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Horacio
Hamlet
Claudio
Laertes
Polonio
Ofelia
Gertrudis
Espectro
Guildenstern
Rosencrantz
Actor 1
Bufón
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Primer Acto
Escena 1
Hamlet se encuentra haciendo picar una pequeña pelota de goma. La deja caer y el sonido
inunda el lugar. Un sonido que genera un ritmo agobiante en ese silencio. Ingresan Claudio,
Fortimbrás. Apuesto que el anciano poco conoce de los atrevimientos del joven sobrino. No
nos guardaremos nada, que los alistamientos y los suministros son a costa del pueblo del
pobre Rey viejo que todo ignora. Demasiado joven ese Fortimbrás para tanta ambición.
Polonio: Usaremos exactamente esas palabras. Si me lo permite, aquí mi hijo quería darle un
mensaje…
Laertes: Quería solicitar su favor para volver a Francia, mi Señor, de dónde de buena gana
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Claudio: Goza, Laertes, de tu hermosa hora y dispón de tu tiempo, entonces. Los días pasan
tan rápido en esta suerte de júbilo frustrado, con un ojo esperanzado y el otro sin consuelo,
hermano y el deleite por el casamiento con antes mi querida hermana y ahora mi amada
esposa. Que por eso se vuelven inadmisibles los avances del joven Fortimbrás, que quizá
pensando en que nuestro reino se encuentra en luto, cree encontrarnos débiles para defender
las tierras que mi hermano conquistó. No dejemos pasar más tiempo sin enviar esa nota al
viejo Fortimbrás…
Hamlet: (Sin que se escuche) Tanto parentesco y tan poco cariño. // Algo más que sobrino y
Gertrudis: Mi buen Hamlet, debes cambiar esos tintes oscuros y mirar como a un amigo al
Rey de Dinamarca. Dejar de buscar con párpados apretados la sombra de tu noble padre en el
polvo, sabiendo que es la ley común que todo lo que vive debe morir. De ser naturaleza a
eternidad.
luto, ni el río imparable en mis ojos, ni mi expresión abatida, ni ninguna otra figura externa
del dolor que puede expresarme. Esas son todas apariencias y son cosas que cualquiera puede
fingir. Pero lo que tengo dentro es mucho más fuerte que lo que se ve.
Claudio: No es más que ser honroso con tu padre, Hamlet, es tierno de tu parte. Pero no
olvidemos que tu padre perdió un padre y que ese padre perdió al suyo también. Qué debe
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hacer el sobreviviente más que llevar un luto por un tiempo sin que esta actitud se vuelva
rebeldía o apenas una obstinación que esconde una vulgar incomprensión. Que no se vuelva
ese peso una falta contra el cielo, contra los muertos y la naturaleza, y bajo ese inútil
desconsuelo pensar en mí como un padre, ya que sos lo más cercano a nuestro trono y te
profeso un amor del todo noble como el que un padre siente por su hijo. Y frente a tus deseos
de irte para retomar tus estudios, nada contraería más nuestros deseos. Queremos que te
Claudio: Qué respuesta amable y justa… Brindaremos hoy porque se extienda tu estadía…
Hamlet: Si esta carne tan dura se disolviera en rocío… Que enviciado este mundo, es un
huerto sin cultivo y sin desmalezar. Lo fétido y grosero lo ha invadido. Dos meses de muerto.
fragilidad es un nombre de mujer. Si con esta rapidez se corre al tálamo incestuoso nada es
Ingresa Horacio.
Hamlet: ¿Horacio?
Hamlet: ¿Y por qué no estás estudiando, Horacio? ¿Qué te devolvió a Elsinor? Aquí solo se
enseña a beber.
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Horacio: Los funerales de su padre, Señor.
Hamlet: Economía, Horacio, apenas economía. Los manjares cocidos de uno, sirvieron como
fiambres al siguiente. Preferiría encontrar a mi peor enemigo en el cielo, que haber vivido ese
Hamlet: Horacio…
Horacio: Contenga por un momento el asombro, mi señor, y deme sus oídos atentos que debo
contarle este prodigio: las últimas tres noches, justo a medianoche, una sombra igual a su
padre. De pies a cabeza, sus manos igual, sin duda su padre, que vagó las tres noches por la
Hamlet: Mi padre…
Horacio: No la primera vez porque estaba muerto de miedo. Pero la segunda y la tercera,
mientras caminaba solemne, me atreví a hablarle, a exigirle unas palabras, pero solo la tercera
noche pareció querer decir algo, abrió su boca, y el sonido de los gallos lo hizo volver a
callar.
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Horacio: Sí.
Hamlet: Te ruego que si hasta ahora esto ha sido solo una confidencia hacia mí, así quede
Escena 2
Laertes: Pero espero que siempre los vientos sean favorables y haya algún transporte
disponible, me escribas.
Como una violeta de su juventud, que no permanece más que una primavera. Es perfume y
deleite de un instante.
Laertes: Ofelia, puede amarte en serio y sin ningún tipo de engaño pero qué fuerza tendrá
contra su rango cuando llegue el momento. Él no tiene voluntad porque ha nacido preso de su
cuna. No puede como cualquier otro mortal decidir por sí mismo, cuando de él depende la
suerte de un reino y su gente. Si dice amarte, sé prudente y no prestes oídos ingenuos a sus
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Laertes: Solo estate atenta. Debes estar atenta. El gusano siempre merodea los brotes tiernos
Ofelia: Prometo tener en cuenta tus consejos y espero que no seas como esa clase de pastores
que muestran la espinosa senda al cielo mientras vagan sobre los jardines prohibidos sin
Ingresa Polonio.
Polonio: ¿Aún con nosotros, hijo? ¡A bordo! Querrán aprovechar el viento a favor.
formas desmesuradas. Siempre sencillo, pero nunca vulgar. A tus amigos con méritos
probados, los amarras fuerte pero no des la mano a cada ventajero que se acerque…
Polonio: Evita las peleas, pero ya en una, haz que tu enemigo te tema. Tu oído a todos, pero
Polonio: No interrumpan a un padre y sus preceptos: Vístete tan bien como tus medios lo
permitan, pero sin afectación, una cosa es la elegancia y otra cosa es la ostentación. No pidas
dinero ni lo prestres…
Laertes: Padre…
Polonio: Sé sincero contigo mismo para que nadie pueda llamarte falso…
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Laertes: Adiós, Padre. Adiós, Ofelia. Y recuerda, Ofelia, lo que hablamos.
Laertes sale.
Polonio: Espero entonces que sea mi mismo predicamento. Ya te he prevenido sobre actuar
con el pudor que conviene a una hija mía y nunca me hablas con la verdad sobre él. ¿Qué hay
Polonio: ¿Afecto? ¡Qué inocencia! Son esas palabras las que demuestran con la imprudencia
Polonio: Yo te lo diré. Sos una chiquilina por haber siquiera considerado genuinas esas
muestras falsas de cariño que solo demuestra el poco cariño que te tienes, y que terminará
Polonio: Cuando quema la sangre, con mucha soltura el alma le presta promesas a la lengua.
