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Reinach Théodore. Pour mieux connaître Sappho. En: Comptes rendus des séances de l'Académie des Inscriptions et Belles-
Lettres, 55ᵉ année, N. 9, 1911. pp. 718-734;
doi : https://doi.org/10.3406/crai.1911.72931
https://www.persee.fr/doc/crai_0065-0536_1911_num_55_9_72931
I
Hace sesenta años, un hombre ingenioso, en un estudio que
causó cierta sensación, asignó a Safo un panncau
i . Geop . , XI I I , *, p . 01".
0. Anti le l9escli ariel , ï-es co ri e l isa nes p recques (18SA). ttc mémoire a d'abord
¡iai-u dans lo meme des Deinc Non ü es ( 184 7, t. LXX II I , Je. 3 "o c t 511i x . SOIls II tf
ËI'G: 1 .tt J C 8 ñ II H f'û ri f t^f ^t e app fin e I tes Ine. b ie ri nez .
rocn aiiEL x coxxxî rn ri ex rriic' 72 1
de honor, si puedo decirlo así, en su galería de las cortesanas
de Grecia. Que se trata de un error histórico, que el autor ha
confundido ingenuamente épocas, lugares y civilizaciones, es
fácil de ëtafilir; pero no es cierto que se trate de un error
histórico.
no es indiferente r e m o n t a r s e a los orígenes de este eri eur y
rastrear la filia tión, por así decirlo.
La democracia ateniense de los siglos V y IX c o n c e d í a a
la mujer, y con ello me refiero a la mujer honorable, sólo un
lugar restringido y rebajado en el orden social. Lo hizo no a
pesar de sus principios políticos, sino incluso a causa de ellos.
Cuanto más todos los cuernos libres de la ciudad eran
absorbidos por la vida r-blica y e x t e r n a , la vida de la
gim-
nase, el PnJ x, e l ágora y el théàtrt-, Plus la femme,
Separada moral y materialmente de su m a r i d o , se vio
relegada a los modestos deberes del matrimonio y a las alegrías
oliscas de la pyn ëcée. Su educación estaba regida por el humilde
destino que le trazaba la ciudad y, a su vez, su destino estaba
servido p o r una educación cada vez más limitada en sus
horizontes. Toda la gloria de una mujer -dice Périclùs de Thuc3-
dide- debe reducirse a que los hombres digan d e ella lo menos
posible, bueno o malo.
En vista del vacío dejado en la vida social ateniense por l a
ausencia de mujeres cultas y de mente abierta, admitidas en las
reuniones y en los banquillos, capaces de mantener unidos a los
hombres por lazos distintos de los del deber conyugal o el
placer s e n s u a l , sabemos que fue en parte comba1do por
mujeres de origen extranjero, entre las que había un gran
número de mujeres de origen extranjero.
1 elegancia de modales y lujo de galas, l. cultura
r alfinée de l'es}irit, arfois des talents divers s ' ulliaient au
relächcm ent tles mœurs: j'ai d'-fini les courtisan es de haut
parage, qui ri e étaient jamais, d'ailleurs, bien nom- breuses.
. Thiicy'l ide, I I , i â.
'722 ron ti 'iinux ccxi xiann sz rriio
On corn{Prend düs lors que lorsc{ue les au teurs de la comé-
die mo3enne, en c{uê te dt- tipos cara ctüristiques, se
encontró con el distante, ë n i g m a t i 'jue figura de Safo, jefe
de un ëcole de de música y poesía, con esa alegría de vivir
de vivir, esa libertad de pensamiento y esa
edad, esa desconcertante franqueza en la
efusión sus sentimientos los sentimientos más íntimos,
encontraron } por a tal prodigio, en la sociedad
borgoñona d e Athcines, ningún paralelo. Encontraron
algunosen el contrario, en este mundo o demi-monde de
coquetería venal, con sus fronteras borrosas, 1 bien conocido conocido
de ellos, y que era - rrorreinent rarler su mundo, el
bata illon encantadora, pero interl- re, c{ui rang des Aspasies
a los Ph rJ nés. Ni por un momento se preguntaron si, por
casualidad, en los Le.sl os del siglo VI, los helechos de la Ile
la nol les se no habían gozado de una existencia menos
apartada, de una educación más abierta y de una mayor
facilidad d e paso que los athunios de la época de Pl atón y de
Demosthùne. Con esta falta de sentido histórico que caracteriza
su género uge y lcur, no dudan ( no ü
SaPph o una cortesana, la patrona de las cortesanas. Para
ellas, era la prototy} e de la mujer con todas las
seducciones y todos los contra intes, y, como se trataba sobre
todo de huir de reírse de
a costa de gloria gloria extranjera,
amontonaron su
nombra todas las ridículas 1egendas y todos los 1s dübordem ents
}alaisa nts.
