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ÍNDICE

CONTENIDO PÁG
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Introducción........................................................................................................................III

I. Investigación Sociohistórica de la Obra El Ciclope........................................................4

1.1. Biografía de Eurípides...................................................................................................4

1.2. Contexto Histórico de la Obra El Ciclope....................................................................5

1.3. Relación entre Eurípides y sus Obras..........................................................................7

1.4. Relaciones entre el contexto histórico y la obra El Ciclope......................................10

1.4.1. Pensamientos Religiosos........................................................................................10

1.4.2. La Guerra del Peloponeso....................................................................................11

1.4.3. La Homosexualidad...............................................................................................11

1.4.4. Crítica Social..........................................................................................................12

1.4.5. La culpabilidad......................................................................................................12

1.4.6. Crisis moral............................................................................................................13

Conclusión............................................................................................................................15

Referencias...........................................................................................................................16
Introducción

La investigación que se presenta a continuación constituye parte de la asignatura


Literatura Clásica I y aborda una búsqueda del contexto sociohistórico de una obra griega
escrita por el filósofo Eurípides, uno de los tres grandes poetas trágicos griegos que
revoluciono la literatura con obras trascendentales, tal es el caso de la muestra que se
recogió para la investigación llamada El Ciclope una tragedia que forma parte de su ciclo
de obras conocidas como Ciclo trágico narrando la historia de Odiseo un héroe que es
arrojado a Sicilia, junto a su tripulación, la vivienda del ciclope Polifemo el cual será el
mayor adversario para salir de la cueva con vida.

Con el desarrollo de esta investigación se pretende investigar el contexto


sociohistórico que estaba sucediendo en Grecia, el cual Eurípides reflejo en muchas de sus
obras, pero haciendo especial búsqueda en la obra El Ciclope, además de relacionar el
contexto sociohistórico con una de la obra justificándolas con fragmentos obtenidos de la
lectura.

El trabajo está estructurado en tres capítulos: en el primer lugar se estudia la


biografía del autor dando a conocer su lugar de residencia, su nacionalidad, los
acontecimientos más relevantes de su juventud y las contribuciones a la literatura; en
segundo lugar se expone el contexto histórico de la obra dándose a conocer los sucesos más
relevantes que ocurrieron en ese periodo de Grecia los cuales inspiraron las obras de
Eurípides; por último el análisis que relaciona el contexto histórico con la obra El Ciclope,
donde se mostrará con fragmentos extraídos del drama como Eurípides reflejo la realidad
griega en sus escritos.

Finalmente se espera que con el desarrollo de esta investigación se pueda dar a


conocer como la realidad del autor se ve reflejada en su obra y como trata de dar una crítica
a la realidad que ellos viven sea para exaltar a su sociedad o exponer el decaimiento de esta
en cuanto a temas de moral, educación, política, sociedad, etc.

III
I. Investigación Sociohistórica de la Obra El Ciclope

1.1. Biografía de Eurípides


Eurípides, uno de los dramaturgos más destacados de la Antigua Grecia, nació en la
isla de Salamina en el año 480 a.C., en medio de una época marcada por la agitación
política y la Guerra del Peloponeso. A pesar de que se sabe poco sobre su familia y sus
primeros años, su talento como dramaturgo dejó una huella indeleble en la historia de la
literatura y el teatro.

Su educación no solo incluyó la poesía y la filosofía, sino también la retórica, lo que


lo preparó para convertirse en un escritor persuasivo y provocador, debido a que abordaba
“historias con personajes completamente inmorales” (Artwright, 2015). A lo largo de su
vida, escribió alrededor de 92 obras de teatro, aunque solo se conservan 18 tragedias
completas, así como fragmentos de algunas otras. Su enfoque en los aspectos humanos y
psicológicos de los personajes lo hizo destacar en su época, y su estilo innovador sigue
siendo influyente en la dramaturgia moderna.

