state who said what. Under cross-examination, they seem unable to give a direct
answer to a question; they either spout conclusions or do not understand. This often gives the
prosecutor, under the guise of an objection, an opportunity to suggest an answer, which is then
obligingly given”.
82 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

7. SÉPTIMO MANDAMIENTO:
CUÍDESE DE SU EGO. SIEMPRE ES MAL CONSEJERO

El problema no está en tener una autoestima sólida y seguridad en los conoci-


mientos y destrezas propias. Un neuropsiquiatra nos lo explicaría mejor, pero algo
de vanidad ha de tener aquel que escoge como profesión someter constantemente
sus argumentos a la aprobación —validación— de terceros —los Jueces—. De
hecho, el Profesor norteamericano Paul Bergman, señala que la confianza es uno
de los atributos que debe desarrollar, sí o sí, un abogado litigante. Puntualmente
afirma:
“La confianza en uno mismo es una característica importante, tanto si se es vendedor de
zapatos como si se intenta negociar hechos históricos. La confianza que uno manifieste
en la validez de sus reclamos puede inspirar al juez a sentir la misma confianza.”33
Pero ese tampoco es el problema. El problema está en permitir que el egocen-
trismo nuble nuestra capacidad de razonamiento y gobierne la forma en la que
ejecutamos el contrainterrogatorio.
El juicio oral está lleno de circunstancias que ponen a prueba nuestra capaci-
dad de impedir que el ego nos domine. Pensemos en el siguiente ejemplo con el
que muchos seguramente se sentirán identificados. Si hemos decidido que el contra
frente a determinado testigo no es necesario, cuando el Juez dice “señor defensor,
tiene el uso de la palabra para contrainterrogar, si así lo desea”, automáticamente
se nos vienen varias ideas en la cabeza: ¿qué pensará el cliente cuando yo señale
que no voy a contrainterrogar? ¿Pensará que hizo una mala elección de abogado?
¿Pensará que dejé pasar el turno fruto de la negligencia o la falta de preparación?
Muchos abogados sienten la presión de hacer uso del contra solo para evitar
ese tipo de conclusiones de parte del cliente34. Con ello olvidan que precisamente
esa es la razón por la que existimos los abogados defensores. Para pensar, analizar
y exponer aquello que difícilmente podría hacer aquel cuya libertad se encuentran
en juego en el proceso penal35. Para ver y entender con cabeza fría lo que el te-
mor a perder la libertad no le permitirá percibir y comprender al procesado. Una
postura muy semejante se esperaba de los Barrister durante los inicios del sistema

33
BERGMAN, Paul. La defensa en juicio. La Defensa Penal y la Oralidad. Segunda edición. Edi-
torial Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1989, p. 15.
34
Shane Read explica que los abogados, normalmente, sienten la necesidad de contrainterrogar
a todos los testigos. La idea completa se encuenta en: Read, Shane. Turning Points At Trial.
Greate Lawyers Share Secrets, Strategies an Skills. Westway Publishing. Dallas, 2017, p. 311.
35
Para una explicación sobre la importancia de contar con un abogado defensor, desde el punto
de vista de la neuropsicología, ver PETERSON, Jordan. AUCKLAND: https://www.youtube.
com/watch?v=Zi9BZUBDV9U.
Mandamientos del contraexamen 83

adversarial en la época victoriana. Así lo explica la Profesora de Yale, Wendie


Ellen Schneider:
“Al Barrister se le exigía conservar una independencia marcada para mantener distancia
—y si era necesario, restringirlas— de las pasiones exacerbadas de sus clientes”36
Esta es una idea que siempre he tenido y que he podido comprobar con varios
clientes que resultaron ser abogados del más alto nivel intelectual. Cuando les
pregunté sobre la dificultad de razonar afiladamente en su propio juicio, su res-
puesta dejó clara la dificultad que implica tener una visión global del juicio —el
total trial approach al que nos referíamos en el primer capítulo— de forma serena
y ponderada, cuando son ellos los que se encuentran en el epicentro de la tragedia
que implica el proceso penal. El procesado siempre encontrará consuelo en las
pequeñas batallas. Es labor del abogado defensor fijarse siempre en el objetivo
principal, ganar el juicio.
En ese orden, el ego y el qué dirán no pueden ser factores para considerar a la
hora de determinar si se contrainterroga o no. El único aspecto objeto de análisis
para la toma de esa decisión será si ello resulta coherente con su teoría del caso. Si
considera que puede aumentar las probabilidades de ganar el juicio impugnando
al testigo o mostrando aspectos de este que a usted lo beneficien.
Y ese es un razonamiento que le corresponde al abogado, no al cliente, pues
es el abogado quien conoce a profundidad la información del caso, la estrategia
que pretende utilizar para mostrarla y los argumentos jurídicos que expondrá
para respaldarla. Por eso ha sido contratado por el cliente para hacer lo que él no
podría hacer con solvencia —inclusive si tuviese los conocimientos especializados
que esa labor requiere—.
Esos —el ego y el temor al escarnio público— tampoco serán factores que
considerar frente a cómo se contrainterrogará al testigo. Habrá ocasiones en las
que, por “vendettas” o animadversiones personales, el procesado pretenderá que
corran ríos de sangre durante el contra, inclusive si el testigo y sus dichos no su-
ponen un perjuicio para su teoría del caso.
Terrence MacCarthy ilustra este punto con claridad al señalar que esa faceta
del contra [la más agresiva y visceral] es la preferida de los clientes y sus fami-
liares. No así la de los Jueces. Por eso es un gran error permitir que sean los
sentimientos del cliente los que califiquen el contrainterrogatorio37 y al contra-
interrogador. Este momento crucial, en el que decidimos si contrainterrogamos y

36
SCHNEIDER, Wendy. Engines of truth: Producing Veracity In The Victorian Courtroom. Yale
University Press. 2015, p. 51.
37
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 41.
84 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

cómo lo hacemos, es solo uno de los momentos que, a lo largo del juicio, pondrán
a prueba nuestra capacidad de dejar el ego de lado.
Lo mismo sucede cuando debemos ejecutar el contra en audiencias abarro-
tadas de público o cuándo los medios de comunicación están transmitiendo en
tiempo real todo lo que allí sucede. O cuando prominentes colegas se encuentras
en la Sala listos para escrutar nuestra efectividad durante el contra. Todas estas
circunstancias ponen a flor de piel los más inservibles y absurdos sentimientos de
vanidad y necesidad de validación.
Esta “presión” extra lleva a muchos a realizar un contra “para la galería”. Un
contra espectacular, donde lo que resalte no sean los objetivos realistas que debe
tener el contra, sino la inteligencia, suspicacia y audacia del abogado. Un contra
propio de película. Propio, por ende, del síndrome hollywoodense del contrain-
terrogatorio —de cuyos efectos perversos ya nos ocupamos—. Un contra para
enmarcar. O al menos eso cree el abogado adulado, hasta que pierde el juicio.
Quien sucumbe ante esa tentación está siempre equivocado. Por un lado, por-
que las adulaciones vacías son pasajeras y eminentemente subjetivas. Siempre
habrá aquel que diga que no atacó suficientemente al testigo, o que lo hizo en
exceso. Que dejó muchos temas que le servían por fuera, o que, incluyéndolos, el
contra fue demasiado extenso. Que fue muy agresivo con el testigo, o que fue muy
dócil y le permitió al testigo manejar el ritmo del contra.
En fin, porque hizo, porque no hizo, porque hizo poco o porque hizo en exce-
so. Mantener contentos a los espectadores va a ser virtualmente imposible, entre
otras razones, porque ellos no conocen ni deberían conocer cuáles son los ob-
jetivos concretos y específicos de su contra. Ese es el problema de pensar que la
gratificación está en el “qué dirán” y no en ganar el juicio.
Por otro lado, pretender impresionar al público con un contra pomposo y
estrafalario es propio de la inexperiencia y el desconocimiento de la institución.
El que ha hecho contrainterrogatorios complejos, a testigos hostiles, o a los más
testarudos peritos, sabe que el contra, por regla general, es aburrido. Cuidado, no
para quien lo realiza, pues estoy convencido que no hay intervención más desa-
fiante e interesante, en todo el proceso penal, que el temido contra.
No. Es aburrido para los espectadores que no entienden la necesidad y la fina-
lidad de cada pregunta, que no conocen de las particularidades del caso y que solo
esperan lo que ven en las películas. Confesiones del testigo acerca de que mintió.
Ver al testigo sangrar, y si es el abogado quien sangra, mucho mejor.
La realidad es diametralmente distinta. Los contras pueden llegar a durar ho-
ras. Entre más complejo sea el caso, menos entenderá un tercero ajeno a la dis-
cusión qué es lo que se está discutiendo y por qué es importante. Si el tercero no
analizó con detalle el directo, seguramente no entenderá la razón de ser de mu-
chas de sus líneas de contra.
Mandamientos del contraexamen 85

Para hacer un ejercicio similar, vaya a este link38 donde encontrará el juicio
completo de O.J. Simpson, sin ediciones, y vea a varios de los más legendarios
contrainterrogadores de todos los tiempos en acción. Elija aleatoriamente cual-
quier contrainterrogatorio y véalo. Se dará cuenta de lo aburrido que le puede
resultar el contra a todos aquellos que no están sumergidos profundamente en las
discusiones que allí se están presentando.
Solo cuando usted vea el juicio desde el inicio —y le recomiendo que lo haga—
podrá empezar a apreciar críticamente los contrainterrogatorios. Pero eso es algo
que el público generalmente no hace. Por eso resulta tan absurdo querer ejecutar
un contra por y para un público que no será capaz de percibir integralmente lo
que usted está buscando y, mucho menos, de calificarlo de conformidad.
Evite que su conducta sea moldeada, gobernada o determinada por su ego. Por
el temor al qué dirán y al qué pensarán. No actúe o deje de actuar por vanidades,
por querer preservar o maximizar su reputación. De hacerlo, seguramente el re-
sultado será el contrario.
Hacer o no el contra, o hacerlo de cierta manera o sobre ciertos puntos, es una
decisión que usted —y solo usted— toma, teniendo en cuenta únicamente si ello
es consecuente con su teoría del caso. Con su visión global del juicio.
El profesor de la Universidad de Seattle Ronald H. Clark, lo explicó mejor:
“El contra no es ni el momento ni el lugar para la gratificación del ego El contrainterro-
gador que conscientemente estructure un contra para impresionar al jurado [o al Juez] va
directo al precipicio. ¿Qué propósito útil cumple desacreditar o humillar a un testigo que
no ha afectado la teoría del caso del contrainterrogador? El jurado [y el Juez también]
tienen buena memoria para recordar la crueldad innecesaria desplegada en contra de
los testigos.

La presencia de las cámaras de televisión en la sala de audiencias puede inducir la per-


dida de inhibición y control de impulsos, en perjuicio de la credibilidad del abogado.
Evite la tentación de sumergirse en un contra estrafalario al estilo Hollywood dirigido
a la audiencia. Los veredictos favorables llegan a pesar de, no debido a, esa clase de
actuaciones.
Algunos abogados insisten en que el principal objetivo del contrainterrogato-
rio es quedar bien, descrestar al jurado. La realidad es que los hechos son los que
determinan que un caso se gane y los abogados poco profesionales [como estos]
determinan que se pierdan. El histrionismo es una contraindicación. El abogado
que tiene los hechos de su lado y los presenta bien va a ganar.”39

38
Canal de youtube “OJ Trial Uncut”. Disponible en el siguiente enlace https://www.youtube.
com/channel/UCM0S2Fsr5Xp8UhNGRSFKC2Q/videos
39
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 44-45. La traducción es propia.
86 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Aquí van algunos ejemplos de cómo luchar en contra de ese enemigo interno,
silencioso, pero siempre latente que representa el ego:
i. No se enfurezca ante la procedencia de una objeción. Inclusive si usted
la considera improcedente. El que eso suceda no lo vuelve a usted peor
abogado, ni aumenta las probabilidades de que pierda el juicio. Mal ha-
ría un jugador de fútbol en pensar que cuando perdió la pelota, perdió el
partido. Esa estrechez de miras no resulta beneficiosa para el contra. En
cambio, reformule la pregunta con absoluta tranquilidad, tantas veces
como sea necesario, sin que eso lo lleve a desistir de la línea del contra
que está ejecutando.
ii. No pregunte para verse inteligente, pregunte para lograr los objetivos
con los que trazó el contra. No pregunte para hacer ver al testigo como
“un tonto”. Recuerde que inclusive los tontos pueden estar diciendo la
verdad, y eso es lo único que realmente importa. Mejor pregunte de tal
manera que exponga la falta de honestidad del testigo, no su falta de
capacidad intelectual.
Inclusive con los peritos, en lugar de embarcarnos en una disputa inte-
lectual del tipo quién es más inteligente —frecuentemente la perderá—,
es preferible demostrar que están equivocados, que no evaluaron toda
la información necesaria para arribar a su conclusión, o que sus conoci-
mientos se encuentran obsoletos por falta de actualización. Y, en general,
todos aquellos aspectos objeto de impugnación de los peritos que vere-
mos en el capítulo siguiente. Pero no para la propia adulación.
iii. Si usted mismo siente que una pregunta no fue lo suficientemente clara,
dígaselo al Juez despojándose de toda vanidad. Con naturalidad: “se-
ñoría, preguntaré de otra forma más clara, la reformulo”. Nadie se ha

El texto original es el siguiente: Cross-examination is neither the time nor the place for ego
gratification. The cross-examiner who self-consciously sets out to impress the jury is heading
for a fall. What useful purpose does it serve to discredit and embarrass a witness whose testi-
mony has not hurt the examiner’s case theory? The jury has a long memory for any unnecessary
cruelty shown to witnesses.
Television cameras in the courtroom can induce a particular loss of impulse control, much to
the detriment of a lawyer’s credibility. Avoid the temptation to engage in a Hollywood arm-wa-
ving cross-examination for the viewing audience. Favorable verdicts come in spite of, not be-
cause of, such efforts.
Some attorneys insist that the primary purpose of cross-examination should be “to look good,”
to dazzle the jury. The reality is that facts win cases and unprofessional lawyers lose them. His-
trionics are contraindicated. The lawyer who has the facts and presents them well is going to
win”.
Mandamientos del contraexamen 87

muerto por aceptar que formuló una pregunta ambigua, confusa o poco
entendible. Nadie. Por el contrario, la tranquilidad que le dará el ser ca-
paz de hacer a un lado el ego, le permitirá llevar a cabo un contra mucho
más fluido y eficiente.
iv. Por último, respecto de la validación de terceros, recuerde que el adula-
dor siempre encontrará algo bueno que decir, mientras que el difamador
siempre encontrará algo que criticar. Pero ninguna de esas visiones ex-
ternas, le aportarán nada a su contra ni a sus probabilidades de ganar el
juicio.
Por lo tanto, olvídese del público, de los espectadores, de los medios de
comunicación. Imagine que está en una burbuja con el Juez, el testigo y
la contraparte. No sucumba ante la necesidad de validación y, mejor, deje
que el veredicto del Juez hable por usted.

8. OCTAVO MANDAMIENTO: ¡NO LEA! ESCUCHE

A estas alturas ya tenemos claro que el contra es la fase del juicio que más mie-
do produce a los abogados. Ya estudiamos cuáles son las causas que generan ese
temor y también por qué consideramos que es infundado. Suele pensarse que la
forma propicia de enfrentarlo es llevar a la audiencia un libreto con una serie de
preguntas preconcebidas. Así, si el temor ataca, no habrá problema en que se nos
olvide algo o en que entremos en pánico, pues tendremos a la mano la totalidad
de las preguntas que preparamos para el contra.
La cura, sin embargo, resulta peor que la enfermedad. Es cierto que el libreto
nos proporciona una falsa sensación de seguridad, pero también es cierto que son
más los perjuicios que puede generarnos. Lo digo con conocimiento de causa.
Durante mis primeros contras siempre tuve a la mano un libreto de preguntas en
caso de que fuera necesario, y siempre terminó siéndolo. Resultaba muy difícil
dejar de utilizar el listado de preguntas que con tanto cuidado había preparado.
Lo curioso es que una vez implementé el sistema al que me referiré en la terce-
ra parte de este libro —que, por supuesto, no inventé yo, sino que lleva décadas
desarrollándose por los autores norteamericanos a los que aquí me refiero— al
desaparecer mis libretos, desapareció también la necesidad de acudir a ellos. En
su lugar, surgió una facultad de la que antes no era consciente: prestar atención a
las respuestas del testigo y encausar adecuadamente los ataques cuando resultaba
necesario.
Así que conozco de primera mano los nocivos efectos de esto que considera-
mos “la cura” contra el pánico, incluyendo el más grave de todos: la generación
de una dependencia hacia los libretos. Entre más información tengan esas notas,
88 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

entre más confiemos en que ellas contienen lo que se requiere para un buen con-
tra, mayor necesidad surgirá de acudir a ellas. Por eso es común ver litigantes aho-
garse mientras contrainterrogan a través de la lectura de un libreto prefabricado.
¡A veces ni siquiera levantan la cabeza para ver al testigo, mucho menos al Juez!
La doctrina especializada es unánime en resaltar las graves consecuencias que
genera la lectura durante el contrainterrogatorio —y en general en cualquier in-
tervención oral—. Las principales pueden resumirse así:
En primer lugar, la lectura de las preguntas, de los alegatos —o de cualquier
intervención— genera un muro invisible con los interlocutores. Por un lado, por-
que se elimina el contacto visual, y por otro, porque se reduce significativamente
el lenguaje no verbal, ambos factores imprescindibles para efectos de lograr que
el mensaje llegue y, sobre todo, que sea entendido. Como explica Mark Lanier
—nombrado litigante del año por la National Trial Lawyers—, al leer la inter-
vención “se perderá contacto visual y se perderá esa conexión [requerida para
persuadir]”40.
MacCarthy explica:
“Insisto, nuestro punto de partida es la comunicación. Aspecto indispensable para una
comunicación efectiva es el contacto visual con aquel a quien le queremos comunicar
[nuestro punto]. Una persona que lee sus notas no podrá tener el contacto visual reque-
rido”41
En segundo lugar, si tiene su cabeza enterrada en las notas, seguramente no
podrá escuchar al testigo. Perderá la posibilidad de percibir con certeza, por ejem-
plo, si en realidad contestó su pregunta, si se limitó a evadirla, si está nervioso o
si está entrando en contradicción. Se perderá lo que está pasando con su contra-
interrogatorio. Y, lo más importante, le será imposible controlar al testigo hostil.
La clave, en cambio, se encuentra en escuchar al testigo. El tono de sus respuestas,
sus muletillas y la reacción que muestre ante sus preguntas.
Frank Branson es un abogado norteamericano que ha recibido todos los hono-
res que un litigante en Estados Unidos aspira a recibir. Durante varios años, él y/o
su oficina, han sido galardonados dentro de la categoría de los mejores litigantes
por la National Law Journal y el U.S. News and World Report. Branson ha expli-
cado que no se puede conducir un contrainterrogatorio con la cabeza enterrada
en el cuestionario de preguntas, inclusive si las preguntas son buenas. Pues solo
mirando y escuchando al testigo podrá percibir su temor, su sinceridad o la falta

40
Citado por Read, Shane. Turning Points At Trial. Greate Lawyers Share Secrets, Strategies an
Skills. Westway Publishing. Dallas, 2017, p. 46.
41
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 53.
Mandamientos del contraexamen 89

de ella, si está intentando inflar la verdad o si pretende distraer al abogado para


que no vea su punto débil42. Además, concluye Branson: “Entre más información
tengan, [refiriéndose a las notas o cuestionarios] más inclinado me sentiré a usar-
las.”43
En resumen, el abogado que no escucha al testigo durante el contra no sabrá
cuándo logró su objetivo o cuándo debe seguir buscándolo. No sabrá cuándo pa-
rar. Se perderá de los regalos que inesperadamente le dé el testigo al proporcionar
una respuesta favorable para su teoría del caso y, por supuesto, no será capaz de
explotarlos como es debido.
En tercer lugar, la lectura de un listado de preguntas hará que el contrainterro-
gatorio tenga un ritmo demasiado lento. Claro que puede tomarse pausas entre
líneas —de algunos segundos— para visualizar el próximo ataque, pero resulta
problemático que sea en medio de una línea, cada vez que el testigo responde, que
usted vuelva a sus notas para leer la próxima pregunta o para analizar si realmen-
te es la requerida, o en su defecto buscar la alternativa.
Mientras usted está revisando en el papel su próxima pregunta, el testigo, es-
pecialmente si es hostil, aprovechará el silencio para proporcionar una adición a
la respuesta asertiva que usted le había solicitado. Por otro lado, esas pausas entre
preguntas —y no entre líneas, como debería ser— también le permitirán al testigo
entender hacía dónde se dirige usted y, consecuencialmente, pensar las respuestas
y, con ello, estar mejor preparado para enfrentarlo. En ese momento usted enten-
derá que “la cura” terminó por entregarle el control al testigo.
Por eso, otro de los mandamientos que gobierna el contra es: ¡No lea! No lleve
un libreto de preguntas que se convertirán en letra muerte tan pronto como el
testigo le dé una respuesta que usted no esperaba. Mejor haga contacto visual per-
manente con el testigo. Muéstrele que usted tiene el control. Que está escuchando
atentamente cada una de sus respuestas. Que no podrá contestar cualquier cosa
para zafarse de su contrainterrogatorio, porque ahí estará usted para repetirle la
pregunta hasta que finalmente la conteste.
Con esto no intento proscribir las notas de apoyo. Quiero ser claro en esto.
Lo inconveniente es dedicarse a leer un libreto de preguntas en la audiencia, sin
embargo, siempre habrá cierta información que puede anotar en un par de hojas
—dependiendo la complejidad del contra— para que eventualmente le sirvan de
apoyo a su memoria.

42
Citado por Read Shane. Turning Points At Trial. Greate Lawyers Share Secrets, Strategies an
Skills. Westway Publishing. Dallas, 2017, p. 491.
43
Citado por Read Shane. Turning Points At Trial. Greate Lawyers Share Secrets, Strategies an
Skills. Westway Publishing. Dallas, 2017, p. 655.
90 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Este es un aspecto sumamente importante que explicaré en el próximo capí-


tulo. Por ahora basta con anticipar que esas notas jamás deberán tener las pre-
guntas redactadas. Allí consignará palabras claves que le permitan recordar, por
ejemplo: (i) los temas que abordará; (ii) nombres, fechas y direcciones que suelen
escapársele a la memoria justo en el instante en que se requieren; (iii) la fecha y
la página, o el minuto, si son videos, del fragmento especifico de las declaraciones
previas que utilizará para impugnar credibilidad cuando sea necesario. Repito,
más adelante volveremos sobre esto en detalle y me referiré al sistema que pode-
mos implementar para elaborar notas breves y, al tiempo, eficaces.

9. NOVENO MANDAMIENTO:
NO POSTERGUE EL PUNTO. ANÓTELO EN CUANTO PUEDA

En la mayoría de los manuales de litigación oral se afirma que el abogado


nunca debe “hacer la pregunta de más”, refiriéndose a la inconveniencia de llevar
a cabo una última pregunta al final de cada línea del contra buscando mostrar la
conclusión.
Esta premisa la explica el profesor Irving Younger con una historia que in-
mortalizó en su charla sobre el contraexamen44. La historia involucra a Abraham
Lincoln en su época de abogado litigante —no solo en materia penal, pues cierta-
mente Lincoln se ocupaba de toda clase de asuntos litigiosos45— y es la siguiente.
Abraham Lincoln defendía a un ciudadano acusado de morderle la nariz a otro
hombre con el que tuvo un enfrentamiento físico —aparentemente era un ataque
tan usual como hoy en día lo es propinarle puñetazos al adversario—. Solo había
un testigo de los hechos.
Cuando inició el contra, Lincoln logró la siguiente concesión: en el instante
preciso en el que la víctima fue atacada, se encontraba mirando hacia otro lado.
No había visto el ataque, aceptó el testigo. Pero Lincoln no se detuvo ahí. Buscan-
do sangre donde no la podía encontrar, le preguntó al testigo, “entonces, si no vio
que le mordiera la nariz, ¿cómo sabe que fue él quien lo hizo?”.
El testigo respiró profundamente y contestó: “porque vi cuando escupía el
trozo de nariz…”46. Lincoln no tuvo más preguntas y el mordelón fue condena-

44
Charla dictada por Irving Younger en la Universidad UC Hasting College of The Law en 1970.
Un extracto de la charla se encuentra disponible en el siguiente enlace: https://www.youtube.
com/watch?v=dBP2if0l-a8&t=169s
45
Para un estudio completo y detallado de la vida de Abraham Lincoln, ver: Herbert, David.
LINCOLN. Editorial Simon & Schuster. Lincoln Library. New York, 1995.
46
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
Mandamientos del contraexamen 91

do. Todo su caso se derrumbó con una respuesta que proporcionó el testigo ante
una pregunta que nunca debió haberse hecho. Así surgió el “mandamiento”, con
el que no estoy del todo de acuerdo, según el cual, nunca, absolutamente nunca,
debe hacerse la pregunta de más.
Antes de explicar las razones por las que no estoy completamente de acuerdo
con esta máxima de “nunca hacer la pregunta de más”, vale la pena señalar que
una de las voces más autorizadas en esta materia, el Profesor Thomas Mauet, sí
suscribe esa postura y la explica así:
“Finalmente, pare. Pare antes de que vaya demasiado lejos. Una vez ha logrado esta-
blecer su punto, la tentación consiste en tratar de forzar al testigo para que acepte su
conclusión. Esto casi nunca funciona. Guarde la conclusión para las alegaciones finales,
cuando el testigo ya se ha ido. Esta división de funciones usualmente marcha bien y es
segura. El contra extrae los hechos, los alegatos las conclusiones. (…) No haga la pregun-
ta de más; continúe con el siguiente tema. Después, durante los alegatos de conclusión,
haga la pregunta retórica y respóndala usted mismo en la forma en la que quiere que sea
respondida”47
La rigurosidad lógica del planteamiento de Mauet es indiscutible. No en vano
se enseña hasta el día de hoy como Roma ha dicho causa finita -Roma locuta,
causa finita-. Pero el tema no es tan sencillo. Pues quienes así piensan, olvidan el
concepto de snap judgements —o valoraciones instantáneas—, que consiste, bá-
sicamente, en que los Jueces suelen forjarse una opinión en tiempo real de lo que
están percibiendo.
Es decir que, contrario a lo que muchos quisiéramos, no se dedican a almace-
nar información en cantidades industriales, testigo tras testigo, documento tras
documento, y alegato tras alegato, para valorarla solo una vez se ha terminado
el juicio.
No. Tan pronto como escuchan a un testigo se forjan una idea acerca de su
credibilidad, alcance e importancia48. Tan pronto como culmina un contra, los

2007, p. 58-59.
47
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 278. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “ Finally, stop. Stop
before you go too far. When you have established your point, the temptation is to continue and
try to force the witness to admit your conclusion. This almost never works. Save the conclusion
for closing arguments, when the witness is gone. This division of labor usually works well and
is safe. Cross-examination brings out the facts, closing argument brings out the conclusions.
(…) Don’t ask that one question too many; move on to something else. Later, during closing
arguments, ask that question as a rhetorical question and answer it yourself, the way you want
it answered”.
48
La idea es explicada, desde la psicología de la persuasión, en WAITES, Richard, Helping Reluc-
tant Witnesses to Give Effective Testimony ( 2009). Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/
92 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

jueces se forman una idea acerca de si el contrainterrogador logró algún punto


importante o no. Esta es la utilidad de hacerles entender la finalidad concreta con
la que abordamos cada línea de contra. Si no somos capaces de hacer que la en-
tiendan, todos nuestros esfuerzos habrán sido en vano.
Así, preguntar con sutileza —siguiendo el consejo de Younger y Mauet— pue-
de resultar menos riesgoso, eso es cierto, pero también generará que el Juez mu-
chas veces no entienda el objetivo al que apuntan nuestras preguntas, precisamen-
te porque estamos guardando el punto para los alegatos en lugar de mostrar su
importancia, al menos tangencialmente, desde el contra.
Bien por la complejidad del tema, por la falta de atención del Juez —son seres
humanos y como tales tienen una capacidad de atención limitada— o bien por
las habilidades saboteadoras del testigo, sea como fuere, si no entiende la línea de
preguntas, pensará que son irrelevantes y que no hemos logrado nada a través de
ellas. Concluirá instantáneamente que el testigo es fiable, es creíble y está diciendo
la verdad. “Por eso no fue impugnado”, pensará el Juez al no encontrarle sentido
alguno al contra.
En otras palabras, el concepto de snap judgements se refiere a que cuando el
juez presencia una línea de contra a la que no le halla significado claro, difícil-
mente pensará “bueno, esperemos hasta los alegatos de conclusión para que el
abogado me explique qué estaba pensando cuando hacía esas preguntas”, como
pareciera sugerir Mauet.
De hecho, estudios estadísticos sugieren que solo en un ínfimo porcentaje los
falladores llegan a los alegatos de conclusión sin haberse forjado una opinión
sobre el asunto a decidir49. ¡Tendrían que estar ciegos —y sordos— para no con-
cluir nada frente a lo que están presenciando! De tal manera que los alegatos de
conclusión llegarán demasiado tarde.
Por eso el mandamiento no es “absténgase de hacer la pregunta de más”, sino
“anote el punto ya”. No espere a los alegatos. No espere a que sea demasiado
tarde para que el Juez entienda cuál era la finalidad de sus líneas de contra. Para
que vea, ya, y no después de que se forjó un criterio, que el testigo no es creíble.

ssrn.1520809: “during the first five minutes of a witness’s testimony, the fact finders are simply
trying to get their bearings on the witness and assessing the witness’s credibility. At the very
outset of the testimony, the eyes and ears of the judge, jury, or arbitration panel, are riveted
on the witness. They want to know immediately whether this witness can give them reliable
information that they can use to make a decision in the case. They want to know whether the
witness’s account of the facts will corroborate the initial leaning of the fact finder in the story
that the fact finder has begun to formulate. They need an immediate assessment of the witness’s
credibility. They have a need to decide whether they like or dislike the witness”.
49
DONALD. Vinson, ”Jury Psychology and Antitrust Trial Strategy”, 55 Antitrust L.J. (1986).
Mandamientos del contraexamen 93

En síntesis, si y solo si resulta necesario, haga “la pregunta de más” para anotarse
anticipadamente el punto.
Pero no puede formularla de cualquier forma. Para que resulten útiles, esas
“preguntas de más” deben respetar las siguientes reglas generales:
i. No deben ser abiertas, sino cerradas y sugestivas. Así evitará entregarle
el control al testigo.
ii. No deben solicitarle al testigo una explicación sobre el aspecto impug-
nado —cómo lo hizo Lincoln con la víctima del mordelón—. En ese
caso puede que el testigo encuentre una explicación razonable para la
impugnación y, si eso pasa, nuevamente la cura será más grave que la
enfermedad.
iii. La “pregunta de más” puede llegar a entenderse, erradamente, como ar-
gumentativa —objetable—, por lo que debe realizarse con rapidez para
evitar objeciones a mitad de camino que impidan que se formule com-
pletamente. No importa que proceda la objeción, aun cuando no debería
proceder. Lo importante es plantear nuestro punto sin tener que esperar
a los alegatos.
iv. Deben formularse teniendo claro que, normalmente, no importa la res-
puesta. Solo importa dejarle claro al Juez cuál es nuestro punto.
v. No pueden realizarse de forma recurrente. Solo cuando sea necesario
para dejar el punto claro en líneas confusas o complejas. De lo contrario
el Juez se molestará.
vi. Generalmente, deben realizarse ante testigos hostiles, pues ante una per-
sona que está narrando los hechos con absoluta sinceridad y buena fe, la
“pregunta de más” puede percibirse por parte del Juez como una mues-
tra de agresividad innecesaria.
Las particularidades de la ejecución de esta idea serán explicadas en la tercera
parte de la obra, puntualmente, en el apartado “No más. Salvo que sea necesario
y seguro”.
El mandamiento, desde la visión que hemos explicado, lo resume Shane Read
con brillante sencillez:
“La recomendación de guárdelo para los alegatos asume que los jurados50 no son seres
humanos sino bases de datos en las que usted puede introducir información esperando
que de alguna forma se filtre aquella que es importante de la que no lo es. (…)

50
Aplica igual para los Jueces.
94 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En contravía a lo que afirma Younger, los jurados hacen conclusiones instantáneas sobre
la efectividad del contra tan pronto como se está desarrollando. El contra es una batalla
entre la credibilidad del abogado que interroga y la del testigo. Los jurados deciden rápi-
damente quien ganó. Si la razón por la que se hace una pregunta al testigo no es absolu-
tamente clara para el jurado, es tonto pensar que recordarán —o que les importará— por
qué se preguntó y cuáles serán las inteligentes razones que lo llevaron a preguntarlo”51
Y concluye categóricamente:
“El principio más importante del contrainterrogatorio es que no importa qué dice el tes-
tigo. Solo importa si resulta creíble.”52
Si usted cumple el mandamiento y determina cuándo es necesario hacer una
“pregunta de más” para dejar su punto claro; si usted la formula cuidadosamente,
de conformidad con las reglas a las que nos hemos referido y que explicaremos
con mayor profundidad más adelante; y, si en lugar de dejar el punto para el final,
usted lo anota tan pronto pueda, sus alegatos de conclusión, en lugar de ser la
última batalla en la que muchos, infructuosamente, esperan reversar el destino de
una guerra ya perdida, serán la vuelta triunfal en la que exhiba el trofeo que se
aseguró desde el contra.

10. DÉCIMO MANDAMIENTO: MENOS ES MÁS

Ningún litigante quiere cargar en su espalda con el peso de un juicio perdido.


Mucho menos si el resultado es generado, propiciado o fomentado por un actuar
negligente o descuidado de su parte. Ese es uno de los más grandes temores que
tiene todo abogado al que le importen los profundos intereses que se discuten en
un proceso penal. Es un temor tan grande que suele generar múltiples y muy gra-
ves consecuencias nocivas para el contrainterrogador.

51
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p.75-76. La traducción es propia. El texto original es el
siguiente: “The admonition to “save it for summation” assumes that jurors are not human
but rather data banks that you can just pour information into that will somehow sort out the
important information from the unimportant. (…) In contrast to Younger’s claim, jurors make
snap judgments about the effectiveness of your cross-examination as soon as you conduct it. A
cross-examination is a battle between your credibility and that of the witness. Jurors quickly
decide who won. If the reason for your asking only one question is not abundantly clear to the
jury when you ask it on cross-examination, you are foolish to think they are going to remem-
ber—or care about—why you asked it and what your clever reasons were for asking it back
then”.
52
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p.71. La traducción es propia. El texto original es el sigui-
ente: “The most important principle of cross-examination is that it does not matter what the
witness says—it only matters whether the witness will be believed”.
Mandamientos del contraexamen 95

De algunas ya me ocupé en las páginas anteriores —querer aferrarse a un libre-


to de preguntas que haga las veces de salvavidas; pasarle por encima al testigo con
una aplanadora de agresividad para evitar que nos avergüence o nos proporcione
una pregunta perjudicial, no preguntar nada por miedo a no conocer la respuesta,
etc.—, pero hay una cuya importancia impone estudiarla con detenimiento: la
necesidad autoinfligida de abordar todos los temas del directo, por temor a dejar
algo por fuera.
El razonamiento de quienes así piensan es básicamente: si hago un listado
omnicomprensivo de los temas que se tocaron en el directo, y los voy abordando
uno a uno durante el contra, no dejaré nada por fuera. No seré YO el culpable de
la condena. Hice lo que pude. Si algo sale mal, no podrán decir que no lo intenté.
Nada más alejado de la realidad. Loable y bienintencionado, por supuesto,
pero, al fin y al cabo, alejado de la realidad. Otro evento en el que la cura resulta
peor que la enfermedad, entre otras, porque dicha decisión traerá consigo varios
efectos colaterales:
Por un lado, el contra se tornaría innecesariamente extenso, aburrido e inefi-
ciente. Esto rompe la intención del juez de prestar atención ininterrumpida a lo
que sucede y, consecuencialmente, traiciona la vocación de éxito del contraexa-
men. Recuerde que el juez es un ser humano y, como tal, tiene una atención limi-
tada, se aburre cuando no se discute algo relevante para el juicio y ve colmada
su paciencia ante la ineficiencia en el uso del tiempo —una de las quejas más
frecuentes por parte de los jueces es el exceso en el uso indiscriminado del tiempo
durante las intervenciones de los abogados—.
Por otro lado, los puntos que usted logre frente a temas significativos se perde-
rán en el mar de información que suele correr en contras tan largos53. Los menos
importantes opacarán a los trascendentales. Llegará el momento en el que usted
ha discutido tantas cosas con el testigo, le ha impugnado credibilidad de tantas
formas y frente a tantos temas, que probablemente el Juez perdió de vista aquellos
aspectos que resultaban verdaderamente trascendentales para su teoría del caso.
Por último, esa forma de pensar el contra —trasegar uno a uno por los temas
del directo— generará que usted se embarqué en un número importante de bata-
llas frente a las cuales, seguramente, no contará con los insumos para ganar. Usted
tendrá las herramientas para lograr impugnar la credibilidad del testigo frente a
algunos puntos, pero jamás frente a todos los que refirió en el directo.

53
Aunque el estudio tenía un objetivo distinto, una conclusión en este sentido emerge del análisis
realizado en THOMPSON, William C. y SCURICH, Nicholas, How Cross-Examination on
Subjectivity and Bias Affects Jurors’ Evaluations of Forensic Science Evidence (January 22,
2019), p. 24. Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=3320824
96 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Esto lo pondrá en la peor de las situaciones, en aquella que todo contrain-


terrogador debe evitar: reforzar la credibilidad —así sea parcialmente— de las
afirmaciones que hizo el testigo durante el directo. La medición es sencilla. Si el
testigo sale del contra igual o mejor a como entró, usted perdió, y perdió por go-
leada. Pues debió abstenerse de hacer el contra. Como consecuencia, las batallas
perdidas, opacarán las ganadas.
Para ser un contrainterrogador eficiente, en ese orden de ideas, usted debe
comprender que no todas las batallas se pueden ganar. Que no todos los temas
del directo los debe atacar. Que debe hacer prevalecer la calidad de los temas, so-
bre su cantidad. En términos sencillos, debe comprender que menos es más. Esto
implica hacer el contra tan largo como sea estrictamente necesario, pero tan breve
como sea posible. Entendiendo, como lo hace el Profesor Ronald H. Clark, que
“no hay un tiempo estándar que deba durar el contra, porque su extensión varía
dependiendo de las circunstancias del caso.”54
La necesidad de extenderse en el contra dependerá de la dificultad y cantidad
de los temas sobre los que haya declarado el testigo, la condición técnica de sus
planteamientos; y, sobre todo, el eventual perjuicio que nos haya causado. Mu-
chos contras no requerirán más de quince o treinta minutos para ocuparse de los
temas significativos, pero ciertamente existirán algunos en los que se precisarán
un par de días. En otros, ni siquiera será requerido.
Quiero ser claro en esto. El mandamiento de menos es más no pretende im-
poner un tiempo límite para el contra ni tampoco sugerir que usted lo haga. Más
que un límite cuantitativo, que jamás podrá existir, prefiero sentar las bases para
definir un límite cualitativo, siempre teniendo en mente que la brevedad es nuestra
principal aliada. Veamos algunos consejos elementales para lograrlo:

i. Solo pregunte temas verdaderamente significativos. Evite disquisiciones


con el testigo sobre minucias o cuestiones irrelevantes. Lo veremos en de-
talle en el próximo capítulo, pero jamás se esfuerce en tratar de resaltar
TODAS las contradicciones que encuentre tras comparar el testimonio
rendido en juicio con las declaraciones previas. Siempre habrá un núme-
ro importante de ellas, pero la mayoría no le harán pensar al Juez que el
testigo se equivoca o miente. Así que ningún sentido tiene durar semanas
mostrándolas.

54
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 110. La traducción es propia.
El texto original es el siguiente: “There is no specific time frame that fits all cross-examinations
because the extent of cross will vary depending upon the circumstances of the case”.
Mandamientos del contraexamen 97

He visto abogados demorarse lo que parece una infinidad —y se siente


como tal—, intentando exponer la contradicción de un testigo que se-
ñaló en juicio que los hechos “ocurrieron alrededor de las 8:00 p.m.”,
mientras que en su entrevista le dijo a la Policía Judicial que “habían
ocurrido unos minutos después de las 8:00 p.m.”. Y lo peor, ¡sin que
la línea de tiempo fuera relevante! Sin que tuviese consecuencia alguna
para la credibilidad del testigo el que hubiese percibido los hechos en
una hora o en la otra.
Si tras realizar un análisis riguroso y serio de los temas en particular,
usted concluye que resultan verdaderamente significativos para acreditar
su teoría del caso, no dude en abordarlos con la profundidad que requie-
ren. Sin importar que tome un tiempo importante. Recuerde, el contra
debe ser tan breve como sea posible, pero tan largo como sea necesario.
ii. Solo cace aquellas batallas que ganará o, al menos, en las que tenga
una probabilidad importante de hacerlo. Ya decíamos que lo último que
usted quiere es reforzar la credibilidad del testigo abordando temas sin
contar con las armas para impugnarlo.
iii. Como consecuencia de lo anterior, jamás realice un contrainterrogatorio
con fines exploratorios o investigativos. A estas alturas su investigación
debió haber terminado hace mucho tiempo. Estos contras suelen ser muy
extensos, precisamente porque involucran la necesidad de hacer pregun-
tas abiertas. Pero más allá de eso, lo verdaderamente grave radica en el
perjuicio que con ello podemos generarle a nuestro caso.
iv. Por último, ante la duda acerca de si un tema es importante o no, abs-
ténganse. No se enfrasque en ella, y mejor dele paso a otros aspectos.
Si usted que conoce el caso mejor que nadie, que ha estudiado todas
las declaraciones previas, los dictámenes periciales y los informes de los
investigadores, no es capaz de encontrar con claridad cuál es su impor-
tancia, mucho menos lo hará el Juez.
En síntesis, recuerde siempre que menos es más.
Capítulo 3.
Sistema de contrainterrogatorio
Paso a paso para la preparación y ejecución del contra

Llegó el momento de salirnos de la abstracción, de las teorías y de los “con-


sejos generales” para pasar a la acción y explicar cómo implementamos un siste-
ma de contrainterrogatorio que permita identificar con claridad los objetivos que
buscamos y las técnicas que emplearemos para lograrlos, sin perecer en el intento.
Por “sistema de contrainterrogatorio” me refiero a los pasos que usted debe
cumplir si quiere llevar a cabo un contra efectivo, persuasivo y realista. Un contra
homicida, no suicida. Durante las próximas páginas encontrará todo —espero—
lo que debe saber sobre el arte del contrainterrogatorio, expuesto en “orden de
necesidad”. Es decir, en el orden en el que usted lo requerirá desde el mismo
instante en el que se siente en su escritorio a diseñar el contrainterrogatorio de
determinado testigo, en determinado caso.
Por eso, el capítulo se dividirá en dos partes. En la primera expondré los ocho
pasos para la “preparación del contrainterrogatorio” o, en otras palabras, todo
lo que usted debe hacer por fuera de la sala de audiencias. Mientras que en la se-
gunda me ocuparé de los ocho pasos de la “ejecución del contrainterrogatorio”,
incluyendo todo lo que debe hacer dentro de la sala de audiencias durante el de-
sarrollo del contra.

PRIMERA PARTE: LA PREPARACIÓN DEL


CONTRAINTERRROGATORIO

Podrá sonar extraño, pero, como veíamos en los capítulos anteriores, el 90%
del éxito del contrainterrogatorio está marcado por lo que se hace por fuera de
la sala de audiencias. No en vano, el primer y más importante mandamiento es
“preparar el contra” y conocer el proceso desde la primera hasta la última eviden-
cia. Por eso me ocuparé en detalle, paso por paso, de todos los aspectos relevantes
para la ideación, estructuración y preparación del contra.
100 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Este libro no tiene el orden convencional que poseen la mayoría de manuales


sobre la materia, precisamente por el “orden de necesidad” que he pretendido im-
plementar. Aquí partiré desde el punto cero: sobre qué puedo contrainterrogar, o
más técnicamente hablando, cuáles son las modalidades del contra, sus objetivos,
los aspectos del testigo susceptibles de impugnación de credibilidad, etc. Después
de ello, me referiré a la forma en la que debe abordarse un caso que apenas esta-
mos conociendo, la elaboración de los resúmenes, listados y matrices que puede
desarrollar para que ni un solo fragmento de información relevante se quede por
fuera de su radar.
Hecho esto, llegará el momento de tomar la decisión más difícil1. Si contrainte-
rrogamos o no. Cuáles son los factores por considerar, en qué momento tomamos
esa decisión y cómo actuamos ante la duda, serán estos los aspectos que explicaré
en su momento. Luego pasaré a exponer la estructura que debe tener el con-
traexamen, su extensión y, sobre todo, la necesidad de mantener cierta flexibilidad
a la hora de enfrentarlo.
Para finalizar con la “preparación” del contra, me referiré a la cura que termina
siendo peor que la enfermedad: las notas o libretos prefabricados. Cómo debemos
elaborarlas —y cómo NO—, cuál es su verdadero objetivo, cómo podemos apo-
yarnos en ayudas audiovisuales y, en general, algunos aspectos de orden logístico
que servirán para evitar que el contra sea la experiencia traumática que suele ser.

1. Primer paso: conocer las finalidades del contrainterrogatorio


a testigos
Lo primero que debe saber es para qué sirve el contrainterrogatorio. Sobre qué
puedo contrainterrogar y cuáles son sus modalidades. En otras palabras, las finali-
dades del contrainterrogatorio. En el “orden de necesidad” planteado, este aspec-
to va incluso antes del estudio del caso, pues solo si tenemos claros los distintos
contenidos temáticos del contra, cuando leamos el expediente, progresivamente
iremos encontrando las ideas que servirán de base para su preparación.
Las finalidades suelen dividirse en los manuales de litigación en “ataques al
testigo” o “ataques al testimonio”2. En la primera modalidad se incluye el carácter
mendaz del testigo, su parcialidad, sus motivos para mentir, entre otros. Mientras
que la segunda comprende, de conformidad con la mayoría de manuales sobre

1
Seguramente solo superada en dificultad por la decisión acerca de si el acusado debe rendir
testimonio o no. Un análisis interesante al respecto se encuentra en: HENNING, Peter J., The
Pitfalls of Dealing With Witnesses in Public Corruption Prosecutions (2009). Wayne State Uni-
versity Law School Research Paper No. 09-03
2
Baytelman; Wellman; etc.
Sistema de contrainterrogatorio 101

la materia, las declaraciones inconsistentes o contradictorias, las omisiones de


hechos relevantes en las declaraciones previas o la inverosimilitud de las manifes-
taciones de los testigos, entre otras.
Esta es una división, en mi concepto, no solo errada y con poca relevancia
práctica, sino también incompleta. ¿Por qué errada? Porque, a fin de cuentas, los
ataques “al testimonio” por la inconsistencia o contradicciones de sus dichos, o
por la inverosimilitud de sus relatos, siempre terminarán significando, también,
“un ataque al testigo”. En otras palabras, si tantas mentiras dice, es porque no es
un testigo confiable.
Si tan inverosímiles son sus dichos, algo de mentiroso tendrá. Así, aunque exis-
ten áreas de impugnación de credibilidad que se inclinen más hacía un lado u
otro, no es posible dibujar una línea clara y determinada que divida un ataque al
testimonio de un ataque al testigo, por lo que la clasificación se vuelve inocua y
carente de efectos prácticos.
También es incompleta, pues deja de lado una finalidad que muchos beneficios
puede generarnos para la acreditación de nuestra teoría del caso: la exposición de
aspectos favorables durante el contra —concession seeking crossexamination3—
que corroboren nuestra teoría del caso o desvirtúen la de la contraparte. Tan,
pero tan importante es esta finalidad alternativa del contra, que le dedicaremos
un apartado independiente.
La división que considero más apropiada es eminentemente bipartita —segu-
ramente menos sofisticada que la de muchos manuales, pero, estoy seguro, más
eficiente—: el ataque a aspectos que perjudican mi teoría del caso, por un lado, y
la exaltación de los aspectos del testigo que la favorecen, por otro.
A la primera la denominaremos impugnación —por el término impeachment—,
mientras que a la segunda la llamaremos búsqueda de concesiones. En otras pa-
labras, lo malo y lo bueno del testigo, visto desde la óptica de nuestra teoría del
caso. El contra puede diseñarse para lograr una o ambas finalidades, pero en cada
caso la estrategia y la actitud del abogado deben ser distintas.
Un resumen de ellas, frente a los testigos, puede graficarse así:

3
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 47-48.
102 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ARÉAS DE CONTRA PARA TESTIGOS


IMPUGNACIÓN DE CREDIBILIDAD BUSQUEDA DE CONCESIONES
(IMPEACHMENT) (CONCESSION SEEKING CROSS)

1. Manifestaciones previas inconsistentes o 1. Aspectos favorables mencionados durante el


contradictorias interrogatorio directo

2. Omisiones relevantes: “el milagro de la 2. Aspectos favorables NO mencionados du-


memoria” rante el interrogatorio directo

3. Inconsistencias u omisiones en el con- 3. Neutralizar el testimonio


tenido de la declaración rendida en juicio
oral

4. Parcialidad, interés o motivo para mentir 4. Fuego cruzado: el testigo adverso refuta a
otro testigo adverso

5. Contaminación del testimonio 5. El testigo adverso corrobora a un testigo


propio

6. Carácter mendaz del testigo

7. Capacidad de percepción o estado de sa-


nidad de los sentidos

8. Afirmaciones inverosímiles, contrarias al


sentido común o a las reglas de la experien-
cia

9. Procesos de rememoración: el testigo


“súper humano”, “el olvidadizo” y el de
“memoria selectiva.

10. Impugnación con prueba de refutación

11. Impugnación por récord criminal

1.1. Áreas de impugnación de credibilidad de testigos


La impugnación de credibilidad tiene por objetivo mostrarle al Juez que un tes-
tigo no es fiable. Que está mintiendo. Que sus afirmaciones no corresponden con
la realidad. Que tiene razones para mentir, para tergiversar o para ocultar infor-
mación. Que su memoria es ambivalente. O, simplemente, que está equivocado y
no quiere aceptarlo. Con la impugnación de credibilidad se busca, en palabras de
Sistema de contrainterrogatorio 103

Francis Wellman: “separar la realidad de la apariencia y reducir las exageraciones


a sus justas proporciones.”4
En el sistema adversarial, la impugnación de credibilidad ocupa el papel que
en otros sistemas de enjuiciamiento ocupan u ocupaban instituciones procesales
como la tacha por inhabilidad del testigo5, la tacha por parcialidad del testigo6, la
objeción al dictamen pericial por error grave7, la tacha de falsedad documental8
y, en general, todos los ataques relativos a la fuerza de convicción de los medios
probatorios practicados en juicio.
La diferencia es que en el juicio oral no se tramitan incidentes para declarar
procedente o no la impugnación, sino que el ataque se hace durante el contrain-
terrogatorio y las conclusiones sobre sus resultados y efectos las expondrán las
partes en los alegatos y las valorará el Juez durante la sentencia.
En síntesis, se trata del arma más importante que nos ha concedido el or-
denamiento jurídico para mostrarle al Juez que existen razones fundadas para
no creerle, total o parcialmente, al testigo presentado por el adversario. Algo así
como un mecanismo de extracción de material precioso que será pulido y perfec-
cionado durante los alegatos de conclusión y durante la sentencia, cuando llegue
el momento de exponer los razonamientos de valoración probatoria.
Existen, principalmente, once áreas en las que se puede impugnar la credibili-
dad de los testigos “presenciales”. Este número surge de algunos ejemplos que el
propio ordenamiento jurídico nos trae9, de lo desarrollado por varios profesores
y litigantes norteamericanos en el sistema de contrainterrogatorio que algunos de
ellos han diseñado, y de las experiencias que me ha dejado adelantar contrainte-
rrogatorios en contra de, prácticamente, todas las clases de testigos.
Pero cuidado, en ninguna circunstancia debe pensarse que se trata de un lista-
do taxativo o cerrado de áreas a impugnar credibilidad. Cualquier otro aspecto
que a usted se le ocurra, siempre que afecte la credibilidad de la prueba testimo-
nial, respete las garantías procesales de las partes, sea pertinente, no incluya infor-
mación inadmisible y deba ser conocido por el Juez para efectos de la valoración

4
Wellman, Francis. The Art Of Cross Examination. Edición de la American Bar Association.
2009. Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company, p. 34. La traducción es
propia. El texto original es: “…to separate appearance from reality and to reduce exaggerations
to their proper proportions”.
5
Artículo 210 del Código General del Proceso colombiano.
6
Artículo 211 del Código General del Proceso colombiano.
7
Artículo 255 de la ley 600 de 2000.
8
Artículos 116, 244, 269 y siguientes del Código General del Proceso.
9
Artículo 403 del Código de Procedimiento Penal colombiano. En similar sentido, Reglas Fede-
rales de Evidencia norteamericanas 607, 608, 609, 613, 703, entre otras.
104 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

probatoria, puede y debe ser examinado como otra área susceptible de impugna-
ción de credibilidad.
Cada una de estas áreas que pasaré a exponer difiere de las otras en su impor-
tancia, en la frecuencia con que se presentan en los casos reales y en los parámetros
a cumplir al momento de abordarlas. Durante las próximas páginas expondré los
requisitos y aspectos sustanciales de cada una de ellas. Pero del “procedimiento”,
propiamente dicho, me ocuparé cuando vayamos a la sala de audiencias en el
capítulo de “ejecución del contra”. Por ahora seguimos en el escritorio de nuestra
oficina y en lo que debemos conocer como punto de partida para planificar un
contrainterrogatorio exitoso.
Antes de entrar a estudiar el listado de áreas de impugnación de credibilidad,
hay dos asuntos preliminares de los que debo ocuparme. Primero, la impugnación
se dirige, como regla general, a los testigos llamados por la contraparte, no obs-
tante, nada impide que también se realice en contra de un testigo “propio”. Así lo
acepta expresamente la regla 607 de las Reglas Federales de Evidencia de Estados
Unidos. Igual previsión contemplan las Reglas de Evidencia de Puerto Rico, espe-
cíficamente en el literal (a) de la regla 608.
En Colombia, la Corte Suprema de Justicia arribó a una conclusión semejante,
señalando que no puede “descartarse la posibilidad de que la parte que presenta al
testigo se vea compelida a impugnar su credibilidad. Ello puede suceder, por ejem-
plo, si durante el interrogatorio el fiscal o el defensor se percatan de que han sido
engañados por el testigo.”10 De allí que ninguna duda quepa acerca de la posibili-
dad de impugnar al testigo, inclusive, cuando usted mismo lo ha llevado a juicio.
Segundo, vale la pena anticipar que todas las vías de que se estudiarán en las
siguientes páginas pueden ser utilizadas para impugnar la credibilidad en contra
de la prueba de referencia. En otras palabras, si a su contraparte le decretaron una
prueba de referencia por alguna de las causales excepcionales contempladas en
la ley, usted puede impugnar su credibilidad por las mismas razones por las que
podría impugnar al testigo que efectivamente se presenta en juicio.
Así lo contempla expresamente la regla 806 de las Reglas Federales de Eviden-
cia de Estados Unidos. La premisa normativa contempla que cuando la prueba de
referencia sea admitida, “su credibilidad puede ser atacada, y después reafirmada,
con cualquier evidencia que hubiese sido admisible para esos propósitos si el de-
clarante se hubiese presentado a testificar”.

10
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP606-2017 del 25 de enero de 2017. Magis-
trada Ponente: Patricia Salazar Cuellar.
Sistema de contrainterrogatorio 105

La Corte Suprema de Justicia colombiana también se ocupó del asunto. Nue-


vamente, su conclusión es similar a la normativa foránea: “es posible impugnar
la credibilidad de un testigo que no esté presente en el juicio oral —cuando su
declaración ha sido admitida como prueba de referencia—, lo que implica la pre-
sentación de “evidencia externa” sobre cualquiera de los aspectos establecidos en
el artículo 403 de la Ley 906 de 2004”11. De hecho, así se desprende expresamente
del artículo 411 del Código de Procedimiento Penal colombiano.
Explicado lo anterior, veamos cuáles son las principales vías de impugnación
de credibilidad:

1) Manifestaciones previas inconsistentes


Es asombrosa la frecuencia con que los testigos cambian de versión, cuando
menos tangencialmente, al recrear los hechos percibidos. La totalidad de la doc-
trina, y seguramente todo aquel que se haya enfrentado a un juicio oral, acepta la
inusitada frecuencia con que se presentan variaciones en los relatos12.
Esto genera que, a su vez, sea el área de impugnación de credibilidad más utili-
zada en la práctica13. A tal punto que, inclusive, llega a confundirse con la propia
impugnación de credibilidad. Como si al hablar de impugnación de credibilidad,
necesariamente habláramos de declaraciones previas inconsistentes. No. Es tan
solo una de las once —o más— formas que existen para impugnar al testigo. La
más importante, la que se presenta con mayor frecuencia, pero, al fin y al cabo,
solo una de ellas.

11
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP2709-2018 del 11 de julio de 2018. Magis-
trada Ponente: Patricia Salazar Cuellar.
12
Sobre el particular, tan solo a modo de ejemplo, ver: GERSHMAN, Bennett L., Witness Coa-
ching by Prosecutors (2002). Cardozo Law Review, Vol. 23, 2002.; CLARK, Ronald, et al.
Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques. Wolters Kluers. Aspen
Coursebook Series. New York, 2015, p. 20; Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Déci-
ma edición. Wolster Kluwers. Nueva York. 2017, p. 299; MacCarthy, Terence, et al. MacCarthy
On Impeachment. How to Find And Use These Weapons Of Mass Destruction. American Bar
Association. Chicago, 2016, p. 17.
13
Su uso es tan frecuente que encuentra respaldo en dos fragmentos distintos del Código de Pro-
cedimiento Penal Colombiano, Ley 906 de 2004. Por un lado, en el literal (b) del artículo 393,
y por otro, en el numeral 4 del artículo 403 de la ley 906 de 2004.
106 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Objetivos específicos
El principal objetivo específico, por supuesto, es acreditar ante el Juez la exis-
tencia de contradicciones relevantes en el relato del testigo con el fin de mermar
su fuerza de convicción. Para ello acudimos a la regla de valoración probatoria,
según la cual, generalmente, si el testigo es sincero, su relato debería ser coherente
en los aspectos centrales del testimonio. Queremos mostrarle al Juez que el testigo
se contradice, en eso no hay duda, pero el asunto es un poco más complejo de lo
que parece. Veamos.
Para que el contra no sea meramente superficial, usted debe determinar con
precisión cuál es la manifestación que, desde su punto de vista, es cierta, correcta
o ajustada a la realidad y cuál no lo es. Es decir, en cuál miente el testigo. En la
manifestación rendida con antelación al juicio, en la actual o en las dos. Pues para
efectos de que el contra encaje en su teoría del caso, no bastará con mostrar que
se presentan inconsistencias, sino que, además, deberá exponer la versión que se
ajusta con los postulados de su teoría del caso.
Si su objetivo es mostrar que el testigo mintió —o se equivocó— en juicio, pero
dijo la verdad en la manifestación previa, es procedente utilizar esta clase de con-
tra. El error que frecuentemente se ve en la práctica, y en el que usted de ninguna
manera puede incurrir, es intentar mostrar, a través de esta forma de contra, que
el testigo mintió en la declaración previa, pero dijo la verdad durante el juicio.
En esos eventos, bastará con no impugnar al testigo y dejar flotando en el aire
la idea de que la declaración acertada es la actual. En otras palabras, ningún senti-
do tiene que usted impugne al testigo con una declaración en la que considera que
mintió, si para su teoría del caso resulta preferible que le crean a la declaración
que rindió en juicio, esta es, la posterior.
Frente a este primer objetivo —plantear la veracidad de la declaración ante-
rior— “los tres MacCarthy”14 explican:
“Siempre recuerde los objetivos (de la exposición de manifestaciones previas inconsis-
tentes), usted quiere que el jurado crea que la verdad se encuentra en la declaración
previa y no en la “nueva versión”, y de forma complementaria usted quiere mostrar que
el testigo hizo afirmaciones contradictorias. Para esos efectos, usted debe exaltar, alabar
y elevar la importancia de la manifestación (previa) con la que impugna. Usted quiere
que esa declaración previa muestre todas las características de veracidad y confiabilidad
para que se perciba creíble. Claro que este propósito es importante. De hecho, es la

14
Terence MacCarthy padre, Terence MacCarthy hijo (Juez del Circuito de Illinois), y Sean P.
MacCarthy.
Sistema de contrainterrogatorio 107

consideración más importante por realizar (durante la planeación de esta forma de con-
trainterrogatorio)”15 (paréntesis explicativos fuera de texto).
El segundo propósito es demostrar que el testigo mintió en ambas declara-
ciones. ¿Es esto viable? Sí. Siempre que cuente con las herramientas para hacer-
lo, claro que puede. De hecho, una forma impactante de contrainterrogatorio
consiste en mostrar que el testigo mintió en más de una ocasión y de formas
distintas.
Así, el impacto generado es aún mayor si las distintas contradicciones mues-
tran que el testigo busca toda clase de detalles para hacer más creíbles sus menti-
ras. También si hace uso de nuevas mentiras para tapar o esconder las anteriores.
Pues con ello, además de exponer que hay inconsistencias en el relato, empezará
a sentar las bases para la acreditación de un carácter mendaz del testigo, como
explicaré más adelante.
Ahora, el procedimiento para ejecutar cada uno de los objetivos explicados en
el párrafo anterior será distinto. Dependerá de en cuál declaración usted encuen-
tra y pretende mostrar que radica la verdad. Solo a modo de ejemplo, si usted
considera que la manifestación previa es la veraz, un paso indispensable de la
ejecución consistirá en sentar la importancia del momento, el contexto, la forma
en que se rindió y de la persona que la recibió.
El contexto, la naturaleza y los antecedentes de la declaración previa tienen
una relación directa con el impacto que su uso genera en la credibilidad del testi-
go. No es lo mismo una declaración juramentada que una en la que no se tomó el
juramento. Una rendida ante los medios de comunicación que una presentada en
la Corte Suprema de Justicia. Una rendida a pocas horas del acontecimiento, que
una efectuada varios años después del suceso. Esto lo explicaré en detalle cuando
hablemos sobre el procedimiento de impugnación de credibilidad en el capítulo
de la “ejecución” del contra.

Características de una inconsistencia persuasiva


La impugnación por exposición de manifestaciones previas inconsistentes so-
lamente logrará efecto persuasivo en contra de la credibilidad del testigo si la
inconsistencia cumple con las siguientes características:

15
MacCarthy, Terence, et al. MacCarthy On Impeachment. How to Find And Use These Weapons
Of Mass Destruction. American Bar Association. Chicago, 2016, p. 33.
108 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

i. La inconsistencia debe ser trascendente


En primer lugar, la contradicción o inconsistencia debe ser trascendente. Debe
recaer sobre un aspecto importante de cara al objeto del litigio o a la credibilidad
del testigo. No es raro encontrar abogados que se enfrascan en batallas “a muerte”
con el testigo, intentando demostrar que incurrió en una contradicción inocua. Lo
peor viene cuando lo logran, pues el Juez seguramente concluirá que, si el abogado
está dando esas batallas pequeñas, es porque no tiene grandes puntos para ganar
la guerra. Lo que afectará su credibilidad y reforzará la del deponente.
Pese a lo difícil que ello resulta, usted debe abstenerse a toda costa de caer en
la tentación de impugnar al testigo con contradicciones intrascendentes. Las minu-
cias y las pequeñeces no tienen cabida en un contra efectivo y persuasivo. Piense en
el siguiente ejemplo, al que ya me he referido brevemente.
El testigo de la contraparte dijo en la declaración previa que percibió los hechos
a las 8:55 p.m. aproximadamente, mientras que durante el juicio dijo que “eso
debió pasar algunos minutos después de las 9:00pm”. Técnicamente hablando hay
una inconsistencia, pero solo valdrá la pena abordarla si algo relevante sucedió o
dejó de suceder durante esos minutos. Como ocurre, por ejemplo, si nuestro de-
fendido solamente hubiese llegado al lugar de los hechos a las 9:00 p.m., no antes,
y esto se ha logrado acreditar. Sólo si algo importante ocurrió en esos minutos de
diferencia entre una versión y otra, será razonable pensar que la variación en el
relato del testigo es trascendente y digna de ser utilizada con fines de impugnación.
Otro ejemplo recurrente es el que se presenta cuando un testigo sí presenció
determinados hechos, pero se equivoca “por mucho” acerca de cuándo sucedieron.
Piense en un accidente de tránsito en que se discute la estructuración de la infrac-
ción a un deber objetivo de cuidado. Las partes no discuten que el accidente se
presentó, tampoco que se presentó el 19 de junio de 2015. Solo está en discusión la
negligencia en el actuar del procesado que conducía su vehículo.
El principal testigo de la acusación fue entrevistado por el investigador el mis-
mo día de los hechos y en el lugar exacto en el que ocurrieron. Sin embargo, tres
años después la Fiscalía lo llama a declaración jurada con el fin de ampliar sus
manifestaciones, y ante la respuesta acerca de cuándo sucedieron los hechos, re-
lata que debieron ocurrir aproximadamente en junio de 2016. ¡No se equivoca
por poco! Se equivoca por un año completo de diferencia. Indudablemente es una
contradicción.
La pregunta es, ¿vale la pena exponerla durante el juicio? No. Pues nada gana-
ría usted al atacar al testigo por su equivocación, cuando ella no demuestra que
haya percibido erróneamente los hechos o siquiera que no estaba presente cuando
ellos ocurrieron. Se trata de una inconsistencia clara, pero intrascendente, pues no
va más allá de un yerro al tratar de recordar el año en que sucedieron los hechos.
Sistema de contrainterrogatorio 109

Distinto sería que en la primera declaración el testigo hubiese dicho que el ca-
rro que manejaba el procesado venía “por su carril y a la velocidad del tráfico”,
pero llega a juicio y dice que “venía cambiando entre carriles como loco y en un
evidente exceso de velocidad”. Ahí la inconsistencia recae directamente sobre los
hechos que estructuran eventualmente un elemento objetivo del tipo penal. De
modo que tendría que ser atacada con vehemencia.
Por lo demás, las inconsistencias sobre horas exactas, fechas exactas, descripción
precisa de las personas (altura, tez y contextura), distancias concretas y, en general,
cualquier otro aspecto tan específico que se nos pueda llegar a ocurrir, solo deberán
ser objeto de impugnación si contienen alguna discusión relevante para el caso.
El Profesor Shane Read señala:
“Los abogados tienden a impugnar sobre puntos irrelevantes. Simplemente no pueden re-
sistirse a cometer este error. Han estudiado las declaraciones durante mucho tiempo y han
preparado tanto el contrainterrogatorio que quieren probar cada pequeño error que ha co-
metido el testigo durante su declaración. De pronto se ha equivocado en las fechas, horas
de las reuniones, o sobre específicamente quién se encontraba allí, así como cualquier
otro detalle que no importa en lo absoluto. Pero el abogado piensa que si puede sacar diez
errores pequeños del testigo entonces logrará un punto importante. En realidad, el abogado
terminará en un lleva y trae con el testigo, y en lugar de ganar la batalla, será el abogado
quien se verá desesperado y generando simpatía hacía el testigo que está siendo injusta-
mente atacado.

Como consecuencia, solo impugne al testigo sobre aspectos verdaderamente importan-


tes.”16
Una buena pregunta que debe hacerse para decidir si el punto es tan importante
como para que valga la pena abordarlo en la impugnación es: “¿va a utilizarlo en
los alegatos de conclusión?”, de ser así “¿cómo los va a utilizar?” y “¿qué va a de-
cir al respecto?”. Con esta serie de razonamientos propios del total trial approach
usted podrá concluir si el punto es trascendente y si se sentiría cómodo utilizan-
do el argumento resultante durante los alegatos de conclusión. Si una sola de las

16
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 177-178. La traducción es propia. El texto original es el
siguiente: “Lawyers tend to impeach on a minor point. Lawyers simply cannot help themselves
to avoid this mistake. They have studied the deposition for so long and prepared for cross so
much that they want to prove to the jury every little error the witness has made in her testimo-
ny. Perhaps the witness has testified to incorrect dates, times of the meetings, and precisely who
was there, as well as several other minor details. It may not matter at all. But the lawyer believes
that if he can catch the witness in ten little mistakes, then he can make something big out of
it. In truth, the lawyer just winds up playing a gotcha game, and instead of winning the battle,
the lawyer looks petty, and the jurors wind up sympathizing with the witness who is getting
unfairly beaten up. Consequently, only impeach a witness on very important points”.
110 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

respuestas a esas tres preguntas no lo satisface, deseche el punto y continúe en la


búsqueda de uno que verdaderamente pueda impactar la credibilidad del testigo.

ii. La inconsistencia debe ser clara


La variación en el relato debe ser objetiva, clara e indiscutible. No puede surgir
de interpretaciones personales acerca de lo que dijo el testigo o de aquello a lo que
“se debía estar refiriendo” cuando hizo determinada manifestación, sino que debe
ser tan clara que cuando cualquier espectador objetivo la escuche, incluyendo al
Juez, la escuche, concluya que existe una variación en el relato.
Si la inconsistencia no es clara, todos los esfuerzos que usted despliegue para
exponerla, terminarán reforzando la credibilidad del testigo, en lugar de mermar-
la. La inconsistencia debe ser lo suficientemente clara como para que no haya
duda acerca de que el testigo, en efecto, varió la versión, total o parcialmente, de
su relato. Solo en ese caso podrá impugnarse la credibilidad del testigo por la vía
que aquí se explica.
Para ilustrar mejor esta idea veamos algunos ejemplos en los cuales podría
pensarse que se presenta una inconsistencia, pero la misma no cumple con la ca-
racterística de claridad:

Inconsistencias “aparentes”
No. Declaración previa Declaración en juicio Contexto del ejemplo

1 “El carro en el que “El carro de los atacan- Descripción sobre el carro
venía la persona que tes era de un azul opaco, en el que se movilizaban
disparó era oscuro” como verdoso” los presuntos autores de
un homicidio

2 “A mí me presentan a “Durante el 2014 vi de El testigo de un caso de


Luis el 19 de junio de lejos a Luis en compañía concusión cuenta cómo
2015, aunque segura- de su esposa un par de conoció al servidor
mente lo había visto ocasiones, en un parque público que después lo
antes” cerca a mi casa” constriñó

3 “Normalmente Alex “El día de los hechos Alex Descripción del estado
no era una persona reaccionó de forma impul- emocional del acusado.
violenta. Él reacciona- siva y descontrolada” La defensa alega que se
ba bien ante las crisis” encontraba en estado de
“ira e intenso dolor”.

En el caso n°. 1, es claro que se trata de declaraciones que tienen una relación
de genero a especie. Debido a que un carro azul opaco o verdoso, puede razona-
blemente describirse como un carro oscuro, no será una inconsistencia real.
Sistema de contrainterrogatorio 111

En el n°. 2, lo que podría parecer una inconsistencia sobre cuándo el testigo co-
noció al acusado, en realidad no lo es, pues bien podría manifestar el testigo que,
pese a que vio “de lejos” a Luis en un par de ocasiones en el 2014, solo hasta el
2015 se lo presentan formalmente. Seguramente el Juez pensará que tiene sentido
su explicación.
En el n°. 3, no hay contradicción clara porque en la declaración previa el tes-
tigo habló acerca del carácter pacífico de Alex en general —“normalmente”—,
mientras que en juicio habló de un momento especifico. Una afirmación no es
excluyente de la otra.
Las inconsistencias serían reales y cumplirían con este requisito de claridad, si
en esos mismos casos se presentaran en los siguientes términos:

Inconsistencias “reales”
No. Declaración previa Declaración en juicio

1 “El carro en el que venía la persona que dis- “El carro de los atacantes era de un
paró era rojo, como el color de Ferrari” azul oscuro, como verdoso”

2 “La primera vez que vi a Luis, fue cuando “Durante el 2014 vi de lejos a Luis en
me lo presentaron en junio de 2015” compañía de su esposa un par de oca-
siones, en un parque cerca a mi casa”

3 “Ese día Alex reaccionó con una tranqui- “El día de los hechos Alex reaccionó
lidad que me sorprendió. Inmediatamente de forma impulsiva y descontrolada”
pensé que algo estaba tramando”

Nótese que las inconsistencias, para ser claras o evidentes, no necesariamente


deben ser literales. No deben ser de “sí” o “no”, sino que, repito, bastará con que
cualquier tercero objetivo concluya que el sentido de la afirmación ha variado
para entender que se trata de una inconsistencia digna de ser utilizada para im-
pugnar la credibilidad del testigo. Como consejo práctico, intente siempre pensar
qué explicación le dará el testigo a su contraparte cuando en el redirecto le pre-
gunten acerca de la inconsistencia. Si usted encuentra alguna explicación razona-
ble que le quite fuerza a la “claridad” de la contradicción, déjela de lado.
La Corte Suprema de Justicia colombiana hizo un llamado de atención a un
litigante por el incumplimiento de esta regla y explicó la idea con tanta claridad
que nada queda por agregar:
“Así, es evidente que el defensor optó por utilizar el contrainterrogatorio, con sus prerrogativas
especiales, para resaltar las diferencias lingüísticas de los relatos de los testigos, mas no para
demostrar la existencia de contradicciones relevantes, que pudieran poner en tela de juicio su
112 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

credibilidad. Ello, bajo ninguna circunstancia, puede tenerse como una verdadera impugna-
ción, ya que esta, se insiste, está orientada a demostrar aspectos sustanciales, que permitan
dudar de la credibilidad de los ciudadanos que cumplen con el deber de atestiguar.”17

iii. La inconsistencia debe seleccionarse de forma leal


Cuando usted estudie las declaraciones previas que rindió el testigo se va a
encontrar con manifestaciones que, vistas de forma parcial o cercenada, podrían
dar lugar a una contradicción muy importante, pero leídas en su totalidad y en su
contexto debido no resultan ser una verdadera inconsistencia.
El abogado inescrupuloso optará por la primera vía: mostrar las declaraciones
de forma cercenada, de tal manera que artificialmente denoten una supuesta in-
consistencia. El abogado ético y responsable, aquel que realmente logra generar
credibilidad en los jueces y que, por ende, tiene mayores posibilidades de ganar
los juicios, preferirá seguir estudiando el caso y buscará otras formas de atacar la
credibilidad del testigo.
Si tiene alguna duda sobre mi apreciación, imagine la posición catastrófica en
la que quedarían usted, su cliente y sus probabilidades de ganar el caso cuando
la contraparte diligente —y usted siempre debe presumir que lo es— muestre
durante el redirecto que usted llevó a cabo una impugnación desleal, torticera y
descontextualizada. La investigación disciplinaria que se iniciaría en su contra y
un juicio perdido son razones más que suficientes para comprender lo inconve-
niente de tal práctica.
Pensemos en un ejemplo donde la “inconsistencia” proviene de una aproxi-
mación descontextualizada del contrainterrogador. En este caso, el objetivo del
abogado defensor era demostrar que su cliente no estaba en el lugar de los hechos,
pues, pese a ser muy cercano a los culpables del atraco, el día en cuestión no par-
ticipó del delito. En principio parecería una teoría del caso razonable. Que acepta
su debilidad, “si era cercano a los culpables”, y que establece la imposibilidad de
la comisión del delito por no haber participado en lo absoluto de su ejecución.
Resulta que la teoría del caso, “razonable y plausible”, se le ocurrió al abo-
gado defensor mientras leía la declaración del único testigo de los hechos (para
efectos del ejemplo, la víctima no puede recordar nada debido a la inconsciencia
y secuelas que le generó la golpiza que le propinaron). La lectura completa de la
declaración es la siguiente:

17
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP3106-2019 del 6 de agosto de 2019. Ma-
gistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar.
Sistema de contrainterrogatorio 113

Inconsistencias “artificiales o producto de la descontextualización”


Declaración previa Declaración en juicio

Investigador: ¿Cuántas personas vio usted Fiscal: ¿Cuántas personas participaron de


atacando a la víctima? este ataque violento del que usted nos ha
Testigo: Déjeme pienso. Estaba el que lo gol- hablado?
peó en la cara, dos personas más que lo te- Testigo: Uno, dos, tres, cuatro y… cinco. Cin-
nían de los brazos, y otro que le desocupó co, señor fiscal. El que lo golpeó en muchas
todo lo que tenía en los bolsillos… Eran cua- ocasiones, principalmente en la cara. Dos que
tro, señor investigador. Ah, no, eran cinco, se lo sujetaban. El que le quitó sus pertenencias
me estaba olvidando el tipo alto que al final “esculcándole” los bolsillos, y el que se bajó
se bajó del carro y golpeó a la víctima con “la del carro a golpearlo con un arma de fuego.
culata” de una pistola. Ese golpe fue el que Sí, eran cinco, señor Fiscal.
hizo que la víctima se desmayara

En principio, no se percibe ninguna inconsistencia en los relatos del testigo.


Sin embargo, el abogado ideó un plan —contrario a la ética profesional, por su-
puesto— para “fabricar” artificialmente la inconsistencia. Leerá directamente la
declaración y la expondrá de la siguiente forma:

Inconsistencias “artificiales o producto de la descontextualización”


Declaración leída por el abogado
Declaración en juicio
para impugnar credibilidad

Defensor: Haré la lectura de la declaración, y al Fiscal: ¿Cuántas personas participaron de


final usted me confirma si leí correctamente: este ataque violento del que usted nos ha
“Investigador: ¿Cuántas personas vio usted ata- hablado?
cando a la víctima? Testigo: Uno, dos, tres, cuatro y… cinco.
Testigo: Déjeme pienso. Estaba el que lo golpeó Cinco, señor fiscal. El que lo golpeó en mu-
en la cara, dos personas más que lo tenían de los chas ocasiones, principalmente en la cara.
brazos, y otro que le desocupó todo lo que tenía Dos que lo sujetaban. El que le quitó sus
en los bolsillos… Eran cuatro, señor investigador.” pertenencias “esculcándole” los bolsillos, y
el que se bajó del carro a golpearlo con un
Defensor: ¿Leí correctamente? arma de fuego. Sí, eran cinco, señor Fiscal.
Testigo: Sí señor.

¿Parece una inconsistencia clara? Sí. ¿Sobre un punto relevante? También. Pero
es una inconsistencia fabricada contrariando la ética profesional y el deber de
lealtad procesal que rige en todos los juicios orales. Y no solo esto, es una incon-
sistencia cuyo impacto rápidamente se vendrá al piso. Bien porque el testigo diga
“pero léala completa, señor abogado”, o bien porque la contraparte durante el
redirecto hará lo propio y le dará al testigo la posibilidad de que explique —des-
virtúe— la supuesta contradicción.
114 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Además, tenga claro que, si usted incurre en una conducta como esta, de ahí en
adelante todas las contradicciones que exponga, frente ese mismo testigo o frente
a otro distinto, levantarán en el juez la sospecha ante su obrar: si es un obrar di-
ligente o no. Si lo está haciendo de forma leal o no. En síntesis, usted sufrirá un
golpe a su credibilidad del que difícilmente podrá levantarse.
La necesidad de seleccionar de forma leal las inconsistencias a exponer durante
el contra es un tema tan, pero tan importante, que inclusive tiene su propia regla
dentro de las Reglas Federales de Evidencia de Estados Unidos. El precepto es tan
estricto que la regla 106 permite que la parte contraria solicite la lectura o exhibi-
ción de cualquier otro fragmento que sea requerido para entender la declaración
de forma contextualizada. Se le ha denominado por la doctrina norteamericana
como “Rule of Completeness”.
El Profesor Thomas Mauet la explica así:
“Esta regla busca prevenir, entre otras cosas, que por la lectura fuera de contexto de las
declaraciones se produzca una impugnación injusta. En consecuencia, es impropio leer
únicamente una parte de la declaración para crear una impresión errada.”
La regla es clara. Sin cercenamientos ni descontextualizaciones. Ahora, si usted
considera que, con una lectura completa de la afirmación, en todo caso lograría
impugnar al testigo en cierta manera, hágalo. Pero siempre actuando con lealtad
y mostrándole el panorama completo al juez sobre esa afirmación en específico.
Cuidado, no significa esto que usted deba leer las cinco o las cuarenta y cinco
páginas de la declaración. No. Significa que la afirmación que hace el testigo so-
bre un hecho puntual se debe utilizar en contexto y exponiendo lo necesario para
dejar claro que no se está cercenando o sacando del entorno en el que fue rendida
para así producir una idea errada en el Juez.

Fuentes de las inconsistencias


Explicadas las características que deben rodear una “inconsistencia” al punto
de considerar que vale la pena utilizarla con el fin de impugnar la credibilidad
del testigo, conviene preguntarse dónde podemos encontrar esas inconsistencias.
Cuál es ese instrumento que al mismo tiempo será fuente de las contradicciones y
herramienta para exponerlas.
La premisa es relativamente sencilla. Usted podrá impugnar la credibilidad del
testigo con cualquier manifestación que haya hecho acerca de los hechos que per-
cibió18. Veamos algunos de los instrumentos en los que podremos encontrar esas
manifestaciones, en orden de importancia:

18
La interpretación correcta del numeral 3 del artículo 403 del Código de Procedimiento Penal
Colombiano impone entender que podrá impugnarse la credibilidad de los testigos con sus
Sistema de contrainterrogatorio 115

i. Testimonios rendidos en otros procesos judiciales o administrativos


En muchos casos los testigos deben rendir declaraciones en más de un proce-
so. Entre más “complejo” o “connotado” sea el caso, más probabilidad existe de
que ese mismo testigo deba acudir ante distintas autoridades judiciales —penales,
disciplinarias y fiscales19— a contar aquello que presuntamente percibió, en dili-
gencias que se practican bajo juramento y que suelen quedar registradas no solo
en audio, sino también en video. Esta es mi fuente preferida para la impugnación
de credibilidad, por varias razones.
En primer lugar, por la solemnidad que implica que el testigo haya rendido la
declaración bajo juramento. Seguramente le hicieron las advertencias de ley y le
explicaron que mentir, o callar total o parcialmente la verdad podría llevarlo a ser
juzgado por falso testimonio. La importancia de ese testimonio siempre será in-
discutida. Estará clarísimo para el testigo que la autoridad competente espera que
él diga toda la verdad, por lo que no podrá alegar una presunta “informalidad”
en las manifestaciones como excusa para sus mentiras.
Pero esto no es todo. La segunda razón por la que es mi fuente preferida para
la impugnación por inconsistencias recae en que la exhibición del video permitirá
mostrarle al Juez el énfasis, la vehemencia y el contexto de las afirmaciones, de
la boca del propio testigo. Le permitirá percibir el lenguaje no verbal del testigo
—tan caro para efectos de una rigurosa valoración probatoria—.
No es lo mismo que usted le lea al Juez una manifestación que hizo el testigo,
sin poder conocer el tono en que lo hizo, a que le exponga un video en el que el
testigo sale gritando e implorando que le crean que el carro era rojo, cuando vino
a juicio a decir que era azul.
No hace mucho tuve la oportunidad de adelantar un par de contrainterrogato-
rios en dos procesos distintos en el que los testigos habían rendido declaraciones
previas con una vehemencia impresionante. Gritaban, lloraban y juraban “por
dios santo” que las manifestaciones que estaban haciendo eran ciertas.
Pero llegaron a juicio a cambiar de versión sobre esos mismos aspectos en los
que antes habían sido tan concluyentes. El impacto de la impugnación no hubiese
sido el mismo, de no ser porque el video permitía percibir el énfasis con el que se
habían hecho las manifestaciones contradictorias.

“Manifestaciones anteriores del testigo”, cualquiera que sea, pues los instrumentos a los que se
refiere son ejemplos contemplados en la norma. Tanto que señala “incluidas aquellas hechas a
terceros”, término omnicomprensivo de cualquier manifestación hecha por el testigo.
19
Tal es el caso de los procesos adelantados por delitos de contratación estatal, en el que los dis-
tintos testigos son llamados por los Jueces Penales; la Procuraduría General de la Nación y la
Contraloría General de la República, casi que sin excepción alguna.
116 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En tercer lugar, estos testimonios paralelos son sumamente persuasivos porque


usted podrá mostrarle al juez que el testigo cambia de versión sin importarle que
está frente a un funcionario de nivel jerárquico similar o inclusive superior al del
juez actual. El argumento que suele exponerse sobre este particular es, si le mintió
a la Corte Suprema de Justicia, ¿cómo esperar que no sea capaz de hacerlo ante
usted?; si fue capaz de mentirle a otro Juez de la República, ¿cómo pensar que sus
estándares morales le impiden hacerlo ante usted?
Todo esto impone una labor de investigación previa muy profunda de parte
del contrainterrogador de cara a determinar en dónde y en cuántas ocasiones ha
rendido testimonio esa misma persona, con el fin de recolectar los documentos en
los que quedan registrados.
Así las cosas, si tiene una manifestación que ha hecho el testigo en otro juicio,
bajo juramento, y además grabada en video, no dude en concluir que esa será la
herramienta predilecta de cara a la impugnación de credibilidad por inconsisten-
cias en las manifestaciones previas.

ii. Otras declaraciones juramentadas


Aunque el anterior es el escenario ideal, no en todos los casos contamos con
la suerte de tener testimonios bajo juramento grabados en video y rendidos ante
autoridades judiciales de primer nivel. En muchos otros procesos usted encontra-
rá que existen declaraciones tomadas bajo juramento, bien por ser declaraciones
juradas tomadas por la Fiscalía20 o por la defensa a través de alguna autoridad
facultada para esos efectos, como, por ejemplo, los notarios públicos21, o en cual-
quier otro escenario judicial o administrativo, y que también podrán ser utilizadas
para demostrar las inconsistencias en el relato del testigo.
El impacto jurídico será el mismo que el referido en el acápite anterior. Tal vez
la única variación será que no podrán lograrse los mismos efectos persuasivos,
debido a la ausencia de la videograbación.

iii. Entrevistas, interrogatorios y denuncias


También podrán utilizarse para la impugnación de credibilidad por inconsis-
tencias las manifestaciones que haya realizado el testigo en el marco de entrevistas
rendidas a los investigadores de la Fiscalía y/o de la defensa22 sobre los hechos que
presuntamente percibió. Así mismo, las manifestaciones del procesado que haya

20
Artículos 221, 237, 347, entre otros, del Código de Procedimiento Penal Colombiano.
21
Artículos 272 del Código de Procedimiento Penal Colombiano.
22
Artículos 206, 206 y 271 del Código de Procedimiento Penal Colombiano.
Sistema de contrainterrogatorio 117

sido llamado a “interrogatorio del indiciado” y durante el juicio renuncie a su


derecho a guardar silencio.
Pero aquí viene un dato adicional de suma importancia, también podrán uti-
lizarse las manifestaciones que el testigo/denunciante haya hecho al elevar la de-
nuncia ante la autoridad competente, solo en aquellos eventos en los que sea el
propio testigo quien la presente. Pues únicamente en esos casos se entenderá que
el documento contiene manifestaciones del testigo.

iv. Manifestaciones hechas en medios de comunicación


Una fuente menos frecuente, ciertamente menos persuasiva, pero igualmente
procedente, radica en las manifestaciones que los testigos hagan ante los medios
de comunicación. Está claro que el proceso penal llama la atención del público y,
con ello, de los medios de comunicación. Entre más “mediático” sea el escándalo,
más probabilidad habrá de que el testigo sea llamado por los medios a “contar su
versión de la historia” o a hacer su “denuncia pública”.
Por supuesto que estas manifestaciones pueden utilizarse como fuente de las
inconsistencias. Al fin y al cabo, si el testigo está diciendo la verdad, sus manifes-
taciones no tendrían por qué cambiar cuando cambia el escenario en el que las
hace. Pero usted debe tener en cuenta que el ambiente informal, desprovisto de
juramento y seguramente de rigor en la técnica de las preguntas, puede hacer que
la impugnación que utilice declaraciones rendidas ante medios de comunicación
no sea tan impactante como las demás.
Sin embargo, si no cuenta con otra fuente y la inconsistencia cumple con todas
las características explicadas en el acápite anterior, no dude en utilizarla. También
valdrá la pena hacerlo cuando, contando con otras declaraciones más formales,
las manifestaciones ante los medios de comunicación sirvan para reforzar el efec-
to de la inconsistencia.
Esto es algo que será argumentado así en los alegatos de conclusión: “El tes-
tigo ya había contado una historia distinta. Lo hizo cuando fue llamado por la
Fiscalía a rendir entrevista, pero también cuando fue escuchado por los medios
de comunicación. Era una historia consistente, narrada constantemente y de la
misma forma, hasta que llegó al juicio y la cambió”.
Así, utilizada con fines complementarios, la manifestación ante los medios de
comunicación puede resultar útil para la acreditación de la inconsistencia, por lo
que deberá analizarse su conveniencia caso a caso, en lugar de rechazarla de plano
por su informalidad.
118 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

v. Manifestaciones orales hechas a terceros — testigo de refutación


Este es, sin duda alguna, uno de los aspectos más intrincados de la discusión.
¿Puedo llamar a una persona a la que el testigo le contó de forma distinta los he-
chos que percibió para acreditar la inconsistencia? Es decir, si el principal testigo
de la Fiscalía afirma en juicio que presenció absolutamente todo lo que sucedió
respecto de un accidente de tránsito, pero a todos sus colegas de trabajo les dijo
que no había alcanzado a ver lo sucedido, ¿usted puede llamar a uno de sus
compañeros de trabajo para acreditar la manifestación inconsistente del “testigo
estrella”?
Piense en otro caso. La madre del acusado ha sostenido reiteradamente que
estuvo con su hijo durante la noche en que ocurrió un homicidio por el cual él
resultó procesado. No obstante, a su mejor amiga le comentó que no era cierto,
que no estaba con su hijo, pero que debía decirlo para efectos de protegerlo de
una sentencia injusta. Si durante el juicio la madre del acusado afirma la coartada
de su hijo, ¿puede la Fiscalía llamar a la mejor amiga con el fin de impugnar su
credibilidad y acreditar la declaración previa inconsistente?
La respuesta, por extraña que suene, es afirmativa. La contraparte sí puede
llamar a estos testigos con fines de impugnación de credibilidad. Esto es lo que se
conoce como inconsistencia en las manifestaciones hechas a terceros, y se trata de
una forma de impugnación credibilidad que encuentra sustento tanto en las téc-
nicas y reglas propias del juicio oral como en la jurisprudencia sobre la materia.
No obstante, debo hacer un par de precisiones. La primera, esta no es una po-
sibilidad que se utilice habitualmente por las partes que intervienen en el juicio.
De hecho, es tal vez una de las formas de acreditar las inconsistencias en manifes-
taciones previas que menos se utiliza en la práctica y que menos se conoce por los
sujetos procesales.
No es raro, inclusive, encontrarse con posturas de sujetos procesales o funcio-
narios judiciales que afirman que no es posible hacerlo, alegando las razones de
las que más adelante me ocuparé. Así que tenga cuidado, pues resulta probable
que el juez que dirija el juicio no se encuentre de acuerdo con esta postura y le
impida llevar a cabo este tipo de impugnación. En estos eventos deberá estar pre-
parado con jurisprudencia en mano para enfrentar tal contingencia.
Otra precisión necesaria. Si bien la idea de llevar un testigo a juicio para acre-
ditar la declaración inconsistente y con ello atacar la credibilidad del declarante,
suena sumamente tentadora, lo cierto es que de todas las fuentes de impugnación
a las que nos hemos referido hasta ahora, es la menos persuasiva y eficaz. La ra-
zón es muy sencilla. En la práctica esto suele llevar a que sea la palabra de uno
contra la del otro. La de la mamá diciendo “yo no le conté eso a mi mejor amiga”,
en contra de la mejor amiga afirmando “claro que me lo dijo”.
Sistema de contrainterrogatorio 119

En ese orden, esta modalidad de impugnación ha de ocupar el último lugar


de su lista de herramientas. Solo será viable recurrir a ella si no cuenta con tes-
timonio en otro juicio, una declaración jurada, una entrevista, un interrogatorio
o registros escritos, audios o videos de las manifestaciones previas del testigo a
impugnar. Pues mientras que el registro le impide al testigo —en cierta medida—
negar que realizó esas afirmaciones, la manifestación hecha oralmente, que no
consta en ningún video, grabación u escrito, será más fácilmente desconocida.
Dicho lo anterior, vamos al fondo de la discusión. El asunto es tan complejo
que amerita una disertación extensa, sin embargo, sintetizaré los aspectos más
relevantes en apenas un puñado de temas: (i) cuál es el sustento normativo en la
legislación colombiana que encuentra esta forma de impugnación de credibilidad,
(ii) cuál es la posición de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Jus-
ticia colombiana, (iii) qué señalan las Reglas Federales de Evidencia de EE.UU.
al respecto, (iv) cuáles son los argumentos que desde un sector de la doctrina se
elevan en contra de esta posibilidad y (v) las razones por las que esos argumentos
—que niegan su viabilidad—, en mi criterio y en el de la doctrina norteamericana
especializada, no resultan acertados.
Partamos de una base. Esta posibilidad está expresamente consagrada en el
Código de Procedimiento Penal colombiano, particularmente en el numeral cuar-
to del artículo 403, que indica:
“Artículo 403. Impugnación de la credibilidad del testigo. La impugnación tiene como
única finalidad cuestionar ante el juez la credibilidad del testimonio, con relación a los
siguientes aspectos: (…)

4. Manifestaciones anteriores del testigo, incluidas aquellas hechas a terceros, o en en-


trevistas, exposiciones, declaraciones juradas o interrogatorios en audiencias ante el juez
de control de garantías.”
Son dos los apartados relevantes del artículo en cita de cara al análisis que
nos ocupa. El primero de ellos, el fragmento donde se señala que la impugnación
tendrá como finalidad atacar la credibilidad del testigo con relación a las “ma-
nifestaciones anteriores del testigo”. De entrada, esta redacción nos permitiría
concluir que nuestra legislación contempla la posibilidad de impugnar al testigo
con cualquier manifestación que haya hecho.
Como si lo anterior no fuera suficiente, a renglón seguido, al señalar algunos
ejemplos —listado no taxativo— de esas manifestaciones, el citado artículo in-
cluye expresamente “aquellas hechas a terceros”. Una interpretación exegética,
teleológica y sistemática de la norma, entonces, permite afirmar, sin duda alguna,
que este método de impugnación es viable en nuestro sistema.
La Corte Suprema de Justicia colombiana se ha referido en varias oportu-
nidades, en unas con mayor profundidad que en otras, sobre el tema objeto de
120 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

discusión. En el 2019 particularmente, la Corte se enfrentó a un caso sumamente


interesante, que tenía como una de las discusiones centrales la posibilidad de
impugnar la credibilidad de un testigo por manifestaciones previas inconsistentes
realizadas a otra persona, sin que de ello quedará registro escrito o audiovisual
alguno.
La discusión giró en torno al testigo principal de la defensa en un caso de
homicidio. El testigo manifestó en juicio que había estado la noche de los hechos
con el acusado, que presenció como este último participó de una confrontación
física con la víctima, que se vio suspendida porque él decidió llevar al acusado a
su casa. De esa forma, negó que el acusado hubiese participado del homicidio. Sin
embargo, ese mismo testigo le manifestó a su padre que el procesado sí había par-
ticipado de los hechos. Incluso le señaló que la víctima había muerto “a manos”
del procesado y su hermano.
Allí la Corte se enfrentó a la discusión acerca de la posibilidad de impugnar
la credibilidad de un testigo, no con una declaración suya obrante en registro al-
guno, sino con el testimonio de otra persona a la que el testigo le hizo una narra-
ción distinta de los hechos. La conclusión, como anticipaba, fue afirmativa. Claro
que se puede adelantar una impugnación en estos términos. La Corte, incluso, se
ocupó de diferenciar el procedimiento para la impugnación por inconsistencias
cuando las manifestaciones previas están documentadas y cuando no:
“De igual manera, es preciso subrayar que cuando el testigo niega que ha sido contradic-
torio, la parte contra la que se aduce la prueba puede seguir el siguiente procedimiento:

Si la declaración anterior está documentada, tiene la facultad de ponerle de presente


la misma, para que se lea en voz alta solo el apartado pertinente. No se ingresa en su
totalidad, se ha dicho, porque su uso solo se justifica para demostrar la contradicción o
cualquier otro aspecto relevante para el estudio de la credibilidad23.

