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Archivo 2

Histórico

boletín
Municipal
de Irapuato

7a época
Boletín del AHMI
7a época • 15

Directora del Archivo Histórico


ma. teresa cruz cuéllar

Encargada del acervo documental


dulce maría guadalupe vázquez mendiola

Secretaría del Ayuntamiento


Palacio Municipal S/N
Zona Centro
C.P. 36500
Irapuato, Gto.

Archivo Histórico Municipal de Irapuato


Allende # 170
Zona Centro
C.P. 36500
Irapuato, Gto.


ÍNDICE

Docmentos del acervo documental del Archivo 7

Irapuato: población diversa 18

Deporte y modernidad posrevolucionaria en irapuato 31

Los hacendados regantes de los rios silao y guanajuato


en la congregación de irapuato siglo, xvii 49

La expedición de xavier mina, de inglaterra a guanajuato 62

La casa del museo de la ciudad, siglos xviii-xix 68

Apuntes para una historia… 81


6
BIENES DOTALES DE MUJERES
PARA EL MATRIMONIO. SIGLO XVIII

Archivo Histórico de Irapuato, Protocolo de Cabildo, Carta de dote,


23 de julio de 1739, Fs. 47-48v.

Francisco de Anansquerque, natural de los reinos de Castilla y vecino de la


Congregación de Irapuato recibe ayuda de las cargas matrimoniales, sus-
tento y manutención por la referida su esposa Doña María Manuela de
Busto, hija legítima de Don Bartolomé de Busto, labrador y de Doña
María Valentina Barreto de Tábora difunta, ambos vecinos de la dicha
Congregación de Irapuato.
Don Bartolomé de Busto hace la entrega de dote.
1078 pesos y siete reales, de los cuales son 421 pesos y 5 reales en mo-
neda mexicana y la cantidad restante en bienes materiales:

7
8
Una mulata nombrada María Magdalena en 250 pesos
Treinta mantas en 52 pesos y 4 reales
Treinta mantas ordinarias en 48 pesos y 6 reales
Un terno de escritorios en 20 pesos
Terciopelo en 30 pesos
Un güipil en 25 pesos
Dos rebozos de seda, uno nuevo y otro viejo en 35 pesos
Una pollera de peñasco en 30 pesos
Un tapapiés de capichola en 25 pesos
Un terno de cruz y zarcillos de esmeraldas y oro en 50 pesos
Una docena de vasos y tazas en 3 pesos
Cuatro cucharas de plata en 8 pesos
Una colcha de algodón en 20 pesos
Ropa blanca en 50 pesos
Dio fe a esta escritura de dote el Teniente de Alcalde Mayor de la
Congregación de Irapuato, Damián Martínez de León.

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10
ESCLAVOS DEL SIGLO XVIII EN IRAPUATO

Archivo, Histórico de Irapuato, Protocolo de Cabildo, 20 de septiem-


bre de 1737, Fs. 37v-38v.

El Bachiller Don José Gutiérrez, clérigo, presbítero, domiciliario del Obis-


pado de Michoacán y vecino de la Congregación de Irapuato otorga en
venta real un mulato esclavo, sujeto a servidumbre, de veinte y cinco años
de edad llamado Miguel de Villarreal al regidor y alférez real Don Fer-
nando Antonio de Terreros, vecino de la ciudad de Páscuaro por la canti-
dad de doscientos pesos. Mismo que había sido comprado de Don
Francisco de Villarreal y de Doña Isabel de Villarreal por escritura públi-
ca con fecha de 24 de abril de 1734 en la ciudad de Páscuaro.

11
12
Dio fe a esta escritura de compraventa Don Damián Martínez de León,
Teniente de Alcalde Mayor de la Congregación de Irapuato.

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14
FIANZAS DE MUJERES CASADAS, AÑOS DE 1749 A 1758

AHI, Protocolo de Cabildo, 14 de octubre de 1749, Fs. 10-11

Salvador de la Cruz, mozo, vecino de la Hacienda del Cuesillo golpeó


a su mujer Salvadora de la Cruz, criolla también y vecina de dicha
Hacienda, hija de Pascual Rodríguez dentro de una riña que él mismo
provocó, por el simple motivo de que ésta no logró terminar de tejer
un coton de lana, siendo de tal manera llevada por el dicho su esposo
al cerro “en donde no les viesen y allí le azotó”.
Salvador de la Cruz mal herida acudió a quejarse con el Juez Vica-
rio Eclesiástico de la Congregación de Irapuato, quien a su vez remitió
el caso a Manuel Martínez de Lexarzar, Teniente de Alcalde Mayor,
logrando que encarcelaran a su marido, aunque a los pocos días de lo
acontecido decidió nuevamente vivir con él.

15
16
Gaspar Morillo y Baltasar Luis, indios de la Hacienda del Cuesillo
se presentaron en esta escritura de 1749, como los fiadores de dicho
matrimonio entre Salvador de la Cruz y Salvadora, comprometiéndo-
se concretamente a vigilar al marido para que no siguiera maltratando
a su esposa.
Fueron testigos: Don Benito José Caballero de Acuña, Notario del
Santo Oficio, y del Juzgado Eclesiástico de Irapuato, Antonio García
y Francisco Ramos, ministros de vara de la dicha Congregación de
Irapuato.

17
IRAPUATO: POBLACIÓN DIVERSA

maría guevara sanginés

introducción

D
esde tiempos remotos el territorio en el que se encuentra ubicado Irapuato ha
sido escenario de la vida de hombres y mujeres de diversos orígenes y cultura,
que han logrado como diría Guillermo Bonfil (1993) formar una simbiosis de
culturas. En efecto, la sociedad de Irapuato desde sus orígenes ha sido diversa y mul­
ticultural, sin embargo poco sabemos hasta la fecha de sus pobladores prehispánicos
y su origen, como población española, aún está sujeto a controversias que han sido
narradas en múltiples ocasiones por los principales cronistas de Irapuato como don
Pedro Martínez de la Rosa en sus Apuntes para la historia de Irapuato (1965) o
don Martiniano Arredondo F. en sus aportaciones en el Boletín del Archivo Histórico
Municipal de Irapuato. Otros autores como Javier Martín Ruiz de alguna forma han
seguido la misma tónica y la misma temática en sus artículos en diversas revistas y
en sus libros sobre Irapuato (1999).
Lo que sí queda claro es que en el transcurso del siglo xvi el territorio del actual
municipio de Irapuato fue poblándose poco a poco a partir de las mercedes de tierras
otorgadas por diferentes autoridades reales –rey, virrey, alcaldes mayores– para el de-
sarrollo de estancias ganaderas y labores agrícolas, que abastecieron de granos, carnes
y artículos de cuero a la minería novohispana, principalmente a Guanajuato y a San
Luis Potosí.
En la segunda mitad del siglo xvi a partir de las tierras mercedadas a españoles
como Andrés López, Pedro González, Francisco Hernández, Jerónimo Jiralde, Hernán
Sánchez, entre otros (Martín, 1999:63), se formó una congregación que dependió de
la alcaldía mayor de Guanajuato hasta el siglo xix, no solo con una vocación de abas-


Centro de Investigaciones Humanísticas. Universidad de Guanajuato.2007.

18
tecedora de alimentos e insumos a la minería, sino como eje de un importante comer-
cio hacia la ciudad de México y hacia tierra adentro.
Si bien esta congregación fue considerada como de españoles, su población estuvo
conformada por personas de diferentes orígenes étnicos que construyeron a Irapuato
como una sociedad diversa en economía, en cosmovisiones y aspiraciones, en oficios
y profesiones, en costumbres y formas de ser. En efecto, pronto ranchos, haciendas y la
propia congregación fueron habitadas por tarascos, otomíes, españoles de diversas
regiones de la península ibérica, africanos de varias etnias y por sus hijos mestizos y
criollos.
Así pues, cuando en el siglo xvii se hace el recuento de aquellos que pagaban
diezmos en el obispado de Michoacán encontramos que los mulatos libres se habían
ido incorporando a la sociedad novohispana como trabajadores en el campo y en la
artesanía, además de haber adquirido propiedades, por ejemplo, en 1632 “[…] en
la jurisdicción de Irapuato estaba localizada la ‘labor de Jaripitío [que] tiene en admi-
nistración Sebastián Muñoz, mulato’ y en todas las labores y estancias había esclavos”
(López Lara, 1973:75; Guevara S., 2000:100). Según este mismo informe Irapuato era un
pueblo con 12 vecinos españoles y algunos indios casados, tenía un hospital de indios
y 22 estancias y labores, alguna de las cuales años más tarde se convertirían en hacien-
das importantes como Buenavista, la Calera, Munguía, Arandas o Jaripitío. En ellas
españoles, indios, mulatos y mestizos producían maíz, frijol y chile, además criaban
ovejas, becerros, caballos, mulas y puercos (Lara, 1973:74-76).
Tanto don Pedro Martínez de la Rosa como don Martiniano Arredondo sistemá-
ticamente hacen referencia a la cofradía de indios cuya patrona era Nuestra Señora de
la Misericordia y que funcionó, desde el siglo xvi hasta el xix, en el templo conocido
en Irapuato como el Hospitalito (Martínez, 1965:8; Arredondo, núm.83-85, 1983:1 y 6)
que es el mismo que aparece mencionado en el informe de la visita episcopal de 1632.
Recordemos que la cofradía es una institución de organización religiosa, social y eco-
nómica de origen medieval que favoreció el desarrollo y la unidad comunitarias; en la
Nueva España hubo cofradías pluriétnicas, pero hubo otras que eran sólo de indios o
sólo de españoles o sólo de mulatos. La existencia de cofradías implicó que la comu-
nidad en la que se establecían ya hubiera pasado por un proceso de evangelización,
aunque fuera superficialmente, lo cual confirma que los indígenas que emigraron a la
jurisdicción de la congregación de Irapuato ya estaban cristianizados.
Aunque hay muy pocos trabajos que narren y expliquen la historia de los indios
que habitaron territorio guanajuatense en tiempos virreinales, en particular sorprende

19
la ausencia de la historia de los indígenas que habitaron la Congregación de Irapuato
y su jurisdicción, en el Archivo Municipal de Irapuato y en el Archivo Histórico de
Guanajuato se encuentran varias escrituras que aportan datos importantes para re-
construir la participación de los indios como sujetos históricos de Irapuato. En efecto,
los indios registraron sus negocios o fundaron capellanías a través de estas escrituras,
por ejemplo, don Gabriel Delgado y su esposa doña Juana María, caciques originarios
de Irapuato fundaron una capellanía para el bachiller don Cipriano Delgado, su hijo. A
su vez Juan Pasqual, tarasco, vendió un solar de su propiedad que se ubicaba en el
barrio de Santiago (ahmi, 1731, fs.6, 22, 42; ahmi, 1732, f.63 y f.77).
En principio tanto indios, como mestizos (y castas) como españoles eran cristia-
nos, pero ante ciertas situaciones de salud física o de reivindicaciones sociales acudie-
ron a prácticas calificadas de supersticiosas y a la brujería que son reflejo de esta
diversidad cultural de la que hemos estado comentando en este artículo, en ese senti-
do es ilustrativo el proceso seguido por el Tribunal de la Inquisición a Alejos Gonzalez,
un herrero de origen portugués residente en la Congregación de Irapuato, quien fue
acusado de judaizante. Las declaraciones de los testigos se refieren más a prácticas
sacrílegas que a rituales judíos; así, Phelipa de la Cruz, mulata libre, que vivía en una
estancia de la jurisdicción de Irapuato declaró que “oyó decir a un negro criollo, llamado
Lázaro esclavo […] del herrero, labrador en la Congregación de Yrapuato, que su amo
azotaba una hechura de un santo Christo de noche, y que él lo había visto, y que los
trata muy mal, y que cuando lo azotaba que le pedía que lo dejase por amor de Dios, lo
azotaba más, y que cuando le pedía por el diablo lo dejaba...” El esclavo no fue llamado
a declarar, probablemente porque su testimonio hubiera sido considerado como poco
convincente; sin embargo Phelipa se había encargado de difundir estas consejas sobre
el comportamiento del herrero a más de uno, así lo declararon sus patrones Pedro
Ramos de Busto e Ysabel Ma. del Campo (agn, Inquisición, vol. 435-I, 1650, f.216).
Ahora bien, desde el siglo xix se ha repetido sistemáticamente que los africanos
(negros) llegaron a México como esclavos para trabajar las minas, que los españoles
eran ricos cuya principal actividad era explotar económicamente a todos y apropiarse
de los bienes ajenos -sobretodo de las tierras de los indígenas- y que los naturales de
América trabajaron en el campo o en las faenas menos agradables. Sin embargo, en
los últimos años en que muchos estudiosos de la Historia se han hecho nuevas pre-
guntas y han discutido sobre la necesidad de recurrir a narrar la Historia con más


Venden solares, otorgan poder para representarlos en pleitos, dictan testamentos.

20
soltura, ha sido necesario efectuar nuevas lecturas a los documentos antiguos que,
afortunadamente, todavia quedan desperdigados en diversos archivos alrededor del
mundo y que los cronistas copiaron prolijamente en sus apuntes y memorias, y de
utilizar documentos que fueron ignorados o no estaban ubicados por historiadores y
cronistas en el pasado.
Entonces, con esta otra mirada, cada día encontramos otros fragmentos de una
Historia compleja, sorprendente, rica e interesante en la que algunos negros actuaron
como conquistadores y luego como propietarios de minas, tierras y talleres; una Historia
de una sociedad en la que no todos los indios eran iguales, pues no era lo mismo ser
macehual (trabajador) que cacique (propietario) y que en ocasiones invadieron las
tierras de sus vecinos no indios; en la que hubo españoles pobres que trabajaron de la
mano con indios y mulatos en el campo y en los talleres para llevar a sus hogares el pan
suyo de cada día. Es decir, una sociedad cuyos miembros tenían obligaciones y privile-
gios diferenciados de acuerdo a la pertenencia a un grupo social específico, definido
en las leyes indianas, pero que a pesar de esas leyes y de los prejuicios novohispanos
tuvo una gran movilidad social, cuyos miembros interactuaron entre sí enlazando sus
vidas en historias de múltiples matices, a veces en armonía a veces con conflictos que
alteraron la vida cotidiana, como en los ejemplos mencionados en párrafos anteriores.
En este breve artículo pretendemos además de dar una mirada a vuelo de pájaro
de Irapuato, nos hemos propuesto comentar el dibujo instantáneo que nos ofrece el
censo militar levantado en 1792 en la Congregación de Irapuato y de las haciendas y
ranchos de su jurisdicción. En este censo se observa a la diversidad de actores indios,
mulatos y españoles que compartían el pan y la sal, y uno que otro golpe, que eran
parientes o vecinos, empleados y empleadores y que hicieron la Historia de Irapuato.

los borbones, irapuato y el censo de 1792

En los albores del siglo xviii el Imperio español viviría varios años tormentosos, en
efecto a la muerte del rey Felipe “El hechizado”, se desató una guerra de sucesión que
ganó Francia. Luis XIV, el rey sol, impuso a su nieto en el trono de España y con él co-
mienza la dinastía de la Casa de los Borbón a gobernar España.


agn, Fondo Colonial, Padrones, vol. 37. Ya don Pedro Martínez de la Rosa escribe sobre este censo en sus
Aportes (Martínez, 1965:54-74 y 88-90) y años más tarde don Martiniano Arredondo en el Boletín del Archi-
vo Histórico de Irapuato, repite algunos datos de este censo como los nombres de haciendas y ranchos.

21
En cuanto los Borbón suben al trono, en 1700, se darán a la tarea de revisar la ad-
ministración pública, las leyes, la economía, la población, las relaciones con otros países
europeos, es decir, todo lo referente a la situación del Imperio que heredaban y de re-
formar hasta el último rincón del Imperio. Así fue como en el transcurso del siglo xviii
España va a sufrir un proceso de afrancesamiento que no siempre fue visto con buenos
ojos por los súbditos del rey como la expulsión de los jesuitas o el alza de impuestos,
otras se recibieron con beneplácito pues las autoridades reales se preocuparon por la
salubridad pública y se construyeron caminos, puentes, estaciones de bomberos y se
organizó la recolección de basura.
A la luz de la Ilustración española, la corona administró sus posesiones allende y
aquende los océanos Pacífico y Atlántico bajo un nuevo orden racional: se contaron a
sus habitantes, se numeraron calles y casas, se reforzó el cumplimiento de las Leyes,
para lograr todas estas novedades la corona española se preocupó por que se entre-
garan sistemáticamente los informes pertinentes sobre el estado de la administración
pública a lo largo y ancho del Imperio, además se multiplicaron los viajeros que escri-
bieron las memorias de sus observaciones, así fue como don José Antonio Villaseñor
en cumplimiento de los requerimientos reales escribió el informe de la situación de la
Nueva España conocido como Theatro Americano, en el año de 1747. En el Theatro,
Villaseñor responde a preguntas específicas y organiza la información por obispados,
es decir de acuerdo a la distribución y administración religiosa del territorio novohis-
pano, pero refiriéndose a las jurisdicciones civiles, así que a Irapuato le dedica un pá-
rrafo en el capítulo VI donde describe a la Villa de Guanajuato y su jurisdicción.
Villaseñor y Sánchez describe que “[en] esta jurisdicción [de Guanajuato se en-
cuentra] el pueblo y cabecera de Irapuato, en donde reside un teniente de alcalde
mayor; tiene iglesia parroquial con dos curas clérigos y un vicario del idioma tarasco, y
su vecindario consta de mil familias de indios, y de doscientas veinte de españoles,
y de otras calidades; en su circunferencia se hallan varias haciendas y ranchos en que
se cultiva maíz, trigo, frijol y chile con que se abastecen los reales de minas [de Gua-
najuato]” (Villaseñor, 1992:319). En otras palabras, en el lapso de un siglo, la Congrega-
ción de Irapuato había crecido sustancialmente pues de 12 familias de españoles pasó
a 220 y el crecimiento de la población indígena y de otras calidades también se multi-
plicó sustancialmente.
En esta dinámica de transformación –modernización– del Imperio se llevaron a
cabo varios proyectos para profesionalizar al ejército, estos proyectos incluyeron orga-
nizar un ejército regular con dirigentes profesionales, es decir, que fuera comandado

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por militares de carrera con estudios superiores, pero además la corona se preocupó
por organizar, capacitar y disciplinar a las milicias. Llevar a cabo la organización de un
ejército disciplinado y capacitado no fue tarea fácil en América, sin embargo, en la
década de 1760 se comprobó el éxito de contar con un ejército moderno.
Si bien el ejército regular tuvo como función proteger al imperio del ataque de los
enemigos de la corona, fundamentalmente de Francia e Inglaterra, también fue el brazo
fuerte que reprimió las críticas y los levantamientos que surgieron por todos lados de la
España imperial, para protestar por el cambio impuesto por los reyes de la casa de
Borbón que rompía con los privilegios de la población del Imperio que se practicaban
desde la Edad Media, por ejemplo se anuló el privilegio del común del pueblo de dialo-
gar con el rey y pedirle que cuando alguna medida real afectara sus intereses y, a la larga,
los del propio monarca, el rey modificara sus órdenes en pos de la justicia y el bien co-
mún. En lugar de ello, se oyeron fuertes voces como “El pueblo está para callar y obede-
cer” que reflejan las contradicciones de los gobernantes ilustrados y explican, en buena
medida, las reacciones de varios sectores de la élite y del pueblo común.
En la Nueva España los primeros intentos de organizar el ejército regular y las mili-
cias, en el siglo xviii, datan de 1750, y aunque los cuerpos de lanceros y de dragones ya
estaban organizados a finales del siglo, en 1791, el virrey conde de Revillagigedo ordena
levantar un censo de población en todo el virreinato para contar con los datos feha-
cientes que le permitieran llamar a las armas en el momento pertinente a los varones
que cumplieran con los requisitos de edad, constitución física y que no estuvieran
exentos, verbigracia los hijos únicos de viudas, los indios o los clérigos.
Afortunadamente para la Historia de Irapuato el original de este censo se encuen-
tra en el Archivo General de la Nación y puede ser trabajado desde muchos aspectos,
por ejemplo para reconstruir el desarrollo urbano de Irapuato y su jurisdicción, la
conformación de las familias y los movimientos del campo a la ciudad, los rubros
económicos (oficios y profesiones), la propiedad de la tierra, los espacios de trabajo,
de habitación, de recreo y de actividades religiosas, la conformación física de los varo-
nes en edad de pertenecer a las milicias o al ejército regular, etc.
El censo dividió a la población de Irapuato en dos categorías, una rural y otra urba-
na y de acuerdo a los datos que arroja, en 1792 en la Congregación de Irapuato y su
jurisdicción vivían cerca de siete mil personas.