Como se sabe las obras trágicas sufrían ciertas restricciones cómo, por ejemplo:
estas debían abordar temas relacionados con la mitología o elementos religiosos
o cuestiones familiares, también todos los actores debían ser hombres enmascarados, sin
embargo, a pesar de estas limitaciones Eurípides fue un dramaturgo revolucionario en su
época que, a diferencia de sus contemporáneos, Esquilo y Sófocles, Eurípides parece las
normas religiosas y morales de la sociedad griega, y “las convenciones del género sin
consumar su ruptura” (Labiano Ilundain, 2006, p. 38), lo que no siempre le ganó el favor
del público, esto lo llevó a ser dos veces exiliado de Atenas. Aun así, con su trabajo
innovador se ganó un lugar duradero en la historia del teatro.

Algunas de sus obras más famosas incluyen Medea (431 a.C.) una poderosa tragedia
que explora la venganza y la traición, con Medea como protagonista, Las Troyanas (415
a.C.) una obra que narra las consecuencias trágicas de la caída de Troya para las mujeres
troyanas, Las Bacantes (405 a.C.) una pieza teatral que aborda la religión y la adoración de
Dionisio, con un final violento e impactante, Hipólito (428 a.C.) un drama centrado en el
conflicto entre Hipólito y su madrastra Fedra, marcado por la tragedia y el destino, Electra

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(413 a.C.) una tragedia que relata la venganza de Electra y Orestes contra su madre,
Clitemnestra, por el asesinato de su padre, Agamenón y El Cíclope obra en la cual nos
enfocaremos (fecha incierta, pero alrededor de 415 a.C.) es una de las pocas obras cómicas
conocidas de Eurípides, es una sátira que se burla de la historia de Odiseo y sus encuentros
con el cíclope Polifemo en la Odisea de Homero.

Eurípides murió en Macedonia en el año 406 a.C. Las circunstancias exactas de su


muerte son desconocidas, pero se especula que fue atacado por perros guardianes de una
residencia. A pesar de su muerte trágica, su legado perdura. Sus obras siguen siendo
representadas en teatros de todo el mundo y siguen siendo objeto de estudio en la
actualidad. Eurípides, con su enfoque en la complejidad humana y su desafío a las normas
establecidas, se destacó como un dramaturgo influyente en la antigua Grecia y dejó un
legado duradero que sigue inspirando a artistas y audiencias en todo el mundo.

1.2. Contexto Histórico de la Obra El Ciclope


El Cíclope es una obra teatral escrita por el dramaturgo griego Eurípides, que forma
parte de su ciclo de obras conocidas como Ciclo trágico, pero que también se conoce como
Los Cíclopes o El Polifemo. Esta obra es de las pocas piezas que podría decirse que está
completa y de ella podemos inferir cierto contexto histórico y cultural relacionado con esta
obra en función de lo que sabemos sobre la vida de Eurípides y el período en el que vivió.
Eurípides vivió en Atenas durante el siglo V a. C, una época conocida como la "Edad de
Oro" de la antigua Grecia. Atenas era una ciudad-estado prominente y una potencia cultural
y política en el mundo griego, es importante mencionar que, durante este período, se
produjeron muchas de las obras más influyentes de la literatura, la filosofía y el teatro
griego.

En el momento en que Eurípides escribió El Cíclope, Atenas era una potencia naval
y una de las principales ciudades-estado griegas, también era un centro de cultura y
aprendizaje, y estaba en el apogeo de su poder en la Liga de Delos, una alianza de
ciudades-estado griegos liderada por Atenas, sin embargo, la Guerra del Peloponeso tuvo
un impacto significativo en diversos aspectos de la vida ateniense y empezó a experimentar
dificultades económicas, militares y la educación.

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La guerra del Peloponeso afectó negativamente la economía de Atenas, lo que llevó
a dificultades financieras para la ciudad, esto tuvo un impacto en la financiación de
instituciones educativas y programas culturales. Los ciudadanos atenienses, que
normalmente participaban en la política y la vida pública, a menudo se veían obligados a
unirse al ejército durante períodos prolongados, lo que limitaba su participación en
actividades educativas y culturales. La guerra también generó un clima de incertidumbre y
ansiedad, lo que podría haber afectado la calidad de la educación y la disposición de los
ciudadanos a participar en actividades intelectuales.

