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La sentencia de la cual se extraen argumentos para el presente trabajo es la Sentencia

Nº 565 de fecha 15 de abril de 2008 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de


Justicia, ponencia Luisa Estella Morales, Exp. Nº 07-118.

Se trata de un Recurso de Interpretación del Artículo 164 numeral 10 de la Constitución


de la República Bolivariana de Venezuela, interpuesto por la Procuraduría General de la
República, el cual incoa según sus argumentos a “(…) el interés actual del Ejecutivo
Nacional por órgano del Ministerio del Poder Popular para la Infraestructura en el
accionar del recurso propuesto, se justifica en la incertidumbre jurídica en cuanto al
alcance y límites de su competencia respecto al numeral 10 del artículo 164 del Texto
Constitucional, sin invadir las competencias atribuidas a los Estados, toda vez que el
precepto constitucional no es lo suficientemente claro para lograr establecer de una
forma eficiente y precisa el ámbito y forma de actuación del Ejecutivo Nacional,
respecto a la coordinación con los estados de la Administración, conservación y
aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales, así como de puertos y
aeropuertos de uso comercial. La finalidad de la presente acción es obtener de la Sala,
una sentencia de mera certeza sobre el alcance y contenido de la norma constitucional
(…)”. (Subrayado nuestro).

En ese sentido la parte, alegó que era necesario “(…) determinar cómo debe intervenir
el Ejecutivo Nacional con el fin de impedir daños al patrimonio de la Nación, por la
inobservancia de los Estados en cuanto al ejercicio adecuado de las competencias
sobre la materia que les atribuye la Constitución, y si en virtud de ello y frente a
situaciones gravosas para el patrimonio de la República, puede asumir el Ejecutivo
Nacional tales competencias, y en caso afirmativo, la forma como debe hacerlo sin
lesionar el ordenamiento jurídico vigente (…)”.(Subrayado nuestro).

Argumentó, el accionante la existencia de “ambigüedad” en la naturaleza de la relación


de coordinación entre los estados y el Ejecutivo Nacional, respecto a las potestades de
administración, conservación y aprovechamiento, que prevé la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, lo que a su decir generaba numerosos
inconvenientes respecto a la administración y operación del Puerto La Ceiba, ubicado
en el Estado Trujillo en la diaria gestión del Ministerio del Poder Popular para la
Infraestructura, quien había asumido dichas competencias de manera temporal.
1
En conclusión, de acuerdo a la interpretación de la Sala, la parte solicitó la necesidad
de establecer con claridad la “(…) 1.- Naturaleza jurídico-constitucional de la relación de
coordinación que vincula la competencia de los estados con el Ejecutivo Nacional; y [el]
(…) 2. Ámbito de actuación del Ejecutivo Nacional en cuanto a la conservación,
administración y aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales, así como de
puertos y aeropuertos de uso comercial, en virtud de la relación de coordinación que
vincula la competencia de los estados con el Ejecutivo Nacional (…)”.

Seguidamente, previo al análisis de los argumentos planteados, la Sala Constitucional


señaló que entre sus atribuciones se encuentra dar solución a dudas respecto del
alcance y contenido de cualquier norma constitucional, lo cual realiza mediante “una
mera declaración”, con efectos vinculantes sobre el núcleo de la norma estudiada, su
comprensión o extensión, y para soportar la interpretación que “quiso establecer”
arranca sobre sobre la base del siguiente argumento:

“(…) luego de un atento examen del presente expediente, la Sala estima que la
redacción del artículo 164.10 constitucional resulta confusa, en lo relativo a la
coordinación entre el Ejecutivo Nacional y los Estados en ejercicio de las
denominadas competencias exclusivas de dichos entes político territoriales, lo cual
genera una aparente antinomia que debe resolverse a fin de viabilizar la gestión
eficaz y eficiente de los servicios públicos de puertos y aeropuertos de uso comercial,
así como de las carreteras y autopistas nacionales; de allí que esta Sala procede a su
análisis (…)”. (Subrayado nuestro).