Te dejas llevar por la luz pero son apenas destellos que no provocan calor alguno. No hay
fuego, hija, entiende, son chispazos. Nunca debes rendirte fácil al apuro del otro. Desde este
momento, te ruego que reduzcas tu presencia frente al príncipe Hamlet. Él aún es joven y
puede moverse con más libertad que nosotros. Entonces, Ofelia, no creas en sus promesas.
Son falsas. Persigue oscuras intenciones profanando las palabras sagradas del amor. No
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quiero que malgastes un instante más conversando con el príncipe Hamlet. Espero, querida
Ofelia sale.
Escena 3
Hamlet observa una figura en el horizonte. Horacio está detrás de él, como refugiado en una
trinchera.
Hamlet: Vengas con ráfagas del cielo o aliento del infierno, sean tus intenciones bondadosas
o perversas, te presentas ante mí de esta forma tan honesta, que te llamaré Hamlet, rey mío,
padre mío, soberano de Dinamarca. ¿Qué significa esto? No me dejes con la duda. ¿Por qué
tus santos huesos resquebrajaron tu santa sepultura dónde tan eterno te vimos reposar? ¿Qué
significa que tu cuerpo muerto vuelva a visitar con su armadura las estrellas que alguna vez
Hamlet: ¡Horacio!
Horacio: No lo hará delante mío. Por favor, señor, vayamos, puede ser peligroso.
Hamlet: No hay nada que temer. Ya nada aprecio de esta vida y mi alma es tan inmortal
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Horacio: Señor… (Indeciso, sale)
Espectro: Y para vengarte, cuando termines de escuchar a este cuerpo errante que purga sus
crímenes por la noche y padece durante el día en las llamas hasta que haya sido perdonado.
Hamlet: ¿Asesinato?
Espectro: Vil, inhumano, perverso. Es sabido por todo Dinamarca que una serpiente me
Espectro: Debes saber que la serpiente que mató a tu padre, lleva ahora su corona.
Hamlet: Mi tío.
Especto: Esa bestia adúltera que ganó para su lujurioso apetito la virtud de mi reina que cayó
desde lo alto de nuestros votos de amor que le hizo tu padre el día de la boda, a las promesas
mis oídos ese veneno tan hostil a la sangre de los buenos hombres, que recorre el cuerpo
como mercurio coagulando la sangre al instante. Así fue que durmiendo, fui despojado por mi
hermano, de mi vida, mi corona y de mi reina. Sin comunión, sin perdón. Si tienes corazón,
no lo toleres pero no dejes que tu alma trame nada en contra de tu madre. Déjasela al cielo, y
en las espinas que ya lleva sobre su pecho que la torturan. Me despido. Adiós. Adiós.
Recuérdame. (Sale)
Hamlet: Aguanta, aguanta, corazón… ¿Qué recuerdas? Por siempre. Mientras la memoria
tenga un espacio en este globo enloquecido. ¡¿Que te recuerde?! Voy a borrar de mi memoria
toda trivialidad, todas las máximas de los libros, todas las huellas del pasado que atesoro,
todo, voy a borrar de mis sesos y lo único que se mantendrá es tu mandato: recuérdame.
Villano, villano, villano y desgraciada mujer. Esto sí voy a recordar y debería anotarlo: Se
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Horacio: Señor… mi buen señor…
Hamlet: Hay más cosas en el cielo y en la tierra que las que sueña tu filosofía, Horacio.
Necesito que jures que nada de todo esto será dicho, será nombrado, será comentado con
nadie.
Horacio: Lo juro.
Hamlet: Que por muy extravagante que me muestre, adoptando un humor disparatado o
murmurando frases misteriosas, o cualquier otro tipo de ambigüedades, me jures que a nadie
le dirás de esto.
Hamlet: Que descanse ese espíritu perturbado y yo confío en mi amigo Horacio, y en todo lo
que este pobre pobre Hamlet pueda hacer para expresar su amistad, nunca ha de faltarte.
Vayámonos juntos con tu dedo sobre tus labios. El mundo está fuera de quicio. Suerte
SEGUNDO ACTO
Escena 1
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Ofelia: Estaba cosiendo en mi aposento cuando se presentó el príncipe Hamlet con su jubón
entreabierto y sus medias caídas, sin sombrero, pálido como su camisa y con una mirada que
Ofelia: Me tomó de la muñeca, fuerte, me apartó y con una mano sobre su frente comenzó a
observarme como si quisiera dibujarme. Se quedó así un largo rato y finalmente, sacudiendo
su brazo levemente y moviendo su cabeza así dos o tres veces, lanzó el suspiro más profundo
y lastimoso que pareció resquebrajar todo su cuerpo y acabar con su ser. Y así, salió por la
puerta.
Ofelia: No señor, pero como me dijiste anteriormente, he rechazado todas sus cartas de amor.
Polonio: Eso debe haberlo vuelto loco. Siento no haber observado este tema con mayor
atención y mejor juicio. Temí que iba a perderte, me doy cuenta que han sido mis propios
celos. Es tan propio de nuestra edad el exceso de prudencia en nuestros juicios como es
corriente entre ustedes, los jóvenes, la falta de discreción. Ven. Vamos a ver al Rey. Creo que
Escena 2
Rey: Queridos Rosencrantz y Guildenstern, los convoca una urgencia. Nuestro Hamlet ni por
dentro ni por fuera se parece al que era. Y no habría otra cosa que la muerte de su padre la
que pudo haberlo puesto así. Les ruego que, puesto que se han criado juntos, siendo tan
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cercanos a su edad y su humor, le hagan durante un breve tiempo compañía y traten de inferir
Gertrudis: Es cierto que ha hablado mucho siempre sobre ustedes, estimados. Si son tan
amables de mostrarnos cortesía y buena voluntad de quedarse con nosotros por un tiempo
para cumplir con nuestro pedido, recibirán las gracias que solo un Rey puede darles.
majestad.
Guildenstern: Nos inclinamos ante ustedes para llevar adelante lo que nos pidan, su majestad.
Gertrudis: Gracias Guildenstern y gentil Rosencrantz, y les ruego que de inmediato visiten a
Polonio: El viejo rey ha hecho comparecer a Fortimbrás, y le ha ordenado que todos sus
disculpa por todos los abusos que el joven Fortimbrás ha realizado, y asegura que todos ellos
Polonio: Y hay más. Le aseguro, mi señor, que como cuido mi alma cuido cumplir mis
deberes con mi Rey, y le aseguro que a menos que mi cabeza haya empezado a fallar, he
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Polonio: La brevedad es el alma del talento, y el tedio sus miembros y su adorno, y por eso
seré breve: el noble Hamlet está loco. Lo llamo loco, porque definir la locura verdadera, ¿no
Polonio: Le juro que no uso arte en absoluto. Que está loco es verdad, es verdad que es una
pena y una pena que sea verdad. Está loco y ese es su defecto, y ese defecto es efecto de una
causa.
Claudio: Lo sabemos.