Es importante mencionar que Eurípides pasa por “un momento de crisis ideológica
que entran en colisión con un mundo aristocrático cuyos miembros lo tienen todo por
nacimiento” (López Férez, 1987, p.7), en palabras sencillas, Eurípides estaba viviendo en
un período en el que las ideas y creencias tradicionales estaban siendo cuestionadas y
debatidas. Él se encontraba en desacuerdo con la idea de que el estatus y los privilegios
debían basarse únicamente en el nacimiento y la posición aristocrática. En lugar de eso, en
su obra El Cíclope, Eurípides da más importancia a la astucia y la sabiduría que a la
sucesión y el poder o la influencia que tienen las personas de alto estatus o nobleza en una
sociedad.

La obra El Cíclope pertenece al género de la comedia satírica y en el contexto de la


Guerra del Peloponeso, las comedias satíricas a menudo se utilizaban para criticar a líderes
políticos y militares, así como para cuestionar la sabiduría de la participación en la guerra.
La Guerra del Peloponeso influyó en muchas obras de teatro griego de la época, incluido El
Cíclope. Atenas, que había sido una ciudad-estado próspera, sufrió importantes derrotas
militares y una plaga devastadora durante el conflicto.

Eurípides en su obra refleja la ansiedad y la incertidumbre de la época, así como la


necesidad de encontrar soluciones ingeniosas y estratégicas para enfrentar situaciones
difíciles, cabe mencionar que la trama de la obra El Cíclope se apoya “en el episodio
homérico” (Eurípides, 1991, p.103) la odisea, en esta obra Eurípides “introduce una serie
de innovaciones que convierten el relato de aventuras en una fábula bastante cómica”
(Sánchez, 2004, p. 2), convirtiéndola en una obra teatral, que probablemente se representó
por primera vez en el 420 a. C.

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Un tema que se presenta en la obra es la “polémica sofística referente a la antítesis
nómos/ phýsis (ley/ naturaleza)” (Eurípides, 1991, p.41), se refiere a la lucha entre las leyes
humanas y la naturaleza en cuanto a la toma de decisiones éticas y morales. Esta lucha y
sus implicaciones éticas pueden verse en las acciones de los personajes y los dilemas
morales que enfrentan en la obra, además abordando el punto de los sofistas Eurípides
critica a los sofistas al poner en escena en la obra El Cíclope un mundo donde la retórica, el
engaño y la falta de ética son utilizados para lograr objetivos personales. Esto puede
interpretarse como una crítica a la influencia de los sofistas en la sociedad griega y su
enfoque en la persuasión, además del éxito individual en lugar de la verdad y la moralidad.

Atenas poseía un rasgo esencial, el cual era “el racionalismo” (Eurípides, 1991,
p.18), era considerada así en la mitología griega debido a sus atributos y roles asociados
con la sabiduría, la estrategia, la inteligencia, la justicia y las artes, y su capacidad para
tomar decisiones lógicas y racionales, temas que se ven reflejados perfectamente en la obra.
Otros temas que nos introdujo Eurípides en su obra El Cíclope fueron elementos
relacionados con la homosexualidad, debido a que “la homosexualidad era un rasgo propio
de la vida refina y aristocrática” (López Férez, 1987, p.15), también trato de representar las
tensiones entre las ciudades-estado griegos civilizadas y las culturas bárbaras que habitaban
en las periferias del mundo griego, otra cosa que se observa en la obra es “la dialéctica
opositivista” (Sánchez, 2004, p. 13), por ejemplo: la astucia versus la fuerza bruta,
inteligencia versus la bestialidad.

