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ROSENCRANTZ. - De 10´
REINA. - Te haré caso. Y por tu parte Ofelia deseo que tu belleza sea
la feliz causa de la locura de Hamlet. Entonces esperaré que tus
atributos puedan devolverle su humor perdido.
Entra Hamlet.
HAMLET. - Que cierren bien todas las puertas, para que no pueda
hacerse el tonto sólo dentro de su casa. Adiós.
Entran el Rey y Polonio.
POLONIO. - Esto le puede hacer bien. Pero aún yo creo que el origen
y principio de su pesar proviene de un amor mal correspondido.
(entra Ofelia) ¿Qué sucede, Ofelia? Tú no necesitas decirnos lo que
dijo el príncipe Hamlet, pues todo lo escuchamos. Mi señor, haga lo
que guste, pero, si lo cree conveniente, después de la obra deje que
la Reina, a solas con él, trate de que le manifieste sus penas.
Permítale hablar libremente con él. Yo, me colocaré en un lugar
donde pueda oír toda la conversación. Si ella no descubre nada,
envíelo a Inglaterra, o mándelo adonde su sabiduría le indique.
REY. - Así será. La locura de los poderosos no debe dejarse pasar
desapercibida.
SEGUNDA ESCENA
Entran Hamlet y Cómicos.
HAMLET. - Te ruego que digas este pasaje como te lo he dicho: con soltura
de lengua. Porque si lo dices, como lo hacen muchos de ustedes, más
valdría entonces que el pregonero dijera mis líneas. No cortes tanto el aire
con tus manos; ten moderación en todo, puesto que aun en el torrente, en la
tempestad, y como yo lo digo, en el huracán de las pasiones, se debe
conservar aquella templanza que le da suavidad a la expresión. A mí me
duele el alma oir a un tipo robusto y con cabellera, que a fuerza de gritos
estropea la pasión y desgarra los oídos de la gente. Yo mandaría azotar a un
individuo de tal especie. Es más tirano que el mismo Herodes. Te lo ruego,
evita esto.
HAMLET. - Tampoco seas demasiado frío, sólo deja que tú misma prudencia
te guíe. La acción debe corresponder a la palabra y ésta a la acción,
cuidando siempre de no estropear la sencillez de la naturaleza. Porque algo
así se arruinaría el propósito de la representación, cuyo fin, desde el
principio hasta ahora, ha sido y es, ofrecer como sea a la naturaleza, un
espejo en que vea la virtud su propia forma; el desprecio su propia imagen, y
la edad y el cuerpo del tiempo sus principales caracteres. Si esta
representación se exagera o se deforma, provocará la risa de los ignorantes
y al mismo tiempo, les molestará a los hombres de buena razón, cuya critica
debe ser para ustedes de más peso que la de toda la multitud que llena el
teatro. Yo he visto representar a algunos cómicos y he oído a otros rezar
escandalosamente, declamando en forma profana, los cuales no tenían
acento ni figura de cristianos, ni de paganos, ni de hombres, pues al verlos
hincharse y bramar, imaginé que por algún capricho, la Naturaleza que quiso
hacer los hombres, no los hizo bien: resultando sólo abominables
imitaciones de la humanidad.
1er. CÓMICO. - Espero que nosotros hayamos corregido ese defecto, señor.
Entran Polonio, Rosencrantz y Guildenstern.
Entra Horacio.
HAMLET.- No, ni mías. (A Polonio). Señor, ¿me dijiste que una vez actuaste
en la universidad?
HAMLET.- Fue una bruta parte de él para matar tan eficazmente un becerro
allá ... ¿Están listos los actores ?
HAMLET.- No, buena madre, aquí hay un imán con más atracción..
HAMLET.- ¿Señorita, puedo echarme sobre tu falda? (Se coloca a los pies
de Ofelia).
HAMLET.- Nada.
HAMLET.- ¡Oh, Dios! Lo hago sólo por divertirte. ¿Qué debe hacer un
hombre sino vivir alegre? Mira a mi madre qué contenta está, y eso que mi
padre murió hace dos horas.
Entran un Rey y una Reina muy juntos; la Reina lo abraza a él y el Rey a ella.
La Reina se arrodilla y le demuestra su respeto. Él la levanta y reclina la
cabeza sobre el pecho de su esposa. Se acuesta él sobre un lecho de flores,
y ella se retira al verlo dormido. De pronto llega un hombre, toma la corona
del Rey y la besa; luego le vierte veneno en el oído y se retira. La Reina
regresa; encuentra muerto al Rey y manifiesta su dolor con gran
sentimiento. Regresa el envenenador con dos o tres personas, y hace
ademanes de dolor junto con la Reina. Luego el cadáver es retirado. El
envenenador le ofrece regalos a la Reina. Ella se resiste un poco y lo
desdeña, pero al fin acepta su amor.
