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Prof. Diego M.

Lo Destro Sistemas explicativos 1 de 5

Iniciación a la losofía
Antología

La cuestión del mito


El mito y oralidad Timéo 20e-21e

CRl. — Escucha, entonces, S crates, un relato muy extra o, pero absolutamente


verdadero, tal como en una ocasi n lo relataba Sol n, el m s sabio de los siete, que era
pariente y muy amigo de mi bisabuelo Dr pida, como l mismo afirma en muchos pasajes
de su obra po tica. Le cont a Critias, nuestro abuelo, que de viejo nos lo relataba a no
otros, que grandes y admirables haza as antiguas de esta ciudad hab an desaparecido a
causa del tiempo transcurrido y la destrucci n de sus habitantes, y, de todas, una, la m s
extraordinaria, convendr a que ahora a trav s del recuerdo te la ofreci ramos como
presente, para elevar al mismo tiempo loas a la diosa con justicia y verdad en el d a de su
fiesta naciona], como si le cant ramos un himno. […] .
Te la dir , aunque escuchada como un relato antiguo de un hombre no precisamente
joven» Pues entonces Critias as dec a, ten a ya casi noventa a os y yo, a lo /»sumo diez.
Era casualmente, la Kureotis, el tercer d a de los Apaturia. A los muchachos les sucedi lo
que es siempre habitual en esa fiesta y lo era tambi n entonces. Nuestros padres hicieron
cert menes de recitaci n. Se d clamaron poemas de muchos poetas y, como en aquella
poca los de Sol n eran recientes» muchos ni os los ca tamos. Uno de los miembros de
la fratr a, sea que lo cre a realmente o por hacerle un cumplido a Critias, dijo que si bien
Sol n le parec a muy sabio en todos los otros campos, <ren la poes a lo ten a por el m s
libre de todos los poetas. El anciano, entonces —me acuerdo con gran claridad— se puso
muy contento y sonriendo dijo: «¡Ay Aroinandro!, ¡ojal la poes a no hubiera sido para l
una actividad secundaria! Si se hubiera esforzado como los otros y hubiera terminado el
argumento que trajo de Egipto y, si, al d llegar aqu , las contiendas civiles y otros males no
lo hubi ran obligado a descuidar todo lo que descubri all , ni Hes odo ni Homero, en mi
opini n, ni ning n otro poeta jam s habr a llegado a tener una fama mayor que la suya».
«¿Qu historia era, Critias?», pregunt e) otro. «La historia de la haza a m s importante
y* con justicia, )a m s reno brada de todas las realizadas por nuestra ciudad, pero que
no lleg hasta nosotros por el tiempo transcurrido y por la desaparici n de los que la
Nevaron a cabo», dijo el anciano. «Cuenta desde el comienzo», exclam el otro, «qu
dec a Sol n, y c mo y de qui nes la hab a escuchado como algo verdadero».

Sistemas explicativos

«En Egipto», comenz Critias, «donde la corriente del Nilo se divide en dos en el
extremo inferior del Delta, hay una regi n llamada Sai ca, cuya ciudad m s
importante. Sais —de donde» por cierto» tambi n era el rey Amasis—, tiene por

































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patrona una diosa cuyo nombre en egipcio es Neilh y en griego, seg n la versi n
de aqu llos, Atenea. A rman que aprecian mucho a Atenas y sostienen que en
cierta forma est n emparentados con los de esta ciudad. Sol n contaba que
cuando lleg all recibi de ellos muchos honores y que, al consultar sobre las
antig edades a los 22 sacerdotes que m s conoc an el tema, descubri que ni l
mismo ni ning n otro griego sab a, por decir as , pr ctic mente nada acerca de
esos asuntos. En una ocasi n» para entablar conversaci n con ellos sobre esto,
se puso a contar los hechos m s antiguos de esta ciudad, la historia de Foroneo,
del que se dice que es el primer hombre, y de N obe y narr c mo Deucali n y
Pirras sobrevivieron despu s del diluvio e hizo la genealog a de sus descendientes
y quiso calcular el tiempo transcurrido desde entonces reco dando cu ntos años
había vivido cada uno. En ese in tante, un sacerdote muy anciano exclam : ‘¡Ay!,
Sol n, Sol n, ¡los griegos ser is siempre ni os!, ¡no existe el griego viejo!* Al
escuchar esto, Sol n le pregunt : ¿Por qu lo dices? ’Todos’, replic aqu l, ten is
almas de j v nes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tr dici n y
carec is de conocimientos encanecidos por el tiempo. Esto se debe a que
tuvieron y tendr n lugar muchas destrucciones de hombres, las m s grandes por
fuego y agua, pero tambi n otras menores provocadas por otras innumerables
causas. Tomemos un ejemplo, lo que se cuenta entre vosotros de que una vez
Faet n, el hijo del Sol mont en el carro de su padre y, por no ser capaz de
marchar por el sendero paterno, quem lo que estaba sobre la tierra y muri
alcanzado por un rayo. La historia, au que relatada como una leyenda, se re ere,
en realidad, una desviaci n de los cuerpos que en el cielo giran alred dor de la
tierra y a la destrucci n, a grandes intervalos, de lo que cubre la super cie
terrestre por un gran fuego.

Metafísica. I. 883b. 17-31

Por lo que se re ere al n mero y a la especie de tal princ pio, no dicen todos lo
mismo, sino que;Tales el introductor de este tipo de losof a, dice que es el agua
(de ah que dijera 20 tambi n que la tierra est sobre el agua), tomando esta idea
p siblemente de que ve a que el alimento de todos los seres es h medo y que a
partir de ello se genera lo caliente mismo y de ello vive (pues aquello a partir de lo
cual se generan todas las cosas es el principio de todas ellas) —tomando, pues,
tal idea de esto, y tambi n de que las semillas de todas las cosas son de
naturaleza h meda, y que el agua es, a su vez, el principio de la naturaleza de las
cosas h medas. Hay, por lo dem s, quienes piensan que tambi n los m s
antiguos, los que teologizaron por vez primera y mucho antes de la generaci n
actual, tuvieron una idea as acerca de la nat raleza: en efecto, hicieron
















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progenitores de todas las cosas a Oc ano y Tetis, y (dijeron) que los dioses juran
por el agua, la 30 llamada «Estigia» por ellos [los poetas].

El poder del mito como sistema explicativo narrativo


(simbólico)

Introducción a la historia de la losofía. Hegel. Pag. 105


“Por consiguiente, los mitos no son invenciones arbitrarias de los sacerdotes para
engañar al pueblo, sino productos del pensar que tiene por órgano a la fantasía,
de manera que no es el pensar puro. […] Es, pues el objeto de los mitólogos
investigar si existe en ellosun contenido universal o no. En algunos casos como las
teoognias y cosmogonías de la mitología, aluden evidentemente a verdades
universales. Así por ejemplo, se ha considerado posible atribuir a los doce trabajos
de Hercules otro sentido distinto al compararlo con el sol y a los doce trabajos con
los doce signos del zodiaco. Del mismo modo que el mito del pecado original de
Adán y Eva, […]: esa caída representa también una relación espiritual, es decir, la
tradición del hombre del estado paradisíaco a la consciencia, a saber del bien y
del mal.”

El poder del Mito. Campbell. Pág. 40


“La mitología tiene mucho que decir sobre los estadios de la vida, las ceremonias
de iniciación cuando uno pasa de la infancia a las responsabilidades de la vida
adulta, de soltero a casado. Todos esos rituales son ritos mitológicos”.

La función del mito

El poder del Mito. Campbell. Pág. 64 y 65


“El mito sirve para establecer cuatro funciones. La primera es la función mística
[…] la que nos hace advertir cuán maravilloso es el universo […] y te hace sentir
cuán maravilloso es el universo. El mito abre al mundo a la dimensión del misterio,
a la comprensión del misterio que subyace en todas las formas. Si pierdes eso, ya
no tienes una mitología. […] La segunda es la dimensión cosmológica, la
dimensión relacionada con la ciencia: mostrarte cuál es la forma del universo, pero
mostrártela de tal modo que el misterio haga patente. […] La tercera función es la
sociológica: fundamentar y validar un cierto orden social. […] La cuarta función: la
pedagógica, la enseñanza de cómo vivir una vida humana bajo cualquier
circunstancia"
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El [mito] del pasaje del mito al logos


De la religión a la filosofía. Cornford. Pag. 8

“Se acepta, en general, que los helenos dieron el paso decisivo unas seis centurias antes
de nuestra era. En aquel momento, prevaleció un nuevo espíritu de investigación al
pronunciarse sobre temas fundamentales que, hasta entonces, habían sido objeto de la fe
tradicional. Aquí, sin embargo, deseo probar que el advenimiento de ese espíritu
no ,significó la completa y súbita ruptura con los viejos modos de pensar. […] La filosofia
heredó de la religión algunas grandes concepciones -por ejemplo, las ideas de «Dios»,
«alma», «destino» y «ley»- que continuaron siendo el centro de los movimientos del
pensamiento racional y determinaron sus principales direcciones. La ¡religión se expresa
a sí misma mediante símbolos poéticos y personajes míticos: la filosofia prefiere el
lenguaje de la seca abstracción y habla de substancia, causa, materia y otros. Pero su
diferencia exterior tan sólo disfraza una afinidad interna y fundamental entre esos dos
períodos sucesivos de una misma concepción. Las maneras de pensar que, en filosofia,
logran definiciones claras y afirmaciones explícitas y estaban implícitas en las irracionales
intuicionesde lo mitológico.”

