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RODOLFO

MONDOLFO

SOCRATES

EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES


RODOLFO MONDOLFO

Sócrates

Editorial eudeba
La presente edición fue digitalizada y corregida en las
bellas tierras del muy distante y espacioso reino de
Kollasuyu; durante los primeros, calurosos y febriles días
del mes de febrero del año 565 del quinto sol, del nuevo
imperio de Tawantinsuyu.
Indice
1. La situación histórica ______________________________________________ 5
2. La situación cultural _______________________________________________ 6
3. La existencia histórica de Sócrates. Vida y características. ________________ 9
4. El problema de Sócrates y las condiciones para su solución. _____________ 21
5. La inspiración religiosa y la purificación de los espíritus. _________________ 25
6. La refutación como purificación y estímulo para la investigación. La mayéutica.29
7. La ciencia y los conceptos universales. _______________________________ 34
8. Ciencia y virtud, ignorancia y pecado. La unidad de las virtudes ___________ 37
9. El eudemonismo socrático: no utilitarismo, sino ética del amor y del deber. __ 43
10. El alma y su inmortalidad. La inspira- ción religiosa de Sócrates. _______ 51
11. La influencia histórica y la perennidad de Sócrates. ___________________ 55
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"la dominante" entre las ciudades marí-


1. La situación histórica timas, y la federación formada por éstas
con la hegemonía de Atenas para la de-
La gran victoria sobre los invasores fensa común contra los bárbaros (liga
persas, lograda por los griegos en el año delio-ática) llega a convertirse, con
478 a.C., tuvo a los atenienses por artífices Pe-ricles, en imperio ateniense.
principales y les inspiró honda confianza Sin embargo, este proceso ascensional
en sí mismos y en su régimen democrá- mismo contenía los gérmenes de un pos-
tico, determinando una intensificación terior derrumbamiento, ya fuese en los
del proceso ascensional de florecimiento conflictos con los asociados que no tolera-
y poderío de la ciudad. ban la situación de vasallaje a que se veían
En el orden interior se amplía y se reducidos, ya fuese en las luchas a muerte
fortifica la constitución democrática: las con Esparta y Siracusa, a las que Atenas se
reformas de Efialtes y de Perícles limitan vio empujada por las exigencias mismas de
los poderes del Areópago, dominado por su dominio. Las catástrofes que Atenas
la burguesía pudiente, y amplían los de la padece en ambas guerras desencadenan
asamblea y del jurado popular; hacen con creciente ferocidad las luchas inter-
efectiva, mediante un régimen de indem- nas entre oligarcas y demócratas: en
nizaciones, la participación de los prole- 413-412 los oligarcas aprovechan la grave
tarios en las magistraturas; imprimen situación bélica para derrocar la
vigoroso impulso a la justicia social y ma- democracia y establecer la dictadura de
yor intensidad a la vida política e inspi- los Cuatrocientos, luego derribada por el
ran en los ciudadanos un sentimiento de furor popular; pero, como la suerte de las
consagración a la polis y a su grandeza. armas no cesara de ser adversa, la psicosis
En el orden exterior Atenas llega a ser de guerra

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lleva a la democracia a condenar a 2. La situación cultural


muerte, sin derecho de defensa, a sus pro-
pios generales victoriosos en la batalla na- El siglo V a. C. asistió al mayor flo-
val de las Arginusas; y es en vano la va- recimiento cultural de Atenas; ésta se
liente oposición de Sócrates a tamaño convirtió en el centro de la civilización
crimen. helénica hasta el punto de merecer el
El clima de terror y de sospecha que título de "Hélade de la Hélade". El
se crea en Atenas y los nuevos desastres espíritu democrático ateniense
bélicos permiten a los oligarcas volver en promueve la participación de todo el
el año 404, con la ayuda de Esparta, a ins- pueblo en el, progreso cultural. Se le
tituir la tiranía de los Treinta, dirigida educa el gusto artístico al ofrecerle
por Critias. obras maestras en los monumentos
Pero los crímenes con que se mancha públicos (Partenón, Propíleos, pórticos
esta tiranía —entre ellos el asesinato pintados, estatua de Atenea, etcétera)
de León de Salamina, en vano resistido con que Pericles convierte a Atenas en
valientemente por Sócrates— estimulan la ciudad más hermosa de Occidente,
la reacción del pueblo. Los utilizando en servicio del pueblo el arte
desterrados, guiados por Trasíbulo, excelso de Fidias y de Mirón, de Ictino,
logran encabezar una insurrección de Calícrates, de Polignoto, etcétera;
irresistible; después de la victoria, mediante el pago de los theoriká, que
empero, renuncian generosamente a le permite asistir a las representaciones
toda venganza y decretan la amnistía de dramáticas, se llama al pueblo para que
los adversarios. Sin embargo, no triunfa disfrute de las grandes obras de la
luego la exigencia de una renovación poesía trágica y cómica —que en este
moral, única base posible para un siglo alcanza su apogeo con Esquilo, Só-
verdadero renacimiento político; antes focles, Eurípides, Aristófanes— que
bien, se sospecha del ciudadano que pro- debate a menudo grandes problemas
clama tal exigencia; y Ánito —compa- religiosos, morales, políticos y enuncia a
ñero principal de Trasíbulo—, junto con veces elevadas concepciones éticas,
otros dos, acusa a Sócrates de como la Antífona de Sófocles, donde se
corromper a la juventud y de desconocer plantea el problema de las leyes no
a los dioses patrios. escritas y se opone al principio del odio
La parábola de ascensión y derrum- el del amor humano.
bamiento de la grandeza imperial de Ate- La protección otorgada por Pericles a
nas, que habíase desarrollado durante artistas como Fidias e Ictino, a
el siglo V, desemboca así, al comienzo pensadores como Anaxágoras y
del siglo IV (399), en el proceso y la Protágoras, y el espíritu de libertad que
condena de Sócrates. promueve entre los ciudadanos hacen
de Atenas la capital

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intelectual del mundo griego, el centro la nueva orientación que allí cobra
de atracción de los nobles espíritus de la la investigación filosófica. No puede
época, propugnáculo del libre desarrollo entenderse el tránsito del predominio
de la personalidad humana. Cierto es que de los problemas de la naturaleza,
las luces se ven acompañadas por sombras característico de la filosofía anterior, a
inevitables; que instituciones y costum- la posición central que conquistan
bres progresistas contienen aspectos infe- ahora los problemas humanos, si no se
riores y gérmenes de corrupción; que el relaciona la evolución de los intereses
espíritu de libertad se ve a veces abatido intelectuales con la situación
por olas de intolerancia de las que son político-social.
víctimas los mismos pensadores protegi- Las guerras persas y las exigencias pos-
dos por Pericles; que el iluminismo racio- teriores de la hegemonía imperial de Ate-
nalista —expresado de diversas maneras en nas habían impuesto la extensión, a todos,
la filosofía de Anaxágoras y de algunos de los deberes militares y, por consi-
sofistas, en la historiografía de Heródoto guiente, de los derechos políticos, cuyo
y de Tucídides, en la poesía de Eurípides, ejercicio se hacía efectivo concediendo
etcétera— tiene a veces adeptos inmorales una indemnización a los magistrados po-
como Critias o como Alcibíades. Pero el pulares. La economía agrícola feudal ya
florecimiento de las artes y las letras y se había transformado en economía in-
el fermento de vida intelectual que se pro- dustrial y comercial; nuevas clases —de
ducen en la Atenas del siglo V con la mercaderes, artesanos, marineros— parti-
aparición de genios como Fídias, los tres cipan en el gobierno del estado; la reduc-
grandes trágicos, Aristófanes, Tucídides, ción de los poderes del Areópago
Sócrates, acaso no tengan parangón en aumenta los de la asamblea popular; se
otra ciudad o época; y si todos estos gran- siente la necesidad de preparar nuevas
des hombres hallan clima propicio para el élites dándoles una cultura
desarrollo y la expresión de su genio, ello politico-jurídica basada en el
se debe a "la constitución y a las condi- conocimiento de los problemas
ciones concretas de la vida ateniense; y intelectuales y morales y asistida por una
la nodriza común fue aquella libertad dialéctica capaz de imponerse y triunfar
cuyo elevado valor no todos en las asambleas y en los tribunales. La
1
reconocieron" adquisición de semejante cultura exige
A esa libertad —consecuencia de la maestros que no se encierren, como antes
evolución política ateniense después de lo habían hecho los naturalistas, en la
las guerras persas— se vincula también esfera de sus problemas y de sus escuelas,
1
DE SANCTIS , G., Storia dei Greci,
sino que ofrezcan la enseñanza que el
Florencia, 1939, t. II, pag. 346. público reclama y está dispuesto a
pagarles. Y es así como aparecen los
sofistas —Protá-goras de Abdera, en
Tracia; Gorgias de

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Leontium, en Sicilia; Pródico de Ceos, en dinero su belleza a quien se la pide, se la


las Cicladas; Hipias de Elis, en el llama prostituta; e, igualmente, a quienes
Pelopo-neso, etcétera—, procedentes de venden su sabiduría por dinero a los que
todo el mundo griego, y uno que otro, la buscan se los llama sofistas, vale decir
como An-tifónte, de la misma Atenas; y «prostitutos». Al contrario, si alguien
todos pro-curan hacer de Atenas el centro enseña todo lo bueno que sabe a
principal de su actividad. Ecos de sus quienquiera vea bien dispuesto por
enseñanzas repercuten en la poesía de naturaleza y se convierte en su amigo,
Eurípides y pueden así comunicarse creemos que ése cumple con el deber del
ampliamente al pueblo; pero los sofistas, ciudadano óptimo."
que viven de su magisterio y exigen La oposición entre uno y otro no con-
remuneración a los discípulos, enderezan siste sólo en el hecho de que el sofista
su actividad a la esfera más restringida de cobre una remuneración por su ense-
los ricos. En esto estriba una de las ñanza, esto es, ejerza como actividad
diferencias fundamentales entre ellos y interesada una tarea que Sócrates consi-
Sócrates que Jenofonte nos presenta dera misión sagrada que ha de cumplirse
vivamente en el relato de un diálogo de en beneficio ajeno y no propio, sino tam-
su maestro con el sofista Anti- fonte bién en que, de acuerdo con esta diferen-
(Memor., I, vi, 11-13). cia, los sofistas vinculen la elección de
"¡Oh, Sócrates! —dice el sofista—, yo sus discípulos a la situación económica
creo que eres justo pero en modo alguno de los jóvenes, en tanto que Sócrates sólo
sabio; y me parece que tú mismo lo reco- la vincula a la disposición intelectual y
noces al no cobrar retribución alguna por moral que revelen. Lo cual significa que
tu conversación. Sin embargo, a nadie la educación y formación de élites para
entregarías gratuitamente, o por menos el gobierno del estado efectuada por los
de su valor, tu abrigo, tu casa u otra cosa sofistas obedece a las ambiciones y a los
que te pertenezca. Es claro, pues, que si intereses políticos de jóvenes ricos; la que
atribuyeras algún valor a tu conversación quiere realizar Sócrates, en cambio, obe-
también por ésta cobrarías una retribu- dece a las exigencias del bien general, al
ción que no fuese inferior a su justo que los individuos deben consagrar su
precio. Se te podrá, entonces, llamar capacidad y no sobreponerle sus aspira-
justo, ya que no engañas por avidez, pero ciones personales. La educación sofística
no sabio, ya que lo que conoces nada es formación de habilidades; la socrática,
vale." "¡Oh, Antifonte! —contesta Só- formación de conciencias; al basar en el
crates—, nosotros creemos que la privilegio económico la adquisición de
hermo-sura y la sabiduría pueden un privilegio educativo, la primera se aso-
emplearse igualmente tanto de manera cia a un espíritu oligárquico; al tratar de
honesta como deshonesta. Si una mujer
vende por

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formar espiritualmente —como el mismo cluida en obras extrañas a la literatura


Sócrates dice, según Jenofonte, socrática: Las helénicas, I, vii, 14 y sig.,
Memor., I, vi, 15— "a muchas personas de Jenofonte y la parte autobiográfica de
capaces de manejar la cosa pública", la la Carta VII de Platón. De Strycker cita
segunda se inspira en la misma exigencia otro testimonio de carácter estrictamente
a la que obedecía imperfectamente la histórico: el pasaje de la Anábasis, III, i,
democracia ateniense al establecer la donde Jenofonte nos refiere la consulta
dokimasía (examen de los candidatos), que hizo a Sócrates acerca del problema
correctivo del igualitarismo del sorteo, de su participación en la empresa bélica
ciego a las diferencias de condiciones de Ciro. Estos datos históricos refutan por
intelectuales y morales de los individuos. sí solos la tesis de algunos críticos
Sócrates introduce cohesión en esta modernos que quieren reducir a pura
exigencia al convertirla en requisito leyenda o a creación poética la figura
previo para la educación de los hombres de Sócrates que la tradición nos ha
aptos y señala que quien procura transmitido.
satisfacerla cumple una importante En su forma más extremada, la tesis ha
misión pública, aun cuando sido presentada por E. Dupréel3, quien
—justamente para poder actuar como sostuvo que Sócrates era una mera ficción
maestro— él mismo no participa literaria del nacionalismo ateniense de
personalmente en el gobierno del Platón y de los llamados socráticos, que
estado. habrían inventado la existencia, la ense-
ñanza, las vicisitudes, la condena y la
muerte del imaginario maestro para disi-
3. La existencia histórica mular con esa ficción su propia esterili-
de Sócrates. Vida y dad especulativa y para apropiarse de las
doctrinas de los sofistas extranjeros:
características. Pro-tágoras, Gorgias, Pródico, Hipias.
Otro crítico, Olof Gigon (4), admite
He recordado anteriormente dos episo-
la existencia real de un tal Sócrates,
dios de la vida de Sócrates —su actitud
condenado a muerte por impiedad en el
en el proceso contra los estrategos de las
año 399
Arginusas y su repulsa a los Treinta, que
le ordenaban participar en la captura de 8
La légende socratique et les sources de Platón,
León de Salamina—, cuyo relato leemos Bruselas, 1922.
4
en la Apología platónica, 32b-d, pero Sokrates, sein Bild in Dichtung und
Geschich-te, Berna, 1947. Por una senda crítica
cuyo carácter histórico no puede ne- análoga ya se habían encaminado E, WOLFF
garse, por cuanto, como lo ha señalado De (Platos Apolo-gie, Berlín, 1929) y H. KUHN
Strycker 2, su narración se encuentra in- (Sokrates: ein Versuch über den Ursprung der
Metaphysik, Berlín, 1934).
2
"Les témoignages historiques sur Socrate",
en Mélanges H. Grégoire, Bruselas, 1950, t. II.

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a. C., pero sostiene que no fue un pen- que en la de Teléclides, se lo acusa ora de
sador cuyo nombre pueda pertenecer a la ser quien hace malograr la conciencia de
historia de la filosofía, y que Platón, Je- lo trágico de Eurípides, ora de ser el ver-
nofonte, Aristóteles y los demás autores dadero autor de los dramas de éste; pero
que lo presentaron como filósofo y maes- sobre todo se lo presenta en Las nubes
tro se han servido de su nombre, así como como figura que es una perfecta carica-
hubieran podido utilizar cualquier otro, tura del tipo de filósofo que investiga y
para llevar a cabo la creación literaria disputa, lo cual prueba que como tal de-
del ideal del sabio, tal como cada uno de bía conocerlo todo el mundo en Atenas,
ellos lo concebía, sin preocuparse en abso- y confirma, indirectamente, además, la
luto por la fidelidad histórica. Todos estos declaración del Banquete de Jenofonte,
retratos, por lo tanto, pertenecerían a la según la cual se lo apodaba "el pensador".
Sokratesdichtung y no existirían acerca Por otro lado, el asiduo contacto de Só-
del personaje testimonios históricos dig- crates con los jóvenes y sus continuas dis-
nos de tal nombre, ni mucho menos acer- cusiones acerca de problemas jurídicos y
ca de su hipotética doctrina. políticos, morales y religiosos se hallan
Esta reducción de la figura tradicional confirmados en forma indiscutible por la
de Sócrates a puro mito contradice los misma denuncia que determinó su pro-
datos señalados por De Strycker, que do- ceso y condena: imputaciones que pocos
cumentan la existencia histórica de un años después repite el líbelo de
ciudadano admirable y admirado por su Polícra-tes5, que a su vez suscita las
justicia ejemplar y consejero a quien los reivindicaciones de Lisias, Isócrates y
jóvenes consultaban en las contingencias Jenofonte, junto a la de Platón.
decisivas de su vida; y contrasta aún más Aun por debajo de las deformaciones
con el hecho histórico de las representa- hostiles encontramos, pues, atestiguado
ciones efectuadas en Atenas, durante la por las interpretaciones malévolas mis-
vida de Sócrates, de comedias como las de mas, el terreno firme de los datos histó-
Teléclides, de Los aduladores de Éupolis ricos, esto es, la existencia y actividad
(421), del Connos de Amipsias (423) reales de un Sócrates pensador y maestro,
y de Las nubes (423), Las aves (414) y conocido como tal por todos en la Ate-
Las ranas (405) de Aristófanes. En todas nas de su tiempo. En lo que concierne a
ellas Sócrates aparece vinculado a los so- 5
También hay que mencionar la Vida de Só-
fistas y a Eurípides y corno un pensador crates, de ARISTÓJENOS (de esta obra han que-
que en la comedia de Amipsias hace gala, dado fragmentos recogidos por K. MUELLER en
Fragm. histor. graecorum, París, 1841-1883, t.
frente a un coro de pensadores, de su
II, pág. 280 y sigs.), basada en parte en recuerdos
sabiduría y de su heroica continencia. En personales del padre del autor, quien había cono-
las dos últimas de Aristófanes, al igual cido a Sócrates.

