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LAS EUMÉNIDES - ESQUILO

Orestes perseguido por las Furias, William-Adolphe Bouguerau

Trabajo de dramaturgia realizado por: Belén Martos Domínguez, Malak


Selkani Kaddar, Berenice Zárate Arraiz y Jon Garrido Gallardo 2ºE

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Índice
1. ORÍGENES DE LA TRAGEDIA ..................................................................................... 4
2. CARACTERÍSTICAS DE LA TRAGEDIA...................................................................... 6
3. REFLEXIÓN SOBRE LA JUSTICIA EN LAS EUMÉNIDES Y EL SENTIDO TRÁGICO
DE LA EXISTENCIA ............................................................................................................ 10
4. INTERTEXTUALIDAD Y CRÍTICA............................................................................. 14
4.1. INTERTEXTUALIDAD RELACIÓN ENTRE LAS EUMÉNIDES Y EL ARTÍCULO
“EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD SEGÚN LA PSICOLOGÍA, LA LITERATURA
Y LA FILOSOFÍA MODERNAS” DE LEO ELDERS........................................................ 14
4.2 INTERTEXTUALIDAD ENTRE LAS EUMÉNIDES Y EL ARTÍCULO “HAY UN
PERDÓN AL ENEMIGO EN EL ESTOICISMO ANTIGUO” DE DESIDERIO PARRILLA
MARTÍNEZ ....................................................................................................................... 17
4.3 CRÍTICA...................................................................................................................... 19
5.BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................. 21

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1. ORÍGENES DE LA TRAGEDIA

La tragedia, término que proviene del griego tragoedia, se originó concretamente


en Atenas (Grecia). El término tragoedia, compuesto de tragos y adein, significa “canción
del macho cabrío” debido a la presencia de este animal en las fiestas griegas populares.
La tragedia poseía originalmente un carácter religioso relacionado con el culto y los
rituales en honor al dios Dionisos, conocido como el dios de la agricultura, del vino y del
desenfreno, entre otros aspectos (Grillo Torres, 2014; Oliva y Torres, 1994).

Para Aristóteles, citan Oliva y Torres (1994), la tragedia tiene su origen en el


ditirambo y la comedia proviene de los himnos fálicos. El ditirambo se conformaba por
un conjunto de cincuenta hombres o niños cuyas composiciones corales poseían un
carácter lírico. Aunque la temática no tenía por qué estar directamente vinculada con
Dionisos, estos ditirambos veneraban principalmente a este dios del vino al cual invitaban
a la tierra para que presenciara el canto del coro y disfrutara de los festejos y de los
obsequios ofrecidos en su honor. Por este motivo, estas festividades se denominan
Dionisíacas o Dionisias y se realizaban tres veces al año: las grandes dionisíacas, se
celebraban durante el solsticio de primavera; las dionisias leneas, tenían lugar entre los
meses de enero y febrero; y las dionisias rurales, durante el mes de diciembre. Asimismo,
en estos festejos era tradicional la realización de concursos dramáticos en los que los
participaban los grandes autores presentando tres tragedias junto a un drama satírico
(Oliva y Torres, 1994).

En cuanto al origen de la tragedia, el diálogo inicial característico del ditirambo se


considera el precedente al diálogo entre el coro y el corifeo de la tragedia. Asimismo, el
corifeo, al separarse del coro, originó la aparición del primer actor ocasionando así el
nacimiento del teatro occidental. Es necesario destacar que Tespis fue reconocido como el
primer actor y autor de la primera composición trágica. No obstante, los máximos
representantes de la tragedia son los autores Esquilo, Sófocles y Eurípides. Aunque
pertenecen a diferentes etapas de la historia, estos autores supieron poner de manifiesto
las temáticas y las inquietudes más relevantes del momento. Además, la celebridad de
estos autores se debe a la vigencia de sus obras en la actualidad siendo incluso tomadas
como referentes durante el transcurso de diferentes épocas y corrientes artísticas. No

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obstante, la comedia como género surge posteriormente a la tragedia e influenciada por la
misma (Oliva y Torres, 1994).

Las obras trágicas, destaca Jose Antonio Pastor (1997), mediante las diversas
temáticas en torno a la mitología griega, poseían una gran función en la consolidación de
la sociedad por diversas razones. Por un lado, se pretendía poner de manifiesto las
inquietudes y las incertidumbres de la civilización griega. Por otro lado, se aspiraba a
inculcar y a educar al pueblo en valores en los que se sustentaba la sociedad del
momento. Además de la función pedagógica, la tragedia ejercía como elemento de
cohesión social y reunión del pueblo. Incluso, afirma Jose Antonio Pastor (1997)
“permitía el encuentro con los límites de la condición humana y con las leyes”.

En lo relativo al origen de la tragedia, al final del siglo XIX, Friedrich Nietzsche


expuso en su obra El nacimiento de la tragedia las raíces de la tragedia ática mediante
dos fuerzas trascendentales y contrapuestas, a su vez complementarias, que conforman las
bases del Arte: lo apolíneo y lo dionisíaco. En efecto, Nietzsche apela a las figuras de
Apolo y Dionisos e interpreta el significado que encarnan ambos dioses tomados de la
mitología clásica de la Antigua Grecia. En función de la proporción en la unificación de
estos dos principios, se originarán diferentes modalidades de expresión y manifestación
artística.

Nietzsche consideraba el Arte como el centro a partir del cual el ser humano
podría comprender y desentrañar el mundo. No obstante, el autor nos desvela que esa
mirada profunda sobre la complejidad de la esencialidad del mundo se encuentra en el
arte trágico que impregna las tragedias griegas de los autores clásicos. Por lo tanto,
concibe la tragedia como el culmen de la creación artística engendrada por la unión
armónica de estas dos fuerzas (Nietzsche, 1872; Rodríguez, 2016).

Por un lado, lo apolíneo se fundamenta en tres principios de creación artística: el


ensueño, es decir, la forma, la superficie, la escultura, entre otros; la armonía y belleza de
las formas; y el principio de individualización, organización y proporcionalidad; y, por
otro lado, lo dionisíaco se cimenta el la embriaguez, con otras palabras, lo que une a la
naturaleza con lo más íntimo del ser, el descontrol del placer, el dolor y el conocimiento.
En definitiva, la figura de Apolo encarnaría los conceptos de la belleza, el orden y la

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racionalidad mientras que la de Dionisios personificaría el dinamismo, lo irracional y lo
verdadero (Nietzsche, 1872; Rodríguez, 2016).

Al producirse una reconciliación de esas dos fuerzas contrapuestas mencionadas


anteriormente, se pasa del salvajismo de las dionisíacas a la transmutación. Este suceso
podría representarse visualmente como si existiese un círculo dibujado en el que Apolo
fuese el borde del mismo y Dionisos, en cambio, estuviera siempre rozando ese límite que
trata de dominar el exceso. Por consiguiente, cuando Apolo pone orden en el desorden de
Dionisos es entonces cuando surge el ditirambo dionisíaco, explica Nietzsche.

En definitiva, considera estos dos impulsos en continua discordia como un


verdadero reflejo del alma humana y se sirve de ellos para explicar la naturaleza de los
impulsos humanos. Por tanto, la armonía entre lo apolíneo y lo dionisíaco refleja el
espíritu de vida de la sociedad griega (Rodríguez, 2016).

2. CARACTERÍSTICAS DE LA TRAGEDIA

La tragedia, según Maria Paz Grillo, dice Aristóteles que es un género que “imita una
acción seria y noble” fuera de lo común y de carácter extraordinario. Debe tener un
conflicto derivado en desenlace y concurrir en el mismo espacio/tiempo. Las Euménides,
junto a Las Coéforas y Agamenón, conforman una trilogía llamada La Orestiada escrita
por Esquilo, la cual está fundamentada en La Fábula de Orestes.

Nuestra obra, se encuentra en el clímax de dicha fábula. Pasamos por umbral en el


que Agamenón mata a una de sus hijas para tener vientos a favor en la batalla naval y
proseguimos por su regreso y próximo asesinato a manos de su esposa Clitemnestra. Tras
ello, aparece Orestes, el héroe trágico que impulsado por su propia sed de venganza y con
la ayuda de Apolo, se encuentra en medio de un dilema, el cual nos conduce a la hybris.
Continuamos en el nudo de la historia. Finalmente Orestes mata a su madre y a su
amante Egisto, cometiendo así, la hamartía de la historia. El clímax aparece tras la huída
de Orestes y la llegada de Las Erinias, las cuales favorecen el pathos del mismo y lo
atormentan a favor y petición de la sombra de Clitemnestra. La metabolé del héroe asoma
con la aparición de Atenea pidiendo un justo juicio para Orestes. Se celebra el juicio
(momento de catarsis en el público/lector) y al dar testimonio a las preguntas acusatorias

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de Las Erinias, Orestes padece la anagnórisis de la historia. El juicio concluye a favor de
Orestes, cumpliendo así, la peripecia que tenía predestinada a tener.

La tragedia se compone de la siguiente construcción:

- Planteamiento o Prótasis: se produce cuando un elemento sagrado es mancillado.


Orestes comete un matricidio que para la sociedad y las deidades es un hecho atroz.
- Nudo o Epítasis: es el caos social que se crea después de esa agresión a lo sagrado.
La persecución y sentencia de Orestes por parte de las Erinias, alentadas por la
inmoralidad de este crimen de sangre. Aparición de Atenea.
- Desenlace o Catástrofe: después de todo el caos provocado, se restablece el nuevo
orden. Esto sucede en el juicio, donde un nuevo orden es establecido y el héroe encuentra
lo que desea, el perdón. Atenea proclama deidades a las Erinias para que estas no
arremetan su ira contra la humanidad.

Entre los personajes de la tragedia suele aparecer el héroe/personaje trágico que ha


de tener un dilema existencial, moral y/o ético. Debe estar luchando por su objetivo el
cual lo conducirá inevitablemente hacia una muerte trágica o hacia una muerte social. No
obstante, hay casos en los que se da la peripecia y la fortuna le sonríe de alguna manera.

Medios con los que imita el autor:

Elocución: parte de la tragedia relacionada con el diálogo. Este se da entre los episodios.
Aristóteles distingue este medio como diálogo cuando el héroe acciona.

En nuestro texto distinguimos dos episodios:

- Primer episodio: la acción se da en Delfos, justamente en el Templo de Apolo. Ahí, el


diálogo lo mantienen Apolo y Orestes. A continuación, aparece la sombra de
Clitemnestra manteniendo un diálogo con las Erinias [Siendo en estas diferenciadas
como personaje (corifeo) y no como coro]para pedirles la venganza de su muerte.
- Segundo episodio: sucede desde la aparición de Atenea hasta la resolución favorable
de Orestes en el juicio.