Los orígenes del pensamiento griego. J. P. Vernant. 116 -117

Esta revolución intelectual aparece tan súbita y profunda, que se la ha creído inexplicable
en términos de causalidad his- tórica: se ha hablado de un milagro griego. Sobre la tierra
de Jonia, ellogos se habría desprendido bruscamente del mito como las cataratas caen de
los ojos del ciego. Y la luz de esta razón, una vez revelada para siempre, no habría dejado
ya de iluminar los progresos del espíritu humano. «Los filósofos jonios -escribe Burnet-,
han abierto el camino que la ciencia después sólo ha tenido que seguir.» Y precisa
todavía: «Sería enteramente falso buscar los orígenes de la ciencia jónica en una
concepción mítica cualquiera». A esta interpretación se opone punto por punto la de F. M.
Cornford. Según él, la primera filosofía se acerca más a una construcción mítica que a
una teoría científica. La física jónica nada tiene de común, ni en su inspiración ni en sus
métodos, con lo que nosotros denominamos ciencia; en particular ignora todo acerca de la
experimentación. No es tam- poco producto de una reflexión ingenua y espontánea de la
razón acerca de la naturaleza. Traspone, en una forma laica y con un ,vocabulario más
abstracto, la concepción del mun- do elaborada por la religión. Las cosmogonías
reanudan y prolongan los temas esenciales de los mitos cosmogónicos. Aportan una
respuesta al mismo tipo de cuestión; no bus- can, como la ciencia, leyes de la naturaleza;
se preguntan, con el mito, cómo se ha establecido el orden, cómo ha podido el cosmos
surgir del caos. De los mitos de génesis, los mile- sios toman no sólo una imagen del
universo, sino también todo un material conceptual y esquemas explicativos: tras de los
«elementos» de la physis se perfilan antiguas divinidades mitológicas. Al hacerse
naturaleza, los elementos han perdido el aspecto de dioses individualizados; pero
continúan sien- do potencias activas y animadas, que se sienten como divinas; la physis,
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cuando opera, está toda compenetrada de aquella sabiduría y aquella justicia que eran los
atributos de Zeus.

La función política de la losofía


Los orígenes del pensamiento griego. J. P. Vernant. 118

“Entre la Teogonía de Hesíodo y la filosofía de un Anaximandro, el análisis de Cornford


descubre estrechas correspondencias. Cierto es que uno habla todavía de generaciones
divinas allí donde el otro describe ya procesos naturales;”

Los orígenes del pensamiento griego. J. P. Vernant. 120, 121

“Sin embargo, a pesar de estas analogías y de estas reminiscencias, no hay verdadera


continuidad entre el mito y la filosofía. El filósofo no se contenta con repetir en términos de
physis lo que el teólogo había expresado en términos de potencia divina. Al cambio de
registro, a la utilización de un vocabulario profano, corresponden una nueva actitud de
espíritu y un clima intelectual diferente. Con los milesios, por primera vez, el origen y el
orden del mundo adoptan la for- ma de un problema explícitamente planteado al que hay
que dar una respuesta sin misterio, a la medida de la inteligencia humana, susceptible de
ser expuesta y debatida públicamente ante la asamblea de los ciudadanos, como las
demás cuestiones de la vida corriente”. […] Secularización del saber, advenimiento de un
tipo de pensamiento extraño a la religión, no son fenómenos aislados e incomprensibles.
En su forma, la filosofía se relaciona directamente con el universo espiritual que hemos
creído que definía el orden de la ciudad y caracterizaba precisamente una laicización, una
racionalización de la vida social. Pero la de- pendencia de la filosofía respecto de las
instituciones de la po/is se acusa igualmente en su contenido. Si es verdad que los
milesios han partido del mito, es verdad también que han transformado profundamente la
imagen del universo, lo han integrado en un cuadro espacial, ordenándolo según
un .modelo más geométrico. Para construir las cosmologías nue- vas han utilizado las
nociones que el pensamiento moral y político habían elaborado, han proyectado sobre el
mundo de la naturaleza aquella concepción del orden y de la ley que, al triunfar en la
ciudad, había hecho del mundo humano un kosmos.”
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