Si bien el censo se levantó en todas las intendencias, algunos no se han localizado como por ejemplo el de
la Villa de León y su jurisdicción.

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La zona rural fue dividida en cuatro cuarteles en los que se ubicaban 42 haciendas
y ranchos. Al cuartel 1º pertenecían las haciendas del Copal, de San Antonio Belmon-
te, de San Andrés de los de Carlos, de las Ánimas, de San José de lo de Sierra, de San
Nicolás, de Temascatío, el rancho de San José Buenavista y la Estancia de Marañón. En
el cuartel 2º se encontraban las haciendas de Corralejo y de San Roque, los ranchos del
Corral, de la Nopalera y la Estancia Vieja. Al cuartel 3º pertenecían las haciendas de San
Juan, Tomelopes de Aguilera, Tomelopes de los Padres, de la Soledad, de Yóstiro, de
Munguía, de San Miguelito, del Cuisillo, de Guadalupe y de San Cristóbal, además del
rancho de Aguilera y el Cerro de los Panales.
En el cuartel 4º se ubicaban la mayoría de las propiedades rurales, a saber, las hacien-
das de Cuchicuato, la Caja, San José de Jorge López (Gorgelopez), San Diego, las Arandas,
la Garrida, Serrano, San Antonio, la Calera, Mesquitillo, Santa Bárbara y los ranchos de
San Miguelito, de los Gallardos, de Jaripitío, de lo de Juárez y de las Viborillas.
En estos cuatro cuarteles vivían 611 familias (2664 personas), de las cuales 520 te-
nían como jefe de familia a un varón y 92 a una mujer, y además, pertenecían a dife-
rentes calidades étnicas como se aprecia en el siguiente cuadro.

CENSO 1792. IRAPUATO. HACIENDAS Y RANCHOS


519 varones jefes de familia
Calidad Total Casados Viudos Solteros s/i1
Castizo 17 16 0 1 0
Español 318 276 31 11 0
Europeo 3 1 0 2 0
indio cacique 8 8 1 0 0
Mestizo 172 151 13 6 1
Morisco 1 1 0 0 0
519 453 45 20 1
92 mujeres jefes de familia
Calidad Total Doncella Casadas Viudas Solteras
Castizo 5 1 1 3 0
Español 51 3 15 32 1
Europeo 0 0 0 0 0
indio cacique 1 0 0 1 0
Mestizo 34 0 19 14 1
Morisco 1 0 1 0 0
92 4 36 50 2

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La mayoría de estas personas se dedicaban a las labores propias del campo pues
eran labradores, hortelanos, manteros, vaqueros, caballerangos, caporales, pastores,
picadores de caballos o arrieros. Otros oficios que se ejercieron en el campo irapuaten-
se fueron la albañilería, la alfarería, la carpintería, la curtiduría, la herrería, la sastrería, la
sombrerería, la sillería y la zapatería. También había dos maestros de escuela, un mine-
ro, un platero y un escultor. En los ranchos y haciendas vivían además milicianos, sol-
dados y un cabo Entre los rancheros también había un escribiente, molineros, obrajeros
y caleros. Además, vivían los administradores y mayordomos de las haciendas y ran-
chos junto con algunos de los dueños -los hacenderos- y otros arrendatarios, que
contaban con el apoyo de ayudantes, criadas y sirvientes. De hecho cuando se levanta
el censo en la zona urbana, las autoridades reales encontraron algunas casas vacías
pues sus moradores se habían trasladado a las haciendas de su propiedad.
De este censo de 1792 se desprende que los habitantes de la zona urbana de la
Congregación de Irapuato vivían distribuidos en varios barrios con sus calles y plazas
que estaban organizados, como en la zona rural, en cuarteles como se observa en el
siguiente cuadro

CALLES Y PLAZAS DE IRAPUATO EN 1792


Plaza Mayor Calle de Don Bartholo Calle de Tomelópez
Plaza de la Tanda Plaza de San José Calle Camposanto
Calle del Relox Calle de las Recogidas Calle Trueno
Calle del Ángel Calle de Señor San José Calle Desterrados
Calle de San Antonio Calle del Montero Calle San Cayetanito
Calle Real Calle de San Miguel Calle de Salamanca
Callejón de los Leones Calle del Cerero Callejón del Suspiro
2a. Calle Real Barrio de San Miguel Calle de las Palomas
Calle de San Miguel Calle del Truco Calle del Arco
3a. Calle Real Calle Curbia Calle de las Bacas
Plaza de Guadalupe Nombre de Dios Calle de las Lechugas
Calle de la Presa San Francisco Barrio de San Francisco
Calle del Diezmo Calle de Santiago Calle de las Flores
Calle de Moza Nuestra Señora de los Dolores Calle del Paseo
Calle de la Huerta de San Francisco San Antonio de los Pobres Calle Los Zacateros
Divina Pastora Plazuela de Santiago Calle del Niñado
Calle de San Nicolás Calle del Oidor Barrio de San Cayetano
Calle del Espíritu Santo Calle del Temor Temor

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Calle de San Pedro Calle del Zapote Calle Triste
Nuestra Señora de la Salud Callejón del Aguador Calle de la Misericordia
Calle Carrocero Calle Socorro Calle del Fresno
Callle de Guadalupe Calle sin nombre Calle de la Cuadrila
Plazuela de la Soledad Calle del Surumbe Calle del Sol
Calle de la Soledad Calle San Pedro Calle del Zapatero
Calle del Chamberin Calle San Cayetano Calle de Santa Ana
Calle de San Juan Segunda del Surumbe Calle de Jesús
Calle Ospisio Calle Encarnación

En esas calles y plazas vivían alrededor de 836 familias de las cuales 550 tenían como
jefe de familia a un varón y 286 a una mujer, como se puede observar en el siguiente
cuadro.

CENSO 1792. CONGREGACIÓN DE IRAPUATO


550 varones jefes de familia
Varones Solteros Viudos Casados s/i Total
cacique 0 1 2 0 3
castizo 0 1 14 1 16
español 47 21 256 4 328
europeo 5 1 7 0 13
mestizo 11 10 163 1 185
sin información 4 0 0 1 5
67 34 442 7 550
286 mujeres jefes de familia
Mujeres Doncellas Solteras Viudas Casadas Total
Cacique 1 0 1 0 2
Castiza 1 0 6 3 10
Española 45 2 109 24 180
Mestiza 9 6 22 57 94
56 8 138 84 286

La mayoría de sus habitantes se dedicaban a las actividades agropecuarias y a la pro-


ducción de alimentos, así como a otros giros como los servicios, el comercio y el
transporte de mercancías como se observa en el siguiente cuadro.

26
calidad
oficio
cacique castizo español europeo mestizo mulato s/i Total
abogado 1 1
adobero 1 1
aduanero 5 5
albañil 1 6 4 1 12
alcalde ordinario 1 1 2
alférez 1 1
arriero 1 11 8 14 7 41
bachiller 1 1
barbero 1 5 2 2 10
boticario 1 1
cabo 3 3
cajero 1 15 2 1 2 2 23
campanero 1 1
cantor 1 2 3
cardador 1 1
carnicero 1 1
carpintero 1 1 2 3 4 11
carrocero 1 1
cerero 1 1
cigarrero 5 5 2 12
clérigo 14 7 21
cocinero 1 1
cochero 1 1 10 12
cohetero 5 5
colegial 13 4 17
comandante 1 1
comerciante 20 5 1 2 28
corredor 3 2 5
correo 1 1 2
criados o sirvientes 1 23 48 14 7 93
Acordada 1 1 2
curtidor 1 1 2
diezmero 2 2
dulcero 1 1
esclavo 8 8
escribano 7 7

27
calidad
oficio
cacique castizo español europeo mestizo mulato s/i Total
escultor 2 2 2 6
fiel de la alhóndiga 1 1
frutero 2 3 2 1 8
gamucero 1 1 2 2 6
hacendero 12 1 13
herrador 2 2
herrero 9 4 1 2 16
hilador 3 2 1 2 8
hojalatero 1 1
jabonero 2 1 1 4
labrador 2 79 1 27 2 9 120
licenciado 1 1
maestro de escuela 1 2 3
mantero 2 5 7 6 1 21
mayordomo de recua 1 1
médico 1 1
mercader 2 2
miliciano 10 3 2 15
minero 3 1 1 1 6
músico 1 2 3
nevero 1 1
notario 1 1
obrajero 5 34 40 40 15 134
organista 1 1
panadero 2 6 4 2 14
pastelero 1 1
pastor 1 1
pintor 1 3 2 2 8
platero 7 1 1 5 14
puertero 1 1 2
puestero 1 1
quesero 1 1
real hda. y guerra 1 1
recaudador tributos 1 1
sacristán 2 2
sargento 2 3 5

28
calidad
oficio
cacique castizo español europeo mestizo mulato s/i Total
sastre 24 12 8 4 48
sillero 2 1 1 1 5
mediero 1 1
soldado 5 4 1 10
sombrerero 1 4 1 6
tejedor 1 2 2 5
teniente de fiel ejecu-
1 1
tor
teniente regimiento 1 1
tocinero 2 10 6 5 7 30
tratante 2 39 7 6 7 61
varillero 1 1 1 1 4
velero 3 2 3 3 11
viajero 1 1 1 3
zapatero 2 1 4 3 8 1 19

En este mismo cuadro podemos observar como hay una tendencia clara de que ciertas
actividades fueron realizadas por personas pertenecientes a sectores sociales específi-
cos, por ejemplo de 41 arrieros 11 eran españoles y 14 mulatos. La mayoría de los co-
merciantes eran españoles, la mayoría de los sirvientes eran mestizos, casi todos los
obrajeros eran mulatos y mestizos. El censo registró a unos cuantos indios caciques,
pues el resto de la población indígena no estaba sujeta a la leva, es decir, desde el siglo
XVI las leyes indianas restringieron la participación de los indígenas en el ejército y el
uso de armas, por ello las autoridades reales no tenían interés en tener un registro tan
detallado de este sector de la sociedad novohispana, en otras palabras, a pesar de la
meticulosidad con la que se describió a los habitantes de la Congregación de Irapuato,
hay lagunas notables con respecto a los indígenas.

comentarios finales

Los comentarios que presentamos en estas breves líneas sobre el censo militar de 1792
no son exhaustivos, aún quedan varios asuntos por explorar y por analizar, algunos de
ellos tiene que ver con la historia de la familia –genealogías, organización, costumbres,
actividades económicos, pertenencia a instituciones sociales como cofradías, etc.– y

29
con lo que se llama historia social de Irapuato, es decir, con la configuración de la élite
irapuatense y de otros sectores sociales y las relaciones que establecieron entre sí.
Afortunadamente en este censo se registraron los nombres de los jefes de familia y de
algunos de sus parientes, el estudio de estos datos aporta información interesante e
importante para identificar las redes clientelares y políticas de la Congregación de
Irapuato.

fuentes consultadas

ahmi Archivo Histórico Municipal de Irapuato


ahg Archivo Histórico de Guanajuato
agn Archivo General de la Nación

Arredondo Farfán, Martiniano, Boletín. Órgano del Archivo Histórico de Irapuato,


Bonfil Batalla, Guillermo (comp.) (1993), Simbiosis de culturas. Los inmigrantes y su
cultura en México, México, fce.
Guevara Sanginés, María (1999), “El desarrollo de Guanajuato virreinal y su conforma-
ción étnica: el caso de los afromestizos”, tesis para obtener el grado de Maestría en
Historia de México, México, unam, 232 pp.
Guevara S., María (2000), Guanajuato diverso. Sabores y sinsabores de su ser mestizo,
Guanajuato, Ediciones La Rana, 270 pp.
López Lara, Ramón (notas) (1973), El obispado de Michoacán en el siglo xvii. Informe
inédito de beneficios, pueblos y lenguas, Morelia, fimax, 243 p., ils.
Martín Ruiz, Javier (1999), Monografía de Irapuato, Irapuato, Gobierno Municipal, 160
pp., ils.
Martínez de la Rosa, Pedro (1965), Apuntes para la Historia de Irapuato, México, Edito-
rial Castalia, 190 pp. (Biblioteca de Historia Mexicana).
Villaseñor y Sánchez, Joseph Antonio (1992), Theatro Americano. Descripción general
de los reynos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, prol. María del
Carmen Velázquez, 540 pp.

30
DEPORTE Y MODERNIDAD POSREVOLUCIONARIA EN IRAPUATO

césar federico macías cervantes

1. deporte y estudio social

El deporte es un fenómeno social total, ni duda cabe, en torno a él se desarrollan una


serie de prácticas que involucran y han involucrado a políticos, comerciantes, indus-
triales, educadores y profesionistas de la más diversa índole (desde ingenieros químicos
hasta diseñadores); en el deporte concurren tanto obreros como campesinos, hom-
bres y mujeres, ancianos y también niños; no hay distinción de credo religioso: cristia-
nos, musulmanes o judíos tienen que ver con el deporte.
El deporte y sus prácticas, contrario a lo que visiones pretendidamente críticas
postulaban, no ocultan la realidad; al contrario, como todo vestigio de cultura, el de-
porte, sus prácticas y discursos asociados nos permiten aproximarnos a las sociedades;
a su estudio histórico.
En el siglo xx y particularmente después de la Revolución Mexicana, el deporte fue
tomado como un elemento central para la reorganización de la sociedad. En el presen-
te trabajo abordo de manera general algunas circunstancias de la práctica deportiva
en Irapuato, ciudad de pujanza y crecimiento durante la primera mitad del siglo xx.

2. circunstancias

Es conveniente iniciar asentando que en los albores del siglo xx el Bajío se componía
de una red de ciudades pequeñas pero con relativamente buena comunicación a tra-
vés del ferrocarril y carreteras que funcionaban más o menos con efectividad cuando
no era época de lluvias. Entre estas ciudades, por diferentes circunstancias se estable-
cían rivalidades de preeminencia regional; lo anterior es importante para el tema aquí


Maestro en Historia, Cuerpo Académico de Estudios Históricos, Universidad de Guanajuato.

31
planteado por que al ir surgiendo equipos deportivos de diversas disciplinas ocurrió
que en la mayoría de los casos no alcanzaba el número de equipos en cada ciudad
para ir estableciendo ligas locales, pero la relativa cercanía de una población con otra
hacía que se facilitaran las confrontaciones entre equipos de ciudades vecinas (como
Irapuato y Celaya, Irapuato y Guanajuato o Irapuato y León) por lo que los orgullos
locales fueron trasladándose a estas confrontaciones deportivas.
Hasta la llegada del siglo xx las principales poblaciones del estado fueron Gua-
najuato y León, acompañadas de Celaya y San Miguel de Allende, sin embargo, el
desarrollo industrial del siglo xx hizo que la regionalización guanajuatense variara;
se fortaleció el famoso corredor industrial de Celaya a León y en este tenor Irapuato
tuvo una pujanza inusitada, hasta convertirse en la segunda ciudad en importancia
del estado de Guanajuato.
La Revolución Mexicana dejó sus etapas más violentas tras el triunfo del Constitu-
cionalismo y a pesar de que el país aún sería escenario de planes, asonadas, rebeliones
e incluso, el surgimiento de la guerra cristera, empezaron a asentarse en los años
veinte las condiciones de gobernabilidad de las que careció México la década anterior.
En Guanajuato las aguas empezaron a tomar nuevamente su nivel y aunque ocasio­
nalmente se presentarían algunos fenómenos de escasez de alimentos o materias,
empezaron a desarrollarse los elementos de vida cotidiana que irían marcando la vida
del Bajío.
En términos generales, para la ciudad de Irapuato, se puede decir que entre 1920 y
1950 la industria pudo retomar su paso ascendente, los automóviles empezaron a
verse en número creciente por las calles y terminaron por hacer desaparecer a los
tranvías de mulitas; los cines se consolidaron, apareció la radio difusión y se dio, en
general, un importante crecimiento de la ciudad.
El censo de 1921 arrojó que en la ciudad de Irapuato radicaban 20,657 personas.
La fresa empezó a industrializarse y en 1922 se estableció una industria pionera en
este ramo: Fresva, que hacía mermeladas y fresas cristalizadas. También otras indus-
trias que alcanzarían gran prosperidad en Irapuato se establecieron en los años 20: El
Águila e isco; la primera fábrica de cigarros y la segunda de Zapatos.
Se dieron en esos años importantes cambios en la estructura demográfica y eco-
nómica de la zona, ya que la inseguridad en el campo, aunada a la ausencia de varones,


Arias, Patricia, Irapuato. El Bajío profundo, Guanajuato, 1994, Archivo General del Estado de Guanajuato, p. 78.

32
provocaba la movilización de mujeres y niños a la ciudad, contratándose las primeras
en las industrias y servicios de la creciente población.
Al llegar los años 30, en el país, como en el mundo en general, el deporte era per-
cibido como un elemento fundamental para la vigorización de las sociedades, vigo­
rización que era fundamental para el desempeño de los individuos en lo que se
entendían como los tres elementos centrales del crecimiento de las naciones: produc-
ción en el campo, producción en la industria, eficacia en la guerra.
Los gobiernos de la revolución institucionalizada bien pronto entendieron las ven-
tajas de utilizar las alegorías del deporte como representación de la nueva nación, por
ello gustaron tanto que en las festividades cívicas se incluyeran actos deportivos y el
desfile conmemorativo de la Revolución, el del 20 de noviembre, se convirtió, a partir de
1929, en un desfile de deportistas (o, en el peor de los casos, burócratas disfrazados
de ello). En estos actos cívicos la exhibición de carros alegóricos, tablas y confrontaciones
deportivas, se podía observar a una juventud vigorosa, coordinada, dispuesta al trabajo
en conjunto y sana; la demostración del cambio que la Revolución operaba en la juven-
tud de México para el beneficio de la patria. Ya no más campesinos pobres, mugrosos,
perdidos en la embriaguez de pulque, postrados […] explotados por el sistema político
y social como los que, se decía, la dictadura conservadora había engendrado.
Pero no sólo el gobierno entendió así al deporte, las teorías higienistas de finales
del siglo xix ya hacían ese tipo de postulados los distintos sectores de la sociedad
mexicana, especialmente las clases medias laicas y urbanas así lo entendían también.
Según los datos estadísticos del gobierno, hacia 1930 en el estado de Guanajuato
3,578 personas (el .36% de la población del estado) practicaban deportes dentro de
alguna agrupación deportiva debidamente registrada ante las federaciones nacionales.
Las principales disciplinas, por número de practicantes, eran: fútbol y béisbol, con mas
de mil registros, ya lejos estaba el básquetbol, el “lawn tennis” y el volibol, y con menos
de un centenar de registrados, en orden decreciente, el frontón, la natación, el atletis-
mo y el box, mientras que “otros” deportes agrupaban a dos centenares de deportistas.
Cabría aquí la pregunta, desde luego, sobre cuantas personas practicarían algún de-
porte fuera de organizaciones reconocidas para efectos estadísticos.


García Acosta, María Las fabriqueñas del bajío, Guanajuato, 1995, La Rana.

Macías Cervantes, César Federico, “Ajustes dinámicos posrevolucionarios y la práctica deportiva en el
estado de Guanajuato hacia la década de 1940” en César Federico Macías Cervantes (coord) Anuario de
estudios Históricos 1, Guanajuato, 2004, p. 135.

Anuario, 1939.