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este punto fundamental podemos enton- ciones con Aspasia y todo el círculo de
ces aceptar como verdaderos otros datos Pericles y muchos otros personajes promi-
biográficos que nos ofrecen especialmente nentes; pero, en especial, con todos los
Jenofonte y Platón y reconstruir la vida sofistas que suelen actuar en Atenas.
de Sócrates en sus lineamientos esenciales. Acaso pueda aceptarse la tradición —pro-
Su nacimiento, acontecido en un ba- cedente de su contemporáneo Ión de
rrio suburbano de Atenas, debe situarse Quíos y recogida por Diógenes Laercio
en el año 470-469, puesto que al morir y por Simplicio— según la cual en su ju-
(399 a. C.) tenía 70 años cumplidos. ventud había escuchado a Arquelao, dis-
Hijo del escultor Sofronisco, cuyo arte cípulo de Anaxágoras; lo cierto es que
aprendió y ejerció algún tiempo, y de Jenofonte afirma (Memor,, I, i, 12 y sigs.,
Fe-nareta, una partera muy conocida, tuvo y vi, 14) que se había familiarizado con
de su familia recursos sin duda los "antiguos" filósofos, y Platón le hace
modestos pero que le permitieron recordar en Fedón 96-97, su pasión
adquirir la cultura tradicional de los juvenil por conocer la ciencia física y por
jóvenes atenienses de buena familia, hallar una solución a los problemas natu-
cumplir con sus obligaciones militares rales que lo atormentaban y su hondo inte-
como hoplita y dedicarse luego rés en la doctrina de Anaxágoras, seguido
enteramente a la desinteresada misión de por el desengaño que le produjo la lectura
maestro, aunque a costa de abstinencias del libro. Todo esto puede explicarnos la
heroicas, como dice Jenofonte (Memor., presentación que hace de él Aristófanes
I, ii), ο de una infinita pobreza, según en Las nubes, donde lo muestra suspen-
dice Platón (Apol., 32)6. dido en el aire contemplando el sol, esto
Desde su juventud parece estar en rela- es, preocupado por los problemas
ción con las más notables inteligencias de natura-les. Pero en el Fedón, 99e, Sócrates
su época: los músicos Damón y Connos; sigue diciendo que, al no encontrar en
el pintor Parrasio; Eurípides —a quien en ningún naturalista una explicación
Las ranas Aristófanes le reprocha que, por satisfactoria y al no lograr tampoco
el trato con Sócrates, pierda el sentido de hallarla por si mismo, tomó otro camino
la sublimidad de la Musa trágica, y en pensando que la solución de los
Las nubes lo acusa de hacerse escribir sus problemas no debía buscarse en los
tragedias por ese chacarero de pretendida objetos del conocimiento
sabiduría—. También parece tener rela- sensible sino en los conceptos, y Jenofonte
dice que su maestro siempre hablaba de
(6) En el proceso Sócrates declara que podría cosas humanas. Por su parte, Aristóteles
pagar de su peculio sólo la suma de una mina compendia ambos testimonios al declarar
ática (436 g) de plata. JENOFONTE (Econ., II,
iii) estima en cinco minas el total de los bienes (Metaf., 987a-b) que Sócrates no se ocu-
de Sócrates. paba de la naturaleza sino de las cosas

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éticas, indagando los conceptos universa- conclusión de que la pretendida ciencia de


les. De modo que las afirmaciones de Cice- los físicos se resolvía en una ignorancia real
rón (Tusc., V, iv, 10; Acad, post., I, iv, de las causas. Sócrates debió ser conocido
15), según las cuales Sócrates hizo des- en Atenas por este planteamiento y por
cender la filosofía del cielo a la tierra, esta conclusión negativa acerca de la com-
pueden acaso entenderse en el sentido de prensión de la naturaleza pues en Las
una sucesión de dos fases en su filosofar. nubes todavía se lo presenta como natu-
Con esta interpretación puede resolverse ralista, y esa fama ya ganada de crítico
el problema planteado por muchos siempre insatisfecho puede explicar per-
historiadores con respecto al comienzo fectamente la pregunta de su amigo Que-
de la misión de escrutador y purificador de refonte y la respuesta de la Pitia, la que
inteligencias y conciencias que, en la además podía saber, por el mismo Quere-
Apo-logía, Sócrates hace remontar a la fonte, que Sócrates reprochaba a los na-
respuesta negativa que la Pitia dio en turalistas la falta de una explicación
Delfos a la pregunta formulada por su finalista, o sea la negación de una provi-
amigo Querefonte cuando inquirió si dencia divina. Pero la respuesta de la
había alguien más sabio que Sócrates. Pitia —que nadie era más sabio que el
¿Cómo habría podido Querefonte mismo Sócrates, que justamente reconocía
plantear tal interrogante y la Pitia dar tal su ignorancia— le plantea un nuevo pro-
contestación —se preguntan muchos— si blema y una nueva exigencia que ya no
Sócrates no hubiese sido ya famoso por el es la anterior indagación naturalista:
cumplimiento de su misión de maestro? escrutar a los hombres para conocerlos y
Sin embargo, el problema puede alentarlos a conocerse a sí mismos y a ser
resolverse sin tachar de ficticia la mejores.
declaración socrática —que resultaría "Desde entonces, de acuerdo con la
ingenua por su carácter evidentemente voluntad del Dios, no he cesado de
contradictorio— pues Sócrates, presenta examinar a mis conciudadanos y a los
la respuesta de la Pitia como el hecho que extranjeros que considero sabios; y si
determinó, no el comienzo de su me parece que no lo son, voy en ayuda
investigación filosófica, sino el paso de del Dios revelándoles su ignorancia."
los problemas de la naturaleza a los (Apol., 23 b.)
problemas del conocimiento y del hombre. De todos modos, debe suponerse que
La investigación natural de Sócrates da comienzo a esa misión pur-
Sócrates —tal como aparece en el gativa de los espíritus —cuya fecha el
Fedón y como lo confirman las relato de la Apología no permite deter-
Memorables, I, i, 13 y sigs.— constituía minar— antes de los 38 años pues cuando
ya un planeamiento crítico por cuyo en la batalla de Potidea (432) salva a
intermedio se llegaba a la Alcibíades herido (cf. Banq., 262 y sigs.),

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ya hacía tiempo que éste era su discípulo socráticas: Antístenes, fundador de la


y amigo y, según el Alcibiades primero, escuela cínica; Aristipo, de la cirenaíca;
103 y 105, Sócrates habría tardado varios Euclides, de la megárica; Fedón y
años en cumplir con él la misión que ya Mene-demo, de la eleo-erétrica; Platón, de
había cumplido con otros, a la espera de la Academia; además de Esquines de
que estuviera espiritualmente maduro y Esfeto, el discípulo más fiel, Simias y
dispuesto. Cebes, ex pitagóricos, etcétera. Pero,
Convencido, en efecto, de que debía mientras los discípulos que pueden y
cumplir una misión de escrutador de saben comprender la grandeza y nobleza
conciencias y estimular a todos a efectuar espiritual del maestro le profesan una
su propio escrutinio, Sócrates se dirigía veneración que se acrecienta en el andar
—en los gimnasios, en el agorá, en las de los años, el común de los examinados a
calles, en los banquetes, en cualquier par- quienes Sócrates hace patente su
te— a cada uno, sin hacer distinciones de inconsciencia e ignorancia, recela de él y
clase, oficio o edad; a políticos y le guarda rencor. Y a veces algún
sofistas, a poetas y artistas, a soldados y discípulo rebelde, como Alcibíades,
artesanos, a jóvenes y ancianos, a obligado a avergonzarse, se siente
extranjeros y conciudadanos (Apol., 30a), impulsado a rehuirlo y hasta a desearle la
pero, según un concepto que se repite muerte, pero al mismo tiempo tiene
muchas veces en Platón (Alcib. pr., conciencia de que si eso ocurriera
Teet., etcétera), una intuición experimentaría el más agudo dolor.
instintiva, que él consideraba inspirada (Banq,, 216a-c.)
por el daimon siempre presente en su Sin embargo, a muchos otros sólo les
interior, le revelaba quién estaba dispuesto queda una enemistad incomprensiva y
a aprovechar su conversación y quién no, rencorosa; y sobre ese fondo general de
y así se guiaba en la selección de los incomprensión popular, de sospechas y
discípulos. Debemos distinguir, pues, resentimientos —expresados también en
entre interlocutores ocasionales y la presentación hostil que de Sócrates
discípulos; con todos Sócrates trata de ofrecen los cómicos, especialmente
realizar su escrutinio, pero sólo algunos Aris-tófanes— actúan las pasiones
de ellos se convierten en compañeros asi- políticas exasperadas por el derrumbe del
duos o en discípulos. Son, por cierto, imperio ateniense y la guerra civil entre
personas de situación, índole y criterio oligarcas y demócratas. La opinión
intelectual muy diversos que luego se pública le reprocha a Sócrates que entre
convierten, unos, en políticos, como sus discípulos figure un responsable de
Alci-bíades, Critias, Cármides; otros, en grandes desastres ciudadanos, como
militares e historiadores, como Alcibíades; los peores entre los Treinta
Jenofonte; otros, en filósofos fundadores Tiranos, como Critias y Cármides;
de escuelas laconófilos como Jenofonte

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y Platón. No importa que en las batallas permitido el cumplimiento de su misión,


de Potidea (432), Delio (424) y en la que veía la ejecución de un mandato
Anfí-polis (421) Sócrates haya cumplido divino y su verdadero aporte al bien de
con más valentía que otros su deber con la ciudad.
la patria y haya merecido que el general "Nunca en mi vida me he concedido re-
Laquetes declarara que si todos se hubie- poso en el esfuerzo por aprender, sino que,
sen comportado como él la victoria habría descuidando lo único que la mayoría cui-
sido de los atenienses. En defensa de la ley da —el dinero, el hogar, el ser estratego o
y de la justicia, Sócrates se había ne- caudillo y demás magistraturas, y las con-
gado —solo, y arriesgando la vida— a juraciones y sediciones ciudadanas...—
ceder, tanto a las imposiciones del furor no me metí en las cosas en que no creí
popular en el proceso contra los estrategos que pudiera ser útil ni a vosotros ni a mí
de las Arginusas (411), como a la orden mismo, sino que siempre acudí allí donde
de los Treinta de arrestar a León de podía aportar el mayor beneficio, acer-
Sala-mina (404); pero el público acaso cándome en privado a cada uno y tratando
ignorara el segundo episodio y si de convencer a cada uno de vosotros de
recordaba el primero lo interpretaba que se preocupara por sí mismo antes que
quizás como expresión de un espíritu por sus intereses, a fin de llegar a ser más
antidemocrático en grado no menor que bueno y más sabio; [por el mejoramiento
la crítica a instituciones tales como el espiritual] de su ciudad antes que por los
sorteo de magistrados o la atribución a bienes materiales de ésta." (Apol., 36b-c.)
todos de facultades políticas. "Debido a esta tarea, no tuve posibilidad
Con razón decía Sócrates que si hubiese de hacer nada digno de consideración, ni
participado en la actividad pública y en en los asuntos públicos ni en los privados,
sus contiendas, él, que era irreductible de manera que vivo en pobreza infinita
opositor a toda acción injusta o ilegal, por servir al Dios." (Ib, 23 b.)
habría perdido la vida hacía tiempo Mientras tanto, al rencor de aquellos a
(Apol., 32d y sigs.), pues en la guerra o quienes él mismo había hecho avergon-
en cualquier otra ocupación su lema era zarse se agregaba el de otros hombres
igualmente cumplir con su deber, aten- examinados por muchos discípulos que se
diendo sólo a la justicia o injusticia de lo complacían en imitarlo. "Y así resulta
que hacía y sin preocuparse por la que los examinados por ellos se encoleri-
muer-te ni por nada y sí sólo por la zan conmigo, no con ellos mismos, y dicen
vergüenza (Apol., 28b-d). Por otra que hay un tal Sócrates, hombre perverso,
parte, no sólo la voz interior de su que corrompe a los jóvenes." (Apol.,
daimon le vedaba entregarse a la vida 23c-d.)
pública, sino que además la actividad Sócrates no se preocupaba por la tor-
política no le habría

15
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

menta que iba condensándose sobre su núes ... filosofando; de lo contrario ...
cabeza; seguía cumpliendo la misión que morirás ...», os contestaría: «Mis
a su juicio le había sido confiada por el queri-dos atenienses, os quiero y os amo,
Dios, con la misma imperturbable sere- pero obedeceré al Dios antes que a
nidad con que a veces se ponía a reflexio- vosotros y en tanto tenga aliento no
nar en algún problema, insensible a las cesaré de filosofar y de amonestar y
contingencias circunstantes, al frío, al aconsejar a vosotros y a cualquiera de
hambre, al cansancio, como cuando —se- vosotros a quien tenga ocasión de
gún refiere Alcibíades, Banq., 220c-d— hablar»." (Apol., 29c-d.) "Y, me
en Potidea permaneció todo un día y una absolváis o no, no haré otra cosa ni aun
noche de pie e inmóvil, concentrado en cuando me exponga a morir mil veces."
sus pensamientos, hasta que al salir el sol (Ib., 30b-c.)
rezó sus oraciones y se marchó. Afirmaciones como éstas contribuyen sin
Pero en el año 399 la tormenta se desen- duda a que se lo declare culpable y
cadena. Tres ciudadanos —Meleto, poe- —como según la ley ateniense él mismo
ta; Licón, orador; y Ánito, mercader y debe proponer una pena— manifiesta en-
político influyente por haber sido com- tonces que no merecería ninguna, ni de
pañero de Trasíbulo en la expulsión de destierro, ni de cárcel, ni de otra índole,
los Treinta Tiranos— se convierten en sino recompensa y honra públicas por
portavoces de las sospechas y de la hos- haber tratado siempre de beneficiar a todos,
tilidad ya difundidas y denuncian a Só- exhortándolos a mejorar su alma y su
crates acusándolo de corromper a la ciudad, pero que si se le quiere imponer una
juventud, de negar a los dioses patrios y multa pagará lo poco que puede dar de su
de introducir nuevos seres demónicos. bolsillo, más lo que le ofrecen sus discípulos.
Pena pedida: la muerte. Los jueces, irritados, votan por mayoría la
De acuerdo con la Apología platónica pena de muerte, pero Sócrates les advierte
—sin duda sustancialmente fiel—, en el que lo más difícil no es rehuir la muerte,
proceso Sócrates centra su defensa en sino la maldad, y que para verse libre de
el relato de su vida y del apostolado que todo reproche no hay que tapar la boca a los
después de la respuesta de la Pitia se im- acusadores, sino mejorarse a sí mismo. Y a
puso como deber sagrado. Así como nun- la minoría que votó su absolución le dice,
ca abandonó el puesto que le asignaron para su consuelo, que la muerte, ya sea
en la guerra los magistrados, jamás aban- anonadamiento del ser, ya ingreso en otra
donará —dice— la misión que le asignó vida inmortal, no es un mal y que no hay
el Dios: males para el hombre bueno, vivo o
"Y aun si me dijeseis: «Sócrates ..., te muerto; por lo cual pide que se trate a sus
libertamos a condición de que no conti- hijos como él trató a sus conciudadanos:
corrigiéndolos y

16
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

estimulándolos a ser virtuosos. Y conclu- A la mañana siguiente vuelven los


ye: "Ya es hora de que vayamos, yo a amigos y la conversación recae en el te-
morir, vosotros a vivir. Quién es el que ma del destino del alma. Sócrates, sereno
va a mejor suerte a todos está oculto, ante la emoción de los discípulos, trata
excepto al Dios," (Apol., 42.) de convencerlos de que, para los buenos,
Semejante elevación moral demostrada la muerte es el comienzo de otra vida
por Sócrates durante el proceso se mejor; y en las alternativas del diálogo,
reafirma en el intervalo entre la sentencia especialmente en el momento dramático
y la ejecución, para lo cual debió en que algunas objeciones de Simias y de
esperarse el retorno de la nave sagrada Cebes parecen estar a punto de derrum-
que había partido con destino al santuario bar la construcción levantada, Sócrates,
de Délos. Durante los treinta días de tranquilo y sonriente, las examina parte
espera, Sócrates, en la cárcel y con por parte, devuelve la confianza a los
cadenas en los pies, continuó conversando perturbados y termina exhortando a to-
filosóficamente con sus discípulos y dos a que acepten serenamente el llamado
amigos. En la víspera del arribo del barco, del destino 8.
Critón le anuncia: "Mañana tendrás que Llega el carcelero después del último
morir." "En buena hora —contesta—; si saludo de Sócrates a su mujer Jantipa y a
así lo quieren los dioses, así sea." Critón le sus hijos y, emocionado, trae el veneno
suplica entonces que acepte la fuga que (cicuta). Sócrates, imperturbable, toma
los amigos han preparado y que no se el vaso, lo vacía de un trago y dice a los
traicione a si mismo, ni traicione a los amigos que sollozan: "No, amigos; hay
hijos y a los amigos rechazándola, pero que concluir con palabras de buen augu-
Sócrates contesta que lo único que rio: permaneced, pues, serenos y fuertes."
importa es vivir honestamente, sin Cuando empezó a sentir los efectos del
cometer injusticia ni siquiera para veneno, se acostó, le recordó a Critón
retribuir una injusticia recibida. Y le que debían un sacrificio al dios Asclepio,
plantea el problema: "Si en el momento y poco después estaba muerto. "Así —
de la huida las leyes se me presentaran y le hace decir Platón a Fedón— murió
me preguntasen si sustrayéndome a su nuestro amigo, el hombre, podemos decir,
mandato quiero malograrlas y cometer la mejor y más sabio y más justo de cuan-
mayor impiedad contra la patria, ¿qué tos conocimos." Y estas mismas palabras
podría yo contestarles?" Critón debe repite Platón en su propio nombre al re-
darse por vencido, y Sócrates concluye: cordar a Sócrates en la Carta VII.
"Basta, pues, Critón, y vamos por el ca- Pero si bien Platón expresa en esa for-
mino por donde el Dios nos lleva 7."
8
Cf. PLATÓN , Fedón.
7
Cf. PLATÓN , Gritón.

17
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ma inequívoca su juicio y el de sus peligrosa índole de la dialéctica, Platón


compañeros contra la sentencia que con- pide gran cautela en su uso, del cual hay
denó como peligroso para su ciudad al que mantener alejados a los jóvenes, pues
mejor y más justo de los hombres, la de otro modo se aficionan a las discusio-
historiografía moderna, a partir de nes por sí mismas y se acostumbran a
He-gel, ha planteado el problema de la le- contradecir y a deshacerlo todo. Además,
gitimidad de tal sentencia y ha tratado agregan algunos críticos modernos, con
a veces de justificarla desde el punto de su ejemplo Sócrates enseñaba a los jóvenes
vista de la razón de estado, superior al a despreocuparse de la vida pública y de
rencor de aquéllos a quienes refutaba y los problemas de la ciudad para
a la hostilidad que los poetas cómicos y preocu-parse sólo por su propia vida
el vulgo sentían hacia quien para ellos interior; y como, por el contrario, el estado
personificaba la sospechosa investigación, consi-deraba la participación en las
tanto de los naturalistas tipo Anaxágoras, asambleas y magistraturas un deber de
como de los sofistas tipo Protágoras. El los ciudadanos y no sólo un derecho, la
tribunal, como conciencia oscura del influencia negativa de Sócrates hacía que
estado ateniense, había intuido que la éste necesariamente pareciese un
acción de Sócrates hacia peligrar los corruptor. Y, en fin, dado el vínculo
fundamentos tradicionales, políticos y entre la vida de la polis y la religión
religiosos de la polis al socavarlos con su ciudadana, Sócrates, que quería sustituir
crítica racionalista. esta última por otra fe, se convertía,
Platón mismo —señala De Sanctis9—· innegablemente, en reo de impiedad.
destaca en La república, 538 c-539 b, tales Sin embargo, Sócrates estaba tan lejos
peligros al observar que "hay principios, de querer socavar las creencias religiosas
en torno de lo justo y lo injusto, en que tradicionales que nunca las hizo objeto
hemos crecido desde niños, acostumbrán- de discusión, y es un sofisma decir que de
donos a obedecerlos y honrarlos", pero esa manera las negaba y anulaba aún más
que si a un joven se le refutan repetidas que quienes tenían la audacia de
10
veces las convicciones que ha recibido de discutirlas . Además, Sócrates
las leyes y se le hace pensar que lo que acostumbraba cumplir las formas del
honraba no es bello, ni justo ní bueno, es culto, rezar su oración matutina al sol,
inevitable que no siga honrando y obe- ofrecer sacrificios a los dioses, pedir y
deciendo los principios recibidos, sino hacer pedir al oráculo délfico —en
qué "se convierta en transgresor de la ley, circunstancias críticas— inspiración
de fiel observador que era". Dada esa para su propia conducta y para la ajena.
8
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. 480 y Por cierto que este respeto al culto
sigs. 10
Storia dei Crecí, ed. cit., t. II, pág. 492.

18
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

patrio no significaba, como parece creer de la democracia ". Su exigencia de que


Jenofonte, aceptación lisa y llana de las los magistrados fuesen capaces y tuviesen
creencias politeístas, pues, al contrarío, to- la preparación necesaria y la crítica que
das las manifestaciones divinas particu- formulaba al sistema de sorteo no impli-
lares se unificaban para Sócrates en una caban que reclamase leyes aristocráticas
fuente única, inteligencia y providencia de privilegio, sino un llamado a la con-
universales, Dios presente en el mundo y ciencia de los políticos que debían con-
también —según la expresión usada por siderar el ejercicio de las magistraturas
Epicarmo y Anaxágoras— presente en como una misión comparable a la del
nosotros, presente como el alma personal médico y a la del piloto o a la de cualquier
y como el daimon interior al que Sócrates otro especialista, actividades todas que
atribuía su inspiración en momentos exigen conocimientos e idoneidad. No
decisivos. eran, pues, una negación de la
Por otro lado, si bien Sócrates no parti- democra-cia, sino la exigencia de
cipaba constantemente en la vida política, perfeccionarla para que efectivamente
no sólo cumplía con su deber de soldado estuviese al servicio del bien público.
y magistrado toda vez que le correspon- Él espíritu democrático de Sócrates se
día, sin tener en cuenta los peligros; tam- manifestaba también en la valoración del
bién creía cumplir una misión pública trabajo, por la cual —en oposición a
sagrada al ejercer su apostolado de desper- los prejuicios aristocráticos y al despre-
tador de conciencias que estaba —según cio de las clases superiores y de los inte-
señala Jaeger en Paideia, II, pág. 55 y
11
sigs.— al servicio de una educación "polí- MAGALHÁES VILHENA, V. DE, Socrate et la
légende platonicienne, París, Presses
tica" y trataba una abundante temática
Universitaí-res de France, 1952, ha desarrollado
política. Y a tal servicio sacrificaba Só- en la forma más amplía y docta la tesis de la
crates todo interés personal y familiar. orientación antidemocrática de Sócrates —del
Además, su crítica a ciertas leyes e Sócrates platónico, que coincidiría, sin embargo,
con el Sócrates del libelo de Polícrates en su
instituciones que le parecían contrarias carácter de inveterado odiador del demos
al bien del estado no sólo no obedecía, (misódemos)—, "leader intel-lectuel incontesté et
como lo destaca Jaeger, a consideraciones incontestable de la réaction aristocratique au
de partido —y bien lo sabía Critias, que moment aígu de la démocratie triomphante, celui
qui fut son héraut au debut du dernier sursaut de
en nombre de los Treinta quiso prohibir grande allure de l'aristocra-tie athénienne
su enseñanza—, sino que tampoco dismi- chancelante" (pág. 222). Lamento no poder
nuía su profundo respeto a la majestad detenerme en un examen analítico y en una
discusión como los que el libro de Magalhaes
de la ley que le hizo rechazar la fuga y Vilhena merecería pues los límites de mí ensayo
sacrificar su vida en el altar de las leyes. me obligan a ceñirme a una rápida indicación de
Tampoco es exacto que fuese enemigo los datos en que puede apoyarse mi tesis
contraria.

