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El sueño o utopía m oderna, y la utopía no es sino el sueño en estado de vigilia,

Fundamentos para un orden moral sustentable se presenta com o la form ulación m ás com pleta y radical del m ás viejo anhelo
hum ano, a saber, la superación de toda privación. La utopía m oderna parecía
asim ism o la apuesta m ás razonable de lograr ese objetivo. Esta convicción
había sido form ulada en térm inos absolutam ente optim istas antes de Bloch
sobre todo por su m entor intelectual, Carlos Marx, sin duda el m ás m oderno
de los pensadores m odernos, el m ás confiado en la factibilidad del proyecto
de convertir la tierra toda en una m orada agradable para el ser hum ano, y el
1. El sueño moderno y sus bases éticas
m ás firm e sostenedor de la esperanza que es posible convertirla en el reino
Un enjuiciam iento del contenido m oral de un proyecto civilizatorio, que de la libertad. Es conocida la descripción de Engels del estado de cosas al
pretenda ser m ás que un com entario al paso, requiere, en prim er térm ino, que debía aspirarse una vez superadas las lim itaciones que el orden capitalista
una visión integral de los objetivos del proyecto y, en segundo lugar, una im pone al desarrollo de las fuerzas productivas:
identificación precisa de las hipótesis sobre las m otivaciones esenciales
“Cesa la lucha por la existencia individual y con ello, en cier to sentido, el
de los sujetos y grupos que deben realizarlo. Aunque por los alcances de
hom bre sale definitivam ente del reino anim al y se sobrepone a las
es ta ponencia, neces ariam ente breve, no es pos ible un des arrollo
condiciones anim ales de existencia par a som eter se a condiciones
exhaus tivo de ninguno de es os tem as, trataré, s in em bargo, que s u
verdaderam ente hum anas. Las condiciones de vida que rodean al hom bre
estructura responda a esas necesidades para form ular, al final, algunas
y que hasta ahora lo dom inaban, se colocan, a partir de ese instante,
sugerencias sobre las alternativas m orales que aparentem ente se nos bajo su dom inio y m ando, y el hom bre, al convertirse en dueño y señor
ofrecen en las presentes circunstancias históricas a quienes vivim os en de sus propias relaciones sociales, se convierte por prim era vez en señor
zonas no favorecidas del planeta, es decir, en lugares donde el proyecto consciente y efectivo de la naturaleza”3 3 .
m oderno no se ha m ostrado a la altura de las expectativas generadas.
La realización del sueño m oderno requiere, com o la cita de Engels lo indica
Ernst Bloch, uno de los m ás distinguidos filósofos del siglo XX, solía afirm ar claram ente, del cum plim iento de tres requisitos, a saber, la superación de la
que "el socialism o no era sino el nom bre que históricam ente se había escasez y, por consiguiente de las privaciones; una ciencia social y natural
dado a la m oral”. El dicho cobraba significado para él en el contexto del que haga al hom bre, com o lo querían Bacon, Descartes y Leonardo, verdadero
sueño m oderno, que no es m ás que la esperanza de que la historia lleve am o y señor de la naturaleza y de su entorno, y finalm ente, la m ultiplicación
al conjunto de la hum anidad a una condición doblem ente virtuosa de del ocio y del tiem po liberado de la necesidad de trabajar para subsistir. Es
prosperidad y libertad. Justam ente porque en la República Dem ocrática por ello que el sueño m oderno se aprecia m ás nítidam ente en todas sus
Alem ana, donde por un tiem po m antuvo una cátedra, no se cum plían dim ensiones en las form ulaciones socialistas que en las liberales, pues estas
esas condiciones, Bloch em igró o, m ejor, fue forzado a hacerlo, a la últim as son reticentes a adm itir que el control hum ano sobre las leyes sociales
Re p úb lic a F e d e ra l, d o nd e p o r lo m e no s s e c um p lía uno d e e s a s y naturales puede ser total. Com o dice Engels en el m ism o pasaje ya citado:
condiciones y se había superado, en gran m edida, una de las principales “Las leyes de su propia actividad social, que hasta ahora se alzaban frente al
caus as de la infelicidad hum ana, el ham bre, que ha acom pañado hom bre com o leyes naturales, com o poderes extraños que lo som etían a su
perm anentem ente a la vida hum ana. El ham bre, dice Bloch, va por im perio, son aplicados ahora por él con pleno conocim iento de causa y, por
delante, el látigo solam ente lo sigue, pues el problem a de fondo es que tanto, som etidas a su poderío... Sólo desde entonces este com ienza a trazarse
el ser hum ano no puede alim entarse de pasto. En eso, dice Bloch “el pobre, su historia con plena conciencia de lo que hace... Es el salto de la hum anidad
usualm ente tratado com o ganado, no tiene las cosas tan fáciles com o del reino de la necesidad al reino de la libertad 34
.”
aquel” 32
. 33
Cf. F. Engels, Del socialism o utópico al socialism o científico , Moscú, s/f, pp. 84, 85
32
Cf. Ernst Bloch, Freiheit und Ordnung , Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1969, pp. 7-9
34
Engels, Op. Cit, Pg. 85