No obstante, un poco más adelante en ese mismo fallo, asegura la sala que el
contenido del artículo 156.26 Constitucional denota que al Poder Público Nacional le
corresponde legislar sobre la materia, y que de acuerdo al artículo 164.10 se le atribuye
al Podero Público Estatal la competencia “exclusiva” relativa a “(…) la conservación,
administración y aprovechamiento (…) carreteras y autopistas nacionales, así como de
puertos y aeropuertos de uso comercial, en coordinación con el Ejecutivo Nacional
(…)”; por lo que a su entender a los estados le corresponde conservar, administrar y
aprovechar las carreteras, autopistas nacionales, puertos y aeropuertos de uso

2
comercial que se encuentren dentro de su jurisdicción, y se presenta una concurrencia
de las competencias que ostentan, tanto el Poder Público Nacional como el Estadal.

Cabe señalar que la Sala, sostiene ese argumento que ambos niveles de ejercicio del
Poder Público son competentes en diversos grados sobre tales actividades, pues al
legislador nacional le compete elaborar el régimen general en la materia, lo cual incide
sobre la competencia de los Estados para la conservación, administración y
aprovechamiento de las carreteras, autopistas nacionales, puertos y aeropuertos.

Ahora bien, para poder dar sustento al análisis de estos argumentos resulta necesario
revisar algunas de las afirmaciones hechas y su veracidad, lo cual se intentará en las
siguientes líneas bajo la luz de algunos de los escritos de grandes autores en cada
materia y del conocimiento adquirido en el trimestre sobre argumentación.

En ese sentido, tal y como lo hiciera la Sala, debe destacarse que la actual
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, acogió los principios
descentralizadores previstos en la anterior Constitución de 1961, estableciendo en su
artículo 4 que: “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal
descentralizado en los términos consagrados por esta Constitución, y se rige por los
principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y
corresponsabilidad”.

Igualmente, prevé en su artículo 6 que: “El gobierno y la República Bolivariana de


Venezuela y de las entidades políticas que la componen, es y será siempre
democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista
y de mandatos revocables”.

De la lectura de las anteriores normas, se deduce que la organización federal no implica


que en si misma que sea una organización descentralizada, por lo cual, el propio
legislador establece a nivel constitucional, la descentralización como forma organizativa
de gobierno, la cual además fue elevada al rango de política de Estado, en su artículo
158: “La descentralización, como política nacional, debe profundizar la democracia,
acercando el poder a la población y creando las mejores, condiciones, tanto para el
ejercicio de la democracia, como para la prestación eficaz y eficiente de los cometidos
estatales”.

3
Por su parte, el prevé la forma organizativa como Estado Federal implica, la presencia
de entidades político-territoriales dotadas de cierta autonomía en cuanto a la realización
de sus competencias, en lo cual subyace el concepto de la descentralización, en cuanto
al reparto de esas competencias entre esos entes político-territoriales. Así por ejemplo,
el Profesor Subero Mujica advierte que: “La cuestión es simple y evidente: si el grado
de descentralización de la organización estatal puede determinarse en función de la
autonomía de los entes político-territoriales, esta autonomía, a su vez, está
determinada por los poderes o atribuciones que se les reconoce a estos entes y por el
número y calidad de las materias sobre las cuales ejercen tales poderes, luego el
Estado será cada vez más descentralizado en la medida en que se reconozcan más
competencias en los entes territoriales menores (Estados y Municipios).” 1

Así, para Subero Mujica, en el modelo constitucional Venezolano la descentralización


es una situación inalterable que solo debe ser profundizada pero jamás revertida o
desnaturalizada, la cual debido a su constitucionalización encierra una garantía de
estabilidad y permanencia en la forma de organizacional, ya que al prever que la
función de gobierno es y será siempre descentralizada (artículo 6), serían
inconstitucionales cualquier acto jurídico o acción material que vulnerase la misma:
“(…) la prescripción del artículo 6 de la Constitución según la cual la función de
gobierno es y será siempre descentralizada, implica la proscripción de cualquier acto,
medida o ejecutoria que desnaturalice o impida que esta función de gobierno sea
efectiva y realmente ejercida por los entes políticos descentralizados (V.gr.: Estado y
Municipios) y, concretamente, por los órganos designados por la Constitución (V.gr.:
Gobernadores y Alcaldes). Queda por tanto proscrito y resultaría inconstitucional,
cualquier acto jurídico (jurisdiccional, legal o administrativo) o cualquier acción material
que suponga restar a dichos entes y órganos las competencias materiales sobre las
cuales ejercen sus potestades gubernativas o bien limitar de cualquier forma el libre e
incondicional ejercicio de esta función estatal”.