Melopeya: son las partes del coro que suceden entre los episodios.

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En nuestra obra, podemos encontrarla entre los diálogos. Estos nos van dando el
conocimiento de lo que va aconteciendo en la obra. Tanto así, como también nos indican
las reflexiones de los personajes. Entre ellos, destacamos principalmente el coro de las
Erinias.

Opsis: teniendo en cuenta la elocución y la melopeya podremos optar a la opsis que es la


escenificación del mito en el teatro transmitido mediante diálogo. Aquí la tragedia tiene
un carácter filosófico y por tanto está más alejada de lo terrenal. La lectura nos puede
llevar a una opsis más elevada, ya que nuestra imaginación puede llegar más lejos que
aquello que nos ofrece la mirada; siempre y cuando se entienda la acción y su orden
lógico de los acontecimientos. Las Euménides es una obra de carácter trágico que se
puede leer y/o escenificar perfectamente gracias a sus acotaciones. En la Opsis podemos
encontrar la Mímesis, que es un concepto estético de imitación, en la cual, según Platón,
la actuación debía ser tan creíble que pareciese realidad.

Elementos de la Tragedia. Estructura externa:

Según Aristóteles, la tragedia se comprende en cinco partes:

- Prólogo: es una introducción que da paso a la presentación del argumento y de los


personajes de la obra. En Las Euménides el prólogo comienza con la entrada de la
pitonisa de Delfos al templo de Apolo. Una vez allí, descubre a Orestes con sangre en
las manos rodeados de las Erinis y sale espantada.
- Párodos: entrada del coro que da inicio al desarrollo de la acción, relata las
circunstancias previas y suele comenzarse entre cantos y danza. Las Euménides se
despiertan quejándose y le empiezan a recriminar a Apolo sobre su protección hacia
Orestes. Exponen mediante estrofas y antiestrofas la voluntad de Apolo y sus razones
para sentenciar a Orestes. Con este párados, se introduce la trama y los elementos que
van a desencadenarse hacia el nudo de la obra.
- Episodios: escenarios en los que intervienen los diálogos. Es donde se desarrolla la
acción y las ideas de los personajes. Aquí interviene el Agón, que es un
enfrentamiento entre los personajes. Los diálogos comienzan en el templo de Delfos,
donde se encuentra el oráculo de Delfos (el cual está dedicado a Apolo), pasando por
la estatua de Atenea, ubicada en la Acrópolis de Atenas y terminando en la Colina de
Ares.

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- Estásimos: se trata del canto del coro que está destinado a orientar la reflexión o
explicando lo que va sucediendo en la trama. En este canto, debemos diferenciar al
coro del corifeo como personaje coral individual. En el caso de Las Euménides las
Erínias serían el coro, y sólo una de ellas se comporta como corifeo.
- Éxodo: conclusión del conflicto. La diosa Atenea dicta sentencia a favor de Orestes,
convence a las Erínias para no formar un caos, por ello las premia proclamándolas
Las Euménides, “las benevolentes”.

Elementos de la Tragedia. Estructura interna.

- Hamartia. Error, fallo del personaje (no hace falta maldad). Esta equivocación va a
desarrollar una cadena de errores que se van a producir en la tragedia y que cada vez
irá a más. En nuestro texto, la hamartía se encuentra fuera de la acción dramática.
Pero para ponernos en situación, los personajes hablan de lo ocurrido a lo largo de la
obra. Por ejemplo, las Erinias no paran de perseguir a Orestes recordándole en todo
momento lo que ha hecho.
- Hybris. Orgullo o empecinamiento. Está vinculado al protagonista. Es la actitud
orgullosa del personaje, que es lo que suele llevar a la hamartía y provocar el
desorden. En Las Euménides, este elemento se prolonga desde el momento de la
hamartía en Las Coéforas llegando hasta el clímax.
- Pathos. Sufrimiento del personaje. Es un estado totalmente horrible, un arma para
provocar la Catarsis. Orestes está sufriendo porque busca el perdón y no lo encuentra,
aún habiendo hecho sacrificios, ese sufrimiento sigue persistente. Por ello, la
desesperación lo lleva a implorar el perdón a la estatua de Atenea, la cual se le
aparece posteriormente.
- Anagnórisis. Es el descubrimiento o reconocimiento del personaje cuando toma
conciencia de su error. Encontramos la anagnórisis en el clímax de la acción
dramática. Es el momento dónde se da el juicio para decidir el destino de Orestes.
- Peripecia. Es el punto de inflexión donde la dirección de los acontecimientos da un
giro inesperado. Este elemento produce un cambio de perspectiva y reacción del
héroe. Se da entre la anagnórisis y la metabolé. Orestes se libra de ser condenado
gracias a la mitad de los votos favorables de los ciudadanos, jueces y Atenea.
- Metabolé. Cambio de suerte o de fortuna (tanto para bien como para mal). La fortuna
sonríe al héroe con la llegada de la diosa Atenea, la cual será su salvación.

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- Catarsis/Mathesis. Purificación a través de la piedad y temor de las pasiones. Estado
anímico que obtiene el espectador/lector en un momento crucial de la obra. La
Catarsis se produce en el momento del juicio, cuando Orestes da su testimonio y justo
antes de desvelar el veredicto.

