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- AÑO XLVIII - Nº 535

PSICOLOGICA
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Elena Diana Scherb, Lía Marcela Fernández - Ignacio Barreira

Nicolas Basin, Santiago Carballo - Silvia Szuman
Marcelo Buchcaiger - Laura Llanos - Mario Pujó
 Página 2 • Diciembre 2023
Espectro de la
Esquizofrenia
Elena Diana Scherb,
Lía Marcela Fernández
Casos Clínicos (para proteger la
identidad de los pacientes, se
modificaron nombres y algunas
circunstancias)
Fabian, las drogas y la esquizofrenia
F
abián es un paciente varón, de 21
años cuando llega a la 1era entre-
vista de Admisión, a través de una
derivación de su prepaga para psico-
terapia conjuntamente con medica-
ción. El paciente, por ¨motus propio¨, sólo quiere,
por el momento, iniciar psicoterapia. Durante la en-
trevista el paciente relata entusiasta, un episodio de
ingesta de ácido lisérgico; seguido de una experiencia
que él denomina “ampliación de la conciencia al in-
finito”. Él lo que ve como problemático no es la ¨
prueba de realidad¨ de su teoría, sino el hecho de que
no puede dejar de pensar en eso y asociar que está co-
nectado con todas las personas y todos los trabajado-
res en red. A su vez, registra que sus amigos también
consumieron con él la misma droga, pero no se que-
daron pensando en estas cosas. También relata que
tiene sueños muy intensos, donde él trata de ingresar
y controlar su contenido ¨mientras duerme ¨. Dice
haber dejado los estudios porque le daba pereza con-
currir a la Universidad, y que ahora solamente está
realizando una capacitación en programación online.
Ante la evidencia de estas alteraciones del pensa-
miento se sospechó algún grado de des-compensa-
ción psicótica. Se le informa al paciente que se va a
precisar ver también a la familia; a lo que acuerda
gustoso. Él tenía una psiquiatra tratante, a quien
abandonó porque consideraba que no lo comprendía
bien. Se le informa a la psiquiatra que se citará a la fa-
milia dada la severidad del caso. Entre la primera y
las siguientes entrevistas, Fabián sufre un episodio de
descompensación en su casa, vinculado con un inci-
dente familiar, por lo cual es internado en una insti-
tución psiquiátrica por un breve lapso. Luego de la
internación, solicita volver al espacio psicoterapéu-
tico y discontinuar el esquema de medicación que
traía. Como trabajamos en equipo en tratamientos
combinados para este tipo de casos, organizamos una
entrevista familiar donde quedamos comprometidos
en que Fabián iniciaría un tratamiento psicoterapéu-
tico combinado con medicación y establecimos un
plan de tratamiento con los siguientes objetivos (ver
Figura 1)
Es importante destacar el rol de los objetivos de
las intervenciones dentro del diseño del tratamiento,
que surge a partir de la formulación del caso ( Eells,
2022). En esta familia, el éxito y la superación perso-
nal estaban sobrevalorados. El padre era un profesio-
nal jerarquizado, y además competía a nivel
deportivo con varios premios en su haber, los herma-
nos iban por el mismo camino, así como otros miem-
bros importantes de la familia. Para el padre, la
enfermedad del hijo representaba un fracaso, o lo que
podría llamarse una ¨ herida narcisista¨. Esta mirada
invalidante sobre el padecimiento del hijo, incremen-
taba el sufrimiento del paciente y de toda la familia.
Se trabajó intensamente en intervenciones psicoedu-
cativas para ayudarlos a modificarla y con ello facilitar
la implementación de las intervenciones terapéuticas.
Luego de dos años de tratamiento, conseguimos
algunos de los objetivos antes de que el paciente de-
cidiera dar por finalizado el proceso. Pudo avanzar
en la discriminación de fantasía de realidad, incre-
mentar la conciencia de enfermedad y activar
agenda insertándose tímidamente en un trabajo. La
familia consiguió avanzar en la aceptación de la en-
fermedad y mejorar los patrones comunicacionales.
Sin embargo, no conseguimos ni adherencia al tra-
Actualidad Psicológica
tamiento farmacológico, ni que dejara de drogarse,
aunque no era un objetivo explícito. Un par de años
después, en un contacto de seguimiento, supimos
que no había perdido los objetivos alcanzados, y que
estaba en tratamiento con un psicólogo que acep-
taba e indicaba drogas.
Este caso nos muestra no solamente la amplitud
que la nueva clasificación Espectro Esquizofrénico
aloja, sino que, también, la diversidad de los trata-
mientos disponibles, algunos con probada eficacia, y
otros no. Más adelante en el artículo ampliaremos
sobre este particular.
Carlos, el suicidio y la esquizofrenia
Carlos es un paciente varón, de 30 años cuando
llega a la 1era entrevista de Admisión, a través de
una derivación de su prepaga luego de una interna-
ción como consecuencia de un intento de suicidio.
Carlos había intentado cortarse las venas, y, de no
ser por un vecino que lo encuentra en su departa-
mento porque iba a pedirle un favor, no hubiera so-
brevivido. Si bien se encuentra bastante adormilado
por efecto de las medicaciones, manifiesta estar se-
guro de que no desea volver a intentar quitarse la
vida. Ante la pregunta de por qué lo hizo, su res-
puesta es que no recuerda exactamente el por qué,
y que lo que recuerda es como si tuviera la mente
en blanco. Previo a este episodio, Carlos se encon-
traba fuera de su provincia de origen, realizando
una Maestría en Ciencias Económicas en la Capital.
Ante este hecho, su familia ha venido a acompa-
ñarlo, secuencialmente su madre, su padre y sus
hermanos, pero quien fundamentalmente lo sos-
tiene de manera continua es la madre. En las si-
guientes sesiones, si bien Carlos se muestra algo
más comunicativo, se aprecian signos de retrai-
miento excesivo, incluso largos silencios donde es
difícil continuar la comunicación. Este conjunto de
comportamientos más el episodio del suicidio y
sobre todo, la repentina desconexión de su vida,
confirman el diagnóstico de Esquizofrenia. A pesar
de las dificultades de comunicación, se fue ha-
ciendo perceptible que, debido a los procesos de su
enfermedad, Carlos sufría tremendamente la lejanía
de sus familiares, además teniendo en cuenta de
que sus hermanos habían sido todos muy exitosos
fuera del pueblo de origen, y él no. Las dificultades
en la socialización probablemente lo habían empu-
jado a la depresión psicótica que lo llevó al intento
de suicidio.
El objetivo primordial de la primera parte del tra-
tamiento de Carlos fue ayudarlo a generar las condi-
ciones para que no se repita el episodio y a entender
o ver las conexiones entre sus pensamientos y el epi-
sodio. Se incluyeron entrevistas familiares con la
madre, el padre, los hermanos, todos juntos y sepa-
rados. En esta caso también el padre de Carlos y sus
hermanos estaban orientados al éxito. Si bien su
padre tenía un cierto grado de aceptación de la en-
fermedad, le insistía permanentemente al hijo con
distintas propuestas laborales para las cuales, clara-
mente, Carlos no estaba capacitado. Este círculo vi-
cioso de expectativas desajustadas y frustración entre
padre e hijo aumentaban su sufrimiento. La madre,
a su vez, sobre compensaba la falta de apoyo y vali-
dación del padre con una actitud sobre-protectora.
Este patrón comunicacional se trabajó en sesiones fa-
miliares coadyuvantes y permitió implementar con
Actualidad Psicológica Diciembre 2023 • Página 3

mayor efectividad las intervenciones en terapia indi-
vidual. Luego de un año donde se comprobó que es-
taba fuera de peligro, Carlos continuó con su terapia
individual y medicación. Al seguimiento, dos años
después, continuaba fuera de peligro, aunque con lo-
gros muy pequeños en el nivel de la inserción social
(síntomas negativos).
Estos son dos muy breves viñetas de pacientes
que llegan a la consulta con diagnóstico de Esqui-
zofrenia. Hoy sabemos que la Esquizofrenia no es
un cuadro único y uniforme, sino que toma múlti-
ples formas de presentación y de severidad, por eso
el consenso científico acuña el termino de Espectro
de la esquizofrenia. La gravedad de los síntomas
tiene un valor pronóstico y guía el tratamiento, lo
que conduce consecuentemente, a la necesidad de
disponer de tratamientos específicos y personaliza-
dos para cada caso.
Breve historia, evolución del
diagnóstico y tratamiento de la
Esquizofrenia.
pueden aparecer de forma muy abrupta. Los com-
portamientos que son signos de alerta temprana de
la esquizofrenia incluyen:
• Escuchar o ver algo que no está ahí.
• Un sentimiento constante de ser observado
• Manera peculiar o sin sentido de hablar o escribir.
• Posicionamiento extraño del cuerpo
• Sentirse indiferente ante situaciones muy impor-
tantes.
• Deterioro del rendimiento académico o laboral
• Un cambio en la higiene personal y la apariencia.
Un cambio de personalidad
• Aumento de la retirada de situaciones sociales.
• Respuesta irracional, enojada o temerosa a sus
seres queridos.
• Incapacidad para dormir o concentrarse.
• Comportamiento inapropiado o extraño.
• Preocupación extrema por la religión o lo oculto.
Dado que la esquizofrenia se caracteriza por tan-
tos tipos de síntomas diferentes, los clínicos y los cien-
tíficos han tratado de simplificar la descripción del
cuadro clínico dividiendo los síntomas en subgrupos.
• Síntomas en positivos
• Síntomas negativos.
Instalada la enfermedad pueden aparecer los de-
nominados síntomas positivos, que son: delirios, alu-
cinaciones, pensamiento y habla desordenados,
comportamiento desorganizado y también los sín-
tomas negativos: motivación reducida y dificultad
para planificar, comenzar y mantener actividades. re-
tiro social, apatía extrema (falta de interés o entu-
siasmo), falta de dinamismo o iniciativa,
aplanamiento emocional o expresión reducida de
emociones a través de la expresión facial o el tono de
voz, disminución de los sentimientos de placer en la

Breve historia del diagnóstico y situación actual

La esquizofrenia, una de las enfermedades más

reconocidas dentro del campo de las psicosis, apa-
rece mayormente en la adolescencia o en juventud
temprana. Actualmente a pesar de ciertos avances,
estamos ante un panorama complejo al mencionar
esta enfermedad, cuya neurobiología y fisiopatología
aún permanece desconocida, pero sobresalen los es-
tereotipos y prejuicios, de más de un siglo de evolu-
ción, que se fundan en el abordaje histórico cultural
de la locura y son promovidos por los medios de co-
municación en base a la falta de información y edu-
cación respecto de la enfermedad. La esquizofrenia
es una enfermedad crónica, donde el costo de la en-
fermedad, la estigmatización, la exclusión social y la
discapacidad permanecen produciendo efectos de-
vastadores para pacientes, familiares y a nivel de
Salud Pública (Capellino, R. y Sotelo, D., 2021). La
problemática actual es probablemente la estigmati-
zación que dificulta la detección precoz y la adhesión
al tratamiento, vulnera al paciente a experimentar re-
caídas, intensifica su sintomatología psicótica, genera
perjuicios en la construcción de la identidad, auto-
estima y autonomía y repercute negativamente en el
tratamiento y rehabilitación, afectando al que sufre
el trastorno y a su familia por temor a la exclusión
social (Loubat, M., Lobos, R., Carrasco, N., 2017). En
1908, Bleuler propuso el término esquizofrenia
(Schizophrenie) para designar un conjunto hetero-
géneo de enfermedades que la expresión Demencia
Precoz, propuesta por Emil Kraepelin algunos años
antes, no lograba unificar con éxito. El término es-
quizofrenia, aludía al rasgo fundamental: la escisión
o disociación. Se trata de un padecimiento que
adopta una variedad de formas al punto que los ma-
nuales actuales internacionales de Clasificación de
Enfermedades Mentales (DSM-5, 2014; CIE 2021)
reagruparon a un conjunto de padecimientos con la
denominación de Espectro de la Esquizofrenia. En
estos cuadros, no es solamente el trastorno psicótico
que prevalece, sino que, además, puede presentar
síntomas negativos, cognitivos y motores. El suicidio
es una de las principales causas de muerte. La enfer-
medad evoluciona por brotes. Los síntomas pueden
desarrollarse lentamente durante meses o años, o
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vida cotidiana, habla reducida. Los síntomas negati-
vos o deficitarios no sólo son complicados de tratar
y responden menos a los fármacos neurolépticos, en
comparación con los síntomas positivos, sino que
son más destructivos porque dejan al paciente inerte
y desmotivado. Es posible que el paciente esquizo-
frénico con notables síntomas negativos mejore su
ejecución bajo supervisión, pero no puede mante-
nerla cuando esta deja de prestarse. También los tras-
tornos cognitivos en la esquizofrenia son descriptos
desde hace más de un siglo y han sido caracterizados
como un componente central de la enfermedad. El
déficit cognitivo, al igual que otros dominios de la
enfermedad, han sido eclipsados por la sintomato-
logía psicótica, y no tenidos en cuenta, a lo largo de
la evolución, a pesar que aparecen con una marcada
frecuencia. las áreas más afectadas son velocidad de
procesamiento, atención/vigilancia, memoria de tra-
bajo, aprendizaje verbal, aprendizaje visual, razona-
miento y resolución de problemas y cognición social
(Sotelo et al.2021).
Impacto en lo social del paciente diagnosticado con
esquizofrenia
La esquizofrenia afecta no solo al individuo que
la padece sino a la familia, y especialmente a los cui-
dadores, que tienen que dedicarse a la atención del
enfermo, durante las etapas de crisis. En el 50 % de
los casos se hace necesaria la hospitalización del pa-
ciente. La tendencia actual es a que la internación sea
por un período breve, siempre y cuando se continué
el tratamiento integral (psicoterapia, farmacoterapia,
terapia familiar, intervenciones socio-comunitarias).
Desde 1950 que se sintetizó el primer antipsicó-
tico a la actualidad, solo existen fármacos eficaces en
resolver síntomas positivos, que se apoyan en la te-
oría, que habría una actividad dopaminérgica au-
mentada. En cambio, para los síntomas negativos,
cognitivos y motores, no hay medicación específica,
siendo la preocupación de los investigadores y cien-
tíficos en encontrar otras formas de abordaje, como
los tratamientos integrados con psicoterapia, que
son los que han demostrado mayor efectividad. A
pesar del deterioro significativo a que lleva la enfer-
medad, es muy importante además del tratamiento
farmacológico y la adherencia al mismo, la rehabi-
litación psicosocial del paciente, la reinserción so-
cial, el mantenerse vinculado laboralmente, pues el
rechazo, la desocupación, la carencia de redes de
apoyo son factores de riesgo que favorecen la apari-
ción de descompensaciones, así como la tendencia
a optar por conductas adictivas, u autodestructivas.
La familia y la sociedad juegan un papel importante
y la psicoeducación es necesaria para contribuir al
bienestar y a la salud de las personas que padecen
esta enfermedad.
Tratamiento en Esquizofrenia
1. Principales puntos a considerar
Las personas con esquizofrenia se pueden recu-
perar en diferentes grados. La medicación es la pri-
mera línea de intervención recomendada en estos
casos (Fabrissin, 2016). La psicoterapia puede volver
a tener un rol significativo en el tratamiento de la es-
quizofrenia. Sin embargo, los estudios muestran que
alrededor del 74% de los pacientes deja de tomar la
medicación a los 18 meses, y, en general, las tasas de
incumplimiento de la medicación se sitúan entre el
40 y 50% de los casos.
2. Enfoques psicoterapéuticos
Pfarmmatter, Junghan y Brenner, (2006) en una
revisión bibliográfica concluyeron que era posible
identificar cuatro enfoques de tratamiento psicoló-
gico diferentes que podían ser efectivos para la esqui-
zofrenia, los cuales son: Remediación cognitiva,
Terapia cognitivo conductual (TCC) para los sínto-
mas positivos. Entrenamiento en habilidades sociales
y Terapia familiar
2.1 Remediación cognitiva
La remediación o rehabilitación cognitiva es un
proceso de aprendizaje que apunta a áreas del funcio-
namiento neuropsicológico implicadas en el apren-
dizaje y en el funcionamiento cotidiano básico. El
proceso utiliza técnicas diseñadas para mejorar el
funcionamiento de las personas cuyas funciones cog-
nitivas se hallan afectadas debido a un traumatismo
o una patología. Los objetivos de la rehabilitación
cognitiva son reforzar capacidades cognitivas especí-
ficas que están debilitadas y también enseñar estrate-
gias compensatorias.
2.2 Terapia cognitivo conductual (TCC) para los
síntomas positivos.
Los estudios analizados en una investigación bi-
bliográfica permiten considerar a la TCC como un
tratamiento eficaz para personas con esquizofrenia
(Sabates, J., Garay, C. 2016)
2.3 Vinculo terapéutico y Esquizofrenia
El vínculo terapéutico es predictor de resultados
en psicopatología en general. En el caso de la esqui-
zofrenia, la fortaleza de la alianza ha sido asociada
a: reducción de síntomas, mejoría en la calidad de
vida y desempeño en la rehabilitación. Además, está
asociado a favorecer la adherencia al tratamiento
farmacológico.
2.4 Premisas psicoterapia en esquizofrenia
Los pacientes esquizofrénicos tienen fallas cogni-
tivas: adecuar las intervenciones (ej. tiempo de sesio-
nes menor), tareas inter- sesiones más focalizadas y
delimitadas, así como también flexibilidad en las
metas propuestas, el terapeuta debe disponerse a ayu-
dar en distintos niveles, a conseguir vivienda, a hablar
con los familiares, a resolver aspectos de la vida coti-
diana, esto tiene el potencial de aumentar la motiva-
ción en los pacientes (Beck, 2010). El paciente tiene
«áreas libres» de psicosis que pueden ser aprovecha-
das en la terapia. También la psicoterapia debe tender
a psico-educar al paciente, reducir los sentimientos
de culpabilidad y aumentar el conocimiento de la en-
fermedad (Beck et al. 2010).
Conclusiones y líneas futuras de
investigación
Desde el advenimiento de la Psicoterapia cientí-
fica, es decir, la Psicoterapia Basada en Evidencias,
los esfuerzos se concentran en identificar las inter-
venciones psicológicas específicas que hayan de-
mostrado eficacia y efectividad frente a cada
trastorno (Norcross, 2022). Esto incluye a todos los
trastornos psicopatológicos descriptos en los siste-
mas clasificatorios DSM y ICD. La misma concep-
Actualidad Psicológica
tualización de la Psicoterapia Basada en Evidencia,
nos indica que es la integración de:
• la mejor investigación disponible posible (se re-
fiere a estudios controlados aleatorizados como el
máximo nivel de evidencia, sin descartar otros)
• más la experiencia clínica (del/los terapeutas)
• dentro del contexto de las características del pa-
ciente, las preferencias culturales; de valores y creen-
cias (por ejemplo, en el caso de Fabián, la mitad de su
familia estaba y está a favor del uso de drogas y en
contra del uso de medicación psicofarmacológica)
• tratamientos disponibles (terapeutas debida-
mente capacitados, lo cual hace que, muchas veces,
la accesibilidad a los tratamientos validados sea
muy escasa)
• En el caso específico de los tratamientos com-
binados, si bien no hay Estudios Randomizados Con-
trolados (R.C.T.)1, varios autores coinciden en la
importancia del trabajo en equipo, donde interactúan
profesionales de diferentes disciplinas (Scherb, y
Scherb y Montesano)
Se ha avanzado a pasos agigantados desde las
1eras conceptualizaciones de la enfermedad mental
y de la esquizofrenia en particular, con su tinte de en-
fermedad oscura y tabú y los tratamientos que mar-
ginaban cada vez más a los enfermos, en lugar de
reinsertarlos en la sociedad. Las modernas concep-
tualizaciones describen de manera más objetiva los
déficit cognitivos, comportamentales y sociales y dis-
criminan mejor los distintos síndromes desde la con-
ceptualización de Espectro Esquizofrénico, a fin de
identificar mejor los objetivos de los tratamientos.
Sin embargo, todavía falta para llegar a una psicopa-
tología de precisión y, consecuentemente, a trata-
mientos personalizados precisos y con grados de
efectividad elevados. Este déficit se refiere tanto al as-
pecto de la psicoterapia como el de la medicación,
como quedó detallado arriba.
Una revisión sistemática (Scherb, 2022) reveló la
existencia de 18 estudios de investigación publicados
con distintos grados de evidencia, en poblaciones con
pacientes diagnosticados con esquizofrenia y otros
trastornos psicóticos, con tratamientos combinados.
Se destaca la revisión sistemática de Yldiz et al, 2021,
que releva el rol de la rehabilitación y la intervención
psicosocial en el mejoramiento del pronóstico y re-
sultados de las terapias en esquizofrenia y trastorno
bipolar; o el trabajo de Zeibig et al, 2021, que es un
RCT que plantea la eficacia de una intervención gru-
pal con pacientes consultorio externo con distinto
tipo de psicosis, desde una perspectiva trans-diagnós-
tica. Un ingrediente no menor es la importancia del
trabajo en equipo, ya señalado previamente, donde
hay evidencia que la coordinación del psicoterapeuta
y el psiquiatra es fundamental para los buenos resul-
tados del tratamiento (Scherb & Kerman, 2023).