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La lim itación de la teoría económ ica clásica, pero tam bién la del liberalism o Recordem os que, especialm ente a partir de la Revolución Industrial, la
en general para aceptar en todas sus consecuencias el sueño m oderno búsqueda del bienestar universal, que hasta entonces parecía ser expresión
están sobre todo referidas a la cuestión de la capacidad real de la especie de la m era buena intención de algunos filósofos entusiastas com o Kant,
para escapar al reino de la necesidad. La ciencia, social y natural, debería pero que los econom is tas cons ideraban irrealizable, s e tornó en un
perm itir un m anejo voluntario y plenam ente consciente de la vida en todos im perativo incondicionalm ente adm itido. El discurso del desarrollo, por
sus ám bitos, incluido el económ ico y eventualm ente tam bién el biológico. ejem plo, carecería de sentido si no se lo percibiera a la luz de la prom esa
La econom ía clásica, y la m ayor parte de las corrientes del pensam iento universalizante que encerraba. La idea rectora detrás de ese discurso era
liberal, convencidas de la existencia de “leyes ” del m ercado y de una precisam ente que todos los países que hicieran adecuadam ente las cosas
naturaleza hum ana definitiva e incam biante, no podían dar ese salto, com o en el orden establecido por los expertos podrían eventualm ente alcanzar
recientem ente lo ha adm itido Nozick en su polém ica con el anarquism o. grados de bienestar y niveles de consum o sim ilares a los de la clase m edia
Es claro, pues, que la cuestión de factibilidad del proyecto m oderno debe norteam ericana, por ejem plo.
debatirse con el socialism o y no con el liberalism o, que es su versión m ás
tím ida y m enguada. Un fin de la historia, im aginado com o lo hace Francis Todo esto es m enester tenerlo presente para poder com prender el sentido
real de los discursos actualm ente en boga, com o el del llam ado neo-
Fukuyam a, es en realidad una claudicación de la esperanza m oderna. En
todo caso, la reflexión sobre las bases m orales de un futuro deseable, debe liberalism o, que pretenden poner en cuestión algunos de los postulados
m encionados y afirm ar, al m ism o tiem po, que lo sustantivo del proyecto
tener com o referente la form ulación m ás audaz del proyecto histórico
vigente. m oderno ha sido preservado y que, m ás aún, se ha realizado.

En realidad, a partir de los años 7 0 del siglo pasado podem os distinguir


Tal proyecto im plica, asim ism o, y de allí la im portancia asignada al desarrollo
de las fuerzas de producción, la convicción que el requisito fundam ental cuatro actitudes diferenciadas frente a la factibilidad del proyecto m oderno,
todas ellas derivadas de la afirm ación de análisis de diversa índole que la
para la felicidad es la abundancia de bienes. Al aum ento paulatino del
total de bienes de una sociedad se lo ha llam ado a lo largo del siglo XX ponían en duda. Tanto los inform es del Club de Rom a, que creían percibir
lím ites al crecim iento, es decir, a la posibilidad de aum entar la acum ulación
“desarrollo”, y los niveles de desarrollo por ello se m edían a partir de las
fluctuaciones del PBI. Una fórm ula de m edición m ás pertinente para juzgar de bienes indefinidam ente, com o los discursos de los ecologistas, que creían
descubrir lím ites a la capacidad de acción sobre la naturaleza, o los alegatos
el grado de realización del proyecto m oderno en un lugar determ inado, sin
em bargo, es la m edición de los niveles de consum o, pues es en el consum o de aquellos que se preocupaban por los lím ites políticos y sociales del
crecim iento, contribuyeron a generar este tipo de dudas.
que se realiza la m ercancía com o tal, según lo recordaba Marx, y que se
alcanza la satisfacción buscada por el individuo que, supuestam ente, le
Las res pues tas que es tos anális is generaron decíam os que pueden
perm ite alcanzar su felicidad.
clasificarse en cuatro rubros: a) pesim istas; b) optim istas m oderados; c)
optim istas ingenuos y d) utopistas. Los pesim istas son aquellos que han
En realidad, cuando hoy se habla de “desarrollo hum ano” lo que se hace
llevado al extrem o las dudas de los críticos y que piensan que no solam ente
es precis am ente es o, es decir, s e es tablecen pautas para m edir los
el proyecto m oderno está condenado, sino que la hum anidad m ism a tiene
volúm enes de bienes y servicios consum idos en un período tem poral
probablem ente s us días contados y que ha s ido en la práctica un
determ inado por grupos de personas nítidam ente diferenciados entre sí. El
experim ento frustrado. Los optim istas m oderados son aquellos, com o las
llam ado desarrollo hum ano m ide pues, en últim a instancia, el grado de
Na c io ne s Unid a s, q ue ha n d e s a rro lla d o e l d is c urs o d e l “d e s a rro llo
realización del proyecto m oderno a escala m undial.
s u s te n ta b l e ” q u e, e n b u e n a c u e n ta , s o s ti e n e q u e c o n a l g u n a s
La exigencia de que la hum anidad entera esté involucrada en el proyecto, m odificaciones y con un buen grado de continencia y de tem planza de
es decir, que el sistem a civilizatorio propugnado por la m odernidad se parte de sus beneficiarios, la hum anidad puede continuar tratando de
extienda a todo el planeta es uno de sus rasgos m ás im portantes y centrales. realizar el sueño m oderno extendiendo sus beneficios m undialm ente.