Polonio: Quién cumpliendo con su deber y obedeciéndome, me ha dado esto. (Sostiene una
Polonio: ‘Hermoseada’, qué palabra horrible, ¿no? ‘Pon en duda que los astros tengan fuego,
pon en duda los movimientos del sol, duda que en la verdad no haya mentira, pero nunca
dudes de mi amor’.
Polonio: ¿Qué hubiese pensado de mí, si de haberlo sabido no hubiese actuado? No bien fue
de mi conocimiento le advertí: ‘El príncipe Hamlet está fuera de tu alcance y de tu rango, esto
se debe terminar’, y así le ordené que debía encerrarse, no recibir mensajes del príncipe
Hamlet, no recibir propuestas. Y así lo hizo, y él, rechazado, para no hacerlo largo, cayó en
tristeza, luego en ayuno, de ahí en vigilia, ¿y que es la falta de sueño sino el inicio del delirio
y la locura?
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Polonio: ¿Ha ocurrido alguna vez, y me gustaría saberlo, que yo haya afirmado: esto es así
Claudio: No en mi conocimiento.
Polonio: Separemos esta cabeza de mi cuerpo si esto que digo es de otro modo. Pero ya sé la
forma de saberlo definitivamente. Él pasa largas horas en esta galería. En uno de sus paseos,
le soltaré a mi hija. Usted, mi Rey y yo podremos observar todo a escondidas… Ahí viene…
Por favor, retírense, déjenme abordarlo sin que nada sospeche. Por favor, vayan, vayan,
Polonio: ¿Honrado?
Hamlet: Si el mismo sol que es un Dios engendra gusanos en un perro muerto e ilumina
Polonio: Sí.
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Polonio: Me refiero al asunto que está leyendo… ¿De qué se trata?
Hamlet: Es un poeta lleno de mentiras. Dice que los hombres viejos tienen barbas grises,
rostros arrugados, que carecen totalmente de ingenio y que tienen las nalgas bien flácidas. Y
aunque crea lo mismo con vehemente convicción, no me parece dejarlo así por escrito. Usted,
mi señor, sería tan joven como yo si pudiera marchar hacia atrás como un cangrejo.
Polonio: Realmente ahí no da el aire, señor. Con la mayor humildad, le pido su permiso para
dejarlo.
Hamlet: No podrías pedirme algo que dé con más placer, excepto mi vida. Excepto mi vida.
Excepto mi vida.
Guildenstern: Mi señor.
Hamlet: Deben de estar ahí justo en el medio, en su cintura, cerca de sus favores.
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Hamlet: Entonces, ¿qué le han hecho a la Fortuna que la muy puta los trajo acá, a esta
prisión?
Hamlet: Y Dinamarca es la peor. Entonces, vuelvo a preguntar: ¿qué hacen acá en Elsinor?
Hamlet: Soy pobre hasta en las gracias, pero les agradezco. ¿Están aquí por su propia
Hamlet: Cualquier cosa que responda a mi pregunta. Los han mandado a llamar porque hay
una suerte de confesión en sus miradas ingenuas que no tienen la astucia suficiente para
ocultarlo. Sé que el buen Rey y la buena Reina han requerido sus presencias. Si realmente me
Hamlet: Y les diré por qué. Me adelanto a su confesión así la promesa que le han hecho al
Rey no será rota. Desde hace un tiempo, perdí la alegría y abandoné todas mis actividades y
mi estado de ánimo es tan malo que el mundo me parece un monte estéril, que este cielo
magnífico, mírenlo, este techo majestuoso apenas es para mí un viciado y pestilente conjunto
de vapores. ¡Qué obra de arte es un hombre! ¡Noble su razón e infinitas sus facultades! Un
ángel en sus acciones y semejante a Dios en su espíritu. El más perfecto de todos los animales
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Guildenstern: Efectivamente, vimos sus carruajes en la entrada.
Hamlet: Es posible que mi bienvenida a los actores les resulte más calurosa que las que les
impartí a ustedes, quizá será muy pomposa, y no es porque ustedes no sean bienvenidos. Lo
son, pero mi Tío Padre y mi Madre Tía se equivocan: no estoy loco salvo cuando sopla el
viento del noroeste. Cuando el viento sopla del sur, sé distinguir un búho de un serrucho.
Ingresa Polonio.
Polonio: Han llegado los actores. Los mejores actores del mundo. Tanto para la tragedia
como para la comedia, historia o pastoral, en lo cómico pastoral, histórico pastoral, trágico
pastoral, trágico histórico, trágico cómico, tragi cómico histórico pastoral, escena indivisible,
poema ilimitado, y en cuanto a las reglas de composición y a la franqueza cómica, éstos son
los únicos.
Hamlet: Que se los atienda bien, porque ellos son el compendio y la crónica de este tiempo.
Mejor tener un mal epitafio al morir que mala fama entre ellos mientras estamos vivos.
Hamlet: No, por favor, debe ser mucho mejor. Si cada hombre recibe el trato que se merece
quién evitaría los latigazos. Hay que tratarlos como corresponda a tu nobleza y a tu propio
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Hamlet: ¡Mañana habrá comedia! Viejo amigo, tu cara se ha llenado de pelos desde la última
vez que nos vimos. ¿Podrían representar mañana ‘La muerte de Gonzago’?
Hamlet: Entonces lo haremos mañana por la noche. ¿Y podría, si fuese necesario, estudiar un
representación?
Hamlet: Mis buenos amigos, los dejo hasta la noche. Bienvenidos a Elsinor.
Hamlet: ¿No es monstruoso que un actor, fingiendo apenas, soñando una pasión, puede
subyugar su alma hasta tal punto que palidece su rostro, derrame lágrimas, su aspecto se
perturbe, se le corte la voz y todo el cuerpo exprese esas imágenes. ¿Y todo eso por nada?
¿Qué haría él si tuviera los motivos que yo tengo? ¿Si tuviese mi dolor? Inundaría el
ahorraría al inocente. En cambio yo, sin fuerzas, estúpido, sueño adormecido, permanezco
mudo… ¿Nada merece un rey al que despojaron del reino y de la vida? ¿Soy cobarde, que
todavía no engordé los buitres con la carroña de ese miserable? ¡Villano lascivo y
sanguinario. Cruel, pérfido, impúdico, monstruoso villano! A trabajar, cerebro mío… ciertos
delincuentes, presenciando una obra, se han visto afectados con tal fuerza por la destreza de
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la representación que revelaron su culpa de inmediato. Un crimen, aún mudo, se delata por
medios increíbles. Debo tener, para actuar, pruebas contundentes. El drama es el lazo con el
TERCER ACTO
Escena 1
Claudio: Quizá puedan, con algunos pequeños artilugios, conseguir que les diga qué es lo que
Rosencrantz: Mi buen señor, él reconoce que se siente perturbado. Pero no hemos podido
conocer la causa.
Guildenstern: Y tampoco nos permite muchas preguntas para que sigamos indagando.
Enseguida con locura afectada se escapa cuando intentamos que confiese algo.
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Rosencrantz: Justo, mi señora, habíamos visto a unos actores llegar a la corte, y de solo
Guildenstern: Les propuso la obra, repasaron parlamentos y esta noche harán función.
representación.