Existe un consenso generalizado de que el trata-
miento de la esquizofrenia debería combinar medi-
cación antipsicótica e intervenciones psicosociales,
para poder abordar los aspectos complejos sociales,
económicos y de salud. Se recomienda a su vez tera-
pia familiar como coadyuvante y de apoyo, rehabili-
tación comunitaria y/o grupos de autoayuda. No
obstante, faltan estudios sobre la prestación de este
tipo de tratamientos integrales en países en desarro-
llo (Asher et al., 2017), con lo cual se sospecha la
falta de accesibilidad a tratamientos validados como
un déficit. Con respecto a tratamientos específicos,
un reciente estudio (Cheli et al, 2023) publicó un
Actualidad Psicológica
RCT comparando un abordaje innovador de terapia
de compasión y metacognición con terapia cogni-
tiva y medicación para pacientes diagnosticados con
trastorno de la personalidad esquizotípico, con ven-
tajas para el primero.
Para el futuro, es cada vez más relevante el diag-
nóstico diferencial dentro del Espectro de la Esqui-
zofrenia para identificar el tratamiento más
adecuado, y la perspectiva de los tratamientos basa-
dos en evidencia. Los avances en genética, funcio-
namiento cerebral y mental, psicología cognitiva,
conductual, procesos de socialización y neurobiolo-
gía del cerebro y de la interacción humana, segura-
mente vendrán con mejores alternativas para las
personas con diagnóstico de espectro esquizofrénico
y sus familias. La buena nueva es que la investiga-
ción está en marcha, así como la toma de conciencia
de la sociedad de los efectos deletéreos de la estig-
matización y la marginación del que padece.
La Dra. Scherb y al Dra. Fernández son docentes en la
Especialización en Psicología Clínica que se dicta en la Uni-
versidad de Flores.
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Nota
1
R.C.T.: Randomized Clinical Trials, por sus siglas en inglés
Página 6 • Diciembre 2023
La parafrenia, Introducción
E
l diagnóstico de parafrenia ha
caído en desuso hace ya varias dé-
entre la cadas. Se trata de una categoría
diagnóstica que ha quedado per-
dida en medio de una paulatina
polarización que se fue dando entre las escuelas
francesa y alemana de psiquiatría, las cuales a fines
esquizofrenia del siglo XIX y principios del XX, fueron tendiendo
a establecer nosografías centradas, respectivamente,
en los delirios y en la esquizofrenia. Por su parte,
los psicoanalistas se fueron centrando en lo anali-
y la paranoia. zable de las psicosis, que podría analizarse en estas
figuras clínicas, erigiendo a lo delirante como el fe-
nómeno psicótico predilecto para el debate.
A continuación revisaremos un material clínico
que corresponde a nuestro siglo XXI para ilustrar
Una discusión el trabajo realizado con una persona hospitalizada
en una unidad de internación psiquiátrica, y discu-
tiremos con los manuales psiquiátricos vigentes el
diagnóstico psiquiátrico en cuestión y la relevancia
clínica y psico- de la parafrenia en el mismo. Este trabajo fue tra-
bajado con el Lic. César Maya, el Lic. Leandro Be-
vacqua, la Lic. Paula Varela u la Lic. María Camila
Bidal en una publicación previa (Barreira et al.,
2018), y una ampliación del mismo constituye una
patológica parte muy relevante del libro Tratamiento de las
psicosis en dispositivos de internación psiquiátrica
(Barreira, 2023), publicado con los mismos autores.
Caso José
Ignacio Barreira
José de 53 años ingresó de manera voluntaria a
una unidad de internación psiquiátrica en una ins-
titución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Al momento de su ingreso se encontraba viviendo
solo en la habitación de una pensión del barrio de
Constitución y realizaba su tratamiento psiquiá-
trico concurriendo regularmente a los consultorios
externos de su cobertura. Tenía una curadora oficial
con la que sostenía una buena relación que moni-
toreaba sus necesidades de manera satisfactoria. La
información que se pudo recabar sobre su historia
provino esencialmente de sus relatos y de los de su
curadora. Había tenido dos internaciones psiquiá-
tricas anteriores. La primera ocurrió a sus 30 años
en un hospital público a raíz de un episodio de agre-
sión física en casa de su madre y posterior huida de
su hogar; días después fue encontrado viviendo en
la calle. La segunda había ocurrido 20 años después
de la primera, fue internado en una clínica particu-
lar durante un mes y medio; de esta última no se
pudieron obtener datos.
José decía que había internado por “problemas
clínicos”, a los cuales se refería describiendo sensa-
ciones inespecíficas en su cuerpo. “Sentía cosas, mo-
lestias en el pecho, siento las hare krishna en el centro
del pecho”. También manifestó sentir “cosas” que
rondaban por su columna vertebral. Este cuadro fue
el que lo motivó a decidir internarse de manera vo-
luntaria. En un primer momento consideramos que
esas manifestaciones por parte del paciente bien po-
dían tratarse de fenómenos alucinatorios, eventual-
mente de carácter cenestésico.
En relación a la existencia de antecedentes de su
padecimiento actual, expresó también que en algún
momento de su vida padeció “TEC”; se refirió con
estas siglas a un “traumatismo craneoencefálico”. Se
Actualidad Psicológica
intentó indagar sobre este asunto no pudiéndose
obtener mayor información al respecto; José era
muy disperso en sus respuestas. Comentó también
que padecía mareos y desmayos en diferentes ins-
tancias tal como tomarse un colectivo para concu-
rrir a sus tratamientos en salud mental (debía
trasladarse varias cuadras en colectivo desde su
hogar hasta los consultorios externos). Aparente-
mente, esta dificultad en su traslado habría influido
en el cumplimiento de la toma regular de sus me-
dicamentos, lo que a su vez le habría generado el in-
cremento de “ansiedades” y que desembocó en su
propia decisión de internarse por el temor que le
producía la posibilidad de desmayarse en la calle.
Se indicó evaluación clínica para monitorear estos
síntomas.
En relación a su familia, sus padres habían falle-
cido. No tenía hermanos ni hijos y no contaba con
otros familiares. Su madre habría padecido cardio-
patías, hipertensión y había fallecido por una de-
mencia senil; su padre habría sido “agresivo y
delirante”, y había fallecido de un paro cardiorres-
piratorio. Su núcleo social más cercano consistía en
“un amigo” que lo asistía con el pago de la habita-
ción de la pensión en la que vivía y con algunos
otros trámites administrativos. Su curadora moni-
toreaba sus necesidades económicas, habitacionales
y el seguimiento de sus tratamientos.
Al preguntársele por alguna relación de pareja,
José respondió que hacía mucho tiempo que estaba
solo. Relató una historia sobre María, una novia de
la adolescencia. Tras varios años de no saber de ella,
un día la recordó y se le ocurrió rastrearla por dife-
rentes medios. Realizó averiguaciones hasta que ob-
tuvo su teléfono y la dirección del lugar en el que
esta se encontraba trabajando. Intentó contactarla
por teléfono, pudiendo hablar alguna vez con ella
sin mayor éxito. Luego, empezó a realizar incursio-
nes por su lugar de trabajo, merodeando en el ho-
rario de su ingreso. Luego de varias veces de rondar
sin éxito, un día él la reconoció y no dudó en ir a
presentarse. Relató José que María quedó muy sor-
prendida y que se había alegrado de verlo. Sin em-
bargo, en su siguiente incursión, personal de
seguridad lo detuvo solicitándole que no volviera a
acercarse por esos lugares. José no había registrado
el impacto de su presentación ante María. Años
después volvió a recordarla y volvió a rastrearla,
esta vez logrando averiguar que trabajaba en un
programa de radio. Fue entonces que empezó a re-
alizar llamados telefónicos a su trabajo y a escribir
correos electrónicos para contactarla. Su insistencia
surtió efecto: un día jueves María llegó a saludarlo
“en vivo”. Luego de este hecho, José decidió enviar
correos electrónicos todos los días jueves hasta que
ella dejó de trabajar allí, y así fue cómo le perdió el
rastro de manera definitiva.
Entre otros intereses de su vida manifestó que
había llegado a desarrollar una serie de importantes
estudios en materia de religiones. Comentó que
hacía ya bastante tiempo se encontraba investi-
gando sobre el origen de todos los males, cuestión
que lo llevó a idear diferentes teorías sobre el origen
del universo: había estudiado a todas las religiones,
estaba comenzado a trabajar sobre un escrito que
contendría una versión definitiva del origen del
universo con ideas relativamente precisas sobre
nuestra cosmogonía (origen del universo y de la tie-
rra), la bipedestación, etc. Estos relatos fueron co-
Actualidad Psicológica Diciembre 2023 • Página 7

municados con tranquilidad y naturalidad. En su
ingreso a la institución, la estaba consignado el
diagnóstico de José: “ideación delirante mística, me-
galomanía interpretativa, refiere ideas fijas intrusi-
vas en relación a letras de música”. Al preguntársele
por esto, desmereció su interés por la música, des-
viando su discurso hacia otros temas.
De lo referido, José no consideró en ningún mo-
mento que sus ideas pudieran haber llegado a ser
delirantes, megalómanas o arbitrarias; en todo caso,
entendía que eran ideas novedosas, dignas de ser
estudiadas. En este último punto había un acuerdo
tácito ya que nuestro equipo prontamente lo cali-
ficó como un paciente de interés por lo florido del
cuadro que presentaba, los desafíos en relación al
diagnóstico del mismo, y los insistentes intentos del
paciente por buscar y encontrar sentido en sus pro-
ducciones. En las primeras entrevistas José no se ex-
playó sobre sus teorías cosmológico-religiosas,
confiado en que las entrevistas posteriores le per-
mitirían abundar en detalles.
Conscientes de que un diagnóstico es por lo ge-
neral provisorio, nos inclinamos por trabajar con la
hipótesis de que se trataba de un caso de esquizo-
frenia de tipo paranoide. Pese a que el cuadro deli-
rante presentado resultaba bastante sistemático, los
contenidos alternaban entre la sistematicidad y la
oscilación; los argumentos de los delirios no se mo-
dificaban en su sistema, pero cambiaban algunos
elementos sin amenazar su “coherencia” lógica.
Una primera consideración de objetivos para la
internación apuntó a: A. La estabilización de las
ideas delirantes del paciente para, B. Restituirlo a
su cotidianeidad, que volviera a vivir en la misma
pensión, C. Sosteniendo sus tratamientos ambula-
torios, con un acompañante terapéutico que lo mo-
nitoreara y asistiera a razón de tres horas tres veces
por semana. El equipo tratante acordó estos obje-
tivos que serían comunicados y/o revisados/ajus-
tados de acuerdo al devenir de las entrevistas con
José.
Luego de precisados los objetivos, se definieron
los criterios de estabilización. La hipótesis diagnós-
tica inicial de esquizofrenia de tipo paranoide ve-
laba la necesidad de precisar un diagnóstico
diferencial entre esquizofrenia y trastorno delirante;
esta diferencia altamente relevante desde una pers-
pectiva psiquiátrica, resultaba menos significativa
para una perspectiva psicodinámica. Al margen de
arribar a una categoría diagnóstica psiquiátrica pre-
cisa, la cuestión más relevante para el esclareci-
miento del diagnóstico consistía en cómo articular
la dirección de la cura de acuerdo con las conside-
raciones pronósticas (claramente diferentes para
estos cuadros), cuyas posibilidades de recuperación
presentaban implicancias diferentes.
Yendo en concreto a las variables para la con-
sideración de la estabilización, se trabajó sobre la
discriminación del síntoma principal de los sínto-
mas secundarios. Se priorizó el rol de la producti-
vidad psicótica, pero estableciendo una diferencia
clave entre los diferentes delirios con el fin de de-
terminar las estrategias de evaluación e interven-
ción: por un lado se debían tener en cuenta las
ideas hipocondríacas que habían motivado la in-
ternación (delirios y alucinaciones cenestésicas), y
por otra parte aquellas ideas que existían de hecho
pero que parecían no afectar de manera desmesu-
rada ni riesgosa la cotidianeidad del paciente (ideas
fijas, ideas místicas, etc.).
Monitoreo del cuadro de José
y tratamiento
Poco después de una semana de su ingreso a la
institución José relató: “mi pánico a salir a la calle
se debe al inicio de un malestar en la espina dorsal,
y cuando llego a la cama tengo un desplazamiento
del corazón en forma oblicua. Esto tiene relación con
las hare krishna. Mi yo no es mi cuerpo y yo soy ese
corazón”. Parecían haber menguado la ideación hi-
pocondríaca y las alucinaciones cenestésicas al
mismo tiempo que se encontraba más tranquilo y
menos ansioso. En sus dichos se advertía cómo la
indiscriminación propia de la psicosis decantaba en
intentos frustrados por ordenar el sentido de lo cor-
póreo y lo mental; esto se evidencia en la frase: “Mi
yo no es mi cuerpo y yo soy ese corazón”. Diez días
después de haber ingresado a la institución, José
manifestó que había cesado su malestar corporal.
Indagando sobre otros intereses, comentó que,
“antes era de pintar”; no obstante, aclaró: “no pinto
hace 30 años, ahora quiero escribir un libro”. Refle-
xionando sobre sus intereses, comentó: “no encontré
la perfección en la pintura, por eso la busco en la fi-
losofía”. En esta situación, se advirtió un desplaza-
miento en el que su energía psíquica parecía dejar
de estar puesta en los síntomas hipocondríacos y las

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Página 8 • Diciembre 2023
alucinaciones, para pasar a sus ideas místicas aun-
que implicadas en un proyecto literario; de esta ma-
nera, el deslizamiento de la pintura hacia el interés
literario resultaba análogo a la energía que se deri-
vaba desde sus síntomas hipocondríacos hacia el de-
sarrollo de sus ideas filosóficas. La semana siguiente
encontramos a José escribiendo una carta a la Fa-
cultad de Teología de la Universidad de Nápoles. En
esta manifestaba su interés en que las autoridades
consideraran la importancia de su desarrollo en ma-
teria teológica por el avance que podrían producir
sus teorías cosmogónicas. El paciente no solicitó que
nos ocupáramos de enviar la carta a Italia; quedaba
a cargo nuestro la averiguación de la dirección a la
que había que dirigirla y los costos de envío. Nos ne-
gamos a enviarla indicando que se trataba de un
proyecto suyo, del que debía ocuparse él por sus
propios medios; omitimos confrontarlo, reserván-
donos de exponer nuestra opinión sobre el hecho.
En cambio, se le preguntó si consideraba posible que
las autoridades de dicha universidad pudieran sor-
prenderse del contenido poco ortodoxo y popular
de sus escritos, a lo que respondió, “habría que ver”.
Al momento en que inició su actividad literaria,
José relató dos cuestiones. La primera, que había
empezado a sentirse encerrado dentro de la institu-
ción, por lo que solicitó salidas por horas (José es-
taba al tanto de que nuestro equipo se había
reunido con la curadora y que se estaba gestio-
nando el acompañamiento terapéutico). La se-
gunda, luego de manifestarse sobre su proyecto
literario y la carta, expresó sentirse mejor sin pre-
cisar por qué, ni en qué. De sus escritos comentó
que se encontraba averiguando específicamente
sobre los orígenes del universo, y de este tema, una
cuestión particular: “Dios y el ano tienen algo en
común: Dios se mete en el ano”.
Trascurridas tres semanas de internación pare-
cieron efectivamente disminuir sus ideas hipocon-
dríacas; pese a que había manifestado que estas
habían cesado, luego aceptó que en realidad habían
disminuido pero no desaparecido. José parecía sen-
tirse a gusto en los momentos en los que podía ex-
playarse sobre sus teorías durante las entrevistas
con los profesionales del equipo. Una vez que estas
concluían, inmediatamente retomaba su escritura;
no obstante, al poco tiempo se cansaba, y cuando
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esto sucedía se “bajoneaba”, quejándose de encon-
trarse encerrado.
José continuó con los relatos de sus teorías cos-
mológicas, precisando que las mismas se basaban
en la advertencia de unos extraterrestres sobre el
choque de su planeta con el nuestro. Durante las
entrevistas se indagó sobre sus ideas y se lo con-
frontó con el objetivo de evaluar su flexibilidad/ri-
gidez en relación a las mismas, mediante
observaciones que marcaban la arbitrariedad de
ciertas argumentaciones. José respondía a los cues-
tionamientos con explicaciones ad-hoc, que le per-
mitían “sostener” la validez de su sistema delirante,
salvaguardando la “coherencia” de su propuesta
cosmológico-religiosa.
En relación a su cuadro psiquiátrico, comentaba
ideas delirantes alternativas pero de menor impor-
tancia y de escaso vigor, “no disfruto los colores”,
aunque continuaban sus sensaciones cenestésicas,
“todavía tengo los hare krishnas en el pecho, siento
cosas raras”. Pese a que los delirios no cesaban,
cuestión que había sido considerada al momento de
su ingreso, la disminución en la intensidad de sus
ideas hipocondríacas, agregado al efecto del encie-
rro en la institución desde hacía varias semanas,
hacía que José se pusiera particularmente insistente
en sus manifestaciones sobre el alta sanatorial. Las
ideas que habían motivado la internación ya no in-
fluían en su estado de ánimo.
Luego de la primera salida, su impresión fue que
pudo sentirse cómodo; no obstante, continuaba con
ideas hipocondríacas y alucinaciones cenestésicas
que se agudizaban por la misma situación: “el cora-
zón me está estorbando porque allí están los hare
krishnas”, motivo por el cual “sólo descanso cuando
me siento muy cansado”. Días después, José dijo:
“ya no tengo los hare krishnas en el pecho, veo los co-
lores normales”, además se manifestó satisfecho en
relación a su acompañamiento terapéutico, di-
ciendo que la acompañante era una persona agra-
dable con la que se podía hablar. Luego de una
semana de acompañamiento terapéutico se observó
una mejora sintomática general: cesaron completa-
mente las alucinaciones.
Discusión psicopatológica sobre el
diagnóstico de José
Partiendo de la base de que el diagnóstico que
se suelen realizar en unidades de internación psi-
quiátricas se suele corresponder con los sistemas
nosográficos DSM y CIE, las opciones considera-
das fueron esquizofrenia de tipo paranoide o tras-
torno delirante. El trastorno esquizofreniforme fue
dejado de lado por no cumplirse ninguna de las dos
condiciones de diagnóstico diferencial de esta fi-
gura psicopatológica con la esquizofrenia: tratarse
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Actualidad Psicológica
de un trastorno con una duración mayor a seis
meses y el hecho de que había un marcado dete-
rioro tanto en la actividad social como en la labo-
ral, a diferencia del trastorno esquizofreniforme en
el que la duración debe ser menor a 6 meses y las
áreas de actividad social y laboral deberían encon-
trarse mayormente conservadas (DSM-IV, 1997;
DSM-5, 2014).
En relación al diagnóstico de trastorno deli-
rante, para el DSM-IV la cualidad de las ideas de-
lirantes debería excluir cierta «rareza» para que el
diagnóstico califique para esta categoría1, y distin-
guirse de la esquizofrenia y del trastorno esquizo-
freniforme por la ausencia de los demás síntomas
de la fase activa de la esquizofrenia que no son alu-
cinaciones y delirios (discurso desorganizado,
comportamiento muy desorganizado o catatónico
y síntomas negativos)2. A diferencia de su antece-
sor, el DSM-5 incluye en los criterios diagnósticos
de trastorno delirante un ítem para especificar si
los delirios presentan contenidos extravagantes3.
Al margen de eliminar la consideración sobre la
«rareza» precisada en el DSM-IV, el DSM-5 man-
tiene los criterios de diagnóstico diferencial entre
trastorno delirante y esquizofrenia paranoide4.
Estas dos observaciones se contradicen en el caso
de José: si tomamos en cuenta los criterios del
DSM-IV, José debería ser considerado un caso de
esquizofrenia paranoide por el contenido y rareza
de su delirio; en cambio, según el DSM-5, bien po-
dría ser considerado un caso de trastorno delirante
de tipo mixto.
En el caso de la Clasificación Internacional de
Enfermedades, la categoría que mejor daba cuenta
del cuadro de José era la F22, trastornos de ideas
delirantes persistentes (CIE 10, 1992, pp. 127-129).
El motivo por el cual este diagnóstico no ameritaba
mayor discusión obedecía a que esta figura psico-
patológica se destaca por considerar el tema con-
junto de ideas delirantes como la manifestación
clínica más destacada. En este sentido, la CIE, al
funcionar más como un nomenclador que como
una guía de tratamiento, permite introducir dentro
de esta figura diagnóstica múltiples cuadros tales
como las paranoias, la psicosis paranoides sin espe-
cificación, estados paranoides, parafrenias y delirios
sensitivos de referencia. Este diagnóstico, a diferen-
cia del DSM, rescata el predominio del delirio en
tanto se trata del aspecto sindrómico más relevante,
independientemente del diagnóstico fino. Un as-
pecto negativo a destacar de esta nosografía podría
resultar de la consideración precisa sobre la preci-
sión del diagnóstico concreto. No obstante, los
diagnósticos contemplados dentro de esta figura
son categorías emparentadas y que con el desarrollo
de la enfermedad permitirán establecer la precisión
que desde un principio podría resultar negada.