A lo largo de la historia, El Cíclope ha sido una obra relativamente menos conocida


en comparación con otras tragedias de Eurípides. Sin embargo, su enfoque en la comedia
satírica y su tratamiento de temas mitológicos y políticos lo convierten en un ejemplo
interesante del teatro griego antiguo. La obra ha sido objeto de estudio y análisis a lo largo
de los años, y su contexto histórico sigue siendo relevante para comprender las dinámicas
culturales y políticas de la antigua Grecia durante la Guerra del Peloponeso.

1.3. Relación entre Eurípides y sus Obras


La tragedia, en las manos de Eurípides, es un espejo, como dice Rodríguez Adrados, de
las discusiones intelectuales de su época (1998, p. 340). De alguna manera, siente
admiración por la sabiduría, pero no por el arte de la palabra que suele encubrir a

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verdaderos malvados. Sus obras son, a fin de cuentas, escenarios donde la grandeza y
miseria de las palabras entran en batalla, donde la sabiduría adquiere un doble sentido. Tan
sabio puede ser el no demagogo que el demagogo, pero este último se suele llevar el gato al
agua.

De ahí que Eurípides proponga la interiorización de las normas de conducta. Aun así, el
problema surge cuando un personaje no puede hacer lo que quiere (he ahí su tragedia). Pero
esa es la realidad que Eurípides plantea frente a todo intento de conveniencia, de
proyección de un mundo ficticio e idealizado, convencional y estético (cf. Jaeger 2004, p.
312).

La creciente libertad individual, política y espiritual que vive su época tiene su otro
rostro para Eurípides, ya que esta situación hace más perceptible el carácter problemático
de la sociedad humana. Como explica Jaeger, el antiguo concepto de culpa era objetivo, por
el hecho de que podía caer sobre el hombre una maldición o una mancha sin que
interviniera para nada su conocimiento ni su voluntad. Tanto las obras de Esquilo como las
de Sófocles, estaban impregnadas de esta antigua idea religiosa. A fin de cuentas, los
protagonistas de Sófocles y de Esquilo son culpables en el sentido de maldición que pesa
sobre ellos, pero inocentes desde el punto de vista del espectador que ve, como queda claro
en Edipo, su involuntariedad. En cambio, en Eurípides ya nadie es inocente, de esa forma
se subjetiviza el problema de la responsabilidad (cf. Jaeger 2004, p. 315).

Los personajes en Eurípides poseen un sentimiento moral que vive en ellos. Impulsos,
sentimientos y voliciones constituyen la base motivacional de los mismos. Parece, pues,
como señala Jaeger, que superan la dicotomía del ser y el deber ser (cf. Jaeger 2004, p.
322). De todos modos, esto no está tan claro, según nuestra opinión, porque sí perciben un
deber, por mucho que se dejen llevar por su ser es el caso de Medea, pero también el de
Orestes.

Dice Menelao en la obra Orestes: “¿Qué opresión sufres? ¿Qué enfermedad te


destruye?” Y Orestes contesta: “La conciencia, porque sé que he cometido actos terribles”
(Esquilo, 2006).

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Lo evidente, a nuestro entender, es que la voluntad en los personajes de Eurípides es el
núcleo de la conciencia, porque, como ocurre con Medea, solo se experimenta como
realidad en y por la voluntad misma, porque únicamente la voluntad choca con obstáculos y
solo como consecuencia de esta experiencia surge la contraposición de sí mismo y del
mundo. Hay en estos personajes una voluntad de vida, o incluso, vaya, una posible voluntad
de poder, como diría Nietzsche.

El conocimiento, ciertamente, para Eurípides, no puede retrotraerse por detrás de la


vida, siempre hay acontecimientos que nos rebasan. Muchas veces, los personajes de
Eurípides no siempre pueden pensar lo que quieren pensar. Por eso nos declara que la
libertad está en el conflicto. Sus personajes viven y sufren sentimientos contradictorios,
muchas veces con inteligencia calculadora, con afán pragmático de explicar, pero también
con sentimientos desenfrenados. Ya lo dice Heracles: “Siendo mortales, debemos tener
pensamientos mortales” (v. 800). Por ahí anda la posible evolución auspiciada por
Eurípides, su paideía, ya que sin ser un verdadero creador de una concepción moral como
después lo serán Platón y Aristóteles, sí que exige en su planteamiento la necesidad de
aclararse acerca de los juicios morales (ya dijimos que Eurípides ofrece un magnífico
material a los filósofos) con los que juzgar determinados comportamientos, no
conformándose, como ocurría con Esquilo y con Sófocles, con justificar ciertos actos
auxiliado por designios del más allá, o simplemente, dando cuenta de la ignorancia del ser
humano.