(Salen).
HAMLET.- Ahora lo sabremos por estos tipos. Los actores no pueden callar
un secreto, todo lo cuentan.
HAMLET. - Si, o cualquier cosa que le deje ver. No seas tímida para
preguntarle; él tampoco se avergonzará de decirte lo que significa.
REINA ACTRIZ. - Tantos giros podrían el Sol y la Luna dar nuevamente para
iluminar nuestro amor. Pero me duele que estés tan mal últimamente, tan
triste y tan distinto en tu forma de ser, que recelo de ti. Y creo que desconfío,
preocupándote, mi señor, inútilmente. Pues el temor o amor de las mujeres
puede ser poco, o irse hasta el extremo. Ahora que tú conoces la fuerza de
mi amor; de esa misma manera puede ser mi temor. Cuando el amor es
grande, las más pequeñas dudas son temores, y cuando éstos crecen, el
gran amor crece también.
REY ACTOR. - Sí, debo dejarte, amor, inevitable es ya. Mis fuerzas fatigadas
a la muerte me llevan, y tú debes vivir en este alegre mundo, acompañada
honrada y querida; quizás por un digno esposo ...
REINA ACTRIZ. - ¡Oh, maldigo esa fatiga! Tal amor debe ser conservado en
mi pecho. Pues un segundo esposo me condenaría; porque sólo se entrega
al segundo señor quien mató al primero.
REY ACTOR. - Creo que eres sincera en lo que ahora dices, pero lo que
hacemos determina frecuentemente nuestro quebranto. El propósito es sólo
el esclavo de la memoria; de violento nacimiento, pero pobre validez; que
como fruta inmadura prendida en el árbol, cae inevitablemente cuando ya
está madura. Difícilmente nos acordamos de cumplir lo que prometemos.
Porque al cesar la pasión cesa el empeño. La fuerza de la aflicción o la
alegría se destruye con sus propios efectos. Donde la alegría es más
intensa, el dolor se vuelve más profundo: dolor alegre, alegría dolorosa, en
íntima casualidad. En este mundo nada hay eterno, y no es extraño que aun
nuestro amor pueda ser cambiado por la suerte, para que esta cuestión sea
comprobada. Sabremos si el amor guía a la fortuna o la fortuna al amor. Si el
hombre grandioso se precipita, lo abandonan sus compañeros favoritos; y si
el pobre prospera, sus enemigos se convierten en amigos. Y aquí el amor
sigue a la fortuna; que nunca a los venturosos amigos le faltan, ni al pobre
desengaños y desprecios. Pero, para terminar lo que empecé, diré que
nuestros deseos y acciones se encaminan hacia lados opuestos, porque
sólo son pasajeros; pues los pensamientos son nuestros, mas no su
ejecución. Así piensas que no tendrás un segundo esposo, pero tus ideas
mueren junto con tu primer señor.
HAMLET. - No, no, ellos sólo hacen bromas, veneno en broma. Nada
ofensivo.
HAMLET. - La ratonera. ¿Por qué? ... Es un título metafórico. Esta obra trata
de un asesinato cometido en Viena. El duque se llama Gonzago y su mujer
Baptista. Ya lo verá. Es un asunto de malvados, pero eso ¿Qué importa? A
su majestad y a los que tenemos las conciencias libres no nos afecta. Al que
le pique, que se rasque, que nosotros estamos limpios.
Entra Luciano.
HAMLET. (Declama). -
y el corzo juegue;
HORACIO. - En parte.
HAMLET. - ¡Oh, buen Horacio! Tomaré la palabra del fantasma por mil libras.
¿Lo percibiste?
Entran Rosencrantz y Guildenstern.
HAMLET. - ¡Oh, hijo maravilloso, que puede sorprender así a su madre! Pero
dime, ¿esa admiración no ha traído otra consecuencia?
HAMLET. - Te lo ruego.
HAMLET. - Yo te suplico.
HAMLET. - Es tan fácil como acostarse. Pon el pulgar y los demás dedos
según convenga sobre estos agujeros; sopla con la boca, y conseguirás la
más elocuente música. Mira, éstos son los puntos.
Entra Polonio.
HAMLET. - Pues al instante iré a ver a mi madre. (Aparte). Tanto harán éstos
que me volverán loco de verdad ... Iré al instante.
Un salón en el castillo.
Entran el Rey, Rosencrantz y Guildenstern.