De acuerdo a los criterios de la psiquiatría clá-
sica, el cuadro de José aplicaría mejor al cuadro psi-
quiátrico de parafrenia; figura psicopatológica
intermedia entre la paranoia y la demencia precoz
de tipo paranoide. Si se considera un cuadro de pa-
ranoia, es posible contemplar la presencia de deli-
rios de interpretación de contenido místico,
llegando a conformar, eventualmente, una matriz
religiosa; y dentro de los temas que suelen presentar
los delirios paranoicos religiosos, las personas que
padecen estos cuadros bien pueden atribuirse fun-
ciones proféticas o mesiánicas a partir de un man-
Actualidad Psicológica
dato de Dios, del demonio o de los extraterrestres.
En estos cuadros pueden presentarse también alu-
cinaciones visuales y voces imperativas. La caracte-
rística diferencial para diagnosticar estos cuadros
es su carácter evolutivo: este tipo de delirios cróni-
cos se presentaría sin decadencia mental, sin debi-
litamiento de las funciones psíquicas, siendo estas
vigorosas, organizadas y sin evolución del dete-
rioro, a diferencia de los cuadros de demencia pre-
coz en los que se produce una pérdida paulatina e
irreversible de las funciones psíquicas globales
(Baumgart et al., 2010, pp. 112-123).
No obstante, dado que el grado de sistematiza-
ción del delirio de nuestro paciente existía, la
misma no era tan precisa desde su contenido y or-
ganización, y su vigor no se vinculaba tanto a su
vehemencia en la manifestación de las creencias
delirantes (parece más bien una certeza pacífica),
cuestión que justificaría excluir a este cuadro del
grupo de las paranoias y considerar el diagnóstico
de parafrenia5. En esta clasificación, la parafrenia
parecería una suerte de delirio crónico que bien
podría evolucionar hacia cierto deterioro6, pero
cuyo diagnóstico diferencial con la demencia pre-
coz se realizaría más por su evolución que por
constituir un cuadro per se7. En todo caso, y tal
como se ha dicho, pareciera que la parafrenia se
constituye en una categoría intermedia entre para-
noia y demencia precoz, cuestión oportunamente
considerada por Emil Kraepelin a principios del
XX en la octava edición de su tratado (1909-1913),
pero que continúa siendo un tema de discusión vi-
gente. En la octava edición de su tratado, presentó
a las parafrenias junto a la demencia precoz, ambas
como subtipos de las demencias endógenas. En re-
lación a la parafrenia, «… Kraepelin propone ahora
designar así a los delirios crónicos que no forman
parte de la demencia precoz ni de la paranoia» (Ga-
rrabé, 1992, p. 52).
Al intentar una delimitación más rigurosa de la
paranoia, Kraepelin excluyó de este grupo todas
aquellas formas alucinatorias, que se reserva para el
grupo de la demencia precoz, dejando aisladas al
grupo de parafrenias. Por su parte, en su Manual
de Psiquiatría (2002), Juan Carlos Betta estableció
con precisión la clasificación de Kraepelin, orde-
nando los delirios psicóticos en una gradación que
va de una mayor a una menor sistematización (pe-
queños defectos en la estructura de la personalidad)
y el deterioro de su personalidad (embrutecimiento
y defecto de la personalidad): 1. Paranoia. 2. Para-
frenia sistemática. 3. Parafrenia expansiva. 4. Para-
frenia confabulatoria. 5. Parafrenia mística. 6.
Demencia precoz o esquizofrenias (pp. 458-459).
En esta clasificación se produce un ordenamiento
de acuerdo a la presentación y evolución del cuadro
clínico, pero debe advertirse que estos dos factores
no siempre van acompañados. Una presentación
relativamente bien sistematizada, no necesaria-
mente conserva dicha cualidad a lo largo de la vida,
mientras que una presentación muy desorganizada
tampoco ofrece garantías de deterioro severo en un
menor plazo que otras formas de delirio. De
acuerdo a la clasificación de Kraepelin, el cuadro de
José calificaría como una parafrenia sistemática.
Si consultamos el Tratado de Psiquiatría de Ey,
Bernard y Brisset (1996), se puede encontrar el
grupo de las psicosis delirantes crónicas, que se di-
vide en aquellas que presentan curso deficitario y
las que no; las primeras constituyen el grupo de for-
mas paranoides de la esquizofrenia mientras que las
segundas agrupan a las paranoias, las psicosis alu-
cinatorias crónicas y las psicosis fantásticas o para-
frenias (Ey, Bernard y Brisset, 1996, p. 449). Esta
manera de clasificar a las psicosis delirantes resulta
coincidente con la concepción kraepeliniana, en el
sentido en que ambos establecen una clasificación
de acuerdo a criterios evolutivos, que van de formas
menos a más deterioradas de psicosis delirantes
crónicas. Pese a que la clasificación agrupa los cua-
dros en especies de acuerdo a las expectativas de de-
terioro resultante, el propio tratado de psiquiatría
intenta ofrecer una precisión de la dinámica de cada
cuadro, explicando que cada especie mórbida pre-
senta una caracterización precisa que justifica su ca-
tegorización.
Conclusiones finales sobre el debate
nosográfico
El relato de la experiencia de José permite apre-
ciar una florida sintomatología que invita a la dis-
cusión clínica y psicopatológica. Sobre la base del
debate nosográfico realizado a la luz de diferentes
referentes de la psiquiatría, concluimos que el diag-
nóstico psiquiátrico de José podría constituir una
parafrenia sistemática de acuerdo a la clasificación
de Kraepelin, o de parafrenia de acuerdo a lo pos-
tulado por Ey, Bernard y Brisset. El mismo no se
halla lejos de la figura de trastorno de ideas deliran-
tes persistentes de la CIE 10, aunque algo más dis-
tante de esta última figura psicopatológica puede
encontrarse en el trastorno delirante tipo mixto del
DSM-5. Descartamos el diagnóstico de esquizofre-
nia paranoide del DSM-IV. En consecuencia, rei-
vindicamos la figura de la parafrenia para pensar en
la clínica, en particular, la consideración de las for-
mas delirantes en un continuo que van de mayor a
menor sistematización en el entramado de su con-
tenido. Personas como José nos recuerdan que la
historia de la psiquiatría es muy rica y resulta tan
importante mirar para adelante como para atrás si
pretendemos tener una posición que articule inno-
vación con solvencia, novedad con consistencia y
que constituya un genuino aprendizaje para nues-
tras disciplinas.
Prof. Dr. Ignacio Barreira
Bibliografía
American Psychiatric Association (1997). Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales. DSM-IV. Barcelona: Edi-
torial Masson.
American Psychiatric Association (2014). Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales. DSM-5. Buenos Aires:
Editorial Médica Panamericana.
Barreira, I.; Bevacqua, L; Varela, P. y Amaya, C. (2018). «Expe-
riencia de un tratamiento en dispositivo de internación psiquiá-
trica». En: AAVV (2018). Psicosis actuales. Locura y alienación.
Capítulo del libro del Congreso AASM 2018. Pp. 128-130.
Barreira, I. (Director). (2023). Tratamiento de las psicosis en
dispositivos de internación psiquiátrica. Teoría, investigación
y clínica. En prensa. Buenos Aires: Letra Viva.
Baumgart A y cols. (2000). «Lecciones introductorios de psico-
patología». Eudeba.
Betta, J. C. (2002). Manual de Psiquiatría. Buenos Aires, Centro
Editor Argentino.
Diciembre 2023 • Página 9
Ey, H.; Bernard, P. y Brisset, Ch. (1996). Tratado de Psiquiatría.
Octava edición, Sexta reimpresión. Barcelona: Masson.
Garrabé, J. (1996). La noche oscura del ser. Una historia de la
esquizofrenia. México: Fondo de Cultura Económica.
OMS. (1992). CIE 10. Décima revisión de la Clasificación inter-
nacional de las enfermedades. Madrid: Meditor.
Notas
1 «Aunque la consideración de que las ideas delirantes sean o
no extrañas es especialmente importante para diferenciar el tras-
torno delirante de la esquizofrenia, la determinación del concepto
«rareza» puede ser difícil, particularmente entre diferentes cul-
turas. Las ideas delirantes se califican como extrañas si son cla-
ramente incomprobables, incomprensibles y si no derivan de
experiencias de la vida cotidiana» (DSM-IV, 1997, p. 303).
2 «El diagnóstico diferencial entre la esquizofrenia y el trastorno de-
lirante se basa en la naturaleza de las ideas delirantes (no extrañas
en el trastorno delirantes) y en la ausencia de otros síntomas carac-
terísticos de la esquizofrenia» (DSM-IV, 1997, p. 290). «El trastorno
delirante puede distinguirse de la esquizofrenia y del trastorno es-
quizofreniforme por la ausencia de los demás síntomas característi-
cos de la fase activa de la esquizofrenia» (DSM-IV, 1997, p. 306).
3 «Los delirios se consideran extravagantes si son claramente in-
verosímiles, incomprensibles y no proceden de experiencias de la
vida corriente (p. ej., la creencia de un individuo de que un ex-
traño le ha quitado sus órganos internos y se los ha sustituido por
los de otro sin dejar huellas ni cicatrices)» (DSM-5, 2014, p. 91).
4 «El trastorno delirante se puede distinguir de la esquizofrenia
por la ausencia de otros síntomas característicos de la esquizofre-
nia (p. ej., delirios, alucinaciones auditivas o visuales prominentes,
discurso desorganizado, comportamiento muy desorganizado o
catatónico, síntomas negativos» (DSM-5, 2014, p. 104). «El tras-
torno delirante puede distinguirse de la esquizofrenia y del tras-
torno esquizofreniforme por la ausencia de los demás síntomas
característicos de la esquizofrenia» (DSM-5, 2014, p. 93).
5 «Las Parafrenias son cuadros que presentan delirios mal siste-
matizados, con alucinaciones e interpretaciones delirantes que,
muchas veces, comienzan con un contenido persecutorio y evo-
lucionan a un contenido megalomaníaco» (Baumgart et al.,
2010, p. 115).
6 «Históricamente comienzan a identificarse otros cuadros,
donde la apatía y la desintegración subjetiva, la disgregación,
conducen a un delirio pálido y descolorido. Este grupo de sínto-
mas preludian lo que será, llamamos, a posteriori, el grupo de la
Demencia Precoz» (Baumgart et al., 2010, p. 116).
7 «La Demencia Precoz ofrece un polimorfismo sintomático con
el que se han hecho históricamente distintas agrupaciones, po-
niendo énfasis en diversos fenómenos (…) la desintegración de la
personalidad evoluciona hacia un pensamiento enmarañado, de-
sordenado, impenetrable» (Baumgart et al., 2010, pp. 116-118).
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Relatos en la Introducción
“Días en que una palabra lejana se apodera de
mí. Voy por esos días sonámbula y transparente.
La hermosa autómata se canta, se encanta,
se cuenta casos y cosas…”
esquizofrenia Alejandra Pizarnik
E
l propósito de este escrito es dar
cuenta de las experiencias recogidas
a partir de talleres de escritura con
Nicolás Basin,
personas que padecen esquizo-
frenia. La escritura es un puente
para la comunicación, cuya particularidad es que esta
queda grabada en tinta y nos permite re-leer
Santiago Carballo simultáneamente un discurso que va cambiando en
el tiempo. Abordamos una patología que engloba
dentro de ella distintas manifestaciones que, sin em-
bargo, son inequívocamente estigmatizadas social-
mente bajo el concepto de locura. Resulta extraño y
paradójico que dentro de nuestra formación acadé-
mica se encuentre presente dicha representación.
Centrados en el quiebre que produce el psicoanálisis
al considerar el valor de la palabra, nos disponemos
en cada actividad a escuchar y aprender del otro. No
pretendemos desenmascarar la lógica de la locura ni
llegar a su verdad última, sino más bien acompañar
activamente.
Creemos en una práctica a desarrollar lejos del
diván del psicoanalista. Por otra parte, si pensamos
en la persona por encima de la patología, tampoco in-
terponemos entre ésta y nosotros complejas teorías
que nos permitan explicar sus acciones. Para esto es
necesario priorizar una nueva práctica antes que con-
tinuar modificando la teoría.
Cuando escribir se vuelve una terapia.
“La vida: un relato en busca de narrador.”
Paul Ricoeur
Pensamos a la narración como una herramienta
terapéutica. La narrativa es definida como la forma
escribir o contar una historia. Estas producciones in-
dividuales, ya sean reales o ficticias, son dotadas de
grandes montos de afecto y figuran fantasías del yo,
de una forma más o menos directa.
Durante las últimas décadas ha aumentado el in-
terés de la ciencia en la investigación del valor de la
escritura como herramienta terapéutica. El para-
digma de la escritura ha encontrado diversos benefi-
cios para la salud de los pacientes sometidos a estas
terapias. Sus efectos positivos se observaron a nivel
somático (por ejemplo, una mejora en el sistema in-
mune), así como también mejoras psicológicas
(como reducir la ansiedad, rumiación y síntomas de-
presivos) y a nivel social (aumento de las conversa-
ciones, mejora en los rendimientos).
Comenzamos nuestro trabajo con la certeza de
que un taller es más que una actividad de enseñanza
o de entretenimiento, pudiendo llegar a constituirse
en una experiencia del orden de lo terapéutico. Par-
tiendo de la base de que todos somos distintos, lo que
se busca no es una tarea uniforme ni logros homogé-
neos, sino que intentamos potenciar la escritura par-
ticular de cada uno. En esta tarea es fundamental la
voluntad de participar y al mismo tiempo la acepta-
ción de las normas básicas de convivencia con el
grupo.
Actualidad Psicológica
El taller
“… porque ser escritor, poeta, novelista, narrador es
decir ficcíonante, imaginante, delirante, mitopoyé-
tico, oráculo o llamále equis, quiere decir en
primerísimo lugar que el lenguaje es un medio, como
siempre, pero este medioes más que medio, es como
mínimo tres cuartos”.
“Un tal Lucas”, Julio Cortázar
La actividad se desarrolla una vez por semana,
donde nos reunimos todos a una hora pautada. Con-
tamos con un momento de apertura, en el cual reci-
bimos a los integrantes y nos sentamos alrededor de
dos grandes mesas. Mientras esperamos a que lleguen
todos, y antes de comenzar a escribir, comentamos
cómo pasamos nuestra semana y cómo nos sentimos
en ese momento. A su vez dejamos el espacio abierto
por si alguien quiere contarle algo al grupo.
Luego comenzamos la tarea de escritura, con al-
guna consigna que sirva de disparador. Generalmente
utilizamos consignas específicas, para que puedan en-
tender bien el tema del escrito, pero luego dejamos
que cada uno lo desarrolle como quiera.
Cada integrante tiene la oportunidad de relatar a
través de un personaje y una historia aspectos pro-
blemáticos de su vida, que el escrito permite “ordenar
y estructurar las que parecen ser infinitas facetas de
hechos apabullantes” (Pennebaker, 1997). Si bien tra-
bajamos con sujetos que están estabilizados, la estruc-
tura propia de las producciones narrativas (con una
introducción, un nudo y un desenlace) funciona de
soporte esencial. Esta división clásica de la trama es
altamente estructurante y es una de las primeras cosas
que se enseña a los chicos en la escuela.
Finalmente nos sentamos a tomar una merienda
(que ellos se encargan de preparar), y es el momento
en el cual cada uno comparte al grupo su producción.
Tratamos de hacer devoluciones individuales acerca
del contenido del relato, de la conducta durante el ta-
ller y además dar algunos consejos sobre la escritura.
Estas intervenciones han probado ser altamente efec-
tivas, pudiendo cambiar algunas conductas poco co-
operativas o agresivas con el grupo; modificar los
estilos de escritura hacia un relato más coherente y
rico; y desviar el contenido negativo e insistente que
predomina en algunos participantes.
A través de los escritos buscamos favorecer una
actitud de reflexión y confrontación, más que una
aceptación de las manifestaciones de la patología. Sin
esta premisa no hubiéramos redescubierto junto con
cada uno distintas formas de ser para con ellos mis-
mos y con el grupo, y que, por estar naturalizadas
quedaban imposibilitadas.
Un ejemplo de estas producciones es la de Enri-
que, de 40 años, el cual escribió “Ser sociable”
“Ser sociable es muy importante, querer a los
demás. Esto sirve para abrirse con los otros y poder de-
sarrollar actividades. Es muy importante ayudar a los
demás sobre todo cuando están tristes y lo necesitan.
Debemos levantarles el ánimo y hacer lo mejor que po-
damos. De esta manera ayudaremos a que esté mejor
la casa y el mundo.
Hay que recordar lo importante que es ser una co-
munidad. Hoy lo olvidamos y las personas pierden el
amor por los otros. La tecnología se lo roba. Como
ejemplo podemos ver como viaja la gente en el colec-
tivo, escuchando mp3 y no hablando entre ellos. El ego-
ísmo nos está robando la felicidad. Hoy la gente tiene
problemas para hacer amigos y ser buena gente. Las
Actualidad Psicológica
personas pasan mucho tiempo en la televisión viendo
porquerías y en internet.
Esperemos para un mundo mejor, que la gente re-
cuerda ser sociable.”
Enrique era un paciente con mucho déficit cog-
nitivo producto de su patología, con grandes dificul-
tades en poder tener una red social que lo acompañe.
A lo largo del taller pudo escribir esta producción, ar-
mando lazo con sus compañeros y con la institución.
El grupo
El grupo provoca un compromiso con uno
mismo y con los demás, y ayuda a modificar una con-
ducta desadaptada. Asimismo, el intercambio con los
compañeros enriquece los textos al dar otros puntos
de vista y permite plantear distintas soluciones ante
un conflicto.
Los síntomas negativos son los que están más
presentes en nuestro trabajo. Ya sean causados por
la patología o por la medicación, la tríada alogia-
abulia-aplanamiento afectivo, es la que más perma-
nece luego de que los síntomas positivos se han ido.
En este sentido se perciben a sí mismos como faltos
de recursos cognitivos para afrontar distintas acti-
vidades, generalmente nuevas. Además de presentar
expectativas negativas o pesimistas. El dispositivo
grupal nos ayuda a trabajar con esta tríada, a partir
de la motivación que los mismos compañeros se
transmiten, las charlas que surgen durante la tarea
y el sostén afectivo que se genera ante situaciones
desbordantes.
Desde nuestro lugar intentamos por otro lado
propiciar actividades que respeten los intereses de
cada uno, y que puedan hacer lo que les gusta y no
únicamente lo que nosotros les pedimos. A su vez al
comienzo de la tarea hacemos hincapié en cada uno,
para que exprese su estado afectivo, tanto durante la
semana como en ese momento, para poder intervenir
o al menos hacer un seguimiento.
Ante situaciones concretas (fallecimiento de un
familiar, cambio de medicación, peleas) también in-
tentamos organizar actividades específicas, muchas
veces centradas en el integrante que trae el tema.
Nos parece fundamental resaltar que la asociación
donde trabajamos está organizada por un grupo de
familiares de usuarios del sistema de salud mental que
padecen esquizofrenia, teniendo como objetivo apo-
yar y asesorar a los pacientes y a sus familiares. Que-
remos enfatizar la importancia de este tipo de
asociaciones porque dan alojamiento y mejoran la ca-
lidad de vida del familiar con él y de la familia en su
conjunto. Por otra parte, se ubican como usuarios ac-
tivos de los servicios de salud mental, informándose
y luchando por mejorar sus derechos. Desde nuestro
trabajo es productivo este empoderamiento que rea-
liza la asociación con los pacientes dándoles a los mis-
mos mayor incentivación a realizar el taller,
propiciando un compromiso terapéutico y moti-
vando su voluntad a mejorar día a día.
Dentro de las actividades del taller también se
realizan producciones colectivas, donde participan
los pacientes aportando sus ideas y los talleristas
dando cohesión en conjunto a todo lo que se va
aportando. Podemos observar esto en la siguiente
producción titulada “El misterio de la caverna (el
camino hacia la luz)”:
“Aristides P. Smith, el renombrado aventurero
puertorriqueño, escucho por primera vez de la cueva
por casualidad, mientras bebía un vaso de caña en un
luminoso bar costero. La información, si bien dudosa,
también era clara: siguiendo la ribera del “Río de las
Mariposas” se podía hallar una misteriosa caverna de
la que no se conocía su interior ya que las supersticio-
nes locales prohibían el ingreso bajo amenazas que
Smith consideró ridículas.
Sin más datos que aquellos, Aristides no descansó
el día siguiente hasta hallarse frente a su entrada, muy
oculta tras una tupida capa de arbustos. Parado Allí
descubrió dos cosas: se trataba de una cueva muy pro-
funda y se encontraba sumida bajo una de las más te-
rribles oscuridades que él recordaba. Con una interna
en su mano y mucho sigilo fue adentrándose en ese
misterio hueco y no pudo en un comienzo dejar de
notar el ruido de un eco extraño que prevenía del
fondo de la cueva, lo que él creyó serían los murciélagos
negros que lo aguardaban más adelante. Sin hacer
caso a esto siguió caminando. Sintió en su boca un
sabor a tierra horrible que lo hizo descomponer e ir de
cuerpo. Luego se sintió y creyó ver un poco de oro.