Claudio: De todo corazón, me alegra mucho oír que está tan bien dispuesto. Caballeros,
seguir empujándolo a los placeres que tan bien parece estar recibiendo. Ahora, vayan.
Claudio: Y también, dulce Gertrudis, te pido que te retires también. Hemos enviado a llamar
a Hamlet para que se encuentre como por casualidad con Ofelia, y Polonio y yo seremos
testigos ocultos del encuentro. Ver sin ser vistos, Gertrudis… Juzgar sin obstáculos su
Gertrudis: Lo haré si creés que podría ayudarlo. Ofelia, si es tu belleza la feliz causa de los
tormentos de Hamlet, que sea tu virtud que lo traiga de vuelta a su humor usual.
Gertrudis sale.
Polonio: Ofelia, hija, aquí tengo este libro, un poco censurable, sin duda, pero que si simulas
que lees, dará el pretexto a tu soledad. Mantén tu rostro devoto y una actitud piadosa, que
quedarnos allá.
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Claudio y Polonio se retiran.
Hamlet: Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Es más noble soportar con temple golpes y dardos
ponerles fin? Morir, dormir. Nada más. Y pensar que durmiendo le damos fin al dolor del
corazón y a los mil males que carga nuestra carne. Morir, dormir… dormir tal vez soñar. Ahí
está el problema. Nos detiene ignorar que sueños pueden asaltarnos en el sueño de la muerte,
después de que abandonemos las mortales ataduras. Ese es el motivo que le da larga vida a la
desgracia. ¿Quién toleraría la indiferencia del mundo, la injusticia del tirano, las palabras del
soberbio, el tormento del amor burlado, los tiempos de la ley, la insolencia del poder, quién lo
toleraría pudiendo quitarse los males con un simple puñal? ¿Quién soportaría toda esta vida
agotadora si no fuera por el temor a alguna cosa tras la muerte, ese desconocido país de cuyas
fronteras nadie vuelve? Terminamos eligiendo las desgracias que conocemos por temor a las
nuevas. La conciencia nos acobarda a todos y cualquier aventura tuerce su destino y nos
detiene. No hay acción. Hermosa Ofelia. En tus plegarias, recuerda todos mis pecados.
Ofelia: Mi buen señor. ¿Cómo se encuentra luego de tantos días sin verlo?
Ofelia: Me gustaría devolverle algunos de los regalos que me ha hecho, mi señor. Si usted me
Ofelia: Bien sabe que sí, mi señor. Y con dulces palabras que lo hacían más valioso. Pero han
perdido su perfume, y los regalos ricos se han pobres para un espíritu virtuoso cuando el que
Ofelia: ¿Señor?
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Hamlet: ¿Sos hermosa?
Ofelia: No entiendo.
Hamlet: Si fueras virtuosa y hermosa, la virtud no debería admitir trato con la belleza.
convierta en su semejante a la hermosura. Alguna vez esto fue una paradoja, pero ahora el
Hamlet: Por qué no irte a vivir a un convento. ¿Por qué alguien querría andar pariendo
sería mejor que mi madre nunca me hubiese echado al mundo. Soy soberbio, vengativo,
ambicioso con más impulsos criminales que pensamientos para darles nombre, imaginación
para darles forma o tiempo para llevarlos adelante. ¿Por qué debería haber personas como
yo? Todos somos canallas, todos. Harías bien yéndote a un convento. ¿Dónde está tu padre?
Hamlet: Deberías controlar que sus puertas estén bien cerradas para que no haga tonterías
Hamlet: Si alguna vez llega tu casamiento, te doy como dote esta maldición: Aunque seas
pura como la nieve, no vas a poder liberarte de la falsedad. Deberías irte a un convento. Y si
realmente necesitás casarte, casate con un tonto, porque los hombres inteligentes saben bien
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Hamlet: Deberías usar menos maquillaje. Dios les dió un rostro y ustedes se inventan uno
nuevo. Bailan cuando caminan, hablan afectadamente, le dan apodos a todo ser viviente y
quieren hacer pasar esa ligereza como ingenuidad. Ya puedes irte. Me volvieron loco. Y les
advierto a todos que no habrá más casamientos. Todos los casados, menos un matrimonio,
Hamlet sale. Polonio y Claudio se acercan. Ofelia se queda quieta, callada, perturbada.
Claudio: ¿Amor? No creo que sus emociones vayan por ese lado. Y tampoco lo que dijo,
aunque carecía de ciertas formas, parece producto de la locura. Hay algo en su alma, que su
melancolía está incubando. Y temo que lo que surja, cuando rompa el cascarón, sea peligroso.
Claudio: Debe viajar de inmediato a Inglaterra. Quizá alejándose pueda permitirse expulsar lo
que sea que en su pecho ha echado raíces, eso que golpea su cerebro y lo desquicia.
representación, dejemos que su madre, la Reina, le pida a solas que revele su dolor. Que sea
directa con él. Y yo estaré, si cuento con su permiso, escuchando todo. Si ella no logra
Claudio: Así será, Polonio. La locura de los grandes no debe quedar sin vigilancia.
Ofelia: Ver lo que veo tras haber visto lo que vi… La agudeza, la lengua y la espada. Del
cortesano, del letrado y del guerrero… Perdido… la flor y la esperanza del estado,
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quebrantado, perdido, arruinado. Y yo, la más miserable e infeliz de todas las mujeres…
ahora me toca oír ese espíritu noble como campanadas discordantes en la noche, ver lo que
Escena 2
Hamlet: (Aplaudiendo para que los actores se reúnan a su alrededor) Les ruego que el
parlamento lo digan con lengua ágil. Tampoco mover la mano afectadamente como si
quisieran serruchar el aire. Lo mejor es ser mesurado en todo, porque aún en el torbellino de
la pasión deberán transmitir una templanza que les permita dar elegancia a la expresión. No
puedo decirles claramente lo que me provoca ver a un actor empelucado, hacer jirones una
pasión, convertirla en viejos trapos, desgarrando los oídos del público que en su mayoría,
igualmente, son incapaces de apreciar más que absurdas pantomimas y alboroto. Habría que
azotar a todo actor que sobreactúa. Pero tampoco exageren la moderación. No duerman a la
transgredir los límites del pudor de la naturaleza. Toda exageración es ajena al propósito de la
cada época, su forma. Ahora, todo esto sobreactuado o sin nervio, por más que haga reír al
ignorante, solo puede agraviar a los hombres sensatos. Y es ese juicio el que debe importar
más, el de los pocos hombres sensatos que el de un teatro lleno de los otros. Hay actores
altamente renombrados a quienes he visto actuar, y no quiero ser grosero, pero era tan
abominable la forma en la que representaban la humanidad, que solo pude pensar que… que
aprendices inútiles de la naturaleza son los que engendran tales actores. Y les pido por
último, que los bufones solo digan lo que ha sido escrito para ellos y que no agreguen
palabras, porque con tal de buscar la risa de la platea ignorante, son capaces de arruinar un
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momento trascendental. Eso es algo infame y revela la más lamentable ambición en el tonto
Hamlet queda solo (Me imaginaba que cuando le habla a los actores, le hable al público)
Ingresa Horacio.
