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La Física de Aristóteles

(V): el Tiempo
Aristóteles piensa el tiempo conectándolo con el espacio y el
movimiento, tres magnitudes que considera continuas. El
ahora, el antes y el después son los conceptos con los que
intenta precisar el ser del tiempo y su función como medida.
Una especie de tiempo cósmico, propios de los astros
eternos, alberga el tiempo de los seres perecederos. Y fuera
del tiempo se halla lo intemporal, aquello que es imposible
que se dé en él.

1. Las dificultades del tema


El tiempo, dice Aristóteles, tiene una extraña forma de ser,
porque una parte de él ya ha sido y no es, mientras que otra
parte aún no ha sido y está por ser. Pasado y futuro
conforman el tiempo, tanto si lo consideramos una totalidad
ilimitada como si lo vemos en forma de tiempo cíclico. De
modo que el tiempo así pensado parece más bien una forma
de no ser que una forma de ser.

El tiempo, dice Aristóteles, tiene una extraña forma de ser,


porque una parte de él ya ha sido y no es, mientras que otra
parte aún no ha sido y está por ser. Pasado y futuro
conforman el tiempo, tanto si lo consideramos una totalidad
ilimitada como si lo vemos en forma de tiempo cíclico. De
modo que el tiempo así pensado parece más bien una forma
de no ser que una forma de ser.
El presente es lo único del tiempo que parece que sí es, pero
el presente no es una parte del tiempo, sino el límite entre el
pasado y el futuro. El ahora no tiene duración, al igual que el
punto no tiene magnitud. Por eso mismo el ahora no es un
intervalo de tiempo, ni una parte del tiempo. El tiempo no es
una sucesión continua de ahoras definidos, al igual que la
línea no es una sucesión continua de puntos definidos. Y
como no hay un ahora que sea el siguiente de otro ahora,
porque en cualquier intervalo de tiempo, por mínimo que sea,
hay un número ilimitado de ahoras, tampoco se puede
considerar que el tiempo sea la unión de un conjunto
sucesivo de intervalos indivisibles de tiempo.

Tampoco es fácil, dice Aristóteles, ver si el ahora es siempre


el mismo o es siempre distinto. En este segundo caso ¿cómo
podríamos pensar la manera en que el ahora deja de ser?
¿Acaso deja de ser en sí mismo? Porque si necesitara tiempo
para dejar de ser estaría siendo simultáneo con el conjunto
ilimitado de ahoras existentes entre su ser y su ya no ser.
¿Cómo podríamos pensar, en el primer caso, que el ahora sea
siempre el mismo, dado que podemos determinar tiempos
limitados mediante dos ahoras, inicial y final, que no pueden
ser el mismo? Y si pensáramos el ahora como siendo siempre
el mismo estaríamos haciendo simultáneos los sucesos de
los ahoras pasados y los del ahora presente.

2. Opiniones de autores anteriores


Poco de valor se ha dicho sobre el tiempo, juzga Aristóteles.
Algunos sostuvieron que es el movimiento del universo en
cuanto Todo. Esto parece ser una referencia a la definición
que dio Platón del tiempo como imagen móvil de la eternidad.
Pero, critica su discípulo, cualquier parte del movimiento
circular del universo es ya tiempo, sin tener que completar el
ciclo; y además, si existieran múltiples mundos tendría que
haber múltiples tiempos, a la vez distintos y simultáneos, lo
que es absurdo.

Otros opinaron que el tiempo es la esfera del universo,


porque todo está a la vez en el tiempo y en la esfera. Esto
parece referirse a la doctrina pitagórica de que al cabo de
mucho tiempo se va repitiendo la misma posición relativa de
todos los astros en el espacio, ciclo de los eones del tiempo
universal. A Aristóteles esto le parece una posición ingenua
porque tiempo y movimiento no son equivalentes: hay tiempo
no sólo para lo que se mueve, sino también para lo que
reposa; además, el movimiento puede ser más o menos
rápido o lento, no así el tiempo.

3. Relación del tiempo con el espacio


y el movimiento
Aristóteles constata que el tiempo no es un movimiento, pero
que no hay tiempo sin movimiento, pues ambos se perciben
juntos: si algo se ha movido es que algún tiempo ha pasado,
si algo ha pasado es que algún movimiento se ha producido.
El movimiento se da siempre en el espacio, desde un punto
hacia otro punto; la continuidad del espacio le da continuidad
al movimiento. En el espacio hay un antes –la posición desde
donde se mueve el móvil- y un después –la posición hasta
donde se mueve; en consecuencia, también en el movimiento
hay un antes y un después. Y del mismo modo hay un antes y
un después en el tiempo, porque el tiempo siempre se da en
el movimiento. Por tanto, el antes y el después son puntos
que determinan una magnitud espacial, son origen y fin de un
movimiento y son los ahoras que cuantifican un tiempo.
Queda establecida así una sólida analogía entre espacio,
movimiento y tiempo, magnitudes continuas.