Si la declaración no ha sido documentada, o el testigo niega que el documento que se le


pone de presente corresponde a lo que expresó por fuera del juicio oral, es posible que
se requiera la incorporación de pruebas (que en este caso tendrán el carácter de refuta-
ción), para demostrar la existencia y el contenido de la declaración anterior.”
Y terminó por señalar, al referirse al caso concreto, lo siguiente:
“Es importante reseñar que el testigo Luis David Cassiani Cassiani negó haberle dado a
su progenitor una versión de los hechos sustancialmente diferente a la que expresó en
el juicio oral.

En tal caso, si su declaración hubiese quedado documentada, hubiera bastado con po-
nerle de presente los puntuales apartados de ese documento. Como ello no es así, la

23
CSJ SP-606-2017, 25 ene. 2017, rad. 44.950. En el mismo sentido, CSJ SP-12229-2016, 31 ago.
2016, rad. 43.916.
Sistema de contrainterrogatorio 121

única posibilidad de demostrar la existencia y el contenido de la versión anterior (en


algunos apartes contraria a la vertida en el juicio), estaba supeditada a la práctica del
testimonio del padre.”24
Queda claro entonces que según el criterio consolidado25 de la Corte Suprema
de Justicia colombiana es posible llevar a cabo la impugnación utilizando como
evidencia extrínseca el testimonio de la persona a la cual el testigo le hizo la ma-
nifestación inconsistente. De hecho, debido a esta impugnación, la Corte admitió
en el caso comentado que la credibilidad del testigo se había desvanecido:
“No es cierto, entonces, como lo sostiene la demandante y lo argumenta el delegado de
la Fiscalía en la sustentación del recurso de casación, que el Tribunal empleó la prueba
de refutación para completar la versión del testigo refutado en el juicio. En este caso, la
prueba de refutación restó, de manera efectiva, credibilidad al testimonio de Luis David
Cassiani Cassiani, en tanto con ella se desmintió su versión sobre la intervención del
procesado en los hechos, para lo cual, inevitablemente, el juzgador debió ponderar el
contenido de la declaración anterior del fallecido padre del testigo, incluyéndolo en su
juicio de valoración sobre la prueba refutada.”
Aunque lo anterior es suficiente para zanjar la discusión, una vez más el de-
recho comparado resulta ser una fuente sumamente importante para la solución
de los problemas jurídicos en torno al juicio oral en el marco del sistema penal
de corte adversarial. Las Reglas Federales de Evidencia, particularmente la regla
801, cuando definen a qué se refiere el término “manifestación”, —utilizado en la
regla 613 al hablar de la evidencia extrínseca de manifestaciones previas incon-
sistentes—, señala:
“Regla 801.

(a) Manifestación. Manifestación significa la afirmación oral de una persona, la afirma-


ción escrita, o la conducta no verbal si la persona la realizó a modo de afirmación.”26
Esta regla debe interpretarse en conjunto con la regla 613(b), la cual señala
que la manifestación previa inconsistente puede acreditarse a través de evidencia
extrínseca. De la interpretación de estas dos normas se desprende que la manifes-
tación previa a demostrar con fines de impugnación de credibilidad puede haberse

24
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sala de Casación Penal. Sentencia SP-2582-2019 del 10
de julio de 2019. Radicado 49283. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
25
Aun cuando no con la misma profundidad, la Corte Suprema de Justicia colombiana se ha
referido en este mismo sentido en las decisiones: Sala de Casación Penal. SP 17660-2017 del 25
de octubre de 2017. Radicado 44.819. M.P. Patricia Salazar Cuellar; SP-1229-2016 del 31 de
agosto de 2016. Radicado 43916. M.P. Patricia Salazar Cuellar; Sala Especial de Primera Ins-
tancia. AEP00076-2019 del 8 de julio de 2019. Radicado 00084. M.P. Ramiro Marín Vásquez.
26
Federal Rules of Evidence. Rule 801 (a) La traducción es propia. El texto original es: “Rule 801.
(a) STATEMENT. ‘‘Statement’’ means a person’s oral assertion, written assertion, or nonverbal
conduct, if the person intended it as an assertion”.
122 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

hecho de forma escrita —aspecto que no suscita mayor discusión—, también de


forma oral e, inclusive, a través de una conducta no verbal que se haga a modo
de afirmación. También se desprende que, en cualquiera de los tres casos, debe ser
acreditada —proved up— a través de evidencia extrínseca.
Así, la evidencia extrínseca —el contenedor o soporte de la manifestación, por
decirlo de alguna forma— que acredita la manifestación inconsistente puede ser
la declaración jurada, la entrevista o el testimonio en otro juicio, pero también
lo podrá ser el testimonio de la persona a la cual el testigo a impugnar le hizo
la afirmación inconsistente —la mejor amiga de la madre que le proporcionaba
coartada al acusado—.
El Profesor Thomas Mauet lo explica de forma contundente:
“Manifestaciones orales. La impugnación a través de declaraciones previas realizadas
oralmente es común. Los testigos frecuentemente hablan con policías, investigadores,
familiares, amigos, compañeros de trabajo acerca de aquello que percibieron. Todas esas
manifestaciones se convierten en potencial material para la impugnación si el testigo
llega a decir algo diferente cuando testifica (en juicio)”27 (paréntesis por fuera de texto)
En el mismo sentido, el Profesor de Seattle, Ronald H. Clark, señala:
“El abogado debe cumplir el requerimiento legal para la impugnación por manifestacio-
nes previas inconsistentes llevando a que el testigo la admita o, al fallar en ese intento,
probándola mediante evidencia extrínseca. Puede ser a través de la afirmación hecha
en una deposición o llamando un testigo para que testifique sobre la manifestación oral
previa. En el caso de la colisión automovilística, después de que el testigo niegue haber
hecho la manifestación, el abogado puede probarla a través de la impugnación con el
testimonio del policía estatal.

Refutar el testimonio a través del testigo que escuchó la manifestación previa inconsis-
tente, proporciona otra oportunidad para convencer al jurado que la primera manifes-
tación era la verdadera. El directo del policía estatal debería abarcar cinco principales
preguntas: si la manifestación se hizo, cuándo se hizo, cuándo se dijo, quién la escuchó
y qué fue lo que se dijo. De esta forma, se reafirma la veracidad de la declaración inicial
y se desacredita las manifestaciones hechas por el testigo durante el juicio.”28

27
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 305. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Oral Statements. Im-
peachment with a prior oral statement is common. Witnesses frequently talk to police officers,
investigators, family, friends, and co-workers about things they have witnessed. All those state-
ments become potential impeachment material if the witness says something different when
testifying”.
28
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 190. La traducción es propia.
El texto original es el siguiente: “Counsel must meet the legal requirements for the prior incon-
sistent statement, getting the witness to admit making it or, failing that, prove it by extrinsic
evidence. This can be in the form of a deposition statement or calling a witness to testify to the
Sistema de contrainterrogatorio 123

Volviendo al ámbito nacional, hay quienes consideran, a pesar de la claridad


de la redacción de nuestro Código, que no es viable esta forma de impugnación
de credibilidad debido a que se trataría de un evento de prueba de referencia in-
admisible. La postura, si bien resulta respetable, es equivocada.
Sería prueba de referencia inadmisible únicamente si tuviese como propósito
“probar o excluir uno o varios elementos del delito, el grado de intervención en
el mismo, las circunstancias de atenuación o de agravación punitivas, la natura-
leza y extensión del daño irrogado y cualquier otro aspecto sustancial objeto del
debate”29, mientras que no lo es si su objetivo radica únicamente en atacar la
credibilidad de otro testigo.
La redacción del artículo 438 de la Ley 906 de 2004 es suficientemente clara.
Pero, solo para ahondar en razones, vale la pena remitirnos al equivalente en las
reglas de evidencia norteamericanas. La regla 801(c) señala que será “Hearsay”
—de referencia inadmisible30— la declaración hecha por fuera de juicio que tenga
como propósito acreditar la veracidad de lo que allí se afirma.
Pero al llamar a juicio al testigo que escuchó las manifestaciones inconsisten-
tes, de boca del testigo objeto de contrainterrogatorio, el objetivo no es ese. Allí
el objetivo es, única y exclusivamente, atacar la credibilidad del testigo impugna-
do. Por eso, la evidencia extrínseca de esas manifestaciones anteriores, es decir,
el testigo “que escuchó”, conforme el artículo 347 de la Ley 906 de 2004, “no
puede tomarse como una prueba”, pero sí podrá “hacerse valer en el juicio como
impugnación” siempre que se exponga durante el contrainterrogatorio.
Dicho de forma más sencilla, la impugnación no busca demostrar la ocurren-
cia del hecho narrado, lo que pretende es acreditar que se ha narrado de formas
distintas por parte de un mismo testigo, cuestión que afecta su credibilidad. Visto
desde nuestro ejemplo, el testimonio de la mejor amiga de la madre que busca

prior oral statement. In the automobile collision case illustration, after witness Tharp denies
making the prior statement, counsel must prove it through the rebuttal testimony of the State
Trooper.
Rebuttal testimony by the witness who heard the prior inconsistent statement provides anoth-
er opportunity to convince the jury that the first statement was true. The examination of the
Trooper would cover the five Ws: whether the statement was made; where the statement was
made; when it was said; who heard it; and what was said. In this way the initial oral statement
is reinforced and the witness’s testimony at trial to the contrary is discredited”
29
Artículo 437 de la ley 906 de 2004.
30
Para un estudio profundo e integral de las jurisprudencia norteamericana sobre la prohibi-
ción de “Hearsay”, y sus variaciones a lo largo de los años, ver: SCALLEN, Eileen A., Coping
with Crawford: Confrontation of Children and Other Challenging Witnesses (2009). William
Mitchell Law Review, Vol. 35, No. 4, 2009, William Mitchell Legal Studies Research Paper No.
2009-01, Disponible en: SSRN: https://ssrn.com/abstract=1527569
124 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

proveer coartada a su hijo no prueba si la coartada existió o no, lo que acredita


es que la madre dio una versión inconsistente al respecto.
Otra crítica que se hace por quienes se oponen a esta posibilidad consiste en
afirmar que el testigo que se llama para demostrar que se hizo la manifestación
previa inconsistente es un testimonio de oídas. Y sí, lo es. Ello por supuesto le
quita poder persuasivo o capacidad de generar convicción, pero no torna el testi-
monio inadmisibile, precisamente, reitero, por el objetivo que busca: acreditar la
mera existencia de una afirmación, no la veracidad de su contenido.
Desafortunadamente tiende a confundirse la prueba de referencia —por regla
general inadmisible— con el testimonio de oídas. La confusión es tan grave y se
genera con tanta frecuencia que, en múltiples oportunidades, la Corte Suprema
de Justicia colombiana se ha visto en la obligación de salir a aclararla. En una de
esas decisiones, que hace parte de una línea jurisprudencial pacífica y reiterada31,
la Corte manifestó:
“Se considera como prueba de referencia toda declaración realizada fuera del juicio oral
y que es utilizada para probar o excluir uno o varios elementos del delito, el grado de
intervención en el mismo, las circunstancias de atenuación o de agravación punitivas,
la naturaleza y extensión del daño irrogado, y cualquier otro aspecto sustancial objeto
del debate, cuando no sea posible practicarla en el juicio” (artículo 437 de la Ley 906
de 2004); en tanto que testigo de oídas es aquel que narra lo que otra persona le relató,
esto es, acredita la existencia del relato que una persona le hizo sobre unos hechos.”32
Como complemento, en otra de sus determinaciones manifestó:
“La Sala debe precisar, al igual que lo hace el representante de la Procuraduría en su
concepto, cómo de tiempo atrás se tiene dicho por la jurisprudencia que si bien el testigo
ex auditu o de oídas solo puede dar cuenta de unos hechos que otra persona le relató,
ello no quiere decir que debe ser rechazado, en cuanto se trata de un mecanismo de ve-
rificación que, por sus particularidades, debe ser examinado atendiendo a las calidades
personales y sociales del deponente, con miras a establecer su capacidad suasoria.”33

31
Las decisiones que se exponen a continuación, específicamente en lo relativo a la diferencia
entre prueba de referencia y testimonio de oídas, han sido reiteradas integralmente por las deci-
siones: AP6328-2014 del 20 de octubre de 2014, radicado 43683, M.P. Eyder Patiño Cabrera;
AP1611-2015 del 20 de marzo de 2015, radicado 45126, M.P. Luis Guillermo Salazar Otero;
AP2770-2015 del 25 de mayo de 2015, radicado 45578, M.P. Fernando Alberto Castro Ca-
ballero; AP260-2017 del 25 de enero de 2017, radicado 48131, M.P. Luis Antonio Hernández
Barbosa; AP6770-2017 del 11 de octubre de 2017, radicado 50940, M.P. Luis Antonio Hernán-
dez, tan solo a modo de ejemplo.
32
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. AP3445-2014 del 25 de junio
de 2014. Radicado 43.746. M.P. José Luis Barceló Camacho.
33
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. SP14174-2015 del 10 de octubre de 015.
Radicado 34.467. M.P. Eyder Patiño Cabrera.
Sistema de contrainterrogatorio 125

La diferencia se entiende incluso con más facilidad de esta forma. Si la prueba


pretende acreditar el fondo del asunto será de referencia y, por regla general, inad-
misible. Si pretende acreditar simplemente que un testigo hizo una manifestación
que puede afectar su credibilidad será de oídas. Será admisible. Pero debe ser
valorada en su alcance real.
De tal manera que cuando una de las partes, veladamente, quiere llevar a un
testigo a que cuente lo que dijo otro con el fin de acreditar, o siquiera hacer más
probable, que eso que escucho sí es cierto y sí ocurrió, será una prueba de referen-
cia inadmisible. Consecuencialmente, el testimonio de oídas solo será admisible si
se refiere a la credibilidad de otro testigo, en los términos expuestos.
Por eso mismo no constituye información de referencia inadmisible el escrito
que se utiliza para estos fines de impugnación —declaración jurada o entrevista—,
ni el video que contiene el testimonio rendido en otro juicio, así como tampoco tie-
ne esa naturaleza el testimonio que se practica con eminentes fines de acreditar una
manifestación previa contradictoria, como aquí se ha explicado. Este último cons-
tituirá una prueba ex auditu o de oídas, que no es inadmisible, pero que sí debe ser
valorada por el Juez con mucha rigurosidad y atendiendo a su verdadero alcance.
Analizado de cara al ejemplo expuesto con antelación, el Juez tendrá qué pre-
guntarse cuál de las dos versiones es más creíble; qué razones para mentir tiene la
madre del procesado y cuáles tiene la mejor amiga que expone su contradicción;
cuál de los dos relatos resulta más verosímil y qué tan bien librada sale cada una
de ellas luego del contrainterrogatorio, entre muchos otros factores. Esa es una
de las razones por las que, al inicio de esta discusión, decía que esta es la forma
menos efectiva de impugnación por manifestaciones previas inconsistentes, pero
no por ello debe concluirse que resulta improcedente.
No debe haber duda, entonces, acerca de la procedencia de la impugnación de
credibilidad cuando el testigo le ha hecho manifestaciones previas a un tercero de
forma contradictoria o inconsistente. Donde sí subyacen dudas relevantes —hay
que aceptarlo— es en el plano procedimental. En cómo ejecutar esto en la prác-
tica.
Por eso, cuando me ocupe del procedimiento para la impugnación de credibi-
lidad mediante la acreditación de declaraciones previas inconsistentes explicaré
cuándo solicitar esta clase de testigo de impugnación, en qué momento exacto
se practica, con cuáles reglas —directo o contra— y si se trata de una hipótesis
cabalmente regulada por la “prueba de refutación” o no. Por ahora, a modo de
resumen, tenga en cuenta que sí es posible llevar a cabo esta clase de impugnación.
Que, pese a su procedencia, algunos jueces pueden llegar a negarla por no estar
familiarizados con su regulación o simplemente por tener una visión distinta,
evento ante el cual será muy importante tener a mano la jurisprudencia citada.
126 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Incluso, cuando esté en presencia de un juez que considere, en concordancia


con la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana, que se trata
de una hipótesis viable, solo debe impugnar por manifestaciones inconsistentes
hechas a terceros de forma oral cuando no cuente con ningún registro que acre-
dite la contradicción. Las manifestaciones contenidas en videos, audios o escritos
siempre serán más impactantes que las narradas por un testigo que las escuchó.

vi. ¿Impugnación con evidencia ilícita?


La visión norteamericana sobre la importancia del contrainterrogatorio se ve
reflejada no solo en su inclusión directa en la Constitución a través de la Cláusula
de Confrontación. La posición privilegiada que le otorgan al “mecanismo más
importante para la consecución de la verdad” se reafirma, a tal punto, que la
Corte Suprema de Justicia norteamericana ha avalado la posibilidad de utilizar
las manifestaciones del procesado para impugnarlo durante el contra, incluso si
se han obtenido con violación de sus derechos. Bien porque durante la captura no
se comunicaron los derechos Miranda, o bien porque, con posterioridad, no se le
permitió el acceso a un abogado.
Pensemos que durante un procedimiento de captura los agentes de policía no
comunican los derechos al procesado. Todas las evidencias que se deriven de las
manifestaciones del procesado, hechas en violación de sus Miranda Rights, no
podrán utilizarse como prueba sustancial de la comisión del delito. En eso no hay
discusión.
Sin embargo, sus dichos podrán ser utilizados para impugnar la inconsistencia
de su relato durante el juicio, pese a la forma espuria en la que fueron producidos
y la ilegitimidad que conllevan, salvo en aquellos eventos en los que las manifesta-
ciones hayan sido fruto de coacción, fuerza o tortura. En estos eventos no podrán
utilizarse ni siquiera para la impugnación señalada.
La posición de la CSJ-EE.UU. se ha venido desarrollando desde 1954 en Wal-
der v. United States. Allí la Corte concluyó que la obtención ilícita de la infor-
mación no le concede al procesado la posibilidad de decir toda clase de mentiras
durante el juicio, creyéndose blindado por una especie de escudo originado en el
actuar indebido de los policías. “Una cosa es que el Estado no pueda utilizar afir-
mativamente (como prueba sustancial) la evidencia obtenida ilegalmente” y otra
que “el defendido pueda utilizar ese actuar indebido en su propio provecho para
escudarse frente a la exposición de las contradicciones de sus mentiras”34.

34
Walder v. United States, 347 U.S. 62, 65 (1954). La traducción es propia. El texto original es
el siguiente: “It is one thing to say that the Government cannot make an affirmative use of
evidence unlawfully obtained. It is quite another to say that the defendant can turn the illegal
Sistema de contrainterrogatorio 127

Posteriormente, en Harris v. New York (1971) avaló la impugnación de credi-


bilidad en juicio con manifestaciones inconsistentes hechas con violación de los
Miranda Rigsa. Su planteamiento se resume así:
“El escudo proporcionado por Miranda no puede ser pervertido en una licencia para
utilizar el falso testimonio como defensa, libre del riesgo de confrontación con la incon-
sistencia de sus manifestaciones previas.”35
La posición ha sido reiterada en múltiples ocasiones36. En 2011, Al proferir
Kansas v. Ventris, la Corte, la Corte se ocupó de un caso que también ilustra la
discusión del capítulo anterior —posibilidad de impugnar a través del testigo que
escuchó la manifestación inconsistente cuando esta no reposa en registro escri-
to—. El caso es el siguiente. Donnie Ventris y Rhonda Theel fueron acusados de
un homicidio. Mientras se encontraba esperando el juicio privado de la libertad,
Ventris le aceptó a un compañero de celda que había participado en el homici-
dio junto a Rhonda Theel. El compañero de celda era un informante, quien, por
obvias razones, nunca le leyó sus derechos ni le dijo que podía guardar silencio
al hablar con él. Lo que, para la Corte, evidentemente, era una violación a sus
derechos.
En juicio, Ventris renunció a su derecho a guardar silencio y manifestó que
quien había cometido el delito era Rhonda únicamente. Por eso la Fiscalía llamó
al informante como testigo, con el único fin de impugnar su credibilidad. Ventris
salió condenado y su caso llegó hasta la Corte Suprema.
Con ponencia del Justice Scalia, la Corte reafirmó la posibilidad de utilizar las
declaraciones inconsistentes obtenidas de forma ilegal únicamente con fines de
impugnación —no como prueba sustancial—. Entre sus consideraciones, manifes-
tó la inconveniencia de “negar a la Fiscalía la posibilidad de utilizar el mecanismo
por excelencia en el sistema adversarial para testear la verdad (el contra)” una vez
el procesado ha decidido testificar en juicio37.

method by which evidence in the Government’s possession was obtained to his own advantage,
and provide himself with a shield against contradiction of his untruths”
35
Harris v. New York, 401 U.S. 222 (1971). La traducción es propia. El texto original es el sigui-
ente: “The shield provided by Miranda cannot be perverted into a license to use perjury by way
of a defense, free from the risk of confrontation with prior inconsistent utterances. We hold,
therefore, that petitioner’s credibility was appropriately impeached by use of his earlier conflict-
ing statements”.
36
Ver: Stone v. Powell, 428 U.S. 465 (1976); Oregon v. Hass, 420 U.S. 714 (1975), entre otras.
37
Kansas v. Ventris, 556 U.S. 586 (2009). “Once the defendant testifies inconsistently, denying the
prosecution “the traditional truth-testing devices of the adversary process,” Harris, supra, at
225, 91 S.Ct. 643, is a high price to pay for vindicating the right to counsel at the prior stage.
On the other hand, preventing impeachment use of statements taken in violation of Massi-
ah would add little appreciable deterrence for officers, who have an incentive to comply with
128 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

La posición de la Corte Suprema norteamericana es interesante. Sin duda re-


fleja el pedestal en el que el sistema pone al contrainterrogatorio. Una de las
instituciones más veneradas, exaltadas y privilegiadas del sistema adversarial. Sin
embargo, la posición no dejar de ser problemática. Finalmente, está dando cabida
a introducir durante el juicio —con fines limitados, es cierto— información que
se obtuvo en violación a los parámetros constitucionales.
Esa es la razón por la que las cinco decisiones referenciadas tienen salvamentos
de voto de Jueces de la importancia histórica de Ruth Bader Ginsburg, John Paul
Stevens, William Brennan, William Douglas, entre otros. Todos ellos, reconocidos
por sus marcadas posturas hacia la protección de los derechos civiles y las libertades
individuales38. En nuestro medio, sin duda, los reconoceríamos como garantistas.
La posición mayoritaria adoptada de antaño por la Corte norteamericana la
traigo a colación, como explicaba, pues refleja el papel preponderante que tiene el
contra en el sistema adversarial. No porque sea aplicable al ordenamiento jurídi-
co colombiano, y en esto quiero ser claro. No lo es.
Aunque poco se ha discutido al respecto, considero que la redacción del artí-
culo 29 de la Constitución Política colombiana cierra la puerta a mayores consi-
deraciones. Pues, si “es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación
del debido proceso”, se impone concluir que no puede ser utilizada con finalidad
alguna. Esto incluye, por supuesto, para acreditar inconsistencias en las declara-
ciones previas. Esa es la consecuencia de su nulidad “de pleno derecho”.
El interrogatorio a indiciado tomado sin la presencia de su abogado, la “en-
trevista” tomada a quien debía ser citado a interrogatorio por recaer sobre él
sospechas, las declaraciones producto de fuerza, coacción o engaño y, en general,
todas aquellas declaraciones tomadas en contravía del debido proceso, no podrán
ser utilizadas con fines de impugnación de credibilidad en el marco del sistema
con tendencia adversarial colombiano. La claridad en la redacción de la regla de
exclusión en la Constitución lo impide tajantemente.
Para determinar cuándo una declaración se tomó vulnerando el debido proce-
so deben verificarse los requisitos propios de la naturaleza específica de la decla-
ración . Piense en el siguiente ejemplo: la Fiscalía cita a una persona a “entrevista”
porque hasta ese momento no existía ningún indicio, siquiera leve, que les hiciera
pensar que podía ser autor o participe. La entrevista se toma cumpliendo con

the Constitution, since statements lawfully obtained can be used for all purposes, not simply
impeachment”.
38
Para un estudio fresco y entretenido de la historia reciente de la Corte Suprema de Justicia
norteamericana ver: TOOBIN, Jeffrey. The nine: inside the secret world of the Supreme Court.
Random House, INC. New York, 2008.
Sistema de contrainterrogatorio 129

todos los requisitos legales y constitucionales —la presencia del abogado del en-
trevistado no es uno de ellos—.
No obstante, con el avance de la investigación la Fiscalía se percata de que
esa persona puede ser autor del delito investigado. Lo cita a interrogatorio, pero
el defensor de esa persona le recomienda guardar silencio, y así lo hace el inves-
tigado. La persona resulta acusada. Si durante el juicio decide declarar, y lleva a
cabo una narración distinta a la que hizo durante la primera entrevista, ¿puede
ser impugnado por las inconsistencias entre ambas declaraciones? Sí, claro que sí.
Y la razón es muy sencilla: la entrevista se tomó respetando todos los postulados
para esa clase de diligencia.
Caso distinto si el Fiscal lo utilizó como una artimaña para lograr que una
persona frente a la que tenía indicios de responsabilidad, acudiera sin abogado a
rendir “entrevista”. En estos eventos, la evidencia habrá sido tomada violando el
derecho a representación efectiva y no podrá ser utilizada con fines de impugna-
ción durante el juicio.

vii. ¿Impugnación con declaraciones rendidas en un juicio anulado?


Vamos a otro evento poco frecuente, pero no por ello imposible. La pregunta
gira en torno a determinar si es posible impugnar la credibilidad de un testigo que
hizo manifestaciones inconsistentes en un juicio que fue declarado nulo. La hipó-
tesis es sencilla: un testigo rinde testimonio, bajo juramento, en el marco de un
juicio oral que con posterioridad fue declarado nulo por una instancia superior.
Posteriormente, en el mismo caso —suponiendo que tuvo que repetirse el juicio—
o en uno diferente la contraparte quiere demostrar las inconsistencias a través de
la exhibición de los videos que registraron su declaración previa.
Desde ya debo decir que la única interpretación legítima de un contrainterro-
gatorio efectivo, integral y de amplio alcance —como tiene que entenderse— de-
bería hacernos pensar que la respuesta al problema planteado es afirmativa. Sí
es viable, como pasaré a explicar, utilizar las declaraciones previas rendidas en el
marco de un juicio anulado.
Se trata de una pregunta de la que la Corte Suprema de Justicia colombiana
no se ha ocupado aún, precisamente por la poca frecuencia con que se presenta
el problema que la origina. Por eso vale la pena dedicarle algunos instantes a la
discusión. Para ello tomaré como base la experiencia chilena, entre otras razones,
por tratarse del sistema con rasgos adversariales que mejor funcionamiento ha
mostrado en toda Latinoamérica.
Resulta que en Chile la situación se estaba presentando con alguna regula-
ridad. Los abogados intentaban impugnar con declaraciones de juicios nulos y,
durante muchos años, la respuesta predominante en los Tribunales y en las Cortes
130 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

consistió en negar la posibilidad en mención39. La razón predominante recaía en


la concepción de que la nulidad generaba “la inexistencia” de las actuaciones
procesales y, por lo tanto, mal se haría al permitir impugnar con una declaración
consecuencialmente inexistente. La negación se había tornado tan reiterativa, que
dio lugar a que la doctrina chilena especializada se ocupara de la materia, a lo que
le siguió el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia.
El primero en referirse a la cuestión fue el Profesor Pelayo Vial Campos. En un
estudio pormenorizado sobre la importancia del contrainterrogatorio, así como
de la diferencia entre las evidencias presentadas con efectos sustanciales y aquellas
presentadas con fines de atacar la credibilidad de los testigos:
“El uso de declaraciones prestadas durante un juicio anulado no revive esas declaracio-
nes para probar que lo ahí declarado es verdadero, sólo se utilizan para poder graficar
que ante una instancia formal el testigo declaró algo distinto sobre los mismos hechos, lo
que es suficiente para atacar su credibilidad.

(…) La solución para el tema propuesto, en mi opinión pasa por entender que la nulidad
es un concepto o categoría jurídica, representativo de la declaración de invalidez de un
acto para producir ciertos efectos jurídicos, y, por ende, no predica ni significa la inexis-
tencia del acto (…) No es lo mismo usar material proveniente de un juicio anulado para
efectos de desacreditar a un testigo o perito que usar ese mismo material como elemento
probatorio de cargo o descargo para probar hechos pertenecientes a las posiciones de
defensa o de sustentar la acción penal.”40
Uno de los doctrinantes más importantes de Latinoamérica sobre la materia,
Mauricio Duce, también estudió el punto. En una postura semejante a la de Pe-
layo Vial, Duce explicó que no existían razones legitimas para prohibir el uso de
declaraciones previas rendidas en un juicio anulado con fines de impugnación de
credibilidad:
“Por el contrario, una práctica en esta dirección pone en juego seriamente uno de los
objetivos centrales del sistema probatorio como lo es el de constituir una instancia que
permita testear intensamente la calidad de la información que contribuya a que el tribu-
nal tome una decisión también de alta calidad (sin errores)”41

39
Mauricio Duce retrató el problema así: “En efecto, el legislador nacional no ha manifestado de
una manera explícita y clara su voluntad de prohibir el uso de estas declaraciones en la hipó-
tesis en análisis. Esto me permite afirmar que las razones que se han esgrimido usualmente en
tribunales para negar su procedencia no tengan un fundamento sólido y razonable. Se trata de
argumentos que parecen obedecer a debates doctrinales muy abstractos y que no consideran los
valores en juego o que se basan en una lectura formalista y parcial de las reglas que conforman
nuestro sistema procesal penal”.
40
VIAL CAMPOS, Pelayo. ”El derecho a confrontación con declaraciones de un juicio anulado
en el marco del proceso penal”. Polít. crim. [online]. 2011, vol.6, n.12], pp. 448-473.
41
DUCE, Mauricio. “El derecho a confrontación y uso de declaraciones emitidas en un juicio
previo anulado”. Polít. crim. Vol. 9, No 17 (Julio 2014), art. 4, pp. 118-146.
Sistema de contrainterrogatorio 131

Finalmente, en 2013, la discusión fue zanjada por la Corte Suprema de Justicia


chilena. La Corte expuso quizás el argumento más fuerte de todos al concluir que
los efectos de la nulidad no pueden hacerse extensivos a evidencias distintas a
aquellas que motivaron la invalidación, por lo tanto, debe permitirse la impugna-
ción que tiene como fuente la declaración en un juicio anulado.42
La conclusión, de cara a los demás procedimientos latinoamericanos, debe ser
similar. Si la nulidad del juicio previo se produjo por cualquier aspecto no relacio-
nado con el testimonio que se pretende utilizar con fines de impugnación, ningún
impedimento surge para que esa declaración sea usada por parte del contrainte-
rrogador. Pues la nulidad, en ese caso, recaerá sobre la decisión y sus efectos, sin
que ello implique la inexistencia de la declaración.
La solución es distinta si la nulidad se produjo por algún yerro directamente
relacionado con el testimonio previo. Pensemos para efectos del ejemplo que la
nulidad radica en que el Juez se extralimitó en su potestad de hacer preguntas
aclaratorias al testigo, a tal punto que lo llevó a realizar manifestaciones inadmisi-
bles. O en el testigo que fue permanentemente guiado a través de preguntas suges-
tivas durante el directo, sin que las objeciones de la contraparte se consideraran
procedentes por el Juez, lo que llevó a la segunda instancia a declarar la nulidad.
Esas manifestaciones obtenidas de forma irregular no podrán ser utilizadas
con fines de impugnación de credibilidad, pues precisamente en ellas se originó el
vicio de la ilicitud. Lo contrario sería perpetuar los efectos de una actuación ilícita
y violatoria del debido proceso, lo que, a su vez, pondría en riesgo la validez del
juicio en el que se utilizan las declaraciones con fines de impugnación.
Permitiendo el uso de las declaraciones rendidas en un juicio anulado solo cuan-
do ellas no fueron el origen del vicio que llevó a la nulidad de la actuación, se ga-
rantiza un equilibrio entre dos postulados jurídicos igualmente importantes. Por un
lado, la necesidad de darle el papel que se merece al contrainterrogatorio —como
máxima expresión del derecho a la confrontación— y, por otro, la obligación de
evitar que ingrese al juicio oral información obtenida o practicada ilícitamente.

Las inconsistencias no son suficientes para “acabar” con el testigo


Antes de pasar a la segunda área de impugnación de credibilidad, resulta im-
portante hacer algunos comentarios finales sobre los efectos de la exposición de
las inconsistencias en el relato de un testigo. Si la inconsistencia es clara, recae
sobre un aspecto importante y se selecciona de forma leal, además de exponerse
conforme el procedimiento que explicaré en el capítulo correspondiente, logrará

42
Corte Suprema de Justicia de Chile. Sentencia del 17 de junio de 2013. Rol 286-2012.
132 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

restar fuerza probatoria al testigo. Seguramente logrará que el Juez se pregunte


qué está sucediendo y cuál es la razón por la que el testigo cambia de versión. Esas
son preguntas que no pueden quedar sin respuesta.
Usted tendrá que acreditarle al Juez que el testigo está equivocado o está min-
tiendo. De tal manera que la aclaración que considero necesaria apunta a que
usted jamás pierda de vista que la acreditación de las inconsistencias no debe en-
tenderse como un mecanismo autosuficiente. Su efecto se verá exponencialmente
incrementado cuando logre acreditar, también, que existe algún motivo para que
el testigo mienta, un prejuicio que lo lleva a resolver sus dudas a favor de una de
las partes o un defecto en la percepción que lo llevó a equivocarse, entre otras. Un
testigo puede entrar en inconsistencias como las aquí explicadas sin que necesa-
riamente esté mintiendo.
Las inconsistencias pueden provenir de los nervios, algún episodio que afectó
sus procesos de rememoración y, en general, una amplia gama de causas. Es su
deber como contrainterrogador enfilar todos sus esfuerzos a buscar un área com-
plementaria de impugnación: el interés en el caso, la parcialidad, la animadver-
sión, el estado de sanidad en los sentidos y cualquier otra que le permita al Juez
plantearse una respuesta razonable acerca de “por qué el testigo ha variado su
versión”. Rara vez, por la sola existencia de las inconsistencias, el Juez considera-
rá que el testigo no es creíble. Y ese es un condicionante de suma importancia que
no puede perder de vista.
Esta es una idea que ha avalado la Corte Suprema de Justicia colombiana en
decisión con ponencia de la Magistrada Patricia Salazar Cuellar:
“El hecho de que un testigo haya entregado dos versiones diferentes frente a un mismo
aspecto, obliga a analizar el asunto con especial cuidado, bajo el entendido de que: (i)
no puede asumirse a priori que la primera o la última versión merece especial credibi-
lidad bajo el único criterio del factor temporal; (ii) el juez no está obligado a elegir una
de las versiones como fundamento de su decisión; es posible que concluya que ninguna
de ellas merece credibilidad; (iii) ante la concurrencia de versiones antagónicas, el juez
tiene la obligación de motivar suficientemente por qué le otorga mayor credibilidad a
una de ellas u opta por negarles poder suasorio a todas; (iv) ese análisis debe hacerse a
la luz de la sana crítica, lo que no se suple con comentarios genéricos y ambiguos sino
con la explicación del raciocinio que lleva al juez a tomar la decisión, pues solo de esa
manera la misma puede ser controlada por las partes e intervinientes a través de los re-
cursos; (v) la parte que ofrece el testimonio tiene la carga de suministrarle al juez la infor-
mación necesaria para que éste pueda decidir si alguna de las versiones entregadas por
el testigo merece credibilidad, sin perjuicio de las potestades que tiene la parte adversa
para impugnar la credibilidad del testigo; (vi) la prueba de corroboración juega un papel
determinante cuando se presentan esas situaciones; entre otros aspectos.”43

43
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP606-2017 del 25 de enero de 2017. Magis-
trada Ponente: Patricia Salazar Cuellar.
Sistema de contrainterrogatorio 133

2) Impugnación por omisión


A veces es más relevante lo que un testigo calla que lo que dice. Sus omisiones
pueden llegar a arrojar más luces acerca de sus mentiras que las contradicciones
o inconsistencias que encontremos en el camino. De ahí que, el segundo método
de impugnación de credibilidad más usual, y también uno de los más importantes
por los devastadores efectos que genera cuando se ejecuta adecuadamente, es la
impugnación por omisión. Ya no buscamos atacar al testigo por lo que dijo, sino
por lo que dejó de decir debiendo razonablemente haberlo dicho. Esto es, por sus
omisiones.
Imagine que al testigo principal de cargo —el snitch que participó en el delito y
está recibiendo beneficios punitivos a cambio de ser testigo— le preguntan duran-
te una de sus declaraciones previas “¿qué personas participaron en la planeación
y ejecución del ataque al banco?”, y el testigo responde “Carlos, Manuel y Feli-
pe”. Unos minutos después le reiteran la solicitud de señalar quiénes tuvieron algo
que ver con el delito, y repite “Carlos, Manuel y Felipe”; “¿quién más?”, “solo
ellos tres”, contesta por tercera vez.
No obstante, llega a juicio y señala recordar con absoluta precisión, como si
hubiese sucedido ayer, que los culpables son “Carlos, Manuel, Felipe y Daniel”,
de hecho, afirma que “el cerebro absoluto del crimen fue Daniel”. Se trata de una
acusación muy grave, sin duda, pero la defensa de Daniel habrá encontrado el
flanco perfecto para enfilar todos sus ataques.
El caso parece de película, pero no lo es. De hecho, cambiando los nombres,
los delitos y los hechos, está inspirado exactamente en casos en los que he tenido
la oportunidad de participar. La frecuencia con la que los testigos llegan a juicio
a añadir detalles, hechos o circunstancias de suma importancia que nunca habían
señalado, es tan usual como aterradora.
El argumento detrás de esta área de impugnación es contundente: si Daniel
hubiese sido el autor de delito, tendría que haber sido mencionado en las primeras
declaraciones cuándo al testigo le preguntaron acerca de las personas que parti-
ciparon en el crimen. No resulta razonable que, de haber sido cierto, haya dejado
de mencionar al cerebro del delito. Tampoco resulta plausible, por lo menos en
término generales, que lo haya olvidado.
La naturaleza de la memoria humana indica que, a mayor tiempo transcurrido
entre la percepción de los hechos y el relato, más probabilidades existen de que
el testigo olvide ciertos detalles. Es normal que con el paso del tiempo los testigos
recuerden lo percibido con menor precisión. No al revés, como explicaré más ade-
lante con apoyo de la doctrina europea especializada en la materia.
Este caso —excluir completamente a una persona en el relato previo— es ex-
tremo, pero en muchos otros la omisión no se presenta de forma tan contundente.
134 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Ello no significa que deje de ser relevante. La impugnación por omisión también
será procedente cuando el testigo adverso llega al juicio a agregar detalles, hechos
o circunstancias que no había mencionado antes, siempre que lo agregado sea
importante de cara a los aspectos objeto de discusión en el proceso penal.
Aunque las omisiones pueden presentarse de las formas más variadas, para
efectos ilustrativos, piense en un testigo que llega a juicio y por primera vez re-
cuerda: (i) haber visto un arma que antes no había mencionado, (ii) un comenta-
rio que había olvidado, (iii) una “actitud sospechosa” que no había contado o, en
general, cualquier otra circunstancia que no había sido mencionada en los relatos
previos. En cualquiera de esos eventos o en otros similares procede la impugna-
ción de credibilidad por omisión.

Objetivos específicos
Con la impugnación por omisión usted busca demostrar que el testigo llegó
a juicio a narrar algún aspecto sustancial que en sus declaraciones previas no
mencionó. Sin embargo, únicamente valdrá la pena atacar ese “nuevo detalle” si
perjudica nuestra teoría del caso. De ahí que busquemos darle más credibilidad a
la declaración anterior en la que no incluyó el detalle perjudicial, que a la actual
—donde sí lo incluyo—. Este es, por regla general, el objetivo de las impugnacio-
nes por omisión.
Ahora, es probable que durante el juicio oral usted se encuentre con testigos
que llegan a narrar muchos hechos que no habían contado antes, pero que, o bien
favorecen su teoría del caso o simplemente le son indiferentes. En estos eventos
no tendrá sentido alguno que usted impugne al testigo con el fin de demostrar la
omisión, pues la inclusión del aspecto novedoso no lo perjudica. Incluso puede
llegar a beneficiarlo.
Puede pensarse que impugnar al testigo en este evento es técnicamente proce-
dente, pero en realidad, desde el punto de vista estratégico, constituye un grave
error. En este orden, si el testigo dijo algo nuevo que lo beneficia, no lo impugne,
deje que la manifestación despliegue sus efectos positivos ante el Juez y explote el
asunto en los alegatos de conclusión. Y si dijo algo que le es intrascendente, no lo
impugne, pues corre el riesgo de volverlo relevante y perjudicar su teoría del caso.
Mejor ignórelo y continúe.
Vamos a otra hipótesis. El testigo adverso dijo algo muy favorable a su teoría
del caso durante las manifestaciones previas, pero no lo hizo así durante el juicio.
En otras palabras, lo escondió. En este caso la omisión no se predica de las mani-
festaciones previas, sino de la manifestación “actual” —la del juicio oral—, pues
durante su interrogatorio directo omitió ese aspecto relevante.
Sistema de contrainterrogatorio 135

Aunque instantáneamente surja la tentación de impugnar al testigo por su omi-


sión, piénselo dos veces. Seguramente será más adecuado intentar un contrainte-
rrogatorio sin confrontación con el fin de suscitar esas manifestaciones favorables
omitidas en lugar de impugnar su credibilidad —como explico en el capítulo de
concessión seeking cross—.
Si el testigo niega que realizó la afirmación, lo conveniente es que usted intente
refrescar su memoria para sacar la manifestación a la luz. Solo si el testigo persiste
en su negativa, pese al refrescamiento de memoria, usted podrá proceder a impug-
nar credibilidad. Pero no por la omisión, sino por lo que, a partir de ese momento,
constituirá una inconsistencia —primera vía de impugnación estudiada—. ¿Dón-
de está la inconsistencia en esta hipótesis? En que el testigo niega que realizó una
manifestación que, en realidad, sí hizo44.
Ahora, si de conformidad con lo expuesto en los párrafos anteriores usted
no logra diferenciar con claridad entre una inconsistencia/contradicción y una
omisión, seguramente es porque la línea divisoria es difusa. De hecho, como estu-
diaremos en el capítulo de ejecución del contra, una omisión presentada persuasi-
vamente durante el juicio tendrá que ir de la mano con la contradicción implícita
que conlleva. Al fin y al cabo, se encuentran estrechamente ligadas.
Piénselo de esta forma, cuando un testigo diga algo trascendente que no había
dicho, impugnaremos primero para demostrar su omisión y luego para mostrar
la contradicción que se genera en sus declaraciones, debido a la inclusión de ese
aspecto novedoso. El profesor Thomas Mauet lo explica así:
“Usted puede combinar frecuentemente la impugnación por manifestaciones previas in-
consistentes con la impugnación por omisión. Esto, en efecto, generará una impugnación
doble en el testigo.”45

Características de una omisión persuasiva


Para que la impugnación por omisión genere un efecto verdaderamente devas-
tador en contra de la credibilidad del testigo debe cumplir las siguientes caracte-
rísticas:

i. La omisión debe ser trascendente


Si en el apartado anterior decía que la inconsistencia tiene que ser importante,
aquí debo decir que la omisión debe ser importante en una medida mucho mayor.

44
Ver impugnación de credibilidad por manifestaciones previas inconsistentes.
45
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017.
136 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Debe recaer sobre un punto trascendental de cara al sentido del testimonio y re-
ferirse a uno de los aspectos centrales objeto del debate durante el juicio. Uno de
esos puntos que usted explotaría durante los alegatos de conclusión sin temor a
perder su credibilidad.
Por eso, el test más idóneo para determinar si la omisión cumple con este
requisito, consiste en que usted se pregunte de forma sincera, razonable y desapa-
sionada si la expondría durante los argumentos de clausura.
Piense también si el resultado de esa impugnación soporta su teoría del caso y,
por supuesto, si encuentra respaldo en los demás medios de prueba que usted ha
presentado, así como en el sentido con el que ha realizado las impugnaciones de
los otros testigos adversos. En otras palabras, verifique que encaje con su visión
global del juicio, en los términos explicados en el primer capítulo de este libro.
Para efectos de analizar la trascendencia de la omisión, tenga en cuenta que
entre más declaraciones haya hecho el testigo sobre los hechos sin mencionar el
particular aspecto omitido, más impactante será la impugnación de credibilidad
bajo esta modalidad. No es lo mismo que el testigo haya hablado en una ocasión
de lo que percibió sin narrar el punto en particular a que haya rendido cinco de-
claraciones en el mismo sentido e incurrido en la misma omisión.
De tal manera que la cantidad de declaraciones sí importa, y mucho, de cara a
la determinación del impacto de la omisión. Esto no significa que cuando solo ten-
ga una declaración en la que se incurrió en la omisión deba abstenerse de utilizar-
la. No. Si el hecho omitido es trascendente, debe usarla, pero siendo consciente de
que su impugnación tendrá un menor impacto en comparación a lo que sucedería
si contara con un número importante de manifestaciones anteriores.

ii. La omisión debe ser clara


Si la omisión es clara o no, seguramente es el punto más complejo de esta
forma de impugnación de credibilidad. Básicamente, la omisión es clara si anali-
zado el contexto de la declaración previa se puede inferir razonablemente que el
testigo, de ser cierta la afirmación novedosa, debió haberla hecho. Este análisis
de razonabilidad le impone a usted llevar a cabo la verificación de tres aspectos:
• Que efectivamente el testigo no haya hecho la manifestación en su na-
rración o narraciones anteriores. Para esto debe llevar a cabo un análisis
integral de todas las manifestaciones anteriores del testigo. Lo peor que
le podría pasar como contrainterrogador es que usted impugne credi-
bilidad porque en una parte de la declaración previa se incurrió en la
omisión, y su contraparte durante el redirecto acredite que en otra parte
de esa misma declaración sí se hizo la afirmación. Recuerde que a cada
segundo del juicio su credibilidad estará en juego.
Sistema de contrainterrogatorio 137

• Que el testigo haya incurrido en la omisión pese a que se le preguntó


sobre ese aspecto especifico. La impugnación solo surtirá efecto si el
testigo fue cuestionado sobre el punto. Bien expresamente, o bien de
forma general. En contraposición, si el testigo rindió una declaración
sobre lo que sucedió “otro día” distinto al de los hechos, no mencionar
algún detalle sobre lo que pasó “el día” de los hechos, técnicamente será
una omisión, pero no una de aquellas que sirven como fundamento para
impugnar su credibilidad. Por eso es muy importante fijarse en lo que
específicamente le preguntaron al testigo, cómo se lo preguntaron y en
qué momento. Todo esto tendrá que exponerse ante el Juez a través del
procedimiento particular que explicaré en el capítulo correspondiente.
• Por último, la omisión solo cumplirá con este requisito de claridad si
el testigo hizo su narración sin limitaciones o interrupciones de parte
de quien en su momento le hacía las preguntas. Si le permitieron hacer
un relato libre acerca de lo percibido a partir de preguntas abiertas que
invitaban a una narración extensa sobre el particular.
En cambio, si lo sometieron a preguntas de “sí o no” (piense que la decla-
ración previa es un contrainterrogatorio) usted tendrá que ser muy cuidadoso
en determinar si realmente el testigo tuvo la oportunidad de decir aquello cuya
omisión se reprocha. De no ser así, la omisión no cumplirá con el requisito en
estudio y deberá ser descartada.
En síntesis, la omisión será verdaderamente clara solo si da lugar a que du-
rante los alegatos de conclusión usted le manifieste al juez: “no lo dijo, pese a
que le preguntaron por el tema, en declaraciones sobre estos mismos hechos y sin
que nadie le impidiera hacer un relato integral sobre lo que supuestamente había
percibido”.

iii. La omisión debe seleccionarse de forma leal


La consideración es la misma que expliqué en el capítulo pasado al abordar
la selección de las inconsistencias. La omisión no puede fabricarse. No puede
provenir del cercenamiento, descontextualización o mala intención del contrain-
terrogador. Tampoco puede provenir de una equivocación u olvido momentáneo
del testigo. Piense en que un testigo no mencionó al acusado en una respuesta
específica, pero segundos después corrigió su afirmación incluyéndolo.
O piense que de un estudio razonable de la declaración se infiere que el tes-
tigo entendió de forma errada lo que le preguntaban y por eso no incluyo en su
respuesta determinado hecho. En cualquiera de estos eventos usted tiene la obli-
gación de descartar esa omisión como fuente de la impugnación. Una conducta
semejante choca con la ética profesional, con la lealtad debida a la contraparte y
138 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

al Juez y, lo que es igualmente grave, conspira en contra de las probabilidades de


éxito del caso.

Fuente de las omisiones


Las omisiones encuentran su fuente exactamente en los mismos instrumentos
que ya se explicaron a profundidad en el acápite de las inconsistencias. Esto in-
cluye los testimonios rendidos en otros juicios, declaraciones juramentadas, en-
trevistas, denuncias y, en general, cualquier documento en el que se encuentren
registradas las manifestaciones.
También se incluyen los testimonios de terceros que escucharon las manifes-
taciones previas de los testigos. Así como los registros que contienen las decla-
raciones del testigo que escuchó las manifestaciones, cuando no esté disponible
para ir a juicio y se encuentra acreditada alguna de las causales de procedencia
excepcional de la prueba de referencia, como se explicará más adelante.

Las omisiones tampoco son autosuficientes


Muy probablemente hasta la omisión extrema explicada en el primer ejemplo
de este capítulo resultará insuficiente para desvirtuar, por sí misma, la credibilidad
de un testigo. El Juez se encuentra en la obligación de llevar a cabo una valoración
integral de las pruebas y, con eso en mente, su función como contrainterrogador
es darle las herramientas propicias para que lo haga.
Si un testigo milagrosamente empieza a “recordar” hechos de trascendental
importancia que nunca había mencionado, será importante proporcionarle al
Juez los insumos para que entienda qué está sucediendo. Cuál es el motivo que
puede haber llevado al testigo a “adicionar” detalles o circunstancias a su declara-
ción; por qué ellas resultan menos creíbles que las declaraciones en juicio y cómo
esto se enlaza con una actitud de mala fe del testigo o, también, un error grave de
su parte.
Desde el momento en que contemple la posibilidad de impugnar al testigo de
esta forma, usted debe empezar a pensar en cuál puede ser la explicación que el
testigo va a dar para justificar sus omisiones46. Ningún intento de justificación
puede quedar por fuera de su radar, pues gran parte del éxito de esta forma de im-

46
El Profesor Gary Gildin trae un listado de excusas frecuentes que presentan los testigos en juicio
cuando con confrontados con sus manifestaciones previas. Su análisis puede encontrarse en: GIL-
DIN, Gary. Cross Examination at Trial: Strategies For The Deposition. Legal Studies Research
Paper No. 9-2012. Pennsylvania State University. The Dickinson School Of Law, p. 17 y ss.
Sistema de contrainterrogatorio 139

pugnación consiste precisamente en desvirtuar la justificación en la que pretenda


escudarse el testigo.
Solo a modo de hipotético, es probable que el testigo diga:
• Que sencillamente se le olvidó.
• Que para el momento de los hechos se encontraba tan asustado que no
pudo exponer bien lo que percibió.
• Que se encontraba en estado de shock.
• Que tenía miedo a involucrar al procesado o de perjudicar a la víctima
con sus manifestaciones.
• Que se encontraba bajo amenaza de alguna de las partes en contienda.
• Que temía a las posibles represalias por parte del procesado o la víctima,
pero el temor a esas represalias ya desapareció.
• Que después leyó algún documentó que le recordó lo que había perci-
bido.
• Que el entrevistador no anotó literalmente todo lo que iba contando
—suele suceder cuando el registro de la entrevista se hace por escrito—.
• Que sus manifestaciones se están sacando de contexto —muy, muy usual,
por eso la importancia de mostrar que no es cierto—.
• Que para el momento de la declaración se encontraba defendiéndose en
su propio proceso, pero después decidió aceptar la verdad y colaborar
con la administración de justicia —justificación clásica para el cambio de
versión de los testigos delatores o colaboradores a los que les conceden
beneficios punitivos a cambio de sus manifestaciones—.
Cuando se impugna con la declaración de un tercero que, a su vez, escuchó la
manifestación previa del testigo impugnado, además de las anteriores, las excusas
más usuales son:
• Que simplemente estaba contando a grandes rasgos — no en detalle— lo
que había percibido
• Que no sentía confianza para contar la verdad de lo percibido a esa per-
sona en específico;
• Que le incomodaba tener que recrear la historia completa;
• Que el testigo que supuestamente lo escuchó hacer la manifestación está
mintiendo —esta es la más usual de toda la clasificación—;
• Que el testigo de refutación tiene interés para mentir, etc.
140 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

De conformidad con las particularidades del caso resulta imprescindible que


usted realice un profundo y cuidadoso ejercicio de previsibilidad de cara a deter-
minar cuál puede ser la justificación que expondrá el testigo y, hecho esto, adelan-
te las labores investigativas tendientes a obtener la información que le permita re-
futar la justificación. En otras palabras, no se contente con demostrar la omisión.
En otras palabras, no se limite a demostrar la omisión, esfuércese en destruir la
credibilidad del testigo al refutar también la justificación que exponga acerca de
por qué supuestamente incurrió en la omisión.
Es deber del impugnante, entonces, demostrarle al Juez, a través del contra o
a través de pruebas independientes, que no se trata de omisiones originadas en
el inocente olvido del testigo. Recuerde que no necesariamente por dejar de decir
algo en la declaración previa, que luego recordó, está mintiendo. Por eso, nuestro
objetivo último con la impugnación es demostrarle al Juez que el testigo miente,
que actúa de mala fe o que, actuando de buena fe, está tan profundamente equi-
vocado que sus dichos no pueden servir como base para la decisión.

3) Inconsistencias u omisiones dentro del testimonio en juicio


En los dos puntos anteriores las inconsistencias y omisiones se percibían al
comparar lo que dijo el testigo antes de juicio —manifestaciones previas— y lo
que dijo durante el juicio. Pero también puede pasar que el testigo incurra en
contradicciones u omisiones durante el testimonio rendido en juicio. Estas se
encontrarán al llevar a cabo la comparación de sus dichos en distintos momen-
tos del interrogatorio cruzado. Por esta razón, se denominan contradicciones
“intrínsecas”.
Para mejor ilustración, piense que durante los primeros minutos del interro-
gatorio directo el testigo afirma haber percibido un hecho, detalle o circunstancia
que algunos minutos después niega total o parcialmente. Suele presentarse en los
siguientes casos:
• El más frecuente. El testigo, sin percatarse, realiza una afirmación que
perjudica su credibilidad, por ejemplo, espontáneamente dice que al pre-
senciar los hechos no utilizaba sus lentes recetados. Cuando se le pre-
gunte durante el contrainterrogatorio: “Usted dijo que ese día no esta-
ba utilizando sus lentes recetados, ¿cierto?”, algunos testigos negaran
instintivamente haber hecho esa afirmación inicial, bien porque se dan
cuenta que afecta su credibilidad o porque algún inescrupuloso les hizo
notar ese punto durante alguno de los recesos.
• También puede presentarse cuando el testigo cuenta con niveles bajos
de concentración y se ve sometido a un interrogatorio cruzado muy ex-
Sistema de contrainterrogatorio 141

tenso. Infantes47, personas de la tercera edad, adictos a sustancias alco-


hólicas o psicoactivas, personas con algún déficit cognitivo o con algún
tipo de enfermedad, síndrome o padecimiento que afecte sus procesos de
razonamiento, son, sin duda, los testigos que más probablemente incu-
rrirán en estas inconsistencias u omisiones intrínsecas.
• Otra de las razones que puede generar contradicciones u omisiones in-
trínsecas es la falta de cumplimiento del principio de concentración en
los juicios orales. A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos y en
países latinoamericanos como Chile o México, en Colombia la concen-
tración ha sido reducida a su mínima expresión. Puedo afirmar sin temor
a equivocarme que se ha convertido en un mero postulado teórico, salvo
en los casos adelantados en contados despachos judiciales que hacen
todo lo posible para que los juicios se adelanten de forma ininterrumpi-
da o en bloques de varias semanas. ¡Y lo logran! Pero no dejan de ser la
excepción.
Como regla general, las sesiones de juicio suelen estar a varias semanas
—y hasta meses— de distancia. Esto afecta los procesos de rememora-
ción de los testigos y, por supuesto, puede dar lugar a que se presenten
las inconsistencias u omisiones intrínsecas objeto de estudio.
Dicho lo anterior, lo cierto es que no se trata de la hipótesis que se presenta
con más regularidad. Ese lugar en el podio lo ocupan las dos áreas de impugna-
ción estudiadas en los apartados anteriores. Sin embargo, la moderada frecuen-
cia con la que se presenta impone la necesidad de hacer algunas valoraciones al
respecto.
En primer lugar, esta forma de impugnación de credibilidad exige la mayor de
las concentraciones por parte de los abogados, pues las contradicciones se deben
captar a toda velocidad. En el aire, por decirlo en forma coloquial. Consecuen-
cialmente, exige también que los abogados cuenten con un equipo de trabajo que
apoye el proceso de toma de notas y grabación del interrogatorio. Pues una vez el
testigo se desdiga, para impugnarlo usted debe contar con el momento exacto en
el que se hizo la manifestación y su respectiva grabación. Solo así podrá reprodu-
cirla con fines de impugnación.

47
Un análisis multidisciplinar sobre el testimonio de los menores se encuentra en: ORENSTEIN,
Aviva, Children as Witnesses: A Symposium on Child Competence and the Accused’s Right to
Confront Child Witnesses (2007). Indiana Law Journal, Vol. 82, 2007, Indiana Legal Studies
Research Paper No. 150, Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1551364
142 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Ahora bien, hay quienes sugieren que esta forma de impugnación es incon-
veniente, pues en lugar de reproducir la manifestación hecha en el juicio, dicen,
bastará con explotar la inconsistencia o la omisión en los alegatos de conclusión.
La posición es razonable, sin duda, usted podrá decidir si vale la pena esperarse
a los alegatos o exponerla inmediatamente durante el contra, dependiendo de su
importancia y de las particularidades del caso.
Pero tome la decisión teniendo en cuenta que es probable que el Juez no haya
percibido la contradicción intrínseca en tiempo real. De ser así, será muy mala
idea dejar el punto para el final, pues el efecto persuasivo tardío será mucho me-
nor. Para ese momento —el de los alegatos— el Juez habrá perdido el contexto de
la declaración, seguramente no recordará la actitud que adoptó el testigo al incu-
rrir en la contradicción intrínseca y, por ende, no contará con todos los insumos
para llevar a cabo una valoración integral de sus dichos.
Es mucho más fuerte el impacto que genera la exposición de las contradiccio-
nes en tiempo real. Tan pronto como se generan. Como ya expliqué en el noveno
mandamiento del contrainterrogatorio —No postergue el punto, anótelo en cuan-
to pueda—, siempre es preferible dejar el punto claro de inmediato. El riesgo de
que el Juez no haya percibido la contradicción es muy alto.
También lo es el que usted haya “malinterpretado” la dinámica en la que se
produjo, de tal manera que lo llevó a pensar que el Juez si la había percibido
cuando en realidad la pasó por alto —la probabilidad de que esto suceda aumenta
a medida que el interrogatorio cruzado se haga más extenso—. A fin de cuentas,
jamás será tarea sencilla “leer” al Juez de cara a determinar si pudo o no percibir
la contradicción. Por lo que, ante el riesgo, es preferible hacerse con el punto in-
mediatamente, en lugar de dejarlo al azar.
Para finalizar, los requisitos de la inconsistencia o la omisión son los ya estu-
diados. Debe tratarse de un aspecto trascendente o importante para el juicio. La
inconsistencia o la omisión debe ser clara, diáfana, y debe seleccionarse con apego
a la ética profesional —de forma leal—. Sin cercenamientos ni descontextualiza-
ciones de índole alguna.

4) Parcialidad, interés o motivo para mentir


Esta es otra forma de impugnación de credibilidad que ostenta gran relevancia.
Es la compañera perfecta, por no decir obligada, para la impugnación por in-
consistencias u omisiones. Como explicaba con antelación, un ataque verdadera-
mente devastador en contra de un testigo que consideramos mentiroso no puede
limitarse a demostrar las inconsistencias en su relato.
Sistema de contrainterrogatorio 143

Cuando el juez se pregunte por qué el testigo incurre en contradicciones o gra-


ves omisiones, usted debe proporcionarle la respuesta demostrando que el testigo
está equivocado, que conscientemente está mintiendo o inconscientemente, por
alguna razón, inclina indebidamente su relato hacia alguna de las partes48. Y justo
ahí es donde esta forma de impugnación de credibilidad adquiere todo su brillo.
En resumidas cuentas, por “parcialidad, interés o motivo” se entiende cual-
quier hecho, circunstancia o motivo que, consciente o inconscientemente, lleve al
testigo a mentir o a narrar lo percibido de una forma inclinada hacia una de las
partes. Esto incluye que el testigo tenga “algo” en contra o a favor del procesado
o su defensa, pero también “algo” en contra o a favor de la acusación o la víctima.
El Profesor Terrence MacCarthy lo define así:
“Un testigo con cualquier ánimo, cualquier interés, cualquier razón, fundada o no, para
favorecer a una de las partes o para perjudicar a la otra, o con cualquier razón para ma-
quillar su testimonio en beneficio o en contra de alguna de las partes, puede ser sometido
a esta forma de impugnación de credibilidad.”
El trasfondo de esta forma de impugnación recae en que un testigo con razones
para mentir o para inclinar su declaración, no debe estimarse igual de creíble que
aquel testigo objetivo, imparcial y sin ninguna razón para favorecer o perjudicar a
alguna de las partes. Esto no significa que deban ser descartados, o que sus dichos
eventualmente no puedan llegar a convencer al Juez. Significa que, debido a su
parcialidad o interés, deben ser valorados con mayor rigurosidad. Es decir, se trata
de otro de los factores que deberá ponderar el Juez al momento de llevar a cabo su
proceso de valoración racional e integral de la totalidad de la prueba practicada.
Un factor tan importante que, incluso, en los orígenes del sistema anglosajón
llevaba a la exclusión de los testigos. Se consideraba una causal de inhabilidad
el hecho de que un testigo tuviese una posición parcializada o algún interés en
el caso. Se consideraba demasiado alto el riesgo de que introdujera información
errada o engañosa al juicio. No se restaba fuerza probatoria a las manifestaciones
de ese testigo. De plano se entendía que sus dichos eran tan poco fiables que ni
siquiera debían ser escuchados por el encargado de tomar la decisión49.

48
Para un estudio profundo acerca de la frecuencia de la parcialidad en los testigos, su tratamien-
to y consecuencias, ver: COOTER, Robert D. and EMONS, Winand, Truth-Bonding and Other
Truth-Revealing Mechanisms for Courts (November 2003). Disponible en: SSRN: https://ssrn.
com/abstract=229339
49
Tal como fuere explicado por MacCarthy, Terence, et al. MacCarthy On Impeachment. How to
Find And Use These Weapons Of Mass Destruction. American Bar Association. Chicago, 2016,
p. 60.
144 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Se trataba, sin duda, de una posición extremista e inconveniente inspirada en


los sistemas de tarifa legal probatoria. Sin embargo, permite entender cabalmente
la importancia que puede tener en la valoración probatoria la ausencia de impar-
cialidad y objetividad de los testigos.
Para ahondar en razones, vale la pena referirse al alcance que algunos prece-
dentes jurisprudenciales de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos le han
dado a esta forma de impugnación. La sentencia hito en la materia es una a la que
ya me referí al inicio de este texto, Davis vs. Alaska. La Corte se enfrentó a una
encrucijada importante, que puede resumirse así: el principal testigo de la Fiscalía
se encontraba en libertad condicional —probation— por un delito que había co-
metido siendo menor de edad. La defensa intentó impugnar credibilidad. Lo hizo
con el fin de acreditar que el estatus del testigo le generaba temor y dependencia
hacía la Fiscalía y, por ende, podía afectar la imparcialidad de su relato. La Fisca-
lía objetó alegando que los antecedentes criminales no podían utilizarse debido a
que una ley del Estado los mantenía en reserva. En decisión liderada por el Justice
Warren Burguer, la Corte señaló:
“No podemos especular acerca de si el Jurado, el único juez de la credibilidad de un
testigo, hubiese aceptado la esa línea de razonamiento (la de la defensa) si se le hubie-
se permitido al abogado presentarla integralmente. Pero sí concluimos que los jurados
tenían el derecho a conocer la teoría de la defensa, para hacerse una idea informada
acerca del peso que debían otorgarle al testimonio de Green”
Y concluyó:
“Una forma más específica de atacar la credibilidad de los testigos consiste en contrain-
terrogar con el fin de revelar su parcialidad, prejuicios o motivos ulteriores cuando estén
relacionados con asuntos o personas en el caso en cuestión. La parcialidad del testigo
puede explorarse durante el juicio, y será siempre relevante para desacreditar al testigo y
afectar el peso de su testimonio”50
En United States vs. Bagley51 la Corte revocó una condena y ordenó un nuevo
juicio debido a que la Fiscalía no descubrió los documentos que acreditaban que

50
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Davis v. Alaska, 415 U.S. 308, 316 (1974). La
traducción es propia. El texto original es: “We cannot speculate as to whether the jury, as sole
judge of the credibility of a witness, would have accepted this line of reasoning had counsel
been permitted to fully present it. But we do conclude that the jurors were entitled to have the
benefit of the defense theory before them so that they could make an informed judgment as to
the weight to place on Green’s testimony (…) A more particular attack on the witness’ credi-
bility is effected by means of cross-examination directed toward revealing possible biases, pre-
judices, or ulterior motives of the witness as they may relate directly to issues or personalities
in the case at hand. The partiality of a witness is subject to exploration at trial, and is “always
relevant as discrediting the witness and affecting the weight of his testimony”.
51
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. United States v. Bagley, 473 U.S. 667 (1985).
Sistema de contrainterrogatorio 145

el Estado le había hecho una serie de pagos a testigos informantes. Como podían
constituir evidencia para impugnar por parcialidad, la Corte determinó que se
trataba una violación a la cláusula Brady —por Brady Vs. Maryland52— sobre
el descubrimiento integral. Así mismo, en United States Vs. Abel reiteró que “la
cláusula de confrontación exigía que el defendido tuviera la oportunidad de mos-
trar la parcialidad de los testigos de la Fiscalía” 53
Una conclusión es segura. No hay razón más grande para dudar de un testigo
que las intenciones ocultas que sus dichos puedan conllevar. Hay una relación
inversamente proporcional entre la intensidad de la parcialidad y el valor proba-
torio, en abstracto, de cada testigo. Así, entre más fuerte sea el motivo para mentir
o inclinar su narración, con mayor énfasis deberá atacarse durante el contrainte-
rrogatorio.
Pasando al ámbito latinoamericano, el artículo 403 del Código de Procedi-
miento Penal colombiano, en su numeral 3º, establece esa forma de impugnación
como una de las finalidades más importantes del contrainterrogatorio. La norma
señala que la impugnación tendrá como finalidad atacar la credibilidad del testigo
en razón a, entre otras, la “Existencia de cualquier tipo de prejuicio, interés u otro
motivo de parcialidad por parte del testigo.”

Requisitos particulares de la impugnación por parcialidad


Los requisitos son muy similares a los estudiados en las anteriores formas de
impugnación, salvo algunas adiciones que paso a explicar:

i. La parcialidad debe ser importante


Con esto quiero significar lo que, pese a su obviedad, mucho se olvida durante
la ejecución del contrainterrogatorio. El motivo de parcialidad o interés debe ser
fuerte, intenso. Que cualquier persona que lo escuche piense razonablemente que
puede llevar al testigo a modificar su relato, siquiera parcialmente, con el fin de
beneficiar o perjudicar a una de las partes.
Aunque me adelanto un poco a los ejemplos más frecuentes, que explicaré
a continuación, este requisito trae como consecuencia la necesidad de descar-
tar automáticamente situaciones en las que entre el testigo y una de las partes
existen relaciones moderadas de amistad; relaciones comerciales que no generan

52
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Brady v. Maryland, 373 U.S. 83 (1963).
53
Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. United States v. Abel, 469 U.S. 45 (1984). La
traducción es propia. El texto original es el siguiente: “the Confrontation Clause of the Sixth
Amendment requires a defendant to have some opportunity to show bias on the part of a pro-
secution witness”.
146 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

dependencia económica; vínculos familiares lejanos, entre otras —como muestras


ligeras de favoritismo—.

Por el lado de la animadversión, deberá descartarse la impugnación por simple


disgusto entre las partes; discusiones pasadas de poca importancia; incumplimien-
tos contractuales de bajo calibre, etc. En general, en todos aquellos eventos en los
que el motivo sea tenue, frívolo o superficial, no valdrá la pena abordarlo durante
el contraexamen.
En general, no valdrá la pena abordar durante el contraexamen aquellos even-
tos en los que el motivo sea tenue, frívolo o superficial. Así, deberá descartarse la
impugnación por simple un simple disgusto entre las partes; discusiones pasadas
de poca importancia; incumplimientos contractuales de bajo calibre, etc.

ii. Debe seleccionarse con lealtad


Nuevamente, la selección del motivo de parcialidad, para efectos de la impug-
nación, debe estar rodeada de lealtad hacia la contraparte y el juez. Esto implica
no “suponer” ni “inventar” la fuente de la parcialidad o el interés. No sugerir que
determinada relación resulta más fuerte de lo que razonablemente puede concluir-
se que es.
Tampoco ocultar que, por ejemplo, uno de los motivos de animadversión, si
bien existió, ya desapareció. Recuerde que su contraparte estará muy pendiente
de darle al juez el contexto completo, de tal manera que actitudes como las refe-
ridas lejos de afectar la credibilidad del testigo, como he señalado reiteradamente,
pondrán en tela de juicio la del contrainterrogador.

iii. El motivo de parcialidad debe ser susceptible de acreditación


Nunca debe aventurarse a impugnar al testigo cuando no tiene el sustento
probatorio requerido para acreditar la parcialidad. En cada ejemplo abordaré
algunas ideas sobre cómo acreditar algunos motivos de parcialidad en específico,
pero al margen de cómo lo haga, es importante que siempre tenga en cuenta que
resulta impropio llevar a cabo un contrainterrogatorio sugiriendo que por deter-
minada razón el testigo tiene interés o se encuentra parcializado, sin contar con
las herramientas para probar que en efecto lo está.
Hay quienes sugieren que podría ser viable “dejar flotando en el aire” la idea
de que el testigo está parcializado, simplemente afirmándolo, aun cuando no pue-
da probarlo. Pero las afirmaciones de un abogado no son prueba de su veracidad.
Sin importar cuantas veces lo grite durante el contrainterrogatorio, no por esto
“generará” parcialidad del testigo —tenga por seguro que si generará animadver-
sión del juez en contra de sus tácticas como abogado—. En lugar de convertirse en
Sistema de contrainterrogatorio 147

el abogado que habla y acusa, es preferible que usted sea de aquellos que prueba.
Son las pruebas las que ganan procesos.

Ejemplos más frecuentes de parcialidad

i. Las relaciones interpersonales


Las formas más recurrentes de parcialidad o motivo para mentir se derivan
de relaciones afectivas positivas o negativas. La relación familiar, de convivencia,
de amistad profunda y, en general, cualquier vínculo emocional entre el testigo y
alguna de las partes, siempre será un aspecto susceptible de impugnación.
Como contrapunto, también lo serán la existencia de una animadversión o
rivalidad importante. En esta forma de contra se incluyen los pleitos pasados,
las disputas familiares, las venganzas personales, los conflictos laborales preexis-
tentes y, en general, todos los aspectos que puedan generar dudas acerca de la
existencia de un interés oculto en el testigo de cara a perjudicar a una de las par-
tes involucradas en el proceso penal. Son aspectos que deben ser conocidos por
el juez y que, por ende, serán objeto de un contrainterrogatorio incisivo y de la
acreditación correspondiente.
De lo anterior se desprende la necesidad de desechar el mito según el cual los
aspectos personales o familiares del testigo no son relevantes para efectos del con-
trainterrogatorio. Claro que lo son. Precisamente porque esta forma de impugna-
ción de credibilidad se encamina a acreditar aspectos subjetivos que normalmente
provienen de condiciones personalísimas del contrainterrogado: sus amistades y
enemistades; sus querencias y malquerencias; los detalles de sus relaciones fami-
liares y los demás que se estudiarán durante este capítulo.
Se trata de condiciones relativas a la intimidad del testigo, eso es cierto, pero su
exposición se justifica al tratarse de asuntos que pueden impactar en gran medida
su credibilidad. Y, el ataque a la credibilidad de los testigos, a su vez, constituye
uno de los ejes nucleares del ejercicio del derecho a la confrontación.
Cuando usted pretenda impugnar por “parcialidad, interés o motivo para
mentir” sobre un punto que pertenezca a la órbita personal o familiar del testigo
debe ser sumamente cuidadoso. Siempre es aconsejable llevar a cabo un análisis
de razonabilidad acerca de la necesidad de abordar el punto y acerca del impacto
que eventualmente causaría en la credibilidad del testigo. Solo si concluye que es
necesario y que será persuasivo, valdrá la pena abordarlo. Pero su ejecución de-
berá caracterizarse, siempre, por el más absoluto de los respetos hacía la dignidad
de los testigos. De lo contrario, seguramente será el juez quien intervenga para
asegurarse de ello.
148 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ii. Los intereses económicos


Hay testigos que tienen una expectativa económica directa o indirecta relacio-
nada con el proceso penal. En ocasiones, porque de su resultado depende la voca-
ción de prosperidad de otro proceso, como en los casos de fraude procesal, donde
la imputación suspende el litigio civil o cuando de la acreditación de la falsedad
de un título valor se desprenderá la obligación de cancelarlo. Lo mismo sucede
con los testigos que están recibiendo una compensación —pago— a cambio del
tiempo dedicado a la preparación y presentación de su testimonio en juicio oral.
Un asunto sumamente problemático del que la doctrina norteamericana se ha
ocupado en detalle54.
En otros casos, el interés económico puede derivar de la búsqueda de una con-
ciliación tardía, de una reparación integral aún en discusión para el momento en
que se practica el juicio o de la intención de adelantar un incidente de reparación
integral por cuantiosas sumas una vez se emita sentencia condenatoria. Todo esto
se presenta, con particular frecuencia, en los procesos relacionados con derecho
penal económico, bursátil, financiero o de la empresa, en los que el factor econó-
mico suele jugar un papel preponderante. Esto no significa, por supuesto, que en
los demás procesos no pueda llegar a presentarse interés económico en alguno de
los testigos.

iii. Las derivadas de la posición en el proceso penal


Si hay dos sujetos que, por excelencia, cuentan con una posición parcializada
e interés en el caso, son precisamente el procesado y la presunta víctima. Aunque
no por ese solo hecho sus manifestaciones tienen que ser descartadas, pues se trata
de un asunto que debe ser sometido, con rigurosidad, a la balanza de la valoración
probatoria y al filtro que representa el contrainterrogatorio.
Siempre teniendo en cuenta que la efectividad de esta impugnación dependerá
de la posibilidad de complementarla con otras formas de atacar la credibilidad
del testigo —manifestaciones inconsistentes, omisiones y otras que expondré más
adelante—. Será inútil, entonces, el contrainterrogatorio que se limita a pregun-
tarle al acusado “usted no quiere ir a la cárcel, ¿cierto”. Si no hay otra vía de
impugnación que complemente tal acusación disfrazada de pregunta, su efecto
será nulo.

54
Ver: RICHMOND, Douglas R., Compensating Fact Witnesses: The Price is Sometimes Right
(June 14, 2014). Disponible en http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2450638
Sistema de contrainterrogatorio 149

iv. La negativa a dar entrevista a una de las partes


Una forma poco explorada de parcialidad o sesgo es la que se presenta cuando
un testigo se niega a dar entrevistas a una de las partes, al tiempo que se muestra
dispuesto a proporcionarle declaraciones a la otra. En este ejemplo no es la exis-
tencia de una relación o de un vínculo entre las partes lo que genera la imparcia-
lidad, o por lo menos no exclusivamente —recordemos que los orígenes del sesgo
pueden ser concurrentes—.
Es, por el contrario, la conducta procesal del testigo lo que permite concluir
que siente inclinación hacia uno de los contendores del proceso penal. Por eso
decide hablar con el uno y no con el otro. Y como tal, puede ser objeto de impug-
nación. De allí que sea crucial demostrar que usted hizo todo lo posible por tomar
la declaración del testigo. Que mientras usted se encontraba con la negativa de
aquel, su contraparte lo escuchó en varias ocasiones sin ningún inconveniente.
El Profesor Terrence MacCarthy es partidario de esta forma de impugnación.
En su obra, de hecho, proporciona un consejo práctico para lograr que el contra-
interrogatorio sea más efectivo en los casos en los que el testigo ha decidido no
hablar con una de las partes. Básicamente explica que durante el proceso inves-
tigativo cualquiera de las partes puede intentar entrevistar a cualquier testigo, y
para ello pueden enviar una comunicación escrita.
La comunicación escrita debe contener: (i) la disponibilidad para tomarle la
entrevista al testigo dónde y cuándo lo considere pertinente, (ii) la importancia de
que cuente la verdad acerca de lo que percibió, (iii) nuestra intención de mostrarle
al juez toda la verdad sobre los hechos, (iv) que creemos justo que el testigo le
cuente su versión de los hechos a ambas partes y no solo a una y (v) la posibilidad
que tiene de consultar con un abogado la inexistencia de un impedimento legal
para hablar con ambas partes. Por el contrario, resulta apenas justo que lo haga.
En el mejor de los casos el testigo accederá a rendir la entrevista. Esa entrevis-
ta debe quedar videograbada, idealmente, y debe incluir abiertamente todos los
temas relevantes de cara al juicio. Debe realizarse a través de preguntas abiertas
para invitar al testigo a que haga un relato tan espontaneo y amplio como sea
posible. Para un estudio profundo acerca de las particularidades que deben ro-
dear las preguntas en la toma de las deposiciones, recomiendo acudir al estudio
realizado por el Profesor de la Pennsylvania State University (PennState) Gary
S. Gildin55. Allí encontrará cuáles de las técnicas del contrainterrogatorio deben
aplicarse para esos efectos y cuáles no.

55
GILDIN, Gary. Cross Examination at Trial: Strategies For The Deposition. Legal Studies Re-
search Paper No. 9-2012. Pennsylvania State University. The Dickinson School Of Law.
150 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

La declaración o deposición previa le permitirá a conocer con precisión cuál es


el relato del testigo y si resulta o no coincidente con su teoría del caso. Al mismo
tiempo le permitirá, en caso de que sus manifestaciones le resulten perjudiciales,
contar con una declaración previa para el eventual contrainterrogatorio a desa-
rrollar.
Ahora, si el testigo se niega, emergerá con claridad la impugnación por parcia-
lidad a la que se refiere este apartado. Pues podrá preguntarle durante el contra-
interrogatorio si usted lo contactó para que diera una entrevista; si le dijo que su
única intención era que el testigo contara toda la verdad; si además le manifestó
que la finalidad era que el Juez pudiera percibir toda la verdad de los hechos; si
le dijo que consideraba apenas justo que diera entrevista a ambas partes; y si aún
así se negó a hacerlo.
Si el testigo es sincero, tendrá que contestar afirmativamente a todas estas
preguntas y la parcialidad quedará demostrada. Si lo niega, estará mintiendo bajo
juramento y usted podrá impugnarlo por sus mentiras, teniendo como base el es-
crito que inicialmente le envió. Todo lo anterior, sin perjuicio de lo que explicaré
en el cuarto capítulo de este libro, relativo a la necesidad de regular, normativa o
jurisprudencialmente, la obligatoriedad de rendir deposiciones previas ante cual-
quiera de las partes que en el marco de un proceso penal así lo llegue a requerir.

v. Los beneficios punitivos que recibe el testigo


Llegamos al aspecto central del asunto. Un testigo que recibe dinero a cambio
de su testimonio no recibe tanto como aquel al que el Estado, en cabeza de la
Fiscalía, decide perdonarle varios años de prisión a cambio de colaborar con la
administración de justicia delatando a los demás actores del delito o colaborando
con el desmantelamiento de organizaciones criminales.
Estos testigos también son conocidos como coimputados arrepentidos, delato-
res, snitch, el testigos de la Corona, pentitis, etc. Sin duda, son testigos cuyo con-
trainterrogatorio está permeado por muchas particularidades que no concurren
en los demás testimonios, entre otras, por el especial riesgo de falta de sinceridad
en sus manifestaciones56.

56
Sobre el especial riesgo de mendacidad en estos testigos, ver: EPSTEIN, Jules, The Great Engine
that Couldn’t: Science, Mistaken Identifications, and the Limits of Cross-Examination (Septem-
ber 24, 2007). Stetson Law Review, Vol. 36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies
Research Paper No. 08-23, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090, p. 766.
Sistema de contrainterrogatorio 151

Pero, frente a lo que ahora nos importa, es necesario resaltar que son los testi-
gos que tienen el motivo más intenso para mentir. Esta es la razón de parcialidad
más grande podría concurrir en cualquier testigo. Un “pacto con el diablo”, ha
llegado a llamarla la doctrina norteamericana57.
Ahora mismo usted se estará preguntando si esto es suficiente para concluir
que el testigo está mintiendo, y la verdad es que no. Así como con todos los demás
métodos de impugnación, la parcialidad, por intensa que sea, no es razón suficien-
te para descartar a un testigo. Es razón, eso sí, para realizar una labor de investi-
gación seria y rigurosa de cara a corroborar la veracidad de sus manifestaciones.
Esta es la carga que debe soportar la acusación cuando hace uso de testigos que
tiene un motivo tan grande para mentir.
La impugnación por parcialidad incluye a los testigos que cuentan con un
principio de oportunidad a cambio de servir como testigos de cargo y a los que
han suscrito preacuerdos o negociaciones con la misma finalidad. Estas son las
fuentes más usuales, pero no son las únicas, pues también se podrá impugnar por
esta vía al testigo que pese a ser investigado, no fue imputado por la Fiscalía, pero
cuenta con una indagación pendiente, ya que esto le puede generar una relación
de sujeción, consciente o inconsciente, hacía la Fiscalía.
Otro ejemplo de parcialidad es el que encontramos en Davis V. Alaska. Como
estudiábamos, la Corte Suprema norteamericana avaló la impugnación a un tes-
tigo que se encontraba en libertad condicional. Allí se concluyó que, si existe
alguna razón para pensar que el testigo ha quebrantado su libertad condicional y
eso lo expone ante una de las partes, puede inferirse razonablemente que cuenta
con un motivo de parcialidad.
Hay otro evento de parcialidad o motivo para mentir cuya frecuencia sor-
prende. Se presenta cuando el coimputado arrepentido no solo está recibiendo
beneficios punitivos para él, sino también para un familiar suyo que debió haber
sido imputado y finalmente no lo fue. Evitar una imputación en contra de un ser
querido, o la simple creencia de que rindiendo testimonio en determinado sentido
puede hacer menos probable que se lleve a cabo esa imputación, es una forma
poderosísima de impugnación de credibilidad.
Precisamente porque involucra, no solo la búsqueda de beneficios para sí mis-
mo, sino también para un ser querido. Lograr acreditar la base fáctica de esta
impugnación, sin duda debería significar un gran golpe para la credibilidad del
testigo.

57
Ver: HENNING, Peter J., The Pitfalls of Dealing With Witnesses in Public Corruption Prosecu-
tions (2009). Wayne State University Law School Research Paper No. 09-03, p. 14.
152 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Es necesario un comentario adicional. Si usted pretende impugnar al testigo


por cualquiera de los aspectos que hemos presentado en estos últimos párrafos,
deberá contar con la evidencia que acredite la base fáctica de la impugnación:
resolución del principio de oportunidad; acta del preacuerdo y sentencia que lo
avaló; y certificación de las investigaciones pendientes o de la libertad condicional
que le fue conferida.
Todo ello requiere, por supuesto, una profunda labor de investigación previa al
juicio. Recuerde que el testigo hará todo lo posible por minimizar la importancia
del beneficio que está recibiendo. Es probable que no narre los detalles técnicos
acerca del mismo con sinceridad, por lo que siempre será necesario contar con el
respaldo probatorio correspondiente para efectos de realizar un contrainterroga-
torio persuasivo.

5) Contaminación de los testigos


Sistema de contrainterrogatorio 153

La historia es tan antigua que se remonta a orígenes bíblicos. En la obra del


pintor italiano Guercino58 aparecen dos ancianos jueces, que resultaron ser más
expertos en la mentira que en la justicia, espiando a Susana. Los jueces decidieron
constreñirla a mantener relaciones, pero cuando esta se negó amenazaron con de-
nunciarla por, supuestamente, haber aceptado las relaciones extramatrimoniales.
Y cumplieron su amenaza.
Cada uno de ellos dio su testimonio, sorprendentemente coherente, por lo que
todo estaba listo para la condena a muerte en contra de Susana. Pero aquí apa-
reció el profeta Daniel. Su exigencia fue sencilla: interrogar a los testigos por
separado. Cuando lo hizo, todas las inconsistencias entre los relatos salieron a la
luz. El testimonio de los ancianos quedó desacreditado y fue a ellos a quienes se
les impuso la pena de muerte59.
La mayoría de los códigos procesales o reglas de evidencia en el mundo tienen
una cláusula que impide que un testigo presencie la práctica de otro testimonio60.
No es raro que a tal conclusión hayan arribado, también, las Cortes británicas61.
El examen separado de testigos tiene como finalidad evitar que su conocimiento
se vea viciado. Que los vacíos que deje su memoria no se llenen, consciente o in-
conscientemente62, con lo que dice otra persona.

58
La obra de Guercino, Susana y los viejos. Consulta realizada directamente en la página web del
Museo del Prado de Madrid. La imagen puede encontrarse en el enlace: https://www.museodel-
prado.es/coleccion/obra-de-arte/susana-y-los-viejos/9c9b3611-5c80-457d-a99a-e5580f3074e6
59
Antiguo testamento de la Biblia (Libro de Daniel:13)
60
Código Orgánico Integral Penal ecuatoriano, Artículo 502, numeral 12 y 503, numeral 5; art.
615, no. 8vo; en Australia, una regulación semejante se encuentra en las reglas de Nueva Gales
del Sur, así como en Nueva Zelanda lo propio ha dicho la Corte Superior (High Court Of New
Zealand):Vasiliev, Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream? The Comparative
Controversies of Witness Preparation in the United States,” (2011) International Commentary
on Evidence: Vol. 9: Iss. 2, Article 5, p. 42 y 44.
61
En R. V. Mamadou, la Corte de Apelaciones señaló: “well-known principle that discussions
between witnesses should not take place, and that the statements and proofs of one witness
should not be disclosed to any other witness. ... The witness should give his or her own eviden-
ce, so far as practicable uninfluenced by what anyone else has said, whether in formal discus-
sions or informal conversations. The rule reduces, indeed hopefully avoids any possibility, that
one witness may tailor his evidence in the light of what anyone else said, and equally, avoids any
unfounded perception that he may have done so”. Citado por: Vasiliev, Sergey V. “From Liberal
Extremity to Safe Mainstream? The Comparative Controversies of Witness Preparation in the
United States,” (2011) International Commentary on Evidence: Vol. 9: Iss. 2, Article 5, p. 33.
62
Vasiliev, Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream? The Comparative Controver-
sies of Witness Preparation in the United States,” (2011) International Commentary on Eviden-
ce: Vol. 9: Iss. 2, Article 5, p. 36.
154 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Pero el objetivo principal es impedir que los testigos adapten su historia de tal
manera que oculten inconsistencias o contradicciones63. Bien por un ánimo menti-
roso, o bien por el temor a que las autoridades no crean sus relatos. Sin importar
cuál sea la intención, se trata de una circunstancia impropia por el obstáculo que
representa para la consecución de la verdad.
Los ejemplos son muchos. El primero es el testigo que escucha las manifesta-
ciones que otro testigo hace directamente durante juicio oral. Normalmente no
las escucha de forma directa apareciéndose en juicio, por supuesto, sino que lo
hacen de forma indirecta, escuchando los registros de las audiencias en las que el
otro testigo rindió su declaración o a través de lo que les transmite un tercero que
la presenció. La contaminación se presentará en igual medida sin importar si se
materializa de forma directa o indirecta.
Otra forma común de contaminación son las reuniones ex parte entre testigos.
Cada vez que dos testigos se reúnen, antes de juicio, para conversar acerca de lo
que presenciaron, se genera un riesgo intenso de contaminación. Las conversa-
ciones que tienen a través de llamadas telefónicas o de cualquier otra forma de
transmisión de datos como el envío de mensajes de texto mediante aplicaciones
de internet, tienen un efecto similar.
No es extraño que los testigos tengan este tipo de conversaciones que pueden
dar lugar a que su conocimiento se vea viciado, inclusive, minutos antes y en
el mismo sitio en el que tendrán que rendir su testimonio. Sin importar en qué
contexto se haga, o a través de qué medio se lleve a cabo, cualquier reunión o
conversación entre testigos sobre los hechos que percibieron puede ser objeto de
impugnación de credibilidad.
El tema cobra particular importancia si se trata de los testigos que están reci-
biendo beneficios judiciales, a los que me referí en el apartado anterior. Cuando un
testigo tiene un particular interés en el resultado del juicio —parcialidad— tiende
a buscar corroboración en otros testigos. La doctrina nacional más calificada ya
se ocupó al respecto, señalando que “los falsos testigos no suelen venir solos, sino
que directamente o a través de las autoridades buscan colegas que afiancen su
versión y disminuyan las suspicacias frente a lo declarado…”64.

63
La Doctrina europea no ha ignorado el riesgo de la contaminación de los testigos: “Moreover,
witnesses can be assisted in testifying more meaningfully and comprehensively if they are made
aware of the areas or details mentioned by other prospective witnesses, which are relevant but
were not recalled by the witness immediately or were discarded as unimportant”. En: Vasiliev,
Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream? The Comparative Controversies of
Witness Preparation in the United States” (2011) International Commentary on Evidence: Vol.
9: Iss. 2, Article 5.
64
Mestre, José Fernando. La lucha contra la corrupción y los falsos testigos. Revista de la Acade-
Sistema de contrainterrogatorio 155

En Italia, refiriéndose a los pentiti —testigo que obtiene beneficios judiciales a


cambio de sus manifestaciones—, en similar sentido se ha dicho:
“Testimonio de esta distorsión sería la inclinación siempre creciente de ciertas Fiscalías
a plantear a los pentiti preguntas sugestivas relativas a ciertos personajes políticos, a los
cuales el pentiti,, comprendiendo el interés del Ministerio Fiscal de culpar a aquel políti-
co, responde con noticias a menudo inventadas e infundadas y/o repetitivas de acusacio-
nes formuladas por otros —y ya conocidas— frente al mismo personaje.”65
Esta hipótesis de la alineación de relatos a raíz de su contaminación no está
reservada para los testigos que de mala fe buscan engañar a la administración de
justicia. La profesora Italiana, Giuliana Mazzoni, explica el fenómeno del “re-
cuerdo colectivo”, entiendo por él la forma en la que las declaraciones, en princi-
pio contradictorias e inconsistentes de varios testigos sobre el mismo hecho, em-
pieza a tornarse uniforme a raíz de las reuniones, propiciadas por investigadores
de policía judicial, que sostuvieron entre si los testigos66.
Dicho esto, hay un problema que no puede perderse de vista. No es fácil reco-
lectar evidencias que permitan acreditar que este tipo de conversaciones o reunio-
nes en realidad se produjeron. Aún más difícil es acreditar el contenido específico
de las mismas. Vale la pena señalar que cualquier evidencia lícitamente adquirida
servirá para estos efectos, bien sea de índole testimonial o documental.
Además de esto, como veremos en la “ejecución del contra”, cuando tengamos
conocimiento acerca de una reunión de esta naturaleza, siempre será posible pre-
guntárselo frontalmente al testigo. Si lo niega, procederá la prueba de refutación.
Y así usted no cuente con una evidencia de impugnación, pondrá al testigo en la
posición de rendir falso testimonio.
Si no encuentra la evidencia de impugnación, aún queda otra forma de acre-
ditar que se ha presentado contaminación en el conocimiento de los testigos: la
exposición de las frases exactas que mecánica y “sorprendentemente” vienen a
repetir los distintos testigos de una parte durante el juicio oral. Suele presentarse
como una frase rimbombante, un slogan, con evidente ánimo incriminatorio, que
repiten varios testigos en juicio de forma mecánica y poco espontanea. Exponer
la reiterada utilización de frases preconcebidas es casi tan fuerte como acreditar
la existencia misma de la reunión.

mia Colombiana de Jurisprudencia No. 360, p. 266-267.


65
Musco, Enzo. Los colaboradores de la justicia entre el “pentitismo” y la calumnia: problemas y
perspectivas. En Revista Penal, No. 2, 1998, p. 39. Citado por Mestre, José Fernando. La lucha
contra la corrupción y los falsos testigos. Revista de la Academia Colombiana deJurisprudencia
No. 360, p. 266.
66
Mazzoni, Giuliana. ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria.
Editorial Trotta. Madrid, 2010, p. 25.
156 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

La jurisprudencia colombiana también las ha identificado y al respecto ha di-


cho que:
“…existen otras condiciones que miran a la forma de producción de la declaración,
vale decir, al modo y la oportunidad de la misma, criterios que conducirán al juzgador a
examinar, por ejemplo, el lenguaje utilizado por el testigo y si éste recurrió a un estilo ar-
tificioso, lo que de suyo denotaría un esfuerzo premeditado por engañar; de igual modo,
cuando ciertas expresiones o precisiones se repiten en forma mecánica en varios testi-
monios. Ello permite inferir interés de los testigos en narrar un libreto preestablecido…”67
De tal manera que las extrañas coincidencias de frases que se repiten de forma
mecánica en varios testimonios serán una muestra clara de contaminación de los
testigos y, como tal, una forma idónea de impugnación de credibilidad.

