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Es tan fácil perderse en pensamientos negativos y dudas sobre uno

mismo... Debajo de esos sentimientos de vacío e inseguridad, muchas


veces se esconde una verdad más profunda: no nos sentimos dignos de
amor. Los ideales sociales nos condicionan a creer que siempre debemos
esforzarnos por ser "mejores". Eso significa ser más delgados, más felices,
más ricos, más inteligentes. Se entiende la idea, ¿verdad? Rara vez nos
hacen creer que nos basta ser tal como somos.

Puede que ni siquiera nos sintamos dignos de nuestro propio amor. Esto
es muy triste.

Cuando mi crítico interior comienza a decirme que nunca tendré éxito o


seré feliz, mi sensibilidad yóguica me recuerda que debo parar todo lo que
estoy haciendo para descansar y respirar. A veces, en lugar de hacer eso,
voy por un helado y elijo disfrutarlo. Pero el agujero de la negatividad
queda, y el período de recuperación es más largo.

Meditar sobre el amor propio me permite volver a conectarme con mi


corazón y recordar que soy digna de amor, especialmente del mío.

EN EL CAMINO DEL AMOR PROPIO


Hay muchas formas en las que podemos cuidarnos y expresar nuestro
amor propio. Leer poesía que nos levante el ánimo, mimarnos con un
masaje, dar un largo paseo por la naturaleza o buscar la ayuda de un
amigo o un terapeuta. Como yoguis, también podemos recurrir a nuestra
práctica. Personalmente, descubrí que meditar sobre el amor propio me
permite volver a conectarme con mi corazón y recordar que soy digna de
amor, especialmente del mío.

Meditar sobre el amor propio me da permiso para ser real y vulnerable


conmigo misma. Sentarme a experimentar mis pensamientos y
sentimientos en lugar de alejarlos, es en sí mismo un acto de amor. Y
cuando me enfoco en mi corazón, soy capaz de crear un espacio
compasivo en el cual puedo sentir, sin juzgar, lo que sea que necesite
sentir. Durante ese tiempo no me estoy castigando por lo que creo que
hice mal o por cualquier situación en la que pienso que no estuve a la
altura. Simplemente, me permito ser humana.

Tan pronto como abandono el momento presente y dejo que mis


pensamientos (buenos o malos) consuman mi atención, siento cómo me
alejo de la experiencia de este espacio compasivo.
La meditación me permite ver que los pensamientos no son permanentes;
ellos vienen y van. Cuando doy un paso atrás y los dejo pasar, veo que ese
sentimiento de desvalorización es temporal.

Por lo tanto, cuando enfrentas la duda y la falta de amor propio, en lugar


de ser duro contigo mismo y quedar atrapado en el ya conocido guion del
"no soy suficiente", respira y utiliza esta meditación para recordarte que
eres digno de tu propio amor y compasión.

ACCESORIOS SUGERIDOS: UN COJÍN DE YOGA


(BOLSTER), UNA SILLA Y UNA MANTA (OPCIONAL)
Primero, ponte cómodo. Puedes acostarte de espaldas con un bolster
debajo de las rodillas y una manta doblada detrás de la cabeza. También
puedes sentarte sobre un bolster o unas mantas dobladas. Si quieres un
apoyo adicional, siéntate contra la pared o en una silla.

Si estás acostado, siente la conexión entre la parte posterior de tu cuerpo


y el tapete. Si estás sentado, estira la columna vertebral, abre las clavículas
y deja que las manos descansen sobre los muslos (con las palmas hacia
arriba o abajo, como quieras).

Una vez que estés instalado, cierra los ojos o amplía la mirada (esto quiere
decir que no te detengas a mirar un punto fijo, sino que trates de captar el
todo) y conecta con tu respiración. Préstale atención y no trates de
cambiarla. Fíjate también si te sientes tenso o relajado, pero tampoco
intentes cambiarlo.

Inhala por la nariz y luego exhala por la boca. Continúa haciendo


respiraciones profundas y completas por la nariz y sacando el aire por la
boca. Mientras respiras, toma conciencia del estado de tu cuerpo y tu
mente. ¿Dónde se acumula la tensión? ¿Te sientes cerrado o apagado
emocionalmente? ¿Dónde está tu mente? ¿Deambula por ahí o está aquí,
con la respiración? ¿Está tu mente tranquila o inquieta, llena de
negatividad y dudas?