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Algunos teóricos, com o Am artya Sen, por ejem plo, creen que esto im plicaría m odernidad europea, sin él esa aventura no tiene el m ás m ínim o sentido.
alguna corrección en la definición de expectativas, de m odo que la Se trata de un personaje sin antecedentes en otras civilizaciones y sin
m edición del éxito sea diferenciada y tom e en cuenta las condiciones de precursores reales en la tradición cultural de Occidente, donde griegos,
partida de cada grupo y, por ende, defina en relación a ellas los objetivos rom anos y m edievales coincidieron en pensar al ser hum ano com o un
razonables de desarrollo que puedan plantearse. Los optim istas ingenuos, anim al social. El individuo aspira a una vida terrena lo m ás cóm oda y feliz
por su parte, deben ser subdivididos en dos: aquellos que lo son de buena posible y, sobre todo, a una libertas, a una libertad de acción sin lím ite
fe y aquellos que lo son por cálculo de intereses. A estos últim os pertenece preciso, libertad que el dom inio sobre la naturaleza puede adem ás ir
la m ayor parte de los adherentes al neoliberalism o, quienes, adem ás, en la increm entando paulatinam ente. Más aún, en la m edida en que le interese
práctica han renunciado al ideal de la universalización de los beneficios la salvación de su alm a inm ortal, aspira a una salvación individual y rechaza
del progreso. Entre los prim eros debem os contar a teóricos com o el ingeniero la idea de un alm a colectiva alguna vez atribuida a Averroes. Este individuo
Eric Drexler, que cree que una m ejor tecnología puede a la vez generar está m ovido por un ansia de autonom ía que condiciona sus com prom isos
abundancia de bienes y ayudar a preservar, incólum es, los ideales de políticos y sociales, y aún sus com prom isos con la verdad. Ese individuo no
acum ulación y de bienestar basado en la riqueza de la m odernidad. Los adm ite así com o legítim os sino aquellos com prom isos políticos que él m ism o
utopistas son aquellos que, com o Murray Bookchin o, hasta cierto punto, apruebe, o aquellos vínculos sociales que en uso de su criterio personal
André Gorz creen que con los m edios técnicos y económ icos actuales es estim e valiosos o, finalm ente, las verdades que por m edio de un m étodo
posible construir una sociedad universal que garantice a todos niveles científico rediseñado para dar cabida a su propia observación y juicio le
adecuados de bienestar y, a la vez, no sea sistem áticam ente destructiva parezcan aceptables y convenientes.
del m edio am biente. La diferencia entre la tesis del desarrollo sustentable y
esta de los utopistas es que éstos consideran indispensable una revolución Decía Hum e de este individuo con “generosidad lim itada” que sólo lo m otiva
el interés propio, que su razón es pasiva, es decir, no produce ím petu alguno
de las conciencias y de las expectativas, es decir, una revisión profunda
del proyecto m oderno en lo que atañe a su apuesta a la acum ulación para la acción. Toda acción está im pulsada y m otivada por su egoísm o,
que no es sino otro nom bre para designar al ya m entado interés propio.
ilim itada de riquezas y, sobre todo, a la sobrevaloración del interés individual
com o m otivación principal de la acción colectiva. No por casualidad, los
Toda la teoría m oral m oderna clásica, desde el utilitarism o que se origina
dos pensadores m encionados provienen de las canteras m ás sofisticadas
con Hum e, hasta el form alism o kantiano, pasando por la noción de derechos
y coherentes del socialism o, es decir, de su versión anarquista y libertaria.
naturales de Locke, cobra sentido solam ente si se la percibe com o un
debate sobre el bien y el m al referido al individuo autónom o.
Esto últim o es un hecho notable. Los principales teóricos de la hora que
quieren encontrar alternativas al statu quo pero a la vez pretenden salvar lo
No es por ello de extrañar que todo aquello que parecía vicioso a los
m ás sustantivo y éticam ente valioso del proyecto m oderno, a saber, el
m edievales, que todas aquellas pasiones por las que Dante alojaba en el
im pulso a la globalización de los beneficios del desarrollo y la m axim ización
infierno a las gentes, fueran luego las m otivaciones m ás apreciadas por los
de la libertad individual, se declaran abiertam ente o en algún m om ento se
m odernos para cons truir s ociedades des eables en es e proces o de
sintieron cercanos al anarquism o. Ese no solam ente es el caso de los dos
“transform ar los vicios privados en virtudes públicas”, del que habló prim ero
ya m encionados, sino el de un pensador tan lúcido com o Noam Chom sky,
Mandeville y luego el m ism ísim o fundador de la ciencia social m oderna,
cuyos planteam ientos han servido com o uno de los referentes principales
Giovanni Batista Vico. Estos vicios m utados en virtudes, las pasiones de las
a quienes inic iaron las protes tas c ontra la globalizac ión del poder
que hablaba Hum e, una vez liberadas, sirvieron para dar un im pulso a la
transnacional en la ciudad de Seattle.
creatividad hum ana y una fortaleza a los procesos de generación de riqueza
que, com o diría luego Marx, sacaron a la hum anidad o, m ejor, a parte de
La prioridad del individuo es, en efecto, el signo distintivo m ás im portante
e lla, de s u c ondic ión anc e s tral de s e r vidum bre a la naturale z a. El
del proyecto m oderno, concebido, desde su inicio, para acom odar sus
individualism o egoísta ha sido, sin duda, un elem ento liberador de fuerzas
supuestos atributos. El individuo es el protagonista central de la saga de la