6) Carácter mendaz
La mentira puede arraigarse en lo más profundo de las personas. Hay quienes
están acostumbrados a ir por la vida engañando a los demás. Estafadores, mentiro-
sos patológicos, mitómanos, entre otros. Cuando una persona de estas se convierte
en testigo, su contraparte debe estar listo para exponerle al juez esos patrones de
conducta hacia la mendacidad, con el fin de derrumbar su credibilidad. Esto impli-
ca, en otras palabras, la acreditación de cualquier factor que permita concluir que
el testigo carece de valores como la veracidad, la sinceridad y la honestidad.
Surge nuevamente el debate acerca de si es posible, para efectos de materializar
esta forma de impugnación, inmiscuirse en aspectos personales del testigo. La res-
puesta, nuevamente es positiva. Todos aquellos aspectos personales que permitan
concluir que el testigo presenta una tendencia hacia la mendacidad pueden y deben
ser abordados durante el contrainterrogatorio. Sin embargo, como es apenas lógico,
existen limitaciones: durante el contra no pueden abordarse aspectos relacionados
con temas ideológicos, relativos a la raza o referidos a predisposiciones, inclinacio-
nes, prácticas o costumbres sexuales, salvo que alguno de ellos resulte absolutamen-
te necesario para el proceso de fijación de los hechos o la credibilidad de los testigos.
Esto supone una protección al núcleo duro de la intimidad del testigo y, sobre
todo, a su dignidad humana. Un contrainterrogatorio que se dedique a ventilar los
más profundos secretos de una persona, seguramente tendrá la finalidad de aver-
gonzar al testigo —y lo logrará—, pero ningún daño le generará a su credibilidad.
No es posible concluir lo mismo de la credibilidad del abogado. Seguramente esta
sí se verá profundamente afectada.

67
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sentencia SP7830-2017 del 1 de junio de 2017. Magis-
trado Ponente: Eyder Patiño Cabrera.
Sistema de contrainterrogatorio 157

La conclusión a la que arribó la Corte Suprema de Justicia colombiana al ana-


lizar esta forma de impugnación de credibilidad es muy similar. En decisión del 8
de febrero de 2017, con ponencia de la Magistrada Patricia Salazar Cuellar, señaló:
“En todo caso, el proceso penal no se puede convertir en un escenario para cuestionar
cualquier aspecto de la personalidad del testigo, sus gustos, preferencias, etcétera, más
allá de lo estrictamente necesario para permitirle a la defensa (o, en su caso, a la Fiscalía)
impugnar su credibilidad. (…) Es evidente la intención del legislador de permitir cues-
tionar el carácter o patrón de conducta del testigo, solo en lo atinente a su mendacidad,
precisamente porque el juicio no puede convertirse en un escenario para cuestionar los
gustos, las tendencias u otros aspectos de la personalidad del declarante.”68
Posteriormente, en decisión del 25 de abril del 2018, la Corte manifestó:
“Por lo tanto, no cabe la menor duda del derecho que en este caso le asiste a la defensa
de cuestionar la credibilidad de la víctima, incluso determinando a través de su testimo-
nio un patrón de conducta relativo a su mendacidad.
No obstante, ese propósito relativo al derecho a la confrontación como expre-
sión del debido proceso, debe referirse exclusivamente a una condición personal
atinente a sostener el carácter veraz o mendaz de la persona a efectos de impugnar
la credibilidad en su declaración, sin que pueda extenderse a aspectos relaciona-
dos con su intimidad o su personalidad, entre ellos los que atañen a su ideología,
su inclinación sexual, sus hábitos sentimentales y sus gustos personales, entre
otros.”69
De tal manera que sus esfuerzos durante el contrainterrogatorio no deberán
dirigirse a demostrar que el testigo es una persona tiránica, irrespetuosa, cruel,
despótica, arbitraria, etc. Pues incluso una persona con estas indeseables carac-
terísticas puede estar diciendo la verdad. No habrá, en estos casos, una relación
entre la condición de “mala persona” y la credibilidad del testigo. Por esto, los
esfuerzos deben encaminarse a los aspectos que permitan mostrar una tendencia
marcada del testigo hacia la mentira. Así podrá demostrarle al juez que no se trata
de alguien digno de confianza.

Requisitos
Los requisitos de trascendencia, claridad y lealtad de las demás formas de im-
pugnación son plenamente aplicables a la impugnación por mendacidad. El hecho
por el que se impugna debe ser trascendente, no una minucia que ningún impac-

68
Corte Suprema de Justicia colombiana. Decisión AP690-2017 del 8 de febrero de 2017. Magis-
trada Ponente: Patricia Salazar Cuellar.
69
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión AP-1722-2018 del 25
de abril de 2018. Radicado 52.351. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
158 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

to genere en el Juez. No puede corresponder a una mentira pequeña, piadosa o


irrelevante. La claridad, aplicada a esta forma de impugnación significa que debe
hacerse sobre un acto previo del testigo que permita concluir que es proclive a la
mentira. La lealtad implica, nuevamente, que no podrán descontextualizarse, cer-
cenarse ni acomodarse a conveniencia del contrainterrogador los hechos que dan
lugar a la impugnación por mendacidad. Deben exponerse tal y como sucedieron,
sin adiciones o sustracciones artificiosas.

Fuentes frecuentes del carácter mendaz


No se trata aquí de un listado taxativo, sino de la mención de algunas fuentes
y ejemplos frecuentes:

i. Condenado o investigado por delitos que impliquen engaño


La principal y más importante de todas las fuentes del carácter mendaz es
aquella que se presenta cuando la administración de justicia ya ha emitido un
pronunciamiento de fondo en el que el testigo ha salido condenado por un delito
que implique, directa o indirectamente, alguna forma de engaño, mentira o des-
honestidad. La impugnación que más impacto podría llegar a tener es aquella que
radica en una condena previa del testigo por falso testimonio, soborno a testigo,
o fraude procesal.
Los tres delitos implican una u otra forma de deshonestidad que afecta el sis-
tema de administración de justicia —que es ante el cual está rindiendo testimonio
durante el juicio—. También tienen cabida las condenas por estafa, falsedad docu-
mental en sus diversas modalidades, administración desleal, delitos de corrupción,
y en general, cualquier tipo penal que implique que el testigo haya actuado de
forma mentirosa o deshonesta. A fin de cuentas, ese es el rasgo de su personalidad
que pretendemos mostrarle al Juez durante la impugnación.
Las investigaciones —no condenas— por alguno de estos delitos también pue-
den ser abordadas durante el contra. Aunque su efecto no es igual de persuasivo
que el de la sentencia en firme, en todo caso puede llegar a levantar dudas acerca
del carácter mendaz del testigo, siempre y cuando se trate de presuntos hechos
relacionados con deshonestidad.
Para la procedencia de la impugnación no se exige que exista una condena, pues
no estamos impugnando la credibilidad del testigo por el simple hecho de “tener
antecedentes penales” o “ser un delincuente”. No. El motivo de la impugnación
recae sobre su carácter hacia la mendacidad, y cualquier hecho que permita hacer
más probable ese carácter puede ser utilizado como base fáctica de la impugnación.
Ahora bien, si la investigación ha sido archivada, precluida o culminada de
cualquier forma favorable para el procesado, tenga en cuenta que la impugna-
Sistema de contrainterrogatorio 159

ción perderá una parte importante de su efecto. Aunque no significa que deba ser
descartada de plano. Un ejemplo ilustrativo de esta afirmación lo he presenciado
en casos en los que la propia Fiscalía decide compulsar copias o iniciar una in-
vestigación de oficio en contra de un testigo por el delito de falso testimonio, por
considerar que mintió en algunas declaraciones, pero después decide llevarlo a
juicio como testigo de cargo en ese y en otros casos. Así esa investigación por falso
testimonio haya sido archivada, será relevante que el Juez conozca que en algún
momento la propia Fiscalía consideró que había cometido ese delito y, por ende,
será procedente la impugnación.

ii. Actos previos de conducta mentirosa no judicializados


Cualquier otro acto previo de mentira, así no haya llegado jamás a la órbita
de un proceso, servirá para impugnar de esta forma, siempre y cuando permita
establecer un patrón de mendacidad. Esto sucederá, por supuesto, cuando logran
presentarse varias instancias específicas de conducta que dan muestra de la ten-
dencia a la mendacidad del testigo.
Es importante tener en cuenta que una sola mentira, individualmente concebi-
da, seguramente no logrará hacer concluir al Juez que el testigo tiene un carácter
proclive a la deshonestidad. La clave recaerá en mostrar que una y otra vez el tes-
tigo ha mentido o incurrido en actos deshonestos de significativa importancia. En
otras palabras, entre más intensas sean las mentiras y en mayor cantidad de oca-
siones se hayan realizado, mayor será el efecto de la impugnación por mendacidad.
Dentro de este segundo grupo se encuentran hechos de naturaleza muy varia-
da. Solo a modo de ejemplo: cuando el testigo mintió en otros procesos —bajo
juramento o no—, así sean procesos por hechos distintos al del juicio oral ac-
tual; cuando realizó falsas denuncias; suscribió formularios bancarios mintiendo
acerca de sus ingresos o deudas; consignó falsedades para hacerse a beneficios
gubernamentales; registró información falsa en su hoja de vida; se presentó ante
otras personas alegando tener títulos que no tenía, y en general cualquiera que dé
cuenta de su personalidad mentirosa.
Para entender realmente lo que significa un patrón de conducta hacia la men-
dacidad, piense en el siguiente caso, al que ya me he referido tangencialmente
en otras partes del libro. Durante la primera década del siglo, el mundialmente
conocido Michael Jackson se enfrentó a un proceso penal por supuestamente ha-
ber desplegado actos sexuales indebidos en contra de un menor70. La madre del
menor se llama Janeth Arvizo.

70
Pese a que al Juzgamiento acudieron otros menores a afirmar que habían sido objeto de toca-
mientos, el proceso penal se refería a solo uno de ellos. Los demás acudieron debido a que las
160 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Básicamente la impugnación de la defensa consistió en acreditar que en repe-


tidas ocasiones la señora Arvizo había intentado obtener un beneficio económico
indebido ideando distintas historias. Había acusado falsamente a un trabajador
de la tienda JCPenney de haberla atacado físicamente, de haberla discriminado
por su origen latino y de haber intentado abusarla sexualmente. Inclusive se au-
toinfligió lesiones para hacer más creíble su historia. Finalmente se demostró que
nada de esto fue cierto.
Además de ello, Janeth Arvizo también había contactado a varias celebridades.
Les había mentido al decirles que necesitaba dinero para pagar las cuentas médi-
cas producto del tratamiento de cáncer que estaba recibiendo su hijo. Y después
de eso, había terminado acusándolos de cometer delitos o actos inapropiados con
el fin de obtener más recursos de su parte.
Como si esto fuera poco, la defensa también acreditó que había mentido bajo
juramento en varias oportunidades, en el marco de otros procesos y que el dinero
que recibía podía tener cualquier destino, menos los gastos médicos de su hijo,
pues de estos se ocupaba el seguro médico.
Así se establece un patrón de mendacidad. Mediante la acreditación de con-
ductas reiterativas que dan cuenta acerca de la falta de apego moral de la persona
hacia la verdad. Dicho en términos sencillos, de aquellos hechos que permiten
mostrar cómo el testigo miente sin sonrojarse; como miente con tanta propiedad
y seguridad; y cómo es capaz de inventar más y más detalles para hacer creíbles
sus otras mentiras.
Frente a esto último quiero hacer una pausa para recordar una de las ideas ya
planteadas. Cuando un testigo llega a juicio y cambia su versión, la reacción del
contrainterrogador no debe ser colérica ni iracunda. Tampoco debe asustarse. Por
el contrario, debe agradecer que le ha sido entregado un regalo muy grande para
efectos de impugnar credibilidad por manifestaciones inconsistentes.
Pero si además de cambiar la versión, el testigo empieza a idear detalles para
hacer más creíble su mentira o empieza a mentir sobre haber mentido, lo que era
una inconsistencia pasará a ser una clara muestra de un patrón de mendacidad.
Será el regalo más grande que cualquier contrainterrogador pueda llegar a recibir.
Y no se imagina la frecuencia con que sucede.

Reglas de Evidencia del Estado permitían acreditar instancias similares de conducta a través de
otras presuntas víctimas, aun cuando los hechos relatados por las otras víctimas no eran objeto
de juzgamiento.
Sistema de contrainterrogatorio 161

7) Capacidad de percepción
Por capacidad de percepción se entiende cualquier factor que permita hacer
menos probable que el testigo haya visto o escuchado lo que afirma que presenció.
Determinadas condiciones de salud del testigo; las circunstancias climatológicas o
de luminosidad que rodearon los hechos; el estado de sanidad de los sentidos; la
velocidad con la que sucedieron las cosas; los estados anímicos de absoluta exal-
tación o profunda tristeza del testigo, entre muchos otros, constituyen aspectos
susceptibles de ser utilizados para impugnar por capacidad de percepción.
No todos los casos presentan las situaciones de hecho propicias para hacer que
la impugnación por percepción sea verdaderamente relevante. Pues no en todos
los casos el objeto de la discusión recae en si un testigo pudo llevar a cabo una
adecuada identificación, bien de los hechos o las personas que intervinieron en
ellos71.
Será trabajo suyo como contrainterrogador llevar a cabo un análisis integral
de los hechos del caso, así como de las afirmaciones de cada testigo, para efectos
de verificar si se presenta algún asunto que le de relevancia a la capacidad de per-
cepción de los testigos.
Los requisitos para impugnar por percepción son semejantes a los estudia-
dos con las impugnaciones anteriores. La base fáctica de los problemas para la
percepción del testigo debe ser clara. Debe ser significativa, pues si no es lo su-
ficientemente trascendente como para que haga al Juez dudar acerca del testigo,
ningún sentido tendrá abordarla durante el contrainterrogatorio. La impugnación
debe estar rodeada de los más altos estándares éticos y de lealtad procesal. Y, por
último, no debe abordarse si no se cuenta con la evidencia correspondiente que
permita acreditar el motivo de la impugnación.
Los factores más relevantes para impugnar por percepción pueden resumirse,
en un listado no taxativo, así:

i. Deficiencias en los sentidos del testigo


No hay película de Hollywood que no se haya ocupado de esta forma de im-
pugnación. Casi siempre los ejemplos cinematográficos se limitan al testigo que

71
En EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t: Science, Mistaken Identifications, and the
Limits of Cross-Examination (September 24, 2007). Stetson Law Review, Vol. 36, No. 3, 2007,
Widener Law School Legal Studies Research Paper No. 08-23, Disponible en SSRN: https://
ssrn.com/abstract=1100090 se encuentra un análisis muy interesante sobre la frecuencia con
la que se producen condenas injustas debido a los errores de identificación cometidos por los
testigos. Sentencias que, en ocasiones, muchos años después son revocadas debido a que las
pruebas científicas demuestran la inocencia de los condenados.
162 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

dice haber percibido los hechos, a pesar de que tenía una condición de salud que
afectaba la agudeza de su visión y lo obligaba a usar lentes de aumento, lentes que
no estaba utilizando para el momento en que percibió los hechos.
El ejemplo es bueno. De hecho, se presenta con una frecuencia moderada en la
práctica en este tipo de casos, pero no es el único. Piense en que el testigo también
puede tener problemas auditivos, o inclusive problemas sensoriales que afecten su
capacidad de concentración —como lo hacen determinados síndromes cognitivos
leves— y, en general, cualquier deficiencia en el funcionamiento de sus sentidos.
Todos estos aspectos deberán utilizarse para impugnar por capacidad de percep-
ción, siempre y cuando, repito, usted cuente con las evidencias que los acrediten.

ii. Alteración de los sentidos por sustancias externas


Los sentidos pueden verse afectados por causas distintas a problemas de salud.
La causa externa más frecuente radica en sustancias que el testigo consumió antes
o durante los hechos que supuestamente percibió. Bebidas alcohólicas, sustancias
psicoactivas e inclusive determinados fármacos legales, pueden alterar el estado
de sanidad de los sentidos. Ya no de forma permanente o semipermanente, como
en el ejemplo anterior, sino de forma provisional.
Por eso es tan importante que usted se cerciore no solo de contar con la evi-
dencia que acredite que el testigo consumió la sustancia, sino que lo hizo en un
momento razonablemente cercano a los hechos. Todo ello para concluir que, en
efecto, cuando el testigo los percibió, se encontraba con sus sentidos alterados.

iii. Estados naturales de exaltación de los sentidos


Otra fuente de alteración de los sentidos puede surgir como producto de las
emociones del testigo. Está claro que cuando una persona está profundamente
triste —casi en estado letárgico-, feliz, asustada o en shock72, por cualquier razón,
su capacidad de percepción se verá significativamente mermada.
No solo porque sus capacidades sensoriales frente a lo que sucede a su alre-
dedor se reducen, sino también porque es probable que la persona tenga en su
mente, precisamente la causa que originó su estado anímico extremo, lo que a su
vez disminuye su capacidad de atención y concentración.

72
Por ejemplo, Estudios confirman que un testigo sobre estima la duración de un suceso cuando
lo percibió durante momentos de estrés. Ver: EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t:
Science, Mistaken Identifications, and the Limits of Cross-Examination (September 24, 2007).
Stetson Law Review, Vol. 36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies Research Paper
No. 08-23, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090, p. 754.
Sistema de contrainterrogatorio 163

Piense en que el testigo estaba exaltado por una noticia trágica que le acababan
de dar; o que justo cuando suceden los hechos el testigo se encontraba llorando;
o que se encontraba petrificado por el susto de ver a una persona con un arma de
fuego por primera vez en su vida, cuando se encuentra en estado de vigilia, etc. De
hecho, la Profesora Giuliana Mazzoni se refiere a estas circunstancias como even-
tos de “atención focalizada” y, por supuesto, concluye que resultan sumamente
problemáticas para la veracidad del testimonio73.
Todas estas circunstancias, por afectar su posibilidad material de ver o escu-
char los hechos, puede ser abordada en el contrainterrogatorio para impugnar su
credibilidad74.

iv. Condiciones climatológicas y de luminosidad que afectan la visibilidad


Imagínese una tarde oscura y lluviosa. De esas en las que llueve sin parar
durante horas, a cantaros, al punto que manejar un vehículo se convierte en una
actividad sumamente riesgosa. Piense también en aquellos casos en que los hechos
ocurrieron de noche o en un sitio poco iluminado. Estas son condiciones que
pueden llegar a afectar sustancialmente la posibilidad de los testigos para percibir
adecuadamente los hechos. Por lo que, si resulta concordante con su teoría del
caso y sus demás pruebas, valdrá la pena impugnar al testigo que afirma haber
percibido los hechos a la perfección pese a estas condiciones.

v. Condiciones auditivas precarias


Otro ejemplo recae en aquellos escenarios ruidosos y bulliciosos, en los que
algún testigo afirma haber escuchado algo con claridad. Piense en lo que escuchó
un testigo durante un tiroteo —que además de ruidoso puede llegar a afectar tem-
poralmente su capacidad auditiva—; o en un testigo que afirma haber escuchado
algo durante un evento muy concurrido, como un partido de futbol, una sala de
teatro o un concierto. La importancia de esta faceta de la impugnación por per-
cepción dependerá, por supuesto, de las aristas del caso en concreto.

73
Mazzoni, Giuliana. ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria.
Editorial Trotta. Madrid, 2010, p. 19, 20 y 34, entre otras.
74
De hecho, tan importante es este punto para la valoración de los testigos, que un número
importante de Cortes Americanas han optado por permitir que las partes presenten peritos al
respecto, con el fin de explicar a los jurados las falencias intrínsecas en la percepción y memoria
humana. Ver: EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t: Science, Mistaken Identifica-
tions, and the Limits of Cross-Examination (September 24, 2007). Stetson Law Review, Vol.
36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies Research Paper No. 08-23, Disponible en
SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090, p. 755.
164 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

vi. Distancia entre el testigo y el hecho que percibió


La visión del ser humano tiene un alcance limitado. Más en unas personas que
en otras, dependiendo de si concurre en el testigo alguna deficiencia de salud vi-
sual —estudiadas en el primer grupo de ejemplos—. Pero sin importar si se trata
de una persona con visión “20/20”, seguirá teniendo un rango limitado de visión.
Así, cuando usted se enfrente a un testigo que afirma haber visto algo a una
distancia que pueda entenderse irrazonable, procederá esta impugnación. Piense
en el testigo que afirma haber percibido lo que sucedía en un accidente de tránsito
que ocurrió a 400 metros contados a partir del lugar donde él se encontraba. Sin
que esto sea suficiente para concluir que el testigo está mintiendo, o que es impo-
sible que haya percibido los hechos, en todo caso puede poner en tela de juicio su
credibilidad.
Antes de pasar a la siguiente forma de impugnación, vale la pena reiterar que
este es un listado no taxativo. Cualquier aspecto que usted llegue a percibir en su
caso, que genere dudas acerca de la posibilidad real y material de que el testigo
haya visto lo que dijo presenciar, y haya escuchado lo que dijo oír, podrá ser abor-
dado en el contrainterrogatorio bajo la forma de impugnación por percepción75.

8) Inverosimilitud de las afirmaciones


Cuando usted no cuente con un registro previo de las declaraciones del testigo
o con una evidencia que acredite que las manifestaciones que ha hecho son con-
trarias a la verdad, el arma más importante será el sentido común. Si el testigo lle-
va a cabo una narración que resulta fantasiosa, artificial o, simplemente, contraria
a como suelen suceder las cosas, la impugnación por inverosimilitud se convierte
en una forma muy poderosa de contrainterrogatorio.
Resulta importante, eso sí, que no confunda sus personalísimas y subjetivas
apreciaciones con el sentido común. Precisamente de ahí surge el adjetivo de “co-
mún”. De su vocación de generalidad y abstracción. Pues entre mayor claridad
tenga cualquier persona acerca de cómo ese aspecto en particular debería pre-
sentarse comúnmente, más probabilidad existirá de que el Juez arribe a la misma
conclusión.
Un contrainterrogatorio de esta naturaleza tendrá como objetivo poner a pe-
lear al testigo con el sentido común. Para ello bastará con formular preguntas que
exalten la inverosimilitud de las afirmaciones del testigo. Exponer cada detalle,

75
Un buen ejemplo de esta forma de contrainterrogatorio, aunque no sin algunas equivocaciones
técnicas en la formulación de las preguntas, puede encontrarse en: Carofiglio, Gianrico. El arte
de la duda. Marcial Pons. Madrid, 2010, p. 56-61.
Sistema de contrainterrogatorio 165

cada fantasía, cada manifestación que haga el testigo que resulte increíble o arti-
ficiosa, tal y como explicaré en el acápite de la “ejecución del contrainterrogato-
rio”.
Por ahora, piense en el testigo que afirma haber obrado por miedo, pero al
momento de los hechos se encontraba en una posición de poder que disiparía tal
justificación. O en el testigo que nunca mencionó a su defendido como uno los au-
tores del delito —omisión en declaraciones previas— por miedo a las represalias
de su cliente, pese a que contaba con protección, o pese a que su cliente era una
persona inofensiva que no representaba ningún peligro.
En este último caso, usted tendría la doble impugnación que explicaba en el
apartado de las omisiones. La primera impugnación será por omisión, la segunda
será por la inverosimilitud de su justificación.
Imagine también al testigo que afirma haber tomado fotografías de los hechos
constitutivos del delito, o haber realizado cualquier registro de lo sucedido, pero
al tiempo señala haberlos borrado por considerarlos intrascendentes.
Otro ejemplo de inverosimilitud de las afirmaciones recae en aquel testigo que
teniendo un Doctorado —en realidad cualquier título de educación superior—
manifiesta repetidamente no entender preguntas simples, o no entender el sig-
nificado de ciertos términos que no generan mayor confusión. Todos estos son
ejemplos inspirados en la vida real, valga aclarar.
La capacidad inventiva de algunos testigos, francamente, parece no tener lími-
te. Pero afortunadamente las mentiras siempre dejan rastros, y es labor del con-
trainterrogador ubicar esos rastros y exponérselos al juez con vehemencia durante
el contraexamen.
El ejemplo clásico de inverosimilitud es el del contrainterrogatorio realizado a
una de las mentes más brillantes de los últimos tiempos. Bill Gates. El fundador y
propietario de Microsoft. En un juicio que se adelantó en contra de esa empresa
por prácticas monopolísticas indebidas, Bill Gates afirmó reiteradamente no en-
tender a qué se refería el abogado con varios términos sencillos.
Básicamente el abogado le preguntó a Gates sobre “la preocupación que le ge-
neraba la competencia de otras marcas distintas a Microsoft” —con ello buscaba
establecer las prácticas contrarias a la competencia que realizó la empresa a raíz
de esa preocupación—.
Después de señalar en 5 ocasiones que no entendía el significado de la palabra
“preocupación”, Bill Gates pasó a afirmar que la respuesta dependería de lo que
se entendiera por “competencia”. Después de varios minutos de disputa frente a
ese segundo término, su falta de comprensión se trasladó hacia el término “otras
marcas distintas a Microsoft”. Era evidente que Gates entendía lo que le pregun-
166 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

taban, pero estaba buscando la forma de no proporcionar una respuesta sincera,


señalando inverosímilmente que “no entendía”.
La presunta incomprensión era claramente contraria al sentido común, entre
otras, por su nivel de formación y la simpleza de lo que le preguntaban. De ello
se percató el abogado y hasta los Jueces que finalmente terminaron condenando
a Microsoft por las prácticas restrictivas de la competencia que llevaron a la quie-
bra de Netscape, su principal competidor en la época76.
Una forma muy común de impugnación por inverosimilitud recae en atacar
aquello que el testigo debió hacer, de ser ciertos los hechos que relata, y no hizo.
Imagine usted una persona que afirma haber percibido un ataque a un conocido
suyo, pero no lo puso en conocimiento de las autoridades, sin justificación plau-
sible y razonable.
O aquel que afirma haber sufrido un desfalco económico, pero ni siquiera se
lo contó a su contador. Piense, también, en el testigo que afirma haber sufrido un
ataque físico intenso, pero no solo no lo puso en conocimiento de las autoridades,
ni de ninguna otra persona, sino que ni siquiera asistió a un médico para tratar
sus lesiones.
Si su teoría del caso consiste en afirmar que esos ataques no ocurrieron, y
cuenta con otras evidencias que apunten en el mismo sentido, la impugnación por
inverosimilitud puede llegar a tener un efecto importante. Siempre debe pensar,
por supuesto, en cuál puede ser la explicación que proporcione el testigo para
aquello que no hizo o no dijo. Pues en determinados casos esa explicación puede
ser razonable. Si eso pasa, la impugnación perderá todos sus efectos.
Piense en la mujer que fue reiteradamente víctima de violencia intrafamiliar
pero nunca reportó los maltratos porque buscaba mantener su núcleo familiar in-
tacto, al tiempo que evitaba represalias en contra de sus hijos. En un evento así, la
explicación puede resultar razonable y, por ende, el contrainterrogatorio resultar
inocuo —o hasta perjudicial para quien lo realiza—.
En el caso de Michael Jackson, al que nos referimos en páginas pasadas, pode-
mos encontrar otro ejemplo claro de inverosimilitud en el relato de los testigos.
Janet Arvizo —la mamá de Gavin, una de las presuntas víctimas— señaló que ella
y su familia fueron víctimas de un secuestro perpetrado por Michael Jackson y sus
colaboradores. Según manifestaba, ese secuestro se repitió en varias ocasiones, in-
clusive en algunos hoteles lujosos en los que se hospedaba el artista. Si “el secues-

76
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 226-232.
Sistema de contrainterrogatorio 167

tro en el lujoso hotel” ya podría despertar alarmas acerca de la inverosimilitud de


sus afirmaciones, lo peor estaba por venir.
La defensa de Michael Jackson, liderada por el reputado defensor Tom Me-
sereau, logró acreditar que durante las estancias en las que Janet “se encontraba
secuestrada en lujosos hoteles”, tuvo la suficiente libertad como para llevar a cabo
compras en distintas tiendas de lujo, hacerse tratamientos en spa y peluquerías
cercanas, y acceder irrestrictamente a teléfonos y otras formas de comunicación.
La contrariedad entre su relato y el sentido común, sin duda, debió ser uno de
los aspectos objeto de análisis por parte de los jurados que absolvieron a Michael
Jackson por todos los cargos incluidos en la acusación.
Una aclaración final es necesaria. La impugnación por inverosimilitud no debe
restringirse a lo que en el derecho probatorio se conoce como reglas de la expe-
riencia. Si bien, es cierto que son la máxima expresión del sentido común, también
es cierto que tienen rigurosos requisitos para su estructuración, que no permiten
su aplicación a cualquier hipótesis. En otras palabras, las reglas de la experiencia
corresponden a concepto jurídico mucho más específico que la noción genérica de
“sentido común” a la que se refiere este capítulo.
La Corte Suprema de Justicia, de antaño, ha señalado qué se entiende por rglas
de la experiencia:
“Es pacífico que las máximas de la experiencia son enunciados generales y abstractos,
que dan cuenta de la manera como casi siempre ocurren ciertos fenómenos, a partir de
su observación cotidiana (CSJ AP, 29 Ene. 2014, Rad. 42086, entre muchas otras).

Es de su esencia que se refieran a fenómenos cotidianos, pues frente a los que no tienen
esta característica no es factible, por razones obvias, constatar que siempre o casi siem-
pre ante una situación A se presenta un fenómeno B, al punto que sea posible extraer una
regla general y abstracta que permita explicar eventos semejantes.”77
Las reglas de la experiencia tienen postulados generales, abstractos y con vo-
cación de universalidad que se refieren a fenómenos de cotidiana ocurrencia, que
permiten inferir en un muy alto grado de probabilidad que así es como suceden
las cosas —siempre o casi siempre— y por ende, que así sucedieron en el caso en
concreto.
La impugnación por inverosimilitud será muchísimo más fuerte, sin duda, si
las manifestaciones del testigo se enfrentan a una regla de la experiencia. Pero no
deben dejarse de lado las que, sin cumplir con estos rigurosos requisitos, en todo

77
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia del 9 de marzo de 2011. Radicado
34.896. M.P. Alfredo Gómez Quintero, citada en: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación
Penal. Sentencia SP1557-2018 del 9 de mayo de 2018. Radicado 47423. M.P. Patricia Salazar
Cuellar.
168 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

caso entren en colisión con el sentido común. Pues, aunque podrán llegar a ser
menos impactantes, con una adecuada exposición durante el contrainterrogatorio
y los alegatos de conclusión minarán la credibilidad del testigo de forma significa-
tiva. A similar conclusión arriba la Corte en la decisión ya citada:
“Aunque las máximas de la experiencia constituyen una importante expresión de la sana
crítica, no puede asumirse que los datos que no queden cobijados por uno de estos
enunciados generales y abstractos carezcan de importancia en el proceso de determina-
ción de los hechos en materia penal.”78
Todos ellos, entonces, deberán tenerse en cuenta para el diseño y ejecución del
contra por inverosimilitud.

9) Procesos de rememoración del testigo


La memoria humana es un mecanismo maravilloso, pero profundamente frá-
gil. La cantidad de factores que pueden interferir en el proceso de codificación
—registro de los eventos en la memoria—, así como en los procesos de recorda-
ción —cuando el individuo busca en su memoria aquello que percibió—, hacen
que resulte francamente inconveniente confiar de forma ciega e irrestricta en lo
que un testigo dice recordar. Pues aun cuando no esté mintiendo deliberadamente,
existe una probabilidad importante de que el recuerdo del testigo no corresponda
exactamente con lo que sucedió.
La crítica general la realiza la profesora Italiana Giuliana Mazzoni, mundial-
mente reconocida por sus trabajos sobre el funcionamiento de la memoria huma-
na y a quien ya me he referido en varias partes de este trabajo. En sus trabajos ex-
plica a profundidad la fragilidad de la memoria humana, la forma en la que puede
corroerse o permearse por agentes externos e, inclusive, la posibilidad de que un
individuo crea recordar episodios enteros que, en realidad, nunca existieron79.
Luego de años de experimentos científicos sobre el particular, la conclusión a
la que arriba se sintetiza de la siguiente manera:

78
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia del 9 de marzo de 2011. Radicado
34.896. M.P. Alfredo Gómez Quintero, citada en: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación
Penal. Sentencia SP1557-2018 del 9 de mayo de 2018. Radicado 47423. M.P. Patricia Salazar
Cuellar.
79
Otro análisis importante sobre el funcionamiento de la memoria humana y los procesos de
rememoración de los testigos se encuentra en EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t:
Science, Mistaken Identifications, and the Limits of Cross-Examination (September 24, 2007).
Stetson Law Review, Vol. 36, No. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies Research Paper
No. 08-23, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090, p. 735 y ss.
Sistema de contrainterrogatorio 169

“Lo cierto es que muchas veces se condena a personas inocentes basándose en testimo-
nios “férreos” que, aun siendo relatados con gran convicción, testigos inquebrantables
por ejemplo, sin embargo, no eran verdaderos. (…) Estos errores judiciales que pueden
tener terribles consecuencias, no siempre son fruto de mala fe o de procedimientos inten-
cional y gravemente inquinados; simplemente caricaturizan el modo en que operan los
procesos de razonamiento en el ser humano. Afortunadamente, la sentencia final no se
basa solo en las declaraciones de los testigos ya que utiliza también las pruebas fácticas.”80
Para entender la impugnación por procesos de rememoración —recollection
impeachment— es importante partir de una base cierta. Salvo contadas excep-
ciones, la mayoría de los testigos deben ir a juicio a narrar lo que se conocen
como “recuerdos incidentales”. Es decir, aquellos hechos que presuntamente
percibieron, sin haberse preparado puntualmente para recordar lo que iban a
presenciar.
Un recuerdo no incidental, por contraposición, será aquel que recaiga sobre
un aspecto que el testigo presenció teniendo plena consciencia de la necesidad
de recordarlo. Como el estudiante que, agobiado por un examen que se acerca,
sabe que debe memorizar una cantidad importante de información para luego
recordarla durante el examen. El problema con los primeros, los recuerdos inci-
dentales, es que logran captar solo una fracción de la información relevante. Esa
fracción de información, además, se codifica en la memoria de forma desorgani-
zada y poco detallada.
Con fines ilustrativos, haga usted el esfuerzo de recordar cómo celebró su cum-
pleaños hace seis años, sin consultar su celular, sus fotografías o las publicaciones
en redes sociales. Su cumpleaños es una fecha de significativa importancia, por
lo que le permitirá buscar algún anclaje para recordar dónde se encontraba, con
quién se encontraba y puntualmente qué hizo. Seguramente después de pensarlo
durante un tiempo, usted podrá responder vagamente alguna de estas preguntas,
salvo que se haya tratado de un cumpleaños verdaderamente excepcional. Solo en
ese caso sus recuerdos serán más detallados.
No obstante, es probable que lo que usted recuerda en este momento sobre su
cumpleaños se encuentre marcado por factores externos como el conocimiento
previo. En otras palabras, es probable que usted arribe a una conclusión sobre
cómo fue su cumpleaños porque su memoria llenó alguno de los vacíos con aque-
llo que “normalmente hace durante sus celebraciones de cumpleaños”.
Quien lo acompaña, en dónde se festeja, la forma en la que lo celebra, serán
factores marcados no solo por su memoria, sino por su conocimiento previo acer-
ca de la forma en la que normalmente ocurre esa festividad puntual. A pesar de la

80
Mazzoni, Giuliana. ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria.
Editorial Trotta. Madrid, 2010, p. 27.
170 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

importancia que representa, la razón por la que no recuerda con precisión todos
los detalles de lo sucedido radica en que su celebración de cumpleaños correspon-
de a un “recuerdo incidental” que usted no se preparó para recordar con lujo de
detalles81.
Este es solo uno de los elementos que debe tenerse en cuenta para entender
el funcionamiento de la memoria humana, sin duda. Pero es el más importante
para la impugnación por rememoración, por la razón que paso a explicar. Los
recuerdos que tenga el testigo, si en realidad percibió aquello que dice haber pre-
senciado, deberían ser más detallados frente al objeto central de lo percibido y
menos detallados frente a aspectos periféricos o accesorios que resultan de menor
importancia.
Precisamente por el impacto que en su memoria puede generar haber percibido
la comisión de un homicidio, por ejemplo, el relato de un testigo del ataque debe-
ría estar rodeado de un nivel razonable de detalles frente a las características ge-
nerales de la persona que disparó, la forma en la que lo hizo y los efectos que esos
disparos generaron en la víctima. En cambio, de ser sincero su relato, no debería
contener tantos detalles sobre la marca de los zapatos que utilizaba el victimario,
el reloj de la víctima y el color de su corbata.
La Profesora Mazzoni lo explica de la siguiente forma:
“Supongamos que se asiste a una escena en la que en una cocina se hallan sentados
a la mesa un hombre con barba, pelo negro y gafas, y una mujer con delantal, rubia y
despeinada. En la habitación hay seis sillas y muebles de cocina, una olla al fuego con
agua hirviendo, visillos (cortinas delgadas) a cuadros en la única ventana y, sobre la
mesa, un cuchillo de cocina. Paredes blancas y luz de neón. La mujer y el hombre están
discutiendo, el hombre tira el cuchillo en dirección a la mujer y la hiere en el brazo. (…)

Por suerte, no suele ser frecuente que una persona solo recuerde con exactitud los deta-
lles irrelevantes de una escena. Hay estudios que han demostrado que los recuerdos sue-
len ser tanto más exactos cuanto más afectan al elemento central del episodio objeto de
investigación, y suelen ser más imprecisos en el caso en que el elemento, o los elementos
importantes, sean periféricos en relación con la escena a la que ha asistido el testigo.
En otras palabras, es más fácil recordar un acuchillamiento que los visillos (cortinas) a
cuadros rojos de la cocina”82. (Paréntesis explicativos fuera de texto).

81
Para una explicación detallada sobre los “recuerdos incidentales” ver: Mazzoni, Giuliana. ¿Se
puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria. Editorial Trotta. Madrid,
2010, p. 52 y ss.
82
Mazzoni, Giuliana. ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria.
Editorial Trotta. Madrid, 2010, p. 19.
Sistema de contrainterrogatorio 171

Ahora sí, teniendo en cuenta que esta es la forma en la que “normalmente” —


más adelante explicaré por qué va entre comillas— debería presentarse el relato
y el funcionamiento de la memoria de un testigo, conviene explicar puntualmente
las principales formas de impugnación por procesos de rememoración. Veamos
tres ejemplos:

i. El testigo que no recuerda —casi— nada, ni siquiera lo relevante


El primer frente de ataque irá dirigido al testigo que viene a juicio y realiza una
declaración genérica, abstracta y ambigua. Pero al ser consultado sobre detalles
relativamente profundos sobre temas importantes de su declaración, su respuesta
recurrente es: “no lo recuerdo”. Piense en el testigo que cuenta haber presenciado
el ataque del ejemplo anterior, pero no recuerda qué lo originó, no recuerda cómo
era la actitud del atacante, no recuerda si fue con un cuchillo o si fue con otro
instrumento de cocina que se perpetró. Tampoco recuerda cómo estaban ubicadas
las personas en la escena de los hechos, es decir, en qué dirección estaban mirando,
dónde estaba sentada o de pie cada una de ellas, etcétera.
Es normal que el testigo no recuerde algunos detalles puntuales e intrascenden-
tes sobre el suceso. Pero como explicaba la doctrina especializada, no recordar
estos aspectos centrales debería llevar al Juez, en el mejor de los casos, a dudar
acerca de si en realidad el testigo presenció los hechos o si existe un motivo oculto
tras su declaración, o como mínimo, a replantearse la credibilidad y alcance que
pueda tener el testimonio. La ejecución de esta forma de contra se hará a través
del método de la acumulación, pero de eso me ocuparé en el capítulo respectivo.

ii. El testigo que recuerda —casi— todo, incluido lo intrascendente


Así como no resulta consecuente con la forma en la que funciona la memoria
humana que un testigo no recuerde aspectos básicos sobre los hechos percibidos,
tampoco resulta creíble que recuerde absolutamente todos los detalles, incluidos
los más ínfimos, acerca de lo que percibió83. Un relato rico en detalles intrascen-
dentes o superfluos, salvo que el testigo goce de memoria eidética o fotográfica

83
Richard Waites explica esta idea, así: “Judges and jurors will not readily believe that the wit-
ness can recall exact details from the distant past without some assistance. Fact finders know
that memory is fallible. However, they also know that important or dramatic events and facts
often can be recalled in vivid detail. Therefore, if a witness appears to be resolute and confident
in there are recalling of past events and the substance of the testimony appears to be credible,
judges and jurors will generally find the witness’s testimony to be credible even though it includes
recollection of events from the distant past”. WAITES, Richard, Helping Reluctant Witnesses to
Give Effective Testimony (2009). Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1520809, p. 10.
172 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

—lo que es absolutamente excepcional— también debería llevar a dudar acerca


de la espontaneidad de su relato.
Pues resultará probable que, inclusive si en realidad presenció los hechos, haya
sido sometido a un proceso de aleccionamiento que tuvo como objetivo que re-
cordara todos esos detalles para darle más fuerza a su declaración. Esa clase de
maniobras impropias representan un riesgo muy grave para la “pureza” de la
información que ingresa a juicio, precisamente por el peligro que existe de que el
testigo llene sus naturales olvidos con detalles que no presenció y que no corres-
ponden a la verdad.
Imagine que el testigo narra con lujo de detalles, no solo la forma en la que se
dio el ataque con el cuchillo referido, sino que además recuerda todos los demás
aspectos de la escena. Que el hombre usaba lentes, tenía pelo negro y barba. Que
la mujer era rubia, estaba utilizando un delantal con unos gráficos que describe a
la perfección y además se encontraba despeinada. Que había media docena de si-
llas y un recipiente con agua que ya estaba hirviendo, en una cocina cuyas paredes
eran perfectamente blancas.
Además, que solo había una ventana, cubierta por una cortina delgada a cua-
dros, que disipaba ligeramente la iluminación producida por las luces de neón.
Un relato tal resultará digno de sospecha, cuando menos. Pero será aún menos
convincente si, por ejemplo, han transcurrido varios años desde el momento en
que el testigo supuestamente presenció los hechos hasta el instante en que rinde
su detalladísima declaración en el juicio. De ahí que el tiempo transcurrido entre
los hechos y el relato, deberá ser otro factor por evaluar a la hora de realizar la
impugnación por procesos de rememoración.
Así, no solo será susceptible de impugnación por esta vía el testigo curiosamen-
te “olvidadizo”, sino que lo será también el testigo de la memoria “superhuma-
na”. Pero todavía nos falta otra curiosa especie de testigo que quebranta los prin-
cipios del funcionamiento de la memoria humana a los que nos hemos referido.

iii. El testigo de la memoria selectiva


La impugnación por rememoración también procede cuando el testigo sufre
del curioso “síndrome” de la “memoria selectiva”. Recuerda a la perfección todo
aquello que le conviene, pero es atacado sin clemencia por la amnesia cuando
llega el momento de contestar las preguntas referidas a temas que lo perjudican.
Es muy probable que cuando usted esté contrainterrogando a uno de los testi-
gos parcializados, estudiados en capítulos anteriores, y logre generar algún daño
relevante en su credibilidad, justo en ese momento el testigo se vea súbitamente
atacado por el síndrome de la memoria selectiva.
Sistema de contrainterrogatorio 173

Esa actitud del testigo puede resultarle frustrante, pero si lo piensa bien, es el
testigo quien pierde credibilidad con cada “no me acuerdo” o “no lo tengo claro”
que proporciona como respuesta ante sus preguntas sobre temas que, de haberlos
presenciado, debería recordar. Por eso en el capítulo de la ejecución del contra de-
dicaré un apartado a explicar la técnica de la acumulación, la más adecuada para
lidiar con la “frágil” memoria de ese tipo de testigos.
Dos aclaraciones adicionales son necesarias antes de pasar a la siguiente forma
de impugnación. La primera es relativa a las comillas con las que enmarcaba la
forma en la que “normalmente” funciona la memoria del ser humano. La verdad
es que no existen reglas fijas, estáticas o tajantes sobre lo que el testigo tendría y lo
que no tendría que recordar. Se trata de aspectos que surgirán de una valoración
en conjunto del testimonio, basada eminentemente en términos de razonabilidad.
Lo que resulta razonable que el testigo recuerde y lo que no. Y en esa difícil tarea
de determinación, jugarán siempre un papel clave las nociones de los expertos
que, como la Profesora Mazzoni, han dedicado su vida al estudio de los principios
y el funcionamiento de la memoria humana.
En segundo lugar, la procedencia y los efectos de la impugnación dependerán
de que en realidad se adapten a su particular teoría del caso, así como a la infor-
mación que arrojan las demás evidencias que sí resultan dignas de crédito. Pues
ningún sentido tendrá que usted impugne a un testigo, con el fin de evidenciar
que no recuerda un detalle relevante debiendo recordarlo, si existen otros cinco
testigos a los cuales usted no piensa impugnarles credibilidad, que sí lo recuerdan.
El mensaje es, repito, un llamado a la valoración integral de las vías de im-
pugnación, muy semejante a la valoración integral de las pruebas que tendrá que
hacer el juez cuando se termine el juicio. Este debe ser siempre su punto guía para
resolver dudas sobre esta y cualquier otra forma de contrainterogatorio.

10) Impugnación con prueba de refutación


Esta forma de impugnación de credibilidad es conocida por la doctrina nortea-
mericana especializada como “contradictions”84. Que bien podría traducir, sim-
plemente, contradicciones. Pero esa traducción literal invita a equívocos, particu-
larmente porque puede confundirse con las “inconsistencias” en las declaraciones
previas que, como vimos, suelen surgir cuando existen contradicciones entre las
manifestaciones de un mismo testigo. Por eso prefiero utilizar el término impug-
nación con prueba de refutación, en lugar de contradicciones.

84
MacCarthy, Terence, et al. MacCarthy On Impeachment. How to Find And Use These Weapons
Of Mass Destruction. American Bar Association. Chicago, 2016.
174 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Al margen del nombre que se le dé, lo cierto es que se trata de una forma
de impugnación sumamente poderosa. Sirve para demostrar que el testigo está
llevando a cabo una manifestación mentirosa, y así se desprende de la evidencia
documental o los testimonios con los que cuenta el contrainterrogador. En otras
palabras, una cosa dice el testigo y otra distinta las evidencias.
Como lo ha explicado la Corte Suprema de Justicia colombiana, esto es lo que
sucede “cuando el testigo, en el contrainterrogatorio, persiste en un dato que el
interrogador considera mendaz, y la parte cuenta con evidencia relacionada direc-
tamente con el aspecto objeto de impugnación”85 Sin duda, se trata de un ataque
frontal a la credibilidad del testigo que, dependiendo las particularidades del caso,
puede llegar a generar un efecto devastador en su contra.
La impugnación con prueba de refutación o “contradictions” tiene una larga
historia en la cultura jurídica norteamericana. Tal vez el caso más emblemático es
el de un juicio por homicidio en el que el defensor estelar fue Abraham Lincoln.
Ya en las páginas anteriores refería un caso en el que a Lincoln no le fue muy bien,
pero en este, en cambio, sí que brillo.
El Profesor de la Universidad de Harvard Alan Dershowitz cuenta que Lincoln
tuvo que enfrentarse a un testigo que afirmaba haber visto al procesado cometer
el homicidio, a pesar de que era de noche y se encontraba a más de 150 pies de
distancia. El testigo le dijo a Lincoln que pudo ver todo porque esa noche había
una luna llena que irradiaba todo el lugar. En ese momento, Lincoln utilizó como
evidencia de impugnación el almanaque lunar que demostraba la mentira de esa
afirmación: ese día había apenas ¼ de luna, no luna llena, como afirmaba el tes-
tigo.
Cuando fue contrainterrogado con ese almanaque, el testigo se desmoronó.
Hay quienes sostienen que el testigo se retractó de sus afirmaciones, otros afirman
que simplemente guardó silencio desconsolado. En cualquier caso, el procesado
fue absuelto y el juicio se volvió tan memorable que, a hoy, se sigue recordando
frecuentemente en las publicaciones sobre la materia como “el juicio del almana-
que”. Una copia de ese almanaque, de hecho, se expone al público en la librería
de la Universidad de Harvard86.
Esta forma de impugnación de credibilidad se caracteriza porque abarca un
gran número de situaciones, algunas ya abarcadas por otras formas de impugna-
ción y otras no. Algo así como una clasificación residual de la impugnación de

85
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión AP2215-2019 del 5
de junio de 2019. Radicado 55.337. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
86
Dershowitz, Alan. The Best Defense. Editorial Random House. Vintage Books. New York.
1982. Pos. 2130 y ss.
Sistema de contrainterrogatorio 175

credibilidad. Cuando un testigo haga cualquier afirmación mentirosa o descon-


textualizada, y usted cuente con la evidencia que lo desvirtúe, podrá impugnarlo
a través de esta vía.
Piense en el testigo que, convencido de que nunca será encontrado, afirma
haber suscrito una letra de cambio que contenía determinada información, pero
al encontrar el documento usted se percata de que dice algo diametralmente dis-
tinto —hipótesis frecuente en casos por fraude procesal o estafa que encuentran
su origen en algún conflicto económico—. Piense también en un caso de delitos de
contratación estatal. Si el testigo afirma que se llevó a cabo el direccionamiento de
una licitación al incluir determinado requisito, y usted cuenta con los documentos
que demuestran que no se incluyó, también procede la impugnación.
Un ejemplo al que se ha referido frecuentemente la Corte Suprema de Justicia
colombiana es el de un testigo que “… asegura que pudo presenciar los hechos y
la parte pretende demostrar que para esa fecha estaba en una ciudad diferente”87.
La Corte también conoció el caso de una testigo que afirmaba tener “moretones”
producto de los golpes propinados por el procesado, cuando al parecer se genera-
ron como consecuencia de un accidente de tránsito88. La defensa contaba con los
reportes del accidente de tránsito, la historia clínica y algunos testigos al respecto.
Otro ejemplo adecuado se presenta cuando el testigo de cargo niega una ene-
mistad con el procesado, pero existe evidencia que lo refuta. Al respecto, en otra
de las sentencias manifestó la Corte:
“También ha señalado [la Corte] que la posibilidad de impugnar la credibilidad de los
testigos es una de las características del nuevo sistema de enjuiciamiento criminal, para
lo que las partes cuentan con prerrogativas como las siguientes: (i) pueden formularle
preguntas a los testigos de la contraparte a manera de “contrainterrogatorio”, lo que
las faculta para hacer preguntas sugestivas; (ii) con tal propósito, están habilitadas para
utilizar las declaraciones rendidas por los testigos por fuera del juicio oral (Artículos
347, 393 y 403); (iii) incluso pueden presentar pruebas de refutación, esto es, “evidencia
externa” atinente a la credibilidad del declarante, como cuando, por ejemplo, el testigo
niega haber estado en un sitio determinado o la existencia de una relación de enemistad
con el procesado, y se ofrece el testimonio de un tercero, un documento o cualquier otro
medio de prueba para demostrar esa circunstancia”89

87
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión AP2215-2019 del 5
de junio de 2019. Radicado 55.337. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
88
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Sentencia SP4135-2019 del 1
de octubre de 2019. Radicado 52394. M.P. Patricia Salazar Cuellar. En este caso la impugna-
ción con prueba de refutación no procedió, debido a que la parte que la alegaba no cumplió con
los requisitos que se explican en el capítulo siguiente de este libro.
89
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia SP17660-2017 del 25 de octubre
de 2017. Radicado 44819. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
176 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En general esta forma de impugnación abarca una gama muy amplia de po-
sibilidades. Algunas corresponden a formas de impugnación ya estudiadas, otras
no. Además, como prueba de refutación pueden utilizarse documentos, pruebas
testimoniales o cualquier otra evidencia que haya sido recolectada lícitamente.
Todas son igualmente procedentes. La diferencia radica, por supuesto, en el pro-
cedimiento que se debe adelantar para el decreto y práctica de una u otra prueba.
Pero de eso me ocuparé en el acápite de “ejecución del contrainterrogatorio”.
Anticipándome un poco a lo que será dicho capítulo, considero necesario acla-
rar brevemente algunos aspectos. El primero. Los hechos objeto de esta impugna-
ción sí deben ser abordados durante el contrainterrogatorio. De lo contrario, el
requisito para la procedencia de la prueba de refutación consistente en “darle la
posibilidad al testigo de que acepte el motivo de la impugnación” no se cumplirá.
Esto llevaría a que no sea procedente la referida prueba de refutación.
En segundo lugar, la prueba de refutación de índole documental sí puede ser
examinada por el testigo durante el contrainterrogatorio. El abogado puede pa-
sarle el documento al testigo y hacerle preguntas al respecto. Puede preguntarle
sobre la veracidad —o falta de ella— del documento; sobre si lo conocía o no;
acerca de si acepta que el hecho que refleja el documento es cierto o no y, en gene-
ral, cualquier pregunta necesaria para una adecuada examinación de la evidencia
durante el contra.
Lo propio podrá hacer la contraparte en el redirecto. Esta última salvedad la
hago, aunque implica anticiparme a temas que más adelante tocaré con mucha
más profundidad, para que usted se vaya despojando del mito conforme el cual
solo las declaraciones previas de un mismo testigo pueden ser examinadas duran-
te el contrainterrogatorio. No es así.
En tercer lugar, vale la pena aclarar, desde ya, que la prueba de refutación es
una herramienta de la impugnación de credibilidad. No se trata de un mecanismo
independiente o alejado del contrainterrogatorio. La prueba de refutación es tan
solo una de las formas, como lo hemos visto a lo largo de este capítulo, para mi-
nar la credibilidad de los testigos. Mientras que la impugnación de credibilidad es
el objetivo, la prueba de refutación es la herramienta para alcanzarlo.
Frente a estas tres claridades, la Corte Suprema de Justicia ha señalado:
“…para impugnar la credibilidad de los testigos las partes pueden utilizar evidencia de
refutación (…) (v) la prueba de refutación no puede presentarse antes de que el testigo
declare, precisamente porque este debe tener la oportunidad de aceptar o negar el punto
de impugnación que se le pone de presente durante el contrainterrogatorio; y (vi) si el
testigo acepta el aspecto de impugnación propuesto por la contraparte, no tiene sentido
dilatar el juicio con “pruebas externas”, como cuando, a manera de ejemplo, acepta que
no estaba presente en el lugar de los hechos para cuando los mismos ocurrieron, lo que
Sistema de contrainterrogatorio 177

haría innecesario presentar testimonios o documentos que den cuenta de su presencia


en otra ciudad o país.”
Estas precisiones anticipadas son necesarias debido a la confusión que en cier-
to sector de la doctrina y de la práctica judicial nacional ha generado esta nove-
dosa institución jurídica. Ahora bien, de sus requisitos, su procedencia y la forma
de solicitarla me ocuparé en el apartado pertinente.
Para terminar, es necesario advertir que esta forma de impugnación debe utili-
zarse de manera racional. No tiene mucho sentido pretender impugnar con prue-
ba de refutación cualquier imprecisión del testigo. Solo valdrá la pena hacerlo
cuando se trate de aspectos relevantes y trascendentes para el resultado del juicio.
La utilización irracional de esta forma de impugnación, con las múltiples so-
licitudes probatorias que conllevaría, podría generar una dilación indebida del
proceso que pocos jueces están dispuestos a admitir. Por eso, es mejor reservar su
contundencia para los casos en que puede generar un impacto significativo sobre
un tema verdaderamente relevante. Lo que no impide que, si hay muchos temas
relevantes para refutar al testigo, como sucederá en casos complejos, deban a su
vez presentarse muchas pruebas de refutación.

11) Impugnación por prontuario criminal


Se trata de una forma de impugnación ampliamente reconocida por la doctrina
anglosajona90. Su impacto persuasivo, sin embargo, es mucho menor al de las de-
más vías estudiadas con antelación. Consiste, a grandes rasgos, en acreditar que el
testigo cuenta con un récord criminal y, por ende, que su falta de respeto por la ley
puede ser entendido como una muestra de desapego de la verdad. Algo así como
preguntarle al Juzgador ¿le vamos a creer a un convicto criminal?
A diferencia de la impugnación por carácter mendaz, en esta se incluyen la
condena por cualquier delito, sin importar que no se trate de uno de aquellos
que involucran falsedad, mentira o engaño. El problema persuasivo, sin embargo,
radica en la amplia aceptación que ha tenido la idea de que incluso los peores
criminales pueden estar diciendo la verdad cuando testifican en juicio. De allí el
adagio utilizado por muchos fiscales según el cual “para condenar al diablo deben
buscar los testigos en el infierno”.

90
Específicamente frente a la impugnación por record criminal dirigida en contra del acusado
que decide rendir testimonio, en el sistema canadiense, ver: SANKOFF, Peter, Corbett Revisited:
A Fairer Approach to the Admission of an Accused’s Criminal Record in Cross-Examination.
Criminal Law Quarterly, Vol. 51, 2006, disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=921150
178 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

De allí que, sin desconocer su validez y capacidad persuasiva en algunos casos,


debo ser claro en señalar que la simple existencia de una condena en su contra
por un delito indeterminado muy seguramente no generará que la credibilidad del
testigo se vaya al piso. De utilizarse, debe ser en conjunto con otras formas de im-
pugnación de maximicen los efectos del contrainterrogatorio. En caso contrario,
el riesgo de que el Juzgador se lleve la impresión de que no contamos con armas
verdaderamente fuertes para restarle credibilidad al testigo, resulta significativo.

1.2. Contrainterrogatorio en búsqueda de concesiones


Cuando nos hablan de contrainterrogatorio a todos nos viene a la cabeza la
imagen de un abogado muy hábil que logra “acabar” con el testigo. Logra que su
credibilidad quede destruida y que el Juez concluya que su relato no es fiable. Nos
imaginamos una batalla en la que el testigo y el abogado luchan ferozmente por
prevalecer. Esto puede llegar a ser verdad, hasta cierto punto. Jamás, eso sí, como
lo reflejan las películas y las series —de ello ya me ocupé en el segundo manda-
miento: sea homicida, no suicida.
Esa imagen corresponde a un contrainterrogatorio de marcada confrontación
en que el abogado intenta mostrar que el testigo miente o está equivocado. Aun-
que en la mayoría de las ocasiones pueda presentarse de esa manera, y aunque la
mayoría de conferencias y manuales se ocupan con exclusividad de esa forma de
contrainterrogatorio, es importante que usted tenga siempre presente “el olvidado
arte de no pelear”: el contrainterrogatorio en búsqueda de concesiones o conces-
sion seeking cross. Si bien, el término lo acuñaron los profesores Dekle, Clark y
Bailey91, se trata de una forma de contra tan antigua como la propia existencia del
sistema adversarial anglosajón.
Básicamente consiste en resaltar y profundizar aquellos hechos, consideracio-
nes y circunstancias del relato de un testigo de la contraparte que resultan rele-
vantes para nuestra teoría del caso. En lugar de buscar decirle al juez “no le crea”,
“está mintiendo” o “está equivocado”, con el contra por concesiones el argumen-
to implícito es “créale, a pesar de que es un testigo de la contraparte”.
La frecuencia con la que un testigo de la contraparte puede ayudar a nuestra
teoría del caso, cuando menos parcialmente, es muy alta. La gran mayoría de
ellos, por no decir que todos, podrá hacer una afirmación que contribuya a nues-
tra visión del juicio.

91
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015.
Sistema de contrainterrogatorio 179

Usted estará pensando que para eso contamos con los testigos propios, y tie-
ne razón. Pero también es cierto que el contrainterrogatorio por esta vía puede
constituir una herramienta sumamente poderosa para acreditar nuestra teoría del
caso. La razón es muy sencilla. Cuando usted logra que un testigo de la contra-
parte haga esa afirmación que le conviene a su teoría del caso, prácticamente se
acercará a un consenso sobre ese hecho puntual.
Recuerde que, por regla general, la parte que ofrece un testigo para el juicio lo
hace porque Recuerde que, por regla general, la parte que ofrece un testigo para el
juicio lo hace porque le cree. De suerte que cuando usted logre que ese testigo de
la contraparte, al que su adversario le cree, acepte —conceda— ese hecho favora-
ble, usted tendrá un argumento muy persuasivo para los alegatos de conclusión.
“Fue el propio testigo de mi contraparte quien hizo esa afirmación. Mi adversario
lo trajo porque le cree y frente a este aspecto yo también le creo”.
Para poner la idea en otros términos, el contra por concesiones puede llevar
a lo que bien podríamos denominar una “estipulación o acuerdo probatorio tá-
cito”. Piénselo de la siguiente forma: su contraparte puede decir “no, yo no creo
esa parte del relato del testigo”, claro que puede hacerlo. Pero si eso sucede, se
pondrá a sí misma en una posición muy incómoda que usted podrá explotar con
vehemencia durante su turno en los alegatos de conclusión.
Frente al contra por concesiones surge un debate muy interesante. Consiste en
la discusión acerca de si puede utilizarse de forma conjunta con el contra por im-
pugnación —impeachment—. Es decir, si es viable o no atacar una parte del relato
del testigo para que no se concluya que es creíble —impeachment— y al tiempo,
frente a ese mismo testigo, hacer un contra por concesiones con el fin de resaltar
información favorable que debe ser creída por el Juez. La mayoría de la doctrina
especializada se inclina por considerar que es viable.
El profesor Shane Read es de esa postura. Sin embargo, hace una aclaración
acerca del orden que debería tener el contrainterrogatorio en ese evento:
“Como regla general, es mejor que inicie su contrainterrogatorio del testigo generando
concesiones que le permitan soportar su caso antes de atacar su credibilidad o cualquier
otra debilidad. De esta forma, si lo hace antes de atacarlo sugiriéndole al jurado que el
testigo no es fiable, será más probable que el testigo responda sus preguntas libremen-
te.”92

92
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 117. La traducción es libre. El texto original es el sigui-
ente: “As a general rule, it is better to start your cross-examination of a witness by eliciting
facts from him that will support your case before you attack him on credibility or some other
weakness. By doing this at the start of cross, before you suggest to the jury that the witness is
not trustworthy through an attack, the witness will be more likely to answer those questions
180 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Personalmente considero que es viable, pese a que no deja de ser problemático.


Queda un vestigio de incoherencia de parte del contrainterrogador que debe ser
neutralizado de plano. Si usted se ve en la necesidad de señalar “créale esto, pero
no esto otro” debe asegurarse de establecer con mucha claridad las bases fácticas
que permitan que el Juez concluya que, así en otros aspectos el testigo mienta, no
lo hace en el objeto del contra por concesiones.
Hay varias formas de hacerlo: acreditando que el testigo no tiene motivos para
mentir en el aspecto que nos favorece, mientras que sí los tiene frente a las afirma-
ciones que nos perjudican; demostrando que frente a ese particular aspecto que
encaja en nuestra teoría del caso sí hay otros medios de prueba que lo corroboran,
mientras que aquellos que nos perjudican (en los que miente) no encuentran tal
soporte; dejando claro que frente a lo favorable no hay inconsistencias, mientras
que lo que nos perjudica está plagado de contradicciones, etc. No es una labor
sencilla, como se desprende de lo anterior.
Ahora bien, en casos extremos de contrainterrogatorio por impugnación, esto
es, cuando usted decididamente se propone acreditar que el testigo es un mitó-
mano incontrolable, una persona a la que no se le puede creer una sola de las
palabras que dice, el consejo es distinto. En estos casos, el consejo es, no lo haga.
No mezcle las dos formas de contrainterrogatorio en estos eventos. Si lo hace, la
incoherencia y la contradicción será insalvable. A tal punto que el contra por con-
cesiones le podría restar impacto al contra por impugnación. El Juez se pregunta-
rá por qué usted le pide que le crea a una parte de lo que dice, pero lo califica de
“mentiroso consagrado y sin remedio” en el resto de los temas.
Ahora bien, como usted ya no intentará mostrar que el testigo o su narración
no es creíble, sino lo contrario, la forma en la que se realice el contrainterrogato-
rio también tendrá que variar, como lo explico en el apartado correspondiente.
Por ahora basta con anticipar que la actitud tendrá que ser muchísimo menos cor-
tante, menos confrontacional. Las preguntas también podrán dar más ámbito de
movilidad al testigo. El control del testigo se realizará de una forma mucho más
laxa. Y, en general, todos los aspectos del contra podrán morigerarse para que la
actitud y la forma en la que se realiza refleje con claridad su objetivo.
Explicado lo anterior, veamos cuáles son las formas de contrainterrogatorio
por búsqueda de concesiones:

freely”.
Sistema de contrainterrogatorio 181

1) Aspectos favorables mencionados en el directo


El primer foco de atención deberá dirigirse a cualquier tema abordado duran-
te el interrogatorio directo que pueda llegar a acreditar, inclusive parcialmente,
nuestra teoría del caso. Podría pensarse que no es “necesario” repetir un tema
favorable que ya su contraparte abordó, pero esa idea preliminar puede resultar
equivocada.
Siempre generará más impacto y mayor recordación, para el juez, lo que narra
un testigo de manera uniforme tanto en el directo como en el contra. Por lo tanto,
si usted refuerza esos puntos que ya fueron abordados, aumenta las probabilida-
des de que se graben en la cabeza del juez y generen el impacto deseado.
Ahora, como es un hecho que lo favorece a usted, seguramente la contraparte
decidirá abordarlo tangencialmente, sin mucho detalle —y muchas veces la magia
está en los detalles—. Si ese es el caso, usted deberá retomar el tema durante el
contrainterrogatorio con el fin de lograr que el testigo narre con profundidad el
hecho que favorece su teoría del caso, las circunstancias en las que lo percibió y
el nivel de certeza con el que afirma haberlo presenciado. Frente a esto último, es
importante aclarar que la persuasión aparente que genera un testigo dubitativo
difícilmente será igual que la generado por un testigo que narra los hechos convic-
ción, más allá de que su valor probatorio no depende de la seguridad con la que
el testigo depone, como tuvimos la oportunidad de examinar.
El contra para extraer hechos favorables, en realidad, puede llegar a parecerse
a un interrogatorio directo. Entre uno y otro hay muchos puntos de contacto.
Solo que en el contra usted cuenta con las inmensas ventajas que proporcionan los
mecanismos para controlar al testigo, como las preguntas sugestivas y las demás
herramientas que explicaré más adelante.
Como usted pretende extraer todos los detalles relevantes, debe estar seguro
que le resultarán favorables o, en el peor de los casos, neutrales. El mecanismo
fundamental para lograr este propósito radica en las declaraciones previas que
ha rendido el testigo, ya que le pueden proporcionar alguna idea acerca de cómo
se narrará el hecho/detalle y, si el testigo cambia de versión, le proporcionarán la
herramienta para mostrar que se produjo una inconsistencia.
Son muchos los ejemplos que se pueden traer para ilustrar cuándo procede esta
forma de contrainterrogatorio por concesiones. Piense en el testigo que ubica a
las mismas personas en la escena de los hechos que, conforme su teoría del caso,
allí se encontraban. Imagine que en un caso en que se discute la correcta identifi-
cación del homicida hecha por un testigo, otro testigo traído por su contraparte
acepta que estaba de noche, que las condiciones de iluminación natural eran casi
inexistentes y que además no había fuentes de iluminación artificial. En procesos
182 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

por delitos de contratación estatal, imagine que el testigo que conoció la licitación
acepta no haber percibido nada irregular o delictivo.
En general, repito, cualquier aspecto que haya sido abordado en el directo y
que pueda hacer más probable nuestra teoría del caso, puede ser abordado a tra-
vés de esta forma de contrainterrogatorio poco confrontacional.

2) Aspectos favorables no mencionados en el directo


Esta segunda vía comparte rasgos comunes con la estudiada en el acápite
anterior. La diferencia radica en que pretende examinar temas favorables que no
han sido abordados, por lo menos no expresamente, durante el interrogatorio
directo.
Sigamos en el ejemplo del homicidio ocurrido a altas horas de la noche. Ima-
gine que su contraparte llevó a un testigo para que contara quiénes estaban pre-
sentes en la escena de los hechos; también para que señalara que su defendido en
efecto se encontraba en el lugar, pero nada preguntó acerca de las condiciones
de luminosidad en la zona. Curiosamente, fue un aspecto que omitió. Claro que
vale la pena abordar ese aspecto durante el contrainterrogatorio, siempre y cuan-
do usted sepa que el testigo afirma, en efecto, que la zona era particularmente
oscura.
Es probable que, en el evento anterior y en otros semejantes, usted se encuen-
tre con una objeción infundada proveniente de su contraparte en el sentido de
que “no se trató de un tema abordado en el directo”. Los efectos perniciosos de
ese tipo de objeciones son tan graves que les dedico un capítulo independiente.
Pero para no dejar el asunto en el aire, considero necesario anticipar que el
término “tema”, debe entenderse a partir de una noción amplia y garantista. No
se debe entender limitado al listado de preguntas que hizo el abogado ni a las
palabras específicas que utilizó el testigo para responder, como explicaré más
adelante con apoyo de la jurisprudencia de, entre otras, la Corte Suprema de
Justicia colombiana.
Eso equivaldría a afirmar que, como el testigo no habló de “condiciones de
luminosidad o visibilidad”, con esas exactas palabras, entonces no se puede
abordar un aspecto de tanta importancia para el entendimiento integral de su
relato. Sin duda sería un aspecto inescindiblemente relacionado que debe poder
abordarse durante el contrainterrogatorio, así la contraparte se haya esforzado
por excluirlo del relato del testigo.
Si la pregunta es cuáles serían los temas generales, en el ejemplo bajo estudio,
que cobijarían de una u otra forma lo que queremos abordar, la respuesta es sen-
cilla: las condiciones que rodearon la comisión del homicidio, las circunstancias
Sistema de contrainterrogatorio 183

particulares en las que el mismo se cometió y lo que el testigo pudo percibir de


ellas. Se incluye la presencia del procesado en el lugar de los hechos, las demás
personas que se encontraban presentes, pero también, sin duda alguna, las con-
diciones relativas a la visibilidad o luminosidad de la zona en el momento en que
ocurrió el homicidio.
Ahora, si usted no logra encontrar la relación entre el hecho o la circunstan-
cia que pretende examinar en el contra, con uno de los temas abordados en el
directo, todavía le queda la posibilidad de relacionarlo con uno de los factores
de impugnación analizados en los capítulos anteriores, pues siempre será posible
referirse a ellos durante el contrainterrogatorio.
La impugnación de credibilidad siempre será un tema procedente durante el
contra, así la contraparte no haya abordado siquiera brevemente las circunstan-
cias que la generan. Estas son apenas unas nociones básicas sobre un problema
sumamente profundo. Por eso, repito, las abordaré con la profundidad que ame-
rita finalizando esta obra.

3) Neutralizar el testimonio
Neutralizar el testimonio de la contraparte no significa atacarlo con vehemen-
cia. No significa neutralizar al testigo de un solo golpe, como el lenguaje coloquial
podría hacernos creer. Neutralizar al testigo significa demostrarle al Juez cuál es el
verdadero alcance que tiene el conocimiento del testigo.
Quiere decir lo anterior que, aun cuando aparentemente las manifestaciones
del testigo pueden resultar de suma importancia, en realidad no la tienen, o la tie-
nen en menor medida, debido al conocimiento fragmentado o parcial del testigo.
Es una forma de contrainterrogatorio muy importante para las dos partes en con-
tienda en el proceso penal, pero que ha sido mejor explotada históricamente por
los Fiscales. De hecho, hay quienes afirman que se trata de la herramienta más im-
portante del contrainterrogatorio para Fiscales y, sin duda, suscribo esta postura.
Para entender adecuadamente en qué consiste esta forma de contrainterroga-
torio resulta necesario acudir a un ejemplo. El caso por excelencia es el de las de-
fensas por “coartada”. Volvamos al caso del homicidio ocurrido en la madrugada,
puntualmente a las 2:00 a.m. La defensa afirma que es imposible que el procesado
haya cometido el delito, debido a que a esa hora se encontraba en una fiesta en un
bar ubicado a más de 10 kilómetros de distancia.
Para acreditarlo llama a una de las personas que se encontraba en la fiesta,
quien afirma haber visto al procesado, haberse saludado con él y, pese a que no
compartieron todo el tiempo, en ningún momento lo vio salir del bar. Solo hasta
las 4:00 a.m., cuando juntos compartieron transporte hacia sus respectivas casas.
184 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Es un testigo importante para la defensa, sin duda alguna. Pero la Fiscalía


puede lograr varios puntos relevantes si ejecuta correctamente el contra por con-
cesiones. Solo a modo de ejemplo, podría dejar claro que:
• Se trataba de una fiesta en un bar, esto es, un sitio oscuro y muy concu-
rrido
• Dónde había muchas otras personas, no solo el procesado, con las que el
testigo compartió en varias oportunidades.
• También podrá invitarlo a que acepte que no puede decirle con certeza
al juez que el procesado nunca salió del Bar entre la 1:00 y las 3:00 a.m.
• Simplemente no lo vio salir, que es distinto a que el procesado no haya
salido.
De lograr estas concesiones, el Fiscal habrá logrado neutralizar un testigo ini-
cialmente peligroso. Si durante la fase probatoria respectiva, además, el Fiscal
presentó un testigo que acredite haber visto al procesado en la escena y en el
momento de los hechos, es muy probable que el contrainterrogatorio por conce-
siones tenga un efecto aún más significativo. De ahí la importancia de no perder
jamás de vista la imperiosa necesidad de contar con una visión global de juicio y
no entender el contrainterrogatorio como un mecanismo insular o autosuficiente.
El contra por neutralización, es cierto, constituye una de las armas más impor-
tantes de los Fiscales. Pero no es exclusiva de ellos. En determinados casos puede
llegar a ser muy importante también para los defensores. Siguiendo con el mismo
ejemplo, imagine que un testigo de la Fiscalía ubica al procesado en la escena de
los hechos, pero no recuerda la hora; no lo vio cometiendo la materialidad del
homicidio, tampoco lo vio discutiendo con la víctima ni lo vio hablando con ella.
Todos estos aspectos podrán sacarse a relucir durante el contra con preguntas del
tipo:
“usted no le puede decir al juez que vio al procesado disparándole a la víctima, ¿cierto
que no puede?”;

“tampoco que lo vio amenazándola, ¿o sí?”;

“De hecho, ni siquiera los vio hablando juntos, ¿cierto que no los vio?”.
Haré referencia detallada a los pasos a seguir y los parámetros para tener en
cuenta para ejecutar esta forma de contra en el capítulo correspondiente.

4) Fuego cruzado: el testigo refuta otro testigo de la contraparte


Pocas cosas generan un impacto tan fuerte como la existencia de “fuego cruza-
do” entre los testigos que ofrece una misma parte. Esto sucede cuando los testigos
que ofrece su contraparte tienen inconsistencias trascendentes y claras sobre as-
Sistema de contrainterrogatorio 185

pectos centrales del relato. No cualquier inconsistencia mínima constituirá real-


mente fuego cruzado93.
Por eso es importante que aplique a esta forma de contra los mismos requisi-
tos de la impugnación por manifestaciones anteriores inconsistentes. Deben ser
inconsistencias reales, no simples divergencias lingüísticas. De esas que cambian
el sentido de la afirmación. Además, deben recaer sobre un tema importante del
litigio, no sobre cualquier nimiedad intrascendente.
Resulta frecuente, por sorprendente que parezca, encontrarse con testigos lla-
mados por una misma parte que, no solo hacen una narración diversa de los he-
chos, sino que en ocasiones se tildan de mentirosos mutuamente. En varios casos
en los que he tenido la oportunidad de participar, los testigos de la contraparte
llegaban al punto de calificarse recíprocamente de mentirosos “libreteados”.
Estas son circunstancias muy importantes que el contrainterrogador no puede
pasar por alto, pues corre el riesgo de que para el juez pasen inadvertidas, espe-
cialmente en aquellos eventos en los que el fuego cruzado no es tan abrumador
como en el caso en el que los testigos de una misma parte se descalifican de forma
tan significativa. Además, si usted no expone durante el contra el fuego cruzado
que proviene de declaraciones anteriores, es probable que durante el interroga-
torio directo la contraparte no lo haga. Por lo que, en ese evento, un aspecto tan
importante dormiría el sueño de los justos.
Hay quienes dirán que la exposición del fuego cruzado es un asunto propio
de los alegatos de conclusión. Esto es parcialmente cierto. Allí es donde usted
deberá hacer uso de todas las herramientas retóricas que tenga a su disposición
para exponer con la mayor claridad e impacto posible la existencia del fuego cru-
zado. Pero siguiendo el noveno mandamiento —no postergue el punto, anótelo
en cuanto pueda— el consejo va más allá. Claro, llegará el momento de explotar
el asunto con vehemencia en los argumentos de clausura, pero debe abordarse
primero desde el contrainterrogatorio.
Recuerde que, probablemente, cuando llegue el momento de hacer los alega-
tos el Juez ya se sienta inclinado hacia una de las teorías del caso en disputa, si
es que no tiene ya una decisión preconcebida. Por eso, posponer el punto resulta
sumamente peligroso. Tal vez los alegatos de conclusión lleguen demasiado tarde.

93
A esta forma de contrainterrogatorio se ha referido la Doctrina europea: “At trial, apparent
contradictions between witnesses in the areas of overlapping knowledge will not go unnoticed
and are bound to be probed by the opposing counsel during cross- examination”. Vasiliev,
Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream? The Comparative Controversies of
Witness Preparation in the United States,” (2011) International Commentary on Evidence: Vol.
9: Iss. 2, Article 5.
186 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Esta forma de contra trae consigo, por supuesto, unos requerimientos prácticos
bastante interesantes que explicaré cuando me refiera a la ejecución del contrain-
terrogatorio por esta vía.

5) El testigo reafirma la credibilidad de un testigo propio


También puede suceder que usted se encuentre con un testigo de la contraparte
cuyas manifestaciones reafirmen la credibilidad de un testigo suyo. Esto puede
ocurrir por varias razones, de las cuales quiero rescatar las tres más importantes.
En primer lugar, porque narra algún hecho exactamente de la misma forma en la
que lo hace su testigo. En segundo lugar, porque lo complementa de forma cohe-
rente. Y, por último, porque desvirtúa la concurrencia de un motivo de impugna-
ción de credibilidad en contra de su testigo.
La primera hipótesis es la más sencilla, y seguramente se entiende sin mayor es-
fuerzo: su testigo y el de la contraparte narran un mismo hecho de forma similar.
Eso hay que resaltarlo a través del contrainterrogatorio, haciendo énfasis con sus
preguntas, de forma táctica, en que, así como lo narra el testigo de la contraparte,
es como sucedió ese hecho puntual. El juez notará que ese testigo adverso realiza
la narración de la misma forma en la que lo hizo —o la hará, si es de la defensa—
su testigo.
En la segunda vía el testigo de la contraparte narra un hecho que un testigo
suyo no ha narrado o seguramente no narrará, pero lo hace de forma tal que com-
plementa su testimonio de manera coherente. Por eso recibe el nombre de comple-
mentación coherente.
A su vez, a través de la tercera hipótesis usted intentará descartar, directamente
con el testigo de la contraparte, que su testigo presenta algún motivo de impug-
nación de credibilidad (falencias en su percepción, parcialidad, carácter mendaz,
etc.).
Veamos un ejemplo para entender las dos últimas formas. Sigamos en el caso
que hemos utilizado en este capítulo —homicidio en la madrugada—. La defensa
además de traer al testigo que proporcionaba la coartada, decidió llamar como
testigo a un empleado de seguridad privada de la zona en la que ocurrió el homi-
cidio —otro concurrido epicentro de fiestas—.
El testigo trabajaba, más exactamente, en las afueras del bar ubicado justo al
frente de dónde ocurrió el homicidio. La defensa lo trajo a juicio con el único fin
de acreditar que ese guardia del bar en ningún momento vio al procesado durante
toda la madrugada —recuerde que la defensa plantea que en realidad se encontra-
ba en otra fiesta a más de 10km de distancia—.
Sistema de contrainterrogatorio 187

Un buen contrainterrogatorio de parte del Fiscal deberá estar dirigido a acredi-


tar que allí estaba presente una mujer, llamada como testigo de la Fiscalía y quien
identifica al procesado como autor del crimen. Eso reforzará la credibilidad de esa
mujer, en el sentido de que sí se encontraba presente en la zona y, por ende, sí pudo
haber identificado al procesado.
Por otro lado, el guardia podrá narrar que cuando la vio, dicha mujer estaba
usando lentes. Esto le quitará efecto a la impugnación que intentó utilizar la defen-
sa en el sentido de afirmar que la mujer debía utilizar lentes de aumento, pero no
los tenía puestos en el momento en el que presuntamente presenció el delito. Así, el
Fiscal logrará complementar de forma coherente a su testigo, al tiempo que evitó
que una impugnación de credibilidad en su contra surtiera efectos importantes.
Aunque este es un caso que cae “como anillo al dedo” para los efectos de los te-
mas planteados, y que por eso mismo puede llegar a parecer un poco conveniente,
tenga la plena seguridad de que en todos los juicios se presentan testigos de la con-
traparte que, de una u otra firma, pueden llevar a reafirmar la credibilidad de sus
testigos. Olvídese, entonces, de la noción según la cual un contrainterrogatorio es
solo confrontación, solo pelea y solo contradicción. Mejor, cuando las circunstan-
cias del caso se lo permitan, esfuércese por rescatar el olvidado arte de no pelear.

2. Segundo paso: conocer las finalidades del


contrainterrogatorio a peritos
La mayoría de los casos tienen en disputa aspectos científicos, técnicos, artísti-
cos o relativos a determinado oficio. La explicación, acreditación e interpretación
de estos aspectos especializados requieren de una prueba que llene los vacíos que,
naturalmente, tienen los conocimientos las partes y el Juez sobre esas materias.
Aquí entra en escena la prueba pericial.
La prueba pericial es un tema tan intrincado como importante que requiere un
análisis mucho más profundo del que, por el objetivo específico de este libro, me
puedo dar el lujo de realizar. No obstante, resulta imprescindible hacer algunos
comentarios generales sobre las nociones básicas de la prueba pericial, de cara a
comprender el alcance y las finalidades del contrainterrogatorio a peritos.

2.1. Nociones básicas de la prueba pericial


i. Procedencia y objetivo general
La prueba pericial procede en todos aquellos casos en los que surja la nece-
sidad de exponerle al juez en lenguaje sencillo y entendible, pero con absoluta
rigurosidad, un aspecto especializado que escapa a su conocimiento. Precisamente
ese es su objetivo general, que el juez pueda emitir una decisión basándose en co-
188 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

nocimientos que en principio no tenía, pero que gracias a la prueba pericial pudo
adquirir y aplicar al caso concreto.
Su procedencia, entonces, está marcada por la exigencia según la cual, la prue-
ba pericial debe referirse a uno se esos conocimientos especializados que resulten
relevantes para el juicio. Ahora, en ocasiones no es sencillo diferenciar entre co-
nocimientos científicos, técnicos, artísticos y de oficios específicos.
Muchas disciplinas combinan uno y otro aspecto. Las distintas regulaciones
que existen al respecto, tanto en el ámbito nacional, como en el internacional, no
hacen mucho para facilitar esa distinción, pues no se sumergen en la intrincada
tarea de definir qué se entiende por cada uno de esos conceptos. Por eso, y solo
con el objetivo de generar una noción básica, traigo a colación algunas ideas que
permitan diferenciarlas, cuando menos tangencialmente.
Serán conocimientos científicos los relativos un área del conocimiento humano
cuyo estudio tenga una aproximación metódica y objetiva que permita la caracte-
rización de “científica”. La medicina legal y sus múltiples vertientes, la grafología
y la dactiloscopia, son solo algunos de los ejemplos más recurrentes en la práctica
judicial. Su necesidad es frecuente en los delitos de homicidio, lesiones personales,
violencia sexual, falsedades, entre muchos otros.
Los conocimientos técnicos suelen confundirse con los científicos, particular-
mente porque entre ellos hay muchos puntos de contacto. No obstante, los conoci-
mientos técnicos hacen referencia a aquellas áreas del saber humano que, pese a no
ostentar el rigurosísimo título de “ciencia”, sí cuenta con procedimientos y técnicas
claramente estandarizadas para el abordaje de determinado problema o hipótesis.
Por ejemplo, la informática forense o la contaduría forense corresponden a cono-
cimientos especializados que suelen asociarse con mayor frecuencia a aspectos téc-
nicos que científicos. Su importancia surge con regularidad en casos relacionados
con delitos económicos, delitos informáticos, delitos de corrupción, etc.
Será un conocimiento artístico, por su parte, aquel que se refiera a nociones
culturales que puedan llegar a ser relevantes para el proceso. Como la apreciación
de las bellas artes, el cine, la fotografía, la música, y, en general, todas aquellas
derivadas de los conceptos de artes visuales, escénicas, musicales y literarias. Esta
clase de aspectos suelen ser relevantes en delitos como la estafa, la violación de los
derechos de autor, los delitos relacionados con marcas y patentes, etc.
Otro objeto legitimo sobre el que puede recaer la prueba pericial es el relativo a
un “oficio” especializado. En él se incluyen una amplia gama de ejemplos, desde la
venta y distribución de determinados productos, hasta la alfarería, la agricultura
y otros oficios manuales. La doctrina especializada explica esta idea con claridad:
“En consecuencia, la especialización del perito no proviene solo de lo que tra-
dicionalmente se consideraría un área técnica (ciencia), sino que de disciplinas o
Sistema de contrainterrogatorio 189

cualquier tipo de actividades que generen conocimiento especializado (técnicas,


artes u oficios). En este sentido, un artesano, en su respectivo oficio, podrá ser tan
experto como el físico nuclear que detente la mayor cantidad de doctorados y
postdoctorados en su respectiva disciplina.”94

ii. Objetivos específicos


Mucho se discute, también, acerca de cuáles son los objetivos específicos o,
en términos sencillos, lo que se puede intentar acreditar con la prueba pericial.
En la doctrina contemporánea se encuentran muchas divisiones, clasificaciones
y listados sobre el particular, pero personalmente me inclino por la expuesta por
el profesor norteamericano Melvin B. Lewis y retomada por el profesor chileno
Mauricio Duce95. Me inclino hacia esta división, especialmente, por su sencillez y
por los efectos prácticos que representa.
Esta se divide en cuatro puntos. En los tres primeros el perito emite una opi-
nión propiamente dicha, mientras que en el último el perito declara técnicamente
sobre un hecho que presenció en el marco de su labor como perito. Veamos uno
a uno:
• Opinión sobre hecho percibido. El perito puede entregar, a través de la
prueba pericial, una opinión sobre la causa de un hecho que percibe di-
rectamente. El ejemplo clásico es el del médico perito que examina una
herida de bala “y es capaz de entregar una opinión acerca de cuál es la
causa probable que explica una lesión de ese tipo”96.
• Opinión a partir de hechos hipotéticos. En similar sentido, el perito pue-
de emitir una opinion sobre hechos hipóteticos que le fueron presenta-
dos por el abogado para que los asuma como ciertos, y a partir de allí
explique las probables consecuencias.
Al respecto, Duce explica: “Típicamente se produce en casos en que el
experto es confrontado con hipótesis de diversa índole en donde se le
solicita que asuma como verdaderos ciertos hechos que no ha tenido
oportunidad de presenciar. Por ejemplo, si se le pregunta a un médico
cuáles serían las consecuencias que una persona teniendo una enferme-
dad determinada no tomara el medicamento X que ha sido prescrito.”97

94
Duce, Mauricio. La prueba pericial. Aspectos legales y estratégicos claves para el litigio en los
sistemas procesales penales acusatorios. Colección litigación y enjuiciamiento penal adversa-
rial. Ediciones Didot. Buenos Aires, 2015, p. 31.
95
Ibidem, p. 34 y ss.
96
Ibidem, p. 34.
97
Ibidem, p. 34.
190 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

• Contraperitaje o prueba pericial de refutación. Un tercer objetivo radica


en la opinión o explicación que el perito puede proporcionar, basándose
en los principios generales de su área del conocimiento, sobre los proce-
dimientos, reglas y estándares empleados o a las conclusiones expresadas
por otro perito.
• En otras palabras, un perito puede llevarse a juicio para que explique
si otro perito hizo su trabajo adecuadamente o no. Esto es lo que se
conoce como contra-peritajes o peritajes de refutación. En este caso el
perito no evalúa ningún hecho concreto o sus causas, ni parte de ninguna
“asunción”. Lo que evalúa es el trabajo que hizo otro perito, si lo hizo
correctamente y si cumplió con los principios, reglas y estándares que
debía acatar.
• Narración técnica de hecho percibido, sin opiniones. Un último objetivo
específico puede consistir en la narración de un hecho o circunstancia
percibida por el perito, que requiere de los conocimientos especializados
para ser apreciado y explicado correctamente. Ya no se trata de una
opinión acerca de las probables causas o consecuencias que determinado
hecho puede tener, sino de hechos o circunstancias que no podrían ser
explicados correctamente por un testigo lego.
El ejemplo del profesor Duce es clarificador: “Se trata de declaraciones
sobre hechos y no opiniones, pero que solo podrían ser entregadas por
alguien que tiene conocimiento experto que lo habilita para percibir cier-
tos hechos, como por ejemplo, cuando un perito realiza una observación
física de una persona y es capaz de identificar la existencia de una lesión
caracterizándola adecuadamente desde el punto de vista técnico, el cual
es requerido para identificar que se trata de ese tipo preciso de lesión y
no otra.”98
En esta última opción lo que hace el perito es contar, con lujo de detalles,
la lesión que pudo percibir en la víctima. Sus dimensiones, las condi-
ciones en que se encontraba, su nivel de gravedad, entre otras. Pero no
cuenta cómo pudo causarse, qué arma se utilizó ni cuántos años tardará
la víctima en recuperarse. Estos últimos son aspectos que corresponden a
opiniones que se abordarían por la primera forma de peritaje estudiada.

98
Ibidem, p. 35.
Sistema de contrainterrogatorio 191

Ahora, recordando la finalidad eminentemente práctica que tiene este libro,


resulta necesario aclarar que, muy probablemente, en una misma prueba pericial
concurran dos o más de estos objetivos específicos. Piense en un ejemplo sencillo.
Una mujer es atropellada por una motocicleta. El conductor fue procesado por
lesiones personales culposas debido a que superaba el límite de velocidad. El peri-
to médico debe evaluar una lesión que sufrió la mujer en una de sus piernas. Esa
misma lesión fue evaluada por un perito de la contraparte que concluyó que no
era de mayor gravedad.
En ese caso, el perito médico bien puede describir la lesión que percibió y sus
detalles —cuarta finalidad—; sus probables causas —primera finalidad—; las ra-
zones por las que considera que su colega se equivocó al llevar a cabo el examen
físico sobre la víctima en la forma en que lo hizo —tercera finalidad—; y las
consecuencias que podría llegar a padecer la víctima en la hipótesis de que nunca
logre recuperar la movilidad de su pierna —segunda finalidad—.

iii. Importancia de la prueba pericial


El rol protagónico de la prueba pericial es cada vez más evidente. Aunque las
causas son múltiples, lo cierto es que la prueba pericial se ha convertido en la
mano derecha del juez para la interpretación y análisis de todos aquellos aspectos
que se encuentran fuera de su alcance. Hay autores que llegan a afirmar que se
trata de una de las pruebas más importantes, si no la más importante99.
Lo cierto es que en el marco del sistema con tendencia adversarial ha ganado
mucho terreno. Así como resulta difícil imaginarse un caso que no tenga siquiera
un solo elemento concerniente a conocimientos especializados, también resulta
complejo imaginarse uno sin pruebas periciales.
El dominio de las nociones sobre la prueba pericial se ha convertido en requi-
sito indispensable para los litigantes en el marco del sistema adversarial. Entender
su procedencia, sus requisitos y la forma en la que debe presentarse persuasi-
vamente en juicio, resulta clave para la acreditación de la teoría del caso en la
inmensa mayoría de procesos.

99
En similar sentido se pronuncia el Profesor norteamericano Arthur Greenmbaum: “Experts play
a crucial role in modern litigation. The range of cases in which expert testimony is allowed, or
in some cases required, is immense. It is the testimony of these experts that often make or break
a case”. GREENBAUM, Arthur Franklin, Expert Witness Reports in Federal Civil Litigation:
The Role of the Attorney in the Expert Witness Report’s Preparation (2019). Ohio State Public
Law Working Paper No. 499 (2019), Disponible en http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3447219, p.
2. También ver, ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Ediciones Didot. Buenos Aires, 2019,
p. 240.
192 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

iv. “Peritos en venta”. El lado oscuro de la prueba pericial


Con el advenimiento del sistema con tendencia adversarial los peritos dejaron
de ser designados por parte del juez. En el sistema anterior, denominado como
sistema inquisitivo mixto, con tendencia inquisitiva o simplemente mixto, el juez
designaba a los peritos que resultaran necesarios. La designación podía hacerse
a un perito oficial —empleado gubernamental— o a un perito perteneciente a la
lista de auxiliares de la justicia.
En el sistema actual, aun cuando existe un control judicial acerca de la idonei-
dad de los peritos, son las partes quienes los seleccionan. Esto tiene como objetivo
generar un sistema de pesos y contrapesos entre los adversarios en contienda, que
produzca como resultados una serie de filtros tendientes a obtener la información
más pura posible.
Ese ideal proveniente del sistema anglosajón, sin embargo, se ha visto per-
meado por un fenómeno que algunos autores norteamericanos han denominado
“expert shopping”100, lo que bien podría traducirse como peritos en venta. Básica-
mente, el término se refiere a la existencia de peritos inescrupulosos que venden el
sentido de su opinión al mejor postor o a quien ejerce frente a ellos una relación
laboral de superioridad jerárquica101. Se trata de peritos sin rigurosidad científica
ni estándares éticos, que gran daño le hacen a la administración de justicia.

100
Traver, Robert. Anatomy of a Murder. St. Martin’s Publishing Group. New York. 1958 así
mismo, dos importantes Profesores y teóricos del análisis económico del derecho se refieren a
las opiniones de muchos de estos peritos como “junk science” o ciencia basura. Ver: COOTER,
Robert D. and EMONS, Winand, Truth-Bonding and Other Truth-Revealing Mechanisms for
Courts (November 2003). Disponible en: SSRN: https://ssrn.com/abstract=229339; sobre la
falsa percepción de certeza que suelen generar las pruebas periciales en los Juzgadores, pese a
todas a la falta de confiabilidad que representa en muchos casos, ver: THOMPSON, William
C. y SCURICH, Nicholas, How Cross-Examination on Subjectivity and Bias Affects Jurors’
Evaluations of Forensic Science Evidence (January 22, 2019). Disponible en SSRN: https://ssrn.
com/abstract=3320824. En APPLEGATE, John S., “Witness Preparation” (1989). Articles by
Maurer Faculty. 847, p. 295, se encuentra una conclusión similar.
101
No en vano, la Doctrina norteamericana ha señalado que, en ocasiones, los peritos actúan como
“marionetas” de los abogados que los convocan y contratan. Al respecto, ver GREENBAUM,
Arthur Franklin, Expert Witness Reports in Federal Civil Litigation: The Role of the Attorney
in the Expert Witness Report’s Preparation (2019). Ohio State Public Law Working Paper No.
499 (2019), Disponible en http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3447219, p. 4.
Un ejemplo del enorme daño que tal clase de “expertos” puede generar en el proceso de la de-
terminación de la verdad se encuentra en la narración y análisis del caso “Sleeper Cell” hecha
por el Profesor de la Universidad de Pace, Bennett Gershman. Ver: GERSHMAN, Bennett L.,
How Juries Get it Wrong - Anatomy of the Detroit Terror Case (October, 31 2008). Washburn
Law Journal, Vol. 44, 2005, p. 344 y 348, entre otras.
Sistema de contrainterrogatorio 193

El fenómeno fue representado de forma brillante en las palabras de quien fuera


juez de la Corte Suprema de Justicia de Michigan, John D. Volker. Bajo el seudó-
nimo de Robert Traver, Volker publicó el aclamado libro “Anatomía de un ase-
sinato” —que luego fue llevado al cine bajo el mismo título—. En él realiza una
descarnada crítica hacía los peritos en venta, reflejada en la conversación que el
defensor Paul Biegler sostiene con su cliente, el teniente Mannion, sobre los peri-
tos que deben buscar en una “salida de compras” para acreditar que el teniente
cometió el homicidio en estado de “locura” —insanity—:
“Habiendo dicho todo eso, teniente, debo añadir que usted tiene toda la razón sobre la
(prueba de la) locura. El panorama actual y el ritual exigido para acreditar legalmente la
locura es tan primitivo e insensato como torturar y esposar a nuestra propia locura. Estoy
de acuerdo con Usted.”