Horacio: Y la Reina, también. Están todos viniendo. ¿En qué puedo ayudarlo?
Hamlet: Horacio, sos sin duda el hombre más cabal que conozco. Desde que mi alma es
dueña de sus elecciones y puede distinguir entre los hombres, te ha elegido para ella y
siempre, desgraciado o feliz, haz aceptado los premios y los golpes de la suerte con ánimo
sereno. Benditos los que balancean tan bien las pasiones y la razón. Dame al hombre que no
sea esclavo de sus pasiones y lo llevaré siempre en el corazón. Donde te llevo, querido
Horacio.
Hamlet: Esta noche, ante el Rey, vamos a presentar esta obra. Una de las escenas, tiene un
cierto parecido con lo que te conté de la muerte de mi padre. Te ruego que cuando ese
momento llegue, prestes atención con toda tu fuerza, a la reacción de mi tío. Si el crimen
oculto no se vislumbra cuando llegue ese momento, entonces ese espíritu que vimos es un
espíritu maligno y mis ideas, por lo tanto, sucias. Yo tampoco voy a apartar mi mirada de él,
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Ingresan el Rey, la Reina, Ofelia, Polonio, Rosencrantz, Guildenstern y séquito.
Hamlet: Excelente, para ser sincero. Me mantengo del aire, como el camaleón y engordo de
esperanzas. Los pavos que alimentan para los festines no podrían estar mejor alimentados.
Hamlet: (Refiriéndose a Ofelia) Querida madre, es que acá hay un imán mucho más atractivo.
Ofelia: ¿Señor?
Hamlet: ¡Qué bello pensamiento! Descansar entre las piernas de una dama.
Hamlet: Es que no hay mejor bufón que yo y que deberíamos hacer en definitiva si es no estar
alegres. Siempre debemos estar alegres. Sin importar por qué. Solo hace falta mirar a mi
madre lo animada que está y hace dos horas que quedó viuda.
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Hamlet: Entonces la memoria de un gran hombre no dura ni un semestre. Bueno, basta de
charla. Ahí empieza. ¡Es una pantomima! ¡Me gustan las pantomimas! Silencio, silencio, ahí
empieza. (Relatando lo que ve a Ofelia) Es un rey y una reina, ¿no? Se ve que hay amor, o
parece que hay amor entre ellos. ¿No creés? Él la abraza, la abraza con amor. Y ahora
Hamlet: Se ha quedado dormido el Rey con su amada reina y ahora ella se va. Parece
Hamlet: Le está quitando la corona al Rey y la besa. Y ahora… algo está tramando…
Hamlet: Silencio… silencio. Ahí vuelve la Reina. Está engañada y piensa que su Rey
¿No es así?
Hamlet: Cuidado, ahí vuelve el asesino… Simula bien la angustia. La Reina parece
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Ofelia: Si usted lo cree, mi señor.
Hamlet: Podría ser un buen coro explicando lo que hace con sus amante si pudiese ver su
Claudio se para.
Ingresa Polonio.
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Polonio: Mi señor, la reina y lo busca de inmediato.
Hamlet: (Interrumpiendo) Me exaspera tanto que me voy a volver loco. Voy a ver a mi madre
enseguida.
Hamlet: En la hora de las brujerías nocturnas, podría hacer cosas horribles que el día
temblaría al contemplarlas. Y ahora, mi madre. No debo perder mis sentimientos, poder ser
cruel pero no inhumano. Palabras que serán puñales, pero no usaré ninguno. Mi lengua y mi
alma estarán ahora separadas y por mucho que las palabras la castiguen, que mi alma no
una comisión para que vuelvan con él a Inglaterra. Nuestra dignidad no puede tolerar tan
cerca de nosotros un peligro que crece a cada instante a causa de sus arrebatos.
Guildenstern: Es una piadosa obligación velar por la seguridad de los incontables seres que
dependen de su majestad.
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Rosencrantz: Si cada vida singular está obligada a usar toda la fuerza para mantenerse fuera
de peligros, mucho más lo está el espíritu de aquel en cuyo bien descansan tantas vidas. Un
Claudio: Gracias, mis queridos. A prepararse, se los ruego, para el urgente viaje. Vamos a
ponerle grilletes a los pies de este temor que corre ahora demasiado libre.
Polonio: Mi señor, se dirige a los aposentos de la reina. Me voy a esconder detrás de los
tapices para oírlos. Como bien ha dicho, es necesario que unos oídos menos parciales que los
de una madre, también escuche con la conversación. Antes de su sueño pasaré a contarle lo
que escuche.
Polonio sale.
Claudio: Mi crimen es atroz y no hay en el bendito cielo lluvia suficiente para limpiar mi
crimen. ¿Para qué sirve la piedad sino para enfrentar el rostro de la culpa? Si la oración sirve
para evitar nuestra caída y para perdonarnos cuando ya caímos, voy a mirar al cielo y
preguntar qué tipo de oración le sirve a un hecho consumado. ¿Alguna oración sirve cuando
aún poseo todo por lo que asesiné? ¿Pedir perdón cuando aún disfruto lo que me dió el
delito? Yo puedo con todo el oro del mundo sortear la justicia pero allá arriba no hay
artilugios posibles, cuando frente a frente me encuentre con mis pecados… entonces… ¿solo
queda arrepentirme? Porque si es así, voy a doblar las rodillas y hacer de este corazón oscuro
y duro uno tierno, como el de un recién nacido. Quizá aún tengo una posibilidad…
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Claudio se arrodilla. Hamlet ingresa y lo ve.
Hamlet: Ahora que está rezando, podría hacerlo. Pero no me voy a vengar cuando él está
justo liviano de culpas, no lo voy a matar cuándo él está purificando sus culpas. Voy a elegir
un momento más horrible y que su alma sea tan condenada y negra que no quede otra que ir
al infierno.
Claudio: Mis palabras vuelan, mis pensamientos quedan en la tierra. Sin pensamiento, las
Claudio sale.
Escena
Gertrudis y Polonio.
Polonio: Está viniendo. Debe asegurarse de hablarle con dureza. Que quede claro en su
cabeza que sus locuras ya son intolerables, y que usted lo ha intentado proteger de toda la
furia que viene provocando pero que ha llegado a su fin. Yo voy a estar aquí en silencio. Pero
Gertrudis: Garantizo que seré dura con él. A esconderse, que lo escucho llegar.
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Polonio se esconde tras un tapiz. Ingresa Hamlet.
Hamlet: Por la cruz que no me olvido. Sos la reina, la esposa del hermano de tu marido. Y
Hamlet: No, no, no. No nos vamos a mover de acá. No te irás a ningún lado hasta que no te
Hamlet: ¿Hay una rata? ¿Una rata? ¡Hay que matar a la rata!
Hamlet: Tan sanguinaria y horrible como matar a un rey y casarse con su hermano.
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Hamlet corre el cortinado y lo ven a Polonio.