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y de potencialidades y cualquier evaluación seria del proceso histórico debe de equilibrio m oral entre nosotros; no hay ninguna m anera de
em pezar a reconocer ese hecho so pena de resultar m uy sesgado y de ser com pensar m oralm ente una vida con otras de m odo que se llegue
incapaz de generar una com prensión adecuada de la realidad. a un bien social superior. No hay ningún sacrificio justificado de
alguno de nosotros por otros”3 6 .
La doctrina de la m ano invisible, que produce arm onías sin que sean
conscientem ente deseadas, y que genera form as de cooperación no Cualquier disputa referida a la base m oral del proyecto m oderno debe
previstas pero eficaces, que en su esquem a inicial fue presentada para el estar referida a su form ulación m ás prístina y radical, que es la que en el
ám bito de la política por Niccolo Macchiavello y adaptada luego al de la pasaje anterior Nozick trata de reproducir, pues la inclusión en la conciencia
econom ía por el m ás aprovechado de los alum nos de Hum e, Adam Sm ith, colectiva de las sociedades m odernas m ás avanzadas de una noción de
es la expres ión m ás lograda de tal es quem a. En nues tra época, ha bien com ún, o de interés por lo que en el siglo XIX se com enzó a llam ar la
reivindicado el esquem a de m anera m uy lúcida Robert Nozick. Aunque “cuestión social” fue m ás el producto de la confrontación de grupos de
parezca es tar en las antípodas de es te tipo de vis ión del m undo, la interés, que pugnaban por alcanzar los beneficios del desarrollo m aterial
descripción kantiana de la form a de configuración del reino de los fines, que de una sim ple argum entación teórica. La verdadera discrepancia entre
que no es sino el reino de la libertad, es sim ilar. Cada sujeto legisla los socialistas, o, para decirlo con m ayor precisión, la m ayoría de ellos, y los
separadam ente de acuerdo al im perativo categórico, es decir, de acuerdo liberales ha estado sobre todo referida a dos aspectos, la viabilidad de la
a una norm a que busca que toda ley sea universalm ente válida en un universalización de los beneficios de la m odernización y el procedim iento
reino de seres racionales, y al final descubre que los térm inos en que ha para aum entar la riqueza, en ningún caso la discrepancia ha estado referida
legislado coinciden plenam ente con los de todos los dem ás seres racionales a la naturaleza del objetivo últim o que era, precisam ente, la acum ulación
que han seguido el m ism o procedim iento. Es por ello que Nozick3 5 , un de m ás riqueza m aterial com o condición indispensable para garantizar unas
ideólogo radical del liberalism o a ultranza y un partidario de la tesis del existencias individuales placenteras y felices. Por ello, el verdadero dilem a
Estado m ínim o, puede valerse de argum entos kantianos para sustentar su planteado en el debate contem poráneo ha estado entre la planificación
oposición a la form ulación de toda utopía colectivista o de todo proyecto inventada por Saint Sim on y la aquí m encionada doctrina de la m ano
social de bienestar colectivo. Vale la pena citar el texto respectivo in extenso, invisible.
porque se trata de una de las form ulaciones m ás explícitas de una posición
En nuestros días, después del colapso del sistem a com unista de Europa
estrictam ente com patible con el espíritu del proyecto m oderno en su form a
original: central, que pretendía extender el bienestar con la fórm ula del pleno em pleo
y la reivindicación del derecho al trabajo im aginada por L. Blanc en el siglo
“Solam ente hay gentes individuales, diferentes gentes individuales XIX, el ideal m oderno ha tom ado la vieja fórm ula de Owen y Proudhon de
con sus propias vidas. Usar a una de estas personas para el proponer la extensión del derecho a la propiedad.
beneficio de otros, lo usa a él y beneficia al otro. Nada m ás. ..
El debate sobre este tem a es crucial, pues lo que está en cuestión es cóm o
Hablar de un bien com ún general sim plem ente oculta este hecho.
garantizar al individuo el acceso a parte de la riqueza social, a aquella
Usar a una persona de esta m anera no respeta suficientem ente
parte que le corresponde para poder sobrevivir y, eventualm ente, para vivir
el hecho que se trata de una persona separada y que tiene
bien. Al respecto solam ente se han barajado dos fórm ulas: o bien el pleno
solam ente una vida. ... Los lím ites m orales sobre lo que podem os
em pleo y el reconocim iento al derecho al trabajo que, en la práctica es el
hac er, sostengo, r efl ejan el hec ho de nuestr as exi stenc i as
derecho a un salario, o bien la universalización de la propiedad, ya sea a
separadas. Reflejan el hecho que no puede ocurrir ningún acto
través de las cooperativas y m utuales de los pensadores m encionados o a
35
Cf. Robert Nozick, Anarchy, State and Utopia, New York, Basic Books, 1974, p. 19. través de m edidas com o las que propone nuestro com patriota Hernando
Nozick contrapone las explicaciones de la mano invisible a las de la «mano oculta», es
decir, a las que suponen una suerte de acción conspirativa detrás de los fenómenos
sociales. 36
Nozick, Op Cit, p. 33