El teniente frunció el ceño y me miró con preocupación. “Espero que no se haya arrepen-
tido de alegar en mi defensa el estado de locura. ¿Y si nuestro psiquiatra elegido, cuando
lo encontremos, concluye que no estoy demente?”

“En ese evento seguimos nuestra salida de compras, como dice usted, hasta que encon-
tremos uno que concluya que sí lo está.” Dije sacudiendo la cabeza. “Así que nos vamos
de compras. Me encanta el término. (…)

“¿Qué hacemos, entonces?”

“Nos vamos de compras, mi amigo”

El teniente se encogió de hombros. “Bueno, supongo que, si tenemos que hacerlo, lo


haremos. ¿Dónde empezamos?”

“No dónde, teniente, la pregunta del millón es con quién. Sospecho que los psiquiatras
no son más filantrópicos que nosotros los abogados. De hecho, lo son menos que un
tonto abogado que conozco de casualidad (refiriéndose a sí mismo). Ellos esperarán que
el pago sea bueno y que se haga de contado.”

“Me la está poniendo muy difícil. ¿Cómo le voy a pagar a un psiquiatra? Usted sabe que
estoy quebrado. Carajo, hombre, ni siquiera puedo pagarle a usted”102 (Paréntesis fuera
de texto)

102
Traver, Robert. Anatomy of a Murder. St. Martin’s Publishing Group. New York. 1958, p. 64-
65. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Having said all that, Lieutenant,
it remains to be added that you’re absolutely right on insanity. The present outlook and ritual
of the law on legal insanity is almost as primitive and nonsensical as when we manacled and
tortured our insane. I agree with you”. The Lieutenant frowned and looked concerned. “I hope
you haven’t talked yourself out of my defense of insanity. And supposing our chosen psychia-
trist, when we find him, says I’m not nuts?” “In that event we keep shopping around, as you say,
till we can live-trap one who does”. I shook my head. “So a-shopping we must go. I love that
word. (…) “What do we do, then?” “We go shopping, my friend”. The Lieutenant shrugged.
“Well, I suppose if we must we must. Where do we start?” “Not where, Lieutenant—the burn-
ing question is what with? I rather suspect that psychiatrists are no more philanthropic than
194 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Pese a que este no es un libro sobre prueba pericial, me veo en la obligación


de traer las palabras del juez Volker para recordarle a usted que, en cuanto a su
honestidad y comportamiento ético, existen dos tipos de peritos. Por un lado,
aquellos que varían su postura dependiendo de qué necesite quien los contra-
te y cuánto esté dispuesto a pagarle por sus cambiantes opiniones —que suelen
proporcionar sin temor alguno a ser castigados—103. Esta clase de profesionales
tiene investigaciones o sanciones por faltas disciplinarias, éticas y hasta penales.
Además, son muy poco respetados, por decir lo menos, por sus pares científicos.
Son peritos que, a pesar de estar en venta, no valen ni un centavo.
Por otro lado, afortunadamente, existen peritos serios, honestos, rigurosos
que, pese a ser contratados por alguna de las partes, no permiten que ello tenga
injerencia alguna en el sentido de su opinión. Sus opiniones son desapasionadas
y coherentes. Son profesionales muy bien ponderados en el ámbito en el que se
desenvuelven. Son esos los peritos que verdaderamente aportan un valor agrega-
do en favor de la determinación de la verdad y la administración de justicia. Son
esos los que usted debe buscar.
Comprender adecuadamente la existencia de estas dos clases de peritos le per-
mitirá a usted llevar a cabo una elección correcta de los profesionales con los que
pretende acreditar su teoría del caso, sin duda. Pero la consecuencia más impor-
tante, de cara al objeto de este libro, radica en que le permitirá diseñar adecua-
damente el contrainterrogatorio. Una vez usted sepa que está en presencia de un
perito disponible “al mejor postor”, podrá encaminar todos sus esfuerzos durante
el contra para exponerle al Juez tal condición.

2.2. Aspectos generales del contrainterrogatorio a peritos


Contrainterrogar a un perito es un mundo distinto. Existen puntos de contacto
con el contrainterrogatorio de testigos, pero frente a los peritos se abre una se-
rie de posibilidades que permiten maximizar el impacto del contrainterrogatorio.
Sin embargo, antes de ocuparme de las áreas de impugnación y del contra por
concesiones frente a los peritos, resulta indispensable hacer algunos comentarios
preliminares que le permitan comprender adecuadamente a qué se enfrentará al
ocuparse de un perito.

us lawyers. In fact less so than one foolish lawyer I happen to know. They’ll expect to be well
paid—and on the line”. “You’re making it rather difficult. How can I pay a psychiatrist? You
know I’m broke. Hell, man, I can’t even pay you”.
103
Sobre los peritos que rinden testimonio falso, descontextualizado o inexacto, sin temor a san-
ciones, ver: COOTER, Robert D. and EMONS, Winand, Truth-Bonding and Other Truth-Re-
vealing Mechanisms for Courts (November 2003). Disponible en: SSRN: https://ssrn.com/abs-
tract=229339
Sistema de contrainterrogatorio 195

i. El contra será una batalla en el barro


Lo primero que debe saber es que el contrainterrogatorio a un perito es una
batalla que se librará, normalmente, en el terreno del adversario. Su condición de
experto que va a juicio a hablar acerca de los conocimientos especiales que domi-
na lo pone en una posición superlativa. El perito estará feliz de dar sus opiniones y
de discutir con usted acerca de temas que él conoce mucho mejor. Querrá ponerse
en la posición de profesor y a usted en la de su estudiante. Este es un juego de
poderes, del que usted debe estar muy consciente, y que no existe en el contrain-
terrogatorio de testigos convencionales.
Eso no significa, de manera alguna, que todo esté perdido. No. Con una ade-
cuada preparación y la aplicación del sistema de contrainterrogatorio expuesto
en este libro, usted prevalecerá. Lo primero para tener en cuenta es la necesidad
de llevar a cabo un contrainterrogatorio realista y cuidadosamente diseñado, que
parta de considerar que se enfrentará a una persona que siempre dominará el
tema mejor que usted.
Así mismo, en aplicación del primer mandamiento del contrainterrogatorio
—preparación, preparación y más preparación— usted debe estudiar con pro-
fundidad los aspectos técnicos o científicos objeto de la prueba pericial. Solo así
logrará conocer el área lo suficiente para formular las preguntas adecuadas, sobre
el tema adecuado, con el lenguaje adecuado. Este último punto relativo al lengua-
je es fundamental.
Usted debe contar con nociones básicas sobre el lenguaje especializado del
campo en el que se desenvuelve el perito que enfrenta. Solo así logrará percatarse
de cuándo el perito está respondiendo realmente su pregunta, cuándo simplemen-
te la está evadiendo y cuándo simplemente quiere jugar con usted.
En ese orden, como regla general, el contra no deberá consistir en una pelea
mano a mano relativa a los aspectos especializados que el perito domina. Esto
significa que el contra no consistirá en una competencia para demostrarle al Juez
quien tiene mejores conocimientos sobre el área específica, si usted o el perito.
Así el ego —siempre mal consejero— le quiera hacer creer que algo bueno
puede surgir de esa forma de abordar el contra, la realidad es diametralmente
distinta. Aquí el séptimo mandamiento —cuídese de su ego— cobra más vigencia
que nunca. Por eso, como lo explicaré más adelante en detalle, cuando requiera
cuestionar los conocimientos, las conclusiones, los métodos o las opiniones del
perito, debe hacerlo eligiendo específicamente el punto en el que recae la falencia
y la forma en la que la acreditará.
En otras palabras, en lugar de demostrar quién sabe más, usted demostrará que
el perito, aun sabiendo más que usted, está mintiendo o se equivocó en su opinión.
196 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ii. Equilibrando las cargas


Sí, el perito siempre sabrá más que usted. Así usted dedique una buena canti-
dad de horas a estudiar y comprender el tema objeto de la prueba pericial, cosa
que debe hacer. Los años de estudio y de experiencia del perito hacen que conozca
mejor el tema. Sin embargo, el sistema con tendencia adversarial le provee la he-
rramienta idónea para equilibrar las cargas: su propio perito.
Siempre que su contraparte llame a juicio a un perito, usted tiene que hacer
todo lo posible para llevar a su propio experto. Esto permitirá que sea alguien
con los mismos o con mejores conocimientos especializados, quien ataque las
opiniones del perito de su contraparte. Toda manifestación, toda opinión y toda
explicación que haga el perito adverso pasará por el filtro de su perito. Él es el
primero llamado a explicarle a usted si el perito adverso tiene la razón, o no, y en
qué medida.
Su perito no solo expondrá su propia opinión sobre el asunto en contienda o
sobre lo acertadas o erradas que son las opiniones del perito de la contraparte.
Su perito será, además, su principal y más importante asesor de cara a la estruc-
turación del contrainterrogatorio. Será él quien le explicará cuáles son los puntos
débiles que pueden atacarse. Será él quien le dará las herramientas teóricas para
acreditar las equivocaciones del perito adverso.
En síntesis, el perito será su prueba, su asesor y su profesor sobre la mate-
ria, al mismo tiempo. Su perito juega un rol tan importante que incluso podrá
acompañarlo y asesorarlo durante la ejecución del contrainterrogatorio del perito
adverso104. Será su perito, entonces, quien equilibrará las cargas y disminuirá su
posición de desventaja que, en principio, era tan marcada.

iii. Se enfrenta a un testigo profesional


Los peritos frecuentemente están en juicio. Algunos llegan a rendir cientos de
pericias a lo largo de su carrera. De tal manera que el juicio oral y su procedi-
miento no les es desconocido. Los peritos saben perfectamente para qué sirve el
contrainterrogatorio. Conocen sus técnicas y los peligros que representa, pero
también saben cómo evadir a un contrainterrogador inexperto. Este es un punto

104
El Código de Procedimiento Penal Colombiano establece en su art. 396: Examen separado de
testigos. Los testigos serán interrogados separadamente, de tal manera que no puedan escuchar
las declaraciones de quienes les preceden. Se exceptúa de lo anterior, además de la víctima y
el acusado cuando decide declarar, aquellos testigos o peritos que debido al rol desempeñado
en la preparación de la investigación se requiera de su presencia ininterrumpida en la sala de
audiencias, bien sea apoyando a la Fiscalía o a la defensa”.
Sistema de contrainterrogatorio 197

muy importante para tener en cuenta, tanto en la fase de preparación como du-
rante la ejecución del contrainterrogatorio.
Aunque esto puede sonar atemorizante, lo cierto es que su solución radica
en adelantar un contrainterrogatorio muy preciso. Quirúrgico. Tomando como
punto de partida el informe pericial que rindió, haciendo preguntas sugestivas,
evitando que el perito de explicaciones, exigiendo respuestas precisas a cada una
de las preguntas que realice y, en general, aplicando las técnicas que expondré en
el capítulo de la ejecución del contra. De esta forma ni siquiera el más experimen-
tado de los peritos podrá evitar que usted logre su punto.
Sin embargo, recuerde que desde el mismo instante en que usted se disponga a
impugnar la credibilidad del perito, bien exponiendo inconsistencias o bien a tra-
vés de cualquiera de las formas que estudiaremos, seguramente el perito ya sabrá
cuál es su finalidad y hacia dónde se dirige. Descarte, entonces, cualquier idea de
sorprender o emboscar al perito.
Dependiendo de la experiencia que tenga, él ya habrá transitado varias veces
ese camino. Ya se conoce las grandes piedras y los pequeños obstáculos. Por eso su
trabajo como contrainterrogador, en lugar de consistir en darle vueltas al asunto
buscando que el perito tropiece, debe ser certero y demoledor.

iv. Contrainterrogue con un ojo en su perito


Como irá descubriendo a medida que avance en la lectura de este capítulo,
existen muchas y muy variadas razones para impugnar la credibilidad de los peri-
tos adversos y restarle valor a la prueba pericial. Desde el ataque a su idoneidad,
pasando por la acreditación de inconsistencias, hasta los ataques a su coherencia
científica, entre otros.
Sin embargo, usted deberá tener cuidado para evitar impugnar al perito adver-
so por un factor o debilidad que también sufre su perito. Por eso, debe realizar el
contrainterrogatorio con un ojo en el perito adverso y el otro en el perito propio.
Solo para hacer más clara la idea, piense que usted se enfrenta a un profesor su-
mamente reconocido, una eminencia en su área, cuya única debilidad es no contar
con mucha experiencia práctica en el asunto. Ningún sentido tendrá impugnar al
perito por esta razón si el que usted presenta para refutar sus afirmaciones adolece
del mismo mal.
Esta incoherencia en el motivo de la impugnación anulará cualquier posibi-
lidad de resaltar el punto en los alegatos de conclusión como es debido. Pues
resultaría cuando menos paradójico que usted le pida al Juez que no le crea al
perito por una falencia que su perito también tiene. Mucha coherencia, entonces,
es requerida a la hora de diseñar el contrainterrogatorio a peritos.
198 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

2.3. Áreas de impugnación de credibilidad de peritos


En las próximas páginas expondré las vías con que cuenta el contrainterroga-
dor para impugnar la credibilidad de los peritos en eventos en los que considera
que está mintiendo, que su opinión es equivocada o que por cualquier otra razón
sus manifestaciones no deben ser adoptadas por el juez. La explicación está divi-
dida en dos partes.
En la primera abordaré las áreas comunes. Estas son algunas áreas que ya fueron
estudiadas en el contra a testigos “regulares”, que ahora explicaré desde la pers-
pectiva específica del contra a peritos. Es el caso de las manifestaciones anteriores
inconsistentes, las omisiones, la parcialidad, el carácter mendaz, entre otras. En la
segunda parte me referiré a las áreas específicas, entendiendo por tales las que se
presentan exclusivamente en la impugnación de peritos —idoneidad, sujeción a es-
tándares profesionales y éticos, falencias y omisiones en el análisis del perito, etc.—.

2.3.1. Áreas comunes


Como anticipaba, existen algunas áreas de impugnación que, pese a ya ha-
ber sido estudiadas, merecen una explicación adicional desde la perspectiva de
la prueba pericial. Sobre otras no ahondaré, precisamente porque no ameritan
una explicación independiente y diferenciada. Y no la requieren por dos razones.
Por un lado, porque se presentan con poca frecuencia en la práctica y, por otro,
porque no hay ninguna consideración adicional a realizar cuando no es utilizada
para atacar a testigos comunes sino a peritos.
Piense, por ejemplo, en el contra por mendacidad del testigo. Un perito con
un patrón de mendacidad será impugnado exactamente de la misma forma y
cumpliendo los mismos requisitos que deben acreditarse al impugnar a un testigo
regular. Lo mismo sucede con el perito que tiene problemas de visión relevantes
para el caso. La impugnación por percepción será exactamente igual a la de los
testigos. Su explicación, entonces, no precisa ser ahondada.
Antes de continuar, es importante reiterar que todas las vías estudiadas en el
capítulo de los testigos comunes resultan procedentes en el contrainterrogatorio a
peritos, con las siguientes precisiones:

1) Manifestaciones previas inconsistentes


El grueso de la discusión ya fue desarrollado en el capítulo de los testigos co-
munes. Cualquier inconsistencia entre las distintas manifestaciones hechas por el
perito podrá ser susceptible de impugnación por esta vía, siempre que cumpla con
los requisitos de trascendencia, claridad y lealtad explicados en su momento. Sin
embargo, hay dos explicaciones adicionales que son necesarias.
Sistema de contrainterrogatorio 199

La primera tiene relación con el objeto de la inconsistencia. En los peritos esas


inconsistencias pueden recaer en tres aspectos. Uno, sobre el procedimiento que
realizaron. Dos, sobre las conclusiones a las que arribaron y, tres, sobre los funda-
mentos técnico-científicos que los llevaron a la conclusión.
Frente al primer aspecto, piense que un perito manifestó en el informe pericial
que había realizado una revisión integral a una serie de documentos, mientras
que en el juicio llega a decir que solo revisó una parte relevante de los mismos.
Un ejemplo del segundo se presenta cuando en el escrito base de su opinión el
perito concluye que el impacto de bala pudo haber sido causado con tres tipos de
revolver, mientras que en el juicio afirma que se pudo formar la opinión, en grado
de certeza, conforme la cual el impacto de bala solo podía provenir de un tipo de
revolver.
El tercero es el más usual. Se presenta, por ejemplo, cuando el perito afirmó en
su declaración previa o en su informe base que el fundamento técnico científico
de su opinión radicaba en la huella que suelen dejar los proyectiles al impactar el
cuerpo humano, mientras que en juicio dijo que radicaba en la profundidad con
la que quedaba alojado en el cuerpo luego del impacto.
La segunda explicación adicional que resulta necesaria es la siguiente. Las
fuentes de las manifestaciones previas de los peritos son aún más amplias que las
de los testigos regulares. Los peritos reconocidos en su área suelen dar charlas,
conferencias y clases sobre los temas que manejan. También suelen tener libros,
artículos indexados y otras formas de publicaciones al respecto.
Cuando usted se encuentre con un perito que presentó una opinión distinta a
la que había expresado en un escenario académico o en una publicación, habrá
encontrado oro. Pues no solo podrá impugnar demostrando las inconsistencias
y la incoherencia técnico-científica, sino que podrá empezar a dar las primeras
puntadas para acreditar que, probablemente, sea uno de los “peritos en venta”.

2) Omisiones
En similar sentido, podrá impugnar al perito que haya omitido un hecho rele-
vante en una o varias de sus manifestaciones anteriores. La omisión puede recaer,
también, en algún aspecto del procedimiento o análisis realizado por el perito, en
las conclusiones a las que arribó o en el fundamento técnico-científico de su opi-
nión. Veamos un ejemplo de cada uno.
Para el primer punto, la omisión en el procedimiento, imagine que el perito en
su informe describió la forma en la que realizó su procedimiento de balística en
cinco pasos, pero llegó a juicio a decir que en realidad habían sido seis, todo con
el ánimo de ocultar que olvido desarrollar uno de los pasos relevantes.
200 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Sobre las conclusiones —segundo caso— el ejemplo es similar. Piense que en la


opinión pericial que le descubrió su contraparte, el perito concluyó simplemente
que no existía uniformidad entre la firma de la víctima de una estafa y la que se
encontraba en una escritura pública sometida a su estudio. En juicio, sin embargo,
llegó a manifestar que, además de haber concluido la falta de uniprocedencia en-
tre la firma existente en la escritura pública y la firma de la víctima, también pudo
concluir que existían rasgos identificadores entre la firma de la escritura pública
y la del procesado. Una omisión en ese sentido cumpliría con los requisitos de
trascendencia, claridad y lealtad ampliamente explicados.
Un ejemplo de omisiones relevantes frente a los fundamentos técnico-científi-
cos que sustenta la opinión es el siguiente. El perito manifestó haber basado su
opinión sobre la probable velocidad de un vehículo al momento impactar a otro,
en el cálculo matemático realizado a partir de la extensión y profundidad de las
marcas de frenado encontradas en la escena de los hechos.
Sin embargo, cuando se dio cuenta en juicio que su fundamento matemático
a partir de marcas de frenado estaba siendo desvirtuado, se le ocurrió decir que
también pudo formarse una opinión acerca de la velocidad del vehículo a partir
del radio y la profundad del impacto encontrado en el vehículo que fue colisio-
nado. Se trata de fundamentos técnicos que, si bien, pueden ser complementarios,
resultan distintos. Valdría la pena, entonces, demostrarle al juez que este último
nunca había sido mencionado, de tal manera que la veracidad de su concurrencia
debe ponerse en tela de juicio.
Para terminar, las omisiones que se encuentre frente a manifestaciones realiza-
das en escenarios académicos o en publicaciones de cualquier tipo por parte del
perito, sirven, indudablemente, como fuente para la impugnación de credibilidad
por esta vía. De suerte que podrán ser expuestas y leídas durante el juicio con
la misma finalidad y bajo el mismo procedimiento predicables de cualquier otra
manifestación o declaración.

3) Parcialidad
Los peritos juegan un papel fundamental en la reconstrucción histórica de
los hechos. El proceso confía en ellos el apoyo a la consecución de la verdad en
lo referente a los aspectos técnicos o científicos en los que el Juez requiere de su
colaboración. Por la gran importancia que representan se espera de ellos que sean
rigurosos, serios, objetivos e imparciales. Que no aprovechen su condición de su-
perioridad cognitiva en los aspectos que dominan mejor que las partes. Se espera
que colaboren en la búsqueda de la verdad, no en su distorsión.
Sistema de contrainterrogatorio 201

La mayoría de legislaciones del mundo contemplan alguna norma referente al


deber de objetividad e independencia de los peritos.105 Particularmente en Colom-
bia, el asunto se encuentra consagrado en dos instrumentos distintos.
El Código General del Proceso señala que “El perito deberá manifestar bajo
juramento que se entiende prestado por la firma del dictamen que su opinión
es independiente y corresponde a su real convicción profesional”106. Frente a la
exigencia de objetividad e imparcialidad del perito, refiere que “desempeñará su
labor con objetividad e imparcialidad, y deberá tener en consideración tanto lo
que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a cualquiera
de las partes.”107
Así mismo, el Código de Procedimiento Penal colombiano establece que el
perito podrá ser recusado exactamente por las mismas causas de recusación del
juez108, cuando concurran algunas circunstancias específicas que pueden compro-
meter la imparcialidad de sus opiniones.
Hay quienes afirman que en el sistema con tendencia adversarial a los peritos
no se les puede exigir imparcialidad. Se equivocan rotundamente. Una cosa es que
el perito sea ofrecido al juicio por una de las partes y otra muy distinta que tenga
carta blanca para moldear sus opiniones dependiendo de quien los ha contratado.
Una cosa es que los peritos sean seleccionados por las partes y otra, muy distinta,
es que intenten beneficiar indebidamente a esa parte que los lleva a juicio.
La condición de profesionales que van a explicar un asunto técnico-científico
al juez exige de ellos absoluta seriedad e imparcialidad. Esta noción constituye un
parámetro elemental en el entendimiento de prueba pericial, que no por olvidar-
se frecuentemente por algunos litigantes y peritos, deja de ser de imprescindible
aplicación.
Una claridad es importante. Las causales de recusación son motivos para de-
cretar la inadmisibilidad de la prueba pericial. No constituyen, en ese orden, áreas
para la impugnación de credibilidad de los peritos durante el contrainterrogato-
rio, pues el perito frente al que se estructure alguna de esas premisas ni siquiera
será escuchado en juicio.
No obstante, puede llegar a suceder que el perito omitió, por ejemplo, contar
que existía una amistad íntima entre él y la parte que lo postuló a juicio. Si du-
rante el directo o durante el contrainterrogatorio llega a surgir esa información,

105
Buscar Chile; México; USA, etc.
106
Artículo 226 del Código General del Proceso colombiano.
107
Artículo 235 del Código General del Proceso colombiano.
108
Artículo 411 del Código de Procedimiento Penal colombiano.
202 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

el Juez deberá excluirlo inmediatamente. Sus apreciaciones y opiniones ni siquiera


podrán llegar a ser valoradas.
En muchos otros casos el motivo de parcialidad del perito no será tan extremo
como para ameritar una recusación. Entre otras, porque las recusaciones corres-
ponden a un listado cerrado o taxativo de eventos. Todos los demás hechos o cir-
cunstancias que permitan inferir que el perito puede llegar a tener un motivo para
inclinar, incluso tangencialmente, el sentido y los alcances de su opinión experta,
podrán ser abordados mediante el contrainterrogatorio con fines de impugnación
de credibilidad. Las hipótesis de parcialidad estudiadas en el capítulo de los testi-
gos comunes son plenamente aplicables a los peritos, pero hay varias adicionales
que vale la pena tener en la mira.

i. Remuneración desproporcionada
La mayoría de los peritos recibirán una remuneración por su trabajo. No por
su opinión ni por el sentido de ella, sino por el trabajo que realizó para efectos de
emitirla. Esa circunstancia, por sí sola, no necesariamente lleva a concluir que el
perito se encuentra parcializado.
Precisamente por eso el Código General del Proceso dispone que: “No se en-
tenderá que el perito designado por la parte tiene interés directo o indirecto en el
proceso por el solo hecho de recibir una retribución proporcional por la elabora-
ción del dictamen”109. Además, si su perito también está recibiendo una remune-
ración, ningún sentido tiene que usted intente impugnar la credibilidad del perito
por la misma causa. La incoherencia saltaría a la vista.
La conclusión es diferente si el perito está recibiendo una remuneración des-
proporcionada110. Unos honorarios irrazonablemente altos, indudablemente, pue-
den llegar a constituir un motivo de parcialidad muy fuerte. Imagine que usted
debe contrainterrogar a un perito que está recibiendo una remuneración diez ve-
ces mayor comparada con la que recibe su propio perito, o comparada con la que
normalmente se establece como pago promedio por ese determinado dictamen
pericial. Se trata de un asunto relevante para la credibilidad del perito que, sin
duda alguna, puede ser abordado durante el contrainterrogatorio con fines de
impugnación.

109
Parágrafo único del artículo 235 del Código General del Proceso colombiano.
110
Los estándares éticos para el desarrollo del proceso penal norteamericano (ABA Criminal Jus-
tice Estándar), prohíben a los abogados pagar honorarios irrazonablemente altos a los peri-
tos. Así lo explica: FLOWERS, Roberta Kemp, Witness Preparation: Regulating the Profes-
sion’s ‘Dirty Little Secret’ (2011). Hastings Constitutional Law Quarterly, Vol. 38, No. 4, p.
1007, 2011, Stetson University College of Law Research Paper No. 2012-9, Disponible en
SSRN: https://ssrn.com/abstract=2039480, p. 1017.
Sistema de contrainterrogatorio 203

En Latinoamérica se encuentran regulaciones interesantes acerca de la posi-


bilidad de contraexaminar al perito sobre este aspecto. El Código Procesal Penal
chileno contempla que: “durante la audiencia del juicio oral podrán dirigírseles
preguntas orientadas a determinar su imparcialidad e idoneidad, así como el rigor
técnico o científico de sus conclusiones. Las partes o el tribunal podrán requerir
al perito información acerca de su remuneración y la adecuación de esta a los
montos usuales para el tipo de trabajo realizado”111.
Ahora bien, usted seguramente se estará preguntando cómo va a saber cuánto
está cobrando el perito en un caso específico. Recuerde que el motivo de la impug-
nación se puede acreditar a través de cualquier medio probatorio que haya sido
recolectado de forma lícita. Para este caso, concretamente, usted puede utilizar
tres herramientas.
La primera, solicitarle al perito que le conceda una entrevista previa al juicio.
Si el perito accede, allí se lo puede preguntar. La segunda, enviarle una comunica-
ción escrita pidiéndole que conteste varias de sus preguntas, entre ellas, las relati-
vas a la remuneración. Si en estos dos eventos el perito se niega a responder, esa
negativa de su parte podrá ser utilizada para demostrar su parcialidad. La tercera
radica en acudir ante el juez de Control de Garantías para exigirle que ordene al
perito responder a sus cuestionamientos. Esta última es una hipótesis poco fre-
cuente, que implica la realización de una audiencia innominada, pero que no por
ello debe perderse de vista.
Otro motivo por el que se puede llevar a cabo una impugnación de credibili-
dad sumamente poderosa radica en que el perito haya pactado con la parte que
lo llevó a juicio su remuneración, total o parcialmente, dependiendo del resultado
del proceso. El motivo para mentir es mucho más claro en esos casos, pues puede
surgir un incentivo en el perito para inclinar indebidamente su opinión. Tanto,
que el Código General del Proceso colombiano generó una prohibición genérica
al respecto al consagrar que “se prohíbe pactar cualquier remuneración que pen-
da del resultado del litigio.”112

ii. Vinculación laboral con una de las partes


Existe otra forma de impugnar la parcialidad de los peritos, aunque no suele
resultar especialmente persuasiva, salvo que esté acompañada por otras razones
que hagan dudar de su credibilidad. Me refiero al perito que tiene una vincula-
ción laboral con la parte que lo ofrece a juicio. Claro, la primera idea que surge al

111
Artículo 318. Código Procesal Penal chileno.
112
Parágrafo único del artículo 235 del Código General del Proceso colombiano.
204 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

mencionar este aspecto es la de los peritos de la Fiscalía, quienes por regla general
tienen una vinculación contractual y laboral.
Sin embargo, esta forma de impugnación es igualmente aplicable para los pe-
ritos que trabajan permanentemente, o con cierta regularidad, con las oficinas
de abogados que los convocan. Esa exclusividad entre peritos y una oficina de
abogados no es tan frecuente, pero puede llegar a presentarse. En cualquier caso,
se trata de un motivo de impugnación de credibilidad debido a que la vinculación
laboral, con los incentivos positivos o negativos que conlleva, puede convertirse
en una presión que lleve al perito-empleado a inclinar sus opiniones consciente o
inconscientemente.
Puesto en términos coloquiales, no resulta razonable pensar que la Fiscalía o la
defensa quieran seguir teniendo como empleado a un profesional que regularmen-
te emite opiniones a favor de la contraparte o que resultan inocuas para lo que
demandan sus teorías del caso113. Esto cobra aún más relevancia si, por ejemplo,
el perito-empleado suele recibir bonificaciones, premios, condecoraciones, vaca-
ciones adicionales o ascensos a raíz de lo que su empleador entiende como una
“buena labor”.
Para que esta forma de impugnación genere algún efecto relevante, debe ir de
la mano con una de las que se refieren a la falta de idoneidad del perito, la men-
dacidad de sus afirmaciones o a las equivocaciones en las que incurrió al emitir su
opinión. De lo contrario, el juez bien puede concluir que, a pesar de ser un testigo
cuyo sustento depende de una de las partes, sus apreciaciones son correctas.
Todo esto debe analizarse de forma armónica con los postulados de la teoría
del caso. Si el perito no le hace daño, si se trata de una opinión inocua o si, in-
clusive, se trata de una opinión que puede llegar a beneficiarlo, no tiene ningún
sentido que usted se desgaste, desgaste al juez y dilate el trámite del juicio con
impugnaciones carentes de una finalidad claramente determinada. Por eso, repito,

113
La idea es explicada por el Profesor Arthur Greenbaum, así: “Nevertheless, there is certainly a
real-world chance that the opinions of experts may be shaped by who employs them. Experts
are “at will” employees. An unsatisfactory opinion or an uncooperative attitude may lead to
dismissal or at least a decision not to call on the expert to testify. Either has negative compensa-
tion implications. The desire to be hired in the future also can play a part. These financial incen-
tives can influence an expert’s testimony. A human desire to please those for whom one works,
and the reliance relationship the expert has on counsel to provide certain facts and assumptions
may further taint the process”. En GREENBAUM, Arthur Franklin, Expert Witness Reports in
Federal Civil Litigation: The Role of the Attorney in the Expert Witness Report’s Preparation
(2019). Ohio State Public Law Working Paper No. 499 (2019), Disponible en http://dx.doi.
org/10.2139/ssrn.3447219, p. 7.
Sistema de contrainterrogatorio 205

debe tener presente su teoría del caso frente a todas y cada una de las decisiones
que tome a lo largo del juicio oral.

iii. Tendencia en sus opiniones pasadas hacia una de las partes


Una muestra clara de parcialidad radica en la existencia de un patrón en las
opiniones emitidas por un perito. Imagine que el perito, siempre que se le ha pedi-
do diagnosticar si un paciente presenta la sintomatología de una persona víctima
de delitos sexuales, concluyó que en efecto los presenta.
Esa uniformidad en las conclusiones del perito114, pese a que seguramente los
casos han de presentar diferencias sustanciales, debería llamar la atención acerca
de su parcialidad o sesgo intelectual. Resultaría más razonable que, ante distintos
casos, las conclusiones u opiniones fueran igualmente distintas. Hay casos en los
que esta tendencia es tan aberrante, que los peritos llegan a “copiar y pegar” sus
procedimientos, hallazgos y conclusiones de un informe pericial a otro.
Nuevamente el problema radica en cómo encontrar qué es lo que ha dicho el
perito en otros casos. Pues solo conociendo las opiniones rendidas en otros pro-
cesos podrá establecerse un patrón o sesgo que denote parcialidad. La solución es
sencilla y viene consagrada en las disposiciones del Código General del Proceso
colombiano, plenamente aplicable al procedimiento penal en virtud del principio
de integración, por no oponerse a la naturaleza del procedimiento con tendencia
adversarial.
De forma similar a la regulación norteamericana, el artículo 226 de esa dispo-
sición establece que, junto con el dictamen, el perito debe entregar: “La lista de
casos en los que haya sido designado como perito o en los que haya participado
en la elaboración de un dictamen pericial en los últimos cuatro (4) años. Dicha
lista deberá incluir el juzgado o despacho en donde se presentó, el nombre de las
partes, de los apoderados de las partes y la materia sobre la cual versó el dicta-
men”.
Se trata de una norma que no es invocada con frecuencia por parte de los liti-
gantes, pero no por ello deja de ser importante. Contar con un listado de las opi-
niones efectuadas, los procesos en los que se rindieron, las partes de esos procesos,
así como los temas, constituye información suficiente para establecer los patrones
de esta específica forma de impugnación por parcialidad.

114
Un sector de la doctrina norteamericana ha denominado este fenómeno como “cognitive bias”.
Al respecto, ver: THOMPSON, William C. y SCURICH, Nicholas, How Cross-Examination
on Subjectivity and Bias Affects Jurors’ Evaluations of Forensic Science Evidence (January 22,
2019). Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=3320824
206 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

iv. Desinterés por la información de la otra parte


El último punto de este listado —que en todo caso no es taxativo— se refiere la
ausencia de interés por parte del perito para acceder a “la otra cara de la moneda”
antes de emitir su opinión. Debe quedar claro que un perito eventualmente puede
emitir su opinión basándose únicamente en la información que le proporciona
una de las partes.
No obstante, de un perito imparcial se esperaría que emita su opinión ba-
sándose también en la información proporcionada por la contraparte115. Si la
contraparte no le permite acceder a esa información, el perito habrá cumplido
con su deber. Pero si ni siquiera intentó acceder a las evidencias y los datos de la
contraparte, se abrirá la puerta a la impugnación por parcialidad.

2.3.2. Áreas específicas


Las áreas de impugnación de credibilidad que únicamente pueden predicarse
de los peritos son las siguientes:

1) Idoneidad del perito: formación académica, experiencia y


conocimiento
Si los peritos son las personas en las que la administración de justicia se apoya
cuando se requieren conocimientos especializados, lo mínimo que se espera de
ellos es que cumplan con parámetros de idoneidad. En términos generales, un
perito idóneo es aquel que cuenta con las credenciales y las calidades necesarias
para rendir una opinión fundada frente a una hipótesis que le plantea la parte que
lo ofrece en juicio.
La idoneidad tiene tres componentes fundamentales.
• La formación académica. Esto es, que el perito cuente con los estudios
que permitan concluir que domina el área respectiva.
• Los años de experiencia que le ha dedicado al aspecto respecto del cual
se demanda su opinión. Con esto se busca garantizar que el conocimien-
to del perito en el plano teórico encuentre sustento también en el plano
práctico.

115
Los estándares éticos para el desarrollo del proceso penal norteamericano (ABA Criminal Jus-
tice Estándar), exigen que los abogados entreguen a los peritos toda la información necesaria
para que emita una opinión informada, justa e imparcial. Así lo explica: FLOWERS, Roberta
Kemp, Witness Preparation: Regulating the Profession’s ‘Dirty Little Secret’ (2011). Hastings
Constitutional Law Quarterly, Vol. 38, No. 4, p. 1007, 2011, Stetson University College of Law
Research Paper No. 2012-9, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=2039480, p. 1018.
Sistema de contrainterrogatorio 207

• El nivel de conocimiento del perito dentro de su área. Pues de nada ser-


virá que tenga los estudios requeridos y una significativa experiencia, si
no cuenta con los conocimientos que permitan concluir que maneja con
solvencia el área objeto de su opinión pericial.

i. Aclaración previa: la investigación es el punto de partida de una impugnación


exitosa
Una impugnación por idoneidad verdaderamente efectiva requiere de una in-
vestigación profunda sobre los antecedentes del perito. Aunque ellos tienen la
obligación de descubrir esa información, parta de la base según la cual, segura-
mente, solo le descubrirán aquellos elementos que “hablen bien” del perito. Por
esto, es importante no confiarse en que la contraparte entregará los datos rele-
vantes y optar, mejor, por llevar a cabo una investigación rigurosa en ese sentido.
Cualquier reserva que pueda existir sobre la información, deberá enfrentarse
en un análisis de proporcionalidad con el derecho fundamental a la confronta-
ción. Este último debe prevalecer, entre otras, por la inocultable importancia que
tiene el derecho a impugnar los testigos de la contraparte como máxima expresión
del derecho fundamental a la defensa.
Si bien, es cierto, para acceder a una parte de esa información tendrá que
realizar actos de investigación formales y complejos, es muy probable que usted
acceda a información relevante de forma más sencilla. Podrá encontrar datos muy
interesantes sobre los peritos simple y llanamente utilizando un motor de búsque-
da en la web pública —Google y semejantes—.
Otra forma muy efectiva a través de la cual puede acceder a esa información es
contactando a colegas que usted sepa que se han enfrentado al mismo perito. Esta
última suele ser una fuente de información muy interesante pues, además, ellos
podrán darle datos concretos acerca del comportamiento del testigo en audiencia;
las falencias que encontraron en sus opiniones; las partes que los contrataron,
entre otras.
Otra forma muy efectiva a través de la cual puede acceder a esa información es
contactando a colegas que usted sepa que se han enfrentado al mismo perito. Esta
última suele ser una fuente de información muy interesante pues, además, ellos
podrán darle datos concretos acerca del comportamiento del testigo en audiencia,
las falencias que encontraron en sus opiniones y las partes que los contrataron,
entre otras.
Así mismo, resulta frecuente que los peritos renombrados cuenten con página
web propia, o cuando menos un perfil en redes como LinkedIn. Allí usted encon-
trará, muy seguramente, los estudios que afirma tener el perito, algunas empresas
con las que posee vinculación, las publicaciones que ha realizado, entre otros da-
208 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

tos que pueden resultar importantes para el contrainterrogatorio. Por último, no


descarte revisar si su perito tiene conferencias publicadas en la web, bien en redes
sociales o plataformas como Youtube, Vimeo, Tedtalks, etc.

i. Formación académica
Para atacar al perito por su formación académica tenga en cuenta los siguientes
aspectos. Hay peritos que no tienen los estudios que afirman tener. Si eso sucede,
usted podrá impugnar por falta de idoneidad y por carácter mendaz o deshonesto
al mismo tiempo. Otros cuentan con los estudios necesarios, pero los cursaron
hace mucho tiempo. En ese caso también será procedente la impugnación por la
falta de actualización.
Todas las áreas del saber humano están en permanente evolución, de tal mane-
ra que un perito que no estudie y no se actualice es cada día menos experto. En el
mismo sentido, hay peritos que cuentan con una vasta formación académica, pero
en un área distinta a la que pretenden abordar en la opinión pericial. Imagine un
químico reconocido que va a juicio a hablar acerca de la estabilidad estructural
de una megaobra de ingeniería civil. La falta de relación entre el área en el que
se formó y el área en el que rinde la pericia, será otro motivo para impugnar su
credibilidad.

ii. Experiencia profesional


Frente a la experiencia del perito la situación es similar. Hay algunos peritos
que mienten acerca de su experiencia profesional. Bastará con que usted o su
investigador lleven a cabo una verificación de las referencias laborales del perito,
para determinar si lo que afirma es cierto o no. Otros, por su parte, a pesar de ser
reconocidos expertos, no cuentan con experiencia práctica en el asunto frente al
cual se demanda su opinión.
Esto suele suceder con profesores, teóricos o tratadistas que, a pesar de su
reconocimiento en el ámbito técnico científico, carecen de los conocimientos que
únicamente la aplicación práctica de esos postulados puede proveer. Dependiendo
de cuál sea el objeto de la opinión, esta puede ser una forma muy importante de
atacar la prueba pericial.
La impugnación también será procedente cuando el perito tenga experiencia
práctica, pero no en el área frente a la cual está rindiendo su opinión. Piense en un
ingeniero de estructuras cuya experiencia práctica recae en ingeniería de fluidos.

iii. Publicaciones o la falta de ellas


Los peritos no escatiman esfuerzos en maximizar la importancia de sus publi-
caciones. Pero no se deje engañar, solo algunas de ellas gozarán de la rigurosidad
Sistema de contrainterrogatorio 209

científica necesaria para posicionar al perito como un verdadero experto en el


tema. En todos los ámbitos —incluido el jurídico— hay publicaciones sobresa-
lientes, escritas a consciencia, que vale la pena leer, y hay otras que constituyen,
sin más, un acto de ligereza o de vanidad del escritor que no aportan nada nuevo
al ramo al que se refieren.
Así que no se deje deslumbrar porque el perito tiene publicaciones. En su lugar,
revise si esas publicaciones corresponden a revistas indexadas, textos aprobados
por pares académicos o a cualquier otra forma de divulgación científica de peso.
Si no lo son, y el perito hace alarde de ellas, será procedente la impugnación por
esta vía.
También podrá atacar por esta vía al perito que no tenga publicaciones, parti-
cularmente, cuando el suyo sí las tenga. Eso permitirá dejar sentado que su perito
es mejor preparado y que su reconocimiento académico es más significativo. Si el
suyo no las tiene, absténgase. Recuerde siempre que el contrainterrogatorio del
perito adverso debe diseñarlo y ejecutarlo con un ojo puesto en su propio perito.
De ahí que solo podrá resaltar aquellas falencias de las que su perito no adolece.

iv. El perito “integral”


Hay otra clase “curiosa” de peritos. Se trata de algunos peritos que afirman
tener una amplia gama de conocimientos que les permiten emitir opiniones sobre
asuntos de diversa naturaleza. Si esto es así, es probable que el perito en realidad
no tenga conocimientos especializados en el área sobre la cual emite su dictamen.
Puesto en términos coloquiales, el perito que sabe de todo, puede que no sepa de
nada con la profundidad que la prueba pericial exige.
Ese rango exageradamente amplio de conocimientos podría verse como una
falta de rigurosidad intelectual que, a su vez, denota falta de idoneidad. Esta for-
ma de contra resulta especialmente persuasiva si va de la mano con un ataque al
peritaje. Pues, utilizando ambas formas de impugnación, en conjunto, usted podrá
acreditar que el perito afirmaba saber de “todo”, pero en realidad no sabía lo mí-
nimo como para no equivocarse en su opinión.

v. El perito que exagera la importancia de su pertenencia a asociaciones gremiales


Cuando un perito señala al inicio del interrogatorio directo, en tono autorita-
rio, que pertenece al “Colegio Iberoamericano de Ingenieros”, que hace parte del
“Instituto mundial para el desarrollo de la Ingeniería estructural” y que también
es miembro de la “Asociación Internacional de Peritos en Ingeniería”, en la au-
diencia queda un aire de superioridad académica que puede generar un impacto
significativo en favor de la parte que lo ofreció como prueba.
210 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

La verdad es que puede tratarse de un castillo de naipes. La mayoría de las


agremiaciones profesionales no exigen características o requisitos especiales para
la admisión de sus miembros. Normalmente, solo exigen que se trate de un pro-
fesional del área específica y que cumpla las condiciones económicas que suele
acarrear su ingreso. Esto es, el pago de la inscripción y una membresía periódica.
Salvo contadísimas excepciones, la pertenencia a esas asociaciones o colegios,
pese a representar una finalidad noble de impulso de la academia, no debe ser
vista como un logro ni una condición demostrativa de la superioridad intelectual
del perito. En síntesis, esta forma de impugnación resultará procedente siempre
que el perito exagere la importancia o haga alarde de pertenecer a una de esas
asociaciones gremiales.

vi. Los conocimientos del perito


Deliberadamente he dejado lo más importante sobre la idoneidad del perito
para el final. Los conocimientos que tenga sobre el aspecto objeto de la declara-
ción constituyen una de las piedras angulares de la opinión pericial. Si un perito
declara sobre un aspecto sumamente complejo sin contar con los conocimientos
suficientes representa un riesgo para la determinación de la verdad116.
Por eso es tan importante que, a través del contrainterrogatorio, se generen los
filtros suficientes para demostrarle al juez que el perito no cuenta con la capacidad
intelectual que demanda rendir una opinión en un proceso penal. Para lograr este
objetivo es necesario abordar aspectos específicos: técnicas, principios, postula-
dos, investigaciones, publicaciones y procedimientos que el perito no conoce pero
debería conocer.
Piense en las publicaciones más importantes del área específica, en las teorías
que más reconocimiento tienen, en los procedimientos contemplados en protoco-
los, manuales y guías científicas. Todo aquello que, si fuera un verdadero experto,
el perito debería conocer. Sobre esto volveré cuando explique la ejecución de esta
forma de contra, pero quiero anticipar lo siguiente. Podría parecer que esta vía
de impugnación constituye una batalla de ingenios o de conocimientos entre el
contrainterrogador y el perito, pero no es así.
En realidad, consiste en un examen que usted realiza ubicado en una posición
de preponderancia. Usted decide qué preguntará, cómo lo preguntará y, lo más
importante, usted preguntará teniendo todas las publicaciones, artículos e inves-
tigaciones, además de la asesoría de su propio perito, a su inmediata disposición.

116
Algunas nociones muy interesantes al respecto se encuentran en Carofiglio, Gianrico. El arte de
la duda. Marcial Pons. Madrid, 2010, p. 73 y siguientes.
Sistema de contrainterrogatorio 211

Las Reglas Federales de Evidencia de Estados Unidos contemplan esta posi-


bilidad de contrainterrogatorio denominándola “learned treatises” o tratados
reconocidos sobre la materia. En el numeral 16 de la Regla 803 se contempla
expresamente la posibilidad de utilizarlos inclusive a través de la lectura, durante
el contrainterrogatorio. También se encuentra expresamente contemplada en el
Código de Procedimiento Penal colombiano. El numeral segundo del artículo
418 señala que en “el contrainterrogatorio se podrá utilizar cualquier argumento
sustentado en principios, técnicas, métodos o recursos acreditados en divulga-
ciones técnico científicas calificadas, referentes a la materia de controversia.”117
Acerca de la posibilidad de interrogar —y contrainterrogar— al perito sobre
aspectos especializados, aun cuando no estén estrictamente ligados al objeto de la
opinión, la Corte Suprema de Justicia colombiana señaló:
“…aun cuando la prueba pericial debe ocuparse de realizar una valoración científica de
los hechos investigados o de otros relacionados con aquellos, es claro que el perito puede
ser interrogado sobre aspectos de la ciencia, técnica o arte en la que es experto que no es-
tén vinculados o relacionados de manera inmediata con el objeto de la peritación. No de
otra forma se explica que la disposición aludida autorice al perito a «consultar documen-
tos, notas escritas y publicaciones con la finalidad de fundamentar y aclarar su respuesta».

Así, verbigracia, es posible que el médico forense que concurre al juicio luego de haber
practicado una valoración sexológica a una víctima de abuso sexual sea cuestionado
sobre el tiempo que toma, por lo general y de acuerdo con su experiencia, la sana-
ción de las heridas ocasionadas por el acceso carnal violento, como también sobre las
consecuencias físicas que, de acuerdo con la literatura científica, suele ocasionar tal
conducta.”118
Imagine que, con protocolo en mano, usted le pregunta al perito si está fami-
liarizado con el “protocolo de análisis de evidencia digital”, si lo ha estudiado, si
podría decirle al juez cuáles son los principios básicos que deben guía esa particu-
lar forma de análisis de la evidencia y, en general, cualquier otro aspecto que se le
ocurra. Si el perito responde que no, su idoneidad quedará impactada.
Si responde que sí, usted podrá seguir preguntando hasta que finalmente en-
cuentre el flanco débil en el conocimiento del perito. Eso sí, hágalo midiendo con
cuidado la idoneidad de su contrincante. Si usted considera que en realidad es un
profesional idóneo y destacado, mejor busque otra forma de atacar su opinión,
no su idoneidad. Pues es probable que responda acertadamente las preguntas del
examen que usted le está haciendo y termine por reforzar su credibilidad, en lugar
de afectarla.

117
Código de Procedimiento Penal colombiano. Artículo 418 numeral 2do.
118
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión AP2020-2015 del 22
de abril de 2015. Radicado 45.711. M.P. Eugenio Fernández Carlier.
212 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

2) Atacando la pericia: premisa, método y conclusiones


La opinión pericial tiene tres partes que resultan igualmente importantes. La
premisa a partir de la cual se emite la opinión; el método que se aplica de confor-
midad con los principios científicos, técnicos, artísticos o artesanales que regulan
la materia; mientras que la conclusión se refiere precisamente al resultado al que
arriba el perito tras evaluar la premisa a través del prisma de los mencionados
principios.
Volvamos al ejemplo de la motocicleta que impactó a una transeúnte cuando
se movilizaba superando el límite de velocidad permitido. En la evaluación ten-
diente a determinar la velocidad aproximada de la motocicleta se aprecian con
claridad las tres partes de la prueba pericial.
La premisa serán las marcas de frenado; la dimensión, naturaleza y profun-
didad de los daños en la motocicleta; las lesiones generadas en la víctima. Tam-
bién hace parte de la premisa, la forma en la que el perito percibió la moto, las
marcas de frenado y a la víctima. El método consistirá en los cálculos físicos y
matemáticos a realizar para determinar la velocidad aproximada. Y el resultado
será, precisamente, la estimación de la velocidad. Cada uno de estos tres aspectos
puede ser objeto de contrainterrogatorio, como paso a explicar.

i. Cuestionando la premisa
La premisa puede ser atacada cuando el perito se equivocó al no adelantar
diligentemente las labores tendientes a precisarla. Esto puede presentarse de di-
versas maneras. La primera. Cuando el perito deja de tener en cuenta algún
hecho relevante. Piense en que el perito de nuestro ejemplo tuvo en cuenta solo
las marcas de frenado y no el peso de la motocicleta —entre más pesado el ve-
hículo mayores posibilidades hay de que deje marcas—, ni el compuesto de las
llantas —entre más blando el compuesto mayores marcas dejará al frenar—, o su
dimensión —entre más amplias sean las llantas mayores marcas dejarán—. Ese
hecho o aspecto relevante que el perito no valoró debe ser resaltado durante el
contrainterrogatorio
En segundo lugar, la premisa puede atacarse si el perito no percibió directa-
mente las circunstancias que la componen. Imagine que el perito se limitó a ver
las marcas de frenado a partir de una fotografía, en lugar de dirigirse directa-
mente a la escena de los hechos. La falta de percepción directa puede hacer que
el perito pierda de vista varios detalles. No solo por falta de una adecuada reso-
lución de la fotografía, sino por la dificultad de “medir” las marcas de frenado a
partir de un retrato. También podría haber dejado de percibir marcas de frenado
previas, que no salieron en la fotografía por encontrarse alejadas.
Sistema de contrainterrogatorio 213

La premisa también puede ser objeto de contrainterrogatorio, en tercer lugar,


cuando el perito dejó de valorar alguna evidencia importante. Parte de la legiti-
midad de la prueba pericial radica en que el perito analice todas las evidencias
que puedan ser importantes para su opinión119. Imagine que el perito dejó de
tener en cuenta el video de una cámara ubicada en un semáforo.
Ese video mostraba que la motocicleta acababa de ponerse en marcha lue-
go de haberse detenido completamente en un semáforo, veinte metros antes del
impacto. Eso demostraría, hasta para el ojo más inexperto, que la motocicleta
difícilmente pudo haber superado el límite legal de velocidad apenas en veinte
metros de aceleración.
Será procedente impugnar al perito por no tener en cuenta ese video que le
entregaron. Pero también será procedente hacerlo si, la parte que lo solicitó,
por una u otra razón no se lo entregó. Estas tres formas de atacar la premisa le
permitirán mostrarle al Juez que, de haberse actuado adecuadamente frente al
proceso de determinación de la premisa de la pericia, seguramente la conclusión
hubiese sido distinta.
Ahora bien, en algunas ocasiones el perito no es el encargado de la deter-
minación de las premisas. Esto sucede cuando al perito se le pide que emita su
opinión a partir de una asunción o una suposición. Esta modalidad corresponde
al segundo objetivo específico de la prueba pericial que estudiamos iniciando este
capítulo. Esto sucede, siguiendo con el ejemplo, cuando se le solicita que explique
qué tan extensa debería ser la marca de frenado de un vehículo que se movilizaba
a 60km/h y debió frenar intempestivamente.
O si se le pregunta cuál es la distancia que tardaría en frenar totalmente un ve-
hículo que se movía a esa velocidad. El perito no sabe si el carro iba a 60km/h o si
en realidad tuvo que frenar intempestivamente. Y, en realidad, no importa que no
lo sepa. Él solo debe realizar una opinión bajo el supuesto de que la premisa sea
cierta. Se trata de una forma legítima de prueba pericial, pero que, pese a ello, goza
de algunos flancos débiles que pueden aprovecharse en el contrainterrogatorio.
El principal, naturalmente, radica en la debilidad que representa no conocer
con certeza si la premisa es cierta o no. Adicionalmente, el perito podrá ser con-
trainterrogado acerca de si, cambiando el hecho hipotético a partir del cual emitió
su opinión, cambiaría también la conclusión a la que arribó. Así mismo, podrá

119
Así, por ejemplo, el artículo 416 del Código de Procedimiento Penal colombiano, establece: ar-
tículo 416. Acceso a los elementos materiales. Los peritos, tanto los que hayan rendido informe,
como los que solo serán interrogados y contrainterrogados en la audiencia del juicio oral y
público, tendrán acceso a los elementos materiales probatorios y evidencia física a que se refiere
el informe pericial o a los que se hará referencia en el interrogatorio.
214 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

resaltarse a través del contra que fue la contraparte quien le proporcionó al perito
la hipótesis de la que debería partir.
De ahí que, desde la misma fuente, el peritaje se pueda entender parcializa-
do. Por último, podrán atacarse las inverosimilitudes de lo que se le pidió asu-
mir. Como lo es el hecho de que una motocicleta pueda alcanzar una velocidad
tan alta en escasos metros, por ejemplo. Sobre el particular, el Profesor Thomas
Mauet aconseja que: “el contrainterrogatorio puede ir un paso más allá: cambie
las hipótesis y muestre cómo ese cambio afectaría la conclusión”120.

ii. Cuestionando el método


Existen tres razones principales para cuestionar los procedimientos y métodos
técnicos, científicos, artísticos o artesanales utilizados por el perito. La primera,
la gran mayoría de profesiones, oficios o áreas del saber humano cuentan con
protocolos, guías, manuales, reglamentos o cualquier otro instrumento escrito,
emitidos por autoridades gubernamentales o no gubernamentales, que dictan la
forma en la que determinado procedimiento debe llevarse a cabo. Si el perito no
cumple con esos estándares, compromete la validez de su opinión y abre un flanco
muy interesante para la impugnación de credibilidad.
Es importante diferenciar esta vía de impugnación y la que se relaciona con los
“conocimientos del perito”. Allá también me referí a esos instrumentos escritos
que sirven de base para el ejercicio de la labor del perito. La diferencia radica
en que esa forma de impugnación busca demostrar que el perito no los conoce,
mientras que esta busca acreditar que, conociéndolos, no los aplicó. De hecho,
resultará más fuerte la impugnación del perito que conociéndolos no los aplicó.
Pues de aquel que no los conocía se podrá alegar ignorancia, pero de quien dejó
de aplicarlos a pesar de conocerlos, puede llegar a inferirse, inclusive, mala fe.
En segundo lugar. Además de las guías y protocolos emitidos por autoridades
en la materia, existen otros manuales que surgen de publicaciones doctrinales
reconocidas. Publicaciones científicas que indican la forma en la que un proce-
dimiento debe realizarse, y cuyo incumplimiento podrá servir de base para la
impugnación en comento.
A través de estas dos primeras vías se puede atacar, con igual contundencia,
tanto lo que el perito hizo mal —contrariando la guía, protocolo o publicación—,
como lo que dejó de hacer. Es decir, de aquello que, estando contemplado dentro
de la fuente regulatoria, no se llevó a cabo. Anticipando un poco del capítulo de

120
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 531. La traducción es propia. El texto original es: “Cross-examination can go a step
further: Change the assumptions and show how such a change would affect the conclusion”.
Sistema de contrainterrogatorio 215

la ejecución, la materialización de esta última forma, es decir, “lo que el perito


dejó de hacer”, bastará con seleccionar todas las labores que debieron adelantarse
y preguntarle al perito, una tras otra, si las llevó a cabo. Todo esto sin pedirle,
nunca, explicaciones.
En tercer lugar, procederá la impugnación cuando el perito haya seleccionado
erróneamente el método a aplicar. Por ejemplo, en casos de psicología forense,
suele suceder que los peritos usan como base de su dictamen herramientas conce-
bidas para tratar a las víctimas de delitos violentos. Sin embargo, las herramientas
científicas pensadas para tratar a una víctima son diametralmente distintas a las
concebidas para diagnosticar quien puede tener esa calidad de víctima. Por ejem-
plo, para tratarla, se tiene que partir de la base de que sus alegaciones son ciertas,
solo así se puede encontrar un tratamiento a las secuelas que dejó el hecho. Pero,
para diagnosticarla no se puede partir de tal presunción.

iii. Cuestionando la conclusión


Antes de explicar las razones principales por las que puede impugnarse la con-
clusión, surge la necesidad de hacer una aclaración previa. Difícilmente un perito
aceptará que la conclusión que está dando, ante un Juez de la República y bajo
juramente, es equivocada. Así como los testigos comunes no suelen aceptar que
están mintiendo, los peritos son reacios a conceder cualquier falencia en sus opi-
niones.
De ahí que no tenga mucho sentido hacer un contrainterrogatorio esperando
que el experto se retracte o cambie de opinión. Precisamente a esto me refería con
el segundo mandamiento —sea homicida, no suicida— y la necesidad de llevar a
cabo un contra realista. Dicho esto, las conclusiones del perito, si bien son más
difíciles de impugnar, no se encuentran a salvo del mecanismo más potente in-
ventado por el hombre para la consecución de la verdad. Existen cuatro puntos a
partir de los cuales las conclusiones pueden ser atacadas.
El primero surge en los eventos en que las conclusiones del perito resultan
inconexas con el método utilizado. Esto pasa cuando el procedimiento técnico o
científico únicamente permite arribar a determinadas conclusiones, pero el perito
excede su alcance. La frecuencia con la que esto sucede es muy alta. A decir ver-
dad, un perito serio y riguroso no debería incurrir en este tipo de despropósitos.
Pero, como anotaba, existen toda clase de peritos. A modo de ejemplo, ima-
gine que el perito en el caso del motociclista se atreve a concluir no solo la velo-
cidad aproximada a la que transitaba la moto, sino también que, si el conductor
hubiese respetado el límite legal, el accidente no se habría producido. Segura-
mente, esta será una conclusión que se encuentra por fuera del rango del estudio
realizado.
216 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Para determinar cuándo una conclusión va más allá de los alcances del método
empleado, nuevamente, usted tendrá que recurrir a las normas que regulan el pro-
cedimiento —protocolos, guías, resoluciones— o a las publicaciones científicas
sobre el particular. Recuerde que la asesoría de su propio perito juega un papel
clave para este propósito.
En segundo lugar. La conclusión podrá atacarse por la ausencia o por la equi-
vocación en la explicación del grado de certeza con el que se emite. Los peritos
tienen la obligación de señalar si arriban a la conclusión en grado de certeza; con
probabilidad alta, media o baja; o con meros criterios de orientación. Y tienen
que hacerlo de forma justificada.
No es admisible que llegue a juicio a señalar que arriba a la conclusión con cer-
teza sin señalar por qué, pero tampoco lo es que se abstenga de señalar el nivel de
seguridad de sus conclusiones. Si el perito se inclina por la certeza se encontrará en
la peor de las posiciones, pues bastará con acreditar una mínima equivocación en su
opinión para demostrar que, además, también yerra en el grado de certeza atribuido.
También podrá atacarse la conclusión por una tercera razón. Las conclusiones
impropias. A peritos de determinadas áreas les está vedado llevar a cabo ciertas
opiniones, de tal manera que, si lo hacen, resultarán impropias. Tal es el caso
de los psiquiatras que deben llevar a cabo la valoración del estado de sanidad y
consciencia mental de un paciente. La legislación colombiana prohíbe expresa-
mente que emitan una conclusión sobre la imputabilidad o inimputabilidad del
examinado121.
Existe otra prohibición similar que se ha venido decantando jurisprudencial-
mente. Los psiquiatras y psicólogos que lleven a cabo valoraciones sobre niños, ni-
ñas y adolescentes, presuntas víctimas de delitos sexuales, no pueden declarar, bajo
el pretexto de realizar una prueba pericial, acerca de la veracidad de los relatos de
sus examinados. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia colombiana señaló:
“Al disponerse la práctica de esta prueba, entre otros temas se solicitó auscultar la “Cre-
dibilidad del testimonio”, siendo éste un aspecto con el que en no pocas oportunidades
la Fiscalía intenta suplir los vacíos investigativos, que implica desconocer que el juicio
de credibilidad es asunto de restrictiva valoración judicial, en forma tal que no es lo
adecuado a esta clase de estudios comprometer criterios que anticipen las conclusiones
a las que corresponde llegar a los fiscales y jueces.”122

121
Así lo establece el artículo 421 del Código de Procedimiento Penal colombiano al señalar: “Li-
mitación a las opiniones del perito sobre insanidad mental. Las declaraciones de los peritos no
podrán referirse a la inimputabilidad del acusado. En consecuencia, no se admitirán preguntas
para establecer si, a su juicio, el acusado es imputable o inimputable”.
122
Corte Suprema de Justicia Colombiana. Sala de Casación Penal. Radicado 41.163 del 8 de
agosto de 2013. M.P. Luis Guillermo Salazar Otero.
Sistema de contrainterrogatorio 217

Varias decisiones se han emitido en ese sentido123. En una sentencia más recien-
te, la Corte afirmó:
“La Corte estima necesario llamar la atención respecto de la forma en que vienen ade-
lantándose las investigaciones por delitos sexuales, en particular, cuando las víctimas
son menores de edad, de cara a las pruebas que soportan la pretensión de la Fiscalía y la
forma en que éstas son asumidas por los funcionarios judiciales.
Ello, por cuanto, como se advierte en el asunto examinado, respecto del tema
se ha creado una especie de estándar que demanda en todos los casos la inter-
vención de especialistas en psicología o psiquiatría, encargados de verificar si el
menor dice o no la verdad.
Desde luego, un tal actuar representa una práctica equivocada, no solo porque,
sobraría anotar, la opinión pericial no puede llegar al punto de reemplazar al juez
en su particular valoración del testimonio, solo sometido a los requisitos estable-
cidos en el artículo 404 de la Ley 906 de 2004, sino en atención a que termina des-
viándose el objeto de la prueba y, en particular, el concepto de mejor evidencia.”124
De conformidad con lo anterior, cada vez que un perito se aventure a realizar
conclusiones acerca de la credibilidad de una persona, o de la veracidad o falta
de ella en sus relatos, generará otro flanco muy importante para impugnar su
dictamen pericial.
Por último, en cuarto lugar, las conclusiones del perito podrán ser impugnadas
cuando resulten inverosímiles o contrarias al sentido común. Frente al particular
resultan aplicables todas y cada una de las precisiones realizadas en la impugna-
ción por inverosimilitud de los testigos comunes. Siguiendo con el mismo ejem-
plo, imagine que uno de los peritos de la Fiscalía, quien no pudo examinar a la
víctima, señala que solo con la revisión de su historia clínica pudo deducir con
certeza la naturaleza del daño, la extensión de este, la dificultad en su tratamiento,
el tiempo que tardaría en recuperarse y, además, los traumas que el accidente dejó
en la víctima.
Cuando le preguntan si sus conclusiones hubiesen sido más certeras de haber
examinado directamente al paciente, el perito responde que no. Que las historias
clínicas cubren totalmente la ausencia de revisión personal. Aunque no resulta
imposible que todo esto sea cierto, cuando menos resulta inverosímil.

123
Una de las más interesantes es la siguiente: Corte Suprema de Justicia Colombiana. Sala de
Casación Penal. Decisión SP1557-2018 del 9 de mayo de 2018. Radicado 47.423. M.P. Patricia
Salazar Cuellar. Allí, entre otras cosas, se citan posturas jurisprudenciales españolas y puerto-
rriqueñas en el mismo sentido.
124
Corte Suprema Justicia, Sala de Casación Penal. SP1525-2018 del 9 de mayo de 2018. Radica-
do 50.989. M.P. Luis Antonio Hernández Barbosa.
218 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

3) Antecedentes disciplinarios, éticos y penales de los peritos


La mayoría de las profesiones cuentan con colegios o tribunales de ética y dis-
ciplina profesional. Estos órganos colegiados se componen, por regla general, por
los más destacados profesionales en el área respectiva. No solo desde el punto de
vista de solvencia profesional, sino también desde la óptica de la idoneidad moral.
En ese orden, resulta imprescindible conocer las investigaciones y/o sanciones que
en esos colegios o tribunales se han adelantado en contra del perito que usted
pretende contrainterrogar.
De allí se puede desprender información sumamente relevante para atacar la
idoneidad o la mendacidad del perito. Estos antecedentes permitirán impugnar
por mendacidad al testigo si se refieren a conductas que, en el marco de su ejerci-
cio profesional, denotan mentiras, engaño o trampa de parte del perito. Por otro
lado, permitirán atacar su idoneidad si los hechos investigadas se refieren a con-
ductas constitutivas de mala praxis profesional.
Frente a las investigaciones penales del perito, deben aplicarse las mismas pre-
visiones, requisitos y recomendaciones expresadas frente a la impugnación por
mendacidad de los testigos comunes. Por supuesto, si la investigación o la conde-
na tiene relación con el ejercicio de la profesión del perito, el impacto de la impug-
nación será mucho más significativo. Solo imagine a un médico que rinde opinión
pericial pese a contar con varias investigaciones por lesiones personales culposas
derivadas de presuntos procedimientos erráticos que realizó.
Una aclaración adicional es necesaria. Si para el momento en el que el perito va
a rendir su opinión pericial se encuentra suspendido por una sanción disciplinaria
o fue condenado por un delito, no nos hallaremos en las arenas de la impugnación
de credibilidad, sino en las de la inadmisibilidad. El artículo 409 del Código de
Procedimiento Penal colombiano contempla expresamente la prohibición de que
los ciudadanos en estas circunstancias sean designados como peritos.

4) Ataque al área de la experticia


Hay otra forma de contrainterrogatorio a peritos que es menos frecuente. Ade-
más de impugnar al perito o a su opinión pericial, es posible atacar la fiabilidad
del área de la experticia en torno a la cual se rinde la opinión. Piense en un pro-
ceso penal por un delito relacionado con los derechos de autor que requiere la
práctica de pruebas periciales para la valoración de semejanzas entre determina-
das obras de arte125.

125
Un ejemplo muy semejante se encuentra en el contrainterrogatorio analizado en: THOMPSON,
William C. y SCURICH, Nicholas, How Cross-Examination on Subjectivity and Bias Affects
Sistema de contrainterrogatorio 219

Como punto de partida, debe quedar claro que inclusive en esos eventos la
prueba pericial es perfectamente viable y claramente necesaria. Sin embargo, esa
clase de opiniones pueden llegar a sufrir de falencias debido a la subjetividad que
representa el área objeto de la prueba pericial.
La falta de fiabilidad del área de experticia puede ser atacada a través del
contrainterrogatorio por tres razones, dependiendo, por supuesto, las particulari-
dades del caso. Primera, cuando los procedimientos a emplear y las conclusiones
del perito sean eminentemente subjetivas. Esto sucede cuando el área de conoci-
miento no cuenta con un manual, guía o tratado reconocido en la materia que
dicta reglas claras y verificables acerca de la forma en la que debe realizarse el
procedimiento y expresarse la opinión.
Segunda, podrá atacarse el área objeto de la prueba pericial cuando esta no re-
quiera ninguna capacitación, estudio o entrenamiento específico. Tercera, también
podrá atacarse el área de experticia cuando sus procedimientos sean fácilmente ma-
nipulables. Vale la pena anotar que la mayoría de las áreas no sufrirán de estas
falencias. Pero en todo caso, no sobra tener en cuenta esa forma de impugnación, va-
lorando siempre la amplitud de campos que admite el decreto de la prueba pericial.
Este asunto se encuentra estrechamente ligado con el concepto de la “prueba
novel”. Los aspectos novedosos del conocimiento pueden ser objeto de la prue-
ba pericial, pese a no encontrarse históricamente decantados, si cumplen con al
menos uno de los siguientes cuatro requisitos: que la teoría haya sido o pueda
ser acreditada; que haya sido publicada y sometida a la crítica y valoración de la
comunidad académica; que su confiabilidad haya sido acreditada o que haya sido
aceptada por la comunidad académica126. Al respecto, el Profesor Jaime Granados
Peña señala:
“No se requiere entonces que la prueba científica tenga aceptación general, en la co-
munidad científica. Puede no gozar aún de tal aceptabilidad general, pero sí se requiere
que tenga suficiente valor probatorio para compensar el efecto perjudicial indebido que
acarrea su admisión.”127

Jurors’ Evaluations of Forensic Science Evidence (January 22, 2019). Disponible en SSRN: ht-
tps://ssrn.com/abstract=3320824. Tras un juicioso análisis del estudio realizado, los autores
concluyeron: “With those caveats, the policy implications of this study seem straightforward.
Lawyers who wish to challenge forensic science evidence should investigate the degree of sub-
jectivity entailed in the underlying methods and whether there was an objective standard for
reaching the reported conclusion”.
126
Estos son los requisitos contemplados en el artículo 422 del Código de Procedimiento Penal
colombiano para la procedencia de la prueba nivel.
127
Granados, Jaime. La prueba pericial y la prueba novel en el marco del nuevo proceso penal colom-
biano. Revista de Derecho Penal Contemporaneo. Revista No. 11. Editorial Legis, 2005, p. 10.
220 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Si se cumple alguno de los requisitos señalados, la prueba novel es admisible.


En ello no hay discusión. Sin embargo, automáticamente surge un área potencial
de impugnación que radica, precisamente, en el carácter novedoso y probable-
mente inestable de la prueba pericial sobre estas materias novedosas. De tal mane-
ra que será procedente utilizar el contrainterrogatorio para resaltar las múltiples
falencias, inexactitudes o vacíos que puede tener una prueba sobre un asunto que
apenas se está desarrollando. Para ello, nuevamente, será fundamental el apoyo
del perito propio y las indicaciones que al respecto pueda proporcionar.

5) Impugnación del perito homólogo


La discusión sobre el concepto y los alcances del perito homólogo es tan pro-
funda que amerita un estudio independiente. Aquí daré solo algunas pinceladas al
respecto para explicar adecuadamente los flancos de potencial impugnación que
se generan. La regulación sobre el perito homólogo o de reemplazo, en 6 pasos
breves, es la siguiente.
• El informe pericial únicamente podrá incorporarse como prueba si quien
lo elabora se somete al interrogatorio cruzado durante el juicio oral.
• Si el perito no asiste, el documento que contiene la base de su opinión no
podrá ser practicado como prueba.
• Las dificultades de la comparecencia del perito se pueden suplir con la
práctica de su testimonio a través de medios tecnológicos como la video-
conferencia.
• Si esto no es posible, atendiendo su necesidad, el Juez y las partes pueden
movilizarse al sitio donde se encuentre el perito para llevar a cabo el
interrogatorio cruzado128.
• Excepcionalmente, en casos de muerte, perdida de idoneidad o desa-
parición del perito, entre otros similares, la parte que ofreció la prueba
podrá presentar a otro profesional para que rinda testimonio a partir de
un nuevo análisis/examen.
• Si no es posible repetir el examen por parte del nuevo perito, este podrá
basar sus conclusiones en los resultados del examen realizado por su
antecesor. Es decir, podrá interpretar las premisas, métodos y conclusio-

128
Hasta aquí se aplica la regulación del Código de Procedimiento Penal colombiano, artículo
419, que señala: “Perito impedido para concurrir. Si el perito estuviera físicamente impedido
para concurrir a la audiencia pública donde se practicará la prueba, de no hallarse disponible el
sistema de audio vídeo u otro sistema de reproducción a distancia, ésta se cumplirá en el lugar
en que se encuentre, en presencia del juez y de las partes que habrán de interrogarlo”.
Sistema de contrainterrogatorio 221

nes del perito homólogo y explicar las razones por las que concuerda o
difiere de él. Esta última posibilidad, la del sexto punto, es de carácter
excepcionalísimo. Únicamente es viable si con ella no se genera una vul-
neración a los derechos de contradicción y confrontación de las partes.
La Corte Suprema de Justicia colombiana señaló sobre esta hipótesis
residual:
“Sin embargo, si ninguna de estas dos opciones se hace factible —no se halla disponible
el perito para rendir su dictamen y no es posible efectuar otro examen al objeto o fenó-
meno—, estima la Corte que por el camino de la excepcionalidad, dentro de un criterio
de razonabilidad y ponderación que tenga en cuenta los derechos de las partes (…) debe
aceptarse que ese informe, entendido como base de la atestación pericial, sirva de sopor-
te al dictamen que rinda un experto distinto a aquel que lo elaboró.

Por lo demás, esta facultad excepcional otorgada a las partes no afecta profundamente
los principios de inmediación, contradicción y oralidad, tan caros a la sistemática acusa-
toria, dado que el experto acude a la audiencia pública, ante el juez, a exponer su par-
ticular visión, acorde con sus conocimientos, de lo que el examen del anterior experto
arroja, pudiendo interrogársele y contrainterrogársele al respecto.”129
La legitimidad y conveniencia del peritaje de reemplazo o el peritaje homólogo
es un asunto sometido a permanente discusión. Una discusión que escapa a los
objetivos de este libro. Sin embargo, en la práctica judicial su utilización, ampa-
rada en la jurisprudencia en cita, es muy frecuente. De ahí que sea importante
explicar algunas formas de impugnación de credibilidad especiales, dejando la
salvedad que todas las otras estudiadas hasta este momento resultan plenamente
aplicables.
El perito homólogo o de reemplazo puede ser impugnado cuando, a raíz de las
circunstancias que dieron lugar a su procedencia excepcional, no tuvo el tiempo
suficiente para realizar un examen-análisis y riguroso. Por sorprendente que sue-
ne, he presenciado casos de peritos homólogos que llegan a dar su opinión sobre
un asunto que se puso en su conocimiento el día anterior. ¡Apenas unas horas
antes! Esto, dependiendo de las particularidades del caso, puede levantar sospe-
chas acerca de la rigurosidad científica y académica de un perito que acepta dar
su opinión de forma intempestiva.
En segundo lugar, el perito de reemplazo podrá ser impugnado debido a que no
logró percibir directamente el objeto de la pericia, a pesar de que esa percepción
directa era requerida para darle consistencia a su opinión. Así mismo, en tercer lu-
gar, podrá ser atacado debido a que no pudo seleccionar el método a aplicar en la
evaluación, sino que, dadas las circunstancias, se vio sometido a emitir su opinión

129
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión del 17 de septiembre
de 2008. Radicado 30214. M.P. Sigifredo Espinosa Pérez.
222 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

basándose en el análisis que otro profesional realizó. Esta forma de impugnación


solo procede en eventos en los que el perito homólogo ni siquiera tuvo la posibi-
lidad de repetir la pericia. En el mismo sentido, si el perito no pudo seleccionar
las evidencias que debía estudiar para emitir su opinión, o no pudo tener acceso
directo a dichas evidencias, también podrá ser impugnado por esta vía.
Antes de pasar a estudiar las finalidades del contra por concesiones frente a
peritos haré énfasis en una idea que resultará de vital importancia de cara a que el
contrainterrogatorio tenga efectos verdaderamente persuasivos. Que sea un con-
trainterrogatorio homicida, no suicida. La idea es muy sencilla y ya me he referido
parcialmente a ella durante las páginas anteriores: las formas de impugnación de
credibilidad a peritos tampoco deben apreciarse de manera independiente o insular,
ni mucho menos deben calificarse como autosuficientes. Pues de independiente no
generarán un impacto tan significativo, como el que se producirá si se utilizan en
conjunto.
Como explicaba, es probable que el juez de descarte la credibilidad del perito
simplemente porque tiene algunas falencias en su idoneidad. O que, pese a ha-
berse equivocado ligeramente en el método aplicado, su conclusión no deba ser
descartada. De ahí que usted ha de tener siempre presente que el impacto del con-
trainterrogatorio estará directamente relacionado con la fortaleza y la cantidad
de áreas que ataque.

2.4. Contrainterrogatorio a peritos en búsqueda de concesiones


Las áreas del contra por concesiones a peritos son exactamente las mismas
eplicadas para el contra por concesiones a testigos comunes. Lo que cambiará,
seguramente, será el énfasis que usted deba imprimirle a cada una de ellas. Veamos
cómo funciona ese cambio de énfasis, frente a cada una de las áreas de contra por
concesiones.
Frente a los aspectos favorables del perito, mencionados o no en el directo
—finalidades uno y dos del contra por concesiones— la variación es la siguiente.
Con los testigos comunes usted debe utilizar esta forma de contra para resaltar los
hechos favorables. Con los peritos la utiliza para destacar aquellas conclusiones,
opiniones o juicios de probabilidad del profesional que resulten coherentes con
su teoría del caso.
Así mismo, el testimonio del perito se neutralizará —tercera finalidad— al for-
zarlo a aceptar aquello que no abarca su opinión pericial; aquello a lo que no se
puede referir; el bajo nivel de certeza con el que emite sus opiniones; etc.
Habrá fuego cruzado entre peritos de una misma parte —cuarta finalidad—
cuando existan discordancias importantes entre la forma en la que cada uno es-
tableció las premisas, aplicó el método o arribó a las conclusiones. Usted podrá
Sistema de contrainterrogatorio 223

resaltar que peritos llamados por una misma parte tienen nociones tan diversas
sobre el aspecto sometido a la opinión pericial.
Por último, un perito de la contraparte también puede reforzar la credibilidad
de un testigo o de un perito suyo —quinta finalidad del contra por concesiones—.
Para ilustrar este cambio de visión, simplemente imagine que usted ofrece a un
perito que es insignia en el área del saber humano a la que se dedica. En ese caso,
podrá utilizar el contra del perito adverso para resaltar las bondades de su propio
perito. Su reconocimiento en el campo, lo celebradas que son sus publicaciones, el
éxito que tienen sus teorías, etc.
Para finalizar, si el perito niega alguno de los aspectos que debió haber aceptado,
porque así lo había manifestado o porque negarlo contraría el sentido común, el
contra dejará de ser un contra por concesiones y pasará a ser un contra por impug-
nación de credibilidad. Se impugnará la credibilidad a través de las manifestaciones
previas inconsistentes cuando el perito niegue algo que antes había señalado.
Y será una impugnación por inverosimilitud, cuando la negación que realiza
el perito constituya una afrenta al sentido común. El que un contra por concesio-
nes pueda convertirse en un contra por impugnación si el testigo niega un hecho
puntual, constituye una reiteración de la forma integral y colectiva en la que de-
ben analizarse las distintas formas de contrainterrogatorio. Todas se encuentran
estrechamente ligadas y en su utilización en conjunto es donde radica la verdadera
eficacia e impacto persuasivo.

3. Tercer paso: estudiar sistemáticamente el caso con miras


al contrainterrogatorio
Ya sabemos para qué sirve y para qué no sirve el contrainterrogatorio de tes-
tigos y peritos. A eso nos dedicamos en los dos pasos anteriores. Eran pasos pre-
vios, debido a que es indispensable conocer los alcances del contrainterrogatorio
para que al estudiar el proceso surjan las ideas o “vínculos intelectuales” concre-
tos que permitan encausarlo adecuadamente. Solo si, por ejemplo, usted sabe que
puede impugnar al testigo por su parcialidad, la lectura de información acerca de
la enemistad entre el testigo y el procesado le parecerá relevante.
De allí que siguiendo el “orden de necesidad” planteado desde el inicio de este
capítulo, ahora llega el momento de señalar algunas ideas muy breves sobre la
manera en la que debe estudiarse sistemáticamente el caso y la información que
lo compone para determinar cuándo y cómo puede ser procedente el contrainte-
rrogatorio.
Algunos casos llegan a ser tan extensos y complejos que el abogado que se
aventura a estudiarlos sin un orden o método preciso corre el riesgo de terminar
ahogado en un mar de información. Ciertamente hay muchos métodos distintos
224 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

para estudiar los casos, así que en las próximas páginas me dedicaré a exponer
uno que resulte organizado, sencillo y abarque todos los aspectos relevantes.

3.1. Aclaraciones previas sobre el método de estudio del caso


Antes de exponer el método, conviene hacer algunas aclaraciones. En primer
lugar, el método que explicaré brevemente está diseñado para ejecutarse una vez
se ha culminado la investigación y se ha pasado por el filtro de las etapas prepa-
ratorias del juicio oral. No es un método de investigación, pues la forma en la que
debe gerenciarse y materializarse una investigación implica una serie significativa
de particularidades que escapan al objeto de este libro.
La segunda aclaración es la siguiente. Este método no se refiere a cómo debe
estructurarse una teoría del caso, pues ese es un aspecto que deberá empezar a
planificarse tan pronto como inicia el proceso. No obstante, algunas ideas expuse
al respecto en el capítulo en el que abordé la relación inescindible que existe entre
contrainterrogatorio y visión global del juicio —total trial approach— o teoría
del caso. En tercer lugar, este método, que paso a explicar, es apenas una propues-
ta conceptual.
No debe entenderse como una “camisa de fuerza” ni como un ritual inflexible.
Dependerá, principalmente, de cómo usted se sienta más cómodo y qué conside-
re que le resulta más eficiente. Con todo, considero que se trata de un punto de
partida que puede ser muy útil, particularmente para los abogados menos expe-
rimentados —aun cuando para aquellos con más experiencia pueda parecer un
aspecto apenas obvio—.

3.2. El método
i. Orden en el que debe estudiarse el caso
La información que compone los procesos penales, una vez ya se ha pasado
por el filtro de las etapas preliminares y culminado cabalmente la investigación,
puede dividirse en cinco partes:
• La teoría del caso de cada una de las partes
• Los testimonios
• Las pruebas documentales
• Las pruebas periciales
• Las evidencias físicas —tangibles e intangibles—.
La primera idea que quiero resaltar es la siguiente. Las cinco clases de infor-
mación que he referido deben estudiarse en ese mismo orden. Lo más importante
Sistema de contrainterrogatorio 225

es conocer aquello que su contraparte afirma que sucedió. Estudiando la teoría


del caso adversa usted podrá concluir cuáles son las pruebas más relevantes que
presentará y hacia cuáles debe enfilar con mayor vehemencia sus ataques durante
el contrainterrogatorio.
Ahora bien, alguien podría pensar que hacer esto no es viable antes del inicio
del juicio, como se propone en este libro, porque solo en los alegatos de apertura
las partes exponen su teoría del caso. Sin embargo, lo cierto es que la teoría del
caso la exponen las partes durante varias fases previas al juicio.
Bien porque se encuentra plasmada en el escrito de acusación, como sucede en
el caso de la Fiscalía; bien porque se deriva de la forma en la que argumentan la
pertinencia de las pruebas durante la audiencia preparatoria o de preparación del
juicio oral, lo cual sucede frente a ambas partes; o bien porque al justificar sus
actuaciones investigativas ante los jueces de control de garantías, también se ven
obligadas a dar algunas puntadas al respecto.
De tal manera que mucho antes del inicio del juicio oral, usted ya podrá tener
una idea bastante precisa acerca de aquello que pretenderá acreditar y/o desvir-
tuar su contraparte. No hay excusa, entonces, para no cumplir con este primer
paso del método de estudio propuesto.
Después de estudiar la teoría del caso adversa usted debe proceder al análisis
de la información de índole testimonial. Ello implica absorber cada detalle de
todas y cada una de las entrevistas, declaraciones, interrogatorios, y de cualquier
otro instrumento en el que consten las manifestaciones que han hecho los testigos.
Pero esta es una tarea que, de no abordarse sistemáticamente, también genera
un riesgo significativo de saturación para el abogado. Hay casos en los que usted
se enfrentará a varias decenas de testigos que han rendido, cada uno, varias de-
claraciones previas. La duda que surge es cómo estudiarlas, en qué orden y cómo
sistematizar la información que surja de ese estudio.
La respuesta es relativamente sencilla. Todas las declaraciones deben estudiar-
se en un orden estrictamente cronológico, sin agruparlas dependiendo de cuál fue
el testigo que las rindió ni nada semejante. Esto trae varias ventajas. Un análisis
cronológico le permitirá determinar con certeza cómo se desenvolvieron los rela-
tos de los distintos testigos en el transcurso del tiempo. Usted podrá darse cuen-
ta, por ejemplo, en qué momento preciso los testigos empezaron a cambiar sus
manifestaciones, quién lo hizo primero e, inclusive, eventualmente podrá llegar a
determinar cuál fue el factor que desencadenó la variación en las versiones.
Piense en este caso de la vida real. Una acaudalada mujer quedó en coma y
se sospechaba que había sido a raíz de una sobredosis de insulina dolosamente
proporcionada por su esposo, el acusado, Claus Von Bulow. Durante las primeras
entrevistas que rindieron, el hijo de la mujer —de un matrimonio anterior—, sus
226 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

hermanos y su mucama de toda la vida, afirmaban que luego de los hechos abrie-
ron un bolso de propiedad del acusado, Von Bulow, que contenía algunos medi-
camentos, pero no vieron nada relacionado con insulina, jeringas ni inyecciones.
Sin embargo, luego de que un dictamen médico señalara que la causa del coma
era precisamente la insulina consumida en cantidades desproporcionadas, todos
ellos cambiaron progresivamente su versión al empezar a ver a Von Bulow como
sospechoso. Empezaron a señalar, primero, que sí habían visto unas jeringas y,
después, que habían visto unos frascos de insulina en el bolso que le encontraron
al acusado justo cuando su esposa entró en coma.
Claus Von Bulow fue condenado en un primer juicio. La apelación de la de-
fensa prosperó y se ordenó que el mismo se repitiera, precisamente porque la
Fiscalía había fallado al no realizar el descubrimiento de las notas que contenían
las primeras manifestaciones de los testigos en las que no afirmaban haber visto
algo relacionado con insulina. En el segundo juicio fue absuelto.130
Si la revisión de esas entrevistas se hiciera de forma desorganizada o sin seguir
patrón alguno, sería más difícil determinar que fue, precisamente, el surgimiento
de un dictamen médico que determinaba que la insulina era la causa de las afec-
ciones de la víctima lo que, seguramente, llevó a los testigos a variar tajantemente
su versión sobre los hechos. Sin embargo, una lectura cronológica de todas las
manifestaciones previas de los testigos facilitaría enormemente esa tarea.
Estudiar de esta forma las declaraciones también le permitirá ir determinando
las inconsistencias que se generan. Esto incluye las inconsistencias intrínsecas, es
decir, aquellas en las que un testigo se contradice a sí mismo, como las inconsis-
tencias extrínsecas. Estas últimas son las que, en el capítulo pasado, explicaba
haciendo alusión al fuego cruzado entre los testigos. Esto es, cuando los testigos
ofrecidos en juicio por una misma parte se contradicen entre sí. Todo esto debe
hacerse para encontrar los insumos probatorios que fundamenten las distintas
formas de impugnación ya estudiadas.
Una vez usted ha estudiado con rigurosidad las declaraciones previas de los
testigos, será mucho más sencillo comprender el contenido y la importancia de las
pruebas de índole documental. Como las pruebas documentales muchas veces no
hablan por sí mismas, su estudio debe ser posterior al de las documentales. Una
factura de compra de insulina, por ejemplo, no dice nada si no se tiene en cuenta
el resto de la historia.

130
El caso, sus detalles, la forma en la que se litigó y los resultados de este, se encuentran narrados
brillantemente por el abogado que lideró la apelación y el segundo juicio en: DERSHOWITZ,
Alan. Reversal of fortune. Inside The Von Bulow Case.
Sistema de contrainterrogatorio 227

En ese mismo orden, el siguiente paso es el estudio de las pruebas periciales que
existen en el caso. Debe llevarse a cabo luego de las testimoniales y documentales,
pues así se entenderán con mayor facilidad los aspectos acertados y las falencias
de cada una de ellas.
Esto es así, entre otras, porque muchas de las pruebas periciales se basan en
información que contienen aquellas de orden testimonial o documental. Aquí vale
la pena recordar que ese estudio debe llevarse a cabo de la mano del perito propio.
Es él quien debe guiarnos y ayudarnos a determinar los puntos fuertes y débiles de
las pruebas periciales, tal y como se explicó en el capítulo respectivo.
Por último, tras haber analizado todas las demás piezas procesales, debe llevar
a cabo el análisis de las evidencias físicas, tangibles e intangibles, en el evento de
que existan. Todo lo anterior habrá generado el contexto propicio para analizar-
las y comprenderlas correctamente. Piense en un ejemplo que puede sonar muy
elemental, pero sirve para entender la idea.
La examinación visual de una bolsa de medicamentos, en sí misma, no le apor-
tará más información. Pero si usted hace lo propio cuando ya sabe qué dicen los
testigos y los peritos sobre lo que supuestamente contenía esa bolsa, probable-
mente pueda arribar a conclusiones importantes. Imagine que los testigos en el
ejemplo de Claus Von Bulow afirman haber encontrado en el pequeño bolso cua-
tros frascos de medicamento, dos o tres cajas de pastillas y varias jeringas.
Pero al revisarlo, usted percibe que el bolso es tan pequeño que resulta impro-
bable que él hubiese contenido todo lo que los testigos afirman. Algo inicialmente
intrascendente, “el tamaño del bolso”, se convertirá en un asunto muy importante
para refutar las manifestaciones de los testigos, debido al análisis metódico y or-
ganizado de la información del caso.

ii. Sintetizar y sistematizar la información estudiada


Llevar a cabo un estudio organizado de la información es apenas la mitad de
la tarea. La otra mitad consiste en sistematizarla de tal manera que no se pierda
de vista y que se encuentra fácilmente disponible cuando se requiera. La memoria
del ser humano, aún desarrollada y entrenada, tiene fuertes limitaciones, como
hemos visto.
De ahí que resulte útil valerse de resúmenes, mapas mentales y matrices que le
permitan tener la información a la mano con rapidez. Recuerde que en el juicio
oral las cosas suceden a una velocidad extrema. Lo peor que le podría pasar es
que cuando usted necesite la entrevista en la que el testigo hizo una manifestación
específica , no la encuentre con agilidad.
Un método que puede resultar muy útil para condensar mucha información en
un solo documento es el siguiente. Utilizando cualquier software procesador de
228 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

texto que le permita crear tablas (Word, Excel, etc.) usted puede diseñar una sen-
cilla matriz que contenga una síntesis de lo que cada uno de los testigos ha dicho
frente a cada uno de los hechos relevantes del caso. A modo de ejemplo, esa matriz
en el caso de Claus Von Bulow, referido con antelación, hubiese sido algo así:

Hecho/ Hijo de la víctima. Hijo de la víctima. Mucama.


declaración Declaración n°. 1 Declaración n°. 2. Declaración n°. 1.

Antecedentes de No narra ningún Recuerda que en los Los niega. Señala


violencia en la episodio de violencia. últimos meses se pre- que de hecho era
relación (Min 15:30 de la sentaban altercados una relación muy
matrimonial. declaración) verbales. (Minutos estable y amorosa.
4:50 y 14:00 de la (Minuto 7:00 de la
declaración) declaración)

Conductas “extra- Ninguna. Se le veía estresado. No refiere nada


ñas” del acusado Muy distraído. Llega- sobre el particular
en los días previos ba tarde a casa y no
al coma hipoglu- estaba atento a lo que
cémico necesitara la víctima

Reacción del Mostraba tristeza, No mostró reacción Se veía muy


procesado cuando mucha preocupación alguna. Era indife- preocupado por la
se entera de la por su salud. rente y lejana. Estaba salud de sus esposa.
entrada en coma preocupado por los (Minuto 15:00 de la
de su esposa temas económicos declaración)
principalmente.

Revisión de la Encontraron medi- Recuerda haber Señala que encon-


“bolsa de camentos comunes. visto una jeringa y traron medicamen-
medicamentos” Nada relativo a un frasco que decía tos para el dolor.
insulina ni jeringas. “insulina humana” No dice nada de
(Minuto 22:00 de la (Minuto 19:00 de la insulina, ni jerin-
declaración) declaración) gas, ni inyecciones.
(Minuto 28:00 de la
declaración)

Si algún testigo durante el juicio llega a realizar una afirmación inconsistente


con sus manifestaciones previas, el abogado que haya diligenciado juiciosamente
esta matriz podrá encontrar de inmediato la herramienta para impugnarlo. Estas
tablas o matrices sirven para todos los casos, sin importar qué tan extensos lle-
guen a ser.
Algunos procesadores de texto como Excel permiten crear filas y columnas de
forma ilimitada, de manera que no importará si los testigos han rendido muchas
Sistema de contrainterrogatorio 229

declaraciones o si el caso tiene muchas circunstancias jurídicamente relevantes.