Hamlet: Miserable. Imprudente. Entrometido. Idiota. Esto le sucede a los que se toman el
trabajo tan a pecho. Que me disculpe, pero yo pensé que era su superior.
Hamlet: ¡Basta! Siéntese, deje de retorcerse las manos y déjeme a mí retorcerle el corazón, si
es que no está endurecido, si el hábito del mal no lo convirtió en una armadura contra el
sentimiento.
Gertrudis: ¿Qué hice? ¿Qué hice que te atrevés a hablarme así? Que te atrevés a hacer todo
esto.
Hamlet: ¿Cómo pudiste dejar la montaña para saciarte con un pantano? ¿No tenés ojos? A tu
edad no puede llamarse amor, porque el brío ya está domado y sumiso se somete a la razón.
¿Qué demonio puede enceguecer de esta manera? La vista sin tacto, el tacto sin vista, los
oídos sin las manos ni los ojos, el puro y simple olfato, o aún la parte más enferma de un
Gertrudis: Hamlet, no hables más. Me hacés mirar al fondo de mi alma y allí solo veo
Hamlet: Y todo para vivir en el hediondo sudor de un lecho infecto y corrompido, dando
Gertrudis: ¡No hables más! Tus palabras son cuchillas en mi oído, no hables más, Hamlet.
Hamlet: Un asesino y un villano, un miserable que no vale ni la vigésima parte del décimo de
Gertrudis: ¡Basta! Son todas fantasías de tu mente. Todo lo que sale de tu boca se convierte
en locura.
Hamlet: ¿Locura? Mi pulso está acompasado como el tuyo. Por la desgracia de Dios, madre,
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Gertrudis: Hamlet, me has partido en dos el corazón.
Hamlet: Entonces mejor perder la peor de esas partes y vivir más pura con la otra mitad.
menos intenta aparentarla. En cuanto a este caballero, lo siento, pero ha querido el cielo
que le dí. Así, nuevamente, buenas noches. Debo ser cruel para ser bueno, así empieza lo
Hamlet: Nada de lo que yo digo que hagas. El rey ha preparado todo para mi retorno a
Hamlet: Y mis dos compañeros de estudios, tan amigos como serpientes venenosas, tienen
cartas selladas que definen mi destino. Va a ser divertido hacer explotar al fabricante con su
propia bomba. Dos astucias se enfrentan, madre. Y este hombre muerto hará que toda la
empresa se acelere. Aún muerto, sigue siendo un consejero aunque ahora más secreto, más
grave y silencioso. Terminemos con todo esto de una vez. Buenas noches, madre.
Gertrudis: Loco como el mar y el viento cuando pelean por quién es más fuerte. Fuera de sí,
diciendo cosas inentendibles, escuchó ruido detrás del tapiz y lo atravesó con su espada al
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Claudio: ¿Polonio? ¿Mató a Polonio? Lo mismo habría pasado de estar ahí… Su libertad es
una amenaza para todos, para vos, para mí, para todos. ¿Cómo explicaremos este hecho
sanguinario? Vamos a ser los culpables por no haber tenido el buen recaudo de haberlo
apartado y frenado a este joven demente. A veces con tanto amor no se puede ver qué es lo
Claudio: Cuando el sol toque las montañas lo embarcaremos y se irá y con todo nuestro tacto
deberemos explicar y excusar lo sucedido. A nuestros más sabios amigos informaremos sobre
esta desgracia y lo que vamos a hacer. Tal vez así la calumnia no alcance nuestros nombres.
¡Guildenstern!
Guildenstern ingresa.
Guildenstern: Señor.
encuentren, y que encuentren el cuerpo de Polonio para llevarlo a la capilla. Necesito que
todo sea con premura y dulzura y que mañana partan a Inglaterra con las cartas que les he
dado.
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Rosencrantz: Si usted nos dice dónde se encuentra, nosotros podemos llevarlo a la capilla.
Hamlet: De que yo pueda guardar su secreto y que no sea capaz de conservar el mío.
Hamlet: Porque están chupando de la protección del rey, sus recompensas y el poder. Y son
el tipo de serpiente que al rey le gusta tener a su lado, mascándolos primero y devorándolos
después. Cuando haya recogido lo que necesitaba de ustedes, no hará sino estrujarlos como
Hamlet: Es una bendición a veces que las palabras agudas no hagan mella en los oídos tontos.
Ingresa Claudio.
Claudio: Hamlet.
Hamlet: Tío.
Hamlet: No dónde come él, sino dónde es comido. Una asamblea de gusanos lo está
criaturas para engordarnos a nosotros mismos, y nos engordamos a nosotros mismos para los
gusanos. El gordo rey y el escuálido mendigo no constituyen más que un menú variado: dos
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platos, pero para una misma mesa. Ese es el fin. Un hombre puede pescar con el gusano que
Hamlet: Simplemente mostrarle como un rey puede tomar una excursión por las tripas del
mendigo.
Hamlet: En el cielo. Mande a alguien a ver allá y si no lo encuentra, usted puede ir a buscarlo
Claudio: Hamlet, por tu seguridad, lo que has hecho obliga a que te vayas de acá.
Urgentemente. Debes prepararte, el barco está listo y el viento es propicio. Es necesario que
viajes a Inglaterra.
Hamlet: ¿Inglaterra?
Claudio: Sí.
Hamlet: Bien.
Hamlet: Conozco muy bien esas intenciones. Iremos a Inglaterra, entonces, querida madre.
Hamlet: Madre, padre. Significa marido y mujer, marido y mujer son una misma carne. Por lo
Hamlet sale.
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Claudio: Está todo sellado, y si el rey de Inglaterra me tiene en estima, hará lo que ordeno en
la carta sellada: la inmediata ejecución de Hamlet. Hasta que eso no esté acabado, sea cual
Claudio sale.
Escena
Gertrudis: Ofelia…
Ofelia: ¿Cómo podría reconocerte, mi verdadero amor? Por el sombrero, las sandalias y el
bastón.
Ofelia: Si su majestad quiere saberlo, le ruego que escuche con atención. Está muerto y se ha
ido. Está muerto y ya se fue. Lo cubre un tapiz de césped verde y hay una piedra en sus pies.
Gertrudis: Ofelia…
Ingresa Claudio.
Ofelia: El sepulcro con fragantes flores adornado, no fue regado por lágrimas sinceras de
Ofelia: Bien, gracias. Mi señor, nosotros sabemos lo que somos pero no sabemos en lo que
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Claudio: El dolor que está sufriendo…
Ofelia: Les ruego que no digan ni una palabra sobre esto, pero cuando les pregunten qué
significa, digan: Mañana es el día de San Valentín, muy temprano en la mañana pasaré por
su ventana, para ser su Valentina. Él se levanta y abre la puerta del cuarto, hace entrar a la
Ofelia: Hermosa, sí. Sin una grosería llegaré hasta el final. Ay de mí, qué vergüenza me da,
los jóvenes lo harán si tienen ocasión… por Dios son culpables de pecar. Ella dijo: ‘juraste
Ofelia: Espero que todo salga bien. Debemos ser pacientes, pero no puedo menos que llorar
al pensar que lo pondrán en tierra fría. Mi hermano sabrá de esto. Agradezco los buenos
consejos de todos, pero ahora digo: Vamos, cochero. Buenas noches señoras y señores,
Ofelia sale.