Un eourti sa ne necesitaba amantes. Las }aoüsias de Sa} }iho,
puede decirse, no nombran ninguna. La imaginación de los
comediantes no s e avergonzaba de tan poco. Aparte del
famoso P haon, que probablemente debe e l honor de haber
visto su nombre asociado al de Sap}alio sólo al malentendido de
un intérprete de la prensa, se encontraba toda la pléyade de
viejos comediantes.
poetas de la Arcliipel r ras sa, sin atender a la cronología,
desde Archiloc{ue hasta IIippona x y Anaerüon. En
Xlcëe, el único cuyo nombre puede ser pro- - puesto a la
roi:n iiisox c.donde ü AiTR E SAP P Ht.' 72'3
noncë sans une invraisemblance criante, ruisc{n'i1 avait eU
le compatriote, le contemporain. le coiiipapnon d'e xil de la
poetesse de Mitylüne, - iriais le seul aussi dont les vers aPporta
la Proof docuine rita ire c{ue si il au-ai t un jour
osti lever les yen.x sNr " la chaste Sappho aux boucle s tle vio-
lettes, au souri re de miel " , bien vite clle :ivai t su lui lui
liaisser.
Así creado de la nada por la imaginación de los comiiJue s,
acogido sin detiarice por aquellos surerficial anocdo tiers c{ui ap
pelaient IJermésianax et Chamëlüon, et plus tai '1 par les
Fères dO 1 Ëglise, la figure ete la courtisa ne Sap} ho avait si 1
ien rris corps dans l'histoire li ttéraire que 1os ü rtid its
alexandrins. ma1 rë l'éveil de leur esprit cri(ique, n'osü rent r=s la
répudicr entièrement. l°ourtant, entre la Mina de
effrontee c(ui fini comme une gri set tc aniourcuse et la ri oble
Como dice Aristóteles, "la poetisa a quien los ali ty lé niens
honraban, aunque era mujer, tanto como a una heroína", el
contraste era sorprendente. Los pramnia irianos se sintieron
extremadamente avergonzados. La
Algunos se contentan con distinguir entre dos Safo: l a de
Eresos, que e s c e n i f i c a n los comediantes, y la elegida de
Hilitylene, cuyos versos 3 se leen. Otros se contentan con plantear
la cuestión, s i n resolverla: Una
II
Del mismo modo q u e el fragmento de Oxyrhynclius nos ha
proporcionado información sobre la condición social de Sa i "ho,
los fragmentos de Berlín nos p e r m i t i r á n ir un paso más allá.
en l a intimidad moral del pequeño círculo del que era el
centro, y que el arroz müdisa tampoco escatimaba. Pero para
comprender esta aparición, única en la historia griega,
debemos situarla primero en su contexto histórico.
el medio ambiente.
La raza e o l i a , que con el tiempo fue eclipsada y desposeída
por sus i-*-= jóvenes hermanas, fue del siglo III al VII la
verdadera iniciadora de la cultura griega en los siguientes campos
diversos r*usos. En la trinidad de las razas hc1lünit{ues, si
los dorios encarnan v olonté y los jonios 1'intelli-
gcnee, representa la sensibilidad y la sensualidad . l3rillante
y liouillante, chevaleresqiie y en -enti ve, ha creado en
arte las formas más radiantes de la oüsia, el ü ne y
el lirismo iridividual; en la vida, ha dt'gagù el primer
este PrinciPc 'l'ëlüpancc y de li Arc soci'ibilitü, este
" Griego iiianiùrc " d -' i'=r1e que lègue rart hItîn'indre .
Entre todas las regiones de ruee éolio une , 1 isla de Leslios,
por su li eureuse siluation , so ri climat }arivilÜp-it' , su
early dex'elopPement ë c o n o m i t J u e , lt- tent püriiment
ardent, les goüts somrtucux de sa noble¡Sse liatail leuse, avait
mdrité de devenir le siège Juré fürü des Cf uses. Basta con
llamarlo
Fue desde allí -desde el vago borde donde, según la leyenda, se
golpeó la lira de Or{ahée- desde donde despegó la música griega,
con Terpandre.
Las mujeres de la alta sociedad no eran ajenas a este
progreso. Sin interferir en la vida de los hombres más que en
ciertas solemnidades rel igiosas, habían sulii ampliamente su
influencia. Si las leyes no les concedían los amplios derechos
de las feiiin+es espartanas ni las imbuían de la estricta
disciplina de éstas, ellas
ignore, d ' autre } ar(, la sé'vî:re réclusiun de 1'louie
Este era el caso de la joven, que, como hemos dicho, sólo salía
de la jaula del harén de su madre para entrar en la del harén de su
marido. Su educación tendía a ser r us r-bliqtic, pltis
y oportunidades para hablar entre ellos.
infracciones.
Algunas mujeres, a consecuencia de la viudedad o de contratiempos
de fortuna eran (i i al mismo tiempo de los loi.si rs y de los devoi rs, surent
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