De hecho, entre más largo y complejo sea el caso, más se justifica la necesidad
de sistematizar su información de manera eficiente. De esta forma se evitarán los
tropiezos que tantas veces vemos en el juicio oral por la dificultad de los abogados
de encontrar con agilidad la información que requieren.
Para terminar, vale la pena recordar lo explicado en el primer mandamiento
del contra. De la rigurosidad, disciplina y dedicación que usted le imprima al es-
tudio del proceso va a depender, en gran parte, el éxito del contrainterrogatorio.
No puede quedar un solo elemento sin que usted lo revise.
No puede dejar una sola manifestación hecha por uno solo de los testigos
sin análisis integral. Así como en los cánones de la investigación se dice que “no
puede quedar piedra sin levantar”, para que el contra prospere no puede haber
una sola palabra de toda la información que compone el proceso sin haber sido
estudiada y sistematizada adecuadamente. Para ponerlo en palabras del profesor
Ronald H. Clark:
“Hemos enfatizado la importancia de una adecuada preparación del contrainterroga-
torio a lo largo de este libro porque es la clave para ejecutar un contrainterrogatorio
ganador. Thomas Edison tenía razón; la genialidad es, por mucho, más una materia de
transpiración que de inspiración.”131

4. Cuarto paso: la decisión más difícil. “Cuándo contrainterrogar”


Ya usted conoce para qué sirve el contrainterrogatorio y a estas alturas, si-
guiendo el sistema de contrainterrogatorio propuesto, ya conoce absolutamente
todos los detalles relevantes del caso. El siguiente paso es tomar la decisión del
millón. Una de las decisiones más complicadas a las que se enfrenta cualquier
abogado es aquella relativa a si debe contrainterrogar a un testigo o no.
Como anticipaba en el séptimo mandamiento —no deje que su ego lo gobier-
ne— existen muchos factores que, indebidamente, suelen afectar esa decisión. Lo
que pensarán los demás abogados si no contrainterrogamos, lo que pensará de
nosotros el cliente; la necesidad de autovalidación, entre otros, son algunos de
los factores recurrentes. Sin embargo, ninguno de ellos resulta ser un termómetro
adecuado de cara a la toma de la decisión. Todos estos son aspectos que pueden

131
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 267. La traducción es propia. El
texto original es el siguiente: “We have emphasized the importance of careful preparation for
cross- examination throughout this book because it is the key to performing a winning cross.
Thomas Edison was right; genius is far more a matter of perspiration than inspiration”.
230 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

forzar al abogado a tomar una decisión equivocada que termine por perjudicar las
probabilidades de éxito de su teoría del caso.
El análisis que debe hacer todo abogado para tomar esta decisión es explicado
con brillante sencillez por el Profesor Thomas Mauet. Básicamente es un análisis
de dos pasos que debe realizarse frente a cada uno de los testigos de la contraparte
y que puede resumirse así.
• Primero debe preguntarse si el testigo puede hacerle daño a su caso y, de
ser así, si usted cuenta con los insumos para impugnar credibilidad por
cualquiera de las vías estudiadas a lo largo de este texto. Si la respuesta
es afirmativa, usted debe estructurar el contrainterrogatorio conforme se
explicará en los próximos pasos. Ahora, si el testigo no tiene la potencia-
lidad de perjudicar su teoría del caso, o si teniéndola, usted no goza de
las herramientas para impugnarlo, usted debe prescindir del contrainte-
rrogatorio por impugnación de credibilidad.
• Pero aún en este caso queda la posibilidad de llevar a cabo el contrain-
terrogatorio por búsqueda de concesiones. Por eso, en segundo lugar,
usted debe preguntarse si el testigo puede ayudarlo. Esto es, si con las
manifestaciones de ese testigo usted puede acreditar su teoría del caso;
desvirtuar total o parcialmente la teoría del caso adversa; refutar otros
testigos de la contraparte o reforzar la credibilidad de uno o varios de
sus testigos. Si la respuesta a esta pregunta también es negativa, no habrá
razón para llevar a cabo el contrainterrogatorio. Por difícil que sea de
asimilar, por traumático que parezca y sin importar lo que piensen los
demás, usted debe abstenerse de llevar a cabo el contrainterrogatorio.
Esta idea, en palabras del Profesor Mauet, se entiende con más claridad:
“¿Debe contrainterrogar a un testigo en particular? Siempre pregúntese: ¿Puede el tes-
tigo ayudarlo? Si el testigo lo perjudica, ¿puede usted hacer lo propio con él? A menos
que usted pueda responder afirmativamente alguna de estas dos preguntas, tendrá poco
sentido contrainterrogar. Un contrainterrogatorio ineficaz —ineficaz porque no tiene un
propósito claro— resultará por reforzar el directo, aumentar la credibilidad del testigo,
y molestar a los jurados cuando se den cuenta que usted no tiene nada útil por añadir y
solo está perdiendo el tiempo”132

132
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 271. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Should you cross-exa-
mine a particular witness? Always ask: Can the witness help you? If the witness hurt you, can
you hurt the witness? Unless you can answer yes to one of these questions, there’s little point
in cross- examining. An ineffective cross-examination — ineffective because it has no clear
purpose — merely reinforces the direct, enhances the witness’s credibility, and annoys the jurors
when they realize you have nothing useful to add and are wasting their time”.
Sistema de contrainterrogatorio 231

Solo quedan dos puntos por agregar. El primero de ellos. Contrario a lo que
muchos suelen afirmar, esta no es una decisión que deba tomarse durante la au-
diencia. Como ya explicaba, en el juicio oral las cosas van a toda velocidad, la
adrenalina está al límite y no hay tiempo para sentarse a pensar, con cabeza fría,
cada una de las decisiones y, las que allí deben tomarse, se generan siempre contra
el tiempo.
Precisamente esa es la magia del juicio oral. Pero eso tan mágico, que resulta
tan apasionante y que nos exige tanto a diario, es precisamente lo que genera que
la decisión sobre el contrainterrogatorio de cada testigo no se puede tomar, por lo
menos no totalmente, en ese momento.
En ese orden de ideas, la decisión ha de gestarse, preliminarmente, desde la tran-
quilidad de su casa u oficina. Cuando usted puede revisar una y otra vez cada decla-
ración, contrastarla con las demás de ese mismo testigo y con las declaraciones de
los otros testigos. Ese es el momento en el que usted puede determinar si el testigo
tiene la potencialidad de perjudicar su teoría del caso o de reforzarla, si hay mérito
para impugnarlo, o si lo mejor, en principio, es dejar pasar el turno para el contra-
interrogatorio.
El segundo punto es el siguiente. Usted debe ir a juicio con una decisión preli-
minar acerca de si le conviene contrainterrogar a cada uno de los testigos o no. Sin
embargo, también debe tener claro que puede verse forzado a variar total o parcial-
mente su determinación, dependiendo de lo que suceda durante el interrogatorio
directo.
De ahí que, si el directo se desenvuelve sin contratiempos y sin sorpresas, lo ideal
es que la decisión tomada con antelación se mantenga. Usted ejecutará el contra,
entonces, tal y como lo había planeado. Solo si el testigo cambia su versión, si añade
algún hecho nuevo o suprime alguno contenido en sus declaraciones anteriores, la
decisión que usted tomó desde la comodidad de su oficina debería, a su vez, cambiar.
Ciertamente ese cambio de circunstancias puede suponer un aumento en la difi-
cultad de la ejecución del contrainterrogatorio. Pero esa complejidad añadida podrá
solventarse con suficiencia si, durante la preparación, usted llevó a cabo todos los
ejercicios de previsibilidad posibles, que no son nada distinto a “imaginarse” qué
puede llegar a variar en la versión del testigo y cómo usted atacaría cada uno de
esos cambios de versión.
Precisamente a esto me refería cuando, al abordar el primer mandamiento —pre-
paración, preparación y más preparación— resaltaba la imperiosa necesidad de lle-
var a cabo variables de previsibilidad o control de riesgos de cara a evitar sorpresas
abrumadoras durante el juicio. Con todo, no es un tema sencillo y así lo resalta el
profesor italiano Gianrico Carofligio:
232 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

“Naturalmente, el decidir si se procede o no a contrainterrogar contrapesando todos estos


parámetros es algo muy complejo, que está bien lejos de ser fácil. Hacerlo atinadamente
exige por un lado agilidad estratégica y, por otro lado, capacidad de diagnosticar con
rapidez sobre la situación procesal y sobre la idiosincrasia de sus protagonistas”133
En síntesis, el contrainterrogatorio debe responder a una decisión consciente,
alineada con su teoría del caso y que tenga en cuenta todas las variables señaladas
en los párrafos anteriores. Un contrainterrogatorio que se realizó sin una finali-
dad específica o buscando responder a las pasiones del cliente, es un contrainte-
rrogatorio que nunca debió haberse hecho.

5. Quinto paso: Seleccionar las líneas del contrainterrogatorio


Si después de realizar el cuidadoso análisis propuesto en el paso anterior usted
concluye que es necesario llevar a cabo el contrainterrogatorio, el siguiente paso
es determinar con precisión cuáles serán las líneas que lo compondrán. Como a
estas alturas usted ya conoce todas las evidencias del caso será tarea sencilla pasar
esa información a través de los filtros de las distintas finalidades del contrainterro-
gatorio estudiadas en los pasos uno y dos.
De esta forma, si usted concluye que en el testigo concurre un motivo de par-
cialidad porque, por ejemplo, tiene una marcada animadversión en contra del
procesado, esa debe ser una línea de contrainterrogatorio por impugnación. Por
el contrario, si usted concluye que el testigo narra los hechos exactamente como
lo hace un testigo que usted ofrecerá más adelante, ese será un objetivo legítimo
para el contrainterrogatorio por concesiones.
El concepto de “línea” debe entenderse como semejante o sinónimo de los
“temas” para el contrainterrogatorio. Lo importante no es el nombre que usted le
atribuya, lo relevante radica en que usted sea capaz de identificar todos los aspec-
tos que eventualmente puedan llegar a corresponder bien a una forma de impug-
nación de credibilidad o bien a un aspecto relevante que debe abordarse a través
del contrainterrogatorio menos agresivo que supone la búsqueda de concesiones.
Para evitar olvidar algún tema significativo, conviene realizar progresivamente
un listado en el que vaya incluyendo todas las potenciales líneas de contrainterro-
gatorio a medida que las vaya detectando. Asígnele un número sucesivo a cada
una de ellas. Esto le permitirá marcar las evidencias y las declaraciones previas de
los testigos que tengan relación con esa línea en particular.

133
Carofiglio, Gianrico. El arte de la duda. Marcial Pons. Madrid, 2010.
Sistema de contrainterrogatorio 233

En otras palabras, cuando el testigo señale algo en su declaración previa que


sea importante para cada una de las líneas, usted debe escribir al margen de la
declaración el número que previamente le había asignado a la línea. De esa forma,
cuando llegue el momento de estructurar el contrainterrogatorio podrá encontrar
la información de manera mucho más ágil.
Una vez tenga el listado “completo” de potenciales líneas de contrainterroga-
torio debe analizar si, de cara a las evidencias que tiene a su disposición, cuenta
con las herramientas suficientes para salir victorioso de cada una de esas batallas.
Si la respuesta es negativa frente una línea en particular, debe abandonarla, como
ya se ha explicado. En otras palabras, solo pasarán el filtro de suficiencia, aquellas
líneas frente a las cuales usted cuenta con los insumos para lograr sus objetivos.
Imagine que usted identificó que probablemente el testigo tiene una marcada
enemistad con su cliente. Un aspecto que puede representar una forma de impug-
nación tan poderosa tendrá que dejarse de lado si no existen evidencias concretas
que permitan acreditar la base fáctica de la impugnación. Esto es, la enemistad.
Como he mencionado a lo largo de este libro, ningún sentido tiene supeditar la
vocación de éxito del contrainterrogatorio a la bondad que eventualmente pueda
tener un testigo de la contraparte.
En este momento, siguiendo los pasos descritos, usted ya contará con un lista-
do depurado que contiene, únicamente, aquellas líneas de contrainterrogatorio en
las que usted puede sumergirse sin temor a ahogarse. El siguiente paso consiste en
generar otro filtro conforme el cual se excluyan aquellas líneas de contrainterro-
gatorio que no son coherentes con su teoría del caso o cuya ejecución no resulta
necesaria.
Piense en un testigo al que usted le descubrió un marcado carácter mendaz,
pero cuyas declaraciones no lo afectan en absoluto. Ese es un caso en el que el
contrainterrogatorio, a pesar de ser procedente desde el punto de vista técnico,
resultará innecesario desde el estratégico. Todo aquello que no sea coherente con
los postulados de su visión global del juicio o no resulte necesario, deberá descar-
tarse del listado.
Otro filtro es necesario: el de la persuasión. No basta con que cuente con las
herramientas para atacar al testigo, tampoco con que el ataque sea coherente
con su teoría del caso, se requiere, además, que el ataque tenga la virtualidad de
generar un impacto significativo en el Juez. Básicamente es tomar, nuevamente, el
requisito de trascendencia de las formas de impugnación y aplicarlo a modo de
filtro. Así, usted deberá eliminar todas aquellas líneas que puedan resultar colate-
rales o insignificantes.
Las pequeñas contradicciones de los testigos, los leves motivos de parcialidad,
los errores inconsecuentes del perito, entre otros, son todos aspectos que, pese a
234 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

su procedencia estrictamente técnica, seguramente no supondrán un impacto sig-


nificativo a los ojos del Juez. De ahí que, en lugar de beneficiar su postura como
contrainterrogador, puede llegar a perjudicarla. El Juez puede llegar a considerar
que esos ataques insignificantes provienen de la carencia de puntos fuertes para
el contra.
El siguiente paso consiste en responder una pregunta intrincada. ¿Qué tan
extenso puede ser el contrainterrogatorio? Al explicar el noveno mandamiento
—menos es más— señalaba que el contrainterrogatorio debe ser tan corto como
sea posible y tan largo como sea necesario. Usted debe encontrar el punto de equi-
librio entre la necesidad de evitar dejar por fuera algún tema relevante y el peligro
de enfrentar al Juez a un contrainterrogatorio con dotes somníferas.
Formular la regla abstracta es una labor sencilla. Aplicarla no lo es. La discu-
sión al respecto es tan controversial que expertos de los quilates del Profesor Sha-
ne Read llegan a señalar que el contrainterrogatorio debería abordar, únicamente,
los tres temas más importantes. Si bien esto implica dejar por fuera algunos as-
pectos relevantes, explica, disminuyen la probabilidad de que el juzgador pierda
el hilo del contra. El profesor Read recomienda elegir solo tres temas, porque de
lo contrario:
“No solo desgasta la capacidad de atención del jurado al abordar más de tres temas,
sino que cada tema adicional va a disminuir el énfasis y la importancia de los otros. Una
vez elija el tema, cada pregunta de ese tema debe estar directamente relacionada; de lo
contrario, no debe hacerla.”134
Considero que la apreciación es un tanto extrema. Si bien es cierto hay testigos
sencillos cuyo contrainterrogatorio podría reducirse a tres temas como lo señala
el Profesor Read, hay otros en los que una labor semejante resultaría imposible.
La extensión del contra, en ese orden, no es un aspecto que goce de un límite ob-
jetivo o general. Serán las particularidades de cada caso las que determinarán qué
tantos temas deben abordarse.
Así mismo, como la extensión no es el único factor que puede disipar la aten-
ción del Juez, cuando las circunstancias lo obliguen a hacer un contrainterrogato-
rio más extenso usted debe hacer uso de todas las herramientas persuasivas para
evitar que el Juez le pierda el rastro al contra. Piense en las ayudas audiovisuales,

134
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials. West-
way publishing. Dallas. 2020, p. 110. La traducción es propia. El texto original es el siguiente:
“Not only do you tax the jury’s attention span by having more than three themes, but each addi-
tional theme you present diminishes the emphasis and importance of the others. Once you pick a
theme, each question under that theme must directly relate to it; otherwise, you should not ask it”.
Sistema de contrainterrogatorio 235

las tablas, y todas las demás metodologías que pueden utilizarse como evidencias
demostrativas para efectos de mantener la atención del Juez siempre viva.
Aplicando la regla según la cual el contra debe ser “tan corto como sea posible
pero tan largo como sea necesario” usted debe valorar, también, la importancia
real de cada una de las líneas. Si cuenta con un contra muy largo, por ejemplo, más
de 15 o 20 líneas, pero todas y cada una de ellas son de imprescindible importancia,
no deberá prescindir de ninguna. Eso sí, si durante la audiencia percibe que pierde
la atención del Juez, podrá solicitar un breve receso, hacer cambios de ritmo, cam-
biar el tono de las preguntas, y en general podrá tomar cualquier otra medida que
le permita reducir los impactos indeseados de la ejecución amplia del contra.
Antes de terminar, vale la pena resaltar que esta selección de las líneas tam-
bién tiene un carácter preliminar. Durante el juicio oral algunas de ellas que en
principio parecían importantes pueden volverse innecesarias, así como otras que
ni siquiera se contemplaron pueden surgir a la luz como indispensables. Por esa
razón, repito, usted debe estar muy atento a la forma en la que se desarrolle el
directo y a los cambios que, como consecuencia de lo sucedido, se vea en la obli-
gación de realizar.
Esos cambios de última hora deben hacerse aplicando los mismos parámetros
ya estudiados. La diferencia en esos eventos recaerá en que deberá aplicarlos en
tiempo real y a toda velocidad, tal y como suceden las cosas durante el juicio oral.
Esto puede sonar aterrador, pero entre más preparado usted se encuentre, menor
cantidad de cambios serán necesarios y con mayor facilidad se ejecutarán aquellos
que resulten indispensables.

6. Sexto paso: determinar el orden del contrainterrogatorio


i. Primacy and recency: orden persuasivo, no cronológico.
En primer lugar, el orden del contrainterrogatorio debe ser persuasivo, no cro-
nológico. Esto significa que usted no debe seleccionar los temas teniendo en cuen-
ta el orden en el que sucedieron los hechos que lo componen. No. En el contra, el
orden debe ser, en lugar de cronológico, persuasivo y lógico.
Para esos efectos hay que tener en cuenta, en primer lugar, dos premisas básicas
de la psicología de la persuasión conocidas como “primacy and recency”135. Bási-
camente hacen referencia a que, en la mente del ser humano, lo que más impacto

135
Este concepto también es aplicado para la selección del orden de los testigos durante el juicio
oral. Ver WAITES, Richard, Helping Reluctant Witnesses to Give Effective Testimony ( 2009).
Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1520809, p. 18.
236 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

y mayor recordación genera durante una intervención es aquello que se aborda en


primer y en último lugar.
Esto significa que usted debe tomar el listado de líneas de contrainterrogatorio,
ya depurado conforme al paso anterior, y elegir el tema más fuerte e impactante
de todos. Con ese iniciará el contrainterrogatorio. Esto garantizará que el Juez
perciba desde el inicio que será un contrainterrogatorio poderoso.
Cuando este primer impacto se logra, aumentan las probabilidades de evitar
que el Juez pierda el hilo del contra, que disperse su atención o que haga un uso
más estricto de las limitaciones al contra para evitar que la tortura que representa
un contrainterrogatorio inane se extienda innecesariamente.
Si el Juez ve de entrada que usted tiene puntos interesantes para el contra, se-
guramente le permitirá abordarlo con toda la profundidad posible. Imagine que
usted se enfrenta a un testigo que cuenta con una condena por falso testimonio.
No hay razón para empezar suave, cuando puede iniciarlo preguntándole direc-
tamente sobre el particular:
“No se lo contó al Juez, pero usted fue condenado por falso testimonio, ¿cierto?”;
“Esa condena se produjo porque usted dijo mentiras en un proceso penal, ¿o no?”;
“¿Dijo esas mentiras frente a un Juez de la república, como el que tiene hoy al frente?”.
“¿Y las dijo bajo juramento?”
Cuatro preguntas podrán generar más impacto que dos horas de contrainterro-
gatorio sin planeación o lleno de rodeos. Otra forma poderosa de iniciar el contra-
interrogatorio es dejando en evidencia la inconsistencia más fuerte en la que incu-
rre el testigo de forma directa. Sin anestesia, ni preámbulos que suavicen el golpe.
Así mismo, generará un impacto significativo aquel contra que empiece por
abordar aquello que el testigo NO puede afirmar:
“Ud. dice que vio a mi cliente en la calle en la que ocurrió el homicidio, ¿cierto?”
“Pero usted no le puede decir al Juez que lo vio disparar, ¿o sí?”
“¿Tampoco puede afirmar que le vio utilizar un arma?”
“De hecho, ni siquiera lo vio portando arma alguna, ¿cierto?”
Estos son solo algunos ejemplos. La forma de aplicar al “primacy” variará, por
supuesto, dependiendo de las particularidades de cada caso. No obstante, algo
que debe evitarse en todos los contrainterrogatorios, sin importar la naturaleza
del testigo, es la “saludadera innecesaria”, esto es, la conversación inocua que mu-
chos abogados tienen con los testigos antes de empezar a formular las preguntas:
“Señor testigo, buenas tardes. Mi nombre es Juan Sebastián Fajardo. Soy el defensor del
procesado. Le agradezco por haber comparecido a esta sala de audiencias. Le voy a ha-
cer una serie de preguntas, le pido que si no entiende alguna de ellas me lo manifieste. Yo
Sistema de contrainterrogatorio 237

intentaré reformularla para que usted pueda comprenderla. Así mismo, las preguntas que
le realizaré son cerradas por lo que usted debe responder a ellas con un sí o un no. Si estoy
haciendo las preguntas en un ritmo muy rápido, por favor déjemelo saber y yo intentaré
formularlas más despacio…”
¡No! Para el momento en que usted termine la “saludadera” la preciosa opor-
tunidad de generar un impacto inmediato se habrá perdido. De tal manera que el
consejo es radicalmente distinto, pero igualmente sencillo: ¡pregunte! Inicie su con-
trainterrogatorio preguntando en seguida.
De hecho, si al inicio de la audiencia el testigo estaba presente y usted tuvo la po-
sibilidad de saludarlo, no será necesario hacerlo de nuevo. De lo contrario, bastará
con un “buenos días” para cumplir con el protocolo mínimo de amabilidad exigido.
Luego de eso, deje que empiece la acción de inmediato.
“Recency”, por su parte, significa que el segundo punto más importante será el
elegido para un cierre contundente. Finalizar el contra de forma poderosa es fun-
damental porque esa percepción general que deje en el Juez su intervención será
aquella que irradiará los demás razonamientos que haga al valorar esa y las demás
pruebas del caso. Es frecuente ver que los abogados se equivocan al terminar el
contrainterrogatorio porque “no saben qué más preguntar” o simplemente porque
no lograron su objetivo.
Esa última línea de contra no solo debe ser muy poderosa, sino que además
debe ser una línea segura. Esto es, una línea frente a la cual no existe mayor riesgo
de fracaso. Pocas cosas serán peores que un contrainterrogatorio que culmina con
una derrota para el abogado. La imagen que permanecerá en la mente del Juez será
precisamente la de ese fracaso.
Estos conceptos de “primacy” y “recency” son explicados por el Profesor Terren-
ce MacCarthy. Él afirma que, si bien su aplicación se predica preponderantemente
de los alegatos de apertura y de conclusión, también deben tenerse en mente a la
hora de desarrollar directos y contrainterrogatorios efectivos. En síntesis, señala:
“Todos los buenos programas de litigación oral, y hay varios, destacan la importancia
del “primacy” y “recency” en la litigación de los casos. Enfatizan en que estos concep-
tos deben ser aplicados a los alegatos de apertura y a los alegatos de clausura. Siempre
empezar con un tema positivo e importante e, igualmente, terminar con uno semejante.
Esos serán los aspectos mejor recordados.

Sin embargo, por alguna razón que nunca he entendido, estos importantes conceptos
comunicativos usualmente no son asociados con el contra o el interrogatorio directo.
Deberían serlo. Al no considerarlos y no hacer énfasis en estos conceptos, la enseñanza
del contra y el directo se ve perjudicada”136

136
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 58. Traducción propia. El texto original es el siguiente: “Every good trial advocacy
238 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Dicho esto, hay otro factor importante para tener en cuenta al determinar del
orden del contrainterrogatorio. Este es, el nivel de hostilidad inmerso en cada una
de las líneas. Usted debe tomar nuevamente su listado de líneas de contrainterro-
gatorio y determinar cuáles de ellas generarán una intensidad mayor en la con-
frontación con testigo y cuales, por el contrario, no generarán mayor resistencia
de su parte.
Las líneas de contrainterrogatorio por concesiones —concessión seeking—
siempre serán menos confrontacionales, como ya he tenido la oportunidad de
explicar. Por esa razón, estas líneas deben ubicarse al inicio del contrainterroga-
torio, mientras que aquellas relativas a la impugnación de credibilidad, que traen
consigo un nivel mayor de hostilidad, deben ubicarse después.
De esta forma, el testigo contestará más fácil sus preguntas. Al no sentirse ata-
cado desde el minuto cero, no se pondrá a la defensiva. Esto, a su vez, aumentará
las probabilidades de que usted logre que el testigo conceda aquello que necesita.
Eso sí, teniendo en cuenta la regla del “primacy” usted elegirá la línea de conce-
siones más importante de todo su listado para el inicio del contrainterrogatorio.
Esta idea es explicada por Shane Read, como señalé en páginas anteriores, de la
siguiente manera:
“Como regla general, es mejor iniciar el contrainterrogatorio de un testigo suscitando
de él hechos que soporten su caso antes de atacarlo en su credibilidad. Al hacer esto al
inicio del contra, antes de sugerirle al jurado a través de un ataque que el testigo no es
creíble, será más probable que el testigo responda sus preguntas libremente.”137
Este consejo metodológico tiene una excepción. Cuando usted se enfrente a un
testigo claramente mentiroso, al cual pretende impugnarle la credibilidad de for-
ma vehemente, debe iniciar dejándole claro al Juez, a través de sus preguntas, que
ese es el objetivo que se propone alcanzar. Por eso no tendrá mucho sentido iniciar

program, and there are many, emphasizes the importance of primacy and recency in trying
cases. They emphasize these communications. In their defense, a few younger lawyers have
argued that they need to write important concepts as they apply to opening statements and
closing arguments. Always start with an important and positive theme and, likewise, end with
one. These will be the things best remembered. However, for some reason I have never unders-
tood, these important communication concepts are not usually associated with cross-or direct
examination. They should be. By not considering and emphasizing these concepts, the teaching
of both cross and direct suffers”.
137
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 117. La traducción es propia. El texto original es: “As a
general rule, it is better to start your cross-examination of a witness by eliciting facts from him
that will support your case before you attack him on credibility or some other weakness. By
doing this at the start of cross, before you suggest to the jury that the witness is not trustworthy
through an attack, the witness will be more likely to answer those questions freely”.
Sistema de contrainterrogatorio 239

con líneas de contrainterrogatorio por concesiones pues, como explicaba en el ca-


pítulo correspondiente, esta forma de contra tiene por objetivo abordar aspectos
favorables que usted espera que el Juez le crea al testigo de la contraparte.
Para ilustrar esta excepción, imagínese haciendo unos alegatos de conclusión di-
ciéndole al Juez: “el testigo no es creíble, hemos impugnado su credibilidad, hemos
demostrado que estaba mintiendo de forma consciente. No es una persona digna
de fiar… ah, pero señor Juez, a esta parte que me favorece, a esa sí debe creerle”.
La incoherencia del argumento saltará a la vista. En contrainterrogatorios que
representen un ataque extremo a la credibilidad del testigo, entonces, no se apli-
cará la regla según la cual debe buscarse un inicio menos confrontacional. En su
lugar, será preferible iniciar las preguntas haciendo uso de las más letales muni-
ciones a su disposición.

ii. Orden estratégicamente diseñado


Por otro lado, el orden de contrainterrogatorio debe diseñarse de tal forma que
no “alerte” al testigo, antes de tiempo, sobre ataques que usted planea realizar
con posterioridad. En otras palabras, debe tratarse de un orden estratégicamente
establecido. Usted debe tomar el listado de líneas, ya organizadas conforme los
parámetros hasta aquí estudiados, y revisarlas una a una con el fin de verificar si
abordar una línea en determinado momento no alertará al testigo sobre una con
la que usted quiere atacarlo con posterioridad.
Pensemos este último parámetro de organización a través de un ejemplo inspi-
rado en un caso real. Usted se enfrenta al testigo más importante de su contrapar-
te, la presunta víctima. Al estudiar el proceso, usted tuvo acceso a múltiples decla-
raciones en las que el testigo le endilgaba la comisión del delito a varias personas,
entre las que no se encontraba el procesado. Así mismo, en esas declaraciones
previas el testigo/víctima negaba de forma contundente haber sido auspiciador de
un grupo ilegal. Juraba y gritaba que no había colaborado con ese grupo ilegal.
No obstante, cuando llegó el juicio, el testigo ya había aceptado que sí había
sido colaborador del grupo ilegal y, además, incluyó al procesado como uno de
los autores del crimen del cual fue víctima. Se había generado, entonces, una ma-
nifestación inconsistente (antes no incluía al procesado y ahora sí) y una vía para
atacar el carácter mendaz del testigo (juraba por Dios que no había colaborado
con el grupo ilegal, pero terminó aceptando que sí lo hizo), entre otras finalidades
legítimas de contrainterrogatorio que pueden rodear el caso.
Se trata del escenario soñado para cualquier contrainterrogador pues estará en
presencia de dos formas de impugnación muy poderosas que, ejecutadas correcta-
mente, pueden generar efectos devastadores. Sin embargo, un orden inapropiado
desde el punto de vista estratégico podría generar el problema que paso a explicar.
240 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Siguiendo las pautas trazadas, usted, por supuesto, quiere iniciar con la línea
más fuerte: la manifestación inconsistente conforme a la cual su cliente antes
no era señalado por el testigo como uno de los autores del hecho. No obstante,
en el caso al que me refiero la declaración que contenía esa afirmación también
contenía la afirmación que el testigo hacía negando “por dios” su colaboración
a un grupo ilegal. De ahí que, impugnar de entrada la credibilidad del testigo le
permitiría a él conocer que usted tiene en su poder también la negativa solemne
que había hecho.
Desde ese momento, el testigo tendría la oportunidad de “preparar” una justifi-
cación para su mentira, pues seguramente concluirá que será un aspecto que usted
abordará más adelante. Como el testigo tiene el tiempo suficiente para pensar la
justificación porque usted lo alertó, podría decir, por ejemplo, que se encontraba
amenazado por el grupo ilegal a tal punto que se vio en la obligación de negar su
colaboración. Una justificación en ese sentido quitaría impacto a la impugnación
y, lo peor, se generaría debido a que fue usted quien lo alertó.
Un orden estratégicamente diseñado, en cambio, debería dar lugar a que se
invierta el orden de las líneas de contrainterrogatorio para evitar que el testigo
“saque del sombrero” una justificación razonable para su flamante negación de
haber colaborado con el grupo ilegal. Eso sí, vale la pena anotar que esta solución
extrema del cambio del orden únicamente será necesaria si usted considera que,
en realidad, el testigo puede sacar una explicación razonable y legítima que com-
prometa el impacto de la impugnación.

iii. Orden flexible


Usted debe organizar de forma consciente la totalidad de las líneas que obran
en su listado, de conformidad con todos los parámetros que hasta este punto se
han explicado. Sin embargo, no sobra recordar que durante el juicio oral pueden
presentarse eventos inesperados.
De ahí que el orden deba ser flexible. Si algo cambia durante el juicio, usted
debe estar en la capacidad de adaptarse inmediatamente. El orden preliminar no
es una camisa de fuerza ni se constituye en un camino obligado para el contra-
interrogador. Se trata de una guía que podrá y deberá modificarse conforme las
necesidades del juicio lo requieran.

7. Séptimo paso: construcción de las “preguntas”


Aunque algunos puristas se han encargado de infundir el mito según el cual es
imposible determinar antes del juicio las preguntas que se le realizarán al testigo,
lo cierto es que se trata de uno de los aspectos más importantes de la preparación
del contrainterrogatorio. No es realista pensar que podemos dejar todo para el
Sistema de contrainterrogatorio 241

juicio oral. Como explicaba con antelación, en el juicio hay muchos otros factores
de los cuales debemos estar pendientes. Eso hace inconveniente dejar todo para
última hora.
Esa noción de “tranquilo, en audiencia se le ocurrirá qué preguntar” es pre-
cisamente la noción que vincula al contrainterrogatorio con habilidades propias
de genios. Como el contrainterrogatorio no es una destreza propia de los genios,
ningún sentido tiene pretender actuar como uno y confiar todas las esperanzas en
la superioridad intelectual en lugar de en la preparación. Esta última es la base
fundamental para una intervención adecuada, integral y persuasiva.
Sí debe prepararse el contrainterrogatorio. Sí deben prepararse las preguntas
que en él se realizarán. Y sí debe realizarse con la antelación suficiente. Desde su
casa u oficina, con la tranquilidad de saber que los errores en el proceso de estruc-
turación del contra podrán ser fácilmente corregidos. No en la sala de audiencias,
donde las equivocaciones pueden costarle el juicio.

7.1. Pasos para la construcción de las notas de apoyo


La construcción de las notas de apoyo debe realizarse en 2 pasos, cumpliendo
con las 7 reglas para la construcción de las preguntas, conforme paso a explicar.
El primer paso consiste en redactar las preguntas completas, bien a mano, o bien
a computador. Esto le permitirá plasmar las ideas que se le vayan ocurriendo de
forma organizada. Podrá jugar con el orden de las preguntas y podrá ir reempla-
zándolas conforme lo vaya considerando conveniente.
La gran bondad de este primer paso radica en que para muchas personas escri-
bir las cosas resulta ser un proceso mucho más creativo. Al escribir una pregunta,
seguramente se le ocurrirá qué pregunta debería ir después, qué otra pregunta
debería ir después de esa y así sucesivamente. Si en algún momento tiene un blo-
queo creativo, esta es la mejor forma de solucionarlo. Para constatar mi punto le
propongo que haga un ejercicio de tres fases. Fase uno. Tome un tema cualquiera
e intente formular mentalmente, sin apoyo de un cuaderno o de un computador,
quince preguntas sobre ese tema. Fase dos. En contraste, siéntese a escribir quince
preguntas exactamente sobre el mismo tema. Muy probablemente, por un lado,
las preguntas le fluirán con mucha más facilidad y, por otro, tendrán un orden
lógico y persuasivo mucho más estricto que las elaboradas mentalmente.
Fase tres. Hecho esto, lleve a cabo un tercer ejercicio consistente en formular
quince preguntas sobre el mismo tema, de forma oral, sin mirar el computador.
Las preguntas no saldrán exactamente como usted las había escrito, pues difícil-
mente podrá recitarlas de memoria, pero serán mucho más fluidas y organizadas
debido a que su cerebro ya cuenta con un soporte o “back up” sobre los temas.
Esto es exactamente lo que busca el método de construcción de preguntas que
242 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

planteo: facilitar la ejecución al llevarlo a generar un soporte mental para las pre-
guntas que después tendrá que formular en audiencia.
Este primer paso tiene efectos sumamente útiles cuando usted está diseñando
un contrainterrogatorio que solo se ejecutará varias semanas o meses después.
Salvo que usted cuente con una memoria “súper humana”, tres o cuatro meses
después de haber diseñado el contra habrá olvidado muchos aspectos relevantes.
Contar con ese documento le permitirá ponerse al día con mucha facilidad al re-
cordar todos los aspectos que en su momento ideó.
El segundo paso, como decía, consiste en tomar esas preguntas escritas en su
totalidad y reducirlas a unas notas que sirvan únicamente como guías y ayudas de
memoria. En otras palabras, vamos a tomar el documento extenso que contenía
todas las preguntas que a usted se le ocurrieron y lo vamos a convertir en un do-
cumento de unas pocas páginas. Idealmente, no más de una página por línea de
contrainterrogatorio. Así usted no tendrá la tentación de estar “pasando páginas”
mientras ejecuta cada una de ellas.
Para que estas guías y ayudas de memoria sean verdaderamente eficaces, es
preferible que se realicen a mano. No a computador. La escritura a mano tiene un
efecto mnemotécnico o de recordación muy superior a la escritura en computa-
dor. El procedimiento resultará mucho más poderoso si, además, se combina con
la utilización de colores, marcadores, resaltadores, notas plegables en las hojas,
que permitan recordar, cada una, algún aspecto especifico.
Para lograr la reducción en tamaño, pasando de una gran cantidad de hojas
—que puede componer la totalidad de las preguntas redactadas a computador—
a una sola hoja por línea de contrainterrogatorio puede utilizarse un procedi-
miento tan sencillo como eficiente. Tomar cada pregunta del documento inicial y
plasmar una sola palabra en el documento nuevo que haga referencia a ella. Esa
palabra debe ser la palabra precisa y adecuada para recordar la totalidad de la
pregunta. De manera que, si se olvida, sea muy sencillo traer a la mente cuál era
esa pregunta que se tenía planeada.
A medida que usted vaya tomando experiencia, se requerirán menos palabras
para evocar en su memoria las preguntas. Llegará el punto en que una sola pala-
bra le recuerde varias preguntas o, inclusive, le recuerde la composición de la to-
talidad de la línea de contrainterrogatorio que usted había escrito a computador.
El procedimiento compuesto por los dos pasos explicados, graficado, se vería
de la siguiente forma. Primer paso, preguntas completas redactadas a computa-
dor:
Sistema de contrainterrogatorio 243

Línea n°. 6. No lo vio haciendo nada indebido


1. La Fiscalía le preguntó a usted sobre las personas que había visto en la esquina de los
hechos la noche en la que ocurrió el homicidio, ¿cierto?
2. ¿Usted vio a varias personas?
3. De hecho, recuerda haber visto a más de 15 personas, ¿correcto?
4. Una de esas personas era mi defendido, ¿cierto?
5. Por eso usted dijo que el procesado se encontraba esa noche en el lugar del homicidio,
¿correcto?
6. Pero usted no lo vio disparándole a la víctima, ¿o sí?
7. Ni lo vio atacándola de forma alguna, ¿estamos de acuerdo?
8. Tampoco lo vio, siquiera, hablando con ella, ¿cierto?
9. De hecho, usted no lo vio portando ningún arma de fuego, ¿o sí?
10. Tampoco lo vio deshaciéndose de ningún elemento, ¿cierto que no?
11. No lo vio intentando cubrir su rostro mientras caminaba, ¿o sí?
12. Ni lo vio hacer ninguna otra cosa que a usted le hiciera pensar que él estaba intentando
ocultar su identidad, ¿cierto?
13. En síntesis, usted no puede afirmar que él fue el autor del homicidio, ¿o si puede hacerlo,
testigo?

Conforme al segundo paso propuesto, estas catorce preguntas, una vez se escri-
ban a mano en el documento que servirá de apoyo de memoria, podrían reducirse
de la siguiente forma:
244 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Esta es una ayuda de memoria que contiene todas las preguntas que contenía
nuestra redacción inicial. Con ella no solo se logrará una reducción sustancial de
la cantidad de páginas utilizadas, lo que suele ser importante en contrainterroga-
torio extensos, sino que, además, evitará la tentación de leer la totalidad de las
preguntas. Los efectos nocivos de la lectura durante el contrainterrogatorio ya
fueron explicados cabalmente en el octavo mandamiento —¡No lea! Escuche—.
Este tipo de escritura manual propiciará una mejor recordación del contenido
de cada línea. Así mismo, le permitirá ubicar con distintos colores información re-
lacionada. Las dos notas azules, por ejemplo, corresponden al número y la página
de la declaración previa del testigo en la que se encuentra la afirmación.
Si el testigo llega a incurrir en una inconsistencia, usted tendrá siempre a la
mano la información para ubicar en cuestión de segundos la declaración previa
que demuestra la inconsistencia. El post-it o nota adhesiva amarilla, contiene al-
gunas alertas sobre la forma en la que usted planeó encarar al testigo y el sustento
para discutir una oposición según la cual “el tema no fue abordado en el directo”.
En un ejercicio real los números que anteceden a cada una de las preguntas,
que aquí se encuentran en rojo, no serán necesarios. En el ejemplo lo hice para
que usted pueda ubicar la correlación entre las preguntas de ambos documentos.
Es importante señalar, así mismo, que a medida que usted vaya adquiriendo más
experiencia y se vaya sintiendo más cómodo en la ejecución de los contrainterro-
gatorios, podrá ir reduciendo en mayor medida sus ayudas de memoria. En algu-
nos casos bastará con el título de la línea y un par de afirmaciones para recordar
la forma en la que se tenía planeada toda la línea.
Las particularidades de las notas de memoria variarán dependiendo de aquello
con lo que usted se sienta cómodo. Si lo suyo no es la escritura a mano, puede
pensar en un esquema semejante a computador. Si prefiere los mapas conceptua-
les, puede optar por utilizar esa posibilidad. Lo relevante es que, en ninguna cir-
cunstancia, vaya a audiencia con la totalidad de las preguntas redactadas. Como
ya tuve la oportunidad de explicar, tener sus ojos “clavados” en la lectura de las
preguntas, le impedirá hacer contacto visual con el testigo, demostrarle que usted
tiene el control del contrainterrogatorio y verificar cuándo le está contestando su
pregunta o cuándo simplemente la está evadiendo.

7.2. Reglas para la selección de las preguntas


Los dos pasos explicados en las páginas anteriores deben llevarse a cabo con
7 reglas en mente. Estas son las reglas para determinar específicamente qué pre-
guntas se quieren plasmar en los dos documentos señalados, para después ser
formuladas en juicio:
Sistema de contrainterrogatorio 245

i. Regla n°. 1. El tipo de preguntas.


Mucho se discute acerca de la inmensa cantidad de clasificaciones, denomina-
ciones y divisiones del tipo de preguntas existentes. Esa discusión, que tiene tanto
de largo como de ancho, escapa al alcance de este libro. No obstante, las cuatro
más importantes para los efectos que nos ocupan son las abiertas, cerradas, aser-
tivas y sugestivas.
Las preguntas abiertas invitan a una narración amplía que proporcione los de-
talles relevantes sobre el objeto del interrogante. Usualmente se caracterizan por
iniciar por los adverbios qué, cómo, cuándo, cuánto, cuál, dónde y por qué, pero
no siempre que se utilicen estos adverbios estaremos en presencia de preguntas
abiertas, como explicaré más adelante. Como suscitan una respuesta amplia, el
control del interrogatorio que utiliza estas preguntas lo tiene el testigo. Pues es él
quien decide qué aspectos abordará y con qué nivel de detalle. No quien hace las
preguntas.
Las preguntas cerradas se denominan de esta forma porque admiten respues-
tas muy específicas. Piense en cuando usted le pregunta a otra persona “qué hora
es”. El interlocutor, para responder su pregunta, solo puede hacerlo señalándole
la hora actual. O también cuando a usted le preguntan “de qué color es su carro”
o “a qué sitio se dirigió”. Estas son preguntas que no invitan a una descripción
detallada de tipo “cómo es su carro” o “cómo es el sitio al que se dirigió”, sino
que buscan una respuesta concreta sobre situaciones específicas.
Como estas preguntas pueden llegar a contener adverbios como “qué” o “cuál”
o “cuántos”, hay quienes las confunden con las preguntas abiertas. Basta con ve-
rificar las limitadas opciones de respuesta que tiene el testigo para concluir que se
trata de dos tipos de preguntas completamente diferentes. Hay otros que, por el
contrario, y también de forma equivocada, consideran que las preguntas cerradas
son sinónimos de las preguntas asertivas. No lo son.
Las preguntas asertivas son concretas y evitan que el testigo de una respuesta
libre, ese es un rasgo que comparten con las cerradas, pero exigen de él una res-
puesta con un sí o un no. Sigamos con el ejemplo sencillo. Mientras que la pregun-
ta “de qué color es su carro” es una pregunta cerrada, “¿su carro es azul?” es una
pregunta asertiva. El testigo solo podrá contestar con un sí o con un no.
Las preguntas sugestivas, por su parte, son aquellas que, siendo asertivas, le
sugieren al testigo el sentido de la respuesta que espera quien la hace. “su carro
es azul, ¿cierto?” será una pregunta asertiva, por supuesto, pero debido a que
contiene el adjetivo “¿cierto?” existe una clara indicación al testigo de que esa es
la respuesta que el interrogador considera correcta. Esa indicación o sugerencia,
la convierte en sugestiva.
246 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Las cuatro formas de preguntas estudiadas pueden ser utilizadas durante el


contrainterrogatorio. Inclusive las abiertas son preguntas legítimas durante el
contra, sin embargo, salvo en el contra por concesiones, no son recomendadas.
Como explicaré en el capítulo correspondiente, el “control de los testigos” depen-
de, preponderantemente, del tipo de preguntas que se le realicen. Si a un testigo se
le realizan preguntas abiertas, al mismo tiempo, se le estará entregando el control.
La recomendación es utilizar siempre preguntas cerradas, asertivas o sugestivas.
Las preguntas cerradas, asertivas o sugestivas permiten mantener el control del
contrainterrogatorio. Garantizan que el testigo no se salga del tema. Facilitan la
concreción de sus respuestas y permiten evitar que el testigo simplemente las eva-
da. Así mismo, estas formas de preguntas disminuyen significativamente el riesgo
de obtener una respuesta nociva o perjudicial, pues la respuesta siempre estará
ligada a lo que se pregunta y es el contrainterrogador quien decide qué preguntar.
Bastará, entonces, con no preguntar sobre algún tema peligroso o perjudicial para
evitar que el riesgo se materialice.
Solo cuando la respuesta del testigo no pueda generarnos daño o cuando se
trate de una forma de contrainterrogatorio sin un solo ápice de confrontación,
pueden realizarse, de forma excepcional, preguntas abiertas. Para aventurarse a
realizar preguntas abiertas usted deberá tener la certeza de que se trata de un tes-
tigo que no es mentiroso y que no tiene ninguna motivación para hacerle daño a
su teoría del caso. De lo contrario, el riesgo será desproporcionado.
Si opta por realizar preguntas sugestivas, es decir, aquellas en las que se insinúa
el sentido de la respuesta, tenga en cuenta que la utilización constante de prefi-
jos y sufijos puede tornarse distractora y monótona. Es decir, si usted realiza un
contrainterrogatorio durante varias horas, incluyendo en todas las preguntas los
términos “cierto”; “correcto”; “estamos de acuerdo en que…”; “responda si es
cierto que…”; “sí o no”, corre el riesgo de perder la atención del Juez y hasta de
molestarlo. De allí que la utilización de estos términos deba estar limitada a dos
eventos.
Evento uno. Las primeras líneas del contrainterrogatorio. Como el testigo viene
acostumbrado a contestar con amplitud las preguntas abiertas del interrogatorio
directo, al inicio del contrainterrogatorio puede mostrarse reacio o simplemente
incomodo al contestar sus preguntas cerradas, asertivas o sugestivas.
Iniciar el contra con los prefijos o sufijos en comento, le hará entender al tes-
tigo con mayor facilidad que debe contestar de esa forma. Cuando el testigo ya
se acostumbre a que sus preguntas son de ese tipo, empezará a contestarlas con
mayor naturalidad. Y, en ese momento, usted podrá dejar de utilizar los odiosos
términos “cierto”; “correcto”; “es así” al finalizar o iniciar cada pregunta.
Sistema de contrainterrogatorio 247

De ahí en adelante, usted podrá realizar la afirmación aumentando la entona-


ción al final de la frase y con eso bastará para que el testigo entienda que debe
responder de forma asertiva, confirmando o negando. Ya no le preguntará: “¿es
correcto afirmar que su carro es azul?” o “su carro es azul, ¿cierto?”, sino que
simplemente afirmará “su carro es azul”. El testigo, ya instruido por la forma de
sus preguntas anteriores, seguramente contestará con un sí o un no, como usted lo
espera. Si no lo hace, bastara con volver a los prefijos y sufijos para que entienda
que esta también es una pregunta cerrada, asertiva o sugestiva.
En segundo lugar, deberá acudirse a estos términos monótonos, por odiosos
que resulten, cuando usted se enfrente a un testigo hostil o evasivo. La forma de
controlar a estos testigos la explicaré en el capítulo correspondiente de la ejecu-
ción del contra, pero, por ahora, alcanza con señalar que los prefijos y sufijos
resultan sumamente útiles para controlar al testigo.
Al preguntarle, por ejemplo, “su carro es azul, ¿sí o no?” las probabilidades
de que el testigo evada la pregunta disminuyen tangencialmente. Si se niega a
contestarla, será evidente para el Juez que se trata de un testigo hostil y, con esto,
gran parte de los objetivos del contrainterrogatorio por impeachment se habrán
logrado.

ii. Regla n°. 2.


Las preguntas deben ser cortas y factualesLas preguntas deben ser tan cortas
como sea posible. El mito conforme el cual “debe hacerse una pregunta por he-
cho” es equivocado. Los hechos suelen ser extensos y suelen contar con muchos
detalles importantes. Esto hace que sea inviable pensar en incluir todos los deta-
lles y circunstancias de un hecho, en una misma pregunta. La regla, en cambio,
consiste en que las preguntas deben ser, literalmente, lo más cortas posible sin que
lleguen a perder el sentido lógico.
Una pregunta que abarque varios aspectos relevantes de un mismo hecho se-
ría la siguiente: “la noche de los hechos, a las 8:00 pm, usted iba manejando su
vehículo azul, marca Chevrolet, por la carrera séptima, sentido norte-sur, cuando
otro vehículo, color verde, marca Mazda, que venía por la calle 63, sentido orien-
te occidente, se pasó el semáforo, según usted, en rojo, causando la colisión, ¿es
esto así?”. Pero esta es una pregunta sumamente extensa que generará confusión
en el Juez y le permitirá al testigo contestar “no” si alguna de las 11 premisas es
equivocada, pese a que las demás sean ciertas. Esto sin contar con la objeción,
absolutamente procedente, conforme a la cual la pregunta es compuesta.
Siguiendo la segunda regla para la construcción de las preguntas, la línea de
contrainterrogatorio debería desarrollarse más o menos así:
248 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

“Ubíquese en la noche del accidente de tránsito del que hemos venido hablando, apro-
ximadamente a las 8:00pm… ¿está ubicado?

¿Usted se encontraba manejando su carro?

¿Su carro es azul?

¿Y es de marca Chevrolet?

¿Lo venía manejando por la carrera séptima?

Específicamente, en sentido norte-sur, ¿cierto?

Cuando usted iba pasando a la altura de la calle 63, vio otro carro, ¿correcto?

¿Un carro marca Mazda?

¿De color verde?

¿Ese vehículo venía por la calle 63?

¿Sentido oriente-occidente?

¿Usted afirma que ese vehículo se pasó el semáforo en rojo?

De hecho, usted afirma que “vio como el otro vehículo se pasaba el semáforo en rojo”,
¿fue eso lo que dijo?

Pero usted no vio el color del semáforo de la vía por la que transitaba ese vehículo, ¿o sí?

Desde la carrera séptima no se puede ver el semáforo de la calle 63, sentido oriente-oc-
cidente, ¿cierto que no?
Una pregunta que parecía confusa y que era evidentemente compuesta, se ha
convertido en 15 preguntas cortas, sencillas, que el testigo y el Juez podrán com-
prender. Si el testigo se rehúsa a contestar con claridad alguna de ellas dejará
expuesto su carácter hostil y poco sincero.
Además de ser cortas, las preguntas deben ser factuales. Esto significa que
deben referirse a hechos. No a opiniones, especulaciones o calificaciones. Pura y
simplemente, hechos. Esto evitará que procedan varias de las objeciones más fre-
cuentes, pero, además, evitará que el testigo evada fructíferamente sus preguntas.
Para efectos del ejemplo, sigamos con el mismo caso.
Imagine que usted quiere demostrar que cuando el vehículo verde cruza la
intersección, el vehículo azul, conducido por la presunta víctima, aún se encon-
traba lejos. Con ello usted pretende acreditar que el conductor del vehículo azul
se encontraba distraído, pues de lo contrario habría visto que un vehículo se
aproximaba. Consecuencialmente, usted busca acreditar que el testigo “inventó”
que su semáforo estaba en verde, y el del otro vehículo en rojo, para encubrir su
negligencia.
Sistema de contrainterrogatorio 249

Lo primero que se viene a la cabeza de un contrainterrogador no entrenado y


que no está aplicando un sistema adecuado, es preguntarle al testigo: “Lo cierto
es que cuando el vehículo verde cruzó la intersección, usted aún se encontraba
alejado de él, ¿o no?”. Otro pensará en preguntar: “Cuando el vehículo verde
cruza la intersección usted se encuentra a una distancia importante, ¿correcto?”
o también “Cuando el vehículo verde cruza la intersección, usted aún no se en-
contraba cerca a ese vehículo, ¿o sí?”
En una conversación corriente los términos “alejado”, “distancia importante”
o “cerca a” serán adecuados. Para un contrainterrogatorio no, pues no cumplen
con el requisito de ser factuales y precisos. Lo primero que hará un testigo me-
dianamente hostil e inteligente será increparlo diciéndole “señor abogado, eso
depende de lo que usted entienda por alejado o cercano.”. Tristemente, el testigo
tendrá la razón. La pregunta es confusa y poco precisa.
En su lugar, para el ejemplo comentado podrán utilizarse distancias aproxi-
madas, como “más o menos 200 metros”, u otros mecanismos de equivalencia,
como “más o menos a dos cuadras”, o inclusive con puntos de referencia “frente
a la estación de servicio” o “a 20 metros de la esquina donde está ubicado el su-
permercado”. Estas preguntas, eminentemente factuales, evitarán que el testigo
esquive la pregunta con alguna de las evasivas ya explicadas138.
Otra consecuencia muy importante de utilizar preguntas eminentemente fac-
tuales, en términos persuasivos, es que a medida que se avanza en la ejecución del
contrainterrogatorio, el Juez podrá ir haciéndose una imagen bastante precisa de
la forma en la que, según su propia teoría del caso, sucedieron los hechos. Podrá
ver la película pasar delante de sus ojos. Esto no es posible, en cambio, si se uti-
lizan caracterizaciones o calificativos al momento de contrainterrogar.

iii. Regla n°. 3.


Las preguntas deben formularse en lenguaje sencillo.
En el sexto mandamiento —No cantinflee— explicaba que hay magia en ha-
blar y escribir sencillo. Una de las máximas que ha inspirado la redacción de este
libro es precisamente esa: despojarse de la falsa idea conforme a la cual la escritu-
ra compleja e intrincada es una muestra de superioridad intelectual, de pedigree
jurídico o de pertenencia a una suerte de realeza legal.

138
Para una explicación profunda sobre el particular, ver: Mauet, Thomas. Trial Techniques and
Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York. 2017, p. 275-276.
250 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

El único logro, si es que se le puede llamar así, que alcanzan aquellos que escri-
ben de forma innecesariamente compleja es que muchas veces nadie los entiende.
Son tan inteligentes que, en ocasiones, ni siquiera ellos mismos comprenden sus
enmarañadas escrituras.
En el ámbito del juicio oral, y en general en el de la litigación, la regla es diame-
tralmente distinta. Hablar o escribir de forma compleja dificultará que su mensaje
llegue al destinatario. Y esa es precisamente la labor del abogado de juicio, lograr
enviar un mensaje claro, integral y persuasivo al Juez para que lo tenga en cuenta
al tomar la decisión.
En ese orden, las preguntas del contrainterrogatorio deben construirse en el
lenguaje más sencillo posible. Cada vez que usted tenga dudas acerca de un térmi-
no que quiere utilizar, busque si algún sinónimo, siendo igual de preciso, resulta
más sencillo. No hable de automotores si puede hablar de carros o motos. No
hable de transeúntes si puede hablar de personas caminando.
No hable de individuos de sexo femenino si puede hablar de mujeres y no
hable de mamíferos carnívoros domésticos de tierna edad si puede hablar de ca-
chorros. En síntesis, pase cada uno de los términos que pretende utilizar por un
“test de sencillez”. Solo aquellos que lo superen serán dignos de ser utilizados en
el contrainterrogatorio.
Todo lo anterior le permitirá realizar un contrainterrogatorio más fluido, con
menores probabilidades de que el testigo evada o esquive sus preguntas, y menos
susceptible a las objeciones que su contraparte estará muy pendiente de elevar.

iv. Regla n°. 4.


Evite la fórmula: “Usted dijo en el directo que…”.
Por alguna extraña razón, en la práctica judicial ha hecho carrera la idea con-
forme a la cual las líneas de contrainterrogatorio deben iniciar preguntándole al
testigo si es cierto que en “en el directo dijo que…”. La mayoría de los cursos y
capacitaciones que se realizan sobre el tema, erróneamente, enseñan esta forma
de abordar al testigo como una técnica inmaculada que jamás debería pasarse
por alto. Se trata de un consejo equivocado que genera pocas ventajas, si es que
alguna, y que en cambio sí puede poner en serios aprietos al contrainterrogador
desde el minuto cero.
Piense solo en tres de los problemas que de allí se derivan.
• Puede llegar a suceder que usted se equivoque, siquiera levemente, al
rememorar lo que el testigo dijo. El testigo y su contraparte estarán muy
pendientes de esas pequeñas discordancias y las expondrán de inmedia-
to. El testigo señalará “eso no fue lo que yo dije” o la contraparte ob-
jetará “su señoría, está poniendo palabras en la boca del testigo”. En
Sistema de contrainterrogatorio 251

cualquiera de los dos casos el ritmo del contra se verá afectado por una
razón que pudo fácilmente evitarse.
• Puede suceder que usted no se equivoque al afirmar “lo que el testigo
dijo en el directo” pero que, aun así, el testigo lo niegue. Bien porque
de buena fe piensa que eso no fue lo que él dijo, o bien porque lo hace
de mala fe al haber sido instruido por su contraparte para hacerlo. Este
último evento, tristemente, es frecuente en la práctica.
En cualquiera de los dos casos, usted se verá obligado a sumergirse en
la discusión de que el testigo sí dijo lo que usted afirma, mientras que su
contraparte y el testigo dirán que no. Es una discusión de la que usted,
así gane, saldrá perdedor, pues el ritmo y el mensaje buscado con esa
línea de contrainterrogatorio, seguramente, se disipará en la confusión
generada por la discusión.
• Puede suceder que el testigo no niegue haber hecho la afirmación, pero
si quiera hacer algunas claridades. “Permítame explicarle que fue lo que
yo dije” intentará manifestar el testigo. Así usted lo corte, y se lo impida,
pues el contra no es momento para dar explicaciones, se trata de una
situación que pondrá en entredicho si realmente su afirmación corres-
ponde al sentido en el que el testigo hizo la suya.
Estos tres eventos descritos a modo de ejemplo reflejan con claridad algunos
de los problemas derivados de utilizar esta técnica anticuada. Y, si usted lo piensa
con cuidado, es poco lo que puede ganar al utilizarla. Volvamos al ejemplo del
accidente de tránsito y las lesiones personales culposas. La comparación entre una
y otra forma de preguntar es la siguiente:

CON la fórmula anticuada SIN la fórmula anticuada

¿Usted dijo en el directo que se encontraba ¿Usted se encontraba manejando su carro?


manejando su carro?
¿También dijo que su carro es azul? ¿Su carro es azul?
¿Específicamente, durante el directo dijo que ¿Y es de marca Chevrolet?
es de marca Chevrolet?
¿También le contó al Fiscal que usted venía ¿Lo venía manejando por la carrera séptima?
manejando el carro por la carrera séptima?
También dijo que lo venía manejando en sen- Específicamente, en sentido norte-sur, ¿cierto
tido norte-sur, ¿cierto?
También contó hace unos minutos que cuan- Cuando usted iba pasando a la altura de la
do usted iba pasando a la altura de la calle 63, calle 63, vio otro carro, ¿correcto?
vio otro carro, ¿correcto?
252 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Las preguntas realizadas SIN la fórmula “usted dijo en el directo que…”, no


solo evitan que el testigo las evada como ya se ha explicado, sino que además son
mucho más cortas y sencillas de entender. Esto contribuye a que el juez pueda
seguir con mayor precisión el hilo del contrainterrogatorio y, por ende, aumenta
las probabilidades de que el mensaje llegue tal y como se pretende.

v. Regla n°. 5. Desagregar hipótesis fácticas


Una regla de oro para la formulación de las preguntas radica en desmembrar o
dividir los hechos tanto como sea posible. Esto garantizará que las preguntas sean
claras, que no sean compuestas y que, en últimas, sea el abogado quien tenga el
control del contrainterrogatorio.
Desagregar hipótesis fácticas significa tomar cada hecho y extraerle absoluta-
mente todos los detalles relevantes. Recuerde que durante el contrainterrogatorio
es el abogado quien cuenta la historia. Esta solo se contará de manera adecuada
cuando no queden por fuera detalles o circunstancias relevantes para el proceso.
De ahí que esos detalles deban ser cuidadosa y pacientemente abordados durante
el contraexamen a través de preguntas puntuales que los pongan de relieve.
Ilustremos la idea con un ejemplo. Imagine que en el mismo caso del accidente
de tránsito cada parte lleva un perito para establecer la velocidad aproximada de
los vehículos a partir de las marcas de frenado encontradas en la escena de los
hechos. Usted sabe que su perito tiene mucho más renombre y que es una autén-
tica autoridad en la materia. Decide, entonces, utilizar al perito de la contraparte
para exaltar a su propio perito. Forma de contrainterrogatorio por concesiones
ya estudiada con antelación.
En lugar de preguntarle al perito de la contraparte si nuestro perito es una
“autoridad en la materia” o si es un perito “reconocido mundialmente por sus
obras”, será preferible desagregar las preguntas específicas que permitan inferir la
importancia del perito y, solo al final, hacer la pregunta acerca de si es una auto-
ridad en la materia:
“¿Usted conoce al Dr. Stuttgart?
Usted sabe que él ha publicado varias obras sobre la determinación de la
velocidad de un automóvil a partir de las marcas de frenado, ¿cierto?
¿Una de esas obras es el “manual sobre huellas de frenado”?
¿Es una obra que se utiliza para capacitar a los funcionarios en la enti-
dad en la que usted labora?
¿Usted ha sido capacitado utilizando como herramienta esa obra?
De hecho, el Dr. Stuttgart fue docente suyo en esta materia, ¿correcto?
Sistema de contrainterrogatorio 253

Usted también tiene un par de publicaciones al respecto, ¿verdad?


Y en una de ellas cita el manual del Dr. Stuttgart, ¿o no?
Concretamente, ¿usted cita el manual del Dr. Stutgart como una de las
“fuentes autorizadas más importantes” sobre el tema?
Corríjame si me equivoco, pero el Dr. Stuttgart es el presidente del Insti-
tuto Nacional de Ciencias Matemáticas, ¿es así?
Instituto al cual usted pertenece, ¿o no?
Dicho esto, ¿es correcto afirmar que el Dr. Stutgart es una autoridad en
la materia?
Llevar a cabo la pregunta de cierre, después de haber indagado sobre todos los
aspectos que a cualquier persona razonable le harían creer que nuestro Dr. Stut-
gart es un profesional reconocido, aumentará tangencialmente las probabilidades
de que el testigo haga la concesión. En cambio, si la pregunta se hace en frio, sin
haber desagregado las hipótesis adecuadas, el testigo no se sentirá obligado a
contestar sinceramente.
Ahora bien, es cierto que, aun aceptando todas las preguntas anteriores, el pe-
rito adverso podría negar que el nuestro es “una autoridad en la materia”. Pero,
si esto sucede, sus respuestas serían inverosímiles y contrariarían el sentido común
de tal forma que su falta de sinceridad, muy seguramente, sería notoria para el
juez.

vi. Regla n°. 6. Utilizar transiciones


Las transiciones constituyen una de las armas más preciadas de cualquier con-
trainterrogador. Ellas nos permiten ir de una línea de contrainterrogatorio a otra
sin necesidad de realizar un sinnúmero de preguntas intrascendentes con el fin de
ubicar al testigo. Se trata de afirmaciones que realizamos para llevar la mente y
la memoria del testigo al punto más específico posible para, a partir de ese punto,
realizar las demás preguntas de la línea de contrainterrogatorio.
Seguramente el lector atento se dará cuenta en este momento que, en algunos
de los ejemplos anteriores ya he usado transiciones. Cada vez que le pedimos al
testigo que “se ubique en la noche del accidente, aproximadamente a las 8:00pm”
estamos llevando a cabo una transición. Ahora, si alguien objeta porque en es-
tricto sentido no estamos haciendo ninguna pregunta, bastará con concluir la
transición preguntado “¿está ubicado?”.
Si el testigo responde afirmativamente, podemos dar paso a las preguntas. Si
no, debemos continuar intentando ubicar al testigo de forma precisa: “Me refiero
al día en que usted tuvo el accidente de tránsito del que nos ha venido hablando,
¿sabe a qué día me refiero?”, cuando el testigo responda “sí”, le diremos “perfec-
254 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

to. Ubique su memoria en ese día, a eso de las 8:00pm, ¿pudo ubicarse mejor de
esta forma?” Así, si el testigo se muestra renuente e intenta impedir una adecuada
transición, el Juez podrá notarlo con facilidad.
Resulta difícil dejar de recalcar la enorme importancia que las transiciones
representan para un contrainterrogatorio fluido. Por eso, es necesario que usted
estudie cada una de sus líneas con el fin de determinar cuál es ese “momento” o
ese “tema” especifico en el que debe ubicar al testigo para a partir de ahí iniciar
con su línea. Por ejemplo, si va a examinar al testigo sobre un documento o una
evidencia, señálele: “ahora vamos a hablar del primer informe que usted rindió,
¿sabe de qué documento le estoy hablando?”.
Si es sobre una persona, la transición puede realizarse así: “quiero hacerle unas
preguntas sobre el Dr. Stutgart, usted sabe quién es él, ¿cierto?”. Si es sobre una
fecha o evento, puede decirle: “le pido que lleve su memoria al instante en que us-
ted arribó a la escena de los hechos por primera vez, ¿está ubicado en ese preciso
momento?” o “por favor ubíquese en el momento exacto en el que escuchó los
disparos, ¿está ubicado?”.

vii. Regla n°. 7. De lo indiscutido a lo discutido y de lo especial a lo general


De conformidad con esta regla el orden al interior de cada una de las líneas de
contrainterrogatorio debe cumplir con dos parámetros. El primero. Cada línea debe
iniciarse con los aspectos que no son objeto de discusión. Aquello con lo que usted
está de acuerdo con el testigo. Es decir, esos hechos, detalles o circunstancias que
el testigo estará dispuesto a aceptar o que, al menos, es más probable que acepte.
Estas primeras preguntas sobre aspectos NO debatidos le darán al Juez el so-
porte y el contexto adecuado para entender qué tema está usted abordando. He-
cho esto, cuando sea procedente, vendrá la confrontación. Pensemos este punto
desde el ejemplo de la presunta víctima de lesiones personales culposas originadas
el en accidente de tránsito.
La descripción de los automóviles involucrados, la narración acerca de los
lugares por los cuales cada uno se movilizaba y la existencia misma del accidente
no son parámetros en disputa. El hecho sobre el cual se quería adelantar la im-
pugnación radicaba en la imposibilidad del conductor de haber visto el color del
semáforo que cruzó el otro vehículo. Por eso era la última pregunta.
Cuando usted perciba, por ejemplo, que un testigo incurre en una inconsisten-
cia en la narración de determinado hecho, debe iniciar la línea con las preguntas
sobre los aspectos que el testigo narró de forma consistente y cerrarla con aque-
llos en los que se origina la inconsistencia. El procedimiento a seguir cuando, ter-
minada la línea, el testigo se mantiene en su contradicción, lo explicaré en detalle
en la ejecución del contra.
Sistema de contrainterrogatorio 255

El segundo parámetro para tener en cuenta al organizar las preguntas dentro


de cada línea radica en la aplicación del método inductivo de razonamiento o,
dicho en término sencillos, en partir de lo especial hacia lo general. Como ya
explicaba, los testigos serán renuentes a realizar conclusiones generales si antes
no se han sentado los elementos específicos que las componen. Veamos solo un
ejemplo más para ilustrar este punto.
Cuando usted quiera impugnar por parcialidad a un testigo debido a que es
muy amigo de una de las partes en conflicto, será inconveniente iniciar precisa-
mente por la conclusión de carácter general: la profunda amistad que los une.
Mejor, inicie por abordar los años que han pasado desde que se conocen, si es-
tudiaron juntos, si el testigo es padrino de los hijos de la parte o viceversa, si sus
familias departen con regularidad. En otras palabras, primero aborde los hechos
específicos que suelen rodear una amistad antes de llegar a la pregunta sobre la
existencia de esta.
La utilización del método inductivo durante el contrainterrogatorio evitará
que procedan en su contra objeciones por la ambigüedad, abstracción o confusión
de las preguntas, pues siempre partirán de aspectos específicos. También evitará
que las líneas queden reducidas a una sola pregunta, lo que dificultaría su apre-
hensión por parte del Juez.
Pues si usted le pregunta a testigo si es amigo de la víctima y este lo acepta,
cualquier pregunta posterior que realice para ahondar al respecto podrá estimarse
como repetitiva. Por último, el método inductivo le permitirá abordar con absolu-
to detalle, tal y como es requerido, los temas de cada línea de contrainterrogatorio.

7.3. Manténgase flexible


Para terminar, es necesario recordar que las preguntas y líneas de contrain-
terrogatorio que usted diseñe, de conformidad con las 7 reglas estudiadas, no
son inamovibles. Varias circunstancias, que pueden o no presentarse durante el
interrogatorio directo del testigo, pueden dar lugar a que deban modificarse al-
gunas preguntas, algunos términos o inclusive la estructura misma de las líneas
de contrainterrogatorio. Por la importancia que representa, las herramientas para
ajustar el contrainterrogatorio serán abordadas en el primer paso de la ejecución:
“Escuche atentamente el directo”.
Vale la pena resaltar que, no porque las preguntas y líneas puedan llegar a
verse modificadas significa que no tiene sentido prepararlas. La preparación cons-
tituye la base fundamental de un contrainterrogatorio eficaz. Solo un contrainte-
rrogatorio que se ha preparado hasta el cansancio podrá ser adaptado a las nove-
dosas necesidades que puedan presentarse durante el directo. No es una cuestión,
256 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

entonces, de sagacidad o de buena suerte. Recuerde, siempre, que la buena suerte


persigue a los preparados.

8. Octavo paso: ¡Prepárese para la audiencia! - Consejos logísticos


Hasta aquí hemos abordado todos los aspectos sustanciales y procesales que
usted debe tener en cuenta para la preparación del contrainterrogatorio. Sin em-
bargo, antes de “irnos a la sala de audiencias” es conveniente expresar algunas
ideas de naturaleza logística. Aunque para algunos abogados estas ideas pueden
resultar superfluas u obvias, a otros con menos experiencia pueden serle útiles. Si
una sola persona evita un error logístico por haber leído estos párrafos, la redac-
ción de este capítulo habrá cumplido su objetivo.
En muchas ocasiones los errores de los abogados durante la audiencia no ra-
dican en una mala selección de las líneas, de las finalidades o de la estrategia para
el contrainterrogatorio, sino en problemas eminentemente logísticos. He visto
contrainterrogatorios en los que el abogado desiste de continuar con sus líneas
porque no pudo abrir un archivo, o porque no encuentra las declaraciones previas
que pretendía utilizar.
Los sencillos consejos, que pueden llegar a salvar vidas cuando llegue la hora
de la verdad, son los siguientes:
i. Si planea impugnar al testigo con declaraciones previas escritas, lleve
siempre dos copias. Una sola no basta. Como explicaré más adelante, la
lectura de estas declaraciones en el procedimiento de impugnación debe
hacerse de tal forma que el testigo cuente con la declaración en sus ma-
nos. No obstante, para controlar qué se lee y para dar las indicaciones
necesarias, usted debe tener una copia en sus manos.
ii. Si eventualmente pretende impugnar credibilidad con declaraciones pre-
vias en video procure, en la medida de lo posible, contar con un pro-
yector. Si no cuenta con uno, tómelo prestado de algún colega, si no,
solicítelo al Juzgado. Algunas salas de audiencias vienen equipadas con
esta tecnología. El proyector permitirá que el video se exhiba integral-
mente, captará en mayor medida la atención del Juez y permitirá que la
impugnación despliegue todos sus efectos.
iii. Otro consejo para la impugnación con declaraciones previas en video.
Lleve los videos temáticamente fragmentados. No basta con que usted
tenga a su disposición una declaración previa de varias horas de exten-
sión. Para que pueda encontrar con agilidad el apartado que requiere,
debe haber fragmentado el video con antelación. Esto facilitará su pro-
yección durante el contra en la medida en que le evita a usted tener que
ir “buscando” en el récord de tiempo el momento exacto que requiere.
Sistema de contrainterrogatorio 257

Eso sí, recuerde que los fragmentos deben cortarse de tal manera que el
contexto no se pierda. Recuerde que la lealtad en el proceso de impugna-
ción depende de que usted la haga en contexto y sin cercenamientos in-
debidos. Así mismo, antes de ir a la sala de audiencias, recuerde “probar”
que los videos fragmentados se reproduzcan sin problemas. Sin cortes
inusuales o sin falencias en el audio.
Si durante la audiencia se presentan inconvenientes técnicos no claudi-
que. No deje de intentarlo. En su lugar, solicite un receso para solucio-
narlos. Muy seguramente el Juez entenderá que se trata de una solicitud
razonable y le concederá algunos minutos para resolver los problemas
tecnológicos.
iv. Transcriba o haga transcribir las declaraciones previas, tanto las que
reposan en videos como las escritas. Aun cuando puede tornarse en una
actividad tediosa, las ventajas que le proporcionará durante juicio harán
que el esfuerzo valga la pena.
Imagine un caso sencillo. El testigo dice algo en juicio, a usted “le suena”
que es distinto a algo que dijo en una declaración previa grabada en
video. Pero como esa declaración previa es de 5 horas de duración, será
una tarea virtualmente imposible ubicar, antes de que inicie su contra, el
momento en que se hizo la manifestación inconsistente.
En cambio, si usted cuenta con las declaraciones transcritas, será cues-
tión de utilizar el motor de búsqueda del documento, con palabras cla-
ves, para ubicar el momento exacto en que se habló del tema. La tediosa
labor, entonces, será la diferencia para lograr adelantar un contrainterro-
gatorio efectivo sobre el tema.
v. Por último, pero no por eso menos importante, procure contar con al-
guien que le ayude a tomar notas muy precisas sobre lo que el testigo
adverso responda durante el directo. Esto no debe hacerlo usted directa-
mente. Usted debe estar concentrado 100% en lo que el testigo responde,
en cómo lo responde y en las objeciones.
Así mismo, debe analizar, como lo explicaré en el primer paso de la
ejecución, si el testigo cambia de versión, qué lenguaje utiliza y cuál es
la actitud que adopta durante el interrogatorio. Todo esto no lo puede
hacer si, al tiempo, intenta tomar notas precisas sobre cada palabra que
pronuncia el testigo.
Esto no significa que usted no deba tomar notas. Lo que pasa es que sus
notas serán mucho más generales. Seguramente contendrán ideas y no
palabras expresas del testigo. A partir de ellas implementará los cambios
al plan que había diseñado con antelación.
258 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Por eso resulta imprescindible que, de las notas detalladas, palabra a


palabra —en la medida de lo posible— se encargue alguien más. Cuando
usted requiera verificar si el testigo dijo algo o en qué términos lo hizo,
esas notas serán su fuente más importante.
Dicho esto, estando suficientemente preparados, vámonos a la sala de audien-
cias.

SEGUNDA PARTE:
LA EJECUCIÓN DEL CONTRAINTERROGATORIO

En esta segunda parte del sistema de contrainterrogatorio vamos a explorar los


temas relevantes de la práctica testimonial adversa. Dejamos de lado la teoría, la
abstracción y nos vamos a la práctica. Para sacarle provecho a este capítulo en de-
bida forma, imagine que se encuentra en la sala de audiencias. Ya usted tiene todo
preparado, sus líneas de contrainterrogatorio, las preguntas tentativas que ellas
contienen, las notas de apoyo de memoria, así como las declaraciones y demás do-
cumentos que eventualmente utilizará con el fin de refutar al testigo. Ahora llega
el momento de la verdad, la ejecución del contrainterrogatorio.
Los temas que explicaré van desde los aspectos a valorar del interrogatorio di-
recto que adelante su contraparte, las objeciones que deben elevarse, la necesidad
de ajustar su “plan” a las cambiantes necesidades del juicio; pasando por la forma
en la que se deben formular las preguntas, el tono y la actitud que debe adoptar,
el procedimiento de impugnación de credibilidad; hasta la forma adecuada de de-
fenderse ante las objeciones más comunes, cómo debe reaccionar cuando incurra
en alguna equivocación o cuando el testigo le haga daño y los parámetros a tener
en cuenta para ejecutar el re-contrainterrogatorio.
Todo lo anterior se verá reflejado en 8 pasos cuya observancia aumentará
sustancialmente las probabilidades de lograr ejecutar un killer crossexamination
—contrainterrogatorio eficaz y persuasivo— que cumpla con los objetivos que se
fijó desde la preparación de la audiencia.

1. Primer paso: escuche con atención el interrogatorio directo


Cuando el interrogatorio directo de un testigo fundamental de la contraparte
empiece a desarrollarse la adrenalina estará a tope. Mucha templanza será reque-
rida para no perderse la gran cantidad de situaciones importantes e interesantes
que están a punto de presentarse. Así mismo, en lugar de pretender tomar notas al
pie de la letra de todo lo que diga el testigo, como ya expliqué, la clave está en ver
y escuchar al testigo con mucha atención. Solo las afirmaciones u omisiones más
importantes deberán ir a parar en sus notas.
Sistema de contrainterrogatorio 259

Durante el interrogatorio directo usted deberá estar muy atento a tres temas
fundamentales: los cambios que puedan producirse en la versión del testigo, los
objetivos que usted se había planteado para el contra pero que fueron alcanzados
involuntariamente por su contraparte durante el directo y las preguntas objeta-
bles o indebidas que formule su adversario. Veamos cada uno de estos temas:

i. ¡Cuidado con los cambios!


Es frecuente, como ya explicaba, que durante el juicio oral se presenten cam-
bios en las versiones de los testigos frente a hechos específicos. Por esa razón, lo
primero de lo que usted debe estar muy pendiente es precisamente de la forma,
gravedad e implicaciones que esos cambios puedan llegar a tener. Si son cambios
insignificantes o trascendentes; si son cambios que benefician o perjudican su teo-
ría del caso y, en definitiva, si son cambios que vale la pena explorar durante el
contrainterrogatorio o no.
Esas variaciones pueden presentarse en la forma como el testigo cuenta un
hecho al que ya se había referido, pero también, sobre los temas que aborda. En
otras palabras, es posible que el testigo llegue a hacer manifestaciones que no
había hecho en sus declaraciones previas, lo que técnicamente se conoce como
omisiones, pero también es posible que no aborde alguno de los hechos a los que
sí se había referido con antelación al juicio.
Una vez usted determine lo que el testigo agregó en juicio y aquello que omitió,
podrá fijar acertadamente el curso de acción. Si el hecho nuevo afecta su teoría del
caso, seguramente deberá abordarlo durante el contra a través de la impugnación
de credibilidad por sus omisiones. Si no lo afecta, lo procedente será ignorarlo.
Por otro lado, si el hecho que el testigo no refirió en el juicio es importante para
su teoría del caso tendrá que buscar la manera de abordarlo en el contra para que
esa información favorable no se quede por fuera del conocimiento del Juez. En
cambio, si era perjudicial, ningún sentido tendrá que usted lo saque a la luz.
Vale la pena recordar, antes de continuar, que todo este análisis y todas estas
determinaciones solo podrán tomarse adecuadamente si usted se encuentra ab-
solutamente concentrado en lo que el testigo dice durante el directo y en cómo
lo dice. Cualquier distractor que potencialmente afecte esa concentración, como,
por ejemplo, la toma de notas literales o las conversaciones durante el directo con
su cliente, deberá ser evitados a toda costa. En caso de que requiera de tiempo
para conversar con su cliente acerca de cualquier sorpresa que se haya presentado
durante el directo —y créame, se presentarán— bastará con pedirle al Juez que le
conceda un breve receso para esos efectos.
260 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ii. Aproveche los regalos del directo


Piense en el siguiente caso. Usted tenía preparada una línea de contrainterro-
gatorio tendiente a demostrar que existía, desde hace tiempo, una marcada ani-
madversión entre el testigo y el procesado, su cliente. Los hechos que pretendía
abordar para acreditar esa enemistad se referían a un par de disputas verbales
que, según se desprendió de su investigación, habían tenido los testigos. Durante
el interrogatorio directo el testigo no se refirió a esas disputas verbales que usted
ya tenía identificadas, pero sí a confrontaciones que llegaron al plano físico, que
usted ignoraba.
El objetivo que usted se había planteado para esa línea de contrainterrogato-
rio, entonces, ya se alcanzó debido a que su adversario tocó el tema en el directo.
De esta situación se derivan dos consecuencias. En primer lugar, los episodios de
confrontación física deberán ser incluidos, inmediatamente, dentro de la línea que
preliminarmente había diseñado y, en segundo lugar, resultará más conveniente
que esa línea que había pensado desarrollar por la vía de la impugnación —im-
peachment— sea ejecutada por la vía de las concesiones —concession seeking
cross—, con la disminución en el nivel de confrontación y hostilidad que esa va-
riación trae consigo. Al fin y al cabo, el testigo ya aceptó la existencia del enfren-
tamiento físico. Eso hace mucho más probable que también acepte las disputas
verbales.

iii. Las objeciones al interrogatorio directo


Las objeciones buscan garantizar que al proceso únicamente ingrese la infor-
mación más pura y fidedigna posible. A través de ellas los abogados139, y excep-
cionalmente el Juez140, pueden proponer limitaciones a algunas de las preguntas
que se realicen en el marco del interrogatorio cruzado.

139
El artículo 395 del Código de Procedimiento Penal colombiano establece que las objeciones po-
drán ser elevadas por las partes y, también, por el Ministerio Público, a pesar de que este último
tiene la calidad de interviniente especial.
140
Hay quienes afirman que el Juez debería abstenerse de interrumpir a los abogados cuando
considere que se eleva una pregunta indebida. Sin embargo, el último inciso del artículo 392 del
Código de Procedimiento Penal colombiano señala: “artículo 392. Reglas sobre el interrogato-
rio. El interrogatorio se hará observando las siguientes instrucciones: (…) El juez intervendrá
con el fin de que el interrogatorio sea leal y que las respuestas sean claras y precisas”. Además,
teniendo en cuenta que el Juez es el encargado de velar, también, por los derechos de los testigos,
parece desacertado afirmar que debe conservar un papel silente ante las preguntas indebidas. Lo
que sí resulta claro es que el Juez debe utilizar esta facultad de intervención con cautela, mesura
y evitando a toda costa alterar el equilibrio procesal.
Sistema de contrainterrogatorio 261

En los cursos o programas de capacitación, así como en muchos libros sobre


litigación, se suele exaltar con mucha vehemencia la necesidad de objetar a la
contraparte. Se incentiva a que el abogado, palabras más palabras menos, esté
pendiente ante cada pregunta con el fin de verificar si es objetable o no.
Esto lleva a que muchos interrogatorios cruzados se conviertan en una eterna
discusión entre las partes acerca de si cada una de las preguntas es proceden-
te o no. Los abogados se desviven por impedir que su contraparte pregunte, en
lugar de esforzarse por mostrarle al Juez que su versión de los hechos es la que
corresponde a la verdad. Por ahogarse en tecnicismos y por buscar prevalecer en
pequeñas batallas, pierden de vista el objetivo final. La guerra. La absolución o la
condena, dependiendo del rol desde el que intervengan.
Lo primero que usted debe recordar, en ese orden de ideas, es que el juicio, a
través de la persuasión, es una constante batalla por la credibilidad. Y en el trámi-
te de las objeciones su credibilidad también se pone a prueba permanentemente.
El uso reiterativo e indiscriminado de las objeciones puede generar la idea en el
Juez de que usted pretende ocultar información. De que usted busca impedir que
él conozca determinados datos o circunstancias.
Piénselo de esta forma. Ningún sentido tiene elevar objeciones, aun cuando en
estricto sentido sean procedentes, si la pregunta se refiere a un aspecto que resulta
intrascendente. Mientras que, por un lado, corre el riesgo de que el juez considere
que usted está en una cruzada para impedir que ingrese información a juicio, por
el otro, es poco lo que puede ganar adoptando esa “estrategia”.
La conclusión es la misma, curiosamente, si se trata de una pregunta que busca
abordar un tema que puede perjudicarlo. Ningún sentido tiene que usted grite
¡objeción! cada vez que se eleve una pregunta que considera perjudicial. Esto ge-
nerará un efecto contraproducente, en la medida en que será usted quien “alerte”
al Juez sobre la pregunta que viene. Si el Juez, como ser humano que es, se encon-
traba distraído o había perdido el hilo del relato, será usted el causante de que el
Juez perciba con absoluta atención la respuesta del testigo.
Esto significa que las objeciones tienen la potencialidad de exaltar el efecto
devastador de una respuesta que, de no ser por su objeción, pudo llegar a pasar
desapercibida. Fue usted quien despertó la atención del Juez sobre el asunto. Cla-
ro, usted debe estar pensando que el Juez no lograría escuchar la respuesta del
testigo si es que la objeción resulta procedente.
Aunque en principio el razonamiento puede parecer acertado, en realidad se
olvida de una circunstancia básica que rodea el trámite de las objeciones: inclusive
si la objeción procede, su contraparte contará con la posibilidad de reformular la
pregunta. Así proceda una y otra vez, su adversario podrá reformularla una y otra
vez. Cuando lo logre —porque en la inmensa mayoría de ocasiones lo logrará— la
262 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

respuesta del testigo desplegará todos los efectos persuasivos ante un Juez que,
debido a que usted creyó que con las objeciones podía dejar el tema por fuera del
juicio, la escuchó atentamente.
De allí que la primera regla de oro que usted debe tener en mente de cara a de-
terminar si eleva o no una objeción no es una de carácter técnico —si es proceden-
te o no— sino que es una de carácter estratégico —si la objeción puede generar
efectos favorables o no—. A esta regla bien podríamos llamarla como la regla de
la conveniencia estratégica. Solo cuando sea estrictamente necesario para evitar
que ingrese al juicio información impura será conveniente elevar las objeciones.
En ese orden, usted podrá y deberá oponerse a las preguntas que buscan sus-
citar opiniones de los testigos —no peritos—, conclusiones, especulaciones, hi-
pótesis o que hagan un llamado a la imaginación del declarante o a que narre
“según su experiencia” como suceden las cosas. También cuando su contraparte
busque que el testigo realice caracterizaciones, calificativos o impresiones sobre
determinados hechos, circunstancias o personas. Será legítimo, en esos casos, que
usted se oponga señalando que esas preguntas buscan reemplazar una función
que constitucionalmente está asignada al juez: la de la valoración de los hechos y
los elementos de prueba.
Cumpliendo con esta regla usted dejará claro que no se opone a las preguntas
para entorpecer la búsqueda de la verdad ni por temor al contenido de las res-
puestas. Lo hace, por el contrario, buscando impedir que el juicio oral se convierta
en un “salón de chismes o especulaciones” en el que se ventila de todo, menos los
hechos jurídicamente relevantes.
La segunda regla también está relacionada con la psicología de la persuasión:
conozca a su público. O mejor, a su Juez. Las objeciones u oposiciones a las pre-
guntas son una materia con poco desarrollo legal. Esto impone que, en la práctica
judicial, muchas de las decisiones que al respecto adoptan los jueces están deter-
minadas por sus valoraciones personales o subjetivas. En otras palabras, en esta
materia reina el arbitrio judicial y los poderes discrecionales del Juez. Resulta
apenas natural que así sea, pues muchas de estas discusiones dependerán de la
forma en la que el Juez perciba las preguntas.
Hay jueces que entienden procedentes las objeciones con mayor regularidad
que otros. Algunos permiten que en el interrogatorio directo se realicen preguntas
cerradas, mientras que otros las prohíben por entender que son semejantes a las
sugestivas. Hay jueces que permiten realizar preguntas sumamente amplias del te-
nor “cuénteme qué pasó ese día”, mientras que otros las prohíben por considerar
que invitan a una narración abstracta. En síntesis, no todos los jueces fallan la
procedencia de las objeciones de la misma forma.
Sistema de contrainterrogatorio 263

Por esa razón, usted debe esforzarse en conocer qué clase de Juez tiene al fren-
te. Si tiende a intervenir oficiosamente ante preguntas indebidas, si es “pro-obje-
ciones” o “pro-respuestas”, si permite que las partes argumenten ampliamente
por qué proceden las objeciones o no. En general, debe procurar conocer la forma
en la que el Juez se desenvuelve en estos asuntos, pues así tendrá una idea más
precisa que le permita prever las decisiones que adoptará en su caso.
Esto lo puede lograr, idealmente, mediante el estudio de otros juicios orales que
ese Juez haya presidido. Si no le fue posible, porque no pudo asistir directamente
a sus audiencias o porque no logró encontrar las grabaciones de alguno de esos
juicios, el análisis de la postura del Juez ante las objeciones deberá realizarlo des-
de el mismo inicio del juicio oral. Es una solución menos certera que la primera,
pero le permitirá ir adaptándose a medida que avanza el juicio.
La tercera y última regla de oro es la inmediatez. Las objeciones, cuando sean
necesarias, deben formularse tan pronto como su base fáctica se estructura. Si es
necesario esperar a que su contraparte termine la pregunta, hágalo, pero si antes
de que la termine ya se ha ventilado la suficiente información como para concluir
fundadamente que es una pregunta indebida, la objeción puede formularse en ese
mismo instante. En todo caso, ningún sentido tendrá que usted la formule después
de que el testigo ya ha contestado, en tanto la información ya habrá entrado a
juicio.
Conviene ahora explorar brevemente cuáles son las objeciones que usted even-
tualmente puede elevar ante el interrogatorio directo de su contraparte. Definir
y delimitar cada una de las objeciones y de los supuestos de hecho que pueden
llegar a estructurarlas es una labor muy extensa que escapa a los alcances de este
trabajo.
Las principales objeciones, explicadas brevemente, son las siguientes:
- Sugestiva. Ya me referí a las preguntas sugestivas como aquellas en la
que el abogado sugiere el sentido de la respuesta al testigo. Son permiti-
das durante el contrainterrogatorio, pero prohibidas en el interrogatorio
directo141.
- Confusa. Una pregunta es confusa cuando se formula de tal manera que
el testigo no logra comprenderla adecuadamente. Si bien es cierto podría
objetarse cuando las partes no comprendan la pregunta, la decisión final
estará supeditada a que el Juez y el testigo la comprendan.

141
El inciso primero del artículo 391 del Código de Procedimiento penal señala: “(…) No se po-
drán formular preguntas sugestivas ni se insinuará el sentido de las respuestas”.
264 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

- Capciosa. Las preguntas capciosas son aquellas que buscan inducir en


error al testigo. Partir de afirmaciones que el testigo no ha hecho, sugerir
hechos que no han ocurrido o intentar, de mala fe, confundir al testigo,
son circunstancias que dan lugar a objetar la pregunta por su carácter
capcioso. Como sucede con las preguntas confusas, las preguntas capcio-
sas inducen al error al testigo. La diferencia es que en las primeras ello
sucede de buena fe, mientras que en las últimas no142.
- E Especulativa. Cuando una pregunta no se refiera a hechos específicos,
sino que le solicite al testigo que emita una hipótesis sobre “lo que hu-
biese sucedido si…”, será una pregunta especulativa. Las preguntas es-
peculativas no se encuentran expresamente prohibidas por la legislación
colombiana, pero su inadmisibilidad se desprende de la regla según la
cual “Toda pregunta versará sobre hechos específicos”143.
- Repetitiva. Las preguntas repetitivas son aquellas que indagan sobre un
hecho que ya ha sido narrado por el testigo en ese mismo turno de pre-
guntas. No serán repetitivas las preguntas que insistan en un hecho que
el testigo se niega a contestar, ni tampoco las que, en las diferentes fases
del interrogatorio cruzado —directo, contra, redirecto, recontra— inda-
guen sobre aspectos que han sido abordados en los turnos anteriores.
- Narrativa. De la obligación según la cual “toda pregunta debe versar
sobre hechos específicos” se desprende la inadmisibilidad de las pregun-
tas que invitan a una narración abierta sin concreción alguna. Esto es
lo que sucede cuando al inicio del directo alguna de las partes le dice al
testigo “por favor nárreme todo lo que sucedió el día del homicidio”.
Esa instrucción genérica invita a equívocos y, sobre todo, de aceptarse,
permitiría que entre al juicio información irrelevante.
- Compuesta. En virtud de la regla recién señalada tampoco se permiten
las preguntas que indaguen por más de un hecho a la vez. Ese tipo de
preguntas impiden al testigo entender adecuadamente el objeto del inte-
rrogante y al Juez le dificultan la tarea de controlar que las preguntas si
se contesten adecuadamente.

142
Las preguntas capciosas y las confusas están prohibidas por el literal (b) del artículo 392 del
Código de Procedimiento Penal Colombiano: “b) El juez prohibirá toda pregunta sugestiva,
capciosa o confusa”.
143
Literal (a) del artículo 392 del Código de Procedimiento Penal Colombiano.
Sistema de contrainterrogatorio 265

- Ofensiva. Toda pregunta que tenga como objetivo atentar en contra de


la dignidad del testigo, bien por su contenido o bien por la forma en que
se realiza, se considerará ofensiva. Si bien es cierto la credibilidad de los
testigos se puede poner en tela de juicio, ello no es óbice para mancillar
la honra y la dignidad de los testigos144.
- Impertinente. La regla es muy sencilla. Solo serán pertinentes aquellas
preguntas que se refieran, directa o indirectamente, a los hechos objeto
de juzgamiento y a las circunstancias que los rodearon, así como a la
credibilidad de los testigos. Todas aquellas preguntas que escapen a estas
materias serán objetables en virtud de prohibición expresa145.
- Opinión no calificada. Solo los peritos o los testigos técnicos, decretados
de esa forma desde la audiencia preparatoria, pueden emitir opiniones a
partir de sus conocimientos especializados. Ninguna opinión se le puede
pedir a quien no acredite las condiciones a las que se refiere la normati-
vidad vigente sobre la acreditación de peritos y testigos técnicos.
Las respuestas de los testigos durante el directo146 también pueden ser objeta-
das cuando el testigo no responde lo que le preguntaron; cuando ya respondió lo
que le preguntaron y continúa proporcionando información no solicitada, ajena
al objeto de la pregunta; o cuando el testigo, frente a una pregunta concreta y
apropiada, responde con especulaciones. Frente a estas objeciones rigen las tres
reglas de oro explicadas en las páginas anteriores, en la misma medida.

2. Segundo paso: cómo formular las preguntas


En este momento su contraparte acaba de culminar el interrogatorio directo.
El Juez le preguntó si usted deseaba realizar el contrainterrogatorio y, de con-
formidad con las reglas y los parámetros explicados en el cuarto paso de la pre-
paración del contra, usted ha decidido hacerlo. Las preguntas que surgen en ese
momento radican en determinar cómo deben realizarse las preguntas; qué actitud
debe adoptar; qué tono debe utilizar y cuál es el ritmo que debe imprimirle al con-
trainterrogatorio. A continuación me referiré a cada uno de esos interrogantes:

144
El literal (c) del artículo 392 del Código de Procedimiento Penal señala: “c) El juez prohibirá
toda pregunta que tienda a ofender al testigo”.
145
El literal (e) del artículo 392 del Código de Procedimiento Penal señala: “e) El juez excluirá toda
pregunta que no sea pertinente”.
146
En estricto sentido, estas objeciones también serían procedentes frente a las respuestas que el
testigo proporciones durante el contrainterrogatorio que usted realiza. Sin embargo, desde una
visión estratégica, en lugar de objetar lo que el testigo le responde, será preferible utilizar el
sistema de control del testigo hostil que se explicado más adelante.
266 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

2.1. Manténgase flexible: la clave de la fluidez


La base fundamental para la formulación de las preguntas será, por supuesto,
las líneas que usted ha preparado con antelación. Como anticipaba, esto no signi-
fica que esas líneas, las preguntas que contienen y las notas de apoyo en las que se
plasmaron constituyan una camisa de fuerza que le impida a usted cualquier posi-
bilidad de movilidad. No. De hecho, la clave para realizar un contrainterrogatorio
fluido radica en que usted entienda que esas notas son un apoyo, una base, un
punto de partida, que podrá ser modificado de conformidad con las cambiantes
condiciones del juicio oral.
Esta flexibilidad en las líneas del contrainterrogatorio se ve reflejada en tres
técnicas concretas:

i. Técnica n°. 1. utilizar el lenguaje del testigo.


El Juez entenderá con más facilidad sus preguntas y los temas que con ellas
aborda si estas se formulan utilizando el lenguaje que el testigo ha empleado. En
otras palabras, si el testigo ha referido que fue atacado con “un cuchillo”, no ten-
drá sentido que usted aborde los pormenores de ese tema refiriéndose a un “arma
blanca” o a un “arma cortopunzante” o, inclusive a “una navaja”, así usted lo
haya planeado así desde la preparación.
Bastará con reemplazar los términos que usted tenía preparados con aquellos
que el testigo ha utilizado para describir los hechos, circunstancias o personas.
Con ello, además de simplificar el contrainterrogatorio, usted se evitará inanes
discusiones semánticas, como las que se producirían si el testigo le responde ante
su primera pregunta: “yo no hablé de ningún arma blanca” o algo por el estilo.
En síntesis, adáptese a la forma en la que el testigo ha descrito lo que percibió,
sin ceder en el objetivo de sus líneas de contra. La finalidad será la misma, lo que
cambiará será la manera de alcanzarla.

ii. Técnica n°. 2. Looping o técnica del eco


Su finalidad es ampliar ante el Juez el efecto persuasivo que una respuesta fa-
vorable puede llegar a tener mediante la repetición de fragmentos de la respues-
ta. Es una técnica muy útil que, no obstante, ha sido mal entendida y aplicada
por muchos litigantes, tanto fiscales como defensores. Me refiero al sector de
profesionales que consideran que el “eco” debe generarse “fingiendo sordera” al
decirle al testigo “no escuché su respuesta, ¿me la puede repetir?”.
Nada más arcaico y evidente que la simulación repentina de problemas au-
ditivos. No utilice ese tipo de maniobras, las partes y el Juez se darán cuenta, de
inmediato, que usted sí escuchó y, en realidad, pretende valerse de astucias para
lograr que el testigo repita la respuesta. La forma correcta de utilizar el “loo-
Sistema de contrainterrogatorio 267

ping” es mucho más persuasiva y menos artificial. Simplemente, usted deberá


partir de las respuestas del testigo y utilizar fragmentos de esa respuesta para la
formulación de su próxima pregunta.
Imagine que uno de los aspectos más significativos de la discusión gira en tor-
no al color del carro que, la noche de los hechos, conducía su defendido. Si usted
pretende dejar absolutamente claro que el carro era rojo, no será suficiente con
preguntárselo al testigo y quedarse con esa respuesta o con fingir que no la ha
escuchado para que se la repitan. En su lugar, cuando el testigo le haya contestado
que el carro en efecto era rojo, para maximizar los efectos positivos de esa res-
puesta, usted formulará las siguientes preguntas haciendo mención del carro rojo:
“Ese carro rojo que conducía mi defendido iba por la carrera séptima, ¿de acuerdo”;

“El carro rojo que usted vio llevaba un solo pasajero, ¿es así?”;

“Ese mismo carro rojo, fue el que usted vio llegar a la escena de los hechos, ¿correcto?”

“Y fue ese mismo carro rojo el que usted vio irse por la carrera séptima, luego de que
sonaron los disparo, ¿cierto?”
Utilizando el “looping” de esta forma habrá logrado incluir en cinco ocasiones
la mención al color del carro, sin que se pueda elevar objeción alguna a la forma
en la que se han formulado las preguntas y sin que tenga que fingir que sus capa-
cidades auditivas han empezado a desfallecer de un momento a otro, justo cuando
le conviene. Eso sí, utilice el “looping” con mesura y solo frente a los temas más
significativos. De lo contrario, aun cuando se encuentre “blindado” técnicamente,
la utilización indiscriminada de esa técnica puede llegar a molestar molestias en
el juez, y con razón.

iii. Técnica n°. 3. No contenga su razonamiento


La tercera técnica es, también, una disposición mental. A medida que usted
vaya realizando las preguntas que tenía planeadas, indudablemente, se le ocu-
rrirán algunas nuevas debido a los razonamientos que va realizando en tiempo
real. Si son seguras, sugestivas, y tienen un soporte probatorio, no se contenga.
Formúlelas.
Este tipo de situaciones son las que van generando neuroplasticidad —adapta-
ción cerebral— a ir buscando nuevas preguntas que complementen las que usted
ya había pensado. Esto permitirá que el contrainterrogatorio sea mucho más flui-
do y que usted dependa, cada vez menos, de las ayudas de memoria.

2.2. El tono de las preguntas


De conformidad con el cuarto mandamiento —duro con el tema, suave con
el testigo— el tono de las preguntas que usted formule debe ser moderado. Los
268 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

gritos a los testigos solo resultan exitosos en las películas. En la vida real, lo único
que generara con una actuación de esa naturaleza es una merecida reprimenda
del Juez. Usted debe ubicar el equilibrio justo entre el respeto hacia el testigo y la
necesidad de mostrarle al Juez cuál es su posición ante la veracidad o mendacidad
del testigo.
No se debe entender, como ya expliqué en su momento, que este mandamiento
impone ser condescendiente o indulgente con el testigo. Si usted considera que el
testigo miente, el tono de sus preguntas debe reflejarlo con claridad. En ese caso, el
tono de las preguntas no será el mismo que usted utiliza frente a un testigo veraz.
La actitud será mucho más cortante de lo normal, sin que cruce, repito, la línea
del debido respeto al testigo.
Una buena idea para cumplir con estos parámetros es imaginarse que, aunque
las preguntas se las formula al testigo, en realidad le está hablando al Juez. Final-
mente él es el destinatario de todos los mensajes que usted pretende enviar a lo
largo del juicio oral con sus intervenciones. Así como nunca se le cruzaría por la
cabeza utilizar un tono impropio con el Juez, tampoco debe hacerlo con el testigo.
Por último, usted debe utilizar el tono con el que se sienta cómodo. Aquel que
se ajusta a su personalidad y forma de ser. Pretender fingir un tono con el que no
está habituado entorpecerá su fluidez y lo hará pensar más en cómo hace las pre-
guntas en lugar de aquello que pregunta. El profesor de la Universidad de Seattle,
Ronald H. Clark, lo explica de la siguiente forma:
“El mejor consejo de estilo es ser usted mismo. Usted puede ser sofisticado o una persona
del común. Usted puede ser audaz y hablar fuerte o puede ser firme y hablar suave. Más
allá de las consideraciones sobre los distintos estilos de abogados, hay testigos que re-
quieren un tono y abordaje distinto. Un niño normalmente debe ser tratado con cortesía
y comprensión. Mientras que, en un proceso penal, el abogado defensor debe contrain-
terrogar al informante que se convirtió en testigo de la Fiscalía de manera firme, y hasta
severa, sugiriendo que el testigo no merece ser creído.”147

147
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 224. La traducción es libre. El
texto original es el siguiente: “The best stylistic advice is to be yourself. You may be businesslike
or just one of the common folk. You may be bold and loud or firm and soft spoken. Beyond
considerations of individual lawyer styles, different witnesses require changes of tone and ap-
proach. A young child witness normally will be treated with kindness and understanding. In a
criminal case, defense counsel’s cross- examination of an informant-turned-state’s witness will
be firm, bordering on harsh, suggesting that the witness is not worthy of belief”.
Sistema de contrainterrogatorio 269

2.3. El ritmo del contrainterrogatorio


El contrainterrogatorio debe realizarse a un paso significativo y constante. Tan
pronto como el testigo conteste una pregunta, usted deberá realizar la siguiente.
Como explica el profesor Terrence MacCarthy, cuando el contrainterrogador se
demora en realizar la siguiente pregunta, el testigo tiene el tiempo y la oportuni-
dad para pensar y expresar una explicación, aun cuando la misma no haya sido
solicitada. Así mismo, el testigo tendrá tiempo para pensar “hacia donde se diri-
ge” usted con el contrainterrogatorio e idear una defensa para las debilidades que
usted pretende explotar148.
De allí que resulte inconveniente que usted consulte las notas que llevó como
apoyo de memoria cuando se encuentre en medio de una línea de contrainte-
rrogatorio. Esta lectura mermará el ritmo que debe tener el contra para ser ver-
daderamente efectivo. ¿Cuándo deben leerse, entonces, las ayudas de memoria?
El momento propicio para hacer una breve pausa, reorganizar ideas, revisar sus
notas y prepararse para continuar, es justo después de haber culminado una línea
de contra. Esto le dará tiempo para preparar su próxima jugada.
Es cierto que el ritmo es un aspecto de crucial importancia en el contra, sin em-
bargo, ello no puede confundirse con la compulsiva necesidad de “bombardear”
al testigo con preguntas a ritmo frenético que algunos abogados parecieran sentir.
Esa velocidad desmesurada podrá impresionar al público, pero muy seguramente
hará que el Juez pierda el hilo del contrainterrogatorio. De allí que, nuevamente,
resulte necesario encontrar un ritmo natural, prudente y equilibrado.

2.4. Escuche al testigo y nunca pierda contacto visual


Al abordar el octavo mandamiento —¡No lea! Escuche— explique a profun-
didad la indescriptible importancia que tiene evitar leer un libreto preconcebido
de preguntas, en la medida en que ello le impedirá escuchar adecuadamente al
testigo. Es clave que usted esté muy atento a las respuestas. Si el testigo no con-
testa, si lo evade, si mira a su contraparte antes de contestarle sus preguntas, o
si se encoge de hombros en señal de desconocimiento, son aspectos de los cuales
usted solo podrá percatarse si está mirando y escuchando al testigo con atención.
Más adelante me referiré al procedimiento a seguir para enfrentar a los testigos
evasivos u hostiles.

148
MacCarthy, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. American Bar Association. Chicago.
2007, p. 118.
270 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Es conveniente que de forma ocasional usted genere contacto visual con el Juez
con el fin de verificar que no haya perdido atención o interés sobre el desarrollo
del contra. Inclusive, puede llegar a ser útil formular algunas de las preguntas,
bien mirando al Juez mientras se realizan, o bien utilizando frases como “dígale
al Juez si…”; “cuéntele al Juez si…” u otra semejante que induzca al testigo a
contestarle al Juez. Esto llamará la atención del Juez sin alterar la ejecución del
contrainterrogatorio.

3. Tercer paso: control del testigo


Pocas cosas generan más pánico en el juicio oral que encontrarse con un tes-
tigo que no responde las preguntas que le realizamos. Es frecuente ver abogados
que llegan preparados al contrainterrogatorio, con líneas muy bien pensadas que,
sin embargo, terminan desestructurándose ante la primera negación, renuencia o
evasión del testigo.
Precisamente la razón por la que el contrainterrogatorio infunde tanto temor
y por la que su ejecución eficaz, erróneamente, se atribuye a dotes de genialidad
del litigante, radica en la dificultad para controlar a los testigos que no contestan
aquello que se les pregunta: los testigos hostiles.
Antes de continuar, merece la pena señalar que, para los efectos de esta explica-
ción, el testigo hostil no es solamente aquel que realiza improperios o se muestra
claramente irrespetuoso o desafiante ante el abogado que lo contrainterroga. La
noción del testigo hostil es una mucho más general. Abarca a todos aquellos que,
simple y llanamente, se rehúsan a contestar sinceramente y sin rodeos las pregun-
tas que de forma clara y específica les son formuladas.
Será un testigo hostil, en ese orden, todo aquel que conteste algo distinto a lo
que se le preguntó. El que señale reiteradamente no entender las preguntas claras
y sencillas que se le realizan. El que sistemáticamente manifieste no recordar aque-
llos aspectos que no le convienen y que, razonablemente, debería recordar. El que
discuta sobre el significado de cada palabra que compone cada respuesta.
También lo será aquel que pretenda, constantemente, dar explicaciones que no
le han sido solicitadas. O el que responda haciendo preguntas al contrainterro-
gador. El que le falta al respeto a las partes o al Juez. La máxima expresión del
testigo hostil se ve representada en aquellos que, frontalmente, manifiestan que
no contestarán una de las preguntas que usted le formuló, pese a que conocen las
consecuencias legales de callar la verdad.
Las razones que puede tener un testigo para no contestar directamente las pre-
guntas o para sabotear al contrainterrogador son del más variado orden, como ya
lo estudiamos en las distintas formas de impugnación de credibilidad. Al margen
de las razones que pueda tener el testigo, lo cierto es que entre más atacado se
Sistema de contrainterrogatorio 271

sienta, más evasivo será. Entre más daño usted le provoque, más intentará prote-
gerse. Entre más incisivo sea usted con las preguntas, más ambiguo será el testigo
con las respuestas. Dicho en términos del Profesor Mauet:
“Si todos los testigos contestarán de forma justa, el contrainterrogatorio sería mucho más
sencillo. Pero la vida no es fácil. Algunos testigos van por su cuenta, diciendo lo que
quieren decir. Otros, como los niños y los ancianos, pueden llegar a hacerlo de forma
inconsciente. Otros, como la contraparte, agentes de policía u otros testigos hostiles
lo hacen de forma intencional. Algunos testigos son evasivos y se rehúsan a contestar,
a otros les gusta hacer discursos. Algunos discuten por el significado de cada término
o cambian la pregunta, otros constantemente tratan de “explicar” cosas. ¿Cómo usted
controla ese problema?”149
La solución radica en implementar un método que le permita darle al testigo
dos posibilidades: o contesta de forma sincera aquello que le pregunta o su hosti-
lidad, mala fe y falta de sinceridad queda expuesta. La implementación de un sis-
tema de contrainterrogatorio que permita controlar al testigo hostil puede llegar
a sonar muy complicado, pero la verdad es que no lo es. En realidad, se limita a
la aplicación de 10 sencillas técnicas, que paso a explicar.

Técnica n°. 1. Haga preguntas cortas, factuales, claras y sugestivas


La regla de oro del control del testigo, incluido el hostil, es el cumplimiento de
los parámetros que ya estudiamos para la formulación de las preguntas. Realizar
preguntas tan cortas como sea posible, que no contengan calificativos ni inviten
a la discusión y que sugieran el sentido de la respuesta serán, frente a muchos
testigos, suficiente garantía de control. Si el testigo es sincero y honesto, con esto
bastará para llevarlo a que contesté la pregunta que se le ha realizado.
Si el testigo es hostil, y pese a que se le formularon preguntas de esta forma
se niega a contestarlas lealmente, el Juez podrá empezar a notar que, por alguna
razón, está utilizando la evasión y el sabotaje como mecanismos de defensa. Sin
embargo, el trabajo del contrainterrogador es despejar cualquier duda al respecto
y, cuando proceda, dejar claro que esa razón radica en un ánimo mentiroso o des-
leal, siempre recordando que, a diferentes testigos, diferente actitud.

149
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 333. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “If every witness fairly
answered every question, cross-examination would be much easier. But life is not so easy. Some
witnesses simply go off on their own, saying what they want to say. Some, like children or el-
derly witnesses, may do it unintentionally. Others, like adverse parties, police officers, or other
hostile witnesses, may do it intentionally. Some witnesses are evasive and nonresponsive, others
like to make speeches. Some witnesses like to quibble over words or change the question, others
constantly try to “explain” things. How do you control such problem witnesses?”.
272 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Técnica n°. 2. Repita la pregunta


Por curioso que suene, el mecanismo más importante para controlar al testigo
es repetir la pregunta. ¿Cuántas veces? Hasta que responda o hasta que quede
claro que, frontalmente, se está rehusando a responder una pregunta clara y leal
que usted le está formulando. La doctrina norteamericana especializada es uná-
nime en afirmar que esta actuación tan simple —repetir la pregunta— constituye
el mecanismo esencial para el control del testigo hostil. Por ejemplo, el Profesor
Shane Read señala:
“Evadir las preguntas que lo harán ver mal o que afectarán su credibilidad hace parte de
la naturaleza humana. No es sorprendente que la presión que representa una sala de au-
diencias maximice esta reacción. Como consecuencia, tan pronto como usted empiece
a lograr sus puntos durante el contrainterrogatorio, con frecuencia encontrará que el tes-
tigo se plantará en su posición y se rehusará a contestar directamente las preguntas que
usted realice. En su lugar, le proporcionará una explicación, le contestará una pregunta
diferente, le dará una respuesta que solo está parcialmente relacionada con la pregunta,
e intentará distraerla de cualquier forma que se le ocurra. (…) Una técnica [para enfren-
tarlo] es repetir la pregunta hasta que el testigo responda o hasta que el Juez intervenga
y lo instruya a responder.”150
Ahora bien, para maximizar el impacto persuasivo de este método, ante la
renuencia del testigo a responder, usted debe repetir la pregunta utilizando tres
variables:
• Repitiendo la pregunta, pero esta vez haciéndolo de forma más lenta.
Como buscando descartar cualquier idea en el juez de que el testigo no
respondió porque no entendió la pregunta.
• Si el testigo persiste, usted podrá acudir a la segunda variable, repetir
la pregunta, haciendo énfasis en cada una de las silabas que compone
cada palabra. Como explicándole la pregunta a un niño. Un esfuerzo
deliberado y con tintes de condescendencia por hacer ver que el testigo
no responde, porque no quiere.

150
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 207-208. La traducción es propia. El texto original es el
siguiente: “it is human nature to avoid answering questions that make you look bad or under-
cut your beliefs. Not surprisingly, the pressure cooker of a courtroom fosters this reaction in
spades. Consequently, as soon as you start to make a point on your cross-examination, you will
often find that the witness will stand his ground and refuse to directly answer your question.
Instead, he will give an explanation, answer a different question, give you a canned response
that is only somewhat related to the question, or try to distract you in any way he can. (…) One
technique is to repeat the question until the witness answers or the judge intervenes and directs
the witness to answer”.
Sistema de contrainterrogatorio 273

• Si el testigo persiste, usted podrá acudir a la segunda variable, repetir


la pregunta, haciendo énfasis en cada una de las silabas que compone
cada palabra. Como explicándole la pregunta a un niño. Un esfuerzo
deliberado y con tintes de condescendencia por hacer ver que el testigo
no responde, porque no quiere.
• La tercera variable consiste en añadirle a alguna de las dos opciones
anteriores la utilización del nombre del testigo y pedirle que escuche
con atención la pregunta. Es decir, llamarlo por su nombre, pedirle que
escuche lo que se le está preguntando y luego, muy lentamente, repetirle
la pregunta. Vale la pena aclarar que estas tres variables corresponden a
una actitud mucho más confrontacional3, que solo será admisible cuan-
do se trate de un testigo hostil cuya mendacidad buscamos acreditar.
Veamos esta segunda técnica en un ejemplo inspirado en la vida real. Imagine
que usted es el Fiscal en un caso en el que el acusado es un ingeniero que dirigía
una construcción. Después de un altercado laboral que tuvo con él, uno de los
empleados del ingeniero lo insultó y lo golpeó delante de los demás trabajadores.
El ingeniero tomó de su carro un arma de fuego de su propiedad y volvió a la
construcción de forma amenazante.
El empleado, a quien para efectos del ejemplo llamaremos Daniel, tomó un tro-
zo de metal y se preparó para embestir al ingeniero para evitar que el disparara. El
ingeniero no le dio tiempo para ello, pues inmediatamente le propinó dos disparos
en sus miembros inferiores. El ingeniero fue acusado y sus abogados alegaban una
legítima defensa.
Naturalmente, uno de los hechos más importantes para la Fiscalía radica en
que, cuando el ingeniero fue a tomar el arma de fuego que se encontraba en su
vehículo, no estaba siendo objeto de ataque alguno, por lo que la toma del arma
se puede ver como una clara muestra de un ánimo de venganza. De allí que, de
su regreso a la construcción y de la utilización del arma, no se desprendan los
elementos objetivos y subjetivos estructurantes de una legítima defensa. Veamos
cómo se presentaría cada una de las fases explicadas anteriormente en el contra-
interrogatorio al Ingeniero:
P: El señor Daniel lo golpeó, ¿correcto?
R: Sí, varias veces, en el rostro.
P: Lo golpeó utilizando algún arma, ¿o no?
R: No
P: Estamos de acuerdo en que lo golpeó utilizando sus manos, ¿cierto?
R: Sí, me dio varios puños en el rostro sin que yo lo hubiese golpeado a él.
274 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

P: Como parte de su reacción, usted se dirigió a su vehículo, ¿es así?


R: Sí me dirigí a mi vehículo, pero no fue “como parte de mi reacción”
P: Pero lo hizo después de ser golpeado por Daniel, ¿o no?
R: Sí
P: De su vehículo tomó un arma de fuego
R: Sí
P: Ubíquese en el momento en el que usted toma el arma de fuego de su
vehículo. En ese momento, ¿Daniel lo estaba atacando? (regla n°. 1. Pre-
gunta corta, clara, factual).
R: Pudo haber hecho cualquier cosa. Una construcción es un sitio muy pe-
ligroso en el que cualquier material puede ser utilizado como un arma.
Tenemos varillas, cortadoras de metal, trozos de madera. Con cualquiera
de esas cosas pudo haberme atacado.
P: ¿Lo estaba atacando o no? (primera variable: reiteración de la pregunta)
R: Usted no me quiere entender. Yo no podía saber si él iba a utilizar cual-
quiera de estos elementos que hay en la construcción para atentar en
contra de mi vida. Precisamente cuando regresé él tenía en sus manos una
varilla con la que pudo haberme matado.
P: En —— el —— momento —— en —— el —— que —— usted —— toma
—— el —— arma——, Daniel —— lo —— estaba —— atacando——,
¿sí —— o —— no? (segunda variable: reiteración mucho más lenta de la
pregunta)
R: Vuelvo y le repito, señor abogado, en la construcción había 100 cosas
que podían utilizarse como armas para atacarme.
P: Ingeniero Felipe… [pausa] Le pido muy respetuosamente que escuche la
pregunta que le estoy realizando. En —— el —— momento —— en ——
el —— que —— usted —— toma —— el —— arma——, Daniel —— lo
—— estaba —— atacando——, ¿sí —— o —— no? (tercera variable:
llamar por el nombre al testigo)
R: Le respondo nuevamente. Yo no podía saber si él me iba a atacar. Te-
nía muchas herramientas con las que incluso pudo haberme quitado la
vida…
Lo más probable es que utilizando esta técnica el testigo se vea forzado a con-
testar y, por ende, a retornarle a usted el control del contrainterrogatorio. Si no lo
hace, no lo tome como una derrota. Piense lo siguiente. Si usted siente frustración
leyendo las respuesºtas del testigo, imagínese lo que sentirá y pensará el Juez.
Sistema de contrainterrogatorio 275

A estas alturas habrá quedado claro que el testigo no quiere responder porque
considera que la respuesta lo afecta, que algo esconde y que su renuencia debe ser
castigada en el peso y la credibilidad que se le dé a su testimonio. Si usted cuenta
con otras pruebas que acrediten que no estaba siendo atacado, podrá dejar hasta
acá el tema. Si no, podrá hacer uso de alguna de las técnicas que explicaré en los
apartados siguientes. Hay otro tema que, por la frecuencia con la que se presenta
en la práctica, no puedo pasar por alto. Me refiero a la objeción por “pregunta
repetitiva” que suele elevar la contraparte cuando se está haciendo uso de la
técnica n°. 2. Será una objeción equivocada e improcedente, por una razón tan
sencilla como contundente: el testigo no ha respondido.
Únicamente puede entenderse que una pregunta es repetitiva cuando aborda
aspectos que ya han sido objeto de respuesta por parte del testigo, como veíamos.
De allí que una limitación a las preguntas que aún no han encontrado respuesta,
precisamente por la renuencia y la hostilidad del testigo, resultaría absolutamente
ilegítima. Lo contrario sería premiar la trampa, la mezquindad y la falta de ho-
nestidad del testigo.

Técnica n°. 3. Bloquee la respuesta


Imagine el siguiente escenario de contrainterrogatorio de nuestro testigo hostil:
P: Ubíquese en el momento en el que usted toma el arma de fuego de su ve-
hículo. En ese momento, Daniel lo estaba atacando, ¿sí o no?
R: Cuando yo fui al vehículo, Daniel se encontraba en la construcción
El testigo ha contestado como ha querido. De su respuesta se puede inferir que
no estaba siendo atacado, pero permitir que el testigo evada, así sea indirectamen-
te las respuestas, es contraproducente para efectos del control del contrainterro-
gatorio, pues puede tomarlo de costumbre y responder de esa forma a todas las
preguntas que usted le realice.
En ese orden, será necesario demostrarle, con mucha cordialidad y respeto, que
es usted quien tiene el control. El Profesor Thomas Mauet explica el método para
lograrlo con sencillez: bloquear la respuesta —Lock the answer—151. Bloquear la
respuesta significa realizar una pregunta adicional, muy breve, con fines aclarato-
rios de la que el testigo no podrá escaparse. Veamos:
P: Ubíquese en el momento en el que usted toma el arma de fuego de su ve-
hículo. En ese momento, Daniel lo estaba atacando, ¿sí o no?

151
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 333.
276 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

R: Cuando yo fui al vehículo Daniel se encontraba en la construcción


P: Su respuesta a mi pregunta es negativa, ¿correcto? (bloquear la respuesta)
R: Correcto
De esta manera, se disipará cualquier duda que pueda quedar sobre el sentido
de la respuesta del testigo y, al tiempo, el testigo habrá aprendido, sin necesidad
de discusiones o confrontaciones personales, que es usted quien tiene el control
del contrainterrogatorio.

Técnica n°. 4. Pregúntele si entendió la pregunta


Si el testigo continúa con sus evasivas y usted no planea dejar que se salga con
la suya puede preguntarle si entendió la pregunta que usted le realizó. Existen dos
probables respuestas. La primera, que el testigo manifieste que sí la entendió. En
ese caso bastará con señalarle que, teniendo en cuenta que la entendió, le pide que
se la responda.
Si el testigo, por otro lado, le contesta que no la entendió, aun cuando haya
sido clara y precisa, no se ofusque. Reformúlela tantas veces como sea necesario
para que, o bien el testigo acepte que la entendió, o bien el juez concluya que la
“confusión” es otra de las tácticas evasivas que está utilizando el testigo para abs-
tenerse de contestar sinceramente.
Veamos esta técnica con el ejemplo que veníamos trabajando, partiendo de la
base de que ya desplegamos las distintas variables de la técnica n°. 2, sin lograr
que el testigo contestará concretamente lo que le preguntó:
P: Ubíquese en el momento en el que usted toma el arma de fuego de su ve-
hículo. En ese momento, ¿Daniel lo estaba atacando?
R: Pudo haber hecho cualquier cosa. Una construcción es un sitió muy pe-
ligroso en el que cualquier material puede ser utilizado como un arma.
Tenemos varillas, cortadoras de metal, trozos de madera. Con cualquiera
de esas cosas pudo haberme atacado.
P: Ingeniero Felipe… [pausa] Le pido muy respetuosamente que escuche la
pregunta que le estoy realizando. En —— el —— momento —— en ——
el —— que —— usted —— toma —— el —— arma——, Daniel —— lo
—— estaba —— atacando——, ¿sí —— o —— no?
R: Le respondo nuevamente. Yo no podía saber si él me iba a atacar. Tenía
muchas herramientas con las que incluso pudo haberme quitado la vida…
P: Ingeniero, ¿entendió la pregunta que le hice? (Pedirle que informe si en-
tendió la pregunta)
R: Sí la entendí
Sistema de contrainterrogatorio 277

P: Le pido, entonces, que por favor la responda puntualmente


El testigo quedará desprovisto de la posibilidad de utilizar la excusa de la con-
fusión. Habiendo aceptado que la entendió, no tendrá más opción que contestarla
o terminar de sepultar su credibilidad. Si contesta que no la entendió y usted le
reformula la pregunta, al Juez le quedará claro que usted está actuando de forma
leal, al punto de que busca alternativas para formular de manera distinta pregun-
tas que en todo caso eran claras y concretas.

Técnica n°. 5. Recuérdele su deber de contestar lo que le preguntan


A estas alturas, la mayoría de los testigos ya habrá cedido. Sin embargo, esto
puede no ser así con los más hostiles, evasivos o que más interés tienen en el
proceso. Frente a estos últimos usted puede acudir a otra técnica que, efectuada
sutilmente y guardando el respeto debido hacia el testigo, resultará muy efectiva.
Para entender la técnica, recuerde que los testigos suelen tener reuniones de
preparación con la parte que lo propuso para efectos de explicarle el procedimien-
to y las reglas propias del juicio oral. Desgraciadamente, hay quienes confunden
preparación con fabricación, al punto que llegan a sugerirle al testigo que es lo
que debe contestar, pero eso es asunto de otra discusión.
La técnica es la siguiente. Cuando el testigo hostil se rehúsa a contestarle una
pregunta clara y precisa que usted le ha formulado, recuérdele que él tuvo reunio-
nes de preparación con su contraparte y que allí debieron explicarle que, durante
el contrainterrogatorio, si le formulan preguntas cerradas y precisas, debe contes-
tarlas de esa misma forma.
Pregúntele si se reunió con la contraparte y si allí le hicieron esta salvedad. Si
le responde negativamente, dígale con sumo respeto “aunque debieron decírselo,
yo se lo explico. Las preguntas cerradas que yo le realice, debe contestarlas de esa
forma”. Para la ejecución de esta técnica tenga presente, más que nunca, el cuarto
mandamiento —suave con el testigo, duro con el tema—.

Técnica n°. 6. Utilice el lenguaje no verbal


Otra técnica que puede alternar con la n°. 5 es la utilización del lenguaje no
verbal. Ya he tenido la oportunidad de explicar la enorme importancia de aquello
que no decimos, pero mostramos con nuestra actitud, gestos o forma de condu-
cirnos durante la audiencia. Para controlar a un testigo hostil que busca contestar
con una extensa explicación, respondiendo de todo menos aquello que le pregun-
taron, el lenguaje verbal también juega un papel preponderante.
Cuando el testigo empiece su narración no solicitada, una forma de interrum-
pirlo con sutileza y respeto es enseñar la palma de su mano como muestra de que
278 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

el testigo debe detenerse. Luego de esto, tras explicarle que no es su intención faltar-
le al respeto, puede proceder a “recordarle” que le está preguntando algo distinto.
El profesor Ronald H. Clark explica esta técnica de la siguiente forma:
“Usted puede controlar al testigo evasivo al utilizar el gesto físico de levantar su mano
hacia el testigo, con la palma hacia adelante, como símbolo universalmente reconocido
de detenerse. Normalmente funciona”152

Técnica n°. 7. No permita explicaciones no solicitadas


Si el testigo continúa con su plan de escape seguramente pretenderá llenar
sus respuestas de explicaciones no solicitadas. Usted debe impedírselo al utilizar
alguna de las técnicas ya explicadas. Muchos testigos le dirán “déjeme explicar”
en tono más o menos airado dependiendo de su hostilidad y de su personalidad.
Su respuesta, impidiendo siempre ese tipo de explicaciones, radica en señalarle
“durante el re directo mi contraparte le hará preguntas al respecto y allí usted
puede dar las explicaciones que considere, por ahora, por favor, contésteme lo que
le estoy preguntando”. Esa manifestación no solo es coherente con la estructura
del interrogatorio cruzado, sino que además le quitará al testigo el afán de dar
sus explicaciones de inmediato por miedo a no ser escuchado con posterioridad.
La regla general, entonces, es no permitir que el testigo le dé explicaciones du-
rante el contrainterrogatorio. La excepción, como ya expliqué, radica en aquellos
testigos cuyas explicaciones no nos pueden perjudicar, o que inclusive nos pueden
beneficiar, como sucede con los testigos a los que se les realiza contrainterrogato-
rio por concesiones —concesion seeking cross-examination—.

Técnica n°. 8. Nunca se sumerja en la discusión del testigo ni muestre irritación


Shane Read explica que cuando el testigo no contesta lo que le han preguntado
la mayoría de los abogados “se tornan emocionales, discuten con el testigo, y olvi-
dan la pregunta original que habían formulado”153. De allí que sea tan importante
recalcar esta técnica o noción acerca de lo que NO se debe hacer.

152
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Techniques.
Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series. New York, 2015, p. 262. La traducción es propia. El
texto original es el siguiente: “You can control the runaway witness by resorting to the physical
gesture of raising ypur hand toward the witness, palm forward, in the universality signal to stop.
It usually works”.
153
Read, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and trials.
Westway publishing. Dallas. 2020, p. 209. La traducción es propia. El texto original es el si-
guiente: “Instead, they get emotional, argue with the witness, and forget the original question
they asked”.
Sistema de contrainterrogatorio 279

Nunca discuta con el testigo. Nunca le diga “la verdad es que me resulta difícil
creer que usted no sea capaz de entender una simple pregunta” o “¿es muy difícil
responder una pregunta sencilla? Parece, mejor, que está intentando confundir la
Juez”. Mucho menos le diga “si supuestamente está diciendo la verdad, si es tan
honesto, ¿por qué no puede simplemente responder una pregunta concreta”.
Todas estas cosas se le pasarán por la cabeza durante el contrainterrogatorio al
testigo hostil. He pasado por ahí y sé lo difícil que es reaccionar adecuadamente.
La buena noticia es que el Juez también se percatará de ello. Así que no se irrite.
No pierda la compostura. Recuerde siempre el consejo que hace más de 100 años
nos dio el Barrister David Paul Brown: sea consciente, siempre, de la dignidad de
su posición como abogado durante el juicio.
El mejor antídoto para las actitudes desafiantes, evasivas y hasta desobligantes
de los testigos es, entonces, la templanza. Ignore la actitud del testigo y, en lugar
de irritarse, continúe preguntando de conformidad con las demás técnicas estu-
diadas hasta obtener la respuesta buscada o hasta demostrarle al Juez lo poco
creíble y sincero que es el testigo.

Técnica n°. 9. Jamás conteste las preguntas del testigo


Los testigos más experimentados (testigos delatores, peritos, investigadores o
cualquier otro que deba rendir interrogatorio con frecuencia) saben que existe
una forma muy efectiva de desencajar a los abogados mientras los contrainterro-
gan: responderles sus preguntas con más preguntas. Desde el mismo instante en
que el abogado conteste una de esas preguntas formuladas por el testigo hostil,
habrá cedido el control del contrainterrogatorio.
No es una posición fácil aquella en la que ponen al abogado. Como seres
humanos estamos acostumbrados a contestar las preguntas que en nuestro dia-
rio vivir nos realizan. Es la forma en la que funcionan las interacciones sociales.
Por eso es tan difícil abstenerse de contestar las preguntas malintencionadas de
los testigos. La solución radica, precisamente, en generar una especie de bloqueo
mental que le permita acostumbrarse a ignorar las preguntas que le hacen los
testigos para desencajarlo. A medida que usted se acostumbre a hacerlo, la tarea
se tornará más sencilla.
Una claridad es necesaria. Esta regla es aplicable, con una breve variante, in-
clusive a las preguntas que realizan los testigos con el fin de aclarar algún aspecto
de la pregunta que puede llegar a resultar confuso. Ni siquiera en esos eventos
usted va a contestarle al testigo. Lo que hará es repetirle la pregunta, pero refor-
mulando aquel aspecto que podría ser el causante de la confusión. De esa forma la
pregunta será más clara sin que usted entregue el control del contrainterrogatorio.
280 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Veamos esta técnica con el ejemplo que veníamos estudiando en este capítulo:
P: El señor Daniel lo golpeó, ¿correcto?
R: Sí, varias veces, en el rostro.
P: Lo golpeó utilizando algún arma, ¿o no?
R: No
P: Estamos de acuerdo en que lo golpeó utilizando sus manos, ¿cierto?
R: Sí, me dio varios puños en el rostro sin que yo lo hubiese golpeado a él.
P: Como parte de su reacción, usted se dirigió al vehículo, ¿es así?
R: ¿A cuál vehículo?
El testigo tiene razón. En la escena de los hechos había varios vehículos y no
queda muy claro a cuál vehículo se refiere el abogado con su pregunta. El abogado
bien podría decirle “me refiero a su vehículo, señor testigo” pero esto le enviaría
al testigo un mensaje según el cual siempre que quiera evadir una pregunta, basta
con responderla con otra pregunta. En ese orden, será mucho más efectivo que
el abogado simplemente ignore la pregunta del testigo y, sin irritarse o enojarse,
reitere la suya, haciendo claridad que se refiere al vehículo del testigo. Veamos:
P: Como parte de su reacción, usted se dirigió al vehículo, ¿es así?
R: ¿A cuál vehículo?
P: Como parte de su reacción, usted se dirigió a SU vehículo, ¿es así?
Enmendó el yerro, aclaró la pregunta confusa, no envió un mensaje contra-
producente y no perdió el control del contrainterrogatorio. Todo ello, bajo la
utilización de esta sencilla técnica.

Técnica n°. 10. Acuda ante el Juez para lograr una respuesta leal
Bienvenido a la opción nuclear. Ese botón rojo con el que se acaba la historia.
Esa técnica que usted no quiere utilizar salvo que sea estrictamente necesario y
justificado: acudir al Juez para que instruya al testigo a contestar la pregunta
concreta que se le está realizando. Es la última técnica por una razón deliberada,
solo debe utilizarse cuando todas las demás fracasaron. Lo que significa, de plano,
que solo se utilizará con los testigos más renuentes y hostiles. Aquellos que han
demostrado ser merecedores de tan arduo castigo.
Básicamente consiste en señalarle al Juez que el testigo no ha contestado una
pregunta clara y leal, por lo que, en lugar de generar una confrontación personal,
usted prefiere acudir ante él para que instruya al testigo a contestar aquello que
se le está preguntando. En algunos países la intervención del Juez en ese sentido
tiene expresa consagración normativa.
Sistema de contrainterrogatorio 281

Así sucede en Colombia, donde el último inciso del artículo 392 de la ley 906
de 2004 señala que “El Juez intervendrá con el fin de que el interrogatorio sea
leal y que las respuestas sean claras y precisas”. Si usted se encuentra en un país
donde no existe tal consagración, no se preocupe, pues esa intervención del Juez
hace parte de las más mínimas labores de dirección del proceso. Difícilmente un
Juez señalará que no tiene potestades para ello.
Cuando el Juez se voltee y le diga al testigo: “testigo, conteste”, la batalla
—que no la guerra— se habrá ganado sin importar lo que haga el testigo. El tes-
tigo debe contestar, y si lo hace, su punto se habrá alcanzado. Podrá continuar
el contrainterrogatorio. Pero si el testigo no lo hace, el punto se habrá logrado
aún con mayor fuerza, pues su carácter hostil y su falta de credibilidad quedarán
expuestas.
El Juez no ignorará al tomar su decisión que el testigo se rehúso a cumplir,
incluso, una orden que directamente le había elevado el director de la audien-
cia. Es trabajo del litigante abordar el tema durante los alegatos de conclusión
para refrescarle al Juez lo sucedido: “¿Recuerda señor Juez cuando le hice varias
preguntas claras y concretas, pero él se negaba a responder? Su renuencia fue
evidente. Nos corresponde ahora explicar qué estaba escondiendo y por qué”.
También será muy persuasivo que usted proyecte la pregunta que le hizo en su
momento al testigo y luego le pregunte al Juez si resultaba sensato que el testigo
no la entendiera.
Será, sin duda, un aspecto que impactará muy fuertemente la credibilidad del
testigo hostil. Precisamente por eso, en Colombia, el artículo 404 del Código de
Procedimiento Penal señala que el Juez apreciará y valorará el testimonio tenien-
do en cuenta, entre otras cosas, “el comportamiento del testigo durante el interro-
gatorio y el contrainterrogatorio”.
Es una técnica poderosísima, en ello no hay discusión, pero también peligrosa
si no se ejecuta correctamente. Puede resultar contraproducente si se acude a ella
muy pronto. Pues si no se han ejecutado las técnicas explicadas con antelación,
el Juez podrá pensar que el testigo no contesta, no porque sea hostil, renuente o
evasivo, sino porque no ha entendido la pregunta, porque se ha formulado de for-
ma muy rápida, porque es confusa, o simplemente porque el testigo no sabe que
debe contestar de forma concreta —con “sí o no”— las preguntas cerradas que se
le realicen. Si usted cumple con las técnicas nos. 1 a 9, no habrá lugar para que el
Juez tenga ninguna de las referidas dudas.

Consideración final sobre el control de los testigos


No olvide que el control de los testigos tiene dos finalidades alternativas. La
principal, lograr que el testigo responda aquello que se le ha preguntado. Es po-
282 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

sible que ni siquiera utilizando las 10 técnicas expuestas esto se logre. Aquí entra
en juego la finalidad subsidiaria: mostrarlo como un testigo poco creíble. Que no
responde las preguntas claras y concretas que se le realizan porque algo esconde,
porque le teme a su respuesta o simplemente porque no quiere hacerlo. Opciones,
todas, que deben llevar a generar un impacto muy significativo a su credibilidad.
Todo esto, mientras la credibilidad del abogado permanece incólume. Pues nin-
gún sentido tiene atacar la del testigo afectando la credibilidad propia. De allí que
la ejecución de estas técnicas deba hacerse de forma leal, razonable, sin olvidar
nunca los parámetros éticos ni la dignidad propia de la profesión. Los gritos, las
discusiones y los insultos deben quedar por fuera el imaginario del abogado de
juicio. Si los recibe, la templanza tendrá que guiar sus acciones para ignorarlas y
continuar hacia el objetivo principal: ganar el juicio.
Para cerrar, recordando las palabras del Profesor Tomas Mauet de cara a la fi-
nalidad última del control del testigo hostil, renuente o evasivo, recuerde siempre
que “los testigos problemáticos deben ser mostrados como lo que son: testigos
que actúan de forma injusta y por fuera de las reglas de juego establecidas [para
el juicio]”154

4. Cuarto paso: ejecución de la impugnación de credibilidad


Las consideraciones sobre cómo identificar los flancos susceptibles de impug-
nación de credibilidad las expuse en la primera parte del sistema de contrainte-
rrogatorio. Al lector que apenas se une al libro, le recomiendo pasar primero por
dicho apartado, pues allí se encuentran las bases sobre lo que es la impugnación
de credibilidad, sus objetivos y requisitos.
Dicho eso, en este apartado me dedicaré a explicar las técnicas puntuales para
ejecutar la impugnación, partiendo del supuesto según el cual la base fáctica del
impeachment ya ha sido correctamente identificada, y las líneas de contra han
sido formuladas conforme lo explicado en los pasos 1 a 3 de este capítulo.

4.1. Ejecución de la impugnación por inconsistencias


Como ya señalé, la impugnación de credibilidad por manifestaciones previas
inconsistentes es la hipótesis más usual a lo largo del juicio. Una vez usted ha
identificado una inconsistencia clara, trascendente, que no es producto de tergi-
versaciones o interpretaciones descontextualizadas, debe ejecutar cuatro pasos

154
Mauet, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Wolster Kluwers. Nueva York.
2017, p. 338. La traducción es propia. El texto original es el siguiente: Problem witnesses must
be shown to be what they are: acting unfairly and not playing by the rules.
Sistema de contrainterrogatorio 283

que le permitirán que la inconsistencia despliegue todos sus efectos sobre la cre-
dibilidad del testigo.
Ubíquese en la sala de audiencia. Usted ya tiene ideada su línea de contrain-
terrogatorio. La diseñó partiendo de lo indiscutido a lo discutido, de tal manera
que durante las primeras preguntas de la línea el testigo, seguramente, contestará
sin mayor oposición, mientras que en aquellas que recaen sobre los aspectos dis-
cutidos, la negación del testigo será mucho más probable. Si el testigo incurre en
una inconsistencia, en cualquier fase de ese proceso, usted deberá proceder en el
siguiente orden:

i. Confirmar la información a impugnar


El primer paso consiste en “atar” al testigo a la manifestación inconsistente
que realizó. Esto se realiza mediante la formulación de preguntas que contengan
la manifestación del testigo que usted pretende atacar. Si el testigo había dicho
en una declaración previa que “no había identificado correctamente al atacante”,
pero vino a juicio a describirlo perfectamente y a señalar, con seguridad, que se
trataba de su cliente, este primer paso del procedimiento de impugnación de la
credibilidad debería surtirse así:
P: Usted nos ha dado una descripción del “atacante”, ¿cierto?
R: Sí, abogado
P: Lo ha descrito como una persona alta
R: Sí, relativamente
P: De tez morena
R: Correcto
P: De aproximadamente 50 a 60 años
R: Aproximadamente, sí
P: De contextura gruesa
R: Sí, tenía varios kilos de más
P: Según usted, pudo realizar esta descripción porque lo vio perfecta-
mente cuando atacaba a la víctima, ¿es así?
R: Así es
P: Y usted señaló a mi defendido como el presunto atacante, ¿correcto?
R: Sí
Durante esta parte del procedimiento de impugnación, su cliente y los espectado-
res, muy seguramente, estarán pensando que usted está perjudicando su caso al con-
firmar y reiterar esa información. Por el contrario, usted estará sentando las bases
284 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

propicias para “atar” al testigo en su mentira. Con este primer movimiento usted
evitará que con posterioridad el testigo intente “soltarse” simplemente al señalar
que eso no fue lo que afirmó o que hubo una mala interpretación de sus palabras.
También logrará exponerle al Juez con absoluta claridad qué fue lo que dijo
el testigo. Así, si no lo escuchó durante el directo por cualquier razón o lo había
pasado por alto, gracias a este primer movimiento el Juez tendrá “fresca” en su
memoria la información que usted pretende impugnar. Para ponerlo en otros tér-
minos, hecho esto, el testigo habrá quedado anclado a su mentira.

ii. Demostrar la importancia de la declaración previa


“Anclado” el testigo a su manifestación, viene el momento de contarle al Juez
que ese testigo ya ha rendido declaraciones previas. Como los contrainterroga-
dores narran los hechos a través de sus preguntas, el procedimiento implica la
necesidad de realizar varias preguntas —afirmaciones— con el fin de exponer los
detalles de esa declaración.
Este es el punto en el que, inexplicablemente, más errores cometen los aboga-
dos a la hora de impugnar por inconsistencias. Y la razón es muy sencilla, en lugar
de disfrutar y explotar el momento, se apresuran. Olvidan que el contrainterroga-
torio es una carrera de largo aliento en la que quien gana es el último en cansarse,
no el primero en llegar.
No significa, entonces, que esta segunda fase del procedimiento de impugna-
ción se cumpla al preguntarle al testigo si rindió una declaración previa, para lue-
go precipitarse a los demás pasos del procedimiento. No. Un contrainterrogatorio
devastar demanda tomarse su tiempo para exponerle al Juez todos los detalles
relevantes en el marco de los cuales se rindió la declaración. Los principales as-
pectos por resaltar mediante la formulación de las preguntas en este segundo paso
de la impugnación son:
- Que la manifestación previa se hizo bajo juramento. Esto demostrará
que el testigo era consciente de su obligación legal de contar la verdad.
- Que se hizo ante una autoridad competente (Fiscalía, juez, Corte, etc.).
Con esto se acreditará que se trató de una manifestación realizada en
un contexto formal, en contraposición a una charla desprevenida con
cualquier persona.
- Que la manifestación se hizo poco tiempo después a la presunta ocurren-
cia de los hechos. Esto resaltará que, para el momento de la manifesta-
ción, los hechos debían estar más frescos en la memoria del testigo.
- Cuando aplique, que la manifestación se hizo en el marco del compro-
miso que adquirió el testigo de contarle la verdad a la administración
de justicia a cambio de beneficios penales. Esto le demostrará al Juez
Sistema de contrainterrogatorio 285

que el testigo estaba recibiendo una contraprestación a cambio de sus


manifestaciones, por lo que, lo mínimo que de él se esperaba, era que
fuera sincero.
Como mencionaba al explicar la escala de impacto persuasivo que suelen ge-
nerar las manifestaciones previas dependiendo de su fuente, no es lo mismo una
declaración que se hizo bajo juramento que una que se hizo sin ese apremio; una
que se hizo ante la Corte Suprema de Justicia que una manifestación que se le
hizo sobre lo percibido a un amigo mientras departen socialmente; ni una que se
hizo sin motivación alternativa alguna que una que se hizo con el fin de ahorrarse
varios años de prisión. Como de todos estos detalles dependerá el peso concreto
de la impugnación, deben ser expuestos al Juez antes de pasar a demostrar la in-
consistencia propiamente dicha.
En otras palabras, este procedimiento, que suele conocerse como “sentar las
bases” o “foundations” tiene por objetivo acreditar la existencia del registro de
las manifestaciones, así como las condiciones y el contexto en que se rindió, pero
no su contenido, pues de esto último se ocupa el siguiente paso que explicaré.
Antes de continuar, es importante aclarar que si el testigo recuerda y acepta la
existencia de ese registro (video, audio, escrito, etc.) todavía no será necesario en-
tregárselo con finalidad alguna. Si, por el contrario, el testigo niega haber rendido
la declaración, niega que fue bajo juramento, que se dio en determinada fecha o
cualquier otro detalle formal de ese registro, usted deberá: (i) pedirle permiso al
juez para entregarle momentáneamente el documento al testigo; (ii) permitirle a
su contraparte y los demás intervinientes que examinen de que se trata; (iii) en-
tregarle el documento al testigo y, finalmente, (iv) pedirle que confirme el aspecto
formal que había negado.
Es decir, si negó que era bajo juramento, expondremos el apartado de la decla-
ración que demuestra que dicho apremio sí se realizó. Si no recordaba cuál era la
autoridad ante la que se rindió, ese será el objeto de la lectura que se realizará ante
el Juez. En general, se expondrá el aspecto formal que el testigo negó o manifestó
no recordar. Pero aún no el sustancial, pues para ello existe un requisito alterna-
tivo que debe acreditarse cabalmente.
Continuemos con el ejemplo que veníamos trabajando:
(Primer paso: confirmar información a impugnar)
P: Usted nos ha dado una descripción del “atacante”, ¿cierto?
R: Sí, abogado
P: Lo ha descrito como una persona alta
R: Sí, relativamente
P: De tez morena
286 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

R: Correcto
P: De aproximadamente 50 a 60 años
R: Aproximadamente, sí
P: De contextura gruesa
R: Sí, tenía varios kilos de más
P: Según usted, pudo realizar esta descripción porque lo vio perfectamente
cuando atacaba a la víctima, ¿es así?
R: Así es
P: Y usted señaló a mi defendido como el presunto atacante, ¿correcto?
R: Sí
(Segundo paso: exaltar importancia de la manifestación previa)
P: Por favor ubíquese en el día siguiente a los hechos que nos acaba de con-
tar, ¿está ubicado?
R: Sí
P: A usted lo citó la Fiscalía para dar una declaración, ¿cierto?
R: No recuerdo si fue al día siguiente
P: Pero recuerda que dio una declaración, ¿o no?
R: Sí
P: ¿Fue una declaración juramentada?
R: No lo tengo claro
P: Pero sí tiene claro que fue una declaración que le tomó un funcionario de
la Fiscalía, ¿cierto?
R: Sí, eso sí.
Abogado: Señoría, solicitó permiso para entregarle al testigo la evidencia nú-
mero siete, previo traslado a las partes, con fines de reconocimiento for-
mal.
P: Ese documento que le acabo de entregar es la declaración que usted rin-
dió, ¿cierto?
R: Sí
P: ¿En la última página tiene su firma?
R: Sí, aquí está.
P: Fue una declaración que usted rindió el 12 de julio, ¿correcto?
R: Permítame reviso. Sí, 12 de julio.
Sistema de contrainterrogatorio 287

P: ¿El día siguiente de los hechos?


R: Así es
P: Cuéntele al Juez si el título de ese documento, que aparece en la primera
página, es declaración juramentada
R: Sí, “declaración juramentada de testigo”, dice
P: Diríjase por favor a la primera marca roja que usted encuentra en el folio
1, ¿la pudo encontrar?
R: Sí
P: Ahí dice que usted rendirá la declaración “bajo la gravedad del juramen-
to”, ¿cierto?
R: Sí
P: Para ese momento, usted era consciente de que en esa declaración debía
contar la verdad acerca de lo que había percibido, ¿o no?
R: Sí, claro que lo era.
Abogado: Su señoría, acreditado los aspectos formales que requería, le pido
permiso para acercarme al testigo y retirarle la declaración.
Una vez acreditado el aspecto formal de la manifestación que el testigo había
negado u olvidado, lo procedente será retirarle la declaración y continuar con el
punto que explico en el siguiente apartado.
Una aclaración adicional es necesaria. Esta serie de preguntas tendientes a re-
saltar la importancia de la manifestación previa, sus detalles y el contexto en el
que fue realizada, solo debe realizarse la primera vez que se utilice determinada
declaración o manifestación. En las posteriores, bastará con realizar una o dos
preguntas que resalten los temas más importantes, nada más. De lo contrario, el
contrainterrogatorio perderá toda su fluidez y el Juez su atención.
Imagine que usted debe impugnar credibilidad al testigo por manifestaciones
previas inconsistentes en diez ocasiones con la misma declaración. Ningún senti-
do tiene que usted pregunte, diez veces, sobre los aspectos puntuales que rodea-
ron la toma de dicha declaración. Bastará, por ejemplo, con que en las ocasiones
posteriores usted le diga: “señor testigo, hablemos nuevamente de esa declaración
que usted rindió bajo juramento, ¿la recuerda?”. Con ello ubicará al testigo (tran-
sición), resaltará que se trataba de una declaración bajo juramento, y evitará que
el contrainterrogatorio se torne aburrido y circular.
288 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

iii. Darle la oportunidad al testigo de aceptar la inconsistencia


La regla 613(b) de las Reglas Federales de Evidencia norteamericanas contem-
plan un requerimiento para la utilización de evidencia extrínseca con fines de im-
pugnación, incluyendo aquellas que se usan con el fin de acreditar manifestacio-
nes inconsistentes, que ha sido recogido por la jurisprudencia colombiana sobre el
contrainterrogatorio. El requisito es sencillo: darle la oportunidad al testigo para
que acepte la inconsistencia. En otras palabras, que acepte que antes había hecho
determinada manifestación.
Vale la pena aclarar que esto no implica la necesidad de llevar al testigo a ca-
lificar su manifestación anterior como inconsistente. Dicha valoración, que surge
de la contrastación entre una y otra, le corresponde argumentarla a las partes en
los alegatos de conclusión y al Juez aceptarla o no, con más o menos peso sobre
la credibilidad del testigo, durante la sentencia. Lo que este requisito implica es
permitirle que acepte haber dicho en una manifestación previa, aquello que el
abogado considera inconsistente.
Si el testigo acepta haber realizado la manifestación anterior no será necesario
continuar con el procedimiento, pues la base fáctica de la acreditación ya se ha-
brá acreditado directamente con el testigo. De hecho, si a pesar de que el testigo
aceptó haber realizado la afirmación usted quisiera, en todo caso, continuar con
la impugnación, su contraparte podría objetarlo y el Juez podría sostener fundada
la objeción, en tanto se trataría de una aproximación repetitiva e inocua. En otras
palabras, si el testigo acepta haber dicho lo que usted considera inconsistente, será
improcedente la lectura o reproducción de la declaración previa.
Continuemos con el ejemplo:
(Segundo paso: exaltar importancia de declaración previa)
P: Ahí dice que usted rendirá la declaración “bajo la gravedad del juramen-
to”, ¿cierto?
R: Sí
P: Para ese momento, usted era consciente de que en esa declaración debía
contar la verdad acerca de lo que había percibido, ¿o no?
R: Sí, claro que lo era.
Abogado: Su señoría, acreditado los aspectos formales que requería, le pido
permiso para acercarme al testigo y retirarle la declaración.

(Tercer paso: oportunidad para aceptar la manifestación anterior)


P: En esa declaración que usted rindió bajo juramento, ante la Fiscalía, usted
dijo que “no había podido identificar al agresor porque todo pasó muy
rápido”, ¿o no lo dijo?
Sistema de contrainterrogatorio 289

R: No, yo no dije eso.


P: Y dijo que “tuvo miedo de mirar directamente al agresor pues podía to-
mar alguna represalia en su contra”, ¿no fue eso lo que dijo?
R: Tampoco, eso no es cierto.
P: Así mismo, usted dijo que “le gustaría haber ayudado más a la investiga-
ción de la Fiscalía, pero eso era todo lo que tenía por decir”, ¿o no?
R: No tengo muy claro si eso último lo dije o no.
De esta forma, usted habrá cumplido con el requisito jurisprudencial de darle
la oportunidad al testigo de aceptar haber realizado la manifestación previa que
usted considera inconsistente. En el ejemplo que estamos trabajando, como el
testigo no lo aceptó, y en dos de las tres afirmaciones, de hecho, las negó tajante-
mente, procederá la confrontación para todas ellas.
Es importante que usted esté listo para cualquier respuesta que le proporcio-
ne el testigo, pues en ocasiones el testigo puede aceptar la manifestación y, por
el efecto sorpresa, dejarlo a usted desubicado. Por el contrario, cumpliendo con
el primer mandamiento —prepare el caso— usted ya se habrá imaginado el es-
cenario a seguir si el testigo aceptaba la inconsistencia. Y ese escenario, debe ser
uno en el que usted explote y maximice los efectos de aquello que usted acaba de
lograr con el testigo. Vamos nuevamente al ejemplo para explicar esta última idea:

(Tercer paso: oportunidad para aceptar la manifestación anterior)


P: En esa declaración que usted rindió bajo juramento, ante la Fiscalía, usted
dijo que “no había podido identificar al agresor porque todo pasó muy
rápido”, ¿o no lo dijo?
R: Pues, pues sí, yo dije eso.
P: Y cuando usted dijo que “no había podido identificar al agresor”, ¿se
refería a la persona que presuntamente había atacado a la víctima?
R: Sí, ¿a quién más me iba a referir?155
P: Y dijo que “tuvo miedo de mirar directamente al agresor pues podía to-
mar alguna represalia en su contra”, ¿no fue eso lo que dijo?
R: Sí, eso pudo haber sido lo que dije
P: Pudo haberlo dicho o lo dijo, ¿cuál de las dos?
R: Sí, lo dije.

155
Recuerde que los testigos hostiles tienen la tendencia a realizarle preguntas al contrainterroga-
dor para arrebatarle el control. ¿La solución? Sencilla, ignórelo.
290 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

P: Bien, teniendo eso en cuenta, dígale al Juez si usted le miró la cara al agre-
sor
R: No, no se la miré
P: Por eso usted no pudo darle una descripción del rostro del agresor a la
Fiscalía, ¿o sí se la dio?
R: No, no se la di
Antes de continuar con la siguiente fase del procedimiento de impugnación, es
importante explicar cuándo se entiende que el testigo “ha aceptado la manifes-
tación previa”. Se trata de un asunto que, desafortunadamente, sigue siendo mal
entendido en la práctica diaria de nuestro sistema. Y la verdad es que la respuesta
es muy sencilla: para entender que el testigo ha aceptado la manifestación previa
y que, por ende, sea improcedente continuar con la impugnación, el testigo debe
haber señalado expresa e inequívocamente que sí hizo esa afirmación en concreto.
Sin salvedades, sin “peros”, sin condicionantes, o sin evasivas del tipo “no me
acuerdo”, “de pronto lo hice, de pronto no” o “no sé si con esas palabras”.
Si la aceptación no es expresa e inequívoca, procederá la lectura o la reproduc-
ción de la manifestación previa, pues el objetivo de la impugnación aún no se ha-
brá cumplido. De este tema de tanta importancia práctica ya se ocupó el profesor
Ronald H. Clark, manifestando lo siguiente:
“¿Qué se entiende por una negación? El testigo debe admitir haber hecho la manifes-
tación previa de forma inequívoca, sin calificación alguna. (…) Si lo acepta, el testigo
habrá sido impugnado y será innecesario presentar evidencia adicional en ese sentido
(…) Por otro lado, si el testigo dice que no recuerda haber hecho la manifestación previa
o incurre en equívocos al respecto, la Corte debe permitir la utilización de la evidencia
extrínseca.”
Las Cortes norteamericanas no han sido ajenas a esta posición. De forma uná-
nime se ha rescatado, en varias oportunidades, el entendimiento según el cual la
aceptación, para impedir la continuación de la impugnación, debe ser “inequívoca
y sin calificación alguna”156. Por ejemplo, en State V. Blalock, la Corte de Apela-
ciones de Carolina del Sur se ocupó de una apelación en la que la defensa con-
sideraba que la primera instancia había incurrido en un error al permitir que se
practicará el testimonio de impugnación, para acreditar manifestaciones inconsis-
tentes, de un agente de policía que escuchó las narraciones iniciales del principal
testigo de la defensa.

156
En similar sentido a State V. Blalock, ver: State v. Lynn. 277. S.C. 222 (1981); State V. Bottoms.
260. S.C. (1973); United States V. Dennis. 625 F.2d. 782 (1980).
Sistema de contrainterrogatorio 291

La defensa argumentaba que no se le había concedido a su testigo la oportu-


nidad de aceptar la manifestación previa, razón por la cual, no era procedente
llamar al agente de policía con fines de impugnación. La Corte concluyó que sí
se le había dado esa oportunidad, y que la impugnación procedió correctamente
debido a que la testigo nunca aceptó expresa e inequívocamente haber hecho la
manifestación. La razón de la decisión fue la siguiente:
La pregunta central es, en consecuencia, si la señora Blalock admitió en su
testimonio haber hecho la manifestación previa inconsistente. Como se describió
anteriormente, sin embargo, el testimonio de la señora Blalock aportó poco en el
sentido de una aceptación o negación clara. En varios puntos de su testimonio
aceptó que algunas porciones de la manifestación correspondían a sus palabras,
pero simultáneamente se apresuró por explicarlas y aclarar sus palabras y su in-
tención (…) En este caso, encontramos que las respuestas que dio la señora Bla-
lock cuando fue confrontada con sus manifestaciones anteriores, no cumplen el
estándar de una aceptación clara e inequívoca, conforme lo exige el precedente
legal.157
El razonamiento jurídico aplicado por la Corte al valorar el estándar exigido
fue el siguiente:
“Al determinar si un testigo ha admitido haber hecho la manifestación previa inconsis-
tente y que por ende se obvie la necesidad de prueba extrínseca, las Cortes de nuestro
estado y de otras jurisdicciones han sostenido que el testigo debe admitir la realización
de la manifestación previa inconsistente de forma inequívoca y sin calificación alguna
(…) Generalmente, cuando el testigo responde con algo distinto a una admisión inequí-
voca, las Cortes de Juicio garantizan una latitud significativa sobre la posibilidad de uti-
lizar evidencia extrínseca para la acreditación de la manifestación. Por ejemplo, cuando
el testigo no recuerda suficientemente haber hecho la manifestación se ha encontrado
como una situación suficiente para permitir la evidencia extrínseca (…) La evidencia
extrínseca también es permitida cuando el testigo, simplemente, evita proporcionar
cualquier respuesta directa.”158

157
Corte de Apelaciones de Carolina del Sur, Estados Unidos. State V. Blalock. 357. S.C. 74. Ct.
App. 591 S.E.2d 632 (2003). La traducción es propia, el texto original es el siguiente: The cen-
tral question, therefore, is whether Ms. Blalock admitted making an inconsistent statement in
her testimony. As described above, however, Ms. Blalock’s testimony affords little in the way of
a clear admission or denial. At various points in her testimony, she concedes that the material
portions of the statement were in fact her own words; but she is simultaneously eager to ex-
plain and amend her words and intent. (…) In this case, we find Ms. Blalock’s response, when
confronted with her prior statement, does not meet the standard of a clear and unequivocal
admission that the precedent case law demands.
158
Corte de Apelaciones de Carolina del Sur, Estados Unidos. State V. Blalock. 357. S.C. 74. Ct.
App. 591 S.E.2d 632 (2003). La traducción es propia, el texto original es el siguiente: In de-
termining whether a witness has admitted making a prior inconsistent statement and thereby
obviated the need for extrinsic proof, the courts of our state and other jurisdictions have held
292 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En ese orden de ideas, solo cuando el testigo haya manifestado expresamente,


sin condicionamientos o explicaciones, que sí realizo una manifestación previa, y
que la realizó en los exactos términos en los que la plantea el contrainterrogador,
será innecesario proceder con el último paso de la impugnación, pues su objetivo
se habrá logrado. No se preocupe si el testigo no la acepta o si de cualquier forma
evita proporcionar una respuesta inequívoca en ese sentido pues, sin saberlo, con
esa actitud le habrá dado la posibilidad de maximizar los efectos de la impugna-
ción, como paso a explicar.

iv. Confrontar mediante la exposición de la declaración


Este es el momento de la verdad. El momento de demostrarle al Juez que el
testigo ha incurrido en variaciones sustanciales en su relato, sobre aspectos tras-
cendentes. Es probable que la adrenalina esté a flor de piel, razón por la cual,
mucha tranquilidad es requerida para ejecutar correctamente el último paso de
la impugnación. Muchos abogados se apresuran y con ello disipan el impacto del
contrainterrogatorio. Usted, en cambio, lo va a hacer con calma, disfrutando el
momento, al fin y al cabo, si decidió llegar hasta esta parte es porque tiene como
confrontar al testigo.
Dicho esto, vamos al procedimiento. Tan pronto como el testigo niegue la ma-
nifestación previa, la condicione, intente explicarla, minimizarla o cualquiera de
las salidas que hemos visto con antelación, usted marcará en la segunda copia de
la declaración (recuerde que debe llevar dos, una para el testigo y una para usted)
con un bolígrafo, lapicero o color el apartado cuya lectura pretende.
Después debe permiso al Juez para entregarle al testigo el registro de la de-
claración previa. Nuevamente debe darle traslado a su contraparte y los demás
intervinientes para que examinen que en realidad se trata de una declaración del
testigo. Hecho esto, se la entregará al testigo; le realizará preguntas para verificar
que el testigo identifica que se trata de una declaración que él rindió, y luego pro-
cederá con la lectura.
Aquí surge la pregunta del millón: ¿quién debe hacer la lectura? Como vere-
mos más adelante, las técnicas propias del juicio oral, aceptadas incluso por la
jurisprudencia colombiana, permiten que la lectura la haga tanto el testigo, como
el contrainterrogador. La decisión, por supuesto, será del abogado. Conociendo,

that the witness must admit making the prior statement unequivocally and without qualifica-
tion (…) Generally, where the witness has responded with anything less than an unequivocal
admission, trial courts have been granted wide latitude to allow extrinsic evidence proving the
statement. For example, a witness’s failure to fully recall her prior statement has been found to
be a sufficient denial to allow extrinsic evidence. (…) Extrinsic evidence is also usually admitted
when the witness simply avoids any direct answer.
Sistema de contrainterrogatorio 293

entonces, que ambas opciones son válidas, mi consejo es que usted realice la lec-
tura, no el testigo.
Si es usted quien realiza la lectura, podrá controlar el ritmo, es decir, que no se
lea excesivamente rápido o innecesariamente lento; podrá garantizar una adecua-
da verbalización del documento, que no falte una palabra o una frase, que no se
dejen de pronunciar correctamente los acentos (tildes) que en ocasiones pueden
cambiar el sentido de la frase y, en general, hacer énfasis en el apartado que resalta
la inconsistencia.
Por ejemplo, los renglones de la declaración que son necesarios para dar con-
texto se leerán en un tono monótono y a velocidad estándar, mientras que las
palabras exactas de las que se desprende la inconsistencia se leerán en un tono
más alto y un poco más despacio. Esta forma legítima de enfatizar le permitirá al
Juez, sin problema alguno, conocer el fragmento del que se desprende la contra-
dicción.
Realizar la lectura directamente le permitirá, también, evitar los súbitos “erro-
res” en los que pueden incurrir los testigos. Cuando un testigo se siente atacado
busca defenderse, demostrar su punto y ocultar sus falencias. Esto es apenas natu-
ral. De allí que sea frecuente encontrarse con testigos que durante el interrogato-
rio directo entienden todas las preguntas a la perfección y dan gala de una inmejo-
rable lectura, mientras que en el contrainterrogatorio no comprenden la pregunta
más sencilla ni son capaces de leer ininterrumpidamente un solo párrafo.
Me he enfrentado con testigos que durante el interrogatorio directo alardea-
ban de tener doctorado Ph. D. y de su superioridad intelectual, pero que, en el
contrainterrogatorio, particularmente durante la impugnación de credibilidad,
olvidaban las nociones más básicas sobre cómo leer un documento. Se saltaban
palabras; no leían las tildes; se “trababan” y pedían permiso para empezar de nue-
vo; leían los documentos tan rápido que no era posible entenderlos, o tan suave
que no era posible escucharlos.
Todos estos súbitos golpes de inhabilidad intelectual en los testigos, y las con-
secuencias que conllevan frente al ritmo y los efectos de la impugnación, se pue-
den evitar si es el contrainterrogador quien lee el documento. Eso sí, para evitar
cualquier suspicacia sobre la genuinidad de aquello que se lee, usted debe solici-
tarle al testigo que haga seguimiento a su lectura, y al finalizar preguntarle: “¿leí
correctamente el documento? ¿Incluí algo? ¿Dejé de leer algo?”. De forma tal
que no quedará duda alguna acerca de que lo leído corresponde integralmente al
contenido del documento.
Otra pregunta importante recae en qué tan extenso debe ser el fragmento que
se lea para efectos de la impugnación. No existe una fórmula cuantitativa exacta
del tipo “5, 10 o 15 renglones”. La fórmula es, por el contrario, sustancial: el
294 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

fragmento debe ser tan amplío que garantice un contexto adecuado de la informa-
ción, que se trata de una manifestación que se hizo hablando de este tema y que
no es producto del cercenamiento o la descontextualización de la declaración; y,
al tiempo, debe ser tan corto que impida la entrada de información ajena al tema
objeto de impugnación.
Hay casos en los que este requisito sustancial se cumple con la lectura de apenas
algunos renglones, mientras que en otros la necesidad de impedir la descontex-
tualización de la afirmación hace imperativo leer inclusive algunas páginas. Como
no existe y no podría existir un límite objetivo y estandarizado, la razonabilidad
y la buena fe son los parámetros que deben guiar la respuesta a este interrogante.
Otro aspecto que se discute con frecuencia es el número de declaraciones pre-
vias que se pueden utilizar para acreditar una inconsistencia, en aquellos casos en
los que los testigos han rendido varias deposiciones previas al juicio. No existe
limitación sustancial alguna frente al particular. Y no podría existir porque con-
llevaría una limitación ilegítima e inadmisible al derecho a la confrontación que
se garantiza, primordialmente, a través del contrainterrogatorio.
Para ahondar en razones, imagine que usted tiene a un testigo que afirma haber
presenciado determinado hecho, pero en ocho declaraciones previas afirmaba lo
contrario. ¿Bastará con que se proyecte una, dos o tres de ellas? ¡No! Pues para
efectos de valoración probatoria, no es lo mismo que un testigo haya hecho una
manifestación en una ocasión y luego se contradiga, a que la haya hecho en ocho
ocasiones. En ese sentido, será procedente y necesario que el Juez las conozca
todas ellas. Ninguna limitación cualitativa, entonces, se puede elevar a las decla-
raciones previas con las que se pretende impugnar.
Ahora bien, si se trata de una declaración cuyo registro reposa en video o
audio, el procedimiento será ligeramente distinto. Usted debe pedirle permiso al
Juez para proyectar apenas un fragmento muy corto que le permita reconocer al
testigo que se trata de una declaración que él rindió. Solo cuando el testigo haya
reconocido que en efecto es él quien aparece en el video o quien se escucha en el
audio, será procedente reproducirlo para perfeccionar la impugnación.
Siempre será preferible que esa reproducción se haga a través de una pantalla
de proporciones generosas. Por eso en las recomendaciones logísticas que realiza-
ba en el capítulo de la preparación del contra, hacía tanto énfasis en la necesidad
de tener siempre a la mano durante las audiencias un proyector de video y audio.
Todo el procedimiento escrito con antelación ha sido recogido con brillantez
por la Corte Suprema de Justicia colombiana, a partir del 2016, particularmente
en pronunciamientos con ponencia de la Magistrada Patricia Salazar Cuellar, en
los siguientes términos:
Sistema de contrainterrogatorio 295

“para el ejercicio de la prerrogativa regulada en los artículos 393 y 403 atrás citados la
parte debe: (i) a través del contrainterrogatorio, mostrar la existencia de la contradicción
u omisión (sin perjuicio de otras formas de impugnación); (ii) darle la oportunidad al tes-
tigo de que acepte la existencia de la contradicción u omisión (si el testigo lo acepta, se
habrá demostrado el punto de impugnación, por lo que no será necesario incorporar el
punto concreto de la declaración anterior), (iii) si el testigo no acepta el aspecto concreto
de impugnación, la parte podrá pedirle que lea en voz alta el apartado respectivo de la
declaración, previa identificación de la misma159, sin perjuicio de que esa lectura la pue-
da realizar el fiscal o el defensor, según el caso; y (iv) la incorporación del apartado de la
declaración sobre el que recayó la impugnación se hace mediante la lectura, mas no con
la incorporación del documento (cuando se trate de declaraciones documentadas), para
evitar que ingresen al juicio oral declaraciones anteriores, por fuera de la reglamentación
prevista para cada uno de los usos posibles de las mismas.”160
Este pronunciamiento sobre el procedimiento para la impugnación de credi-
bilidad ha sido reiterado en múltiples oportunidades, en idéntico sentido y con-
tenido161.

v. ¡No más! Salvo que sea necesario y seguro


La frase la hizo conocida el célebre boxeador Roberto “manos de piedra” Du-
rán, cuando, en la revancha en contra de Sugar Ray Leonard, decidió abandonar
el combate diciendo: “¡No más! ¡No más!”. Por supuesto que esto no es una
invitación a que abandone la “pelea” en contra del testigo. Para el contrainterro-
gatorio, en realidad, aplica en el sentido inverso: cuando ya logró conectar los
“golpes” requeridos, cuando ya confrontó al testigo y acreditó la inconsistencia,
avance al siguiente tema. No busque un inolvidable derramamiento de sangre.
Corre el riesgo de ser usted la fuente de ese festival sangriento. En cambio, como
Roberto Durán, diga “¡No más!” y continúe.
Como regla general, aquí debe terminar la impugnación. Usted habrá logrado
demostrar la inconsistencia y, dependiendo del cumplimiento de los requisitos
sustanciales de la impugnación ampliamente estudiados en los capítulos anterio-
res, la credibilidad del testigo habrá quedado minada en mayor o menor medida.
Aun cuando surja la tentación de realizar más preguntas con el fin de recalcar las

159
Esto es, que la reconozca como la declaración que rindió antes del juicio, bien porque allí esta
su firma, ora por cualquier otra razón que le permita identificarla.
160
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. SP-1229-2016 del 31 de agos-
to de 2016. Radicado 43.916. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
161
Entre otras: Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. SP4135-2019 del
1 de octubre de 2019. M.P. Patricia Salazar Cuellar; SP3106-2018 del 6 de agosto de 2019. M.P.
Patricia Salazar Cuellar; SP2582-2019 del 10 de julio de 2019. M.P. Patricia Salazar Cuellar;
AP2215-2019 del 5 de junio de 2019. M.P. Patricia Salazar Cuellar; SP17660-2017 del 25 de
octubre de 2017. M.P. Patricia Salazar Cuellar; SP606-2017 del 25 de enero de 2017. M.P. Pa-
tricia Salazar Cuellar.
296 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

contradicciones del testigo, salvo contadas excepciones, puede resultar siendo una
mala idea.
Jamás le pregunte al testigo “¿por qué incurrió en esa inconsistencia?”; ni le
pregunte “¿a cuál de las dos versiones le debemos creer?” y, en general, no le pida
explicaciones sobre las razones de sus contradicciones. Poco gana con ello y, en
cambio, si corre el riesgo de echar a perder todo el camino recorrido hasta este
punto. El riesgo de que el testigo de una buena explicación para la inconsistencia
hace que este actuar, por tentador que sea, resulte inadmisible durante el contra-
interrogatorio.
Solo en algunos casos, eminentemente excepcionales, será viable intentar ge-
nerar algún daño extra a la credibilidad del testigo. Para determinar si está en
presencia de uno de esos casos usted debe ponderar dos factores igualmente im-
portantes. En primer lugar, el factor necesidad. Esto es, si en realidad el testigo le
hizo tanto, pero tanto daño, que amerite un ataque hasta las últimas circunstan-
cias. En segundo lugar, debe ponderar el factor seguridad. Es decir, si existe una
probabilidad alta de atacar al testigo exitosamente o, si en cambio, hay un riesgo
significativo de perecer en el intento.
Cuando el análisis de estos dos factores, necesidad y probabilidad de éxito
arrojen como procedente el ataque adicional al testigo, salen a la luz dos técnicas
que pueden maximizar los efectos en contra de la credibilidad del testigo:

Técnica n°. 1. Encontrando dónde reside la verdad


Pregúntele al testigo si en esa declaración que usted acaba de leer o proyectar,
él dijo la verdad. Así, sin mayores adornos ni calificativos: “¿Dijo la verdad o
no?”. Si se trató de una declaración previa rendida bajo juramento, añádale ese
ingrediente: “En esa declaración bajo juramento que acabamos de leer, ¿usted
dijo la verdad o no?”. Con una pregunta tan sencilla como devastadora, el testigo
habrá quedado en contra de la espada y la pared.
La razón es muy sencilla. Si responde afirmativamente, será razonable colegir
que, en el juicio oral, en el que dio una versión distinta, no dijo la verdad. Si res-
ponde de forma negativa, estará aceptando, tácitamente, que mintió en la declara-
ción previa. Esto es una win-win situation para el contrainterrogador.
Vamos un poco más allá. Cuando el testigo sea consciente de la importancia
de preservar la versión de los hechos que dio en juicio —contradictoria con la
anterior—, es probable que acepte que la declaración previa no fue veraz. Si ello
sucede, usted podrá lanzar un último “golpe” preguntándole si: “por no haber
contestado con la verdad en esa declaración previa, le fue iniciada una investiga-
ción por falso testimonio, ¿o no?”. La inexistencia de esa investigación pondrá de
relieve que el testigo ha sido favorecido al no ser investigado por mentir bajo jura-
Sistema de contrainterrogatorio 297

mento. La existencia de ella expondrá otra razón de impugnación de credibilidad,


como ya se explicó en el capítulo correspondiente al carácter mendaz.
Esta técnica consistente en llevar al testigo a manifestar si su declaración an-
terior fue veraz o no resulta sumamente útil en los casos en los que se presentan
cambios de versiones en los testigos. He participado en casos en los que una de las
partes intentaba “justificar las mentiras” en las declaraciones previas de su propio
testigo, aun cuando el testigo durante el contrainterrogatorio se había sostenido
en que allí había dicho la verdad. De allí que resulte tan útil que sea el propio
testigo quien señale si faltó o no a la verdad.
Recuerde, eso sí, que esta técnica está destinada únicamente para aquellos tes-
tigos hostiles, renuentes, cuyas mentiras resultan evidentes y deben ser expuestas.
Una técnica tan agresiva jamás puede ser utilizada con un testigo que, a pesar de
tener inconsistencias en sus relatos, no se infiere razonablemente que ha mentido
conscientemente. Esto último puede suceder porque el testigo no percibió ade-
cuadamente los hechos, o porque no los recuerda correctamente. En síntesis, esta
técnica solo es compatible con aquellos testigos que estén mintiendo de mala fe y
con algún motivo paralelo.

Técnica n°. 2. El testigo de la memoria desajustada


Otra técnica, menos agresiva, pero que puede generar efectos similares, con-
siste en preguntarle al testigo, una vez expuesta la inconsistencia, si “su memoria
sobre estos hechos es mejor ahora que cuando rindió la declaración previa”. Si
el testigo contesta que era mejor en aquel momento, se habrá reforzado la idea
según la cual es razonable inferir que esa primera declaración era la correcta.
Si contesta, en cambio, que su memoria sobre los hechos es mejor ahora, en el
juicio oral, su respuesta será inverosímil, pues entrará en pugna con la naturaleza
y funcionamiento de la memoria humana. Aspecto sobre el que me referí a pro-
fundidad en el capítulo de la impugnación por procesos de rememoración.
En realidad, la respuesta importa poco. Lo más importante de esta técnica es
que le permite dejar claro su punto de inmediato, en lugar de postergarlo, en cum-
plimiento del noveno mandamiento —no postergue el punto, anótelo en cuanto
pueda—. Así mismo, se trata de una técnica menos frontal y agresiva que la No.1.,
razón por la cual, puede ser utilizada también con aquellos testigos que, sin estar
mintiendo deliberadamente, realizan una narración de los hechos que usted con-
sidera errada y contraria a la verdad.
Antes de continuar, recuerde que la utilización de estas dos técnicas debe ser
eminentemente excepcional. Deje reservada su ejecución solo para aquellos casos
extremos en los que se cumplan los factores de necesidad y seguridad explicados
con antelación. En los demás, recuerde a “manos de piedra” Durán y deténgase
antes de salir herido.
298 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

4.2. Particularidades de impugnación por inconsistencias en


manifestaciones orales hechas a terceros — Testigo de impugnación
La pregunta, nuevamente, recae en si es posible impugnar a un testigo que
realiza una narración de los hechos durante el juicio distinta a la que le realizó a
una tercera persona. Es decir, si resulta legítimo impugnarlo cuando lo que le dijo
a un tercero, que puede ser cualquiera, sobre lo que percibió, es distinto a lo que
está diciendo en juicio, aun cuando las manifestaciones previas no se encuentran
documentadas de forma alguna.
Para mayor claridad, en el capítulo de “preparación del contra” ponía un ejem-
plo sencillo: durante el juicio la madre del acusado afirma que su hijo estuvo con
ella la noche de los hechos. Por eso, afirma, es imposible que haya sido el autor del
delito. Sin embargo, a una amiga suya le contó que debía decir eso para proteger a
su hijo de una condena injusta, aun cuando la verdad era que esa noche no habían
estado juntos.
En su momento expliqué que, en efecto, se trata de una opción completamente
viable, por una razón tan sencilla como contundente: el Código de Procedimiento
Penal Colombiano, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana,
las Reglas Federales de Evidencia y la doctrina norteamericana especializada so-
bre el particular, al unísono, lo avalan.
También aclaré, y es importante resaltarlo, que de todas las herramientas que
se pueden utilizar para la impugnación de credibilidad esta es la de uso menos
frecuente y la que menor impacto persuasivo suele generar, debido a que, en la
práctica, se desarrolla de tal forma que terminan enfrentadas la palabra de un tes-
tigo en contra de la del otro. El que afirma no haber dicho determinado aspecto,
y aquel que afirma que sí.
Si usted arribó a esta parte del libro, pero no ha leído dicho capítulo, le reco-
miendo hacerlo antes de continuar. Eso le permitirá tener una perspectiva comple-
ta. Dicho esto, ahora nos ocuparemos de las particularidades en la ejecución —el
paso a paso— de esta “inusual” forma de impugnación de credibilidad.

i. Confirmar la información a impugnar


El primer paso, confirmar la información a impugnar, es exactamente el mismo
ya estudiado. El contrainterrogador debe formular preguntas con el fin de com-
prometer al testigo, una vez más, con esa afirmación que buscamos impugnar. Ello
se logra a través de preguntas que le piden confirmar su afirmación: “¿Entonces el
carro que usted vio era rojo?” o, volviendo al caso propuesto, “¿Usted afirma que
su hijo estuvo con usted toda la noche?”. De esta forma, llamaremos la atención
del Juez hacia el aspecto que posteriormente refutaremos.
Sistema de contrainterrogatorio 299

ii. Demostrar la importancia de la manifestación previa


El segundo paso también se denomina “demostrar la importancia de la mani-
festación previa”, pero su ejecución varía diametralmente respecto de aquella que
debe darse cuando la manifestación previa sí se encuentra documentada. Con la
impugnación por manifestaciones a terceros, que no se encuentran documenta-
das, el contrainterrogador debe exaltar esa importancia mediante preguntas que
le permitan al Juez entender, entre otras, los siguientes aspectos:
- Quién fue la persona a la que el testigo le hizo la manifestación previa;
- En qué contexto la realizó;
- El grado de confianza, cercanía o familiaridad existente entre ellos;
- Quiénes más se encontraban presentes cuándo el testigo hizo la mani-
festación;
- Cuál fue la razón por la que el testigo terminó hablando con un tercero
de esos temas;
- Inexistencias de presión, amenaza u otro motivo del testigo para mentir
en esa conversación que tuvo con el tercero;
- Inexistencia de motivo para mentir del tercero que escuchó la manifes-
tación;
- En qué momento se llevó a cabo la conversación (entre más cercana a
los hechos mejor);
En general, deben formularse aquellas preguntas contextuales que le permitan
concluir al Juez que en realidad esa manifestación sí se hizo; que se hizo de forma
veraz —recuerde que con esta forma de impugnación se busca demostrar que la
manifestación previa es la verdadera—; y la inexistencia de motivos para mentir
de las partes.
En el ejemplo que venimos estudiando, estos dos primeros pasos de la impug-
nación deberían desarrollarse más o menos así:

(Primer paso: confirmar la información a impugnar)


P: ¿Usted afirma que su hijo estuvo con usted toda la noche?
R: Sí
P: Específicamente, que su hijo se quedó en su casa, ¿correcto?
R: Sí
P: Pese a que él ya no vive con usted, ¿es así?
R: Así es, él ya no vive conmigo, pero esa noche se quedó en mi casa acom-
pañándome.
300 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

P: Por eso usted ha dicho que el no pudo haber sido el autor del homicidio,
¿correcto?
R: Correcto. Si estaba conmigo, está claro que no pudo haber matado a na-
die. Él no es un asesino.
P: Hay algo que no le escuché con claridad. ¿Esa noche durmieron en la
misma habitación?
R: Él estaba conmigo, no salió de la casa en ningún momento…
P: ¿Esa noche durmieron en la misma habitación o no?
R: Pues no…
P: Pero usted afirma, con seguridad, que él no salió de la casa en toda la no-
che, ¿cierto?
R: Sí

(Segundo paso: demostrar la importancia de la manifestación previa)


P: Solo por unos segundos vamos a cambiar de tema. ¿Usted sabe quién es la
señora María González?
R: Sí
P: Es una vecina suya, ¿cierto?
R: Sí, ¿por qué la pregunta?
P: Es justo decir que son buenas amigas, ¿estamos de acuerdo?
R: Sí, tenemos una buena relación, pero ¿qué tiene que ver ella en esto?162
P: Usted no ha tenido ningún enfrentamiento físico o verbal con ella, ¿o sí?
R: No, para nada
P: ¿Y con su hijo?
R: Tampoco
P: Dentro de lo que usted conoce, ella no tiene motivos para perjudicarla a
usted, ¿o sí?163

162
Si la contraparte objeta en este momento por la supuesta impertinencia de la pregunta, bastará
con manifestarle al Juez que usted está sentando las bases para proceder con una impugnación
por manifestaciones orales hechas a terceros. Idealmente, al responder la objeción no deben
proporcionarse más detalles sobre su objetivo, para evitar que el testigo se prepare para lo que
viene.
163
Si el testigo se percata acerca de “hacia dónde corre el agua” y le responde que sí han existido
altercados, no se preocupe, el testigo de impugnación narrará si ello es cierto o no. Por supues-
Sistema de contrainterrogatorio 301

R: No, que yo sepa no


P: ¿Y tampoco para perjudicar a su hijo?
R: No, tampoco.
P: Después del 23 de julio de 2020, fecha de los hechos, usted ha hablado
con ella en varias oportunidades, ¿cierto?
R: Es probable que sí
P: De hecho, el 24 de julio tuvieron una conversación en la casa de ella, ¿o
no?
R: No lo recuerdo, de pronto sí
P: Particularmente, tuvieron una conversación en la que conversaron sobre
su hijo, ¿cierto?
R: No lo recuerdo164
De esta forma, el Juez contará con los datos mínimos necesarios para entender
el contexto en el que se hizo la manifestación previa al tercero que se pretende uti-
lizar como testigo de impugnación. Si el testigo contrainterrogado se torna hostil
y se rehúsa a contestar alguna de estas preguntas, o las contesta parcialmente o
con evasivas, como seguramente sucederá, no importa. Será a través del testigo de
impugnación que se refuten sus mentiras o se aclaren sus evasivas.

iii. Darle la oportunidad del testigo de aceptar la inconsistencia


La ejecución en esta forma de impugnación es sustancialmente similar a la que
se realiza cuando la manifestación previa sí está documentada. La única diferen-
cia radica en que usted ya no le preguntará: “usted en la declaración previa dijo
que…”, sino que le preguntará “usted a esta persona le dijo que…”. Vale la pena
resaltar que estas preguntas deben realizarse abarcando todos los detalles relevan-
tes de la manifestación y utilizando los términos más precisos posibles.
Las demás apreciaciones expuestas sobre la oportunidad que debe darle al tes-
tigo para aceptar la inconsistencia son plenamente aplicables a la particular forma
de impugnación que nos ocupa. Si el testigo acepta haber hecho la manifestación,
como veíamos, no podrá continuarse con el procedimiento de impugnación de
credibilidad, pues el punto se habrá demostrado. Solo se entiende que el testigo

to, si usted realiza esta pregunta, es porque en la entrevista que le tomó al testigo de impugna-
ción este manifestó que no existía ningún tipo de altercado. De lo contrario, esta pregunta no
deberá formularse.
164
Cuando los testigos se percatan de la intención del contrinterrogador, se tornan más proclives
a contestar con este tipo de evasivas.
302 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ha aceptado la inconsistencia si así lo ha manifestado expresa e inequívocamente,


como ya tuve la oportunidad de explicar. Si no la acepta, la evade, o pretende
tergiversarla o cambiarle el sentido, lo procedente será continuar con la impug-
nación.
Antes de ello, veamos este tercer paso a la luz del ejemplo que venimos anali-
zando:

(Continuación del tercer paso: demostrar la importancia de la manifestación previa)


P: De hecho, el 24 de julio tuvieron una conversación en la casa de ella, ¿o
no?
R: No lo recuerdo, de pronto sí
P: Particularmente, tuvieron una conversación en la que conversaron sobre
su hijo, ¿cierto?
R: No lo recuerdo165

(Cuarto paso: dar la oportunidad de aceptar la inconsistencia)


P: Dígale al Juez si usted le dijo a la señora María González que “en realidad
esa noche no había estado con su hijo”, ¿sí o no?
R: No
P: Y también le dijo que “tenía que decir eso para evitar que a él lo condena-
ran injustamente”, ¿o no se lo dijo?
R: Eso es mentira
P: Con esos términos o con términos similares, ¿usted le dijo que “mentiría
para evitar que su hijo vaya a la cárcel”?
R: Eso es falso, yo no dije nada semejante.
Idealmente, la pregunta debe formularse a partir del contenido textual de las
manifestaciones que hace el testigo de impugnación acerca de aquello que se le
dijo. Entre más exactos sean los términos utilizados, más clara será la inconsis-
tencia y, por ende, más efectiva será la impugnación en contra de la credibilidad
del testigo.

165
Cuando los testigos se percatan de la intención del contrinterrogador, se tornan más proclives
a contestar con este tipo de evasivas.
Sistema de contrainterrogatorio 303

iv. Regulación del testigo de impugnación como prueba extrínseca


Aquí es donde el procedimiento cambia diametralmente. Si tuviésemos la ma-
nifestación documentada bastaría con leerla o proyectarla, pero como no es así,
debemos llamar al testigo de impugnación para que narre exactamente aquello
que le fue manifestado. ¿Cuál es el procedimiento por seguir para la solicitud de
ese testigo? ¿Cuándo debo solicitarle? ¿lo solicito como prueba de refutación?
Aun cuando parecen preguntas sencillas, la verdad es que la discusión que han
suscitado es sumamente profunda, como paso a explicar.
a. Efectos sustanciales o efectos impugnatorios
El testigo de impugnación corresponde, en términos técnicos, a lo que se co-
noce como una evidencia extrínseca, externa, de impugnación o de refutación.
Hay quienes afirman que este testigo no tiene vocación probatoria sustancial, es
decir, que sus manifestaciones no pueden ser utilizadas para acreditar los elemen-
tos de la responsabilidad o la ausencia de estos, sino que sirve, únicamente, para
atacar la credibilidad del deponente cuya impugnación se busca perfeccionar. Sin
embargo, la discusión sobre sus efectos sustanciales o sustantivos, ni en el ámbito
nacional, ni en el internacional, resulta pacífica.
La razón es la siguiente. No resulta sencillo trazar una línea divisoria clara-
mente determinada entre las pruebas sustanciales (de fondo) y las pruebas extrín-
secas (de impugnación). En la mayoría de las ocasiones las segundas también van
a tener repercusiones frente al tema de prueba. Por eso no es extraño encontrarse
con opiniones que resaltan que puede tratarse de una división superficial.
Piénsese en un caso en que el testigo dijo durante el juicio que el carro era azul,
pero en la declaración previa repitió una y otra vez que era rojo. Al exponer la
declaración en la que manifestaba que era rojo, por supuesto que su credibilidad
se verá atacada, pero también es muy probable que el Juez se incline a pensar que
el carro en realidad era rojo, esto es, se incline por atribuirle efectos sustanciales
a esa impugnación.
La discusión es tan compleja que, por ejemplo, en el procedimiento norteame-
ricano de forma relativamente reciente se ha definido que las evidencias extrínse-
cas o de impugnación sí pueden servir como prueba sustancial, siempre y cuando
se trate de una declaración previa que haya sido rendida bajo juramento.
En otras palabras, si un testigo es impugnado con una declaración previa que
rindió bajo juramento, lo que se dijo en esa declaración servirá para impugnarle
credibilidad y, además, podrá ser objeto de valoración para determinar si se pro-
baron o no los hechos y los demás elementos de la responsabilidad. Si la decla-
ración previa no se rindió bajo juramento, podrá ser utilizada para impugnarle
credibilidad al testigo, pero sus dichos no podrán tenerse en cuenta para el fondo
del asunto.
304 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Frente a este tema, la Corte Suprema de Justicia colombiana se ha inclinado por


negarle cualquier vocación como prueba sustancial a las evidencias extrínsecas y,
por ende, solo le ha otorgado efectos frente a la impugnación de la credibilidad
de los testigos, retomando de esta forma la “antigua” regulación norteamericana.
En otro de sus invaluables pronunciamientos, con ponencia de la Magistrada
Patricia Salazar Cuellar, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia manifestó:
“Obviamente, la introducción de la referida entrevista en formato FPJ-14 (declaración
previa del testigo impugnado) solo puede ser empleada para valorar la credibilidad del
testigo refutado, esto es, para demeritar la prueba refutada en concreto, por lo que no
es posible con dicho elemento probatorio soportar o infirmar la teoría del caso o los
descargos. Su valor estriba en este caso, según lo que viene de verse, en cuestionar la
credibilidad del testimonio de Luis David Cassiani Cassiani, lo cual no obsta para que
el juez pueda sopesar el contenido de esa prueba de refutación en tanto su contenido
se encuentra estrechamente ligado a la prueba refutada al tratarse de su contradicción.
Valga decir, en atención a los reparos que en este sentido se ofrecen por la recurrente,
que es inevitable para el juzgador valorar el contenido de la prueba de refutación de cara
a la prueba refutada, lo que ha de llevarse a cabo con la única finalidad de cuestionar
ante el juez la credibilidad del testimonio o, en todo caso, de debilitar la credibilidad
de las afirmaciones del testigo (artículo 403 de la Ley 906 de 2004).” (Primer paréntesis
explicativo fuera de texto).
De allí que sea viable concluir que, en Colombia, el testigo de impugnación,
aquel llamado para atacar la credibilidad de un testigo de la contraparte durante
el contrainterrogatorio, solo tiene efectos frente a la credibilidad del testigo im-
pugnado, esto es, si el Juez le cree o no, y no frente al fondo del asunto, esto es,
los elementos de la responsabilidad o la ausencia de los mismos. No obstante, esto
no es impedimento para que, en un futuro, tal y como sucedió con la regulación
norteamericana, la postura jurisprudencial o legal den un giro a los alcances sus-
tanciales de la impugnación
Como señalaba, esta es una línea difusa que en la práctica judicial resulta muy
difícil de trazar, como lo han aceptado las Cortes americanas en las decisiones
citadas en el aparte de “preparación del contra”. Pues muy seguramente el hecho
de que la mejor amiga cuente que la madre del acusado le dijo que “en realidad
no había estado esa noche con él”, llevará al Juez, razonablemente, no solo a
restarle credibilidad al testimonio de la madre —efectos impugnatorios—, sino
también a pensar que el acusado se encontraba en otro lado, no con ella —efectos
sustanciales—.
b. El momento procesal oportuno para solicitarlo
A pesar de que este no es un libro sobre la prueba de refutación, pues el tema
es tan extenso e intrincado que merece pronunciamiento independiente, lo cierto
es que resulta necesario hacer algunas menciones al respecto para entender cabal-
mente la impugnación por inconsistencias narradas a un tercero.
Sistema de contrainterrogatorio 305

Se trata de un tema que mucha confusión ha generado en los ordenamientos


jurídicos no anglosajones que han procurado la incorporación del sistema adver-
sarial. Salvo por una mera mención que a ella se hace en el artículo 362 del C.P.P.,
al no contar con una regulación detallada en la ley, la aceptación, regulación y
desarrollo ha sido una labor de la que ha tenido que ocuparse la jurisprudencia y
la doctrina, unas veces con mayor éxito que otras.
Una pregunta que a primera vista parece tan sencilla “¿cuándo debe solicitar-
se el testigo de impugnación?”, se ha convertido en una complejísima discusión
derivada de los vaivenes jurisprudenciales sobre el tema. Particularmente, en la
jurisprudencia colombiana pueden identificarse dos posturas que llevarían a con-
clusiones diversas. La primera, compuesta por la posición sentada por la Corte
alrededor del 2014, en la que se distingue expresamente entre la prueba de re-
futación y la prueba extrínseca o de impugnación, esto es, aquella con la que se
materializa el procedimiento de impugnación de credibilidad.
La segunda postura se compone por la línea jurisprudencial que desde el 2016
en adelante ha venido desarrollando de forma muy acertada esa misma corpora-
ción en sentencias lideradas por la Magistrada Patricia Salazar Cuellar. En esta
segunda línea jurisprudencial se equipará la prueba de refutación con la prueba
extrínseca o de impugnación y se decantan, en coherencia, una serie de requisitos
sustancialmente diversos a los contemplados en la primera postura jurispruden-
cial.
En los próximos párrafos me referiré de forma breve a las subreglas derivadas
de cada una de estas posturas jurisprudenciales y, particularmente, sus consecuen-
cias frente al momento en el que debería solicitarse el testigo de impugnación
(prueba extrínseca).

b.1. Primera postura


Hasta el 2014 el concepto de prueba de refutación había sido inexplorado por
la jurisprudencia colombiana. Solo hasta el 25 de junio de 2014 se empezó a abrir
la puerta a dicha discusión a través de la decisión AP3455 con ponencia del Ma-
gistrado Fernando Alberto Castro Caballero166. Allí la Corte señaló que:
- Se entienden por pruebas de refutación todas aquellas que pretenda pre-
sentar una de las partes para “controvertir o contraprobar” las aporta-
das por la contraparte.

166
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sala de Casación Penal. Decisión AP3455 del 25 de
junio de 2014. Magistrado Ponente: Fernando Alberto Castro Caballero.
306 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

- Como regla general, las pruebas que tengan este propósito deben ser
solicitadas durante la audiencia preparatoria, luego de cumplir con el
descubrimiento debido.
- Sin embargo, en caso de que la prueba de refutación surja durante el
juicio oral, para su decreto deberán cumplirse los requisitos de la prueba
sobreviniente.
- En ese orden, la Corte distinguió entre pruebas de refutación “en sentido
lato” y las “pruebas sobrevinientes de refutación”, entendiendo como
estas últimas las que surgen en juicio; sin que las partes hubiesen podido
prever su existencia, siempre que su falta de descubrimiento no se haya
originado en la negligencia, omisión o desidia de quien la solicita.
- Así mismo, por ser, dijo la Corte en su momento, de una modalidad de
prueba sobreviniente, debe cumplir también el requisito de tratarse de
una prueba “muy significativa”.
En esta primera decisión se concluye que la prueba de refutación deberá cum-
plir los requisitos de cualquier prueba “ordinaria”, si es conocida para el momen-
to de las solicitudes probatorias. Si, en cambio, solo es conocida durante el juicio
deberá cumplir los de la prueba sobreviniente. De allí que se utilizó la denomina-
ción de “prueba sobreviniente de refutación”.
Así mismo, se resalta como un elemento fundante para la procedencia de la
“prueba sobreviniente de refutación” la imprevisibilidad del tema a refutar y, por
ende, de la necesidad de atacarlo. No debe perderse de vista este requisito de la
previsibilidad, pues de su existencia o no dependerá la respuesta a la pregunta
acerca de “¿cuándo debe solicitarse el testigo de impugnación?” a la que me he
referido. La Corte en esta decisión no se refirió a las diferencias o semejanzas en-
tre prueba de refutación y prueba extrínseca o de impugnación, ni al requisito de
darle la oportunidad al testigo de aceptar el objeto de la impugnación, como si lo
hizo en pronunciamientos posteriores.
El 20 de agosto de 2014 la Corte Suprema de Justicia volvió a pronunciarse so-
bre el tema, esta vez con ponencia del Magistrado Eugenio Fernández Carlier, en
sentencia AP4787 de 2014167. Allí se hizo una disertación muy importante sobre el
concepto, objetivo, alcance y requisitos de la prueba de refutación. Las subreglas
derivadas de este precedente pueden resumirse así:

167
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Decisión AP4787-2014 del 20 de agosto de
2014.
Sistema de contrainterrogatorio 307

- La prueba de refutación hace parte del conjunto de garantías consagra-


das para la materialización del debido proceso probatorio, el derecho de
defensa y del derecho de contradicción.
- Cualquier medio de prueba puede servir como prueba de refutación. Se
distingue por su objetivo, no por el medio a través del cual se procure ese
objetivo.
- Es una prueba independiente de las solicitadas por las partes para sus-
tentar sus pretensiones, esto es, el fondo de asunto. No se ocupa de los
elementos de la responsabilidad penal, los hechos y las circunstancias que
los rodean, o la ausencia de cualquiera de ellos. En otras palabras, no
se refiere a los aspectos principales de la controversia, sino que se limita
a atacar la credibilidad, alcance, legalidad, veracidad o autenticidad de
otro medio de prueba. A este último se le da la denominación de prueba
refutada.
- En su lugar, la prueba de refutación se ocupa de “controvertir, rebatir,
contradecir o impugnar aspectos novedosos e imprevistos y relevantes,
suministrados por los medios de conocimiento practicados en el juicio
oral a petición de la contraparte para sustentar su pretensión.
- El aspecto que refutar, además de novedoso, relevante y de haber surgido
en el juicio oral, debe ser imprevisible. De tal manera que, dijo la Corte
en esta primera postura objeto de estudio, si de forma razonable se pudo
prever que se tornaría en un asunto relevante, la parte debió haberla soli-
citado el momento procesal oportuno, esto es, la audiencia preparatoria.
Por eso mismo, afirmo la Corte que “No es la prueba de refutación el me-
canismo idóneo para superar las deficiencias u omisiones de las partes en
la fase investigativa o para complementar la labor previa a la preparación
de la audiencia del juicio oral.”
- La prueba de refutación debe solicitarse y practicarse, en lo posible, de
forma inmediata, tras culminar la práctica de la prueba a refutar. Consi-
deró la Corte que esto le permitirá al Juez tener una visión sistemática del
asunto a valorar.
- Así como en la decisión citada con antelación, la Corte admitió la existen-
cia de la prueba de contra refutación, entendida como aquella destinada
a atacar la credibilidad o mermar los efectos de la prueba de refutación.
- La prueba de refutación es distinta a la prueba sobreviniente. De esta
forma, la Corte se apartó del primer pronunciamiento en el que ambas
posturas se asemejaban al punto de otorgarle a aquella la denominación
de “prueba sobreviniente de refutación”, sin embargo, las semejanzas en-
tre ambas decisiones persistieron frente a los aspectos estructurales.
308 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

- La prueba de refutación no admite recursos, a diferencia de la prueba


sobreviniente.
En lo que importa a esta discusión, resulta imprescindible resaltar, además del
requisito de previsibilidad, que la Corte distinguió expresamente entre la prueba
de refutación y las pruebas cuyo objetivo es el perfeccionamiento de la impug-
nación de credibilidad durante el contrainterrogatorio (prueba extrínseca o de
impugnación). Específicamente señaló:
“Los medios autorizados para impugnar credibilidad no pueden identificarse con la
prueba de refutación. La refutación que en esta oportunidad se examina no es la vincu-
lada con los elementos que la ley autoriza utilizar a las partes en la audiencia pública
para impugnar credibilidad de la prueba de la contraparte, de las cuales son ejemplos las
situaciones a las que se refieren los artículos 403, 440 y 441 del C de P.P.

El propósito único y excluyente de la prueba de impugnación de credibilidad a que se


ha hecho referencia anteriormente es atacar el mérito del testimonio o de quien rinde
la declaración y la oportunidad para hacerlo es a través del contrainterrogatorio con
elementos probatorios obtenidos en la investigación o que fueron descubiertos por la
contraparte. Esta caracterización es suficiente para admitir las diferencias del citado me-
dio con la prueba de refutación.”
De lo anterior se desprende que:
• La Corte distinguió expresamente entre prueba de refutación y prueba
de impugnación de credibilidad. Siendo estas últimas las que se refieren
a los aspectos contenidos en los artículos 403 de la ley 906 de 2004
(áreas de impugnación de credibilidad a las que me referí en el capítulo
anterior).
• La Corte señaló que las últimas deben practicarse a través del contra-
interrogatorio. Y, aunque no señaló expresamente cuál es el momento
procesal oportuno para solicitarlas, se desprende que, si se trata de ele-
mentos “obtenidos en la investigación o que fueron descubiertos por
la contraparte”, y por ende previsibles, según esta primera postura ju-
risprudencial, deben ser solicitados desde la audiencia preparatoria. Lo
anterior, salvo el evento en el que la “prueba de impugnación” lo cons-
tituyan declaraciones anteriores que, por exhibirse parcialmente durante
el contrainterrogatorio, como ya lo estudiamos, no deben ser objeto de
solicitud probatoria en la referida audiencia.
• Nada señaló la Corte en este pronunciamiento sobre el requisito de
“darle la oportunidad al testigo de admitir el objeto de la impugnación”,
ni sobre el trámite especifico y concreto que debe surtirse alrededor de
la práctica de las “pruebas de impugnación de credibilidad” (evidencia
extrínseca).
Sistema de contrainterrogatorio 309

Las dos jurisprudencias citadas con antelación no han pasado desapercibidas


para la Doctrina. Alejandro Decastro González, el profesor que con mayor rigu-
rosidad ha abordado estos temas en nuestro país durante los últimos años, llevó
a cabo un sesudo análisis sobre esta postura jurisprudencial168. Allí se mostró de
acuerdo con esta primera postura jurisprudencial, en la inmensa mayoría de pos-
tulados, salvo en relativo a la improcedencia de recursos en contra del auto que
niega su práctica.
Frente a lo que nos interesa de la discusión pues, repito, este no es un libro so-
bre prueba de refutación, el Profesor Decastro se mostró de acuerdo en distinguir
entre prueba de refutación y la prueba necesaria para el perfeccionamiento del
procedimiento para la impugnación de credibilidad de testigos (prueba extrínseca
o de impugnación). Al respecto señaló:
“Algunos autores asimilan la prueba de refutación a la impugnación de la credibilidad
del testigo. El Código de Procedimiento Penal colombiano se refiere por separado a la
prueba de refutación y al procedimiento de impugnación de credibilidad del testigo, lo
que significa que se trata de dos conceptos distintos; aun cuando ambas figuras tienden
a la refutación de la prueba de la contraparte, lo cierto es que se trata de instituciones
procesales diferentes.”169
Sin embargo, en un aporte muy sustancial que no había hecho la Corte hasta
ese momento, reconoció que eventualmente puede existir alguna relación entra
una y otra:
“En algunos casos la prueba de refutación puede llegar a servir para completar el proce-
dimiento de impugnación de la credibilidad del testigo, como cuando se impugna con
declaraciones previas inconsistentes y este niega la declaración anterior; en este caso se
hace necesario probar la declaración anterior mediante quién la recibió como testigo de
refutación.”170
Sobre el momento en el que debe solicitarse la evidencia extrínseca de impug-
nación, señaló:
“La prueba de refutación, en sentido general, puede hacer parte de las solicitudes proba-
torias formuladas antes del juicio, en la audiencia preparatoria. En estos casos se anticipa
la evidencia a refutar y se ofrece oportunamente prueba para cuestionar su credibilidad,
lo cual es pertinente si tenemos en cuenta que “el elemento material probatorio, la evi-
dencia física y el medio de prueba (...) También es pertinente cuando (...) se refiere a la
credibilidad de un testigo o de un perito”. Por ejemplo, si la Fiscalía solicita como prueba
un testigo que vio al acusado en cierto lugar cometiendo el crimen, la defensa puede
solicitar en la audiencia preparatoria, como prueba de refutación, los tiquetes aéreos que

168
Decastro, Alejandro. La prueba de refutación. Discusiones, naturaleza y viabilidad. Defensoría
del Pueblo. Bogotá, 2016.
169
Ibidem, p. 20.
170
Ibidem, p. 21.
310 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

demuestran que dicho testigo estaba en otra ciudad para el momento en que dijo ver al
acusado cometiendo el hecho.”
Este último ejemplo, el de los tiquetes aéreos, no puede perderse de vista para
lo que se viene de la discusión, pues la Corte, en la segunda postura jurispruden-
cial que explicaré más adelante, aborda precisamente ese ejemplo dándole una
consecuencia jurídica diametralmente opuesta a la que le daba en la primera pos-
tura jurisprudencial y a la proporcionada por el Profesor Decastro.
A modo de conclusión, existe una primera postura jurisprudencial que distin-
gue entre prueba de refutación en sentido estricto y prueba de impugnación (prue-
ba extrínseca). La primera responde a aspectos novedosos e imprevisibles por lo
que puede ser solicitada durante el juicio, mientras que la segunda se ejerce, dijo
la Corte, con evidencias obtenidas a través de la investigación, aunque no queda
claro cuál es el momento en el que deberían solicitarse como prueba, si es que
deberían solicitarse como tales.
Continuando con las conclusiones, la Doctrina, sin embargo, hace un apor-
te importante al reconocer que, en ocasiones, la prueba de refutación puede ser
utilizada para materializar el procedimiento de impugnación de credibilidad. Sin
embargo, sostiene que solo tendrá la característica de prueba de refutación “en
sentido estricto” aquella cuya necesidad no pudo preverse con antelación. De lo
contrario, la prueba extrínseca de impugnación debe solicitarse desde la audiencia
preparatoria.
Volvamos a nuestro ejemplo y analicémoslo de cara a lo plasmado en esta pri-
mera postura jurisprudencial y doctrinaria. ¿Cuál es el momento procesal opor-
tuno para la solicitud del testimonio de la mujer a la que la madre del acusado
le contó una versión distinta de los hechos? De conformidad con esta primera
postura, la respuesta dependerá de una sola variable: su previsibilidad.
Si era previsible que la madre del acusado llevaría a cabo una narración dis-
tinta a la que le hizo a su mejor amiga, entonces, debería haberse solicitado en
la audiencia preparatoria. Si era razonablemente imprevisible, en cambio, puede
solicitarse durante el juicio oral acreditando los demás requisitos estudiados hasta
ahora para la prueba de refutación.

b.2. Segunda postura


La segunda postura jurisprudencial, como anticipaba, optó por equiparar el
concepto de prueba de refutación con el de evidencia extrínseca de impugnación,
entendiendo que: “en el ámbito de la impugnación de la credibilidad de los testi-
gos, [la Corte] ha precisado que la utilización de pruebas de refutación constituye
una herramienta adicional, que opera excepcionalmente cuando el testigo, en el
Sistema de contrainterrogatorio 311

contrainterrogatorio, persiste en un dato que el interrogador considera mendaz, y


la parte cuenta con evidencia relacionada directamente con el aspecto objeto de
impugnación”.171
Salvo porque no utiliza el término de evidencia “extrínseca” sino de evidencia
o prueba “externa”, la Corte ha presentado estos dos conceptos como sinónimos
o equivalentes, al señalar que las partes “pueden presentar pruebas de refutación,
esto es, “evidencia externa” atinente a la credibilidad del declarante…”.172
Esta postura jurisprudencial, liderada por la Magistrada Patricia Salazar Cue-
llar y su equipo de trabajo, ha representado un avance muy significativo para la
determinación de las reglas de producción evidenciarias y las técnicas de juicio en
Colombia. Tanto, que vale la pena hacer una breve revisión a su origen y desarro-
llo, rescatando los pronunciamientos más relevantes que la componen.
La postura encuentra su origen más remoto en la decisión AP5785 de 2015,
en la que la Corte se refirió en extenso a la naturaleza, alcances y limitaciones de
la prueba de referencia, pero también, de forma más breve, a la prueba de refuta-
ción. En un primer aporte, que podría parecer tímido pero que en realidad resulta
absolutamente sustancial, la Corte dejó sentado que la prueba de refutación pue-
de utilizarse con el mismo fin con el que se utilizan las manifestaciones previas en
el marco del contrainterrogatorio: la impugnación de credibilidad. Expresamente
señaló:
“Así, el artículo 8º, literal k, consagra el derecho de interrogar o hacer interrogar a los
testigos de cargo, y las normas sobre impugnación de testigos le brindan prerrogativas
a la parte para que pueda ejercer a cabalidad este derecho. Ello se ve reflejado en la
posibilidad de formular preguntas sugestivas durante el contra interrogatorio, de utilizar
declaraciones anteriores con el fin de impugnar la credibilidad y de valerse de prueba de
refutación para los mismos fines (CSJ SC, 20 Agos. 2014, Rad. 43749).”
Esta decisión significó el primer paso hacia lo que después sería un marcado,
aun cuando tácito173, cambio de postura respecto de las decisiones del 2014, an-
teriormente estudiadas. La Corte ligó inescindiblemente los fines de la prueba de

171
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal. Decisión AP2215-2019 del 5
de junio de 2019. Radicado 55.337. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
172
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Penal SP17660-2017 del 25 de octu-
bre de 2017. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
173
Fue un cambio jurisprudencial tácito, en la medida en que la Corte, pese a exponer una postura
diametralmente opuesta a la anterior, nunca señaló que la derogaba o recogía expresamente. De
hecho, los Magistrados que suscribieron las ponencias que constituyen la primera postura, tam-
bién suscribieron las decisiones que estructuran la segunda. En todo caso, esto no es obstáculo
para concluir, como en efecto debe hacerse, que se dio un marcado cambio jurisprudencial.
312 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

refutación con el procedimiento de impugnación de credibilidad, en un rasgo que


se mantuvo estable en sus posteriores pronunciamientos sobre el particular.
En la SP17660 del 2017 se retomó el punto. En una decisión muy importante,
estableció el paso a paso del procedimiento de impugnación de credibilidad y,
nuevamente resaltando el carácter interconectado de las dos instituciones, señaló
que la prueba de refutación es una de las prerrogativas que concede el ordena-
miento jurídico para el perfeccionamiento de la impugnación de credibilidad. Fue
allí donde equiparó expresamente los conceptos de prueba de refutación y eviden-
cia externa (evidencia extrínseca de impugnación). Lo que explicó la Corte fue:
“También ha señalado que la posibilidad de impugnar la credibilidad de los testigos es
una de las características del nuevo sistema de enjuiciamiento criminal, para lo que las
partes cuentan con prerrogativas como las siguientes: (i) pueden formularle preguntas a
los testigos de la contraparte a manera de “contrainterrogatorio”, lo que las faculta para
hacer preguntas sugestivas; (ii) con tal propósito, están habilitadas para utilizar las decla-
raciones rendidas por los testigos por fuera del juicio oral (Artículos 347, 393 y 403); (iii)
incluso pueden presentar pruebas de refutación, esto es, “evidencia externa” atinente a
la credibilidad del declarante, como cuando, por ejemplo, el testigo niega haber estado
en un sitio determinado o la existencia de una relación de enemistad con el procesado,
y se ofrece el testimonio de un tercero, un documento o cualquier otro medio de prueba
para demostrar esa circunstancia; y (iv) estas facultades encuentran su límite en los de-
rechos de los testigos, tal y como sucede con la impugnación por “carácter o patrón de
conducta en cuanto a la mendacidad”, a que alude el artículo 403, numeral 5º.”
La postura se consolidó en la decisión SP2709 de 2018, quizás la más impor-
tante que se haya dado sobre la materia, particularmente para la discusión que
nos ocupa acerca de “¿cuándo solicitar al testigo impugnación?”, la Corte con-
cluyó, entre otras, que:
i. Las partes pueden utilizar la prueba de refutación para impugnar la cre-
dibilidad de los testigos.
ii. También se puede impugnar la credibilidad, mediante prueba de refuta-
ción, de un testigo cuya declaración ha sido decretada como prueba de
referencia.
iii. Para que resulte viable la incorporación de la prueba de refutación con
fines de impugnación de credibilidad, el testigo debe ser contrainterro-
gado sobre el tema en particular y persistir en el dato que constituye la
base fáctica de la impugnación. En otras palabras, el testigo debe tener
la posibilidad de aceptar el motivo de la impugnación. Si lo acepta, el
objeto de la impugnación se habrá logrado y será innecesaria la práctica
de la prueba de refutación. Los términos exactos de lo explicado por la
Corte frente a este punto fueron los siguientes:
“es factible utilizar prueba de refutación para impugnar la credibilidad del testigo, si
este, no obstante haber tenido la oportunidad de pronunciarse frente a un aspecto en
Sistema de contrainterrogatorio 313

particular, persiste en negar un aspecto relevante para el estudio de la credibilidad, como


cuando se le pregunta si para la fecha de los hechos se encontraba en otra ciudad, y lo
niega, lo que haría necesaria la presentación de documentos, testimonios u otras pruebas
de que no pudo presenciar aquello que incluye en su relato”
iv. Frente al punto que suscitó el análisis que nos ocupa, esto es, el mo-
mento preciso en el cual debe solicitarse como prueba el testimonio de
impugnación, que de conformidad con esta postura jurisprudencial debe
tramitarse a través de la prueba de refutación, la Corte precisó:
“v) la prueba de refutación no puede presentarse antes de que el testigo declare, pre-
cisamente porque este debe tener la oportunidad de aceptar o negar el punto de im-
pugnación que se le pone de presente durante el contrainterrogatorio; y (vi) si el testigo
acepta el aspecto de impugnación propuesto por la contraparte, no tiene sentido dilatar
el juicio con “pruebas externas”, como cuando, a manera de ejemplo, acepta que no
estaba presente en el lugar de los hechos para cuando los mismos ocurrieron, lo que
haría innecesario presentar testimonios o documentos que den cuenta de su presencia
en otra ciudad o país.”
Esta postura fue reiterada en los pronunciamientos AP2215 de 2019, así como
en la decisión de la Sala Especial de Primera Instancia de la Corte Suprema de
Justicia, sala encargada del juzgamiento de aforados legales y constitucionales,
mediante pronunciamiento AEP00076 de 2019. Allí, la Sala de Primera Instancia
resolvió negar la solicitud de algunas pruebas cuyo objetivo era la impugnación
de credibilidad de otras pruebas, debido a que primero debía acudirse al contrain-
terrogatorio. Textualmente, decidió inadmitir “puesto que se trata de una prueba
de refutación, en cuyo evento la defensa debe acudir primero al contrainterroga-
torio…”
En similar sentido, en la SP4135 de 2019, la Corte avaló la decisión del Juez
de primera instancia de no permitir a una de las partes hacer uso de información
relevante, a través de la prueba de refutación, para la impugnación de credibilidad
de un testigo adverso, debido a que el tema no se abordó en el contrainterrogato-
rio y, por ende, no se le dio al testigo la posibilidad de admitir el aspecto objeto
de la impugnación:
“En efecto, la defensa pretendió impugnar la credibilidad de la víctima, entre otras cosas
porque, según dijo, esta mintió al decir que los moretones que se observaban en su cuer-
po eran producto de los golpes que le propinó el procesado, cuando, en realidad, esas
lesiones se las causó en un accidente de tránsito. No obstante, este tema no fue incluido
en el contrainterrogatorio y, por tanto, no se abrió la posibilidad para presentar pruebas
de refutación en el evento de que la testigo negara la situación planteada por el defensor
(además de reportes de tránsito o la historia clínica, el defensor mencionó a una testigo
de esos hechos).”
Ya para terminar y atendiendo la importancia que representa para el análisis
de los conceptos de prueba de refutación y de evidencia extrínseca de impug-
nación, vale la pena referirse al pronunciamiento SP2582 de 2019, que contó
314 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

también, como todos los aquí estudiados, con ponencia de la Magistrada Patricia
Salazar Cuellar. Allí la Corte reiteró: la equiparación entre estos dos conceptos;
que la prueba de refutación es herramienta adicional y recurso para la impugna-
ción; que para su procedencia debe habérsele concedido al testigo la oportunidad
para aceptar el aspecto objeto de impugnación, y en general, los demás que se
desprenden de esta postura, como ya hemos señalado.
El aspecto novedoso de esta última decisión, el cual hace necesario esta men-
ción independiente, radica en el descubrimiento de la prueba de refutación. Hasta
este momento, la Corte no se había ocupado de la obligación o no, de descubrir
desde las fases previas al juicio oral (Fiscalía en formulación de acusación y De-
fensa en audiencia preparatoria) las evidencias que se utilizarán como prueba
de refutación. La importantísima respuesta de la Corte a este interrogante fue la
siguiente:
“En todo caso, como viene de ser precisado, con la prueba de refutación se
busca atacar la veracidad de la prueba refutada como recurso de impugnación
de su credibilidad, por lo que su ofrecimiento en el juicio oral no requiere pro-
tocolos especiales de descubrimiento ni tiene que ser solicitada en la audiencia
preparatoria porque la necesidad de acudir a este mecanismo surge durante el
interrogatorio y está consagrada expresamente en la ley como mecanismo para
ejercer los derechos de confrontación y contradicción, aunque, eso sí, debe soli-
citarse durante el recaudo de la prueba refutada y, en todo caso, si es procedente,
tiene que autorizarse y en lo posible practicarse inmediatamente después de que
culmine la introducción del medio a contradecir, propiciando así la oportunidad
para que la contraparte la conozca a tiempo y pueda, a su vez, ejercer el derecho
de confrontación.”
Si se revisa de forma insular la frase “su ofrecimiento en el juicio oral no re-
quiere protocolos especiales de descubrimiento” la verdad es que podría pensarse
que no queda muy claro el asunto acerca de si debe descubrirse “ordinariamente”
o no la prueba de refutación. Pero analizada sistemáticamente y en contexto con
el resto de la decisión y con los demás pronunciamientos, pareciera inferirse que,
según esta postura jurisprudencial, la prueba de refutación no tiene que ser objeto
de descubrimiento, así se conozca desde las etapas previas, debido a que “la nece-
sidad de acudir a este mecanismo surge durante el interrogatorio”.
c. Análisis contrastado de las dos posturas jurisprudenciales
Mientras que en la primera postura la previsibilidad era requisito neurálgico
de la prueba de refutación, para la segunda no lo es. No solo porque en ninguna
de las decisiones referidas se establece como uno de los requisitos, sino porque
tácitamente se afirma lo contrario. Esto es así, debido a que, inclusive si desde
antes de la audiencia preparatoria la parte conoce una evidencia de refutación que
Sistema de contrainterrogatorio 315

puede servir para impugnar credibilidad de un testigo, no puede solicitarla, hasta


tanto le haya dado la oportunidad al testigo de aceptar el objeto de la impug-
nación. Es decir, a pesar de ser previsible no puede ser solicitada en la audiencia
preparatoria.
Solo hasta el juicio oral, de conformidad con la segunda postura jurispruden-
cial, se habilitaría la posibilidad de solicitar la prueba de refutación, aun cuando
se conozca con antelación y se haya podido prever razonablemente su necesidad.
Recordemos incluso que, en aplicación de esta postura, la Sala Especial de Pri-
mera Instancia inadmitió una prueba de refutación solicitada en la preparato-
ria —por ende, claramente previsible—, debido a que primero debía abordarse
el tema durante el contrainterrogatorio. Se trata, sin duda, de la diferencia más
importante entre las posturas jurisprudenciales anotadas, pues entre una y otra
varía diametralmente la respuesta acerca de “cuándo debe solicitarse el testigo de
impugnación”.
En síntesis, aplicando la postura más reciente, que se encuentra vigente —ya
que inclusive ha sido suscrita por los magistrados que en su momento suscribie-
ron los pronunciamientos que componen la primera postura— el testigo de im-
pugnación debe solicitarse durante el juicio oral. Más específicamente, durante el
contrainterrogatorio, una vez el testigo haya sido indagado sobre el tema y haya
perseverado en su negación.
En cambio, aplicando la primera postura, la respuesta dependerá de la “previ-
sibilidad” acerca de la necesidad de la prueba de refutación. Pues, siendo previsi-
ble, debe solicitarse desde la audiencia preparatoria, mientras que solo en aque-
llos casos en los que no era razonablemente previsible, podrá ser solicitada en la
audiencia de juicio oral. Ello, de conformidad con la distinción jurisprudencial
propuesta entre prueba de refutación “en sentido amplio y en sentido estricto”.
Por otro lado, la primera postura entiende que existe una diferencia marcada
entre la prueba de refutación y las pruebas tendientes a la impugnación de credi-
bilidad de los testigos; mientras que la segunda considera que se trata de términos
equivalentes, al punto que equipara los conceptos de prueba de refutación y el de
evidencia extrínseca (externa, en términos de la Corte) de impugnación. Incluso,
llega a señalar que la prueba de refutación es una herramienta adicional de la
impugnación de credibilidad.
Por último, para la primera postura el carácter “novedoso” de la información
a refutar se desprende de que no haya sido mencionado con antelación ni haya
sido previsible que se mencionaría al interior del proceso; mientras que la segunda
postura, reitero, la vigente, no se refiere expresamente a dicho requisito. De he-
cho, al consagrar el requisito, varias veces mencionado, de “darle la oportunidad
al testigo de aceptar el objeto de la impugnación”, se infiere sin duda alguna que
316 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

lo único novedoso será la negación o la admisión del testigo sobre el punto en


particular, no el hecho de que nunca se haya mencionado el tema con antelación.
d. La prueba de refutación y la prueba extrínseca de impugnación en los orí-
genes del sistema adversarial — Análisis de derecho comparado
Buscando en los orígenes del sistema adversarial se encuentran respuestas bas-
tante precisas para, virtualmente, todos los problema que debemos enfrentar a
medida que nuestro sistema madura y se consolida. La discusión que nos ocupa
no es la excepción. A continuación veremos, brevemente, cuál es la regulación
que a estas dos figuras se les ha dado en el sistema norteamericano y en el sistema
puertorriqueño.
En el sistema adversarial norteamericano, origen de gran parte de la filosofía
de nuestro sistema, la distinción entre estos dos conceptos es apenas relativa. Las
Cortes americanas se han ocupado, reiteradamente, de la definición de la prueba
de refutación, señalando que “es admisible para contradecir, desacreditar, explicar
o refutar evidencia producida por la otra parte”174.
La postura en cuánto a la definición ha sido consistente desde hace muchos
años. También ha sido consistente la idea de que las pruebas de refutación tienen
una sub-fase procesal específica dentro del juicio oral para ser practicadas, como
explico a continuación. Como regla general, la práctica probatoria en el sistema
norteamericano tiene las siguientes fases:
1. Caso principal de la Fiscalía o “prosecutor case-in-chief”. Consiste en
el turno de desahogo probatorio que tiene la Fiscalía para acreditar su
teoría del caso.
2. Caso principal de la defensa o “defense case-in-chief”. A su vez, es el
primer turno de presentación de pruebas para la defensa. Allí debe pre-
sentar las evidencias para acreditar su teoría del caso, en el evento de que
presente postura fáctica alternativa —pretende acreditar que los hechos
ocurrieron de otra forma—. También debe presentar, en ese turno, las
pruebas tendientes a minar la credibilidad de las pruebas de la Fiscalía,
salvo aquellas cuya producción se da durante el contrainterrogatorio,
estas son, las evidencias extrínsecas de impugnación.
3. Caso de refutación de la Fiscalía o “prosecutor rebutal case”. En esta
segunda oportunidad, la Fiscalía puede desahogar las pruebas tendientes
a restarle valor a las pruebas presentadas por la defensa.

174
People V. Figures. 451 Mich. 390, 410 (Mich. 1996).
Sistema de contrainterrogatorio 317

4. Caso de refutación de la defensa o “subrebutal defense case”. La defen-


sa tiene el último turno. En él puede presentar nuevas evidencias que
permitan restarle valor a las evidencias presentadas en el caso de refu-
tación de la Fiscalía, así como aquellas cuyo objetivo sea probar que un
hecho que surgió en el segundo turno de la Fiscalía en realidad ocurrió
de otra forma.
Si bien en los temas recién explicados la jurisprudencia norteamericana ha
sido relativamente pacífica, existe un punto que ha suscitado una profunda dis-
cusión. Un sector de la jurisprudencia afirma con vehemencia que no podrá reci-
birse en la fase de refutación —rebuttal case— evidencias que hayan podido ser
presentadas en el caso principal —case-in-chief—.
Desde 1885, en People vs. Quick, se dejó claro que la Fiscalía no podía “frac-
cionar” su evidencia deliberadamente, para presentar una parte en la fase princi-
pal y otra en la fase de refutación. Casi 100 años después, la postura fue reiterada
en People vs. Loosey, donde se dijo:
“Como esta Corte dejó claro en People v Quick, la Fiscalía no puede dividir la eviden-
cia con la que pretende soportar su caso, guardando una parte para la refutación. En
esa medida, la decisión de la Corte de Apelaciones señalando que el testimonio de la
señora Seeley era relevante frente al móvil es correcta, por lo que la regla de Quick fue
violada. El asunto del motivo fue abordado por la Fiscalía desde el caso principal, y
nada en el caso de la defensa hizo el testimonio de la señora Seeley más relevante en
ese sentido”175
En People v Losey la decisión fue tan tajante que la Corte revocó una sentencia
condenatoria, al considerar que el Juez se equivocó permitiendo la práctica de
evidencias en la fase de refutación, cuando el aspecto se había abordado desde el
caso principal. Al preguntarse si el error podría tener la relevancia suficiente como
para cambiar el destino del caso, la Corte respondió de forma concluyente: “No
especularemos sobre el efecto que la indebida prueba de refutación pudo haber
tenido en el jurado de este caso”. En su lugar, revocaron la condena y ordenaron
que se realizara un nuevo juicio.
Sin embargo, como anticipaba, la posición no es unánime. En People v Fi-
gures, casi diez años después, se dijo: “Contrario a la insinuación del disenso

175
People V. Losey. 413 Mich. 346, 351 (Mich. 1982). La traducción es propia, el texto original es
el siguiente: “As this Court made clear in People v Quick, 58 Mich. 321, 322-323; 25 N.W. 302
(1885), the prosecutor may not divide the evidence on which the people propose to rest their
case, saving some for rebuttal. Insofar as the Court of Appeals is correct in holding that Ms.
Seeley’s testimony was relevant to the question of motive, the rule of Quick was violated. The
issue of motive had been introduced in the prosecutor’s case in chief, and nothing in the defen-
dant’s case made Ms. Seeley’s testimony any more relevant to that issue”.
318 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

(salvamento de voto), el test acerca de si la evidencia de refutación fue admitida


apropiadamente no es si la evidencia pudo haber sido ofrecida en el caso principal
de la Fiscalía, sino, en cambio, si la evidencia se produce para responder a una
evidencia o a una teoría desarrollada por la defensa (…) Siempre que la evidencia
sea efectivamente responsiva al material presentado por la defensa, es apropiado
calificarla como refutación, aun cuando pueda solaparse con evidencia admitida
en el caso principal”.176
Esta última decisión resulta de suma importancia para entender el alcance que
los norteamericanos dan al concepto de la prueba de refutación pues, como se
afirma expresamente, la evidencia de refutación se puede producir para respon-
der a otra evidencia, pero también para responder a una teoría desarrollada por
la defensa en su caso principal. Es decir que, la evidencia de refutación no tiene
como propósito exclusivo refutar otra prueba, sino también refutar los hechos
constitutivos de una teoría del caso.
Precisamente en el sentido recién señalado, sobre la dificultad, en la práctica,
para distinguir entre las pruebas que deben presentarse en la fase de refutación y
las que deben presentarse en el caso principal, en People vs. Delano se dijo:
“En la aplicación práctica, la línea divisoria entre evidencia de refutación y aquella que
debió ser presentada en el caso principal es, frecuentemente, más o menos obscura, y
es una regla general que la admisión como evidencia de refutación de aquella que pudo
haberse presentado desde el caso principal es un asunto de discresión de la Corte que
dirige el juicio oral.”177
Antes de referirnos a la evidencia extrínseca de impugnación y su regulación
en el sistema norteamericano, vale la pena resaltar que el concepto de prueba de
refutación no se restringe, como se ha hecho en las dos posturas jurisprudenciales
colombianas estudiadas, a aquellas pruebas que tengan por objetivo minar la cre-
dibilidad de otras pruebas. Se entiende que serán pruebas de refutación aquellas

176
People V. Figures. 451 Mich. 390, 410 (Mich. 1996). La traducción es propia, el texto original
es el siguiente: “Contrary to the dissent’s insinuation, the test of whether rebuttal evidence was
properly admitted is not whether the evidence could have been offered in the prosecutor’s case
in chief, but, rather, whether the evidence is properly responsive to evidence introduced or a
theory developed by the defendant”; “As long as evidence is responsive to material presented
by the defense, it is properly classified as rebuttal, even if it overlaps evidence admitted in the
prosecutor’s case in chief”.
177
People V. Delano 318 Mich. 557 (Mich. 1947). La traducción es propia. El texto original es el
siguiente: In practical application the line of demarcation between rebuttal evidence and that
which should properly be given in chief before the prosecution rests is frequently more or less
obscure, and it is a general rule that whether evidence which could have been offered before
resting may be given in rebuttal is a matter within the discretion of the trial court”.
Sistema de contrainterrogatorio 319

responsivas, que se enfrenten, o que prueben de forma distinta, lo que prueban las
evidencias de la contraparte.
Inclusive, como expresamente se señaló en People v Figures, serán evidencias
de refutación aquellas que pretenden responder a una teoría expuesta por la con-
traparte. De allí que no se entienda, en el sistema norteamericano, únicamente
como un mecanismo para atacar la credibilidad de una prueba específica, sino
que también se concibe la posibilidad de que la evidencia de refutación ataque un
hecho o una teoría presentada por esa evidencia de la contraparte. Sin duda, un
entendimiento mucho más amplio que el que inicialmente se le dio a esa figura en
la jurisprudencia colombiana.
Un ejemplo claro de este entendimiento fue el que se produjo en U.S. v Tejada,
en el que la Corte de Apelaciones del Segundo Distrito de los Estados Unidos
concluyó adecuada una prueba de refutación solicitada por la Fiscalía, en los si-
guientes términos. Un testigo de la Fiscalía afirmaba haber visto al acusado desde
una posición lejana. Otro testigo de la defensa, un investigador privado, dijo que
se había ubicado donde estaba el testigo de la Fiscalía cuando supuestamente vio
al acusado. El investigador de la defensa concluyó que era imposible ver al acu-
sado desde ese lugar, pues desde allí no se alcanzaba a ver el sitio donde, según
el testigo, había visto al acusado. La Corte admitió la práctica de un testigo de
refutación, el agente Dongilli, que contó que él también había visto al acusado en
dicho lugar y desde el mismo punto que el otro testigo de la Fiscalía lo vio.
Se trató de un testigo de refutación que no pretendía desvirtuar la credibili-
dad de un testigo de la contraparte, al menos no directamente, sino que buscaba
desvirtuar una teoría defensiva —“desde aquel sitio no podían haber visto al
acusado”-. Reiterando la postura esgrimida en United States v Casamento y en
United States v Trapnell, la Corte de Apelaciones dijo en United States v Tejada,
lo siguiente:
Como en Casamento, no estamos dispuestos a revocar la decisión de un Juez de Circuito
que ha determinado —luego de ver el desarrollo de un caso- que un testimonio refuta
una inferencia que una parte adversa ha intentado hacer. El Juez Walker concluyó ade-
cuadamente que el testimonio del agente Dongilli era relevante y refutaba el testimonio
de la señora Daiute. Al hacerlo, el Juez Walker no abusó de su discrecionalidad.

El argumento de Tejada según el cual el Juez Walker erró al permitir en la fase de refu-
tación un testimonio sobre una materia que pudo haber sido introducida desde el caso
principal de la Fiscalía, también es equivocado. Los Jueces del juicio oral tienen amplia
discreción para permitir la introducción de evidencia de refutación que pudo haber sido
practicada en el caso principal.(…)

Una conclusión distinta llevaría a requerir de los abogados que presentaran evidencia
en su caso principal para refutar cualquier posible escenario que su contraparte pueda
presentar posteriormente. Esto no solo sería ineficiente, sino que generaría confusión
en los temas presentados ante el Jurado. Como la evidencia aquí presentada servía para
320 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

desacreditar la inferencia que Tejada buscó crear durante los interrogatorios directos,
nosotros concluimos que la Corte de Distrito no abuso de su discreción al permitir esta
evidencia como parte del caso de refutación de la Fiscalía”178
De la jurisprudencia en cita se infieren dos presupuestos igualmente relevantes.
El primero, que las evidencias de refutación, en el sistema americano, también
proceden cuando lo que se pretende refutar es una inferencia hecha por las prue
bas de la contraparte. No solo contra la credibilidad de una prueba, sino también
frente a una teoría (hipótesis fáctica) que ha sido presentada, con lo que se desdi-
buja la división que se ha querido trazar en el sistema colombiano.
En segundo lugar, se desprende con claridad la absoluta primacía que, para el
sistema norteamericano, representa el derecho a probar. Tanto así que, se sobre-
pone a asuntos y distinciones formales, en el entendido de que se le otorga una
amplia discreción al Juez para admitir este tipo de evidencia y, con ello, maximi-
zar las garantías procesales de las partes.
Reiterando que este no es un libro sobre prueba de refutación y que se trata de
una discusión que tiene tanto de largo como de ancho, conviene ahora referirnos,
muy brevemente, al concepto de evidencia extrínseca de impugnación en el siste-
ma anglosajón y su fundamento, con el fin de determinar si se trata un concepto
asimilable al de la prueba de refutación o no.
De entrada, debe decirse que en el sistema anglosajón no se equiparan estos
dos conceptos, al menos no en estricto sentido. Refiriéndonos al sistema nortea-
mericano, como ya vimos, la regulación de la prueba de refutación se encuentra,
preponderantemente, en la jurisprudencia, mientras que el concepto de prueba
extrínseca de impugnación sí cuenta con sustento expreso en las Reglas Federales

178
U.S. V. Tejada. 956 F.2d 1256 (2d Cir. 1992). La traducción es propia, el texto original es
el siguiente: “As in Casamento, we are disinclined to overturn a district judge, who has
determined — after watching a case unfold — that testimony properly rebuts an inference that
a party’s adversary has sought to make. Judge Walker properly concluded that Agent Dongilli’s
testimony was relevant and that it rebutted Ms. Daiute’s testimony. In doing so Judge Walker
did not abuse his discretion.
Tejada’s argument that Judge Walker erred by allowing rebuttal testimony on matters that
could have been introduced in the government’s case-in-chief also fails. Trial judges have “`wide
discretion in permitting the introduction of evidence in rebuttal which might well have been
brought out in the Government’s case in chief.’“ United States v. Trapnell, 495 F.2d 22, 25 (2d
Cir.) (citation omitted), cert. denied, 419 U.S. 851, 95 S.Ct. 93, 42 L.Ed.2d 82 (1974). (…) Any
other rule would require attorneys to present evidence in advance to rebut every possible sce-
nario that defendants might paint. This not only would be inefficient but would obfuscate the
issues presented to the jury. Because the evidence here served to discredit the inference Tejada
sought to create on direct examination, we hold that the district court did not abuse its discre-
tion in admitting this evidence as part of the government’s rebuttal case”.
Sistema de contrainterrogatorio 321

de Evidencia. Así, en la regla 613(B) se consagra que “solo será procedente si al


testigo se le proporciona una oportunidad de explicar o negar la afirmación y a la
parte contraria se le da la oportunidad de interrogar al testigo al respecto”.
En el sistema norteamericano, sin embargo, hay una hipótesis en el que la evi-
dencia extrínseca de impugnación se equipara al de evidencia de refutación. Esta
equiparación se presenta cuando el motivo o la base fáctica de la impugnación no
es aceptada por el testigo contrainterrogado y para su acreditación se requiere de
la práctica de otro testimonio. Ese otro testimonio, a pesar de su marcado propó-
sito de impugnación, no adquiere el nombre de evidencia extrínseca de impugna-
ción, sino de testimonio de refutación.
Por eso es importante entender que, pese a la existencia de una distinción
formal, tal y como lo han señalado las Cortes americanas, en la práctica resulta
complejo trazar una línea divisora, claramente definida, entre una y otra forma
de evidencia. Prueba de esa dificultad es la segunda postura jurisprudencial de la
Corte Suprema de Justicia colombiana que en buena hora las equiparó.
Una situación semejante ocurre en el sistema puertorriqueño que también distin-
gue entre uno y otro concepto. Sobre la prueba de refutación, la regla 607(e) señala:
“(e) La parte demandante, promovente o el Ministerio Público podrá presentar prueba de
refutación luego de finalizada la prueba de la parte demandada, la promovida o la persona
acusada para refutar la prueba de cualquiera de éstas. En este turno la parte demandante,
promovente o el Ministerio Público no podrá presentar prueba que debió haber sido some-
tida durante el desfile inicial de su prueba. Luego de presentada la prueba de refutación,
la parte demandada, promovida o la persona acusada podrá presentar prueba de contra-
rrefutación.”
Para finalizar y solo con el fin de recalcar que en el sistema puertorriqueño tam-
bién se encuentra esa distinción eminentemente formal, basta con señalar que las
evidencias con fines de impugnación encuentran regulación en dos reglas. Por un
lado, la regla 608(B), que consagra:
(b) Medios de prueba. — La credibilidad de una persona testigo podrá im-
pugnarse o sostenerse mediante cualquier prueba pertinente, incluyendo
los aspectos siguientes:
(1) Comportamiento de la persona testigo mientras declara y la forma en que
lo hace.
(2) Naturaleza o carácter del testimonio.
(3) Grado de capacidad de la persona testigo para percibir, recordar o comu-
nicar cualquier hecho sobre el cual declara.
(4) Declaraciones anteriores de la persona testigo, sujeto a lo dispuesto en la
Regla 611.
322 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

(5) Existencia o inexistencia de cualquier prejuicio, interés u otro motivo de


parcialidad por parte de la persona testigo, sujeto a lo dispuesto en la
Regla 611.
(6) Existencia o inexistencia, falsedad, ambigüedad o imprecisión de un he-
cho declarado por la persona testigo, sujeto a lo dispuesto en la Regla
403.
(7) Carácter o conducta de la persona testigo en cuanto a veracidad o men-
dacidad, sujeto a lo dispuesto en las Reglas 609 y 610.
Por otro lado, la regla 611(b) establece que “no se admitirá prueba extrínse-
ca sobre una declaración de una persona testigo que resultare incongruente con
cualquier parte de su testimonio en el juicio o vista, ni sobre prejuicio, interés o
parcialidad, con el propósito de impugnar su credibilidad, a menos que se le haya
dado la oportunidad de admitir, negar o explicar el alegado fundamento de la
impugnación”.
Pese a que en los sistemas objeto de análisis en efecto existen distinciones
formales entre los conceptos en mención, lo cierto es que se trata de instituciones
que van de la mano, y si alguna distinción conceptual, técnica y teórica se puede
dibujar entre ellos, son más sus semejanzas.

e. Toma de postura
Entonces, aun cuando en estricto sentido podrían encontrarse algunas diferen-
cias entre los conceptos de prueba de refutación y evidencia extrínseca de impug-
nación, lo cierto es que la solución brindada por la segunda postura jurispruden-
cial de la Corte Suprema de Justicia colombiana deviene razonable, adecuada y
dotada de un significativo equilibrio entre garantías, pragmatismo y eficiencia. De
hecho, procura en mayor medida la materialización del derecho a la confronta-
ción que cualquier otra solución a la que pudo haberse arribado.
De allí que, sin desconocer que en el derecho anglosajón se ponen de relieve
algunas diferencias entre uno y otro concepto, considero acertada la posición de
la Corte, en tanto se infiere que la evidencia extrínseca de impugnación (denomi-
nada por la corte como evidencia externa) debe ser tramitada a través de la prue-
ba de refutación, en tanto nuestro procedimiento no contempla un mecanismo
especifico, distinto a ese, para el trámite de las evidencias cuyo único objetivo es
la impugnación del testigo.
Lo anterior solo es posible si se entiende que la “imprevisibilidad” jamás puede
ser un requisito para la procedencia de las evidencias extrínsecas de impugnación.
Simple y llanamente porque, en la inmensa mayoría de ocasiones, las pruebas de
impugnación se conocen con antelación, por eso fueron recolectadas con antela-
Sistema de contrainterrogatorio 323

ción y por eso el contrainterrogador las tiene a la mano cuando está ejecutando
el procedimiento de impugnación de credibilidad. Esto hace, de suyo, que no sean
“imprevisibles”.
De hecho, tan previsibles son, que el abogado debe desplegar una serie de
preguntas tendientes a abordar ese tema en el contrainterrogatorio. Pues de lo
contrario, como hemos visto, no cumplirá con el requisito de “darle la posibilidad
al testigo de aceptar o negar el objeto de la impugnación” y, por ende, no podrá
incorporarse la evidencia de impugnación.
Ningún sentido tendría, entonces, exigir que no haya sido previsible la exis-
tencia o necesidad de la evidencia de impugnación, si al tiempo se exige al con-
trainterrogador (i) preparar las preguntas que al respecto se harán en el contrain-
terrogatorio; (ii) los términos exactos en que se le dará la oportunidad al testigo
de aceptar el motivo de impugnación; (iii) contar a la mano con la evidencia
extrínseca para llevar a cabo “de forma inmediata la solicitud como prueba de
refutación”; y (iv) que en lo posible se practique de forma inmediata, para que la
contraparte pueda pedirle a su testigo las explicaciones de rigor durante el re-di-
recto. Todos estos requisitos son frontalmente contrarios a la “imprevisibilidad”.
En conclusión, si bien no se deriva ningún inconveniente de darle el nombre
de “prueba de refutación” a las evidencias extrínsecas utilizadas durante el con-
trainterrogatorio para perfeccionar el procedimiento de impugnación de credibi-
lidad, lo cierto es que a estas últimas no puede hacerse extensivo el requisito de la
“imprevisibilidad”, pues una postura en ese sentido daría al traste y tornaría en
inaplicable la acreditación del procedimiento de impugnación y, con ello, le quita-
ría todos sus efectos al “mejor mecanismo legal inventado por el hombre para la
consecución de la verdad”, el contrainterrogatorio.
Precisamente por estas razones, encuentro que la segunda postura jurispruden-
cial, liderada por la Magistrada Patricia Salazar Cuellar, de conformidad con la
cual las evidencias extrínsecas de impugnación (llámense o no pruebas de refuta-
ción) no deben ser solicitadas desde la audiencia preparatoria, resulta acertada.
Como bien se expone en los precedentes explicados en su momento, concluir lo
contrario abriría la puerta a contaminar y dilatar indebidamente el juicio con
pruebas extrínsecas que podrían resultar innecesarias y cuyo decreto en fases an-
teriores sería abiertamente especulativo.
Solo para ilustrar este último punto, pensemos en el siguiente ejemplo. Cre-
yendo, equivocadamente, que las pruebas extrínsecas de impugnación deben ser
solicitadas desde la audiencia preparatoria, usted como contrainterrogador deci-
de solicitar la práctica de varias pruebas para atacar la credibilidad de uno de los
testigos de cargo.
324 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Como el testigo en sus declaraciones previas, que le fueron descubiertas, afir-


ma que pudo presenciar directamente el homicidio, usted solicita: (i) los registros
migratorios que acreditan que para el día de los hechos se encontraba fuera del
país; (ii) el testimonio de la hermana del testigo, quien contará que entre él y el
procesado existe una marcada animadversión por conflictos amorosos; (iii) dos
sentencias condenatorias en contra del testigo, una de ellas por fraude procesal y
la otra por falso testimonio (esto último, con el fin de impugnar su credibilidad
por carácter marcado en cuanto a la mendacidad); (iv) y, por último, solicita el
testimonio de otra persona a la que el testigo de cargo le dijo que “en realidad no
había visto nada, pero diría lo contrario para vengarse”.
En nuestro ejemplo hipotético, el Juez de primera instancia concedió todas las
solicitudes al entender que se trataba de pruebas directamente encaminadas a im-
pugnar la credibilidad del testigo. Sin embargo, ni bien inició el juicio, la contra-
parte renunció a ese testigo. ¿Dónde quedan todos los demás?; ¿todas las horas de
audiencia discutiendo la procedencia de esas pruebas a dónde van a parar?; lo que
es peor ¿puede la parte practicar esas pruebas simplemente para probarle al Juez
que esas falencias fueron la razón por la cual su contraparte decidió renunciar a
ese testigo? La irrazonabilidad de estos planteamientos salta a la vista.
Precisamente a estas falencias, derivadas del inadecuado entendimiento de las
evidencias extrínsecas de impugnación, es a las que se refiere la Corte Suprema
de Justicia cuando señala que NO deben solicitarse en la audiencia preparatoria,
pues antes debe abordarse el tema en el contra, darle al testigo la oportunidad de
aceptar el objeto de la impugnación, y solo si persiste en su mentira, practicar las
evidencias extrínsecas en comento. De allí que, como explicaba en su momento, la
“imprevisibilidad” no haya sido uno de los requisitos que la Corte haya elevado,
dentro de la segunda postura, para la procedencia de las evidencias extrínsecas.
En ese orden, resulta innegable que la segunda postura es la vigente, la más ra-
zonable y, sobre todo, la que garantiza en mayor medida el derecho a la confron-
tación. De allí que, indudablemente, en cumplimiento de sus parámetros, la prue-
ba de refutación solo pueda ser solicitada en el juicio oral, más concretamente,
en el contrainterrogatorio, si es que el testigo persiste en el dato que se considera
mendaz o que constituye la base fáctica de la impugnación.
Antes de terminar, resulta necesario hacer un consejo eminentemente práctico
para el contrainterrogador que se debate entre solicitar las evidencias de refuta-
ción desde la audiencia preparatoria (primera postura) o hacerlo solo hasta el jui-
cio oral (segunda postura). Este consejo encuentra su razón de ser en la existencia
de criterios divergentes sobre el punto de parte de los Jueces de la República, pues
aún hay alguno que realizan el análisis de procedencia de la prueba de refutación
basándose en la primera de las posturas de la Corte Suprema de Justicia.
Sistema de contrainterrogatorio 325

Ante la incertidumbre acerca de “cuál será la postura en concreto del Juez”


considero que el mejor consejo práctico que puedo proporcionar es solicitar la
prueba de refutación desde la audiencia preparatoria. Usted debe dejar claro que
conoce sobre la existencia de las dos posturas jurisprudenciales al respecto y que,
dependiendo de cuál adopte el Juez, este tipo de pruebas deben solicitarse en ese
momento o en el juicio oral.
La razón pragmática detrás de este consejo es muy sencilla: si el Juez acoge la
primera postura, decretará desde la audiencia preparatoria la prueba de refuta-
ción. Si es partidario de la segunda, la negará en la audiencia preparatoria, pero
siempre será posible solicitarla en el contrainterrogatorio cuando el testigo niegue
la base fáctica de la impugnación. De esta forma, el riesgo implícito en la incerti-
dumbre acerca de la posición del Juez se verá sustancialmente reducido.
Piénselo desde el sentido contrario. Si usted no solicita la prueba de refutación
de la audiencia preparatoria debido a que acoge la segunda postura de la Corte y
el Juez acoge la primera, en el juicio oral le dirá “debió solicitarla desde la audien-
cia preparatoria”. Y ese es un riesgo que no podrá solventar en una fase procesal
tan avanzada.
Repito, considero que la postura jurisprudencial adecuada es la segunda, la
vigente y la más garantista. Así, el día que desaparezca la incertidumbre judicial y
que todos los jueces adopten la postura más reciente de la Corte, inmediatamente
este consejo práctico quedará derogado y ningún sentido tendrá solicitar las prue-
bas de refutación desde la audiencia preparatoria.
Hasta tanto eso no suceda, parte de un adecuado ejercicio de preparación re-
cae en prever todas las opciones posibles y, con ello, reducir los riesgos que cada
una de ellas representa. Lo que en el caso en concreto se materializa en solicitar
desde la audiencia preparatoria aquellas evidencias con fines de impugnación que
en ese momento se conozcan y si el Juez las niega porque acoge la segunda postu-
ra, bastará con solicitarla en el juicio oral, como se ha explicado en detalle.

v. Práctica del testimonio de impugnación


Habiendo concluido que se trata de una prueba pertinente, que debe practicar-
se por la vía de la prueba de refutación y que no constituye evidencia de referencia
inadmisible, es momento de exponer algunas ideas sobre la forma en la que ese
testimonio de impugnación debe practicarse. Lo primero que debe quedar sufi-
cientemente claro es que ese será un testigo propio, esto es, un testigo convocado
por el contrainterrogador. Por eso su desahogo debe realizarse cumpliendo con
las reglas del interrogatorio o examen directo de testigos. La consecuencia más
importante de ello, por supuesto, es la prohibición de las preguntas sugestivas, así
como la posibilidad que tendrá la contraparte de realizarle contrainterrogatorio a
nuestro testigo de impugnación.
326 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

El contenido de ese testimonio debería girar en torno a cinco grandes temas:


• La acreditación del testigo, en la que le explicaremos al Juez las condi-
ciones personales, familiares, sociales y las demás que puedan resultar
relevantes para que concluya que el testigo es digno de credibilidad.
• Además, en segundo lugar, resulta indispensable sentar las bases acerca
de “por qué el testigo impugnado le hizo la manifestación que viene a
narrar”179. Piense que desde el instante en el que usted solicite el tes-
timonio de impugnación con el que pretende acreditar que el testigo
impugnado había hecho una manifestación diversa sobre los hechos, el
Juez estará preguntándose qué llevó al testigo refutado a hacerle la ma-
nifestación a un tercero”. Bien sean razones derivadas de una amistad,
de relaciones de confianza, de vínculos profesionales, o circunstancias
meramente coyunturales, esa razón debe ser claramente acreditada ante
el Juez mediante el interrogatorio directo del testigo de impugnación.
• En tercer lugar, debe abordarse el tema de la impugnación propiamente
dicho: qué fue lo que le manifestó el testigo, cuándo se lo manifestó,
dónde se lo manifestó, cuál era el estado emocional de él cuando se lo
manifestó, entre otras, son preguntas que deberán hacerse durante el
interrogatorio directo para acreditar la base fáctica de la impugnación
(la narración inconsistente, la omisión, el motivo para mentir, el carácter
mendaz, etc.).
• Aunque pareciera que en ese momento debe terminar el interrogatorio
directo, no es cierto. Hay dos factores adicionales que deben abordarse
para evitar que el testimonio de impugnación pierda sus efectos. Así, el
cuarto punto consiste en examinar al testigo sobre la ausencia de motivos
para mentir. Demostrándole al Juez que nuestro testigo de impugnación
no tiene motivos para mentir acerca de lo que conoce, de lo que escuchó
o de lo que percibió, estaremos enfilando las armas, anticipadamente,
para un debido ejercicio de valoración probatoria.
Se trata de un tema indispensable, precisamente porque, como ya expli-
qué, este tipo de asuntos en los que se presenta la palabra del uno contra
la del otro (el testigo impugnado dirá que no hizo esa afirmación, mien-
tras que el de impugnación dirá que sí), suscitan la obligación de analizar
el peso de las evidencias de conformidad con los parámetros de la sana

179
Sin perjuicio de que el testigo de impugnación pueda ser llamado por la vía de la prueba de
refutación con el fin de acreditar la base fáctica de cualquier otra vía de impugnación de credi-
bilidad, esto es, motivo para mentir, carácter mendaz, inverosimilitud de los relatos, capacidad
de percepción, etc.
Sistema de contrainterrogatorio 327

crítica. Y allí es donde la existencia o ausencia de motivos para mentir


juegan un papel preponderante.
• Para finalizar el interrogatorio directo deben abordarse las debilidades del
testigo. Se trata de una máxima de litigación aplicable a todas las inter-
venciones procesales. El abogado razonable y ético, ese que genera credi-
bilidad ante los Jueces, no esconde “la mugre debajo de la alfombra”. No
oculta las debilidades de los testigos, ni se vale de artimañas para que esas
debilidades no entren al juicio. Por el contrario, las aborda antes que su
contraparte, quitándole con ello impacto persuasivo al ataque que segura-
mente el adversario realizará. Esto es, le proporciona al Juez los elementos
de juicio para comprender por qué esa debilidad no es determinante ni
crucial.

4.3. Ejecución de la impugnación por omisiones


Ya en el capítulo de la preparación del contrainterrogatorio por omisiones me
ocupé de las características generales de esta forma de impugnación de credibili-
dad. Ahora corresponde referirme a los aspectos prácticos que deben tenerse en
cuenta a la hora de su ejecución. Lo primero que debe tenerse en cuenta es que,
por regla general, todos los pasos del procedimiento de impugnación de credibili-
dad por inconsistencias, explicados en el acápite anterior, son plenamente aplica-
bles a la impugnación por omisiones, con las siguientes salvedades:

i. Confirmar la información a impugnar


La confirmación de la información a impugnar, como primer paso, se realizará,
como ya tuve la oportunidad de explicar, al preguntar directamente sobre la infor-
mación cuyo ataque se pretende realizar. Aquí no existe diferencia alguna frente a
la forma en la que se desarrolla la impugnación por inconsistencias.

ii. Demostrar la importancia de la declaración previa


La importancia de la declaración previa, esto es, el segundo paso, se demos-
trará al realizar preguntas sobre el momento, la persona o autoridad y el lugar
en que se rindió, así como el juramento que en su momento se le tomó al testigo.
En resumen, este segundo paso debe ejecutarse de forma semejante a como fue
expuesto frente a las demás formas de impugnación de credibilidad.

iii. Darle la oportunidad de aceptar la omisión


Ahora bien, frente al tercer paso pueden generarse algunas diferencias respecto
de las otras formas de impugnación. Por tratarse de omisiones, la fórmula para su
ejecución no deberá materializarse preguntándole al testigo “usted en esa decla-
328 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ración dijo X o Y”, sino, por el contrario, preguntándole primero “usted en este
juicio oral dijo X o Y, pero en esa declaración previa no lo dijo, ¿correcto?”. La
pregunta debe ser precisa y directa, como hemos visto.
Recuerde que, si el testigo acepta la omisión o, en otras palabras, “que no
dijo X o Y”, se habrá cumplido el primer objetivo de la impugnación. No será
necesario utilizar la declaración previa para acreditar aquello que el testigo ya ha
aceptado. Sin embargo, de presentarse esa admisión por el testigo, aún hay un par
de aspectos que deben abordarse en la misma línea de contrainterrogatorio.
Resulta imprescindible demostrarle al Juez que la afirmación no se hizo —omi-
sión— pese a que el tema general si se abordó, pese a que el testigo pudo hacer
una narración libre y pese a que, de ser cierto el hecho omitido, razonablemente
debió haberse incluido en esa declaración previa.
En ese orden, antes de terminar con la impugnación, así el testigo haya acep-
tado la omisión, usted deberá identificar las preguntas adecuadas para acreditar
estos últimos aspectos. De lo contrario, puede quedar en la mente del Juez que “X
o Y no se dijo, porque de pronto no se estaba hablando de eso”.
Una técnica adecuada para mostrar el contexto, la libertad en el relato y la
relación de la declaración con el hecho omitido, radica en identificar las afirma-
ciones que el testigo si hizo en la declaración previa que resultan semejantes o
temáticamente cercanas al hecho omitido objeto de la impugnación.
Veamos la aplicación de esta técnica con un ejemplo que ya he utilizado en
otros apartes de este libro y que proviene de un caso real. Cambiando los nom-
bres, los hechos y el delito objeto de acusación del caso real, imagine que el testigo
principal de la Fiscalía dice que los culpables de un homicidio son Carlos, Manuel
y Tomás, siendo Tomás su defendido. Curiosamente, en la declaración previa se
hacía una narración muy similar de los hechos, pero únicamente se endilgaba la
responsabilidad a Carlos y a Manuel. Nada se decía de Tomás.
Así, una ejecución verdaderamente persuasiva de esta forma de impugnación
implicaría preguntarle al testigo, por ejemplo:
- Ud. manifestó que presenció cómo se cometió el homicidio de Jesús,
¿cierto?
- Vio como fue atacado por más de una persona
- Usted refirió, de hecho, que uno de los atacantes era Carlos
- Que Carlos fue la persona que lo golpeó en múltiples ocasiones a la
víctima
- Y que otro de los atacantes fue Manuel
- Particularmente, Manuel fue la persona que disparó en contra de Jesús
Sistema de contrainterrogatorio 329

- Todo esto usted lo contó en la declaración que rindió ante la Policía el


mismo día de los hechos
- Una declaración que usted rindió bajo juramento
- Allí usted contó todo lo que percibió
- Y pese a que apenas habían pasado unos instantes desde los hechos, en
esa declaración usted no mencionó a mi defendido, Tomás, como uno de
los supuestos atacantes
- De hecho, usted no lo mencionó en sentido alguno
- Es correcto afirmar que en toda esa declaración usted no se refirió a To-
más en una sola ocasión, ¿cierto?
- Pese a que estaba hablando sobre el homicidio de Jesús y sus autores, ¿o
no?
De esta forma, al Juez le quedará absolutamente claro que la omisión no co-
rresponde a una descontextualización del abogado, a la utilización de una decla-
ración de forma desleal o cercenada, y mucho menos a una maniobra fraudulenta
en la que se utiliza una declaración que nada tiene que ver con los hechos objeto
de juzgamiento. Será, entonces, una impugnación debidamente ejecutada y, por
ende, sumamente persuasiva.

iv. Confrontar mediante la utilización de las declaraciones previas


En el evento de que el testigo no acepte la omisión cuando se le dio la opor-
tunidad, usted deberá acreditar la omisión mediante la exposición de la o las
declaraciones previas en las que, narrando los hechos materia del juicio, no hizo
la manifestación concreta por la cual se busca impugnar. Y aquí es donde mayor
precisión se requiere de su parte pues, sin duda, se trata de la labor más delicada
de esta forma de contrainterrogatorio.
Esta delicada labor consiste en identificar los fragmentos de la declaración
más precisos posibles y que más relación guardan con la manifestación omitida,
para que sean esos los fragmentos que se lean al momento de la confrontación.
La mejor técnica para lograr esta quirúrgica labor consiste en fijarse con mucho
cuidado, más que en las respuestas, en las preguntas que le hicieron al testigo.
Siguiendo con el ejemplo utilizado, el mejor fragmento para la confrontación
será aquel en el que al testigo le preguntaron “¿a quienes vio cometiendo el ho-
micidio?” O “¿describa a las personas que atacaron a la víctima?”. Por supuesto,
usted debe leer la pregunta junto con la respuesta. Ello acreditará que el testigo no
mencionó al procesado como respuesta a esas preguntas concretas.
330 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Con todo, hay ocasiones en las que la situación es más compleja. Ello sucede
cuando no hay una pregunta que, claramente, se relacione con el aspecto omitido.
Si se encuentra ante uno de estos casos, usted debe acudir a la más extenuan-
te, pero igualmente persuasiva técnica consistente en pedirle al testigo que lea
mentalmente toda la declaración. Luego de ello, debe preguntarle en términos
generales sí habló sobre “estos hechos”, lo que percibió al respecto, los autores
del delito, etc.
Hecho esto, le pedirá que le cuente al Juez si dentro de lo que acaba de leer
mentalmente, en algún momento mencionó al procesado como uno de los autores
del delito, o si, en cualquier sentido, siquiera mencionó su nombre. Estas últimas
preguntas, por supuesto, dependerán de las particularidades del caso y del objeti-
vo puntual de la impugnación.
Antes de continuar, vale la pena hacer dos aclaraciones sobre esta técnica con-
sistente en pedirle al testigo que lea mentalmente toda la declaración. En primer
lugar, no es posible pedirle que lea la declaración completa en voz alta, pues ello
implicaría viciar el conocimiento del Juez de tal manera que, difícilmente, alguno
de ellos lo permitiría.
Así mismo, en segundo lugar, es importante aclarar que esta técnica solo puede
utilizarse cuando la declaración previa tenga una extensión razonable. Esto es,
que basten algunos minutos para que su lectura integral se lleve a cabo, pues es
probable que el Juez no permita que se aplique esta metodología si se trata de una
declaración con cientos de páginas o de varias horas de duración.
En este último caso, si la declaración es de una extensión muy significativa,
deberán elegirse los fragmentos que abarquen la mayor cantidad de hechos re-
lacionados con el fin de demostrar que allí no se dijo aquello que, de haber sido
cierto, razonablemente debió haberse dicho.

v. Nuevamente, ¡pare! Salvo que sea seguro y necesario


La idea general ya la expliqué en páginas anteriores. Por eso me referiré única-
mente a las diferencias frente a la ejecución de la impugnación por omisiones. Cuan-
do usted se enfrente a un testigo importante de la contraparte, que usted considere
que está mintiendo de mala fe, que tiene la potencialidad de perjudicar su teoría
del caso salvo que sea atacado sin compasión en su credibilidad, y solo cuando sea
seguro, puede utilizar algunas técnicas para maximizar el efecto de la impugnación.
Se trata de un par de técnicas que la doctrina mayoritaria suele desechar por
considerarlas “preguntas de más” pero que, resultan sumamente efectivas si se uti-
lizan en el momento adecuado y bajo las condiciones correctas, teniendo en cuenta
el noveno mandamiento —no postergue el punto, anótelo en cuanto pueda—.
Sistema de contrainterrogatorio 331

Técnica n°. 1. El olvido selectivo


La primera forma de maximizar el impacto de la impugnación por omisión ra-
dica en preguntarle al testigo si la razón por la cual no mencionó el dato, hecho o
detalle omitido radica “en que se le olvidó” hacerlo en ese momento. Con tono in-
crédulo y sin jamás pedir explicaciones, usted puede preguntarle: “¿no mencionó
a mi defendido como uno de los supuestos autores del delito, porque se le olvidó?
Si el testigo contesta negativamente, usted habrá descartado anticipadamente
una probable excusa del testigo para su impugnación. Si, por el contrario, contes-
ta que sí olvidó mencionarlo, la respuesta será tan inverosímil que le hará perder
más credibilidad que si hubiese contestado de forma negativa. Y la razón es muy
sencilla, no resulta creíble que un dato tan importante (si no lo fuera, usted no
estaría impugnando por su omisión) el testigo lo haya olvidado.
Utilizando esta técnica usted podrá maximizar los efectos de la impugnación
de credibilidad, sin que, en medida alguna, resulte riesgoso o comprometedor
frente a la ejecución del contrainterrogatorio. En otros términos, sin importar
cuál sea su respuesta, el testigo no podrá hacerle daño, aunque se lo proponga.

Técnica n°. 2. Nuevamente: La memoria desajustada


La segunda forma de aumentar el impacto de la impugnación consiste en pre-
guntarle al testigo, como ya anticipé, “si su memoria sobre los hechos era mejor
cuando rindió esa declaración o es mejor ahora”. Se trata de una pregunta legíti-
ma, que indaga sobre una circunstancia relevante para el juicio (la memoria del
testigo). Por eso no es objetable. Pero tiene un argumento implícito: la memoria
humana funciona de tal forma que, entre más cercano a los hechos sea el momen-
to en que se rinda la declaración, mejor deberían ser los recuerdos del testigo al
respecto.
En otras palabras, el paso del tiempo afecta la memoria de los testigos. Afecta
su capacidad de rememorar algunos detalles y, por supuesto, afecta también su
capacidad para evocarlos y verterlos en su relato. No al revés. Es decir que, con
el paso del tiempo, al menos no de forma natural y sin la actuación de algún fac-
tor externo, la memoria humana no suele permitir recordar “nuevos” hechos o
recuerdos. Precisamente esta es la razón por la cual la impugnación por omisiones
adquiere tanta importancia.
Volviendo a la técnica comentada, entonces, no importará qué responda el
testigo. En primer lugar. Si responde afirmativamente, esto es, que su memoria
sobre los hechos es mejor hoy —el día del juicio—, que, en una declaración mu-
cho más cercana a los hechos, seguramente el Juez lo estimará inverosímil. Se
maximizarán, de esa forma, los efectos de la impugnación. Ahora, en segundo
lugar, si contesta negativamente, la declaración previa, en la que se omitió el dato
332 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

relevante, adquirirá aún más credibilidad, pues el testigo habrá aceptado que en
ese momento su memoria sobre los hechos era más precisa.
Nuevamente estamos, en resumen, ante una win-win situation que vale la pena
explotar cuando la mendacidad del testigo lo haga merecedor de esta clase de
ataques. En ese sentido, se trata de técnicas que no deben utilizarse cuando el
testigo está simplemente equivocado, confundido o, sin mala fe, realizando una
narración imprecisa de los hechos. Como ya expliqué, utilizar estas técnicas con
testigos que no lo merecen, puede ser percibido por el Juez como una muestra
innecesaria de “crueldad” por parte del contrainterrogador.
Para finalizar, vale la pena recordar que esta forma de impugnación también
se puede materializar a través de un tercero (testigo de impugnación) si el testigo
contrainterrogado le hizo a ese tercero una narración de los hechos en la que no
incluyó el dato, hecho o circunstancia que busca resaltarse. Es decir, cuando la
fuente de la impugnación no es una declaración registrada, sino una manifesta-
ción hecha durante una conversación con otra persona.

4.4. Ejecución de la impugnación por parcialidad


Los cuatro pasos del procedimiento para la impugnación de credibilidad son
los mismos frente a todas las vías que pasaré a explicar en las próximas páginas.
Por ello, me abstendré de repetirlos y, por la importancia que representan, me
referiré únicamente a algunas técnicas puntuales para una adecuada ejecución.
La forma adecuada de ejecutar la impugnación por parcialidad, sesgo o motivo
para mentir dependerá de cuál es la evidencia mediante la cual se acreditará la
base fáctica de la impugnación, esto es, la prueba de la parcialidad. Veamos las
distintas posibilidades:
- Si la impugnación se deriva de una manifestación que hizo el propio tes-
tigo, como cuando en una declaración previa señaló odiar, ser enemigo
del procesado o algo semejante, el procedimiento de impugnación debe
realizarse siguiendo los pasos explicados en el capítulo de la ejecución de
la impugnación por inconsistencias.
- Ahora, pensemos en el evento de que la base fáctica de la parcialidad,
sesgo o motivo para mentir no la acredite una declaración previa del mis-
mo testigo, sino otro testigo que tiene conocimiento al respecto. Imagine
que el “odio” entre el testigo A y el procesado es un asunto ampliamente
conocido por el testigo B. Aquí el procedimiento es ligeramente distinto.
En primer lugar, porque la impugnación no podrá perfeccionarse en su
totalidad durante el contrainterrogatorio. Pero esto no significa que no
deba abordarse allí, de hecho, no hacerlo resultaría un error muy grave.
Sistema de contrainterrogatorio 333

En cambio, usted debe iniciar la línea haciendo preguntas de contexto


sobre la base fáctica de la impugnación, que en el ejemplo de la enemis-
tad podrían estar referidas al conocimiento previo entre el testigo y el
acusado; los pormenores de esa relación, las causas que dieron lugar al
nacimiento de la enemistad, etc.
Esto, por supuesto, no se realizará a través de preguntas abiertas o ex-
plicativas, sino a través de preguntas asertivas y sugestivas en las que la
información detallada surja directamente del contrainterrogador. El tes-
tigo solo confirma o niega lo que se le pregunta. De esta forma demostra-
mos tener pleno conocimiento de las circunstancias fácticas que rodean
el motivo de la impugnación, lo que a su vez aumenta las probabilidades
de que el testigo las acepte.
Si durante ese primer paso el testigo niega alguna o varias de las afirma-
ciones que se hicieron al respecto, se hará evidente la segunda diferencia
con el procedimiento común de impugnación. En este caso, usted deberá
solicitar que se practique el testimonio de aquella persona que conoce
todos los detalles sobre la enemistad.
Ahora bien, antes de terminar, usted puede utilizar una técnica que suele
generar un efecto persuasivo bastante interesante: preguntarle al testigo
que “¿si el testigo B, dice que él (el testigo A) odia al procesado, está min-
tiendo o no?”. En la mayoría de las ocasiones el testigo responderá que sí,
que el testigo del supuesto odio miente, pero esto no es lo importante.
Lo importante es que desde el mismo momento en que se realice esa pre-
gunta el Juez tendrá la expectativa acerca de que otra persona vendrá a
juicio a desmentir al testigo objeto de la impugnación. En otras palabras,
usted habrá allanado el camino para lograr anotar el punto de inmediato.
Debe quedar suficientemente claro que la utilización de esta técnica debe
realizarse en el marco de la más absoluta lealtad y rigurosidad. En ese
orden, usted debe ser muy cuidadoso de sugerir que otro testigo vendrá
a decir algo que en realidad no dirá, o que es probable que no diga. El
incumplimiento de la expectativa generada en el Juez será costoso para
su credibilidad y para la vocación de éxito de su teoría del caso, como ya
expliqué ampliamente al inicio de este libro.
Antes de finalizar, dos consideraciones adicionales son necesarias. En primer lu-
gar, jamás espere que el testigo acepte que tiene motivos para mentir o que sus
afirmaciones son producto de un sesgo emocional. A eso me refería con el segundo
mandamiento —sea homicida, no suicida—. Mejor espere la peor respuesta posible
del testigo y prepárese para utilizarla en su favor.
334 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

En segundo lugar, al ejecutar este tipo de impugnación es viable utilizar un tono


incrédulo e, inclusive, ligeramente sarcástico. Así reflejará con más claridad el punto
objeto del contra. Recuerde, eso sí, que jamás puede traspasarse la línea del respeto
debido al testigo, al Juez y a la majestad de la administración de justicia. En general,
recuerde el cuarto mandamiento del contrainterrogatorio —suave con el testigo,
duro con el tema—.

4.5. Ejecución de la impugnación por contaminación de los testigos


La contaminación de los testigos, entendida como la tendencia indebida de mu-
chos testigos a enterarse de lo que otro u otros testigos señalan sobre lo que ambos
percibieron, es uno de los fenómenos más frecuentes en los juicios orales. En el ca-
pítulo respectivo explique cómo, por esa frecuencia, la inmensa mayoría de códigos
procesales o reglas de evidencia del mundo tienen prohibido expresamente que un
testigo escuche el relato de otro testigo.
La eficacia de esa prohibición, por supuesto, es tristemente baja. Los testigos
se pueden contaminar con los más variados objetivos. Se contaminan para buscar
darle más credibilidad a su relato; para evitar incurrir en contradicciones con otros
testigos; para no refutar involuntariamente a otro testigo con el que sienten el deber
de ser coherentes. De hecho, pueden llegar a contaminarse de buena fe, sin buscarlo
y sin saberlo, como cuando un testigo que olvidó algún detalle escucha ese mismo
detalle de la boca de otro testigo y lo asume, involuntariamente, como cierto o
como una vivencia propia.
El contrainterrogador debe estar muy pendiente a las señales que alertan cuando
un testigo ha sido contaminado. Y, cuando así lo perciba, debe adelantar una im-
pugnación certera con el fin de resaltar el gran impacto que dicha contaminación
genera frente a la credibilidad del testigo.
Las tres técnicas que permiten una impugnación efectiva por contaminación son
las siguientes:

Técnica n°. 1. Resaltar las “curiosas casualidades” terminológicas


Los testigos contaminados no pueden resistirse a utilizar frases comunes o repli-
cadas de aquel testigo que los contaminó. Cuando se generan ese tipo de conversa-
ciones entre testigos, suele ocurrir que su “alineación” se vea reflejada no solo en lo
que cuentan, sino en los términos que utilizan para describir lo que presuntamente
percibieron.
Imagine que tres testigos, supuestamente, percibieron una confrontación físi-
ca en el que la víctima salió gravemente herida. Si los tres testigos llegan a jui-
cio a señalar que el procesado le dio “una paliza brutal” o que fue “una golpiza
monstruosa” o algo semejante, usted como contrainterrogador deberá prender sus
Sistema de contrainterrogatorio 335

alarmas frente a una probable contaminación de los testigos. El razonamiento es


sencillo: no es muy creíble pensar que, de todas las descripciones terminológicas
existentes (“lo golpeó”; “lo atacó”; “le dio varios golpes”; “casi lo mata”, etc.[…])
justo, los tres, hayan llegado a describir los hechos como “una paliza brutal”.
Este es, por supuesto, tan solo uno de los ejemplos en el que las “curiosas
casualidades” se puede presentar. Vale la pena anotar que es un fenómeno que
puede presentarse en las facetas más variadas y frente a cualquier tipo de caso.
Pues, inclusive en un complejo caso en el que se discute la estructuración de un
tipo penal relacionado con operaciones bursátiles, es posible que varios peritos
lleguen a utilizar la misma frase para describir un mismo evento o circunstancia.
En todos esos casos, será procedente la impugnación, eso está claro. La pre-
gunta verdaderamente importante es cómo ejecutarla de forma persuasiva. Para
ello, usted debe desplegar los siguientes cuatro pasos:
- Primer paso: reiterar la descripción inusual
El primer paso consiste en preguntar, con tono incrédulo y sugestivo la frase,
por los términos utilizados por el testigo que resultan iguales o muy semejantes
a los utilizados por otros testigos para describir el mismo fenómeno. Usted dijo
que a la víctima le habían dado “una golpiza brutal”, así fue que lo dijo, ¿verdad?
Con ello, automáticamente llamará la atención del Juez acerca de que algo impor-
tante sucede con los términos “golpiza brutal”. Para maximizar ese llamado de
atención, bien puede acompañarse con las manos el gesto de las comillas cuando
llegue el momento de pronunciar la frase.
- Segundo paso: indagar si lo utiliza dentro del lenguaje habitual
El segundo paso está encaminado a enfrentar al testigo con el sentido común.
Se trata de una auténtica prueba a su honestidad y sinceridad. Consiste, básica-
mente, en preguntarle si ¿todos los ataques físicos que ve los describe como una
“golpiza brutal”? (recuerde acompañar las comillas con el gesto de las manos).
Sin importar lo que el testigo responda, la siguiente pregunta debería ser: ¿Dentro
de su lenguaje habitual se encuentra la frase “golpiza brutal”?
Poco o nada importa lo que el testigo responda a estas dos preguntas. En
realidad, el objetivo es levantar sospechas sobre la espontaneidad del testigo al
describir lo que supuestamente percibió. Adicionalmente, si el testigo es hostil o
renuente y, por ejemplo, contesta que siempre describe así los ataques, es probable
que el Juez piense que está mintiendo en procura de defenderse. Esta situación
será aún más evidente cuando se practique el testimonio de otras personas que,
curiosamente, utilizan los mismos términos.
Por el otro lado, si contesta que no utiliza siempre esos términos para describir
una circunstancia semejante o que no se encuentra dentro de su lenguaje habitual,
336 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

la hipótesis de la contaminación, inmediatamente, se habrá hecho más probable.


Eso sí, nunca olvide que el contrainterrogatorio no es momento para pedir expli-
caciones, razón por la cual no debemos preguntarle ¿de dónde sacó o esos térmi-
nos? o ¿por qué los utilizó en el juicio?
- Tercer paso: verificar si utilizó el término en sus declaraciones previas
El tercer paso es, correctamente ejecutado, uno de los más devastadores en
contra de la credibilidad del testigo. Luego de enfrentar al testigo con el sentido
común (segundo paso), lo procedente es verificar si en las declaraciones previas
el testigo utilizó el mismo término o términos para la descripción del fenómeno.
Como la contaminación es un fenómeno que se presenta de forma relativamente
tardía, es probable que en sus declaraciones previas no haya utilizado ese término
concreto.
Si ese es el caso, usted debe proceder a impugnarlo siguiendo los pasos expli-
cados en el capítulo de impugnación con manifestaciones previas inconsistentes.
Esto es, abordando el tema, dándole la posibilidad al testigo de aceptar que en
la declaración previa no utilizó esos términos para describir la situación y, de no
aceptarse por el testigo el motivo de la impugnación, confrontarlo mediante la
lectura o reproducción de la declaración previa para demostrar que no los utilizó.
- Cuarto paso: de frente, ¿se lo escuchó a alguien?
El “golpe final” debe estar dado por una pregunta cuya respuesta, nuevamente,
poco importa: “Señor testigo, después de haber dejado claro que usted no utilizó
esos términos en la declaración previa, quiero que usted le diga al Juez si esos
mismos términos se los escuchó a algún otro testigo, ¿o no?”.
Es muy probable que el testigo no acepte que, en efecto, le escuchó esa frase a
alguien más. Pero el Juez logrará entender el punto de inmediato. Así, aplicando el
noveno mandamiento —no postergue el punto, anótelo en cuanto pueda— usted
habrá logrado anotar el punto en contra de la credibilidad del testigo contamina-
do, desde el mismo contrainterrogatorio.
En un caso real en el que tuve la oportunidad de participar como defensor,
el Juez absolvió al procesado al no creerle a los testigos, entre otras cosas, por
el evidente carácter viciado de su supuesto conocimiento. Al referirse a las “cu-
riosas casualidades” en comento, el Juez manifestó: “Para el Juzgado es bastante
particular el uso de la expresión “dual” o “dualidad”, empleada por los testigos
de cargo AA, BB y CC180 porque, como lo plantea la defensa, es cuestionable que
haya surgido en el marco de este proceso”.

180
Los nombres de los testigos han sido cambiados, como quiera que se encuentran siendo inves-
tigados por la comisión del delito de Falso Testimonio y su mención expresa resulta innecesaria
Sistema de contrainterrogatorio 337

Además de restarles credibilidad por sus inconsistencias y su evidente conta-


minación, el Juez decidió ordenar que se investigara a los testigos por falso testi-
monio. Lo que acredita el gran impacto que puede llegar a generar el contrainte-
rrogatorio, entendido como “el mejor mecanismo legal inventado por el hombre
para la consecución de la verdad”.

ii. Técnica n°. 2. Exponer los errores o equivocaciones en común


Otra técnica que resulta útil para resaltar la contaminación de los testigos ra-
dica en resaltar los errores en los que incurren varios testigos. Esto es, cuando va-
rios testigos narran los hechos justo con la misma equivocación o el mismo error.
Imagine que en un proceso se presentan varios testigos que afirman haber visto
que quienes cometieron el delito iban conduciendo un carro rojo, sin embargo,
una videograbación de una cámara de vigilancia acredita que el único vehículo
que pasó por la zona al momento de los hechos era azul.
Que un solo testigo incurra en la equivocación no debería despertar sospecha
alguna. Los procesos de percepción y la memoria humana, como vimos en capítu-
los pasados, son mecanismos sumamente complejos que en ocasiones juegan ma-
las pasadas. Sin embargo, lo que no es usual y, en cambio debería ser considerado
como un indicio de contaminación, es que varios testigos, “coincidencialmente”,
incurran en la misma equivocación.
Ello puede llevar a inferir razonablemente que uno de ellos se equivocó al
percibir el carro y los demás se vieron contaminados al acceder a la información,
por una u otra vía, del primer testigo. Otra opción viable, que no puede perderse
de vista, radica en que uno o varios de los testigos hayan ideado la historia o, el
hecho de haber presenciado los hechos de la historia, sin percatarse del error que
habían cometido. Más allá del trasfondo de la contaminación, lo más importante
es demostrar que la contaminación se ha producido y que ello debería llevar a
minar, al menos parcialmente, la credibilidad del testigo.

iii. Técnica n°. 3. Acreditar la existencia de reuniones u oportunidades para la


contaminación
No es sencillo acreditar que los testigos se han reunido, que han conversado o
que de cualquier forma su conocimiento sobre los hechos se ha visto “integrado”
o “complementado”. Por eso, cuando usted esté frente a un caso en el que exista
alguna evidencia en ese sentido, no debe dudar en exponerla ante el Juez. Para
ello, podrá valerse de la prueba de refutación, en los términos explicados en capí-

de cara a los propósitos eminentemente académicos de este libro.


338 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

tulos anteriores, con el fin de acreditar cabalmente la base fáctica de la impugna-


ción por contaminación.
Para ello deberá concederle al testigo la oportunidad de aceptar el motivo de
la impugnación, esto es, la existencia de la conversación, reunión o comunicación
en la que el conocimiento de uno se vio viciado a raíz de las manifestaciones del
otro. Solo si el testigo impugnado niega tal situación, será procedente la prueba
de refutación que acredita la base fáctica de la contaminación.
Ahora bien, en algunos casos la prueba no será directamente demostrativa de
la contaminación, pero sí sobre una oportunidad para que se produjera. Como
cuando se puede acreditar que dos testigos se reunieron, pero no que se reunieron
para hablar sobre sus testimonios. No por la ausencia de evidencia directa de la
conversación y sus detalles, significa que la impugnación pierde toda su fuerza.
Piense que de lograr acreditar que hubo una oportunidad para que conversa-
rán sobre los hechos y, además, alguna “curiosa coincidencia” de las explicadas
en la técnica n°. 1., estará ante una impugnación muy fuerte, aun cuando ninguna
evidencia pruebe directamente qué fue lo que se discutió en esa reunión.

iv. Técnica n°. 4. Resaltar el “me lo contó”


En algunos procesos las partes se ven obligadas a llevar testigos ex auditu o de
oídas que, al mismo tiempo, afirman tener conocimiento directo de otros hechos.
Es decir, una parte de los hechos los conocen por comentarios externos, pero
afirman conocer otra parte de forma directa y personal. Si usted se enfrenta a un
testigo de esta naturaleza, seguramente estará frente a una posibilidad de impug-
nación por contaminación.
En otras palabras, cuando el testigo de oídas acepta que otro testigo le contó
una parte de los hechos, automáticamente abre la puerta a que se estime razona-
ble una impugnación por contaminación respecto al supuesto hecho que afirma
haber conocido directamente. La oportunidad para que ello sucediera, al menos,
estará acreditada por los dichos del mismo testigo. El razonamiento es el siguien-
te: si le contó una parte de los hechos, existió la oportunidad para que le contará
otros aspectos que el testigo muestra como conocimiento propio y, por ende, la
impugnación puede llegar a ser procedente.
Esta técnica resultará mucho más persuasiva si se acompaña de alguna de las
tres técnicas expuestas con antelación y, por supuesto, de las demás vías de impug-
nación ya estudiadas a lo largo de este libro, pues, recordemos, las distintas vías
de impugnación de credibilidad deben ser ejecutadas tal y como el Juez valorará
las pruebas: integralmente y en conjunto.
Sistema de contrainterrogatorio 339

4.6. Ejecución de la impugnación por carácter mendaz


Como anticipaba, la impugnación por carácter proclive a la mentira o, sim-
plemente, mendacidad, exige del abogado un ejercicio previo de investigación
sumamente riguroso. Solo a través de la más diligente de las investigaciones po-
drá encontrar las circunstancias de hecho que permiten afirmar que el testigo es
un “mentiroso sin remedio”. Ya en el capítulo respectivo explique los aspectos
sustanciales de esta forma de impugnación, ahora le corresponde el turno a la
ejecución.
Aclarando que los cuatro pasos del procedimiento de la impugnación son los
mismos ya estudiados, vamos a las técnicas principales para tener en cuenta du-
rante la ejecución de la impugnación por mendacidad. Son tres:

i. Técnica n°. 1. Impugnación por acumulación


Una sola circunstancia antecedente de mentira, engaño o fraude, muy segu-
ramente, no será suficiente para acreditar un patrón de mendacidad. Ello se des-
prende con claridad de los ejemplos expuestos en el capítulo respectivo, en los
cuales dicha condición se predicaba de personas que una y otra vez mentían, al
punto que el engaño se convertía en una constante en sus vidas. De allí que, esta
forma de impugnación solo será procedente cuando sean varios los hechos, cir-
cunstancias o detalles que permitan colegir la tendencia del testigo a mentir.
Ahora, cuando usted esté en presencia de un patrón de mendacidad cabalmen-
te acreditado estará ante una de las formas más fuertes de impugnación de cre-
dibilidad que, sin embargo, debe ser ejecutada con precisión. Por eso la principal
técnica consiste en llevar a cabo una acumulación de todos los temas relevantes
con el fin de exponerlos en una solo línea de contrainterrogatorio. De esta forma
el mensaje de la impugnación será más claro y su efecto más poderoso.
Vayamos al caso de Michael Jackson, ya explicado en capítulos pasados. El
ejercicio de confrontación realizado por la defensa, que llevó a la absolución por
todos los cargos planteados por la acusación, consistió en acreditar que la madre
de la supuesta víctima había mentido en varias oportunidades ante distintas au-
toridades, algunas de ellas bajo juramento; también que a otras celebridades las
había acusado de una u otra forma para obtener un beneficio económico y, como
si esto no fuera suficiente, que había alegado falsamente haber sufrido ataques
por parte de un guardia de seguridad en un reconocido centro comercial para
obtener una millonaria compensación, entre otros factores demostrativos de su
mendacidad.
La técnica de la impugnación por acumulación consiste, en ese orden de ideas,
en preguntar por todos estos factores en una misma línea de contrainterrogato-
rio. Uno tras otro. Para aumentar el efecto persuasivo de la impugnación pueden
340 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

utilizarse conectores entre uno y otro hecho del tipo “también” o “en el mismo
sentido” al formular las preguntas siguientes. Una simulación del contrainterro-
gatorio en el caso expuesto podría presentarse así181:
- Ud. acuso a un trabajador de un centro comercial por haberla atacado
físicamente, ¿correcto?
- Como consecuencia del supuesto ataque, usted estaba solicitando una
millonaria indemnización, ¿o no?
- Sin embargo, el Juez del caso declaro infundadas sus manifestaciones,
¿cierto?
- Además, el Juez señaló que su narración sobre los hechos no era creíble
- Usted perdió la demanda que presentó
- Y ninguna indemnización le fue pagada
(Segundo tema)
- Además, usted también había acusado a otra celebridad de haber ataca-
do a su hijo, ¿cierto?
- Y también estaba pidiendo una indemnización que ascendía a más de un
millón de dólares
- Sin embargo, en ese proceso tampoco logró indemnización alguna
- Ni usted, ni tampoco su hijo, ¿correcto?
- Y ello fue así porque la Fiscalía decidió no acusar a esa celebridad
- De hecho, concluyeron que varios aspectos del relato que usted hizo no
eran creíbles, ¿o no?
(Tercer tema)
- En el mismo sentido que los dos temas de los que acabamos de hablar, es
correcto afirmar que usted le mintió bajo juramento a la Policía de Los
Ángeles, ¿es así?
- Y cuando usted mintió, sabía que tenía la obligación legal de decir la
verdad, ¿o no?
- Así como sabía que tenía la obligación de decir la verdad durante el in-
terrogatorio directo que rindió hoy en este juicio, ¿cierto?

181
Como reposa en los registros del juicio oral, el contrainterrogatorio realizado por parte del abo-
gado defensor, Tom Mesereau, no es exactamente igual al que aquí se propone con propósitos
ilustrativos.
Sistema de contrainterrogatorio 341

(Cuarto tema)
- Quiero que hablemos de otro tema similar. ¿Usted recuerda que fue en-
trevistada por la policía en este caso?
- Usted le dijo a la Policía que Michael Jackson nunca había realizado
ningún acto inusual o irregular en contra suya, ¿cierto?
- Ni tampoco en contra de su hijo, ¿es así?