Entra Polonio.
POLONIO. - Mi señor, él va hacia el aposento de su madre. Voy a ocultarme
detrás de las cortinas para escuchar la plática. Le seguro que ella lo
reprenderá fuertemente; y como usted dijo, y prudentemente fue dicho; esta
conversación debe ser oída por alguien más que su madre, pues
naturalmente ellas son parciales. Debo escuchar la conversación de cerca.
Quede con Dios, mi soberano. Yo lo buscaré antes de que se acueste y le
diré lo que sé.
Entra Hamlet.
HAMLET. - Ésta puede ser la ocasión, ahora está rezando. (Saca la espada).
Y ahora lo haré. Y así él irá al cielo y yo quedaré vengado. Esto debe ser
examinado: un malvado mata a mi padre, y por eso yo, su hijo único, hago
que este mismo villano llegue al cielo. ¡Oh, esto es contratación y pago, no
venganza! El sorprendió a mi padre acabados los desórdenes del banquete,
con todas sus culpas volando como las flores en mayo; ¿y quién sabe cómo
guarde su cuenta el cielo? Pero, según yo creo, terrible es su sentencia. ¿Y
quedaré vengado matándolo cuando purifica su alma; cuando está
preparado para la partida? No, détente, espada, y espera ocasión más
odiosa. Cuando duerma embriagado o esté furioso, o en el incestuoso placer
de su lecho; cuando esté jugando o blasfemando, o cometa acciones
contrarias a su salvación, entonces hazlo tropezar, para que sus talones
puedan patear el cielo y que su alma quede tan negra y maldita como el
infierno, adonde irá ... Mi madre me espera ... Esta medicina sólo prolonga
tus penosos días. (Sale).
CUARTA ESCENA
Aposento de la Reina.
Entran la Reina y Polonio.
Entra Hamlet.
HAMLET. - Una acción sangrienta. Casi tan horrible, madre mía, como matar
a un rey y casarse con su hermano.
HAMLET. - Sí, señora, eso dije. (Levanta las cortinas y descubre a Polonio). Y
tú, miserable, temerario, tonto entremetido, adiós. Te tomé por alguien
mejor. Recibe tu fortuna. Quisiste estar tan ocupado en algo peligroso ... (A
la Reina). Deja de torcerte las manos. Calma, siéntate y déjame torcer tu
corazón. Así he de hacerlo, si está hecho de material manejable; si las
costumbres malditas no lo han cubierto de bronce, para que sea probado y
abanderado en contra de la sensibilidad.
REINA. - ¡Ay de mí! ¿Qué acción es esa, que anuncias tan fuerte y con
espantosa voz de trueno?
REINA. - ¡Oh, Hamlet, calla! Tus razones me hacen mirar adentro de mi alma,
y allí veo tan negras y ásperas manchas, que acaso nunca podrán borrarse.
REINA. - ¡Oh, no me digas más! Estas palabras hieren como dagas mis
oídos. No más, querido Hamlet.
HAMLET. - ¡Oh, guardias celestiales! Cuídenme y cúbranme con sus alas ...
¿Qué quieres, venerable aparición?
REINA. - ¡Ay! ¿Cómo estás tú, que así diriges la vista donde no hay nada, y
conversas con el aire incorpóreo? Tus instintos violentos se han pasado a
tus ojos y tus dóciles cabellos, como con vida propia, se erizan y levantan
como los soldados cuando suena la alarma. ¡Oh, hijo querido! Derrama
sobre el ardiente fuego de tu agitación la fría paciencia ... ¿A quién miras?
HAMLET. - A él ... a él ... Mira cómo despide una pálida luz. Su aspecto y su
dolor bastarían para conmover a las piedras ... (Al fantasma). No me mires
así, no sea que ese lastimoso semblante destruya mis designios crueles. Y
que al ejecutarlos equivoque los medios ... cambiando lágrimas por sangre.
HAMLET. - Mira allí. Observa cómo se va. Mi padre, con el traje que siempre
vestía. Mira hacia dónde va. Ahora llega al pórtico. (Sale el Fantasma).