33
Si con los gobiernos de los sonorenses –especialmente en la época de dominio
de Plutarco Elías Calles– el deporte fue tomando impulso dentro de las esferas de
gobierno, durante el sexenio encabezado por Lázaro Cárdenas esta actividad tomó
fundamental importancia, circunstancia que se vio reflejada en la creación de un de-
partamento encargado del asunto (Departamento de Educación Física, 1935) inde-
pendiente de cualquier secretaría de Estado y con una ruta de contacto directo con el
presidente de la República.
En Guanajuato esta orientación del gobierno federal se vio reflejada en su corres-
pondencia estatal. El diputado Enrique Fernández Martínez, fue gobernador interino
en Guanajuato y al parecer también estaba convencido de la necesidad y la posibilidad
de disciplinar y mejorar la condición de vida de los guanajuatenses a través del depor-
te. Hay dos acciones sumamente significativas de la acción de gobierno de Fernández
Martínez en dicho sentido que deben mencionarse; la primera, fue la organización de
encuentros atlético entre campesinos y la segunda su decidido apoyo a la creación del
gran centro deportivo ‘Revolución’ (no es casualidad el nombre) en Irapuato. Del pri-
mer asunto, vale la pena señalar que la segunda edición de estos juegos, al parecer,
tuvo lugar en Irapuato.
En la década de los treinta hizo su debut en Irapuato la radiodifusión, Lourdes
Rocha relata cómo hacia los inicios de los años treinta ya se vendían radio receptores
en Irapuato para captar señales emitidas en puntos distantes y de un grupo de aficio-
nados radioescuchas surgió la iniciativa para experimentar con la emisión radiofónica
en esta ciudad; estos eran los hermanos Alfonso y Victoriano Martínez Vela, Antonio
Frías, Bernardo Castillejos y Luis Garcidueñas. Este último, se dice, construyó un apara-
to transmisor con el que empezaron transmisiones informales con 50 w de potencia el
14 de enero de 1936. Un año, después hizo su aparición la primera estación formal de
Irapuato, la xebo.


Sandoval Pierres, Armando, “Les structures administratives de l’état mexicain: histoire et critique”, Tesis
doctoral en ciencias administrativas Universidad de Paris I-Pantheon Sorbone, p. 459.

En Sánchez Valle, Manuel, Efemérides Guanajuatenses 1936-1956, se indica: “Mayo 1 a 3: se celebra en
la ciudad de Celaya el primer Encuentro Atlético Estatal de Campesinos y Ejidatarios del estado de
Guanajuato, evento que por primera vez se realiza en la República”. (p. 25) mientras que una imagen depo-
sitada en la fototeca del inehrm indica en su reverso que se trata del II Encuentro Atleta Ejidal, efectuado
en Irapuato. Gonzalo Vargas indica la realización de los juegos en Irapuato pero no establece el número de
edición de los juegos ni la fecha de realización.

Rocha Jiménez, María de Lourdes, “De cómo la radio llegó a Irapuato”, en Tiempos, núm. 26, enero-febrero
de 1995, León, Archivo Histórico Municipal de León, p. 11.

34
“Aspecto de la hermosa tabla realizada por los niños de las escuelas del estado de Guanajuato en el II encuen-
tro atleta ejidal realizado en Irapuato”, anónima, ca. 1937, Fototeca del Instituto Nacional de Estudios Históri-
cos de la Revolución Mexicana, fondo El Nacional.

Estos eran aún años de inseguridad en el estado, de inestabilidad política, de expe-


rimentación y de esperanzas.
Los años cuarenta marcan un viraje considerable en las políticas públicas y la par-
ticipación del gobierno en la promoción deportiva no será la excepción, aunque Fer-
nández Martínez sobreviviría como gobernador tres años más antes de ser sustituido
por Ernesto Hidalgo. En medio de una economía de guerra el gobierno federal desa-
rrolló la tesis de que era mejor mandar campesinos a Estados Unidos para mantener
la producción de alimentos en aquel país antes que dotarlos de condiciones necesarias
para darle alimentos al nuestro. Irapuato vio concentrarse en sus calles y plazas a cre-
cientes números de compatriotas que asistían al estadio revolución primero y al
campo militar después en busca de engancharse para irse en los repletos vagones de
ferrocarril hacia el norte.
Y si hubo inestabilidad política en los años treinta en Guanajuato, qué decir de los
años cuarenta y sus siete gobernadores. Tras Fernández Martínez e Hidalgo, se desem-
peñaron como gobernadores Daniel Velasco (dos días) Nicéforo Guerrero, Jesús Cas-
torena, Luis Díaz Infante y José Aguilar y Maya.
En los cuarenta repuntó la producción de fresa dada la demanda que de esta fruta
hubo en los Estados Unidos y en Irapuato se instalaron las congeladoras y las empa-

35
cadoras, pero en la industria también tuvieron su auge la cigarrera ‘El Águila’, la fábrica
de zapatos isco y media docena de fábricas de ropa.
Al iniciar los años cuarenta la red carretera en el estado de Guanajuato seguía
siendo sumamente ineficiente, de terracería casi en su totalidad, exceptuando algunos
tramos. Un reporte de un agente de la secretaría de hacienda señalaba: la única carre-
tera transitable todo el año era la existente entre Salvatierra y Moroleón y servía para
que se diera salida hacia una ruta ferroviaria a la creciente producción textil de esta
última ciudad. Todo lo demás eran caminos de tierra suelta de difícil recorrido e “in-
transitables” en época de lluvias; una excepción eran los pequeños tramos “petroliza-
dos” que había en la carretera de León a Silao y en la de San Luis de la Paz a Victoria.
Pero precisamente en la década de los cuarenta la mejoría de los caminos alcanzó
a Irapuato dentro de las obras de la vía México-Ciudad Juárez; también iniciaron las
obras de la carretera Irapuato-La Piedad para hacer más transitable el viejo camino
que unía a estas dos poblaciones.
La transformación de la ciudad fue sustancial, Al llegar la mitad del siglo xx, la
población de la misma era de 49,445 personas.

3. agrupaciones deportivas

En Irapuato la afición por el fútbol empezó a formarse en torno a los encuentros entre
el Club Deportivo Irapuato y el Mutualista hacia finales de la década de 191010 y
también tuvo relación con cierta identidad nacionalista. Aquellos primeros enfrenta-
mientos entre el Deportivo Irapuato y el Mutualista en realidad también recogían una
pugna entre españoles y mexicanos. Pero también es justo decirse, llegó a darse desafío
entre españoles irapuatenses y españoles celayenses, como ocurrió en 1915 cuando el
Deportivo Irapuato se enfrentó al España, de Celaya.11
Para la siguiente década se observa ampliada la actividad futbolística en Irapuato, al
inicio de aquella los hermanos Pedro y Sebastián Martínez Vázquez, inmigrantes llega-
dos de España, fundaron el Deportivo Internacional y unos años después, en 1923, el
administrador de la factoría llamada Hierro y Acero, Juan Carreón, fundo un equipo con
el mismo nombre que la negociación y ya luego cambió su nombre por el de Tigres.12


Anuario 1939, Secretaría de la Economía Nacional, 1939:139.
10
cgv, esso, semanario deportivo, Dir. Gonzalo Vargas Vela, Irapuato, Gto., número especial, 1997.
11
cgv, esso, op cit.
12
Idem.

36
Gonzalo Vargas relata que en 1927 la actividad futbolística de Irapuato se consoli-
do definitivamente con la creación de los equipos Guanajuato Star e isco; este último,
formado por los trabajadores de la Irapuato Shoes Company, tuvo gran popularidad
entre la población.
En Irapuato, se fortaleció la práctica del fútbol, y aparecieron, equipos de obreros
como el referido isco y el Águila –de las fábricas antes referidas. Estos equipos desper-
taron verdadera afición por el fútbol y desde finales de los años veinte y durante los
treinta protagonizaron duras batallas en el fútbol irapuatense, predominando el
Águila. De hecho, fue la organización futbolística patrocinada por el Águila la principal
animadora del balompié irapuatense durante este periodo: “En las diferentes categorías
de la lifa se encontraban los nombres de Águila, Aguiluchos, Aguilillas y Aguilitas.”13
Pero Águila e isco no eran los únicos equipos, desde luego; en 1927 se formó la
Liga Irapuatense de Fútbol Amateur (lifa) y se integraron, además de los ya referidos,
los equipos Atlético, el Marte y el Imperio
Un año después, surgió el equipo Eco, promovido por el militar (entonces con
grado de mayor) Aristeo Saldivar. Ya para la temporada 34-35, siguiendo a Gonzalo
Vargas, la lifa agrupaba a 24 equipos.
Durante los años treinta se hicieron famosas las confrontaciones entre el Águila
de Irapuato y el Unión de Curtidores, de León, iniciando así una confrontación donde se
ponía simbólicamente en juego la superioridad y el orgullo de las dos principales ciudades
del estado de Guanajuato, dando inicio de esta forma al auténtico clásico del Bajío.
En Irapuato, a inicio de los años 40, existía una fuerte actividad futbolera, la lifa
contaba ya con tres niveles: primera fuerza, juvenil e infantil. El equipo sensación del
momento seguía siendo el Águila, teniendo incluso su propio campo, inaugurado
desde 1929. El encargado en lo futbolístico de esta exitosa organización era el Profesor
Vaca Gaona, pero hubo desavenencias entre este y la directiva de la empresa cigarrera,
por lo que el profesor Vaca formó el equipo Irapuato con prácticamente todos los
elementos del Águila; pero a decir de las crónicas, este equipo no tenía rival en la ciu-
dad de Irapuato, por lo que se inscribió en la liga de la zona centro, donde jugaban
equipos de Guanajuato y Michoacán.
Así inició un camino de búsqueda de ligas más competitivas hasta que finalmente,
el equipo Irapuato ingresó al profesionalismo en la temporada 50-51, pero de ello ha-
blaremos más adelante.

13
Macías Cervantes, op cit., p. 146.

37
En 1942, se efectuó en Irapuato el IX Campeonato Nacional de Fútbol en el fla-
mante estadio Revolución14 y los partidos se efectuaron “con graderías completas
ocupadas por entusiastas fanáticos de la localidad…”15. La participación de los aficio-
nados se vio compensada cuando finalmente –luego de un conflicto generado por la
inconformidad de los delegados de la selección de Jalisco– a fines de ese año tras
juegos de visita recíproca, la selección de Guanajuato se proclamó “el campeón de
fútbol en toda la República”16. Varios jugadores de esa selección eran de la ciudad
de León, lugar en donde fueron exaltados y agasajados por el presidente municipal,
Guillermo Vera17.
En 1944 el estadio Revolución volvió a ser sede del Campeonato Nacional de
Fútbol y en esta ocasión lo patrocinaban diferentes instancias gubernamentales (go-
bierno del estado, presidencia municipal de Irapuato), así como destacados comer-
ciantes y empresarios de la localidad (Fermín Garamendia, José Tomé) y algunos
políticos a título personal (Guillermo Vera, Enrique Fernández M.)18
El campeonato de 1944 era de aficionados (como el de dos años atrás) y estaba
programando para inaugurarse el 2 de abril “ante distinguidas personalidades entre los
que figurará, el señor Ernesto Hidalgo, gobernador [...] y lo acompañarán el general
Tomás Sánchez Hernández, subsecretario de Educación Pública; el divisionario Lorenzo
Merino, y otros altos funcionarios militares, y los jefes de educación física del estado
de Guanajuato.”19
Guanajuato se coronó nuevamente campeón mientras que el equipo representati-
vo del estado de Hidalgo se quedó con el segundo lugar. De tal forma, en la ceremonia
protocolaria respectiva, el equipo Guanajuatense recibió la copa “Chalenger” o “herma-
nos Arechederra”, además del trofeo Maximino Ávila Camacho de manos del “señor
general Lorenzo Muñoz Merino, jefe de la XVI zona militar, en representación del secre-
tario de la Defensa Nacional y en el de [sic] las autoridades deportivas del estado.”20
Por parte del Irapuato, como ya adelantaba, la incursión en el profesionalismo tuvo
que ver con la ruptura del profesor Jesús Vaca Gaona, quien era el responsable en lo

14
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 27 de marzo de 1942, p.1.
15
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 1 de abril de 1942, p.1.
16
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 3 de noviembre de 1942, p. 1.
17
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 10 de noviembre de 1942, p. 4.
18
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 29 de marzo de 1944, p. 1.
19
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 31 de marzo de 1944, p. 1.
20
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 11 de abril de 1942, p. 1.

38
deportivo de la organización del Águila, con los administrativos de la compañía ciga-
rrera. Se formó entonces el Club Irapuato con prácticamente todos los antiguos inte-
grantes del Águila. Dicen las referencias que el equipo no tenía rival en la ciudad por lo
que se inscribió en el torneo de la zona Centro y de allí pasó a la segunda división de
la Federación Mexicana de Fútbol, en donde logró su ascenso a la primera división en
la temporada 54-55.
Hacia 1940 en Irapuato también se practicaba el béisbol, aunque tampoco conta-
mos al momento con mayores datos sobre cómo se desarrollaba este deporte en te-
rritorio fresero. Pero debía existir una liga también en crecimiento, ya que contamos
con un par de notas periodísticas que nos dan pistas al respecto. La primera indica la
inclusión de juegos “del campeonato municipal” en los festejos del 20 de noviembre
de 194121; la segunda es de año y medio después y anuncia la ayuda de Jesús Vaca
Gaona, el gran promotor del deporte en Irapuato durante los años 40, para “acondi-
cionar un pequeño diamante de béisbol cuya erogación saldrá exclusivamente de
anuncios murales a las casas comerciales de la localidad.” 22
Otra confrontación deportiva que tuvo fuerza en el estado de Guanajuato y que
enfrentaba a equipos de Irapuato con equipos de León tuvo escenario en el básquet-
bol. Hacia los años cuarenta, según las crónicas deportivas de la prensa, existían dos
buenos equipos que dada su pervivencia pudieron confrontarse a lo largo de los años
iniciando así un clásico basquetbolero: Lobos de León contra los Rancheros de Irapua-
to. Rancheros, que era el principal equipo de básquetbol en Irapuato durante aquellos
años contó en los años cuarenta con el planchado Galván, la crisis Flores, el diablo
Aguirre, el torete Martínez, Aldaco, los hermanos Páramo, zarco González, lalo Casta-
ñeda y pirrín Gallardo eran algunos integrantes de aquel equipo con capacidad para
enfrentarse a equipos de primer nivel en otras ciudades del país. 23
No tengo hasta el momento mayores referencias sobre el básquetbol en Irapuato
durante los años de este estudio, sin embargo, el de Rancheros no fue el único equipo
en Irapuato, ya que existen referencias a la Liga Básquetbol de Irapuato24, y a un cam-
peonato municipal de básquetbol juvenil e infantil25. Al parecer, el sitio para los juegos
era la chancha Francisco Sarabia.

21
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 19 de noviembre de 1941, p. 1.
22
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 16 de abril de 1943.
23
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 21 de septiembre de 1941, p. 3 y Eso, 13 de noviembre de 1994, p. 3.
24
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 13 de septiembre de 1942, p. 2.
25
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 12 de octubre de 1943, p. 1.

39
A pesar de la ausencia en la prensa de mayores datos que permitan reconstruir en
este momento el devenir del básquetbol irapuatense de la primera mitad del siglo xx,
se tiene un dato muy interesante y es sobre la transmisión radiofónica de los encuen-
tros de al menos un torneo: el denominado Campeonato de las Americas. Esta com-
petencia la organizó el profesor Vaca Gaona y jugaron los equipos Rancheros (de 2ª),
Rancherillos, Alas, Relámpagos, Academia Remington, Luz y Fuerza, Secundaria y 5to.
Regimiento de caballería es posible que estos equipos fueran los integrantes de la Liga
de Irapuato. Como se decía, dicho torneo se transmitió por la flamante estación local
xewe en 194626. Más allá de la mera anécdota, está el posible interés comercial de la
radio por transmitir juegos de básquetbol, asunto poco estudiado y que puede ser útil
para entender los procesos de afición hacia determinados deportes y conformación
de estructuras profesionales en sólo algunos casos.
El box si desarrolló afición en Irapuato; la prensa, incluso, dio a conocer artículos
del tipo “La casa donde nació el boxeo”, haciendo una apología del “noble arte de la
autodefensa”27.
Para los años cuarenta las funciones de box se daban en la Arena Constancia los
jueves por la noche llegando a darse, debido a los llenos, “peligrosos tumultos”. Refe-
rencias de los tumultos ocurrieron en 1944 y a decir de las notas de periódico esto se
debía a que, dado el cierre de las salas de cine que vivió el estado durante tres semanas,
“el público busca ansioso, después de las horas de trabajo, donde divertirse”28.
Las referencias que entonces se daban sobre el transcurso de las funciones boxísti-
cas en Irapuato tal vez no eran las mejores; peleas fraudulentas, ladrillos que caían sobre
las localidades mas bajas, “mujeres galantes de la zona de tolerancia”, “indecentes piro-
pos de los soeces choferes” y “las injurias más obscenas” era de lo que se podía ver y
oír en tales funciones.29 Y aún así, como decía unas líneas atrás, la arena se llenaba.
En Irapuato también se dio la práctica de otros deportes que aunque con popula-
ridad reducida, se llegaron a hacer cotidianos en diversos sectores de la sociedad: el
frontenis, el ciclismo o la cinegética, por ejemplo.
El frontenis llegó a tener una liga presidida el general Jorge de la Rocha Macías,
mientras que en el ciclismo existió un club que como tantos otros clubes ciclistas del
país, se llamó ‘Pedal y fibra’.

26
cgv, Eso, 5 de febrero de 1995, p. 3.
27
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 10 de noviembre de 1942
28
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 14 de marzo de 1944, p. 1.
29
Ibid.

40
4. espacios deportivos, modernidad

La practica deportiva, en tanto desenvolvimiento de aptitudes corporales, requiere de


una variada gama de espacios físicos para su práctica, independientemente de que
estos cuenten con un sitio diseñado específicamente para poder ser observados.
La dotación de espacios con los requerimientos mínimos la práctica de los dis­
tintos deportes, no tuvo un desarrollo uniforme en el estado de Guanajuato. Varios
factores se enlazaron para que esto fuera así: desde el nivel de arraigo que algún deporte
tuviera entre la población, hasta la situación económica de los deportistas o del “pro-
motor” del deporte.
En principio, los aficionados a la práctica de alguna disciplina deportiva tuvieron
que ingeniárselas para contar con los espacios requeridos, rentando campos, habili-
tando patios, construyendo ellos mismos o costeando de su propio erario porterías,
tableros, postes y aparatos diversos; tal sería el caso de los primeros futbolistas de
Irapuato, quienes habilitaron –según relatos recogidos por Gonzalo Vargas– un espacio
en campos cercanos a la estación de ferrocarril.
Al culminar los ajustes en las grandes esferas del poder político postrevolucionario,
como se decía líneas atrás, el gobierno pudo empezar a hacerse cargo de un fuerte
programa de impulso a la práctica deportiva y ello incluyó la construcción de la infra-
estructura deportiva.
Tenemos pues que hubo dos principales caminos en la construcción de la infraes-
tructura deportiva en Guanajuato. Por un lado estaban particulares que en no pocos
casos fueron, en principio, los mismos interesados en la práctica deportiva misma; por
el otro, el gobierno, a quien la sociedad le atribuyó, entre otras, la responsabilidad social
de dotar a los gobernados de espacios propicios para el sano encauzamiento del
tiempo libre.
El creciente número de deportistas trajo consigo el crecimiento en infraestructura
deportiva. El contar o no con instalaciones deportivas, o la calidad de las mismas po-
dían ser tomadas como signo del grado de avance de una sociedad. Una población
con infraestructura adecuada para la práctica deportiva era estimada como una ciu-
dad más desarrollada que aquella que tuviera deficientes instalaciones deportivas o ni
siquiera contara con dichas instalaciones; a fin de cuentas, la infraestructura deportiva
se hizo parte necesaria del equipamiento urbano.
De tal forma, entre los habitantes de las ciudades guanajuatenses arraigaba el
anhelo de contar con espacios deportivos de mejor calidad. Se fueron construyendo

41
canchas para diferentes deportes y finalmente se llegó al concepto de ciudades o
unidades deportivas, donde se juntarían los jóvenes afectos a diferentes deportes a
crear una nueva sociedad.
Pero antes de llegar a este punto crecieron estadios y arenas, se construyeron gra-
derías en algunos campos; en Celaya fue famoso el desaparecido Parque Deportivo
Venustiano Carranza; en León el estadio Patria fue rentado al municipio por las ligas
de béisbol y fútbol; en Acámbaro quedó construido el Campo Unión durante los años
treinta mientras que en Guanajuato se erigió el Parque San Jerónimo.
Fue común que los parques y estadios pertenecieran a los municipios y que, por
consiguiente, los diferentes ayuntamientos fueran los encargados de su administración.
Ya se mencionaba que en el caso de León, el estadio Patria era arrendado a las ligas
locales de fútbol y béisbol, los ingresos eren destinados, en primera instancia al man-
tenimiento del mismo estadio, pero las cuotas debían alcanzar para algo más, ya que
incluso el gobierno del estado llegó a intervenir en el establecimiento de las tarifas
respectivas30
Para el box y la lucha libre, se decía, se podían acondicionar rápidamente “cuadri-
lateros” como en la capital del estado, donde “el reforma” (cine) fue en no pocas oca-
siones escenario de funciones de box
Sin embargo, en otras ciudades se establecieron arenas formalmente establecidas,
como la Isabel en León o la Acámbaro, en la ciudad del mismo nombre. En el caso de
Irapuato, también se levantó una arena exclusiva para box y lucha, se trató de la arena
Constancia. Hay que decir que en el caso de las arenas, se trataba de espacios construi-
dos por la iniciativa privada, empresarios que, a pesar de las declaraciones en el sentido
de pensar en el bien de la sociedad, no dejaban de beneficiarse de las entradas econó-
micas que su labor les redituaba. Esto nos permite constatar como en aquellos depor-
tes que en México desde temprano lograron, gracias a la aceptación dentro de la
sociedad, escapar de la tutela gubernamental, como es el caso del box, encontraron
un nivel de desarrollo diferente.
El fútbol representa otro caso de deporte ampliamente aceptado, al grado de crear
desde temprano el desarrollo del profesionalismo, independiente de las dádivas gu-
bernamentales. Pero ello no evitó que en muchos casos, como en otro tipo de empre-
sas, los gobiernos estatales y municipales concedieran una serie exenciones y facilidades
(no siempre pedidas por ellos mismos) a los entusiastas promotores deportivos.

30
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 10 de noviembre de 1942.

42
Gonzalo Vargas refiere que en 1929 se habilitó el campo Águila para los juegos de
los equipos de la LIFA y en 1931 se inauguró formalmente el estadio Álvaro Obregón,
dejándose en desuso el viejo campo de la estación de ferrocarril. Sin embargo, en el
Archivo General de la Nación encontré un expediente en el que el general de brigada,
Jefe de la 16/a J[efatura de] O[peraciones] M[ilitares] Jaime Carrillo, remite al Gral.
Álvaro Obregón “[…] siete fotografías tomadas durante la solemne inauguración del
campo deportivo ‘General Álvaro Obregón’” el 15 de Septiembre de 1928 en Irapuato,
Gto. (agn, Administración pública, Obregón-Calles: 725-I-7) y en la fototeca del mismo
archivo se encuentran, efectivamente, las referidas fotografías.

“Momento en que se descubría


la placa conmemorativa del
campo deportivo ‘Álvaro
Obregón’”, anónima, 15 de
septiembre de 1928, Fototeca
del Archivo General de la
Nación, Ramo presidentes,
Obregón-Calles, exp. 88.

Ante la evidencia de que el estadio Obregón quedó erigido desde 1928, surgen
varias hipótesis para explicar por qué tan prontamente se hubiera acondicionado el
capo del Águila, ¿habría alguna razón por la que los jugadores de fútbol prefirieron no
usar el Estadio Álvaro Obregón? O bien, es posible que se usaran los dos campos; por
que sin duda el estadio Obregón esa un espacio digno, no solo con sólida gradería,
sino que esta se encontraba techada.
El fútbol fue (y lo sigue siendo) un caso en el que normalmente los gobiernos loca-
les construyen los estadios y los “clubes” los alquilan; pero este esquema se trasladó en
general a las denominadas ciudades o unidades deportivas, donde prácticamente todas
las instalaciones pueden ser arrendadas a las diferentes ligas y asociaciones deportivas
A pesar de que en Irapuato eran de muy reciente construcción tanto el Estadio
Obregón como el campo Águila, a mediados de los años treinta se proyectó la crea-
ción del complejo deportivo Revolución. En palabras de la prensa de aquellos años,

43
“Tribunas, pista y campo de
fútbol del Campo deportivo
militar ‘Álvaro Obregón’ el día
de su inauguración.”, anónima,
15 de septiembre de 1928,
Fototeca del Archivo General
de la Nación, Ramo
presidentes, Obregón-Calles,
exp. 88

cuando se decidió la creación de este complejo deportivo “En efecto, el propósito del
gobierno [fue crear] una especie de ciudad deportiva, donde se reúnan, sin distinción
todos aquellos que prefieran el fomento de una raza fuerte...”31 Punto central de com-
plejo Revolución fue el estadio de fútbol del mismo nombre, con capacidad para 10
mil espectadores y donde el equipo profesional de fútbol de esa ciudad vio pasar va-
rios años de su vida.
Hoy día, en 2007, se tienen planes para demoler el estadio Revolución pero no se
toma en cuenta que, según lo planteado por Calderón: “fue hasta 1942 cuando se in-
auguró, en Irapuato, el primer estadio mexicano de concreto: el Revolución.”32 Hasta
antes ese año todos los estadios eran de madera o con buena parte de su estructura
de madera, en algunos casos, parte de las estructuras y techos eran metálicas o de
mampostería en una pequeña proporción y no eran raros los techos de tejas; tal como
se puede apreciar en las imágenes del estadio Álvaro Obregón. Claro que este tipo de
estadios representaba riesgos que podían culminar en su destrucción total, tal como
ocurrió con el Parque Asturias de la ciudad de México, al ser incendiado en 1939.
Como ya se mencionó, el estadio Revolución fue escenario de apasionados en-
cuentros futbolísticos, como los campeonatos nacionales de aficionados.

31
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 27 de mayo de 1942, p. 1.
32
Calderón Cardoso, Carlos, Por amor a la camiseta. Crónica del fútbol mexicano II 1933-1950, México, 1998,
Clío, p. 36.

44
Pero el estadio Revolución, primero de concreto en México, como se decía, no
sólo serviría para juegos de futbol, en octubre del 1942, a 8 meses de haberse inaugu-
rado el estadio se anunció la creación de un centro de atletismo en el mismo estadio.
“El gobierno del estado, en su deseo de fomentar el cultivo del músculo en Irapuato,
autorizó la compra de aparatos e implementos de atletismo, como jabalinas, discos,
garrochas, etc.”33
Para practicar alguna disciplina del atletismo, los interesados debía asistir con el
intendente del estadio (que era el portero de la selección de Irapuato) señor Kurt Lenk
los sábados por la tarde y los domingos por la mañana y “En caso necesario se pedirá
al Departamento de Educación Física la designación de un profesor.”34
El complejo deportivo Revolución era mucho más amplio que el terreno para un
estadio olímpico, se instalaron los viveros y un parque para los paseos dominicales,
también se construyó la plaza de toros, que fue otro de los ejes de dicho complejo, y
una alberca olímpica.
Para el acondicionamiento del parque participaron diferentes actores, como era
costumbre, contribuyendo con bancas que indicaban el nombre del desprendido
donante. Estas aún se encuentran hoy día en la zona y en ellas se pueden leer inscrip-
ciones como: “galantería del Sr. Martín Zuloaga. 1940”, “galantería del H. Ayuntamiento
de León, Gto. 1940-41”, “los vecinos del municipio de Ciudad Hernández Álvarez en
gratitud a la memoria de su hijo predilecto, 20 de nobiembre[sic] de 1941”, “Enrique
Hernández Álvarez no dejó más herencia al morir, que su lealtad, dignidad y honradez,
20 de noviembre de 1941”, “Sal Polar, insuperable para la mesa. La única en su tipo.
Salinas, SLP. 1940”, “Salvador R. Vergara, fabricante de glicerina cruda y destilada P.Q. 8
de julio 744. Tel. Mex. 13-98. Guadalajara, Jal. 1941”.
Se puede ver que la habilitación del jardín ocurrió entre 1940 y 41 y participaron
gobiernos, vecinos y empresarios de diferentes ciudades, en algunos casos a cambio de
que se reconociera su galantería y en otros por un anuncio comercial completo.
La alberca del complejo Revolución de Irapuato se estrenó el día 2 de mayo de
1943 con un “evento deportivo sin precedentes en los anales de Guanajuato.”35 El
evento inaugural sirvió para que la juventud del estado “rindiera homenaje” al gober-
nador, Enrique Fernández Martínez, al tiempo que se le imponía “una medalla especial

33
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 17 de octubre de 1942, p. 1.
34
Ibid.
35
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 4 de mayo de 1943, p. 1.

45
[...] que le concedió [...] Lázaro Cárdenas, secretario de la Defensa Nacional [...] por su
encomiable labor [...] en pro de la educación física, militar; y su abierto impulso a todos
los deportes.”36
Para el uso de la Alberca se estableció un reglamento. Este consideraba básicamen-
te aspectos de higiene y moralidad, pero también indicaba sobre los precios que había
que pagar para usar la alberca:

Socio especial37 $4.00 al mes


Socio general38 $2.00 al mes
Uso por una sola vez en día exclusivo para socios especiales $0.60
Uso por una sola vez: $0.3039

5. Consideraciones finales

El desenvolvimiento de la práctica deportiva en Irapuato durante los años de estabili-


zación posrevolucionaria ocurrió en medio de un proceso de transformación genera-
lizada en el país. Irapuato, como ciudad que transitaba a la vida industrial del siglo xx
dejando atrás su viejo estatuto de nodo fundamentalmente agrícola, vio ocurrir dentro
de si también una serie de transformaciones fundamentales y de ellas, para el caso de
este estudio, quiero destacar: 1. Se da un proceso de ocio40 y estabilidad creciente para
la población y 2. El deporte es una de tantas actividades que se insertan en un proceso
de definiciones sobre las actividades pertinentes para ocupar el aparentemente cre-
ciente tiempo libre.
En efecto, dentro del periodo que se indica, hacia los años veinte y treinta, se em-
piezan a dar los pasos formales para que dentro de un esquema de obtención de
prestaciones sociales para los obreros y empleados, se logra normar la jornada laboral
de ocho horas y el establecimiento de un día (o dos tardes, jueves y domingo) de
descanso a la semana.

36
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 25 de abril de 1943, p. 4.
37
Podía usar en exclusiva la alberca el día siguiente de la renovación del agua.
38
Todos los días excepto el día exclusivo de los socios especiales.
39
ageg, Guanajuato, diario del Bajío, 1 y 4 de mayo de 1943.
40
Entendido como el tiempo que queda después de los horarios dedicados a actividades de obtención de
la supervivencia.

46
Aunado a lo anterior está la ampliación de la base social que aceptaba al deporte
como una forma de ocupación del tiempo libre; pero esto también ocurrió en medio
de la ampliación de un mercado del tiempo libre, ya que la gente, los hombres princi-
palmente, tenían varias posibilidades de ocupación de dicho tiempo: Billares, pulquerías,
cines, radio, prensa, o una banca de jardín. Y aún relacionado con el deporte, tenían dos
opciones (que no son completamente excluyentes): practicarlo u observarlo.
Hacer aquí una muy somera descripción y apuntar algunos datos concomitantes
a las prácticas deportivas que se desarrollaron en Irapuato serían apenas la base de una
serie de inquisiciones tendientes a hacer mas entendible el proceso de organización
social que operó en territorios como Irapuato después de la Revolución mexicana, así
como la comprensión de elementos culturales de arraigo en la sociedad. Era claro que
la tendencia de la sociedad mexicana (y no sólo solo gobierno) buscaban encausar el
tiempo libre de la población hacia actividades socialmente aceptadas y percibidas
como útiles pero ¿por qué mayores sectores de la sociedad prefirieron ponerse a sudar
tras un balón en lugar de leer un libro? Ambas cosas fueron impulsadas pero una tuvo
mayor arraigo que la otra. O bien, ¿por qué una ciudad termina siendo más futbolera
que beisbolera?, ¿por qué preferir el fútbol sobre el béisbol? Hoy día algunos observa-
dores se lo achacan a la televisión pero ¿y en los años cuarenta cuando no había tele-
visión? ¿Por qué hoy día solo tenemos el estadio de Fútbol del complejo Revolución y
no así la alberca? No tengo duda que las respuestas, además de darnos algunas anéc-
dotas, nos servirán para adentrarnos en el alma de Irapuato y los irapuatenses, nos
ayudaría adentrar en algunos de sus aspectos económicos, culturales y políticos; en
suma, nos permitiría acercarnos a una historia social que está aún por revelarse.

fuentes

Archivos y repositorios
Archivo General del Estado de Guanajuato (ageg), fondo Gobierno, sección Guerra,
cajas 206 y 207.
Archivo General de la Nación (agn), Fondo: Administración pública, Grupo Obregón-
Calles.
Archivo General de la Nación (agn), Fototeca.
Colección particular de Gonzalo Vargas Vela (cgv).
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México (inehrm),
Fototeca.

47
bibliografía

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Nacional, 1939.
Arias, Patricia, Irapuato. El bajío profundo, Guanajuato, 1994, Archivo General del Esta-
do de Guanajuato.
Bourdieu, Pierre, Sociología y cultura, trad. Martha Pou, México, 1984, Grijalbo/conaculta.
Calderón Cardoso, Carlos, Por amor a la camiseta. Crónica del fútbol mexicano II,
1933-1950, México, 1998, Clío.
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ción Jiménez, México, 1992, fce.
García Acosta, María, Las fabriqueñas del bajío, Guanajuato, 1995, La Rana.
Macías Cervantes, Cesar Federico, “Ajustes dinámicos posrevolucionarios y la práctica
deportiva en el estado de Guanajuato hacia la década de 1940”, en César Federico
Macías Cervantes (coord.) Anuario de Estudios Históricos 1, Guanajuato, 2004,
Universidad de Guanajuato, pp. 129-155.
Rocha Jiménez, María de Lourdes, “De cómo la radio llegó a Irapuato”, en Tiempos,
núm. 26, enero-febrero de 1995, León, Archivo Histórico Municipal de León.
Sánchez Valle, Manuel, Efemérides Guanajuatenses 1936-1956, Guanajuato, 2006,
Ayuntamiento de Guanajuato
Sandoval Pierres, Armando, Les structures administratives de l’état mexicain: histoire et
critique, Tesis doctoral en ciencias administrativas Universidad de Paris I-Pantheon
Sorbone.
Vargas Vela, Gonzalo, “Así principio la historia del fútbol”, en Esso, Gonzalo Vargas Vela
(dir) Irapuato, 1997, número especial.

hemerografía

Amanecer, director M. Rodríguez, León, Gto.


Armonía Social, Circulo Mutualista Leonés, León, Gto.
El Lechuguero, director Joaquín Yamín, León, Gto.
Esso, director Gonzalo Vargas Vela, Irapuato, Gto.
Guanajuato, diario del Bajío, director Armando Calderón, Irapuato, Gto.
Sports, director José de Jesús Ríos, León, Gto.

48
LOS HACENDADOS REGANTES DE LOS RIOS SILAO Y GUANAJUATO
EN LA CONGREGACIÓN DE IRAPUATO SIGLO, XVII

ma. teresa cruz cuellar

E
n México existe una región que durante la época colonial floreció a finales del siglo
xvi y se consolido en el siglo xviii, por su riqueza minera y cerealera a la que llama-
ron el granero de la Nueva España. El Bajío mexicano localizado en los valles bajos
del territorio mexicano.
Los suelos de estos valles los hicieron ricos las emisiones volcánicas que se mezcla-
ron con las arenas, arcillas, gravas, rocas, etc., y fueron arrastradas por las vías fluviales
hasta llegar a las grandes y extensas depresiones. De ahí que el Bajío se caracterice por
ser una zona de azolves y acumulaciones. Ubicados todos los Estados que conforman
estos valles por debajo de la cota de los 1800 msnm (Toluca, Querétaro, Maravatío,
Celaya, Irapuato, León, Zamora, Ciénega de Chapala, etc.), han sido irrigados por el río
Lerma y sus afluentes hasta comenzada la primera mitad del siglo xx. Todas estas ca-
racterísticas climáticas e hidrológicas y edáficas del Bajío le permitieron producir una
gran cantidad de granos como: maíz, trigo, garbanzo, chile y otros, características que
más tarde aprovecharían los españoles para su expansión.
Ubicada en ésta privilegiada región se encuentra la congregación de Irapuato,
centro de este trabajo. Entre los dos polos principales de desarrollo de la Nueva España:
el gran centro administrativo y el norte minero, que le dio un lugar especial a la corona
para reubicar a españoles e indígenas e introducir un elemento esencial para la eco­
nomía de ese momento, la ganadería y más tarde la agricultura. El temprano descu­
brimiento de minas en Guanajuato, trajo consigo la necesidad de establecer nuevas
formas de producción y mejor aprovechamiento de los recursos naturales con los que


Una primera versión de este trabajo fue presentado como ponencia en el …..

Directora del Archivo Histórico de Irapuato.

Sánchez, Martín, Eling Herbert, Historia y arqueología de una técnica de riego, en Tradiciones arqueológicas,
Cárdenas García, Efraín, (coord.), Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de
Michoacán, 2004, pp. 55-77.

49
contaba para abastecer de alimentos, vestido y enceres a los reales de minas y a las
nuevas poblaciones que se fundaron para proveer a los centros mineros.
El desarrollo de la tecnología agrícola empleada para sacar adelante esta empresa
fue un factor decisivo, ésta se baso principalmente en el aprovechamiento de las aguas
torrenciales de los ríos y arroyos que circundaban las congregaciones y que los hacen-
dados supieron aprovechar instalando presas, canales, represas, bordos, zanjas, etc., en
la orilla del cause de los ríos, para luego distribuir el agua a sus terrenos utilizando la
técnica del entarquinamiento o cajas, practica que permite captar el agua para dotar
de humedad y fertilidad al suelo. Técnica que de acuerdo a un recuento histórico ar-
queológico realizado por Sánchez y Heling, en el Bajío se encuentran las evidencias
más antiguas de esta practica. Dicha experiencia llevo a los hacendados de estos valles
a aprovechar la fertilidad de las tierras no importando su extensión sino el buen ma-
nejo de la tecnología. Aspecto que podemos observar en los mapas del siglo xviii re-
ferentes a la congregación de Irapuato, donde se ve claramente toda la infraestructura
realizada por los dueños o arrendatarios de las haciendas y ranchos anclados en las
orillas de los ríos, Silao y Guanajuato.
Este trabajo se centra en presentar el caso de la congregación de Irapuato. Siendo
en principio, las aguas broncas de los ríos Silao y Guanajuato y de algunos arroyos, la
única fuente de agua para riego de los agricultores de la congregación, que desarrolla-
ron todo un sistema de riego fundamentado en la construcción de presas, bordos y
zanjas derivadoras en el cause de los ríos para derivar el agua de las avenidas torrencia-
les utilizando la técnica del entarquinamiento o aniego.

desarrollo de la agricultura
en la congregación de irapuato

En el siglo xvi, como resultado de la expansión de los españoles en tierras abajeñas


consecuencia de las necesidades que se estaban dando en la región norte por la
apertura de los centros mineros y a las necesidades de estos para abastecerse de víve-
res, nace la congregación de Irapuato, como una estancia de ganado mayor a finales
del siglo xvi. En una primera etapa el ganado constituyo un elemento clave como


Aguilar Zamora, Rosalía y Rosa María Sánchez de Tagle, De vetas, valles y veredas, Guanajuato,
Gto., Ediciones la Rana, 2002, pp. 54-55.