Sobre la base de las consideraciones anteriores, advierte el autor que el gobierno


entonces que ejercen los Gobernadores y Alcaldes, NO puede ser asumida por el
Poder Nacional, en los mismo términos como no pueden delegarse o transferirse a
otros órganos, toda vez que en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela no prevé ni autoriza la transferencia de este tipo de atribuciones.

1
Subero Mujica, Mauricio. (2010?: pág.2) La Organización Federal Descentralizada del Estado Venezolano. Balance,
Críticas y Perspectivas. Material entregado en clase Descentralización del mencionado Profesor en la
Especialización de Derecho Administrativo de la Universidad Católica Andrés Bello.
4
Precisando de una vez, la noción de descentralización está asociada al grado de
independencia que ostenta una organización personificada en el ejercicio de sus
competencias, visto así, supone el reconocimiento de distintos centros de poder con un
ámbito de competencias propias.

Por su parte, Gallego Anabitarte define a la descentralización administrativa como:


“(…) la situación jurídica de una organización personificada ala que se ha trasladado la
titularidad de una competencia perteneciente a otra organización, o la situación jurídica
de un órgano al que su normativa de creación atribuye el ejercicio de sus competencias
con plena independencia”.2

Bien sea administrativa o política, la descentralización plantea la organización estadal y


al referirse a un Estado federal descentralizado, se entiende a una pluralidad de centros
de imputación de poder independientes que ejercen las atribuciones y competencias
que le han sido dadas, conforme al conjunto de principios y normas previstos en la
propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y al ordenamiento jurídico
vigente.

Hechas las consideraciones anteriores, es necesario verificar las nociones de


“competencias exclusivas” y “coordinación”, ya que de acuerdo al argumento de la Sala
“(…)la redacción del artículo 164.10 constitucional resulta confusa, en lo relativo a la
coordinación entre el Ejecutivo Nacional y los Estados en ejercicio de las
denominadas competencias exclusivas de dichos entes político territoriales, lo cual
genera una aparente antinomia (…)”.

El Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de La Administración Pública,


Publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 6.147 de fecha 17 de noviembre de
2014, señala en su artículo 23 el principio de coordinación en los siguientes términos:
“Las actividades que desarrollen los órganos y entes de la Administración Pública
deberán efectuarse de manera coordinada, y estar orientadas al logro de los fines y
objetivos del Estado, con base en los lineamientos dictados conforme a la planificación
centralizada”.

Para Peña Solís, la coordinación como fórmula organizativa surge a raíz de la


“superación” de un Estado fuertemente centralizado, pues la creciente especialización
de las actividades a través de las que se satisface el “interés público”, ha hecho crecer
2
Gallego, A (2.001). Conceptos y Principios Fundamentales del Derecho de Organización. Madrid: Marcial Pons.
pág.62
5
los órganos y entes que conforman la Administración Pública, con intereses distintos
pero con competencias que de alguna u otra manera “concurren” o se intersectan, y
precisamente: “(…) en la búsqueda de que esa intersección de actividades redunde en
beneficio de fin unitario del Estado en la materia que le es común a esos entes y
órganos, y dado que éstos están dotados de autonomía administrativa, lo que excluye
la utilización del poder jerárquico, se impone la aplicación de la coordinación,
conceptuada como fórmula organizativa que establece la unidad de dirección de todos
los entes y órganos que actúan en un determinado sector de la vida pública (…)”. 3

Ahora bien, esa coordinación según nos explica el Prof. Peña Solís, tiene dos corrientes
de pensamiento, en la primera, la coordinación es una expresión de poderes de mando
en una relación jerárquica, ya que un superior jerárquico, en atención a su poder, se
asegura de la coordinación de las actividades de sus subordinados, lo que supone una
estructura piramidal mediante la cual el jerarca sólo debe impartir órdenes,
instrucciones y directivas que serán acatadas, basados en la relación de jerarquía
instaurada entre órganos. Los defensores de esta postura señalan la coordinación
inclusive como relación intersubjetiva, siempre que se admita la existencia de un órgano
u ente coordinador que prevalezca sobre los restantes en la relación de coordinados.