Eurípides comprende a sus personajes, sí, pero no les deja el camino franco, y se rebela
contra esa realidad que tan bien refleja, clama sobre la terrible dificultad de dilucidar entre
actos morales e inmorales, y, al unísono, se niega a proponer una nueva moralidad
fundamentada en un poder divino. Lo que sí que formula es una moral que tiene como base
la conciencia humana: Orestes y Medea son conscientes de que han obrado mal y que sus
actos son una falta contra la justicia y la ley común de los griegos; por el contrario, Ifigenia,
al sacrificarse por el bien común, sabe que ha obrado bien.

De esta manera, Eurípides sitúa la adhesión íntima, la conciencia personal como sujeto
primario de todo juicio moral. Lo cual rompe con muchos de los valores tradicionales del
mundo griego. Por ejemplo, la tesis tradicional por la cual es más importante para ser feliz,

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el honor, la fama y el poder aun cometiendo una injusticia. Esta valoración de lo interno
choca claramente con una tradición que solamente llegaba a valorar lo externo.

Eurípides ya nos estaba conminando a pensar que, como seres humanos, podemos
deliberar, elegir, elaborar un plan y jerarquizar nuestras metas, pero también somos seres
confusos, incontrolados, pasionales. A fin de cuentas, la razón tiene muchas dificultades
para ejercer su control sobre la acción y orientarla hacia el bien común.

Eurípides, ciertamente, sigue definiendo la ley, como antídoto al instinto bestial y


sanguinario que destruye de continuo el país y las ciudades, sin embargo, demanda que sea
el hombre quien interiorice dicha ley y no provenga de una diosa por muy racional que esta
sea. De lo contrario, ese tribunal no será eterno, como quería Atenea, ya que, para su
pervivencia, para su permanencia, requiere unas condiciones no únicamente racionales.
Eurípides planteará, por tanto, un problema latente que no termina de perfilar Esquilo: es la
persona, su conciencia interior, la que debe de estar convencida de que algo le obligue
moralmente. Vemos, pues, una relación entre las pasiones (no racionales) y las leyes que
instituyen la ciudad (fruto de la razón), lo que nos lleva a pensar que en el origen de las
instituciones políticas y de los códigos se encuentran las pulsiones y las aspiraciones. En
definitiva, todo un juego de conflicto, Eurípides estaría ya pidiendo el paso de una moral
pensada a una moral vivida.

1.4. Relaciones entre el contexto histórico y la obra El Ciclope


1.4.1. Pensamientos Religiosos
Eurípides fue considerado como un representante racionalista de su tiempo, por lo
cual en sus obras hay una fuerte reducción progresiva del papel que desempeña lo divino,
tal es el caso en la obra El Ciclope donde el hombre, en este caso Ulises, es quien lleva el
rumbo de sus acciones sin adjudicar las victorias a la intervención divina, sino enfocándose
más en las propias acciones del ser humano exaltando consigo su astucia, poder, valentía y
habilidades estratégicas. Es cierto que aun en sus obras hay menciones de las divinidades,
puesto que Eurípides “no se corresponde a con la eliminación del elemento divino en su
concepción del mundo” (Muñoz Llamosas, 2002) permaneciendo así la subsistencia del
mito e inclinación a lo divino, pero estos solo son nombrados como forma de aparición. Un
claro ejemplo de la postura de Eurípides en cuanto a la relación de lo divino y lo humano se