HAMLET. - ¡Oh! Pues aparta la porción más dañada y vive de manera más
pura con la otra mitad. Buenas noches ... Pero no vayas al lecho de mi tío. Si
no tienes virtud, aparéntala al menos. La costumbre, monstruo que se
alimenta de hábitos malignos, puede parecer un ángel que se vale de
acciones bellas y buenas para dar un aspecto adecuado. Abstente por esta
noche y esto te otorgará cierta facilidad para la próxima abstinencia. La
costumbre casi puede cambiar la impresión de la naturaleza; de reprimir las
malas inclinaciones y alejarlas de nosotros con maravillosa potencia. Una
vez más, buenas noches ... Y cuando anheles ser bendita, yo pediré tu
bendición ... En cuanto a este caballero (Señalando a Polonio), estoy
arrepentido. Pero el Cielo lo ha querido así; a él lo ha castigado por mi mano,
y a mí también me castiga, obligándome a ser el instrumento de su enojo. Yo
lo conduciré adonde convenga y sabré justificar la muerte que le di. Por lo
tanto, nuevamente, buenas noches ... Debo ser cruel, solamente para ser
bueno. Esto comienza mal y será peor lo que viene después ... Una palabra
más, buena señora.
HAMLET. - No hacer nada de lo que te pido, por ningún medio. Deja que el
orgulloso Rey te conduzca otra vez al lecho; que te apriete sensualmente las
mejillas y te llame ratoncita; que te dé un par de resonados besos o juegue
amorosamente con sus malditos dedos sobre tu cuello. Platícale todo este
asunto. Dile que mi locura no es cierta, que todo es un engaño. Sería bueno
que se lo hicieras saber, porque, ¿cómo es posible que una reina hermosa,
modesta y prudente, oculte a aquel gato viejo, murciélago, sapo ..., secretos
tan importantes? ¿Quién se portaría así? No, a pesar de la razón y del sigilo,
abre la jaula sobre el techo de la casa y deja que los pájaros vuelen; y como
el famoso mono, al tratar de imitar; trepa a la jaula y rómpete el cuello al
caer.
Acto 3
Rey: Bueno no los interrumpo mas pueden irse. (Se van Rosencrantz, Guildenstern y la Reina)
Hamlet: Ser o no ser esa es la cuestión. Morir es dormir…………y dormir es soñar. ¿Ofelia?
Ofelia: ¿Cómo?
Ofelia: ¿Qué?
Hamlet: Que sos honesta y hermosa, pero tu honestidad compite con tu hermosura.
Hamlet: Sí pero se pueden opacar entre sí. En otro tiempo esto era una contradicción. Yo te amé
en otro tiempo.
Ofelia: Y me lo creí.
Hamlet: Y tu papá?
Ofelia: En casa.
Hamlet: Ojalá que cuando te cases tu matrimonio sea infeliz. Haceme el favor y andate a un
convento Ofelia. (Se va Hamlet)
Hamlet: Perfecto (Se van los actores) (Entra Polonio, Rosencrantz y Guildenstern) Hola Polonio
espero que al Rey le guste
Rey: No es bueno que ande suelto si está loco, por eso se va a ir a Inglaterra.
POLONIO: Rey voy a ocultarme en la pieza para escuchar lo que dicen y te lo diré mas tarde.
Rey: Gracias bro (Se va Polonio) Ho mi querído dios te ruego me perdones por mis culpas que
tanto me pesan en mi hora…….(Comienza a rezar) (Entra Hamlet)
Hamlet: Ahora podría darle su merecido fin, pero está rezando y se iria al cielo mejor espero a que
cometa algún error. (Se va)
Rey: Mis palabras vuelan, mis pensamientos quedan abajo, sin embargo las palabras sin pensarse
nunca llegan al cielo. (Se va el Rey)
Polonio: Enseguida llega. Trata de hacerlo entrar en razón. Yo me esconderé detrás del tapiz.
Reina: No te preocupes, escóndete que viene. (Polonio se esconde detrás del tapiz y entra Hamlet)
Reina: Ya no me reconoces.
Hamlet: Claro eres la reina, la mujer del hermano de tu marido y por desgracia mi madre!
Hamlet: Vamos, vamos, sentate, no te muevas. Te pondré un espejo para que te revele tus
demonios internos.
Reina: ¿Qué vas a hacer? ¿No vas a matarme cierto? Socorro, socorro!
Polonio: Aay!
¡Tú, viejo necio, metiche, adios!(A la Reina) y tú! Deja de retorcerte las manos! Siéntate y
hablaremos.
Hamlet: Un acto tan hipócrita y que hace promesas de matrimonio tan falsas.
Reina: Ay dios!
Espectro: Estoy aquí para recordarte tu promesa. Pero mira a tu madre, que está tan asustada, por
favor habla con ella.
Hamlet: Por favor ya no vuelvas ha hacer lo mismo y no te tientes de contarle lo que ocurrió.
Hamlet: Así es, y en cuanto a Polonio, me va a manchar, por lo que lo voy a arrastrar al lado…….En
fin Buenas noches(Se va arrastrando el cadáver)