Primero, ponte cómodo. Puedes acostarte de espaldas con un bolster


debajo de las rodillas y una manta doblada detrás de la cabeza. También
puedes sentarte sobre un bolster o unas mantas dobladas. Si quieres un
apoyo adicional, siéntate contra la pared o en una silla.

Si estás acostado, siente la conexión entre la parte posterior de tu cuerpo


y el tapete. Si estás sentado, estira la columna vertebral, abre las clavículas
y deja que las manos descansen sobre los muslos (con las palmas hacia
arriba o abajo, como quieras).

Una vez que estés instalado, cierra los ojos o amplía la mirada (esto quiere
decir que no te detengas a mirar un punto fijo, sino que trates de captar el
todo) y conecta con tu respiración. Préstale atención y no trates de
cambiarla. Fíjate también si te sientes tenso o relajado, pero tampoco
intentes cambiarlo.

Inhala por la nariz y luego exhala por la boca. Continúa haciendo


respiraciones profundas y completas por la nariz y sacando el aire por la
boca. Mientras respiras, toma conciencia del estado de tu cuerpo y tu
mente. ¿Dónde se acumula la tensión? ¿Te sientes cerrado o apagado
emocionalmente? ¿Dónde está tu mente? ¿Deambula por ahí o está aquí,
con la respiración? ¿Está tu mente tranquila o inquieta, llena de
negatividad y dudas?

Coloca las manos sobre tu corazón y continúa inhalando por la nariz y


exhalando por la boca. Pregúntate: ¿cómo me siento al poner mis manos
sobre esta área sensible, este lugar donde experimento amor por mí y por
los demás?

Deja que tu respiración se haga más suave y fácil y comienza a inhalar y


exhalar por la nariz. Siente el flujo de aire que entra en tus pulmones y
luego vuelve al mundo.

Con cada exhalación, imagina que estás liberando cualquier pensamiento


negativo que haya quedado vagando por tu mente.

Continúa centrándote en la respiración. En cada inhalación piensa "yo soy


digno", y en cada exhalación, "soy suficiente". Deja que cada inhalación
traiga el amor propio y cada exhalación libere lo que ya no te sirve.
Tómate unos minutos para respirar y recitar este mantra en tu interior.
Observa cómo te sientes al decirte a ti mismo estas palabras.

Si tu mente deambula en algún momento, está bien. Es su naturaleza.


Simplemente trae otra vez tu atención a la respiración. Observa cómo tus
pensamientos van y vienen, tanto positivos como negativos. Simplemente
déjalos pasar como nubes flotando en el cielo.

Ahora visualízate de pie frente a un espejo y mira a tus propios ojos. ¿Qué
ves? ¿Dolor y tristeza? ¿Amor y alegría? ¿Neutralidad?

No importa lo que aparezca en el reflejo, di: "te amo, eres hermoso y


mereces ser feliz".
Comprende que lo que ves en el espejo en este momento puede ser
diferente de lo que veas la próxima vez. 

Imagina ahora que puedes respirar con el corazón. Visualiza el amor


vertiéndose desde tus manos hacia tu corazón.

Deja que este amor te entibie y te impregne desde el centro del corazón y
ocupe el resto de tu cuerpo.

Siente la comodidad y calma viajando subiendo por el pecho hacia el


cuello y la cabeza, yendo hacia los hombros, brazos y manos y luego hacia
las costillas, el vientre, la pelvis, las piernas y los pies.

Permite que una sensación de calidez te invada de pies a cabeza. Respira


aquí y comprende que el amor estará disponible para ti siempre que lo
necesites. 

Cuando estés listo, toma algunas respiraciones más conscientes y


profundas y luego abre suavemente los ojos. Siéntate por unos momentos
y reconoce la experiencia única que has tenido durante esta meditación.
Vuelve a esta práctica (o a cualquier otro recurso que te sea útil) cada vez
que necesites crear un espacio amoroso para ti mismo.

Esta es una hermosa oportunidad para aprender algo nuevo sobre ti y


conectar con tus necesidades físicas y emocionales. Deja que el amor
propio te permita construir una relación más fuerte contigo mismo y
mostrarte plenamente en tu vida.

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