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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

CENTRO UNIVERSITARIO NUEVA SANTA ROSA, SANTA ROSA


LICENCIATURA EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES, Y ABOGADO
Y NOTARIO

DOCENTE: Lic. Eliezer Nicolás Barrera Herrera


CURSO: Filosofía Del Derecho
CICLO: Noveno Semestre

TEMA:
“Filosofía de la Religión”

ESTUDIANTE: DANIEL ESTUARDO MUÑOZ DÁVILA


CARNÉ: 2019 44560

NUEVA SANTA ROSA, 21 DE ABRIL DEL 2023.


LA FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN Y SU OBJETO DE ESTUDIO:

De la palabra "religión" suelen darse dos etimologías. "Según una, 'religión' procede de religio, voz
relacionada con religatio, que es substantivación de religare (= religar, vincular, atar). Según otra,
apoyada en un pasaje de Cicerón, De off. II, 3, el término decisivo es religiosus, que es lo mismo
que religens y significa lo contrario de negligens. En la primera interpretación lo propio de la
religión es la subordinación, y vinculación, a la divinidad; ser religioso es estar religado a Dios. En
la segunda interpretación, ser religioso equivale a ser escrupuloso, esto es, escrupuloso en el
cumplimiento de los deberes que se imponen al ciudadano en el culto de los dioses del Estado-
ciudad."

Para llegar a ella hay que examinar ante todo el fenómeno religioso, tal como se da. Ello no
significa que, al proceder así, la investigación tenga que moverse viciosamente en círculo, pues al
llamar religioso a un fenómeno no le aplicamos un concepto totalmente formado; simplemente
partimos de la "representación general" que todo hombre culto tiene de lo que se denomina religión.
No puede negarse que los profetas, los santos y los místicos son personalidades de tipo religioso, ni
que su vida interior se halle dominada por la religiosidad. Al sumergirnos en la vida de aquéllos
"descubrimos ciertas vivencias que, en otros hombres, como los filósofos, los artistas u otras
naturalezas prácticamente orientadas, no se encuentran o, al menos, no con tal plenitud, profundidad
y fuerza. Lo peculiar de dichas vivencias consiste en que su contenido tiene el carácter de algo
elevado, sublime y supraterreno.

No debe ser confundida con la moralidad, aun cuando, en ocasiones, el contenido de las
normas de una y de otra parezca el mismo. Cuando Kant destruyó la tesis de la religión racional,
preconizada por el iluminismo, tuvo que enfrentarse a la tarea de señalar a la religión "un nuevo
sitio en el sistema de las funciones espirituales del hombre y, para resolver tal problema, desplazó a
la religión del 'hemisferio teórico' al 'hemisferio práctico' del espíritu".

La moralidad "significa realización de valores". Pero con el valor de lo divino no ocurre como con
el de lo bueno. Aquél no tiene que ser realizado, sino que, por necesidad de su esencia, es real. Lo
divino es unidad del ser y del valer, realidad valiosa.

Lo luminoso "aprehende y conmueve el ánimo con tal o cual tonalidad. Nuestro problema consiste
en indicar cuál es esa tonalidad sentimental. . .". "Consideremos lo más hondo e íntimo de toda
conmoción religiosa intensa, por cuanto es algo más que fe en la salvación eterna, amor o
confianza; consideremos aquello que, prescindiendo de estos sentimientos conexos, puede agitar y
henchir el ánimo con violencia conturbadora; persigámoslo por medio de los sentimientos que a él
se asocian o le suceden, por introyección en otros y vibración simpática con ellos, en los arrebatos y
explosiones de ]a devoción religiosa, en la solemnidad y entonación de ritos cultos, en todo cuanto
se agita, urde, palpita en torno a templos, iglesias, edificios y monumentos religiosos.

Si, para el creyente, en Dios se dan todas las perfecciones, nada puede permanecerle oculto; la
diferencia entre aspectos internos y extremos del obrar pierde así su significación, y la conducta
religiosa resulta sujeta a la exigencia de la interioridad más pura.

Se declara que lo valioso debe ser, este deber ser de lo santo —deber ser ideal, como diría el citado
filósofo— en rigor no expresa una exigencia dirigida a nuestro comportamiento, ni un deber hacer
en todo caso, sino la afirmación del valor objetivo de una conducta que sólo excepcionalmente es
realizada.

Tanto en la voluntad pura como en la santa, deber y querer coinciden. Voluntad pura es, para el
filósofo de Koeuigsberg, la del sujeto que actúa no sólo conformemente al deber, sino por deber o,
para expresarlo de modo más preciso, la de quien obra siempre por deber, sin poder Imcerlo de otro
modo. Pero de la voluntad santa cabría decir algo más, sí interpretamos tal concepto de acuerdo con
la concepción cristiana: santo es el hombre que obra conformemente al deber, pero lo hace, más que
por deber, por amor a Dios.

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