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muestra cuando Odiseo a lo largo de la obra hace notar su audacia y autonomía con sus
acciones, separándolas de algún mandamiento divino y aun cuando clama por ayuda a
Hefesto agrega que si él no escucha su clamor tomará entonces la bendición del Azar como
se ejemplifica a continuación:

¡Hefesto, señor del Etna, incendia el ojo brillante de tu malvado vecino y libérate de
él de una vez!... de no ser así, habrá que considerar al Azar una divinidad y a la fuerza de
los dioses inferior al Azar. (Eurípides, 1991, pp.135-136)

Posteriormente a eso, Odiseo crea un plan para salir de la cueva del Cíclope
Polifemo y los sátiros aclaman a su renombre de estratega:

¿Pues cómo? Hace mucho hemos oído hablar de tu destreza (Eurípides, 1991,
p.129)

¡Viva, viva, que contento estoy! ¡Estoy loco de alegría por tus ardides! (Eurípides,
1991, p.130)

Para finalizar, Eurípides vuelve a exponer la separación de lo divino como factor


fundamental en el destino de los humanos, exaltando a Odiseo como el único que gracias a
su fuerza, astucia y estrategia logro liberar a su tripulación, a los sátiros y a él mismo del
destino que les aguardaba:
Lejos de ti, tengo a buen recaudo el cuerpo de Odiseo… tu debes pagar el castigo
por tu impío banquete, pues en vano habrá incendiado Troya, si no te hubiera hecho
pagar el asesinato de mis compañeros (Eurípides, 1991, p.139)

1.4.2. La Guerra del Peloponeso


En el tiempo donde se desarrolló El Cíclope Grecia estaba pasando un conflicto
militar contra la ciudad de Esparta, dividendo los bandos en la liga de Delos y la liga del
Peloponeso, siendo Esparta el que dio comienzo al conflicto por su temor a que los
atenienses se hicieran más poderosos gracias a su poderío naval como lo explica Tucídides
en Historia de la guerra del Peloponeso (400 a.C.) escalando este conflicto a la destrucción
de ciudades enteras, bajas de guerra y el final del dorado siglo de Grecia. En El Cíclope,
Eurípides hace una corta mención sobre este acontecimiento en el momento que Odiseo
clama al cíclope que los deje vivir y no los haga pasar aún más penurias, puesto que la

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guerra ya había dejado demasiadas repercusiones como se muestra en la siguiente
extracción de la obra:
“Bastante viuda dejo la tierra de Príamo a la Helade bebiendo la sangre de muchos
cadáveres derramada a golpes de lanza, y perjudico a esposas sin maridaos, a
ancianas sin hijos y a canosos padres” (Eurípides, 1991, p.124)

1.4.3. La Homosexualidad
Cuando se toca la sexualidad Eurípides nos muestra la realidad social aceptada en
ese tiempo, puesto que aunque para las personas de este siglo el término adecuado para
definir las relaciones entre personas del mismo sexo es homosexualidad, pero al ubicarse en
el contexto histórico griego no existía tal denominación como dijo Foucault en su libro
Historia de la sexualidad (2003) “se pudiera desear a un hombre o a una mujer era
solamente el apetito que la naturaleza había implantado en el corazón del hombre hacia
quienes son ‘bellos’, cualquiera que fuera su sexo” no existía tal cosa como
homosexualidad sino la libertad de elección ejemplificando este hecho en el siguiente
fragmento de la obra, cuando Polifemo afirma que aunque nunca besaría a los sátiros era
diferente con Sileno demostrando el afecto carnal que tenía ante su amante:
Me basta con este Ganimedes, Gozo mas con los muchachitos que con las
muchachitas (Eurípides, 1991, p.135)

1.4.4. Crítica Social


Eurípides criticaba los pensamientos sobre las leyes des igualitarias, teniendo
tendencia en muchas de sus obras con el tema de la injusta situación de la mujer de su
época, relatando con cierta cantidad de realismo la visión de la mujer griega como una
mujer casta, obedientes y sin oportunidades para crecer como ser humano siendo objeto de
burla muchas veces como se muestra en el siguiente fragmento:

¡Nunca debería haber nacido en lugar alguno la raza de las mujeres! (Eurípides,
1991, p.119)

Otra idea de Eurípides en cuanto a la sociedad griega era que no debía estar regida
por el estatus de cada persona, favoreciendo con más privilegios a los aristocráticos de su
era, el reflejo que más allá de eso debían observar las virtudes del hombre como la
sabiduría, la astucia, el valor, la inteligencia y el liderazgo en la sociedad reflejándose esto

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en el siguiente fragmento cuando Odiseo empieza a confabular un plan para salir vivos de
la cueva de Polifemo:
¡Silencio ahora! Conoces perfectamente el engaño. Cuando yo de la orden,
obedeced a quien ha tramado todo (Eurípides, 1991, p.130)

1.4.5. La culpabilidad
En El Cíclope (1991) se puede ver ese carácter artificioso de la ley y la culpabilidad,
toda vez que es en un orden regido por las convenciones, las costumbres y las normas
donde ello tiene sentido. En la vida natural del cíclope es innecesario todo ese dispositivo,
él se lo dice a Odiseo:

"En cuanto a los que establecieron las leyes, abigarrando la vida de los hombres, los
invito a pudrirse. Yo no dejaré de hacer el bien a mi persona, ni de comerte a ti"
(Eurípides, 1991, p. 125).

Licencia para el libre despliegue del egoísmo que se ancla, según Odiseo, en "el
corazón y en la mente inaccesible de un hombre impío" (Eurípides, 1991, p. 126) Esta
insensibilidad frente a los mandatos y los ritos, las costumbres y las leyes, las jerarquías y
las órdenes es el caldo de cultivo privilegiado para la inmoralidad y, con ello, la ausencia de
sentimientos de culpa o remordimientos. El cíclope mismo es un monstruo y por ello un ser
ajeno al abigarrado mundo legal de los humanos, pero paradójicamente símbolo de lo que
el mundo humano también puede llegar a ser: despiadada batalla de egoísmos
irreconciliables. La necesidad de instaurar la ley habla precisamente de una tendencia al
mal realizable en la humanidad.

No se trata simplemente de que el crimen o la producción de dolor sean ajenos a


esta condición; propio de los seres humanos también es la posibilidad de efectuar el mal. La
impunidad campearía la faz de la tierra sin leyes respecto a las cuales se definen
la hýbris, la hamartía y la culpa. Esta última es entonces el resultado de un mundo regido
por normas y sentimientos morales, y exhibe todo su relativismo cuando, al lado de la
barbarie y la monstruosidad, se presenta como una noción banal.

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En suma, el cíclope de la tragedia no estaba lejos del cíclope de la epopeya al
respecto, Castoriadis nos dice, refiriéndose a los cíclopes de La Odisea, "los Cíclopes no
tienen thémistes, es decir, leyes; tampoco tienen agorái boulephoroi, es decir, asambleas
deliberativas (...) Una colectividad que no posee esto es monstruosa" (2006, p. 106) y
monstruosa no solo porque no tenían todo esto sino porque, al carecer de ello, también
adolecían de conciencia moral y de culpa. No hay, pues, exigencia legítima de sentimientos
morales donde no existe una comunidad religiosa, política o jurídica.

1.4.6. Crisis moral


Tanto héroes como dioses forman parte de una crisis religiosa y social. Eurípides
acaba aportando un moralismo basado en la conciencia del hombre. Moralismo de base, si
se quiere, ya que en sus personajes la razón establece unas normas de conducta fundadas en
la conciencia del mismo. Por ello, este trágico busca los horizontes de la virtud y del vicio,
pero mostrando los comportamientos humanos y no llegando a conclusiones determinantes,
como hiciera Sócrates. Sin llegar al moralismo socrático, que distingue la virtud del vicio,
Eurípides expone, critica, pero ante todo intenta comprender (llegando incluso a
compadecerse por sus personajes), más que juzgar.