50
fuerza motriz y materias primas a la minería y para la posterior organización agraria
que imperaría más tarde en esta región.
Esta primera Estancia otorgada en estos terrenos donde hoy se ubica Irapuato, fue
dada a Francisco Hernández en 1556, quien posteriormente repartió entre Guillermo
Plancarte, Pedro González y Jerónimo Jiralde. Es en un espacio de esta estancia donde
se establece la congregación de Irapuato por virtud de la Cédula llamada de Congre-
gaciones de 1589. Con la formación de la congregación aumentaron las reducciones
de indios lo que probablemente hizo que el Obispado de Michoacán al que Irapuato
pertenecía, se preocupara por designar sacerdote para catequizar a la naciente pobla-
ción. Durante toda la colonia la congregación perteneció en lo eclesiástico al Obispado
de Michoacán y en lo administrativo a la Intendencia de Guanajuato. En estos tres-
cientos años de dominio español Irapuato nunca consiguió la categoría de Villa, y fue
hasta el siglo xix que lo logro.
El crecimiento de la congregación de Irapuato considero fue lento en el primer si-
glo de su fundación, pero con la transformación de actividad económica que sufrió a
inicios del siglo xvii –de ganadero a productor de granos– se torno rápido. Sus suelos
fértiles y negros una mezopotamia como la llamo Luis González y González y su exce-
lente clima benigno, templado, sus aguas y su cercanía con los centros mineros y con
sus vías de comunicación (caminos) que hacían posible el traslado de sus productos a
los cuatro puntos cardinales de la Nueva España, le permitieron más tarde formar
parte de lo que hasta iniciado el siglo xx llamarían el granero de la Nueva España.
Esta nueva actividad económica que inicia la congregación de Irapuato en el siglo
xvii, estaba centrada en la producción de cereales en los que se encontraban principal-
mente el maíz, trigo, garbanzo y chile entre otros productos de menor producción,
como todo tipo de verduras. Para éste siglo el cultivo de granos ya lo habían comen-
zado y quizás consolidado los hacendados de la congregación, para satisfacer la de-
manda de las minas de Guanajuato, como parece indicar el censo que levantó el
Obispado de Michoacán en 1631, en el que se señala que la congregación de Irapuato
ya contaba con un número considerable de estancias, Labores y haciendas 23 en total,
que estaban produciendo 41 300 fanegas de maíz y algunas de fríjol y trigo.


Aguilar Zamora, Rosalía y Rosa Ma. Sánchez de Tagle, De vetas, valles y veredas, Guanajuato, Gto., Ediciones
la Rana, 2002.

Ramo de tierras: Exp. 12, 1717, Archivo Histórico Municipal de Guanajuato.

López Lara, Ramón, El obispado de Michoacán en el siglo xvii, Morelia, Mich., Fimax Publicaciones, 1973,
pp. 74-75.

51
Para el siglo xviii, el número de haciendas se incremento en gran medida, había
alrededor de 36 haciendas y unos cuantos ranchos, según datos del padrón de 1758.
De la producción de granos de estos años no hay datos pero, se puede suponer que
también aumento, dado que es una etapa en la que esta zona se ve beneficiada de
alguna manera por las epidemias y la crisis agrícola que se dieron en el valle de Toluca
en los años cuarentas. Veintiocho años más tarde en 1787 encontramos en un edicto
realizado por orden de la Real Audiencia, que a pesar de la crisis económica que se
había dado en toda la Nueva España en los años de 1785 y 1786, la congregación re-
portaba de tan sólo la producción de granos de 25 haciendas en 1785, la cantidad de
26 016 fanegas de maíz, 12 028 cargas de trigo y 2050 fanegas de fríjol.10 Esta produc-
ción representaba un poco menos de la reportada en 1631 en cuanto a maíz, pero
mucho más alta en fríjol y trigo, éste último con un mayor precio en el mercado.
Además considerando que probablemente solo la mitad o un poco más de las hacien-
das y ranchos que había en ese momento reportaron su producción total de granos,
-entre comillas-, ya que en años anteriores la cantidad de haciendas y ranchos que se
marcan en el censo de 1763 era de 74.11 Además, en un diezmatorio de la congregación
de 1796 se reportan 157 entre ranchos haciendas. Y ese mismo año de 1787 la congre-
gación le estaba reportando al Obispado de Michoacán en diezmos $20 100, solo por
debajo de Valladolid y Charo.12
Como vemos el giro económico que se dio en la congregación surtió efecto rápida-
mente, su producción de cereales aumento y con ella la población que de ser en 1631 un
pueblo de doce vecinos y otros diez o doce indios casados y más o menos 300 habitantes
en las haciendas, paso un siglo más tarde a tener una población numerosa de 22 032 ha-
bitantes en la congregación haciendas y ranchos, como lo señala el censo de 1792.13
Pero para lograr este crecimiento económico los hacendados de la congregación
tuvieron que invertir en implementar todo un sistema hidráulico para aprovechar las
aguas torrenciales que bajaban por sus dos ríos y algunos arroyos que tenían dentro y


Fondo parroquial, Sección: disciplinar, Serie: padrones, Subserie: asientos, Caja 1290, Exp. 408, Año 1758,
Irapuato, Fj. 49, Leg. 32, Morelia, Mich., Archivo Histórico Casa Morelos. En adelante (ahcm)

Molina Villar, América, del, Impacto de epidemias y crisis agrícolas en comunidades indígenas y haciendas
del México colonial (1737-1742), en Obras Hidráulicas en América colonial, Ministerio de Obras Públicas,
Transporte y Medio Ambiente, cehopu, Madrid, 1993, pp. 95-96.
10
Juzgado de lo Civil, caja 128, Año 1786, Archivo Histórico Municipal de Irapuato en adelante (ahmi)
11
Fondo parroquial, Sección: disciplinar, Serie: padrones, Subserie: censos, caja 1299, año 1763, Irapuato, ahcm.
12
Contaduría de diezmos del Obispado de Michoacán, 1789, 3-3-4-135-22, 138.
13
Fondo: Diocesano, Sección: Gobierno, Serie: Visitas, Subserie: Informes, Caja 510, Año 1793, Irapuato, ahcm.

52
fuera de sus territorios, para sacarles mayor provecho a sus tierras planas y lamosas,
que no sólo servían para pastos y de temporal sino que eran más aptas para los cereales.

la infraestructura hidráulica para el entarquinamiento

No se sabe cuando fueron construidas las primeras presas y zanjas en el cause de los
ríos Silao y Guanajuato de la congregación Irapuato, pero si cuando fue dividida la caja
del río Silao, la obra de la que más beneficios obtuvieron los agricultores de la congre-
gación, en especial las haciendas y ranchos que quedaron en el cause del nuevo brazo
del río. En 1756 a causa de las inundaciones sufridas por la congregación de Irapuato
el Virrey Revillaguiguedo mando se dividiera el dicho río para quitarle fuerza a su
cause y así evitar las inundaciones. Pero no fue hasta 1757 cuando se tomo en serio la
recomendación. La obra fue realizada dejando que por la caja vieja fluyera una parte
del agua y por la otra parte avanzara como Río Nuevo por en medio de la Hacienda
de Jorge López. Ésta se extendería más allá de los 4 190 m hasta descargar al bajío o
derramadero de la hacienda de los Cojugados, de Alonso López de Leys. A partir de
ese sitio, su corriente tomaría por la hacienda de la Soledad, de Cristóbal Domínguez
de Belmonte, después por tierras de las Zahúrdas y Viborillas, hasta que se entrase en
la caja del río Grande en la Hacienda de Yostiro, de Miguel de Zorrilla, donde se inter-
na la Caja Vieja. La Caja Nueva que era de 3.36 m de ancho y se amplio a 10. 06 m3. La
obra se concluyó en 1760 y fue costeada por sólo dos personas de la congregación
Miguel Zorrilla y Alonso López de Leys, aunque el primero prácticamente la construyo
ya que de los $8000 que costo la obra Zorrilla aporto $7000 y el resto López de Leys.14
De otras construcciones, solo hay datos de la presa, zanja y puente de la hacienda
de San José, construidos por Juan Antonio de Maya en 1790.15 Del resto de las obras
hidráulicas que aparecen en el mapa de la congregación de 1792 en este momento no
hay fechas, pero probablemente la mayoría son de finales del siglo xvii y del siglo xviii.
El sistema constructivo de las presas se basaba en la construcción de paredes de
uno o más metros de alto dependiendo las necesidades, de cal y canto, de enrollado y
cascajo, con grandes estacadas o muchas veces sólo levantaban bordos de tierra y con

14
Cruz Cuellar, Ma. Teresa, Aguas superficiales de Irapuato, 1754-1805, (descripción), Ayuntamiento de Irapuato,
2000-2003, JAPAMI, Irapuato, Gto., 2003.
15
Juzgado de lo Civil, Caja 167, Irapuato, ahmi.

53
compuertas de madera fuerte de diferentes anchos y alturas que eran las que permi-
tían la salida del agua a las zanjas para luego derivar en las cajas de agua.16

Fuente. Mapa de 1792, AGN


Mapa de la descripción geográfi-
ca de los ríos, de los que toma
agua los vasos o presas de la
congregación de Irapuato, en la
intendencia de Guanajuato, para
sus siempbras de trigo, según la
costumbre de ese país, con la
explicación desde donde nacen
hasta donde mueren, y las ha-
ciendas que fertilizan.

Para finales del siglo xviii, como lo muestra el mapa sobre la congregación de Irapuato
de 1792 (ilustración 1) el número de obras hidráulicas que existían en la rivera de los
ríos Silao y Guanajuato era de 23 presas, 4 bordos que hacían el mismo efecto de
presa, 1 partidor y 2 puentes: así tenemos que con el Número 1. La Sierra de Guanajua-
to, donde nacen y se forman el río Silao y el río Guanajuato y demás del mapa. Con el
número 2. El Río Silao en su nacimiento que es en la Sierra de Guanajuato. 3. Presa de
la hacienda de Cerritos, que atajando por entero el río, conduce las aguas a su presa
hasta llegar al vaso, y completo este, se abre dicha presa para que pasen las aguas
adelante. 4. Bordo de tierra que hace el mismo efecto de la presa exigiendo el paso
para la hacienda de Puerta. 5. Presa de la hacienda de San Isidro que practica lo mismo
que la anterior de la hacienda de Cerritos. 6. Bordo de tierra que hace conducir las
aguas en el modo dicho a la hacienda de Benavente, siendo el presente el primer año
que se ha puesto. 7. Presa de Caliche de la hacienda de Trejo, que conteniendo al río
en su misma caja y corriente, forma su rebalse y hasta el completo de esta no pasan las
aguas. 8. Presa de calicanto de la hacienda de Santa Bárbara que hace lo mismo que
la anterior. 9. Presa de calicanto de la hacienda de Serrano con la misma practica.
10. Presa de calicanto de la hacienda de Caliche, según el orden de las anteriores. 11. La

16 Birrichaga Gardida, Diana, Reconstrucción histórica de los sistemas hidráulicos de Texcoco, siglo XIX, en
Boletín del Archivo Histórico del Agua, Año 7, enero-abril 2002, México, pp. 13.

54
gran presa de calicanto de la hacienda de las Arandas, que recibiendo en si cuatro ríos,
según la figura del mapa, haciendo una gran laguna, no pasan las aguas hasta estar
llena. 12. Presa de la hacienda de San Diego, que en el mismo modo y practica que las
anteriores. 13. Partidor o división de los dos ríos, viejo y nuevo. 14. Presa de calicanto
de la hacienda de San Miguelito que del mismo modo que las anteriores hacen su
oficio. 15. Presa antigua de calicanto de la hacienda de San Diego, ya arruinada y sin
uso por más de 30 años. 16. Bordo de tierra ubicado en el Paso que llaman de Delgado,
por cuyo motivo se internan en la hacienda de Animas, todas las corrientes del río Silao
a la presa. 17. Presa de calicanto de la hacienda de San Juan, según la practica de las
anteriores. 18. Unión del Río Silao con el de Guanajuato. 19. Bordo de tierra de la ha-
cienda de la Virgen, que hace el mismo efecto que los arriba expresados. 20. Presa de
calicanto de la hacienda de San Roque que hace lo mismo que las anteriores. 21. Presa
de calicanto de la hacienda de Tome López. 22. Presa de calicanto del segundo Tome
López. 23. Presa de calicanto de la hacienda de Yostiro y última de las que fertiliza el rió
silao. 24. Donde muere y se interna dicho río de Silao en el Río Grande. 25. Nacimiento
del Río Guanajuato, de la sierra del mismo nombre. 26. Presa de calicanto de la hacien-
da de San Antonio, que según practica, lleva todas las aguas para su presa hasta su
satisfacción. 27. Presa de calicanto de la hacienda de la Garrida, que hace lo mismo que
la anterior. 28. Presa de calicanto de la hacienda de Animas, en donde se contiene todo
el río hasta el completo de su vaso, y el sobrante se une con el río de Silao, según figura
en el mapa. 29. Río del Carrizal que se interna y muere en la hacienda de Animas.
30. Río de Measederroa. 31. Presa de calicanto de la hacienda de Paso Blanco, según el
orden de las demás. 32. Donde se interna y muere el río Measederroa, en la presa de la
hacienda de Arandas. 33. Principio del río Nuevo, por medio del partidor, que figura en
el mapa. 34. Puente de calicanto para el tránsito del camino de Michoacán, que se une
a la Congregación de Irapuato, con el que sale de este para Guanajuato. 35. Camino
que lleva la contraria sea el de Michoacán, que va a unirse a la hacienda de San Diego,
al expresado de Guanajuato. 36. Presa de calicanto de la hacienda de San José, según
las anteriores. 37. Presa de calicanto de la hacienda del Coesillo, según las demás. 38.
Puente de madera para el tránsito del camino que sale de la congregación de Irapuato
para el pueblo de Pénjamo. 39. Presa de calicanto de la hacienda de la Soledad, según
las demás. 40. Donde se interna y muere el río nuevo, con el expresado río grande. 41.
Río del derramadero. 42. Presa de calicanto de la Soledad, de los Vázquez, según
las demás. 43. Unión de este río (derramadero), con el de Measederroa. 44. Arroyo de
caja que se interna y muere en la Presa de la hacienda de Arandas. 45. Cerro de la Caja.

55
46. Arroyuelos que se forman en los llanos de la hacienda de Arandas y se internan en
el río Silao. 47. Camino que sale de la congregación (de Irapuato), para Guanajuato.
48. Camino para Pénjamo. 49. Camino para la hacienda de Pantoja. 50. Camino para
Salamanca. 51. Camino para la Villa de San Miguel el Grande, que tiene embarazado
todo el tiempo que esta llena de agua la presa de la hacienda de Animas. 52. Congre-
gación de Irapuato. 53.- Congregación de Silao.17

Fuente. Archivo personal. “ Vista de las cortinas de las presas la Virgen y la Llave. Irapuato.

la practica del entarquinamiento o cajas de agua

En México existió y existe una técnica para el aprovechamiento de las aguas de crecida,
también llamadas torrenciales, de avenida o broncas y artificiales que se presentan con
la llegada de las lluvias en los meses de junio a septiembre. Dicha técnica consiste en
canalizar el agua a depósitos artificiales para llenar o ensuciar un terreno con tarquín,
llamados cajas de agua, bordos, cuadros de agua, según la región.18
El entarquinamiento como lo describe Sánchez puede ser de aprovechamiento na-
tural o artificial dependiendo de la región y a las circunstancias. El entarquinamiento
natural ocurre cuando las aguas de lluvias que vienen cargadas de materia orgánica por
el recorrido que realizan inundan los terrenos de las partes más bajas de los valles. En
estos casos no existen obras de regulación en los ríos lo que beneficia las tierras mejorán-
dolas cada año con materia orgánica y eliminando la maleza no deseable. El entarquina-

17
Ramo de tierras, Vol. 1170. exp. 1, Fj.242, Archivo General de la Nación
18
Velásquez Machuca, Martha A. Y José L. Pimentel Equihua, Jacinta Palerm Viqueira, Entarquinamiento en
cajas de agua en el valle zamorano: una visión agronómica, en Entre campos de esmeraldas: La agricultura
de riego en Michoacán, Martín Sánchez Rodríguez (coord.), Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado
de Michoacán, México, 2002, pp. 261-274.

56
miento artificial que fue el utilizado con gran intensidad en la congregación de Irapuato,
se realiza por la intervención del hombre que aplica sus conocimientos e imaginación en
aplicar las mejores técnicas para aprovechar las aguas torrenciales que acumulan los ríos
y aplicarlas en terrenos que probablemente solo serían de temporal sin esta técnica.19
Las cajas para el entarquinamiento eran extensiones variables de terreno de cultivo
rodeados de bordos que almacenan el agua semejando una presa, con la finalidad de
humedecer el terreno, fertilizar su superficie y evitar las plagas y el ensalitramiento y
hacer más fácil las labores de sembrado. Las superficies que se destinaban para el cul-
tivo del trigo eran normalmente las que se localizaban en las partes altas y de mayor
pendiente para que cuando se inundaran el agua se filtrara lo suficiente pero no de-
masiado para luego bajar a las otras cajas abajo dejando lo suficiente húmedo el terre-
no para pasar el arado y sembrar.20

diseños para la practica del entarquinamiento

La técnica del entarquinamiento la marcaba la época de lluvias, junio, julio y agosto,


momento en que se almacenaban las aguas en las presas o norias para luego inundar
las cajas que serían sembradas. Las cajas de agua se encontraban en las partes más
bajas para por gravedad recibir el agua ya fuera de las presas o de los escurrimientos,
como es el caso de la hacienda de San Juan que aprovechaba las aguas que le bajaban
de las calles de la congregación de Irapuato y sólo en casos de escasez de lluvias utili-
zaba las aguas del río Silao poniendo un vallado o bordo en el paso que llamaban de
Salamanca.21 El tamaño de las cajas variaba de acuerdo al terreno y al volumen del
agua que se deseaba almacenar, éstas cajas estaban rodeadas de bordos de tierra que
servían para almacenar el agua y que se asemejaban a una presa. Algunos autores
como Carlos Chaírez, Jacinta Palerm y Martha Velásquez entre otros, señalan, que los
bordos que rodeaban estas superficies de terreno que se cultivaban eran de 4 a 5
hectáreas en promedio. Las alturas de los bordos iban de los 30 centímetros a 1.5

19
Sánchez Rodríguez, Martín, Contra la corriente: el uso de una técnica de riego tradicional en la agricultura
moderna, en Los estudios del agua en la cuenca Lerma-Chapala-Santiago, Brigitte Boehm Schoendube, Juan
Manuel Durán Juárez, Martín Sánchez y Alicia Torres Rodríguez (coord.) El colegio de Michoacán, Centro
Universitario de ciencias sociales y humanidades Universidad de Guadalajara, México, 2002, pp. 164-165.
20
Chaírez Carlos y Jacinta Palerm, El entarquinamiento: el caso de la comarca lagunera, en Boletín del Archivo
histórico del agua, Año 9, 2004, México, pp. 85-97.
21
Juzgados de lo civil, Caja 131, Irapuato, 1778, ahmi.

57
metros de altura por unos 2 metros de ancho en la parte alta, con la finalidad de darle
más soporte a la caja para cuando le llegará el agua.
Para realizar los aniegos las aguas de las presas pasaban a canales y estas a su vez
pasaban a otros canales más pequeños llamadas contra-acequias, y de ahí el agua era
conducida a la superficie de cultivo. El número de estas dependía de la extensión y
pendiente de los terrenos. Cuando los terrenos eran muy planos y de poca pendiente
se colocaban a distancias de 200 a 300 metros, y en direcciones casi paralelas y éstas, a
su vez se subdividían por medio de bordos de tierra perpendiculares a la dirección de
la contra-acequia en espacios conocidos como tendidas. Para hacer entrar el agua de
las contra-acequias al terreno se construían entradas y bordos de tierra y ramas que
permitían dejar salir el agua por fisuras a los cultivos (ilustración de Chaírez y Palerm).

acequias tablas
tablas

Fuente. Diseño del terreno para el aniego, de Carlos Chaírez y Jacinta Palerm.

