Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HAMLET:
Ser o no ser, esa es la opción.
¿Es más noble sufrir mentalmente el golpe de las flechas de la fortuna, o alzarse
en armas contra el mar de las dudas y, en el ataque, terminar con ellas? Morir,
dormir, no más. Y si al dormir es cierto que acaban los dolores del alma y las
heridas mil que nuestra carne hereda, es una apetecible consumación. Morir,
dormir; dormir, tal vez soñar. He ahí el inconveniente: dormidos en la muerte,
una vez despojados de los mortales vínculos, el temor a los sueños nos paraliza;
ese recelo hace tan duradera la desgracia. Pues ¿quién soportaría el denigrante
azote de los tiempos, el mal del opresor, la ofensa del soberbio, la angustia del
amor menospreciado, la tardanza en la ley, el poder arrogante, pudiendo, con un
simple puñal, liquidar cuentas? ¿Quién llevaría el fardo de una cansada vida de
sudores sin el temor de lo que puede haber tras la muerte (el salvaje país de cuyos
límites ningún viajero vuelve), que debilita el ánimo y hace que soportemos los
males conocidos antes que perseguir los que desconocemos? El raciocinio nos
hace a todos cobardes, y así el color natural de la audacia queda empañado por
los tintes sombríos del pensamiento, y proyectos de altura y magnitud por esos
miramientos tuercen el curso y dejan de llamarse acciones. Cállate ahora.
¡La hermosa Ofelia! Ninfa, en tus oraciones recuerda mis pecados.
OFELIA:
HAMLET:
1
OFELIA:
HAMLET:
No, yo no.
Yo nunca te di nada.
OFELIA:
Mi señor, sabéis muy bien que sí, y con ellos palabras de tan fragante aliento que
los hacía más ricos. Disipado el perfume, tomadlos de nuevo; para un corazón que
sea noble los regalos valiosos se empobrecen si el que los da es voluble. Tened,
señor.
HAMLET:
OFELIA:
¿Señor?
HAMLET:
¿Eres hermosa?
OFELIA:
HAMLET:
OFELIA:
HAMLET:
Pues lo hay, porque el poder de la belleza transformará a la decencia en una
alcahueta antes de que la fuerza de la decencia pueda convertir a la belleza en su
semejante. En el pasado esto era una paradoja, pero los tiempos actuales lo
corroboran. Una vez yo te amé.
2
OFELIA:
HAMLET:
OFELIA:
HAMLET:
OFELIA:
En casa, mi señor.
HAMLET:
Ciérrale todas las puertas, que no sea el hazmerreír más que en su propio
hogar. Adiós.
OFELIA:
HAMLET:
Si te casas, te daré este disgusto como dote: aunque seas tan casta como
el hielo, tan pura como la nieve, no escaparás a la calumnia. Vete a un
convento, adiós. Y si es necesario que te cases, cásate con un bobo; los
hombres con cabeza saben muy bien con qué facilidad se la deformáis. A
un convento, venga, a toda prisa. Adiós.
OFELIA:
3
HAMLET:
Sale.
OFELIA: