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La junta pone en marcha el proceso

El 24 de marzo de 1976, Videla, Massera y Orlando conforman la primera junta


militar y a los cuatro días del golpe de estado Videla asume como presidente el cual
ejercio hasta 1981.
En este modelo de las fuerzas armadas no había cuestionamiento y el disenso,
todo aquel que opinaba diferente debía ser callado. Para lograr esto se empleo un
nuevo orden social que consistía en la desaparición masiva de personas, a través
de la represión ilegal. El terrorismo de estado practicado de forma sistemática fue lo
que más caracterizo esta dictadura militar.
Cualquier persona que pusiera en acto alguna expresión de protesta social, de
pensamiento crítico y/o cuestionara el proceder del poder militar era considerada
peligrosa y por lo tanto candidata a ser penalizada por el accionar del terrorismo de
Estado.
Ensayada durante el Operativo Independencia (1975), la política de exterminio fue
practicada durante todo el período en cuestión, según lo documentado por la
Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en su Informe
Nunca Más presentado en septiembre de 1984.

La acción terrorista del Estado


La operación represiva comenzaba con un trabajo de inteligencia que permitía
obtener la información necesaria para concretar el secuestro de las personas
indicadas como "subversivas". Las detenciones ilegales eran llevadas a cabo por
los denominados grupos de tareas o "patotas", conjuntos de cinco o seis individuos
miembros de las fuerzas armadas y/o de la fuerzas de seguridad-que solían
movilizarse en autos sin patente, fuertemente armados y con la seguridad de contar
con el beneficio de las "zonas liberadas" Esto significaba que sabían que la policía
del lugar donde se produciría el secuestro no intervendría ante el posible llamado
de un vecino o de los familiares del detenido. Generalmente, los apresamientos se
realizaban a altas horas de la noche y en los domicilios de las víctimas, aurique
también hubo casos de personas detenidas a plena luz del día, en la vía pública o
en sus lugares de trabajo.
Concretado el secuestro, las víctimas eran trasladadas a los Centros Clandestinos
de Detención y Tortuга (CCDyT). Puntos neurálgicos del sistema represivo, los
CCDyI o "chupaderos" no poseían una existencia pública y formal. Entre los más
conocidos podemos nombrar la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA, hoy
Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos
Humanos), el Club Atlético, el Olimpo el Vesubio, el Campito y el pozo de
Banfield ,la Escuelita de Famaillá y La Perla.
Apenas producido su ingreso a los CCDyI, los detenidos eran llevados a la sala de
tortura. Las sesiones de tortura duraban varios días y con ellas los represores no
solo buscaban arrancar información a los prisioneros, sino también quebrar su
resistencia, destruir su personalidad y aniquilar su dignidad.
Quienes no morían en la tortura, quedaban detenidos en dichos centros, cuya
estadía podía durar días, semanas, meses o años. No obstante, el destino final
para la inmensa mayoría de los secuestrados fue su ejecución. La mayoría de los
cadáveres de las víctimas fueron enterrados en fosas comunes de los cementerios
como personas desconocidas, incinerados o dinamitados. Otro modo de borrar todo
registro de los detenidos fue arrojarlos adormecidos al mar. A través de estas
acciones, las fuerzas armadas se aseguraron de que no hubiera muertos sino
desaparecidos.

"La noche de los lápices"


La noche del 16 de septiembre es recordada como "la noche de los lápices".
Las escuelas secundarias de La Plata tenían una intensa experiencia de
participación política organizada por los centros de estudiantes que se encontraban
articulados dentro de la CES (Coordinadora de Estudiantes Secundarios). En 1975
habían obtenido el boleto estudiantil, que implicaba una rebaja para los viáticos de
los estudiantes. Con el inicio de la dictadura, esta medida fue suspendida, al mismo
tiempo que se prohibieron los centros de estudiantes y toda actividad política en las
escuelas. Los estudiantes de La Plata se propusieron, entonces, actuar en defensa
de sus derechos. En respuesta, los militares desplegaron un operativo a cargo de
Miguel Etchecolatz, al que denominaron "la noche de los lápices".
¿La fiesta de todos?
El gobierno de facto tomó la organización del mundial como una oportunidad para
desviar la atención hacia el ámbito deportivo, hacia la "Fiesta de todos", como se lo
llamó, ocultando los secuestros y las desapariciones que se producían y, al mismo
tiempo, para mostrar al exterior una imagen positiva del país. Se conformó el EAM
(Ente Autárquico Mundial) para llevar a cabo los preparativos.
Sin embargo, la llegada de periodistas de todo el mundo provocó un efecto
contrario al resultado esperado por el gobierno. En efecto, muchos medios
internacionales que arribaron a nuestro país para cubrir el evento, se hicieron eco
de las demandas de las organizaciones de derechos humanos que comenzaban a
surgir y a difundir denuncias realizadas por argentinos exiliados y políticos y artistas
extranjeros. El logro de la Copa del Mundo en 1978 fue así opacado por el accionar
del terrorismo de Estado.

La política económica: la consolidación del sistema financiero


El mayor de estos problemas era, para la dictadura, el Estado intervencionista. Las
acciones tendientes a la protección a la industrialización sustitutiva que, debían ser
abandonadas por considerarse que eran las causantes de la indisciplina de la clase
obrera y, por ende, de la inestabilidad social.
El mercado, sin ninguna intervención que lo regulase, era el instrumento indicado
para "disciplinar" a todos los actores.
Las primeras medidas tendientes a lograr el disciplinamiento incluyeron la
intervención de la CGT y de los sindicatos, la anulación de los convenios colectivos
de trabajo, la prohibición de las huelgas, el congelamiento de los salarios, la
represión de los dirigentes gremiales de las comisiones internas de las fábricas y la
militarización de varios establecimientos industriales. Así, anuladas las posibilidades
de reclamos por parte de la clase trabajadora dio comienzo la gran transformación,
a cargo de Martínez de Hoz como ministro de Economía.
Su programa económico, basado en la apertura económica y la Reforma
Financiera, puso fin al desarrollo industrial y a la regulación estatal que lo
propiciaba e hizo de la especulación financiera el eje de la economía argentina.
La apertura económica supuso la eliminación de los mecanismos de protección
industrial. Así, y mediante la supresión de los aranceles de importación, se facilitó el
ingreso masivo de productos importados a precios ínfimos. En cuanto a la Reforma
Financiera, acontecida en junio de 1977, esta incluyó la liberalización de la tasa de
interés y la autorización de crear, bancos y entidades financieras. Estas entidades
contaban, con la garantía del Estado, que se haría cargo de la devolución de los
depósitos de los ahorristas en caso de quiebra.

Los efectos sobre el aparato productivo


La competencia de los bienes importados, la reducción del consumo y el atractivo
que despertaba el negocio especulativo por sobre cualquier actividad productiva
impactaron negativamente en la industria local.
Ramas industriales atrasadas, como la textil y la de las confecciones, fueron
arrasadas por la importación, así como la electrónica y la metalmecánica. Aquellas
empresas que lograron crecer, fueron las dedicadas a producir bienes como la
celulosa, el aluminio, el petróleo y sus derivados y el cemento.
El crecimiento de estos conglomerados industriales se debió a varios factores. Por
un lado, Martínez de Hoz decidió mantener, los beneficios derivados de selectivas
medidas de promoción y proteccionismo estatal. Por otro lado, supieron combinar
las actividades industriales con otras iniciativas económicas que incluyeron los
servicios, el comercio y el sector financiero. Así, la diversificación les posibilitó
reducir los riesgos. Finalmente, el elemento que les permitió un espectacular
progreso fue la obtención de un contrato con el Estado, a través del cual se
comprometían como proveedores y / o ejecutores de las varias obras públicas
¿Cuál era, mientras tanto, la situación del sector agropecuario?
Los gobiernos militares del Proceso, lejos de desalentar los vínculos comerciales
con un país ubicado en las antípodas ideológicas que ellos defendían, los
profundizaron.
Los beneficios que trajo para los productores locales el aumento de las
exportaciones se vieron potenciados por la eliminación de las retenciones a las
exportaciones. No obstante, no todas las medidas llevadas a cabo por el Ministerio
de Economía eran tan favorables para el sector. De hecho, la sobrevaluación del
peso llevó a los productores a una pérdida de ingresos, situación desfavorable que
se revirtió hacia 1980 y 1981, período en el que se produjo una importante
devaluación.