3. REFLEXIÓN SOBRE LA JUSTICIA EN LAS EUMÉNIDES Y EL


SENTIDO TRÁGICO DE LA EXISTENCIA
En esta obra, Orestes escapa de las Erinias buscando la protección de Apolo tras
haber asesinado a su madre. En el templo de Delfos, el oráculo le indica que acuda al
templo de Atenea a implorar su perdón por el error cometido. Quizás, de este modo,
podría liberarse del tormento que le causaba la persecución de las Erinias. Una vez allí, se
reclina ante los pies de la estatua de la Diosa llorando y enloquecido. Entonces, la diosa
Atenea decide someterlo a un juicio justo en el que se decidirá el destino de Orestes. Por
este motivo, la Justicia adquiere una gran relevancia sobre la que se fundamente la obra.

Ante la delicadez del asunto, reúne en la colina de Ares al Consejo conformado


por un mensajero, los jueces y ciudadanos del pueblo ya que Atenea no puede dictar una
sentencia por sí misma. Es entonces donde Esquilo pone de relieve el asentamiento o
consolidación de las bases de la democracia ya que la voz y opinión de los ciudadanos
son relevantes en la toma de decisiones. A través del tribunal del jurado, los ciudadanos
de a pie, pueden intervenir en el proceso de la aplicación de la misma. En la obra, Atenea
como diosa de la Justicia, podría haber impuesto su superioridad y emitir por sí misma un
veredicto concluyente. No obstante, Atenea equilibra sus balanzas y usa a un jurado
popular compuesto por algunos de los que ella consideraba como los mejores ciudadanos
en representación del resto de la sociedad. De este modo, serían ellos quienes juzgarán los
hechos sometiendo así a nuestro héroe al escrutinio por parte de todos.

Durante la celebración del juicio, la acusación formada por las Erinias formula
preguntas a Orestes, el cual emite su testimonio de lo sucedido y el porqué de los hechos.
Es ahí donde se aprecia el surgimiento de un cambio en cuanto a la concepción de la
justicia ya que se organiza un juicio que apela a la razón y a la mediación mediante el
diálogo. Por tanto, este hecho refleja una sociedad que próspera y avanza hacia la
consolidación de un sistema judicial democrático.

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Finalmente, el juicio concluye con un veredicto a favor de Orestes. Éste sale
airoso de la situación, recibe el perdón de Atenea, le perdona la vida y su tormento cesa.
En este caso, la obra podría haber concluido con la muerte del héroe o con un final
benévolo para Orestes. Sin embargo, esta obra tiene la peculiaridad de que a pesar de no
ser condenado a muerte en el juicio, sí se produce un final trágico por la condena social a
la que se somete al condenado. Finalmente, a pesar del ajustado veredicto, Orestes no es
condenado a la pena que las Erinias querían imponer. Sin embargo, en su defecto, todo el
mundo conocerá lo ocurrido y esto le ocasionará, además del castigo impuesto, un
estigma social. Por tanto, será señalado y deberá soportar este castigo social del que no
podrá deshacerse fácilmente.

Mientras, las Erinias, deciden no descargar su ira contra el pueblo gracias a que
Atenea las persuade proclamandolas Las Euménides y a su vez, les otorga morada y
refugio legítimo en la tierra y les promete que sus ciudadanos las honrarán. Se podría
considerar que Atenea proporciona un ejemplo claro de benevolencia al tomar esta
decisión. Asimismo, es un ejemplo de misericordia al decretar que, a partir de entonces,
en los juicios se deberá declarar al acusado como absuelto en el caso de empate en el
recuento de los votos del jurado.

Según la Real Academia de la Lengua Española, la Justicia se define como


“principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece‟‟. No
obstante, en nuestra obra el ámbito judicial de la época parece ser difuso y fortuito, es
decir, a unas personas se las juzgaba democráticamente y a otras no. Por una parte, a
Clitemnestra y Egisto no se les somete a un juicio democrático por el asesinato de
Agamenón. Orestes juzgó los actos de ambos y les proporcionó el castigo que consideró
más justo. Sin embargo, a Orestes, influenciado por el oráculo y cegado por la venganza
del ojo por ojo, si se le somete a juicio para valorar la gravedad de sus acciones. De
hecho, Apolo y Atenea defienden que ambos homicidios no son equiparables ya que
Orestes tiene derecho a vengar la muerte de su progenitor al ser parientes consanguíneos.
De igual modo, considera que los actos de su madre son de mayor gravedad en
comparación con los suyos.
Cabe señalar que en la actualidad, existen casos criminales en los que las personas
llevan a cabo sus venganzas personales influenciadas por instintos y/o impulsos como lo
son la ira, la cólera o la furia. Estas suelen ser personas que no creen en un sistema