19
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

lectuales por los trabajadores— se com- porque reconocía en él una actividad


placía en recurrir a menudo a la sentencia educadora que crea conocimientos e im-
de Hesíodo: "el trabajo no es vergüenza; plica la conciencia de lo que se hace y
el ocio sí es vergüenza". Y en conversa- de por qué se lo hace. Entre sus muchos
ciones que refiere Jenofonte —pero que examinados, los únicos que entendían lo
por cierto traducen un genuino pensa- referente a su propio oficio —dice en la
miento de Sócrates, puesto que Jenofonte Apología, 22a— eran los artesanos, cuya
se inclina espontáneamente hacia el punto sabiduría, empero, se nublaba cuando
de vista aristocrático y es uno de los pretendían salir del terreno de su compe-
típicos menospreciadores del trabajo—, tencia. Acaso por esta función cognos-
Sócrates no sólo repite con Hesíodo, citiva del trabajo, a Sócrates le agradaba,
Epicarmo y Pródico que el trabajo es el en sus investigaciones conceptuales, partir
precio al que los dioses nos venden los de ejemplos propios de artesanos; por
bienes y la conquista de la arete, sino que eso Critias, cuando quiso impedirle que
además afirma la dignidad moral del tra- actuara como maestro, le ordenó abste-
bajo, aseverando que para los hombres y nerse "de los zapateros, los herreros, los
las mujeres libres no es ninguna deshonra vaqueros, etcétera" 13, vale decir, de los
ejercer un oficio manual; antes bien, sólo temas y de los ejemplos que en sus diá-
a condición de trabajar y de no ser pará- logos prefería.
sito se puede llegar a ser sabio y justo En esa honra directa e indirecta al
(Memor., I, ii; II, i; II, vi). trabajo, no menos que en la exigencia del
Estas ideas se transmiten sobre todo a diálogo, que reconoce la libertad de pen-
Antístenes y a los cínicos pero, asimismo, samiento y de expresión y la quiere para
ejercen su sugestión en Jenofonte y en todos, Sócrates se nos muestra profunda-
Platón mismos quienes, precisamente por mente democrático; y aun cuando puede
influencia de Sócrates, contradicen a ve- parecer excesivo decir "que personificaba
ces su propia orientación aristocrática el espíritu de la democracia ateniense" 14,
por la cual fueron incluidos entre los hay que reconocer que es un defensor de
mayores responsables de la difusión pos-
13
terior del desprecio al trabajo 12. Cf. Memor., I, ii, 37. También
Cálicles
Sócrates también honraba el —Gorg., 491a— le reprocha: "¡Por todos
trabajo los
dioses! No sabes hablar sino de zapateros, carda
12 dores, cocineros, médicos, como si fuese
MONDOLFO , RODOLFO , La comprensión del
ése el
sujeto humano en la cultura antigua, Buenos Aires,
tema de nuestra discusión"; y Alcibíades —Banq.,
Imán, 1955, parte IV, cap. II; SCHUHL, Ρ. M.,
221e— reconoce: "siempre habla de asnos de car
Machinisme et philosophie, París, Alean, 1938, y ga, herreros, zapateros, curtidores", etcétera.
L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954; tr. es- 14
Cf. LOMBARDI, F., "Il discorso socrático", en
pañola: Buenos Aires, Hachette.
Rivista di Filosofía, Turín, julio de 1954, página
274.

20
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

la democracia de la competencia”(15). Por curso escrito no sabe dar explicaciones,


cierto que ésta, en tanto gobierno de los si alguien las pide, ni defenderse por sí
mejores, puede llamarse aristocracia 16 mismo, sino que necesita siempre la inter-
en el sentido etimológico de la palabra, vención de su padre. A este motivo —el
pero Sócrates es, sin duda, como lo declara único que suele citarse— el Fedro asocia
G. de Sanctis 17, "democrático de alma, otro: el discurso escrito se ofrece igual-
aun cuando adversario, en parte, de tal o mente al entendido y al lego, sin saber a
cual institución de la democracia quién debe hablar y a quién no, como un
ateniense de su tiempo". agricultor que esparce las semillas al acaso,
No es aceptable, pues, la justificación en cualquier tiempo y lugar.
histórica de su condena como defensa Pero el motivo más esencial aparece en
legítima de la polis democrática. otros diálogos platónicos, cuando en la
misma enseñanza oral Sócrates evita los
discursos largos que sólo permiten al dis-
4. El problema de Sócrates cípulo una pasiva función de oyente. La
y las condiciones para su forma propia de la enseñanza socrática es
solución. el diálogo en donde el maestro pregunta
más que contesta, excita la
Sócrates no escribió nada, o sólo unos reflexión activa del discípulo y provoca
versos, compuestos según el Fedón, 60d su res- puesta obligándolo a buscar para
y 61b, en sus últimos días de cárcel. Este descu- brir; o sea: es un despertador de
abstenerse de la enseñanza escrita, suele concien- cías e inteligencias, no un
explicarse con el motivo que Platón le proveedor de conocimientos.
hace enunciar en el Fedro, 275 d y sigs.: la Por este carácter peculiar, el magisterio
escritura es como la pintura, cuyas imá- socrático exigía el diálogo viviente y libre
genes están presentes ante nosotros como y no podía ejercerse mediante obras es-
personas vivas, pero que si las interroga- critas 18; y por eso su transmisión a la pos-
mos callan majestuosamente; así, el dis- teridad sólo pudo efectuarse a través de
testimonios ajenos, de discípulos y adver-
15
Cf. SEMERARI , G., "Il principio del dialogo sarios.
in Socrate", en Giornale critico della
18
filosofía Con esta interpretación parece coincidir W.
italiana, Roma, 1953, pág. 455. JAEGER cuando sostiene que Sócrates no quiso
16
Así la llama G. GALLI , Sul pensiero di Car- escribir nada porque vivió entregado por entero
lini ed altri saggi, Turin, Gheroni, 1950, pág. 83. a su misión: "lo cual indica cuán fundamental
17
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. era para él la relación de lo hablado con el ser
482. viviente a quien en aquel momento se dirigía".
Puede recordarse, además, que NIETZSCHE en La (Paideia, México, Fondo de Cultura Económica,
voluntad de dominio consideró a Sócrates repre- 1942-45, t. II, págs. 16-18.)
sentante de los derechos de la democracia que, al
rebelarse contra la tradición aristocrática, habría
producido la decadencia y disolución del mundo
helénico.

21
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Pero no sólo amigos y enemigos nos De este modo se plantea el problema de


ofrecen de él imágenes opuestas entre sí, Sócrates, o sea el de la reconstrucción his-
sino que, además, los mismos discípulos tórica de su pensamiento, problema que ha
reproducen el pensamiento del maestro ido profundizándose a partir del primer
cada uno según su manera particular de planteamiento efectuado por
entenderlo, y esas maneras son muy dife- Schleierma-cher. Sus dificultades, que
rentes en Jenofonte y en Platón, en han sido y siguen siendo a la vez
Antís-tenes y en Aristipo, en Euclides y estímulo y tormento para los
en Esquines, etcétera. De los dos historiadores, pueden inferirse del
testimonios principales, Jenofonte y examen concienzudo y detallado que del
Platón, el primero —según la crítica de tema hizo V. de Magalháes Vilhena (20).
Jöel, H. Maier, Burnet y Taylor, etcétera, En otra oportunidad (21) he recordado
y por común consentimiento— parece lo que a principios de siglo decía V.
incapacitado para reflejar la altura Bro-chard en su ensayo L'oeuvre de
espiritual del maestro y documenta, Socra-
además, en sus obras socráticas
(Banquete, Económico, Apología,
Memorables), carencia de escrúpulo
Sócrates existe una amplia bibliografía crítica,
histórico al atribuir al maestro conoci- para la cual remito a las obras de Magalháes
mientos especiales (de agricultura, de Vilhena mencionadas en el testo. En la primera
las costumbres bélicas de los pueblos del de ellas véanse especialmente los capítulos: "Pla-
tón et le Socrate historique", "Xénophon et le
Asía, etcétera) que él mismo había adqui- Socrate historique", "Aristote et le Socrate histo -
rido gracias a sus experiencias personales. rique", "Les textes socratiques d'Aristote". En lo
En cambio, Platón eleva la filosofía de que respecta a la general inexactitud histórica de
los testimonios de Aristóteles, el libro de
Sócrates por encima de la realidad histó- Magalháes Vilhena contiene también un capitulo:
rica, expresando por boca de éste en todos "Aristote et l'hístoire de la philosophie"; pero las
sus diálogos —con excepción del Timeo obras fundamentales al respecto son las
de H. Cherniss, Aristotle's Criticism of
y de Las leyes— las doctrinas propias, in- Presocratic Philosophy, Baltimore, 1935, y
cluso la de las ideas, sin distinguir las posi- Aristotle's Criticism of Plato and the Academy,
ciones respectivas; y el recurso de acudir Baltimore, 1944 (tomo II en preparación).
Además, en la eliminación de Aristóteles como
a Aristóteles, habitualmente utilizado testigo históricamente válido con respecto a
para tal distinción, resulta inadecuado por Sócrates, ya coincidían H. Maier, J. Burnet y A.
insuficiencia de datos y parcialmente inva- E. Taylor.
20 En dos obras: Le probléme de Socrate.
lidado por la imputación de inexactitud Le
histórica hecha por la crítica moderna a Socrate historique et le Socrate de Platón y So-
los testimonios aristotélicos19. crate et la légende platonicienne, París,
Presses Universitaires de France, 1952.
19
Acerca de la valoración histórica de los tes- Magalháes Vilhena anuncia la próxima
timonios de Jenofonte, Platón y Aristóteles sobre publicación de otro trabajo sobre el tema:
Aristophane et le Socrate histortque.
21 Moralistas griegos., Buenos Aires, Imán, 1941;
capítulo sobre Sócrates.

22
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

te 22 : "Mucho se ha escrito acerca de sos y querer ir adelante. Hay que plantear


Sócrates y lo mismo ocurrirá en el futuro. otro problema previo: el del motivo de
La fisonomía de Sócrates, por la misma estos fracasos..., de la fuente de las con-
incertidumbre e insuficiencia de nuestros tradicciones ... Debemos desatar las imá-
medios de conocimiento, no dejará jamás genes diferentes en su misma diversidad,
de tener para todos los investigadores el porque cada una nos ofrece una cara de
atractivo de un enigma que exige inter- Sócrates que se consideró verdadera, y tal
pretación; y sin duda la última palabra fue en cierto modo ..., por haber desem-
acerca de este problema nunca habrá de peñado un papel histórico que no puede
decirse". Comentaba yo entonces que ésta desconocerse"23. Lo cual coincide esen-
era una previsión fácil —cumplida hasta cialmente con lo que escribí en otra oca-
ahora y destinada a realizarse aún en el sión; esto es, que los rasgos con que cada
porvenir— que podría interpretarse tam- discípulo veía y dibujaba a su maestro
bién como una confesión de la inutilidad son los que han ejercido influjo en el
del trabajo de los historiadores para des- mismo discípulo y, en consecuencia, en
cifrar un enigma que nunca será resuelto el desarrollo de la filosofía griega; perte-
de modo decisivo; pero, aún cuando un necen a la historia del socratismo 24 y deben
problema histórico no admita solución tener su origen en la misma personalidad y
definitiva, a los historiadores les queda sin acción del maestro. Pero al mismo tiempo
embargo una tarea: lograr una solución debemos destacar que la crítica reciente
más satisfactoria que las presentadas hasta —según lo señaló Calogero25— tiende a
entonces y que ofrezca otra base para considerar los contrastes entre nuestras
progresos ulteriores. distintas fuentes relativas a Sócrates
Magalháes Vilhena acepta esta opinión, menos irreductibles que lo que le
pero observa que no es sólo éste el pro- parecieron a la crítica anterior, y a recono-
blema: "No basta con registrar los fraca- cer, más bien, que estas presentaciones
diferentes ofrecen rasgos comunes o sus-
22
Études de philosophie ancienne et de philosophie ceptibles de combinarse en mutua armo-
moderne, París, Alean, 1926; tr. española: Estudios
sobre Sócrates y Platón, Buenos Aires, Losada, nía. De manera que desde hace algún
1940. La misma opinión expresa A. BANFI tiempo parece que nos hemos encaminado
—Socrate, Milán, 1944, pág. 159—: "un tenta- hacia una interpretación más adecuada,
tivo di esposizione e di ínterpretazione socrática
rimane sempre un'ipotesi". También ADOLFO 23
LEVI —"Sul pensiero di Socrate", en Studi di
Le probleme de Socrate., ed. cit., pág. 10
filosofía greca., Barí, Laterza, 1950— recuerda y
la declaración de un especialista en estudios socrá- sigs.
24
ticos "ogní volta che si ritorna sul problema La comprensión del sujeto humano en
socrático lo si trova piu difficile di prima" (pág. la
217). cultura antigua., ed. cit. Véase en la parte III, cap.
III, las páginas sobre Sócrates.
25
"Socrate", en Enciclopedia Italiana.

23
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

sobre todo porque se ha abierto camino negativa, y aun cuando afirma la iden-
la certidumbre de que la interpretación tidad entre virtud y ciencia la concibe
del pensamiento socrático no puede sepa- como un cálculo de los provechos mate-
rarse del significado de su vida y de su riales y sensuales, lo cual Brochard mismo
acción histórica. La filosofía ha sido para define como "une conception
Sócrates el móvil de su existencia, de su terre-á-terre de la moralité".
27
actuación y de su sacrificio supremo; y Análogamente Gomperz , pese a que
la reconstrucción de su pensamiento admite en Sócrates la exigencia de
debe explicar tal consagración de toda armonía interior y unidad de carácter
una vida a costa también de la muerte: como condición de felicidad, interpreta
debe explicar el influjo espiritual ejercido como utilitarismo el eudemonismo
en discípulos tan diferentes como Platón socrático; un utilitarismo que quiere,
y Jenofonte, Antístenes y Aristipo, según Gomperz, sustituir el imperativo de
Eu-clides y Alcibíades, Fedón y los ex los mandamientos no susceptibles de una
discípulos de Filolao, etcétera; debe demostración inmediata por el indicativo
explicar esa devoción despertada en todos de intereses humanos innegables,
ellos, que, en lugar de borrarse con la insistiendo en las ventajas prácticas
condena del maestro, parece sacar de su groseras y palpables más que en las deli-
muerte impulso para la exaltación de su cadas y ocultas. Y De Ruggiero, por otra
memoria en la llamada literatura parte, se niega a reconocer en la actividad
socrática 26. de Sócrates un apostolado de la ciencia
Si la reconstrucción no logra explicar porque no habría tenido una doctrina
esas circunstancias no es satisfactoria y, para predicar al mundo, sino sólo un
por lo tanto, se condenan por sí mismas método de duda28. Y los ejemplos podrían
aun interpretaciones de historiadores va- multiplicarse. Pero con semejantes inter-
liosos como Brochard o Gomperz o De pretaciones del pensamiento socrático
Ruggiero, quienes nos presentan un Só- resultan inexplicables su vida y su acción
crates que sólo sabe hacer crítica demole- histórica, que son los datos concretos de
dora o teorizar una ética estrechamente donde —a falta de expresiones directas
utilitarista. que nos documenten su pensamiento ge-
El Sócrates de Brochard, en efecto, a nuino— es preciso partir, para de ellos
pesar de todo el afán de definición cien- tratar de retroceder a sus fuentes, es de-
tífica de los conceptos que lo acucia,
27
tiene conciencia de su incapacidad para Griechische Denker, t. II, cap. IV, parágra
salir de la esfera de una crítica puramente f o 3; tr . fr a nc esa : Par ís, Al ean; tr . ital ia na: Fl o
rencia, La Nuova Italia; tr. española: Buenos Ai
26
Cf. H. MAIER , Sokrates, Tubinga, 1913; res, Guarania.
28
pág. 106 y sigs., y W. JAEGER , Paideía, ed. cit., Cf. La filosofía greca, en Storia della filo
t. II, pág. 18. sofía, Bari, Laterza, 1934, vol. I.