- Usted ahora dice que en ese momento estaba presionada, pero Michael
Jackson no estaba presente en esa entrevista, ¿o sí?
- Tampoco estaba presente ninguna persona que trabajara con él, ¿cierto
que no?
- Quienes si estaban presentes era los agentes de policía que le estaban
tomando su declaración, ¿correcto?
- Agentes de policía que le ofrecieron brindarle protección si usted así lo
consideraba necesario, ¿o no?
Este breve ejemplo lo expongo solo con el fin de ilustrar a qué me refiero con la
“impugnación por acumulación”. En nada cambiará la dinámica y la aplicación
de esta técnica si el número de temas que constituyen el patrón de mendacidad es
más elevado. Simplemente la línea de contrainterrogatorio resultará un poco más
larga, pero, al tiempo que más persuasiva.
Antes de explicar la segunda técnica resulta necesario hacer un comentario
adicional. Si el testigo niega la base fáctica de la impugnación —en nuestro ejem-
plo, las acusaciones en contra de otras celebridades, las mentiras bajo juramento,
etc.— usted debe formular las preguntas de la totalidad de la línea de contrain-
terrogatorio y, solo tras culminarlas, presentar todas las evidencias de refutación.
No agote un tema e inmediatamente presente la evidencia de ese aspecto puntual.
Mejor agótelos todos y, tras ello, presente todas las evidencias.
Esto garantizará que el “efecto acumulación” no se vea disipado al interrumpir
el contra frente a cada hecho con la presentación de la evidencia de refutación
respectiva. En su lugar, resulta preferible preguntar sobre todos los temas y solo al
final producir las evidencias frente a los hechos que negó el testigo.

ii. Técnica n°. 2. Maximizando la deshonestidad: “no lo dijo en el directo”


Es probable que si el testigo presenta de estas circunstancias que llevan a consi-
derar que tiene un carácter proclive a la mentira, en el interrogatorio directo, lejos
de exponer con honestidad esos hechos y detalles, busque omitirlos esperando que
342 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

la contraparte no los conozca o no los exponga. Se trata, sin duda, de una muestra
adicional de deshonestidad que puede ser capitalizada en el contrainterrogatorio.
Para ello bastará con iniciar cada uno de los temas relativos a la impugnación
con la frase “usted no se lo dijo al Juez en el directo, pero quiero preguntarle
por…” Esta segunda técnica debe verse complementada al finalizar la línea pre-
guntándole al testigo ¿Usted no le contó al Juez nada de esto porque estaba bus-
cando escondérselo? Por supuesto, es probable que el testigo niegue la afirmación
y señale que esa no fue la razón. Pero recuerde que, en ocasiones, más que las res-
puestas, lo verdaderamente importante del contrainterrogatorio son las preguntas
que se realizan y la persuasión que con su mera formulación alcanza.

iii. Técnica n°. 3. Exponga la base de la impugnación en detalle


La tercera técnica resulta complementaria de las dos anteriores. Consiste, bá-
sicamente, en no dejar por fuera ningún detalle relevante de la base fáctica de la
impugnación. Precisamente son los detalles los que le darán un panorama integral
al Juez y, en ese sentido, aumentarán las probabilidades de que el Juez concluya
que se trata de un testigo que adolece de un patrón de mendacidad.
Imagine que la base fáctica de la impugnación radica en que el testigo fue con-
denado por falso testimonio. No bastará, en ese evento, con exponer la existencia
de la sentencia y la pena a la que fue condenado. Una impugnación verdadera-
mente persuasiva debe abarcar los detalles relevantes, tales como la autoridad
que profirió la condena, los hechos que dieron lugar a esa condena —pues son
los constitutivos del engaño o la inducción en error que busca mostrarse como
conducta proclive a la mentira— y, por supuesto, las valoraciones que sobre la
mendacidad o capacidad del engaño del condenado hizo el Juez respectivo.
Todo esto hay que contárselo al Juez y usted ya sabe que los contrainterroga-
dores “contamos” los hechos a través de las preguntas sugestivas que realizamos.
De allí que la información relevante a la que me he referido debe encontrarse
incluida en los propios postulados de las preguntas realizadas, en lugar de hacer
una pregunta abierta esperando que sea el testigo quien los proporcione. Al fin
y al cabo, usted está intentando acreditar que es un “mentiroso sin remedio” y
como tal debe contrainterrogarlo.

4.7. Ejecución de la impugnación por percepción


La impugnación por percepción busca demostrar que alguno de los sentidos
del testigo no estaba funcionando a plenitud cuando presenció los hechos, como
ya vimos. Si usted apenas se suma a la lectura de este libro sin haber pasado por
el capítulo en el que se explicaron los postulados teóricos de esta forma de im-
pugnación, le sugiero hacerlo antes de continuar con este apartado, pues acá solo
Sistema de contrainterrogatorio 343

abordaré las técnicas puntuales a tener en mente para la ejecución de esta forma
de contrainterrogatorio. Las cuatro más importantes son:

i. Técnica n°. 1. La realización de “demostraciones” durante el juicio


La primera técnica consiste en realizar demostraciones o representaciones du-
rante el contrainterrogatorio. Tienen por objetivo permitirle al Juez entender con
mayor grado de precisión un hecho, detalle o circunstancia y la percepción que
del mismo tuvo el testigo. Se trata de una técnica, ciertamente, que suele generar
discusiones acerca de su procedencia. Esto es, si en realidad se trata de una actua-
ción amparada por la legislación procesal o no.
En el derecho comparado es ampliamente admitida y, afortunadamente para
la legislación colombiana, el Código General del Proceso182 no dejó el punto sin
regulación. Expresamente señala que “6. El testigo al rendir su declaración, podrá
hacer dibujos, gráficas o representaciones con el fin de ilustrar su testimonio; estos
serán agregados al expediente y serán apreciados como parte integrante del tes-
timonio”. De allí que no quepa la más mínima duda acerca de la procedencia de
realizar representaciones en el marco del interrogatorio cruzado, lo que incluye,
por supuesto, el contrainterrogatorio.
Las representaciones pueden recaer sobre una gama muy amplía de hechos
o circunstancias relacionadas con la percepción del testigo. Imagine que usted
pretende acreditar la distancia aproximada a la que se encontraba el testigo de lo
percibido; la ubicación específica que tenía frente a los hechos (de frente, de lado,
en diagonal, etc.); el nivel de luminosidad de la escena en la que ocurrió el objeto
percibido.
En el mismo sentido, piense en que usted quiere acreditar que cuando ocurrie-
ron los hechos el testigo estaba mirando hacia otro lado; o que estaba sosteniendo
una discusión con otra persona; que estaba leyendo un libro o un mensaje en su
celular justo cuando sucedió lo relevante; la intensidad de un grito, ruido o soni-
do.
En síntesis, cualquiera de los aspectos explicados en el capítulo sustancial so-
bre la impugnación por percepción puede ser objeto de esta técnica. Su trabajo
consistirá en pensar la forma más clara y certera de demostrar el punto a través
de la recreación o representación que le pedirá al testigo.
Solo a modo de ejemplo, que mientras usted camine, con metro en mano, el
testigo le informe a qué distancia aproximada se encontraba de los hechos; que se
ubique en la dirección a la que estaba dirigiendo su mirada mientras que usted se

182
Artículo 221, númeral 6, del Código General del Proceso colombiano.
344 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ubicará en la dirección en la que ocurrieron los hechos; que suba el nivel de voz
hasta el tono que la persona estaba utilizando; que dibuje en un mapa las posicio-
nes, distancias o elementos relevantes de la escena de los hechos.
Un largo listado de etcéteras podría citarse como ejemplo, lo relevante es que
usted sepa que cualquiera de ellos puede ser utilizado en el marco de esta técnica,
siempre y cuando sea útil para reflejar con precisión el punto que usted pretende
acreditar con el contrainterrogatorio.
Resulta indispensable hacer una advertencia adicional. Recuerde que usted
está realizando un contrainterrogatorio, no un interrogatorio directo, de allí que
sea muy probable que el testigo haga lo posible por perjudicarlo y por impedir
que la ejecución de la técnica genere los frutos esperados. Por eso es importante
ir sobre seguro y solo acudir a esta técnica cuando sabemos, con un alto grado
de probabilidad, que la ejecución de la representación dejará réditos importantes
y que el testigo no puede hacerle daño. De lo contrario, en lugar de homicida, se
expondrá a realizar un contra suicida.

ii. Técnica n°. 2. Acompañar el contra de evidencia que fije el objeto de la impug-
nación
Precisamente por la probabilidad de que el testigo adverso sea hostil o renuente
a la hora de la representación, como acabo de explicar, el contrainterrogador debe
hacer lo posible por tener un plan B. Y ese plan B no será otro diferente a contar
con evidencia que fije adecuadamente el hecho, circunstancia o detalle objeto de
la impugnación. Esta segunda técnica es, en ese orden de ideas, complementaria a
la explicada en el apartado anterior.
La fijación del aspecto relevante puede realizarse por cualquier medio lícito.
Las fotografías, los planos cartográficos, los dibujos realizados por una persona
que conoció de los hechos o lugares, las imágenes satelitales que pueden llegar
a descargarse de aplicaciones públicas y gratuitas como Google maps o Google
earth. Cuando las circunstancias lo impongan necesario, así mismo, puede con-
tratarse una fijación del lugar de los hechos a través de la utilización de un drone
con videocámara. Este último es, sin duda, una de las mejores herramientas para
estos efectos.
Como esta es una técnica complementaria a la estudiada con antelación, debe
utilizarse de la siguiente manera. Primero pedirle al testigo la representación de-
seada para acreditar el punto. Si el testigo responde de forma mentirosa, renuente
o, como suele suceder, con algún dato inexacto, en ese momento deberá reiterarse
la pregunta junto con la proyección de la evidencia que fija el asunto para acredi-
tar la falta de sinceridad del testigo.
Sistema de contrainterrogatorio 345

Utilizar este orden tendrá un doble efecto en contra de la credibilidad del tes-
tigo. Por un lado, atacará su capacidad de percepción dependiendo del objetivo
otorgado a la línea de contrainterrogatorio y, por otro lado, sentará las bases de
su mendacidad o, cuando menos, de su actitud renuente frente al punto. Esto
último, debido a que el dato inexacto o mentiroso se verá refutado al utilizar la
evidencia de fijación de los hechos.

iii. Técnica n°. 3. La acreditación detallada de la base fáctica


Para todos aquellos eventos en los que la impugnación tenga como base fáctica
una condición que afecta los sentidos del testigo, como las dificultades visuales o
auditivas, debe aplicarse esta tercera técnica. Consiste en describir con absoluta
precisión y con un alto grado de detalle, a través de preguntas sugestivas, el mo-
tivo de la impugnación. Así no quedará nada a la imaginación del Juez, sino que,
por el contrario, él contará con la información adecuada para valorar la impug-
nación en su verdadero alcance.
Imagine que no basta con que el Juez conozca que el testigo tiene algún pro-
blema oftalmológico. Es indispensable que conozca de qué se trata ese problema,
hace cuánto lo tiene, si permanece vigente y cuáles consecuencias específica s
genera. La exposición integral de todos estos factores, por supuesto, son trabajo
del contrainterrogador.
Ahora bien, si el testigo niega la base fáctica de la impugnación, esto es, si
niega, dentro de nuestro ejemplo, la enfermedad que afecta su visión, la impugna-
ción deberá perfeccionarse mediante el uso de prueba de refutación que acredite
la existencia y alcances de la enfermedad, a través de los cuatro pasos explicados
en el capítulo respectivo.

iv. Técnica n°. 4. Preguntar “rangos” ante ausencia de descripción certera


Esta técnica es residual. Cuando usted no cuente con las herramientas que le
permitan fijar con certeza la escena de los hechos, o cualquier otro aspecto rele-
vante para la impugnación por percepción, usted puede realizar preguntas a partir
de “rangos aproximados”.
Piénselo de esta forma. Cuando usted le pregunta al testigo si “es correcto afir-
mar que se encontraba a 100 metros de distancia de la víctima”, es probable que
el testigo hostil le responda diciéndole que no puede decírselo con certeza. Que no
tenía un metro en la mano en ese momento.
Será un error, en ese caso, preguntarle “entonces a qué distancia se encontra-
ba”, no solo porque se trata de una pregunta abierta que es mejor evitar en el
contra, sino porque muy seguramente el testigo volverá a contestarle “no se lo
puedo decir con precisión”.
346 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Precisamente para que ese tipo de actitudes de los testigos no perjudiquen la


posibilidad de hacer un contrainterrogatorio adecuado es que se ha concebido
esta técnica. Así, usted simplemente le preguntará al testigo “entiendo que no nos
pueda dar una distancia exacta, pero es razonable afirmar que se encontraba a
una distancia entre 80 y 120 metros, ¿cierto?”.
Si el testigo contesta afirmativamente, usted podrá continuar con el contra.
Si contesta con otra evasiva, inmediatamente después usted volverá a intentar-
lo con un rango distinto: “¿entre 60 y 100?” o “¿Y entre 40 y 80?”, y así sucesi-
vamente hasta que el testigo ceda. ¿Es posible que el testigo no ceda y permanezca
invariable en su renuencia a contestar? Sí, sin duda lo es.
Pero en ese caso el golpe a la credibilidad del testigo será muy importante de-
bido a que el Juez podrá presenciar de primera mano la actitud esquiva, evasiva y
renuente, que no es propia de un testigo que está narrando los hechos con since-
ridad y sin ninguna prevención. Además, si no es capaz de indicar una distancia
cuando menos aproximada, eso podrá llevar al Juez a duda de la fiabilidad de la
percepción del testigo. Dos pájaros muertos, entonces, con un solo tiro.

4.8. Ejecución de la impugnación por inverosimilitudes


Hay tres técnicas puntuales que, dependiendo el caso, pueden ayudar a maxi-
mizar el efecto del contrainterrogatorio por inverosimilitud de las afirmaciones.
Eso sí, su procedencia y vocación persuasiva está limitada, por supuesto, a que la
narración del testigo en realidad resulte inverosímil o contraria al sentido común.
Se trata de una aclaración necesaria pues, lastimosamente, el sesgo de confir-
mación suele llevar a los litigantes a concluir apresuradamente que alguna mani-
festación “no tiene sentido”, sin que ello sea necesariamente cierto.
Si usted se enfrenta, en ese orden de ideas, a una manifestación verdaderamen-
te inverosímil, puede que resulte útil aplicar alguna de las técnicas que paso a
explicar, en orden de importancia:

i. Técnica n°. 1. Preguntar por hipótesis alternativas razonables


Se trata de la técnica más poderosa para maximizar las inverosimilitudes con-
tenidas en un relato, si se aplica de forma razonada. En otras palabras, su efec-
to tendrá una relación directa con el nivel de precisión quirúrgica con el que el
contrainterrogador ha pensado las hipótesis alternativas por las que indagará. El
concepto es sencillo: consiste en tomar la afirmación inverosímil y verificar los
detalles de la historia que no encajan con el sentido común, en primer lugar.
El segundo paso radica en analizar con suma rigurosidad cuáles son las hipó-
tesis alternativas o, dicho en otros términos, las variaciones que podrían incluirse
Sistema de contrainterrogatorio 347

en el relato para hacerlo más razonable. La razonabilidad de esa postura alterna,


por supuesto, es la principal finalidad de esta técnica. Pero esto no significa que el
segundo deba pasarse por alto, pues además de ser razonable, la alternativa debe
resultar favorable y coherente con la teoría del caso del contrainterrogador.
Esta técnica supone, entonces, que el contrainterrogador realizará preguntas
que contendrán hechos distintos a los narrados por el testigo. El testigo los ne-
gará, claro, pues son distintos a los que él ha narrado. No obstante, el efecto
persuasivo radica en permitirle al Juez entender, inmediatamente, que la historia
del testigo no tiene sentido, en tanto podrá compararla en tiempo real con aquella
más razonable propuesta en el contrainterrogatorio.
Llevemos la técnica a un ejemplo frecuente. Imagine que la víctima de una
agresión física sucedida en una noche oscura, varios días después de los hechos
asegura que el responsable es una persona que vive en la misma unidad residencial
que él. Si el testigo/víctima no presentó una denuncia formal el mismo día en el
que ocurrieron los hechos o tan pronto pudo, ni se lo dejó saber a los funcionarios
de seguridad de la unidad residencial, ni hizo llamada alguna a los servicios esta-
tales de emergencia, pudiendo hacerlo, muy probablemente estaremos ante una
manifestación susceptible de ser impugnada por su inverosimilitud.
En ese caso, valdría la pena preguntarle al testigo, por ejemplo:
- El mismo día de los hechos tuvo acceso a un teléfono celular, ¿sí o no?
- ¿También tuvo acceso a un teléfono fijo?
- ¿O a otros mecanismos como computadores o redes sociales?
- ¿Alguien le impidió presentar la denuncia?
- ¿Alguien le aconsejó no presentar la denuncia?
- ¿Alguien lo amenazó para que no presentara la denuncia?
- A pesar de esto, usted, el mismo día de los hechos no presentó denuncia
alguna en contra del procesado, ¿correcto?
- Lo mismo podemos concluir del día siguiente, ¿cierto?
- Pero al día siguiente si tuvo acceso a algún medio para presentar la de-
nuncia, ¿o no?
- Tampoco presentó esa denuncia dos días después de los supuestos he-
chos, ¿correcto?
- Ni tres, ¿o sí?
- De hecho, pasaron diez días hasta que usted finalmente presentó la de-
nuncia, ¿es así?
348 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

- Estamos de acuerdo en que usted, durante esos diez días, pudo haber
presentado la denuncia, ¿o no?
- Por otro lado, esa misma noche de los hechos, cuando usted ingresó a su
unidad residencial vio al personal de seguridad, ¿cierto?
- Porque permanentemente hay algún vigilante para garantizar la seguri-
dad de la unidad residencial, ¿es así?
- Y ese vigilante, de hecho, es una persona que cuenta con arma de fuego,
¿o no?
- Dígale al juez si, en cambio, ¿a esa persona de seguridad que allí se en-
contraba usted sí le dijo que había sido atacado por otra persona que
residía en la misma unidad de viviendas? ¿cierto que no lo hizo?
Este es un ejemplo sencillo, en aras del correcto entendimiento de la idea. Pero
lo cierto es que el alcance de las probables preguntas a realizar para maximizar la
inverosimilitud en la narración dependerá siempre del caso en concreto y las cir-
cunstancias particulares que lo rodean. Un trabajo ponderado, objetivo y suma-
mente preciso es siempre requerido para que la aplicación de esta técnica pueda
tener un efecto adecuado.
El trasfondo de esta técnica se encuentra estrechamente ligado con un princi-
pio de la psicología de la persuasión. Ya en las páginas iniciales de este libro me
refería a lo relevante que resulta implementar los parámetros de la psicología de la
persuasión en las técnicas de litigación. Esto es así, precisamente, porque aquella
se encarga del estudio pormenorizado acerca de cómo los seres humanos toman
decisiones.
El principio de la psicología de la persuasión implícito en la aplicación de esta
técnica es conocido como el principio de contraste. El reconocido padre fundador
de la psicología de la persuasión, Robert Cialdini, lo explica de esta forma:
“Existe un principio de la percepción humana, el principio de contraste, que afecta la
forma en que vemos las diferencias entre dos cosas que son presentadas una después de
la otra. Dicho en términos sencillo, si el segundo objeto es diferente al primero, nosotros
sentiremos la tendencia de verlo más diferente de lo que en realidad es. Si levantamos
primero un objeto ligero y después levantamos un objeto pesado, estimaremos que el
segundo objeto es más pesado de lo que lo hubiésemos percibido si lo levantáramos sin
haber levantado el otro antes. El principio de contraste se encuentra muy arraigado en el
ámbito de la psicofísica y aplica para todas las percepciones además del peso.”183

183
Cialdini, Robert. Influence: The psychology of persuasion. Collin Business Essentials. Harper-
Collins, p. 11-12. La traducción es propia, el texto original es el siguiente: “There is a principle
in human perception, the contrast principle, that affects the way we see the difference between
two things that are presented one after another. Simply put, if the second item is fairly different
Sistema de contrainterrogatorio 349

De allí que, aplicando adecuadamente la técnica bajo estudio, el Juez podrá


percibir la inverosimilitud en la narración del testigo con mayor facilidad y de
forma más impactante en comparación con lo que hubiese sucedido si se queda
con una sola versión, la del testigo. Antes de continuar, debo dejar suficientemente
claro que esta no es una técnica que debe guardarse para los alegatos de conclu-
sión. Recordemos que la clausura puede llegar demasiado tarde y que, en su lugar,
resulta preferible anotar el punto en cuanto sea posible —noveno mandamiento
del contrainterrogatorio—.

ii. Técnica n°. 2. “Eso es lo que le pide al Juez que le crea…”


Esta técnica se encuentra reservada para los testigos más hostiles y renuentes.
Solo para aquellos que, de conformidad con nuestra teoría del caso, son menti-
rosos irremediables que deben ser puestos en evidencia cuanto antes. La técnica
consiste en agregar a las preguntas más importantes de las líneas sobre invero-
similitud, antes de formularlas o inmediatamente después de su formulación, la
pregunta “¿Eso es lo que usted le pide al Juez que le crea?”.
La razón de ser de esta técnica, naturalmente menos efectiva que la anterior,
radica en hacerle entender al Juez que, justo en ese momento, estamos llevando
a cabo una impugnación por inverosimilitud. La frase complementaria, utilizada
excepcionalmente y en el momento adecuado, puede llevar a que el Juez perciba,
cuando menos, que no estamos de acuerdo con la plausibilidad de esa afirmación
en específico.
Vale la pena anotar que, en virtud de la dinámica del contrainterrogatorio y
la confrontación que ello genera, no se trata de una técnica objetable. Pero, si
usted llega a encontrarse con un Juez que piense lo contrario, bastará con volver
a realizar la pregunta sin la inclusión de la frase en cuestión. Así evitará cualquier
traumatismo y, en todo caso, habrá dejado su punto claro oportunamente.

iii. Técnica n°. 3. Tono incrédulo


Es la técnica más sencilla para buscar maximizar el efecto de la impugnación.
De ella se desprende que, siempre que se realice una impugnación por inverosi-
militud de las afirmaciones del testigo, las preguntas que al respecto se formulen
deberán estar acompañadas de un tono de incredulidad. Esto no significa, por
supuesto, que puedan realizarse comentarios irrespetuosos o que la aplicación de

from the first, we will tend to see it as more different than it actually is. So if we lift a light object
first and then lift a heavy object, we will estimate the second object to be heavier than if we had
lifted it without first trying the light one. The contrast principle is well established in the field of
psychophysics and applies to all sorts of perceptions besides weight”.
350 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

la técnica implique gritar u ofender al testigo. Ello iría en contra del cuarto man-
damiento —duro con el tema, suave con el testigo—.
Por el contrario, bastará con utilizar una breve entonación que denote nuestra
incredulidad sobre el aspecto en particular, para que la técnica se haya aplicado
correctamente. Como todas las técnicas explicadas, el contrainterrogador deberá
tener precaución de no aplicarlas indiscriminada o permanentemente. La adecua-
da determinación del momento propicio y del tema frente al que se utilizarán,
resulta indispensable para que generen los efectos persuasivos buscados. Lo con-
trario, en cambio, puede generar impaciencia o aversión en el Juez, y eso es lo
último que debería suceder en un contrainterrogatorio ideal.

4.9. Ejecución de la impugnación por procesos de rememoración


Dependiendo del objetivo específico que usted busque al impugnar a un testi-
go por sus procesos de rememoración será procedente una u otra de las técnicas
que paso a explicar. Ya en el capítulo respectivo explicamos los fundamentos teó-
rico-científicos que respalda esta forma de impugnación de la credibilidad de los
testigos.
Por ello, ahora basta con recordar que debería resultar sospechoso que un testigo
no recuerde muchos hechos cruciales de aquello que supuestamente percibió, pero
también que, pese al paso del tiempo, recuerde con increíble detalle absolutamente
todos los aspectos percibidos. Las técnicas por utilizar, dependiendo de cuál de las
dos hipótesis que se estructuren en el caso en concreto, son las siguientes:

i. Técnica n°. 1. Acumular los “olvidos” del testigo


La clave para demostrar que un testigo idea una mentira o realiza una narra-
ción falsa de lo percibido suelen ser los detalles. No es sencillo, inclusive para
un testigo con una elevada capacidad intelectual, recrear con suficiencia todos
los aspectos básicos o centrales de un relato falso —los accesorios o irrelevantes,
en cambio, suelen olvidarse sin que ello denote mentira o engaño—. De allí que,
ante el temor de incurrir en inconsistencias y ser impugnado por esa razón, con
frecuencia acuden a la fórmula “no lo recuerdo”. Cuando se les pregunta acerca
de circunstancias que, de haber percibido los hechos, deberían recordar. Es decir,
evaden la pregunta manifestando “no me acuerdo”.
La técnica propicia para impugnar a un testigo de estas condiciones es real-
mente sencilla. Todos los aspectos que conformen el hecho central o básico que
el testigo, curiosamente, no recuerda, deben acumularse en una sola línea de con-
trainterrogatorio con el fin de generar una serie de preguntas que recibirán como
respuesta, a su vez, una seguidilla de “no me acuerdo”, “no estoy seguro”, “no lo
tengo claro”, etc.
Sistema de contrainterrogatorio 351

Acumulando los “olvidos” del testigo será mucho más evidente que algo anda
mal con su relato. El impacto persuasivo de la impugnación será mucho mayor en
comparación con el que se generaría si se abordan los temas de forma aislada y
en distintas líneas de contrainterrogatorio. El impacto será aún más fuerte si antes
de cada pregunta usted utiliza las frase “y tampoco recuerda esto...”; “y esto sí lo
recuerda, ¿o tampoco?”; “si de pronto frente a esto le ayuda su memoria, recuer-
da si…”, etc. La aplicación de esta técnica, frente a una testigo que ha presentado
una coartada falsa para la defensa, se vería más o menos así:
- ¿Ud. afirma que estuvo con el acusado la noche del homicidio?
- Pero Ud. no recuerda cuál fue la fecha en la que ocurrió ese hecho, ¿o sí
lo recuerda?
- Tampoco recuerda a qué hora, aproximadamente, llegó el acusado a su
casa, ¿cierto?
- Así mismo, no está en la condición de decir qué medio de transporte
utilizó el acusado para llegar a su casa, ¿es así?
- Otra cosa que no recuerda es la hora aproximada en la que el acusado
se retiró de su casa, ¿o sí?
- Ud. afirma que él estuvo con usted toda la noche, pero no recuerda cuál
fue la razón específica por la que el acusado fue a su casa, ¿cierto?
- Recuerda, tal vez, si él le envió un mensaje antes de dirigirse a su casa,
¿o sí?
- ¿Recuerda, en cambio, si la llamó antes de dirigirse a su casa? ¿o tam-
poco?
El contenido exacto de cada una de las preguntas dependerá, por supuesto, de
las particularidades de cada caso. Sobra decir que, si el testigo recuerda alguna de
esas circunstancias, no deberá realizarse la pregunta puntual. Así, por ejemplo, si
el testigo contesta en las dos últimas preguntas que sí existió el mensaje o la llama-
da, será procedente preguntarle si se los entregó a la Defensa y, en los alegatos de
conclusión, reprochar que, si supuestamente existían, no hayan sido incorporados
al juicio oral.

ii. Técnica n°. 2. Impugnación al testigo con “memoria selectiva”


Usted se encontrará frecuentemente con testigos que recuerdan a la perfección
algún aspecto, pero no muchos otros que, siendo igualmente relevantes y de ha-
berlos percibido, debería recordar. En términos simples, cuenta con una memoria,
si bien extraordinaria, selectiva. Se trata, sin duda, de otra circunstancia que debe-
ría llamar la atención del Juzgador a la hora de la valoración probatoria.
352 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

La técnica es muy semejante a la anterior. La única diferencia radica en que


primero debe resaltarse aquello que el testigo recuerda magistralmente. Usted
debe resaltar todos los detalles mínimos, inclusive los irrelevantes, que el testigo
recuerda a la perfección. Posteriormente, haciendo uso del efecto contraste, deben
acumularse las preguntas que se refieren a aquellas circunstancias que, sospecho-
samente, el testigo no recuerda. De esa manera, la selectividad en la memoria del
testigo será mucho más evidente.

iii. Técnica n°. 3. Ante el olvido, preguntar por rangos


La técnica ya se explicó en la impugnación por percepción. La idea es la mis-
ma: maximizar el efecto del olvido sobre un aspecto relevante en el que ha incu-
rrido el testigo. Así, cuando usted crea fielmente que un testigo está “inventando”
una reunión o un evento de difícil comprobación, cuando señale que no recuerda
la fecha concreta, usted puede preguntarle por rangos aproximados para hacer
más claro que el supuesto olvido es, en realidad, una muestra de su mentira.
Dependiendo de las particularidades del caso, y siempre valorando el riesgo
de recibir una respuesta perjudicial, usted podría realizar una línea de preguntas
como la que paso a exponer. De hecho, se trata de una línea que, salvo por los
nombres de los sujetos procesales, fue ejecutada exactamente como aquí se expo-
ne y que llevó al Juez —entre otras razones— a concluir que la narración sobre la
supuesta reunión no era creíble y a absolver a mi defendido:
- Usted le afirmó al Juez que supuestamente sostuvo una reunión ilícita
con mi defendido ¿cierto?
- Claro, usted no recuerda la fecha exacta, pero puede al menos señalarle
en qué mes se realizó ¿o tampoco?
- Y puede decirle en qué trimestre fue, ¿o no puede hacerlo?
- Bueno. Ya no trimestre. Cuéntenos al menos ¿en qué semestre se realizó
esa supuesta reunión?
- ¿No cuenta usted con ningún hecho que le permita decirnos aproxima-
damente en qué semestre se hizo la reunión?
- De hecho, usted ni siquiera está seguro de en qué año, supuestamente, se
hizo, ¿cierto?
- Usted ha dicho que entre 2015 y 2016, pero no puede decir con claridad
en cuál de los dos años, ¿correcto?
- ¿No recuerda tampoco un hecho que le permita ubicarse en cuál de los
dos años se hizo la supuesta reunión?
Sistema de contrainterrogatorio 353

Es importante resaltar que la pregunta cinco y la última corresponden a lo que


se conoce como “anclajes de la memoria”. Un testigo puede no recordar la fecha
de un suceso, pero debería ser capaz de ubicar en su memoria algún otro aspec-
to, cercano temporalmente, que le permita determinar aproximadamente cuándo
ocurrió el suceso, si es que en realidad ocurrió.
Para finalizar, no puede perderse de vista una aclaración que realicé en el ca-
pítulo respectivo. La impugnación por procesos de rememoración, a diferencia
de otras vías para atacar la credibilidad de los testigos, se refiere a circunstancias
eminentemente subjetivas. Es decir, si el testigo debería o no recordar determi-
nado hecho, circunstancia o alguno de sus detalles, es una pregunta que un Juez
puede responder de una forma, mientras que otro puede arribar a una conclusión
diferente.
Por eso la impugnación de credibilidad de un testigo determinado no puede
basarse exclusivamente en esta vía. Con ello se corre el riesgo de que el Juez con-
cluya que, si bien el testigo tiene algunas falencias en su memoria, ello no es sufi-
ciente para concluir que está mintiendo. Es indispensable, en ese orden de ideas,
aplicar de forma conjunta y complementaria todas las formas de impugnación
que se encuentren estructuradas frente al testigo cuya credibilidad pretendemos
atacar.

4.10. Impugnación con récord criminal

i. Técnica n°. 1. Los detalles del récord criminal


Al acudir a esta forma de impugnación usted debe tener en cuenta su limitado
efecto persuasivo. Muchos Jueces concluirán que el hecho de que el testigo haya
sido condenado por la comisión de un delito no lo vuelve, necesariamente, en un
mentiroso. Sin embargo, también es cierto que, en determinados casos, la condena
tendrá la potencialidad de acreditar la falta de idoneidad moral del testigo de cara
a la verdad.
En otros casos, pondrá en tela de juicio el respeto que el testigo guarda ante la
administración de justicia. Todo dependerá, por supuesto, de las razones particu-
lares por las que el testigo fue condenado. De allí que, pese a sus limitados efectos,
tampoco deba descartarse de plano esta forma de impugnación.
Entonces, cuando usted considere que la condena puede resultar relevante de
cara a la credibilidad del testigo, debe presentarle al Juez, a través de las preguntas
que realiza, un panorama completo acerca de las declaratoria de responsabilidad
penal que se produjo en su contra. Como se explicó en la técnica n°. 1 de la im-
pugnación por carácter mendaz, no basta con hacerle saber al Juez que el testigo
fue condenado.
354 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Los detalles son relevantes, y mucho, de cara al impacto persuasivo que esta for-
ma de contra pueda generar. Por eso, la técnica objeto de estudio implica preguntar
por los hechos que llevaron a la condena; el monto de la condena; el delito especí-
fico por el cual se produjo, entre otros factores relevantes.
Las preguntas serán sugestivas y contendrán todos esos detalles de tal forma que
el testigo solo deba contestar afirmativa o negativamente. Si, por el contrario, las
preguntas son abiertas, el testigo seguramente se abstendrá de proporcionar los da-
tos relevantes o buscará cualquier otra forma de restarle impacto a la impugnación,
y eso es algo que fácilmente se puede evitar.

ii. Técnica n°. 2. Exponga las mentiras del testigo durante el proceso
Lo que en principio sería una forma débil de impugnación puede tornarse en un
contrainterrogatorio devastador si, además de la condena, usted se encuentra con
que el testigo, o bien mintió, o bien presentó una defensa mentirosa y fraudulenta a
lo largo del proceso penal. Ambas circunstancias podrían acreditar, no solo que se
trata de un delincuente convicto, sino que, principalmente, se trata de una persona
que le ha mentido a la administración de justicia.
El golpe final debe propinarse acudiendo, como no, a las conclusiones a las que
arribó el Juez que condenó al testigo sobre las mentiras o posturas fraudulentas
que este presentó. Usted podrá preguntarle directamente al testigo si el Juez que lo
condenó hizo determinada manifestación y, por supuesto, si esa decisión fue confir-
mada por el superior jerárquico —en el evento de que su sistema procesal admita la
apelación frente a la sentencia—184.

5. Quinto paso: particularidades de la ejecución del contra a peritos


El contrainterrogatorio a peritos es, quizás, el ejercicio más interesante a lo largo
del juicio oral. Por ello, en el segundo paso de la preparación del contrainterrogato-
rio —conocer las finalidades del contra a peritos— estudiamos sus alcances, objeti-
vos y particularidades. En este capítulo, en cambio, nos dedicaremos a estudiar las
ocho técnicas más importantes para su ejecución.
Como ya he explicado, las ideas que expondré en este apartado deben estudiarse
de forma sistemática con las del capítulo referido. Allí encontrará qué puede atacar,
y aquí cómo lo puede hacer. Al lector que apenas se suma en este momento, no
puedo dejar de recomendarle que primero acuda al capítulo donde explicamos los
aspectos sustanciales. Solo así las técnicas que paso a explicar cobrarán sentido.

184
Vale la pena recordar que algunos sistemas procesales, como el chileno, no admiten el recurso
de apelación en contra de las sentencias que emitan los Tribunales de Juicio Oral en lo Penal.
Sistema de contrainterrogatorio 355

Sobra recordar que el contrainterrogatorio por impugnación a peritos solo


debe realizarse cuando aquellos hayan rendido un interrogatorio directo que afec-
te a su teoría del caso. Si no lo hizo, ningún sentido tiene desgastarse en atacar a
un perito que ningún perjuicio les ha generado a sus probabilidades de ganar el
caso. Cuando sea procedente, entonces, las técnicas puntuales para una correcta
ejecución son las siguientes:

i. Técnica n°. 1. Realizar un verdadero examen de conocimientos


Un perito idóneo es aquel que cuenta con los conocimientos detallados acerca
de su ciencia, arte u oficio, como ya se explicó. Debe dominar con suficiencia los
aspectos teórico-prácticos abordados en su pericia, de lo contrario, la credibilidad
de sus conclusiones se verá sustancialmente resquebrajada. En ese orden, resulta
legítimo que usted los ponga a prueba, inclusive si ello implica realizar una suerte
de examen de conocimientos al perito.
Lo primero que usted se preguntará es cómo obtener la información necesaria
para realizar tal “examen”. Ciertamente hay varias opciones. La más efectiva de
todas, sin duda, será contar con un perito que lo contextualice y oriente acerca
del área específica del saber humano. Dicho perito podrá ayudarlo a recolectar
información importante sobre la cuál formular sus preguntas de conocimiento al
perito.
Si no cuenta con un perito que lo asesore, la segunda opción son las fuentes
abiertas de información. A diferencia de lo que pasaba hace muchos años, hoy
resulta viable encontrar información relevante sobre casi cualquier tema. En la
red encontrará conferencias, artículos, papers y toda clase de publicaciones que,
de comprobarse su seriedad, le servirán como base para el contrainterrogatorio.
Por último, pero no por ello menos importante, está el informe base de la
opinión pericial que usted pretende atacar. Si el perito cita un libro, un artículo
o cualquier otra fuente como soporte de sus conclusiones, usted puede tomarlas
como punto de partida en su investigación. Lo anterior no es aplicable, como es
apenas natural, cuando la pericia se encuentre relacionada con aspectos suma-
mente intrincados que escapen a nuestro entendimiento. La mayoría, sin embar-
go, no lo serán.
Después de recordar esto, pasamos a referirnos específicamente a la ejecución
de la técnica. Usted debe partir de las técnicas básicas para la elaboración de las
preguntas y realizar preguntas sugestivas, cortas, factuales y sencillas. En ella le
preguntará al perito si conoce determinado postulado; principio general del área del
saber humano discutida; autor; publicación o teoría. Estas preguntas, por supuesto,
las puede realizar “libro en mano”.
356 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Si el testigo contesta que no conocía el dato objeto de la pregunta, el objetivo


estará cumplido y podrá continuar con el examen. Si contesta si lo conocía, en
cambio, usted puede optar por una de dos alternativas. La primera, preguntarle
si, conociendo el postulado, principio o teoría, la aplicó para el caso en concreto.
La segunda opción es pedirle que explique en qué consiste el dato especifico. Esta
última opción solo debe utilizarse cuando usted esté seguro de que el testigo no será
capaz de proporcionar una respuesta coherente. Pues, de lo contrario, se pondría en
riesgo la efectividad de toda la impugnación.
Sin importar las respuestas del perito adverso, siempre resultará conveniente
que los datos que sirvieron de base para hacer el “examen” sean abordados con su
propio perito. Usted deberá preguntarle a su experto si el principio, técnica, teoría,
postulado, etc., fueron o no aplicados correctamente por el perito. Podrá, también,
pedirle que proporcione la misma definición que en ese momento se le pidió al
perito adverso, con el fin de mostrarle al Juez que la entregada por este último era
equivocada, falsa o incompleta, según el caso.
La técnica, por supuesto, debe complementarse en los alegatos de conclusión o
argumentos de clausura. Siempre será conveniente mostrarle al Juez una compara-
ción entre lo que dijo uno y otro perito; lo que desconocían; sus errores o falencias,
y las consecuencias de todo ello en su credibilidad y en la legitimidad de sus apre-
ciaciones.

ii. Técnica n°. 2. Reafirmar la credibilidad de su perito


Una forma indirecta de atacar al testigo de la contraparte consiste en obtener
información que exalte la importancia académica, moral o profesional de su propio
perito. Solo a modo de ejemplo, si su perito es un reconocido profesor o tratadista,
si en algún momento dirigió determinada entidad, o si fue el jefe del perito de la
contraparte, siempre será buena idea que ese hecho salga a la luz.
La ejecución es muy sencilla. Usted deberá preguntarle directamente la base fác-
tica de esta técnica: “El Profesor X fue profesor suyo en su pregrado, ¿o no?”;
“Usted imparte la clase de fundamentos de Ingeniería basándose en el manual es-
crito por el Profesor X, ¿cierto?”. Y así, sin sutilezas, podrá extraer la información
relevante para, en los alegatos de conclusión, pedirle al Juez que lleve a cabo una
comparación entre la idoneidad de los peritos que le permita concluir cuál de los
dos es más creíble.

iii. Técnica n°. 3. Compararlo con su perito


Bajo la misma idea de la técnica anterior, usted puede indagar en la idoneidad
profesional del perito adverso realizando una comparación tácita con la de su peri-
to. Esta técnica debe realizarse de conformidad con el principio del contrainterroga-
Sistema de contrainterrogatorio 357

torio a peritos explicado en su momento bajo la idea de “contrainterrogar al perito


adverso con un ojo en el perito propio”.
En ese orden, si su perito tiene Doctorado, usted le preguntará al adverso si él lo
tiene. Lo mismo con los cargos ocupados; las cátedras impartidas; las publicaciones
realizadas; las condecoraciones, premios o reconocimientos científicos recibidos,
etc. En síntesis, usted se valdrá del principio de contraste —ampliamente explica-
do— para mostrar que los pergaminos de su perito son mucho más significativos
que los del adverso.

iv. Técnica n°. 4. Acumulación de lo que el testigo no conoció


Ya en el capítulo respectivo expliqué que una de las formas de atacar las con-
clusiones de un perito radica en demostrar que para arribar a ellas no estudió
toda la información relevante. Es decir, que no estudio documentos o evidencias
que eran relevantes para el estudio realizado. La técnica, en consecuencia, consiste
en agrupar todos aquellos aspectos relevantes que el perito omitió estudiar, para
luego preguntar por ellos uno tras otro. Se trata de una técnica muy semejante
a la explicada frente otras formas de impugnación de credibilidad en capítulos
anteriores, cuyo objetivo radica precisamente en hacer más evidente e impactante
la omisión del perito.
Para generar un efecto aún más persuasivo, usted puede optar por preguntarle
al perito, en cada uno de los puntos que compongan la impugnación, si buscó el
documento omitido; si solicitó acceso a la evidencia dejada de estudiar; si hizo
algo para acceder a aquella información cuya ausencia se reprocha. Esto, siempre
y cuando, usted tenga claro que el perito dejó de acceder a la información por
negligencia u olvido, y no por una razón justificada. En este último caso la impug-
nación perdería su efecto.

Técnica n°. 5. Ante la conclusión “en certeza”, plantee hipótesis alternativas


Pocas son las ocasiones en las que un perito puede arribar a una conclusión en
grado de “certeza”. Salvo eventos en los que el peritaje gire en torno a cálculos
matemáticos u otras ciencias exactas, ello no será viable. Lo sorprendente es que,
en la práctica, no son pocos los peritos que se aventuran a decirle al Juez que
su análisis permite inferir con “certeza” conclusiones que a lo sumo tienen una
probabilidad importante. Los detalles sustanciales de esta forma de impugnación
de credibilidad ya fueron explicados en el capítulo respectivo, pero ahora quiero
referirme a su ejecución.
La forma más sencilla de atacar la inverosimilitud de una conclusión de esta
naturaleza consiste en plantear hipótesis alternativas que pongan a tambalear el
carácter de certeza atribuido por el perito. La ayuda de su perito para estos pro-
pósitos es importante, pero su propio ingenio también.
358 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Piense en un psiquiatra que afirma percibir que la víctima presenta traumas a


raíz del “delito” y arriba a esa conclusión son supuesta certeza. Una hipótesis que
se presenta con frecuencia en la práctica, por increíble que parezca. Con un perito
de tal ligereza bastará con dejar claro que él no puede dar fe de la existencia de la
ocurrencia del supuesto delito, además de no poder señalar de forma indubitable si
la presunta víctima miente o no. Dos simples aspectos que derrumbarán cualquier
pretensión de certeza en sus conclusiones.
Lo mismo sucederá con los accidentes de tránsito en los que se pretende concluir
por un perito quién es el responsable; o con los profesionales de la salud mental que
buscan, indebidamente, señalar que el procesado se encontraba bajo un trastorno
mental al momento de la comisión de la conducta. Muchos otros ejemplos podrían
presentarse, pero lo importante radica en buscar aquellos datos específicos que, no
siendo presenciados por el perito y dependiendo de la veracidad de algunas de las
evidencias estudiadas, le impiden arribar a una conclusión con “certeza”.

v. Técnica n°. 6. Identificar faltantes en su formación profesional o experiencia


Siempre, sin excepción alguna, compare el análisis realizado por el perito fren-
te a su formación profesional y su experiencia práctica. Con frecuencia se llevará
una sorpresa. Los peritos suelen emitir opiniones sobre áreas frente a las cuales
no están facultados. Bien porque no cuentan con un estudio especializado sobre
dicha área, o bien porque de su experiencia no se deriva que haya conocido asun-
tos semejantes.
Un ingeniero puede ser muy capaz y reconocido, pero si no cuenta, por ejem-
plo, con un posgrado en estructuras o nunca ha construido una de significativa
complejidad, difícilmente podría emitir una opinión certera acerca de cómo una
de esas estructuras se diseñó y ejecutó. Lo mismo sucedería con un médico general
que quiere realizar un análisis propio de un neurocirujano.
La ejecución de esta técnica está dividida en tres fases. En primer lugar, llevar al
perito a reconocer la existencia de la especialidad. Esto es, acreditar que no es una
especialidad “inventada” por el contrainterrogador, sino que existe y cuenta con
ciertos requisitos. Bien a modo de especialización, de maestría, de profundidad, etc.
En segundo lugar, por razones obvias, usted debe preguntarle al testigo acerca
de si él cuenta con dicha especialidad o maestría. Esto, luego de que su investiga-
ción rigurosa arrojo que el perito no cuenta con dichos estudios, por supuesto.
La tercera fase es la más importante en términos persuasivos. Usted debe pre-
guntarle al perito, una vez acreditado que no cuenta con la especialidad, si para
emitir su opinión consultó con un profesional que sí contara con los estudios o la
experiencia requerida. Se trata de una pregunta que no tiene pierde y que pone al
perito que se extralimitó en una situación muy comprometedora.
Sistema de contrainterrogatorio 359

Pues, si contesta que en efecto consultó con un especialista, quedará claro que
él no contaba con los conocimientos necesarios y por esto tuvo que acudir a un
tercero. Usted podrá señalar en los alegatos de conclusión que era a ese tercero a
quien debieron llamar a rendir su opinión en juicio. Si contesta que no lo hizo, lo
que quedará claro es que, además de extralimitarse en su opinión, no hizo nada
por remediar dichas falencias.
Es importante recordar que esta técnica solo debe ser utilizada si sus peritos no
adolecen de la misma falencia. Pues, de identificar que alguno de sus peritos tam-
bién está por fuera de su área de conocimiento al emitir una opinión o parte de
ella, la coherencia le impone abstenerse de adelantar esta forma de impugnación
de credibilidad frente al perito adverso.

vi. Técnica n°. 7. Acredite que nunca buscó conocer las dos caras de la moneda
Está técnica se torna procedente con impensada regularidad. Desgraciadamen-
te, la mayoría de los peritos creen que el hecho de ser contratados por una de las
partes, los exime de la obligación de llevar a cabo un análisis integral de las evi-
dencias o de la información relevante para la emisión de su opinión.
Su ejecución también se divide en tres grupos de preguntas.
• Las primeras deben ir encaminadas a demostrar que se arribó a determi-
nada conclusión sin analizar la posición de la contraparte o la informa-
ción que la respaldaba.
• El segundo grupo tiene por finalidad mostrarle al Juez, aun cuando pro-
bablemente el testigo lo niegue, que esa información era relevante de
cara al objeto de la opinión emitida.
• Por último, usted debe realizar un grupo de preguntas encaminadas a
descartar que el perito se haya encontrado con algún problema u obs-
trucción que le impidiera acceder a la información.
Imagine que en un caso en el que se investiga un delito culposo originado en
un accidente de tránsito la defensa presenta un perito que conceptúa, basándose
exclusivamente en las huellas de frenado que encontró en la escena, días después
de los hechos, que el carro iba en el marco de la velocidad permitida.
Usted, como Fiscal, podrá preguntarle si el conoció el peritaje rendido por el
experto de la Fiscalía; si sabe que allí se realizó un estudio para estimar la veloci-
dad en la que se movilizaba el vehículo a partir del diámetro del daño encontrado
en el vehículo. Así mismo, podrá preguntarle si esa es una forma complementaria
de estimar la velocidad aproximada; si él realizó un análisis semejante.
Cuando el perito conteste que no lo hizo, la pregunta siguiente deberá en-
caminarse a demostrar que nunca le pidió a la fiscalía acceder al vehículo, pues
360 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

ninguna solicitud elevó en ese sentido, ni él, ni el defensor que lo contrató. Las
conclusiones e inferencias que a partir de estos hechos se deriven, por supuesto,
deberán ser abordadas en los alegatos de conclusión.

vii. Técnica n°. 8. Pedir representaciones que luego refutará su perito


Deliberadamente he dejado esta técnica para el final, debido al riesgo implícito
que conlleva su ejecución. Como ya tuve la oportunidad de explicar, durante el in-
terrogatorio y el contrainterrogatorio es viable pedirle al perito que realicé cálculos,
ejercicios o representaciones acerca de su opinión.
Se trata de una técnica muy interesante que le permitirá, por un lado, dejar en
evidencia la falta de pericia del experto y, por otro lado, que durante el interrogato-
rio de su perito el cálculo o ejercicio sea analizado. Su perito explicará, en ese orden
de ideas, en qué se equivocó el perito adverso y cuál es la gravedad de sus yerros.
El riesgo, apenas evidente, es que el testigo acierte en la representación que us-
ted le pida durante el contra. De allí que solo debe emplearse cuando usted tenga
razones fundadas para que, al pedirle al perito que realice un cálculo, ejercicio o
representación, este no contará con la capacidad de llevarlo a cabo adecuadamente.

6. Sexto paso: Técnicas para la ejecución del contra por concesiones


Pocas herramientas generan un efecto persuasivo tan importante como el con-
tra por concesiones. Las distintas vías para obtener concesiones del testigo, expli-
cadas en el capítulo respectivo, deben ser aplicadas a través de técnicas coheren-
tes con su propósito. Esto es, una dinámica menos confrontacional, en la que el
testigo puede tener mucha más libertad al momento de contestar, y en la que el
objetivo es resaltar aspectos del testigo que favorecen a nuestra teoría del caso.

i. Técnica n°. 1. Más flexibilidad. Menos confrontación


Precisamente porque la finalidad no es la misma que en el contra por impug-
nación, las preguntas en el contra por concesiones no pueden formularse de la
misma manera. Si usted considera que el testigo es sincero y no tiene motivos de
parcialidad que lo lleven a perjudicarlo de forma maliciosa, puede dejar de lado
la regla de las preguntas cerradas y sugestivas. En otras palabras, puede hacer
preguntas abiertas que le permitan al testigo llevar a cabo una narración más o
menos extensa sobre el tema que a usted le interesa.
En contraposición, si usted pretende realizar el contra por concesiones a un
testigo que, a pesar de narrar algún hecho puntual que favorece a su teoría del
caso, le genera duda sobre su fiabilidad o imparcialidad por alguna de las razones
explicadas en su momento, es preferible optar por realizar preguntas cerradas o
asertivas, donde el testigo no tenga un margen tan amplio al responder.
Sistema de contrainterrogatorio 361

ii. Técnica n°. 2. Pídale detalles sobre los que la contraparte no quiso profundizar
Durante el interrogatorio directo usted debe estar muy pendiente de aquellos
hechos que, siendo favorable a su teoría del caso, la contraparte no aborde o
aborde superficialmente. Si ello sucede, el contra por concesiones debe enfocarse
en darle la oportunidad al testigo para que narre, con lujo de detalles, ese aspecto
que su contraparte omitió.
Para maximizar los efectos de la concesión, puede formular las preguntas ini-
ciales diciéndole al testigo “vamos a referirnos a un hecho sobre el cual mi con-
traparte no le preguntó” o “le voy a preguntar sobre un hecho que usted estaba
contando cuando fue interrumpido por mi contraparte”. De esa forma, al Juez le
quedará claro que ese tema, relevante para el juicio, no fue abordado por la con-
traparte o al menos no de forma sincera e integral.

iii. Técnica n°. 3. Buscando consensos


Esta técnica es complementaria de las dos anteriores. Consiste en formular las
preguntas que buscan concesiones del testigo instándolo a estar de acuerdo con
la información incluida en la pregunta. Puede sonar complejo, pero en realidad es
una técnica muy sencilla. Bastará con utilizar como antecedente de cada pregunta
la frase “estamos de acuerdo en que…”, “es correcto afirmar que…”, “usted esta-
ría de acuerdo conmigo en que…”.
La frase, en sí misma, es una invitación a concordar con la pregunta. Esto ge-
nerará en el testigo la idea de que usted no busca atacarlo, no busca refutarlo. Es
muy probable que, ante ello, el testigo responda con más facilidad y se muestre
más dispuesto a proporcionar los detalles que usted está buscando incorporar al
juicio oral.

iv. Técnica n°. 4. Utilice el lenguaje del testigo


Al estudiar el segundo paso de la ejecución del contra —“cómo formular las
preguntas”— expliqué las ventajas de utilizar las palabras empleadas y, en ge-
neral, el lenguaje del testigo, para lograr que el contra sea mucho más fluido. Su
importancia resulta inocultable, por decir lo menos, cuando del contra por con-
cesiones se trata.
Será mucho más sencillo lograr que el testigo explique a profundidad el tema
y que exponga los detalles que conoció si las preguntas se utilizan formulando
las mismas palabras que él ha utilizado para describir y caracterizar aquello que
presenció. Para lograrlo resulta indispensable escuchar al testigo y, a partir de sus
respuestas, hacer las preguntas de desarrollo.
A los abogados les encanta hablar. Más que escuchar. Pero esa es una pésima
receta para una forma de contrainterrogatorio que, como explicaba, es menos
362 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

confrontacional y requiere en tanta medida del desarrollo que del tema haga el
testigo.

v. Técnica 5: Acumular lo que el testigo desconoce


La técnica principal para neutralizar al testigo radica en agrupar todos aque-
llos aspectos que el testigo no conoce y formularlos en una misma línea de contra-
interrogatorio. Para ello, siempre será conveniente ubicarse en su relato y pensar,
en ese contexto, qué circunstancias el testigo no logró percibir.
Si el testigo rindió una declaración previa con algún nivel de detalle, la tarea
es mucho más sencilla. Por eso, como he referido en varias ocasiones, la labor de
recolección de información debe desplegarse de forma rigurosa y con la suficiente
antelación al juicio oral. Esto incluye, por supuesto, tomar las declaraciones de
todos los testigos que potencialmente lleguen a resultar relevantes para el proceso.
Ahora, en el evento de que no lo haya hecho, no todo está perdido. En ese caso,
el sentido común constituye un arma sumamente poderosa para estos efectos. El
contra consistirá, entonces, no solo en acumular lo que el testigo no conoció, sino
lo que no resulta creíble que, bajo esas circunstancias concretas, haya conocido.
Y es aquí donde, nuevamente, el papel principal lo juega la preparación del caso.
La anticipada, profunda y detallada preparación del caso.

7. Séptimo paso: defiéndase de las objeciones más comunes


A estas alturas, usted ya conoce las técnicas adecuadas para adelantar el con-
trainterrogatorio en contra de la mayoría de los testigos existentes. Sin embargo,
la dinámica de un contrainterrogatorio, aun cuando se haya preparado correc-
tamente y se esté ejecutando de conformidad con los parámetros de este libro,
puede llegar a verse afectada por el surgimiento de objeciones infundadas de la
contraparte.
Lo que es peor, en algunos casos esas objeciones serán avaladas por el Juzga-
dor. Justo en ese momento es cuando usted debe obrar con mayor templanza y
tener en cuenta algunas ideas que paso a exponer.

7.1. Cómo y cuándo “replicar” las objeciones de la contraparte


Usted sí puede solicitar el uso de la palabra para referirse a la improcedencia
de las objeciones de la contraparte. No solo porque así lo permiten de forma ex-
presa algunos Códigos Procesales en Latinoamérica, sino porque tal facultad es
una derivación del derecho a la confrontación, así como de la dinámica y filosofía
propia del sistema con tendencia adversarial.
Sistema de contrainterrogatorio 363

Si existen adversarios —jurídicos— en contienda, es precisamente para que


este tipo de discusiones, aun cuando sean mínimas, no queden sin una respuesta
de parte del abogado que se puede ver afectado con la procedencia de la objeción.
La solicitud del uso de la palabra para intervenir sobre la procedencia de la
objeción, vale la pena aclarar, no debe llevarse a cabo siempre que una pregunta
sea objetada. Ello puede generar incomodidad en el Juez y entorpecer la dinámica
de la audiencia. La réplica deberá reservarse, entonces, para los eventos en los que
la pregunta sea sumamente importante para la teoría del caso.
Un análisis de conveniencia, entonces, es requerido a la hora de determinar si
se pide la palabra para contestar una objeción o no. Muchos Jueces le concederán
el uso de la palabra para esos efectos sin que usted tenga que solicitarla. En esos
casos, por supuesto, la ecuación es distinta y nada obsta para defender cada una
de las preguntas realizadas.
La intervención debe realizarse guardando el debido decoro. Sin faltarle el
respeto al Juez, pero tampoco sin faltarle el respeto a la contraparte. Los comenta-
rios sarcásticos o las sátiras jamás serán tan efectivos como una explicación plana,
directa y respetuosa acerca de la razón por la cual la pregunta resulta procedente.
También debe ser breve. Usted no puede confundir la posibilidad para referirse
acerca de la procedencia de la pregunta y/o la objeción, con el turno otorgado a
cada una de las partes para llevar a cabo los alegatos de clausura y toda la valora-
ción probatoria que ellos involucran. Nada más ineficiente e incómodo, que una
intervención de varios minutos para explicar lo que bien podría decirse en tan
solo algunos segundos.
Es posible que, a pesar de su explicación y a pesar de haber formulado correc-
tamente la pregunta, el Juez considere lo contrario. Precisamente porque se trata
de una discusión con mucha subjetividad y que, en muchos casos, depende de la
“impresión” que la pregunta le dejó al Juez. De allí que no sea raro encontrarse
con decisiones que se consideran inadecuadas.
Al margen de su análisis sobre la equivocación o no del Juez, lo cierto es que
su decisión no está sometida a recursos y, por ende, debe ser acatada. Pero el
asunto no es tan grave como suena. Bastará con reformular la pregunta, tantas
veces como sea necesario, para que muy seguramente el Juez se dé cuenta de su
importancia y procedencia. Por eso, como ya he explicado, lo importante es que
la procedencia de las objeciones no le genere nerviosismo, “bloqueos”, ni aturdi-
miento. Piense siempre que se trata de una discusión eminentemente formal que,
con una corrección o variación, también formal, podrá superarse.
364 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

7.2. Las objeciones más frecuentes frente al contra

i. Sugestivas
Aun cuando suene increíble, en la práctica diaria todavía hay abogados que
objetan las preguntas del contrainterrogatorio por resultar sugestivas. Son muy
pocos los jueces que avalan esa equivocada objeción, pero aún existen.
La respuesta ante esa objeción es tan sencilla como contundente. No solo están
permitidas durante el contra, sino que, además, son ampliamente recomendadas.
Tanto que, como vimos, en el contra por impugnaciones constituyen un requisito
esencial para desplegar un ataque verdaderamente persuasivo sobre la credibili-
dad del testigo.
La mayoría de los códigos procesales latinoamericanos que implementaron
la oralidad permiten expresa o tácitamente que se realicen preguntas sugestivas
durante el contrainterrogatorio. En aquellos en los que la posibilidad se contem-
pló de forma tácita, además, la jurisprudencia de las cortes de cierre ha entrado a
disipar cualquier duda al respecto185.

ii. “No fue objeto del directo”


Existe consenso entre los abogados litigantes en concluir que esta objeción
constituye la fuente de la mayoría de limitaciones indebidas e injustas a un contra-
interrogatorio verdaderamente efectivo. En muchas ocasiones he podido percibir
directamente a los contrainterrogadores enfilando sus armas en contra de la credi-
bilidad de los testigos, pero estrellándose en contra del gigante muro que algunos
llegan a construir a partir de esta objeción.
Para ilustrar la idea, piense en dos ejemplos muy sencillos. En un caso usted
se prepara para impugnar al testigo por “carácter mendaz” y “récord criminal”,
al tiempo, debido a que tiene una condena por falso testimonio. En el otro, se en-
camina a impugnar al testigo debido a que recibió una gruesa suma de dinero de
manos de la contraparte para alterar la verdad de sus dichos. Con los dos casos en
la cabeza, vale la pena preguntarse si tiene sentido impedir el contrainterrogato-
rio, simplemente porque la parte que adujo al testigo a juicio no abordó ninguno
de esos dos aspectos.

185
En Colombia, la posibilidad de realizar preguntas sugestivas no encuentra consagración expre-
sa. No obstante, es una portestad que de forma pacífica y reiterada ha aceptado la Corte Supre-
ma de Justicia. Entre ella en: AP5785-2015 del 30 de septiembre de 2015. Magistrada Ponente:
Patricia Salazar Cuellar; Sentencia SP3106-2019 del 6 de agosto de 2019. Magistrada Ponente:
Patricia Salazar Cuellar; SP4135-2019 del 1 de octubre de 2019. Radicado 52394. M.P. Patricia
Salazar Cuellar.
Sistema de contrainterrogatorio 365

¿Esa es la noción de contrainterrogatorio que queremos concebir? ¿Con se-


mejante limitación, podrá el contraexamen servir como el mejor mecanismo legal
concebido para la consecución de la verdad? La respuesta, frente a ambos interro-
gantes, debe ser un rotundo no. Negar el contrainterrogatorio en alguno de esos
dos ejemplos, o en cualquiera semejante, es tanto como negar su propia razón de
ser. Negar su finalidad, su objetivo y su espíritu, todo al mismo tiempo.
Afortunadamente, esa no es la interpretación que la normatividad norteame-
ricana le ha dado al asunto. La objeción existe, en eso no hay duda. El problema
es que se le ha dado un entendimiento y un alcance mucho más amplio del que
realmente tiene. Para traer la objeción a sus justas proporciones, resulta necesario
consultar la Regla 611(b) de las Reglas Federales de Evidencia norteamericanas:
“Regla 611. Modo y orden de examinar a los testigos y presentar evidencia.

(…)

Alcance del contrainterrogatorio. El contrainterrogatorio no deberá ir más allá del tema


abordado en el interrogatorio directo y las materias que afecten la credibilidad del tes-
tigo. La Corte puede permitir preguntas sobre temas adicionales con las reglas del inte-
rrogatorio directo.”186
De lo anterior se desprende que, según las Reglas Federales de Evidencia, el
contrainterrogatorio, además de los temas abordados en el directo, puede abarcar
“las materias que afecten la credibilidad del testigo”, con independencia de que
hayan sido temas tocados en el directo o no. Esto es, todos los aspectos que se es-
tudiaron en este libro dentro de las vías de impugnación de credibilidad, siempre
serán procedentes en el contra, sin importar lo que haya sucedido en el directo.
En Colombia, hay que decirlo, la redacción legal sobre este punto no fue la
más afortunada. Tanto no lo fue que, como anticipaba, dio lugar a que durante
muchos años se limitara de forma indebida el ejercicio de la impugnación de cre-
dibilidad en el marco del contrainterrogatorio. La preocupación llegó al punto
que, varios doctrinantes colombianos sobre técnicas de litigación y juicio oral se
ocuparon expresamente del asunto en procura de mejorar el entendimiento erra-
do que se le estaba dando a esta limitación187.

186
La traducción es propia. El texto original es el siguiente: “Rule 611. Mode and Order of Ex-
amining Witnesses and Presenting Evidence. (…) (b) SCOPE OF CROSS-EXAMINATION.
Cross-examination should not go beyond the subject matter of the direct examination and
matters affecting the witness’s credibility. The court may allow inquiry into additional matters
as if on direct examination”.
187
Ver: DECASTRO, Alejandro. El alcance del contrainterrogatorio. Revista criterio jurídico.
Santiago de Cali, 2008; OSPINA, Víctor Hugo. Desconocimiento del límite y la finalidad del
contrainterrogatorio o contraexamen. Afrenta al principio de contradicción. Temas de Defensa
Penal. Tomo I. Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2014.
366 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

El problema surgía del inciso 2º del artículo 391 de la Ley 906 de 2004 —Có-
digo de Procedimiento Penal colombiano—. El inciso contempla que “En segundo
lugar, si lo desea, la parte distinta a quien solicitó el testimonio, podrá formular
preguntas al declarante en forma de contrainterrogatorio que se limitará a los te-
mas abordados en el interrogatorio directo”. Por esto, inclusive la Corte Suprema
de Justicia colombiana, en algún momento, llegó a entender que el contra adolecía
de tal limitación.
Fue el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá el que, en un primer
momento, concluyó que la interpretación debía ser diversa. Aun cuando me opon-
go de forma fehaciente a realizar citas bibliográficas relativamente extensas, en
este caso haré una excepción, pues la idea se expuso por el Tribunal con tal bri-
llantez y solvencia, que difícilmente podría explicarse en mejor forma:
“6.6. Dicho todo lo anterior, esta colegiatura no puede pasar por alto una realidad que
aqueja a la práctica judicial del sistema penal acusatorio en Colombia: la mayor de las
veces, la razón por la cual los defensores se ven presionados a pedir como directas prue-
bas testimoniales solicitadas ya por la Fiscalía, es la visión demasiado limitativa que no
pocos jueces y fiscales tienen a la hora de entender qué es “el tema del interrogatorio”.

En efecto, una vez ha declarado el testigo de la Fiscalía, y la defensa intenta hacer su


contrainterrogatorio, no pocos juzgadores, con una postura obtusa y textualista, permi-
ten que prosperen objeciones del tipo “no fue materia del directo”, creyendo que tal
materia se limita al listado de preguntas hecho por el ente acusador.

No hay tal. Los temas tratados en un directo pueden ser, desde una perspectiva amplia,
múltiples: por ejemplo, la autoridad parental, las condiciones familiares y el entorno en
que vivía la víctima, el espacio en el que se desarrolló el presunto hecho punible, etc.
Todos estos aspectos, si son tratados en el directo, pueden ser objeto de contrainterroga-
torio. El juez no puede dejar prosperar objeciones simplemente porque en su particular
listado de preguntas del directo, no esté una que, en su opinión, encuadre textualmente.

Sea como fuere, la credibilidad siempre podrá ser materia de contrainterrogatorio, así
no se haya planteado en esos términos en el directo, y lo mismo puede decirse del
contenido de las respuestas que ofrezca el deponente, más allá de si aluden o no a los
específicos interrogantes formulados por el delegado fiscal.”188
Más recientemente, la Corte Suprema de Justicia dio un giro a sus pronun-
ciamientos, encaminándolos hacia la postura adoptada por el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá. Específicamente con ponencia de la magistrada
Patricia Salazar Cuellar —titular de uno de los Despachos que mayores aportes
le ha hecho al desarrollo del sistema con tendencia adversarial en Colombia—, la
Corte explicó que:

188
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá. Magistrado Ponente: Orlando Muñoz Neira.
Auto del 23 de mayo de 2014 dentro del proceso 110016000013 2011 12301, p. 13.
Sistema de contrainterrogatorio 367

“la credibilidad de los testigos es un tema pertinente en el contrainterrogatorio, indepen-


dientemente de que la misma haya sido abordada en el interrogatorio directo, simple y
llanamente porque las posibilidades de impugnación no pueden depender de la parte
que solicitó la prueba”.189
Con ello cerró la discusión y, esperemos, la proliferación de las injusticias de-
rivadas de una limitación ilegitima del mecanismo más importante para la conse-
cución de la verdad en el proceso penal.
En conclusión, por “temas abordados del directo” debe entenderse todo aque-
llo que se tocó directa o indirectamente, de forma detallada o apenas superficial,
con determinadas palabras o con otras distintas, con unas u otras preguntas. Todo
ello y lo que de allí se derive, puede ser abordado durante el contrainterrogatorio.
Así mismo, sin importar si cumple con alguno de los parámetros menciona-
dos en el párrafo anterior, los aspectos relacionados con la credibilidad del testi-
go siempre podrán abordarse durante el contrainterrogatorio. No es aplicable a
ellos, entonces, la limitación prevista en el inciso 2do del artículo 391 del Código
de Procedimiento Penal colombiano.

iii. Repetitiva
Es frecuente que cuando el contrainterrogador empieza a abordar un tema
que fue tocado en el directo, de la contraparte surja la objeción según la cual esa
pregunta es repetitiva. Nada más equivocado y alejado de la realidad que tal en-
tendimiento de la objeción.
Por eso, como ya tuve la oportunidad de explicar, debe quedar claro que las
preguntas repetitivas son aquellas que indagan sobre un aspecto que, en el mismo
turno de intervención, ya fue preguntado y efectivamente contestado por el tes-
tigo. En ese orden, por supuesto que durante el contra se puede preguntar temas
semejantes —inclusive a través de preguntas idénticas, aun cuando ello no resulte
conveniente desde el punto de vista del control del testigo— a los abordados en el
directo, sin que ello convierta a las preguntas en repetitivas.
Tampoco será repetitivo, en consecuencia, el interrogante que indague sobre
un aspecto que ya fue preguntado en varias ocasiones, inclusive en el mismo turno
de preguntas, si el testigo no lo ha contestado integralmente. Por eso, cuando me
ocupé de las técnicas del “control del testigo hostil”, uno de los aspectos más im-
portantes era justamente, ante el testigo que evade o sabotea las preguntas, repetir
los interrogantes hasta que finalmente los conteste.

189
Corte Suprema de Justicia colombiana. Sala de Casación Penal. SP4135-2019 del 1 de octubre
de 2019. Radicado 52394. M.P. Patricia Salazar Cuellar.
368 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

iv. “Está hostigando al testigo…”


Cuando la contraparte ve cómo la credibilidad de su testigo se desvanece du-
rante la impugnación de credibilidad, intentará hacer todo lo posible por evitar
que los devastadores efectos se sigan presentado. Muchos optarán, precisamente,
por afirmar que el contrainterrogatorio dinámico y vigoroso constituye, supues-
tamente, un hostigamiento al testigo.
Y aquí hay que ser sumamente cuidadosos al analizar la objeción. Pues sin
duda se trata de una objeción que existe y que encuentra fundamento en la ne-
cesidad de proteger al testigo de las malas maneras o de la falta de decoro que
caracterizan a muchos abogados. A partir de ella se protege al testigo, tan solo a
modo de ejemplo, de:
- Los contrainterrogatorios plagados de gritos, maneras abusivas o desa-
fiantes hacia el testigo
- Las preguntas que buscan desestabilizar emocionalmente al testigo, afec-
tar su dignidad o infundirle una suerte de temor reverencial para que
conteste
- El lenguaje desobligante, irrespetuoso y hasta grosero con el que algunos
abogados se refieren a los testigos
- Las actitudes tendientes a presionar al testigo para que conteste rápido.
Comentarios como “¿si está diciendo la verdad por qué necesita tiempo
para contestar?”; “le pido que me conteste rápido porque no tenemos
todo el día para esto…” u otros semejantes, constituyen un verdadero
hostigamiento al testigo
- Las solicitudes en el sentido de que los documentos o las pruebas que
deba leer el testigo se lean con rapidez o eficiencia
Por el contrario, siempre que se realicen con decoro, guardando el debido res-
peto y utilizando el lenguaje propio de la solemnidad del juicio oral, no podrán
entenderse como supuestos hostigamientos al testigo alguno de los siguientes ac-
tos, a modo de ejemplo:
- Pedirle al testigo que conteste específicamente aquello que se le ha pre-
guntado
- Solicitarle que informe si ha entendido la pregunta formulada
- Pedirle que, ante las preguntas asertivas, conteste con un “sí” o un “no”
aquello por lo que se le indaga
- Solicitarle que se abstenga de llevar a cabo comentarios o de proporcio-
nar información que no se le ha solicitado
Sistema de contrainterrogatorio 369

- En el caso de que deba leer algún documento, pedirle respetuosamente


que lo lea de forma adecuada; que repita aquello que leyó incorrecta-
mente o que realice una lectura más pausada para que todos los intervi-
nientes en el juicio puedan comprenderla cabalmente.
En síntesis, como durante el contrainterrogatorio el testigo tiene menor mar-
gen de acción y menor potestad de contestar libremente las preguntas específicas
que se le hacen, las solicitudes encaminadas a garantizar el control del contrainte-
rrogatorio, siempre que sean respetuosas y se realicen con el decoro debido, jamás
podrán entenderse como un acto de hostigamiento.
Cuando explicaba el segundo paso de la ejecución del contra “escuchar atenta-
mente el directo”, tuve la oportunidad de referirme a las objeciones que proceden
frente al interrogatorio directo. Todas ellas son procedentes frente al contrainte-
rrogatorio, salvo las relacionadas con las preguntas sugestivas y las conclusivas
que son permitidas durante el contrainterrogatorio. Conociendo en qué consisten
y cuáles son sus alcances, será más sencillo evitar que el contra se vea interrumpi-
do a raíz de una objeción fundada.
La fórmula para evitar incurrir en una de las preguntas prohibidas durante el
contraexamen, por supuesto, sigue siendo muy sencilla: hacer preguntas cortas,
sugestivas, factuales y en el lenguaje más sencillo posible. Con ello, la probabili-
dad de que una objeción se declare fundada se reduce significativamente.

8. Octavo paso: el recontrainterrogatorio


Luego del directo y del contra, existe un segundo turno de preguntas para cada
una de las partes. El redirecto es el otorgado a la parte que llevó la prueba, y el
recontra a su contra parte. En ese orden, el recontra —re-cross— es el segundo
turno de preguntas concedido al contrainterrogador, con el fin de refutar, impug-
nar o aclarar cualquiera de los aspectos que fueron abordados por su contraparte
en el redirecto.
Antes de entrar a estudiar las técnicas específicas, vale la pena aclarar que no
todos los Estados latinoamericanos contemplan que el segundo turno de pregun-
tas se conceda de forma automática por el director del juicio. En Colombia, por
ejemplo, esa segunda ronda se concede de forma automática, pero dependerá de
cada uno de los abogados tomar la decisión acerca de si la utiliza o no190. Así, si
no hay redirecto, tampoco podrá haber recontra, pese a que el contrainterrogador
así lo desee. Si hay redirecto, no significa que tenga que realizarse el recontra, pues
dependerá de la voluntad del litigante.

190
Artículo 391 del Código de Procedimiento Penal colombiano, ley 906 de 2004.
370 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

Muy semejante es la regulación del Código Nacional de Procesos Penales mexi-


cano, pues el último inciso de su artículo 372 señala: “Después del contrainterro-
gatorio el oferente podrá repreguntar al testigo en relación con lo manifestado. En
la materia del contrainterrogatorio la parte contraria podrá recontrainterrogar al
testigo respecto de la materia de las preguntas.”191 En otros países, como Chile, la
concesión de la segunda ronda, en cambio, resulta potestativa del Juez192.
El alcance del recontra es mucho más limitado que el del contra. Como es
apenas lógico, el objeto de esta segunda ronda se restringe a las explicaciones, jus-
tificaciones o aclaraciones que haya brindado el testigo en el redirecto, así como
a la refutación de cualquiera de ellas.
Las reglas relacionadas con las objeciones, la forma en la que deben formularse
las preguntas, la estructura de las líneas y demás, son exactamente las mismas que
a lo largo de este libro se estudiaron para el contrainterrogatorio. Sin embargo,
como su finalidad es distinta, resulta indispensable exponer algunas ideas y herra-
mientas que le permitan a usted materializar un recontra efectivo.

i. No enlode las victorias logradas


Nada es más triste que ver cómo un litigante que logró varios puntos impor-
tantes durante el contra, los pierde por realizar un recontra de forma irreflexiva.
Así, lo primero de lo que usted se debe cuidar es de perder la pelea en el último
round, sobre todo si los anteriores lo mostraban como el triunfador. El recontra
no es, en ese orden, el momento para volver a impugnar al testigo exactamente de
la misma forma que en el contra. Tampoco es el momento para repetir todas las
preguntas y/o las líneas que se habían pensado para la impugnación de la credi-
bilidad del testigo.
Si su contraparte intentó rehabilitar la credibilidad del testigo sobre muchos
puntos, pero usted considera que no lo logró, el recontra será innecesario. Y si
expuso alguna justificación para sus mentiras o contradicciones que no resulte
verosímil o que se caiga de su propio peso, el recontra tampoco será necesario. En
su lugar, será preferible traer a colación el asunto durante los alegatos de conclu-
sión con el fin de demostrar que, pese a que intentaron justificarlo o rehabilitarlo,
no lo lograron.

191
Código Nacional de Procesos Penales mexicano. Artículo 372.
192
Así se deriva del quinto inciso del artículo 329 del Código Procesal Penal chileno.
Sistema de contrainterrogatorio 371

ii. Prevea y ataque las justificaciones


El recontra requiere, entonces, de un preciso análisis acerca de cuáles son los
temas en los que el testigo fue rehabilitado a raíz de las explicaciones dadas en el
redirecto. En muchas ocasiones ese análisis solo podrá realizarse en la sala de au-
diencias, mientras se ejecuta el redirecto, pero en muchos otros podrá efectuarse
con mucha antelación.
Piénselo de esta forma. Cuando usted esté preparando la impugnación por
manifestaciones previas inconsistentes, le corresponde, desde ese instante, intentar
prever cuál será la justificación que expondrá el testigo durante el redirecto para
tal inconsistencia. Hecho esto, estará usted en la condición de planear y diseñar,
con tranquilidad y antelación suficientes, el ataque en contra de la potencial justi-
ficación, así como de recolectar las evidencias que requerirá para fundamentarlo.
Es cierto que en algunos casos no será tarea sencilla prever la explicación
que proporcionará el testigo durante el redirecto —si es que alguna— frente a la
impugnación que usted ejecute. Sin embargo, eso no es impedimento para llevar
a cabo el análisis más riguroso posible. Piense que, en todo caso, de la precisión
de ese análisis anticipado dependerá que, cuando llegue el momento del recontra,
usted cuente con las herramientas para impugnar de inmediato al testigo.
Veámoslo con un ejemplo de la vida real. No hace mucho contrainterrogué a
un testigo cuyos dichos adolecían de profundas contradicciones, sobre aspectos
centrales del relato. Se trataba de un individuo que estaba recibiendo beneficios
de parte del estado a cambio de convertirse en testigo de cargo en contra de un
sinnúmero de personas.
Las contradicciones más graves se derivaban de las primeras declaraciones que
rindió. Así que, discutiendo con varios colegas y poniendo en marcha la imagi-
nación, estimé probable que una de las justificaciones para las inconsistencias del
testigo radicaría en afirmar que para esa fecha aún no contaba con seguridad para
él y para su familia de parte del Estado.
Excusa mentirosa, por supuesto, que quedaría desacreditada simplemente con
el certificado oficial o cualquier otra evidencia en la que constara desde qué mo-
mento recibía tal protección. Procedí a recolectarlo, sin la certeza de que termina-
ría siendo indispensable para el recontra. El testigo pudo dar otras excusas, pero
esta era la más probable. Y en efecto fue esa la que expuso durante el redirecto.
De esta forma, lo que pudo haberse estimado como una justificación razonable
o sensata para las inconsistencias del testigo, terminó siendo una prueba más de
su carácter mendaz cuando inmediatamente, en el recontra, lo impugné con la
evidencia que establecía que desde mucho antes de sus primeras declaraciones, a
diferencia de lo que había dicho en el redirecto, ya contaba con seguridad para él
y para su familia.
372 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

El mensaje es el mismo de siempre. La brillantez no juega un papel estelar en


el contra —ni en el recontra—, pues ese papel está reservado para la diligencia y
la preparación. De no haberle dedicado un tiempo importante a “imaginar” cómo
podría intentar justificarse, difícilmente habría logrado una impugnación efectiva
durante el recontra.
La verdad es que la imaginación de los testigos que están mintiendo, en oca-
siones, no tiene límite. De allí que en muchas otras ocasiones usted se encontrará
con explicaciones que jamás se habían pasado por su mente. En esos eventos,
usted debe llevar a cabo, a toda velocidad, un análisis en dos pasos. Primero, para
determinar si la explicación es razonable y si le hizo daño y, segundo, para esta-
blecer si usted cuenta con las herramientas para atacar inmediatamente la súbita
justificación.
Si la respuesta para cualquiera de los dos análisis es negativa, usted debe abste-
nerse de realizar recontra. Ya después argumentará el asunto durante los alegatos
de conclusión o lo refutará con sus propias evidencias. Pero lo que no puede hacer
es improvisar un ataque en condiciones de desventaja, como en las que se encon-
traría en la hipótesis propuesta.

iii. Si no es conveniente, pase; pero hágalo con estilo


De conformidad con lo explicado en los párrafos anteriores, si el recontra se
estima innecesario, inconveniente o muy riesgoso, lo procedente es no hacer uso
de esa segunda ronda de preguntas. El traumatismo que ello genera en el abogado
es muy semejante al que ocasiona no hacer contrainterrogatorio, pero igual que
allí, muchas veces suele ser la mejor decisión. Cuando el Juez o Magistrado le pre-
gunta si desea hacer uso del recontra, pase, pero hágalo con estilo: “No lo estimo
necesario, Señoría”, será, seguramente, la mejor respuesta posible.

iv. El recontra no es un seguro de vida


La última idea que quiero exponer sobre el recontrainterrogatorio está moti-
vada en los comentarios que, con frecuencia, se escuchan afuera de los juzgados,
justo antes de un contrainterrogatorio: “Esto no se lo pregunto en el contra. Me-
jor lo pregunto en el recontra, así mi contraparte no puede preguntar al respecto”,
es lo que suele escucharse.
Sin duda, es una idea tan curiosa como inconveniente. Ya a lo largo del libro
expliqué las razones por las cuales estoy en contra de la filosofía de “esconder”
los argumentos de la contraparte. Quienes así actúan, terminan escondiéndolos
tanto, que sin querer los esconden hasta del Juez.
La noción en este caso es muy parecida. Si algún asunto no es abordado en
el contra, de hecho, no puede ser abordado en el recontra, salvo que con una
Sistema de contrainterrogatorio 373

pregunta o respuesta del redirecto “se abra la puerta” a ese nuevo tema. Por eso
la idea es tan inconveniente. Implica dejar todo al azar, en tanto dependerá de la
contraparte y de que allí se “abra la puerta”, la posibilidad de abordar el asunto
en el recontra. Imagine por un instante que el azar no juega a su favor y que, por
culpa de su “astucia” —o falta de ella, mejor— algún tema importante se queda
por fuera del contra y el recontra.
En lugar de jugar a “esconder” los argumentos, recomiendo siempre buscar
todo lo contrario. Ser el abogado que expone los argumentos de forma sincera,
razonable y, sobre todo, directa. Sin argucias, con lealtad. Sin rodeos, de forma
contundente. Sin extremismos, con razonabilidad. Así aumentarán significativa-
mente las probabilidades de que el argumento detrás de su mensaje se entienda,
perdure y persuada. Con ello aumentarán consecuencialmente, como no, sus pro-
babilidades de ganar el caso.
Bibliografía

APPLEGATE, John S., “Witness Preparation” (1989). Articles by Maurer Faculty. 847. P.
295.
BERGMAN, Paul. La defensa en juicio. La Defensa Penal y la Oralidad. Segunda edición.
Editorial Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1989.
CAROFIGLIO, Gianrico. El arte de la duda. Madrid: Marcial Pons, 2010.
CHING, Bruce, Narrative Implications of Evidentiary Rules (November 18, 2010). Val-
paraiso University Legal Studies Research Paper n°. 10-11, Disponible en SSRN:
https://ssrn.com/abstract=1711483
CIALDINI, Robert. Influence: The psychology of persuasion. Collin Business Essentials.
HarperCollins.
CLARK, Ronald, et al. Cross-examination Handbook. Persuasion, Strategies and Tech-
niques. Nueva York: Wolters Kluers. Aspen Coursebook Series, 2015.
CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Código General del Proceso colom-
biano
CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, Ley 600 de 2000.
CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Código de Procedimiento Penal, Ley
906 de 2004.
CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS. Reglas Federales de Evidencia de Estados
Unidos, 1975.
CONGRESO GENERAL DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. Código Nacional
de Procedimientos Penales. México, 2014.
CONGRESO NACIONAL DE CHILE, Código Procesal Penal. Chile, 2000.
CONGRESO NACIONAL DE LA REPÚBLICA DE ECUADOR. Código Orgánico Inte-
gral Penal. Ecuador, 2014.
COOTER, Robert D. and EMONS, Winand, Truth-Bonding and Other Truth-Revealing
Mechanisms for Courts (November 2003). Disponible en: SSRN: https://ssrn.com/ab-
stract=229339
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-069-2009. Magistrada Po-
nente: Clara Inés Vargas Hernández. Colombia, 2009
376 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE CHILE. Sentencia del 17 de junio de 2013. Rol


286-2012. Chile, 2013.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia con radicado 29.418 de 2019. Magistrada
Ponente: María del Rosario González. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia SP1467-2016. Magistrada Ponente: Patricia
Salazar Cuellar. Colombia., 2016.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. AP3445-2014 del 25 de junio
de 2014. Radicado 43.746. M.P. José Luis Barceló Camacho.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia 38.512 del 12 de diciembre de 2012. Co-
lombia, 2012.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia SP606-2017 del 25 de enero de 2017. Mag-
istrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2017.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP2709-2018 del
11 de julio de 2018. Magistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2018.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP3106-2019 del
6 de agosto de 2019. Magistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP-12229-2016, 31
de agosto de 2016, radicado 43.916. Colombia, 2016.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP-2582-2019 del
10 de julio de 2019. Radicado 49283. M.P. Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Auto AP6328-2014 del 20 de
octubre de 2014, radicado 43683, M.P. Eyder Patiño Cabrera. Colombia, 2014
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Auto AP1611-2015 del 20 de
marzo de 2015, radicado 45126, M.P. Luis Guillermo Salazar Otero. Colombia, 2015.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Auto AP2770-2015 del 25 de
mayo de 2015, radicado 45578, M.P. Fernando Alberto Castro Caballero. Colombia.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Decisión AP2215-2019 del
5 de junio de 2019. Radicado 55.337. M.P. Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP17660-2017 del
25 de octubre de 2017. M.P. Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2017.
DECASTRO, Alejandro. La prueba de refutación. Discusiones, naturaleza y viabilidad.
Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2016.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Decisión AP4787-2014 del 20
de agosto de 2014. Colombia, 2014.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. SP14174-2015 del 10 de oc-
tubre de 2015. Radicado 34.467. M.P. Eyder Patiño Cabrera.
Bibliografía 377

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. Auto AP260-2017 del 25 de


enero de 2017, radicado 48131, M.P. Luis Antonio Hernández Barbosa. Colombia,
2017
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. Auto AP6770-2017 del 11
de octubre de 2017, radicado 50940, M.P. Luis Antonio Hernández. Colombia, 2017.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP606-2017 del
25 de enero de 2017. Magistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2017.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia SP7830-2017 del 1 de junio de 2017. Mag-
istrado Ponente: Eyder Patiño Cabrera. Colombia, 2017.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP4135-2019 del 1
de octubre de 2019. Radicado 52394. M.P. Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Auto AP5785-2015 del 30 de
septiembre de 2015. Magistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2015.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal. Sentencia SP3106-2019 del
6 de agosto de 2019. Magistrada Ponente: Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2019.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. Decisión SP1557-2018 del 9
de mayo de 2018. Radicado 47.423. M.P. Patricia Salazar Cuellar. Colombia, 2018.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. Radicado 41.163 del 8 de
agosto de 2013. M.P. Luis Guillermo Salazar Otero. Colombia. 2013.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Penal. Decisión AP2020-2015 del 22
de abril de 2015. Radicado 45.711. M.P. Eugenio Fernández Carlier. Colombia, 2015.
COX, Edward. The Advocate. His Training, Practice, Rights and Duties. Londres: John
Crockford Law Time Office, 1852.
DECASTRO, Alejandro. El alcance del contrainterrogatorio. Revista criterio jurídico.
Santiago de Cali, 2008.
DERSHOWITZ, Alan. Letters to a Young lawyer. Nueva York: Basic Boks, 2001.
DONALD. Vinson, Jury Psychology and Antitrust Trial Strategy, 55 Antitrust L.J. (1986)
DUCE, Mauricio. “El derecho a confrontación y uso de declaraciones emitidas en un
juicio previo anulado”. Polít. crim. Vol. 9, No 17 (Julio 2014), Art. 4, pp. 118-146.
DUCE, Mauricio. La prueba pericial. Aspectos legales y estratégicos claves para el litigio
en los sistemas procesales penales acusatorios. Colección litigación y enjuiciamiento
penal adversarial. Ediciones Didot. Buenos Aires, 2015.
EPSTEIN, Jules, The Great Engine that Couldn’t: Science, Mistaken Identifications, and
the Limits of Cross-Examination (September 24, 2007). Stetson Law Review, Vol. 36,
n°. 3, 2007, Widener Law School Legal Studies Research Paper n°. 08-23, Disponible
en SSRN: https://ssrn.com/abstract=1100090
378 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

FLOWERS, Roberta Kemp, Witness Preparation: Regulating the Profession’s ‘Dirty Little
Secret’ (2011). Hastings Constitutional Law Quarterly, Vol. 38, n°. 4, p. 1007, 2011,
Stetson University College of Law Research Paper n°. 2012-9, Disponible en SSRN:
https://ssrn.com/abstract=2039480
GERSHMAN, Bennett L., How Juries Get it Wrong - Anatomy of the Detroit Terror Case
(October, 31 2008). Washburn Law Journal, Vol. 44, 2005.
GERSHMAN, Bennett L., Witness Coaching by Prosecutors (2002). Cardozo Law Re-
view, Vol. 23, 2002
GILDIN, Gary. Cross Examination at Trial: Strategies For The Deposition. Legal Studies
Research Paper n°. 9-2012. Pennsylvania State University. The Dickinson School Of
Law.
GRANADOS, Jaime. La prueba pericial y la prueba novel en el marco del nuevo proceso
penal colombiano. Revista de Derecho Penal Contemporáneo. Revista n°. 11. Editorial
Legis, 2005. P. 10.
GREENBAUM, Arthur Franklin, Expert Witness Reports in Federal Civil Litigation: The
Role of the Attorney in the Expert Witness Report’s Preparation (2019). Ohio State
Public Law Working Paper n°. 499 (2019), Disponible en http://dx.doi.org/10.2139/
ssrn.3447219
GRISHAM, John. Tiempo de matar. Nueva York: Wynwood Press, 1989.
HENNING, Peter J., The Pitfalls of Dealing With Witnesses in Public Corruption Prosecu-
tions (2009). Wayne State University Law School Research Paper n°. 09-03.
HERBERT, David. LINCOLN. Editorial Simon & Schuster. Lincoln Library. New York,
1995.
INDIANA LAW JOURNAL, Vol. 82, 2007, Indiana Legal Studies Research Paper n°. 150,
Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1551364
LEE, Harper. Matar a un Ruiseñor. Barcelona: Editorial Novoprint, 2014.
LOPEZ, Diego. Manual de escritura jurídica. Primera edición. Agencia Nacional de De-
fensa Jurídica del Estado. Edición virtual, 2019.
MACCARTHY, Terrence. MacCarthy On Crossexamination. Chicago: American Bar As-
sociation, 2007.
MACCARTHY, Terence, et al. MacCarthy On Impeachment. How to Find and Use These
Weapons of Mass Destruction. American Bar Association. Chicago, 2016.
MAUET, Thomas. Trial Techniques and Trials. Décima edición. Nueva York: Wolster Klu-
wers, 2017.
MAZZONI, Giuliana. ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la
memoria. Editorial Trotta. Madrid, 2010
Bibliografía 379

MESTRE, José Fernando. La lucha contra la corrupción y los falsos testigos. Revista de la
Academia Colombiana de Jurisprudencia n°. 360. P. 266-267.
MORENO, Leonardo. Teoría del Caso. Colección Litigación y Enjuiciamiento Criminal
dirigida por Alberto Binder. Buenos Aires: Editorial Didot, 2013.
ORENSTEIN, Aviva, Children as Witnesses: A Symposium on Child Competence and the
Accused’s Right to Confront Child Witnesses (2007).
OSPINA, Víctor Hugo. Desconocimiento del límite y la finalidad del contrainterrogatorio
o contraexamen. Afrenta al principio de contradicción. Temas de Defensa Penal. Tomo
I. Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2014.
READ, Shane. Winning at cross-examination: A modern approach for deposititions and
trials. Dalas: Westway publishing, 2020.
READ, Shane. Turning Points at Trial. Greate Lawyers Share Secrets, Strategies and Skills.
Westway Publishing. Dallas, 2017.
RICHMOND, Douglas R., Compensating Fact Witnesses: The Price is Sometimes Right
(June 14, 2014). Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2450638
ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Ediciones Didot, 2019.
SANKOFF, Peter, Corbett Revisited: A Fairer Approach to the Admission of an Accused’s
Criminal Record in Cross-Examination. Criminal Law Quarterly, Vol. 51, 2006, dis-
ponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=921150
SCALLEN, Eileen A., Coping with Crawford: Confrontation of Children and Other Chal-
lenging Witnesses (2009). William Mitchell Law Review, Vol. 35, n°. 4, 2009, William
Mitchell Legal Studies Research Paper n°. 2009-01, Disponible en SSRN: https://ssrn.
com/abstract=1527569
SCHNEIDER, Wendy. Engines of truth: Producing Veracity In The Victorian Courtroom.
Yale University Press. 2015.
SOUTH CAROLINA COURT OF APPEALS. State V. Blalock. 357. S.C. 74. Ct. App. 591
S.E.2d 632 (2003)
SPENCE, Gerry. Smoking Gun. Day by day through a shocking murder trial with Gerry
Spence. A true story. Nueva York: Scribner — Simon & Schuster, 1999.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Davis v. Alaska, 415 U.S. 308, 316.
1974.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Walder v. United States, 347 U.S. 62, 65.
1954.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Harris v. New York, 401 U.S. 222. 1971.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Stone v. Powell, 428 U.S. 465. 1976.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Oregon v. Hass, 420 U.S. 714. 1975.
380 Juan Sebastián Fajardo Vanegas

SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Kansas v. Ventris, 556 U.S. 586.2009.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. United States v. Bagley, 473 U.S. 667.
1985.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Brady v. Maryland, 373 U.S. 83, 1963.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. United States v. Abel, 469 U.S. 45, 1984.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. Perry v. Leake, 488 U.S. 272, 283 n.7.
1989.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. United States v. Marshall, 488 F.2d
1169, 1171 9th Cir. 1974.
SUPREME COURT OF THE UNITED STATES. United States v. Tejada. 956 F.2d 1256
(2d Cir. 1992).
SUPREME COURT OF MICHIGAN. People V. Delano 318 Mich. 557 (Mich. 1947).
SUPREME COURT OF MICHIGAN. People V. Figures. 451 Mich. 390, 410 (Mich.
1996).
SUPREME COURT OF MICHIGAN. People V. Losey. 413 Mich. 346, 351 (Mich. 1982).
THOMPSON, William C. y SCURICH, Nicholas, How Cross-Examination on Subjec-
tivity and Bias Affects Jurors’ Evaluations of Forensic Science Evidence (January 22,
2019). Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=3320824
TOOBIN, Jeffrey. The nine: inside the secret world of the Supreme Court. Nueva York.
Random House, INC., 2008.
TRAVER, Robert. Anatomy of a Murder. Nueva York: St. Martin’s Publishing Group,
1958.
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BOGOTÁ. Auto del 23 de mayo
de 2014 dentro del proceso 110016000013 2011 12301. Magistrado Ponente: Orlan-
do Muñoz Neira. Colombia, 2014.
VASILIEV, Sergey V. “From Liberal Extremity to Safe Mainstream? The Comparative
Controversies of Witness Preparation in the United States,” (2011) International Com-
mentary on Evidence: Vol. 9: Iss. 2, Article 5.
VIAL CAMPOS, Pelayo. El derecho a confrontación con declaraciones de un juicio anula-
do en el marco del proceso penal. Polít. crim. [online]. 2011, vol.6, n.12], pp.448-473.
WAITES, Richard, Helping Reluctant Witnesses to Give Effective Testimony ( 2009). Dis-
ponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1520809
WELLMAN, Francis. The Art of Cross Examination. Chicago: American Bar Association,
2009. Edición original publicada en 1904 por The Macmillan Company.
tirant
online®
Colombia La base de datos
jurídica más completa
del mercado

Toda la jurisprudencia
y legislación de forma
fácil e intuitiva

Biblioteca virtual
con todo el fondo
editorial de Tirant
a un click

La actualidad jurídica
al momento para estar
siempre actualizado

tirantonline.com.co

Más información: atencionalcliente@tirantonline.com

También podría gustarte