Además del sonido de los murciélagos, oyó un cru-
jido al caminar y un movimiento en el suelo, acerco la
antorcha y descubrió que el suelo estaba habitado por
cientos de cucarachas gigantes y otros insectos que se
alimentaban de guano, y las crías de los murciélagos
que caían al suelo.
Fue tocando la cueva y sintiendo su húmeda pared
al avanzar. Sacó su linterna, se quedó mirando los bi-
chos y vio el reflejo de su sombra en una corriente de
agua. Escuchó sorprendido como entraba lo que pare-
ció un barco fantasma y un “auuuu” que pensó, era
aullido de un dragón. Enfocó la linterna hacia alrede-
dor de la charca, porque el aullido y el espectro percibe
ido le hizo suponer de un espíritu y, por consiguiente,
de una tumba y restos humanos. Entonces alumbro
con la linterna y encontró esqueletos con cascos, escu-
dos y espadas de sujetos que debieron ser vikingos.
A pesar del calor con su mano secó el sudor y con-
tinuó caminando. De repente, olió como si estuviera
cayendo tierra del techo y se dio cuenta de que estaba
quedando encerrado en la cueva.
Sintió un viento fresco que le parecía suponer que
la entrada derrumbada no era la única comunicación
con el exterior que tenia la cueva, y se dirigió, siguiendo
el arroyo, a una luz que le indicó el camino hacia
afuera. Una vez salido, se encontró en un bosque des-
conocido, siguió el arroyo para encontrarse con la ci-
vilización con la ayuda de un barco que encontró en
el camino. En el pueblo celebró su logro con la comu-
nidad de exploradores. “
Las producciones y lo individual
“…No quiero corregir el temblor de mi alma.
Escritos con sangre, por el puro placer
¡qué borrachera! de ponerle palabras
a la sangre…”
Marisa Wagner
La experiencia a través de las distintas actividades
nos lleva a una primera conclusión: no todos los es-
critos de sujetos psicóticos son iguales, ni en todos
ellos la escritura cumple la misma función. Sin em-
bargo, podemos observar algunas insistencias en los
relatos: estos se nos presentan como producciones
complejas, pero donde se destaca el concretismo y la
poca simbolización. Contrariamente a lo que se es-
peraría, no predominan los relatos bizarros e incluso
existe un expreso rechazo a las consignas fantasiosas
Diciembre 2023 • Página 11
o más libres. En cada uno hay temas que se repiten y
lo autobiográfico suele ser una de las actividades fa-
voritas. Esto último se evidencia desde el contenido
personal de los relatos, como también a través de la
poca distancia entre el yo-narrativo y el yo-persona y
la alternancia indiscriminada entre la primera y la ter-
cera persona.
Con respecto al aspecto estrictamente escrito, nos
centramos en evaluar la coherencia, el grado de ex-
presión de emociones, la forma en que se construye
el relato y la distancia establecida con el personaje.
Freud en su texto “El creador literario y el fanta-
seo” hace una analogía entre el escribir del poeta y
el jugar del niño, donde ambos crean un mundo
propio o insertan las cosas de su mundo en un
nuevo orden que les agrada. Por momentos esta se-
paración entre el mundo interno y el mundo efec-
tivo no es tal, y hay un solapamiento entre lo
narrado y los objetos y situaciones del mundo real.
En este sentido, por ejemplo, un cuento sobre un
gato hablaría sobre un gato particular (apuntala-
miento en objetos del mundo efectivo) y no admite
otro tipo de interpretación que esa.
A su vez, en referencia a las psicosis, Freud pone
al delirio como una forma de reconstruir la realidad,
como un intento de curación. A partir de nuestro tra-
bajo podemos encontrar que en sus producciones es-
critas aparece de forma solapada parte del delirio. Por
ejemplo, el paranoico centra sus argumentos sobre
cuestiones persecutorias, el que tiene un delirio de
grandeza en grandes personajes que despliegan ex-
traordinarias cualidades.
Estas insistencias nos han hecho cuestionarnos
hasta qué punto estamos promoviendo el desarrollo
del delirio, y si no habría alguna forma de favorecer
otros discursos. Con estos interrogantes en mente ac-
tuamos de la siguiente manera: primero establecemos
un encuadre imponiendo dos reglas básicas. Una es
“no repetir la temática” y la otra “no poner nada per-
sonal en el argumento”. Con la primera regla inten-
tamos romper con la insistencia que encontramos de
repetir los aspectos patógenos anteriormente descrip-
tos. Mientras que la segunda regla se centra en lograr
una diferenciación yo–no yo en un intento que la li-
bido yoica-introyectada pueda ligarse a un objeto di-
ferente del yo.
A pesar de haber notado cambios en varios inte-
grantes, es algo con lo que nos encontramos en cada
actividad, y que manejamos de una forma flexible.
Intentamos promover finales felices, donde el per-
sonaje pueda resolver de alguna forma el conflicto
planteado, de manera de que el sujeto pueda conec-
tarse con los aspectos más saludables de su persona
(Bruder, 2004). A través de las sucesivas actividades
notamos como la escritura ayuda a mejorar la expre-
sión de emociones y reducir las sensaciones de ansie-
dad, miedo y tristeza. Por otra parte, facilita la fluidez
y la organización del discurso, lo cual se evidencia con
una mejora en la lectura de los textos, como así tam-
bién en las conversaciones del grupo. Al finalizar cada
uno sus cuentos tratamos de hacer una devolución
numérica para incentivar los aspectos positivos y la
producción de cada uno de los participantes.
Un ejemplo de este trabajo esta en la producción
de A, el cual tenia 23 años en el momento de su es-
critura. A tenia muchos síntomas de trastornos de
lenguaje, haciendo muy difícil mantener el hilo de su
pensamiento y saltando de tema en tema, pero aun
Página 12 • Diciembre 2023
así en la lógica grupal pudo realizar el siguiente mi-
crorrelato “La mala suerte”
“La mala suerte fue mi gran amiga, porque me hi-
cieron creer que era buena. Existen personas que la tie-
nen de su lado y oras tantas que piensan que las van a
tener y mueren sin conocerla. Pero también hay gente
que la tuvo y la dejo pasar. La suerte en realidad nunca
existió. Existe una materia que se denomina calculo de
probabilidad. Por medio de la estadística y los llama-
dos algoritmos de estados puede conocer la probabili-
dad de que algo pase. Pd: mueran tranquilos existe el
destino, pero no la suerte, dice un flaco que se canso de
jugar a la lotería. “
De qué hablamos cuando hablamos de
esquizofrenia.
La esquizofrenia es considerada, desde el saber
científico y popular, como una de las patologías
mentales más severas. Su gravedad se centra en que
se manifiesta en una sintomatología extravagante
(alucinaciones, delirio) la cual hace estragos en la
vida social, económica y anímica de la persona que
la padece, provocando durante toda su vida encuen-
tros regulares con los servicios psiquiátricos.
Esta patología tiene como singularidad una am-
plia variedad de síntomas, creando así una entidad
nosológica excesivamente abarcadora. Esto causa que
dentro del mismo diagnóstico haya una gran varie-
dad de subtipos, y a su vez una diferencia en cuanto
al grado de severidad y de sus características. Noso-
tros concebimos a la esquizofrenia como una enfer-
medad multicausal donde hay un interjuego entre
factores genéticos, ambientales, sociales y psíquicos.
Al hablar de multicausalidad también nos remitimos
a lo elaborado por Freud en cuanto a las series com-
plementarias. Estas están comprendidas por factores
congénitos y hereditarios, los cuales junto con las ex-
periencias infantiles constituyen para cada uno dis-
tintas predisposiciones. Durante el crecimiento y
sumadas a factores desencadenantes actuales culmi-
nan por desencadenar una neurosis o una psicosis.
“Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza
nuestro pensamiento.»
Albert Einstein
El arrasamiento subjetivo que produce el desen-
cadenamiento psicótico se puede homologar a la no-
ción de trauma freudiano, entendido como
“Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado
por su intensidad, la incapacidad del sujeto de respon-
der a él adecuadamente y el trastorno y los efectos pa-
tógenos duraderos que provoca en la organización
psíquica» (Laplanche y Pontalis, 1974). Pennebaker,
creador del paradigma de la escritura, trabajó profu-
samente sobre los efectos beneficiosos de la escritura
ante sucesos traumáticos. A través de sus investiga-
ciones documentó como los sujetos mejoraban su
salud tanto física como mental. Interrogado sobre los
efectos de la terapia, demostró que éstos no se debían
simplemente por transmitir al otro estas vivencias,
sino que las mejoras se producían únicamente
cuando intervenía el lenguaje. Con esto último no
pretendemos promover esta actividad en pacientes
psicóticos desencadenados, sino intentar acercarnos
a entender el efecto que puede producir la escritura
en situaciones desbordantes en la vida de un sujeto.
A su vez considerando que, tal como ha sido anali-
zado por el psicoanálisis, le ha permitido a diversos
psicóticos encontrar un camino hacia la estabiliza-
ción. Uno de los integrantes del taller realizo el si-
guiente texto sobre la Esquizofrenia: “Poesía para
todos los enfermos de esquizofrenia”:
“Viniste y te encerraste en mi como la hierba mala
Tomaste las formas de mis sueños con sus falas ilu-
siones
Si quiero abandonarte te burlas de mí y me dejas mas
preocupado todavía
Yo sólo sé que tendré que aferrarme más a la vida
Tendré la paciencia del pescador para que me dejes en
paz y seguir adelante todavía.
Ojalá mi psiquiatra me da la medicación adecuada
porque de
Eso dependemos para decirte basta ya a estas alucina-
ciones auditivas.
Ilusión No, esperanza SI.
La ilusión se desvanece, la esperanza permanece. “
El hecho de secuenciar narrativamente distintos
sucesos permite construir un puente entre quienes
éramos antes y quienes somos en la actualidad (Ar-
ciero, 2004). Cuando se vive constantemente en cam-
bio, y el mundo exterior ni nosotros mismos
parecemos los mismos, el soporte físico de la escritura
nos permite volver a acceder a pensamientos anterio-
res. La integración de lo pasado y lo presente, articu-
lado bajo alguna lógica, le permitiría al sujeto psicótico
alguna identidad. Al mismo tiempo que el mero pro-
yecto de escritura constituye un sentido de vida.
Incluso en nuestra actividad, donde los partici-
pantes están estabilizados, es todavía notable como
insisten en los relatos momentos estresantes o nega-
tivos que han vivido en su vida. La escritura termina
siendo un intento de reparación y reencuentro.
Freud en “Introducción del narcicismo” distingue
los destinos de la libido en la neurosis y la psicosis.
Esta última se caracteriza por retirar su libido de las
personas y cosas del mundo exterior, pero sin susti-
tuirlas por otras en su fantasía. Cuando esto ocurre,
afirma, parece ser algo secundario y corresponde a
un intento de curación que quiere reconducir la li-
bido al objeto. Entonces, ¿por qué no considerar a la
escritura como un intento de reconducir la libido
hacia los objetos?
El lenguaje no sólo representa la realidad, sino que
la construye. La narración no concentra toda la vida,
pero sí la organiza y le da significado. En la esquizo-
frenia podemos observar la realidad y su distorsión,
la seguridad omnipotente y el miedo visceral, la vo-
luntad y la impotencia angustiante. Creando un am-
biente cálido y estable, intentamos desarrollar
actividades grupales e individuales, que cuestionen la
‘identidad psicótica’ y favorezcan el surgimiento de
nuevas capacidades. Se trata de buscar entre todos un
significado más claro.
Conclusiones
El trabajo desarrollado a través de talleres de es-
critura con personas que padecen esquizofrenia ha
proporcionado valiosas perspectivas sobre el poder
terapéutico de la escritura en el contexto de esta pa-
tología mental. La esquizofrenia, una condición es-
tigmatizada socialmente, ha sido abordada desde un
enfoque humano y comprensivo, reconociendo la
singularidad de cada individuo y su capacidad para
expresarse a través de la escritura.
A través de estos talleres, se ha observado que la
Actualidad Psicológica
escritura se convierte en un puente para la comuni-
cación, permitiendo a los participantes expresar sus
pensamientos y emociones de una manera estructu-
rada y significativa. Más allá de simplemente enseñar
técnicas de escritura, el taller se ha convertido en una
experiencia terapéutica, proporcionando un espacio
seguro y de apoyo donde los participantes pueden
compartir sus experiencias y enfrentar los desafíos
de la vida.
La escritura se ha revelado como una herramienta
poderosa para ayudar a los individuos a enfrentar y
procesar sus traumas y dificultades emocionales. Al
proporcionar un medio para organizar pensamientos
y emociones, la escritura ha contribuido a reducir la
ansiedad, el miedo y la tristeza en los participantes.
Además, al fomentar la expresión creativa, se ha ob-
servado una mejora en la fluidez del discurso y en la
capacidad de los participantes para relacionarse con
los demás de una manera más saludable.
Es importante destacar que los talleres no buscan
desentrañar la lógica de la locura, sino más bien
acompañar activamente a los participantes en su pro-
ceso de escritura. A través de la escritura, se ha pro-
movido la reflexión y la confrontación, permitiendo
a los participantes explorar diferentes aspectos de sí
mismos y del mundo que los rodea. La escritura se ha
convertido en un medio para reconectar con expe-
riencias pasadas y encontrar un sentido en medio de
los desafíos presentes.
En resumen, este trabajo ha demostrado que la es-
critura puede ser una forma efectiva de terapia para
personas que padecen esquizofrenia. Al proporcionar
un espacio para la expresión creativa y la reflexión,
los talleres de escritura han contribuido significativa-
mente a mejorar la calidad de vida de los participan-
tes. Este enfoque centrado en la persona, que valora
la singularidad de cada individuo y su capacidad para
narrar su propia historia, ofrece una alternativa va-
liosa a las intervenciones tradicionales en el campo
de la salud mental.
Nicolas Basin, Lic. en Psicología (UBA), Especialista en Psi-
coterapia Cognitiva (UNMdP). Prof. de la Universidad de Buenos
Aires, Universidad de Favaloro y Universidad de Palermo.
Santiago Carballo, Lic. en Psicología (UBA). Especialista en
Psicología clínica de niños y adolescentes (IUSAM). Secretario
Académico y profesor de la Carrera de Especialista en Psicología
clínica de niños y adolescentes (IUSAM).
Bibliografía
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nestar psicológico y sus correlatos. Tesis doctoral. Universidad de
Palermo. Buenos Aires. Argentina.
Bruder, M. (2004) El valor de la escritura ante situaciones trau-
máticas. Artículo de Portal Psicomundo Argentina. Buenos Aires.
Argentina. Link: https://www.psicomundo.com/argentina/articu-
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Freud, S. (1908 [1907]) “El creador literario y el fantaseo”
en: Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, tomo IX.
Freud, S. (1914) «Introducción del narcisismo « en: Obras
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Freud, S. (1924) «La perdida de la realidad en la neurosis y la
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XIX.
Laplanche, J., & Pontalis, J. B. (1974) Diccionario de psicoanálisis.
España: Editorial Labor.
Pennebaker, J, W. (1997), Writing about emotional experiences
as a therapeutic process. Psycholigical Science. EEUU.
Actualidad Psicológica
“Nada distingue tanto al hombre antiguo del
Actualidad de moderno como su entrega a una experiencia cós-
mica que el segundo apenas conoce. El naufragio
de esta ya se anuncia en el florecimiento de la as-
tronomía a comienzos de la Edad Moderna”. 1
la I
E
se aspecto oscuro, enigmático,
controvertido de la realidad hu-
esquizofrenia mana que recorre la historia y se
denomina locura, no nos es igno-
rado. Los pueblos convivieron con
ella de muy diferentes modos, con temor, muchas
y orden veces ignorándola y por momentos aceptándola. A
partir de los siglos IV y V con la creciente hegemo-
nía ideológica del cristianismo, la perversión de la
moral religiosa y el pecado se constituyen en la etio-
logía de la locura. Una inquietud surge en el hori-
paranoico zonte de la cultura europea en la Edad Media,
plantea Michel Foucault2. Se trató del triunfo del
diablo por sobre el Espíritu Santo en su continua
lucha por la posesión del alma. Por ser asimilado al
pecador, al poseído, al endemoniado el loco debe
Silvia Szuman ser apartado, excluido, eliminado. Este “delirio”
medieval, disparate colosal conectó a demonios,
brujas, y seres humanos en un acuerdo enloquece-
dor. Visiones y voces amenazantes que fueron aca-
lladas con los más diversos métodos. Cuando las
misas y las peregrinaciones no fueron suficientes,
se los encerró afuera de las ciudades, y peor aún, se
los entregó al fuego purificador de las piras exorci-
zantes. Pecadores, poseídos, endemoniados3.
A partir de la Modernidad, el teocentrismo dog-
mático del Medioevo comienza a ser sustituido por
un movimiento cultural, filosófico y científico de
renovación que se va difundiendo por toda Europa
alentando una nueva concepción del hombre. Los
espíritus amigables o amenazantes del entorno de-
saparecen, y así la realidad se vuelve más cruda en
tanto que el elemento común de la experiencia hu-
mana, un real amenazante y activo, entra en crisis.
Asistimos a un avance inédito de la Ciencia y a un
despertar del Romanticismo que abre un abismo en
el corazón del hombre, un territorio sin palabras en
el interior de las cosas4. Este mundo sin Dios que
hiere al sujeto y su mundo empuja a experiencias
inéditas.
Hacemos nuestra la pregunta que recorre el
texto de Colina y Álvarez mencionado ¿Qué dife-
rencia aporta esta transformación cultural? ¿Pode-
mos hablar de un cambio en la subjetividad?
“La cosa en si kantiana, la voluntad de Schopen-
hauer, la oscuridad de Schelling, la pulsión de Freud,
lo real de Lacan, dan testimonio de esa experiencia
radicalmente moderna que conduce al hombre hasta
los límites del lenguaje, allí donde la representación
no alcanza a revestir el territorio existente… De este
descubrimiento es hija la psicosis propia de la Mo-
dernidad. La esquizofrenia tal y como la conoce-
mos.”5.
¿Qué es lo nuevo que surge como consecuencia
de la declinación de la omnipotencia divina y de la
emergencia de la ciencia? Lo que surge es la res-
puesta que el sujeto encuentra, verdadero trabajo
de investigación a través de las voces de ese real y
simbólico fracturados e incomprensibles, amena-
zantes, de ruptura del lazo social y de las cadenas
del lenguaje, a esa insuficiencia radical frente a pro-
Diciembre 2023 • Página 13
cesos, que las palabras no alcanzan a representar y
que produce una profunda división y fragmenta-
ción de la identidad. Dicho de otro modo, estando
la acción de lo simbólico sobre lo real cada vez más
reducida predomina la esquicia, en desmedro del
enlace. Es por esto que la esquizofrenia es actual. La
voz no es algo previo al lenguaje ni tampoco es del
orden de la naturaleza. No pertenece al campo del
sentido. Se encuentra en el cruce entre cuerpo y len-
guaje y sin embargo la voz no es ni cuerpo ni len-
guaje6.
II
Una de las condiciones históricas admitidas por
Freud y por Lacan fue el discurso de la ciencia como
así también un cuestionamiento de la metafísica y
la religión. El discurso del psicoanálisis, inédito,
plantea un nuevo escenario psicopatológico al in-
troducir el campo de la neurosis y un tratamiento
novedoso del síntoma y su mecanismo de produc-
ción.
Ni Freud ni Lacan retrocedieron frente a la psi-
cosis. Si bien Freud desaconsejaba el trabajo psico-
analítico con pacientes diagnosticados en el campo
de las llamadas “psiconeurosis narcisistas”, por con-
siderarlos sujetos sin disponibilidad para la trans-
ferencia, sabemos que los mismos le generaban el
mayor interés. Es desde la encrucijada desarrollada
por Freud con respecto a la situación de la paranoia,
a la que describe como privilegiada y nodal - en el
sentido de ser un nudo, pero también un núcleo re-
sistente - que Lacan se decide a abordar el problema
de las psicosis en sus relaciones con la doctrina
freudiana.
Nos serviremos de la siguiente afirmación plan-
teada por Lacan en uno de sus Escritos “La condi-
ción del sujeto, neurosis o psicosis, depende de lo que
tiene lugar en el Otro. Lo que tiene lugar allí es arti-
culado como un discurso”7, para desplegar esta pre-
gunta ¿de qué depende que la respuesta sea por el
lado de la esquizofrenia o de la paranoia?
Nos interesa ubicar estos dos polos de la psicosis
en relación con los tiempos instituyentes del sujeto
revisitando la dialéctica del complejo de Edipo en
su cruce con la metáfora paterna. La tarea incluye
la consideración acerca de qué es el padre en el
complejo y cómo interviene. Para evitar rodeos di-
remos parafraseando a Lacan que “el padre es una
metáfora”8, es decir, un significante sustituido a otro
significante. He ahí el único resorte esencial. Su
función es “ser un significante sustituido al primer
significante introducido en la simbolización, el sig-
nificante maternal. El padre viene al lugar de la
madre”9.