24
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cir, al espíritu de Sócrates manifestado en que imputaba la destrucción de la ener-


su enseñanza. gía creadora del espíritu helénico; la de
Pöhlmann, que opone un Sócrates racio-
5. La inspiración religiosa y nalista puro a toda tentativa de interpre-
tación religiosa; la de Jöel, basada en la
la purificación de los interpretación aristotélica, igualmente
espíritus. racionalista; la de Ortega y Gasset, que
procede de la de Nietzsche 29 , etcétera.
En este aspecto, la corriente interpre- Pero al lado de estas interpretaciones
tativa que en nuestro siglo se ha basado racionalistas se afirman con vigor otras
en el carácter de misión que Sócrates dos: 1) La moralista o humanista, repre-
atribuía a su magisterio se ha encarado sentada en su más alto grado por la obra
según una perspectiva más satisfactoria de Heinrich Maier, para quien la huma-
y ha vuelto a poner de relieve con mayor nidad de Sócrates expresa esencialmente
insistencia un rasgo fundamental de su "un nuevo estado de espíritu" y la exi-
espíritu que quizá pueda dar la clave del gencia de una búsqueda de vida ética
enigma: su inspiración religiosa, que pue- personal, punto de vista que orienta
de llamarse mística, con tal de que no se también a Schrempf, Stenzel y otros, y
entienda esta palabra en sentido irracio- que Banfi expresa cuando define a Sócra-
nalista —pues sería contrario a la con- tes: "El espíritu mismo de la moralidad
fianza incondicional que tenía Sócrates en su infinito problema", "la morali-
en el valor de la razón—, sino como ex- dad en su pura exigencia ..., como for-
presión de su honda conciencia de una ma eterna del espíritu". 2) La religiosa,
misión sagrada a la que dedicó íntegra- que se acentúa con la frecuente atribución
mente y sacrificó su vida misma. del misticismo que Labriola le negaba. Este
El rasgo de honda religiosidad de Só- misticismo, cuya afirmación se basa en
crates fue puesto de relieve ya en el siglo los testimonios platónicos, ha sido vincu-
XIX por el máximo historiador de la filo- lado por la escuela escocesa (John Burnet
sofía griega, Eduardo Zeller, y aceptado y A. E. Taylor) a la relación entre Sócra-
y acentuado por otros, como por ejemplo tes y el pitagorismo, que los representan-
Antonio Labriola, quien afirmó de manera tes de esa escuela querían utilizar para su
terminante la necesidad de restituir a tesis según la cual Sócrates era el verda-
todo el conjunto de las exigencias expre- 29
sadas por Sócrates su originario signifi- Para las indicaciones bibliográficas remito a
la bibliografía final. Una síntesis rápida pero clara
cado religioso. No faltaron, por cierto, en de las obras mencionadas y de las siguientes puede
la misma época y posteriormente, interpre- verse en el ensayo de PAOLO Rossi citado también
taciones opuestas, como la de Nietzsche, en dicha bibliografía.
quien, en su Origen de la tragedia, veía en
Sócrates al antimístico o lógico puro al

25
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

dero autor de la teoría de las ideas. Pero En esta relación entre un punto cen-
muchos otros que rechazaron tal tesis ina- tral de irradiación y toda la esfera de las
ceptable reconocieron, empero, la impor- manifestaciones de la personalidad de Só-
tancia del hecho señalado por Burnet: los crates puede encontrarse el medio para
pitagóricos de Tebas y Fliunte — Simias, superar la antítesis entre las tendencias
Cebes, Ferondas, Equécrates — , ex discí- interpretativas opuestas de H, Maier y de
pulos de Filolao, después de la partida de Burnet-Taylor, esto es, entre un Sócrates
aquél buscaron en Sócrates al maestro que puro héroe moral, tal como lo veía
pudiera satisfacer sus exigencias religiosas Antís-tenes, y un Sócrates fundador de la
y místicas. filosofía especulativa, tal como lo
La inspiración religiosa y mística de presentaba Platón. "La anfibología —dice
Sócrates ha tenido singular eficacia con acierto Jaeger, en Paideia, II, pág.
escla-recedora en muchas profundas y 29— tiene que residir necesariamente en
acertadas reconstrucciones de su figura la personalidad misma de Sócrates que lo
histórica — de Zuccante a Melli, de hace susceptible de esta doble
Festugiére a De Sanctis, de Gallo Galli a interpretación. Y partiendo de aquí es
Ρ. Μ. Schuhl — y no menos en la necesario esforzarse en superar el carácter
presentación hecha por W. Jaeger en unilateral de las dos concepciones, aunque
Paideia, donde señala el carácter éstas sean en cierto sentido legítimas,
religioso de la misión de Sócrates, que se tanto lógica como históricamente." Y el
interpreta a sí misma como servicio del Dios y camino de esta superación puede
cuidado del alma, expresiones que "nos consistir en la vinculación de ambos
suenan a cristianismo". aspectos a su fundamental inspiración
Sin embargo, no basta advertir en Só- religiosa.
crates la presencia de una honda religio- No hay que olvidar que la distinción
sidad. Si queremos lograr un enfoque más sustancial, quizá, entre los sofistas y
unitario de la personalidad socrática, es Sócrates está constituida por la visión
decir, dar en su espíritu una posición que tienen respectivamente de la tarea
central a esa religiosidad cuya luz puede del filósofo y el maestro: actividad pro-
esclarecer cada aspecto de su actividad y fesional utilitaria para aquéllos; misión
de su doctrina e iluminarlos y vincularlos sagrada e imperativo categórico para
a todos en conjunto en su unidad siste- éste. Sócrates vuelve al concepto de la
mática y orgánica, hay que avanzar un filosofía como misión religiosa y camino
paso más, tal como lo hicieron algunos de de purificación ya sostenido por los pita-
los escritores mencionados y de manera góricos y por Parménides, pero acen-
particularmente decidida P. Martinetti tuando aún más la idea de la obligación
en su Socrate. moral que incumbe al filósofo: cumplir
con su deber de maestro —convertido en

26
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

servicio del Dios —aun a costa de la pro- viejos, a no cuidaros mucho del cuerpo y
pia vida. la riqueza, sino más del alma para hacerla
Tiene importancia fundamental, a este mejor... Y agregaré: «Atenienses, ya sea
respecto, el pasaje de la Apología plató- que me absolváis o no, yo no procederé
nica, 29c-30b, que ya hemos citado en de otra manera aunque me exponga a
parte. Dice Sócrates a sus jueces: "Aun si morir mil veces»."
me dijerais: «Sócrates, no escuchamos a Este enunciado de una misión sagrada
tu acusador y te dejamos en libertad, implica en Sócrates un culto a la filosofía
pero con la condición de que no pases tu como camino de purificación del alma se-
tiempo en investigar y en filosofar, de lo gún el concepto afirmado ya por los
contrario, si te sorprendemos tendrás que pitagóricos y los eleatas y vinculado ade-
morir». Si me libertaseis con esa más por los pitagóricos a la práctica coti-
condición yo os contestaría: «Mis diana del examen de conciencia. Éste era
queridos atenienses, os saludo, pero obe- también un ejercicio continuo del cono-
deceré al Dios antes que a vosotros y a cimiento de sí mismo: conciencia de las
cualquier otro», diciendo, según mi cos- propias faltas que se despertaba con la
tumbre: «Hombre ..., ¿no te avergüen- exigencia interior de pureza, por lo cual
zas de ocuparte de las riquezas, para el discurso sagrado pitagórico incitaba a
multiplicarlas, y de la fama, y en cambio sentir vergüenza ante sí mismo más que
no tienes ningún cuidado y preocupación ante cualquier otra persona. El precepto
por la sabiduría, por la verdad y por el pitagórico, cuyo eco resuena tanto en
alma para hacerla mejor en la medida de De-mócrito30 como en Sócrates, aparece
lo posible?» Y si alguien entre vosotros en acto en el Hipias mayor, 298 b-c,
me contesta que sí, que tiene cuidado de donde Sócrates dice que aun cuando sus
ella, no lo dejaré tan pronto, sino que lo faltas pudieran escapárseles a los demás,
interrogaré y examinaré e investigaré; y jamás se le escaparían a alguien ante el
si me parece que no tiene virtud, a pesar cual experimenta la mayor vergüenza; y
de lo que afirma, le reprocharé que ese alguien es el mismo Sócrates, el hijo
menos-precia lo que es de mayor valor y de Sofronisco. Esta experiencia interior,
estima lo que es vilísimo. Y esto haré con justamente, inspira la pregunta de
jóvenes y viejos, ciudadanos y Sócrates a cada ciudadano: "Hombre, ¿no
extranjeros, con cualquier persona que tienes vergüenza ...?", pregunta cuya
encuentre... eficacia está testimoniada por la
"Pues esto es lo que el Dios me ordenó, y declaración de
creo que vuestra ciudad no cuenta con 30
Cf. MONDOLFO, RODOLFO, Moralistas grie-
mayor bien que este servicio que hago al
gos, ed. cit., cap. I, y La comprensión del sujeto
Dios, esta costumbre que tengo de ir en humano en la cultura griega, ed. cit., parte III, cap.
torno de vosotros y exhortaros, jóvenes y III.

27
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Alcibíades en el Banquete platónico, sabiduría y de la virtud, únicas que nos


216 b-c: "Solamente con este hombre ha transforman en mejores a cada uno de
ocurrido lo que nadie podría creer de mí: nosotros (cf, Carm., 164; Alcib. pr.t
que me avergüenzo. Y a veces quisiera 128-133).
que ya no estuviera entre los hombres, "Conócete a ti mismo" significa: ad-
pero sé que si esto sucediese experi- quiere conciencia de tu fin y de tus faltas
mentaría el dolor más agudo". reales; la primera de éstas, la que impide
Es el despertar de la conciencia que la toda enmienda espiritual, es la creencia
filosofía alcanza con Sócrates en el ejer- de no tener faltas, esto es, falta de cono-
cicio de su tarea de purificación espiritual cimiento de sí mismo y de la verdad que
y que se afirma con el dictamen del se esconde bajo la ilusión y pretensión de
oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo. sabiduría. Saber que no se sabe, es decir,
Pero no ya en el sentido originario —"sa- adquirir conciencia de los problemas y de
be que eres mortal y que no debes pensar las lagunas que escapan a la pretendida
en cosas divinas"— sino, por el contrario, sabiduría: he ahí el primer resultado del
en un sentido procedente de las creencias examen y conocimiento de sí mismo, pri-
órfico-pitagóricas: "sabe que tienes un mera sabiduría verdadera.
alma divina y debes purificarla de todo "Querefonte —narra Sócrates, Apol.,
lo que es indigno de su naturaleza y de su 21— habiendo ido una vez a Delfos, tuvo
tarea". la osadía de preguntar al oráculo si había
Según Jaeger (Paideia, II, pág. 42 y alguien más sabio que yo. Y la Pitia le
sigs.) en esto consiste el primer momento contestó: «Nadie». Al oir esto yo pensé:
del magisterio socrático, el protréptico, ¿Qué quiere decir el Dios?, ¿qué es lo que
que precede al indagativo (élenkhos), Sin esconde en sus palabras?, pues tengo la
embargo, este momento previo exhorta- certeza de no ser sabio, ni mucho menos.
tivo por un lado no tiene eficacia en sí, Entonces, ¿qué quiere decir cuando afirma
sino sólo al realizar concretamente la que soy el más sabio entre los hombres? Y
refutación (élenkhos), y por otro lado, in- largo tiempo estuve pensando qué era lo
cluye ya, en su llamado a la vergüenza que quería decir. Después me puse a
ante sí mismo, un concepto doctrinario indagar. Interpelé a uno de los que pasan
implícito que es el concepto religioso del por sabios y me dije: ahora voy a
alma, fuente y base de la exigencia moral desmentir el vaticinio y a mostrar al
e igualmente de la cognoscitiva. Por eso, oráculo que éste es más sabio que yo,
"la vida sin examen es indigna del hom- aunque él haya dicho que yo lo soy. Pero,
bre" (Apol., 37a), en tanto que el cono- al examinarlo, he aquí lo que me ocurrió...
cimiento de sí mismo constituye la Al conversar con él descubría que parecía
con-dición, o mejor, la esencia misma sí sabio a muchos y sobre todo a sí mis-
de la

28
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

mo, pero que no lo era, e intenté demos- gencia de purificación. La refutación


trarle: «Tú crees ser sabio y no lo eres...» tiene la misión de suscitar en los otros la
Al irme pensé: en verdad soy más sabio conciencia de su ignorancia, es decir, de
que él pues nadie entre nosotros sabe nada encaminarlos hacia una purificación espi-
bello y bueno, pero él cree saber y no sabe; ritual de sus errores y faltas, y por eso
yo no sé, pero tampoco creo saber. Y por no llega ni debe llegar a una conclusión
esta pequeñez parece que soy más sabio: positiva sino a un resultado negativo que,
porque no creo saber lo que no sé". sin embargo —en tanto conciencia de un
La conciencia de su ignorancia vacío interior intolerable—, es prepara-
representa para el hombre una verdadera ción y estímulo para una investigación
sabiduría, en cuanto por ella su reconstructiva, tal como habría de serlo
espíritu se purifica del error; "en cambio más tarde la duda metódica de Descartes.
—dice Só-crates en el Sofista platónico— "He aquí, por Heracles —dice
me parece ver una especie de ignorancia Trasí-maco en La república, 337 y
que es la más grande y peligrosa y tiene sigs.—, la ironía habitual de Sócrates.
por sí sola un volumen igual al de todas Yo sabía, y se lo dije antes a esta gente,
las otras juntas". "¿Cuál es?" "La que que tú no querías contestar y que
no sabe y cree saber, pues origina todos emplearías la ironía y harías cualquier
los errores que cometemos con nuestra cosa antes que contestar, si alguien te
inteligencia." interrogara. Ésa es tu costumbre: no
contestar nunca sino, cuando otro
6. La refutación como contesta, tomar su discurso y
refutarlo... He aquí la sabiduría de
purificación y estímulo Sócrates."
para la investigación. La Trasímaco personifica a quienes no
comprenden el significado de purificación
mayéutica. espiritual que la refutación tenía para
Sócrates y también —según Proclo, In
Contra esta ignorancia tiene entonces
Parmen., I, 7— para los eleatas y especial-
que desarrollarse la refutación, parte ini-
mente para Zenón: "Zenón refutaba a
cial de la ironía socrática. Es verdad que
los que afirmaban la pluralidad de los
Jaeger la separa, como segundo momento
entes y purificaba su pensamiento de la
investigativo, de la exhortación, conside-
tendencia a lo múltiple pues la refutación
rada momento preliminar; pero, según
es una purificación y liberación de la
dije, la exhortación se hace efectiva y
ignorancia y un encaminamiento hacia la
operante sólo por medio de la
verdad".
refuta-ción (31) que suscita vergüenza,
Pero para Sócrates, como para los pita-
o sea exi-
góricos, la purificación y liberación de
31
"La forma de educación exhortativa — dice
Sócrates, Sof., 230a — a duras penas consigue un
muy pequeño provecho."

29
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

los espíritus era una exigencia religiosa: consigo mismas sobre el mismo asunto, al
una misión sagrada, dice en la Apología, mismo respecto y en el mismo sentido.
que le había sido confiada por el Dios Entonces ellos, al reconocerlo, se enojan
pues sólo mediante ella un espíritu cegado consigo mismos y se hacen benévolos con
por el error puede reconquistar la vista los demás y se liberan así de opiniones
y hallar el camino de la verdad y del bien, ásperas, con la más segura —para quien
es decir, encontrar su salvación. la experimenta— de todas las liberaciones.
Por eso, justamente, Sócrates considera Pues quienes los purgan piensan de la
el hecho de que se lo refute como un be- misma manera que los médicos del cuerpo
neficio que recibe, igual al que presta a que no creen que éste pueda, antes de
los demás cuando es él quien les refuta expulsar el obstáculo que lleva dentro,
sus errores. aprovechar el alimento que se le ofrece.
"Y, ¿qué hombre soy yo? Uno de los La misma persuasión tienen los médicos del
que se dejan refutar con gusto cuando alma, es decir, ésta no puede aprovechar
dicen cosas no verdaderas y refutan con la enseñanza antes de que la refutación,
gusto a los demás cuando son ellos quie- haciendo que el refutado se avergüence,
nes dicen algo no verdadero y no experi- no le haya sacado las opiniones que le
mentan más molestias al ser refutados impedían aprender y lo presente puro y
que al refutar; antes bien, creo que aque- convencido de saber sólo lo que en verdad
llo es un bien mayor, en cuanto hay más sabe y nada más." (Sof., 230.)
ventaja en ser liberado del peor de los ma- Pero el Sofista considera aquí solamente
les que en liberar a otros." (Gorg., 458.) los efectos intelectuales de la refutación,
Esta liberación no sólo es un beneficio, sin hablar de los morales, que no eran de
sino una exigencia fundamental en el mé- menor profundidad, como lo demuestran
todo socrático, según lo explica el Sofista con singular evidencia las declaraciones
platónico: de Alcíbíades en el Banquete, 216:
"A algunos les parece que cualquier "Cuando escucho sus discursos, el
ignorancia es involuntaria y que nadie que- co-razón me salta en el pecho mucho
rría nunca intentar aprender lo que ya más que a los coribantes y rompo a
cree saber, de manera que la forma de llorar... Los discursos de este Marsias
educación exhortativa a duras penas con- muchas veces me han impresionado de
sigue un muy pequeño provecho. Ahora manera tal que me parecía que no valía la
bien, cuando alguien cree decir algo bue- pena vivir en mi condición... Sólo con él
no acerca de cualquier asunto y no dice me ha ocurrido avergonzarme de algo."
nada, ellos lo van interrogando y, ligando Purificación moral, entonces, al mismo
sus opiniones medíante razonamientos, le tiempo que intelectual: liberación por la
demuestran que están en contradicción cual el espíritu se halla puro y dis -

30
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

puesto para la verdadera actividad que le ciera me dijeron que todo lo que haces es
compete. crearte dificultades a ti mismo y a los
Y he aquí donde, como vimos, aparece otros a fuerza de sembrar dudas en tu
en Sócrates el parangón — de origen pita- cabeza y en la de los demás. Pareces un
górico — entre el médico y el educador, torpedo marino que deja aturdidos a
que utilizaban también Protágoras y cuantos lo tocan. Tú me produjiste un
Gorgias, y que parece haber llegado a ser efecto semejante: me has aturdido el alma
un lugar común en la cultura de la épo- y ya no sé qué contestarte." "Yo —res-
ca 32. El hondo interés por la medicina ponde Sócrates— me parezco al torpedo
que Jaeger (Paideia, II, pág. 36 y sigs.) si estando aturdido puedo producir en los
destaca en Sócrates procede probable- demás el mismo aturdimiento pues no se
mente de una exigencia pitagórica más trata de que yo esté seguro y siembre du-
que del ejemplo de Hipócrates o de das en la cabeza de los demás, sino de que,
Dió-genes de Apolonia, porque se por estar yo mismo más lleno de dudas
vincula a la necesidad fundamental de la que cualquiera, hago dudar también a los
purificación del espíritu que ya los demás." (Men. t 80.)
pitagóricos comparaban con la purgación La ironía de Sócrates finge en el mo-
del cuerpo. Sin embargo, al repetir tal mento aceptar el enfoque puramente
parangón, Sócrates lo aplica de modo negativo de la refutación33 en el que Me-
acorde con el activismo de su pedagogía 33
En un fino y agudo ensayo, "Sócrates, ar-
que no permite que aquel a quien se tista de la vida" —en Sócrates, Galilea, Leopardi,
refuta permanezca en la actitud pasiva Buenos Aires, Partenón, 1947—, TURIN sostiene
del enfermo ante aquel de quien recibe una interpretación dramática de la figura de Só-
el purgante, sino que lo obliga a crates quien, atormentado durante toda su vida
por la contradicción entre su fe en la verdad
cooperar activamente en la refutación, y su duda o desesperación de no poder enseñarla,
etapa que el educador dirige más que no habría encontrado otra salida que la muerte,
efectúa. y por eso —en este punto TURIN concuerda con
Nietzsche— quiso morir y obligó a la ciudad a
Así es como la refutación logra su ma- darle la copa de veneno (págs. 164, 169 y passim),
yor eficacia; así es como al engendrar, En el marco de esta interpretación debe atribuirse
respecto al conocimiento, una duda me- plena y trágica seriedad a las múltiples declara-
tódica, la convierte en preparación nece- ciones de Sócrates: que no sabe cuál es la verdad;
que se halla colmado de dudas; que busca como
saria y estímulo para la investigación, los demás y junto a ellos (Gorg., 506 y 509;
según lo explica Sócrates a Menón en el Hip. may., 304; Cárm., 165; Men., etc.). Y por
diálogo platónico de este nombre: lo tanto TURIN objeta mi interpretación que ve
en la ironía socrática, simulada por un momento
"¡Oh, Sócrates!, antes de que te cono- —tanto en la refutación como en la
32 mayéu-tica—, la falta de ese conocimiento que
Véase MONDOLFO , RODOLFO , La compren-
Sócrates no quiere comunicar dogmáticamente a
sión del sujeto humano en la cultura antigua, ed.
su ínter-.
cit., parte II, cap. II.