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judicial legítimo o que en un momento dado, no les interesa creer. La incredulidad o falta
de fe de ellos en el sistema se debe a la percepción subjetiva de Justicia de cada
individuo, cultura, ideología, estatus, entre otros. Por ejemplo, en determinados sucesos,
existe una aplicación de reducción de la condena por buena conducta del victimario y,
ante este motivo, algunos de los afectados, ya sean colaterales o no, aplican la venganza
bajo su propia percepción de justicia.
En la obra, no sólo se da la justicia terrenal, sino que aparece envuelta en la trama
la Justicia Divina a través de la diosa Atenea. El texto deja entrever a Atenea como una
figura justa, respetada y venerada por todos, la cual podía decidir sobre la vida de Orestes
en un momento dado. En cambio, las Erinias son representadas como personajes que se
toman la justicia por su propia mano sin tener en cuenta lo que los demás puedan decir.
Al tener un estatus mayor que al de las Erinias, Atenea es la que tiene más poder de
decisión respecto a la situación establecida. Esto nos recuerda a cómo en el sistema
legislativo de la actualidad, entran en juego la lucha de poderes. Con respecto a la justicia
divina, Orestes ansiaba el perdón divino de Atenea para expiar sus culpas. Incluso,
después de haber realizado sacrificio expiatorio, seguía anhelando el perdón divino. La
idea de obtener el perdón divino se remonta desde el principio de los tiempos. Igual se
podría implorar para tener la conciencia tranquila tras cometer un error o simplemente por
el miedo al desconocimiento sobre qué habrá más allá de la muerte.
En religiones como el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo, los creyentes siguen
unas pautas para purificar sus almas durante sus vidas terrenales. Al fallecer, según
exponen estas religiones, existe el denominado Juicio Final o Juicio de muertos/ de almas
en el que se juzga de nuevo la pureza y la moral del individuo y sus actos en vida. Es
entonces cuando las divinidades que tienen el poder sobre el destino del individuo, poseen
entre sus manos la posibilidad de que viva una vida eterna en un prometedor paraíso o en
el infierno de manera permanente. Con esto se da a entender que el destino de estas
personas lo marcan ellos mismos hasta que llegan a dicho juicio donde ya han perdido
todo poder de decisión. Metafóricamente, podríamos decir que el juicio que se le da a
Orestes es lo más parecido a un Juicio Final, ya que su vida dependía del veredicto de
este.
Hoy en día, en la sociedad, se menciona frecuentemente el término espiritual de
Karma para referirse a un castigo sobre un hecho. Karma: “dícese de una energía que lo
envuelve todo y que hace que las acciones morales que se realizan tengan un retorno del
mismo hacia la persona que lo ha hecho”. Como se puede observar en la obra, las malas

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decisiones de nuestros personajes vuelven a ellos de forma trágica. Por lo tanto, se podría
decir que la persecución de las Erinias es el Karma de Orestes y, asimismo, las acciones
de Orestes serían de algún modo el Karma de Clitemnestra.
En la obra se puede apreciar cómo Orestes no siente culpabilidad, pero sí le invade
el miedo a la tortura de las Erinias y a la pena de muerte ante la posibilidad de ser
declarado culpable tras el juicio. En la actualidad, algunos países siguen aplicando la pena
de muerte lo cual nos lleva a cuestionarnos hasta qué punto el destino de una persona,
decidir entre la vida o la muerte, está en las manos de aquellos que le juzgan. A lo largo
de la historia, se han cometido innumerables abusos y barbaridades atentando contra los
derechos del ser humano. Claros ejemplos de ello son la guillotina y el garrote vil,
máquinas empleadas con la finalidad de aplicar la pena capital en varios países como en
España y Francia. Asimismo, es necesario destacar que durante los procedimientos
legales se sometía al preso a innumerables torturas sirviendo incluso de entretenimiento y
espectáculo para el pueblo.
Cabe destacar la importancia que la antigua sociedad griega le daba al destino y la
obstinación que sentían sobre el funcionamiento del mismo. A esto se le denominaba
Fatalismo '' doctrina o manera de pensar que considera que los acontecimientos no se
pueden evitar. Una fuerza suprema rige el mundo y es imposible cambiar el destino ''.
En la mitología griega el destino está regido por Las Moiras (Cloto, Láquesis y
Átropos). Éstas deciden sobre la vida de los recién nacidos, ya sean humanos o dioses,
predestinan sus actos en vida y también deciden en qué instante cortan el hilo de sus
vidas. Se dice que Las Moiras son el destino en sí y que representan la fatalidad que rige
la vida y hechos de los héroes.
En definitiva, el texto es un gran ejemplo del sentido trágico de la vida ya que
están presentes la muerte, las traiciones inesperadas de seres allegados, las persecuciones,
las torturas, etc. El destino de Orestes estaba marcado desde su nacimiento, no importa
que camino escogiera, ya que en realidad, tener la elección formaba parte del designio de
los dioses.

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4. INTERTEXTUALIDAD Y CRÍTICA

4.1. INTERTEXTUALIDAD RELACIÓN ENTRE LAS


EUMÉNIDES Y EL ARTÍCULO “EL SENTIMIENTO DE
CULPABILIDAD SEGÚN LA PSICOLOGÍA, LA
LITERATURA Y LA FILOSOFÍA MODERNAS” DE LEO
ELDERS

Según la RAE, la culpa se define como la responsabilidad o causa de un suceso o de una


acción negativa o perjudicial, que se atribuye a una persona o a una cosa. El sentimiento
de culpabilidad ha sido durante la historia una tendencia muy cuestionada y de gran
importancia. Expertos de los ámbitos psicológicos y filosóficos entre otros, han intentado
entenderlo y dar una explicación propia. A continuación, se expondrán algunas de las
teorías recopiladas por Leo J. Elders en su artículo “El sentimiento de culpabilidad según
la psicología, la literatura y la filosofía” (1983) y se relacionará con la obra Las
Euménides.

Al principio del artículo, expone que después de que una persona peque suele sentir
preocupación e intranquilidad, pero este no es el caso del protagonista de la obra que
estamos analizando: Orestes. Éste mata a su madre por haber cometido el asesinato de su
padre, Agamenón, y lo que hace después de matar es un recurso muy utilizado en estos
casos: la culpabilidad transferida, es decir, culpar a la sociedad o a otras personas de sus
actos.