En oposición, los defensores de la otra corriente alegan la total independencia de la


coordinación respecto de la jerarquía, pues consideran que la coordinación solo puede
configurarse entre órganos o entes, existe una total igualdad o paridad, no hay
jerarquías que coloque a uno de ellos por encima de los otros, asumiendo que cada uno
atiende distinto sectores pero que se encuentran orientados al logro de un objetivo
común, por lo cual se impone la armonización de sus actividades que se logra mediante
los mecanismos de coordinación, lo cual se logra mediante acuerdo o consenso entre
esas partes.

A nuestro juicio, tal y como lo advierte el citado autor la verdadera tesis de la


coordinación es la segunda ya que en la primera existe es una relación jerárquica,
siendo que el órgano o ente superior realizan sus actividades ordenando cierto tipo de
comportamientos o modos de acción a sus inferiores, no existe una verdadera
coordinación, lo que no implica ni está reñido con la coordinación que se ejerce por un
órgano u ente entre un grupo de ellos, que tenga la atribución de realizar esa tarea de
“coordinador” quien podrá y deberá llevar el proceso de coordinación entre ellos.

3
Peña Solís, José. Manual de Derecho Administrativo. Vol. 2do. 5 Colección de Estudios Jurídicos Tribunal Supremo
de Justicia. 2008. pág.501
6
Finalmente, expresa Peña Solís (2008) “(…) que los elementos de la coordinación
como figura organizativa son: a) la existencia de órganos y entes dotados de autonomía
y titulares de intereses distintos, b) que esos órganos y entes realicen actividades que
concurran en definitiva al logro de un objetivo unitario, en virtud de un sistema de
relaciones instaurado entre ellos, mediante instrumentos normativos, y además que la
coordinación puede ser interorgánica, cuando concurren en la relación órganos de
diferentes administraciones sectoriales, (…) lógicamente afines por la competencia
material o por la coincidencia en la persecución del mismo fin, des distintos Ministerios,
e Intersubjetiva cuando concurren en la relación distintos entes”. pág 503.

La operativización de esa coordinación, estará regida por el modelo de coordinación


adoptado, los mecanismos y las reglas que se impongan los propios y órganos a
coordinar y la normativa vigente al respecto. (Mediante convenios y /o acuerdos
emanados de órganos colegiados por ejemplo, a través de la directivas que esos
cuerpos adopten.)

En otro orden de ideas, es necesario advertir que el argumento analizado habla


específicamente de competencias exclusivas, no obstante y a efectos de entender el
íter argumental estudiado que soporta la decisión bajo estudio, se hará una breve
exposición del concepto de competencia, tipos y de las competencias según nuestra
Carta Magna.

Las Potestades previstas en los ordenamientos jurídicos para cada Administración


Pública, no se ejercen de forma simultánea por “todos” sus entes y órganos, por el
contrario, éstos se organizan jerárquicamente tomando en consideración las
capacidades y funciones que les han sido asignadas dentro de la propia Administración,
lo que se traduce en que cada órgano u ente, sólo podrá (o debe) desempeñarse en la
realización de las funciones asignadas por medio de las competencias atribuidas.

La competencia, es la medida de la potestad que le corresponde a cada órgano u ente


de la Administración Pública, conferida al sujeto que la realiza o ejecuta, conforma uno
de los elementos subjetivos para la formación de los actos administrativos, su
establecimiento debe ser expreso en una norma de derecho objetivo, atendiendo al
interés público, por lo cual se comporta como una de la bases sobre la cuales se apoya
el principio de la legalidad y se distingue claramente de la potestad, porque aquella
pertenece al elemento estático u objetivo del órgano u ente y no a las personas que son

7
sus titulares, quienes actuarán en el ámbito de las “competencias” que les sean
asignadas.