Eurípides no se contenta con la doctrina de la ignorancia de Sócrates, le preocupa, y


mucho, el desorden, por lo que no deja de distinguir y de indagar sobre la acción moral e
inmoral. Pero su gran descubrimiento, su dramático descubrimiento, es que muchas veces
la segunda está escondida detrás de una justificación divina. En todo caso, lo que le interesa
es decir bien alto que la moralidad está estrechamente ligada al individuo. «Un saber
consigo mismo», en palabras de Rodríguez Adrados, “un saber que separa lo que debemos
hacer de sus consecuencias y de posibles juicios extraños a nosotros” (Rodríguez
Adrados,1998, p. 306).

Cuando el Cíclope da el permiso de beber vino con sus huéspedes, desata por fin el
precio de todos los abusos que ha llevado a cabo durante largos años, amenazar, comer
humanos y sobre todo el error de confiar en las nuevas personas que llegaron a la isla le
pasan una factura enorme. Odiseo lanza en marcha su plan quemándole el ojo al Cíclope,
dejándonos ver que a pesar de la moral indica que es un hecho malo, este lo cubre con su
supervivencia y la de los demás, como se muestra en el siguiente fragmento:

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“Así lo haré. Correremos el peligro a expensas del cario. ¡Que, gracias a nuestros
gritos de ánimo, el cíclope se consuma en humo!” (Eurípides, 1991, p. 140)

Aunque lo más interesante es que jamás se proyecta que sean acciones de venganza,
nada más es absoluta supervivencia donde la moral entra en juego. Eurípides logra crear
una serie de empatía en el lector, como se muestra en la siguiente muestra, ya al final de la
obra, cuanto el Cíclope se ve vencido por Corifeo y sus ayudantes, ya que este queda sin
visión

“Ay de mí, el resplandor del ojo se me ha carbonizado” (Eurípides, 1991, p. 138)

Seguidamente, se pone en escena un Cíclope torpe, sin visión, lleno de ira, pero
incapaz de volver a ser útil en la historia.

Conclusión
Eurípides, fue uno de los dramaturgos más influyentes de la Antigua Grecia, vivió
durante una época marcada por agitación política y cambios ideológicos. Su habilidad para
desafiar las normas establecidas y explorar temas complejos y controvertidos lo convierte
en un pionero del teatro griego. A pesar de las restricciones impuestas por la sociedad, la
guerra y las tensiones políticas de su tiempo, Eurípides persistió en su búsqueda de la
verdad y la moralidad, cuestionando las leyes humanas y la naturaleza en sus obras,
específicamente El Cíclope, es una comedia satírica que se burla de las convenciones
mitológicas y políticas, ofreciéndonos un vistazo a la mentalidad de la época, es importante
resaltar que el legado de Eurípides perdura como una fuente de inspiración y sabiduría que
trasciende el tiempo y el espacio.

El Cíclope, es una obra que aborda las cuestiones morales y sociales de su época, el
cual nos sirve como un espejo de las discusiones intelectuales de su tiempo, explorando la
relación entre la sabiduría y el arte de la palabra, así como la interiorización de las normas
de conducta en una sociedad en constante cambio. Eurípides también desafía las
concepciones tradicionales de la culpa y la responsabilidad, subjetivando el problema moral
y destacando la importancia de la conciencia individual. Sus personajes se debaten entre
impulsos, sentimientos y voluntades, superando la dicotomía entre el ser y el deber ser. El
dramaturgo también critica aspectos de la sociedad griega, como la desigualdad de género y

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la jerarquía social, y cuestiona la moralidad basada en poderes divinos, abogando en su
lugar por una moral fundamentada en la conciencia humana, ofreciéndonos una visión
matizada y profundamente humana de la moralidad y la responsabilidad en su época.

Es importante mencionar que las obras de Eurípides siguen siendo objeto de estudio
y su legado perdura como un faro de la narración teatral que desafía las convenciones y nos
insta a cuestionar las normas establecidas, sin duda alguna Eurípides es una fuente eterna
de inspiración y sabiduría que trasciende el tiempo y el espacio.

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