Éste sistema de riego disponía de presas derivadoras de construcción fija y mampostería,


resistentes para recibir el agua de los ríos y almacenarla hasta el momento de distribuirla
por los canales principales. Estas presas contaban con toda una infraestructura, reque-
rían de partidores o compuertas y bordos de tierra fuertes en su construcción ya que
de eso dependía en gran medida el buen funcionamiento de ellas. Las compuertas
eran de maderas gruesas y de diferentes tamaños, podía una presa tener varias com-
puertas dependiendo de su tamaño y áreas que abarcaba.

los efectos benéficos y negativos del entarquinamiento

Los beneficios que se obtenían con ésta práctica eran: evitar el crecimiento de hierbas,
hongos malas y controlar plagas que pudieran dañaran los cultivos; les daba a las
plantas un nivel adecuado de humedad para su crecimiento rápido, que permitía ha-
cer dos tipos de siembra en una sola caja: el caso de los pastos que se sembraban
después de la cosecha del trigo) además dejaba los suelos con buena textura y con
bastante limo y sedimento que enriquecía las tierras para la siguiente cosecha. Los

58
contras de ésta práctica en ese momento se reducían a mantener en buen estado las
obras hidráulicas para evitar las perdidas de las cosechas.

conclusiones

Para concluir, solo mencionaré que la técnica del entarquinamiento que se desarrollo
con el aprovechamiento de las aguas torrenciales en la congregación de Irapuato fue
muy intensa, eficiente y benéfica para la congregación y para la región. Además todo
el bajío en mayor o menor medida invirtieron en tecnología hidráulica y su trascen-
dencia fue tal que al Bajío mexicano fue conocido en el siglo xviii como el granero de
la Nueva España. Para esto basta revisar los archivos cartográficos que existen sobre el
tema y que se realizaron a consecuencia de conflictos por la posesión del agua por
medio de la intensa construcción de obras hidráulicas que se realizaron en la congre-
gación de labradores de Irapuato y en toda la Nueva España. Además de que sus terre-
nos planos y fértiles que aún los podemos observar en menor medida, pero que han
manteniendo a la actual ciudad de Irapuato con el primer lugar en extensión de tierra
cultivable a nivel estatal.

fuentes

Archivo General de la Nación


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Museo de la Ciudad de Irapuato.
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61
LA EXPEDICIÓN DE XAVIER MINA, DE INGLATERRA A GUANAJUATO

iliria olimpia flores carreño

la expedición

La expedición de Xavier Mina comenzó en Inglaterra, en donde se había asentado


después de su enfrentamiento con Fernando VII. Mina fue presentado a los grupos
liberales tanto hispanos como mexicanos, refugiados en Inglaterra desde antes de
1815, por conducto de los liberales españoles. En Londres Mina conoció a personajes
fundamentales para el curso de los acontecimientos posteriores que marcarían su ca-
mino hacia Nueva España, entre ellos el propio Servando Teresa de Mier, John Russell
y a Lord Henry Holland, con quien convivió en el llamado Holland House Circle, un
grupo de liberales británicos que se reunían en casa de Lord Henry Holland (Henry
Richard Fox) para discutir asuntos de la política nacional e internacional. La influencia
de fray Servando Teresa de Mier fue de importancia indiscutible en cuanto a la cerca-
nía que tuvo con Xavier Mina y a su labor de convencimiento para que participara de
los planes de los liberales europeos. Introducirlo a dichos grupos, no fue obra de la
casualidad puesto que ya se contaba con un plan del que Mina era pieza clave como
líder. Mina era un liberal, enfrentando a Fernando VII, quien vivía en el exilio y que tenía las
ganas necesarias para entrar en combate, era precisamente lo que estos liberales reque­
rían, un hombre que contara con un gran carisma y buena reputación en lo militar.
Vale la pena remarcar, que el gobierno inglés mantuvo un pacto con España para
no apoyar o permitir conspiraciones ni tránsito de armamento a los insurgentes novo-
hispanos, eso no significó que el mismo gobierno inglés no permitiera el apoyo de
particulares. La mayoría de dichos particulares eran comerciantes, como John Russell,


Se desprende de la ponencia “Contextos y Textos: La expedición de Xavier Mina de Inglaterra al Cerro del
Bellaco”.

Museo Iconográfico del Quijote, Guanajuato.

Jiménez, Codinach Guadalupe (1991), pp. 268; Torre Saavedra, Ana Laura (1999), pp. 34-38.

62
Daniel Stewart y Henry Richard Vassall Holland, quienes invirtieron en la expedición
de Mina, en espera de una retribución, esto es, un trato comercial preferencial por
parte del nuevo gobierno de lo que sería la también nueva independiente nación.
En el plan para liberar a México se pensaba en acabar con el dominio, más que
nada comercial, de España en América y con la principal fuente de riqueza de la Corona
española; para ello se incluía un punto en el que se enfatizaba la necesidad de adiestrar
a los soldados no entrenados e inyectar ánimo en las cabezas militares. Era indispensa-
ble conseguir un puerto que estuviese al servicio del bando rebelde, para recibir y re-
partir armas y provisiones. Contaron con que habría un gobierno insurgente bien
fundamentado en un Congreso en Chilpancingo y una Constitución, la de Apatzingán,
que respaldarían a la expedición.
Mina se encaminó a la Nueva España, con un plan propio, con puntos como el de
conseguir voluntarios, disciplinar a las tropas insurgentes y asegurar el puerto de Vera-
cruz. Sus intereses coincidían con los de los liberales americanos y europeos que le
guiaron a Nueva España, en mucho, sobre todo en materia militar. Los líderes de la
insurrección en la Nueva España tenían, por su lado, otro plan que consistía básica-
mente en tomar el control de puntos a los que los realistas no pudiesen acceder; des-
truir las guarniciones realistas; incendiar las poblaciones realistas y finalmente
obstaculizar la entrada de recursos para el Virrey .
La expedición zarpó de Inglaterra en mayo de 1816. Se decidió a marchar rumbo a
Estados Unidos y no rumbo a Nueva España directamente, pues iba en busca de
ayuda económica que Mina obtuvo gracias a un ambiente en el cual, a los Estados
Unidos les resultaba conveniente apoyarlo, puesto que sería un factor desequilibrante
contra las políticas mercantiles del Imperio español. Desembarcó en Norfolk de donde
marchó a Baltimore. Una vez en tierra, se percató de que entre las bajas durante el
viaje y las deserciones, el número de sus hombres sufrió pérdidas sustanciales. Esto en
parte motivó su siguiente movimiento, pues fue a Puerto Príncipe con la intención de
obtener ayuda del presidente de la República de Haití, el general Petion, lo cual consi-
guió. Así como también con el interés de encontrarse con Simón Bolívar y tal vez unir
sus proyectos, pero no pasó de la intención, pues de la reunión con Bolívar no resultó


Ibid.

Jiménez, Codinach Guadalupe (1991), pp. 287; Torre Saavedra, Ana Laura (1999), pp. 34-38

Alamán, Lucas (1985), pp. 278; Ortuño, Manuel (2003), pp. 127-130; Torre Saavedra, Ana Laura (1999),
pp. 34-38

63
una propuesta conjunta y finalmente Mina regresó a Baltimore los últimos días de
septiembre de 1816.
Galveston fue la siguiente parada de Mina. Fue ahí en donde publicó la proclama
en la que expuso su proyecto de manera extensa. En Galveston recibió Mina una invi-
tación de algunos miembros de la Asociación Mexicana de Nueva Orleáns (amno)
para comandar unas tropas encargadas de tomar la Florida, a lo cual respondió nega-
tivamente por estar fuera de su plan original. Después de su reunión con los empresa-
rios, perdió el apoyo pues además, éstos se enteraron de que no había más un
Congreso en México, lo cual dificultaría en mucho la consecución del plan. De los in-
tegrantes de la amno, sólo Dennis A. Smith continuó ayudando a Mina en lo econó-
mico, esperando un provecho posterior de ello.
De Galveston, Mina partió a Soto la Marina. Ahí fue bien recibido y pudo estable-
cer una imprenta, reclutar a más expedicionarios y construir un fuerte en el que se
defendería del ataque inminente del general Arredondo, comisionado por el virrey
Apodaca para derrotar al que el mismo Apodaca en su bandos llamaba traidor Mina.
Se sumó el coronel Armiñán a la persecución de Mina.
Dejó Mina la fortificación de Soto la Marina para marchar tierra adentro rumbo al
actual estado de San Luis Potosí. Llegó al Valle del Maíz, que tomó sin mucho proble-
ma. Partió rápidamente a la Hacienda de Peotillos, en donde con un número muy bajo
de hombres comparados con el número de los de a caballo y a pie del lado de los
realistas, obtuvo una victoria sobre Armiñán que le hizo ganar la confianza y regar el
rumor de su eficacia como militar en el campo de batalla10.
Pasó por pueblos como la Hedionda y Real de Pinos, pero siendo su objetivo llegar
a encontrarse con los grupos de guerrilleros insurgentes, continuó su camino hacia
Zacatecas, donde por fin se encontró con las tropas de Cristóbal Nava. El comandante
Nava le informó que en el Fuerte del Sombrero, ocupado por Pedro Moreno, le recibi-
rían con entusiasmo. Así fue, pues Moreno invitó a Mina y a su división a reunirse con
él. Ya en el fuerte, los realistas atacaron, pero Xavier Mina los venció nuevamente11.


Alamán, Lucas (1985), pp. 278; Jiménez, Codinach Guadalupe (1991), pp. 298, 307-308, 311, 323; Ortuño,
Manuel (2003), pp. 127-130; Torre Saavedra, Ana Laura (1999), pp. 34-38

JIMÉNEZ, Codinach Guadalupe (1991), pp. 287

Alamán, Lucas (1985), pp. 278-285; Guzmán, Martín Luis (1966), pp. 209-236; Liceaga, José María de (1944)
pp. 254-260; Ortuño, Manuel (2003), pp. 209-306; Torre Saavedra, Ana Laura (1999), pp. 40-55, 60-81
10
Ibíd.
11
Ibíd.

64
Necesitado de capital, Mina consiguió apoderarse de la fortuna del marqués del
Jaral, en la hacienda ubicada cerca de San Felipe. Luego fue recibido en el fuerte por
algunos comisionados por la Junta de Xauxilla, remanente del ya disuelto Congreso de
Chilpancingo, para felicitarlo por sus triunfos y darle el mando de las tropas insurgentes,
esto a pesar de las envidias y recelos de algunos de los cabecillas guerrilleros que, como
el padre Torres, tenían para con Mina. Acudió también a León para proveerse de ropas
y calzado. Mientras tanto, el mayor José Sardá resistió cuanto pudo los embates realistas
en Soto la Marina, pero le fue imposible continuar por lo que aceptó la capitulación,
misma que Arredondo no cumplió del modo en que había sido convenida12.
Al regreso de Mina al Fuerte del Sombrero, fue sitiado y contando con muy poca
comida y agua y sin la ayuda del padre Torres, Mina decidió dejar al coronel Young al
mando del fuerte y partir rumbo al Fuerte de los Remedios, entre Cuerámaro y Pénjamo,
pues no podía ya resistir los ataques del mariscal Pascual Liñán. En el Fuerte de los Re-
medios, ocupado por el padre Torres, esperó Mina la llegada de los hombres del Som-
brero que hubieran escapado, pero para su desgracia sólo arribaron unos treinta13.
Ante tales sucesos en el Sombrero y la inminente llegada de los realistas a los Re-
medios, Mina se ocupó de visitar lugares como la Hacienda del Bizcocho, San Luis de
la Paz, San Miguel el Grande y Valle de Santiago, como una manera de cortar recursos
a los realistas una vez que comenzara el sitio en los Remedios. A pesar de sus mejores
intenciones, la gente indisciplinada que el padre Torres puso a su disposición, no al-
canzó las expectativas del ya experimentado militar en el que se convirtió Mina14.
Con el inicio del asedio al Fuerte de los Remedios se dio cuenta el joven navarro
que tomar un punto estratégico como la ciudad de Guanajuato era necesario no sólo
para atraer la atención de los realistas que sitiaron los Remedios e impedir que tuvieran
acceso a su principal fuente de provisiones, sino para cambiar la estrategia militar que
hasta ese momento seguían los pocos insurgentes que quedaban. Se dirigió a Xauxilla,
cerca de Zacápu, en el actual estado de Michoacán, para hacer la propuesta formal de
tomar Guanajuato. Esto podía significar romper con la táctica defensiva de los fuertes
y avanzar hacia la ofensiva con más seguridad y con recursos suficientes. Sin embargo,
fue una idea que los miembros de la Junta de Xauxilla no aceptaron y aunque coope-

12
Ibíd.
13
Ibíd.
14
Alamán, Lucas (1985), pp. 278-285; Guzmán, Martín Luis (1966), pp. 209-236; Liceaga, José María de (1944)
pp. 254-260; Ortuño, Manuel (2003), pp. 209-306; Torre Saavedra, Ana Laura (1999), pp. 40-55, 60-81

65
raron no fue de la mejor manera pues le brindaron a Mina un ciento de hombres no
disciplinados en lo absoluto15.
Antes de dirigirse a Guanajuato, Mina pasó por la Hacienda de la Caja, en lo que
hoy es el municipio de Irapuato. Ahí se reunieron aproximadamente mil personas
entre hombres, mujeres y niños, de los cuales la mayoría acudió con la intención de
obtener beneficios del saqueo que se pronosticó una vez tomada la ciudad. Entre la
tropa indisciplinada que la Junta de Xauxilla le dio a Mina y los cientos de personas
que esperaban el saqueo, el general Mina no pudo organizar lo que ya de por sí estaba
destinado al caos. Sin embargo, Xavier Mina pudo defender a la Hacienda del los em-
bates del realista Orrantía quien después de un breve enfrentamiento con Mina, desis-
tió de su intento de detenerlo ahí y luego le perdió la pista16.
El intento por tomar la ciudad de Guanajuato fue un fracaso rotundo. A una ciu-
dad que presenció los horrores de realistas e insurgentes desde 1810 y que además por
su estructura urbana es complicada, se sumó la falta de conocimiento de ella y la in-
disciplina de las tropas de Mina que dio como resultado la imposibilidad de organizar
formalmente un ataque. Esto dejó a Mina con el peor de los ánimos pues no sólo no
consiguió su objetivo, sino que tuvo que huir rápidamente y presenciar la infamia de
uno de sus oficiales quien prendió fuego al tiro y oficinas de la Mina de la Valenciana.
Ese incidente provocó que Orrantía, quien se encontraba a las afueras de la ciudad de
Guanajuato diera con el paradero de las tropas y acudiera inmediatamente a dicha
ciudad17.
Para cuando llegó Orrantía a Guanajuato, Mina ya se encontraba en el rancho de
“El Venadito”, parte de la Hacienda de la Tlachiquera en, una propiedad de su amigo
Mariano Herrera. Ya había dispersado a las tropas, quedándose con unos cuantos
soldados, su escolta personal, don Pedro Moreno y el general José María Liceaga. Pasa-
ron una noche tranquila, la última en libertad. El 27 de octubre de 1817, por fin
Orrantía consiguió apresar a Xavier Mina. Fue el navarro trasladado a Silao y luego a
Los Remedios. Después de casi dos semanas desde su aprehensión, el 11 de noviembre
de ese año, Mina fue fusilado en calidad de traidor en el Cerro del “Bellaco”18.

15
Ibíd.
16
Alamán, Lucas (1985), pp. 278-285.
17
Ibíd.
18
Ibíd.

66
fuentes bibiliográficas

Alamán, Lucas (1985), Historia de México, Facsímil, México, fce, 324 p.


Bustamante, Carlos Ma. (1985), Cuadro histórico de la Revolución Mexicana de 1810,
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Zavala, Lorenzo de (1969), Ensayo crítico de las revoluciones de México desde 1808
hasta 1830, México, Editorial Porrúa, 63-82 pp.

67
LA CASA DEL MUSEO DE LA CIUDAD, SIGLOS XVIII-XIX

jesús martín martínez hidalgo

E
n el presente artículo se establece una cronología con respecto a los dueños del
solar y a los cambios hechos a la casa; los testimonios más antiguos (1739) fueron
localizados en los Instrumentos Públicos de Protocolos y en el apartado del Juzga-
do 1° de lo Civil, conservados en el Archivo Histórico Municipal de Irapuato, además
del acervo documental del Museo de la Ciudad. Así también se revisaron los libros de
bautizos, matrimonios y defunciones custodiados en el Archivo Parroquial de Nuestra
Señora de la Soledad (1633-1808), que han permitido conocer en forma concreta los
antecedentes sobre propietarios del predio e inmueble, cuyos apellidos guardan una
relación bastante estrecha en el devenir histórico de Irapuato.
Tradicionalmente se considera a éste recinto, como la Casa de la Inquisición, ... “La
calle que conducía al Coecillo de la Tanda, era la Piedra Lisa... en la misma calle, casa y
esquina de Vieyra hoy, fue casa de inquisición...” (Genaro Acosta: 1909), cita que sirvió
de referencia para las distintas publicaciones, donde se hablaba sobre este inmueble;
cuyos autores no profundizaron en la búsqueda de datos para corroborar lo escrito
por el Exjefe Político; seguramente se debió a la suposición de que Don Genaro cono-
cía bastante bien el devenir histórico de la naciente ciudad, en atención a la informa-
ción obtenida por su envestidura y en voz de algunos de sus informantes; quienes
fueron contemporáneos a varios de los acontecimientos dados en Irapuato durante el
siglo xix; sin embargo la falta de información documentada, no sólo dio lugar a la
creencia de la casa de la Inquisición, sino también a los nombres de las calles y del
Barrio en que se ubicaba dicho inmueble.


Investigador del Museo de Irapuato.

Actualmente 5 de Febrero, aunque a finales del siglo xix se le nombró de Aldama (1884).

Licenciado Luis Apolinar y Vieyra, Procurador 2° del Ayuntamiento Municipal (1884).

68
el solar de la cofradía de las benditas
ánimas del purgatorio

A mediados del siglo xviii, tiempo en que la Congregación de Irapuato era conocida
como Congregación de Labradores o Milpa en Medio, estos motes se debían al forta-
lecimiento de su economía basado en agricultura, aunque sin descartar en segunda
instancia las actividades ganadera y comercial, que la complementaban. Todo ello
trajo consigo un incremento de población tanto de españoles acaudalados o con de-
seos de formar fortuna, como también de indígenas, mestizos y demás castas; ya en los
sitios de trabajo como en el pueblo, en este último; su paisaje urbano va cambiando
paulatinamente con la construcción de magníficas edificaciones o de simples jacales
tanto en los viejos barrios: san José, el Calvario, la Soledad, la Misericordia; como en
nuevos: el de san Miguel, san Nicolás o san Pedro, el Sorumbe, santa Ana, señor San-
tiago y san Juan, que integraban la colación de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora
de la Limpia Concepción.
Entre esos españoles con el ímpetu de aglutinar fortuna se encontraba el Capitán
de Infantería Española don Miguel Gómez Zorrilla, oriundo de los reinos de Castilla,
vecino que fue del comercio de la Villa de Santa Fe Real y Minas de Guanajuato; quien se
estableció en Irapuato (1740), y posteriormente se casó con doña María de la Concep-
ción Domínguez de Belmonte (hija del Capitán Comandante de Infantería Española
don Cristóbal Domínguez de Belmonte); entre su bienes se encontraban la hacienda
de San Antonio de Yóstiro y la hacienda de la Soledad (que era administrada por el
mayordomo don Nicolás Barreto de Tábora), una casa y tienda de gran valía.
La familia Gómez Domínguez, fue miembro de la Cofradía de las Benditas Ánimas
del Purgatorio, fundada en esta Iglesia Parroquial donde se oficiaba una misa todos los
lunes en honor de los Cofrades y Ánimas, de la cual don Miguel llegó a ser Mayordo-
mo. Por ello al fallecer dicho Capitán Gómez (abril de 1764) deja a sus herederos los


Estos sobrenombres derivaron de la Oligarquía agrícola, concentrada en el pueblo de Irapuato, cuyos inte-
grantes poseían una gran extensión de tierras dedicadas a las faenas agrícolas o por el hecho de que el
pueblo se había establecido en un tercio del Sitio de Ganado Mayor, otorgado por don Luis de Velasco a
favor de don Francisco Hernández el 30 de abril de 1556 , y se encontraba en medio de tierras cultivadas
del Sitio de Irapuato, de las Haciendas de San Juan de los Llanos, de San Miguel de los Paredones, de las
Lomas de las Ánimas y flanqueado por la caja vieja del río Silao (1710).

División del vecindario para la administración de los servicios religiosos, facilitar la doctrina y controlar a
los habitantes. En cada barrio existía una pequeña capilla.

Unión de personas o pueblos congregados entre sí para participar de ciertos privilegios.