La definición aristotélica del tiempo es: número (o sea,


cuantificación) del tiempo según el antes y el después. El
tiempo es cuantificable, pero no es el cuantificador. Tal como
el movimiento va siendo siempre distinto en su ocurrir, así
también el tiempo va siendo siempre distinto en su
transcurrir. Desde un punto de vista el ahora es la realidad
del tiempo, la apariencia y presencia del siempre; desde otro
punto de vista, el ahora es la medida del tiempo, como
principio -el antes- y como final -el después. Y tal como la
fluxión del punto le da continuidad al espacio, el flujo del
ahora le da continuidad al tiempo; en cambio, lo que le da
continuidad al movimiento es la unidad del móvil, no su
trayectoria. En definitiva, el ahora no es tiempo, sino un
límite en el tiempo, o sea, un accidente del tiempo; pero
también es lo que numera al tiempo, lo que lo cuantifica.

4. Características del tiempo


A continuación Aristóteles expone algunas de las
características del tiempo, ya mencionadas en sus
razonamientos anteriores o que se deducen de lo expuesto.

 No hay una unidad mínima de tiempo, al igual que no la hay de


espacio.
 Un tiempo puede ser breve o duradero, pero no rápido o lento.
 El tiempo es simultáneo en todas partes, pero cada tiempo
anterior es distinto del posterior.
 El tiempo es cuantificable, pero no es lo que cuantifica.
 Cualquier intervalo de tiempo cuantificado puede repetirse en
tanto cantidad: un año, un otoño.
 Al igual que medimos el movimiento por el tiempo, también
podemos medir el tiempo mediante el movimiento, lo cual es
posible porque todo movimiento se da en el espacio. Del mismo
modo también medimos un movimiento por el espacio y
podemos medir un espacio por el movimiento.

5. Ser en el tiempo
Así como el tiempo mide el movimiento, todo lo que es en el
tiempo, todo lo que existe como temporal, es medido por el
tiempo. El ahora, el antes y el después son en el tiempo. Y
puesto que el tiempo es cuantificable todo lo que existe en el
tiempo es cuantificable. Pero que algo sea en el tiempo no
implica que ese algo exista mientras exista el tiempo, sino
sólo que mientras existe está en el tiempo. Aristóteles
admite la existencia de un tiempo mayor que el de las cosas
temporales, en el que estas se hallan contenidas.

Ser en el tiempo implica también ser afectado por el tiempo,


que es destructivo, por estar ligado al movimiento, que
cambia lo que existe. Por tanto, lo que es eterno no es en el
tiempo, su ser no es medido por el tiempo, que no le afecta.

Dado que el tiempo mide el movimiento también mide el


reposo, ya que todo reposo es en el tiempo; no todo lo que
existe en el tiempo tiene que estar en movimiento. Lo que
está en reposo es medido por el tiempo en tanto es
cuantificable. Lo que no existe ni en movimiento ni en reposo
tampoco existe en el tiempo. Así pues, Aristóteles considera
evidente que lo que no es tampoco es en el tiempo.

Puesto que todo lo mensurable por el tiempo ha de estar en


movimiento o en reposo, todo aquello que es generable o
destruible existe en el tiempo. Del mismo modo aquello que a
veces es y a veces no es también existe en el tiempo. O sea,
que tanto lo que nace y perece como lo que existe de modo
intermitente es temporal. Las cosas que fueron y serán, así
como las que ahora son, están contenidas en el tiempo. Pero
también hay aquello que no puede ser, ni haber sido, ni llegar
a ser (como la conmensurabilidad de una diagonal con su
cuadrado) y, por tanto, no existe en el tiempo. Lo contrario de
todo lo que no es en el tiempo es susceptible de ser generado
y destruido.

Actividades
1. Exponer los razonamientos de Aristóteles acerca de si el
tiempo es o no es.
2. Señalas semejanzas y diferencias entre las dos visiones del
tiempo: como totalidad y como ciclo.
3. Explicar la analogía aristotélica de la línea y el punto con el
tiempo y el ahora.
4. Razonar por qué el ahora parece a la vez que es siempre el
mismo y que siempre es distinto.
5. Relacionar la definición que Platón da del tiempo con los
fundamentos de su filosofía, como la teoría de las ideas.
6. Exponer la mutua implicación entre tiempo y movimiento.
7. Relacionar el “antes” y el “después” con el tiempo, el espacio y
el movimiento.
8. Explicar por qué y cómo Aristóteles relaciona el tiempo con el
número.
9. Razonar la opinión sobre si para Aristóteles se puede generar
algo eterno.
10. Poner ejemplos de entes que no son en el tiempo: una
sustancia, una cualidad, una cantidad, una relación.

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