Claudio: Las desgracias nunca llegan de a una, como espías, sino en batallones, Gertrudis. El
pueblo está tejiendo conjeturas, rumores y nosotros los alimentamos. Primero, el asesinato de
hijo en destierro por su violenta acción. Y ahora, Laertes, ha vuelto en secreto desde Francia
y han venido llenando sus oídos con mentiras putrefactas y él nutriendo su angustia en la
oscuridad. Vamos a tener que ponernos a salvo porque el mar furioso no se desborda sobre la
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Ingresa Laertes con violencia.
Laertes: Una gota en mi sangre calma me haría un bastardo, llamaría miserable a mi padre y
Laertes: ¿Cómo murió? No quiero engaños. Solo quiero la más cabal venganza por la muerte
de mi padre.
Claudio: Deseas saber la verdad sobre la muerte de nuestro padre y la tendrás. ¿Pero exige la
Claudio: Eres un buen hijo y un verdadero caballero. Soy inocente de la muerte de tu padre, y
Laertes: Ofelia…
Gertrudis: Laertes, noble caballero, debe saber que su hermana se encuentra con la razón
Laertes: Alguien va a tener que pagar por la locura hasta que el peso del castigo se incline de
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Ofelia: (Ingresando) Con el rostro descubierto lo llevaron a enterrar, ¡tralalá, tralalá! Y
ahora.
Ofelia: Hay ruda para vos, y alguna para vos, y otras para mí. Cada uno usará la ruda a su
modo. Acá hay una margarita. Les daría algunas violetas, pero se marchitaron todas cuando
mi padre murió. Dicen que tuvo buen fin. ¿Y ya no volverá? ¿Y ya no volverá? No, no, él está
muerto. Acaba con tu vida, él nunca volverá. Su barba era blanca cuál nieve, y rubia su
cabellera, se ha ido, se ha marchado, son vanas nuestras quejas, que Dios se apiade de él. Y
Ofelia sale.
Claudio: Laertes, debo conversar con tu dolor, y sino es así me estarías negando un derecho.
nuestra corona y vida en desagravio. Pero si no, te pido nos concedas la gracias de tu
Laertes: Una muerte horrible, un funeral a escondidas, sin celebraciones, gritan desesperados
Claudio: Y la tendrás… y que dónde esté la culpa, caiga el hacha. Ven conmigo.
Salen.
Escena
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Horacio lee una carta en voz alta.
Horacio: ‘Horacio, una vez que hayas leído estas líneas, llévale el resto de las cartas al rey.
No habían pasado dos días en el mar cuando un barco pirata nos dio caza, y en medio de la
lucha yo los abordé. En ese instante, nuestro navío comenzó a alejarse y yo quedé prisionero
Escena
Claudio y Laertes.
Claudio: Ahora debés alojarme en tu pecho como un amigo, porque ya me escuchaste y con
una escucha aguda, que aquel que mató a tu padre, perseguía en realidad mi vida.
Laertes: No comprendo por qué no hiciste caer sobre él, el peso de la justicia.
Claudio: Por dos razones que pueden resultar leves, pero que son fuertes para mí. La reina, su
madre, no vive más que sus ojos y yo por suerte y desgracia, estoy con ella en cuerpo y alma.
Y la otra razón es la del gran amor que le profesa el pueblo, que habría hecho de sus cadenas
un trofeo.
Laertes: Y yo he perdido en todo esto a mi noble padre, y tengo en situación sin esperanzas a
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Claudio: Agradezco la entrega, ya puede retirarse.
Claudio: Leamos juntos, Laertes. (Lee) ‘Alto y poderoso, debes saber que me han dejado en
tu reino nuevamente. Mañana solicitaré permiso para comparecer nuevamente ante su mirada
Claudio: Lo es.
Laertes: Alivia el desconsuelo de mi corazón saber que podré verlo y decirle: ¡Esto es lo que
hiciste!
Claudio: Así será, Laertes. Solo debo saber si te dejarás guiar por mí.
Claudio: Es tu paz la que espero que llegue. Voy a inducirlo a actuar según el plan que en mi
mente ha madurado, de tal modo que su muerte sea un accidente del que ni su madre pueda
dudar. Cada vez que han nombrado en esta corte tu habilidad para el esgrima, Hamlet se
estarías dispuesto a hacer para mostrar que eres hijo de tu padre con hechos y no palabras?
Claudio: Ningún lugar debería proteger del crimen ni la venganza encontrar fronteras. Tu
quédate en tu habitación. Al llegar Hamlet le diremos que estás aquí y haremos que alguien
Apostaremos por uno y por otro y él, por confiado que es, no mirará los floretes y podrás
elegir uno sin botón, y con una sola embestida intencionada, podrás vengar la muerte de tu
padre.
Laertes: Así se hará. Y untaré mi espada con un veneno tan mortal que ningún remedio ni
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Claudio: Pensemos un poco más sobre eso… Si nuestro plan fallara y nuestra torpeza
descubriera las intenciones, mejor habría sido no intentarlo. Debemos tener otro plan por si
ese nos falla… Cuando en medio de la lucha esté sofocado y sediento y pida de beber, yo voy
a tener lista una copa de la que apenas tome un sorbo, si acaso tu florete no lo hubiese
Ingresa Gertrudis.
Gertrudis: A orillas del arroyo crece un sauce y ahí tejió unas hermosas guirnaldas de
margaritas y ortigas, y cuando trepaba para colgarlas del árbol, una rama traidora se quebró y
la hizo caer juntos a sus trofeos de flores al río lloroso. Sus ropas se extendieron en el agua y
la mantuvieron a flote mientras ella cantaba viejas canciones completamente ingenua del
Laertes: Ahogada…
Gertrudis: Ahogada.
Laertes: Demasiada agua y no voy a agregar mis lágrimas pero, ¿cómo evitarlas? Ofelia.
Pobre Ofelia. El llanto es algo natural, a pesar de la vergüenza. Cuando deje de llorarte seco
de lágrimas, la mujer que habita en mí se habrá extinguido. Adiós, mi señor. Mis palabras
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Laertes sale.
Claudio: Vamos con él, Gertrudis. Todo lo que debí hacer para calmar su furia, que ahora se
Escena
Bufón: Va a recibir cristiana sepultura cuando a propósito buscó su salvación. Nadie se ahoga
en defensa propia. Si el hombre va hacia el agua y se ahoga, lo haya querido o no, el caso es
que él va hacia el agua. Pero si el agua viene hacia él y lo ahoga, él no se ahoga a sí mismo.
Aquel que no es culpable de su propia muerte, no acorta su propia vida. ¿Quién construye
Horacio: No lo sé.
Bufón: El sepulturero. Lo que construye dura hasta el día del juicio final.
Bufón: (Cantando) De joven, cuando yo amaba, me resultaba muy grato, gastar el tiempo a
Hamlet: La mano que menos trabaja tiene más sensible el tacto. ¿De quién habrá sido esa
Bufón: Mía.