La competencia trae como nota esencial que cuando una persona no investida con el
correspondiente hilo competencial, pretende ejercer facultades correspondientes a otra
persona u otro órgano u ente administrativo de adscripción distinto al suyo,
produciéndose una violación directa del principio de la legalidad, sancionado con la
nulidad del acto más allá de la responsabilidad en la que pudiere incurrir esa persona
que lo dicta sin el otorgamiento de esa facultad o competencia previa.

En ese sentido, afirma Subero Mujica que la competencia “(…) puede ser definida como
una noción compleja, en la que concurren necesaria e indisolublemente, tres
elementos: el ente público titular de la competencia, el haz de sus atribuciones y la
materia sobre las que estas atribuciones se ejercen”. 4

De acuerdo al mencionado autor, en nuestro país la distribución de las competencias


entre los distintos entes políticos territoriales se realiza, en parte de conformidad con el
esquema federal clásico, donde se encuentra uno con un gran listado de competencias
atribuidas al poder nacional, sumando una segunda lista de competencias atribuidas a
los Estados y otras asignadas de manera residual, al igual que ocurre con los
Municipios.

Seguidamente, pero no menos importante el Prof. Subero trae a colación la explicación


de Ignacio de Otto sobre la distribución de las competencias en los regímenes
federales, que advierte se basa en un doble eje de oposición: competencia plena vs.
competencia compartida y competencia exclusiva vs. competencia concurrente.

Explica que la primera categoría se fundamenta en la cantidad, de las atribuciones que


cada ente ejerce sobre la materia, en ese sentido señala que si un ente ejerce la
totalidad de las funciones estatales de una materia (legislación y ejecución) o bien las
de una misma calidad (o toda la legislación o toda la ejecución) se habla de una
competencia plena. En contraposición, si las diversas funciones se dividen entre los
distintos entes, atribuyendo a uno la legislación y a otro la ejecución, o bien a uno la
legislación básica y a otro la legislación de desarrollo.

4
Subero Mujica, Mauricio. La Organización Federal Descentralizada del Estado Venezolano. …. pág.27

8
Por otra parte, en atención al modo de atribución de la competencia se llamará
exclusiva o concurrente, y se llamará exclusiva cuando el ente que posea determinadas
atribuciones las ejerce en régimen de monopolio, siendo que lo importante no es que
posea todas las funciones sino que aquellas que posea sean excluyentes, es decir
puede tener la legislación o solo la ejecución o una parcela incluso de una de ellas,
pero que esa parte se excluyente de la otra (como ocurre cuando se habla de
legislación de bases y de desarrollo).

Igualmente explica, que hay casos en los cuales lo que se divide o reparte son las
materias sobre las que se ejercen las potestades, por lo que se da lugar a las
competencias compartidas, y señala el ejemplo en el sector salud, donde hay servicios
nacionales de salud y a otro ente en un sector diferente en atención primaria
(municipios).5

Sobre la base de esta explicación, el mismo autor añade que debido la noción de
materia concurrente asignadas indistintamente a todos los entes políticos territoriales,
es que el Poder Nacional realizó la transferencias a los Estados de determinados
servicios previstos en la Ley Orgánica de Descentralización sin tener que afectar el
régimen de asignación de competencias previste en la Carta Magna, más allá de su
postura en la cual advierte esta es una tesis insostenible constitucionalmente, nos
explica que en nuestro país terminó por aceptar el “descubrimiento” de algunas
competencias concurrentes y que en definitiva el sistema de distribución de
competencias en Venezuela, admite la existencia de competencias exclusivas en un
lado y del otro una serie de competencias de concurrencia imperfecta o competencias
compartidas, lo cual alude a que los entes públicos “(…) intervienen sobre la misma
materia, pero siempre con una de estas peculiaridades: o bien cada uno incide sobre un
aspecto concreto y específico de esa materia (…) el cual se reserva en exclusividad, o
bien cada cual ejerce, también de forma exclusiva, ciertas atribuciones específicas que
le son reservadas constitucionalmente (…)”.