31
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

nón expresaba la incomprensión común con gusto, mientras que antes, sin refle-
del método socrático, pero luego pone a xionar y convencido de que hablaba con
plena luz el papel positivo que desempeña razón, habría afirmado que un cuadrado
como estímulo para la reflexión doble debe tener doble lado." "Así es."
investi-gativa, esto es, como mayéutica. "Entonces, ¿piensas que se habría puesto
Después de haber refutado el error del a buscar y a aprender lo que ya creía sa-
esclavo interrogado acerca del teorema de ber, de no sobrevenirle la duda, la con-
Pitágoras, Sócrates observa: ciencia de su ignorancia y el deseo de
"El esclavo creía saber y contestaba co- saber?" "No lo creo." "De manera que ese
mo quien sabe y no tenía ni siquiera la más aturdimiento le ha sido útil." (Men.t 84.)
mínima duda; ahora la tiene: no sabe ni La refutación representa, pues, la etapa
cree saber... Pero, ¿no sabe ahora más que preliminar necesaria para encaminar el es-
antes? Y al colmarlo de dudas y de aturdi- píritu al descubrimiento de la verdad; sólo
miento, ¿le hicimos daño?" "No". "Más el espíritu purificado y liberado del error
bien me parece que lo hemos encaminado puede cumplir una investigación verda-
al descubrimiento de cómo es el problema; dera, desarrollando rectamente su capaci-
pues ahora, aunque no sabe, puede buscar dad intrínseca. La investigación resulta
entonces, para Sócrates, ejercicio de un
locutor, sino hacérselo descubrir activamente por poder congénito que ante todo tiene que
medio de interrogatorios. Esto, me objeta TURIN, ser liberado del obstáculo que le oponen
significa imputar a Sócrates —e! purificador, el
maestro, el mártir— una auténtica mentira; ¿y los prejuicios y los errores a fin de que
cómo podría purificar a los demás quien se co- pueda dar a luz su producto genuino: así,
rrompe en la mentira en el instante mismo en después de la refutación, se presenta la se-
que emprende la tarea purificadora? Sin embargo,
no me parece que pueda hablarse de mentira a
gunda parte del método socrático, la
propósito de un método didáctico que para Só- mayéutica o arte del alumbramiento...
crates no es un juego sino una honda exigencia: "¿No has oído decir—pregunta Sócra-
la de no anticipar nociones a sus discípulos sino tes, Teet., 148 y sigs.— que yo soy hijo de
obligarlos a descubrirlas ellos mismos, activamente,
tal como el esclavo de Menón descubre el teorema una hábil y renombrada partera,
de Pitágoras ("Mira, Menón, que yo no le enseño Fena-reta?" "Sí." "¿Y oíste decir, también,
nada sino que le pregunto todo"). ¿Diremos que que me dedico al mismo arte?" "Eso
Sócrates ignoraba efectivamente tal teorema, pues-
no." "Pues bien: sabe que ésa es la verdad.
to que interroga y no enseña? ¿Y qué diremos en
casos como el de Gorgias, donde la declaración de Reflexiona en lo que concierne a las
Sócrates, "repito nuevamente que no sé cuál es parteras y comprenderás mejor lo que
la verdad", se inserta en un discurso eminentemente quiero decir . . . ¿No es natural y
dogmático donde, al expresar teorías muy termi-
nantes acerca del bien y de la justicia, Sócrates necesario que a las mujeres encintas las
también afirma; "He aquí lo que afirmo y creo reconozcan las parteras, mejor que las
que es la verdad" (107d) ? otras?" "Ciertamente." "Además, las
parteras tienen

32
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

brebajes y pueden con sus encantamientos espíritus y si ellos no las sienten como
estimular los esfuerzos del parto o, si quie- verdaderamente suyas. Sólo así pueden
ren, suavizarlos y facilitar el alumbra- tener la plenitud de su valor intelectual
miento de las que sufren al dar a luz y y moral, cognoscitivo y práctico; y por eso
favorecer el aborto cuando resulte un la ironía socrática, que finge ignorancia,
feto prematuro." "Es cierto." "Ahora no es una mentira (como opina Turin,
bien, mi arte de partear se asemeja en todo loc. cit.) sino una obligación impuesta
al de ellas; sólo difiere en que se aplica a por la misma misión sagrada de abste-
los hombres y no a las mujeres, y concier- nerse de la enseñanza dogmática, un im-
ne a sus almas y no a sus cuerpos. Sobre perativo categórico para el verdadero
todo, mi arte se caracteriza por lo si- maestro. De este modo, la afirmación de
guiente: se puede probar por todos los su propia esterilidad y carencia de sabi-
medios si el pensamiento del joven ha de duría no constituye solamente una expre-
parir algo fantástico y falso o genuino y sión de la ironía socrática, sino que define,
verdadero. Por otra parte, tengo en co- además, la característica de su método
mún con las parteras el ser estéril en sabi- —que estimula la investigación en vez de
duría y se me puede reprochar lo que ofrecer doctrina— en la convicción de
muchos me reprochan, es decir, que pre- que el interrogado extrae realmente sus
gunto a los demás, pero no contesto nada contestaciones y descubrimientos del in-
acerca de nada, por falta de sabiduría. Y terior de su espíritu.
ésta es la causa: el Dios me impone el de- "Mira cómo este joven contesta bus-
ber de ayudar a parir a los otros, pero a cando conmigo —dice Sócrates, Men., 84
mí me lo impide. No soy sabio, pues, ni y sigs.— y cómo consigue encontrar ...
tengo descubrimientos que mi alma haya mientras que yo no hago más que inte-
dado a luz, sino que los que están con- rrogarlo, sin enseñarle nada. Observa si
migo parecen al comienzo ignorantes, alguna vez hallas que le enseño o le mues-
pero después... hacen un progreso admi- tro algo en lugar de preguntarle, simple-
rable ... Sin embargo, es claro que nada mente, acerca de lo que por sí mismo
aprendieron de mí, sino que son ellos piensa. Y por eso sucede que tiene ciencia,
quienes por sí mismos hallaron muchas y si se le pregunta de manera verdadera, y
bellas cosas que ya poseían." la extrae de su interior, sin que nadie le
¿Qué significa esta afirmación: "el enseñe."
Dios me impide parir"? Significa que la Pero no hay que pasar por alto esta
misión de maestro que el Dios impone a frase de apariencia inocente: "si se le pre-
Sócrates no se cumple si las verdades no gunta de manera verdadera", porque en
son conquistadas activamente por los dis- ella está la clave del enigma. Ella explica
cípulos mismos, si no son hijas de sus la confesión singular de Teeteto: "Por

33
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

tu mediación dije más de lo que tenía en 7. La ciencia y los


mi pensamiento". (Teet., 210.) La inte-
rrogación verdadera del verdadero maestro conceptos universales.
es en realidad un método de enseñanza y
de instrucción, pero de una instrucción Pero para Sócrates ese saber congénito
activa que se ejerce sin que lo parezca, no puede referirse al mundo exterior,
como estimulo, guía y sugestión dis- físico, que aprehendemos mediante la ex-
frazada 34. periencia sensible, sino a nuestro mundo
Sin embargo, este método supone y interior humano o moral. El desplaza-
afirma la existencia, en el interrogado, de miento de la investigación del mundo
una potencia espiritual intrínseca y, al natural al humano, que habían efectuado
convertirla de potencia en acto, tiene que ya los sofistas por motivos prácticos y de
considerar que en su espíritu existe cierto utilidad (preparación de los jóvenes para
saber congénito o bien cierta capacidad la vida política), vuelve a afirmarse en
cognoscitiva que tiende a realizarse. En Sócrates por una exigencia esencialmente
otras palabras, el método socrático de la teórica y ético-religiosa: la posibilidad de
mayéutica contiene en germen, más o la ciencia y su papel de purificación
menos conscientemente, la convicción que espiritual.
Platón expresa en su teoría de la reminis- La ciencia tiene que ofrecer un carácter
cencia, cuyo verdadero significado es de universalidad, ser válida para todos,
esencialmente activista, de facultad y es- mientras que la experiencia sensible, de
fuerzo de conquista y no de mero acuerdo con lo que había demostrado,
vestigio pasivo de una inerte (35) Protágoras, es relativa a cada sujeto indi-
contemplación anterior. vidual y a su condición momentánea:
34 fuente de mudable opinión, no de ciencia
TURIN (op. cit., pág. 168) me objeta: "Todo
lo que es disfraz oscurece la verdad , . . No podre-
firme. En efecto, opiniones, no ciencia,
mos nunca asentir a esta blasfemia lógica y moral: eran en sus contrastes recíprocos todas las
que alguien consiga prender el fuego a los otros teorías de los naturalistas, según la obser-
apagando justamente el suyo... Sócrates bien vación que Jenofonte (Memor., I, i) atri-
sabe que nadie puede encender si no arde". Por
cierto que lo sabe y por eso no apaga de nin - buye a Sócrates:
guna manera el fuego en su interior, sino que se "Se asombraba de que no se viera cla-
hace compañero de investigación de sus discípulos ramente que para los hombres no hay
y, a través de la búsqueda que realiza no a solas
sino junto a los demás, logra comunicar su fuego
posibilidad de resolver semejantes pro-
a los discípulos. Después de haber aclarado esto, blemas [los de la naturaleza] pues los
puedo repetir con Turin: "Ahí tenemos la auten- mismos que se jactan de saber razonar
ticidad del maestro: donde está el amor; donde
está su amor". platónica remito a mí libro La comprensión del
35
Para esta interpretación de la reminiscencia sujeto humano en la cultura antigua, ed. cit., parte
II, cap. II.

34
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

acerca de ellos no concuerdan entre sí sica (XIII, iv, 1078): "Tenía razón en
sino que riñen como locos. Unos creen buscar las esencias (lo que es cada cosa)
que el ser es solamente uno; otros, que es pues quería razonar, y el principio de los
una pluralidad infinita; unos, que todo razonamientos está constituido por
está en movimiento perpetuo; otros, que la esencia de las cosas".
nada se mueve nunca; unos, que todo nace La esencia, lo universal, es decir, lo que
y perece; otros, que jamás nace ni perece hay de común en las particularidades,
nada." representa la unidad de la especie: por eso
En cambio, en lo que respecta a las cosas se afirma vigorosamente en Sócrates la
humanas, descubría en nuestra conciencia exigencia de unidad en el conocimiento
misma la existencia de principios univer- verdadero. Esta exigencia de unidad o
sales (conceptos, leyes) alcanzables por universalidad se afirma, empero, en un
el examen, la reflexión y la discusión. Por doble sentido: con respecto a los sujetos
eso, dice Jenofonte (loc. cit.): "Razo- y con respecto a los objetos de conoci-
naba siempre sobre cosas humanas, bus- miento. Lo que observa De Sanctis (op.
cando qué es la piedad y qué la impiedad, cit., Π, pág. 484) —que, aun en la con-
qué es lo bello y qué lo feo, qué es lo justo clusión negativa de su no saber, la
y qué lo injusto, qué es la sabiduría y qué dialéc-tica socrática contiene un elemento
la locura, qué es el valor y qué la esen-
cobardía, qué es el estado, qué es el hombre cial positivo y constructivo, que es la
de estado, y así otras cosas cuyo confianza incondicional en el valor de la
conocimiento pensaba que debía razón, y una proclamación solemne de
caracterizar al hombre capaz, y cuya sus derechos— puede entenderse de ma-
ignorancia pensaba que debía definirse nera más adecuada si se considera la
justamente como condición de esclavitud orientación característica del método
espiritual". socrático de investigación que sustituye
Su investigación no quería versar en el logos por el diálogo.
lo mudable —objeto solamente de opi- En el logos individual los sofistas ha-
nión— sino en lo inmutable, es decir, lo bían señalado el carácter de subjetividad
universal, la esencia —objeto de cien- y relatividad; Sócrates, en cambio —co-
cia—. Como decía Aristóteles (Metaf., I, mo observa G. Galli, op. cit., pág 75—,
vi, 987), "Sócrates discutía solamente quiere encontrar en la misma conciencia
acerca de las cosas morales y no se intere- del sujeto no sólo la particularidad rela-
saba en absoluto en la naturaleza; y en las tiva sino también la universalidad abso-
cosas morales buscaba lo universal, pues luta. ¿Cómo? Por medio de la posibilidad
fue el primero que tomó como objeto de del acuerdo con las otras conciencias
su pensamiento las definiciones". Y —según explicó Martinetti, op. cif., pág.
agrega Aristóteles en otro lugar de la 433— o, más concretamente —según las
Metafí-

35
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

finas observaciones de Semerari, op. cit,, también la objetividad, vale decir, la


pág. 499 y sigs.—, mediante el ejercicio uni-dad del concepto a través de la
de la búsqueda en común. "Puesto que multiplí-cídad de las cosas y de los
estamos de acuerdo en que debemos bus- hechos. Esta doble unidad conjunta es
car lo que no sabemos, ¿quieres que tra- lo que busca la ciencia.
temos de buscar juntos qué es la virtud?" "Yo buscaba —dice Sócrates, Men.t 72
(Men., 86 b.) y sigs.— una única virtud y encuentro
La búsqueda en común —dice Seme- ahora un enjambre. Y, sirviéndome de
rari— introduce en la conquista esta imagen del enjambre, si te pregunto,
huma-nista de los sofistas y en su ¿cuál es la naturaleza de las abejas?, con-
principio de la pluralidad la exigencia de testarás que hay muchas abejas y de mu-
la objetividad y unidad, esto es, de la chas especies. Pero... si te pregunto,
universalidad. "Cuando en la discusión ¿qué es aquello por lo cual las abejas no
concuerdes conmigo —dice Sócrates a son distintas sino que son todas abejas? ...
Cálícles, Gorg., 487e— podemos Y, en lo que respecta a las virtudes, tam-
considerar aquello en que los dos bién sucede algo parecido: aunque hay
concordamos... y no necesitaremos buscar muchas y de muchas especies, en todas
otra piedra de toque. . . Nuestra resplandece una esencia común por la
concordancia nos dará la verdad cual todas son virtudes ... Si alguien pre-
perfecta." La satisfacción de la exigencia guntase, ¿qué es la figura? ... sin duda
heraclítea del logos común, según Sócra- encontraríamos muchas figuras distintas;
tes se puede alcanzar mediante el diálogo, pero no es esto lo que quiero, sino que,
esto es, mediante la cooperación, la soli- puesto que a todas, a pesar de su oposición
daridad investigativa de los distintos suje- recíproca, las llamo figuras ... quiero sa-
tos, que en la coincidencia recíproca ber lo siguiente: ¿qué es lo que llamas
pueden encontrar lo subjetivo que es tam- figura? ¿No entiendes que busco lo que
bién objetivo, lo individual que es también hay de igual en lo redondo, en lo recto y
universal36. en todas las otras figuras?"
Así se tiene la unidad de concepto a Así se perfila el camino de la ciencia
través de la multiplicidad de los sujetos y en el paso de la multiplicidad de los par-
de las inteligencias; pero junto con esta ticulares a la unidad de lo universal por
unidad subjetiva debe buscarse y lograrse la inducción, y en la determinación exacta
de ese universal por la definición, los dos
36
Cf. JAEGER, "W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. elementos del método científico, cuyo
79. "El motivo del diálogo socrático es la voluntad mérito Aristóteles (Metaf., XIII, iv,
de llegar con los hombres a una inteligencia que 1078) declara que corresponde a Sócrates.
todos deben acatar acerca de un tema que
encierra para todos ellos un interés infinito: el
"Dos cosas pueden con derecho atribuirse
de los valores supremos de la vida."

36
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

a Sócrates: los razonamientos inductivos constituirse mediante los universales


y las definiciones de lo universal, pues am- (conceptos), Sócrates implica ya en su
bas conciernen al principio de la ciencia." gnoseología la tendencia a una ontología
Sin embargo, este testimonio aristoté- idealista. El método de investigación de
lico, puesto en tela de juicio especialmente Sócrates representaba un encaminamiento
por H, Maier (op. cit., pág. 98 y sigs.), a la doctrina ontológica de Platón. Más
debe entenderse como reconocimiento de bien puede decirse que cierta afirmación
una exigencia afirmada más que satisfe- de una realidad objetiva de ideas, cuya
cha por Sócrates, o sea, realizada sobre existencia y fuerza los hombres tienen
todo como esfuerzo crítico más que cons- que reconocer, aparece por lo menos im-
tructivo; en una palabra: logra la refu- plícita en Sócrates con respecto a las ideas
tación de las definiciones propuestas más éticas y especialmente con respecto a la
que la determinación conclusiva de una fundamental, es decir, la idea del bien.
definición verdadera. "Sócrates —dice
Schuhl, op. cit., pág. 55— critica las 8. Ciencia y virtud,
definiciones propuestas, indica en qué
dirección puede encontrarse una mejor, ignorancia y pecado. La
pero sin hacer nunca más que sugerir el unidad de las virtudes
camino que se debe elegir."
Esta afirmación, pues, de una exigencia Pero, según el pensamiento de Sócrates,
que Sócrates generalmente no llega a sa- esta idea del bien no debe interpretarse co-
tisfacer, sin duda tiene importancia fun- mo objeto de pura contemplación intelec-
damental como indicación del camino por tual separada y distinta de las exigencias y
el cual se interna luego Platón, pero asi- energías volitivas del hombre, sino como
mismo explica, por otro lado, la reacción objeto de una íntima adhesión espiri-
de Antístenes, quien repudia la investiga- tual, objeto de amor y voluntad activa;
ción científica y toda tentativa de defi- en consecuencia, su conocimiento se con-
nición de los conceptos y sólo conserva la vierte en fuerza rectora y motriz de la
exigencia ética. Sin embargo, el encami- actividad espiritual y práctica humana.
namiento al platonismo tiene que admi- Así, puede decirse que la virtud es cien-
tirse como tendencia innegable de Sócra- cia y, recíprocamente, que la ciencia es
tes, tendencia que, a pesar del intento de virtud. De acuerdo con testimonios de
Burnet de demostrar lo contrario, no ha Aristóteles, "creía Sócrates que las virtu-
llegado a convertirse en conciencia teó- des se identificaban con la razón, consi-
rica, pero que en germen estaba implí- derando que todas eran ciencias... y
cita en él. En efecto, al declarar que el hasta llegaba a afirmar, recurriendo a la
conocimiento verdadero o ciencia ha de razón, que donde hay ciencia no puede
faltar el dominio de sí mismo pues nadie

37
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que tenga inteligencia obra en contra de niremos rectamente como hombres justos
lo mejor o, si acaso lo hace, es por la a los que saben lo que las leyes ordenan."
ignorancia". (Et. Nic,, VI, XIII , 1145 y (Memor., IV, vi.)
VII, II , 1146.) Jenofonte no se da cuenta aquí de la
Por cierto que Aristóteles —según la transformación que Sócrates introduce en
objeción que Turin (op. cit., pág. 158 y el concepto de ley, cuyo verdadero valor
sigs.) formula a estas citas— critica esta sólo puede apreciarse (como lo señala
concepción socrática y le opone su dis- Jaeger, en Paideia, II, pág. 62) teniendo
tinción entre teoría y práctica, pero lo presente la disolución de la autoridad exte-
que interesa aquí, para determinar el pen- rior de la ley ocurrida en la época de los
samiento de Sócrates, es el testimonio y no sofistas, que abrió paso a la afirmación de
la crítica aristotélica. Este testimonio nos una ley interior.
confirma que ciencia significa para Sócrates es quien primero asevera esta ley
Só-crates dominio de sí mismo, es decir interior, para la cual probablemente
no sólo pura contemplación sino también introdujo en el idioma de Atenas la nueva
acción. El conocimiento de la verdad re- palabra eukráteia (adoptada luego tanto
sulta conocimiento verdadero en tanto se por Platón como por Jenofonte e
convierte en convicción que implica una Isócra-tes), que significa autodominio y
tendencia activa y la determina, esto es, lleva consigo implícito un nuevo concepto
tiene y desarrolla un carácter de impulso de libertad interior, tal como lo destacó
motor y rector de la acción práctica. En Heinrich Gomperz 37.
este sentido debemos interpretar un pasa- En el pasaje citado de Jenofonte, el
je de Jenofonte donde las expresiones y verdadero concepto socrático se vislum-
los ejemplos son, sin embargo, inferiores bra a través de las expresiones: "el que
al verdadero significado de la concepción sabe, los que saben". "Los que saben" son
socrática. los sabios, concepto que, para Sócrates y
"El que sabe de qué manera debemos para todos los griegos, no se refiere al
honrar a los dioses nunca considerará que intelecto sino a la vida integral del espí-
le conviene hacerlo de una manera dife- ritu. La interpretación corriente que
rente." "No, en verdad." "¿Y crees que atribuye a Sócrates la teoría según la
quien sepa lo que tiene que hacer puede cual el puro razonamiento abstracto debe
considerar que le convenga no hacerlo?" 37
Die Lebensauffassung der griechischen
"No lo creo." "¿Y conoces a alguien que Philo-sophen und das Ideal der inneren Freiheít,
haga cosas diferentes de las que juzga que Jena, 1904, que, según afirma JAEGER, en Paideia,
es necesario hacer?" "No." "Entonces, los tomo II, pág. 64, ha arrojado mucha luz acerca de
la importancia histórica de la idea de libertad
que saben lo que las leyes ordenan hacen interior y ha contribuido esencialmente a la
cosas justas." "Sin duda." "Entonces defi- inteligente comprensión de Sócrates.