Como bien dice Freud (mencionado por Elders), hay veces que es complicado y casi
imposible distinguir el bien de mal. Es entonces cuando entra en juego la moral de cada
individuo que, según Freud, es una parte esencial de nuestra personalidad (el súper yo)
que distingue la manera de pensar y de analizar de cada individuo. Se puede aplicar la cita
literal del artículo “el mal no tiene por qué ser nocivo, a veces es lo que se desea” como
ocurre en el caso de Orestes que deseaba la muerte de su madre y no sentía ningún tipo
de arrepentimiento por ello.

Siguiendo con Freud, las limitaciones que nos hacen no llevar a cabo ciertos deseos o
impulsos vienen impuestos por la sociedad, el entorno y la educación en la que se ha

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criado cada individuo. Por ejemplo, si hablamos de los impulsos agresivos, en el caso de
Orestes, sería el matricidio por venganza.

Sin embargo, hay un punto en el que se alcanza un alto nivel de culpabilidad. Este es un
estado en el que el culpable está en un momento de desesperación y, por medio de la
necesidad de sanar su culpa, necesita un castigo para que se compensen sus terribles
actos. Orestes, tras la huída, llega a un punto en el que sólo necesita ser perdonado y, en
el caso de no serlo, está dispuesto a sufrir un tormento eterno por su hamartia.

Hay individuos que no tienen el sentimiento de culpa, da igual la medida del acto
cometido. Un caso podría ser que se sientan maltratados y por ello, no se responsabilizan
de sus actos. En nuestra obra, podemos pensar que Orestes es así ya que, en un principio,
no muestra ese sentimiento de culpa y está empecinado en pensar que era lo justo.

Siguiendo el artículo que estamos comparando con nuestra obra, hay distintos filósofos
que manifestaron su opinión sobre este sentimiento: Joseph Buttler (mencionado por
Elders) compara la conciencia humana con un oráculo situado en el corazón . Orestes
bien sabe y es consciente de que no es un acto ético y/o moral llevar a cabo el asesinato
de su madre pero aparte de la insistencia de Apolo desde su interior siente que debe
hacerlo para hacer justicia, es decir, su propio concepto de justicia. Otro punto de la teoría
de Butler (Providence Christian Collage, 2020) sobre el egoísmo, el altruismo y la culpa
explica que se puede pecar siempre y cuando no se haga daño a un tercero, cosa que el
protagonista no cumple y que el ser humano hace maldades porque es un ignorante.

Desde el punto de vista de Jean Jacques Rousseau (Elders, 1983), perteneciente a la


ilustración, expuso que es la sociedad la que altera la bondad por naturaleza del ser
humano. Tomando esto en consideración, la maldad no está en el interior del individuo,
sino que es causada por la colectividad. La conciencia no juzga, sino siente. Como
podemos ver en Las Euménides, Orestes no tiene una naturaleza maligna, son los pecados
de sus familiares los que lo depravan. Por lo tanto, Orestes desde el punto de vista de
Rousseau sigue siendo inocente puesto que la malicia no está en la parte interna de este.

Karl Marx, siguiendo la misma línea que Rousseau, declara que el mal viene del exterior,
que estamos alienados por la sociedad. Responsabiliza a la sociedad de cualquier
sentimiento de culpabilidad liberando al individuo de asumir o inquietarse por el pecado.
De hecho, defiende que debería desaparecer la preocupación por pecar. Según Marx, el

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héroe de la obra está alienado por la sociedad y por el entorno que lo envuelve, por lo que
él no sería el responsable de sus actos.

Desde el punto de vista de Wilhelm Friedrich Hegel (mencionado por Elders), cada
persona tiene su propia concepción sobre el bien y el mal. De igual modo, Hegel
manifiesta que hay pecado cuando se es egoísta y se antepone el bien personal al
universal, el mal generado por un capricho. Hegel tacharía a nuestro héroe de codicioso,
pecador y culpable.

Por otro lado, Soren Kierkegaard (mencionado por Elders) no comparte la tesis de Hegel.
Él dice que hay un sentimiento angustioso antes y después de cometer el pecado. La
verdad es subjetiva y cada uno tiene que mantener una relación directa con Dios. La culpa
debería ser un valor intrínseco a la fe. La angustia está directamente relacionada con el
hecho de que el hombre es libre.

Elders también hace referencia al pensamiento de Nietzsche el cual expuso que la culpa
debe ser tratada de distinta forma dependiendo de la clase y condición social entre otras
(matar por necesidad o matar por capricho) del que hace la acción. Esta concepción se
opone por completo al sentimiento extremo de culpa. Orestes no lo hace por una
necesidad, sino que lo hace para vengar y honrar a su padre. Aunque un gran factor que
influye en sus actos es la presión por parte de Apolo, pues él afirma en una conversación
con las Erinias que él no siente culpa y tampoco siente miedo por las consecuencias de
sus acciones. De hecho, cree que su padre le va a ayudar desde donde quiera que esté.

En cuanto a Heideger, la conciencia es una voz en nuestra cabeza que se manifiesta para
hacernos comprender nuestros pecados. El raciocinio de Orestes es el que le dicta los
motivos por los que cometió el crimen, todas las razones por las que no se arrepiente (los
dos asesinatos de su madre).