Reflexionar acerca de la esquizofrenia le brindó
a Freud la oportunidad de profundizar en la noción
de inconsciente, estudio que desarrolló en dos tex-
tos: El Inconsciente y Adición metapsicológica a la
teoría de los sueños. En los mismos introduce, en
función de una modalidad particular de procesa-
miento de las representaciones, lo que denomina
lenguaje hipocondríaco o de órgano. Con esta expre-
sión se propone diferenciar la existencia de un
cuerpo atravesado por lo simbólico del lenguaje, de
uno fragmentado en un conjunto de palabras en
donde una sola palabra puede cargar sobre si el re-
levo de una larga cadena de palabras que arman un
delirio del cuerpo. ¿Cómo caracterizar este incons-
Página 14 • Diciembre 2023
ciente hecho de representaciones de cosas, en el
cual ni la condensación ni el desplazamiento se en-
cuentran articulados? Se trata de una falta de in-
consciente, un inconsciente no reprimido que no
obstaculiza el acceso a la conciencia de marañas de
pensamientos. Estando las palabras reducidas al es-
tado de cosa estas quedan desvinculadas de su re-
ferente. Las condiciones están dadas para que
afirmemos que el esquizofrénico dispone de su len-
gua, dispone de las palabras, pero no de lo Simbólico.
Falla la existencia en lo Simbólico, dicho de otro
modo, en palabras de Lacan “todo lo simbólico es
real”.
¿Qué es lo que ha fallado para que la relación
entre el sujeto y el Otro simbólico se plantee en
estos términos?
Por habitar el mundo del lenguaje las necesida-
des del viviente se fragmentan, y se modifican al su-
bordinarse a la demanda signifi- cante. Es esa
demanda que se pone en juego por el Otro primor-
dial la que produce la identificación primaria con el
significante, constituyendo una identificación sim-
bólica que captura al viviente en las redes del signi-
ficante y hace surgir al sujeto. En la primera
simbolización, la que inicia todas las complicacio-
nes ulteriores de la simbolización, el niño se afirma
en que él es el deseo del deseo de la madre. Por ahora
se trata de una relación de espejismo, de adaptación
dual de la imagen. Para que este tiempo encuentre
una vía de salida, para que la madre se convierta en
un significante por medio de la simbolización de su
ausencia tiene que haber algo más interfiriendo en
este primer tiempo de espejismo. Ese algo más es el
falo. Merced a este primer paso, puede instituirse
en el niño el deseo de otra cosa, que el sujeto se
identifique a lo que es, el objeto de deseo de la
madre, etapa fálica primera. Merced a esta se pro-
duce la captura del viviente en las redes del signifi-
cante haciendo surgir al sujeto. La premisa que se
instala sobre el plano imaginario es ser o no ser el
falo con la consecuente identificación primaria al
significante que instala la conca te nación elemen-
tal: un significante representa a un sujeto para otro
significante. De ese pasaje por el Otro no solo se
producen el $ (sujeto barrado) y el Otro barrado
sino también un resto, que es el a que queda como
resto de la entrada en el lenguaje, falta radical en la
constitución misma de la subjetividad. Punto de
falta de significante, falla estructural producto de
un corte, una hiancia, una falla que el símbolo no
suple. Tiempo de alienación, de coexistencia entre
el sujeto y el Otro en términos de la operación reu-
nión. Tiempo de alienación, de coexistencia entre
el sujeto y el Otro en términos de la operación reu-
nión. El nacimiento del sujeto en el campo del Otro
es efecto de la operación de alienación a la cadena
significante10. El Otro es para el sujeto el lugar de su
causa significante.
¿Qué ocurre en la esquizofrenia? Lacan propone
que este primer paso falla. La alternativa ser o no ser
no se instala, fracasa la identificación primaria al sig-
nificante. La consecuencia de esto es que se alteran
la instalación y el funcionamiento de la cadena. No
hay simbolización primordial del objeto primordial.
Este tiempo de alienación se establece en términos
de fusión. Si la x del sujeto falta, ya que el signifi-
cante no representa al sujeto para otro significante,
los significantes se presentan en una agrupación de-
sordenada de significantes que se suceden en una
metonimia incontenible debido a que el sujeto no
dispone de lo simbólico. Huérfano de representa-
ción que lo sujete, en un desamparo originario, sin
linaje, sin ligadura, la fragmentación de las identi-
dades, de los objetos y del cuerpo se torna ineludible.
La disolución de la realidad del sujeto y “del otro en
tanto que identidad”11 es radical.
En pleno brote un paciente adolescente decía
que, para salir a la calle, iba a diseñar un escudo y
así poder cubrir y defender su cuerpo. Cautivo de
una multiplicidad de identidades proponía y des-
cartaba vertiginosamente planes profesionales, sería
físico, administrador de empresas, financista, in-
ventor de máquinas…”. Este joven estaba preso de
un cuerpo que al no estar ordenado por lo simbó-
lico se le presentaba fragmentado. Buscaba deses-
peradamente un significante que pudiera detener
ese goce ruinoso que lo invadía y que lo instalaba
en su ser de objeto.
Siendo vehiculizado por el deseo de la madre, el
padre preside la metáfora y tiene efecto en el sostén
del campo de la realidad. El efecto de la metáfora pa-
terna es la significación fálica que inscribe una po-
sición para el sujeto porque enlaza los registros
real, simbólico e imaginario y de este modo resulta
entramado en el complejo de castración. El falo
está antes que el padre, el falo está siempre pre-
sente en la relación madre-hijo, pues no existe la
dualidad. El padre, entonces, entra como cuarto.
Es así porque a lo que apunta el deseo de la madre
es al falo. De esta presencia del padre en términos
de significante en el lugar del Otro depende la con-
dición del sujeto, neurosis o psicosis. El Nombre
del Padre deviene el significante privilegiado para
significar el deseo de la madre.
Por otra parte, la segunda etapa del Edipo, que
Lacan describe así: con menos potencial que la pri-
mera, bastante sensible y perceptible pero esencial-
mente instantánea, transitoria y sin embargo capital,
ya que a fin de cuentas es ella la que es el corazón de
lo que podemos llamar el momento privativo del
complejo de Edipo. Esto es así en la medida en que el
niño mismo es expulsado, y para su bien mayor, de
esta posición ideal desde la cual él y la madre podrían
satisfacerse de esta función de su objeto metonímico.12
Ubicamos en este tiempo lógico la operación se-
gunda de la metáfora paterna, la que sustituye por
el Nombre del Padre este primer significante, ya
planteado, del deseo de la madre. Se trata de “el men-
saje del no sobre el mensaje de la madre al niño13”.
Mensaje sobre mensaje, mensaje de interdicción
sobre el niño y la madre, lo que da lugar a la insta-
lación de una relación simbólica. Tiempo de la su-
perposición de dos faltas. La falta en el sujeto, y la
falta en el Otro. La primera operación, lógicamente
hablando, es la de la alienación y la segunda en tér-
minos lógicos es la de la separación. En ese mismo
intervalo se manifiesta ahora, para el sujeto, además
de su afánisis, el más allá de lo que el Otro dice, el
más allá de la demanda del Otro, Otro encarnado
que recién aparece en la separación. Allí se esboza,
para él, el deseo del Otro. Esos dos campos, el sujeto
y el Otro, no pueden articularse sino es por su falta,
ya que son estructuralmente heterogéneos. En esta
segunda operación, que se funda sobre la intersec-
ción de dos faltas, ya no cuenta más la relación con
Actualidad Psicológica
el significante mismo, sino lo que está en juego es el
intervalo, la distancia entre los significantes donde
juega el enigma del deseo del Otro.
En la paranoia falta esta operación que sustituye
por el Nombre del Padre el primer significante del
deseo de la madre. En este caso la estructura binaria
del significante está conservada. La voz alucinada
intenta detener el sentido que se escurre, pero fra-
casa ya que no es asumido como significante propio
para representar al sujeto. En estos pacientes la ope-
ración alienación se ha producido, pero la separa-
ción no funciona con su efecto pacificante. Es el
complejo de Edipo, y especialmente la función que
allí recae sobre el padre, lo que permite superar esa
alienación o, en todo caso, sus consecuencias enlo-
quecedoras.
III
¿Qué deducciones podemos extraer de estas
consideraciones?
Hemos mencionado dos polos, un solo meca-
nismo, y la falla aconteciendo en dos tiempos lógi-
cos instituyentes diferentes.
Señalamos con respecto a la esquizofrenia una
ruptura temprana. El no haber podido ser alojado
en el Otro materno, es decir, no haber sido recu-
bierto por esa voz y esa mirada amorosas y unifica-
doras, lo que confronta a la criatura con un espejo
sin azogue, no permitiendo la constitución de un
cuerpo unificado y propio. Ese cuerpo desmem-
brado y ajeno es correlato de un yo que no se orga-
niza. La eventual producción delirante que pudiera
surgir, no se sistematiza. Su desinterés en lo imagi-
nario se pone de manifiesto en una pérdida radical
de la referencia al sentido. Encuentra su apoyo en
la articulación de dos registros: simbólico y real.
Cuando todo lo simbólico es real no se produce ese
vacío que produce cada significante en lo simbólico
y que permite la retroacción del significante binario
que Lacan escribe como S2 sobre el significante
unario que Lacan escribe S1 donde se inscribe la di-
visión subjetiva.
Por su parte el paranoico englobado en una con-
sistencia imaginaria, cuenta con un cuerpo propio
y con un yo hipertrofiado, que no es lo mismo que
la megalomanía a la que arriban algunos pacientes.
Esta prevalencia de un imaginario sin agujero de-
termina que un malentendido o doble sentido
pueda ser experimentado como persecutorio. El
sentido se presenta unívoco y congelado y espera
de su interlocutor comprensión absoluta. Posicio-
nado invariablemente como inocente, carga la
culpa sobre el otro y si por alguna razón se hace re-
proches, termina por fundamentarlos en errores
ajenos. Defiende su yo de ser transformado en ob-
jeto, lo que constituye su infelicidad y su tentativa
de curarse. En su delirio se siente una víctima de las
acusaciones del Otro, pero la posición real del pa-
ranoico es la del acusador del Otro, supuestamente
malo. “Soy una experta en denuncias”, decía una pa-
ciente “dañada” victimizándose y también litigando
una y otra vez. El paranoico se ve llevado, como
Schreber mediante su delirio, a la tarea de legalizar
un goce que rompe con el orden establecido el cual
rige el acontecer del universo; así construye un su-
puesto orden nuevo que lo justifica y acota.
Actualidad Psicológica
Por otra parte, al “no” operar el no del padre,
que pone limite a la madre y al hijo, un no al Otro
que lo goza, predomina un pensamiento en el cual
el todo - lo universal- no encuentra un límite. La
contingencia no existe, cualquier hecho puede re-
sultar relevante, todo le hace signo. La sospecha y
la interpretación son permanentes, alimentando las
ideas delirantes construidas a partir de “todos están
en mi contra”. El paranoico cree firmemente que
ocupa el lugar de la excepción que ocupa en rela-
ción a los demás. Y entonces es el contra todos los
demás o todos los demás en su contra. El Otro con-
siste en un amo absoluto ya que el sujeto carece de
ese significante que permite decir no al goce del
Otro. Recordamos la afirmación de Lacan “el para-
noico identifica el goce en el lugar del Otro14.
Esta prevalencia de lo imaginario es la urdimbre
con la que se trama el delirio, sin embargo, algo de
una naturaleza diferente se constata. En el decir de-
lirante del paranoico un significante organiza la sig-
nificación. Se trata de “un término que está por fuera
del lugar del Otro, por fuera del material significante
de la lengua…que constituye un punto de referencia
central. La clave que organiza el discurso”15. Este tér-
mino que denominamos neologismo, objeto central
del delirio, es una palabra nueva en el sentido de
que resume, condensa y representa muchas expe-
riencias delirantes. En ese preciso lugar donde el
paranoico se sostiene por su discurso en relación
con el Otro, hay pérdida de la relación imaginaria,
ausencia de lazo social. El neologismo, que no siem-
pre encontramos, representa al sujeto para el resto
de los significantes de la cadena.
La forclusión del Nombre del Padre es determi-
nante de la estructura de la psicosis, y además, de
producir numerosas consecuencias en el sujeto,
produce un agujero en la significación, que el sujeto
intenta llenar con la metáfora delirante. La misma
permite aislar ese goce que no ha pasado por la cas-
tración, fijando una posición en el campo del Otro.
La estabilización por medio de la metáfora delirante
se produce a nivel de la significación, introduciendo
en lo simbólico una significación nueva y propia.
Sin embargo, comprobamos que, con frecuencia y
con el tiempo, muchos intentos de metáfora deli-
rante fracasan. ¿A qué se debe la inestabilidad de
esta significación que emerge? Ubicamos algunas
razones del fracaso en lo siguiente. Por una parte,
no se puede considerar que se trate de una metáfora
verdadera sino de una catacresis. Se trata de una fi-
gura retórica que se caracteriza por (utilizar meta-
fóricamente) poner en juego una palabra para
designar una realidad que carece de un término es-
pecífico. Dicho de otra manera, constituye una me-
táfora muerta, fija. No se trata de una sustitución.
Por otra parte, cuando el Nombre del Padre aparece
en el intento de restituir no lo logra porque fun-
ciona desanudado de lo simbólico, desanudado del
campo del Otro. Forcluido en lo simbólico retorna
en lo real, en un intento por restituir mediante esta
operación del Nombre del Padre que como dijimos
no logra anudarse.
IV
El paranoico se encuentra en un encierro deter-
minado por una certeza básica que no acepta nin-
gún argumento que la contrarreste. Esa certeza es
Diciembre 2023 • Página 15
que el Otro lo engaña para lograr arrancarle algo Ediciones Xoroi.
personal y preciado. El Otro lo goza. Para liberarse 5
Idem.
de esa trampa debe fundar un nuevo orden, debe 6
Aleman Jorge. La voz. Consecuencias. Revista digital de psi-
producir un cambio radical. Este Otro falsario coanálisis, arte y pensamiento. Abril 2008.
puede asumir muy diversas presentaciones tanto en 7
Lacan, J. “De una cuestión preliminar”, punto III. Con Freud
lo singular como en lo social. 8
Nos interesa resaltar que a lo largo de su enseñanza Lacan fue
En estos últimos años hemos tenido una expe- despegando de toda referencia a madre y padre biológicos. En
riencia muy cercana con las supuestas teorías repre- cuanto a la madre, se trata del deseo de la madre, del Otro pri-
sentadas en los antivacunas, en los terraplanistas, mordial, y en cuanto al padre, del significante del Nombre del
en un mercado apto para transacciones sin ninguna padre, de una función.
traba, “en cuerpos librados, sin límites en aras de la 9
Lacan, J. Las formaciones del inconsciente, sesión del
libertad del individuo…la libertad sigue como una 15/1/1958.
sombra a la locura.16 10
Lacan Jacques. Posición del inconsciente. La cadena signifi-
Nietzsche supo interpretar en su época un cante se reduce a un binarismo, a la función del par de signifi-
enorme monto social de odio. Einstein y Freud, cantes.
en un intercambio epistolar memorable, reflexio- 11
Lacan Jacques. De una cuestión preliminar.
naron acerca de las psicosis del odio y la destruc- 12
Lacan Jacques. Seminario 5. Las formaciones del inconsciente.
tividad. Clases del 22/11 y 29/11 de 1957/59.
Constatamos en este siglo los efectos del dis- 13
Idem.
curso de la ciencia y el capitalismo en la psicosis so- 14
Lacan, J. Presentación de la traducción francesa de las Memo-
cial imperante. Este se realiza exitosamente en lo rias
social en la operación paranoica, al validar su odio 15
Rabinovich Norberto. Las Paranoias. Las psicosis. Ed. Homo
desmesurado y obsceno con imputaciones y denun- sapiens. 1993
cias permanentes a un supuesto Otro sin Ley. Los 16
Levin Ilda. Del cuerpo en tiempos instituyentes ¿es posible un
polos negacionistas de decidida inclinación para- abordaje topológico? Espacio de Interlocución Clínica. El
noica constituyen una nueva superficie de inscrip- cuerpo y sus vicisitudes. Escuela Freudiana de Buenos Aires,
ción para el avance de las ultraderechas cada vez 18/11/2023.
más presentes en nuestras sociedades.
Notas
1
Benjamin Walter. Dirección única. El planetario.
2
Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica. El
gran encierro. Ed. Fondo de cultura económica.
3
Ginzburg Carlo. Aun aprendo. En este maravilloso libro in-
vestiga los procesos inquisitoriales (s.XVI /XVII) desatados
sobre campesinos/as (los benandanti) quienes decían tener tra-
tos con los brujos.
4
Álvarez José María y Colina Fernando. Las voces de la locura.
Felices
Fiestas!
les desea
Actualidad
Psicológica!
Queremos desearles a tod@s nuestr@s lectores nuestros mejores
augurios y brindaremos para que este próximo Año Nuevo nos
encuentre, nuevamente, compartiendo espacios.
Página 16 • Diciembre 2023
Me gustaría Intervenciones no convencionales en el
abordaje psicoterapéutico de un
trastorno subjetivo severo, un caso de
psicosis, en el marco de una
interconsulta en una Institución
tener una Geriátrica.
Me hubiera gustado ser demente,
no se sufre nada…
enfermedad Carmen, 69 años.
La verdadera tragedia del enfermo imaginario
reside en su profundo egoísmo que,
paradójicamente, le permite sobrevivir…
terminal, Tal que se podría pensar que un hipocondríaco,
vive de sus síntomas corporales.
Vicente Verdú
sabes cuánto Me gustaría tener una enfermedad
terminal, sabés cuánto más dura tu
vida…
E
ste trabajo representa un intento
más dura… de pensar algunas intervenciones
posibles, en el marco de la inter-
consulta y en un caso de psicosis
esquizofrénica en una adulta
mayor.
Marcelo Buchcaiger Además de responder a los siguientes interro-
gantes: ¿Se puede estabilizar una subjetividad esta-
llada, a partir de un vínculo transferencial y de una
mirada interdisciplinaria?
El trabajo vinculado a la salud mental, en el
ámbito institucional, transcurre sobre el filo de la
cornisa.
La clínica en la actualidad está atravesada por
diferentes presiones provenientes de aquel que nos
consulta, su grupo familiar y los equipos tratantes.
¿Es pensable la claudicación de un cuerpo, de
una subjetividad, como respuesta a un duelo impo-
sible y una situación sin salida?
Al principio del 2020, me llega un mensaje, a
través de un equipo de trabajo, de la hija de Car-
men, Laura de 44 años, desbordada, demandante,
angustiada. Solicitando a la brevedad, que puedan
ver a su madre que presentaba antecedentes de es-
quizofrenia paranoide; delirio hipocondríaco; y
agrega: Estuvo internada, sin resultados positivos.
Intentó suicidarse arrojándose del balcón de su de-
partamento hace un mes y no logró su objetivo. En
este momento se encuentra residiendo en una ins-
titución geriátrica. Me gustaría que tenga un apoyo
terapéutico; nos comenta.
En el período que transcurre, entre la interna-
ción psiquiátrica y su ingreso al geriátrico, Carmen,
discute con su hija y le habla acerca de la crianza
que recibió: Nosotros les dimos todo y tu padre que
en paz descanse (falleció hace 2 años), se desvivía
por ustedes y nos lo devuelven así con insolencias.
Te pido más respeto que soy tu madre”.
Se han clasificado 5 tipos de psicosis esquizofré-
nica:
Paranoide, desorganizada, catatónica, indiferen-
ciada y residual. Con casi todos los internospsiquiá-
tric os el abordaje terapéutico no es sólo
farmacológico, sino también con psicoterapia al pa-
ciente, la familia y psicoeducación.
Actualidad Psicológica
¿Cómo pensar la esquizofrenia en una adulta
mayor que hace equilibrio en su cornisa subjetiva?
El presente trabajo de reflexión teórica-clínica
aborda la presencia de alteraciones psíquicas en los
mayores, partiendo de la base de que estos trastor-
nos también inciden en ese rango de edad.
La literatura acerca del deterioro cognitivo y las
demencias junto a determinadas ideas preconcebi-
das sobre el estado mental de los mayores conducen
a una infravaloración de la psicología de este grupo
población, que sin embargo necesita una atención
similar a la de edades más tempranas.
Las alteraciones psíquicas pueden responder
tanto a la cronificación de los trastornos previos o
la instalación de nuevos cuadros. En ambos casos
se constatan elementos similares a etapas previas,
pero también rasgos diferencias.
Se realiza un breve repaso por los principales
grupos psicopatológicos y su sintomatología en el
adulto mayor.
Al hablar de psicopatología del adulto mayor
existe un sesgo evidente hacia la presencia de defec-
tos cognitivos y demencia que pueden producirse
en el rango de edad al igual que en las etapas más
jóvenes. En línea con esto, hay un acuerdo de los
investigadores en la escasez de estudios que prue-
ben la psicopatología del adulto mayor. Si bien
hemos de tener en cuenta que en el adulto mayor el
trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de es-
trés postraumático; un punto esencial con una etio-
logía biológica fisiológica y neurológica. Poseen
correlatos conductuales y emocionales. En esta
etapa de la vida afirmamos que puede existir psico-
patologías aparte de neuropatologías.
Como lo señalamos con anterioridad se obser-
van pocos trabajos que aborden estas problemáticas
y pocas conclusiones claras. Las ideas preconcebi-
das ganan terreno a la hora de apuntar hacia el de-
sarrollo de alteraciones psíquicas en esta población.