De acuerdo con los anteriores planteamientos revisemos una vez más el argumento de
la Sala Constitucional, para justificar la interpretación del artículo:

“(…) luego de un atento examen del presente expediente, la Sala estima que la
redacción del artículo 164.10 constitucional resulta confusa, en lo relativo a la
coordinación entre el Ejecutivo Nacional y los Estados en ejercicio de las

5
Subero Mujica, Mauricio. La Organización Federal Descentralizada del Estado Venezolano. …. Págs.37 y 38
9
denominadas competencias exclusivas de dichos entes político territoriales, lo cual
genera una aparente antinomia que debe resolverse a fin de viabilizar la gestión
eficaz y eficiente de los servicios públicos de puertos y aeropuertos de uso comercial,
así como de las carreteras y autopistas nacionales; de allí que esta Sala procede a su
análisis (…)”. (Subrayado nuestro).

Así pues, resulta necesario traer a colación el contenido de las normas Constitucionales
164.10 (objeto de interpretación) y 156.26 a los fines de tener presente en el presente
trabajo, los cuales se expresan en los siguientes términos:

Capítulo II
De la competencia del Poder Público Nacional
Artículo 156.  Es de la competencia del Poder Público Nacional:
(…)
26. El régimen de la navegación y del transporte aéreo, terrestre, marítimo, fluvial y lacustre, de
carácter nacional; de los puertos, aeropuertos y su infraestructura.

Artículo 164.  Es de la competencia exclusiva de los estados:


(…)
10. La conservación, administración y aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales,
así como de puertos y aeropuertos de uso comercial, en coordinación con el Ejecutivo Nacional.

Sobre la base de las consideraciones anteriores, se puede afirmar que no cierta la


“confusión” respecto de la coordinación en ejercicio de las competencias exclusivas tal
y como lo señaló la sala, toda vez que cada ente político territorial ostenta en efecto
una competencia exclusiva en un área determinada, en tanto que será a cargo del
Poder Público Nacional el establecimiento del régimen de la navegación, el transporte
aéreo, terrestre, marítimo, fluvial y lacustre, de carácter nacional; de los puertos,
aeropuertos y su infraestructura, mientras que será competencia de los Estados La
conservación, administración y aprovechamiento, lo cual nos indica que en el nivel
nacional se dictará las normas base que regularan la actividad pero que la ejecución en
cuanto a la conservación, administración y aprovechamiento, será materia exclusiva de
los Estados, por lo cual, en todo caso solo quedaría el establecimiento de los
mecanismos de coordinación entre dichos entes políticos territoriales, para poder lograr
el fin que persiguen en cuanto a la prestación del servicio que es de interés público.

La atribución de esas competencias exclusivas de los Estados, implican que sólo


pueden ser ejercidas por estos entes, pues los Poderes Nacional y Municipal quedan
excluidos de la titularidad y ejercicio de las potestades que se integran dentro de estas
competencias, al igual que la del Poder Nacional y/o Municipal.
10
Por otra parte, el criterio conforme al cual la conservación y aprovechamiento de los
puertos de uso comercial (regionales) es una competencia exclusiva de los Estados, fue
ratificado expresamente por la propia Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia en el sentencia de fecha 19 de diciembre de 2006, en la que se declaró la
nulidad del art. 51 de la Ley General de Puertos que establecía el aporte del 12,5% de
los ingresos brutos de los puertos de uso comercial, a los municipios dentro de los
cuales se encuentran localizados.

Ello así, no se entiende como en un fallo de 2006, se tiene claridad sobre las
competencias exclusivas y el régimen de coordinación y luego a tan solo dos años
después se realiza todo un entramado sobre la base de una primera premisa indicando
una confusión que genera una antinomia.

Hecha la consideración anterior y una vez leído el argumento de la Sala Constitucional


en este primer punto, se observa que se apoya en un Argumento a Coherentia, o de la
coherencia del ordenamiento jurídico, recordemos en éste es un sistema completo y
coherente, lo que nos dice que NO debe tener contradicciones, y frente a los casos de
contradicciones o antinomias, debe recurrirse a los medios que en ella se establezcan
para eliminarlos del sistema.
Las antinomias pueden ocurrir porque se ha aprueba una norma especial que colida
con la norma fundamental, o por el caso de aprobarse una nueva constitución que a su
vez reordena todo el sistema jurídico y a las instituciones. En este último caso siendo la
Constitución la norma superior, la tarea será entonces la de releer toda la legislación y
la jurisprudencia a la luz de la nueva Carta Fundamental, siendo que al existir alguna
contradicción esta deberá resolverse dentro del sistema respetando esa nueva norma
fundamental.