Para concluir, como se puede observar, existen diversas maneras de concebir el


sentimiento de culpabilidad. Podría decirse que se trata de un concepto subjetivo ya que
está condicionado por la cultura, las creencias y la educación de cada individuo.

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4.2 INTERTEXTUALIDAD ENTRE LAS EUMÉNIDES Y EL ARTÍCULO
“HAY UN PERDÓN AL ENEMIGO EN EL ESTOICISMO ANTIGUO” DE
DESIDERIO PARRILLA MARTÍNEZ
El perdón, según la Real Academia de la lengua Española, se define cómo “Remisión de
la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. /
Indulgencia (remisión de los pecados).”

El término académico que obtiene el concepto de „perdón‟ reconoce identidades duales de


origen latino y griego. Proviene de una familia léxica griega que abarca términos como
„perdonar‟, „compadecerse‟ o „absolver e indultar‟, que en las traducciones latinas su
empleo procede de los verbos como clementia, ignosco, condono, veniam dare, excuso.
Mientras que otros términos como ética ( que se refiere a los individuos) o moral (referido
a la comunidad).

En un uso académico más uniforme, se establecen dos significados. El término de


Aristóteles syngnōmē derivado del concepto de Platón y que utiliza en el Código de ética
de Nicómaco.1 Cuando actuamos, el acto se perdona en el primer sentido, forzados
involuntariamente por la fuerza externa o la ignorancia; y un segundo sentido se refiere
principalmente a calificar moralmente un comportamiento digno de recompensa o perdón.
(1109b30-4)
1David Roochnik, “Aristotle’s Account of the Vicious: A Forgivable Inconsistency”, en:
History of Philosophy Quarterly, 24, 2007, pp. 207-220

El académico David Konstan, conocido por su estudio sobre la belleza y la emoción en el


mundo, defiende que la idea de perdón existía mucho antes de la concepción judeo-
cristiana que conocemos. 2
Al contrario que filósofos como Hanna Arendt 3, que adjudicaba el concepto al Antiguo
Testamento. Otros como Charles L. Griswold 4 valoran la existencia de este en el periodo
clásico.
2 KONSTAN, David. Before Forgiveness: The Origins of a Moral Idea, Cambridge,
Cambridge University Press, 2010.
3 ARENDT, Hannah. “Historia y Naturaleza” en: Entre el pasado y el futuro, Península,
Barcelona, 1996, pp. 72-100.

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4 GRISWOLD, Charles L. y KONSTAN, David (ed.). Ancient Forgiveness: Classical,
Judaic, and Christian, Cambridge, Cambridge University Press, 2012.

En el estudio del perdón, estos últimos años, se le atañe una posible relación con el
estoicismo antiguo. Conociendo el estoicismo como doctrina fundada por Zenón de Citio,
discípulo de Crates de Tebas, con el hombre y su moral como preocupación principal.
De acuerdo a los estoicos, la lógica, física y ética se presentan como conducto para que el
hombre consiga vivir de acuerdo con la naturaleza.

Los principios que aceptan los filósofos estoicos son la materia y la razón, siendo
identificada esta última con Dios (Dios es el rector del mundo y su sustancia) y por la
cual, se define la naturaleza del mundo como racional. 5
La ley natural es un conexo de la razón universal, reflexión que integra al ser humano
como ser racional ya que este es un producto de Dios.
5 Epicteto. Séneca. Marco Aurelio. Los Estoicos: EPICTETO. SENECA. MARCO
AURELIO. LOS FILÓSOFOS MAS PRÁCTICOS Y COMPRENSIBLES DE LA
HISTORIA (3ª ED), (ed.) Nueva Acropolis, España, 2009.

Los pensadores estoicos se denominan deterministas, ya que defienden la idea de que los
sucesos del mundo están preestablecidos y no podemos hacer nada o casi nada para
cambiarlo.

Tal y como se ve reflejado en nuestro texto Las Euménides y en la Tragedia Griega, el


destino está escrito por los dioses y no te puedes librar de él.
Aquí, entra en juego el concepto de Autarquía, en la que se habla de la carencia de
necesidades para alcanzar el ideal del sabio „La felicidad‟. Ideal que solo se obtenía
viviendo a nuestra naturaleza racional, es decir, virtuosamente. El sabio por tanto, vivía
en comunión con el universo, que ya estaba determinado.
Con el precepto “Soporta y Renuncia” que nos ofreció Epicteto 6, se analiza el soportar
ya que nuestro destino va a ser siempre el mismo, está establecido por la divinidad y es el
individuo el que decide si seguirlo de manera dócil o dejar arrastrarse por ello. Y el
renunciar, dónde para alcanzar la paz debemos abandonar los deseos y apetitos.

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Se cumple así la regla estoica de a cuantas menos necesidades obtenemos más control de
nuestras emociones y por tanto alcanzamos la felicidad.
6 EPICTETO. «Manual de vida» ( José J. De Olañeta), Cataluña, 1997.

Para el estoicismo, el perdón es una capacidad activa implicada la “ataraxia”, estado de


ánimo caracterizado por la tranquilidad y ausencia de deseos o temores /
imperturbabilidad, donde la “aponía” (carencia de sufrimiento) y la “apatheia” (apatía)
actúan en contraposición de los celos, el miedo, y los odios en los que caen débilmente
los hombres.
Nuestro texto debate si el perdón de Orestes, según el cual su búsqueda por parte divina
(en este caso el que le implora a Atenea) y la definitiva absolución de su crimen,
consigue identificarse con la convicción de que este concepto proviene del pensamiento
estoico.