Los mayores son rígidos e intransigentes, la depre-
sión es más prevalente en la vejez que en otro grupo
de edad.
Aquí hay que citar el concepto de viejismo de
un referente de la gerontología Leopoldo Salvarezza
que describe al viejismo como la distorsión de las
capacidades de los mayores de no poder desarrollar
creatividad y plasticidad. ¿Dichos como “Con esta
edad que quiere usted?”
“¿Qué le pasa?” “¿Quiere estar contento como a
los 40?” son frases escuchadas en la población ge-
neral que adoptan los profesionales de la salud.
Es palpable la insuficiencia de las clasificaciones
diagnósticas en este grupo etario. La investigación,
en especial de los factores psicológicos en la psico-
patología de los mayores ha tenido un desarrollo li-
mitado, cosa que se intenta revertir en los últimos
30 años.
En una muestra de personas de entre 65 y 85 se
detectó que el 17,7% de las personas sufren algún
trastorno psíquico. Siendo los más comunes tras-
torno de ansiedad, trastorno bipolar, depresión
mayor o adicciones. Hay que alertar que no todo en
los mayores es demencia. Y que hay alteraciones
psicológicas de inicio actual e inicio tardío.
Actualidad Psicológica Diciembre 2023 • Página 17

Esto me lo expresa Carmen, en la primera visita
que realizó en la residencia geriátrica y conteniendo
la sonrisa, (referencia al guion que adaptó, Antonio
Gasalla para el teatro en 2009) y manteniendo una
actitud de escucha atenta, le realizo el siguiente se-
ñalamiento: Por suerte, yo no soy tu hijo y creo que
vamos a poder seguir charlando, acerca de la vida.
Tratando de no perder el humor.
Hasta aquí tenemos a Carmen, con tres hijos,
que construyó su vida, con Roberto su marido, que
falleció de cáncer hace dos años, luego de 47 años
de matrimonio y ejercía, un sostén y una conten-
ción fundamental para su salud mental. No hay que
olvidar que la consultante tuvo tres descompensa-
ciones a predominio psicótico, desde los 17 años y
su madre había sido esquizofrenia con delirios y
alucinaciones.
Es meritorio que, a partir de esta historia, pu-
dieron desarrollar un negocio gastronómico que
funcionaba bien y un entorno social interesante de
amigos, familia y conocidos, logrando el afecto de
mucha gente.
Considero que no es descartable pensar que, con
la viudez, algo del funcionamiento subjetivo pro-
fundizó su desmoronamiento… ya nada volvió a
ser igual que antes.
Duelo remite etimológicamente entre otras
cosas a lucha, a combate, enfrentamiento y exige un
arduo trabajo yoico de elaboración de esta tarea de
la que puede abrirse una nueva oportunidad, incor-
porando las cosas positivas que nos deja el objeto
perdido o sumergiéndonos en la melancolía.
Se podría pensar que Carmen, no sabe qué per-
dió con lo que perdió…pero poco a poco se hunde
en la desolación. Ese Yo se quiebra. Constituyendo
un proceso antagónico al duelo normal, desple-
gando lo que podríamos denominar un duelo im-
posible intramitable y turbulento. Carmen rechaza
o forcluye el significante de su viudez, fuera de su
universo psíquico, desestabilizándose, en un con-
texto históricamente vulnerable.
Retornando como una caída subjetiva (pasaje de
trastorno bipolar a predominio depresivo -melan-
cólico- a una melancolía involutiva con somatiza-
ciones varias).
Cabe consignar que Carmen muestra mecanis-
mos de fortaleza psíquica frente a las diferentes
atrocidades que vivió. Ella puede con su compañero
desarrollar un emprendimiento gastronómico, sos-
tener de alguna manera la relación con sus hijos,
pero algo de su estructura psíquica no volvió a ser
como antes.
Digamos que el dolor por la pérdida inelabora-
ble, perturba su alma y luego envuelve a un es-
quema corporal, mortificado, deshilachado…
En una de las visitas me dice: Me hubiera tirado,
un pasito más y se acababa todo; y yo le respondo:
Si te hubieras tirado en principio, no hubiéramos
tenido esta charla ni las otras y a propósito, ¿Avan-
zaste con el tejido que habías empezado? Algo
avancé... me respondió.
Cuando lo real del dolor abruma, queda un
lugar para seguir tejiendo una historia.
Esta es una de las posibilidades, entre otras, que
otorga un vínculo transferencial, no cuestionador.
Hasta aquí tenemos una consultante, con pocas
expectativas que su vida vaya a cambiar, con diag-
nóstico de esquizofrenia, que asemeja una melan-
colía con delirios hipocondríacos recurrentes, me-
dicada con antidepresivos, viuda hace 2 años, con
una relación conflictiva con sus tres hijos. (Laura
de 44, Alejandro de 37 y Diego de 33 años).
Numerosos avatares se han presentado en este
contexto particular. Esta situación ha permitido di-
versas intervenciones de alcance interdisciplinario,
lo que abre diferentes perspectivas en el trabajo con
interconsultas.
Con esto queremos decir que predominan las
ideas de persecución. En otro caso que podemos
citar, la paciente de 65 años, diagnosticada con es-
quizofrenia paranoide presentaba alteración al
pensamiento, del estado de ánimo y del comporta-
miento. Distorsionaba la realidad, tenía delirios y
alucinaciones. Ella no tenía un grupo familiar de
referencia, porque la visitaban muy poco y su hos-
pitalización se prolongó demasiado. Tenía 2 hijos
de 45 y 40 años, que no se hacían cargo de ella, y
un marido poco contenedor. En este caso el abor-
daje del equipo tratante, es central. Junto con la fi-
sioterapia y el asistente social. Vemos que el grupo
familiar presente o casi ausente no es determinante
del desarrollo de la secuencia psicopatológica de
estos pacientes, pero sí incide en la historia y en la
bibliografía de cada uno.
En el seminario “Lacan y la Psicopatología”, de
la Universidad de Buenos Aires, citado en 2014 por
Romina Giavino, afirma que Lacan veía al analista
en la psicosis como testigo y como secretario del
alienado. “Ser su secretario es hacer un vacío para
que el psicótico deje allí el testimonio de su locura.
Y ser su testigo permite involucrarse en su consti-
tución psíquica sin ingresar en ese mundo”.

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Página 18 • Diciembre 2023
Todo psicótico en este contexto no puede poner
límite a su voz, que sería la función del nombre del
padre. Para que el analista funcione como sustituto
de la figura de autoridad, puede permitir el desa-
rrollo de representaciones diversas.
Considero que un analista puede cumplir una
función de acompañante y no cuestionador en el
universo de las psicosis. Este lugar representa un
lugar intermedio entre ser el secretario y el testigo
del paciente.
Algo así como yo soy tu secretario, a la vez tes-
tigo y te acompaño sin cuestionarte.
Miller (2005) en este contexto de abordajes, nos
habla de “Efectos terapéuticos rápidos” en nuestra
clínica con psicóticos podríamos hablar de efectos
subjetivos en breves plazos en la subjetividad de los
pacientes.
Carmen, referente central de nuestro desarrollo
clínico me comenta un día “¿Tengo dolores inso-
portables en el estómago, dolores imaginarios?” ...
tenés qué relajarte, le respondo, recostarte y le
muestro respirar hondo cinco veces. Así vas a estar
mejor. “Lo voy a intentar”. me dice.
En el contexto de un vínculo neurótico acom-
pañar, poner el cuerpo, ayudar a qué el paciente
pueda simbolizar lo irrepresentable.
Es crucial, sin demasiadas expectativas, pero
apostando fuertemente por esa subjetividad.
Intervenciones no convencionales, hacia la es-
tabilización de una perturbación subjetiva severa en
el marco de una institución geriátrica.
Las intervenciones en el marco del trabajo con-
junto deberían desarrollarse entre diferentes discur-
sos y prácticas.
Lo interdisciplinario es más un efecto que una
intencionalidad. La apuesta en este ámbito sería
sostener una clínica, desde una ética en un contexto
de dignidad. Escenarios desafortunadamente poco
frecuentes en la actualidad.
En una de mis visitas a Carmen, se presentaba
como un alma en pena, entre sollozos y autorrepro-
ches, entonces la invito a caminar por el jardín de
la institución, luego de la sorpresa inicial, esboza
una leve sonrisa, hacemos un par de comentarios
sobre el clima del otoño y me empieza a hablar de
su amor por las plantas, vemos algunas, me explica,
como hay que cuidarlas, cómo se dedicaba a ellas
en su casa. Cuando me estaba por ir, cambió un
poco su expresión dejando abierta la posibilidad de
otros paseos…
En otra oportunidad, me comenta de sus dolo-
res imaginarios, pero insoportables, en la zona baja
del estómago, se recuesta en su cama, se queja… Yo
le digo: Tranquila, tenés que respirar hondo y po-
nerte en posición fetal. Esperas un poco y otra vez,
le re-presento la acción. Me pregunta: ¿Cada cuán-
tos minutos? Le respondo: cada cuatro o cinco mi-
nutos. Ese día se queda focalizada en el ejercicio de
relajación y coordinamos con la kinesióloga una ru-
tina de común acuerdo para nuestra paciente, de
respiración y relajación.
Esto se fue combinando con las caminatas que
realizaba con ella semanalmente. Tal que Carmen
comenzaba a incorporar pequeñas metas semanales.
Esta estrategia clínica, se fue ampliando al
equipo que la controlaba, haciéndola sentir conte-
nida por lo menos en este ámbito.
Frente a la angustia, frente al dolor, frente a un
yo que lucha por sostenerse a pesar de la tormenta,
frente a la soledad y al paso del tiempo, aposté,
apostamos, a una noble y probada herramienta: la
relación transferencial, permitiendo ligar algo del
sufrimiento en otro ámbito.
Apostando a la subjetividad frente al desam-
paro.
Trabajamos para darle alojamiento al dolor in-
menso de Carmen, frente al retorno de una historia
difícil, la apuesta es intentar una estabilización (en
el sentido de frenar la desorganización yoica) sos-
teniendo, humanizando, desprendiéndonos de las
clasificaciones rígidas y estigmatizadoras provo-
cando al destino, desafiando al naufragio.
Preferiría estar demente, no se sufre nada; ¿Me
podés ayudar?
Carmen quizás no sabe que el declive cognitivo
severo, - como se expresa en las demencias tipo Alz-
heimer, por ejemplo,- conlleva un deterioro cerebral
de tipo degenerativo, que afecta progresivamente la
memoria, las actividades de la vida diaria, los esta-
dos de ánimo, hasta llegar a un estado terminal…
generalmente por una complicación orgánica.
Desde hace más de 25 años un grupo de espe-
cialistas vinculados a la subjetividad (Psicólogos,
psiquiatras, médicos gerontólogos, pedagogos, te-
rapistas ocupacionales, entre otros) intenta encon-
trar caminos posibles para brindarle calidad de vida
al envejecimiento y evitar o prevenir algún dete-
rioro dentro lo posible.
Carmen, como portadora de un gran sufri-
miento mental en el contexto de una institución ge-
riátrica, nos presenta un desafío, aparte de una
dificultad.
En principio, no se integraba al grupo de adul-
tos mayores, pero luego se fue incluyendo dentro
del marco de compartir las dificultades o limitacio-
nes. Casi se podría decir, que los compañeros de la
residencia, extremando a veces su debilitada pa-
ciencia, se propusieron el objetivo, a su manera y
dentro de sus posibilidades de ayudarla, frente a su
angustia y a su tristeza…esto nos coloca frente a
una paradoja, más vinculada a lo social y lo familiar
que a los abordajes específicos desde las diferentes
disciplinas.
Si te dejo en un geriátrico, van a cuidarte, no vas
a intentar matarte -decía la hija-.
Yo diría, un tiempo después: es probable que, a
partir de la vinculación con los compañeros de la
residencia, y el trabajo con el equipo de profesiona-
les, Carmen, de algunas señales, aunque sea unas
pocas, de que quiere seguir viviendo.
En alguna oportunidad me comentó que tuvo
un sueño. Aparecía con sus compañeros del geriá-
trico, en la casa de su mejor amiga. Se quedó pen-
sando con relación a esto en el clima de amistad y
la posibilidad de compartir, que implicaba ese en-
cuentro. Pero quizás esta producción onírica, sig-
nificaba una metáfora sobre su vida anterior, que
presentaba como gratificante y su articulación con
Actualidad Psicológica
un intento de ubicarse en un espacio posible en su
vida actual.
Luego del trabajo compartido, en el marco de
esta interconsulta, Carmen pidió aumentar por un
par de semanas, la frecuencia de visitas, lo que fue
acordado con la hija.
Antes de la siguiente consulta me avisan, desde
el geriátrico, que Carmen está internada en la uni-
dad coronaria de un sanatorio, en una situación de-
licada, quedando a cargo de su atención, desde el
punto de vista de la salud mental, un psiquiatra de
esa Institución.
Quedan muchas preguntas pendientes con rela-
ción al rol del interconsultor y su tarea cotidiana en
el marco de una transferencia facilitadora, de múl-
tiples demandas desde el entorno familiar y la rela-
ción con el equipo médico. Quedan abiertos
interrogantes con relación a la subjetividad como
campo de acción de nuestro trabajo aún en situa-
ciones con desenlaces inciertos, en el contexto de
los abordajes actuales, que priorizan los enfoques
basados en las neurociencias y la medicalización.
En los últimos años en el campo de los adultos
mayores aparecieron los conceptos de Resiliencia,
fragilidad y robustez según la forma en que cada su-
jeto afronta la adversidad.
¿Es posible sostener una mirada que apueste a
respetar la historia y los avatares de la vida de cada
sujeto, en un marco básicamente biomédico y que
exige cada vez más resultados verificables?
Hay que vivir sin temor, pero sin esperanzas…
(Spinoza B.)
mbuchcaiger@hotmail.com
Bibliografía
· Freud Sigmund, Obras Completas, Amorrortu Editorial, Bar-
celona, 1982
· Freud Sigmund; La dinámica de la transferencia. Amorrortu
Editorial, Barcelona, 1982.
· Freud Sigmund, Duelo y melancolía. Amorrortu Editorial,
Barcelona, 1982.
· Asociación de Psiquiatría Americana; DSMIV, Editorial Mas-
son, Madrid, 1994
· Verdù Vicente, en No ficción.
Actualidad Psicológica
¿Esquizofrenia Un poco de historia.
E
l tema que me convoca en este ar-
tículo está colmado de dificulta-
des, una de ellas son las diversas y
infantil o variadas clasificaciones psicopato-
lógicas que encontramos según
quien sea el autor que las describa desde su propio
cuerpo teórico y su época. De allí la relevancia de
avatares en la mencionar la evolución histórica de la noción de
esquizofrenia hasta la aparición de las nociones de
autismo y psicosis infantil. Finalmente me aden-
traré en algunos de los valiosos aportes desde la
perspectiva psicoanalítica, que nos permite afinar
constitución nuestras impresiones diagnósticas y delinear una
clínica posible para esta problemática en los niños,
que representan un padecimiento con severas con-
secuencias para su devenir subjetivo.
subjetiva a Durante el siglo XIX las únicas enfermedades
infantiles que se consideraban eran los distintos
cuadros que conformaban la oligofrenia o retraso
mental, siendo Esquirol, en 1834 quién la distingue
por primera vez de los cuadros de demencia. Señala
temprana el carácter de déficit o carencia de posibilidades in-
telectuales y mentales de las oligofrenias, a la vez
que diferencia dos grados de la oligofrenia pro-
funda: la idiocia y la imbecilidad.
edad del niño? Heller en 1908 describe un cuadro de demencia
infantil que lleva su nombre “demencia infantilis de
Heller”. también conocido años más tarde como”
psicosis desintegrativa”, La menciona como una
La condición rara caracterizada por una aparición tar-
día, aproximadamente a los dos años de edad con
retrasos en el desarrollo, en el lenguaje, la función
cognitiva y social, así como en las habilidades mo-
importancia trices. No está claro en los desarrollos del autor qué
causaría el retroceso, dando lugar a controversias
en el terreno etiológico.
Lo cierto es que en esa época las entidades clí-
de los aportes nicas infantiles se las pensaba ligadas a procesos tó-
xico-infecciosos y/o desequilibrios degenerativos,
con una descripción de signos y síntomas idénticos
que los considerados para la clínica psiquiátrica de
adultos.
psicoanalíticos Dentro de la psiquiatría infantil, el apartado de
Laura LLanos
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las psicosis siempre suscitó discusiones teóricas en
cuanto a su delimitación, clasificación, etiología y
criterios diagnósticos. Distintos autores han ido es-
tableciendo sus criterios particulares y en sus desa-
rrollos la invasión del campo de la psiquiatría de
adultos ha sido notoria.
La historia de la esquizofrenia infantil no se se-
para de la del adulto hasta entrado el siglo XX, En
1906, Bleuler señaló que algunos de los esquizofré-
nicos lo han sido desde su infancia, pero no indivi-
dualiza una forma particular de la infancia.
En 1933, Poter introduce la noción de esquizo-
frenia infantil. Años más tarde, en 1937 el psiquia-
tra suizo, Lutz, hizo una revisión del material
disponible sobre la esquizofrenia infantil, los traba-
jos de Potter, Sukhareva, Grebelskaja-Albatz entre
otros. Así realizó las primeras descripciones de un
cuadro clínico que denominó “esquizofrenia infan-
til”, estableciendo ciertos criterios básicos, entre
ellos: no secundaria a encefalitis, ruptura del desa-
rrollo evolutivo, ruptura o modos extraños de rela-
ción con consecuente pérdida de la necesidad de las
mismas, trastornos primarios de la afectividad (di-
sociación y/o atontamiento), comunicación alte-
rada (indiferencia, y trastornos del lenguaje),
aislamiento y apatía o excitación impulsiva.
En1938, Louise Despert, psiquiatra estadouni-
dense publicó el artículo “Schizophrenia in Chil-
dren”. Identificó estudios de casos de personas que
posteriormente han sido identificadas con autismo.
Kanner, en 1943 individualiza una forma clínica
fundamental: “el autismo precoz del niño”. Lo di-
ferencia clara mente de la esquizofrenia infantil y
de la oligofrenia. Plantea que se trata de niños que
no presentan daño neurológico alguno. Es decir
que el resultado de las pruebas neurológicas y de la-
boratorio es negativo y entre los antecedentes per-
sonales quedan excluidas las encefalopatías.
También describe las características específicas de
los padres de estos niños.
Este cuadro se diferencia de la esquizofrenia in-
fantil por el gran aislamiento del niño para con el
entorno. En su comportamiento se puede observar:
rechazo del encuentro con la mirada del otro seme-
jante, la mirada no expresa interés o variaciones
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acordes a los estímulos verbales o gestuales que re-
ciben, rehúsan el contacto directo con el semejante
(pueden ignorar la presencia o ausencia de los pa-
dres), falta de reciprocidad social, ausencia de con-
ductas espontaneas como señalar objeto, sordera
aparente, predilección por algunos ruidos, ya sean
estos provenientes de su propio cuerpo (por ejem-
plo, rechinar los dientes, ruidos de matraca, gritos
agudos,) o prevenientes de objetos (ambulancia,
bocinas entre algunos ejemplos), ausencia de len-
guaje o en ocasiones un uso estereotipado del
mismo sin intención comunicativa, ecolalias (repe-
tición de una misma palabra o frase), conductas
motoras estereotipadas (aleteo de brazos, movi-
mientos de peonza, entre otros) falta de flexibilidad,
insistencia en la invariancia del ambiente, presencia
de rituales o adhesión a rutinas, crisis de agitación
psicomotriz cuando son sorprendidos con algo que
no desean o frente a cambios bruscos, ruidos fuertes
o situaciones de estrés, cuando son forzados al con-
tacto, la misma puede acompañarse de conducta
autoagresivas y heteroagresivas.
Posteriormente, Asperger, en 1944 con el nom-
bre de “psicopatía autística” describe un síndrome
distinto del propuesto por Leo Kanner (1943) por
la falta de retraso en el lenguaje y la sensación de
inaccesibilidad. Son niños, que hablan pero que
tiene dificultades para conectarse con otros, ya que
se trata de niños inteligentes que no aceptan nada
de los demás y se relacionan de manera superficial,
con falta de empatía e intereses y/o actividades lú-
dicas estereotipadas. Considera que este síndrome
no aparece durante el primer año de vida sino de
forma paulatina entre los cuatro y cinco años de
edad. Distingue este cuadro de la esquizofrenia in-
fantil por la carencia de alucinaciones.
“En 1957, Heuyer dio la siguiente definición de
la psicosis de niño: “una psicosis crónica no demen-
cial primitivamente, caracterizada por una pérdida
de contacto con la realidad y por la constitución de
una organización autística, marcada por fenómenos
específicos de regresión y traducida por la disocia-
ción” (De Ajuriaguerra, 1973, pág. 675)
Cuenta J. de Ajuriaguerra (1973) que en 1961
en una reunión británica de trabajo precedida por
M. Creak se definieron ciertos criterios que se te-
nían que tener en cuenta a la hora de establecer el
cuadro de la psicosis del niño. Entre ellos: altera-
ción importante y sostenida de las relaciones emo-
tivas con los semejantes, trastornos del dominio
corporal y de la conciencia del cuerpo, preocupa-
ciones patológicas por objetos particulares sin re-
lación con su uso convencional,, resistencia a
cualquier cambio del entorno, experiencia percep-
tiva anormal, ansiedad aguda y frecuente, aparen-
temente ilógica, lenguaje nunca adquirido o
perdido, deformación de comportamientos moto-
res, un fondo de retraso en el que pueden aparecer
islotes del funcionamiento intelectual o aparición
de habilidades extraordinarias.
