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Filosofia una gria para principiantes

(Jenny Teichman – Katherine C. Evans)


MORLIDAD E ILUSION
En este párrafo nos habla sobre la noción de que la moralidad es subjetiva y depende de las
opiniones individuales. Esta idea se remonta a la antigüedad, especialmente a las obras de
Platón. La comparación con la belleza sugiere que la moralidad es percibida de manera
relativa, variando según la perspectiva de cada persona. Aunque esta perspectiva ha sido
afirmada a lo largo de la historia, se plantea la pregunta de si seguirá siendo relevante en el
futuro, utilizando la metáfora de "volviendo a inventar la rueda".
SHOPENHAUER Y NIETZSCHE
En el siglo XIX, la idea de que la moralidad es una ilusión tuvo un impulso significativo,
especialmente gracias a filósofos como Schopenhauer (1788-1860) y Nietzsche (1844-
1900). Schopenhauer argumentaba que la moralidad no se descubre, sino que se crea,
mientras que Nietzsche la describía como una ficción necesaria para la supervivencia
humana, entre otras "ficciones necesarias". Estas incluían creencias metafísicas como la
causalidad de los eventos y la existencia del mundo material. Nietzsche, no solo escéptico
en ética, también cuestionaba la ciencia, la política, la existencia del mundo físico e incluso
la razón misma.
Desde la época de Nietzsche, la perspectiva de que la moralidad es una construcción ha
sido revivida en varias ocasiones, particularmente por los positivistas lógicos en la primera
mitad del siglo XX y nuevamente por el filósofo empirista J. L. Mackie en la segunda mitad
del mismo siglo.
EMOTIVISMO
El emotivismo, un enfoque dentro del positivismo lógico, es representado de manera
destacada por A. J. Ayer en su influyente obra "Lenguaje, verdad y lógica".
Ayer sostiene que la filosofía ética, según su teoría emotiva o emotivismo, no tiene relación
con el comportamiento real. Argumenta que las palabras éticas como "bueno", "correcto" o
"equivocado" no describen nada en el mundo real, sino que simplemente expresan
emociones.
Según el emotivismo, las oraciones éticas solo expresan los estados emocionales del
hablante, no hablan sobre las cosas en sí. Las palabras éticas son equiparadas a
interjecciones como "¡buu!", "¡caramba!" y "¡hurra!". La teoría emotiva a veces se
denomina "teoría buu-hurra de la ética". En este enfoque, no hay razón objetiva para
preferir una expresión emocional sobre otra; decir "¡buu!" o "¡hurra!" en respuesta a una
situación sería igualmente válido, ya que ambas expresiones solo reflejan las emociones del
hablante. Los críticos del positivismo lógico, y específicamente de Ayer, argumentan en
contra de esta idea.
El emotivismo, que sugiere que las afirmaciones morales son simplemente expresiones de
emociones y carecen de fundamento objetivo, se enfrenta a un desafío evidente: la realidad
constante de los argumentos morales en la sociedad. A pesar de la teoría emotiva, la gente
se involucra en discusiones sobre temas morales, como la responsabilidad en ciertas
acciones, el racismo, las decisiones personales, la política y la conducta sexual. Estas
discusiones tendrían poco sentido si todas las afirmaciones morales se redujeran a
expresiones emocionales simples como "¡buu!" y "¡hurra!".
Además, el emotivismo no concuerda con la experiencia humana, ya que es difícil imaginar
que figuras como Hitler y Stalin no sean objetivamente descritas como malvadas, y resulta
imposible considerar la interjección "¡hurra!" como una reacción apropiada a actos crueles.
LA RELATIVIDAD Y LA RAREZA
La teoría de J. L. Mackie sugiere que la moralidad es una ilusión, y destaca dos argumentos
para respaldar esta idea. El primero es conocido como "el argumento de la relatividad".
Mackie observa importantes variaciones en los códigos morales entre diferentes países,
religiones y épocas históricas. Estas variaciones llevan a la hipótesis de que no hay un
modo de vida moralmente superior a otro. La moralidad, según Mackie, es relativa, lo que
implica que las diferencias en las prácticas morales no permiten establecer que una forma
de vida sea intrínsecamente mejor que otra.
En el segundo argumento, "el argumento de la rareza", Mackie sugiere que los valores
morales objetivos serían entidades extrañas en el universo, ya que no son perceptibles como
características físicas. La crítica a este argumento destaca que la rareza no implica
necesariamente inexistencia, y que algunos principios morales fundamentales podrían ser
comunes a pesar de las variaciones superficiales.
En última instancia, las objeciones no logran refutar definitivamente la teoría de Mackie,
pero tampoco prueban su verdad, dejando la cuestión de la existencia de la moralidad en un
estado de incertidumbre.
En resumen, podemos destacar de que Mackie argumenta que la moralidad es una ilusión,
basándose en "el argumento de la rareza". Sin embargo, la rareza no es un obstáculo válido
para la existencia de entidades, y la clasificación de rareza es subjetiva.
Mackie sugiere que la creencia en la moralidad es una ilusión sostenida por la sociedad
para mantener la disciplina, comparando la moralidad con un sistema de leyes sin un
legislador, similar a la idea de Nietzsche de "Dios ha muerto". Mackie sostiene que las
metas o fines de la vida humana no tienen valor objetivo, ya que todo valor es subjetivo. La
variedad de dioses en diferentes religiones refuerza su argumento de que no hay valores
objetivos. En última instancia, Mackie concluye que el valor, al igual que la moralidad, es
una invención humana sin base objetiva.
Tambien, Mackie plantea la idea de que la moralidad es una invención humana sin base
objetiva, similar a otras invenciones como la geometría cartesiana o el cálculo diferencial.
Aunque Nietzsche y Mackie sugieren que la moralidad es una ficción necesaria, la
explicación de esta necesidad se relaciona con la incapacidad de los valores para ser
percibidos directamente por los sentidos. La realidad de las ideas abstractas, como los
valores, se asocia más con su necesidad que con su verificación mediante los sentidos. Así,
la utilidad y la necesidad pueden ser las mejores pruebas de la realidad de una idea
abstracta.

Opinión Rosmery
Desde mi punto de vista, comparto con la idea de Schopenhauer de que la moralidad se va
creando a base de la reflexión y la actividad humana. Cabe señalar de que la moralidad
conforme pasa los años, se va asentando en el ser de una persona a base de la experiencia.
Pero, en la actualidad se ha ido perdiendo esa esencia de la moral, veamos, en le Peru los
actuales “gobernantes”, el Perú está al revés.

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