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Nathalia Ochoa

Rosa

La sexualidad en la infancia y adolescencia es un tema complejo que abarca


aspectos biológicos, psicológicos y sociales en la vida de todo ser. Durante estas
etapas evolutivas, las personas experimentan cambios significativos en su cuerpo,
emociones y relaciones interpersonales, lo que influye en la comprensión de la
sexualidad.

Las cuatro etapas evolutivas que marcan el desarrollo sexual son: la lactancia (0 –
2 años), la infancia temprana (3 – 7 años), la preadolescencia (8 – 12 años), la
adolescencia (13 – 19 años).

En la lactancia, que abarca desde el nacimiento hasta los dos años


aproximadamente, los niños comienzan a explorar su cuerpo y descubrir
sensaciones placenteras. Esta etapa se caracteriza por la curiosidad natural y la
falta de inhibiciones sobre la desnudez y el contacto físico, las interacciones
sociales son con caricias y abrazos con sus pares.

En la infancia temprana, que abarca desde los tres hasta los siete años
aproximadamente, los niños continúan explorando su cuerpo y sus emociones de
manera más consciente. Se hacen conscientes de lo privado y lo público,
estableciendo sus límites y privacidad. Al tiempo comienzan a desarrollar
amistades cercanas y a experimentar la atracción hacia otros, aunque de manera
inocente y sin connotaciones sexuales adultas. Sus mayores curiosidades están
traducidas en las diferencias anatómicas entre sexos. Durante esta etapa, es
importante que los padres y educadores fomenten una comunicación abierta y sin
tabúes, brindando información precisa sobre la anatomía, la reproducción y los
aspectos emocionales relacionados con la sexualidad.

Durante la preadolescencia es cuando se dan los cambios hormonales intensos,


el inicio de la pubertad y la exploración de la identidad sexual. Tras el crecimiento
y desarrollo anatómico los preadolescentes de 8 a 12 años experimentan una
mayor atracción hacia sus pares y pueden comenzar a explorar la intimidad física
y emocional en relaciones romántica.

Finalmente, la adolescencia, que se extiende hasta la adultez temprana, es un


período de consolidación de la identidad sexual y la autonomía. Los jóvenes
exploran su sexualidad de manera más activa y pueden enfrentarse a presiones
sociales y culturales respecto a su orientación sexual, género y comportamiento
sexual. La educación sexual continúa siendo crucial en esta etapa,
proporcionando información actualizada y apoyo emocional para que los
individuos puedan tomar decisiones responsables y respetuosas consigo mismos
y con los demás.

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