Este argumento nos indica, que las contradicciones siempre están presente pero que lo
interesante son las posibles soluciones y siempre observa los tres criterios básicos para
la solución de estas cuestiones: 1.- Ley posterior deroga anterior, 2.- Ley superior
deroga Inferior y Ley especial deroga a ley general.

Ahora bien, en el argumento bajo estudio la SC indica que en ejercicio de las


denominadas competencias exclusivas entre el Ejecutivo Nacional y los Estados, se
genera una aparente antinomia por la confusa redacción del artículo 164.10 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

11
En efecto, de haberse generado la antinomia, habría que verificar si ello es así, luego
declarar la antinomia y anular la disposición legal del sistema por ser violatoria de la
norma constitucional, pero ¿qué ocurre Si la supuesta antinomia se presenta en ese
nivel?, en efecto sería la Sala Constitucional la llamada a determinar si esta existe o no,
el problema es que en este caso no existía la antinomia, sino que la Sala la Genera con
el fin de desvirtuar la distribución de las competencias previstas en la propia norma
fundamental, para luego, resolver la supuesta antinomia revocando esas competencias
en favor de otro entre político territorial, lo cual si es inconstitucional de acuerdo a las
consideraciones anteriores y a los planteamientos antes esbozados.

Luego de lo antes señalado la Sala Constitucional revive una norma a los efectos de
obtener un mecanismo para revertir las competencias asignadas constitucionalmente a
los estados y señala: (…) cuando a pesar de haber sido transferidas las competencias
para la conservación, administración y aprovechamiento del servicio o bien, la
prestación del servicio o bien por parte de los Estados es deficiente o inexistente,
resulta ineludible que en estos supuestos se deba producir una intervención directa del
Poder Público Nacional -sin perjuicio de su facultad de ejercer la reversión de la
transferencia conforme al ordenamiento jurídico-, para garantizar la continuidad y
eficiencia de las correspondientes prestaciones, ya que en el caso de las actividades y
bienes vinculados a las carreteras y autopistas nacionales, así como los puertos y
aeropuertos de uso comercial, se constituyen en verdaderos servicios públicos.(…)”.

El problema con este argumento es simple, tal como lo ha demostrado el Profesor


Subero, antes a la entrada en vigencia de la Constitución de 1.999, una eventual
reasunción de las competencias transferidas a los Estados por la LOD, habría requerido
una nueva reforma de la Ley, con el fin de establecer, no ya un mecanismo ejecutivo de
reasunción de competencias, sino directamente un nuevo orden de distribución de
competencias; pero una vez reconocidas todas las competencias previamente
transferidas a los Estados como competencias exclusivas y originarias, solo podrían
reasumirse tales competencias por parte del Poder Nacional por la vía de la reforma
constitucional, lo cual ya nos deja ver lo inconstitucional del fallo bajo análisis. 6

Pero además, una cosa es establecer el régimen como norma base el servicio y otra
muy distinta es señalar que en virtud de esa potestad exclusiva de determinar el
6
Subero Mujica, Mauricio. Comentarios a La Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica de Descentralización,
Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público del 17 de marzo de 2009. …. Pág.22

12
régimen pueda el Poder Público Nacional “intervenir” e invadir las competencias que le
fueron asignadas vía Constitución a los Estados, por lo que este es una argumento
falso, que se genera a partir de una anfibología, al utilizar enunciados cuya construcción
gramatical los vuelve ambiguos, de manera que habla de una intervención sin prejuicio
de la facultad de reversión (la cual no es posible como se explicó, ya que no le es dada
la reversión de esas competencias porque éstas no fueron transferidas sino que fueron
asignadas por el propio Constituyente) , cuando la propia intervención de “bienes y
prestaciones de servicios públicos transferidos para su conservación, administración y
aprovechamiento” contenida en el artículo 9 de la LOD de 2009, es ambigua confusa y
no era el sustento inicial del argumento.