Los estoicos piensan diferentes a los cínicos, ya que estos últimos creen que las personas
que viven de manera errónea carecen de inteligencia. Un ejemplo de esto, fue Diógenes
quien era conocido por su lucha constante contra los individuos que no compartían sus
ideales, en lo que a varios temas se refiere. Sin embargo, a pesar de la crítica indignada
del cínico, no intenta corregir a sus opositores ni servir de ejemplo a sus compañeros, sino
que se conforma con menospreciarlos.

La visión crítica de ambos, estoicos y cínicos, se desarrolla de manera diferente siendo los
primeros más benevolentes con aquellos que no comparten sus ideales y no efectuaban
carga alguna contra ellos. Esto se debía a que para estos pensadores, la comunidad era
una de las ideas esenciales y más importantes.
Eran fieles a su pensamiento y su idea del mundo era sujeta por el hilo de la racionalidad,
por lo que negaban una identificación por nacimiento o cultura más allá de la razón y la
virtud.

4.3 CRÍTICA

Gracias a la consolidación de un sistema judicial democrático, la restauración del


orden y la elaboración de leyes, el hombre puede vivir y coexistir en perfecta
armonía en sociedad. En esta obra de Esquilo se refleja cómo la sociedad griega
19
avanza apelando a la razón e intercediendo para solventar los conflictos desde el
diálogo. La elaboración de leyes nuevas son un símbolo de la evolución de la
civilización hacia una sociedad moderna dejando atrás la primitiva.

Sin duda, la venganza de Orestes fue un acto cruel y despiadado hacia su madre.
Aunque bajo su punto de vista lo considerase como un acto justo y estimara a su
madre como merecedora de tal castigo. Tal y como afirmó Maquiavelo: “el fin no
justifica los medios”. Es comprensible que Orestes quiera que se haga justicia y que
el asesinato de su padre no quede impune. Sin embargo, nuestro héroe no tomó una
buena decisión. Es ahí cuando nos resulta verdaderamente complicado llegar a
empatizar con Orestes porque pasa de ser concebido como un “justiciero” a ser un
“criminal”/ “verdugo”. Tras asesinar a su madre, él tiene las manos igualmente
manchadas de sangre que ella. Por lo tanto, ambos deberían recibir un castigo
semejante asumiendo las consecuencias de sus actos.

En el caso de Clitemnestra, desde nuestro punto de vista actual, podría considerarse


como una cuestión de desigualdad de género ya que en el juicio se declaró que el
crimen de Clitemnestra no podía ser equiparado con el de Orestes debido a su
gravedad. No obstante, estimamos que ambos crímenes poseen el mismo alcance y
la misma trascendencia. Por lo tanto, consideramos que se ha cometido un acto
injusto al no someter a Clitemnestra a un juicio democrático. Probablemente, de
haber sido así, la venganza de sangre no hubiera continuado. También merecía la
oportunidad de dialogar, de poder exponer cómo acontecieron los hechos, exponer
sus alegatos y pruebas al igual que hizo el Areópago al juzgar a su hijo. Además, cabe
destacar que la situación desfavorable en la que se encontraba la mujer en aquella
época es sin duda una realidad que también desempeña un papel importante en el
destino de Clitemnestra.

En nuestro caso, si tuviéramos que juzgarla en un juicio, la declararíamos culpable y


se le aplicaría un castigo acorde al delito cometido. Sin embargo, nunca
aprobaríamos una pena de muerte como condena ya que pensamos que el ser
humano no tiene potestad para arrebatarle la vida a otro individuo.

También es cierto que cuando un suceso trágico marca la vida de una persona, el
sentimiento de venganza que le invade, le genera un impulso que le ciega y le puede

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hacer capaz de cometer los crímenes más terribles para así, calmar el dolor. Aunque
estos instintos son complicados de frenar, la venganza del ojo por ojo no debería ser
considerada como una opción. Además, hay un proceso de autodestrucción en la
persona que lleva a cabo la venganza porque tiene que aprender a vivir cargando en
su conciencia con el crimen acontecido y el sentimiento de la culpa. Por lo tanto, es la
sociedad en conjunto la que debe asistir a esta personas, originando mecanismos
capaces de impartir justicia para de este modo, ayudar a aplacar esa ira. Que si bien,
no pueda calmar del todo su dolor, si se lo hace más liviano.

Durante el transcurso del juicio, Orestes responsabiliza a los dioses e incluso a


Clitemnestra de sus hechos. Nunca alcanza a reconocer su culpabilidad, ni siquiera
se arrepiente de ello. Se puede apreciar cómo trata de culpabilizar a la víctima de su
propia muerte en lugar de responsabilizar a Orestes. En cambio, en la actualidad, se
pide perdón de manera excesiva aunque el error sea insignificativo. En otras
palabras, es como si se tuviera una deuda hacia la otra persona. Consideramos que el
sentimiento de culpa forma parte de la personalidad de cada individuo. Por lo tanto,
algunos se sienten al margen de la culpa y responsabilizan a otros de sus actos
siguiendo la línea de nuestro héroe Orestes. Exactamente ocurre lo mismo en cuanto
al perdón. En la actualidad, existe una necesidad de recibir el perdón del otro. En
cambio, a nivel personal, resulta muy complejo perdonar nuestros propios actos. En
definitiva, el ser humano es más benevolente con el otro que consigo mismo.

5.BIBLIOGRAFÍA

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