Crisis económica, crisis del Proceso


En efecto, cuando la nueva política económica de los Estados Unidos hizo que el
crédito se encareciera y fuera mucho más escaso para nuestro país, comenzaron
los primeros síntomas de un grave problema. Al no poder tomar nuevos créditos, y
con obligaciones de pagar préstamos anteriores, las empresas comenzaron a
quebrar. De este modo, sus acreedores financieros se vieron impedidos de cobrar
los créditos otorgados. La situación se volvió insostenible y, en marzo de 1980, el
Banco Central decidió el cierre del Banco Interamericano Regional (BIR).
En este contexto signado por la crisis se produjo el recambio presidencial. En
marzo de 1981 Videla logró que su candidato, el general Viola, lo sucediese en el
cargo. Así, el Estado argentino decidió nacionalizar la deuda privada de las
empresas en crisis.
En efecto, el Estado argentino le aseguró al deudor que pagaría sus créditos al
valor que tenía el dólar cuando contrajo la deuda. Pero como el dólar había
aumentado, la diferencia existente entre el precio original del dólar y el precio
existente al momento de hacer efectivo el pago, corría por cuenta del Estado. De
este modo, el Estado utilizaba los recursos que generaba la sociedad para cubrir
las deudas de los empresarios que durante años se beneficiaron de las maniobras
especulativas.
Durante su gestión, el general Viola se mostró predispuesto al diálogo con los
partidos políticos tradicionales. De esta manera, se dio paso a un momento de
distensión política y cultural que permitió que la sociedad civil comenzara a
movilizarse.
Así, en el marco de esta limitada apertura política gestionada por la administración
de Viola, en julio de 1981, se creó la Asamblea Multipartidaria. Resultado de una
iniciativa de la Unión Cívica Radical (UCR), y liderada por el dirigente radical,
Balbín, reunió a un grupo de partidos políticos tradicionales entre los que se
contaban, la UCR, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) dirigido por
Frondizi, el peronismo, el Partido Intransigente de Oscar Alende y la Democracia
Cristiana.
El objetivo fundamental de la Asamblea era la formulación de un programa de
coincidencias básicas de las fuerzas políticas que permitiese el diálogo y la
negociación con el gobierno militar para sentar las bases de una futura transición
hacia la democracia. Entre los puntos fundamentales sostenidos por la
Multipartidaria se destacaban el compromiso de no colaborar con el gobierno militar
en una salida electoral condicionada y rechazar la posibilidad de una democracia
tutelada por las fuerzas armadas. En este contexto, las relaciones del presidente
con la Junta Militar se desgastaron de manera acelerada y, a fines de 1981, Viola
fue relevado de su cargo.

Galtieri y la Guerra de Malvinas


El 22 de diciembre de 1981, en reemplazo de Viola, asumió la presidencia el
general Leopoldo F. Galtieri.
Para ese entonces, un balance parcial de lo actuado por las fuerzas armadas desde
marzo de 1976 indicaba un saldo negativo. Aun cuando ninguno de estos
elementos implicaba una inmediata amenaza para la estabilidad del régimen, se
volvía imperioso retornar a las "fuentes del Proceso".
Galtieri designó como ministro de Economía a Roberto Alemann, quien no dudó en
aplicar las clásicas medidas de ajuste: congelamiento de salarios, alzas de tarifas e
impuestos y liberalización de los precios y del tipo de cambio. La imposición de
nuevos lineamientos neoliberales provocó importantes reacciones. La más
contundente fue la manifestación del 30 de marzo de 1982 organizada por la CGT
Brasil. Si bien la manifestación fue duramente reprimida, su realización era un
ejemplo del resquebrajamiento del Proceso.
Dispuestas a restablecer su autoridad, y con el objetivo de aglutinar a la sociedad,
las fuerzas armadas decidieron jugar una carta que les permitiría ganar legitimidad
social: la recuperación de las Islas Malvinas, ocupadas por los británicos desde
1833.
La recuperación de las Islas Malvinas era asumida por. la sociedad argentina como
una causa nacional. Ello explica, el masivo apoyo que recibió la noticia de la llegada
argentina a las islas, acontecida el 2 de abril de 1982 se llenó de gente que
apoyaba la iniciativa militar.
el gobierno de Galtieri consideró que el desembarco de las tropas argentinas en
Puerto Stanley haría que Gran Bretaña se sentara a trata r la entrega de las Islas
Malvinas en una mesa de negociaciones con la iniciativa argentina sin embargo,
nada de esto sucedió.
A poco de producido el arribo argentino, la ONU condenó el hecho y ordenó el retiro
de las tropas argentinas del archipiélago. Por su parte, el gobierno británico puso en
marcha un gran operativo militar que los militares argentinos continuaron, La
contienda se extendió por más de dos meses, hasta el 14 de junio de 1982, cuando
las fuerzas militares argentinas presentaron su rendición ante sus pares británicos.
Dadas las condiciones militares del conflicto y el control de la información por parte
del gobierno, la derrota militar fue a la vez inevitable e inesperada y se esfumaron
las escasas posibilidades de recomposición del régimen militar.
La resistencia
Muchos sectores se encontraban en contra del gobierno militar pero debido a sus
medidas represivas estos se quedaron callados. Aunque unos meses después de
producido el golpe de Estado, y ya operando la maquinaria represiva, distintos
organismos de derechos humanos comenzaron a hacerse escuchar en medio del
silencio que impuso el terror estatal. Su temprano clamor fue amplificándose con el
correr del tiempo. No obstante, fue recién a partir de 1980 que logró un impacto
importante sobre la opinión pública.
Algunas asociaciones se habían formado con anterioridad al 24 de marzo de 1976,
como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), el Servicio de Paz y
Justicia (SERPAJ),entre otras. Otras organizaciones, nacieron al calor del accionar
represivo y estaban compuestas, en su mayoría, por familiares directos de las
víctimas del terrorismo estatal: las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y
Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas. Más tarde se
sumarían la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y el Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS).
Sus acciones se organizaron a partir de la difusión y denuncia de las violaciones a
los derechos humanos y la solidaridad y el apoyo a las víctimas y sus familias. Los
organismos de derechos humanos recibieron apoyos financieros y políticos
provenientes del exterior.
El 6 septiembre de 1979 arribó a la Argentina una misión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con el objetivo de investigar sobre
las graves violaciones a los derechos humanos en el país. Cuando, después de dos
semanas, la CIDH concluyó su informe, dio por válidas las acusaciones a las
violaciones a los derechos de las personas. Los organismos de derechos humanos
profundizaron su lucha y durante 1981 se llevaron a cabo importantes
manifestaciones la mas importante fue la Marcha por la Vida y la Vigencia integral
de los Derechos Humanos realizada el 5 de octubre de 1982.