38
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

regir la conducta práctica del hombre la vida íntegra: es precisamente esa "ener-
(ética intelectualista) pasa por alto la gía espiritual de Sócrates", cuya afirma-
polémica del filósofo contra la opinión ción, interpretada de modo unilateral,
común que separa y coloca en mutuo aparece en su discípulo Antístenes, quien
contraste la inteligencia —convertida en quiere oponerla a la ciencia. En cambio,
fría contemplación abstracta— y los im- Sócrates, al aceptar en su misticismo el
pulsos —que en ese caso resultan irracio- concepto pitagórico de la ciencia como
nales—. En contra de esta separación y camino de purificación y liberación espi-
oposición, Sócrates afirma la unidad e ritual, presenta ya la idea del sabio que
identidad entre la razón y la fuerza del habría de predominar más tarde en la fi-
carácter. losofía postaristotélica; la idea de un há-
"La mayoría de los hombres —dice Só bito y ejercicio de autodominio en que
crates en el Prot., 352— tiene acerca de la la ciencia o sabiduría se identifica con la
ciencia la opinión siguiente: que carece de fuerza del carácter, y la falta de ella con
fuerza activa y de poder para dirigir y ser la debilidad espiritual que transforma al
soberana; piensa no sólo que se halla en hombre en esclavo de los impulsos irra-
tal situación, sino también que, a menu- cionales.
do, a pesar de estar presente en el alma de En otras palabras, "Sócrates —según
un hombre, la que domina no es ella sino afirmó Melli en Socrate, pág. 16— va en
algo distinto, ora la impulsividad, ora el pos de la ciencia de esa razón que veinti-
placer, ora el dolor, ora el amor, a me- dós siglos después un espíritu, en muchos
nudo el miedo, y juzga en todo y por todo aspectos afín, llamaría la razón práctica,
que la ciencia es como un esclavo que los esto es, la razón legisladora de la vida".
demás arrastran de un lado a otro. Enton- Sócrates, probablemente, como supone
ces, ¿también a ti te parece lo mismo, o te Jaeger (op. cit., pág. 77), la llamó
parece que la ciencia es una cosa bella, phró-nesis, anticipándose en esto al
capaz de dominar al hombre de manera concepto
que, si uno sabe qué es el bien y qué es el platónico. "El conocimiento del
mal, no puede ser vencido por nada ni bien
obrar de manera distinta de como manda —repito con Jaeger— que Sócrates
la ciencia, sino que la sola sabiduría basta des-cubre en la base de todas y de cada
para ayudar al hombre?" una de las llamadas virtudes humanas no
Claro está, entonces, que esta ciencia es una operación de la inteligencia,
o sabiduría de que habla Sócrates no es sino que, como Platón comprendió
puro conocimiento separado de la energía certeramente, es la expresión consciente
vital del carácter, sino todo un hábito o de un ser interior del hombre. Tiene su
forma espiritual que conforma y gobierna raíz en una capa profunda del alma en
la que ya no pueden separarse, pues son
esen-cialmente uno y lo mismo, la
penetración

39
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

del conocimiento y la posesión de lo que cree que es un mal?"


de lo conocido." (Prot.,358).
Por ese mismo concepto, el error Resulta evidente, pues, que la opinión
y la culpa pueden considerarse una caren- acerca del bien y del mal considerada por
cia de ciencia o sabiduría, es decir, tam- Sócrates no representa sólo un vicio inte-
bién una ignorancia; y así puede afir- lectual sino también un impulso y una
marse la sentencia característica de Sócra- tendencia. La concepción socrática consiste
en la inseparabilidad de conocimiento y
tes: "nadie peca voluntariamente"38. La
tendencia, en la unidad de inteligencia y
culpa está en la ignorancia en tanto im-
voluntad. Sin esa unidad e inseparabilidad
plica y representa una mala orientación no podría darse una purificación del
espiritual. espíritu: esa acción implica necesariamente
"Yo no creo que nadie entre los sabios un carácter activo, no contemplativo, de la
admita que alguien incurra en culpas por sabiduría. Sabiduría, dice Sócrates, es
su propia voluntad, ni que espontánea- "vencerse a sí mismo"; ignorancia, en
mente se haga culpable de acciones feas y cambio, es ser vencido por si mismo", por
malas, pues sabe que todos los que llevan a un sí mismo inferior que prevalece y
cabo acciones feas y malas las cumplen triunfa sobre el superior. Este concepto se
sin quererlo." (Prot., 345.) "Nadie que halla expresado en palabras casi idénticas
sepa o crea que hay cosas mejores que las en un fragmento democríteo — 75 de la
que hace y que están a su alcance, cuando colección de Mullach, no aceptado por
conoce la posibilidad de otras mejores Diels, pero acorde con otros dos que
sigue haciendo las que hace; y dejarse acepta: B214 y B236 — , coincidencia que
puede hacernos sospechar algún
vencer por sí mismo no puede ser sino
antecedente pitagórico. Pero en Sócrates no
ignorancia, y llegar a vencerse a si mismo
sólo era teoría sino experiencia vivida,
no es sino sabiduría .., Ahora bien, ¿no según un testimonio de su discípulo Fedón,
decís que la ignorancia es esto: tener quien relata que, cuando el fisonomista
falsa opinión y equivocarse en asuntos de asirio Zópyros descubrió en la cara de
gran trascendencia? ¿Y decía yo algo dis- Sócrates los rasgos de una sensualidad
tinto al afirmar que nadie por propia violenta y los discípulos protestaron,
voluntad va al encuentro de los males o Sócrates dijo: "Zópyros vio exactamente,
38
pero yo he dominado mis deseos"39.
Esta tesis, según señala JAEGER en Paideia,
ed. cit., t. II, pág. 8 2, lleva ya implícita la
Nada de esto es ética intelectualista,
premisa de que la voluntad se encamina hacia el 39
Cf, GOMPERZ, TH., Griechischer Denker; tr.
bien como hacia su telos y el hecho de que este francesa: París, Alean, pág. 49.
concepto aparezca no sólo en Platón sino tam-
bién en los demás discípulos de Sócrates indica
que se trata manifiestamente de un concepto so-
crático.

40
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

sino reconocimiento de una lucha interior mejor. Es decir, la visión de la verdad y


entre dos fuerzas opuestas —interiores del bien pueden considerarse no sólo
ambas, por cierto, pero vinculadas la una causa sino también consecuencia de la
a bienes exteriores que no dependen de temperancia; la relación que las vincula
nosotros, la otra a su propia ley interna—, y unifica es una relación de reciprocidad.
a saber: el yo inferior de las pasiones y De ello deriva también la posibilidad de
los deseos irracionales —causa de la ce- que el hombre bueno se convierta en malo
guera espiritual y de la intemperancia por alguna condición patológica:
que es esclavitud del espíritu y obstáculo "Así el hombre bueno acaso también
para la ciencia y la virtud— y el yo supe- podría convertirse en malo, ya sea a causa
rior de la temperancia y el autodominio de la edad o del cansancio o de la enfer-
que es condición no sólo de la inteligencia medad o de otro accidente, pues sólo
sino también de la voluntad; visión clara puede ser condición mala ésta: quedar
y conducta sabia, al mismo tiempo e inse- privado de la sabiduría. En cambio, el
parablemente; autonomía que se sobre- hombre malo nunca puede convertirse en
pone a toda heteronomía, libertad que se malo pues ya lo es." (Prot., 345.)
desliga de toda esclavitud espiritual. La maldad puede también constituir
"Quien se halla —dice Sócrates en un obstáculo en la adquisición de la sabi-
Me-mor., IV, III— bajo el dominio de duría. Al admitir la existencia de dispo-
los placeres sensuales y llega a ser por ellos siciones favorables y desfavorables para
impotente para hacer lo mejor, ¿crees tú la sabiduría, Sócrates llega alguna vez al
que está libre?" "No, seguramente." "Y punto de considerar que puede existir una
los intemperantes, ¿te parece que se en- disposición absolutamente negativa y con-
cuentran sólo impedidos de hacer lo mejor traria, radicalmente insuperable; por eso
o también constreñidos a hacer las cosas su inspiración misteriosa, su daimon, lo
más innobles?... Sirven, entonces, a la guía cuando elige a sus discípulos:
peor esclavitud." "Así me parece." "¿Y "Con algunos mi daimon me impide
no te parece que la intemperancia aleja conversar; con otros, me lo permite."
a los hombres de la sabiduría, que es el (Teet., 151.) "Rechaza a muchos, y éstos
máximo de los bienes, y los arroja a su no tendrían ninguna ventaja en conver-
opuesto?,.. ¿Qué diferencia hay entre sar conmigo, de manera que tampoco a
el intemperante y el animal más incapaz mí me resulta posible conversar con ellos;
de ciencia?.., Sólo los temperantes pue- con muchos no me impide conversar,
den ver lo mejor en cada cosa y distinguir pero de la conversación no obtienen
las cosas según sus especies y elegir las ningún provecho. Aquellos cuya conver-
buenas y abstenerse de las malas." sación es favorecida por el poder del dai-
Sólo los temperantes pueden ver mon son los que has observado que en
lo

41
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

seguida sacan gran provecho." (Teag., la habilidad superior sabe hacer lo malo
129.) y feo y equivocarse por propia voluntad,
He ahí una distinción de tres clases de mientras que la inferior yerra en contra
espíritus en relación con la posibilidad de de su voluntad... Entonces, quien hace
adquirir sabiduría: hay una disposición el mal y peca por propia voluntad, ¿será
absolutamente negativa que determina mejor que quien lo hace sin quererlo?"
una invencible repulsa instintiva; otra, "Sería una enormidad, Sócrates." "Sin
neutra, que representa una falta de inte- embargo, me parece que resulta de lo que
rés con la cual no puede obtenerse ningún dijimos... ¿No reconocimos que cuanto
resultado útil; y, por fin, la disposición más hábil y más sabia es el alma tanto
favorable que significa una atracción mejor será y tanto más apta para hacer
espontánea, una simpatía recíproca entre ambas cosas, el bien y el mal, en cada
maestro y discípulo que constituye una acción?... Es propio del hombre bueno,
fecunda condición comunicativa. En los entonces, hacer el mal por su propia vo-
tres casos entra siempre en juego un há- luntad, y del malo hacerlo contra su
bito, una tendencia del espíritu todo; voluntad, si es bueno el que tiene el alma
no se puede hablar de inteligencia sino en buena ..." "No puedo aceptar esto, Só-
el sentido de un hábito, unitario y siste- crates." "Ni yo concedérmelo a mí mis-
mático, del espíritu íntegro, condición mo, Hipias; pero deriva necesariamente
de la posibilidad misma del ejercicio de del razonamiento que hacíamos." (Hip.
la actividad intelectiva. men., 372-5.)
Por eso también la purificación cum- Consecuencia enorme e inadmisible que
plida por la refutación resulta un cambio deriva de la separación establecida entre
en la disposición unitaria de la mente y la inteligencia y voluntad, sabiduría y vir-
voluntad. Y Sócrates entonces tud, que, por otro lado, se habían identi-
repudia la separación de mente y ficado mutuamente. La separación surge
voluntad; afirmar esa separación nos lleva cuando se las considera habilidades parti-
a consecuencias absurdas. Tomando culares y distinguibles, así, las unas de las
como premisa una afirmación de Hipias otras; para Sócrates cada una constituye,
según la cual "los embusteros son en cambio, un hábito unitario, sistemá-
capaces, inteligentes, doctos y sabios en tico, total del espíritu y ha de coincidir
las cosas en que engañan", Sócrates cabalmente, entonces, con las otras. Sólo
observa: de esta manera queda eliminada cualquier
"Tengo vivo interés en examinar el contradicción. De este concepto unitario
problema de que hemos hablado; es de la orientación intelectual y moral del
decir, si son mejores los que pecan por espíritu deriva también el concepto uni-
propia voluntad o los que pecan en tario de la virtud, es decir, la unidad
contra de su voluntad... En cada arte
o ciencia

42
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

indivisible y la identidad de todas las vir- ¿hay un solo opuesto y nada más?" "Uno
tudes, que constituye al mismo tiempo su solo ..." "Entonces resulta ciencia la jus-
unidad e identidad con la sabiduría. El ticia, así como la sabiduría, el valor y la
concepto que desarrollan especialmente virtud." (Prot., 329 y sigs., 332 y 361.)
los estoicos tiene sus antecedentes en Só- En conclusión, para Sócrates la virtud se
crates. Pregunta Sócrates en el identifica con la sabiduría en cuanto es
Protá-goras: capacidad de autodominio, no momen-
"Explícame con claridad si la virtud es tánea u ocasional sino metódica y cons-
algo único y si la justicia, la sabiduría, la tante, hábito unitario del espíritu que se
santidad son partes suyas o si las que he conquista sólo mediante el esfuerzo per-
nombrado no son sino nombres de una severante y continúo de la inteligencia y
misma cosa que es única." "A esto resulta de la voluntad unidas en un nexo recí-
fácil contestar, Sócrates, que todas las proco e inseparable. Por lo tanto, esfor-
que nombras son partes de la virtud, que zarse en conseguir la sabiduría significa
es una sola ..." "¿Y cada una de esas partes lo que Sócrates en la Apología declara
es distinta de la otra?" "Sí." "¿Y tiene cada que ha predicado y sigue predicando a
una su función propia, como las partes cada uno de sus conciudadanos para cum-
de la cara? Pues el ojo no es como el plir con ellos la misión que le fue confiada
oído, ni su función es la misma; ni entre por el Dios, esto es, "tener cuidado y pre-
las otras partes hay una igual a otra, ni ocupación del alma para hacerla mejor",
por su función ni por lo demás. ¿Así intelectual y moralmente, al mismo tiem-
también las partes de la virtud son mu- po y por el mismo proceso activo de puri-
tuamente distintas por sí mismas y por ficación y perfeccionamiento.
su papel? ..." "Así es..." "Entonces, ¿la
santidad no es cosa justa, ní la justicia
cosa santa ... sino injusta aquélla e impía 9. El eudemonismo
ésta? ¿Qué vamos a contestar? Por mí socrático: no utilitarismo,
cuenta diría que la justicia es santa y la
santidad justa ,.. Además, ¿hay algo que
sino ética del amor y del
llamas locura?" "Sí." "¿Y eso no es de deber.
todas maneras lo opuesto a la sabiduría?"
"Me parece." "Pero cuando los hombres En este cuidado del alma para mejo-
actúan recta y útilmente, ¿te parecen rarla consiste el concepto socrático de la
sabios, al obrar así, o lo contrario?" "Sa- virtud, que, empero, continúa siendo
bios." "Ahora bien, ¿no son sabios por su típicamente griego en cuanto identifica
sabiduría?" "Es menester que lo sean." virtud y felicidad y expresa tal identifi-
"Pero ... para cada uno de los opuestos, cación en la fórmula característica eu
práttein, que significa al mismo tiempo
"obrar bien" y "estar bien". Por ello la
ética socrática ha sido justamente defi-

43
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

nida por Zeller como un eudemonismo. bel = Β 45 Diels), reproducido por


Su orientación esencial mantiene la ten- Eurípides (fr. 198 Nauck), eco de este
dencia común a toda la ética griega, que concepto, dice: "a quien no se cuida de
siempre, desde los gnómicos hasta los dar a su alma algo bello y bueno nunca
post-aristotélicos, ha planteado el lo llamaré beato, sino que diré que ter-
problema del bien como problema de la mina su vida custodiando bienes ajenos".
felicidad. Se anticipa aquí la exigencia socrática
Por cierto que esta orientación se trans- del cuidado del alma, pero la terminología
mite también a una parte considerable de utilizada, que pertenece al lenguaje
la ética cristiana, de modo que, por ejem- esca-tológico, demuestra que la beatitud
plo, Windelband en su Historia de la en que piensan los órfico-pitagóricos (y
filosofía pudo decir, aludiendo a San los escritores que hacen eco a sus ideas,
Agustín, que todos los motivos de su pen- como Epicarmo) se refiere místicamente
samiento se concentran en el concepto de a la vida futura. En Sócrates hay
beatitud o felicidad; pero en la historia también, como veremos, un eco de esa
de la ética cristiana encontramos también preocupación escatológíca que subsiste
formas de rigorismo como la moral de luego en Platón, pero también se da, y de
Kant, que afirma la oposición y exige la manera predominante, una aplicación a la
separación, en la conducta misma, entre vida presente que luego, a través de
la ley del deber y la de la felicidad, cuya Aristóteles, llegaría a ser exclusiva de los
conciliación considera posible sólo en el postaristotélicos, quienes prosiguen
postulado de una vida ultraterrena del al- afirmando que el sabio (es decir, el
ma inmortal. La ética griega, en cambio, perfecto virtuoso) está colmado de
no conoce un rigorismo de ese tipo; aun felicidad y de satisfacción interior y
cuando con los cínicos repudia enérgica- exento de toda turbación: "Vivirás como
mente el placer, por considerarlo escla- un Dios entre los hombres —dice Epicuro
vización del alma, y reivindica la libertad al referirse en su Carta a Mene-ceo a la
espiritual, hace consistir precisamente en condición del sabio— pues en nada se
ella la felicidad y el estado divino del parece a un ser que vive una vida mortal
sabio. el hombre que vive entre los bienes
A la mencionada tradición pertenece inmortales" de la sabiduría.
la misma concepción mística de los Sócrates afirma que esa condición de
órfi-cos y de los pitagóricos, con la que eupraxía es propia de su vida toda, en
Sócrates tiene vínculos innegables. En tanto se esfuerza en realizar la exigencia
ella, quien por su alma alcanza la de la virtud: "¿No sabes —dice, Memor.,
condición perfecta y santa se llama IV, VIII —que a nadie concederé la gloria
"beato" o "bienaventurado" (makarios, de haber vivido mejor ni con mayor ale-
olbios); y un fragmento de Epicarmo gría que yo? Pues a mi parecer viven de
(fr. 297 Kai-

44
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

manera óptima quienes de la mejor ma- En otra oportunidad Sócrates parece


nera se esfuerzan en transformarse en admitir alguna influencia de la sabiduría
óptimos, y con alegría suma quienes tienen en el curso de la suerte, pero cuando hay
más vivo el sentimiento de estar transfor- sabiduría lo que tiene importancia y valor
mándose continuamente en mejores". no es la suerte sino obrar bien.
Al procurar la purificación y el per- "La sabiduría determina en cada caso la
feccionamiento del alma, la sabiduría buena suerte de los hombres pues al poseer
produce, según Sócrates, un acercamiento sabiduría nadie puede equivocarse sino
al estado divino: el sabio crea en sí mismo que necesariamente hace bien y tiene
una fuente de satisfacción espiritual in- buen éxito; si no, no sería sabiduría.
dependiente del exterior, y así alcanza un Cuando hay sabiduría, quien la posee no
estado de beatitud. "El hombre que ha necesita de la suerte. En el uso de la ri-
puesto en sí mismo cuanto conduce a la queza, de la salud, de la belleza, ¿quién
felicidad o aproxima a ella, y no queda guía y encamina la acción a su justo em-
ligado a la condición de los demás, por pleo: la ciencia u otra cosa? Entonces la
cuyas buenas o malas vicisitudes pueda ciencia prepara para los hombres, en toda
fluctuar también la suya, ése se ha pre- posesión y acción, no sólo la buena suerte
parado la mejor vida, ése es sabio, ése es sino también el obrar bien." (Eutid., 280
valeroso y prudente." (Menex. t 248.) y sig.)
Su condición de autonomía es radical- Aquí se admite que la sabiduría y la
mente opuesta a la suerte feliz, que a ciencia, con las que se identifica la virtud,
Sócrates le parece indigna del hombre producen, como efectos paralelos, tanto
porque significa una dependencia total la buena suerte, eutukhéin, como la buena
con respecto a las cosas exteriores sin que conducta, eu práttein, mientras que en
en ella intervenga la voluntad. el pasaje de Jenofonte antes citado se
"Una vez, al preguntársele cuál le pa- establece una oposición entre ellas. La
recía la mejor tarea para el hombre, diferencia estriba en el hecho de que en
Sócrates contestó: vivir bien. Al seguir las Memorables se considera el plantea-
preguntándosele si también la suerte le miento del fin que el hombre se propone
parecía un papel para el hombre, con- —y en este aspecto hay antítesis entre
testó: «La suerte y la acción me parecen preocuparse por el éxito, que no depende
cosas opuestas, pues llamo suerte a hallar de nosotros, o por el cumplimiento del de-
una cosa útil sin buscarla; llamo en cam- ber, que está totalmente en poder de nos-
bio vivir bien a alcanzar su fin por medio otros—; en el Eutidemo se habla, en cam-
del estudio y del ejercicio; y me parece bio, de las consecuencias que derivan de
que quienes se dedican a ello viven bien»." la sabiduría y que son al mismo tiempo, la
(Memor., III, IX ) virtud y el éxito. Pero estos resultados sólo