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de Soto y que apuntan a realizar el ideal clásico de Jefferson de convertir Este proceso puede ser enjuiciado desde m uchos ángulos. Pero sin duda, a
a todos los ciudadanos en propietarios y en em presarios. La gran utopía quienes habitam os el lado flaco del planeta, y que som os parte de la inm ensa
norteam ericana ha ganado credibilidad histórica porque, en efecto, en m ayoría de los m iem bros de la especie, debería interesarnos m edirlo desde
es e inm ens o país s e dieron inicialm ente condiciones propicias para nuestra propia perspectiva y desde nuestro propio ángulo de observación. Más
prom ocionar el m ás am plio m ovim iento de repartición de propiedad de aún, en térm inos m orales, es ese el m ejor ángulo posible, puesto que lo bueno y
la historia de la hum anidad. La consecuencia en los Estados Unidos ha lo m alo, si tienen en alguna m edida carácter universal, deben por lo m enos
s ido la fetichización de la em pres a, com o expres ión m áxim a de la acom odar los intereses y expectativas de las m ayorías.
autonom ía individual. Pero, en general, el reduccionism o económ ico es
Lo m enos interesante del proceso de globalización es, en realidad, su dim ensión
consustancial a un proyecto que condiciona la felicidad a la prosperidad
económ ica, ya que lo que hoy vem os estaba previsto en lo sustantivo desde el
m aterial. Ahora bien, en el caso norteam ericano, el Estado ha actuado
siglo XIX. Lo novedosos sobre ese tem a en los últim os decenios ha sido una
c o m o e n te c o m p e n s a d o r d e l p o s ib le d e s c o n tro l d e la in ic ia tiva
cierta aceleración de algunos fenóm enos, tales com o la concentración de la
em presarial, estableciendo reglas de equidad m ás o m enos eficaces. La
riqueza en m enos m anos, la m ultiplicación de la especulación financiera y, sobre
es encia del planteam iento neo-liberal, com o puede percibirs e por
todo, la afirm ación de la tendencia del sistem a productivo a generar desem pleo
ejem plo en los escritos de Milton Friedm an 3 7 y otros, es precisam ente que
por el efecto com binado de la robotización y el uso m asivo de elem entos de
la libertad de em presa y la libertad económ ica en general condicionan
com unicación y de gestión electrónicos en las em presas. Todo eso ha em pezado
todas las dem ás libertades, incluida la política. Sólo en ese sentido el
a ser cuidadosam ente estudiado y cuantificado, com o lo dem uestra, por
neoliberalism o es una expresión del proyecto m oderno, pero lo es sólo
ejem plo, el ya clásico trabajo de Jerem y Rifkin sobre el futuro del trabajo.
parcialm ente y hasta deficientem ente, en la m edida en que pone en
cuestión sus aspectos m ás cruciales, a saber, la posibilidad de que las Pero lo m ás trascendente de la globalización hay que buscarlo en sus efectos
gentes definan consciente y deliberadam ente su propio destino, sin sentirse políticos, sociales y m orales y en su im pacto sobre la viabilidad del propio
atadas ni lim itadas por leyes económ icas o de otra índole que restringen proyecto m oderno. A eso nos abocarem os brevem ente en lo que sigue.
su capacidad de acción y su im aginación. Som eter la vida a las leyes del
m ercado es, en realidad, una m anera de negar lo sustantivo del sueño El avance de la globalización ha generado una gran contradicción: la
m oderno. aventura hum ana se ha tornado en un proyecto com ún, la historia es por
vez prim era verdaderam ente universal, y no por obra de la providencia, ni
de la vigencia de alguna ley m etafísica del progreso, sino por obra y gracia
2. Los retos del presente y la viabilidad moral del d e l a c o n ta m i n a c i ó n d e l m e d i o a m b i e n te, d e l a p ro d u c c i ó n y
sueño moderno alm acenam iento de arm as de destrucción m asiva y de la creación de redes
de interdependencia entre las naciones y los grupos hum anos para la
Colapsado el socialism o soviético, la atención analítica se ha centrado
actividad productiva y reproductiva. Al m ism o tiem po, y eso es lo que genera
en los m ensajes que sobre la viabilidad del sueño m oderno proyecta ese
la contradicción, la inm ensa m ayoría de los seres hum anos están excluidos
proceso que se ha dado en denom inar globalización. Ulrich Beck ha dicho
de toda capacidad de decisión sobre sus propias vidas y su propio destino.
bien que esa palabra designa lo que antes se hubiera designado con
El destino de las m ayorías depende de las decisiones, de los prejuicios y de
vocablos tan sim ples com o cam bio o revolución, pues no cabe duda
las am biciones y m ezquindades, pero tam bién de la bondad y buena fe
alguna que estam os ante fenóm enos que si bien no term inan de m ostrar
que puedan tener unas m inorías cada vez m ás ínfim as.
la dirección final a la que pueden conducir a la hum anidad, sí perm iten
ver configurado un futuro totalm ente distinto a cuanto haya experim entado Por prim era vez en la historia de la hum anidad, un grupo m inoritaria de seres
la especie a lo largo de su historia conocida. hum anos podría decidir la aniquilación del resto de la especie sin que esa
37
Cf. Milton Friedman, Capitalism and Freedom , Chicago, Chicago University Press, m ayoría pudiera hacer nada por defenderse. Esa es la posibilidad real que
1962