69
bienes ya citados; y a la cofradía le da en posesión el Solar de las Ánimas conformado
por 45 varas de frente por 27 de fondo, donde había construido una casilla ya deterio-
rada y la que seguramente daba en renta; ubicado entre las calles de la Amargura, la
del Espíritu Santo, y la del Diezmo, dichas vías pertenecían al Barrio del Hospital de
Nuestra Señora de la Misericordia10.
El 16 de diciembre de 1764 el Br. don José Zerratón, clérigo, Presbítero y Sacristán
Mayor de la Congregación de Irapuato, compra el solar de las Ánimas y casa caída, que
se compone de 45 varas de frente, y linda, calle del Espíritu Santo en medio, con casa
de el Capitán don Ignacio Lanuza (sur), y 27 varas de fondo, lindando con casa y corral
de doña Juana de Arroyo (norte), por un costado calle de Amargura en medio, con
casa de el difunto don José Barreto (oriente), y por el otro, con solar de don Ignacio de
Azconobieta (poniente). Se lo vendió en $ 1,000.00, a censo redimible11, doña María
Domínguez de Belmonte, viuda del Capitán Gómez Zorrilla, Mayordoma de la Cofra-
día de las Benditas Ánimas del Purgatorio, a quien pertenece su directo dominio. Con
la obligación de $50.00 de sus réditos anuales, y la observancia de otras condiciones,
tales como: la de reedificar una nueva casa dentro del término de dos años, lo que no
pudo ejecutar.
Por ello vende el solar de las Ánimas , el 5 de febrero de 1768, y casa caída a su
ahijado el señor cura de la Villa de Zamora Lic. don Dionisio de Sandoval y Rojas,
Abogado de la Real Audiencia de la Nueva España, vecino que fue de la Congregación,
quien se comprometió al pago de los réditos del mencionado solar.
Sin embargo no se cumplía la cláusula referente a la reedificación de la casa, por lo
que el Bachiller Zerratón se dio a la tarea de buscar alguna persona interesada en el
solar de las Ánimas y la encontró en el Lic. Leandro, pero se necesitaba cancelar el an-
terior contrato, para otorgar la escritura de venta al nuevo propietario, de acuerdo a la
observación que les hizo el Escribano; por ello el Lic. José Leandro le pide al Lic. Dioni-
sio de Sandoval le envié una carta Protocolada, la cual llega el 12 de mayo de 1776, en
su contenido le hablaba del grave riesgo de alterar la documentación y que en más de


Vía conocida también como la del Ángel.

Denominada la Estación , la Verónica y del Reloj.

Actualmente la de Terán.
10
El nombre proviene por el hecho de estar sujeta a la administración del templo del Hospital.
11
Contrato por el cual se sujeta un inmueble al pago de un canon o pensión anual, bien como interés per-
petuo de un capital recibido, bien como reconocimiento de la propiedad cedida inicialmente.

70
una ocasión le sugirió a su padrino dicha cancelación. La cual tuvo lugar el 20 de mayo
de 1776.
Sin embargo el Bachiller Zerratón quería recuperar el costo de la compra hecha en
el año de 1764, por eso pide mediante instrumento publico, fechado en Irapuato el día
14 de junio de 1776, al Dr. Juan Francisco Domínguez de Belmonte Mayordomo de la
Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio le permita vender el mencionado solar
en $600.00 pesos oro y se le devolvieran los $400.00 restantes, dicha propuesta no fue
aceptada en su totalidad porque el Señor Provisor y Vicario Capitular de la Ciudad de
Valladolid, si le autoriza la venta, pero no la restitución de los $400.00, mismos que
pasarán a la Cofradía con un pago de $30.00 de réditos anuales. Seguramente fue por
el no cumplimiento, referente a la reedificación de la nueva casa. Así fue como el Lic.
José Leandro Barreto de Tábora logró adquirir el solar de las Ánimas.

CASA DEL LIC. JOSÉ LEANDRO BARRETO DE TÁBORA


1776-1796

José Leandro Barreto de Tábora nació en la Hda. de San Antonio Tomelópez12 y fue
bautizado el 6 de marzo de 1737, en la Iglesia Parroquial de la Congregación de Irapuato,
era hijo legítimo de don Juan Barreto de Tábora y de doña María de la Losa y Linares,
fungieron como padrinos don José Martínez de Robles, y doña María Barreto de Tábora
(sobrina de don Juan); sus hermanos fueron Carlos José, Juan Antonio, María Francisca
y María Antonia del Carmen. La familia Barreto de la Loza, de ascendencia española y
originaria de Irapuato, residió en la hacienda de San Antonio, cuyo dueño fue el Capi-
tán de Infantería Española don Manuel Méndez de Corrada; debido a que don Juan
era el Mayordomo y debía encargarse de la administración (1734).
Tras fallecer dicho Capitán Méndez, sus herederos tanto doña Gertrudis de Aros-
tegui como sus hijos Juan Manuel y María Antonia, deciden vender la hacienda de
Tomelópez a doña Juana Josefa de Arroyo; este cambio de propietario no perjudicó al
mayordomo ni a su familia, por el contrario surgió una relación de amistad muy estre-
cha entre las familias Abellafuerte de Arroyo y la Barreto de la Losa, por que sus hijos
Juan Francisco y José Leandro disfrutaron de esa gran fraternidad por más de 35 años.

12
Sito para estancia de Ganado Mayor otorgado a Tomelopez el 12 de mayo de 1590, por el Virrey Luis de
Velasco.

71
Gracias al apoyo de su tía doña Juana Josefa de Arroyo, José Leandro pudo lograr
el grado de licenciado en Teología, obtenido por la Real Universidad de la Corte de
México, además se ordenó a título de capellanía13, impuesta sobre la Hda. de Tomelópez.
Concluidos sus estudios y ordenación regresa a Irapuato, que pertenecía a la Jurisdic-
ción del obispado de Michoacán, donde se integra a sus actividades clericales: Vicario
in capite y Juez Eclesiástico14 de la congregación y su partido; Juez Hacedor comisio­
nado por el Tribunal de Haceduría de la santa Iglesia Catedral de Valladolid, Colector
de la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe y Director de la Iglesia de San Fran-
cisco de Paula; Mayordomo de las Cofradías de Nuestra Señora del Rosario, del Señor
San Antonio de Padua, de las Benditas Ánimas del Purgatorio (1778) y Capellán de la
Cárcel real (1793).
Fungió como Administrador interino de las Obras Piadosas del Br. don Ramón
Barreto de Tábora (1679-1760), por orden del Lic. don Diego Antonio Salvago, así
también de la Hacienda de San Antonio de Tomelópez y de un rancho llamado San
Rafael; además fue albacea de su tía doña Juana Josefa de Arroyo, viuda del Capitán
don Juan José de Abellafuerte, de doña María de Arroyo, de doña Margarita de Arroyo
y de don Antonio Márquez. Además participó en la rifa de la dote de huérfana insti-
tuida en la Obra Pía del Padre Ramón Barreto de Tábora15 celebración anual verificada
en la Iglesia Parroquial, con motivo de la Ascensión del Señor (1794).
A fines de 1795 el Lic. José Leandro muere tras una prolongada y grave enfermedad,
se le rinden las ceremonias de rigor: Misa de cuerpo presente en el templo del Conven-
to de Señor San Francisco, la de entierro, la de honras y las de Luz o de Aurora. Sus
propiedades, pasan por testamento a favor del Dr. Juan Francisco de Abellafuerte de
Arroyo.
El hecho de ser cofrade de las Ánimas, posibilitó al Lic. José Leandro el adquirir el
predio de las Ánimas (1776) que tenía una área de 1215 varas cuadradas. E inmediata-
mente comenzó a realizar los preparativos para la construcción de su nueva casa que
sería de mucho valor. Seguramente contrató a alguno de los agrimensores residentes
en el pueblo de Irapuato, quien realizó el pronóstico del costo de la obra, así también

13
Fundación en la que ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas pías catedral
o colegial
14
Este cargo le permitió conocer de cerca la fuerte devoción que se estaba gestando a favor de la devoción
de la santísima virgen de la Soledad, por que a él le solicitaban permiso para conducir en procesión a dicha
imagen como la construcción de su nuevo templo.
15
Pariente del Lic. José Leandro por línea paterna.

72
del diseñó del plano para lograr una mejor distribución de los espacios que ocuparían
las recámaras, escritorio, capilla, cocina, comedor, corrales, pesebre, troje, pozo, aljibe
pluvial, corredores, entradas principal o de servicio, patios y otros necesarios para el
buen funcionamiento de los distintos servicios domésticos; además compró un par de
solares (1779) entorno al de las Ánimas.
Muy pronto fueron contratados maestros y peones, que apoyaran la demolición
de las ruinas de la vieja casa, así como la limpieza del solar; para iniciar con los trabajos
de la cimentación de la nueva finca, del foso del aljibe, del levantamiento de los muros,
el aplanado de los mismos, la instalación del andamiaje para las techumbres, el fijar de
portones y puertas, la colocación de cantera en marcos de ventanas, puertas, colum-
nas y fachada exterior, apostar la herrería en ventanas y la celosía del zaguán. Desde
temprana hora era un trajinar de carretas, mientras unas partían con el escombro
otras arribaban con los materiales ha usarse conforme a las diversas fases de construc-
ción: piedras, arena, madera, cal, cantera y otros.
Por deseos del Lic. Barreto su nueva casa construida con mampostería y sillería, se
desconoce el tiempo que duró su construcción, había cambiado su acceso principal,
ahora era por la calle de la Amargura (Allende) que daba al atrio Principal tapizado
con loseta de cantera, en torno a él se encontraban: el zaguán, el escritorio, sala de vi-
sita, capilla adornada con retablo (espacio para realizar su oficio), dormitorios, come-
dor y bajo el patio el aljibe pluvial (recubierto totalmente con cantera); además los
corredores se engalanaron con arquería y columnas de cantera por el oriente (donde
un par de arcos carecen de columna, detalle de herencia mudéjar), al sur y al poniente;
hacia el norte del impluvio se instaló un brocal aconchado por donde se podía sacar
el agua del aljibe.
Por la calle del Espíritu Santo, que originalmente era el frente del predio, se encon-
traba la cochera que contaba con zaguán y se comunicaba al patio de servicio, esta
segunda sección de la casa la complementaba una cabellariza, corrales con pesebre,
pozo, habitaciones diversas: Alacena, cava, los aposentos de la servidumbre, para res-
guardo de los pertrechos de los carruajes y demás accesorios; área de lavandería, de
corredores, cocina. El hecho de haber comprado algunos terrenos colindantes mandó
construir una troje, de cañón corrido fabricado de mampostería, para resguardar paja,
semillas, maíz y otros granos, al cual se podía acceder también por la calle del Diezmo.
Conforme discurría el tiempo, la fábrica mermaba el capital del Lic. José Leandro,
por ello recurre a solicitarle un préstamo a su amigo del alma el Dr. Juan Francisco
Abellafuerte de Arroyo, por un monto de $4,000.00 pesos oro (1778), para poder ter-

73
minar su casa, digna de tan ilustre personaje y partícipe de la vida económica, social y
religiosa del Irapuato, considerada una de las construcciones más suntuosas levantadas
en la época colonial de Irapuato valuada en $ 6,000.00 pesos oro, edificada sobre una
superficie de más de 1230 varas cuadradas. Precisamente esa valía la hizo efectiva
el Lic. Barreto, durante la crisis agrícola del bienio 1785-1786, al hipotecarla con la
finalidad de reunir recursos monetarios para la compra de maíz y semilla; una de las
ordenanzas determinadas por el virrey Bernardo de Gálvez ante la hambruna que
asolaba a toda la Nueva España.
Es de suponer que la casa debió de contar con todo género de muebles, escritorio,
camas, colchones, burós, comedor, blancos y accesorios de buena calidad en los apo-
sentos del Lic. José Leandro, así también para cada una de las otras áreas. En más de
alguna ocasión este recinto fue escenario de tertulias entre las amistades del Lic.
Y conforme a los criterios estilísticos de la arquitectura civil en la región del bajío
guanajuatense, se la ha identificado dentro del barroco, de variedad Manierista, plas-
mado en los pocos detalles elaborados en cantera16 en las columnas, marcos de ven-
tanas y puertas tanto del interior como de su exterior nos infieren el cambio a la
tendencia artística denominada neoclásico que se estaba en gestando.

La casa y solares del Lic. Leandro Ba-


rreto de Tábora se ubicaban entre las
calles del Ángel (oriente), la Estación
(sur), del Diezmo (poniente), y al
norte colindaba con la casa del Dr.
Juan Francisco de Abellafuerte, en el
Barrio del Hospital de Nuestra Seño-
ra de la Misericordia (1776-1796).

16
Entre los pocos elementos se encuentran alegorías florales que adornan el primer patio y en la puerta
principal destaca una Flor de Liz, emblema de los Borbones.

74
CASA DEL DR. JUAN FRANCISCO DE ABELLAFUERTE ARROYO
1796-1807

Juan Francisco de Abellafuerte de Arroyo, nació en el pueblo de Irapuato y bautizado


en la Iglesia Parroquial de Irapuato, el 30 de julio de 1748, fue hijo de padres descono-
cidos, por lo que sus padrinos don Juan José de Abellafuerte Sánchez y doña Juana
Josefa de Arroyo Gamiño, se encargaron de la educación y fungieron como padres,
quienes por razones desconocidas no pudieron procrear hijos en su matrimonio
(1738). Juan José detentaba el cargo de Capitán y era oriundo de Santa Fe y Real de
Minas de Guanajuato, por su parte Juana Josefa había nacido en Irapuato y descendía
por vía materna de los Hernández Gamiño.
La familia Abellafuerte de Arroyo de ascendencia española, formaba parte de la
oligarquía agrícola y comercial de Irapuato, entre sus bienes figuraron las haciendas de
las Ánimas, del Señor San José del Copal, de San Antonio de Tomelópez y el Rancho
de San Antonio Guancimitiro; así como algunas casas, entre ellas la de su morada
ubicada sobre la calle de la Amargura colindante, por el sur, con el solar de las Ánimas,
en el antiguo Barrio del Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia.
Gracias a la solvencia económica sus padres lograron brindarle la mejor educación
a Juan Francisco, por ello lo envían al Seminario de la Ciudad de México, egresa como
Bachiller y recibe las órdenes menores; posteriormente su mamá intenta fundarle una
capellanía de $ 4,000.00 al hipotecar las Haciendas de el Cuicillo, Cabujados y Cabaña
Raza del Mesquite Abierto; la que pertenecía a las Benditas Ánimas del Purgatorio, ello
era con la finalidad de que se ordenara (1768); igualmente le pretende otra en 1769
con un monto de $ 2,500.00 a hora impuesta sobre la Hacienda de Villadiego (partido
de Valle de Santiago) para que Juan Francisco obtuviera órdenes de Subdiácono, sin
embargo el trato no pudo lograrse y doña Juana Josefa debió hipotecar su hacienda
San José del Copal, valuada en $ 30,000.00 pesos oro (1769). Posteriormente el Br. Juan
Francisco ingresa a la Real Universidad de la Corte de México para cursar la licenciatu-
ra y una vez concluida, decide proseguir con estudios de postgrado y logra titularse
como Doctor en Sagrada Teología.
Concluida su formación educativa y la ordenación a título de capellanía, decide
regresar a Irapuato, se instala en la casa de su madre e inicia su participación en la
administración clerical propuesta por el Obispado de Michoacán, fungiendo como
capellán del nuevo Templo de Nuestra Señora de la Soledad y por tal motivo presenció
de cerca la devoción de los fieles devotos de Irapuato hacia María santísima en la

75
advocación de la Soledad, manifestada a través de las procesiones, novenarios, fiesta
patronal e iluminaciones; así también se incorporó a las Cofradías del Señor San Anto-
nio de Padua, de Nuestra Señora del Rosario y de las Ánimas del Purgatorio.
También estaba al tanto de las heredades de sus padres y de la regalías percibidas
de las haciendas del Copal, de Tomelópez, de los Ranchos de san Rafael y de la Zarca,
amén de las fincas urbanas ubicadas en el pueblo de Irapuato, además de las 4 barras
de minas (acciones) pertenecientes al Real del Capulín, jurisdicción de Guanajuato,
donadas por una amistad cercana.
A fines de 1795 fallece el Lic. José Leandro Barreto de Tábora y en su testamento,
fechado en Irapuato el día 31 de agosto de ese año, nombra al Dr. Juan Francisco He-
redero Universal, por el amor tierno que le había profesado viviendo en su compañía
durante 35 años; para hacer cumplir con las promesas de la testamentaría, el Dr. de
Abellafuerte hace efectivo el poder para testar el 21 de enero de 1796, entre las propie-
dades que heredó figuraba la casa morada del citado Lic. Barreto y un par de casillas
más en torno a ella. De esta forma Juan Francisco recibía en pago de deuda la cantidad
de $4,300.00 pesos oro, más intereses, por los préstamos referentes a la fábrica de su
casa (1778) y de la dote de Huérfana (1794), hechos a José Leandro.
Después de un tiempo prudente el Dr. de Abellafuerte decide trasladar su morada
a la que ocupó el Lic. Barreto, y sus sirvientes se dieron a la tarea de acomodar el mo-
biliario, para que la estancia fuera la mejor y de hecho lo fue pues el inmueble soportó
la terrible inundación del 28 de agosto de 1805. En alusión a la nueva residencia del
clérigo Juan Francisco ubicada sobre la calle de la Amargura o del Ángel se le dominó
del Dr. Abellafuerte.
Desde que logró el Doctorado, Juan Francisco solicitó al rey español se le otorgara
una Prebenda17 en alguna de las Iglesias Catedrales de las Américas, la respuesta a su
petición la recibe a mediados de marzo de 1799, y la Canonjía18 Doctoral fue designa-
da en la Santa Iglesia Catedral de Monterrey del Nuevo Reino de León; desafortunada-
mente el Dr. de Abellafuerte se encontraba enfermo, razón por la que en varias
ocasiones otorgó poderes para que en su persona tomaran posesión de dicha preben-
da. Esta situación se solucionó a mediados del año de 1806, después del voto consul-
tivo emitido por Real Acuerdo.

17
Renta mínima de un oficio eclesiástico o civil o de una capellanía para poder sostener dignamente a su
titular..
18
Prebenda por la que se pertenece al cabildo de iglesia : doctoral, magistral, lectoral y penitenciaria

76
Recuperado de la enfermedad que le aquejaba y sobre todo de la determinación
tomada para irse a ocupar la Canonjía de la Catedral de Monterrey, el Dr. Juan Fran­
cisco de Abellafuerte decide despojarse de una parte de sus bienes y en especial de
aquellos heredados del Lic. Barreto de Tábora; así vende las dos casillas y solares conti-
guos a su casa.
Hacia el 14 de mayo de 1807, realiza la escritura de donación sobre unos bienes a
don Plácido Fernández de Velasco y a su legítima esposa doña María Francisca Gon-
zález de esta vecindad; quienes le acompañaban desde mucho tiempo atrás, razón
por la que los conservaba y mantenía a su lado, a ellos les tenía un especial amor,
esmero, respeto y veneración por la atención a su persona, cuidando al mismo tiempo
y con la suma eficacia de su casa e intereses. Con lo que se granjearon el crecido oficio
con que les mira, y para recompensárselos deseoso del beneficio perpetuo les entrega
la casa, construida de cal y canto y sillerías, que hasta hoy era su morada: Ubicada en
la calle del Ángel y colinda hacia el oriente calle en medio con casa de don Miguel de
Acosta; al poniente calle de por medio (del Diezmo) con las de don Tomás Fonseca;
rumbo al norte con propiedades de don Gaspar López; y con el sur también calle de
en medio (Espíritu Santo), con casa de los herederos de don Ignacio Lanuza, cuya
finca heredó del Lic. don Leandro Barreto de Tábora, y es valiosa en la cantidad de
$12,000.00 pesos áureos; y el rancho La Zarca compuesto en poco más de tres caballe-
rías de tierra con su mueble, y el de la de Hda. de Tomelópez en $8,000.00 pesos que
ambas unidas ascienden a $20,000.00 pesos oro.
El Dr. Abellafuerte declaro que dicha donación no era inmensa y no necesitaba de
esos bienes para su manutención por el tiempo de su vida; el poseer aún el usufructo
de la hacienda de San Antonio de Tomelópez, que es cuantiosa, el rédito superabun-
dante de las Capellanías, y a mayor abundamiento las rentas de su Canonjía, en más
de 500 sueldos áureos conforme a derecho, son lo bastante para gozar de una robusta
y suficiente congrua para su fausto y pasar.
No existe información posterior a junio de 1807 sobre el Dr. Abellafuerte en los
archivos Histórico y Parroquial de la ciudad de Irapuato, precisamente por el hecho de
irse a radicar a Monterrey.