45
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

pueden lograrse simultáneamente si el fin cia de las condiciones exteriores y de las


es sólo obrar bien pues, de lo contrario, si consecuencias de cada acción; es decir,
el fin que uno se propone es la obtención siempre tiene que centrar en el mundo
del éxito, eso impide obrar bien. Y enton- exterior su criterio de bien obrar y la
ces no se logra ni siquiera el verdadero fuente del bienestar, eu práttein, en vez
buen éxito, que sólo consiste en la satis- de preocuparse por la intimidad de su
facción interior que proporciona la pro- alma. Es preciso, sin duda, no descuidar
pia conducta virtuosa. el hecho de que Sócrates bosqueja una
He aquí, en esta distinción entre la orientación parecida en el extenso pasaje
buena suerte, eutukhia, eutukhéin, y el del Protágoras, 351-358, donde se desa-
obrar bien, eupraxía, eupragía, eu rrolla todo un sistema utilitario en el que
prat-tein, un punto de capital importancia se comparan unos placeres con otros y
para la comprensión de la moral socrática. Sócrates elige los mayores y más numero-
Los historiadores que han interpretado sos, se comparan unos dolores con otros
como utilitarismo la ética de Sócrates y prefiere los menos numerosos y más
tienen que identificar los dos fines pequeños, y por fin, al comparar placeres
opuestos y reducir el papel de la ciencia, con dolores, se resuelve por la acción
en el sistema socrático, al de un simple cuando en las consecuencias de ésta el
instrumento para conseguir beneficios y placer supera al dolor o los placeres leja-
bienestar materiales. Quien posee y emplea nos a los cercanos —o viceversa—, y por
la ciencia es, en cambio, el sabio, cuya la abstención cuando el dolor supera al
característica reside para Sócrates en el placer.
hecho de que ha "colocado en sí mismo En este pasaje del Protágoras se ha
cuanto lleva a la felicidad o aproxima" fundado, especialmente, la interpretación
a ella, es decir, tiene una autonomía que según la cual la ética socrática es utilita-
lo libera de toda dependencia respecto a ria. Pero al deducir tal conclusión no se
las cosas exteriores y le confiere la ha tenido en cuenta que en ese pasaje la
posibilidad —según expresiones del discusión no está encaminada a la defini-
propio Sócrates— de "vivir de manera ción de los conceptos del bien y de la
óptima y con suma alegría al esforzarse virtud, sino a la demostración, contra
en llegar a ser óptimo y al sentirse en Protágoras, de la unidad de las virtudes
continua superación". reducidas todas a ciencia, y que Sócrates,
Ahora bien, el utilitarismo tiene una para llevar al adversario a esa conclusión,
característica cabalmente opuesta a la se coloca en el terreno de éste. Vale decir,
autonomía y a la radicación en el interior acepta como punto de partida el con-
del alma de la fuente de la felicidad, cepto que del bien tiene la mayoría de los
porque en la búsqueda de lo útil el hom- hombres, y tenía especialmente el propio
bre debe reconocer siempre su dependen-

46
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Protágoras, sostenedor de un pragma- demostraba que el afán por los placeres


tismo que negaba toda valoración teórica destruye su mismo goce, en tanto que sólo
relativa a la verdad de las opiniones y sólo la superación o independencia espiritual
admitía una valoración práctica relativa ante ellos permite disfrutarlos cuando se
a su utilidad; negaba la distinción entre presentan. Exigencia de autonomía que
lo falso y lo verdadero, entre la ignorancia pudo, sin embargo, afirmarse también en
y la sabiduría y sólo admitía que la edu- el hedonismo de Aristipo mediante la fór-
cación puede cambiar una tendencia da- mula: "domino, no estoy dominado".
ñina por otra útil, no persuadiendo a la Pero al vincularla al hedonismo, convir-
inteligencia mediante una demostración tiéndola en goce no ocasional sino siste-
racional de la verdad, sino modificando el matizado, Aristipo descuidaba lo que era
hábito por medio de una influencia ejer- más esencial en la enseñanza socrática,
cida en las disposiciones irracionales de la esto es, que el afán por los placeres resulta
voluntad. Sócrates, al contrario, quiere para el espíritu una esclavitud, la peor de
demostrar que, aun partiendo únicamente las esclavitudes, que lo aleja del mayor de
de la distinción entre lo más útil y lo me- los bienes (la sabiduría) y lo arroja hacía
nos útil, debe reconocerse que la palabra su opuesto llevándolo a elegir el mal en
decisiva corresponde al conocimiento ra- lugar del bien.
cional de la verdad, a la ciencia, que es Esta convicción se halla cabalmente
siempre la que domina y reina y no se deja. expresada por Sócrates en la mencionada
arrastrar servilmente en todas direcciones disputa con Eutidemo (Memor., IV, v):
por los impulsos. "¿Crees que la libertad es para el hombre,
Colocándose en el punto de vista de su no menos que para la ciudad, una cosa
adversario, Sócrates podía refutarlo con bella y sublime?" "La más bella y sublime,
mayor eficacia, pero la refutación del sin duda." "Ahora bien, ¿consideras libre
adversario —observaba ya A. Fouillée en a quien está dominado e incapacitado pa-
La philosophie de Socrate, tomo I, pág. ra hacer lo mejor?" "No, en absoluto."
263— no es la exposición de una doctrina "¿Y te parece que los intemperantes sólo
personal. El utilitarismo, que convierte al están impedidos para hacer las cosas me-
hombre en esclavo de los bienes exteriores, jores o forzados, inclusive, a hacer las más
está en franca oposición a la exigencia innobles?" "No menos forzados a éstas
socrática de autonomía, que coloca en el que impedidos para aquéllas" "¿Y qué
dominio absoluto del hombre —es decir, clase de amos te parece que son aquellos
en el interior de su alma— la verdadera que impiden hacer lo mejor y fuerzan a
fuente de su felicidad. Sócrates, en la lo peor?" "Los de peor especie posible."
discusión con Eutidemo que nos ha con- "¿Y cuál crees que es la peor esclavitud?"
servado Jenofonte (Memor·, IV, v, 9), "La que se sufre bajo los peores amos."

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

"Entonces los intemperantes sirven a la utilitarismo en la otra disputa —referida


peor de las esclavitudes." "Así me pare- por Jenofonte, Memor., I, vi— con el
ce." "¿Y no te parece que, al alejar a los sofista Antifonte, quien le reprochaba su
hombres de la sabiduría, la intemperancia vida de miseria, despreocupada de todo
los empuja a lo contrario... y los aturde afán de placer y utilidad y caracterizada
y los lleva a elegir lo peor a cambio de lo por el descuido de toda especie de como-
mejor?..." didad en el comer, en el vestir, en el ga-
Cierto es que Sócrates habla aquí de la nar dinero, etc., y lo definía "verdadero
intemperancia más bien que del hedonis- maestro de la infelicidad"
mo o utilitarismo, pero hay que recordar (kakodaimo-nías didáskalos).
la definición que de éstos aparece en el Lo cual habría sido una extraña ma-
Fedón, 68e: "Temperancia por intempe- nera de practicar el utilitarismo por parte
rancia". Es intemperancia convertir en de Sócrates, quien, sin embargo, se esfor-
finalidad de nuestra conducta el goce zaba en traducir en la vida y en la acción
que es lícito disfrutar cuando se nos diarias sus convicciones teóricas. Pero su
ofrece sin que lo busquemos o nos preo- menosprecio por la utilidad también está
cupemos por él; pero convertirlo en expresado en la Apología platónica, don-
anhelo esencial, en inspiración y guía de de, en testimonio del absoluto desinterés
nuestras acciones significa esclavizar el con que practicaba su misión, alude rei-
alma a bienes exteriores, o sea, entraña teradas veces a su pobreza, que todos
pérdida de la libertad espiritual. Y en el conocían: "Yo vivo en pobreza infinita
diálogo con Eutidemo, Sócrates demues- por servir al Dios". (Apol., 23 b; cf. 31 b
tra que el continuo afán de placeres (ins- y passim.)
pirador del hedonismo y del utilitarismo) Ahora bien, al confirmar la despreo-
destruye su mismo goce, retenido en cupación por los placeres, las comodidades
cambio por el espíritu libre de toda preo- y la utilidad que Antifonte le reprochaba,
cupación utilitaria, que por ello puede Sócrates levanta, frente a los afanes de
gustar con serenidad el placer cuando accionistas y utilitarios, su ideal del bien
éste se le ofrece ocasionalmente y sin como purificación y perfeccionamiento
haberlo buscado. Ejemplo de tal condición del propio espíritu y del ajeno: ideal
era el mismo Sócrates, que no era enemigo áni-mador de la misión que le había
de los placeres como Antístenes y los cíni- confiado el Dios, por servir al cual vivir en
cos, pero veía en la avidez de ellos la infinita pobreza no le resultaba miseria sino
per-dida de la libertad espiritual, es decir, del bea-titud divina, infinitamente superior a
más elevado de los bienes. cualquier felicidad humana.
Aún más claramente surge la oposición "Si no soy esclavo del vientre, del sueño,
entre su ética y cualquier hedonismo o de la lujuria, ¿qué causa primera crees

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que tenga sino que conozco otros placeres tual propia del hombre bueno en la vida
más suaves que aquéllos, que me alegran presente.
no solamente por la satisfacción presente, Así, la misión de purificar y educar a los
sino también por la esperanza que me espíritus, de que habla la Apología platónica,
ofrecen de un beneficio perpetuo? ... es divina para Sócrates no sólo en tanto él
¿De qué otra fuente crees que procede mismo cumple una orden del Dios y vive a
un gusto tan grande como el que deriva su servicio, sino también porque eleva el
de sentir que se llega a ser mejor y de alma cada vez más al estado divino de
contribuir al mejoramiento de los ami- perfección y beatitud interior que después
gos? ... Pues bien, ése es el pensamiento de la muerte habrá de convertirse en
que llena toda mi vida... Tú pones tu beneficio perpetuo. Por el hondo soplo de
felicidad en las delicias y en el lujo; yo, misticismo que alienta en las palabras de
en cambio, pienso que no tener necesidad Sócrates, toda su actividad de maestro y
es cosa divina, y el tener las menores po- refutador de errores se presenta como una
sibles lo que más se acerca a lo divino. misión sagrada de purificación y salvación
Ahora bien, lo divino es lo óptimo, y lo de los espíritus, verdadera misión de
que más se acerca a lo divino, más se acer- descenso al infierno (katábasis eis haidou,
ca a lo óptimo." (Memor., I, vi.) según la fórmula órfico-pitagórica) para
No se puede expresar más clara y vigo- liberar a las almas.
rosamente la antítesis entre el hedonismo Esta misión desinteresada es todo un
utilitario y la moral socrática: la renuncia ejercicio continuo de amor, única ciencia
a toda utilidad, que a Antifonte le pare- que Sócrates se jacta de poseer, según el
cía miseria, constituye para Sócrates una seudoplatónico Teages, mientras proclama,
participación en la beatitud divina, que en cambio, su ignorancia en cualquier otro
llena toda su vida por la conciencia de dominio: "De todas estas felices y bellas
convertirse continuamente en mejor a sí ciencias nada sé a pesar de que querría
mismo y en convertir a cada uno de sus [saber]; pero siempre digo que me en-
amigos, mediante la purificación espiri- cuentro, por así decir, con que no sé sino
tual. Esta purificación le otorga no sólo una pequeña ciencia, la del amor. Pero en
la satisfacción actual inmediata, sino ésta puedo jactarme de tener más pro-
también la esperanza de un beneficio fundidad que todos los hombres que me
perpetuo: clara alusión a la vida futura, han precedido y que los de nuestro tiempo."
eterna y divina, en cuya afirmación el (Teag., 128.)
misticismo de Sócrates corona su eudemo- El amor, que se manifiesta en la
nismo aceptando la confiada esperanza actividad que mejora a los demás y que
de los órficos y encarándola como perpe- desempeña un gran papel en esta misión
tuación de la íntima satisfacción espiri- sagrada,

49
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

no halla su inspiración y fuente en el previsión de un castigo exterior porque


interés o esperanza de recompensa o retri- encuentran su mayor castigo en sí mismos.
bución: tiene valor en sí mismo y por sí También por eso Sócrates los condena.
mismo. Sin duda, el hombre común busca La definición de justicia difundida entre
en sus manifestaciones de amor una com- los griegos —hacer beneficios al amigo y
pensación, pero Sócrates les reconoce un perjuicios a los enemigos— le parece
valor intrínseco aun cuando encuentren digna de repudio porque quien recibe
la más completa ingratitud. perjuicio se vuelve peor en lo que se refiere
"Si quisieras persuadir a un amigo de a la virtud propia del hombre, la justicia,
que tuviera cuidado de tus cosas —pre- lo cual para Sócrates resulta algo malo,
gunta Sócrates a Querécrates—, ¿qué ha- no porque tenga en cuenta el peligro de
rías?" "Primero cuidaría de las suyas." que el ofendido quiera tomarse venganza,
"¿Y si quisieras que te aceptase como sino porque empeorar y transformar en
huésped?" "Lo aceptaría yo primero." injustos a los otros hombres es indigno del
"Empieza entonces a obrar para tornar hombre justo y bueno: es obra de la mal-
bueno a ese hombre." "¿Y si por nada se dad, no de la virtud. Esta concepción,
convirtiese en mejor, a pesar de obrar yo que encontramos expresada por Platón en
así?" "¿Y qué otro peligro corres sino La república, I, 335, puede considerarse
mostrar que tú eres hombre bueno y genuinamente socrática por el hecho de
amoroso con tu hermano, y él, en cambio, que, además de concordar de un modo
malo e indigno de los beneficios?" perfecto con la exigencia de amor afir-
(Me-mor., II, III ) mada por Sócrates en el diálogo con
La bondad, pues, no necesita premio Querécrates, responde enteramente al
o remuneración sino que es premio y re- concepto que de su misión tenía: hacer
muneración para sí misma en cuanto mejores a los demás. Por lo tanto, toda
conciencia del cumplimiento del propio acción que vuelva peor a cualquiera (ami-
deber. Así, la felicidad del hombre bueno go o enemigo) representa para Sócrates
y generoso no nace de las consecuencias lo opuesto a su misión y a su servicio di-
útiles o desventajosas que puedan derivar vino, es decir, un mal.
de su virtud, sino del ejercicio mismo de Y el Critón agrega que cada obra mala
la virtud, esto es, de la elevación espiri- empeora no sólo a quien la padece, sino
tual y satisfacción íntima que lo acom- también al que la realiza, es decir, equi-
pañan. La injusticia y la acción malvada, vale a un perjuicio que ocasiona a su pro-
el odio y el espíritu de venganza se acom- pio espíritu,
pañan e identifican, en cambio, con una "Entonces, no hay que cometer injus-
perturbación interior que constituye la ticia, de ningún modo." "No." "Ni tam-
infelicidad; no necesitan, por lo tanto, la poco quien recibió injusticia puede, como

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cree la gente, devolverla a su vez, pues ya citado, de que nunca debe devolverse
nunca se debe cometer injusticia, de nin- injusticia por injusticia, era
guna manera." "Evidentemente." "¿Y es genuina-mente socrática, y Sócrates ha
justo devolver daño por daño, o no?" dejado de ella el testimonio más
"No, seguramente." "Pues hacer daño no elocuente con su negativa a salvarse,
es cosa diferente que cometer injusticia." mediante la fuga, de la muerte a que
"Cierto." "Entonces, no se debe devolver había sido condenado. El reproche que
a nadie injusticia por injusticia, daño por imagina dirigido por las leyes al
daño, cualquiera sea la injuria que se haya condenado que intenta sustraerse a su
recibido." "No." "Mira, Critón ... Yo sé pena —vale decir, que viola el pacto
que quienes piensan esto son y serán po- tácitamente establecido entre cada ciuda-
cos ... Pero por mi cuenta pienso esto dano y la ley (teoría del cuasicontrato)
desde hace mucho tiempo y esto pienso y recurre a la violencia, que no es cosa
aún ahora." (Crit., 49.) santa, Crit., 51 y sigs,— encuadra en la
Sabido es que este diálogo tiene lugar antedicha teoría expresada por Sócrates
en la cárcel donde Sócrates está esperando (Crit., 48 y sigs.): lo que importa no es
la ejecución de su injusta condena a muer- vivir, sino vivir bien y, por ello, hacerse
te, a la que se niega a sustraerse mediante culpable de injusticia es peor que la
la fuga, reafirmando sin vacilar su cons- muerte.
tante convicción ética. Atenerse a ella en
esa circunstancia significa sacrificar su 10. El alma y su
vida con el fin de no violar las leyes de
la patria, esto es, nο devolver injusticia inmortalidad. La inspira-
por injusticia. De semejante pecado qui- ción religiosa de Sócrates.
zás podrían absolverlo los demás hom-
bres, pero no el tribunal interior de su La serenidad con que Sócrates enfrenta
conciencia, superior a cualquier otro. la muerte se explica enteramente por su
Por lo tanto, no se puede considerar espíritu religioso y por su concepto de la
con Zeller (IIa, 127) que es absoluta- vida encarada como camino de purifica-
mente extraña a Sócrates la doctrina ción del alma, que, por lo tanto, puede
expresada en su nombre en el Gorgias, entenderse sólo como preparación y trán-
468 y sigs., cuando declara que el vicio sito hacia otra vida ulterior, inmortal y
del alma es el peor de todos los males y eterna de acuerdo con la naturaleza divi-
que no es vergüenza ser objeto de injus- na atribuida al alma. Estas concepciones
ticia, sino cometerla, y además que es vinculan a Sócrates a los
preferible ser objeto de ella a cometerla. órfico-pítagó-ricos ex discípulos de
La condición expresada en el Critón, 49, Filolao, que se convierten en discípulos
suyos y, asimismo, resultan confirmadas
como socráticas por los testimonios de
Jenofonte, en las decla-

51
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

raciones que nos refiere de su maestro: Sin embargo, la tesis de Burnet y de


"Ciertamente el alma del hombre parti- Taylor —quienes, entre otras teorías
cipa, más que cualquier otra cosa humana, tra-dicionalmente consideradas platónicas,
de lo divino" (Memor., IV, III ); "lo que han querido atribuir a Sócrates también
el hombre tiene de más grande y mejor, la de la inmortalidad del alma
el alma, infundiósela el Dios". (Ib., I, II.) desarrollada en el Fedón— no ha
Y el mismo Jenofonte en la Ciropedia contado con la adhesión de los
llega por sugestión de su maestro a expre- historiadores, quienes, en su gran
sar una idea que responde al misticismo mayoría, han formulado sus reservas y
dominante en todo el Fedón platónico: sus hondas dudas al respecto. La opinión
"Nunca pude persuadirme de que el más imparcial y prudente parece ser la
alma viva mientras se halla en un cuerpo expresada por Jaeger, en Paideia, II,
mortal y muera al separarse de él pues pág. 48, cuando dice que “la posición
veo, en cambio, que los cuerpos mortales socrática ante el problema de la perdu-
tienen vida durante el tiempo que el alma ración del alma aparece seguramente bien
está en ellos. Ni de que el alma pueda que- definida en la Apología, donde, en pre-
dar privada del intelecto cuando se ha sencia de la muerte, no se nos dice cuál
separado del cuerpo, que no tiene inte- será su suerte después de ésta. Esta posi-
lecto; tampoco de esto pude nunca per- ción cuadra mejor con el espíritu crítica-
suadirme, al contrario, la razón exige que mente sobrio y ajeno al dogmatismo de
el espíritu, sincero y puro, sea más inte- Sócrates que las pruebas de la inmortali-
lectual que nunca cuando se ha separado dad mantenidas en el Fedón”. Análoga-
[del cuerpo]." (Cirop., VIII, VII .) mente remite a la Apología P. M. Schuhl
En plena coherencia con tal persuasión (40), quien escribe: "La noción de
se halla aquella "esperanza de un beneficio inmortalidad —punto importante— sólo
perpetuo", que, según declaración de Só- parece desempeñar aquí un papel
crates en las Memorables, I, VI, constituye secundario: tenerle miedo a la muerte,
para él un motivo de alegría y un impulso dice Sócrates en la Apología, significa
en ese esfuerzo constante de perfeccio- imaginar que sabemos lo que no sabemos,
namiento que se le presenta por encima pues acerca de ella lo ignoramos todo, y
de la satisfacción actual que la conciencia tampoco sabemos si no es un gran bien
del deber cumplido proporciona. Todos para nosotros. O es una desaparición de la
estos testimonios de Jenofonte coinciden, conciencia, un sueño sin ensueños que
por lo tanto, en atribuir a Sócrates una nada tiene de pavoroso, o bien —y aquí
creencia en la inmortalidad del alma que Sócrates recuerda los relatos de Homero
se asocia de manera necesaria a la afirma- y acaso los de los órficos— un viaje del
ción de su naturaleza divina. alma que emigra al
40
L'oeuvre de Platón, París, Hachette,
1954; pág. 56.

