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Respiración Profunda: Siéntate cómodamente en una posición relajada. Cierra los ojos y
lleva tu atención a tu respiración. Inhala profundamente por la nariz, sintiendo cómo se
llena tu abdomen de aire, luego exhala lentamente por la boca. Haz esto varias veces,
enfocándote en la sensación de la respiración y dejando que tus pensamientos se calmen.
Visualización Guiada: Cierra los ojos y visualiza un lugar tranquilo y relajante, como una
playa, un bosque o un jardín. Imagina todos los detalles: los sonidos, los colores, las
texturas. Sumérgete en esta visualización y siéntete envuelto por la calma y la serenidad
del lugar.
Relajación Muscular Progresiva: Comienza por tensar los músculos de los pies durante
unos segundos y luego relájalos completamente. Continúa este proceso, avanzando hacia
arriba por tu cuerpo, tensando y relajando cada grupo muscular, desde los pies hasta la
cabeza. Esto ayuda a liberar la tensión acumulada en el cuerpo.
Escuchar Música Relajante: Elige música suave y tranquila que te ayude a relajarte.
Puedes escuchar música ambiental, música clásica o cualquier otro tipo de música que
encuentres relajante. Dedica tiempo a escucharla con atención plena, dejando que la
música te envuelva y te lleve a un estado de calma.
Baño Relajante: Date un baño caliente con sales de baño o aceites esenciales relajantes,
como la lavanda. Sumérgete en el agua caliente y permite que tus músculos se relajen
mientras disfrutas de este momento de tranquilidad.