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da la posesión de arm as de aniquilación m asiva. De otro lado, la subsistencia Es precisam ente debido a la conciencia de esta realidad, que algunos
de la especie en el entorno natural depende de que esas m ism as m inorías quieren ocultar acusando a quienes la señalan con los m étodos del lenguaje
decidan evitar que continúe la destrucción m asiva y sistem ática del m edio m ode rno, e s de c ir, c on c ifras y datos e m píric os y c ie ntífic am e nte
am biente inducida por la m anera de producir bienes m ateriales desde los confirm ados, de ser catastrofistas, que algunos pensadores, sobre todo
inicios de la revolución industrial. Más aún, en esto, las m ayorías, que ni ligados a las religiones éticas tradicionales, han alzado su voz para postular
siquiera se benefician de la riqueza acum ulada por la producción, son en la necesidad de iniciar un esfuerzo por encontrar nuevas bases m orales
realidad cóm plices silenciosas de su propio infortunio al haber aceptado para el diseño del futuro. Dos son los nom bres que m ás destacan en este
de buena gana la única universalización efectiva hoy constatable, la del sentido: Hans Jonas y el teólogo Hans Küng 38 . Hay una frase pétrea de Küng
sueño m oderno y la de las expectativas de bienestar m aterial sin lím ite. con la cual quiere hacer hincapié en el carácter perentorio de la em presa
de renovación de la m oral: “no hay supervivencia sin una ética m undial”.
Decíam os que la distancia entre los poderosos y los débiles nunca ha sido Para ilustrar esa urgencia, Küng destaca algunos hechos que m ostrarían
m ayor. Una de esas m anifestaciones es precisam ente la desigualdad de
que el statu quo es insostenible en el tiem po:
ac c es o a la riqueza m aterial, la des igualdad ec onóm ic a, hoy m ás
p ro n u n c ia d a q u e n u n c a. Pe ro la re a l c a u s a y la m á s im p o rta n te “Cada m inuto gastan los países del m undo 1 ,8 m illones de dólares
m anifestación de esa distancia entre poderosos y débiles radica en la en arm am ento m ilitar.
desigualdad de capacidades para la producción de conocim iento científico
Cada hora m ueren 1 ,5 0 0 niños de ham bre o de enferm edades
y tecnológico y, m ás concretam ente, en la desigualdad de capacidades
causadas por el ham bre.
para la creación de tecnología. Es por esa razón que aún los m ás ricos de
los países pobres pertenecen a la capa de los débiles, aunque su acceso Cada día se extingue una especie de anim ales o de plantas.
lim itado al uso de aparatos y al consum o de bienes les cree la ilusión de
que participan del banquete principal. Cada m es el sistem a económ ico m undial añade 7 5 ,0 0 0 m illones de
dólares a la deuda de billón y m edio de dólares que ya está gravando
Junto a este hecho central de la época, es decir, a la distancia entre de un m odo intolerable a los pueblos del Tercer Mundo.
poderosos y débiles, hay otro igualm ente contundente: la conciencia, entre
Cada año se destruye para siem pre una superficie de bosque tropical
quienes deben tom ar las decisiones m ás cruciales, que la universalización
equivalente a las tres cuar tas partes del territorio de Corea”.
del bienestar, en las condiciones actuales, es decir, dependiendo del m odo
de producir hoy vigente, no es posible sin acarrear un desastre catastrófico Sin ser estas las cifras m ás relevantes ni aterradoras, sirven suficientem ente
de escala m undial. Este hecho se conoce y está contabilizado desde por lo para sustentar la racionalidad de las angustias de nuestro teólogo. No vam os
m enos la década de los 7 0 del siglo pasado, según se tiene dicho. Hay, a discutir aquí el m érito de sus propuestas específicas de carácter práctico
claro está, la esperanza de que m ejor tecnología y el m enor uso de recursos para cam biar el curso catastrófico de la sociedad contem poránea, interesa
naturales perm itan rem ontar esta lim itación, pero com o están las cosas, no m ás exam inar sus prem isas éticas. En ese sentido, Küng sostiene que su
es posible m aterialm ente satisfacer las expectativas generadas en 6 ,0 0 0 posición no es en m odo alguna contraria al proyecto m oderno. Se inclina
m illones de personas y m enos lo será satisfacer las de 8 ,0 0 0 m illones dentro por un orden post-m oderno que no sea, em pero, antim oderno, que, dice,
de un par de décadas. no sea tam poco ultram oderno, sino que perm ita superar, en el sentido
hegeliano, la m odernidad, es decir, creando un orden cualitativam ente
La aplicación del sueño m oderno, en consecuencia, ha generado un estado
superior pero que contenga los rasgos m ás positivos de la m odernidad.
de cosas m uy distinto al que se aspiraba a crear. Quizá la m anera m ás
clara de m edir la debilidad de los débiles es atendiendo al hecho que no
están en condiciones de reproducir autónom am ente la form a de vida por
38
Cf. Hans Küng, Proyecto de una ética m undial, Madrid, Editorial Trotta, 1995 y Hans
Jonas, Le principe responsabilité. Une éthique pour la civilisation technologique, Paris,
la que han optado y estim an la m ás deseable. Les Editions du Cerf, 1990.