El autor señala que en 1958 es empleado el tér-
mino psicosis infantil por los franceses, R. Daikine
y C. Stein y en 1968 por R, Misés.
“La mayor parte de los autores americanos utili-
zaron el término de psicosis de la infancia (desde las
desorganizaciones más precoces a las desorganiza-
ciones más tardías) a partir de las recomendaciones
de la American Psychiatric Asociation on Diagnostic
Classification in Child Psychiatry (1964). Por lo con-
trario, el manual de diagnóstico y estadística 2° ed.
(1968), recomienda el término de esquizofrenia de la
infancia” (J. de Ajuriaguerra, 1973, pág.675)
J. de Ajuriaguerra (1973) dice que, en 1970 en la
primera edición de su manual de psiquiatría infan-
til, consideraba las psicosis del niño como un tras-
torno de la personalidad en tanto y en cuanto se
trata de un trastorno de la organización de Yo y de
la relación del niño con el medio ambiente. Marca
como rasgos característicos la fragmentación del
campo de lo real o retirada autística, comporta-
mientos hiper-rígidos o no consistentes, vida fan-
tasmática pobre o mágico-alucinatoria, actitud
demasiado abstracta o demasiado concreta, comu-
nicación restringida o distorsionada, restricción en
la posibilidad de la utilización de objetos, relación
inadecuada con el medio.
A su vez, J. de Ajuriaguerra (1973) expresa: “las
tendencias que parecen desprenderse actualmente
son las siguientes: se emplea mucho menos el término
de esquizofrenia para los síndromes precoces, se re-
conoce el autismo de L. Kanner como una entidad
rara dentro del autismo precoz, en el más amplio
sentido del término; las formas entre los 3 y los 5
años son difíciles de clasificar, al sobrevenir algunas
a consecuencia de un síndrome encefalítico; la mayor
parte de los autores consideran que las psicosis adop-
tan desde el período de latencia, características clí-
nicas para unos, mientras que para otros adopta
incluso características etiopatógenas que se acercan
a la esquizofrenia del adulto. Un problema queda re-
lativamente confuso: el de las relaciones entre el re-
traso mental y las psicosis infantiles”. (pág. 676-7).
El mismo autor describe múltiples trabajos
sobre las psicosis infantiles en relación a criterios
diagnósticos, clasificación y etiopatogenia. Por mo-
mentos muestra cómo diferentes autores pensaron
etiologías comunes o no al autismo y a las psicosis
infantiles. Expone la inquietud acerca de si la esqui-
zofrenia tal como se la piensa para el adulto se ma-
nifiesta posterior a la latencia, pero habiendo tenido
como un antecedente una psicosis anterior, es decir
niños que manifestaron trastornos de la conducta
y del pensamiento y de su vida afectiva en su pri-
mera infancia.
Actualmente: un Déjà vu, sensación de
lo ya visto y experimentado con
anterioridad
El autismo y las psicosis infantiles son problemá-
ticas psicopatológicas que plantea desafíos impor-
tantes de compresión, explicación y tratamiento, ya
que es difícil entender cómo es el mundo interno de
personas con problemas tan importantes de comu-
nicación y de relación con los otros semejantes.
Los desarrollos teóricos de Leo Kanner (1943),
Asperger (1944) y otros psiquiatras infantiles ya
mencionados, han sido el asiento para que autores
clásicos del psicoanálisis como D. Winnicott, M.
Mahler, F. Tustin, F. Doltó entre otros, a partir de
su experiencia clínica planteen diversas hipótesis
psicogenéticas para explicar la multiplicidad de de-
terminaciones psíquicas que inciden en el padeci-
miento del niño. Han tratado de entender qué les
sucede a estos niños internamente y en las relacio-
nes intersubjetivas.
Con el auge del uso del manual DSM IV y V
Actualidad Psicológica
propuesto por la Asociación Americana de Psi-
quiatría, las problemáticas que planteó la psiquia-
tría infantil clásica han quedado incluidas dentro
del TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo)
y del TEA (Trastorno del Espectro Autista). To-
mando un ejemplo, en el DSM IV al Síndrome de
Asperger y al Trastorno Desintegrativo Infantil
(llamado Demencia infantil de Heller) se los en-
cuentran dentro del llamado Trastorno Generali-
zado del Desarrollo (TGD)
Estas categorías diagnósticas propuestas por el
DSM son de bordes imprecisos que nada nos dicen
sobre las causas del sufrimiento del niño. Generan
la siguiente lógica. “porque el niño tiene esto hace
esto y porque el niño hace esto tiene esto “.
El manual contempla una ética que objetiva al
niño. ¿Qué quiero decir con esto? Bajo la tranquili-
dad de asegurarse el “poder” de saber sobre el niño,
se borra su singularidad. Si el niño presenta una o
dos conductas descriptas en las categorías diagnós-
ticas TGD o TEA se justifica la presencia del cuadro
en los mismos. El manual invita a usar una lógica
que homogeniza el sufrimiento del niño. Por otro
lado, no tiene en cuenta en su enfoque aspectos psi-
codinámicos que contemple el entorno del niño,
con lo cual la conducta del niño que sufre queda re-
ducida a la idea de un simple déficit.
Es muy interesante porque se produce una pa-
radoja, en el afán de incluir y prevenir, se etiqueta
niños con un sello para siempre y la problemática
queda siempre del lado del niño que es a quien hay
que readaptar, re educar realizando tratamientos
cognitivos-conductuales. Se piensa al niño como un
individuo neurobiológico, de allí que se suponen
condiciones orgánicas imprecisas que darían lugar
a la aparición de estos cuadros clínicos.
Vemos como con el auge de las neurociencias
viejas controversias entre el psicoanálisis y la neu-
rología, la psiquiatría, incluso los psicólogos cogni-
tivo conductuales, se han reactualizado y siguen
vigentes hoy en día.
Como consecuencia del uso generalizado y ex-
tendido del DSM la clínica infantil se vuelve con-
fusa y con la sensación de estar en un callejón sin
salida ya que nada dice sobre sus causas.
Cómo ya he señalado en otro artículo “Frente a
la insuficiencia de los modelos biologisistas, es nece-
sario rescatar lo valioso de las teorizaciones psicoa-
nalíticas para armar estrategias que no apunten a lo
reeducativo, a la adquisición de habilidades cogniti-
vas y conductuales sino a la modificación de las con-
diciones de base que determinan cada cuadro clínico
en cada niño”. (Llanos, 2007, pág. 64)
Autismo y psicosis infantil. Avatares en
la constitución subjetiva.
Donald Winnicott (1967) era contemporáneo
de Leo Kanner, en su texto La esquizofrenia infantil
en términos de fracaso de adaptación reconoce
haber estado influido por el modo en que Kanner
enfocó el autismo, y dice que los años que lo prece-
dieron se había ocupado de esos casos simplemente
con el nombre de “psicosis infantiles “o esquizofre-
nia de la infancia”. También señala que para él no
fue tan positivo que Kanner denominara “autistas
“a tales casos, ya que, a los pediatras tan habituados
a las entidades nosográficas, esa etiqueta les daba
una pista falsa que utilizaban con mucho gusto, es
Actualidad Psicológica
decir podían sostener la existencia de una enferme-
dad de la que se desconocían sus causas, pero cuya
descripción la podían dar fácilmente.
“Sin embargo, no existe una frontera clara para
ese estado que, en mi opinión, no ha de ser conside-
rado como una enfermedad. Cualquiera de los nu-
merosos elementos descriptivos puede ser
considerado en forma separada y encontrarse en
niños que no son autistas y aún en niños llamados
sanos y normales”. (Winnicott, 1967, pág. 100)
Winnicott (1967) reconoce que hay quienes pre-
ferirían encontrar una causa orgánica genética,
tanto para el autismo como para las psicosis infan-
tiles y; quienes, desde otro enfoque, piensan la hi-
pótesis de una perturbación en la delicada
interacción de factores individuales y el entorno, en
etapas precoces del desarrollo humano
Winnicott si bien no desarrolló una teoría sobre
la psicosis infantil, aportó importantes conceptos
para poder pensar sus causas. En estas citas se vis-
lumbran dos ideas nodales: una la idea de que el au-
tismo y las psicosis infantiles no son una
enfermedad y la otra hace alusión a un momento
del desarrollo subjetivo cuando introduce la idea de
precoz.
Piensa al autismo y las psicosis infantiles como
una compleja organización de la defensa que ase-
gura al niño contra el retorno de las condiciones de
la, angustia impensable que ocurrieron en un mo-
mento en que la dependencia madre-bebé es abso-
luta y el ambiente facilitador, falló en su función.
Para Winnicott todo ser humano nace con una
tendencia a la maduración, a la integración en una
unidad. Esta tendencia no es automática, ya que
para el autor al principio no hay bebé solo, sino
bebé y su madre (cuidados maternos) como una
unidad. Para que esa tendencia pueda realizarse la
madre no debe fallar en su función, de ser lo “sufi-
cientemente buena”. Si la madre falla en su función
de sostén, manipulación y presentación de objeto,
la adaptación madre-niño es defectuosa, y el niño
vivencia el medio como una invasión que inte-
rrumpe su continuidad de ser; de allí que erige de-
fensas muy primitivas, rechaza el ambiente para
mitigar angustias arcaicas.
Cuando Winnicott plantea que la falla ambien-
tal ocurre en etapas precoces del desarrollo subje-
tivo, lo temprano lo sitúa en momentos donde aún
el niño no cuenta con un Yo organizado, diferen-
ciado, no hay relación con un objeto. Lo temprano
lo sitúa en las condiciones de la mamá (medio am-
biente) para albergarlo, para adaptarse a las necesi-
dades del niño por medio de su capacidad para
identificarse con él.
Siguiendo las ideas del autor, no importa la sin-
tomatología sino tratar de pesquisar la naturaleza
del fallo ambiental que hace que el niño erija la de-
fensa para poder conducir la cura del niño y la fa-
milia propiciando un ambiente que no reproduzca
el fallo, sino que tenga éxito en su función
A lo largo de mi experiencia clínica cuando re-
cibo niños en los que observo las consecuencias de
los fallos en el armado de su subjetividad que no
dieron lugar a la apertura del juego del deseo, de la
libidinización del cuerpo, de la integración yoica,
como contrapartida escucho del lado de los padres
historias de dolor, de sufrimiento psíquico que no
han podido elaborar y que no les permite inocen-
temente ejercer la función de sostén del niño.
Una joven madre dice “Cuando nació Juanita
me escapé a mi casa, quedé embarazada de una re-
lación ocasional y el tipo no quiso acompañarme en
la maternidad. No supe nunca más nada de él. Mi
madre me echó de mi casa y fui a vivir de una
prima. Allí crio mi hija, en una habitación. Hago
changas, pero no me alcanza para mantenerla.
Cuando la escucho llorar me desgarro, me pongo
en off, fumo y me enfrasco en la tele”.
“Pedro nació con una afección neurológica,
dicen que es degenerativa. Estamos muy tristes,
pero no lo demostramos. Desde que tiene un año
Pedro sabe que tiene que cumplir con todos lo tra-
tamiento que dice el doctor, es más, emprendimos
una consulta con el exterior. Ya lo acostumbramos
a que primero cumple y después puede jugar. Es la
que le tocó, es la que nos tocó. Nos derivan del co-
legio porque él no juega con otros nenes y cuando
pasa algo que no le gusta se da la cabeza contra el
piso. En casa hace lo mismo, pero yo la corto de una
cuando le dan esos ataques de nervios.”
“Cuando nació Marta estábamos en plena cons-
trucción, mi madre había fallecido unos meses atrás
y era muy apegada a mí y a mi hija, era todo para
nosotras. Llora intensamente. Marta de repente
dejó de hablar y de mirarnos a los ojos, ella tiene
dos años, pero no entendemos por qué dejo de
decir palabras y está irritable. La miro y no la en-
tiendo. No sé, me olvidé de ser madre, ya no sé
cómo se hacía, no me agarró en mi mejor mo-
mento, tenía muchos proyectos”.
Estas viñetas reflejan distintas vicisitudes que
atraviesan las madres y que no les permite ejercer
la función materna. Una madre joven, que perdió
el sostén de su madre y que elije evadirse, replegarse
en su mundo para no terminar de derrumbarse o
deprimirse. Una madre que erige defensas manía-
cas y obsesivas como formación reactiva a un vín-
culo melancolizado con su hijo, dada la herida
narcisista que le ocasionó la llegada al mundo de un
hijo con una enfermedad orgánica crónica. Otra
mamá presa de sus propias exigencias y resolviendo
el duelo por la pérdida de su madre, que le marcó
una separación abrupta en un vínculo que definió
como pegado, fusionado.
No quiero dejar de mencionar que es vasta y rica
la contribución psicoanalítica para pensar el campo
del autismo y de las psicosis infantiles en tanto dan
cuenta de fallas tempranas de la estructuración sub-
jetiva del niño. De un niño cuyo psiquismo, que no
se gesta de manera aislada, se encuentra en estruc-
turación y sujeto a futuras recomposiciones.
En este artículo tomé los aportes de Winnicott,
pero es importante mencionar autores como Piera
Aulagnier con el concepto de potencialidad psicó-
tica en la que resalta la idea de que el ser humano
es un personaje con atributos antes de ser sujeto, de
allí la importancia del mito familiar y de aquellos
enunciados que preceden al niño y que al mismo
tiempo pueden ser arraigo simbólico o excluirlo del
mismo de modo tal que niño no inaugura la activi-
dad representativa del yo.
Las contribuciones de M. Mahler caracterizó la
problemática de la psicosis simbiótica diferencián-
dola de la psicosis autística, teniendo en cuenta fac-
tores dinámicos, y la relación que establecía el niño
con el medio a partir de su teorización sobre los
procesos de separación e individuación, Planteando
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que en la psicosis simbiótica en el intento de man-
tener la simbiosis el niño intenta fusionarse narci-
sísticamente con la madre al percibir la separación
de la misma y recurriendo a defensas de tipo au-
tista.
F. Tustin quien también plantea para la psicosis
infantil la existencia de fracasos en estadios muy ar-
caicos del desarrollo del niño. Admite la incidencia
de factores constitucionales como también una ca-
rencia en la continuidad de la relación madre- niño.
El autismo patológico es para ella una defensa con-
tra la depresión psicótica, la sensación de caer en
un “agujero negro”. Distingue varios tipos de au-
tismo (autismo primario anormal, autismo encap-
sulado de caparazón, autismo encapsulado
segmentado y niños confusionales.
M. Manonni, también se abocó a pensar el au-
tismo y las psicosis infantiles, así como W. Bion
profundizó en la problemática psicótica en el niño,
entre muchos otros. Teorizaciones valiosas permi-
ten pensar nuestro quehacer clínico cuando se nos
presentan estas problemáticas.
Importa ver el complejo entramado de los dis-
cursos, pesquisar lo indecible en las consultas, ver
las posibilidades simbólicas del niño y la familia al
momento de la consulta, el modo en que el medio
ambiente ejerce su función o falla en el ejercicio de
la misma para posibilitar el desarrollo saludable de
las capacidades del niño. Desde este lugar, discernir
las diferencias psicopatológicas, más que tratar de
pensar a priori al niño desde entidades nosológicas.
Lic. en Psicología UBA. Especialista en Psicoanálisis con
Niños. Profesora titular de la materia Psicopatología Infanto
Juvenil II del posgrado de la Carrera de Especialización en
Psicoanálisis con Niños y Adolescentes (UCES-APBA)
Investigadora LUPAIA (UCES)
Bibliografía
Ajuriaguerra, J. D (1973). Manual de Psiquiatría Infantil, Bar-
celona, Ed Masson, 4° edición, 2000.
Aulagnier P.: (1975) La violencia de la interpretación, Buenos
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Llanos, L. (2007) Trastorno generalizado del desarrollo (TGD)
y Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad
(ADD/ADHD): Dos diagnósticos que requieren reflexiones crí-
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Winnicott, D: (1967). La esquizofrenia infantil en términos de
fracaso de adaptación, en Psicosis Infantil, Buenos Aires, Nueva
Visión, 1971
Página 22 • Diciembre 2023
Locura y
N
o ha sido necesario esperar al
psicoanálisis para poner de re-
lieve el nexo que vincula la lo-
cura con la creación. Basta
asomarse a las biografías de los
creación grandes creadores de todas las épocas, para constatar
que en los más diversos dominios del arte, la ciencia
o la cultura, buena parte de sus mejores exponentes
han tenido comportamientos cuando menos extra-
Van Gogh vagantes respecto de las normas que establece la con-
vención. Observación que puede generalizarse lo
suficiente hasta el extremo de suponer que es conve-
niente ser un poco loco para crear, al compartir la lo-
cura alguna medida común con esa genialidad que el
Mario Pujó saber popular atribuye en pequeñas dosis a cada cual;
e intuir que, si las dos cosas se conjugan regularmente
tan próximas, es porque hay una probable comuni-
dad de estructura entre ambas experiencias que hace
que el acto creativo sea como tal un acto loco.
Afirmación a la que el psicoanálisis puede agregar
la precisión de que tanto la creación, en su carácter
de invención, como la locura, suponen la confronta-
ción del sujeto con un vacío, una carencia, el lugar de
una falta de significante en el Otro. Si la invención
puede por ello ser un momento propicio a la explo-
sión de la locura, ella misma evidencia a la inversa, en
sus expresiones, una notable capacidad de invención.
Lo que representa un aporte decisivo del psicoa-
nálisis a la clínica de la psicosis. Como lo observa
Freud a propósito del delirio, las manifestaciones de
la locura no son la enfermedad sino su tentativa de
curación; constituyen una respuesta del sujeto a la
presencia de un goce enigmático, un esfuerzo de tra-
mitación frente a una irrupción que no puede sim-
plemente ser «olvidada» y obliga al sujeto a movilizar
todos sus recursos.
Perspectiva que Lacan adopta desde el inicio en el
extenso comentario dedicado a las memorias de Sch-
reber. No se trata por cierto para él de emplear alguna
clave edípica para traducirlas en los términos de una
fantasmagoría inconsciente, sino de reconocer en su
escritura la trama que intenta alojar, explicar, articu-
lar, el real que da cuenta de su génesis y causa su des-
pliegue. De allí la importancia que otorga a la
localización de aquellos elementos ubicados en la
frontera exterior al sentido, en los que el significante
se desencadena como real, los fenómenos elementa-
les, los fenómenos de franja, el milagro del aullido, y
el interés prestado a los efectos apaciguantes, «nor-
malizantes» que la construcción fantástica ejerce
sobre su autor.
Orientación que, atenta a la repercusión que la
producción creativa tiene sobre el creador, guiará
veinte años después el seminario que Lacan dedica a
la lectura de Joyce. Y que retendrá nuestro interés, al
dejar abierta una interrogación de alcance fundamen-
tal, relativa a las condiciones en que una obra puede
o no inducir un efecto estabilizante en su creador.
Vincent Van Gogh
A escasos treinta minutos de Paris, distancia sufi-
ciente para asegurar la tranquilidad de la campagne,
Auvers-sur-Oise, pueblito medieval frecuentado por
pintores como Daubigny, Pissarro, Cézanne, encuen-
tra su lugar en la historia por haber albergado las úl-
timas horas de Vincent Van Gogh. La miserable pieza
que lo hospedó durante algunas semanas, confiere ca-
prichosamente al Auberge Ravoux el nombre de Casa
Actualidad Psicológica
de Van Gogh, asegurándole el prestigio de un «café
d’artistes». Entre la variada oferta que la iniciativa pri-
vada propone al visitante (la réplica de la llave, la
membresía de un club, una gama de regalos empre-
sariales), un delicado almuerzo y un paseo son suge-
ridos al turista, en procura de los paisajes que
inspiraron algunos de los 70 cuadros y decenas de
croquis y dibujos realizados febrilmente por Vincent
durante su breve estadía. Un imposible safari es ima-
ginado así; partir a la caza de la mirada del pintor.
Pero sólo se encontrarán algunas representaciones
donde sus ojos se detuvieron, la intendencia, una
calle, el jardín de Daubigny, la escalera del albergue,
la iglesia, los campos de trigo... La vehemencia de su
mirada sólo puede ser atrapada lejos de allí, en la con-
tundencia de sus pinceladas, los remolinos que se im-
ponen repentinamente en la apariencia de una
imagen anodina, demostrando una entrega, una pa-
sión, una sinceridad, rayana en la desesperación. Y
así como las dimensiones infames de su pieza indi-
gestan la frivolidad de cualquier menú, detrás de la
simpática iglesia de contornos sinuosos, la patética lá-
pida de su tumba al lado de la Théo, nos despierta: esa
mirada es la de un hombre que ha sufrido, esa mirada
ha consumido a su creador.