El mencionado Artículo 9 establece el mecanismo para la intervención, por lo que si con


ella por ejemplo se ejecuta la intervención de bienes que alguna vez fueron transferidos
a los Estados en el marco de las transferencias de servicios en materia de competencia
concurrente, pasaron así a ser propiedad delos Estados, teniendo éstos la competencia
exclusiva para su administración, por lo que en atención a lo previsto en el artículo
164.3 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela sería inconstitucional
cualquier procedimiento de intervención por parte del Poder Nacional sobre dichos
bienes o servicios.

No obstante, este no es el sentido que le quiere dar la Sala y se dice que genera la
confusión, porque en efecto el sentido que asume es el que el Poder Público Nacional
aún mantiene la competencia concurrente y debe revertir la transferencia, y apoyarse
en la figura de la intervención para “asumir” le servicio, cuando unos párrafos previos
decidió que en atención a su competencia de regular podía asumirlas sin necesidad de
dicho mecanismo.

Finalmente, el fallo dice que cierra sus argumentos con una serie de argumentos de
respaldo al señalar:
“En el caso concreto del artículo 164.10 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, al determinar el Constituyente que el desarrollo de dichas competencias debe
hacerse en coordinación con el Ejecutivo Nacional, comporta una atribución de
competencias múltiples, (…)”.
a.- Por parte del legislador nacional la de establecer mediante leyes de base
reguladoras -según los principios de interdependencia, coordinación, cooperación,
corresponsabilidad y subsidiariedad- de las competencias concurrentes, de la
República con los Estados y los Municipios, sino también de las de estos últimos
entre sí. Tal como se desprende del contenido del artículo 165, que se ubica en el
13
Capítulo III (Del Poder Público Estadal) del Título IV (Del Poder Público) de la
Constitución: (…)
b.- De los Estados de ejercer conforme a la legislación base y en coordinación con el
Ejecutivo Nacional la conservación, administración y el aprovechamiento de las
carreteras y autopistas nacionales, así como los puertos y aeropuertos de uso
comercial, previa transferencia de competencias conforme al procedimiento de
descentralización territorial.
c.- Sólo los Estados como entes político territoriales pueden ser objeto de una
descentralización territorial sobre dichas materias.
 d.- La obligación del Ejecutivo Nacional de procurar la satisfacción eficaz de las
prestaciones de servicios públicos vinculados con la conservación, administración y
el aprovechamiento de las carreteras y autopistas nacionales, así como los puertos y
aeropuertos de uso comercial, con el fin de asegurar a los usuarios y consumidores
un servicio de calidad en condiciones idóneas y de respeto de los derechos
constitucionales de todas las partes involucradas, por ser los medios esos servicios
y bienes, fundamentales para la satisfacción de necesidades públicas de alcance e
influencia en diversos aspectos de la sociedad y que pueden incidir tanto en la
calidad de vida de aquélla, como en derechos concretos -vgr. Comercio, seguridad
nacional, control de actividades ilícitas, entre otras-.
 e.- Las carreteras y autopistas nacionales, así como los puertos y aeropuertos de
uso comercial nacionales (no Estadales), son bienes y servicios que en caso de haber
sido transferidos a los Estados (descentralización funcional) pueden ser
cogestionados por éstos a través de convenios, pero también revertidos, ya que la
titularidad originaria de los mismos le corresponde a la República, conforme al
ordenamiento jurídico vigente.”

En atención a estas premisas, no se explica la conclusión del fallo, por una parte dice
que la regulación emanada del Poder Público Nacional será en base a los principios de
interdependencia, coordinación, cooperación, corresponsabilidad y subsidiariedad, y
luego de manera categórica advierten que pueden revertirse las competencias que
fueron previamente transferidas a los estados, lo cual es totalmente falso, ya que esas
competencia no son producto de una transferencia, sino de distribución competencial
directamente enunciada en la Constitución y es más grave aun cuando exhorta a la
Asamblea Nacional para que mediante una Ley se adecue a los criterios que en ella se
establecen basados en una norma que incluso había sido derogada y cuyas
transferencias ya se habían asumido en la propia Constitución, lo cual resulta
inconstitucional.

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