124 La búsqueda de una alternativa civilizatoria


Dice al respecto: La m ism a atingencia podría form ularse de los planteam ientos de Hans
Jonas. Su alegato sobre la necesidad de garantizar la supervivencia de
« El paradigm a m oderno... debe ser superado, en el triple sentido
hegeliano: la m odernidad debe ser: la especie com o tal no es convincente para alguien apresado por el
ra z o na m ie nto utilita ris ta y c o rto p la c is ta q ue s e e s tim a ho y c o m o
-afirm ada en su contenido hum ano,
absolutam ente verdadero. ¿Qué responsabilidad sobre el bienestar de
-negada en sus lím ites inhum anos, futuras generaciones habría de tener aquel que no la tiene siquiera por
39 las presentes en estado de indigencia? Argum entar una necesidad de
-trascendida en una nueva síntesis diferenciada y holística pluralista»
solidaridad con la especie requiere una fundam entación que no puede
Esta superación, sostiene Küng, requiere de un nuevo talante ético, que se ser sim plem ente la m ostración de los hechos o de los riesgos, com o
concretaría fundam entalm ente en dos principios: la necesidad de propiciar pretende Jonas. Consciente de la debilidad de su planteam iento, quiere
consensos sobre aquellos asuntos que involucren al destino colectivo de la dejar de lado la célebre objeción hum eana a pasar de la descripción a
hum anidad y el desarrollo de una ética de la responsabilidad, es decir, la prescripción, del ser al deber ser, pero el m ero deseo no es suficiente
una ética preocupada por el futuro que pueda generar un im pulso de a rg u m e n to. La ú n i c a m a n e ra e f i c a z d e s u p e ra r l a o b j e c i ó n e s
autolim itación en los hom bres con m iras a respetar la naturaleza y garantizar construyendo una teoría general del hom bre que lo m uestre com o un ser
un futuro viable a las futuras generaciones. Contrarias a esta ética de la relevante en el universo y por ende, de ser preservado en el m undo de
responsabilidad, que m ide en cada caso las consecuencias de largo plazo los vivos. Ni s iquiera bas ta aquí una argum entación, com o la que
de las acciones, son la ética del éxito, que ha prevalecido en la m odernidad desarrollan algunos ecologistas, que busque resaltar la im portancia de la
y ha tom ado a veces la form a de un utilitarism o extrem o, y la ética de vida en el universo, pues, com o lo ha hecho notar Murray Bookchin, esa
intenciones, pues lleva a un absolutism o ético incapaz de tom ar en cuenta argum entación es por igual aplicable a los s eres hum anos y a las
las condiciones reales de la vida de la especie y que puede, m ás bien, cucarachas. La única argum entación posible es aquella que m uestre fuera
propiciar actitudes fatalistas y violentistas. El m ensaje para el tercer m ilenio, de toda duda que el ser hum ano, tal y com o es, debe ser preservado por
dice el teólogo alem án, puede concretarse así: “responsabilidad de la razones que trascienden su existencia individual y que tienen algún tipo
com unidad m undial con respecto a su propio futuro. Responsabilidad para de repercusión cósm ica.
con el ám bito com ún y el m edio am biente, pero tam bién para con el
C abe s e ñalar e n e s te c onte xto la otra g ran lim itac ión de los dos
m undo futuro”.
pensadores que venim os tratando, a saber, su tendencia a apoyarse en
El criterio últim o y sostén de todo esto es el hom bre. El hom bre “ha de ser convicciones religiosas que no son universalizables. No se trata aquí de
m ás de lo que es: ha de ser m ás hum ano”. Pero justam ente aquí, donde que otras concepciones religiosas pudieran serlo. El talante ético que
está lo sustantivo de la tesis, es que radica su principal debilidad. Lo que el reclam a Küng, para ser universalizable, para ser aplicable al conjunto de
sistem a actual ha puesto en duda es, justam ente, la idea kantiana de la la especie tal y com o ella existe hoy y tal y cual son sus convicciones, ha
dignidad intrínseca del hom bre. Nociones tan perversas com o la de “capital de ser laico, secular. Esta universalización no se logra, com o quiere Küng
hum ano”, que pretende darle un toque hum anista al discurso económ ico, con un diálogo entre las diversas religiones; sólo se logrará a partir de una
así lo dem uestran. Una persona valorada por ser capital hum ano está refundación del pensam iento y de una real superación de todas las form as
condenada a convertirse en el tiem po en una pieza descartable, en un del pensar histórico, en la m edida en que lo que hay que enfrentar hacia
elem ento sobrante, en un desechable. De m odo tal que la m era afirm ación delante es una realidad absolutam ente novedosa. Del hecho que el futuro
no originalm ente fundam entada de que el hom bre debe ser respetado no se pueda enfrentar sino desde el presente, en ningún caso se sigue
com o tal no tiene de por sí fuerza de argum ento contundente. La gran lógicam ente que tiene que hacerse prim ariam ente con instrum entos del
tarea de la ética es justam ente generar ese tipo de argum entación. p a s a d o o d e l p re s e n te, m e n o s c o n a q u e l l o s q u e h a n s e r vi d o
históricam ente para azuzar conflictos, para separar y para exacerbar
39
Hans Küng, Op Cit, p. 40
pasiones antagónicas.