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

país de los muertos, y entonces, ¡qué su restricción: "si es verdad" lo que la tra-
alegría poder continuar su encuesta entre dición nos cuenta. No obstante ello, sus
los grandes hombres de antaño!" dudas se refieren a las concepciones
Sin embargo, Schuhl recuerda aquí el esca-tológicas de los mitos y no tocan un
fino examen del problema efectuado por punto que Sócrates afirma
E. de Strycker41, que hace muy probable dogmáticamente como verdad indudable:
una interpretación más positiva de la acti- "Hay una cosa que vosotros también
tud de Sócrates en la Apología. Al final debéis pensar que es verdadera; al hombre
de ésta, Sócrates quiere demostrar a la de bien no le sucede nada malo ni en la
minoría de los jueces que votó en favor vida ni después de la muerte porque los
de su absolución que no se le debe tener dioses no se desinteresan por su destino".
miedo a la muerte, y emplea con ellos (se- Estas palabras se repiten en forma casi
gún la justa observación de Burnet) una idéntica en La república, X, 613a-b; allí
argumentación adecuada a su compren- aluden a la demostración de la
sión. O bien la muerte es un anonada- inmortalidad del alma y a la descripción
miento de la conciencia y no hay nada de la beatitud del alma justa; y, entre la
que temer, o es un paso a otra vida, según Apología y La república (y el Fedón), la
las tradiciones transmitidas por poetas afirmación de la inmortalidad y de la
como Homero, o por creencias religiosas vida futura se repite en el Critón, en el
como las eleusinas y las órficas. Entre las Menón y en el Gorgias, mostrando la
dos hipótesis, Sócrates muestra una evi- continuidad del pensamiento platónico al
dente preferencia por la segunda y la respecto. El párrafo de la Apología debe
aplica a su caso personal, recordando que interpretarse, por lo tanto, en el mismo
en el Hades hay verdaderos jueces que sentido que con toda evidencia tiene en La
rectificarán la injusticia por él padecida república., X, 613 a-b, vale decir, como
ante el tribunal de los hombres; por otra afirmación de una certeza de
parte, allí tendrá la gran ventaja de ser inmortalidad que permanece inconmovi-
inmortal, athánatos, y de encontrarse con ble a pesar de la incertidumbre de todos
las grandes sombras de los héroes y de los los mitos escatológicos: esto es lo único
sabios, con quienes será una inmensa ale- que debemos considerar verdadero (hén
gría continuar sus conversaciones y dis- ti tonto dianoéisthai alethés).
cusiones. Pero acerca de estas represen- A estas observaciones de De Strycker
taciones concretas Sócrates no abandona pueden agregarse algunas complementa-
su prudente reserva, que podría consi- rias. La inmortalidad parece inseparable
derarse casi escéptica, y repite tres veces de la naturaleza divina que Sócrates atri-
41
"Socrate et I'au-dela, d'aprés l'Apologie buía al alma, al considerarla —según dice
pía-tonicienne", en Les etudes classiques, 1950. Jaeger, op. cit., pág 44 y sigs.— "lo que
hay de divino en el hombre, por lo cual

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

siempre hablaba de "cuidado del alma" a la inteligencia divina y a su finalidad


y de "servicio del Dios", con frases que providencial. En todo esto nos encontra-
"nos suenan a cristianismo". Además, mos con una honda religiosidad demos-
tampoco hay que olvidar que para Só- trada en la vida toda y en todo el magis-
crates el alma y la inteligencia del hom- terio de Sócrates, pues precisamente en esa
bre son lo que ya eran para Epicarmo y religiosidad hallan perfecta explicación,
para Anaxágoras: "Dios en nosotros", de en tanto que, si se prescinde de esta clave,
modo que Sócrates vincula la existencia permanecen cerradas a toda comprensión
de ellas en el hombre a la de una mente adecuada. En el marco de estas creencias
divina universal, y precisamente reprocha el cumplimiento de la misión sagrada que,
a Anaxágoras que no la haya explicado según Sócrates, le había sido confiada por
de manera finalista, como providencia. el Dios, resulta un verdadero apostolado
Esta relación se advierte también en los que no se comprende en la plenitud de
testimonios de Jenofonte, según los cua- su significado si sólo se contempla su as-
les la convicción de la naturaleza divina pecto negativo —la refutación y la du-
del alma estaba vinculada, en Sócrates, a da— y que únicamente puede compren-
la otra: la existencia del alma y de la inte- derse si se le agrega la fase positiva, esto
ligencia en el hombre prueban la existen- es, la orientación espiritual que ofrecía a
cia del alma y de la inteligencia univer- sus discípulos al sugerirles continuamen-
sales, es decir, de Dios (Memor., I, IV). te que debían preocuparse por su alma
Según Sócrates, Dios, que es invisible por para mejorarla.
sí mismo, resulta cognoscible al hombre Exigencia de purificación, de libera-
por el testimonio interior de su alma y ción y de elevación espiritual que tenía
de su inteligencia y, además, por el tes- sus raíces en la idea de la naturaleza di-
timonio exterior del orden del mundo vina del alma y de su destino en una vida
(Memor., IV, III ) y de la finalidad que futura inmortal.
domina en todas las cosas y, especialmente, En su elogio a Sócrates (Banq., 215 y
en la vida que parece obra de la pro- sigs.) decía Alcibíades: "Yo digo que se
videncia (ib., I, IV ). La teología de Pla- asemeja a esos silenos que vemos expues-
tón y Aristóteles, con sus pruebas de la tos en los talleres de los escultores...
existencia de Dios, queda así anticipada. cuando se los abre, muestran en su inte-
Hacia la misma interpretación de la rior imágenes de los dioses... Nadie lo
teología de Sócrates también nos orienta conoce de veras... Parece pasarse toda
su recordado reproche a Anaxágoras la vida mofándose de la gente y haciendo
(Fed., 97 b), por cuanto éste, para explicar burlas. Pero cuando se pone serio y se
la generación del orden cósmico, recurría abre, yo no sé si otros habrán visto las
a causas mecánicas más bien que bellezas que guarda en su interior, pero

54
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

yo sí las he visto: me parecieron tan di- tes empieza durante su vida, pero se in-
vinas, áureas, seductoras y maravillosas tensifica después de su muerte. Toda la
que creo que es imposible resistir a cuanto filosofía griega posterior está dominada
Sócrates manda". por su influjo; sus discípulos ocupan con
La imagen divina que Alcibíades sus escuelas la época inmediatamente sub-
había descubierto en el interior de siguiente: Antístenes, con la escuela cí-
Sócrates era su religiosidad mística, que nica; Aristipo, con la cirenaica; Euclides,
irradiaba luz y calor a toda su vida, su con la megárica; Fedón y Menexeno, con
acción y su pensamiento. la eleo-erétrica y, por sobre todos ellos
y otros más, Platón, con la Academia; de
11. La influencia histórica y ésta surge Aristóteles, creador de la es-
cuela peripatética; luego, por intermedio
la perennidad de Sócrates. de estas dos grandes escuelas, la tradición
socrática se perpetúa en los siglos, en
Aun entre los grandes filósofos que tanto que, entre los postaristotélicos, los
confiaron a celebradas obras escritas la estoicos recogen la herencia esencial de
transmisión de su pensamiento a la poste- los cínicos, Epícuro parcialmente la de
ridad hay muy pocos cuya influencia los cirenaicos, y los neoacadémicos
histórica haya superado o igualado la de Arque-silao y Carnéades proclaman la
Sócrates, que no dejó nada escrito. Orte- exigencia de un retorno a Sócrates.
ga y Gasset llegó a declarar que Sócrates Cierto es que las escuelas socráticas se
encierra en sí la clave de la historia euro- orientan en direcciones distintas y en
pea, clave sin la cual nuestro pasado y parte opuestas, pero todas proceden de la
nuestro presente son un jeroglífico inin- concepción socrática de la filosofía como
teligible; y H. Maier afirmó que para camino de vida y de su preocupación,
entender la esencia íntima de la civiliza- tanto por el ideal del sabio —ideal concre-
ción moral moderna debemos, indudable- tado en la autoconciencia y en el auto-
mente, remontarnos a dos personalidades: dominio espiritual— como por un conoci-
Sócrates y Jesús (42). miento de la verdad vinculado al ejerci-
La expansión de la influencia de Sócra- cio de la virtud y del bien. La exigencia
42
Véanse las páginas de ORTEGA Y GASSET sobre
de autodominio no inspira sólo el repudio
Sócrates en su libro España y Europa, y las de H, cínico de los bienes exteriores, del placer
MAIER en Sokrates, sein Werk und seine y de las pasiones, sino también la refinada
Geschichtliche Stellung, Tubinga, 1913. A las aceptación cirenaica del placer, reflejada
líneas citadas remite P. Rossi en Per una storia
della storiografía socrática, Milán, 1951 pág. 86 en el lema: "domino, no estoy domina-
(en la colección Problemí di storiografia do"; la unificación de las dos aspiracio-
filoso-fica). nes a la verdad y al bien se expresa, en

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los megarenses, en la identificación del tir de ese momento Sócrates se convierte


concepto socrático del bien y el eléata de para el mundo culto en apóstol de las
lo Uno; la idea del Bien, en el sistema exigencias de libertad moral y de ilus-
platónico —donde la socrática exigencia tración intelectual, en modelo y guía de
gnoseológica de lo universal se traduce en una nueva humanidad que quiere conci-
la doctrina ontológica del idealismo—, es liar el cristianismo con los ideales heléni-
el sol que da vida y luz a todo el mundo cos; y la idealización de su figura se per-
ideal; la religiosidad de Sócrates se acen- petúa desde los humanistas hasta los
túa en el misticismo de Platón y en el de ilu-ministas franceses y alemanes del
los neoplatónicos; y el finalismo socráti- siglo XVIII, los pietistas y los románticos
co se convierte en inspiración esencial de (46). El historicismo del siglo XIX, a
los sistemas platónico y aristotélico y pa- partir de He-gel, sustituye estas
sa, a través de ellos y de Cicerón, a la teo- exaltaciones del papel moral de la
logía cristiana. personalidad de Sócrates por el esfuerzo
Magalhaes Vilhena nos recuerda (43) de determinar históricamente su posición
que, entre los padres de la Iglesia, San en el desarrollo del espíritu helénico;
Justino y San Agustín consideran a pero este mismo intento significa una
Sócrates un precursor y mártir valoración de su importancia en la
precristiano, y de allí parte la tradición historia de la filosofía occidental y en el
que lo convierte en modelo de anima desarrollo del espíritu universal.
naturaliter christiana. Esta tradición sin Importancia esencial, según Hegel, quien
duda sufre un eclipse en la Edad ve en Sócrates el momento en que el es-
Media, cuando, como dice Jaeger (44): píritu humano trata de extraer de su
"Sócrates no pasa de ser un nombre subjetividad tanto el fin de sus acciones
famoso transmitido a la posteridad por como el del universo, y de llegar por pro-
Aristóteles y Cicerón", y sólo es recor- pia virtud a la verdad, si bien no logra
dado como tal por Santo Tomás; pero en aún realizar tal aspiración, que sólo se
el Renacimiento y en la reacción antiaris- cumple en la objetividad del estado
totélica ese nombre adquiere nuevo res- platónico (47)
plandor; Erasmo lo incluye entre sus san-
46
tos y, con escándalo de Lutero, reza: Sobre estos puntos y sobre lo que sigue, cf,
"Sánete Socrate, ora pro nobis" 45. A par- JAEGER, W., Paideia, t. II, pág. 13 y sigs.; PAOLO
Rossi, Per una storia della storiografia socrática,
43 pág. 85 y sigs., en la colección Problemi di
Socrate et la légende platonicienne, pág. 46
storio-grafía filosófica, Milán, Bocea, 1951; V. DE
y sigs.
44
MAGALHAES VILHENA, Socrate et la légende
JAEGER , W.,
Paideía, ed. cit., t. II pág. 13, platoni-cienne, París, Presses Universitaires de
45
MARCEL, R. "«Saint Socrate» patrón de l'hu- France, 1952, cap. I y especialmente pág. 41 y
manisme", en Revue iníernationale sígs.
de philosophie, 1951. 47
Cf. HEGEL, Lecciones de historia de la filo-
sofía, cap. sobre Sócrates.

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La exigencia hegeliana de una recons- crática como expresión de la desbordante


trucción y de una valoración históricas salud del espíritu helénico. En su tercera
llega a dominar en toda la historiografía fase —especialmente en La voluntad de
posterior, donde las más diversas inter- dominio—, vuelve a personificar en Só-
pretaciones de Sócrates —de Zeller en crates al destructor del espíritu trágico y
adelante— coinciden en reconocerle un de la vida misma del helenismo instinti-
papel decisivo en el desarrollo del pensa- vo y aristocrático, contra cuya tradición,
miento filosófico universal. Pero no fal- realizadora del ideal del superhombre, el
tan, junto a los esfuerzos de valoración plebeyo Sócrates, con su racionalismo y
histórica imparcial, nuevas presentacio- su democracia, habría preparado, se-
nes del mito de Sócrates, especialmente en gún Nietzsche, la dogmática cristiana
Kierkegaard y en Nietzsche. Para con su moral de esclavos. En Kierkegaard
Kier-kegaard, lo esencial de Sócrates y Nietzsche reaparece, así, un mito de
reside en su ironía destructora, Sócrates, quien se ve convertido una vez
afirmación de la negatividad absoluta de más en símbolo; pero ahora, observa
la razón, que es la premisa necesaria para Jae-ger, es un símbolo negativo, signo y
la exigencia cristiana de una revelación. medida de decadencia. Sin embargo, "la
Nietzsche, en cambio, valora lucha reñida por Nietzsche es, al cabo de
positivamente la ironía destructora de mucho tiempo, el primer indicio de que
Sócrates sólo en un período intermedio la antigua fuerza atlética de Sócrates
(1876-82) entre las dos fases de su permanece indemne y de que por nin-
antisocratismo(48), cuando en Humano, guna otra se siente tan amenazado en su
demasiado humano, en El viajero y su seguridad interior el superhombre mo-
sombra y en Aurora ve su propio destino derno" 49.
hermanado al socrático en la lucha En la literatura socrática posterior la
implacable contra los principios exigencia de una comprensión y de una
convencionales, enemigos de la verdad y valoración históricas de la figura y del
más peligrosos que la mentira. Antes, en pensamiento de Sócrates vuelve a predo-
El origen de la tragedia, había converti- minar sobre cualquier tendencia a la crea-
do a Sócrates en el blanco de su implaca- ción de mitos, ya sea de exaltación o de
ble polémica, acusándolo de haber des- repudio; pero la conciencia de la impor-
truido, con su racionalismo, su tancia excepcional que tuvo su acción
moralis-mo y su optimismo apolíneo, el como maestro se traduce en la constante
divino mundo de la pasión, del instinto y preocupación por descifrar, mediante las
del pesimismo dionisíacos que se habían diferencias y los contrastes de los testi-
afirmado en la tragedia y en la filosofía 49
JAEGER, W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. 16 7
preso- sigs.
48
La índole distinta de esta fase intermedia
ha sido destacada por P. Rossi en el ensayo citado.

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monios antiguos, el enigma de su perso- perfeccionamiento interior y el de los de-


nalidad real. La literatura socrática con- más, esto es, de su obligación moral de
temporánea, por su amplitud y seriedad cooperar en el perfeccionamiento espiri-
mismas, atestigua no sólo la persistencia tual del prójimo.
de la "atracción del enigma" de que ha- Así surge el concepto de la vida enten-
blaba Brochard, sino también la exigencia dida como misión de bien y se afirma el
de comprender en forma adecuada un imperativo categórico de esa especie de
momento histórico decisivo del desarro- descenso a los infiernos, de que hablaban
llo espiritual de la humanidad que ofrece los órficos, para purificar, liberar y sal-
todavía a la conciencia humana un men- var de los errores y de las culpas a los
saje vivo y de perenne eficacia. espíritus ajenos. En esto consiste la con-
Nos hallamos aquí ante uno de los más cepción religiosa de la vida profesada por
elocuentes ejemplos de la llamada "con- Sócrates: es la exigencia del cumplimiento
temporaneidad de la historia". Este mo- de un deber que surge de un imperativo
mento histórico no sólo despierta en nues- categórico interior y que ha de realizarse
tro espíritu el interés siempre vivo pe- aun a costa de la vida misma.
culiar de cuanto contribuyó a la forma- Pero este deber de purificación e ilumi-
ción de nuestra conciencia y conserva, nación, que es sobre todo el papel del
por lo tanto, vitalidad en las profundida- maestro, sólo se cumple realmente en las
des de ésta, sino que, además, en este caso inteligencias y conciencias ajenas desper-
está presente y activo porque aún ahora tando y estimulando su cooperación ac-
responde, y responderá siempre, a proble- tiva. El verdadero maestro no es un
mas y exigencias imborrables por ser in- veedor de conocimientos sino un
trínsecos a la vida misma del espíritu. desper-tador de espíritus que, en el acto
El principio del incesante escrutinio de mismo de ejercer su función iluminadora,
sí mismo para conocerse intelectual y admite, además, la reciprocidad de esa
moralmente, para advertir las propias fa- acción y acepta la posibilidad de ser
llas espirituales y mejorarse mediante ese refutado no menos que la de refutar a los
continuo examen de conciencia constitu- demás. Así como en el coloquio consigo
ye una perenne e imprescindible exigen- mismo efectúa un autoexamen que es una
cia cognoscitiva y ética. Convertido —por purificación continua, en el coloquio con
una exigencia de unidad entre teoría y los demás realiza un examen mutuo
práctica— en norma de toda la vida, con- que es una constante purificación
fiere a la existencia humana una seriedad recíproca y común.
y una nobleza incomparables, y lleva al La forma necesaria de la indagación
hombre, al mismo tiempo, a cobrar con- es, por lo tanto, el diálogo: diálogo con-
ciencia de la vinculación entre su propio sigo mismo y diálogo con los demás en

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que cada interlocutor debe intervenir que, en cuanto realización del mal y de
activamente; y la libertad del pensamiento la injusticia, sólo puede significar un em-
y la de su expresión son elemento y peoramiento y no la purificación conjun-
condición imprescindibles para la ta del espíritu propio y del ajeno.
realiza-ción del fin que se impone en De este modo, Sócrates asociaba a la
común a todos. docta ignorancia o conciencia permanen-
Esta exigencia de actividad y libertad te de los problemas —única fuente de
es, por ende, el lema fundamental de la todo progreso cognoscitivo— la supera-
pedagogía socrática, el único lema que ción del odio y la afirmación del amor y
puede llevar la educación a la conquista de la solidaridad humana que, por el re-
activa y real de la ciencia y de la mora- conocimiento de la libertad espiritual de
lidad: de una ciencia que es guía de la cada uno, procuraban la cooperación de
vida, de una moralidad que es autonomía, todos en el esfuerzo por alcanzar el bien
ley interior o voz de la conciencia. Ade- común. Fin humano por excelencia, esto
más, en la mutua cooperación que esta es, la elevación intelectual y moral que
educación implica entre maestro y discí- constituye el verdadero bien y la satis-
pulos e igualmente entre todos los miem- facción íntima de cada uno y de todos,
bros de la comunidad humana, esa exi- ley de autonomía y fuente de la verdadera
gencia de libertad es también una exigen- felicidad.
cia de amor: del amor cuya ciencia Só- De todas estas exigencias, que mien-
crates se jactaba de poseer a fondo, en tras exista la humanidad son y serán
tanto que, según afirmaba, ignoraba to- siempre una necesidad y un imperativo
das las otras bellas y felices ciencias. Esta categórico, Sócrates ha sido, en su pensa-
exigencia de amor era, naturalmente, ex- miento y en su acción, una personifica-
clusión de todo principio de odio o de ción incomparable: en esto consiste la pe-
venganza (devolver el mal por el mal) rennidad de su enseñanza.

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