Las Madres
Cansadas de recorrer comisarías, juzgados, iglesias y dependencias oficiales en
busca de algún dato que pudiera dar con el paradero de sus hijos desaparecidos,
un grupo de madres decidió instalarse en la Plaza de Mayo para hacer visible su
reclamo. La primera reunión fue a fines de abril de 1977. Allí se reunió un grupo de
mujeres, lideradas por Azucena Villaflor de De Vicente. Tratadas de "locas", y a
pesar de la indiferencia, estas mujeres continuaron reuniéndose y acrecentaron su
número.
Para difundir su reclamo las Madres apelaron a muchas y diversas formas. Una de
ellas fue participar, el 1.° de octubre de 1977, de la tradicional peregrinación a la
Basílica de Luján. Surgió, entonces, la necesidad de hallar un distintivo que las
identificase entre la muchedumbre. Las madres se colocaron en sus cabezas un
pañal de sus hijos que. El pañal se transformó en el pañuelo blanco, símbolo de la
lucha de las Madres de la Plaza de Mayo.
A pesar de la poca difusión mediática de las acciones de las Madres, las fuerzas
armadas buscaron desmembrar la organización. Si bien sufrieron duros golpes, las
Madres continuaron su lucha aun con más decisión.

Las Abuelas
La Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo nació un jueves de 1977. Ese día, un
grupo de madres circulaban en ronda alrededor de la Pirámide de Mayo
reclamando por el paradero de sus hijos. Una de ellas formuló una pregunta que
hizo que algunas mujeres detuvieran su paso: "¿Quién está buscando a su nieto, o
tiene a su hija o nuera embarazada?" Las que respondieron afirmativamente
tomaron en consideración que, a la búsqueda de sus hijos se sumaba otra, la de
sus nietos.
La primera reunión en su condición de abuelas tuvo lugar el 22 de octubre de 1977,
cuando se bautizaron como "Abuelas Argentinas con nietitos desaparecidos. Poco
tiempo después, adoptaron el nombre de Abuelas de Plaza de Mayo.
Ellas emprendieron la tarea recorriendo juzgados de menores y orfanatos,
analizando las adopciones de la época y concientizando a la población a través de
campañas, afiches, publicidades y algunos proyectos artísticos. En el año 1987 se
conformó el Banco Nacional de Datos Genéticos en el que se realizan los análisis
de ADN que permiten identificar a los nietos.

El fin de la dictadura
Dos días después de anunciar la rendición argentina en la Guerra de Malvinas,
Galtieri fue desplazado de su cargo y reemplazado por Reynaldo Bignone, quien
asumió la presidencia el 1. de julio de 1982.
Según lo establecido por los militares, el futuro gobierno debía encarar la transición
a la democracia con el acuerdo de la dirigencia política, pero imponiendo sus
propios términos. Entre ellos, se destacaba el que pretendía que los militares no
fueran juzgados por las violaciones a los derechos humanos por el futuro gobierno
constitucional.
En marzo de 1983, ante la negativa de los partidos políticos de negociar la salida
con los términos de las fuerzas armadas, Bignone dictó el decreto-ley 22.924 por el
cual se establecía una autoamnistía para los militares implicados en la violación a
los derechos humanos.
En ese mismo mes también se dio a conocer el cronograma electoral que fijó la
fecha de las elecciones para el 30 de octubre de 1983. Finalmente, Raúl Alfonsín,
candidato a presidente por la UCR. El 6 de diciembre de 1983 se firmó la disolución
de la Junta Militar y el 10 de diciembre, Alfonsín asumió la presidencia de la
República.

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