126 La búsqueda de una alternativa civilizatoria


Juan Abugattas

¿Pero cuál puede ser entonces ese punto nuevo de partida para una cosm os vale la pena. Todo otro discurso, especialm ente aquellos que
justificación m oral de la acción hum ana colectiva? buscan hacer m enos difíciles, sin cam biarlas radicalm ente, las condiciones
de vida de las m ayorías, son sensatos en el corto plazo, pero vistas en el
Hay aquí dos cuestiones a resolver. Una prim era atañe a la justificación de
largo plazo, sem ejan los cálculos de aquel terrible personaje de Víctor Hugo
la existencia hum ana en térm inos m etafísicos. Esa tarea no tiene por qué que daba lim osnas no para aliviar la pobreza, sino para perpetuar el
ser esbozada aquí, m ás allá de la necesidad de reconocer su centralidad
sufrim iento de los pobres.
en la actividad teórica del presente. La otra es hallar una m otivación para
la acción alternativa al im pulso egoísta del individuo, pero tan eficaz com o
fue aquella para generar un prim er im pulso productivo com o el que nos
ha llevado hasta hoy. Dada la condición hum ana, ese punto de partida
m otivador no puede ser sino la preocupación por la preservación de la
especie a partir de la convicción de que cada ser hum ano, aún el m ás
hum ilde y débil, m erece ser preservado en la vida.

En la práctica, esto debe traducirse en el diseño de m edios de acceso a la


riqueza públic a totalm ente independientes de los m éritos o de las
a c tivid a d e s q u e re a lic e o d e je d e re a liz a r u n s u je to. S e rá e s a la
m anifestación práctica m ás tangible y m ás inm ediata del cam bio de
paradigm a civilizatorio, pues de eso y no de m enos estam os hablando
cuando hablam os de una renovación del sistem a de m oral, de una
verdadera revolución ética.

E s a tare a, por las c irc uns tanc ias his tóric as ante s e xpue s tas, re c ae
fundam entalm ente en los m ás débiles, en quienes no tienen lugar ni lo
tendrán en el orden actual de cosas y, ciertam ente, tam bién en aquellos
que, beneficiados del statu quo, desarrollen objeciones m orales a su
perpetuación.

No se trata entonces de una m odernidad diferente, lo que se debe fundar


es un orden civilizatorio totalm ente distinto al actual, ese sí global, pero no
excluyente, ese sí universalizable, aunque no necesariam ente hom ogéneo.

Ahora bien, tal orden no solam ente no podrá prescindir de la ciencia y la


tecnología, sino que deberá dotarse para sostenerse en el tiem po de una
técnica y ciencia superiores, cualitativam ente superiores. Pues si algo es
evidente, es que el futuro de la hum anidad, en la m edida en que sea posible
sobre el planeta tierra, deberá basarse en un m edio crecientem ente
artificial, es decir, crecientem ente producido y reproducido por el hom bre.
Un m edio por excelencia contingente com o ese requerirá no solam ente
de un aparato científico tecnológico m uy sofisticado, sino sobre todo de
una clara e inquebrantable convicción de que la existencia hum ana en el

128 La búsqueda de una alternativa civilizatoria

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