77
CASA DE LA FAMILIA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
1807-1872

La familia la integraban don Plácido Fernández de Velasco y su esposa doña María


Francisca González, sus hijos fueron Refugio, Juana y Luis, quienes tuvieron en posesión
la casa heredada por el Dr. Juan Francisco de Abellafuerte de Arroyo a partir del 14 de
mayo de 1807, fecha de la escritura de donación. Al morir el señor Plácido, su esposa
en compañía de sus hijos se trasladan a León, tiempo en cual se desconoce la utilidad
de la casa tal vez fue rentada o en periodos cortos estuvo abandonada. Auque es nula
la información existente sobre los cambios posibles que sufriera la casa, cabe la posibi-
lidad de la construcción de unos aposentos sobre las habitaciones que dividían los dos
patios y para su acceso fue necesario colocar un par de escaleras, careciendo de deta-
lle alguno, etc.
Hacia la década de los años 30´s pretenden venderla, pero no están seguros si el in-
mueble estaba libre de hipoteca o existía escritura de imposición; ante la duda Re­fugio
realizó tal escritura en Guanajuato el 2 de octubre de 1838 por la cantidad de $ 2,000.00;
así también entregan un poder general al Lic. Isidro Marín para que indague en la Mitra
de Michoacán, en dicha institución se localizó una declaración fechada el 11 de marzo de
1797 en cuyo contenido no se halló ningún gravamen. En base a dicho testimonio el
instrumento presentado por doña Refugio Fernández González quedó anulado.
Con este argumento a su favor deciden vender la mencionada casa del Dr. Abella-
fuerte; el dicho Lic. Marín recibe una certificación (León, 14 marzo de 1866) del canó-
nigo Jesús María Aguirre, Prosecretario del Gobierno Eclesiástico de la Diócesis de
Michoacán, en su contenido ratificaba la nula imposición sobre la finca urbana en la
Villa de Irapuato; por eso el 23 de abril de 1866 el Lic. Isidro Marín, apoderado de los
Fernández, vende mediante escritura pública de la casa a favor de la señora Chávez de
Vargas, al señor Vicente Vargas y al Lic. don Antonio Ayala; quienes sólo dieron en
anticipo $500.00. Sin embargo en 1867, los Fernández González otorgan nuevamente
poder al Sr. José María Anda para exigir el cumplimiento del pago de $2,000.00, por
que el término de dos y medio años con el rédito del 5% anual, había caducado.
Por vía judicial el Sr. José María Anda, poderdante de los Fernández, logra recuperar
el inmueble el 20 de diciembre de 1867, bajo tal presión la señora Chávez tuvo que
devolver la casa que se ubicaba en la Villa de Irapuato, sobre la 2ª calle de Allende
conocida generalmente por del Dr. Abellafuerte; dicha posesión se dio el 21 de dicho
mes y año.

78
Cabe señalar que los hermanos Fernández, al desconocer la sucesión sobre la
propiedad de la finca, consideraron que el dueño de la casa anterior al Dr. Abellafuerte
era doña Juana Josefa de Arroyo (madre de dicho doctor), y por tal motivo ese bien le
pertenecía a su testamentaría, de la cual se tenía noticia que había establecido un
importe de $2,000.00 pesos para el aceite de la lámpara de el nuevo Templo de Nues-
tra Señora de la Soledad, bajo esta idea era la pertenencia a la Iglesia. Por eso la Mitra
de Michoacán no halló información en el testamento de la Sra. de Arroyo, por que
dicha finca fue del Lic. Leandro y él la heredó a Juan Francisco Abellafuerte.

CASA DE DON JUAN RIVERA GARCÍA


1872-1881

Nuevamente el Sr. José María Anda con poder especial general otorgado, por los Fer-
nández González en la ciudad de León; vende, por escritura pública fechada en la Villa
de Irapuato el 30 de enero 1872, al señor Juan Rivera García: soltero, labrador, mayor de
edad y vecino del Rancho de San Francisco Jurisdicción del Valle de Santiago una casa
situada en esta Villa, en la 2ª calle de Allende conocida antes por la de la Amargura
marcada con el número 607; cuyas colindancias eran al oriente calle de por medio
(Allende) con don Pedro Martínez y doña Francisca Gallega; por el poniente con casa
de los herederos de don Isidoro León; y hacía el norte con la casa de Domingo José
García; y al sur calle en medio (Iturbide) con don Evaristo Betancourt. Declaró el
otorgante que las señoras Josefa, Juana y don Luis poseían esta casa por herencia, de
su padre don Placido Fernández de Velasco. Así también en este tiempo de posesión
por parte de don Juan se desconocen los cambios que pudo sufrir la finca.

CASA DE LUIS GONZAGA VIEYRA Y OBREGÓN


1881

Se desconoce la utilidad de la casa por parte del señor Juan Rivera García, la informa-
ción que se pose aparece hacia el 14 de enero de 1881, tiempo en el cual vende la casa
al Lic. Luis Apolinar Vieyra, en representación de su esposa señora Juana Obregón,
quienes vivían en la calle de Allende casa marcada con el número uno en la Villa de
Irapuato; éste matrimonio determinó comprar la casa para donársela a Luis Gonzaga
Vieyra y Obregón de 7 años edad, su único hijo, pues los demás habían muerto.

79
El monto de la venta ascendía a $ 2,100.00; así fue valuada la finca conocida en la
población por “Casa del Doctor Abellafuerte”; cuyos linderos eran: Al oriente calle de
por medio (Allende) con casa de Don Pedro Martínez, por el norte con casa de don
Domingo José García; rumbo al sur calle por medio (Aldama) con casas de don Eva-
risto Betancourt y de don Juan Rivera García y no calle de por medio y al mismo
viento con casas de Pío Castro y Tomas Acosta; y al poniente calle de por medio (Terán)
con casa de don Jesús Paz; la expresada finca se compone de un patio principal, otro
segundo interior con trojes y cochera que da para la calle y un corral que tiene también
su troje, bastantes piezas para habitación y algunas en los altos ubicada en esta villa, en
la antigua calle del Ángel, por otro nombre la Amargura y hoy segunda de Allende.

bibliografía

Acervo Documental del Museo de la Ciudad, Colección “Lic. Amado Gallardo Frías”,
Serie: Registros de Compilación, Núm. de Documento: 1 AFG-09ZX-1785
Acosta, Genero, “Colección de Notas Tradicionales de Irapuato”, 1909 p. 17.
Archivo Histórico Municipal de Irapuato: Serie: Protocolos, Años: 1739, 1742, 1769,
1774, 1779, 1783, 1785, 1793, 1794, 1795, 1796, 1800, 1801, 1806, 1807. Serie: Juzgado
1° de lo Civil Años: 1735, 1740, 1767, 1771, 1776, 1781, 1782, 1790.
Archivo Parroquial de Ntra. Sra. de la Soledad. Serie Bautizos: Caja 4, Libro 5 Año 1721,
Caja 5, Libro 5, Año 1737.
Juzgado Privativo. Expediente Autos presentados por el Br. Domingo Bravo de Laguna,
sobre sus Bienes (1710).
Martínez Hidalgo, Jesús Martín: Diligencias practicadas sobre la Escasez de Maíces en
la Congregación de Irapuato, año de 1785”, México, 2006.
Joyas de la Ciudad, Javier Martín Ruiz; Irapuato, Semblanza Monográfica, 1991, p. 85.

80
APUNTES PARA UNA HISTORIA…

josé félix zavala

In Memoriam de Don J. Jesús Félix Magaña


al cumplirse 14 años de su fallecimiento y
que me dedicara los últimos años de su vida
a pedirme que rescatara del olvido su obra
como lo demuestran sus cartas que me enviara.

C
on gran emoción, con sentimiento de gratitud y con la responsabilidad de pre-
sentar a ustedes un trabajo valioso, que se me entregó hace ya varios años para su
publicación, llega a ustedes. Son “Las Efemérides Irapuatense del siglo xv al xx”,
más propiamente hasta días antes de la muerte del autor, acaecida a finales de octubre
de 1993.
Un trabajo como este con la minuciosidad y extensión con que las recopiló su
autor, es verdaderamente un trabajo titánico, pero sobre todo fundamental y de ser-
vicio a los estudiosos de la historia de cualquier tema del quehacer humano en Irapua-
to, un servicio a los irapuatenses para conocerse así mismos y a los habitantes de
Irapuato para entender su pasado, gozar su presente y planear su futuro.
El autor no está presente, quiso estarlo a su tiempo pero las circunstancias no lo
permitieron. El es J. Jesús Félix Magaña, hoy por hoy el historiador mas recurrido por
los investigadores sobre la región quien a sus 80 años de vida, 78 de ellos los dedicó al
estudio de la historia, la filosofía y la literatura, solo 50 de ellos a la historia regional,
dejando valiosos artículos y 25 años de ellos a esta obra que hoy pongo en manos de
los irapuatenses entre los que me cuento por nacimiento, sangre y devoción.
“Apuntes para una Historia…” es la vida de San Marcos Irapuato, que tiene sus
fiestas patronales, Las de San Marcos, el 30 de abril y la de Virgen de La Soledad. Para
quienes no están de acuerdo con la fecha de fundación, este es un hecho que puede
serles útil. De cada una de las efemérides se infiere si se pretende, el principio de una
búsqueda de la intención del lector o bien se puede seguir en ellas y acercarse a las
fuentes que él mismo autor indica.
Unos buscan el origen de la población, allí se encuentran sus diversas versiones,
otros la llegada de la luz eléctrica, quién la fecha de construcción de la Estación del
tren, mas allá la forma, día y autor de la llegada de las fresas y los nardos que le dan

81
fama mundial, por allí otros quieren saber los nombres de los primeros empresarios
que invirtieron aquí al principio del siglo, quién sobre las fabriqueñas, los nombres de
los Curas de la Parroquia, hoy catedral, de los más antiguos periódicos y periodistas o
sobre los hombres ilustres de este pueblo. Todo allí comienza y termina.
Para contar con este valioso documento se tuvo que pasar por muchas cosas,
como que nuestro historiador se fijara un día a la semana, el jueves, en que cerraba el
comercio en nuestra ciudad, el Henao el suyo la famosa perfumería “La Corona” donde
se encontraba desde las brillantinas y polvos aromáticos a granel hasta cosméticos de
marcas prestigiadas, como orgullosamente decía, pero era mas bien una perfumería
con carácter de Ágora, punto de reunión de los irapuatenses de los años cuarentas,
con fines de discusión científica positivista, las tardes de jueves dedicadas a la búsque-
da del dato, en las plazas, en las calles, en las casonas antiguas, en las gentes que pudie-
ran o debieran quedarse en la memoria de los irapuatenses.
Las noches estaban dedicadas a la lectura de los periódicos, los tenía desde su
aparición en la ciudad en 1884, para que luma en mano se tradujeran en efemérides.
Irapuato era así como su amante, que acudía a diario a la perfumería disfrazada de
mujer, para llevarse las fragancias que allí se ofrecían, como ahora acudimos los lectores
a buscar identidad.
Nuestro autor estuvo entre los cinco fundadores rescatadores del Archivo Históri-
co Municipal. Tener entre sus manos testimonios documentales de primera mano, era
su rigor y dejar testimonio de los hallazgos, el sentido de su vida y sí a esto se unía el
dejar un espacio para gente como él, la opción de dejar su negocio un momento, para
estar en ese grupo de amantes de papeles viejos y de olor a historia, que mejor.
Tener como interlocutores a Fulgencio M Vargas, Pedro Martínez de la Rosa, Ful-
gencio Vargas, urgar los Archivos de la Nación, ir en busca del Pbro., Rafael Reyes y
Eduardo M Vargas, era el reto.
Hay quien busca el dato de la primera inundación o la última, en esta obra se en-
cuentran, es la calamidad permanente de este pueblo, otro más inquisidor busca los
nombres de los alcaldes de este municipio comenzando por los Teniente de Alcaldes
Mayores, los encontrará en orden cronológico, gentes como yo buscaremos las etapas
de construcción del templo del Hospitalito, y no nos defrauda la obra, hay quienes
quieren saber cuando se terminó la torre del Convento de San Francisco y a rodos
satisface.
Leer un libro de datos parecería ser muy tedioso, pero para quienes viven en esta
ciudad, los puede llenar de imaginación y recordar los primeros jorongos, cobijas de

82
lana y rebozos trenzados, que salieron de las manos de los artesanos irapuatenses, que
entre cardos tejieron los sueños de este pueblo, mientras los talabarteros grababan las
baquetas de las sillas de montar y los olleros esperaban con ansia el día de plaza para
vender sus jarros frente al Hospitalito.
Se recuerda el grato olor a panadería, los mesones, que hospedaban también a las
bestias de carga, las fondas donde los guisos platicados eran más sabrosos y los sombreros
todavía complacían a sus clientes con los “panameños”, “tejanos” y “ cubanos”, los reboce-
ros entregaban para el trenzado a las mujeres más pobres de la ciudad, sus cambadas.
El nombre de Ramón Barreto de Tábora nos lleva al recuerdo de los benefactores
de Irapuato, a la historia de la educación y a la fundación que hicieran las Monja de La
Enseñanza de México o el de Samuel Ruiz García quien fuera el último obispo de Las
Chiapas, originario de ésta ciudad, la diócesis mexicana más antigua junto con las de
Puebla y Oaxaca, predecesor en la sede de Fray Bartolomé de las Casas.
Mencionar los nombres de los templos como La tercera Orden, Santiaguito, San
Cayetano, San Antonio, El Convento, San Francisco de Paula, La Parroquia, San José,
llenan de recuerdo la vida de los habitantes de este pueblo. Allí las bodas, los bautizos,
los funerales, las plegarias, los días de dolor.
Volver con fechas la vida de sus indios y su cofradía de Nuestra Señora de la Mise-
ricordia, el Hospital de Indios, que un día fechado en este libro nos recuerda como
renovaron su Irapuato volviéndolo Pueblo de Indios, porque ya los tenían “hasta el
copete los españoles”.
Ese maestro de la historia como fue Don Jesús Félix Magaña, no quería que se nos
fuera nada, ni un detalle y que a su tiempo lo recordáramos entre las volutas del humo
de los cigarros irapuatenses, como “Los Faros”, “Monarcas”, “Argentinos”, “Casinos” y
“Polares”.
Es necesario entender a esta ciudad que construía sus propios carruajes, una fábri-
ca de carros local, empezando por los trenes tirados por tracción animal de La Calle
real a La Estación. Fue importante para la región La Fundidora de Samuel W Jones, mas
tarde Willi S. Furber y el Viejo Molino de Harina que surtía la región y que tanta fama
adquirió, su gerente, por muchos años fue Aurelio Herrera.
Nadie que se precie de ser irapuatense puede olvidar los jabones de “La Constan-
cia” de Evaristo Cortes y la mezclilla que se hacía en la fábrica de ropa del turco Halim
B. Nassar, fechas y circunstancias encontraremos en las efemérides.
Este pueblo formado mayoritariamente de indios tarascos y chichimecas, predece­
sores estos últimos de la gran cultura Tolteca, mantuvieron y mantienen sus diferencias

83
culturales extraordinarias ante el mundo, que las ha aprovechado abundantemente,
con los españoles de entonces, y con quienes mantienen las teorías discriminatorias,
por ignorancia y a veces con mala fe, también esto se puede leer en las efemérides,
basta solo son leer detenidamente.
La bibliografía utilizada por J. Jesús Félix Magaña en sus efemérides, dan seguridad
de un trabajo bien sustentado, hay que agregar, las relaciones profesionales y de amis-
tad con Don Eduardo M Vargas, Pedro Martínez de la Rosa, Fulgencio Vargas, entre
muchos otros y su vinculación por muchos años con el Archivo de La nación.
Por otro lado él se encargaba de guiar a quienes acudían a su domicilio de la calle
de reforma 24, junto al mercado, en busca de información ya fueran investigadores
formales o simples estudiantes.
La ex directora de la Casa de Cultura de Irapuato Carmen Vega, fue durante su
responsabilidad, atenta a escucha de las conversaciones de Don J. Jesús Félix Magaña
y con continuidad le enviaba las invitaciones a los eventos que en esa casa de realiza-
ban, lo mismo que las guardianas heroicas del Archivo Histórico Municipal, Leticia y
Alba Aguilar Velásquez. Ellas son sabedoras de la importancia del trabajo que hoy se
presenta de las penalidades de muchos años, para realizarse, del acopio de libros y
documentos que el autor recabó en forma personal.
Usufructuarios de ese trabajo, como debemos de serlo todos los interesados en el
devenir de Irapuato, han sido María García Acosta y Patricia Arias, que con sus trabajos
profesionales han aportado a temas muy concretos de la larga vida de este pueblo.
Al abrir las Efemérides o Apuntes para una Historia nacen los deseos de descubrir
las raíces de esta comunidad. Como ejemplo bastaría pensar en que allí se nos refresca
la memoria, cuando oímos que Jesús R Marques fue el creador de la colonia Moderna,
mucho tiempo orgullo del nuevo urbanismo o que Arnulfo Nieto encabezó en 1947
el comité pro festejos de los 400 años de la ciudad, que la vida del Pbro. Lawers muer-
to en el altar, siendo cura de Irapuato, fue narrada por Isauro Torres o que la hermosa
Delia Servin, además de reina de La feria y de Los Rotarios fue Srta. México.
Allí esta esa la lista interminable de Alcaldes Mayores hasta los últimos presidentes
municipales de Irapuato, la fecha en que se da inicio la construcción de La Calzada del
centenario y cuando se inauguró, que en 1914 se creó el primer equipo de fútbol en
esta ciudad futbolera por antonomasia. Estos “Apuntes para la historia de San Marcos
Irapuato” serán cumplimentados con algunos de los artículos que me dio el autor para
su publicación y que dan una muestra de lo que se puede seguir haciendo a partir de
las Efemérides.

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Son Las Calles de Irapuato, Los Orígenes de Irapuato, entre otros que en su conjun-
to hacen un aporte invaluable y una invitación a que se publiquen obras de historia-
dores de principio del siglo xx y que han mantenido como colofón de su permanencia
al Archivo Municipal de Irapuato y no la difusión masiva de contenido.
Los recuerdos familiares también se vienen de golpe con la lectura de este libro al
recordar los jueves de serenata, las vendedoras de gardenias, las esquinas con la venta
de la garbanza, las gorditas de trigo de cuajada, los vestidos que mi madre lleva en las
fotografías de los años treintas, cuando ella era maestra rural en este municipio o
las fotos de mi padre que se fue de bracero a los Estados Unidos, cuando en la segun-
da guerra mundial los buscaban en La Aduana Los Enganchadores, mientras con toda
falta a sus derechos humanos los fumigaban desnudos antes de embarcarlos a su
destino.
La tradicional fiesta de Todos Santos, donde La Plaza de La Tanda se llenaba de
puestos de alfeñique, donde la creación popular tenía una oportunidad invaluable
de expresarse.
También se viene la necesidad de indagar donde quedaron los archivos de historia de
Irapuato, que con tanto esfuerzo recopiló Eduardo M. Vargas i el Padre Rafael Reyes.
Como noticia común, pero que es necesario saber es que 1916, un 26 de abril los
carrancistas quemaron el Archivo Municipal, que junto con la destrucción del Con-
vento de San Francisco, son oprobios a la ciudad de muy reciente factura.
Las camisas que lucían los irapuatenses también lo sabemos que venían de “La
Nacional”, “El Centro de París”, “El Competidor”, “El Nuevo Mundo”, “Titán”, “La Francia”,
“Las Tres B”.
La obra de J. Jesús Félix Magaña es pionera de este esfuerzo y su contenido engran-
dece a los historiadores de su tiempo y alimenta a los actuales, mientras invita a las
nuevas generaciones a conservar su patrimonio pero sobre todo a incrementarlo.

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