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Hamlet: ¿Para qué hombre se cava?
Bufón: Para ningún hombre, señor. Tampoco para una mujer, sino para una que alguna vez lo
Bufón: Si no está podrido antes de morir, como está sucediendo tan a menudo estos días,
Bufón: De un loco hijo de puta. Este cráneo, señor, fue alguna vez de Yorick, el bufón del
rey.
imaginación y gracia infinita. Mil veces me llevó sobre su espalda. Y ahora… de aquí
colgaban los labios que besé tantas veces. ¿Dónde están ahora tus bromas? ¿Las canciones,
las payasadas que explotaban carcajadas en la mesa? Horacio… cuidado… el Rey está
viniendo. Y con él la Reina y cortesanos. ¿Un ceremonial tan incompleto? Eso es indicio que
Laertes: Enterrarla acá sin campanadas, sin las oraciones, sin arreglos virginales, ¿no puede
Gertrudis: Esperaba que fuese la esposa de mi Hamlet, adornar con flores su noche nupcial y
no su sepultura.
Laertes: Que caiga diez veces triplicada la desgracias sobre ese maldito cuya perversa acción
la enajenó.
Hamlet: ¿Quién es ese cuyo desconsuelo me nombra? Soy yo, Hamlet el Danés.
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Laertes: (Se abalanza sobre él) ¡Que el diablo se lleve tu alma!
Hamlet: Te ruego que quites tus dedos de mi cuello, porque aunque no soy irascible ni
violento hay dentro de mí algo peligroso que tu prudencia debería temer. Saca tu mano.
Claudio: Sepárense.
Hamlet: ¡Yo amaba a Ofelia! Cuarenta mil hermanos no podrían con todo su amor alcanzar el
Hamlet: ¡Por la sangre de Dios que me diga qué quiere hacer! ¿Querés llorar, luchar, ayunar,
desgarrarnos? Yo haré lo mismo. ¿Vienes acá a lloriquear, a pegar saltos sobre su tumba?
Que te entierren vivo con ella y yo voy a hacer lo mismo. Y si vas a rugir yo voy a gritar
tanto como vos. ¿Cuál es la razón por la que me trata así? Yo siempre te quise. No importa.
No importa ya más nada. Haga lo que haga el mismo Hércules, el gato maullar y al perro le
llegará su día.
Hamlet sale.
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Escena
Hamlet: Lamento mucho haberme puesto así con Laertes. Su dolor es el mío y su causa un
enfureció.
Horacio: Mi señor, el Rey pronto tendrá noticias de Inglaterra y sabrá que su plan fue
descubierto.
Hamlet: Es verdad y será pronto. El mientras tanto, es mío. La vida de un hombre no es más
extrañas. ¿No es perfectamente justo que intente asesinarlo con este brazo? ¿Y no sería
Horacio: ¿Y entonces, mi Señor? ¿Sería conveniente aceptar la propuesta del Rey, el que
asesinó a su padre, para enfrentarse ahora con Laertes en el arte del florete, cuando él es un
eximio practicante?
Hamlet: Será por eso estos presentimientos que me angustian así el corazón.
Horacio: Puedo ir y decirles que no se siente bien, que debemos atrasar el encuentro.
pájaro interviene la providencia. Si tiene que ser ahora, no puede ser más tarde. Si no será
más tarde, será ahora. Si no va a ser ahora, será de todos modos. Estar preparado es todo.
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Nadie llega a conocer en absoluto la vida que vamos a abandonar, ¿qué importa, entonces,
Hamlet: ¿Me daría su perdón, señor? Ya todos acá saben que estoy afectado por una cruel
perturbación. Cualquier cosa que yo le haya hecho a su nobleza y honra, pido disculpas y que
mi locura no sea la razón de tales excesos. ¿Fue Hamlet quién agravió a Laertes? No. Eso no
ocurrió. Si Hamlet está fuera de sí, si Hamlet no es el mismo Hamlet, entonces Hamlet no
pudo haber sido. Ha sido su locura. La locura de Hamlet, entonces, también es enemiga de
Hamlet. Que mi disculpa ante esta honrosa audiencia me absuelva de toda mala intención.
Hamlet: (Tomando el florete) Aquí vamos. Uno para mí. Podrá lucirse conmigo. Su brillante
Claudio: Vamos, pongamos vino en nuestras copas. El Rey va a beber por la energía de
Hamlet. ¡Comencemos!
Comienzan la lucha.
Hamlet: Tocado.
Continúan la lucha.
Hamlet: Tocado.
Laertes: Lo admito.
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Claudio: Nuestro hijo ganará.
Gertrudis: Estás agitado y sin aliento, Hamlet. Vení, dejame secarte con mi pañuelo. ¡La reina
mal.
Hamlet: Será mi tercera estocada, entonces, Laertes. Pareciera que apenas estás jugando
conmigo. ¿Tengo que rogarte que actúes con más vigor? No me trates como a un niño.
Laertes: Tocado.
Hamlet: Para nada… (Hamlet se da media vuelta mostrando que no ha sido tocado y Laertes
lo ataca por la espalda. Se enfrascan en la pelea perdiendo modales. Los floretes caen y al
tomarlos nuevamente, Hamlet toma el de Laertes y Laertes el de Hamlet. Laertes nota que no
es su florete)
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Horacio: ¡La reina!
Laertes se toca la herida. Sabe que va a morir. Hamlet comienza a sentirse mal también.
Gertrudis: ¡La bebida! La bebida… Hamlet, mi querido hijo, estoy envenenada. Estoy
muerta. (Muere)
Cae Laertes.
Laertes: Está acá, Hamlet... Y también estás muerto. Como yo. Esa punta está envenenada…
y nos hirió a los dos. Y la bebida con veneno también era para mi señor… El rey… el rey es
el culpable.
¡Incestuoso, criminal y maldito rey de Dinamarca. Apure la bebida (Le hace tragar la bebida
de la reina al rey)
Hamlet: Que el cielo te absuelva. Ahora te acompaño. Estoy muerto, Horacio. Ustedes, que
lucen pálidos y tiemblan ante esta escena, de la que son actores mudos o apenas audiencia, si
me quedara algo de tiempo antes de que me detuviera ese cruel oficial que es la muerte,
podría decirles… (Silencio) Dejémoslo. Horacio, estoy muerto. Que tu supervivencia sirva
Horacio: Yo soy más romano que danés. Aún queda un poco de veneno…
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Hamlet: Horacio, no. Mi nombre quedará lleno de oprobio si alguien no me cuenta con
ternura. Si alguna vez me llevaste en tu corazón, tenés que renunciar por un tiempo a la
felicidad y seguir respirando en este mundo horroroso para contar mi historia. Contale a todos
Horacio: Un noble corazón se rompe. Ya dejemos de mirar. ¿Qué quieren ver? Si es una
escena de horror y dolor, dejen de buscar. Ya no hay nada para contar. Los actos impúdicos,
pretextos, y finalmente, de intrigas malogradas que cayeron sobre sus autores. De todo esto
dejemos de mirar.
FIN.
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