Es asombrosa la potencia de sus cuadros para pro-
vocar casi universalmente lo que llamaría el «efecto
Van Gogh»; un sentimiento mezclado de atracción y
piedad, una suerte de fascinación entristecida. Porque
en la textura misma de una representación delibera-
damente apacible, se imponen los rasgos de una bús-
queda desconsolada, las huellas de una pincelada de
dibujos geométricos que progresa en líneas torcidas,
arcos, espirales, torbellinos, potenciando el color
hasta la exaltación. Una suerte de realismo exacer-
bado en el que las copas de los árboles llamean, el
cielo palpita, los girasoles irradian, los cuervos en el
horizonte se vuelven pesados nubarrones que lo in-
quietan todo. Efecto al que es difícil sustraerse, y que
explica quizás, en su inmediatez, la razón de un éxito
todavía creciente y al que no es ajeno la conocida in-
felicidad de Van Gogh.
Porque Vincent encarna hasta el paroxismo la fi-
gura del artista incomprendido, el artista ignorado,
despreciado por su tiempo, el paradigma del loco ge-
nial que avanza sobre su época y se hace vocero de un
tiempo por venir, que sabrá venerar retroactivamente
en su genialidad, un ímpetu creador sólo comparable
a su destructividad.
Rasgo que le reconocen también los historiadores
del arte. La brevedad de su aventura pictórica (apenas
diez años entre agosto de 1880 y julio de 1890), la vin-
culación estrecha entre la evolución de su pintura y
sus mudanzas, de modo que cada etapa coincide con
una nueva residencia, y el apoyo que para su estudio
ofrece la permanente correspondencia mantenida
con Théo, la más escasa dirigida a su hermana Wil-
helmina, las cartas intercambiadas con el pintor ho-
landés Anthon van Rappard, el más joven francés
Emile Bernard, y algunas aisladas con Paul Signac y
Paul Gauguin, constituyen un instrumento de inves-
tigación sin equivalentes.
Apoyándose en él, los críticos distinguen en su
obra dos grandes períodos, escandidos a su vez por
los lugares de residencia. El período holandés -
1880/1885- (Ettern, La Haya, Drenthe y, sobre todo,
Nuenen), caracterizado por los temas campesinos, los
colores oscuros, alquitranados, y el intenso trata-
miento expresivo dado al sufrimiento de los desdi-
Actualidad Psicológica
chados («Sorrow» -la desazón de Sien, la prostituta,
ante su embarazo involuntario-, «Los comedores de
papas» -la miseria de los campesinos que comen con
sus manos el fruto por ellas cosechado-). El período
francés -1885/1890- (Anvers, París, Arlès, Saint-
Rémy, Auvers), el más prolífico y original, con la in-
corporación cada vez más luminosa del color y el
empleo progresivo de lo que será su pincelada carac-
terística. Época a la que pertenece también la serie de
43 autorretratos que evidencian una diversidad fiso-
nómica notable y permiten jalonar su evolución; con
la particularidad de que el propio Vincent se remite
a ellos para juzgar su estado, empleándolos como ins-
trumento de una singular introspección.
La culminación de su arte alcanzada en los últi-
mos años coincide con lo que se han denominado sus
«crisis», episodios delirantes y alucinatorios acompa-
ñados de una angustia desgarradora, cuyas caracte-
rísticas permanecen a oscuras porque su recuerdo en
los momentos de lucidez le resulta tan insoportable,
que Vincent prefiere evitarlo. Es esta coincidencia
entre el máximo esplendor creativo y la eclosión de
la locura, lo que retuvo la atención de los críticos,
planteándose la pregunta, en alguna medida legítima,
de si es necesario cierto grado de trastorno mental
para alcanzar niveles superlativos de creatividad, si
una lucidez superior puede ser inherente al proceso
patológico, e inclusive, si existe eventualmente un arte
propiamente loco, resultado de la locura misma.
De manera menos romántica, pero más verídica,
se ha discutido también el estatuto de la enfermedad
mental de Van Gogh. Tratado como epiléptico por
los médicos que lo atendieron, hay quienes, conside-
rando sus hábitos de vida, la frecuentación de las
prostitutas y su afición a l’absynthe -bebida prohibida
en 1915 por provocar daños neurológicos-, creen per-
cibir las manifestaciones de una parálisis general pro-
gresiva o la probable evolución de su alcoholismo.
Karl Jaspers, en un interesante estudio que le dedica
en 1924 («Strindberg und Van Gogh»), se inclina por
el mucho más probable diagnóstico de esquizofrenia;
aún cuando ésta sea pensada como una enfermedad
que se sobreagrega a una personalidad previamente
dotada, de manera tardía y repentina.
En relación a esta distinción, parece casi ingenuo
desconocer el alcance clínico de algunas circunstan-
cias de la vida de Van Gogh previas a sus «crisis» y,
en particular, de las condiciones que acompañaron
su nacimiento.
Vincent Wilhelm Van Gogh nace en Groot-Zun-
dert el 30 de marzo de 1853, exactamente el mismo
día, un año después, que naciera muerto -el 30 de
marzo de 1852- su hermano mayor bautizado igual-
mente Vincent Wilhelm. Como lo señala Humberto
Nágera («Vincent Van Gogh. Un estudio psicológico»),
es anotado en la parroquia, por error, con el mismo
número 29 que su hermano muerto; «lapsus» que
inscribe de entrada su posición en el deseo del Otro.
Deviene así el hijo primogénito del matrimonio
formado por Théodore Van Gogh, pastor protestante
de una secta minoritaria de la iglesia holandesa -en la
que no sobresaldrá por su pobre oratoria- y Anna
Cornelia Carbentus, tres años mayor. Tendrá cinco
hermanos: Anna, Théo, Elizabeth, Wilhelmina y Cor-
nelius.
Si bien es cierto que su nombre posee una larga
historia familiar por ser el de sus dos abuelos, el de
un tío paterno (marchand) y el de un tío del abuelo
(escultor), no basta con invocar la costumbre de la
época de emplear un mismo nombre para relativizar
el alcance de llevar el de un muerto; en particular, si
se consideran esas funestas coincidencias de fechas y
números que lo predestinan a un lugar de sustitución
imposible. La suerte de Vincent y sus hermanos (dos
suicidas, dos locos) interroga aquello que, del deseo
de esa madre, casada a la por entonces tardía edad de
32 años y que pierde ese primer niño a los 33, llega
adquirir tal gravedad mortífera.
No se trata de que la madre de Vincent careciera
de deseo. Pero algunos relatos y varios recuerdos
hacen pensar que su deseo no logró ser capturado por
el señuelo de una ilusión, ni engañarse en el espejismo
de su hijo, dificultando la inscripción de necesarias
insignias fálicas. La falta de esa «ceguera» amorosa,
afectada probablemente por ese duelo reciente, deci-
dirá la vida del futuro pintor que toma de niño el lápiz
para imitar a su madre, con «la intención de agra-
darla». Falta que en Vincent se expresa por una suerte
de patología del amor.
Como lo indican sus biógrafos (Louis Piérard,
Melissa McQuillan, Marcel Slater, el propio Jaspers)
Van Gogh era un hombre capaz de un amor sublime,
compasivo, piadoso. Amaba al otro pese a su desva-
limiento, o, más probablemente, a causa de él. Con-
fortar el sufrimiento del Otro ante el que experimenta
una extrema sensibilidad, consolar su desdicha, se
convertirá en su misión en la vida, primero como re-
ligioso, y luego como «artista». Pero el impetuoso
desprecio por toda inautenticidad, que implica en
verdad un cuestionamiento radical del semblante,
condena su empresa, de por sí imposible, a un irre-
mediable fracaso. Su entrega absoluta, incondicional,
lejos de contagiarse, suscita el rechazo por su misma
desmesura. Demanda que en su insistencia repetitiva
pone en evidencia un activo carácter pulsional, en el
que la tendencia a consolar la aflicción lo lleva a iden-
tificarse con ella hasta devenir su objeto, desprendién-
dose de toda investidura fálica. Lo que provoca en
respuesta la aversión, la expulsión, el rechazo. Su vida
se encuentra signada por esa falta de reciprocidad
amorosa, el desencuentro con sus padres, las mujeres,
los colegas, el público. Con la excepción mayúscula
que representa durante mucho tiempo su hermano
Théo, cuatro años menor.
Solitario y aislado desde chico, con una expresión
ausente y meditativa, aplicado en sus estudios, aban-
dona misteriosamente el colegio a la edad de 15 años,
para entrar, al año siguiente, por iniciativa de su tío
Vincent, como aprendiz y luego marchand en una su-
cursal de la galería Goupil, fundada por aquél. Lo que
le permite viajar, estudiar, visitar museos y completar
su instrucción. Pero su exagerado celo por la auten-
ticidad hará de él mucho mejor crítico que vendedor,
lo que terminará dejándolo fuera de la firma. Inter-
viene en ello, ciertamente, un primer desengaño
amoroso con Ursula Loyer, la hija de su casera en
Londres, de quien se enamora apasionadamente
(«jamás vi ni soñé nada parecido al amor que la une
a su madre», escribe). Ella se encuentra secretamente
comprometida con otro y lo rechaza. Tiene entonces
veinte años, y experimenta a partir de allí una mar-
cada depresión que lo acompañará siempre, descui-
dando su aspecto y su trabajo. Tres años después, a
cambio de comida y habitación, obtiene un puesto
como maestro auxiliar en un barrio obrero de Lon-
dres. El contacto con los humildes lo decide a dedicar
su vida al evangelio de los pobres, en un último in-
tento por inscribirse en el linaje paterno («mi anhelo
Diciembre 2023 • Página 23
más ferviente es que el espíritu de mi abuelo y de mi
padre renazca en mí y me sea dado convertirme en
servidor de Cristo»). Aunque su «sinceridad» le im-
pide «ilusionarse» con alguna comunidad religiosa.
Frecuenta la iglesia reformada holandesa, la janse-
nista, la católica y la luterana («¿crees acaso realmente
que no puede hallarse a Dios en otra iglesia?»).
Luego de abandonar la Facultad de Teología de
Amsterdam y tras una fallida tentativa en la Escuela
Evangelista de Laeken (que lo juzga inepto), con el
propósito de «dar paz a las pobres criaturas y recon-
ciliarlas con su existencia aquí en la tierra», se ofrece
como predicador en la región minera belga del Bori-
nage. Las condiciones de vida de esas familias, las más
postergadas de Europa, lo conmueven al punto que
Vincent les regala sus zapatos, su comida, sus perte-
nencias, para vivir más miserablemente que ellos; lo
que no es tolerado por las autoridades religiosas. Pro-
seguirá entonces su tarea evangelizadora sin retribu-
ción alguna durante un año más; al cabo del cual se
encuentra en un estado de desamparo absoluto. Pero
con el apoyo económico de Théo y en parte para me-
jorar sus relaciones con él, se decide a retomar el lápiz
y dedicarse al dibujo: «desde entonces todo ha cam-
biado para mí». La misma pasión marcará sus diez
años de vida como pintor («no ansío la victoria y todo
lo que busco en la pintura es un modo de hacer so-
portable la vida»), que los sucesivos desengaños amo-
rosos no hacen más que alentar.
A los veintiocho años, la visión de su prima Kee
recientemente viuda y con un niño pequeño provoca
en él un nuevo e impetuoso enamoramiento. Desa-
probado por los familiares, ella ni siquiera lo recibe.
Quema entonces su mano sobre una vela, para de-
mostrar a sus padres la legitimidad de su amor. («No
puedo ni quiero vivir sin amor. Si no me helaré, me
petrificaré, me trastornaré»). Al año siguiente, el em-
barazo de Sien, una prostituta abandonada, despierta
en él una ternura sin límites. Ella posará para sus cua-
dros y convivirán durante más de un año pese a la
oposición de todos, hasta que ante sus desplantes
acepta separase de ella. Una corta relación con Mar-
got Begemann no prospera por la tenaz negativa de
ambas familias. Ella intenta suicidarse.
De allí en más, con la única excepción de Agostina
Segatori, propietaria de un café de Paris, Vincent sólo
mantiene relaciones ocasionales con prostitutas. Ante
la convicción de la falta de apoyo de sus padres, la
pintura deviene su única pasión y su consuelo, su
«maternidad» («espero que esta lucha aparentemente
estéril no sea diferente del trabajo de un parto, pri-
mero el dolor y luego la alegría»), un sacerdocio al
que sacrifica todo. Exigirá y obtendrá de Théo una re-
nuncia semejante: la postergación ante su pintura de
todo proyecto personal.
Dos tumultuosos años en Paris en el departa-
mento de Théo, le permiten acceder al color de las es-
tampas japonesas (deja de comer para coleccionarlas)
y al contacto con los impresionistas que influencian
definitivamente su estilo. Pero la ya difícil conviven-
cia se agrava porque Théo no logra vender sus cua-
dros. La partida a Arlès representa para Vincent la
realización de una utopía. La búsqueda de un «sol ja-
ponés», la luz meridional que tanto conviene a su pin-
tura, enmarcado en un proyecto de creación de una
cooperativa de artistas («la casa amarilla») que traba-
jarían mancomunadamente para mantenerse.
La ansiada convivencia con Gauguin, al que ad-
mira fervientemente («ha hallado el medio de produ-
Página 24 • Diciembre 2023
cir a la vez niños y pinturas») responde a esa expec-
Sumario I 535 tativa, encontrándose en el inicio de una sucesión de
crisis de intensidad creciente, a las que no son ajenas
las noticias de la boda de Théo. El encuentro de
ambos pintores es también la de dos personalidades
contrapuestas. Si los dos comparten el mismo destino
de pobreza, Gauguin, convencido de su arte más clá-
sico, es portador de una soberbia cuya prestancia sólo
podía tener un efecto intrusivo en Van Gogh. El pa-
saje al acto es inevitable. Vincent le arroja un vaso de
absynthe a la cara; y después, cuando Gauguin decide
retornar a París hastiado de quien califica de «luná-
tico», descubre que aquél lo persigue, amenazante,
con una navaja de afeitar. La misma con la que esa
noche se corta el lóbulo de su oreja izquierda, para
entregárselo envuelto en papel a una prostituta de
nombre Raquel. El episodio mutilatorio que lo ha
vuelto célebre, tentativa de castración en lo real, inicia
una serie de internaciones y de brotes (delirios de en-
venenamiento, alucinaciones místicas) que se repiten
a gran velocidad.
Después del casamiento de Théo con Johanna
Diciembre 2023 Bonger (abril 1889), la idea de ser una carga econó-
mica lo desespera. Se interna entonces voluntaria-
Ilustración de tapa:
Rodolfo López Martino mente en el Sanatorio de Saint Rémy (mayo
Distribución en Interior: D.I.S.A 1889/mayo 1890) con la esperanza de ocasionar me-
Imprenta: Mundo Gráfico S.R.L.
nores gastos a su hermano. Período en el que se en-
tera que su cuñada espera un hijo. La calma de
Los artículos firmados son de exclusiva Auvers, bajo la tutela complaciente del Dr. Gachet,
responsabilidad de sus autores,
y no reflejan necesariamente la opinión
aparece a ambos hermanos como una alternativa po-
de la dirección. sible a la internación.
Si el no reconocimiento del valor de su pintura lo
atormenta, el nacimiento de su sobrino y ahijado,
bautizado en su honor con su nombre, precipita el
desenlace final. Un corto viaje a Paris, la visión de ese
2 Espectro de la Esquizofrenia
nuevo Vincent Wilhelm afiebrado ante el desasosiego
Elena Diana Scherb, Lía Marcela
de su madre, la precaria salud de Théo aquejado por
Fernández
dificultades económicas, lo hacen regresar inmedia-
tamente a Auvers. El encuentro con la familia que
6 La parafrenia, entre la esquizofrenia y
la paranoia. Una discusión clínica y psi- sabe no podrá tener, la constatación de que la aten-
copatológica. ción de Théo se dirige ahora hacia otro Vincent, el
Ignacio Barreira pesar de sentirse un estorbo, y, sobre todo, la repeti-
ción de la escena original del desconsuelo materno
10 Relatos en la esquizofrenia. ante un hijo enfermo ... Lo que es seguro es que a su
Nicolas Basin, Santiago Carballo retorno la decisión está tomada.
13 Actualidad de la esquizofrenia y orden El anochecer del 27 de julio de 1890 vuelve al al-
paranoico. bergue Ravoux tras haberse disparado un balazo en
Silvia Szuman la ingle con un revólver. Muere luego de una dolorosa
agonía de 36 horas, fumando su pipa («único reme-
16 Me gustaría tener una enfermedad dio para la melancolía»), conversando con el Dr. Ga-
terminal, sabes cuánto más dura… chet y su desolado hermano, que lo sobrevivirá por
Marcelo Buchcaiger
apenas seis meses. La enfermedad de Théo (una sífilis
de larga evolución) se agrava enseguida y muere loco,
19 ¿Esquizofrenia infantil o avatares en
la constitución subjetiva a temprana edad sin haberse podido sobreponer a la muerte de Vin-
del niño? La importancia de los aportes cent, y con ella, a la pérdida de lo que considera «la
psicoanalíticos. razón de su vida».
Laura Llanos Por cierto, los cuadros firmados simplemente
Vincent son la obra de los dos hermanos Van Gogh.
22 Locura y creación Van Gogh Sin esa relación (que la genialidad de su producto no
Mario Pujó puede hacernos olvidar representa una modalidad de
folie à deux) no hubiera sido posible. La decisión de
su viuda de exhumar las cenizas de Théo en 1914 y
trasladarlas junto a la tumba de su hermano, rinde
homenaje a esa verdad.
Quedando, por cierto, muchas cosas por exami-
nar, querría, antes de concluir, dar lugar a la tentación
Próximo número: Enero 2024 de medir mínimamente el penoso fracaso de Van
Salud mental y sociedad Gogh, a sabiendas de su reconocida genialidad.
Actualidad Psicológica
En primer lugar, en relación a la castración. Y si a
propósito de Van Gogh es sin duda legítimo hablar
de Verwerfung, su resorte debe buscarse del lado del
deseo materno, en función del lugar que evidente-
mente éste no deja a la ley del padre. La castración
sólo podría operar allí donde la identificación al falo
se encuentra asegurada, permaneciendo en este caso
en cuestión el modo en que el sujeto es convocado a
ser, habitar, encarnar la falta del Otro.
En primer lugar, en relación a la castración. Y si a
propósito de Van Gogh es sin duda legítimo hablar
de Verwerfung, su resorte debe buscarse del lado del
deseo materno, en función del lugar que evidente-
mente éste no deja a la ley del padre. La castración
sólo podría operar allí donde la identificación al falo
se encuentra asegurada, permaneciendo en este caso
en cuestión el modo en que el sujeto es convocado a
ser, habitar, encarnar la falta del Otro.
En la pintura de Vincent se vincula de entrada al
desasosiego materno al que intenta mitigar, situán-
dose la mirada en una relación de deseo al Otro.
El encuentro amoroso con una mujer no le fue
posible a Vincent, y el azar ha tenido seguramente
algo que ver. Como también lo ha tenido el hecho de
que su demanda se planteara de una manera que des-
pertaba el rechazo, de lo que la ofrenda de su oreja a
Raquel constituye un escabroso paradigma. Algo que
recuerda la histórica dificultad que plantea la clínica
de aquellos sujetos que, en una precaria posición en
el deseo del Otro y habiendo experimentado una
efectiva situación de desamor, no permiten ser opti-
mistas en cuanto a su posibilidad de subsanarla, in-
capacitados como están de solicitar amor o
corresponderlo de una manera viable.
En cuanto al público, la falta de aprecio de la
madre por sus pinturas («en la familia nunca creye-
ron en mí; tiren esas pinturas decía mamá»), que en-
cuentra en la imposibilidad de venderlas una
desconsoladora confirmación, no podía aparecérsele
a Vincent más que como una reiteración aciaga de
la falta de reconocimiento inicial, adquiriendo la
consistencia de un destino. Vincent duda incluso de
la autenticidad de las críticas favorables de algunos
de sus colegas. Disparidad entre la seguridad del
éxito y la persuasión del fracaso, que se refleja tam-
bién en la actitud de cada uno en su tarea. Vincent
no puede cesar de pintar «como un verdadero po-
seso», con «un furor sordo de trabajo», hasta más de
doscientas obras al año, a un ritmo en el que la su-
blimación confina con el pasaje al acto. «Mi propia
obra -escribe en una carta que jamás envió-, estoy
arriesgando mi vida por ella y mi razón se ha disuelto
a medias por su causa».
Cuando el reconocimiento llega, es demasiado
tarde. La anhelada venta de un primer cuadro («La
vid roja»), la exposición de diez de sus telas en el
«Salon des Indépendants» y la entusiasta crítica de
Albert Aurier en el Mercure de France, que inicia en
1890 lo que será la construcción de un verdadero
mito, no pueden ya torcer el rumbo emprendido.
Vincent no soporta esos elogios que lo hacen llorar
cuando ya se ha despedido de sí mismo. Su obra
triunfa sobre su vida, al precio de lo que ha asumido
como una misión; sus últimas palabras, al oído de
Théo, son la confesión de la derrota final: «el sufri-
miento no terminará jamás».